Martes 22 de febrero de 2005 Recibió el premio Cervantes en 1997 Falleció el narrador cubano Guillermo Cabrera Infante
Guillermo Cabrera Infante Londres, 22 de febrero. El escritor cubano Guillermo Cabrera Infante murió en un hospital de Londres a los 75 años, a consecuencia de una septicemia, envenenamiento de la sangre, tras haber sido internado la semana pasada. Cabrera Infante, exiliado en Reino Unido desde hace cuatro décadas, por sus diferencias políticas con el gobierno del presidente de Cuba, Fidel Castro, padecía diabetes y desde el año pasado lo habían intervenido para colocarle un marcapasos. El autor de novelas como La Habana para un infante difunto, Los tres tristes tigres y Vistas del amanecer en el trópico, se encontraba hospitalizado en el nosocomio Chelsea and Westminster, desde el 16 de febrero. De acuerdo con medios de prensa, que citaron a Miriam Gómez, la esposa del escritor, Cabrera Infante fue internado tras haberse caído en el baño de su casa, además de que era tratado de una neumonía.
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Cabrera Infante, cuyas obras están prohibidas en Cuba, ganó el premio Cervantes de Literatura en 1997.
Muere en el exilio en Londres el escritor cubano Guillermo Cabrera Infante 1929 - 2005 . Londres (Agencias). En el exilio en el que vivió los últimos 40 años de su vida, tras romper con el régimen de Fidel Castro y abandonar su país natal Cuba, murió ayer aquí el escritor Guillermo Cabrera Infante, "última leyenda de la literatura cubana del siglo XX". Su muerte, a los 75 años de edad, fue atribuida inicialmente a una septicemia (envenenamiento de la sangre), aunque su esposa, la actriz Miriam Gómez, dijo que Cabrera se contagió de estafilococo dorado debido a las malas condiciones de higiene prevalecientes en el centro médico donde fue internado el 16 de febrero tras una caída en el baño de su casa, que le provocó fractura en la cadera. El escritor, además, era tratado de una neumonía y padecía diabetes. El año pasado le fue practicada una operación bypass , que lo obligó a estar convaleciente varias semanas. Autor de medio centenar de libros, Cabrera Infante se opuso frontalmente al régimen de Castro, con el que colaboró en la primera etapa de la Revolución de 1959, y decidió exiliarse en Londres. El cine, el erotismo y La Habana fueron sus tres pasiones en la vida. Nacido en Gibara, provincia del Oriente de Cuba, el 22 de abril de 1929, en 1941 se trasladó con su familia a La Habana para estudiar medicina. A los 18 años empezó a escribir colaboraciones. En 1952, dos años después de haber ingresado a la Escuela de Periodismo, fue detenido y multado a causa de la publicación de un cuento que contenía "profanidades en inglés", según las autoridades cubanas. Fue en esa época en que se reveló como un acérrimo opositor al régimen de Batista, postura que lo llevó a prisión. En 1954 comenzó a escribir crítica de cine bajo el seudónimo de G. Caín, en el semanario Carteles , del que tres años más tarde sería nombrado redactor jefe. La pasión por el séptimo arte 2
lo convirtió en el primer escritor latinoamericano que llegó a Hollywood como profesional. Además de su actividad periodística, participó activamente en la vida intelectual de su país: en 1951 fundó la Cinemateca de Cuba, organismo que dirigió hasta 1956 y poco después fue designado director del magazine cultural cubano Lunes de revolución . Tras el derrocamiento de Batista y la llegada de Castro al poder, en 1959, Cabrera fue nombrado agregado cultural de Cuba en Bruselas, cargo que ocupó desde 1962 hasta 1965, porque "no aguantaba estar en La Habana... No soportaba verme convertido en un apestado". En 1968 criticó abiertamente al gobierno de La Habana en una entrevista concedida a la revista argentina Primera Plana , por lo que fue requerido "a consultas". En respuesta, Cabrera abandonó su cargo diplomático y pidió asilo político en el Reino Unido, donde se nacionalizó británico y fijó su residencia. Actualmente sus libros están prohibidos en Cuba, aunque circulan clandestinamente. Tal es el caso de La Habana para un infante difunto (1979) y Cuerpos divinos (1985), ambos autobiográficos. En 1964, el manuscrito sin publicar de la novela Tres tristes tigres (1967) lo hizo acreedor al Premio Biblioteca Breve. En 1991 publicó el volumen Mea Cuba , en el que recoge todos sus escritos políticos. En 1997 obtuvo el Premio Cervantes, el principal galardón en letras hispanas.
Cabrera Infante será incinerado en Londres Los restos del novelista serán cremados y guardados en la capital londinense donde "serán guardados hasta que pueda volver algún día a una Cuba libre", dijo su esposa. Los restos del escritor cubano Guillermo Cabrera Infante, que falleció anoche a los 75 años, serán incinerados en Londres "lo más rápido posible", confirmó hoy a EFE su esposa, la actriz Miriam Gómez. "Guillermo murió ayer lunes en el hospital a las diez y media de la noche", dijo Gómez, al precisar que su marido, que se había fracturado recientemente la cadera y 3
sufría una neumonía, falleció como consecuencia de una "infección que cogió en el hospital". Los restos del novelista "serán incinerados en Londres", donde "serán guardados hasta que pueda volver algún día a una Cuba libre", señaló su esposa.
Fallece Guillermo Cabrera Infante, autor de Tres tristes tigres y emblemático escritor del exilio cubano ( María Lourdes Pallais ) ( 2005-02-22 ) Guillermo Cabrera Infante, veterano de los escritores cubanos en el exilio y una de las voces más importantes del anticastrismo, falleció la noche del lunes en el hospital Chelsea and Westminster de la capital inglesa, donde se encontraba desde la pasada semana. “Para mí es un día muy triste. No lo esperaba. Creo que hay que asumirlo como un día de luto para la literatura cubana e hispanoamericana,” dijo a Crónica Rafael Rojas, quien estaba preparando un trabajo para la revista Encuentro con el Premio Cervantes 1997. Para Rojas, Cabrera Infante fue “el último clásico vivo de la gran narrativa cubana del siglo XX, porque hay vivos pero ninguno perteneciente a esa gran narrativa de la generación de Severo Sarduy y Lezama Lima”. El autor de Tres Tristes Tigres
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“también fue el más emblemático escritor e intelectual del exilio cubano provocado por la revolución cubana. Hubo otros, como Heberto Padilla, pero ninguno tan emblemático como Cabrera Infante”, agregó el historiador y ensayista residente en México desde 1991. “Después de José María Heredia y José Martí en el siglo XIX, no hay otro como Cabrera Infante cuya literatura lleva la condición del exilio, el arraigo y la nostalgia. Por eso escribía sobre La Habana que es La Habana de Tres Tristes Tigres”. Rojas concluyó que hay que destacar el hecho que Cabrera convirtió al exilio “en una condición vital que alimenta su literatura, ese mundo perdido que es el horizonte de su literatura...” Pérdida. En La Habana, el poeta Raúl Rivero dijo que la muerte de Cabrera Infante supone una ‘’pérdida fatal’’ no sólo para las letras cubanas sino para la literatura en castellano. El autor de Papel de hombre expresó su ‘’profunda admiración’’ por la obra de Cabrera Infante, con quien mantuvo una relación ‘’amistosa y de respeto’’ durante los últimos años: ‘’Es un momento fatal para la literatura cubana y en lengua castellana, es un vacío enorme’’. Rivero lamentó el desconocimiento de la obra de Cabrera Infante en Cuba y recordó que desde 1963, cuando se publicó en la isla Oficio del Siglo XX, no se ha editado ninguna de sus obras en el país. Cabrera Infante prologó el libro de poesía de Rivero Recuerdos Olvidados, publicado en España durante el cautiverio del escritor. El óbito del escritor, que tenía 75 años, se produjo a consecuencia de una septicemia, derivada de numerosos problemas de salud que
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aquejaban en los últimos meses al autor de La Habana para un infante difunto. Cabrera Infante había sido ingresado la pasada semana en el centro donde falleció, tras romperse una cadera al caerse accidentalmente en su domicilio de Londres, donde residía desde hace casi 40 años. El pasado mes de agosto, Cabrera Infante fue sometido en Londres a una operación de bypass que le obligó a una convalecencia de varias semanas y le obligó a interrumpir su ritmo de trabajo creativo. LÚDICO. Para el escritor Andrés Jorge, se trata de la muerte de un gran escritor, que inició su carrera literaria a los seis años, de “un “actor importante en los cambios que se generaron después de los años 60 con el boom de la literatura” latinoamericana. “Admiro al primer Cabrera Infante, al de Tres Tristes Tigres, especialmente el carácter lúdico que le dio al lenguaje, pero después se convirtió en una parodia de sí mismo”, agregó Jorge en plática telefónica con Crónica. Nacido en Gibara, provincia de Oriente, Cabrera Infante emigró a La Habana con sus padres. Comenzó a estudiar medicina, pero abandonó la carrera para trabajar como redactor de la revista Bohemia. En 1949 creó el semanario Nueva Generación y en 1950 ingresó en la Escuela de Periodismo. Dos años después, tras la aparición de un relato en Bohemia, fue encarcelado. En los años sucesivos no pudo firmar sus trabajos con su propio nombre y tuvo que utilizar el seudónimo de G. Caín. Tras el triunfo de la revolución, dirigió el Consejo Nacional de Cuba. En 1965, viajó a Bélgica como agregado cultural. Esta salida de su país, del que no dejará de escribir a pesar de sus 40 años de exilio, le “abrirá los ojos” respecto de la
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revolución cubana y pasará a convertirse en una de las voces más importantes del anticastrismo. Se mantuvo en ese cargo hasta 1965, cuando rompió con el régimen de Fidel Castro y terminó instalándose en Londres, ciudad en la que residió hasta ayer
Muere en el exilio el escritor cubano Guillermo Cabrera Infante, malabarista de la palabra El escritor falleció anoche en el hospital Chelsea and Westminster de Londres a los 75 años a causa de una septicemia derivada de sus problemas de salud. Las letras hispanas están de luto. Cabrera Infante fue ingresado hace una semana en el hospital Chelsea and Westminster de Londres después de romperse la cadera al caerse de forma accidental en su domicilio de la capital londinense. Miriam Gómez, esposa del escritor, manifestó entonces que Cabrera Infante padecía diabetes y que estaba siendo tratado en el hospital de una neumonía, al margen de la fractura de cadera. En agosto, el ganador del Cervantes 1997 fue sometido en Londres a una operación de «bypass» que le obligó a una convalecencia de varias semanas. Ayer fallecía a causa de una septicemia. Guillermo Cabrera Infante nació el 22 de abril de 1929 en la ciudad cubana de Gibara, en el seno de una familia de campesinos adinerados. La destacada actividad política de su padre, fundador del Partido Comunista Cubano, determinó su encarcelamiento y la consiguiente ruina de la familia. En 1941 se trasladó con su familia a La Habana y allí comenzó su pasión por la escritura, abandonando sus estudios de Medicina para empezar a trabajar en diversos oficios. La capital cubana le abre las puertas de un mundo completamente diferente repleto de salas de cine. En 1950 ingresó en la Escuelade Periodismo de Cuba. Desde 1954, y con el pseudónimo de G. Caín, comenzó a dedicarse a la crítica de cine en el semanario «Carteles», del que tres años más tarde, en 1957, alcanzaría
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el cargo de redactor-jefe. En 1951 fundó la Cinemateca de Cuba, que dirigió hasta 1956. Poco después fue director del magazín cultural cubano «Lunes de revolución», desde su fundación hasta su clausura en 1961. Tras el derrocamiento de Batista y la llegada al poder del dictador Fidel Castro, Cabrera Infante fue agregado cultural de Cuba en Bruselas, desde 1962 hasta 1965. El escritor califica este destino como «una especie de Siberia», que aceptó «porque no aguantaba estar en La Habana, no soportaba verme convertido en un apestado, un no persona». Asilo político en Inglaterra Sus discordancias con el Gobierno de Castro llegaron a su punto máximo en 1968, cuando concedió una entrevista a la revista argentina «Primera Plana» en la que criticaba el régimen del dictador. Esto provocó una fuerte reacción en Cuba, que le llevó a abandonar su cargo diplomático para pedir asilo político en Inglaterra. Se nacionalizó entonces británico y fijó su residencia en Londres. «Así en la paz como en la guerra» (1960) fue escrito bajo la dictadura de Batista, pero no se publicó en Cuba hasta dos años después de haber triunfado la revolución. Los libros de Cabrera Infante están prohibidos en Cuba, pero circulan clandestinamente. Así ocurre con «La Habana para un infante difunto» o «Cuerpos divinos», ambos netamente autobiográficos. En 1964 escribe «Tres tristes tigres», su obra más polémica, por la que fue finalista del Premio Formentor, y ganador del Biblioteca Breve. Seix-Barral la publica tres años más tarde. En 1974 escribió otra de sus grandes obras, «Vista del amanecer en el Trópico». Eterna presencia del erotismo El erotismo está presente en toda su obra, pero siempre «en función de la parodia y de la risa, cosa que un autor erótico no haría nunca», según afirma él mismo. En «Cuerpos divinos», el narrador principal se salva de la política y, para no caer en el abismo histórico, se agarra a cualquier cuerpo
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como a un clavo ardiendo. «La Habana para un infante perdido» es la reconstrucción de la ciudad perdida a través de la memoria, así como la búsqueda de la mujer perdida o por encontrar. Su pasión por el cine le llevó a ser el guionista de la película «Punto de fuga». Guillermo Cabrera fue el primer escritor latinoamericano que llegó a Hollywood como profesional. En 1975 publicó «O». Le siguen «Exorcismos de esti(l)o» (1976) o «Arcadia todas las noches» (1978), colección de ensayos sobre cine. Desde 1954 vive prácticamente de su trabajo como guionista y crítico cinematográfico para la prensa británica. Realizó la adaptación de la novela «Bajo el volcán», de Malcom Lowry, para la película que dirigió John Huston. A finales de 1990 trabajó en la realización del guión «La ciudad perdida», en el que se recrea la vida nocturna de La Habana antes de la llegada de Castro, en colaboración con el actor Andy García. El proyecto aún no ha culminado. En 1991 publicó un nuevo libro, «Mea Cuba», en el que recoge todos sus escritos políticos; en 1994 aparece en Inglaterra, traducido por Kenneth Hall. En mayo de 1995 se editó en España un volumen de relatos titulado «Delito por bailar el chachachá», un conjunto de tres relatos enhebrados de recuerdos y secuencias de su memoria con el perfirl femenino como contraste e interlocutor del narrador. En enero de 1996 presentó en Madrid su antología de textos narrativos «Mi música extremada». Este mismo año publicó en España «Ella cantaba boleros», obra compuesta por los textos de «La amazona» y «Metafinal», que hacen referencia a mundos cubanos. Amor y adicción al cine En septiembre de 1997 presentó en Barcelona «Cine o sardina», libro en el que explica su amor y adicción al séptimo arte y comenta las películas que más le han impresionado e influido a lo largo de su vida. Reúne artículos, crónicas y escritos organizados a la manera de un cinéfilo y estructurados bajo epígrafes sugerentes. El título repite una pregunta que su madre le hacía en su infancia, a la 9
que él siempre respondía a favor del cine. Cabrera Infante publicó finalmente en español su libro «Holy Smoke», titulado ahora «Puro humo», en el que relata la historia de una hoja de tabaco desde los primeros fumadores hasta nuestros días. Según el autor, las dificultades de la tradución fueron debidas a las dificultades que presentaban los juegos de palabras. En octubre de 1990 fue homenajeado en Madrid durante una semana en la que se analizó su obra literaria y cinematográfica. La semana-homenaje fue organizada por la Fundación Germán Sánchez Ruipérez. En noviembre de 1996 se celebraron en la Casa de América unas jornadas dedicadas a su obra, en las que participó el propio autor. En julio de 1991 visitó España y participó en la Universidad de Salamanca en el Foro de Iberoamérica. Asimismo, intervino en el curso de verano de la Universidad Complutense sobre «La creatividad: encuentro entre las ciencias y las artes», dirigido por Raúl Guerra y Emilio Muñoz. En 1993 volvió a visit ar la Universidad de Verano de El Escorial, donde pronunció una conferencia sobre la presencia hispana en Hollywood. Al año siguiente, fue el encargado de coordinar un ciclo dedicado a la «Novela Rosa». Desde entonces es un habitual de este Foro. En junio de 1995 fue galardonado con el premio del Instituto Italo-Latino Americano (ITLA), creado para distinguir la mejor obra de autores latinoamericanos publicada en lengua italiana en un bienio. El 9 de octubre de 1997 fue galardonado con el premio Cervantes de Literatura, el principal galardón de las letras hispanas. En su discurso dialogó con el autor del Quijote. EL CINE NO COME SARDINAS Ojalá pudiera ser esto un prólogo, y que lo fuera, incluso, «a lo Belerofonte». No será ni siquiera epílogo. La sola escritura de su nombre anima, de entrada, a su juego preferido de doblar las palabras hasta que chillaran: «Beldad y mentira de Marilyn Monroe», «Sic Transit Gloria Grahame», «El
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viejo y el mal». Pero hay que escribirlo y sin que empiece el juego. Guillermo Cabrera Infante. El hombre que le hizo sentir al cine el pudor de ser mirado. Leer a Guillermo Cabrera Infante es como saltar en una cama elástica: se va sin control de página en página, se vuelve, otra vuelta, se pierde el equilibrio, se recupera, te cansas, te diviertes. Hay páginas de Guillermo Cabrera Infante que se suben a la cabeza, que parecen hechas para ser tomadas en infusión, que las ha escrito un ambidiestro. Hay páginas de Guillermo Cabrera Infante que se salen por los bordes y que no caben en un solo libro. Hay páginas de Cabrera Infante que sólo las sabe leer Miriam Gómez. Tal y como confesó de palabra y obra, siempre prefirió el cine a la sardina, en lo que era algo así como una metáfora del hambre y de las ganas de comer, y ello lo condujo por el carril más complicado de la literatura: grandes y grandísimas películas encerradas en un par de párrafos y tres regates. Se inventó un oficio del siglo veinte, oficio y siglo en el que aún andamos atascados; se inventó un modo de vivir reflejado en su pantalla; no bajó la guardia ni aún cuando le contaron diez, ni cambió su impresionante expresión de «cachondo malhumorado», de hombre de ceño en ristre, en chiste. Se lo decía Guillermo Cabrera Infante al precipitado Caín en el prólogo de un libro viejo, cuando dudaba de si la muerte de uno llevara implícita la del otro: «Es verdad, nunca se sabe. Y ahora, doble veneno, a tu trabajo». Como tantas veces en él, la cuestión es cuestión de «comas». Lo pone en «Un oficio del siglo veinte», en una desvencijada edición hecha en La Habana en la que él mismo lanceó una dedicatoria: «Para …., que guarda las ediciones momias». En fin, ahora la isla es suya.
