Oficina
del
Presidente
Dr. John Fortino Obispo Presidente
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Dr. John Fortino Obispo Presidente
ASAMBLEA APOSTÓLICA DE LA FE EN CRISTO JESÚS CONVENCIÓN LEGISLATIVA Long Beach, California, Noviembre 27-29, 2013 Mensaje Presidencial 20 En el futuro tus hijos te preguntarán: “¿Qué significan estas leyes, estos decretos y estas ordenanzas que el Señor nuestro Dios nos mandó obedecer?” 21 Entonces tú les dirás: “Nosotros éramos esclavos del faraón en la tierra de Egipto, pero el Señor nos sacó de Egipto con su mano poderosa. 22 El Señor hizo señales milagrosas y maravillas ante nuestros ojos, envió castigos terribles contra Egipto, contra el faraón y contra todo su pueblo. 23 Nos sacó de Egipto para entregarnos esta tierra que había jurado darles a nuestros antepasados. 24 Entonces el Señor nuestro Dios nos ordenó obedecer todos estos decretos y temerlo a él, para que siguiera bendiciéndonos y preservara nuestra vida como lo ha hecho hasta el día de hoy. 25 Pues cuando obedezcamos todos los mandatos que el Señor nuestro Dios nos ha dado, entonces se nos considerará justos.”1 Estimados Ministros del Señor, Paz de Cristo. Este año, ha sido otro año de prueba para el liderazgo y el pueblo Apostólico. Aunque todavía no bajamos la guardia, sentimos que el efecto de estos acontecimientos ha disminuido considerablemente. Por momentos creímos que el impacto de esos sucesos iba a fracturar la Iglesia, pero gracias sean dadas a Dios, la Iglesia, una vez más, pasó por el crisol de la prueba, y una vez más, salió triunfante. Es muy complejo explicar por qué la Iglesia atraviesa por momentos tan críticos. Nuestra historia está repleta de situaciones difíciles y confusas; pero lo que sí podemos explicar sin ninguna duda, es que Dios está con la Asamblea Apostólica – nunca la ha abandonado y nunca lo hará. Los hombres y las posiciones van y vienen, pero Dios permanece fiel. La Iglesia, en la tierra, tiene dos lados bien definidos que son importantísimos para el buen funcionamiento de la misma; el lado legal y el lado espiritual. Ambos caminan mano a mano para que la Iglesia mantenga su ritmo y su vida. No puede atenderse uno y descuidarse el otro. Las organizaciones religiosas que no comprendan esto, están destinadas al fracaso. Ambos lados son imprescindibles para que haya continuidad y proyección. Durante esta Convención Legislativa estaremos trabajando sobre el lado legal de la Iglesia. Este es el lado que habla de nuestra “realidad” que, por momentos, no quisiéramos ni siquiera que se mencione. Pero no puede haber desarrollo 1
Deuteronomio 6:20-25. Nueva Traducción Viviente (NTV) 2010, by Tyndale House Foundation
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y bendición espiritual si no se atiende y queda establecido el aspecto legal. Para esto, debemos mirar lo que sucede a nuestro alrededor; debemos mirar lo que está pasando enfrente de nuestros ojos. El Dr. Steve Brown, citando al famoso Agustín de Hipona, dijo: “La Iglesia, en ocasiones, se parece a una mujer de la calle, pero aun así, sigue siendo nuestra madre.”2 ¿Qué significan semejantes palabras? ¿Qué está diciendo el Obispo de Hipona? ¿Por qué semejante frase? Lo que sucede es que la Iglesia como institución tiene un lado que es muy feo y hasta vergonzoso. La Iglesia no es solamente la cara que se presenta detrás del púlpito los domingos o en Convenciones. Desdichadamente, existen momentos y situaciones donde la Iglesia muestra su lado grotesco y