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El porvenir de un malestar
Psicoanálisis Revista Propiedad de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires Vol. XXXVII - Nº 1 - 2015, Junio de 2015 Buenos Aires, Argentina
Psicoanálisis 3 números anuales ISSN 0325-819X ISSN (en línea) 1853-8428 Registro de la propiedad intelectual: 523.412 Editada por la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires Sociedad Componente de la Asociación Psicoanalítica Internacional Sociedad Componente de la Federación Psicoanalítica de América Latina Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires Maure 1850 - C1426CUH Buenos Aires, Argentina - Tel./Fax: 4775-7867/7985 Email: publicaciones@apdeba.org - Web: http: //www.apdeba.org
Objetivo Psicoanálisis es el órgano de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires desde su fundación en 1979. Con naturaleza temática, difunde las ideas y la actividad científica de APdeBA. Propone un espacio de debate y reevaluación de temas clínicos y metapsicológicos, abierto a la discusión y las controversias, testigo atento de los movimientos que atraviesan el campo de la cultura. Organiza paneles sobre problemas de actualidad. Su carácter pluralista abre un diálogo con otras disciplinas. Incluye autores y temas de interés a nivel internacional, inéditos en español. Psicoanálisis es una referencia obligada entre las publicaciones de lengua castellana. Indización La revista Psicoanálisis se encuentra incluida e indizada en BINACIS y UNISALUD (RENICS); Academic Search Complete y MedicLatina (EBSCO); LILACS (BIREME); PsycINFO (APA). La indización de la revista Psicoanálisis se realiza a partir del Tesauro de Psicoanálisis de la Asociación Psicoanalítica Argentina, 3ra. edición corregida y aumentada, 2006. Los Descriptores en Ciencias de la Salud (DeCS) de BIREME, edición 2007, son incluidos para la indización de la revista en las bases de datos BINACIS, UNISALUD y LILACS.
COMISIÓN DE PUBLICACIONES 2015
Directora de la Revista Lic. Ana Cristina Bisson de Moguillansky
PUBLICACIONES Comité Editorial Secretaria Lic. Paulina Zukerman Vocales Lic. Mabel Marcinavicius Dr. Jaime Millonschik Lic. Laura L. Sperber Lic. Laura V. Borensztein de Weinstein
Corresponsales Dr. Newton Aronis Maltchik (Brasil) Dra. Irene Cairo (U.S.A.) Dr. Jorge Canestri (Italia) Dra. Ana R. Chait de Trachtenberg (Brasil) Dr. Eugenio Cornide Cheda (España) Dr. Alberto Eiguer (Francia) Dra. Yolanda Gampel (Israel) Dr. Rogelio Sosnik (U.S.A.) Comité de Arbitraje Dr. Enrique Alba Dr. Samuel Arbiser Dr. Horacio Barredo Dr. Carlos Basch Dra. Susana Bidolsky Dr. Angel Costantino Lic. Adela Costas Antola Dr. José Fischbein Lic. Perla Frenkel Dra. Yolanda Gampel Dr. Gustavo Jarast Dr. Jorge Lebas Dr. B. Miguel Leivi Dr. Raúl Levin Dr. Eduardo Mandet Dr. Carlos Moguillansky Dr. Rodolfo Moguillansky Dr. Julio Moreno Dra. Silvia Neborak Dr. Oscar Paulucci Dr. Leonardo Peskin Lic. Lía Pistiner Lic. Marina Ravenna Selvatici Dr. Rogelio Rimoldi Dr. Daniel Rodríguez Dra. Ana Rozenbaum Dra. Alicia Sirota Dra. Norma Slepoy Lic. Oscar Sotolano Dra. Amalia Theodoro de Zirlinger Dra. Delia Torres de Aryan Dr. Federico Urman Dr. Alejandro Varela Dra. Graciela Ventrici Dra. Inés Vidal Lic. Susana Vinocur de Fischbein
Indice
Conferencia Gustavo Dessal Freud y el malestar en la cultura del siglo XXI: las nuevas sombras
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Dossier: Narcisismo en el análisis con niños y adolescentes Carlos Moguillansky El narcisismo en la adolescencia: las razones de su predominio
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Federico Raúl Urman Narcisismo: nuevas reflexiones clínicas. Su empleo en el trabajo con niños y adolescentes
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José Valeros Acerca de una forma de reparación de la autoestima en el análisis de niños
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Trabajos libres Daniel Glasserman Notas sobre la experiencia
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Tomás Grieco Sobre los efectos del dictamen de inimputabilidad
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Alejandra Inés Lacroze “Un hilo de esperanza”. Notas clínicas en el análisis de una familia con niños
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María Cecilia Pereira da Silva Una pasión entre dos mentes: la función narrativa
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Bernardo Tanis Permanencias y cambios en el lugar del analista: desafíos éticos
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CV Autores, Resúmenes y Descriptores CV Autores, Resúmenes y Descriptores
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Conferencia
Freud y el malestar en la cultura del siglo XXI: las nuevas sombras 1 Gustavo Dessal
Coordenadas para situar el malestar contemporáneo Existe un sentido fácil del término globalización: el de que gracias a la profunda renovación de los medios tecnológicos, las fronteras culturales, sociales y económicas pueden ser franqueadas en beneficio de una extensión uniforme y abarcadora del mundo. Es la idea más arraigada, y no puede negarse que responde a hechos, o al menos a una determinada percepción de los hechos. Pero existe un sentido más difícil de la globalización, que es seguramente el que nos interesa, y que parte de la evidencia de que ya no existe una frontera tras la cual uno puede sentirse a salvo. Para comprender este sentido, hay que tener en cuenta que el fenómeno de la globalización es indisociable de un logro científico-técnico extraordinario, al que por supuesto debemos avances de gran valor para la humanidad, el logro de una aproximación de la velocidad de transmisión de información hasta su límite, que es el de la velocidad de la luz. Este aumento hasta ahora impensable de la velocidad supone la relación casi instantánea entre las causas y los efectos, hasta el extremo de que la distinción misma entre causa y efecto se encuentra próxima a su desaparición. Convengamos, para empezar, que toda dificultad para distinguir entre una causa y su efecto es, cuanto menos, algo verdaderamente inquietante. Este factor de la velocidad como intrínseco a la globalización, 1
Trabajo presentado en el Ateneo del 31 de marzo de 2015 en APdeBA.
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hace que esta última no pueda compararse con todas las expansiones territoriales que hemos conocido en el pasado, expansiones que se desarrollaron en el espacio y en el tiempo. Es lo que ha llevado a Paul Virilio a afirmar que “vivimos en un mundo que ya no se basa en la expansión geográfica, sino en una distancia temporal que disminuye a medida que aumentan nuestras capacidades para el transporte, la transmisión y la teleacción”. En otras palabras, la velocidad se ha convertido en una especie de materialidad intangible instalada en el mundo, inaugurando un nuevo orden de subjetividad que se acompaña de valores e ideales que responden al concepto de instantaneidad. Más aún, ¿cuáles pueden ser las consecuencias en el plano subjetivo del hecho de tener casi todo al alcance de la mano? ¿Cuántas cosas no se nos ofrecen a la presencia y a su realización inmediata con un simple clic en el ordenador? Es algo sin duda sublime. El problema comienza cuando el sujeto se acostumbra y cree que ese recurso puede extenderse a todo, que la realización de los deseos puede ser tan instantánea que el deseo mismo se torne innecesario: las cosas prometen llegar antes de que las solicitemos. En su ensayo La sociedad sitiada, Zygmunt Bauman recuerda que hace más de dos siglos Kant escribió un libro titulado Idea de una historia universal en sentido cosmopolita, donde formuló una increíble profecía: el mundo por venir sería una unificación perfecta de la especie humana a través de la ciudadanía común. Para Kant, éste constituiría el cumplimiento del más alto designio de la Naturaleza, y todos tendríamos que aprende a ser buenos vecinos por el simple hecho de que no había otro sitio donde ir. Este momento parece haber llegado, sólo que algo en la estimación de Kant no responde adecuadamente: nada indica que la globalización haya contribuido a aumentar las relaciones de buena vecindad. Por otra parte, si es cada vez más cierto que conforme al sueño de Kant vamos adoptando una ciudadanía común, la ciudada-
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nía del cyber-espacio, la unificación del mundo arroja una consecuencia ineludible: al no poder adoptar una ciudadanía alternativa, los que no la poseen se convierten automáticamente en habitantes del no-mundo, del no lugar. Una violencia simbólica, pero con efectos en lo real Un rápido repaso a la era contemporánea nos permite apreciar de inmediato una creciente discordancia entre los dispositivos políticos de los estados-nación, y la extraterritorialidad del flujo económico, comercial y financiero. Esta imposibilidad del primero para seguir sosteniendo un control sobre el segundo genera una primera forma de violencia: no sólo la violencia que supone la impunidad de los poderes económicos, sino también la violencia que implica el borramiento de los distintos modos de entender la existencia y la vida. Dado que el espacio global se encuentra fuera del alcance de las instituciones que velan –o deberían velar– por las formas de decencia y de responsabilidad éticas existentes, resulta evidente que la responsabilidad de lo que sucede en el mundo se convierte en una abstracción prácticamente extinguida. Las personas perciben la impotencia de los Estados y la impunidad radical imperante, lo que genera una segunda forma de violencia: el sentimiento de desamparo moral que reina por doquier. Esta sensación de desamparo moral se conjuga con la evidencia de que la sociedad, como artificio a la vez coercitivo pero también protector, va dejando de existir, lo que obliga al individuo a tomar a su cargo lo que hasta ahora era una responsabilidad de la sociedad en su conjunto. El mundo contemporáneo fuerza a los sujetos a buscar soluciones biográficas a los problemas sistémicos, como lo ha hecho notar Ulrich Beck en su obra Sociedad del riesgo: hacia una nueva modernidad. Podemos ubicar aquí una tercera forma de violencia, porque es perfectamente claro que esta exigencia es irrealizable, ya que las políticas de vida no pueden resolver las contradicciones del sistema. Estas tres formas de violencia, la de la impunidad, la del desamparo y la de la culpabilidad del sujeto, son otras tantas manifestaciones de la crueldad que ejerce el Superyo contemporáneo, cuya raíz debemos
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situar en la observación hecha por Lacan a propósito del discurso capitalista: una modalidad del discurso en la que se ha logrado traspasar el límite de la impotencia entre la producción y la verdad del sujeto como castración. La implicación subjetiva en el malestar contemporáneo ¿Por qué triunfan los sistemas totalitarios? ¿Por qué los seres humanos se someten a sistemas políticos que los esclavizan? ¿A qué obedece esta pasividad que puede alcanzar los límites de la humillación colectiva, y el sufrimiento de casi todos? No es sólo un problema de filosofía política, sino también un enigma de la subjetividad. Ya en el siglo XVI, un joven jurista francés llamado Étienne de la Boétie escribió un tratado que tituló “Discurso sobre las servidumbres voluntarias”, donde planteó este mismo interrogante: ¿cómo se explica la existencia del tirano? Sin duda, cualquier respuesta basada en la idea de la coacción física es insuficiente. Nietzsche llevó la cuestión al extremo de considerar que la servidumbre es siempre voluntaria. La historia es testigo constante y veraz de que, bajo determinadas circunstancias, los hombres consiguen superar el supuesto temor que los mantenía en el sometimiento. Los pueblos se revuelven, se enfrentan a la dominación, a veces casi sin armas y sin recursos, tan sólo animados por el deseo de liberarse del mismo yugo que a menudo toleraron durante años, incluso décadas. Aquél que presumiblemente se sometía por miedo físico, no dudará en salir a cuerpo descubierto y desafiar a la muerte. ¿Cómo es posible que hayamos llegado a la situación que hoy nos afecta, a la destrucción de las formas dignas del trabajo, al sometimiento ante modos de explotación que se introducen en todos los aspectos de la vida humana? Es preciso advertir que el concepto clásico de explotación denunciado por Marx en el siglo XIX ha evolucionado hacia versiones actuales mucho más sofisticadas. Somos explotados de forma cotidiana y de maneras sutiles, estafados por la publicidad, los medios de comunicación, las empresas, el latrocinio de los bancos y las mentiras de los políticos, las instituciones y los
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administradores del poder. Somos explotados por la mediocridad de la televisión y la obscenidad de los personajes que asumen la nueva dirección espiritual de la conciencia colectiva. Presentadores de televisión se constituyen en figura modernas del oráculo, que hablan con la voz de la verdad e interpretan el sentir del pueblo. Vivimos, como lo argumentó el filósofo francés Lipovetsky, en la era del vacío, la era donde las ideologías ya no representan la vivencia que los sujetos tienen de la realidad, y no hay nada más propicio que el vacío para facilitar el surgimiento de innumerables servidumbres, tantas como amos estén dispuestos a satisfacerlas. La salvación, el rescate, ya no se espera de las acciones políticas, sino que se promueve como voluntad individual: que cada uno funde su propio relato, se asuma como artífice de su destino, se convierta en el promotor de sí mismo, busque la salida en sus posibilidades personales y abandone toda confianza y expectativa en las respuestas sociales y colectivas. El reverso de esta “era del vacío” es la plenitud, la creencia neoliberal en la multiplicación infinita del producto. Es la plenitud aportada por superabundancia de las cosas, un exceso que se permite incluso ser compatible con la pobreza: en aquellos lugares donde falta de todo, pueden sobrar las armas, las drogas, los teléfonos móviles. El sujeto se mueve entre el vacío y la plenitud, sin advertir que son equivalentes. La plenitud es, en definitiva, la revelación del vacío en la época contemporánea. En mi novela Principio de Incertidumbre fabriqué una historia donde el sinsentido de la vida se convierte en la ley cotidiana. Es la metáfora de una época donde el vacío queda demasiado expuesto a la luz, demasiado visible, y la desprotección de los sujetos ya no encuentra el reparo de ninguna creencia. No es que vivamos ahora en una incertidumbre mayor de la que subyace a la existencia desde siempre. Sólo que en la actualidad se experimenta con una crudeza indisimulada, y al mismo tiempo ese sentimiento se convierte en el rehén de una nueva forma de explotación, una ideología que tras la disolución de las representaciones políticas tradicionales ha venido a llenar el vacío como una idea soberana y rectora universal: la seguridad. Paradoja de nuestra época, en la que la incertidumbre generaliza-
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da es manipulada mediante el concepto supremo de la seguridad. Volveremos a ello. El capitalismo, frente a los anteriores y coexistentes experimentos políticos, ha sido señalado por distintos autores (cf. Nancy, JeanLuc) como un sistema que se caracteriza por producir identidades débiles, o en términos del psicoanálisis, identificaciones no demasiado definidas. Por el contrario, los regímenes totalitarios, nacionalistas, tribales, tienen en común el hecho de propiciar identificaciones fuertes, monolíticas, que aseguran por un lado la cohesión social, y que por otro facilitan el dominio de la masa. En la incertidumbre y la falta de fundamento ontológico que caracteriza al ser humano, la tiranía encuentra un terreno favorable donde germinar. El tirano, el dictador, incluso esa moderna y payasesca versión berlusconiana, son figuras que cautivan por la solidez con la que transmiten una épica, elevan una promesa y trazan un camino de salvación. Berlusconi fue un héroe moderno, un Calígula pasado por el quirófano de la cirugía estética al que la mayoría de los italianos quiso parecerse. No disimuló ninguna de sus perversiones, se burló de las leyes, se erigió en amo de sí mismo y de todos, y ello gracias a su extraordinaria habilidad para fabricar historias, cuentos que gustan a la gente, porque conmueven los arquetipos colectivos con los que las sociedades tejen sus sueños. En un mundo donde todo se desdibuja, donde los bordes de la realidad se vuelven neblinosos, Berlusconi representó la virtud de lo claro, lo preciso y lo carente de toda ambigüedad. Defendió los valores más reaccionarios, pero que poseen la ventaja de proporcionar referentes tangibles en una época en donde la vida se descompone hasta el infinito en el infinito deslizamiento de la redes sociales. Vuelven los amos, los tiranos, los reyezuelos. Ya no es necesaria ninguna revolución especial para imponerlos. Volverán las oscuras Sarahs Palin y nuevas versiones del Tea Party para devolver a los americanos sus valores perdidos, para “rescatar” a los sujetos de las incongruencias de una economía que obra como disolvente de toda moral.
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La tentación de los significantes amos El movimiento es doble: por una parte, la economía globalizada y depredadora genera un flujo de poder ingobernable, que tritura cualquier ideología y amenaza con llevar al descrédito irreversible la débil confianza que los ciudadanos tienen en la acción política. La precariedad ontológica pretende disimularse con la sobreabundancia de bienes de consumo, y el sujeto experimenta una soledad y una desorientación que lo retrae hacia el interior de su pequeña isla, volviéndose progresivamente inhabilitado para dar una respuesta colectiva al saqueo del que es objeto. Por otra parte, como las aves carroñeras que esperan el signo de la muerte para abalanzarse sobre su presa, las “personalidades” hacen su entrada en el discurso público al percibir el apetito de sentido que los pueblos dejan notar. Nada más sencillo que aprovechar una condición estructural del ser humano, que necesita por todos los medios el alimento de los sueños, y que está siempre dispuesto a atribuir a su semejante aquella desdicha cuya verdadera explicación exige una mirada más larga y comprometida. El inquietante aumento de la ultraderecha populista en Europa se alimenta de la debilidad mental contemporánea, provocada a su vez por la desvitalización de lo político, que languidece bajo el efecto mortificador del capital. Algunas matizaciones La progresiva disminución de una narratividad que vertebre la andadura vital de las sociedades modernas contemporáneas produce asimismo una serie de fenómenos paradójicos y sintomáticos que merecen tomarse en cuenta positivamente. En primer lugar, no puede negarse que la potenciación cada vez mayor del individualismo, con su consecuente desafectivización e insensibilidad para la realidad social, se ve notablemente compensada por el hecho de que nunca antes en la historia hemos experimentado una conciencia tan elevada de las penurias que atormentan a los seres humanos y de la necesidad de ejercer una acción que trascienda la preocupación local, una suerte de globalización de la moral solidaria que gracias a las nuevas
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tecnologías ha alcanzado una eficacia inédita. Internet no sólo es el instrumento mediante el cual se realizan infames operaciones financieras que condenan a la miseria a millones de personas, como ha quedado demostrado en esta última y mal denominada “crisis” de 2008 (recomiendo para ello la película Inside Job, un excelente documento fílmico realizado por Charles Ferguson), sino también el que permite poner en marcha fabulosas campañas de opinión pública con las que en muchas ocasiones se consigue detener, o al menos demorar, otras tantas infamias. La ecología, aunque en algunas ocasiones amenace con convertirse en una alternativa al discurso religioso, supone también una fuerza social importante, no sólo por su objetivo directo, sino por ser un discurso que se legitima en la defensa de una eticidad tributaria del pensamiento filosófico, en una época en la que las leyes del mercado obran mecánicamente como fuerzas amorales de la naturaleza, produciendo una nueva forma de alienación, aquella que priva a los sujetos de toda posibilidad de articular la relación causal entre la degradación de sus condiciones de vida y las conductas que adoptan con el supuesto propósito de mejorarlas. Frente al descrédito de lo político (invoco aquí el célebre “Que se vayan todos”, sentencia que animó la respuesta espontánea de la población argentina ante la traición de sus dirigentes en 2001) y la progresiva retirada de los mecanismos estatales de rescate social, la ciudadanía se organiza de manera fragmentaria, alrededor de rasgos que permiten la formación de colectivos de autogestión, protección recíproca y búsqueda de reconocimiento. La descomposición de las ideologías tradicionales ha abierto la posibilidad de nuevas formas de existencia, ha multiplicado en muchos casos las fórmulas identitarias, permitiendo que los seres humanos no sólo se agrupen en torno a los ideales normativos como antaño, sino también en función de sus síntomas, es decir, de aquellas particularidades que se alejan del modelo universal. Ya se trate de particularidades de la vida sexual, de la salud física o mental, lo cierto es que el mundo conoce en la actualidad un crecimiento exponencial de mecanismos grupales destinados a aliviar la soledad y la exclusión. A título de curioso ejemplo,
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tenemos las numerosas asociaciones de “escuchadores de voces”, multiplicadas en varios países, y surgida de la creada en 1988 por el psiquiatra Marius Romme. Una extraordinaria iniciativa, que permite a miles de personas constituir un lazo social en torno a un fenómeno psicótico como el de las alucinaciones verbales. En síntesis: el crepúsculo ideológico de la posmodernidad también es colateralmente responsable de efectos saludables, que atenúan el dramatismo de aquellos otros que nos empujan hacia la tristeza moral. La seducción de la ignorancia Quienes han reflexionado en profundidad sobre el poder y la violencia, como es el caso de Hanna Arendt, han comprendido que ambos términos se oponen. El poder no se mantiene mediante la violencia, sino por la legitimidad que se le otorga, aunque sea despótico. El poder sólo se vale de la violencia cuando se siente amenazado, es decir, cuando comienza a faltar. Por lo tanto, si el poder puede ejercer una dominación es porque aprovecha la circunstancia de que las masas se ven conducidas y arrastradas en su voluntad por la fascinación de una idea. Esa idea puede ser política o religiosa, pero en la actualidad, donde esa clase de referencias ha perdido su prestigio, puede ser sustituida por otra clase de adhesiones. Se puede inducir el valor de una marca, de un objeto, de un programa de televisión. Cualquier cosa puede transformarse en un anzuelo que el sujeto, perdido en un mundo sin deseo, muerde con el propósito de llenar su vacío y disimular ante sí mismo su propia desorientación. Si existe un goce en el ejercicio del poder, también lo hay en dejarse esclavizar, en someterse al dictado de una doctrina, de una moda, de un objeto de culto, o de cualquier otra representación a la que le conferimos el poder de conducirnos. No habría amo si no hubiese esclavo dispuesto a someterse, ahorrándose así el enfrentamiento con su propio deseo. Somos rehenes de un estado que a su vez es prisionero de la dictadura globalizada y supranacional. En la medida que ha perdido su papel tradicional, el estado sólo puede seguir justificando su existencia en el fantasma de la seguridad y sus amenazas. De allí la escritura
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de un nuevo Evangelio, predicado desde todos los medios de comunicación, que consiste en la fabricación calculada del mito de la seguridad. Vivimos en estado de alerta, y la política por un lado se ha convertido en instrumento de ejecución de los intereses privados, y por otro ofrece sus servicios como vigilante jurado a una población intoxicada por el valor supremo de la seguridad y la multiplicidad de los riesgos que la ponen en cuestión. La política, para emplear las famosas palabras de Borges, es una estrategia destinada a manipular con destreza “el terror y la esperanza”. Semblantes del sujeto histórico ¿Dónde está el sujeto? ¿Cómo concebirlo en la actualidad? Para Hegel, el sujeto de la historia fue el esclavo. Para Marx, el proletario. Para Freud, el neurótico. Cada uno de ellos tuvo su particular visión de cómo concebir la emancipación. Para Hegel, producto directo de la Ilustración, la emancipación se obtendría a partir del saber. Para Marx, mediante la revolución, y para Freud a través de la experiencia del inconsciente. Agotadas las ilusiones del saber, y confrontados ante el fracaso de las revoluciones, ¿cómo situar en esta nueva época el papel histórico del sujeto? ¿Puede el psicoanálisis aportar algo a esta reflexión, que sin duda requiere el concurso simultáneo de diversas contribuciones del pensamiento? Para el psicoanálisis, hay una conclusión rotunda ante la cual no cabe desentenderse: ningún proyecto social podrá redimirnos si no contempla las condiciones para producir una subversión del sujeto. Indignaos, de Stéphane Hessel, y Reacciona, la versión española promovida por José Luis Sampedro, fueron dos loables propósitos para general una reflexión política inédita, desalineada del pensamiento partidista tradicional. El psicoanálisis puede añadir a ello el hecho de que su comprensión de los mecanismos psíquicos permite alcanzar una visión profunda de los métodos y señuelos que favorecen la entrega al conformismo reinante. Los autores de estos volúmenes se preguntan cómo es posible
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que la sociedad actual soporte con esta aparente resignación el expolio de los bancos y corporaciones, la desvergüenza de políticos y funcionarios de estado, la pérdida de las condiciones dignas de vida y trabajo. En sus ensayos, los intelectuales se dirigen a un sujeto adormecido, anestesiado, debilitado en su juicio y en su pensamiento, y procuran sacudirlo, despertarlo de su patética hipnosis, de su perpetua distracción en el mundo de las cosas infinitas. El mundo de las cosas infinitas, creado por la racionalidad técnica e industrial, es paradójicamente la reedición de la creencia en lo mágico. El colmo de la sofisticación tecnológica ha traído consigo el retroceso a una mentalidad ingenua y precientífica, donde los objetos están habitados por espíritus, son seres animados que hablan, que poseen alma, aunque su vida sea más efímera que la de las mariposas: sólo se fabrican para sustituirse unos a otros, a una velocidad que debe aumentar constantemente para sostener el sueño del crecimiento continuo y colmar el apetito cada vez más voraz del sujeto contemporáneo, convencido de que el progreso es la confluencia de la plenitud y la inmortalidad. La consecuencia del mundo de las cosas infinitas es una vida sin deseo, puesto que el deseo es un temporizador de la satisfacción,introduce una distancia con el objeto, traza el perímetro de su ausencia y traduce en nosotros el sentimiento de su falta. Por el contrario, en el mundo de las cosas infinitas no se concibe lo imposible, y la satisfacción se demanda y se exige de manera inmediata, descartándose todo aquello que suponga un rodeo, una mínima demora, o un esfuerzo de saber. Aunque la teoría marxista de la alienación conserva aún su vigencia, lo cierto es que Marx no podía anticipar la transformación de la economía de mercado en una economía de consumo. Su extraordinaria visión del fetichismo de la mercancía constituye sin duda un análisis no solamente social, sino profundamente clínico sobre el valor simbólico que alcanzan los objetos de la producción. Max Weber señaló que la ciencia moderna había producido un desencantamiento del mundo, en el sentido de que el hombre ha dejado de creer en las fuerzas mágicas de la naturaleza. Sin embargo, lo mágico retorna en la creencia que el sujeto moderno tiene en las cosas de la técnica. La nueva forma de alienación es el saber que se le supone a los objetos.
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Las cosas “saben”, “piensan”, son “inteligentes”, están dotadas de un saber que no poseemos, y nos entregamos a su potencia, nos confiamos a ellas, y esperamos que su saber nos exima del nuestro. Elevación del goce, degradación del saber Tal vez la pregunta por la sumisión y la indiferencia ciudadana a los atropellos de la globalización merezca una respuesta que pueda ir más allá de la explicación fácil. La servidumbre es gozosa, y la única reacción es hasta ahora esa forma pervertida de la rebelión que consiste en asumir la posición victimista. Richard Morgan ha puesto de relieve lo que denomina “la industria de los derechos”, destinada a fomentar la maquinaria de la victimización, esa “forma fraudulenta del privilegio”, según las palabras irónicas de Pascal Bruckner. La víctima es la contracara del sujeto narcotizado en el goce de la ignorancia, infantilizado en esa realidad poblada de música, de imágenes, de colores, que lo acompaña y lo envuelve en todas partes: en el trabajo y en el ocio, en la vida pública y en la intimidad. Todos somos niños abusados, una figura que poco a poco se convierte en una de las representaciones favoritas, y en la que se escamotea la satisfacción perversa que de ello se obtiene. Nuevamente en palabras de Pascal Bruckner: “Esta gregariedad es feliz y voluntaria: hay una real voluptuosidad de hacer bulto, de formar masa con los demás. Acurrucado en su sociedad cuna, el hombre occidental se dota de una caparazón que le protege de sus propias invenciones. Por ese motivo el consumismo carece de vocación civilizadora; su única virtud, pero ésta es inmensa, consiste en solazarnos, en ser un remedio contra las tensiones y la soledad. ¡Qué agradable es dejarse manipular, ser el juguete de estrategias comerciales diversas, qué descanso en esa entrega, qué dicha en esa pasividad!” (Bruckner, P. La tentación de la inocencia. Editorial Anagrama, Barcelona, 1996). Una reflexión honesta y despojada del victimismo que contamina
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el pensamiento social, no puede dejar de contemplar esta “dicha de la pasividad” y reconocerla como un funesto pero eficaz ingrediente al servicio de la explotación y el mantenimiento de la gran cadena de la producción y el enriquecimiento ilimitado. Cada uno debe hacerse cargo de su propia dicha perversa, de su propia ignorancia, de su propia cobardía moral. No es suficiente con asumir una posición de denuncia. El mal no se agota en los agentes externos que nos atormentan. Existe también dentro de nosotros mismos, y se convierte en el mejor aliado de un sistema que se perpetúa con la complicidad de todos. Desde luego, no se trata de promover un discurso del ascetismo, de la renuncia a los bienes, ni de un retorno bucólico a la naturaleza, discurso que constituye una de las tantas diversiones que el capitalismo asume como perfectamente compatible con sus propósitos. De eso también puede hacerse una industria. Se trata más bien de despertar del vano narcisismo de la felicidad, de abjurar de los falsos científicos que nos la ofrecen a cucharadas, de emplear la técnica al servicio de la vida, y no al revés, de sobreponerse a la tentación del hedonismo perpetuo, a la impostura de la plenitud. Ese es el sentido ético de la cura, entendida no desde la perspectiva médica que procura devolvernos a la normalidad sino, por el contrario, como reencuentro con nuestra diferencia absoluta, con lo que se aparta de la norma, con lo que no hace masa ni totalidad, con lo que se sustrae a la inercia del discurso corriente, ese discurso que corre en dirección de la banalidad, de la estupidez, de la debilidad moral. Reencuentro con lo que nos hace excepcionales, sin que de ello se derive una excepción ni un privilegio, ni una justificación para rechazar toda deuda. Sólo así, liberados del espejismo fabricado por la connivencia entre nuestros sueños infantiles y los profetas que anuncian su realización, estaremos en condiciones de abrir mejor los ojos al mundo que nos rodea, de leer entre las líneas de los mensajes que nos atraviesan, de no sucumbir a la tentación de buscar en una nueva y oscura autoridad salvadora la redención de los males que se precipitan cuando las noticias nos anuncian que la vida ha dejado de ser una fiesta.
