Krishnamurti

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J. KRISHNAMURTI

La raíz del conflicto El despertar de la inteligencia *

EDITORIAL KIER S.A. Av. Santa Fe 1260 (1059) Buenos Aires - Argentina


La Fundación Krishnamurti Latinoamericana (F.K.L.) tiene la satisfacción de ofrecer al lector de habla hispana la presente obra. La F.K.L. fundada por Krishnamurti, cuenta con Delegaciones en América Latina, donde desarrollan labores de información y difusión

Título original en inglés The Awakening of Intelligence Copyright © Krishnamurti Foundation Trust Brockwood Park Bramdean, Hampshire S024 OLQ - England Todos los derechos de la versión en castellano fueron cedidos a la Fundación Krishnamurti Latinoamericana, Apartado 5351, Barcelona 08080, España Titulo original en castellano El Despertar de la Inteligencia. En 3 tomos Tomo I: La Raíz del Conflicto Editorial Paidós, Buenos Aires, 1976 Editorial Kier, S.A. Buenos Aires 1994 Diseño de tapa Graciela Goldsmídt Foto de tapa Viviana J. Goldsmídt Composición tipográfica Cálamus Correctora de pruebas Delia Amzabalaga Libro de edición argentina ISBN 950-17-1187-0 Queda hecho el deposito que marca la ley 11.723 © 1994 by Editorial Kier, Buenos Aires Impreso en la Argentina Printed in Argentina


NOTA DE LOS EDITORES INGLESES PARA ESTA EDICION CASTELLANA Durante estos últimos años J. Krishnamurti ha continuado hablando a toda clase de auditorios, así como a grupos más pequeños e individuos de Estados Unidos de América, Europa y la India. La presente obra ha sido proyectada como un registro de sus enseñanzas en este periodo -o sea, desde 1967- pero más amplio que los aparecidos en publicaciones anteriores. Como las pláticas son siempre improvisadas, con intercambio de preguntas y respuestas, lo impreso aquí ha sido tomado de grabaciones en cinta magnetofónica, de manera que se han registrado exactamente las frases y las palabras tal como fueron pronunciadas, cuidando lo estrictamente necesario para que las páginas resultaran amenas, con eliminación de algunas redundancias. La obra original en inglés se ha dividido en tres volúmenes para su publicación en español con los siguientes titulas y bajo el subtítulo de El despertar de la inteligencia: Volumen I. Volumen II. Volumen III.

La raíz del conflicto La persecución del placer La conciencia fragmentada

Este primer volumen que ofrecemos a nuestros lectores comprende tres pláticas y cuatro diálogos en Estados Unidos de América y tres pláticas en la India. En este volumen Krishnamurti trata varios temas en forma distinta a como lo ha hecho hasta ahora. Krishnamurti dialoga con dos personas notables que están interesadas en sus enseñanzas. Estas entrevistas personales también están tomadas de grabaciones en cintas magnetofónicas. Habría que decir varias palabras de los diálogos que integran las partes I y III. Estos diálogos no son discusiones en el sentido de debates o argumentos, sino libres intercambios entre personas con un anhelo común, decididas a comprender, junto con Krishnamurti, los problemas fundamentales. Así, los diálogos siguen generalmente a una serie de pláticas y continúan con los temas iniciados, clarificándolos e investigándolos más a fondo. Testimoniamos nuestro reconocimiento a varias personas que ayudaron a grabar, transcribir y preparar esta obra para su publicación. GEORGE Y CORNELIA WINGFIELD DIGBY


I ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA 1. EL PAPEL DEL MAESTRO Conversación entre J. Krishnamurti y el profesor J. Needleman

Needleman1: Se ha hablado mucho acerca de una resolución espiritual entre los jóvenes, particularmente aquí en California. ¿Ve usted en este muy confuso fenómeno alguna esperanza de un nuevo florecimiento para la civilización moderna, una nueva posibilidad de desarrollo? KRISHNAMURTI: ¿No piensa usted, señor, que para que pueda haber una nueva posibilidad de desarrollo, uno ha de ser más bien serio, y no saltar de un mero entretenimiento espectacular a otro? Si uno ha considerado todas las religiones del mundo y ha visto su futilidad organizada, sobre la base de esa percepción ha llegado a ver algo real y puro, tal vez entonces pueda haber algo nuevo en California o en el mundo. Pero hasta donde he podido apreciar, me temo que no hay una condición de seriedad en todo esto. Puedo estar equivocado, porque yo veo a esta así llamada «gente joven», sólo a la distancia, entre el auditorio, y ocasionalmente aquí; pero por sus preguntas, por sus risas, por sus aplausos, ellos no me dan la impresión de que sean muy serios, maduros, hondamente intencionados. Puedo equivocarme, naturalmente. Needleman: Entiendo lo que usted dice. Tal vez no debemos esperar demasiada seriedad de los jóvenes. KRISHNAMURTI: Es que yo no creo que ello sea especialmente aplicable a los jóvenes. No sé por qué hemos hecho algo tan extraordinario de la gente joven, por qué ello se ha vuelto una cosa tan importante. En unos pocos años la gente joven será a su turno gente vieja. Needleman: Como fenómeno, al margen de lo que pueda haber bajo todo ello, a mí me parece que este interés en la experiencia trascendental -o como quiera uno llamarla- es una especie de tierra fértil que puede dar origen a seres singulares, ciertos maestros quizás, pese a toda la falsedad y la impostura que esto pueda envolver. KRISHNAMURTI: Pero yo no estoy seguro, señor, de que esto no sea algo cobijado precisamente por los impostores y explotadores. La «conciencia de Krishna», la meditación trascendental, y todo este desatino en que la gente está atrapada, es una forma de exhibicionismo, de diversión o entretenimiento. Para que algo nuevo pueda ocurrir, debe haber un núcleo de seres realmente serios, fervientes, dispuestos a ir hasta el mismo fin. Personas que después de haber pasado por todas estas cosas, digan: «Aquí hay algo que he de proseguir hasta el final». Needleman: Una persona seria tendría que ser aquella que quedara desilusionada con cualquier otra cosa que no fuera eso. KRISHNAMURTI: Yo no lo llamaría desilusión, sino una forma de seriedad. Needleman: ¿Pero como una condición previa? KRISHNAMURTI: No, no lo llamaría desilusión en absoluto; eso conduce a la desesperación y al cinismo. Se trata de investigar todas las cosas llamadas religiosas o espirituales: indagar, descubrir qué verdad hay en todo esto, y si es que hay alguna verdad. O bien descartar la cosa por completo y empezar de nuevo, pero no pasar por todos esos oropeles, toda esa confusión. Needleman: Pienso que eso es lo que yo intentaba decir, pero así está mejor expresado. Son personas que intentaron algo, y eso les falló.

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Jacob Needleman es profesor de Filosofía en el San Francisco State College; autor de Las nuevas religiones y editor de la Penguin Metaphysical Library.


KRISHNAMURTI: No «otras personas». Quiero decir que uno ha de descartar todas las promesas, todas las experiencias, todas las aseveraciones místicas. Pienso que se ha de empezar como si no se supiera absolutamente nada. Needleman: Eso es muy difícil. KRISHNAMURTI: No, señor, no creo que sea difícil. Pienso que es difícil y arduo sólo para aquellas personas que se han llenado con conocimientos ajenos. Needleman: ¿No ocurre eso con la mayoría de nosotros? Ayer hablaba a mi clase en San Francisco y, al decirles que iba a entrevistar a Krishnamurti, les pedí me sugirieran qué preguntas les gustaría hacerle. Ellos tenían muchas, pero lo que más me impacto fue lo que dijo un joven: «He leído sus libros una y otra vez, pero no puedo hacer lo que él dice» Había algo tan puro en eso que repicó como una campana. En cierto sentido muy sutil, ello parece comenzar de este modo. ¡Ser un principiante, nuevo, lozano! KRISHNAMURTI: Yo pienso que no cuestionamos lo suficiente. ¿Entiende lo que quiero decir? Needleman: Sí. KRISHNAMURTI: Aceptamos, somos crédulos, estamos ávidos de nuevas experiencias. ¡La gente se traga lo que dice cualquiera que lleva barba, que hace promesas, que le dice a usted que tendrá una maravillosa experiencia si es que hace ciertas cosas! Pienso que uno debe decir: «Yo nada sé». Evidentemente, uno no puede fiarse de otros. Si no hubiera libros ni gurús, ¿qué haría usted? Needleman: Pero uno se engaña tan fácilmente... KRISHNAMURTI: Usted se engaña cuando desea algo. Needleman: Sí, comprendo eso. KRISHNAMURTI: Bien; uno dice entonces: «Voy a investigar, voy a inquirir paso a paso. No quiero engañarme a mí mismo». El engaño surge cuando yo deseo, cuando soy codicioso, cuando digo: «Toda experiencia es superficial, yo quiero algo que sea misterioso». Entonces estoy atrapado. Needleman: Para mí usted habla de un estado, de una actitud, un enfoque, que está muy lejos de la comprensión del hombre. Yo mismo me siento muy lejos de eso y sé que mis alumnos también lo están. Y así, ellos sienten -acertada o erróneamente- que necesitan ayuda. Quizás entiendan mal qué es la ayuda, pero ¿existe tal cosa como la ayuda? KRISHNAMURTI: ¿Querrá usted decir: ¿por qué exige uno ayudar? Needleman: Déjeme expresarlo así: uno en cierto modo se huele a sí mismo y se engaña, uno no conoce exactamente... KRISHNAMURTI: Es bastante simple. Yo no quiero engañarme a mí mismo, ¿correcto? De modo que investigo cuál es el movimiento, la cosa que produce el engaño. Evidentemente ello sucede cuando estoy ansioso, cuando quiero algo, cuando estoy insatisfecho. Así, en vez de encararme con la codicia, el deseo, la insatisfacción, yo ansío algo más. Needleman: Sí. KRISHNAMURTI: De modo que debo comprender mi codicia. ¿De qué soy codicioso? ¿Es porque estoy harto de este mundo, he tenido mujeres, he tenido autos, he tenido dinero y deseo algo más? Needleman: Pienso que uno es codicioso porque desea estímulos que busca fuera de sí mismo a fin de no ver su propia pobreza. Pero lo que estoy tratando de preguntar -sé que usted ha contestado muchas veces esta pregunta en sus pláticas y, no obstante, ella permanece repitiéndose casi inevitablemente- es por qué las grandes tradiciones


del mundo, aparte de lo que ellas se han vuelto (deformadas, mal interpretadas e ilusorias) siempre hablan directa o indirectamente de ayuda. Dicen: «El gurú es también usted mismo», pero al propio tiempo admiten la ayuda. KRISHNAMURTI: Señor, ¿usted sabe qué significa la palabra «gurú»? Needleman: No, no exactamente. KRISHNAMURTI: Aquél que señala. Este es un significado. El otro significado es: aquél que trae iluminación, el que alivia su carga. Pero en vez de aliviar su carga, ellos imponen la propia sobre usted. Needleman: Me temo que es así KRISHNAMURTI: Gurú significa también aquél que lo ayuda a pasar al otro lado, etc. Hay diversos significados. En el momento que el gurú dice que sabe, entonces usted puede estar seguro de que no sabe. Porque aquello que él sabe pertenece, evidentemente, al pasado. El conocimiento es el pasado. Y cuando él dice que sabe, está pensando en alguna experiencia que ha tenido, que fue capaz de reconocer como algo grande; y ese reconocer tiene origen en sus conocimientos previos; de otra manera, él no podría reconocerlo. De modo que su experiencia tiene raíces en el pasado. Por lo tanto, ella no es lo real. Needleman: Bueno, creo que la mayoría de los conocimientos son eso. KRISHNAMURTI: Entonces ¿para qué necesitamos en todo esto apelar a forma alguna de tradiciones antiguas o modernas? Mire, señor, yo no he leído libros religiosos, filosóficos o psicológicos; uno puede penetrar en sí mismo a profundidades tremendas y descubrirlo todo. Ese penetrar en uno mismo es el problema. Siendo incapaces de hacerlo, pedimos: «¿Quisiera usted ayudarme, por favor?» Needleman: Sí. KRISHNAMURTI: Y el otro socio dice: «Yo lo ayudaré» y lo empuja hacia alguna otra parte. Needleman: Bien, en cierto modo eso contesta la pregunta. Estuve leyendo los otros días un libro que hablaba de algo llamado «Sat-sa?» KRISHNAMURTI: ¿Sabe lo que eso quiere decir? Needleman: Unión con el sabio. KRISHNAMURTI: No, con la gente buena. Needleman: Con la gente buena, ¡ah! KRISHNAMURTI: Siendo bueno, usted es sabio; y no, siendo sabio, usted es bueno. Needleman: Sí, entiendo. KRISHNAMURTI: Porque usted es bueno, es sabio. Needleman: Señor, no estoy tratando de atribuir esto a algo, pero veo que tanto mis estudiantes como yo, al leerlo a usted o al escucharlo, decimos: «¡Ah! yo no necesito a nadie, no necesito estar con nadie»; y en eso hay también un tremendo engaño. KRISHNAMURTI: Naturalmente, porque ustedes son influidos por el que habla. Needleman: Sí, eso es verdad (Risa).


KRISHNAMURTI: Mire, señor, simplifiquemos. Supongamos que no hubiera libro, ni gurú, ni maestro, ¿qué haría usted? Uno vive en esta inquietud, en esta confusión y agonía, ¿qué haría usted? Sin nadie para ayudarlo, ni drogas, ni tranquilizantes, ni religiones organizadas, ¿qué haría? Needleman: No puedo imaginar lo que haría. KRISHNAMURTI: De eso se trata. Needleman: Tal vez habría aquí un momento de urgencia. KRISHNAMURTI: Eso es. No tenemos la urgencia porque decimos: «Bueno, alguien va a ayudarme». Needleman: Pero la mayoría de la gente se volvería loca en esta situación. KRISHNAMURTI: No estoy seguro, señor. Needleman: Yo tampoco estoy seguro. KRISHNAMURTI: No, yo no estoy seguro en absoluto. Porque, ¿qué es lo que hemos hecho hasta ahora? La gente en la cual hemos confiado, las religiones, las iglesias, la educación, nos condujeron a esta confusión tremenda. No estamos libres de dolor, no estamos libres de nuestra bestialidad, de nuestra fealdad, de nuestras vanidades. Needleman: ¿Puede uno afirmar esto de todos? Existen diferencias. Por cada mil impostores hay un Buda. KRISHNAMURTI: Pero eso no es asunto mío, señor, si vemos que ello conduce a semejante engaño. No, no. Needleman: Entonces, déjeme preguntarle esto. Sabemos que sin trabajar arduamente el cuerpo puede enfermar, y a ese arduo trabajo lo llamamos esfuerzo. ¿Hay algún otro tipo de esfuerzo para lo que podríamos definir como espíritu? Usted habla contra el esfuerzo, ¿pero no requiere el desarrollo y el bienestar del hombre en todos sus aspectos, algo así como trabajo arduo de una u otra clase? KRISHNAMURTI: Me pregunto qué quiere usted significar por arduo trabajo. ¿Se refiere al trabajo físico? Needleman: Eso es lo que habitualmente queremos decir por arduo trabajo. O ir en contra de los deseos. KRISHNAMURTI: ¿Ve?, ahí está. Nuestro condicionamiento, nuestra cultura, están edificados en torno de este «ir en contra», del erigir un muro de resistencia. Entonces, ¿qué queremos significar cuando decimos «arduo trabajo»? ¿Pereza? ¿Por qué debo hacer un esfuerzo con respecto a cosa alguna? ¿Por qué? Needleman: Porque deseo algo. KRISHNAMURTI: No. ¿Por qué existe este culto del esfuerzo? ¿Por qué debo realizar un esfuerzo para alcanzar a Dios, la iluminación, la verdad? Needleman: Hay muchas respuestas posibles, pero yo sólo puedo responder por mí mismo. KRISHNAMURTI: Eso que quiero alcanzar puede estar justamente aquí, sólo que no sé mirar. Needleman: Pero entonces debe haber un obstáculo. KRISHNAMURTI: ¡No sé cómo mirar! Ello puede estar justo a la vuelta de la esquina, bajo esa flor, puede estar en cualquier parte. Por eso, en primer lugar, debo aprender a mirar; no hacer un esfuerzo para mirar. Debo descubrir qué significa mirar. Needleman: Sí, ¿pero no admite usted que puede haber una resistencia a ese mirar?


KRISHNAMURTI: ¡Entonces no se moleste en mirar! Si alguien viene a usted y le dice: «Yo no quiero mirar», ¿cómo va usted a forzarlo para que mire? Needleman: No, ahora yo estoy hablando de mí mismo. Yo quiero mirar. KRISHNAMURTI: Sé usted quiere mirar, ¿qué es lo que entiende por mirar? Usted debe descubrir qué significa mirar, antes de hacer un esfuerzo para mirar. ¿Correcto, señor? Needleman: Eso mismo podría ser, para mí un esfuerzo. KRISHNAMURTI: No. Needleman: El hacerlo de ese modo sutil y delicado. Yo deseo mirar, pero no deseo descubrir qué significa mirar, aunque admito que esto es para mí lo fundamental. ¿Pero no constituye resistencia este deseo de hacerlo rápidamente, de vencer? KRISHNAMURTI: Rápida medicina para curarse. Needleman: ¿Hay algo en mí que yo tenga que estudiar, algo que resista a esta cosa sutil y muy delicada a la que usted alude? ¿Y no es eso un trabajo? ¿No es trabajo formular la cuestión del modo tan sutil, tan sereno en que usted lo hace? A mí me parece que es un trabajo no escuchar a esa parte que quiere hacerlo... KRISHNAMURTI: Rápidamente. Needleman: En particular para nosotros, los occidentales, y probablemente para todos los hombres. KRISHNAMURTI: Me temo que en todo el mundo sea lo mismo: «Dígame cómo alcanzar eso rápidamente». Needleman: Y sin embargo usted dice que eso ocurre en un instante. KRISHNAMURTI: Así es, evidentemente. Needleman: Sí, comprendo. KRISHNAMURTI: Señor, ¿qué es el esfuerzo? Levantarse de la cama por la mañana cuando usted no desea hacerlo, es un esfuerzo. ¿Qué es lo que produce esa pereza? Falta de sueño, exceso de autocomplacencia y esas cosas, y por la mañana usted dice: «¡Oh, qué fastidio, tengo que levantarme!». Ahora, espere un momento, señor, atienda a esto. ¿Qué es la pereza? ¿Se trata de pereza física o es perezoso el pensamiento? Needleman: Eso no lo entiendo, necesito otra palabra. ¿«El pensamiento es perezoso»? Yo encuentro que el pensamiento es siempre lo mismo. KRISHNAMURTI: No, señor. Yo soy perezoso, no quiero levantarme y por eso me fuerzo a levantarme. En eso hay lo que llamamos esfuerzo. Needleman: Sí. KRISHNAMURTI: Yo deseo eso, pero no debería tenerlo, y lo resisto. La resistencia es esfuerzo. Yo estoy furioso, y no debo estar furioso: resistencia, esfuerzo. ¿Qué es lo que me ha vuelto perezoso? Needleman: El pensamiento de que debo levantarme. KRISHNAMURTI: Eso es. Needleman: De acuerdo.


KRISHNAMURTI: Por consiguiente, lo que en realidad he de hacer es investigar toda esta cuestión del pensamiento. No justificarme diciendo que el cuerpo es perezoso, forzándolo fuera de la cama; porque el cuerpo tiene su propia inteligencia, él sabe cuándo está cansado y debe descansar. Esta mañana yo estoy cansado; he preparado la estera y todo lo necesario para hacer los ejercicios de yoga, y el cuerpo dijo: «No, lo siento». Y yo respondí: «De acuerdo». Esto no es pereza. El cuerpo dijo: «Déjame tranquilo, porque diste una plática ayer, has visto a mucha gente, estás cansado». Entonces viene el pensamiento y dice: «Debes levantarte y hacer los ejercicios porque eso es bueno para ti, has de hacerlo todos los días, ello se ha vuelto un hábito, no te relajes, te volverás perezoso, persevera». Lo cual significa que es el pensamiento lo que me hace perezoso, no el cuerpo. Needleman: Sí, entiendo. Hay, pues, un esfuerzo con respeto al pensamiento. KRISHNAMURTI: Ningún esfuerzo! ¿Por qué es tan mecánico el pensamiento? ¿Y es todo pensamiento mecánico? Needleman: Sí, de acuerdo, uno formula esa pregunta. KRISHNAMURTI: ¿No lo es? Needleman: Yo no puedo decir que haya verificado tal cosa. KRISHNAMURTI: Pero podemos hacerlo, señor. Eso es muy simple de ver. ¿No es mecánico todo pensamiento? El estado no-mecánico es la ausencia de pensamiento; no el rechazo del pensamiento, sino la ausencia de pensamiento. Needleman: ¿Cómo puedo descubrir eso? KRISHNAMURTI: Hágalo ahora, es bastante simple. Usted puede hacerlo ahora si quiere. El pensamiento es mecánico. Needleman: Bien, supongamos que es así. KRISHNAMURTI: Sin suponer. No suponga nada. Needleman: De acuerdo. KRISHNAMURTI: El pensamiento es mecánico ¿verdad?, porque es repetitivo, está siempre ajustándose, comparando. Needleman: Esa parte la veo, la que compara. Pero mi experiencia me dice que no todos los pensamientos son de la misma clase. Hay cualidades de pensamiento. KRISHNAMURTI: ¿Las hay? Needleman: De acuerdo con mi experiencia las hay. KRISHNAMURTI: Investiguémoslo. ¿Qué es el pensamiento, el pensar? Needleman: Parece haber pensamientos que son muy superficiales, muy repetitivos, mecánicos. Y parece haber una clase de pensamiento diferente, que está más conectado con mi cuerpo, con todo mi ser; él resuena de un modo distinto. KRISHNAMURTI: ¿Y eso qué implica, señor? El pensamiento es la respuesta de la memoria. Needleman: De acuerdo, ésta es una definición. KRISHNAMURTI: No, no, uno puede verlo en sí mismo. Esta noche tengo que ir a aquella casa -el recuerdo, la distancia, la imagen- todo eso es memoria, ¿no es así?


Needleman: Sí, eso es memoria. KRISHNAMURTI: He estado allí antes, y así se ha establecido el recuerdo; desde allí surge tanto el pensamiento instantáneo como el que toma cierto tiempo. Conque me pregunto: ¿es todo pensamiento así, mecánico, o existe un pensamiento que no es mecánico, que no es verbal? Needleman: Sí, eso es correcto. KRISHNAMURTI: ¿Hay pensamiento cuando no hay palabras? Needleman: Hay comprensión. KRISHNAMURTI: Espere, señor. ¿Cómo se produce esta comprensión? ¿Ocurre cuando el pensamiento funciona rápidamente, o cuando el pensamiento está quieto? Needleman: Cuando el pensamiento está quieto, sí. KRISHNAMURTI: La comprensión nada tiene que ver con el pensamiento. Usted puede razonar -lo cual es el proceso del pensar, la lógica- hasta que dice: «No lo comprendo»; entonces dentro de usted se hace el silencio y usted exclama: «¡Ah, lo veo, lo he comprendido!». Esta comprensión no es un resultado del pensamiento. Needleman: Usted habla de una energía que perece ser sin causa. Nosotras experimentamos la energía de causa y efecto, la cual determina nuestras vidas. Pero, ¿cuál es la relación de aquella otra energía respecto de la energía con la cual estamos familiarizados? ¿Qué es energía? KRISHNAMURTI: En primer lugar: ¿es divisible la energía? Needleman: No lo sé. Prosiga. KRISHNAMURTI: Puede dividirse: la energía física, la energía de la cólera, etcétera, la energía humana, la energía cósmica; todo esto puede ser dividido. Pero es todo una sola energía, ¿verdad? Needleman: De acuerdo con la lógica yo digo que sí. Pero no comprendo la energía. A veces experimento una cosa a la que llamo energía. KRISHNAMURTI: ¿Por qué dividimos la energía? Eso es lo que quiero averiguar; entonces podemos enfocarlo de un modo diferente. La energía sexual, la energía física, la mental, la psicológica, la cósmica, la energía del hombre de negocios que se dirige a su oficina, etcétera; ¿por qué la dividimos? ¿Cuál es el motivo de esta división? Needleman: Parece haber en uno mismo muchas partes que están separadas; y es a causa de esto, creo, que dividimos la vida. KRISHNAMURTI: ¿Por qué? Hemos dividido el mundo en comunista, socialista, imperialista, o católico, protestante, hindú, budista, y en nacionalidades, divisiones lingüísticas; todo eso es fragmentación. ¿Por qué la mente ha fragmentado la totalidad de la vida? Needleman: No se la respuesta. Veo el océano y veo el árbol; la división existe. KRISHNAMURTI: No. Lo que existe es diferencia entre el mar y el árbol -¡así lo espero!-. Pero eso no es división. Needleman: No, es una diferencia, no una división. KRISHNAMURTI: Pero lo que preguntamos es por qué existe la división no sólo en el mundo exterior, sino dentro de nosotros.


Needleman: Ella está en nosotros, ésa es la cuestión más interesante. KRISHNAMURTI: Porque está en nosotros, la proyectamos hacia afuera. Entonces, ¿por qué existe en mí esta división? El «yo» y el «no-yo», ¿entiende?, lo alto y lo bajo, el Atman y el yo inferior. ¿Por qué esta división? Needleman: Puede ser que ella fue hecha, al menos en los comienzos, para ayudar al hombre a interrogarse. Para que se formulara preguntas acerca de si realmente conocía aquello que él suponía conocer. KRISHNAMURTI: ¿Por medio de la división iría a descubrir? Needleman: Quizá por medio de una idea; la idea de que existe algo que uno no comprende. KRISHNAMURTI: En un ser humano hay esta división, ¿por qué? ¿Cuál es la «raison d'etre», cuál es la estructura de esta división? Yo veo que existe un pensador y el pensamiento, ¿de acuerdo? Needleman: Yo no veo eso. KRISHNAMURTI: Hay un pensador que dice: «Debo controlar ese pensamiento, no debo pensar esto, debo pensar aquello». Así que hay un pensador que dice «debo» y «no debo». Needleman: De acuerdo. KRISHNAMURTI: Existe la división. «Yo debería ser esto» y «yo no debería ser aquello». Si pudiera comprender por qué existe esta división en mí; ¡oh, mire, mire! ¡Mire aquellas colinas! Maravillosas, ¿verdad? Needleman: Bellísimas. KRISHNAMURTI: Ahora, señor, ¿las mira usted con la división? Needleman: No. KRISHNAMURTI: ¿Por qué no? Needleman: No hay «yo» que haga algo al respecto. KRISHNAMURTI: Eso es todo. Usted nada puede hacer respecto de aquello. Aquí, con el pensamiento, uno piensa que si puede hacer algo. Needleman: Sí. KRISHNAMURTI: Así que uno desea cambiar «lo que es». Yo no puedo cambiar «lo que es» allá, pero pienso que puedo cambiar «lo que es» en mí. No sabiendo cómo cambiarlo, me siento desesperado, perdido. Digo: «No puedo cambiar», y en consecuencia carezco de energía para cambiar. Needleman: Eso es lo que uno dice. KRISHNAMURTI: Así que en primer lugar, antes de que yo cambie «lo que es», debo saber quién es el «cambiador», quién es aquél que cambia. Needleman: Hay momentos en que uno sabe eso, por un instante. Esos momentos se pierden; pero en ellos uno sabe quién ve «lo que es» en uno mismo. KRISHNAMURTI: No señor. Lo siento. El simple ver «lo que es», es suficiente; no el cambiarlo. Needleman: De acuerdo. Estoy de acuerdo con eso.


KRISHNAMURTI: Puedo ver «lo que es» sólo cuando no hay observador. Cuando usted miraba esas colinas, no había observador. Needleman: De acuerdo, sí. KRISHNAMURTI: El observador aparece únicamente cuando uno quiere cambiar «lo que es». Usted dice: No me gusta «lo que es», debe ser modificado; y así hay instantáneamente una dualidad. ¿Puede la mente observar «lo que es» sin el observador? Ello ocurrió cuando usted miraba aquellas colinas cubiertas con esa luz tan maravillosa. Needleman: Esta verdad es una verdad absoluta. En el instante que uno la experimenta, dice: «¡Si?» Pero la experiencia de uno indica que esto también se olvida. KRISHNAMURTI: Olvídelo y recóbrelo de nuevo en otra oportunidad. Needleman: Pero de esta discusión -no importa cuál sea su propósito- surge una ayuda. Yo sé, hasta donde puedo saber algo, que ello no podría suceder sin la ayuda que existe entre nosotros. Tal vez yo mirara aquellas colinas, y es probable que tupiera esta percepción libre de juicio, pero ello podría no aparecer como importante para mí; podría no saber que ése es el modo en que debo mirar por la salvación. Y esto, pienso, es un tema que uno siempre desea considerar. Tal vez se trate otra vez de la mente queriendo asirse de algo, pero no obstante pareciera que la condición humana... KRISHNAMURTI: Señor, mirábamos aquellas colinas, usted no podía cambiar eso, simplemente miraba. Pero usted miró hacia adentro y comenzó la batalla. Por un instante usted miró sin esa batalla, sin esa lucha. Después recordó la belleza de aquel momento, de aquel segundo, y quiso capturar esa belleza otra vez. ¡Espere, señor! Prosigamos. ¿Qué es lo que sucede? Aparece un nuevo conflicto: la cosa que usted tuvo y quiere volver a tener sin saber cómo recapturarla. Usted sabe, si lo piensa, que no es lo mismo, que no es aquello. Entonces lucha, combate: «Yo debo controlar, no debo desear», ¿correcto? Mientras que si usted dice: «Muy bien, eso se terminó», aquel momento pasa y no hay conflicto. Needleman: Debo aprender eso. KRISHNAMURTI: No, no. Needleman: Debo aprender, ¿no es así? KRISHNAMURTI: ¿Qué hay que aprender? Needleman: Debo aprender acerca de lo trivial que es este convicto. KRISHNAMURTI: No, ¿qué hay que aprender? Usted mismo ve que aquel instante de belleza se vuelve un recuerdo; entonces la memoria dice: «Eso fue tan hermoso que debo tenerlo otra vez». Usted no está interesado en la belleza sino en la persecución del placer. El placer y la belleza no marchan juntos. De modo que si usted ve esto, el problema se terminó. Como si fuera una serpiente venenosa, usted no vuelve a acercársele. Needleman: Quizás yo no lo haya visto, así que no puedo decirlo. (Risa) KRISHNAMURTI: Esa es la cuestión. Needleman: Sí, pienso que así debe ser, porque uno persiste en volver y volver atrás. KRISHNAMURTI: No. Lo real es esto. Si yo veo la belleza de aquella luz -y en verdad es extraordinariamente bella-, simplemente la veo. Ahora, con la misma cualidad de atención yo quiero verme a mí mismo. Hay, pues, un instante de percepción que es tan bello como aquél. ¿Qué ocurre entonces? Needleman: Entonces lo deseo. KRISHNAMURTI: Deseo capturarlo, deseo cultivarlo, perseguirlo.


Needleman: ¿Y cómo llega uno a ver eso? KRISHNAMURTI: Viendo simplemente lo que ocurre; es suficiente. Needleman: ¡Eso es lo que yo olvido! KRISHNAMURTI: No es cuestión de olvidar; Needleman: Bueno, es lo que yo no comprendo bien a fondo. Que sólo el ver es suficiente. KRISHNAMURTI: Mire, señor. ¿Qué sucede cuando usted ve una serpiente venenosa? Needleman: Tengo miedo. KRISHNAMURTI: No. ¿Qué sucede? Usted corre, la mata, hace algo. ¿Por qué? Porque sabe que es peligrosa. Usted está alerta acerca del peligro que ella representa. Un acantilado... no, mejor que un acantilado, tome un abismo; usted conoce el peligro que implica, nadie debe decírselo. Usted ve directamente lo que podría ocurrir. Needleman: De acuerdo. KRISHNAMURTI: Ahora bien; si usted ve directamente que la belleza de aquel instante de percepción no puede ser repetida, ello se termina. Pero el pensamiento dice: «No, eso no se terminó, queda el recuerdo de ello». ¿Qué es entonces lo que usted hace? Persigue el recuerdo muerto de aquello, no la belleza viva, ¿verdad? Por lo tanto, si usted ve eso, la verdad de ello -no la manifestación verbal sino la verdad- ello se terminó. Needleman: Entonces este ver es más raro de lo que pensamos. KRISHNAMURTI: Si yo veo la belleza de aquel instante, éste se termina. No deseo perseguirlo. Si lo persigo, él se vuelve un placer. Entonces, si no puedo alcanzarlo, viene la desesperación, el sufrimiento, y todo eso. Por lo tanto, digo: «Muy bien, se terminó». ¿Qué ocurre entonces? Needleman: Según mi experiencia, me temo que lo que ocurre es que el monstruo vuelve a renacer. El tiene mil vidas. (Risa). KRISHNAMURTI: No, señor. ¿Cuándo tuvo lugar aquella percepción de belleza? Needleman: Cuando vi sin tratar de cambiar. KRISHNAMURTI: Cuando la mente estaba completamente quieta. Needleman: Sí. KRISHNAMURTI: ¿Fue así? ¿Correcto? Needleman: Sí. KRISHNAMURTI: Cuando usted miraba aquello, su mente estaba quieta, no decía: «Yo deseo poder cambiarlo, copiarlo, fotografiarlo, esto, aquello y lo de más allá». Usted simplemente miraba. La mente no estaba operando. O más bien, el pensamiento no operaba. Pero el pensamiento entra de inmediato en acción. Ahora uno se pregunta: «¿Cómo puede estar quieto el pensamiento? ¿Cómo puede uno ejercitar el pensamiento cuando es necesario, y no ejercitarlo cuando no es necesario?» Needleman: Sí, esa pregunta me interesa profundamente, señor. KRISHNAMURTI: Es decir: ¿por qué rendimos culto al pensamiento? ¿Por qué el pensamiento se ha vuelto tan extraordinariamente importante?


Needleman: El parece ser capaz de satisfacer nuestros deseos; por medio del pensamiento uno cree que puede satisfacerlos. KRISHNAMURTI: No, no es por la satisfacción. ¿Por qué en todas las culturas el pensamiento ha adquirido un interés tan vital para la mayoría de la gente? Needleman: Uno acostumbra a identificarse como pensamiento, como sus propios pensamientos. Si yo pienso acerca de mí mismo, pienso acerca de lo que yo pienso, en la clase de ideas que tengo, en lo que creo. ¿Es esto lo que usted quiere significar? KRISHNAMURTI: No, del todo. Aparte de la identificación con el «yo» o con el «no-yo». ¿Por qué está siempre activo el pensamiento? Needleman: ¡Ahí!, ya veo. KRISHNAMURTI: Él está siempre operando en función del conocimiento, ¿no es así? Si no hubiera conocimiento no habría pensamiento. El pensamiento siempre opera en el campo de lo conocido. Sea mecánico, verbal, no verbal, etcétera, siempre está trabajando en el pasado. Así, mi vida es el pasado, porque está basada en el conocimiento de lo que fue, en los recuerdos de placer, dolor, etcétera; todo eso es el pasado. Y está el futuro que yo proyecto desde el pasado, que el pensamiento proyecta. De modo que el pensamiento está fluctuando entre el pasado y el futuro. Todo el tiempo dice: «yo debería hacer esto, no debería hacer aquello, debería haberme comportado de tal o cual manera». ¿Por qué hace todo esto? Needleman: No lo sé. ¿Hábito? KRISHNAMURTI: Hábito. Muy bien. Prosiga. Investiguemos. ¿Hábito? Needleman: El hábito trae lo que yo llamo placer. KRISHNAMURTI: Hábito, placer, dolor. Needleman: Para protegerme. Dolor, sí, dolor. KRISHNAMURTI: El pensamiento siempre funciona dentro de este campo. ¿Por qué? Needleman: Porque no conoce nada mejor. KRISHNAMURTI: No, no. ¿Puede el pensamiento funcionar en otro campo? Needleman: Esa clase de pensamiento, no. KRISHNAMURTI: No, ningún pensamiento. ¿Puede el pensamiento funcionar en algún otro campo, excepto en el campo de lo conocido? Needleman: No. KRISHNAMURTI: Es obvio que no. No puede funcionar en algo que yo no conozco; sólo puede funcionar en este campo. Ahora bien; ¿por qué funciona en este campo? He aquí, señor, ¿por qué? Es la única cosa que conozco, y en eso hay seguridad, hay protección. De modo que el pensamiento sólo puede funcionar en el campo de lo conocido. Y cuando se cansa de eso -como ocurre- entonces busca algo exterior. Y lo que busca sigue siendo lo conocido. Sus dioses, sus visiones, sus estados espirituales -todo proyectado desde el pasado conocido hacia el conocido futuro-. De modo que el pensamiento siempre opera en este campo. Needleman: Sí, veo eso.


KRISHNAMURTI: Por lo tanto, el pensamiento funciona siempre dentro de una prisión. Puede llamarla libertad, puede llamarla belleza, puede llamarla como quiera. Pero está siempre dentro de los limites de su cerca alambrada. Ahora quiero descubrir si el pensamiento tiene algún lugar que no sea ese. No lo tiene cuando digo: «No sé, realmente no sé». ¿Correcto? Needleman: Por el momento. KRISHNAMURTI: Realmente no sé. Yo sólo conozco esto y realmente no sé si el pensamiento puede funcionar en algún campo excepto en éste. Realmente no lo sé. Cuando digo «no sé» -lo cual no significa que estoy esperando saber- cuando realmente no sé, ¿qué ocurre? Desciendo la escalera. Me vuelvo -la mente se vuelvecompletamente humilde. Este estado de «no saber» es inteligencia. Entonces ella puede operar en el campo de lo conocido y es libre para trabajar en cualquier otra parte si lo desea. Malibú, California 26 de marzo de 1971 2. EL ESPACIO INTERIOR; TRADICIÓN Y DEPENDENCIA Conversación entre J. Krishnamurti y el profesor J. Needleman

Needleman: En sus pláticas usted da un nuevo significado a la necesidad de que el hombre sea su propia autoridad. Sin embargo, ¿no puede esta aseveración convertirse fácilmente en una forma de psicología humanística sin referencia a lo sagrado, a la dimensión trascendental de la vida humana sobre la tierra en medio de un cosmos inmenso e inteligente? ¿No debemos tratar de vernos a nosotros mismos no sólo en el instante, sino también como criaturas del Cosmos? Lo que trato de plantear es esta cuestión de la dimensión cósmica. KRISHNAMURTI: Tan pronto como empleamos la palabra «dimensión», ella implica espacio, de otro modo no hay dimensión, no hay espacio. ¿Estamos refiriéndonos al espacio, al espacio exterior, al espacio infinito? Needleman: No. KRISHNAMURTI: ¿O a la dimensión del espacio en nosotros? Needleman: Pienso que tendría que ser lo último, pero no totalmente exento de lo primero KRISHNAMURTI: ¿Hay diferencia entre el espacio exterior que es ilimitado y el espacio que existe en nosotros? ¿O no hay espacio en absoluto dentro de nosotros y sólo conocemos el espacio exterior? Conocemos el espacio en nosotros como un centro y una circunferencia. La dimensión configurada por ese centro y el radio que parte de ese centro, es lo que generalmente llamamos espacio. Needleman: El espacio interior, sí. KRISHNAMURTI: Sí, el espacio interior. Ahora bien; si hay un centro el espacio debe ser siempre limitado, y en consecuencia dividimos el espacio interno del espacio exterior. Needleman: Sí. KRISHNAMURTI: Nosotros sólo conocemos este espacio limitadísimo, pero pensamos que nos gustaría alcanzar el otro espacio, tener un espacio inmenso. Esta casa existe en el espacio, de otro modo no podría haber casa, y las cuatro paredes de esta habitación conforman su espacio. Y el espacio en mí es aquél que el centro ha creado alrededor de sí mismo. Como ese micrófono... Needleman: Sí, el centro de interés. KRISHNAMURTI: No tan sólo el centro de interés; él tiene su propio espacio, de otra manera no podría existir.


Needleman: Sí, de acuerdo. KRISHNAMURTI: Del mismo modo, los seres humanos tienen un centro y desde ese centro ellos crean un espacio, el centro crea un espacio a su alrededor. Y tal espacio es siempre limitado, debe serlo; el espacio es limitado a causa del centro. Needleman: Es definido, es un espacio definido, sí. KRISHNAMURTI: Cuando usted usa las palabras «espacio cósmico»... Needleman: Yo no usé las palabras «espacio cósmico», dije cósmico, la dimensión del cosmos. Yo no preguntaba acerca del espacio exterior y los viajes a los planetas. KRISHNAMURTI: Entonces estamos refiriéndonos al espacio que el centro crea en torno de sí mismo, y también al espacio entre dos pensamientos. Hay un espacio, un intervalo entre dos pensamientos. Needleman: Sí. KRISHNAMURTI: Y habiendo el centro creado un espacio en torno de sí, existe el espacio fuera de ese limite. Hay un espacio entre el pensar, entre pensamientos, un espacio alrededor del centro, y también el espacio más allá de la cerca alambrada. Ahora. ¿cuál es la pregunta, señor? ¿Cómo extender el espacio? ¿Cómo entrar en una diferente dimensión del espacio? Needleman: No cómo, sino... KRISHNAMURTI: ... no cómo ¿Existe una dimensión del espacio diferente del espacio en torno del centro? Needleman: ¿O una diferente dimensión de la realidad? KRISHNAMURTI: Del espacio, por el momento estamos hablando de eso, podemos emplear esa palabra. En primer lugar, debo ver muy claramente el espacio entre dos pensamientos. Needleman: El intervalo. KRISHNAMURTI: Este intervalo entre dos pensamientos. Intervalo significa espacio. ¿Y qué ocurre en este intervalo? Needleman: Bueno, confieso que no lo sé, porque mis pensamientos se superponen todo el tiempo. Sé que existen intervalos, por momentos este intervalo aparece y lo veo; entonces hay libertad por un instante. KRISHNAMURTI: Indaguemos un poco en esto: ¿puede ser? Existe el espacio entre dos pensamientos. Y hay el espacio que el centro crea en torno de sí, el espacio del aislamiento. Needleman: De acuerdo, sí. Esa es una palabra desalentadora. KRISHNAMURTI: Ese espacio se aísla a sí mismo. Desde él yo me considero importante, con mi ambición, mi frustración, mi ira, con mi sexualidad, mi evolución, mi meditación, mi accesible Nirvana. Needleman: Sí, eso es aislamiento. KRISHNAMURTI: Es aislamiento. Mi relación con usted es la imagen de ese aislamiento, que es ese espacio. Entonces, habiendo creado tal espacio, existe un espacio fuera de la alambrada de púas. Ahora bien; ¿hay un espacio de una dimensión por completo diferente? Esa es la cuestión. Needleman: Sí, eso abarca la pregunta.


KRISHNAMURTI: ¿Cómo hemos de descubrir si el espacio a mi alrededor, alrededor del centro, existe? ¿Y cómo puedo descubrir al otro? Puedo especular acerca del otro, puedo inventar el espacio que me guste; ¡pero eso es demasiado abstracto, demasiado tonto! Needleman: Sí. KRISHNAMURTI: ¿Es posible, pues, estar libre del centro, de modo tal que el centro no cree espacio en torno de sí, que no edifique un muro de aislamiento a su alrededor, una prisión y llame espacio a eso? ¿Puede ese centro dejar de ser? De otro modo no puedo ir más allá; la mente no puede traspasar esa limitación. Needleman: Sí, veo lo que usted quiere decir. Es lógico, razonable. KRISHNAMURTI: O sea: ¿qué es ese centro? Ese centro es el «yo» y el «no-yo» ese centro es el observador, el pensador, el experimentador, y en ese centro está también lo observado. El centro dice: «Esa es la alambrada de púas que yo he creado alrededor de mí mismo». Needleman: De modo que ese centro también ahí está limitado. KRISHNAMURTI: Sí; por lo tanto se separa a sí mismo de la cerca alambrada, la cual se convierte de ese modo en lo observado. El centro es el observador. En consecuencia hay espacio entre el observador y lo observado. ¿De acuerdo, señor? Needleman: Sí, veo eso. KRISHNAMURTI: Y el centro trata de trasponer ese espacio. Eso es lo que hacemos. Needleman: Trata de trasponerlo. KRISHNAMURTI: El centro dice: «Esto debe ser cambiado, aquello no debería ser, esto es estrecho, aquello es amplio, yo debo ser mejor que eso». Todo ello es el movimiento en el espacio entre el observador y lo observado. Needleman: Entiendo eso, sí. KRISHNAMURTI: Y en consecuencia hay conflicto entre el observador y lo observado. Porque lo observado es la cerca alambrada que debe ser transpuesta, y así la batalla comienza. ¿Puede el observador -que es el centro, el pensador, el conocedor, que es la experiencia y el conocimiento-, puede ese centro estar quieto? Needleman: ¿Por qué debería desear tal cosa? KRISHNAMURTI: Sí él no está quieto, el espacio es siempre limitado. Needleman: Pero el centro, el observador, no sabe que está de tal modo limitado. KRISHNAMURTI: Pero usted puede verlo, mire; el centro es el observador, llamémoslo el observador por ahora: el pensador, el experimentador, el conocedor, el batallador, el buscador, el que dice: «Yo sé y usted no sabe» ¿correcto? Donde hay un centro éste debe tener un espacio en torno de sí. Needleman: Sí, entiendo. KRISHNAMURTI: Y cuando él observa, observa a través de este espacio. Cuando yo observo aquellas montañas, existe un espacio entre yo y las montañas. Y cuando me observo a mí mismo, hay un espacio entre yo y la cosa que observo en mí. Cuando observo a mi esposa, la observo desde el centro de la imagen que tengo de ella, y ella me observa con la imagen que tiene de mí. Conque siempre hay esta división, este espacio. Needleman: Cambiando ahora totalmente el enfoque de la cuestión, existe algo que llamamos lo sagrado. Las enseñanzas sagradas, las ideas sagradas, lo santo; ello me parece demostrar que este centro, este espacio al que usted se refiere, es una ilusión.


KRISHNAMURTI: Espere. Uno ha aprendido esto de otros. ¿Vamos a investigar entonces qué es lo sagrado? ¿Estamos considerándolo porque alguien nos ha dicho: «Eso es sagrado», o nos dijo que existe una cosa sagrada? ¿O se trata de mi imaginación, porque yo deseo algo que sea santo? Needleman: Muy a menudo es eso, pero existe... KRISHNAMURTI: ¿Qué es entonces? ¿El deseo de algo santo? ¿La imposición que otros han hecho sobre mi mente diciendo: «Esto es sagrado»? ¿O es mi propio deseo el que, al ver que todo es profano, quiere algo que sea santo, sagrado? Todo esto brota del centro. Needleman: Sí. No obstante... KRISHNAMURTI: Espere. Investiguemos esto: ¿qué es lo sagrado? Pero yo no quiero aceptar la tradición, o lo que alguien haya dicho acerca de lo sagrado. Señor, yo no sé si usted ha experimentado con esto. Hace algunos años, por diversión, tomé un trozo de roca del jardín, lo puse sobre la repisa de la chimenea y jugué con él, le traje flores todos los días. ¡Al cabo de un mes él se transformó en algo terriblemente sagrado! Needleman: Veo lo que usted quiere decir. KRISHNAMURTI: Yo no deseo esa clase de falsa santidad. Needleman: Eso es un fetiche. KRISHNAMURTI: La santidad es un fetiche. Needleman: Concedido; en la mayoría de los casos lo es. KRISHNAMURTI: Conque yo no quiero aceptar nada de lo que alguien diga acerca de lo que es sagrado. ¡La tradición! Como brahmín uno fue educado en una tradición que dejaría atrás la tradición de cualquiera, ¡se lo aseguro! Lo que digo es que quiero descubrir qué es lo santo, no la santidad fabricada por el hombre. Sólo puedo descubrir cuando la mente dispone de un espacio inmenso, y ella no puede tener ese espacio inmenso si existe un centro. Cuando el centro no opera, entonces hay un vasto espacio. En ese espacio, que es parte de la meditación, existe algo que es realmente sagrado, algo no inventado por mi pequeño tonto centro. Hay algo inconmensurablemente sagrado, algo que jamás puedo descubrir si existe un centro. Imaginarlo es un desatino, ¿entiende lo que quiero decir? ¿Puede la mente estar libre de este centro -con su espacio terriblemente cercado-, el cual puede ser medido, expandido, contraído y todo eso? ¿Puede? El hombre ha dicho que no puede y, por lo tanto, Dios se ha convertido en otro centro. Lo que me interesa, pues, es si el centro puede estar completamente vacío. Ese centro es la conciencia, es el contenido de la conciencia. El contenido es la conciencia; no hay conciencia si no hay contenido. Usted debe ver esto... Needleman: Ciertamente, lo que de ordinario entendemos por conciencia es eso. KRISHNAMURTI: No hay casa si no existen paredes ni techo. El contenido es la conciencia, pero nos gusta separarlos, teorizar acerca de ello, medir el espacio cercado de nuestra conciencia. Así que el centro es la conciencia, el contenido de la conciencia y el contenido es la conciencia. Sin el contenido, ¿dónde está la conciencia? Y ése es el espacio. Needleman: Capto un poquito de lo que usted dice. Pero quisiera preguntarle: Bueno, ¿qué es lo que usted valora aquí? ¿Cuál es aquí la cosa importante? KRISHNAMURTI: Encararemos esta pregunta después de haber descubierto si la mente puede vaciarse de su contenido. Needleman: De acuerdo.


KRISHNAMURTI: Porque entonces alguna otra cosa operará, funcionará dentro del campo de lo conocido. Pero sin descubrir eso, manifestar meramente que... Needleman: No, no; es como usted dice. KRISHNAMURTI: Prosigamos. El espacio existe entre dos pensamientos, entre dos factores de tiempo, dos periodos de tiempo; porque el pensamiento es tiempo, ¿no? Needleman: De acuerdo, sí. KRISHNAMURTI: Usted puede tener una docena de períodos de tiempo, pero eso es siempre pensamiento, existe ese espacio. Luego está el espacio en torno del centro y el espacio más allá del yo, más allá de la alambrada, más allá del muro que el centro ha erigido. El espacio entre el observador y lo observado es el espacio que el pensamiento creó como la imagen de mi esposa y la imagen que ella tiene de mí. ¿Me sigue, señor? Needleman: Sí. KRISHNAMURTI: Todo eso está fabricado por el centro. Especular acerca de lo que hay más allá de todo eso no tiene sentido para mí; ello constituye el pasatiempo de los filósofos. Needleman: El pasatiempo de los filósofos... KRISHNAMURTI: Yo no estoy interesado. Needleman: De acuerdo. A veces, en mis mejores momentos, yo tampoco estoy interesado; pero no obstante... KRISHNAMURTI: ¡Lo siento, porque usted es un filósofo! Needleman: No, no, ¿por qué debe usted recordar eso, por favor? KRISHNAMURTI: Así que mi pregunta es: «¿Puede el centro estar quieto, o puede el centro desvanecerse?» Porque si eso no ocurre, entonces el contenido de la conciencia se dedica a crear espacio dentro de la conciencia y llama a eso el inmenso espacio. En esto hay engaño y yo no quiero engañarme. No digo que no soy moreno cuando soy moreno. ¿Puede entonces ese centro ser disuelto? Lo cual significa: ¿puede no haber imagen, ya que es la imagen la que separa? Needleman: Sí, ése es el espacio. KRISHNAMURTI: Esa imagen habla acerca del amor, pero el amor de la imagen no es amor. Por lo tanto, debo descubrir si el centro puede ser completamente absorbido, disuelto, o al menos yacer como un vago fragmento en la distancia. Si no hay tal posibilidad, entonces debo aceptar la prisión. Needleman: Estoy de acuerdo. KRISHNAMURTI: Debo aceptar que no hay libertad y entonces puedo decorar mi prisión para siempre. Needleman: Pero esta posibilidad de la que usted habla, si uno no la busca conscientemente... KRISHNAMURTI: ¡No, no la busque! Needleman: Digo que si uno no la busca de modo consciente, la vida o alguna cosa debe súbitamente mostrarme que ello es posible. KRISHNAMURTI: ¡Está ahí! La vida no me lo ha mostrado. La vida me muestra, cuando miro aquella montaña, que hay una imagen en mí; cuando miro a mi esposa veo que hay una imagen en mí. Eso es un hecho. ¡No es que


tenga que esperar diez años para descubrir acerca de la imagen! Sé que está ahí, por lo tanto, digo: «¿Es posible mirar sin la imagen?» La imagen es el centro, el observador, el pensador, etcétera. Needleman: Estoy comenzando a ver la respuesta a mi pregunta. Comienzo a ver -estoy hablándome a mí mismoque no hay distinción entre el humanismo y las enseñanzas sagradas. Solo existe verdad o no-verdad. KRISHNAMURTI: Eso es todo. Lo falso y lo verdadero. Needleman: Tanto para llegar a eso. (Risa) KRISHNAMURTI: Preguntamos: «¿Puede la conciencia vaciarse a sí misma de su contenido?» No que algún otro lo haga Needleman: Esa es la cuestión, sí. KRISHNAMURTI: No la divina gracia, el yo superior, algún ficticio agente externo. ¿Puede la conciencia vaciarse a sí misma de todo su contenido? Primero vea la belleza de ello, señor. Needleman: La veo. KRISHNAMURTI: Porque debe vaciarse a sí misma sin ningún esfuerzo. En el momento que hay esfuerzo, hay un observador que está realizando el esfuerzo para cambiar el contenido, el cual es parte de la conciencia. No sé si usted ve esto. Needleman: Lo sigo. Este vacío ha de efectuarse sin esfuerzo, en el instante. KRISHNAMURTI: Debe tener lugar sin un agente externo o interno que esté operando sobre el contenido. ¿Puede entonces ser hecho esto sin esfuerzo alguno, sin ninguna directiva que diga: «yo cambiaré el contenido»? Esto significa vaciar la conciencia de toda voluntad de «ser» o «no ser». Señor, vea lo que ocurre. Needleman: Estoy atento. KRISHNAMURTI: Me he hecho esta pregunta a mí mismo; nadie me la ha formulado. Porque ello es un problema vital, un problema de existencia en este mundo. Es un problema que mi mente tiene que resolver. ¿Puede la mente, con todo su contenido, vaciarse a sí misma y, sin embargo, continuar siendo mente, no sólo algo que flota por ahí? Needleman: Eso no es suicidio. KRISHNAMURTI: No. Needleman: Existe cierta clase de sutil... KRISHNAMURTI: No, señor, eso es demasiado inmaduro. Yo he formulado la pregunta. Mi respuesta es: realmente no lo sé. Needleman: Esa es la verdad. KRISHNAMURTI: Realmente no lo sé. Pero voy a descubrir -no en el sentido de esperar descubrir-. El contenido de mi conciencia es mi infelicidad, mi desdicha, mis luchas, mis sufrimientos, las imágenes que he acumulado a lo largo de la vida, mis dioses, las frustraciones, los placeres, los temores, las agonías, los odios; eso es mi conciencia. ¿Puede todo ello ser completamente vaciado? No sólo en el nivel superficial sino bien a fondo, incluso en el así llamado inconsciente. Si ello no es posible, entonces debo vivir una vida desdichada, debo vivir en interminable sufrimiento. No hay esperanza ni desesperanza; estoy en una prisión. La mente ha de descubrir, pues, cómo liberarse ella misma de su contenido, vaciarlo totalmente, y no obstante vivir en este mundo. No convertirme en un simplón, sino tener un cerebro que funcione muy eficientemente. ¿Cómo ha de hacerse esto? ¿Puede en realidad hacerse? ¿O no hay escape para el hombre?


Needleman: Entiendo. KRISHNAMURTI: Debido a que no veo cómo ir más allá de esto, invento todos los dioses, los templos, las filosofías, los rituales, ¿comprende? Needleman: Comprendo. KRISHNAMURTI: Esto es meditación, verdadera meditación, no toda esa baratija falsificada. Ver si la mente -con el cerebro que ha evolucionado a través del tiempo, que es el resultado de miles de experiencias, el cerebro que funciona eficientemente sólo en completa seguridad-, ver si la mente puede vaciarse a sí misma y tener, no obstante, un cerebro que funcione como una máquina maravillosa. Ver también que el amor no es placer, que el amor no es deseo. Que cuando hay amor no hay imagen. Pero yo no conozco qué es el amor, yo sólo ansío amor como placer, sexo y todo eso. Tiene que haber una relación entre el vacío de la conciencia y la cosa llamada amor; entre lo desconocido y lo conocido, que es el contenido de la conciencia. Needleman: Sigo lo que usted dice. Tiene que haber tal relación. KRISHNAMURTI: Ambas cosas tienen que estar en armonía. El vacío y el amor deben estar en armonía. Y tal vez sólo el amor sea necesario y nada más. Needleman: Este vacío es otra palabra para nombrar el amor; ¿es eso lo que usted dice? KRISHNAMURTI: Yo sólo pregunto qué es amor. ¿Está el amor dentro del campo de la conciencia? Needleman: No, no puede estarlo. KRISHNAMURTI: No dé por sentado nada. Nunca diga sí o no; ¡investigue! El amor que está dentro del contenido de la conciencia es placer, ambición y todo eso. ¿Qué es entonces el amor? Realmente no lo sé. No quiero fingir más acerca de nada; no sé. En esto hay algún elemento que yo debo investigar. Si el vaciado de la conciencia con cuanto ella contiene es amor, ¿qué es lo desconocido? ¿Cuál es la relación entre lo desconocido y lo conocido? No el misterioso desconocido, Dios, o el nombre que quiera darle. Nosotros llegaremos a Dios si pasamos a través de esto. La relación entre lo desconocido, lo que yo no conozco -que puede ser llamado amor-, y el contenido de la conciencia que si conozco (aunque sea inconsciente puedo explorarlo y descubrir). ¿Cuál es la relación entre lo conocido y lo desconocido? Moverse entre lo conocido y lo desconocido es armonía, es inteligencia, ¿verdad? Needleman: Totalmente. KRISHNAMURTI: Debo descubrir entonces, la mente debe descubrir, cómo vaciarse de su contenido. Vale decir que no haya imagen y, en consecuencia, que no haya observador. La imagen significa el pasado; también está la imagen que se forma ahora o la que proyecto en el futuro. Así que nada de imagen, ninguna fórmula, idea, ideal, principio; todo eso implica imagen. ¿Puede no haber formación de imagen en absoluto? Usted me hace daño o me proporciona placer y, como consecuencia, yo formo una imagen de usted. De modo que se trata de no formar imagen alguna cuando usted me hace daño o cuando me proporciona un placer. Needleman: ¿Es eso posible? KRISHNAMURTI: Por supuesto que lo es. De otro modo estoy condenado. Needleman: Está condenado. En otras palabras: yo estoy condenado. KRISHNAMURTI: Estamos condenados. ¿Es posible, cuando usted me insulta, estar completamente alerta, atento, de modo tal que ello no deje marca? Needleman: Entiendo lo que quiere decir.


KRISHNAMURTI: Cuando usted me adula, ninguna marca. Entonces no hay imagen. De modo que lo he hecho, la mente lo ha hecho; no ha formado imagen en absoluto. Si usted no forma una imagen ahora, las imágenes del pasado no tienen lugar. Needleman: Eso no lo entiendo. «¿Si yo no formo una imagen ahora...?» KRISHNAMURTI: Las imágenes del pasado no tienen lugar. Si usted forma una imagen, entonces usted está relacionado con esa imagen. Needleman: Me conecto entonces con las imágenes del pasado. Correcto. KRISHNAMURTI: ¿Pero si usted no forma ninguna imagen? Needleman: Entonces estoy libre del pasado. KRISHNAMURTI: ¡Véalo! ¡Véalo! Needleman: Lo veo claramente. KRISHNAMURTI: Entonces la mente puede vaciarse a sí misma de imágenes con sólo no formar una imagen ahora. Si yo formo una imagen ahora, entonces la relaciono con las imágenes del pasado. De modo, pues, que la conciencia, la mente, puede vaciarse a sí misma de todas las imágenes mediante el no formar una imagen ahora. Entonces hay espacio, no el espacio alrededor del centro. Y si uno ahonda, si uno indaga en ello más profundamente, entonces surge algo sagrado, algo no inventado por el pensamiento, y que nada tiene que ver con ninguna religión. Needleman: Gracias. …………………………………………………………………………………. Needleman: Tengo otra pregunta que quería hacerle. Vemos la estupidez de tantas tradiciones que la gente hoy referencia, pero ¿no hay ciertas tradiciones transferidas de generación en generación que son valiosas y necesarias, y sin las cuales podríamos perder la poca humanidad que ahora conservamos? ¿No existen acaso tradiciones que están basadas en algo real, y que se transmiten? KRISHNAMURTI: Se transmiten... Needleman: Modos de visir, aunque sólo sea en un sentido externo. KRISHNAMURTI: Si no se me ha dicho desde la infancia que no cruce delante de un coche... Needleman: Ese sería el ejemplo más simple. KRISHNAMURTI: O que sea cuidadoso con el fuego, o que tenga cuidado de no irritar al perro porque puede morderme, etc. Eso también es tradición. Needleman: Sí, ciertamente lo es. KRISHNAMURTI: La otra clase de tradición es que usted debe amar. Needleman: Ese es el otro extremo. KRISHNAMURTI: Y la tradición de los tejedores en la India y en otros lugares. Usted sabe, ellos pueden tejer sin un modelo y, sin embargo, tejen de acuerdo con una tradición tan profundamente arraigada que ni siquiera tienen que pensar acerca de ello; se desarrolla con sus manos. No sé si usted lo ha visto alguna vez. En la India tienen acerca de esto una tremenda tradición y producen cosas maravillosas. También está la tradición del hombre de ciencia, del biólogo, del antropólogo, que es una tradición basada en la acumulación de conocimientos entregados


por un científico a otro, por un doctor a otro doctor; la erudición. Evidentemente, esta clase de tradición es esencial, pero yo no llamaría tradición a eso. ¿Usted sí? Needleman: No, no es eso lo que tengo en mente. Lo que entiendo por tradición es un modo de vivir. KRISHNAMURTI: Yo tampoco llamaría tradición a esto. ¿No queremos significar por tradición algún otro factor? ¿Es la bondad un elemento de tradición? Needleman: No, aunque tal vez haya buenas tradiciones. KRISHNAMURTI: Buenas tradiciones condicionadas por la cultura en que uno vive. Buena tradición entre los brahmines era la de no matar a ningún ser humano o animal. Ellos aceptaron eso y funcionó. Nosotros preguntamos: «¿Es tradicional la bondad? ¿Puede la bondad funcionar, florecer en la tradición?» Needleman: Yo pregunto a mi vez: ¿no hay tradiciones que están concebidas por una inteligencia -individual o colectiva- que ha comprendido a la naturaleza humana? KRISHNAMURTI: ¿Es tradicional la inteligencia? Needleman: No, ¿pero no puede la inteligencia concebir o dar forma a un modo de vida capaz de ayudar a otros hombres a encontrarse más fácilmente a sí mismos? Sé que usted dice que ésta es una cosa que debe originarse en uno, ¿pero no hay hombres de gran inteligencia, capaces de modelar para mí las condiciones externas de modo que yo no tenga tanta dificultad y no requiera tanto tiempo para llegar a lo que usted ha visto? KRISHNAMURTI: ¿Esto qué significa, señor? Usted dice que sabe. Needleman: Yo no digo que sé. KRISHNAMURTI: Aceptado. Supongamos que usted es la gran persona de tremenda inteligencia, y dice: «Querido hijo, vive de este modo». Needleman: Bueno, yo no tengo que decirlo. KRISHNAMURTI: Usted exuda su atmósfera, su aura, y entonces yo digo: «Lo intentaré, él lo ha logrado, yo no lo he logrado». ¿Puede la bondad florecer en su ambiente? ¿Puede la bondad desarrollarse bajo su sombra? Needleman: No; pero entonces yo no sería inteligente si estableciera esas condiciones. KRISHNAMURTI: Por lo tanto, usted está afirmando que la bondad no puede operar, funcionar o florecer en ningún medio ambiente. Needleman: No, no he dicho eso. Yo pregunto: ¿hay condiciones ambientales que puedan ser conducentes a la liberación? KRISHNAMURTI: Investigaremos esto. Un hombre que va diariamente a la fábrica, día tras día, y encuentra escape en la bebida y esas cosas... Needleman: Este es un ejemplo de un pobre ambiente, una mala tradición. KRISHNAMURTI: ¿Qué ha de hacer entonces el hombre que es inteligente, que está interesado en cambiar las condiciones ambientales, qué ha de hacer por aquel pobre hombre? Needleman: Tal vez él esté cambiando el medio para sí mismo. Pero él comprende algo acerca del hombre en general. Ahora estoy hablando de un gran maestro, sea eso lo que fuere. Él ayuda, él nos presenta un modo de vida que no comprendemos, que no hemos verificando por nosotros mismos, pero que de alguna manera actúa sobre algo que hay en nosotros y nos acerca un poco a él.


KRISHNAMURTI: Eso es satsan, vale decir la compañía de lo bueno. Es encantador estar en compañía de lo bueno, porque entonces no deseamos pelear, combatir el uno contra el otro, no queremos ser violentos; eso es bueno. Needleman: Muy bien. Pero tal vez la compañía de lo bueno signifique que yo pelearé, pero lo veré más, lo sufriré más y lo comprenderé mejor. KRISHNAMURTI: ¿Entonces usted quiere la compañía de lo bueno a fin de verse con mayor claridad? Needleman: Sí. KRISHNAMURTI: Lo cual significa que usted depende del medio ambiente para verse a sí mismo. Needleman: Tal vez sea así al comienzo. KRISHNAMURTI: El comienzo es el primer paso y el último paso. Needleman: No estoy de acuerdo. KRISHNAMURTI: Investiguémoslo un poco. Vea lo que ocurre: yo me reúno con los hombres buenos porque en ese ambiente, en esa atmósfera me veo con mayor claridad; porque al ser buenos ellos yo percibo mis necedades. Needleman: A veces sucede de esa manera. KRISHNAMURTI: Estoy considerando esto. Needleman: Ese es un ejemplo, ¿no es cierto? KRISHNAMURTI: O sucede que yo también soy bueno y, por lo tanto, vivo con ellos. Entonces no necesito de ellos. Needleman: No, entonces no necesitamos de ellos. De acuerdo. KRISHNAMURTI: Sí yo soy bueno no necesito de ellos. Pero si no soy bueno, cuando estoy en presencia de ellos puedo verme más claramente. Entonces para verme claramente los necesito. Esto es lo que por lo general ocurre; ellos se vuelven importantes, no mi bondad. Esto sucede todos los días. Needleman: ¿Pero no existe una cosa como el destetar al bebé negándole el pecho? Ocurre que tal vez al comienzo yo necesite de esos hombres. KRISHNAMURTI: Voy a cuestionar eso, quiero investigarlo. En primer lugar, si yo soy bueno no necesito de ellos. Soy como esas colinas y esos pájaros; ellos no necesitan de nadie. Needleman: Correcto. Podemos descartar eso. KRISHNAMURTI: Cuando no soy bueno, necesito la compañía de ellos, porque en su compañía me veo con mayor claridad, siento un hálito de frescura. Needleman: O siento lo malo que soy. KRISHNAMURTI: En el momento que tengo horror de mí mismo -en el más amplio sentido de la palabra- estoy comparándome con ellos. Needleman: No, no siempre. La imagen que tengo de mí puede revelárseme como una mentira. KRISHNAMURTI: Entonces le pregunto: ¿Necesita usted de ellos para revelarse a sí mismo como un mentiroso.


Needleman: En principio, no. KRISHNAMURTI: No, no diga en principio. O es así o no lo es. Needleman: Esa es la cuestión. KRISHNAMURTI: Lo cual significa que si necesito de ellos estoy perdido, porque entonces siempre tendré que apoyarme en ellos. Señor, esto ha ocurrido desde que comenzaron las relaciones humanas. Needleman: Sí, así es. Pero también ocurre que uno se apoya por un rato y luego se vale por sí mismo. KRISHNAMURTI: Entonces, ¿por qué usted, el hombre bueno no me dice: «Mire, empiece, usted no me necesita. Usted puede verse ahora mismo muy claramente»? Needleman: ¡Tal vez si yo le digo eso, usted podría interpretarlo de un modo totalmente erróneo, y tergiversarme por completo! KRISHNAMURTI: ¿Entonces qué haré? ¿Continuaré apoyándome en usted, correré detrás? Es lo que ellos generalmente hacen: corren detrás de él. Needleman: Sí, generalmente hacen eso. KRISHNAMURTI: Y se aferran a sus faldones. Needleman: Pero eso ocurre porque tal vez el maestro no es inteligente. KRISHNAMURTI: No, señor. Él dice: «vea, mi amigo, yo no puedo enseñarle, no tengo nada que enseñar. Si yo soy realmente bueno, nada tengo que enseñar. Sólo puedo señalar». Needleman: Pero él no lo dice, lo hace. KRISHNAMURTI: Yo digo; «Mire, no quiero enseñarle, usted puede aprender de sí mismo». Needleman: Sí, de acuerdo. Supongamos que él dice eso. KRISHNAMURTI: Sí, él dice que aprenda de sí mismo. Que no dependa. Eso significa que usted, el hombre bueno, me ayuda a verme a mí mismo. Needleman: Significa que lo estoy cautivando. KRISHNAMURTI: No. Usted me pone en un rincón, de modo tal que yo no pueda escapar. Needleman: Veo lo que usted quiere decir. Pero escapar es la cosa más fácil del mundo. KRISHNAMURTI: Yo no quiero hacerlo. Señor, usted me dice: «No dependa, porque la bondad no es dependencia». Si usted quiere ser bueno, no puede depender de nada. Needleman: De nada exterior, sí, de acuerdo. KRISHNAMURTI: De nada, ni exterior ni interior. No dependa de nada. Ello no quiere decir tan sólo que no dependa del cartero; significa no depender internamente Needleman: Correcto. KRISHNAMURTI: ¿Qué significa eso? Yo dependo. Él me ha dicho: «No dependa de mí ni de nadie, esposa, esposo, hija, político, no dependa». Eso es todo. El se va. Y me deja con eso. ¿Qué haré?


Needleman: Descubrir si él está en lo cierto. KRISHNAMURTI: Pero yo dependo. Needleman: Eso es lo que quiero decir. KRISHNAMURTI: Dependo de mi esposa, del sacerdote, de algún psicoanalista; dependo. Entonces empiezo. Porque él me dice la verdad, ¿entiende, señor? Ello está ahí y yo tengo que resolverlo. Así que debo investigar si eso es la verdad, o si es una falsedad. Lo cual significa que debo ejercitar mi razón, mi capacidad, mi inteligencia. Debo trabajar. No puedo decir simplemente: «Bueno, él se ha ido». ¡Yo dependo de mi cocinera! Entonces tengo que descubrir, tengo que ver lo que es verdadero y lo que es falso. Tengo que verlo. Eso no depende de nadie. Needleman: Correcto. KRISHNAMURTI: La compañía de lo bueno tampoco me enseña qué es bueno y qué es falso, o verdadero. Yo debo verlo. Needleman: Totalmente de acuerdo. KRISHNAMURTI: Así que no dependo de nadie para descubrir lo que es verdadero y lo que es falso. Malibú, California, 26 de Marzo de 1971. 3. LA REVOLUCIÓN INTERIOR La necesidad de un cambio. ¿Un proceso en el tiempo o algo instantáneo? El consciente y el inconsciente; los sueños. El proceso analítico. Ver el contenido de la conciencia sin separación entre el observador y lo observado. Ruido y resistencia. «Cuando cesa por completo la división entre el observador, lo observado, entonces ‘lo que es’ ya no es mas lo que e?»

Preguntas: El observador y lo observado; fragmentación; resistencia. KRISHNAMURTI: Vamos a examinar juntos el problema de lo que está oculto en la conciencia, en las profundas capas de la psiquis, a lo cual acostumbramos llamar el inconsciente. Nos interesa producir una revolución radical en nosotros mismos así como en la sociedad. La revolución física por la que tanto se aboga actualmente en todo el mundo, no produce un cambio fundamental en el hombre. En una sociedad corrupta como es ésta, ya sea en Europa, en la India o en cualquier otra parte, tiene que haber cambios fundamentales en la propia estructura social. Pero si el hombre permanece siendo corrupto en sí mismo, en su actividad, se sobrepondrá a cualquier estructura por perfecta que sea. Por lo tanto, es imperativo, es absolutamente esencial que el hombre cambie. ¿Ha de efectuarse este cambio por medio de un proceso de tiempo, a través de logros graduales, de un cambio progresivo? ¿O el cambio sólo ocurre en el instante? Esto es lo que vamos a examinar juntos. Uno ve que debe haber un cambio dentro de uno mismo; cuanto más sensible, cuanto más alerta e inteligente uno es, tanto más se da cuenta de que ha de haber un cambio profundo, perdurable, vital. El contenido de la conciencia es la conciencia, no hay separación entre ambos. Lo que está implantado en la conciencia es lo que constituye la conciencia. ¿Y depende el cambio en la conciencia -tanto en lo evidente como en lo oculto- del análisis, del tiempo, de las presiones ambientales? ¿O este cambio ha de ocurrir independientemente de cualquier presión, de cualquier compulsión? Ustedes saben, esta cuestión es un poco difícil de investigar a causa de su gran complejidad, y espero que seamos capaces de compartir lo que se diga. A menos que uno encare esto con mucha seriedad, con real inquietud, con profundo interés, con pasión, me temo que no podrá llegar muy lejos; lejos no es el sentido de espacio o tiempo, sino muy profundamente dentro de uno mismo. Se necesita una gran pasión, muchísima energía, pero la mayoría de nosotros desperdicia sus energías en el conflicto. Y cuando examinamos toda esta cuestión de la existencia, necesitamos energía. La energía viene con la posibilidad del cambio; si no hay posibilidad de cambio, la energía decae, se disipa. Pensamos que no es posible cambiar. Aceptamos las cosas como son, y así es como nos volvemos más bien descorazonados, deprimidos, indecisos y confusos. Es posible cambiar radicalmente, y esto es lo que vamos a


examinar. Tengan la bondad de no seguir exactamente las palabras del que habla; utilícenlas como un espejo para observarse a sí mismos e inquirir con pasión, con interés, con vitalidad y gran energía. Entonces tal vez lleguemos a un punto en que se nos hará evidente que ese cambio radical se produce sin ninguna clase de esfuerzo, sin motivo alguno. Existe no sólo el conocimiento superficial de uno mismo, sino que también está el contenido oculto y profundo de nuestra conciencia. ¿Cómo ha de examinarlo uno, cómo ha de revelar la totalidad de ese contenido? ¿Ha de hacerse poco a poco, lenta y gradualmente? ¿O el contenido debe ser expuesto y comprendido de manera total e instantánea, con lo cual todo el proceso analítico llega a su fin? Ahora examinaremos esta cuestión del análisis. Para quien les habla, el análisis niega la acción; la acción está siempre en el presente activo. Acción no significa «he hecho» o «haré», sino estoy haciendo. El análisis impide la acción en el presente, porque en el análisis está envuelto el tiempo, un progresivo descortezar -por así decirlo- de capa tras capa, examinando, analizando el contenido de cada una. Y si el análisis no es perfecto, completo, verdadero, entonces tal análisis, por ser incompleto, deja un conocimiento que no es total. Y el análisis siguiente parte a su vez de algo que no es completo. Vean; yo me examino, me analizo y si mi análisis no es completo, lo que he analizado se convierte en el conocimiento con el cual procedo a analizar la siguiente capa. De modo que en este proceso cada análisis se torna incompleto y conduce a más conflicto y, por consiguiente, a la inacción. Y en el análisis intervienen el analizador y lo analizado, tanto si el analizador es el profesional o uno mismo, el lego; hay siempre esta dualidad del analizador analizando algo que él considera como diferente de sí mismo. ¿Pero quién es el analizador? Es el pasado, es el conocimiento acumulado de todas las cosas que él analizó. Y con ese conocimiento -que es el pasado- Analiza el presente. Así, pues, en ese proceso hay conflicto, existe la lucha para ajustar o forzar aquello que se analiza. También existe este proceso del soñar. Yo no sé si ustedes han investigado todo esto por sí mismos; probablemente han leído libros escritos por otras personas, lo cual es algo de lo más desafortunado. Porque en tal caso repiten meramente lo que han dicho otros, por muy famosos que ellos puedan ser. Pero si ustedes no leen todos esos libros -como no los leo yo- entonces tienen que investigar por sí mismos, entonces ello se vuelve mucho más fascinante, mucho más original, directo y verdadero. El proceso del análisis incluye el mundo de los sueños. Nosotros aceptamos los sueños como algo necesario porque los profesionales dicen: «Usted tiene que soñar, de otro modo enloquece», y hay cierta verdad en eso. Estamos indagando en todo esto porque tratamos de descubrir si es posible cambiar radicalmente; hay tanta confusión en el mundo, tanta desdicha, tanto odio y brutalidad... No hay compasión. Si uno es totalmente serio, debe investigar esto. Nosotros lo hacemos no como un mero entretenimiento intelectual, sino que realmente intentamos descubrir si el cambio es posible. Y cuando percibimos tal posibilidad -aunque seamos superficiales, repetitivos, imitadores-, si vemos que existe la posibilidad de un cambio radical, entonces tenemos la energía para realizarlo. Pero si decimos que tal cambio es imposible, entonces esa energía se disipa. Estamos, pues, investigando si el análisis produce en modo alguno un cambio radical o si es un mero entretenimiento intelectual, un obstáculo para la acción. Como decíamos, el análisis implica penetrar en el mundo de los sueños. ¿Qué son los sueños, cómo se originan? Yo no sé si han investigado esto; si lo hacen verán que los sueños son una continuación de nuestra vida diaria. Todo cuanto ustedes hacen durante el día, todo el daño, la corrupción, el odio, los placeres pasajeros, la ambición, la culpa, etc., todo eso prosigue en el mundo de los sueños, sólo que en símbolos, en cuadros e imágenes. Esos cuadros e imágenes tienen que ser interpretados, y toda esa actividad inútil y esa irrealidad surgen a la vida. Uno nunca se pregunta por qué ha de soñar en modo alguno. Hemos aceptado los sueños como algo esencial, como parte del vivir. Y ahora nos preguntamos (si es que ustedes están conmigo) por qué soñamos del todo. ¿Es posible, cuando se disponen a dormir, tener una mente que esté por completo quieta? Porque es sólo en ese estado de quietud que ella se renueva a sí misma, se vacía de todo su contenido tornándose fresca, joven, decisiva; sólo así deja de estar confusa. Si los sueños son la continuidad de nuestra vida diaria, de nuestro diario bullicio, ansiedad, deseo de seguridad, apego, entonces inevitablemente deben producirse los sueños bajo su forma simbólica. Eso es claro, ¿no es cierto? Así que uno pregunta: «¿Por qué ha de soñarse en absoluto?» ¿Pueden las células cerebrales estar quietas, no cargar con todo el trajín del día? Ustedes han de descubrir esto experimentalmente, no aceptando lo que dice el que les habla -y por el amor de Dios, nunca hagan eso, porque estamos compartiéndolo juntos, investigando juntos-. Pueden experimentarlo estando totalmente atentos durante el día, vigilando sus pensamientos, sus motivaciones, sus palabras, el modo como se expresan y caminan. Cuando están atentos de este modo, surgen las intimaciones del inconsciente, de las capas más profundas, porque entonces ustedes están exponiendo, invitando a las motivaciones secretas, a las ansiedades, al contenido del inconsciente a mostrarse en terreno abierto. Así, cuando se disponen a dormir


encontrarán que la mente, incluyendo el cerebro, está extraordinariamente quieta. Ella realmente descansa, porque uno ha terminado con lo que estuvo haciendo durante el día. Si hacen el inventario del día en el momento que se acuestan -¿no lo hacen?- diciendo: «Debería haber hecho esto, no debería haber hecho aquello», «hubiera sido mejor de tal modo, desearla no haber dicho eso» -cuando ustedes hacen el inventario de las cosas que sucedieron durante el día, están tratando de producir orden antes de dormirse. Y si no producen ese orden antes de dormirse, el cerebro trata de hacerlo cuando están dormidos. Porque el cerebro funciona perfectamente sólo cuando está en orden, no en desorden; funciona con eficiencia cuando hay un orden completo, sea este orden neurótico o racional. Porque en la neurosis, en el desequilibrio, existe un orden, y el cerebro acepta ese orden. Si hacen, pues, el inventario de cuanto sucede durante el día, están tratando de producir orden; por lo tanto, el cerebro no tiene que hacerlo cuando están dormidos, porque ustedes ya lo hicieron a lo largo del día. Uno puede producir ese orden en cada minuto del día si está alerta a todo lo que ocurre externa e internamente. Externamente, en el sentido de estar alerta al desorden que a uno lo rodea, la crueldad, la indiferencia, la dureza, la suciedad, la miseria, las luchas, los políticos y sus engaños -todo cuanto ocurre-. Y también la relación con el esposo, la esposa, la amiga, el amigo; darse cuenta de todo eso durante el día, sin corregirlo, simplemente darse cuenta de ello. En el momento en que uno trata de corregirlo, engendra desorden. Pero si meramente observa lo que en verdad es, entonces lo que es, es orden. Unicamente cuando tratan de cambiar «lo que es» hay desorden; porque quieren cambiarlo de acuerdo con el conocimiento adquirido. Ese conocimiento es el pasado, y ustedes tratan de cambiar «lo que es» -que no es pasadode acuerdo con lo que han aprendido. Entonces hay una contradicción, hay una distorsión y, por lo tanto, hay desorden. De modo que si están alertas durante el día al curso de sus pensamientos, a sus motivaciones, a la hipocresía, la doblez -hacer una cosa, decir otra y pensar otra-, a la máscara que llevan puesta, la variedad de engaños a los que uno tan fácilmente se entrega, si se dan cuenta de todo eso durante el día, no tienen que hacer balance alguno cuando van a dormir; ustedes están produciendo orden a cada minuto. Así, cuando efectivamente se van a dormir descubrirán que las células del cerebro, que registraron y retienen el pasado, están completamente quietas y el dormir se vuelve entonces algo del todo diferente. Cuando empleamos la palabra ‘mente’, incluimos en eso el cerebro, la totalidad del sistema nervioso, los sentimientos, toda la estructura humana; queremos significar todo eso, no algo separado. En eso se incluye el intelecto, el corazón, todo el sistema nervioso. Entonces, cuando se disponen a dormir, el proceso entero llega a su fin, y cuando ustedes ven las cosas exactamente como ellas son, no las interpretan ni desean cambiarlas. Así es que el análisis, para quien les habla, impide la acción. Y la acción es absolutamente esencial a fin de producir este cambio radical. De modo que el análisis no es el camino. No acepten, por favor, lo que estoy diciendo; obsérvense a sí mismos, aprendan acerca de ello, no de mi sino del observar todo cuanto está implícito en el análisis: el tiempo, el analizador y lo analizado -el analizador es lo analizado-, el hecho de que cada análisis debe ser completo, de otro modo deforma el análisis siguiente. Así uno ve que todo el proceso del análisis, sea éste introspectivo o intelectual, ¡es completamente erróneo! El análisis no es la salida; puede que sea necesario para aquellos que están un poco o muy desequilibrados. Y quizá la mayoría de nosotros está desequilibrada. Debemos descubrir un modo de observar el contenido total de la conciencia sin el analizador. Es muy entretenido poder investigar esto, porque entonces ustedes han desechado por completo todo cuanto el hombre ha dicho al respecto, y se quedan solos. Cuando uno descubre por sí mismo, sin depender de nadie, lo que descubre es auténtico, real, verdadero; no depende de ningún profesor, de ningún psicólogo, analista, etcétera. Así es que uno debe descubrir el modo de observar sin el analizador. Voy a examinar esto; espero que ustedes no tendrán inconveniente en que lo haga, ¿verdad? ¡Esto no es terapia de grupo! (Risas). No se trata de una confesión pública, no los estoy analizando ni los estoy transformando y convirtiéndolos en maravillosos seres humanos! Esto deben hacerlo por sí mismos y, como la mayoría somos seres de segunda o tercera mano, se torna difícil desprenderse en su totalidad de cuanto fue impuesto sobre nuestras mentes por los profesionales, tanto por los profesionales científicos como por los religiosos. Tenemos que descubrir por nosotros mismos. Si el análisis no es el camino -y no lo es en lo que concierne a quien les habla, como ya lo hemos vistoentonces, ¿cómo va uno a examinar, a observar el contenido total de la conciencia? ¿Cuál es el contenido de la conciencia? Por favor, no repitan lo que algún otro haya dicho. ¿Cuál es ese contenido total? ¿Alguna vez lo han mirado, lo han considerado? Si lo hicieron, ¿no consiste dicho contenido en los diversos incidentes registrados, los acontecimientos agradables y desagradables, las diversas creencias y tradiciones, los múltiples recuerdos individuales, la memoria racial y familiar, la cultura en que uno fue educado? -todo eso es el contenido, ¿verdad?-. Y los acontecimientos de cada día, los recuerdos, los dolores, la infelicidad, los insultos, todo eso se registra. Y ese contenido es su conciencia: usted como católico o como protestante, etc., viviendo en este mundo occidental con


su búsqueda de más y más y más, este mundo de los grandes placeres, de las diversiones, de la riqueza, del ruido incesante de la televisión, de la brutalidad; todo eso somos, ése es nuestro contenido. ¿Cómo ha de ponerse al descubierto todo eso?, y al ponerlo de manifiesto ¿han de ser examinados uno a uno cada incidente, cada suceso, cada tradición, cada herida, cada sufrimiento? ¿O deben ser considerados en su totalidad? Si han de examinarse poco a poco, uno por uno, entonces ustedes entran en el mundo del análisis, y para eso no hay fin, se morirán analizándose -y entregando una gran cantidad de dinero a quien los analiza si eso es lo que gustan de hacer. Ahora vamos a descubrir cómo considerar de un modo total -no analítico- estos diversos fragmentos que constituyen el contenido de la conciencia. Veremos cómo observar sin ninguna clase de análisis. Nosotros acostumbramos a mirarlo todo -el árbol, la nube, la esposa o el esposo, la chica, el joven- como el observador y lo observado. Por favor, concedan un poco de atención a esto. Nosotros hemos observado nuestra ira, nuestra codicia o nuestros celos -sea lo que fuere- como un observador que mira, digamos, la codicia. El observador es la codicia, pero ustedes han separado al observador porque la mente está condicionada por el proceso analítico; de modo que cuando miran el árbol la nube, la vida toda, lo hacen siempre como un observador ante la cosa observada. ¿Se han dado cuenta de ello? Uno mira a su esposa a través de la imagen que tiene de ella. La imagen es el observador, el pasado; esa imagen se fue formando a lo largo del tiempo. Y el observador es el tiempo, es el pasado, es el conocimiento acumulado de los diversos aconteceres, accidentes, experiencias, etc. Ese observador es el pasado, y él mira la cosa observada como si no formara parte de ella, como si estuviera separado de eso. ¿Pueden ustedes mirar sin el observador? ¿Pueden mirar el árbol sin el pasado actuando como observador? Es decir, cuando existe el observador, hay un espacio, una distancia entre el observador y lo observado, el árbol. Tal espacio es tiempo. Y ese tiempo es la cualidad misma del observador, que es el pasado, la acumulación de conocimientos, el que dice: «Ese es el árbol» o «esa es la imagen de mi esposa». ¿Pueden ustedes mirar, no sólo el árbol, sino a la esposa, al esposo, sin la imagen? Esto, ¿saben?, requiere tremenda disciplina y voy a decirles algo: disciplina implica generalmente ajuste, ejercitación, imitación, oposición entre lo que es y lo que debería ser. Y así, en la disciplina hay conflicto: represión, sometimiento, ejercicio de la voluntad, etcétera; todo eso implica lo que entendemos por disciplina. Pero la palabra disciplina significa aprender -no ajustarse, no reprimir, sino aprender-. Y la cualidad de una mente que está aprendiendo es que ella tiene su propio orden, el cual es disciplina. Ahora nosotros estamos aprendiendo a observar sin el observador, sin el pasado, sin la imagen. Cuando ustedes observan de este modo, aquello que observan es algo viviente, no una cosa muerta reconocible por los sucesos y conocimientos del pasado. Vean, señores, hagámoslo más sencillo. Ustedes me dicen algo que me hiere y el dolor de la herida se registra. El recuerdo de eso continúa y cuando hay un dolor ulterior, éste es registrado nuevamente. Así es como el daño está siendo reforzado desde la niñez. En cambio, si cuando ustedes dicen algo que es doloroso para mí lo observo de modo completo, ello no se registra como una herida. En el momento que uno lo registra como tal, ese registro continúa y entonces uno se siente herido por el resto de sus días, porque está de continuo agrandando aquella herida. Mientras que observar el dolor completamente sin registrarlo, significa que ustedes le conceden total atención en el momento que él se presenta. ¿Hacen ustedes todo esto? Miren; cuando uno sale y camina por esas calles hay toda clase de ruidos, griterío, vulgaridad, brutalidad; todo eso se derrama sobre uno. Es algo muy destructivo -cuanto más sensible es uno tanto más destructivo ello se vuelve; daña el organismo-. Ustedes resisten a ese daño y en consecuencia construyen un muro. Y cuando construyen un muro se están aislando. De ese modo, cada vez refuerzan más el aislamiento, con lo cual serán más y más lastimados. Mientras que si observan el ruido, si están atentos a él, verán cómo el organismo nunca experimenta daño. Si ustedes comprenden este solo principio fundamental, habrán comprendido algo inmenso: que donde hay un observador separándose a sí mismo de lo que observa, debe haber conflicto. Hagan lo que hicieren, mientras exista esa división entre el observador y lo observado, el conflicto es inevitable. En tanto haya división entre el musulmán y el hindú, entre el católico y el protestante, entre el negro y el blanco, debe haber conflicto. Ustedes podrán tolerarse mutuamente, pero éste es un modo intelectual de tapar la intolerancia. En tanto haya división entre usted y su esposa, tiene que haber conflicto. Esta división existe fundamentalmente, básicamente, cuando hay un observador separado de la cosa que observa. Mientras yo diga: «La cólera es diferente de mí y debo controlarla, debo cambiarla, debo controlar mis pensamientos», en eso habrá división y, por lo tanto, conflicto. El conflicto implica represión, ajuste, imitación; todo eso está comprendido en el conflicto. Si ustedes realmente ven la belleza de esto, de que el observador es lo observado, de que no hay separación entre ambos, entonces pueden observar la totalidad de la conciencia sin análisis y ver instantáneamente todo su contenido. El observador es el pensador. Nosotros asignamos una importancia tremenda al pensador, ¿no es cierto? Toda nuestra acción está motivada por el pensamiento; vivimos, planificamos, hacemos cosas, todo por medio del


pensamiento. Y el mundo entero le rinde culto al pensamiento como si fuera la cosa más extraordinariamente importante, lo cual es parte del intelecto. Y el pensamiento se ha separado a sí mismo como pensador. El pensador dice: «Estos pensamientos no son buenos», «éstos son mejores», «este ideal es mejor que aquel ideal», «esta creencia es mejor que aquélla». Todo es producto del pensamiento, el cual se separa a sí mismo, se fragmenta como el pensador, el experimentador. El pensamiento se ha dividido como el yo superior -en la India lo llaman el atman- y el yo inferior. Aquí al yo superior lo llaman el alma, esto o aquello. Pero siempre es la actividad del pensamiento. ¿Está claro, no? Quiero decir que esto es lógico, que no es irracional. Ahora voy a mostrarles lo que hay de irracionalidad en ello. Todos nuestros libros, nuestra literatura, todo es pensamiento. Y nuestra relación se basa en el pensamiento -¡sólo piensen en ello!-. Mi esposa es la imagen que yo he creado por medio del pensar. Ese pensar ha sido acumulado por todas las cosas que suceden entre marido y mujer; los instintos separativos, placer, sexo, sermoneos, irritaciones, exclusiones, todo eso. Nuestro pensamiento es el resultado de nuestra relación. Pues bien, ¿qué es el pensamiento? Se les formula esa pregunta: ¿qué es el pensamiento? Por favor, no repitan a otros, descubran por sí mismos. Ciertamente, el pensamiento es la respuesta de la memoria, ¿no es así? La memoria como conocimiento, como la experiencia que ha sido acumulada, almacenada en las células cerebrales. De modo que las células mismas del cerebro son las células de la memoria. Pero si ustedes no pensaran en absoluto estarían en un estado de amnesia, no serían capaces de llegar a sus casas. El pensamiento es la respuesta de la memoria acumulada como conocimiento, como experiencia, sea ésta la propia experiencia, la heredada, la colectiva, etc. Así que el pensamiento es la respuesta del pasado, el cual puede proyectarse a sí mismo en el futuro, pasando a través del presente y modificándolo como futuro. Pero sigue siendo el pasado. Por consiguiente, el pensamiento nunca es libre, ¿cómo podría serlo? Puede imaginar la libertad, puede idealizar acerca de lo que la libertad debería ser, puede crear una utopía de libertad. Pero el pensamiento en si es del pasado y, por lo tanto, no es libre; es siempre viejo. Por favor, esto no es cuestión de que estén de acuerdo conmigo, esto es un hecho. El pensamiento organiza nuestra vida sobre la base del pasado. Ese pensamiento, desde el ayer, proyecta lo que debería ser el mañana y entonces hay conflicto. De aquí surge la cuestión siguiente: para la mayoría de nosotros el pensamiento constituye una importante fuente de placer. El placer es un principio rector en nuestra vida. No decimos que sea correcto o incorrecto, simplemente estamos examinándolo. El placer es la cosa que más deseamos. Tanto aquí, en este mundo o en el mundo espiritual, en el cielo -si es que tienen un cielo- lo que deseamos es placer en cualquier forma; el entretenimiento religioso, ir a misa y todo el circo que tiene lugar en nombre de la religión. Y cualquier acontecimiento placentero, sea éste un crepúsculo, una experiencia sexual, un placer sensorio, es registrado y pensado. De este modo el pensamiento, como placer, juega un papel importantísimo en nuestras vidas. Algo que ocurrió ayer y que fue una cosa de lo más grata, un suceso feliz, es grabado; el pensamiento vuelve sobre eso, lo rumia y lo retiene pensando acerca de lo que pasó y deseando repetirlo mañana. Así es como el pensamiento otorga vitalidad a algo que ya pasó, que ya no existe. Este mismo proceso de registrar constituye el conocimiento, el cual es pasado, y el pensamiento es el pasado. Así es como alimentamos el placer por medio del pensamiento. Si ustedes reparan en ello verán que el placer esta siempre en el pasado. Aún el placer que imaginamos para mañana es el recuerdo que, desde el pasado, proyectamos en el futuro. También pueden observar que cuando hay placer y persecución del placer, se fomenta el miedo. ¿No lo han notado? Miedo de lo que hice ayer, miedo del dolor físico que he tenido hace una semana; pensar acerca de ello alimenta el miedo. No hay fin para ese dolor aunque se haya ido. El dolor terminó, pero yo lo sigo cargando conmigo al pensar en él. Así es como el pensamiento sostiene y alimenta tanto el placer como el temor. El pensamiento es el responsable de esto. Existe el miedo al presente, al futuro, el miedo a la muerte, a lo desconocido, temor de no realizarse, de no ser amado; hay tantos temores, todos creados por el mecanismo del pensamiento. De modo que existe la racionalidad del pensamiento y la irracionalidad del pensamiento. Ustedes deben ejercitar el pensamiento cuando hacen cosas. En lo tecnológico, en la oficina, cuando preparan una comida, cuando lavan los platos, el conocimiento debe funcionar a la perfección. El raciocinio, la lógica del pensamiento, existen en la acción, en el hacer. Pero así también el pensamiento se torna completamente irracional cuando sustenta el placer o el temor. Y, sin embargo, el pensamiento dice: «No puedo desprenderme de mi placer», aunque el pensamiento sepa, si es lo bastante sensible y alerta, que con el placer viene el dolor. Debemos, pues, darnos cuenta de toda la maquinaria del pensar, de su movimiento complicado, sutil. Esto no es realmente muy difícil si uno se dice: «Debo encontrar un modo de vivir que sea por completo diferente, una forma de vida en la que no haya conflicto». Si esta exigencia es real, insistente, apasionada, como es su urgencia de placer -el vivir tanto en lo interno como en lo externo una vida en que no haya ninguna clase de conflicto-, entonces verán cómo eso es posible. Porque, tal como lo explicamos, el conflicto existe únicamente cuando hay


división entre el ‘yo’ y el ‘no-yo’. De modo que si ven esto, pero no de manera verbal o intelectual -eso no es versino que realmente se dan cuenta de que no hay división entre el observador y lo observado, entre el pensador y el pensamiento, entonces observan, ven verdaderamente «lo que es». Y cuando ustedes ven verdaderamente «lo que es», entonces están más allá de ello. No se detienen en «lo que es»; se detienen en «lo que es» sólo cuando el observador es diferente de «lo que es». ¿Entienden esto? Así, cuando cesa por completo la división entre el observador y lo observado, «lo que es» ya no es más lo que es. La mente ha ido más allá de eso. Interlocutor: ¿Cómo puedo cambiar esta identificación del observador con lo observado? Yo no puedo simplemente estar de acuerdo con usted y decir: «Si, eso es verdadero»; tengo que hacer algo al respecto. KRISHNAMURTI: Correcto, señor, no existe en absoluto tal identificación. Cuando usted se identifica con lo observado, ello sigue siendo un patrón de pensamiento, ¿no es así? Interlocutor: Precisamente, ¿pero cómo he de salir de eso? KRISHNAMURTI: Usted no se sale de ello, señor, se lo demostraré. ¿Usted ve la verdad de que el observador es lo observado, ve el hecho, su lógica? ¿Usted ve eso? ¿O no? Interlocutor: Lo que surge sigue siendo nada más que un comentario; no existe verdad en eso. KRISHNAMURTI: ¿No existe el hecho? Interlocutor: No, sólo se suscita un comentario de conformidad. KRISHNAMURTI: Pero usted ve ese hecho, ¿no es así? No esté de acuerdo o en desacuerdo, esto es algo muy serio. Yo desearía poder hablar de la meditación -pero no ahora- porque en la meditación está contenido esto que hablamos. Señor, vea la importancia que ello tiene: la verdad es que «yo soy la ira» y no que «yo» soy diferente de la ira. Esa es la verdad, ése es un hecho, ¿no? Yo soy la ira; no «yo» separado de la ira. Cuando estoy celoso, yo soy los celos, no «yo» diferente de los celos. Yo me separo a mí mismo de los celos porque deseo hacer algo a su respecto, alimentarlos, librarme de ellos o racionalizarlos, lo que sea. Pero el «yo» es celoso, éste es el hecho, ¿verdad? Ahora bien; ¿cómo he de actuar cuando soy celoso, cuando el «yo» son los celos? Antes pensaba que «yo» podía actuar al separarme de los celos, pensaba que podía hacer algo al respecto, reprimirlos, racionalizarlos o escapar de ellos, que podía hacer diversas cosas. Pensaba que hacia algo. Ahora siento que no hago nada. O sea, que cuando digo: «Yo soy los celos», siento que no puedo moverme. ¿No es así, señor? Observe las dos variedades de la actividad; una, la acción que tiene lugar cuando usted es diferente de los celos, lo cual implica que no hay fin para los celos. Usted puede escapar de ellos, podrá reprimirlos, trascenderlos pero los celos volverán?, estarán allí siempre, porque existe la división entre usted y los celos. Ahora bien; hay una clase de acción por completo diferente cuando tal división no existe, porque entonces el observador es lo observado, él nada puede hacer al respecto. Antes podía hacer algo, ahora no; ahora percibe su impotencia, se siente frustrado, no puede hacer nada. Si el observador es lo observado, no existe el «puedo o no puedo hacer algo al respecto», porque entonces él es lo que es; es los celos. Ahora bien, cuando él es los celos, ¿qué ocurre? ¡Prosiga, señor! Interlocutor: El comprende. KRISHNAMURTI: Tómese tiempo, mírelo bien. Cuando yo pienso que soy diferente de mis celos, entonces siento que puedo hacer algo en relación con ellos, y en ese hacer radica el conflicto. Sí en cambio, comprendo la verdad de que yo soy los celos, de que «yo», el observador, soy lo observado, ¿qué ocurre entonces? Interlocutor: No existe conflicto. KRISHNAMURTI: Cesa el factor de conflicto. Allí hay conflicto, aquí el conflicto no existe. De modo que el conflicto es los celos. ¿Lo ha captado? Ha tenido lugar una acción completa, una acción en la cual no hay esfuerzo en absoluto; por lo tanto, esa acción es total y aquello no vuelve más.


Interlocutor: Usted dijo que el análisis es una herramienta mortal para el pensamiento o la conciencia. Yo concuerdo perfectamente en eso, y como usted también dijo que desarrollaría el tema de que existen fragmentos en el cerebro o en el pensamiento o en la conciencia que serían antianálisis, yo le agradecería, señor, si usted quisiera, que prosiguiese desarrollando esa parte del argumento. KRISHNAMURTI: ¿Acerca de qué, señor? Interlocutor: Usted se refinó a fragmentos que no constituyen conflicto alguno ni lucha; ellos sanan antianalíticos. KRISHNAMURTI: Yo simplemente expliqué, señor, que debe haber fragmentación cuando existen el observador y lo observado como dos cosas diferentes. Mire, señor, esto no es un argumento, no hay nada que desarrollar. Yo examiné eso bastante a fondo; desde luego que podemos invertir en ello muchísimo más tiempo, porque cuanto más profundamente usted penetra en ello, tanto más hay para examinar. Nosotros hemos dividido nuestra vida en múltiples fragmentos, ¿no es así?; el científico, el hombre de negocios, el artista, el ama de casa, etcétera. ¿Cuál es el fundamento, la raíz de esta fragmentación? La raíz de ella es el observador que está separado de lo que observa. Él divide la vida en pedazos: yo soy hindú y usted es católico, yo soy comunista y usted es burgués. Así es como esta división prosigue todo el tiempo. Y yo pregunto: «¿Por qué existe esta división, qué es lo que la origina?» Y no sólo en lo externo, en la estructura social y económica, sino mucho más profundamente. Esta división es producida por el «yo» y el «no yo» -el yo que quiere ser grande, famoso, superior- mientras que «usted» es diferente. Así que el «yo» es el observador, es el pasado, el cual divide al presente en pasado y futuro. De modo que mientras exista el observador, el experimentador, el pensador, tiene que haber división. Allí donde el observador es lo observado, el conflicto termina y, por lo tanto, terminan los celos. Porque los celos son el conflicto, ¿verdad? Interlocutor: ¿Son los celos naturales en el hombre? KRISHNAMURTI: ¿Es natural la violencia en el hombre? ¿Es natural la codicia? Interlocutor: Yo quisiera formularle otra pregunta, si es que puedo. De acuerdo con lo que usted nos ha estado diciendo, ¿estoy en lo cierto o me equivoco si afirmo que según lo que un hombre piensa, así es él? En tal caso deberíamos vigilar nuestros pensamientos y sacar provecho de la experiencia. KRISHNAMURTI: Así es, justamente. Tal como piensa, y lo que piensa, eso es usted. Usted piensa que es superior a alguien, que es inferior a algún otro, que usted es perfecto, que es hermoso o que no es hermoso, que es colérico; lo que usted piensa eso es usted. Es bastante simple, ¿no? Uno debe descubrir si es posible vivir una vida en la cual el pensamiento tenga su función racional, y ver dónde y cuándo el pensamiento se torna irracional. Examinaremos esto mañana. Interlocutor: Para continuar con los celos; cuando los celos son «yo» y «yo» soy los celos cesa el conflicto, porque sé que éste y los celos son lo mismo; entonces desaparece. Pero cuando escucho los ruidos de la calle y el «yo» es el ruido y los ruidos son el «yo», ¿cómo puede cesar el conflicto si ese ruido prosigue interminable? KRISHNAMURTI: Es bastante sencillo, señora. Yo camino por la calle y ese ruido es terrible. Y cuando digo que ese ruido soy «yo», el ruido no termina sino que prosigue. ¿No es ésta la pregunta? Pero yo no digo que el ruido soy yo; no digo que yo soy la nube o que soy el árbol, ¿por qué habría de decir que yo soy el ruido? Lo que simplemente hemos señalado es que si usted observa, si usted dice: «Escucho ese ruido», si lo escucha completamente, sin resistencia, entonces ese ruido puede proseguir para siempre y no la afectará. En el momento que usted resiste, usted se separa del ruido. No es cuestión de identificarse con el ruido, no sé si ve la diferencia. El ruido continúa, yo puedo aislarme de él mediante el acto de resistirlo, levantando un muro entre yo y ese ruido. ¿Qué ocurre entonces cuando resisto algo? Hay conflicto, ¿verdad? ¿Puedo, por lo tanto, escuchar ese ruido sin ninguna clase de resistencia? Interlocutor: ¡Si, cuando uno sabe que el ruido terminará en una hora! KRISHNAMURTI: No, eso es todavía parte de la resistencia.


Interlocutor: Eso significa que debo escuchar el ruido de la calle por el resto de mi vida con toda la posibilidad de quedarme sorda. KRISHNAMURTI: No, señora, atienda, yo digo algo por completo diferente. Digo que en tanto haya resistencia debe haber conflicto. Si resisto a mi esposa o a mi esposo, si resisto el ruido de un perro que ladra o el ruido de la calle, tiene que haber conflicto. Ahora bien, ¿cómo ha de escuchar uno el ruido sin conflicto? No se trata de que usted haya de escucharlo indefinidamente o con la esperanza de que terminará, sino de que escuche el ruido sin conflicto alguno. Es acerca de esto que estamos hablando. Usted puede escuchar el ruido cuando la mente esta por completo libre de cualquier forma de resistencia -no sólo a ese ruido sino a todo en la vida- al esposo, a los hijos, al político. ¿Qué ocurre entonces? Su escuchar se torna mucho más agudo, usted se vuelve mucho más sensible y, por consiguiente, el ruido es sólo una parte, no es el mundo entero. El propio acto de escuchar es más importante que el ruido, y entonces es el escuchar lo que se convierte en la cosa importante y no el ruido. Nueva York 18 de abril de 1971 4. LA RELACIÓN La relación. «Usted es el mundo» El ‘yo’ separado; la corrupción. Ver lo que realmente «e?» Lo que no es amor. «Tenemos lujuria, tenemos placer, pero carecemos de pasión» Comprender qué es la muerte. El amor es su propia eternidad.

Preguntas: El concepto de lo bueno y lo malo; compartir; el dolor y el miedo; ¿cómo estar libre del pasado? KRISHNAMURTI: Quisiera hablar acerca de la relación, acerca de lo que es amor, de lo que es esta existencia humana en la cual está implicado nuestro diario vivir; hablar sobre los problemas que uno tiene, los conflictos, placeres y temores, y sobre esa cosa tan extraordinaria que llamamos muerte. Pienso que uno ha de comprender -no como una teoría, no como un concepto especulativo y entretenido, sino más bien como un hecho real- que nosotros somos el mundo y que el mundo es nosotros, cada uno de nosotros. Sentirlo, estar total y realmente entregado a ello y a nada más, produce un sentimiento de gran responsabilidad y una acción que no puede ser fragmentaria, sino total. Creo que somos propensos a olvidar que nuestra sociedad, la cultura en la cual vivimos y que nos ha condicionado, es la resultante de la conducta humana con su conflicto, desdicha y sufrimiento. Cada uno de nosotros es esa cultura, cada uno de nosotros es la comunidad -no estamos separados de ella-. Para sentar esto, no como una idea o un concepto, sino para percibir verdaderamente su realidad, uno ha de investigar el problema de la relación; porque nuestra vida, nuestra existencia, está basada en la relación. La vida es un movimiento de relación. Si no comprendemos qué implica la relación, no sólo nos aislamos inevitablemente sino que creamos una sociedad en la cual los seres humanos están divididos, tanto en lo nacional o en lo religioso como dentro de sí mismos, y en consecuencia proyectan lo que ellos son al mundo exterior. No sé si ustedes han investigado profundamente esta cuestión a fin de descubrir si uno puede vivir en total armonía con otro, en completo acuerdo, de modo que no haya barrera ni división sino un sentimiento de absoluta unidad. Porque relación significa estar relacionados no en una actividad, no en algún proyecto o en una ideología, sino estar unidos totalmente de modo tal que la división, la fragmentación entre individuos, entre dos seres humanos, no exista en absoluto a ningún nivel. A menos que uno descubra esta relación, me parece que al tratar de producir orden en el mundo, teórica o tecnológicamente, no sólo estamos forzados a crear profundas divisiones entre hombre y hombre, sino que también seremos incapaces de impedir la corrupción. Esta empieza en la falta de relación; yo pienso que esa es la raíz del deterioro. La relación, tal como hoy la conocemos, es una continuidad de la división entre los individuos. La raíz etimológica de la palabra individuo significa «indivisible». Un ser humano que en sí mismo no está dividido, fragmentado, es realmente un individuo. Pero la mayoría de nosotros no somos individuos; pensamos que lo somos y, por lo tanto, existe la oposición del individuo respecto de la comunidad. Uno ha de comprender el significado de esa palabra «individualidad», no sólo en el sentido lingüístico, sino en ese profundo sentido en el cual no hay fragmentación en absoluto. Eso significa armonía perfecta entre la mente, el corazón y el organismo físico. Sólo entonces existe una individualidad. Si examinamos bien a fondo nuestra presente relación humana, sea ésta intima o superficial, duradera o transitoria, vemos que ella está fragmentada. La esposa o el marido, el joven o la muchacha, cada uno vive encerrado en su propia ambición, en sus empeños personales y egoístas, en su propio caparazón. Todo ello es un


factor que contribuye a edificar una imagen dentro de cada uno y, en consecuencia, la relación con el otro se establece a través de esa imagen. Por lo tanto, no hay verdadera relación. Yo no sé si ustedes son conscientes de la estructura y naturaleza de esta imagen que uno ha construido dentro y en torno de sí mismo. Todos estamos haciéndolo constantemente, ¿y cómo puede haber relación entre uno y otro si existe esa urgencia personal, esa envidia, competencia, codicia, todas aquellas cosas que son sustentadas y exageradas en la sociedad moderna? ¿Cómo puede haber relación con otro si cada cual está persiguiendo su propio logro personal, su propio éxito? No sé si nos damos cuenta plenamente de esto. Estamos tan condicionados que aceptamos -como la norma, como nuestro patrón de vida- que cada cual debe obedecer a su particular idiosincrasia o tendencia y, no obstante, tratar de establecer una relación con otro. ¿No es eso lo que todos hacemos? Usted podrá estar casado, podrá trabajar en una oficina o en una fabrica; cualquier cosa que usted haga, durante todo el día está persiguiendo eso. Y lo mismo su mujer en el hogar, con sus propias preocupaciones, sus propias vanidades, etc. ¿Dónde está la relación entre dos seres humanos así? ¿En el sexo? Una relación tan superficial, tan limitada, tan restringida, ¿no es en sí misma corrupción? Quizá se pregunten: ¿cómo ha de vivir uno si no va a la oficina, si no persigue su ambición personal, su deseo de alcanzar, de obtener? Si uno no hace nada de esto, ¿qué es lo que debe hacer? Yo pienso que ésta es una pregunta absolutamente errónea, ¿no es así? Porque nosotros estamos interesados en producir un cambio radical en toda la estructura de la mente. La crisis no está en el mundo externo sino en la conciencia misma. Y hasta que comprendamos esta crisis, no de modo superficial, no de acuerdo con algún filósofo, sino realmente y en profundidad, observándola, examinándola por nosotros mismos, no seremos capaces de producir un verdadero cambio. Estamos interesados en la revolución psicológica, y esta revolución sólo puede tener lugar cuando existe la correcta clase de relación entre los seres humanos. ¿Cómo ha de establecerse tal relación? El problema es claro. Por favor, compartan este problema conmigo, ¿quieren? Es el problema de ustedes, no mi problema; es la vida de ustedes, no mi vida; es de ustedes el sufrimiento, la desdicha, la ansiedad, la culpa. Esta batalla es la vida que conocemos. Si ustedes escuchan meramente una descripción, encontrarán que sólo están nadando en la superficie y que no resuelven problema alguno. Es en verdad el problema de ustedes, y quien les habla está realmente describiéndolo, sabiendo que la descripción no es la cosa descrita. Compartamos entonces este problema de cómo pueden los seres humanos -ustedes y yo- hallar una correcta relación en medio de este desorden, odio, destrucción, contaminación, entre todas esas terribles cosas que están sucediendo en el mundo. Me parece que para descubrir, uno debe examinar lo que ocurre, ver lo que realmente «es». No lo que pensamos que nos gustaría que fuera, no tratando de cambiar nuestra relación basados en un concepto de futuro, sino observando lo que en realidad ocurre ahora. En la observación del hecho, de su verdad, de su realidad presente, existe una posibilidad de cambiarlo. Como ya dijimos, cuando existe la posibilidad, entonces hay gran energía. Lo que disipa la energía es la idea de que el cambio no es posible. De modo que debemos observar nuestra relación de cada día tal como ella es realmente. En el observar lo que ella es, descubrimos cómo producir un cambio en esa realidad. Estamos, pues, describiendo lo que realmente es: que cada uno vive confinado en su propio mundo, en su mundo de ambición, codicia, miedo, deseo de éxito, etc. -ustedes saben lo que ocurre-. Si estoy casado, entonces tengo responsabilidades, hijos y todo eso. Voy a la oficina o adonde sea que trabaje, y luego nos encontramos uno y otro -marido y mujer, muchacho y chica- en el lecho. Y a eso lo llamamos amor, llevando vidas separadas, aisladas, construyendo en tomo de nosotros un muro de resistencia, persiguiendo alguna actividad egocéntrica. Todos buscamos seguridad psicológica, cada cual dependiendo del otro para su comodidad, para su placer, para su necesidad de compañía. Y por estar tan profundamente solos, aislados, necesitamos que se nos quiera, que se nos estime y cada uno trata de dominar al otro. Ustedes pueden ver esto por sí mismos si se observan. ¿Es que existe en absoluto alguna clase de relación? Así no hay relación entre dos seres humanos; aunque tengan hijos, un hogar, no están realmente relacionados. Si tienen un proyecto en común, ese proyecto los sostiene, los mantiene unidos, pero eso no es relación. Comprendiendo todo esto, uno ve que si no existe relación entre dos seres humanos, comienza un proceso de corrupción. No en la estructura externa de la sociedad o en el fenómeno externo de la contaminación, sino internamente. La contaminación, la corrupción y destrucción internas se inician cuando los seres humanos no están en modo alguno relacionados, tal como ustedes no lo están. Ustedes podrán estrecharse las manos, besarse, dormir juntos, pero si observan bien a fondo, ¿existe una verdadera relación? Estar relacionados significa no depender el uno del otro, no escapar de la propia soledad a través del otro, no tratar de encontrar satisfacción, compañía por medio del otro. Cuando uno busca su propio bienestar en el otro, cuando depende de él, etc., ¿puede entonces haber alguna clase de relación? ¿O sólo se están usando el uno al otro?