lamentable. Por un lado, la amamos, pero por otro lado, no quisiéramos identificarnos con ella. Esto es lo que representa el aspecto legal. Ahora bien, no siempre el aspecto legal es vil o vergonzoso, (como en los casos de: bodas, la compra de propiedades, vehículos, etc.) pero sí lo es cuando los miembros de la Iglesia tienen litigios, cuando los pastores pelean por sus derechos exigiendo fuertes sumas de dinero como indemnizaciones, cuando las demandas legales son por miembros de las congregaciones, cuando hay que utilizar las leyes para salvar un templo, o parar abusos. Y que decir de los argumentos usados por los abogados cuando presentan los lados que están en discordia. Todo esto nos muestra un lado de la Iglesia que nos hace sentir muy mal a todos. A esto se estaba refiriendo el Obispo de Hipona. Los que estamos en este piso hoy, tenemos una obligación moral y legal de discernir y afrontar nuestra realidad con valor. La estructura de nuestra Asamblea está diseñada para que los cambios o afirmaciones que sean necesarias, se realicen siguiendo los canales establecidos en la Constitución, presentándolos por medio de Propuestas Iniciativas que pueden recibir Resolución de Proceso o no, las cuales con una mayoría simple del voto pastoral3, pueden convertirse en parte de nuestras prácticas. Aprovecho la oportunidad para agradecer a todos los proponentes de Propuestas Iniciativas. Los Ministros podemos ponernos azules en la cara y discutir con vehemencia y pasión sobre asuntos que ameritan un cambio inmediato, pero deben entender que hasta que ese cambio no se registre en la Constitución y sea parte del Texto Legal de la Asamblea Apostólica, nunca se llevará a cabo. La única manera de lograr cambios y modificar el sistema de estructura que tenemos, es por medio del uso del mismo sistema. La única manera de que la Asamblea Apostólica pueda lograr que su marcha sea uniforme, es por medio de Convenciones Legislativas como estas, donde el proceso constitucional se desarrolla y sigue los parámetros establecidos. Pero, para lograrlo, antes de nada, debemos definir nuestra realidad. Thomas P. Holland escribe: “La obligación más importante y la más urgente de toda Mesa Directiva de cualquier denominación religiosa, es definir su realidad.”4 Esta declaración me parece muy interesante y muy atinada en el contexto que estamos viviendo y experimentando. La realidad que vive la Iglesia va a determinar la reacción del liderazgo, y viceversa. Creo que mientras más clara esté nuestra realidad (por más dura que sea), va a servir como un fundamento, como punto de apoyo para proyectarnos a lo que realmente deseamos para nuestra generación y para la que viene detrás. La generación que nos sigue nos está mirando atentamente, y se está preguntando qué clase de Iglesia le vamos a dejar. Seamos sensibles al Espíritu Santo y dejemos que el mismo Dios que dirigió a los pioneros, sea el mismo que nos dirija a nosotros.
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Steve Brown, A Scandalous Freedom: The Radical Nature of the Gospel (West Monroe, La.: Howard Publishing Co.), 75. Constitución - Asamblea Apostólica de la Fe en Cristo Jesús, Procedimiento para enmendar la Constitución de la Asamblea Apostólica, Revisión 2013 (Rancho Cucamonga, Ca.: Christian Education Dept., 2013), 54. 4 Thomas P. Holland & David C. Hester, Building Efective Boards for Religious Organizations: A Handbook for Presidents, and Church Leaders, (San Francisco, Ca.: Jossey-Bass Publisher, 2000), 4.