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Perspectivas para un futuro que ya se ha hecho presente ¿Cuáles son las dificultades a las que el psicoanálisis se enfrenta en la actualidad? Es muy instructivo compararlas con aquellas que dificultaron el camino de Freud y los pioneros del psicoanálisis. El psicoanálisis ha dejado de ser un escándalo. La sexualidad, el complejo de Edipo, y otros tantos conceptos que enfurecieron a una buena parte de la sociedad de aquella época, ya no asombran a nadie. Toda persona medianamente instruida tiene una noción genérica sobre lo que significa el complejo de Edipo, y no es necesario extenderse sobre los cambios culturales en materia de sexualidad. En comparación con lo que se ve y se escucha en cualquier espacio televisivo, el discurso que tiene lugar en la consulta del analista resulta pudoroso y discreto. Nadie cuestiona particularmente el estrato ideológico del psicoanálisis, si se me permite la expresión. Las adversidades fundamentales de hoy provienen de otras fuentes, que con fines ilustrativos distinguiré mediante un juego de palabras: 1) el estado de la conciencia actual, y 2) la conciencia actual del Estado. 1) El estado de la conciencia actual Hace algún tiempo escuché en España una entrevista radiofónica a la presidenta de la Asociación Española de Madres Solteras. Sabemos que el mundo occidental contemporáneo se caracteriza por la búsqueda incesante de una nueva filiación, reparadora del proceso disolutorio de los ideales que aseguraban cierta referencia existencial. Ser madre soltera pasa a ser un rasgo, un semblante identificatorio, un modo de nombrarse ante el Otro. Pero aquí no acaba la novedad de la época. Para que este rasgo adquiera un valor mínimamente estable, para que su inscripción se autentifique, no basta con proclamarlo. Es preciso que el Otro lo reconozca, y el signo de este reconocimiento sólo es legítimo si se materializa en dinero. Así, la presidenta de esta Asociación exige al Estado que se den ayudas a las madres solteras, del mismo modo que otras Asociaciones lo solicitan para las víctimas del terrorismo, para los enfermos del sida, o para las familias ahogadas en la
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crecida de un río en Cataluña. La inexactitud de la vida, como lo expresó hace unos días una analizante, debe ser compensada y reparada. La lógica del fantasma, que fabrica un Otro al que responsabilizar de lo insuficiente e inacabado del ser, se traslada al lazo político entre el ciudadano y el Estado. La presión social ha ido obligando a los Estados, principalmente europeos, a asumir esa responsabilidad, que a su vez les brinda un valioso servicio electoral. Un determinado modo de concebir la política social ha ido creando una posición ética consistente en reclamar del Estado la ayuda o la solución de los contratiempos o los infortunios de la vida, incluso de aquellos en los que el Estado no posee ni responsabilidad ni injerencia alguna. Todo sujeto se considera un acreedor real o potencial, con derecho a demandar la cuota de goce que se le debe. Resulta evidente que un estado semejante de la conciencia será refractario a cualquier discurso que pueda ponerlo en cuestión. La inclinación al consumo de psicofármacos, y la propensión a confiar en su eficacia para resolver toda clase de conflictos, no depende tanto de los resultados terapéuticos sino del hecho de que los medicamentos no ponen en cuestión el estado actual de la conciencia, que es un estado de inocencia radical. En reemplazo de la conciencia culpable instaurada por la religión judeocristiana, la posmodernidad ha promovido la conciencia inocente. Resulta interesante comprobar cómo se incentiva la exhumación de las culpas del pasado, al mismo tiempo que la sociedad no se siente culpable de nada en el presente. Como lo expresa Milan Kundera, con palabras no exentas de humor, “se le ha cargado al padre con tal peso de culpabilidad que, desde hace tiempo, el padre lo permite todo”. El psicofármaco ratifica la inocencia del sujeto, mientras que el psicoanálisis la desmiente. El psicoanálisis reintroduce en el sujeto la causa que éste prefiere arrojar sobre el Otro. La forma actual del narcisismo social, que en la época de Freud se sostenía en la idea de la supremacía de la razón y del Yo, es la del sujeto-víctima. Los acontecimientos históricos han dado suficientes pruebas de que el Yo y la razón no valen gran cosa, y que constituyen una fina capa de polvo fácilmente eliminable. El narcisismo de la sociedad contemporánea se
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reafirma en la identificación al ciudadano-víctima. Incluso una nueva disciplina, la victimología, de la que Marie France Echegaray es una de sus mayores profetas, con abrumadores éxitos mediáticos, ha visto la luz en los últimos años. La victimología tiene un gran porvenir, porque es la ideología que conviene al estado actual de la conciencia, tal como lo he caracterizado. Al respecto tuvimos hace unos años un magnífico ejemplo: la bella historia de Natascha Kampusch, la joven austríaca que escapó de su secuestrador al cabo de ocho años de supuesto cautiverio. Una hermosa metáfora que ilustra a la perfección el mito favorito de la época, la inocencia a merced del goce del Otro. Cualquiera que haya visto con un mínimo de sentido crítico la entrevista realizada por la televisión austríaca puede apreciar la pantomima histérica que se revela detrás de la conmovedora historia de la niña secuestrada. Imaginaos la incomodidad del psicoanalista que fuese llamado a opinar sobre el asunto. 2) La conciencia actual del Estado Es imposible pretender que el Estado se ocupe de nuestra castración, pero que a la vez permanezca a prudente distancia de nuestra vida privada. Así, asistimos a una progresiva injerencia del Estado nutricio en los aspectos más íntimos del sujeto. Si el Estado asume la responsabilidad protectora, es comprensible que al mismo tiempo quiera proveerse de los medios que considera más adecuados para realizar su función, y principalmente controlarlos mediante criterios de selección, de evaluación y de costes. Es evidente que dichos criterios resultan muy difíciles de establecer cuando se trata de la felicidad o de la salud mental, de allí que la supresión del síntoma y la rapidez con la que presuntamente se obtiene dicho efecto sea uno de los referentes que más se privilegian, porque así lo reclama el usuario, para quien el síntoma no es otra cosa que una variedad de la injusticia. Por supuesto, nuestra posición como psicoanalistas no desmerece la importancia de una política social, ni desconoce el hecho de que existan víctimas y verdugos, pero cuestionamos la tendencia a cristalizar un modo de lazo social, político y ciudadano a través del modelo
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estereotipado del sujeto-víctima, nos resistimos a apoyar la consolidación de una ideología que precisamente priva a la verdadera víctima de su dignidad, al convertir su experiencia singular en la condición general de cualquier sujeto. El psicoanálisis no es un discurso adaptativo ni adaptable. La flexibilidad de su técnica no debe confundirse con una posición acomodaticia a los vientos de las modas, las tendencias políticas, o los valores en alza en la sociedad. Si la velocidad se ha convertido en una virtud sagrada, no seremos por ello más veloces. Si el sufrimiento se ha vuelto hoy una experiencia completamente inaceptable, incluso en sus mínimas dosis, no renunciaremos a la verdad para ahorrarle al sujeto las molestias que pueda causarle el conocerla. Lacan consideró que en los Estados Unidos el psicoanálisis se había condenado a sí mismo por tratar de amoldarse al modo de vida americano. Lo que no debemos olvidar es que el modo de vida americano es ahora el modo de vida global, por lo tanto el porvenir del psicoanálisis dependerá, entre otros factores, de la capacidad que los analistas tengamos para resistir a la tentación de adaptarnos resignadamente a las condiciones de la época, lo cual tampoco significa atrincherarnos en una ortodoxia dogmática y trasnochada. Las condiciones de la época exigen ideologías de la supresión del sujeto, ideologías que borren la causalidad psíquica e instauren en su lugar la causalidad orgánica, genética o bacteriológica. El inaudito coqueteo de algunos psicoanalistas con las neurociencias revela que siempre existirán los que busquen la salvación a cualquier precio. El psicoanalista debe permanecer sensible al horizonte de su época, no para camuflarse con el discurso reinante, ni para adecuarse a las circunstancias que marcan los tiempos, sino para encarnar el síntoma, lo que hace obstáculo al discurso del amo, lo que descompleta la ilusión de la conciencia actual, lo que reintroduce la impotencia entre el objeto de goce y el sujeto. Debemos tener presente que en esta labor no estamos completamente solos, a pesar del rechazo del que somos objeto por parte de los académicos y los intelectuales omnisapientes. Son muchas las personas que confían en el método analítico, porque no creen en la felicidad a ciegas, ni en la filosofía del triunfo social, ni
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en las fórmulas sugestivas, ni en los directores espirituales, ni en los libros de autoayuda. Son muchas las personas que rechazan la moral del victimismo y que están dispuestas a asumir la responsabilidad que les toca en el desorden del que se quejan, según la célebre expresión de Lacan. Son muchas las personas que no buscan la normalidad sino la verdad, y que prefieren encontrarla en su propio discurso antes que en la cháchara de los profetas mediáticos. Esas personas forman parte del porvenir del psicoanálisis. El psicoanálisis sólo puede sobrevivir manteniendo una estrategia de extimidad Claro está, todavía quedan psicoanalistas dispuestos a comprometerse en su acción y que, al igual que los primeros discípulos de Freud, han comprendido hace mucho tiempo que una parte fundamental de su labor cotidiana consiste en proteger la existencia del psicoanálisis. Personalmente sigo creyendo que dicha existencia requiere un espacio singular en el que asegurar su raíz, un espacio que no está ni completamente dentro ni completamente fuera del orden institucional, social y político. El psicoanálisis requiere una independencia de los poderes públicos, incluso hasta cierto punto de los poderes de las instituciones analíticas, para salvaguardar su especificidad. La lógica de cualquier estructura institucional tiende a imponer una norma que interpreta el espíritu al que supuestamente dicha institución sirve, y proclama como herejía todo aquello que no se corresponde con el canon establecido. Pero al mismo tiempo, las instituciones preservan una tradición del saber, de las leyes y de los ritos, que contribuye a evitar el surgimiento y la propagación de los delirios individuales. El acto analítico transcurre simultáneamente en el plano del encuentro a solas con el analizante, y el plano de la conversación institucional, donde el saber se expone para construir nuevos paradigmas. Ambos planos son convergentes y se reclaman el uno del otro. Un analista solitario corre el riesgo de escamotear su castración, y una institución que no se apoyara en la experiencia clínica sólo serviría para reproducir una palabra vacía. El porvenir del psicoanálisis reside fundamentalmente en la forma-
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ción de los futuros analistas, y para ello es preciso sostener y transmitir a los postulantes el paso inexcusable por una estructura que comprende el análisis personal, la supervisión y el estudio de los textos. En particular debemos insistir que el análisis personal es una experiencia prolongada, y que de la profundidad a la que se llegue dependerá la solvencia y la eficacia para llevar adelante una cura. Freud fue inflexible en este punto, y Lacan dedicó toda su obra a investigar los distintos modos en que dicha profundidad podía ser teorizada. La formación analítica debe afinar sus instrumentos apuntando mucho más a las actuales configuraciones del síntoma y la demanda de curación, que a los debates mediáticos y a los esfuerzos por hacerse oír, mediante tácticas de militancia, en los foros donde el poder decide los próximos infortunios de los ciudadanos. Eso no significa que nuestro discurso no se haga presente en ciertos debates en donde las reglas del juego contemplen el respeto. Pero no olvidemos que nuestra principal fuerza reside en la intimidad del acto de la palabra y la escucha, en el arte de hacerse objeto para la transferencia del sujeto, en la suspensión del juicio crítico, moral o pedagógico, en la desidentificación de los significantes del amo, el maestro, el director de conciencia o el sanador de almas. En suma, nuestra fuerza debe seguir concentrándose en aquello que nos ha permitido ofrecer al sujeto que sufre un lugar donde la obra de su vida encuentre una forma ética de ser interrogada. El psicoanálisis ha conseguido vivir y desarrollarse en el interior de los Estados modernos, como una praxis que por sus mecanismos singulares de producción y reproducción pudo mantenerse al margen de las regulaciones burocráticas, académicas y profesionales. Los Estados han admitido hasta ahora que sólo las instituciones analíticas estaban legítimamente autorizadas para hacerse cargo de la formación y la garantía de los analistas. Pero la conciencia actual del Estado ha cambiado, y se encamina hacia un totalitarismo que no se ejerce mediante la brutalidad del tirano, sino a través de una hipertrofia de las injerencias públicas en la vida privada, incentivada por los ciudadanos que reclaman cada vez más la intromisión del gobierno en sus vidas. Esta nueva conciencia comienza a interesarse por el psicoanálisis:
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quiere saber quiénes somos, cuántos somos, y cómo somos. ¿Somos convergentes con los intereses del Estado? ¿Queremos serlo? Me parece que reflexionar sobre estas dos preguntas es algo que puede aportar alguna luz para seguir apostando por el porvenir del psicoanálisis.
Bibliografía BAUMAN, Z. Daños colaterales. Fondo de Cultura Económica, Madrid, 2011. Modernidad y Holocausto. Sequitur, 2010. BAUMAN, Z. Y DESSAL, G. El retorno del péndulo. Fondo de Cultura Económica, Madrid y Buenos Aires, 2014. BECK, U. La sociedad del riesgo. Paidós Ibérica, 2006. BRUCKNER, P. La tentación de la inocencia. Editorial Anagrama, Barcelona, 1996 DE LA BOÉTIE. Sobre la servidumbre voluntaria. www.noviolencia.org/publicaciones/contrauno.pdf DESSAL, G. Principio de incertidumbre. Ediciones RBA, Barcelona, 2009. (comp.) Las ciencias inhumanas. Ediciones RBA-Gredos, Barcelona, 2009. FREUD, S. El malestar en la cultura. Obras completas, Biblioteca Nueva, Madrid (1972). El porvenir de una ilusión. Obras completas, Biblioteca Nueva, Madrid (1972). Más allá del principio del placer. Obras completas, Biblioteca Nueva, Madrid (1972). Las pulsiones y sus destinos. Obras completas, Biblioteca Nueva, Madrid (1972). El principio económico del masoquismo. Obras completas, Biblioteca Nueva, Madrid (1972). El yo y el ello. Obras completas, Biblioteca Nueva, Madrid (1972). LACAN, J. Escritos I y II. Biblioteca Nueva, Madrid. 2013. Libro VII “La ética del psicoanálisis”. Paidós, Barcelona, 1990. Libro XVII “El reverso del psicoanálisis”. Paidós, Barcelona ,1992. Otros escritos. Paidós, Argentina, 2012. VIRILIO, P. Live: Selected Interviews, Sage Publications, 2001, p. 84, 71.
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Dossier Narcisismo en el anĂĄlisis con niĂąos y adolescentes
El narcisismo en la adolescencia: las razones de su predominio Carlos Moguillansky
“Le sujet vit avec lui –c’est vrai– mais plutôt à côté de lui. ” Les chaînes d’Éros, A. Green1
El carácter defensivo del narcisismo La adolescencia es una etapa de la vida signada por la aventura y la transformación, por la curiosidad y por la ruptura. Esas condiciones son poco propicias para el ejercicio de una defensa que tiende al cierre y a la cristalización. Por lo tanto, proponer una definición de narcisismo en la adolescencia es una empresa arriesgada, que amenaza con sobre simplificar la complejidad de los movimientos adolescentes, de progreso hacia la salida exogámica y de regreso a posiciones infantiles. Esos movimientos se alternan y, en ocasiones, son simultáneos. La vida adolescente se mantiene en una duplicidad paradójica, donde conviven actitudes contradictorias, sin aparente conflicto entre sí. Por ello, no es posible dar con una única visión del narcisismo. Mucho peor sería caer en su trampa y querer dar una visión totalizadora del mismo; así que pondré manos a la obra con ideas parciales, que enfoquen el conflicto entre estar en contacto emocional consigo mismo o bien en un plano disociado, sin un genuino contacto consigo mismo. El epígrafe de Green sirve de guía, al señalar con acierto la coexistencia de estas dos versiones de la subjetividad que son contradictorias entre 1
Green, A. Les chaînes d’Éros.Paris, Odile Jacob, 1997.
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sí. La coexistencia de esas situaciones contradictorias rompe con un mito narcisista, que construye totalidades y distingue planos nítidos en una subjetividad compleja. El Yo convive con sus contradicciones y apela a mil subterfugios para establecer una síntesis posible en ese mare magnum. Finalmente, el narcisismo no es ajeno a la transición en el ejercicio de un poder –la patria potestad– entre los padres y el joven adolescente. La misma incluye una propuesta lógica imposible, pues los padres deben abdicar a un poder, que en verdad ya han perdido, y el hijo les reclama legitimar un poder que, en verdad, ya ejerce. La sabiduría de Shakespeare nos auxilia, en la transición de las palabras de un rey caduco, Ricardo II, quien aún espera que su imperio sea respetado: “Estamos asombrados. Hemos esperado todo este tiempo a que doblases una rodilla respetuosa, pues creíamos ser tu rey legítimo. Si lo somos, ¿cómo has podido olvidar el homenaje debido a nuestra presencia? Si no lo somos, muéstranos la mano de Dios que nos ha desposeído de nuestra lugartenencia, pues sabemos que ninguna mano de carne y de sangre puede aprehender nuestro sagrado cetro, a menos que lo profane, lo robe o lo usurpe” (acto III, escena III) y su renuncia al término de la obra: “Bolingbroke- ¿Consentís en renunciar a la corona? Ricardo II- Sí, no; no, sí, pues no debo ser nada; y, sin embargo, no, no, pues la renuncio en ti. Considera ahora cómo me destruyo a mí mismo: retiro de mi cabeza este peso abrumador, de mi mano este cetro incómodo, de mi corazón este orgullo real; lavo el óleo que me ha consagrado con mis propias lágrimas; entrego mi corona con mis propias manos; anulo mi poder sagrado con mi propia lengua; aviento con mi propio hálito todos los juramentos de obediencia; abjuro toda pompa y toda majestad; abandono mis dominios, mis rentas, mis bienes; niego mis actos, mis decretos, mis estatutos. ¡Dios perdone todas las violaciones de votos hechos ante mí!...Dios salve al rey Enrique, dice el desposeído Ricardo” (Acto IV).2 2
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Shakespeare, W. Ricardo II.biblioteca.org.ar/libros/71330.pdf.:57.
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EL NARCISISMO EN LA ADOLESCENCIA: LAS RAZONES DE SU PREDOMINIO
¿Qué otra cosa ocurre en el curso de un proceso adolescente? Los arrestos narcisistas de padres e hijos sólo parcialmente logran encubrir esta lógica imposible entre quien da lo que no tiene a quien reclama lo que ya ha obtenido. En esas condiciones, dos aspectos merecen ser destacados: por un lado, el narcisismo en su descripción usual, y por el otro lo propio, aquello que forma parte del sí mismo, esté o no investido como una parte del Yo. Lo propio permite vislumbrar la familiaridad de una experiencia, aquella que permite reconocer el camino a la propia casa en la confusa incertidumbre de las huellas de un bosque. Esa sensación familiar respecto de lo que le es propio es clave en el proceso adolescente y acompaña a cada joven en su aventura (Moguillansky, C. 2001[2009]3, 20074), pues le da un hilo de Ariadna que lo reconecta con su singularidad. Por ello no creo útil describir totalidades. En la adolescencia vemos a jóvenes curiosos, abiertos a lo nuevo y disruptivo, dispuestos a ir al fin del mundo si tienen la seguridad del camino a casa. Esa disponibilidad suele investirse con narcisismo y transformarse en una épica o en un uniformismo grupal, pero no podemos confundir esa investidura con la totalidad, que muchas veces se adelanta a ella, pues no hay nada más opuesto al narcisismo que la apertura y la curiosidad. Parafraseando a Green, diría que en la adolescencia el narcisismo está en todo, pero no es todo. Creer lo opuesto impide ver la adolescencia como la edad de mayor apertura a la diversidad en la vida humana. En ella, la ruptura con la endogamia necesita una subjetividad más dispuesta a romper totalidades que a sostenerlas, aunque a veces, para romperlas, se construya transitoriamente otra. El narcisismo, por el contrario, construye totalidades y cierra la experiencia. Por ello, es útil mantener la oposición entre tendencias a la apertura y al cierre, en cualquier discusión sobre narcisismo y adolescencia. 3
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Moguillansky, C. (2001) El lugar de lo propio (Impropio). Aryan, A.-Moguillansky, C. Clínica de adolescentes, Bs. As. Teseo, 2009: 389. Moguillansky, C. La invención de la experiencia. Revista Psicoanálisis APDEBA, Vol. XXIX, 2, 2007:341.
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En algún caso más serio, la difícil coexistencia del narcisismo con lo propio produce una severa escisión entre dos aspectos del Yo e instala entre ellos una intensa lucha política por el control de la conciencia. En ese caso, el analista siente que está ante dos pacientes, con dos ideologías de vida distintas: uno, tendiente a la grandiosidad del sí mismo y el otro, más cercano a una dimensión emocional, ligada al propio deseo. Lo curioso de la situación es que, en la confusión reinante en ese momento, cuando el analista le habla a uno, le responde el otro (Rosenfeld, H.1946-64).5 A cien años de su introducción, sería difícil hoy proponer una hipótesis sobre el narcisismo que no contemple las razones defensivas de su ejercicio o de su imposición. Este punto es ya polémico, pues en general se asocia la idea de narcisismo al egoísmo o a una defensa individualista; sin embargo, el narcisismo participa en la psicología de las masas, que está subyacente a todas las formaciones culturales de la sociedad moderna. Ese último aspecto es decisivo en la evaluación de su lugar en la vida adolescente, en tanto ella se desarrolla en la vida grupal. En la adolescencia, la incertidumbre que acompaña a la salida exogámica es yugulada a través del vínculo social que sujeta al adolescente a su grupo de pares y, en ocasiones, a una masa desconocida. El rol de estas dos formaciones vinculares merece un estudio que trascienda una descripción psicosocial y que examine el rol de la pertenencia adhesiva y la filiación simbólica en la adquisición de actitudes y decisiones adolescentes. De tal modo, un estudio del narcisismo debe atender a sus formaciones heterogéneas, individuales y sociales, con distintas funciones defensivas y prestar atención a su función de suplencia en los fracasos de la filiación simbólica a una tradición parental. En todo caso, el narcisismo no es el fenómeno central, pues su función es subsidiaria de la conjunción de otros factores, frente a los que resulta una constelación defensiva. En la adolescencia esos factores se agrupan en torno a la libertad y en especial, al temor a experimentarla como un descontrol, una desorien5
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Rosenfeld, H. Psychotic States. London, Karnac, 1946-64. Estados psicóticos, Bs. As. Hormé. 1998.
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tación o un abandono de lo conocido. Ante esos temores, el adolescente se refugia en formaciones narcisistas individuales o en asociaciones de masa, donde la adhesión, la participación o la pertenencia lo sujetan a algún conjunto conocido, ante el riesgo de una deriva que le resulta alarmante. La presencia habitual de la defensa narcisista en la adolescencia llevó a algunos autores a ver el narcisismo como una condición estructural de la misma. Blos describió al narcisismo como una cualidad de la adolescencia media (Blos, P. 1971)6 y Aryan vio a la adolescencia como una neurosis narcisista. “Podemos aplicar estas ideas al estudio del estado mental adolescente y considerarlo…una neurosis narcisista, cuyo padecimiento central sería una melancolía incipiente” (Aryan, A. 1985:428).7 A su vez, Gutton indicó una perspectiva opuesta: “la base interactiva de la escena puberal es en efecto una unidad narcisista (como en la díada madre-bebe) la cual redescubre, reactualiza y re-usa el vínculo con la posición de la madre primordial, ‘the good-enough mother’, como si eso fuera el contenedor oficial de la función alfa (Bion, W. 1962). La reconstrucción del narcisismo después de la injuria producida por lo puberal es un trabajo para dos partes. La antítesis entre narcisismo y las escenas de lo puberal es entonces dialéctica, implicando tanto el ataque como el sostén”. (Traducción mía, Gutton, P. 1998:145).8 Esas ideas, arraigadas en una larga tradición bibliográfica francesa, fueron lideradas por el trabajo de Kestemberg y Jeammet, donde la idea de narcisismo –como paso defensivo– se articula con el conflicto edípico. 6 7
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Blos, P. Psicoanálisis de la adolescencia. México, J. Mortiz, 1971. Aryan. A. La adolescencia: metapsicología y psicopatología. Revista Psicoanálisis APDEBA Vol. VII, No 3 1985. Gutton, P. The pubertal, its sources and fate. Adolescence and Psychoanalysis. Ibid: 145.
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Sin embargo, se debe destacar que Blos y Aryan restringen la extensión de su fórmula. Blos señala que el narcisismo en la adolescencia media es un repliegue regresivo, ante el conflicto defensivo dominante entre el Superyó y el Yo. A su vez, Aryan dice que hablar de melancolía incipiente no implica hablar de psicosis. “La diferencia entre la adolescencia como neurosis narcisista y la melancolía sería la siguiente: por haber desarrollado su capacidad de simbolización durante la elaboración de sus ansiedades depresivas, [el adolescente] padece sólo temporariamente regresiones narcisistas …Es una reactivación narcisista.”(Ibíd., 428). En último análisis, el narcisismo es visto como una constelación defensiva aún en aquellos autores que más se han inclinado a ver su carácter central en la adolescencia. No sin razón, R. Cahn (1994)9 apunta que no se debe confundir lo que surge en la adolescencia con las ideas de la escuela americana respecto de los cuadros psicóticos y border-line pues, como bien lo ha establecido Jeammet (1985),10 las manifestaciones de la triada borderline de Masterson son habituales en cualquier adolescente normal. La reactivación del narcisismo no tiene otro significado que el de una apelación defensiva habitual ante la brusca oscilación de las identificaciones y de las matrices de las relaciones afectivas, que son sacudidas por el empuje evolutivo. Allí debemos prestar atención a la paradoja puberal descripta por Gutton (1994)11 respecto de la simultánea imposibilidad y necesidad del objeto incestuoso. Ella tiene su deriva loca en la instalación de una creencia narcisista, que confunde la potencialidad del objeto incestuoso con su acceso práctico y suprime la oposición radical entre ambos (Racamier, P. 1980).12 El narcisismo, en todos esos casos, opera más desde la enajenación que desde el contacto con uno mismo y hace poca 9
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Cahn, R. Para una teoría psicoanalítica de la adolescencia. Bs. As. Revista n/A. Ed. R. Uribarri. 1994. Jeammet, P. Actualité de l’agir. Nouvelle revue de Psychanalyse No 31. Paris, 1985. Gutton, P. La locura puberal. Revista n/A. Ibíd. Bs. As. 1984. Racamier, P. C. Les schizophrènes. Paris, Payot, 1980.
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gala de un genuino amor a sí mismo. De todos modos, en la adolescencia conviene caminar con cautela y, antes de diagnosticar, preguntar: ¿cuándo estamos ante una genuina enajenación y cuándo ante la creación mítica de quien al mentirle a otro, cree en su propia mentira? La remodelación del Superyó puberal modifica sustancialmente la economía del conflicto psíquico (Jacobson, E. 1964;13 Moguillansky, C. 1991[200914]). En esas condiciones ocurre una intensificación de la defensa narcisista, para salvar la brecha evolutiva hasta tanto se estabilicen las identificaciones secundarias post-edípicas. Se debe dejar en claro que en ningún momento del desarrollo adolescente habitual hay una suspensión de la eficacia edípica y que dicho distribuidor de las identificaciones y las relaciones afectivas mantiene su vigencia y establece las diferencias de sexo y de las generaciones, que garantizan el ejercicio de la metáfora y de la ley. El narcisismo adolescente sólo es una constelación defensiva, más allá de sus posibles extremos fenoménicos, aun cuando los trastornos de la autoestima o la presencia de vínculos adictivos, de indudable naturaleza narcisista, hagan pensar en lo contrario. Sólo una grave ruptura psicótica autoriza a pensar que el narcisismo se ha instalado como una alternativa de la ley edípica, pues en todos los casos no psicóticos, más allá de su gravedad clínica, veremos surgir airoso al conflicto edípico tras las nubes del narcisismo defensivo. El adolescente experimenta una gran ansiedad durante el remodelamiento de su Superyó. Su desilusión respecto del saber adulto sobre el sexo conduce a una situación paradójica, que se sostiene a lo largo de la adolescencia; en ella coexisten dos creencias contrarias y excluyentes respecto del saber adulto: “los adultos saben todo respecto del sexo” (y eventualmente no quieren compartir ese saber) y “los adultos no saben nada del sexo”. Estas dos creencias conviven en mosaico, lado a lado y sin excluirse ni contradecirse, a partir de una brecha disociativa que desmiente y anula sus contradicciones. La 13 14
Jacobson, E. The Self and the object world, N. Y. I U Press, 1964. Moguillansky, C. (1991) Los ideales en la adolescencia .Aryan, A. Moguillansky, C. Clínica de adolescentes. Bs. As. Teseo, 2009
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desilusión puberal respecto de la omnisciencia parental suele convivir con la persistente creencia en ella. La convivencia de estas dos creencias contrarias resulta en una paradoja, cuya ambigüedad suele expresarse en las confusiones adolescentes, pero aún más, en sus escisiones donde surgen, lado a lado y sin contradicción aparente, actitudes pseudo-adultas y manifestaciones infantiles regresivas, típicas de la latencia. El saber del sexo tiene una fuerte relación con la libertad, pues pone en tela de juicio quién decide y sabe sobre él mismo y jaquea las garantías que el púber cree tener respecto de su idoneidad y del ejercicio del sexo; y en segundo lugar, pone en debate cuál es el margen de libertad del Yo puberal respecto de su determinación inconsciente. La ansiedad asociada al remodelamiento del Superyó deriva de la suspensión temporaria de las garantías superyoicas, ligadas a la creencia latente en el saber adulto. Esta situación suele resolverse mediante la defensa narcisista, apelando a una adhesión a un slogan o a un agrupamiento de masas, que remeda el statu quo ante de la posición latente previa. La vida de masas, descripta por Freud en 1921, mantiene su vigencia explicativa y, de hecho, ha sido rebautizada con diferentes términos clínicos en la adolescencia: uniformismo, vida grupal, adhesión, pertenencia, etc. Todos ellos apuntan a describir la adhesión narcisista de un grupo de pares entre sí, apelando al lazo libidinal común, de identificación con un líder. Esa agrupación ofrece la adhesión y la pertenencia a una agencia supra individual, lo que permite sostener una identidad protésica (exo-esquelética) y una vida grupal para contener la experiencia emocional. El modelo de la tribu urbana puede dar un adecuado ejemplo de esta condición masiva de la identidad y del uso de la defensa narcisista como un modo de pertenencia social. La ventaja primaria de esa defensa reside en la suplencia superyoica que realiza el ideal de la tribu respecto del Superyó latente, ya caduco, y del Superyó adulto, aun por advenir. A este beneficio primario se agregan otros beneficios secundarios, asociados a la vida institucional de la tribu, que provee lugares y lazos sociales de agrupación y de contacto libidinal, que mitigan la soledad y el ansia social del adolescente, ávido de relaciones afectivas y de
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experiencias. El encuadre preformado que se constituye en la biblia grupal de la tribu ofrece una garantía superyoica que, lejos de poner en contacto al adolescente con sus emociones y ansiedades, lo instala en una ideología monotemática y vacía, tan llena de emblemas como vacía de emocionalidad. La misma condición vale para el analista de adolescentes, toda vez que se refugie bajo la égida de un encuadre preformado, no importa cuál sea la cualidad de sus contenidos. En una línea similar, el grupo adolescente ofrece una dimensión equivalente, aunque en ese caso, tiene una menor masificación, un mayor grado de individuación y una mejor diferenciación de las experiencias personales. Aun así, se advierte la defensa narcisista en la viscosidad grupal y en los vínculos de adhesión de los miembros al grupo, por encima de su afán de individuación. Las ventajas defensivas son similares a las observadas en las formaciones de masa, aunque con una menor intensidad, ya anotada. Esa condición es más relevante en las formaciones isosexuales, donde el vínculo narcisista es la regla, pues aún no se ha sublimado ni adsorbido la dimensión homosexual a la vida social ni al vínculo fraterno o amistoso (Freud, S. 1914).15 El par en ese caso suele ocupar el rol de un Yo ideal que completa y suple las carencias narcisistas del Yo adolescente, originando duplas y/o agrupaciones idealizadas, con un fuerte predominio de suplencia narcisista (Mantykow, B. 199116). Esas formaciones narcisistas ponen en jaque la dimensión tópica de la vida grupal y generan una ambigüedad en torno a la intimidad, la clandestinidad y lo compartido. El adolescente se refugia en la vida grupal y busca asociarse con otros en la aventura común. En esas condiciones, el ejercicio de la libertad encuentra un espacio reservado –alejado de la influencia de los padres– pero abierto a una expansiva vida social – con un escaso grado de privacidad– en el que las conductas íntimas están en boca de todos en el grupo. A partir de este momento, se inaugura el discurso privado, cuyo pronóstico estará determinado en buena medida por el grado de 15
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Freud, S. (1914) Introducción del narcisismo. Obras completas, Bs. As. Amorrortu, 1979. Mantykow, B. El amigo íntimo de la adolescencia. Revista Psicoanálisis APDEBA, Vol. XIII, No 3, 1991.
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participación del púber en la vida social, pues de hecho, las situaciones de break-down adolescente descriptas por Laufer, corresponden a fantasías de anormalidad clandestinas que no han podido ser compartidas por la vida grupal y que cursan en una dolorosa y torturada soledad. Se puede entrever, que tras de estas ventajas primarias de la defensa, se cierne el temor del joven a la plena expresión de su libertad, en particular cuando ella adquiere el carácter de impulsividad o descontrol o dispara el temor al abandono de los objetos conocidos. El adolescente sigue el carril descripto por Freud en “Pulsiones y sus destinos” (1915). Cahn apunta: “El equilibrio entre los dos polos de adentro y afuera es particularmente inestable en la adolescencia, debido al imperativo del Principio del Placer- Displacer” (1998).17 En efecto, él asimila a su propio Yo a aquello que considera que le es propio e idealiza al conjunto así conformado en una formación de “placer purificado”. Esta fórmula preside a muchas de sus elecciones narcisistas, que trascienden al amigo íntimo y se despliegan en el conjunto del espléndido escenario adolescente. Las súbitas variaciones de apego y odio a personas y objetos dependen de la oscilación tópica de las mismas a lo largo de la cinta de Moebius del narcisismo del joven, que decide, momento a momento, qué es idealizado como él y qué es ajeno a él, y por ello, odiado o desconocido. Esta dimensión tópica hace recordar al régimen de significación esfinteriana; pues sus bruscas y caóticas variaciones dependen de en qué lugar de la atribución narcisista han caído, si en el campo de lo propio o de lo ajeno. El narcisismo en las formaciones patológicas de la adolescencia Dejaré de lado los fenómenos narcisistas de las psicosis y aquellos asociados a la adicción a las drogas, para discutirlos en otra ocasión. 17
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Cahn, R.The process of becoming-a-subjectin adolescence. Adolescence and Psychoanalysis. Ed. Ladame, F. London, Karnac, 1998.
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EL NARCISISMO EN LA ADOLESCENCIA: LAS RAZONES DE SU PREDOMINIO
En esta segunda parte abordaré aquellos fenómenos neuróticos donde participa en cierto grado un conflicto narcisista. En primer lugar, destaco los cuadros de severa colusión familiar, que cursan con un vínculo narcisista entre uno o ambos padres y su hijo. En esa circunstancia, el adolescente suele desarrollar una caracteropatía adulta con un severo déficit en la subjetivación, con una merma de su vida emocional y en muchas oportunidades con una severa inhibición laboral. En un texto anterior consideré a esos cuadros como una latencia prolongada, para destacar la falla o ausencia del proceso adolescente (Moguillansky, C. 2012).18 Si bien el trastorno narcisista puede surgir en la edad adulta, la clínica adolescente ilustra el rol patógeno del vínculo narcisista del joven con sus padres. En ese caso, es frecuente que se agreguen fenómenos de mutua entrega, cuya naturaleza suele ser masoquista (Moguillansky, C. 2013).19 Si la diferenciación puberal encuentra el obstáculo de un vínculo narcisista parento-filial, se desarrolla una erotización generalizada. La función alterada del esfínter expresa la confusión de una relación narcisista que impide arribar a una experiencia diferenciada. Las estrategias de poder de cada miembro del vínculo establecen una artificiosa solución emocional, en la que el vínculo indiscriminado se torna una conducta sexual polimorfa, llena de abluciones y anulaciones, actos en dos tiempos y actividades adictivas. Estas prácticas patológicas tienen su escenario en algún esfínter privilegiado –la boca, el ano, el genital, los ojos, etc.– y se expresan conforme a ellos en alguna impulsividad determinada: promiscuidad sexual, timidez extrema, trastornos alimentarios, dismorfofobias, etc. Las experiencias de exceso o de culpa ocurren al fallar la ley que diferencie al vínculo indiscriminado y limite un goce, generalmente endogámico o parental. La erotización surge donde la ley falló y en su seno se realizan flujos gozosos, imperiosos y culposos, tiránicos y esclavos, exaltados y dolorosos. La estrategia maníaca y el control 18
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Moguillansky, C. Las instituciones latentes y el debut adolescente. controversiasonline@apdeba.org. No 10, 2012. Moguillansky, C. El poder de la debilidad. Revista Psicoanálisis APDEBA. Vol. XXXV, No. 3. Bs. As. 2013:543.
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omnipotente –de funciones y de flujos– producen un síndrome impulsivo, conforme a la naturaleza escindida de su defensa, y controlan una experiencia que se presenta gozosa, confusa y exaltada.