Esto no implica ser cínico, sino observar lo que realmente es. De modo que para descubrir lo que verdaderamente significa estar en relación con otro, uno debe comprender esta cuestión del aislamiento, porque la mayoría de nosotros somos terriblemente solitarios. Cuanto más envejece uno, tanto más se aísla, más solitario se vuelve, especialmente en este país. ¿Han reparado ustedes en las personas de edad, en sus escapes, en sus diversiones? Ellos han trabajado toda su vida y necesitan escapar hacia alguna clase de entretenimiento. Viendo esto, ¿podemos encontrar un modo de vivir en el cual no utilicemos a otros ni psicológica ni emocionalmente, en el cual uno no dependa de otros, no use a otro como un medio para escapar de las propias torturas, de su desesperación, de su soledad? Comprender esto es comprender lo que significa sentirse solo. ¿Se han sentido solos alguna vez? ¿Saben lo que ello quiere decir? Que usted no tiene relación alguna con otro, que está completamente aislado. Uno puede hallarse con su familia, entre la multitud, en la oficina o donde sea, cuando súbitamente aparece esta desesperada sensación de total y absoluta soledad. Hasta que uno no resuelva esto por completo, la relación se torna un medio de escape y, por lo tanto, ella conduce a la corrupción, a la desdicha. ¿Cómo ha de comprenderse esta soledad, esta sensación de total aislamiento? Para comprenderla uno ha de observar su propia vida. ¿No es cada acción que ustedes emprenden una actividad egocéntrica? Podemos ser ocasionalmente caritativos, generosos; puede que hagamos algo sin motivo alguno, pero ésas son ocasiones muy raras. Esta desesperación jamás puede ser disipada por medio de escapes, sino a través de la observación. Hemos retornado así a esta cuestión del observar. ¿Cómo observar? ¿Cómo observarnos de modo que en esa observación no haya conflicto alguno? Porque el conflicto corrompe, es desperdicio de energía, es la batalla de nuestra vida desde que nacemos hasta que morimos. ¿Es posible vivir sin un solo momento de conflicto? Para hacer esto, para descubrirlo por nosotros mismos, hemos de aprender a observar el movimiento total de nuestra existencia. Existe una observación que es armoniosa, que es verdadera, cuando no hay observador sino solamente observación. Examinamos eso el otro día. ¿Puede haber amor cuando no hay relación? Hablamos acerca del amor y éste, tal como lo conocemos, está relacionado con el sexo y el placer, ¿no es así? Algunos de ustedes dicen uno». Cuando dicen «no», entonces deben estar exentos de ambición, de competencia, de división: división entre usted y yo, nosotros y ellos. No debe haber división de nacionalidad, o la división producida por una creencia o por el conocimiento. Sólo entonces puede uno decir que ama. Pero para la mayoría, el amor tiene que ver con el sexo y el placer, y con todo el afán que los acompaña: celos, envidia, antagonismo; ustedes saben lo que ocurre entre el hombre y la mujer. Cuando esa relación no es verdadera, real, profunda, completamente armónica, ¿entonces cómo pueden ustedes tener paz en el mundo? ¿Cómo puede haber fin para la guerra? De manera que la relación es una de las más importantes o, mejor dicho, la más importante cosa en nuestra vida. Eso significa que hemos de comprender qué es el amor. Por cierto que uno se encuentra con ello extrañamente, sin pedirlo, sin buscarlo. Cuando ustedes descubren por sí mismos lo que no es amor, entonces saben qué es amor. Pero cuando lo descubren no de modo teórico o verbal, sino cuando realmente comprenden lo que no es amor; comprenderlo implica no tener una mente que sea competitiva, ambiciosa, una mente que está esforzándose, comparando, imitando; una mente así no puede amar. ¿Pueden ustedes entonces, viviendo en este mundo, vivir por completo sin ambición, sin compararse nunca con otros? Porque en el momento que comparan hay conflicto, hay envidia, hay el deseo de lograr, de sobrepasar al otro. ¿Pueden una mente y un corazón que recuerdan las ofensas, los insultos, las cosas que los han embotado y vuelto insensibles, pueden una mente y un corazón así conocer el amor? ¿Es placer el amor? Y, sin embargo, eso es lo que estamos persiguiendo consciente o inconscientemente. Nuestros dioses son el resultado de nuestra necesidad de placer. Nuestras creencias, nuestra estructura social, la moral de esta sociedad -que es esencialmente inmoral- son el resultado de nuestra búsqueda de placer. Y cuando ustedes dicen «yo amo a alguien», ¿es eso amor? Amor significa que no hay separación, ni dominio, ni actividad egocéntrica. Para descubrir lo que es amor, uno debe negar todo eso, negarlo en el sentido de ver su falsedad. Una vez que ustedes han visto algo como falso -habiéndolo aceptado antes como verdadero, como natural y humano-, entonces jamás pueden volver a ello. Cuando ustedes ven una serpiente venenosa o un peligroso animal, no juegan con él, nunca se acercan. Del mismo modo, cuando vean realmente que el amor no es ninguna de esas cosas, cuando sientan eso, cuando lo observen, lo investiguen, vivan con ello, se entreguen a ello totalmente, entonces sabrán qué es el amor, qué es la compasión, qué significa pasión por todos. Nosotros carecemos de pasión; conocemos la lujuria, el placer. La raíz etimológica de la palabra pasión es dolor. Todos hemos experimentado dolor de una u otra clase: el dolor de la autocompasión, el dolor de la raza humana, tanto colectivo como individual. Ustedes saben lo que es el dolor, la muerte de alguien al que consideran haber amado. Cuando permanecemos con este dolor totalmente, sin tratar de racionalizarlo, sin tratar de escapar de él en forma alguna por medio de palabras o actos, cuando uno permanece completamente con el dolor, sin ningún


movimiento del pensar, entonces se descubre que de este dolor surge la pasión. Esta pasión tiene la cualidad del amor, y el amor está libre de dolor. Uno ha de comprender toda esta cuestión de la existencia con sus conflictos y sus luchas; ustedes saben, la vida que uno lleva, tan vacía, tan insensata. Los intelectuales tratan de asignarle un significado, y nosotros también queremos encontrarle significado a la vida, porque la vida, tal como es vivida, no tiene sentido, ¿verdad? La lucha constante, el trabajar interminable, la desdicha, el sufrimiento, el afán que uno derrocha... todo ello carece verdaderamente de sentido, lo aceptamos como un hábito. Pero a fin de descubrir cuál es el significado de la vida uno debe también comprender el significado de la muerte; porque el vivir y el morir van juntos, no son dos cosas separadas. De modo que debemos averiguar qué significa morir, porque ello forma parte de nuestro vivir. No como algo en un futuro distante que deba ser eludido o enfrentado sólo cuando se está desesperadamente enfermo, o viejo, o cuando se ha sufrido un accidente, o en el campo de batalla. Tal como es parte de nuestra vida diaria el vivir sin un soplo siquiera de conflicto, también lo es el descubrir qué significa morir. Eso también es parte de nuestra existencia y uno debe comprenderlo. ¿Cómo hemos de comprender qué es la muerte? Cuando uno está muriendo, en el último momento, ¿puede comprender el modo como ha vivido -las tensiones, las batallas emocionales, las ambiciones, el esfuerzo-? Uno está, con toda probabilidad, inconsciente, y eso lo toma incapaz de una clara percepción. Hay, pues, el deterioro de la mente cuando envejecemos y todo eso; de modo que uno ha de comprender lo que es la muerte y ha de comprenderlo ahora, no mañana. Como ustedes pueden observar, el pensamiento no quiere pensar acerca de ello. El piensa acerca de todas las cosas que hará mañana: nuevos inventos, mejores cuartos de baño, todas esas cosas sobre las cuales el pensamiento es capaz de pensar. Pero no quiere pensar acerca de la muerte, porque no sabe lo que ella significa. ¿Puede el proceso del pensamiento descubrir el significado de la muerte? Por favor, sigan esto conmigo. Si lo compartimos, comenzaremos a verlo en toda su belleza; pero si ustedes están allí sentados y me dejan proseguir solo mientras escuchan meramente mis palabras, entonces no estaremos compartiendo. Compartir juntos implica una cierta cualidad de interés, atención, afecto, amor. La muerte es un problema tremendo. Los jóvenes podrán decir: «¿Por qué se preocupa usted por eso?» Pero eso es parte de sus vidas, como forma parte de sus vidas comprender la castidad. No digan simplemente: «¿Por qué habla usted de la castidad?, eso es para los vejestorios, para los necios monjes». El sentido de la castidad también ha sido un problema para los seres humanos, es también parte de la vida. ¿Puede la mente ser completamente casta? No siendo capaz de descubrir cómo vivir una vida casta, uno toma votos de celibato y pasa a través de todas sus torturas. Esto no es castidad. La castidad es algo por completo diferente. Es tener una mente que está en absoluto libre de imágenes, de conocimientos; lo cual significa comprender todo el proceso del placer y del miedo. Del mismo modo uno ha de comprender esa cosa llamada muerte. ¿Cómo han de encarar la comprensión de algo que ustedes temen terriblemente? ¿Acaso no tenemos miedo de la muerte? O decimos: «Gracias a Dios que voy a morir, ya he tenido bastante de esta vida con toda su desdicha, su confusión, su falsedad, su brutalidad, las cosas mecánicas en que uno está atrapado, ¡gracias a Dios que todo eso terminará!». Esa no es una respuesta, como tampoco lo es racionalizar la muerte o creer en la reencarnación como lo hace todo el mundo asiático. Para descubrir lo que significa la reencarnación, la cual consiste en renacer en una existencia futura, ustedes deben descubrir qué es lo que son ahora. Si ustedes creen en la reencarnación, ¿qué son ahora? Un montón de palabras, de experiencias, de conocimientos; están condicionados por diversas culturas, son todas las identificaciones de sus vidas: los muebles, la casa, la cuenta bancaria, las experiencias de placer y dolor. Eso es lo que ustedes son, ¿no es así? El recuerdo de los fracasos, las esperanzas, las desesperaciones, todo eso es lo que son ahora y eso es lo que irá a renacer en la próxima vida. ¡Una bella idea, por cierto! O piensan que hay un alma, una entidad permanente. ¿Existe algo permanente en nosotros? Al decir que hay un alma, una entidad permanente, esa entidad es el resultado de nuestro pensamiento o de nuestras esperanzas, porque existe mucha inseguridad, porque todo es transitorio, fluye, está en movimiento. Así, cuando decimos que hay algo permanente, esa permanencia es el resultado de nuestro pensamiento. Y el pensamiento es del pasado, el pensamiento nunca es libre, él puede inventar todo lo que le plazca. De manera que si ustedes creen en un renacer futuro, entonces deben saber que el futuro está condicionado por el modo como viven ahora, por lo que hacen ahora, por lo que piensan, por la naturaleza de sus actos, por su ética. Así que aquello que ustedes son ahora, lo que hacen ahora, es de una tremenda importancia. Pero a esa gente que cree en un nacimiento futuro no les importa un bledo lo que ocurre ahora; para ellos es sólo una cuestión de creencia. Entonces, ¿cómo descubren ustedes lo que la muerte significa, cómo lo descubren mientras están viviendo con vitalidad, con energía, llenos de salud? No cuando se hallan desequilibrados o enfermos, no en el último momento


sino ahora, sabiendo que el organismo debe inevitablemente desgastarse como cualquier maquinaria. Por desgracia usamos nuestra maquinaria tan irrespetuosamente, ¿verdad? Sabiendo que el organismo físico llega a su fin, ¿han pensado alguna vez en lo que significa morir? Ustedes no pueden pensar sobre ello ¿Han experimentado alguna vez para descubrir qué significa morir internamente, psicológicamente? No como encontrar la inmortalidad, porque lo eterno, lo intemporal es ahora, no en algún futuro distante. Para indagar en esto uno debe comprender todo el problema del tiempo; no sólo el tiempo cronológico -el del reloj- sino el tiempo que el pensamiento ha inventado como un proceso gradual de cambio. ¿Cómo ha de investigar uno esta extraña cosa con la cual todos hemos de encontrarnos un día u otro? ¿Pueden ustedes morir psicológicamente hoy, morir para todo cuanto han conocido? Por ejemplo: morir para su placer, para sus apegos, su dependencia, terminar sin argumentaciones, sin racionalizar, sin tratar de encontrar caminos y medios para eludir el hecho. ¿Saben qué significa morir, no en lo físico, sino psicológicamente, internamente? Lo cual quiere decir poner fin a lo que tiene continuidad: poner fin a la ambición, porque eso es lo que va a ocurrir cuando ustedes mueran, ¿no es cierto? ¡Ustedes no pueden llevar consigo su ambición y sentarse junto a Dios! (risas). Cuando uno muere de verdad, debe poner fin a tantas cosas sin un solo argumento. Ustedes no pueden decirle a la muerte, «déjame terminar mi trabajo, déjame terminar mi libro, todas las cosas que no he alcanzado a realizar, déjame curar las heridas que he causado a otros». No pueden, ya no tienen tiempo. ¿Pueden descubrir entonces cómo vivir ahora, hay, una vida en la cual exista siempre un terminar para todo cuanto hayan comenzado? No en la oficina, por supuesto, sino internamente; poner fin a todo el conocimiento que acumularon, siendo el conocimiento sus experiencias, sus recuerdos, sus ofensas, su modo comparativo de vivir, comparándose siempre a sí mismos con alguien. Poner fin a todo eso cada día, de manera que al día siguiente la mente esté fresca y joven. Una mente así nunca puede ser lastimada, y eso es inocencia. Uno ha de descubrir por sí mismo qué significa morir. Entonces no hay miedo, entonces cada día es un nuevo día -y realmente quiero significar esto, uno puede hacerlo- de modo que la mente y los ojos vean la vida como algo totalmente nuevo. Eso es eternidad. Es la cualidad de la mente que ha dado con este estado intemporal porque supo qué significa morir cotidianamente para todo cuanto estuvo acumulando durante el día. Y en ello, por cierto, hay amor. El amor es algo totalmente nuevo cada día. No así el placer; el placer tiene continuidad. El amor es siempre nuevo y, por lo tanto, él es su propia eternidad. ¿Quieren ustedes formular algunas preguntas? Interlocutor: Supongamos, señor, que mediante una observación completa y objetiva yo encuentro que soy codicioso, sensual, egoísta y todo eso. ¿Entonces cómo puedo saber si ese modo de vivir es bueno o malo a menos que tenga de antemano ciertos preconceptos acerca de lo bueno? Si tengo estos preconceptos, ellos sólo pueden provenir de la observación de uno mismo. KRISHNAMURTI: Completamente, señor. Interlocutor: Yo también encuentro otra dificultad. Usted parece ser partidario de compartir, pero al mismo tiempo dice que dos amantes, o marido y mujer, no pueden basar su amor, no deben basar su amor en apoyarse el uno en el otro. Yo no veo nada malo en el apoyarse uno al otro, eso es compartir. KRISHNAMURTI: El caballero dice: Uno debe tener un concepto de lo bueno, de otro modo, ¿cómo habría de renunciar a toda esta ambición, codicia, envidia, etc.?» Usted podrá tener una fórmula o concepto acerca de lo que es mejor, ¿pero puede tener un concepto acerca de lo que es bueno? Interlocutor: Pienso que sí. KRISHNAMURTI: ¿Puede el pensamiento producir lo que es bueno? Interlocutor: No, quise decir el concepto de lo que es bueno. KRISHNAMURTI: Sí, señor; el concepto de lo bueno es el producto del pensamiento; de otro modo, ¿cómo puede usted concebir lo que es bueno? Interlocutor: Los conceptos sólo pueden provenir de la observación de uno mismo. KRISHNAMURTI: Justamente estoy señalando eso, señor ¿Por qué ha de tener usted en absoluto un concepto de lo bueno?


Interlocutor: De otra manera, ¿como puedo saber si mi vida es buena o mala? KRISHNAMURTI: Sólo escuche la pregunta. ¿Acaso no sabemos qué es el conflicto? ¿Debo tener un concepto de no-conflicto antes de ser consciente del conflicto? Conozco lo que el conflicto es con su lucha y su dolor. ¿No sé esto sin necesidad de conocer un estado en el cual no haya conflicto? Cuando formulo lo que es bueno, lo hago de acuerdo con mi condicionamiento, con mi modo de pensar, de sentir, con mi idiosincrasia y con todo mi trasfondo cultural. ¿Puede lo bueno ser proyectado por el pensamiento? ¿Me dirá entonces el pensamiento lo que es bueno y malo en mí vida? ¿O la bondad nada tiene que ver con pensamiento o fórmula alguna? ¿Dónde florece la bondad -dígame-, en un concepto, en alguna idea, en un ideal que descansa en el futuro? Porque un concepto implica un futuro, un mañana. Este puede estar muy lejos o muy cerca, pero de todos modos está en el tiempo. Y cuando usted tiene un concepto proyectado por el pensamiento -siendo el pensamiento la respuesta de la memoria, del conocimiento acumulado que a su vez depende de la cultura en que uno ha vivido-, ¿encuentra usted esa bondad en el futuro creado por el pensamiento? ¿O la encuentra cuando comienza a comprender el conflicto y el dolor? Así, en la comprensión de «lo que es» -no en el comparar «lo que es» con lo que «debería ser»-, en esa comprensión florece la bondad. Ciertamente, la bondad nada tiene que ver con el pensamiento, ¿no es así? ¿Acaso el amor tiene algo que ver con el pensamiento? ¿Puede usted cultivar el amor formulándolo y diciendo: «Mi ideal del amor es eso»? ¿Sabe lo que ocurre cuando uno cultiva el amor? Ocurre que usted no ama. Piensa que amará en alguna fecha futura; mientras tanto, usted es violento. ¿Es entonces la bondad un producto del pensamiento? ¿Es el amor producto de la experiencia, del conocimiento? ¿Cuál era la segunda pregunta, señor? Interlocutor: La segunda pregunta era acerca del compartir. KRISHNAMURTI: ¿Qué es lo que usted comparte? ¿Qué estamos compartiendo ahora? Hemos hablado acerca de la muerte, del amor, de la necesidad de una revolución total, de un profundo y radical cambio psicológico; hablamos acerca de no vivir en el viejo molde de las fórmulas, luchas, sufrimientos, imitación, conformidad y todas esas cosas con las cuales el hombre ha vivido durante milenios ¡y que produjeron este maravilloso revuelto mundo! Hablamos de la muerte. ¿Cómo compartimos eso usted y yo? ¿Cómo compartimos la comprensión de eso, no la formulación verbal, no la descripción o las explicaciones. ¿Qué significa compartir, compartir la comprensión, compartir la verdad que surge con la comprensión? ¿Y qué significa comprender? Usted me dice algo que es serio, que es fundamental, importante, y yo lo escucho con todo mi ser porque ello es vital para mí. Para escuchar con vitalidad, mi mente debe estar en silencio, ¿no es así? Si estoy charlando, si me distraigo mirando a alguien, si comparo lo que usted dice con lo que yo sé, mi mente no está en silencio. Es sólo cuando mi mente está silenciosa y escucha por completo cuando surge la comprensión de la verdad. Eso es compartir; de otro modo no podemos compartir. No podemos compartir las palabras, sólo podemos compartir la verdad de algo. Usted y yo podemos ver la verdad de algo sólo cuando la mente está por completo entregada a la observación. Cuando usted ve la belleza de un crepúsculo, las hermosas colinas, las sombras bajo la luz lunar, ¿cómo lo comparte con un amigo? ¿Diciéndole: «Mira esa maravillosa colina»? Usted puede decirlo ¿pero eso es compartir? Cuando verdaderamente comparte algo con otro, ello significa que ambos deben tener la misma intensidad, al mismo tiempo y al mismo nivel. De otro modo no pueden compartir, ¿verdad? Ambos deben tener un interés común, al mismo nivel, con la misma pasión; de lo contrario, ¿cómo pueden compartir algo? Ustedes pueden compartir un trozo de pan, pero no es de eso que estamos hablando. Para ver algo juntos -lo cual es compartir- ambos debemos ver, no concordar o disentir, sino ver juntos lo que realmente es. No interpretarlo de acuerdo con mi condicionamiento o el suyo. Y para ver juntos debemos estar libres para observar, libres para escuchar. Esto significa no tener prejuicios. Sólo entonces, cuando hay esta cualidad de amor, existe el compartir. Interlocutor: ¿Cómo puede uno aquietar o liberar la mente de las irrupciones del pasado? KRISHNAMURTI: Usted no puede aquietar la mente. ¡Punto final! Esas son tretas. Usted puede tomar una pildorita y tranquilizar la mente, pero usted no puede en absoluto tornar a la mente quieta, porque usted es la mente. Usted no puede decir, «aquietaré mi mente». Por lo tanto, uno ha de comprender qué es la meditación, comprenderlo realmente, no repetir lo que otros dicen. Uno ha de descubrir si la mente puede alguna vez estar en silencio; no cómo hacer que la mente sea silenciosa. De modo que hemos de investigar toda esta cuestión del conocimiento, y descubrir si la mente, las células cerebrales que están tan cargadas con los recuerdos del pasado, pueden hallarse en absoluto silencio y funcionar sólo cuando ello es necesario; y cuando no es necesario, estar completa y totalmente silenciosas.


Interlocutor: Señor, cuando usted habla de las relaciones, se refiere siempre al hombre y a la mujer, o al muchacho y a la chica. ¿Diría usted las mismas cosas aplicadas a relaciones entre hombre y hombre, o mujer y mujer? KRISHNAMURTI: ¿Homosexualidad? Interlocutor: Sí usted desea darle ese nombre, señor, sí. KRISHNAMURTI: Vea, cuando hablamos del amor, sea éste de hombre y hombre, mujer y mujer, o de hombre y mujer, no estamos hablando de una clase particular de relación; hablamos de todo el movimiento, del sentido total de la relación, no de una relación con uno o con dos. ¿No sabe usted lo que significa estar relacionado con el mundo? Es percibir que usted es el mundo; percibirlo no como una idea -eso sería espantoso-, sino sentir de veras que usted es responsable, que está comprometido con esta responsabilidad. Ese es el único compromiso. No el estar comprometido a través de bombas o con una actividad particular, sino sentir que usted es el mundo y que el mundo es usted. A menos que uno cambie por completo, radicalmente, y produzca una total mutación en sí mismo, haga lo que hiciere en lo externo, no habrá paz para el hombre. Si usted siente eso en su sangre, entonces sus preguntas estarán enteramente relacionadas con el ahora, con el producir un cambio en el presente y no con alguna clase de ideales especulativos. Interlocutor: La última vez nos reunimos, usted nos dijo que si alguien tiene una experiencia dolorosa y ella no es enfrentada totalmente, o es eludida, penetra en el inconsciente como un fragmento. ¿Cómo podemos librarnos de esos fragmentos de experiencias dolorosas y aterrorizadoras, de modo que el pasado no tenga asidero en nosotros? KRISHNAMURTI: Sí, señor, ése es el condicionamiento. ¿Cómo ha de liberarse uno de este condicionamiento? ¿Cómo librarme del condicionamiento cultural en que he nacido? En primer lugar debo darme cuenta de que estoy condicionado, no porque alguien me diga que lo estoy. ¿Comprende la diferencia? Si alguien me dice que tengo hambre, eso es muy distinto de estar realmente hambriento. De modo que debo darme cuenta de mi condicionamiento, y no sólo superficialmente sino en los niveles más profundos. Es decir que debo darme cuenta totalmente, lo cual implica que no estoy tratando de trascender el condicionamiento o de librarme de él. Debo verlo como realmente es y no introducir otro factor más, como el desear estar libre del condicionamiento, porque eso es un escape de la realidad. Debo estar alerta. ¿Qué significa eso? Estar alerta a mi condicionamiento totalmente, no de modo parcial, significa que mi mente debe ser sensible en alto grado, ¿no es así? De lo contrario no puedo estar alerta. Ser sensible significa observarlo todo muy, muy atentamente: los colores, la calidad de las personas, todo cuanto me rodea. Debo estar atento a lo que realmente es, sin opción alguna. ¿Puede usted hacer eso sin tratar de interpretarlo, de cambiarlo, de trascenderlo, sin tratar de librarse de ello, sino sólo estar totalmente atento a lo que es? Cuando usted observa un árbol, entre usted y el árbol hay tiempo y espacio, ¿no es así? Y también está el conocimiento botánico que usted tiene acerca de él, la distancia entre usted y el árbol -la cual es tiempo- y la separación que surge por su conocimiento del árbol. Mirar el árbol sin conocimientos, sin la cualidad del tiempo, no significa que usted se identifique con el árbol sino que, al observarlo tan atentamente, las limitaciones del tiempo no intervienen en ello para nada. Las limitaciones del tiempo intervienen sólo cuando usted mira el árbol con sus conocimientos acerca de él. ¿Puede usted mirar a su mujer o a su amigo, o lo que sea, sin la imagen? La imagen es el pasado, y fue acumulada por el pensamiento como regaños, intimidaciones, afán de dominio, placer, compañía, etc. Es la imagen la que separa, la que crea distancia y tiempo. ¡Mire ese árbol, o la flor, la nube, la esposa, el amigo, sin la imagen! Si puede hacerlo, entonces usted puede observar su condicionamiento totalmente, puede mirarlo con una mente que no está contaminada por el pasado; por lo tanto, ella se ha liberado a sí misma del condicionamiento. Cuando uno se mira a sí mismo, generalmente lo hace como un observador que mira lo observado, siendo uno lo observado y el observador que mira. El observador, que es el conocimiento, el pasado, el tiempo, las experiencias acumuladas, se separa a sí mismo de la cosa que observa. Ahora bien; usted puede mirar sin el observador sólo cuando está completamente atento. ¿Sabe lo que significa estar atento? ¡No es preciso ir a la escuela para aprender a estar atento! Estar atento significa escuchar sin ninguna interpretación, sin ningún juicio; simplemente escuchar. Cuando usted escucha de este modo no hay limitación alguna, no hay un Usted que escuche. Sólo hay el estado de escuchar. Así, cuando observa su condicionamiento, el condicionamiento existe sólo en el observador, no en lo observado. Cuando mira sin el


observador, sin el «yo» -el «yo» con sus miedos, sus ansiedades, etc.-, entonces usted ve, usted penetra en una dimensión del todo diferente. Nueva York 24 de abril de 1971 5. LA EXPERIENCIA RELIGIOSA, MEDITACIÓN ¿Existe una experiencia religiosa? Búsqueda de la verdad; el significado de la búsqueda. «¿Qué es una mente religiosa?» «¿Cual es la cualidad de una mente que ya no experimenta?» Disciplina; virtud; orden. La meditación no es un escape. Función del conocimiento y liberación de lo conocido. «La meditación es descubrir si existe un campo no contaminado por lo conocido» «El primer paso es el último paso»

Preguntas: La analogía de la suciedad; darse cuenta; conciencia; amor; tiempo psicológico. KRISHNAMURTI: Dijimos que trataríamos juntos el muy complejo problema de si existe una experiencia religiosa y cuáles son las implicaciones de la meditación. Cuando uno observa, ve que por todo el mundo el hombre siempre parece haber estado buscando algo más allá de su propia muerte; más allá de sus problemas; algo que fuera permanente, verdadero e intemporal. Ha llamado a eso Dios, le ha dado muchos nombres; y la mayoría de nosotros cree en algo de esa clase sin jamás haberlo experimentado verdaderamente. Diversas religiones han prometido que si ustedes creen en determinadas formas de ritual, en dogmas y salvadores, y si llevan cierto género de vida, pueden encontrar esta cosa extraña, cualquiera sea el nombre que uno le dé. Y aquellos que lo han experimentado directamente, lo hicieron de acuerdo con su condicionamiento, con su creencia, con sus influencias culturales y ambientales. Aparentemente, la religión ha perdido su significado, ya que ha habido guerras religiosas; las religiones no responden a todos nuestros problemas, ellas han separado a los pueblos. Tuvieron, si, cierta clase de influencia civilizadora, pero no han cambiado al hombre de manera radical. Cuando uno comienza a indagar si existe algo como la experiencia religiosa, qué es y por qué uno la llama «religiosa», evidentemente es preciso, antes que nada, tener una gran dosis de honestidad. Uno no es honesto cuando se ajusta a un principio, a una creencia o a cualquier clase de compromiso. Ser honesto es ver las cosas exactamente como ellas son, sin distorsión alguna no sólo en lo externo sino internamente; es no engañarse uno jamás a sí mismo. Porque el engaño es muy fácil cuando se anhela alguna clase de experiencia, llámese ella religiosa o como sea. Entonces uno está condenado a enredarse en alguna clase de ilusión. Hemos de descubrir por nosotros mismos -de ser posible- qué es la experiencia religiosa. Se necesita un gran sentido de humildad y honestidad, lo cual implica no ambicionar jamás experiencias, no reclamar nunca para uno mismo una realidad o un logro. Esto quiere decir que uno ha de observar muy atentamente los propios temores, los apegos, los deseos y comprenderlos -si es posible- en su totalidad, de modo que la mente esté sin distorsión alguna, que no haya ilusión ni engaño. Y uno ha de preguntarse también qué significa «experimentar». No sé si ustedes han investigado alguna vez esta cuestión. La mayoría de nosotros estamos aburridos de las habituales experiencias cotidianas. Estamos cansados de todo eso, y cuanto más refinado uno es, cuanto más intelectual, tanto más desea uno vivir sólo en el presente -sea lo que fuere aquello que pueda significar- e inventa así una filosofía del presente. La palabra experiencia significa «pasar por», ir hasta el mismo fin de algo y terminar con ello. Pero, por desgracia, para la mayoría de nosotros cada experiencia deja una cicatriz, un recuerdo agradable o desagradable y deseamos retener sólo aquellos que son agradables. Cuando anhelamos alguna clase de experiencia espiritual, religiosa o trascendental debemos tratar de descubrir, antes que nada, si es que existe tal experiencia y también qué implica la experiencia en sí misma. Si ustedes experimentan algo y no pueden reconocerlo, entonces esa experiencia deja de ser. Uno de los significados esenciales de la experiencia es el reconocimiento. Y cuando hay reconocimiento, ello ya fue conocido antes, ya fue experimentado; de otra manera no podríamos reconocerlo. De modo que cuando se habla de la experiencia religiosa, espiritual o trascendental -se abusa tanto de esa palabra-, ustedes ya deben haberla conocido antes para ser capaces de reconocer que están experimentando algo distinto de una experiencia común. Parece lógico y verdadero que la mente deba ser capaz de reconocer la experiencia, y el reconocimiento implica algo que ustedes ya han conocido, por lo tanto, ello no es nuevo. Cuando ustedes desean experiencia en el campo religioso, ello ocurre porque no han resuelto sus problemas, sus cotidianas ansiedades, desesperaciones, miedos y sufrimientos; por lo tanto, desean algo más. En ese exigir algo más yace el engaño. Pienso que eso es bastante verdadero y lógico. No quiere decir que la lógica sea siempre verdadera, pero cuando uno usa sanamente, cuerdamente, la lógica y la razón, uno conoce entonces las


limitaciones de la razón. La demanda por experiencias más amplias, más profundas y fundamentales, sólo conduce a prolongar y extender el camino de lo conocido. Creo que esto es claro y espero que estemos comunicándonos, compartiéndolo juntos. Luego, en esta indagación religiosa, uno está también buscando descubrir qué es la verdad y si existe una realidad, si existe lo que pueda llamarse un estado de la mente más allá del tiempo. Además, la búsqueda implica un buscador, ¿no es cierto? ¿Y qué está él buscando? ¿Cómo sabrá que aquello que ha encontrado en su búsqueda es verdadero? Por otra parte, si él encuentra lo que es verdadero -al menos lo que piensa que es verdadero- eso depende de su condicionamiento, de su conocimiento, de su experiencia pasada. Entonces la búsqueda se vuelve una mera proyección ampliada de sus propias esperanzas, temores y anhelos. Una mente que está indagando -no buscando- debe hallarse totalmente libre tanto de la demanda de experiencia como de la búsqueda de la verdad. Uno puede ver por qué: cuando uno está buscando se dirige a diversos maestros, lee diversos libros, profesa diversos cultos, sigue a diversos gurús, etc., que es algo así como recorrer vidrieras. Semejante búsqueda carece absolutamente de sentido. Así que cuando indagan en la pregunta: «¿Qué es una mente religiosa y qué cualidad es la de una mente que ya no está experimentando en absoluto?», ustedes deben descubrir si la mente puede estar libre de la demanda de experiencia y si puede terminar por completo con toda búsqueda. Hemos de investigar -sin ningún motivo, sin ningún propósito- los hechos del tiempo, y si existe un estado que sea intemporal. Investigar esto implica no tener creencia alguna, no estar comprometido con ninguna religión, con ninguna así llamada organización espiritual, no seguir a ningún gurú y, por lo tanto, estar libre de toda autoridad -incluyendo especialmente la del que habla-. Pero ustedes son muy fácilmente influidos, son terriblemente crédulos aunque tengan mucho mundo, aunque conozcan muchas cosas. Están siempre ansiosos, siempre deseando, y por eso son crédulos. La mente que está investigando, pues, qué es la religión, debe estar por completo libre de toda forma de creencia, de toda forma de temor; porque el temor, como lo explicamos el otro día, es un factor deformante, el temor engendra violencia y agresión. Por lo tanto, la mente que indaga en la cualidad del estado religioso, en su movimiento, debe estar libre de todo eso, lo cual requiere honestidad y un gran sentido de humildad. Para casi todos nosotros la vanidad es uno de los mayores obstáculos. Hemos leído mucho, hemos asumido compromisos, hemos practicado este o aquel sistema, seguido a algún gurú, pregonando su filosofía y, por todo eso, pensamos que sabemos -al menos un poquito-; y ése es el comienzo de la vanidad. Cuando ustedes están investigando un hecho tan extraordinario ha de haber la libertad de no saber realmente nada acerca de ello. Porque ustedes realmente no saben, ¿no es así? Ignoran qué es la verdad, qué es Dios -si es que tal cosa existe- o qué es una mente verdaderamente religiosa. Han leído acerca de eso, la gente ha hablado de estas cosas por milenios, ha edificado monasterios, pero siempre vivieron en realidad del conocimiento y la experiencia de otros, de la propaganda. Para descubrir, uno debe desechar todo eso y, en consecuencia, la investigación se vuelve un asunto muy serio. Si ustedes desean jugar con eso, existen toda clase de entretenimientos llamados espirituales o religiosos, pero ellas carecen por completo de valor para una mente que es seria. A fin de descubrir qué es una mente religiosa, debemos estar libres de nuestro condicionamiento, de nuestro Cristianismo, Budismo, etc., con toda su propaganda de siglos, de modo que la mente tenga verdadera libertad para observar. Eso es difícil porque tenemos miedo de estar solos. Queremos seguridad tanto externa como interna y así dependemos de otros, sean éstos el sacerdote, el líder o el gurú que dice: «Yo he experimentado, por eso sé». Uno ha de quedarse completamente solo -solo, no aislado-. Hay una gran diferencia entre el aislamiento y el estar completamente solo, integro. El aislamiento es un estado de la mente en que cesa la relación. Ustedes se aíslan cuando en la actividad cotidiana -consciente o inconscientemente- han levantado un muro en torno de sí mismos a fin de no ser lastimados. Es obvio que este aislamiento impide toda forma de relación. La soledad interna implica una mente que no depende de otros en lo psicológico, que no está apegada a nadie. Esto no significa que no haya amor; el amor no es apego. La soledad implica una mente que en lo interno está sin sentido alguno de temor y, por lo tanto, sin sentido alguno de conflicto. Si ustedes llegan tan lejos como eso, entonces pueden proceder a descubrir qué significa la disciplina. Para la mayoría de nosotros la disciplina es una forma de ejercicio, de repetición. Superar un obstáculo, resistir, reprimir, controlar, adaptarse, ajustarse, todo ello está contenido en la palabra disciplina. La raíz etimológica de esa palabra quiere decir aprender; una mente que quiere aprender -no ajustarse- debe ser curiosa, debe tener gran interés. Y una mente que ya sabe no puede aprender. De modo que disciplina significa aprender por qué uno controla, por qué reprime, por qué hay temor, por qué uno se ajusta o compara y como consecuencia de ello engendra conflicto. Ese mismo aprender produce orden; no orden de acuerdo con un modelo o esquema, sino que en el mismo investigar la confusión y el desorden, existe orden. Casi todos nosotros estamos confusos por una docena de razones, las cuales no es necesario que examinemos por el momento. Uno ha de aprender acerca de la confusión, de la vida desordenada que llevamos; no tratar de producir orden dentro de la confusión o del desorden, sino aprender acerca de ello. Entonces, a medida que uno aprende, el orden surge por sí mismo.


El orden es una cosa viva, no algo mecánico; y el orden es, ciertamente, virtud. Una mente que está confusa, ajustándose, imitando, no está en orden sino en conflicto. Y una mente así carece de virtud. De este indagar, de este aprender, surge el orden; y el orden es virtud. Por favor, obsérvenlo en sí mismos, vean qué desordenado es uno en su vida, tan confusa, tan mecánica. En ese estado tratamos de encontrar un modo de vivir moral, ordenado y sano. ¿Cómo puede una mente que está confusa, que imita, que se somete, cómo puede una mente así tener alguna clase de orden, alguna clase de virtud? La moralidad social, si la observan, es totalmente inmoral; ella puede ser respetable, pero lo que es respetable, generalmente es desordenado. El orden es necesario, porque sólo del orden puede provenir una acción total, y la acción es vida. Pero nuestra acción trae desorden; está la acción política, la acción religiosa, la acción en los negocios, la acción en la familia; son todas acciones fragmentarias. Y, naturalmente, una acción así es contradictoria. Usted es un hombre de negocios y en su hogar es un ser humano bondadoso -o al menos pretende serlo-; existe contradicción y, por lo tanto, hay desorden. Una mente que está en desorden no puede comprender qué es la virtud. Y hoy día, en que todo se permite, la virtud y el orden son negados. La mente religiosa debe tener este orden, no de acuerdo con un modelo o con un esquema proyectado por usted o por algún otro. El orden, ese sentido de rectitud moral, surge cuando se comprende el desorden, la confusión en que uno vive. Todo esto fundamenta las bases para la meditación. Sin esos cimientos la meditación se vuelve un escape. Ustedes pueden entretenerse interminablemente con ese tipo de meditación y esto es lo que la mayoría de la gente hace: llevan vidas ordinarias, confusas, enredadas y buscan un rincón en el cual puedan de algún modo aquietar la mente. Y están todas estas personas que prometen darle a usted una mente quieta, cualquier cosa que eso signifique. Una mente seria -y esto es algo serio, no un juego- implica que uno debe estar libre de toda creencia, de todo compromiso, porque uno está comprometido con la totalidad de la vida, no con un fragmento de ella. La mayoría está comprometida con la revolución física o política, o bien con una actividad religiosa, con alguna clase de vida monástica, etc. Esos son todos compromisos fragmentarios. Estamos hablando de la libertad, de modo que ustedes pueden entregar todo su ser, toda su energía, vitalidad y pasión a la totalidad de la vida, y no a una parte de ella. Sólo entonces podemos proceder a descubrir qué significa meditar. Yo no sé si ustedes han investigado esto alguna vez. Probablemente algunos han jugado con ello tratando de controlar sus pensamientos o siguiendo diversos sistemas; pero eso no es meditación. Uno ha de rechazar los sistemas que le son ofrecidos: zen, meditación trascendental, las diversas cosas que han sido importadas de la India y de Asia y en las cuales la gente está tan atrapada. Debemos investigar esta cuestión de los sistemas, de los métodos y espero que ustedes lo hagan; estamos compartiendo este problema juntos. Como ustedes siguen un sistema, ¿qué le sucede a la mente? ¿Qué implican los métodos y sistemas? ¿Un gurú? No sé por qué ellos se llaman a sí mismos gurús. No puedo encontrar una palabra lo bastante fuerte para negar todo ese mundo de gurús y su autoridad; porque ellos piensan que saben. Un hombre que dice: «Yo sé», un hombre así no sabe. O si alguien dice: «Yo he experimentado la verdad», desconfíen de él completamente. Esas son las personas que ofrecen sistemas. Un sistema implica práctica, seguimiento, repetición; implica tratar de cambiar «lo que realmente es» y, por lo tanto, ello incrementa el conflicto. Los sistemas tornan mecánica la mente, no les dan libertad; pueden prometer libertad al final, pero la libertad está al principio y no al final. Si al investigar la verdad de cualquier sistema, ustedes carecen de libertad al principio, entonces están amarrados hasta el fin por un sistema y, en consecuencia, por una mente que carece de sutileza, rapidez y sensibilidad. De modo que uno puede rechazar enteramente todos los sistemas. Lo importante no es controlar el pensamiento sino comprenderlo, comprender el origen, el principio del pensamiento, el cual está dentro de uno mismo: el cerebro almacena recuerdos, lo cual pueden ustedes observar en sí mismos, no necesitan leer libros que hablen de ello. Si el cerebro no hubiese almacenado recuerdos seria en absoluto incapaz de pensar. Esa memoria es resultado de la experiencia, del conocimiento: el conocimiento de uno, el de la comunidad, el de la familia, el de la raza, etc. El pensamiento brota desde este depósito de la memoria. De modo que el pensamiento nunca es libre, él es siempre viejo, no existe tal cosa como la libertad de pensamiento. Este jamás puede ser libre en sí mismo; él puede hablar de libertad pero es sólo un resultado de los recuerdos, de la experiencia y el conocimiento; por lo tanto, es siempre viejo. Sin embargo, esta acumulación de conocimiento es necesaria, de otro modo uno no podría funcionar, no podría comunicarse ni regresar a su casa y todo eso. El conocimiento es esencial. En la meditación uno ha de descubrir si el conocimiento puede terminar y si, por consiguiente, puede haber liberación de lo conocido. Si la meditación es una continuidad del conocimiento, de todo cuanto el hombre ha acumulado entonces no hay libertad. Hay libertad sólo cuando se comprende la función del conocimiento y existe así la liberación de lo conocido. Estamos investigando el campo del conocimiento, dónde él debe funcionar y dónde se vuelve un obstáculo para una ulterior y más profunda indagación. Mientras las células cerebrales continúan operando, ellas sólo pueden


hacerlo dentro del campo del conocimiento. Eso es lo único que el cerebro puede hacer, o sea, funcionar en los dominios de la experiencia, de lo conocido, en el terreno del tiempo, el cual es pasado. La meditación consiste en descubrir si hay un campo que no esté en absoluto contaminado por lo conocido. Si medito y continúo con lo que ya he aprendido, con lo que ya conozco, entonces estoy viviendo en el pasado dentro del campo de mi condicionamiento. En eso no existe libertad. Puedo decorar la prisión en que vivo, puedo hacer toda clase de cosas dentro de esa prisión, pero siempre habrá una limitación, una barrera. Así que la mente ha de descubrir si las células cerebrales que se han desarrollado durante milenios pueden estar totalmente quietas y responder a una dimensión que ellas no conocen. Lo cual significa: ¿puede la mente estar en completo silencio? Esto ha sido a lo largo de los siglos un problema para todas las personas religiosas. Ellas se dan cuenta de que la mente debe estar muy silenciosa, porque sólo entonces es posible ver. Si la mente está parloteando, si está en constante movimiento, atropellándose, es obvio que no puede mirar ni escuchar totalmente. En consecuencia, las personas religiosas dicen, «controle su mente, sujétela, póngala en una prisión»; ellas no han descubierto el modo de producir una mente que sea por completo silenciosa. Dicen, «no cedan a ningún deseo, no miren a una mujer, no miren la belleza de las colinas, de los árboles y de la tierra, porque ello podría hacerles recordar luego a una mujer, a un hombre. Por lo tanto, controlen, sujeten, concéntrense». Cuando ustedes hacen todo eso, están en conflicto, y entonces necesitan mayor control, mayor sometimiento. Esto ha estado ocurriendo por milenios, porque esas personas se daban cuenta de que debían tener una mente silenciosa. Entonces ¿cómo ha de tornarse silenciosa la mente sin esfuerzo, sin control, sin crear limitaciones?, en el momento que ustedes preguntan «cómo», ya están introduciendo un sistema. Por lo tanto, no hay un «cómo». ¿Puede la mente volverse silenciosa? Yo no sé qué hacen ustedes al respecto cuando ven el problema, cuando ven la verdad de que es necesario tener esta mente delicada, sutil y por completo silenciosa. ¿Cómo ha de ocurrir ello? Este es el problema de la meditación, porque tan sólo una mente así es una mente religiosa. Sólo una mente así puede ver la totalidad de la vida como un movimiento unitario, no fragmentado. Por lo tanto, la acción de esa mente es total, no fragmentaria, porque ella actúa desde un completo silencio. La base de esto es una vida de relación plena, una vida ordenada y, por lo tanto, virtuosa, una vida extraordinariamente simple en lo interno y, en consecuencia, totalmente austera, con la austeridad de la sencillez profunda, lo cual implica que la mente no está en conflicto. Cuando ustedes han puesto esos cimientos, y lo han hecho fácilmente, sin esfuerzo alguno -porque en el momento que introducen esfuerzo hay conflicto- entonces ven la verdad de ello. Por lo tanto, hay la percepción de «lo que es», la cual produce un cambio radical. Es sólo la mente silenciosa la que comprende que en esa quietud hay un movimiento que es por completo diferente, que tiene una diferente dimensión, una diferente cualidad. Esto nunca puede ser puesto en palabras, porque es indescriptible. Lo que puede ser descrito es lo que llega hasta este punto, el punto en que uno ha puesto los cimientos y ha visto la necesidad, la verdad y la belleza de una mente silenciosa. Para la mayoría de nosotros la belleza está en algo, en un edificio, en una nube, en la forma de un árbol, en un rostro hermoso. ¿Está la belleza «allí afuera», o es la cualidad de una mente que no actúa desde un centro? La comprensión de la belleza es esencial en la meditación, como lo es el júbilo. La belleza es realmente el completo abandono del «yo», y los ojos que han abandonado el «yo» pueden ver los árboles en toda su belleza y el encanto de la nube; eso ocurre cuando no hay un centro actuando como «yo». A todos suele sucedemos, ¿verdad?, cuando vemos una bella montaña, cuando llegamos a ello súbitamente: ¡eso está ahí! Todo ha sido desechado excepto la majestad de esa colina. Esa montaña, ese árbol, nos absorben completamente. Es como el niño con un juguete; el juguete absorbe al niño y cuando el juguete se destruye, el niño vuelve a lo que estaba haciendo, a sus travesuras, a su alboroto. Lo mismo con nosotros: cuando ustedes ven la montaña o el árbol solitario en la cumbre de la colina, eso los absorbe. Es que deseamos ser absorbidos por algo, por una idea, por una actividad, un compromiso, una creencia; o bien queremos ser absorbidos por otro. Igual que el niño con su juguete. De manera que la belleza significa sensibilidad. Un cuerpo sensible implica la dieta correcta, el correcto modo de vivir; y ustedes tienen todo esto si es que han ido tan lejos. Espero que sí o que lo hagan ahora. Entonces inevitablemente, de manera natural, sin saberse cómo, la mente se torna silenciosa. Ustedes no pueden tornar silenciosa la mente, porque ustedes son la mente; son en sí mismos desordenados, ansiosos, confusos. ¿Cómo, entonces, pueden tornar silenciosa la mente? Pero cuando ustedes comprenden qué es el silencio, la quietud. cuando comprenden qué es la confusión, qué es el sufrimiento y si el sufrimiento puede alguna vez terminar, cuando comprenden el placer, entonces desde allí surge una mente extraordinariamente silenciosa. Ustedes no tienen que buscarla; ello debe ocurrir desde el principio y el primer paso es el último paso. Esto es meditación. Interlocutor: Cuando usted utiliza la analogía de la montaña, las colinas, el cielo hermoso, ello suena falso a las personas para quienes la analogía es la suciedad.


KRISHNAMURTI: Correcto, tomemos eso: la analogía de las sucias calles de Nueva York, la analogía de la miseria, de la pobreza, los guetos, las guerras a las cuales cada uno de nosotros ha contribuido. Ustedes no lo sienten de ese modo porque se han separado a sí mismos, se han aislado. Por lo tanto, al no tener verdadera relación con otros, se corrompen y permiten que la corrupción se extienda por el mundo. Por eso esta corrupción, esta contaminación, estas guerras, este odio, no pueden ser detenidos por ningún sistema político o religioso, por ninguna organización. Ustedes tienen que cambiar. ¿No ven esto? Deben cesar por completo de ser lo que son. No mediante la voluntad; la meditación es vaciar la mente del dominio de la voluntad. Entonces tiene lugar una acción del todo diferente. Interlocutor: Sí uno puede tener el privilegio de estar totalmente alerta, ¿cómo podemos entonces ayudar a aquellos que están condicionados, que tienen un profundo resentimiento dentro de sí? KRISHNAMURTI: ¿Por qué -si puedo preguntarlo- usa usted la palabra privilegio? ¿Qué es lo que hay de sacro o privilegiado en el estar alerta, en el darse cuenta? Es algo natural darse cuenta, ¿no es cierto? Si usted se da cuenta de su condicionamiento, de la perturbación de la suciedad, el hambre, la guerra, el odio, si se da cuenta de todo eso, establecerá con otro una relación tan completa que estará relacionado con todos los seres humanos del mundo. ¿Comprende esto? Si yo estoy en relación completa, total, con alguien -no con una idea o imagen-, entonces estoy en relación con todos los seres humanos del mundo. Entonces no dañaré a otros, veré cómo ellos se hacen daño a sí mismos. Vaya entonces, predique, hable sobre eso, pero no con el deseo de ayudar a otros, ¿comprende? Es una cosa terrible decir: «Yo quiero ayudar a otros. ¿Quién es uno -incluyendo al que habla- para ayudar a otro? Vea señor; la belleza del árbol o la flor no desea ayudarlo, ella está ahí. Depende de usted ver la miseria o la belleza, y si usted es incapaz de ver, entonces descubra por qué se ha vuelto tan indiferente, tan duro, tan superficial y vacío. Si lo descubre, entonces usted se halla en un estado en que fluyen las aguas de la vida; usted nada debe hacer. Interlocutor: ¿Cuál es la relación entre las cosas exactamente como ellas son y la conciencia? KRISHNAMURTI: Usted sólo conoce la conciencia por su contenido, y el contenido es lo que ocurre en el mundo del cual usted forma parte. Vaciar todo esto no es no tener conciencia, sino que significa una dimensión por completo diferente. Usted no puede especular acerca de esa dimensión; deje eso a los científicos, a los filósofos. Lo que nosotros podemos hacer es descubrir si hay posibilidad de descondicionar la mente dándonos cuenta, volviéndonos totalmente atentos. Interlocutor: Yo no sé lo que es el amor o qué es la verdad o qué es Dios, pero usted lo describe como: «El amor es Dios», en vez de «el amor es amo?» ¿Puede usted explicar por qué dice «el amor es Dios»? KRISHNAMURTI: Yo no dije «el amor es Dios». Interlocutor: Yo leí uno de sus libros... KRISHNAMURTI: Lo lamento, ¡no lea libros! (Risas). Esa palabra ha sido tan usada, está tan cargada por la humana desesperación, por las esperanzas. Usted tiene su Dios y los comunistas tienen sus dioses. De modo que descubra, si puedo sugerirlo, qué es el amor. Usted sólo puede descubrir lo que el amor es, sabiendo lo que él no es. Pero sabiéndolo no intelectualmente, sino realmente desechando en la vida lo que no es amor: celos, ambición y codicia, todas las divisiones que hacemos en la vida, el yo y el tú, el nosotros y el ellos, el blanco y el negro. Por desgracia ustedes no quieren hacerlo porque eso requiere energía, y la energía surge sólo cuando uno observa lo que realmente es y no escapa de ello. Cuando usted ve realmente lo que es, entonces en el observar tiene la energía para ir más allá. Pero no puede ir más allá si está tratando de escapar de ello, de interpretarlo o de dominarlo. Sólo observe lo que realmente es; entonces tiene usted abundancia de energía, entonces puede descubrir qué es el amor. El amor no es placer; ¿sabe lo que significa descubrir esto realmente por uno mismo? Significa que no hay miedo, que no hay apego ni dependencia, sino una relación en que no existe separación alguna. Interlocutor: ¿Podría usted hablar acerca del papel que el artista tiene en la sociedad? ¿Sirve él alguna función más allá de sí mismo? KRISHNAMURTI: ¿Quién es un artista? ¿Alguien que pinta un cuadro o escribe un poema; alguien que desea expresarse a sí mismo pintando, escribiendo un libro o un drama? ¿Por qué separamos al artista o al intelectual del


resto de nosotros? Hemos puesto al intelectual en un nivel, al artista quizás en un nivel más alto y al científico en un nivel más elevado todavía. Y entonces decimos: «¿Cuál es su papel en la sociedad?» La cuestión no es cuál puede ser el papel de ellos, sino cuál es nuestro papel en la sociedad; porque nosotros hemos creado esta confusión. ¿Cuál es su papel? Descúbralo, señor. Esto quiere decir: descubra por qué vive usted dentro de este mundo de miseria, odio y desdicha. Aparentemente eso no le toca. Vea, usted ha escuchado estas pláticas, ha compartido algunas cosas y ha comprendido –espero- muchas. Entonces usted se convierte en el núcleo de una correcta relación y, por lo tanto, es su responsabilidad cambiar esta terrible, corrupta y destructiva sociedad. Interlocutor: Señor, ¿puede usted penetrar en la cuestión del tiempo psicológico? KRISHNAMURTI: El tiempo es vejez, el tiempo es dolor, el tiempo no atiende razones. Existe el tiempo cronológico, el del reloj. Este tiempo debe existir, de otro modo uno sería incapaz de tomar un autobús, de cocinar una comida y todo eso. Pero hay otra clase de tiempo, la cual hemos aceptado, y es la siguiente: «Mañana seré, mañana cambiaré, mañana me convertiré en esto o aquello»; hemos creado el tiempo psicológico como mañana. En lo psicológico, ¿hay un mañana? Tememos encarar esta pregunta seriamente, porque deseamos el mañana: «Tendré el placer de encontrarme contigo mañana, comprenderé mañana, mi vida será diferente mañana, realizaré mi iluminación mañana». Por lo tanto, el mañana se vuelve la cosa más importante de nuestra vida. Usted ha tenido ayer una experiencia sexual con todos sus placeres, todas sus agonías -lo que sea- y la desea mañana, porque quiere que se repita el mismo placer. Formúlese a sí mismo esta pregunta y descubra la verdad acerca de ella: «¿Existe en absoluto un mañana, excepto en el pensamiento que lo proyecta?» De modo que este mañana es un tiempo inventado por el pensamiento; y si no existe psicológicamente el mañana, ¿qué ocurre en su vida hoy? Entonces hay una tremenda revolución, ¿no es así? Entonces toda su acción experimenta un cambio radical, ¿verdad? Entonces usted está por completo y totalmente en el ahora, no proyectándose desde el pasado y a través del presente hacia el futuro. Eso implica vivir muriendo cada día. Hágalo y descubrirá qué significa vivir completamente hoy. ¿No es esto amor? Usted ya no dice: «Amaré mañana», ¿verdad? (Usted ama o no ama. El amor no es del tiempo, sólo el dolor es del tiempo, siendo el dolor pensamiento al igual que el placer. De modo que uno ha de descubrir por sí mismo qué es el tiempo y descubrir si hay un «no-tiempo» sin mañana. Eso es vivir; entonces existe una vida que es eterna, porque la eternidad no tiene tiempo. Nueva York 25 de abril de 1971 6. EL CIRCO DE LA CONTIENDA HUMANA Conversación entre J. Krishnamurti y Alain Naudé

Naudé1: Usted habla acerca de la totalidad de la vida. Cuando miramos a nuestro alrededor hay tanto desorden en todas partes, la gente parece estar tan confundida. Vemos que en el mundo hay guerras, hay desorden ecológico, político y social, crimen y todos los males de la industrialización y la superpoblación. Y, al parecer, cuanto más trata la gente de resolver estos problemas, más aumentan. Luego está el hombre mismo, lleno de sus propios problemas; no sólo de los que atañen al mundo que lo rodea, sino de los internos: soledad, desesperación, celos, ira -todo lo cual constituye lo que podríamos llamar confusión-. Y finalmente, el hombre muere. Ahora bien, siempre se nos ha dicho que existe algo más que ha sido llamado de muy diversas maneras: Dios, eternidad, creación. Y acerca de esto, el hombre nada sabe. Ha tratado de vivir para esto, en relación con esto; pero ello también ha engendrado problemas. Parece desprenderse de lo que usted ha dicho tantas veces, que uno debe encontrar el modo de tratar con estas tres clases de problemas, con estos tres aspectos de la vida al mismo tiempo, porque éstos son los problemas que el hombre enfrenta en su existencia. ¿Existe algún modo de plantear correctamente la cuestión, de manera tal que la respuesta abarque simultáneamente las tres clases de problemas? KRISHNAMURTI: En primer lugar, señor, ¿por qué hacemos esta división? ¿O hay sólo un movimiento, el cual debe ser encarado sobre la onda misma? De modo que investiguemos primero por qué hemos dividido la totalidad de la existencia en el mundo que está fuera de mí, el mundo que está dentro de mí y alguna cosa que está más allá 1

Alain Naudé, músico, por seis años estrechamente vinculado a Krishnamurti como su secretario y asistente. En la actualidad vive en los EE.UU.


de mí. ¿Existe esta división a causa del caos externo y tan sólo éste nos concierne, por lo cual hemos de desatender el caos interno? ¿No hallando solución para lo exterior o para lo interior tratamos entonces de encontrar la solución en una creencia, en lo divino? Naudé: Sí. KRISHNAMURTI: De modo que al formular una pregunta de este género, ¿estamos tratando con las tres cosas por separado o las encaramos como un movimiento total? Naudé: ¿Cómo podemos convertirlas en un movimiento único. ¿De qué manera están ellas relacionadas? ¿Cuál es la acción humana que ha de unificarlas? KRISHNAMURTI: Yo no quisiera llegar a eso todavía. Prefiero más bien partir de esta pregunta: ¿por qué el hombre ha dividido el mundo, la totalidad de su existencia, en esas tres categorías? ¿Por qué? ¿Por qué yo, como ser humano, he separado el mundo que está fuera de mí del que está dentro de mí, y del otro mundo que trato de atrapar, del cual nada conozco y al cual entrego toda mi desesperación y mi esperanza? Naudé: Bien. KRISHNAMURTI: ¿Por qué hago esto? Tentativamente pregunto: ¿será porque no hemos podido resolver lo externo con su caos, confusión, destrucción, brutalidad, violencia y todos los horrores que están sucediendo, y por eso nos volvemos a lo interior esperando así solucionar lo externo? ¿Y no siendo capaces de resolver el caos interior, la insuficiencia interna, la brutalidad, la violencia, etcétera, no pudiendo tampoco resolver nada allí, entonces nos desplazamos desde ambos -lo externo y lo interno- hacia alguna otra dimensión? Naudé: Sí, así es. Esto es lo que hacemos. KRISHNAMURTI: Es lo que ocurre todo el tiempo en torno y dentro de nosotros. Naudé: Sí. Existen los problemas exteriores que engendran los internos. No siendo capaces de encararnos con unos u otros o con ambos a la vez, creamos la esperanza en algo distinto, algún tercer estado al cual llamamos Dios. KRISHNAMURTI: Sí, un agente externo. Naudé: Un agente externo que será el consuelo, la solución final. Pero también es un hecho que existen cosas que constituyen realmente problemas exteriores: el techo hace agua, el cielo está contaminado, los ríos se secan, hay problemas así. También hay problemas que pensamos son interiores: nuestros anhelos ocultos y secretos, nuestros miedos y ansiedades. KRISHNAMURTI: Sí. Naudé: Está el mundo, y está el hombre que vive en él y reacciona a él. Y así existen estas dos entidades -al menos podemos decir que existen desde un punto de arista práctico-. Y tal vez el intento de resolver los problemas prácticos desborda hacia el estado interior del hombre y engendra problemas allí. KRISHNAMURTI: Eso significa que seguimos considerando lo externo y lo interno como dos movimientos separados. Naudé: Sí, así es. KRISHNAMURTI: Y Yo siento que eso es un enfoque totalmente equivocado. El techo hace agua y el mundo está superpoblado, hay contaminación, hay guerras, hay toda clase de desastres en marcha. Y siendo incapaces de resolver esto, nos volvemos hacia adentro. Al no poder resolver los problemas internos, tornamos a dirigirnos hacia algo exterior, algo todavía mucho más lejano que todo esto. Mientras que si pudiéramos encarar la totalidad de esta existencia como un movimiento unitario, tal vez lográramos resolver todos estos problemas inteligentemente, razonablemente y en orden.


Naudé: Sí. Al parecer, es acerca de esto que usted nos habla. ¿Quisiera decimos de qué modo estos tres problemas son en realidad una sola cosa? KRISHNAMURTI: Estoy llegando a eso. El mundo exterior es creado por mí -no los árboles, no las nubes, las abejas y la belleza del paisaje- sino la existencia humana en relación, la cual se llama sociedad; eso es creado por usted y por mí. De modo que yo soy el mundo y el mundo es lo que yo soy. Pienso que ésta es la primera cosa que debemos establecer, no como algo intelectual o abstracto, sino como un sentimiento real, una real comprensión. Esto es un hecho, no una suposición, no un concepto; es un hecho que yo soy el mundo y el mundo es lo que yo soy. El mundo es la sociedad en que vivo, con su cultura, su moralidad, sus desigualdades, su caos, todo lo cual soy yo mismo en acción. Y la cultura en que estoy atrapado es la que yo he producido. Pienso que esto es un hecho irrevocable y absoluto. Naudé: Sí. ¿Cómo es que la gente no alcanza a verlo? Tenemos políticos, ecólogos, economistas, tenemos soldados, todos tratando de resolver los problemas externos simplemente como problemas externos. KRISHNAMURTI: Probablemente porque falta la correcta clase de educación; por causa de la especialización, del deseo de triunfar, de llegar a la luna y jugar allí al golf, etc., etc. Siempre queremos modificar lo externo esperando con eso cambiar lo interno. «Produzcan el medio adecuado» -han dicho cientos de veces los comunistas- «y entonces la mente humana cambiará de acuerdo con eso». Naudé: Es lo que ellos dicen. Uno podría casi afirmar que todas esas grandes universidades, con sus múltiples departamentos, con sus especialistas, han sido fundadas y edificadas sobre la creencia de que el mundo puede ser cambiado por una cierta cantidad de conocimientos especializados en diferentes departamentos. KRISHNAMURTI: Sí. Creo que pasamos por alto este hecho básico: yo soy el mundo y el mundo es lo que yo soy. Pienso que este sentimiento -no la idea, el sentimiento- engendra un modo por completo diferente de mirar la totalidad del problema. Naudé: Eso constituye una revolución tremenda. Ver el problema como un problema único, el problema del hombre y no el problema de su medio, eso es un paso enorme que la gente no quiere dar. KRISHNAMURTI: La gente no quiere dar paso alguno. Están acostumbrados a esta organización externa y descuidan por completo lo que ocurre internamente. Cuando comprendo que el mundo es lo que yo soy y que yo soy el mundo, entonces mi acción no es separativa, no se trata del individuo opuesto a la comunidad, ni de la importancia del individuo y su salvación. Cuando se comprende que el mundo es uno y que uno es el mundo, entonces cualquier acción, cualquier cambio que tenga lugar, cambiará la totalidad de la conciencia humana. Naudé: ¿Quisiera usted explicar eso? KRISHNAMURTI: Como ser humano, comprendo que el mundo es aquello que yo soy y que yo soy el mundo. Lo comprendo, lo siento, estoy entregado profundamente a ese hecho, soy apasionadamente consciente de él. Naudé: Sí, eso significa que mi acción es en realidad el mundo; mi conducta es el único mundo que existe, porque los acontecimientos del mundo son eso: conducta. Y la conducta es lo interno. De modo que lo interno y lo externo son uno porque los sucesos históricos, los acontecimientos de la vida son en realidad este punto de contacto entre lo interno y lo externo. Ello es, de hecho, la conducta humana. KRISHNAMURTI: De manera que la conciencia del mundo es mi conciencia Naudé: Sí. KRISHNAMURTI: Mi conciencia es el mundo. Por lo tanto, la crisis está en la conciencia, no en la organización, no en el mejoramiento de los caminos, demoliendo las colinas para construir mas carreteras. Naudé: Tanques más grandes, misiles intercontinentales.


KRISHNAMURTI: Mi conciencia es el mundo y la conciencia e mundo soy yo. Cuando hay un cambio en esta conciencia, él afecta la totalidad de la conciencia del mundo. Yo no se si usted ve esto. Naudé: Es un hecho extraordinario. KRISHNAMURTI: Es un hecho. Naudé: Es la conciencia la que está en desorden; no hay desorden en ninguna otra parte. KRISHNAMURTI: ¡Evidentemente! Naudé: Por lo tanto, los males del mundo son los males de la conciencia humana, y los males de la conciencia humana son mis males, mi enfermedad, mi desorden. KRISHNAMURTI: Entonces, cuando comprendo que mi conciencia es la conciencia del mundo y que la conciencia del mundo soy yo, cualquier cambio que ocurra en mí afecta la totalidad de la conciencia. Naudé: A esto la gente siempre responde: todo eso está muy bien, yo puedo cambiar, pero seguirá habiendo una guerra en Indochina. KRISHNAMURTI: Correcto, la habrá. Naudé: Y guetos y superpoblación. KRISHNAMURTI: Desde luego que los habrá. Pero si cada uno de nosotros viera la verdad de esto, que la conciencia del mundo es mi conciencia y que mi conciencia es a conciencia del mundo; y si cada uno de nosotros sintiera la responsabilidad de eso -el político, el científico, e ingeniero, el burócrata, el hombre de negocios-, si todos sintieran eso, Qué ocurriría entonces? Y es nuestra tarea hacerles sentir esto, ésa es la función del hombre religioso, ¿verdad? Naudé: Esto es algo inmenso. KRISHNAMURTI: Espere, déjeme proseguir. De modo que existe un solo movimiento. No es el movimiento de un individuo con su salvación. Es la salvación -si a usted le gusta emplear esa palabra- de toda la conciencia humana. Naudé: La totalidad y la salud de la conciencia misma, que es una sola cosa en la cual está contenido lo que aparenta ser lo externo y lo que aparenta ser lo interno. KRISHNAMURTI: Está bien. Atengámonos a este solo punto. Naudé: Entonces usted dice que en realidad la salud, la cordura y la totalidad de la conciencia siempre ha sido, de hecho, una entidad indivisible. KRISHNAMURTI: Sí, correcto. Cuando la gente que desea producir una clase diferente de mundo -los educadores, los escritores, los organizadores- comprenden que son responsables del mundo tal como es ahora, entonces la totalidad de la conciencia humana empieza a cambiar. Lo cual está ocurriendo en una dirección distinta; ellos sólo acentúan la organización, la división. Están haciendo exactamente la misma cosa... Naudé: ...en un sentido negativo. KRISHNAMURTI: En un sentido destructivo. De aquí surge entonces la pregunta: ¿puede esta conciencia humana que soy yo -que es la comunidad, la sociedad, la cultura, que es todos los horrores producidos por mí en el contexto social y cultural que soy yo mismo-, puede esta conciencia sufrir un cambio radical? Esta es la cuestión. No escapar hacia una supuesta divinidad, no escapar. Porque cuando comprendemos este cambio en la conciencia, lo divino está ahí, usted no tiene que buscarlo.


Naudé: ¿Quisiera usted explicar, por favor, en qué consiste este cambio en la conciencia? KRISHNAMURTI: Es de eso que vamos a hablar ahora. Naudé: Y tal vez podamos entonces examinar la cuestión de lo divino, si es que ello surge. KRISHNAMURTI: (pausa) En primer lugar, ¿existe alguna posibilidad de un cambio en la conciencia? ¿O cualquier cambio hecho conscientemente no es cambio en absoluto? Cuando hablamos de un cambio en la conciencia queremos decir cambiar de esto a aquello. Naudé: Y tanto esto como aquello están ambos dentro de la conciencia. KRISHNAMURTI: Es lo que quiero establecer en primer término; cuando decimos «debe haber un cambio en la conciencia», ello está aún dentro del campo de la conciencia. Naudé: El modo como vemos el problema y el modo como vemos la solución -a lo cual llamamos cambio- todo está dentro de la misma área. KRISHNAMURTI: Todo dentro de la misma área y, por lo tanto, no hay cambio en absoluto. O sea, que el contenido de la conciencia es la conciencia; no hay separación entre ambos. Seamos claros también sobre este punto La conciencia está compuesta por todas las cosas que han sido acumuladas por el hombre como experiencia, conocimiento, desdicha, violencia, confusión, destrucción; todo esto es la conciencia. Naudé: Más las así llamadas soluciones. KRISHNAMURTI: Dios, no-Dios, las diversas teorías acerca de Dios, todo eso es la conciencia. Cuando hablamos de un cambio en la conciencia, lo que hacemos es cambiar las piezas de un rincón a otro. Naudé: Sí. KRISHNAMURTI: Trasladando una cualidad hacia otro rincón del mismo campo. Naudé: Haciendo trucos de prestidigitación con los contenidos de esta enorme caja. KRISHNAMURTI: Sí, manipulando los contenidos. Y, por lo tanto... Naudé: ...estamos cambiando variables en un mismo grupo. KRISHNAMURTI: Correcto. Usted lo ha expresado perfectamente, mejor que yo. Cuando hablamos acerca de cambiar, en lo que realmente pensamos es en manipular los contenidos. ¿verdad? Eso implica un manipulador y la cosa con la que él realiza sus trucos. Pero ello aún está en el campo de la conciencia. Naudé: Se suscitan dos preguntas. ¿Dice usted que fuera del contenido de la conciencia no existe conciencia en absoluto? ¿Y que no hay entidad alguna para manipular los contenidos, que no existe la entidad llamada «yo» fuera de este contenido de la conciencia? KRISHNAMURTI: Es obvio que no. Naudé: Estas son dos declaraciones muy importantes, señor. ¿Tendría usted la bondad de explicarlas? KRISHNAMURTI: ¿Cuál es la primera pregunta? Naudé: La primera cosa que usted dijo, si he comprendido correctamente, es: esta conciencia de la que estamos tratando (que es todo cuanto somos y tenemos y según hemos visto es el problema mismo), usted dice que esta conciencia es su propio contenido, y que nada hay que pueda ser llamado conciencia fuera de este contenido. KRISHNAMURTI: Absolutamente correcto.


Naudé: ¿Afirma usted que fuera de los problemas del hombre, fuera de su desdicha, fuera de su pensar, fuera de las formulaciones de su mente, nada hay en absoluto que podamos llamar conciencia? KRISHNAMURTI: Totalmente correcto. Naudé: Esta es una declaración de gran importancia. ¿Quisiera usted explicarla? Todos pensamos -y ello ha sido postulado por las religiones de la India desde el principio de los tiempos- que existe una superconciencia fuera de esta cáscara que constituye la conciencia acerca de la cual estamos hablando. KRISHNAMURTI: Para descubrir si existe algo más allá de esta conciencia, yo debo comprender el contenido de esta conciencia. La mente debe ir más allá de sí misma. Entonces descubriré si existe o no algo más que esto. Pero estipular que existe no tiene sentido, es una mera especulación. Naudé: ¿Dice usted entonces que lo que comúnmente llamemos conciencia y aquello de que estamos hablando, es el mismo contenido de esta conciencia? ¿El recipiente y su contenido son una cosa indivisible? KRISHNAMURTI: Así es. Naudé: Y el segundo punto que usted sostiene es: no existe entidad alguna que decida, disponga y manipule cuando los contenidos están ausentes. KRISHNAMURTI: Es decir que mi conciencia es la conciencia del mundo y la conciencia del mundo soy yo. Esa es una verdad, no algo inventado por mí o que dependa de la aceptación suya. Es una verdad absoluta. También es una verdad que el contenido de la conciencia es la conciencia; sin el contenido no existe la conciencia. Por lo tanto, cuando queremos cambiar el contenido, estamos haciendo trucos de escamoteo. Naudé: El contenido está engañándose a sí mismo, porque aquí tenemos un tercer punto y es que no hay nada fuera de este contenido para realizar truco alguno. KRISHNAMURTI: Correcto. Naudé: Así que el manipulador y el contenido son una sola cosa; el contenido y el que lo contiene son una sola cosa; el contenido y el que lo contiene son uno. KRISHNAMURTI: El pensador que, dentro de esta conciencia, dice que debe cambiar es la misma conciencia intentando cambiar. Creo que esto es bastante claro. Naudé: De modo que el mundo, la conciencia y la entidad que supuestamente quiere cambiarla son todos la misma entidad enmascarándose como si representara tres papeles distintos. KRISHNAMURTI: Sí es así, ¿entonces cómo ha de proceder un ser humano para vaciar de manera total el contenido de la conciencia? ¿De qué modo esta conciencia particular que soy yo y el mundo con todas sus desdichas, de qué modo ella ha de experimentar un cambio completo? ¿Cómo es que esta mente -que es la conciencia con cuanto contiene, con la acumulación de conocimientos del pasado- se vaciará ella misma de todo su contenido? Naudé: Pero la gente preguntará al escucharle decir esto y comprenderlo imperfectamente: ¿Puede la conciencia ser vaciada y, suponiendo que ello fuera posible, no quedaría uno entonces reducido a un estado de considerable vaguedad e inercia? KRISHNAMURTI: Al contrario. Haber llegado a este punto requiere muchísima indagación, mucho razonamiento, lógica, y con ello aparece la inteligencia. Naudé: Es que algunas personas pueden pensar que el vacío de la conciencia al que usted alude es algo así como la conciencia del niño al nacer.


KRISHNAMURTI: No, señor, en absoluto. Vayamos despacio con esto, paso a paso. Volvamos a empezar: mi conciencia es la conciencia del mundo. El mundo soy yo y el contenido de mi conciencia es el contenido del mundo. El contenido de la conciencia es la conciencia misma. Naudé: Y también es la entidad que dice estar consciente. KRISHNAMURTI: Ahora, dándome cuenta de que soy eso, me pregunto: ¿Qué es lo que entonces cambia? Naudé: ¿Qué es lo que cambia, lo cual resolverá estas tres clases de problemas que en realidad son uno solo? KRISHNAMURTI: ¿Qué queremos significar por cambio? ¿Qué significa revolución?, no la revolución física. Naudé: Nosotros hemos ido más allá de eso. KRISHNAMURTI: La revolución física es la menos inteligente, la más absurda y primitiva de las destrucciones. Naudé: Ella es la fragmentación en esta conciencia KRISHNAMURTI: Sí. Naudé: ¿Usted pregunta qué es lo que restablece el orden en esta conciencia, un orden que es totalidad? KRISHNAMURTI: ¿Puede haber orden dentro de esta conciencia? Naudé: ¿Es ése el próximo paso? KRISHNAMURTI: Eso es lo que usted pregunta. Naudé: Sí. Una vez visto que el desorden -que es el dolor, el sufrimiento- significa desorden en esta conciencia indivisible, la pregunta siguiente es: ¿Qué ha de hacer uno al respecto? KRISHNAMURTI: Sí. Naudé: Y como no existe una entidad que pueda hacer algo... KRISHNAMURTI: Espere, no salte a eso inmediatamente. Naudé: Porque hemos visto que el desorden es la entidad. KRISHNAMURTI: ¿Comprendemos eso? No. ¿Comprendemos que el pensador es parte de esta conciencia y no una entidad separada exterior a esta conciencia? ¿Comprendemos que el observador, viendo el contenido, examinándolo, analizándolo, estudiándolo todo, es el contenido mismo? ¿Que el observador es el contenido? Naudé: Sí. KRISHNAMURTI: Formular una verdad es una cosa, pero comprenderla es otra. Naudé: Eso es cierto. Pienso que no comprendemos totalmente el hecho de que no existe entidad separada de esta cosa que tratamos de cambiar. KRISHNAMURTI' Cuando hablamos de cambio ello parece sugerir que, dentro de la conciencia, existe una entidad separada capaz de producir una transformación. Naudé: Pensamos que de algún modo podemos apartarnos de la contusión, mirarla y manipularla desde afuera. Siempre nos decimos: «Bueno, pese a todo, estoy aquí para hacer algo al respecto» Y así escamoteamos mas y más.


KRISHNAMURTI: Creando más desorden, más confusión. Naudé: Cambiamos de decorado y las cosas empeoran. KRISHNAMURTI: La conciencia del mundo es mi conciencia. En esa conciencia está contenida toda la conducta del hombre, la miseria humana, la crueldad, el daño: todas nuestras actividades están dentro de esa conciencia. Dentro de ella el hombre ha engendrado esta entidad que dice: «yo estoy separado de mi conciencia», el observador que dice: «Yo soy diferente de la cosa observada». Y el pensador que dice: «Mis pensamientos son diferentes de mí». En primer lugar, ¿es así? Naudé: Todos creemos que las dos entidades son diferentes. Nos decimos No debo estar irritado, «no debo sufrir, debo mejorar, debo cambiarme a mí mismo» Decimos esto tácita o conscientemente todo el tiempo. KRISHNAMURTI: Porque pensamos que ambas entidades están separadas. Nosotros estamos intentando señalar que no lo están, que son una sola cosa, porque si no hay pensamiento no hay pensador. Naudé: Eso es cierto. KRISHNAMURTI: Sí no hay cosa observada, no hay observador. Naudé: Hay cien observadores y cien pensadores en el curso del día. KRISHNAMURTI: Y yo pregunto, ¿es así? Observo a ese halcón de cola roja que va volando. Lo veo. Cuando observo ese pájaro, ¿estoy observando con la imagen que tengo de él, o simplemente observo? ¿Existe sólo la pura observación? Si existe una imagen, lo cual significa palabras, recuerdos y todo lo demás, entonces hay un observador mirando pasar al pájaro. Si sólo existe la observación, entonces no hay observador. Naudé: ¿Quisiera usted explicar por qué hay un observador cuando miro al pájaro con una imagen? KRISHNAMURTI: Porque el observador es el pasado. El observador es el censor, el conocimiento acumulado, la experiencia, la memoria; ése es el observador; con eso él observa el mundo. El conocimiento que él acumuló es diferente del que acumuló otro observador. Naudé: ¿Dice usted que la totalidad de esta conciencia -que constituye el problema- no es diferente del observador que la encara? Esto parecerte llevarnos a un callejón sin salida, ya que la cosa que procuramos cambiar es la persona misma que procura cambiarla. La pregunta es, ¿entonces qué? KRISHNAMURTI: Justamente de eso se trata. Si el observador es lo observado, ¿cuál es la naturaleza del cambio en la conciencia? Es lo que intentamos descubrir. Comprendemos que debe haber una revolución radical en la conciencia. ¿Cómo ha de ocurrir esto? ¿Se hará por intermedio del observador? Cuando el observador está separado de aquello que observa, el cambio es entonces un mero truco de escamoteo con los diversos contenidos de la conciencia. Naudé: Eso es verdad. KRISHNAMURTI: Ahora vayamos despacio. Uno se da cuenta de que el observador es lo observado, de que el pensador es el pensamiento; esto es un hecho. Detengámonos ahí por un instante. Naudé: ¿Dice usted que el pensador es el conjunto de todos estos pensamientos que producen la confusión? KRISHNAMURTI: El pensador es el pensamiento, sea éste uno solo o muchos. Naudé: Pero hay una diferencia, porque el pensador piensa acerca de sí mismo como en una especie de entidad concreta y cristalizada. A un en medio de esta discusión, el pensador se ve a sí mismo como la entidad concreta a la cual pertenecen todos estos pensamientos, toda esta confusión. KRISHNAMURTI: Esa entidad concreta, como usted dice, es el resultado del pensamiento.


Naudé: Esa entidad concreta es... KRISHNAMURTI: ...construida por el pensamiento. Naudé: Construida por sus pensamientos. KRISHNAMURTI: Por el pensamiento, no «sus», por el pensamiento. Naudé: Sí. KRISHNAMURTI: Y el pensamiento ve que debe haber un cambio. Esta entidad concreta, que es el resultado del pensamiento, espera cambiar el contenido. Naudé: Que es ella misma. KRISHNAMURTI: Y así hay una batalla entre el observador y lo observado. La batalla consiste en tratar de controlar, cambiar, adaptar, reprimir, dar una nueva forma, todo eso: ésa es la batalla que tiene lugar continuamente en nuestra vida. Pero cuando la mente comprende la verdad de que el observador, el experimentador, el pensador son el pensamiento, la experiencia, lo observado, ¿qué ocurre entonces, sabiendo uno que debe haber un cambio radical? Naudé: Eso es un hecho. KRISHNAMURTI: ¿Y cuando el observador que desea cambiar se da cuenta de que él es parte de lo que ha de ser cambiado? Naudé: Que él es, en realidad, un ladrón que pretende ser policía para atraparse a sí mismo. KRISHNAMURTI: Muy bien. ¿Entonces qué ocurre? Naudé: Usted ve, señor, que la gente no opina así; dice: «Ejercitando la voluntad he dejado de fumar, ejercitando la voluntad me levanté más temprano, bajé de peso y aprendí idiomas»; dice: «yo soy el dueño de mi destino, yo puedo cambiar» Todos creen realmente esto. Cada cual cree que es capaz de ejercer la voluntad y actuar sobre su propia vida, sobre su conducta y sobre su pensar. KRISHNAMURTI: Lo cual quiere decir que uno ha de comprender el significado del esfuerzo, comprender qué es el esfuerzo y por qué existe en absoluto. ¿Es ése el modo de producir una transformación en la conciencia, por medio del esfuerzo, de la voluntad? Naudé: Sí. KRISHNAMURTI: ¿Eso qué significa? Cambiar por medio del conflicto. Cuando opera la voluntad, ello es una forma de resistencia: vencer, reprimir, negar, escapar. Todo lo cual es voluntad en acción. Eso significa entonces que la vida es una constante batalla. Naudé: ¿Quiere usted decir que todo se reduce a que un elemento en esta conciencia domina a otro? KRISHNAMURTI: Es obvio. Un fragmento domina a otro fragmento. Naudé: Y por eso mismo el conflicto y el desorden continúan. Sí, esto es claro. KRISHNAMURTI: De modo que subsiste el hecho central: ha de haber una transformación radical de la conciencia y en la conciencia. Ahora bien, ¿cómo ha de producirse esto? Esa es la verdadera cuestión. Naudé: Sí.


KRISHNAMURTI: Lo hemos enfocado pensando que un fragmento es superior a los demás, a los otros fragmentos que están dentro del campo de la conciencia. Naudé: Sí, así lo hemos pensado. KRISHNAMURTI: De modo que ese fragmento al que llamamos lo superior, la inteligencia, el intelecto, la razón, la lógica, etc., es el producto de los muchos otros fragmentos. Un fragmento ha asumido la autoridad sobre los otros. Pero sigue siendo un fragmento y, por lo tanto, hay una batalla entre él y los otros múltiples fragmentos. ¿Es posible entonces ver que esta fragmentación no resuelve nuestros problemas? Naudé: Porque ella produce la división y el conflicto, lo cual era nuestro problema desde el principio. KRISHNAMURTI: Es decir que cuando existe división entre hombre y mujer hay conflicto. Cuando existe división entre Alemania e Inglaterra o Rusia hay conflicto. Naudé: Y todo eso es la división dentro de la conciencia misma. También el ejercicio de la voluntad sobre la conciencia es, asimismo, una división dentro de la conciencia. KRISHNAMURTI: Uno ha de estar libre, pues, de la idea de que por medio de la voluntad es posible cambiar el contenido. Es muy importante que eso se comprenda. Naudé: Sí, que el ejercicio de la voluntad es meramente la tiranía de un fragmento sobre otro. KRISHNAMURTI: Eso es simple. Uno también se da cuenta de que estar libre del dominio de la voluntad, es estar libre de esta fragmentación. Naudé: Pero las religiones del mundo han apelado siempre a la voluntad para llegar a algo o para hacer algo. KRISHNAMURTI: Sí. Pero nosotros estamos negando eso en su totalidad. Naudé: Sí. KRISHNAMURTI: Entonces, ¿qué ha de hacer o no hacer la mente cuando ve que la voluntad no es el camino, que un fragmento imponiéndose a otro sigue siendo fragmentación y, en consecuencia, conflicto, y está por ello aún dentro del campo de la desdicha? ¿Qué ha de hacer entonces una mente en esas condiciones? Naudé: Sí, ésta es realmente la pregunta. KRISHNAMURTI: Ahora bien, ¿hay algo que una mente así pueda hacer? Naudé: Cuando usted dice eso, uno piensa: Si nada hay por hacer, entonces el circo continúa. KRISHNAMURTI: No, señor. ¡Mire! El circo continúa sólo cuando hay ejercicio de la voluntad. Naudé: ¿Quiere usted significar que el circo acerca del cual hemos estado discutiendo y al cual tratamos de cambiar es, de hecho, un producto de la voluntad? KRISHNAMURTI: Mi voluntad contra su voluntad, etcétera. Naudé: Mi voluntad contra otra parte de mí mismo. KRISHNAMURTI: Y así sucesivamente. Naudé: Mi deseo de fumar... KRISHNAMURTI: Exacto. Una mente que empieza diciendo: «yo debo cambiar», se da cuenta de que un fragmento, afirmando que él debe cambiar, está en conflicto con otro fragmento, lo cual es parte de la conciencia.


Se da cuenta de eso. Por lo tanto, también comprende que la voluntad, a la que el hombre se ha acostumbrado y que supone ser el único modo de producir un cambio... Naudé: ...no es el factor del cambio. KRISHNAMURTI: No es el factor del cambio. Por lo tanto, una mente así ha llegado a un nivel por completo diferente. Naudé: Se ha desembarazado de muchos estorbos. KRISHNAMURTI: De una gran cantidad de desperdicios. Naudé: Ha eliminado la división entre lo interno y lo externo, entre la conciencia y su contenido, entre la entidad consciente y la conciencia que le pertenece a ella y a los varios fragmentos. Y ha eliminado también la división entre los diferentes fragmentos dentro de esta conciencia. KRISHNAMURTI: ¿Qué ha ocurrido entonces? ¿Qué le ha ocurrido a la mente que ha visto todo esto? Y que lo ha visto no de un modo teórico, sino que realmente lo ha sentido y dice: «No más voluntad en mí vida». Lo cual significa, no más resistencia en mí vida. Naudé: ¡Esto es extraordinario! Es como encontrarse un día con el cielo a los pies. Un cambio como éste es tan grande que resulta difícil predecir cuál puede ser su alcance. KRISHNAMURTI: De eso se trata, ése es el punto. ¡Tal cambio ya ha ocurrido! Naudé: Lo que usted dice es que no hay más dominio de la voluntad, no más esfuerzo, no más división entre lo externo y lo interno... KRISHNAMURTI: ...no más fragmentación dentro de la conciencia. Naudé: No más fragmentación. KRISHNAMURTI: Es muy importante que se comprenda eso, señor. Naudé: No más observador separado de lo que observa. KRISHNAMURTI: Lo cual quiere decir no más fragmentación en la conciencia. Y esto significa que la conciencia sólo existe cuando hay conflicto entre fragmentos. Naudé: No estoy seguro de haber comprendida eso. ¿La conciencia es sus fragmentos? KRISHNAMURTI: La conciencia es sus fragmentos y la conciencia es la batalla entre los fragmentos. Naudé: ¿Quiere usted decir que los fragmentos existen solamente porque están en conflicto, en lucha? Cuando no luchan entre ellos, no son fragmentos, porque no actúan como partes. Cesa la acción de una parte sobre otra. Cuando usted dice fragmentación, eso es lo que quiere significar. Esa es la fragmentación. KRISHNAMURTI: ¡Vea lo que ha ocurrido! Naudé: Los fragmentos desaparecen cuando no actúan los unos contra los otros. KRISHNAMURTI: ¡Naturalmente! Cuando Pakistán y la India... Naudé: ...no pelean más, no hay tal cosa como Pakistán y la India. KRISHNAMURTI: Naturalmente.


Naudé: ¿Dice usted que ése es el cambio? KRISHNAMURTI: Espere, todavía no lo sé. Vamos a investigarlo. Una mente humana ha comprendido que «yo» soy el mundo y que el mundo es lo que yo soy, que mi conciencia es la conciencia del mundo y que la conciencia del mundo soy yo mismo. Que el contenido de la conciencia con todas sus miserias, etcétera, es la conciencia misma, y que dentro de esa conciencia hay un millar de fragmentaciones. Que un fragmento de esos muchos fragmentos se convierte en la autoridad, el censor, el observador, el examinador, el pensador. Naudé: El amo. KRISHNAMURTI: El amo. Y así él mantiene la fragmentación. ¡Vea la importancia de esto! En el momento que él asume la autoridad, él debe mantener la fragmentación. Naudé: Sí, evidentemente, porque él es una parte de la conciencia actuando sobre el resto de la conciencia. KRISHNAMURTI: Por lo tanto él debe mantener el conflicto. Y el conflicto es la conciencia. Naudé: Usted dijo que los fragmentos son la conciencia ¿y ahora dice usted que los fragmentos son en realidad el contenido? KRISHNAMURTI: Por supuesto. Naudé: Los fragmentos son el conflicto. ¿No hay fragmento sin conflicto? KRISHNAMURTI: ¿Cuándo está activa la conciencia? Naudé: Cuando está en conflicto. KRISHNAMURTI: Evidentemente. De otro modo hay libertad, libertad para observar. De manera que la revolución radical de la conciencia y en la conciencia tiene lugar cuando no existe conflicto en absoluto. Malibú, California 27 de marzo de 1971 7. SOBRE EL BIEN Y EL MAL Conversación entre J. Krishnamurti y Alain Naudé

Naudé: ¿Existen en realidad el bien y el mal, o ellos son meramente puntos de vista condicionados? ¿Hay tal cosa como el mal, y si la hay qué es? ¿Existe el pecado? ¿Y existe algo como la bondad? ¿Qué significa ser verdadera y profundamente bueno? KRISHNAMURTI: Estuve pensando esta mañana acerca del mismo tema que implican sus preguntas; si es que existe un bien absoluto y un mal absoluto. Está la idea cristiana del pecado y la idea asiática del karma como la acción que engendra más desdicha y más dolor pese a que desde ese conflicto da nacimiento a la bondad. Estuve pensando acerca de esto el otro día cuando vi en la televisión a unos hombres que mataban cachorros de foca. Es algo terrible, tuve que volver la cabeza rápidamente. Matar ha estado siempre mal, no sólo el matar seres humanos sino también animales. Y las personas religiosas, no las personas que creen en una religión, sino las mentes de veras religiosas, han evitado siempre cualquier forma de matar. Por supuesto, cuando usted como un vegetal está matando -un vegetal-, pero ésta es la mínima forma de matar y la más simple forma de supervivencia; yo no llamaría a eso matar. Uno ha visto en la India, en Europa y en América la aceptación del matar por medio de la guerra, del asesinato organizado que la guerra significa. También está el «matar» a la gente con palabras, con un gesto, con una mirada, con el menosprecio; esta forma de matar también ha sido desechada por la gente religiosa. Pero a pesar de todo eso se ha seguido matando; hay violencia, brutalidad, arrogancia, agresividad, todo lo cual conduce finalmente -en acción o en pensamiento- a lastimar, a ejercer crueldad sobre otros. También ha visto uno


esas antiguas cuevas en el Norte de Africa y en el Sur de Francia, donde se muestra al hombre combatiendo con animales; ahí tal vez el mal de la lucha es comprensible. ¿O la lucha es una forma de entretenimiento que consiste en matar algo, en vencerlo? Así que cuando uno observa todo esto se pregunta si existe tal cosa como el mal en sí mismo totalmente exento de bien; y cuál es la distancia entre el mal y el bien. ¿Es el mal la disminución del bien, el cual lentamente termina en mal? ¿O es el bien la disminución del mal, el que gradualmente se transforma en bien? O sea, ¿hay un movimiento a lo largo del tiempo que va del bien al mal y del mal al bien? Naudé: ¿Usted quiere decir si son dos extremos del mismo palo? KRISHNAMURTI: ¿Son dos extremos de un mismo palo o son dos cosas totalmente separadas? ¿Qué es entonces el mal y qué es el bien? En el mundo cristiano, la Inquisición acostumbraba quemar a la gente por herejía, considerando que eso era bueno. Naudé: Los comunistas hacen lo mismo. KRISHNAMURTI: Los comunistas lo hacen a su propio modo: por el bien de la comunidad, por el bien de la sociedad, por el bienestar económico para todos los hombres, etc. En Asia también se ha hecho esta clase de cosas en diversas formas; pero siempre ha habido un grupo, hasta hace poco, para quien matar en cualquier forma era considerado un mal. Ahora todo eso está desapareciendo lentamente por razones económicas y culturales. Naudé: Usted quiere decir que el grupo que evita matar... KRISHNAMURTI: ...está desapareciendo gradualmente. Así es. Entonces, ¿hay tal cosa como un bien absoluto y un mal absoluto? ¿O es una cuestión de grados: bondad relativa y maldad relativa? Naudé: ¿Y existen ambos como hechos en sí, fuera de los puntos de vista condicionados? Por ejemplo, durante la guerra, para el francés el invasor germano era el mal; en cambio, para el alemán el soldado germano era el bien, representaba la protección. ¿Existen entonces un bien y un mal absolutos? ¿O son la mera resultante de un punto de vista condicionado? KRISHNAMURTI: ¿Depende la bondad, del medio, de la cultura, de las condiciones económicas? Y si así fuera, ¿es ello bondad? ¿Puede la bondad florecer como un condicionamiento ambiental o cultural? ¿Y es el mal también un resultado de tales condicionamientos? ¿Funcionan el bien y el mal dentro de este marco o funcionan fuera de él? Todas estas cuestiones están implícitas cuando preguntamos, ¿existen la bondad y la maldad absolutas? Naudé: Correcto. KRISHNAMURTI: En primer lugar ¿qué es la bondad? ¿No está la palabra «bondad» (goodness) relacionada con la palabra «Dios» (Cod)?, siendo Dios la más alta forma del bien, de la verdad, excelencia y capacidad de expresar en la relación esa condición de santidad, la cual es bondad; y cualquier cosa opuesta a esto es considerada el mal. Si la bondad se relaciona con Dios, entonces la maldad (evil) se relaciona con el Diablo (devil), siendo el Diablo lo feo, lo oscuro, lo... Naudé: ...lo torcido... KRISHNAMURTI: ...lo deforme, lo dañino dirigido con un propósito, como el deseo de herir -todo eso es contrario al bien-. Es decir, tenemos la idea de Dios como el bien y la del diablo como el mal, ¿correcto? Creo que hemos indicado más o menos qué es el bien y qué es el mal. Ahora preguntamos si existe tal cosa como el bien absoluto y el absoluto, el irrevocable mal. Naudé: El mal como un hecho, como una cosa. KRISHNAMURTI: Por lo tanto, investiguemos primero si es que existe el bien absoluto. No en el sentido de la bondad en relación con Dios o aproximándose a la idea de Dios, porque la tal bondad se torna entonces especulativa, ya que Dios, para la mayoría de la gente, es un pretexto para creer en algo, en algo excelso, noble. Naudé: ¿La felicidad?


KRISHNAMURTI: La felicidad, etcétera. ¿Qué es el bien entonces? Tal como lo siento, el bien es orden total. No sólo en lo externo, sino especialmente en lo interno. Pienso que el orden puede ser absoluto, tal como el orden completo que creo existe en matemáticas. Y es el desorden lo que conduce al caos, a la destrucción, a la anarquía, al así llamado mal. Naudé: Sí. KRISHNAMURTI: Mientras que el orden total en el propio ser, en la mente, en el corazón y en las actividades físicas -la armonía entre los tres- es bondad. Naudé: Los griegos solían decir que el hombre perfecto era aquél que había sincronizado en armonía total su mente, su corazón y su cuerpo. KRISHNAMURTI: Muy bien. Diremos entonces por el momento que la bondad es el orden absoluto. Y como la mayoría de los seres humanos viven en desorden, contribuyen a producir daño en todas sus formas, lo que finalmente lleva a la destrucción, a la brutalidad, a la violencia, a diversos perjuicios tanto psíquicos como físicos. Para todo esto puede ser empleada una palabra: «mal». Pero esa palabra «mal» no me gusta porque está muy cargada con un sentido religioso de condenación y prejuicio. Naudé: Condicionamiento. KRISHNAMURTI: Así es. En la India y en Asia las palabras «mal», «pecado», están siempre cargadas -como lo está la palabra «bondad»-. ¿No podríamos barrer con todas las acumulaciones en torno de esas palabras y mirarlas como si fuesen nuevas? Es decir, ¿existe el orden absoluto en uno mismo? ¿Puede este orden absoluto ser producido dentro de uno y, por lo tanto, en el mundo exterior? Porque el mundo es uno y uno es el mundo; mi conciencia es la conciencia del mundo y la conciencia del mundo soy yo. De modo que cuando existe orden dentro del ser humano, hay orden en el mundo. ¿Puede entonces este orden, en toda su dimensión, ser absoluto? Lo cual significa orden en la mente, en el corazón y en las actividades del cuerpo. O sea, armonía completa. ¿Cómo puede esto producirse? Ese es un punto. Luego está el otro punto: ¿es el orden algo para ser copiado de acuerdo con un esquema previo? ¿Puede ser preestablecido por el pensamiento, por el intelecto y copiado después por el corazón? ¿O en la relación humana? ¿Es entonces el orden un diagrama? ¿Cómo ha de producirse este orden? Naudé: De acuerdo. KRISHNAMURTI: El orden es virtud. Y el desorden es no-virtud, es dañino, destructivo, impuro, si es que podemos usar esta palabra. Naudé: Uno piensa en la palabra sánscrita Adharma. KRISHNAMURTI: Adharma, sí. ¿Es entonces el orden algo construido de acuerdo con un plano diseñado por el intelecto, por el pensamiento? ¿O está el orden fuera del campo al que pertenece el pensamiento, lo conocido? Uno siente que la bondad absoluta existe; y lo siente no como un concepto emocional sino que, habiendo penetrado profundamente en sí mismo, uno sabe que tal cosa existe: la bondad completa, absoluta, irrevocable, o sea, el orden. Y este orden no es una cosa acumulada por el pensamiento. Si lo es, entonces responde a un diagrama, pero en tal caso es algo imitativo, y la imitación conduce al desorden o a la conformidad. La conformidad, la imitación y la negación de lo que es, constituyen el principio del desorden y conducen finalmente a lo que puede ser llamado el mal. Así que preguntamos, ¿es la bondad (que como dijimos, implica orden y virtud), es ella producto del pensamiento? Lo cual quiere decir, ¿puede la bondad ser cultivada por el pensamiento? ¿Puede la virtud ser cultivada? Cultivar quiere decir traer a la vida lentamente, lo cual implica tiempo. Naudé: Síntesis mental. KRISHNAMURTI: Sí. Ahora bien, ¿es la virtud el resultado del tiempo? Y en consecuencia, ¿es el orden un asunto de evolución? ¿Es entonces el orden absoluto, la bondad absoluta, una cuestión de lento desarrollo, de cultivo, todo lo cual implica tiempo? Como dijimos el otro día, el pensamiento es la respuesta de la memoria, del


conocimiento y de la experiencia, que conforman el pasado que se almacenó en el cerebro. El pasado está en las mismas células cerebrales. ¿Descansa entonces la virtud en el pasado y, por lo tanto, puede ella ser cultivada y mejorada? ¿O el orden, la virtud están solamente en el ahora? El ahora no tiene relación con el pasado. Naudé: Usted dice que la bondad es orden y que el orden no es producto del pensamiento: pero el orden, si es que existe en modo alguno, debe existir en la conducta, conducta en el mundo y en la relación. La gente siempre piensa que la conducta apropiada en la vida de relación, en el mundo, debe ser planificada, que el orden es en todos los casos un producto de la planificación. Y muy a menudo la gente adquiere la idea, cuando lo han escuchado a usted, de que la percepción alerta, el estado del ser al que usted aluden en el cual no hay lugar para la acción del pensamiento, es como una especie de energía desencarnada que no puede tener relación alguna con el mundo del hombre, con sus aconteceres y su conducta. Piensan que, por lo tanto, ello no tiene verdadero valor ni tiene lo que podríamos llamar una significación histórica y temporal. KRISHNAMURTI: Comprendo, señor. Naudé: Usted dice que la bondad es orden y que el orden no es algo planificado. KRISHNAMURTI: Cuando hablamos acerca del orden, queremos significar orden en la conducta, en la relación, no un orden abstracto, no una bondad en el cielo, sino orden, bondad en la relación y una acción en el ahora. Cuando hablamos de planificar, es obvio que ello debe existir en cierto nivel. Naudé: En la arquitectura. KRISHNAMURTI: Arquitectura, construcción de vías férreas, viajes a la luna, etc. Ahí debe haber trazados, planos, una operación muy coordinada e inteligente. Por cierto que nosotros no estamos mezclando ambas cosas; debe haber planeamiento, orden, cooperación, realización conjunta de ciertos proyectos, una bien organizada ciudad, una comunidad; todo eso requiere planificación. Nosotros nos referimos a algo por completo diferente. Preguntamos si existe un orden absoluto en la conducta humana, si hay una bondad -absoluta como el orden- en uno mismo y, por consiguiente, en el mundo. Y hemos dicho que el orden nunca puede ser planeado. Si el orden es planeado, entonces la mente está buscando seguridad, porque el cerebro exige seguridad; en su búsqueda de seguridad reprime, destruye o corrompe lo que es, tratando de ajustarse, de imitar. Esta misma imitación y ajuste son desorden, y allí comienza todo el daño, la neurosis y las variadas deformaciones de la mente y del corazón. Planificar implica conocimiento. Naudé: Pensar. KRISHNAMURTI: Conocimiento, pensar y ordenar el pensamiento en ideas. Así que preguntamos, ¿es la virtud el resultado de una planificación? Evidentemente no lo es. En el momento en que su vida está planificada de acuerdo con un modelo, usted no está viviendo sino meramente se ajusta a un determinado patrón; por lo tanto, eso lo lleva a una contradicción dentro de sí mismo entre «lo que es» y «lo que debería ser», lo cual engendra conflicto. Este mismo conflicto es el origen del desorden. De modo que el orden, la virtud, la bondad están en el instante del ahora. Y, en consecuencia, están libres del pasado. Esa libertad puede ser relativa. Naudé: ¿Qué quiere usted decir? KRISHNAMURTI: Uno puede estar condicionado por la cultura en que vive, por el medio, etc. O uno se libera por completo de todo el condicionamiento y, por lo tanto, es absolutamente libre, o puede haber un descondicionamiento parcial. Naudé: Sí, uno se desprende de una serie de condicionamientos... KRISHNAMURTI: ...Y cae en otra. De manera que ese lento descartar puede parecer ordenado, pero no lo es; porque el lento despojarse de algunos condicionamientos puede dar temporariamente la apariencia de libertad, pero no es una libertad absoluta. Naudé: ¿Quiere decir que la libertad no es el resultado de una operación particular con respecto a uno u otro condicionamiento?


KRISHNAMURTI: Correcto. Naudé: Usted ha dicho que la libertad está al principio y no al final. ¿Es a eso que se refiere? KRISHNAMURTI: Sí, es eso. La libertad es ahora, no en el futuro. Así que la libertad, el orden o la bondad son ahora y eso se expresa a sí mismo en la conducta. Naudé: Sí, de otro modo no tiene sentido. KRISHNAMURTI: De otro modo no tiene sentido en absoluto. Conducta no sólo en relación a un individuo determinado muy cercano a usted, sino conducta en relación a todos. Naudé: En ausencia de todos esos elementos del pasado que conforman la conducta en la mayoría de las personas, ¿qué es lo que nos hará comportarnos en la vida? Esta libertad le parece a muchísima gente una cosa sin encarnadura, como un cielo desolado, como algo inmaterial. ¿Qué hay en esa libertad capaz de hacer que nos comportemos con orden en el mundo de la gente, de los acontecimientos? KRISHNAMURTI: Mire, señor, dijimos en la última conversación que yo soy el mundo y el mundo es lo que yo soy. Dijimos que la conciencia del mundo es mi conciencia. Mi conciencia es la conciencia del mundo. Cuando usted hace una declaración así, o bien ella es puramente verbal y, por lo tanto, no tiene significado alguno, o es algo vivo, real, pleno de vitalidad. Cuando uno comprende que ello es vital, en ese comprender hay compasión; compasión verdadera, no por uno o por dos, sino compasión por todos y por todo. Esta compasión es libertad, la cual no es algo desencarnado como una idea. Naudé: Como un estado de reclusión. KRISHNAMURTI: Mi relación existe sólo en el ahora, no en el pasado; porque si mi relación tiene raíces en el pasado, yo no estoy relacionado ahora. De modo que la libertad es compasión, y eso adviene cuando existe la real y profunda comprensión de que uno es el mundo y el mundo es uno. La libertad, la compasión, el orden, la virtud, la bondad son un hecho único y absoluto. ¿Qué relación tiene entonces la no-bondad -que ha sido llamada el mal, la culpa, el pecado original-, qué relación tiene eso con este maravilloso sentido de orden? Naudé: El cual no es producto del pensar, de la civilización o de la cultura. KRISHNAMURTI: ¿Qué relación hay entre ambos? No hay ninguna. De manera que cuando uno se mueve fuera de este orden -moverse fuera en el sentido de una conducta incorrecta- ¿no entra uno en el campo del mal, si es que podemos usar esa palabra? ¿O es el mal algo completamente separado del bien? Naudé: ¿Usted pregunta si el desolarse del orden de la bondad es ya de por sí penetrar en el campo del mal, o si ambos pueden existir sin siquiera tocarse? KRISHNAMURTI: Correcto. Yo puedo comportarme mal. Puedo decir una mentira. Puedo lastimar consciente o inconscientemente a otro, pero puedo aclararlo, puedo borrar eso disculpándome, diciendo: Perdóneme. Ello puede ser hecho inmediatamente. Naudé: Puede terminarse. KRISHNAMURTI: De manera que he descubierto algo, y es que la no terminación de ello, el cargarlo en la mente día tras día en forma de odio, de rencor... Naudé:...culpa, miedo... KRISHNAMURTI: ...¿no alimenta eso el mal? ¿Entiende? Naudé: Sí.


KRISHNAMURTI: Sí continúo con ello, si conservo en mí mente el rencor que cargo contra usted, si lo llevo conmigo día tras día, ese rencor implica odio, envidia, celos, antagonismo, todo lo cual es violencia. ¿Cuál es entonces la relación de la violencia con el mal y la bondad? Estamos empleando la palabra «mal» muy... Naudé: ...cautamente. KRISHNAMURTI: Cautamente. Porque esa palabra no me gusta nada. ¿Qué relación hay, pues, entre la violencia y la bondad? ¡Evidentemente no la hay en absoluto! Pero la violencia que yo he cultivado -tanto si ella es el producto de la sociedad, de la cultura, del medio, o ha sido heredada del animal-, si me doy cuenta de esa violencia, si la veo, ella puede ser eliminada. Naudé: Sí. KRISHNAMURTI: No una eliminación gradual; eliminada como cuando usted borra una nítida... Naudé: ...como cuando quita una marca de la pared. KRISHNAMURTI: Entonces usted está viviendo siempre en esa bondad. Naudé: ¿Quiere decir que la bondad es totalmente una cuestión negativa? KRISHNAMURTI: Sí, debe serlo. Naudé: Y que de ese modo lo negativo no está en absoluto relacionado con lo positivo, porque ello no es el resultado de una disminución gradual o una acumulación de lo positivo. Lo negativo existe cuando lo positivo está del todo ausente. KRISHNAMURTI: Sí, expresémoslo de un modo distinto. La negación misma del rencor, de la violencia y de la continuidad de la violencia es el bien. Naudé: Es el vacío. KRISHNAMURTI: El vacío de violencia es la plenitud del bien. Naudé: Por lo tanto, el bien permanece siempre intacto. KRISHNAMURTI: Sí, nunca es destruido ni fragmentado. Señor, ¡espere! ¿Existe entonces una cosa como el mal absoluto? No sé si usted ha considerado esto alguna vez. He visto en la India pequeñas estatuas hechas de barro a las cuales se les habían clavado agujas o espinas; las vi muy a menudo. La imagen representa supuestamente a la persona a quien se desea perjudicar. En la India existen espinas de arbustos muy largas, usted las ha visto, y se las clava en esas estatuías. Naudé: Yo no sabia que eso se acostumbraba en la India. KRISHNAMURTI: Lo he visto. Ahora bien, ahí hay una acción resuelta a producir un mal en alguien, a hacerle un daño. Naudé: Hay un propósito. KRISHNAMURTI: El propósito, el feo y profundo odio. Naudé: Deliberado. Esto debe ser el mal, señor. KRISHNAMURTI: ¿Cuál es la relación de ello con el bien, siendo el bien todo cuanto hemos señalado? Aquí hay un propósito real de hacer daño a la gente. Naudé: Desorden organizado, podría decirse.


KRISHNAMURTI: Desorden organizado, que es el desorden de una sociedad que rechaza el bien. Porque la sociedad soy yo; si yo no cambio, la sociedad no puede cambiar. Y aquí hay la intención deliberada de dañar a otro, no importa si ella está o no organizada como guerra. Naudé: De hecho, la guerra organizada es la manifestación grupal de ese fenómeno que usted menciona en la India, consiste en atravesar con espinas las pequeñas estatuas. KRISHNAMURTI: Esto es bien conocido, es tan viejo como las montañas. De modo que pregunto ¿qué es este deseo de hacer daño, consciente o inconscientemente, y el sucumbir a ese deseo, y el sustentarlo? ¿Llamarla usted a eso el mal? Naudé: Por supuesto. KRISHNAMURTI: Entonces tendremos que decir que el deseo es el mal. Naudé: La agresión es el mal, la violencia es el mal. KRISHNAMURTI: ¡Espere, véalo! El deseo es el mal, porque yo deseo hacerle daño. Naudé: Sin embargo, alguien podría decir, ¿el deseo de hacerle un bien también es malo? KRISHNAMURTI: Usted no puede desear hacer el bien. Usted es bueno o no lo es, usted no puede desear bondad. El deseo es la concentración del pensamiento como resistencia. Naudé: Sí, usted dijo que la bondad es la ausencia de un esquema previo. KRISHNAMURTI: De manera que pregunto, ¿está el mal relacionado con el bien o están ambas cosas totalmente separadas? ¿Y existe algo como el mal absoluto? Hay un bien absoluto, pero el mal absoluto no puede existir. ¿Correcto? Naudé: Sí, porque el mal es siempre acumulativo, siempre es de un grado o de otro. KRISHNAMURTI: Sí. De modo que en un hombre que tiene la profunda intención de dañar a otro, algo como un incidente, un accidente, una emoción o alguna inquietud puede cambiar toda la cosa. Pero decir que existe un pecado absoluto, un mal absoluto es lo más terrible que pueda decirse. Eso es el mal. Naudé: El cristianismo ha personificado el mal en Satán como una fuerza casi inmutable, casi igual al bien, casi igual a Dios. Ha entronizado al mal como algo poco menos que eterno KRISHNAMURTI: Mire, señor, usted ha visto esos arbustos en la India. Ellos alcanzan a tener espinas muy largas, cerca de dos pulgadas. Naudé: Sí. KRISHNAMURTI: Hay serpientes que son venenosas, mortalmente venenosas, y existen otras cosas espantosamente crueles en la naturaleza, como el tiburón blanco, aquello tan aterrador que vimos el otro día. ¿Es eso el mal? Naudé: No. KRISHNAMURTI: ¿No? Naudé: No, señor. KRISHNAMURTI: Eso es autoprotección; la espina protege la planta contra el animal para que éste no se coma las hojas.


Naudé: Sí, y lo mismo ocurre con la serpiente. KRISHNAMURTI: Lo mismo ocurre con la serpiente. Naudé: Y el tiburón responde a su naturaleza. KRISHNAMURTI: Vea entonces lo que eso significa. Todo aquello que es autoprotector en el sentido físico, no es malo. Pero el protegerse uno psicológicamente, resistiendo cualquier movimiento, eso conduce al desorden. Naudé: Sí es que puedo interrumpir aquí, éste es un argumento que mucha gente utiliza respecto de la guerra. Ellos dicen que formar un ejército y utilizarlo, por ejemplo, en el Sudeste asiático es la misma clase de protección física que el tiburón... KRISHNAMURTI: Ese es un argumento demasiado absurdo. El mundo entero está dividido por razones psicológicas en «mi país» y «tu país», «mi Dios» y «tu Dios»; eso y motivos económicos son la causa de la guerra, ¿no es así? Pero yo trato de llegar a algo diferente. La naturaleza es terrible en ciertos aspectos. Naudé: Despiadada. KRISHNAMURTI: Nosotros, seres humanos, al ver eso decimos, «he ahí el mal, ¡qué terrible!» Naudé: El rayo. KRISHNAMURTI: Terremotos que destruyen miles de personas en pocos segundos. En el momento que afirmamos la existencia del mal absoluto, ese mismo afirmar es la negación del bien. La bondad implica renuncia total del «yo». Porque el «yo» es siempre separativo. El «mí», «mi familia», la persona, el ego es el centro del desorden, porque es un factor de división. El «mí» es la mente, es pensamiento. Y nunca hemos sido capaces de movernos fuera de esta actividad egocéntrica. Salirse totalmente de ella es orden completo, libertad, bondad. Y permanecer en el círculo del movimiento egocéntrico engendra desorden; ahí siempre hay conflicto. Y nosotros atribuimos este conflicto al mal, al demonio, al karma, al medio, a la sociedad. Pero la sociedad soy yo y yo he hecho esta sociedad. A menos que este «yo», este «mí» sea totalmente transformado, estoy siempre contribuyendo, en mayor o menor escala, al desorden. Orden significa conducta en libertad. Y la libertad significa amor y no placer. Cuando uno observa todo esto ve muy claramente que existe un maravilloso sentido de orden absoluto. Malibú, California 28 de Marzo de 1971


II INDIA 8. EL ARTE DE VER Ver no parcialmente sino de modo total. «El acto de ver es la única verdad» Sólo empleamos un fragmento de la vastedad que constituye nuestra mente. La influencia fragmentaria de la cultura y la tradición. «Vivir en el pequeño rincón de un campo deformado» «Ustedes no pueden comprender por medio de un fragmento» Libertad respecto del «pequeño rincón» La belleza del ser.

Decíamos el otro día lo muy importante que es observar. Es todo un arte al cual uno debe dedicar enorme atención. Vemos sólo de un modo parcial, nunca vemos algo por completo, con la totalidad de nuestra mente, con la plenitud de nuestro corazón. Y a menos que aprendamos este arte extraordinario me parece que siempre estaremos funcionando, viviendo a través de una parte muy pequeña de nuestra mente, de un pequeño segmento del cerebro. Nunca vemos nada de manera total, debido a diversas razones. Estamos tan comprometidos con nuestros pequeños problemas, tan densamente cargados con creencias, con tradiciones, con el pasado, que esto nos impide realmente ver o escuchar. Nunca vemos un árbol, lo miramos siempre a través de la imagen que tenemos de él, del concepto acerca de ese árbol; pero el concepto, el conocimiento, la experiencia es algo por completo diferente del árbol real. En este lugar uno está rodeado -afortunadamente- por una gran cantidad de árboles; y si ustedes miran en torno mientras proseguimos con este tema, si verdaderamente miran, descubrirán lo extraordinariamente difícil que es ver de manera tal que ninguna imagen, ninguna pantalla se interponga entre el ver y el hecho real. Por favor, háganlo; no me miren a mí, miren el árbol, descubran si pueden verlo completamente. Por «completamente» quiero significar con la totalidad de la mente y el corazón, no con un fragmento de ellos, pues lo que vamos a investigar esta noche requiere una observación así, un ver así. A menos que lo hagan realmente (sin teorizar, sin intelectualizar o traer a colación temas que no hacen al caso) me temo que no podrán seguir de cerca aquello que intentaremos examinar juntos. Nunca vemos ni escuchamos verdaderamente lo que otro dice. Somos emocionales, sentimentales o muy intelectuales y esto, es obvio, nos impide ver realmente el color, la belleza de la luz, de los árboles, de los pájaros o escuchar a esos cuervos; porque nunca establecemos con ello una relación directa. Y dudo mucho de que estemos en relación directa con cosa alguna, aun con nuestras propias ideas, pensamientos, motivaciones, impresiones. Siempre es la imagen la que observa, incluso cuando nos observamos a nosotros mismos. De modo que es muy importante comprender que el acto de ver es la única verdad; no hay ninguna otra cosa. Si se mira un árbol o un pájaro o un rostro hermoso o la sonrisa de un niño, la verdad está ahí, nada más tengo que hacer. Pero ese ver el pájaro, la hoja, el escuchar el grito de las aves se torna casi imposible a causa de la imagen que uno ha construido, no sólo en relación a la naturaleza, sino también respecto del prójimo. Y esas imágenes nos impiden realmente ver y sentir, entendiéndose el sentir como algo por completo diferente del sentimentalismo o la emotividad. Y, como ya dijimos, nosotros lo vemos todo fragmentariamente; estamos entrenados desde la infancia para mirar. observar, aprender, vivir en un fragmento. Y existe esa vasta extensión de la mente que jamás tocamos ni conocemos siquiera. Esa mente es inmensa, inconmensurable, pero nunca la alcanzamos; desconocemos su cualidad porque jamás hemos mirado nada de un modo total, con la plenitud de nuestra mente, de nuestro corazón, de nuestros nervios, nuestros ojos, nuestros oídos. Para nosotros, lo extraordinariamente importante es la palabra, el concepto, no el acto de ver, la acción misma. Pero el tener un concepto -que es una creencia, una idea- implica un vivir conceptual que nos impide ver realmente, que impide una verdadera acción. Por lo tanto, decimos que la acción es para nosotros un problema: el problema de qué hacer o qué no hacer, el conflicto que surge entre el acto y el concepto Por favor, escuchen lo que estoy diciendo, no oigan meramente mis palabras, sino obsérvense a sí mismos utilizando al que habla como un espejo en el que puedan verse. Lo que él pueda decir es de poca importancia, y él mismo carece de importancia, pero si es importante lo que ustedes aprendan del observarse a sí mismos. Es que debe haber una revolución total, una completa mutación en nuestras mentes, en nuestro modo de vivir, en nuestro sentir, en nuestras actividades cotidianas. Y sólo es posible producir tal profunda y fundamental revolución cuando sabemos mirar. Porque cuando ustedes realmente miran, no están mirando sólo con sus ojos, sino que también miran con la mente. No sé si han manejado alguna vez un automóvil; si lo han hecho saben que no sólo están visualmente atentos al coche próximo, sino que ven muy hacia adelante la curva del conmina los costados, los otros coches que van y vienen. Y este ver no es sólo ver por medio de los ojos y los nervios, sino que es un ver con el corazón, con la mente. Y ustedes no pueden ver de este modo si están viviendo, funcionando, pensando, actuando dentro de un fragmento de la mente total.


