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BATO A R S A
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EL SOMBRERERO LOCO
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El Sombrerero Loco Historia de Clara villalba Ilustraciones de Clara Villalba La Planta y el Palo Historia de Leonardo Da Vinci Ilustraciones de Clara Villalba La Ranita Sorda Historia de Anónimo Ilustraciones de clara Villalba Guayaquil - Ecuador 2011
Walter era un sombrerero muy reconocido, viajaba de reino en reino dándoles a los reyes y reinas muchos sombreros curiosos que lucir. Con plumas, sin plumas, con telas de mil colores, con frutas, verduras, con hojas, con corazones. Nadie tenía dos sombreros iguales! Un día, luego de recorrer muchos castillos, se sentó sobre una de las raíces de un gran árbol que se encontraba cercano a él, mientras descansaba, entonaba una alegra
melodía con su silbido. Tan alegre era la melodía que el sombrerero estando sentado empezó a bailar sin control y sin darse cuenta, tropezó con una de las raíces de aquel árbol y cayó. Algo estaba ocurriendo, la caída era muy lenta! O quizás cayó a un hueco?! El sombrerero se puso a pensar y dedujo: - ¿Estaré cayendo a la mitad de la tierra? Luego de caer por unos minutos, el hombre ya se estaba acostumbrando. Veía a su alrededor mu-
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belleza, arboles de todos los colores, aves extrañas jugueteando por sobre las ramas de los árboles y una extraña liebre sentada en la cabecera de una mesa. -Disculpe, sabe usted dónde está el castillo más cercano?– Preguntó el hombre a la liebre. Si esta le contestaba ya no se sorprendería, ese era un país realmente raro y que los animales digan algo más que un sonido quizás seria de lo más normal.
chos estantes de libros, frascos, mascaras, espejos, muñecos, etc. Atraído por uno de los libros, el curioso sombrero se las ingenió para tomarlo mientras caía. “Bienvenido al país de las maravillas” decía la portada. -Pa..País de las maravillas?! -Se repetía una y otra vez- Bueno, si es un nuevo reino, podré ofrecer mis elegantes sombreros a la corte! Miro página tras página, vaya que el libro era largo! Al igual que la caída. –Deberían hacer un atajo, este largo viaje es muy cansadoAl leer la última página, había una frase muy extraña: “Cuidado con las burbujas! Son rebotoncíferas!”. - Re-bo-ton-cí-fe-ras..? -Repetía el sombrerero – Que querrá decir eso?! El libro desapareció de sus manos como por arte de magia, y una pequeña burbuja pasó frente a su nariz. –Burbujas rebotonciferas?Como lo sospecharon, las burbujas rebotonciferas estaban cerca. Tan
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La liebre solo lo observó con sus enormes ojos pero sin decir palabra alguna. cerca, que podía olerse el aroma de jabón! Tan pronto el sombrerero puso un pie sobre una de las burbujas, salto tan alto que creyó haber visto de nuevo en su lugar el libro que había leído. Al mirar abajo, había miles de burbujas esperando por él para rebotarlo en todas las direcciones. Por cada rebote las burbujas iban desapareciendo, hasta que al fin el sombrerero toco suelo sin haberse
roto ni un solo hueso. -Qué lugar tan extraño- Murmuraba el confundido hombre mientras emprendía camino hacia una puerta entre abierta que estaba frente a él. -Ya caí por un hoyo, salte sin parar sobre burbujas, que más podría ocurrir?- Al abrir la puerta y mirar al otro lado el sombrerero quedo sorprendido. Un campo de flores de inigualable
-Bueno, quizás me equivoque y los animales no pueden hablar – Se auto contestó el sombrerero dándole la espalda a la liebre y dirigiéndose a una de las sillas. -¿Como esperar realmente una respuesta de alguien a quien no entiendes, si simplemente no deseas escuchar lo que tienen que decir, si no lo que quieres oír? – Murmuró el animal.