Bibliografía ARYAN. A. “La adolescencia: metapsicología y psicopatología”. Revista Psicoanálisis APDEBA .Vol. VII, No 3. 1985. BLOS, P. Psicoanálisis de la adolescencia. México, J. Mortiz, 1971. “Para una teoría psicoanalítica de la adolescencia”. Bs. As. Revista n/A. Ed. R. Uribarri. 1994. CAHN, R. “The process of becoming-a-subject in adolescence”. Adolescence and Psychoanalysis. Ed. Ladame, F. London, Karnac, 1998. Para una teoría psicoanalítica de la adolescencia. Bs. As. Revista n/A. Ed. R. Uribarri. 1994. FREUD, S. (1914). “Introducción del narcisismo”. Obras completas, Bs. As. Amorrortu, 1979. GREEN, A. Les chaînes d’Éros. Paris, Odile Jacob, 1997. GUTTON, P. “La locura puberal”. Revista n/A. Bs. As. 1984. “The pubertal, its sources and fate”. Adolescence and Psychoanalysis: 145. JACOBSON, E. The Self and the object world, N. Y. I U Press, 1964. JEAMMET, P. “Actualité de l’agir ”. Nouvelle revue de Psychanalyse No 31. Paris, 1985. MANTYKOW, B. “El amigo íntimo de la adolescencia”. Revista Psicoanálisis APDEBA, Vol. XIII, No 3, 1991. MOGUILLANSKY, C. (1991). “Los ideales en la adolescencia”. Aryan, A. Moguillansky, C. Clínica de adolescentes. Bs. As. Teseo, 2009. “El poder de la debilidad”. Revista Psicoanálisis APDEBA. Vol. XXXV, No. 3. Bs. As. 2013:543. Las instituciones latentes y el debut adolescente. controversiasonline@apdeba.org. No 10, 2012 El mundo puberal. Tópica y ética de la pubertad, controversiasonline@apdeba.org No 15, 2014. RACAMIER, P. C. Les schizophrènes. Paris, Payot, 1980. ROSENFELD, H. Psychotic States. London, Karnac, 1946-64. Estados psicóticos, Bs. As. Hormé. 1998. SHAKESPEARE, W. Ricardo II. biblioteca.org.ar/libros/71330.pdf.:57.
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Narcisismo: nuevas reflexiones clínicas. Su empleo en el trabajo con niños y adolescentes Federico Raúl Urman
Introducción oducción: No es mi propósito hacer una revisión exhaustiva del origen y los distintos textos en los que “narcisismo” fue empleado por S. Freud. Ni tampoco el alcance y uso que ha encontrado el concepto de narcisismo en otros psicoanalistas. Me interesa destacar el valor clínico de ese término, los problemas clínicos a los que fue aplicado, cómo pudo afectar su empleo la situación analítica y, sobre todo, volver a examinar su posible lugar en el contexto de la clínica actual con niños, adolescentes y sus familias. El concepto de narcisismo en la teoría freudiana A partir de sus “Tres ensayos…”, Freud comenzó a desplazar el eje de su investigación desde el inconsciente reprimido hacia el Yo como una organización que incluía funcionamientos defensivos y censores. En el trabajo sobre los trastornos psicógenos de la visión (1910), afirma que los instintos de autoconservación son también “instintos del Yo”. En el mismo año, en su estudio sobre Leonardo investiga los efectos del temprano vínculo con su madre, en lo que denomina relación narcisista de objeto. También comentaba, en una carta de esa época, hablando de las refacciones que se estaban realizando en su departamento para hacerlo más confortable, sobre
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todo en relación al baño privado, que dichas mejoras eran un aporte a su narcisismo. La ligazón del Yo con el narcisismo, como concepto, es, como vemos, íntima y decisiva. No nos sorprende, entonces, que a lo largo de toda su obra defina al narcisismo como la investidura libidinal del Yo o como el complemento libidinal del egoísmo. Este enlace es responsable, en gran medida, tanto de su uso y de su alcance como de sus restricciones para dar cuenta de las situaciones que se producen en la clínica con niños y adolescentes. Recordando la perspectiva freudiana, deberíamos retener que: 1) como el Yo no está inicialmente presente en la vida mental, sino que tiene que ser construido, constituído, a partir de experiencias previas, como las que acontecen en la etapa autoerótica, o, en otro contexto teórico, las que marcan un inicial Yo-Ello indiferenciado, el narcisismo primario es secundario en relación a esas iniciales estructuras y vivencias; 2) el Yo no es una organización cerrada e inmutable. Pasa en realidad por diferentes momentos, ganando complejidad funcional y dinámica en la medida en que madura o se transforma o se altera, aún en el desarrollo sano y/o normal. En “Formulaciones…” (1911) considera dos de estas etapas, y en “Los instintos y…” (1915) considera Freud tres de ellas. Hay entonces tantos narcisismos como yoes diferenciables estemos estableciendo; 3) desde el punto de vista clínico los narcisismos que consideramos no son los que constituían subjetividad, sino aquellas reinvestiduras libidinales que siguen a distintos procesos de introversión o regresión libidinal: son los diferentes tipos de narcisismos secundarios, aquellos que ilustramos aludiendo a la retirada del pseudópodo desde el objeto hacia el cuerpo libidinal yoico, su reservorio inicial; 4) con la conceptualización del Ideal del Yo y sus precursores se complejiza la consideración del narcisismo. El Yo aspira a ser amado por sus ideales, como antes el niño anhelaba y necesitaba ser amado por sus padres. La tensión que se establece con estos ideales tiene dos extremos: la temporaria calma satisfecha del Yo coherente, y, en el otro, la sangrienta y despiadada lucha que caracteriza a la melancolía (S. Freud, 1917). Durante la infancia y la adolescencia no sólo la libido pasa por
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diferentes organizaciones. Otro tanto ocurre con el Yo, que va constituyendo y perfeccionando sus funciones. Las más tempranas son, con respecto a otras más tardías, más elementales, de menor complejidad subjetiva, con lógicas menos entramadas y, en relación a las que se consolidan a partir de la latencia, con menor nivel de problematización interior, ya que el mismo Yo termina afianzándose como una formación sintomática. El narcisismo es un concepto paradójico, pues habiendo sido generado desde las diferencias (como las de Yo-objeto, Yo-mundo externo, Yo-no Yo), es molestado por la presencia de estas diferencias, que, de acuerdo a lo que constatamos tanto en la psicopatología de la vida cotidiana como en las situaciones clínicas, nunca resultan pequeñas, ya que debe enfrentar que las realidades que se le presentan lo exceden. La capacidad narcisista de alojar estas diferencias es siempre coyuntural y parcial. El narcisismo, entonces, pareciera amar las continuidades, las homogeneidades, las oposiciones binarias, las causaciones directas (comenzando por las que establece el pensamiento mágico), las estabilizaciones, la previsibilidad. En el terreno del amor pareciera valorar e idealizar las uniones por semejanzas o por complementariedad, como la que evidencia la organización genital infantil. El enamoramiento, aspiración que aún se mantiene en las parejas, como un anhelado paraíso al que habría que llegar y su vigencia sostener, ilustra, precisamente, la pregnancia de esa ilusoria completud preambivalente, y es el ejemplo más paradigmático del predominio de las relaciones narcisistas de objeto. Como las realidades que no son fácilmente asimiladas al Yo suelen ser rechazadas y desestimadas, ya que imponen al sujeto una labor que no siempre quiere emprender, la productividad de los diálogos que parten, precisamente, de la existencia de estas particularidades o distinciones, suele ser devaluada. Lo más frecuente es, en estos casos, la queja ante las energías que deben destinarse para establecer y sostener un diálogo. S. Freud confesaba, en una carta que enviara a S. Ferenczi en 1927, en la que comentaba un reciente encuentro con Albert Einstein, que “…entiende tanto de psicología como yo de física”.
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En relación al papel que cumple la plétora de libido narcisista en las psicosis, con la megalomanía delirante como una de sus expresiones –ser el más despreciable, en los melancólicos, el más feliz en la manía, el más perseguido en las paranoias, el más deseado en la amencia aguda alucinatoria de Meynert–, Freud modifica su perspectiva, cambio que podría ilustrarse con el sentido antinómico del término “fármaco”: la consideraba inicialmente como tóxico, venenoso libidinalmente, como patógeno, y, a partir de la segunda teoría instintiva, en la que presenta al instinto de muerte como una desorganización de los ligámenes eróticos, la va a considerar como el intento del Yo de remediar, reconstruir, cicatrizar, las heridas narcisistas que se produjeron en las situaciones traumáticas que perturbaron al Yo alterando su estructura y funcionamiento. Recordemos, por último, que la patología psicótica plantea, para Freud, una divisoria de aguas en las psiconeurosis de defensa: son cuadros que no establecen transferencia con el terapeuta, a diferencia de las situaciones que se producen en las histerias y de la neurosis obsesiva. Mi clínica con niños y adolescentes En relación a los criterios psicopatológicos he planteado (F. Urman, 2005), la posibilidad de deslindar los cuadros neuróticos de transferencia de las patologías narcisistas psicóticas y no psicóticas. Todavía me parecen orientativas esas distinciones, pues estos elementos recomendarían dispositivos posibles y estrategias particularizables. En el terreno de las neurosis de transferencia hay una situación que no deja de quedar evidenciada. Me refiero a la disminución de la autoestima, de esa percatación reflexiva que se efectúa a través de la lente del ideal crítico del Yo o Superyó. El Yo sufre, pues además de la restricción neurótica de la acción específica, producida por las condiciones que generaron su síntoma, debe convivir con la astilla irracional del síntoma mismo, incapaz de ser eliminado por esfuerzos voluntaristas, y que derrumban su ilusoria homogeneidad lógica.
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El instrumento más idóneo al que el niño recurre espontáneamente, para sostener o recuperar su autoestima, es el juego. El adolescente juega la suya en las cruzadas que emprende con sus pares, con su barra. Su autoestima se sostiene también, entonces, desde lo que, en ese “nosotros”, hacen y hace. Esas prácticas subjetivantes conjuntas coexisten, sin interferirse, oponerse o inhibirse, con otros espacios subjetivantes, como el que proporcionan las pantallas. Cuando los síntomas asientan en un paciente que atraviesa su prepubertad o pubertad, por la crisis narcisista evolutiva que supone, con un máximo de sensibilidad y susceptibilidad, y un mínimo de seguridad y confiabilidad (personal e institucional), estos sentimientos se hacen más ostensibles. En estas situaciones mis intervenciones que tienden a examinar sus prejuicios y a producir una nueva valorización de sí mismo, son efectuadas durante el establecimiento del rapport y de la transferencia positiva. También es necesario tener en cuenta el sufrimiento narcisista de los padres que consultan, pues ven sufrir a su hijo y ellos mismos, de manera directa e inmediata, no pueden resolverlo. En ocasiones deben, además, defenderse de los reproches de haber causado el malestar que motiva la consulta, como puede pasar cuando un hijo adolescente los reclama y se queja de este modo. Los padres, desde hace más de un siglo, y con una pregnancia no absoluta o completa, han transferido hacia los pediatras, y hacia nosotros por extensión, el saber acerca del cuidado del crecimiento de los hijos. Ocupamos de este modo un lugar que solía estar ocupado por las abuelas maternas del paciente, o por sus tías mayores. Ese lugar es idealizable, por estructura, pero debiéramos estar precavidos frente a la tentación de alentar o promover esta ilusoria superioridad, es decir, frente a lo que S. Freud caracterizaba como ambiciones pedagógicas o terapéuticas. Pues podemos, desde nuestros dichos y actos, amenazar la autoestima paterna, ya vulnerada como vimos, por demandar ayuda “a ajenos”. Una intervención desafortunada puede llevar a los padres a reaccionar, interrumpiendo el tratamiento del hijo, frente a una acción que, sienten, los destituye como padres. Como nos lo
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muestra la clínica con adolescentes, la rebeldía y el oposicionismo son modos de enfrentar identidades que se sienten amenazadas. Algunos interrogantes Ya advertía Freud en una carta a C. Jung que el Yo era como el payaso que quería hacer creer a los espectadores que él era el dueño del circo. El alcance de esa organización, y, por arrastre, el concepto de narcisismo, es el poder hacer pensables, motivo de análisis y reflexiones, experiencias que, de otro modo, pasarían inadvertidas. Es un concepto que ilumina situaciones clínicas, las hace perceptibles o, como lo expresan últimamente los filósofos, las hace visibles. Pero recordemos que desde su misma propuesta el narcisismo arrastra una paradoja: lo primero que el Yo sabe es que él no lo es todo ni está solo. Es más, los actos psíquicos que son fundantes, constitutivos de organizaciones narcisistas, como experiencia inédita, provienen de haber sido marcado, producido, subjetivado, en vínculos con otros sujetos. El concepto del narcisismo, desde esta perspectiva, afianza pero también resiste una perspectiva solipsista freudiana acerca del desarrollo yoico. Y sí, el payaso es uno entre otros, y el espectáculo es lo que fabrican los que actúan en el circo, los que en él trabajan pero no actúan (técnicos, empleados de limpieza o administrativos, etc.), los que sostienen económicamente la empresa y, desde ya, los espectadores. Precisamente, una de las características de la patología narcisista psicótica y no psicótica es que el síntoma lleva, más que al análisis del mundo interno tal como aparece en los análisis de pacientes neuróticos, a la reflexión sobre las circunstancias vinculares en que el Yo fue alterado y al establecimiento de nuevos vínculos que tengan capacidad subjetivante y terapéutica. Es decir, en un planteo cercano a las propuestas freudianas, a acentuar más la importancia de la construcción, o sea, del establecimiento del conjetural pasado traumático desde una nueva historia presente, que al análisis de la realidad psíquica del paciente, es decir, a la descomposición de su mundo imaginativo que ha sido compuesto en función de criterios autocríticos y censores. Si
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el análisis, entonces, es el de la lucha que se plantea entre las situaciones subjetivantes frente a las imposiciones desubjetivantes, que tienden a la pérdida de entramado psíquico, a la descualificación o a la simplificación desde lugares de sometimiento y dominación, entonces podemos, al modo de una síntesis decir: no sin el concepto de narcisismo, que me parece clínicamente insustituible, y no sólo con el narcisismo, para hacer lugar a lo que está por fuera de ese área de pensamiento y que podría ser planteado como una perspectiva clínica vincular, sumable o suplementaria a la anterior, clínica que plantea interrogantes que pudieran ser productivos.
Bibliografía FREUD, S. (1910) Concepto psicoanalítico de las perturbaciones psicopatológicas de la visión. O. C. B. Nueva, Tomo II; AE, vol. XI. (1911) Formulaciones sobre los dos principios del funcionamiento mental. O. C. B. Nueva, Tomo II; AE vol. XII. (1915) Los instintos y sus vicisitudes. O.C. B. Nueva, Tomo II, AE vol. XIV. (1917) Duelo y melancolía, O.C. B. Nueva, Tomo II, AE vol. XIV. URMAN, F. (2005) El carácter de las marcas epocales. Patología narcisista no psicótica en niños y adolescentes.7mas. Jornadas del Dto. de Niñez y Adolescencia de APDEBA,2005, Buenos Aires.
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Acerca de una forma de reparación de la autoestima en el análisis de niños José Valeros
Este ensayo se centrará en el estudio del uso e impacto de los símbolos en ciertos juegos dramáticos de los niños. En mi interés por el tema del símbolo en el juego puedo reconocer dos fuentes principales de estímulo: una de ellas es ciertos fenómenos observados y participados en el curso de la práctica clínica del análisis de niños y la otra es la lectura de estudios de Ernest Cassirer sobre el mito y de su discípula Susanne Langer sobre el arte. Por cierto que la observación y participación en el juego de los niños es una fuente compleja de datos que no intentaré abordar en este momento, pero me referiré a un aspecto que me resultó fascinante y para mí sorprendente, desconocido e intrigante y que voy a describir sucintamente como modo de resaltarlo, y que es el siguiente: las imágenes virtuales de los juegos dramáticos parecen tener un efecto contundente sobre ciertos aspectos relevantes de la sensación de identidad de los niños. Con el objeto de evocar lo más vividamente posible la fuente que estimuló estas observaciones, enumeraré algunos de los juegos dramáticos de donde surgieron. Juegos a ser ganador; suelen utilizarse juegos con pelota: al futbol; a pica- pared; al volley; al quemado y a otras variedades inventadas por los chicos y todos los juegos de mesa con cartas, dados y juegos convencionales comprados. Juegos a ser rico, “millonario” en todo tipo de riquezas. Juegos a ser el que manda, el que detenta el poder, en muchas formas y en variables tonalidades de sadismo y tiranía. Juegos a ser buscados y atrapados, en juegos de las escondidas y de la mancha.
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Juegos de atención a necesidades de cuidados de dependencia infantil: alimentar, lavar, “curar” dolores o traumas corporales. Juegos a representar aspiraciones de centralidad exhibicionista: la princesa, el rey, el campeón, la reina. No intento dar un listado de todos los posibles juegos dramáticos, sólo intento sugerir la fuente de las observaciones que sugirió la comunicación clínica central, a saber: la repetida representación de las imágenes centrales de estos juegos dramáticos parecían influir de manera importante en algún aspecto de la sensación de identidad de los niños. Así la extendida representación de imágenes de desganados en juegos dramáticos resulta en una modificación de la sensación de la identidad de perdedor. Similarmente la prolongada representación de ser elegido, reconocido, central, modifica la sensación de ser periférico, ignorado, no visto, desconocido. La repetida sensación de ser rico modifica sensaciones de ser pobre. La amplia representación de ser poderoso modifica la sensación de ser débil, sometido. El tema central del juego elegido y diseñado por el niño estaba relacionado con algún aspecto que él sentía como dañado, afectado, no desarrollado, deficiente en su self. Así, si estaba afligido por una autoconcepción de ser cobarde creaba un drama en donde él personificaba a un valiente y le asignaba al analista el rol de cobarde o el del peligro que lo acechaba. En cada uno de los juegos de representación, los contenidos dramatizados van variando a lo largo del tiempo. El estudio en detalle de las variaciones muestra claramente los procesos de investigación y aprendizaje que se van desarrollando alrededor del tema inicial del juego, la asociación con otros aspectos de la personalidad, procesos que implican elaboración, integración y desarrollo de aspectos de la vida emocional; y todo ello centrado en la influencia efectiva de las imágenes. A manera de ilustración reproduzco la descripción de uno de esos juegos que incluí en mi libro El Jugar del Analista bajo el título de “Síndrome de la adquisición de coraje”:
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ACERCA DE UNA FORMA DE REPARACIÓN DE LA AUTOESTIIMA EN EL ANÁLISIS DE NIÑOS
La adquisicion de coraje Un niño le pide al analista que juegue con él a la mancha. Al comienzo, el paciente propone una mancha formal. Determina una “casa”, que puede ser la puerta del consultorio, la colchoneta ubicada en el piso, una zona de la pared o cualquier otra superficie que se preste, por su clara delimitación, para ser “refugio”. Se da por sentado que él y el analista serán mancha una vez cada uno, por turno. También es parte de la convención que se trata de un juego de habilidad física, tanto en el eludir ser hecho mancha cuanto en hacer mancha al que trata de escapar. Este marco convencional, o setting del juego, define también un sentido principal del juego: el placer en las capacidades físicas reales y su contrapartida, el dolor por las limitaciones personales reales. A poco de comenzar, aparecen motivos personales en el niño que introducen modificaciones en el juego convencional. La situación de ser hecho mancha comienza gradualmente a convertirse en expresión de su ansiedad de ser atrapado. Si el analista interpreta dramáticamente esta ansiedad, el juego adquiere cada vez más interés personal para el paciente y va tomando la forma de un drama cada vez más particular y alejado de la convención inicial. Ahora, el analista va personificando cada vez con creciente precisión, basándose en los indicios que le va aportando el niño, al personaje persecutorio que el paciente está apasionado en externalizar. A esta altura no hay más turnos, el analista es siempre el perseguidor, personificando a un monstruo, a un lobo, a un ladrón o a un león. A la vez que el niño busca manifestar cada vez con mayor intensidad sus temores persecutorios, despliega también con más libertad y necesidad sus recursos defensivos frente al peligro. El pequeño refugio de la “casa” convencional va a ser extendido gradualmente hasta abarcar todas las paredes. Pero esto no bastará cuando la dramatización del miedo y la indefensión lleguen a su máxima realización. Todo, o casi todo el consultorio, mesa, sillas, almohadones serán “casa”. Y aun así, esto no será suficiente. Apartarse unos pocos centímetros de cualquiera de estas casas será tan
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formidablemente riesgoso que se necesita otro orden de recursos. Ahora el niño introducirá recursos mágicos para paralizar al perseguidor; pueden ser rayos mágicos, a veces puede ser una palabra mágica, otras un gesto o un sonido. Cualquiera fuere la forma del recurso debe tener la fuerza concreta, instantánea, incontrolable para producir la paralización de los movimientos y la fuerza del atrapante. Si el analista-monstruo acepta ser “dominado” de esta manera mágico-omnipotente por el paciente, aparece otra etapa del juego. Sobre la base del dominio mágico del monstruo, el niño comenzará lentamente a introducir y arriesgar sus capacidades reales. Irá dejando que el monstruo se acerque cada vez más hasta finalmente dejarse tocar. Después se dejará atrapar muy gradualmente, siempre ejerciendo sus poderes mágicos cada vez que su ansiedad sea excesiva. Esta fase de juego suele ser muy prolongada. Las capacidades físicas reales para correr, eludir, deshacerse de las garras del monstruo se introducen y ejercitan en el juego en la medida en que crece en el niño la capacidad de tolerar su ansiedad de ser atrapado. Uno ve día a día un círculo beneficioso de particular belleza psicológica: dentro de un drama, o sea en virtualidad, el poder mágico parece generar un sentimiento de confianza básico, que se extiende paulatinamente a las capacidades reales y que a la vez va anulando las características mágico-omnipotentes de lo temido persecutoriamente, que va adquiriendo cualidades crecientemente más realista. Un monstruo que acepta sin resistencias el sostenido y desenfrenado uso de poderes mágicos por parte de un niño indefenso termina siendo un ser hospitalario, muy querido por un niño que ahora siente coraje y agradecimiento. El final del juego tiene un .aspecto penoso. El niño tendrá que hacer el duelo por la pérdida de una experiencia apasionante y enriquecedora. Las formas de los sentimientos no son susceptibles de ser contenidas y representadas con el discurso. Se puede nombrar la emoción miedo, por ejemplo, pero la forma específica en que una persona siente ese miedo sólo es concebible y representable con imágenes.
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ACERCA DE UNA FORMA DE REPARACIÓN DE LA AUTOESTIIMA EN EL ANÁLISIS DE NIÑOS
Esa es la esencia de la razón de ser y la necesidad del juego y de las artes. El juego y las artes son simbólicas, pero no usan símbolos convencionales como el lenguaje discursivo, usan símbolos estéticos, cada uno de los cuales tiene un valor significativo propio, no referido a otra cosa o realidad sino a sí mismo, y su contenido es siempre su forma, su estética. Lo que puede variar es el material con que está hecho el símbolo artístico o lúdico pero lo que es universal es que su significación está presente en su forma, en su estética y sin excepción la temática a la que representa es algún aspecto de la vida de las emociones. Y necesito subrayar que digo “vida de las emociones” y no nombre de las emociones, para insistir que no se trata de ideas de las emociones sino de la vivencia de las mismas. Dice Susanne Langer: “El proceso vital, concreto y sentido, las tensiones entrelazadas y cambiantes, de un momento a otro, el fluir e ir más despacio, el ímpetu y el impacto de los deseos y sobre todo la continuidad rítmica de nuestro existir desafía el poder expresivo del simbolismo discursivo. La miríada de formas de la subjetividad, el infinitamente complejo sentido de la vida no pueden ser representados lingüísticamente, esto es, no pueden ser enunciados.”1 Para ilustrar qué detalles de las formas nos revelan el contenido de las emociones tal como las vivimos, veamos esta otra cita de Langer: “La estructura tonal que llamamos música tiene una estrecha similitud lógica con las formas del sentimiento humano: formas de crecimiento y de atenuación, deslizarse y concentrarse, conflicto y resolución, velocidad, quietud, terrible excitación, calma, o activación sutil y lapsos adormecidos –ni alegría ni dolor quizás, pero el impacto de ambas– la grandeza y la brevedad del eterno transcurrir de toda la vitalidad percibida. Esta es la pauta, o forma lógica, de 1
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lo sentido; y la pauta de la música es esa misma forma expresada en puro sonido y silencio demarcado. La música es una analogía tonal de la vida emocional.”2 Esta descripción de Langer se refiere a la música, pero similar tipo de registro de variaciones puede aplicarse a todas las formas de imágenes virtuales. Hasta aquí me he referido a las imágenes dramáticas de los juegos de los niños. Quiero relacionar estas consideraciones con el tema más amplio del impulso o el interés del hombre por conocer, en todas sus edades, con lo que los analistas llamamos el impulso epistemofílico y escoptofílico. Es universalmente reconocido que todos los niños sanos en todas las culturas y en todos los tiempos se interesan por el juego. Y en este ensayo hemos centrado la atención en el valor, naturaleza y función de las imágenes. Winnicott subrayó la continuidad del interés por los juguetes y los juegos, en el arte y la cultura y en la “creatividad de la vida diaria”. La columna vertebral de esa continuidad es el interés del ser humano, por las formas, por la estética. Pero luego sigue la pregunta: ¿por qué, cómo es interesante y placentera la percepción de forma? El psicoanálisis clásico ha hipotetizado que el impulso epistemofílico surge del interés por conocer la escena primaria, o el interior del cuerpo materno, o los órganos sexuales, en general hipótesis relacionadas a la sexualidad, como fuente de la motivación. Otros autores, como Bion, consideran que el deseo de aprender está relacionado con lo que él llama “conocer la verdad”, o como Langer o Bollas, consideran la tendencia a representar como interés principal de la mente humana. No limitan a la sexualidad la fuente del deseo de conocer sino al placer mismo de conocer. Uno luego quiere saber por qué o cómo es placentero conocer. Tengo una conjetura personal sobre esto. Me parece que nos interesan las formas porque vemos en ellas el símbolo de las emociones, vemos las emociones mismas presentes en esas formas y el conocimiento de la vida de las emociones se acompaña de una especial y placentera sensación de riqueza personal. Entiendo que Green sugiere lo mismo; dice: 2
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Langer, S.K. (1953) Feeling & form, Routledge; London. (p. 27)
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ACERCA DE UNA FORMA DE REPARACIÓN DE LA AUTOESTIIMA EN EL ANÁLISIS DE NIÑOS
“Cabe preguntarse si la meta de la función objetalizadora es transformar las catexias ligadas al objeto de tal forma que ellas mismas se vuelven objetos.” 3 Para los analistas que tuvimos una formación clásica, sospecho que lo descripto nos despierta inquietantes preguntas sobre el rol de lo inconsciente en este proceso. Obviamente, el cambio y complejización en la identidad consecuente al prolongado proceso del juego, no es equivalente al modelo de cambio producido por la interpretación de contenidos inconscientes reprimidos que se hacen conscientes por insight. Pero también es claro que hay partes inconscientes de la personalidad que intervienen en diversas maneras a lo largo del proceso evolutivo del juego. Pero la participación de esos componentes inconscientes no es totalmente abarcable por el modelo de contenidos inconscientes reprimidos devenidos conscientes. Para abarcarlos creo que es necesario estudiar los procesos de percepción, asociación, representación de la parte inconsciente creativa, no reprimida de la mente; en otras palabras, la psicología de la vida imaginativa. Y es precisamente, al aproximarme a la vida imaginativa como se la ve en el juego, donde los estudios de Cassirer y de Langer me parecieron muy congruentes con lo que yo observaba: la contundencia psicológica de las imágenes virtuales. Lo importante es que cada imagen es un símbolo lleno de contenido de emociones, no es una forma vacía, es un lleno de contenido emocional en sí, no alude a otra cosa como el símbolo lingüístico, es un símbolo artístico, es una forma significativa en lugar de forma motivacional, tal como lo plantea Freud. De ahí su contundencia: en esencia, la prolongada representación es una experiencia estética en donde se ven, reconocen y aprehenden las formas de las emociones representadas; las formas estéticas son las formas mismas de las emociones.
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“El objeto(s) y sujeto” en Winnicott hoy. Madrid. Prismática. 2008.
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JOSÉ VALEROS
Lo observado El poder de las imágenes de los juegos dramáticos sugiere que las imágenes tienen una función especular, que remeda la función especular del rostro de la madre en las concepciones de Winnicott y la función especular de las figuras parentales en las concepciones de Kohut y de muchos otros autores. El modelo básico de esta especularidad dice que uno es y se siente tal como se ve en la imagen que lo refleja. En este sentido las imágenes de los juegos dramáticos parecen tener una función especular similar al espejamiento de otro humano. Pero a diferencia de un otro humano, la imagen del juego es creada por el niño, y su estructura creo que es esencialmente similar a la creación de un símbolo artístico. En cuanto a la motivación para la elección de determinados juegos específicos creo que ese impulso tiene dos caras paralelas imbricadas: una de ellas es el deseo o necesidad de reparar algún aspecto de la sensación de identidad al que se siente deficitario, dañado, ausente, en fin una urgencia por reparar al self y paralelamente la búsqueda de ampliar, desarrollar componentes del self. Es reconocible que a lo largo del despliegue del juego en el tiempo, la motivación de reparación o la de expansión del self predomina sobre la otra, pero esencialmente son predominios de énfasis, siempre la reparación y el desarrollo del self son concomitantes del mismo proceso. Con el interés personal que he descripto en este ensayo, focalizado en el poder psicológico de las imágenes, me ha parecido reconocer énfasis similares en algunos otros autores que desearía mencionar sucintamente. Winnicott tiene un lugar especial porque en él no encontré coincidencias con mis impresiones clínicas, sino que fue el mentor de mi interés. En cambio encontré que cuando iban madurando en el tiempo las obras de Meltzer y Bion, se podía rastrear una valoración y uso cada vez más amplio de la imaginación como instrumento de comprensión del analista y como recurso privilegiado para compartir esas comprensiones con sus pacientes.
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ACERCA DE UNA FORMA DE REPARACIÓN DE LA AUTOESTIIMA EN EL ANÁLISIS DE NIÑOS
Meltzer aspiraba a que el analista pudiera hacer interpretaciones “inspiradas”, en lugar de explicativas, creo que “inspirada” implica metafórica, analógica, en lugar de lógica deductiva. Bion a su vez, le recomienda al analista, especialmente en las supervisiones, que cuando han comprendido un material del paciente con el recurso de teorías científicas, esperen hasta que su mente, la del analista, les ofrezca espontáneamente una imagen que contenga esa comprensión lógica, y recién compartan esta imagen con el paciente. Rudolf Ekstein recomienda que las intervenciones del analista sean dentro del juego y al mismo nivel de la conducta del paciente, esto es mensajes con cualidades mágicas, alegóricas, metafóricas. Nuevamente el valor, el peso de la imagen.
Bibliografia GREEN, A.“El objeto(s) y sujeto” en Winnicott hoy, Madrid. Prismática. 2008. LANGER, S.K. (1953) Feeling and form, Routledge, London. (1957) Los problemas del arte. Buenos Aires, Editorial Infinito. MILNER, M. (1955) “The role of Illusion in Symbol Formation”, in New Directions in Psychoanalysis. New York, Basic Books. VALEROS, J. A. (1997) “La experiencia clínica” en El jugar del analista. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica. (1997) “La interpretación del juego”, en El jugar del analista. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica. (1997) “Acerca del jugar”, en El jugar del analista. Fondo de Cultura Económica. WINNICOTT, D. W. (1971) “Objetos transicionales y fenómenos transicionales”, en Realidad y juego, Buenos Aires, Granica. (1971) “Sueños, fantasía y vida”, en Realidad y juego. Buenos Aires, Granica. (1971) “El jugar: un planteo teórico” en Realidad y juego, Buenos Aires, Granica. (1971) “La creatividad y sus orígenes” en Realidad y juego, Buenos Aires, Granica.
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Trabajos libres
Notas sobre la experiencia * Daniel Glasserman
Introducción Desde diversas perspectivas, en diferentes niveles o usos se escucha a los psicoanalistas referirse a la experiencia. Acontecimiento, sin dudas, difícil de circunscribir. Se le plantea quizás al psicoanálisis contemporáneo la exigencia fundamental de delimitar un concepto propio de experiencia de mayor alcance. Cuando Maurice Blanchot1 se pregunta qué quiere decir esta palabra, establece con una sencillez decisiva el corazón de la problemática al afirmar que no es suficiente con vivir y haber vivido (por ejemplo una rica personalidad que vio lugares, personas, cosas) sino que los recuerdos son necesarios para ser olvidados; para que en ese olvido y “en el silencio de una profunda metamorfosis nazca al fin una palabra”. La verdadera experiencia significa entonces: profundo contacto con el ser y renovación de sí en ese contacto. A su vez la experiencia es punto de referencia inevitable no sólo para la transformación sino, y al mismo tiempo, alusión a lo que perdura. En torno a la experiencia, modificación y permanencia se mantienen en tensión. Tensión sostenida entre hacer nuevas experiencias y su atesoramiento, “retener sus conocimientos y experiencias y sin embargo estar preparado para reconstruir experiencias pasadas de * Trabajo arbitrado. 1
Blanchot, M. (1955) El espacio literario. Editorial Paidós, 1992, Buenos Aires, p. 79.