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Esta Convención Legislativa no pretende tener la respuesta a todas las dudas y preocupaciones, pero es un buen comienzo. Nadie puede atreverse a decir que las respuestas o argumentos que presentemos durante esta semana, serán absolutas o finales. Nadie puede pronunciar semejante declaración, ya que en nuestra jornada a Sion, seguiremos encontrando más retos y desafíos, los cuales tendremos que enfrentar con fe y valor. Durante esta semana, seremos parte de la historia de la Asamblea Apostólica, y como en el texto de Deuteronomio, podamos decirle a nuestros hijos y nietos cuando nos pregunten, que cuidamos de la Iglesia, que discutimos y acordamos, que aprobamos y desaprobamos, pero lo hicimos con respeto entre nosotros y amando a Dios y su obra. Estimados Ministros del Señor, en esta semana seguiremos escribiendo la historia, nuestra historia. Nos uniremos a la que escribieron nuestros pioneros, ellos también pasaron por encrucijadas similares a las que nosotros pasamos y salieron avante. Por eso es importante conocer la historia, porque la historia nos da identidad y madurez. Cicerón dijo: “No saber lo que ha sucedido antes de nosotros es como ser permanentemente niños.”5 La Constitución es parte de ese legado histórico que nos caracteriza como Iglesia, en todas partes del mundo, donde el escudo con la corona, la antorcha, la cruz y el texto de Hechos 2:38 se muestre. En la nota explicativa a los lectores de la Primera Constitución de la Asamblea Apostólica, Revisión 1945, dice: “…En el afán constante de engrandecer la gloriosa causa de nuestro Señor Jesucristo, y de hacer efectivo el trabajo de cada Obrero, se ha escrito la presente Constitución, con sus Estatutos y Reglamentos, y se espera haber llenado por el momento una apremiante necesidad.”6 Aquí observamos cómo los hombres que escribieron estos artículos e incisos, ya sabían que “ese texto legal” era, “por el momento”, lo que contestaría a las “necesidades apremiantes” de esos años. Ellos ya sabían que vendría una segunda y tercera revisión. ¡Se necesita mucho valor para escribir semejante párrafo! Ellos sabían que lo único definitivo es la palabra de Dios, y que con el tiempo y las necesidades apremiantes del contexto cultural, social, económico y espiritual de la Iglesia, iban a venir cambios, que deberían hacerse con el mismo valor que ellos lo hicieron. Algunos pueden llegar a pensar que estos hombres no supieron lo que escribieron, y por eso dijeron lo que dijeron, pero en la misma nota al lector, ellos escribieron: “Los que fuimos guiados a la realización de este humilde trabajo, en pro de la causa de Cristo, lo hicimos movidos por un sentimiento de gratitud y responsabilidad hacia Dios, … habiendo encomendado en oración a Dios nuestras mentes. Y poniendo nuestras manos en nuestro corazón y pulsando los sentimientos más íntimos de nuestro ser, procedimos, confiando en que el Espíritu Santo nos ha guiado y asistido.”7 Al leer frases como estas de nuestros pioneros, mi espíritu vibra de emoción. Ellos entendieron que la tarea era difícil y santa, y con las manos en sus corazones, en señal de pacto, juramento y respeto, plasmaron en ese texto, la Primera Constitución de la Asamblea Apostólica de la fe en Cristo Jesús. El mismo espíritu se encuentra en el texto constitucional vigente, ya que en la Introducción de la Constitución del 2013 leemos: “Y que sólo Dios es perfecto. La Iglesia y la Constitución son perfectibles, pueden y deben mejorar siempre. De ahí que nuestras normas constitucionales no son un producto acabado o intocable, sino instrumentos dinámicos, propios de la Iglesia, que como cuerpo de Cristo, más que una organización, es un organismo vivo (Filipenses 3:13-14).”8 5
Cicerón, http://www.interrogantes.net/Todas-las-frases-de-todos-los-temas-por-orden-alfabetico/menu-id-1.html#HISTORIA (accesado febrero 15, 2012). 6 Constitución de la Asamblea Apostólica de la Fe en Cristo Jesús, Nota Explicativa a los Lectores, Revisión 1945 (Rancho Cucamonga, Ca.: Christian Education Dept., 2007), 13. 7 ibíd., 13. 8 Constitución - Asamblea Apostólica de la Fe en Cristo Jesús, Procedimiento para enmendar la Constitución de la Asamblea Apostólica, Revisión 2013 (Rancho Cucamonga, Ca.: Christian Education Dept., 2013), ii.
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Tanto en el primer texto constitucional como en el más reciente, el consenso de todos los que participaron en la formación del mismo, es que los incisos de los diferentes capítulos y artículos, pueden ser modificados, cambiados, y hasta anulados dependiendo de la necesidad que viva la Iglesia en el momento que ello se lleve a cabo. La historia atestigua que cada vez que la Iglesia atravesaba momentos duros y controversiales, los líderes se juntaban y confrontaban las situaciones con la autoridad de la Palabra de Dios primeramente, y luego establecían las directrices que se deberían de seguir por todos. Este modelo, más que nuestro, es bíblico. Lo vemos en Hechos 15, donde los líderes se juntaron para atender el problema de las exigencias de parte de los judíos con los nuevos convertidos que tenían una ascendencia gentil. Parece que el modelo a seguir ha sido siempre el mismo, tanto para la Iglesia primitiva como para la Asamblea Apostólica: “Crisis – Palabra de Dios – Concilio – Legalización.” Los chinos utilizan dos pinceladas para escribir la palabra crisis. Una pincelada significa “peligro”, la otra significa “oportunidad.”9 En una crisis se toma conciencia del peligro inherente de la misma, pero también se reconoce la oportunidad. En esta Convención Legislativa tenemos la oportunidad de cambiar nuestra realidad de peligro a una realidad de oportunidad, si dejamos que el Espíritu Santo nos guíe, y colocamos la Iglesia del Señor antes de nuestras agendas privadas.