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TRISTES TRÓPICOS Parece mentira, pero otro que entierra Castro. Y suma y sigue. Pasará el tiempo y este Premio Cervantes de 1997 llegará a ser otra cosa, será recordado por su prodigiosa habilidad con el lenguaje, por la pirotecnia verbal que compartía con esos otros dos monstruos de su isla, de su «Mea Cuba» (1992), Lezama Lima y Alejo Carpentier. Pero lo primero que se me ha venido a la mente, al saber la noticia, ha sido esto: «Te ganó Castro la partida». Es triste, tan triste como esos «Tres Tristes Tigres» que publicó en 1967, y que le valieron, además del Premio Biblioteca Breve, reconocimiento por doquier. Hay algo de tristeza en estos trópicos irredentos, tenaces en su desidia, como si fuese un mal bolero (o diré mejor: un buen bolero, porque los buenos boleros son aquellos que hablan de lo malo que es morir), en todo caso de esos que cantaba ella, en una obra memorable de 1996. El Malecón de la Habana, ése al que volvió literariamente en «La Habana para un infante difunto» (1979), llamándose él infante y siéndolo ya, hoy, esta noche mismo, como si hubiese sido una premonición, ese malecón ya no lo verán sus ojos, pequeños y como enristrados, por el Mucho Humo de su habano, ese Humo que cantó ya en inglés, en Londres, porque en esa lengua publicó originariamente «Holy Smoke» (1985). Cabrera Infante es esa isla, tan bella, que Castro ha convertido en maldita para la literatura y que se llevó para adelante la amistad de Vargas Llosa y de García Márquez, que formaban con Guillermo Cabrera un trío de cómplices de una revolución, en la Barcelona de los amigos latinoamericanos, que al final han acabado perdiendo los tres, porque Gabo también ha perdido casi todo bajo la bota del general, capaz de encerrarlo en su laberinto de verbos mentirosos, de futuros proclamados. Que la Literatura tendría que ser otra cosa, por ejemplo verbalidad carnosa, por ejemplo juego, mucho de inpiración y unos «Exorcismos de esti(l)o» (1976), esos que conjuraba Guillermo Cabrera Infante, mucho antes de esta mueca, aunque no le salieron las cuentas y el otro le ganó la partida. Pero la la Literatura siempre gana. Eso dicen los que quieren consolarte. 12
Cervantes, mi contemporáneo POR GUILLERMO CABRERA INFANTE In memóriam Octavio Paz Hay un juego literario que es, como la literatura, un salto mortal sin red. Consiste en preguntarle al otro: ¿con quién famoso te gustaría cenar esta noche? Me propusieron ese árbitro de elegancias que dormía de día y celebraba la noche. Pero yo no sé latín y no creo que pueda aprenderlo para esta noche. Me nombraron a Shakespeare, pero entre su inglés y el mío hay distancia de olvido. Por último me susurraron el nombre de Cervantes. [...] Ahora estamos sentados a la mesa en medio del comedor. La misma mesa y todos los muebles son lo que se vendría a conocer como Renacimiento español: muebles macizos, muebles sólidos. —Para mí —le dije—, todos sus libros son un libro: único, real y maravilloso y el mejor que se ha escrito en nuestro idioma. —Si no fuera por mis años y el sol de estas Castillas que me han curtido, me sonrojaría. —Ya sé que usted no ha padecido nunca de vanidad ni de envidia literaria. —Nunca —dijo Cervantes. [...] En algún lugar de la casa alguien tañía una vihuela y una voz de mujer cantaba. Reconocí la melodía. Era Guárdame las vacas, la tonada que originó las variaciones de Cabezón. —Me parece que le gusta la música. —Mucho. —A mí también. Cultivo varias melodías en mis escritos. Su nombre me es familiar. Uno de mis personajes del Quijote se llamaba así. —Fue uno que murió de amor al ver morir a su mujer. 13
—Así es. ¿De dónde viene su nombre? —Alemán de origen. —¿Es usted alemán? —Oh, no. Vengo de América. —Allá quise ir varias veces. —Si hubiera ido nunca habría escrito el Quijote. —Pero habría escrito otras aventuras. Realistas unas, mágicas las otras. Como hicieron Bernal Díaz y Cabeza de Vaca. —Pero son memorias, no invenciones. No puedo evitar pensar que si los reaccionarios que ocuparon el lugar de los adelantados le hubieran dado permiso para emigrar a lo que ya se llamaba América, su gran libro hubiera sido escrito no en España, sino en la Nueva España ¿Qué les parece Don Quijote de las Indias? ¿Qué tal Sancho Pampa? No habría habido molinos, pero habría vientos. ¿Es una fantasía americana? Cervantes, en la segunda parte del Quijote, hace elogio y alabanza de Hernán Cortés y lo muestra como un caballero ejemplar. Ni más ni menos su par impar. [...] —¿Es el Quijote una alegoría de su vida? No lo pensó mucho para decir: —Es la parodia de una alegoría. —En todo caso es un libro maravilloso. —Es muy amable con mi libro. [...] Cervantes tendría mi edad exactamente ahora, pero era obvio que estaba en el invierno de nuestro contento: Cervantes por su Don Quijote, yo por mi Cervantes. —Eso es inevitabilidad —dije. —Es una palabra larga —dijo Cervantes. —Es una palabra demasiado larga —dije—, pero inevitable.
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El mobiliario del comedor se hizo contemporáneo, las bujías se hicieron bombillas, el banquete se vuelve una última cena. Pronto se disolverá el autor, pero antes de que desaparezca el maestro desaparecerá el aprendiz de Cervantes. ¿Qué es morir sino una forma de organizarse? ¿Lo dijo Cervantes? ¿O fue mi otro maestro, Martí mártir? [...] Cervantes dejaba de ser un mero mortal para pasar a la inmortalidad. Aquí debe acabar mi discurso. Pero permítanme una palabra o dos antes de irme. Por mi casa de Londres han pasado varias generaciones de escritores españoles, algunos bisoños, otros veteranos. Muchos de los jóvenes escritores han devenido una generación que escribe los libros mejores que se escriben en español. Grande ha sido mi contento de que así sea. Quiero destacar a mi agente, la formidable Carmen Balcells, porque fue ella quien me dio la noticia de haber ganado el premio por teléfono. Su alborozo fue más grande que el mío porque a pesar de las voces de Carmen siempre he sido un tanto escéptico. Todavía lo soy ahora. A todos, empezando por Miguel de Cervantes Saavedra, ¡muchas gracias!
LA MUERTE DE UN LITERATO RESISTENTE La inmensa obra literaria de Guillermo Cabrera Infante es la metáfora de un literato resistente. Como la mítica película de John Huston, en «Halcón Maltés», su obra está construida con la materia de la que están hechos los sueños. La melancólica ironía, tan cervantina, el juego verbal, el sereno escepticimismo ante los avatares y el tráfago de las industrias y andanzas de la vida, componen la extraña sinfonía de la vida a favor de la libertad. El humor, y siempre el cine contemporáneo, constituyen ese formidable daguerrotipo del siglo XX que es la obra de Guillermo Cabrera Infante. Y, al fondo, como el escenario de todas la cosas, todos los ambientes, todos los personajes, la ciudad de La Habana, inundándolo todo de luz, de nostalgia, de desasosiego. Se ha escrito que pocos escritores han sido capaces de escribir una 15
mitología de la ciudad con tanta fuerza y color como el cubano Guillermo Cabrera Infante. «Tres tristes tigres» y «La Habana para un infante difunto» representan dos referencias esenciales de esa mitología literaria, de ese viaje y descenso al fin de la noche, de ese viaje para descubrir y describir los ritmos tropicales, la sensualidad, el periodismo, la bohemia, la cinematografía de una ciudad que fue todas las ciudades. Cabrera Infante es el viaje de la melancolía cervantina al humor quevedesco, el escritor que ha recorrido los pasos justos y medidos de una mirada profundamente irónica de la realidad contemporánea, de una mirada profundamente americana. La mirada que pocos supieron aceptar: la mirada de la libertad. No fue su obra ni la chanza ocasional, ni la grosera carcajada, sino una forma de desmontar el mundo tal y como aparece al común de los mortales. Y lo hizo con una lengua literaria que permitía mostrar, al lado del disparate brutal y convulso, el anhelo radicalmente romántico de contar una realidad mítica y vivida. Narró literariamente la vida como si en eso le fuera el empeño de su propia vida. El empeño de la libertad. Como otros no vio la tierra arrebatada y prometida. Pero su obra queda como el testimonio de que la libertad para Cuba no sólo es posible, sino insoslayablemente urgente. Los restos de Cabrera Infante reposarán en Londres hasta que puedan ser trasladados a Cuba César Antonio Molina lamenta la desaparición del "maestro del calambur y de la magia verbal" Los restos del escritor cubano Guillermo Cabrera Infante, fallecido anoche a los 75 años en Londres, permanecerán en la capital británica "hasta que puedan volver algún día a una Cuba libre", según ha afirmado su viuda, la actriz Miriam Gómez. Cabrera Infante será incinerado en la ciudad en la que vivió desde 1968 y cuya privacidad le permitió escribir siempre sobre Cuba y La Habana, a las que llevaba en el corazón 16
Cabrera Infante muere lejos de Cuba El escritor exiliado falleció en Londres a los 75 años después de ser hospitalizado a causa de una septicemia Autor de, entre otras obras, «Tres tristes tigres» y «La Habana para un infante difunto», era un férreo opositor del régimen castrista. Cabrera Infante falleció anoche en el hospital Chelsea and Westminster de la capital inglesa, donde se encontraba ingresado desde la pasada semana. El óbito del escritor, que tenía 75 años, se produjo a consecuencia de una septicemia, derivada de numerosos problemas de salud que aquejaban en los últimos meses al autor de «Mea Cuba», que, feroz opositor del régimen castrista, vivía exiliado en Londres desde hace casi 40 años.
Londres- Cabrera Infante había sido ingresado en el centro hospitalario londinense tras fracturarse la cadera al caerse en su domicilio de Londres, donde residía desde hacía casi cuatro décadas. Hacia las diez de la noche, hora inglesa, el organismo del autor de «Tres tristes tigres» El mundo cubano fue consumió sus últimas energías, siempre la obsesión y melladas por múltiples problemas la inspiración literaria de salud sufridos en los últimos de Cabrera Infante meses. Además, el pasado mes de agosto el escritor, premio Cervantes 1997, fue sometido en la capital británica a una operación de «bypass» en su corazón que le forzó a parar su frenética actividad literaria varias semanas. La semana pasada, cuando los rumores sobre el fallecimiento de Cabrera comenzaron a circular, su propia esposa se vio obligada a intervenir. Preocupada tras recibir decenas de llamadas de familiares y amigos, Miriam Gómez se dirigió a la Prensa para desmentir las especulaciones y mostrar su confianza en la pronta recuperación de su marido. Pasión por el cine. Nacido en Gibara (Cuba) el 22 de abril de 17
1929, a los 12 años de edad se trasladó junto a su familia a La Habana y, años después, comenzó su fértil carrera como escritor, por la que incluso abandonó sus estudios de Medicina. En 1950, ingresó en la Escuela de Periodismo, donde descubrió una de sus dos grandes pasiones vitales. La otra, por supuesto, fue el cine: en 1951, fundó la «Cinemateca» cubana, que presidió hasta 1956. Tras la llegada al poder de Castro fue nombrado agregado cultural en Bélgica, cargo que ejerció entre 1962 y 1965. Sin embargo, su relación con el dictador se agrió rápidamente y alcanzó su punto más bajo en 1968, cuando Cabrera criticó abiertamente el régimen castrista en declaraciones a la revista argentina «Primera Plana». Se vio entonces obligado a abandonar su amada isla caribeña y pedir asilo político en Londres, donde vivió el resto de su vida tras adquirir la nacionalidad británica. «Así en la paz como en la guerra» (1960) fue su primer volumen de relatos, pero no fue hasta la publicación de la novela «Tres tristes tigres» (1964) cuando se consagró como uno de los principales narradores en castellano del siglo XX. Desde su refugio londinense, el mundo cubano siguió constituyendo su principal obsesión e inspiración literaria, que le persiguió hasta la muerte. En 1997, el Ministerio de Educación y Cultura español le dio el espaldarazo definitivo otorgándole el Premio Cervantes. Cabrera Infante paseaba su humanidad por Londres, Barcelona y Madrid con los lentes empañados por la nostalgia, con el paso lento y toda Cuba en su forma de mover las manos, de hablar, de responder a las miradas de curiosidad. Era la isla letrada y una palabra amable para un periodista curioso e ignorante. Calumniado, perseguido, ninguneado, era el primero de los «gusanos», orgulloso y altivo, con el exilio como bandera de la dignidad, la cultura y la libertad. Valiente, siempre envió el mismo mensaje, duro, sin dobleces: «La única solución para Cuba es la desparición del tirano». Luego recurría a la distancia. «La actual Cuba no me interesa, se ha bombardeado desde dentro, no desde el aire». Sus impresiones dolorosas sobre la dictadura castrista eran de una tremenda eficacia política. La referencia era inevitable en cualquier entrevista, en cualquier rueda de Prensa, en cualquier comparecencia pública: «Sólo
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los judíos conocen la horrenda tragedia del holocausto; sólo los cubanos de dentro y de fuera conocemos la verdadera dimensión de nuestra tragedia. Esa dimensión es transmisible, pero no transferible», dijo hace diez años, cuando todo el aparato propagandístico de la dictadura, cuando los «intelectuales» que veraneaban en Cuba miraban con recelo al exiliado de Londres. Y él respondía, entre libro y obra maestra que «los que mueren jóvenes, como los balseros que huyen y naufragan, pueden considerarse afortunados, porque la vida con Castro es apenas soportable». Infierno sexual. El turismo, los negocios en la isla a la deriva y la comprensión de una cierta progresía también eran objeto de comentarios comprometidos y desoladores. Para él, Cuba se había convertido en un infierno sexual «donde se compran prostitutas y prostitutos infantiles por una barra de chocolate y un refresco». La muerte de Cabrera Infante supone una «pérdida fatal» no sólo para las letras de la isla, sino para la literatura en castellano, según el escritor disidente cubano Raúl Rivero, recientemente ex carcelado. Rivero, el escritor y periodista condenado en la primavera del 2003 en los juicios contra disidentes y puesto en libertad el pasado noviembre por motivos de salud, expresó su «profunda admiración» por la obra del fallecido, con quien mantuvo una relación «de amistad y respeto» durante los últimos años. «Es un momento fatal para la literatura cubana y en lengua castellana, es un vacío enorme», dijo Rivero a Efe. Y lamentó el desconocimiento de la obra de Cabrera en Cuba y recordó que desde 1963, cuando se publicó en la isla «Oficio del siglo XX», no se ha editado ninguna de sus obras en el país. Cabrera Infante prologó el libro de poesía de Rivero «Recuerdos olvidados», publicado en España durante el cautiverio del escritor.