Miren lo que ocurre en el mundo; somos condicionados por la sociedad, por la cultura en que vivimos, la cual es un producto del hombre. Nada hay de santo, divino o eterno respecto de la cultura. La cultura, la sociedad, los libros, la radio, todo aquello que vemos y escuchamos, las múltiples influencias de las que somos conscientes o inconscientes, todo esto nos incita a vivir en un pequeñísimo fragmento del inmenso espacio que constituye la mente Ustedes pasan por la escuela, el colegio, aprenden una técnica para ganarse la vida; y durante los siguientes cuarenta o cincuenta años gastan su vida, su tiempo, su energía, su pensamiento en ese pequeño campo especializado. Y existe el campo inmenso de la mente. A menos que produzcamos un cambio radical en esta fragmentación, no puede haber revolución alguna; habrá modificaciones económicas, sociales y las llamadas culturales, pero el hombre continuará sufriendo, seguirá en conflicto, en guerra, en desdicha, dolor y desesperación. No sé si ustedes leyeron hace algún tiempo lo que dijo un mariscal del ejército ruso al rendir un informe al Buró Político; dijo que en el ejército estaban entrenando a los soldados bajo hipnosis. ¿Saben lo que eso significa? Ustedes son sometidos a hipnosis y se les enseña a matar, a obedecer completamente, a funcionar con absoluta independencia, pero dentro de un molde, bajo la autoridad de un superior. Ahora bien, la cultura y la sociedad están haciendo exactamente la misma cosa con cada uno de nosotros. La cultura y la sociedad los han hipnotizado. Por favor, escuchen con suma atención; esto no sucede tan sólo en el ejército ruso, sino que se hace en todo el mundo. Cuando ustedes leen interminablemente el Bhagavad Cita o el Corán, o repiten algún mantra, están haciendo exactamente la misma cosa. Cuando dicen: «Yo soy hindú», «yo soy budista», «yo soy musulmán», «yo soy católico» están repitiendo el mismo patrón; han sido magnetizados, hipnotizados y la tecnología también está haciendo exactamente lo mismo. Uno puede ser un hábil abogado, un ingeniero de primera clase o un artista, un gran científico, pero siempre está dentro de un fragmento de la totalidad. No sé si ustedes lo ven, no porque yo lo esté describiendo sino porque de veras ven lo que ocurre. Esto lo hacen los comunistas, lo hacen los capitalistas, todo el mundo; los padres, las escuelas, la educación, todos moldean la mente para que funcione dentro de un patrón determinado, dentro de un fragmento en particular. Y siempre estamos interesados en producir un cambio dentro del molde dentro del fragmento. ¿Cómo hemos de comprender entonces esto, pero comprenderlo no teóricamente, no como una mera idea, sino ver la realidad de ello? ¿Entienden?, ver lo real. Lo real es lo que ocurre todos los días, es aquello de que hablan los periódicos, los políticos, la cultura y la tradición, lo que se habla en familia, aquello que les hace llamarse a sí mismos hindúes, o lo que piensen ustedes que son. Entonces, cuando ven esto, tienen que plantearse preguntas (estoy seguro de que lo harían si lo vieran); por eso es que resulta tan importante comprender como ven ustedes. Si lo vieran realmente, entonces la pregunta sería: «¿Cómo puede actuar la mente total?» Quiero significar no el fragmento, no la mente condicionada, educada, refinada, la mente temerosa, la que dice «hay Dios» o «no hay Dios», «están mi familia y su familia, mi nación y su nación». Ustedes preguntarán, «¿cómo puede existir esta totalidad de la mente, cómo puede ella funcionar de modo completo, incluso mientras estamos aprendiendo una técnica?» Aunque haya de aprender una técnica y tenga que vivir en relación con otros dentro de esta desordenada sociedad actual, si uno tiene eso presente debe formularse esta pregunta, que es fundamental: «¿Cómo puede la totalidad de la mente sensibilizarse por completo de modo tal que aun el fragmento se torne sensible?» No sé si han comprendido mi pregunta; intentaremos llegar a ella de otro modo. En nuestro estado actual, nosotros no somos sensibles, hay zonas en este campo que son sensibles, sensibles cuando nuestra personalidad particular, nuestra idiosincrasia o nuestros placeres particulares son negados, entonces tiene lugar una batalla. Somos sensibles en fragmentos, en puntos, pero no somos completamente sensibles; de modo que la pregunta es: «¿Cómo puede el fragmento, que es parte de lo total, que se va volviendo torpe día a día por la repetición, cómo puede esa parte sensibilizarse también junto con la totalidad?» ¿Es suficientemente clara la pregunta. Díganme. Tal vez esta cuestión es nueva para ustedes, probablemente nunca se han hecho preguntas acerca de eso. Porque todos estamos satisfechos de vivir con la menor cantidad posible de inquietud y conflicto en un pequeño sector del campo que es nuestra vida, ponderando la maravillosa cultura de ese pequeño fragmento como algo opuesto a otras culturas, occidental, antigua o la que fuere. Ni siquiera somos conscientes de lo que implica vivir en un fragmento minúsculo, en algún rincón de un campo inmenso. No vemos por nosotros mismos lo profundamente comprometidos que estamos con la pequeña parte, y tratamos de encontrar respuestas al problema dentro del fragmento, del pequeño rincón de esta vida inmensa. Nos estamos preguntando cómo puede la mente (que ahora está semidormida en esa vastedad porque sólo estamos comprometidos con el fragmento), cómo podemos tornarnos por completo conscientes de la totalidad, completamente sensibles. En primer lugar, no existe un método. Porque cualquier método, sistema, repetición o hábito es esencialmente parte del rincón de ese campo. (¿Estamos viajando juntos o se están ustedes rezagando?) Lo primero es ver el hecho real de ese pequeño rincón en que vivimos y la índole de sus exigencias. Entonces si cabe formular la pregunta: «¿Cómo podemos tornar completamente sensible todo el campo?», porque en eso radica la única


revolución verdadera. Cuando haya sensibilidad completa en la totalidad de la mente, entonces uno actuara de modo distinto; nuestro pensar, nuestro sentir serán de una dimensión del todo diferente. Pero no hay un método. No digan: «¿Cómo llegaré, cómo lograré tornarme sensible?» Ustedes no pueden ir al colegio para adquirir sensibilidad, ni pueden adquirirla leyendo libros; nadie puede decirles qué deben hacer para tornarse sensibles. Pero es lo que siempre han estado haciendo dentro de ese rincón del campo, y eso los ha vuelto más y más insensibles, lo cual puede verse en la vida diaria con su dureza, brutalidad y violencia. (No sé si vieron en las revistas esas fotos de los soldados norteamericanos y vietnamitas heridos. Ustedes podrán decir al verlas, «lo siento tanto» pero ello no les ha sucedido a ustedes, no a sus familias, no a sus hijos). Así nos hemos endurecido, porque estamos funcionando, viviendo, actuando dentro del minúsculo rincón de un campo deformado. No existen métodos. Por favor, dense cuenta de esto, porque cuando ustedes lo comprendan estarán libres del peso enorme que significa cualquier autoridad y, por lo tanto, estarán libres del pasado. No sé si ven esto. El pasado está implícito en nuestra cultura, la cual pensamos que es tan admirable (nuestra obediencia a la tradición, a las creencias, a los recuerdos), y todo eso es descartado para siempre cuando se comprende que no existe ninguna clase de método para liberamos del pequeño rincón. Pero ustedes han de aprenderlo todo acerca del pequeño rincón; y entonces estarán libres de la carga que los insensibiliza. A los soldados se os entrena para matar, practican día tras día, día tras día despiadadamente, de modo tal que no les quede ningún sentimiento humano. Y éste es el tipo de cosas que se hace todos los días con cada uno de nosotros, por medio de los periódicos, de los líderes políticos, los gurús, los sacerdotes; en todas partes, por todo el mundo. Pues bien, si no existe un método, ¿qué es lo que uno ha de hacer? El método implica práctica, dependencia: su método, mi método, su sendero y el sendero de otro, mi gurú que sabe un poco más, este gurú que es falso, aquel gurú que no lo es (aunque todos los gurús son falsos, esto puede darse por sentado desde el principio mismo, tanto si son lamas tibetanos, católicos o hindúes), todos ellos son falsos porque siguen funcionando en un fragmento muy pequeño de un campo que ha sido escarnecido, pisoteado y destruido. ¿Qué hemos de hacer? ¿Comprenden ahora mi pregunta? El problema es éste: no conocemos la profundidad e inmensidad de la mente. Ustedes pueden leer acerca de ello, pueden leer a los psicólogos modernos o a los antiguos maestros que han hablado al respecto. Pero desconfíen de ellos, porque son ustedes los que han de descubrir por sí mismos, no de acuerdo con lo que otro pueda decir. No conocemos la mente, ustedes no la conocen, de modo que no pueden tener concepto alguno sobre ella. ¿Comprenden lo que se está diciendo? Ustedes no pueden tener ideas al respecto, ni opiniones ni conocimientos. En consecuencia, están libres de cualquier suposición, de cualquier teología De modo que preguntamos una vez más: «¿Qué es lo que uno ha de hacer?» Todo lo que uno ha de hacer es ver. Ver el rincón, la pequeña casita que uno se ha construido en el rincón de un campo vasto e inmensurable, viviendo allí, peleando, progresando (ustedes saben todo lo que ocurre ahí); uno ha de verlo. Por eso es tan importante la comprensión de lo que significa ver, porque en el momento que hay conflicto uno pertenece a ese rincón aislado. Donde existe el ver, no hay conflicto. De ahí que uno tenga que aprender desde el comienzo mismo -no, no desde el comienzo, sino ahora- a ver. No mañana, porque no hay tal mañana; es solo la búsqueda de placer, el miedo o el sufrimiento lo que inventa el mañana. Psicológicamente, el mañana en realidad no existe, pero el cerebro, la mente ha inventado el tiempo. Esto lo examinaremos más tarde. Lo que uno ha de hacer entonces es ver. Ustedes no pueden ver si no son sensibles, y no lo son si tienen una imagen interpuesta entre ustedes y la cosa que ven ¿Comprenden? De modo que ver es la acción del amor ¿Saben qué es lo que torna sensible a la mente total? Solo el amor. Ustedes pueden aprender una técnica y al propio tiempo amar; pero si poseen técnica y no aman van a destruir el mundo. Obsérvense a sí mismos, señores, investíguenlo en sus propias mentes y corazones, y ustedes mismos lo verán. Ver, observar, escuchar son tres acciones extraordinarias, porque nadie puede ver si mira desde aquel minúsculo rincón; ustedes no pueden ver lo que ocurre en el mundo, la desesperaron, la ansiedad la dolorosa soledad, las lágrimas de las madres, de las esposas, de todos aquellos que amaban a los que fueron muertos. Pero ustedes deben ver todo esto, no emocionalmente, no sentimentalmente, no diciendo, «Bien, yo estoy contra la guerra», o «yo estoy por la guerra»; el sentimentalismo y el emocionalismo son las cosas más destructivas porque soslayan los hechos y, en consecuencia, eluden lo que es. Por eso el ver es tan importante. El ver es comprensión; ustedes no pueden comprender por medio de la mente, del intelecto o a través de un fragmento. Hay comprensión sólo cuando la mente está por completo quieta, lo cual significa que no existe imagen alguna. El ver derriba todas las barreras. Miren, señores, en tanto haya separación entre ustedes y el árbol, entre ustedes y yo o entre ustedes y el vecino (ese «vecino» puede estar en la casa de al lado o a mil millas de aquí) tiene que haber conflicto. Separación significa conflicto, eso es muy simple. Y siempre hemos vivido en conflicto, estamos habituados al conflicto y a la separación. Ustedes ven a la India como una unidad separada de otras en lo geográfico, político, económico, social y cultural; y lo mismo ocurre en Europa, América o Rusia: unidades


separadas, cada una contra la otra, y toda esta separación está ligada al hecho de la guerra. Esto no significa que todos debamos estar de acuerdo o que si disentimos, yo estoy en pugna con ustedes. No existe acuerdo o desacuerdo de ningún género cuando ustedes ven algo tal como es. Sólo cuando tienen opiniones acerca de lo que ven es que hay desacuerdo y separación. Cuando ustedes y yo vemos que ésa es la luna, entonces no hay desacuerdo; es la luna. Pero si ustedes piensan que eso es alguna cosa y yo pienso que es una cosa distinta entonces tiene que haber división y, por lo tanto, conflicto. De manera que en el ver un árbol, cuando ustedes realmente lo ven, no hay división entre ustedes y el árbol, no existe un observador viendo el árbol. Un día hablé con un médico muy ilustrado, el que había ingerido una droga llamada LSD en dosis controladas, mientras dos médicos estaban a su lado con un grabador registrando lo que decía. Después de unos pocos segundos vio las flores que estaban frente a él sobre la mesa, y entre él y esas flores no había espacio. Ello no quiere decir que él se identificara a sí mismo con las flores, pero no existía espacio, lo cual significa que no había observador. No estamos abogando por el uso de la droga o diciendo que ustedes deben tomarla, ya que ella tiene sus propios efectos deletéreos. Además, cuando ustedes toman esa clase de cosas se vuelven esclavos de ellas. Pero hay un modo mucho más sencillo, más directo, más natural, el cual consiste en observar por ustedes mismos un árbol, una flor, el rostro de una persona; mirar cualquiera de ellos y así ver que el espacio entre ustedes y lo que miran no existe. Y sólo pueden mirar de ese modo cuando hay amor, esa palabra que ha sido tan maltratada. No examinaremos por ahora esta cuestión del amor, pero cuando ustedes tienen ese sentido de real observación, cuando ven realmente, entonces ese ver trae consigo esta extraordinaria eliminación del tiempo y del espacio que adviene cuando hay amor. Y ustedes no pueden tener amor sin percibir la belleza. Pueden hablar acerca de la belleza, escribir, diseñar, pero si no aman, nada es bello. No amar significa que ustedes no son totalmente sensibles. Y por no ser totalmente sensibles, están degenerando. Este país está degenerando. No digan: «¿Acaso otros países no están degenerando también?» -por supuesto que lo están- pero ustedes están degenerando, aun cuando técnicamente puedan ser un ingeniero extraordinariamente bueno, un maravilloso abogado, un técnico que sabe cómo hacer funcionar computadoras. Están degenerando porque no son sensibles a todo el proceso del vivir Nuestro problema fundamental es, pues, no cómo detener las guerras, no qué dios es mejor que otro dios ni cuál es el mejor sistema político o económico, ni cuál partido tiene más méritos para votar por él (de cualquier modo son todos deshonestos). El problema fundamental para el ser humano, viva éste en América, India, Rusia o donde sea, es esta cuestión de la libertad respecto «del pequeño rincón». Y ese pequeño rincón es lo que somos nosotros mismos, ese pequeño rincón es nuestra mente insignificante y falsa. Nosotros hemos hecho ese pequeño rincón porque nuestras mentes pequeñas están fragmentadas y, por lo tanto, son insensibles a la totalidad. Necesitamos ese pequeño rincón para sentirnos a salvo, en paz, tranquilos, satisfechos; con lo cual eludimos todo dolor porque, fundamentalmente, estamos buscando placer. Y si examinan el placer, su propio placer, si lo observan, si lo vigilan, si lo investigan, verán que donde hay placer, hay dolor. Ustedes no pueden tener el uno sin el otro, y siempre estamos exigiendo más placer, y con ello atraemos más dolor. Y sobre esto es que hemos construido el fragmento al que llamamos vida humana. Verlo es estar en intimo contacto con ello, y ustedes no pueden estar intima y verdaderamente en contacto con ello si tienen conceptos, creencias, dogmas u opiniones. Lo importante, pues, no es estudiar, sino ver y escuchar. Escuchen a los pájaros, escuchen la voz de la esposa por irritante, bella o fea que pueda ser, escúchenla. Y escuchen la propia voz, por muy fea, hermosa o impaciente que sea. Entonces, desde este escuchar, descubrirán que toda separación entre el observador y lo observado llega a su fin. Por lo tanto, no existe conflicto alguno, y si observan muy cuidadosamente, la misma observación es disciplina; ustedes no tienen que imponer la disciplina. Y ésa es la belleza, señores (¡si sólo se dieran cuenta de ello!), ésa es la belleza del ver. Si ustedes pueden ver no tienen que hacer nada más, porque en ese ver radica toda disciplina, toda virtud; ese ver es atención. Y en ese ver está la belleza, y con la belleza hay amor. Y cuando hay amor, nada más tienen que hacer. Porque entonces, allí donde ustedes están, está lo eterno; toda búsqueda llega entonces a su fin. Madrás 3 de enero de 1968 9. LA LIBERTAD Compartir una mente libre. «¡Si pudiéramos dar con esto que es realmente una flor misteriosa!» ¿Por que el hombre no lo ha logrado? El temor. «Vivir» no es vivir. Confundimos las palabras con la sustancia. Disipación de la energía. «La mente madura no tiene comparación ni medidas. La calidez de «la vida que ustedes viven a diario... sin comprenderla nunca comprenderán el amor, la belleza o la muerte». Mediante la negación surge a la vida esa única cosa que es lo positivo.


Sería muy interesante y valioso que pudiéramos compartir juntos una mente no torturada, una mente que, en lo fundamental, sea libre, que no tenga barreras, que vea las cosas como son, que vea el intervalo de tiempo que separa al hombre de la naturaleza y de otros seres humanos, que vea el significado del temible tiempo-espacio, que sepa cuál es realmente la cualidad del amor. Si pudiéramos compartir esto, no intelectualmente, no de un modo astuto, elaborado, filosófico o metafísico, sino en verdad participar de ello, si pudiéramos hacerlo, pienso que terminarían todos nuestros problemas. Pero esto no puede compartirse con otro si uno no lo tiene primero. Entonces, cuando ustedes lo tienen, lo tienen en abundancia. Y cuando existe esta abundancia, el uno y los muchos son la misma cosa, como un árbol que está lleno de hojas y en el cual una hoja es perfecta y es parte del árbol total. Si hoy pudiéramos compartir esta cualidad, pero no con quien les habla, sino en el sentido de tener la cualidad para luego compartirla, entonces toda la cuestión del compartir no surgiría más. Es como una flor llena de esencia; ella no la comparte, sino que esta siempre ahí para que cualquier caminante la disfrute. Y si alguien se encuentra muy cerca en el jardín, o muy lejos, ello es igual para la flor, porque está llena de ese perfume y así lo comparte con todo. ¡Si uno pudiera dar con esto que es realmente una flor misteriosa! ¡Pero sólo parece misteriosa!, y es porque estamos llenos de emoción y sentimiento, y el sentimiento -en ese sentido emocional- tiene muy escasa significación. Uno puede tener simpatía, ser generoso, muy gentil, amable y extremadamente cortés, pero la cualidad a la que me refiero es por completo diferente de todo eso. ¿Y no se preguntan ustedes (no en términos abstractos, no en función de ganar algo mediante un sistema, una filosofía o por seguir a un gurú), no se preguntan por qué los seres humanos carecen de esa cualidad? Engendran hijos, disfrutan del sexo, de ternura, cierta cualidad de compartir algo con otros en amistad, en compañerismo; pero esta cosa, ¿por qué no la hemos logrado? Porque cuando ella existe, entonces todos los problemas, cualesquiera que puedan ser, llegan a su fin. ¿Y no se han preguntado ocasionalmente, aun con cierta pereza, mientras caminaban solos por una sucia calle o estando sentados en un autobús, o cuando en las vacaciones paseaban por la playa o por un bosque repleto de pájaros, árboles, arroyos y animales salvajes, no se les ocurrió preguntarse por qué ese hombre que ha vivido millones de años, por qué será que nunca alcanzó esta cosa, esta extraordinaria flor que jamás se marchita? Si se han formulado esta pregunta, aunque sólo sea por alguna ocasional curiosidad, deben haber experimentado como una insinuación, una vislumbre, una sugerencia. Pero es probable que jamás se hayan formulado la pregunta. Vivimos una vida tan monótona, tan torpe, tan turbia, siempre dentro del campo de nuestros propios problemas y ansiedades, que nunca nos hemos formulado esta pregunta. Y si nos la formulamos (como vamos a hacerlo ahora, sentados bajo este árbol en un quieto atardecer, con el ruido de los cuervos), me pregunto cuál será nuestra respuesta. ¿Qué respuesta daría honestamente cada uno de nosotros de modo directo, sin equivocación ni astucia, cuál sería esa respuesta si ustedes se plantearan la pregunta a sí mismos? ¿Por qué pasamos por toda esta penosísima tortura, con tantos y tantos problemas, acumulando múltiples temores y, sin embargo, esa única cosa parece eludirnos, parece no tener lugar en absoluto? Y si ustedes fueran a preguntarse por qué, por qué uno no ha encontrado esta cualidad, ¿cuál sería la respuesta? La respuesta estaría de acuerdo con la intensidad que pusieran en la formulación de la pregunta, con su urgencia. Pero nosotros carecemos tanto de intensidad como de urgencia, porque nos falta la energía. Para mirar cualquier cosa, un pájaro, un cuervo sentado sobre una rama limpiándose las plumas; para mirar atentamente con todo nuestro ser, con todos nuestros ojos, oídos, nervios, mente y corazón; para mirar completamente se requiere energía, pero no la aparente energía de una mente disipada que ha luchado, que se ha torturado a sí misma, que está llena de innumerables cargas. Y la mayoría de las mentes, el noventa y nueve punto nueve por ciento de ellas arrastran esta terrible carga, esta existencia torturada. Por eso carecen de energía y la energía es pasión. Y ustedes no pueden descubrir ninguna verdad sin pasión. Esa palabra «pasión», deriva de la palabra latina que indica «sufrimiento», la que a su vez proviene del griego, etc.; toda la cristiandad ha hecho un culto de este sufrimiento, no de la pasión. Y han dado a la «pasión» un significado especial. Yo no sé cuál es el significado que le dan ustedes al sentimiento de completa pasión, pleno de ardor, de energía total, esa pasión donde no se oculta exigencia alguna. Y si nos formuláramos la pregunta, no ya simplemente con curiosidad sino con toda la pasión que tenemos, ¿cuál sería la respuesta? Pero es probable que ustedes teman a la pasión, porque para la mayoría de la gente la pasión es lujuria, es esa pasión que se deriva del sexo y todo eso. O puede ser esa pasión que se experimenta mediante la identificación con el país al que uno pertenece, o la pasión por algún pequeño dios fabricado por la mano o por la mente; y así, esta pasión de que hablamos es para nosotros una cosa más bien temible, porque al tenerla no sabemos adónde podrá llevarnos. Y entonces nos cuidamos mucho de canalizarla, de erigir una valla a su alrededor por medio de conceptos filosóficos, de ideales, y en esa forma disipamos la energía que se necesita para resolver esta cuestión extraordinaria (y es extraordinaria en grado sumo si ustedes se la plantean honestamente, directamente), la cuestión de por qué nosotros, seres humanos que vivimos en familias con hijos, rodeados por todo el tumulto y la violencia del mundo, por qué existiendo una cosa que podría abarcar y cubrir todo esto, no la hemos alcanzado. Me pregunto si no será porque realmente no queremos descubrir. Porque para


descubrir cualquier cosa, lo que uno piensa, lo que uno siente, sus motivaciones, debe haber libertad. A fin de descubrir -no meramente analizar de modo intelectual- tiene que haber libertad para mirar. Para mirar ese árbol ustedes deben estar libres de zozobra, de ansiedad, de culpa; deben estar libres de conocimientos. La libertad es una cualidad de la mente que no puede ser lograda mediante el renunciamiento ni el sacrificio. ¿Están ustedes siguiendo todo esto o estoy hablando a los árboles y al viento? La libertad de la mente es esencial para ver. Ella no significa libertad de algo. Si ustedes están libres de algo eso no es libertad, es sólo una reacción. Si fuman y dejan de fumar, y dicen «estoy libre», realmente no son libres, aunque puedan estarlo respecto de ese hábito particular. La libertad concierne a toda la maquinaria que forman los hábitos, y para comprender en su totalidad el problema que implica la formación de los hábitos uno debe estar libre para observar su mecanismo. Tal vez también tenemos miedo de esa libertad, y por eso la apartamos muy lejos de nosotros en algún cielo distante. El miedo es tal vez la causa de que no tengamos la energía de esa pasión que nos haría falta para descubrir por nosotros mismos por qué carecemos de esa cualidad de amor. Tenemos cualquier otra cosa: codicia, envidia, superstición, temor, la fealdad de una vida pequeña y vulgar, la rutina de ir todos los días a una oficina por los próximos cuarenta o cincuenta años; no es que uno no debiera ir a una oficina, uno ha de hacerlo (infortunadamente), pero ello se vuelve una rutina, y esa rutina, ese ir al mismo lugar y hacer la misma cosa día tras día, día tras día durante cuarenta años, moldea la mente, la torna torpe, estúpida o hábil en una sola dirección. Puede ser -probablemente lo es- que nosotros temamos tanto a la vida porque al no comprender el proceso total del vivir nunca somos capaces de comprender lo que es no vivir. ¿Comprenden? ¿A qué llamamos vivir? El tedio cotidiano, la lucha diaria, el diario conflicto dentro y fuera de uno mismo, los reclamos secretos, los ocultos deseos, las ambiciones, las crueldades y la enorme carga del dolor consciente o inconsciente; eso es lo que llamamos vivir, ¿no es así? Podemos intentar escapar de ello yendo al templo o al club, siguiendo a un nuevo gurú, volviéndonos hippies o tomando drogas, ingresando a una sociedad que nos promete algo, cualquier cosa con tal de escapar. En el miedo radica el mayor problema de lo que llamamos vivir: miedo de no ser, miedo al apego con todo el gran dolor que trae consigo, miedo al no saber cómo lograr el desapego, miedo a la inseguridad física, emocional o psicológica. Luego está el miedo a lo desconocido, al mañana, el miedo de que la esposa lo abandone a uno, el miedo de no creer en nada y estar aislado, solo, en honda y permanente desesperación; esto es lo que llamamos vivir: una batalla, una existencia torturada con pensamientos estériles. Vivimos de este modo porque ésta es nuestra vida, con ocasionales momentos de cordura, instantes de claridad a los cuales nos aferramos furiosamente. Por favor, señores, no escuchen meramente las palabras ni se dejen llevar por ellas: las explicaciones, las definiciones y descripciones no son el hecho. El hecho es la vida de cada uno de ustedes: el hecho es si están atentos a esa vida, y no pueden estarlo mediante mis palabras, las cuales meramente describen el estado en que ustedes se hallan. Si quedan atrapados en la descripción, en las palabras, entonces están perdidos para siempre. Y así es como estamos; perdidos, desamparados, porque hemos aceptado tan sólo palabras, palabras y palabras. Por eso les ruego que no queden atrapados en las palabras; obsérvense a sí mismos, vigilen su vida, esa vida diaria a la que llaman vivir y que consiste en ir a la oficina, pasar exámenes, conseguir un empleo, carecer de empleo, el miedo, las presiones sociales y familiares, la tradición, la tortura de no llegar la incertidumbre, el total y profundo fastidio de una vida que no tiene sentido alguno. Ustedes pueden adjudicarle un sentido a la vida, pueden inventárselo como hacen los filósofos y los teóricos -ése no es el oficio de ellos. Pero eso es alimentarse de palabras cuando lo que necesitan es sustancia; ustedes están alimentados con palabras y están satisfechos con las palabras Para comprender, pues, este vivir debemos observarlo; entrar en intimo contacto con él sin el espacio y el intervalo de tiempo entre nosotros y el vivir. Este intervalo de tiempo-espacio no existe en ustedes cuando experimentan un intenso dolor físico; entonces actúan, no teorizan, no disputan acerca de si hay atman o no hay atman si hay alma o no hay alma, no se ponen a citar el Bhagavat Cita, los Upanishads, el Corán, la Biblia, o a algún santo. Porque entonces ustedes están cara a cara con la vida real. La vida es ese movimiento activo, el hacer, el pensar, el sentir, los temores, la culpa, la desesperación: eso es la vida. Y uno ha de estar íntimamente en contacto con ello. Y no es posible estar intensa, apasionada y vitalmente en contacto si hay temor. El temor es lo que nos hace creer, tanto si creemos en la comunidad ideológica de los comunistas o en la idea teocrática de un clérigo o un sacerdote. Todas esas cosas nacen del miedo: evidentemente todos los dioses, todos, son el resultado de nuestra agonía; y cuando los adoramos estamos adorando nuestra propia agonía, nuestra soledad y desesperación, nuestra desdicha y sufrimiento. Por favor, escuchen, atiendan a todo esto -es la vida de ustedes, no mi vida-. Son ustedes los que deben afrontar esto y, por consiguiente, han de comprender el miedo. Y no pueden comprender el miedo si no comprenden la vida. Deben comprender sus celos, su envidia -envidia y celos que son meras indicaciones del temor-. Y ustedes pueden comprender totalmente (no intelectualmente, no hay tal cosa como la comprensión intelectual, sólo existe la comprensión total), ustedes pueden comprender totalmente, y ello es como contemplar ese crepúsculo, contemplarlo con toda la mente, el corazón, los ojos, los nervios; entonces es cuando comprenden. Y para comprender los celos, la envidia, la ambición, la crueldad, la


violencia deben conceder su atención completa en el momento mismo en que cada cosa ocurre, en el momento que se sienten envidiosos, coléricos, celosos, llenos de odio, o cuando se perciben internamente deshonestos; entonces, si comprenden eso, comprenderán el temor. Pero no pueden encarar el temor como una abstracción. Después de todo, el temor existe en relación con algo. ¿No están ustedes atemorizados de su vecino, del gobierno, de la esposa, del marido, atemorizados de la muerte, etc.? Deben observar, no al temor, sino observar e inquirir en aquello que lo produce. Ahora vamos a examinar qué es ese vivir al cual tan desesperadamente nos aferramos, el vivir de nuestra monótona y trágica vida diaria -la vida del burgués, del mediocre, del oprimido-, porque todos estamos oprimidos por la sociedad, por la cultura, por las religiones, los sacerdotes, los líderes, los santos y, a menos que comprendan esto, jamás comprenderán el miedo. Se trata, pues, de comprender este vivir y también esa enorme fuente de miedo llamada muerte. Y para comprender esto deben tener tremenda energía, pasión. Ustedes saben cómo disipamos nuestra energía (no me refiero al sexo, ésa es una cuestión muy pequeña, no hagan de eso algo innecesariamente tremendo); quiero decir que debemos inquirir directamente, no de acuerdo con Shankara o con cualquiera de esas personas que han inventado su propia y particular forma de escape ante la vida. Para descubrir qué es el vivir debemos no sólo tener energía, sino la cualidad de pasión que es sustentada, y el intelecto no puede sustentar pasión alguna. Para tener esa pasión uno ha de indagar en la disipación de la energía. Uno puede ver que la energía se disipa cuando seguimos a alguien, ¿comprenden?, cuando tenemos un líder, un gurú; porque cuando ustedes siguen están imitando, están copiando, obedeciendo, estableciendo una autoridad y, de ese modo, es como la energía se disipa. Observen esto, por favor háganlo. No vuelvan a sus gurús, a sus sociedades, a sus autoridades; suelten todo eso como si se tratara de papas calientes. También pueden ver cómo desperdician su energía cuando existen compromisos con algo en particular. ¿Saben lo que eso significa? Tal compromiso existe sólo cuando hay comparación. Desde la infancia estamos entrenados para comparar entre lo que somos nosotros y lo que es el primero de la clase; para compararnos con lo que fuimos ayer -nobles o innobles-, con la felicidad que ayer experimentamos y que vino a nosotros sin previo aviso, súbitamente; el deleite de contemplar un árbol, las flores, el rostro de una mujer hermosa, un niño o un hombre; y entonces comparamos lo que es hoy con lo que fue ayer. Esta comparación, este medir, es el comienzo del compromiso. Vean esto por sí mismos; descubran la verdad de ello, de que en el momento que ustedes tienen una medida -que implica comparación- ya están comprometiéndose con lo que es. Cuando dicen que ese hombre es un ICS1, que gana tanto y tanto, que es la cabeza de esto o aquello, ustedes están comparando, juzgando, dando importancia a las personas -no a los seres humanos- de acuerdo con sus grados, sus cualidades, su capacidad de ganar dinero, su empleo, sus doctorados y todo el montón de letras puesto delante de sus nombres; y así es como están ustedes comparando, comparándose a sí mismos con otro, sea el «otro» un santo, un héroe, un dios, una idea o una ideología -comparando, mídiendo- todo lo cual engendra compromiso, lo que implica un tremendo desgaste de energía. Esto nada tiene que ver con que sean o no sexuales y toda la tradición que hay tras de ello. Uno ve, pues, cómo esto significa desgaste de energía; y la energía se desgasta cuando ustedes se complacen en ideaciones, en teorías: si existe o no existe el alma, si hay un atman o no hay atman -¿no es esto una pérdida de tiempo, un desperdicio de energía?-. O cuando leen o escuchan interminablemente a algún santo o a algún sannyasi que hace comentarios sobre el Gita o los Upanishads, ¡piensen simplemente en ello! ¡Vean lo absurdo, lo infantil que es eso! Alguien explica un libro que en sí está muerto, que fue escrito por algún poeta ya muerto, y le asignan una tremenda significación. Todo esto indica que la inmadurez es esencialmente un desperdicio de energía. Una mente inmadura se compara con lo que es y con lo que debería ser, pero es sólo la mente inmadura la que compara. La mente madura carece de comparación, no tiene medidas. Yo no sé si ustedes han mirado alguna vez dentro de sí mismos y si han advertido cómo se comparan con otro diciendo: «Él es tan hermoso, tan inteligente, tan hábil, tan importante; y yo soy un don nadie, me gustaría ser como él». O bien: «Ella es tan hermosa, tiene una buena figura, una mente refinada, inteligente, brillante, mejor». Pensamos y funcionamos en este mundo comparativo y mensurable. Y si alguna vez han observado esto y lo han cuestionado es posible que dijeran «no más comparación, no más comparación con nadie; ni con la actriz más bella». Ustedes saben que la belleza no está en la actriz; la belleza es algo total, no está en el rostro, en la figura, en la sonrisa, sino donde hay una cualidad de comprensión total, donde está la totalidad del propio ser. Cuando eso es lo que mira, hay belleza. Obsérvenlo en sí mismos, por favor, traten de hacerlo o, más bien, háganlo -cuando ustedes emplean la palabra «tratar» saben que una mente así es de lo más deplorable y tonta-. Cuando ella dice: «Estoy haciendo lo mejor que puedo, estoy tratando», eso indica una mente burguesa, acostumbrada a medir, a hacer las cosas mejor cada día. Descubran entonces por sí mismos si pueden vivir -no de manera teórica sino realmente- sin comparación, sin medida, sin utilizar nunca la palabra «mejor» o «más». Y vean lo que ocurre. Es sólo una mente así, madura, la que no disipa energía; sólo una mente así puede vivir una vida muy sencilla. Quiero significar una vida de real sencillez, no la así 1

Indian Civil Service (Servicio de Administración de la India inglesa).


llamada sencillez del hombre que come una sola comida o que viste un taparrabo -eso es exhibicionismo- sino la mente que no mide y que, por lo tanto, no disipa energía. Así llegamos al punto. Nosotros desperdiciamos energía y uno la necesita para comprender este monstruoso modo de vivir. Y debemos comprenderlo, es lo único que tenemos, no dioses, biblias, gitas o ideales. Lo que ustedes tienen es esta cosa; la diaria tortura, la diaria ansiedad. Y comprenderlo, estar en contacto con ello, implica que no debe haber espacio entre uno como observador y la cosa que uno llama desesperación; y para esto es preciso tener el impulso de una tremenda energía. Y ello no es posible si la energía se disipa, se desperdicia. Cuando tengan esa energía, entonces comprenderán qué es el vivir. Entonces no existe el miedo a la vida, al movimiento de la vida. ¿Saben qué es el movimiento? El movimiento no tiene fin ni principio y, por lo tanto, el movimiento en sí mismo es la belleza, la gloria. ¿Ustedes entienden esto? La vida es entonces este movimiento, y para comprenderla tiene que haber libertad, tiene que haber energía. Y comprender la muerte es comprender algo que está estrechamente relacionado con la vida. Ustedes saben, la belleza (no en un cuadro, no en una persona o en un árbol, no en la nube o en el crepúsculo), la belleza no puede separarse del amor. Y donde hay amor y belleza, hay vida y también hay muerte. No es posible separar lo uno de lo otro. En el momento que lo separan hay conflicto, no existe relación alguna. Hemos considerado, pues, quizá no muy en detalle ni ampliamente, pero hemos considerado la vida. Ahora consideremos, investiguemos esta cuestión de la muerte. ¿Se han preguntado por qué temen ustedes a la muerte? Aparentemente eso ocurre con la mayoría de las personas. Algunos ni siquiera quieren saber de ella o, si lo hacen, desean glorificarla. Y hay quienes inventan una teoría, una creencia, un escape -un escape como la reencarnación o la resurrección-; la mayoría de las personas que viven en el Oriente cree en la reencarnación; todos ustedes lo creen, probablemente. Creen que una entidad permanente, o una memoria colectiva, renace otra vez en la próxima vida, ¿no es así? Eso es lo que creen todos; que tendrán una mejor oportunidad para vivir más plenamente, para perfeccionarse, porque esta vida es tan corta que no puede darles toda la experiencia, toda la felicidad, todo el conocimiento; por lo tanto ¡vivamos una vida futura! Ustedes desean una vida futura donde dispongan de tiempo y espacio para perfeccionarse, y por eso tienen esa creencia. Esto es un escape del hecho; no nos interesa si existe o no existe la reencarnación, o si hay o no hay continuidad. Eso requiere un análisis muy distinto. Podemos ver sucintamente cómo aquello que tiene continuidad es lo que ha sido; lo que fue ayer continuará hoy y a través del hoy hacia el mañana. Y tal continuidad está dentro del tiempo y del espacio. Esto no es intelectual, ustedes pueden observarlo muy fácilmente por sí mismos. Y estamos atemorizados de esta cosa llamada muerte. No sólo tememos el vivir, sino que también tenemos miedo de esta cosa desconocida. ¿Sentimos temor de lo desconocido o tememos lo conocido, tememos perder lo conocido? Es decir, la familia, nuestras experiencias, nuestra monótona cotidianidad -lo conocido- la casa, el jardín, la sonrisa a la que estamos acostumbrados, la comida que hemos ingerido durante treinta años, la misma comida, el mismo clima, los mismos libros, la misma tradición; ustedes tienen miedo de perder eso, ¿no es así? ¿Cómo pueden tener miedo de algo que no conocen? De modo que el pensamiento teme no sólo la pérdida de lo conocido, sino que también está atemorizado de algo que él llama muerte, lo desconocido. Como decíamos, uno no puede librarse del miedo, sino que éste puede ser comprendido, y sólo puede serlo cuando se comprenden las cosas que, como la muerte, producen el miedo. Con el correr del tiempo el hombre ha apartado a la muerte lejos de sí, los antiguos egipcios, por ejemplo, vivían para morir. La muerte es algo que está a la distancia, tras ese intervalo de tiempo-espacio entre la vida y aquello que llamamos muerte. El pensamiento, que ha hecho esta división entre el vivir y el morir, mantiene apartada a la muerte. Indaguen en esto, señores, es muy simple si lo hacen. El pensamiento mantiene apartada a la muerte porque él dice, «yo no conozco el futuro». Uno puede tener muchas teorías; si creo en la reencarnación ello significa que debo trabajar, actuar, comportarme bien ahora, si es que creo en eso. Lo que ustedes hacen ahora importa cuando mueren, pero ustedes no creen de este modo. Creen en la reencarnación como una idea, una idea consoladora pero más bien vaga, así que no se cuidan de lo que hacen ahora. Ustedes no creen realmente en el karma aunque hablen muchísimo al respecto. Si creyeran en él verdadera, vitalmente como creen en el ganar dinero, en la experiencia sexual, entonces importaría cada palabra, cada gesto, cada movimiento de su ser, porque han de pagar por ello en la próxima vida. Esa creencia produciría entonces una tremenda disciplina; pero ustedes no creen, eso es tan sólo un escape. Ustedes tienen miedo porque no quieren desprenderse. ¿Y de qué han de desprenderse? Obsérvenlo. Cuando dicen: «Tengo miedo de desprenderme», ¿de qué tienen miedo? ¿Desprenderse de qué? Obsérvenlo bien a fondo. ¿De su familia, su madre, su esposa, su hijo? ¿Estuvieron alguna vez en relación con ellos? ¿O estuvieron relacionados con una idea, una imagen? Y cuando dicen: «Tengo miedo de desprenderme, de separarme», ¿de qué piensan que han de estar separados? ¿De recuerdos? Ciertamente, de recuerdos: recuerdos de placer sexual, recuerdos de cómo llegaron a ser un gran hombre o un pequeño hombre trepando por la escala, recuerdos de su carácter, recuerdos de sus amistades; sólo recuerdos. Y ustedes tienen


miedo de abandonar esos recuerdos. Por agradables o desagradables que puedan ser, ¿qué son los recuerdos? Ellos carecen por completo de sustancia. De manera que ustedes temen desprenderse de algo sin valor alguno, ya que aquello que tiene continuidad es memoria, un manojo de recuerdos, un centro. Así, cuando uno comprende el vivir, o sea, cuando uno comprende los celos, la ansiedad, la culpa y la desesperación y está más allá y por sobre eso, entonces vida y muerte se hallan estrechamente unidos; entonces vivir es morir. Cuando ustedes viven según sus recuerdos, sus tradiciones, según lo que deberían ser», en realidad no viven. Pero si desechan todo eso, lo cual significa morir para todo lo que conocen -liberarse de lo conocido-, esto es muerte y entonces están viviendo. Están viviendo no en algún fantástico mundo de conceptos, sino que realmente viven, no de acuerdo con los Vedas o los Upanishads, que carecen de validez. Lo que vale es la vida que ustedes viven cada día; es la única vida que tienen, y sin comprenderla, nunca comprenderán el amor ni la belleza ni la muerte. Hemos retornado a la pregunta original, ¿por qué no existe esta llama en nuestro corazón? Si ustedes han examinado bien a fondo lo que se ha dicho (no de manera verbal, intelectual, sino que lo han examinado en sus propias mentes y corazones) entonces sabrán por qué no han alcanzado esta llama. Y si lo saben, si lo sienten y viven con ello, si son apasionados en su indagación de por qué no la han alcanzado, entonces descubrirán que la tienen. Mediante la total negación surge a la vida esa única cosa que es positiva: el amor. Ustedes no pueden cultivar el amor, como no pueden cultivar la humildad. La humildad nace cuando llegan totalmente a su fin la presunción, la vanidad. Pero entonces nunca sabrán que son humildes. Porque un hombre que se sabe humilde es un hombre vanidoso. De la misma manera, cuando uno entrega su mente y su corazón, sus nervios, sus ojos, todo su ser para descubrir el camino de la vida, para ver lo que realmente «es» e ir más allá de eso, y niega por completo, de modo total, la vida tal como es vivida ahora, en esa misma negación de lo feo, de lo brutal, en su total negación surge lo «otro». Pero ustedes tampoco lo sabrán nunca. Un hombre que sabe que él es silencioso, o sabe que ama, no sabe qué es el amor ni qué es el silencio. Madrás 10 de enero de 1968 10. LO SAGRADO Arar sin sembrar nunca. Ideación. Falta de sensibilidad en el diario vivir. Atención e inteligencia. El desorden en nosotros mismos y en el mundo: nuestra responsabilidad. La cuestión del ver. Imágenes y conducto directo. Lo sagrado «Cuando ustedes tienen ese amor, pueden desechar todos sus libros sagrados»

Uno puede leer interminablemente, discutir, apilar palabras sobre palabras, sin jamás hacer nada al respecto. Es como un hombre que está siempre arando y nunca siembra; por lo tanto, jamás cosecha. La mayoría de nosotros estamos en esa situación. Y las palabras, las ideas, las teorías se han vuelto mucho más importantes que el vivir real, que es actuar, hacer. Yo no sé si alguna vez se han preguntado por qué, a través de todo el mundo, las ideas, las fórmulas, los conceptos tienen tan tremenda significación, no sólo en lo científico sino también en lo tecnológico. Me pregunto por qué. ¿Es ello un escape de la realidad, de la monótona vida cotidiana? ¿O pensamos que las ideas y teorías nos ayudarán a vivir mejor, otorgando una visión mayor, un sentido más profundo a la vida? Porque decimos que sin ideas que den una significación y un objetivo a la vida ésta es muy superficial, vacía y en absoluto carente de sentido. Puede ser una de las razones. ¿O será porque hallamos que el vivir, con su rutina, su aburrimiento, su fatiga cotidiana, carece de una cualidad sensible que esperamos obtener de las ideas? La vida tal como la vivimos es evidentemente muy brutal y nos torna insensibles, torpes, pesados, estúpidos; y esperamos que mediante ideaciones o actividades de la mente podremos producir cierta condición de sensibilidad. Porque nos damos cuenta de que nuestra vida es, inevitablemente, un asunto repetitivo: sexo, oficina, comida, el parloteo incesante acerca de cosas que realmente nos importan, las fricciones constantes en la relación, todo lo cual contribuye a hacernos duros, crueles, brutales. Y dándose uno cuenta de esto (tal vez no conscientemente pero si en lo profundo) piensa que quizá las ideas, los ideales, las teorías acerca de Dios, del mas allá, pueden dar una cualidad de refinamiento, pueden aportar a esta triste y dolorosa existencia un sentido, una significación, un propósito; pensamos que quizá puedan pulir nuestras mentes, otorgarles agudeza, cierta cualidad que el jornalero del campo o de la fábrica no posee. Tal vez ésa sea una de las razones por las cuales nos complacemos en este juego peculiar. Pero aun cuando nos agudicemos y avivemos en lo intelectual por medio de argumentaciones, discusiones, lecturas, etc., ello no produce realmente esa condición de sensibilidad. Y ustedes saben hasta qué punto son insensibles esas personas eruditas que leen, teorizan y discuten brillantemente. Pienso, pues, que es muy importante comprender esta sensibilidad que destruye la mediocridad. Porque me temo que la mayoría de nosotros nos volvemos más y más mediocres. En modo alguno estamos empleando esta


palabra con un carácter denigrante, sino que tan sólo observamos el hecho de la mediocridad como la condición de una persona promedio, bastante bien educada, con un buen pasar y tal vez capaz de discutir con habilidad. Pero con esto seguimos siendo burgueses, mediocres no sólo en nuestras actitudes sino en nuestras actividades. Y la edad madura no produce una mutación, un cambio, una revolución en la mediocridad (esto puede apreciarse muy claramente); aunque uno tenga un cuerpo viejo, la mediocridad prosigue bajo formas diferentes. Tal vez podríamos investigar esta cuestión de la sensibilidad (no el mero refinamiento físico, el cual evidentemente es necesario), sino la cuestión de la sensibilidad, de la más alta forma de sensibilidad, que es la más alta cualidad de inteligencia; sin ser sensibles ustedes no son inteligentes. Para escuchar a ese cuervo, para estar atento a él, para sentir su movimiento sin que haya espacio entre él y uno mismo (lo cual no significa identificación con el cuervo, eso es demasiado absurdo) debe haber esa cualidad de la mente alerta, aguzada a su grado máximo, en la cual el observador -que es el centro, el censor, la memoria acumulada como tradición- no existe. Después de todo, es un problema de hábitos constantes: el modo como pensamos, las comidas que ingerimos, la manera como seleccionamos a nuestros amigos, los cuales evidentemente son nuestros amigos porque no nos contradicen, no nos perturban demasiado. Así es como la vida se vuelve no sólo repetitiva, sino una cosa de hábitos, de rutina. Por consiguiente, la sensibilidad requiere atención. Ustedes saben, la concentración es una cosa sumamente letal. ¿Aceptan esto? Estoy diciendo algo que contradice por completo lo que todos ustedes sienten como necesario. Así que ni lo acepten ni lo rechacen; obsérvenlo. Tomen el pulso a lo que sea verdadero o falso. Aquello que se está diciendo puede ser completamente tonto y disparatado o puede ser verdadero. Pero el mero aceptar o rechazar los mantiene como son: embotados, pesados, insensibles, esclavos del hábito. En lo que va a decirse dentro de unos momentos -y aun ahora- no acepten nada ni comparen con lo que ya conocen o con aquello que se les dijo o leyeron, sino escuchen para descubrir por sí mismos lo que pueda haber de verdadero en ello. Y para estar atentos, para escuchar, deben conceder su atención total. No pueden hacerlo si meramente aprenden a concentrarse, o si tratan de concentrarse en unas pocas palabras o en el significado de las palabras o en lo que ya escucharon. Deben estar atentos, y eso significa escuchar sin barrera alguna, sin ninguna interferencia o comparación, sin condenar; vale decir, prestando total atención. Entonces descubrirán por sí mismos qué es falso o verdadero sin que nadie deba decírselo. Pero estar atentos es una de las cosas más difíciles de hacer. La atención no requiere cualidad alguna de voluntad o deseo. Nosotros funcionamos dentro del molde conformado por el deseo, el cual es voluntad. Decimos: «Prestaré atención, trataré de escuchar sin las barreras, sin todas las pantallas que existen entre yo y el orador». Pero el ejercicio de la voluntad no es atención. La voluntad es la cosa más destructiva que el hombre ha cultivado. Vuelvo a preguntar: ¿aceptan eso? Aceptar o rechazar no es descubrir la verdad; para descubrir la verdad de ello han de concederle su atención, atender a lo que se está diciendo. La voluntad es, después de todo, la culminación del deseo: yo necesito algo, deseo algo, lo quiero y lo persigo. El deseo puede ser un hilo muy delgado, pero se refuerza por la constante repetición y eso se convierte en voluntad -«yo quiero» o «yo no quiero»-. Nosotros funcionamos, operamos, encaramos la vida en este nivel afirmativo (el que también puede ser negativo). «Tendré éxito, llegaré a ser esto o aquello, seré noble», todos deseos muy fuertes. Y lo que ahora sostenemos es que el estar atento nada tiene que ver con el deseo o la voluntad. Entonces, ¿cómo se ha de estar atento? Por favor, sigan esto. Sabiendo que uno no está atento, sabiendo que desarrolla una cierta cantidad de concentración, lo cual implica un ejercicio de la voluntad que excluye y resiste, sabiendo que cualquier forma de esfuerzo -que a su vez constituye voluntad- no es atención, ¿cómo ha de hacer uno para atender? Porque si ustedes conceden su total atención a cualquier cosa que hagan y, en consecuencia, hacen muy poco, lo que hagan lo harán completamente con el corazón, con la mente, los nervios, con todo cuanto tienen. ¿Y cómo ha de producirse esta atención, naturalmente, sin esfuerzo alguno, sin el ejercicio de la voluntad, sin utilizar la atención como un medio para alguna otra cosa? Espero que estén siguiendo todo esto, porque lo encontrarán terriblemente difícil si no lo siguen paso a paso, lo cual con toda probabilidad no están acostumbrados a hacer. A lo que están acostumbrados es a que se les diga qué tienen que hacer y entonces lo hacen repitiéndolo y pensando que han comprendido. Pero lo que aquí intentamos decir es algo por completo diferente. Esta atención se produce, pues, de manera natural y fácil cuando ustedes saben que están desatentos. ¿Correcto? Cuando se dan cuenta de que no están atentos, de que no prestan atención, ese solo darse cuenta es ya estar atento y entonces no tienen que hacer ninguna otra cosa. ¿Comprenden? Ustedes llegan a lo positivo mediante la negación, no por la persecución de lo positivo. Cuando emprenden cosas sin acción negativa actúan en un estado de inatención, y el darse cuenta de que uno actúa en estado de inatención es atención. Esto torna la mente muy sutil, tremendamente alerta, porque entonces no hay desperdicio de energía. Mientras que tanto el ejercicio de la voluntad como la concentración son un desperdicio de energía. Decimos que esta atención es necesaria. No digan: «Defina lo que entiende por atención»; ustedes podrían muy bien encontrar esto en un diccionario. No estamos definiendo la atención: lo que intentamos hacer es señalar que uno puede llegar a ello por sí mismo negando todo cuanto no es atención. Decimos que esta atención es


necesaria para la sensibilidad, la que a su vez significa inteligencia en el más profundo nivel. Por otra parte, estas palabras plantean una dificultad, porque no se trata de medir (cuando dicen «más», «más profundo», están comparando y la comparación es un desgaste de energías). De modo que si eso se comprende, podemos emplear estas palabras para comunicar un significado que no es comparativo sino real. Esta sensibilidad implica inteligencia, y necesitamos gran inteligencia para vivir, para vivir nuestra vida diaria, porque sólo la inteligencia puede producir una revolución total en nuestra psique, en la propia esencia de nuestro ser. Y tal mutación es necesaria porque el hombre ha vivido durante millones de años en agonía, en desesperación, siempre combatiendo consigo mismo y con el mundo. Ha inventado una paz que no es paz en absoluto; semejante paz es entre dos guerras, entre dos conflictos. Y como la sociedad se está tornando de más en más compleja, desordenada, competitiva, debe haber un cambio radical no en la sociedad sino en el ser humano que ha creado la sociedad. El ser humano, tal como es, compone una personalidad muy desordenada y confusa: cree, no cree, tiene teorías, etcétera. Vive en un estado de contradicción. Y así ha construido una sociedad, una cultura que es contradictoria, con sus ricos y sus pobres. Hay desorden no sólo en nuestra vida, sino también externamente en la sociedad. Y el orden es indispensable. Ustedes saben lo que ocurre en el mundo -aquí en la India- ¡obsérvenlo! ¿Qué está sucediendo? Los colegios están cerrados, toda una generación de gente joven permanece sin educación; ellos serán destruidos por los políticos que pelean acerca de alguna tonta división idiomática. Luego está la guerra de Vietnam, en la cual los seres humanos son aniquilados por una idea. Están los tumultos raciales en América, cosas terriblemente destructivas. Y en China hay guerra civil, en Rusia tiranía, supresión de la libertad, en el mejor de los casos una tardía liberalización; existen divisiones entre nacionalidades, la separación debida a las religiones, todo lo cual indica desorden completo. Y este desorden es producido por cada uno de nosotros; nosotros somos responsables de él. Por favor, vean la responsabilidad de ello. La vieja generación ha hecho un revoltijo del mundo y ustedes provocan un desorden terrible con sus pujas, sus gurús, sus dioses, sus nacionalidades; es porque sólo se interesan en ganarse la subsistencia y en cultivar una parte del cerebro; el resto lo desdeñan, lo descartan. Cada ser humano es responsable de este desorden que hay dentro de él y de la sociedad en que vive. El comunismo y otras formas de tiranía no han de traer orden; al contrario, ellas producen mas desorden, porque el hombre necesita ser libre. Hay, pues, desorden. Y el orden es necesario, de otro modo no puede haber paz en absoluto. Y la bondad sólo puede florecer en paz, en quietud, en belleza. El orden es virtud, pero no la virtud cultivada por una mente astuta. El orden es virtud y algo viviente, así como la virtud es algo viviente. De modo que la virtud no puede ser practicada como se practican otras cosas. Vamos a indagar en esto, escúchenlo, estén atentos. Ustedes no pueden practicar la virtud más de lo que pueden practicar la humildad, así como no pueden tener un método para descubrir qué es el amor. En este sentido el orden tiene las mismas pautas que en matemática; en la más alta matemática existe el más alto orden, el orden absoluto. Y uno debe tener dentro de sí ese orden absoluto. Y así como la virtud no puede cultivarse, del mismo modo el orden no puede ser organizado o engendrado por la mente. Lo que la mente si puede hacer es descubrir qué es el desorden. ¿Están siguiendo esto? Ustedes conocen lo que es desorden -vivir del modo que vivimos es desorden-. Como están las cosas, cada cual sólo vive para sí mismo; no hay cooperación, no hay amor, existe completa insensibilidad hacia lo que ocurre en Vietnam o en China, o en la casa del vecino más próximo. Dense cuenta de este desorden, y al darse cuenta del desorden comprenderán cómo éste se produce, comprenderán sus causas; y al comprender las causas, al comprender las fuerzas que trabajan en la producción del desorden, al comprenderlas verdaderamente, no sólo de modo intelectual, entonces de esa comprensión surgirá el orden. Intentemos ahora comprender el desorden que constituye nuestra vida cotidiana, comprenderlo no intelectual o verbalmente, sino observarlo, observar cómo uno se ha separado de los demás por ser hindú, musulmán, cristiano (el cristiano con su dios y sus ideales, el hindú con los suyos, el musulmán con sus propios ideales, etc.); obsérvenlo, entren en intimo contacto con ello, no tengan prejuicios; de otro modo ustedes no pueden ponerse directamente en contacto con otro ser humano. De este desorden surge, pues, el orden; y surge de modo natural, libre y fácil, con gran belleza y vitalidad, cuando están en contacto directo con el desorden que impera en ustedes mismos. Pero no están directamente en contacto con este desorden, consigo mismos, si no saben cómo observarse, si no saben cómo verse (hemos examinado ya esta cuestión del ver), cómo mirar un árbol, una flor; porque, como dijimos el otro día, el acto de ver es la acción del amor. El acto de ver es acción. Examinaremos esto un poco más porque es realmente muy importante. Cuando ustedes atiendan de modo completo a algo, es decir, con toda su mente, sus ojos, su corazón, sus nervios; cuando concedan atención completa descubrirán que no hay centro en absoluto, que no hay observador y que, por lo tanto, no existe división entre lo observado y el observador; y así eliminarán totalmente el conflicto producido por la separación, por la división. Ello parece difícil sólo porque no están acostumbrados a este modo de observar la vida. Pero en realidad es muy sencillo. Es muy sencillo si saben cómo mirar un árbol, si saben verlo de


un modo nuevo, y así como al árbol, a la esposa, al marido, al prójimo; si miran de un modo nuevo al cielo con sus estrellas, con su silenciosa profundidad. Miren, vean y escuchen, y entonces habrán resuelto todo el problema de la comprensión, porque no hay «comprensión», en absoluto, sólo existe un estado de la mente en que no hay división y, por lo tanto, no hay conflicto. Para llegar a ello naturalmente, con facilidad, con plenitud, tiene que haber atención. Esta atención surge fácilmente sólo cuando ustedes saben cómo mirar, cómo escuchar; cómo mirar sin imagen alguna un árbol, a la esposa, al vecino, a las estrellas o incluso al jefe. Porque la imagen es, después de todo, el pasado, el pasado que se acumuló a través de las experiencias agradables o desagradables; y es con esta imagen que miran a la esposa, a los hijos, al vecino, al mundo; con esta imagen miran a la naturaleza. Lo que entonces está en contacto es nuestra memoria, la imagen que ha sido edificada por la memoria. Y esa imagen es la que mira y, por consiguiente, no hay contacto directo. Ustedes saben bien que cuando hay dolor no hay imagen; sólo existe el dolor y, por lo tanto, hay acción inmediata. Pueden posponer la visita al médico, pero en eso está implícita la acción. Cuando miran y escuchan del mismo modo, ustedes conocen entonces la belleza de la acción instantánea en que no existe conflicto de ninguna especie. Por eso es importante conocer el arte de mirar, el cual es muy simple: mirar con atención completa, con el corazón y con la mente. Y la atención significa amor, porque ustedes no pueden mirar ese cielo y ser extraordinariamente sensibles si existe una división entre ustedes y la belleza de esa puesta de sol. Este orden se produce sólo cuando vemos lo que implica ponerse realmente en contacto con el desorden, el cual está en nosotros mismos, el cual somos nosotros mismos. Nosotros no estamos en desorden; «nosotros» somos el desorden. Cuando ustedes se observan sin ninguna imagen de sí mismos, sino que observan realmente lo que son (no lo que dicen Shankara, Buddha, Freud, Jung, o X Y Z, porque entonces se estén mirando de acuerdo con la imagen de ellos), cuando observan el desorden en sí mismos, la ira, la brutalidad, la violencia, la estupidez, la indiferencia, la dureza, el constante estimulo de la ambición con su crueldad peculiar; el ustedes pueden darse cuenta de eso sin ninguna imagen, sin palabras, si pueden mirarlo, entonces están directamente en contacto con ello. Y cuando hay contacto directo hay acción inmediata. Cuando experimentan un dolor intenso y cuando se enfrentan con un gran peligro, la acción también es instantánea. Y esta acción instantánea es la vida, no la cosa que hasta aquí hemos llamado vida -ese campo de batalla con su agonía, su desesperación, sus deseos ocultos. etc.-. A eso es a lo que hemos llamado vida. Por favor, obsérvenlo en sí mismos. Utilicen al que les habla como un espejo en el cual ustedes se vean ahora. Lo que él hace es simplemente exponerlos ante sí mismos. Observen entonces, escuchen y pónganse completamente en contacto con ello, estén totalmente con ello. Si lo están, verán que hay una acción inmediata. Entonces el pasado es destruido. El pasado es el inconsciente. ¿Saben qué es el inconsciente? No retrocedan a Freud, Jung y a todas esas personas; mírenlo por sí mismos y descubran, pero no mediante un proceso empírico; obsérvenlo realmente. El pasado es en nosotros la tradición, los libros que hemos leído, la herencia racial como hindú, budista, musulmán, cristiano, etcétera, y la cultura en que uno ha vivido, los templos, las creencias que se fueron trasmitiendo de generación en generación. Esto constituye la propaganda a la cual hemos sido sometidos, nuestra propaganda; somos esclavos de una propaganda de cinco mil años. Y el cristianismo es esclavo de una propaganda de dos mil años. Él cree en Jesucristo y ustedes creen en Krishna, o lo que fuere en que crean, del mismo modo que los comunistas creen en alguna otra cosa. Somos el resultado de la propaganda. ¿Se dan cuenta de lo que eso significa? Significa palabras, la influencia de los otros; no hay nada, pues, que sea original. Y para descubrir el origen de cualquier cosa debemos tener orden, el orden que sólo puede existir cuando hay cese total del desorden en uno mismo. Porque todos ustedes, al menos aquellos que son un poquito serios, reflexivos y fervorosos deben haberse preguntado si existe en absoluto algo que sea sagrado, algo santo. Desde luego que la respuesta es que el templo, la mezquita o la iglesia no son sagrados ni lo son las imágenes que contienen. Yo no sé si han experimentado consigo mismos. Tomen un pedazo de palo, colóquenlo en una repisa y todos los días depositen una flor ante él -ofrézcanle una flor-, pongan una flor delante y repitan algunas palabras: «cocacola», «amén», «om», no importa qué palabra -cualquiera que les guste- (¡escuchen, no se rían!), háganlo y descubrirán algo. Si lo hacen, después de un mes verán qué sagrado se ha vuelto eso. Ustedes se habrán identificado con ese palo, con ese trozo de piedra o con ese trozo de idea, y lo habrán convertido en algo santo, sagrado. Pero no lo es. Ustedes le otorgaron un sentido de santidad surgido desde el propio miedo, del hábito constante de esta tradición, entregándose, rindiéndose ante algo que consideran santo. La imagen en el templo no es más sagrada que un pedazo de roca al borde del camino. De modo que es muy importante descubrir qué es realmente sagrado, qué es realmente santo y si tal cosa existe en realidad. Ustedes saben que el hombre ha hablado de esto durante siglos, buscando algo que fuera imperecedero, no creado por la mente, que fuera santo en sí mismo, algo jamás tocado por lo conocido. El hombre está siempre buscándolo. Y al buscarlo y no encontrarlo ha inventado las religiones, las creencias organizadas. Un hombre serio ha de descubrir no por medio de alguna roca, templo o idea, sino que ha de descubrir qué es realmente, verdaderamente y eternamente sagrado. Si ustedes no pueden descubrirlo serán siempre crueles, estarán siempre en


conflicto. Y si quieren, esta tarde escuchen y tal vez puedan llegar a ello no por medio de quien les habla, de sus palabras, de sus manifestaciones, sino por la disciplina que surge de comprender el desorden. Cuando observan, vean lo que es el desorden. El mismo ver el desorden exige atención. Sigan esto, por favor. Ustedes saben, para casi todos nosotros la disciplina es algo viviente, ella tiene su propia belleza, su propia libertad. Y esta disciplina adviene naturalmente cuando ustedes saben cómo mirar un árbol, cómo mirar el rostro de la esposa, del marido, cuando pueden ver la belleza de un árbol o de una puesta de sol. Para ver, para mirar ese cielo, su luminosidad, la belleza de las hojas contra esa luz, el color naranja, la profundidad, la rapidez cambiante de ese color -¡véanlo!-; para verlo deben concederle su atención total. Y ese conceder la atención total tiene su propia disciplina, no necesitan ninguna otra disciplina. Entonces esa atención es una cosa viviente, en movimiento, vital. Esta atención misma es virtud. Ustedes no necesitan ninguna otra norma ética, ninguna moralidad (de cualquier modo ustedes carecen de moralidad, a no ser esa moralidad que por una parte consiste en lo que la sociedad edificada por ustedes mismos les señala y, por la otra, en lo que desean realmente hacer; y nada de esto tiene que ver con la virtud). La virtud es belleza y la belleza es amor. Y sin amor ustedes no tienen virtud y, por lo tanto, carecen de orden. Si ustedes lo han hecho ahora, mientras hablábamos acerca de ello; si han mirado ese cielo con todo su ser, el mismo acto de mirar tiene su propia disciplina y, por consiguiente, su propia virtud, su propio orden. Entonces la mente alcanza el punto máximo del orden absoluto y, por ser completamente ordenada ella misma se vuelve lo sagrado. No sé si comprenden esto. Cuando ustedes aman el árbol, el pájaro, la luz sobre el agua; cuando aman al prójimo, a la esposa, al esposo, sin celos; cuando existe ese amor que jamás ha sido tocado por el odio, ese amor es en sí mismo sagrado, ninguna otra cosa puede serlo más. Esa cosa sagrada existe, pues, no en las cosas que el hombre ha acumulado sino que surge cuando éste se libera enteramente del pasado, que es memoria. Eso no significa que el hombre se vuelva desmemoriado -debe tener memoria en cierta dirección-, pero descubrirá que tal memoria es parte de este estado de totalidad en el cual no existe relación con el pasado. Y el cese del pasado ocurre sólo cuando ustedes ven las cosas tal como son y entran en directo contacto con ellas, así como con este maravilloso crepúsculo. Entonces, de este orden, disciplina, virtud, surge a la vida el amor. El amor es tremendamente apasionado y, por lo tanto, actúa de modo instantáneo. En el amor no hay intervalo de tiempo entre el ver y el hacer. Y cuando ustedes tienen ese amor, pueden desechar todos sus libros sagrados, todos sus dioses. Y deben desechar sus libros sagrados, sus dioses, sus ambiciones cotidianas, para encontrarse con ese amor. Es la única cosa sagrada que existe. Y para encontrarse con ella ha de florecer la bondad. La bondad, ¿comprenden, señores? La bondad sólo puede florecer en libertad, no en la tradición. El mundo necesita un cambio, ustedes necesitan una tremenda revolución dentro de sí mismos: el mundo necesita esta tremenda revolución (no la económica, la de los comunistas, la revolución sangrienta que el hombre ha intentado a lo largo de la historia y que tan sólo lo condujo a mayor desdicha). Lo que sí necesitamos es una revolución fundamental, psicológica, y esta revolución es orden. Y el orden es paz. Y este orden, con su virtud y su paz, sólo puede existir cuando ustedes se ponen directamente en contacto con el desorden de su vida cotidiana. Entonces desde ahí florece la bondad y, por lo tanto, no habrá más búsqueda. Porque eso que es, es lo sagrado. Madrás 14 de enero de 1968


ÍNDICE Nota de los editores ingleses para esta edición castellana 7 I. Estados Unidos de América Dos conversaciones entre J. Krishnamurti y el profesor J. Needleman 1. El papel del maestro 11 2. El espacio interior; tradición y dependencia 39 Tres platicas en Nueva York 3. La revolución interior 65 4. La relación 87 5. La experiencia religiosa. Meditación 109 Dos conversaciones entre J. Krishnamurti y Alain Naudé 6. El circo de la contienda humana 127 7. Sobre el bien y el mal 155 II. India Tres pláticas en Madrás 8. El arte de ver 175 9. La libertad 189 10. Lo sagrado 205


KRISHNAMURTI

MAS ALLA DEL PENSAMIENTO

edhasa


Título original: Exploration Into Insight Traducción de Armando Clavier Diseño de la cubierta: Julio Vivas

Primera edición: marzo de 1982 Primera reimpresión: mayo de 1991

© Krishnamurti Foundation, Ltd. London, 1979, English version © Krishnamurti Foundation Trust, Ltd. Londres, 1982, versión en castellano © Edhasa, 1982 Avda. Diagonal, 519-521. 08029 Barcelona Tel. 439 51 05* Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público.

Impreso por Romanya/Valls Verdaguer, 1. Capellades (Barcelona) ISBN: 84-350-1809-1 Depósito legal: B.17.385- 1991 Impreso en España Printed in Spain


PREFACIO Estos diálogos abarcan una amplia gama de temas. Por más de treinta años, un grupo de personas de diversas disciplinas, conocimientos y profesiones, profundamente preocupadas por el reto enorme que afronta la humanidad, y con un interés centrado en el descubrimiento de la propia esencia mediante el conocimiento de uno mismo, se han reunido en torno a J. Krishnamurti para intentar juntos a través del diálogo, la investigación de la estructura y naturaleza de la mente y la conciencia, y de las riquezas energéticas que yacen latentes dentro del ser humano. Estos diálogos tratan de la libertad de la mente con respecto a las ataduras de la memoria y el tiempo, de una mutación en la conciencia y de la aparición del discernimiento, que confiere a la mente profundas raíces de estabilidad. En el mundo de hoy, la revolución científica y tecnológica ha liberado recursos jamás soñados de poder y conocimiento. Sin embargo, el hombre no ha logrado descubrir en sí mismo las fuentes de la compasión y la sabiduría. Lo que se requiere es una revolución interna en la psiquis humana. El discernimiento que al hombre le falta, es la percepción directa de que él mismo es el hacedor de sus problemas, y que la raíz de esta maquinaria que fabrica los problemas es su propia mente. Es en esta área de percepción donde radica la máxima libertad del hombre. Comenzando de manera tentativa, hay en estos diálogos un cuestionar implacable, un sondear e inquirir en que son expuestas las profundidades del yo con todas sus vastas sutilezas y escapes ocultos. Esta exploración de Krishnamurti es un viaje en el tiempo, en el pasado, en lo infinito. El hombre, atrapado en la paradoja del vivir, raramente se plantea interrogantes. Escapa de su angustia, de su soledad, de su dolor. En un mundo harto de sensaciones, el hombre se vuelve hacia el gurú, hacia la experiencia religiosa o hacia los poderes extrasensorios que surgen mediante diversas formas de concentración como un estímulo más para sus agotados apetitos. La enseñanza de Krishnamurti niega al gurú y a la experiencia psíquica como una vía hacia la liberación. El exige ‘una vida de rectitud’, una vida cotidiana libre de toda actividad egocéntrica. Todas las experiencias psíquicas, a medida que se presentan, tienen que ser descartadas porque pueden convertirse en obstáculos y trampas para el discernimiento, que por sí solo libera al hombre de la dualidad y de la esclavitud del tiempo como pasado. El papel de Krishnamurti en estos diálogos es del mayor interés. Los diálogos no son una serie de preguntas y respuestas. La mente de Krishnamurti es tentativa, flexible; aprende, busca, sondea; cuando es interrogada, vacila, observa, y se repliega para avanzar nuevamente. No hay aquí un intercambio de opiniones ni un verterse de lo verbal ni un operar de la memoria como experiencia del pasado bloqueando lo nuevo. Hay un escuchar con ‘el total florecimiento de los sentidos’. En esa intensidad de investigación, surge el discernimiento. Hablando de la naturaleza de este estado, Krishnamurti dice: “Sólo hay percepción, y nada más. Toda otra cosa es el movimiento en el tiempo. La percepción es sin tiempo. Existe un movimiento que es intemporal”. La Fundación Krishnamurti de la India ofrece estos diálogos a aquellos que buscan respuestas fundamentales a los problemas de la vida. PUPUL JAYAKAR SUNANDA PATWARDHAN

EL CONOCIMIENTO PROPIO Y LA ENSEÑANZA P: ¿Qué relación hay entre su enseñanza, tal como se expresa en las palabras que usted emplea en sus libros y pláticas, y el proceso factual del conocimiento propio? En todos los otros caminos para llegar a la verdad, las palabras del maestro se toman como el indicio de una dirección, algo hacia lo cual hay que moverse. ¿Son sus palabras de la misma naturaleza y, de ser así, cuál es la relación que tienen con el proceso perceptivo del conocimiento propio? K: No sé si he comprendido la pregunta. ¿Estoy en lo cierto si la formulo de este modo: ¿Cuál es la relación que hay entre la palabra y la realidad de que habla K? ¿Es eso? P: Cuando K habla de la disciplina, o habla del enfoque holístico, ésa es la palabra. Luego está el proceso factual del conocimiento propio, y lo que en este conocimiento se nos revela. ¿Qué relación tiene la palabra de K con lo que revela este conocimiento?


K: No capto muy bien esto... P: Usted dice: “No autoridad” -ni autoridad psicológica ni espiritual. Nosotros tenemos cierta tendencia a tomar esa expresión, ‘no autoridad’ y aplicarla en nuestras vidas, lo cual implica no hallarnos en tal estado, no descubrir la liberación con respecto a la autoridad en el proceso del conocimiento propio, sino meramente tratar de ver si podemos alcanzar un estado de ‘no autoridad’. Nosotros tomamos su palabra como la verdad. K: Comprendo. ‘No autoridad’, ¿es una abstracción verbal y, por ende, una idea, y entonces uno persigue esa idea? Cuando K dice ‘no autoridad’, ¿es ello revelador en sí mismo, o es solamente una conclusión, un eslogan? A: También hay otro aspecto: cuando usted dice, ‘no autoridad’, ¿se vuelve ello un precepto hacia el cual uno intenta la mayor aproximación posible? K: Sí, eso es cierto. A: Lo uno está en el campo de la acción, y lo otro está en el campo de la abstracción. P: Está el conocimiento propio; lo que se revela en el proceso del conocimiento propio no puede conocerse a través de las palabras. Uno le oye hablar a usted, uno recibe lo que usted dice, o lee sus libros, y aplica eso a la propia vida cotidiana; por lo tanto, hay una brecha entre el conocimiento propio y su palabra. Entonces, ¿dónde está la verdad? K: Ni en la palabra ni en la autorevelación. Está completamente aparte. P: ¿Podemos discutir eso? K: Yo escucho a K y él habla del conocimiento propio; pone énfasis en el conocimiento propio, en lo importante que es, en que sin el conocimiento propio todo carece de base. El dice esto. Yo lo escucho. ¿De qué manera escucho esa declaración? ¿La escucho como una idea, un precepto, una conclusión? ¿O en el proceso de conocerme me doy cuenta de las implicaciones de la autoridad y, por lo tanto, veo que lo que él dice concuerda con lo que descubro por mí mismo? Si escucho la palabra y extraigo de esa palabra una conclusión a modo de idea y persigo la idea, entonces eso no es autorevelador. Es meramente una conclusión. Pero cuando me estoy estudiando, cuando persigo mis propios pensamientos, entonces, ¿me descubro a mí mismo en las palabras de K? P: La palabra de K, ¿es entonces necesaria para el descubrimiento de uno mismo? K: No. Yo declaro que sin el conocimiento propio, cualquier cosa que piense, haga o persiga, carece de base. Por tanto, vengo a una plática o leo un libro porque estoy interesado en el conocimiento propio y persigo eso. Y cuando oigo que K dice: “No autoridad”, ¿cuál es el estado de mi mente cuando oigo esas palabras? ¿Es un estado de aceptación? ¿Es una conclusión la que extraigo de ello? ¿O se trata de un hecho? P: ¿Cómo llega a ser un hecho? ¿Se vuelve un hecho mediante el descubrimiento de ello en el proceso perceptivo de conocerme? ¿O es un hecho porque usted lo ha dicho? K: El micrófono es un hecho. No lo es porque yo diga que es el micrófono. P: Pero cuando usted dice ‘micrófono’, eso no es un hecho en el mismo sentido que el micrófono es un hecho. K: Por consiguiente, la palabra no es la cosa. La descripción no es lo descrito. ¿Soy, pues, claro sobre este punto -que la palabra no es la cosa? La palabra ‘montaña’ no es la montaña. ¿Soy claro en eso? ¿O la descripción es suficiente para mí y quedo enredado en la descripción? ¿Acepto la descripción, deseando aquello que se describe y aferrándome a la idea? No rechace usted la estructura verbal por completo. Yo uso el lenguaje para comunicarme; quiero decirle algo y empleo palabras que ambos conocemos. Pero ambos sabemos que las palabras empleadas no son el sentimiento verdadero que me anima. De modo que la palabra no es la cosa. D: Uno habla o bien a través de un proceso mental, o habla sin el proceso mental.


K: Señor, esos son dos puntos diferentes. O usted se comunica mediante la palabra, o se comunica sin la palabra. D: No, las palabras están ahí; pero cuando lo escuchamos a usted, sabemos que no está hablando del modo en que nosotros hablamos. K: ¿Por qué dice eso? D: Es una cuestión difícil, pero se trata de un sentimiento definido, tan factual como ver un micrófono. K no habla del modo en que yo hablo; la fuente de sus palabras esta en un nivel mucho más profundo que el de las palabras que nosotros empleamos. K: Comprendo, señor. Yo puedo decir superficialmente: “Le tengo afecto”, pero también puedo decir: “Verdaderamente, le tengo afecto”. Es una cosa por completo diferente -el tono, la cualidad de la palabra, la profundidad del sentimiento. Las palabras comunican la profundidad. D: Yo iré un poco más lejos. K: Vaya más lejos. D: Ellas realmente comunican un profundo sentimiento que es indefinible, al que llamamos amor -pero yo no conozco la palabra para eso. K: Usted puede no conocer la palabra; no obstante, yo puedo estrechar su mano, puedo hacer un gesto. D: Eso es verdad. Pero ahora no hay conexión entre el gesto y la palabra. K: ¿Es eso lo que usted está tratando de comunicar, Pupul? P: Una de nuestras dificultades -en comprender e ir más allá- es que recibimos su palabra, tanto la hablada como la escrita, y ella se vuelve una abstracción a la que nos aproximamos. Luego, por otro lado, está el proceso del conocimiento propio, en el cual la verdad de su palabra puede revelarse; pero normalmente no ocurre así. A mí siempre me parece que al escucharle a usted sin obstáculos, puede producirse un cambio en la naturaleza de mi mente como tal; pero el descubrimiento de la realidad de las palabras que usted emplea, solamente puede revelarse en el proceso del conocimiento propio. K: ¿Qué puedo decir a eso? P: Señor, creo que ante todo debemos investigar la cuestión del conocimiento propio. No lo hemos hecho desde hace mucho tiempo. K: Hagámoslo entonces. Se ha estado hablando del ‘conocimiento propio’, del ‘conocerse uno a sí mismo’, desde hace miles de años; lo ha hecho Sócrates y otros antes que él. Ahora bien; ¿qué es el conocimiento propio? ¿Cómo se conoce usted a sí misma? ¿Qué es conocerse uno a sí mismo? ¿Se conoce uno a sí mismo por la observación de la experiencia? ¿Observando un pensamiento y, desde ese pensamiento, observando otro pensamiento que brota -y como somos reacios a abandonar el primer pensamiento, hay entonces un conflicto entre el primer pensamiento y el segundo? ¿O el conocimiento propio implica renunciar al primer pensamiento y perseguir el segundo y después el tercero que surge, abandonando el segundo y siguiendo al tercero; abandonando el tercero para seguir al cuarto, de modo tal que haya un constante estado de percepción alerta, un permanente darse cuenta del movimiento del pensar? Ahora prosigamos. Me observo a mí mismo y veo que soy celoso. La respuesta instintiva a los celos es la racionalización. En el proceso de racionalización he olvidado o desechado los celos. De modo que estoy preso en la racionalización, en las palabras, en la capacidad de examinar y después reprimir. Veo todo el movimiento como una unidad. Entonces surge el deseo de escapar de ello. Examino ese deseo, ese escape. ¿Es un escape hacia qué? P: A veces uno escapa hacia la meditación. K: Desde luego, ése es el ardid más fácil -la meditación. Entonces pregunto, ¿qué es la meditación? ¿Un escape de ‘lo que es’? ¿Es eso la meditación? Si es un escape, no es meditación. Así pues, vuelvo y examino mis celos: ¿Por


qué estoy celoso? Porque me encuentro apegado a alguien, porque pienso que soy importante, etcétera. Todo este proceso es revelación. Entonces llego al punto: ¿Es el examinador, el observador, diferente de lo observado? Obviamente, no lo es. Por lo tanto, la verdadera observación existe sólo cuando no hay un observador. P: Usted dijo: “Obviamente, no lo es”. Investiguemos eso. K: El observador es el pasado; es el pasado, los recuerdos, la experiencia, el conocimiento acumulado en la memoria. El pasado es el observador y yo observo el presente, que son mis celos, mi reacción. Y utilizo la palabra ‘celos’ para nombrar ese sentimiento porque lo reconozco como algo que ha sucedido en el pasado. Recuerdo los celos a través de la palabra que forma parte del pasado. ¿Puedo, entonces, observar sin la palabra y sin el observador que es el pasado? ¿Es la palabra la que induce ese sentimiento, o el sentimiento existe sin la palabra? Todo esto forma parte del conocimiento propio. P: ¿Cómo observa uno sin la palabra? K: Sin el observador, sin un solo recuerdo. Eso es muy importante. P: ¿Cómo aborda uno realmente el problema del observador? A: ¿Puedo sugerir que en la observación del observador, también está la aprobación o la censura que el observador hace de sí mismo? K: Eso es el pasado, el condicionamiento; es todo el movimiento del pasado que está contenido en el observador. A: Esa censura es la barrera. K: Es lo que Pupul pregunta. Ella dice: ¿Cómo observo al observador? ¿En qué consiste el proceso de observar al observador? Yo oigo a K decir que el observador es el pasado. ¿Es así? Par: Al formular una pregunta semejante, se ha creado otro observador. K: No, yo no estoy creando nada; solamente observo. La pregunta es: ¿Qué es el observador? -¿quién es el observador? ¿Cómo observo este micrófono? Lo observo a través de una palabra que hemos utilizado para indicar que ése es un micrófono; eso está registrado en el cerebro como un micrófono, como recuerdo; y yo utilizo esa palabra para comunicar el hecho del micrófono. Es bastante simple. P: ¿Observa uno al observador? K: Estoy llegando a eso. ¿Cómo observa uno al observador? Usted no lo hace. P: ¿Es la incapacidad de observar al observador lo que le da a uno la comprensión de la naturaleza del observador? K: No. Usted no observa al observador. Solamente observa ‘lo que es’ y la interferencia del observador. Y dice que reconoce al observador. ¿Ve la diferencia? Vayamos despacio. Están los celos. Viene el observador y dice: “Yo he estado celoso en el pasado; sé lo que es ese sentimiento”. De modo que reconozco eso, y eso es el observador. Al observador por sí solo, usted no puede observarlo. La observación del observador existe solamente en su relación con lo observado. Cuando el observador suspende la observación, entonces hay un darse cuenta, un percibir directamente al observador. Usted no puede observar al observador aislado, al observador por sí solo. Unicamente puede observar al observador en relación con algo. Eso es bastante claro. En el instante del sentimiento no existen ni lo observado ni el observador; sólo existe ese estado. Entonces interviene el observador y dice: “Esos son celos”, y procede a interferir con lo que es, lo reprime, lo racionaliza, lo justifica, o escapa de ello. Esos movimientos señalan al observador en su relación con ‘lo que es’. FW: En el momento en que el observador existe, ¿es posible la observación del observador?


K: Es lo que estamos diciendo. Soy irascible o violento. En el momento de la violencia nada hay; no existen ni usted -el observador- ni lo observado. Sólo existe ese estado de violencia. Entonces interviene el observador, que es el movimiento del pensamiento. El pensamiento es el pasado -no hay pensamiento nuevo- y ese movimiento interfiere con el presente. Esa interferencia es el observador, y usted estudia al observador únicamente a través de esa interferencia. El observador intenta escapar de lo que es irracional en la violencia, trata de justificarla, etcétera, que son todas las formas tradicionales de abordar el presente. El modo tradicional de hacerlo, es el observador. P: Por lo tanto, en cierto sentido el observador se manifiesta sólo en términos de escapar del presente. K: Escapes, o racionalizaciones. D: O interferencia. K: Cualquier forma de interferencia con el presente, es la acción del observador. No acepte esto; examínelo minuciosamente, descubra. Par: Si no hay pasado, ¿no hay interferencia? K: No, ése no es el punto. ¿Qué es el pasado? Par: Los contenidos acumulados y archivados de mi experiencia. K: Y eso, ¿qué es? Sus experiencias, sus inclinaciones y motivos, todo eso constituye el movimiento del pasado, que es el conocimiento. El movimiento del pasado sólo puede tener lugar gracias al conocimiento -que es el pasado. Y así, el pasado interfiere con el presente; entra a operar el observador. Si no hay interferencia, no hay observador, sólo existe la observación. En la observación no existen ni el observador ni la idea de observación. Esto es muy importante que se comprenda: no hay ni observador ni la idea de que no hay un observador, lo cual significa que solamente existe una observación pura sin la palabra, sin los recuerdos y las asociaciones del pasado. Nada hay, sólo observación. FW: De ese modo, ¿es posible la observación del observador? K: No, yo dije: La observación del observador se da solamente cuando interfiere el pasado. El pasado es el observador. Cuando ese pasado interfiere con el presente, está en acción el observador. Sólo entonces se torna usted consciente de que hay un observador. Ahora bien; cuando uno ve eso, cuando tiene un discernimiento en ello, entonces no hay observador, existe solamente la observación. ¿Puedo, pues, observar la ‘no autoridad’ per se, y no porque usted me lo haya dicho? P: No, yo sólo puedo observar una cosa: el movimiento de la autoridad. Nunca puedo observar la ‘no autoridad’. K: Por supuesto que no. Pero está la observación de la autoridad; de la ‘autoridad’ que siempre está en procura de otro para la propia iluminación. El apoyarse en otro, el apegarse a otro, todo eso es una forma de autoridad. Y, ¿hay ‘autoridad’ operando en mi cerebro, en mi mente, en mi ser? La ‘autoridad’ puede ser la experiencia, el conocimiento que depende del pasado -una visión y cosas así. ¿Hay una observación del pensamiento moviéndose como ‘autoridad’? P: ¿Qué es lo importante? ¿La observación de cada movimiento de mi mente humana, de mi conciencia, o el intento de descubrir en mi conciencia la verdad, la realidad de lo que usted está diciendo? Es una cosa muy sutil. No sé cómo expresarla... S: ¿Puedo plantearla de este modo? Por ejemplo, observo la ofensa. K: ¿Observa la ofensa porque K le ha dicho que la observe? S: Veo que estoy lastimada. Veo emerger la herida psicológica. La observación de la herida es algo que puedo hacer como parte del conocimiento propio. Pero, ¿dónde estoy creando la autoridad? Cuando Krishnaji dice: “Una vez que usted ve la herida, ésta ha desaparecido”, ahí es donde yo creo la autoridad. Luego proyecto cierto


estado y me muevo hacia ese estado, porque no quiero estar atrapada en la constante observación de la herida. Pero hay varios otros factores en la conciencia. Veo que, en lugar de observar la herida, escucho de vez en cuando a una persona que dice que la observación de la herida sin que intervenga el observador, es el fin de la herida. Ahí es donde estoy creando la autoridad. K: Comprendo. Observo la herida y todas las consecuencias de la herida, el modo que ésta ha surgido y así sucesivamente. Me doy cuenta de todo el proceso de esa herida, y en mi mente oigo que K dice: “Una vez que usted lo ve íntegramente, holísticamente, ella ha desaparecido, usted no será lastimada jamás”. El ha dicho eso. S: Eso está ahí, en mi conciencia. K: ¿Qué es lo que está en su conciencia? ¿La palabra? S: Aparte de la palabra, el estado que él comunicó cuando expresó eso, porque cuando él habla parece indicar un ‘estado’ más allá de la palabra. K: Sunanda, mire: Yo estoy lastimado, sé que lo estoy. Al escucharla a usted, veo las consecuencias de todo eso: el retiro, el aislamiento, la violencia, veo todo eso. ¿Lo veo porque usted me lo ha señalado? ¿O lo veo a pesar de que usted me lo haya señalado? S: Obviamente, el hecho está ahí, usted ha venido a mi vida y yo le he escuchado. K: Entonces surge la pregunta: K dice que, tan pronto ve usted la herida plenamente, holísticamente, ésta ha desaparecido por completo. ¿Dónde está la autoridad ahí? S: La autoridad está ahí porque afirma un estado que yo quisiera tener. K: Entonces examine ese estado, que es ambición, deseo. P: Lo que me gustaría examinar es el uso que usted hace de la palabra ‘holístico’, y también investigar algo que ha dicho cuando preguntó: “¿Puede retener la herida y permanecer con ella, holísticamente?” ¿Qué implica el retener? K: Estoy lastimado. Sé por qué estoy lastimado. Me doy cuenta de la imagen que se siente lastimada y de las consecuencias que esa herida provoca: el escape, la violencia, la estrechez de ideas, el temor, el aislamiento, el apartarse de la gente, la ansiedad y todas esas cosas. ¿Cómo me doy cuenta de ello? ¿Es porque usted me lo ha señalado? ¿O me doy cuenta de ello, lo veo y me estoy moviendo con usted? En esto no hay autoridad. Yo no estoy separado de lo que usted está diciendo. Es ahí donde está el quid. S: Hasta un punto, le acompaño en el movimiento. K: Me estoy moviendo con usted. D: Entonces, su palabra es como un indicador. K: No, no. S: Mientras me estoy moviendo con usted, existe una relación. K: En el momento en que interrumpo esa relación, empiezo a preguntar: ¿Cómo he de hacerlo? Si estoy siguiendo exactamente lo que usted dice -viendo que la imagen está herida, y después el escape, la violencia- entonces me estoy moviendo con usted. Es como una orquesta, una orquesta de palabras, una orquesta del sentimiento, toda la cosa se está moviendo. Mientras me estoy moviendo con usted, no hay contradicción. Entonces, cuando usted dice: “Una vez que ve esto como una totalidad, la cosa se acabó”, ¿me estoy moviendo con usted? S: Ello no ha sucedido así.


K: Le diré por qué. Porque usted no ha escuchado. S: ¿Quiere usted decir que durante veinte años no he escuchado? K: Eso no tiene importancia. Un día es suficiente. Usted no ha escuchado. Está atendiendo a la palabra, y se queda con la reacción. No se está moviendo con él. R: ¿Hay una diferencia entre ese escuchar y la visión holística? K: No. Escuche. ¿Puede usted escuchar, en el sentido de no interpretar, no examinar, no comparar? R: No esperar... K: Nada. Sólo escuchar. Yo estoy escuchando. Es igual que dos ríos moviéndose juntos como un solo río. Pero no escuchamos de ese modo. Usted le ha oído a K decir ‘holísticamente’ y quiere captar eso. Por consiguiente, ya no escucha más, porque lo que desea es eso. R: Por lo tanto, la pregunta acerca de cómo permanecer con algo -lo que fuere- es una pregunta errónea, ¿verdad? K: Yo permanezco con ello. R: Sí, pero la pregunta en si es un movimiento que nos aparta, que nos impide permanecer con ello. K: Por supuesto. P: Uno siente la intensidad del dolor, y observa y ve que este dolor no se disipa por ningún movimiento que tienda a alejarnos de él. En un momento de crisis hay una gran intensidad de energía y, para permanecer totalmente con el dolor, la única acción que cabe es negarse a escapar de él. ¿Es eso válido? R: ¿No significa ello que uno solamente puede vigilar cada movimiento que lo aparta del dolor, y no preguntarse cómo ha de permanecer con él? P: El dolor surge y lo llena a uno completamente. Ese es el modo en que opera cuando es algo muy profundo. ¿Qué acción puede haber para eso? ¿Cuál es la acción que permitirá al dolor florecer sin disiparse? K: Si el dolor de veras la llena completamente, si todo su ser está penetrado de esa energía extraordinaria llamada dolor, ahí no hay escape; pero en el momento que usted se aleja en cualquier dirección, está disipando esa energía. ¿Se halla usted completamente llena de esa energía llamada dolor, o hay una parte de usted, en algún lugar de su ser, donde existe una vía de escape? R: Pienso que siempre hay una vía de escape, porque existe el temor de que alguna cosa llene la totalidad del propio ser. Creo que el temor está ahí. K: Por lo tanto, el dolor no ha llenado por completo su ser. R: No, así es. K: Ese es un hecho. De modo que usted no persigue el dolor, sino el temor; el temor a lo que podría ocurrir, etc. Entonces investigue eso; olvide el dolor e investigue eso. D: Cuando usamos la palabra ‘holístico’, nos estamos refiriendo a la realidad. La realidad es, en sí misma, lo total. K: No, no. Señor, comprendamos el significado de la palabra ‘holístico’ (holistic). Total (whole) quiere decir sano (healthy), físicamente sano. Ello significa entonces salud, tanto física como mental, y de ahí surge la condición de lo sagrado (holy). Todo eso está implícito en la palabra ‘holístico’ o ‘total’.


D: Esto resulta claro por primera vez. K: Cuando usted tiene una muy buena salud, y cuando el cerebro está emocional e intelectualmente sano, sin ninguna desviación, sin movimiento neurótico alguno, ello es algo sagrado. Ese es el acceso a lo holístico. Si hay desviación, una particular idiosincrasia, una creencia, ello no es lo total -por lo tanto, acabe con ello, no hable de lo holístico. Lo holístico ocurre cuando hay cordura, salud. S: Aquí es donde aparece el dilema. Usted dice, “persiga el fragmento”. Pero a menos que uno vea el fragmento holísticamente... K: No se preocupe por lo holístico. S: Entonces, ¿cómo observa uno el fragmento? ¿Cuál es el proceso involucrado? ¿Qué es lo que viene primero? K: Estoy investigándolo. No sé nada acerca de lo holístico. No sé. Conozco el significado de la palabra, la descripción de la palabra, lo que ella comunica, pero ése no es el hecho. El hecho es que yo soy un fragmento: trabajo, vivo, actúo fragmentado en mí mismo. Nada sé acerca de lo otro. FW: Esto nos trae a la pregunta inicial. ¿Qué significado tiene la palabra, aparte de nuestra comunicación presente? Cuando en mi vida cotidiana soy lastimado, ¿tiene algún sentido que recuerde lo que usted dice acerca de que uno nunca debe quedar lastimado? K: No, todo lo que sé es que estoy lastimado. Ese es un hecho. Estoy lastimado porque tengo una imagen de mí. ¿He descubierto por mí mismo esa imagen, o K me ha dicho que la imagen está lastimada? Es muy importante que descubra eso. ¿Es que la descripción ha creado la imagen, o sé que la imagen existe? S: Uno sabe que la imagen existe. K: Muy bien. Si la imagen existe, lo que me concierne es la imagen, no cómo librarme de la imagen, no cómo mirar la imagen holísticamente. De esto no sé nada. S: “Mirar la imagen” parece implicar el concepto de lo holístico . K: No, nada sé de semejante concepto. Sólo sé que tengo una imagen. No me ocuparé de nada que no sea el fragmento, ‘lo que es’ -lo holístico no es un hecho para mí. S: Eso está muy claro. Pero, ¿cómo mira uno la imagen? ¿Como se queda con la herida totalmente? Aquí es donde se suscita la pregunta. P: Ese es el planteamiento de él. K: ¿Cuál? S y P: ‘Totalmente’. Es lo que usted plantea. K: Por supuesto. Pero descarte eso. S: Entonces no hay problema, porque uno observa ciertos síntomas de la herida. Hay una observación de eso, y eso se termina. Este proceso continúa, no necesito que K me hable de ello. Esto es lo que conozco: observar algo a ese nivel, todo lo que está surgiendo en la conciencia -la observación de ello y su disminución. A: La discusión comenzó con la muy crucial cuestión de la autoridad. El sentido de empezar esta discusión sobre la autoridad radica precisamente en esto, en que convertimos en autoridad lo que usted ha dicho, y entonces eso se constituye en una barrera. K: Obviamente.


D: Aquí se está omitiendo algo. K: Mire, señor, de esto resulta una cosa muy interesante. ¿Está usted aprendiendo, o tiene un discernimiento en ello? El aprender implica una autoridad. ¿Está usted aprendiendo y actuando desde ese aprender? Yo aprendo matemática, tecnología, etcétera, y por ese conocimiento llego a ser un ingeniero agrónomo y actúo. O salgo al campo, actúo y aprendo. En ambos casos hay una acumulación de conocimientos y un actuar desde esos conocimientos -el conocimiento se convierte en la autoridad. O usted acumula conocimientos y actúa, o sale, actúa y aprende. Ambos son modos de actuar conforme al conocimiento. Así, el conocimiento llega a ser la autoridad, ya sea la autoridad del doctor, del científico, del arquitecto, o la del gurú que dice “yo sé” -lo cual constituye su autoridad. Ahora viene alguien y dice: “Mire, actuar conforme al conocimiento es una prisión; usted jamás será libre; usted no puede elevarse mediante el conocimiento”. Y alguien como K dice: “Mírelo de una manera diferente, mire la acción con discernimiento -no acumular conocimientos y actuar, sino discernimiento y acción. En eso no hay autoridad. P: Usted ha empleado la palabra ‘discernimiento’ (insight). ¿Cuál es el real significado de esa palabra? K: Tener discernimiento en algo: captar -la cosa instantáneamente, escuchar con gran atención. Vea, ustedes no escuchan, eso es lo que yo señalo. Actúan después de aprender; o sea, que en el aprender hay una acumulación de informaciones, conocimientos, y ustedes actúan conforme a esos conocimientos -con destreza o sin destreza. Eso es el aprender: acumular conocimientos y actuar a partir de ellos. Luego está el aprender desde el actuar, que es lo mismo que lo otro. Los dos son modos de actuar basados en el conocimiento. Y así el conocimiento se vuelve autoridad, y donde hay autoridad tiene que haber represión. Ustedes nunca llegarán a ninguna parte a través de ese proceso que es mecánico. ¿Ven que ambos movimientos son mecánicos? Si lo ven, eso es discernimiento. Por lo tanto, están actuando no desde el conocimiento, sino mediante el ver las implicaciones del conocimiento y la autoridad. La acción es entonces por completo diferente. ¿Dónde estamos, pues? En el conocimiento propio y la palabra de K. Si nos movemos juntos, ello se ha terminado. Es muy sencillo. Háganlo. P: La palabra de K y el movimiento que acompaña a esa palabra, ¿son algo esencial? ¿Puede la revelación existir sin la palabra? K: Muy bien. K dice: “Sea una luz para sí mismo”. Eso no quiere decir que usted se convierta en la autoridad. K dice: “Nadie puede conducirlo hacia ello, y usted no puede invitarlo”. K dice: “Usted puede escuchar a K interminablemente por el próximo millón de años, y no lo logrará”. Pero él dice: “Sea una luz para sí mismo”. Y usted ve eso holísticamente. Conocerse es una de las cosas más difíciles que hay, porque en la observación de nosotros mismos arribamos a una conclusión acerca de lo que estamos viendo; y la observación siguiente tiene lugar a través de esa conclusión. ¿Puede uno observar el hecho de la ira sin ninguna conclusión, sin decir correcto, incorrecto, bueno, malo? ¿Puede uno observar holísticamente? El conocimiento propio no es conocerse uno a sí mismo, sino conocer cada movimiento del pensar. Porque el ‘sí mismo’ es el pensamiento, la imagen, la imagen de K y la imagen del ‘yo’. Por lo tanto, vigile cada movimiento del pensar no abandonando jamás un pensamiento sin haberse dado cuenta de lo que es. Inténtelo. Hágalo y verá qué ocurre. Esto da vigor al cerebro. S: ¿Diría usted que en un solo pensamiento está la esencia del propio yo? K: Sí, diré que sí. Vea, el pensamiento es temor, el pensamiento es placer, el pensamiento es dolor. Y el pensamiento no es amor. El pensamiento no es compasión. La imagen que el pensamiento ha creado, es el ‘yo’. El ‘yo’ es la imagen. No hay diferencia entre ‘mí’ y la imagen. ‘Yo’ soy la imagen. Ahora bien, estoy observando la imagen que soy yo y que dice: “Yo quiero alcanzar el nirvana”, lo cual significa que soy codicioso. Eso es todo. En vez de desear dinero, deseo la otra cosa -y eso es codicia. Examino, pues, la codicia. ¿Qué es la codicia? ¿‘Lo más’? Eso quiere decir que quiero cambiar lo que es, por algo más, algo mayor. Por lo tanto, ello es codicia. Entonces me pregunto: “¿Por qué estoy haciendo esto?” “¿Por qué quiero más?” ¿Es por tradición, por hábito, es ésa la respuesta mecánica del cerebro? Quiero descubrirlo. Puedo descubrirlo de una sola mirada, o puedo hacerlo paso a paso. Puedo observar con una sola mirada únicamente cuando no tengo un motivo -porque el motivo es el factor de distorsión. Es sumamente interesante que usted se conozca, porque usted puede ser el universo -no el universo teórico, sino el universo global, total. Quiero conocerme porque veo muy claramente que si no me conozco, cualquier cosa


que diga carece de sentido, es corrupta -no sólo verbalmente, veo que eso es corrupción. Mi acción es una acción corrupta, y no quiero vivir una vida corrupta. Veo que debo conocerme. Para conocerme, observo; vigilo mi relación con usted, con mi esposa, mi marido. En ese atento observar, me veo reflejado en la relación: necesito a mi esposa porque necesito del sexo, necesito la comodidad que ella me brinda; ella cuida de mis hijos, cocina; yo dependo de ella. Así, en mi relación con ella descubro el principio del placer, el principio del apego, de la comodidad y así sucesivamente. ¿Estoy observando eso sin el pasado, sin ninguna conclusión? ¿Es mi observación exacta? En el momento en que uno dice: “Sé una luz para ti mismo”, toda la autoridad ha desaparecido, incluyendo la autoridad del Gita, de los gurús, de los ashramas. Esta cuestión, aun por sí sola, es realmente interesante. Si yo soy una luz para mí mismo, ¿cuál es mi relación con lo político, lo económico, lo social? Pero ustedes no formulan estas preguntas. “Soy una luz para mí mismo” -prosigan, desarróllenlo- soy una luz para mí mismo. Veo eso muy claramente. No tengo autoridad, no tengo guía. ¿Cómo actúo, entonces, con respecto a la tiranía, la tiranía del gurú, de los ashramas? Ser luz para uno mismo, significa ser holístico. Toda cosa que no es holística, es corrupción. Un hombre holístico no hará tratos con la corrupción. EL CESE DEL RECONOCIMIENTO P: ¿Discutiremos la cuestión de la conciencia y la relación de la conciencia con las células cerebrales? ¿Son ellas de la misma naturaleza, o hay algo que les da identidades separadas? K: Es una buena pregunta. Comience usted. P: El concepto tradicional de la palabra ‘conciencia’, incluiría aquello que está ‘más allá del horizonte’. A: Absolutamente correcto. El cerebro es sólo una conglomeración de células, una selva de células y, no obstante, cada célula depende de la otra, aunque de hecho toda célula cerebral puede actuar por sí misma. De modo que podemos preguntarnos: ¿Cómo conoce uno la suma total de toda la conciencia, de todas las células? ¿Hay un elemento coordinador? El cerebro, ¿es meramente un resultado? Una pregunta ulterior sería: ¿Qué es fundamental y qué es secundario? ¿Viene primero la conciencia y luego el cerebro, o primero viene el cerebro y después la conciencia? K: Si puedo preguntarlo: ¿Qué entiende usted por la palabra ‘conciencia’? Empecemos por el principio: ¿Qué es la conciencia? ¿Qué significa ‘ser consciente de’? Quiero tener bien en claro que ambos entendemos lo mismo con respecto al significado de esa palabra. Uno es consciente, por ejemplo, del micrófono. Soy consciente de él y después uso la palabra ‘micrófono’. De modo que cuando usted es consciente de algo, comienza el nombrar; después viene el agrado o el desagrado. Por lo tanto, ‘conciencia’ significa darse cuenta, ser consciente de, ser conocedor de la sensación, de la percepción, del contacto. A: Yo siento que la conciencia es anterior a la sensación. Es el campo, y cada vez, mediante la sensación, me doy cuenta de una parte de ese campo; en mi entender, la conciencia es mucho más vasta. Yo veo que percibo sólo una parte de una cosa muy amplia. Mi percepción no abarca la totalidad de ese campo. Por lo tanto, no quiero restringir la conciencia a algo que existe en un momento dado. Mi conocimiento puede no ser extenso, pero la conciencia puede ser vista como algo que es mucho más vasto. K: ¿Qué relación hay entre esa conciencia y las células cerebrales? Pupul usó la palabra ‘conciencia’ y preguntó cual es la relación que hay entre el cerebro y la conciencia. Y yo pregunto: ¿Cuál es esa relación? P: Cuando K dice que el contenido de la conciencia es la conciencia, ello implicaría que el contenido de las células cerebrales es la conciencia. Si hay un campo que está fuera de las células cerebrales y es también la conciencia, entonces uno tiene que decir que todo eso es la conciencia. Pero entonces no puede afirmar que el contenido de la conciencia es la conciencia. K: ¿Está claro eso? Yo he dicho que el contenido de la conciencia es la conciencia. A: “El contenido de la conciencia es la conciencia” es una aseveración que no toma en cuenta al percibidor y está desconectada de él. Es una afirmación acerca de la conciencia -no su conciencia, o mi conciencia.


K. Eso es cierto. Por lo tanto, lo que está fuera del campo de la conciencia, no es el contenido. P: En el momento en que usted postula algo fuera de la conciencia, está postulando un estado que puede existir o no. A: ¿Es lo conocido una parte de nuestra conciencia, siendo la conciencia el contenido? P: La principal diferencia entre la posición de K y la del Vedanta, es que K emplea la palabra ‘conciencia’ en un sentido muy especial. Según la posición del Vedanta, la conciencia es aquello que existe antes de que nada exista. A: Básicamente, el origen de la existencia es una inmensa e incomprensible energía que ellos llaman ‘Chaitanya’. ‘Chaitanya’ es la energía, la fuente. Ellos dicen que existe esta fuente de energía, a la que se refieren como ‘Chit’. La posición budista no dice nada acerca de esto; rehusa pronunciar una palabra al respecto. Por lo tanto, desde la posición budista no podemos responder a esta pregunta. Los budistas dirán: “No hable de eso; cualquier cosa que se diga al respecto será especulativa, y los procesos especulativos no sirven para la verdadera práctica”. K: “La ignorancia no tiene un comienzo, pero tiene un final. No investigues el comienzo de la ignorancia, pero descubre cómo terminar con ella”. A: Hemos dado inmediatamente con algo. K: De acuerdo, señor, ése es un buen punto. A: Los budistas dicen: “No existe una cosa como la conciencia en general. La ignorancia no tiene comienzo. La ignorancia puede terminar. No investiguemos los comienzas de la ignorancia porque eso sería especulativo, sería una pérdida de tiempo. Pero, ¿qué posibilidad hay de terminar con la ignorancia? Esta ignorancia es la conciencia”. La conciencia como ignorancia es una propuesta que nosotros tenemos que investigar. Los vedantistas le dirán a usted que la fuente a la que se refieren como la ignorancia es de la naturaleza de Sat Chit y Ananda. Está renovándose constantemente a sí misma, está naciendo constantemente; y todo el proceso de nacimiento, muerte y descomposición, es un movimiento dentro de la ignorancia. En mi sentir, un hombre que no acepta la posición budista, no admitirá de inmediato lo que usted dice: que el comienzo es ignorancia y que ésta es un proceso que se sustenta a sí mismo; que uno no puede rastrear el comienzo de la ignorancia, pero que es posible terminar con ella. Yo he expuesto las dos posiciones, que son posiciones en conflicto. K: Nosotros simplemente decimos que la ignorancia no tiene un comienzo; uno puede ver eso en sí mismo, verlo dentro de la conciencia, dentro de ese campo. P: Si la ignorancia está dentro de ese campo, entonces, ¿existe aparte de las células cerebrales que contienen el recuerdo de ella? La posición científica es: mientras que las células cerebrales y sus operaciones son mensurables la conciencia no es mensurable y, por lo tanto, las unas no son sinónimas de la otra. K: Espere un minuto. Lo que usted está diciendo es que las células cerebrales y su movimiento son mensurables, pero que la conciencia no es mensurable. A: ¿Puedo sugerir algo? Cuando miramos a través del más grande de los telescopios, vemos la extensión del cosmos hasta donde ese instrumento nos lo muestra. Si conseguimos un telescopio aún más grande, lograremos una mayor visión. Aunque medimos el cosmos, esa medida sólo es pertinente en relación con el instrumento, que es un elemento relativo. La conciencia es inmensurable en el sentido de que no existe un instrumento con el cual pueda relacionársela. La conciencia es algo acerca de lo cual no podemos decir si es mensurable o inmensurable. Por lo tanto, la conciencia es algo sobre lo que uno no puede aseverar absolutamente nada. K: Eso es cierto. La conciencia no es mensurable. Lo que Pupul pregunta es: Fuera de la conciencia tal como la conocemos, ¿existe un estado que no pertenece a esta conciencia? P: ¿Hay un estado no divisible, no conocible, no asequible, dentro de las células cerebrales? K: ¿Lo ha captado, Achyutji? No conocible, en el sentido de no reconocible; algo totalmente nuevo.


A: Estoy llegando a eso. Yo digo que la conciencia, tal como la conocemos, es la fuente de todos los recuerdos recientes y de todos los recuerdos que el hombre ha tenido. Las células cerebrales reconocerán todo aquello que surja de la memoria racial; todo lo que está dentro del campo del pasado y que proviene de lo que se ha conocido. P: Los millones de años de lo conocido. A: Aun los más remotos recuerdos del hombre, el cerebro puede rememorarlos. K: Espere, manténgalo muy simple. Dijimos que lo conocido es la conciencia -el contenido de la conciencia es lo conocido. Ahora bien; ¿hay algo fuera de esto, algo no conocido, algo totalmente nuevo y que no existe ya dentro de las células cerebrales? Y si está fuera de lo conocido, ¿es ello reconocible? -porque si se le reconoce está todavía dentro del campo de lo conocido. Ello sólo es asequible cuando cesan los procesos del reconocer y el experimentar. Quiero atenerme a esto. Pupul preguntó: ¿Está eso dentro o fuera de lo conocido? Y si está fuera de lo conocido, ¿se encuentra ya dentro de las células cerebrales? Si está dentro de las células cerebrales, es ya lo conocido porque las células cerebrales no pueden contener algo nuevo. En el momento en que ello está dentro de las células cerebrales, es tradición. Me gusta calar bien hondo. Fuera del cerebro, ¿hay alguna otra cosa? Eso es todo. Yo digo que la hay. Pero todo proceso de reconocimiento, de experiencia, está siempre dentro del campo de lo conocido, y cualquier movimiento de las células cerebrales alejándose de lo conocido, tratando de investigar lo otro, sigue siendo lo conocido. M: ¿Cómo sabe usted que hay alguna cosa? K: Usted no puede saberlo. Hay un estado en que la mente no reconoce nada. Un estado en el que tanto el reconocimiento como la experiencia -que son el movimiento de lo conocido- llegan totalmente a su fin. A: ¿De qué modo se diferencia eso, del proceso de reconocer, experimentar? P: ¿Es de naturaleza diferente? K: Vea, el organismo, las células cerebrales, experimentan un cese. Toda la cosa se derrumba; existe un estado por completo diferente. P: Permítame expresárselo de otra manera. Cuando usted dice que llegan a su fin todos los procesos de reconocimiento y, no obstante, hay un estado viviente, ¿subsiste ahí un sentimiento de existir, de ser? K: Las palabras ‘existir’, ‘ser’, no corresponden aquí. A: ¿En qué se diferencia eso del sueño profundo? K: No sé qué entiende usted por sueño profundo. A: Durante el lapso del sueño profundo, los procesos de reconocer y registrar quedan totalmente en suspenso. K: Eso es una cosa por completo diferente. P: ¿Qué les ha ocurrido a los sentidos en el estado que usted menciona? K: Permanecen en estado latente. P: ¿No operan? K: En ese estado yo puedo rascarme -usted entiende- vienen las moscas y se posan sobre mí. Esa es la acción de los sentidos, pero esa acción no afecta a aquello. M: Está presente el conocimiento de que hay un rascarse, de que ello está sucediendo.


K: Eso es algo natural. Tenemos que avanzar muy muy despacio con ello. Cualquier movimiento de lo conocido, cualquier movimiento -potencial o no potencial- se halla dentro del campo de lo conocido. Quiero que esté completamente claro que usted y yo estamos entendiendo la misma cosa. O sea: cuando el contenido de la conciencia con sus experiencias, sus requerimientos, sus anhelos de algo nuevo -incluyendo su anhelo de liberarse de lo conocido- cesan completamente, sólo entonces surge la otra cualidad. Lo primero tiene un motivo; lo segundo carece de motivo. La mente no puede dar con ello a través de un motivo. El motivo es lo conocido. ¿Puede, entonces, la mente llegar a un cese que dice: “No es bueno investigar eso, yo sé cómo terminar con ello, la ignorancia es parte del contenido, la ignorancia forma parte de esta exigencia de experimentar más”? Cuando esa mente toca a su fin -un fin no producido por el esfuerzo consciente en el que hay motivo, voluntad, dirección -entonces la otra cosa está ahí. M: La cosa está ahí. En la situación en que estamos ahora, ¿conoce usted eso? K: Por supuesto. Veo su camisa, obviamente veo el color. Los sentidos están operando. El reconocimiento opera normalmente. Lo otro está ahí. No hay dualidad. M: El conocimiento, ¿forma parte de eso? K: No. Debo ir muy despacio. Sé lo que usted quiere decir. Deseo llegar a esto de una manera muy simple. Veo el color; los sentidos están operando... A: Aun el tratar de descifrar lo que usted está diciendo implica un obstáculo para llegar a ello, porque eso sería inmediatamente una dualidad. Cuando usted dice algo, cualquier movimiento que haya en la mente, está otra vez obstruyendo el acceso a lo que usted comunica. K: Achyutji, ¿qué está usted tratando de decir? A: Estoy señalando la dificultad que surge en la comunicación. Yo creo que la comunicación acerca de lo otro es imposible. Estoy tratando de comprender el estado de conciencia que tiene la mente del hombre que me habla. ¿Sobre qué base me dice él que existe alguna otra cosa? K: La base para ello es la siguiente. Cuando no hay un movimiento del reconocer, de experimentar, cuando no estamos movidos por motivo alguno, entonces tiene lugar la libertad con respecto a lo conocido. M: Eso es cognición pura sin reconocimiento. K: Usted lo está interpretando de manera diferente. Por lo pronto, este movimiento ha cesado; eso es todo. M: El movimiento de reconocer eso. ¿Dónde interviene el factor del tiempo? ¿Existe otro tiempo? K: Empecemos de nuevo. El cerebro funciona dentro del campo de lo conocido; en esa función hay reconocimiento. Pero cuando el cerebro, cuando su mente está por completo quieta, usted no ve su mente quieta; no hay un conocimiento de que su mente está quieta. Si usted lo sabe, ella no está quieta, porque entonces hay un observador que dice: “Yo sé”. La quietud de que nosotros hablamos no es reconocible, no es experimentable. Entonces viene la entidad que quiere decirle esto mediante la comunicación verbal. En el momento en que él -la entidad- se mueve en la comunicación, la mente quieta no está presente. Sólo mírelo; algo surge de ello. Eso está ahí para el hombre. No digo que siempre esté ahí; está ahí para el hombre que comprende lo conocido. Está ahí y nunca lo deja. Y aunque él lo comunique, siente que ello jamás lo ha abandonado, está ahí. M: ¿Por qué usa usted la palabra ‘comunicar’? K: Eso es comunicación. M: ¿Quién se comunica? Usted me hablaba hace un momento.


K: ¿Hace un momento? Las células cerebrales han adquirido el conocimiento del idioma. Son las células cerebrales las que se están comunicando. M: El cerebro contiene a su propio observador. K: El cerebro mismo es el observador y el operador. M: ¿Cuál es, entonces, la relación entre aquello y esto? K: Tentativamente, digo que no existe tal relación. El hecho es éste: las células cerebrales retienen lo conocido, y cuando el cerebro tiene completa estabilidad, cuando está completamente quieto, no hay enunciación o comunicación verbal -el cerebro se halla completamente silencioso. Entonces, ¿qué relación hay entre el cerebro y aquello? M: ¿Mediante qué magia, por qué medios construye un puente el estado de la mente silenciosa? ¿Cómo se arregla usted para construir un puente permanente entre el cerebro y aquello, y cómo mantiene ese puente? K: Si uno dice, “No lo sé”, ¿qué respondería usted? M: Que usted ha heredado eso gracias a algún karma, o que alguien se lo ha dado. K: Volvamos a empezar. ¿Es por azar que un evento así puede sucedernos, se trata de una excepción? Eso es lo que ahora estamos discutiendo. Si ello es un milagro, ¿puede tal milagro ocurrirle a usted? No es un milagro, no es algo concedido desde arriba para que uno pueda preguntar: ¿Cómo es que esto sucedió con esta persona y no con otra? ¿De acuerdo? M: ¿Qué podemos hacer nosotros? K: Yo digo que ustedes no pueden hacer nada -¡lo cual no significa no hacer nada! M: ¿Cuáles son estos dos significados de ‘nada’? K: Le diré los dos significados de ‘nada’: El primero se refiere al deseo de experimentar ‘aquello’, de reconocer ‘aquello’ y, aun así, no hacer nada con respecto a ‘aquello’. El segundo es no hacer nada en el otro sentido; es ver o darse cuenta de lo conocido -no teóricamente sino como un hecho. M: Usted dice: “No hagan nada, sólo observen”. K: Póngalo de ese modo si quiere. M: Ello hace descender la iluminación al plano de la acción. K: Uno debe llegar a esa cosa muy, muy lentamente. Debe acercarse a ella poco a poco -en el comer, en el hablar-, y a medida que el cuerpo y los sentidos se vuelven muy livianos, los días y las noches se mueven fácilmente. Uno ve que hay un morir a cada instante. ¿He contestado, o muy aproximadamente he contestado la pregunta? P: Usted no la ha contestado específicamente. K: Para expresar toda la cosa de una manera diferente: Por el momento, llamaremos ‘aquello’ a la energía infinita, y lo otro a la energía creada por la lucha y el conflicto -la cual es por completo diferente de ‘aquello’. Cuando no hay conflicto en absoluto, la energía infinita está siempre renovándose a sí misma. Lo que conocemos es la energía que se agota. ¿Qué relación hay entre la energía que se agota y ‘aquello’? No hay ninguna. ¿HASTA QUE PROFUNDIDAD PUEDE UNO VIAJAR? P: Señor, ¿hasta qué profundidad puede uno viajar?