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- Uhh? Oh! Vaya! Disculpe señor liebre, no pensé que fuera a responderme… -Dijo apurado el sombrerero - Soy nuevo por aquí y no he podido cruzar palabra con nadie. –Dijo apenado- Ja! con que extranjeros eh?.... Hace mucho que no se veían de esos por aquí– Dijo un tanto molesta la liebre mientras señalaba un camino que se dividía en dos. -El de la derecha os llevará al palacio de la reina blanca. Y el de la izquierda….El sombrerero pudo notar que la liebre temblaba levemente y tomaba una taza de té para calmar sus nervios mientras seguía hablando. -…El de la izquierda os llevará al palacio de la reina roja. Pero os puedo asegurar que no queráis ir a ese lugarEl sombrerero observó el camino izquierdo por unos instantes. –¿Porqué no querría yo ir a ese palacio? ¿Está acaso muy lejos?- Preguntó el hombre al animal mientras se sentaba en una de las sillas y se servía una taza de té.
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-No hay lugar! No hay lugar! No et sientes ahi! No has visto que no debes no sentarte si no has sido invitado?!- Dio un brinco la liebre y corrió por sobre la mesa tirando tasas y teteras a su paso hasta llegar donde se había sentado el sombrerero y sacándolo de un empujón prosiguió. -La reina roja es la hermana de la reina blanca –empezó a relatar la liebre mientras enroscaba sus orejas entre sí- Ella es un poco mal humorada y no le agradan los forasteros- Continuó. El sombrerero estaba muy confundido, sin embargo tuvo una grandiosa idea. Sí convencía a la liebre, podría quedarse allí por un tiempo hasta encontrar el camino a casa, es más, podía pedirle ayuda a todos los que vivían en las cercanías. Entre tantos seres, alguien debía saber donde se encontraba el camino a su hogar. Luego de proponerle la idea a la liebre, ambos celebraron brindando con una taza de té, así dando inicio a ceremoniosas fiestas de no cumplea-
ños, las cuales practicarían cada momento que se les antojara en los 364 días de no cumpleaños del año y cantando al ritmo de su alegre canción: -Feliz no cumpleaños a ti~ A mi? Feliz no cumpleaños~!-
ba a cabo, pasaron por allí un par que tenían un gran parecido, además de que llevaban escritos sus nombres en unos collares. ¿Quizás para no confundirse entre ellos mismos?!
Pasó un largo tiempo en el que el sombrerero conoció a muchas personas y animales, pero sin ninguna esperanza de regresar a casa (Cada uno estaba más loco que el otro). Uno de tantos días, justo cuando una fiesta de té se lleva-
Aquellos peculiares niños, luego de una inútil discusión, un cuento relatado por ellos y una taza de té mientras se cambiaban de sillas para limpiar los platos, le comentaron al sombrerero que el único que podía conocer el camino de
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regreso a su hogar se encontraba en un gran seto descansando, señalaron hacia el bosque, al camino donde se encontraba el palacio de la reina roja y dando brincos se alejaron. -La respuesta a las preguntas que me pregunto pero que la respuesta no logro hallar, la reina blanca las tendrá?.- Pregunto a la liebre el sombrerero (que ya hablaba de forma confusa por estar tanto tiempo con su peludo amigo), quien con el rostro entristecido dio su negativa mientras cautelosamente susurraba. –La reina blanca allí no se encuentra, la reina malosa la ha secuestrado, ¿Cómo podríamos preguntarle, si cautiva está? El sombrerero pensó por un instante y luego dio un salto fantasticórico! (Así lo llamaba él). Podrían ir con quien sabía la respuesta de cómo volver a casa, y de paso podían preguntarle como rescatar a la reina blanca. El sombrerero emprendió camino hacia el bosque en dirección del palacio de la reina roja acompaña-
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mismo lo sé, pero ¿Quién es usted? –Preguntó el sombrerero mientras daba unos pasos hacia atrás. Una oruga color morado con una pipa en una de sus manos salió a la luz y un poco molesta le respondió. –Debería ponerse en claro con usted mismo, si no sabe quién es, ¿Cómo podría saberlo yo?- Acomodándose sobre una de las hojas de una planta cercana le miró y con desdén preguntó: -¿A que has venido a este lugar?!
do de la liebre, quien dando brincos sin parar servía té hasta a las flores cantoras. Luego de avanzar un tramo del viaje, el sombrerero y la liebre vieron una mesa en medio de la nada, con una pequeña botella y una cajita con muchas galletas. -Oh! Vaya! Que deliciosífero complemento para nuestro té!- Exclamo el sombrero mientras tomaba un bocado del liquido. -No lo bebas! Algo terrotifisioso pasará! Diez centímetros tan solo tu altura alta será!- Grito la liebre
mientras el sombrerero reducía su tamaño al que le había advertido. -Oh no! Ahora como volveré a mi altura alta normal?- Se lamentó el sombrerero, cuando de repente escucho una voz.