NUESTRA REALIDAD Habitualmente en una situación normal, el Obispo Presidente, al asumir la posición, y después de unas semanas en función, presenta su plan de trabajo a la Mesa Directiva, a los Obispos, a los pastores, y al final, al pueblo en general. Pero estos meses no han sido normales y la toma de esta posición como presidente, no ha sido de una manera ideal. Estamos muy conscientes que un servidor es Presidente por la Constitución y no por el voto pastoral. Ustedes votaron por mí para que fuera el Vice-Presidente (y por ello estoy muy agradecido), pero la situación que atravesamos nos ha llevado a esta posición. Después de asumir legalmente esta función el 2 de abril frente a los Obispos de Distrito, hablé con la Mesa Directiva Internacional y les dije: “Tenemos 18 meses para entregar estas posiciones; y en frente de nosotros tenemos dos opciones: “Aguantar el peso de la situación, dejar que el tiempo pase y esperar a las elecciones de noviembre del 2014 o, hacer todo lo que podamos por amor a Dios y a su obra.” Todos optamos por la segunda opción. Después alguien agregó: “En 18 meses se pueden tener dos ‘babies.’” Esto es parte de la realidad que les hablaba al principio, una realidad que tenemos que confrontar antes de desarrollar proyectos e ideas. Por lo tanto, he tenido que relegar los proyectos e ideas a un segundo plano. Estos meses han sido muy difíciles para mi, mi familia y para la iglesia en Miami, aunque nunca dejamos de ver la mano de Dios con nosotros. Él nunca nos ha abandonado, y nos ha dado las armas para pelear esta batalla espiritual. Estoy declarando y confesando la victoria total en el nombre de Jesús. En estos meses Dios me ha concedido la oportunidad de recibir cientos de emails, y llamadas telefónicas de Obispos, Pastores y pueblo del Señor en general, expresando sus inquietudes, miedos, sueños y descontento. Los que pudieron, lo hicieron en persona, y algunos, hasta con lágrimas en sus ojos. Pero en todos los casos, me hablaron con mucho respeto y pude percibir el amor que ellos sienten por la Asamblea Apostólica y el deseo que manifiestan para que nuestra Iglesia triunfe.
9 John F. Kennedy. http://listas.eleconomista.es/emprendedores/2150-10-frases-inspiradoras-para-enfrentarse-a-la-crisis (accesado noviembre 2, 2013).
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Definitivamente la oficina presidencial polariza a las personas, y si se les permite, hace que los hermanos manifiesten su inconformidad y también sus ideas. Muchas veces he escuchado la frase: “La Asamblea Apostólica tiene que cambiar”. Aunque nadie me dice cómo o de qué manera, hay un profundo deseo de ver algo diferente. Tal vez estos que escriben o hablan no representen a la mayoría, pero son los que tienen el valor de hacerlo. En estos emails y pláticas, he descubierto que hay una realidad en la Asamblea Apostólica, que no necesariamente es la que vemos diariamente, sino una que está oculta detrás de un silencio comprometedor que ha afectado el crecimiento y desarrollo de la Iglesia. Un silencio que no es normal; ya no estoy seguro si este silencio es un asunto socio-cultural o es un problema espiritual. Estimados Ministros, necesitamos comprender que “el que calla, otorga.”10 Esta frase da a entender que el silencio, aunque no emite sonido, también tiene voz y se puede interpretar de muchas formas, y no necesariamente como uno piensa. Desde que asumimos esta posición, sentí la necesidad de que todos sintieran la libertad de expresarse sin temor a represalias, aún si después del dialogo se votaba en contra o si se estaba en desacuerdo. Y ese es precisamente el nuevo paradigma que debemos implementar en todos los niveles de liderazgo de la Asamblea Apostólica. Hay