K: ¿Podemos plantear la pregunta de otra manera’ Siendo muy superficial la mayor parte de nuestras vidas ¿es posible vivir a una gran profundidad y también funcionar superficialmente? ¿Puede la mente residir o vivir a una gran profundidad? No estoy seguro de que todos nos estemos preguntando la misma cosa. Llevamos vidas superficiales, y la mayoría está satisfecha con eso. P. Nosotros no estamos satisfechos. Pero no sabemos como llegar a lo profundo. K: La mayor parte de nosotros tolera eso. Ahora bien ¿cómo ha de penetrar la mente a una gran profundidad? ¿Estamos considerando la profundidad en términos de medida? Profundidad implica medida. Quiero poner en claro que no estamos usando la palabra en el sentido de la medida o el tiempo, sino en el sentido de lo insondable. Estas palabras tienen una significación temporal, pero nosotros eliminaremos toda significación de tiempo y medida. Nos preguntamos si la mente, que por lo general vive en la superficie, puede penetrar a una gran profundidad. Esa es la pregunta. Yo digo que la mente necesita una intensificación de energía, un impulso vigoroso, y pregunto cómo ha de generarse esta energía. P: Yo no conozco otra dimensión. Mi mente necesita una energía intensificada que la atraviese. ¿Cómo ha de desarrollarse esta energía? ¿O es una pregunta errónea? K: Olvidémonos de la palabra ‘energía’ por el momento. Yo llevo una vida muy superficial y veo, intelectual o verbalmente, la belleza de la vida, de una mente que ha penetrado dentro de sí misma a una profundidad muy, muy grande. Entonces me digo: “Veo la belleza de ello, su cualidad; ¿cómo puede esto realizarse?” Atengámonos a esto, en vez de introducir la energía y todas esas cosas. ¿Cómo puede realizarse esto? ¿Puede el pensamiento penetrar en ello? ¿Puede el pensamiento volverse insondable? Por favor, señor, presten atención a esto. Vivo una vida superficial y quiero vivir una clase diferente de vida, a una gran profundidad. Entiendo la profundidad no con el significado de la medida o el tiempo para descender a lo profundo, sino la profundidad como lo insondable -aquello en lo que no podemos penetrar. Yo necesito encontrar eso y vivir con ello. Entonces, díganme qué debo hacer; yo no lo sé. Pregunto si el pensamiento -que es tiempo, que es el pasado- si el pensamiento puede penetrar en esta profundidad. Sólo escuchen lo que estoy diciendo. Veo muy claramente que cualquier profundidad mensurable sigue estando dentro de una medida pequeña. Veo que un descenso a lo profundo, si involucra al tiempo, puede tomar años. Por lo tanto, veo intelectualmente, analizándolo con lógica, que la profundidad significa una cualidad intemporal, inmensurable, un infinito donde jamás se alcanza el fondo. Ello no es un concepto. Para mí no se trata de algo verbal; sólo lo he verbalizado para ustedes. Por tanto, para ustedes ello se vuelve un concepto. M: El interrogante que usted plantea, ¿me lo formula a mi, o yo he de formulármelo a mí mismo? K: Me lo formulo a mí mismo y, por consiguiente, le estoy pidiendo que se lo formule usted. Veo que mi vida es una vida superficial. Eso es obvio. Entonces me digo: Siendo el pensamiento el único instrumento de que dispongo, ¿puede el pensamiento penetrar en esta profundidad? I: En tal caso, no podemos utilizar el instrumento. R: ¿Cómo da uno con esta profundidad sin utilizar el instrumento? K: Yo vivo una vida muy, muy superficial, y quiero descubrir por mí mismo si existe alguna profundidad que no sea mensurable; veo que el pensamiento no puede alcanzarla porque el pensamiento es medida, el pensamiento es tiempo, es la respuesta del pasado; por lo tanto, el pensamiento no puede llegar a esa profundidad. Entonces, ¿qué es lo que producirá esto? Si el pensamiento no puede alcanzarla y es el único instrumento que el hombre tiene, entonces, ¿qué hemos de hacer? En su movimiento, en su función, el pensamiento ha creado este mundo superficial en que vivo, al que pertenezco. Eso es obvio. ¿Es posible, pues, para la mente alcanzar, sin la utilización del pensamiento, algo que es de una profundidad insondable? No alcanzarlo solamente por algunos momentos mientras duermo o cuando camino solo, sino vivir ahí. Mi mente dice que la profundidad debe ser descubierta para que la mente pueda ser de esa misma cualidad -yo debo darme cuenta de esa extraña e insondable profundidad de algo que es innominado. P: ¿En qué ahonda uno, en qué penetra?


K: Yo no usaría esas palabras. P: No, señor. El pensamiento es el instrumento de la medida. Tiene que haber libertad con respecto a la maquinaria que produce la medida. K: No, no. Sea simple en relación con esto. P: ¿Puede usted ahondar en lo que es el pensamiento? K: Hemos estado en eso. El pensamiento es tiempo, es medida, el pensamiento es la respuesta de la memoria, es el conocimiento, la experiencia, el pasado; por lo tanto, el pasado es tiempo. El pensamiento debe funcionar siempre superficialmente. Esto es simple. P: Lo que usted acaba de decir, termina en una gran abstracción. K: No. P: Lo hace, señor. K: No es una abstracción. Es una realidad. Pero, ¿qué es el pensamiento? P: Usted dijo que el pensamiento es tiempo. Usted ha abstraído eso del pensamiento. K: El pensamiento no puede penetrar en aquello. Es todo. Déjelo ahí. P: Siendo ése el instrumento que mide, ¿puede usted entonces penetrar en este instrumento? K: No, lo que me interesa es la profundidad, no la maquinaria de la medida. La maquinaria de la medida es bastante obvia, no tengo que ahondar en todo eso. P: Si usted dice eso, entonces yo pregunto: ¿Dentro de qué dimensión penetra uno? Si uno no tiene aquella profundidad, y el pensamiento es el único instrumento que conocemos, ¿en qué dimensión penetra uno sin el pensamiento? K: No es un asunto de penetración. P: Entonces, ¿qué es? I: Seguimos estando atados por la disponible maquinaria de construcción que tenemos, la cual no está en condiciones de revelar ese estado insondable dentro del que queremos vivir, porque el lenguaje es muy delicado. Y ese instrumento es demasiado endeble. Nosotros debemos usar el lenguaje para tratar con esa dimensión, y debemos emplear la herramienta para comunicarnos. P: ¿Cuál es la herramienta? El lenguaje es demasiado endeble. Yo no puedo hablarle acerca del ‘cómo’ cuando me encuentro en ese estado. K: ¿Estamos interesados en la comunicación verbal, o nos interesa llegar a esa profundidad? I: Yo sé que a veces la alcanzo. ¿Cómo puedo hablarle de ese estado? P: Usted dijo que no utiliza el instrumento existente del que dispone, que es el pensamiento. R: Pero yo creo que Krishnaji ha señalado la diferencia; ésta no es una cuestión de sentir ocasionalmente aquello, sino de cómo estar en ello, cómo vivir en ello.


K: A medida que uno come, viene el apetito. Llevando una vida superficial, como lo hacen los seres humanos, yo me digo que me gustaría encontrar esa profundidad donde existe una gran amplitud y belleza, algo inmenso. Entonces, ¿qué he de hacer? ¿Cuál es la otra operación, o el otro movimiento que debe tener lugar cuando el pensamiento no está funcionando? ¿Puede la mente permanecer sin medir? P: Entonces la pregunta es: ¿Puede ese estado surgir donde no existe la medida? K: Eso es todo. Durante toda su vida usted ha conocido la medida. Ahora le pregunto: ¿Puede la mente estarse sin medir? P: Si yo le preguntara ‘cómo’, usted diría ‘no’. Lo único que queda entonces, es observar a la mente mientras está midiendo, porque no hay otro modo. K: ¿Lo ha hecho usted? ¿Ha observado, la mente ha observado su movimiento y su medida? P: Sí. K: Comparando, midiendo y terminando con ello. Entonces, ¿qué? P: Entonces hay quietud, silencio. K: Usted dice que el movimiento de medir ha terminado. ¿Es cierto eso? ¿Puede usted decir realmente, honestamente, que ha cesado el movimiento de la medida? P: En este momento ha cesado. K: Eso no es suficiente. Suficiente significa que el movimiento de medir ha cesado a lo largo de toda mi vida. P: ¿Cómo puedo saber eso? K: Voy a investigarlo. Quiero descubrir si mi mente, que ha sido condicionada en el movimiento de la medida -medida equivale a comparación, imitación, conformidad, un ideal, una resistencia que la defiende de la no medidaquiero averiguar si mi mente puede decir: “Ahora he comprendido todo ese movimiento y veo dónde tiene su legítimo lugar y dónde no tiene cabida en absoluto”. P: ¿Cómo es eso comprendido por la mente en que no hay pensamiento? K: Ella percibe. Se lo mostraré. Por el momento, el pensamiento ha analizado eso, lo ha examinado, ha inquirido en ello, se ha esforzado investigándolo, y dice que ha visto todo el movimiento de la medida, y que la percepción misma de ese movimiento es el cese del movimiento. La propia percepción de ello, o sea el verlo, es la acción y el cese. Ver que este movimiento es tiempo, medida, ver el mapa completo de ello, su naturaleza, su estructura, ese mismo ver, esa percepción misma actúa terminando con ello. Por lo tanto, el ver, es el terminar. En todo eso no hay involucrado esfuerzo alguno. Usted dice: “He visto esto”. ¿Lo ha visto? ACCIÓN EN LA ATENCIÓN K: Me pregunto qué es lo que entendemos por acción. M: La acción invariablemente significa cambio. K: Quiero averiguar el significado de las palabras ‘actuar’, ‘hacer’, ‘habiendo hecho’ o ‘haré’, tanto en lo concerniente al pasado como al futuro. El actuar está siempre en el presente activo, no como una acción pasada o futura, sino como una acción que tiene lugar ahora. P: ¿Puede haber acción ahora?


K: Quiero descubrir, Pupul, si existe una acción que sea ininterrumpida y que, por lo tanto, implique un movimiento sin causalidad. Estoy explorando, muévase junto conmigo. P: ¿Qué entiende usted por acción? K: La acción, ¿debe siempre tener una causa, un motivo, una dirección? P: ¿No es ése un problema de la mente? Acción es ‘hacer’, está relacionado con algo. ¿Cuál es el movimiento de la acción? K: El pasado, el presente y el futuro. Eso es lo que conocemos. ¿Qué entendemos por acción? ¿Hacer, el hacer físico, el ir de aquí hacia allá, el resolver intelectual o emocionalmente un problema? Así, para nosotros la acción significa ‘operar sobre’, ‘operar a través’ u ‘operar desde’ algo. Sólo estoy explorando. ¿Existe una acción que no produzca conflicto -externo o interno? ¿Hay una acción que sea total, no fragmentada? ¿Una acción que sea un movimiento no relacionado con el ambiente, no relacionado conmigo o con la comunidad? ¿Existe una acción que sea un movimiento fuera del tiempo? Tal como lo veo, todo eso es acción. Pero para nosotros la acción está relacionada con otro; está relacionada con la comunidad en que vivimos. Nuestra acción nos es impuesta por las condiciones económicas, climáticas, personales o ambientales. Está basada en creencias, ideales, etc. Esa es la acción que conocemos. Ahora bien; yo quiero descubrir si hay una acción que no sea el resultado de las presiones ambientales. M: La acción no es un movimiento separado. Estar aquí o ser, es actuar. K: Quiero ver qué es acción. Usted no me está ayudando. ¿Qué es la acción, el moverse de aquí para allá, el arrebatar a un niño de la calle cuando se acerca un automóvil? ¿Es pensar acerca de algo y luego actuar? M: Es la motivación lo que importa. K: La motivación forma parte de la acción. Yo quiero algo y lo consigo. Usted no me agrada y actúo, o usted me agrada y actúo. Conocemos eso. Estamos tratando de descubrir qué es la acción. P: Si eso es obvio, entonces, ¿cuál es el hecho que impulsa ese movimiento? K: Pupulji, yo creo que tenemos que eliminar la causalidad en la acción. ¿Es eso posible? P: Hemos comenzado algo que es un movimiento en una dirección. En la atención también hay un movimiento. Uno no se echa a dormir con ello. Yo le estoy hablando ahora, o Maurice le está hablando, y le escuchamos a usted y no existe otro movimiento dentro de nosotros. La pregunta es: En este estado que nada contiene excepto el verle a usted, ¿qué es lo que nos motiva, lo que nos mueve? K: Yo quiero averiguar algo que es mucho más profundo. ¿Cuál es la acción que se activa a sí misma, una acción que es un movimiento infinito con una infinita energía? ¿Aclaro algo con esto? Considero que ésa es la acción. Estoy tentando el camino hacia algo. Yo siento que todas nuestras acciones se hallan fragmentadas; todas son destructivas, engendran división y de esa división surge el conflicto. Nuestras acciones están siempre dentro del campo de lo conocido y, por lo tanto, están atadas al tiempo; en consecuencia, no son libres. Es así. Ahora quiero descubrir si existe alguna otra acción. Nosotros conocemos la acción dentro del campo de lo conocido. Conocemos la acción tecnológica, la acción del pensamiento, la acción de la conducta. ¿Existe alguna otra acción? P: Esta corriente, la ‘otra acción’, ¿cómo hace contacto o se relaciona con las células cerebrales? Si no está relacionada con las células cerebrales y la conciencia, entonces sería un sinónimo de Dios. K: Estoy preguntando qué es la acción. Conocemos muy bien la acción que se halla dentro del campo de la conciencia. Toda esa acción está en el campo de lo conocido. Yo siento que una acción semejante debe conducir a diversas formas de frustración, dolor, desintegración. Ahora vayamos despacio. Yo me pregunto: ¿Existe alguna otra acción que no pertenezca a esta conciencia con su frustración, sus fracasos, dolores, desdichas y confusión? ¿Hay alguna acción que no sea del tiempo? ¿Es ésa una pregunta legítima? Uno ha actuado siempre dentro del campo de lo conocido. Y yo quiero descubrir si existe una acción que no contenga en sí rozamiento, fricción. Eso es


todo. Yo sé que toda acción engendra alguna clase de rozamiento. Y quiero encontrar una acción que sea no contradictoria, que no produzca conflicto. A: Usted no estaría aquí si no hubiera un motivo. K: Esto no implica que esa acción sigue un patrón establecido. Seguir un patrón conduce a una completa destrucción del cerebro. Una acción así es una repetición mecánica. Yo quiero descubrir una acción que no sea repetitiva, que no engendre conflicto, que no sea imitativa, conformista y, por lo tanto, corrupta. M: Vivir significa actuar sobre el medio. K: Por consiguiente, yo no dependo del medio. Quiero vivir una vida sin conflicto, lo cual significa que la vida es acción. Y veo que en la vida siempre hay conflicto. Y yo quiero encontrar un modo de vivir que sea una acción en la que no haya conflicto. Conflicto significa imitar, conformarse a un patrón y seguirlo con el fin de no tener conflicto, lo cual constituye una manera mecánica de vivir. ¿Podemos encontrar un modo de vivir en el que no haya ni un vestigio de imitación, conformidad, represión? Primero que nada, no es una cuestión de ‘encontrar’, eliminemos la palabra ‘encontrar’. Es un vivir ahora, hoy, de un modo en el que no haya conflicto alguno. M: Una acción así, ¿puede ser desastrosa? K: No será desastrosa. Mi inteligencia, mirando todas las acciones que tienen lugar en el campo de lo conocido, observándolas, prestándoles atención, mi inteligencia formula esta pregunta. Ahora está operando la inteligencia. A: Mi inteligencia me dice que yo no puedo causar daño a otro sin causarme mucho más daño a mí mismo. En el mundo, no existe eso de hacer mal a otro sin que uno se haga un mayor daño a sí mismo. K: La palabra ‘inteligencia’ significa no sólo tener una mente muy alerta, sino leer entre líneas. Yo leo entre las líneas de la actividad de lo conocido. Habiendo leído eso, mi inteligencia dice que en el campo de lo conocido, la acción será siempre contradictoria. P: Parece que aquí estamos totalmente bloqueados. Usted pregunta algo y no hay modo de averiguarlo, no hay cómo hablar de ello. K: Dije que voy a investigarlo. M: Cuando la inteligencia va en busca de algo, ¿qué ocurre? P: ¿Cuál es la diferencia que hay entre las palabras ‘investigar’ y ‘buscar’? K: Hay una gran diferencia. Investigar significa ‘seguir la pista’. Buscar significa ‘ir en busca de algo con el fin de encontrarlo’. P: ¿Cómo investigará usted esto? M: En la ciencia, investigación significa el descubrimiento de lo desconocido. K: Empleo la palabra ‘investigar’ no con el significado que le da la ciencia o el que yo pueda darle. De acuerdo con el diccionario, la raíz de la palabra ‘investigación’, significa ‘seguir la pista’. Veo que cualquier acción que tenga tras de sí un motivo, debe inevitablemente producir desviación, contradicción. Eso lo veo no como una idea, sino como un hecho. Entonces me digo: ¿Hay en mi mente alguna contradicción cuando estoy investigando eso? Quiero ver qué sucede. Veo, al prestar atención, que una acción basada en una creencia, es contradictoria. Por lo tanto, me pregunto: ¿Hay una creencia en mi vivir, en mi actuar y, por consiguiente, estos son contradictorios? Si la hay, voy tras de esa creencia y la extirpo completamente. P: ¿Quién es el que va tras de ello?


K: En esa atención no hay quién vaya detrás de la creencia, no hay quién la extirpe. A causa de esa atención, de esa observación, la creencia termina en mí -no en usted. Toca a su fin. En esa atención, veo que cualquier clase de conformidad a un patrón, engendra temor, represión, obediencia. Por lo tanto, en esa misma atención, extirpo eso en mí, y cualquier acción basada en la recompensa o el castigo queda eliminada, se terminó. Entonces, ¿qué ha ocurrido? Veo que en la relación, cualquier acción basada en una imagen, divide a la gente. Prestando atención plena a lo conocido, todos los factores de lo conocido -su estructura y naturaleza- tocan a su fin. Y entonces la atención se vuelve muy importante. La atención dice: “¿Existe alguna acción que no tenga ninguna de estas cosas?” M: ¿Diría usted que la acción en sí misma no tiene ninguna de estas cosas? A: ¿Diría usted que esa atención misma es la acción? K: Así es. Por lo tanto, la atención es percepción en la acción y, por consiguiente, en eso no hay conflicto. Es una energía infinita. La acción de una creencia es desperdicio de energía. La acción de la atención está produciendo su propia energía, y ésta es infinita. El cerebro ha funcionado siempre en el campo del conflicto, de la creencia, la imitación, la conformidad, la obediencia, la represión; siempre ha funcionado de ese modo, y cuando el cerebro empieza a entender eso, entonces comienza a operar la atención. Las células cerebrales se tornan alertas por sí mismas. M: De lo que he comprendido ahora, usted parece decir que la atención clama por energía, y que entonces la energía dirige la atención. K: La atención es acción. También dijimos que la conciencia es su contenido. P: En un estado de atención, ¿las propias células cerebrales experimentan un cambio? M: Biológicamente, cada célula es individual, capaz de recargar energía y, por tanto, de funcionar. Cada célula también funciona porque el conocimiento está incorporado a las células. K: Pienso que sí. Me gustaría empezar desde un punto de vista diferente. Las células cerebrales han pasado por el despilfarro de energía que es el conflicto, la imitación y todo lo demás. Están acostumbradas a eso. Y ahora, las células cerebrales han detenido eso. Están fuera de ese campo y el cerebro ya no es el residuo de todo ello. Puede funcionar tecnológicamente, etcétera, pero el cerebro que ve que la vida es acción, que está libre de conflicto, ese cerebro se halla en un estado de atención. Cuando hay atención completa muy en lo interno, atención no impuesta, no inducida, entonces toda la estructura está activa -no en el sentido habitual sino en un sentido diferente. Considero que hay una transformación física, y que ello implica una orientación hacia la muerte, y que la muerte es eso. Por lo tanto, existe una acción que es no repetitiva; de modo que la libertad con respecto a lo conocido, es la atención cuyas raíces están en lo desconocido. P: La libertad con respecto a lo conocido, también está dentro de las células cerebrales. Las células cerebrales son lo conocido, pero la libertad con respecto a lo conocido también se halla dentro de las células cerebrales. K: Por lo tanto, está teniendo lugar una definida transformación. M: El cerebro se encuentra libre de engramas; ésa es una transformación física. K: Lógicamente esto es así, en el sentido de que mientras la mente está funcionando dentro del campo de lo conocido, funciona en un surco, y las células cerebrales han estado funcionando en surcos. Ahora, cuando los surcos han dejado de existir, actúa el cerebro total, no en surcos sino en libertad -libertad que es atención. EL SILENCIO Y EL DESORDEN P: ¿Podemos discutir sobre lo que es el silencio? ¿Tiene el silencio muchas facetas o formas? ¿Cómo se lo alcanza? ¿Implica solamente la ausencia de pensamiento? ¿O el silencio que surge a través de diversas experiencias y situaciones, es diferente en naturaleza, dimensión y dirección?


K: ¿Por dónde empezamos? ¿Pregunta usted si abordamos correctamente la cuestión del silencio y, de ser así, qué es el silencio? ¿Y si existen diferentes variedades de silencio, lo cual implica diferentes métodos para llegar al silencio? ¿Cuál es la naturaleza del silencio? ¿Lo investigaremos en ese orden? Primero, si el modo de abordar el silencio es correcto, y qué entendemos por ‘correcto’. P: ¿Hay sólo un modo de abordarlo? Si todos los silencios son de la misma naturaleza, entonces pueden haber muchos accesos al silencio. K: Yo sólo pregunto: ¿Qué entendemos por el acceso correcto? P: El único frente a los muchos. K: Por lo tanto, ¿qué es el único? ¿Cuál es la vía de acceso verdadera, natural, razonable, lógica y que está más allá de la lógica? ¿Es ésa la pregunta? P: Yo no lo plantearía de ese modo. Diría que el silencio existe cuando no opera la conciencia, cuando no opera el pensamiento. El silencio se define generalmente como ausencia de pensamiento. K: Yo puedo quedar con la mente en blanco, sin ningún pensamiento; sólo repito algo y la mente queda en blanco. ¿Es eso el silencio? S: ¿Cómo sabe uno qué silencio es el verdadero? K: Empecemos por preguntar: ¿Existe un acceso correcto al silencio? Y, ¿cuál es ese acceso correcto? ¿Hay muchas variedades de silencio? ¿Es el silencio la ausencia de pensamientos? En eso hay involucradas muchas cosas, como ser: Yo puedo quedar de pronto con la mente en blanco; estoy pensando y simplemente me detengo y miro alguna cosa, y entonces quedo en blanco -soñando despierto. Me gustaría abordar esta cuestión preguntando: ¿Existe un acceso verdadero al silencio? Usted empezó con esa pregunta. Considero que primero debemos encarar eso, y examinar las otras cosas después. S: Usted parece poner énfasis en el verdadero acceso al silencio, antes que en su verdadera naturaleza. K: Así es, porque hay personas que han practicado el silencio mediante el control del pensamiento, hipnotizándose a sí mismas con el silencio, controlando el parloteo de sus mentes hasta tal extremo, que la mente se vuelve absolutamente torpe, estúpida y muda. Por tanto, quiero que comencemos por investigar desde el punto que se relaciona con el acceso correcto; de lo contrario, nos iremos por las ramas. ¿Existe un modo de abordar el silencio, que sea natural, sano, lógico, objetivo, equilibrado? ¿Podemos proceder desde ahí? ¿Qué necesidad hay de silencio? P: La necesidad de silencio es fácil de entender. Aun en el vivir común de todos los días, cuando una mente que no cesa de parlotear, de irritarse, se toma un descanso, hay una sensación refrescante. Aparte de cualquier otra cosa, la mente se reanima; de modo que el silencio en si es importante. B: Y también, incluso en el sentido corriente no hay una visión del color, no hay una visión de las cosas a menos que exista cierta cualidad de silencio. S: Luego está toda la tradición que sostiene que el silencio es importante, necesario; y para asegurarlo existen los diversos sistemas de pranayama, control de la respiración, etc. Hay, pues, muchos estados de silencio, y uno no puede distinguir entre un estado sano y otro que no lo es. K: Suponiendo que ustedes no supieran nada acerca de lo que otras personas han dicho con respecto al silencio y al por qué debe uno estar silencioso, ¿formularían la pregunta? P: Aun considerándolo en el nivel de un tranquilizante formularíamos la pregunta. K: Entonces usted pregunta con el fin de tranquilizar la mente. P: Sí.


K: Porque la mente no cesa de parlotear, y eso es fatigoso y agotador. ¿Pregunta usted, entonces, si existe un modo de tranquilizar la mente sin drogas? Nosotros conocemos el modo de tranquilizar la mente con drogas, pero, ¿hay otra manera natural, sana, cuerda, lógica de producir tranquilidad en la mente? ¿Cómo abordaría usted esto? Estando fastidiado, agotado por el parloteo de la mente, me pregunto: “ ¿Puedo, sin el uso de drogas, aquietar la mente?” S: Hay muchas maneras de hacerlo. K: Yo no conozco ninguna. Todos ustedes dicen que hay muchas maneras. Yo digo: ¿Cómo puede la mente hacer esto sin esfuerzo alguno? Porque el esfuerzo implica perturbación de la mente; no produce tranquilidad, produce agotamiento. Y el agotamiento no es tranquilidad. El conflicto no producirá tranquilidad, sino agotamiento, y eso puede ser interpretado como silencio por quienes están completamente cansados al terminar el día. Yo puedo ir a mi cuarto de meditación y estarme quieto ahí. Pero, ¿es posible producir tranquilidad en la mente, sin conflicto, sin distorsión, sin disciplinas -que son todos procesos agotadores? S: Cuando uno practica pranayama, no existe conflicto alguno, no hay agotamiento sino silencio. ¿Cuál es la naturaleza de ese silencio? K: Ahí está usted respirando, introduciendo más oxígeno en su sistema, y el oxígeno naturalmente le ayuda a estar relajado. S: Ese también es un estado de silencio. K: Discutiremos los estados de silencio más tarde quiero descubrir si la mente puede llegar a estar tranquila sin ninguna clase de esfuerzo, respiración, imposición’ dirección o control. Par: La mente pregunta si es posible tener tranquilidad sin conflicto sólo porque se halla agotada, perturbada. K: Yo pregunté: ¿Puede haber silencio sin conflicto, sin dirección, sin imposición de ninguna clase? Puedo tomar una droga, un tranquilizante, y hacer que la mente esté muy quieta. Eso está al mismo nivel que el pranayama. Controlo la mente y puede producirse el silencio. Es lo mismo que con la respiración y con las drogas. Quiero empezar desde un punto en que la mente está agitada, parloteando, agotándose por la incesante fricción del pensamiento, y preguntar si es posible que ella esté realmente quieta sin recurrir a ningún medio artificial. Para mí, esa es una cuestión primordial. Si yo investigara esto, lo abordaría de ese modo. Descartaría los controles artificiales: drogas, vigilancia de la respiración, de la luz, mantras, bhajans; son todos recursos artificiales e inducen a una clase particular de silencio. S: ¿Son medios externos, motivados? K: Es todo parte de ello. Yo consideraría todos esos medios como imposiciones artificiales con el fin de inducir al silencio. ¿Qué ocurre cuando usted mira una montaña? La grandeza, la belleza, la magnificencia de las montañas lo absorbe y lo torna silencioso. Pero esto sigue siendo algo artificial. Yo consideraría artificial cualquier forma de inducción destinada a producir el silencio. S: Mirar una montaña es una experiencia no dualística. Entonces, ¿cómo puede usted decir que eso no es todavía el silencio? K: Yo no lo llamaría silencio, porque la cosa es tan grande que de momento el impacto de esa grandiosidad lo deja a uno fuera de combate. S: La ausencia del ‘yo’ no está en el nivel consciente, pero está ahí. K: Usted ve una pintura espléndida, una maravillosa puesta de sol, una enorme cadena de montañas, y es como un niño absorto en un juguete; esa grandiosidad deja por el momento fuera de combate al ‘yo’, y la mente se torna silenciosa. Usted puede experimentar con ello.


S: Pero usted dice que eso no es el silencio. K: Yo no llamaría silencio a eso, porque la montaña, la belleza de algo se sobreponen por el momento; el ‘yo’ es puesto de lado. Y ese instante desaparece y uno regresa a su parloteo. Al menos quiero ser claro en esto; cualquier acto artificial con un motivo, con una dirección, supone para K una distorsión que no habrá de producir la profundidad del silencio. En esto se hallan incluidas las prácticas, la disciplina, el control, la identificación con lo más grande como medios para que uno pueda aquietarse, y así sucesivamente. Entonces me pregunto: ¿Qué necesidad hay de silencio? Si no hubiera un motivo, ¿formularía yo esa pregunta? Par: ¿Está usted describiendo su mente? K: No, señor, no estoy describiendo mi mente. Yo dije que cualquier inducción, de cualquier clase -obvia o sutilno produciría la profundidad del gran silencio. Yo consideraría eso superficial. Puedo estar equivocado, estamos investigando. Par: El estado de su mente, es ya el de una mente silenciosa. K: Quizá, no lo sé. ¿Cuál es, entonces, el acceso natural, sano, a la tranquilidad? R: Pero un acceso a algo implica una motivación. K: Yo no usaría esa palabra. ¿Cuál es el estado de tranquilidad natural? ¿Cómo da uno naturalmente con él? Si yo quiero escuchar lo que usted está diciendo, mi mente debe hallarse quieta -ésa es una cosa natural. Si yo quiero ver claramente algo, la mente no debe estar parloteando. P: Todo el equilibrio, toda la armonía se encuentran en ese estado. K Yo diría que el fundamento para la profundidad del silencio, es el equilibrio, la armonía entre la mente, el cuerpo y el corazón -una gran armonía- y el descartar todos los métodos artificiales, incluyendo el control. Diría que la verdadera base es la armonía. P: Usted ha usado otra palabra: ‘Armonía’. ¿Cómo resuelve ésta el problema? La única cosa que conozco es el conflicto. No conozco el silencio. K: Por lo tanto, no hable del silencio. Trate con el conflicto, no con el silencio. Si hay falta de armonía entre la mente, el cuerpo, el corazón, etc., véaselas con eso, no con el silencio. Si usted aborda el silencio en un estado inarmónico, entonces lo que hace es artificial. Así lo veo. P: Una mente agitada busca naturalmente un estado de no agitación. K: Ocúpese de la mente agitada, no del silencio. Trate con ‘lo que es’ y no con lo que podría ser. R: ¿Usted pregunta si la mente agitada puede habérselas con su propia agitación? K: Esa es una cuestión diferente. B: Ella dice que es natural que la mente agitada formule la pregunta. K: Sí, por lo tanto interésese no en el silencio, sino en por qué la mente está agitada. P: La mente busca el estado opuesto. K: Entonces se halla en conflicto. El concepto tiene sus raíces en su propio opuesto. R: El concepto mismo es parte de la agitación. K: Yo diría que la armonía completa es el fundamento para la pureza del silencio.


S: ¿Cómo llega uno a conocer esta completa armonía? K: Examinemos eso. Más tarde llegaremos al problema de las variedades de silencio. Entonces, ¿qué es la armonía? P: La armonía, ¿surge cuando cesa el conflicto? K: Quiero averiguar qué es la armonía entre mente, cuerpo y corazón, un total sentido de hallarse íntegramente sin fragmentación, sin el crecimiento excesivo del intelecto, pero con el intelecto operando claramente, de manera objetiva, sensata; el corazón que no opera con sentimentalismo, emocionalismo, arrebatos de histeria, sino con una cualidad de afecto, solicitud, amor, compasión, vitalidad; y el cuerpo con su propia inteligencia no interferida por el intelecto. Es importante el sentimiento de que todo está operando, funcionando bellamente como una máquina maravillosa. ¿Es ello posible? I: En esa armonía, ¿hay un centro? K: No lo sé, podemos averiguarlo. ¿Puede la mente funcionar eficientemente, sin ninguna fricción, sin distorsión alguna? ¿Puede la mente poseer la inteligencia, la capacidad de razonar, de percibir, de operar con claridad? Cuando hay un centro, eso no es posible, evidentemente, porque el centro lo traduce todo conforme a sus limitaciones. (Pausa) ¿Los estoy reduciendo a todos al silencio? R: ¿Por qué surge esta división entre la mente y el cuerpo? K: Surge a través de nuestra educación, en la que el énfasis es puesto sobre el cultivo del intelecto como memoria y razón, como si fuera una función aparte del vivir. R: Esa es la importancia exagerada que se concede a la mente. Aun sin educación, puede haber un énfasis excesivo en las emociones. K: Por supuesto. El hombre cultiva el intelecto mucho más que las emociones, ¿no es así? Una emoción se traduce en devoción, sentimentalismo, en toda clase de extravagancias. Par: ¿Cómo diferencia uno entre la acumulación de la memoria para propósitos técnicos o para vivir la vida de todos los días, y la acumulación de la memoria emocional? K: Eso es muy sencillo, señor. ¿Por qué razón el cerebro, como depósito de la memoria, da tanta importancia al conocimiento -tecnológico, psicológico y en la relación? ¿Por qué los seres humanos han concedido tanta importancia al conocimiento? Si tengo una oficina, me convierto en un importante burócrata; o sea, que tengo el conocimiento necesario para desempeñar ciertas funciones y me vuelvo pomposo, obtuso, estúpido. Par: ¿Es ése un deseo innato? K: Obviamente, ello da seguridad. Le da status a uno. Los seres humanos han rendido culto al conocimiento -el conocimiento identificado con el intelecto. La persona erudita, el hombre de letras, el filósofo, el inventor, el científico, todos se interesan en el conocimiento y han creado cosas maravillosas en el mundo, como el ir a la luna, construir nuevas clases de submarinos, etcétera. Han inventado las cosas más extraordinarias, y la admiración, el asombro ante ese conocimiento son abrumadores y nosotros lo aceptamos. Es así como hemos desarrollado una admiración inmoderada, casi rayana en la adoración, hacia el intelecto. Esto es aplicable a todos los libros sagrados y sus interpretaciones. Corríjanme si me equivoco. En contraste con ello, hay una reacción para ser emocional, para tener sensibilidad, amar, experimentar devoción, lo cual engendra sentimentalismo, extravagancia en la expresión; así es como descuidamos el cuerpo. Uno ve esto y, en consecuencia, practica yoga. Esta división entre el cuerpo, la mente y el corazón ocurre en forma anormal. Ahora nosotros tenemos que producir una armonía natural en la que el intelecto funcione como un maravilloso reloj, en la que las emociones y los afectos, la solicitud, el amor y la compasión estén operando sanamente, y en la que el cuerpo, que ha sido tan despojado, tan maltratado, vuelva a poseer lo que le corresponde. Entonces, ¿cómo hacen ustedes eso? GM: Yo adoro el conocimiento porque lo necesito.


K: Por supuesto, uno lo necesita. Eso está muy claro, señor. Yo necesito del conocimiento para hablar con usted en inglés. Conducir una bicicleta, manejar una máquina, requiere tener conocimientos. I: Yo tengo que resolver el problema de la enfermedad. Necesito conocimientos para entendérmelas con ella. Eso sigue estando dentro del campo del conocimiento. K: El conocimiento es mal empleado por el centro que, como el ‘yo’, ha capturado ese conocimiento. Por consiguiente, me siento superior al hombre que posee menos conocimientos. Uso el conocimiento para proveerme de un status; soy más importante que el hombre que carece de conocimientos. S: Si se me permite decirlo, nosotros comenzamos por discutir el silencio y los varios modos de llegar al silencio. Usted señaló que, a menos que haya armonía, no tenemos una base para inquirir o preguntarnos qué es el silencio. D: ¿Nosotros no hacemos una distinción entre el conocimiento y el descubrimiento de lo nuevo? K: Desde luego, señor. Cuando el conocimiento interfiere, no hay descubrimiento de lo nuevo. Entre el conocimiento y lo nuevo, tiene que haber un intervalo; de lo contrario, usted sólo continúa lo nuevo igual que lo viejo. Radha preguntó: “¿Por qué existe una división entre la mente, el corazón y el cuerpo?” Eso es algo que vemos. ¿Cómo ha de cesar esta división naturalmente? ¿Cómo lo hace usted? ¿Mediante la imposición, mediante ideales que tenemos acerca de la armonía? Señor, uno se da cuenta de esta división entre el intelecto, las emociones y el cuerpo, ¿no es así? Existe una brecha. ¿Cómo ha de hacer la mente para eliminar esta brecha y ser íntegra, total? ¿Qué dicen los tradicionalistas? M: “Esfuércese, apriete los dientes”. P: Nos estamos atascando. Principiamos con el silencio; no llegamos al silencio. Después usted utilizó la palabra ‘armonía’, y no podemos llegar a la armonía. K: Entonces, ¿qué hará usted? Volveremos al silencio. P: Volvamos a una sola cosa: que nosotros únicamente conocemos la falta de armonía. K: Por lo tanto, tratemos con la falta de armonía y no con el silencio; y cuando uno comprenda la falta de armonía, de esa comprensión puede fluir el silencio. S: También está la pregunta: ¿Cómo sabe uno que ha terminado totalmente con la falta de armonía? M: En latín hay un dicho: “Sé lo que es justo, pero no lo sigo”. K: No introduzca nada del latín. Encare la cosa como es. Pupul dice que comenzamos con el silencio y dijimos que no es bueno discutir el silencio hasta que uno descubre si hay un modo natural de llegar a él. El modo artificial no es un modo. El modo natural consiste en descubrir si hay armonía; pero no sabemos nada acerca de la armonía porque nos encontramos en un estado de desorden. Por lo tanto, tratemos con el desorden, no con la armonía, no con el silencio. M : Yo observo mi desorden, y el desorden continúa mirándome a mí. K: Por consiguiente, hay una división, una contradicción, una dualidad en su observación -como el observador y lo observado. Podemos jugar con esto interminablemente. Por favor, sigan lo que hemos discutido hasta ahora. Comenzamos por preguntar: ¿Cuál es la naturaleza del silencio? ¿Existen diferentes variedades de silencio? ¿Hay distintas vías de acceso al silencio? Pupul también preguntó: “¿Cuál es el modo correcto de llegar al silencio?” Dijimos que quizá pueda haber un modo ‘correcto’, pero que cualquier medio artificial para producir el silencio, no es silencio; eso lo dejamos bien claro. No volvamos atrás. Si no hay un medio artificial ¿es posible dar con el silencio naturalmente, sin esfuerzo, sin inducción ni dirección ni recurso artificial alguno? Examinando esto llegamos a la armonía. A eso Pupul dice: “Nosotros no sabemos qué es la armonía pero lo que sí conocemos es el desorden”.


Descartemos, pues, toda otra cosa, y consideremos el desorden, no lo que es el silencio. Una mente que se halla en desorden pregunta por el silencio. El silencio se convierte entonces en un medio para producir orden o para escapar del desorden. En tal caso, el silencio es impuesto sobre el desorden. De modo que detenemos todo eso y preguntamos: ¿Por qué hay desorden? ¿Es posible terminar con el desorden? P: Hay desorden cuando brota el pensamiento y yo quiero silencio. K: No, usted está buscando una causa, quiere averiguar la causa del desorden. P: No, no es eso. K: ¿Entonces? P: Observo la naturaleza del desorden, no busco la causa. No la conozco. K: Uno observa el desorden en sí mismo. P: Veo que se manifiesta como pensamiento. K: No lo sé. Me gustaría investigar eso muy cuidadosamente porque lo considero interesante. ¿Por qué llamo ‘desorden’ a lo que observo? S: La perturbación es desorden. K: Precisamente, quiero investigarlo. ¿Por qué lo llamo desorden? Esto significa que ya tengo un indicio de lo que es el orden. Por tanto, estoy comparando lo que he experimentado o conocido como orden y, debido a eso, pregunto qué es el desorden. Yo no hago eso. Digo que no comparen, que solamente vean qué es el desorden. ¿Puede la mente conocer el desorden sin compararlo con el orden? O sea, ¿puede mi mente dejar de comparar? Tal vez la comparación sea el desorden; la comparación misma puede ser la causa del desorden. La medida puede ser desorden y, en tanto uno esté comparando, tiene que haber desorden. Yo estoy comparando mi desorden de ahora, con un tenue aroma de orden que he olfateado, y entonces llamo a eso desorden. Así, veo que lo realmente importante es la comparación, no el desorden. Mientras mi mente esté comparando, midiendo, tiene que haber desorden. R: Me miro sin comparar y veo que hay desorden, porque cada parte de mí está tirando en una dirección diferente. K: Yo nunca he sentido que estuviera en desorden excepto raramente, ocasionalmente. Y me pregunto ¿Por qué todas estas personas están hablando del desorden? D: ¿Conocen ellas realmente el desorden, o sólo lo conocen mediante la comparación? P: Usted introduce palabras que yo encuentro muy difíciles de comprender. No hay una comparación consciente en la mente que dice: “Esto es desorden y quiero terminar con ello”. Yo conozco el desorden. A: Una sensación de desasosiego. P: Veo que hay un sentimiento de confusión, un pensamiento opuesto a otro pensamiento. Usted dirá que la palabra ‘confusión’ es otra vez comparación... Yo conozco la confusión. K: Usted sólo conoce la contradicción, que es confusión. Aténgase a eso. Dice que su mente se halla en estado de confusión porque ella se está contradiciendo a sí misma todo el tiempo. Prosiga desde ahí. B: Aquí hay una verdadera dificultad. Usted habló del silencio, luego de la armonía, después del desorden. ¿Por qué hablamos del desorden? En parte, funcionamos también dentro del orden. P: Lo siento, yo no conozco ni la armonía ni el silencio. Digo que cuando observo mi mente, veo desorden.


K: Entonces, ¿qué? Avance a partir de ahí. P: Entonces estoy obligada a preguntar: ¿Es ésa la naturaleza de mi mente? K: Pregúntelo. P: Lo pregunto. Y tiene que haber un modo de salir de esto. K: Entonces, ¿qué? P: Entonces me observo formulando esa pregunta. K: Sí. P: Por lo pronto, cesa la actividad de la mente. M: ¿Dónde está la falacia en esto? K: No hay falacia en esto. Estoy llegando al punto. P: Mire, señor, no necesitábamos haber pasado por todo esto, pero pienso que fue mejor avanzar paso a paso. Aquí hay un final. Quizá para algún otro no lo haya, pero lo hay para mí. ¿Cuál es la naturaleza de esto? Ahora vuelvo a mi primera pregunta: En este final, ¿sigue operando la corriente oculta? Cuando hablamos de las diferentes cualidades y naturalezas y dimensiones del silencio, ello significa precisamente esto. Según el punto de vista tradicional, el silencio es el intervalo entre dos pensamientos. K: Eso no es el silencio. El silencio entre dos notas no es el silencio. Escuche ese ruido ahí fuera. La ausencia de ruido no es el silencio -sólo es una ausencia de ruido. P: En un estado de perturbación, cesa la percepción de uno mismo. K: Pupul, usted no ha sido clara. Cuando dice ‘desorden’, yo no estoy muy seguro de que usted sepa lo que es el desorden. Usted lo llama ‘desorden’. Si como demasiado, eso es desorden. Si soy demasiado indulgente con el desatino emocional, eso es desorden. P: Me descubro hablando muy fuerte, y eso es desorden. K: Entonces, ¿qué es el desorden? ¿Cómo sabe que eso es desorden? Escuche: Yo como en exceso y tengo dolor de estómago. No llamo desorden a eso. Digo: “Como demasiado, no debería comer tanto”. P: Nos movimos del silencio a la armonía, y encontramos que es imposible examinar la naturaleza de la armonía sin examinar el desorden. K: Eso es todo. Aténgase a esos tres puntos. P: ¿Por qué lo llama usted desorden? R: Ello no es necesariamente un reconocimiento del desorden, porque cuando hay conflicto entre la mente, el cuerpo... K: Usted asocia el conflicto con el desorden. R: No, el conflicto -como usted dice- nos fatiga, y sentimos por instinto que en ello hay algo que anda mal. K: Entonces, si es que le entiendo correctamente, lo que usted dice es que el conflicto indica desorden. R: Aunque uno no lo nombre.


K: El conflicto es desorden. Usted lo traduce como desorden. No dé vueltas en círculos. P: Yo digo que uno debe estar libre del conflicto. M: De desorden. K: Que es la misma cosa. Silencio, armonía, conflicto. Eso es todo -no desorden. P: Perdóneme por decir esto, pero usted puede tomar la palabra ‘conflicto’ y ejecutar con ella la misma gimnasia que hizo con la palabra ‘desorden’. Pero, ¿qué hago con respecto al conflicto? K: Eso es todo lo que nos concierne: el silencio, la armonía, el conflicto. ¿Cómo he de habérmelas con el conflicto de manera no artificial? Usted nada sabe, está escuchando esto por primera vez. Tiene que investigarlo junto conmigo. No diga: “¿Cómo hago para mirarlo por primera vez?” Viene alguien y dice: “Mire esta maravillosa maquinaria”. Y usted mira. S: Esto puedo verlo muy claramente. No puedo pensar en el silencio o en la armonía cuando me hallo en conflicto. K: ¿Es la mente capaz de liberarse a sí misma de toda clase de conflicto? Eso es lo único que usted puede preguntar. ¿Qué hay de malo en esa pregunta? R: Es otra vez la mente la que está preguntando. S: Es una pregunta legitima. P: ¿Puede la mente estar libre de la falta de armonía? No veo la diferencia entre ambas preguntas. K: Hemos reducido la cuestión al conflicto. Ahora aténgase a eso y vea si la mente puede hallarse libre de conflicto. Sabiendo lo que es el conflicto y lo que ocasiona, ¿cómo puede la mente terminar con el conflicto? Esa es ciertamente una pregunta legítima. M: Porque usted da por sentado que la mente puede hacerlo. K: No lo sé. I: Si examinamos este problema del conflicto y sus diversos aspectos, vemos que no hay conflicto sin comparación. K: El conflicto es contradicción, comparación, imitación, conformidad, represión. Ponga eso en una sola palabra tal como lo definimos; entonces pregúntese si la mente puede estar libre de conflicto. S: Por supuesto que puede estar libre de conflicto, pero surge la pregunta: ¿Cuál es la naturaleza de esa libertad con respecto al conflicto? K: ¿Cómo puede saberlo antes de hallarse libre? S: Por lo pronto, hay un conocimiento del estado de conflicto. K: ¿Existe una terminación completa del conflicto? M: Yo digo que no hay terminación completa del conflicto en el universo, tal como vivimos en él de día en día. K: No incluya el universo. En el universo todo se mueve dentro de un orden. Atengámonos a nuestras mentes, que parecen hallarse en un conflicto interminable. Entonces, ¿cómo ha de terminar la mente con el conflicto de manera natural? -porque todo otro sistema es un método compulsivo, direccional, es un método de control, y todo eso queda excluido. ¿Cómo puede la mente liberarse a sí misma del conflicto? Les pregunto: ¿Dónde se encuentran ustedes al final de ello? Yo digo que la mente puede hallarse completamente, absolutamente sin conflicto.


S: ¿Para siempre? K: No use las palabras ‘para siempre’, porque entonces está introduciendo palabras del tiempo, y el tiempo es causa de conflicto. P: Yo quiero hacerle una pregunta: ¿Puede la mente hallarse totalmente en conflicto? K: ¿Qué trata usted de decir? No le entiendo bien. P: Vea, yo me siento completamente indefensa en esta situación. El hecho es que hay conflicto, y la acción del yo sobre el conflicto, conduce a más conflicto. Advirtiendo la naturaleza de ello, ¿puede la mente ver que se halla totalmente en conflicto? K: ¿Puede la mente darse cuenta de un estado en el que no hay conflicto? ¿Es eso lo que usted trata de decir? ¿O la mente sólo puede conocer el conflicto? ¿Correcto? Su mente, ¿se da cuenta por completo del conflicto, o ésa es nada más que una palabra? ¿O es sólo una parte de la mente la que dice: “Me doy cuenta de que estoy totalmente en conflicto y una parte de mí observa el conflicto”? ¿O hay una parte de la mente que anhela estar libre de conflicto, o sea que hay un fragmento que dice: “Yo no estoy en conflicto” y se separa de la totalidad del conflicto? Si hay un fragmento separado, entonces ese fragmento dice: “Yo debo hacer algo, debo reprimir, debo sobreponerme al conflicto”. Por lo tanto, ésta es una pregunta legítima: Su mente, ¿se da cuenta de manera total que no hay otra cosa que conflicto, o un fragmento salta afuera y dice: “Me doy cuenta de que estoy en conflicto, pero no estoy totalmente en conflicto”? Entonces, ¿el conflicto es un fragmento, o es total? Por el momento, seguiré con la misma palabra, no la sustituiré por una palabra diferente. ¿Hay una total oscuridad, o brilla una tenue luz en alguna parte? R: Si esa luz no estuviera ahí, ¿podría haber una lúcida percepción de algo? K: No sé nada al respecto. No me haga esa pregunta. Cuando hay una fragmentación en la mente, esa misma fragmentación es el conflicto. ¿Se da cuenta la mente alguna vez de que se halla en total conflicto? Pupul dice que sí. P: Usted se ha alejado. K: No lo he hecho. P: Yo no sé nada acerca del conflicto total. K: Por lo tanto, sólo conoce el conflicto parcial. P: No, señor, sea parcial o no, conocemos el hecho de que hay conflicto. Y yo pregunto: ¿Puede haber una negativa a apartarse del conflicto? K: Yo no me he alejado del silencio, la armonía o el conflicto. P: ¿Dónde está la totalidad en esto? K: Pienso que ésta es una pregunta importante. R: Señor, la propia percepción alerta de la mente, revela que existe un fragmento. K: Eso es todo. Por lo tanto, usted dice: Estoy en conflicto parcialmente. En consecuencia, usted nunca está con el conflicto. P: No, señor. SWS: El conflicto total no puede conocerse a sí mismo, a menos que haya alguna otra cosa.


K: Vamos a investigar eso. P: Yo no me estoy expresando con claridad. El estado de conflicto no tiene un espectro amplio, extenso. Cuando usted dice ‘total eso llena la mente. K: Cuando toda la habitación está llena de muebles -lo tomo sólo como un ejemplo- no hay espacio para moverse. Yo consideraría que eso es una completa confusión. ¿Está la totalidad de la mente tan llena de confusión, de conflicto, como este cuarto lo está de muebles? Entonces, ¿qué ocurre? Eso es lo que quiero averiguar. Nosotros no estamos discutiendo lo parcial de esto o lo parcial de aquello. Cuando el vapor se halla a su máxima presión, tiene que explotar, tiene que hacer algo. A mí no me parece que miremos el conflicto de manera total. ¿Podría usar la palabra ‘dolor’? No hay modo de apartarse del dolor. Cuando uno se aparta del dolor, eso es sólo un escape. ¿Existe algo como el estar lleno de dolor? ¿Existe algo como el ser completamente feliz? Cuando uno se da cuenta de que es completamente feliz, ya no es más feliz. Del mismo modo, cuando uno está completamente lleno de esta cosa llamada confusión, dolor, conflicto, eso ya no existe más. Existe solamente cuando hay división. Eso es todo. R: No, señor, entonces ése parece ser un problema sin esperanzas de solución. K: Por eso es que uno debe permanecer con la verdad de la cosa, no con la confusión. La verdad de la cosa se encuentra ahí cuando la mente está completamente llena con algo; entonces ella no puede crear conflicto. Si usted ama a alguien y en ello hay apego, eso es una contradicción y, por tanto, no hay amor. Por eso digo: Permanezca con la realidad de esa cosa, con el hecho. ¿Está la mente por completo llena con este color, esta confusión, este conflicto? Yo no escaparé hasta que así sea. M: Hay una peculiaridad en su modo de abordar esto. Cuando uno esboza un dibujo, siempre hay un nítido trazo negro. No hay combinación de colores. En la realidad, no existen los trazos, sólo hay colores combinándose unos con otros. K: Esto para mí es muy claro. Si el corazón está lleno de amor, no hay en él lugar para la envidia, se terminó el problema. Todo el problema se presenta solamente cuando hay una parte que es envidiosa. P: ¿Pero cuando el corazón está lleno de envidia? K: Entonces permanezca con esa envidia totalmente -¡sea envidiosa, siéntalo! P: Así conozco la total naturaleza de la envidia. K: Es una cosa formidable. Pero uno dice: “Yo soy envidioso y no debo ser envidioso”. En alguna parte, en algún rincón oscuro están las subyacentes restricciones de la educación; entonces algo sale mal. Pero, ¿puedo ser envidioso y no moverme de ahí? Apartarse de ello es racionalizarlo, reprimirlo y todo eso. Sólo permanezca con ese sentimiento. Cuando hay dolor, esté completamente con él. Esto es despiadado. Pero todo lo demás es hacer trampas. Cuando usted está con algo, la acción ha tenido lugar. Usted no tiene que hacer nada. LOS FACTORES DEL DETERIORO P: ¿Podríamos discutir los problemas del deterioro y la muerte? ¿Por qué el mecanismo de la mente tiene una innata tendencia a deteriorarse, una paulatina pérdida de energía? K: ¿Por qué se deterioran el cuerpo, la mente? P: Con la edad, con el tiempo, el cuerpo se deteriora; pero, ¿por qué se deteriora la mente? Al término de la vida, están la muerte del cuerpo y la muerte de la mente. Pero la muerte de la mente puede ocurrir aun cuando el cuerpo esté vivo. Si, como dice usted, las células cerebrales contienen la conciencia, entonces con el deterioro de las células del cuerpo humano, ¿no es inevitable que también se deterioren las células de la mente humana, del cerebro?


K: ¿Estamos considerando el deterioro de toda la estructura de la mente y del cerebro con la edad, con el tiempo? Los biólogos han dado la respuesta. ¿Qué dicen ellos? M: Las células del cerebro y del cuerpo se deterioran porque no hay un proceso de eliminación. No están hechas para funcionar perpetuamente. No eliminan por completo los productos de su propio metabolismo. Si se les diera la oportunidad de limpiarse, de purificarse completamente, podrían vivir para siempre. K: La pregunta es: ¿Por qué el cerebro, que ha estado activo durante un cierto período de tiempo, se deteriora? Y la respuesta biológica a esto es: Si se le diera suficiente poder purificador, podría continuar viviendo para siempre. ¿Cuál es el elemento purificador? M: Una eliminación adecuada. K: Es algo mucho más profundo que eso, seguramente. M: Una eliminación adecuada es la expresión externa del proceso depurador. P: Eso no es suficiente. Si lo fuera, entonces el cuerpo humano, adecuadamente depurado, no se deterioraría. Pero la muerte es inevitable. La mente, ¿es distinta de las células cerebrales? K: ¿Se trata de un deterioro de la energía, o es un deterioro de las células cerebrales en su capacidad de producir energía? Primero pongamos en claro esta cuestión. B: Cuando decimos que el cerebro se deteriora, la hipótesis es que el cerebro está muy activo en cierta etapa; pero uno de los problemas de la existencia es la mediocridad de la mente. K: La pregunta es: ¿Por qué el cerebro no conserva su cualidad de agudeza, de claridad, de profunda energía? A medida que envejece parece deteriorarse. Esto sucede incluso a la edad de veinte años. El cerebro está ya sujeto a una rutina y se agota paulatinamente. Quiero descubrir si ésa es una cuestión de edad. Ustedes pueden ver que ciertas mentes, aun siendo muy jóvenes, han perdido su cualidad de rapidez. Ya están atrapadas en una rutina y el factor de deterioro ha comenzado. S: ¿Es que nacemos con cierto condicionamiento? ¿Es ése el factor determinante? K: ¿Es un asunto de condicionamiento, y es la ruptura de ese condicionamiento lo que libera energía y; en consecuencia, capacita a la mente para continuar indefinidamente: ¿O el deterioro tiene que ver con una mente que funciona a base de decisiones? S: ¿Qué entiende usted por funcionar a base de decisiones? K: Lo que opera mediante la opción y la voluntad. Uno decide el curso de acción que va a tomar, y esa decisión está basada no en la claridad, no en la observación del campo total, sino en la satisfacción y el placer, que son fragmentos de ese campo. Y uno continúa viviendo en esa fragmentación. Ese es uno de los factores del deterioro. Mi opción de ser un científico, puede estar basada en la influencia del medio, en la influencia familiar o en mi propio deseo de obtener éxito en una determinada dirección. Estas muchas consideraciones que intervienen en la elección de una profesión en particular, y esa decisión, esa opción y las acciones que surgen de esa opción, constituyen uno de los factores del deterioro. Descuidamos el resto del campo y sólo seguimos un particular y estrecho rincón de ese campo. Las células cerebrales no funcionan totalmente, sino en una sola dirección. Vea, esto es muy interesante. No lo acepte. Lo estamos examinando. P: ¿Está usted diciendo que el cerebro no funciona en su totalidad, sino solamente en una dirección? K: El cerebro total no está activo, y considero que ése es el factor del deterioro. Usted preguntó cuáles son los factores del deterioro, no si la mente es capaz o no de ver lo total. A través de estos muchos años, yo he observado que una mente que ha seguido un determinado curso de acción descuidando la totalidad de la acción, se deteriora.


P: Exploremos eso. Las células cerebrales mismas contienen un sentido inherente del tiempo, de la memoria, del instinto. Estos operan como reflejos. La propia naturaleza de ese operar a base de reflejos, limita al cerebro impidiéndole funcionar totalmente. Y nosotros no conocemos otro modo. K: Estamos tratando de descubrir cuáles son los factores del deterioro. Cuando veamos cuáles son esos factores, quizá nos sea posible llegar a lo otro, a ver lo total. P: Uno puede pensar en veinte factores de conflicto, por ejemplo. K: No tomemos demasiados. Una búsqueda basada en la opción, que tiene tras de sí el motivo de la satisfacción o la realización, o el deseo de alcanzar éxito, una acción así debe crear conflicto. Así, el conflicto es uno de los factores de deterioro. Tal vez ése sea el principal factor del deterioro. Yo decido convertirme en un político. O decido convertirme en un hombre religioso, o en un artista, o en un sannyasi; esa decisión la toma un condicionamiento producido por una cultura que, en su misma naturaleza, es fragmentaria. O sea: yo deseo mantenerme célibe, porque conforme a lo que he visto, a lo que he oído, pienso que para alcanzar a Dios, la Verdad, la Iluminación, debo permanecer célibe. Descuido la estructura total de la existencia humana, lo biológico, lo sociológico, etcétera. Esa decisión, obviamente produce un conflicto en mí, un conflicto sexual, el conflicto de mantenerme alejado de la gente y todo eso. Ese es uno de los factores de deterioro del cerebro: sólo estoy utilizando una parte de él. El propio factor de tomar un sector de mi vida y separarlo del resto, es un factor de deterioro. Por lo tanto, la opción y la voluntad son factores de deterioro. P: Y, sin embargo, son los dos instrumentos de la acción que tenemos. K: Eso es cierto. Examinémoslo. Toda nuestra vida está basada en estos dos factores: la discriminación o preferencia y la acción de la voluntad en la búsqueda de satisfacción. S: ¿Por qué la discriminación? K La discriminación es opción, es preferencia. Uno discrimina entre esto y aquello. Nosotros estamos tratando de ver cuál es el factor del deterioro, el factor fundamental del deterioro. Puede que también demos con algo diferente. Veo que la opción y la voluntad en acción, son los factores del deterioro, y si usted ve eso, entonces la pregunta es: ¿Existe una acción que no contenga en sí estos dos elementos, estos dos principios? P: Tomemos los otros factores, porque hay muchos otros factores; está lo heredado, también está el shock, por ejemplo. K: Si he heredado una mente torpe, estúpida, estoy acabado. Puedo acudir a diversos templos e iglesias, pero mis propias células cerebrales han sido afectadas. P: Entonces está el shock. K: ¿Y eso qué implica? P: La acción de la vida misma. K: ¿Por qué debería la vida misma producir un shock? P: Ocurre. K: ¿Por qué? Mi hijo muere, muere mi hermano. Ello produjo un shock porque yo nunca me di cuenta de que está muerto; es un shock neurológico. ¿Está usted empleando la palabra ‘shock’ en un sentido psicológico o físico? P: Es un shock físico, es un shock neurológico entrar en contacto real con el valor de algo que llega a su fin. K: Muy bien. Consideremos el shock -el shock físico, psicológico, emocional de perder súbitamente algo, de perder a alguien, el shock de quedarse solo, el shock de alguna cosa que súbitamente llega a su fin. Las células cerebrales reciben este shock. Entonces, ¿qué hará usted al respecto? ¿Es ese shock un factor de deterioro?


S: No, el modo en que respondemos al shock es el factor. P: ¿Puede uno responder con una quietud total? La mente ha registrado algo que ella es incapaz de comprender. Hay profundidades más allá de las cuales la mente no puede responder. Nosotros estamos aquí considerando el shock y las respuestas nuevas. ¿Hasta qué profundidad ha penetrado uno? K: Espere, Pupulji, vaya muy despacio. Mi hijo ha muerto, mi hermano ha muerto. Ese es un shock tremendo porque nosotros hemos vivido juntos, hemos jugado juntos. Ese shock ha paralizado la mente, y en verdad la paraliza por el momento. El factor importante es el modo en que la mente sale de ello. ¿Sale con una herida psicológica y con todas las implicaciones de la herida, o sale sin herida alguna? S: Yo puedo no saberlo. Conscientemente puedo decir que lo he resuelto. ¿Cómo sé que no queda ni un vestigio de la herida? D: Señor, ¿podría ser que en el caso del shock hay muerte, un cese completo para el patrón de la mente, y que el solo verlo termina con ello? K: Todo eso está implicado. Cuando mi hermano muere, o muere mi hijo, toda mi vida cambia. El cambio es el shock. Yo tengo que dejar esta casa, tengo que ganarme el sustento de otra manera, tengo que hacer una docena de cosas. Todo esto está involucrado en la palabra ‘shock’. Ahora pregunto si ese shock ha dejado una huella o herida. Si no ha dejado ni una sola huella, ni una sola herida, ni el más simple rasguño o sombra de dolor, entonces la mente sale de ello totalmente reanimada, totalmente nueva. Pero si ha sido lastimada, embrutecida por el dolor, entonces ése es un factor de deterioro. ¿Cómo, pues, ha de saber la mente que muy en lo hondo, muy en lo profundo, no se halla lastimada? ¿Cómo ha de saberlo conscientemente? P: Y si está lastimada honda, profundamente, ¿significa ello que no hay esperanza y que todo está acabado? ¿O existe un modo de borrar esa herida? K: Vamos a investigar eso, Pupulji. El shock es natural porque súbitamente he sido arrojado a la calle -metafóricamente hablando. Tanto desde el punto de vista neurológico como del psicológico. Tanto interna como externamente, toda la cosa ha cambiado. La pregunta es: ¿Cómo sale la mente de esto? ¿Sale lastimada o sale completamente purificada, sin herida alguna? Las heridas, ¿son superficiales o son tan profundas que la mente consciente no puede advertirlas en un momento dado y, por lo tanto, ellas seguirán repitiéndose y repitiéndose? Todo eso es un derroche de energía. ¿Cómo descubre la mente si se encuentra profundamente herida? P: Las heridas superficiales puede uno disolverlas, puede entendérselas con ellas, pero las heridas profundas... K: ¿Cómo se las entenderá con ellas? P: Hay brutalidad, hay muerte, hay violencia. K: No introduzca la violencia. ¿Cómo puede la mente dar con las heridas profundas? ¿Qué es una herida? P: Un dolor profundo. K: ¿Hay una herida profunda? P: Sí. K: ¿Qué entiende usted por herida profunda? P: Las heridas realmente profundas se deben a una crisis la naturaleza misma del ser está sobre el filo del dolor. K: Mi hermano muere, mi hijo muere; el marido, la esposa, quien sea. Ese es un shock. El shock es una especie de herida. Pregunto si la herida es muy profunda y qué es lo que entendemos por ‘muy profunda’.


P: Las profundidades del inconsciente son arrojadas a la superficie. K: ¿Qué cosa es arrojada a la superficie? P: El dolor. K: El dolor, del cual usted no era consciente y que el shock revela. Entonces, ¿el dolor estaba ahí, o estaba ahí la causa del dolor? P: La causa del dolor estaba ahí; la causa, de la que yo no era consciente. Viene el shock y me torna consciente de ese dolor. M: ¿Qué quiere usted decir cuando afirma que el shock crea el dolor? K: El dolor estaba ahí. Ese es uno de los factores. Mi hermano está muerto, es algo absolutamente final. No puedo hacerlo volver. El mundo se enfrenta a este problema, no solamente usted y yo, todos se enfrentan a este problema. Hay un shock; ese shock es una herida profunda. La causa de la herida, ¿estaba ahí desde antes y el shock sólo la ha revelado? ¿La herida estaba ahí porque yo nunca me había enfrentado a ella? Nunca me he enfrentado a la soledad. Nunca me he enfrentado al sentimiento de soledad que es uno de los factores de la herida psicológica. ¿Puedo, entonces, antes de que el shock se produzca, mirar la soledad? ¿Puedo, antes de que llegue el shock, saber qué es estar solo? Antes del shock, ¿puedo investigar este problema de la seguridad en algo, de la dependencia -que son todos los factores de la herida- de modo que cuando llegue el shock, todos esos factores hayan sido puestos en descubierto? Entonces, cuando el shock llega, ¿qué ocurre? No tengo herida alguna. Esto es verdad. M: ¿Qué es lo que hace que usted se prepare para ello? K: No me preparo. Observo la vida. Observo cuáles son las implicaciones del apego, o de la indiferencia, o del cultivo de la independencia a causa de que no debo depender. La dependencia produce dolor, pero cultivar la independencia también puede traer dolor. De modo que me observo, observo y veo que la dependencia, de cualquier clase que sea, debe inevitablemente producir una herida profunda. Por lo tanto, cuando el shock llega, la causa de la herida no existe. Ocurre una cosa por completo diferente. S: Puede suceder que, para evitar el surtimiento, hagamos todo eso que usted ha descrito. P: Señor, uno ha hecho todas esas cosas. Uno ha observado, ha investigado los problemas del apego. K: ¿Diría usted que el shock es ‘sufrimiento’? P: El shock parece tocar profundidades de mi ser que yo jamás había podido alcanzar antes, a las que no había tenido acceso. K: ¿Qué quiere decir con eso? Si usted ha pasado por la soledad, el apego, el temor, sin buscar la independencia o el desapego como opuesto del apego, entonces, ¿qué ocurre? Cuando llega el shock, el shock de la muerte, ¿qué sucede? ¿Es usted lastimada? P: Esa es una palabra sobre la que me gustaría explayarme más. Parece sacar a la luz todos los dolores que he tenido. K: Y qué significa eso? Usted no ha resuelto el dolor -no ha resuelto el dolor de la soledad. Tomo eso como un ejemplo. P: Lo que quiero preguntar es: ¿Hay una solución con respecto al dolor del apego, o lo que hay es una completa comprensión de cualquier cosa que eso sea, un despertar al proceso total del dolor? K: No. Mire, el sufrimiento es dolor. Nosotros utilizamos ese sufrimiento para ocultar la soledad, el apego, la dependencia, el conflicto. Utilizamos todo el campo que el hombre ha desarrollado para escapar del sufrimiento y


de las causas del sufrimiento -estamos empleando la palabra ‘sufrimiento’ para incluir todo eso. ¿O preferiría usted emplear la expresión ‘la totalidad del dolor’? La oculta y observable totalidad del sufrimiento -el dolor de un aldeano, el dolor y la pena de una mujer que ha perdido a su esposo, el sufrimiento de un hombre ignorante, iletrado, siempre en la pobreza; y el pesar del hombre, el dolor del hombre ambicioso, frustrado -todo eso es el sufrimiento, y el shock trae todo ese dolor, no sólo el suyo, a la superficie. ¿De acuerdo? ¿Qué ocurre? Que no sé cómo habérmelas con ello. Lloro, ruego y voy al templo. Esto es lo que ocurre. Espero encontrar a mi hermano o hijo en el plano astral. Lo hago todo tratando de escapar a esta tortura del dolor. ¿Por qué debe el shock revelar todo esto? P: Las raíces del dolor nunca han sido reveladas. K: Viendo a ese mendigo en el camino, al leproso, o al aldeano trabajando interminablemente sumergido en la pena, ¿por qué eso no ha conmovido la mente humana? ¿Por qué debe conmoverla el shock? P: ¿Hay un porqué? K: ¿Por qué ese mendigo no me produce un shock en lo personal, y en toda la sociedad? ¿Por qué eso no me conmueve? D: El shock ataca la estructura del dolor y hace que esa estructura actúe. K: Yo le formulo una pregunta simple. Usted ve al mendigo en el camino. ¿Por qué eso no es un shock para usted? ¿Por qué no llora? ¿Por qué lloro solamente cuando muere mi hijo? Vi a un monje en Roma... Lloré al ver el dolor de alguien atado a un poste llamado religión. Ahí nosotros no lloramos, pero lloramos aquí. ¿Por qué? Hay un ‘porqué’, obviamente. Es porque somos insensibles. B: La mente está dormida. El shock la despierta. K: Así es. El shock la despierta y nosotros estamos despiertos al dolor, que es nuestro dolor; no estábamos despiertos al dolor antes. Esto no es una teoría. P: No, señor, cuando usted hace una aseveración como ésa, yo estoy despierta al dolor, y no es una cuestión de mi dolor... K: Es dolor. Entonces, ¿qué hace usted con el dolor? El dolor es sufrimiento. ¿Qué es lo que ocurre? P: Es como una tormenta. Si uno está en medio de la tormenta, no pregunta ‘por qué’. Todo el dolor está en ella. K: Yo dije que no es su dolor; es el dolor. Yo sentí dolor cuando veía a aquel mendigo. Cuando vi a ese monje, lloré. Cuando vi a ese aldeano, me sentí torturado. Cuando vi al hombre rico, dije: “¡Dios mío, mira eso!” La sociedad, la cultura, la religión, toda la vida del hombre es también el dolor de perder a mi hermano. De modo que eso es el dolor. ¿Qué hago con el dolor? ¿Es profundo o es superficial? Usted dice que es muy profundo. A: Es muy profundo. K: ¿Qué entiende usted por ‘profundo’? P: Lo que entiendo por ‘profundo’ es que atraviesa todo mi ser. No es parcial; no opera solamente en una parte de mi vida. K: Usted dice: “Es muy profundo”. No lo llame profundo. No tiene medida. No es profundo ni superficial. El dolor es dolor. Entonces, ¿qué? ¿Permanece usted con él, carga con esta herida? B: No podemos escapar de él o sustituirlo.


K: Entonces, ¿qué haré con el dolor? ¿Ignorarlo? Vamos a investigar esto. ¿Acudo al analista para librarme del dolor, o leo un libro, o voy a Tirupati o a Marte a fin de desembarazarme del dolor? ¿Cómo me libraré de él? ¿Qué haré con él? P: Mi punto de vista es que uno debe permanecer quieto. K: Usted experimenta el dolor. Usted es ese dolor. Reténgalo. Usted está ahí. Lo sustenta, él es su bebé. Y entonces, ¿qué ocurre? Investiguemos, descubrámoslo. Yo soy ese dolor -el dolor del aldeano, el dolor del mendigo, el dolor de ese hombre rico que sufre agonías, el monje y todos ellos. Yo soy ese dolor. ¿Qué haré? B: En el estado de vigilia despierta, ¿no hay una transformación de este dolor? K: Eso es lo que quiero descubrir. S: En el momento de la muerte, todo se desbarata. K: En el momento de la muerte, unos pocos días después, todo mi sistema nervioso, biológico y psicológico está paralizado. No estoy hablando de ese momento. No volvamos otra vez a eso. Ahora aquello ya ha pasado. El bebé tiene un año de edad. Me he quedado con este dolor. ¿Qué haré? B: Cuando este cerebro opera sin inteligencia, el sufrimiento lo despierta. Aparentemente, el modo de operar del cerebro es muy poco inteligente. K: Una madre pierde a su hijo en Vietnam y, sin embargo, las madres no parecen entender que sus hijos podrían ser muertos a causa del nacionalismo, de los conceptos y las fórmulas. No se dan cuenta de ello. Eso es dolor. Yo me doy cuenta de eso por ellas. Sufro. Sufrimos. Hay sufrimiento. ¿Qué haré? Rad: Veré lo que eso es. K: Veo lo que eso es. Ese mendigo nunca llegará a ser un ministro, y ese monje está torturado por sus propios votos, por sus propias ideas de Dios. Veo todo eso, lo veo muy claramente. Ya no tengo que examinarlo más. ¿Qué haré con ello? M: La comprensión por la cual el dolor del mendigo y el dolor de otro se vuelve su propio dolor, es desconocida para nosotros. No todo el mundo puede ver el dolor del mendigo como su propio dolor K: Tengo ese dolor, ¿que haré? No me interesa si todo el mundo lo ve o no. Mucha gente no ve cosas. ¿Qué haré? Mi hijo ha muerto. P: Usted se encuentra en medio de ello. Yo hablo de ser contenido por ello, de estar dentro. K: Usted escuchó a aquel mendigo que cantaba la noche pasada. Era una cosa terrible. El hecho está ahí -el dolor, el sufrimiento. ¿Qué hará usted? M: Uno actúa, trata de cambiar la condición del mendigo. K: Esa es su idea fija. Usted quiere hacerlo a su manera y algún otro quiere hacerlo de una manera diferente, pero yo estoy hablando del dolor. Nos preguntábamos cuáles eran los factores de deterioro de las células cerebrales y de la mente. Dijimos que uno de los factores principales es el conflicto. Otro factor es la herida, el dolor. ¿Y cuáles son los demás factores? El temor, el sufrimiento y la persecución del placer -sea que lo llame Dios, servicio social, trabajo por el país... De modo que éstos son los factores del deterioro. ¿Quién va a actuar? ¿Qué he de hacer? A menos que la mente resuelva esto, su acción habrá de producir más sufrimiento, más dolor. P: El deterioro se acelerará. K: Ese es un hecho obvio. Hemos llegado al punto del dolor, de la herida psicológica, del sufrimiento, del temor y de la persecución del placer como unos pocos factores que producen deterioro. ¿Qué haré? ¿Qué hará la mente?


SWS: Al preguntar esto, la mente trata de convertirse en otra cosa que lo que es. K: Si ella está sumergida en el dolor, ¿como puede actuar? S: ¿Cómo se puede llegar a algo diferente? K: ‘Llegar a ser’ es otro factor de deterioro, porque en ello hay conflicto. Yo quiero ser alguna cosa; por lo tanto, el llegar a serlo consiste en evitar el dolor y, en consecuencia, hay conflicto. Entonces, ¿qué haré? He tratado de hacer labor en las aldeas, he intentado el trabajo social, el cine, el sexo y, no obstante, el dolor sigue ahí. ¿Qué haré? I: Tiene que haber un modo de hacer que el dolor se vaya. K: ¿Por qué debe irse? Todo lo que a usted le interesa es hacer que el dolor se vaya. ¿Por qué debería irse? No hay salida, ¿verdad? SWS: Uno tiene que vivir con él. K: ¿Cómo vive usted con algo que es dolor, que es sufrimiento? ¿Cómo vive usted con eso? Rad: Cuando dejo de hacer algo al respecto. K: ¿Es eso un hecho para usted, o lo dice meramente como una teoría? ¿Qué ha de hacer la mente con esa tremenda herida que es la causa del dolor, del sufrimiento, de esta eterna batalla que deteriora las células cerebrales? B: Uno debe tratar de vigilar eso. K: ¿Vigilar qué, señor? ¿Es mi sufrimiento, es mi dolor diferente del que lo vigila? ¿Lo es? ¿Es el dolor diferente del observador? Entonces, ¿qué ocurre? El observador dice: “Yo debo librarme del dolor”. Pero al fin de la jornada, el dolor sigue estando ahí. Ahora bien, ¿qué sucede cuando el observador es lo observado? M: Nosotros comenzamos por considerar cuál es el factor del deterioro. Hemos llegado a la conclusión de que el dolor es el factor del deterioro. Si no queremos el deterioro, no debemos sufrir dolor. Por lo tanto, es importante abolir el dolor, y no podemos decir: “Yo soy el dolor”, “Yo tengo que vivir con el dolor”. Esto es interminable. Debemos dejar de sufrir. Entonces, ¿cuál es el secreto de ello? Dígamelo usted. K: ¿El secreto de qué? Usted introduce palabras que nunca he usado. Yo empleo las palabras de acuerdo con el diccionario. Yo no quiero ser un muro en blanco que nada siente. M: La inmunidad no significa insensibilidad. K: Lo que todos queremos es desembarazarnos del dolor. Sería necio decir: “Debo tolerar el dolor”, y eso es lo que hace la mayoría de la gente; y porque toleran el dolor es que producen acciones neuróticas, como la de largarse a los templos, y cosas así. Por lo tanto, es absurdo decir que debemos tolerar el dolor. Por el contrario, sabiendo que el dolor es uno de los principales factores del deterioro, ¿cómo ha de terminarse con él? Señor, cuando el dolor termina, la mente se vuelve extraordinariamente apasionada; no es tan sólo una mente embotada y sin dolor. ¿Usted quiere el secreto de ello? M: ¿Conoce usted el secreto? K: Se lo diré. ¿Quiere saberlo? Abordemos esto de una manera diferente. ¿Es posible para una mente no ser lastimada jamás? La educación nos lastima, nos lastima la familia, la sociedad. Yo pregunto: ¿Puede la mente, viviendo en este mundo que causa tanto daño, no ser lastimada jamás? Usted me llama tonto. O usted me dice que soy un gran hombre. Me llama iluminado o sabio o viejo estúpido. Llámeme cualquier cosa; ¿puedo no ser afectado jamás? Es el mismo problema planteado de un modo diferente.


S: Hay una ligera diferencia. Allá el problema era el de haber sido lastimados y cómo resolver eso. Aquí, la pregunta es: ¿Existe una posibilidad de no ser lastimados jamás? K: Se lo estoy mostrando. Ese es el secreto. ¿Qué hará usted con todas las heridas que los seres humanos han acumulado? Si no resuelve este problema, haga lo que haga ello lo conducirá a más sufrimiento. Prosigamos. Acabamos de preguntar qué ocurre cuando el observador es lo observado. SWS: Tiene que haber una observación sin el centro. K: La observación sin el centro significa que solamente existe esa cosa que usted llama dolor. No hay una entidad que diga: “Yo debo sobreponerme al dolor”. Cuando no hay un observador, ¿hay dolor? Es el observador el que se siente lastimado. Es el centro el que se siente halagado. Es el centro el que dice que ha experimentado un shock. El centro es el que dice: “Yo conozco el dolor”. Entonces, ¿puede usted observar esta cosa llamada dolor, observarla sin el centro, sin el observador? Ese no es un estado de vacuidad mental. ¿Qué ocurre? M: El dolor modifica el sentimiento. K: ¿Qué quiere usted dar a entender al decir que el dolor modifica el sentimiento? Señor, ésta es una cosa muy difícil porque siempre estamos mirando al dolor desde un centro que, como el observador, dice: “Yo debo hacer algo”. Así, la acción se basa en el centro haciendo algo con respecto al dolor; pero cuando el centro es el dolor, ¿qué hace usted? ¿Qué hay ahí que deba hacerse? ¿Qué es la compasión? La palabra ‘compasión’ significa pasión. ¿Cómo adviene esa compasión? ¿Persiguiendo toda clase de actividades? ¿Cómo adviene? Cuando no existe el sufrimiento, lo ‘otro’ está ahí. ¿Significa eso algo para usted? ¿Cómo puede una mente que sufre conocer la compasión? M: El conocimiento de que hay dolor, es compasión. K: Perdóneme. Yo nunca dije que se vuelva compasivo. Estamos viendo el hecho, ‘lo que es’, que es el sufrimiento. Ese es un hecho absoluto. Yo sufro y la mente hace todo lo que puede para escapar de eso. Cuando no escapa, entonces observa. Entonces el observador, si observa muy muy atentamente, es lo observado, y ese mismo dolor se transforma en pasión, que es compasión. Las palabras no son la realidad. Por lo tanto, no escape del sufrimiento -lo cual no significa que deba volverse morboso. Viva con él. Usted vive con el placer, ¿no es así? ¿Por qué no vive con el sufrimiento completamente? ¿Puede vivir con él, en el sentido de no escapar de él? ¿Qué ocurre entonces? Observe con atención. La mente es muy clara, muy aguda. Se ha enfrentado al hecho. El propio sufrimiento transformado en pasión, es algo inmenso. De ello surge una mente que jamás puede ser lastimada. Punto final. Ese es el secreto. LA ENERGÍA Y LA PREPARACIÓN DEL TERRENO P: ¿Podríamos discutir uno de los principales bloqueos que existen para la comprensión, o sea, el factor de la actividad egocéntrica? K: Cuando hablamos del egocentrismo, tengamos presente que un centro implica una periferia. ¿Podemos decir que donde hay un centro hay una frontera, una limitación, y que toda acción debe estar dentro del círculo que constituyen el centro y la periferia? Esa es la actividad egocéntrica. P: ¿Cuáles son las fronteras del propio yo? K: Pueden ser ilimitadas o estar dentro de los límites, pero siempre hay una frontera. D: ¿Ilimitada? K: Usted puede empujarla tan lejos como guste. Mientras haya un centro, hay una periferia, una frontera, pero esa frontera puede expandirse. P: Señor, ¿significa eso que no hay límite para esta expansión?


K: Vayamos despacio. Cuando nos referimos a la actividad egocéntrica, eso es lo que implica: un centro y una periferia, una limitación, y toda acción tiene lugar dentro de ese círculo. Pensar acerca de uno mismo, progresar hacia algo, sigue siendo un movimiento del centro a la periferia. Donde hay un centro hay una frontera, y ese centro puede expandirse a sí mismo pero continúa estando dentro de esa frontera y, por lo tanto, toda acción tiene lugar dentro del círculo. Desde el centro uno puede extenderse tan lejos como le plazca, mediante el servicio social, el electorado democrático, o las dictaduras o tiranías -todo está dentro de esa área. A: ¿Puede haber alguna acción que no alimente un centro? Ese es el punto, señor. K: O, ¿puede no haber un centro? A: Señor, desde nuestra posición no podemos decir eso, porque nosotros partimos de un centro. Lo que podemos afirmar honestamente, realmente, es que sabemos que hay un centro, y que toda actividad -incluso el respiraralimenta ese centro. K: El punto es éste: La energía que se expande dentro de la circunferencia y el círculo, es una energía limitada, mecánica. ¿Sabe usted -no verbalmente sino realmente, internamente- que donde existe un centro tiene que haber una circunferencia, y que cualquier acción que tenga lugar dentro de esa área es limitada, fragmentada y, por tanto, es un desperdicio de energía? VA: Hemos estado discutiendo la circunferencia y el centro. El primer problema sería darnos cuenta de nuestro propio yo. K: Ese es el problema, señor. Somos entidades egocéntricas. Somos seres humanos egoístas, pensamos en nosotros mismos, en nuestras preocupaciones, en nuestra familia -nosotros somos el centro. Podemos trasladar el centro hacia la labor social, política, pero es el centro el que sigue operando. P: Es algo más sutil de verse, porque usted puede interesarse por alguna cosa en la cual sienta que el centro no está involucrado. K: Uno puede creerlo así. Soy ‘yo’ el que trabaja en favor de los pobres, pero sigo operando dentro de esta limitación. P: Señor, necesito cierta aclaración. No es el trabajo en favor de los pobres lo que usted está cuestionando, ¿verdad? K: No, es la identificación de mí mismo con el pobre, mi identificación con el país, con Dios, mi identificación con algún ideal y así sucesivamente; ése es el problema. Apa: Creo que lo que preguntó Pupulji era si este movimiento de la mente con sus hábitos, puede aquietarse. Este movimiento que se agota en la identificación, en las constantes actividades, este movimiento del centro a la periferia y de la periferia al centro, ¿puede ser silenciado? ¿Existe una energía que pueda afluir a borbollones y así silenciar o tornar irrelevante ese movimiento, hacerlo parecer una sombra? K: No entiendo muy bien esto. P: Es realmente así: nosotros lo hamos hecho todo para comprender la naturaleza de esta actividad egocéntrica; hemos meditado, hemos observado, pero el centro no cesa, señor. K: No, porque a mi entender estamos cometiendo un error. No vemos realmente, no percibimos con nuestro corazón, con nuestra mente, que cualquier acción dentro de esta periferia -del centro a la periferia o circunferencia, y después de la circunferencia al centro- no percibimos que este movimiento hacia atrás y hacia adelante, es un desgaste de energía, que debe ser limitado y tiene que ocasionar sufrimiento. Todo dentro de esa área es sufrimiento. No vemos eso.


P: Señor, si ello forma parte de nuestras células cerebrales, y si es la acción de nuestras células cerebrales la que ha de deshacer estas ondas en que estamos atrapados, que son en cierto sentido la existencia egocéntrica, entonces... K: No, Pupul, el cerebro necesita dos cosas: seguridad y un sentido de permanencia. P: Ambas cosas son provistas por el yo. K: Por eso es que éste se ha vuelto muy importante. Apa: Señor, el cerebro es una entidad física, mecánica en su hábito de buscar seguridad y permanencia. Entonces, ¿cómo se libra uno de estos hábitos, de estas operaciones mecánicas? Es a eso que Pupulji ha estado aludiendo. K: No deseo examinar eso, señor. Cualquier movimiento para librarse, sigue estando dentro de la periferia. ¿Existe una acción, un movimiento que no sea egocéntrico? P: Nosotros, por ejemplo, conocemos estados en los que parece como si el yo estuviera ausente, pero luego, si la semilla de la actividad egocéntrica se mantiene dentro de las células cerebrales, esta actividad volverá a repetirse otra vez. Entonces me digo: Tiene que haber otra energía, tiene que haber otra cualidad que pueda terminar con eso completamente. Apa: Nuestros cerebros son computadoras, y nuestros patrones de conducta, nuestras acciones están condicionadas y programadas de ese modo. Los circuitos de realimentación se están volviendo más y más complicados. Ahora bien, señor, ¿qué es esa energía? ¿Es atención? ¿Es silencio? ¿Es externa? ¿Interna? K: Nuestro cerebro está programado para funcionar del centro a la periferia, de la circunferencia al centro -en este movimiento hacia atrás y hacia adelante. Está programado para eso, está entrenado, condicionado para eso. ¿Es posible quebrar ese movimiento de las células cerebrales? P: ¿Existe una energía que, sin mi volición, habrá de terminar con ese movimiento? K: Este movimiento, este programa del cerebro que ha sido condicionado por milenios, ¿puede detenerse? Apa: ¿Y ‘descondicionarse’ así mismo? K: En el instante en que se detiene, uno ha quebrado el movimiento. Ahora bien; ¿hay una energía que no sea un movimiento egocéntrico, una energía que por ser sin motivo, sin causa, sería una energía infinita? P: Sí. Y, ¿es posible -planteo esto muy tentativamente- es posible investigar esa energía? K: Vamos a hacerlo. A: El único instrumento que tenemos es la atención. Por lo tanto, cualquier energía que usted postule debe manifestarse como atención. Yo digo que la atención es el único instrumento de que disponemos. P: Si se me permite expresarlo así, yo no quiero postular nada. Le estoy preguntando a Krishnaji algo que no le hemos preguntado antes. ¿Cómo lo pongo en palabras? K: Usted preguntó si existe una energía que no provenga del centro, una energía sin causa, una energía inagotable y, por lo tanto, no mecánica. Hemos descubierto algo. O sea, que el cerebro ha sido condicionado por milenios para moverse del centro a la circunferencia y de la circunferencia al centro, hacia atrás y hacia adelante, extendiéndose, limitándose y así sucesivamente. Y, ¿hay un modo de terminar con ese movimiento? Acabamos de decir que se termina cuando hay una detención, cuando uno desconecta el enchufe. Es decir que el cerebro cesa de moverse en esa dirección, pero si para ello ha habido alguna motivación, usted está de vuelta en el círculo. ¿Contesta eso su pregunta? O sea: ¿Puede el cerebro, que ha sido tan condicionado por miles de años para funcionar del centro a la periferia y de la periferia al centro, puede ese movimiento detenerse? Ahora bien, la próxima pregunta será: ¿Es eso posible? ¿Entiende? Creo que esa es una pregunta errónea. Cuando usted ve la necesidad de una detención, cuando


el cerebro mismo ve la necesidad de que cese el movimiento, éste se detiene. No sé si me estoy expresando con claridad. I: Sí. Pero luego comienza de nuevo. Eso detiene el movimiento por un rato, pero después éste principia otra vez. K: No, señor, en el momento que usted quiere que aquello se repita, está de vuelta en el centro. I: Es probable que yo desee producir una detención permanente. K: Eso es codicia. Si veo la verdad del hecho, en el instante en que hay una cesación de este movimiento, cuando el movimiento toca a su fin, la cosa se ha acabado. No es una detención continua. Cuando usted quiere que sea continua, ése es un movimiento del tiempo. Apa: El ver carece entonces de movimiento. El ver ha llegado a su fin. Ese ver, ¿es un movimiento del centro? K: Ver, observar el movimiento total del centro a la circunferencia, de la circunferencia al centro; ese movimiento es ‘lo que es’. Apa: Pero en ese ver no hay ningún centro. K: Por supuesto. I: Entonces, señor, ese ver está en un plano diferente, en una dimensión por completo diferente. K: Yo ‘veo’. Cuando uno está atento, sin preferencia alguna, hay percepción. Sólo presto atención completa a este movimiento. El programa se detiene. Dejémoslo, ya volveremos a eso. Pupul pregunta: ¿Existe una energía que no sea mecánica, que no tenga causa y que, por lo tanto, sea una energía que se está renovando constantemente a sí misma? VA: Esa es la energía de la muerte. K: ¿Qué quiere usted decir, señor? ¿Muerte en el sentido de un cese? VA: Un cese total. K: Usted quiere decir un cese total de la periferia... VA: De lo que conozco como el ‘mí mismo’. K: Sólo escuche. Usted dijo algo: que el cese total de este movimiento del centro a la circunferencia es, en cierto sentido, muerte. Luego, ¿es ésa la energía sin causa? VA: Es sin causa, señor. Llega, como la sangre al cuerpo. K: Comprendo. Pero, ¿se trata de una suposición, una teoría, o es una realidad? VA: Es una realidad. K: ¿Y eso qué significa? ¿Que no hay un centro desde el cual usted esté actuando? VA: Durante ese periodo en que la energía está ahí. K: No. No. Períodos no. VA: Hay un sentimiento de intemporalidad en esos instantes. K: Sí, señor. Entonces, ¿qué ocurre?


VA: Entonces regresa nuevamente el pensamiento. K: Y así está usted otra vez moviéndose del centro a la periferia. VA: Uno tiene miedo de que esa cosa tan particular ocurra, no es sólo el deseo de que se repita. Uno teme que eso tan singular vuelva a ocurrir nuevamente, porque es como la muerte total. K: Esa cosa ha ocurrido sin su invitación. VA: Sí. K: Ahora usted la está invitando. VA: No sé si la estoy invitando o si la temo. K: Temeroso de ella o invitándola, lo que sea, ello sigue estando dentro de este campo. Eso es todo. La otra pregunta es la que formuló Pupulji acerca de un viaje eterno. ¿Quiere usted discutir el kundalini? P: Sí, señor. K: Primero que nada, si ustedes realmente quieren discutir, dialogar acerca del kundalini, ¿estarían dispuestos a olvidar todo cuando han oído al respecto? ¿Lo harían? Estamos penetrando en un tema muy serio. ¿Están dispuestos a olvidar todo lo que han escuchado sobre ello, lo que los gurús les han dicho, a olvidar sus propios intentos de despertar el kundalini? ¿Pueden empezar en un estado de completo vacío? Entonces tienen ustedes que investigar no sabiendo realmente nada acerca del kundalini. Ya conocen lo que está sucediendo ahora en América, en Europa. Han abierto centros de kundalini, personas que dicen haber experimentado el despertar del kundalini. Hoy ya se interesan en eso los científicos. Tienen la sensación de que practicando ciertos ejercicios, respiración, etc., despertarán el kundalini. Todo ello se ha vuelto un negocio lucrativo que se pone en manos de personas terriblemente dañinas. I: Nosotros sólo queremos saber si existe una energía capaz de terminar completamente con el condicionamiento. K: En tanto exista la actividad egocéntrica, usted no puede alcanzar aquello. Es por eso que yo objeto cualquier discusión acerca del kundalini o lo que sea esa energía, porque no hemos hecho el trabajo preparatorio. No llevamos una vida de rectitud y queremos agregarle algo nuevo, y así es como continúa nuestro deterioro. VA: Aun después de despertar el kundalini, la actividad egocéntrica continúa. K: Yo cuestiono que el kundalini esté despierto. No sé qué significa eso para usted. VA: Señor, nosotros queremos verdaderamente comprender esto, porque a veces es una realidad. P: ¿Tiene usted conocimiento de una energía que actúa cuando cesa la actividad egocéntrica? Nosotros suponemos que esto es la fuente de esa energía infinita. Puede no serlo. K: ¿Está usted diciendo que al cesar este movimiento del centro a la circunferencia y de la circunferencia al centro, que el cese de eso... P: ...el cese momentáneo de eso... K: No, el fin de ello, el cese completo, ¿es la liberación de esa energía ilimitada? P: Eso no lo sé. K: Se lo estoy diciendo.


P: Lo cual es una cosa muy diferente de que lo diga yo. K: ¿Podemos poner la energía kundalini en su exacto lugar? Cierto número de personas tienen la experiencia de lo que ellos llaman kundalini, lo cual yo pongo en duda. Dudo si se trata de una realidad factual o si es alguna clase de actividad fisiológica que entonces se atribuye al kundalini. Esas personas viven una vida inmoral -en el sentido de una vida de vanidad, sexo, etc.- y después dicen que su kundalini está despierto. Pero continúan con la vida de todos los días, que es una vida egocéntrica. P: Señor, si vamos a examinar eso, veamos cómo opera en uno. El despertar del kundalini está vinculado a ciertos centros psíquicos localizados en determinadas partes físicas del cuerpo. Eso es lo que se dice. La primera pregunta que me gustaría formular, es si ello es así. La liberación de esta energía infinita, ¿tiene algo que ver con los centros psíquicos en las partes físicas del cuerpo? A: Antes de examinar eso, señor, ¿no es esencial averiguar si la persona que adquiere esa energía es incapaz de hacer daño? K: No, señor. Sea muy cuidadoso con esto. ¿Cómo podemos decir que alguien es incapaz de hacer daño? Dicen que muchos gurús de la India han hecho un daño tremendo engañando a la gente. A: Eso es lo que yo digo, señor. A menos que el corazón de la persona esté deparado de odio y que su sed de hacer daño se haya transmutado por completo, a menos que eso haya ocurrido, yo siento que esta energía no quede sino ocasionar más daño. K: Achyutji, la pregunta que Pupulji formula se refiere a la corriente aceptación del poder de esta energía que atraviesa diversos centros, a la liberación de energía y todo eso. A: Señor, antes de que formulemos esa pregunta, yo digo que en las tradiciones de la India hay una palabra que considero muy valiosa. Esa palabra es ‘adhikar’. Adhikar significa que la persona debe purificarse suficientemente antes de que pueda plantearse a sí misma esta pregunta. Es un problema de purificación. K: ¿Lo que dice es que a menos que haya una cesación de este movimiento del centro a la circunferencia y de la circunferencia al centro, la pregunta de Pupulji carece de validez? A: Así lo creo. Usaré otra palabra, la palabra budista ‘sheela’, que en realidad quiere decir lo mismo. La palabra ‘adhikar’ que emplean los hindúes y la palabra ‘sheela’ usada por los budistas, significan realmente la misma cosa. P: Yo doy por entendido que cuando uno formula la pregunta, hay una profundidad de conocimiento propio desde la cual uno está preguntando. No es posible investigar el propio yo, lo cual también libera energía, si la vida de uno no ha pasado por un cierto grado de balance interno; de otro modo, lo que dice K no tiene sentido. Cuando uno escucha a Krishnaji, lo recibe hasta la profundidad a que uno se ha expuesto a sí mismo; por lo tanto, pienso que es correcto formular la pregunta. ¿Por qué es esta pregunta más peligrosa que cualquier otra? ¿Por qué es más peligrosa que inquirir en la naturaleza del pensamiento, de la meditación, en lo que es esto, en lo que es aquello...? La mente que ha de comprender, comprenderá tanto esto como aquello. Y la mente que no ha de comprender, no comprenderá ni lo uno ni lo otro. La mente que necesita estropearlo todo, estropeará cualquier cosa que toque. K: A menos que su vida, su vida diaria, sea un modo de vivir completamente libre de egocentrismo, lo otro no tiene posibilidad de llegar. VA: Hay un surgimiento de energía -al principio es un deleite, después hay temor. S: Quisiéramos saber por qué esa energía causa temor. VA: El temor viene después. Uno experimenta la muerte, y todo se desvanece. Y de nuevo está uno vivo, y se sorprende de hallarse vivo otra vez. Nuevamente se encuentra uno con el mundo, con sus pensamientos, sus posesiones y deseos, y todo el mundo regresa lentamente.


K: ¿Llamaría usted a eso, señor, el despertar del kundalini? VA: No lo sé, señor. K: Pero, ¿por qué lo rotula como el despertar del kundalini? VA: Durante unos pocos días después de eso, por un periodo de un mes, toda la vida cambia. Desaparece el sexo, desaparecen los deseos. K: Sí, señor, comprendo. Pero de hecho, usted vuelve a eso otra vez. VA: Uno vuelve a eso porque no comprende. K: Eso es lo que estoy diciendo, señor. Cuando hay un retroceder nuevamente a algo, yo pongo en duda que usted haya tenido esa energía. P: ¿Por qué ha agitado tantas ondas esta cuestión? La mayor parte de la gente pasa por muchísimas experiencias psíquicas en el proceso del conocimiento propio. Uno también comprende -al menos lo ha comprendido por haber escuchado a Krishnaji- que todas las experiencias psíquicas, cuando aparecen, han de ser descartadas. K: ¿Eso está comprendido? La experiencia psíquica debe desecharse completamente. A: Nosotros no sólo les restamos importancia, sino que las desechamos. VA: De hecho, algunos cauces nuevos se han abierto en el cuerpo, y la energía fluye por esos cauces tan pronto es requerida. K: Señor, ¿por qué considera eso como algo extraordinario? ¿Por qué atribuimos un carácter extraordinario a esto? Puede ser -sólo estoy sugiriéndolo- que usted se haya vuelto muy sensible. Eso es todo. Muy agudamente sensible. VA: Tengo más energía. K: La sensibilidad tiene más energía. Pero, ¿por qué lo considera usted extraordinario, por qué lo llama kundalini, esto, aquello o lo de más allá? P: El verdadero problema es hasta qué medida su vida ha cambiado totalmente. Quiero decir que la única significación del despertar está en si hay una manera totalmente nueva de mirar, una nueva manera de vivir, de relacionarse. I: Señor, yo quiero preguntar algo. Dando por sentado que uno vive una vida holística, ¿existe algo como el kundalini? K: Señor, ¿vive usted una vida holística? I: No. K: Por lo tanto, no haga esa pregunta. P: Yo pregunto desde un punto de vista por completo diferente. Tal como se entiende, kundalini es el despertar de ciertas energías psíquicas que existen en determinados puntos del cuerpo humano, y se dice que es posible despertar las energías psíquicas mediante varias prácticas; y que entonces, a medida que las energías van pasando por estos diversos centros y estados psicofísicos, transmutan la conciencia. Y que cuando finalmente se abren paso, atraviesan y perforan la actividad egocéntrica. Este debe ser el significado básico de toda la cosa. Apa: La mescalina puede hacer eso; usted puede hacerlo.


P: Yo sólo le pregunto a Krishnaji si existe una energía que al despertar -no al ser despertada sino al despertar completamente- aniquila el centro. A: Toda la tradición del hatha yoga ha engendrado la creencia de que, manipulando estos centros, uno puede hacer cosas para sí mismo. Toda la idea se basa en una creencia errónea. P: Aniquilarlo todo. A: La de que deberíamos aniquilarlo. P: Como no parece posible seguir con esta discusión, ¿Puedo formular una pregunta? ¿Cuál es la naturaleza del terreno que requiere ser preparado a fin de que pueda recibir aquello que no tiene limites? K: ¿Está usted preparando el terreno del cerebro, de la mente, para recibirlo? P: Comprendo su pregunta. Pero a eso no puedo contestar ni sí ni no. K: Entonces, ¿por qué llamarlo energía e introducir la palabra ‘terreno’? Prepárese, trabaje en ello. Vivimos una vida de contradicción, conflicto, desdicha. Yo quiero descubrir si el sufrimiento puede terminar -la totalidad del sufrimiento humano- e investigar la naturaleza de la compasión. S: ¿Hay algún modo de vivir en el que la compasión forme también parte de la preparación del terreno? ¿Por qué formula usted esta pregunta, por qué necesita uno preparar el terreno? K: Yo digo que mientras usted tenga un motivo para preparar ese terreno a fin de recibir aquella energía, nunca la recibirá. S: ¿Cuál es el motivo, señor? Es la totalidad de la prisión. Ver la totalidad de la prisión y preguntar si existe alguna otra salida de esto, ¿es un motivo? Entonces, uno queda atrapado en un círculo vicioso, está en una trampa. K: No, usted no ha escuchado. Yo vivo una vida de tortura, desdicha, confusión. Ese es mi sentimiento básico; ¿puede eso terminar? No hay un motivo. S: Aquí no hay un motivo. Pero usted también formula una pregunta más. K: No, yo no tengo más preguntas, sólo esa primera pregunta. ¿Puede todo ese proceso terminar? Unicamente entonces puedo responder a las otras preguntas, que tienen un significado inmenso. P: ¿Cuál es la naturaleza del terreno de la mente humana que tiene que ser preparada para recibir lo otro? Usted me dice que ésa también es una pregunta errónea. Dice: “Estoy en conflicto, sufro y veo que una vida de conflicto y sufrimiento no tiene fin”. K: Eso es todo. Si esto no puede terminar, entonces las otras preguntas y la investigación y el querer despertar lo otro para aniquilar esto, constituyen un proceso equivocado. P: Obviamente. K: Es pedir que un agente externo venga y ponga orden en la casa. Yo digo que en el proceso de ordenar la casa, esta casa, hay muchísimas cosas que van a ocurrir. Usted tendrá clarividencia, los llamados ‘siddhis’ o poderes, etcétera. Todas esas cosas van a suceder. Pero si usted queda atrapada en ellas, no podrá proseguir más adelante. Si no queda atrapada en ellas’ los cielos están abiertos para usted. ¿Usted pregunta, Pupul, si hay un terreno que deba ser preparado, no con el fin de recibir aquello, sino que simplemente el terreno tiene que ser preparado? Prepárelo, trabaje en eso, limpie la casa tan completamente que no quede en ella ni un vestigio de escape. Después sí, podemos preguntar cuál es el estado del que todos estamos hablando. Si usted está haciendo eso, preparando el terreno, trabajando sin desmayo en la terminación del


sufrimiento, si está trabajando en ello y viene y dice que hay algo que se conoce como el poder del kundalini, entonces estoy dispuesto a escuchar. A: Señor, mi objeción anterior obedece al hecho de que en el texto Pradipika del hatha yoga, nosotros declaramos que esta investigación del kundalini se hace para fortalecerlo a uno en su búsqueda. K: Por el amor de Dios, Achyutji, ¿está usted trabajando para poner orden en la casa? A: Indudablemente. K: Entonces, ¿cuál es la pregunta? ¿Si existe una energía no mecánica, una energía infinita que se renueva a sí misma? Yo digo que existe. Sin ninguna duda. Pero no es lo que usted llama kundalini. El cuerpo debe ser sensible. Si uno está trabajando, poniendo la casa en orden, el cuerpo se vuelve muy sensible. El cuerpo tiene entonces su propia inteligencia, no la inteligencia que la mente le impone al cuerpo. Por lo tanto, el cuerpo se torna extraordinariamente sensible, no sensible a sus propios deseos o necesidades, sino que se vuelve sensible per se. ¿Correcto? Entonces, ¿qué ocurre? Si usted realmente quiere que yo lo investigue, lo haré. Yo cuestiono a la gente que habla de despertar el kundalini. Esas personas no han trabajado en lo otro pero dicen que han despertado el kundalini. Por lo tanto, pongo en duda su capacidad, su verdad. No soy contrario a ellos, sino que estoy cuestionando el hecho. Un hombre que come carne, que desea publicidad, que desea esto y aquello y dice que su kundalini está despierto..., yo digo que eso es un disparate. Tiene que haber una limpieza de esta casa todo el tiempo. Entonces Pupul pregunta: “¿Podemos hablar de la energía que yo siento debe existir?” -no teóricamente, sino que ella ha tenido una vislumbre, el sentimiento de esa energía, una energía que es infinita; y viene K y dice que sí, que una cosa así existe. Hay una energía que se está renovando a sí misma todo el tiempo y, por tanto, no tiene fin. Es un movimiento eterno. Yo digo que existe. ¿Qué valor tiene eso para el que escucha? Yo digo ‘sí’ y usted me escucha Y yo me pregunto qué valor tiene eso para usted. ¿Se dejará estar en eso y no pondrá en orden la casa? P: Eso quiere decir, señor, que para la persona que inquiere, lo esencial es la preparación del terreno -que significa la terminación del sufrimiento. K: Es la única tarea. Ninguna otra. Esa es la cosa más sagrada; por lo tanto, uno no puede invitarla. Y todos ustedes la están invitando. Poner en orden la casa requiere una disciplina tremenda, no la disciplina del control, de la represión y la obediencia, ¿entienden? Esa disciplina exige, en sí misma, una atención extraordinaria. Cuando ustedes prestan atención completa, verán que tiene lugar una cosa totalmente diferente, una clase de energía en la cual no existe repetición alguna, una energía que no está yendo y viniendo -no es como si uno la tuviera un día y un mes después ya no la tuviera. Ello implica mantener la mente por completo vacía. ¿Puede usted hacer eso? VA: Por un rato. K: No, no. Yo he preguntado: ¿Puede la mente mantenerse vacía? Entonces existe esa energía. Usted ni siquiera tiene que pedirla. Cuando hay espacio, la mente está vacía y, por tanto, llena de energía. Así, al limpiar la casa, al terminar con las cosas que contiene, con el sufrimiento, ¿puede la mente hallarse por completo vacía, sin ningún motivo, sin ningún deseo? Cuando uno está trabajando en esto, manteniendo la casa limpia, las otras cosas llegan naturalmente. No es usted quien está preparando el terreno para ello. Eso es la meditación. P: Y la naturaleza de eso es la transformación de la mente humana. K: Vea, como Saheb Apa decía, estamos programados por siglos de condicionamiento. Cuando el programa se detiene, ello toca a su fin. Si uno desconecta el enchufe de la computadora, ésta no puede funcionar más. Entonces, la pregunta es: ¿Puede ese centro, que es el egoísmo, terminar y no continuar repitiéndose y repitiéndose? ¿Puede ese centro terminar? Cuando eso se termina, no hay movimiento del tiempo. Es todo. Cuando el movimiento de la mente desde el centro a la periferia se detiene, se detiene el tiempo. Cuando no hay movimiento del egocentrismo, existe una clase por completo diferente de movimiento. LA RAÍZ CENTRAL DEL TEMOR


P: Usted ha dicho, Krishnaji, que la inteligencia es la máxima seguridad cuando nos enfrentamos al temor. El problema es el siguiente: En una crisis, cuando el miedo que brota del inconsciente lo inunda a uno, ¿dónde hay lugar para la inteligencia? La inteligencia exige negación de aquello que así se presenta. Ella exige escuchar, ver, observar. Pero cuando todo el ser es inundado por un miedo incontrolable, miedo que tiene una causa pero cuya causa no es inmediatamente visible, en ese estado, ¿dónde hay lugar para la inteligencia? ¿Cómo encara uno los temores primitivos, arquetípicos, que se hallan en la base misma de la psiquis humana? Uno de estos temores es la destrucción de la propia identidad, del sí mismo, el miedo de no ser. K: ¿Qué es lo que estamos explorando juntos? P: ¿Cómo trata uno con el temor? Usted todavía no ha respondido a eso. Ha hablado de la inteligencia y ha dicho que es la máxima seguridad. Y así es. Pero cuando nos inunda el temor, ¿dónde está la inteligencia? K: Usted está diciendo que en el momento de una gran oleada de temor la inteligencia está ausente. Y pregunta cómo puede uno habérselas con esa ola de temor en ese momento. ¿Es así? S: Uno ve el temor como si fueran las ramas de un árbol. Pero nosotros tratamos con esos temores uno por uno, y así no nos liberamos jamás del temor. ¿Existe una cualidad que ve el temor sin las ramas? K: K dijo: “¿Vemos las hojas, las ramas, o llegamos a la raíz misma del temor? S: ¿Podemos llegar hasta la raíz, a través de cada rama particular del temor? K: Investiguémoslo. P: A través de un solo temor, uno puede llegar a ver la totalidad del temor. K: Comprendo. Usted dice que hay temores conscientes e inconscientes, y que los temores conscientes se vuelven extraordinariamente intensos en ciertos momentos, y que en esos momentos no opera la inteligencia. Y pregunta: “¿Cómo puede uno enfrentarse a esas olas de temor incontrolable?” ¿Es eso? P: Esos temores parecen adoptar una forma material. Es algo físico que lo abruma a uno por completo. K: Que nos trastorna neurológicamente, biológicamente. Explorémoslo. El temor existe, en lo consciente o en las profundidades, cuando hay una sensación de hallarse solo, de haber sido abandonado completamente por los demás, una sensación de aislamiento total, de no ser, un sentimiento de absoluto desamparo. Y en esos momentos, cuando surge el miedo profundo, es obvio que la inteligencia se halla ausente y que sólo existe el miedo ingobernable, el miedo que no hemos invitado. P: Uno puede sentir que se ha enfrentado a los temores conocidos, pero está empantanado en lo inconsciente. K: Es lo que estamos diciendo. Discutámoslo. Uno puede tratar con los temores físicos, los temores conocidos. Los bordes exteriores de la inteligencia pueden habérselas con ellos. P: A esos temores uno puede incluso permitirles que florezcan. K: Y en ese florecer hay inteligencia. ¿Cómo trata usted, entonces, con lo otro? ¿Por qué el inconsciente -usaremos esa palabra ‘inconsciente’ por el momento- alberga estos temores? ¿O es que el inconsciente los invita? ¿Existen ellos en las profundidades tradicionales del inconsciente y éste los sustenta? ¿O se trata de algo que el inconsciente recoge del medio circundante? Entonces, ¿por qué el inconsciente alberga temores en absoluto? ¿Son ellos una parte heredada del inconsciente, de la historia racial y tradicional del hombre? ¿Se encuentran estos temores en los genes que heredamos? ¿Cómo encara usted este problema? P: ¿Podemos discutir lo segundo, o sea, eso de que el temor es recogido del medio circundante?


K: Ante todo, encaremos lo primero: ¿Por qué el inconsciente alberga temores en absoluto? ¿Por qué consideramos que las profundas capas de la conciencia son el depósito, el residuo del temor? ¿Es éste impuesto por la cultura en que vivimos, por la mente consciente que, incapaz de habérselas con el temor, lo ha empujado hacia abajo y, en consecuencia, éste permanece en el nivel de lo inconsciente? ¿O es que la mente, con todo su contenido, no ha resuelto sus problemas y teme no poder resolverlos? Yo quiero descubrir cuál es el significado del inconsciente. Usted dijo que llegan estas oleadas de temor, y yo digo que están siempre ahí, pero que en una crisis nos tornamos conscientes de ellas. S: Existen en la conciencia. ¿Por qué dice usted que están en el inconsciente? K: Ante todo, la conciencia está compuesta de su contenido. Sin su contenido, no hay conciencia. Uno de los contenidos es este temor básico, y la mente consciente jamás lo aborda; está ahí, pero la mente nunca dice: “Tengo que enfrentarme a él”. En momentos de crisis, esa parte de la conciencia se despierta y está atemorizada. Pero el miedo está siempre ahí. P: Yo no creo que sea tan sencillo. ¿No es el miedo una parte de la herencia cultural del hombre? K: El miedo está siempre ahí. ¿Forma parte de la herencia cultural? ¿O es posible que uno nazca en un país, en una cultura que no admite el miedo? P: No existe una cultura semejante. K: Por supuesto que no existe semejante cultura. Y entonces me pregunto: El temor, ¿forma parte de la cultura o es inherente al hombre? El temor es una sensación de no ser, tal como existe en el animal, como existe en toda criatura viviente; el temor a ser destruido. P: Es el instinto de conservación que toma la forma del temor. K: ¿Es que la estructura de las células, en su totalidad, tiene miedo de no ser? Ese miedo existe en toda criatura viviente. Aun la minúscula hormiga tiene miedo de no ser. Vemos que el miedo está ahí como una parte de la existencia humana, y que uno se torna extremadamente consciente de él en medio de una crisis. ¿Cómo se enfrenta uno a ello en ese momento en que se produce la oleada del temor? ¿Por qué esperamos la crisis? Sólo estoy preguntando. P: Uno no puede evitarlo. K: Espere un momento. Decimos que está siempre ahí, que forma parte de nuestra estructura humana. La estructura total del ser -la biológica, la psicológica- está atemorizada. El temor está ahí, forma parte de la más diminuta de las criaturas vivientes, de la célula más minúscula. ¿Por qué esperamos que venga una crisis y lo revele? Esa es una aceptación sumamente irracional del temor. Yo pregunto: ¿Por qué debo tener una crisis para enfrentarme al temor? P: De otro modo, éste no existe; puedo habérmelas inteligentemente con algunos temores. Uno afronta el miedo a la muerte, hay posibilidad de afrontarlo con inteligencia. Pero, ¿es posible enfrentarse inteligentemente a otros temores? K: Usted dice que puede afrontar estos temores inteligentemente. Yo pongo en duda que los afronte inteligentemente. Pongo en duda que uno pueda tener inteligencia antes de haber resuelto el temor. La inteligencia adviene únicamente cuando no hay temor. La inteligencia es luz, y usted no puede habérselas con la oscuridad cuando no hay luz. La luz existe solamente cuando no hay oscuridad. Yo cuestiono que usted pueda afrontar el temor inteligentemente, cuando el temor existe. Digo que no puede hacerlo. Podrá racionalizarlo, podrá ver su naturaleza, podrá eludirlo o rebasarlo, pero eso no es inteligencia. P: Yo diría que la inteligencia radica en una lúcida percepción del temor cuando éste surge, en dejarlo tranquilo, en no volverle la espalda, y entonces el temor se disuelve. Pero usted dice que donde está la inteligencia, el temor no surge. N: ¿No surgirá el temor?


K: Pero nosotros no le permitimos que surja. N: Yo pienso que el temor surge. Nosotros no lo dejamos florecer. K: Vea, yo estoy cuestionando por completo toda la respuesta a una crisis. El temor está ahí; ¿por qué necesitamos una crisis para despertarlo? Usted dice que se produce una crisis y uno se despierta. Una palabra, un gesto, una mirada, un movimiento, un pensamiento, son retos que, según usted dice, sacan a relucir el temor. Y yo pregunto: ¿Por qué esperamos que haya una crisis? Estamos investigando. ¿Sabe qué significa la palabra ‘investigar’? Significa ‘seguir la pista’. Por lo tanto, estamos siguiendo la pista, no decimos esto, aquello o lo de más allá. Seguimos la pista, y yo pregunto: ¿Por qué espero una crisis? Un gesto, una palabra, un pensamiento, una mirada, un murmullo, cualquiera de esas cosas es un reto. N: Yo no busco una crisis. De lo único que me doy cuenta es de que surge el temor y quedo paralizado. K: Se queda paralizado, ¿por qué? En consecuencia, para usted el reto es necesario. ¿Por qué no entra en contacto con el temor antes del reto? Usted dice que la crisis despierta el temor. En la crisis están incluidos un pensamiento, un gesto, una palabra, un murmullo, una mirada, una carta. ¿Es eso un reto que despierta al temor? Lo que yo me pregunto es: ¿Por qué no debería uno estar despierto al temor sin que haya un reto? Si el temor está ahí, debe hallarse despierto; ¿o está aletargado? Y si está aletargado, ¿por qué lo está? ¿Se asusta la mente consciente ante la posibilidad de que el temor pueda despertar? ¿Lo ha adormecido negándose a mirarlo? Vayamos despacio, estamos siguiéndole el rastro a un cohete espacial. ¿La mente consciente ha estado asustada de mirar el temor y, por lo tanto, lo mantiene quieto? ¿O el temor está ahí, despierto, y la mente consciente no quiere dejarlo florecer? ¿Admite usted que el temor forma parte de la vida humana, de la existencia? P: Señor, el temor no tiene una existencia aparte, independiente de la experiencia exterior, no existe sin los estímulos de la experiencia externa. K: Espere, yo cuestiono eso, no lo acepto. Usted dice que sin los estímulos externos, el temor no existe. Si eso es verdad para usted, tiene que serlo para mí, porque yo soy un ser humano. P: Yo incluyo en eso tanto los estímulos externos como internos. K: Yo no divido lo externo de lo interno; es todo un solo movimiento. P: El temor no tiene existencia aparte de los estímulos K: Usted se está alejando de la cuestión, Pupul. P: Usted pregunta: ¿Por qué no mira el temor, por qué no le hace frente? K: Yo me digo: ¿Debo esperar una crisis para que este temor se despierte? Eso es todo cuanto me pregunto. Si el temor está ahí, ¿quién ha hecho que duerma? ¿Es porque la mente consciente no puede resolverlo? La mente consciente se preocupa por resolverlo, y al no conseguirlo, lo pone a dormir, lo sofoca. Y cuando se produce una crisis, la mente consciente se ve sacudida y el temor aparece. De modo que me pregunto: ¿Por qué debe la mente consciente reprimir el temor? S: Señor, el instrumento de la mente consciente es el análisis, la capacidad de reconocimiento. Con estos instrumentos ella no puede enfrentarse adecuadamente al temor. K: No, no puede. Pero lo que se requiere es verdadera sencillez, no análisis. La mente consciente no puede afrontar el temor; por lo tanto, dice: “Quiero evitarlo, no puedo mirarlo”. Vea lo que usted hace: está esperando que venga una crisis para que ésta despierte al temor, y la mente consciente está todo el tiempo evitando la crisis. La evita razonando, racionalizando. En este juego somos maestros. Por lo tanto, me digo que si el temor está ahí, se halla despierto. Usted no puede hacer dormir una cosa que forma parte de nuestra herencia. La mente consciente sólo supone que ha hecho dormir al temor. Y esta mente es sacudida cuando ocurre una crisis. Por lo tanto, absorbe el temor de una manera diferente. Esto es todo cuanto quiero señalar. ¿Es correcto?