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EN EL HOSPITAL LONDINENSE DE CHELSEA Fallece Guillermo Cabrera Infante El escritor cubano exiliado en Reino Unido, de 75 años, sufría septicemia - Obtuvo el Premio Cervantes en 1997 LONDRES.El escritor cubano Guillermo Cabrera Infante, de 75 años, falleció anoche en Londres, a causa de una septicemia, derivada de los numerosos problemas de salud que le aquejaban en los últimos meses. Cabrera, que vivía en la capital inglesa desde hace casi 40 años, murió en el hospital Chelsea and Westminster, donde se encontraba ingresado desde la Guillermo Cabrera pasada semana, según informaron Infante. (Foto: EFE) fuentes familiares. Según confirmó a Efe su mujer, la actriz Miriam Gómez, Cabrera Infante será incinerado en Londres "lo más rápido posible", donde sus restos "serán guardados hasta que pueda volver algún día a una Cuba libre", señaló su esposa. Cabrera Infante había sido ingresado la pasada semana en el centro donde ha fallecido, tras romperse una cadera al caerse accidentalmente en su domicilio de Londres. Con tal motivo, la esposa del escritor, Miriam Gómez, manifestó que su marido padecía diabetes y que también estaba siendo tratado en el hospital Chelsea and Westminster de una neumonía. Aunque Guillermo Cabrera Infante fue hospitalizado por una rotura de cadera, el escritor cubano también sufría neumonía. Probablemente esta enfermedad fue la que marcó la aparición de una grave infección -conocida como septicemia- que se extiende por todo el cuerpo a través del torrente sanguíneo y que acabó por arrebatarle la vida. La septicemia se caracteriza por la presencia y multiplicación de bacterias en la sangre. Esta infección, también conocida como 'envenenamiento sanguíneo', suele progresar de manera muy rápida y, a menudo, surge como respuesta a otro tipo de 20
procesos infecciosos presentes en los pulmones, en la zona abdominal o en el tracto urinario. Las personas que padecen esta enfermedad presentan fiebre, escalofríos, inapetencia y una aceleración del ritmo cardíaco y respiratorio. En poco tiempo este cuadro de síntomas puede dar lugar a un estado de shock, disminución de la temperatura del cuerpo y de la presión arterial, erupciones hemorrágicas en la piel -fruto de un problema de coagulación- y confusión mental. La septicemia severa es una complicación habitual en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) y sus índices de mortalidad rondan el 20%. El pasado mes de agosto, el escritor cubano fue sometido en Londres a una operación de 'bypass' que le obligó a estar convaleciente varias semanas y a interrumpir su ritmo de trabajo creativo. Autor de medio centenar de libros, entre los que destacan 'Tres tristes tigres', 'La Habana para un infante difunto' y 'Mea Cuba', Cabrera Infante se opuso frontalmente al régimen de Fidel Castro, con el que colaboró en la primera etapa de la Revolución de 1959, y decidió exiliarse en Londres. En 1997, obtuvo el Premio Cervantes, que otorga el Ministerio español de Educación y Cultura. HUMOR Y POLÍTICA. Con su habitual sentido del humor,Guillermo Cabrera Infante se definía como un "reaccionario de izquierdas". Vivió en Londres durante casi cuatro décadas y no pudo adquirir la nacionalidad española. EXILIO, SEXO Y MELANCOLÍA. Sus referentes literarios iban de Borges a Jane Austen y su temática, del exilio, al sexo y la melancolía. Su militancia política evolucionó de la crítica a Batista a la oposición a Castro. Sólo pensaba volver a Cuba tras la muerte del dictador. PREMIO CERVANTES. En el año 1997 recibió el Premio Cervantes de manos del Rey. Era el colofón a una carrera que había comenzado a los seis años con un cuento y, según el mismo escritor, Fidel Castro había alentado con su dictadura.
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DOS MATRIMONIOS. En 1961, el parrandero incorregible se casó en segundas nupcias con Miriam Gómez, que se convirtió desde entonces en su secretaria e inseparable compañera.
JUNTO A JORGE EDWARDS. El escritor y periodista chileno Jorge Edwards, diplomático en la Cuba de Castro, era compañero generacional y amigo. Ambos representan dos hitos en las letras iberoamericanas del siglo XX.
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Guillermo Cabrera Infante, un tigre de filo y verbo LUIS ANTONIO DE VILLENA El escritor cubano Guillermo Cabrera Infante, de 75 años, falleció la noche del 21 de febrero en Londres a causa de una septicemia. El autor de 'Tres tristes tigres', que vivía en la capital inglesa desde hace casi cuarenta años, murió en el hospital Chelsea and Westminster, donde se encontraba ingresado desde la pasada semana tras romperse una cadera, según informaron fuentes familiares.Cuando uno veía por vez primera a Guillermo, se encontraba ante un señor moreno y con gafas, con barbita y perilla ya algo canas, y serio, aparentemente muy serio. Pero en cuanto la conversación, entre amigos, entraba en materia cordial, aquella seriedad que nunca dejaba de parecerlo, se volvía un flujo zumbón de palabras e historietas, llamadas a magia y a fábula, que te inundaba de retruécanos, de chispa, y de una gozosa propensión erótica y aún truculenta. A Guillermo (y a su inseparable Miriam Gómez) las anécdotas que más les gustaba narrar a dúo eran siempre las que contenían lascivia y juego. Guillermo Cabrera Infante nació en Gibara (provincia de Oriente, Cuba) el 22 de abril de 1929, hijo de una pareja de militantes comunistas. No es por tanto difícil suponer que sus inicios vitales estuvieron ligados a la cultura y a la militancia política. La familia vivía en La Habana desde 1941. Guillermo comenzó en esa Universidad estudios de Medicina, que no concluyó. Como lector, como escritor y como espectador, su vida iba a ser, sobre todo desde 1947, singularmente, la literatura y el cine. En uno de sus últimos libros, 'Cine o sardina', de 1997, Guillermo cuenta esa afición juvenil -el cine- que incluso podía sobreponerse al hambre. Claro que hubo en el Guillermo joven otra afición vital -muy vital- que 23
fue aquella rica y cálida noche habanera llena de bohemia, de compromiso, de daiquiris y de mujeres, pues el culto a la total femineidad contó mucho para el joven caribeño sensual, como narrará más tarde una de sus mejores novelas, 'La Habana para un infante difunto', de 1979. Guillermo Cabrera concluyó siendo periodista, y como parece natural, periodista especializado en cine. Entre 1951 y 1956 fue fundador y director de la primera Cinemateca de Cuba, y a partir de 1954 -y con el seudónimo de G. Caín, que no recoge sino la primera sílaba de sus apellidos- empezó a ejercer la crítica de cine en el semanario 'Carteles', del que tres años más tarde sería redactor jefe. Su labor como crítico (tras la caída del régimen de Batista) continuaría en el magazine 'Lunes de Revolución', que se clausuraría en 1961. Lo que salvó de toda esa etapa de crítico, está en un jugoso libro titulado 'Un oficio del siglo XX', publicado en 1973. Demócrata más que comunista, como muchos escritores y artistas del momento, creyó en los cambios y en la justicia que llevarían a Cuba los luchadores de Sierra Maestra. Siempre podremos preguntarnos si Cabrera estuvo alguna vez próximo a Castro, pero próximo a lo que pudo ser una revolución liberadora, ciertamente lo estuvo. Pero como tantas veces los sueños no se cumplieron, y Guillermo Cabrera Infante, tras ser Agregado Cultural de Cuba en Bruselas (entre 1962 y 1965), más lejos cada vez del régimen de la isla, rompió estrepitosamente con Castro, denunciando su dictadura leninista y buscando definitivamente el exilio. Al no conseguir la nacionalidad española, Guillermo concluyó en Londres en 1966, donde ya viviría en adelante, adoptando la nacionalidad británica. Anticastrista absoluto (yo creo que a Cabrera, profundamente cubano, Castro le arruinó lo que él hubiera deseado fuese su vida) Guillermo sería, siempre ya, un reaccionario para algunos y un genuino liberal para los más -siempre estuvo a favor de una moral muy librehondamente anticomunista. Aunque vivió, casi siempre, como periodista y guionista de cine (trabajando para John Huston y para su amigo Losey) Guillermo Cabrera Infante será ya siempre uno de los iniciadores y de los grandes novelistas de
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aquel tan cierto como cacareado boom de la narrativa hispanoamericana, especialmente tras la publicación de 'Tres tristes tigres', que obtuvo en 1967 el premio Biblioteca Breve. Ingenioso, brillante y mágico prosista, sus siguientes libros confirmarían -lentamente- ese esplendor literario y lingüístico. Desde 'Vista del amanecer en el Trópico' (1960) hasta 'Mea Cuba' o 'Ella cantaba boleros', de 1996, su último libro de ficción. En 1997 recibió el Premio Cervantes. Contradictorio, incisivo, cultísimo, fue y es uno de los grandes en nuestra lengua. Todo un estilo. Premio Cervantes de Literatura y reputado cinéfilo, Guillermo Cabrera Infante ha escrito la presentación de «El Padrino» Epico, el primer título de la colección de vídeos «La Historia más grande jamás contada», que EL MUNDO comienza este domingo, al regalar la primera parte de la versión cronológica de la obra maestra de Coppola. El escritor cubano ha mantenido un encuentro digital desde Londres, donde reside, para hablar de la saga de los Corleone. 1. ¿Qué opina de los films que han seguido el camino (estilístico, temático...) abierto por "El Padrino"? Ellos mismos son secuelas de «El Padrino». En realidad hay muchas películas que se han hecho después del éxito de estos largometrajes. Han sido muy influyentes. En Hollywood se aprovechan de las secuelas, los productos primeros se repiten con variantes. Pero ninguna película sobre la mafia ha sido tan extraordinaria como «El Padrino». 2. ¿Por qué cree que se escogió Cuba como lugar de fondo de gran parte del Padrino II? Eso habría que preguntárselo a Coppola y a Puzo, que escribió el original y el guión. Ellos querían variar la dirección dramática del personaje, coincidiendo que se narraba la vida joven de Corleone. 3. Saludos desde Madrid, ¿Es cierto que Ud. vivió un suceso hace años en un hospital londinense parecido al de "El padrino I " ? No recuerdo a qué se refiere. Si es cierto que fui amenazado en un hospital, me amenazaron con ir a pasar al 25
otro mundo, y no sólo me cambiaron de cuarto, sino de cama, y eso que yo estaba recuperándome de una operación muy complicada. Me cambiaron de nombre, a Christian Smith, que es muy fílmico, para todas las actividades del hospital. Algo muy curioso. 4. Tengo entendido que El Padrino no gustó mucho a gente como Sinatra o Dean Martin, ya que se veían reflejados. Bueno, yo no sé nada de Dean Martin, pero sí sé que Sinatra se molestó tanto. El personaje de Johnny era calcado del Sinatra de entonces. Cuando se lo reprochó a Puzo, éste le dijo que desde cuándo un italiano del norte con ojos azules le iba a amenazar a uno del sur con ojos negros. 5. Cual es su escena / plano favorito de la pelicula? La primera, cuando surge de la oscuridad el hombre que apenas ha tenido relación con El Padrino y le pide que mate a quienes violaron a su hija y sólo se oye la voz de Marlon Brando. Está muy bien resuelto. Luego Brando ofrece por primera vez su cara; le pusieron el pelo ralo y espaciadores para sus mejillas, y hablaba con un susurro que se volvía amenazante. 6. prefiere la denominada versión épica o el montaje original Yo vi hace tiempo la versión épica, y prefiero el primer Padrino porque impacta mucho; la segunda parte nunca se pudo beneficiar de la presencia, aunque fuera fugaz, de Marlon Brando. De todas maneras, la versión épica es muy interesante desde el punto de vista narrativo, porque la hizo el propio Coppola. Robert de Niro está excelente interpretando la versión joven de Brando. Eso le convirtió en una superestrella. Hay gente que prefiere El Padrino segundo al primero. 7. ¿Por qué El Padrino III desmerece tanto de sus antecesores? Porque se ha diluido mucho el personaje de Michael Corleone, que era interesante cuando era un ganster en activo. La solución de los problemas narrativos es un poco mecánica, pero hay escenas extraordinariamente bien
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realizadas, como la del helicóptero. Pero el Padrino III tiene cosas muy interesantes, de todas maneras. 8. ¿Por qué el cine europeo y el español no son capaces de hacer películas de este calado? Eso no es difícil de preguntar. Porque Hollywood está en el negocio del cine desde el principio del siglo XX, los estudios se establecieron alrededor del año 1912. Se creó una industria con una capacidad técnica muy superior, y el cine no es más que un milagro técnico, que permite que se rueden películas complejas. Desde El nacimiento de una nación, fueron consiguiendo obras magníficas y ficharon a técnicos, guionistas, novelistas (por ejemplo, Blasco Ibáñez)... Siempre han pagado los mejores sueldos, desde el cine mudo hasta el hablado. 9. Brandon, De Niro, Duval, Al Pacino vs. Di Caprio, Cruise, Brad Pitt.¿ No son las estrellas de hoy en día unos niñatos comparadas con las de antes? Depende, en realidad nunca han estado trabajando algunos de ellos como ahora. Por ejemplo, Robert Duvall o De Niro. En cuanto a su talento, creo que el primer cuarteto es muy superior a Pitt. Pero si hubieran mencionado a Gary Oldman, otra sería muy respuesta, ya que es muy bueno tanto como protagonista como de secundario. Recordemos su Drácula o True romance. 10. ¿Ha escrito usted algún guión cinematográfico? ¿No le tentaría? He escrito varios. Vine a Londres para escribir como médico de guiones, y escribí uno en el 67 que se titulaba Wonder Wall, con música de George Harrrison y con elementos de música india. Y escribí Vanishing Point, que se llamó en España Carrera contra la muerte, o el destino, y que se filmó en Estados Unidos y tuvo mucho éxito económico. Por primera vez, era una road movie, una película de carretera. Ahora es un film de culto, que ponen a cada rato en televisión. 11. ¿CUAL ES EL SECRETO DE UNA BUENA HISTORIA? Son parámetros muy diferentes, si hablamos de cine o de literatura. Una película se ve de principio a fin y una novela se lee a trozos, a tramos, y hay una continuación meramente 27
estilística. En una película puede haber varios autores. En realidad, el cine es muchísimo más atractivo, porque no se sabe lo que va a pasar en el siguiente momento. Depende mucho del suspense, y eso hace que atraiga tanto. Hay una frase extraordinaria de Néstor Almendros: Las mejores películas se hacen con los peores libros. 12. ¿Cree que habrá un "Padrino IV"? De eso se ha hablado muchas veces. Pero sucede que el II se hizo por el éxito del I, y en realidad resultaba casi una película independiente. Pero el III dejó en suspense que iba a pasar con Andy García, pero la realidad es que Coppola hizo el III para compensar las pérdidas de sus bancarrotas. En cuanto le haga falta el dinero, hará el IV. Muchos esperan una misma versión del personaje, ya que se trata de hacer un cambio, y hacer que Andy García sea el tercer padrino, el nuevo don Corleone. 13. ¿Qué importancia otorgaría dentro del film a la excelente música de Nino Rota? Nino Rota es el gran descubrimiento de Fellini. Sin él, no serían lo mismo. Su extraordinaria partitura de El Padrino es muy interesante. El primer productor no quería la música de Nino Rota, e interpuso elementos de música tradicional que chocan, sobre todo en EL Padrino II. Es un gran compositor, no uno ocasional. 14. En su obra "Vista de amanecer desde el trópico" hay pasajes propios de las mafia italiana (La foto ametralladora) ¿Existe una "conexión" caribeña ? Bueno, eso no tiene nada que ver con la mafia, sino con los dueños del Central, donde ocurrió el aparente fusilamiento, que puede ser una leyenda. El libro se llama Vista de amanecer en el trópico, no desde el trópico. 15. ¿ No le parece increible que un film sobre la mafia, haya llegado a influir de tal modo al propio mundo de la mafia ? Es algo singular creo yo Eso ocurrió desde fines del cine mudo, con La ley del hampa, el primer film de gansters. Y en el 32 influyó mucho en el comportamiento de los facinerosos Cara cortada, con personajes "melancólicos" muy imitados.