muchas cosas que necesitan una seria re-examinación, pero esto se logrará solamente oyendo la voz de todos y aceptando el voto de la mayoría. Después de mucha oración y reflexión, y basado en los acontecimientos que últimamente han golpeado a la Asamblea Apostólica, pensamos en la necesidad de crear un foro donde los pastores puedan exponer sus inquietudes y presentar propuestas para el mejor funcionamiento de la misma. Creo que los líderes necesitamos prepararnos para un diálogo abierto y sincero, donde todos podamos presentar nuestro punto de vista, con respeto y sin reservas. Necesitamos re-examinar o re-afirmar las prácticas, doctrina, estructura y administración. La realidad que vivimos nos está gritando a diario que necesitamos hacer algo, porque si dejamos todo como está, esta Iglesia que todos amamos tanto, está en peligro de fragmentarse. Las generaciones que vienen detrás de nosotros nos están exigiendo que les respondamos a todo lo que están pasando. Nos preguntan sobre nuestras prácticas, sobre nuestra doctrina, sobre la administración y estructura, y si no les contestamos con Biblia y sentido común, los vamos a perder. La Asamblea Apostólica lentamente se está convirtiendo en una Iglesia de “primera generación”. Las generaciones pasadas se están perdiendo sencillamente porque hay un sector que no está dispuesto a dialogar. El diseño estructural y organizacional que nos ha gobernado, trabajó muy bien en el pasado, pero necesita una adaptación y asimilación al entorno que vivimos. Por muchos años pensamos que la estructura legal de la Asamblea Apostólica era hermética, impenetrable, que no había maneras de que se fisurara y menos que se rompiera. Lamentablemente, eso ya no es cierto; ya podemos ver las grietas en las paredes. Cosas que no se permitían en el pasado, ahora las vemos en muchas Iglesias, en cultos distritales, y aún en Convenciones. Ya vemos como se pasan por alto las prácticas Apostólicas, se violan principios constitucionales, y hasta como falsas doctrinas se están introduciendo en frente de nuestros ojos. La Constitución lo descubre, pero nosotros… callamos. Este silencio está confundiendo a los hermanos porque ellos también miran y preguntan: ¿Se puede practicar eso o no? ¿Se puede creer eso o no? Las generaciones de esta época, debido a la influencia cibernética, cuestionan todo, y si no lo saben o no están de acuerdo, sencillamente hacen “google” el asunto, aún mientras se está hablando de él. Los líderes del siglo XXI debemos comprender que todo lo que decimos y hablamos será cuestionado y criticado. Bíblicamente, oímos de un una generación que demandaba “señal,”11 bueno, esta generación demanda “explicación.” 10
Rudy Spillman, (1950-presente) Poeta y escritor judío, nacido en Bs. As. Argentina. Autor de un sinnúmero de pensamientos cortos y profundos. 11 Mateo 12:38-39.
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Todos nosotros estamos siendo cuestionados y criticados: nuestra doctrina, nuestras prácticas, y nuestra organización. Esta es la realidad del siglo XXI. Esta es la realidad de la Asamblea Apostólica. Todos nos sentimos honrados de pertenecer a la organización religiosa hispana más antigua en los Estados Unidos, y que ha logrado un espacio en las páginas de la historia secular. Pero nuestra realidad actual nos dice que nuestra identidad, doctrina y sistema organizacional están en peligro. En la actualidad tenemos Iglesias donde las normas de santidad se han debilitado, o sencillamente no se practican más. Son muy buenos hermanos, amables y muy respetuosos, pero no creen como en el principio. Repito, son muy buenos hermanos y hermanas, pero su forma de vivir está confundiendo al resto de la hermandad. En