El temor básico es el de la no existencia, un sentimiento de miedo total a la incertidumbre, el temor de no ser, de morir. ¿Por qué la mente no saca a luz ese temor y se mueve con él? ¿Por qué debe esperar una crisis? ¿Son ustedes perezosos y, en consecuencia, no han logrado reunir la energía que se requiere para ir hasta la raíz de ello? ¿Es irracional lo que estoy diciendo? P: No, no es irracional. Estoy tratando de ver si es válido. K: Decimos que toda criatura viviente experimenta el temor de no ser, de no sobrevivir. El temor forma parte de nuestras células sanguíneas. Todo nuestro ser siente el temor de no ser, de morir, de ser destruido. Así es que el temor de no ser forma parte de toda nuestra estructura, tanto la biológica como la psicológica; y yo me pregunto: ¿Por qué es necesaria la crisis, por qué debe el reto volverse importante? Yo me opongo al reto. Quiero estar delante del reto, no detrás del reto. P: Uno no puede participar en lo que usted está diciendo. K: ¿Por qué no puede? Voy a mostrárselo. Sé que moriré, pero he intelectualizado la muerte, la he racionalizado. Por lo tanto, cuando digo que mi mente está mucho más adelante que la muerte, no lo está. Sólo lo está con el pensamiento -lo que no es estar mucho más adelante. P: Veamos si podemos captar la realidad de ello. Uno se encara con la muerte y siente que está un paso más adelante, pero uno se mueve y de pronto se da cuenta de que no se ha adelantado a la muerte. K: Comprendo eso. Todo es el resultado de un reto, tanto si tuvo lugar ayer como hace un año. P: Entonces la pregunta es: ¿Con qué instrumento, con qué energía, desde qué dimensión ve uno la realidad, y qué es lo que ve? K: Quiero ser claro. El temor forma parte de nuestra estructura, de nuestra herencia. Biológicamente, psicológicamente, las células experimentan el temor de no ser. Y el pensamiento dice: “Yo no voy a mirar esa cosa”. Y así, cuando se presenta el reto, el pensamiento no puede terminar con él. P: ¿Qué es lo que significa para usted: “El pensamiento dice: ‘No quiero mirar el temor’”? N: También quiere mirarlo. K: El pensamiento no puede mirar su propia terminación; sólo puede racionalizar al respecto. Lo que yo le pregunto es por qué la mente espera que haya un reto. ¿Es necesario? Si usted dice que es necesario, entonces lo está esperando. P: Yo digo que no lo sé. Solamente sé que aparece el reto y surge el temor. K: No, el reto despierta al temor. Atengámonos a eso. Y yo le pregunto: ¿Por qué espera que aparezca un reto para que este temor se despierte? P: Su pregunta es una paradoja. ¿Diría usted que no espera el reto pero que lo evoca? K: No, me opongo completamente al reto. Usted no entiende mi planteo. Mi mente no aceptará el reto en ningún momento. El reto no es necesario para despertar. Decir que estoy dormido que el reto es necesario para que me despierte, es una afirmación errónea. P: No, señor, no es eso lo que estoy diciendo. K: Por lo tanto, el temor está despierto. ¿Qué es lo que duerme, entonces? ¿La mente consciente? ¿O es la mente inconsciente la que se halla dormida y hay ciertas partes de la mente que están despiertas? P: Cuando yo estoy despierta, estoy despierta.


N: ¿Invita usted al temor? K: Si uno está despierto, no es necesario ningún reto. De modo que usted desecha el reto. Si, como dijimos, forma parte de nuestra vida el que debamos morir, entonces uno está despierto todo el tiempo. P: No todo el tiempo. Uno no es consciente del temor. Sin embargo, éste se encuentra ahí todo el tiempo debajo de la alfombra. Pero uno no lo mira. K: Digo que está debajo de la alfombra, lo levanto y lo miro. Está ahí. Eso es todo cuanto estoy diciendo. Está ahí y se halla despierto. De modo que no necesita un reto que lo haga despertar. Todo el tiempo siento el temor de no ser, de morir, de no alcanzar el éxito. Ese es el temor básico de nuestra vida, de nuestra sangre; y está ahí, siempre vigilando, montando guardia, protegiéndose a sí mismo. Pero está sumamente despierto. No duerme en ningún momento. Por lo tanto, el reto no es necesario. Lo que usted haga con respecto al reto y el modo en que lo aborde, eso viene luego. P: Ese es el hecho. A: Viendo todo esto, ¿no acepta usted el factor de la inatención? K: Yo dije que el temor está despierto. No estoy hablando de la atención. A: El miedo está activo, opera. K: Es como una serpiente en la habitación, está siempre ahí. Yo puedo mirar a otra parte, pero está ahí. A la mente consciente le preocupa el modo de enfrentarse al temor, pero como no puede hacerlo, se aparta. Entonces la mente consciente recibe un reto y trata de encararse con el temor. ¿Puede uno encararse con una criatura viviente? Eso no necesita un reto. Pero debido a que la mente consciente se ha cegado a sí misma contra el temor, el reto se vuelve necesario. ¿Correcto, Pupul? N: Cuando uno piensa en ello, eso es sólo un pensamiento; esa sombra sigue estando en la mente. K: Siga el rastro, no salte a conclusiones. Usted ha saltado a conclusiones. Mi mente no acepta el reto. La mente consciente no permitirá que el reto la despierte; ella está siempre despierta. Pero usted admite el reto. Yo no lo admito, él no está dentro de mi experiencia. La siguiente cuestión es: Cuando la mente consciente se halla despierta al temor, no puede invitar algo que está ahí. Vayamos paso a paso; no saque conclusiones a cada segundo. De modo que la mente consciente sabe que el temor está ahí totalmente despierto. Entonces, ¿qué es lo próximo que haremos? P: Ahí es donde radica nuestra insuficiencia. N: Yo estoy despierto. K: Usted confunde toda la cuestión. Es la mente consciente la que teme esto. Cuando se halla despierta, no está atemorizada. En sí misma no está atemorizada. La hormiga no está atemorizada. Si la aplastan, la aplastan. Es la mente consciente la que dice: “Siento temor de esto, de no ser”. Pero cuando uno se topa con un accidente, se estrella un avión, no hay temor. En el instante de la muerte, dice: “Sí, ahora sé qué significa morir”. Pero la mente consciente, con todos sus pensamientos, dice: “¡Dios mío, voy a morir, no quiero morir, no debo morir, me protegeré!” Esa es la cosa que tiene miedo. ¿Usted nunca ha observado a una hormiga? Jamás está asustada; si alguien la mata, muere. Ahora usted ve algo. N: Señor, ¿ha visto alguna vez una hormiga? Si uno pone un trozo de papel frente a la hormiga, ésta lo esquiva. K: Ella quiere sobrevivir, pero no está pensando acerca de la supervivencia. Volveremos a ello, entonces. El pensamiento crea el temor; es sólo el pensamiento el que dice: “Moriré, estoy solo, no me he realizado”. Véalo: ésa es la eternidad intemporal, es la verdadera eternidad. Vea lo extraordinario que ello es. ¿Por qué debo estar atemorizado, si el temor es una parte de mi ser? Sólo cuando el pensamiento dice que la vida debe ser diferente, hay


temor. ¿Puede la mente permanecer por completo inmóvil? ¿Puede ser completamente estable? Entonces surge esa cosa. Cuando esa cosa está despierta, ¿cuál es, entonces, la raíz central del temor? P: Señor, ¿eso le ha ocurrido a usted alguna vez? K: Varias veces, muchas veces, cuando la mente es completamente estable y no se retrae ante nada, cuando no acepta ni rechaza ni racionaliza ni escapa, cuando no hay movimiento de ninguna clase. Hemos llegado hasta la misma raíz de ello, ¿verdad? LA MENTE PARLANCHINA M: Yo quiero discutir el problema de la mente parlanchina. ¿Qué es lo que hace parlotear a nuestras mentes? ¿Dónde obtiene energía la mente y cuál es el propósito de ese parloteo? Es una operación constante. En todo momento, la mente está murmurando. P: ¿No es ésa la naturaleza misma de la mente? M: Eso no lo explica, no ofrece ningún remedio. P: Ella debe operar para existir. M: No es cuestión de ‘deber’. No hay tal ‘deber’. La mente parlotea todo el tiempo y la energía dedicada a ese propósito llena la mayor parte de nuestra vida. K: ¿Por qué parlotea la mente, cuál es el propósito de ello? M: No hay propósito alguno. Cuando observo al cerebro, veo que el parloteo ocurre solamente en el cerebro, es una actividad cerebral; una corriente fluye hacia arriba y hacia abajo, pero es caótica, carece de todo propósito o significado. El cerebro se desgasta a causa de su propia actividad. Uno puede ver que ello es agotador para el cerebro, pero el proceso no se detiene. K: ¿Vale la pena investigar esto? P: Si consideramos el proceso del pensamiento como algo continuo, sin principio ni final, entonces, ¿por qué deberíamos establecer diferencia entre el parloteo y el propio proceso del pensamiento? M: Nuestro estado de alerta o atención, se disipa totalmente en eso. Somos conscientes de algo que carece en absoluto de significado. Es una función neurótica del cerebro, y en ella se desperdician nuestro tiempo, nuestra percepción alerta, nuestra atención, todos nuestros mejores esfuerzas. P: ¿Diría usted que la actividad del pensamiento y el parloteo son significativos? K: Su mente parlotea; ¿por qué? M: Porque no puedo detenerla. K: ¿Es por hábito? ¿Es por temor de no hallarse ocupada con algo? A: Es un acto que está más allá de la voluntad. M: Aparece como una mera actividad automática. Simplemente está ahí, no hay sentimiento, no hay nada. K: Usted no ha entendido lo que quiero decir. Por lo visto, la mente necesita estar ocupada con algo. M: La mente está ocupada todo el tiempo.


K: La mente está ocupada con algo, y si no está ocupada, se siente ociosa, vacía y, en consecuencia, recurre al parloteo. Y lo que yo pregunto es justamente eso: ¿Se trata de un hábito, o es el temor de no estar ocupada? M: Es un hábito, un hábito profundamente arraigado. K: Yo dudo de que sea un hábito. P: Existe lo que llamemos el pensar significativo, el pensar dirigido, que es lógico, analítico, que se interesa en la solución de los problemas. El parloteo no es algo consciente. En un estado de inatención hay un movimiento continuo de la mente descargando reflejos, los que salen con la acumulación de los residuos que ella ha adquirido a lo largo de los años y que está expeliendo continuamente; y de pronto uno despierta y dice que la mente está parloteando. Nosotros concedemos importancia a lo que llamamos actividad significativa, como algo opuesto a lo que llamamos parloteo. ¿Es válida esta importancia? K: ¿Por qué está parloteando la mente? P: Parlotea; no hay un ‘porqué’ para ello. K: El quiere descubrir por qué parlotea. ¿Acaso es como el agua que fluye, como el agua que escapa del grifo? M: Es una fuga mental. P: Eso me indica a mí que mi mente no está activa. K: ¿Por qué objeta usted el parloteo de la mente? M: Es una pérdida de energía, una pérdida de tiempo; el sentido común dice que eso carece de utilidad. P: Nos encontramos de vuelta en el estado intermedio -no estamos ni aquí ni allá. Y no es sólo la mente parlanchina una señal de nuestra insuficiencia, sino también el darnos cuenta del parloteo. K: Deje a un lado por el momento, la atención, el darse cuenta. Yo sólo le pregunto por qué parlotea la mente. ¿Es un hábito, o la mente necesita hallarse ocupada con algo? Y cuando no está ocupada con lo que ella piensa que debe estar ocupada, llamamos a eso parloteo. ¿Por qué la ocupación no debería ser también el parloteo? Yo estoy ocupado con mi casa. Otro está ocupado con su dios, con su trabajo, con sus negocios, con su esposa, con su sexo, con sus hijos, con su propiedad. La mente necesita estar ocupada con algo y, por lo tanto, cuando no está ocupada puede experimentar una sensación de vacío y, en consecuencia, parlotea. Yo no veo ningún problema en esto. No veo la gran cuestión que esto pueda implicar, a menos que usted quiera detener el parloteo. M: Si el parloteo no fuera agobiante, no habría problema. K: Usted quiere detenerlo, quiere terminar con él. La pregunta no es, entonces, ‘por qué’, sino ‘para qué’. M: ¿Puede ponérsele fin a una mente que parlotea? K: ¿Puede llegar a su fin una mente que parlotea? Yo no sé a qué llama usted parloteo. Estoy inquiriendo. Cuando usted está ocupado con sus negocios, eso también es un parloteo. Quiero descubrir a qué llama usted parloteo. Yo digo que cualquier ocupación, conmigo mismo, con mi dios, con mi mujer, con mi marido, mis hijos, el dinero, la propiedad o la posición, la totalidad de eso es parloteo. ¿Por qué excluye todo eso y dice que lo otro es el parloteo? M: Yo sólo estoy hablando de lo que observo. P: Porque el parloteo de que hablamos carece de racionalidad. K: No tiene relación con su actividad cotidiana. No es un acto racional. Ese parloteo no está relacionado con la vida de todos los días. No tiene nada que ver con sus requerimientos corrientes y, por lo tanto, se produce lo que usted llama parloteo. Todos conocemos eso.


P: ¿Usted lo hace? K: No es lo que importa. No se ocupe de mí. A: Señor, nuestro pensar normal es coherente en relación con un contexto. El parloteo es esa actividad de la mente que no tiene coherencia con ningún contexto. Por lo tanto, decimos que carece en absoluto de significación, porque nosotros podemos abrirnos paso a través del contexto, pero cuando la actividad de la mente es inconexa, entonces carece de coherencia. K: El parloteo, ¿es un descanso para la mente? A: No, señor. K: Espere, espere, no tan rápido. Escuche, Achyutji, yo quiero plantearle lo siguiente: Usted está ocupado con su trabajo diario, consciente, racional, irracional, y el parloteo puede ser un alivio con respecto a todo eso. B: En ese caso, ¿guardaría el parloteo la misma relación que el sueño con respecto al estado de vigilia? K: No, yo no lo pondría de ese modo. Mis músculos han estado ejercitándose todo el día y me relajo; el parloteo puede ser una forma de relajación. A: Puede ser por completo irrelevante. Pero disipa energía. K: ¿Lo hace? A: La relajación no debe disipar energía. La relajación es una actividad que surge después de que uno ha agotado su energía, y entonces descansa. K: El parloteo, dice usted, es un desgaste de energía y por eso quiere detenerlo. A: No es cuestión de querer detenerlo. El problema consiste en que la mente que ha estado desperdiciando su energía en el parloteo, debe ser dedicada a algo útil. Uno puede practicar alguna clase de japa, pero eso será otra vez una cosa mecánica que no resolverá el problema. Volvemos a la cuestión de comprender cómo ocurre este proceso de continuo parloteo. No lo comprendemos en absoluto. Es algo que está más allá de la voluntad. K: ¿Cesaría su mente de parlotear si se hallara plenamente ocupada? Sólo escuche, señor. Si no hay un espacio vacío, si no hay espacio o si toda la mente está llena de espacio, ¿parloteará? No importa qué palabra utilice usted -espacio, llena, totalmente vacía, o sin ocupación alguna por completo. ¿Parlotea entonces la mente? ¿O el parloteo tiene lugar sólo cuando hay algún pequeño espacio que no está cubierto? ¿Entiende lo que quiero decir? Cuando la habitación está completamente llena, ¿puede haber movimiento alguno? Cuando la mente está completamente llena y no hay espacio, ¿puede haber en absoluto movimiento alguno como el que usted llama parloteo? No sé si estoy comunicando algo... M: Eso es hipotético. K: ...en el sentido de que nuestras mentes están en parte llenas, en parte ocupadas, y la parte que no se halla ocupada, está parloteando. M: Usted se identifica con la mente vacía. K: Yo no digo eso. Pregunto, quiero descubrir por qué parlotea la mente. ¿Es un hábito? M: Se parece a un hábito. K: ¿Por qué ha surgido el hábito?


M: Hasta donde nosotros sabemos, no hay razón alguna. K: Yo no me opongo a que la mente parlotee, pero usted objeta su parloteo. No estoy seguro de que eso sea un derroche de energía. ¿Es un hábito? Si es un hábito, entonces, ¿cómo ha de terminarse ese hábito? Eso es lo único que nos concierne. ¿Cómo se termina un hábito -cualquier hábito, el de fumar, el de beber, el de comer en exceso? M: A menos que uno sepa algo por propia experiencia, es como hablarle a un niño. Por lo general, el hábito se termina mediante el acto de mirarlo intensamente. K: ¿Se detiene el parloteo cuando usted lo mira intensamente? M: Eso es lo sorprendente, no se detiene. K: No estoy seguro de que no lo haga. Si uno observa intensamente el fumar, prestando atención a todo el movimiento del fumar, éste se marchita y muere. Entonces, ¿por qué no puede morir el parloteo? M: Porque es automático, y el fumar no es automático. K: ¿No es automático? Se ha vuelto automático. M: No hagamos referencia a los comienzas; no hay comienzas. Yo no puedo rastrear ningún comienzo en el parloteo. Este es extrañamente automático; es un estremecimiento automático del cerebro. Yo sólo veo al cerebro estremeciéndose, murmurando, y no puedo hacer nada. P: Todos los otros sistemas que tratan con este movimiento periférico del parloteo, dicen que debe cesar antes de que uno pueda pasar a hacer cualquier otra cosa. M: Y para terminar con él uno repite mantras, introduce cierta uniformidad, cierta monotonía en la mente. Pero el parloteo no es monótono, el contenido cambia. K: Eso es interesante: el contenido cambia. P: Es completamente inconexo. El problema básico es que, mientras el proceso del pensamiento llene la mayor parte de la conciencia, gobernará tanto al pensar como al parloteo. Yo no creo que sea posible librarse de uno y conservar al otro. A: Yo diría que hay una forma de abordar esto: Nuestra mente funciona en distintos niveles, y el parloteo es ese movimiento en el que todos estos niveles se mezclan. P: Yo no creo que sea de ese modo, Achyutji; no creo que los niveles se mezclen. El movimiento consciente del pensar ocurre cuando el pensador hace que el pensamiento elabore una premisa, y entonces se mueve lógicamente a partir de ahí. En el terreno de lo irracional, del parloteo, ocurren muchas cosas, muchas cosas que la mente racional no comprende. Pero yo me estaba preguntando si ambos movimientos no son contraparte el uno del otro, y si uno puede existir sin el otro. B: Aparentemente, nosotros objetamos el parloteo pero no objetamos la ocupación dirigida a un propósito. P: Eso es lo que estoy diciendo. Digo que mientras esto se encuentre ahí, lo otro también estará. A: Yo cuestiono eso. P: Discutámoslo. Yo me pregunto si esto no es un reflejo de lo otro. B: La mente conoce la ocupación dirigida, y también conoce el parloteo, un parloteo no direccional. ¿Conoce la mente el espacio o el vacío? P: ¿Dónde interviene el espacio?


B: Porque Krishnaji introdujo el espacio. P: No lo plantee de ese modo. Si lo uno existe, lo otro existirá. Eso es todo cuanto quisiera investigar. A: No. Para una persona es posible ser eficiente en la realización de cualquier simple tarea hacia la cual se orienta. Esa es la actividad dirigida. Usted dice que cualquier persona que es capaz de realizar una actividad dirigida, también debe soportar todo el tiempo la extravagancia del parloteo. P: La actividad dirigida no implica una función estrictamente tecnológica; también está la actividad psicológica que es dirigida. Mientras la actividad psicológica, emocional es dirigida, la otra continúa. A: Vea, la actividad dirigida puede entenderse o como una proyección del centro, o como algo que refuerza el centro. Por lo tanto, la actividad dirigida puede ser rastreada hacia una fuente; esa fuente es un centro o la actividad crea la fuente. K: ¿Cómo detiene usted el parloteo? Eso es lo que a él le interesa. P: Si puedo proseguir esto con Achyutji, él dice que es posible que pueda haber dentro de la mente un estado de pensar dirigido en ambos niveles, tanto en el funcional como en el psicológico; y también está el parloteo. A: Esa es una actividad dirigida. Conozco su origen, conozco su propósito. P: Una actividad dirigida... ¿Realmente conozco su origen? A: Así es como el centro se sustenta a sí mismo. Este es el centro. P: Cuando yo quiero explorar y encontrar la raíz de ello, no encuentro ni la raíz ni el origen. A: Yo tampoco los encuentro. Digo que ésta es una actividad que se sustenta a sí misma, y que gracias a ella el centro se nutre y fortalece. Hay aquí un cauce de movimiento que ni siquiera parece estar relacionado con lo Otro, M: Por tanto, usted divide el fluir de la mente en parloteo y no parloteo. P: ¿Cómo sabe usted eso? K: El dice que el parloteo es un desperdicio de energía. D: ¿Por qué dice usted eso? ¿Cómo lo sabe él? K: Oh, sí. ¡Es tan irracional, tan ilógico, tan desordenado, está completamente fuera de lugar! D: ¿Acaso no sabemos que todo esfuerzo irracional termina en nada? K: Espere, espere. M: Acertado o equivocado, ¿por qué escoger? Hay tres movimientos de la mente: el intencional, el no intencional y el mixto. Yo no tengo queja alguna contra el intencional; mi desacuerdo es con el no intencional. ¿Puedo eliminar el movimiento no intencional? K: Eso es todo lo que nos concierne. Mi mente parlotea. Yo quiero volverme hacia cualquier cosa que detenga ese parloteo. Quiero detenerlo porque veo que es irracional, de mal gusto. ¿Cómo he de terminar con ese parloteo? M: Todo cuanto yo puedo hacer es mirarlo. Siempre que logro mirarlo, se detiene.


K: Pero dentro de un rato volverá. Yo quiero detenerlo para siempre. Entonces, ¿cómo voy a hacerlo? En vez de estar ocupado con un movimiento dirigido, intencional, ahora me ocupo de detener el parloteo. Quiero dedicarme a esto. B: Yo no objeto el estar ocupado con el dinero, con cien diferentes clases de cosas. Pienso que todo eso está bien. ¿Por qué parlotea la mente desdichada? Yo quiero detener eso. A: Mirar la actividad dirigida me ayuda a entender el proceso del ego -el centro- y cómo todo eso llega a limitarlo a uno. La exploración siempre conduce a un poco más de claridad. K: Achyutji, yo quiero detener el parloteo; veo que éste es un desperdicio de energía. ¿Qué he de hacer? ¿Cómo he de detenerlo para siempre? P: Yo siento que mientras uno esté observando cualquier proceso de la mente, sea ésta una acción dirigida o no, está en la trampa. K: ¿Por qué objeto el parloteo? Usted dice que está malgastando energías, pero uno malgasta energías en diez direcciones diferentes. Señor, yo no objeto el hecho de que mi mente parlotee. No me importa gastar un poco de energía, porque estoy gastando energía en múltiples direcciones. ¿Por qué objeto el parloteo? M: Porque desperdicio energía. K: Por lo tanto, usted es contrario al desperdicio de energía con respecto a una clase particular de ocupación. Yo objeto el desperdicio de energía en cualquiera de sus formas. M: Ese es un punto cuestionable. ¿Qué es un desperdicio de energía y qué no lo es? A: También me gustaría cerciorarme de que no estamos esquivando un problema muy difícil. P: Hay dos maneras de considerar esto; una es decir: “¿Cómo puedo resolver el problema?” La otra: “¿Por qué establece uno diferencia entre lo que está y lo que no está dirigido a un propósito?” A: Yo no objeto eso. K: Frydman lo objeta. M: En todo caso, siempre que mi mente se encuentra en un estado de parloteo, hay angustia, hay desesperación. K: Señor, atengámonos a una sola cosa cada vez. Usted dice que es un desperdicio de energía. Nosotros malgastamos energía de muchísimos modos. M: Ese es un modo de lo más desagradable. K: Usted no quiere el desperdicio desagradable de energía, pero aceptaría el agradable. M: Por supuesto. K: Por lo tanto, sólo está objetando el desperdicio de energía que es desagradable. Yo abordaré esto de una manera diferente: No me interesa si mi mente parlotea o no. Lo importante no es si hay un movimiento dirigido, intencional o no intencional, sino que la mente sea estable, firme como una roca, y entonces el problema no existe; la mente no parlotea. Déjela que parlotee. P: Yo tengo que hacerle una pregunta: ¿Primero está usted alerta y después habla? ¿Percibe usted, se da cuenta de la formación de las palabras en la mente? K: ¿Qué es esto? Espere, espere, quédese con eso. Quisiera abordar el problema de un modo muy diferente. Cuando la mente es por completo estable como una roca, entonces, si una palabra la atraviesa, si alguien derrama algo sobre


ella, o si un pájaro la estropea, la mente limpia todo eso. Es el único modo en que yo lo abordaría: descubrir si la mente es firme como una roca; entonces una pequeña onda, una ligera lluvia, un pequeño movimiento, carecen de importancia. Pero usted aborda esto desde el punto de vista de intentar detener el desperdicio de energía, el desperdicio irracional, involuntario; y yo digo que, intencional o no intencional, el desperdicio se está produciendo en usted todo el tiempo y en todos los aspectos. Para mí el problema es muy simple: ¿Es la mente por completo estable? Yo sé que la mente parlotea. Sé que hay desperdicio de energía en múltiples direcciones -intencional o no intencional, consciente o inconsciente- y digo: déjelo en paz, no esté tan terriblemente preocupada al respecto, mírelo de una manera diferente. P: Su mente, ¿opera de algún modo en base al pensamiento y a las palabras que se mueven a través de la mente? K: No. P: ¿Sus células cerebrales emiten alguna uez palabras que indiquen la existencia de una mente que parlotea? M: El no sabe qué va a decir la próxima vez, pero dice algo y ello tiene sentido. Hay aquí un hombre que está completamente vacío. P: Entonces, ¿su conciencia está realmente vacía? K: Esto no nos va a llevar muy lejos. Dejémoslo. B: Señor, usted aborda la cuestión desde dos posiciones diferentes. En una dice: “Miren la fragmentación, miren lo que sucede”. Después, súbitamente da un salto y dice: “Déjenlo estar”. Y pregunta si hay una mente que sea imperturbable. K: Yo no creo que pueda terminarse con el problema del parloteo de otra manera. B: ¿Qué relación hay entre las dos formas de abordar el problema? K: No creo que haya ninguna. Mire, la mente está parloteando y nosotros hemos discutido eso por media hora, lo hemos considerado desde diferentes puntos de vista. La mente todavía continúa en ello fragmentariamente, queriendo resolver el problema mirándolo y por diversos medios. Yo escucho todo eso y digo que ésta no parece ser la respuesta, que ello no parece completar el cuadro; y veo que es así porque nuestras mentes son tan inestables. La mente no ha logrado arraigar muy hondo en la profunda estabilidad interna y, por lo tanto, parlotea. Así que puede ser eso. No he saltado fuera de ‘lo que es’, le he prestado atención. B: Usted no ha saltado fuera; nosotros hemos abordado nuestros fragmentos, mientras que usted ha reunido toda la cosa en conjunto. K: Así es como yo operaría si mi mente estuviera parloteando. Sé que eso es un desperdicio de energía. Lo miro y entonces interviene en ello otro factor: el hecho de que mi mente no es en absoluto estable. Por lo tanto, yo investigaría eso antes que el parloteo. P: Cuando usted dice: “Si mi mente parloteara, yo investigaría el hecho de que ella no es estable”, ¿cómo abordaría ese hecho? ¿Investigar qué? K: Eso constituiría mi interés, no el parloteo. Veo que mientras la mente no sea estable, tiene que haber parloteo. Por consiguiente, no me ocupo del parloteo, sino que voy a averiguar cuál es el sentimiento y la cualidad de una mente por completo estable. Eso es todo. Me he alejado del parloteo. M: Usted se ha alejado de ‘lo que es’ para ir hacia ‘lo que no es’. K: No. No me he movido hacia ‘lo que no es’. Sé que mi mente parlotea. Ese es un hecho. Sé que eso es irracional, involuntario, no intencional, un desperdicio de energía; también sé que estoy malgastando energía de diez modos diferentes. Reunir toda la energía que se desperdicia, es imposible. Usted derrama mercurio y hay centenares de


gotitas por todos lados. Reunirlas es también un desgaste de energía. Veo, pues, que debe haber una manera diferente. No siendo estable, la mente parlotea. Ahora pregunto: ¿Cuál es la naturaleza y estructura de la estabilidad? M: En mí no hay estabilidad. K: No lo sé. Voy a averiguarlo. Voy a llegar a ello, a descubrirlo. Usted dice que la estabilidad es el opuesto de la inestabilidad o inquietud mental. Yo digo que la estabilidad de la mente no es el opuesto de la inestabilidad, porque el opuesto contiene siempre su propio opuesto. Por lo tanto, ella no es el opuesto. Comencé con el parloteo y veo el desperdicio de energía; y también veo que la mente desperdicia energía de muchos modos y que no puedo reunir todos esos desperdicios de energía y hacer de ellos una cosa total. Por lo tanto, dejo de lado ese problema. Lo comprendo, puede ser que el parloteo continúe, que continúe todo el desgaste de energía en diferentes direcciones mientras la mente no sea firme como una roca. Esa no es una aseveración verbal. Es la comprensión de un estado que ha surgido al descartar la investigación de cómo reunir la energía desperdiciada. No me intereso en el desperdicio de energía. M: Yo entiendo que cuando existe el estado en que la mente es firme como una roca, entonces no habrá desperdicio de energía. K: No, no. B: Siempre ha existido ese problema con nosotros: lo negativo es transformado en positivo por la mente. Usted dirá que lo negativo no se transforma naturalmente a sí mismo. Pero, ¿qué haría usted al respecto? K: No lo sé. Eso no me interesa. P: Pero usted también dice que ése sería su interés. B: Cuando él dice que lo negativo es lo positivo, quiere decir que la observación negativa es instantáneamente la positiva. Lo negativo pasa por este proceso. K: La atención es aplicada en una dirección diferente. En vez de preocuparse por el modo de detener el desgaste de energía, la atención se dirige ahora a la comprensión de lo que significa ser firme, estable. B: Pero ésa no es una dirección mental. K: No, es obvio que no; no es una dirección verbal. Considero que esto es realmente muy importante. ¿Cuál es la naturaleza de una mente estable? ¿Podemos discutir eso, no la descripción mental de una mente estable? M: ¿Habla usted de ser momentáneamente estable? K: El dijo: “¿Es eso temporal o permanente?” A mí no me gusta la palabra ‘permanente’. P: Pero, ¿cuál es la naturaleza de una mente estable? K: ¿No la conoce usted? M: Gracias a usted, todos nosotros la conocemos. P: Yo también diría eso; sin embargo, ello no detendría ni el parloteo ni el proceso del pensamiento. K: El dijo que el mar es muy profundo, muy estable, hay unas pocas olas que vienen y van, y uno no se preocupa; pero si se preocupa, entonces permanece ahí. P: Cuando uno se descubre a sí mismo permaneciendo ahí, lo único que puede hacer es ver que está ahí.


K: Y usted ve eso y lo descarta. No promovamos tanta agitación al respecto. Como lo señaló Balasundaram, lo negativo se transforma instantáneamente en lo positivo cuando uno ve. Lo falso se convierte instantáneamente en lo verdadero. El ver es la roca; el oír o el escuchar es la roca. EL CENTRO Y LA DUALIDAD K: ¿Qué es la dualidad? ¿Existe en absoluto la dualidad? A: Por supuesto que existe. K: Yo no lo daré por sentado. No conozco nada de Vedanta, Advaita o de teorías científicas. Estamos comenzando de nuevo, sin conocer las hipótesis de otros, que pueden ser de segunda mano. Elimínelas todas. ¿Existe la dualidad? Aparte de la dualidad factual -hombre/mujer, luz/oscuridad, alto/bajo- ¿existe alguna otra dualidad? S: La dualidad del ‘yo’ y del ‘tú’ está estructurada dentro de nosotros. K: ¿Existe la dualidad aparte de la obvia dualidad hombre/mujer, oscuridad/luz, etc.? Quiero dejar en claro que todos estamos hablando de la misma cosa. No tengo la presunción de ser superior, quiero descubrir si existe la dualidad, la dualidad psicológica. Es obvio que externamente hay dualidad -árboles altos, árboles bajos, colores diferentes, distintos materiales y así sucesivamente. Pero en lo psicológico sólo existe ‘lo que es’, y debido a que no somos capaces de resolver ‘lo que es’, inventamos ‘lo que debería ser’. En consecuencia, hay dualidad. Desde ‘lo que es’ -el hecho- hay una abstracción hacia ‘lo que debería ser’ -el ideal. Pero sólo existe ‘lo que es’. D: Se dice que ‘lo que es’, es dualístico. K: Espere, señor. Quiero averiguarlo. Yo sólo conozco ‘lo que es’ y no ‘lo que debería ser’. P: Para mí, ‘lo que es’ es la dualidad. K: No. Pero usted está condicionada para la dualidad, ha sido educada para la dualidad, y funciona psicológicamente en la dualidad. S: El punto de partida es una posición dualística. Ello puede deberse a muchos factores. K: Eso es lo que quiero investigar: si esta actitud dualística hacia la vida ha surgido porque la mente no ha sido capaz de resolver realmente ‘lo que es’. A: Hasta donde podemos verlo, el bebé recién nacido no llora solamente por la leche materna, por el alimento. Llora cada vez que lo dejan solo. La dualidad es la expresión de mi propia insuficiencia interna a causa de lo que soy. Esto comienza así desde el principio de la vida. P: Forma parte de la herencia racial. S: ¿Cuál es la naturaleza de ‘lo que es’? K: Eso es lo que quiero averiguar. Si puedo comprender ‘lo que es’, ¿por qué tendría que haber dualidad? S: ¿Cuál es el instrumento con el que comprendo? B: ¿El problema surge porque no hay contacto con ‘lo que es’? Se da por sentada la dualidad porque hay muy poco contacto con ‘lo que es’. K: Eso es lo que quiero descubrir. ¿Qué es la dualidad? ¿Es una medida? B: La dualidad es una comparación.


P: Es el sentimiento del ‘yo’ como algo separado del ‘no yo’. K: Esa es la causa básica de la dualidad. Entonces, ¿qué es el ‘yo’ que dice que usted es diferente? ¿Qué es el ‘yo’? A: El centro, el cuerpo. M: El cerebro. P: Yo formulo esa pregunta y, observando el movimiento del ‘yo’, descubro que éste no es algo tan factual como la silla o la mesa o el cuerpo. En sí mismo carece de existencia. K: Puedo decir algo? Quizá suene absurdo, pero para mí no existe la dualidad. Hay hombre/mujer, luz/oscuridad. No estamos hablando de esa clase de dualidad. La dualidad existe sólo como el ‘yo’ y el ‘no yo’, el espacio entre el ‘yo’ y el ‘tú’, el centro como el ‘yo’ y el centro como el ‘tú’. El centro del ‘yo’ lo mira a usted y hay una distancia entre el ‘yo’ y el ‘usted’. La distancia puede ser expandida o reducida. Este proceso es la conciencia. ¿No están de acuerdo conmigo? Quiero ser claro, quiero comenzar despacio. B: Esta distancia cercada es la conciencia. M: La distancia está en la conciencia. K: No, señor, hay distancia entre usted y yo sentado aquí, la distancia física. Luego, está la distancia que la mente ha creado, que es el ‘yo’ y el ‘usted’. El ‘yo’ y el ‘no yo’, el ‘usted’ y la distancia, eso es la conciencia. D: Uno debe distinguir entre lo físico y lo psicológico. S: ¿Es el ‘yo’ una entidad concreta? P: Por eso digo que esta investigación acerca de quién es el ‘yo’, es difícil. S: Nosotros comenzamos por preguntarnos qué es la dualidad -el ‘yo’ y el ‘no yo’ el centro. K: El espacio entre este centro y ese centro, el movimiento entre este centro y ese centro, el movimiento vertical u horizontal, es la conciencia. P: ¿Es eso todo? K: Sólo estoy empezando. A: Señor, usted ha sugerido dos centros: este centro que se encuentra con otro centro. No hay otro centro, señor. K: Estoy llegando a eso. Vaya despacio, paso a paso. El otro centro es inventado por este centro. A: No lo sé. Yo digo que aun sin el otro centro, aparece la distancia. S: Achyutji, el ‘yo’ crea el ‘no yo’. Este se halla implicado en el proceso del ‘yo’. K: Si yo no tengo centro, no hay otro centro. Quiero cuestionar toda la estructura de la dualidad. No la acepto. Ustedes la han aceptado. Nuestra filosofía, nuestro juicio, todo está basado en esta aceptación. El ‘yo’ y el ‘no yo’ y todas las complicaciones que de ello se derivan; y ahora quiero, si es que puedo, cuestionar toda la estructura de la dualidad. De modo que el ‘yo’ es el único centro. De ahí procede el ‘no yo’, y la relación entre el ‘yo’ y el ‘no yo’ inevitablemente produce conflicto. Sólo existe el centro en el cual se origina el otro centro, el ‘tu’. Creo que eso es bastante claro; al menos, lo es para mí. No lo acepten ustedes. M: ¿Cómo surge este centro? Debido a que tengo este centro, creo el otro centro...


K: Estoy llegando a eso. No quiero contestar esa pregunta todavía. En el estado de vigilia, el centro crea el otro centro. En eso se origina todo el problema de la relación y, por consiguiente, surgen la dualidad, los conflictos, el intento de superar la dualidad. Es el centro el que crea esta división. Veo que en el estado de vigilia, a causa de que hay un centro, su relación estará siempre fragmentada, dividida. La división es espacio y tiempo, y donde hay espacio y tiempo como división, inevitablemente tiene que haber conflicto. Eso es simple, claro. Por lo tanto, durante el estado de vigilia veo que lo que ocurre todo el tiempo es un proceso de ajuste, comparación, imitación, violencia. Y cuando el centro se duerme, mantiene la división incluso cuando está durmiendo. SWS: ¿Qué entiende usted al decir que el centro se duerme? K: Nosotros no sabemos qué es ese estado. Vamos a investigar eso. S: En la conciencia de vigilia, el experimentador es el centro. K: El experimentador es el centro, el centro es la memoria, el conocimiento que siempre está en el pasado. El centro puede proyectarse al futuro, pero sigue teniendo sus raíces en el pasado. D: El centro es el presente, yo no conozco ni el pasado ni el futuro. K: Si usted tiene un centro, nunca puede decir eso. D: Hasta donde ello concierne a mi identidad, el pasado y el futuro son sólo acreciones externas, nada tengo que ver con ellas. Yo soy el presente. A: Usted es el hijo del pasado, es el heredero de todo cuanto pertenece al pasado. D: De ningún modo. Esa es una hipótesis. ¿Cómo conoce usted el pasado? K: El idioma que usted está hablando, el inglés, es el resultado del pasado. P: Si uno existe, existe lo otro. D: Esa es una teoría. A: ¿Cómo puede eso ser una teoría? El hecho mismo de que usted haya nacido, implica que es el hijo del pasado. D: Yo no conozco el pasado, yo no conozco el futuro. P: Si uno está libre de ambos, tanto del pasado como del futuro, entonces no hay problema. Hablemos de la gente a la que sí preocupa el pasado. D: Soy una muy pequeña no entidad con un sentimiento de ser ‘yo mismo’. Nada sé acerca del pasado o del futuro. A: El ‘yo’, ¿no es creado y producido por la totalidad del pasado: mi padre, mi abuelo...? ¿Cómo puedo negar eso? Mi conciencia misma está compuesta por el pasado. P: Está el pasado personal, racial. Mire, Deshpande, yo recuerdo la discusión de ayer y esa discusión interviene en mi modo de discutir las cosas hoy. D: Mi posición es: Nada sé acerca del pasado o del futuro; son una acreción. A: Deshpanji, cuando usted dice: “Yo soy el presente”, tenga la bondad de considerarlo. ¿Quiere decir que solamente es este momento, sin pasado ni futuro? ¿Es ésa una teoría o es un hecho? Si es un hecho, usted se halla en estado de samadhi K: Espere un momento, señor. Estemos tranquilos. Usted habla inglés; ésa es una acreción. ¿Qué es el centro que acrece?


D: Llamo ‘yo’ a ese centro, pero nada sé al respecto. K: Por lo tanto, el centro que ha acumulado, es el ‘yo’. D: El acumulador y lo acumulado no son lo mismo. K: ¿Quién es el centro que está acumulando? ¿Existe un centro sin acumulación? El centro, ¿es diferente de la cosa que él ha acumulado? D: No puedo responder a eso. M: Todo eso es el contenido de la conciencia. K: Dijimos que el contenido de la conciencia es la conciencia. Si no hay conciencia, no hay acumulación. M: Yo no dije eso. K: Lo dije yo, con eso comenzamos. M: El contenido de la conciencia es la conciencia. Eso quiere decir que cuando no hay contenido, no hay conciencia. K: Eso es lo que significa. D: Por consiguiente, ello quiere decir que hay una conciencia no dual. K: No, no. Esa es una especulación. Aténgase a aquello con lo que empezamos: la conciencia es su contenido; el contenido es la conciencia. Este es un hecho absoluto. A: Señor, en cualquier momento dado, este ‘yo’ es incapaz de gobernar el campo total de la conciencia como su propia esfera de percepción. En mi percepción, yo no veo la totalidad del campo. K: Porque existe un centro. Cuando hay un centro, hay fragmentación. P: El ‘yo’ sólo opera mediante un proceso de pensar que es fragmentario. K: Eso es todo. A: Lo que yo pensaba es que el contenido de la conciencia tiene que formar parte de mi campo de percepción. ¿Acaso no es así? P: Si formara parte de mi percepción, entonces todo el contenido de la conciencia es la conciencia, y no hay ninguna otra cosa. Entonces me quedaría con la conciencia, permanecería ahí. Pero estoy sentado frente a usted y digo: Muéstreme el modo. Y usted continúa diciendo: “En el momento en que pregunta por el modo, jamás conocerá el modo”. Y nosotros seguimos pidiéndole que nos muestre el modo. S: El primer punto es que nosotros experimentamos sólo fragmentariamente y no la conciencia total. K: Eso es lo que estoy diciendo. Mientras haya un centro tiene que haber fragmentación, y la fragmentación es el ‘yo’ y el ‘tú’ y el conflicto que se produce en esa relación. S: ¿Considera usted que este centro y la conciencia son idénticos, o el centro es un fragmento de la conciencia total? K: El centro es el contenido de la conciencia.


S: Entonces, ¿la conciencia misma está fragmentada? P: Usted dice que este centro es tiempo/espacio, y también parece postular la posibilidad de ir más allá del campo constituido por el espacio/tiempo. Lo que opera es el centro, y éste es incapaz de ir más allá. Si pudiera hacerlo, el tiempo y el espacio dejarían de ser el contenido de la conciencia. K: Empecemos de nuevo. El contenido de la conciencia es la conciencia. Eso es irrefutable. El centro es el hacedor de los fragmentos, y el centro se torna consciente de los fragmentos cuando éstos se agitan o entran en acción; de lo contrario, el centro no es consciente de los otros fragmentos. El centro es el observador de los fragmentos. El centro no se identifica a sí mismo con los fragmentos. De ese modo, siempre existen el observador y lo observado, el pensador y la experiencia. Por lo tanto, el centro es el hacedor de los fragmentos y el centro trata de juntar todos los fragmentos e ir más allá. Uno de los fragmentos dice ‘duerme’ y el otro dice ‘manténte despierto’. En el estado en que uno se mantiene despierto, hay desorden. Durante el sueño, las células cerebrales tratan de producir orden, porque uno no puede funcionar eficazmente en el desorden. S: El cerebro trata de producir orden. Ese proceso, ¿es dualístico o no dualístico? K: Se lo mostraré. Las células cerebrales exigen orden. De lo contrario, no pueden funcionar. En esto no hay dualidad. Durante el día hay desorden porque el centro está ahí, el centro es la causa de la fragmentación; el centro conoce la fragmentación solamente por los fragmentos; él no es consciente de la totalidad de los fragmentos y, por lo tanto, no hay orden; en consecuencia, vive en desorden. El centro es desorden. Aunque diga: “Yo debo experimentar el orden”, está viviendo en el desorden, en la confusión. No puede hacer ninguna otra cosa que crear desorden, porque funciona sólo en la fragmentación. ¿De acuerdo, señor? A: Sí, señor. Es así. K: Las células cerebrales necesitan orden; de otro modo, se vuelven neuróticas, destructivas. Ese es un hecho. Las células cerebrales están siempre exigiendo orden, y el centro está siempre creando fragmentación. Las células cerebrales necesitan orden. Este orden es negado cuando hay un centro, porque el centro está siempre creando destrucción, división, conflicto y todo eso, lo cual es una negación de la seguridad, una negación del orden. No hay dualidad. Este proceso prosigue todo el tiempo. Cuando el cerebro dice: “Yo debo tener orden”, eso no es dualidad. A: ¿Son esos dos movimientos independientes? P: Yo siento que nos estamos alejando de la cosa que es tangible para nosotros. K: Esto es muy tangible. P: No es tangible. Las células cerebrales que buscan el orden, no son algo tangible. K: Se lo mostraré en un minuto. S: Pupulji, todo el mundo físico, a pesar del caos, mantiene un orden extraordinario. Está en la naturaleza misma del universo mantener el orden. P: El sentido del tiempo que tienen los científicos, no es una cosa real para nosotros. Las células cerebrales en busca de orden, no significan una realidad para nosotros. Puede ser, pero yo no lo sé. Usted se aleja de un hecho para ir a otro hecho que está más allá de nuestra comprensión. K: Pupulji, ambos vemos el punto. Donde hay un centro, tiene que haber conflicto, fragmentación, tienen que existir todas las formas de división entre el ‘tú’ y el ‘yo’, pero es el centro el que está creando esta división. ¿Cómo lo sabe usted? P: Porque lo he observado en mi misma. K: ¿Verbalmente o de hecho?


P: De hecho. K: El centro es el hacedor de los fragmentos. El centro es el fragmento. Todo este campo es desorden. ¿Cómo se da cuenta usted de este desorden? P: Lo he visto. K: Espere, usted no está contestando mi pregunta. Perdóneme. Yo le pregunto: ¿Cómo se da cuenta usted de este desorden? Si es el centro el que advierte que él es el desorden, entonces sigue siendo el desorden. P: Veo eso. K: Usted ve que cuando el centro advierte que esto es desorden, entonces crea una dualidad como orden y desorden. Por lo tanto, ¿de qué modo observa usted el desorden? ¿Sin el centro o con el centro? Si es una observación con el centro, hay división. Si no es el centro el que observa, entonces sólo hay desorden. P: O hay orden. K: Espere. Por favor, vaya despacio. Cuando es el centro el que advierte que hay desorden, entonces hay división, y esta división es la esencia misma del desorden. Cuando el centro no está ahí advirtiéndolo, ¿qué ocurre? P: Entonces no hay centro; no hay desorden. K: Por lo tanto, ¿qué ha ocurrido? No hay desorden. Ese es un hecho. Eso es lo que exigen las células cerebrales. P: Cuando uno introduce aquello, quita esto. Ahora prosigamos. K: Deténgase ahí. Por lo tanto, he descubierto algo: que el centro crea el espacio y el tiempo. Donde hay espacio y tiempo, tiene que haber división en la relación y, por consiguiente, desorden en la relación. Habiendo desorden en la relación, ésta crea más desorden, porque tal es la naturaleza misma del centro. No sólo hay desorden en la relación; hay desorden en el pensamiento, en la acción, en las ideas. P: Quiero hacerle una pregunta: ¿Cuál es el hecho? ¿La percepción del orden o...? K: Uno se da cuenta únicamente del desorden. Sólo escuche. Yo también estoy tanteando con suma cautela, usted comprende. Veo que el centro es el origen del desorden dondequiera que se mueva: en la relación, en el pensamiento, en la acción, en la percepción. Siempre está el percibidor y lo percibido; por lo tanto, dondequiera que el centro opere, se mueva o funcione o tenga su impulso básico, tiene que haber división, conflicto y todo lo demás. Donde está el centro, hay desorden. El desorden es el centro. ¿Cómo se da usted cuenta de ello? ¿Es el centro el que advierte el desorden, o sólo hay desorden? Si no existe un centro que se percate del desorden, hay orden completo. Entonces, obviamente, los fragmentos dejan de ser, porque no hay un centro que esté produciendo los fragmentos. P: En ese sentido, cuando los fragmentos existen, la realidad es el fragmento. Cuando los fragmentos dejan de existir, la realidad es no factual. Por tanto, no hay división. Usted está de vuelta en la posición vedantista. K: Rehuso aceptar eso. P: Se lo estoy planteando. A: Yo diría que cuando usted sostiene que el ‘yo’ es el origen y centro del desorden, o que el centro es el origen y es el desorden, eso para mí es un hecho. Cuando usted dice que si no hay un centro que observe ese desorden... K: No. Yo pregunté: ¿Quién está observando el desorden? Achyutji, vea esto. No existe una conciencia del orden. Y ésa es la belleza del orden. P: ¿Qué significa para usted la palabra ‘realidad’?


K: Nada. P: ¿Qué quiere decir con eso? Me gustaría explorar esa palabra ‘nada’. K: Cuando la realidad es alguna cosa1, no es consciente de sí misma. A: El campo del conocimiento es el campo de la irrealidad. K: No, tenga cuidado, señor. Sólo espere un momento. Dejemos eso ahora. Examinemos la cuestión del sueño, porque ése es, aparentemente, uno de los fragmentos de nuestra vida. ¿Qué son los sueños? ¿Cuál es la matriz de la estructura de los sueños? ¿Cómo acontecen? I: Ocurren cuando los deseos no se realizan durante el día. K: Usted dice, pues, que durante el día yo deseo algo y eso no se ha cumplido, no se ha llevado a cabo, no ha sido resuelto. En consecuencia, el deseo continúa. P: ¿Por qué nos vamos tan lejos? El pensamiento es un proceso incesante y sin comienzo, expelido por las células cerebrales. Del mismo modo, hay un período en que la mente se halla por completo dormida; es otra forma del mismo proceso de propulsión. K: Es exactamente la misma cosa. El movimiento del día continúa. Por lo tanto, sigue actuando el centro, que es el factor del desorden, que crea desorden durante el día; el movimiento que se convierte en lo que son los sueños -simbólicos o de otra clase-, es el mismo movimiento. M: Usted continúa diciendo que el centro es el origen del desorden. K: El centro es el desorden, no el origen. M: El sentimiento del ‘yo’ es un anhelo constante en procura de orden. No hay nadie que vaya a crearlo, y yo estoy en este mundo implorando orden, buscando orden, y toda la dualidad ya está dada, no es una dualidad creada. K: No, lo siento. M: Yo encuentro que es así. Yo no deseo la dualidad. K: Esta búsqueda misma es dualidad. Toda nuestra vida es ir en busca de la no dualidad. M: Yo sé que todo lo que hago es por el orden. El orden puede ser temporario, un pequeño orden insignificante, pero aun así no hay un gesto, no hay una postura de la mente que no aspire al orden -sea que uno esté comiendo, bebiendo o durmiendo. Ello también hace posible la vida. Por lo tanto, el caos es algo que me ha sido impuesto, me han obligado a aceptar el desorden. Esa es mi observación. Si usted dice que no es así entonces mi observación y la suya difieren. P: En todas las observaciones, nos hemos sentado con Krishnaji y hemos observado al yo en funcionamiento, y la naturaleza del yo ha sido revelada. M: No, eso es sólo una hipótesis. Estamos jugando con las palabras. La mente es incapaz de coordinar todos los factores. En esto no hay nada que pueda llamarse revelación, señor. No hay nadie que nos lo diga. P: Estoy de acuerdo. Es el propio proceso de la observación de uno mismo el que lo revela. No es que alguien se lo diga a usted.

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En inglés, nada es nothing: no-thing (no-cosa) y something some-thing (alguna cosa) N. del T.


K: Quien les habla dice que este centro es el origen del desorden. El movimiento de la vida diaria continúa en el sueño. Es el mismo movimiento, y los sueños son la expresión de ese ‘yo’. Cuando me despierto, digo: He tenido sueños. Eso es sólo un medio de comunicación; los sueños son el ‘yo’, los sueños no están separados del centro que ha originado este movimiento, este desorden. El próximo factor es el sueño profundo. Cuando usted está profundamente dormido, ¿es consciente de ello? S: ¿Quién es consciente de que ha habido un sueño profundo? Uno no es consciente del sueño profundo. Usted no dice: “He tenido un sueño profundo extraordinario”. Puede que diga: “No he tenido sueños, tuve un dormir apacible”. P: Eso es realmente decir que uno ha dormido bien. M: Yo me doy cuenta plenamente de que no tengo pensamientos, de que no tengo conciencia cuando estoy profundamente dormido. K: En ese caso, todo cuanto puedo decir es: “He dormido muy bien, no he tenido sueños”. ¿Cómo investiga uno ese estado sin sueños, un estado al que usted acaba de llamar sueño profundo? ¿Lo hace mediante la mente consciente, o mediante una teoría o repitiendo lo que alguien ha dicho al respecto? ¿Cómo lo examina usted? S: El sueño tiene que revelarse a sí mismo. De lo contrario, uno no puede investigar el otro estado. K: ¿Por qué quiere usted investigarlo? S: Porque quiero saber si se trata del mismo estado. P: Hay un estado de hallarse ‘despierto’ y un estado de ‘sueño profundo’. SWS: Conforme a mi propia experiencia, cuando hay un dormir sin sueños, no existe el centro. Después, el centro vuelve y recuerda que he dormido sin soñar nada; y el centro comienza a operar otra vez. S: El sueño profundo es un sueño sin centro alguno. K: ¿Por qué no hablamos solamente de lo que es conocible? P: Pero usted quería investigar el sueño profundo. ¿Es posible investigar el sueño profundo? D: Yo sólo veo un hecho: durante el sueño no hay centro. K: Ese caballero dijo que el sueño profundo significa que no hay centro. M: El sueño profundo implica una muy baja intensidad de conciencia. P: Yo pregunté si es posible investigar el sueño profundo. K: ¿Qué entiende usted por ‘investigar’? ¿Puedo yo investigar, puede el centro investigar? Uno ve una película en el cinematógrafo y no se identifica con ella, no forma parte de ella; está meramente observando. S: ¿Qué es aquello que está observando sin identificarse? K: No hay nadie que observe. Sólo hay observación. S: Lo que Pupul pregunta es: ¿Puede el sueño profundo ser investigado? K: Comprendemos eso. ¿Puede ser revelado, puede ser expuesto, puede ser observable? Yo digo que sí. ¿Puedo observarlo a usted, sólo observar, sin nombrar? Por supuesto, es posible. El observador es el centro, el observador es el pasado, el que divide; el observador es el espacio entre usted y yo.


P: Ante todo, uno debe poseer las herramientas, los instrumentos con los cuales esto sea posible. Para ello uno ha de tener un estado de lucidez, de percepción alerta. Sólo cuando existe este estado de percepción alerta o jagriti, ello es posible. K: ¿Existe una observación de este desorden sin que sea el centro el que advierta que hay desorden? Si eso puede ser resuelto, he resuelto todo el movimiento que ello implica. ¿Qué es el orden? Dijimos que el centro nunca puede ser consciente del orden. Entonces, ¿qué es ese estado? ¿Qué es, entonces, la virtud en la cual no hay conciencia de que uno es virtuoso? Lo que el hombre acepta tradicionalmente como virtud, es una práctica. La vanidad que practica la humildad, sigue siendo vanidad. Entonces, ¿qué es la virtud? Es un estado en el cual no hay conciencia de que se es virtuoso. Sólo estoy explorando. Si el centro es consciente de que tiene humildad, eso no es humildad. La virtud es un estado de la mente donde ésta no tiene conciencia de que es virtuosa. Por lo tanto, ello echa por tierra todas las prácticas, todos los sadhanas. Ver el desorden no desde un centro, es orden. Usted no puede ser consciente de ese orden. Si es consciente de él, eso es desorden. LA NATURALEZA DE LA DESESPERACIÓN P: ¿Podemos examinar las raíces de la desesperación? Este es un problema muy real en nuestra vida. En cierto sentido, la raíz del dolor es la raíz de la desesperación; tiene que ser de la misma naturaleza. K: Me pregunto qué es la desesperación. Nunca la he sentido; por lo tanto, tenga la bondad de comunicármela. ¿Qué es lo que usted entiende por ‘desesperación’? P: Un sentimiento de absoluta futilidad. K: ¿Es eso? ¿Un sentimiento de absoluta futilidad...? Yo lo pongo en duda. No es realmente eso. ¿Llamaría usted desesperación al no saber qué hacer? R: La ausencia total de sentido y significación. ¿Es eso lo que usted quiere decir? FW: Yo quisiera sugerir: “Un estado de esperanza paralizada”. P: La desesperación, en cierto sentido, nada tiene que ver realmente con la esperanza. K: ¿Está relacionada con el dolor? ¿Es autocompasión? Estoy preguntando, no estoy sugiriendo. P: No es autocompasión. La autocompasión está circunscripta a su propia dimensión. K: Estarnos investigando. ¿Está relacionada con el dolor? ¿Está el dolor relacionado con la desesperación y el sentimiento de una profunda autocompasión que no puede encontrar una salida? P: Yo siento que estas descripciones son limitadas. K: Son limitadas, pero las ampliaremos. ¿Diría usted que la desesperación es el fin del camino, que en ella se alcanza el extremo de la cuerda? Si no hay algo cerca, usted mira a alguna otra parte, pero eso no significa desesperación. FW: Yo podría imaginar que la madre cuyo hijo muere, está desesperada. K: No es del todo así. Yo no llamaría desesperación a eso. Consideraría que está más relacionado con el dolor. P: ¿No hemos conocido todos la desesperación? K: No lo sé, estoy preguntando. Dígamelo. P: Hay un total y absoluto sentimiento de futilidad


K: No, Pupul. En lugar de ‘futilidad’ use una palabra más significativa -‘futilidad’ es tan futil- expréselo de otro modo. R: Yo pienso que es el extremo de la cuerda. K: El extremo final de la esperanza, el cese de la búsqueda, el cese de la relación. ¿Alguno más conoce la desesperación? FW: Yo pienso que es un muro en blanco. K: Un muro en blanco no es desesperación. A: Algo muere antes de que el cuerpo haya muerto. K: ¿Es eso la desesperación? Par: Un absoluto desamparo. B: ¿Hay alguna relación con el dolor? Yo pienso que la desesperación es el fondo último del dolor, la sima del dolor. K: Balasundaram, ¿quiere usted decir que jamás ha conocido la desesperación? Par: La desesperación es el opuesto de la esperanza. K: No, doctor. ¿Sabe usted qué es la desesperación? ¿Podría usted decirme lo que es? Par: Un estado que resulta de los fracasos. K: ¿Fracaso? Usted lo está empequeñeciendo demasiado. Yo considero que la desesperación ofrece un cuadro bastante más amplio. He hablado con personas desesperadas. Aparentemente, ninguno de ustedes conoce la desesperación. ¿La conocen? R: No creo que yo conozca la desesperación. Sé lo que es el sufrimiento. K: Quiero preguntar algo: Cuando nosotros hablamos de desesperación, ¿es ello algo profundo, o es meramente el extremo de la propia cuerda? P: Usted conoce la desesperación. Entonces, díganos algo acerca de ella. Par: ¿Es oscuridad? K: No, señor. ¿Sabe usted qué es la desesperación? Un hombre que está sufriendo sabe exactamente lo que eso significa. No se anda con rodeos. Dice: “Yo he sufrido, sé que mi hijo está muerto”, y hay una espantosa sensación de aislamiento, de pérdida, un sentimiento de autocompasión, un tremendo vendaval; es una crisis. ¿Dirían ustedes que la desesperación es una crisis? JC: Sí, señor. K: No estén de acuerdo conmigo todavía, por favor. Por lo visto, excepto uno o dos, nadie parece estar desesperado. R: ¿Es una forma de escapar del sufrimiento? K: En la desesperación, ¿están involucrados los celos, hay un sentimiento de pérdida? Yo lo poseo a usted, y de pronto usted me abandona, levanta un muro contra mí -¿forma eso parte de la desesperación? Lo lamento; esto es algo que está completamente fuera de mi alcance. No digo que sea válido o que no lo sea, sino que pregunto tan sólo qué es la ‘desesperación’. ¿Cuál es el significado que da el diccionario?


FW: La raíz etimológica de la palabra proviene de ‘esperanza’. K: ¿Ha conocido usted la desesperación, señor? Empleando la palabra corriente que usted y yo empleamos, ¿sabe usted qué significa la desesperación? ¿Es un profundo sentimiento de temor? P: Cuando uno penetra en las propias profundidades, hasta la raíz misma del ser, ¿piensa usted que es posible distinguir entre el temor y la desesperación? K: No. Entonces, ¿por qué usa usted la palabra ‘desesperación’? A: Señor, yo pienso que la palabra desesperación indica algo que es diferente del sentimiento de temor. P: Cuando uno toca fondo es muy difícil diferenciar entre el temor, el dolor, la desesperación... K: ¿Puedo preguntar -no a usted personalmente- si han alcanzado realmente los más bajos fondos de sí mismos? Y cuando lo hacen, ¿es eso desesperación? P: Señor, cuando usted formula esa pregunta, puede resultar imposible contestarla. ¿Cómo conoce uno el fondo? K: ¿Es un sentimiento de desamparo o es mucho más que eso? P: Es mucho más que eso. Porque en el desamparo uno tiene esperanza. K: Por lo tanto, es algo mucho más significativo que la esperanza. ¿Qué es ese sentimiento, o qué es ese estado en el que uno se siente completa y absolutamente desesperado? ¿Es que no se produce movimiento de ninguna clase y, como no hay movimiento, usted llama a eso desesperación? P: ¿Cómo diferencia uno? K: Mire, yo quiero a mi hijo y él se ha echado a perder y no puedo hacer nada al respecto. Ni siquiera puedo hablarle, no tengo forma de abordarlo, no puedo acercarme, no puedo llegar a él de ninguna manera. Ese estado, ¿sería desesperación? Está la palabra ‘desesperado’: desesperado y desesperación. ¿Consideraría usted desesperado un estado de desesperación? FW: Nosotros decimos a veces: “Quiero algo desesperadamente”. En eso hay una proyección de alguna cosa que deseamos. P: En eso hay una urgencia dirigida hacia alguna cosa. En esto no existe urgencia con respecto a nada. FW: Entonces ‘desesperación’ no es la palabra correcta. P: ‘Desesperación’ es una palabra muy importante en el vivir. B: Es también una carencia de energía. Hallarse en estado de desesperación no es estar desesperado por algo -pero al alcanzar el punto más bajo, el nadir de la energía, ambas cosas son una sola. P: Cuando uno se sumerge hasta el fondo, no puede separar el dolor de la desesperación. Yo no creo que la distinción sea fundamentalmente válida. S: Pupulji, cuando usted empezó, quería distinguir entre la desesperación y el dolor. P: Estoy descubriendo que cuando uno desciende, cuando cava en lo profundo, la diferencia entre desesperación y dolor no existe. K: ¿Pregunta usted cuál es la raíz del dolor?


P: No, señor. Encuentro que para mí no es posible separar el dolor de la desesperación. JC: La desesperación es como un sentimiento de la nada. FW. Pero la raíz de la palabra debe tener alguna significación. P: Puede no tener tal significación. Una palabra puede no abarcar su significado.. Señor, algunas personas deben haber venido a usted en estado de desesperación. Existe el dolor de la nada, de la desesperanza. K: Pupulji, ¿estamos diciendo que la desesperación está relacionada con el dolor, con ese sentimiento de abandono total de toda relación? P: Sí, una angustia total.

K: Una angustia total, una total sensación de completo aislamiento que significa no tener ni acceso ni relación alguna con nada. ¿Está la desesperación relacionada con el dolor, relacionada con el aislamiento, con el sentimiento de hallarse apartado de todo? JC: Hay en ella algo irrevocable, el fin de toda esperanza o expectativa.

K: ¿Usted, o alguno de ustedes, ha alcanzado ese punto? La oscuridad del alma, o la oscura noche del alma como la llaman los cristianos. ¿Usted la llamaría así? ¿Es eso la desesperación? Eso es mucho más poderoso que la desesperación. P: Usted no puede decirme que estoy en tal nivel o en tal otro nivel.

K: ¿Podemos empezar de este modo, Pupul? Primero veamos la palabra ‘dolor’, la profundidad, el significado de esa palabra. Comencemos con eso. P: Todos conocemos el dolor en grados variables.

K: Pesadumbre, una sensación de desamparo, una sensación de que no hay salida. ¿Produce eso desesperación? P: Eso es desesperación. ¿Por qué lo objeta usted?

K: Yo no lo llamaría desesperación. Vayamos despacio. Avancemos con cautela. Mi hijo ha muerto, y eso es lo que yo llamo dolor. Lo he perdido, no lo veré nunca mas. He vivido con él, hemos jugado juntos; todo se ha ido y, de pronto, de la noche a la mañana, me doy cuenta de lo absolutamente solo que me encuentro. ¿Llamaría usted ‘desesperación’ a ese sentimiento, a esa profunda sensación de soledad por la pérdida de un campanero? ¿O ese sentimiento es un intenso darse cuenta de que uno no tiene ninguna clase de relación con nadie, de que está solo, aislado de todo el mundo? ¿Diría usted que esa sensación de soledad es desesperación? P: Usted usa una palabra para describir una situación, para que la palabra corresponda a una situación.

K: Describiré la situación. P: Usted puede utilizar la palabra 'dolor' o la palabra 'desesperación', pero la situación sigue siendo la misma.

K: ¿Qué es esa situación, cómo salirse de ella, qué hacer con ella? P: No, usted ha dicho: “Permanezcan totalmente con el dolor”. ¿Es el dolor la suma de toda la energía?

K: No le sigo bien... P: Usted ha dicho que en la profundidad del dolor está la suma de toda la enemiga. Esto debe ser de idéntica naturaleza.

K: Entiendo lo que quiere decir. La otra noche K dijo que el dolor es la esencia de toda la energía, la quintaesencia de toda la energía. Toda la energía está contenida ahí; considero que eso es verdadero. Ahora, ¿es eso un hecho? ¿Es una realidad?


P: Esta mañana yo experimenté, sin duda alguna, un sentimiento de eso otro que llamo desesperación. Ciertamente la sentí, total, absoluta. Cualquier afirmación que haga ahora, me alejará de ello. K: Mire, Pupul, creo que lo estoy captando. Mi hijo ha muerto y me doy cuenta de lo que hay involucrado en ello. Ese es un hecho que ya nunca podrá ser alterado. La negativa a aceptar el hecho real, ¿es desesperación? Yo acepto totalmente, completamente, que mi hijo ha muerto. Nada puedo hacer al respecto. El ha desaparecido. Permanezco con el hecho. No llamo desesperación a eso, no lo llamo dolor, no le doy un nombre. Permanezco con el hecho real de que él se ha terminado. ¿Qué dice usted? ¿Puede permanecer con ese hecho sin movimiento alguno para apartarse de él? P: ¿No es el dolor o la desesperación un hecho también inalterable? K: No... Consideremos esto despacio, cuidadosamente. Yo amaba a mi hijo, y súbitamente éste ha desaparecido. El resultado de eso es que hay una tremenda sensación de energía que se traduce como dolor. ¿Correcto? La palabra ‘dolor’ indica este hecho; sólo ese hecho permanece. Eso no es desesperación. Apartémonos ahora de ello. Quiero ver qué ocurre realmente cuando existe esta enorme crisis y la mente se da cuenta de que cualquier forma de escape es una proyección al futuro, y entonces permanece con ese hecho sin que haya ningún movimiento. El hecho es inmutable. ¿Puedo permanecer, puede la mente permanecer con ese hecho inmutable y no alejarse de él? Hagámoslo muy muy sencillo. Estoy iracundo, furioso porque he dedicado toda mi vida a algo y descubro que alguien ha traicionado eso; y entonces me siento furioso. Esa furia es toda energía. ¿Lo sigue? Yo no he actuado sobre esa energía. Ello es un acopio, una concentración de toda la energía de uno, la cual se expresa en la furia de la ira. ¿Puedo permanecer con esa furia de la ira? No traducirla, no fustigarla, no racionalizarla; simplemente permanecer con ella. ¿Es eso posible? ¿Qué ocurre? Nunca llamaré desesperación a eso. A: ¿Diría usted que es un estado de depresión? K: No, no. Eso es una reacción. Aquí permanezco con ello; ello va a revelárseme. No voy a llamarlo ‘depresión’ lo cual implicaría que estoy actuando sobre ello. A: Lo que estoy diciendo es que el paciente está ahí hay una infección, hay fiebre. La fiebre es el síntoma de esa infección. De ese modo yo he vigilado mi ira, sin tratar de hacer nada con respecto a ella. K: No, Achyutji, yo no quiero decir que usted la vigile. Usted es la ira, usted es esa furia total y la total energía de esa furia. A: No hay energía. Lo que acompaña a eso es un sentimiento de total desamparo. K: No, señor. Creo que comprendo de qué habla Pupulji; dice que uno llega a darse cuenta de que está atrapado en una red de su propia fabricación, y de que no puede moverse; se halla paralizado. ¿Sería eso la desesperación? JC: Si una mujer que no puede nadar ve que su hijo se está ahogando en el mar, entonces pienso que hay una absoluta desesperación, porque sabiendo que él podría ser salvarlo ella es incapaz de salvarlo. ¿Está de acuerdo? K: Muy bien, señor. Pero pienso que nos estamos alejando de algo. Ahora estamos describiendo de diferentes maneras el significado de la desesperación, el significado del dolor, el significado de todo eso. A: La condición que usted acaba de describir y la que Pupulji estuvo describiendo, son diferentes de la ira. La ira es la reacción ante la conducta de alguna otra persona. Esta es una reacción a su propia situación. K: No es una reacción, pero el percibir la propia insuficiencia -a fondo, no superficialmente- es desesperación. ¿Es eso? FW: ¿No hay mucho más que esto? Yo cuestiono esta percepción de la insuficiencia, porque ahí ya está el elemento de no querer aceptar esa insuficiencia.


P: ¿Cómo lo sabe? FW: He tratado de inferirlo de lo que usted dijo. K: Mire, Fritz, o usted percibe eso, lo palpa, o eso no es un hecho. ¿Diría usted, si es que puedo preguntarlo, que alguna vez se ha sentido totalmente insuficiente? FW: No puedo recordarlo, no lo sé. K: Pero yo vengo a usted y le digo que he sentido esta total insuficiencia interna y que quiero comprenderla; ella está bullendo en mí, estoy en una condición desesperada con respecto a ella. ¿Cómo lo abordaría usted? ¿Cómo me ayudaría a superar eso? FW: Conozco algo muy similar a eso; por ejemplo, la mayoría de las cosas en la vida no las puedo comprender, y veo también que mi cerebro es completamente inadecuado para comprenderlas. De modo que si usted entiende eso como insuficiencia, soy muy consciente de esa insuficiencia. K: Señor, me doy cuenta de que soy insuficiente. Tengo conciencia de ello. Entonces trato de llenar eso con diversas cosas. Sé que lo estoy llenando, y veo que a medida que lo lleno, ello sigue estando vacío, sigue siendo insuficiente. He llegado a este punto cuando veo que, cualquier cosa que haga, esa insuficiencia nunca puede ser eliminada; no puede llenarse. Ese es el verdadero dolor o desesperación. ¿Es así, Pupulji? Vea, aquí quiero llegar a algo. ¿Puedo proseguir? Mi hijo ha muerto. Yo estoy no sólo desesperado, sino que me encuentro en un profundo shock, tengo un intenso sentimiento de pérdida al que llamo dolor. Mi respuesta instintiva es escapar de ello, explicarlo, actuar sobre ello. Entonces me doy cuenta de la inutilidad de eso, y no actúo. No lo llamaré dolor, no lo llamaré desesperación, no lo llamaré ira; veo que lo único que hay es el hecho, nada más. Cualquier otra cosa no es el hecho. Entonces, ¿qué ocurre ahí? A eso es que quiero llegar. Si eso es desesperación. Si usted permanece con ello sin nombrarlo, sin reconocerlo, si permanece con ello totalmente sin movimiento alguno del pensar, ¿qué ocurre? Es eso lo que vamos a discutir. R: Es algo muy difícil, porque el pensamiento dice: “Permanece con ello”, y eso sigue siendo pensamiento. K: No, eso es un juego intelectual, carece por completo de valor. Yo me enfrento a un hecho inmutable y llego a él con un desesperado deseo de cambiarlo, por cualquier razón que sea -amor, afecto, cualquier motivo- y así lucho contra él, pero el hecho no puede ser cambiado. ¿Puedo afrontar el hecho sin ningún sentimiento de esperanza, desesperación -toda esa estructura verbal- y simplemente decir: “Sí, soy lo que soy”? Pienso que si puedo permanecer ahí, entonces tiene lugar alguna clase de acción explosiva. A: Señor, se requiere cierta depuración antes de que esto suceda. Tal como lo veo, se necesita cierta purificación del corazón. K: Yo no lo llamaría purificación. Vea, Achyutji, usted sabe lo que es el dolor, ¿verdad? ¿Puede permanecer con él sin ningún movimiento? ¿Qué sucede cuando no hay movimiento? Ahora estoy llegando a ello -cuando mi hijo ha muerto, ése es un hecho inmutable, irrevocable; y cuando permanezco con él, lo cual también es un hecho inmutable, implacable, ambos hechos se encuentran. P: En la profundidad del dolor sin ninguna causa conocida, no hay nada ante qué reaccionar, no hay incidente alguno que provoque una reacción. K: No es posible ningún proceso analítico, comprendo. P: En cierto sentido, el pensamiento está ahí paralizado. K: Sí, así es. Está el hecho inmutable de que mi hijo ha muerto, y también es otro hecho el de que no tengo escape. Por lo tanto, cuando estos dos hechos se encuentran, ¿qué ocurre? P: Como dije, el pasado sigue estando ahí, y no a causa de ninguna volición.


K: Comprendo. P: Entonces, ¿qué posibilidad hay después de eso? JC: Nuestra falta de percepción alerta no admitirá los dos hechos. K: Es lo que quiero averiguar. Algo debe ocurrir. Me estoy preguntando si se trata de dos hechos o si solamente hay un hecho único. Dijimos que está el hecho de que mi hijo ha muerto, y el hecho de que no debo alejarme de eso. El segundo no es un hecho. Esa es una idea y, por tanto, no es un hecho. Existe solamente un hecho: mi hijo está muerto. Ese es un hecho absoluto, inmutable. Es una realidad. Y me digo a mí mismo que no debo escapar, que debo enfrentarme completamente a ese hecho. Y digo que esto último es un hecho. Yo cuestiono que sea un hecho. Es una idea; no es un hecho como el hecho de que mi hijo ha muerto. El se ha ido para siempre. Sólo hay un hecho. Cuando usted separa el hecho de usted mismo y dice: “Debo afrontar ese hecho con toda mi atención”, eso es no factual, no es un hecho. El hecho es el otro. S: Pero mi movimiento es un hecho. ¿Acaso no lo es? K: ¿Es un hecho o es una idea? S: El no querer estar ahí sino alejarme de esa energía de la ira, o alejarme de la energía perjudicial, ¿no es un hecho? K: Sí, por supuesto. Usted recuerda, el otro día discutimos que la abstracción puede ser un hecho. Yo creo que soy Jesucristo. Ese es un hecho, como lo es el hecho de que yo creo que “soy un buen hombre”. Ambos son hechos; ambos son producidos por el pensamiento. Eso es todo. El dolor no es producido por el pensamiento sino por una realidad factual que ha sido traducida como dolor. S: ¿El dolor no es producido por el pensamiento? K: Espere, espere, examínelo despacio. Yo no estoy seguro. Como lo dije, éste es un diálogo, una discusión. Yo digo algo. Ustedes deben desmenuzarlo, examinarlo minuciosamente. S: Existen diferentes tipos de dolor. K: No, no. Mi hijo está muerto, ése es un hecho. R: Y la cuestión es afrontar el hecho de que él ya no existe. JC: El dolor, ¿no es un hecho? K: Mi hijo está muerto. Ese es un hecho. Y ese hecho revela la naturaleza no factual de mi relación con él: mi compromiso con él, mi apego a él, etc. P: Señor, eso viene después. Cuando mi hijo muere, sólo hay una cosa. K: Eso es cuanto estoy diciendo. P: Realmente, si su hijo ha muerto, ¿puede la mente alejarse de ello en esos momentos? K: Por el momento está paralizada, totalmente paralizada. P: Eso es en el momento. K: No, mire, mi hijo ha muerto, y debido a ello yo estoy paralizado; tanto psicológica como fisiológicamente, me encuentro en un estado de shock. Ese shock se agota, pasa. P: En cierto sentido, la intensidad de ese estado ya se ha disipado a sí misma.


K: No. El shock no es una comprensión del hecho; es un shock físico. Alguien me ha golpeado en la cabeza. P: Hay un shock. K: Eso es todo. La parálisis ha tenido lugar por unos pocos días, unas pocas horas, unos pocos minutos. Cuando ocurre un shock, mi conciencia no está funcionando. P: Algo está funcionando. K: No, sólo hay lágrimas. La conciencia se encuentra paralizada. Ese es un estado, pero no es un estado permanente. Es un estado transitorio del cual voy a emerger. P: Pero en el momento en que comienzo a salir... K: No, he sufrido el shock, ahí me enfrento a la realidad. P: ¿De qué modo se enfrenta usted a la realidad? K: Veámoslo. Muere mi hermano o hermana, y en ese momento -ese momento puede durar unos cuantos días o unas pocas horas- hay un tremendo shock psicosomático. No hay actividad de la mente, no hay actividad de la conciencia. Esto es como hallarse paralizado. No es un estado. P: Eso es dolor, es la energía del dolor. K: Esa energía ha sido demasiado intensa. P: Cualquier movimiento para alejarse, ¿disipa esa energía? K: No, pero el cuerpo no puede permanecer psicosomáticamente en un estado de shock. P: Entonces, ¿cómo se enfrenta al dolor? K: Estoy llegando a eso. Es como un hombre que está paralizado y quiere hablar. No puede. P: ¿Qué ocurre cuando el shock desaparece? K: Usted está despertando al hecho, al hecho de que su hijo está muerto. Entonces comienza el pensamiento, comienza todo el movimiento del pensar. Hay lágrimas. Dice: “Desearía haberme comportado correctamente, desearía no haber dicho esas últimas palabras crueles en el minuto final...” Después, usted empieza a escapar de ello: “Quisiera encontrarme con mi hijo en la próxima vida, en el plano astral”. Usted escapa. Y yo digo que si no escapa y no observa el hecho como si fuera algo diferente de usted misma, entonces el observador es lo observado. P: Toda la cosa radica en ese estado inicial del shock. K: Yo cuestiono eso, Pupul. Examínelo un poco más. Ese es un shock que el cuerpo y la psiquis no pueden tolerar; lo que se produce es una parálisis. P: ¿Pero si hay una energía...? K: Es demasiado fuerte, demasiado intensa. Este es un hecho. P: Vayamos despacio, señor. K: Entonces no estamos hablando de la misma cosa. P: Es en el instante de la muerte cuando hay una total comprensión de esto. Después, ellos se disipa.


K: No, ¿usted lo plantearía de este modo, Pupul? Deje de lado la muerte por el momento. P: Pero ésa es también una cosa total. K: Espere, estoy llegando a eso. Cuando estamos ante la muerte, el tremendo shock ha expulsado todo. No es lo mismo que la montaña, ese paisaje maravilloso. Ambas cosas son por completo diferentes. P: Eso depende, señor, del estado de la mente. K: Depende del estado de la relación. P: Y del estado de la mente cuando la muerte ocurre de hecho. K: Sí. Entonces, ¿qué es lo que estamos discutiendo? ¿Acerca de qué mantenemos un diálogo? P: Estamos tratando de descubrir cómo es este máximo cociente de energía que surge de la desesperación, de la muerte, del dolor; cuál es la alquimia química que transforma la energía que es aparentemente destructiva y perjudicial, en lo que usted llama pasión. Si no dejamos que el dolor o la desesperación nos corroan, lo cual es un proceso natural, entonces se ha introducido otro elemento. K: Cuando la energía no se disipa a través de las palabras, cuando la energía del shock causado por un gran acontecimiento no se disipa, esa energía sin motivo tiene una significación por completo diferente. P: Si puedo preguntarlo, ¿este sostener la energía en la conciencia... K: ...no está en la conciencia. P: ¿No está en la conciencia? K: No está en la conciencia. Si usted la sostiene en su conciencia, esa energía forma parte del pensamiento. Su conciencia está constituida por el pensamiento. S: Eso ha surgido en la conciencia. K: No. S: Entonces, ¿de qué se trata? K: De sostenerlo, de no escapar de ello, de permanecer con ello. P: ¿Cuál es la entidad que no escapa? K: No hay entidad alguna. P: Entonces, ¿qué es? K: La entidad existe cuando hay un movimiento para alejarse del hecho. P: ¿Cómo termina la entidad consigo misma? K: Mire, Pupul, hagámoslo muy simple y claro. P: Esto es muy importante. K: Estoy de acuerdo, es muy importante. Hay un shock. La energía de comprensión se ha agotado en el shock, y hay dolor. La misma palabra ‘dolor’ es una distracción. El escape es una distracción que nos aleja del hecho.


Permanecer totalmente con ese hecho significa que no hay interferencia alguna del movimiento del pensar; por lo tanto, usted sostiene ahora esa energía sin tener conciencia de ello. Lo repetiré: La conciencia está compuesta por el pensamiento. El suceso de la muerte de mi hijo no es pensamiento, pero cuando lo introduzco en el pensamiento, está dentro de mi conciencia. Eso es muy importante. He descubierto algo. P: ¿Es la fuerza misma de esa energía la que silencia totalmente al pensamiento? K: Expréselo de ese modo si gusta. El pensamiento no puede alcanzar eso. Pero nuestro condicionamiento, nuestra tradición, nuestra educación es alcanzarlo, cambiarlo, modificarlo, racionalizarlo, escapar de ello -lo cual es la actividad de la conciencia. R: El quid de la cuestión parece ser dar un nombre a la forma que ello adopta, y ésa es la semilla de la cual brota y se desarrolla el resto de la distracción. K: Es muy interesante. Yo no puedo recordar lo sucedido cuando murió mi hermano. Pero de lo que me han contado Shivarao y otros, parece ser que fue un período de shock, y cuando K salió de él, permaneció con esa cosa; no acudió a la Dra. Besant en procura de ayuda. Por lo tanto, ahora puedo ver cómo ocurre eso. Está el shock; cuando el shock ha pasado, uno se encuentra con el hecho de que ha ocurrido un acontecimiento terrible: la muerte. No la muerte mía o la suya, la de mi hermano o la de su hermano, sino que ha tenido lugar la muerte, que es un suceso extraordinario como lo es el nacimiento. Ahora bien; ¿puede uno mirar eso, observarlo sin que intervenga en ello la conciencia como pensamiento? P: Volvamos al dolor. Usted ha dicho: “El dolor no nace del pensamiento”. K: Así es. El dolor no nace del pensamiento. ¿Qué dice usted al respecto? P: Cuando hay muerte del dolor, no hay pensamiento. K: Espere, espere, Pupul. El dolor no es hijo del pensamiento. Eso es lo que dijo K. ¿Por qué? La palabra ‘dolor’ es pensamiento. La palabra no es la cosa; por consiguiente, ese sentimiento de dolor no es la palabra. Cuando se utiliza la palabra, ello se convierte en pensamiento. JC: Nosotros estamos hablando acerca de una situación donde ha habido un shock. La entrada de esa energía, su retorno a la conciencia, es dolor. K: La he nombrado como dolor. JC: Ese es el retorno al estado de dolor. K: No. Hay un shock. Después, está el alejarse de ese shock. P: Si el dolor es desnudado de la palabra... K: Por supuesto. Es por eso que quiero ser claro. La palabra no es la cosa; por lo tanto, ese sentimiento de dolor no es la palabra. Si no hay palabra, no hay pensamiento. P: El dolor es una cosa; aunque usted elimine la palabra, el contenido existe. K: Desde luego. Por lo tanto, ¿es posible no nombrarlo? En el momento en que uno lo nombra, lo introduce en la conciencia. S: Antes de nombrar, ¿no es la condición existente parte de la conciencia? La palabra es ‘dolor’; en el momento en que uno nombre eso como ‘dolor’, es una cosa diferente. ‘Lo que es’, lo que no se nombra, ¿forma parte de la conciencia? K: Dijimos que la conciencia es su contenido. El contenido está compuesto por el pensamiento. Tiene lugar un incidente donde la energía del shock expulsa a la conciencia por un segundo, por días, meses o por lo que fuere.


Luego, a medida que el shock se disipa, usted comienza a nombrar el estado. Después, lo introduce en la conciencia. Pero ello no está en la conciencia cuando ocurre. EL REGISTRO, UN MOVIMIENTO DE MILENIOS P: Krishnaji, usted ha hablado de sostener en la conciencia la cualidad de la ira, el temor o cualquier emoción intensa, sin la palabra. ¿Podemos sondear eso? La eliminación de cualquier cosa que signifique oscuridad dentro de uno, sea una herida psicológica, el temor, la ira, etc., sólo es posible cuando ocurre aquello de que usted habla. ¿Podemos dar con esa pasión o sentimiento que está detrás de todas esas palabras como temor, ira, etc.? ¿Puede eso sostenerse en la conciencia? K: ¿Qué significa sostener el sentimiento de ira, cualquier cosa que ello ‘sea’, sin la palabra? ¿Es esto posible? P: Y sin la palabra, ¿existe alguna cosa? K: Prosigan. FW: ¿Hay temor cuando no existe la palabra ‘temor’? Y, ¿cuál es la naturaleza de la energía en el cuerpo y en todo el ser, si no hay un nombrar? A: Para nosotros, la claridad significa nombrar. Cuando queremos investigar un sentimiento intenso, una perturbación, necesitamos conocer exactamente qué es eso, no queremos de ningún modo engañarnos a nosotros mismos. Invariablemente, antes de que hayamos podido captarlo por completo, ya lo hemos nombrado. Por consiguiente, el nombrar es tanto nuestro instrumento de claridad como la causa de confusión. K: ¿Es la palabra diferente del hecho, de ‘lo que es’? La palabra ‘puerta’, ¿es diferente de la puerta? La palabra ‘puerta’ no es la realidad. Por lo tanto, la palabra no es la cosa. S: Se suscita entonces la pregunta: ¿Podemos alguna vez aludir a la realidad? K: Vamos a investigar eso. Lo examinaremos despacio. R: ¿Existe una diferencia entre las aseveraciones: “la palabra ‘puerta’ no es la puerta” y “la palabra ‘temor’ no es el temor”? Las dos cosas parecen ser diferentes. K: La palabra ‘puerta’ no es la realidad. El nombre ‘Krishnamurti’ no es la realidad; la forma no es la realidad. Por lo tanto, la palabra no es la cosa. La ‘puerta’ -la palabra- es diferente de la realidad. Nosotros tratamos de descubrir si la palabra ‘temor’ es diferente de la realidad. ¿Equivale la realidad a la palabra? Y sin la palabra, ¿existe la realidad? S: ¿Qué es, sin la palabra, el sentimiento de temor? K: Vayamos muy muy despacio. Quiero dejar esto perfectamente claro para mí mismo. Está la palabra ‘temor’. Ahora bien; la palabra ‘temor’, ¿es diferente de la realidad, de la emoción, del sentimiento de temor? Y sin la palabra, ¿existe ese sentimiento? R: La palabra es pensamiento. K: Por consiguiente, la palabra es el medio por el cual el pensamiento se expresa a sí mismo. Sin la palabra, ¿puede expresarse el pensamiento? Por supuesto que puede; un gesto, una mirada, una inclinación de cabeza, etc. Sin la palabra, el pensamiento puede expresarse hasta un punto muy muy limitado. Cuando usted quiere expresar algo muy complicado para el pensamiento, la palabra es indispensable. Pero la palabra no es el pensamiento real, el estado real. A: Planteo una dificultad: nosotros percibimos con los sentidos. Ese proceso se termina cuando existe el nombrar. Este inicia el proceso terciario. Con el nombrar, comienzan a presentarse en mi cerebro una cantidad de


complicaciones. Entonces veo esto y elimino la palabra, el nombre. Cuando he terminado con el nombre, no he eliminado el sentimiento. K: No estoy del todo seguro, Achyutji. Pupulji pregunta cuál es la cualidad de la mente que, sin la palabra, puede sostener ese sentimiento sin que haya movimiento alguno. ¿Correcto? R: Pero nosotros estamos investigando si el sentimiento aparece sin la palabra. K: Eso es todo. P: Si se me permite decirlo, hay muchas cosas en la conciencia que aparecen antes que la palabra. Rad: El miedo primordial. Pero, ¿puede éste sostenerse sin la palabra? P: No hablo de sostenerse. Pero existen varias cosas; por ejemplo, la ternura, el júbilo... K: ¿Puede usted observar algo sin la palabra? ¿Puede, por el momento, observarme a mí, a la forma, sin la palabra? P: Sí. K: Usted puede. Entonces, ya está observando la forma, ha eliminado la palabra ‘Krishnamurti’ y está observando la forma. P: Estamos observando. Yo no digo que estamos observando la forma. K: Entonces, ¿qué está usted observando? P: Vea, señor, en el momento en que uno dice: “Estoy observando la forma”, tiene que existir el nombrar. K: Tiene que haber un nombre. P: Tiene que existir el nombrar. K: No. P: Por favor, señor, escuche: Cuando digo que sólo hay un observar, entonces la forma es una parte de todo el campo de observación. Estoy observando, no sólo a usted; estoy observando. K: Yo dije: Elimine la palabra ‘Krishnamurti’ y observe la forma. Eso es todo. Desde luego, usted está observando. Yo lo limito exclusivamente a la forma. ¿Está usted observando la forma? P: Sí. Estoy observando la forma. K: ¿Qué trata usted de captar? P: Estoy tratando de ver si la palabra está antes de eso. K: Pupul, hagámoslo simple. Hay temor. Quiero descubrir si la palabra ha creado ese temor. La palabra es el reconocimiento de esa cosa que yo he llamado ‘temor’, porque ese temor ha continuado por muchos años, y yo lo he reconocido a través de la palabra. Diez años atrás estuve atemorizado, y ese temor está registrado en mi cerebro con la palabra; el temor está asociado con la palabra. Ello ocurre de nuevo hoy, e inmediatamente se inserta el proceso de reconocimiento, que es la palabra, y así sucesivamente. Por tanto, la palabra me da un sentimiento que he tenido antes. La palabra estimula el sentimiento, lo ha estabilizado. A: Sí, lo nutre.


K: Lo sustenta. La palabra sustenta la cosa mediante el acto de reconocerla, de recordarla, y así sucesivamente. Entonces pregunto: Sin la palabra, ¿puede haber temor? La palabra es un proceso de reconocimiento. Fritz, mírelo. Usted tiene miedo. ¿Cómo sabe que tiene miedo? FW: Al nombrarlo. K: Entonces, ¿cómo lo sabe? FW: He tenido miedo antes, así que conozco ese sentimiento. Por lo tanto, cuando aparece de nuevo, lo reconozco. K: Si lo reconoce, ello es un proceso verbal; si no lo reconoce, ¿cuál es el estado? FW: No hay miedo. Hay energía en el cuerpo. K: No, señor. No utilice la palabra ‘energía’ porque entonces entraremos en otra cosa. Hay temor. Yo lo he reconocido al nombrarlo. Al nombrarlo lo he puesto en una categoría y el cerebro recuerda eso, lo registra, lo retiene. Si no hubiera reconocimiento ni movimiento verbal alguno, ¿habría temor? P: Hay una perturbación. K: Yo estoy empleando la palabra ‘temor’. Aténgase al temor. P: Si se me permite, el temor no es una cosa tan simple como para que uno pueda decir: Si no se nombra al temor, el temor no existe... K: Yo no digo eso, todavía. Por supuesto, hay muchísima complejidad involucrada en ello. P: Es una cosa tremenda. S: Psicológicamente sucede algo, antes aun de que se produzca el nombrar. P: Hay miedos profundos, abismales. S: Si aceptamos sólo esta posición de que la palabra crea el temor, eso significa que no hay contenido de temor en absoluto. K: Yo no digo tal cosa. Hay un proceso de reconocimiento. Si de algún modo fuera posible que ese proceso de reconocimiento no existiera, entonces, ¿qué es el temor? No digo que no exista; estoy formulando una pregunta. Si no hay un proceso de registrar, de grabar -lo cual es una operación de la memoria- ¿qué es la cosa llamada ‘temor’? P: Elimine la palabra ‘temor’ y vea lo que queda. Cualquier palabra que uno use va a servir exactamente tanto como la palabra ‘temor’. K: Estoy abordando esto de una manera por completo diferente. Usted me insulta; debido a que tengo una imagen, se produce un registro inmediato. Lo que pregunto es: ¿Puede ese registro cesar cuando usted me insulta, de modo que no haya grabación alguna? S: No comprendo esto. Ese es un proceso totalmente distinto. K: Es exactamente la misma cosa. El temor surge porque tengo miedo del pasado. El pasado se halla registrado, y ese incidente del pasado despierta la sensación del temor. Aquel temor ha sido registrado. ¿Es posible observar el nuevo sentimiento, cualquier cosa que eso sea, sin poner en movimiento el pasado? ¿Lo ha captado usted? Rad: Hay una sensación de reconocimiento antes de que uno lo llame realmente temor. K: No, mire. Procedamos con calma. Usted me insulta. Yo la insulto. ¿Qué ocurre? Usted lo registra, ¿no es así?


Rad: Yo lo registro cuando lo reconozco inicialmente. Eso mismo crea un impulso. K: Por lo tanto, detenga ese impulso. ¿Puede éste detenerse? Mire, Radhika, hagámoslo mucho más sencillo. Usted está lastimada. ¿No lo está? Ha sido lastimada desde la infancia por distintas razones, y ello se ha registrado en lo profundo de la mente, del cerebro. La reacción instintiva es la de no ser lastimada nunca más. Por lo tanto, usted se construye un muro, se aparta de todo. Ahora bien; sin erigir el muro, ¿puede saber que se halla lastimada, puede darse cuenta de ello, y cuando la próxima vez comience un proceso de sentirse lastimada, no registrarlo? FW: ¿Qué entiende usted por registrar? K: Nuestro cerebro es una grabadora. Está registrando todo el tiempo, hay agrado y desagrado, placer y dolor... Y el cerebro está permanentemente funcionando, funcionando... Yo le digo a usted algo ofensivo, y el cerebro se hace inmediatamente cargo de ello y lo registra. Ahora pregunto: ¿Puede usted detener ese registro aunque el cerebro haya registrado? ¿Y la próxima vez, si hay algún insulto, no registrarlo en absoluto? Primero entienda bien la pregunta. ¿Está clara? FW: Eso significa no formar ninguna imagen de ello en lo inmediato. K: No, no. No introduzca aquí la imagen por el momento. Eso lo vuelve todavía más complejo. ¿Puede usted reconocer la palabra pero no registrarla? Quiero hacer esto simple, muy simple. Primero, véalo. El cerebro está registrando todo el tiempo. Usted puede llamarme necio, y eso se registra por diversas razones. Es un hecho. La pregunta siguiente es: ¿Puede detener ese registro? De lo contrario, la mente, el cerebro, carece del sentido de libertad. P: El cerebro es una cosa viva. Tiene que registrar. El registrar es una cosa, pero el acto de cortar ese impulso es un movimiento ajeno al proceso de registrar. K: De eso estoy hablando. S: ¿No habla usted de dos cosas? Una, es la detención del movimiento de registrar, y la otra, el cese completo del registro. K: Primero capte bien de qué estoy hablando. Después puede preguntar, puede aclararlo. P: Cuando usted habla de registrar, ¿significa eso que las células cerebrales dejan de operar? K: Mire, Pupulji, esto es muy importante, porque si no hay posibilidad de que el registro se detenga, entonces el cerebro se vuelve mecánico. A: Yo quiero poner en duda esto, porque usted está simplificando demasiado la cuestión. De hecho, la condición en que recibimos cualquier cosa, es no sabiendo si hay preferencia o aversión. Y el temor pertenece a ese circuito; surge desde el pasado, y no tiene relación directa con lo percibido. Pero ‘eso’ es lo que percibe. K: Mientras el cerebro está todo el tiempo registrando, se mueve de conocimiento en conocimiento. Ahora estoy poniendo en tela de juicio la palabra registrar. Veo que el conocimiento es limitado, que está fragmentado, etcétera, y me pregunto si el registro puede detenerse. GM: ¿Puede el cerebro contestar esa pregunta? K: Considero que puede, en el sentido de que el cerebro puede darse cuenta de su propio proceso de registrar. P: Hay ciertos temores con los cuales uno puede habérselas de ese modo. Pero el miedo ha sido el clamor del hombre durante milenios. Y uno es ese clamor. K: Lo sé. Deténgase ahí. Ese clamor de milenios es el miedo. El cerebro ha estado registrando por milenios. En consecuencia, el registro ha llegado a ser una parte de él. El cerebro se ha vuelto mecánico. Yo pregunto: ¿Puede detenerse ese proceso mecánico? Eso es todo. Si ese proceso no puede detenerse, el cerebro se convierte meramente


en una máquina -y eso es. Todo esto forma parte de la tradición, de la repetición, del constante registro que se sucede a través de los milenios. Yo formulo una pregunta sencilla que tiene una profunda relación con todo ello: ¿Puede ese proceso detenerse? Si no puede detenerse, el hombre jamás es libre. Par: ¿Puedo hacerle una pregunta? ¿Por qué registramos en absoluto? K: Por seguridad, protección, certidumbre. El registro es para dar al cerebro cierta sensación de seguridad. P: ¿No está involucrado el propio cerebro? Este se ha desarrollado mediante la acción de registrar. K: Se ha desarrollado mediante el conocimiento, que es registro. P: ¿Qué es lo que desde el interior del propio cerebro dice: “¡Alto!”? K: Alguien me plantea un reto. P: ¿Cuál es el factor que le hace a uno decir “¡alto!” al proceso de registro? K: Alguien viene y dice: “Mire, el hombre ha evolucionado por milenios a través del conocimiento, y en la actualidad usted es sin duda diferente de los grandes antropoides”. Y él contesta: Vea, mientras uno esté registrando, estará viviendo una vida fragmentaria, porque el movimiento es fragmentario, y cualquier cosa que hagamos desde ese estado de fragmentación, es incompleta. Por lo tanto, hay dolor, sufrimiento. De modo que al final de esta explicación, preguntamos: ¿Puede terminarse ese registro, ese movimiento del pasado? Escuche, lo estoy haciendo muy simple. ¿Puede ese movimiento de milenios detenerse? P: Yo le formulo esta pregunta: ¿Existe algo en la cualidad misma del escuchar? K: Sí, existe. Así es. P: Y ese escuchar termina con la acción de registrar, la silencia. K: Es así. Eso es lo que estoy planteando. Sucede que usted ha entrado en mi vida; ha entrado en mi vida y me ha hecho notar que mi cerebro se ha desarrollado mediante el conocimiento, el registro, la experiencia, y que ese registro, esa experiencia son fundamentalmente limitados. Y que cualquier acción que provenga de esa condición limitada, será fragmentaria y, en consecuencia, habrá conflicto, habrá dolor. Descubra ahora si ese movimiento que tiene una magnitud, una intensidad tan extraordinaria, puede terminarse. Usted sabe que ese movimiento es un tremendo flujo de energía: el conocimiento. Detenga ese conocimiento. Eso es todo. FW: ¿Puedo hacerle una pregunta? Se ha hecho mucha referencia a la grabadora magnetofónica, que continúa meramente registrando y no puede detenerse a sí misma; tiene que ser detenida. Pero entonces, ¿puede el cerebro detenerse a sí mismo? K: Vamos a averiguarlo. En primer lugar, encárese con la pregunta, eso es lo que planteo. Primero escuche la pregunta. S: ¿Es solamente registro la totalidad de mi conciencia? En la totalidad de mi conciencia, ¿sólo existe la acción continua del registro? K: Por supuesto. S: Entonces, ¿qué hay que pueda observar eso? K: ¿Qué es lo que puede observar o impedir este constante registrar? Yo también conozco el silencio -el silencio que hay entre dos ruidos... S: El silencio que experimento, ¿también se registra?


K: Evidentemente. S: Uno no puede utilizar la palabra ‘registrar’ para el silencio. K: Mientras este proceso de registrar prosigue, es mecánico. ¿Existe un silencio que sea no mecánico? Un silencio que no haya sido ideado, inducido, creado o inventado por el pensamiento. De lo contrario, el silencio es meramente mecánico. S: Pero a veces uno conoce el silencio no mecánico. K: No ‘a veces’. Raj: Señor, ¿es posible que advenga un silencio no mecánico? K: No, no. No estoy interesado en eso. Planteo algo por completo diferente: Este impulso básico, este condicionamiento, la totalidad de la conciencia es el pasado. Ello está en movimiento. No hay conciencia futura. Toda la conciencia es el pasado, que se regiska y se recuerda, que está almacenado como experiencia, conocimiento, temor, placer... Eso es el movimiento total del pasado. Y viene alguien y dice: Escuche lo que tengo que decir: ¿Puede usted poner fin a ese movimiento? De lo contrario, ese movimiento con su actividad fragmentaria, proseguirá eternamente. Raj: Yo pienso que este movimiento puede ser detenido únicamente si no nos aferramos a él. K: No, el movimiento es usted. Usted no es diferente del movimiento. Usted no reconoce que es este vasto movimiento, este río de la tradición, de los prejuicios raciales, del apremio colectivo, de las llamadas afirmaciones individuales. Si eso no se detiene, no existe el futuro. Por lo tanto, no hay un futuro si esta corriente continúa. Usted puede llamarlo ‘futuro’, pero sólo es la misma cosa modificada. No existe el futuro. Me pregunto si usted ve esto. P: Tiene lugar una acción, y en mí surge la oscuridad. Se suscita la pregunta: ¿Puede la conciencia con su propio contenido, que es oscuridad... K. Terminar. Quédese ahí. P: ¿Qué quiere usted decir exactamente? K: ¿Puede usted detener, puede el cerebro detener este movimiento? ¿O es una idea de que se trata de un movimiento? ¿Entiende lo que quiero decir? Escúchelo cuidadosamente. El movimiento, ¿es real o es una idea? Si es una idea, entonces puede detener la idea acerca del movimiento. Pero, si no es una idea, una conclusión, entonces el cerebro está directamente en contacto con el movimiento. No sé si lo entiende. En tal caso, el cerebro puede decir: “Muy bien, lo observaré atentamente”. Lo está vigilando, no le permite moverse. Entonces, ¿es a la palabra que usted se aferra, o está observando este vasto movimiento? Mire, usted es el vasto movimiento. Cuando dice que es el vasto movimiento, ¿es ésa una idea? Raj: No. K: Por lo tanto, usted es eso. Averigüe ahora si esa cosa puede terminar -el pasado que acude, el encuentro con el presente, un reto, un interrogante, y ahí se terminó. De lo contrario, no hay fin para el sufrimiento. El hombre ha tolerado el sufrimiento por miles y miles de años. Ese movimiento continúa y continúa. Yo puedo dar diez explicaciones -reencarnación, karma- pero sigo sufriendo. Este sufrimiento es el vasto movimiento del hombre. ¿Puede ese movimiento terminarse sin control alguno? El controlador es lo controlado. ¿Puede detenerse ese movimiento? Si no se detiene, entonces no hay libertad, entonces la acción será siempre incompleta. ¿Puede usted ver la totalidad de ellos, verla realmente? P: ¿Podemos nosotros ver esto alguna vez? Cuando vemos el sentimiento en el presente, ¿qué es lo que estamos viendo? K: Yo la llamo necia. ¿Debe usted registrarlo?


P: No puedo contestar exactamente por qué debería registrarlo. K: No lo registre. P: Es cuestión de si estos ojos y estos oídos míos se deslizan hacia la palabra; si están quietos y escuchan, no hay registro. Hay un escuchar, pero no hay registro. K: Entonces, ¿qué está usted viendo? P: Uno no ve este movimiento. He estado observando mientras transcurría la discusión, y me dije: ¿Qué significa registrar el hecho? Yo escucho, usted escucha. Obviamente, si mi escuchar está dirigido a la palabra, lo cual proviene del yo, entonces registro, y este mismo movimiento hacia afuera rechaza el hecho. En cambio, si los ojos y oídos están viendo y escuchando, pero quietos, entonces reciben el hecho sin registro alguno. K: Por lo tanto, usted está diciendo que en el escuchar hay quietud. No hay registro. Pero la mayoría de nosotros no estamos quietos. P: Nosotros no podemos responder a esa pregunta suya: ¿Por qué debe uno registrar? K: No, yo planteo una cuestión por completo diferente. Alguien la llama necia. No lo registre en absoluto. P: No se trata de un proceso en el que yo pueda registrar o no registrar. Del modo en que usted lo plantea, está sugiriendo dos alternativas: es cosa de registrar o no registrar. K: No. Usted está registrando todo el tiempo. P: Hay registro todo el tiempo. Siempre que mis sentidos se están moviendo hacia afuera, hay registro. K: No; cuando usted dice “siempre que”, eso significa que no está en el ahora. P: No. Estoy dando una explicación. K: Yo quiero averiguar si esa inmensa corriente del pasado puede llegar a su fin. Eso es todo cuanto pregunto. P: Usted no aceptará nada. No aceptará ninguna afirmación terminante al respecto. Por lo tanto, tiene que haber una manera de que ello se termine. K: Estoy preguntando: ¿Cómo puede esa corriente llegar a su fin? P: Entonces, tenemos que movernos desde ahí a las células cerebrales -al registro efectivo. K: Por consiguiente, las células cerebrales están registrando. Esas células cerebrales, que se hallan tan densamente condicionadas, se han dado cuenta de que ese movimiento es la única seguridad que tienen. En ese movimiento, pues, el cerebro ha encontrado una seguridad enorme. ¿Correcto? P: Por favor, escúcheme. Sólo existe un único movimiento, que es el movimiento del pasado, movimiento que alcanza al presente y prosigue sin detenerse. K: El pasado encontrándose con el presente, continuando, modificándose -hemos examinado eso. El cerebro está condicionado para ello. Ve que mientras exista esa corriente estará perfectamente a salvo. Ahora bien: ¿Cómo ha de mostrárseles a esas células cerebrales que el movimiento del pasado en que han encontrado enorme seguridad y bienestar, es un movimiento sumamente peligroso? Todo lo que importa, entonces, es señalarle al cerebro el peligro de ese movimiento. En el instante en que vea el verdadero peligro, terminará con él. ¿Ve usted el peligro de este movimiento? No el peligro teórico, sino el real peligro físico. P: ¿Son sus células cerebrales las que dicen que este movimiento es peligroso?


K: Mi cerebro está empleando las palabras para informarle a usted del peligro, pero él no contiene en sí peligro alguno. Lo ha visto y se ha desprendido de él. ¿Usted ve el peligro de una cobra? Cuando ve el peligro, la evita. La evita porque ha sido condicionado a través de milenios al peligro de una serpiente. Por lo tanto, sus respuestas obedecen al condicionamiento, que implica una acción instantánea. El cerebro ha sido condicionado para continuar, porque en eso hay completa seguridad -en enfrentarse al presente, aprender de él, modificarlo y proseguir. Para el cerebro, ése es el único movimiento seguro que conoce y, por lo tanto, va a permanecer ahí. Pero en el instante en que el cerebro se da cuenta de que eso es sumamente peligroso, se desprende de ello porque necesita seguridad. Raj: Yo no veo el peligro del movimiento tan efectivamente como lo ve usted. K: ¿Por qué, señor? Raj: En parte porque nunca he observado el vasto movimiento como para ver su peligro. K: ¿Está viviendo con la descripción del movimiento, o vive con el movimiento mismo que es usted? ¿Entiende mi pregunta, señor? ¿Es el movimiento distinto de usted? Raj: No, señor. K: Entonces, ¿Es usted el movimiento? ¿Se observa, pues, a sí mismo? Raj: Sí, pero esto no ocurre a menudo. K: ¿A menudo? Las palabras ‘a menudo’ y ‘continuo’ son palabras terribles. ¿Se da cuenta, sin opción alguna, de que usted es el movimiento, y no a veces -que es como decir: yo veo el precipicio sólo ocasionalmente? Si la palabra no es la cosa, entonces la palabra temor no es el temor. Ahora bien, ¿la palabra ha creado el temor? R: No. K: No lo conteste tan rápidamente. Examínelo. Vaya despacio, Radhaji. La palabra no es la cosa. Eso está clarísimo. El temor no es la palabra, pero ¿es la palabra la que ha creado el temor? Sin la palabra, ¿existiría esa cosa llamada ‘temor’? La palabra es el proceso de registro. Entonces aparece algo totalmente nuevo, y el cerebro lo rechaza porque es una cosa nueva; por tanto, dice inmediatamente que eso es temor. Porque para que el cerebro pueda asir ese movimiento, es preciso que usted espere, que observe; que deje una brecha en el movimiento del pensar, sin interferir con el real movimiento del sentir. La brecha sólo puede producirse cuando uno penetra muy profundamente en la cuestión de que la palabra no es la cosa, de que la palabra no es el temor. Instantáneamente, usted ha detenido el movimiento. No sé si usted alcanza a ver esto. P: Yo todavía quiero aclarar la cosa. ¿Es posible sostener una cualidad de sentimiento sin la palabra, sea ello odio, ira o temor? K: Por supuesto, usted puede sostener el sentimiento de la ira, del temor, sin la palabra; simplemente, permanezca con ese sentimiento. Hágalo. P: ¿Pero qué es lo que uno hace exactamente? K: Cuando surge el temor, por cualquier causa, permanezca con él sin ningún movimiento, sin pensamiento alguno. P: ¿Qué es eso, entonces? K: Ya no es más la cosa que yo he asociado con el pasado como temor. Diría que es la energía que se sostiene sin movimiento alguno. Cuando la energía se mantiene sin ningún movimiento, hay una explosión. Entonces eso se transforma.


LAS CELULAS CEREBRALES Y EL ESTADO HOLÍSTICO DS: Me pregunto si podríamos discutir la cuestión del impulso básico -que es la creación del pensador y que produce la identificación con el pensador. El hecho es que nos enfrentamos a este impulso básico, a este movimiento. ¿Podríamos examinar eso? P: ¿No piensa usted que para investigar eso uno debe investigar el problema de la disipación energética? DS: No sé qué entiende usted por eso. P: El impulso básico que nos impele, crea y desaparece. Exactamente como ocurre con la máquina -que tiene energía y la disipa- la misma clase de energía está involucrada en el impulso básico de que hablamos. ¿Podríamos investigar la energía -la energía que se disipa y la energía que no se disipa? DS: Según Maxwell, para el científico el primer principio de la energía es el de una relación que la define. Cuando uno dice ‘energía’, yo me pregunto seriamente en qué consiste el problema. Al decir ‘energía’, ¿nos referimos a una sustancia, a una fuerza definible? ¿O esta ‘energía’ implica una forma de relación? P: No comprendo todo lo que usted dice. DS: Pregunto si hay alguno que haya pensado realmente en lo que la energía es en el sentido psicológico. P: Es por eso que lo discutimos, ello podría clarificar las cosas. DS: ¿Entendemos que se trata de una sustancia o fuerza que existe dentro de la persona, o la ‘energía’ es algo que se manifiesta en la relación? Y, de ser así, ello suscita entonces toda una categoría de preguntas. P: ¿No acepta la física (no tengo conocimientos de física) que existe una energía que se disipa y una energía que no contiene en sí la semilla de la disipación? FW: Sí, pero vea, ningún físico puede definir qué es la energía. La energía es una hipótesis básica en física -se supone que está ahí. Sabemos que la energía es necesaria. Sin energía, ninguna fuerza es posible, ningún trabajo es posible. Por lo tanto, energía y trabajo están muy relacionados. De modo que podemos utilizar la fuerza, podemos ver que el trabajo se realiza, pero nunca podemos ver la energía. K: ¿Existe una energía que sea infinita, que no tenga principio ni fin? Y, ¿existe una energía que es mecánica, y que siempre tiene un motivo? Y, ¿hay una energía en la relación? Me gustaría averiguarlo. P: El Dr. Shainberg preguntó qué es lo que produce el impulso básico. K: ¿Qué es? Atengámonos a eso. P: ¿Es el impulso básico el que hace surgir al pensador, y después el pensador se da continuidad a sí mismo? K: ¿Qué es el empuje, la fuerza que se halla detrás de todas nuestras acciones? ¿Es algo mecánico? ¿O hay una energía, una fuerza, un empuje, un impulso básico que carece de fricción? ¿Es eso lo que estamos discutiendo? DS: ¿Cuál es el impulso básico de esta energía que se vuelve mecánica? Permanezcamos por un rato fuera del reino de la fantasía, y atengámonos estrictamente a este impulso del pensamiento y del deseo, y a su naturaleza mecánica. ¿Cuál es el impulso básico de esta energía -del pensamiento, del deseo y de la creación del pensador? K: Prosiga, señor, discútalo. DS: Uno ve el pensamiento, la sensación, luego la fuerza, después el deseo y la realización del deseo; todo este accionar con pequeñas modificaciones continúa y continúa. Así que ése es el impulso básico.


K: Usted pregunta cuál es el impulso que hay detrás del deseo. Yo deseo un automóvil. ¿Qué hay detrás de ese deseo? Lo haremos muy simple. ¿Cuál es el apremio, el empuje, la fuerza, la energía que está detrás del deseo y que dice: “Yo debo tener un automóvil”? DS: ¿Es que usted desea el automóvil, o el automóvil surge como un deseo y después crea al ‘yo’? El ‘yo’, ¿es creado por el deseo? K: Si yo no viera efectivamente el automóvil, si no lo sintiera, si no lo tocara, no experimentaría el deseo de tener un automóvil. Veo personas que manejan un automóvil, veo el placer que sienten al conducirlo, la energía, el regocijo que experimentan al manejarlo, y debido a eso lo deseo. P: Señor, ¿es sólo el objeto el que crea el deseo? DS: Esa es la cuestión. K: Puede tratarse de un objeto físico o no físico -una creencia, una idea, cualquier cosa. FW: Pero en primer lugar, ello probablemente tenga que ser perceptible para los sentidos, porque uno percibe algo mediante los sentidos y forma una imagen de ello después lo desea. Por lo tanto, ¿podría decirse que cualquier cosa que uno desee tiene que ser percibida por los sentidos? Y entonces, de su pregunta derivo la mía: Cualquier cosa que podamos desear, ¿tiene que ser antes perceptible para los sentidos? Uno podría, por supuesto hablar de Dios. Yo puedo desear a Dios. P: Es el deseo el que conserva y mantiene al mundo andando. ¿Puede uno devolver el deseo a sus orígenes? DS: ¿Habría deseo si no hubiera ‘yo’? K: ¿Cuál es el impulso básico que hay detrás de cualquier deseo? Comencemos con eso. ¿Qué es la energía que me hace experimentar deseo? ¿Qué hay detrás del hecho de encontrarme yo aquí? He venido aquí para averiguar sobre qué hablan ustedes, sobre qué versa la discusión. El deseo es el de descubrir otra cosa que mi habitual corriente de pensamiento. Por tanto, ¿qué es eso? ¿Es el deseo? Entonces, ¿qué hay detrás del deseo que me hizo venir aquí? ¿Es mi sufrimiento? ¿Es mi placer? ¿Es que quiero aprender más? Ponga todas esas cosas juntas y, ¿qué es lo que hay tras de todo ello? DS: Para mí, es una compensación de lo que yo soy. P: Lo cual es idéntico a un sentimiento de llegar a ser. K: ¿Llegar a ser? ¿Qué hay detrás del llegar a ser? DS: Poder encontrarme en alguna parte diferente de donde estoy; y ahí también hay deseo. K: ¿Qué hay detrás de esa energía que le está haciendo actuar así? ¿Es el castigo y la recompensa? Toda nuestra estructura de movimiento se basa en el castigo y la recompensa -en evitar lo uno y obtener lo otro. ¿Es ése el impulso básico o la energía que nos mueve a hacer tantas cosas? El motivo, ¿es el impulso, la energía derivada de estos dos movimientos: evitar lo uno y obtener lo otro? DS: Sí. Eso es parte de ello; está en el nivel del pensamiento. K: No; no sólo en el nivel del pensamiento. No lo considero así. Tengo hambre, mi recompensa es la comida. Si hago algo mal, mi retribución es el castigo. M: ¿Es eso diferente del placer y del dolor? ¿Es la recompensa lo mismo que el placer, y el castigo lo mismo que el dolor? K: Recompensa -aténgase a esa palabra, no la extienda, no la amplíe. Recompensa y castigo. Creo que ése es el impulso básico, normal, corriente.


P: Recompensa y castigo, ¿para quién? K: No ‘para quién’. Lo que es satisfactorio y lo que no es satisfactorio. P: Pero, ¿para quién? Usted tiene que postularlo. K: Todavía no he llegado a eso. El problema es éste: Lo que es satisfactorio lo llamo ‘recompensa’, y lo que no es satisfactorio lo llamo ‘castigo’. DS: Sí. K: Por lo tanto, ¿está ahí el ‘yo’ diciendo: “Debo ser satisfecho”, “Tengo hambre”? P: El hambre es una cosa muy fisiológica. K: Por el momento me atengo a eso. ¿Se derrama lo fisiológico dentro del campo psicológico y todo el ciclo comienza ahí? Yo necesito comer; el alimento es necesario. Pero el mismo instinto penetra en el campo de la psicología, y ahí comienza un ciclo por completo diferente. No obstante, el movimiento es el mismo. Singh: Señor, ¿dónde continúa todo este proceso? Si continúa en mí, ¿dónde tiene lugar lo que experimento cuando participo en este proceso de investigación? ¿En el cerebro? ¿Dónde encuentro esta urgencia de placer/dolor? K: En ambos niveles: el biológico y el psicológico. Singh: Si es el cerebro, entonces indudablemente hay algo que uno podría definir como crepuscular -entre el placer y el dolor. Sin duda existen ciertos momentos en que no hay necesidad de satisfacer el hambre y, sin embargo, el deseo de ser satisfecho está ahí. Puedo estar satisfecho y puedo seguir sintiendo hambre. K: No capto bien lo que usted está diciendo. Singh: Señor, si existen la recompensa y el castigo, y si ese proceso de recompensa y castigo es para ser investigado en el cerebro -a nivel fisiológico- entonces hay ciertas respuestas en el cerebro que se hallan entre la recompensa y el castigo. K: ¿Quiere usted decir que hay una brecha entre la recompensa y el castigo? I: No una brecha sino un eslabón, un puente. GM: ¿Entiende usted que hay un estado que no es ni recompensa ni castigo? Singh: Sí. Donde uno se funde con el otro. P: Si es que puedo plantearlo así, quizás haya otro estado, pero yo no sé lo que es. ¿Cómo ha de responder esto a la pregunta acerca de la naturaleza de esta fuerza que hace surgir aquello y luego lo mantiene en funcionamiento? Básicamente, ésa es la cuestión. DS: Esa es la cuestión. ¿Dónde está este movimiento? ¿Dónde se encuentra este movimiento de recompensa y castigo? Y aun si hubiera un espacio entre... K: ¿Pregunta usted qué es lo que a uno lo impele en la dirección de la recompensa y el castigo? ¿Qué energía, qué impulso básico, qué fuerza, qué caudal energético es el que nos induce a hacer esto o evitar aquello? ¿Es ésa la pregunta? ¿Podría ser ello la satisfacción, la gratificación, que implica placer? DS: Pero entonces, ¿qué es la gratificación? ¿Cuál es el estado del ser cuando uno se da cuenta de que está libre del hambre?