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Howard Haws rodó el ascenso al poder de un ganster, lo que ocurre en tantas películas. 16. ¿Si no hubiera existido Lezama Lima, su estilo de Vd seria talmente mismamente el que es? No. Yo no le debo nada en términos narrativos o estilísticos a Lezama Lima, que es muy original pero se disuelve en sí mismo. Cuando comencé a escribir me enseño a convertir en narración el lenguaje habanero Nino Nobás Calvo, el primer escritor del realismo mágico, un gran cuentista. Escribió una biografía novelada de un esclavista español. 17. Bryce Echenique define las Islas Canarias como un "Caribe que no molesta" ¿Qué le molesta a Ud. del Caribe? Bueno, me molesta la denominación de Caribe. Hay muchas regiones que pertenecían a las Antillas, y ahora resulta que hasta Colombia y México quedan en el Caribe. Se ha puesto de moda hablar del Caribe. No todo es Caribe de lo que se llama caribeño. 18. EL CINE ESPAÑOL LE ATRAE? Y LAS ADAPTACIONES LITERARIAS AL CINE EN GENERAL? Ahora, es muy interesante. Es el más interesante que se está haciendo en Europa. Acabo de ver Los otros y me parece muy conseguida, y mete mucho miedo. También están las de Almodóvar, muy buenas, Trueba, Vicente Aranda (Fanny Pelopaja es de las mejores de violencia y sexo que he visto). Y debiera mencionar a más directores. En el pasado también hubo muchas interesantes. Cuando era crítico en Cuba vi muchas extraordinarias, como Muerte de un ciclista o Calle Mayor, pero muchas no me interesaban para nada. Las de folclóricas no las soporto. Ahora las películas españolas están en los cines de Estados Unidos e Inglaterra. Y acabo de ver en un vídeo club Tesis, de Amenábar, anunciada como del director de Los otros. Belle epoque es una delicia de película, por ejemplo. Y La niña de tus ojos, de Trueba también, es muy atractiva. Ese tipo de cine no se hacía antes. Hay adaptaciones al cine que son mejores que las novelas, como Lo que el viento se llevó, una obra extraordinaria. Por ejemplo, hay cuentos que se prestan muy bien para ser adaptados al cine, 29
como La ventana indiscreta. Siempre el cine aporta elementos a la literatura, y fracasa cuando trata de adaptar la gran literatura, como En busca del tiempo perdido o Ulises, aunque hay excepciones, como Las amistades peligrosas. El cine convierte en maestras obras menores. Ocurre mucho.
EL PEOR VERANO DE MI VIDA Un microbio oportunista, por Guillermo Cabrera Infante GUILLERMO CABRERA INFANTE Esta vez no fue abril sino mayo, el mes más cruel. Mayo de 1999 fue casi mi despedida del mundo de los vivos. No tenía, como dijo Cervantes, un pie en el estribo, sino todo el cuerpo. No me di cuenta de lo grave que había estado hasta que terminó todo con una pregunta del cirujano jefe: «¿Usted cree en milagros?». No, le dije, pero siempre espero uno. «Quiero decirle», insistió el cirujano de nombre Geoffrey Thompson (no podía ser más inglés, con su pelo rubianco, su bigote imperceptible y su acento, todo dicho con cierto concierto, por no decir con humor) me dijo: «Está usted vivo de milagro». ¿A quién debía agradecerlo? No al bisturí ni al arte del anestesista. Como otras veces lo debía a Miriam Gómez. Todo comenzó en un concierto que dio Paquito D Rivera en el Queen Elizabeth Hall, en la otra orilla del Támesis. El concierto comenzaba temprano y terminaría tarde, por lo que decidimos comer antes y ligero mi comida favorita: arroz a la cubana, tenía que ser. Fuimos al concierto y ya, al bajar la escalera hacia el estrado, mis piernas se comportaron de manera extraña. Pero pude felicitar a Paquito, que prometió venir a almorzar a casa. Paquito, no hay que decirlo, es más cubano que la música que toca y siempre está dispuesto a comer arroz con frijoles negros. La presencia de este plato en su menú es tal que Paquito sostiene (además de su saxofón 30
maestro y su clarinete clásico) que el bolero no es más que una balada con frijoles negros al lado. Pero esta vez fue el hombre que nunca vino a almorzar. Cuando regresamos a casa teníamos hambre y Miriam Gómez me preparó un plato con frutas. Fue lo último que recuerdo haber comido en muchos meses. Por la madrugada me despertó el más violento dolor de estómago, tan agudo que no recuerdo otro igual, a pesar de que mi hernia de hiato me tiene acostumbrado a los dolores de estómago. Esta vez rabiaba y a pesar de un sobre doble de alka-seltzer no menguaba. Acudió ella al gastrocote, un antiácido recetado por mi especialista de las vías digestivas que, cosa curiosa, se llama doctor Salmón. Pero a esa hora, hasta el doctor Salmón estaba en veda: dormía, seguramente, el sueño de los cirujanos cansados. Como el dolor arreciaba, Miriam Gómez, con su buen juicio de siempre, llamó una ambulancia que vino rauda y me llevó aún más rauda al Hospital Chelsea–Westminster, que está muy cerca de casa y, contrariamente a lo que opina Madonna, es una obra maestra del estilo más moderno: high tech. Poco después aparecieron los enmascarados de siempre entre los que no distinguí todavía al cirujano jefe, quien después de esa radiografía en movimiento que se llama scan decidió operarme. No era mi hernia la que causaba los dolores, sino mi vesícula biliar que, aunque no aparecía en la pantalla, era la protagonista. Mi cirujano esgrimió lo que Borges bautizó como un íntimo cuchillo y practicó una incisión entre el ombligo y el pubis una de esas que se llaman cirugías de cerradura en las que las dos incisiones son pequeñas y dirigidas al centro de la urgencia. Fue, aunque nunca lo supe, un fracaso: nunca encontraron mi vesícula porque, simplemente, se había reventado. El cirujano decidió una operación de exploración y encuentro. Le dijo a Miriam Gómez que duraría apenas dos horas –duró seis–. Al abrirme, después de haber sufrido otra septicemia (había padecido otras dos hacía poco sin encontrar la causa generadora de las bacterias en la sangre) y además, una ictericia súbita, el cirujano no encontró de inmediato la vesícula reventada porque se había adherido al otro lado del hígado. Después de encontrarla y extraerla, tuvo que limpiar la bilis de esa parte
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del vientre. De ahí que la operación durara tanto. Pero a pesar de la asepsia casi total durante la intervención, el pálido bisturí me infectó con lo que se conoce como un microbio oportunista o bacteria de quirófano, esa sala de operaciones que en Inglaterra se llama, país que creó a Shakespeare, operating theatre. La infección no fue detectada de inmediato y mientras el cirujano opinaba que había sido una operación con éxito –y para probarlo mostró a Miriam Gómez lo que parecía más bien una cogida del toro invisible de la muerte– un experto en detectar infecciones decretó que no se me podía dar una gota más de antibióticos porque la bacteria, actuando como un virus, se estaba alimentando, engordando y creciendo a expensas de los antibióticos, mientras más poderosos más peligrosos. La bacteria tiene, como muchas de ellas, un nombre casi precioso: se llama estafilococo dorado y se instaló en mi cuerpo por todo el verano y más allá de los tres meses que estuve internado en el hospital. La Persistente, como llegué a llamarla, no quería abandonar ni mi herida ni mi cuerpo. La única forma de combatirla era que mi cuerpo fabricara su propio anticuerpo y el auxilio médico consistió en una suerte de magia blanca: todas las mañanas, bien temprano, tenían que levantar el vendaje poroso que cubría mi herida y limpiarla ¡con una solución salina estéril! Como combatientes vinieron en mi auxilio dos enfermeras australianas y como todo lo que no mata engorda el ego (y el superego) resultaron ser mi patrulla de la aurora: las dos jóvenes, las dos bellas, las dos puntuales al despertarme para lavar mi herida, que permanecería abierta todo el verano. Una de las enfermeras era muy joven y como joven se vestía: siempre, al inclinarse sobre mí, su escote dejaba ver dos deliciosas y distantes teticas. La otra enfermera, más adulta, era una rubia natural (pude comprobar su estado por las pecas que cubrían su cuerpo visible, que era bastante) y una experta en curar heridas de los combatientes en tiempos de paz sin alertar al herido y despertar sus sentidos dormidos a esa hora. La primera enfermera siempre me alarmaba porque retrataba el estado de mi herida con las muecas más deliciosas –y por supuesto inoportunas–. La otra enfermera, llamada Tracy Soa (que
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quiere decir sin otro apellido), venía tan temprano como para despertar mi amor trompero (cuantas veo, más quiero) por sus pecas, que mostraba más allá de los brazos y entre sus senos. Yo era, naturalmente, el paciente cubano inglés. Hasta que intervino Miriam Gómez y declaró que ella podía limpiarme mejor la herida porque lo haría con amor y menos exposición de la carne ajena. Desde entonces, mes de mayo, me limpió la herida con una eficacia que fue magia temprana y me curé. De mis heridas salvajes pero no del recuerdo del verano en que las enfermeras limpiaban mi cuerpo de las impuricias heredadas del quirófano y del cirujano que en cada visita me decía: «Ha tenido usted suerte». Quería decirme que fue una suerte que me interviniera a tiempo y me salvara la vida. Yo siempre interpolaba diciéndole: Mr Thompson (en Inglaterra todos los cirujanos son misters, los otros médicos sólo son doctores), «Mr Thompson, la suerte hubiera sido no haberme enfermado». Los humores, como los amores, son siempre contagiosos. –Obras de Guillermo Cabrera Infante en el mundolibro
LIBRO DE CONFESIONES Cabrera Infante anuncia que su nueva obra se titulará 'La ninfa inconstante' El escritor cubano Guillermo Cabrera Infante reveló este miércoles en la capital tinerfeña que su nuevo libro, que lleva siete años escribiendo y que se trata de un texto autobiográfico, se llamará 'La ninfa inconstante'. El autor de 'Tres tristes tigres', que se encuentra en Tenerife para participar en un acto cultural patrocinado por el Cabildo insular, pidió que no le preguntaran cuando iba a terminarlo, "porque
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no logro adelantarlo y no tengo ni idea". Resaltó que el título de su obra, "que no será una novela sino unas confesiones", está inspirado en una película llamada 'La ninfa constante', y agregó que "la realidad es que siempre escribo de mi mismo aunque trato de disfrazarlo". Descubrió también, sobre su nueva obra, que se centra en un sólo barrio de La Habana y que se inicia con la relación del protagonista con una mujer, contada por un narrador. La muerte del cine inglés El escritor cubano, tras resaltar que sólo puede hablar de música cubana, cine internacional y sobre los libros que ha leído, aseguró que la última película de Pedro Almodóvar, "Hable con ella", le parece una "obra maestra" y agregó que el cine inglés no le interesa "porque ha dejado de existir". El autor de 'Todo está hecho con espejos' subrayó que el film del director manchego "es el mejor de los que ha hecho hasta ahora". El escritor, que tiene su residencia en Londres, destacó el buen momento que atraviesa el cine español, "a diferencia del inglés, que para mi ha dejado de existir". "Me llevaron casi forzado a ver "Full Monty" y para empezar no entendí nada porque los actores hablaban con un acento provinciano casi ininteligible para mi, que sigo siendo un extranjero en Londres, y luego vi que el desenlace final es un "striptease", nada, que no me interesa", recalcó. "Las únicas películas británicas que triunfan lo hacen antes en Nueva York, como "Cuatro bodas y un funeral", y además hay un cineasta británico "detestable" del que se sólo se habla en España y nada en Gran Bretaña, Ken Loach", aseveró. Antes de comenzar la rueda de prensa reconoció que le constaba expresarse de viva voz; "hay otros escritores más articulados para hablar en público, como Mario Vargas
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Llosa, pero yo soy más rápido escribiendo que hablando", añadió. Corín Tellado invade el cine Otra de las películas españolas destacadas por el escritor cubano fue "Los Otros", de Alejandro Amenabar, "un film con un final más asombroso y eficaz que la del "Sexto sentido". Cabrera Infante se definió como "periodista profesional", ya que "escribo lo que me encargan" y confesó que su última crítica cinematográfica versaba sobre Corin Tellado por petición del diario ABC. "He descubierto que los finales de las películas que se hacen hoy se parecen cada vez a más a las novelas de Corin Tellado", aseguró. También solicitó que no le hicieran preguntas sobre si los libros van a desaparecer con la irrupción de internet, "porque no tengo ni idea, no se que va a pasar con lo libros pero espero que pase lo que nosotros queramos; uno decide leer un libro o no". El autor de 'Puro humo', nacido en Gibara (Cuba), en 1929, aseguró que sigue fumando puros, otra de sus pasiones junto al cine y la música, y relató que acababa de llegar de la isla de La Palma y que le habían regalado muchas cajas de puros, " a ver como lo explico ahora en la frontera británica que son regalos, porque allí cuestan muchísimo". Recomendó a los presente en la rueda de prensa la lectura de un autor austríaco, Joseph Roth, "un auténtico genio que murió alcoholizado en 1939", señaló el autor de 'Cine o sardina'.
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DOTADO CON UNA ESCULTURA DEL ARTISTA Guillermo Cabrera Infante gana el Premio de las Letras de la Fundación Gabarrón El escritor cubano Guillermo Cabrera Infante fue distinguido hoy con el Premio Internacional de las Letras de la Fundación Gabarrón, por un jurado que valoró el "concepto vanguardista" de su literatura y la "actitud moral ejemplar" que ha mantenido durante cuarenta años de exilio. Los miembros del jurado, Guillermo reunido en Valladolid, decidieron por Cabrera unanimidad galardonar al autor de 'Tres Infante tristes tigres', propuesto por la Fundación Príncipe de Gales, como un escritor que "sabe conjugar las diversas artes en su discurso creativo", "gran conocedor de la música popular cubana" y "apasionado cinéfilo". Un jurado que presidió la escritora y periodista Rosa Pereda fue el encargado de conceder el premio, dotado con una escultura única, original y de oro del artista Cristóbal Gabarrón. Fueron responsables del fallo José Miguel Santiago Castelo, subdirector de ABC; Angel Sánchez-Harguindey, adjunto a la dirección de El País; Paz Ramos, directora del programa de RNE "Ojo Crítico" y César Hernández, catedrático de Lengua de la Universidad de Valladolid, quien subrayó la originalidad y evolución de la obra de Cabrera, "un rompedor" que no ha perdido, dijo, su "personalidad" y su "concepto de ética admirable". "Pionero del autoexilio" Para Sánchez-Harguindey, la peripecia vital que llevó a Cabrera a salir de Cuba en 1962, como pionero del "autoexilio", le marginó del "boom" de la literatura latinoamericana en un momento de coincidencia con la "fascinación" que la izquierda europea sentía por la revolución cubana. También subrayó la "elegancia moral" que, a juicio de Sánchez-Harguindey, ha mantenido el escritor, que "no ha querido pasar factura" cuando el "tiempo le ha dado la razón", ahora que "ya ni siquiera Saramago 36
defiende a Castro". La "eminente y grandiosa cubanidad" de Guillermo Cabrera Infante elogió Santiago Castelo, quien lamentó que el autor haya vivido en Europa como un "apestado", por lo que brindó el galardón como un homenaje a una "generación de escritores cubanos que han luchado fuertemente". Su pasión por el tabaco, la ironía de su escritura, su dedicación a la crítica cinematográfica y sus juegos con el lenguaje fueron otras de las singularidades de Cabrera que subrayó el jurado. Nacido en Gibara (Cuba) el 22 de abril de 1929, Cabrera Infante, que reside habitualmente en Londres, es autor de títulos como 'Así en la paz como en la guerra' (1960),'Tres tristes tigres' (1962), 'El libro de las ciudades' o 'Todo está hecho de espejos', ambas recopilaciones publicadas en 1999. En la anterior edición de este premio, el galardonado en esta modalidad fue el escritor peruano Mario Vargas Llosa. La Fundación Gabarrón, constituida en 1992, entregará el premio de las Letras, junto con los de las modalidades de Artes Plásticas, Artes Escénicas, Ciencia e Investigación, Pensamiento y Humanidades, Restauración y Conservación, Deportes y Trayectoria Humana el próximo 17 de octubre en un acto en Valladolid.