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un modo que le permita ser receptivo para nuevas ideas”. (Bion, W., 19622) En un contexto ametrallado por la banalidad, la inmediatez y lo visual, aturdidos por el bombardeo de informaciones breves e inconexas, de flashes que se anuncian con estruendos y en una modalidad repetitiva, ¿cómo encontrar, o crear, un espacio para la reflexión sobre aspectos cruciales de una experiencia: la asimilación de acontecimientos, el olvido, la transformación, el relato, la verdad? Aunque con frecuencia nos resistimos a escuchar lo que se dice, el campo de la práctica psicoanalítica podría ser apropiado para abordar la cuestión de la experiencia. Nuestra artesanía silenciosa y pausada, teniendo sobre todo a la consideración por lo inconsciente como nuestro más fino recurso, nos ubica quizás en un sitio particular para producir, recorrer y dilucidar asuntos de este tipo. Acontecimiento La existencia evidente de objetos de la percepción, y su importancia, no debiera opacarnos el hecho de que nada que pueda llamarse experiencia prescinde de un aporte personal.3 No existe algo que pueda deslindarse como experiencia salvaje, no hay reproducción exacta. En nuestro campo las historias no pretenden ser hechos. Que algunos acontecimientos puedan sumergirse en la vida de una persona pareciera guardar en principio cierto lazo ineludible con alguna medida de displacer, adversidad, sufrimiento. “Quien comió 2 3
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Bion, W. (1962) Aprendiendo de la experiencia. Editorial Paidós, México, 1987, p. 125. En el idioma alemán el término Realität designa la realidad empírica sin más (que aludiría al puro objeto de la percepción) contraponiéndose al término Wirklichkeit que designa a la realidad atravesada por el concepto. Por ejemplo en el texto de Freud “Los dos principios del suceder psíquico” (1911) lo que se ha traducido al castellano con la expresión “realidad objetiva”, “realidad objetiva del mundo exterior” o simplemente “realidad” corresponden al término alemán Realität. Por otra parte lo que se ha traducido al castellano como “realidad efectiva” o “en verdad”, corresponde al término alemán Wirklichkeit que aludiría a la representación de los objetos de la percepción.
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NOTAS SOBRE LA EXPERIENCIA
siempre con moderación nunca sufrió, nunca experimentó una comida” (Benjamin, W., 19244). A quien nunca le sucedió algo adverso, jamás se le permitió hacer experiencia de sí. La consciencia, definida por Freud, que tiene como función proteger contra los estímulos, no acoge trazos mnemónicos, su estimulación no deja en ella modificaciones perdurables.5 Si bien la defensa contra estímulos es una tarea fundamental frente a la amenaza de shocks que podrían destruir el aparato, cuanto mayor sea el éxito con que se desempeña menor será el nivel de estímulos que penetren en la experiencia (Benjamin, W., 19396). La consciencia falsea y custodia la actividad del inconsciente. Desde esta perspectiva, en alguna medida, el funcionamiento fallido de la reflexión consciente frente a un acontecimiento, cierto fracaso de la defensa frente a los shocks, podría dar lugar a un trauma o ser la oportunidad para una experiencia. Dicho en otras palabras, desencadenar el efecto positivo de un trauma. Frente a la afección, sucumbir o virar hacia el proceso mismo de la creación. No importa tanto el qué, sino cómo lo soportas. El soporte (la capacidad de recepción, continencia y asimilación de los hechos) pareciera aunar curiosamente las funciones de firmeza y flexibilidad. Cierta consistencia operaría como apoyatura para tolerar y acopiar, pero sin llegar a cristalizarse ya que esto conllevaría el riesgo de quebrarse o impedir el impacto. Cierta plasticidad facilitaría la recepción y asimilación, pero sin llegar a diluirse ya que esto implicaría la pérdida de la capacidad continente para el atesoramiento.
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Benjamin, W. (1924) Denkbilder.Epifanías en viajes; “Comer higos frescos”. El cuenco de plata, Buenos Aires, 2011, p. 95] “El estrato receptor de los estímulos -el sistema PP-CC – no forma huellas duraderas; las bases del recuerdo tienen lugar en otros sistemas contiguos.” (Freud, S., 1924. “Nota sobre la pizarra mágica”. Obras completas, vol. XIX, Amorrortu, Buenos Aires, 1996, p. 46) Benjamin, W. (1939) Ensayos escogidos.“Sobre algunos temas en Baudelaire”. Ediciones Coyoacán, México, 2001, p. 13.
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Recibir y abordar genuinamente los acontecimientos pareciera llevar implícito, a su vez, cierto grado de angustia y temblor. Van Gogh o Gauguin tuvieron un enorme respeto e incluso miedo, pánico, ante el color: ante abordar el color; tratándose incluso de pintores que se contaron entre los mejores coloristas, abordaron el color con temblores. Tuvieron que pasar años, inmenso respeto e inmensa lentitud a la hora de atreverse a tocar algo así. (Deleuze, G., 19887) Declama a su vez Blanchot:8 “Me había despertado sintiendo un terrible temblor, todos los despertares están más o menos ligados a un temblor”. La ocasión para una nueva experiencia pareciera comenzar apoyándose en cierta dignidad respecto de los que nos sucede, aprendiendo a encarnar su estallido. En una sesión de análisis, la oportunidad para una experiencia se inicia con un acontecimiento irrecusable: “cuando dos personalidades se encuentran se produce una tormenta emocional” (Bion, W., 19799). Olvido La experiencia no consiste principalmente en acontecimientos fijados con exactitud en el recuerdo, sino más bien en hechos almacenados, en forma inconsciente, que en determinadas condiciones afluyen a la memoria.10 Sabiendo esto Freud recomendó, para la experiencia del análisis, alejar cualquier influencia consciente sobre su capacidad de fijarse y entregarse por entero a las memorias inconscientes. Atesorar improntas se hallará reservado a otros sistemas diferentes de la consciencia y no se tratará luego de matizar en la memoria ni de 7
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Deleuze, G. (1988) El abecedario de G. Deleuze. H de Historia de la filosofía ¼. www.youtube/watch?v=tHJna7X29bs. Blanchot, M. (1951) En el momento deseado. Arena libros, Madrid, 2006, p.38. Bion, W. (1979) Seminarios clínicos y cuatro textos. “Hay que pasar el mal trago”. Lugar editorial, Buenos Aires, 1992, p.245. “La memoria, a su vez, no preexiste de manera simple sino múltiple, registrada en diversas variedades de signos y sujeta a diversas transcripciones, por los menos tres, cada una con sus propias leyes de funcionamiento”. Freud, S. (1896) Carta 52. Obras completas, vol. I. Amorrortu, Buenos Aires, 1994, p. 274.
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explicar para que se produzca dicha impronta, sino que la asimilación se producirá en la medida en que pueda escucharse olvidado de sí mismo. Olvidado de sí, eximido de una utilidad esclavizadora o de un tiempo cronológico, se recupera la experiencia; ella requerirá en principio de un cúmulo de cosas, pero habrá que tener esas cosas para olvidarlas. Benjamin rescató, de su anterior uso peyorativo, al personaje del flâneur otorgándole el significado de un paseante que sale a callejear sin un objetivo predeterminado y abierto a todas las vicisitudes e impresiones que le salen al paso, confiado en que “la mirada atenta a la seguridad carece del abandono soñador a la lejanía”.11 La seguridad, las medidas protectoras, los fantasmas obsesivos, aumentan y fortalecen el campo de la consciencia brindando un supuesto amparo inmediato y permanente. Por otra parte, restringen la libertad y bloquean la ocasión para nuevas experiencias que podrían surgir cediendo al olvido. En el papel del olvido en la experiencia cumple un papel esencial la función del aparato mental que hace inconscientes los elementos percibidos, de manera que puedan almacenarse y ser aprovechados para la experiencia. La captación de la intensidad de un momento está asociada a la cualidad de su ordenamiento inconsciente. La experiencia va junto a una posición profundamente inconsciente, resguardado de la memoria, el deseo y la comprensión. Proust12 sostuvo que los datos que la memoria voluntaria, memoria de la inteligencia, dan con respecto al pasado no conservan de él nada y en referencia a lo que afluye a la memoria desde el ordenamiento inconsciente introdujo la noción de memoria involuntaria, recuerdo que no se busca, de pronto surge… o busca sin objeto. Estas imágenes que afloran a la memoria involuntaria poseen un aura, huyen del recuerdo que intenta capturarlas. En la memoria involuntaria, aparición aureática de lo olvidado, lo 11 12
Benjamin, W. (1939) op. cit, p. 38. Proust, M. (1919) Por el camino de Swann, RBA editores, Barcelona, 1995, p. 5960.
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recordado se vuelve presente cobrando un grado de realidad superior que en el suceso, volviéndose actual de una manera muy diferente a la vivencia. Esta forma de aparición o reminiscencia, funciona como complemento de la vivencia o experiencia vivida, dejando una huella y otorgándole otra cualidad.13 Desde esta perspectiva, la idea de una verdadera experiencia jaquea el campo del Yo consciente que no sabe casi nada y está encerrado en la obstinación de su ego, o dicho en otras palabras amenaza el narcisismo. “El narcisismo construye totalidades y cierra la experiencia.” (Moguillansky, C., 201414).15 Nuevamente Blanchot:16 “El Yo no ha sido nunca el sujeto de la experiencia, yo no lo logra nunca”. Georges Bataille17 describió con agudeza el lugar del olvido en la experiencia, en su límite, en el punto extremo de lo posible: olvido de todo. “Profundo descenso en la noche de la existencia. Súplica infinita de la ignorancia. Deslizarse en la obscuridad impenetrable. Temblar en el silencio eterno del hombre, no saber ya nada”. Sostengo que la cosa sólo vale en la medida en que, olvidando, ignoramos cómo habrá de terminar. Creo que la experiencia del 13
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En diversos ensayos Walter Benjamin diferencia los términos Erfahrung y Erlebnis. Ambos términos en alemán significan experiencia. Habitualmente Erfahrung se utiliza en el sentido de una experiencia sin intervención de la consciencia, por así decir tenida más en bruto, y se traduce como experiencia o experiencia verdadera. Erlebnis se usa para referirse a los acontecimientos a cuyo desarrollo atendió la conciencia y se traduce como experiencia vivida o vivencia. Moguillansky, C. (2014) Panel del simposio anual (36: 30 de oct-1 de nov. de 2014: Buenos Aires) “Siglo XXI: herramientas y dispositivos del psicoanálisis”, Buenos Aires, Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (APdeBA) 2014. Considerando los obstáculos para una experiencia no deja de apuntarse lo sugerentes que resultan (aunque no sean objeto de estudio en este escrito): los desarrollos freudianos sobre fijación y viscosidad de la libido con sus evidentes efectos de detención y obstrucción a los cambios y los desarrollos de la escuela kleiniana sobre el concepto de envidia como un elemento destructivo que impediría apropiarse de lo valorado, entorpeciendo la experiencia. Blanchot, M. (1969) La conversación infinita. Arena libros, Madrid, 2008, p. 268. Bataille, G. (1954) La experiencia interior. Editorial nacional Madrid, 2002, p.51.
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NOTAS SOBRE LA EXPERIENCIA
análisis, la del Inconsciente, puede convertirse en una experiencia– límite transformadora si se constituye como el rumbo que puede encontrar una persona cuando ha decidido ponerse radicalmente en cuestión. Movimiento de impugnación que atraviesa toda la historia del sujeto: tendencia a volverse anónimo, a desaparecer como Yo. Considero que el derrotero de un psicoanálisis, que tiene lugar partiendo de la liberación del habla por sí misma, se anuda indefectiblemente al olvido en el sentido del inmenso olvido que lleva consigo el habla errante. Quien habla, en el sentido del habla analítica, ya se ha olvidado, entregado al juego entre la memoria y el olvido que convierte en olvidadiza a la memoria dinamizando el órgano mental; desde aquí se generará la oportunidad de una transformación. Transformación “Nunca dos hombres juzgaron igual sobre una misma cosa. Y es imposible ver dos opiniones exactamente iguales no sólo en hombres diversos, sino en el mismo hombre a horas diversas.” (Montaigne) “Nuestra vida no es más que movimiento.” (Montaigne)
Una experiencia es algo de lo que uno sale transformado, algo que nos permite llegar a ser alguien diferente del que éramos al comienzo. A su vez, una transformación potencia su capacidad transformadora en su mismo acaecer. Podemos, por ejemplo, decir a partir de lo que vamos siendo y vamos siendo a partir de aquello que vamos diciendo. La experiencia es una forma de apropiación en la cual la relación consigo mismo y la relación con el mundo están articuladas entre sí transformando por igual a lo apropiado y al apropiador (Weber, T 201418). 18
Weber, T (2014) “Experiencia”. En Conceptos de Walter Benjamin, Opitz, M., Wizisla, E., Editorial las cuarenta, Buenos Aires, 2014.
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La acción realizada por nosotros es acción sobre nosotros. Una transformación opera vinculando, entre los hechos (internos o externos) y su posible devenir hacia una experiencia. En términos de la metapsicología freudiana es crucial para esta operatoria el comercio fluido, más o menos libre, entre los sistemas preconsciente e inconsciente. En este recorrido, con la palabra y a través del habla, cumplen un papel insoslayable el empleo de abstracciones, metáforas, mitos, sueños. En la teoría de Wilfred Bion la denominada función alfa es quien se encarga de la transformación de las impresiones sensoriales en algo que las hace susceptibles de almacenamiento. El pensamiento del sueño usará el material que esta función pone a su disposición para producir mitos, siendo dicho pensamiento la operatoria mediante la cual “metáfora y mito se combinan produciendo transformaciones” (Bion, W 195919). Una transformación sería el intento de dar forma a pensamientos nacientes. El aparato mental podría imaginarse funcionando para producir pensamientos a partir de los hechos, “los que podrían ser utilizados para pensar, dando así cuerpo a la palabra experiencia” (Meltzer, D; 197820). En la idea de transformación se implica, por otra parte, la noción de elaboración psíquica inconsciente con sus propias leyes considerando que el inconsciente es algo vivo, susceptible de desarrollo. Sobre el desplazamiento como estructura fundamental, se producirá el hecho nuevo que es la metáfora y el recorrido de esta creación conllevará el laborioso armado de mitos personales. El progreso transformador se operará en los detalles de esta estructuración mítica.21 19 20
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Bion, W. (1959) Cogitaciones. Promolibro, Valencia, 1996, p. 204. Meltzer, D. (1978) El significado clínico de la obra de Bion. Spatia Editorial, Buenos Aires, 1990, p. 42. Por ejemplo en el caso Hans, de Freud, la transformaciones en su fobia se facilitan en la detallada elaboración en dos tiempos de la creación mítica, imaginativa, del mecánico instalador. Este permitirá la introducción de la lógica de lo removible frente a lo que antes sólo podía ser fijo. Hans cuenta el 11 de abril: “Escucha lo que me he pensado, yo estoy en la bañera, entonces viene el mecánico y la desatornilla. Toma un gran taladro y me lo
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NOTAS SOBRE LA EXPERIENCIA
La elaboración, en tanto lento movimiento condensativo de transformación mediante el curso de sustituciones significantes, permitiría el proceso por el cual una información se iría convirtiendo en narración encarnándose en la vida del sujeto; proporcionando así a lo acontecido la cualidad de experiencia (Glasserman, D., 201322). El camino de una transformación (en el que se implican las leyes del funcionamiento inconsciente, el armado de mitos, la imaginación, los sueños) permite que en un trayecto con rupturas, pliegues y discontinuidades se produzca la introducción de saltos lógicos hacia nuevas formas de ser. Una experiencia hace posible que la escena fantasmática varíe. La idea de una relación, en el terreno del análisis, entre una transformación y un creciente sentido es compleja. En principio, frente a la interrogación sobre los hechos, convendría considerar: que los fenómenos carecen de una significación fija de antemano y que podría ser que persistieran en dicha carencia luego de ser interrogados. Vale decir que los nuevos sentidos o significaciones podrán ser, en el mejor de los casos, una consecuencia del movimiento transformador y nunca su causa. Un Superyó tiránico podría impedir la posibilidad de la experiencia si se halla interesado en establecer la causa de la cosas, ubicándose así en el campo de la moralidad. Bion23 desconfió de cualquier explicación en la que la causa ocupara un lugar central y Lacan24 aseguró que sólo es posible una transformación si el sujeto es descentrado. Una transformación es un movimiento que dispara un despliegue ignorado y aunque su recorrido nunca logre obtener un sentido
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mete en la panza”. Dirá luego el 2 de mayo: “Me he pensado hoy una cosa. Ha venido el instalador y con unas tenazas me ha quitado primero el trasero y después me ha dado otro, y después el hace pipí.” Freud, S. (1909) Análisis de la fobia de un niño de cinco años. Obras completas, Vol. X, Amorrortu, Buenos Aires, 1980, p. 55 y 81. El juego, en el análisis de niños, también ilustraría un modelo de la elaboración. Glasserman, D. (2013) Lo inconsciente en movimiento. En Psicoanálsis, Nro.1, vol. XXXV, p. 151. Bion, W. (1959) Op. cit, p.128. Lacan, J. (1953-54) Seminario I. Paidós, Buenos Aires, 1981, p. 63.
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acabado, aumenta el volumen en su trayecto.25 El volumen obtenido representa un salto cualitativo, no es un mero aumento de cantidad, mundo del consumo y la acumulación; sino más bien un movimiento permanente que gana en complejidad y anhela siempre algo diferente, nunca más de lo mismo, entrando así en consonancia el campo de la transformación y el del deseo. El sentido, entonces, nunca podrá anticiparse ni recubrir el sinsentido. El vacío sobrante e inevitable operará como promotor de una evolución inesperada, un vacío silencioso que será sin embargo lo que provoque hablar, generando este hablar nuevas significaciones, un avance en el campo del sentido siempre inabarcable. A mi modo de ver, un psicoanálisis ofrece la posibilidad para que las vivencias se transformen en experiencias. Para quien lo atraviesa funciona como la producción soberana de un cambio. Allí reside su máximo valor, por más consecuencias prácticas que tenga o quieran atribuírsele. La experiencia es fecunda en sí misma en tanto proporciona una alteración en un mundo donde nos reconocíamos sin inconvenientes. Ya no se piensa como antes, el sujeto se modifica, la subjetividad se desplaza. Relato La experiencia se produce y se transmite a través de relatos. No es el resultado de una acumulación de información ni de una explicación sino que se existe narrando. Narrar es decisivo para la capacidad de producir e intercambiar experiencias y tanto más cuanto menos se explica ya que esto genera una apertura hacia la actitud imaginativa del receptor. En una narración las cosas son expuestas para que las interprete a su gusto, tal como las entienda, el que escucha. Es una actividad
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“El psiquismo posee una función semántica y dentro de cierto rango puede trasducir, transcribir o transformar una información generando complejidad” (Moguillansky, C., 2007. La invención de la experiencia. Adhesión, repetición, transformación y aventura. En Psicoanálisis, Nro. 2, vol. XXIX, 2007, p. 355.)
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compartida relacionada con la capacidad de comunicarse y estar a la escucha. Una información se impermeabiliza frente a la experiencia si se caracteriza por su brevedad, su fácil comprensión, por saciar la curiosidad, la desconexión entre sus elementos, y un crudo y persistente impacto visual (por ejemplo el habitual bombardeo de noticias mediático). Esta forma de difusión, aísla el contenido de lo transmitido respecto de una posible experiencia.26 Walter Benjamin27 aseguró que “una facultad que nos pareciera inalienable, la más segura entre las seguras, nos está siendo retirada: la facultad de intercambiar experiencias”. “La experiencia de boca en boca es la de los narradores” y ocurre cada vez más que “la información amenaza la narración, reivindica una pronta verificabilidad (comprobar)” y difusión generando la escasez en que ha caído el arte de narrar. Entiendo, siguiendo a Benjamin, que la narración, difícil hoy de encontrar y que halla en las sesiones de psicoanálisis uno de sus últimos refugios, alcanza una amplitud de vibración que no tiene la información. El estallido de informaciones y explicaciones obstaculizan los relatos favoreciendo el campo defensivo de la consciencia, taponando el surgimiento de la memoria involuntaria y su experiencia entretejida en la vida. Por el contrario una narración, en caso de ocurrir, puede transmitir la experiencia porque no se agota (como una información que sólo tiene valor cuando es nueva), sino que es una historia siempre en curso. Una forma artesanal de la comunicación que no transmite de manera pura lo ocurrido, sino que lo sumerge en la vida para poder luego recuperarlo. 26
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Existen, por ejemplo, en torno al holocausto, cientos de películas que abundan en acumulación de datos e imágenes tremendamente impactantes (reales o no). Traumatizan tal vez. Sin embargo el mayor testimonio fílmico en torno a la experiencia del genocidio nazi lo constituye el film de Claude Lanzmann “Shoa". Compuesto por 9 horas de relatos acompañados por imágenes de los campos de exterminio posteriores a los sucesos, sin exponer una gota de sangre. El historiador Raul Hillberg se refiere en estos términos al exterminio nazi: “en el sólo hacer, no describir, las cosas pueden mantenerse en secreto, como si no ocurrieran, en el plano de la pura acción”. Benjamin, W. (1936) El narrador, Editorial Taurus, Madrid, 1991.
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Un proceso analítico, en tanto puesta en relato de acontecimientos y emociones, es una experiencia: “Desmonta algo construido por un semejante e intenta conocer cómo sus partes fueron ensambladas y así acercarse al enigma que siempre existe en el mensaje del otro, conjeturando acerca de la fuerzas no controladas que obran en lo que relata” (Torres de Aryan, D 201328). Sin relato no hay experiencia. Una experiencia, por otra parte, es necesariamente una invención personal. No se sostiene en el acceso a la verdad histórica como un fin sino que se beneficia en su uso, en el sentido de que esas historias permitan transformaciones al establecer nuevos tipos de relación con los problemas que tratan. En el terreno de nuestra práctica “lo que llamamos historia es una construcción simbólica, un relato” (Leivi, M; 199529), por ello se tratará, en última instancia, menos de recordar que de reescribir la historia. En lo relatado por un sujeto en análisis, en lo narrado, “queda el signo del narrador, como la huella de la mano del alfarero sobre la vasija de arcilla” (Benjamin, W., 193930). Los intentos por capturar más tarde, de manera objetiva, aquello que allí ocurrió redundan en esfuerzos de precisión informativa que obstaculizan la transmisión de la experiencia. Ésta sólo es posible a través de un relato. Verdad “En la rememoración psicoanalítica no se trata de realidad, sino de verdad” (Lacan)
Un aparato psíquico precisa la verdad como un organismo depende del alimento, y a su vez en alguna medida, ella debe falsearse para que una mente la soporte. La experiencia misma en el instante en que 28
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Torres de Aryan, D. (2013) Territorios de infancia. En Psicoanálisis, Nro. 3, vol. XXXV, 2013, p. 587. Leivi, M. (1995) Historización, actualidad y acción en la adolescencia. En Psicoanálisis, Nro. 3, vol. XVII, p. 590. Benjamin, W. (1939) Op. cit., p. 9.
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NOTAS SOBRE LA EXPERIENCIA
rompe la intimidad y busca revelarse, está quizás inmediatamente perdida y “sólo busca develarse para volverse soportable, para aligerarse y disminuirse” (Blanchot, M., 195531). Lo problemático y amenazante de enfrentar la verdad se relaciona con la tremenda potencia que ella porta en el sentido de que su aparición podría tener como consecuencia devenir una persona distinta. No se trata aquí, solamente, de lo sofocado o reprimido por inconciliable sino de lo que en su aparición no permitiría ya ser el mismo. La verdad, en su aparición efímera, porta con lo propio que no existía y no sólo revela al sujeto sino que lo hace devenir otro; lo revela constituyéndolo, en una operación soberana. El sentimiento que acompaña una experiencia así, no es la perfección. Una “alegría-dolorosa” (Agesta, A., 201432) que sólo se produce y puede continuar soportando el movimiento arriesgado de una dialéctica en suspenso. Coexistencia entre la incansable búsqueda de realización, las tendencias integrativas y la ineludible incompletud, lo incierto de sus destinos. Análisis terminable e interminable. La verdad, la experiencia, va junto a cierto dolor: pero si un analista, junto con su paciente, recorren y atraviesan un análisis podría darse tal vez, para ambos, la transición desde saber sobre las cosas hacia devenir verdaderos. “Quien habla y quien acepta hablar junto a otro encuentra poco a poco las vías que harán de su habla la respuesta a su habla. Esa respuesta no le viene de fuera, palabra de oráculo o habla de Dios, respuesta del padre al hijo, de quien sabe a quien no quiere saber sino obedecer, palabra petrificada y petrificante que preferiría llevar en lugar de sí como una piedra. Es preciso que la respuesta, incluso viniendo de fuera, venga de dentro, regrese a quien la escucha como el movimiento de su propio descubrimiento”.
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Blanchot, M. (1955) Op. cit., p.176. Agesta, A. (2014) Comunicación personal.
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DANIEL GLASSERMAN
Habla que: “sólo logra realizarse como una relación verdadera con un prójimo verdadero, relación donde el interlocutor –el otro–ya no pesa sobre la palabra que ha dicho el sujeto, sino que la escucha y al escucharla responde a ella, y por esta respuesta le hace responsable, le hace realmente hablante, dándose el hecho de que él ha hablado verdaderamente y en verdad.” (Blanchot, M 196933) En nuestra práctica la verdad es un asunto de experiencia, la experiencia de lo inconsciente, allí se afirma y existe aunque sea de modo evanescente. Que su realización sólo pueda ocasionarse en palabras, no debiera confundirnos en la ilusión de que ella se sitúe en un contenido en particular descubierto como verdad última, ni conducirnos a buscar más allá de las palabras una realidad con la que se buscaría entrar en contacto. En la experiencia de un análisis la verdad surge en el movimiento del análisis mismo. El psicoanálisis de un paciente tiene por guía la verdad en el sentido de que lo sustancial allí no es una verdad revelada, ni el espejismo de atravesar el muro del lenguaje, sino hablar de verdad.
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Sobre los efectos del dictamen de inimputabilidad Tomás Grieco
El presente trabajo parte de la propuesta de realizar un contrapunto entre el caso “Aimée” presentado por Jacques Lacan en su tesis doctoral de 1932 y lo que puede constituirse propiamente como “caso” a partir del texto El Porvenir es Largo de Louis Althusser. Un contrapunto tal rondará en torno a la función resolutiva del pasaje al acto, en su articulación con la vertiente “terapéutica” de la sanción legal postulada por el propio Lacan en su presentación del caso Aimée, postulación que resulta consecuencia del diagnóstico de “paranoia de autopunición” forjado por el autor. Cabe aclarar en este sentido que no se apelarán a otras lecturas posibles del caso (con esto hacemos alusión principalmente a la propuesta por Jean Allouch a partir de su trabajo publicado en 1990) en la medida en que proceden a otras elaboraciones de la resolución del delirio en Aimée ajenas a la perspectiva de la sanción jurídica y que, por tanto, se alejan de nuestro objeto de estudio, a saber, la función resolutiva del pasaje al acto en su articulación con la responsabilidad entendida como efecto de implicación retroactiva por el acto criminal y los efectos de la aplicación o ausencia de sanción jurídica en el sujeto en cuestión. En su tesis, Lacan (1932) aborda la cuestión de la responsabilidad en aquellos casos en que se detecta psicopatología en los autores de actos pasibles de sanción penal. En el momento en que Lacan escribe, el código penal francés, a través de su artículo número 64, preveía el estado de no responsabilidad del individuo que realizara un acto
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criminal bajo estado de demencia. La confirmación de un estado tal permitía dictaminar la inimputabilidad del criminal y la posibilidad de que el mismo sea beneficiado con la figura del no ha lugar que desviaba el curso del procedimiento jurídico clásico. Jacques Lacan declara en su tesis que la cuestión de la responsabilidad es una cuestión altamente controversial. En primer lugar, señala que la responsabilidad penal no puede ser delimitada por evaluaciones médico-legales del tipo de las que disciernen la existencia o no de delirio al momento de la comisión del acto. En referencia a esto, advierte que dichos criterios no dejan de carecer de un carácter arbitrario. Lacan afirma la necesidad de un análisis teórico de la noción de responsabilidad, algo en lo que profundizará años más tarde en lo que establece como los aportes del psicoanálisis a la criminología (Lacan, 1950; 1950b). En segundo lugar, Lacan señala que en algunos de los casos del tipo clínico que se encuentra delimitando, la represión penitenciaria posee un valor terapéutico. En relación a las psicosis de autocastigo, aquellas que ubica dentro de los crímenes del Superyó, diferenciándolos así de los crímenes del Yo y del Ello delimitados por Guiraud, Lacan expresa su preferencia por “la aplicación mesurada de sanciones penales”.1 La justificación de esta posición descansa en el análisis de su caso “Aimée”, de quien Lacan ubica como factor determinante del fin de ciclo del delirio el hecho de haber recibido sanción jurídica por el acto agresivo en cuestión, a saber, el ataque con una navaja a la actriz Z. Señala el carácter brusco de la curación del delirio a partir del momento en que Aimée comprende que a partir de dicho acto criminal se ha agredido a sí misma: ha realizado, dice Lacan, su tendencia al autocastigo a partir de la reclusión penitenciaria y la experimentación de la reprobación por parte de su círculo afectivo. Es decir, que en relación a Aimée, entendido como caso paradigmático de la paranoia de autocastigo, la propuesta de Lacan es que el pasaje al acto no tendría función resolutiva de por sí, sino a partir del 1
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Lacan, Jacques (1950) Premisas para todo desarrollo posible de la criminología, en Otros Escritos (reunidos por J.A. Miller), Ed. Paidós, Bs. As., 2012., pág. 135.
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SOBRE LOS
EFECTOS DEL DICTAMEN DE INIMPUTABILIDAD
momento de comprensión que anuda en Aimée pasaje al acto y sanción jurídica, es decir, aquel momento en que se comprende la realización del castigo. Lacan (1950b) afirma: “el hombre se hace reconocer por sus semejantes por asumir la responsabilidad de sus actos”.2 Podemos invertir tal fórmula y afirmar que el hombre en su dimensión simbólica, es decir, en su dimensión de sujeto, es reconocido por la sociedad como tal en el punto en que se le impone una responsabilidad. Esto en la medida en que la responsabilidad no es un atributo intrínseco del sujeto en tanto que efecto, sino que es impuesta por el Otro de la sociedad (Haimovich y otros, 2001). En este sentido, Lacan afirma que el dictamen de inimputabilidad defendido por la Criminología en la búsqueda de humanizar el tratamiento del criminal, llega a un efecto antinómico en tanto no logra el propósito buscado sino al precio de la degradación del mismo. El dictamen de inimputabilidad, al negar la responsabilidad del sujeto, niega la dimensión misma de sujeto, lo cual podría plantearse como un efecto de perpetuación del pasaje al acto, en la medida en que éste es entendido como quiebre del andamiaje simbólico que permite la relación al Otro, de la cual el sujeto, atravesado al máximo por la barra, cae en posición de objeto, real. De allí se deduce la relación inversa entre goce y sanción: la sanción como producto de reconocimiento simbólico rescata al sujeto de su posición de objeto, con la relación al goce que tal posición de objeto implica. Esto es lo que lee Lacan en Aimée: en el momento en que comprende haber realizado su castigo, el delirio y el goce que éste conlleva, ceden. En cierta medida, podría afirmarse que Althusser constituye el reverso del caso Aimée. En 1980, Louis Althusser estrangula a su mujer, bajo lo que las pericias psiquiátricas determinaron como estado de demencia. A diferencia de Aimée, Atlhusser fue sobreseído de su responsabilidad por el acto homicida en base a la aplicación del artículo 64 del código penal francés. Años después, Althusser escribe 2
Althusser, L. (1991) El Porvenir es Largo y Los Hechos, Editor a Nacional, Madrid, 2002, pág. 37.
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un manuscrito que titulará El Porvenir es Largo y que guardará inédito hasta su muerte. Al comienzo de este escrito, el filósofo del marxismo plantea explícitamente que su objetivo es el de dar cuenta, de responder de manera pública por el asesinato de su esposa, a la vez que denuncia los “temibles inconvenientes”,3 ésa es su expresión, que el dictamen de inimputabilidad habría ocasionado en él. Althusser señala no referirse allí únicamente al momento de la internación psiquiátrica que siguió al dictamen de inimputabilidad, sino también a aquello a lo que lo habrían condenado por el resto de sus días, afirma, si él no hubiera decidido tomar la palabra a través de la redacción de este texto. Althusser define esta condena de la siguiente manera: “el destino del no ha lugar es, en realidad, la losa sepulcral del silencio”.4 Althusser subraya el carácter de publicidad del proceso judicial clásico en el que un individuo acusado de un crimen dado es conminado a comparecer ante un tribunal de justicia. A su vez señala que, de ser reconocido culpable, la aplicación de la pena de una duración temporal estipulada permitiría finalmente a aquel considerado responsable de sus actos pagar su deuda para con la sociedad. Afirma que no es este el caso del confinamiento psiquiátrico, el cual se caracteriza por una duración temporal indefinida, hecho al cual ha de sumarse el de la pérdida de la personalidad jurídica que priva al individuo considerado insano de toda posibilidad de elección. Althusser explica que el declarado imputable, tiene el derecho y la obligación de explicarse “públicamente en su nombre y en persona, sobre su vida, su crimen y su porvenir”.5 Por el contrario, el enfermo mental considerado no responsable de sus actos continúa su vida bajo el aislamiento y el silencio del confinamiento psiquiátrico. Bajo el silencio que su losa sepulcral impone, afirma Althusser, viene a ocupar el lugar de un muerto para la sociedad. De esta manera, ni muerto ni vivo, termina por ser un “desaparecido”.6 3 4 5 6
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Ibíd., pág. 27. Ibíd., pág. 33. Ibíd., pág. 31. Ibíd., pág. 37.