K: Es muy simple, ¿no? Usted tiene hambre, le dan de comer y queda satisfecho. Pero la misma cosa continúa y no termina jamás. Buscamos una satisfacción tras otra y eso es inacabable. ¿Es que esta energía, el impulso a ser satisfecho, es tanto biológico como psicológico? Tengo hambre, y psicológicamente me siento solo, aislado. Hay un sentimiento de vacuidad, un sentimiento de insuficiencia. Y entonces me vuelvo a Dios, a la iglesia, a los gurús. En lo fisiológico, la insuficiencia se satisface muy fácilmente. En lo psicológico no se satisface jamás. Par: ¿En qué punto pasa uno de la satisfacción fisiológica al proceso del pensamiento? K: Señor, puede ser que el movimiento fisiológico haya penetrado en el movimiento psicológico y prosiga ahí. ¿Es así? P: Lo que yo estoy tratando de averiguar es esto. No es cuestión de si ello es posible o si es cosa de opción. Es así desde el instante en que nacemos; los dos tipos de deseo principian a actuar. Pregunto, por lo tanto, cuál es la fuente de ambos principios -el fisiológico y el psicológico. I: La sola palabra ‘insuficiencia’ debería bastar. P: Pero no basta. Ambos principios están estructurados en una fuerza que después nos impele. Esa estructura dentro de uno, el reunirse de una cantidad de cosas, es el centro, el ‘yo’. K: Mire, no creo que eso sea el ‘yo’. P: ¿Qué es entonces? ¿Por qué dice usted eso? K: No creo que sea el ‘yo’. Considero que es la eterna insatisfacción, la eterna insuficiencia. DS: ¿Cuál es la fuente de eso? P: ¿Puede haber insuficiencia a menos que haya ‘alguien’ que sea insuficiente? DS: ¿Quién es el insuficiente? P: ¿Puede haber insuficiencia sin uno que la experimente? K: No doy por cierto que sea el ‘yo’. Hay una continua insuficiencia. Uno acude al marxismo; lo encuentra insuficiente y va de una ideología a otra. Cuanto más inteligente es uno, cuanto más despierto, mayor es la insatisfacción que hay. Entonces, ¿qué es lo que ocurre? S: Con eso da usted a entender que hay una matriz sin la realidad del ‘yo’, la cual puede actuar con su propio movimiento. K: Yo no conozco la matriz, no conozco el ‘yo’. Todo cuanto estoy señalando es un único factor: el de que existe una insuficiencia fisiológica que ha penetrado en el campo de la insuficiencia psicológica, y que eso continúa interminablemente. DS: Hay un continuo sentimiento de hallarse incompleto. K: Insuficiente. Aténgase a esa palabra. A: Yo sugiero en este punto que podemos excluir la insuficiencia fisiológica. K: Estoy insistiendo deliberadamente en eso. Puede ser que toda esta desdicha que creamos fluya desde allí. Par: Yo cuestiono eso. ¿Es una mezcla que resulta cuando lo fisiológico se derrama en lo psicológico? ¿Qué es lo que exactamente entendemos por ‘derramarse en’? Lo uno es un hecho, lo otro no.


K: No, no lo es. Por lo tanto, sólo existe la insuficiencia fisiológica. P: ¿Cómo puede usted decir eso? K: Yo no digo eso. Sólo estoy investigando. P: Existen ambas insuficiencias, tanto la fisiológica como la psicológica. K: Mire, Pupulji, por el momento no utilizaré la palabra ‘yo’. No estamos investigando el ‘yo’. Tengo hambre. Esta ha sido satisfecha. Siento deseo sexual; eso ha sido satisfecho. Y digo: “No es suficiente, debo tener algo más”. P: Entonces, ¿es el ‘más’? K: ¿Qué es el ‘más’? P: Es el impulso básico, ¿no es así? K: No, el ‘más’ es más satisfacción. P: Entonces, ¿qué es el impulso básico? K: Aténgase a esa palabra ‘satisfacción’. El cerebro busca satisfacción. P: ¿Por qué el cerebro debe buscar satisfacción? K: Porque necesita estabilidad; necesita seguridad. Por lo tanto, dice: “He descubierto lo siguiente; pensaba que había encontrado satisfacción en esto, pero no hay ninguna. Hallaré satisfacción y seguridad en eso”. Y nuevamente, tampoco hay satisfacción ahí. Y así continúa y continúa. Es lo que sucede en la vida diaria. Voy de un gurú a otro, de una teoría a otra, de una conclusión a otra conclusión. I: Señor, la misma naturaleza de esta insuficiencia en un nivel fisiológico, conduce a una suficiencia en el nivel metafisiológico. Lleva a completar una cierta falta de adecuación que hay en la máquina fisiológica. Y este ciclo es el que opera; así es como trabaja el cerebro. Si este derramarse de lo fisiológico en lo psicológico ha de continuar siempre, entonces este ciclo de insuficiencia y suficiencia debe continuar. K: ¿Debe continuar? Examínelo usted mismo. Es muy sencillo. Usted está buscando satisfacción. Todos la buscan. Si usted es pobre, quiere ser rico. Si ve a alguien que es más rico que usted, anhela eso; si ve a alguien que es más hermoso, eso es lo que desea, y así sigue y sigue... Deseamos satisfacción constante. A: Señor, quiero dirigir nuevamente su atención al aspecto fundamental de la insuficiencia fisiológica: el de que toda actividad tendiente a llenar esa insuficiencia conduce a la satisfacción. Es decir, que entre la insuficiencia y su reaparición siempre hay una brecha, hasta donde concierne a la insuficiencia fisiológica; mientras que en lo concerniente a la insuficiencia psicológica, nosotros comenzamos un ciclo en el que no conocemos ninguna brecha. K: Olvide la brecha, señor. Eso no es importante. Obsérvese atentamente a sí mismo. ¿No es todo el movimiento, la energía, un impulso apremiante en busca de gratificación, recompensa? Shainberg, ¿qué dice usted a esto? DS: Pienso que lo que se revela de este modelo de esquema fisiológico recompensa/castigo, es indudablemente así. Entiendo que ése es completamente el modo en que funciona el ‘yo’ -sea un modo lógico o no. K: Todo el movimiento de búsqueda de satisfacción, es capturado por el ‘yo’. DS: Entonces es ahí donde el ‘yo’ se pone de manifiesto. K: Así es. Eso es lo que quiero dar a entender. “Yo estoy buscando satisfacción”. Eso nunca dice: “La satisfacción es buscada”. Yo estoy buscando satisfacción. De hecho, debería ser del otro modo: La satisfacción es buscada.


DS: La búsqueda de satisfacción crea el ‘yo’. K: Por lo tanto, el impulso básico es el impulso a ser satisfecho. P: Yo voy a hacerle una pregunta que puede parecer que nos aleja de la cuestión. El sentido del ‘yo’, ¿no es inherente a las células cerebrales que han heredado el conocimiento? K: Cuestiono eso. P: Yo le pregunto señor, escuche la pregunta: El conocimiento del hombre, que se halla presente en las células cerebrales, en las profundidades de la subconsciencia, ese ‘yo’, ¿no es una parte del cerebro? S: Pupulji, ¿no está usted igualando la totalidad del pasado con el ‘yo’? P: Por supuesto, la totalidad del pasado. Lo que yo pregunto es si el ‘yo’ surge a la existencia como una manifestación de esta búsqueda de satisfacción, o si ese mismo centro de la memoria, la matriz de la memoria no es en si el sentimiento del ‘yo’ K: ¿Usted pregunta si el ‘yo’, el ‘mí’, el ego está identificándose a sí mismo con el pasado como conocimiento? P: No identificándose. K: Espere. Déjeme captar claramente la pregunta. P: No identificándose, sino el ‘yo’ como tiempo, el tiempo como pasado. Y el sentido del ‘yo’ como la totalidad de eso. K: Espere. Usted preguntó al comienzo si el cerebro contiene al ‘yo’. Investigando y sólo tentativamente, diría que no hay ‘yo’ en absoluto, sino solamente la búsqueda de la mera satisfacción. P: ¿Es ficticia la memoria racial del hombre? K: No. Pero en el momento en que usted dice: “Yo soy el pasado”, ese ‘yo’ es ficticio. S: ¿Es el propio pasado el que dice que yo soy el pasado, o es una parte del pasado la que está diciendo: “Yo soy el pasado”? K: Vea, usted está planteando una cuestión que es realmente muy interesante. ¿Observa usted el pasado como el ‘yo’? Está la totalidad del pasado, milenios de comportamiento humano, sufrimiento humano, desdicha humana, confusión... Millones de años. Sólo existe ese movimiento, esa corriente, sólo existe ese vasto río -no ‘yo’ y el vasto río. P: Quisiera exponerlo de este modo: Cuando este vasto río llega a la superficie, trae a la superficie el movimiento del ‘yo’. Queda identificado con el ‘yo’. Varios al unísono: No es eso... No lo creo así... No... K: Pupulji, el ‘yo’ puede ser meramente un medio de comunicación. OS: ¿Es un modo de hablar, de informar? P: ¿Es tan simple como eso? K: No, sólo estoy enunciando. No es tan simple como eso.


S: Señor, en un punto dijo usted que la manifestación de la corriente es el individuo. Cuando esa vasta corriente de dolor se manifiesta como el individuo, ¿está o no presente el ‘yo’? K: Espere, espere. Ese no es el punto. Esa vasta corriente se manifiesta en esto, en un ser humano; el padre me da una forma y entonces digo ‘yo’ -que es la forma, el nombre, la idiosincrasia del medio- pero ‘el yo’ es esa corriente. Es obvio que existe esta vasta corriente. A: Lo que yo digo es que miramos la corriente con el conocimiento que hay en nosotros, y nos identificamos con la corriente. La identificación es hecha post facto, por cuanto en realidad comienza con el impulso básico. K: No, no. P: ¿Cómo puede uno ver eso? Mire, así como Krishnaji lo plantea, ello no lleva realmente a la profundidad de uno mismo. La profundidad de uno dice: “Yo necesito, yo llegaré a ser, yo seré”. Esa profundidad brota del pasado, que es el conocimiento, que es todo el inconsciente racial. K: ¿Puedo preguntar por qué el ‘yo’ está ahí? ¿Por qué dice usted “yo necesito”? Sólo existe la necesidad. P: Aun diciendo eso, usted no elimina el ‘yo’ K: No; usted si elimina ese ‘yo’. ¿Cómo observa usted? ¿De qué manera observa esta corriente? ¿La observa como el ‘yo’ observando? ¿O sólo hay una observación de la corriente? P: Lo que uno hace al observar, es una cuestión diferente. Nosotros estamos hablando de esa naturaleza de energía que da origen al impulso básico. Ahora yo digo que el impulso básico es la propia naturaleza y estructura del ‘yo’, el cual está atrapado en el devenir. K: Lo que quiero preguntar es si el ‘yo’ existe en absoluto. Puede que sea totalmente verbal, no factual. Es sólo una palabra que se ha vuelto tremendamente importante, no el hecho. FW: ¿No hay una impresión del ‘yo’ en la materia del cerebro? ¿No es eso una realidad? K: No, yo objeto eso. FW: Pero la impresión está ahí. Pregunto: Si eso no es una realidad, ¿qué es entonces? K: La totalidad del movimiento, esta vasta corriente está en el cerebro. Después de todo, eso es el cerebro, ¿por qué debería haber en absoluto un ‘yo’ en eso? P: Cuando usted está hablando de lo real, el ‘yo’ está ahí. K: Está ahí sólo verbalmente. DS: Está realmente ahí. En el sentido de que si usted y yo estamos juntos, hay dos partes en ello; mi identificación conmigo mismo es el ‘yo’, es la relación con usted. K: Señor, ¿cuándo es usted consciente del ‘yo’? DS: Sólo en la relación. K: Quiero comprender cuándo es usted consciente del ‘yo’. DS: Cuando quiero algo, cuando me identifico con algo o cuando me miro en el espejo. K: Cuando usted experimenta, en el instante mismo de experimentar algo, no hay ‘yo’. P: Muy bien, no hay ‘yo’. En eso estamos de acuerdo con usted. Pero entonces el ‘yo’ emerge un segundo después.


K: ¿Cómo? Mírelo, examínelo despacio. FW: Está la cuestión del impulso básico. K: Usted no entiende el punto. Está la experiencia. En el instante de la crisis no hay ‘yo’. Luego, más tarde, viene el pensamiento que dice: “Eso fue excitante, eso fue agradable”, y ese pensamiento crea al ‘yo’ que dice: “Lo he disfrutado”. ¿Correcto? P: ¿Qué ha sucedido ahí? ¿Es el ‘yo’ una concentración de energía? K: No. P: ¿La energía que se disipa? K: Es la energía que se disipa, sí. P: Pero eso sigue siendo el ‘yo’. K: No, no es el ‘yo’. Es una energía que está siendo mal empleada. No es el ‘yo’ que usa mal la energía. P: No digo que yo use mal la energía. El ‘yo’ es en sí una concentración de energía que se disipa. Tal como el cuerpo se gasta, el ‘yo’ tiene en ese sentido idéntica naturaleza; envejece, se desgasta. K: Pupul, sólo escúcheme. En el instante de crisis, no hay ‘yo’. Entiéndalo. Ahora bien; ¿puede usted vivir, existe un vivir que pueda sostenerse todo el tiempo en el nivel de intensidad de esa crisis? La crisis requiere energía total. Una crisis de cualquier tipo produce la afluencia de toda la energía. Déjelo ahí por el momento. Terminaremos con ello enseguida. En ese segundo, no hay ‘yo’. Es así. DS: Eso es un movimiento. K: No. En ese preciso segundo, no hay ‘yo’. Ahora pregunto: ¿Es posible vivir en ese nivel todo el tiempo? DS: ¿Por qué pregunta usted eso? K: Si uno no vive de ese modo, tiene toda clase de otras actividades que destruirán eso. DS: ¿Cuál es el problema? K: El punto es éste: En el instante en que interviene el pensamiento, éste produce una fragmentación de la energía. El pensamiento mismo es fragmentario. Por ello, cuando se introduce el pensamiento hay una disipación de energía. DS: No necesariamente. Par: Usted dijo: “En el instante de la experiencia, no hay ‘yo’. K: No se trata de ‘lo que yo dije’. Es así. Par: ¿Es ése el impulso básico? P: No. En realidad, el problema viene a ser éste: Nosotros decimos que es así; sin embargo, eso no da una respuesta al interrogante de por qué el ‘yo’ se ha vuelto tan poderoso. Usted todavía no ha contestado la pregunta; aun cuando en el instante de la crisis no exista el ‘yo’, no exista la totalidad del pasado. K: ¡Ese es el punto! En el instante de crisis, no hay nada. P: ¿Por qué está usted negando al ‘yo’ como espejo de todo el pasado racial?


K: Lo niego porque puede que ello sea meramente un medio de comunicación. P: ¿Es tan simple como eso? ¿Es la estructura del ‘yo’ tan simple como eso? K: Considero que es extraordinariamente simple. Lo que es mucho más interesante y exige mucha más atención, es que cada vez que surge el pensamiento, comienza la disipación de energía. Por lo tanto, me pregunto: ¿Es posible vivir en ese nivel de intensidad? En el instante en que aparece el ‘yo’, hay disipación. Si usted excluyera el ‘yo’ y yo excluyera el ‘yo’, entonces tendríamos una verdadera relación. FW: Usted dijo que en el instante en que interviene el pensamiento, hay disipación de energía. Pero en el instante en que interviene el ‘yo’, también hay disipación de energía. ¿Cuál es la diferencia? K: El pensamiento es memoria, experiencia, todo eso. FW: Uno tiene que utilizarlo en su vida. DS: Y eso es lo que estamos haciendo en este momento. Yo encuentro que cuando digo ‘disipación de energía’, inmediatamente me veo a mí mismo asumiendo la posición del observador que dice: “Eso está mal”. Lo que sugiero es que uno puede estar neutralmente atento. Hay una crisis y una disipación, crisis y disipación... Ese es el fluir de la existencia. K: No. P: Lo que K plantea es que ocurre eso, pero que la transformación de la que estamos hablando, consiste en negar eso. DS: Yo cuestiono que sea de algún modo posible salirse de esto. Pienso que recordamos la intensidad de energía que hubo en la crisis, y después decimos que nos gustaría sostener esa energía todo el tiempo. ¿Usted lo hace? K: No. DS: Entonces, ¿por qué formula la pregunta? K: Formulo esa pregunta expresamente, debido a que el pensamiento interfiere. DS: No todo el tiempo. K: No. Todo el tiempo. Cuestiónelo, señor. En el momento en que usted tiene una crisis, no hay pasado ni presente; sólo ese momento. No existe el tiempo en esa crisis. En el instante en que introduce el tiempo, comienza la disipación. Aténgase a eso por el momento. A: Está la crisis. Luego, hay disipación y después identificación. P: En el momento de la crisis suceden muchas cosas. Usted habla de una posición holística en el instante de crisis. Hasta llegar a eso, uno tiene que investigarlo muy profundamente en sí mismo a fin de saber qué es esa cosa. K: Vea, Pupul, lo holístico implica una mente y un cuerpo muy sanos, una clara capacidad de pensar; y también significa santo (holy), sagrado. Todo ello está involucrado en la palabra ‘holístico’. Ahora pregunto: ¿Existe una energía que no se disipa jamás, de la cual necesitamos extraer cuanto somos? Cuando esa energía no es holística, hay disipación. Un modo de vida holístico es aquel en que no hay disipación de energía. La disipación de energía implica una manera de vivir no holística. P: ¿Cuál es, para las células cerebrales, la relación entre lo holístico y lo no holístico? K: No hay relación con las células cerebrales. Considerémoslo. Quiero que quede bien claro que comprendemos el significado de esa palabra ‘holístico’. Ella significa completo, significa totalidad, armonía, no desintegración, no


fragmentación. Esa es la vida holística. Esa es la energía infinita. La vida no holística, la vida fragmentada, es un desgaste de energía. Cuando existe un sentimiento de totalidad, no hay ‘yo’. Lo otro es el movimiento del pensar, del pasado, del tiempo; ésa es nuestra vida, nuestra vida cotidiana, y esa vida es recompensa y castigo y la continua búsqueda de satisfacción. P: Señor, lo holístico se halla contenido en las células cerebrales. Vale decir que devuelve respuestas, retos. Lo no holístico está contenido en las células cerebrales; es toda la corriente del pasado enfrentándose al reto. Entonces, ¿qué relación tiene lo holístico con las células cerebrales y los sentidos? K: ¿Ha comprendido la pregunta, doctor? DS: Ella pregunta: ¿Cuál es la relación de este estado holístico en el cerebro, con la memoria y el pasado y los sentidos? K: No, no. Usted no ha escuchado. P: Yo dije que hay dos estados: el holístico y el no holístico. El no holístico está indudablemente dentro de las células cerebrales, porque es la corriente del pasado contenida en esas células cerebrales, la que es retada y responde con el impulso básico. Y pregunto cuál es la relación de lo holístico con las células cerebrales y los sentidos. DS: ¿Qué entiende usted por ‘los sentidos’? P: Escuchar, ver, gustar... DS: ¿Puedo examinar eso? Pienso que si hubiera algo en lo que estuvimos diciendo, habría una relación diferente de estas funciones parciales en el estado holístico. Ellas no están meramente funcionando separadas, sino que operan como una parte del estado holístico, mientras que en la disipación de la energía y en la fragmentación, todo eso comienza a funcionar como si se tratara de centros aislados. K: Señor, la pregunta de Pupul es muy simple. Nuestras células cerebrales contienen ahora el pasado, la memoria, la experiencia y el conocimiento de milenios, y esas células cerebrales no son holísticas. DS: Sí, son células separadas. K: No son holísticas. Aténgase a eso. Pupul dice que las células cerebrales están actualmente condicionadas a un modo de vivir no holístico. ¿Qué ocurre en las células cerebrales cuando hay un modo de vida holístico? Esa es la pregunta de ella. DS: Yo lo planetaria de otro modo. Diría: ¿Qué ocurre con la relación de las células cerebrales en el estado holístico de percepción? K: Voy a contestar esa pregunta. ¿El cerebro holístico contiene el pasado y, por lo tanto, puede el pasado ser utilizado holísticamente? Debido a que ese cerebro es total, contiene la parte, pero la parte no puede contener el todo. En consecuencia, cuando opera la parte, hay disipación de energía. P: Después de pasar por todo esto, hemos llegado a este punto. K: Sí. Un punto magnífico. Aténgase a él. P: ¿Qué le concierne entonces al cerebro, que es la estructura de la mente humana? K: Nosotros conocemos únicamente el modo de vivir no holístico; aténgase estrictamente a eso. Ese es el hecho -que vivimos no holísticamente, fragmentariamente. Esa es nuestra vida real y eso implica desgaste de energía. Vemos también que hay conflicto, lucha. Todo ello es desgaste de energía. Entonces nos preguntamos: ¿Existe un modo de vivir que no sea una disipación de energía?


Vivimos una vida no holística, una vida fragmentaria, dividida. Usted entiende lo que quiero decir por dividida: decir algo y hacer alguna otra cosa, una vida que se amolda, que es contradictoria, comparativa, imitativa -con algunos momentos de silencio. Ese es un modo fragmentario de vivir, un modo no holístico, y es todo cuanto conocemos. Y alguien pregunta: ¿Hay una energía que no se disipa? Formulada esa pregunta, investiguémosla para ver si es posible terminar con esta manera de vivir. P: Pero yo he hecho otra pregunta, y usted todavía no ha respondido a ella. K: Estoy llegando a eso. Es una pregunta muy difícil de contestar. O sea: Uno vive una vida no holística, que es una constante filtración de energía, un desgaste de energía. El cerebro está condicionado para eso. Uno lo ve realmente. Entonces pregunta: ¿Es posible vivir una vida que no sea eso? ¿De acuerdo? I: No siempre, señor, eso es lo que estamos investigando: si ese hálito de libertad podría ser una totalidad. K: No, nunca puede ser una totalidad, porque viene y se va. Cualquier cosa que viene y se va, involucra al tiempo. El tiempo implica un modo fragmentario de vivir. Por lo tanto, ello no es total. Mire, vivimos una vida no holística. El cerebro está condicionado para eso. Ocasionalmente podemos percibir un aroma de libertad, pero ese aroma de libertad sigue estando dentro del campo del tiempo. En consecuencia, ese aroma es todavía un fragmento. Entonces, ¿puede el cerebro, que está condicionado para eso, para vivir de un modo no holístico, puede ese cerebro transformarse tan completamente que ya nunca viva el estado de condicionamiento? Esa es la pregunta. DS: Mi respuesta a eso es: Aquí está uno en un estado de fragmentación, en un estado de disipación de energía. Y ahí está uno buscando satisfacción. K: No, no lo está. Yo digo que esto es un desgaste de energía. DS: Eso es todo lo que conocemos y nada más. K: Sí. Nada más. Por lo tanto, el cerebro dice: “Muy bien, veo eso”. Luego formula la pregunta: “¿Es posible cambiar todo esto?” DS: Pongo en duda que el cerebro puede preguntar eso. K: Lo estoy preguntando. Por consiguiente, si un cerebro lo pregunta, el otro cerebro puede preguntarlo también. Esto no está basado en la satisfacción. DS: ¿Podría usted decir alguna cosa sobre cómo puede formular esa pregunta sin que haya una búsqueda de satisfacción? K: Ella puede ser formulada porque el cerebro se ha dado cuenta por sí mismo del juego que ha estado jugando. DS: Entonces, ¿cómo es que el cerebro plantea la pregunta? K: Lo pregunta porque dice: “A través de esto estoy viendo”. Y ahora dice: “¿Hay un modo de vivir que sea no fragmentario, que sea holístico?” DS: Y esa pregunta es tan holística como cualquiera. K: No, no todavía. DS: Con eso es que tenga dificultad -de dónde proviene esa pregunta. Usted dice que ella no busca satisfacción, que no es holística. Entonces, ¿qué cerebro está produciendo esa pregunta? K: El cerebro que dice: “Veo muy claramente el desgaste de energía”. P: El hecho mismo de que usted diga que el cerebro está viendo a través de todo el problema de la fragmentación...


K: ...es el cese de la fragmentación. P: ¿Es eso lo holístico? K: El cese de ello, eso es holístico. P: El mismo ver la fragmentación, es terminar con ella. DS: Y eso, ¿es holístico? K: Eso es holístico. Pero Pupul formuló una pregunta mucho más compleja con relación al cerebro holístico que contiene el pasado, la totalidad del pasado, la esencia del pasado, el zumo, y que todo lo absorbe del pasado. ¿Qué significa eso? El pasado es nada, pero un cerebro semejante puede utilizar el pasado. No sé si usted entiende esto. Lo que me concierne es nuestra vida, la real, la vida cotidiana, fragmentaria, estúpida. Y digo: ¿Puede eso ser transformado? No en una gran satisfacción. ¿Puede esa estructura misma terminar? No por imposición de algo superior -lo que es sólo otro truco. Yo digo que si usted es capaz de observar sin el observador, el cerebro puede transformarse. Eso es la meditación. Señor, la esencia es lo total. En la fragmentación, no hay esencia de nada. ESCUCHANDO CON EL CORAZÓN P: Siento que el punto central que a todos se nos escapa y no lo entendemos bien, es el factor de la compasión. En Benares, cierta vez usted empleó una frase: “¿Es posible escuchar con el corazón?” ¿Qué implica eso de escuchar con el corazón? K: ¿Discutiremos eso? FW: ¿Podríamos investigar la naturaleza de la materia? K: Vea, señor, lo que yo dije era que el pensamiento es un proceso material, y que todo cuanto el pensamiento ha elaborado -en lo tecnológico, en lo psicológico, las creencias, los dioses, toda la estructura de la religión basada en el pensamiento- es un proceso material. En ese sentido, el pensamiento es materia. El pensamiento es experiencia, es conocimiento almacenado en las células, el que funciona en un surco particular moldeado por ese conocimiento. Todo eso, para mí es un proceso material. Qué es la materia, no lo sé. Ni siquiera discutiré eso, porque nada conozco al respecto. FW: Yo no estoy inquiriendo en ello desde el punto de vista de un científico. Déjeme decir que la materia es algo desconocido. Yo siento, pues, que cuando exploramos en lo desconocido... K: ...Usted no puede explorar en lo desconocido. Sea cauto, uno puede explorar en lo conocido, ir hasta el mismo límite de lo conocido; y cuando uno ha llegado al límite, se ha salido de ello. Usted sólo puede investigar lo conocido. P: ¿O sea, el pensamiento? K: Por supuesto. Pero cuando él dice: “Examine, explore, investigue lo desconocido”, no podemos hacerlo. De manera que Pupul formuló una pregunta: “¿Qué es, qué significa escuchar con compasión?” P: Es un punto crucial. Si tenemos compasión, está todo ahí. K: De acuerdo. Pero no la tenemos, infortunadamente. Entonces, ¿cómo abordaremos esta cuestión? ¿Qué significa escuchar, y cuál es la naturaleza y estructura de la compasión? P: Y, ¿qué implica este escuchar con el corazón? Es algo muy importante. ¿Existe un escuchar más profundo que el escuchar con los oídos?


K: Podemos considerar las dos cosas: escuchar y escuchar con el corazón, con compasión. Primero, ¿qué significa escuchar, qué es el arte de escuchar? FW: Tal vez podríamos abordar el asunto a la inversa: ¿Qué significa no escuchar? K: ¿Qué quiere usted decir, señor? FW: Cuando preguntamos qué significa escuchar, eso parece muy difícil, y pienso que quizá, si tengo bien en claro qué significa no escuchar... K: Es la misma cosa. O sea, mediante la negación se llega a lo positivo. Si usted pudiera descubrir qué es escuchar y, en la investigación de lo que es escuchar niega lo que es no escuchar, entonces está escuchando. Eso es todo. P: ¿Podemos proseguir? Hay, entonces, dos problemas involucrados, o sea: qué es el escuchar -en lo que está implícito qué es no escuchar- y qué es la compasión. ¿Cuál es la estructura y naturaleza del sentimiento, su profundidad, y qué acción emerge de todo ello? K: Prosiga, discútalo. FW: Yo creo que en esto de la compasión estamos ante el mismo problema, porque siento que la compasión nada tiene que ver con el campo de lo conocido. K: Ella quiso decir otra cosa, señor. ¿Qué significa escuchar con el corazón? Eso es lo que quiso decir. Yo introduje la palabra ‘compasión’. Quizá podamos dejarla fuera por el momento. P: Krishnaji habló de escuchar con el corazón, y yo estoy interesada en investigar eso. K: Por lo tanto, atengámonos a esas dos cosas: escuchar y escuchar con el corazón. ¿Qué significa eso? R: Hemos dicho que la respuesta del pensamiento es fragmentaria. Sea que llamemos a esa respuesta observación, escuchar, o lo que fuere, es la misma cosa, ¿verdad? Por lo tanto, el corazón ¿es lo no fragmentario? ¿Es eso lo que queremos decir? K: Ahora espere un minuto. Escuchar con el completo florecimiento de todos los sentidos es una cosa; escuchar parcialmente con un sentido particular, es fragmentario. R: Sí. K: O sea que, si yo escucho con todos mis sentidos, entonces no hay problema de negación con respecto a lo que es escuchar o no escuchar. Pero nosotros no escuchamos. S: Señor, cuando usted habla de escuchar con el corazón, mi respuesta es que yo no conozco eso. Pero hay un movimiento, un sentimiento, hay un escuchar en el que la conciencia no es pensamiento. Yo veo que existe un movimiento del sentir cuando escucho a Radhaji o a alguna otra persona; hay un cierto sentimiento con el que uno escucha al otro. Cuando ese sentimiento está ahí, hay una clase de comunicación diferente. K: ¿Es el sentimiento diferente del pensamiento? S: Es a eso que estoy llegando. P: Es diferente del pensamiento. S: Si el sentimiento no es diferente del pensamiento, nosotros no conocemos ningún movimiento aparte de este último. Es muy difícil aceptar esta afirmación, porque nosotros hemos experimentado también la ternura, el afecto. Si todo es puesto en la categoría del pensamiento, si éste es la totalidad de la conciencia, entonces...


K: Debemos ser claros. No lo clasifique por categorías. Vayamos despacio. ¿Escucho con el pensamiento, o no escucho con el pensamiento? Ese es el problema. S: Ambos son... K: ...vaya despacio, Sunanda. ¿Escucha usted con el movimiento del pensar, o escucha sin el movimiento del pensar? Se lo pregunto. P: ¿Podemos escuchar sin el pensamiento? K: Sí. P: A veces, quizás una sola vez en la vida, uno alcanza el sentimiento total del corazón, la mente y la conciencia como una cosa única. K: Comprendo eso. P: Cuando preguntamos si existe un escuchar sin el pensamiento, podemos decir: “Sí, existe”; pero si puedo decir eso, aún hay algo que falta. K: Llegaremos a ese punto. Examinemos esto muy despacio. A: En un voltaje menor de sensibilidad, puede que no haya pensamiento articulado, pero hay un escuchar. En ese escuchar hay carencia de sensibilidad. Por tanto, falta vida. K: Pienso que tenemos que comenzar por lo que significa comunicarse. Yo quiero decirle a usted algo que me interesa profundamente. Usted debe estar preparado para participar en el problema, o en la cuestión, o en el asunto que uno está planteando; lo cual implica que debe tener el mismo interés, o la misma intensidad de quien le habla, y también debe encontrarse con él en el mismo nivel. La comunicación involucra todo esto. De otro modo, no hay comunicación. S: Lo del interés puede uno comprenderlo, pero es muy difícil conocer el nivel. P: ¿Puedo decir algo? Al introducir la palabra ‘comunicación’, usted está introduciendo el concepto de ‘dos’. En el escuchar con el corazón, puede que no haya ‘dos’. K: Sí. Llegaremos a eso. ¿Qué es escuchar con el corazón? Yo quiero decirle algo que siento profundamente. ¿Cómo lo escucha usted? Quiero que comparta eso conmigo, que lo sienta conmigo, que esté involucrado en ello conmigo. De lo contrario, ¿cómo puede haber comunicación? S: ¿Cómo conoce uno el nivel? K: En el momento en que ése no es un problema intelectual o verbal sino un intenso, candente, hondo problema humano que quiero comunicarle, que quiero compartir con usted. Entonces tenemos que hallarnos en el mismo nivel, de otro modo usted no puede escuchar. S: Si hay una profunda seriedad, ¿existirá el nivel correcto? K: Ahora usted no está escuchando. Ese es mi problema. Yo quiero decirle algo que es profundamente importante. Quiero que lo escuche porque usted es un ser humano, y ése es su problema. Puede que no haya usted ahondado realmente en él. Por lo tanto, al compartirlo conmigo usted está exponiendo a ello su propia intensidad. En consecuencia, el escuchar implica un compartir, una comunicación no verbal. Tiene que haber un escuchar, un compartir, lo cual entraña ausencia de cualquier distorsión verbal. P: Es obvio que usted sólo puede comunicar algo si existe un determinado nivel. K: Eso es lo que estoy diciendo. Ahora, Sunanda, ¿cómo me escuchará usted? ¿Escuchará de ese modo?


S: Parece que uno no escucha así a todo el mundo. K: Ahora estoy hablando, y le pregunto: ¿Me escuchará usted de esa manera? P: A usted le escuchamos. K: Porque ustedes se han formado una imagen de mí y dan importancia a esa imagen; por eso escuchan. S: No sólo a la imagen. K: Usted no capta el punto. ¿Puede escuchar no sólo a este hombre que está hablando ahora, sino también escuchar a Radha cuando ella habla al respecto, o cuando Parchure o usted o alguien dice algo? ¿Puede escuchar? Tal vez él le esté comunicando alguna cosa que es incapaz de poner en palabras. Entonces, ¿nos escuchará usted a todos de la misma manera? S: Escuchamos a alguien y no escuchamos a todos. K: ¿Por qué? P: A causa del prejuicio. K: Por supuesto. Ahí no hay comunicación. P: ¿Quiere usted decir, señor, que escuchar la voz que está fundada en la verdad y que habla desde el silencio, que el recibir eso puede ser lo mismo que escuchar la voz de alguien que habla desde el pensamiento? Por favor, conteste esa pregunta. K: Su pregunta es demasiado definida. P: No, no es demasiado definida. Cuando usted habla, su voz es diferente. R: Pienso que el punto está en si recibimos en absoluto, si escuchamos en absoluto. Si uno está recibiendo, entonces no surge el interrogante sobre si se trata de la voz de la verdad o de alguna otra cosa. P: Eso no sucede con nosotros. Raj: Escuchamos con un motivo. El motivo puede ser muy sutil o muy obvio. Cuando escuchamos a algún otro, pensamos que no sacaremos nada de ello. Es por eso que cuando escuchamos a K hay mucha más atención. K: Entonces, ¿cómo cambiamos eso y nos escuchamos el uno al otro? FW: ¿Es que interpretamos? K: No, no interprete lo que estoy diciendo, por el amor de Dios, escuche. Yo voy a ver a Kata y le digo que no conozco nada de karate. Veo el karate en las películas pero no sé nada al respecto. Por lo tanto, acudo a él ahora no sabiendo. En consecuencia, escucho. Pero nosotros sabemos -y ésa es la dificultad de ustedes. Dicen que esto debería ser de este modo, que esto debería ser de aquel modo -todas conjeturas, opiniones. En el momento en que empleo una palabra, ustedes están plenamente activos. Pero la primera cosa es el arte de escuchar. Arte significa ponerlo todo en su verdadero lugar. Usted puede tener sus prejuicios, puede tener sus conclusiones, pero cuando está escuchando, deje todo eso a un lado -el interpretar, el comparar, el juzgar, el evaluar, aparte todo eso. Entonces tiene lugar la comunicación. Cuando alguien dice: “Yo le amo”, usted no dice “Déjeme pensar al respecto”. R: O sea, que apartarlo todo es igual a tener la misma intensidad y estar en el mismo nivel. K: De lo contrario, ¿qué sentido tiene?


R: Yo he visto esto pero no lo estoy haciendo. K: Hágalo ahora. S: A mí me parece que usted está diciendo que el acto de escuchar elimina, se devora de momento toda la cosa. K: Cuando yo digo: “Le amo”, ¿qué ocurre? S: Pero nadie nos dice eso a nosotros. K: Pero yo se lo estoy diciendo. S: No, señor, en la vida normal no ocurre frecuentemente así. K: ¿Qué es, entonces, el arte de escuchar, qué significa escuchar con el corazón? Si usted no escucha con el corazón, ello no tiene sentido. Si escucha con un sentimiento de solicitud, atención, afecto, si hay un profundo sentimiento de comunión entre uno y otro, ello significa que usted escucha con todos sus sentidos, ¿no es así? P: Con plenitud. K: ¿Escuchará usted de ese modo? ¿Podemos escuchar a alguien que no nos agrada, de quien pensamos que es un necio? ¿Puede usted escuchar con el corazón a ese hombre, o a esa mujer? No lo creo; cuando uno tiene ese sentimiento, ya las palabras no importan. Prosigamos. Entonces, ¿qué? Supongamos que escucho, y que lo he hecho frecuentemente en mi vida. Escucho muy atentamente, no tengo prejuicios, no tengo imágenes ni conclusiones; no soy un político, soy un ser humano que está escuchando a alguien. Sólo escucho, porque él quiere decirme algo acerca de sí mismo. Debido a que él se ha formado una imagen, un cuadro de mí, generalmente viene a verme con una máscara. Si él quiere conversar seriamente conmigo, le digo: “Elimine la máscara, miremos eso juntos”. Yo no quiero mirar tras de la máscara, a menos que él me invite a hacerlo. Si dice: “Muy bien, señor, hablemos de ello”, yo escucho. Y, al escuchar, él me dice algo que es completa, totalmente común a todos los seres humanos. Puede plantearlo erróneamente, puede expresarlo tontamente, pero eso que él expone es algo que sufre todo hombre o mujer, y él me está hablando de ello. Y yo escucho. Por lo tanto, él me está relatando la historia de la humanidad. Así que yo estoy escuchando no sólo las palabras, el sentimiento superficial de él, sino también la insondable profundidad de lo que está diciendo. Si es algo superficial, entonces discutimos superficialmente e impulsamos la cosa hasta que él la siente en profundidad. ¿Entiende? Puede ser que él esté expresando un sentimiento que es muy superficial, y si es superficial, digo: Ahondemos un poco más. Así, profundizando más y más, él expresa algo que es totalmente común a todos nosotros. Está expresando algo que pertenece por completo a todos los seres humanos. ¿Comprende? Por lo tanto, no hay división entre él y yo. P: ¿Cuál es la fuente de ese escuchar? K: La compasión. Entonces, ¿qué es la compasión? Como dice Fritz, la compasión es desconocida para nosotros. ¿Cómo, pues, he de tener esa extraordinaria inteligencia que es la compasión? Me gustaría tener esa flor en mi corazón. ¿Qué ha de hacer uno, entonces? FW: La compasión no está en el campo del pensamiento. Por lo tanto, jamás puedo experimentar el sentimiento de que la tengo. K: No, usted no la encontrará -eso es como un taladro, como un destornillador... Uno tiene que empujar, empujar. P: Tiene que haber un perfume de ello. K: Por supuesto. Usted no puede hablar de compasión sin ese perfume, sin esa miel. P: Está ahí o no está ahí. Entonces, señor, ¿por qué cuando nos comunicamos con usted tenemos ese sentimiento? ¿Por qué ejerce usted este tremendo impacto que, al anular de golpe todos los prejuicios, todos los obstáculos, silencia de inmediato la mente?


K: Es como ir al pozo de agua con un cubo pequeño o con un cubo enorme que uno a duras penas puede transportar. La mayoría de nosotros vamos con un cubo pequeño, y el agua que extraemos del pozo es insuficiente. Es lo mismo que tener una fuente en el patio, fluyendo, fluyendo. Me gustaría mirarla, verla desde fuera y desde dentro. Entonces, ¿qué he de hacer? FW: Averiguaré qué es lo que me impide tener esa cosa. K: Eso es análisis. No analizaré porque es una pérdida de tiempo. He comprendido eso, no porque usted lo haya dicho y yo lo haya aceptado, sino que veo la razón, la lógica, la significación y, por lo tanto, la verdad de ello. En consecuencia, el análisis queda eliminado. S: No sólo eso, señor, también veo que sentándome en meditación regularmente, estando en silencio, ninguna de estas cosas tiene relación alguna con aquello. La dualidad y toda clase de experiencias por las que uno ha pasado, tampoco tienen nada que ver con eso. K: Escuche, Sunanda; Radha y Pupul tienen esta fuente en su patio. No hablan de ella porque está ahí, floreciendo, fluyendo, murmurando -toda clase de cosas ocurren. Y yo digo: “¿Por qué no está esa fuente en mi patio?” Quiero averiguarlo. No es que desee imitarlos. Pero ello debe ocurrir. No analizaré qué es lo que me lo impide, qué es lo que me bloquea; no preguntaré si debo estar silencioso o si no debo estar silencioso... Eso es el proceso analítico. No sé si usted comprende esto. S: Está claro, señor. K: ¿Realmente comprende lo que eso significa? S: ¿Qué quiere decir, ‘comprender realmente’? K: Mire, ellos la tienen, yo no la tengo. Me gustaría tener esa fuente; me gustaría contemplarla como a una joya preciosa. ¿Cómo ha de ocurrirme eso a mí? Ese es mi interrogante. El sugirió que yo mirara lo que me está bloqueando. Pero ése es un proceso analítico, y el análisis es una pérdida de tiempo. No sé si usted ve eso realmente. El análisis y el analizador son ambos la misma cosa. No gaste tiempo en eso, no medite sobre ello sentado con las piernas cruzadas y todas esas cosas. Usted no tiene tiempo. Entonces, ¿cómo pondrá fin al análisis totalmente? ¿Puede hacerlo? Lo hace cuando hay una crisis tremenda. Entonces uno no tiene tiempo para analizar, está en ello. ¿Está usted en ello? ¿Comprende mi pregunta? O sea: ella tiene ese extraordinario perfume que para ella es tan natural; no dice: “¿Cómo lo obtendré, qué he de hacer con eso?” De algún modo ella lo tiene, y a mí me gustaría tenerlo. Soy un ser humano, y sin eso nada tiene importancia. Por lo tanto, ello debe estar ahí. Y veo la verdad acerca del análisis, por lo cual jamás analizaré. Porque estoy en medio de este interrogante, empapado, ardiendo con el interrogante. La casa se quema y yo estoy atrapado en ese fuego. R: Señor, cuando la belleza de la cosa existe en alguna parte, no se suscita la pregunta: “¿Cómo he de tener eso?” K: Lo necesito, ¿cómo he de tenerlo? No me preocupo, no cavilo al respecto, tengo hambre. Uno no analiza el hambre. R: No es eso lo que estoy diciendo. K: Lo lamento, ¿qué estaba diciendo usted? R: Digo que cuando en cierto modo uno está lleno con esto, no surge el ‘quiero tenerlo’. No sé en qué medida el perfume lo llena a uno, pero este sentimiento de ‘quiero tenerlo ‘ no existe ahí. K: Usted puede estar llena de mis palabras, de mi intensidad, y entonces dice que lo tiene. R: No digo que lo tengo, pero...


K: ...sea sencilla, Radha. Usted tiene algo en su patio, una fuente que muy pocas personas tienen, muy muy pocas. Ellas pueden hablar acerca del agua, pueden hablar de la belleza de la fuente, de cómo canta el agua, pero no se trata de eso. Pero usted la tiene. Y, como ser humano, veo lo maravillosa que es esa fuente y voy hacia ella; no es que quiera tenerla, voy hacia ella. No la tengo, ¿qué he de hacer? FW: ¿Hay algo que yo pueda hacer? K: Tal vez sí, tal vez no. Puede que la exigencia sea tan grande, que yo deje a un lado todo lo demás. La propia exigencia deja a un lado todo. ¿Comprende? La casa está ardiendo. No hay argumentos, no me pongo a considerar qué tipo de cubo o de bomba voy a utilizar. P: ¿No está ello estrechamente vinculado con el caudal de la energía? K: Muy bien, ella dice que eso está vinculado con la llama de la energía... No, Pupul, cuando uno desea algo, arde como el infierno. ¿No es así? Cuando uno desea a esa muchacha o a ese hombre, está totalmente dedicado a eso. FW: Eso es lo que hace la diferencia. K: Yo quiero crear una crisis. Entonces hay acción. ¿Comprende lo que estoy diciendo. O elude usted la crisis o actúa. Pupul, ¿está ocurriendo la crisis? Porque ésa es una cuestión muy importante. Yo vengo a usted y le hablo de esto. Usted escucha hasta donde puede escuchar, hasta donde puede llegar, pero nada sucede. Escucha eso año tras año, da un pequeño paso cada vez, y al final ya está muerta. Lo que él quiere hacer es producir una acción que nazca de una tremenda crisis. El quiere forzar esa crisis, porque entonces no hay argumento alguno, no hay análisis. El ha creado una crisis. ¿Es esa crisis el resultado de la influencia de él, de sus palabras, de su sentimiento, de su urgencia? ¿O es una crisis por la que usted misma tiene que abrirse paso? Esa es la intención de él. El dice que ésa es la única cosa que importa. A: La crisis es un reto externo para el cual yo soy incapaz de encontrar una adecuada respuesta interna, y debido a que no puedo encontrar una respuesta interna adecuada, existe esta crisis. La otra crisis, de la que según he entendido habla usted, no es desatada por ningún hecho externo sino que se proyecta desde dentro. K: La intención de él es crear una crisis, no superficial, no externa, sino interna. A: ¿No son estos dos canales distintos? Cuando la mente está buscando una crisis externa y busca una respuesta interna adecuada, ése es un tipo de crisis; y el otro tipo de crisis es aquel en que dentro de uno existe el profundo sentimiento de insuficiencia, el cual dice que esto no puede ser desechado porque implica una grave responsabilidad. K: El ha creado esa crisis en usted, él está hablando desde la verdad. ¿Hay una crisis cuando usted le habla? La exigencia de él es que debe haber una crisis en usted, no una crisis superficial. Considero que eso es escuchar con el corazón. El lo ha vuelto a usted muy profundamente hacia adentro, le ha quitado todo soporte, todo asidero. Pienso que escuchar con el corazón es eso. El viento monzón le dice a usted: “Por favor, recoge toda el agua que puedas, el próximo año no habrá monzón”. ¿Comprende? Eso le obliga a construir toda clase de recipientes para recoger el agua. Por lo tanto, ¿dónde estamos al final de esto? P: De un modo extraño, ello también implica quitar las manos de todo. K: Puede que no. Puede significar que tal vez tenga lugar una acción que usted no ha premeditado. Si hay una crisis, entonces ello ocurrirá. ÍNDICE Prefacio El conocimiento propio y la enseñanza 9 El cese del reconocimiento 29 ¿Hasta qué profundidad puede uno viajar? Acción en la atención 47

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El silencio y el desorden . . 55 Los factores del deterioro . 77 La energía y la preparación del terreno . 95 La raíz central del temor. 114 La mente parlanchina . . . 127 El centro y la dualidad . . . 144 La naturaleza de la desesperación 162 El registro, un movimiento de milenios 183 Las células cerebrales y el estado holístico 201 Escuchando con el corazón. . . 226 Contraportada Por más de treinta años, se han reunido en la India en torno a Krishnamurti, un grupo de personas de diversas disciplinas, conocimientos y profesiones. Juntos han intentado, mediante el sondeo del diálogo, la investigación de la estructura y naturaleza de la mente y la conciencia del hombre, y de las energías que se hallan latentes en él. “Ustedes no pueden ascender mediante el conocimiento”, dice Krishnamurti, “se necesita tener discernimiento para captar la cosa instantáneamente”. En el curso de las discusiones, se suscitan preguntas fundamentales acerca de los principales problemas psicológicos y espirituales que afronta la humanidad. Para quienes ya están familiarizados con las enseñanzas de Krishnamurti, las exploraciones y la cuidadosa investigación que aquí se intentan serán de gran ayuda para dilucidar muchos puntos importantes, tales como lo que él entiende por ‘conocimiento propio’, ‘observar sin el observador’, ‘la dualidad y el estado holístico’ y ‘la raíz central del temor’. Otros que lo lean por primera vez, se sentirán impresionados por la claridad de las percepciones y por el inquietante y retador mensaje en el que se inician. Estas discusiones tuvieron lugar en la India y el libro fue preparado para su publicación por la Fundación Krishnamurti de la India.


La Mente es un Mito Inquietantes Conversaciones con el Hombre Llamado U.G.

Introducción. Traducido por Enver Balcázar.

NOTA DEL EDITOR "Porque te molestas en publicar mis conversaciones , ellas no te han ayudado ni tampoco van a ayudar a nadie" dijo U.G. cuando le propuse la idea de publicar unas selecciones de sus conversaciones con el constante desfile de personas que lo visitan. A pesar de su opinión continúe y publique el primer libro ya hace algunos años. U.G. lo llamó "El error de la iluminación"*. Error o no error, el libro "La Mística de la Iluminación" fue un éxito en ventas, fue luego traducido y publicado en casi todos los idiomas europeos, las traducciones al Ruso y al Chino están esperando por ser publicadas. La demanda por la reimpresión del libro me impulsó para publicar en vez de eso un libro compañero "La mente es un mito: conversaciones demoledoras con el hombre llamado U.G." Este libro es un poco similar y muy diferente a la vez de "La Mística de la Iluminación".


* Juego de palabras entre "mistake" (error) y "mistique" (mística) de pronunciación muy similar. U.G lo aprovecha para indicar su sentimiento acerca del libro de Dinesh. DINESH VAGHELA

El libro consiste en conversaciones editadas que sostuvieron U.G. Krishnamurti y varios interlocutores en la India, Suiza y California entre 1983 y 1984. Aunque algunas palabras han sido cambiadas para mayor claridad, la versión aquí presentada es un fiel reflejo del contenido y la forma de esas discusiones. Esperamos que nos disculpen por no identificar todos los interlocutores involucrados, nos pareció que al identificarlos a todos solo se estorbaría el flujo y el mensaje de los diálogos. El editor toma toda la responsabilidad por la exactitud de la trascripción, y agradece a todos los que conversaron con U.G y contribuyeron con la producción de este libro.

INTRODUCCION. He aquí un retrato refrescante, radical y no convencional de la aventura humana. En su trabajo previo, "La Mística de la Iluminación", U.G. Krishnamurti le apuntó directo entre los ojos al status quo y disparó. En este nuevo libro hace lo mismo con el pensamiento y los valores tradicionales arrojando granadas hacia esas fortalezas que son nuestras más queridas creencias y aspiraciones. Para los buscadores de Dios, La Felicidad o la Iluminación es un libro poco recomendable, pero para aquellos que se han cansado de buscar y han desarrollado un escepticismo bien templado, este pequeño libro les podrá resultar invaluable. Esta es la historia de un hombre que lo tuvo todo, presencia, riquezas, cultura, fama, viajes, una carrera y lo dejó todo para encontrar la respuesta a su ardiente pregunta "¿Hay realmente algo llamado libertad, iluminación o liberación detrás de todas esas abstracciones que las religiones nos han propuesto?". El nunca encontró una respuesta. No hay respuesta para preguntas como esa. U.G. vierte la filosofía en un molde totalmente nuevo, para el la filosofía no es ni el amor a la sabiduría, ni la eliminación de los errores, sino la desaparición de todas las preguntas filosóficas. U.G. dice: Cuando todas las preguntas que usted tiene se vuelven una sola, su pregunta, esa pregunta luego debe detonar, explotar y desaparecer totalmente, dejando solo un organismo biológico funcionando armoniosamente, libre de la distorsión y la interferencia de la estructura separativa del pensamiento. El mensaje de U.G. es escandalizador: todos estamos en el tren equivocado, en el camino equivocado, yendo en la dirección equivocada. Cuando llegue el tiempo de encarar la catástrofe de la presente crisis humana, usted encontrará a U.G. encabezando la línea, listo y hábil para demoler nuestras queridas, consoladoras y muy cuidadosamente construidas suposiciones. He aquí un muestrario: hacer el amor es


guerra; causa y efecto es el lema de las mentes confundidas; el yoga y las comidas saludables destruyen el cuerpo; es el cuerpo y no el alma el que es inmortal; no hay comunismo en Rusia, ni libertad en América, ni espiritualidad en la India; el servicio a la humanidad es puro egoísmo; Jesús fue otro judío descarriado y el Buda fue un loco; el terror mutuo y no el amor es el que salvará a la humanidad; ir a la iglesia e ir a un bar por una copa son dos cosas idénticas; no hay nada dentro suyo más que temor; la comunicación es imposible entre los seres humanos; Dios, el amor, la felicidad, el inconsciente, la muerte, la reencarnación, y el alma son invenciones inexistentes de nuestra rica imaginación. Freud es el fraude del siglo 20, mientras J. Krishnamurti es su mas grande farsante. La audacia de este hombre para desechar todo el conocimiento y sabiduría acumulados en el pasado es por lo menos estupenda. A este respecto él es un coloso, un "Siva" caminante y parlante, listo a destruir todo a fin de permitirle a la vida moverse con nuevo vigor y libertad, su despiadado e infatigable ataque en contra de nuestras más claras ideas e instituciones llega a ser una insurrección en la conciencia; una superestructura corrupta y viciada desde la raíz, es derribada sin ceremonias y nada es puesto en su lugar. Deleitándose en su acto de total aniquilación, U.G. no le ofrece nada a quien le escucha, en vez de eso les quita todo lo que han acumulado laboriosa e inconscientemente. Si lo viejo debe ser destruido antes que nazca lo nuevo, entonces U.G. es en realidad el segador de un nuevo comienzo de la humanidad . La sociedad que, como lo señala Aldous Huxley, es una falta de amor organizada, no puede hacerle cabida a un hombre libre como U.G. Krishnamurti, él no encuadra en ninguna estructura social conocida, espiritual o secular. Esa sociedad que usa a sus miembros para asegurar su continuidad, no puede mas que sentirse amenazada por un hombre como U.G., un devoto cuestionador de lo establecido que no tiene nada que proteger, ni seguidores que satisfacer, ni interés por ser respetado, y quien habitualmente habla de las realidades mas desilusionantes sin importarle las consecuencias. U.G. es un hombre "terminado". Sin búsquedas y por lo tanto sin destino. Su vida ahora consiste en una serie de eventos inconexos, no hay centro en su vida, no hay nadie "conduciendo" su vida, no hay una sombra interior, no hay un "fantasma dentro de la máquina". Lo que hay allí es un funcionamiento calmado y suave, una máquina biológica altamente inteligente y sensible, nada más. Uno busca en vano alguna evidencia de un yo, de un alma o de un ego, solo esta el simple funcionamiento de un organismo sensitivo. No es raro que un hombre "terminado" como él descarte las trivialidades de la ciencia, la religión, la política y la filosofía, y vaya en cambio directamente al corazón de los temas presentando sus argumentos a quien le oye de forma audaz, simple, vigorosa y sin corroboración. 2 El hombre de quien este libro trata, el señor Uppaluri Gopala Krishnamurti(1) nació de unos padres brahmín de clase media en la mañana del 9 de Julio de 1918 en la villa de Masulipan, al sur de la India. No ocurrió ningún evento peculiar en su nacimiento, ni celestial ni de otra forma, su madre murió de fiebre puerperal siete días después de dar a luz a su primer y único hijo. En su cama le imploró al abuelo materno del niño para que


tuviera especial cuidado con él, añadiendo que estaba segura de que el niño tendría un destino muy importante que cumplir. El abuelo tomó la predicción y la petición de su hija muy en serio y prometió darle al muchacho todas las ventajas de un "príncipe" brahmín acomodado. El padre se casó pronto otra vez, dejando a U.G. al cuidado de sus abuelos. El abuelo era un ardiente teósofo y conocía a J. Krishnamurti, Annie Besant, al Coronel Alcott y a los otros líderes de la Sociedad Teosófica . U.G. los conocería a todos ellos en su juventud y pasaría la mayor parte de sus años formativos en los alrededores de Adyar, el cuartel general mundial de la Sociedad Teosófica en Madras, India; U.G. dijo acerca de aquellos tiempos: "Mi abuelo tenía una especie de casa abierta en la que eran invitados monjes viajeros, renunciantes, estudiantes religiosos, eruditos, gurus, mahatmas y swamis, habían interminables discusiones filosóficas, religiosas, de ocultismo y metafísica, todas las paredes de la casa estaban llenas de cuadros de hindúes famosos y líderes teosóficos, especialmente J Krishnamurti". La infancia del muchacho estuvo, en resumen, imbuida en el saber religioso, los discursos filosóficos y la influencia de varios personajes espirituales. Todo eso le gustaba mucho al muchacho, hasta una vez le pidió a un guru viajero, quien llegó con una gran comitiva de camellos, discípulos y asistentes, que lo llevara consigo para llegar a convertirse en un discípulo de su doctrina espiritual. El joven U.G. fue llevado por su abuelo por toda la India a visitar personas y lugares santos, ashramas, lugares de retiro y centros de aprendizaje. Pasó siete veranos en el Himalaya estudiando yoga clásica con un famoso adepto, Swami Sivananda. Fue en estos sus primeros años cuando U.G. comenzó a sentir que "algo andaba mal" con respecto a toda la tradición religiosa en la que había sido sumergido desde su infancia. Su maestro de yoga, una estricta y santurrona figura de autoridad, se dejó sorprender por U.G. cuando este último lo encontró encerrado en una habitación devorando unos encurtidos prohibidos para los yoguis. U.G. aun niño pensó "¿cómo este hombre se engaña a sí mismo y a otros, pretendiendo ser una cosa y haciendo lo contrario?". Dejó sus practicas de yoga, manteniendo un sano escepticismo hacia todo lo espiritual hasta su adultez. Más y más deseaba hacer sus cosas "a su manera", cuestionando la autoridad que los demás tenían sobre él. Apartándose de las tradiciones de su pasado brahmín, arrancó de su cuerpo el hilo sagrado, símbolo de su herencia religiosa. Se convirtió en un joven cínico, rechazando todas las convenciones espirituales de su cultura y cuestionándose todo; mostró cada vez menos respeto por las instituciones y pensamientos religiosos, tan importantes para su familia y su comunidad; en él se desarrollo un sano desdén por su herencia religiosa, un desdén que terminó en un agudo sentido de lo que luego llamaría "la hipocresía del negocio espiritual". Su abuela decía que tenía un "corazón de carnicero". Todo esto le dio el tiempo necesario para desarrollar el tremendo coraje y la introspección necesaria para desechar todo el contenido psicológico y genético de su pasado. A los 21 años se había convertido en casi un ateo, estudiando filosofía secular occidental y psicología en la Universidad de Madras. En ese tiempo, en el año de 1939, un amigo le pidió que fuera con él a visitar al famoso "Sabio de Arunachala", Bhagavan Sri Ramana Maharshi, en su ashram en Tiruvannamalai, no lejos de Madras. U.G. fue pero un poco renuente. Estaba convencido en ese tiempo que los hombres santos eran todos unos farsantes y le tomaban el pelo a la gente, pero para su propia sorpresa


Ramana Maharshi era diferente. El Bhagavan, un Santo de la más alta sabiduría e integridad, no pudo menos que impresionar grandemente al joven U.G.; él raramente le hablaba a aquellos que se acercaban con preguntas, U.G. se acercó al Bhagavan con algo de desconfianza y recelo y le hizo tres preguntas: "¿Existe," preguntó U.G.," la Iluminación?" "Sí, existe," contestó el maestro. "¿Hay niveles en ella?" El Bhagavan contestó: "No, los niveles no son posibles, es una sola cosa, tu estas allí o no lo estas del todo." Finalmente U.G. preguntó: "Esta cosa llamada Iluminación, ¿me la puede usted dar a mi?" Mirando a las ojos al serio joven le contestó: "Sí, puedo dártelo pero, ¿puedes tu recibirlo?" Desde ese día U.G. fue perseguido por su pregunta e implacablemente se cuestionaba, ¿qué es lo que no puedo tomar?, el resolvió allí mismo que fuera lo que fuera lo que Maharshi estuviera hablando el sí podía recibirlo. Diría luego que este encuentro había cambiado el curso de su vida y le había puesto nuevamente en "el camino". Nunca visitó de nuevo al Vagaban. Ramana Maharshi murió incidentalmente, en 1951, de cáncer, siendo venerado como uno de las más grandes sabios que la India ha dado. A los 25 años, el sexo se había convertido en un problema para U.G. Aunque había prometido internamente renunciar al sexo y al matrimonio, con el tiempo razonó que el sexo era un instinto natural y que no era acertado suprimirlo, y para eso de algún modo la sociedad proveía de instituciones legítimas para satisfacer sus instintos; eligió una novia entre tres hermosas jóvenes brahmín que su abuelo había seleccionado para él como posibles compañeras. Diría luego: "me levanté a la mañana siguiente después de la noche de bodas y supe sin dudarlo que había cometido el peor error de mi vida". Permaneció casado por diecisiete años, siendo padre de 4 hijos. Desde el principio quiso salir del matrimonio pero los niños fueron llegando y la vida matrimonial continuó. Su hijo mayor Vasant enfermó de polio y U.G. decidió mudarse con su familia a Estados Unidos para que el chico pudiera recibir el mejor tratamiento. En este proceso gastó casi toda la fortuna que había recibido de su abuelo. Él esperaba darle una mejor educación a su esposa, encontrarle un trabajo y colocarla en una posición independiente para que pudiera subsistir sola. Y eso hizo, le consiguió un trabajo en la Enciclopedia Mundial. Para ese tiempo su fortuna ya se había ido y subsistía como orador público (al principio a nombre de la Sociedad Teosófica y luego como orador independiente), su matrimonio se acabó y había perdido el interés en luchar por ser alguien en este mundo. Al llegar a los cuarenta, estaba arruinado, solo y casi olvidado por sus amigos. Entonces comenzó a vagar, primero en Nueva York, y luego en Londres, en dónde se redujo a pasar sus días en la biblioteca de la ciudad para escapar del frío invernal inglés, y a dar lecciones de cocina india por algo de dinero. Luego paso a París en donde continuó errando. Sobre ese periodo de su vida U.G. luego diría:


Era como una hoja llevada por un viento inconstante, sin pasado ni futuro, ni familia ni carrera, sin ninguna clase de deseo espiritual. Lentamente perdía el deseo de hacer algo, no estaba rechazando ni renunciando al mundo, él solo se alejaba de mi, y yo no podía ni quería aferrarme a él. Arruinado y solo decidió que iría hasta Ginebra donde había dejado algunos francos en una vieja cuenta bancaria, suficiente posiblemente para mantenerse por algún tiempo. Luego ese poco dinero se acabó, comenzó a deber la renta y se quedó sin lugar a donde ir. Decidió ir al consulado de la India en Ginebra para pedir su repatriación a la India. "No tengo dinero, ni amigos, ni voluntad, pienso que por lo menos no me podrán echar de la India, al fin y al cabo soy ciudadano, quizás pueda sentarme bajo un banano y quizás alguien me alimente." Entonces a sus 45 años y completamente sin futuro a los ojos del mundo, sin un centavo y solo, caminó hasta el consulado y pidió que lo regresaran a su país natal. No tenía opciones. Este sería un día crucial en su vida. 3 U.G. entró a la oficina del consulado Indio en Ginebra y comenzó a contar su triste historia al cónsul. Entre mas hablaba mas fascinaba al cónsul. Pronto toda la oficina estaba en silencio oyendo esta historia tan extraordinaria. Una secretaria traductora de la Oficina, Valentine de Kerven (2), escuchaba atenta. Ya entrada en sus sesentas, tenía mucha experiencia del mundo y se compadeció de aquel extraño y carismático hombre. Nadie en la oficina sabía que hacer con él, así que ella se ofreció de voluntaria para llevarlo a su casa por unos días hasta que al cónsul se le ocurriera algo. Valentine, no ajena a la adversidad, simpatizó con el errante y pronto le ofreció un hogar en Europa. Tenía una pequeña herencia y una pensión que era suficiente para ambos. U.G., poco dispuesto a regresar a la India y encontrarse con su familia, amigos y con muy pocas expectativas, aceptó la oferta muy agradecido. Los siguientes cuatro años (1963-1967) fueron para ellos días apacibles. Ella dejó su trabajo en el consulado y vivió tranquilamente con U.G., mudándose con el clima a Italia, al sur de Francia, París y Suiza. Luego comenzaron a pasar los inviernos en el sur de la India donde las cosas eran relativamente baratas y el clima era más agradable. Durante esos años, como él mismo diría luego, no hacía nada. "Dormía, leía la revista Time, comía y salía a caminar solo o con Valentine, eso era todo". Estaba en una especie de período de incubación. Su búsqueda había casi terminado. Nunca le mencionó a Valentine sus poderes ocultos, sus experiencias espirituales, ni su pasado religioso que habían constituido la mayor parte de su vida. Vivían simple y apaciblemente como una familia migratoria. Solían pasar los veranos en el ático de un chalet de 400 años de antigüedad en la encantadora villa suiza de Saanen, en Bernese Oberland. Y por alguna razón J. Krishnamurti decidió organizar allí una serie de charlas y encuentros en una gran carpa levantada en las afueras del pequeño pueblo. Buscadores religiosos, yoguis, filósofos e intelectuales de oriente y occidente comenzaron a aparecer en el pueblo para escuchar las charlas de J. Krishnamurti, para dar y recibir instrucciones de yoga y para discutir sobre temas espirituales y filosóficos. U.G. y Valentine mantuvieron cierta distancia evitando volverse parte de ese escenario creciente que cada vez más y más se asemejaba a un circo.


En estas circunstancias U.G. se acercaba a su cumpleaños número cuarenta y nueve. Un famoso y respetado astrólogo en Madras, el Kowmara Nadi, había hacía ya mucho pronosticado que U.G. tendría una profunda transformación en su cumpleaños numero cuarenta y nueve. Mientras esa fecha se aproximaba cosas extrañas e inexplicables le sucedían, algo radical y totalmente inesperado le habría de acontecer. 4 A los treinta y cinco años U.G. había comenzado a tener repetidos y fuertes dolores de cabeza y sin saber que hacer comenzó a tomar grandes cantidades de café y aspirinas para aliviar el dolor. En ese momento también empezó a verse cada vez más joven en vez de más viejo. Cuando tuvo cuarenta y nueve años parecía un hombre de diecisiete o dieciocho. Luego de sus cuarenta y nueve comenzó nuevamente a envejecer, aunque aun hoy todavía parece mucho más joven a su edad de 67 años (diciembre 1985). Entre dolores de cabeza, también paso por extraordinarias experiencias donde, como más tarde describiría, "me sentía sin cabeza, como si esta no estuviera allí". Surgieron también extraños fenómenos, los así llamados poderes ocultos, que para U.G. son poderes e instintos naturales del hombre. Una persona podía entrar a una habitación y U.G. sin haberla nunca conocido podía saber todo su pasado e historia como si estuviera leyendo una biografía viviente. Podía mirar la palma de la mano de un extraño e inmediatamente conocer su destino, todos los poderes ocultos comenzaron a manifestarse grandemente después de sus treinta y cinco años. "Nunca usé estos poderes para nada, ellos simplemente estaban allí, yo sabia que no eran de gran importancia y tan solo los deje ser". Continuaron sucediéndole cosas, y U.G., preocupado porque Valentine creyera que se estaba volviendo loco nunca le mencionó nada a nadie. A medida que su cumpleaños se acercaba comenzó a experimentar lo que luego describiría como una "visión panorámica", una forma de visión en la cual el campo visual abarcaba casi los 360° o también como si el observador desapareciera enteramente y los objetos se movieran a través de la cabeza y el cuerpo. Sin saberlo, en ese momento su organismo entero evidentemente se preparaba para una calamidad o transformación de grandes proporciones. U.G. no hizo nada. En la mañana del 9 de julio de 1967, el cumpleaños cuarenta y nueve de U.G., fue con un amigo a oír a J. Krishnamurti (3) que daba una charla pública en la gran carpa en las afueras de Saneen. U.G. había contratado con un editor para escribir su autobiografía. Mientras trabajaba en su libro llegó al momento en que tenía que describir su asociación con J. Krishnamurti. No recordaba mucho de lo que había sentido hacia su antes reverenciado "Instructor del Mundo" de la Sociedad Teosófica. No había tenido contacto con J. Krishnamurti por muchos años y no tenía una opinión clara acerca de él. Así que decidió ir a la charla matutina que él daba para "refrescar la memoria". En la mitad de la charla, U.G., oyendo la descripción que J. Krishnamurti daba acerca del hombre libre, de pronto se dio cuenta de que estaba oyendo una descripción de sí mismo. "¿Qué diablos estoy haciendo aquí oyendo a alguien describiendo como funciono?". La libertad de la conciencia se convirtió en ese momento en algo que ya no estaba "allá" sino simplemente en la forma en que él ya estaba funcionando fisiológicamente en ese instante. Eso impresiono tan fuertemente a U.G. que abandono la carpa en una especie de estado de aturdimiento. Caminó solo hacia su chalet al otro


lado del valle. Ya casi llegando se detuvo a descansar en una pequeña banca que miraba hacia los bellos ríos y montañas del valle de Saneen. Mientras estaba sentado en la banca, viendo el verde del valle y el paisaje escarpado, se le ocurrió: He buscado en todas partes para encontrar la respuesta a mi pregunta "¿Existe la Iluminación?" pero nunca he cuestionado la búsqueda en sí misma. Porque he asumido que esta meta, "la Iluminación", existe, tenia que seguir buscando, pero era esa misma búsqueda la que me asfixiaba manteniéndome alejado de mi estado natural. No existe la Iluminación espiritual o psicológica, porque simplemente no existen ni el espíritu ni la psiquis. He sido un maldito tonto toda mi vida buscando algo que no existe. Mi búsqueda ha terminado. En ese momento todas las preguntas desaparecieron y U.G. ceso de actuar a través de la estructura separativa del pensamiento. Un poco de energía entró en su cerebro por uno de sus sentidos y fue DEJADA SOLA. Un poco de energía dejada para que vibre libremente sin traducciones, sin censura y sin ser usada por una estructura de pensamiento separativa, es una cosa muy peligrosa. Es la pura materia prima para una total anarquía interior. Sin haber sido tocada por el pensamiento, que es el tiempo, no tiene a donde ir y no puede encontrar un escape de esa quietud. Se crea una tremenda presión molecular que solo puede ser liberada por una explosión. Esa explosión causó en U.G. el total colapso de la estructura de pensamiento y también de su noción de un yo independiente y una sociedad de opuestos. Él ha llegado al final del corredor de los opuestos, la causa y el efecto cesaron, la calamidad tocó el nivel más profundo, el nivel de las células y del los cromosomas. Tuvo naturaleza fisiológica, no psicológica. Esto implica que el final de lo conocido está el "Big Bang". 5 U.G. estaba sentado en la pequeña banca, aturdido y pasmado. Miró su cuerpo pero esta vez miró sin todo su pasado cultural que lo identificaba como "hombre", "indio", "brahmín", "buscador", "trota mundos", "orador público", "hombre civilizado", "persona virtuosa", etc. Viendo en cambio a un mamífero de sangre caliente, un calmado, inofensivo, totalmente vestido "mono". El pizarrón se había limpiado milagrosamente, la cultura y el "yo" habían sido deshechos en un abrir y cerrar de ojos, y lo que quedó fue un bello, simple y bien educado "simio", despierto, inteligente y libre de toda pretensión y auto absorción. Sin tener ni la más mínima idea de qué le había sucedido, caminó el corto trayecto hasta su chalet y se acostó. En unas horas sintió contracciones en varias partes de su cuerpo, mayormente en su cerebro y en los lugares donde yacen inactivos plexos nerviosos y algunas glándulas. El cuerpo, ya sin estar asfixiado y suprimido por el conocimiento acumulado en el pasado (la estructura separativa del pensamiento), comenzó una mutación a gran escala. Grandes protuberancias aparecieron en varias partes, incluyendo las glándulas pituitaria, pineal y el timo, en el centro de su frente y en la parte anterior de la garganta. Los ojos cesaron de parpadear y los conductos lacrimales, antes dormidos, empezaron a funcionar lubricando los ojos de una nueva manera. Se manifestaron varias experiencias Kundalini, aunque U.G. se refiera a estas en términos puramente físicos. Una especie de


combustión o "ionización" de las células de su cuerpo le ocurría cada día, elevando su temperatura a niveles increíbles, y produciendo una especie de ceniza que podía ser vista fácilmente cubriendo su cuerpo. Así como las computadoras se apagan, U.G. se apagaba varias veces al día, durmiendo en un estado de muerte, donde los latidos del corazón casi cesaban y su temperatura corporal caía hasta un nivel que apenas era suficiente para sostener la vida, el cuerpo entero se volvía tieso y moribundo. Justo antes de que el cuerpo llegara a un estado total de muerte clínica, este se "encendía" de nuevo, el pulso se aceleraba, la temperatura volvía a su nivel normal y se manifestaban en él unos movimientos lentos de estiramiento como los de un bebe. En unos minutos volvía a funcionar normalmente. U.G. se refiere a esta extraordinaria mutación como su "calamidad". Fue un tremendo shock para su cuerpo el colapso y entera desaparición de esa gran supresora, la estructura psíquica separativa. No hubo mas un coordinador psíquico cotejando, comparando y relacionando toda la información sensorial, usando el cuerpo y sus relaciones para asegurar su propia continuidad separativa. Los eventos se convirtieron en eventos sin relación y sin conexión entre sí, los sentidos, libres de esa gran carga empezaron una vida independiente. El contenido útil del pensamiento y la cultura pasaron a un segundo plano, libres de tonos sentimentales o emocionales, para ser traídos delante de la conciencia solo por una demanda objetiva de ellos y para el mejor funcionamiento del organismo material. Sus manos y sus antebrazos cambiaron su estructura, sus manos ahora están dirigidas hacia atrás en vez de hacia los lados. Su cuerpo ahora es hermafrodita, una perfecta unión de animus-anima y disfruta de una sexualidad de una forma en que solo podemos adivinar. Su lado derecho responde a las mujeres, su lado izquierdo lo hace mas a los hombres. El fluir natural de energía en su cuerpo, sin ser ya estrangulado y disipado por el pensamiento contractivo, corre por su espina hasta el cerebro y sale por su coronilla. Su sensibilidad biológica (no hay otra clase), es tan aguda que el movimiento de los cuerpos celestiales, especialmente el de la luna, tienen un visible efecto sobre él; dice U.G. "ser sensible no significa que usted demuestre o le guste compulsivamente tocar a otros, sino que usted sea afectado por TODO". Estos increíbles cambios continuaron por años. Él estaba tan aturdido por lo que le había sucedido que no pronunció palabra durante un año después de la calamidad. Tuvo que prácticamente aprender a pensar y hablar nuevamente, así de severa fue su mutación. Al cabo de un año más o menos había recuperado la mayoría de sus facultades de comunicación, sin embargo, todavía no se expresaba, se preguntaba "¿qué se puede decir después de algo como esto? Un día la respuesta llegó a el como un flash, "VOY A DECIR EXACTAMENTE LO QUE ES". Excepto por un año de descanso que tuvo al final de los 70, ha estado hablando incansablemente desde ese día. De todo esto U.G. dice: No supe que me paso. No tengo punto de referencia en absoluto. De alguna manera morí y volví a la vida libre de mi pasado, y gracias a Dios por ello. Esto me sucedió sin ser mi voluntad y A PESAR de mi pasado de tradición religiosa y eso fue un milagro. No puede ser usado como modelo para ser copiado por otros. 6


Lo que U.G. esta describiendo en estas paginas, su estado natural, no representa una nueva forma de vida, ya que vivir realmente es para nosotros una forma de conseguir todo lo que deseamos. Si nosotros cambiamos es solo para conseguir esas mismas cosas pero de otra manera. Aquí con U.G. todo deseo mas allá de las necesidades de supervivencia y procreación, son desechados. Aparte de las simples necesidades del cuerpo, querer cosas de otras personas se termina. TODOS LOS DESEOS PSICOLOGICOS Y ESPIRITUALES NO TIENEN FUNDAMENTO. Este es el desarmante mensaje de U.G. Buscar a través de él cualquier satisfacción psicológica o cualquier clase de ganancia espiritual es estar perdiendo el tiempo totalmente. Por esta razón U.G. no ha fundado escuelas, "ashrams", o centros de meditación. Él no tiene enseñanzas que proteger ni difundir. No tiene seguidores, no da charlas públicas, no monta tribunas, no escribe críticas, no ofrece sadhanas de ninguna clase y no ofrece soluciones para los grandes problemas de la humanidad. Es un ciudadano que vive en una casa al lado del camino y habla informalmente con aquellos que por cualquier razón se aparecen en su puerta. A nadie se el pide que venga y a nadie se le pide que se vaya. Su vida y sus enseñanzas están escritas sobre agua, y cualquier intento de alguien por conservar, purificar, o institucionalizar su mensaje es una directa contradicción de todo lo que él tan abiertamente dice, y por lo tanto un absurdo. "No tengo mensajes para la humanidad," dice U.G. "pero de algo estoy seguro, yo no puedo ayudarlos a resolver su dilema básico o salvarlos de su propio engaño, y SI YO NO PUEDO, NADIE PUEDE." El editor espera que este volumen de conversaciones pueda servir, como el primer libro de U.G., "La Mística de la Iluminación", para presentarle a los lectores a un hombre poco común en un tiempo poco común, un hombre tan ordinario y tan incorrupto que se niega a ser exaltado con el rol de redentor o de instructor de mundo, y en vez de eso señala, con coraje indomable y una incomprometida integridad, al real salvador de los hombres - esa libertad paradójica que es a la vez una inquebrantable confianza en uno Y un incondicional abandono de sí mismo. Terry Newald Mill Valley California Diciembre 1985 NOTAS: (1) El apellido es Uppaluri y el nombre es Krishnamurti, dado a él por ser el nombre de su abuelo, y en sánscrito significa "la pura imagen de Krishna". Es un nombre común dado a los niños en el sur de la India y no indica relación familiar entre él y el famoso maestro y autor Jiddu Krishnamurti. (2) Valentine fue una memorable mujer por sí misma. Nacida en Suiza en agosto de 1901, hija de un famoso neurocirujano suizo (por quien el síndrome DeKerven fue nombrado), ella cruzó el desierto del Sahara en motocicleta, fue la primera mujer en usar pantalones en Francia y trató (sin lograrlo) de unirse a la resistencia contra el fascismo de Franco en España. Al momento de escribir esto, ha sido la compañera de


viajes de U.G. por veintitrés años. Tiene 84 años y todavía viaja por todo el mundo con U.G., es una verdadera soldado de caballería. (3) Parece haber una conexión entre U.G. y el famoso filosofo Jiddu Krishnamurti, nacido en mayo de 1895 cerca de donde nació U.G., en el estado de Andhra Pradesh, sur de la India. J. Krishnamurti fue "descubierto" por Annie Besant, la reconocida presidenta de la Sociedad Teosófica. Ellos y otros en la Sociedad se convencieron de que el pequeño muchacho brahmín era el nuevo guru o Instructor del Mundo, colocándolo a la cabeza de una organización internacional dedicada a la propagación de sus enseñanzas. Pronto se encontró viajando por el mundo dando conferencias sobre su generalizado tema de la libertad individual a través de la atención, el cuestionamiento imparcial y el intenso escrutinio de lo que es. Él aparentemente experimentó algún tipo de profunda transformación psicofísica al comienzo de los años 30 en Ojai, California. Luego de esto pronto rompió, al menos formalmente, con la Sociedad Teosófica y la Orden de la Estrella, las principales organizaciones que acogieron y promovieron su labor mesiánica, y comenzó una vida como un ciudadano privado. Por muchos años vivió tranquilamente aconsejando individuos, dando unas pocas charlas formales y participando en trabajos educativos. Al finalizar los años 50 sus libros "La primera y última libertad" y "Comentarios sobre el vivir" le dieron alguna notoriedad, pero muchos más y generalizados seguidores. El rechazó el rol de líder, así como todos los intentos por institucionalizar sus enseñanzas. Al final de los 60 él y otros lanzaron la gran Fundación Krishnamurti, con sus cuarteles generales en Brockwood Park, Inglaterra; ahora lidera una corporación religiosa internacional, que publica libros y cassettes, dirige escuelas y organiza encuentros. Las similitudes entre U.G. Krishnamurti y J. Krishnamurti son, de acuerdo con el primero, ilusorias. "Aparte de nuestros nombres", dice U.G. "no creo que tengamos nada en común". Ambos nacieron en familias brahmín, teosóficas, del sur de la India, ambos estuvieron por mucho tiempo relacionados con la comunidad teosófica, especialmente en Aydar Madras donde quedan los cuarteles generales de esa religión; ambos usan un lenguaje similar al denunciar las suposiciones teológicas y filosóficas de oriente y occidente. Han vivido en los mismos lugares del mundo en aproximadamente el mismo tiempo, ambos así lo aprueben o no, han tenido seguidores devotos que están convencidos que su respectivo maestro es único entre todos los maestros. No conozco que opina J. Krishnamurti de U.G., si es que opina algo de él, pero la opinión de este último respecto del primero puede ser de gran interés para aquellos que quieran contrastar estas dos figuras únicas y poderosas. En su juventud U.G. fue rodeado por admiradores de J. Krishnamurti y él mismo sentía un profundo, aunque no tan puro, respeto por el hombre; U.G. diría luego: "yo pensaba que el podría ser la única persona que se había liberado de todo su pasado y había encontrado lo que yo estaba buscando. Por algún tiempo mi esposa y yo fuimos a visitarlo a Madras, sostuvimos largas y serias conversaciones pero estas no me llevaron a ningún lado. Quedé con la sensación de que él había visto el cubo de azúcar pero que nunca lo había probado". Cualquiera que hubiera sido el estado en que J. Krishnamurti se encontraba, era claro que no podría ser de mucha ayuda para U.G. Después de su calamidad, U.G. la emprendió en contra del viejo llamándolo "el mayor fraude del siglo veinte" y "un publicista de una basura victoriana arcaica y pasada de moda". Él nunca ha cuestionado la integridad personal del hombre, pero siente que contradice sus enseñanzas fundamentales: "Denuncia los efectos perjudiciales del condicionamiento pero abre


escuelas que fomentan más condicionamientos; habla de la simplicidad pero construye organizaciones internacionales de bienes raíces; dice que debes quedarte solo, luego toma medidas para preservar sus enseñanzas para el futuro" U.G. insiste en que J. Krishnamurti ha inducido sutilmente a la gente para que crean en una meta espiritual, meta que además puede ser alcanzada a través de técnicas específicas - "atención pasiva", "libre cuestionamiento", "percepción directa", "escepticismo", etc. J. Krishnamurti habla de transformaciones en la conciencia, mientras que U.G. rechaza la mismísima idea de la transformación. "No hay nada que ser transformado, no hay psiquis para revolucionar y no hay ninguna atención que usted pueda usar para mejorar o cambiarse a sí mismo.

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La Mente es un Mito Inquietantes Conversaciones con el Hombre Llamado U.G


Capítulo 1

La certeza que termina con todo.

UG: Jamás voy a dar una conferencia. Es demasiado artificial. Es una pérdida de tiempo sentarse a discutir cosas de manera hipotética o abstracta. Un hombre encolerizado no se sienta a conversar tranquilamente sobre la cólera; está demasiado molesto. Así que no me diga que usted está en crisis, que está encolerizado. ¿Para qué hablar sobre ello? Vive y muere en la esperanza de que algún día, de alguna forma, ya no se sentirá encolerizado. Está atado a la esperanza, y si pierde la esperanza en esta vida, inventa la vida siguiente. No hay otras vidas por venir. Interlocutor: Bueno, resulta obvio que su discurso no le da ninguna esperanza a nadie. ¿Para qué habla si no es para consolar o enseñar? UG: ¿Qué voy a hacer? Usted viene y yo hablo. ¿Quisiera que lo criticara, que le arrojara piedras? Sería inútil, porque a usted no lo afecta nada, ha construido una coraza impenetrable alrededor suyo. No siente nada. Incapaz de comprender su situación, reacciona mediante el pensamiento, y eso son sus ideas y maquinaciones mentales. La reacción es el pensamiento. Puede notarse el dolor que atraviesa, sin que tenga que experimentarlo yo mismo. Aquí no hay ninguna experiencia. Eso es todo. En este estado natural uno siente el dolor de otros, sin importar si los conoce o no. Hace poco mi hijo mayor se estaba muriendo de cáncer en un hospital cerca de aquí. Yo andaba por ahí y lo visitaba con frecuencia. Algunos de mis amigos notaron que yo experimentaba el mismo dolor que mi hijo durante todo ese tiempo, hasta que él murió. No hay nada que pueda hacer. Esto (el dolor) es una expresión de la vida. Querían que intentara curar su cáncer, pero si toco ese tumor entonces crecerá, porque le estoy dando más vida. El cáncer es una multiplicación de células, otra expresión de la vida, y cualquier cosa que yo pudiera hacer solo le daría fuerza. I: ¿Puede apreciar el sufrimiento de otros y a la vez estar libre de él? ¿Es así? UG: El sufrimiento es una experiencia, y aquí no hay experiencias. Usted no es una cosa, y la vida otra. Es un movimiento unitario y cualquier cosa que diga al respecto es engañoso, confuso. Usted no es una "persona", no es "algo", no es una entidad discreta rodeada de "otras" cosas. El movimiento unitario no es algo que pueda experimentar. I: Pero hablar de vivir sin experimentar suena irracional para nuestras mentes. UG: Lo que estoy diciendo contradice el marco lógico que usted tiene. Está usando la lógica para continuar con esa estructura separativa, eso es todo. Sus preguntas son otra vez pensamientos y por ello reaccionario. Todos sus pensamientos son reacciones. Está desesperadamente protegiendo esa coraza, ese escudo de pensamientos, y tiene miedo de que el movimiento de la vida pueda destruir sus fronteras. La vida es como un río en creciente, sobrepasando las orillas, amenazando los límites que le han sido impuestos.


Su estructura de pensamientos y su marco fisiológico son limitados, pero la vida en sí no lo es. Por eso la vida en libertad es dolorosa para el cuerpo; las tremendas olas de energía que suceden aquí, es algo doloroso para el cuerpo, golpeando cada célula a su paso. No se imagina como es esto ni en sus más alocados sueños. Por eso es engañoso no importa como lo exprese. I: Los gurus y los sacerdotes nos enseñan también que no existe una estructura separada y que esa es la causa de nuestros problemas. ¿En qué se diferencia de ellos? UG: Para usted, y para ellos, son solo palabras. Su creencia en un movimiento unitario de la vida es solo una creencia sin fundamento, sin ninguna certeza. Han racionalizado hábilmente lo que los gurus y los libros sagrados les han contado. Sus creencias son el resultado de la aceptación ciega de la autoridad, es todo material de segunda mano. Usted no es algo separado de sus creencias. Cuando se terminan sus preciosas creencias e ilusiones, se termina usted. Mi discurso no es otra cosa que la respuesta a su dolor, el cual expresa mediante preguntas, argumentos lógicos, y otras maquinaciones mentales. I: Pero seguramente el que usted se siente allí y hable hora tras hora indica que tiene una filosofía, un mensaje que dar, más allá de que sea tan pobremente comprendida por sus oyentes. UG: Absolutamente no. No hay nadie aquí hablando, dando consejo, sintiendo dolor, o experimentando nada en absoluto. Como una pelota arrojada contra la pared, esto vuelve a usted, eso es todo. Mi discurso es el resultado directo de sus preguntas, no tengo nada aquí que me pertenezca, ninguna agenda obvia ni secreta, ningún producto que vender, ningún hacha que clavar, nada que probar. I: Pero el cuerpo se termina, y todo nosotros aspiramos a alguna clase de inmortalidad. Naturalmente nos volvemos hacia la filosofía, la religión, lo espiritual. Seguramente, si nosotros... UG: Es el cuerpo el que es inmortal. Él solo cambia de forma luego de la muerte clínica, permaneciendo dentro de la corriente de la vida en nuevas formas. Al cuerpo no le concierne "el después de la vida" ni ninguna clase de permanencia. Lucha por sobrevivir y multiplicarse AHORA. El ficticio "más allá", creado por el pensamiento debido al miedo, es en realidad la demanda por más de lo mismo, en una forma modificada. Esta demanda por repetir lo mismo una y otra vez es la demanda de permanencia. Tal permanencia es extraña al cuerpo. La demanda del pensamiento por permanencia está asfixiando al cuerpo y distorsionando la percepción. El pensamiento se ve a sí mismo no solamente como el protector de su propia continuidad, sino también como el protector de la continuidad del cuerpo. Ambos son totalmente falsos. I: Pareciera que algún tipo de cambio radical debería suceder, pero sin la interferencia de la voluntad... UG: Si no sucede como un acto voluntario, entonces ese es el final de la cuestión. No tendrá forma de detenerlo, de cambiar la situación en absoluto. No puede hacer más que pasar por ello. No hace ningún bien cuestionar la realidad. Cuestione, más bien, sus objetivos, sus creencias, sus suposiciones. Es de ellos, y no de la realidad, de lo cual


tiene que liberarse. Esas preguntas sin sentido que está haciendo desaparecerán con el automático abandono de sus objetivos. Son ambas cosas interdependientes. Una no puede existir sin la otra. I: Semejante panorama es simplemente demasiado. Tenemos miedo de desaparecer, de ser totalmente destruidos. UG: Si se ahoga se ahoga. No se hundirá. ¿Pero qué significan mis afirmaciones para usted? Me temo que nada. Seguirá haciendo lo que está haciendo; la torpeza de ello ni siquiera se le ocurre. Se lo aseguro, cuando deja de hacer cosas movido por la esperanza y el deseo de continuidad, todo lo demás se termina. Seguirá a flote. Pero la esperanza sigue allí; "Debe haber ALGUNA forma, tal vez no lo estoy haciendo como debería." En otras palabras, tenemos que aceptar lo absurdo de depender de CUALQUIER COSA. Tenemos que enfrentar la total imposibilidad de ser ayudados. I: No podemos evitar sentir que debe haber alguna solución para nuestros problemas. UG: Sus problemas continúan por las soluciones falsas que han inventado. Si las respuestas estuvieran allí, las preguntas no podrían estarlo. Dependen una de la otra; sus problemas y las soluciones van de la mano. Porque quieren usar ciertas respuestas para terminar con sus problemas, esos problemas continúan. La numerosas soluciones ofrecidas por toda esa gente religiosa, los psicólogos, los políticos, no son soluciones en absoluto. Eso es obvio. Si fueran respuestas legítimas, no habría problemas. Ellos solo pueden exhortarlos a tratar más duro, practicar más meditaciones, cultivar la humildad, pararse sobre sus cabezas, y más y más de lo mismo. Eso es todo lo que pueden hacer. El maestro, el guru, o el líder que le ofrece soluciones es también falso, junto con sus así llamadas respuestas. No es un trabajo honesto, tan solo está vendiendo mercancía barata en el mercado. Si se deshace de su esperanza, su miedo, y su actitud naive, y trata a estos tipos como negociantes, verá que no entregan la mercadería, y nunca lo harán. Pero usted sigue y sigue, comprando las baratijas falsas que le ofrecen los expertos. I: Pero todo el asunto es tan complicado que parece necesario que nos apoyemos en aquellos que han estudiado cuidadosamente y dedicado sus vidas a la autorealización y la sabiduría. UG: Todas sus filosofías no se pueden comparar con la sabiduría natural del cuerpo mismo. Lo que están llamando actividad mental, actividad espiritual, actividad emocional, y sentimientos son en realidad un proceso unitario. El cuerpo es altamente inteligente y no necesita esas enseñanzas científicas o teológicas para sobrevivir y procrear. Deje aparte todas sus ideas sobre la vida, la muerte, y la libertad, y el cuerpo permanece inalterado, funcionando armoniosamente. Él no necesita su ayuda o la mía. Usted no tiene que hacer nada. Nunca volverá a preguntar cosas estúpidas e idiotas sobre la moralidad, las vidas por venir, o la muerte. El cuerpo es inmortal. I: Ha desestimado sin misericordia cualquier posibilidad de rehabilitación, negando hasta la más remota posibilidad de escapar de esta infelicidad. No parece que quede nada más que la auto-destrucción. ¿Por qué no suicidarse?


UG: Si se suicida, no resuelve la situación de ninguna manera. Después del suicidio el cuerpo comienza a decaer, volviendo a otra forma de vida, organizada de manera diferente, sin ponerle fin a nada. La vida no tiene comienzo ni final. Un cuerpo muerto alimenta a las hormigas hambrientas de la tierra, y los cuerpos pudriéndose actúan como fertilizantes, lo cual es bueno para otras formas de vida. No puede terminar con su vida, es imposible. El cuerpo es inmortal y nunca pregunta tonterías como, "¿Existe la inmortalidad?" Sabe que llegará el fin para esa forma en particular, solamente para continuar en otras. Las preguntas sobre la vida después de la muerte nacen siempre del miedo. Los que dirigen su "vida espiritual" no pueden ser lo suficientemente honestos sobre esas cuestiones, porque viven del miedo, las especulaciones sobre la vida futura, y el "misterio" de la muerte. Y en lo que concierne a ustedes, los seguidores, no están realmente interesados en el futuro del hombre, solo en vuestro insignificante destino. Es solo un ritual que representan, hablando horas y horas sobre la humanidad, la compasión, y el resto. Es en USTED en quien está interesado, de otra forma no habría este interés infantil en sus vidas futuras, y en su inminente fallecimiento. I: Pero para muchos de nosotros la vida es algo sagrado. Nos esforzamos por proteger a nuestro niños, el ambiente, para evitar otra guerra... UG: Ustedes son unos neuróticos. [El interlocutor es estadounidense, N. del T.] Hablan sobre control de la natalidad, se cansan de hablar sobre lo preciosa que es la vida, y luego bombardean y masacran. Es tan absurdo. Están preocupados por una vida que aún no nació mientras están matando miles y miles de personas con bombardeos, con hambre, con pobreza y terrorismo. Vuestro "interés" en la vida es solo una posición política que tomaron. Esto es tan solo una discusión académica. No estoy interesado en eso. I: Sí, pero muchos de nosotros vemos todo eso y sin embargo estamos interesados en cambiar las cosas. No es solo egoísmo de nuestra parte. UG: ¿Está realmente interesado? ¿Realmente le interesa el futuro de la humanidad? Sus expresiones de indignación, justicia y preocupación no tienen significado para mí. Es solo un ritual. Se sientan y hablan, eso es todo. No están en absoluto molestos. Si estuvieran molestos en este momento, no harían esas preguntas, ni siquiera a sí mismos. Se sientan interminablemente a hablar sobre ello. Alguien molesto, enojado, no hablaría sobre ello. El cuerpo actúa con respecto a esa cólera y a ese enojo y lo absorbe. El enojo, la cólera, se consume, se termina y no está más allí. Uno no hace nada; el cuerpo simplemente lo absorbe. Eso es todo. Si todo esto es demasiado para usted, si lo deprime, no vaya nunca a buscar consuelo con los religiosos. Tome píldoras, haga cualquier cosa, pero no espere que el negocio sagrado lo ayude. Es una pérdida de tiempo. I: Usted me hace desear dejarlo todo, renunciar...


UG: Si cree que renunciar a algo lo ayudará, está perdido. No pensar en el dinero y las necesidades de la vida es una enfermedad. Es una perversión negarse las necesidades básicas. Piensa que mediante una vida humilde auto-impuesta aumentará su percepción de las cosas y entonces usará eso para ser feliz. Jamás lo logrará. Será pacífico cuando se terminen todas sus ideas sobre aumentar la percepción y comience a funcionar como una computadora. Tiene que ser una máquina, funcionar en este mundo automáticamente, jamás cuestionarse sus acciones antes, durante, o después de que ocurran. I: ¿Está negando la importancia de la práctica del yoga, la renunciación religiosa, o el valor de una educación moral? El hombre es más que una máquina, seguramente. UG: Todos los valores morales, espirituales, y éticos son falsos. Los psicólogos, buscando una salida pragmática, están ahora en un atolladero, incluso buscan respuestas en la gente espiritual. Están perdidos, y aún así las respuestas tienen que venir de ellos, y no de las tradiciones cristalizadas e inútiles del negocio sagrado. I: Esto nos deja tan desamparados. Sin dudas las personas han confiado en los Mesías, los mahatmas y los profetas. UG: Los así llamados Mesías no han dejado más que miseria en este mundo. Si un Mesías moderno apareciera en frente suyo, no podría ayudarlo en absoluto. Y si él no puede, nadie puede. I: Si una persona ungida, un salvador o un sabio por ejemplo, no puede ayudar, entonces tal vez es como las escrituras dicen, debemos "conocer la verdad y la verdad nos hará libres." UG: La verdad es un movimiento. Uno no puede capturarla, contenerla, darle expresión, o usarla para alcanzar algo. Cuando uno la captura, deja de ser la verdad. Lo que para mí es la verdad es algo que no puedo transmitirle bajo ninguna circunstancia. La certeza que hay aquí no puede comunicársele a otro. Por esa razón la totalidad del asunto de los gurus es un absoluto sin sentido. Así ha sido siempre, no solo ahora. Cuando usted se niega a sí mismo, enriquece a los sacerdotes. Se niega sus necesidades básicas mientras que ese hombre viaja en Rolls Royce, come como un rey, y es tratado como un potentado. Él, y los demás en el negocio sagrado, explotan la estupidez y la credulidad de la gente. Los políticos, de manera similar, explotan la credulidad del hombre. Es igual en todas partes. I: Usted enfatiza siempre el lado negativo, es el clásico enfoque "neti neti". ¿No está señalando acaso la necesidad de deshacerse de todo el equipaje innecesario, incluyendo las escrituras, los gurus, y las autoridades, si uno quiere encontrar ese estado que usted dice es nuestro derecho natural? UG: No. Deshacerse de los gurus, los templos, y los libros sagrados como una prescripción para la libertad es ridículo. Usted busca respuestas solo como remedio a sus problemas, para evitar el dolor. Todo lo que nace es doloroso. No tiene caso preguntarse por qué es así. Es así. Usted piensa que por renunciar a los gurus y las


autoridades recibirá alguna tolerancia divina; tolerar el dolor no lo ayudará espiritualmente. No hay forma. I: Pero nosotros sabemos que usted es más que un fatalista, que un cínico. Está señalando un destino distinto para el hombre, no sólo criticando la prédica actual, ¿no es así? UG: Existe una solución para sus problemas - la muerte. Esa libertad que le interesa puede llegar solo en el momento de la muerte. Todos alcanzan la liberación eventualmente, porque la liberación siempre antecede a la muerte, y todos mueren. I: Si me permite aclararlo, usted no se refiere a la muerte en un sentido poético o alegórico. No es una muerte psicológica, romántica, o abstracta lo que describe sino una muerte real, física, ¿no es así? UG: Sí, es así. Cuando muere el cuerpo está postrado, deja de funcionar, y ese es el final de la cosa. Pero en este caso el cuerpo de alguna forma se renovó a sí mismo. Sucede a diario hoy en día; todo el proceso tardó años en estabilizarse. Para mí la vida y la muerte son una, no dos cosas separadas. Tan solo déjeme advertirle que si lo que usted está buscando - la liberación - sucede, entonces morirá. Habrá una muerte física, porque tienen que haber una muerte física para estar en este estado. Es como jugar a controlar su respiración porque lo encuentra entretenido. Pero si mantiene la respiración demasiado, se asfixiará. I: Así que tenemos que volvernos concientes de la muerte, hacerla un objeto de nuestras meditaciones, y dejar de tratarla con semejante romanticismo o misticismo. ¿Es así? UG: Describir ese estado como un estado meditativo lleno de atención es basura romántica. ¡La atención! Que truco más fantástico para engañarse a sí mismo y a otros. No puede estar atento a cada paso, solo se vuelve auto-conciente y torpe si lo hace. Una vez conocí a un hombre que era piloto de puerto. Había leído sobre la "atención pasiva" y trató de ponerlo en práctica. Por primera vez en su vida casi hunde el barco que estaba guiando. Caminar es automático, y si trata de estar atento a cada paso, se volverá loco. No invente pasos meditativos. Las cosas ya son suficientemente malas. El estado meditativo es peor. I: Pero no puede simplemente desestimar todo lo que es sagrado. UG: Por supuesto que puedo; es solo romanticismo. Cualquier remedio que yo le ofreciera se volvería parte de su búsqueda; es decir, más romanticismo. Es por eso que nunca me canso de decir que no tengo mercancía que vender, mucho menos nuevos y mejores métodos que ofrecerle con los cuales continuar su búsqueda. Estoy negando la validez de esa búsqueda enteramente. No obtendrá nada aquí. Pruebe su suerte en alguna otra parte. I: Pero seguramente usted es humano y quiere serle útil a la humanidad, aunque más no sea por lástima.


UG: ¿Quién me eligió como el redentor? Tienen gran cantidad de santos, profetas y salvadores que desean servirlos. ¿Para qué agregar uno más? Jesús dijo, "Llamad y se les abrirá. Venid todos a mí." Por alguna razón yo no puedo hacerlo. Hemos hablado de todo hoy. Tal vez sea mejor si continuamos esta conversación mañana. I: Hasta mañana entonces. UG: Gracias.

Interlocutor: Por lo que dijo ayer, parece obvio que uno debe estar perfectamente sano como para hacer lo que usted hizo, es decir, morir. Cuando dejamos ayer usted estaba diciendo que uno tiene que realmente morir si quiere descubrir la libertad o la liberación. Un paso tan radical como ese no puede darlo una persona romántica o neurótica. Es el acto de una persona que no está absorbida en sí misma, libre de episodios neuróticos, y la autocompasión. ¿Habría alguna forma de enseñar eso? ¿Se puede educar para ser sanos? UG: No creo en la educación. Se puede enseñar una técnica - matemáticas, auto mecánica, pero no integridad. ¿Cómo pueden enseñarles sobre la no codicia y la no ambición en una sociedad codiciosa y ambiciosa? Solo los volverán más neuróticos. Vea, ustedes son un engaño. Sus ambiciones religiosas son como las del hombre de negocios. Si no logra engañar hay algo que no está bien. ¿Cómo piensa que el rico ha hecho su fortuna? Con charlas sobre la no codicia y el in egoísmo? En absoluto. Lo logró engañando a alguien. La sociedad, que para empezar es inmoral, dice que engañar es inmoral, y que no engañar es moral. Yo no veo la diferencia. Si lo atrapan lo llevan preso y usted se asegura la comida y el techo. ¿Por qué preocuparse? Es la culpa que tiene la que lo induce a hablar de la no codicia mientras continúa con su codiciosa vida. A su no codicia la inventa el pensamiento para no tener que enfrentarse con el hecho de que la codicia es lo único que hay allí. Pero usted no se queda satisfecho con eso. Si no hubiera más que eso, ¿qué haría? Eso es todo lo que hay. Simplemente tiene que vivir con ello. No puede escapar. Lo único que el pensamiento puede hacer es repetirse una y otra vez. Eso es lo único que puede hacer. Y cualquier cosa repetitiva es envejecimiento. I: La meditación parece menos repetitiva, más profunda que el pensamiento ordinario. Aunque tampoco nos satisface. UG: Si sus meditaciones, sadhanas, métodos y técnicas significaran algo, usted no estaría aquí haciendo estas preguntas. Para usted son todos medios para producir un cambio. Yo mantengo que no hay nada que cambiar o transformar. Usted acepta que hay algo que cambiar como una cuestión de fe. Nunca cuestiona la existencia de aquel que debe cambiar. Toda la mística de la iluminación se basa en la idea de transformarse a sí mismo. No puedo comunicar o transmitirle mi certeza de que usted y todas sus autoridades acumuladas a través de los siglos son falsas. Esas autoridades y los bienes espirituales que promocionan son completamente falsos. Debido a que no puedo


comunicarle esta certeza sería inútil y artificial que me subiera a una plataforma y diera una conferencia. Prefiero hablar informalmente; yo solo hablo, "Fue un gusto conocerlo. Adios." I: ¿Entonces por qué habla en absoluto? UG: No es particularmente interesante ser antisocial. No le doy a la gente lo que quiere. Cuando se dan cuenta de que no obtendrán lo que buscan aquí, ellos se van invariablemente. Y cuando se van por última vez me gusta agregar el comentario, "No lo conseguirá en ninguna parte." Cuando las personas vienen a hablar se encuentran confrontadas con el silencio mismo. Es por eso que todos los que vienen se silencian de ahí en más. Si no puede tolerar el silencio e insiste en hablar y discutir cosas, será forzado a estar en desacuerdo e irse. Pero si se queda por más tiempo, será silenciado, no porque esto sea muy persuasivo, más racional de lo que usted es, sino porque esto es el silencio en sí aplacando el movimiento que hay allí. Ese silencio consume todo aquí. Todas las experiencias se consumen. Es por eso que hablar con la gente no me cansa. Es energía para mí. Por eso puedo hablar todo el día sin mostrar ninguna fatiga. Hablar con tanta gente a través de los años no tuvo ningún impacto en mí. Todo lo que yo he dicho o ellos han dicho se consume, sin dejar rastros. Ese no es, desafortunadamente, el caso con ustedes. I: ¿Cómo encaja la inteligencia en todo esto? Usted parece indicar que hay una inteligencia nativa que no tiene nada que ver con la acumulación de conocimiento y la técnica. UG: Aceptar las limitaciones es inteligencia. Usted está tratando de liberarse de esas limitaciones naturales y esa es la causa de su tristeza y dolor. Sus acciones son de tal naturaleza que una acción limita la siguiente acción. Su acción en este momento está limitando la siguiente acción. Esa acción es reacción. La cuestión de la libertad de acción ni siquiera surge. De esa forma, ninguna filosofía fatalista es necesaria. La palabra "karma" significa acción sin reacción. Cualquier acción suya limita la acción que tiene que suceder luego. Cualquier acción que suceda en el nivel conciente de su existencia es reacción. Una acción pura, espontánea, libre de todas las acciones previas no tiene sentido. La única acción es la respuesta de este organismo vivo a los estímulos del ambiente. El proceso estímulo-respuesta es un fenómeno unitario. No hay división entre la acción y la reacción excepto cuando el pensamiento interfiere y los separa artificialmente. De otra forma esto es un proceso automático, unitario, y no hay nada que uno pueda hacer para detenerlo. No hay necesidad de detenerlo. Puesto que en la realidad no existe separación entre la acción y la reacción, no hay lugar para el hombre religioso en el esquema natural de las cosas. El movimiento de la vida amenaza el origen de su poder y prestigio. Aun así, no quiere retirarse. Hay que deshacerse de él. La religión no es un arreglo contractual, ya sea público o privado. No tiene nada que ver con la estructura social o su administración. La autoridad religiosa pretende seguir manejando a la gente, pero la religión es un asunto enteramente


individual. Los santos y salvadores solo han tenido éxito en dejarlo a usted a la deriva en la vida con el dolor, la miseria y la molesta sensación de que debe haber algo más significativo o interesante que hacer con la propia vida. La existencia es lo único que importa, no cómo vivir. Hemos inventado el "cómo" vivir, lo cual finalmente nos ha creado este dilema. Su capacidad de pensar ha creado problemas - qué comer, vestir, cómo comportarse - al cuerpo no le preocupa. Yo estoy tan solo señalando lo absurdo de esta conversación. Cuando empieza a entender este asunto, simplemente se va. No tengo mensaje alguno para la humanidad. Hemos echado a andar fuerzas irreversibles. Hemos contaminado el cielo, las aguas, todo. Las leyes de la naturaleza no conocen la recompensa, solo el castigo. La recompensa es tan solo que uno está en armonía con la naturaleza. Todo el problema comenzó cuando el hombre decidió que todo el universo fue creado para su exclusivo disfrute. Hemos sobreimpuesto la noción de evolución y progreso sobre la naturaleza. Nuestra mente - y no hay mente individual, solo mente - la cual es la acumulación de la totalidad del conocimiento y la experiencia del hombre, inventó la noción de la psiquis y la evolución. Solo la tecnología progresa, mientras que nosotros como raza nos acercamos a una destrucción total y completa de nosotros y del mundo. Todo en la conciencia del hombre está empujando al mundo, que la naturaleza ha creado tan laboriosamente, hacia la destrucción. No ha habido un cambio cualitativo en el pensamiento humano; vemos a nuestros vecinos como lo hacían los hombres temerosos de las cavernas. Lo único que ha cambiado es nuestra habilidad para destruir a nuestro prójimo y su propiedad. La violencia es una parte integral del proceso evolutivo. Esa violencia es esencial para la supervivencia del organismo vivo. No pueden condenar la bomba de hidrógeno, porque es una extensión del policía y el deseo de estar protegidos. ¿En dónde traza la línea? No puede hacerlo. No tenemos forma de revertir todo el asunto. I: Los humanitarios insisten en que el hombre tiene la capacidad de amar, y que el amor podría ser la única solución a nuestra mutua destrucción. ¿Tiene algo de cierto? UG: El amor y el odio son exactamente lo mismo. Ambos han terminado en masacres, asesinatos, y guerras. Esto es una cuestión de historia, no de mi opinión. El budismo ha producido horrores en Japón. Es igual en todas partes. Todos nuestros sistemas políticos han salido de ese pensamiento religioso, ya sea el de oriente u occidente. A la luz de esos hechos, ¿cómo puede tener alguna fé en la religión? ¿Qué tiene de bueno revivir todo el pasado, el pasado inútil? Usted se refugia en el pasado porque su vida no tiene sentido. Ni siquiera está deslizándose. No tiene dirección en absoluto; simplemente está como flotando. Obviamente su vida no tiene ningún propósito, de otra forma no viviría en el pasado. Si esto no lo ayuda a usted, tampoco ayudará a los demás. No importa lo que yo esté diciendo, porque usted es el medio de expresión. Ya ha capturado lo que digo y lo ha convertido en un nuevo ismo, una ideología, o en un medio para obtener algo. Lo que estoy tratando de decir es que tiene que descubrir algo usted solo. Pero no se engañe pensando que lo que encontrará será útil para la sociedad, que podrá usarlo para cambiar el mundo. Uno termina sus asuntos con la sociedad, eso es todo.


I: Eso que cada uno tiene que descubrir por sí mismo es Dios o la iluminación, ¿verdad? UG: No. Dios es el último placer, la felicidad ininterrumpida. Nada de eso existe. Querer algo que no existe es la raíz de su problema. Transformación, moksha, liberación y todo eso son solo variaciones de la misma cosa: felicidad permanente. El cuerpo no puede resistir eso. El placer del sexo, por ejemplo, es pasajero por naturaleza. El cuerpo no podría soportar un placer ininterrumpido por mucho tiempo, se destruiría. Pretender imponer al cuerpo un estado ficticio de felicidad permanente es un problema neurológico serio. I: Pero las religiones advierten sobre la búsqueda del placer. Mediante la oración, la meditación, y varias prácticas se pretende que uno trascienda el mero placer... UG: Ellos le venden morfina espiritual. Usted toma la droga y se duerme. Ahora los científicos han perfeccionado las drogas del placer, es mucho más fácil tomarlas. Nunca se le ha ocurrido que la iluminación o el Dios que usted busca son solo el placer máximo, un placer mayor, que usted inventó para liberarse del doloroso estado en el que normalmente vive. Su estado doloroso y neurótico es producido por querer dos cosas contradictorias al mismo tiempo. I: Pero de alguna forma usted está libre de todas esas contracciones, y, aunque afirma no estar en ninguna clase de estado de éxtasis permanente, parece estar fundamentalmente feliz. ¿Cómo es que su vida tomó ese curso y no otros? UG: Si le narro la historia de mi vida, es como si estuviera describiendo la vida de otro. No hay ningún apego, sentimiento, o contenido emocional para mí cuando considero mi vida. Está equivocado si piensa que guardo algún pensamiento o sentimiento privado o precioso acerca de mi pasado. Por primera vez un hombre se ha apartado del trasfondo religioso [refiriéndose a Jiddu Krishnamurti. N. del Ed.], y sus enseñanzas ya están fuera de lugar, de tiempo, y se volvieron engañosas. J.K. eligió la forma psicológica de explicarlo, la cual ya pasó. No se puede destruir a J.K., pero el contexto o el pensamiento que creó ya es algo anticuado e inútil. El problema no es psicológico, sino fisiológico. Este cuerpo no ha cambiado fundamentalmente por cientos de miles de años. Su propensión a seguir líderes, a evitar la soledad, a hacer la guerra, a unirse a grupos - todas esas características están en la construcción genética de la humanidad, parte de su herencia biológica. I: Dejando de lado la cuestión de si el mal o el bien es posible para un organismo que ya está genéticamente programado para ser brutal y guerrero, ¿no intentan las prácticas religiosas - meditación, yoga, humildad, etc. - ayudar al hombre a ir más allá de esas limitaciones biológicas? UG: La meditación es en sí una maldad. Es por eso que todos los pensamientos malvados surgen cuando usted trata de meditar. De otra forma no tiene punto de referencia, no tiene forma de saber si los pensamientos son buenos o malos pensamientos. La meditación es una batalla, pero usted solo experimenta más dolor. Yo le puedo asegurar no solamente que la meta de la meditación y la liberación han sido inventos de la cultura, sino que lo único que sacará al final será dolor. Podrá


experimentar algunas insignificantes experiencias místicas, inútiles para usted y los demás. I: Pero no estamos interesados en tales experiencias insignificantes, queremos la libertad… UG: ¿Qué diferencia puede hacer el hecho de que encuentre esa libertad, esa iluminación o no? No estará allí para beneficiarse de ella. ¿Qué bien le puede hacer a usted ese estado? Ese estado le quita TODO lo que tiene. Por eso lo llaman "jivanmukti" - vivir en libertad. Aunque sigue viviendo, el cuerpo ha muerto. De alguna forma el cuerpo, habiendo atravesado la muerte, se mantiene vivo. No es ni felicidad ni infelicidad. No hay tal cosa como la felicidad. Usted no quiere, no puede querer esto. Lo que quiere es tenerlo todo, aquí lo pierde todo. Quisiera tenerlo todo, y eso es imposible. Las religiones le han prometido tanto - rosas, jardines - y usted termina solo con espinas. I: Pero otros maestros, como J. Krishnamurti, describen un viaje de descubrimiento, que mediante la atención y la libre investigación uno puede encontrar... UG: No existe transformación, ni radical ni de otra clase. Ese bufón (refiriéndose a J.K.) hablando en la carpa de circo le ofrece un viaje de descubrimiento. Ese vuelo es una estafa. No existe tal viaje. La filosofía de los Vedas no es más útil. Fue inventada por algunos drogadictos después de tomarse algún jugo de soma. J.K. es más neurótico que las personas que lo van a escuchar. I: Si no le concede nada a las enseñanzas religiosas antiguas, entonces ¿considera a la psicología moderna como más seria? UG: Toda el área de la psicología ha engañado al hombre por cien años y más. Freud es el más grandioso fraude del siglo 20. J. Krishnamurti habla de una revolución en la psiquis. No hay una psiquis allí. ¿Dónde está la mente que será mágicamente transformada? Los discípulos de J.K. han llegado al punto en el que lo único que pueden hacer es repetir frases sin sentido. Son personas huecas y vacías. El hecho de que J.K. pueda juntar a mucha gente no significa nada; los encantadores de serpientes también juntan a mucha gente. Cualquiera puede reunir una multitud. I: Pero usted está usando un enfoque similar a... UG: Sí, estoy usando el 80% de sus palabras y frases, las mismas frases que usó durante años para condenar a los gurus, los santos, y los salvadores como él. No digo que no tenga carácter. Tiene un gran carácter, pero yo no estoy en lo más mínimo interesado en los hombres de carácter. Si él ve el desastre que ha creado en su falso rol de Mesías del mundo y disuelve toda la cuestión, yo seré el primero en aplaudirlo. Pero es demasiado viejo y senil como para hacerlo. Sus seguidores están espantados porque yo le estoy dando una dosis de su propia medicina. No compare lo que estoy diciendo con lo que él, u otras autoridades religiosas, han dicho. Si le dan a lo que estoy diciendo alguna connotación espiritual, algún sabor religioso, no han entendido nada. Hay que dejar todo eso.