la internet se publican fotos de hermanos y hermanas con vestimentas inapropiadas, y practicando cosas que no son nuestra costumbre, y el resto del pueblo se pregunta: “¿Se permite o no se permite? Y ante este dilema, los pastores ya no saben que responder y se quedan en silencio. La Iglesia es del Señor, pero él nos necesita a todos nosotros. Miremos la realidad y enfrentémosla con valor, y comencemos el diálogo. Respetemos las opiniones de nuestros hermanos, oigamos lo que nos están diciendo. Nuestra generación tiene la obligación de re-examinar y definir nuestra teología, hacer una presentación seria y exegética de la misma, y luego presentar Propuestas Iniciativas para que todo el pastorado las estudie, y decida si es necesario cambiar, o re-afirmar lo que creemos. Quisiera aclarar que esta re-examinación, que nos puede conducir a un cambio o re-afirmación, es una jornada, no una acción de instante. Aunque la revelación y la luz que trae el cambio puede ser instantánea, el cambio en sí, es un camino, una jornada, y tomará su tiempo. Es como un barco en alta mar que necesita cambiar su rumbo porque en su paso se está formando una tormenta. El crucero gira pero ese giro de 180° o los que sean, debe realizarse lentamente, de lo contrario la nave se partirá. De la misma manera la Iglesia, todo lo que se propone re-afirmar o re-examinar, debe hacerse con mucho cuidado, si no la Iglesia se puede partir. Basado en el análisis de los emails, llamadas y pláticas personales, he descubierto que en la Asamblea Apostólica tenemos tres grupos bien definidos en cuanto a lo que la re-examinación o re-afirmación se refiere. El primer grupo, es el que piensa que todo está bien y que no es necesario hacer cambios. El segundo grupo, es el que cree que hay “ciertas” cosas que deben cambiarse; y el tercer grupo, es el que está esperando ver que es lo que pasa entre el primer y segundo grupo. A cada grupo quiero decirle que los comprendo; estoy consciente de mi realidad. La solución a esta disyuntiva es compleja, y mientras llegamos a ella, tenemos que comprender que todos debemos respetar los acuerdos que ya están en vigencia. Un acuerdo es bueno hasta que llega “otro” acuerdo. No podemos ser abogados y jueces al mismo tiempo. Mientras tanto, no debemos criticarnos ni herirnos; debemos aprender a tolerarnos, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe. Estar de acuerdo en todo y todo el tiempo, es un milagro, no unidad. Permítanme explicar por qué dije que comprendía a cada grupo. Una vez más, la historia es nuestra maestra. En el pasado, las practicas reflejaban la realidad del momento que vivía la Iglesia, practicas que ahora son un tanto diferentes, no necesariamente mejores o peores, sino diferentes. Por ejemplo para mencionar algunas: las doncellas debían usar un velo blanco, los ministros, camisa blanca de manga larga y zapatos de cordones, la batería no era permitida en los cultos, el televisor, “sigue” siendo un tema polémico, los cantos congregacionales debían ser solo del himnario, en el culto los hermanos se sentaban en un lado y las hermanas en otro, etc. Mi pastor me dijo (un día antes de la grabación) que si no cantábamos canciones del himnario, no podíamos grabar. Cada generación enseña lo que aprendió en su escuela. Con el correr de los años, las demandas y reglas han cambiado, son diferentes, y eso es lo que produce la fricción. Todos somos el producto de las enseñanzas que recibimos. Aunque la solución sea compleja, creo que comienza con lo que estamos haciendo esta semana, abriendo el piso para el diálogo exegético, abierto y sincero. Creo que este diálogo nos va a acercar más, y eventualmente nos ayudará a encontrar las soluciones que necesitamos.