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SOBRE LOS
EFECTOS DEL DICTAMEN DE INIMPUTABILIDAD
Althusser declara que, dado que el procedimiento jurídico le prohibió toda explicación pública, razón por la cual cualquiera había podido hablar por él hasta entonces, decide explicarse personalmente a través de la redacción de El Porvenir es Largo. Afirma: “en principio lo hago para mis amigos y, si es posible, para mí: para levantar esta pesada losa sepulcral que reposa sobre mí”.7 Lo hace, añade, para librarse de “los efectos equívocos del mandamiento del no ha lugar”.8 Althusser escribe: “es bajo la losa sepulcral del no ha lugar, del silencio y de la muerte pública bajo la que me he visto obligado a sobrevivir y a aprender a vivir”.9 El Porvenir es Largo, afirma su autor, no tiene así otro objeto que el de dar cuenta de los efectos emotivos que han marcado su existencia y le han dado su forma. “Aquella”, afirma, “en la que me reconozco y en la que pienso que se me podrá reconocer”. Es interesante esta apelación de Althusser al reconocimiento, que recuerda inevitablemente la sentencia ya citada de Lacan: “el hombre se hace reconocer por sus semejantes por asumir la responsabilidad de sus actos”. Al ser declarado no responsable, Althusser declara pasar a ser considerado un “desaparecido” para la sociedad. La escritura apunta entonces a tomar la palabra sobre su existencia, con el objeto de responder por el acto criminal y reinstaurar la relación simbólica con la sociedad y la consecuente dimensión de sujeto. Esto se produce, por lo demás, a partir del instante en que Althusser manifiesta comprender las razones por las cuales asesinó a su esposa. Instante en que, según afirma, entiende que la asesinó como producto de una voluntad de autodestrucción que pasaba necesariamente por la 7 8 9
Ídem. Ibíd., pág. 37. Ibíd., pág. 39.
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destrucción de todo lo que lo rodeaba: sus libros, su departamento… y su esposa. A través de dicha comprensión –análoga en todo a la comprensión que Lacan señala en Aimée– se procede a irrealizar el crimen, fórmula propuesta por Lacan en 1950, es decir, se reinstaura la dimensión simbólica que produce como efecto al sujeto.
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“Un hilo de esperanza”. Notas clínicas en el análisis de una familia con niños Alejandra Inés Lacroze
1. Introducción A través de la comunicación de una intervención en una familia con niños, me propongo mostrar cómo el vínculo con el analista puede crear las condiciones de holding a través del juego y abrir espacios de esperanza en una familia en la cual existe la creencia de que no hay cambio posible. Se describe la elaboración del diagnóstico y la puesta en marcha del trabajo realizado en el consultorio y en dispositivo por internet con técnica de juego. Plantea como objetivos: analizar y comprender al niño que es traído como paciente designado, y a la trama familiar que se ha ido tejiendo alrededor de la desesperanza y la imposibilidad de cambio. Indagar los aspectos transferenciales que se ponen en juego y cómo se favorece a través del vínculo con el analista la apertura de espacios de esperanza y la posibilidad de cambio. El resultado del trabajo que me propongo realizar será de utilidad en el área de psicoanálisis familiar con niños. Permitirá trabajar con dispositivos por internet con técnica de juego con pacientes del interior y exterior. Finalmente se agregan algunos comentarios finales. Me parece importante aclarar que se trata de una comunicación preliminar que se irá completando con nuevas teorizaciones. Coincido
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ALEJANDRA INÉS LACROZE
con Ahumada1 en que aportaría claridad semántica hablar en psicoanálisis de modelos conceptuales en vez de teorías, o al menos recordar que al hablar de teorías hablamos, con Freud, de andamiajes conceptuales prestos a ser modificados o descartados cuando los hallazgos clínicos lo requieran. 2. Entrevistas con los padres Teddy de 4 años viene derivado por una colega que refiere que la madre no lo nombra y cuando habla de él dice: “este chico”. Viven en el exterior y vienen a Buenos Aires sólo por unos días. El motivo de consulta lo expresan así: “parece bastante tímido en la escuela y no habla casi nada con las maestras. Con los compañeros habla un poco pero generalmente juega solo, salvo que lo vayan a buscar o lo inviten a jugar. Juega más con las nenas que con los nenes. Si su hermana está presente se desenvuelve con muchísima más confianza y habla y canta a las maestras salvo que se dé cuenta que lo están mirando.” Las maestras dicen que no habla, y a la salida de la escuela las otras mamás lo llaman: “el chico shy, el chico que no habla”. Teddy empezó a decir: “soy shy” (tímido). Sus padres lo describen así: es lento, a diferencia de su hermana Susy de 8 años que hizo todo rápido y nunca tuvo problemas. En general Teddy es muy perfeccionista y se enoja cuando se equivoca o no lo entienden. Teddy y Susy se aman, él la admira mucho y ella dice que Teddy es “cute” (tierno). Los padres parecen tener un acuerdo tácito de que no hay cambio posible. Su padre dice que es igual a él: tímido, y que es genético. Su madre parece tener la creencia de que los varones están mal en su familia: su hermano es problemático, su tío materno murió linyera. “Por suerte Teddy no se le parece”. Ellos querían tener otra nena. El padre dice que Teddy no juega con varones porque juegan a lo bruto. 1
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Ahumada J. L.La clínica psicoanalítica, las teorías clínicas y las metapsicologías. APA. En Metapsicología y clínica (2014).
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´“UN HILO DE ESPERANZA”. NOTAS CLÍNICAS EN EL ANÁLISIS DE UNA FAMILIA CON NIÑOS
Teddy estuvo muy apegado a su nanny que lo cuidó hasta los 2 años y medio pues su madre trabajaba mucho; no se pudo despedir de ella cuando se mudaron de ciudad, no le explicaron nada y “se lo encajaron a Susy”. Teddy preguntó dónde estaba su otra familia, su otra mamá y tuvieron que explicarle con fotos, que ellos eran su familia. A lo largo de las entrevistas, y con algunas intervenciones mías, finalmente expresan lo que en mi opinión es el verdadero motivo de consulta: el temor de que el colegio lo deje afuera y lo envíe a una escuela especial. “Encima, el otro día se hizo pis”, agrega la madre. Dado el exiguo tiempo disponible, decido aplicar un encuadre múltiple, haciendo lugar tanto a Teddy cuanto a la familia. Lo veo pues todos los días durante 2 semanas: solo; con su familia; con su mamá; y con su mamá y su hermana cuando el padre se vuelve a USA. A continuación mostraré algunas viñetas: 3. Horas de juego diagnosticas a) Primera hora de juego Viene acompañado por sus padres y se separa bien, sin problema. La madre me entrega un cuento que hizo y el padre un termo con agua por si tiene sed. En un momento Teddy toma el piolín y dice: “¿Qué “pedo” hacer con esto?”( habla en media lengua y con tono neutro) Intenta una y otra vez poner bloques y se le caen, pone el leopardo arriba de la torre de cubos y se le cae también y luego acumula todos los juguetes y hace una montaña con ellos. Cada intento se acompaña de expresiones como: “no sé si pedo jugar con esto,” “no pedo cotá esto.” (no pronuncia ni la L ni la R) En un momento toma la voligoma y me pregunta: “¿qué es esto? No sabo.” Le pregunto si quiere que juntos veamos de qué se trata. Como me dice que sí, lo abro y me pregunta qué es. Cuando le digo que es goma para pegar, toma la goma de borrar y dice: “goma es esto”. Le explico
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que ésa es una goma para borrar y ésta es una goma para pegar y cuando le pregunto cómo se llama allá, me dice: “no me vas a entender”. Con énfasis le digo que “voy a hacer todo lo posible por entenderlo” y me lo dice en inglés. Sonríe por primera vez y más animado corta un piolín, une los dos aviones, los hace volar y canta ña ña ña. Para los tres muñecos y canta algo que dice “the way” (camino) Canta tin tin tin tirín! Toma el muñeco y lo hace volar. Sienta al muñeco y lo arrastra. Hace volar los dos aviones unidos por el piolín y me mira. Canta ¡cha chan cha chan! El clima de la sesión ha cambiado sustantivamente. Le digo que quedan 5 minutos y su mamá me dijo que trajo unos dibujos. Se levanta y se acerca mientras dice de una manera que me resulta difícil entender que esos dibujos son un libro y todavía no los terminó. “Yo mostrar.” Me muestra el dibujo: “Nene: ¡cállate!” Y agrega con expresión triste: “¡Pobrecito nene!” Le pregunto quién es esa nena y me responde: “Só una nena” y se encoge de hombros. Sigue mostrando el cuento. “Mamá nene y chocolate. Nene comiendo el chocolate en mesa. Tobogán.” Le digo que guardemos todo y que mañana nos vamos a volver a ver. Teddy es un chico muy inteligente, muy conectado con sus emociones y con las emociones de los demás. Tiene mucha capacidad para mostrar lo que le pasa y hace un vínculo emocional conmigo de entrada. Los dibujos son muy expresivos, tiene mucha capacidad para mostrar sus emociones y sus conflictos: él está triste como la carita del nene en el dibujo del cuento que hizo, que muestra muy bien lo que le pasa. Se frustra, se enoja y se deprime, como se ve cada vez que intenta armar algo y se le cae. No puede cortar, separar, no sabe cortar un vínculo. El tiene conciencia de lo que no conoce. Le estoy dando elementos en la transferencia que él no conoce.
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´“UN HILO DE ESPERANZA”. NOTAS CLÍNICAS EN EL ANÁLISIS DE UNA FAMILIA CON NIÑOS
El leopardo podría estar representando su Ideal del Yo: quiere ser rápido como la hermana, pero no lo logra y se frustra y hace una montaña de juguetes. Junta todo, es una caca, el lenguaje es muy gráfico, muestra lo que siente frente al fracaso. Los padres no tienen tolerancia a lo que pueda hacer, quiere mostrar y no tiene oportunidad, la falta de lenguaje tiene que ver con el espacio y el tiempo que no le dan para que pueda expresarse. Esto se ve a lo largo de toda la hora de juego familiar donde no lo escuchan, no lo entienden, le adivinan lo que va a hacer, que es lo opuesto a interesarse: Teddy: vo va a vé qué vó a hacé! (así habla). Padre:.yo sé qué vas a hacer: la puerta. Teddy: sabé lo que é? Padre: una laguna. Hermana: Yo sé lo que quiere Teddy. En otros momentos la hermana lo traduce. La no participación de la madre en la hora de juego familiar es notoria. Lo primero que dice es: “me voy de paseo”. No lo mira y las pocas veces que lo hace, Susy no lo tolera y la interrumpe. (Teddy está haciendo un zoológico). Susy a la madre: ¿qué estás haciendo arriba de la puerta? Madre: mirando el zoológico. Susy: ¡no mires porque estoy saltando arriba de la cama que a vos no te gusta! A Teddy, su mamá lo mira desde arriba: la mamá dice que mira el zoológico que hace Teddy, y la hija dice que la mamá está arriba de la puerta. Teddy parece ser pensado como un animalito, una cosa que molesta, que no sabe hablar bien. En un momento Teddy dice: “necesito”; él puede expresar muy bien lo que necesita: necesita que lo esperen. Ninguno de los dos padres tolera la espera para aprender: la madre dice que no es rápido como la hermana, que es lento y no le tiene paciencia, y el padre se angustia y le ofrece ansiosamente todo, no permite que piense. Esto se ve a lo largo de la hora de juego
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familiar donde lo asiste permanentemente y no le permite desplegar lo que Teddy puede hacer. Cree que no puede sin él, no confía en él y le hace las cosas, en vez de inducirlo a que las haga. “¿Querés dibujar los animales en el papel? ¿Los ponemos en el zoológico? ¿Querés un lápiz? ¿Te hago la puerta? ¿Te lo pego? ” Teddy toma un papel glacé celeste y el padre “¿querés cortar como un lago?” En un momento dado, Susy le dice a Teddy que ella sabe lo que él quiere, y por primera vez Teddy dice no. En línea con esta negativa de Teddy, al final de la hora de juego la madre pone al oso en un lugar que aparentemente a Teddy no le gusta, entonces lo cambia de lugar. Quizás se pueda ver en estas reacciones de Teddy una elaboración de su posición en la familia y en el mundo, algo así como no ser colocado en un lugar, como si fuese un muñeco. Mi hipótesis diagnóstica es que busca ser sostenido pero no encuentra una base lo suficientemente buena para crecer: quiere crecer pero no puede y se frustra, se enoja y se deprime. Pese a la notoria falta de sostén emocional, de continencia, que aparece en su historia en la actitud familiar de mudarse sin avisarle que se tendría que separar de la nanny que le funcionaba como familia, y que aparece también en las entrevistas, Teddy intenta una y otra vez ser entendido y hacerse un lugar, aunque muestre torpeza al hacerlo. Esto se ve en las horas de juego en donde las cosas se le caen todo el tiempo y se pone muy mal. La indicación de tratamiento familiar responde al intento de conseguir mediante múltiples abordajes, en el exiguo plazo disponible, las condiciones necesarias para que pueda confiar en sus posibilidades y crecer. En cuanto al pronóstico, en ese momento aparecen indicios que me hacen pensar en buenas posibilidades. Cuando él está en la situación analítica en el consultorio conmigo, con alguien que lo entiende, que respeta sus ritmos y siente confianza en él y en que va a poder, él puede y por eso ha hecho toda esta evolución en este corto lapso de tiempo, en donde se largó a hablar, y pronuncia la L, la R y todo lo que desplegó en esas dos semanas, lo que abre una perspectiva de buen pronóstico
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para el niño. Como luego veremos, el encuadre de tratamiento por vía electrónica encontró ulteriormente su límite en las dificultades de la familia para incorporar cambios. 4. Sesiones en el consultorio a) Sesión de Teddy y su mamá En un momento está intentando armar una casa y se pone muy mal porque se le cae y pregunta una y otra vez “¿por qué se cae? ¿por qué se cae?” La madre me pregunta: “¿Teddy va a mejorar?” Teddy sigue construyendo y le muestra a su mamá: “¡miá, miá!!!” Ha construido una casa de pájaros y con el piolín ha hecho los pajaritos y los une con cinta scotch. Es hora de irse y no quiere porque desea seguir haciendo amigos para los pajaritos. Pide que le saquen una foto a la casa de pájaros y a los pajaritos en su mano, y me pregunta si puede llevárselos. La madre habla como si él no estuviera, es “el chico enfermo”. En esa sesión me cuenta que el padre está medicado desde los 20 años, por ataques de pánico y le mete miedos a Teddy, quien no hace deportes ni juega a la pelota y le tiene miedo al agua. “Yo no le tengo paciencia” agrega. b) Sesión de Teddy, mamá y hermana Teddy trae a la hermana que no quiere venir. Susy (en la puerta): ¿Y yo por qué tengo que ir? Intervengo diciendo que es una buena pregunta la de Susy. ¿Será que en esta familia piensan que el problema es Teddy? La madre dice que Teddy está muy cambiado y está “proud” (orgulloso). Teddy contento dice: “a mí me gusta bailar” y me muestra cómo baila con su hermana. Susy lo primero que hace es tomar dos maderas y pregunta si puede hacer fuego. Más adelante toma el tigre y me dice con tono
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amenazante: “te voy a comer todo el pelo” mientras pone el tigre en mi cabeza y se queda así unos minutos. .Mientras, Teddy dibuja en un papel y dice: “mi nueva calle” y pone los autos y hace volar los aviones. Más adelante Susy dice que ella es un fantasma que está usando metal para que no pueda pasar. Con la tijera dice que mata personas inocentes que van pasando. “¡Hago este trabajo perfecto!” Y repite muy excitada: “¡hago este trabajo perfecto!” Le pregunto cuál es el trabajo y responde: “que nadie se acerque mucho”. Y luego con la tijera: “te voy a cortar”. Es nuestra última sesión y cuando Teddy me muestra que la soga se está terminando, les digo que no van a venir más acá pero nos veremos por skype. Teddy (contento) “¡te voy a ver en mi I-Pad!” Han pasado dos semanas y Teddy ha hecho grandes progresos: se lo ve infinitamente más contento y desenvuelto y habla mucho. Expresa su enojo y defiende su lugar. Me cuenta la madre que cuando estaba hablando por skype con el papá, su hermana quiso meterse y él la empujó diciendo: “¡salí!” Ahora ya no dice que es “shy”, se define como inteligente y dice que él puede hacer las cosas. Sus abuelos y todos los que lo rodean notan los cambios. Ya de vuelta en USA la madre me comenta que Teddy dijo: “yo extraño a mi maestra” (eso le dijeron que soy). 5. Sesiones familiares por skype a) Primera sesión familiar por Skype Han instalado una cámara para que yo pueda ver mejor. No los puedo ver a todos porque enfocan a los chicos. Hay juguetes en una mesa. Teddy está jugando con la plastilina y me muestra muy contento: “¿Ves mis dedos? ¡Son verdes!” Susy va a buscar agua y me dice que ella toma té, leche, agua y jugo. Habla en inglés y la madre les dice que hablen en español. Teddy mete el dinosaurio en la plastilina. Susy toma el caballo y cuando intenta meterse Teddy le dice muy firme: “¡Andate caballo!” Teddy dice que el dinosaurio
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se bañó y está limpio. Mientras, Susy hace volar el avión y dice que hará una casa extra para la tortuga y como no le entiendo, me aclara que la tortuga tiene una casa (me muestra el caparazón) pero hará otra extra. La madre va tomando fotos de lo que van haciendo los chicos y me las envía. Teddy: ¡mirá la torre! El padre toma el hilo y Teddy le dice que lo ponga de vuelta. Se lo ve a Teddy infinitamente más firme y defendiendo su lugar frente a su hermana: (andate caballo) y frente a su padre cuando intenta sacar el hilo. (tema que retomaré más adelante). Puede construir una torre y no se le cae, puede crecer y está contento. También Susy está construyendo algo diferente: una casa “extra” para su caparazón (tortuga). Pensemos en la hora de juego en la cual Susy con voz deshumanizada y muy excitada decía ser de metal, en la cual mostraba cómo se defendía con una armadura, no siendo humana, sino un robot sin sentimientos. Susy: me voy a enojar si se rompe la tortuga, una vez se le cayó la pierna, se cayó de mi cama. Teddy: ¿la pegaron? Susy: ¡Vos ya sabés! Vos estabas ahí! Madre: él era muy chiquito. Susy: me acuerdo perfectamente bien. Yo intervengo diciendo que en esta familia hay un lío con que todos creen saber lo que el otro sabe, recuerda, piensa… Es una secuencia interesante: Teddy hace una pregunta importante, quiere reparar (¿la pegaron?). Cuando pregunta se enojan porque el otro tiene que saber. Esto es muy difícil para alguien que tiene que aprender. Susy enrolla el hilo alrededor de un palo. Teddy sigue haciendo la torre y pregunta a su hermana si le gusta. Padre a Susy: ¡qué bueno lo que estás haciendo! Susy: voy a colgar hojitas del palo. Terminé (me muestra). Teddy: ya usé toda la plastilina. Susy: la casa es para la oveja, no para la tortuga.
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Padre a Teddy: parece un árbol de Navidad. Intervengo diciendo que si bien Teddy dijo que era una torre, su papá le dice que es un árbol. Teddy se para. Madre: Teddy se aburrió y se va. Teddy (ya parado y con énfasis): lo que yo hice es una torre. Intervengo diciendo que Teddy tiene que pararse y decirlo en voz alta porque no siempre lo escuchan y necesita ser escuchado. Luego dicen que es un skyscraper (rascacielos). Susy: (corta un papel) snowflake. Madre: copo de nieve. Teddy: hay nieve, nieve en la torre. Susy a Teddy:¿esa parte del rascacielos es nieve? Teddy explica. Intervengo diciendo que Susy no adivinó esta vez y le preguntó a Teddy. Parece que se están interesando en lo que el otro hace sin adivinar y preguntan. Susy a Teddy: ¿arreglaste la torre que se rompió? Teddy: quiero un papel que no esté cortado. (Toma el caballo) Está blanco porque se escondió en la nieve. El león quiere comer al caballo. Ahhhh (hace rugidos muy fuertes). No mencioné cómo los padres estaban feminizando a Teddy, por eso pienso que esta secuencia es importante: podría pensarse que está entrando en una situación edípica y empieza a interactuar en un juego de competencias donde el más vulnerable es él. Eligió un elemento masculino y tiene cierta prestancia, pero ante el león es una víctima. Luego pone al dinosaurio en la torre y dice que se cayó ahí. Mientras, Susy hace otro copo de nieve (se rompe la torre). Susy (con el helicóptero) ¡pobrecito el dinosaurio, no es mi culpa! Susy va a la casa y la oveja está en el piso redondo que instaló que da vueltas. Pone de espaldas la oveja y dice: ¡no te puedo ver! Teddy (con la plastilina armó otra cosa) ¡Mirá la torre se convirtió en un monstruo! (y hace como que se la come). Susy: (tomando la oveja) ¡no me comas! Padre: parece un árbol. Madre: ¡es un monstruo, ya te dijo Teddy!
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(Retomaré más adelante estas intervenciones del padre). Padre: ¿el monstruo es bueno o malo? Teddy. Malo porque se come a la gente. Susy: ¿cuándo se va a morir? Le pregunto si entendí bien a Susy. Susy: cuándo se va a poner bueno. Madre: no, preguntó cuándo se iba a morir. Teddy: al final del juego se va a poner bueno. Lo que está pasando en Teddy podría pensarse como una transformación en algo nuevo: aceptar el enojo que él tiene y se va a seguir transformando. A veces se siente un monstruo y a veces un león. También es importante señalar lo que esta transformación va produciendo en el padre (tema que retomaré). Susy: tengo hambre para chocolate. El monstruo le rompe la casa y la oveja se enoja con el monstruo. Intervengo diciendo que Susy está enojada y me contesta: la oveja. Me corrijo: Susy-oveja está enojada Susy le corta las alas al monstruo El monstruo se las arregla y se pone un lápiz. La oveja se enoja y le tira un lápiz. Teddy (tomando al león): es bueno y quiere matar el monstruo. Madre: ¿el león ayuda a la oveja? ¿A quién ayuda? (el león se come al monstruo). Susy pega las piernas del monstruo para que no pueda volar en un papel. Luego pega al papel y dice que son tortas de helado para la oveja y arco iris. Teddy mientras se armó nuevamente como monstruo y dice que tiene un cuello esta vez. ¡Nunca se muere el monstruo! Padre: ¿se vuelve bueno? Teddy: ¡si se derrite! Teddy cada vez más firme y masculino. Les digo a todos que hay un lío con lo bueno y lo malo y el enojo y creen que enojarse los convierte en malos. Madre a Teddy: ¿vos te enojás? Teddy: sí, a veces.
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Antes Teddy decía que él nunca se enojaba. Teddy quiere seguir jugando. Nos despedimos hasta dentro de siete días. b) Segunda sesión familiar por Skype Teddy: (mostrándome el piolín) ¡mirá qué larga está la soga! Le digo que la soga está tan larga que la pudimos hacer llegar a USA y que seguimos en contacto gracias a skype y a papá y mamá que están conectando todo: papá hace de camarógrafo, la madre es la fotógrafa y todos Teddy, Susy, mamá, papá y yo estamos haciendo muchos esfuerzos para seguir en contacto. Teddy hace una gran sonrisa. Retomaré más adelante el significado de la soga, pero agrego que además de lo que les digo acá, pienso ahora que Teddy está más masculino y se lo ve agrandado. Susy (construyendo una casa con legos): yo voy a necesitar más bloques para construir y terminar la pared de la casa. Teddy: necesito papel para hacer la nieve. Con la masa verde dice estar construyendo una torre y dice: mirá, tiene verde abaio. El común denominador de Susy y Teddy es la necesidad: se están animando a decir que necesitan más. Mamá: ¡qué linda Teddy! Teddy: ¡se va a romper la torre! Papán papán y canta: la película empieza así. (Toma el helicóptero y el avión y los hace volar y canta.) Mientras, Susy sigue construyendo la casa. Teddy tiene claramente el papel protagónico. El fue el gestor de todo y esto le ha dado un lugar muy importante. Teddy: nieve hay. Hay cosas adentro de la torre. Soga y bolas de nieve. Padre: como un garaje (Otra intervención del padre que llama la atención, que retomaré más adelante.) Teddy: nadie sabe que están ahí.
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Teddy a Susy: ¿quién vive ahí? ¿Otra casa para la ovejita? Susy: primero quiero armar la casa. Me muestra que tiene adelante la puerta, atrás no. Teddy pone arriba del papel blanco la oveja, la vaca, el caballo, el león. Susy tiene el hipopótamo pero fuera de la casa. Teddy hace volar el avión y el helicóptero arriba de la torre. Mamá a Susy: ¡qué linda! Mamá a Teddy: ¿no querés jugar con algo vos? ¿No querés sacarle algo a Susy del play? No es todo de ella. Pueden compartir, no es de Susy. Lo que llama la atención acá, es que Teddy está jugando con el helicóptero y el avión (se está animando a volar, a crecer). La madre no lo mira y le dice que juegue, cree que sólo juega si lo hace con Susy. Teddy dibuja un pozo en la nieve y dice que no es un pozo, porque la máquina lo sacó. Susy: terminé la casa. (Muestra que adelante tiene un caminito y un buzón). Trata de hacer entrar al hipopótamo y dice que es gordo y no entra. Teddy pone animales arriba de la nieve y Susy va a buscar la tortuga. Susy: ¡está quedando re linda la casa! (Se la ve contenta, pero no excitada). Intervengo diciendo que se puede entrar a la “casa Susy” por la puerta y hay un buzón donde también ella busca comunicarse. Teddy: ¿sabés por qué se va? Todos: ¿por qué? (Preguntan sin adivinar). Teddy: se está rompiendo. Se puede caer en su cabeza ( y hace el monstruo). Va el monstruo y pone la soga alrededor de la casa. Susy: estoy trabajando. Padres a Susy: no la va a romper. Teddy pide cinta scotch para pegar y quiere pegar las puntas, la madre se la da. Se le pega el dedo. Padre: hoy Susy se enojó porque Teddy la sigue a todos lados. Susy: me sigue hasta al baño.
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Susy: mirá, entró el hipopótamo! Mirá (me dice a mí). Mientras, Teddy pone el hilo alrededor se la casa. Susy: no quiero que me corra la casa. Teddy frunce el ceño. Padre: está chinchudo, grumpy se dice acá.Por suerte enseguida se le pasa. Teddy toma el monstruo y éste hace pis arriba de la casa. Teddy contradice lo que está diciendo el padre y muestra su enojo. Susy: ¿podés sacar el monstruo de mi casa? (y agrega): una cosita que se llamaba buzón. Madre: ¿el monstruo se murió? Teddy: ¡nunca se muere! Susy: éste es el palo para que salga el humo de la chimenea y no se vaya al cielo y se ponga negro. Es para que Santa Claus pueda entrar a la chimenea y pueda pasar con las manos y no se caiga. (Pone la soga alrededor de los circulitos de la casa) Madre: ¿es como una decoración? Teddy: el monstruo come personas. Madre: Susy dice que yo la trato mal. Susy: Si, me tratás mal. Teddy: el monstruo tiene pelos y quiere atacar la casa. Padre: no quiere que rompas la casa. Teddy canta. La madre cuenta que fueron a comprar los uniformes para el colegio y que Teddy está contento, fueron a ver la clase y van a ir a conocer a la maestra. Este año no va a haber rotación como el año pasado, que era más una guardería. La madre está con antibióticos, hace semanas que está enferma y le duele el oído. Se van a ir los obreros de la casa en unos días. Luego cuenta que Teddy le tiró agua a la “amiguita mala” de Susy. Teddy: me tiró las cosas por todos lados. Susy: una vez ella me hizo pis en la cara. Pregunto a los padres si estaban enterados de esto y no, es la primera vez que Susy lo cuenta. Teddy trató de ayudar a su hermana Susy y ella se anima a decirlo
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por primera vez. La desprotección también la sufre ella. Aclaro que por cuestiones de espacio, no he traído otras sesiones en las cuales, el pis, es todo un personaje desde el inicio, y ya en esta sesión Teddy lo trae cuando hace pis en la casa que está armando Susy. Susy cuenta que en la casa (la que construyó) hay escaleras para cuando se corta la luz así se puede entrar. Santa Claus puede pasar y puso plastilina para que no le duelan las manos. Se prenden las luces y hay un caminito y un buzón. El árbol cortado y la estatua de la tortuga. Nos despedimos y me envían las fotos por e-mail. Susy está más tranquila porque su hermano “existe” y tiene con quien jugar. Susy no está más en el rol de cuidadora de Teddy y puede expresar que no quiere estarlo: “me sigue a todos lados, hasta al baño”. A su vez Teddy puede mostrar su enojo pero también su amor y cuida a su hermana cuando pone el hilo alrededor de la casa. Si tenemos en cuenta que el hilo me representa a mí en la transferencia, podría estar expresando que él quiere que yo rodee y proteja esa casa. Susy también quiere construir algo nuevo y ya no me vive como una figura amenazante, no es el tigre de la primera hora de juego que me quiere comer ni la tijera que me quiere cortar. Hace una casa con caminito y buzón y por su chimenea puede entrar Santa Claus, que me podría estar representando en la transferencia. Siente que hay un espacio en el cual ella puede hablar y “se prenden las luces”. Hace escaleras por si “se corta la luz”. c) Tercera sesión familiar por Skype La madre sigue enferma, cree que es alergia, tomó antibióticos pero hace tres semanas que está así, desde que volvió a USA. Susy no está porque le duele la panza y tenía fiebre. Acá empiezan a aparecer la mamá y Susy como enfermas. Susy tenía un papel artificial y se sobreadaptaba. Viene Teddy y dice a su madre en inglés: “éste es mi lugar”. Teddy: ¡pobre Susy que está enferma! Le duele la panza Hoy hay
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dos monstruos (mientras toma la plastilina verde). Más adelante les digo a los padres que pueden jugar ellos también y la madre dice que hará tiritas. Padre: yo soy el hipopótamo. Teddy juega con la mamá y dice que hay popó en la cola de la ovejita. Teddy toma los legos y el padre le pregunta qué está haciendo (no adivina). Teddy: una casa para la ovejita. El padre le alcanza una puerta. Padre: yo puedo entrar a esta casa (es el hipopótamo). Madre: van a ser amigos. Teddy va construyendo la casa y va pidiendo los legos: uno skinny (flaquito) y uno gordo. Padre: yo te hago una columna ¿querés? Teddy: ¡yo puedo hacerlo solo! Madre: me gustan las letras. La madre formó TEDDY. Teddy: ¡es mi nombre! ¡Puedo leer mi nombre! (Muy contento) Sigue construyendo la casa y dice que hay peces adentro y música. La madre agrega unos redondelitos abajo del nombre de Teddy. Mientras, Teddy quiere que le quede simétrico el lego que busca y finalmente lo consigue. Hace entrar a la oveja. Papá: viene un avión! (lo hace volar). El avión no va a entrar a la casa, no va a chocar la casa, sólo vuela al aeropuerto. Susy se asoma. Madre: hay espías. La madre vive persecutoriamente la llegada de Susy. La saludo y le pregunto qué le pasa y dice: me duele la panza. Mientras tanto, Teddy hace el caminito de la casa y pide que le saquen una foto en un claro intento de que no dejen de prestarle atención ahora que entró su hermana. Va poniendo al costado de la casa piedritas por si se rompen las otras que el padre aclara que serían de repuesto. Madre: ¡qué familia tan precavida ésta! Madre a Susy: o te vas o te quedás.
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Padre (toma el hipopótamo): ¿puedo entrar a la casa? Teddy: Sí. Susy: tuve un sueño raro que estaban todos acá. Teddy: un sueño que pasó de verdad. Madre: ¿viste qué linda la casa que hizo Teddy? Teddy: abajo venden drinks y arriba vive gente. Susy se sienta en el lugar de Teddy, le dicen que ése es el lugar de él, que se siente en otro. Susy ha traído a Apo, hipopótamo “Apo”, lo tiene desde muy chiquita y duerme con él, no le salía hipo y lo llamá así. Cuentan que Teddy tiene un oso. Teddy (mientras hace la casa y pide que le saquen una foto): son troncos y es un lugar especial, no se pueden cortar árboles, ahora voy a hacer un árbol, es un force field, no puede pasar nadie. Madre traduce: campo magnético. Madre: ¿los que invita la ovejita sí pueden entrar? Padre: ¿los malos no? Teddy: las personas que cortan árboles. Padre: es ambientalista. La madre trata de entrar y Teddy y la saca. El padre hace volar un helicóptero arriba de la casa y Teddy le pega con un palo. Padre: ¿le puedo poner una torre arriba? Una más larga. Teddy: sí. Les digo que es la hora y Teddy dice que quiere seguir jugando. En esta sesión Teddy arma un campo magnético que podría estar mostrando cómo intenta defender su crecimiento y su privacidad. Susy no está y quiere estar: sueña que estábamos acá. Son padres muy eficientes pero no hacen contacto: ver las cosas a través de las cámaras es negar la experiencia emocional. Cuando los invito a jugar hay un atisbo de que puedan salir del rol de técnicos. El dispositivo los favorece en su rol de no involucrarse, salvo como camarógrafo y fotógrafa, si bien intentan jugar y el padre hasta propone hacer una columna y poner una torre más larga, y la madre hace con letras el nombre de Teddy (tengamos en cuenta que se refería a él como “este chico” y ahora lo nombra).
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En otra sesión que tengo sólo con los padres, cuentan que Teddy ha comenzado el colegio “nuevo” (según él). La madre: “está feliz, le está yendo bárbaro. Se quedó bien y la maestra dijo que estuvo bárbaro. Participó contento de las tareas y la ronda, no se alejó de los chicos y juega con todos La maestra dijo que Teddy canta, dibuja bien y es un artista”. La madre comenta que cambió mucho: no quiere que le hagan nada, todo lo quiere hacer solo, está más independiente. No quiso que le deshagan la casa que armó y se la llevó a su cuarto. Susy no quiere comer, quiere ser flaca (es muy delgada Susy) y que debe ser porque estuvo con su suegra que es anoréxica. El padre dice que se le va a pasar, que él de chico no comía nada. Retomamos el tema de la amiga mala de Susy que hace pis: es americana e hizo pis en el tachito del baño una vez y hace en la pileta. Su madre devolvió una muñeca que le robó a Susy, pinta puertas diabólicas y dice jugando que el rey mataba bebés. “Es violento decirle a la mamá que no venga más porque es mi amiga” dice la madre, y yo le señalo que violento es que le haga pis en la cara a su hija. d) Cuarta sesión familiar por Skype Los padres me dicen que los chicos están jugando con el vecino que vino a jugar y no quieren venir y que a ellos se les está haciendo pesado todos los sábados, porque no pueden hacer programas ni ir a la playa ni viajar, que el próximo fin de semana se van a Disney y no van a estar. El padre dice que les dé indicaciones de qué deben hacer con los chicos y cuando intento decirle que he indicado un tratamiento me dice que “no ve la diferencia de que los chicos jueguen solos o conmigo”. Frente a este comentario del padre tengo la impresión de estar sometida a una situación paradojal sin encontrarle la salida. La madre dice que Susy no quiere seguir y que Teddy ya está bien, que la maestra dijo que juega con otros chicos e invitó amigos. Susy está bien. Ella (la madre) no quiere estar clavada los sábados y lo ve inviable, y cuando vaya a la Argentina me lo lleva a Teddy.
