INFANTIL
17/5/02 09:03
Página 1
La canción de Carpanta Me llamo Carpanta, me tragaré este pollo. Por mi gran garganta bajará un centollo. Engulliré un bocadillo de jamón serrano, y si te la pillo me tragaré tu mano. Me tragaré una vaca, me tragaré un cordero, tumbado en la hamaca morderé al camarero. Me tragaré el plato, me comeré la cesta. Romperé el trato y comeré la puerta.
Me comeré a mi hermano, me comeré a mi prima, me tragaré al marrano que vive encima. Me comeré al profesor que me puso un cero y, subiendo en ascensor, morderé a tu perro. Me engulliré una lata, me comeré un ratón, me comeré una tapa, me tragaré un camión. Me zamparé tu jeta, devoraré un lechón, será mi mayor meta comerme tu melón.
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Me comeré la mesa, me comeré el sofá, me tragaré una pesa, me comeré a mamá.
Ángel Guache
LIRICA
17/5/02 09:23
Página 1
Libro de Buen Amor Si quieres amar dueñas o a cualquier mujer muchas cosas tendrás primero que aprender para que ella te quiera en amor acoger. Primeramente, mira qué mujer escoger. Busca mujer hermosa, atractiva y lozana, que no sea muy alta, pero tampoco enana; si pudieras, no quieras amar mujer villana, pues de amor nada sabe, palurda y chabacana. Busca mujer esbelta, de cabeza pequeña, cabellos amarillos, no teñidos de alheña; las cejas apartadas, largas, altas, en pena; ancheta de caderas, ésta es talla de dueña. Ojos grandes, hermosos, expresivos, lucientes y con largas pestañas, bien claros y rientes; las orejas pequeñas, delgadas; para mientes si tiene el cuello alto, así gusta a las gentes. La nariz afilada, los dientes menudillos, iguales y muy blancos, un poco apartadillos, las encías bermejas, los dientes agudillos, los labios de su boca bermejos, angostillos. La su boca pequeña, así, de buena guisa, su cara sea blanca, sin vello, clara y lisa; conviene que la veas primero sin camisa pues la forma del cuerpo te dirá: ¡esto aguisa! . ............................................... En la cama muy loca, en la casa muy cuerda; no olvides tal mujer, sus ventajas recuerda. Esto que te aconsejo con Ovidio concuerda y para ello hace falta mensajera no lerda. (...)
Arcipreste de Hita, siglo XIII
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LIRICA
17/5/02 09:23
Página 2
Romance del enamorado y la muerte Un sueño soñaba anoche, soñito del alma mía, soñaba con mis amores que en mis brazos los tenía, vi entrar señora tan blanca, muy más que la nieve fría. —¿Por dónde has entrado, amor? ¿Cómo has entrado, mi vida? Las puertas están cerradas, ventanas y celosías. —No soy el amor, amante, la Muerte que Dios te envía. —¡Ay, Muerte tan rigurosa, déjame vivir un día! —Un día no puede ser, una hora tienes de vida. Muy deprisa se calzaba, más deprisa se vestía, ya se va para la calle en donde su amor vivía:
—¡Ábreme la puerta, blanca, ábreme la puerta, niña! —¿Cómo te podré yo abrir si la ocasión no es venida? Mi padre fue a palacio, mi madre no está dormida. —Si no me abres esta noche, ya no me abrirás, querida: la Muerte me está buscando, junto a ti, vida sería. —Vete bajo la ventana donde labraba y cosía, te echaré cordón de seda para que subas arriba, y si el cordón no alcanzare, mis trenzas añadiría. La fina seda se rompe, la Muerte que allí venía: —Vamos, el enamorado, que la hora es ya cumplida. Anónimo, siglo XV
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LIRICA
17/5/02 09:24
Página 3
Cultivo una rosa blanca
Cultivo una rosa blanca en julio como en enero para el amigo sincero que me da su mano franca. Pero para el cruel que me arranca el corazón con que vivo, cardo ni ortiga cultivo... cultivo una rosa blanca. .............................................. Yo soy un hombre sincero de donde crece la palma, y antes de morirme quiero echar mis versos del alma. Yo vengo de todas partes, y hacia todas partes voy: arte soy entre las artes, en los montes, monte soy. Yo sé los nombres extraños de las yerbas y las flores, y de mortales engaños, y de sublimes dolores.
Yo he visto en la noche oscura llover sobre mi cabeza los rayos de lumbre pura de la divina belleza. Alas nacer vi en los hombros de las mujeres hermosas: y salir de los escombros volando las mariposas. He visto vivir a un hombre con el puñal al costado, sin decir jamás el nombre de aquella que lo ha matado. Rápida como un reflejo, dos veces vi el alma, dos: cuando murió el pobre viejo, cuando ella me dijo adiós. (...) José Martí, siglo XIX
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LIRICA
17/5/02 09:24
Página 4
Insomnio Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas). A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este nicho en el que hace 45 años que me pudro, y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros, o fluir blandamente la luz de la luna. Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla. Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma, por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad de Madrid, por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo. Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre? ¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día, las tristes azucenas letales de tus noches?
Dámaso Alonso NI UN DÍA SIN POESÍA www.librosalacalle.com
LIRICA
17/5/02 09:24
Página 5
Te quiero
Te quiero. Te lo he dicho con el viento, Jugueteando como animalillo en la arena O iracundo como órgano tempestuoso; Te lo he dicho con el sol, Que dora desnudos cuerpos juveniles Y sonríe en todas las cosas inocentes; Te lo he dicho con las nubes, Frentes melancólicas que sostiene el cielo, Tristezas fugitivas; Te lo he dicho con las plantas, Leves criaturas transparentes Que se cubren de rubor repentino; Te lo he dicho con el agua, Vida luminosa que vela un fondo de sombra; Te lo he dicho con el miedo, Te lo he dicho con la alegría, Con el hastío, con las terribles palabras. Pero así no me basta: Más allá de la vida, Quiero decírtelo con la muerte; Más allá del amor, Quiero decírtelo con el olvido.
Luis Cernuda NI UN DÍA SIN POESÍA www.librosalacalle.com
LIRICA
17/5/02 09:24
Página 6
No llencis les cartes d’amor Elles no t’abandonaran. Passarà el temps, s’esborrarà el desig –aquesta fletxa d’ombra– i els rostres sensuals, intel.ligents, bellíssims, s’ocultaran en un mirall dins teu. Cauran els anys i avorriràs els llibres. Davallaràs encara, i perdràs, fins i tot, la poesia. El soroll fred de la ciutat als vidres anirà esdevenint l’única música, i les cartes d’amor que hauràs guardat la teva última literatura.
No tires las cartas de amor Ellas no te abandonarán. El tiempo pasará, se borrará el deseo —esta flecha de sombra— y los sensuales rostros, bellos e inteligentes, se ocultarán en ti, al fondo de un espejo. Transcurrirán los años. Te cansarás de libros. Descenderás aún más y perderás, también, la poesía. El ruido de ciudad en los cristales acabará por ser tu única música, y las cartas de amor que hayas guardado serán tu última literatura. Joan Margarit NI UN DÍA SIN POESÍA www.librosalacalle.com
NARRATIVA
17/5/02 11:24
Página 1
El hombre que escuchaba Cada noche, al salir de su casa, ponía el pie en un lugar distinto. Entraba en un bar y ese bar estaba en Argel o en El Cairo, estaba al principio en Marrakech y luego en Ankara. A veces, para regresar a su casa, debía pasar al pie del Tubkal o cerca de la laguna de Hodna, junto a la mezquita de al-Hakim o sobre el río Cubuk. Aprendió dos cosas, una en la calle, mientras tenía los ojos abiertos, y otra en su piso, cuando los cerraba para dormir: la primera es que hay hombres que sueñan con los labios; la segunda, que hay muchas formas de ver la luz, pero sólo una de estar ciego. Cuando murió, lloraron por él en cinco ciudades distintas. Benjamín Prado
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NARRATIVA
17/5/02 11:24
Página 2
EN EL POPULOSO barrio de Chamberí, más cerca del Depósito de aguas que de Cuatro Caminos, vivía no ha muchos años un hidalgo de buena estampa y nombre peregrino, no aposentado en casa solariega, pues por allí no las hubo nunca, sino en plebeyo cuarto de alquiler de los baratitos, con ruidoso vecindario de taberna, merendero, cabrería y estrecho patio interior de habitaciones numeradas. La primera vez que tuve conocimiento de tal personaje y pude observar su catadura militar de antiguo cuño, algo así como una reminiscencia pictórica de los tercios viejos de Flandes, dijéronme que se llamaba don Lope de Sosa, nombre que trasciende al polvo de los teatros o a romance de los que traen los librillos de retórica; y, en efecto, nombrábanle así algunos amigos maleantes; pero él respondía por don Lope Garrido. (...) Benito Pérez Galdós, siglo XIX
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NARRATIVA
17/5/02 11:25
Página 3
Juana la Loca
YO JAMÁS HABÍA mirado a un hombre con tanta fuerza. Mi pudor castellano se esfumó en el acto y me produjo placer sentirme penetrada por aquellos ojos azules, bondadosos, casi suplicantes, que me habitaban.Y aquella mirada me anunciaba el deseo que yo despertaba en aquel hombre tan hermoso. Fue ese deseo de él lo que me despertó, por inauguración solemne y súbita, mi deseo. Me sentí encelada, abrasadoramente genésica, aunque entonces pensé que aquello era el principio de un desmayo por la emoción del encuentro con mi soberano. Nadie nunca me había informado de que la carne está hecha para esponjarse y, así, poder recuperar todas las patrias perdidas. (...) Guillén Viladot
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NARRATIVA
17/5/02 11:25
Página 4
La infanta baila
En un andén del metro de Colón, bajo la imponente verticalidad de las Torres, sentado en una silla de color naranja, un muchacho de larga melena con coleta aguarda el paso del convoy en dirección a Esperanza. Su destino: Diego de León.
Carlos Tapia estudia informática, y acaba de dejar a su novia en el portal de su casa, en la calle Orfila. Han visto una película en un Roxy y han estado tomando cañas por la zona de Bilbao. El chico, en la compañía de dos mujeres que conversan de pie en su mismo andén y de tres personas más enfrente, observa el despampanante cuerpo de una modelo que anuncia desde la pared un centro de bronceado. Y lamenta, encendería con gusto un cigarrillo, la prohibición de fumar en el metro.
Manuel Hidalgo SI TE GUSTA EL VÉRTIGO, ASÓMATE A LOS LIBROS www.librosalacalle.com
NARRATIVA
17/5/02 11:25
Página 5
El viaje Achával vivía lejos, a más de una hora de Buenos Aires. Cada mañana Acha subía al ferrocarril de las nueve para irse a trabajar. Subía siempre al mismo vagón y se sentaba en el mismo lugar. Frente a él viajaba una mujer.Todos los días, a las nueve y veinticinco, esa mujer bajaba por un minuto en una estación, siempre la misma, donde un hombre la esperaba parado siempre en el mismo lugar. La mujer y el hombre se abrazaban y se besaban hasta que sonaba la señal de salida. Entonces ella se desprendía y volvía al tren. Esa mujer se sentaba siempre frente a él, pero Acha nunca le escuchó la voz. Una mañana ella no vino y a las nueve y veinticinco Acha vio, por la ventanilla, al hombre esperando en el andén. Ella nunca más vino. Al cabo de una semana, también el hombre desapareció.
Eduardo Galeano LOS LIBROS ESTÁN LLENOS DE HISTORIAS COMO ÉSTA. DESCÚBRELAS www.librosalacalle.com
VARIOS
17/5/02 09:44
Página 1
mogollón. Éste es un término antiguo y muy usado y poco entendido; a algunos les parece significar el corderillo que ha quedado sin madre y acude a mamar a las demás ovejas la leche de los propios suyos; y díjose del verbo latino MULGEO, que quiere decir ordeñar; y en rigor, según lo dicho, está corrompido el vocablo de mulgollón. El padre Guadix le tiene por arábigo, 2. y dice que vale tanto como comer sin escotar, comer de mogollón. Otros dicen que viene del nombre mugali, que significa bullicioso y entremetido en arábigo, y tal es el que se sienta a mesa ajena sin que le conviden. Covarrubias, 1611
mogollón, na. (Del it. moccobello o cat. mogobells, propina, y estos del ár. muqãbil, compensación). adj. p. us. holgazán. || 2. gorrón (||que vive a costa ajena).|| 3. m. coloq. Gran cantidad de algo. || 4. coloq. Lío, jaleo. || 5. adv. coloq. mucho (||con abundancia).|| de mogollón. loc. adv. coloq. de gorra. || 2. de balde (||gratuitamente.)|| 3. Mal, descuidadamente o con apresuramiento. Real Academia de la Lengua, 2001 LEER ES SABER www.librosalacalle.com
VARIOS
17/5/02 09:44
Página 2
Música de altura El paseante descubrirá con su mirada que Madrid tiene muchos relojes traidores, varados en horas tardías o indolentemente detenidos desde tiempo inmemorial en una estática de agujas descolocadas y sin sentido. Cuando los relojes mienten, los ciudadanos se extravían en el tiempo, o en el espacio. Sobre todo, si su avería concierne al artificio que rige la hora en una estación ferroviaria. La relojería mural de las estaciones madrileñas no goza de excesivo crédito, si bien, en la zona de Cercanías de Atocha, existen unos ejemplares de reloj muy precisos y dignos de confianza, que se caracterizan por la invisibilidad de su mecanismo. Sólo se perciben sus agujas, que no se sujetan a nada. (...)
Rafael Fraguas
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VARIOS
17/5/02 09:44
Página 3
La verdadera historia de mi vida Les quiero pedir disculpas porque durante muchos años les he estado contando una historia de mi vida que no es la verdadera. Siempre les he dicho que cuando yo nací no estaba mi madre en casa, que había salido a pedir perejil a una vecina. Es mentira que mi madre hubiera salido a pedir perejil a una vecina, lo que sí es verdad es que cuando yo nací no estaba mi madre en casa.Yo tenía que nacer un 12 de octubre, pero no pude nacer ese día porque era fiesta nacional y estaba todo cerrado, así que me esperé unos días y nací un jueves, que era un día laborable y ya estaba todo abierto. Mi mamá había ido a la peluquería para hacerse la permanente. (...) Miguel Gila
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VARIOS
17/5/02 09:44
Página 4
Guión cinematográfico, Víctor Erice Más de un transeúnte, después de echar un vistazo a su contenido, tira la octavilla como si quemara. Semejante acción es quizá consecuencia de la cercana presencia de un guardia municipal (Gervasio), excombatiente de aire fiero, que llevado de un primer impulso se dedica a recoger del suelo todos los papelitos que alcanza, como si así pudiera contener el temporal. Hay algún espontáneo que se apresura a acompañarle en la acción, quién sabe si para hacer públicos méritos de afecto al Régimen.(...) Mientras el tranvía se pone en marcha, Sergi, el conductor, que acaba de ser relevado, introduce un matiz de calma dentro de esta galería de personajes agitados. Después de recoger una octavilla, toma asiento en un banco. Lasi, la perra sin amo que tiene su morada junto al quiosco, acude a saludarle meneando el rabo. Después de hacerle una caricia, Sergi le empieza a leer, como si el pobre animal entendiera sus palabras:
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El Olivo (Olea europea var. sativa) Camarada del laurel en cuanto a solemnidad y tradición, el olivo ha servido para diseñar toda una región, Andalucía. Cantado repetidamente por sus poetas, a veces es simple descripción, como la de Pablo Neruda: el olivo/ de volumen plateado,/ severo en su linaje,/ en su torcido/ corazón terrestre; otras, constituye un elemento de denuncia social, del que se vale Miguel Hernández cuando, impaciente, pregunta a los altivos aceituneros: decidme en el alma: ¿quién,/ quién levantó los olivos?, y él mismo, en tono acusador, responde: No los levantó la nada,/ ni el dinero, ni el señor,/ sino la tierra callada,/ el trabajo y el sudor; o se convierte en metáfora definitiva, como la de García Lorca: El olivo es la firmeza/ de la fuerza y el trabajo. (...)
Antonio Rodríguez Villén
TANTO LEES, TANTO SABES www.librosalacalle.com
Tú dile a Sarabia que digo yo que la nombre y que la comisione aquí o en donde quiera, que después le explico.