I: Pero aun así a nosotros nos parece que J. Krishnamurti, y quizás algunos otros en la historia, tienen algo que decir. J. Krishnamurti parece ser lo que reclama ser, un hombre libre. UG: Él tiene algo. Estoy cansado de decir que él ha VISTO el pote de dulce, pero no lo ha PROBADO. El que ese hombre, yo mismo, u otra persona sea libre o no, no es vuestro problema; ese es el pasatiempo de las mentes escapistas, un entretenimiento inventado para evitar el problema real, el cual es que no son libres. Pueden estar seguros de una cosa; el que diga que es un hombre libre es un farsante. De eso pueden estar seguros. La cosa de la cual tienen que liberarse es de la "liberad" que discute ese hombre y los otros maestros. Tiene que estar libre de "la primera y última libertad", y todas las libertades que vienen entre medio. I: Si la noción de una vida de gracia, paz, y libertad son solo ficciones inventadas para escapar de nuestro vacío universal, ¿entonces para qué seguir en absoluto? Si no hay una realidad trascendente a la cual el hombre pueda aspirar, ¿entonces por qué deberíamos seguir con nuestra existencia? ¿Es tan solo comer, dormir, y respirar? UG: Eso es todo lo que hay. Mire, yo solo le estoy diciendo que tiene que ir y ver por usted mismo si hay algo detrás de todas esas abstracciones sin sentido que le tiran. Ellos hablan de corazones sagrados, mentes universales, superalmas, usted sabe, todos los términos abstractos, místicos, usados para seducir a la gente crédula. Hay que desmistificarlo, "des-psicologizarlo". No me venga con "centros superiores" y chakras. No son esos sino las glándulas las que controlan al cuerpo humano. Son las glándulas las que dan las instrucciones para el funcionamiento del organismo. En su caso usted ha introducido un intruso - el pensamiento. En su estado natural el pensamiento deja de controlar las cosas; entra en operación transitoriamente cuando surge un desafío delante suyo, volviendo inmediatamente al trasfondo cuando ya no se lo necesita. I: Entonces no importa lo que hagamos, estamos funcionando en un modo no natural, ¿es eso? UG: Es por eso que señalo todas estas cosas. Olvídese de la sociedad ideal y del ser humano ideal. Solo mire la forma en que funciona. Eso es lo importante. Lo que ha impedido que el organismo florezca completamente a su propia originalidad es la cultura. Ha puesto delante del hombre algo equivocado - la persona ideal. Todo ha surgido de la conciencia divisiva de la humanidad. No nos ha traído más que violencia. Es por eso que nunca dos gurus o sabios se ponen de acuerdo. Cada uno está empecinado en predicar sus propias tonterías. I: ¿Qué es lo que nos impele a escucharlo? ¿Por qué nos interesa lo que tiene que decir? UG: Vienen por la misma razón por la cual van a otros buscando respuestas: quieren saber. Creen que conociendo mi historia podrán duplicar lo que me sucedió. Les han lavado el cerebro toda su vida, y ahora solo pueden pensar en términos de imitación. Creen que de alguna forma podrán repetir lo que me pasó a mí, eso es todo. Ese es


vuestro motivo para venir aquí. Esto no es un nuevo enfoque del material religioso. Es completamente diferente. No tiene absolutamente nada que ver con todas esas cosas románticas, espirituales, y religiosas, nada. Si traducen lo que digo en término religiosos, están equivocándose totalmente. "Religión", "Dios", "Alma", "beatitudes", "moksha", son solo palabras, ideas usadas para mantener la continuidad psicológica intacta. Cuando esos pensamiento no están allí, lo que queda es el funcionamiento simple, armonioso, y físico del organismo. Yo soy capaz de describir la forma en que este organismo funciona porque las preguntas de ustedes han creado un desafío aquí. Vuestras preguntas crean las condiciones necesarias para que suceda esta respuesta. Entonces, esto se describe a sí mismo, pero esa no es la forma en que está funcionando. Esto funciona en un estado de no conocer. Nunca me pregunto a mí mismo cómo estoy funcionando. Nunca cuestiono mis acciones, antes, durante, o después de que ocurran. ¿Se pregunta una computadora cómo está funcionando? I: Pero las computadoras no tienen sentimientos, ni psiquis, ni dimensión espiritual. ¿Cómo puede comparar...? UG: No puede ponerme en ese marco religioso. Cualquier intento de su parte por traducir lo que digo a su marco religioso es no ver el punto. No soy uno de sus hombres santos que dicen, "No hago nada, venga y no haga nada conmigo" Todo eso es una forma de locura. I: ¿Qué tanto tiene de loco querer descubrir sobre la vida y la muerte…? UG: Porque igual que esa loca de allá dice que no está loca, usted insiste en decir que existe la muerte, y va a morirse. Ambas cosas son falsas. En tanto sean estados mentales basados en la realidad, ambos son igualmente inválidos. I: Creo que estoy empezando a entenderlo intelectualmente… UG: ¿No es un chiste que me diga que entiende lo que le estoy diciendo? Dice que al menos me entiende intelectualmente, como si hubiese alguna otra forma de entender. Su comprensión intelectual, en la cual tiene tanto invertido, no ha hecho ni una maldita cosa por usted aún. Persiste en cultivar la comprensión intelectual, sabiendo perfectamente que nunca lo ha ayudado. ESO ES SORPRENDENTE. Cuando esperar y tratar de comprender no está allí, entonces la vida se vuelve significativa. La vida, su existencia, tiene una tremenda cualidad viviente. Todas sus nociones sobre el amor, la beatitud, la dicha infinita, y la paz solo bloquean esta energía natural de la existencia. ¿Cómo puedo hacerle entender que lo que estoy describiendo no tiene nada que ver con todo lo religioso? Ha visto a muchas personas irse con el coche fúnebre, y aún así no puede imaginar su propia muerte. Es imposible, porque no puede experimentar su propia muerte. Esto es muy importante. No es bueno que me tire toda esa basura. Cualquier cosa que golpee esto, se consume inmediatamente - esa es la naturaleza de esta energía. Las personas espirituales son las personas más deshonestas. Estoy enfatizando que si no hay espíritu, entonces todo el discurso de la espiritualidad es basura y tonterías. No puede llegar a su propio ser si no se libera de todo el asunto que rodea al concepto del "yo". Para quedar realmente solo, todo el envoltorio de la vida espiritual, el cual es


erróneo, tiene que destruirse. Eso no significa que se vuelvan violentos o fanáticos, derrumbando templos, derribando los ídolos y quemando los libros sagrados, como un montón de borrachos. No es eso en absoluto. Es una fogata dentro de uno. Todo lo que la humanidad ha pensado y experimentado tiene que irse. La increíble violencia en el mundo de hoy fue creada por los jesuses y los budas. I: Pero seguramente el intento por volvernos civilizados es un intento por trascender la ley de la jungla… UG: Son los que creen en Dios, predican la paz y hablan de amor, los que crearon la jungla humana. Comparada con la jungla humana, ¡la jungla de la naturaleza es simple y sensible! En la naturaleza los animales no matan a los suyos. Esa es parte de la belleza de la naturaleza. En ese punto los hombres son peores que otros animales. El así llamado "hombre civilizado" mata por ideas y creencias, mientras los animales matan solo para sobrevivir. I: El hombre tiene fuertes ideas y creencias porque busca la verdad, mientras que los animales no. UG: No existe la verdad. Lo único que existe en realidad es vuestra premisa sostenida por la lógica, lo cual ustedes llaman "verdad". I: Pero, otra vez, todas las grandes enseñanzas han acentuado la importancia de encontrar la verdad mediante la práctica, el inegoísmo y la renunciación. UG: Yo renuncio a lo único que vale la pena renunciar - la idea de que existe renunciación en absoluto. No hay nada a lo que renunciar. Sus ideas erróneas sobre la renunciación solo crean más fantasías acerca de la "verdad", "Dios, etc. I: No es para nada un disparate pensar que el hombre sea peor que los animales… UG: Debido a que es peor que los animales le fue posible y necesario crear el dilema moral. Cuando por primera vez el hombre experimentó la división en su conciencia cuando experimentó la autoconciencia - se sintió superior a otros animales, lo cual no es así, y allí sembró las semillas de su propia destrucción. I: Así que, si lo entiendo correctamente, usted está diciendo que hemos dividido erróneamente la vida entre yo y no-yo, hemos creado el problema moral dentro nuestro y en todas nuestras relaciones. Así que nuestra dificultad básica es pensar... UG: No puede experimentar nada excepto mediante el pensamiento. No puede experimentar su propio cuerpo excepto con la ayuda del pensamiento. Las percepciones sensoriales están allí. Su pensamiento le da forma y definición al cuerpo, de otra forma no tendría forma de experimentarlo. El cuerpo no existe excepto como un pensamiento. Hay un pensamiento. Todo lo demás existe en relación a ese pensamiento. Ese pensamiento es "yo". Cualquier cosa que se experimente basado en ese pensamiento es una ilusión.


I: ¿No persisten las ilusiones solo porque la atención no está desarrollada en nosotros? UG: La palabra "atención"(*) es engañosa. Atención no es un estado divisivo; no hay dos estados - la atención y algo más. No hay dos cosas. No es que usted esté atento a algo. La atención es simplemente la acción de cerebro. La idea de que uno puede USAR la atención para producir algún estado de cosas más feliz, algún tipo de transformación, o Dios sabe qué, es, para mí, absurdo. La atención no se puede usar para producir un cambio en uno o en el mundo que lo rodea. (*) La palabra que UG usa en todo este párrafo, y en muchas otras partes de sus diálogos, es "awareness". La traducción correcta depende del contexto y desgraciadamente aquí UG cambia el contexto mientras habla y por lo tanto podría cambiar la traducción. No lo hacemos así, sin embargo, porque para el interlocutor inglés UG sigue hablando de lo mismo. Entiéndase, de todas maneras, que aparte de "atención", "awareness" transmite también la idea de "estar apercibido de", "estar conciente de", o "estar atento a". N. del T.

Toda esta basura sobre el conciente y el inconsciente, la atención, y el yo, es todo un producto de la psicología moderna. La idea de que se puede utilizar la atención para llegar psicológicamente a alguna parte es muy dañina. Después de cien años no parecemos capaces de liberarnos de la basura psicológica - Freud y toda la pandilla. ¿Qué quiere significar usted exactamente cuando se refiere a la conciencia? Usted es conciente, está apercibido de algo, solo mediante el pensamiento. Los otros animales usan el pensamiento - el perro, por ejemplo, puede reconocer a su dueño - de una manera simple. Ellos reconocen sin usar el lenguaje. Los humanos han expandido la estructura del pensamiento, haciéndola mucho más compleja. El pensamiento no es suyo o mío; es nuestra herencia común. No existe tal cosa como mi mente o su mente. Tan solo hay mente - la totalidad de lo que ha sido conocido, sentido, y experimentado por el hombre, pasado de una generación a otra generación. Estamos todos pensando y funcionando en esa "esfera de pensamiento", así como compartimos la misma atmósfera para respirar. Los pensamientos están para que funcionemos y nos comuniquemos sana e inteligentemente en este mundo. I: Aún así, realmente sentimos que hay un pensador pensando esos pensamientos, una especie de "fantasma en la máquina", que el pensamiento involucra más que la respuesta mecánica de la memoria. UG: El conocimiento - eso es todo lo que hay allí. El "yo", la "psiquis", la "mente", o como quiera que lo llamen no es nada más que la totalidad de el conocimiento heredado pasado de generación en generación, mayormente mediante la educación. Le enseñan a los niños a distinguir los colores, a leer, a imitar maneras. Es relativo a cada cultura: los americanos aprenden modales americanos, los indios aprenden modales indios, etc. Los gestos del cuerpo, de las manos o de la cara constituyeron el primer lenguaje. Más tarde se agregaron las palabras. Todavía usamos los gestos para suplementar las palabras habladas porque sentimos que las palabras solas son inadecuadas para expresar completamente lo que queremos transmitir. Todo esto no quiere decir que podamos aprender algo acerca del pensamiento. No podemos. Uno se vuelve conciente del pensamiento solo cuando lo convierte en un objeto del pensamiento, de otra forma ni siquiera sabe si está pensando. Usamos el pensamiento solo para comprender algo externo, para recordar algo, o para lograr algo.


De otra forma ni siquiera sabemos si el pensamiento está allí o no. El pensamiento no está separado del movimiento del pensar. El pensamiento es acción, y sin él usted no podría actuar. No hay tal cosa como una acción pura, espontánea, libre del pensamiento. Actuar es pensar. Usted tiene un mecanismo que se auto-inicia y se auto-perpetúa, el cual yo llamo el "yo". Eso no significa que haya realmente una entidad allí. No quiero o pretendo darle esa connotación a la palabra. ¿Dónde está este ego, o yo, del cuan hablan? Su inexistente yo ha oído a alguien hablar de la espiritualidad y la dicha. Para experimentar esto que llama dicha siente que tiene que controlar sus pensamientos. Es imposible, se consumirá y morirá si lo intenta. I: A los filósofos se los oye a menudo hablar de un "ahora", independiente del pasado y el futuro. ¿Existe tal cosa como un eterno presente? UG: La demanda de más y más experiencia constituye su "presente", el cual nace del pasado. Mire. Aquí hay un micrófono. Usted lo está mirando. ¿Es posible para usted mirarlo sin la palabra "Micrófono"? El instrumento que está usando para mirar y experimentar el micrófono es el pasado, su pasado. Si ve eso no hay futuro en absoluto. Cualquier logro en el que esté interesado está en el futuro. La única forma de que el futuro pueda entrar en operación es en el momento presente. Desafortunadamente, en el momento presente lo que está en operación es el pasado. Su pasado está creando su futuro; en el pasado fue feliz o infeliz, torpe o sabio, en el futuro será lo opuesto. De manera que el futuro no puede ser diferente del pasado. Cuando el pasado no está en operación no hay "presente" alguno, porque lo que está llamando el "presente" es el pasado repitiéndose a sí mismo. En un verdadero estado de "aquí y ahora" no hay pasado en operación y, de esa forma, tampoco futuro. No se si me está siguiendo... La única forma de que el pasado pueda sobrevivir y mantener su continuidad es mediante la demanda constante de experimentar lo mismo una y otra vez. Por eso la vida se ha convertido en un aburrimiento. La vida se volvió aburrida porque hemos hecho de esto una cosa repetitiva. Así que lo que erradamente llamamos "presente" es realmente el pasado repetitivo proyectando un futuro ficticio. Sus metas, su búsqueda, sus aspiraciones se proyectan en ese molde. I: Un problema para comprender el pasado es su cualidad efímera. La psiquis o mente tiene que ser ubicada en alguna parte si, como usted dice, no existe alma ni planos superiores. ¿Dónde, si puedo ponerlo de esa forma, está el pasado? UG: Usted pregunta cosas a partir de su conocimiento, de su pasado, y el verdadero motivo de sus preguntas es solo ganar más conocimiento de alguien, para que su estructura de conocimiento pueda continuar. Usted no está interesado en esto en modo alguno. El fin de su conocimiento significa el fin de USTED. ¿Dónde, pregunta usted, está este conocimiento, el pasado? ¿Está en su cerebro? ¿Dónde está? Está en todo su cuerpo. Está en cada célula de su cuerpo. Esas preguntas todas surgen de su búsqueda. No interesa cual sea el objeto de su búsqueda - Dios, una mujer hermosa o un hombre hermoso, un auto nuevo. Es toda la misma búsqueda. Y ese hambre nunca será satisfecho. Ese hambre se tiene que consumir solo, completamente, sin conocer ninguna satisfacción. La sed que tiene debe


consumirse sin ser saciada. Surge en usted la comprensión de que esa no es la forma, y el asunto se termina. Lo que estoy enfatizando es que estamos tratando de resolver nuestros problemas humanos básicos mediante un contexto psicológico, cuando en realidad el problema es neurológico. Está involucrado el cuerpo. Tomemos el deseo. En tanto haya un cuerpo vivo, habrá deseo. Es natural. El pensamiento ha interferido y tratado de suprimir, controlar y moralizar acerca del deseo, para el detrimento de la humanidad. Estamos tratando de resolver el "problema" del deseo mediante el pensamiento. Es el pensamiento el que ha creado el problema. Usted de alguna forma continúa esperando y creyendo que el mismo instrumento puede resolver sus otros problemas también. Espera que el pensamiento lo salvará, pero va a morir esperando igual a como vivió esperando. Esa es la moraleja de todo esto. I: Todas las religiones han puesto el deseo de libertad, cielo, liberación, o Dios delante de todos los demás como algo que vale la pena perseguir. Pero si estas metas máximas no existen, como usted parece sugerir, serían, entonces, deseos inferiores, siendo falsos y de esa forma imposibles de satisfacer. Pero eso nos repele; nosotros insistimos en que algunos deseos, especialmente aquellos que ostensiblemente trascienden "la carne", son más divinos que otros. ¿Quisiera decir algo sobre esto? UG: A menos que esté libre del deseo más importante de todos, moksha, liberación, o auto-realización, usted será miserable. La meta máxima - que la sociedad puso delante nuestro - es la que tiene que irse. Hasta que esté libre de ese deseo, no podrá liberarse de ninguna de sus miserias. Suprimiendo esos deseos, no será libre. Esta realización es lo esencial, yendo como va al centro del problema. Es la sociedad la que ha puesto el deseo de libertad, el deseo de liberación, el deseo de Dios, el deseo de moksha - ese es el deseo del cual debe estar libre. Entonces todos esos otros deseos caen en su ritmo natural. Usted suprime esos deseos solo porque tiene miedo de que la sociedad lo castigue si actúa según ellos, o porque lo ve como "obstáculos" para su mayor deseo - la libertad. Si esto tuviera que pasarle, se encontraría en un estado primario sin que sea primitivo, y sin ninguna voluntad de su parte. Tan solo sucede. Ese hombre libre no estará en conflicto con la sociedad nunca más. No es antisocial, no está en guerra con el mundo; él ve que no podría ser diferente. No quiere cambiar la sociedad en absoluto; la demanda de cambiar ha cesado. Cualquier cosa que haga en cualquier dirección es violencia. Cualquier esfuerzo es violencia. Cualquier cosa que usted haga con el pensamiento para crear un estado de paz en la mente está usando la fuerza y entonces, es violencia. El yoga, las meditaciones, las plegarias, los mantras, son todas técnicas violentas. El organismo viviente es muy pacífico; usted no tiene que hacer nada. Al funcionamiento pacífico del cuerpo no le interesan un comino vuestros éxtasis, beatitudes, y estados de dicha. El hombre abandonó la inteligencia natural del cuerpo. Por eso digo - esa es mi canción trágica - que el día en que el hombre experimentó esa conciencia que lo hizo sentirse separado y superior a los otros animales, en ese momento comenzó a sembrar las semillas de su propia destrucción. Esta retorcida visión de la vida está empujando


lentamente a todo el pensamiento hacia la total aniquilación. No hay nada que ustedes puedan hacer para detenerlo. No soy un alarmista. No tengo miedo, no estoy interesado en salvar el mundo. La humanidad está condenada de todas formas. Todo lo que digo es que la paz que están buscando ya está dentro de ustedes, en el funcionamiento armonioso del cuerpo. I: Esto se parece cada vez más al cuento del Buda diciendo, "Simplemente no haga nada, quédese allí." No hacer ningún movimiento en ninguna dirección en ningún nivel no es tan fácil. UG: Cualquier cosa que haga para liberarse de lo que sea por la razón que sea está destruyendo la sensibilidad, claridad y libertad que ya hay allí. I: Si fuera posible ver las cosas como realmente son… UG: No queda nada que decir sobre que usted vea las cosas como son. No puede ver las cosas como son. Nunca deja en paz ninguna experiencia o sensación que tenga. Tiene que capturarla e interpretarla dentro del contexto de lo conocido. Está feliz o infeliz solo en tanto tiene conocimiento acerca de la felicidad y la infelicidad. De manera que todo tiene que ser llevado al contexto de lo conocido antes de que pueda experimentarlo. El movimiento de lo conocido está ganando fuerza dentro suyo. Su único interés es continuar. No hay una entidad allí que pueda darse continuidad; es solo el movimiento del pensamiento, la separación auto-perpetuada. Es algo mecánico. Cualquier cosa que trate de hacer al respecto solo le da más fuerza. I: Los maestros orientales nos dijeron que el deseo es un mal, que debe ser trascendido… UG: Es el deseo de alcanzar una meta en particular, una meta muy importante, el que debe irse, no los incontables pequeños deseos. La única razón por la que tratan de manipular o controlar los deseos insignificantes es porque tal control es una parte de vuestra estrategia para alcanzar la meta más alta, el deseo de los deseos. Eliminen la meta principal y las otras entran en un patrón natural y no representan un problema para ustedes o para mundo. No llegarán a ninguna parte tratando de controlar y manipular interminablemente esos numerosos deseos. Eso es de naturaleza viciosa. I: ¿Hay alguna meta más alta en absoluto? UG: La así llamada "meta más alta" es como el horizonte. Mientras más se mueve uno hacia él, más retrocede. La meta, como el horizonte, no está realmente allí. Es una proyección de su propio miedo y se aleja de uno a medida que la persigue. ¿Cómo la alcanzará? No hay nada que pueda hacer. Aún así, es el deseo el que lo mantiene andando; no importa en que dirección se mueva, es lo mismo. I: Usted dice que estoy viviendo una ilusión. Pero la pobreza, el trabajo, la guerra, no son ilusiones. ¿Verdad? ¿En qué sentido estoy viviendo una ilusión?


UG: Lo que experimenta mediante su estructura separativa es una ilusión. No puede decir que tirar bombas es una ilusión. No es una ilusión, solo su experiencia de ello es una ilusión. La realidad del mundo que experimenta ahora es una ilusión. Eso es todo lo que trato de decirle. I: Dice que mi visión relativa y subjetiva del mundo está deformada y por lo tanto es ilusoria, yo estoy preparado a aceptar eso. Pero usted también rechaza cualquier medida externa y objetiva de una realidad absoluta, ¿verdad? UG: No existe lo absoluto. Es el pensamiento, y solo el pensamiento, quien ha creado el absoluto. El cero absoluto, el poder absoluto, la perfección absoluta, esas son invenciones de los hombre santos y los "expertos". Se engañaron a sí mismo y a los demás. A través de los siglos los santos, salvadores, y profetas de la humanidad se han engañado a sí mismos y a todos los demás. Las perfecciones y los absolutos son falsos. Usted está tratando de imitar y basar su comportamiento de acuerdo a esos absolutos, y eso lo está falseando. Está de hecho funcionando de una forma totalmente diferente; es brutal, y siente que debe ser pacífico. Es contradictorio, eso es todo lo que le señalo. I: ¿Cómo puede negar todas las autoridades religiosas y filosóficas...? UG: La certeza que surgió en mí es algo que no se puede transmitir. Eso no significa que sea superior, un elegido, uno en el que todas las virtudes se han reunido. En absoluto. Soy solo un hombre ordinario y no me preocupa en modo alguno. Esta certeza termina con todo, incluyendo las demandas de los así llamados hombres iluminados que venden cosas en el mercado. I: Si los sabios y santos se han equivocado sobre el lugar correcto del hombre en el esquema de cosas, seguramente han estado al menos parcialmente en lo cierto en señalar una unidad superior, Dios, si lo prefiere. UG: Lo que estoy tratando de exponer es que no existe tal cosa como Dios. Es la mente la que creó a Dios a partir del miedo. El miedo se pasa de generación en generación. Lo que hay es miedo, no Dios. Si tiene la suficiente suerte como para librarse del miedo, entonces no hay Dios. No hay una realidad última, no hay Dios - nada. El miedo en sí es el problema, no "Dios". Querer librarse del miedo es también miedo. Mire, usted ama el miedo. El fin del miedo es la muerte, y usted no quiere que ESO suceda. No estoy hablando de eliminar las fobias del cuerpo. Ellas son necesarias para sobrevivir. La muerte del miedo es la única muerte. I: Hasta que de alguna manera encontremos el coraje para morir a nuestros miedos continuaremos… UG: … esperando, orando, practicando virtudes. El hombre que practica la virtud es un hombre de vicios. Solo un hombre así, un hombre vicioso, practicaría la virtud. No hay ningún hombre virtuoso en el mundo. Todos los hombres serán virtuosos MAÑANA, hasta entonces permanecen hombres de vicio. Sus virtudes solo existen en el futuro


ficticio. ¿Dónde está ese futuro del que hablan? No es bueno esperar ser virtuoso en una vida futura tampoco; no hay garantías de que haya alguna vida futura, mucho menos de que usted vaya a ser libre en ella. I: Creo que estoy comenzando a ver lo que… UG: Usted está ciego. No ve nada. Cuando en verdad ve y percibe por primera vez que no hay ser que realizar, no psiquis que purificar, no alma que liberar, eso llegará como un tremendo golpe a ese instrumento. Usted lo invirtió todo en eso - el alma, la mente, la psiquis, como quiera llamarlo - y de repente explota, se revela como un mito. Es difícil para usted ver la realidad, ver su verdadera situación. Una mirada hace el truco; después usted se termina. I: Es radical, y tal vez un poco peligroso, llamar al espíritu, al alma, y a Dios las invenciones baratas de mentes atemorizadas, ¿verdad? UG: No me importa. Estoy listo para irme. No veo otra cosa que la actividad física del cuerpo. La espiritualidad es la invención de la mente, y la MENTE ES UN MITO. Sus tradiciones lo están asfixiando. Pero, desafortunadamente, no hace nada. En verdad ama estar asfixiado. Ama el peso de la bolsa de basura cultural, los desperdicios muertos del pasado. Tiene que dejarlo naturalmente. Simplemente se deja. No depende más del conocimiento, excepto como una herramienta útil para funcionar sanamente en este mundo. Querer algo tiene que irse. Querer liberarse de algo que no está allí es lo que llama "tristeza". Querer liberarse de la tristeza es la tristeza. No hay otra tristeza. No quiere estar libre de la tristeza. Tan solo piensa sobre la tristeza, sin actuar. Pensar constantemente acerca de liberarse de la tristeza es solo más material para la tristeza. El pensar no le pone un fin a la tristeza. La tristeza está allí con usted en tanto esté pensando. No hay en realidad una tristeza allí de la cual tenga que liberare. Pensar en y esforzarse en contra de la "tristeza" es la tristeza. Puesto que no puede dejar de pensar, y el pensar es la tristeza, siempre sufrirá. No hay salida, no hay escape.

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La Mente es un Mito Inquietantes Conversaciones con el Hombre Llamado U.G

Capítulo 2

La esperanza es para mañana, no para hoy.

Interlocutor: Me gustaría poder meditar y tener verdadera paz interior. UG: ¿Ha cuestionado esa meta que usted tiene, que hace necesarias las prácticas? ¿Por qué da por sentado que existe tal cosa como la paz interior? Tal vez sea algo falso. Sólo estoy preguntando para comprender cual es su meta en particular. ¿Puedo hacerle esa pregunta? I: Como dije, me gustaría tener paz interior. UG: ¿Cuándo espera tenerla? Es siempre mañana, el año siguiente. ¿Por qué? ¿Por qué la tranquilidad, o la quietud de la mente, o como quiera que elija llamar eso, sólo sucede mañana? ¿Por qué no ahora? Tal vez este desorden - esta ausencia de tranquilidad - sea causado por la propia práctica. I: TIENE que ser posible...


UG: ¿Pero por qué lo posterga hasta mañana? Tiene que enfrentar la situación AHORA. ¿Qué es lo que quiere en el fondo? I: Todo lo que hago parece sin sentido. No me siento satisfecho. Siento que tiene que haber algo más elevado que esto. UG: Suponga que le dijera que este sin sentido es todo lo que le corresponde, todo lo que habrá para usted. ¿Qué haría? La meta falsa y absurda que han puesto frente a usted es responsable por esa insatisfacción y esa falta de sentido que lo molesta. ¿Piensa que la vida tiene algún significado? Obviamente usted siente que no. Le han dicho que hay un significado, que la vida debe tener algún sentido. Su noción de lo "significativo" le impide enfrentar este hecho, y le hace sentir que la vida carece de significado. Si abandona la idea de lo significativo, entonces verá sentido en cualquier cosa que haga en su actividad diaria. I: Pero todos tenemos que tener la idea de una vida mejor, más espiritual. UG: Cualquier cosa que desee, incluso las así llamadas metas espirituales, es en esencia algo materialista. ¿Qué tiene de espiritual todo esto? Si quiere alcanzar una meta espiritual, el instrumento que utilizará será el mismo que usa para alcanzar metas materiales, esto es, el pensamiento. Usted en realidad no hace nada al respecto, sólo piensa. Así que sólo está pensando que la vida debe tener algún propósito. Y debido a que el pensamiento es materia, su objeto - la vida significativa o espiritual - también es materia. La espiritualidad es materialismo. Como sea, usted no actúa, sólo piensa, lo cual significa posponer. Sencillamente, no hay nada más que el pensamiento pueda hacer. Ese instrumento llamado pensamiento, el cual está empleando para alcanzar las así llamadas metas espirituales, es el resultado del pasado. El pensamiento nace en el tiempo, opera en el tiempo, y cualquier resultado que busque tendrá también que ser parte del tiempo. Y el tiempo es la postergación, el mañana. Tome por ejemplo el hecho del egoísmo. Se lo condena, mientras que el inegoísmo, una pura creación del pensamiento, es algo que se alcanzará después. Su realización, no obstante, yace siempre adelante, en el mañana. Uno será inegoísta mañana, o pasado mañana, o, si hay una, en la vida siguiente. ¿Por qué no es posible que usted se libere completamente del egoísmo ahora, hoy? Y ¿quiere realmente liberarse del egoísmo? Usted no quiere, y es por eso que ha inventado lo que llama inegoísmo, permaneciendo mientras tanto egoísta. Así que, nunca será inegoísta, jamás, porque el instrumento que utiliza para alcanzar ese estado de inegoísmo o paz interior es en su esencia materialista. Cualquier cosa que haga para liberarse del egoísmo tan sólo lo reforzará y fortificará. No estoy queriendo decir que usted deba ser egoísta, sólo que pensar acerca de su opuesto abstracto, al cual llama "inegoísmo," es inútil. También le han dicho que mediante la meditación puede ponerle fin al egoísmo. En verdad, usted no está meditando en absoluto, sólo pensando en el inegoísmo, y haciendo nada para no ser egoísta. He tomado eso como un ejemplo, pero todos los otros ejemplos son variaciones de la misma cosa. Toda actividad en ese sentido es exactamente lo mismo. Tiene que aceptar el simple hecho de que usted no quiere liberarse del egoísmo.


I: Hago un esfuerzo por entenderlo... UG: Usa el esfuerzo para estar en un estado de no esfuerzo. ¿Cómo diablos puede usar el esfuerzo para alcanzar el no esfuerzo? Piensa que puede vivir una vida de no esfuerzo mediante la voluntad, la lucha, y el esfuerzo. Desgraciadamente, eso es todo lo que puede hacer. Todo lo que conoce es esfuerzo. El "yo", y todo lo que ha adquirido, ha sido un resultado del esfuerzo. La ausencia de esfuerzo mediante el esfuerzo es como la paz mediante la guerra. ¿Cómo puede tener paz mediante la guerra? La "paz interior" que busca es una extensión de esta guerra de esfuerzo y lucha. Tal es el arte de meditar, esa es la batalla de la meditación. Se sienta a meditar mientras la batalla arde en su interior. El resultado es violento, pensamientos perversos rondando dentro suyo. Luego, trata de controlar o dirigir esos pensamientos brutales, creando para usted más esfuerzo y violencia en el proceso. I: Pero sí parece haber cierta paz interior cuando uno termina sus oraciones y meditaciones. ¿Cómo explica eso? UG: Es el resultado de quedar exhausto, eso es todo. Sus intentos por controlar o suprimir los pensamientos tan solo lo agotan, haciendo que se aburra de la batalla. Esa es la ausencia de esfuerzo y la paz interior que experimentan. Eso no es paz. Si quiere técnicas para controlar el pensamiento, ha venido a ver al hombre equivocado. I: No señor, yo siento cierto beneficio al hablar con usted. ¿Está diciendo que ningún compromiso religioso, ningún camino espiritual, ninguna práctica son necesarios? UG: Yo digo que no. Algún otro dice que sí. ¿Adónde lo deja eso a usted? Comprender su meta es lo principal. Alcanzar esa meta implica esfuerzo, guerra, lucha, voluntad, eso es todo. No hay garantías de que llegará a su meta. Usted asume que la meta está allí. Ha inventado la meta para darse ánimos y tener esperanza. Pero esperanza significa mañana. La esperanza es necesaria mañana, no hoy. Ya sabe. Quiere más conocimiento para poder desarrollar mejores técnicas para alcanzar su objetivo. Sabe que no hay garantías de que más experiencia, más conocimiento, más sistemas y más métodos lo ayudarán a alcanzar su meta. Sin embargo usted persiste; es todo lo que sabe hacer. Ver hoy demanda acción. Ver mañana sólo requiere esperanza. I: ¿Qué es lo que tratamos de ver con la ayuda de las técnicas? UG: Tratan de ver algún sentido en sus vidas. Mientras persistan en buscar un propósito o un sentido a la vida, todo lo que hagan parecerá sin sentido y sin propósito. La esperanza que tienen de que encontrarán un sentido es lo que está provocando el presente estado de carencia de sentido. Podría no haber otro significado aparte de este. I: Es comprensible que las personas deban buscar algún significado a sus vidas, ¿no es así? UG: La energía que dedican a la búsqueda, a las técnicas, a la sadhana, o como quieran llamarlo, les quita la energía que necesitan para vivir. Están obsesionados con


encontrarle significado a la vida, y eso consume muchísima energía. Si esa energía ya no se utiliza para la búsqueda de un significado, puede usarse para ver la futilidad de toda búsqueda. Entonces su vida se vuelve significativa y la energía puede usarse para alguna tarea útil. La vida, la así llamada vida material, tiene su propio significado. Pero les han dicho que carece de sentido y han superpuesto una capa ficticia de significado espiritual. ¿Por qué debería la vida tener algún significado? ¿Por qué debería haber alguna razón para vivir? El vivir es todo lo que hay allí. Vuestra búsqueda de un sentido espiritual ha hecho del vivir un problema. Los han alimentado con toda esta basura de la forma de vida perfecta, ideal, pacífica y significativa, y dirigen toda la energía a pensar acerca de eso en vez de vivir plenamente. Como sea, están vivos, no importa en absoluto lo que estén pensando. La vida tiene que continuar. I: ¿Pero no es esa la meta de toda cultura y educación, enseñarnos como vivir? UG: Usted está viviendo. Al momento en que introduce la pregunta "¿cómo vivir?", ha hecho de la vida un problema. "Cómo" vivir ha hecho de la vida algo sin sentido. Tan pronto pregunta "Cómo", va a buscar a alguien que le conteste, volviéndose dependiente. I: Ha estado diciendo que toda búsqueda está condenada desde el principio porque no hay nada que obtener o comprender. UG: No hay nada que obtener, nada que lograr. Debido a que han creado la meta digamos, el inegoísmo - siguen atrapados en el egoísmo. Si la meta del inegoísmo no está allí, ¿es usted egoísta? Han inventado el inegoísmo como objeto que perseguir, permaneciendo egoístas mientras tanto. ¿Cómo acabará alguna vez con el egoísmo mientras persiga el inegoísmo? Cierta cantidad de egoísmo práctico es necesaria para sobrevivir, por supuesto, pero con ustedes, todo se ha vuelto un problema tremendo e irresoluble. Aquí no hay necesidad de sentarse en posturas especiales y controlar la respiración. Incluso mientras mis ojos están abiertos, de hecho sin importar lo que esté haciendo, estoy en un estado de samadhi. El conocimiento que tienen de samadhi es lo que los mantiene alejado de él. Samadhi viene cuando se termina todo lo que han conocido, cuando mueren. El cuerpo tiene que volverse un cadáver antes que cese ese conocimiento, el cual está encerrado en cada célula. I: Usted sugiere que una ruptura completa y radical con el propio pasado es esencial si uno quiere ir más allá de la mediocridad circundante, si uno quiere vivir creativamente. Pero han habido muchas personas inteligentes e inventivas que no han atravesado ningún proceso de muerte o ninguna "calamidad" fisiológica, como usted lo llama. UG: Su tan aclamada inventiva surge de su pensamiento, el cual es esencialmente un mecanismo de protección. La mente ha inventado ambas, la religión y la dinamita, para proteger sus intereses. En ese sentido no hay malos y buenos. ¿No lo ve? Todas esas personas malas, brutales, terribles, que deberían haber sido eliminadas hace mucho, son prósperas y exitosas. No piense que podrá bajarse de esta calesita, o que pretendiendo


ser espiritualmente superior está evitando cualquier complicidad. Usted es el mundo; usted es eso. Es todo lo que estoy indicando. I: ¿También descarta toda preocupación acerca de lo que le vaya a suceder a uno en una vida futura? Si, en otra vida, cosecharé lo que he sembrado, no debería preocuparme cómo ser moral? UG: Vidas pasadas, vidas futuras, karma - esas cosas son enfatizadas en este país así llamado espiritual. ¡Es un fracaso total! Ellos dicen que deberán sufrir por sus malas acciones en el futuro, el mañana. ¿Pero qué tal el ahora? ¿Por qué se sale con la suya ahora? ¿Por qué tiene tanto éxito ahora? I: A pesar del evidente caos y la brutalidad en el mundo, la mayoría de nosotros vemos que la esperanza surge eterna y que el amor deberá al final dirigir al mundo... UG: No hay amor en el mundo. Todo el mundo quiere lo mismo. Aquel que es más cruel lo obtiene - en tanto pueda salirse con la suya. Tener lo que se desea en este mundo es algo relativamente fácil, si uno es lo suficientemente cruel. Yo tuve todo lo que un hombre puede desear, toda clase de experiencia deseable, y todo eso me falló. Debido a eso, nunca podría recomendarle mi "camino" a nadie, habiendo eventualmente enfrentado la falsedad de ese camino por mí mismo y habiéndolo rechazado. Ni siquiera sugeriría que había algo de valides en todas aquellas experiencias y prácticas. I: Contrariamente a lo que ha dicho, los grandes sabios y líderes de la humanidad han coincidido en que... UG: Los santos, sabios, sacerdotes, gurus, bhagavans, profetas y filósofos, todos se equivocaron, en lo que a mí me concierne. En tanto usted tenga alguna esperanza o fe en esas autoridades, vivas o muertas, no se le puede transmitir esta certeza. Esta certidumbre de alguna forma surge en uno cuando ve por sí mismo que todos ellos estaban equivocados. Cuando ve por primera vez por sí mismo todo eso, uno explota. Esa explosión golpea la vida en un punto que nunca antes fue tocado. Es absolutamente único. Así que cualquier cosa que yo pudiera haber dicho ya no puede ser cierta para usted. Al momento en que ve esto convierte lo que estoy diciendo en algo obsoleto y falso. Todo lo anterior es negado en ese fuego. No puede penetrar en su propia singularidad a menos que la totalidad de la experiencia humana sea echada de su sistema. Eso no puede ser hecho mediante ninguna voluntad ni ayuda. Entonces está sólo. I: Me da la sensación de que se necesita un valor muy especial para lo que está describiendo. ¿Es así? UG: Sí. Pero no es valor en el sentido corriente. No es el valor de la lucha y la superación. El valor al que me refiero es el valor que se da naturalmente cuando toda esta autoridad y este miedo son expulsados fuera. El valor no es un instrumento o una cualidad que uno puede usar para llegar a algo. Dejar de hacer es valor. El fin de la tradición en uno es valor.


I: Incluso con valor no hay garantías de que uno no esté equivocado acerca de la vida, o que no esté confundiendo las cosas importantes de la vida. UG: Una vez que uno se ve libre de los pares de opuestos - bueno y malo, correcto e incorrecto - nunca está equivocado. Pero hasta entonces el problema estará allí. I: Alcanzar el fin de los opuestos tiene implicaciones mas bien aterradoras... UG: Es como tocar accidentalmente un cable con electricidad. Uno tiene un miedo tremendo a tocarlo por voluntad propia. Por puro accidente esta cosa te toca, y arrasa con todo... I: ¿Incluso con la búsqueda de Dios y de libertad? UG: Arrasa con esta búsqueda, con el hambre. El hambre se detiene, no porque se vea satisfecho. El hambre nunca puede ser saciada, especialmente con la comida tradicional que se oferta. Con la disolución de esa hambre, la dualidad cesa. Eso es todo. I: Produce una cierta incomodidad escucharlo a usted... UG: Es incapaz de escuchar a cualquiera. Usted es el medio de mi expresión. Yo respondo a sus preguntas; no tengo nada que me pertenezca. La expresión de lo que hay aquí ocurre debido a usted, no a mí. Ese medio - usted - es corrupto. El medio está tan sólo interesado en mantener su propia continuidad. Así que cualquier cosa que suceda allí ya es algo muerto. I: Parece tener la inclinación a demoler todo lo que otros maestros han dicho... UG: Mi interés no es acabar con lo que otros han dicho (eso es demasiado fácil), sino acabar con lo que yo estoy diciendo. Más precisamente, estoy tratando de detener lo que ustedes están haciendo a partir de lo que yo digo. Es por eso que mis palabras suenan contradictorias para los demás. Me veo forzado por la naturaleza de vuestro escuchar a negar siempre la primer afirmación con la segunda. Luego la segunda afirmación se niega con la tercera, y así sucesivamente. Mi interés no es una tesis de dialéctica cómoda, sino la total negación de todo lo que pueda ser expresado. Cualquier cosa que saquen de mis afirmaciones, no es eso. Ustedes sienten una frescura, una cualidad viva en lo que se está diciendo aquí. Eso es real, pero esto no puede usarse para nada. No puede repetirse. Carece de valor. Todo lo que pueden hacer es tratar de organizarlo; crear organizaciones, abrir escuelas, publicar libros sagrados, celebrar cumpleaños, santificar templos santos, y cosas así, destruyendo de esa forma cualquier vida que esto pudiera tener. Ningún individuo puede ser ayudado por esas cosas. Ellas sólo ayudan a aquellos que vivirán de la credulidad de los demás. I: ¿Cómo exactamente se liberó de la tradición en su caso? UG: Mi explicación es que hubo una explosión de energía, la cual es completamente diferente de la energía que nace del pensamiento. Todas las experiencias espirituales, místicas, nacen del pensamiento. Son estados inducidos por el pensamiento, nada más. La energía aquí que está quemando todo pensamiento tan pronto surge, tiende a


acumularse. Eventualmente tiene que escapar. Las limitaciones físicas del cuerpo actúan como obstáculos para el escape de esta energía única. Cuando escapa va hacia arriba, nunca hacia abajo, y nunca retorna. Cuando esta energía extraordinaria - la cual es atómica - escapa, causa tremendos dolores. No es el dolor con el cual ustedes están familiarizados. No tiene nada que ver con eso. Si así fuera el cuerpo se destruiría. No es materia convirtiéndose en energía; es algo atómico. El proceso sigue y sigue, mientras el dolor viene y se va. Es como el tremendo alivio cuando se extrae un diente. Ese es el tipo de alivio que hay aquí, no el espiritual. La interpretación de esto como dicha o beatitud es muy engañosa. Mediante el pensamiento cualquiera puede crear aquellas experiencias; pero esto no es realmente dicha. La cosa real no es algo que pueda experimentarse. Cualquier cosa que puedan experimentar es vieja. Eso significa que todo lo que experimenten o comprendan es tradición. En otras palabras, yo estoy tratando de liberarlo no del pasado, el condicionamiento, sino, más bien, de lo que estoy diciendo. No estoy sugiriendo ninguna salida porque no la hay. Yo me he tropezado con esto y me he liberado de los caminos de otros. No puedo cometer el mismo error que ellos cometieron. Nunca sugeriré que alguien me use como un modelo o que siga mis pisadas. Mi camino nunca puede ser su camino. Si trata de hacer de este su camino, quedará atrapado en alguna huella. No importa cuán refrescante, revolucionario o fantástico sea, sigue siendo una huella, una copia, algo de segunda mano. Yo mismo no sé como me topé con esto, así que ¿cómo espera que se lo dé a otro? Mi misión, si tuviera una, debería ser, de ahora en más, desprestigiar cada afirmación que he realizado. Si toman en serio lo que he dicho y tratan de utilizarlo o aplicarlo, estarán en peligro. I: Los grandes maestros y sabios del Oriente han al menos tratado de comunicar alguna idea de estados más elevados, mientras que usted insiste en que son incomunicables. ¿Por qué? UG: Ustedes dan por sentado que ellos son lo que dicen ser. Yo digo que no puede ser transmitido a otro porque no hay nada que transmitir. Ni tampoco hay algo a que renunciar. ¿Qué es eso a lo que esos maestros sugieren que deberían renunciar? Incluso vuestras escrituras - los Kathopanishad - dicen que debe renunciar a la búsqueda misma. La renunciación de las renunciaciones sucede no por la práctica, la discusión, el dinero o el intelecto. Todo eso no tiene importancia. Una traducción rápida del Sánscrito original es, "A aquél que elige, a ese le es revelado." Si esto es así, ¿en dónde quedan las prácticas, la sadhana, y la voluntad? Esto aparece al azar, no porque uno lo merezca. Si tiene la suerte de que esto le suceda, morirá. Es la continuidad del pensamiento la que muere. El cuerpo no tiene muerte, sólo cambia de forma. El fin del pensamiento es el comienzo de la muerte física. Lo que se experimenta es la vacuidad del vacío. Pero no hay muerte para el cuerpo en absoluto. Estoy seguro de que eso es poco consuelo para usted, sin embargo. Tan sólo desear liberarse del egoísmo no es suficiente; usted debe pasar por una muerte clínica que liberarse del pensamiento y el egoísmo. El cuerpo se pondrá duro, el corazón se detendrá, y usted se volverá como un cadáver. I: La teoría de la reencarnación también niega la muerte, pero de una forma diferente. Ellos hablan de un atma o alma eterna que sobrevive la muerte física...


UG: Cualquier respuesta que les den sobre la muerte, no quedan satisfechos con ella, y entonces tienen que inventar teorías acerca de la reencarnación. ¿Qué es lo que reencarna? Incluso mientras están vivos, ¿qué hay allí? ¿Hay algo aparte de la totalidad del conocimiento que existe dentro de usted ahora? Así que, ¿existe la muerte en absoluto?, y si existe, ¿puede ser experimentada? I: De manera que sólo confirmará la existencia de un estado natural, ¿es así? UG: Las ideas que usted tiene sobre el estado natural no tienen ninguna relación con lo que en realidad es. Está tratando de capturar y expresar lo que espera que sea ese estado. Eso es un ejercicio absurdo. Lo que hay allí es sólo el movimiento por capturar, nada más. Todo lo demás es especulación.

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La Mente es un Mito Inquietantes Conversaciones con el Hombre Llamado U.G


Capítulo 3

No conocer es su estado natural. Traducido por Necata.

Interlocutor: De nuestras conversaciones anteriores es evidente que el hombre tiene una relación equivocada con el conocimiento de sí mismo y del mundo. ¿A qué se refiere exactamente por conocimiento? UG: El conocimiento no es algo misterioso o abstracto. Miro a la mesa y me pregunto a mí mismo: "¿Qué es eso?" Igual que usted. El conocimiento es simplemente nombrar cosas. Le dice que eso es una "mesa", que yo "soy feliz" o "desgraciado", que "usted es un hombre iluminado y yo no". ¿Hay algo más para el pensamiento que esto? El conocimiento que usted tiene del mundo crea los objetos que está experimentando. Le existencia o no-existencia de algo "ahí fuera" en el mundo no es algo que usted pueda determinar o experimentar por sí mismo, excepto mediante la ayuda de su conocimiento. Y este conocimiento no es suyo; es algo que usted y sus antepasados han acumulado durante mucho tiempo. Lo que usted llama el "acto de conocer" no es nada


más que esta memoria acumulada. Usted ha incrementado y modificado ese conocimiento, pero esencialmente no le pertenece en absoluto. No hay nada dentro suyo más que la totalidad de este conocimiento que ha acumulado. Eso es lo que usted es. Usted no puede ni siquiera experimentar directamente la realidad del mundo en el cual está funcionando, mucho menos algún mundo más allá. No hay ningún mundo más allá del espacio y del tiempo. Es su invención, basada en las vagas promesas de los hombres santos. Nuestro sentido de los valores procede del mundo a medida que nos es impuesto. Debemos aceptar el mundo. I: ¿Así pues nuestro sistema de creencias está también basado en esta memoria? UG: La creencia tampoco es una abstracción. Es una extensión del mecanismo de supervivencia que ha operado durante millones de años. La creencia es como cualquier otro hábito, cuanto más trata de controlarla y suprimirla, más fuerte se vuelve. Su pregunta implica que usted quiere ser libre de algo: en este caso es la creencia. En primer lugar, ¿por qué desea ser libre de ella? Todo lo que está haciendo o espera hacer para ser libre de esto no hace más que añadirle más ímpetu. Cualquier cosa que haga no tiene ningún valor. ¿Por qué se ha convertido esto en un problema para usted? Usted no está en posición de negar o aceptar lo que yo estoy diciendo. Usted probablemente ha probado alguna clase de sistema para controlar sus pensamientos y creencias, y no le ha funcionado. Repetir mantras, hacer yoga y rezar no han servido de nada. Por la razón que sea, usted no ha logrado controlar sus pensamientos. Eso es todo. I: Pero la repetición de mantras y otras técnicas sagradas parecen aquietar el pensamiento. UG: Usted no puede siquiera observar sus pensamientos, mucho menos controlarlos. ¿Cómo puede observar sus pensamientos? Habla como si hubiera alguna entidad en usted separada de los pensamientos. Es una ilusión; sus pensamientos no están separados de usted. No existe un “pensar”. El pensamiento no puede hacerle daño. El problema es su estructura separadora tratando de controlar, dominar, censurar y usar el pensamiento. El pensamiento por sí mismo no puede hacer ningún daño. Es sólo cuando usted quiere hacer algo con el pensamiento cuando se crea problemas a sí mismo. I: Escucharle a usted también parece crearme problemas. UG: Usted dice que está escuchando. Incluso mientras hablo no está escuchando nada. No me está escuchando a mí, sino a sus propios pensamientos. No tengo ilusiones respecto a esto. Usted no puede escucharme a mí ni a nadie. No tiene sentido tratar de persuadirme de que está atento, interesado, escuchando. No soy un necio. I: No es tan obvio para mí que no le esté escuchando. Parezco estar escuchándole y pensando al mismo tiempo. ¿No es esto posible? UG: Es imposible. Sólo hay una acción posible para usted: pensar. El nacimiento del pensamiento en sí es acción. El pensador que dice que está observando la causa y el efecto es él mismo pensamiento. El pensamiento crea el espacio entre el pensador y sus pensamientos, y entonces se dice a sí mismo, "estoy observando mis pensamientos." ¿Es esto posible? Olvidándose de lo que ha ocurrido en el pasado, trate de observar sus


pensamientos en este mismo momento. Lo que le estoy pidiendo que haga es algo bastante simple. Si me dice cómo mirar al pensamiento, yo seré su estudiante. Le estaré muy agradecido. En lugar de observar el pensamiento, usted se enfoca en mí. Si usted repite un mantra, eso es pensamiento. La idea de que ese pensamiento repetitivo no ha tenido éxito en producir el estado que usted quiere es otro pensamiento. La idea de que debe buscar un nuevo mantra o alguna técnica que funcione es otro pensamiento. ¿Qué es el pensamiento aparte de esto? Quiero saberlo. I: Pero todas las religiones han recalcado la importancia de suprimir y controlar pensamientos indeseables. De otro modo descenderíamos al nivel de los animales. UG: Los hombres santos nos han lavado el cerebro durante siglos de que debemos controlar nuestros pensamientos. Sin pensar se convertiría en un cadáver. Sin pensar los hombres santos no tendrían ningún medio de decirnos que controlemos nuestros pensamientos. Se arruinarían. Se han enriquecido diciéndoles a otros que controlen sus pensamientos. I: Pero, seguramente, hay diferencias cualitativas en la manera en que los pensamientos son controlados UG: Usted ha hecho arbitrariamente esas distinciones. Pensar es parte de la vida, y la vida es energía. Tomarse una jarra de cerveza o fumarse un cigarro es lo mismo que repetir plegarias, palabras santas, y escrituras. Ir al pub o al templo es exactamente lo mismo; es un apaño rápido. Usted le da especial significancia a las plegarias y a los templos, por la única razón de que es su prejuicio y le hace sentir superior a aquellos que frecuentan los pubs y burdeles. I: Así pues es todo un intento de modificar o cambiar de alguna manera mi condicionamiento... UG: Condicionamiento es tradición. La palabra sánscrita para ello es samskara. La tradición es lo que usted es - lo que usted llama usted. No importa cómo pueda modificarlo, continúa. En la vida todo es temporal, y el intento de dar continuidad al condicionamiento - el cual está basado en el pensamiento - es de naturaleza patológica. Usted trata lo psicológico y lo patológico como si fueran dos cosas diferentes. En realidad ahí sólo está lo patológico. Su samskara, el condicionamiento que le hace sentir separado de sí mismo y del mundo, es patológico. ¿En dónde está este condicionamiento del que habla...? ¿En dónde se ubican los pensamientos? No están en el cerebro. Los pensamientos no se fabrican en el cerebro. Se trata mas bien, de que el cerebro es como una antena, captando los pensamientos de una misma longitud de onda, de una misma esfera de pensamientos. Todas sus acciones, ya sean pensar en Dios o darle una paliza a un niño, emanan de la misma fuente - pensar. Los pensamientos en sí mismos no pueden hacer ningún daño. Cuando intenta usar, censurar y controlar esos pensamientos para obtener algo es cuando sus problemas comienzan. No tiene más remedio que usar el pensamiento para conseguir lo que usted desea en este mundo. Pero cuando lo que desea obtener no existe - Dios, éxtasis, amor, etc. - a través del pensamiento, lo único que consigue es oponer un pensamiento contra otro, creando miseria para sí mismo y para el mundo.


Cuando la estructura de pensamiento, presionada al servicio del temor y la esperanza, no puede conseguir lo que desea, o no puede estar seguro de algo, introduce lo que usted llama "fe". ¿Dónde está la necesidad de la creencia, o de su alter-ego la fe? Cuando sus creencias no le llevan a ninguna parte, se le dice que debe cultivar la fe. En otras palabras, debe tener esperanza. Ya sea que esté buscando a Dios, o el éxtasis, paz mental, o más tangiblemente, la felicidad, acaba confiando en la esperanza, la creencia y la fe. Esas dependencias son la prueba de su fracaso en obtener los resultados que desea. I: ¿Cuál es la relación entre el pensamiento y el condicionamiento, y lo que llamamos deseo? UG: Sus deseos, como sus pensamientos en general, deben ser suprimidos y controlados a cualquier coste. Ésta aproximación sólo enriquece a los hombres santos. ¿Por qué demonios desea estar en lo que usted llama un "estado sin deseo", de todos modos? ¿Para qué? Le puedo asegurar que cuando no tenga ningún deseo le llevarán cadáver al cementerio. Los hombres santos nos han dicho que tener deseos está mal. Deben ser suprimidos o transformados en deseos de un nivel más alto, "transformados". Es bazofia. Usted consigue realizar esos deseos o no lo consigue. Ése es el problema. En cualquier caso el deseo surgirá. Intentar no hacer nada tampoco servirá. Ello (es decir, no hacer nada) es parte de su estrategia general para obtener algo. Debe consumirse solo. El samskara, o condicionamiento, aunque capaz de consumirse, no puede ser visto. No puede observar el deseo. Ver el deseo le cegará. Su cultura, su filosofía, su sociedad le han condicionado, y ahora usted piensa que puede cambiar o de alguna forma modificar ese condicionamiento. Es imposible, pues usted es la sociedad. I: No queremos ser libres del condicionamiento. Asusta demasiado para contemplarlo. Estamos demasiado inseguros. UG: Cada pensamiento que nace debe morir. Es lo que llaman la muerte del deseo. Si un pensamiento no muere, no puede renacer. Tiene que morir. Y con él usted muere. Pero usted no muere con cada pensamiento y respiración. Enlaza cada pensamiento con el siguiente, creando una falsa continuidad. Esa continuidad es el problema. Su inseguridad emana del rechazo a enfrentarse con la naturaleza temporal del pensamiento. Es un poco más fácil hablar con aquellos que han intentado controlar el pensamiento - que han hecho alguna sadhana - porque experimentan la futilidad de ello y pueden ver dónde están "estancados". I: ¿Supongo, entonces, que son la tradición y el condicionamiento los que nos han creado el dilema moral...? UG: Sólo el hombre capaz de cometer inmoralidades puede hablar de la moralidad. No existe tal cosa como la inmoralidad para mí. No puedo sentarme y predicar moralidad. Eso es todo. No tomo ninguna posición moral. El que habla de moral, amor y compasión es un farsante. Su moralidad o la ausencia de ella no tienen importancia comparadas con el hecho de que está muerto. Está siempre operando en y a través de su memoria muerta. La memoria no es más que el mismo viejo sin sentido repitiéndose a sí mismo, eso es todo.


Todo lo que sabe, o sabrá jamás, es memoria, y la memoria es pensamiento. Su incesante pensamiento sólo le está dando a usted continuidad. ¿Por qué tiene que hacer eso todo el tiempo? No merece la pena. Se está desgastando. Cuando hay necesidad de ello, uno puede comprender. ¿Por qué tiene que separarse a sí mismo de sus acciones y decirse constantemente "Ahora soy feliz", "Ahora siento que pertenezco a algo", "Ahora me siento solo"? ¿Por qué? Usted está constantemente monitorizando y censurando sus acciones y sentimientos: "Ahora siento esto, ahora siento aquello", "Quiero ser eso", "No debería haber hecho eso". Está reflexionando sobre el futuro o sobre el pasado todo el tiempo, inconsciente del presente. No hay futuro con relación a su problema. Cualquier solución en la que pueda pensar está en el futuro, y, por tanto, es inútil. Si hay algo que pueda ocurrir, debe ocurrir AHORA. Puesto que no desea que nada ocurra AHORA, lo aparta a algo que ha llamado "el futuro". Lo que usted tiene en lugar del presente es TEMOR. Eso comienza toda la exhaustiva búsqueda de una manera de ser libre del temor. ¿Realmente quiere ESTA clase de libertad? Yo digo que no. Cualquier cosa de la que desee ser libre, por la razón que sea, es la misma cosa que puede liberarle. Tiene que ser libre de la propia cosa de la que quiere liberarse. Siempre está tratando con un par de opuestos; así ser libre de uno es ser libre del otro, su opuesto. Dentro del marco de los opuestos no hay libertad. Por eso siempre digo, "No tienen ninguna oportunidad..." Igualmente, el hombre que no está preocupado por la moralidad no estará interesado en la inmoralidad. La respuesta al egoísmo es el egoísmo, no un opuesto ficticio llamado in egoísmo. La libertad de la ira está en la ira, no en la carencia de ella. La libertad de la avaricia está en la avaricia, no en la falta de ella. Todo el negocio religioso no es nada más que códigos morales de conducta: deben ser generoso, compasivo, cariñoso, mientras todo el tiempo continúan siendo avariciosos e insensibles. Los códigos de conducta son impuestos por la sociedad para sus propios intereses, sagrados o profanos. No hay nada religioso en ello. El religioso pone al sacerdote, al censor, dentro de usted. Ahora el policía ha sido institucionalizado y sacado fuera de usted. Las estructuras y códigos religiosos ya no son necesarios; está todo en los códigos criminales y civiles. Ya no necesita preocuparse por esa gente religiosa; están obsoletos. Pero ellos no quieren perder su control sobre la gente. Es su negocio; su modo de vida está amenazado. No hay diferencia entre el policía y el hombre religioso. Es un poco más difícil con el policía, puesto que, a diferencia de la autoridad interna que los hombres santos patrocinan, él está fuera de usted y debe ser sobornado. I: La indefensión del hombre medio para resolver esos dilemas básicos es reconocida por muchas religiones. A los buscadores se les envía, por tanto, a un sabio, salvador o avatara. Aún así usted niega incluso esta fuente de ayuda e inspiración, ¿no es cierto? UG: Cuando está sufriendo mucho y está muy deprimido, el cuerpo cae dormido. Es el modo de la naturaleza de ocuparse de la situación. O usted usa palabras repetitivas como soporífero - lo que ustedes llaman "japa" - y caen en un sueño profundo. Inventan un nombre como Rama, lo repiten sin fin, y esperan obtener algún beneficio. En primer lugar usted ha inventado a Rama. Rama no existe excepto como figura histórica.


Habiendo creado al monstruo, lo venera y luego dice que no puede salir de ello. Por mí puede continuar con su "Ram Nam"... I: La repetición de nombres sagrados es un esfuerzo sincero de encontrar algo que trascienda lo temporal, algo más permanente... UG: No hay permanencia. El intento de obtener felicidad permanente y placer ininterrumpido está sofocar al cuerpo, ejerce violencia sobre él. Su búsqueda de la felicidad sólo consigue destrozar la sensibilidad e inteligencia del sistema nervioso. Querer lo que no existe - lo romántico, religioso, espiritual - sólo añade impulso a esa continuidad falsa que destruye al cuerpo. Está molestando radicalmente el balance químico del cuerpo. El cuerpo, que sólo está interesado en la supervivencia y en la procreación, trata al dolor y al placer del mismo modo. Es USTED quien insiste en detener el dolor y extender el placer. La respuesta del cuerpo al dolor y al placer es la misma - se queja. ¿Qué es lo que el cuerpo quiere? No quiere nada excepto funcionar. Todas las demás cosas son invención del pensamiento. El cuerpo no tiene existencia separada de sí mismo aparte del placer y el dolor. Las diversas vibraciones que afectan al cuerpo pueden diferir en intensidad, pero es usted quien las divide entre buenas y malas. Usted está constantemente traduciendo vibraciones que afectan al cuerpo en experiencias. Toca la mesa y es "dura", toca la almohada y es "blanda", toca el brazo de una mujer y es "sexy", y toca el picaporte de la puerta y "no es sexy". Sin la constante traducción de la actividad sensorial no tiene modo de saber si algo es "duro", "blando" o "sexy". La inteligencia natural del cuerpo está "procesando" correctamente el estímulo sensorial sin que usted tenga que hacer nada. Es similar a cómo el cuerpo se da la vuelta muchas veces durante el sueño sin que sea consciente de ello, mucho menos tratando de controlarlo. El cuerpo se ocupa de sí mismo. Está todo el tiempo interfiriendo con el funcionamiento natural del sistema nervioso. Cuando una sensación afecta al sistema nervioso lo primero que hace es nombrarlo y categorizarlo como placer o dolor. El siguiente paso es que desea continuar las sensaciones placenteras y detener las dolorosas. En primer lugar, el reconocimiento de una sensación como placer o dolor es en sí doloroso. Segundo, el intento de extender la vida de una clase de sensación ("placer"), y detener otro tipo de sensación ("dolor"), es también doloroso. Ambas actividades están sofocando al cuerpo. En la propia naturaleza de las cosas cada sensación tiene su propia intensidad y duración. El intento de extender el placer y detener el dolor sólo consigue destruir la sensibilidad del cuerpo y su capacidad de responder a las sensaciones. Así, lo que está haciendo es muy doloroso para el cuerpo. Si no hace nada con las sensaciones, notará que se disuelven en sí mismas. Eso es a lo que me refiero cuando hablo de "ionización del pensamiento". Eso es a lo que me refería por nacimiento y muerte. No hay "muerte" para el cuerpo, sólo desintegración. Siendo el pensamiento material, todo lo que persigue es material. Es por eso que las así llamadas búsquedas espirituales no tienen sentido. No me interprete mal, no estoy en contra de usar el pensamiento para obtener lo que necesita; no tiene otra herramienta a su disposición.


Así, el cuerpo está interesado sólo en su supervivencia. Todo lo necesario para la vida son los sistemas de supervivencia y reproducción. Así es la naturaleza. Por qué la vida quiere reproducirse a sí misma es otro asunto. La única forma en que el organismo humano puede sobrevivir y asegurar su supervivencia es a través del pensamiento. Así el pensamiento es muy importante e incluso esencial para el organismo vivo. El pensamiento determina si hay acción o no. Todos los animales tienen esos pensamientos de supervivencia, pero, en el caso del hombre, se introduce el factor del reconocimiento, complicando todo el asunto enormemente. Hemos superpuesto al funcionamiento natural sensorial una verbalización sin fin. El cuerpo no está en absoluto interesado en temas psicológicos o espirituales. Sus tan alabadas experiencias espirituales no tienen valor para el organismo. El amor, la compasión, ahimsa, comprensión, éxtasis, todas esas cosas que la religión y la sicología han puesto delante del hombre, sólo están añadiendo tensión al cuerpo. Todas las culturas, ya sean orientales u occidentales, han creado esta desequilibrada situación para la humanidad y han convertido al hombre en un individuo neurótico. En lugar de ser lo que es - cruel - usted persigue el opuesto ficticio que le han puesto delante - bondad. Enfatizar lo que DEBERIAMOS ser sólo causa tensión, dando impulso a aquello que en realidad somos. En la naturaleza encontramos a los animales a veces violentos y brutales, otras bondadosos y generosos. Para ellos no hay contradicción. Pero al hombre se le ha dicho que debe ser siempre bueno, amable, amoroso, y nunca codicioso o violento. Enfatizamos sólo una cara de la realidad, distorsionando así el cuadro completo. Este tratar de tener una sin la otra está creando tremenda tensión, tristeza, dolor y miseria al hombre. El hombre debe encarar la violencia necesaria en la vida; deben matar para vivir. Una forma de vida prospera sobre otra. Y aún así han condenado matar. I: Si no le importa, me gustaría discutir otro tema con usted. ¿Cuál es la conexión entre el sueño profundo y la muerte? En ambos casos el "yo" está ausente, pero parecen muy diferentes. UG: ¿Por qué está hablando de sueño profundo? Si hay una cosa tal como el sueño profundo, no es posible para la persona que duerme saber nada de ello. Así que no hable de sueño profundo; es algo que nunca podrá conocer. El verdadero sueño profundo y natural del cuerpo no tiene nada que ver con cosas poéticas como "morir a todos tus ayeres". En los niveles más profundos de descanso, o sueño profundo, todo el cuerpo pasa por el proceso de la muerte, y puede, o no, volver a los estados de vigor y vigilia normales. Si vuelve en sí y revive significa que el cuerpo no ha perdido su capacidad de rejuvenecerse a sí mismo. Lo que queda ahí después de esta muerte es libre para seguir después de su renovación. De hecho, usted nace y muere cada vez que inspira. Eso es lo que significan la muerte y el renacimiento. Su estructura de pensamiento niega la realidad de la muerte. Busca continuidad a cualquier coste. No le estoy hablando del sueño profundo o de ninguna otra teoría, sino sólo señalando que si va lo suficientemente profundo, el "usted" desaparece, el cuerpo pasa por una muerte clínica, y que, en algunos casos, el cuerpo puede renovarse a sí mismo. En ese punto la historia completa del individuo, localizada en la estructura genética del cuerpo, ya no se separa de la vida y cae en su propio ritmo. A partir de ese momento no puede separarse de nada.


Lo que usted experimenta en el sueño superficial ordinario es la naturaleza aplastando los pensamientos para que el cuerpo y el cerebro puedan dormir. Si los pensamientos no son enterrados en las regiones subterráneas, no habrá sueño. Pero después de este sueño profundo, no hay más sueño para el cuerpo. La entidad que estaba allí antes diciéndose a sí misma "Ahora estoy dormido" y "Ahora estoy despierto" ya no se la puede encontrar. Usted ya no puede crear esta división en la conciencia entre estar despierto y durmiendo. Así que no se moleste en teorizar sobre "estados sin pensamiento"; cuando el pensamiento termina, usted muere. Hasta entonces toda charla sobre los estados sin pensamiento son los productos estúpidos del pensamiento tratando de darse continuidad a sí mismo creyendo en y buscando un "estado sin pensamiento". Si alguna vez imaginó que se encontraba en un estado sin pensamiento, eso significa que el pensamiento estaba allí. I: Los yoguis mantienen que es posible extender la conciencia normal de cuando se está despierto a los reinos normalmente protegidos por el sueño, es decir, al inconsciente. UG: No necesita practicar ninguna técnica yóguica para experimentar esas cosas. Tomando drogas puede tener todas esas experiencias. No estoy abogando por las drogas más de lo que abogo por el yoga. Sólo estoy señalando que toda experiencia nace del pensamiento y es idéntica en esencia. Si llama a esos estados inducidos por las drogas o por el yoga extáticos, más profundos, o de alguna manera más placenteros que las experiencias "ordinarias", está fortaleciendo el ego y fortificando la estructura separadora desperdiciando sus pensamientos en traducir sensaciones en superiores o inferiores y placenteras o dolorosas. Cualquier cosa que experimente como energía es energía inducida por el pensamiento. No es la energía de la vida. I: Lo que está diciendo es contrario a lo que las religiones y los santos han... UG: Los "gurús" pueden decir lo que quieran. Los libros pueden decir lo que les plazca. Es ventajoso para ellos. Están en el mercado vendiendo malos productos. I: Pero ellos dicen... UG: Olvídelos. ¿Qué es usted, en esencia? ¿Qué tiene usted que decir? No tiene nada que decir. Sentarse y citar a otro es fácil, pero aquí no servirá de nada. Mire. En este estado no hay división. Nuestra situación es que yo no puedo transmitir y usted no puede captar ese hecho. Además de esto, usted ha ido un paso más allá y creado un problema más complejo para sí mismo situando el estado no dividido fuera de sí mismo; esto significa búsqueda. Buscar es ser sagaz. La búsqueda de paz está entorpeciendo la paz natural del cuerpo. Su conocimiento y búsqueda no tienen sentido porque no hay nada dentro de la división que ha creado alrededor suyo. I: Porque usted esté en desacuerdo con algunas de las grandes enseñanzas en algunas cosas, ¿es eso motivo para echar a un lado implacablemente la totalidad de la herencia espiritual de la humanidad? UG: Todo eso no tiene ningún valor en lo que a usted le concierne. Es un menú sin la comida. Un discurso de ventas. Ha resultado en hipocresía y comercialismo. Hay algo


en ello que está radicalmente mal. Si hay algo bueno, no puede producir nada malo. Obviamente, las religiones son falsas - la religión, la espiritualidad, la sociedad, usted, sus propiedades, sus motivos y valores, todo. I: Puede ser que los medios se hayan corrompido, como usted dice. Pero la meta el éxtasis - parece ser una necesidad fundamental. ¿No es así? UG: El éxtasis - ¿qué es eso? ¿Está usted en un estado extático? Usted dice que el atma es extático, citando a sus gurus y "Manduvka Upanishad" (1). Es falso. Comida basura. No necesita meterse en todo ese sin sentido para ser libre de él. No necesita ser un exalcohólico para apreciar la sobriedad. I: Pero es tan extraordinario leer las escrituras, son tan inspiradoras... UG: ¿Qué significan esas palabras para usted? ¿Qué significan todas esas palabras sánscritas para usted? No empiece a repetir lo que ha leído. ¿Tiene algo que decir respecto a la forma en que está funcionando ahora mismo? Eso es lo que tiene mucha importancia, no lo que Samkara (2) u otro han dicho. No estoy aquí para enseñarle nada. Esto no es un ejercicio didáctico o instructivo. El hecho de que usted haya elegido venir aquí y hacer esas preguntas significa que todos esos gurus y escrituras le han fallado, ¿no es cierto? Si no viene aquí, irá a algún otro lugar. Las palabras sólo tienen un significado vago y abstracto para usted; de otro modo, no tienen ninguna relevancia para usted en absoluto. I: Todo esto me ha desilusionado un poco. ¿Podría irme y continuar con esta conversación mañana? UG: Claro. I: Gracias.

UG: ¿Dónde está el espacio? ¿Hay espacio sin las cuatro paredes? ¿Qué le dice que hay algo llamado espacio? No repita lo que otros han dicho sobre esta cuestión. ¿Hay espacio sin pensamiento? No lo hay. El pensamiento crea tanto el espacio como el tiempo. En el momento en que el pensamiento está ahí, hay tiempo y espacio. El pensamiento ha creado el mañana. Se siente desesperanzado porque ha creado la esperanza del mañana. Su única oportunidad es ahora - no necesaria la esperanza. Tampoco las ideas del yo o del atma son válidas. Traté con todas mis fuerzas de encontrar una. Fue erróneamente creada por los filósofos. El pensamiento es cuerpo, el pensamiento es vida, el pensamiento es sexo. Usted es el pensamiento. El pensamiento es usted. Si no hay pensamiento, usted no está ahí. No hay mundo, si el pensamiento no está ahí.


I: ¡Dios mío, qué lío! ¿Cómo puedo salvarme de todo esto? Es un destino triste de contemplar. UG: A usted hay que salvarlo de la idea de que tiene que ser salvado. Debe ser salvado de los salvadores, redimido de los redentores. Si esto tiene que ocurrir, debe ocurrir ahora. Mis palabras no pueden penetrar su locura. Es la locura de la búsqueda espiritual lo que le hace inamovible e impermeable a mis palabras. La línea entre el loco y el místico es muy, muy fina. El loco es considerado un caso clínico, mientras que el otro, el místico, es igualmente patológico. Olvídese de los rosarios, las escrituras, la ceniza en su frente. Cuando ve por sí mismo lo absurdo de su búsqueda, toda su cultura interior se reduce a cenizas. Entonces usted está fuera de eso. La tradición ha terminado para usted. Ya no hay más juegos. Vedanta significa el fin del conocimiento. ¿Así que para qué escribir más libros sagrados, abrir más escuelas, preservar más enseñanzas? El consumirse dentro de usted de todo lo que usted desea es lo que significan las cenizas. Cuando no sabe nada dice mucho. Cuando sabe algo no hay nada que decir. I: El estado de no-conocer que describe está relacionado con otro nivel de conciencia. ¿Qué tiene eso que ver conmigo, una persona neurótica, ordinaria? UG: ¿Qué niveles de conciencia? No hay niveles de conciencia. La atención no es diferente cuando se está despierto que cuando se está durmiendo. Incluso mientras está sentado aquí está soñando. No se puede soñar sin imágenes. Cuando usted está tumbado en la cama lo llama soñar, cuando está sentado con los ojos abiertos lo llama cualquier otra cosa, eso es todo. Para mí esas imágenes están ausentes, ya esté en estado de "vigilia" o de "sueño". No puedo formar ninguna imagen nunca. No importa aquí si los ojos están abiertos o cerrados. Lo único que hay ahí en esa conciencia individualizada es reflexión segura de lo que se le presenta. Usted no lo nombra. El movimiento o el deseo de saber que es no está ahí. No tengo ninguna manera de conocer o experimentar este así llamado estado de vigilia. Puedo explicar mecánicamente el estado de vigilia, pero eso NO implica que haya alguien ahí que SEPA QUE ESTÁ DESPIERTO. Las explicaciones no significan nada. Por eso mantengo que su estado natural es uno de "no conocer". I: La mayoría de las escuelas de religión y sicología recomiendan la expansión o intensificación de la atención como medio para una vida más plena, como, por ejemplo, la terapia del pensamiento. ¿Es de esto de lo que está hablando - algún tipo de terapia de la atención? UG: No. La atención es una actividad simple del cerebro. No puede ser usada para lograr ningún cambio, incluyendo los terapéuticos. Hemos superpuesto un proceso de nombrado sobre esta atención natural, fisiológica, una atención que compartimos, incidentalmente, con los otros animales. La atención y el movimiento o tendencia de lograr el cambio en usted son dos cosas completamente distintas. La diferencia no puede ser percibida por usted, puesto que no hay percepción sin el que percibe. ¿Puede ser consciente de algo excepto a través de los medios de la memoria y del pensamiento? La memoria es conocimiento. Incluso sus sentimientos son memoria. El estímulo y la respuesta forman un movimiento unitario - no pueden ser cómodamente separados.


En otras palabras, no puede siquiera diferenciar el estímulo de la respuesta; no hay línea divisoria, excepto cuando el pensamiento entra en juego y crea una. El pensamiento, como memoria y conocimiento, ha creado este mecanismo. La única forma en que puede perpetuarse a sí mismo es reunir conocimiento, saber más y más, y hacer más y más preguntas. Mientras esté buscando estará haciendo preguntas, y el mecanismo de cuestionar sólo le añade impulso al proceso de nombrado. I: Pero no despreciemos el pensamiento. Puede capturar muchas cosas maravillosas... UG: El pensamiento nunca puede capturar el movimiento de la vida, es demasiado lento. Es como el rayo y el trueno. Ocurren simultáneamente, pero el sonido, que viaja más despacio que la luz, llega a usted más tarde, creando la ilusión de dos hechos separados. Sólo las sensaciones y percepciones naturales, fisiológicas, pueden moverse con el flujo de la vida. No surge la cuestión de capturar o contener ese movimiento. Nos gusta usar la palabra conciencia ligeramente, como si estuviéramos muy familiarizados con ella. En realidad, la conciencia es algo que nunca conoceremos. I: ¿Así pues los intentos de suspender el pensamiento esperando de alguna manera estar puramente atentos son falsos? UG: Que yo sepa nos volvemos conscientes de algo sólo a través de la memoria, el conocimiento. De otro modo el espacio, y la conciencia separadora que éste crea, no están ahí. No existe tal cosa como mirar algo sin la interferencia del conocimiento. Para mirar se necesita espacio, y el pensamiento crea ese espacio. Así que el espacio en sí mismo, como dimensión, existe sólo como creación del pensamiento. El pensamiento también ha tratado de teorizar sobre el espacio que ha creado, inventando la "continuidad tiempo-espacio". El tiempo es un marco o referencia independiente. No hay continuidad necesaria entre él y el espacio. El pensamiento también ha inventado el opuesto del tiempo, el "ahora", el "eterno ahora". El presente existe sólo como idea. En el momento que usted intenta mirar al presente, ya ha sido introducido en el marco del pasado. El pensamiento usará cualquier truco bajo el sol para dar impulso a su propia continuidad. Su técnica esencial es repetir lo mismo una y otra vez, esto le da una ilusión de permanencia. Esta permanencia es hecha pedazos en el momento en que se ve la falsedad de la continuidad pasado-presente-futuro. El futuro no puede ser nada más que la continuidad modificada del pasado. I: Esas tentativas filosóficas sólo parecen complicar las cosas. ¿No es posible vivir simplemente con la naturaleza, mirar las nubes y los árboles? UG: El árbol del que está hablando no puede ser capturado por el pensamiento. Si su estructura de pensamiento no puede detener y enmarcar su reflejo del árbol, no hay manera de mirar al árbol. En otras palabras, en realidad el árbol le está mirando a usted, no al revés. No estoy tratando de mistificarlo. Lo que es importante de ver es la falsa separación entre usted y el árbol, no quién mira a quién. Abordar la realidad de forma "positiva" o "negativa", como tratan de hacer los filósofos, no tiene ningún sentido. El


hueco, creado por el pensamiento, permanece, independientemente de la aproximación que haga. El pensamiento ha creado todas esas divisiones, haciendo posible lo que usted llama experiencia. El hombre que se ha liberado a sí mismo de todas las divisiones en la conciencia no tiene experiencias, no tiene relaciones amorosas, no cuestiona nada, no tiene noción de ser un hombre realizado, y no está estancado en querer ayudar a otra persona. Lo que mantengo es que todo el problema ha sido creado por la cultura. Es eso lo que ha creado esta división neurótica en el hombre. En algún momento el hombre se separó a sí mismo y experimentó conciencia de sí mismo - algo que los animales no tienen - por primera vez. Esto le ha creado miseria al hombre. Ese es el principio del fin del hombre. El individuo que es capaz, por suerte, de ser libre de esta autoconciencia, ya no experimentará más una existencia independiente. Él es, incluso para sí mismo, como cualquier cosa ahí fuera. Lo que ocurre en el entorno se repite a sí mismo en tal individuo, sin el conocimiento. Una vez que el pensamiento se ha desintegrado, nada que cree división puede permanecer ahí. Mientras el pensamiento nace, la desintegración o muerte del pensamiento también está teniendo lugar. Es por eso que no es natural para el pensamiento echar raíces. Sólo manteniendo una conciencia divisoria en el hombre es el pensamiento capaz de negar el funcionamiento armónico del cuerpo. Proyectar al hombre en términos religiosos o psicológicos es negar la extraordinaria inteligencia de este cuerpo maravilloso. Es el movimiento del pensamiento el que está constantemente apartándole de su estado natural y creando esta división. ¿Hay alguna manera de que podamos experimentar, mucho menos compartir, la realidad? Olvídese de la "realidad última", no tiene manera de experimentar la realidad de nada. Experimentar la realidad "momento a momento" es también un estado mental inducido por el pensamiento. I: Escucharle es difícil para nosotros, pues lo que está diciendo socava la misma base de la comunicación... UG: Usted no puede escuchar a nadie sin interpretar. No hay tal cosa como "el arte de escuchar puramente". Puede sentarse aquí a hablar durante el resto de su vida sin llegar a ninguna parte. Sin un punto de referencia común - lo cual es otra invención del pensamiento - ¿cómo puede usted comunicarse y compartir? Simplemente no es posible. No hay nada que comunicar de todos modos. Usted quiere usar la comunicación para que le ayude a salir del lío en que está metido. Ese es su único interés. Salir de su situación es su única meta. ¿Por qué? ¿Por qué quiere usted salir de su situación? Querer salir de situaciones es lo que ha creado el problema en primer lugar. Querer liberarse a sí mismo de la carga es realmente el problema. No estoy recomendando nada; hacer o no hacer llevan al mismo fin: miseria. Así que no hacer nada no es diferente de hacer algo. Mientras usted tenga conocimiento de esa carga - la cual niego que exista - deberá luchar para ser libre de ella. No puede ser de otro modo. Cualquier cosa que haga es parte del mecanismo del pensamiento.


Su búsqueda de la felicidad está prolongando la infelicidad. I: Hay un anillo de certeza y autoridad en lo que usted dice. Queremos saber... UG: ¿De quién quiere usted saber? No de mí. Si usted asume que yo sé, está tristemente equivocado. No tengo manera de saber. Lo que hay ahí dentro suyo es sólo el movimiento del conocimiento queriendo saber más y más. El "usted", la estructura separadora puede continuar sólo mientras haya una demanda de conocer. Esa es la razón por la que usted está haciendo esas preguntas, no para encontrar algo por sí mismo. Nada que pueda decirse a sí mismo puede cambiar su infortunada situación. ¿Por qué debería algo, o nada, ocurrir? La demanda de libertad, ya sea externa o interna, ha estado con nosotros durante mucho tiempo. Nos han dicho que esta demanda es algo sagrado, noble. ¿Hemos sido engañados de nuevo? La demanda de ser libre es la causa de sus problemas. Usted quiere verse a sí mismo libre. El que está diciendo "No eres libre", es el mismo que está diciendo que hay un estado de "libertad" a perseguir. Pero la búsqueda es esclavitud, la negación misma de la libertad. Yo no sé nada sobre la libertad, porque no sé nada sobre mí mismo, libre, esclavizado, o lo que sea. La libertad y el autoconocimiento están unidos. Puesto que no me conozco a mí mismo y no tengo manera de verme a mí mismo, excepto mediante el conocimiento que me ha dado la cultura, la cuestión de querer ser libre no surge en absoluto. El conocimiento que tiene de la libertad niega la posibilidad misma de libertad. Cuando deja de mirarse a sí mismo con el conocimiento que tiene, la demanda de ser libre de ese yo desaparece. I: Nuestras mentes ordinarias están demasiado confusas para apreciar lo que está diciendo. Sólo una mente profundamente quieta puede comenzar a comprenderle. ¿No es esto así? UG: La quietud de la mente es algo ridículo. No hay tal quietud mental. Este es otro truco creado por la necesidad de ser libre. Lo que hay es la constante demanda de libertad. No hay nada más ahí. ¿Cómo puede, y por qué debería, liberarse de la memoria? La memoria es absolutamente esencial. El problema no es tener memoria, sino su tendencia a usar la memoria para fomentar sus intereses "espirituales", o como medio de encontrar la felicidad. Intentar ser libre de la memoria es retirarse, y retirarse es la muerte. No hay nada que saber. La afirmación de que no hay nada que saber es una abstracción para usted, porque usted sabe. Para usted no saber es un mito. Lo que hay ahí no es el no-conocimiento sino el conocimiento proyectando el estado de liberarse de lo conocido. Su demanda de ser libre de lo conocido es lo que está creando el problema. Mientras la noción de "debería ser aquello" esté ahí, esto que soy en realidad también estará ahí. I: Así que el fantasear sobre una persona, sociedad o estado no existente, ideal, es lo que me condena y fija donde estoy. Mi creencia en lo que yo soy no determina lo que soy de hecho, ¿es eso cierto?


UG: Así es. Y el ideal más grande, imponente, perfecto y poderoso es, por supuesto, Dios. Es un invento de mentes asustadas. La mente humana tiene en su haber muchos inventos destructivos. El más destructivo, y el que os ha corrompido, es la invención de Dios. La historia del pensamiento humano ha creado santos, maestros, gurus, Bhagavans, pero Dios es el más corrupto de todos ellos. El hombre ya ha destrozado su vida, y la religión la ha empeorado. Fue la religión la que hizo de la vida del hombre un lío. I: Un paralelismo que he encontrado entre usted y otras enseñanzas, especialmente las de J. Krishnamurti, es el énfasis en la estructura del pensamiento y su capacidad de cegarnos. ¿Por qué el pensamiento es tan importante? UG: Es importante que aunque el pensamiento controla y determina cada acción suya, al mismo tiempo, no puede ser visto por la conciencia. Puede pensar y teorizar sobre el pensamiento pero no puede percibir y apreciar el pensamiento en sí mismo. ¿Son usted y el pensamiento dos cosas separadas? Usted sabe acerca del pensamiento, pero no conoce al pensamiento en sí. ¿Existe el pensamiento aparte del conocimiento que tiene sobre el pensamiento? Todo lo que puede decir es, "Lo sé, tengo conocimiento sobre mis pensamientos, sobre mis experiencias, sobre esto o aquello," eso es todo lo que puede hacer. Independientemente de eso, ¿hay pensamiento? Su conocimiento sobre el pensamiento es lo único que hay. Así que lo único que hay es todo el conocimiento que ha acumulado sobre el pensamiento. No hay nada más ahí. Todo lo observado, así como el observador mismo, son parte de este conocimiento sobre el pensamiento. Son pensamientos, y el "yo" es otro pensamiento. Pero no hay valor individual en el pensamiento; no es suyo, pertenece a todo el mundo, como la atmósfera. El conocimiento es propiedad común. Lo que intento decir es que no hay ningún individuo ahí en absoluto. Ahí sólo hay cierta cantidad de conocimiento -lo cual es pensamiento-, pero ninguna individualidad. El conocimiento que tiene de las cosas es todo lo que es capaz de experimentar. Sin el conocimiento ninguna experiencia de ningún tipo es posible. No puede separar la experiencia y el conocimiento. El "yo" no es nada sagrado; es la totalidad de su conocimiento, y está, desgraciadamente, estancado con él. ¿Por qué está interesado en separar el conocimiento que tiene de sí mismo -lo que quiera que usted llame el "yo"? El conocimiento es todo lo que hay ahí. ¿Dónde está el "yo"? Ha separado al "yo" del conocimiento que tiene de las cosas acerca de usted. Es una ilusión. De forma similar, la iluminación no tiene existencia independiente en sí misma aparte de su conocimiento sobre ella. No hay iluminación en absoluto. La idea de la iluminación está ligada al cambio, pero no hay nada QUE cambiar. El cambio da lugar al tiempo; el cambio SIEMPRE lleva tiempo. Cambiar, eliminar una cosa y reemplazarla por otra, lleva tiempo. Lo que es ahora y lo que debería ser están unidos por el tiempo. Usted alcanzará la iluminación MAÑANA. Tomemos esto como ejemplo. Usted quiere iluminarse, no quiere ser egoísta; usted es esto, quiere ser aquello. El espacio entre ambos se llena con el tiempo, puesto ahí para hacer la pregunta repetitiva, "¿Cómo?" Su iluminación o inegoísmo es siempre mañana, no ahora. De esa manera el tiempo es esencial, y el tiempo es pensamiento. Pensar no es acción, no es tomar, sino meramente querer. No está dispuesto a hacer nada, sólo


meditar, lo cual es sólo pensar en ello. Su estructura de pensamiento, la cual es usted, no puede concebir la posibilidad de nada que ocurra fuera del tiempo. Esta lógica escapista también es aplicada por todo el mundo a asuntos espirituales, sólo que el margen de tiempo es mayor. Ocurre en una vida futura o quizás en el cielo; en cualquier caso, mañana. Y puesto que no hay mañana en estos asuntos, así su punto de referencia, el presente, no existe. ¿Dónde no existe? En el pensamiento, el cual es el pasado. No surge la cuestión de la iluminación y de un inegoísmo "ahora", porque no hay "ahora", sólo la proyección del presente en el pasado. Nunca ha visto un árbol, sólo el conocimiento que tiene de los árboles. Ve el conocimiento, no el árbol. Todo su interés en el inegoísmo está motivado por el pasado. Mientras haya motivación, es una actividad auto-centrada. Cuanto más hace, más egoísta se vuelve. Su deseo de ser un iluminado o no-egoísta es algo muy egoísta. No quiere libertad, ni desea que todo el mundo sea libre, quiere la "libertad" para usted. Con una aproximación como esa, ¿cómo demonios va a ser libre? Usted no será libre.

NOTAS: 1) Mandukya Upanishad: Uno de los principales Upanishads, que forma oficialmente parte de la escrituras del hinduismo llamadas los Vedas. 2) Samkara: El filósofo Vedanta del siglo octavo en Kerala, India, que propuso la filosofía no-dualista basada en los Upanishads. Esta filosofía enseña que sólo Brahman (la realidad última) es real, que el mundo es una ilusión, y que no hay diferencia entre Atman (el ego interior) y Brahman.

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Capítulo 4

No hay nada que comprender

UG: Nunca se librará del egoísmo. Interlocutor: Pero todos los santos, los sabios y las religiones de todos los tiempos nos han alentado a ser generosos, a olvidarnos de nosotros mismos, a ser mansos. Entonces, tiene que ser posible. ¿Cómo puede estar tan seguro de semejante cosa? UG: Porque para mí está perfectamente claro que inventaron la idea del inegoísmo para protegerse de lo real: vuestro egoísmo. De todas formas, ya sea que crean en el inegoísmo o no, permanecen todo el tiempo egoístas. Eso que usted llama inegoísmo existe sólo en el futuro, mañana. Y cuando llega mañana, entonces se pospone hasta pasado mañana, o tal vez la vida siguiente. Pongámoslo de este modo; es como el horizonte. En realidad, usted sabe que el horizonte no existe. Por más que uno se mueva hacia el horizonte, este siempre está lejos. Son simplemente las limitaciones de la vista las que crean el horizonte. Pero no existe tal cosa. De la misma forma, no existe en absoluto algo como el inegoísmo. El hombre se ha torturado por generaciones con esta idea de no ser egoísta, y eso tan solo les ha servido a quienes se ganan la vida vendiendo esa clase de cosas, como los


moralistas o los sacerdotes. No lo estoy condenando a usted ni a nadie, tan solo le indico cuán absurdo es lo que está haciendo. Cuando la energía que se utiliza en perseguir algo que no existe, como el inegoísmo, es liberada, su problema se vuelve muy sencillo, no importa cual sea. Dejarán de crear problemas en el plano material, y ese es el único plano que existe. I: De acuerdo, pero ¿qué hay de aquellos que no están buscando alguna abstracción ilusoria, sino simple felicidad? UG: Su búsqueda de felicidad no es diferente de la espiritual. Es la persecución del placer, siendo la espiritualidad el más grande, el placer final. I: ¿Así que esta persecución debería terminarse? UG: No diga que debería. Querer que el egoísmo se termine es una parte de la persecución egoísta de un estado más placentero - la ausencia de egoísmo. Ninguno de los dos existen. Por eso están eternamente infelices. Buscar la felicidad los está haciendo infelices. La meta espiritual y la búsqueda de felicidad son lo mismo. Ambas son en esencia egoístas, son persecuciones de placer. Si esa comprensión se da de alguna manera en usted, luego no usará más la energía en esa dirección. Mire, yo anduve por todo el mundo, y hallé que las personas son todas iguales. No hay ninguna diferencia. 'Llegar a ser' es lo más importante del mundo para todos - llegar a ser algo, devenir en algo. Todos quieren volverse ricos, ya sea material o espiritualmente, es lo mismo. No lo dividan así; ese al que llaman espiritual es el materialista. Pueden pensar que son superiores porque van al templo y practican puja, pero esa mujer está practicando puja para tener un hijo. Ella quiere algo, así que va al templo. Lo mismo ustedes; es exactamente igual. Van por razones sentimentales, pero con el tiempo se volverá rutina, y lo aborrecerán. Lo que estoy tratando de señalar es simplemente esto: vuestras actividades espirituales y religiosas son básicamente egoístas. Eso es todo lo que indico. Van al templo por las mismas razones por las que irían a otra parte - quieren algún resultado. Si uno no quiere nada no hay razones para ir al templo. I: Pero la gran mayoría de las personas van al templo... UG: ¿Por qué les preocupa tanto lo que hace la mayoría? Este es vuestro problema, y usted tiene que resolverlo por sí mismo. No se preocupe por la humanidad y todos los millones de personas en el mundo. I: Usted está condenando cruelmente cualquier cosa que la gente haya dicho hasta ahora. Con el tiempo, tal vez también lo que usted dice será condenado y destruido por alguien. UG: Si usted tiene el valor para hacerlo, yo seré el primero en felicitarlo. Pero tiene que hacerlo sin contar con sus libros sagrados - ni el Bhagavad Gita ni los Upanishads.


Tiene que rechazar lo que estoy diciendo sin recurrir a la autoridad de vuestros maestros. Simplemente no tiene el valor de hacer eso porque ha confiando en el Gita, no en usted mismo. Por eso nunca será capaz de hacerlo. Si usted tuviera el coraje, sería la única persona capaz de falsear lo que estoy diciendo. Un gran sabio como Gowdapada puede hacerlo, pero él no está aquí. Usted tan sólo está repitiendo lo que Gowdapada y otros han dicho. Son afirmaciones sin valor en lo que a usted le concierne. Si hubiera un Gowdapada vivo sentado aquí, él sería capaz de destruir lo que digo, pero no usted. Así que no se escape con generalizaciones sin sentido. Tiene que tener el valor de desaprobar lo que estoy diciendo usted sólo. Lo que estoy diciendo debe ser falso para usted. Tan sólo puede estar de acuerdo o no con lo que digo según lo que algún payaso le ha dicho. Esa no es la forma de encarar esto. Solamente estoy indicando que no hay soluciones, solo problemas. Si otros han dicho lo mismo que estoy diciendo, ¿por qué está usted aquí haciendo preguntas y buscando soluciones? Olvídese de las masas; estoy hablando de usted. Está meramente buscando nuevos y mejores métodos. Yo no voy a ayudarlo. Le estoy diciendo, "No se preocupe por las soluciones; trate de encontrar cuál es el problema." El problema es la solución; las soluciones sencillamente no resuelven el problema. ¿Por qué diablos está buscando otra solución? No venga a mí por soluciones. Eso es todo lo que le estoy diciendo. Usted creará otra solución a partir de esto, que será agregada a la lista de soluciones, todas inútiles cuando llega la hora de en verdad resolver el problema. Lo que digo es válido y verdadero para mí, eso es todo. Si sugiero algo, directa o indirectamente, lo convertirán en otro método o técnica. Me falsificaría yo mismo si les diera alguna sugerencia. Si alguien dice que hay una salida, no es un hombre honesto. Lo hace para su propio engrandecimiento, pueden estar seguros. Tan sólo quiere vender un producto y espera convencerlos de que el suyo es superior a los demás productos del mercado. Si aparece otro hombre y dice que no hay salida, ustedes hacen de eso otro método. Todo esto es sólo un infructuoso intento de alcanzar vuestra propia sombra. Y no obstante no pueden permanecer en donde están. Ese es el problema. De todo esto surge la inevitable conclusión de que la situación no tiene solución posible. En realidad son ustedes los que crean esa desesperanza porque no quieren realmente liberarse del miedo, la envidia, los celos, y el egoísmo. Por eso sienten que la situación no tiene solución. La única esperanza reside en el egoísmo, la codicia, y la ira, no en sus opuesto inexistentes, por ejemplo, la práctica del inegoísmo, la generosidad, y la bondad. El problema, digamos el egoísmo, se robustece por el cultivo de su opuesto ficticio, el así llamado inegoísmo, el desinterés en uno mismo. Sentarse aquí y discutir estas cosas no tiene sentido, es inútil. Por eso siempre les estoy diciendo a mis oyentes, "¡Váyanse de aquí, por favor!" Lo que quieren lo podrán encontrar en otra parte, pero no aquí. Vayan al templo, practiquen puja, repitan mantras, quemen incienso. Eventualmente un payaso aparece y dice, "Deme lo que gana en una semana y le daré un mantra mejor." Luego viene otro y le dice que no haga nada de eso, que es inútil, y que lo que él está diciendo es mucho más revolucionario. Él prescribe "atención sin opciones," le quita su dinero y construye escuelas, organizaciones, y centros tántricos.


I: ¿Por qué no hacemos a un lado todo lo que usted está diciendo, de la misma manera como usted hace a un lado las enseñanzas y el esfuerzo de otros? UG: Ustedes nunca me destruirán; el apego que tienen a la autoridad religiosa les prohíbe cuestionar cualquier cosa, mucho menos a un hombre como yo. Estoy seguro de que nunca me desafiarán. Por esa razón lo que estoy diciendo creará inevitablemente una situación inestable y neurótica en ustedes. No pueden aceptar lo que digo, pero tampoco están en una posición para negarlo. Si no fuera por sus cueros gruesos, seguramente acabarían en el manicomio. Simplemente no pueden cuestionar lo que estoy diciendo, y no lo harán; es una amenaza demasiado grande. Absolutamente nada penetrará sus defensas; Gowdapada provee los guantes, el Bhagavad Gita el escudo, y el Brahmasutra un chaleco a prueba de balas. De manera que están a salvo, y eso es todo lo que en realidad les interesa. No pueden rebatir lo que estoy diciendo en tanto utilicen lo que otros han dicho. Por favor no digan que hay miles de santos y sabios; hay sólo unos pocos. Pueden contarse con los dedos de las manos. El resto son meros tecnócratas. El santo es un tecnócrata. La mayoría de la gente es eso. Pero ahora con el desarrollo de las drogas y otras técnicas, el santo es prescindible. Ya no necesitan más que un sacerdote o un santo les enseñe meditación. Si quieren controlar los pensamientos, tomen alguna droga y olvídense de ellos, si eso es lo que quieren. Si no pueden dormir, tomen una pastilla para dormir. Duermen por un rato, luego se despiertan. Es lo mismo. No me presten atención. Eso creará una perturbación innecesaria en ustedes. Tan sólo intensificará la situación neurótica en la cual ya están atrapados. Habiendo dado por sentada la validez de todo este asunto de lo sagrado, nunca habiéndolo cuestionado, mucho menos habiéndose alejado de él, no solamente han aprendido a vivir con él, sino también a sacar provecho. Es una cuestión de beneficios, nada más. I: Si todo esto es así, entonces ¿por qué continúa hablando? UG: No sirve de nada que me pregunte por qué hablo. ¿Le estoy vendiendo o prometiendo algo? No le estoy ofreciendo paz interior, ¿o sí? Usted cree que le estoy quitando su preciada paz interior. Por el contrario, yo estoy cantando mi propia canción, transitando mi propio camino, y usted aparece y trata de perturbar mi paz. I: Yo siento que si alguien puede ayudarnos ese es usted. UG: ¡No señor! Cualquier cosa que haga para ayudarlo tan solo se sumará a vuestra miseria - eso es todo. Al continuar escuchándome tan sólo apila una nueva miseria sobre las que ya tiene. En ese sentido esta discusión que estamos teniendo no le está haciendo ningún bien. No parece darse cuenta de que está jugando con fuego aquí. Si realmente quiere el moksha (liberación) aquí y ahora, puede tenerla. Mire, usted ES la ira, el egoísmo, y todo eso; si eso se va, usted se va. Hay un abandono físico - no en lo abstracto, sino una muerte física real. I: ¿Está diciendo que eso puede pasar ahora? Otros han dicho... UG: Al diablo con lo que los otros hayan dicho. Esto puede suceder ahora. Usted simplemente no lo quiere. No lo tocaría ni con un palo de treinta metros. Si la furia y el


egoísmo se van, es decir si USTED se va, moksha es ahora, no mañana. Vuestra propia ira lo quemará, no el calefactor eléctrico. Así que el hombre religioso ha inventado el inegoísmo. Si ese inegoísmo se va, se lo lleva a usted junto, eso es todo. Así que, liberarse de cualquiera de esas cosas (por ejemplo, codicia, egoísmo, etc.) implica que usted, tal cual se conoce y se experimenta a sí mismo, llega a un final AHORA. Por favor, por ustedes y por compasión les aseguro que esto no es lo que quieren. No es algo que puedan hacer que suceda. No está en sus manos en absoluto. Esto golpea a quien elige. Lo que piensen o no piensen carece de importancia, no es algo que los involucre o se preocupe por ustedes. Toda esa poesía y romanticismo acerca de "morir para todos sus ayeres" no lo ayudará ni a usted ni a nadie. No puede surgir nada de eso. Lo pueden pedir a gritos, pero ellos mismos no lo quieren. Son sólo palabras. Eventualmente la gente se conforma con eso (templos, mantras, escrituras). Es todo tan absurdo e infantil... I: ¿Entonces cómo podemos descubrir por nosotros mismos y no sólo repetir las palabras de los llamados expertos? UG: Tienen que de verdad tocar la vida en un punto donde nadie más lo haya hecho antes. Nadie puede enseñarles eso. En tanto continúen repitiendo lo que otros han dicho, están perdidos, y nada bueno puede salir de eso. Escuchar y creer lo que otros han dicho no es la manera de descubrir por ustedes mismos, y no hay otra manera. I: Entonces usted dice que debemos liberarnos de nuestra creencia de que... UG: No se moleste. Reemplazará una creencia por otra. Usted no es nada sino creencia, y cuando ella muere, usted está muerto. Lo que trato de decirles es esto: no traten de liberarse del egoísmo, la codicia, la ira, la envidia, el deseo, y el miedo. Tan sólo conseguirán crear los opuestos, los cuales son, desafortunadamente, ficticios. Si el deseo muere, usted muere. Viene el coche fúnebre y se lo llevan arrastrando, ¡eso es todo! Incluso si sobreviviera a semejante golpe, no sería de utilidad para nadie. Prefieren seguir jugando, haciendo preguntas absurdas como, "¿Qué pasa con mi cuerpo cuando muero? ¿Será lo suficientemente fuerte para resistirlo?" ¿Qué diablos están diciendo? Me están preguntando qué pasará con ustedes si meten el dedo en aquel toma eléctrico. Esa es la clase de preguntas sin sentido que me hacen. Usted no está interesado en absoluto. Quizás cuando toque esto será completamente quemado y habrá que tirarlo por ahí. Quizás los demás recibirán un choque cuando lo toquen, ¡y usted se volverá un intocable! Vean el alcance de lo que estoy diciendo. Si tienen el valor de tocar la vida por primera vez, nunca sabrán qué los golpeó. Todo lo que el hombre aprendió, sintió, y experimentó se va, y nada es puesto en lugar de eso. Tal persona se convierte en la autoridad de la vida en virtud de haberse liberado del pasado y la cultura, y seguirá siéndolo hasta que alguien más que haya descubierto esto por sí mismo lo destruya. Hasta que tenga el coraje para destruirme, a todo lo que estoy diciendo, más todos los gurús, usted permanecerá siendo un adorador, con fotografías, rituales, fiestas de cumpleaños, y cosas por el estilo.


Yo lo siento mucho, pero canto mi canción y me voy. I: Pero nosotros estamos perdidos, y así necesitamos los gurus, las prácticas y escrituras, y ser guiados. UG: Puede volver con sus gurus. Haga lo que le plazca. La cosa de la que estoy hablando le pasa al suertudo; si usted tiene suerte, tiene suerte. Eso es todo. No tengo nada que ver con eso. No está en nuestras manos. I: Con suerte o sin suerte, nuestra tradición nos dice que la vida es transitoria, que todo fluye, que.... UG: Esa es la tradición de la India de la cual estoy hablando - cambio constante, no la tradición de la que ustedes hablan, la cual no es cambio. Vuestra vida en su totalidad es una negación de la realidad del cambio. Tan sólo quieren continuar, de alguna forma, luego revivir, sólo para continuar. Esa no es la gran tradición de la India a la cual me refiero. Ustedes creer que hacen una pregunta profunda cuando dicen, "¿Qué es la muerte?" Prefieren indagar las preguntas de Gowdapada antes de haber preguntado la pregunta fundamental, "¿He nacido?" En vez de abordar esta pregunta básica, citan y escriben comentarios sobre lo dicho por Gowdapada, luego toman la salida fácil, y simplemente asocian lo que estoy diciendo con lo que él dijo. Esa es vuestra excusa y vuestro escape. En cualquier caso, todo lo que pueden hacer es especular sobre la muerte y la reencarnación. Sólo personas muertas preguntan sobre la muerte. Aquellos que están realmente vivos nunca harían semejante pregunta. Esa memoria que hay en ustedes - la cual está muerta - quiere saber si continuará incluso después de lo que ella imagina que es la muerte. Es por eso que hace preguntas tan torpes. La muerte es el final; sólo se muere una vez. Una vez que las preguntas e ideas que tienen hayan muerto, entonces no preguntarán nunca más nada sobre la muerte. I: Usted me está dejando sin nada, y de repente veo que tengo que seguir por mí mismo, que nadie podrá ayudarme. UG: ¿Está seguro de que nadie puede ayudarlo? No está tan seguro. Así que vuestra afirmación no significa nada. Usted albergará alguna esperanza. Incluso asumiendo por un momento que ningún agente externo puede ayudarlo, aún está convencido de que usted puede ayudarse. Esto le da una tremenda esperanza, y la esperanza siempre va orientada hacia la consecución de algo. Así que, antes de perder su tiempo preguntándose si alguien puede o no ayudarlo a alcanzar lo que quiere, usted debería estar preguntándose, "¿Hay algo que alcanzar?" El que sea usted mismo o alguien más el que lo ayuda a alcanzar, no es la cuestión. Lo es, más bien, que usted está buscando. Eso es obvio. ¿Pero qué es lo que está buscando? Usted está buscando indudablemente lo que ya conoce. Es imposible buscar algo que no se conoce. Busca - y encuentra - lo que ya conoce. Es muy difícil para ustedes aceptar esta simple realidad. Por favor no me malentiendan. No estoy haciendo preguntas, jugando alguna clase de juego de adivinanzas socrático. No estoy aquí para ofrecerles nuevos métodos, nuevas técnicas, o para sugerir algunas triquiñuelas para alcanzar la meta. Si otros sistemas, técnicas, y triquiñuelas han fallado a la hora de ayudarlos a alcanzar la meta, y si están


buscando, o han salido de compras para conseguir nuevos y mejores métodos, yo me temo que no podré ayudarlos. Si sienten que alguien más puede ayudarlos, que les vaya bien. Pero yo me siento obligado, por las lecciones que me ha dado mi experiencia, a agregar esta afirmación, "No llegarán a ninguna parte, ya verán." La inutilidad de buscar ayuda en el interior o en el exterior es algo de lo que estoy seguro. Está muy claro para mí que para descubrir por sí mismos deben estar absolutamente desamparados, sin ningún lugar a donde correr. Eso es todo. Desafortunadamente, esta certidumbre no puede ser transmitida a alguien más. La certeza que poseo es simplemente que la meta, la cual ustedes han inventado, es la responsable de vuestra búsqueda. En tanto la meta esté allí, también lo estará la búsqueda. Si usted dice, "Realmente no sé lo que estoy buscando," eso no es cierto. Así que, ¿qué es lo que está buscando? Esta es por mucho la pregunta más importante que debe hacerse. Si lo piensa, se dará cuenta que, aparte de las necesidades físicas naturales, lo que busca ha surgido de lo que le han dicho, lo que ha leído, y lo que usted mismo ha experimentado. Las demandas físicas son autoevidentes y fácilmente entendibles. Pero esta demanda en particular - el objeto de vuestra búsqueda - es algo nacido de lo que usted piensa, lo cual resulta que está basado en el conocimiento que adquirido de varias fuentes. I: Si todo lo que dice es cierto, en efecto estamos en el camino equivocado. No estamos en una posición como para aceptar ni rechazar lo que dice. ¿Por qué, entonces, sigue usted hablando con nosotros? ¿Qué sentido puede tener? UG: Este diálogo no tiene ningún sentido. Usted podría preguntar por qué diablos estoy hablando. Yo enfáticamente le aseguro que, en mi caso, no es una cuestión de autosatisfacción. El motivo por el que hablo es muy diferente de lo que usted cree que es. No es que esté ansioso de ayudarlo a que comprenda, o que yo sienta que debo ayudarlo. De ninguna manera. Mi motivación es directa y temporaria: usted llega buscando comprender, mientras que yo estoy interesado en exponer claramente que no hay nada que comprender. En tanto quiera comprender, siempre existirá esta torpe relación entre dos individuos. Yo siempre estoy enfatizando que de alguna manera la verdad tiene que surgir en usted de que no hay nada que comprender. En tanto piense, acepte, y crea que hay algo que comprender, y haga de esa comprensión la meta que demanda búsqueda y esfuerzo, usted estará perdido y vivirá en la desgracia. Tengo solo unas pocas cosas que decir y sigo repitiéndolas una o otra y otra vez. No me quedan preguntas, más allá de las preguntas prácticas para funcionar cada día en este mundo. Ustedes, no obstante, tienen muchas, muchas preguntas. Todas esas preguntas provienen del mismo lugar: su conocimiento. Sencillamente está en la naturaleza de las cosas el que usted no puede tener una pregunta si no conoce ya la respuesta. De manera que, es sencillamente imposible tener un diálogo lleno de sentido cuando usted está haciéndose y haciéndome preguntas, porque usted ya ha maquillado su mente, usted ya posee las respuestas. Así que la comunicación entre nosotros es imposible; ¿qué sentido tiene que dialoguemos?


Existe la necesidad real de liberarse de las preguntas. La búsqueda no es válida porque está basada en preguntas que a su vez están basadas en conocimiento falso. Vuestro conocimiento no los ha liberado de los problemas. Vuestro dilema es que están buscando las respuestas a preguntas cuyas respuestas ya conocen. Eso los vuelve neuróticos. Si las preguntas se pudieran en verdad resolver, ésta, la pregunta, se destruiría a sí misma. Porque todas las preguntas son meramente variaciones de la misma, la aniquilación de una significa la aniquilación de todas. Esta forma de resolver problema no es, desafortunadamente, de vuestro interés. Lo que usted mismo y otros creen que son las respuestas, no pueden ayudarlos en absoluto. Es realmente muy sencillo: si la respuesta es correcta, la pregunta desaparece. Yo no tengo preguntas de ningún tipo. Nunca entran en mi cabeza. Todas mis preguntas, las cuales se redujeron por sí mismas a una gran pregunta, han desaparecido por completo. El cuestionador simplemente se dio cuenta que no tenía sentido seguir haciendo preguntas, cuyas respuestas ya conocía. Ustedes han creado torpemente esta búsqueda como una respuesta a las preguntas, las cuales de hecho fueron inventadas a partir del conocimiento que han adquirido. Las preguntas que están formulando nacen de las respuestas que ya tienen. ¿Así que cual es la meta? Deben ser muy claros en ese aspecto; de otra forma no tiene sentido proseguir. Se convierte en un juego, en un ritual sin sentido. ¿Qué quieren obtener? Siempre hay alguien que puede ayudarlos a obtener lo que quieren, por un precio. Han dividido torpemente la vida en metas superiores y metas inferiores, en caminos espirituales y caminos materiales. En cualquier caso están involucrados grandes esfuerzos, dolor y conflicto. Yo digo, por otro lado, que no hay metas espirituales; ellas son simplemente la extensión de metas materiales dentro de lo que ustedes imaginan es un plano superior, o más elevado. Erróneamente creen que por perseguir una meta espiritual harán milagrosamente que sus metas materiales se vuelvan simples y manejables. Tales persecuciones son en la realidad imposibles. Pueden pensar que sólo las personas inferiores persiguen metas materiales, que las búsquedas materiales son aburridas. Pero de hecho las llamadas metas espirituales que han puesto frente a ustedes son exactamente lo mismo. Usted es la búsqueda, y no le ayudará pensar que ha comprendido y que está liberado de esto. Si no viene aquí, irá a otra parte a buscar respuestas. I: Descubrir la realidad de la que habla requiere de verdadera relación y comunicación muy abierta con los demás, ¿no es así? UG: ¡Olvídelo señor! Dialogar no tiene sentido. Ni la conversación tiene sentido tampoco. ¿Qué diablos estamos haciendo? ¿Piensa que hablo con la gente como alguna clase de excusa? ¿Cree que tengo alguna esperanza al hablar con ustedes? No tengo tales ilusiones. El simple hecho de que usted haya regresado aquí para hablar y discutir demuestra que no ha escuchado ni una palabra de lo que dije. Una vez que la comprensión se da allí, todo el asunto se termina para usted de una vez y para siempre. No visitará ningún gurú, no leerá ningún libro sobre esto, ni escuchará a nadie. No repetirá estúpidamente lo que otros han dicho, especialmente lo que los hombres santos, y los salvadores han dicho. Todo eso es limpiado del sistema y usted queda incapaz de seguir o escuchar a alguien, ni siquiera a Dios caminando sobre la tierra, o incluso a mil dioses resumidos en uno. ¿De que sirve todo esto, después de todo, cuando alguien tiene un millón de dólares y usted se pregunta de donde vendrá su siguiente comida? De todas


formas, ese no es el punto. Lo que importa es: ¿qué quiere? Por favor olvidémonos de los bhagavans. No se siente aquí a repetir lo que ha escuchado decir a vuestros gurús, es inútil. Una vez que deposita su fe, su creencia, y su confianza en su gurú, usted queda pegado a él. I: Prácticamente todos los gurus, al menos los orientales, han acentuado la necesidad de liberarse del propio condicionamiento, del propio pasado. UG: El pasado estará siempre allí en tanto quieran algo. Incluso si tratan de no querer nada, el pasado viene para ayudarlos y decirles COMO dejar de querer. No hay diferencia en el querer; todas las demandas son exactamente lo mismo. En la cultura india las demandas espirituales son ensalzadas y preferidas, mientras que en occidente prevalecen los deseos materiales. Cuando todo querer cesa, aunque sea por un momento, el pensamiento está ausente y a usted solo le queda el simple asunto de ocuparse de las necesidades físicas del cuerpo comida, ropas y refugio. Practicar alguna clase de auto negación retorcida en la cual no ven las necesidades físicas reales es una forma de vivir torpe y pervertida. I: Pero la pregunta clave permanece: ¿cómo hacer para no querer? UG: Otra vez pregunta "cómo", evitando la cuestión más importante. No hay ningún "cómo". "Cómo" es la pregunta más tramposa, porque al preguntarla se condenan. "¿Cómo vivir?" Esa es la pregunta que ha molestado a la gente por siglos. La religión afirma que da una respuesta satisfactoria a esa pregunta. Cada maestro afirma que sabe cómo. Y estará encantado de mostrárselos, por una paga, por supuesto. "¿Cómo vivir la propia vida?" Esa es la pregunta que se ha transformado en millones de preguntas. Eso es todo. I: Dejar de lado la pregunta de cómo liberarse del constante querer, parece obvio por lo que usted dice que uno debe liberarse primero de la influencia del pasado, de la propia memoria. ¿No es así? UG: Si sigue tratando de suprimir el pasado, tratando de vivir en lo que usted llama "el presente", se volverá loco. Está tratando de controlar algo sobre lo cual no tiene control. Es sencillamente imposible controlar el pensamiento sin volverse un neurótico, pues no es sólo su personal e insignificante pasado el que se interpone, sino el entero pasado de la humanidad, la totalidad de la memoria de cada ser humano, cada forma de vida, cada forma de existencia. No es algo tan fácil y sencillo de hacer. Si tratan de controlar la corriente natural del río mediante todos esos medios artificiales - digamos construir una represa - inundarán y destruirán todo. Por eso es que encuentran pensamientos revoloteando dentro de ustedes a pesar de los esfuerzos por controlarlos, observarlos, o estar atento a ellos. Una vez que eso se comprende, luego nunca les importará si los pensamientos están allí o no. Cuando existe la demanda real de pensamiento, está allí; cuando no hay necesidad de que funcione el pensamiento, no está allí. Uno ni siquiera sabe, y no tiene forma de saber, si está pensando o no. Vuestra constante utilización del pensamiento para dar continuidad al yo separativo es el yo. No hay nada dentro de usted más que eso. Lo que llama el yo no es más que la continuidad del pensamiento. Si esa continuidad artificial no está allí, tampoco está usted. El "yo" sólo quiere funcionar en un nivel diferente, más elevado, y no terminarse. Usted quiere ser transformado,


convertirse en otra cosa, pero continuar. La única forma en que el yo puede lograr eso es sumando más y más experiencias a aquellas que ya ha acumulado. I: ¿Cómo funciona ese proceso de acumulación? UG: La única manera de que el yo acumule más conocimiento y experiencia es preguntándose eternamente a sí mismo la pregunta sin sentido "¿Cómo? ¿Cómo tengo que vivir?" Si alguien les dice que la continuidad del conocimiento y la experiencia debe terminarse, ustedes preguntan, "¿Cómo?", y vuelven a caer en la misma trampa. Están meramente preguntando por la misma clase de conocimiento. I: Pero sólo queremos saber acerca de la iluminación, si es posible... UG: Usted quiere saber si hay o no iluminación, quién la tiene, y cómo obtenerla. Siente curiosidad acerca de cómo se comportaría un hombre supuestamente iluminado, cuál es la naturaleza de sus patrones de comportamiento, etc. Al parecer conocen mucho sobre la iluminación. Así debe ser, porque está buscándola. I: No todos somos tan ingenuos como para creer que podemos buscar directamente a Dios, la Iluminación, o el nirvana. Así que podemos aceptar la naturaleza ilusoria de tales metas. Pero estamos buscando cosas más prácticas y tangibles como... UG: El mundo busca la iluminación. Dice que usted no, pero es lo mismo. Ya sea que quiera un auto nuevo o paz interior, es aún una búsqueda dolorosa. Los líderes seculares le indican una manera, los hombres santos otra. No cambia la cosa: mientras busque paz interior, tendrá un interior atormentado. Si trata de no buscar, o si continúa buscando, permanecerá siendo el mismo. Tiene que detenerse. No deja de buscar porque tal cosa sería su propio fin. Usted está perdido en la jungla, y no tiene forma de encontrar el camino que lo saca de allí. La noche se aproxima rápido, y allí están los animales salvajes, incluyendo las cobras, y usted aún está perdido. ¿Qué hace en tal situación? Tan solo se detiene. No se mueve... I: Pero nunca podremos estar seguros de que no exista alguna salida, más allá de cuán fantástica o improbable pudiera ser... UG: En tanto exista la esperanza de que pueden salir de la jungla de alguna forma o de otra, continuarán lo que están haciendo - buscando - y se sentirán perdidos. Están perdidos tan sólo porque están buscando. No tienen forma de encontrar la salida de la jungla. I: Así que si uno sólo pudiera detenerse... UG: No, no se trata de eso. Usted aún espera que algo suceda. Esa expectativa es parte del problema. Por eso es que está haciendo estas preguntas. Vuestras expectativas son parte del deseo de cambiarlo todo. Nada necesita ser cambiado; debe aceptar la vida tal cual es. Mediante el "cambio" tiene esperanza y desea nacer de nuevo. ¿Para qué diablos? Esta vida es suficiente. No hay paz en esta vida, no se puede quitar de encima la infelicidad, así que espera hasta la siguiente vida para ser feliz. No vale la pena.