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CURSO DE VERANO Cabrera Infante: «Los best-sellers son novelas para un viaje en avión» "Antón Chéjov murió en 1904, León Tolstoi en 1910 y Mark Twain en 1912. Ahora todos los grandes escritores están muertos". Rotundo y sincero. Así comenzó Guillermo Cabrera Infante su conferencia dentro del curso ‘Libros para el tercer milenio’ que se celebra esta semana en El Escorial. Durante estos días escritores de la talla de Matute, Umbral, Bryce Echenique y Arrabal desvelarán las obras que sobrevivirán en el nuevo milenio –aunque el tiempo no haga mella- por ser punto de Con esa misma referencia de la literatura mundial. sinceridad el escritor cubano confesó a los asistentes que jamás ha podido terminar el ‘Finnegans wake’ de Joyce porque es “un libro imposible, todo un paradigma de la dificultad de leer”. También su particular ‘Ulises’ exige un gran esfuerzo del lector y, sin embargo, “es la novela más decisiva e importante del siglo XX”, aseveró Cabrera Infante. Y es que son muchos los escritores que han cobrado una enorme celebridad gracias a su personal aptitud para poner trabas al lector que se siente superado por la obra. Pero esa dificultad no les convierte en libros mejores pero tampoco peores. Cabrera Infante, autor de libros –no de novelas– como ‘Tres tristes tigres’ o ‘La Habana por un infante difunto’, no soporta los best-sellers por cuanto tienen de enemigos de la literatura y porque son “peores que cualquier ejercicio literario fracasado”. Un verdadero libro debe permanecer durante todo ese viaje que es la vida. Por eso, los best-sellers no son más que “novelas para un viaje en avión”. Por eso, el futuro de las novelas depende únicamente de los novelistas y de su capacidad para influir tanto en la literatura como en las vidas humanas. Ese “don divino”, que nombró Platón, es lo que ha convertido a ‘La metamorfosis’, ‘El Aleph’, ‘Pedro Páramo’, ‘La invención de Morel’, ‘El gran Gatsby’ ... en obras, según Cabrera Infante, para el tercer
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milenio. Para la eternidad. Amante de La Habana y exiliado en Londres, el escritor cubano, concluyó su enumeración con un libro de Javier Marías, ‘Negra espalda del tiempo’, porque “ha escrito lo que todos siempre hemos querido hacer: un libro todo hecho de digresiones”. Algo que ya construyó Sterne en su ‘Tristram Shandy’. Pero cuando habla de España le brota otra de sus pasiones, el cine, y lanza a los asistentes dos títulos inolvidables de nuestra filmografía: ‘Belle epoque’y ‘Todo sobre mi madre’. “Porque aquí hay narradores cinematográficos mejores que muchos escritores”, comentó el autor de libros sobre el séptimo arte como ‘Arcadia toda la noche’ o ‘Cine o sardina’. “Nadie es como Shakespeare. Y en lengua castellana nadie hubo mejor que Calderón de la Barca. Tal vez, Borges”, apuntó seguro de esas palabras con las que tanto le gusta jugar en sus obras. Todos nacieron escritores. También Cabrera Infante. Al menos, así le presentó el catedrático Victorino Polo que dirige este brillante curso sobre literatura. Con trece años el autor cubano, Premio de Cervantes 1997, ya quería ser escritor. “Si quieres ser escritor tienes que escribir con dos dedos. Los que escriben con todos son los mecanógrafos”, le aconsejaron. Ahora, tal vez no teclee con dos dedos pero sigue confiando en los que le rodean más que en los premios literarios que “sólo son buenos cuando se dan a narradores interesantes”. Por eso, su mujer es el primer lector de sus libros. ¿Releerá entonces ‘Puro humo’? Una obra que se publicará el próximo otoño en España a pesar de que fue escrita hace quince años en inglés. “Mientras tanto nos veremos en el cine”, apostilló Cabrera Infante en su breve conferencia.
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ENTREVISTA Cabrera Infante: «La nostalgia sólo es un mecanismo de la memoria»
Dice que ha hecho de La Habana algo más que el origen de su nostalgia: su genius loci, es decir, un espacio entre mítico y vital al que ha ceñido todo su territorio narrativo. Guillermo Cabrera Infante (Gibara, Cuba, 1929) salió de la isla tras el triunfo de la Revolución, y desde entonces toda su escritura es un itinerario por la memoria que busca mantener caliente, con cada palabra, las experiencias de su infancia y su juventud. En eso consiste, entre otras muchas cosas, La Habana Para un Infante Difunto, uno de sus libros más aclamados. ¿Sigue siendo La Habana un deslumbramiento? La Habana fue un deslumbramiento la primera vez que vi su fulgor el 27 de julio de 1941. Lo sigue siendo, lo será mientras viva. Por supuesto ese resplandor, ese fulgor inicial, vive en mi memoria. He tratado de recobrarlo con palabras pero, como en los sueños, las imágenes sólo se transmiten con imágenes. Tal vez un músico impresionista podría haberlo conseguido. Pero, ay, Debussy no conoció La Habana ni siquiera como una catedral sumergida en el recuerdo. Corríjame si me equivoco, ¿podría entenderse «La Habana Para un Infante Difunto» como un itinerario de nostalgias? Oh no. La nostalgia no es más que un mecanismo de la memoria. A veces solamente de la memoria involuntaria. Proust podía recobrarla, pero no yo. No con lo que Shakespeare dijo casi en español, pocas palabras. Es en todo caso un mecanismo poético. ¿Hay rencor en la nostalgia? No en la mía. No puede haberla porque hablo de La Habana como Ovidio escribía sobre Roma desde su exilio, de entre todos los lugares, el Mar Negro. No hay que recordar que Roma al revés es amor. Ese debió ser el nombre que debí darle a La Habana. Aunque hay nombres que con sólo mencionarlos se hacen evocación. En alguna ocasión ha dicho que la música cubana ha sido para usted más importante que el cine. ¿Tanto? La música popular estaba en todas partes en
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mi niñez. Era el bolero iniciático. Aunque uno de ellos, como ocurre a menudo, era mexicano y tenía el nombre más sugerente, Vereda tropical. Luego la radio, donde los programas dramáticos y los episodios, que estaban muy bien musicalizados, me iniciaron en lo que se conoce como música clásica y que es más bien música romántica. Recuerdo con énfasis la introducción a los programas del Spirit (sacados de la tira cómica del mismo nombre) que era una melodía persistente. Me tomó averiguar por todo el bachillerato qué cosa era, porque entre mis condiscípulos muy pocos se interesaban en la música clásica o en esa clase de música. Hasta que un judío, melómano iluminado, me iluminó. Era el gran tema de la Sinfonía del Nuevo Mundo. No sólo la música fue por un tiempo más importante que el cine, sino que el mismo cine venía envuelto en música, como Humoresque, que era un vehículo para Joan Crawford y John Garfield. Además de la música y el cine, el sexo es otro de los puntos clave de esta novela, ¿tan erótica fue la Cuba de su juventud? Más que erótica era erotizante. Parecía que las 11.000 vírgenes todas vivían en La Habana sentadas sobre la punta de un alfiler que, renuente, era más fácil convertir en pena que en pene. ¿Se puede decir que usted ha hecho de La Habana un territorio mítico? La Habana era -es- más que eso: mi genius loci. Los romanos (el pueblo antiguo que más me interesa) creían que cada cual viene al mundo con un genius loci asignado por los dioses. Yo no nací con ese genio guardián del espíritu de lugar, pero lo encontré bien pronto en La Habana, donde si no perdí la virginidad gané lo que se llama la toga viril. José Martí dijo que era la verdad política. Para mí fue la verdad de la vida. En esta novela, el personaje principal actúa como si huyera de cualquier felicidad duradera. ¿Hay en esa actitud mucho de Guillermo Cabrera Infante? Hay mucho de mi vida, que es decir de mi ser. Algunos dicen que sus constantes juegos de palabras torpedean la intensidad del texto... Es, por supuesto, a propósito. Por supuesto no hay conjugación entre el amor y el humor. Aun la sonrisa es anafrodisiaca. No digamos la carcajada. Progresivamente ha ido reduciendo el espacio narrativo de sus obras, pero siempre ciñéndose a su ciudad. En mi próximo libro (llamarlo
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novela sería sólo una pretensión) la acción, erótica y personal, se desarrolla en uno de los barrios de La Habana: El Vedado, donde viví desde los 21 años hasta mi salida definitiva de Cuba. Como se ve, el genius loci se ha reducido considerablemente. Aunque el final infeliz de La Habana Para un Infante Difunto -ponga todas las iniciales en mayúscula, por favor- ocurre allí. ¿El exilio le hizo escritor? Sin duda. En la Cuba de antes yo era un periodista con tal vez demasiado éxito, aunque era el de un seudoseudónimo, Caín. Después vinieron los tentativos exilios de Bruselas y Madrid (donde completé Tres tristes tigres) y luego mi definitiva estancia en Londres, eso es exactamente lo que es un exilio; aquí he podido escribir otros libros y tal vez dado demasiadas entrevistas. (No offense). Tres tristes tigres, La Habana..., Mea Cuba... ¿No es su literatura una herida para siempre abierta? La herida sería acaso Mea Cuba. Las otras que menciona no son más que esa cicatriz perenne y original, que se llama ombligo. ¿Siguen allá alquilando sus libros por horas? La más terrible (y cómica: porque el pasado siempre ríe) fue la que me dio Anthony Kerrigan, uno de los mejores traductores de Borges al inglés, al regresar de Cuba: «¿Tú sabes que La Habana se lee en La Habana [es decir, el libro se lee a sí mismo] por 10 latas de leche condensada? Para curar mi habanidad, el bueno de Kerrigan añadió: «Pero hay otro best-seller en leche condensada que se llama Perestroika y Glasnost, de Gorbachov». Nosotros dos (y la soprano que le acompañaba) nos reímos a dúo, a trío. Pero yo me reí el último porque lo hice con el costado amargo de mi boca. Por último, ¿sigue siendo un «reaccionario de izquierdas»? Esa fue una frase que utilicé para desinflar el culo programático de una entrevistadora de Puerto Rico que me dijo como desafío: «¿Y usted dónde se pone, a la izquierda o a la derecha?». No quise ilustrarla diciendo que los conceptos de izquierda y derecha venían de sentarse a la diestra o la siniestra del rey Luis XVI. Pero lo que le dije («soy un reaccionario de izquierdas») casi la hizo caer de su podio. De culo, claro. Los anacronismos siempre me encontrarán impávido.
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CICLO «CONFESIONES DE AUTOR» Cabrera Infante: «Apenas mantengo contacto con autores iberoamericanos»
El escritor cubano Guillermo Cabrera Infante dijo hoy en Soria que "apenas mantengo contactos con los autores iberoamericanos" y reconoció que sus relaciones literarias son más frecuentes con autores españoles, como Javier Marías, Félix de Azúa y Fernando Savater, entre otros. El autor de 'Tres tristes tigres', de 72 años, que inaugura esta noche el ciclo "Confesiones de Autor", organizado por la Fundación Duques de Soria, insistió en conferencia de prensa que sus contactos con la literatura iberoamericana "son muy esporádicos" e indicó que recibe muchos libros de Hispanoamérica y de España. El escritor cubano, afincado en Londres desde 1966, recordó que vivió en la isla caribeña hasta los 12 años, en que pasó al exilio, una experiencia que ha marcado "todo en mi vida, pues he vivido más fuera de Cuba que dentro" de su país, donde sus libros fueron prohibidos por el régimen de Castro, aunque circulan clandestinamente. Cabrera Infante evitó hablar de la situación política en Cuba y prefirió detallar los rincones de su casa en Londres de la que dijo "es casi típica cubana, blanca, de techos altos y está repleta de libros" y en la que ve mucho la televisión española. El Premio Cervantes de Literatura 1977 insistió en que solo escribe "de La Habana y su esplendor, sin que ello sea un espejismo pues en mi obra reflejo algo que vi y que puedo rememorarlo en mis libros", por lo que mi obra es "profundamente autobiográfica". Admiración por Cervantes El autor de 'La Habana para un infante difunto' precisó que no hace otra cosa que escribir "mi vida en los libros" con el lenguaje como principal protagonista de sus obras y en las que tan solo cambian las palabras. Cabrera Infante se definió como "un escritor aficionado y un periodista profesional" que escribe lo que quiere, cuando quiere y como quiere, sin que haya nadie que le exija que cada año tenga que publicar una novela. Y cuando lo hace, lo alterna con colaboraciones en la prensa 43
internacional. Sobre la producción literaria de sus colegas iberoamericanos dijo "yo no sé cómo hacen algunos escritores suramericanos para escribir cada año una novela y no saturar el mercado con tanta producción". El escritor cubano expresó que recibir el Premio Cervantes de Literatura de manos del Rey de España, Don Juan Carlos I, "fue un gran honor y una sorpresa agradable, porque hay pocos premios como éste para tantos escritores". Destacó su gusto por las obras escritas por Miguel de Cervantes, como 'El Quijote' y 'Las novelas ejemplares', cuyo formato en forma de relato no ha tenido continuación en la literatura española pero sí en la hispanoamericana. Añadió que los autores españoles se han comprometido más con la novela, mientras que otros géneros, como el cuento corto y el cuento largo, de los que Cervantes es un buen referente, han tenido más proyección en la literatura hispanoamericana. Cabrera Infante que ha publicado numerosos trabajos sobre cine, recopilados en los libros "Un oficio del siglo XX", "Arcadia todas las noches" y "Cine o sardina" también aludió a su ultima colaboración cinematográfica en 1991 en la película "La ciudad perdida", ambientada en La Habana. Sin embargo, se quejó de que "en América los directores desvirtúan mucho los guiones, los actores hacen lo que les da la gana y lo único que merece la pena es la calidad técnica".
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Jueves, 23 de abril de 1998 BIOGRAFIA Cabrera Infante recibe el Premio Cervantes El escritor es un pasionado especialista en cine, vocación que combina con la literatura Guillermo Cabrera Infante nació en el pueblo cubano de Gibara, el 22 de abril de 1929 y vivió en La Habana durante su infancia y juventud. Alli comenzó a estudiar medicina, especialidad que abandonó por la escritura. Más tarde ingresó en la Escuela de Periodismo de Cuba y descubrió una vocación que ha orientado toda su vida, especialmente la de la crítica ciematográfica, género en el que se inició en el semanario "Carteles", del que fue redactor-jefe. El cine, su gran pasión, es precisamente el protagonista de su última obra, "Cine o sardina", que recientemente ha promocionado en España. Tras el derrocamiento de Batista y la llegada al poder de Fidel Castro, Guillermo Cabrera Infante fue agregado cultural de Cuba en Bruselas, desde 1962 hasta 1965, destino que fue calificado por él mismo como "una especie de Siberia", que aceptó "porque no aguantaba estar en La Habana". CRITICA A LA DICTADURA DE CASTRO Susenfrentamientos con el Gobierno cubano y con Castro llegaron a su punto máximo en 1968, cuando concedió una entrevista a la revista argentina "Primera Plana" en la que criticaba al régimen, lo que provocó una fuerte reacción en Cuba. Ello le llevó a abandonar su cargo diplomático para pedir asilo político en Inglaterra, donde se nacionalizó británico, fijando su residencia en Londres. En 1960 escribió "Vista del amanecer en el Trópico", sobre la época de los 45
comienzos de la revolución castrista, pero no fue hasta el año siguiente cuando alcanzó fama internacional con "Tres tristes tigres", su obra más polémica y por la que fue finalista del Premio Formentor, y ganador del Premio Biblioteca Breve. Los libros de Cabrera Infante están prohibidos en Cuba, pero circulan clandestinamente. De este modo ocurre con "Así en el cielo como en la tierra", "La Habana para un infante difunto" y "Cuerpos divinos", ambos de carácter autobiográfico. Durante 1998, la obra de Cabrera será reeditada por Alfaguara, que entre otros títulos ha publicado "Vidas para leerlas y el próximo verano editará "La ventana epineal", una recopilación de sus notas de viaje. El escritor prepara también la publicación de un libro de cuentos, "Todo está hecho con espejos", y otro sobre música, que publicará Siruela, ilustrado con fotografía de la colección del autor. PASION POR EL CINE.- Su pasión por el cine le llevó a ser el guionista de "Punto de fuga" y a realizar la adaptación de la novela "Bajo el volcán", de Malcom Lowry, para la película que dirigió John Huston. Cabrera Infante, que fue el primer escritor latinoamericano que llegó a Hollywood con la condición de guionista profesional, también trabajó en la realización del guión de "La ciudad perdida", en colaboración con el actor cubano Andy García, en la que se recrea la vida nocturna de La Habana antes de la llegada de Fidel Castro, aunque este proyecto todavía no se ha filmado. En 1991, publicó "Mea Cuba", libro en el que recoge todos sus escritos políticos y, en mayo de 1995, fue editado en España un volumen de relatos titulado "Delito por bailar el chachachá". También tiene pendiente la publicación en español de su libro "Holy Smoke", en el que relata la historia del tabaco desde los primeros fumadores hasta nuestros días. Cabrera Infante, que está casado con la actriz cubana Miriam Gómez, ha participado en varias ocasiones en los cursos de verano de El Escorial, que organiza la Universidad Complutense de Madrid. La última, este año, en un curso sobre literatura en el que habló sobre la importancia de la nostalgia dentro de su obra.