Eraun pocotarde
yacuandoel funcionario
decidió seguir de nuevo el vuelo de la mosca. La mosca, por su parte, como sabiéndose objeto de aquella observación, se esmeró en el programado desarrollo de sus acrobacias zumbando para sus adentros, toda vez que sabía que era una mosca doméstica común y corriente y que entre muchas posibles la del zumbido no era su mejor manera de brillar, al contrario de lo que sucedía con sus evoluciones cada vez más amplias y elegantes en torno del funcionario, quien viéndolas recordaba (...)
Augusto Monterroso
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Epístola Satírica y Censoria contra las costumbres presentes de los castellanos, escrita a don Gaspar de Guzmán, conde de Olivares en su valimiento
No he de callar, por más que con el dedo, ya tocando la boca o ya la frente, silencio avises o amenaces miedo. ¿No ha de haber un espíritu valiente? ¿Siempre se ha de sentir lo que se dice? ¿Nunca se ha de decir lo que se siente? Hoy, sin miedo que libre escandalice, puede hablar el ingenio, asegurado de que mayor poder le atemorice. En otros siglos pudo ser pecado severo estudio, y la verdad desnuda, y romper el silencio el bien hablado. Pues sepa, quien lo niega y quien lo duda, que es lengua, la verdad, de Dios severo, y la lengua de Dios nunca fue muda. (...)
Francisco de Quevedo
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Vida Después de todo, todo ha sido nada, a pesar de que un día lo fue todo. Después de nada, o después de todo supe que todo no era más que nada. Grito «¡Todo!», y el eco dice «¡Nada!». Grito «¡Nada!», y el eco dice «¡Todo!». Ahora sé que la nada lo era todo, y todo era ceniza de la nada. No queda nada de lo que fue nada. (Era ilusión lo que creía todo y que, en definitiva, era la nada.) Qué más da que la nada fuera nada si más nada será, después de todo, después de tanto todo para nada.
José Hierro
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De objetos perdidos Señor que me has perdido las gafas, por qué no me las encuentras? Me paso la vida buscándomelas y tú siempre perdiéndomelas, me has traído al mundo para esto, para pasarme la vida buscando unas gafas, que están siempre perdiéndoseme? Para que aparezca este tonto que está siempre perdiendo sus gafas, porque tú eres, Señor, el que me las pierdes y me haces ir por la vida a trompicones, y nos das los ojos y nos pierdes las gafas, y así vamos por el mundo con unas gafas que nos pierdes y unos ojos que nos das, dando trompicones, buscando unas gafas que nos pierdes y unos ojos que no nos sirven. Y no vemos. Señor, no vemos, no vemos Señor.
J.Antonio Muñoz Rojas
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El traje nuevo
ESTE TRAJE, aquí donde le veis, ya tiene unos cuantos años aunque está nuevo y como el primer día mismo, y por eso dice la Eufemia, mi mujer, que lo gaste, que qué hace ahí, guardado en el baúl del sobrado, envuelto en una sábana con bolas de alcanfor; y me he decidido a hacerla caso porque ya va para cincuenta años que murió mi padre, y aunque mi madre, la pobre, nunca quiso que me lo pusiera porque lo tenía como una reliquia, al fin y al cabo a mí me lo dejó mi padre para cuando fuera mayor, y lo que dice la Eufemia misma: sería hacerle un desprecio. Y que mi misma madre estaría orgullosa de ver que me lo ponía ahora, el Domingo de Ramos, porque soy concejal del Ayuntamiento y me tengo que poner en los bancos de las autoridades en misa, con la palma. ¿Acaso no es un traje de marrón bien oscuro para un momento así?, dice también la Eufemia. Porque este traje se lo mandó hacer mi padre para casarse y siempre la oí decir a mi madre que le costó ciento (...)
José Jiménez Lozano NO TE QUEDES EN LA PRIMERA PÁGINA, CONTINÚA EN TU LIBRERÍA www.librosalacalle.com
El lenguaje de los sueños Los sueños, nos dicen los psicoanalistas, hablan a quienes los saben entender. Su lenguaje es simbólico; nada es en ellos lo que aparenta ser, pero todos tienen un sentido cuya clave está en la simbología onírica. En esencia, durante los sueños se pueden cumplir, de forma alucinatoria y enmascarada, deseos irracionales o impulsos monstruosos que la conciencia sería incapaz de aceptar como suyos si se le presentaran al desnudo. El lenguaje onírico tiene, pues, por misión engañar a la conciencia, burlar su censura y permitir la realización simbólica de lo prohibido. Así, nos dirá Freud, el miembro viril aparecerá quizá simbolizado por objetos que tengan alguna semejanza de forma o función con él: palos, árboles, paraguas, cuchillos, lápices, martillos, proyectiles, torpedos, cohetes, aviones, cañones, llaves, etc. Los genitales femeninos serán simbolizados –como es lógico– por objetos de formas y funciones diferentes, tales como conchas, cuevas, túneles, cajas, puertas, cerraduras, estuches, jardines, flores, etc. El placer sexual tampoco necesita manifestarse en sueños de una forma realista: bailar, cabalgar, trepar o volar puede constituir (...)
José Luis Pinillos
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Corazón coraza Porque te tengo y no porque te pienso porque la noche está de ojos abiertos porque la noche pasa y digo amor porque has venido a recoger tu imagen y eres mejor que todas tus imágenes porque eres linda desde el pie hasta el alma porque eres buena desde al alma a mí porque te escondes dulce en el orgullo pequeña y dulce corazón coraza porque eres mía porque no eres mía porque te miro y muero y peor que muero si no te miro amor si no te miro porque tú siempre existes dondequiera pero existes mejor donde te quiero porque tu boca es sangre y tienes frío tengo que amarte amor tengo que amarte aunque esta herida duela como dos aunque te busque y no te encuentre y aunque la noche pase y yo te tenga y no.
Mario Benedetti NI UN DÍA SIN POESÍA www.librosalacalle.com
Casi llegando a casa, se le saltaron DOS lágrimas por las rayas que le faltaban. Después se quedó pasmada, mirando para una oca que cojeaba de una pata porque le apretaba un botín. – ¿Por qué lloras? –le preguntó la oca. – Porque el viento bandido se ha llevado las rayas de mi vestido –respondió ella, sollozando. – Acércate. Ataré a tu espalda el cordón de mi botín e iremos las dos mucho mejor. La oca se fue feliz, descalza de la pata que tenía espachurrada. Camila ya había andado mucho cuando, por fin, llegó a su casa con un anillo en la pata, una rayita de plata, un lindo remiendo azul, una puntilla de tul, una cuerda de violín, un gran cordón de botín... y un casi nada de (...) Marisa Núñez
PONLE FIN AL CUENTO EN TU LIBRERÍA www.librosalacalle.com
UN DÍA escapoulle o nome, Irene, pero Castro non nola presentou nunca. Cando dicía non, mañá non podo, teño algo que facer, e a man selaba como un carimbo o ar, sabiamos que ese algo era a tal Irene, que supuxemos inglesa ou irlandesa, pois el pronunciara Airin. E cantámoslle a vella canción que algunha noite animada pechaba a velada no Old Crow: Irene, good night!, Irene, good night! Good night, Irene!, Good night, Irene! Irene, Good night! (...)
UN DÍA se le escapó el nombre, Irene, pero Castro no nos la presentó nunca. Cuando decía no, mañana no puedo, tengo algo que hacer, y la mano sellaba el aire como un cuño, intuíamos que ese algo era la tal Irene, que supusimos inglesa o irlandesa, pues él había pronunciado Airin. Y le cantábamos la vieja canción que alguna noche animada cerraba la velada en el Old Crow: Irene, good night!, Irene, good night! Good night, Irene!, Good night, Irene! Irene, Good night! (...)
Manuel Rivas
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En Madrid, es difícil ser
romántico (aunque Cantueso me suelta, cada dos por tres, sin venir a cuento, que lo soy). Entiéndeme, en la Corte se puede serlo a lo Larra, amargo; pero lo romántico es bruma y niebla, y Madrid es ciudad de mil esquinas. (Dirás: está chalao. ¿Qué tienen que ver las esquinas con la niebla?) Madrid puede albergar un romanticismo de brasero y capa, corto, en todos los sentidos; de trajes y abanicos; un remedo. El romanticismo es de campo muy abierto, de bosque (...)
Max Aub
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El timbre sonó de un modo
particular. Sonaba de un modo particular todas las
tardes, pero aquel día se hizo notar más su particularidad. El timbre delataba el titubeo, la duda de quien lo oprimía temiendo que no respondiese la persona llamada, y aquella vez no respondió. Sonó como siempre; primero una vibración apenas audible y luego ya un breve timbrazo sin remedio; ya está, ya sonó, ahora a esperar. No abrió la puerta Elena. Antes de abrirse la puerta (...)
Rosa Chacel
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Adiós ríos, adiós fontes, adiós regatos pequenos, adiós vista dos meus ollos, non sei cándo nos veremos.
Adiós ríos, adiós fuentes, adiós regatos pequeños, adiós vista de mis ojos, no sé cuándo nos veremos.
Miña terra, miña terra, terra donde me eu criei, hortiña que quero tanto figueiriñas que prantei,
Tierra mía, tierra mía, tierra donde me crié, huertecita que amo tanto, higueritas que planté,
prados, ríos, arboredas, pinares que move o vento, paxariños piadores, casiña do meu contento,
prados, ríos, arboledas, pinares que mueve el viento, pajarillos piadores, casita de mi contento,
muíño dos castañares, noites craras de luar, campaniñas trimbadoras da igrexiña do lugar,
noches con claro de luna, molino del castañar, campanitas timbradoras de la iglesia del lugar,
amoriñas das silveiras que eu lle daba ó meu amor, camiñinos antre o millo, ¡adiós para sempre adiós!
moritas de los zarzales que yo le daba a mi amor, caminos entre maizales, ¡adiós, para siempre, adiós!
Rosalía de Castro Cantares gallegos
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A qué temperatura. Beber un vino a su temperatura adecuada es, sencillamente, fundamental. Sólo así conseguiremos gozar de todo su maravilloso mundo de fragancias y sabores. Ahora bien, no debe extremarse el cuidado hasta la peregrina actitud de quienes tratan el vino –ser vivo, con su personalidad– como si se tratara de un simple y neutro producto químico. Bien está que poseamos uno de los termómetros que utilizan los enólogos y catadores para comprobar la temperatura del vino, pero hagámoslo con un amplio margen de tolerancia, teniendo siempre en cuenta el vino en cuestión, su comportamiento, ya que de su acidez, porcentaje de azúcar, graduación alcohólica, etcétera, dependerá su temperatura óptima, si bien siempre dentro de unos márgenes que podemos establecer a priori. Una regla general señala que los vinos blancos deben beberse fríos y los vinos tintos a temperatura ambiente. Este hábito de “chambrear” los vinos, es decir, ponerlos a la temperatura ambiente del comedor, es relativamente reciente: no más allá de finales del siglo XVIII. No es mal hábito, pero siempre que tengamos en cuenta que esta costumbre se refiere a temperaturas por debajo de los 20º C, pues se inició en países como Francia o Suiza, donde la temperatura ambiente del comedor puede ser bastante fría, sobre todo en aquellos tiempos, cuando no existía...
Carlos Delgado El nuevo libro del vino LEER ES SABER www.librosalacalle.com
La mujer que iba a morir se llamaba Hortensia.Tenía los ojos oscuros y no hablaba nunca en voz alta. Sólo cuando la risa le llenaba la boca, se le escapaba un Ay madre mía de mi vida que aún no había aprendido a controlar, y lo repetía casi a gritos sujetándose el vientre. Se pasaba gran parte del día escribiendo en un cuaderno azul. Llevaba el cabello largo, anudado en una trenza que le recorría la espalda, y estaba embarazada de ocho meses. Ya se había acostumbrado a hablar en voz baja, con esfuerzo, pero se había acostumbrado. Y había aprendido a no hacerse preguntas, a aceptar que la derrota se cuela en lo hondo, en lo más hondo, sin pedir permiso y sin dar explicaciones.Y tenía hambre, y frío, y le dolían las rodillas, pero no podía parar de reír. Reía. Reía porque Elvira, la más pequeña de sus compañeras, había rellenado...
Dulce Chacón La voz dormida NO TE QUEDES EN LA PRIMERA PÁGINA, CONTINÚA EN TU LIBRERÍA www.librosalacalle.com
Gacela del amor imprevisto Nadie comprendía el perfume de la oscura magnolia de tu vientre. Nadie sabía que martirizabas un colibrí de amor entre los dientes. Mil caballitos persas se dormían en la plaza con luna de tu frente, mientras que yo enlazaba cuatro noches tu cintura, enemiga de la nieve. Entre yeso y jazmines, tu mirada era un pálido ramo de simientes. Yo busqué, para darte, por mi pecho las letras de marfil que dicen siempre,
siempre, siempre: jardín de mi agonía, tu cuerpo fugitivo para siempre, la sangre de tus venas en mi boca, tu boca ya sin luz para mi muerte.
Federico García Lorca Diván del Tamarit NI UN DÍA SIN POESÍA www.librosalacalle.com
Carta de amor Celébrote a máquina sin más laúd que este áspero teclado de la A a la Z, dígote cuánto ámote del tacón al pelo, esté ese pelo donde esté, en lo alto o en lo secreto de tu fragancia, espérote esperándote parado aquí a las 7 bajo el humo del reloj.Y otra cosa; fíjate en las nubes pero sin llorar donde está escrito casi todo lo blanco y veloz de esta página dactílica, llámame por teléfono al número 00-00-0.
Gonzalo Rojas Metamorfosis de lo mismo
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Platero Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro. Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo dulcemente:“¿Platero?”, y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal... Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas, mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar, los higos morados, con su cristalina gotita de miel... Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña...; pero fuerte y seco por dentro, como de piedra. Cuando paso sobre él, los domingos, por las últimas callejas del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos, se quedan mirándolo: – Tien’ asero... Tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo.
Juan Ramón Jiménez Platero y yo NO TE QUEDES EN LA PRIMERA PÁGINA, CONTINÚA EN TU LIBRERÍA www.librosalacalle.com
Madrid, Otoño, Sábado Descorrió las cortinas y pegó la frente al cristal. Como en el cuadro de un pintor inglés, el Jardín Botánico se extendía, abajo, envuelto en una neblina tenue cuya transparencia permitía adivinar las copas de los árboles. Horas más tarde, cuando el sol de otoño brillara en el cielo de Madrid, el jardín exhibiría su tesoro de hojas secas, transformadas en ricos tejidos: gasas amarillas, terciopelos tostados, rasos dorados, lanas rojizas atravesadas por nervios grises. Su frágil atadura cedía a la embestida del viento o de la lluvia y, por la mañana, aparecían alrededor del tronco, en montones desiguales que llegaban hasta los paseos de tierra. En primavera las hojas verdes, aferradas al tallo con garfios invisibles, resistían enhiestas la violencia de los temporales. Pero éstas, hermosas, decadentes, caían al suelo, fatigadas, conscientes de la extinción de su ciclo vital. Revoloteaban un instante alrededor del árbol y construían en su torno arabescos indescifrables...
Josefina Aldecoa De Madrid al cielo
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Instrucciones para dar cuerda al reloj
Allá en el fondo está la muerte, pero no tenga miedo. Sujete el reloj con una mano, tome con dos dedos la llave de la cuerda, remóntela suavemente. Ahora se abre otro plazo, los árboles despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el tiempo como un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume del pan. ¿Qué más quiere, qué más quiere? Átelo pronto a su muñeca, déjelo latir en libertad, imítelo anhelante. El miedo herrumbra las áncoras, cada cosa que pudo alcanzarse y fue olvidada va corroyendo las venas del reloj, gangrenando la fría sangre de sus pequeños rubíes.Y allá en el fondo está la muerte si no corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa.
Julio Cortázar Historias de cronopios y de famas LOS LIBROS ESTÁN LLENOS DE PÁGINAS COMO ÉSTA. NO TE LAS PIERDAS
Ya en casa, las niñas quieren colgar un póster que les ha regalado el jefe de bomberos. Elena y Ana lo intentan subiéndose a una silla, pero Teresa les propone: –¿Por qué no probamos con la escalera? Si tenemos cuidado, seguro que no nos haremos daño... Mientras Elena sube, las otras dos sujetan la escalera para que no se mueva. A pesar de que los bomberos no están con ellas, se las han arreglado muy bien...