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Ministros del Señor, los exhorto a que no se desesperen, que no caminen este camino solos. Los exhorto a que con integridad y paciencia, esperen a que los temas controversiales se presenten con Propuestas Iniciativas y se discutan entre los pastores para llegar a un consenso general, y se siga el proceso constitucional. Mientras tanto, todos debemos sujetarnos al Texto Constitucional. Al presente, tenemos comisiones de estudio entre los miembros de la Mesa Directiva Internacional, con ciertos Obispos y Pastores, que están trabajando en la presentación de una tesis de análisis de los temas “taboo” y de doctrinas controversiales entre nosotros. El propósito de estos análisis es estar preparados para una re-examinación o re-afirmación de nuestra fe. Alguien puede pensar que lo que estamos presentando es un ideal, que nunca se logrará. Voy a confesarles que yo era uno de ellos. Yo pensaba que lo inevitable iba a suceder y que nadie lo podía detener, que la Iglesia iba a pasar por el crisol de la identidad y se iba arruinar todo. Pero después de hablar con tantos hermanos de un sector como del otro, me doy cuenta que estaba muy equivocado. Creo que la madurez y la sabiduría de la generación que nos precede al igual que la nuestra está lista para educar y dialogar con la generación que viene detrás. Tenemos un ejército de muchachos y muchachas que aman a Dios y a la Asamblea Apostólica como nosotros, y que están dispuestos a mantener la bandera apostólica flameando y la llama del altar ardiendo. Creo que este tipo de dialogo está pavimentando el puente generacional que debe existir entre ellos y nosotros. La Iglesia ha demostrado año tras año que tiene una resistencia única, y el hecho que siga de pie, después de todo lo que ha atravesado, es prueba contundente de que tiene una fuerza inigualable. Este es el tiempo que Dios nos ha dado para unirnos y para llevar a la Asamblea Apostólica a un avivamiento como nunca antes en su historia. Trabajemos en las cosas que nos unen primero, y luego en las cosas que necesitan revisión. Mientras mantengamos la comunicación abierta y un diálogo sincero, lo vamos a lograr. Nuestra Iglesia tiene futuro, y un futuro brillante. El hecho que estemos aquí, y hablando de esta forma, es una clara indicación que vamos por el camino correcto y en dirección a la victoria. En esta semana seremos desafiados por las Propuestas Iniciativas que se van a presentar, y así como los pioneros del pasado, nosotros también vamos a enfrentar cada una de ellas con valor y determinación; entendiendo que el cambio es una jornada. Esta jornada comienza con un primer paso, y luego el segundo y así sucesivamente hasta llegar a la unidad de Espíritu en el vínculo de la paz.12 Todos queremos una Iglesia sana con pastores sanos. Además, cuando los hermanos/as se enteren que el liderazgo de la Asamblea Apostólica está unido en propósito y visión, ellos van a unirse también. Es hora de dejar de ser el hazme–reír de la comunidad del nombre, y ser lo que Dios quiere que seamos. Ustedes son los hombres que Dios ha escogido para guiar a su Iglesia sobre esta tierra, y si no lo hacemos, Dios y la Iglesia nos lo demandará. Ministros del Señor, como ya lo dije, es imposible que todos estemos de acuerdo en todo, todo el tiempo. ¡Eso no es unidad, es un milagro! Tenemos que aprender a vivir con diferencias. Todos debemos oír y respetar la opinión de todos aunque no sea igual a la nuestra. Al fin y al cabo, siempre será la mayoría la que gobierna por medio del voto, y todos debemos respetar la opinión de la mayoría, aunque no sea la nuestra. Durante esta Convención Legislativa, exhorto a todos los pastores a que presenten sus argumentos con pasión y respeto, que lo hagan comprendiendo que lo que presenten es sencillamente su opinión; nadie es dueño de la verdad absoluta. Guardemos la compostura en todo tiempo y oigamos las palabras del que piensa diferente. Cuando después que se cierre una discusión y votemos, hagámoslo con libertad, sin intimidación, y pensando, por encima de todo, en la obra de Dios.
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Efesios 4:3
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Quisiera concluir con una oración: Señor, te pido que una unción fresca de tu Espíritu Santo descienda en este lugar. Te pido perdón por los pecados de nuestros antepasados, y por todas las personas que han sufrido injustamente. Danos libertad para hablar durante esta Convención sin miedo ni intimidación de nada ni nadie. Ayúdanos a ver la Iglesia como tú la ves. Líbranos de toda pasión carnal y de agendas privadas. Envía un avivamiento que despierte a los dormidos, reanime a los débiles, y regrese al redil a los que se han alejado. Y por último, únenos en la unidad de tu Espíritu, para que el mundo entero pueda creer en ti, por el amor entre nosotros. En el nombre de Jesucristo te lo pido. Amén. Fraternalmente, Dr. J. Fortino, Obispo Presidente
