DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE LAICISMO Antonio Rodríguez de Prada 24.06.2015
Hace días celebramos en mi Agrupación Socialista una Asamblea para debatir los resultados de las elecciones autonómicas y municipales y sus consecuencias. Al tratar de la situación en el Ayuntamiento de Madrid, fueron varias las intervenciones de compañeros que pusieron de manifiesto su disconformidad con la petición del Grupo Municipal socialista de dimisión- o sugerencia de “dar un paso atrás”- de la concejal de Ahora Madrid Rita Maestre, al haberse presentado por el Fiscal escrito de acusación por su participación en el año 2011 en el asalto a la Capilla de la Universidad Complutense, solidarizándose con la imputada, a la que casi tendríamos que agradecer su activismo en defensa de nuestros principios, como una especie
de heroína del laicismo. Hubo también, claro está, opiniones discordantes, pero las muestras de comprensión y apoyo me causaron sorpresa y pesar. El laicismo es un movimiento ideológico y político que tiene por objetivo la construcción de un espacio común de ciudadanía mediante la separación de las iglesias y las instituciones del estado. El estado ha de ser neutral y no discriminar entre creencias ni entre creyentes y no creyentes, neutralidad compatible con la cooperación y, como decía Luis Gómez Llorente, la tolerancia positiva; las iglesias, por su parte, no pueden extralimitarse, invadir el espacio común o intentar imponer sus dogmas mediante la legislación; y el estado, finalmente, ha de ser garante de la autonomía de las religiones y la libertad de conciencia: libertad para la creencia, para la exteriorización de esa creencia y para su enseñanza. Naturalmente, desde una posición laica puede objetarse la existencia de una capilla católica dentro la Universidad Complutense; si se piensa que debiera cerrarse, puede pedirse y ejercitar, dentro de la legalidad, las acciones de protesta que se estimen oportunas. Pero Rita Maestre y sus compañeros fueron mucho más allá: según la acusación de la fiscalía, recordemos, los procesados irrumpieron en grupo en el interior de la capilla, donde el capellán y algunos estudiantes estaban rezando; portando imágenes del Papa con una cruz esvástica, Maestre y otras mujeres subieron al espacio dedicado a altar, se desnudaron de cintura para arriba y gritaron "vamos a quemar la Conferencia Episcopal", "el Papa no nos deja comernos las almejas", "menos rosarios y más bolas chinas", "contra el Vaticano poder clitoriano", "arderéis como en el 36" y "sacad vuestro rosario de nuestros ovarios”. Nada que ver con la defensa de un laicismo incluyente que, como intento de organización de la convivencia, no puede ir contra nadie; por el contrario, la conducta de los asaltantes refleja
una manifiesta hostilidad a la religión católica y a sus fieles; no hay respeto, sino matonismo, burla y ánimo de provocación; interpretaron que su derecho a la libertad de manifestación y expresión son ilimitados, en una forma que comporta el avasallamiento de los derechos de otros. Suele hablarse de fundamentalismo religioso, pero no hay causa tan racional que no pueda engendrar sus fanáticos. Escuché las declaraciones del Arzobispo de Madrid sobre la cuestión. No es cierto que, como se ha pretendido, quitara importancia a lo sucedido; señaló que en democracia no vale todo, pero dijo que hay que acostumbrase y perdonar porque seguramente no saben lo que hacen. Creo que sus palabras fueron atinadas y, en este caso, la tolerancia ha cambiado de bando. Corresponde a los jueces decidir si la conducta de Rita Maestre y sus gentes es susceptible de sanción penal. Y corresponde a Ahora Madrid decidir si debe o no ser apartada de su cargo; pero ha de tenerse en cuenta que es portavoz, y un portavoz habla para todos, también para los que votaron a otras opciones o se quedaron en sus casas; y cuando se ha ofendido a muchos se tienen pocas posibilidades de ser escuchados. Eso si, a nosotros los socialistas nos corresponde clarificar de qué hablamos cuando hablamos de laicismo.