Roser Capdevila Carles Capdevila Las Tres Mellizas están en todo
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Ahora atravieso todos los días en Roma una puerta almenada, luego saludo a Pietro, a Ferrucio, los dueños del bar y, antes de tomar la cuesta de Vía Garibaldi, vuelvo los ojos hacia una casita pequeña, intocable donde está hoy el restorán Rómolo. Retrocedo muy lejos hasta Madrid, un Madrid grande para mis ojos pequeñitos y voy hacia la calle de la Princesa por donde pasaba un tranvía que nos llevaba a los chicos a patinar a Parisiana. Recuerdo vagamente que Parisiana era un lugar donde se patinaba de día y se bailaba por la noche. En no recuerdo qué altura nos encontrábamos con la Historia de España representada por una estatua donde dos buenos mozos, Daoíz y Velarde, creo que nos guiñaban el ojo para decirnos: Somos los héroes. ¡Mira que quedarnos aquí mientras los otros van a bailar a Parisiana! Claro que yo aún no tenía noticia del 2 de Mayo. Pero una tarde, al ir a patinar, una señora me acarició, besándome. ¿Y esta niña de quién es? El tranvía se balanceaba demasiado y yo...
María Teresa León Memoria de la melancolía
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No cansar. Suele ser pesado el hombre de un negocio y el de un verbo. La brevedad es lisonjera y más negociante. Gana por lo cortés lo que pierde por lo corto. Lo bueno, si breve, dos veces bueno.Y aun lo malo, si poco, no tan malo. Más obran quintas esencias que farragos.Y es verdad común que, hombre largo, raras veces entendido, no tanto en lo material de la disposición cuanto en lo formal del discurso. Hay hombres que sirven más de embarazo que de adorno del universo, alhajas perdidas, que todos las desvían. Excuse el discreto el embarazar, y mucho menos a grandes personajes, que viven muy ocupados, y sería peor desazonar uno dellos que todo lo restante del mundo. Lo bien dicho se dice presto. Nunca hablar de sí. O se ha de alabar, que es desvanecimiento, o se ha de vituperar, que es poquedad, y siendo culpa de cordura en el que dice, es pena de los que oyen. Si esto se ha de evitar en la familiaridad, mucho más en puestos sublimes, donde se habla en común, y pasa ya por necedad cualquier apariencia della. El mismo inconveniente de cordura tiene el hablar de los presentes, por el peligro de dar en uno de dos escollos: de lisonja o vituperio.
Baltasar Gracián Oráculo manual y arte de prudencia DIME LO QUE LEES Y TE DIRÉ QUIÉN ERES www.librosalacalle.com
“En la colina me espera... en la colina me espera...” El verso te da vueltas por la cabeza, como si fuera un surco rayado de un viejo disco de piedra. “En la colina me espera... en la colina me espera...” “Y volveré... volveré o me llevarán ya muerto... a refundirme en la tierra...” Ni siquiera eso fue posible, Jesús, musitas y te parece hablar con ese extraño compañero enquistado que desde hace años llevas dentro de ti. El viento limpia el valle de Amurrio y te levanta las faldas sobre esta colina de Larrabeode, la colina escogida como si fuera la colina, exactamente, la colina que esperaba a Jesús Galíndez.Tienes frío y los huesos aguados por el viento que pule el pequeño monumento funerario dedicado a Jesús Galíndez y por la humedad retenida en el depósito que se cierne sobre el valle con su amenaza, promesa de agua. La estela de piedra parece ridícula y amedrentada por el colosalismo del depósito, poco más que un pretexto para no perder del todo la memoria, una memoria, un homenaje residual y probablemente incómodo.“No dudamos de que su pueblo natal querrá sumarse gustoso al mismo y con tal fin...”
Manuel Vázquez Montalbán Galíndez
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Mio Cid Ruy Díaz por Burgos entróse, en su compaña sesenta pendones, salíanlo a ver mujeres y varones; burgueses y burguesas están en los balcones; llorando de los ojos, tanto es su dolor. Por sus bocas todos decían esta opinión: “¡Dios, tan buen vasallo, si tuviese buen señor!” Lo invitarían con agrado, pero ninguno lo osaba: el rey don Alfonso tenía muy gran saña; Antes de la noche entró en Burgos su carta, en gran recaudo y debidamente sellada: que a mio Cid Ruy Díaz, que no le diese nadie posada, y aquel que se la diese supiese, por su palabra, que perdería sus bienes, más los ojos de la cara, y aun además los cuerpos y las almas. Gran pesar tenían las gentes cristianas; se esconden de mio Cid, no osan decirle nada. El Campeador se encaminó a su posada; cuando llegó a la puerta la encontró bien cerrada, por miedo del rey Alfonso así la prepararan: que si no la quebrantase a la fuerza, no se la abriesen por nada. Los de mio Cid con altas voces llaman, los de dentro no les querían replicar palabra. Aguijó mio Cid, a la puerta se acercaba, sacó el pie del estribo, un fuerte golpe daba; no se abre la puerta, que estaba bien cerrada. Una niña de nueve años ante su vista estaba: “Ya Campeador, en buena hora te ceñiste la espada.
Anónimo Cantar de Mio Cid DIME LO QUE LEES Y TE DIRÉ QUIÉN ERES www.librosalacalle.com
Las máscaras y la guerra ... Mi casa quedó entre los dos sectores... De un lado avanzaban moros e italianos... De acá avanzaban, retrocedían o se paraban los defensores de Madrid... Por las paredes había entrado la artillería... Las ventanas se partieron en pedacitos... Restos de plomo encontré en el suelo, entre mis libros... Pero mis máscaras se habían ido... Mis máscaras recogidas en Siam, en Bali, en Sumatra, en el archipiélago malayo, en Bandoeng... Doradas, cenicientas, de color tomate, con cejas plateadas, azules, infernales, ensimismadas, mis máscaras eran el único recuerdo de aquel primer Oriente al que llegué solitario y que me recibió con su olor a té, a estiércol, a opio, a sudor, a jazmines intensos, a frangipán, a fruta podrida en las calles... Aquellas máscaras, recuerdo de las purísimas danzas, de los bailes frente al templo... Gotas de madera coloreadas por los mitos, restos de aquella floral mitología que trazaba en el aire sueños, costumbres, demonios, misterios irreconciliables con mi naturaleza americana...
Pablo Neruda Confieso que he vivido
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El veredicto La mujer del fotógrafo era joven y muy bonita. Yo había ido en busca de mis fotos de pasaporte, pero ella no me lo quería creer. — No, usted es el cobrador del alquiler, ¿verdad? — No, señora, soy un cliente. Llame usted a su esposo y se convencerá. — Mi esposo no está aquí. Estoy enteramente sola por toda la tarde. Usted viene por el alquiler ¿verdad? Su pregunta se volvía un poco angustiosa. Comprendí y comprendí su angustia; una vez dispuesta al sacrificio, prefería que todo sucediera con una persona presentable y afable. — ¿Verdad que usted es el cobrador? — Sí –le dije resuelto a todo–, pero hablaremos hoy de otra cosa. Me pareció lo más piadoso. Con todo, no quise dejarla engañada, y al despedirme, le dije: — Mira, yo no soy el cobrador. Pero aquí está el precio de la renta, para que no tengas que sufrir en manos de la casualidad. Se lo conté después a un amigo que me juzgó muy mal: — ¡Qué fraude! Vas a condenarte por eso. Pero el diablo, que nos oía, dijo: — No, se salvará.
Alfonso Reyes (1889-1959) Por favor, sea breve SI EL VÉRTIGO TE ATRAE, ASÓMATE A LOS LIBROS www.librosalacalle.com
Inventario de lugares propicios al amor
Ángel González (1925) A todo amor
Son pocos. La primavera está muy prestigiada, pero es mejor el verano. Y también esas grietas que el otoño forma al interceder con los domingos en algunas ciudades ya de por sí amarillas como plátanos. El invierno elimina muchos sitios: quicios de puertas orientadas al norte, orillas de los ríos, bancos públicos. Los contrafuertes exteriores de las viejas iglesias dejan a veces huecos utilizables aunque caiga nieve. Pero desengañémonos: las bajas temperaturas y los vientos húmedos lo dificultan todo. Las ordenanzas, además, proscriben la caricia (con exenciones para determinadas zonas epidérmicas –sin interés alguno– en niños, perros y otros animales) y el «no tocar, peligro de ignominia» puede leerse en miles de miradas. ¿A dónde huir, entonces? Por todas partes ojos bizcos, córneas torturadas, implacables pupilas, retinas reticentes, vigilan, desconfían, amenazan. Queda quizá el recurso de andar sólo, de vaciar el alma de ternura y llenarla de hastío e indiferencia, en este tiempo hostil, propicio al odio.
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INFILTRÁNDOME entre aquella gente, empujando a algunos, logré escurrirme hasta el apartado rincón del cuarto de baño. Me refugié allí, y cerré la puerta. Maquinalmente, sin saber cómo, me encontré metida en la sucia bañera, desnuda como todos los días, dispuesta a recibir el agua de la ducha. En el espejo me encontré reflejada, miserablemente flaca y con los dientes chocándome como si me muriera de frío. La verdad es que era todo tan espantoso que rebasaba mi capacidad de tragedia. Solté la ducha y creo que me entró una risa nerviosa al encontrarme así, como si aquél fuese un día como todos. Un día en que no hubiese sucedido nada. «Ya lo creo que estoy histérica», pensaba mientras el agua caía sobre mí azotándome y refrescándome. Las gotas resbalaban sobre los hombros y el pecho, formaban canales en el vientre, barrían mis piernas. Arriba estaba Román tendido, sangriento, con la cara partida por el rictus de los que (...)
Carmen Laforet (1921-2004) Nada
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La Risa
Eduardo Galeano (1940) Mitos de Memoria del fuego
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é Elisa Arguil
El murciélago, colgado de la rama por los pies, vio que un guerrero kayapó se inclinaba sobre el manantial. Quiso ser su amigo. Se dejó caer sobre el guerrero y lo abrazó. Como no conocía el idioma de los kayapó, le habló con las manos. Las caricias del murciélago arrancaron al hombre la primera carcajada. Cuanto más se reía, más débil se sentía.Tanto se rió, que al fin perdió todas sus fuerzas y cayó desmayado. Cuando se supo en la aldea, hubo furia. Los guerreros quemaron un montón de hojas secas en la gruta de los murciélagos y cerraron la entrada. Después, discutieron. Los guerreros resolvieron que la risa fuera usada solamente por las mujeres y los niños.
Más vale un toma que dos te daré (capítulo VII, parte 2ª y en otros) Lo positivo y presente es lo que vale, y no lo futuro y problemático.
El amor mira con unos anteojos que hacen parecer oro al cobre, a la pobreza riqueza, a las legañas, perlas. (capítulo XIX, parte 2ª) Expresa la naturaleza del amor que a los ojos del enamorado trueca las cualidades de las cosas. Por algo se le pinta ciego.
Come poco y cena más poco, que la salud de todo el cuerpo se cuece en la oficina del estómago (capítulo XLIII, parte2ª) Encarece que seamos parcos en la comida, particularmente cenando, de suerte que no enferme el estómago con digestiones pesadas, en detrimento de la salud de todo el cuerpo. Concuerda con estotro:“de comilonas y cenas están las sepulturas llenas”.
Al buen callar llaman, Sancho (capítulo XLIII, parte 2ª) Pondérase la discreción en hablar. Sabio se dice también en lugar de Sancho, porque de sabios y prudentes es ser discretos. No olvidemos que “nunca nos arrepentimos de lo que no decimos”; y, según reza otro refrán: “la palabra es plata; el silencio es oro”.
Elías Olmos Canalda (1880-1961) Los refranes del Quijote LEER ES SABER www.librosalacalle.com
ERA LA PRIMER VEZ que subía una escalera: en el pueblo había muy pocas casas que tuvieran más de un piso y las que lo tenían eran inaccesibles. Éste es mi recuerdo inaugural de La Habana: ir subiendo unas escaleras con escalones de mármol. Hay la memoria intermedia de la estación de ómnibus y el mercado del frente, la Plaza del Vapor, arcadas ambas, colmadas de columnas, pero en el pueblo también había portales. Así mi verdadero primer recuerdo habanero es esta escalera lujosa que se hace oscura en el primer piso (tanto que no registro el primer piso, sólo la escalera que tuerce una vez más después del descanso) para abrirse, luego de una voluta barroca, al segundo piso, a una luz diferente, filtrada, casi malva, y a un espectáculo inusitado. (...)
Guillermo Cabrera Infante (1929-2005) La Habana para un Infante Difunto
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LLEVABA LOS PANTALONES ARREMANGADOS y el agua me mojaba los tobillos. Me gustaba estar así, de pie, inmóvil, en silencio. Me gustaba tener los ojos cerrados y sentir cómo la brisa del mar me revolvía el pelo.También me gustaba escuchar el rumor de las olas e imaginar que me estaban diciendo algo. Me ocurría como con el tictac del despertador en las noches de insomnio, que siempre me decía lo mismo: «No puede ser, si puede ser, no puede ser». Las olas, en cambio, decían: «Ahooora, ahooora.» O decían: «Bueeeno, bueeeno.» O también: «Vaaamos, vaaamos.» – ¡Nos vamos! –oí, pero no eran las olas. Abrí los ojos, me volví hacia el pretil. Mi padre estaba junto a la puerta abierta del Tiburón. Con una mano hacía sonar el claxon y con la otra gesticulaba de un modo casi violento, como quien llama a un taxi en mitad de un aguacero. No sé. A lo mejor llevaba un buen rato ahí, haciendo sonar el claxon y (...)
Ignacio Martínez de Pisón (1960) Carreteras Secundarias
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Vals del Aniversario Nada hay tan dulce como una habitación para dos, cuando ya no nos queremos demasiado, fuera de la ciudad, en un hotel tranquilo, y parejas dudosas y algún niño con ganglios, si no es esta ligera sensación de irrealidad. Algo como el verano en casa de mis padres, hace tiempo, como viajes en tren por la noche.Te llamo para decir que no te digo nada que tú ya no conozcas, o si acaso para besarte vagamente los mismos labios. Has dejado el balcón. Ha oscurecido el cuarto mientras que nos miramos tiernamente, incómodos de no sentir el peso de tres años. Todo es igual, parece que no fue ayer.Y este sabor nostálgico, que los silencios ponen en la boca, posiblemente induce a equivocarnos en nuestros sentimientos. Pero no sin alguna reserva, porque por debajo algo tira más fuerte y es (para decirlo quizá de un modo menos inexacto) difícil recordar que nos queremos, si no es con cierta imprecisión, y el sábado, que es hoy, queda tan cerca de ayer a última hora y de pasado mañana por la mañana .../...
Jaime Gil de Biedma (1929-1990) NI UN DÍA SIN POESÍA www.librosalacalle.com
Llevarse el gato al agua Llevarse el gato al agua es salirse con la suya, hacer prevalecer su punto de vista en un acuerdo. Esta locución está inspirada en un juego de fuerza y habilidad entre muchachos, que se hacía tirando de una soga, cada bando de un cabo y con un charco enmedio. El que más podía, le llevaba arrastrando al otro al agua. El juego del que procede la expresión nos lo describe Rodrigo Caro en Días geniales o lúdicos (1626), en un capítulo que titula «Llevar el gato al agua y otros juegos». «Los españoles le llamamos llevar el gato al agua, que aun viene a ser el proverbio del que vence a otro en contienda [...]. Fijaban en medio un madero horadado por arriba; por allí metían la soga, a cada cabo de ella se ataba uno y, vueltas las espaldas, tiraba el uno contra el otro hasta que el que más podía subía al otro a lo alto del madero.Tal vez se hacía esto sin poner palo, sino tan solamente atándose con una soga tirando cada uno para arrastrar al otro. [...] Otras veces lo hacen [...] en el suelo, cerca de algún charco o lodo; y porque el que más puede lleva al otro yendo a gatas para echarlo en el agua, le llaman llevar el gato al agua».
José Luis García Remiro (1930) ¿Qué queremos decir cuando decimos...?