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Asamblea Apostólica de la fe en Cristo Jesús Tema Nacional 2014: “Unidos En La Misión”
Efesios 4:3 “…solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz” Griego: σπουδάζοντες τηρεῖν τὴν ἑνότητα τοῦ Πνεύµατος , ἐν τῷ συνδέσµῳ τῆς εἰρήνης Solícitos (σπουδάζοντες - spoudazontes): ser diligente, prestar mucha atención En guardar (τηρεῖν - terein): proteger, cuidar, velar, perseguir La unidad (τὴν ἑνότητα – henoteta): unanimidad, acuerdo Del Espíritu (τοῦ Πνεύµατος – pneumatos): espíritu, viento, fuerza divina En el vínculo (ἐν τῷ συνδέσµῳ - sundesmo): un eslabón, la banda que une De la paz (τῆς εἰρήνης – eirenes): la paz de Dios, la que sobrepasa el entendimiento humano. Estimados Obispos y Pastores, Paz de Cristo. Reciban el Tema que nos va a ocupar el año 2014. Úsenlo en sus programas distritales y locales, pero por encima de todo, pónganlo en práctica. La fragmentación de la Iglesia en los últimos tiempos, ha sido causa de asombro y en algunos casos, hasta de vergüenza. No podemos seguir pensando que vivir de esta manera está bien o es normal; no lo es. Lamentablemente, hay líderes que ya se acostumbraron a vivir así. Como líderes no podemos permitir que el cuerpo de Cristo siga siendo lacerado y mutilado. Es hora que digamos amén a la oración del Señor Jesús en Juan 17. Aunque estas no son todas, ustedes pueden crear las suyas, aquí les propongo 10 ideas de unidad: 1. Promover la unidad de las Iglesias en el Distrito para el crecimiento numérico. Para que cada Distrito pueda plantar 2 Iglesias nuevas en el año 2014. ¡Si se puede! 2. Promover la unidad del Distrito con un Campo Misionero Nacional e Internacional. Para que el espíritu misionero nunca se acabe en nuestras Iglesias. Les propongo visitar un campo misionero una vez al año. Yo tengo 22 años haciéndolo, me hace muy bien al alma. También es hora de que el campo misionero empiece a polarizar a nuestra gente en los Estados Unidos. 3. Promover la unidad generacional entre la generación nuestra y la que viene detrás. Para que construyamos un puente que una nuestra generación con la que viene detrás. Para que no perdamos más gente joven. 4. Promover la unidad de la familia. Para que se restauren las relaciones entre los esposos y los padres con los hijos. Esto se puede lograr por medio de una serie de Conferencias en el mes de Febrero.
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5. Promover la unidad de la Iglesia con la comunidad. Para que la Iglesia no sea invisible a la comunidad. Aquí se pueden invitar a personas claves de la Comunidad para que hablen acerca de los diferentes necesidades y ser parte de una acción social bien delineada. 6. Promover la unidad de la congregación con los que sufren. Para que la Iglesia se identifique con la frase: “Sanar a los quebrantados de corazón.” Sería bueno dedicar un mes a la sanidad interior. Invitar apostólicos profesionales que visiten nuestras Iglesias con temas de relevancia. 7. Promover la unidad en la misión global. Para que podamos colocar la bandera apostólica en todos los países del mundo que Dios nos permita entrar. Ya hemos tenido nuestra primera reunión con la mesa directiva de la Iglesia Apostólica de México y fue un éxito total. El tema que Dios puso en mi corazón es: “Independientes en gobierno, Unidos en la misión.” Creo que es hora que la Asamblea Apostólica comience a tener un poco más de contacto con Iglesias del nombre. No para inmiscuirnos en sus negocios o ellos en los nuestros, sino para que podamos evangelizar al mundo. 8. Promover la unidad en la doctrina. Para que por medio de seminarios con temas apostólicos, podamos lograr la unidad de la fe. Que la educación cristiana apostólica sea prioridad en el año 2014. 9. Promover la unidad entre Líderes Apostólicos. Para que seamos testimonio al mundo de la oración de Cristo en Juan 17. Propongo que invitemos a Obispos a nuestra casa y a nuestra Iglesia. Que haya un acercamiento de amistad y compañerismo. De la misma manera que la práctica entre Obispos, que haya un intercambio de visitas entre pastores del mismo distrito, o de otro. Que tengamos una red de amigos con los que podamos compartir. 10. Promover la unidad en la Estrategia de Jesús. Para que podamos romper las barreras de 100, 500 y 1,000 hermanos. Para que podamos romper la barrera de 1,000 Iglesias en los Estados Unidos. Este es el mejor programa evangelístico para salvar al perdido y retenerlo en la Iglesia. Tanto en el país como en el extranjero, necesitamos hablar el mismo idioma evangelístico de los siete engranes de la Estrategia de Jesús. Fraternalmente,
Obispo, J. Fortino
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