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Mis ideas no alcanzan a armarse con consistencia. Cuando intento decir algo, el padre me dice que les estoy diciendo que son egoístas (cosa que no dije en ningún momento) y que ellos se ocupan de sus hijos y no son como otros padres de Argentina que trabajan y los dejan con la mucama. Siento desconcierto y se me hace difícil pensar, me siento impotente. Tres días después recibo este correo electrónico de la madre: “Hola Alejandra: te escribo siguiendo con lo que hablamos el sábado pasado. Estuvimos evaluando con Santi, a la luz de tus comentarios también, y nos parece que si bien fue muy bueno haber intentado seguir las sesiones a distancia, y te agradecemos el esfuerzo para llevarlo a cabo, lamentablemente a nosotros no nos termina de resultar. Comparando entre las sesiones en persona y las por Skype, nos parece que la conexión se diluye cada vez más con los chicos, Teddy casi no se da cuenta que estás por Skype. Susy ya no quiere participar, y Santiago no le ve utilidad, con lo cual se hace cada vez más difícil sostenerlo. Por otro lado, todo lo que aprovechó Teddy en Buenos Aires tuvo muy buenos resultados y está andando muy bien, lo seguiremos apoyando y si tenemos alguna duda te escribimos para ver temas puntuales, pero como te decíamos, no queremos continuar por el momento con sesiones a distancia. Me parece que más allá de los pros y los contras, tenemos que estar todos con ganas de hacerlo para que las cosas puedan avanzar. Saludos y mil gracias por todo el apoyo que nos diste en este tiempo. Estamos en contacto.” Algunas reflexiones Coincido con David Liberman cuando plantea que únicamente es posible y honesto decir con qué esquema referencial ha estado uno trabajando cuando se reexamina la labor efectuada. (Liberman, 1976, pp. 30 y 31) El o los esquemas referenciales se ponen en actividad y se silencian según las características del caso y del momento que atraviesa el terapeuta. Recibo esta derivación en un momento en que tengo la posibilidad
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de poner “a jugar” mi formación como analista de niños y como analista de familia. Comparto lo que plantea Arbiser en referencia a que el conocimiento procesado de los variados paradigmas reconocidos, decantado en nuestro self psicoanalítico operativo, debería funcionar como una invisible “caja de herramientas” versátil y plástica. “Con la utilización deliberada del adjetivo “concertado” pretendo evocar la idea de concierto en el terreno musical, que entiendo como el arte de lograr un sonido definido y unificado a partir de un conjunto de diferentes instrumentos que oportunamente suenan o callan.” (Arbiser, 2013, pp. 177) Ahora bien, de los ejes posibles, quisiera retomar mis sentimientos de impotencia frente a la comunicación de los padres: siento desconcierto y me resulta difícil pensar. Cuando logro rescatarme, comienzo a pensar que estos padres encarnan una autoridad no cuestionable, algo del orden natural y obvio, que es en esencia autoritario y único: una convicción. A propósito de esto quisiera diferenciar convicción de convencimiento, tal como lo discriminó Berenstein en1986 en el sentido de que estos pensamientos (organizados en creencias) no pueden o sí pueden, respectivamente, coexistir con otros. Una convicción parece surgir de una lógica interna que sostiene que no es una versión (llamamos versión al texto de “un punto de vista”; Bion, 1965). La convicción asevera que lo que ella enuncia sólo se puede entender así, en tanto no admite otra lectura posible. R. Moguillansky plantea que quien muestra una convicción presenta una falta de resistencia en tanto no aspira a confrontar otras versiones, ya que no interactúa con ellas. Este razonamiento no prejuzga sobre la existencia o no de otras versiones sino que trata de acentuar la “resistencia de lo nuevo” contenido en la “idea nueva”. Con esto quiere enfatizar la resistencia frente a la pérdida de la organización previa. En términos de Bion podría ser caracterizada como resistencia al “cambio catastrófico”.
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La convicción tiene como presupuesto la existencia de un único espacio, al que se tiene acceso directo y total Presupone una ilusión de transparencia, como un pensamiento-visión que todo lo atraviesa; es a esta dimensión total a lo que llamamos visión total, dirá Moguillansky. Cuando se piensa en convicciones, se tiene la idea de que se comparte todo, todo “está a la vista” y se desprende “naturalmente” de ella. Esto lleva a un achatamiento de la curiosidad y a negar la existencia de todo lo que sea diferente en el cual todos “saben” lo que el otro piensa, o lo adivinan (como hemos visto a lo largo del material clínico). Para que la negación de lo diferente sea eficaz, es necesario que lo diferente no sólo no exista actualmente, sino que no haya existido y no vaya a existir. El tiempo aparece inmovilizado, con el resultado de que las convicciones se convierten en verdades universales y atemporales (se apela a presuponer un destino históricamente fijado): el padre lo expresa desde un primer momento: “Teddy es igual a mí, es genético.” En varios momentos aparecen aspectos de control y rigidez en la figura del padre con intervenciones disruptivas y enloquecedoras con la convicción de que Teddy no puede hacer nada sin él. El padre y la madre “saben” que Teddy “ni se da cuenta que yo estoy”, “es lo mismo jugar solos que conmigo”. Consideran que tienen un contacto “empático” con el modo de sentir de los miembros de su familia: “Susy no quiere participar”, “Susy está bien”, “Teddy ya está bien”, resultando todos ellos “transparentes” a “sus ojos”. Este efecto de transparencia es para ellos “natural”. Podría pensarse en un tipo de funcionamiento familiar que Seiguer y Moguillansky llamaron “familia sagrada” por el tipo de discurso que portan: una verdad revelada. En este tipo de familias se espera que el analista no contradiga al portavoz que en general es la madre. A medida que Teddy evoluciona, y también Susy comienza a cambiar, se ponen más al descubierto las dificultades del padre y se compromete la estructura inconsciente de la familia y la homeostasis que se quiere mantener. Hay en esta familia muchos elementos de violencia que no
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pudieron ser investigados en profundidad en el marco y en el lapso del que dispuse. Éstas son algunas ideas que he ido pensando, que no se han podido desarrollar más en el marco de las evidencias a las que tuve acceso. “Un hilo de esperanza” Desde la primera hora de juego, Teddy va a prestar especial atención al piolín, y éste va a ser un objeto muy preciado por él a través de todas las sesiones. Volvamos a la secuencia de la primera hora de juego: se le venían cayendo los objetos y no lograba armar nada. Había tomado el leopardo que podría estar representando su Ideal del Yo: “ser rápido como la hermana” y también se le cae. Hace una gran montaña de juguetes que podrían estar mostrando su frustración y tristeza acompañada de expresiones: “no pedo cotar eto”, “no sé si pedo jugar con eto”. Me dice que no voy a entenderlo y cuando le digo que voy a hacer todo lo posible porque así sea toma dos aviones, los une con un hilo y los hace volar y sonríe. Cambia su ánimo y canta algo que dice en inglés “the way” (camino). Podríamos pensar que en el vínculo conmigo, representado por el piolín y los dos aviones unidos, él encuentra un camino: yo lo voy a entender y él va a poder. Aparece, por primera vez y por eso he llamado así a estas notas clínicas: “un hilo de esperanza”. Hay otro momento importante en otra sesión con su mamá, donde está intentando armar una casa y se pone muy mal porque se le cae y pregunta una y otra vez “¿por qué se cae? ¿por qué se cae?” La madre que tiene la creencia de que hay un problema con los hombres de su familia, me pregunta. “¿Teddy va a mejorar?” Teddy sigue construyendo y le muestra a su mamá: “¡miá, miá!!!” Ha construido una casa de pájaros y con el piolín ha hecho los pajaritos y los une con cinta scotch. Es hora de irse y no quiere porque desea seguir haciendo amigos para los pajaritos. Pide que le saquen una foto a la casa de pájaros y a los pajaritos en su mano, y me pregunta si puede llevárselos. Parece que ha armado un nidito acá en mi consultorio y el piolín
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representando el vínculo conmigo, nuevamente implicando, pienso, cierta esperanza. En la última sesión que tenemos en Buenos Aires, con su mamá y su hermana, me muestra que la soga se está terminando y se alivia cuando le digo que seguiremos por Skype. Arma una nueva calle y hace volar los aviones, mostrando cómo él está pudiendo crecer y construir algo nuevo, contrariamente a lo que pensaba su familia, que no había cambio posible. Su madre cuenta que está “proud” (orgulloso) pues ha hecho grandes progresos. En esa sesión me muestra cómo le sale la L y la R ¡además de bailar! En la primera sesión ya en USA no deja que su padre toque el piolín, y en la segunda sesión por Skype lo primero que dice es: “¡mirá qué larga está la soga!” Los dos sabemos lo que representa esta soga, este piolín, este hilo: la distancia no ha sido un impedimento para seguir en contacto. Confiemos en que a partir de los significativos logros conseguidos en tan breve tiempo, Teddy conseguirá mantener “un hilo de esperanza”.
Bibliografía AHUMADA, J. L. (s.f)La clínica psicoanalítica, las teorías clínicas y las metapsicologías. APA. Libro Metapsicología y clínica (2014). (1982).Descubrimientos y refutaciones. La lógica de la indagación psicoanalítica. Madrid, APM/Biblioteca Nueva, 1999. ARBISER, S. (S.F) El grupo interno: psiquis y cultura. Biebel. 2013. LIBERMAN, D. (1970) Linguística, interacción comunicativa y proceso psicoanalítico. Buenos Aires. Galerna. Nueva visión. MOGUILLANSKY, R. , NUSSBAUM, S. (s.f) Psicoanálise vincular. Teoría e clínica.Vol 1: Fundamentos teóricos y abordagem clínica do casal e da familia. Zagodini Editora. Sao Paulo. 2011. MOGUILLANSKY, R.Nostalgia del absoluto, extrañeza y perplejidad: clínica y teoría de lo negativo. 1 ª ed. Buenos Aires. Libros del Zorzal. 2004. MOGUILLANSKY, R; SEIGUER, G. Sobre el pensamiento como versión. Entre el punto de
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ALEJANDRA INÉS LACROZE vista del pensamiento y la “visión total” de la convicción. Revista de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires, vol XII, N º2-3. 1990. La vida emocional de la familia. Lugar. Buenos Aires. 1996. WINNICOTT, S.W. (1971) Objetos transicionales y fenómenos transicionales en Realidad y juego. Editorial Gedisa.1999.
Nota: Agradezco la ayuda clínica a: Dr. Jorge L. Ahumada, Dra. Graciela Kohen de Abdala y Dra. Janine Puget.
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Una pasión entre dos mentes: la función narrativa 1 María Cecilia Pereira da Silva
“Los elementos del psicoanálisis son las ideas y los sentimientos [...]. Los objetos psicoanalíticos son las acciones y las interpretaciones con sus prolongaciones en los dominios de los sentidos, de los mitos y de las pasiones”. (Bion, 1963/1991, pp. 210-11)
En este artículo, deseo compartir una experiencia clínica con niños con trastornos del espectro autista, en los que la posibilidad de representación aún no se estableció. En un artículo anterior procuré describir cómo la interpretación en la forma de una construcción narrativa (Silva, 2007), como recurso técnico, permitió la reconstitución del tejido psíquico envuelto por una situación traumática. Ahora presento una ampliación de esta idea para abarcar, además de una técnica interpretativa, la función narrativa misma. Esta se delineó para mí como una cualidad psíquica del analista derivada de la función , que envuelve la capacidad de rêverie 2 y que, como en la pasión, evidencia un encuentro entre dos mentes (Bion, 1963), una emoción compartida. 1
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Texto merecedor del Prêmio Fabio Leite Lobo, conferido durante el XXIV Congreso Brasileño de Psicoanálisis, realizado en Campo Grande MS, del 25 al 28 de septiembre de 2013 y publicado en la Revista Brasileña de Psicoanálisis, Vol. 47 (4), 2013. Conforme definió Bion (1962).
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Encontramos en Freud (1909) una narrativa de la historia de vida de Hans con la descripción de sus miedos, juegos lúdicos, sueños y asociaciones (Silva et al., 2012) y en el análisis del Hombre de los Lobos (Freud, 1918), cuando, por primera vez, elabora una construcción narrativa de ciertas experiencias psíquicas que no fueron rememoradas por el paciente. Más tarde, en “Construcciones en el análisis”, Freud (1937) define que el sentido de una construcción envuelve la presencia de aspectos simultáneamente reales y de fantasmas de una parte de la historia infantil del individuo: el paciente no consigue rememorar toda la situación traumática, entonces el analista propone una asociación que “construye” lo que falta. De esta forma aprendemos con Freud (1937) cómo las relaciones e inscripciones precoces tienen un peso fundamental en la construcción de la subjetividad, indicando la necesidad de comprender y avanzar técnicamente en la dirección de una intervención que permita modificar y ayudar al paciente a integrar una parte importante de él mismo y de su identidad que se constituyó antes del lenguaje verbal, por lo tanto, antes de la instalación de las funciones de narratividad, de síntesis y de integración que se organizan con el advenimiento del habla. Se trata en este escenario, mucho más de construcción que de interpretación, construcción ésta necesariamente insertada en el contexto de la relación transferencial. (Aragão & Zornig, 2009) Ya Bion (1963) defiende que la interpretación o la formulación del analista tenga una extensión en el campo del mito, de la pasión, de una emoción compartida y también del sentido. Por tanto, es necesario interpretar algo que el paciente pueda tocar, ver, que debe estar allí, en el aquí y en el momento de la sesión. La formulación del analista, captando el clima emocional del dúo, vía intuición, ofrece un lenguaje afectivo y de éxito. Además de la oscilación PS <-> PD e también es fundamental la continua oscilación que existe entre la capacidad negativa del analista y el surgimiento del hecho seleccionado. En este sentido, Bion (1963) propone que la dimensión de las pasiones abarca todo lo que es derivado y está comprendido entre amor (L), odio (H) y conocimiento (K). El término pasión representa una
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emoción experimentada con intensidad y calidez, aunque sin ninguna sugestión de violencia (el sentido de violencia no debe ser expresado por el término pasión, a menos que esté asociada con el sentimiento de voracidad). Bion, (1963) afirma: “la pasión evidencia que dos mentes se conectaron y que, para existir pasión, no se podrá, tal vez, contar con menos que dos mentes” (p. 48). La construcción narrativa como una forma del analista de encontrar, junto con el paciente, un significado de forma dialógica, sin muchas cesuras interpretativas, fue propuesta por Antonino Ferro (2000). Ferro señala que el analista debe acoger y vivenciar en sí las experiencias –a veces inconscientes– que el analizando no consigue comunicar, aunque consiga activarlas en el analista por medio de identificaciones proyectivas. O sea, el analista debe estar disponible para encarnar un papel que es desconocido por parte del analizado y que no podrá adquirir una forma y un sentido a no ser cuando es traído por el otro (Ferro, 2000). Para este autor, las interpretaciones narrativas o interpretaciones débiles procuran no saturar la comunicación del paciente y, como si fueran el juego “Lego”, ofrecen a la mano del paciente uno de aquellos bloques pequeños con sus múltiples posibilidades. Las interpretaciones débiles, debido a su escasa saturación, no favorecen un encerramiento de sentido, sino que se presentan de tal forma que el paciente pueda asimilarlas promoviendo desarrollos narrativos imprevisibles. Entonces “la transformación co-narrativa, incluso la co-narración transformativa, toma el lugar de la interpretación” (Ferro, 2000, p.17-8). Tomando prestadas las ideas de Bion y Ferro, la función narrativa del analista se fue configurando en mi experiencia clínica como una pasión ante lo que vivía en el seno de las sesiones, en el campo analítico
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(Baranger, Baranger, 1969), y a partir de la elaboración de mis vivencias transferenciales y contra transferenciales. La pasión se destaca en la función analítica como una ampliación de la curiosidad, como un componente no sólo indispensable sino primordial (Odilon, 1992, p. 15). La función de rêverie, digiriendo las identificaciones adhesivas (Bick, 1968, Meltzer, 1975) y proyectivas (Klein, 1946), emergía en la forma de una narrativa, especialmente en los casos en que hubo situaciones traumáticas precoces inaccesibles y no representadas o en los trastornos autísticos. Ante la dificultad del paciente en simbolizar y ante las áreas de defensas no neuróticas, ofrecía un significado, una representación, no a partir de un acontecimiento, sino a partir del que estaba anulado o nunca existiera. De esta forma, al construir y al reconstruir la narrativa de la sesión, junto con el paciente, procuraba ofrecer una representación, un contorno, un continente emocional y sonoro, en el aquí y ahora de la sesión, como una posibilidad de tener acceso a lo no representado por medio del lenguaje envuelto en emociones, ampliando el conocimiento sobre sí mismo. Observaba que esta función proporcionaba una experiencia organizadora de sentido restaurador de las experiencias precoces traumáticas o insuficientemente buenas, un espacio transicional,3 un encuentro entre dos mentes. A continuación ilustro esa función en el trabajo con un niño con trastornos del espectro autista. Guilherme4 es un niño que me fue enviado a los dos años y diez meses de edad con un diagnóstico de trastorno del espectro autístico, “aunque con muchas puertas abiertas”, me dijo su mamá. Cuando llegó no hablaba, no interactuaba, no me dirigía la mirada,5 quedando en un estado encapsulado, aislado, con algunos rituales ante cuya ruptura se desesperaba. Se mostraba más interesado por los objetos, establecía una relación de fusión con los padres y sólo cuando 3 4 5
Conforme definió Winnicott (1951). G. nació en septiembre del 2007. En los films caseros es posible identificar las señales precoces de autismo descritos por Muratori y Maestro (2007) especialmente aquellos relacionados a un déficit esencial en la intersubjetividad y la atención dirigida preferentemente a objetos.
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precisaba, les pedía ayuda. Parecía que no me percibía, y muchas veces, no aceptaba ninguna contribución de mi parte. En el trabajo con Guilherme descubrí la función narrativa como una manera de buscar una conexión con su aislamiento, la envoltura autística en que vivía, ofreciendo significados para el jugar repetitivo y estereotipado, poblando su mundo interno y presentando gradualmente la noción de subjetividad y alteridad. Desde mi punto de vista, la función narrativa del analista en el análisis de niños con trastornos globales de desarrollo considera como fundamentales para la evolución del trabajo analítico la inversión deseante (Mendes de Almeida, 2008) y subjetiva del analista (Silva et al., 2011). Además de esto, se apoya en el concepto de reclamación6 y, también, en la idea cultivada y conquistada de una postura activa y pensante, informada por las emociones, sensibilidad y percepciones del analista,7 propuesta por Anne Alvarez (1994, 1985). En este sentido, Ferro (1998) también señala que la imagen visual que el analista usa, fruto de la rêverie en sesión, es la contribución más significativa y más transformadora que se pueda dar a la construcción en sesión, operando en la fila C de la Tabla, junto con la extensión en el terreno del mito y de la pasión, de que nos habla Bion en Elementos de psicoanálisis (1963). Además de esto, nos alerta acerca de que ya no es posible pensar al analista como alguien que decodifica el texto del paciente, llevando una cuenta paralela sobre los significados, sino 6
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La noción de reclamación es ampliada por Anne Alvarez (1994) en su libro Compañía Viva como una función de la madre de llamar al bebé para encajarse en el contacto, en el vínculo, resaltando la repercusión de los fallos de comunicación de la madre sobre el desarrollo emocional del bebé. Ella llama la atención sobre la importancia de la capacidad vital de la madre de indignarse y de reclamar o de reivindicar la vitalidad del bebé, convocándolo a relacionarse y a conectarse con la realidad y de esta forma favorecer su desarrollo emocional. Alvarez (1985) discute el concepto de neutralidad propuesto por Freud, a veces definido de manera muy estática, pasiva o continente, mostrando que, en algunos casos, es necesario otra actitud psicoanalítica para alcanzar alguna acción terapéutica. Propone que el analista debe tener una actitud que envía misiones diplomáticas cuando la distancia es muy grande y la capacidad de sentir y pensar del paciente autista, esquizoide o emocionalmente carente, crónicamente enfermo, está severamente limitada, o sea, el analista debe ocupar temporalmente el lugar de self auxiliar del paciente.
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como un coautor de la narración que se construye en la sesión con la contribución de ambos (p. 207). De este modo, pienso que la función narrativa nace de un campo que envía misiones diplomáticas que reclaman e invierten las partes sanas del paciente, como un objeto humano vivo, consistente, una compañía viva, un objeto animado (Alvarez, 1994, p.88), convocándolo a conectarse con la realidad y, así, va construyendo un continente para sus contenidos y la capacidad de pensar. La imagen –fruto de la rêverie en sesión–, por tanto, se torna el hecho por excelencia, el organizador que permite definir una nueva “Gestalt, delinear una nueva configuración del campo rumbo a una extensión del mismo, con una continua posibilidad de resignificación” (Ferro, 1998, p. 207). Ilustro estas facetas de la función narrativa del analista con algunos trechos del análisis de Guilherme. Ya en las primeras sesiones voy observando y narrando para él cómo él iba reencontrando las cosas que hicimos el día anterior: “tú estás viendo el carrito que tiene cosas dentro y tú quieres mirar lo que tiene dentro y guardar cosas dentro”. Yo lo ayudo a colocar una masita roja en el maletero (en otras sesiones él va a reencontrar esa masita), esbozando la posibilidad de, a cada sesión, ir explorando e incorporando lo que voy ofreciendo, aceptando mis contribuciones y construyendo una interacción cada vez más lúdica entre un adentro y un afuera, un esbozo de un continente y de una mente. Procuraba construir una narrativa a partir de sus movimientos en la sesión, como al inicio por ejemplo, en que era común que, en su recogimiento, comenzara a dibujar en un block de papel y de repente se fuera encogiendo dándome la espalda, con su carita y brazos pegados al papel, haciendo rasguños, totalmente absorto (envoltura autística, encapsulamiento, necesidad de alternancia de turnos?). En esos momentos yo agarraba otro lápiz e iba haciendo un camino en el papel hasta llegar cerca de su lápiz – y mi lápiz conversaba con su lápiz, “lo reclamaba”, iniciando un diálogo entre los lápices y después con él: “Oye Guilherme, ¿dónde estás?” Él, entonces, me miraba y reía; nuestros lápices comenzaban a correr uno al otro, Guilherme se
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divertía. Y con esta función procuraba rescatarlo y posibilitar un nuevo encuentro. (Dibujo 1) En otra ocasión Guilherme se dirige a su caja y encuentra la goma de pegar. Agarra el papel, pasa la goma de pegar por el papel y dice: Aú (azul). Ese es un juego que también se repite en las sesiones, en que, a veces, dibujamos y pegamos pedazos de papel de seda rasgados por mí y pegados por él. Él nuevamente pasa la goma de pegar y me pide: Ahu. (azul). Entonces rasgo un pedazo de papel azul y se lo doy y él cuidadosamente lo coloca sobre la goma de pegar. Después el juego se repite y él me mira y me pide: Aelo (amarillo). Melo (rojo). Ede (verde). Voy aguardando su pedido y amplificando su demanda a cada color. Se pone muy feliz al percibir que yo lo comprendo. En un momento dado, percibo que él dibuja con la goma de pegar un carrito (el padre me enseñó a ver eso), él me pide el papel azul y pega tres pedazos de papel sobre el carro, digo que el carro quedó azul y con un bolígrafo negro repito el carro sobre el papel azul, él me mira y dice taxi... es como el taxi que tú tomas con la mamá y con tu papá... Hablo de cómo estamos juntando los colores en el papel, los pedacitos de Guilherme con el papel de Cecilia. (Dibujo 2) Guilherme durante muchas sesiones venía acompañado de su tren Thomas.8 Percibía que su tren era una continuidad de él y no tenía un destino lúdico. En una de esas ocasiones dibujé un camino en una cartulina y lo fui poblando con casas y edificios de su repertorio: su casa, el edificio de mi consulta, su escuela, la casa de su niñera e hijo, la casa del primo, etc. Y él me pidió para completar que dibujara la estación del tren. Entonces pasamos a jugar con el tren Thomas con una “línea-camino/continente” insertada en un escenario con una narrativa (temporal y espacial). (Dibujo 3) Así, colocando el tren Thomas en la línea/continente, los colocó en relación, y aquello que no poseía un destino lúdico pasa a tener un sentido, una narrativa. 8
Thomas y sus amigos es una serie para niños presentada por el canal Discovery Kids (2000). Thomas es un pequeño tren azul que vive una serie de aventuras en la línea de La Isla de Sodor con sus amigos, entre ellos, Edward, Annie y Clarabel. En esta serie los seres humanos son meros coadyuvantes.
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Hubo un día en que llegó llorando mucho, era un llanto desesperado. No quería separarse de su mamá. Entró en la consulta, aún muy angustiado (Winnicott, 1963) y desmantelado (Meltzer, 1979) acompañado de su tren Thomas. Poco a poco comenzó a jugar con el tren y me pidió la línea/continente y aún sollozando exploró este escenario. Fui presentando la estación y para donde el señor Thomas podría ir. Y la sesión prosiguió. Al final, sintiéndome aún tomada por la percepción de su angustia de aniquilación y de fragmentación ante la separación en el inicio de nuestro encuentro, construyo una historia en cuadritos narrando sus sentimientos, cómo fuimos lidiando con ellos utilizando la línea/ continente y conversamos sobre cómo era difícil quedarse conmigo y dejar a su mamá allá afuera. (Dibujo 4) Era común que él intercalara los garabatos sobre la mesa con miradas por la ventana, diciendo: rojo, verde, refiriéndose al semáforo de la calle, mas sin mucha relación con lo que veía o con alguna comunicación que pudiera producir algún sentido en mí. Aprovechando ese repertorio, con otro bolígrafo insertaba en sus garabatos un semáforo o utilizaba bolígrafos coloridos para representar las fases del semáforo. Este semáforo pasó a formar parte de escenas con el tren Thomas, Clarabel y Anne y el carro McQueen,9 o como en este juego dialógico y lúdico que describo abajo,10 que, como diría Ferro, fue una co-narración transformativa en verdadera cooperación dialógica entre nosotros dos, en cuanto hija de nuestras mentes, generando significados nuevos y abiertos, sin colocar a prueba a las partes o los funcionamientos de Guilherme aún incapaces de plena receptividad y dependencia (Ferro, 2000, p.18). G. – ¿Vamos a hacer el semáforo? Quedo sorprendida al pensar que ese pedido puede contener algo que ilumina y organiza su tránsito emocional. 9
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McQueen es un carro de corridas joven y bien parecido, personaje principal del film Carros (Disney, 2006), que lleva siempre a celebrar la vida. Con la ayuda de sus amigos él descubre que existen cosas más importantes que trofeos, fama y patrocinios, aprende los verdaderos valores de la vida, al mismo tiempo que conoce el amor por primera vez. Es un filme animado con personajes no humanos, aunque busque un mensaje humanista. Esa sesión ocurrió después de un año y nueve meses de trabajo analítico.
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M.C. – Vamos, ¿cómo va a ser? Él me pide esperar con el semáforo (crayones de colores) cerca del shopping/casita. G. – Semáforo luz roja! Tienes que parar McQueen! Policía, es feo... (Imita sonido de sirena). Va a ponerse feo. No puedeee... No puede McQueen! Él coge el carro de la policía y provoca un choque con McQuen que pasó con la luz roja. G. – Yo voy a chocarte. Pouh! Policía chocó. (G. imita un sonido de choque del carro de la policía con McQueen) Él me mira con aire de interrogación... M. C. – “Tú me estás contando cómo ya sabes las cosas que se pueden hacer, las que no se pueden, lo que organiza y lo que desorganiza... lo que te deja bravo/feo, solito/triste.” G. – Ué! Ué! (imita el sonido de sirena) El bombero viene. M.C. – Bombero-Cecilia ayuda... G. – Quebró el techo! Guilherme agarra sus herramientas y hace las respectivas reparaciones... Apunto cómo él está pudiendo usar muchas herramientas y pedir ayuda cuando la necesita. Ese juego dialógico muestra cómo los elementos utilizados en la función narrativa fueron de hecho transformados en aprendizaje, en la medida en que Guilherme reutiliza la línea/continente y el semáforo de una forma nueva y creativa, ahora como pista/curvas, inventando/ creando otras narrativas. En una sesión de cuando Guilherme tenía cinco años, propuso un juego espontáneo y creativo, con elementos propios, como si se estuviera apropiando de la capacidad narrativa para jugar de forma intersubjetiva, indicando una ampliación de su mundo interno. Guilherme transformó mi consultorio en una panadería donde podrían ser confeccionados/criados pancitos/bebés/hijitos, fruto de posibles encuentros entre nuestras mentes. Guilherme agarra la máquina de hacer burbujas de jabón, la mueve, observa y hace burbujas. Voy describiendo sus movimientos. Entonces él me dice:
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G. – ¿Vamos a hacer la comida? Estoy preparando, hein... Estoy preparando jugo de uva... Jugo de huevo! Ya acabó el jugo de limón... Qué más, qué más...? Pide más agua y agarra la botellita con jabón. G. - Ve, prepara crema de huevo! M.C. - Mueve, mueve, mueve. Crema de huevo! Voy amplificando sus movimientos. Ah, ahora se convirtió en crema de huevo. Y un tanto emocionada, digo: Cuántas transformaciones que tú estás consiguiendo, ¿eh?... G. - No es jabón, es crema de huevo. M.C. - Junta el jabón de Cecilia con el dedo de Guilherme y nosotros hacemos otra cosa... Hicimos limonada, jugo de limón, jugo de huevo, jugo de uva y crema de huevo ahora. G. – Está mezclado, hein... Después va a poner sal. G. va moviendo el agua y el jabón con el dedito y conversando... Oh la crema... ¿Tú quieres jugo? Y será que está mezclando huevo. Eso se llama cazuela. Ofrezco una cazuela y él va colocando la torta. G. - Está cayendo. Gracias Cecilia. M.C. - De nada Guilherme. G. – Prepara crema de limón. Hum ahora va a ser crema de limón. Pronto! Crema de huevo...¿Cómo se llama eso? Crema, crema... Ahora vamos a poner en el plato... ese aquí es la sal, tchuc, tchuc, tchuc. Mira, está mezclando... Es torta! G. - Aquí no se llama el médico. Aquí es una panadería. M.C. - Ah! Una panadería. Que transforma las cosas, que hace pan, que hace crema de huevo... Estoy viendo cómo tú eres capaz de preparar una comida nueva... Un poquito de Cecilia con un poquito de Guilherme hace una comida nueva. En esta sesión, Guilherme dirige la escena de jugar. Yo puedo acompañarlo y no necesito reclamarle: es él quien me convoca. Además de eso, los juegos indican que él está construyendo un continente psíquico que contiene sus creaciones (cazuela, sala de análisis...) – y sentimientos. Cuando él transforma mi consultorio en una panadería, encuentra un alimento psíquico y va señalando que tiene la noción de tiempo
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internalizada. Es posible ver a Guilherme relacionándose conmigo al presentar su crema de huevo “mezclado” –en una panadería, con mi participación, con la presencia de intercambios comunicativos (“Gracias, Cecilia”) y con intercambio de miradas, indicando un juego intersubjetivo y metafórico, en el que, de hecho, es posible que haya un encuentro emocional entre dos mentes. Al ejercer la función narrativa en el análisis de Guilherme ofrezco con mi prosodia de madre de bebés11 (Parlato-Oliveira, 2011), un lenguaje bañado de afecto, un sobre sonoro (Anzieu, 1995), un sentido a las maniobras autísticas y estereotipadas – y, a partir de ahí, junto con Guilherme, vamos tejiendo la constitución de su psiquismo, el nacimiento de un sujeto y la ligazón con el otro. Esta prosodia da vida a sus comportamientos repetitivos y sin sentido, caracterizados como una descarga emocional sin posibilidad de representación. Así, prestando mi capacidad inventiva y lúdica, juntamente con mi mundo emocional, voy irrigando el universo psíquico de Guilherme que al inicio era sólo un desierto. Sobre la función narrativa Cuando el universo psíquico del paciente está impedido de construir una narrativa, pienso que el trabajo clínico va a incluir y priorizar las experiencias traumáticas de los primeros años, no simbolizadas pero presentes en la relación transferencial, llevando al analista a simbolizar lo que hasta entonces no había sido alcanzado por los procesos secundarios del analizado. De esa forma, es papel del analista favorecer la capacidad del paciente de crear imágenes y transcribirlas en narrativas, como un instrumento que permite expresar las emociones. Es el objetivo por excelencia de la función narrativa crear un campo en que las emociones sean compartidas como una pasión entre mentes que se encuentran. 11
Según Dupoux y Mehler (1990), manhês es “el dialecto de todas las madres del mundo, cuando ellas hablan con sus bebés, en el cual, la voz es más aguda y la entonación exagerada” (p. 221).