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NO SABRÍA DESCRIBIR en qué forma se produjo, en mi caso concreto, el despertar de la consciencia. La oscuridad es completa; la amnesia total. La primera reminiscencia precisa es visual: veo, de un golpe, a mi padre leyendo el diario en la mesa, el cuerpo sobre los manteles blancos, toda la cara manchada por la luz del quinqué de petróleo filtrada a través de una pantalla de tela verde. Ver la piel de mi padre chorreando verde me produjo una sorpresa tan grande que estallé en una risa nerviosa incontenible. Los dos recuerdos siguientes son del olfato: el olor de corcho quemado, un poco acre, que siempre flota en el aire de Palafruguell y que da a los forasteros de nariz fina la sensación de un incendio recién apagado y el olor de pana de los trajes de la gente, que siempre se me ha hecho desagradable y agrio. Más tarde (...)
Josep Plá (1897-1981) El Cuaderno Gris
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LO QUE PUDIERA CONTAR es casi lo mismo que lo que pudiera recordar de un sueño, o de un mal sueño para ser más exacto.A veces pienso que un memorial sería lo más adecuado: poner sencillamente las palabras al servicio de los recuerdos, ordenadas con el único fin de que el olvido no se haga dueño y señor de ese reino de la nada en que se convertirá Celama. El tiempo fluye con la misma inercia con que sucumbieron aquellos años de desconcierto, cuando la vida no parecía tener un sentido muy claro y la gente volvía a marcharse casi en la misma proporción en que los que se fueron dejaron de volver. Poco a poco se nivelaban las presencias y las ausencias, como si los que permanecían tuvieran borrada la idea de los que se marcharon y aquellos se conformasen con la distancia que los haría desaparecer para siempre. Esas presencias y ausencias se nivelaban a la baja, como todo en Celama, confluyendo en (...)
Luis Mateo Díez (1942) El Reino de Celama ESTO ES SÓLO UNA PÁGINA, BUSCA EN EL LIBRO TODAS LAS DEMÁS www.librosalacalle.com
—ESO ES CIERTO –dijo el Cojuelo– pues nosotros no hemos salido con ello.Vuelve allí y acompáñame a reír de aquel marido y mujer, tan amigos de coche que todo lo que habían de gastar en vestir, calzar y componer su casa lo han empleado en aquel que está sin caballos agora, y comen y cenan y duermen dentro dél, sin que hayan salido de su reclusión, ni aun para las necesidades corporales, en cuatro años que ha que le compraron; que están encochados, como emparedados, y ha sido tanta la costumbre de no salir dél, que les sirve el coche de conchas, como a la tortuga y al galápago, que en tarascando cualquiera dellos la cabeza fuera dél la vuelven a meter luego como quien la tiene fuera de su natural, y se resfrían y acatarran en sacando pie, pierna o mano desta estrecha religión; y pienso que quieren ahora (...)
Luis Vélez de Guevara (1579-1644) El Diablo Cojuelo
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Nanas de la cebolla La cebolla es escarcha cerrada y pobre. Escarcha de tus días y de mis noches. Hambre y cebolla, hielo negro y escarcha grande y redonda.
Tu risa me hace libre, me pone alas. Soledades me quita, cárcel me arranca. Boca que vuela, corazón que en tus labios relampaguea.
En la cuna del hambre mi niño estaba. Con sangre de cebolla se amamantaba. Pero tu sangre, escarchada de azúcar, cebolla y hambre.
.../...
Una mujer morena resuelta en luna se derrama hilo a hilo sobre la cuna. Ríete, niño, que te traigo la luna cuando es preciso.
Al octavo mes ríes con cinco azahares. Con cinco diminutas ferocidades. Con cinco dientes como cinco jazmines adolescentes. .../...
Alondra de mi casa, ríete mucho. Es tu risa en tus ojos la luz del mundo. Ríete tanto que mi alma al oírte bata el espacio.
Miguel Hernández (1910-1942) Antología NI UN DÍA SIN POESÍA www.librosalacalle.com
Éste era un rey que tenía un palacio de diamantes, una tienda hecha del día y un rebaño de elefantes, un kiosco de malaquita, un gran manto de tisú, y una gentil princesita, tan bonita, Margarita, tan bonita como tú. .../...
Rubén Darío (1867-1916) Margarita
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Elena Odriozola
MARGARITA, está linda la mar, y el viento lleva esencia sutil de azahar; yo siento en el alma una alondra cantar: tu acento. Margarita, te voy a contar un cuento.
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29/5/06
19:27
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Cartas a mi sombra - I Querida sombra, no sé dónde esta carta irá a encontrarte. ¿Será acaso quebrando por las callejas de la vieja judería de Sevilla? ¿O tal vez en Salamanca bajo los olmos de la plazuela aquella de junto a las Úrsulas? ¿O puede que hasta en Madrid, escurriéndote de la Justicia por la cuesta de San Andrés abajo? ¿O en Zamora mismo, bajando por el arco de Doña Urraca camino de Valorio?, ¿o resbalando por el agua, Duero arriba, de los Tres Árboles hacia las Pallas? ¿O será más bien alargándote al sol poniente por los páramos de Soria, por los cerros de Sanabria? No sé: tan lejos, tanto tiempo. Pero confío en que te llegue donde sea. Que es que es el caso que han venido a pedirme que publique algún que otro dicterio en una revista de por ahí, de lectores más bien de la cáscara amarga, según dicen, y entonces me veo en tantas dudas, y no me queda sino acudir a ti, para que me informes de cómo andan por ahí las cosas desde que te dejé por esas tierras, a ver qué puedo decirles, dado caso, que pueda caer bien o –lo que es lo mismo– mal. ¿Cómo anda, pues, aquello? ¿Qué hacen las gentes que se llamaban de la izquierda? y ¿qué ha sido de (...)
Agustín García Calvo (1926) Actualidades
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29/5/06
19:27
Página 14
HABRÍA PREFERIDO aprender a bordar. Para ir desde Lista a Tirso de Molina hay que hacer transbordo, y eso, que habría preferido aprender a bordar, afanarme durante horas a la luz de una lámpara, la cabeza baja, los ojos atentos, mis dedos moviéndose sin pausa hasta cubrir por completo de flores y de hojas, de rizos y de pámpanos, un mundo pequeño de seda brillante, era lo que yo pensaba mientras volvía a casa, arrastrando los pies por los pasillos del metro como si los deslucidos azulejos de las paredes no bastaran para reconfortarme, para devolverme a un paisaje sencillo, conocido, cuyas señales, pocas y muy claras, podía descifrar por mí misma sin dificultad. No había entendido nada. Esa simple frase, cuatro palabras satisfechas de la vulgar plenitud de su significado, bastaba para resumir la primera experiencia (...) Almudena Grandes (1960) Estaciones de paso SI EL VÉRTIGO TE ATRAE, ASÓMATE A LOS LIBROS www.librosalacalle.com
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29/5/06
19:27
Página 5
La saeta ¿Quién me presta una escalera para subir al madero, para quitarle los clavos a Jesús el Nazareno? (Saeta popular.) ¡Oh, la saeta, el cantar al Cristo de los gitanos, siempre con sangre en las manos, siempre por desenclavar! ¡Cantar del pueblo andaluz, que todas las primaveras anda pidiendo escaleras para subir a la cruz! ¡Cantar de la tierra mía, que echa flores al Jesús de la agonía, y es la fe de mis mayores! ¡Oh, no eres tú mi cantar! ¡No puedo cantar, ni quiero a ese Jesús del madero, sino al que anduvo en la mar! Antonio Machado (1875-1939)
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29/5/06
19:27
Página 15
El espejo que todo lo mira Está para bien saber (que si fuera mentira, ya está urdida, y si fuera verdad, lo mismo da), que había un reino más allá de los mares cuyo rey se pasaba la vida suspirando, quejándose y maldiciendo. ¿Que qué le pasaba? Nadie lo sabía a ciencia cierta.Tener, tenía de todo. Inmensas riquezas se acumulaban en sus cuatro palacios: el nostálgico de otoño, el íntimo de invierno, el espléndido de primavera, y el más perezoso de estío, con sus estanques de peces amaestrados, sus templetes para música de ciegos y sus larguísimos atardeceres. Los tesoros se amontonaban en cofres olvidadizos. Los criados eran leales hasta la locura; los ministros, hasta la desesperación; los vasallos, hasta el aburrimiento. El propio rey se había mostrado en ocasiones como debe ser un rey: valiente en la batalla, artero en los negocios y astuto en la más difícil de todas las artes: la de gobernar. Había acabado así con todos sus enemigos, tanto exteriores como interiores, mediante la victoria o el pacto. Había pacificado las fronteras, gobernado el curso de los ríos, controlado el verdor de los bosques. Creían algunos que era en el orden personal donde se guardaba el secreto de sus pesares, debido a la temprana muerte de su esposa y a que ésta sólo le había dejado una heredera, la infanta Beatriz. Bien es cierto que el rey había tenido que superar la desgracia de lo primero, pero el tiempo y, sobre todo, la existencia vivaz de aquella niña, le habían ayudado a aceptar tales circunstancias como un (...)
Antonio R. Almodóvar (1941) El Bosque de los Sueños Pablo Auladell
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29/5/06
19:27
Página 6
Nueva York Una ciudad con dos ríos, chinos, negros y judíos con idénticos anhelos. Y millones de habitantes, pequeños como guisantes vistos desde un rascacielos. En invierno, un cruel frío que hace llorar. En estío, un calor abrasador que mata al gobernador (que es siempre un señor con lentes) y a los doce o trece agentes que lleva a su alrededor. Soledad entre las gentes. Comerciantes y clientes. Un templo junto a un teatro. Veintitrés o veinticuatro religiones diferentes. Agitación. Disparate. Un anuncio en cada esquina. Jazz-band. Jugo de tomate. Chicle.Whisky. Gasolina. Circuncisión. Periodismo: diez ediciones diarias, que anuncian noticias varias y todas dicen lo mismo. Parques con una caterva de amantes sobre la hierba entre mil ardillas vivas. Oficinas sin tinteros: con kalamazoos, ficheros, con nueve timbres por mesa
y con patronos groseros con caras de aves de presa. Espectáculos por horas Sandwichs de pollo y pepino. Ruido de remachadoras. Magos y adivinadoras de la suerte y del destino. Hombres de un solo perfil, con la nariz infantil y los corazones viejos; y el cielo pilla tan lejos que nadie mira a lo alto. Radio. Brigadas de asalto. Sed. Coca-Cola. Sudor. Cemento. Acero. Basalto. Limpiabotas de color. Garajes con ascensor. Prisa. Bolsa. Sobresalto. Y dólares.Y dolor; un infinito dolor corriendo por el asfalto entre un Chevrolet y un Ford. Suciedad junto a limpieza. Miseria junto a riqueza. Junto al lujo mal olor. Dicho y no va más, señor.
Enrique Jardiel Poncela (1901-1952)
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29/5/06
19:27
Página 9
A Madrid En el año 1920 o a principios del 21 nos trasladamos a Madrid en la esperanza de hallar más despejados horizontes, un vivir más desahogado. ¡Con qué avidez buscaban mis ojos, al desembarcar en la estación de Atocha, o aun ya antes de bajar del tren, esa Capital soñada! Madrid era para mí, magnificado, el mundo de Galdós, varias de cuyas novelas estaban en los anaqueles de mi casa y había leído medio a hurtadillas mientras se me suponía absorbido en el estudio de mis lecciones; pero sobre todo (pues mi captación de la realidad se cumple por la vía visual principalmente) era el mundo que me revelaban las ilustraciones de los semanarios gráficos encuadernados que desde chico habían constituido mi entretenimiento favorito cuando el mal tiempo me retenía paredes adentro. Colecciones de Blanco y Negro, empastadas en gruesos volúmenes anuales desde fecha anterior a mi nacimiento, me habían asomado –a la vez que deletreaba los nombres y me familiarizaba con las facciones de políticos, criminales famosos, toreros y (...)
Francisco Ayala (1906) Recuerdos y Olvidos
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29/5/06
19:27
Página 16
Gloria Sánchez (1958) Adivinanzas de animales Oscar Villán
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A la muerte del Maestre de Santiago Don Rodrigo Manrique, su padre Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte contemplando cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando: cuán presto se va el placer, como después, de acordado, da dolor cómo a nuestro parescer cualquiera tiempo pasado fue mejor. Y pues vemos lo presente cómo en un punto es ido y acabado, si juzgamos sabiamente, daremos lo no venido por pasado.
No se engañe nadie, no, pensando que ha de durar lo que espera más que duró lo que vio, porque todo ha de pasar por tal manera. Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar, que es el morir: allí van los señoríos derechos a se acabar y consumir; allí los ríos caudales, allí los otros medianos y más chicos: allegados son iguales los que viven por sus manos y los ricos. (...)
Jorge Manrique (1440-1479) Coplas a la muerte de su padre NI UN DÍA SIN POESÍA www.librosalacalle.com
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29/5/06
19:27
Página 13
Calzada romana de los tres ermitaños El hecho de conocer una calzada romana en un entorno privilegiado por la Naturaleza ha convertido esta ruta en una popular excursión. Pero si cabe, aún se puede redondear la jornada descubriendo las faldas rocosas de Las Machotas y el rebollar que rodea a la Silla de Felipe II, por un camino no menos agradable y espectacular. Muchas guías ya se han hecho eco de esta bonita jornada, siendo nuestra única originalidad la de devolver al excursionista por agradables senderos y sin rodeos a El Escorial, evitando fatigosos finales por Las Machotas, o regresos por el frecuentado asfalto hasta San Lorenzo. Nuestra ruta comienza (...) Juan Pablo Avisón (1972) Distancia total: 14 km. Duración total: 3 horas y 30 minutos. Tipo de marcha: Circular. Desnivel: 200 metros. Tiempos de marcha: Estación de El Escorial Finca El Chicharrón: 35 minutos. Finca El Chicharrón Estación de Zarzalejo: 1 hora. Estación de Zarzalejo - Silla de Felipe II: 1 hora. Silla de Felipe II - Vía del tren: 30 minutos.Vía del tren - Puente Romano: 25 minutos. Dificultad: Baja. En el tramo correspondiente a la calzada, la primera mitad del recorrido, es habitual encontrar pequeños arroyos que en época de lluvias inundan o enfangan el piso. Las pistas y sendas son de pendiente suave y excelente firme, salvo el tramo de bajada de la Casa del Sordo, cuya acusada pendiente hace que la escorrentía haya deteriorado el piso. Tipo de camino: Pista, camino carretero y senda. Época recomendada: La primavera con la floración de cantuesos, retamas y jaras, y el otoño con la caída de la hoja en fresnos, robles y castaños, convierten este recorrido en todo un espectáculo cromático. Sugerencias: Conocer el puente romano de El Escorial y los tramos perfectamente enlosados de la calzada romana es nuestro principal objetivo. Pero buenos complementos también son la dehesa de fresnos y el cantizal desnudo de La Machota. Por último ascenderemos a uno de los mejores miradores de la sierra: la Casa del Sordo, cuya historia está ligada a la protección del magnífico robledal de La Herrería.
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La Sierra de Guadarrama
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29/5/06
19:27
Página 8
AMADOR AÑADIÓ: — Cuando se vinieron del pueblo yo ya se lo dije, que no encontraría nunca casa.Y ya estaba cargado de mujer y de las dos niñas. Pero él estaba desesperado.Y desde la guerra, cuando estuvo conmigo, le había quedado la nostalgia. Nada, que le tiraba, Madrid tira mucho. Hasta a los que no son de aquí.Yo lo soy, nacido en Madrid. En Tetuán de las Victorias. De antes de que hubiera fútbol. Y él se empeñó en venirse. A pesar de que se lo tenía advertido, que no viniera, que la vida es muy dura, que si en el pueblo es difícil aquí también hay que buscársela, que ya era muy mayor para entrar en ningún oficio, que sólo quieren mozos nuevos. Que, sin tener oficio, iba a andar a la busca toda la vida, que nunca encontraría cosa decente.Todo, todo se lo advertí. Pero a él le había entrao el ansión porque estuvo aquí en guerra. Y nada, que se vino.Todo vino a caer sobre mí. Porque que si somos o no somos primos, que si (...)
