Un hombre llamado Erbmoh Lorena Fuentes Cannobbio y Andrea Pizarro Clemo
Se marchaba para siempre y volvĂa
volvĂa con la risa en las manos, con las manos de risa
o con la risa llena de manos, en fin, volvĂa.
Solía caminar de espalda, según él así no tropezaría;
S贸lo era un demente cuerdo, era s贸lo eso.
Buscaba la verdad en las mentiras y los recuerdos en el futuro.
Era un vividor, pero estaba muerto.
Soñaba con ser un hombre y no llamarse Erbmoh y se reía de tristeza. Había marchado en busca de encontrarse, de ser un hombre, pero había regresado con las manos vacías de tan llenas.
ER RB E BM MO OH H ER
BM O H
Y este dolor incontenible que contenía, lo expresaba en la risa sin expresión. Y entonces se dio cuenta de que él no era nada,
pero que la nada era algo, y que si se llamaba Erbmoh, ĂŠl existĂa.
Y pens贸 con los pies y camin贸 con la cabeza.
Y cerr贸 los ojos para ver y los abri贸 para dormir.
Y ley贸 hojas vac铆as...
...y escribi贸 en las ya escritas.
ada n e d mó r o f in ó que e s Y ndi a e t n y e ntendí cer . a no e debía h ombre h qué ser un para
Y vol贸 por la tierra alg煤n tiempo, y luego corri贸 hacia el cielo.
Y enterr贸 all铆, entre las nubes su nombre Erbmoh.
Y supo que todo el tiempo hab铆a sido un fantasma real, y comprendi贸 que ahora era un hombre.
Y se sinti贸 orgulloso de s铆 mismo, y fue el mejor hombre que no existi贸 jam谩s.