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LE ACABA DE SER COLOCADO UN 'BYPASS' Cabrera Infante ultima, aún convaleciente, 'La ninfa instante'
LONDRES.Aún convaleciente de una operación de 'bypass' a la que fue sometido hace mes y medio en la capital británica, el escritor cubano Guillermo Cabrera Infante prepara una novela que su mala salud dejó interrumpida y que afirma tener "totalmente escrita en Guillermo Cabrera pedazos"."Me falta sólo Infante. ensamblarla y es lo más difícil", declara el escritor en el domicilio londinense donde vive y en el que este fin de semana recibió la estatuilla de oro que acompaña al premio internacional de las letras de la Fundación Gabarrón de mano de su creador, el escultor Cristóbal Gabarrón. El premio le fue concedido el pasado julio en atención al "concepto vanguardista" de su literatura y la "actitud moral ejemplar" que ha mantenido en su largos años de exilio, pero la enfermedad le impidió ir a recogerlo personalmente a Valladolid, donde tiene su sede la fundación. Elegantemente vestido con un impecable traje negro de chaqueta cruzada y corbata oscura y con su semblante serio que tanto contrasta con el estilo burlón de su prosa, Cabrera Infante califica la novela en la que ahora trabaja, 'La ninfa instante', de "aventura romántica muy personal". "Por eso me he demorado tanto. La comencé en 1996 y tiene algo así como 500 páginas, aunque pensaba que iba 47
a tener menos", explica. La acción se desarrolla "como siempre en La Habana, y concretamente en el barrio de El Vedado", agrega el escritor, según el cual se trata de una obra "muy autobiográfica" en el sentido en que lo son otras obras suyas como 'Tres tristes tigres' o 'La Habana para un infante difunto'. Un recuerdo como ficción "Está escrita en primera persona, y es como un recuerdo aunque lo trato como ficción", agrega Cabrera Infante, quien dice tomar siempre muchas notas y "corregir mucho" a la hora de darle forma definitiva a lo escrito. Cabrera Infante, que vive desde que se exilió voluntariamente en Londres en la planta baja de un edificio de traza victoriana, con su esposa, Miriam, afirma que le gusta de la capital británica la "privacidad". "Aquí se vive muy tranquilo. La única revolución la han producido ustedes", dice refiriéndose al periodista y al fotógrafo que le acompaña y agrega que Londres "es una buena ciudad para concentrarse en el trabajo". Cabrera Infante, que ha dedicado páginas a Londres, aunque "nunca ficción", afirma que "es imposible vivir en una ciudad sin que la ciudad viva en ti", pero agrega que "todo lo que escrito ocurre en Cuba y en concreto en La Habana".
Alergia al teatro La capital británica es una ciudad para el teatro, pero es eso algo que no le interesa al gran cinéfilo que es, por el contrario, el escritor cubano: "Le tengo como una alergia al teatro". Cabrera Infante afirma que todo el cine lo ve actualmente en televisión gracias a que actualmente hay películas que pasan directamente de los estudios a la 48
pequeña pantalla sin que le importe ese distinto formato, al que mientras tanto se ha acostumbrado. Al margen del nuevo libro en el que trabaja, Cabrera Infante sigue escribiendo artículos a petición de los periódicos y explica que el último, que aparecerá próximamente en el diario español 'El País', trata precisamente del futuro del cine. Televisión "¿Qué va a ocurrir con la invasión de la televisión, de una televisión tan perfeccionada como la actual?", dice el escritor, a quien parece no molestar la apabullante proliferación de efectos especiales de buena parte del cine actual. "Con los efectos especiales se han creado obras maestras como 'Parque Jurásico', afirma. "Hay películas muy aparatosas, otras más interesantes que usan mucho ese tipo de efectos, pero pueden convivir con otras de poca acción, mucho más introspectivas como 'Mystic River', de Clint Eastwood. "En cualquier caso, el futuro del cine está en la televisión", asegura refiriéndose al número abrumador de películas concebidas especialmente para ese medio. PROYECTO MILLENIUM Otros 10 autores firman 20 obras Los escritores que cuentan con dos títulos en la selección realizada por EL MUNDO son Vicente Blasco Ibáñez (Valencia, 1867 - Menton, 1928), Guillermo Cabrera Infante (Gibara, Cuba, 1929), Carmen Martín Gaite (Salamanca, 1925-Madrid 2000), Terenci Moix (Barcelona, 1942), José Luis Sampedro (Barcelona, 1917), Rafael Sánchez Ferlosio (Roma, 1927), Gonzalo Torrente Ballester (El Ferrol, 1910Salamanca, 1999), Miguel de Unamuno (Bilbao, 1864 Salamanca, 1936), Ramón del Valle-Inclán (Villanueva de Arosa, 1866 - Santiago de Compostela, 1936) y Manuel Vázquez Montalbán (Barcelona, 1939).
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De Blasco Ibáñez, los lectores y críticos han elegido Cañas y barro y Los cuatro jinetes del Apocalipsis; de Cabrera Infante, Tres tristes tigres y La Habana para un infante difunto; de Carmen Martín Gaite, Entre visillos y Retahílas; de Terenci Moix, No digas que fue un sueño y El día que murió Marilyn, y de José Luis Sampedro, Octubre, octubre y La sonrisa etrusca. Rafael Sánchez Ferlosio también hace doblete con Alfanhuí y El Jarama, Torrente Ballester, con Los gozos y las sombras y La saga/fuga de J.B.; Unamuno, con La tía Tula y Niebla; Valle-Inclán, con las Sonatas y Tirano Banderas, y Manuel Vázquez Montalbán, con Los mares del sur y Galíndez.
NARRATIVA Cabrera Infante defiende al fumador ante la criminalización de la nicotina El autor cubano Guillermo Cabrera Infante ha defendido a los fumadores ante la actual tendencia a "condenar la nicotina y convertirla en una sustancia parecida a la cocaína o la morfina" en la presentación de su último libro, 'Puro humo', en Barcelona. "Hay una tendencia a convertir el tabaco, la nicotina, en una sustancia como la cocaína o la morfina", ha afirmado y ha añadido que "fumar no es un vicio, es un placer". Para Cabrera Infante, fumar "no es un vicio sino un placer" y recomienda fumar dos puros diarios "no más, uno después del almuerzo y otro fuerte después de la cena". Sobre las multimillonarias demandas contra las industrias tabaqueras que se están presentando en Estados Unidos, el premio Cervantes de 1997 considera que las cifras que se barajan son "escandalosas" y que "nadie obliga a nadie a fumar sino que, el que lo hace, es porque quiere".
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El autor cubano publica en español 'Puro humo' quince años después de que apareciera en inglés bajo el título de 'Holy Smoke', un libro en el que el escritor deja patentes sus "grandes pasiones": el cine, la literatura y los puros. "El Hollywood de los grandes clásicos del enredo y el melodrama, de los años 30 y 40, es el que tenía una mayor relación con el tabaco", ha afirmado y ha señalado que Bette Davis "fue la mejor inhaladora de humo del cine". Historia del tabaco La obra, una crónica de la historia del tabaco contada con humor e ironía, apareció en inglés en 1985 y han sido el propio Cabrera Infante e Iñigo García Ureta los encargados de traducirla al español. Para el escritor cubano, "no ha sido fácil" la traducción de la obra ya que fue "pensada y escrita en inglés y contenía juegos y giros de palabras intraducibles al español", aunque ha señalado que 'Puro humo' es una "nueva versión" del libro original. Para Cabrera Infante, la obra está "más fijada en español que en inglés" y ha añadido que la traducción del libro al francés se basará en la versión española del título. El autor de 'Tres tristes tigres' ha explicado que 'Puro humo' es un "divertimento" en el que "no hay ni un índice, ni bibliografía ni una antología de autores consultados". En él relata su relación personal con la planta de tabaco y ha dicho no entender "cómo una planta que podría estar de adorno en un jardín puede convertirse en un puro con el único propósito de echar humo", además de recordar su primer cigarro como una "travesura". A los ocho años enrolló hojas secas del árbol chamizo en las páginas de un cuaderno escolar, a los 14 años "cometí el pecado de inhalar y tragarme el humo del puro, cosa que nunca se debe hacer, y me dio una borrachera tal que no recuerdo lo que sucedió después". "Fue una resaca muy cruda, peor que la que se puede pasar con el alcohol", ha apuntado. Así fue como "abandonó" los puros y, a los 19 años, empezó a fumar cigarrillos y en pipa hasta que vio a un hombre en la televisión cubana, "que se parecía a mi bisabuelo", y le incitó al "placer de fumar puros".
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Miércoles, 10 de diciembre de 1997 Premio al ingenio de Cabrera Infante El escritor cubano recibió ayer el Cervantes, máximo galardón de las letras españolas LA VOZ DEL EXILIO.- Como "un inmenso prosista, profundamente arraigado en su tierra, pese a haber vivido tantos años fuera", definió ayer Mario Vargas Llosa al autor de "Tres tristes tigres", cuya obra se ha levantado sobre los pilares de la nostalgia. "Le debíamos este premio", señaló, por su parte, Jesús Ferrero, refiriéndose a su largo exilio y a la negativa de España de concederle el permiso de residencia a finales de los 60. El autor cubano concedió ayer una entrevista a EL MUNDO en su casa de Londres, donde vive desde hace más de 30 años. Las reacciones no se hicieron esperar, muy tibias desde Cuba, entusiastas desde Miami, donde se valoró como un galardón a todos los escritores cubanos del exilio. Pero por encima de cualquier tipo de valoración política, el Cervantes ha premiado una obra de indudable calidad literaria, un estilo personal y único. MADRID.- Guillermo Cabrera Infante se convirtió ayer en el tercer escritor cubano que obtiene el Premio Cervantes, tras Alejo Carpentier y Dulce María Loynaz. El autor de Tres tristes tigres, que reside en Londres, recibió la felicitación de la ministra de Cultura, Esperanza Aguirre, desde la sala en la que se celebró la rueda de prensa posterior al fallo. Aguirre, de manera espontánea, fue pasando el móvil a los distintos miembros del jurado. "Me siento muy feliz", se oyó decir a Francisco Ayala. "Me alegró muchísimo por ti y por el Premio Cervantes", le dijo Mario Vargas Llosa, cortándose la comunicación cuando Camilo José Cela se disponía a hablar con el galardonado. Además de los citados, el escritor Jesús Ferrero, el catedrático Victorino Polo, el periodista Angel Sánchez Harguindey, el director de la Academia Venezolana de la Lengua, Luis Pastori, y el de la Real Academia Española, Fernando Lázaro Carreter (el galardonado de la pasada edición, el poeta José García Nieto excusó su 52
asistencia por enfermedad), se pusieron muy pronto de acuerdo en quién debía ser el ganador. "El de este año ha sido un gran resultado que llegó tras una deliberación muy suave", comentó Lázaro Carreter. Pisándole los talones a Cabrera Infante quedó el autor venezolano Arturo Uslar Pietri, en la lista de eternos candidatos al premio. Tenía que ganar un autor de más allá del océano, puesto que en las dos convocatorias anteriores se habían alzado con el galardón dos españoles (Camilo José Cela y José García Nieto) y al renunciar Gabriel García Márquez, al que la RAE quería presentar como candidato, se abrían muchas posibilidades. El autor colombiano, quien reiteró por carta la decisión que ya tomara al obtener el Nobel de no querer recibir más distinciones de ese tipo, dejaba el campo libre a otros compañeros. Y así el máximo galardón de las letras españolas, dotado con 15 millones de pesetas, fue a parar a un hombre que sonaba con insistencia, a un escritor que se ha convertido en uno de los símbolos de la Cuba anticastrista, aunque el nivel de su literatura, su ingenio y exuberancia, esté muy por encima de cualquier valoración política. Cabrera Infante estuvo en España hace unos meses con motivo de la publicación de Cine o sardina (Alfaguara), una recopilación de relatos sobre una de sus grandes pasiones, el séptimo arte. Y precisamente a su capacidad para convertir la crítica cinematográfica en un género literario, se refirió Vargas LLosa, quien definió al novelista y ensayista cubano como "un inmenso prosista y un escritor universal, profundamente arraigado en su tierra natal pese a haber vivido tantos años fuera de Cuba". Vargas Llosa se refirió a la "viva nostalgia" que se respira en toda la obra de Cabrera, y también a su "identificación plena con unos valores democráticos que le han condenado al exilio". "A Cabrera Infante le debíamos este premio", señaló, por su parte, Jesús Ferrero, tras referirse a las tragedias vitales del escritor: su largo exilio tras entrar en desacuerdo con los principios del regimen castrista, y la negativa española a concederle el permiso de residencia cuando lo solicitó, a finales de los 60. Ferrero señaló que el Premio Cervantes premiaba a una literatura, la cubana, "con la que
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España ha sido muy injusta, pese a que de allí han salido escritores muy grandes, prodigiosos, con una gracia increíble para transformar la lengua común". Fumando espero Una imagen de Groucho Marx recostado placenteramente en un sofá con un puro en la boca ilustra la portada de 'Puro humo', un libro de Guillermo Cabrera Infante que se convierte en la más bella reivindicación del acto de fumar en una época en la que no está precisamente bien visto. La entrega, que llega a las librerías españolas de la mano de Alfaguara, quince años después de su publicación en Inglaterra y Estados Unidos, ya que el escritor cubano la pensó en inglés y veía difícil su traducción al castellano, es un homenaje al tabaco, pero también una invitación a disfrutar de los placeres de la vida. Para empezar ya es un placer recorrer sus cerca de 500 páginas, un recorrido lleno del ingenio, la ironía, el buen humor y los increíbles juegos de palabras del autor de 'Tres tristes tigres', quien da cuenta de múltiples y suculentas anécdotas tanto propias como ajenas. El tabaco es el protagonista de este libro que indaga en sus orígenes y rastrea sus pasos hasta la actualidad, pero también se convierte en la excusa perfecta para recorrer gran parte de la historia del cine de la mano de aquellas estrellas que convirtieron fumar en todo un arte. «Bogart fue el más grande fumador de cigarrillos en el reino del cine», según Cabrera Infante, quien califica a Bette Davis como «la mejor en expulsar el humo». «Vean el modo en que toma un cigarrillo ya encendido de los dos que le ofrece Paul Henreid a cada rato en 'La extraña pasajera'...», escribe, calificando, por otra parte, a Gary Grant como el mejor fumador de pipa y a Edward G. Robinson como el número uno de los puros, seguido muy de cerca por Orson Welles, quien en 'Ciudadano Kane' consigue hacer «la apoteosis de la historia de amor de un hombre que corteja su tabaco como a una novia». De este modo, Cabrera Infante logra hilar genialmente unas 54
secuencias de películas con otras, llegando a trascender el tema que está tratando y enganchando al lector con sus observaciones sagaces. Y no se queda sólo el autor en el mundo del cine, también se traslada al de la literatura, mencionando a aquellos escritores que, como él, también fueron adictos al tabaco y haciendo alusión a pasajes de novelas donde el acto de fumar adquiere protagonismo. De este modo Anthony Burgess, Hemingway, Lezama Lima, Lorca, Faulkner y Colette, entre otros, desfilan por las páginas de 'Puro humo', mezclándose sus ecos con la propia trayectoria vital de Cabrera Infante, configurando, en definitiva, una delicioso regalo no sólo para amantes del tabaco. Una lectura altamente recomendable.