Luis Martín-Santos (1924-1964) Tiempo de Silencio ESTO ES SÓLO UNA PÁGINA, BUSCA EN EL LIBRO TODAS LAS DEMÁS www.librosalacalle.com
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29/5/06
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Página 18
Palabras de amor Dicen que su hermano mayor iba para poeta y todo porque cuando ellos jugaban él no salía de su cuarto y pedía que no le molestasen con el vocerío porque estaba escribiendo. De madrugada se levantaba a estudiar –ya iba al instituto– y ella sabía que era muy temprano cuando veía la tenue luz de su cuarto arrastrada por la rendija de la puerta y cacareaban las gallinas; cuando éstas lanzaban su primer cacareo era porque estaba amaneciendo. Con su largo camisón de franela, camino del baño y pisando las losas frías ella abría muy despacio su puerta y asomando la cabeza le preguntaba: – ¿Qué haces tan pronto, chache? – Estudio, escribo... Anda acuéstate que te vas a resfriar. Ya te llamo yo a la hora de la escuela. A ella por aquel entonces no le gustaban los libros porque los mejores libros eran (...) Pilar Mañas (1952) La piel del frío
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29/5/06
19:26
Página 2
LOS PRIMEROS DÍAS DEL CURSO le sorprendieron agradablemente. En estos días otoñales duraba todavía la feria de septiembre en el Prado, delante del Jardín Botánico, y al mismo tiempo que las barracas de juguetes, los tiovivos, los tiros al blanco y los montones de nueces, almendras y acerolas, había puestos de libros en donde se congregaban los bibliófilos a revolver y a hojear los viejos volúmenes llenos de polvo. Hurtado solía pasar todo el tiempo que duraba la feria registrando los libracos, entre el señor grave, vestido de negro, con anteojos, de aspecto doctoral, y algún cura esquelético, de sotana raída. Tenía Andrés cierta ilusión por el nuevo curso; iba a estudiar Fisiología, y creía que el estudio de las funciones de la vida le interesaría tanto o más que una novela; pero se engañó; no fue así. Primeramente, el libro de texto era un libro estúpido, hecho con recortes de obras francesas y escrito sin claridad y sin entusiasmo; leyéndolo no se podía formar una idea clara del mecanismo de la vida; el hombre parecía, según el autor, como un armario con una serie de aparatos dentro, completamente separados los unos de los otros, como los negociados de un ministerio. Luego, el catedrático era un hombre sin ninguna afición a lo que explicaba, un señor senador, de esos latosos, que se pasaba las tardes en el Senado discutiendo tonterías y (...)
Pío Baroja (1872-1956) El árbol de la ciencia
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29/5/06
19:27
Página 11
A PROPÓSITO del berrinche, no puedo menos de recordar el que pasó la señora Adams el otro día cuando fuimos a Cádiz. Fuimos ella y yo solitas.Y al volver me iba Mrs. Adams hablando de que todos los viajeros que había en el departamento eran contrabandistas, porque hay mucho contrabando entre Cádiz y el puerto libre de Tánger. Según ella, todos los que volvían de Tánger traían cosas escondidas. El vagón iba lleno, y al lado de Mrs. Adams había un inglés con largas piernas y una gorrita de visera a cuadros. De la red de equipajes, que estaba llena de paquetes, cayó una gota de un líquido amarillo en la mano de Mrs. Adams, quien la olió, la lamió, la saboreó un momento y preguntó al inglés, pensando que era whisky de contrabando: – Scotch, ¿eh? El inglés, volviéndose hacia ella, dijo muy serio: – No, señora. Fox terrier. Luego disculpó al animal diciendo que era un puppy todavía. Ahí fue donde Mrs. Adams tomó o cogió –no sé exactamente cómo se dice– el berrinche. (...)
Ramón J. Sender (1901-1982) La tesis de Nancy
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29/5/06
19:27
Página 12
AÚN LOS LLAMADOS hallazgos casuales se deben comúnmente a alguna idea directriz que la experiencia no sancionó, pero que tuvo virtud, no obstante, para llevarnos a un terreno poco o nada explorado. Si se me perdonara lo vulgar del símil, diría que en estas materias sucede lo que con las personas conocidas, que aparecen en la calle entre la multitud de transeúntes en el preciso instante en que pensamos en ellas, por la razón bien sencilla de que, cuando en ellas no pensamos, pasan cerca de nosotros sin percatarnos de su presencia. Impulsados por la hipótesis, acaso ocurrirá sorprender en los hechos diversa cosa que lo buscado, pero mejor es esto que no encontrar nada, que es justamente lo que sucede al mero e impasible contemplador de los fenómenos naturales.
Como dice Peisse, “el ojo no ve
en las cosas más que lo que está en el espíritu”. Inútil será recordar que todos los grandes investigadores han sido fecundos creadores de hipótesis. Con profundo sentido se ha dicho que ellas son el primer balbuceo de la razón en medio de las tinieblas de lo desconocido, la sonda tendida en el misterioso abismo, el puente, en fin, aéreo y audaz que junta la playa familiar con el inexplorado continente. (...) Santiago Ramón y Cajal (1852-1934) Los tónicos de la voluntad
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29/5/06
19:26
Página 1
“DE LOS DIVERSOS INSTRUMENTOS del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro”, dice Borges.“Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones de su brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación.” El libro realiza una multitud de tareas, algunas soberbias, otras deplorables; distribuye conocimientos y miserias, ilumina y engaña, libera y manipula, enaltece y rebaja, crea o cancela opciones de vida. Sin él, evidentemente, ninguna cultura sería posible. Desaparecería la historia y nuestro futuro se cubriría de nubarrones siniestros. Quienes odian los libros también odian la vida. Por imponentes que sean los escritos del odio, en su mayoría la letra impresa hace inclinar la balanza hacia la luz y la generosidad. Don Quijote triunfará siempre sobre Mein Kampf. En cuanto a las humanidades y las ciencias, los libros seguirán siendo su espacio ideal, sus columnas de apoyo. Hay quienes leen para (...) Sergio Pitol (1933) El mago de Viena
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29/5/06
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Página 3
La fraga de Cecebre Un día llegaron unos hombres a la fraga de Cecebre, abrieron un agujero, clavaron un poste y lo aseguraron apisonando guijarros y tierra a su alrededor. Subieron luego por él, prendiéronle varios hilos metálicos y se marcharon para continuar el tendido de la línea. Las plantas que había en torno al reciente huésped de la fraga permanecieron durante varios días cohibidas con su presencia, porque ya se ha dicho que su timidez es muy grande. Al fin, la que estaba más cerca de él, que era un pino alto, alto, recio y recto, dijo: – Han plantado un nuevo árbol en la fraga. Y la noticia, propagada por las hojas del eucalipto que rozaban al pino, y por las del castaño que rozaban al eucalipto, y por las del roble que tocaban las del castaño, y las del abedul que se mezclaban con las del roble, se extendió por toda la espesura. Los troncos más elevados miraban por encima de las copas de los demás, y cuando el viento separaba la fronda, los más apartados se asomaban para mirar. – ¿Cómo es? ¿Cómo es? – Pues es –dijo el pino– de una especie muy rara.Tiene el tronco negro hasta más de una vara sobre la tierra, y después parece de un blanco grisáceo. Resulta muy elegante. (...)
Wenceslao Fernández Flórez (1885-1964) El Bosque Animado
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26/6/07
18:16
Página 2
Descripción de la mentira El óxido se posó en mi lengua como el sabor de una desaparición. El olvido entró en mi lengua y no tuve otra conducta que el olvido, y no acepté otro valor que la imposibilidad. Como un barco calcificado en un país del que se ha retirado el mar, escuché la rendición de mis huesos depositándose en el descanso; escuché la huida de los insectos y la retracción de la sombra al ingresar en lo que quedaba de mí; escuché hasta que la verdad dejó de existir en el espacio y en mi espíritu, y no pude resistir la perfección del silencio. No creo en las invocaciones pero las invocaciones creen en mí: han venido otra vez como líquenes inevitables. La fermentación del verano se introduce en mi corazón y mis manos se deslizan cansadas en la lentitud. Vienen rostros sin proyectar sombra ni hacer crujir la sencillez del aire; sin osamenta ni tránsito, como si consistieran únicamente en el contenido de mis ojos, en la unidad de mis palabras, en el espesor de mis oídos. Son obedientes y yo siento su reunión como una salud que se refugia en la oscuridad. Es una amistad dentro de mí mismo; es un estambre urdido por manos que son suaves en el interior de los días. (...)
Antonio Gamoneda (1931) Descripción de la mentira
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26/6/07
18:17
Página 3
Madrid MADRID HUELE MEJOR. No huele a mulas, ni a sudor, ni a humos, ni a corrales sucios con el olor caliente del estiércol y de las gallinas. Madrid huele a sol por las mañanas. El gato se queda en una esquina del balcón encima de un cuadrado de alfombra, asoma la cabeza a la calle por encima del borde de la tabla puesta de canto contra la barandilla y después se sienta y se duerme. De vez en cuando, entreabre los ojos de oro y me mira. Los vuelve a cerrar y sigue durmiendo. Dormido, mueve las ventanillas de la nariz, oliendo las cosas.
Cuando riegan la calle sube hasta el balcón el olor fresco de la tierra mojada, como cuando llueve. Cuando sopla el aire del norte, huelen los árboles de la Casa de Campo. Cuando no hay aire y el barrio está quieto, entonces huelen las maderas y los yesos de las casas viejas, las ropas limpias tendidas en los balcones, los tiestos de albahaca. Los muebles viejos de nogal y de caoba sudan la cera y se les huele por los balcones abiertos, mientras las mujeres limpian. Debajo de casa hay (...)
Arturo Barea (1897-1957) La forja de un rebelde LEER NOS HACE LIBRES. Y MÁS FELICES www.librosalacalle.com
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26/6/07
18:17
Página 4
Pido la paz y la palabra Pido la paz y la palabra. Escribo en defensa del reino del hombre y su justicia. Pido la paz y la palabra. He dicho «silencio», «sombra», «vacío», etc. Digo «del hombre y su justicia», «océano pacífico», lo que me dejan. Pido la paz y la palabra. Blas de Otero (1916-1979) Pido la paz y la palabra
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26/6/07
18:17
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Longa noite de pedra
Larga noche de piedra No meio do caminho tinha uma pedra tinha uma pedra no meio do caminho tinha uma pedra no meio do caminho tinha uma pedra. (Carlos Drummond de Andrade)
O teito é de pedra. De pedra son os muros i as tebras. De pedra o chan i as reixas. As portas, as cadeas, o aire, as fenestras, as olladas, son de pedra. Os corazós dos homes que ao lonxe espreitan, feitos están tamén de pedra. I eu, morrendo nesta longa noite de pedra.
El techo es de piedra. De piedra son los muros y las tinieblas. De piedra el suelo y las rejas. Las puertas, las cadenas, el aire, las ventanas, las miradas, son de piedra. Los corazones de los hombres que a lo lejos acechan, hechos están también de piedra. Y yo, muriendo en esta larga noche de piedra.
Celso Emilio Ferreiro (1912-1979) Longa noite de pedra
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26/6/07
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Página 6
DE PRONTO LO VI. Era un gallo nuevo y estaba mirándome. Tenía las plumas blancas y grisáceas, y no muy brillantes. Era alto y fuerte. La verdad, era más bien gordo.Y no era guapo ni elegante. Pero me gustó. Me gustaron sus ojos alegres, la sonrisa que se abría en su pico y su aspecto sencillo y amable. Pero sobre todo me gustó su humor. —Eso que tú haces parece estupendo. ¿Crees que podría hacerlo? —me dijo con voz de emoción. Yo se lo advertí: —El hielo resbala, te puedes caer. —¿Tú no te caíste la primera vez? Yo le sonreí y él no lo pensó más: —¡Allá voy! –gritó. Y allá fue. No tenía ni idea. Menos mal que me aparté un poco. Pasó junto a mí igual que un ciclón y volvió a gritar: —¡Sálvese quien pueda! Yo me puse a salvo y él cayó de panza. Me acerqué a ayudarle y le pregunté si se había hecho daño. Me respondió: —¡Bah! Como estoy tan gordo, caigo sobre blando. Luego se rió y se puso en pie. Se alisó las plumas, se arregló la cresta y volvió a intentarlo. Se le fue una pata hacia la derecha y la otra se le fue (...) Concha López Narváez (1939) El gran amor de una gallina PONLE FIN AL CUENTO EN TU LIBRERÍA www.librosalacalle.com
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26/6/07
18:17
Página 7
MUCHOS AÑOS DESPUÉS, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo.Todos los años, por el mes de marzo, una familia de gitanos desarrapados plantaba su carpa cerca de la aldea, y con un grande alboroto de pitos y timbales daban a conocer los nuevos inventos. Primero llevaron el imán. Un gitano corpulento, de barba montaraz y manos de gorrión, que se presentó con el nombre de Melquíades, hizo una truculenta demostración pública de lo que él mismo llamaba la octava maravilla de los sabios alquimistas de Macedonia. Fue de casa en casa arrastrando dos lingotes metálicos, y todo el mundo se espantó al ver que (...) Gabriel García Márquez (1928) Cien años de soledad
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26/6/07
18:17
Página 8
FILOMENO, NI MÁS NI MENOS, así como suena, con todo derecho, uno de esos nombres que no se pueden rechazar salvo si se renuncia a uno mismo: impepinable por la ley del bautismo y la del Registro Civil, también por la herencia, porque mi abuelo paterno se llamaba así, Filomeno; y mi padre se empeñó en perpetuar, es un decir, aquel recuerdo del pasado, respeto que tenía a la memoria de su progenitor, de quien había recibido, según él, todo lo bueno del mundo y hasta lo que le había acaecido, con absoluta injusticia en lo que a mi madre respecta, que no fue mal acontecimiento, el casarse con ella, aunque poco duradero: como que decidió marcharse de esta vida, quiero decir mi madre, cuando me trajo a ella. Hace de esto mucho tiempo, y la ciencia carecía entonces de los remedios de que ahora disponen las parturientas con fiebres puerperales. ¡Ah, si yo hubiese nacido cuarenta años después, sólo cuarenta años! ¿Qué hubiera sido de mí? ¿Me vería en el trance de escribir estos recuerdos? Por supuesto que no; pero, a cambio, me habrían (...) Gonzalo Torrente Ballester (1910-1999) Filomeno, a mi pesar NO TE QUEDES EN LA PRIMERA PÁGINA, CONTINÚA EN TU LIBRERÍA www.librosalacalle.com
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26/6/07
18:17
Página 9
Sobre las señales del amor Tiene el amor señales que persigue el hombre avisado y que puede llegar a descubrir un observador inteligente. Es la primera de todas la insistencia de la mirada, porque es el ojo puerta abierta del alma, que deja ver sus interioridades, revela su intimidad y delata sus secretos. Así, verás que cuando mira el amante, no pestañea y que se muda su mirada adonde el amado se muda, se retira adonde él se retira, y se inclina adonde él se inclina, como hace el camaleón con el sol. Sobre esto he dicho en un poema: Mis ojos no se paran sino donde estás tú. Debes de tener las propiedades que dicen del imán. Los llevo adonde tú vas y conforme te mueves, como en gramática el atributo sigue al nombre. Otras señales son: que no pueda el amante dirigir la palabra a otra persona que no sea (...) Ibn Hazm de Córdoba (994-1063) El collar de la paloma
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26/6/07
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Summa vitae De todo lo que amé en días inconstantes ya sólo van quedando rastros, marañas, conjeturas, pistas dudosas, vagas informaciones: por ejemplo, la lluvia en la lucerna de un cuarto triste de París, la sombra rosa de los flamboyanes engalanando a franjas la casa familiar de Camagüey, aquellos taciturnos rastros de Babilonia junto a los barrizales suntuosos del Éufrates, un arcaico crepúsculo en las Islas Galápagos, los prolijos fantasmas de un memorable lupanar de Cádiz, una mañana sin errores ante la tumba de Ibn’Arabi en un suburbio [de Damasco, el cuerpo de Manuela tendido entre los juncos [de Doñana, aquel café de Bogotá donde iba a menudo con amigos que han muerto, la gimiente tirantez del velamen en la bordada previa a aquel primer naufragio... Cosas así de simples y soberbias. Pero de todo eso ¿qué me importa evocar, preservar después de tan volubles comparecencias del olvido? Nada sino una sombra cruzándose en la noche con mi sombra. José Manuel Caballero Bonald (1926) Manual de infractores NI UN DÍA SIN POESÍA www.librosalacalle.com
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26/6/07
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ALGUNAS NOCHES DE INSOMNIO me levanto y me acerco al río. Me asomo al pretil del puente viejo para escuchar el ruido negro del agua, pronuncio tu nombre hasta que se vuelve sonido inane, regreso. Regreso dando una vuelta innecesaria a espaldas de la catedral porque quiero inspeccionar la esquina donde los almacenes Iturrioz propusieron durante décadas la moda domesticada para las mujeres de los funcionarios municipales y sus escaparates reflejaban los guiños de la luz del cine Palace, enfrente, con sus cartelones de colores enalteciendo un chaflán que ya no parecía gris ni provinciano como todos los chaflanes sin misterio de esta ciudad insulsa. Sabes ya, te lo he contado muchas veces, que el cine se convirtió en bingo, es ahora Caja de Ahorros y que los almacenes Iturrioz sucumbieron, como las tabernas, a la europeización del país para dejar paso a un videoclub y, tras interesadas especulaciones, a la ruina de toda la manzana sobre la que se extiende hoy un aparcamiento dicen disparatado según los trazados urbanísticos más racionales. No sé. La esquina no existe pero yo la busco las noches de insomnio (...) José María Conget (1948) Bar de anarquistas ESTO ES SÓLO UNA PÁGINA, BUSCA EN EL LIBRO TODAS LAS DEMÁS www.librosalacalle.com
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26/6/07
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UN PERIODISTA ACUDIÓ A LA CASA para hacer una entrevista a don Pío, tal vez con motivo de su cumpleaños; era uno de esos hombres de catadura entusiasta, que sin duda consideraba como una obligación profesional dar fe de que todo lo que veía a su alrededor se encontraba en una situación inmejorable. (...) Pero a medida que se sucedían las preguntas, las respuestas no podían ser más desconsoladoras. Don Pío se quejaba de su mucha edad, de su falta de interés por las cosas, del precio del carbón, del frío que pasaba, del insomnio que padecía, del poco entusiasmo que le inspiraba la calle, de lo dura que era una existencia que a su edad le obligaba a seguir escribiendo para ganarse el sustento. No debía ser eso lo que esperaba el periodista, poco dispuesto a servir a sus lectores un pensamiento tan negativo, por lo que, pese a las quejas y protestas de don Pío, arreciaba con preguntas en las que ya estaba implícita una contestación más optimista y sonriente: pero se encuentra usted rodeado de buenos amigos, la cabeza le funciona a la perfección, se divierte escribiendo, tiene usted una casa confortable... No, nada de eso, replicaba don Pío, muy poco satisfecho de que se pretendiera contradecir (...)