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Auxiliada por esta función construí múltiples historias con Guilherme, lo que ha favorecido el establecimiento de nuevos vínculos y relaciones entre los hechos y las lagunas del desarrollo, creando un espacio psíquico, un camino para la sobrevivencia psíquica, amenazada hasta entonces. Procuré dar voz a las emociones que Guilherme deseaba expresar o deseaba que fueran expresadas con mi ayuda, muchas veces captadas a partir del juego inter-subjetivo de las identificaciones proyectivas, adhesivas o de la elaboración de los ecos contra transferenciales, trabajando “en los dominios de los sentidos, de los mitos y de las pasiones” (Bion, 1963, p. 210). Esta forma de trabajar, valiéndome de la función narrativa, ha posibilitado que pacientes como Guilherme amplíen cada vez más su capacidad de pensar y nominar sus emociones, permitiendo que el análisis pueda ser, de hecho, aquella sonda que amplía el campo que está explorando y permitiendo a los pacientes estar en la línea de frente en esa exploración. A través de la función narrativa, respetando la comunicación manifiesta del paciente y aguardando que él pueda, poco a poco, ir profundizando su capacidad de pensar, observo que voy moviéndome en la fila C de la Tabla, en dirección a C3, C4, C5, tomando en consideración lo que el paciente trajo y escenificó en la sala de análisis: “haciendo sobre todo un juego de luces, renunciando a explicar todos los posibles significados relacionales”, como señaló Ferro (1998), citado por França y Petricciani (1998, p. 121), aunque procure pensarlos como comunicaciones efectivas en el campo relacional y busque una intervención narrativa que aproxime estados emocionales del paciente. Como Bion, creo cada vez más que el estar en O con el paciente, no es tanto una cuestión de contenido de verdad, como una cuestión de estar en la misma onda afectiva, de estar no en K y sí en O, revelando la pasión. Podemos pensar que cuando una verdad nace apenas de una mente, es, para el paciente, siempre un -K. Trabajando con la función narrativa, no obstante, el analista va funcionando como una enzima, que favorece las transformaciones en la sala de análisis: podemos ver cómo Guilherme pudo ir llegando poco a poco, a una verdad compartida, favoreciendo el desarrollo emocional, sin necesariamente deve-
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lar significados, como apunta Ferro (1998), citado por França y Petricciani (1998). A partir de esas reflexiones teórico-clínicas, propongo entonces que la función narrativa, derivada de la función y de la capacidad de rêverie, envuelve una postura activa y convocante (que reclama/ inviste) del analista en el sentido de ofrecer al paciente continencia emocional y sonora, prestar emociones, pensamientos, significados, representación, proporcionándole una nueva experiencia emocional organizadora de sentido y favorecedora de conocimiento. Esta función implica una cualidad psíquica del analista de elaborar las identificaciones proyectivas y/o adhesivas y procesarlas utilizando los ecos transferenciales y contra-transferenciales practicados en el campo analítico, trabajando los pensamientos oníricos, con imágenes visuales, como en los sueños y en los devaneos. Lo que he observado en la clínica, también con pacientes adultos, es que la función narrativa amplía la red asociativa, ofrece contorno y continencia al mundo mental, así como la capacidad de pensar los sentimientos y tornarse uno mismo. Por fin, me gustaría señalar que la pasión como componente de la formación y de la función psicoanalítica (Silva, 1992) y la comprensión de la sintomatología, de las lagunas en la constitución del psiquismo, se revelan en mi escucha analítica y se reflejan en mi ejercicio clínico, llevándome a tomar en consideración la condición humana en su historicidad, eventualmente con sus aspectos transgeneracionales e intergeneracionales. (Silva, 2003, 2007) Pues la subjetividad no se construye de una sola vez, sino a lo largo de un proceso, cuyo elemento fundamental es la experiencia compartida con el otro, e invita al analista a priorizar en el proceso analítico la idea de un encuentro emocional entre dos mentes. Así, como una pasión que evidencia que dos mentes se conectaron, la función narrativa va al encuentro de esa perspectiva, ofreciendo al paciente la posibilidad de confrontación con el pasaje del tiempo, el conocimiento y la elaboración de estados emocionales de sus distintas experiencias, creando espacio para estrenar el juego, el pensar y el soñar.
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Permanencias y cambios en el lugar del analista: desafíos éticos 1
Bernardo Tanis
“Porque quien entiende, desorganiza” Clarice Lispector
A pesar de que el título abarca un vasto campo, este escrito pretende apenas ser un estímulo, un provocador para una reflexión en la que, como analista tanto en el ejercicio clínico cotidiano como en las funciones inherentes a la transmisión del psicoanálisis, me veo convocado. Por lo tanto, no pretendo hacer una reflexión cerrada, sino recortes que nos permitan transitar por algunos caminos que fueron abiertos por Freud y que se actualizan en el contexto de las transformaciones que están sucediendo en el ejercicio de la clínica en la actualidad. El psicoanálisis ha cuestionado los ideales de la Modernidad y se vinculó al Modernismo 2 y a las vanguardias europeas de comienzos del siglo XX. Desde entonces, el psicoanálisis ha tenido un notorio desarrollo y expansión en Brasil; trajo la perspectiva crítica con la que Freud inaugura la nueva posibilidad de transformación de la subjetividad al darle destaque al registro de la libertad en contraposición al del sometimiento como una respuesta ante el desamparo. 1
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Este trabajo fue originalmente presentado en el XXII Congreso de Psicoanálisis “Límites: placer y realidad“ (en septiembre del 2011). Los interesantes debates que provocó, llevaron a la elaboración de un número especial temático de la Revista Brasileira de Psicanálise, 46 (1) Ética y psicoanálisis. Ver Joel Birman, A psicanálise e a crítica da modernidade, y Bernardo Tanis, editoriales de los números 46 (2) y (3) de la Revista Brasileira de Psicanálise (2012).
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Este discurso y esta práctica se actualizan en nuestros días. El mundo cambió. Ya no estamos en la Viena del fin del siglo XIX ni en la efervescencia de los años 20 en París. Hemos sobrevivido a dos Guerras Mundiales. La segunda tópica freudiana se profundiza en las raíces pulsionales del malestar, a las que se suman los dominios de la incertidumbre y de lo efímero del mundo contemporáneo. De esta manera, somos convocados a poner en perspectiva la clínica actual y la idea de lo contemporáneo, como dice el responsable, o sea curador, de la 30a Bienal de Artes de San Pablo, Inminencia de las poéticas, Luiz Pérez Oramas, en la instigadora entrevista que dio a la Revista Brasileira de Psicanálise, en la que sintetiza la propuesta que tuvo para la exposición: “La idea consiste en ver cómo el tiempo presente proyecta su sombra en el pasado y transforma un legado histórico en elemento de la contemporaneidad” (Oramas, 2012, p. 17). En los últimos años de su vida, André Green nos convoca a realizar un esfuerzo en conjunto para pesar el psicoanálisis contemporáneo. De este modo, mi perspectiva pretende ser apenas una invitación para reflexionar, un estímulo para el diálogo y una apertura sobre los problemas y desafíos que nos provocan la clínica y la cultura. En varias oportunidades me he dedicado a escribir sobre el malestar contemporáneo y las raíces socioculturales de determinados estados afectivos y padecimientos subjetivos (Tanis, 2003 y 2009). Desde una perspectiva clínica, a estos estados les corresponde también una transformación en la forma de entender el sufrimiento psíquico y el modo por el cual interviene el analista en la clínica. Me refiero, especialmente, a los posibles lugares que el analista puede ocupar en las múltiples formas de comprender a la situación analítica y que demandan del profesional un ejercicio ético de permanente reflexión. Al comienzo, me alejaré del psicoanálisis stricto sensu, aunque esté siempre presente en los intersticios del texto porque transitaré por el camino de la literatura y de algunas nociones históricas sobre la ética para retornar al psicoanálisis en el final del texto.
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PERMANENCIAS Y CAMBIOS EN EL LUGAR DEL ANALISTA: DESAFÍOS ÉTICOS
Es por eso que el título original se transforma en “Porque quien entiende, desorganiza”, citando a Clarice Lispector. Espero que el sentido del mismo se pueda ir revelando de a poco. “Supongo que es en mí, como uno de los representantes del nosotros, que debo buscar por qué me está doliendo la muerte del facineroso. Y porque es por eso que me sirve más contar los trece tiros que mataron al mineirinho que los crímenes que cometió”. (Clarice Lispector, 1964, p. 252). Con estas palabras, un poco desconcertantes, Clarice Lispector empieza la crónica “Mineirinho”,3 que trata de una reflexión aguda sobre la ética, la moral y la justicia a partir de la ejecución de un malhechor. La crónica se refiere a la muerte de un delincuente de Río de Janeiro, el día lº de mayo de 1962. El llamado Mineirinho se había escapado del manicomio judicial y lo asesinaron con: tres tiros por la espalda, cinco en el cuello, dos en el pecho, uno en el brazo izquierdo, otro en la axila izquierda y el último, en la pierna izquierda, a quemarropa (Correio da Manhã Carioca, 1° de mayo de 1962). La crónica de Lispector provoca una pregunta sobre el deseo asesino, la ley, la transgresión, la violencia en el otro y en nosotros mismos. De esta manera, profundiza, con la sofisticación y la crudeza inherentes a su escritura, en el territorio de la moral y de la ética, del frágil tejido que sostiene a la idea de civilización tan raída por la barbarie de nuestro cotidiano. La autora está lejos de reducir el hecho a la violencia de lo cotidiano, pero sin negarla, ingresa en los sinuosos recovecos de la subjetividad humana. Para nosotros, psicoanalistas, el texto “El malestar en la cultura” (Freud, 1929/1976) es un legado que tiene que ser permanentemente consultado cuando tratamos de las relaciones que hay entre el individuo y lo colectivo, entre psiquis, pulsión y cultura. 3
Les agradezco a Maíra Firer Tanis y a Yudith Rosembaum por haberme indicado la lectura de esta crónica y por las discusiones sobre el texto. Tomé conocimiento del trabajo de Rosenbaum (2010) después de haber redactado el presente trabajo, pero lo añado en la bibliografía como sugerencia para la lectura.
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La cultura obedece a la obra de Eros, a la ligazón libidinosa entre los seres humanos; sin embargo, esa misma cultura encuentra el obstáculo más poderoso en la disposición agresiva autónoma del ser humano (Freud, 1929/1976, p. 117). La cultura transforma la potencia y la tensión pulsional al mismo tiempo en que se nutre de ellas. Regula los impulsos y deseos por medio de una instancia interiorizada: la conciencia moral, tributaria del desamparo y desvalimiento inicial del infans, atormentado por el recelo de la pérdida del objeto de amor. Freud diferencia la angustia “social” de la conciencia moral. La primera, originada en el recelo de la pérdida de amor por el objeto, se extiende a lo social, pero mantiene el mismo carácter de pérdida de amor; la segunda se origina de la interiorización de la autoridad y es la instauración del Superyó. Para Freud, esta conciencia moral se origina en el desenlace del complejo de Edipo. Nace del parricidio primordial, resultado del arrepentimiento originado por la ambivalencia en relación al padre de la horda primitiva. Sintetizando, para Freud: a) el sentimiento de culpa es indisociable de la fundación de la cultura; b) existe una tensión permanente entre el desarrollo individual y la cultura, porque el primero enfoca el egoísmo y la otra, los intereses del grupo; y c) el Superyó actúa como una instancia internalizada del recalque, constituyéndose como la base de la moral y de la ética que regula las relaciones consigo mismo y con el otro. Sin embargo, hay una falla, la fractura, el error, lo abominable. Según lo menciona Kehl: “Al estar excluido de la posibilidad de simbolización, el malestar silenciado termina por manifestarse en actos que deben ser descifrados, de una forma análoga a los síntomas de los que buscan la clínica psicoanalítica”. (Kehl, 2009, p. 25). Ahora, volvamos a Clarice Lispector: “Pero hay algo que, si me hace oír el primer y el segundo tiro con un alivio de seguridad, en el tercero me deja alterada, en el cuarto
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intranquila, en el quinto y sexto me llenan de vergüenza, el séptimo y el octavo yo los escucho con el corazón horrorizado, en el noveno y en el décimo mi boca está temblando, en el décimo primero digo con sumo espanto el nombre de Dios, en el décimo segundo llamo a mi hermano. Y el décimo tercero me asesina –porque yo soy el otro. Porque quiero ser el otro”. (Lispector, 1964, p. 252) Pensar y accionar de manera ética sobrepasa la esfera del Yo para impulsarnos al encuentro con el otro. Los nuevos desafíos nos convocan si nos dejamos afectar por la diferencia y por la alteridad. Riqueza y maldición, dirá Kristeva. La apertura ética del psicoanálisis que, de esta manera, nos convoca por medio del reconocimiento del extrañamiento del deseo inconsciente que está en nosotros, reconocer la extranjeridad del otro. El irremediable extrañamiento demanda la invención de un discurso y de una práctica que nos permitan convivir con lo distinto. El otro es aquel o aquello que no está incluido en la representación que hago de mí mismo. El filósofo Lévinas lo define de este modo: “La relación con el otro no es una relación idílica y de armoniosa comunión, ni una empatía en la que nos podamos poner en su lugar: lo reconocemos como semejante a nosotros y, al mismo tiempo, exterior; la relación con el otro es un Misterio”. (Lévinas, 1993, p. 116) Frente al otro, hay dos respuestas que se revelan en el texto de Lispector: la violencia fulminante del justiciero, pero también la empatía y el grito de dolor y de compasión de Clarice Lispector: “Y el décimo tercero me asesina… porque yo soy el otro. Porque quiero ser el otro”. “Esta es la ley. El imperativo moral. ¡No matarás! Esta es la trasgresión negativa (porque hay otra, la que crea, que transforma) y está la justicia del matador. “Esta justicia que vela mi sueño, yo la repudio, humillada, por necesitarla… Mientras tanto, dormimos
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y falsamente nos salvamos. Hasta que nos despierten trece tiros...” (Lispector, 1964, p. 252). Esta justicia del justiciero está en el vértice opuesto de la enunciada por Lispector: “Una justicia que no se olvide de que todos somos peligrosos, y que en el momento en que mata el justiciero, él no nos está protegiendo ni queriendo eliminar al malviviente, él está cometiendo su crimen particular, que está largamente guardado” (Lispector, 1964, p. 252). Pero, ¿cuál es la naturaleza de este crimen y cómo entender una violencia que, en su desmesura, viola la integridad del otro? ¿Cuáles son las insuficiencias de los mandamientos que guían nuestros ideales culturales? ¿Será la fragilidad de la conciencia de culpa originada por la ambivalencia en relación al asesinato del padre de la horda lo que conduce a la miseria neurótica, o a su negativo perverso, o habrá otro modelo de matriz fundadora? La aniquilación del otro, la descarga por medio del acto que sobrepasa los límites de la ley de los hombres es una metonimia del abuso, de la violación, del maltrato, del dominio sádico del otro, de la paidofilia, de la humillación perversa, del racismo y de la discriminación. La justicia del matador no preserva a la civilización porque transgrede el pacto social, ejerce un dominio brutal sobre el otro. En las palabras del antropólogo brasileño Roberto Da Matta: “El concepto de transgresión remite, de forma inmediata, a la idea de sobrepasar o romper las fronteras para llegar a la tierra de nadie o a un no-lugar. Un espacio negativamente marcado por alguna regla o norma de comportamiento. De este modo, el acto de trasgredir nos habla de clasificaciones sociales imperativas (lo que la sociedad considera como pecado, crimen o tabú) y cuya ruptura daría como consecuencia la vergüenza, culpa o renunciar a la vida social... ”(Da Matta, 2008, p. 95).
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El clásico operador de lectura: Deseo, Ley y Castración, a pesar de ser fundamental, ¿puede ocupar el lugar de único tamiz para leer el problema de la trasgresión de los límites, de la frontera que nos lleva a lo hediondo, al horror? Parece que hay algo que escapa al tabú del incesto, al no matarás, a la formación del Superyó como instancia interiorizada. La permanente tensión que señala Freud, a partir de haber formulado la segunda tópica, entre las demandas del Ello y las barreras impuestas por el Superyó, el conflicto de las identificaciones en el campo del narcisismo y de los ideales, abren una grieta para ampliar la reflexión respecto de la posibilidad ética. Esta es la tesis que Clarice Lispector enuncia para dar cuenta de su malestar: “en el momento en que mata el justiciero, él no nos está protegiendo ni queriendo eliminar al malviviente, él está cometiendo su crimen particular, que está largamente guardado”. Esta frase tiene el mérito de dejar claro, de forma contundente, el problema ético del que intentamos acercarnos. Señala de una manera directa a una intersección entre lo público y lo privado. Lo que sería la defensa del ciudadano en la esfera pública, o sea el combate al crimen, se corrompe por la lógica desenfrenada de un deseo asesino cuya naturaleza particular nosotros desconocemos. Aquí encontramos el entrelazamiento de carácter complejo entre lo intrasubjetivo, lo intersubjetivo y lo social. Se trata de tres circunferencias que, en su intersección, hacen aparecer un acto que causa espanto. Ahora, voy a hacer uso de las ideas sobre ética, que fueron sintetizadas con claridad meridiana por Marilena Chaui (1992) para profundizar en la naturaleza de esta discriminación, magistralmente señalada por Lispector, y la que considero, hoy en día, un punto de urgencia para la teoría y la clínica contemporáneas, debido al grado de anomia que parece reinar en la esfera pública. Para los griegos antiguos:
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“la ética, cuyo modo era la virtud y cuyo fin era la felicidad, se realizaba por medio de un comportamiento virtuoso, entendido como la acción en conformidad con la naturaleza del agente (su ethos) y de los fines buscados por él” (Chaui, 1992, p. 347). La virtud o el comportamiento ético consisten en que la razón comande a las pasiones, dándole normas y reglas a la voluntad para que ésta pueda deliberar de manera correcta. Claro está que en este punto Aristóteles tenía conciencia de la intensidad de las pasiones, pero con un exceso de confianza en la razón. En este contexto, las virtudes éticas y políticas, afirma Chaui, eran la actualización de un potencial de la naturaleza humana. Eso contenía la idea de que la polis era el lugar en que se integraban los hombres y el cosmos, el individuo y la sociedad. Con la llegada del cristianismo, la idea de lo universal se mantiene, pero, tal como señala Hannah Arendt, la idea de libertad se desplaza del campo político al interior de cada ser humano. Con esta interiorización se instauran la moral y la culpa. La ética, entonces, pasa a ser definida en relación a una voluntad trascendental, ya no regulada apenas por una voluntad racional. Al llegar la modernidad se hacen presentes profundas transformaciones en el campo de la subjetividad. Sería demasiado extenso abordar estos cambios, pero es dable destacar para nuestros fines lo que Weber denomina el “desencantamiento del mundo”. El centro ordenador trascendental, sea del cosmos antiguo o de la Providencia, pierde la fuerza y será sustituido por las ideas del proceso civilizador, cultura e historia, que dilatarán los modelos hacia una nueva ética cuyo centro pasará a ser relativizado y, en este sentido, más frágil y precario (Chaui, 1992). Por eso, en la actualidad nos referimos a una crisis de valores morales, en un contexto postmoderno en que lo relativo, lo fragmentado y lo singular han sido privilegiados en relación a las narrativas, a los discursos de representación, de la razón, de lo universal. El canon es abandonado y reinan las singularidades, se relativizan las verdades; se trata de una nueva geografía aún por ser investigada en el campo político y que busca nuevos criterios ante los fracasos o cuestiona-
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mientos de los modelos totalitarios, neoliberales, pragmáticos, fanatismos religiosos o de anomia social. Esta mirada como al paso, al respecto de un tema de tanta complejidad, se hace necesaria para marcar el lugar en que las instancias ideales (Yo Ideal, Ideal del Yo, Superyó), forjadas por la teorización freudiana que, como normativas, ocupan en la construcción del andamiaje psicoanalítico un lugar de instancias (ya sean narcísisticas, ya sean reguladoras) que garantizan un determinado equilibrio económico y representacional para el psiquismo. Sin embargo, también se trata de instancias que, en ciertas lecturas psicoanalíticas, asumen el riesgo de su reificación, incurriendo de ese modo en la falacia de ponerlas en el lugar trascendental que buscaría rescatar nostálgicamente (por medio de conceptos o palabras de los académicos) las instancias totalizantes como el Estado o la Iglesia, soportes institucionales de una ética que hoy se pone sobre otros cimientos. De esta manera, como las instancias ideales pueden ser cosificadas (reificadas), corremos el riesgo de naturalizar a la violencia desenfrenada poniéndola como originaria de un aspecto no dominado de la naturaleza humana. Vale la pena recordar que Freud nos habla de la violencia pulsional y no instintiva, o sea que estamos en el campo de la frontera en que se instaura el sujeto y no en el orden de la biología. A pesar de eso, no tiremos al bebé junto con el agua del baño, debido a que aquí aparece una noción central para el psicoanálisis, muy cara para Freud, con varias connotaciones: dominar (bewältigen), dominación (Bewältigung), pulsión de dominio o apoderamiento (Bewältigungstrieb). En las propias palabras de Freud: “Hemos discernido a nuestro aparato anímico sobre todo como un medio que ha recibido el encargo de dominar excitaciones que en caso contrario provocarían sensaciones penosas o efectos patógenos.” (Freud, 1989a/1914, p. 82) “… de dominar las cantidades de estímulos que irrumpen en el aparato psíquico, ligar psíquicamente los volúmenes de estímulos
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que penetran violentamente a fin de conducirlos, después a su tramitación.” (Freud, 1989b/1920, p. 29) “La crueldad es cosa enteramente natural en el carácter infantil; en efecto, la inhibición en virtud de la cual la pulsión de apoderamiento se detiene ante el dolor del otro, la capacidad de compadecerse, se desarrollan relativamente tarde.” (Freud, 1989d/1905, p. 157 “La tarea de la libido es volver inocua esta pulsión destructora; la desempeña desviándola en buena parte –y muy pronto con la ayuda de un sistema de órgano particular, la musculatura– hacia afuera (…) Recibe entonces el nombre de pulsión de destrucción, pulsión de apoderamiento, voluntad de poder.” (Freud, 1989c/1924, p.169) Sería interesante, pero nos alejaría un poco de nuestro recorrido, profundizar la discusión metapsicológica al respecto de las transformaciones que envuelve la cuestión del dominio, a partir de la teoría pulsional. Se hacen evidentes los dos extremos: uno que se refiere al dominio de la pulsión ante lo traumático y otro que implica un elemento mortífero que va del sadismo al desentroncamiento pulsional y anobjetalidad.4 Estas dos perspectivas de la pulsión, vinculadas a la noción de dominio, nos permitirán acercarnos a la cuestión del poder, segundo elemento de la serie deseo, poder, trasgresión hasta ahora silenciado. El abordar la noción de poder nos permite un interrogante sobre las dos posibilidades del ejercicio del dominio: a) dominio de la fuerza pulsional y de los estímulos, y b) ejercicio de dominio sobre el otro por medio del control y del sadismo. De forma clásica, la noción de poder remitía al dominio ejercido por el Estado o soberano sobre sus súbditos. Aliado al autoritarismo, se trata de una violencia ejercida sobre el otro, la censura. Además, existe el poder del conocimiento, del saber y de la seducción. A partir de estas referencias se instaura una jerarquía. En Vigilar y castigar, Foucault 4
Remito al lector a un interesante trabajo realizado por Cardoso (2002), en que estas ideas están apuntadas y discutidas.
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(1975/2007) esboza un nuevo modelo de pensar al poder en la modernidad, en contraposición con la época clásica: a) el poder no se limita a confinar, reprimir o constreñir, es un principio de incitación generadora; y b) el poder ya no es más ejercido apenas por el Estado centralizador, sino por el efecto de una sociedad disciplinar, “… que no se identifica con una institución ni con un aparato porque precisamente es un tipo de poder, una tecnología, que atraviesa a todos los géneros de aparatos e instituciones para vincularlos, prolongar, hacerlos converger, hacerlos ejercer de un nuevo modo.” (Deleuze, 1986/2005, p. 42) De esta manera, nos podemos preguntar al respecto de los efectos subjetivos de esta modalidad de poder que penetra en los intersticios de los vínculos. Si el poder se actualiza como potencia generadora de afectación de los individuos, un nuevo paradigma puede estar en juego y colocar en jaque a nuestra posibilidad de dominio, de lo que irrumpe de manera pulsional en el aparato psíquico. Por eso, Freud y Melanie Klein nos han mostrado distintos aspecto del Superyó, uno que está vinculado a la angustia de castración y el otro a las angustias arcaicas depresivas y esquizoparanoides. Quizás sirva como un acercamiento a los aspectos intrusivos de una cultura en la que las formas de poder aparecen más difusas, pero que no por eso son menos aplastantes (consumo, narcisismo, control, mecanismo de goce, etc.) y que producen efectos en la construcción de los ideales y de las identificaciones. Una nueva moral para el Superyó, mediante la cual esté afectada la ética como campo de contacto con la alteridad. Retorno al texto de Lispector: “Para que mi casa funcione exijo de mí, como primer deber, que yo sea disimulada, que yo no ejerza mi revuelta y mi amor, guardados. Si no soy astuta, mi casa se sacude. Me debo haber olvidado de que debajo de mi casa está el terreno, el piso donde mi casa se puede levantar. Mientras tanto, dormimos y falsamente nos salvamos.” (Lispector, 1964, p. 252)
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Para todos nosotros, analistas y ciudadanos, el desafío no es pequeño porque estamos sumergidos en esta misma cultura, en la sociedad en que vivimos, y en la clínica en la que trabajamos, poblada de víctimas y justicieros. Podemos fingir que somos astutos, como dice Lispector. Determinadas presiones hoy en día convocan al analista a realizar una práctica adaptativa, dominar los excesos, los deseos, en búsqueda de una idea de felicidad artificial, en el vértice opuesto de lo que Freud anunciaba cuando llegó a los Estados Unidos: “les traigo la peste”. Hoy, la cultura espera que las prácticas clínicas puedan ser un pesticida. Hace ya mucho tiempo que algunos de los grandes pensadores del psicoanálisis nos están alertando al respecto de los límites de la palabra y de lo simbólico: Ferenczi y Winnicott, por una vertiente; Lacan y Bion por otras, así como también las interesantes propuestas realizadas por Pierre Marty y su escuela. Por otro lado, André Green (2001), al referirse al doble límite (la doble frontera), enfocando en las fronteras interior-exterior, como también Inc. Prec.- Cc., pone de manera indisociable el par pulsiónobjeto. Esta proposición es solidaria a las nociones de: holding para Winnicott, violencia primaria para Piera Aulagnier, rêverie para Bion, implante del significante enigmático de Laplanche y desarrollado por Bleichmar. El psicoanálisis contemporáneo cada vez más fue ampliando y comprendiendo el papel del objeto, del otro, como siendo significativo para la constitución de la subjetividad y en los procesos de simbolización. Aunque haya diferencias en la manera de comprender el lugar del otro en las distintas teorizaciones, con consecuencias para el ejercicio de la clínica, es indiscutible que la situación analítica se concibe como un campo de fuerzas intersubjetivas (Baranger). La noción de transferencia- contratransferencia, sin llegar a perder la fuerza, ensancha el sentido. Estamos refiriéndonos a lo nuevo, a la neogénesis. Como corolario, el analista empieza a ocupar un lugar no sólo de soporte transferencial, sino que su presencia y función, en cuanto objeto, en muchos momentos parece que están antes que la dimensión interpretativa. Todo esto posiciona a la ética del analista como siendo central
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debido a que como objeto pasa apenas a metaforizar al objeto primario en el horizonte de la situación analítica. Por lo tanto, la dimensión ética se hace presente en el fundamento de la escucha analítica como siendo un elemento constitutivo e indisociable de la asociación libre, la atención flotante y el modelo de abstinencia, como fueron desarrollados por Freud. En el contexto de una reflexión al respecto del sentimiento de culpa inconsciente, como siendo un obstáculo en el avance del proceso analítico, afirma Freud: “Depende primariamente de la intensidad del sentimiento de culpa, muchas veces la terapia no puede oponerle una fuerza contraria de igual orden de magnitud. Quizá también dependa de que la persona del analista se preste a que el enfermo la ponga en el lugar de su Ideal del Yo; lo que trae consigo la tentación de desempeñar frente al enfermo el papel de profeta, salvador de almas, redentor. Desechando de manera terminante semejante uso de la personalidad médica, es honesto admitir que aquí tropezamos con una nueva barrera para el efecto del análisis, que no está destinado a imposibilitar las reacciones patológicas, sino a procurar al Yo del enfermo la libertad de decidir en un sentido o en otro.” (Freud, 1989e /1923, p. 51) La libertad del analizante muestra, para Freud, el paso que va de la sugestión hipnótica al modelo de análisis de la transferencia y emerge como la propuesta ética fundamental. Los descubrimientos y formulaciones sobre el lugar del analista, a partir de las ideas de holding, manejo, rêverie y determinadas transformaciones del lugar de analista que estas funciones provocan son las que proponen nuevos desafíos éticos, que deben dialogar con la tesis freudiana que acabamos de mencionar. Debido a que la persona y presencia del mismo contribuyen en la constitución del campo, derivamos la urgencia de una reflexión al respecto de la especificidad ética en la clínica actual. Sostener que la ética es una invariante significa ignorar las importantes transformaciones y minimizar el impacto, lo que facilita la discrimi-
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nación y evita el pensamiento, en verdad un fenómeno bastante característico de nuestros tiempos. En una reciente conferencia dada en la Sociedad Psicoanalítica de París, César Botella nos habló respecto de los impasses técnicos con el paciente-límite: “Diferentemente del neurótico que repite para no recordar la representación prohibida, el paciente-límite repite porque su memoria no está constituida en forma de pasado, en forma de recuerdo de otro tiempo: el presente es la prolongación de un pasado continuamente actual; repite porque la hueca dimensión de la memoria encoge, porque ésta es la única posibilidad de sentirse existiendo.” (Botella, 2011, p. 604) La angustia del analista y del analizante aumenta, como también la posibilidad de actuación, en el caso de que exista por parte del analista una insistencia en el uso de la modalidad de intervención semejante al trabajo realizado con los pacientes neuróticos. Sumergidos en nuestro quehacer cotidiano, estamos sujetados a los quiebres y a los actos justicieros que denuncian estas formas de poder y de intrusión (el analista-justiciero, analista-salvador, analista-gurú, etc.), formas disonantes de la propuesta freudiana y que todavía son poco conocidas y teorizadas en la clínica y en la vida institucional del psicoanalista. También esto se da en nuestras instituciones y en la formación de nuevos analistas (Tanis, 2005). En todos estos espacios se entrelazan el deseo, el poder y la trasgresión, muchas veces disfrazados de buenas intenciones destinadas al “cuidado” de los analizantes o miembros integrantes. Es necesario darle una atención duplicada al contexto clínico, transferencia - contratransferencia, también en distintas modalidades de trabajo: familia, análisis de niños, etc. Es necesario recordar que en todos los contextos nuestro compromiso ético implica el no transferirle al analizante nuestras limitaciones de comprensión, contratransferencias que no se resolvieron y nuestros momentos de ignorancia. Citemos, una vez más, a Clarice Lispector:
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“Lo que me sostiene es saber que siempre fabricaré un dios a imagen de lo que yo necesite para dormir tranquila, y que los otros furtivamente fingirán que todos estamos correctos y que no hay nada que hacer. Todo eso sí, se da porque somos disimulados esenciales, baluartes de algo. Y, por sobre todo, intentemos no entender.” (Lispector, 1964, p. 252) En este contexto, retomo las palabras de Lispector que no la dejaron dormir, ni a mí, y que sirven de epígrafe en mi intervención: “Porque quien entiende, desorganiza”.
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BERNARDO TANIS (1989d) Tres ensayos de teoría sexual. In S. Freud, Obras completas (J. L. Etcheverry, trad., vol. 7, pp. 109-224). Buenos Aires: Amorrortu. (Trabajo original publicado en 1905). (1989e ) El Yo y el ello In S. Freud, Obras completas (J. L. Etcheverry, trad., vol. 19, p. 1-65). Buenos Aires: Amorrortu. (Trabajo original publicado en 1923). GREEN A. (2001) La doble frontera. In A. Green, La nueva clínica psicoanalítica y la teoría de Freud (pp. 103-125). Buenos Aires: Amorrortu. KEHL, M. R. (2009) O tempo e o cão. San Pablo: Boitempo. LÉVINAS, E. (1993) El tiempo y el otro. Barcelona: Paidós. LISPECTOR, C. (1964) Mineirinho. In C. Lispector, A legião estrangeira. Río de Janeiro: Edición del autor. ORAMAS, L. P. (2012) Entrevista com Luis Pérez Oramas. Revista Brasileira de Psicanálise,46 (3), 17-28. ROSENBAUM, Y. (2010) A ética na literatura: leitura de “Mineirinho” de Clarice Lispector. Estudos Avançados, 24 (69), 169-182. TANIS, B. (2003) Solidão clínica e cultura. San Pablo: Casa do Piscólogo/Fapesp. (2005) Considerações sobre a formação psicanalítica: desafios atuais. Percurso, 18 (35) 29-36. (2009) Algumas pontualizações em torno das raízes socioculturais das compulsões. Ide, Psicanálise e cultura, 32 (49), 177-191.