-Sí, sí, sí, claro que sí, he venido en busca de un gran conocedor, las respuestas a unas preguntas que no le hayo respuesta he venido a averiguar- Contesto el sombrerero de forma rápida y apresurada. –¿Podría ayudarme a encontrar a quien no ubico su lugar?
-A, E , I, O, U~- Una extraña humareda de colores con formas de letras salía por encima de un seto, al igual que la voz. El curioso sombrerero se acerco y un susto se dio al ver un rostro frente al suyo. -Tú! ¿Quién eres tú?- Le preguntaron unos ojos enormes. –Después de todo lo que me ha pasado, ni yo
-Exacticamente que es lo que te preocupa?!- Preguntó la oruga luego de dar un soplido a su pipa e inundar el rostro del sombrerero con humo morado y verde. Tosiendo y estornudando por el humo, el sombrerero solo pudo tartamudear: -Exacti..exac-
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ticam… Exac.. agh! Solo quiero buscar el camino a mi casa! O saber cómo liberar a la reina blanca para a ella la pregunta que le pregunte formular. Además, me gustaría crecer un poco más, 10 centímetros no es mi tamaño adecuado. -Vaya que inconformidad!- Dio un suspiro la oruga y volvió a meterse la pipa en la boca. –El camino a casa lo encontrarás más adelante. Hay muchos avisos y señales. Ah! Y con las galletas que tienes en la mano, tu tamaño original recuperarás. Ah! Y algo más! La reina blanca en otro reino se encuentra, cautiva no está. A ella, simplemente no le podrás hallar. Luego de darle un rápido mordisco a la galleta, el sombrerero creció nuevamente llegando a su tamaño normal y chocando su cabeza con la de la liebre. -Oh vaya! Gran susto asustador que me has dado!- Exclamo la liebre. –¿Donde te habías metido sombrerero loco?
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-Si! Loco me volveré al ver tanta maravilla maravillosa! Que maravillante!- Guardando el frasquito y la galleta en sus bolsillos y dando saltos fantasticóricos el sombrerero se apuró en llegar al lugar que la oruga le había indicado. –Vamos liebre loca! Vamos! Que pronto estaré en mi hogar!- Gritaba eufórico el hombre. Un bosque lleno de letreros y un curioso gato que los pintaba es lo que encontró al llegar donde la oruga le había ducho. Sigilosamente se acercaron al gato y tomándolo por la espalda le preguntaron curiosos a una sola voz. -¿Sabes cuál es el camino a la salida de este reino? Justo cuando el gato les iba a indicar, el sonido de unas trompetas estalló y el felino desapareció tan solo dejando ver su sonrisa. -Persigan ese animal o la reina enfurecerá!- Gritaron un gran grupo de naipes de corazón con pies y manos mientras corrían tras un puercoespín que hecho bolita ro-
daba por todas partes. -Atrápenlo! Rápido! O la reina enfurecerá!- Insistían los soldados quienes luego de unos momentos de persecución atraparon al indefenso animalito para llevarlo de nuevo con la reina. -Disculpen señores. Saben dónde está el camino a mi hogar?!- Murmuró el sombrerero a los naipes mientras su amigo la liebre se ocultaba tras él. Vaya error que había cometido el pobre hombre, los soldados no
dudaron dos veces en apresarlos para llevarlos ante la reina roja; y si no corrían con suerte, juzgarlos en la corte. -Este es un error terrorifisioso! Nosotros no hemos hecho nada maloso!- Exclamaba el sombrerero mientras era llevado ante la reina imperial. Una corneta tocada por un conejo blanco vestido de naipe de corazón rojo anunció la llegada de la reina al estrado, todos los personajes que anteriormente había conocido el sombrerero eran el
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jurado, testigos y el público participante. -Silencio!- Grito la reina y todo el mundo quedo callado. -De que se le acusa a ese sombrerero de raro aspecto?- Preguntó la reina. -De estar parado frente a muchos letreros!- Intervino uno de los naipes que lo había apresado. Todos los presentes se sorprendieron y empezaron a murmullar. -Silencio he dicho!- Martillaba su mesa la reina con un mazo. – Con que estar de pie frente a muchos letreros eeeh?! ¡Qué le corten la cabeza..! Justo cuando la reina daba la sentencia, el sombrerero recordó que en su bolsillo había puesto la galleta y el frasco que había encontrado anteriormente con la oruga. Si los comía o bebía, su tamaño variaría y podría escapar a un lugar seguro. Así lo hizo, dio un gran mordisco a la galleta y su tamaño aumen-