Juan Benet (1927-1993) Otoño en Madrid hacia 1950 ESTO ES SÓLO UNA PÁGINA, BUSCA EN EL LIBRO TODAS LAS DEMÁS www.librosalacalle.com
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26/6/07
18:17
Página 13
LENTAMENTE, LAS HORAS van pasando y la lluvia amarilla va borrando la sombra del tejado de Bescós y el círculo infinito de la luna. Es la misma de todos los otoños. La misma que sepulta las casas y las tumbas. La que envejece a los hombres. La que destruye poco a poco sus rostros y sus cartas y sus fotografías. La misma que una noche, junto al río, entró en mi alma para no volver ya nunca a abandonarme el resto de los días de mi vida. Día a día, en efecto, a partir de aquella noche junto al río, la lluvia ha ido anegando mi memoria y tiñendo mi mirada de amarillo. No sólo mi mirada. Las montañas también.Y las casas. Y el cielo.Y los recuerdos que, de ellos, aún siguen suspendidos. Lentamente, al principio, y, luego ya, al ritmo en que los días pasaban por mi vida, todo a mi alrededor se ha ido tiñendo de (...) Julio Llamazares (1955) La lluvia amarilla
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26/6/07
18:17
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DESPERTAR ES RENACER cada día.Y ya la luz nos aguarda.Ya está ahí comenzada, la historia que haya que proseguir. Despertar es entrar en un sueño ya en marcha, venir desde el desierto puro del olvido y entrar, lo primero, en nuestro propio cuerpo, recordarlo sin rencor, entrar a habitarlo y recuperar nuestra alma, con su memoria, y nuestra vida, con su quehacer. Entrar como en un capullo tejido por innumerables gusanos afanosos; retomar nuestro hilo en el capullo fabricado incansablemente por el gusano-hombre, hacedor de ensueños que se objetivan, fabricador de historia. (...)
María Zambrano (1904-1991) Delirio y destino SI QUIERES CONOCER, PREGÚNTALE A LOS LIBROS www.librosalacalle.com
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26/6/07
18:17
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DIONISIO.– Hace siete años que vengo a este hotel y cada año encuentro una
nueva mejora. Primero quitó usted las moscas de la cocina y se las llevó al comedor. Después las quitó usted del comedor y se las llevó a la sala.Y otro día las sacó usted de la sala y se las llevó de paseo, al campo, en donde, por fin, las pudo usted dar esquinazo... ¡Fue magnífico! Luego puso usted la calefacción... Después suprimió usted aquella carne de membrillo que hacía su hija... Ahora el teléfono... De una fonda de segundo orden ha hecho usted un hotel confortable... Y los precios siguen siendo económicos... ¡Esto supone la ruina, don Rosario...! D. ROSARIO.– Ya me conoce usted, don Dionisio, no lo puedo remediar. Soy así. Todo me parece poco para mis huéspedes de mi alma... DIONISIO.– Pero sin embargo, exagera usted... No está bien que cuando hace frío nos meta usted botellas de agua caliente en la cama; ni que cuando estamos constipados se acueste usted con nosotros para darnos más calor y sudar ni que nos dé usted besos cuando nos marchamos de viaje. No está bien tampoco que, cuando un huésped está desvelado, entre usted en la alcoba con su cornetín de pistón e interprete romanzas de su época, hasta conseguir que se quede dormidito... ¡Es ya demasiada bondad...! ¡Abusan de usted...! (...)
Miguel Mihura (1905-1977) Tres sombreros de copa
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26/6/07
18:16
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Favor hacedme, mi Cid, que tenéis barbas crecidas: Aquí estamos ante vos yo, y conmigo vuestras hijas; pequeñas son, como veis, ¡y de edad ellas tan chicas! Con ellas están mis dueñas, de las que soy yo servida. Y bien que aquí yo lo veo, que vos ya estáis de partida, y que nos, de vos aquí, nos separamos en vida. ¡Dadnos consejos, oh Cid, por el amor de María! Alargó entonces las manos el de la barba florida, y a las niñas sus dos hijas en los brazos las cogía; al corazón acercólas porque mucho las quería. Con lágrimas en los ojos muy fuertemente suspira: —Oídme, doña Jimena, tan entera mujer mía; como yo quiero a mi alma, otro tanto a vos quería. Ya lo veis, nada más cabe que separarnos en vida. Yo he de irme, y de este modo vos quedáis en compañía. Rogad a nuestro Señor, rogad a Santa María, que con mis manos alcance con que casar a mis hijas; que ventura me proteja la vida por muchos días, en que vos, mujer honrada, de mí podáis ser servida.
Anónimo Cantar de Mio Cid (Versión de F. López Estrada)
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26/6/07
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Un son para niños antillanos Por el Mar de las Antillas anda un barco de papel: Anda y anda el barco barco, sin timonel. De La Habana a Portobelo, de Jamaica a Trinidad, anda y anda el barco barco, sin capitán. Una negra va en la popa, va en la proa un español: Anda y anda el barco barco, con ellos dos. Pasan islas, islas, islas, muchas islas, siempre más; anda y anda el barco barco, sin descansar.
Un cañón de chocolate contra el barco disparó, y un cañón de azúcar, azúcar, le contestó. ¡Ay, mi barco marinero, con su casco de papel! ¡Ay, mi barco negro y blanco sin timonel! Allá va la negra negra, junto junto al español; anda y anda el barco barco con ellos dos.
Nicolás Guillén (1902-1989) Sóngoro cosongo y otros poemas NI UN DÍA SIN POESÍA www.librosalacalle.com
TEXTOS
26/6/07
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Hombres necios que acusáis...
Siempre tan necios andáis que, con desigual nivel, a una culpáis por cruel y a otra por fácil culpáis. ¿Pues cómo ha de estar templada la que vuestro amor pretende, si la que es ingrata, ofende, y la que es fácil, enfada? Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis: si con ansia sin igual solicitáis su desdén, ¿por qué queréis que obren bien si las incitáis al mal?
Mas, entre el enfado y pena que vuestro gusto refiere, bien haya la que no os quiere y quejaos en hora buena. Dan vuestras amantes penas a sus libertades alas, y después de hacerlas malas las queréis hallar muy buenas.
Combatís su resistencia y luego, con gravedad, decís que fue liviandad lo que hizo la diligencia. Parecer quiere el denuedo de vuestro parecer loco, al niño que pone el coco y luego le tiene miedo.
(...)
(.../...)
Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695) NI UN DÍA SIN POESÍA www.librosalacalle.com
Alberto Méndez (1941-2004) Los girasoles ciegos SI EL VÉRTIGO TE ATRAE, ASÓMATE A LOS LIBROS www.librosalacalle.com
ILUSTRACIÓN: RAÚL ALLEN
YO PROCURABA NO INVITAR A NADIE a casa para que mi padre no tuviera que encerrarse en el armario, pero mi madre, quizás por amor, quizás por estrategia, establecía un ritmo de reuniones con mis amigos en nuestro piso. Cuando esto ocurría, mi padre se encerraba en su armario con un candil de carburo y unos libros hasta que todos se habían marchado. Afortunadamente, la portera, mal encarada y grosera, y su marido, Casto, un albañil silicótico y macilento, montaban en cólera siempre que veían pasar a algún niño que no fuera vecino de la casa que tan celosamente guardaban. Esto, además de añadir un miedo más a nuestras vidas, evitaba las visitas imprevistas de mis amigos y los sobresaltos que siempre producían los timbrazos. No podré olvidar nunca que en una ocasión en que la reunión tuvo lugar en nuestra casa, mi padre se sintió enfermo y tuvo que ir al cuarto de baño perentoriamente. A pesar de que teníamos la puerta del comedor cerrada, a través de los cristales y de los visillos que la adornaban alguien entrevió una sombra recorriendo el pasillo. Para salir del paso, mi madre resolvió la situación hablando de un fantasma que (...)
Ana María Matute (1926) Primera memoria YA HAS HECHO LO MÁS DIFÍCIL, EMPEZAR UN LIBRO, ¿POR QUÉ NO LO ACABAS? www.librosalacalle.com
ILUSTRACIÓN: PEPE ROBLES
MI ABUELA TENÍA el pelo blanco, en una ola encrespada sobre la frente, que le daba cierto aire colérico. Llevaba casi siempre un bastoncillo de bambú con puño de oro, que no le hacía ninguna falta, porque era firme como un caballo. Repasando antiguas fotografías creo descubrir en aquella cara espesa, maciza y blanca, en aquellos ojos grises bordeados por un círculo ahumado, un resplandor de Borja y aún de mí. Supongo que Borja heredó su gallardía, su falta absoluta de piedad.Yo, tal vez, esta gran tristeza. Las manos de mi abuela, huesudas y de nudillos salientes, no carentes de belleza estaban salpicadas de manchas color café. En el índice y anular de la derecha le bailaban dos enormes brillantes sucios. Después de las comidas arrastraba su mecedora hasta la ventana de su gabinete (la calígine, el viento abrasador y húmedo desgarrándose en las pitas, o empujando las hojas castañas bajo los almendros; las hinchadas nubes de plomo borrando el brillo verde del mar). Y desde allí, con sus viejos prismáticos de teatro incrustados de zafiros falsos, escudriñaba las casas blancas del declive, donde (...)
ILUSTRACIÓN: ALFREDO
Para que yo me llame Ángel González, para que mi ser pese sobre el suelo, fue necesario un ancho espacio y un largo tiempo: hombres de todo mar y toda tierra, fértiles vientres de mujer, y cuerpos y más cuerpos, fundiéndose incesantes en otro cuerpo nuevo. Solsticios y equinoccios alumbraron con su cambiante luz, su vario cielo, el viaje milenario de mi carne trepando por los siglos y los huesos. De su pasaje lento y doloroso, de su huída hasta el fin, sobreviviendo naufragios, aferrándose al último suspiro de los muertos, yo no soy más que el resultado, el fruto, lo que queda, podrido, entre los restos; esto que veis aquí, tan sólo esto: un escombro tenaz, que se resiste a su ruina, que lucha contra el viento, que avanza por caminos que no llevan a ningún sitio. El éxito de todos los fracasos. La enloquecida fuerza del desaliento...
Ángel González (1925-2008) Áspero mundo NI UN DÍA SIN POESÍA www.librosalacalle.com
La lucha, mejor dicho, la carnicería, era espantosa en la Puerta del Sol. Cuando cesó el fuego y comenzaron a funcionar los caballos, la guardia polaca, llamada noble, y los famosos mamelucos cayeron a sablazos sobre el pueblo, siendo los ocupadores de la calle Mayor los que alcanzamos la peor parte, porque por uno y otro flanco nos atacaban los feroces jinetes. El peligro no me impedía observar quién estaba en torno mío, y así puedo decir que sostenían mi valor vacilante, además de la Primorosa, un señor grave y bien vestido, que parecía aristócrata, y dos honradísimos tenderos de la misma calle, a quienes yo de antiguo conocía. Teníamos a mano izquierda el callejón de la Duda, como sitio estratégico que nos sirviera de parapeto y de camino para la fuga, y desde allí el señor noble y yo dirigíamos nuestros tiros a los primeros mamelucos que aparecieron en la calle. Debo advertir que los tiradores formábamos una especie de retaguardia o reserva, porque los verdaderos y más aguerridos combatientes eran los que luchaban a arma blanca entre la caballería. También de los balcones salían muchos tiros de pistola y gran número de armas arrojadizas, como tiestos, ladrillos, pucheros, pesas de reloj, etcétera. (...)
Benito Pérez Galdós (1843-1920) Episodios Nacionales SI QUIERES CONOCER, PREGÚNTALE A LOS LIBROS www.librosalacalle.com
ILUSTRACIÓN: ARRANZ
La batalla del 2 de mayo
Preámbulo
ILUSTRACIÓN: IRENE FRA
LA NACIÓN ESPAÑOLA, deseando establecer la justicia, la libertad y la seguridad y promover el bien de cuantos la integran, en uso de su soberanía, proclama su voluntad de: – Garantizar la convivencia democrática dentro de la Constitución y de las leyes conforme a un orden económico y social justo. – Consolidar un Estado de Derecho que asegure el imperio de la ley como expresión de la voluntad popular. – Proteger a todos los españoles y pueblos de España en el ejercicio de los derechos humanos, sus culturas y tradiciones, lenguas e instituciones. – Promover el progreso de la cultura y de la economía para asegurar a todos una digna calidad de vida. – Establecer una sociedad democrática avanzada, y colaborar en el fortalecimiento de unas relaciones pacíficas y de eficaz cooperación entre todos los pueblos de la Tierra. (...)
Constitución Española (1978) LEER ES SABER www.librosalacalle.com
ILUSTRACIÓN: JOKIN MITXELENA
CAPÍTULO I
De cómo fui secuestrado y por quién
—Señores pasajeros, en nombre del comandante Flippo, que, por cierto, se reincorpora hoy al servicio tras su reciente operación de cataratas, les damos la bienvenida a bordo del vuelo 404 con destino Madrid y les deseamos un feliz viaje. La duración aproximada del vuelo será de cincuenta minutos y volaremos a una altitud etcétera, etcétera. Más avezados que yo, los escasos pasajeros que a esa hora hacían uso del Puente Aéreo se abrocharon los cinturones de seguridad y se guardaron detrás de la oreja las colillas de los pitillos que acababan de extinguir. Retumbaron los motores y el avión empezó a caminar con un inquietante bamboleo que me hizo pensar que si así se movía en tierra, qué no haría por los aires de España. Miré a través de la ventanilla para ver si por un milagro del cielo ya estábamos en Madrid, pero sólo distinguí la figura borrosa de la terminal del Prat que reculaba en la oscuridad y no pude por menos de preguntarme lo que tal vez algún ávido lector se esté preguntando ya, esto es, qué hacía un perdulario como yo (...) Eduardo Mendoza (1943) El laberinto de las aceitunas YA HAS HECHO LO MÁS DIFÍCIL, EMPEZAR UN LIBRO, ¿POR QUÉ NO LO ACABAS? www.librosalacalle.com
Fernando Fernán Gómez (1921-2007) El viaje a ninguna parte ASÓMATE A LOS LIBROS www.librosalacalle.com
ILUSTRACIÓN: DODOT
PERMANECIÓ UN INSTANTE en silencio y después contestó: —Me moriría de vergüenza. Me quedé mudo, sin saber qué responder. ¡Se moriría de vergüenza! ¡Un hijo mío, un Galván! ¡Si me hubiera conocido algunos años después, cuando en el teatro Infanta Isabel, de Madrid, estrené la comedia de Ruiz Iriarte, con Isabelita Garcés...! Si hubiera escuchado los aplausos, las ovaciones... Si hubiera visto cómo me felicitaba, entusiasmado, el insigne actor Daniel Otero... Pero allí, en el cuartucho de la posada de Cabezales, pegados el uno al otro sobre el jergón, hablando bajito para no despertar a los arrieros, yo no podía engañarle diciéndole que en nuestro oficio era fácil triunfar, ser famoso, ganar dinero, darse buena vida, estar rodeado de las mujeres más guapas de España. Yo no sabía aquella noche que me faltaba muy poco para viajar en avión y en coche cama, hacerme trajes a medida, comer en restoranes, conocer a Conchita Montes, a Sara Montiel, a Buero Vallejo, ir a las tertulias del Café Gijón... No lo sabía aquella noche, no lo sabía. Si lo hubiera sabido, quizá habría hecho cambiar de opinión a Carlitos.