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CV Autores ResĂşmenes Descriptores
CV AUTORES, RESÚMENES Y DESCRIPTORES
GUSTAVO DESSAL Licenciado en Psicología por la Universidad Nacional de Buenos Aires. Analista Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis y de la Escuela Europea de Psicoanálisis. Ex-Presidente de la filial española de la Escuela Europea de Psicoanálisis. Ha sido miembro del Directorio y del Consejo de la Sección de Madrid de la Escuela Europea de Psicoanálisis. Coordinador (entre 1998 y 2009) del Nuevo Centro de Estudios de Psicoanálisis, continuador de la Sección Clínica de Madrid del Instituto del Campo Freudiano, institución dedicada a la formación en psicoanálisis. Psicoanalizante de Jacques-Alain Miller desde 1991 a 2014. Autor junto con Zygmunt Bauman de El retorno del péndulo (Fondo de Cultura Económica, Madrid-Buenos Aires 2014). Es también escritor de ficción. Ha sido traducido al inglés, francés, italiano, portugués y rumano. E-mail: g.dessal.esp@cop.es DANIEL GLASSERMAN Psicoanalista. Miembro Titular de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires. Actualmente es profesor del Instituto Universitario de Salud Mental de APdeBA, docente de la Carrera de Especialización en Psicoanálisis de Niños y Adolescentes de APdeBA y Secretario de la comisión organizadora del simposio anual de APdeBA. Publicaciones recientes: “Lo inconsciente en movimiento”, en Psicoanálisis, APdeBA XXXVI, N° 1, 2013; “Algunas relaciones de la lectura con la pulsión de vida y el amor de transferencia”, en Actualidad Psicológica, Año XXXVII, N° 423, 2014. E-mail: danielglasserman@gmail.com TOMÁS GRIECO Licenciatura en Psicología (UBA). Psicopatología Cát. II (UBA). Proyecto de investigación UBACyT (2014-2017): “Articulación de las conceptualizaciones de J. Lacan sobre la libertad con los conceptos fundamentales que estructuran la dirección de la cura: interpretación, transferencia, posición del analista, asociación libre y acto analítico”. Director: Dr. Pablo D. Muñoz. Participación en calidad de Becario UBACyT (2013-2015) con el proyecto: “La responsabilidad del sujeto por el pasaje al acto en Louis Althusser”. E-mail: tgrieco85@gmail.com
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CV AUTORES, RESÚMENES Y DESCRIPTORES ALEJANDRA INÉS LACROZE Licenciada en Psicología. Psicoanalista. Miembro titular de APdeBA. Full Member de IPA .Especialista en niñez y adolescencia (IPA). Egresada de la Maestría en pareja y familia (IUSAM APdeBA). Docente en Maestría de familia y pareja de IUSAM APdeBA. Realizó la Concurrencia hospitalaria en el Servicio de Alcoholismo y Toxicomanía del Centro de Salud Mental Nº 3 “Arturo Ameghino”. Coordinó el Programa de Prevención de Alcoholismo de la Provincia de Buenos Aires. Asesoró en el Anteproyecto de Ley de Lucha contra el Alcoholismo actual Ley 24.788. Fue Miembro Titular del Comité Asesor de Alcoholismo de la Nación (COteSAL) y Miembro de la Comisión Directiva del Consejo Argentino de Alcoholismo. Fundadora y Directora de “Mi cuerpo es mi casa”. Partner de la Campaña de RSE (Responsabilidad Social Empresaria) “Entre padres e hijos” de Cervecería y Maltería Quilmes. E-mail: alelacroze@gmail.com CARLOS MOGUILLANSKY Médico (Universidad Nacional de Buenos Aires), especialista en Psiquiatría. Analista Didacta de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (IPA). Especialista en Psicoanálisis de Niños y Adolescentes de la IPA. Profesor Titular del IUSAM. Magister (UNSAM). Autor de: Diálogos Clínicos en Psicoanálisis (en coautoría), México, 2006; Clínica de Adolescentes (en coautoría), Editorial Teseo, 2009; Decir lo Imposible, Editorial Teseo, 2010; Las latencias, Editorial Académica, Stuttgart, 2012. E-mail: cmoguillansky@gmail.com MARIA CECILIA PEREIRA DA SILVA Psicoanalista, Miembro Titular, analista de niños y adolescentes y docente de la Sociedad Brasileña de Psicoanálisis de São Paulo. Post- doctorado y Doctora en Psicología Clínica, Magister en Psicología de la Educación por la PUC-SP. Miembro del Departamento de Psicoanálisis de Niños y Profesora del Instituto Sedes Sapientiae del Curso Relación Padres-Bebés: De la Observación a la Intervención. E-mail: mcpsilv@gmail.com
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CV AUTORES, RESÚMENES Y DESCRIPTORES BERNARDO TANIS Miembro efectivo y docente de la Socedade Brasileira de Psicanálise de São Paulo, SBPSP. Doctor en Psicoanálisis PUC-SP. Editor de a Revista Brasileira de Psicanálise (2010-2014). E-mail: tanis@uol.com.br FEDERICO RAÚL URMAN Médico.Psicoanalista.Miembro Titular de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires.Especialista en niños y adolescentes. Docente en la Especialización en la Especialización en Psicoanálisis con Niños y Adolescentes y en la Maestría de Psicoanálisis de Pareja y Familia.Profesor Titular en la Especialización en Psicología Vincular de Familias con Niños y Adolescentes del Instituto Universitario del Hospital Italiano y del Instituto de Psicología de Santa Fe. Autor de diversos trabajos como: Un itinerar grupal.Trabajando diferencias,en coautoría con J. Puget y otros.En Sexta Jornada Clínica entre instituciones psicoanalíticas. Caso: Una familia silenciosa.AEAPG, Buenos Aires, 2014. Una mirada psicoanalítica: el juego en la clínica vincular. Controversias en Psicoanálisis de Niños y Adolescentes, (on-line),Nro11, 2012, pags. 65-76. Para habitar la casa del lenguaje, El juego en la psicosis. Rev.Dick, 2, Buenos Aires, 2008. E-mail: urmfed@gmail.com JOSÉ VALEROS Médico, psicoanalista, Miembro Didacta de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (IPA), Psicoanalista de Niños, profesor de Psicoanálisis y de Psicoanálisis de Niños en diversas instituciones psicoanalíticas y pediátricas. Autor de El jugar del analista y Experiencias con una bruja buena. E-mail: pitylucero@hotmail.com
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CV AUTORES, RESÚMENES Y DESCRIPTORES
RESÚMENES Y DESCRIPTORES
GUSTAVO DESSAL – CONFERENCIA: FREUD Y EL MALESTAR EN LA CULTURA DEL SIGLO XXI: LAS NUEVAS SOMBRAS
RESUMEN: El psicoanalista debe permanecer sensible al horizonte de su época, no para camuflarse con el discurso reinante, ni para adecuarse a las circunstancias que marcan los tiempos, sino para encarnar el síntoma, lo que hace obstáculo al discurso del amo, lo que descompleta la ilusión de la conciencia actual, lo que reintroduce la impotencia entre el objeto de goce y el sujeto. Debemos tener presente que en esta labor no estamos completamente solos, a pesar del rechazo del que somos objeto por parte de los académicos y los intelectuales omnisapientes. Son muchas las personas que confían en el método analítico, porque no creen en la felicidad a ciegas, ni en la filosofía del triunfo social, ni en las fórmulas sugestivas, ni en los directores espirituales, ni en los libros de autoayuda. Son muchas las personas que rechazan la moral del victimismo y que están dispuestas a asumir la responsabilidad que les toca en el desorden del que se quejan, según la célebre expresión de Lacan. Son muchas las personas que no buscan la normalidad sino la verdad, y que prefieren encontrarla en su propio discurso antes que en la cháchara de los profetas mediáticos. Esas personas forman parte del porvenir del psicoanálisis. DESCRIPTORES: Real. Síntoma. Goce. Ciencia. Técnica. Globalización. CARLOS MOGUILLANSKY – EL
NARCISISMO EN LA ADOLESCENCIA: LAS RAZONES DE SU
PREDOMINIO
RESUMEN: Se propone la noción de un narcisismo defensivo en la adolescencia, que encubre la imposible lógica de la transición de un poder entre las generaciones. Esa función defensiva expresa un conflicto entre la dependencia emocional infantil y el deseo de autonomía y libertad. Ese conflicto genera una erotización de la función esfinteriana –visual, oral, anal, genital– que se expresa en los síntomas juveniles. DESCRIPTORES: Adolescencia. Narcisismo. Libertad. Dependencia emocional.
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CV AUTORES, RESÚMENES Y DESCRIPTORES FEDERICO RAÚL URMAN – NARCISISMO: NUEVAS REFLEXIONES CLÍNICAS. SU EMPLEO EN EL TRABAJO CON NIÑOS Y ADOLESCENTES
RESUMEN: El narcisismo, caracterizado por S. Freud como la investidura libidinal del Yo, es un concepto complejo, abierto a diferentes sentidos y útil para la comprensión de la niñez y de la adolescencia, como etapas evolutivas. Es también una herramienta valiosa para la reflexión acerca de los problemas clínicos que involucran a estos pacientes y a sus familias. La constitución del amigo imaginario, las experiencias con los amigos íntimos en la adolescencia, las preocupantes oscilaciones y alteraciones de la autoestima, la importancia del terapeuta que juega con el niño o que empatiza con el dolor inefable del púber, la advertencia de no lastimar la sensibilidad de los padres con nuestras ambiciones terapéuticas o pedagógicas, son pensables también gracias al uso de este concepto. La patología narcisista no psicótica y psicótica nos invita a sumar, al análisis de las relaciones de objeto, la construcción inferida de un hacer vincular con el analista. DESCRIPTORES: Adolescentes. Experiencia. Freud. Narcisismo. Psicoanálisis con niños. Vínculo. JOSÉ VALEROS –ACERCA DE UNA FORMA DE REPARACIÓN DE LA AUTOESTIMA EN EL ANÁLISIS DE NIÑOS
RESUMEN: El trabajo describe una observación clínica destacada en el análisis de niños: las imágenes representadas repetidamente en juegos dramáticos diseñados por los niños, parecen influir y a veces marcadamente, en algunos aspectos de la sensación de la identidad de esos chicos. Se ilustra, con cierto detalle, el juego de la adquisición de coraje, desplegado por un niño, cuya motivación parece ser la de reparar su sensación de ser cobarde. El trabajo menciona que otros juegos dramáticos frecuentemente realizados por niños, como el de ser ricos, poderosos, destacados y otros, similarmente sugieren ser intentos de reparar aspectos dañados o defectuosos de su sensación de identidad DESCRIPTORES: Autoestima. Reparación del self. Juego dramático. DANIEL GLASSERMAN – NOTAS SOBRE LA EXPERIENCIA RESUMEN: Dadas las múltiples y diversas referencias entre psicoanalistas a la experiencia, el autor supone que se le impone al psicoanálisis contemporáneo la
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CV AUTORES, RESÚMENES Y DESCRIPTORES tarea fundamental de delimitar un concepto propio de experiencia de mayor alcance. Afirma que el campo de nuestra disciplina podría ser particularmente apropiado para abordar y reflexionar sobre lo que considera aspectos cruciales de una experiencia: la asimilación de acontecimientos, el olvido, las transformaciones, los relatos, la verdad. Sostiene que la ocasión para una experiencia comienza por apoyarse en cierta dignidad respecto de lo que nos sucede y que la asimilación se producirá en la medida en que pueda escucharse olvidado de sí mismo; En la experiencia de un análisis esto tendrá lugar partiendo de la liberación del habla por sí misma en el sentido del inmenso olvido que lleva consigo el habla errante. Desde aquí, trabajo de elaboración mediante, se darán las ocasiones para transformar las meras informaciones en relatos personales; considerando que lo sustancial allí no será una verdad revelada o el atravesamiento del muro del lenguaje sino: hablar de verdad. DESCRIPTORES: Experiencia. Olvido. Transformación. Relato. Verdad. TOMÁS GRIECO– SOBRE LOS EFECTOS DEL DICTAMEN DE INIMPUTABILIDAD RESUMEN: Proyecto de investigación UBACyT (2014-2017): “Articulación de las conceptualizaciones de J. Lacan sobre la libertad con los conceptos fundamentales que estructuran la dirección de la cura: interpretación, transferencia, posición del analista, asociación libre y acto analítico”. Director: Pablo D. Muñoz. Acreditado y financiado para el Período: 01-08-2014 al 31-07-2016. El presente trabajo parte de la propuesta de realizar un contrapunto entre el caso “Aimée” presentado por Jacques Lacan en su tesis doctoral (Lacan, 1932) y lo que puede constituirse propiamente como “caso” a partir del texto El Porvenir es Largo de Louis Althusser (Althusser, 1991). Un contrapunto tal rondará en torno a la función resolutiva del pasaje al acto, en su articulación con la vertiente “terapéutica” de la sanción legal postulada por el propio Lacan en su presentación del caso Aimée, postulación que resulta consecuencia del diagnóstico de “paranoia de autopunición” forjado por el autor. DESCRIPTORES: Inimputabilidad. Responsabilidad. Sujeto. Aimée. Althusser. ALEJANDRA INÉS LACROZE– "UN HILO DE ESPERANZA". NOTAS CLÍNICAS EN EL ANÁLISIS DE UNA FAMILIA CON NIÑOS
RESUMEN: Este trabajo describe una intervención que intenta abrir espacios de
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CV AUTORES, RESÚMENES Y DESCRIPTORES esperanza en una familia con niños en la cual existe la creencia de que no hay cambio posible. Se relata la elaboración del diagnóstico así como la estrategia a desarrollar en referencia a crear las condiciones de holding en el vínculo con el analista. Se describe la experiencia de trabajo realizada en el consultorio y en dispositivo por internet con técnica de juego. Plantea como objetivos: analizar y comprender la trama familiar que se va tejiendo alrededor de la desesperanza y la imposibilidad de cambio. Indagar los aspectos transferenciales que se ponen en juego y cómo se favorece a través del vínculo con el analista la apertura de espacios de esperanza y la posibilidad de cambio. El resultado del trabajo que se propone realizar será de utilidad en el área de psicoanálisis familiar con niños. Permitirá trabajar con dispositivos por internet con técnica de juego con pacientes del interior y exterior. Se agregan algunos comentarios finales. DESCRIPTORES: Psicoterapia de familia. Vínculo. Transferencia. Situación analítica. Internet. Skype. Dispositivo. Holding. Juego. Niños. Esperanza- desesperanza. Creencias. MARIA CECILIA PEREIRA
DA
SILVA – UNA
PASIÓN ENTRE DOS MENTES:
LA
FUNCIÓN
NARRATIVA
RESUMEN: Este artículo describe una función psíquica del analista que se fue definiendo a partir de la experiencia clínica con niños. Se trata de una calidad psíquica derivada de la función , que envuelve la capacidad de rêverie, como una pasión entre dos mentes: la función narrativa del analista. Se presenta una situación clínica en que esa función se fue constituyendo en el campo analítico, ante la dificultad del paciente para simbolizar. Se describe cómo la función narrativa busca una conexión con el aislamiento en que vive un niño con trastornos del espectro autista, en el cual la posibilidad de representación aún no se estableció. Se ofrecen significados para el juego repetitivo y estereotipado, tejiéndose la subjetividad y presentándose gradualmente la noción de alteración. Se procura mostrar cómo la función narrativa del analista en la construcción de las temáticas de las sesiones permitió la constitución del tejido psíquico, en que las emociones pudieran ser experimentadas en un encuentro entre dos mentes. DESCRIPTORES: Función. Narración. Pasión. Representación. Autismo.
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CV AUTORES, RESÚMENES Y DESCRIPTORES BERNARDO TANIS –PERMANENCIAS
Y CAMBIOS EN EL LUGAR DEL ANALISTA: DESAFÍOS
ÉTICOS
RESUMEN: A partir de las transformaciones culturales y socioeconómicas inherentes al pasaje de la Modernidad a la Contemporaneidad, el autor indaga los cambios en las relaciones del sujeto con las dimensiones del deseo, del poder, del pasaje al acto y la transgresión. Recorre la crónica “Mineirinho”, de Clarice Lispector, como forma de introducir una discusión ética al explicitar nuevos lugares para los “actos justicieros”, que en el actual contexto escapan a la simbolización. Concluye apuntando que nuevas configuraciones clínicas en las cuales predomina un déficit de simbolización implican transformaciones del lugar del analista en la clínica y que, consecuentemente, demandan una reflexión sobre la ética en el ejercicio actual del psicoanálisis. DESCRIPTORES: Ética. Clínica contemporánea. Simbolización. Acto. Lugar del analista.
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CV AUTORES, RESÚMENES Y DESCRIPTORES
Summary
GUSTAVO DESSAL – FREUD & CIVILIZATION AND ITS DISCONTENTS IN THE XX CENTURY. THE NEW SHADOWS SUMMARY: The psychoanalyst must be sensitive to the circumstances of our present times, not to adapt himself to them, but to incarnate the symptom, the obstacle to the discourse of the master. The symptom spoils the mirage of the consciousness, and shows the distance between the subject and the object of jouissance. Despite the refusal of academics and intellectuals to psychoanalysis, we aren't completely alone. Many people trust the analytical method precisely because they do not believe in the philosophy of supreme happiness, social success, neither they follow coaches, spiritual directors or self-help books. Many people are against “victim morality”, and prefer to assume their own responsibility in the disorder they suffer. Many people choose the truth instead of the normality, and they devote themselves to find it in their own discourse and not in the chatter of media prophets. These people will take part in the future of psychoanalysis. KEY WORDS: Real. Symptom. Science. Technique. Globalization. CARLOS MOGUILLANSKY – NARCISSISM IN ADOLESCENCE: REASONS OF ITS PREDOMINANCE SUMMARY: The text poses the idea of a defensive narcissism in adolescence, which hides the impossible logic of a transition of power between the generations. This defensive function displays the conflict between the infantile emotional dependence and the wish of autonomy and freedom. This conflict raises the erotic level of sphincter functions –visual, oral, anal, genital– as it is shown in the young’s symptoms. KEY WORDS: Adolescence. Narcissism. Emotional dependence. Freedom. FEDERICO RAÚL URMAN – NARCISSISM: NEW THEORETICAL REFLECTIONS; THEIR EMPLOYMENT IN CHILDREN AND ADOLESCENTS WORK
SUMMARY: Narcissism, characterized by S. Freud as the libidinal cathexis of the ego, is a complex concept, opened to different meanings and it´s useful for the under-
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CV AUTORES, RESÚMENES Y DESCRIPTORES standing of childhood and adolescence as evolutionary stages; it´s also a valuable tool for the interpretation of clinical problems involving these patients and their families. The creation of the imaginary friend, the experiences with close friends during adolescence, the disturbing oscillations and the changes in self-esteem, the importance of the therapist playing with the child or that empathizes with the ineffable suffering of the adolescent, the warning not to hurt the parental sensitivity with our therapeutic or educational goals, are also conceivable thanks to the use of this concept. The non-psychotic and psychotic narcissistic pathology invites us to add, to the analysis of object relations, the construction deduced from the connection with the analyst. KEY WORDS: Teenagers. Experience. Freud. Narcissism. Psychoanalysis with children. Link. JOSÉ VALEROS – ON A WAY OF REPAIRING SELF ESTEEM IN CHILD ANALYSIS SUMMARY: This paper describes an outstanding clinical observation in child analysis: The repeatedly represented images in dramatic plays designed by children, have an influence, sometimes of great importance, in certain aspects of the sense of identity of those children. The paper illustrates, with some detail, the “Acquisition of courage” play, as it was displayed by a boy, which motivation seemed to be repairing his feeling of being a coward. The text states also that other dramatic plays frequently realized by children, like those of being rich, powerful, outstanding, & others, suggest being intents of repairing aspects of a sense of identity felt as damaged or defective. KEY WORDS: Self esteem. Self repairing. Dramatic play. DANIEL GLASSERMAN – NOTES ON EXPERIENCE SUMMARY: Based on numerous and diverse references among psychoanalysts related to the experience, the author supposes that it is a main task for the contemporary psychoanalysis to delimitate its own concept of experience in a broader sense. He supports that the field of our discipline could be particularly appropriate to face and reflect on what the considers crucial aspects of an experience: the assimilation of events, the forgetfulness, transformations, stories, the truth.
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CV AUTORES, RESÚMENES Y DESCRIPTORES He supports that the occasion for an experience begins by relying on certain dignity related to what happens to oneself and the assimilation will be produced when one becomes able to listen the forgotten of oneself. In the experience of an analysis this will take place departing from the liberation of the speaking itself in the sense of the huge forgetfulness that takes with it the wandering speak. From here, the working through will give the occasion to transform pure information into personal stories, considering that there will not be a revealed truth or the traspassing of the Wall of language: to speak truly. KEY WORDS: Experience. Forget. Transformation. Story. Truth. TOMÁS GRIECO – ON THE NON IMPUTABILITY EFFECTS SUMMARY: UBACyT framework research project (2014-2017): “Articulation of J. Lacan´s conceptualizations on freedom with the fundamental concepts that structure the cure direction: interpretation, transfer, analyst position, free association and analytic act”. Director: Pablo D. Muñoz. Accredited and financed for the period: 0801-2014 to the 07-31-2016. UBACyT Project (2013-2015): “Subjective responsibility for the passage to the Act on Louis Althusser”. The present study is based on the proposal of a counterpoint between the “Aimée” case presented by Jacques Lacan in his doctoral thesis (Lacan, 1932) and what can be properly considered as a “case” in relation to The Upcoming is Long by Louis Althusser (Althusser, 1991). Such counterpoint proposes to aboard the passage to the act problem in relation to the “therapeutic” aspect of the legal sanction postulated by the own Lacan in his case presentation of Aimée, postulation that results of the category of “self punishment paranoia” forged by the author. KEY WORDS: Non responsibility. Responsibility. Subject. Aimée. Althusser. ALEJANDRA INÉS LACROZE–“A STRING OF HOPE”. CLINICAL COMMENTS ON THE ANALYSIS OF A FAMILY WITH CHILDREN . SUMMARY: This essay describes an intervention which tries to open spaces of hope in a family with children, in which exists the belief that there is no possible change. It describes the elaboration of the diagnosis, including also the strategy to develop in order to make it possible the creation of the seeked holding conditions, in the link with the analyst. It shows the work experience done in the consulting room, and in the internet encounters using play technique. It has the following objectives: to analyze and understand the plot the family builds surrounding their lack of
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CV AUTORES, RESÚMENES Y DESCRIPTORES hopelessness and the impossibility of producing change. To explore the transferential aspects displayed, and to explain how the link with the analyst collaborates in the opening of spaces of hope, and the possibility of achieving change. The result of this essay will be helpful in the area of family with children psychoanalysis. It will allow to work with the Internet, using play technique with patients from our own country, and foreign patients too. Finally, we add some final comments. KEY WORDS: Family Psychotherapy. Transference. Analytical situation. Internet. Skype. Holding. Play. Children. Hope - Hopelessness. Belief. MARIA CECILIA PEREIRA
DA
SILVA – A
PASSION BETWEEN TWO MINDS: THE NARRATIVE
FUNCTION
SUMMARY: This paper describes a psychic function of the analyst which has been defined through clinical experience with children. It is a psychic quality derived from the function, which involves the capacity of rêverie, as a passion between two minds: the analyst’s narrative function. I present a clinical situation in which this function was constituted in the analytical field due to the patient’s difficulty to symbolize. I describe how the narrative function seeks a connection with the isolation in which a child with autistic disorder lives, in whom the possibility of representation has not been established yet. It gives meaning to the repetitive and stereotyped play, weaving subjectivity and gradually introducing the notion of otherness. My attempt is to show how the analyst’s narrative function in the construction of the sessions’ themes allowed for the constitution of the psychic fabric in which the emotions were able to be shared in a meeting between two minds. KEY WORDS: Function. Narrative. Passion. Representation. Autism. Traumatic situation. BERNARDO TANIS –PERMANENCE
AND CHANGE IN THE ROLE OF THE ANALYST : ETHICAL
CHALLENGES
SUMMERY: Taking as a starting point the cultural and socioeconomic transformations inherent in the transition from Modernity to Contemporaneity, the author reflects upon the individuals changes in his relationships with the dimensions of desire, power, passage to the act and transgression. He makes use of Clarice Lispector’s short story “Mineirinho” as means of proposing an ethical discussion for such acts of a “vigilante” nature –as in making justice with one’s own hands– which
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CV AUTORES, RESร MENES Y DESCRIPTORES in the current context escape symbolization. The author concludes by pointing out that these new clinical configurations where lack of symbolization predominates will entail the need of transformation in the role of the analyst with regard to the clinic as well as subsequent ethical reflection on current psychoanalytic practice. KEY WORDS: Ethics. Contemporary clinic. Symbolization. Act. Role of the analyst.
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Résumé
GUSTAVO DESSAL – FREUD
ET LE MALAISE DANS LA CULTURE DU
XXI
SIÈCLE: LES
NOUVELLES OMBRES
RÉSUMÉ: Le psychanalyste doit rester sensible à l’horizon de son temps, pas pour se fondre dans le discours dominant, ni pour répondre à des circonstances qui marquent les temps, mais pour incarner le symptôme, ce qui fait obstacle au discours du maître, ce qui rend incomplète l’illusion de la conscience actuelle, et ce qui réintroduit l’impuissance entre l’objet de jouissance et le sujet. Nous devons nous rappeler que nous ne sommes pas complètement seuls dans ce travail, malgré le rejet auquel nous sommes soumis de par les universitaires et les intellectuels. Il y beaucoup de gens qui comptent sur la méthode d’analyse, ils ne croient pas au bonheur aveugle, a la philosophie de la réussite sociale, aux formules suggestives, aux directeurs spirituels, aux livres d’aide personnelle. Beaucoup de gens, qui rejettent la morale de la victime, sont prêtes à assumer la responsabilité qui leurs revient dans le désordre, duquel ils se plaignent, selon la célèbre expression de Lacan. Beaucoup de gens ne cherchent pas la normalité, mais la vérité, et préfèrent la trouver dans leur propre discours que dans le bavardage des prophètes médiatiques. Ces personnes forment l’avenir de la psychanalyse. MOTS CLÉS: Real. Symptôme. Science. Technique. Globalisation. CARLOS MOGUILLANSKY – LE
NARCISSISME À L’ADOLESCENCE: LES RAISONS DE SA
PRÉDOMINANCE
RÉSUMÉ: L’auteur propose la notion d’un narcissisme défensif de l’adolescence qui recèle de l’impossible logique de la transition d’un pouvoir entre les générations. Cette fonction défensive exprime un conflit entre la dépendance émotionnelle infantile et le désir d’autonomie et de liberté. Ce conflit-ci génère ou augmente l’érotisme de la fonction sphinctérienne –visuel, oral, anal, génital–. lequel s’exprime dans les symptômes des jeunes. MOTS CLÉS: Adolescence. Narcissisme. Liberté. Dépendance.
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CV AUTORES, RESÚMENES Y DESCRIPTORES FEDERICO RAÚL URMAN – NARCISSISME:
NOUVELLES RÉFLEXIONS THÉORIQUES.
LEUR
EMPLOI DANS LE TRAVAIL AVEC LES ENFANTS ET LES ADOLESCENTS
RÉSUMÉ: Le narcissisme, caractérisé par S. Freud comme l’investissement libidinal du self, est un concept complexe, ouvert aux différents sens et utile pour la compréhension de l’enfance et de l’adolescence comme des stades évolutifs. C´est aussi un outil précieux pour la réflexion sur les problèmes cliniques impliquant ces patients et leurs familles. La création de l’ami imaginaire, les expériences avec des amis proches à l’adolescence, les oscillations inquiétantes et des changements dans l’estime de soi, l’importance du thérapeute qui joue avec l’enfant ou qui sympathise avec la douleur ineffable de la puberté, l´avertissement de ne pas blesser la sensibilité parentale avec nos objectifs thérapeutiques ou pédagogiques, sont aussi envisageables grâce à l’utilisation de ce concept. La pathologie narcissique non psychotique et psychotique nous invite à ajouter, à l’analyse des relations d’objet, la construction déduite à partir du lien établi avec l’analyste. MOTS CLÉS: Adolescents. Expérience. Freud. Narcissisme. Psychanalyse avec enfants. Lien. JOSÉ VALEROS – AU
SUJET D’UN MOYEN DE RÉPARATION DE L’AUTOESTIME DANS LA
PSYCHANALYSE DES ENFANTS
RÉSUMÉ: Ce travail décrit une observation clinique remarquable dans la psychanalyse des enfants. Les images représentées répétitivement dans des jeux dramatiques produits par les enfants, semblent avoir une influence, quelques fois d’importance, dans certains aspects du sens d’identité de ces enfants. On illustre, avec certain détail, le jeu d’acquisition de courage déployé par un enfant, semblant être motivé à réparer son sensation d’être lâche. Le travail considère que d’autres jeux dramatiques réalisés avec fréquence par les enfants, comme ceux d’être riches, puissants, distingués et autres, suggèrent d’être essaies de repérer des aspects défectueux du sens d’identité. MOTS CLÉS: Autoestime. Réparation de soi. Jeu dramatique. DANIEL GLASSERMAN – NOTES SUR LA EXPÉRIENCE RÉSUMÉ: Données les multiples et plusieurs références entre des psychanalystes à
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CV AUTORES, RESÚMENES Y DESCRIPTORES l´expérience, l´ auteur suppose que il y a un travail qui est imposé à la psychanalyse contemporaine: faire la délimitation d´un concept propre d´expérience d´une portée plus grand. Il affirme que le champs de notre expérience commence pour aborder et réfléchir sur ce qu’il considère les aspects cruciaux d’une expérience: l’assimilation d’événements, l´oubli, les transformations, les récits, la vérité. Il soutient que l´ occasion pour une expérience commence pour s’appuyer dans certaine dignité en relation à ce que nous arrive et que la assimilation va se produire quand il peut écouter la chose oubliée de soi-même. Dans l´expérience d’une analyse tout arrive à partir de la libération du parler par soi-même dans le sens de l´immense oubli que le parler-errant porte avec lui. D’ici, à travers un travail d’élaboration, surviendront les occasions pour transformer les seules informations en des récits personnels; le substantiel ne sera pas une vérité révélé ou l´affranchissement du mur du langage, mais parler en vérité. MOTS CLÉS: Expérience. Oubli. Transformation. Récit. Oubli. Vérité. TOMÁS GRIECO –AU SUJET DES EFFETS DU DICTAMEN DE NON IMPUTABILITÉ R ÉSUMÉ : Projet de recherche UBACYT (2014-2017): “Articulation des conceptualisations de J. Lacan à propos de la liberté avec les concepts fondamentaux qui structurent la direction de la cure : interprétation, transfert, position de l’analyste, association libre et acte psychanalytique ”. Directeur : Pablo D. Muñoz. Accrédité et financé pour la période: 01-08-2014 au 31-07-2016. Participation comme boursier avec le projet UBACYT (2013-2015): “La responsabilité subjective pour le passage à l’acte dans Louis Althusser”. Cet article propose un contrepoint entre le cas “Aimée” présenté par Lacan dans sa thèse doctorale (Lacan, 1932) et ce qui peut être construit comme “cas” si nous partons du texte “L´avenir est long” de L. Altthusser (Althusser, 1991). Un tel contrepoint propose que le passage à l’acte a une fonction de résolution liée a l’aspect “thérapeutique” de la sanction légale postulée par Lacan lui-même dans la présentation du cas Aimée, postulation qui est la conséquence du diagnostic de “paranoïa d’autopunition” par J. Lacan. MOTS CLÉS: Non imputabilité. Responsabilité. Sujet. Aimée. Althusser.
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CV AUTORES, RESÚMENES Y DESCRIPTORES ALEJANDRA INÉS LACROZE – “UNE LUEUR D’ESPOIR”. NOTES CLINIQUES DANS L’ANALYSE D’UNE FAMILLE AYANT DES ENFANTS . RÉSUMÉ: Ce travail décrit une intervention visant à l’ouverture d’espaces d’espoir à l’intérieur d’une famille qui considère impensable la possibilité d’un changement. Présentation de l’élaboration du diagnostique ainsi que de la stratégie à développer dans le but de créer les conditions de holding dans le rapport avec l’analyste. Description de l’expérience de travail dans le cabinet et en dispositif internet moyennant la technique du jeu. Objectifs: analyser et comprendre le tissu familial qui se développe autour du désespoir et de l’impossibilité de changement. Enquêter sur les aspects du transfert mis en jeu, sur les espaces d’espoir et sur les possibilités de changement grâce au lien resserré avec l’analyste. Le résultat du travail envisagé sera utile en ce qui concerne la psychanalyse familiale avec des enfants. Cela permettra de travailler avec des dispositifs internet qui favorisent la technique du jeu avec des patients vivant à l’intérieur et à l’extérieur du pays. On ajoute finalement quelques commentaires. MOTS CLÉS: Psicothérapie de famille. Lien. Transfert. Situation analytique. Internet. Skype. Dispositif. Holding. Jeu. Enfants. Espoir-désespoir. Croyances. MARIA CECILIA PEREIRA
DA
SILVA – UNE
PASSION ENTRE DEUX ESPRITS: LA FONCTION
NARRATIVE
RÉSUMÉ: Cet article décrit une fonction psychique de l’analyste que se definit à partir de l’expérience clinique avec des enfants. C’est une qualité psychique dérivée de la fonction , qu’implique la capacité de rêverie, comme une passion entre deux esprits: la fonction narrative de l’analyste. L’auteur présente une situation clinique dans laquelle cette fonction se constitue dans le champ analytique pour faire face aux difficultés du patient pour symboliser. Cet article décrit comment la fonction narrative essaie de créer un lien avec l’enfant qui vit dans l’isolément caractéristique des troubles du spectre de l’autisme, chez qui la possibilité de représentation n’est pas encore établie. L’analyste apporte du sens au jeu répétitif et stéréotypé, en constituant la subjectivité et en présentant graduellement la notion d’altérité. L’auteur essaie de montrer comment la fonction narrative de l’analyste dans la construction de la thématique des séances a permis la constitution d’un tissu psychique, dans lequel les émotions peuvent être partagées dans le rencontre entre deux esprits.
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CV AUTORES, RESÚMENES Y DESCRIPTORES MOTS CLÉS: Fonction narrative. Passion. Représentation. Autisme. BERNARDO TANIS – PERMANENCES ET CHANGEMENTS DANS LE LIEU DE L’ANALYSTE: DÉFIS ÉTHIQUES
RÉSUMÉ: Dès les transformations culturelles et socio-économiques inhérents au passage de la Modernité à la Contemporanéité, l’auteur recherche les changements dans les relations du sujet avec les dimensions du désir, du pouvoir, du passage à l’acte et de la transgression. Il parcourt la chronique “Mineirinho”, de Clarice Lispector, comme une manière d’introduire une discussion éthique quand on explicite des nouveaux lieux pour les “actes justiciers”, celles qui dans le contexte actuel échappent à la symbolisation. L’auteur affirme que des nouvelles configurations cliniques avec une prédominance d’un déficit de symbolisation impliquent des transformations du lieu de l’analyste dans la clinique et que, en conséquence, elles demandent une réflexion sur l’éthique dans l’exercice actuel de la psychanalyse. MOTS CLÉS: Éthique. Clinique contemporaine. Symbolisation. Acte. Lieu de l’analyste.
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