Martes, 9 de diciembre de 1997 Cabrera Infante obtiene el Premio Cervantes El cubano Guillermo Cabrera Infante ha obtenido el Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes, el más importante de los que se conceden a escritores vivos en español por el conjunto de su obra. El jurado estuvo presidido por la ministra de Educación y Cultura, Esperanza Aguirre, y en el figuraba también el director de la Real Academia de la Lengua, Fernando Lázaro Carreter. BIOGRAFIA.- Nació en 1929 en Cuba, por lo que en la actualidad cuenta 68 años. Es novelista, cuentista, periodista y crítico de cine. Con la publicación de su primer cuento en 1947, abandonó la carrera de Medicina, entrando en la redacción de la revista "Bohemia". Dos años más tarde, fundó la revista "Nueva Generación". En 1952, a consecuencia de la publicación de un relato en "Bohemia" fyue encarcelado, utilizando a partir de ese momento el seudónimo G. Caín para sus críticas de cine en la revista habanera "Carteles". Presidió la cinemateca de Cuba y dirigió el suplemento literario "Lunes de revolución". Siendo agregado cultural de 55
la embajada de Cuba en Bruselas, abandonó su cargo diplomático, en 1965, y fijó su residencia en Londres, adquiriendo la nacionalidad británica. Ha escrito guiones cinematográficos como el de "Banishing point", realizado por Richard Cerasian. Su labor como traductor también es importante. En 1964, ganó el Premio Biblioteca Brevce con la novela "Tres tristes tigres". OBRAS.- Algunas de sus novelas son las siguientes: "Así en la paz como en la guerra" (1960); "Tres tristes tigres" (1964); "Vista del amanecer en el trópico" (1974); "La Habana para un infante difunto" (1980); "Hoy Smoke" (1985); y "La próxima luna" (1990). Dentro de sus obras de ensayo se encuentran las siguientes: "Un oficio del siglo XX" (1975); "Exorcismos de esti(l)o" (1976); "Arcadia todas las noches" (1978) y "Mea Cuba" (1993). Algunas de sus novelas son las siguientes: "Así en la paz como en la guerra" (1960); "Tres tristes tigres" (1964); "Vista del amanecer en el trópico" (1974); "La Habana para un infante difunto" (1980); "Hoy Smoke" (1985); y "La próxima luna" (1990). Dentro de sus obras de ensayo se encuentran las siguientes: "Un oficio del siglo XX" (1975); "Exorcismos de esti(l)o" (1976); "Arcadia todas las noches" (1978) y "Mea Cuba" (1993).
GALARDON El cubano Cabrera Infante recibe el XII Premio "Unión Latina" de novela
El escritor cubano Guillermo Cabrera Infante ha resultado vencedor de la XII edición del premio internacional de novela concedido por la Unión Latina, según informaron hoy los organizadores del certamen en la capital italiana. El jurado ha valorado el conjunto de su obra al encontrar en ella "una potencia en la escritura comparable a Joyce o Lowry por su policromía y su riqueza inaudita". Cabrera Infante, de 72 años y autor de obras como "Tres tristes tigres" (1961) y "La 56
Habana para un infante difunto" (1979), competía por el galardón con otros siete autores, entre ellos la portuguesa María Velbo da Costa, el guatemalteco Augusto Monterroso y la francesa Sylvie Germain. El jurado estaba compuesto por escritores de diversos países, entre los que figuran Jesús Ferrero (España), Almeida Faria (Portugal), Roger Grenier (Francia) y Sergio Pitol (México). El galardón, concedido a autores que se expresan en lenguas latinas, ha recaído en anteriores ediciones en literatos como Juan Carlos Onetti (1990), Gonzalo Torrente Ballester (1993) o Juan Marsé (1998). Este premio se suma a la larga lista de los conseguidos por Cabrera Infante a lo largo de su carrera, entre ellos en 1997 el Premio Miguel de Cervantes de Literatura, el principal galardón de las letras hispanas, otorgado por el Ministerio español de Educación y Cultura.
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"Mis libros en Cuba cuestan tres latas de leche condensada" Después de todo un día al teléfono. -Diga. -¿Guillermo Cabrera Infante? -¿Alguien duda de que yo soy yo? Ni un respiro le había dado la línea, ni tampoco el timbre de su apartamento en Londres, desde que el día anterior, 9 de diciembre, a las cuatro y media de la tarde, una llamada de su agente le anunciara ganador del Premio Cervantes, el más alto de las letras hispanas. A él, transgresor, inventor de la lengua, cantante, fabulista de realidades amargas. Pregunta.-¿De qué le sirve la verdad a un escritor? Respuesta.-Oh, al escritor la verdad no le sirve de nada. Un escritor de ficciones tiene que manipular la realidad. Pero a un ciudadano sí le conviene mucho. La verdad es más importante que nada en el terreno moral. P.-¿Escritor o cuentacuentos? R.-Escritor abarca más la generalidad de lo que hago, pero toda la literatura se reduce a contar cuentos. P.-¿Hay una literatura que se escucha y otra que sólo se lee? R.-No, la literatura se debe leer como se escucha, se debe leer más con el oído que con los ojos. Yo intento escribir de esa manera. 58
P.-Hará falta mucho oído. R.-Cierta capacidad auditiva, pero tampoco hay que sacrificarlo todo al oído, porque estaríamos perdiendo la oreja, como Van Gogh. P.-¿A la literatura cubana le ocurre lo que a la música, que es cubana y se acabó? R.-En cierta manera, sí. Es un producto nacional, pero en mi caso es extranacional. P.-Extraterritorial. R.-Si es extraterritorial es extranacional a la fuerza. P.-La memoria da para mucho. R.-Depende de cómo la utilices. Hay quien no recuerda nada. P.-¿Ser cubano hoy es un negocio? R.-Es convertirse en una especie de producto. P.-Y ¿de quién es el negocio de Cuba? R.-De Fidel Castro, sin duda. P.-Fidel besando al Papa. R.-Es una cuestión del Papa. Él sabrá por qué va a ir a Cuba, o a lo mejor es sólo un movimiento reflejo. P.-¿Qué hace un fumón como usted en la Europa constreñida? R.-Yo estoy muy bien. Soy un hombre libre, tanto como los demás. Estoy sometido a las mismas presiones climáticas y a los mismos problemas económicos que el resto. Pero puedo ir adonde yo quiera.
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P.-¿Es un progreso equivocado éste que niega los placeres? R.-Hubo tiempos peores. En el XVIII a los turcos les cortaban la nariz por fumar. Han ido ganando, los turcos; ahora son grandes exportadores de cigarrillos. P.-¿Le va bien a Cabrera el traje de Cervantes, por su lucha en el territorio de las palabras y la lengua? R.-Bueno, ésa es mi provincia. P.-Dicen también que es el primer y último exiliado. R.-Exageran. Lo que ocurre es que yo tengo voz y puedo ser muy verbal, y otra pobre gente no puede expresarse. Soy consciente. P.-¿Cuánto dura y cuánto queda de este viaje a Londres? R.-Llevo 31 años y espero que termine una noche. P.-¿Cuánto cuesta hoy Tres tristes tigres en La Habana? R.-Me lo han dicho. Me han hablado de tres latas de leche condensada P.-¿A la ironía de la vida se le responde con más ironía? R.-Siempre que no sea un instrumento de rencor. Como salida humorística es útil, pero si se emplea asiduamente, uno puede parecer cínico sin quererlo. Por Elena Pita
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CONFERENCIA EN SEVILLA Cabrera Infante demuestra el valor simbólico que posee La Habana El escritor cubano residente en Londres Guillermo Cabrera Infante ofreció hoy una conferencia en la Plaza de Toros de la Maestranza de Sevilla, en la que efectuó un recorrido literario e histórico por La Habana, con lo que quiso poner de manifiesto el valor simbólico de la ciudad. Minutos antes de leer su conferencia ante un centenar de asistentes, en su mayoría alumnos de Historia del Arte y de Bellas Artes de la Universidad de Sevilla, Guillermo Cabrera Infante recibió la medalla honorífica de la Real Maestranza de Sevilla, que le fue entregada por el teniente de hermano mayor de esta Corporación, Manuel Roca de Togores. Cabrera Infante agradeció la medalla si bien aclaró que no le gustan "ni los toros ni el fútbol" en cuando le preguntaron sobre sus aficiones. Durante su conferencia, que llevaba el título de "La Habana como metáfora", también hizo gala de su sentido del humor, como cuando dijo a los asistentes que le preguntaran lo que quisieran salvo su edad o cuando les contó en un inciso que las cinco veces que ha visitado Sevilla llovía, por lo que el remedio para acabar con los periodos de sequía es que le inviten a él y a su esposa, Mirian Gómez, que hoy le acompañaba. Cabrera Infante dijo al inicio de su conferencia que con la palabra metáfora sucede lo mismo que con el término carisma, que "es utilizado por todos para todo", tras lo cual añadió que La Habana puede que no sea una metáfora o un símil de cosa alguna, pero que indudablemente es un símbolo. Lorca, el preferido de los cubanos El escritor recordó que cuando los ingleses tomaron La Habana a mediados del XVIII, la capital cubana era la tercera ciudad de todo el continente tras Lima y México, con más habitantes que Boston, y que los españoles, para recuperarla, ofrecieron a cambio toda la Florida, "sólo por una ciudad". La Habana es para Cabrera una "alegoría" de Cuba, como lo fue, según dijo, para muchos escritores, como Juan Ramón Jiménez, quien
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escribió "mucha Habana vi en Moguer, en Huelva o en Sevilla", o Federico García Lorca que escribió "¿Pero qué es esto, otra vez España, la Andalucía mundial?" y de quien dijo que es el poeta, "siempre pintoresco y exagerado", preferido y más citado por los cubanos. Cabrera también leyó versos de Luis Cernuda que evocaban el atardecer en la ciudad, un atardecer que el poeta sevillano comparaba a los de Cambridge y los de Sevilla. En su conferencia, Cabrera leyó fragmentos descriptivos de la ciudad de numerosos escritores y poetas cubanos como Alejo Carpentier, Virgilio Piñera, Cirilo Villaverde o la también Premio Cervantes de Literatura Dulce María Loynaz. También recordó a escritores cubanos como Calvert Casey, que se suicidó en Roma tras sufrir los rigores de la represión castrista, Reinaldo Arenas, víctima también de la Revolución, Severo Sarduy, Zoe Valdés y Gastón Baquero, quien escribió "Yo te amo, ciudad, aunque sólo escucho de ti el lejano rumor". No olvidó Cabrera a otros autores vinculados a la ciudad, como Anais Nin, a la que definió como "una cubana que se transformó en francesa y luego en norteamericana", y a Ernest Hemingway y su novela "Tener y no tener". Cabrera volvió a unir La Habana con Sevilla con una cita del escritor y antropólogo cubano Fernando Ortiz, quien dejo escrito que Sevilla y la capital cubana intercambiaron durante tres siglos sus barcos y sus navegantes, pero también "sus pícaros y sus picardías".
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Sensual celebración de La Habana desnuda
La Habana Para un Infante Difunto es el libro que más he comprado y regalado a mis amigos cubanos del interior, los mismos que por la razón o sinrazón que sea han decidido, a pesar de los muchos pesares, no abandonar la isla. Cada vez que estuve a punto de volar a Cuba, cuando les pregunté qué necesitaban, casi siempre obtuve (y obtengo aún) las mismas o parecidas respuestas: «Cuando vengas, no te olvides de mi Habana»; «Si vas a venir, tráeme un par de Habanas» (...) Varios secretos a voces se esconden todas las veces en las páginas de La Habana... de Cabrera. En primer lugar, cada ejemplar del libro que circula libre pero secreto -una gran paradoja- dentro de la isla es un ser vivo, rebelde y maduro que respira transformado en fetiche manoseado, deseado y sorbido como una suerte de sujeto sexual inalterable al tiempo y al espacio; un objeto cultural absorbido y leído hasta la saciedad sin provocar el más mínimo hartazgo ni hastío, porque devino en incontestable e intemporal sacralidad de la memoria; un catalizador del alma habanera que, al estar además totalmente prohibido, respira como un mito escondido en las bibliotecas de La Habana. Como un Elegguá que no perece y abre todos los caminos del recuerdo para que la ciudad no se olvide a sí misma, aunque muchos ni la recuerdan ni la conocieron como Cabrera la describe en sus tatuajes literarios. Como que todos saben allí que La Habana... es el espíritu vivo de una memoria que, en su fuero interno, cualquier habanero quiere convertir en la memoria de su propia alma.
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En segundo lugar, además de su inmenso valor literario, histórico, musical, sentimental y civil, el libro es dentro de Cuba un valor de cambio del más alto y carismático mercurio en el mercado de la vida cotidiana. Un ejemplar de La Habana... de Cabrera puede resolver la supervivencia física de una familia habanera durante una semana: leche condensada, aceite, carne de pollo, huevos, viandas de todo género, pasta de dientes, ropa, luz brillante. Todo sirve para ser intercambiado en la bolsa negra por un fulgurante ejemplar de La Habana... de Cabrera. En tercer lugar, porque para los oligarcas consultivos del Gobierno totalitario de Castro es el libro más dañino del más dañino escritor cubano; porque además, por cruel y feliz paradoja -irritante oxímoron-, es el libro más descaradamente deseado y recordado, el más leído y el más admirado en los últimos 20 años a lo largo y ancho de La Habana y toda Cuba. (...) La Habana Para un Infante Muerto es un libro tan singular que, a lo largo de años de circulación editorial y lectura multitudinaria, se ha transformado en un obligado y admiradísimo referente de la literatura de la lengua española de América, una caja de sorpresas llena de sensualidad, sexualidad y memoria personal y colectiva; un libro pleno de musicalidades, visiones, divergencias, sugerencias, equivalencias, exuberancias, maravillas y juegos de toda índole (y no sólo el pun, el juego de palabras). Seix Barral publicó La Habana para un infante difunto por primera vez en Barcelona, en octubre de 1979, casi 20 años después de que Guillermo Cabrera Infante abandonara Cuba para instalarse primero en Madrid, de donde fue expulsado por el Gobierno franquista, y más tarde en Londres, donde vive junto a su mujer Miriam Gómez, su móvil, a quien Cabrera Infante dedica el libro. (...) Para Cabrera Infante, La Habana es, en cada página de esta memoria urbana de su Habana, la Gran Papaya Musical, inexpugnablemente insobornable; un territorio donde el escritor baña noche y día todos sus insaciables y felices sentidos, y sus ganas de ser y existir habanero, sin encontrar más que regocijo, ruido, juego, placer, pasión y vida. De manera que si hay que buscarle, al menos en mi criterio, una 64
equivalencia con cualquier otro libro o novela que resplandezca por encima del tiempo, en esa misma dimensión de juego literario y placer libertario, no tengo inconveniente en encontrarlo en la Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll, no por casualidad, sino precisamente uno de los manjares predilectos de Cabrera Infante. (...) Quiero decir, por tanto, que para mí La Habana... es a la literatura de lengua española de estos tiempos lo que representó y sigue representando en la época victoriana y para la literatura de lengua inglesa Alicia en el país de las maravillas, un corrosivo hallazgo y un regalo envenenado, «camuflado» por necesidades del instante histórico como «cuentos para niños» cuando, en realidad, llevaba dentro más voluntad de destrucción de las buenas conciencias y más subversión de valores que el caballo de madera que los aqueos dejaron, tras 10 años de asedio, en la playa de Troya como disimulo para su inminente victoria. Su forma era su fondo; su contenido, su continente. Por eso también su lectura, la lectura interminablemente gozosa de las páginas de La Habana..., me resulta siempre un tesoro lleno de conmociones renovadas y nuevas emociones, un juego literario donde nadan con gusto y sabor laberintos, adivinaciones, retratos, relatos sin recato y reglas invisibles cuya musicalidad reposa en el multitudinario protagonismo de las voces de la ciudad, lenguas sueltas, lenguajes y hablas personales y corales que las sucesivas y fantásticas mujeres de La Habana... van tatuando en el libro como huella de algarabía, vivificadora, hasta convertirlo en esa memoria musical y literaria que flota por encima de los tiempos. (...)La provocación está servida. Pasen y sírvanse cuanto quieran. El festín desnudo está a disposición de todos los que quieran invitarse a leerlo.