ILUSTRACIÓN: MARTINA VANDA
Un viaje en el tiempo
Vivimos sobre un viejo planeta, y ésta es su historia. No es una historia hecha a la medida del hombre, un invitado de última hora que, incluso cuando rastrea sus propios orígenes, se limita a arañar la superficie del pasado. El planeta ha vivido largo tiempo –miles de millones de años– sin nosotros, y seguirá viviendo sin nosotros cuando el hombre ya no exista. Los científicos de la Tierra buscan pistas como detectives del pasado y diagnostican dolencias como médicos del futuro. Armados con herramientas de alta tecnología, pero sobre todo con la altísima tecnología de un cerebro superdesarrollado por la evolución –el famoso sentido común–, han logrado increíbles reconstrucciones de hechos que literalmente se pierden en la noche de los tiempos –cuando el Sol apenas alumbraba–; y se atreven, aun admitiendo sus limitaciones, a predecir el porvenir del planeta. Este relato tiene por tanto una estructura de un viaje al pasado, con una tímida incursión final en el futuro. Pero este viaje no sería realista si no incluyese las peripecias de los historiadores. El libró será (...) Francisco Anguita (1944) Biografía de la Tierra. Historia de un planeta singular NO TE QUEDES EN LA PRIMERA PÁGINA, CONTINÚA EN TU LIBRERÍA www.librosalacalle.com
SÓLO ENCONTRÉ una ver dad en la vida, hijo, y eras tú. Sólo encontré una verdad en la vi da y la he perdido. Vivo de llorarte en la noche con lá grimas que queman la oscuridad. Soldadito rubio que mandaba en el mundo, te perdí para siempre. Tus ojos cuajaban el azul del cielo.Tu pelo doraba la calidad del día. Lo que queda después de ti, hijo, es un universo fluctuante, sin consistencia, como dicen que es Júpiter, una vaguedad nauseabunda de veranos e inviernos, una promiscuidad de sol y sexo, de tiempo y muerte, a través de todo lo cual vago solamente porque desconozco el gesto que hay que hacer para mo rirse. Si no, haría ese gesto y nada más.
ILUSTRACIÓN: RAMÓN BILBAO
Qué estúpida la plenitud del día. ¿A quién enga ña este cielo azul,este mediodía con risas? ¿Para quién se ha urdido esta inmensa mentira de me ses soleados y campos verdes? ¿Por qué este vano rodeo de la mu erte por las costas de la primavera? El sol es sórdido y el día resplandece de puro inútil, alumbra de puro vacío, y en el cabeceo del mundo bajo un viento banal sólo veo la obcecación vegetal de la vida, su torpeza de planta ciega. El universo se rige siempre por la persistencia,nunca por la inteligencia.No tie ne otra ley que la per sistencia. Sólo el tedio mueve las nubes en el cielo y las olas en el mar.
Francisco Umbral (1935-2007) Mortal y rosa LOS LIBROS ESTÁN LLENOS DE PÁGINAS COMO ÉSTA. NO TE LAS PIERDAS www.librosalacalle.com
ILUSTRACIÓN: PEP MONTSERRAT
HABÍA CONSEGUIDO DETENER por completo las lágrimas de Elsi. La niña se pasó el antebrazo por los ojos para retirar sus restos. De vez en cuando posaba su mirada en el suelo, a sus pies, pero siempre era para retomar el rumbo que la conducía a la faz del cartero de muñecas. La tristeza era el último baluarte de su desasosiego. —¿Por qué no va a buscar la carta? —Ya se ha hecho tarde, lo siento. Mi horario de trabajo ha concluido hace un rato, y tú también deberás irte a casa pronto, ¿no es así? Elsi miró el reloj de la torre. —Las agujas todavía no están juntas –señaló–. Pero sí, me queda poco. ¿A qué hora empieza su trabajo mañana? —¿A qué hora bajas al parque? —Cuando las dos agujas están así –puso los dedos índices de sus dos manos en un determinado ángulo para mostrárselo. —¡Oh, muy bien! –exclamó él–. Es justo a la hora que empiezo yo. Mañana serás la primera. —¿Y me traerá la carta de Brígida? Por nada del mundo, por niña que fuese, iba a olvidarse de esa carta. Llegaría a su casa y pasaría el resto del día pensando en ella. Comería, cenaría y se acostaría sin apartarla de su mente. No había nada más. Sin Brígida, ya sólo le quedaba la carta. Un pequeño gran mundo. Franz Kafka estaba seguro de que (...)
Jordi Sierra i Fabra (1947) Kafka y la muñeca viajera ASÓMATE A LOS LIBROS www.librosalacalle.com
Con diez cañones por banda, viento en popa, a toda vela, no corta el mar, sino vuela, un velero bergantín. Bajel pirata que llaman, por su bravura, el Temido, en todo mar conocido del uno al otro confín. La luna en el mar riela, en la lona gime el viento, y alza en blando movimiento olas de plata y azul; y ve el capitán pirata, cantando alegre en la popa, Asia a un lado, al otro Europa, y allá a su frente Stambul.
Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar. Allá muevan feroz guerra ciegos reyes por un palmo más de tierra; que yo aquí tengo por mío cuanto abarca el mar bravío, a quien nadie impuso leyes. (...)
«Navega, velero mío, sin temor, que ni enemigo navío, ni tormenta, ni bonanza tu rumbo a torcer alcanza, ni a sujetar tu valor. Veinte presas hemos hecho a despecho del inglés, y han rendido sus pendones cien naciones a mis pies.
José de Espronceda (1808-1842)
NI UN DÍA SIN POESÍA www.librosalacalle.com
ILUSTRACIÓN: CABAÑAS
Canción del pirata
Callar
ILUSTRACIÓN: FERNANDO VICENTE
Una ola de amor que va de mi cuerpo al tuyo es una humana canción. No canta, vuela entre tu boca y mi verano bajo tu sol. El calendario no tiene esta noche o fecha en su papel. El manantial de vos cae como vino en la copa y el mundo calla sus desastres. Gracias, mundo, por no ser más que mundo y ninguna otra cosa.
Juan Gelman (1930) Mundar NI UN DÍA SIN POESÍA www.librosalacalle.com
Lluis Farré (1970) Comelibros PONLE FIN AL CUENTO EN TU LIBRERíA www.librosalacalle.com
ILUSTRACIÓN: LLUIS FARRÉ
Al día siguiente le pidió otro libro. Y al otro día, otro. Y al otro día, dos más, ¡así, de golpe! Después de tres semanas y media, la niña se había zampado todos los libros con la glotonería de un rebaño de elefantes. ¡Huy, qué va! ¡Más aún! Con la glotonería de un rebaño de ballenas azules. ¡Huy, qué va! Con la glotonería de un rebaño de orugas de las que comen geranios. ¡Qué horror! —¿Y ahora qué? –se preguntó preocupada al cerrar la última sabrosura que quedaba en la casa. —Bueno, hay un sitio donde los libros no se acaban nunca –le contestó el abuelo–. ¡Es el mejor restaurante de historias que se puede encontrar! —¿En serio? ¿Dónde? (...)
El Emperador
ILUSTRACIÓN: VIOLETA LÓPIZ
Algunas noches, sin que nunca se pueda prever cuál, el Emperador sale a caballo y recorre todo el Museo. El novelista lo ha visto pasar, erguido, en la mano la lanza, revistiendo el arnés de guerra cuyo acero con ataujía de oro se exhibe actualmente en la Real Armería de Madrid.Tiziano lo pintó ceñido por esa bella armadura, que lució cuando derrotó a los protestantes en Mühlberg. Pasó Carlos V como un gran fantasma, en el caballo negro, roja la gualdrapa, rojas las plumas de la testera y las que temblaban sobre el casco del Emperador. Iba el corcel lentamente, solemnemente, sacudiendo la cabeza noble y haciendo brillar sus ojos, como ágatas de lapidario. Afirmado encima, el César no miraba a nadie. De él trascendía una sensación de poder infinito; también de sabia amargura. En Mühlberg contaba cuarenta y siete años; once le faltaban todavía para morir. Son pocos, en el Museo del Prado, quienes no se jactan de la gloria de su parentesco y quienes no se dicen sus vasallos. El novelista observó, en aquella oportunidad, la unánime reverencia con que hombres y mujeres jalonaban su camino. Los señores y los labriegos caían de rodillas; y las señoras esponjaban sus faldas opulentas y se doblaban hasta el suelo. Él seguía, impasible, en su augusta soledad, en medio de una doble fila de encendidas, de titilantes piedras preciosas. Sobre su peto, cascabeleaba el dije del Toisón. Atravesó así salas y (...)
Manuel Mujica Lainez (1910-1984) Un novelista en el Museo del Prado ESTO ES SÓLO UNA PÁGINA, BUSCA EN EL LIBRO TODAS LAS DEMÁS www.librosalacalle.com
morro1 1 m. (sing. o pl.) *Hocico de los animales. (sing. o pl.) inf.
*Labios de las personas cuando son abultados. (sing. o pl.) inf. Labios. Amorrarse. 2 *Saliente semejante a un hocico, en cualquier cosa. 3 *Monte o *peñasco pequeño y redondeado. 4 Peñasco en la *costa, que sirve de referencia a los navegantes. 5 *Piedra pequeña redonda. beber a morro inf. *Beber, de un recipiente o de un grifo aplicando directamente los labios. caer [o darse] de morros inf. Pegarse en la cara al caer o tropezar. darse el morro vulg. Besarse en la boca una pareja. echarle morro inf. Mostrar descaro en relación con algo:‘Le echaron morro y se colaron en el autobús’. estar de morro[s] o estar de morro[s] con alguien inf. Estar enfadado y mostrarlo con el gesto o la actitud. pasar [o restregar] por los morros inf. Refregar [restregar o refrotar] por las NARICES. poner morro inf. Poner cara de enfadado. por el morro 1 inf. Gratis o sin haber hecho ningún esfuerzo: ‘Aprobó el examen por el morro’. 2 inf. Con mucho descaro. sobar el morro [o los morros] inf. Golpear a alguien, darle una paliza. tener morro inf. Tener descaro o desvergüenza. Tener cara. tener alguien un morro que se lo pisa inf. Frase hiperbólica equivalente a tener morro. torcer el morro inf. Poner MORRO.
María Moliner (1900-1981) Diccionario de uso del español SI QUIERES CONOCER, PREGÚNTALE A LOS LIBROS www.librosalacalle.com
ILUSTRACIÓN: CARLOS BURGOS
CUANDO RECIBÍ EL TELEGRAMA comunicándome la muerte del pobre Augusto, y supe luego las circunstancias todas de ella, me quedé pensando en si hice o no bien en decirle lo que le dije la tarde aquella en que vino a visitarme y consultar conmigo su propósito de suicidarse.Y hasta me arrepentí de haberle matado. Llegué a pensar que tenía él razón y que debía haberle dejado salirse con la suya, suicidándose. Y se me ocurrió si le resucitaría. «Sí –me dije–, voy a resucitarle y que haga luego lo que se le antoje, que se suicide si es así su capricho.» Y con esta idea de resucitarle me quedé dormido. A poco de haberme dormido se me apareció Augusto en sueños. Estaba blanco, con la blancura de una nube, y sus contornos iluminados como por un sol poniente. Me miró fijamente y me dijo: —¡Aquí estoy otra vez! —¿A qué vienes? –le dije. —A despedirme de usted, don Miguel, a despedirme de usted hasta la eternidad y a mandarle, así, a mandarle, no a rogarle, a mandarle que escriba usted la nivola de mis aventuras (...) Miguel de Unamuno (1864-1936) Niebla LEER NOS HACE LIBRES. Y MÁS FELICES www.librosalacalle.com
Muero porque no muero ¡Ay, qué larga es esta vida, Qué duros estos destierros, Esta cárcel y estos hierros En que el alma está metida! Sólo esperar la salida Me causa dolor tan fiero, Que muero porque no muero. (...)
Santa Teresa de Jesús (1515-1582)
NI UN DÍA SIN POESÍA www.librosalacalle.com
ILUSTRACIÓN: RAÚL
Vivo sin vivir en mí, Y tan alta vida espero, Que muero porque no muero. Vivo ya fuera de mí Después que muero de amor, Porque vivo en el Señor Que me quiso para Sí. Cuando el corazón le di Puso en él este letrero: Que muero porque no muero. Esta divina prisión Del amor con que yo vivo Ha hecho a Dios mi cautivo Y libre mi corazón; Y causa en mí tal pasión Ver a Dios mi prisionero, Que muero porque no muero.
18/6/09
12:18
Página 9
UNA MAÑANA, cuando se dirigía a la sección de poesía, como acostumbraba a hacer después de tomar el café, reparó en algo que le llamó la atención. Allí, sobresaliendo encajada entre dos libros, había una pequeña cartulina de color azul que destacaba de un modo llamativo. La cogió, intrigada. Era una tarjeta alargada que tenía por una de sus caras unos pocos versos escritos a mano: Tu cuerpo puede llenar mi vida, como puede tu risa volar el muro opaco de la tristeza.
Una sola palabra tuya quiebra la ciega soledad en mil pedazos.
La lectura de aquellos versos la dejó paralizada por la emoción; pocas veces se había encontrado con una carga tan intensa en unas pocas palabras, una carga concentrada en ellas como dicen que está la materia en el núcleo de algunas estrellas. Los releyó una y otra vez, conmovida, mientras miraba a un lado y a otro para comprobar si alguien se había dado cuenta de su azoramiento. Pero nadie parecía fijarse en ella, ni en la tarjeta que sostenía temblorosa entre sus manos. Cuando le dio la vuelta, comprobó que en la otra cara aparecían escritos el título de un libro y el nombre de su autor. Tenía que tratarse, (...)
Agustín Fernández Paz (1947) Lo único que queda es el amor ESTO ES SÓLO UNA PÁGINA, BUSCA EN EL LIBRO TODAS LAS DEMÁS www.librosalacalle.com
ILUSTRACIÓN: PABLO AULADELL
PAGINAS
18/6/09
12:18
Página 8
DOCTOR BELTRÁN.— (...) Usted me hace falta aquí, Marcelo. Es el mejor colaborador que podía esperar. ¿No se da cuenta que desde que ha venido a esta casa, todos mis pacientes están mejor, todos tienen ganas de vivir, de hacer cosas...? MARCELO. (Cortándole.)— No te hagas ilusiones. Éstos ya no tienen arreglo. DOCTOR BELTRÁN.— ¿Cómo que no? MARCELO.— Como que no. ¿Tú has visto lo que pasa con los pájaros que nacen en jaula? Que cuando los sueltan, ya no saben volar, tienen miedo a irse lejos. Y éstos son igual.Ya no se fían de sus propias fuerzas. No tienen arreglo. Pero tú, que eres joven y que sabes de esto, tienes que pelear por los otros, por los que todavía no han entrao. Pa que no entren, tú... ya me entiendes. Tú que tienes estudios, tienes que hacerles ver a los de fuera, que no se puede hacer esto con personas. ¡Porque son personas, maldita sea! DOCTOR BELTRÁN.— Precisamente quería contarle que estoy tomando notas para un libro. MARCELO.— ¿Y de qué habla tu libro? DOCTOR BELTRÁN.— De usted. MARCELO.— ¿De mí? DOCTOR BELTRÁN.— Sí, señor. Lo voy a contar todo: Cómo llegó a esta casa, el efecto que ha hecho en los demás, las cosas que dice... MARCELO. (Encogiéndose de hombros.)— ¿Y para qué? ¿A quién le va a importar? DOCTOR BELTRÁN. (Con mucha intención.)— Quiero demostrar la diferencia que hay entre un hombre libre y otros que no (...)