Usted podría no nacer de nuevo. Después de todo, eso es tan solo una teoría para usted. Tal vez podría tratar de descubrir si es posible estar en paz consigo mismo ahora. I: Pero todas nuestras aspiraciones, ya sean materiales o espirituales, parecen estar definidas y encuadradas en el molde de nuestras sociedades, las cuales son, como todos nosotros, corruptas. No obstante eso yo debo luchar dentro de los límites que mi sociedad ha erigido a mi alrededor. Mi vida no está determinada solamente por mis metas y atributos personales, sino por lo que mi sociedad me permite hacer, es decir, por lo que las oportunidades reales me permiten. UG: Quieren tantas cosas, y yo no estoy en una posición como para ayudarlos a obtener ni siquiera una de ellas. No tienen en claro qué quieren realmente. Una vez que reconozcan eso que quieren, entonces tendrán que encontrar la forma de obtenerlo. Y luego o lo consiguen o no lo consiguen, eso es todo. Así que no se preocupen separando vuestras metas entre lo bajo y lo elevado. Han estado haciendo eso toda la vida y no han tenido éxito. I: No sólo yo, sino todos los que conozco parecen estar atrapados en esta trampa de la búsqueda y la lucha sin fin. Necesitamos, ¿no es así? sentarnos todos juntos y comunicarnos entre nosotros estas cosas... UG: Como dije, no tengo ninguna esperanza en la comunicación. Ustedes no pueden compartir ni comunicarse sus experiencias con nadie, porque, dada la forma en que están funcionando, cada individuo vive en mundos separados y diferentes sin ningún punto de referencia común, y tan sólo imagina que alguna vez se comunicó con alguien. Es sencillamente imposible. Yo no puedo comunicar y ustedes no pueden comprender porque no tienen un punto de referencia en relación con lo que estoy diciendo. Una vez que hayan comprendido que no hay nada que comprender, ¿qué queda por comunicar? La comunicación es simplemente innecesaria. Así que no tiene caso discutir la posibilidad de comunicarnos. Vuestro deseo de comunicarse es parte de vuestra estrategia general de alcanzar la meta. Velada detrás de ese deseo de comunicarse está la dependencia de un agente externo que les resuelva los problemas. A excepción de la natural necesidad de comunicación para funcionar en este mundo, vuestro interés en la comunicación es realmente una expresión de vuestros sentimientos de abandono y desamparo y esperan la ayuda de algún agente externo. Vuestro desamparo persiste por la dependencia de un agente externo. Cuando esa dependencia de un agente externo, ficticio o no, desaparece, entonces el sentimiento de desamparo y el deseo de comunicarse en lo abstracto, no están allí. Si uno se va, el otro debe irse también. Vuestra situación y perspectiva sólo parece sin esperanza porque tienen ideas de esperanza. Quiten esa esperanza y los agobiantes sentimientos de desamparo y abandono se irán junto. Tiene que haber desamparo y frustración aplastante en tanto ustedes existan con relación a la esperanza de estar satisfechos, porque no hay satisfacción en absoluto. Este es el origen de vuestro dilema. I: Todo esto es simplemente demasiado grande como para comprenderlo y actuar de inmediato. Quizás dentro de algún tiempo, en un futuro cuando sea más capaz de...


UG: El futuro es creado por esperar algo, ese es el único futuro que existe. La esperanza de alcanzar una meta, la esperanza de obtener la iluminación, la esperanza de bajarse de la calesita de alguna forma - eso es el futuro. Al punto desde el cual se proyectan a sí mismos hacia el futuro ustedes lo llaman presente, el ahora. Pero eso es un error. Tan sólo el pasado está en operación, y ese movimiento crea la ilusión de presente y futuro. Ustedes pueden encontrar lo que estoy diciendo lógico, o ilógico, y pueden aceptarlo o rechazarlo. Pero será en cualquier caso el pasado el que lo hace, porque eso es todo lo que está en operación dentro de ustedes. Es el pasado el que ha proyectado esos objetivos - Dios, la iluminación, paz interior, lo que sea - y los ha colocado en el futuro, fuera de alcance. Así que la felicidad está siempre en el futuro, mañana. Un hombre feliz no estaría interesado en buscar la felicidad. Un hombre bien alimentado no está en busca de comida. I: Seguramente que la verdadera comprensión, de la cual todos somos más o menos capaces, se lleva a cabo no en el futuro, sino ahora, en el presente. UG: Existe sólo el pasado. Los hombres santos que hablan de la iluminación y esos disparates les han enseñado que el pasado tiene que detenerse para verse libres y poder operar en el "presente" y así realizar vuestras posibilidades, potenciales o futuras. Eso yo lo niego. En primer lugar, ¿por qué deberían estar interesados en tratar de impedir que el pasado interfiera con el presente? Noten que esta idea de que el pasado debe morir, que el tiempo debe terminar, ha sido puesta dentro de ustedes por aquellos auto declarados guardianes de la así llamada alma - los sacerdotes, los hombres santos, y los salvadores de la humanidad. No es algo de ustedes. Deben ver con mucha claridad también las implicaciones de terminar con la influencia del pasado. Es algo realmente peligroso, una cosa calamitosa. En vuestra búsqueda por hallar el fin del tiempo, el pasado, deben usar el pasado. Así que sólo logran perpetuar el pasado. Eso es un hecho, les guste o no. Cualquier cosa que hagan - tener pensamientos más amables, comportarse sin egoísmo, enfocar la vida negativamente en vez de positivamente, escuchar a los hombres santos, escucharme a mí - tan solo le está dando continuidad al pasado. Todas las técnicas y métodos de realización de que disponen provienen del pasado, y son, de esa forma, inútiles. Afortunadamente, no hay absolutamente nada que realizar. I: De acuerdo, pero creo que la mayoría de nosotros se da cuenta que la verdadera felicidad es un producto secundario de alguna otra cosa, y no puede ser alcanzada en y por sí misma. UG: Vuestra aproximación real a la felicidad está basada en el autointerés y en la ingenuidad. Son unos buscadores de placer toda la vida, y de esa forma vuestra idea de la más alta felicidad es simplemente una de placer interminable sin un momento de dolor. Si perciben, si es que en absoluto lo hacen, lo absurdo de tal enfoque, entonces dicen, "Si pudiera encontrar a Dios y la iluminación estaría libre del deseo contradictorio de tener uno (placer) sin el otro (dolor)." Así que luego eso se convierte en vuestra meta, la cual tomará más tiempo alcanzar. Están de nuevo donde empezaron. Pretender el cese de la continuidad del movimiento del pasado es ridículo y sin fundamento. Nos han lavado el cerebro todas esas personas con la idea de que si nos liberamos del pasado en esta vida, todo se volverá color de rosa, lleno de luminosidad y


dulzura. Son todas estupideces, pura fantasía, y nada más. Ustedes se han tragado todo eso, se han enamorado de eso, desafortunadamente. Después de todo, ¿qué pueden hacer? Todas vuestras acciones provienen del pasado. Y cualquier cosa que hacen fortalece las cadenas del placer y el dolor. Al final es casi todo dolor y ningún placer. Yo puedo decir esto con mucha seguridad, pero ustedes siguen convencidos de que hay un estado sin tiempo, una salida. Por eso, es imposible que nos comuniquemos. Lo que estoy diciendo logrará, si se escucha con verdadera atención, ponerle fin a usted tal cual se conoce y se experimenta a sí mismo. No me están escuchando en absoluto. Vuestro escuchar sucede siempre en el pasado. La interpretación constante por medio del pasado de lo que se está diciendo evita que escuchen lo que en realidad se está diciendo. Todo lo que puedo garantizarles es que en tanto estén buscando felicidad, permanecerán infelices. Esto es un hecho. La sociedad es tan organizada y compleja que uno no tiene otra forma de sobrevivir excepto aceptar la forma de vida que nos rodea tal cual está organizada, junto con las limitaciones que nos impone a todos. Todos debemos aceptar la realidad de la sociedad, nos guste o no. Pero no es de eso de lo que estamos hablando. Lo que estamos discutiendo es totalmente diferente. Todas vuestras relaciones, todo conocimiento y experiencias, todas vuestras emociones y sentimientos, todo ese romanticismo, pertenece enteramente a la sociedad, no a ustedes. No son individuos en absoluto, son personas de segunda mano. Solamente cuando uno se libera de lo que cada hombre y mujer ha pensado y sentido antes que uno puede hablarse de un individuo. Tal individuo no andará por ahí tratando de destruir todo lo que pertenece a la sociedad. No está en conflicto con la sociedad en absoluto. Él nunca destruiría los templos y las instituciones, ni quemaría los libros que los hombres han creado con gran dedicación y cuidado. No sería un rebelde. Todo el conocimiento acumulado, las experiencias, y el sufrimiento de la humanidad están dentro de ustedes. Tienen que hacer una gran fogata dentro de ustedes. Entonces serán individuos. No hay otra salida. La sociedad está construida sobre una base de conflicto, y ustedes son la sociedad. De esta manera, ustedes deben siempre estar en conflicto con la sociedad. El individuo real, uno que se ha liberado de la tradición y el conocimiento acumulados de la humanidad es necesariamente una amenaza para la sociedad. La sociedad, de la cual ustedes son una parte, no puede ser diferente de lo que es. Así que dejen de tratar de salvarla o cambiarla. Ustedes no pueden ni cambiar a vuestra suegra. I: No todos nosotros estamos tan obsesionados con nuestra propia felicidad y salvación personal. Muchos nos hemos involucrado en la sociedad y la política, y simplemente deseamos crear un mundo nuevo, una sociedad organizada de otra manera, de tal manera que corrijamos las equivocaciones sociales como la pobreza y la injusticia. Usted habla como si todos estuviéramos obsesionados tan solo con nuestros problemas y metas personales, mientras que de hecho la mayoría queremos servir al mundo y buscar no triunfos egoístas, sino simplemente una mejor y más humana sociedad. UG: Quieren cambiar algo en ustedes y a la vez descubren que no pueden hacerlo en absoluto. Este "cambio" del que hablan es en realidad sólo más fantasía romántica para ustedes. Nunca cambian, sólo piensan acerca de cambiar. En tanto quieran cambiar, por una u otra razón, insistirán en cambiar al mundo. Ustedes quieren un mundo diferente para poder ser felices en él. Eso es todo lo que les interesa. Pueden hablar de la humanidad, preocupación por la humanidad, compasión por la humanidad, pero todo


eso es una porquería. Puesto que están determinados a producir algún cambio - una noción puesta en ustedes por vuestra cultura - permanecen descontentos y quieren que el mundo sea diferente. Cuando vuestra demanda interna de ser algo distinto a lo que de hecho son llega a un final, entonces la demanda neurótica de cambiar la sociedad cesa. Entonces no pueden estar en conflicto con la sociedad. Están en perfecta armonía con la sociedad, incluyendo sus brutalidades y miserias. Todos vuestros intentos por cambiar esta sociedad brutal sólo le da fuerza y la alimenta. Eso no quiere decir que el individuo liberado es indiferente a la sociedad. Por el contrario. En cualquier caso, son ustedes los que son indiferentes ahora. Son ustedes los que hablan y gimotean, no haciendo nada mientras tanto. Lo siento... I: Pero es muy urgente que tengamos paz en el mundo... UG: A menos que estén en paz con ustedes mismos, no puede haber paz alrededor del mundo. ¿Cuándo van a estar en paz con ustedes mismos? ¿La siguiente vida? Ni en sueños. Esperen, y lo verán. Incluso entonces no hay garantías de que vuestra sociedad sea pacífica. Ellos no estarán en paz. Cuando usted esté en paz con sí mismo, ese será el fin de la historia. I: Parece que tan sólo tenemos esta idea de una sociedad pacífica, mientras que en realidad nuestra relación con los demás es sumamente violenta. ¿Cómo llenamos este vacío entre el ideal y el hecho real? UG: Están tratando de establecer relaciones con las personas que los rodean, con la sociedad, con todo el mundo. Por una razón o por otra las relaciones que efectivamente tienen son feas y horribles. ¿Han notado que mientras nuestras relaciones satisfacen la pregunta, "¿Qué saco yo de esta relación?", en tanto que sirvan para mi felicidad personal, no hay conflicto? Cada persona está en la misma situación: sus relaciones son armoniosas en tanto sirvan sus propios ideales de felicidad. Y también demandamos que nuestra felicidad sea permanente. Por la misma naturaleza de la realidad, esto es imposible. No hay permanencia alguna. Todo está constantemente cambiando. Todo está fluyendo. Debido a que no pueden enfrentar lo efímero de todas las relaciones, ustedes inventan los sentimientos, el romance, y las emociones dramáticas para darles continuidad. De esa forma están siempre en conflicto. I: Tal vez deberíamos abandonar la búsqueda de relaciones perfectas y armoniosas y concentrarnos en comprendernos a nosotros mismos -- ¿es eso? UG: Comprenderse uno mismo es uno de los chistes más fabulosos perpetrado a las personas crédulas e incautas de todas partes, no solamente por los difusores de la sabiduría antigua - los hombres santos - sino también por los científicos modernos. Los psicólogos aman hablar de auto-conocimiento, auto-actualización, vivir de momento a momento, y toda esa putrefacción. Nos lanzan esas ideas absurdas como si fueran algo nuevo. I: Esto debe ser aburrido para usted, contestar las mismas preguntas dondequiera que vaya.


UG: He estado por todo el mundo, reuniéndome y hablando con la gente. La gente es exactamente igual alrededor del mundo. Las preguntas nunca varían. Pero yo nunca me aburro con eso. ¿Cómo me podría aburrir? Si fuera alguna clase de tonto tratando de sacar algo de todo esto, buscando nuevas, mejores y diferentes preguntas, entonces existiría la posibilidad de aburrirme. Pero no estoy buscando nada. Así que aburrirme es imposible. ¿Usted está aburrido? No tiene forma de saberlo por sí mismo. I: Estoy aburrido porque soy normal, como todos los demás. Es mi mediocridad la que hace que mi vida parezca tan vacía y aburrida... UG: Es muy difícil ser como el otro, ser común. La mediocridad requiere mucha energía. Pero ser nosotros mismos es muy fácil. No hay que hacer nada. No se necesita ningún esfuerzo. No hay que ejercitar la voluntad. No hay que hacer nada para ser uno mismo. Pero para ser algo diferente a lo que uno es, hay que hacer un montón de cosas. El aburrimiento y la ansiedad que siente dentro está allí tan sólo porque piensa que debería estar haciendo algo más interesante, más significativo, y más valioso que lo que ya está haciendo. Piensa que lo que está haciendo es terriblemente aburrido, y que debe haber algo más valioso y más emocionante que hacer. De manera que todo esto se vuelve parte del complejo conocimiento que tienen de ustedes mismos. Más conocen de ustedes mismos, más imposible se vuelve que sean humildes, sencillos y sensitivos. ¿Cómo puede haber sencillez y humildad en tanto sepan algo? I: Hay algo en mi que encuentra difícil ser simple acerca de todo esto. Parece como si hubiera cierto miedo de... UG: Todos los miedos conducen eventualmente al miedo a la muerte, la muerte física. Están tratando de empujar el miedo a la muerte hacia el fondo para poder continuar, eso es todo. En tanto sea el miedo el que los maneja, no tiene sentido discutir el significado de la vida. ¿Por qué hacer preguntas y mistificar la vida? Está vivo porque sus padres tuvieron sexo, punto. No le busque un significado a la vida. Puede que no haya ningún significado. Puede que tenga su propio sentido que usted nunca podrá conocer. Obviamente la vida no tiene sentido para usted. De otra forma no estaría aquí haciendo esas preguntas. Todo lo que hace parece absolutamente sin sentido, ese es el hecho, no se preocupe por los demás. Todo el mundo es una extensión de usted. La forma en que usted piensa, siente, y experimenta es exactamente la misma forma en que todos los demás están pensando, sintiendo y experimentando. La meta puede ser diferente, pero el mecanismo y el instrumento que usted usa para alcanzar su meta particular no es para nada diferente del que los demás usan para alcanzar las suyas. ¿Por qué debería tener un sentido la vida? Cuando un bebe llega al mundo está interesado en una cosa: sobrevivir. El instinto en el bebe de alimentarse, para sobrevivir, y para reproducirse parece ser la forma de la vida. I: Vivir en sí mismo no parece ser suficiente. Tenemos aspiraciones y metas, y sentimos que debe haber una forma de vida más sana y significativa. UG: En vez de vivir, están obsesionados con la pregunta, "¿Cómo voy a vivir?" Ese dilema es puesto en nosotros por nuestra cultura, y es la responsable de muchos de nuestros problemas. Debido a que están muertos, sin vivir lo que llamamos vida, están preocupados por COMO vivir. Si tienen éxito en liberarse de la idea de vivir de alguna forma una vida más significativa, noble y mejor, reemplazarán esa creencia con otra.


Ustedes tienen que enfrentar el hecho de que no saben nada de la vida y de cómo vivirla. I: A pesar del hecho de que no estamos vivos, nos aterra la muerte. UG: El cuerpo responde a la vida que lo rodea: el latido del corazón, los distintos procesos fisiológicos, el latido de la vida, todo indica la presencia de la vida. Cuando esos procesos cesan sucede lo que llaman muerte física. Luego observamos al cuerpo descomponerse en sus elementos constitutivos, para asumir después nuevas y diferentes formas de vida. Pero esta continuidad de la vida en nuevas formas es muy poco consuelo para ustedes, pues quieren continuar en la forma actual, incluso con el dolor. Si entierran el cuerpo, los gusanos tienen su día de fiesta. Si lo tiran al río, los pescados tendrán una tertulia. Esa vida continuará no importa cómo. Pero ustedes no estarán allí para experimentar la muerte. Solo hay muerte en un sentido clínico. I: Si no estoy realmente vivo, si no puedo conocer la muerte, si en realidad no doy ni un centavo por la sociedad, si mi vida carece de todo sentido, si mi autoconocimiento que tanto me costó ganar es una expresión de mi ignorancia, entonces lo que considero la realidad es sólo una proyección de mi propia mente... UG: ¿Adónde ve usted la mente de la que habla? ¿Me la puede mostrar? No existe tal cosa como mi mente y la suya. La mente está por todas partes, como el aire que respiramos. Hay una esfera del pensamiento. No es nuestra y no es mía. Está siempre aquí. El cerebro actúa como una antena, tomando y eligiendo qué señales desea usar. Eso es todo. Uno usa las señales para comunicarse. Primero, uno tiene que comunicarse con uno mismo. Comenzamos cuando niños a nombrar todas las cosas una y otra vez. Comunicarse con otros es un poco más complejo y viene después. El problema, o la patología si se quiere, surge cuando ustedes constantemente se comunican consigo mismos, más allá de alguna demanda que requiera pensar. Están todo el tiempo comunicándose consigo mismos: "Soy feliz... No soy feliz... ¿Cuál es el significado de la vida?..." etc. Si esa comunicación incesante dentro de usted no está, usted no está allí de la manera en que se conoce y se experimenta a sí mismo. Cuando ese monólogo interno no está más allí, la necesidad de comunicarse con otros está ausente. Así que sólo se comunican con otros para mantener esa comunicación que están teniendo con ustedes mismos, vuestro diálogo interno. Esta clase de comunicación es posible tan solo cuando confían en y utilizan la inmensa totalidad de los pensamientos pasados por los hombres de generación en generación. El hombre ha aprendido mediante el proceso de la evolución a buscar en este depósito pensamientos cada vez más veloces, sutiles y refinados que el resto de los animales. Ellos tienen instintos poderosos. Mediante el pensar el hombre se ha permitido a sí mismo sobrevivir más eficientemente que las demás especies. Esta habilidad del pensamiento para adaptarse es la maldición del hombre. I: Ya sea que lo atribuyamos a la sociedad, los genes, la evolución o la influencia de las estrellas, todo termina en lo mismo: estamos profundamente condicionados y necesitamos liberarnos de ese condicionamiento para poder funcionar naturalmente y libremente. Esto es obvio, ¿no es así?


UG: Para mí no es obvio en absoluto. Es sencillamente imposible que sean sin el condicionamiento. No importa lo que hagan, están condicionados. El "descondicionamiento" del cual los gurus espirituales están hablando, es un fraude. La noción de no estar condicionado, de 'descondicionarse' uno mismo, es solamente otro artículo a la venta en el mercado del negocio sagrado. No tiene validez. Ya lo descubrirán. Cualquier cosa que hagan es condicionamiento. Descondicionarse uno mismo no tiene sentido. De lo que tienen que liberarse es del mismo deseo de liberarse del condicionamiento. El condicionamiento es inteligencia, la habilidad de responder adecuadamente al ambiente. Esto no tiene relación alguna con vuestras fantasías, ideaciones, y maquinaciones, las cuales ustedes creen que son el resultado de la inteligencia. I: Si el cuestionar, el auto-conocimiento, y el descondicionamiento no me ayudan a resolver mi dilema básico, entonces tal vez la ciencia pueda ayudarme a través de las técnicas para extender la vida o la ingeniería genética... UG: Incluso la ingeniería genética que los científicos están permitiendo no será para el beneficio de la humanidad. Si tienen éxito, se la pasarán al estado. El estado la utilizará para controlar todo y a todos. El lavado de cerebros, lo cual requiere siglos, sería obsoleto. Mediante una simple inyección de sustancias desarrolladas genéticamente, el estado podría convertir a sus ciudadanos en soldados sanguinarios, burócratas estúpidos, o el tipo que desee. I: Tal vez lo estemos complicando. ¿Podría ser que simplemente seamos todos tan superficiales en el pensar, que lo que nos falte sea suficiente visión y enfoque mental? UG: Olvídelo. En cualquier caso sus acciones deberán ser destructivas para los intereses últimos del hombre, porque habrán nacido del pensar, lo cual es algo muerto. Forzar la vida para que encaje en vuestras ideas y suposiciones muertas es vuestra dificultad básica. Todo lo que apoyan, todo en lo que creen, todo lo que experimentan, todo a lo que aspiran es el resultado del pensamiento. Y el pensamiento es destructivo porque no es nada más que un mecanismo de protección, programado para proteger sus propios intereses a toda costa. Como sea, ¿existen los pensamientos? ¿Están ustedes pensando ahora? No tienen forma de saberlo. I: Pero es una tarea superhumana comprender por completo el pensamiento, ¿no es así? Todas las religiones y las filosofías importantes han puesto frente a nosotros un figura más o menos superhumana que ha de alguna forma trascendido el mundo relativo - el mundo del pensamiento si se quiere - y ha alcanzado mayores alturas. Pero nosotros somos hombres ordinarios incapaces de realizar acciones colosales, sin miedo, intrépidas. UG: Si usted está libre de la meta del superhombre 'perfecto', 'endiosado', o 'verdaderamente religioso', entonces eso que es natural en el hombre comienza a expresarse a sí mismo. Vuestras culturas religiosa y secular han puesto frente a ustedes el hombre o la mujer ideal, el ser humano perfecto, y entonces tratan de encajar a todos en ese molde. Eso es imposible. La naturaleza está ocupada creando individuos absolutamente únicos, mientras que la cultura ha inventado un mismo molde al cual todos tienen que adaptarse. Es algo grotesco.


I: ¿De manera que usted no es un hombre perfecto como algunos sostienen? UG: Desearía saberlo, pero no quiero preocuparme por eso. ¿A quién le importa? Yo no tengo forma de saberlo, y si lo supiera, sería una tragedia para el mundo. Ellos me harían un modelo y tratarían de vivir de una cierta manera, creando un desastre para la humanidad. Ya tenemos suficientes gurus, ¿para qué sumar uno más? I: Si usted no es un maestro, un gurú de alguna clase, ¿entonces por qué nos habla? Nos da la impresión de que está dando algún tipo de instrucción, que está expresando una enseñanza que puede serle útil a la humanidad. UG: Tan sólo estoy cantando mi canción, y luego me voy. Si alguien me escucha o no me escucha, no es algo que me concierna. Yo no considero ninguna situación hipotética. Si nadie viene a hablar, está muy bien para mí. Créame, el que yo esté hablando es tan sólo incidental, no está dirigido a liberar a nadie. He venido a esta área desde hace treinta años. Si usted no está aquí, quizás miraría la TV, o leería novelas policiales - es todo lo mismo para mí. No estoy vendiendo nada. Es así. Tan sólo estoy señalando que si seguimos así toda la ingeniería genética terminará en manos de los sistemas políticos y será usada para controlar totalmente y subyugar al hombre. I: Si este peligro es en realidad tan inminente, entonces es urgente que otros "tropiecen" con sus estados naturales, tal como indicó que le sucedió a usted, si no por otra razón, para probar la existencia de una alternativa al totalitarismo genético. ¿Estaría de acuerdo con esto? UG: No. Este estado natural no puede utilizarse para apadrinar ninguna cruzada. Ni tampoco estoy interesado en ponerme como un arquetipo o profeta para la humanidad. No estoy interesado en satisfacer la curiosidad de nadie. Los científicos están haciendo tremendos avances en los campos de la microbiología y la fisiología de las glándulas y el cerebro. Pronto tendrán suficiente sofisticación en esas áreas para comprender la mutación fisiológica que tuvo lugar dentro de mí. Yo personalmente no puedo hacer ninguna afirmación definitiva excepto decir que todo el mecanismo es algo automático. La interferencia del pensamiento no está más aquí. El valor del pensamiento es funcional, nada más. Opera temporalmente cuando hay una demanda del ambiente, pero no puede actuar en la dirección de devenir en algo o cambiar las cosas. Eso es todo. Eso es energía, una energía que puede hacer el funcionar en este mundo de manera sana e inteligente una cosa fácil. Ahora ustedes están gastando esa energía tratando de ser algo distinto a lo que de hecho son. Entonces tendrán una certidumbre que no puede ser transmitida por mí ni por nadie. Yo he descubierto por y para mí mismo, que lo que nos han contado sobre la libertad, la iluminación y Dios, es falso. Ningún poder en el mundo puede tocar esto. Esto no me hace superior. Nada que ver. Para sentirse superior o inferior uno debe separarse a sí mismo del mundo. Yo no veo al mundo como algo separado de la manera en que ustedes lo hacen. El conocimiento que tengo sobre el mundo entra en operación cuando hay una demanda. De otra forma simplemente no sé. Vuestro estado natural es uno de no-saber.


I: Usted no reclama tener nada especial. Aun así quienes lo escuchan, incluido yo mismo, perciben seguridad y autoridad en lo que dice. ¿No indica esto que de hecho es un hombre libre? UG: El conocimiento de que uno es esto o aquello, de que uno es feliz, uno es infeliz, uno es un hombre realizado, uno no es un hombre realizado, está completamente ausente aquí. Usted, o yo, no tenemos forma de saber si somos hombres libres. Nada me dice que soy un hombre libre. En su caso el proceso de nombrar, el querer algo, de cuestionar, sigue y sigue sin importar qué suceda. Aquí el pensamiento sólo funciona por un estímulo desde el exterior. Incluso entonces la respuesta del conocimiento es instantánea, y vuelvo otra vez a ser como un gran signo de interrogación. Su demanda constante de experimentar lo mismo una y otra vez deviene en un pensamiento compulsivo y repetitivo. Yo no veo ninguna necesidad o razón para que el proceso repetitivo continúe por siempre. En mi caso no hay alguien separado de este funcionamiento, nadie que pueda dar un paso atrás y decir, "Esta es la realidad." No existe absolutamente nada como 'la realidad'. La realidad es impuesta sobre nosotros por la cultura, la sociedad, y la educación. No me malentiendan. El pensamiento tiene un valor funcional. Si no aceptamos el mundo tal cual se nos impone, terminaremos en el manicomio. Tengo que aceptar eso como un hecho relativo. De otra manera no hay forma de experimentar la realidad de nada. Es el pensamiento el que ha creado la realidad de su cuerpo, de su vida, de su sueño, de todas sus percepciones. Usted experimenta esta realidad mediante el pensar. De otra forma no tiene forma de saber por usted mismo que tiene un cuerpo, que está vivo, que está despierto. Todo eso es conocimiento. La realidad de cualquier cosa es algo que no puede ser experimentado por nadie. I: Hemos encontrado esta charla muy interesante. Muchas gracias. UG: A usted.

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LA MENTE ES UN MITO


Inquietantes Conversaciones con el Hombre Llamado U.G

Capítulo 5

Nosotros hemos creado esta sociedad selvática

Interlocutor: El otro día estaba leyendo su libro, U.G, y debo confesarle que me dejó la sensación de que todos sus argumentos al final no apuntan a la esperanza, sino a la inevitabilidad del sufrimiento humano y la desesperanza. ¿Es así? UG: Básicamente, no veo futuro para el hombre. No es que yo sea apocalíptico, sino que cualquier cosa que nazca de la división en el hombre terminará destruyéndolo a él y a los de su especie. Así que yo no sueño o espero un mundo pacífico. I: ¿Es así por lo inevitable de la violencia? UG: Porque lo inevitable de la guerra está en usted. Las guerras militares en el exterior son la extensión de lo que todo el tiempo está sucediendo dentro de usted. ¿Por qué hay una guerra en su interior? Porque busca paz. El instrumento que está usando en sus intentos por estar en paz consigo mismo es la guerra. Ya existe una gran paz en el hombre. No necesita buscar. El organismo está funcionando de una manera extraordinariamente pacífica. La búsqueda del hombre por la verdad nace de la misma búsqueda de paz, pero solo termina perturbando y violando


la paz que ya existe allí en el cuerpo. Así que lo que nos queda es la guerra dentro y fuera del hombre. Es una extensión de la misma cosa. Nuestra búsqueda de paz en este mundo, estando basada en la lucha, conducirá tan solo a la guerra, a la condenación del hombre. I: Muchas filosofías, incluyendo el Marxismo, dicen que la guerra y el conflicto son inevitables. UG: Es verdad, son inevitables. Los marxistas y otros sostienen que, a través del conflicto, aparece la antítesis, y así sucesivamente. Esas son invenciones filosóficas diseñadas para darle a la vida cierta coherencia y dirección. Yo, por el contrario, mantengo que la vida puede haber comenzado arbitrariamente, puede haber surgido por accidente. Los esfuerzos del hombre para darle una dirección a la vida pueden terminar sólo en frustración, porque la vida no tiene ninguna dirección. Pero esto no implica que los misiles estén en el aire, que el día final esté a la vuelta de la esquina. El instinto del hombre por sobrevivir tiene raíces muy profundas. Lo que estoy diciendo es que toda esta dulce charlatanería acerca de paz, compasión, y amor no moviliza al hombre en absoluto. Es basura. Lo que mantiene a la gente unida es el terror. El terror de la mutua extinción ha tenido una influencia muy antigua sobre el hombre. Esto no es, por supuesto, ninguna garantía. No lo sé. I: Ahora el problema se ha incrementado mucho por el hecho de que nuestras tecnologías garantizan la extinción de todas las formas de vida, no sólo del hombre, si llegara a suceder que la guerra se desata a gran escala. UG: El día en que el hombre sintió esta auto-conciencia en él, lo cual lo hizo sentir superior a todas las demás especies del planeta, es el día en que se puso en camino hacia la completa y total auto-destrucción. Si el hombre fuera destruido, probablemente no se perdería nada. Desgraciadamente, los instrumentos de destrucción que ha sido capaz de desarrollar con los años se están volviendo cada vez peores, más y más peligrosos. Él se llevará todo consigo cuando se vaya. I: ¿De dónde viene esta urgencia básica de asumir el control sobre sí mismo y sobre el mundo? UG: Su génesis se encuentra en la idea de la religión de que el hombre es el centro del universo. Por ejemplo, los judíos y los cristianos creen que todo ha sido creado para el beneficio del hombre. Es por eso que el hombre no es más una parte de la naturaleza. Él ha contaminado, destruido, y matado todo, todo a cuentas de su pretender ser el centro del universo, de toda la creación. I: Pero el hombre debe pertenecer a algún lugar, seguramente, más allá de que sea o no el centro de la creación. La caída representa el comienzo, no el final del hombre. UG: La doctrina que nos habla de una Caída les conviene mucho a los cristianos, eso es


todo; no significa nada. Toda la tradición cristiana explota hasta el cansancio la idea del Pecado Original, resultando en masacres, derramamiento de sangre y tan increíble violencia. I: Bueno, las filosofías orientales hablan de un "centro de quietud" que puede ser hallado en la meditación... UG: Yo cuestiono la existencia, la idea básica del 'yo', la mente, o la psiquis. Si usted acepta el concepto del 'yo' (y es un concepto), está libre para ir y buscar autoconocimiento. Pero nunca cuestionamos la idea del 'yo', ¿o sí? I: ¿Qué es este 'yo' del que usted habla? UG: Usted está interesado en eso, no yo. Sea lo que fuera, es lo más importante para el hombre en tanto está vivo. I: Yo existo, de esa forma, yo soy. ¿Es eso? ¿Descartes? UG: Ustedes nunca han cuestionado lo que se asume en esa frase. Es decir: Yo pienso, entonces, yo soy. Si usted no piensa entonces nunca se le ocurre que está vivo o muerto. Puesto que pensamos todo el tiempo, el mismo nacimiento del pensar engendra el miedo, y es a partir del miedo que toda experiencia surge. Tanto el mundo interno como el externo son producto del pensamiento. Todo lo que uno experimenta nace del pensamiento. Así que, todo lo que uno experimenta, o puede experimentar, es una ilusión. La auto-absorción en el pensamiento da origen a un 'auto-centramiento' en el hombre; eso es todo lo que hay allí. Todas las relaciones basadas en eso crearán inevitablemente desgracia para el hombre. Esas son relaciones falsas. En lo que a usted le concierne, la relación no existe. Y, sin embargo, la sociedad demanda no solo relaciones, sino relaciones permanentes. I: ¿Se considera un existencialista? UG: No, no piense que podrá ponerme una etiqueta. Los existencialistas hablan de desesperanza y absurdidad. Pero ellos nunca se han enfrentado con la desesperanza o la absurdidad. Desesperanza es una abstracción para ellos. I: ¿Y que con angustia? ¿Ansiedad? ¿Nausea? ¿Qué sentía Raskalnikov sino desesperanza? UG: Esos son conceptos abstractos sobre los cuales ellos construyeron una tremenda estructura filosófica. Eso es todo. A lo que yo me refiero cuando hablo de actividad autocentrada es a un mecanismo autónomo, automático de auto-perpetuación, completamente diferente de eso acerca de lo cual ellos teorizaron. I: ¿Quiere decir que el 'yo' sobrevive a la mortalidad? UG: No. No existe ningún 'yo' aquí, así que ¿cómo puede surgir la idea de inmortalidad, del más allá?


I: ¿Cuál más allá? ¿Hay un más allá? UG: Es la mortalidad lo que crea la inmortalidad. Es lo conocido lo que crea lo desconocido. Es el tiempo el que crea lo intemporal. Es el pensamiento el que creó el estado de ausencia de pensamientos. I: ¿Por qué? UG: Porque el pensamiento en su naturaleza tiene una vida muy corta. De manera que cada vez que un pensamiento nace, usted nace. Pero ustedes han sumado a eso la demanda constante de experimentar lo mismo una y otra y otra vez, dándole de esa forma una falsa continuidad al pensamiento. Para experimentar algo necesitan conocimiento. Conocimiento es la completa herencia del los pensamientos, los sentimientos y las experiencias del hombre, pasados de generación en generación. Tal como todos respiramos del mismo depósito de aire, así también nos apropiamos y utilizamos los pensamientos de la esfera del pensamiento que está todo alrededor, con el propósito de funcionar en este mundo. No hay nada más que eso. La insistencia del hombre de que el pensamiento debe ser continuo traiciona la naturaleza del pensamiento, el cual tiene una vida muy corta. El pensamiento ha creado para sí mismo un destino separado. Ha tenido éxito en crear para sí mismo una existencia paralela separada. Postulando lo desconocido, el más allá, lo inmortal, ha creado una forma de continuar. No existe lo intemporal, tan solo el tiempo. Cuando el pensamiento crea el tiempo, se crea un espacio allí; de manera que el pensamiento es también espacio. El pensamiento también crea la materia; sin pensamiento, no hay materia. El pensamiento es una manifestación o expresión de la vida, y hacer de él una cosa separada, imprimirle una vida propia, y luego permitirle crear un futuro para su propia continuidad, es la tragedia del hombre. I: Pero si el pensamiento puede crear materia, ¿cómo explica fenómenos como el de Sai Baba haciendo aparecer relojes de la nada? UG: Es sencillamente imposible. Sai Baba es un mago. Él solía hacer aparecer relojes suizos. Pero después de que el gobierno de la India estableció una tasa de importación para los relojes suizos, él muy pronto empezó a sacar relojes hechos en India. Yo vi un hombre en televisión el otro día, que hacía desaparecer un avión delante de tus ojos. Sai Baba hace aparecer un reloj. Se lo da a un discípulo honorable, pero es él quien recibe todos los aplausos y el prestigio. Todo parece legítimo, pero son artimañas. A mí me hacen gracia esas cosas. ¿Cómo lo pueden tomar en serio? I: OK, entonces ¿qué toma en serio usted? ¿La vida? ¿La muerte? ¿La vida extraterrestre? UG: No creo que esta clase de vida exista en alguna otra parte, en algún otro planeta. No estoy diciendo que no pueda haber vida en otros mundos; tan solo que no es como nuestra existencia aquí. Vuestras especulaciones sobre otras formas de vida y otros mundos es solo un deseo de extensión ilimitada en el futuro y lugares lejanos. El pensamiento está tratando de darse continuidad, y las especulaciones sobre el futuro y mundos inexplorados son una manera muy conveniente de hacerlo. Vuestro pensar determina de qué se pueden volver conscientes; punto.


I: Todo esto es muy similar a lo que está diciendo J. Krishnamurti. Él dice que el conocimiento acumulado del hombre se vuelve tradición, asumiendo una continuidad y una legitimidad propia. ¿No cree usted esto? UG: No. No veo como lo que estoy diciendo puede siquiera acercarse a su línea de pensamiento. Él habla de "atención pasiva," viajes de descubrimiento, transformaciones psicológicas, abre escuelas e inaugura fundaciones. Esas actividades no liberan, sino que perpetúan el movimiento del pensamiento y la tradición. I: ¿Hay alguna libertad de pensamiento? ... ¿alguna libertad para el hombre? UG: No, no hay libertad de acción para el hombre. No estoy hablando de alguna filosofía de resignación cataclista, determinista. Pero... I: ¿No hay salida? ¿Ni siquiera contemplando el propio ombligo? ¿Ni siquiera meditando? ¿Ni siquiera por el despertar del kundalini? ¿Ni siquiera conquistando la ilusión? UG: No. Pueden intentar toda clase de cosas, pero no ayudará. Lo único que lograrán será crear perturbaciones dentro del cuerpo, perturbando la armonía que ya hay allí. Provocando extrañas alucinaciones y cambios metabólicos anti naturales ustedes sólo lastiman al cuerpo. Eso es todo lo que hay. No hay nada que puedan hacer para revertir esto, para cambiar de dirección. I: ¿Ni siquiera un apartarse de la tradición, aunque sea temporalmente? Si uno pudiera divorciar las acciones del pensamiento, uno podría actuar sin culpa, y sin preocuparse de las consecuencias de las propias acciones. La acción quedaría libre para hacer cosas nuevas y creativas tal vez. UG: ¿Para qué? ¿Para poder descubrir la propia energía subterránea? La realidad inducida por el pensamiento no puede ser negada; está aquí. I: Algunos sabios y videntes han insistido en que hay ciertos centros sutiles de energía dentro de uno que pueden ser liberados mediante determinadas prácticas religiosas, incluyendo la concentración de la mente en, precisamente, nada. UG: Para concentrarse o enfocar la atención en algo usted tiene que eliminar las demás cosas. Concentrándose en lo que usted considera que es 'nada', usted se aparta y se separa a sí mismo de la vida que fluye dentro y alrededor suyo. Usted es parte de un campo magnético generalizado y lo que lo separa de los demás es el pensamiento. Usted se preocupa tan solo por su felicidad e infelicidad, por la cámara de video a la que está conectado. I: ¿No es eso inevitable dado que cada uno vive un mundo subjetivo, no viendo el mundo "objetivo" como realmente es? Cuando cada uno de nosotros mira, digamos, esa mesa de allí, cada uno ve algo diferente. Y pasa lo mismo con todos los demás objetos. UG: La mesa no es un objeto en absoluto.


El asunto es el hecho de que uno reconoce la mesa como mesa. No tiene importancia, como los filósofos parecen creer, el que usted y yo miremos la silla desde puntos ligeramente diferentes y así la interpretamos diferente. Tampoco importa si la silla sigue allí después de que yo me vaya. Los filósofos nunca la terminan con eso. Es absurdo. Uno ve y experimenta las cosas desde un punto diferente de los demás, eso es todo. Ustedes creen que están teniendo una experiencia subjetiva de una cosa objetiva. No hay nada allí, tan sólo vuestros datos experimentales relativos, vuestra verdad. No existe absolutamente ninguna verdad objetiva. No hay nada que exista "fuera" o más allá de nuestras mentes. I: ¿Vale eso en el caso del otro? ¿Es su existencia tan solo dependiente de mi actividad mental? ¿Es la esposa o el vecino tan sólo un fenómeno infra-psíquico? UG: Dado que asumo que "yo" existo, él también existe. Pero yo estoy cuestionando esto. ¿Tengo alguna forma de experimentar el hecho de mi existencia? Realmente no tengo forma de darme cuenta si estoy vivo o muerto. Podría ir con un doctor que me examine, me tomaría la temperatura, el pulso, la presión sanguínea, y me dirá que todo está normal. En ese sentido uno es un ser vivo, animado, con respecto a los objetos inanimados de los alrededores. Pero uno no tiene en verdad ninguna forma de experimentar por sí mismo el hecho de que es un ser vivo. I: Por supuesto que puede: si se corta, sangra y experimenta dolor; si se casa, sufre [Risas]... UG: Si, pero hay dos cosas. Está el cuerpo que siente dolor y el conocimiento diciéndole a uno, "Esto es sangre," "Esto es dolor," "Esta es la terminación del dolor." Hay dolor, pero no hay nadie que sienta el dolor. No hay nadie hablando ahora. No estoy haciendo una afirmación mística cuando digo eso. Hablar es algo mecánico, como un reproductor de cintas. Sus preguntas originan ciertas respuestas automáticamente. Lo que sea que haya aquí, sale, eso es todo. Porque usted está haciendo preguntas, las respuestas ya están allí. I: ¿Y qué hay con el amor, los sentimientos trascendentales, y las respuestas profundas a la belleza de la naturaleza? UG: ¡Ja! Todo ese típico material romántico. ¡Pura poesía! No es que yo tenga algo en contra del romanticismo o la poesía. En absoluto. Simplemente no significa nada. Usted en realidad no tiene forma de ver la puesta del sol porque usted no está separado de la puesta del sol, mucho menos escribir poesía sobre ella. Quieren compartir la experiencia que tienen, la extraordinaria experiencia que tienen cuando miran la puesta del sol. Usando la poesía, la música o la pintura como un medio, uno trata de compartir esa experiencia con otra persona. No hay más que eso. La verdadera puesta del sol está más allá de la estructura por la cual experimentan y tratan de capturar el mundo. El observador es lo observado. Uno no puede separarse de lo que ve. Al momento en que se separa de la puesta del sol, surge el poeta en usted. A partir de esa separación, poetas y pintores han tratado de expresarse a sí mismos, para compartir


sus experiencias con otros. Todo eso es cultura. La cultura induce sus propias respuestas. No hay nada más aparte de eso. I: ¿Qué pasa con el aborigen, que no fue tocado por la civilización, no fue expuesto a la cultura compleja, como usted y yo la conocemos, y responde a una bella puesta del sol? ¿Cómo explica eso? UG: Vea, todo depende de lo que entendamos por cultura. La parte de la cultura que le promete paz, dicha, cielo, moksha, e inegoísmo es el problema. Separar el resto de la cultura - como se entretiene, como se alimenta, sus hábitos de trabajo, el lenguaje - de esta contra-realidad creada por la cultura es un error. Los así llamados salvajes funcionan exactamente de la misma forma en que nosotros lo hacemos hoy. Básicamente, no hay diferencia. Tanto en las culturas primitivas como en las modernas no hay paz. I: Así que su mensaje es que el hombre no puede estar en paz consigo mismo. ¿Es eso lo que quiere decir? UG: No. El hombre ya está en paz consigo mismo. La idea de que hay paz en algún otro lugar, en algún momento del futuro, está causando el problema. Todas estas experiencias religiosas como la compasión, la dicha, y el amor son parte del anhelo de una paz inexistente, lo cual es destructivo para la paz natural que ya hay en el cuerpo. I: No paz. No religión. No compasión. No esperanza. ¿Con qué nos deja eso UG? UG: Con nada. Yo estoy cuestionando la totalidad de la experiencia espiritual. Eso es lo que estoy tratando de arrancar. I: ¿Y qué con los rituales bellos, antiguos y elaborados que representan un papel tan importante en nuestras experiencias religiosas? ¿Tienen alguna relevancia o significado en nuestras vidas? UG: El hombre siempre ha querido entretenerse con una cosa o la otra. Los rituales le han proporcionado el suficiente entretenimiento durante muchos años, y ahora fueron reemplazados por películas, videos, televisión, circos, charlas de J. Krishnamurti, y todos los demás. Hay tantos hoy en día... Cada uno está tratando de vender su propia marca de cigarrillos, su propio producto. Nosotros queremos eso. Hay un mercado para esos artículos espirituales. Es por eso que alguien los está vendiendo. Nadie puede venderme esa clase de mercancía porque no estoy interesado en eso. Otros tal vez. I: De acuerdo, pero ¿en que se interesa usted? ¿Qué lo hace desear seguir viviendo? UG: Cualquier cosa. Lo que sea que esté sucediendo en el momento es todo lo que hay para mí. I: Vamos... Usted es una persona del aquí y ahora, ¿es eso? UG: No. Explicarlo de esa forma es muy engañoso. Yo no sé como explicarlo.


Mire, yo leo libros de ciencia ficción. ¿Por qué? Porque allí hay acción. No estoy interesado en el desenlace en absoluto, tan sólo en lo que va sucediendo. Es como un striptease. Es el proceso el que encuentro interesante, no el final. ¿A quién le importan los finales? De manera similar, todos los 'ayeres', todo el conocimiento, y el mismo sentimiento de 'yo' son cosas muertas del pasado. Esos recuerdos tienen un gran contenido emocional para ustedes, pero no para mí. Estoy interesado tan solo en lo que está sucediendo ahora, no mañana ni pasado mañana. I: Sin los recuerdos del ayer recargados emocionalmente ni la promesa del mañana, queda poco espacio para la esperanza, ¿no es así? UG: Para mí no hay presente tampoco, mucho menos futuro. Lo que hay es solo el pasado, nada más. Así que su frase "el aquí y ahora" no significa nada para mí. En este momento sólo está en operación el pasado. No sé si soy claro. Si lo reconozco a usted y tenemos una conversación, es sólo el pasado el que está en operación. Yo estoy mirando las cosas. Si reconozco y nombro esas cosas, el pasado está operando. Está proyectando lo que conoce. El futuro, aunque indeterminado, es una continuidad modificada del pasado. Así que ¿qué es este "ahora" del que usted está hablando? Este momento no existe. Este momento no es algo que pueda ser capturado, experimentado, o expresado. Al momento en que capturan lo que piensan de este momento ya lo han hecho parte del pasado. Todo esto implica que nunca podemos tocar el mismo lugar al mismo tiempo y lugar. Esto es como dos máquinas grabadora en una habitación reproduciéndose las mismas viejas cintas, la una a la otra. Uno no tiene forma de comunicarle nada a nadie. No existe la comunicación en absoluto. Y cuando esto es comprendido muy claramente no hay ninguna necesidad de comunicación. I: Lo que significa que todo intento del hombre por predecir o prever el futuro está condenado desde comienzo, ¿no es así? Todo este hablar acerca de comunicar información, compartir conocimiento, e intercomunicarnos ¿son puras tonterías? UG: Si, así es. Por esta razón toda libertad de acción está prohibida para el hombre. Usted puede preferir un tipo de música o comida sobre otro, pero eso sólo refleja su particular trasfondo y cultura. I: Si lo que está diciendo es verdad, entonces nadie tiene libertad de acción, porque todo lo que uno haga tiene una causa, y todas las causas tienen una causa final. UG: ¡Aja! ¿Por qué asume que todo tiene que tener un comienzo, una causa última? Causa y efecto pueden ser sólo algo ocasional. Puede que las cosas sólo sucedan. Todo el proceso de la evolución podría ser sólo otro suceso, un hecho sin causa. ¿Por qué insisten en que todo tiene que tener un creador, que todo esto tiene que haber brotado de una causa última? I: La evidencia científica más reciente sugiere que todo comenzó con una gran explosión [Big Bang]. Incluso las explosiones tienen un comienzo. Las cosas no explotan porque si...


UG: Eso es lo que usted presume. Podría no haber ningún Big Bang. Ellos usan ese término en oposición al concepto de la creación de forma estable. Así que esas son dos teorías tratando de establecerse a sí mismas como verdaderas. Cada una compite con la otra, tratando de presentarse como la más plausible de las dos. I: Pero seguramente esta es la forma en que las nuevas ideas nacen y se prueban dentro de la comunidad racional. Es una cosa sana, no algo patológico, buscan la verdad y el conocimiento. Es algo bueno de y por sí mismo. UG: No estoy en contra del método científico per se. Lo que estoy señalando es el hecho de que no existe tal cosa como "pura" búsqueda de conocimiento, o el conocimiento por sí mismo. No es tan inocente. El conocimiento es buscado, científicamente o de otra forma, porque da poder. El amor es una invención de la época, usada para reemplazar al poder. Puesto que han fallado en todas las otras formas, mediante cualquier otro método, en adquirir ese estado del ser todopoderoso, han inventado lo que llaman amor. I: ¿De manera que amor es sólo otro nombre para el juego del poder? ¿Es eso lo que quiere que creamos? UG: Exactamente. I: ¿Y qué con la clase de amor que practica la Madre Teresa? ¿Y la compasión? UG: Todos nacen del estado de conciencia fragmentada en que se encuentra el hombre. Al final terminarán traicionando la misma causa por la que trabajan y mueren. La gente alrededor de la Madre Teresa está utilizando su fama para obtener capital. Todo lo que les interesa ahora es el dinero ¿sabe?, para sustentar su trabajo. ¿Por qué tienen todas esas cosas que ser institucionalizadas? Usted ve alguien con dolor, hambriento. Responde a él. Eso es todo. Así que, ¿por qué habría de institucionalizarse eso? Corrompen ese sentimiento, la respuesta inmediata, la cual no es sólo un pensamiento o una emoción lastimera, cuando tratan de institucionalizar la generosidad y la empatía. Es la respuesta inmediata a la situación lo que cuenta. I: La institucionalización es el intento por hacer continua y predecible, una situación que sucede una vez, una respuesta que se da una sola vez. Un solo acto de buen samaritano se convierte en una forma de mirar y hacer las cosas generalmente. 'Amad a vuestro semejante' se vuelve un hecho cuando todos lo hacen como algo normal, no como resultado de actos de compasión aislados. UG: Yo no veo eso como compasión. Eso es lo único que uno puede hacer en una determinada situación, y eso es todo. Los animales se ayudan entre sí a un grado inimaginable. Los seres humanos se ayudan entre sí naturalmente. Cuando la institucionalización embota la sensibilidad natural, yo digo que no es compasión. Todos los hechos en mi vida son independientes entre sí. No hay nada allí que los hilvane o los institucionalice. I: ¿Es por eso que enfáticamente se rehúsa a que difundan sus puntos de vista?


UG: Primero que nada, yo no tengo puntos de vista. Vea, ellos quisieron que vaya a la televisión en los Estados Unidos. Tienen un programa llamado, "Punto de Vista." Yo les dije "no tengo punto de vista." No tengo ningún mensaje para la humanidad, ni tengo tampoco ningún entusiasmo misionero. Yo no soy un salvador de la humanidad, ni nada por el estilo. Las personas vienen. Por qué vienen no me concierne. Vienen por voluntad propia porque han escuchado de mí o simplemente por curiosidad. Eso no importa. Una persona puede venir aquí por un variado número de razones. Me encuentra de alguna forma diferente, un pájaro raro, y no puede entenderme o encuadrarme en ningún contexto que conoce. Les cuenta a sus amigos, y pronto ellos llegan a mi puerta. Yo no puedo decirles que se vayan. Los invito a que pasen, sabiendo muy bien que no puedo hacer nada por ellos. ¿Qué puedo hacer por usted? "Pase, tome asiento, póngase cómodo," es todo lo que puedo decir. Algunas personas graban nuestras conversaciones. Son sus asuntos, no los míos. Lo que se llevan es propiedad de ellos, no mía. No estoy interesado en hacerme las preguntas que a ustedes les interesan. No tengo ningún tipo de preguntas, excepto las que me ayudan a funcionar en el diario vivir: "¿Qué hora es?" "¿Dónde está la parada del autobús?" Eso es todo. Esas son preguntas simples que son necesarias para funcionar en una sociedad organizada. De otra forma, yo nunca pregunto nada. I: ¿Le parece que esta sociedad está realmente organizada? UG: Esto es una selva que nosotros hemos creado. Uno no puede sobrevivir en este mundo. Incluso si trata de arrancar una fruta de un árbol, el árbol pertenece a alguien o a la sociedad. Así que hay que volverse una parte de la sociedad. Es por eso que yo siempre digo que el mundo no me debe nada a mí. Si quiero disfrutar los beneficios de la sociedad organizada, tengo que contribuir con algo. Esta sociedad nos ha creado a todos. A la sociedad siempre le interesa el status quo, mantener su propia continuidad. I: La sociedad no me ha creado. Un simple acto de lujuria me creó. UG: Es cierto. Pero la lujuria nace del pensamiento de ese individuo que es una parte y una parcela de la sociedad. La información genética real, probablemente alojada en cada célula del cuerpo, también se transmite, y constituye la base de la conciencia. Lo que le interesa a la sociedad es que todos contribuyamos con la continuidad de la sociedad, que todos perpetuemos el status quo. La sociedad permitirá por supuesto ciertas pequeñas modificaciones, pero no más. Entonces, ¿qué aporta un hombre como yo a la sociedad? Nada. ¿Así que cómo puedo esperar algo de la sociedad? La sociedad no tiene por que mantenerme, no me debe nada. Por otro lado, lo que estoy diciendo es una amenaza para la sociedad tal cual está organizada actualmente. La forma en que estoy pensando, funcionando, y operando es una amenaza para la sociedad actual. Si me convierto en una amenaza, esta sociedad me liquidará. No estoy interesado en convertirme en un mártir ni nada. Eso no me interesa en absoluto. Así que, si ellos me dicen, "No hable," bien, no tengo que hablar.


I: ¿De manera que usted no tiene fe en el hombre, como J. Krishnamurti tiene? UG: No, no. En absoluto, en absoluto. Si esperan que sea un mártir para revitalizar la fe en ellos mismos, serán tristemente decepcionados. Es su problema, no el mío. Si me encuentran una amenaza para la sociedad, ¿qué puedo hacer? Me podrán torturar, como lo hacen en los países comunistas. ¿Y qué? ¿Seguiré hablando en contra del estado después de eso? Realmente no sé lo que haría. No consiento situaciones hipotéticas. I: ¿Tiene alguna opinión política? ¿Tiene algo que indicar acerca de la sociedad de aquí? ¿Cree en alguna forma de gobierno en particular, tomando alguna postura en asuntos políticos? UG: Tengo opiniones sobre cada maldita cosa desde enfermedad hasta divinidad porque adquirí todo este conocimiento con estudios, viajes, experiencia, y demás. Pero mis opiniones no son más importantes que las de la mujer que está allí limpiando y cocinando. ¿POR QUÉ debería dársele alguna importancia a mis observaciones y opiniones? Pueden decir que soy una persona muy culta, como resultado de mis lecturas, mis viajes, y mis conversaciones con intelectuales, científicos, y filósofos, tengo cierto derecho a expresar mis opiniones sobre todo. Pero nada de lo que diga o crea es importante. ¿Entienden eso? Todo lo que trato de señalar es que todo este conocimiento del que están tan orgullosos de demostrar no vale ni un maldito centavo. I: ¿Por qué el conocimiento tomó tanta importancia para nosotros? UG: Porque les da poder. Como dije al principio, el conocimiento es poder. Yo sé, usted no sabe. Yo tengo experiencias religiosas y usted no. Así que todo es el afán de estar por encima de los demás, es fanfarronería. I: ¿Contribuyó de alguna forma su pasado con la Sociedad Teosófica en su comprensión de la vida? Ya sabe, todo este asunto astral, la charlatanería de Blavatsky, la sodomía de Leadbeater, las típicas tonterías del circo Teosófico... UG: Lo que sea que me pasó no me pasó por, sino a pesar de eso. Y eso es un milagro. Realmente no sé. No soy un hombre humilde ni nada. Examinando lo que ocurrió, yo realmente no tengo forma de explicarle a usted lo que sucedió. Todo lo que sé es que estoy libre de mi pasado, y gracias al cielo por eso. I: Díganos, ¿qué piensa del 'sabio que camina solo', J. Krishnamurti, el hombre con el cual usted tuvo aquellas `peleas'? UG: Yo creo que él es un tremendo engaño. Eso es lo que tengo en contra de J. Krishnamurti. Él nunca ha sido claro. Si ustedes le preguntan por qué no ha sido claro, su argumento será que cualquier cosa que diga se volverá una autoridad para o en contra de él. Pero esa es una posición política que ha tomado. De hecho, él ya se ha vuelto una figura de autoridad para cientos y miles de personas.


I: ¿Y eso es algo en lo que usted no quiere convertirse...? UG: No. No quiero ser eso. Nunca. Para mí, todo el asunto apesta. I: Pero la oportunidad de influir a los hombres, de cambiar la historia... UG: No, jamás. Eso es lo que estoy diciendo... I: ¿Rechaza el utilizar el poder que tiene ahora, o es la idea, el principio mismo del poder sobre otros...? UG: Se trata de la comprensión; del conocimiento que ha surgido en mí. Yo no lo puedo comunicar, mucho menos recomendárselo a otros. I: Naturalmente. Pero si uno quisiera operar fuera del campo corrupto del juego del poder, ¿no debería uno ser verdaderamente honesto... ? UG: No. La humildad es un arte que alguien practica. No existe tal cosa como la humildad. En tanto usted sepa, no hay humildad allí. Lo conocido y la humildad no pueden coexistir. Al decir esto no le estoy dando una nueva definición de humildad. Yo creo que no existe tal cosa en absoluto. Simplemente no estoy en conflicto con la sociedad. Así que, crear el opuesto de la brutalidad en el mundo - la humildad - jamás se me ocurre. La sociedad no puede ser distinta de lo que es. Así que, puesto que no existe una demanda por cambiar algo en mí, tampoco existe la correspondiente demanda de cambiar la sociedad. No soy un reformador. No soy un revolucionario tampoco. De hecho, no existe tal cosa como la revolución. Todo eso es fraudulento. Es otra mercancía para vender en el mercado, para atrapar a los crédulos. I: En otras palabras, ¿no hay diferencia entre el mundo de Gandhi y el de Ho Chi Minh, o entre los valores que propagó el Cristo y aquellos por los que luchó Lenin? UG: Así es. Ninguna diferencia. I: Dígame algo. J. Krishnamurti me dijo durante una conversación que toda su visión del mundo sobrevive porque él mira la vida desde un punto de vista desapegado. No es el primero que dice esto. Muchos grandes hombres de la religión y el arte dijeron lo mismo. ¿Está de acuerdo en que ve más claramente porque se mantiene aparte? UG: ¿Krishnamurti dijo eso, o fueron sus seguidores? I: Él afirma no tener seguidores. UG: En primer lugar, yo no tengo una visión del mundo, ninguna estructura de pensamientos que pueda ayudarlos. I: Pero tal vez haya creado una estructura de pensamiento que lo ayuda a usted.


UG: A mí nada me ayuda. Esta certidumbre que tengo es algo que no puede ser transmitida a nadie más. Y no obstante esta certidumbre no tiene absolutamente ningún valor. I: ¿Cómo llegó a esta certidumbre? UG: Me tropecé con ella. Vea, mi formación fue en Madras, en el mismo tipo de ambiente que produjo a J. Krishnamurti. Yo fui rodeado de personas religiosas, toda clase de personas extrañas. Me di cuenta muy temprano que todos ello eran imitaciones cuyas vidas distaban millas de lo que predicaban. Así que el ambiente no sirvió de nada, en lo que a mí me concierne. Conozco todo acerca de esos salvadores, santos, y sabios. Todos se han engañado a sí mismos y estafaron a los demás. Pero usted puede estar seguro de que a mí no me va a estafar nadie. Yo estoy en una posición como para decir que TODOS ellos están equivocados. El "cambio", si esa es la palabra que quieren usar, que me ocurrió a mí es un hecho puramente fisiológico, sin ninguna connotación mística o espiritual. Cualquiera que le dé un tono religioso a cualquier suceso físico como este se está engañado a sí mismo y está engañando a toda la humanidad. Mientras más inteligente e ingenioso es uno, más exitoso será en persuadir a la gente. De manera que uno adquiere poder de la gente, y luego lo proyecta sobre otros. Uno obtiene un poder tremendo de sus seguidores, y luego lo proyecta otra vez sobre ellos. Entonces eso le da la ilusión a uno de que está afectando a todo su entorno. Luego es que uno sale con esas afirmaciones ridículas de que esto está afectando a la totalidad de la conciencia humana. En realidad, esto no tiene ningún contenido psicológico ni social. No es que yo sea antisocial. Como he dicho, no estoy en conflicto con la sociedad en absoluto. No voy a destruir todos los templos y las iglesias, ni a quemar ningún libro. Nada de eso. El hombre no puede ser otra cosa más que lo que es. Lo que fuere que sea, él creará una sociedad que lo refleje. I: De acuerdo, pero ¿cómo se encontró con semejante sabiduría? UG: ¡Aja! ¡Esa es la cuestión! I: Obviamente no la obtuvo por sentarse debajo de un árbol a la luz de la luna llena... UG: No, no hay nada que obtener... I: No me refiero a algo romántico, sino a esa certidumbre que usted tiene. Tiene una seguridad, eso es todo. Yo siento que ni yo ni los demás la tienen. Ni tampoco sé cómo obtenerla. UG: Usted tiene que encontrar su pregunta básica. Mi pregunta básica era: "¿Hay algo detrás de todas las abstracciones que los hombres santos me están inculcando? ¿Existe en verdad algo como la iluminación o la auto-realización?" Yo no quería la pregunta, tan sólo la tenía. Así que naturalmente tuve que experimentar. Probé tantas cosas, esto, aquello y lo otro por un tiempo. Entonces uno se da cuenta un día que no hay nada que encontrar ¡en absoluto! Uno los rechaza completa y totalmente. Este rechazo no es un


movimiento del pensar, no es una negación superficial. No se realiza para alcanzar u obtener algo. I: ... ¿como la necesidad de obtener algo espiritual...? UG: No hay nada que obtener. No hay nada que encontrar o descubrir. La comprensión de que no hay nada que comprender es todo lo que hay. Incluso eso es una afirmación que se deduce. En otras palabras, no hay nada que comprender. I: El hecho de que no haya nada que comprender es una seguridad para usted, pero no para mí. UG: Primero que nada, mire, usted no tiene el hambre, la sed para descubrir la respuesta a eso. Así que usted no puede hacer nada al respecto. Cualquier cosa que haga perpetuará eso, mantendrá al hambre aletargado. Lo que parece haber sucedido conmigo no es que el hambre se haya satisfecho ya sea con migajas o con el pan entero, sino que el hambre no encontró ninguna respuesta satisfactoria y se consumió a sí mismo. Todas las bebidas no ayudaron a calmar la sed. Pero de alguna forma en mi caso la sed se consumió sola. Yo soy un caso de agotamiento - pero no en el sentido en el que ustedes usan el término. Es una especie totalmente distinta de ser agotado. Lo que hay aquí ahora es algo vivo. No hay necesidad de comunicación, ninguna comunicación es posible en ese nivel. La demanda por saber, por estar seguro, ha desaparecido. I: No lo entiendo... UG: Es como los árboles ahí afuera. ¿Qué quieren hacer con los árboles? Ellos ni siquiera están conscientes de que son útiles a otras formas de vida, proveyendo sombra... Como el árbol, yo nunca soy consciente de que pueda ser de alguna utilidad a alguien. I: ¿No tienen ni siquiera un sentimiento honorable como el afecto por otro, amor, o incluso lujuria? ¿Nunca ha mirado a una mujer hermosa y deseado hacer el amor con ella? UG: El movimiento del deseo es tan rápido que no se detiene allí. Hay algo - yo no diría que es más interesante o más atractivo - pero cambia el movimiento y demanda total atención. Cualquier cosa que esté sucediendo en el momento demanda atención completa y total. En ese estado no hay más dos cosas - el amante y lo amado, el perseguidor y lo perseguido. Lo que usted llama 'una mujer hermosa' - lo cual es una idea - le da paso a alguna otra cosa. Y llega un momento en el que uno no puede amarla más en la forma en que lo hacía. I: ¿Quiere decir que cuando ve una mujer hermosa usted está totalmente involucrado sin tener que involucrarse? UG: El pensamiento de que ella es una mujer no está allí. Entonces la pregunta "¿Qué puedo obtener de esta mujer?", no está tampoco. Todo está constantemente moviéndose. Esto no tiene absolutamente ninguna connotación religiosa.


I: Olvídese de la religión. Estamos hablando de mujeres hermosas. Ellas lo afectan de una manera diferente, eso dice. Usted no demuestra la obsesión con el sexo que tantos de nosotros demostramos en compañía de mujeres hermosas. No obstante, usted es afectado. Yo estoy obsesionado con las mujeres hermosas y el sexo, y quiero reducir el impacto que tienen sobre mí. ¿Cómo puedo alcanzar cierta objetividad en el asunto, como usted parece tener? UG: Eso es algo demasiado grande como para que se preocupe. Por favor recuerde que... I: ¿No cree que un individuo que ha visto la luz debería iluminar el camino a los demás? ¿No siente ningún sentido de responsabilidad por sus hermanos? ¿No le corresponde compartir con el mundo la verdad con la que se ha "tropezado"? UG: No. Yo no tengo forma de transmitirlo y ustedes no tienen forma de conocerlo. I: De acuerdo, ¿pero no desea inspirar al mundo que lo rodea? UG: La inspiración es algo sin sentido. Hay tantas cosas y personas que nos inspiran, pero las acciones que nacen de la inspiración carecen de valor. Personas perdidas y desesperadas crean un mercado para la inspiración. Así que, yo no estoy interesado en inspirar a nadie. Toda la acción producto de alguna inspiración eventualmente lo destruirá a usted y a su especie. ¡Es un hecho! I: ¿Hay alguna forma de evitar eso? ¿No es la vida la única que puede solucionarlo todo? UG: ¿Qué es lo que quiere evitar? En usted nacen el amor y el odio. No quiero decirlo de esa forma porque amor y odio no son los puntos opuestos del mismo espectro; ellos son exactamente la misma cosa. Son más cercanos entre sí que primos hermanos. Si no consigue lo que espera del así llamado amor, lo que hay allí es odio. Puede que no le guste que use la palabra "odio", pero es apatía e indiferencia hacia los demás. Yo creo que el amor y el odio son la misma cosa. Les digo esto a todas las personas dondequiera que vaya, por todo el mundo. I: Todos los años usted pasa cuatro meses en América, cuatro en India, y cuatro en Suiza. Eso es peligrosamente parecido a los planes de viaje de J. Krishnamurti, ¿no es así? Él sigue una ruta casi idéntica año tras año. UG: Yo no sé por qué él está haciendo eso. Es el clima el responsable de mis movimientos. Cuando hace calor en la India, me voy a Suiza. Cuando se pone demasiado frío en Suiza, me mudo a California, luego vuelo a la India. Todo el asunto Krishnamurti ya no me interesa. I: Quizás. Pero usted debe haber observado todo eso muy cuidadosamente porque fue parte de eso durante mucho tiempo. Todos están enterados de su pasado interés en J. Krishnamurti, y el hecho de que eventualmente terminara con él.


UG: En los primeros días él no tenía una organización inmensa como tiene ahora. Era una simple y pequeña organización publicando algunos libros, eso era todo. Viajaba un poco y daba charlas públicas, organizadas por algunos amigos. Nada más. Pero ahora es un asunto de empresas, una industria creciente como cualquier otro negocio. Esa clase de organización que él tiene ahora, con propiedades, consejo de administradores, bóvedas con cintas de video aseguradas, millones de dólares, todo en contra de su enseñanza básica: que no se puede organizar la verdad. Él no debería estar construyendo un imperio en el nombre de la espiritualidad. I: ¿Se ha reunido alguna vez con alguno de los "hombres santos" de la India? Ya sabe, los famosos que están haciendo dinero rápido en el negocio sagrado. UG: No, nunca he sido un comprador. Me encontré un par de minutos con algunos de ellos en mis viajes, eso es todo. Lo que soy es producto de mi propio esfuerzo. Yo aprendí todo sobre mí mismo por mí mismo. Tanto la escuela de pensamiento secular como la espiritual me irritan. En ese sentido, los gurus y los hombres santos no me interesan en absoluto. Ahora los hemos exportado a los Estados Unidos y a Europa. Ellos tienen los propios también... I: Si. El reverendo Moon, Jim Jones, una galería de sinvergüenzas... UG: Y ahora hay otro Jones: Da Jones, "aquel que da" en Sánscrito. Cualquier atorrante santo es bienvenido allí, ya sea que venga de Indonesia, de Japón, de la India, o de Nepal. Si se vuelven lo suficientemente populares en occidente, si hacen el suficiente revuelo, nosotros los traemos de vuelta a la India. Es similar a como las mujeres de la India traen de vuelta saris desde occidente y los usan acá. ¡Pagan hasta tres veces el precio allá! I: ¿Conoció a Maharshi Yogi en Suiza? UG: No, nunca. No salgo de mi habitación, así que no podría decir. No estoy en contacto con lo que sucede aquí en India. No me preocupo por los periódicos locales, así que no los leo. Los sucesos actuales de este país no me interesan, ya sabe, porque cualquier cosa que suceda aquí no tiene ningún impacto en el mundo. Aun cuando no hay una manera segura de dividir las opiniones en espirituales, políticas, o lo que sea, puede llamar a esto una opinión política. ¿Cómo podría India dirigir o influenciar al mundo? India no tiene ni el poder ni la autoridad moral. La espiritualidad que ustedes difunden no funciona en la vida del país. Tienen que mostrarle al mundo que la unicidad de la vida que han sostenido por siglos opera en la vida diaria de las personas de este país. Eso es muy difícil. Nadie está interesado en lo que India dice o hace. No tiene la estatura necesaria como para afectar los eventos mundiales. La única cosa que al resto del mundo le interesa acerca de la India es la pregunta, "¿Qué le sucederá a sus millones y millones de personas? En qué dirección, hacia qué campo se moverán?" Nada más. I: ¿Ayuda una religión como el Marxismo? Tiene un contenido espiritual, más allá de su propia fantasía. Parece tener un contexto más amplio y menos arcaico.


UG: El Marxismo como religión ha fallado. Incluso el Maoísmo está muerto. Hasta los países marxistas están buscando algún otro Dios ahora. Han perdido la fe en el hombre y una vez más están buscando nuevo Dios, nueva iglesia, nueva Biblia, y nuevos sacerdotes. La búsqueda ha comenzado por una libertad diferente. I: Pero el Hinduismo permite mucha libertad. Nunca ha sido una religión conservadora, como la Cristiandad, el Islam, o el Marxismo. UG: La única diferencia entre el Este y el Oeste es la diferencia de religiones. La Cristiandad no ha producido personajes tan excéntricos como los que tenemos en este país. Aquí la religión es un asunto del individuo. Cada uno ha abierto su propia tienda y está vendiendo sus particulares mercancías. Es por eso que tenemos tanta variedad aquí, la cual no se ve en occidente. Esta variedad es la parte más atractiva de nuestra así llamada herencia. El Hinduismo no es una religión. Es una combinación y confusión de muchas cosas. La palabra verdadera palabra "Hindú" proviene de una palabra no Sánscrita que ya no se usa. No deben saber nada sobre eso. Los invasores Aryans que fundaron la estructura social Brahmánica encontraron a los nativos Indios que tenían una complexión oscura y llamaron a su religión la religión de los negros - los "hindúes". A los eruditos y brahmanes puede que no les guste mi interpretación, pero es correcta e histórica. De nuevo, le repito, el Hinduismo no es una religión en el sentido común; es como una calle con cientos de tienditas donde se venden cosas. I: Quiere decir, la tienda del sexo de Rajneesh [Osho, N. del T.] junto a la tienda de la atención de J. Krishnamurti, a lado de la tienda de la meditación de Maharshi, al lado de la tiendita mágica de Sai Baba, al lado de... UG: Básicamente son todas los mismo, exactamente lo mismo. Cada uno reclama que su mercancía es lo mejor del mercado. Algunos productos, como el jabón Pears, han estado tanto tiempo en el mercado que la gente ha llegado a depender de él, y lo considera superior a los demás. La permanencia de un producto en particular no significa mucho. I: ¿Qué opina del negocio del entretenimiento en la India? Dicen que la mayoría de sus seguidores vienen de esa industria. UG: Todo en este país es entretenimiento. Los políticos explotan la credulidad del hombre. Las religiones prosperan por la credulidad de los fieles. Bueno, somos unos malditos idiotas, ¿lo ve? No hay nada más allí. I: Con semejante opinión acerca de la humanidad, usted no debe tener ninguna esperanza por el futuro de la raza... UG: No creo que nada bueno vaya a sucederle al hombre, o para el hombre. I: Pero seguramente el increíble progreso de la tecnología, especialmente en occidente, en los últimos cien años, es un buen presagio para el hombre.


UG: Es verdad. Pero eso es debido a la revolución industrial. Naciones como Rusia, América, y otras naciones occidentales han sacado ventaja de la revolución industrial para impulsar la tecnología. I: El hombre parece haber progresado más en los últimos cien años que en los anteriores cuatro mil millones de años. UG: Eso es exactamente lo que estoy diciendo. Es por la revolución industrial que los cambios de gran alcance están barriendo el mundo. Cuán efectivos serán esos cambios es lo que todos se preguntan. El régimen de la ciencia y la tecnología ya se está equivocando. I: ¿Adónde cree que nos llevará todo esto? UG: ¿Por qué debería llevarnos a alguna parte? ¿Por qué? ¿Para qué? "Progresar" significa "avanzar sobre el territorio enemigo". Usted espera que un desenfreno del progreso solucionará nuestros problemas. Si la situación fuera tan clara, también podríamos programar las computadoras y ver que tienen ellas que decir acerca de nuestro futuro y nuestro destino. I: Pero si no somos nada más que la suma total de nuestro pasado, la predicción se volvería fácil y precisa... UG: Eso no nos daría garantías acerca de dónde nos llevará el destino. I: No, tenemos control sobre nuestros futuros. UG: Algo inesperado e impredecible sucede y todo el curso se cambia de repente. Damos por sentado que podemos canalizar la vida en la dirección que nosotros deseamos, pero no hay ninguna garantía de que lo lograremos. Los sucesos son en verdad independientes uno del otro. Nosotros los creamos y los ponemos juntos. Hemos creado la estructura filosófica del pensamiento, pero eso no significa que haya un patrón o propósito para todo. Ni tampoco significa que todo esté predeterminado. I: ¿Pero qué hay con la esperanza? Seguramente el hombre vive por la esperanza. UG: El hombre ha vivido siempre esperando y probablemente muera esperando. A la luz de los tremendos poderes de destrucción que ahora tiene bajo su control, probablemente se lleve a todas las demás formas de vida cuando se vaya. Esta no es mi canción apocalíptica, pero cuando uno mira nuestra situación de manera realista, esa parece ser nuestra suerte, nos guste o no. Se equivoca si piensa que podemos poner en un camino diferente todo el impulso de la historia humana. Necesitamos que nos salven de esos salvadores que prometen el milenio de paz y prosperidad a la vuelta de la esquina. I: ¿Cómo podría ayudar? UG: El "cómo" crea otro salvador.


I: De acuerdo, ¿pero hay alguna otra forma de cambiar el rumbo que no sea la espiritual? UG: Primero que nada, vea, dividir la vida en lo material y lo espiritual para mí no tiene ningún sentido. Toda esta estupidez acerca de la vida espiritual nace de la suposición de que hay un espíritu que tiene una existencia propia independiente. Esa suposición es estúpida. I: ¿Y qué hay con la noción de que el cuerpo se destruye, pero el espíritu continúa...? UG: Es sólo una creencia. No tiene ningún sentido. Yo no tengo forma de transmitirle esta certeza. No hay nada que vaya a elevarse o reencarnar después de yo muera. Que ustedes especulen acerca del más allá no tiene sentido. I: El cuerpo por sí mismo parece buscar alguna clase de inmortalidad mediante la procreación. UG: Esa es la naturaleza de la vida. La demanda por sobrevivir y la necesidad de reproducirse son inherentes a la naturaleza de la vida. Su sexualidad, su progenie, su estructura familiar, y tantas otras cosas son una extensión de esta atracción natural básica de sobrevivir y reproducirse. I: ¿De manera que cuando uno muere se termina? UG: Si, cuando este cuerpo es enterrado, las memorias que las personas tienen de mí son enterradas juntas, ese será mi final. I: Algunos de sus seguidores quieren esparcir sus cenizas... UG: ¿Para qué? Muy seguido las personas me preguntan, "¿No va a dejar ninguna instrucción sobre cómo deberíamos disponer de su cuerpo cuando muera?" ¡Que diablos! ¿Quién quiere dejar instrucciones? Esto comenzará a oler mal y se convertirá en un fastidio para la sociedad... Ese no es mi problema, sino de la sociedad. Yo ya estoy en el infierno. No necesito morir para llegar allí. I: Usted tiene familia en alguna parte, ¿no es así? UG: Mis hijas, dos de ellas, viven en Hyderabad. Uno de mis hijos, Vasant, murió hace poco de cáncer. El otro muchacho, Kumar, es el más joven y nación en América. Ahora es un ingeniero electrónico allí. Lo veo ocasionalmente cuando visito U.S.A. No tengo mucho contacto con mi familia. Ellos vienen y me visitan de vez en cuando. Eso es todo. No tengo ningún lazo emocional con ellos, ni con ningún otro, de hecho. Ni siquiera con Valentine, la anciana Suiza con la que he estado los últimos veinte años. Creo no tener lazos emocionales con nadie. I: ¿Los ha tenido alguna vez? UG: No lo sé. Probablemente no, incluso con mi esposa con la que viví veinte años. Realmente no sé qué clase de lazos debería uno tener.


I: ¿Nunca ha tenido sentimientos arrolladores por otra persona, hombre o mujer? UG: Lo que más me obsesionaba era encontrar la respuesta a mi pregunta. Esa fue la prioridad en mi vida. ¿Qué había detrás de las abstracciones que esa gente, incluyendo a J. Krishnamurti, me arrojaban? Si no hay nada allí, ¿cómo pueden haber creado toda esta confusión en el mundo? Yo comprendí que uno se puede engañar a sí mismo y a los demás; pero quería una respuesta. Nunca tuve una respuesta. La pregunta se consumió a sí misma. Eso no significa que yo sea un iluminado, o que conozca la Verdad. Aquellos que hayan afirmado esas cosas se engañaron y engañaron a los demás. Todos ellos están equivocados. No es que yo sea superior ni nada parecido; es tan sólo que están afirmando cosas que no tienen fundamento. Así que no estoy en conflicto con la estructura del poder. No estoy interesado en quitarle nada a nadie. I: Nosotros sentimos cierta lejanía o desinterés en usted. ¿Nunca ha sido atraído por nada, digamos, una mujer hermosa, un bello atardecer, o una bella pieza musical? ¿Nunca lo ha abrumado tanto algo que desee alejarse de todo, no sé a dónde...? UG: De todas las cosas que yo haya podido ser, nunca he sido un romántico en ese sentido. Todo eso es romanticismo para mí. El romanticismo no es mi realidad. Nada me ha hecho nunca despegar los pies de la tierra, ni lo hará. No es que yo sea lo opuesto de eso, un hombre de razón. Fue el elemento de razón en mí lo que se dio asco a sí mismo, lo que se sublevó contra sí mismo. No soy anti-racional o 'sin-razón, tan sólo irracional. Usted puede deducir algún significado racional de lo que digo o hago, pero es lo que usted hace, no yo. No estoy interesado en la búsqueda de la felicidad de nadie, ni en el romance ni en los escapes. I: Podría ser más que mero romanticismo. Podría ser un abandono de uno mismo, una experiencia sexual o espiritual loca, frenética o indescriptible y magnificente. UG: No hay experiencia aquí. Así que, ¿cómo podrían darse esas dramáticas y locas experiencias? No tengo forma de separarme a mí mismo de los sucesos; el hecho y yo son lo mismo e iguales. Estoy seguro de que usted no quiere escucharme decir nada rudo en lo que respecta al sexo. Es tan sólo una liberación de tensiones. Yo no digo nada romántico acerca de toda esa clase de cosas. Como le dije una vez a mi esposa, "No me hables de amor e intimidad a mí; lo que nos mantiene juntos es el sexo. El problema es que yo por alguna razón no puedo tener sexo con otra mujer. Ese es mi problema. No tengo forma de liberarme de ese problema." No sé si todo esto le transmite algo a usted. Todo este asunto del amor nunca tuvo sentido para mí. Ese es el final de la obsesión con el sexo. I: Pero en cierto momento usted sí hizo el amor con otra mujer... UG: Sí, pero esa no fue una situación que yo haya creado. No diré que fui seducido. No tiene importancia si uno seduce al otro o se seduce a sí mismo. El hecho es que lo hace. No fue esa persona la responsable. Yo mismo fui responsable. Fue una extraña forma de auto-erotismo lo que estuvo involucrado en ese caso.


I: ¿Cómo puede decir eso? UG: Yo estaba usando a esa persona. Es algo terrible utilizar a alguien para obtener placer. Ya sea que usen una idea, un concepto, una droga, o una persona, o cualquier otra cosa, no pueden tener placer sin utilizar algo. Eso me dio asco. [Risas] ¿De qué se ríe? Esta es mi vida, tómela o déjela. No me interesa utilizar, influenciar, o cambiar a nadie. Esta es una manifestación de lo que soy, de cómo he vivido, nada más. No será de ningún tremendo valor para la humanidad y no debería ser preservado para la posteridad. No creo en la posteridad. No tengo enseñanza. No hay nada que preservar. Enseñanza implica algo que puede ser usado para producir un cambio. Lo siento... No hay enseñanza aquí, sólo afirmaciones desconectadas y desasociadas entre sí. Lo que hay allí es tan solo vuestra interpretación de la palabra escrita o hablada, nada más. Las respuestas que obtienen les pertenecen. Son vuestra propiedad, no mía. Por esa razón no hay ahora, ni habrá nunca, ninguna clase de derecho de copia sobre lo que sea que diga. Yo no tengo demandas. I: Dígame, U.G., ¿cómo fue su niñez? UG: Mi madre murió cuando yo tenía siete días. Mis abuelos maternos se ocuparon de mí. Mi abuelo era un teósofo. Era un hombre rico e instaló una fuerte atmósfera religiosa alrededor del hogar. Así que, en ese sentido, J. Krishnamurti fue también parte de mi trasfondo. Ellos tenían su fotografía en cada pared; no podía evitarlo. No fui a él en busca de algo. Él simplemente era parte de mi trasfondo. Habría sido asombroso si no lo hubiera ido a ver. Mi problema fue liberarme de todo el trasfondo que me estaba asfixiando. Eso es todo. I: ¿En dónde creció? UG: Mayormente en Madras, en la Sociedad Teosófica. Fui a la Universidad de Madras. Viví casi todos mis años de formación con y entre teósofos. I: ¿No le gustaron desde el comienzo? UG: Desde el comienzo, en cierto sentido. Pero continué manteniéndome yo mismo. Quería tanto liberarme de mi pasado. Traté tan duro. Después de que J. Krishnamurti abandonó todo el asunto yo eventualmente me separé de ellos también. I: ¿Tiene algún recuerdo de Annie Besant? UG: ¡O, sí! Ella fue una mujer asombrosa. La conocí a los catorce años. Recuerdo sus discursos. Mi abuelo era muy cercano a Annie Besant. Ella fue una institución. Creo que India tiene todas las razones para estarle agradecida, en muchos aspectos. Pero la generación actual no conoce nada sobre ella. Ni conocen tampoco mucho de Gandhi. Es difícil decir cuanto recuerdan de él las personas hoy en día. Esta nueva película sobre él probablemente despierte algún interés por su vida. I: ¿Qué opina de las creencias de Gandhi?


UG: Usted quiere mi opinión. Se la daré libremente. Por una razón o la otra nunca me gustó. Quizás fue mi trasfondo teosófico. Sobre todas las cosas, él fue una mezcla entre un santo y un político. Yo creo que fue el único hombre en todo este asunto que realmente trató de moldear su vida de acuerdo a lo que él decía creer. Puede haber fallado - él ha fallado en mi opinión - pero el hecho de que haya tratado de vivir de acuerdo al modelo que tenía frente a él, lo convierte en un tipo interesante. Muchos otros detrás de él fueron de gran ayuda para que India ganara su libertad. Lo que él le ha dejado a este país es nada. Es algo sentimental dar conferencias sobre él cada año en su cumpleaños. Él y sus seguidores hablaron hasta el cansancio, pero, como el nuevo film muestra, él utilizó la violencia de principio a fin. I: Pero uno también puede decir eso de Cristo, Buddha, y Mahoma. Son quienes vienen después de un gran maestro los que aplican mal sus enseñanzas... UG: Usted no puede exonerar a los fundadores y líderes de las religiones. Las enseñanzas de todos aquellos instructores y salvadores de la humanidad han resultado sólo en violencia. Todos hablaron de paz y amor, mientras sus seguidores practicaban la violencia. Hay algo extraño en todo el asunto. Es esa diferencia entre lo dicho y lo hecho lo que me señaló a mí muy temprano que algo estaba realmente mal. Yo sentí que las enseñanzas estaban equivocadas, pero no tenía la seguridad. No tenía forma de hacerlos a un lado, ponerlos completamente fuera de mi conciencia. No estaba dispuesto a aceptarlos a ninguno de ellos por sentimentalismos. Incluso cuando mis intentos por deshacerme de ellos resultaron en episodios de conciencia crística y conciencia búdica, aún así estaba descontento. Sabía que algo tenía que estar mal en alguna parte. Ese fue en verdad mi problema, usted sabe. I: Rechaza tanto lo sentimental como lo racional. ¿Qué queda? UG: Es como el hombre que monta un tigre y se cae. El tigre, continuando su propio impulso, sigue su marcha - se va. Eso es todo lo que hay al respecto. Uno no puede hacer nada con el tigre nunca más. Así que ya nunca teme encontrarse al tigre o montarlo. Se terminó. Se ha ido. De manera que yo opino que tiene poco sentido el que yo haga algo en la sociedad - ella tiene su propio impulso. Cualquier cosa que trate de hacer lo sumirá a usted por completo y le dará fuerza a aquello. ¿Quién les ha dado el mandato a todas esas personas de salvar a la humanidad? La compasión y el amor son dos de sus engaños. I: ¿Conoció alguna vez a ese extraño teósofo llamado Leadbeater durante sus días teosóficos? UG: Si, lo conocí. Fue también parte de mi trasfondo. Nunca me impresionó mucho. Estoy enterado de que hubo rumores de que era homosexual. A mí eso no me importa. El sexo es una parte de la vida. Homosexualidad, lesbianismo, heterosexualidad, es todo lo mismo. No tengo ninguna posición moral. La sociedad, la cual ha creado todos esos sociopatas, ha inventado la moralidad para protegerse de ellos. No cuenten conmigo. La sociedad ha creado a los "santos" y a los "pecadores". Yo no los acepto como tales.


Puede haber errores, equivocaciones, debilidad, pero no pecado en lo que a mí concierne. Yo personalmente no veo razones por las cuales nos debieran preocupar la Biblia, el Corán, el Gita, o el Dhammapada (1). Tenemos un cuerpo político con sus códigos civiles y morales. Eso debería ser suficiente para manejar el problema.

Notas: (1) Dhammapada: Un clásico budista, oficialmente una parte del Suttapitaka, una de las tres "canastas" conteniendo las enseñanzas del Buddha recopiladas alrededor del siglo tres antes de Cristo.

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La Mente es un Mito Inquietantes Conversaciones con el Hombre Llamado U.G


Capítulo 6

El cuerpo como crisol

UG: Ustedes están viviendo sobre muchas suposiciones. La primera suposición es que creen que todos los seres humanos son exactamente iguales. Yo mantengo que no hay dos individuos iguales. Sus intentos por encontrar el máximo denominador común es auto-destructivo. I: Como científicos queremos descubrir si hay alguna originalidad detrás de la aparente similitud de las personas. Nos interesan las diferencias y las excepciones humanas. Los yogis y los líderes religiosos parecen ofrecernos casos de personas únicas y realmente excepcionales. Queremos estudiarlos a ellos, y a usted. UG: ¿No tienen ninguna otra forma de descubrir que yendo con esos yogis y demandantes que están vendiendo sus artículos en el mercado? Los de segunda marca podrán someterse a vuestro escrutinio, pero los verdaderos, si hubiera alguno, jamás se someterán a sus pruebas. Será un gran problema para ustedes. No tendrán cooperando a un J. Krishnamurti, un Sai Baba, o un Muktananda. Los que pueden conseguir como cerdos de guinea son más baratos por docena. I: ¿Pero entonces como vamos a descubrir las bases de la transformación interior?


UG: No lo sé. Yo sugeriría, sin embargo, que no le den ningún crédito a lo que esas personas reclaman para sí. Todo tiene que ser probado. I: Ese es el punto: tratamos de encontrar una forma de probar su credibilidad sobre una base científica. UG: Me temo que están cometiendo un tremendo error al darle alguna consideración a lo que esta gente reclama. I: Lo único con lo que podemos trabajar es con las estadísticas y los datos de lo que llamamos "normalidad", y nada más. UG: Las soluciones a este problema, como al resto de sus problemas, tiene que venir de usted, no de esos yogis y "meditadores". Podrían estar cometiendo un tremendo error. Eso es lo que les digo a los psicólogos occidentales también. No tienen una relación objetiva con los datos y el conocimiento que recolectan. Su constante interpretación de los datos significa que están involucrados en lo que estudian; no hay una entidad separada. Es el "interpretador" lo más importante. I: Pero, por supuesto, es posible y necesario estudiar al hombre… UG: Él se tiene que entenderse a sí mismo primero. ¿Lo ayudarán en eso sus datos y conocimientos - y las teorías que extraen de ellos? Desde el punto de vista del conocimiento, no hay forma de comprenderse a sí mismo. La computadora nunca se pregunta a sí misma, "¿Cómo funciono?" Comprenderse a sí mismo de verdad requiere no solo la mera acumulación de datos, sino un salto cuántico. Me gusta usar el ejemplo de la física newtoniana. Dentro del contexto newtoniano, las cosas funcionan de cierta forma. Eventualmente, llega otro científico capaz de derribar las suposiciones newtonianas y entonces logra percibir una dimensión de la física completamente nueva. Igual a como los principios newtonianos eventualmente se volvieron estrechos y asfixiaban el pensamiento creativo, así también sus datos acerca de la originalidad humana impiden que mire a las cosas, y a usted mismo, como algo nuevo. Me gusta el ejemplo de Picasso. Él tenía el mismo problema: quería recorrer nuevos caminos, encontrar técnicas nuevas. Lo logró y eventualmente se volvió maestro de otros. Artistas muy baratos hoy están imitando su estilo. De manera que, un día, la física einsteniana tendrá que ceder el paso a un nuevo sistema de conocimiento. Yo sostengo que la naturaleza trata de crear un individuo único cada vez que se crea algo. La naturaleza no parece usar nada como modelo. Una vez que perfeccionó a un individuo único, ese individuo queda descartado del proceso evolutivo y la naturaleza ya no se interesa en él. Es por eso que sea yo lo que fuere, o diga lo que dijera, no se puede hacer de nuevo. De esta forma, no siendo posible la transmisión, no tiene valor social. No le sirvo a la naturaleza, y tampoco a la sociedad. Utilizando como modelos a Jesús, a Buddha, o a Krishna hemos destruido la posibilidad de que la naturaleza produzca individuos únicos. Aquellos que recomiendan que se olvide de su originalidad natural y sea como alguien más, no importa cuán santa pueda ser esa persona, lo está poniendo en la senda equivocada. Es como el ciego guiando al ciego.


Cuando tratan con estos yogis y hombre santos el primer error que cometen es tratar de relacionar la forma en que ellos funcionan con la forma en que ustedes funcionan. Lo que ellos describen podría no tener relación con la forma en que ustedes funcionan en absoluto. La originalidad no es algo que se puede producir en una fábrica. Lo único que le interesa a la sociedad es el status quo y ha presentado a todos estos así llamados individuos especiales para que tengan modelos que seguir. Usted quiere ser como ese tipo - el santo, el salvador, o el revolucionario - pero eso es una imposibilidad. Su sociedad, que solo está interesada en sacar copias de modelos aceptables, se ve amenazada por la verdadera individualidad porque ella amenaza su continuidad. Una persona en realidad única, no teniendo punto de referencia cultural, jamás sabría que es única. I: ¿Pero no es posible que la sola presencia de una persona única, un individuo totalmente florecido, pueda ser de alguna ayuda para otros, no en el sentido de proporcionar un modelo, sino probablemente en disparar algún cambio y originalidad en otros? UG: Yo digo que no. Porque el individuo único no puede reproducirse ni física ni espiritualmente, la naturaleza lo descarta como inútil. A la naturaleza solo le interesa reproducirse, y de tanto en tanto producir un modelo "sport" o un espécimen único. Este espécimen, no siendo capaz de reproducirse, terminó su historia con la evolución, y no le interesa ponerse como modelo de otros. Es todo. I: ¿No siente que ese acto de la naturaleza produciendo algo único es el florecimiento de la originalidad del individuo? UG: Eso tiene que suceder en individuos que, por alguna chance o accidente, se las arreglan para liberarse de las ataduras de todo el pasado. Si la totalidad del conocimiento colectivo y las experiencias del hombre son dejadas de lado, lo que queda es un estado primordial y primario, sin lo primitivo. Un individuo así es totalmente inútil para la sociedad. Como un árbol, este individuo puede ofrecer algo de sombra, pero no puede ser nunca conciente de estar haciendo eso. Si se sienta bajo el árbol, le puede caer un coco en la cabeza; hay cierto peligro involucrado. Por esa razón la sociedad se puede sentir amenazada por ese individuo. Esta sociedad, estructurada como está, no puede hacer ningún uso de tal persona. No creo en "lokasamgraha", ayudar a la humanidad, compasión por el sufrimiento del mundo, redimir un poco del pesado karma del mundo, y todas esa clase de cosas. Nadie me reclutó como salvador de la humanidad. I: De manera que, usted está diciendo ¿no es así?, que ningún enfoque científico, ningún enfoque de los yogis, ningún enfoque meditativo, puede tener alguna relación con la originalidad y la libertad de la que habla, ¿es así? UG: Le contaré una historia al respecto. Cuando era joven practiqué Yoga en los Himalayas por siete años con Sivananda Saraswati. No fue de ninguna ayuda, así que lo dejé. Después de mi "calamidad" en 1967 sentí que mi cuerpo no podría resistir la tremenda erupción de energía que tenía lugar. Así que me comuniqué con un amigo, Sri Desikachar, quien era maestro de yoga. Él dijo, "No sé si pueda ser de ayuda. Tal vez


mi padre (Dr. Krishnamacharya de Madras) pueda ayudarte." Así que practiqué algunas técnicas de yoga por segunda vez. Pero pronto descubrí por mí mismo que todo el asunto del yoga corre en contra de la forma natural en que el cuerpo funciona. Traté de discutirlo con él. Pero lo que dije no encajó en los Yoga Sutras de Patanjali, así que no nos pudimos comunicar. Eventualmente, le anuncié que dejaría mis prácticas de yoga. Cuando el organismo se libera de pensamiento, cualquier cosa que uno haga para tratar de traer paz y armonía tan solo produce desequilibrio y violencia. En como usar la guerra para crear paz en un mundo pacífico. Cuando la búsqueda en sí se termina, termina con una gran explosión. Luego la paz es algo que no se puede practicar o enseñar. I: No creo que estemos realmente interesados en ninguna gran explosión. Queremos algo de sabiduría, algo de serenidad. UG: Así que, un hombre hambriento es satisfecho con algunas migajas que le tiran. Pronto quiere un pan entero y eso le prometen los proveedores santos del mercado. No es una cuestión de satisfacer el hambre. El hambre se tiene que consumir solo sin conocer satisfacción. El hambre, y la búsqueda en implica, es el problema. Si deja de lado los modelos ficticios del santo y los hombres sagrados, le queda el orden biológico natural. La estructura separativa del pensamiento, que fue introducida en la conciencia del hombre hace mucho tiempo, dio lugar al mundo violento, y probablemente empuje al hombre y al resto de la vida de este planeta al borde de la extinción. Pero biológicamente cada célula tiene la sabiduría para evitar modelos y promesas, y simplemente, por puros motivos de supervivencia, cooperar con la célula de al lado. Por el terror de la aniquilación, el hombre, como las células de su cuerpo, aprenderá a cooperar, pero no por amor y compasión. I: Detrás de esta cooperación biológica y el florecimiento de la individualidad ¿no hay algo trascendental tratando de aparecer...? UG: No lo creo. Es altamente individualista, no en el sentido usual definido por la cultura, sino en una forma diferente. El control del cuerpo ejercido por el pensamiento destruyó la posibilidad de que los humanos se desarrollen completamente, eso es todo. Tal vez usted esté de acuerdo con la noción, tan común hoy en día, de que la atención y el apercibimiento ayuda a producir algún cambio cualitativo en uno. La naturaleza trata de crea un individuo único. El potencial ya está ahí. Pero en algún momento de la historia la humanidad cayó en la senda equivocada y parece no haber salida. I: En relación con el florecimiento del individuo, la pregunta que sigue perdurando es, "¿Por qué yo no?" UG: Solo olvídelo, no ha tenido oportunidad. No puede hacer nada. No sé que aconsejarle que haga. Está atascado. Tal vez la genética y la microbiología descubran algo que responda a eso... Yo le aseguro que el asunto sagrado no lo ayudarán ni un poco. Además, si el estado llega a controlar los medios para utilizar la ingeniería genética, la usarán para eliminar los últimos vestigios de la libertad del hombre. Entonces será realmente el final.


Se puede utilizar, de nuevo, el símil de la computadora. Las computadoras se han vuelto tan sofisticadas ahora que están pensando y auto-corrigiéndose. Tal vez algún día solo tengamos que enchufarlas y seguir sus consejos. Si usted pudiera dejar a su cuerpo funcionar como una computadora lo habría logrado. La inteligencia extraordinaria el organismo biológico es lo único que se necesita para vivir bien, pero nosotros estamos todo el tiempo interfiriendo con su operación natural mediante el pensamiento. ¡Su cuerpo-computadora natural ya está programada, preparada y enchufada! ¡No tiene que hacer nada! Estamos muy lejos de esa condición primordial. De alguna forma, vea, algo lo golpea como un rayo y consume todo el asunto. Este hombre entonces no es más ni un pecador ni un santo; está muy afuera del contexto social. I: ¿De manera que, todo lo que podemos practicar, si esa es la palabra, es no interferir? UG: Tratar de no interferir implica que está esperando que algo maravilloso suceda. Tal espera impide la posibilidad de que algo suceda. Le digo todo esto por mi propia experiencia. Durante cuarenta y nueve años busqué a un hombre llamado "U.G" Toda la cultura me puso en el camino equivocado. Probé con los gurus muertos y también con los vivos. Eventualmente, me di cuenta de que la búsqueda era inútil, que "el enemigo era yo". Ahora todo el conocimiento y la búsqueda que engendró, han sido expulsado de mi sistema completamente. I: ¿Y no siente ninguna obligación de ayudar a otros a comprender esto...? UG: ¡No es un artículo comercializable, señor! Es simplemente la ausencia de un requerimiento falso que ha sido puesto dentro por la sociedad y la cultura. El requerimiento de cambiarse uno mismo y el mundo se van del sistema juntos. No soy ni antisocial ni muy agradecido a la sociedad. No siento el deber de cumplir ningún papel en esta sociedad ni de ayudar a los hombre que me rodean. Toda esa clase de cosas son basura. I: Así que querer cambiar el mundo, no importa cuan noble se pueda sentir uno al respecto, es una actividad egocéntrica. ¿Es eso lo que dice? UG: El hombre que está tratando de liberarse del mundo, o de lo que él llama "maldad" es en verdad el más egoísta de los hombres. ¡La destructora percepción que finalmente surge en uno es que no hay ningún ego en absoluto! Esta percepción destruye todo con una fuerza tremenda cuando lo golpea. No es una experiencia que se pueda compartir con otro. No es una experiencia en absoluto. Es una calamidad en la cual ambos, la experiencia y el experimentador se terminan. Un hombre en tal estado no escapa a la realidad y no tiene tendencias románticas. No alberga ninguna noción humanística acerca de salvar al mundo, porque sabe que todo lo que se haga por salvarlo refuerza aquello de lo cual se lo quiere salvar. Sabe que no hay nada que uno pueda hacer... I: Pero tenemos que seguir viviendo y actuando. ¿Cómo podemos concebir alguna acción que no refuerce el caos de la sociedad? UG: Eso es solo otro concepto. Sus acciones y las consecuencias de esas acciones forman un solo evento. Es el pensamiento lógico de causa y efecto el que le impone una


secuencia a los eventos. La repentina evidencia de luz y el movimiento del interruptor que la precede son en realidad una cosa, no dos. Aparecen ante usted como dos o más eventos solamente porque el tiempo ha creado un espacio entre los dos. Pero el espacio y el tiempo, aparte de las ideas de "tiempo" y "espacio", no existen en absoluto. La creación y la destrucción están sucediendo al mismo tiempo. El nacimiento y la muerte del pensamiento suceden simultáneamente. Es por eso que insisto en que no hay muerte en absoluto. Incluso el cuerpo no muere; puede cambiar de forma pero no desaparece. Porque la muerte realmente no existe, es imposible para usted experimentarla. Lo que sí experimenta es el vacío que siente cuando desaparece el cuerpo de alguien que muere. La muerte nunca se puede experimentar y por cierto tampoco el nacimiento. En su estado natural, donde al cuerpo se le permite funcionar sin la interferencia del pensamiento, el nacimiento y la muerte se suceden todo el tiempo. I: En este estado natural del que habla, ¿hay entidades psicológicas, personalidades, egos, yoes, o alguna identidad en absoluto? UG: No hay personas, y no hay espacio interior para crear un yo. Lo que queda, luego de que la continuidad del pensamiento se destruye, es una serie de interacciones independientes y disasociadas. Lo que sucede en el ambiente que me rodea, sucede aquí dentro. No hay división. Cuando se quita la armadura que está usando alrededor suyo, descubre una extraordinaria sensibilidad de los sentidos que responde a las fases de la luna, el paso de las estaciones, y los movimientos de los demás planetas. Simplemente no hay aquí ninguna existencia separada y aislada, solo el latido de la vida, como el de una medusa. I: ¿Podría describir un poco más este recurrente proceso de muerte que usted atraviesa? UG: Eso, por supuesto, evade toda descripción. Pero puedo mencionar que ese estado de muerte, la respiración normal cesa completamente, y el cuerpo puede respirar por otros medios fisiológicos. De entre los doctore con los cuales he discutido este extraño fenómeno, solo el Dr. Leboyer, un experto en obstetricia, me dio alguna explicación. Él dice que los bebes recién nacidos tienen un medio similar para respirar. Tal vez eso sea lo que el término pranayana significaba originalmente. Este cuerpo atraviesa el proceso de muerte todos los días, tan seguido que, de hecho, cada vez que se renueva a sí mismo se lo alquilan por más tiempo. Cuando, un día, no pueda renovarse, estará terminado y listo para la pila de cenizas. Ese proceso de muerte es el yoga, no todas esos cientos de posturas y ejercicios de respiración. Cuando el proceso del pensamiento deja de dividirse en dos, el cuerpo clínicamente. Primero debe tener lugar la muerte, luego comienza el yoga. El yoga es en verdad la destreza que tiene el cuerpo para volver del estado de muerte clínica. Supuestamente esto le sucedió a algunas pocas personas, como Sri Ramakrishna y Sri Ramana Maharshi. Yo no estaba allí y no tengo interés ni recursos para averiguar si es verdad. Este yoda de renovación es algo extraordinario. Si han visto a un recién nacido, habrán visto la forma en que se mueve y articula todo su cuerpo, todo con un ritmo natural. Luego de que la respiración y los latidos casi se detienen, de alguna forma el cuerpo comienza a "volver". La apariencia cadavérica del cuerpo - la rigidez, la frialdad, y las ceniza que lo cubren - comienzan a desaparecer. El cuerpo se calienta y comienza


a moverse, y el metabolismo, incluyendo el pulso, se restablecen. Si usted, por pura curiosidad científica, deseara examinarme, yo no estaría interesado. Solamente estoy afirmando algo, no vendiendo un producto. Entonces, es más como el Tai-Chi que practican en China que los asanas clásicos del Yoga. Los movimientos y las posturas que el cuerpo realiza cuando se deshace de la rigidez que deja el proceso de muerte son movimientos bellos y con gracia, como los de un bebe recién nacido. Los yogis ahora recomiendan savasana, la postura del muerto, luego de la realización de cualquier postura de movimiento. Esto es al revés. Uno empieza el yoga como un cuerpo muerto y rígido, luego el cuerpo se renueva mediante movimientos rítmicos naturales. Probablemente hubo algún guru que atravesó este proceso natural de muerte y sus discípulos, viendo como retornaba a la vida, trataron de reproducir su proceso de muerte por medio de la respiración y la técnica de las posturas. Lo entendiendo al revés. Primero, usted debe morir, luego, hay yoga. Todo este proceso de morir y ser renovado, aunque me sucede varias veces al día, y siempre sin mi intención, resulta muy intrigante para mí. Simplemente sucede sin aparente motivo. Incluso el pensamiento de un yo o un ego ha sido aniquilado. Aun así hay algo allí experimentando esta muerte. De otra forma, no sería capaz de describirla. Con la ausencia de toda demanda por repetir o usar este proceso de muerte, los sentidos se dan un banquete. La respiración, ya no más bajo la dominación de la estructura separativa del pensamiento, puede responder de manera total al ambiente físico. Al ver una montaña o un atardecer extraordinario, uno se queda repentinamente sin aliento, y luego vuelve, todo en un ritmo natural. La única forma de volverse consciente de las cosas que suceden alrededor es por los sutiles cambios en el patrón respiratorio. Es un mecanismo tremendo, y en él no hay personas, no hay cosas... I: ¿De manera que esta respiración no pulmonar es un fenómeno paralelo al proceso de muerte...? UG: No necesariamente. A veces uno solo está sentado ahí y de repente siente la respiración entrecortada, como una escasez de aire. Es como un segundo aliento. Los yogis tratan de alcanzar este segundo aliento mediante diversas prácticas. También los corredores de atletismo. Si mira los corredores verá que tienen que traspasar una "pared" de cansancio total y falta de respiración. Una vez pasada la "pared" corren con un segundo aliento. Es muy parecido a lo mío. Pero incluso eso termina, y finalmente la respiración se detiene por completo y el cuerpo deja de lado los pulmones, respirando solo con el pulso del cuerpo. Algunas veces, cuando no hay nadie con quien hablar, me siento y dejo que todas esas cosas extrañas pasen. I: ¿No han tratado los doctores occidentales de describir esos cambios glandulares que acompañan este proceso de muerte? UG: Sí, pero hay muy poca comprensión de este tipo de cosas en los anales de la medicina occidental. Un informe, escrito por Dr. Paul Lynn de los Estados Unios, remarca la diferencia en la forma en que mi glándula timo funciona. Pero hay otras glándulas que también están afectadas - la pineal, la pituitaria, y otras. La glándula pineal, que controla todo el movimiento, la respiración, y la coordinación del cuerpo, está muy afectada. Cuando muere la estructura separativa del pensamiento, esas


glándulas y plexos nerviosos se hacen cargo del funcionamiento del organismo. En un proceso doloroso, porque el lazo del pensamiento sobre las glándulas y los plexos es fuerte y se tiene que "quemar". Eso se puede experimentar. La combustión y la "ionización" necesitan energía y espacio para suceder. Por esa razón se alcanzan los límites del cuerpo, con latigazos de energía en todas direcciones. Contener esa energía en una forma limitada produce dolor, aun cuando no haya un experimentador de ese dolor. Este doloroso proceso de muerte es algo que nadie querría - ni siquiera los más ardientes practicantes religiosos y yogis. Es algo muy doloroso. No es el resultado de la voluntad, sino el resultado de una conjunción fortuita de átomos. Como encaja todo esto en su estructura científica, no lo sé. Los científicos que trabajan en este campo se interesan en esos cambios, si son descriptos en términos fisiológicos en vez de místicos. Esos científicos encaran a esta clase de hombre como el producto terminado de la evolución biológica, no el superman de la ciencia-ficción o los seres súper espirituales. La naturaleza solo se interesa en crear un organismo que pueda responder de manera completa e inteligente al estímulo y reproducirse. Eso es todo. Este cuerpo es capaz de percepciones y sensaciones extraordinarias. Es una maravilla. No sé quién lo habrá creado. Los científicos en el campo de la evolución ahora piensan que la presente raza de humanos en este planeta probablemente evolucionó de una especie degenerada. La mutación que produjo la auto-conciencia tiene que haber sucedido en una especie degenerada. Es por eso que lo arruinamos todo. Lo que todos se preguntan es si alguien puede o no cambiar toda la cuestión. I: ¿Es posible que un sobreviviente de esta proceso de muerte total, un mutante de algún tipo, pueda cambiar el curso del destino humano, por decirlo así? UG: Esas afirmaciones que algunos hacen por ahí no tienen ninguna base, porque hablan de afectar la totalidad de la conciencia humana. Yo pienso que la conciencia humanan en su totalidad es una cosa tremendamente poderosa, con un gran impuso propio. No creo que se den cuenta de lo que están diciendo en realidad. La totalidad de la conciencia humana es algo formidable. La única conciencia que ellos conocen es la que crea el pensamiento. La conciencia pensante del hombre solo puede ser afectada por la propaganda, la persuasión, o las drogas. Cualquier cambio producido por esos medios es solo dentro del viejo contexto, y, por eso, inútil. ¿Qué podemos cambiar? ¿Es necesario el cambio? ¿Para qué? Yo no lo sé. I: Eso suena como si se necesitara abonar la tierra para hacer crecer la clase de mutantes que usted describe. Nosotros hemos crecido todos en un suelo mediocre, árido y sin nutrientes. ¿No ayudaría algún otro tipo de abono? UG: La sensibilidad todavía existe, a pesar del suelo pobre. El proyecto original sigue ahí, como en aquella planta. Si uno no la riega y la alimenta, se muere. Nada está perdido para la humanidad. No trate de desarrollar nuevos nutrientes para la tierra. Eso es lo que hicimos con los árboles y las plantas, y ahora estamos contaminando todo el planeta. Lo mismo nos pasaría si tratásemos de cultivar un mejor linaje de humanidad.


I: Por la forma en que lo describe, tiene que haber un cambio radical en origen de la propia identidad luego del colapso de la estructura separativa. ¿Queda algún "yo" después de la "explosión"? ¿Está el "yo" solamente en el cerebro? UG: No hay "yo". "Yo" es únicamente un pronombre de la primera persona del singular. La totalidad de los pensamientos, sentimientos, experiencias, y esperanzas de la humanidad constituyen el "yo". Es un producto del pasado. Ese "yo" es un símbolo de la totalidad de la conciencia humana. En realidad, no hay ninguna entidad psicológica separada, solo la palabra "yo". De manera similar, solo existe la palabra "mente", pero no tal cosa como su mente y mi mente. Así que la palabra "mente" nos ha creado a todos nosotros por la sencilla razón de que nos necesita a cada uno para mantener su continuidad. La estructura separativa de lo que llamamos "la mente" envició el mecanismo natural de supervivencia del cuerpo al extremo de que nuestra sociedad lo ha empujado hasta los límites de tolerancia. La bomba H es una extensión del policía contratado para protegerme a mí y a mi propiedad. Ya no es posible trazar una línea entre los dos. Pero la supervivencia de la estructura separativa garantiza la eventual destrucción del organismo físico. I: ¿Por qué sus palabras no disparan ningún cambio radical en nosotros...? UG: Cualquier oportunidad que haya habido ya se perdió porque cualquier cosa que hayamos dicho ya fue apropiada por su viejo marco de referencia, y ahora forma parte de él. Su así llamada sensibilidad a lo que se ha dicho no llega muy profundo. Todo lo que se levantaba como obstáculo aún está allí. De hecho, se ha robustecido por esta conversación. El yo usará lo que sea para perpetuarse; nada es sagrado. Si usted trata de llegar muy profundo y demoler lo que hay ahí, es solamente con la idea y el propósito de construir una nueva superestructura. I: ¿Por qué asume que es así? UG: Porque así es como funciona. I: Suponga que soy lo suficientemente serio al respecto y de alguna forma descubro… UG: ¡Ninguna suposición, por favor! Lo que me pasó no tiene causa; tan solo pasó. A pesar de todos mis esfuerzos, luchas, e intenciones, esto me sucedió, y eso es el milagro de los milagros. Usted no puede hacer que esto suceda. No es un asunto de imitación porque cuando esto lo golpea, lo hace en un momento y lugar jamás tocado antes por la vida. No es en absoluto una experiencia, y, por ello, no se puede comunicar o transmitir. No es algo que uno comparte. Este es un pájaro extraño, eso es todo. Lo único que puede usted hacer es ponerlo en un museo y mirarlo, pero nunca lo podrá duplicar o compartir. I: Es aterrador pensar en vivir sin un centro, un yo, un punto de referencia… UG: El punto de referencia, el "yo", no puede ser eliminado mediante su voluntad. En última instancia, es su programa genéticamente predeterminado, su "código". Liberarse de ese destino genético miserable, tirar el "código" al diablo, requiere un coraje tremendo. Tiene que dejar todo de lado para encontrarlo. Su problema no es cómo


sacarle algo a alguien, sino cómo rechazar todo lo que alguien le ofrezca. No hay, de hecho, ningún cómo para esto. Esto requiere un valor que viene antes que el coraje, pues su existencia implica la ocurrencia de algo grandioso - lo imposible. Por más cultivado que este, por más mansedumbre o coraje que tenga, nada lo ayudará en absoluto. No hay nada que pueda hacer, porque esto involucra a todo el ser, y cualquier cosa que usted haga es fragmentario, parcial. Tiene que quedarse sin ayuda... Cuando me siento aquí los ojos están abiertos, todo mi ser son esos ojos. Es una tremenda vista panorámica, y todas las cosas pasan a través de uno. La mirada es tan intensa y libre de distracciones que los ojos nunca parpadean y no queda lugar para un "yo" que esté mirando. Todo se mira en mí, no al revés. Así como es con los ojos, igual es con los demás sentidos, teniendo cada uno su carrera independiente. La respuesta sensual, que es lo único que hay ahí, no es modificada, censurada o coordinada, sino dejada en paz para vibrar en el cuerpo. Hay una cierta coordinación que surge cuando el organismo tiene que funcionar para sobrevivir y para operaciones mecánicas suaves. La coordinación llega solamente hasta donde es esencial para responder a una determinada situación. Luego las cosas vuelven a su ritmo independiente y discontinuado. No traduzcan lo que estoy diciendo como "dicha", "éxtasis", o "iluminación". Es en realidad un situación incomprensible y atemorizante. No tiene nada que ver con las así llamadas experiencias místicas o trascendentales. No veo absolutamente ninguna razón para darle a esto alguna inclinación religiosa o espiritual. No estoy describiendo nada más que un simple funcionamiento fisiológico del organismo humano. Aunque esto no está aparte de la naturaleza, nunca encontrará cabida en un estudio sobre la naturaleza ni en ninguna forma de conocimiento científico. I: ¿Así que tiene que rechazarlo todo? UG: No rechazar. Lo que rechazan, y el rechazar en sí, no tienen ninguna relevancia para la verdadera forma en que su organismo está ahora funcionando. Cuando eso se ve claramente, no queda nada que rechazar o renunciar. Ustedes están preparados para rechazar para poder obtener, eso es todo. Vuestros Upanishads dicen que esto tiene que ser el objeto de sus más profundos deseos. Pero yo afirmo, por el contrario, que el deseo en sí tiene que morir. Es la búsqueda en sí, no importa cuan noble pueda pensar que es, lo que lo perturba. Olvídese de los pequeños e insignificantes deseos que le aconsejaron controlar. Cuando se deshace del deseo de los deseos, los otros no tienen importancia. I: No dice eso porque lo que le sucedió no puede ser apreciado científicamente en toda su plenitud, ¿verdad? UG: Ciertamente no. Dentro de ese contexto todo el válido, relativamente válido. Pero la "realidad" que quieren estudiar es una construcción de la psiquis o el yo, y por mi parte taxativamente los niego a ambos. De esa forma, su búsqueda de realidad, de autenticidad psicológica, y auto-realización no tiene sentido para mí. Son el producto de personas con miedo. El procedimiento científico, no el yo, les da un punto de referencia para poder medir la verdad o la falsedad de lo que estoy diciendo. Mire, yo intenté todo para encontrar una respuesta a mi ardiente obsesión: "¿Existe realmente algo como la iluminación, o nos han engañado a todos con abstracciones?" Esa total frustración y completo fracaso en contestar esa pregunta produjo una


intensidad. El primer tercio de mi vida lo pasé en la India entre teósofos, J. Krishnamurti, yogis, santos, sabios, Ramana Maharshi, la Orden Ramakrishna - en pocas palabras, todas las asociaciones que podrían beneficiar a alguien interesado en asuntos espirituales. Descubrí por mí mismo que era todo falso, no había nada de especial en ello. Totalmente desilusionado con toda la tradición religiosa tanto del oriente como de occidente, me zambullí en la sicología moderna, la ciencia y, todo lo que el mundo material me podía ofrecer. Descubrí por mí mismo que toda la idea de espíritu o psiquis es falsa. Cuando experimenté y estudié el mundo material, me sorprendí al descubrir que no había tal cosa como materia en absoluto. Negando la base espiritual y material de las cosas, me quedé sin lugar a donde ir. Comencé a vagar por mi cuenta, incapaz de hallar una respuesta de ninguna fuente. Luego un día la futilidad de lo que estaba haciendo surgió en mí, y la pregunta que me había obsesionado durante casi toda mi vida se consumió y desapareció. Después de ello no hubo más preguntas. La sed se consumió sin siquiera satisfacerse. No las respuestas, sino el fin de las preguntas, es lo que importa. Aun cuando todo se consumió, todavía los miembros permanecen para expresarse según su ritmo natural. Qué impactos pueda tener esta expresión en la sociedad que me rodea, no es asunto mío.

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