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to tan alto como el castillo, tomo en sus manos a su amigo la liebre y corrió lo más rápido y lejos que pudo. Ya estando a salvo, tomo la bebida recuperando su tamaño original. -¿Ahora como podre regresar a mi casa?- Se preguntaba el triste sombrerero. Pasaron un par de semanas en las que el sombrerero para distraerse comenzó a hacer sombreros, de todos los materiales existentes, con flores, sin flores, con telas de
mil colores, con frutas, verduras, con plumas, con corazones. Su alegría estaba volviendo, su trabajo era esta vez más variado, todos los animales y personas de ese país querían un sombrero suyo! El sombrero se dio cuenta que el regreso a su casa era algo realmente imposible, algo contradictorio, ya que en ese país nada era imposible, pero él se daba cuenta también que el lugar en el que se encontraba era perfectifisioso! (Como él le decía). Cada día hacia
un sombrero diferente y más extraño que el que había creado el día anterior. Pasó el tiempo, tanto tiempo, que la reina blanca al volver del largo viaje en el que se encontraba, oyó hablar de él y curiosa de la habilidad tan loca de aquel hombre, fue a conocerlo personalmente. Luego de observar el maravilloso trabajo que desempeñaba, lo nombró sombrerero real de la corte y junto a su amigo la liebre, fueron nombrados celebradores oficiales de la celebración celebrosoza del no cumpleaños. La reina roja por su lado, no queriendo estar fuera de moda, perdonó al sombrerero de su injusta condena y pidió un sombrero para ella, el rey, su corte, sus soldados, hasta para quienes ya había cortado la cabeza!. Y así, este sombrerero que cayó por un agujero, encontró su verdadero hogar, amigos igual de locos a él y una loca felicidad en un país de maravillas.
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LA PLANTA Y EL PALO
Una linda planta, que se erguía airosa levantando orgullosamente al cielo su penacho de hojas tiernas, soportaba con disgusto la presencia junto a ella de un palo seco, derecho y viejo. - Palo -se impacientó la planta-, te tengo demasiado cerca. ¿No podrías irte un poco más allá? El palo se hizo el sordo para no replicar.
Entonces la planta se dirigió al seto de zarzas que la rodeaba y dijo: - Seto, ¿no podrías marcharte a cualquier otro lugar?. Me molestas. El seto fingió no oír y callado siguió. Pero un lagarto que reptaba por allí, levantó su cabecita y, mirando con sorna a la planta, dijo:
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- Bella planta, ¿no has comprendido que debes al palo el poder estar derecha? Y en cuanto al seto, ¿todavía no te has dado cuenta de que está protegiéndote contra las malas compañías?
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LA RANITA SORDA
Un grupo de ranas viajaba por el bosque, cuando de repente dos de ellas cayeron en un poso profundo. Las demás se reunieron alrededor del agujero y cuando vieron lo hondo que era, le dijeron a las caídas que, para efectos prácticos, debían darse por muertas. Sin embargo, ellas seguían tratando de salir del hoyo con todas sus fuerzas. Las otras les decían que esos esfuerzos serían inútiles. Finalmente, una de las ranas atendió a lo que las demás decían, se dio por vencida y murió, la otra continuó saltando con tanto esfuerzo como le era posible. La multitud le gritaba que era inútil pero la rana seguía saltando cada vez con más fuerza, hasta que finalmente salió del hoyo. Las otras le preguntaron: “¿No escuchabas lo que te decíamos?” La ranita les explicó que era sorda y creía que las demás la estaban animando desde el borde a esforzarse más y más Para salir del hueco.
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