Ana Diosdado (1943) El okapi LEER NOS HACE LIBRES. Y MÁS FELICES
ILUSTRACIÓN: JOSÉ LUIS CABAÑAS
PAGINAS
18/6/09
12:18
Página 11
ANITA ERA UNA VIRGEN BLANCA. Rubia, delicada. Entró la primera en el recinto de la capilla que tan bien conocían todas. El temblor de sus piernas era imperceptible pero no por ello menos evidente.Victoria la siguió descompuesta y un tanto estropeada. Sus ojos añoraban los días de sol y evocaban las calles que ya no volvería a transitar. Más que el dolor de su propia muerte, temía el sufrimiento de su madre; ¡tantos días, ya, sin verla! Martina era demasiado reservada como para delatar nada a través de su semblante. Caminaba rápido, no sabía hacer las cosas despacio. Más tarde, o quizá nunca, se atrevería a derramar una lágrima. Alguna.Tenía que reorganizar por dentro la silla de su infancia sobre la que reclinarse a descansar sus huesos doloridos de mujer hacia el cadalso. —Si alguna de vosotras tiene un familiar dentro de este recinto, que levante la mano —dijo una de las funcionarias con tono marcial. Unas callaron, otras dieron nombres de presas familiares, amigas o vecinas que estaban en el Pabellón de las Comunes apiladas en pasillos, sótanos y escaleras. En aquella cárcel blanca y lechosa pergeñada por Victoria Kent para dotar de dignidad a las presas de aquella década. Qué ironía. Dignidad significaba ahogar a 11.000 reclusas en un espacio destinado para no más de 600. Buena hierba en mal lugar. Martina sólo acertó a decir (...) Ángeles López (1969)
ILUSTRACIÓN: VIOLETA LÓPIZ
PAGINAS
Martina, la rosa número trece
ESTO ES SÓLO UNA PÁGINA, BUSCA EN EL LIBRO TODAS LAS DEMÁS www.librosalacalle.com
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16/6/09
10:17
Página 5
ILUSTRACIÓN: RAMÓN BILBAO
La estrella que guiña el ojo
El desconcierto debió haber sido mayúsculo cuando supieron que la estrella se apagaba a veces, como si guiñara el ojo. No en vano le pusieron el apodo de Algol, o «estrella diabólica», pues para los árabes esta estrella era la única que gozaba de la extraña propiedad de extinguirse casi del todo y volver a encenderse al cabo de unas horas. Lo de diabólica es en realidad un renombramiento pues la estrella, que en su estado normal es muy brillante, era conocida en tiempos de Tolomeo, quien la describe en su catálogo de estrellas como «la más brillante de la Cabeza de Medusa». Para comprender el porqué de esa descripción, puesto que Medusa es una constelación inexistente, basta con examinar la interpretación de esa zona del cielo, que hace Johannes Hevelius en su Uranographia, publicada en 1690. Allí se representa el mito de Perseo sosteniendo en una mano la cabeza de Medusa que acaba de cortar, y en la nariz de esta Gorgona se ve la estrella Algol muy destacada, acompañada por otras más débiles. Los historiadores no creen que los árabes conocieran el fenómeno de la variación de brillo de la estrella, porque no hay (...)
Antonio Bernal (1947) Historias de Tierra y Cielo LEER ES SABER www.librosalacalle.com
18/6/09
12:18
Página 15
ILUSTRACIÓN: PABLO AULADELL
PAGINAS
A PABLO LE GUSTA dormirse escuchando el sonido del mar. Aunque nunca lo ha visto, sabe por su abuelo, que fue marinero en su juventud, que el mar es mucho más grande que la pradera que se extiende a poniente, que tiene mucha más agua que el río del valle y que no se puede abarcar con la vista. Antonio Ventura (1954) El sueño de Pablo
MULTIPLICA TU IMAGINACIÓN, LEE www.librosalacalle.com
16/6/09
10:17
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DE MADRID A ALCALÁ se computan siete leguas, aunque son cortas. En este trecho se halla a un cuarto de legua de Madrid el puente del Espíritu Santo sobre el arroyo Brañigal, y sus acitaras reparadas de nuevo. A su entrada sobre la mano derecha se debe extender la manguardia de pocas varas para evitar la caída de caballerías o carruajes en el ribazo que da en el arroyo. A la salida del propio puente se halla una cuesta pendiente y robada de las aguas que necesita igualarse con excavación dando a las aguas salida por zanjas colaterales, que vayan al Brañigal. El paso de Canillejas se ha inutilizado por haberse caído un pontoncillo, y robada la tierra con las aguas ha formado un barranco que evitan los carruajeros haciendo un rodeo. Es precisa una cantarilla grande con una calzada que salve el barranco a su entrada y salida, e iguale el piso dando corriente a las aguas para que no roben más la tierra. Sobre el río Jarama se encuentra (...)
ILUSTRACIÓN: JORGE ARRANZ
PAGINAS
Pedro Rodríguez Campomanes (1723-1802) Viajes por España y Portugal USA LA IMAGINACIÓN, LEE www.librosalacalle.com
18/6/09
12:18
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Sonata Mentre estic escoltant-la, cau la pluja. Penso en el gos que, solitari, anava rere el taüt de Mozart: puc seguir-lo alhora en els compassos del piano i en els camins que fa l’aigua en els vidres. Misteriosament feliç, segueixo un gos fet alhora de música i de pluja. La escucho y cae la lluvia, y pienso en aquel perro solitario que iba detrás del ataúd de Mozart. Lo sigo en los compases de este piano y en los caminos que dibuja el agua al irse deslizando en los cristales. Voy, misteriosamente feliz, siguiendo a un perro hecho a la vez de música y de lluvia. Joan Margarit (1938) Misteriosamente feliz
NI UN DÍA SIN POESÍA www.librosalacalle.com
ILUSTRACIÓN: PEP MONTSERRAT
PAGINAS
PAGINAS
18/6/09
12:18
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Lucía Vuela esta canción para ti, Lucía, la más bella historia de amor que tuve y tendré. Es una carta de amor que se lleva el viento pintada en mi voz a ninguna parte a ningún buzón.
ILUSTRACIÓN: CARLOS GARCÍA BURGOS
No hay nada más bello que lo que nunca he tenido. Nada más amado que lo que perdí. Perdóname si hoy busco en la arena una luna llena que arañaba el mar...
Si alguna vez fui un ave de paso, lo olvidé para anidar en tus brazos. Si alguna vez fui bello y fui bueno, fue enredado en tu cuello y tus senos. Si alguna vez fui sabio en amores, lo aprendí de tus labios cantores. Si alguna vez amé. Si algún día después de amar, amé, fue por tu amor, Lucía. Tus recuerdos son cada día más dulces. El olvido sólo se llevó la mitad, y tu sombra aún se mete en mi cama con la oscuridad, entre mi almohada y mi soledad.
Joan Manuel Serrat (1943) Cancionero NI UN DÍA SIN POESÍA www.librosalacalle.com
18/6/09
12:18
Página 13
HAY APODOS QUE ilustran no solamente una manera de vivir, sino también la naturaleza social del mundo en que uno vive. La noche del 23 de junio de 1956, verbena de San Juan, el llamado Pijoaparte surgió de las sombras de su barrio vestido con un flamante traje de verano color canela; bajó caminando por la carretera del Carmelo hasta la plaza Sanllehy, saltó sobre la primera motocicleta que vio estacionada y que ofrecía ciertas garantías de impunidad (no para robarla, esta vez, sino simplemente para servirse de ella y abandonarla cuando ya no la necesitara) y se lanzó a toda velocidad por las calles hacia Montjuich. Su intención, esa noche, era ir al Pueblo Español, a cuya verbena acudían extranjeras, pero a mitad de camino cambió repentinamente de idea y se dirigió hacia la barriada de San Gervasio. Con el motor en ralentí, respirando la fragante noche de junio cargada de vagas promesas, recorrió calles desiertas, flanqueadas de verjas y jardines, hasta que decidió abandonar la motocicleta y fumar un cigarrillo recostado en el guardabarros de un formidable coche sport parado frente a una torre. En el metal rutilante de la carrocería, sobre un espejismo de luces deslizantes, se reflejó su rostro melancólico y adusto, de mirada grave y piel cetrina, mientras (...)
Juan Marsé (1933) Últimas tardes con Teresa NO TE QUEDES EN LA PRIMERA PÁGINA, CONTINÚA EN TU LIBRERÍA www.librosalacalle.com
ILUSTRACIÓN: FERNANDO VICENTE
PAGINAS
16/6/09
ILUSTRACIÓN: ALFREDO
PAGINAS
10:16
Página 3
EN ESTE MADRID jamás sabe uno a qué carta quedarse en el juego de las valoraciones literarias. El silencio envuelve por igual a muertos y a vivos, o, peor aún, los envuelve la alabanza pegajosa de los estúpidos, especie de engrudo que deja al artista y a cuanto representa, inabordable e intocable. Cualquier pretexto es bueno para eximir a la inteligencia de la penosa y comprometida función de juzgar; penosa porque es esfuerzo, y comprometida porque la opinión propia, si es libre y expresa, puede ahuyentar a una clientela, o enojar al patrón, o frustrar la esperanza de un destino de seis mil reales. A los grandes se les deja dormir en sus hornacinas por puro respeto. No se nos ha olvidado que al morir Galdós opinó don Antonio Zozaya que la pretensión de criticar la obra de don Benito era empresa superior a la inteligencia humana. A los menores se les dispensa el amistoso favor de desdeñarlos. Madrid, tan conservador en todo, lo es más que nada en literatura, por falta de discernimiento. Ante valores coetáneos de los toros de Guisando, tenidos por actuales, todavía es de ritual quitarse el sombrero; subsisten, como el buen paño que no se vende en el fondo del arca, a fuerza de no usarlos. Acuñada una reputación, no corre peligro de desgastarse (...)
Manuel Azaña (1880-1940) ¡Todavía el 98! LEER ES SABER www.librosalacalle.com
18/6/09
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Página 10
Vuelva usted mañana Gran persona debió de ser el primero que llamó pecado mortal a la pereza; nosotros, que ya en uno de nuestros artículos anteriores estuvimos más serios de lo que nunca nos habíamos propuesto, no entraremos ahora en largas y profundas investigaciones cerca de la historia de este pecado, por más que conozcamos que hay pecados que pican en historia, y que la historia de los pecados sería un tanto cuanto divertida. Convengamos solamente en que esta institución ha cerrado y cerrará las puertas del cielo a más de un cristiano. Estas reflexiones hacía yo casualmente no hace muchos días, cuando se presentó en mi casa un extranjero de estos que, en buena o en mala parte, han de tener siempre de nuestro país una idea exagerada e hiperbólica; de estos que, o creen que los hombres aquí son todavía los espléndidos, francos, generosos y caballerescos seres de hace dos siglos, o que son aún las tribus nómadas del otro lado del Atlante: en el primer caso vienen imaginando que nuestro carácter se conserva tan intacto como nuestra ruina; en el segundo vienen temblando por esos caminos, y preguntan si son los ladrones que los han de despojar los individuos de algún cuerpo de guardia establecido precisamente para defenderlos de los azares de un camino, comunes a todos los países. Verdad es que nuestro país no es de aquellos que se conocen (...)
Mariano José de Larra (1809-1837) Artículos YA HAS HECHO LO MÁS DIFÍCIL, EMPEZAR UN LIBRO, ¿POR QUÉ NO LO ACABAS? www.librosalacalle.com
ILUSTRACIÓN: PEPE ROBLES
PAGINAS
16/6/09
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Página 1
Ya no tocaba la bella la campana de l’Alhambra porque en las Torres Bermejas bañaba de plata el alba. Cuando, sin haber dormido recuerda el moro Abenámar con más cuidado que sueño que mal duerme quien bien ama. Y viendo que sale el sol y que no sale Daraxa con lágrimas de sus ojos aqueste llanto acompaña: «Si amanece el alba bordando los cielos para mí con celos anochece el alma». Paso llorando la noche, aguardando la mañana, y es de condición tu sol que, no saliendo, me abrasa; vanse tus claras estrellas en mi desengaño claras, y aunqu’el sol no es para mí que para mí todo es agua, ¿qué importa qu’el sol hermoso de las Indias venga y vaya a traer a España el día si se esconde el de tu cara? Si amanece el alba bordando los cielos para mí con celos anochece el alba.
ILUSTRACIÓN: RAÚL ALLEN
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Morisco anónimo (s. XVII)
La literatura secreta de los últimos musulmanes de España
NI UN DÍA SIN POESÍA www.librosalacalle.com
16/6/09
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Página 4
RODOLFO ECHÓ A ANDAR hacia la boca del metro de Ventas con una vaga sensación de culpabilidad. Pero ¿qué culpa tengo de no estar ya enamorado?, se preguntó encendiendo uno de los ocho pitillos que le había sisado a su jefe. ¿Cómo voy a estarlo, después de catorce años de noviazgo? Quería a Petrita, ¿cómo no la iba a querer, si hasta le daba lástima? Pero aquel querer no tenía nada que ver con el amor de los primeros tiempos, cuando planeaba pasar la luna de miel sin salir de la cama en un hotel de Palma. «Estás loco, con lo preciosa que dicen que es Mallorca; en la cama te quedarás tú, sinvergüenza, que siempre estás pensando en lo mismo», protestaba Petrita, entre pudibunda y picarona. «Ya veremos», le decía él, comiéndosela a besos en la oscuridad del portal de su casa y apretándole aquellas carnes tan duras que tenía, el oído siempre atento para anticiparse a la aparición de algún vecino y deshacer el abrazo y saludar con mucha educación: «Buenas noches, don Fulano...». ¡Si al menos nos hubiéramos acostado entonces! Pero, claro, ella no quería: «No, Rodolfo —le decía en lo más ardiente de sus enardecimientos—, mejor esperar a que seamos marido y mujer, las cosas hay que hacerlas como Dios manda».Y si estaba de buenas (...)
Rafael Azcona (1926-2008) El pisito SI EL VÉRTIGO TE ATRAE, ASÓMATE A LOS LIBROS www.librosalacalle.com
ILUSTRACIÓN: DODOT
PAGINAS
16/6/09
10:17
Página 7
Canciones entre el alma y el esposo 1 ¿Adónde te escondiste, amado, y me dejaste con gemido? Como el ciervo huiste, habiéndome herido; salí tras ti clamando y eras ido.
13 Mi amado, las montañas, los valles solitarios nemorosos, las ínsulas extrañas, los ríos sonorosos, el silbo de los aires amorosos,
2 Pastores, los que fuereis allá, por las majadas, al otero, si por ventura viereis aquel que yo más quiero, decidle que adolezco, peno y muero.
14 la noche sosegada en par de los levantes de la aurora, la música callada, la soledad sonora, la cena que recrea y enamora.
3 Buscando mis amores iré por esos montes y riberas; ni cogeré las flores, ni temeré las fieras, y pasaré los fuertes y fronteras.
15 Nuestro lecho florido, de cuevas de leones enlazado, en púrpura tendido, de paz edificado, de mil escudos de oro coronado.
(...)
San Juan de la Cruz (1542-1591) Cántico espiritual NI UN DÍA SIN POESÍA www.librosalacalle.com
ILUSTRACIÓN: RAÚL
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16/6/09
10:16
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¿Quieres cocinar con nosotros?
¡A cocinar! FANTASMITAS DE MERENGUE Mezcla dos claras de huevo con cuatro cucharadas grandes de azúcar. Bátelas mucho tiempo hasta que quede muy espeso y parezca nieve. (Se llama «montar las claras a punto de nieve».) Pide ayuda a una persona mayor porque es un poco cansado. Con una cuchara haz montoncitos encima de la bandeja del horno. Pide ayuda para meterlos en el horno ya caliente (140º) durante media hora. Cuando estén fríos, sácalos del horno y ponles los ojos y la boca con chocolate.
Sonia Albáizar, Paloma Casado, Ana Parada Cuentos que dan mucho juego SI QUIERES SABER, PREGÚNTALE A LOS LIBROS www.librosalacalle.com
ILUSTRACIÓN: AVI
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