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Meditación

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HOY MAS QUE NUNCA…

LA ELECCIÓN DE LA ESPERANZA, HOY MAS QUE NUNCA, ES DECISIVA.

Debemos partir de la premisa que primero, nos ha tocado vivir y sufrir una devastadora pandemia y ahora esta terrible guerra que deconstruyen el mito de la seguridad, el poder y el progreso que han caracterizado el consciente e inconsciente de nuestras sociedades, al menos en Occidente. De repente nos redescubrimos mucho más frágiles e indefensos de lo que pensábamos. Y lidiar con la propia fragilidad no es fácil: por un lado, nos obliga a revisar críticamente las falsas certezas en las que nos basamos. Por otro lado, nos convoca a la audacia profética para emprender nuevos caminos. Este, que se nos presenta como un tiempo de clausura espantosa, es por el contrario el tiempo de la audacia profética.

Pienso, por ejemplo, en los mensajes en los que insiste el Papa Francisco: necesitamos entender mejor lo que significa «nadie se salva solo» y «todos somos hermanos». Si este duro tiempo no nos lleva a replantearnos, nos habremos perdido el encuentro con la historia. También porque – no nos engañemos – si no reeducamos éticamente nuestras relaciones con el mundo y con el prójimo nos hundiremos cada vez más dando razón al mas pesado pesimismo. Debemos elegir el camino de la esperanza.

Hoy el catolicismo también está llamado a tomar conciencia de su propia fragilidad, de ahí que debemos mirar proféticamente dentro de nosotros mismos, ver nuestras fragilidades, con esa mirada crítica, resolutiva y esperanzadora que encontramos en el Evangelio. Nos definimos Homo faber: el artesano, el hombre que se realiza en acción. Y olvidamos que la acción es incompleta si se agota en el mero activismo, en el puro hacer. Y lo peor que puede pasar es perder la capacidad de asombrarse, la capacidad de deleitar. El asombro surge en nosotros cuando no interrumpimos la vida, cuando tomamos unos de sus hilos, y sabemos llevarlo creativamente a su cumbre. Quizás sea necesario reaprender lo que escribió el poeta Fernando Pessoa: «La maravillosa realidad de las cosas es mi descubrimiento cotidiano».

Bien sabemos que tener ojos no es suficiente para ver. Necesitamos una pedagogía del ver que bien nos lo enseno Jesús, porque es quien recrea y amplia nuestra mirada, haciéndonos pasar de nuestros estrechos horizontes al horizonte de Dios.

El Papa Francisco se ha involucrado mucho en esta transformación de mentalidad, como se puede entender, por ejemplo, por la hermosa expresión que le encanta usar: el santo de al lado. Debemos ser el santo al lado del otro con la esperanza como leitmotiv de nuestras vidas.

Padre Marcelo

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