UNA RELACIÓN FRUCTÍFERA El bolero y la literatura 65
JAVIER MEMBA El bolero, junto al tango, es el género musical latinoamericano que ha inspirado más literatura. La reciente publicación de `María del alma´ (Plaza & Janés), original propuesta de Pilar Tafur y Daniel Samper Pizano es el último ejemplo de un interés que en los últimos años ha Ido a la zaga del auge que vive la música caribeña en nuestro país.
El cantante de boleros Agustín Historia de un amor Lara ha inspirado recientemente una Novela o folletín, como prefieren novela. llamarlo sus autores, Pilar Tafur y Daniel Samper Pizano, la publicación de `María del alma´ (Plaza & Janés), donde se evoca entre la realidad y la ficción un episodio de la experiencia sentimental de Agustín Lara –su matrimonio con la bella y temperamental María Félix, a quien alude el título del libro y de uno de los más célebres boleros-, da pie a recordar algunos de los muchos textos que ha inspirado esta composición musical. Menos arrebatador que el tango, aunque no menos sentido, los mismos versos que integran las letras de algunas composiciones de Lara –`Noche de ronda´- y del cubano Ernesto Lecuona –`Siempre en mi corazón´- desprenden cierta inquietud literaria. A este respecto cumple destacar un texto de Iris Milagro Zavala Zapata, `El bolero: historia de un amor´ (Celeste Ediciones, 2000). En sus páginas, la autora analiza en detalle las principales piezas de un género que ya gustaba con anterioridad a ese auge de la música caribeña al que asistimos –empezando ya a estar ahítos, dicho sea de paso-. Pero si hay un escritor al que le ha interesado el bolero como materia literaria, ése es Guillermo Cabrera Infante. Para este autor cubano, estas composiciones son unas de las más genuinas representaciones del alma de La 66
Habana. De las muchas historias que conforman Tres tristes tigres –un homenaje fonético a la capital cubana- , Ella cantaba boleros es una de las más celebradas. Su protagonista, la cantante Freddy “La estrella” es una de las reinas de la noches habaneras de 1959. Ese mismo relato fue a dar título a la última novela de Cabrera Infante, aparecida en Alfaguara en 1996. También protagonizada por esa “mulata enorme, gorda gorda, de brazos como muslos y de muslos que parecían dos troncos sosteniendo el tanque de agua que era su cuerpo”. Leído o escuchado Para este Premio Cervantes, las palabras son música. “yo presto más atención a cómo suena cuando se lee que a cómo se ve cuando se escribe” ha declarado y los boleros, entonados por Freddy, algo más que el falso, azucarado, sentimental fingido sentimiento de la canción, nada de la bobería amelcochada, del sentimiento comercialmente fabricado del feeling, sino verdadero sentimiento”. Además de `El libro del bolero´ de Toni Evora (Alianza 2001), un libro de consulta sobre el particular, esta otra perla del Caribe ha seducido a novelistas como Assumpta Roura –`El bolero de Caperucita´ (Planeta, 2002)-, Isabel Muñoz Sánchez –`Almas de bolero´ (Anthema Ediciones, 2002) o H. Kynast – `Todo es un bolero´ (Anaya, 2000), páginas estas últimas dirigidas al lector juvenil. Pero la más celebrada de cuantas ficciones han inspirado últimamente estas composiciones es `Bolero´ (Mondadori, 2001), de Lázaro Covadlo. Protagonizada por un despiadado asesino, Aníbal Iturralde; su hijo, el pusilánime Víctor; y Olsen, otro matón al que le repugna matar, los amores perdidos y encontrados, encontrados y perdidos, que son materia literaria del bolero, menudean entre ellos. A buen seguro que bolero y literatura seguirán dando que hablar. ESTE SABADO, «BOQUITAS PINTADAS» La emoción y el romance 67
GUILLERMO CABRERA INFANTE La novela Boquitas pintadas, 1969, es una de las tres obras maestras de Manuel Puig. Las otras son: La traición de Rita Hayworth (1968) y El beso de la mujer araña (1976). Hay otras novelas suyas extraordinarias, The Buenos Aires Affair (1973) y sobre todo su última novela, Cae la noche tropical (1988). Manuel fue, y es, un novelista por encima de todo. Ha sido, es verdad, un guionista de cine profesional y un autor de obras de teatro, mayormente las diversas y sucesivas adaptaciones de El beso de la mujer araña. El éxito mundial como película hecha en Hollywood (interpretada por una estrella del cine, William Hurt, que ganó un Oscar por ella, y luego una exitosa comedia musical en Londres y Manhattan, dirigida por la eminencia teatral Harold Prinz) lo hizo, como él mismo decía, «rica y famosa». Manuel Puig nació en 1932 en una pequeña ciudad argentina, General Villegas, pero, como él mismo decía, «crecí en la pampa en un mal sueño o más bien un mal western». Pero en realidad nació en un cine o mejor, en una casa de sueños. Como el muchacho de Cinema Paradiso (hecha sin duda después de haber leído La traición de Rita Hayworth), Manuel fue un niño en el paraíso, que es casi el título de uno de sus filmes favoritos, Les Enfants du Paradis, en que el paraíso es también el gallinero. Como su biógrafa, Suzanne Jill Levine, escribe, Manuel estaba siempre «queriendo despertarse para encontrar que la realidad era una matiné importada de Hollywood». Amar y vivir del cine era todo el mismo sueño para él, pero no deseaba ser un héroe del cine sino una diva, «como Norma Shearer». Con una devoción que quería creer verdadera «se sumergía en las revistas de cine». «Llegué tan lejos», y no sólo como metáfora, confesaba Manuel, «como cortar los anuncios de los estrenos futuros». Las revistas y los periódicos venían
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todos de Buenos Aires, aunque Manuel y su familia «vivían a doce horas por tren» de la capital. De sus sueños del cine y sus deseos de la vida real surgió su primera novela, La traición de Rita Hayworth. Manuel decía: «No escogí la literatura, la literatura me escogió a mí». Aunque fue un hit, a palpable hit (como dice Shakespeare de Hamlet herido en su duelo), su primera novela fue primero un sueño, luego un guión de cine y finalmente un libro (...). El siguiente libro de Manuel fue Boquitas pintadas, que subtituló Una serie, como se entiende en televisión. Es decir, una telenovela, un novelón, un culebrón. En vez de en cine Manuel hurgó ahora en el mundo de las novelitas sentimentales, de amor: un género en todas partes, aunque algunos puristas retóricos lo llaman subgénero. Boquitas pintadas coge su título de un verso del tango –foxtro de Gardel– Le Pera en la película Tango en Broadway (1934). Dice el verso de Rubias de New York, que Manuel cita como epígrafe en la Tercera entrega (entrega, como en las novelitas, en vez de capítulo): «Deliciosas criaturas perfumadas, quiero el beso de tus boquitas pintadas». Manuel emplea las letras de Alfredo Le Pera como versículos de la religión del tango, y tiene razón porque para los argentinos (y este autor) el tango es sagrado. Esta entrega tiene un subtítulo, Album de fotografías, y eso es lo que Manuel hace: escribe fotografías de un álbum que contiene nostalgia y sentimentalismo en partes desiguales. Le Pera (más que Gardel, que ponía la música y la voz de «un jilguero», como lo llamaban en Argentina) es como las profanas Escrituras del Tango y Manuel cita sus versos como decía la Novela de las Nueve de la radio cubana: «La emoción y el romance en cada capítulo». Otras citas de Le Pera (Le Pera no La Pera) son igualmente memorables en Boquitas Pintadas, pero hay una que debió llegar al corazón popular de Manuel Puig: «... Dan envidia las estrellas/ yo no sé vivir sin ellas». Para Manuel, claro, eran las estrellas de cine. Dice nuestro autor de su libro: «Es un folletín con el cual, sin renunciar a los experimentos estilísticos iniciados en mi primera novela (La traición de Rita Hayworth), intento una
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nueva forma de literatura popular». Si quitamos la palabra experimentos (los experimentos pertenecen a las ciencias: la Bioquímica, la Física, aun la Astronomía que es toda observación) la descripción de Manuel es notablemente apta. Dice The Oxford Companion to Spanish Literature (y por una vez, inteligente, evita el odioso adjetivo latin, que no sólo es un cliché sino totalmente inexacto pero, para algunos, absolutamente necesario), dice así: «Igualmente cómica, Boquitas pintadas emplea los mismos diseños sin tono del discurso, ha vendido (en 1978) más de 100.000 ejemplares solamente en Argentina y le ha granjeado reclamo crítico. Puig explora las aspiraciones culturales igualmente cómicas pero patéticas de la clase media gentil en las provincias (argentinas), usando el ingenio y la ironía sin la desesperación». Las ventas actuales aventajan los 200.000 ejemplares y se sigue vendiendo en todas partes, con una sola voz disidente pero poderosa. Respondió Borges a la revista Newsweek, al preguntarle el reportero qué le parecía el éxito de la novela: «Imagínese. Una novela de Max Factor». Borges, que declaraba no leer nunca a sus contemporáneos, debió saber algo que seguramente le soplaron a la vieja oreja algunos envidiosos argentinos: fue la envidia y no Perón quien hizo huir a Manuel de la Argentina, pero, como dice el tango, «el viajero que huye/ tarde o temprano detiene su andar». Manuel Puig detuvo el suyo en Nueva York, Brasil y México, donde lo detuvo la muerte, en Cuernavaca en 1990, añadiendo así misterio a su muerte súbita a los 58 años de edad (...). La excelente biografía de Suzanne Jill Levine no es sólo su, de ella, mejor libro, sino el triunfo final del malogrado Manuel Puig. Aquí está el hombre y el escritor y su vida a veces seria, a veces triste y siempre gay, gayísimo y finalmente, como todas las vidas, terminada en tragedia. Su triunfo sobre los escritores, sobre todo argentinos, contemporáneos o no, que lo marcaron con impronta odiosa de no ser engagé (Manuel los hubiera corregido: engagé no, engagée, como dijo: «Soy
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una mujer de carrera») un «escritor comprometido». Se lo echaban en cara, pero... ¿Es eso un crimen? Sin embargo, su verdadero descubridor, Juan Goytisolo, dijo en su obituario (o si lo prefieren su nota necrológica) que Manuel no era sólo un gran escritor, sino «un tenaz defensor de las mujeres y de los homosexuales en un mundo macho feroz». Para añadir con mayor precisión: «Con honestidad y dignidad, cobró la realidad a pesar de las nieblas del miedo y los ojos vendados de las ideologías». Las biografías, según Oscar Wilde, «añaden un nuevo terror a la muerte». Esta biografía (Manuel Puig y el beso de la mujer araña), contraria al dictum de Wilde, como todas las biografías aspira constantemente a la condición de historia. Con ella Manuel Puig ha entrado en una historia más válida, la historia de la literatura.
EL ÓBITO // DESAPARECE UN GRANDE DE LA LITERATURA Muere Cabrera Infante 71
• El autor cubano falleció a los 75 años en Londres a causa de una septicemia El autor cubano Guillermo Cabrera Infante falleció anoche a los 75 años a causa de una afección generalizada en el hospital Chelsea and Westminster de Londres, según fuentes familiares. Una septicemia derivada de los numerosos problemas de salud que le aquejaban acabó con la vida del escritor, cuya pluma situó a La Habana en un lugar privilegiado del mapa de la literatura universal, junto a ciudades como el Buenos Aires de Julio Cor- tázar y el Dublín de James Joyce. El óbito del ganador del Premio Cervantes de 1997 se produjo a las 23.15 horas. El referente intelectual del anticastrismo, autor de Tres tristes tigres y La Habana para un infante difunto, había sido hospitalizado hace una semana tras romperse una cadera al caerse en su domicilio de la capital británica, donde residía desde hace casi 40 años. La esposa del escritor, Miriam Gómez, manifestó entonces que el escritor también padecía diabetes y neumonía. Guillermo Cabrera Infante nació en Gibara, en la provincia cubana de Oriente, el 22 de abril de 1929. En 1941 se trasladó a La Habana, donde empezó a escribir en 1947. Apasionado del séptimo arte, cultivó la crítica de cine y en 1951 fundó la Cinemateca de Cuba. Tras la caída de Fulgencio Batista y la llegada al poder de Fidel Castro en 1959, el autor fue nombrado agregado cultural de Cuba en Bruselas, cargo que ocupó de 1962 a 1965 y que aceptó para salir del país: "No aguantaba estar en La Habana. No soportaba verme convertido en un apestado". En aquellos años escribió Tres tristes tigres, su obra más polémica y con la que ganó el Premio Biblioteca Breve en 1967. En 1968, criticó duramente al ré- gimen de Castro, por lo que fue
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llamado a consultas. En respuesta, Cabrera Infante dejó su cargo diplomá- tico y pidió asilo político en el Reino Unido, donde se nacionalizó británico, y fijó su residencia en Londres. IMPORTANCIA DEL EROTISMO Actualmente, sus libros están prohibidos en Cuba, pero circulan clandestinamente títulos como La Habana para un infante difunto (1979) y Cuerpos divinos (1985), ambos autobiográficos y ejemplos de la importancia del erotismo en su obra. Así, hace unos 30 años, la escritora Zoé Valdés consiguió la novela Tres tristes tigres a cambio de tres latas de leche condensada, su cuota mensual de la libreta de abastecimiento. La pasión por el cine convirtió a Cabrera Infante en el primer escritor latinoamericano que llegó a Hollywood como guionista, lo que le permitió intervenir en la adaptación de la novela Bajo el volcán, de Malcolm Lowry, que John Huston llevó a la pantalla en 1984. A finales de 1990, trabajó en el guión de La ciudad perdida, cinta ambientada en La Habana que aún no ha visto la luz. En los 90, el autor publicó la recopilación de sus escritos políticos Mea Cuba (1991), los volúmenes de relatos Delito por bailar el chachachá (1995) y Todo está hecho con espejos (1999), y la obra Cine y sardina (1997). Cabrera Infante obtuvo el Cervantes, principal distinción de las letras hispanas, hace ocho años. El Ministerio de Cultura pensaba dárselo a Gabriel García Márquez, pero lo rechazó. "García Márquez no ha aceptado el premio, pero sí acepta ser el corifeo de un dictador, cosa que yo he rechazado violentamente y eso me ha costado 30 años de exilio", declaró entonces el escritor cubano para resumir su vida.
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DESAPARECE UN GRANDE DE LA LITERATURA La esposa del escritor Cabrera Infante confirma que será incinerado en Londres Londres. -- Los restos del escritor cubano Guillermo Cabrera Infante, que falleció anoche a los 75 años, serán incinerados en Londres "lo más rápido posible", según ha confirmado su esposa, la actriz Miriam Gómez. "Guillermo murió ayer en el hospital a las diez y media de la noche", ha explicado Gómez, que ha precisado que su marido, que se había fracturado recientemente la cadera y sufría una neumonía, falleció como consecuencia de una "infección que cogió en el hospital". Los restos del novelista "serán incinerados en Londres", donde "serán guardados hasta que pueda volver algún día a una Cuba libre", ha dicho su esposa, que ha precisado que la ceremonia de incineración será un acto estrictamente "familiar". Hospitales sucios Gómez ha explicado que el literato ingresó hace más de una semana en el Chelsea and Westminster Hospital, tras partirse la cadera el caerse en el baño de su residencia londinense, y en ese ambulatorio del centro de Londres contrajo una infección por la falta de higiene. "Estaba desesperada por sacarlo de allí. Ese hospital es un asco. Es un horror, aquí no limpian los hospitales", se ha quejado la viuda del escritor. Después, el novelista fue trasladado al cercano Charing Cross Hospital, donde finalmente falleció. Danzón para el tigre más triste Creyó en la revolución hasta que Fidel se subió a la columna de Simón del desierto. Por sus arenas dejó huellas Guillermo de su propia travesía. Quiso 74
quedarse con nosotros y le dejamos solo. Inventó la paradoja política: censurado por Franco y silenciado por editores progres. Entonces se exilió en un reino donde la lluvia le obligó a escribir. Era cordero con piel de lobo. Cuchillo de temible ironía. Amante de quien lo merecía. Sabía del cine, de los libros, del puro humo, de las descargas de Cachao, de la tristeza de los tigres, de la amistad como filantropía. De la soledad en que te encierra la razón. Por eso se volvió loco. De regreso a la cordura, dejó abierto el portal de Gloucester Road. Allí me enseñó el danzón.
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