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J 贸 v e n e s c r e a d o r e s P E C D A TA M A U L I P A S 2 013
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A Mayrin y mi abuelo Arturo. Porque todos somos un espejo, donde vemos dentro.
Ethos, antrophos, daimon. Heráclito. I. Que la tragedia fue en su origen sólo coro, todos lo sabemos, ¿no? Y un coro es, en gran medida, una muestra, un compendio de todos los espectadores. “El coro de la tragedia originaria suele deambular por un suelo ideal” dijo Schiller, es decir un suelo muy por encima del que caminamos todos los días, en lo cotidiano, de manera íntima, todos nosotros simples mortales. Yo no tengo alas. Usted tampoco. Yo no puedo levantar en vilo columnas enteras. Usted tampoco. Yo no puedo lanzar un hechizo que hunda en el abismo a una ciudad entera. Usted tampoco. Lo que sí puedo es imaginar, creer y realizar. Usted también. Lo que sí puedo es hacer bien mi trabajo todos los días. Usted también. Lo que sí puedo es dejar que la ira y el deseo de venganza aniden en mi cuerpo y dañar a muchas personas. Usted también. Dioses, semidioses, héroes y brujas a los que el coro mira y se refiere son infinitamente superiores a usted y a mi...aunque en escencia nos parezcamos tanto. Tal vez por eso, por ese suelo ideal, la tragedia originaria estuvo eximida de ofrecer una penosa fotografía de la realidad.
II. Ethos es una guarida, un lugar donde los animales acostumbran habitar, una morada. Es también un hábito, una acción reiterada, una repetición. Una marca grabada. Destino. Sísifo fue castigado por engañar a los dioses: debía empujar una enorme roca cuesta arriba de una ladera empinada; al llegar a la cima la roca rodaba hacia abajo y Sísifo tenía que empezar de nuevo desde el principio. Así una y otra vez. Y otra vez. Y otra vez...“Veo a ese hombre volver a bajar con paso lento pero igual hacia el tormento cuyo fin no conocerá”, escribió Camus sobre Sísifo. Una acción reiterada. Un hábito. Un habitar. Aceptar el absurdo. III. Anie Castillo, cual sátiro de la tragedia originaria ha intentado mirar la escencia de las cosas. Ha mirado en lo más íntimo de ese cotidiano habitar, de esa madriguera. Mirar, sólo mirar y fotografiar es lo que ha hecho. No accionar más allá, ¿para qué? Una acción no puede modificar en nada la escencia de las cosas, eso también todos lo sabemos ¿no?. Sin embargo en esta mirada íntima, de comportamientos cotidianos, que hoy ella nos muestra, alcanzo a presentir el pensamiento Nietzcheneano: “El consuelo metafísico que deja en nosotros toda verdadera tragedia, de que en el fondo de las cosas, y pese a toda mudanza de las apariencias, la vida es indestructiblemente poderosa y placentera” Sandra Muñoz.
Agradecimientos: A Dios A mi familia: mi madre, mi padre y mis hermanos. A mi familia materna: Laura, Yaredt, Yanaí, Cristina, Arturo, Rosa, Juan Angel, Mayrin, Abi. A Miguel Ángel Camero y Sandra Muñoz. A todos mis amigos que me acompañaron en este proyecto de alguna manera. Gracias. Anie Castillo
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