El regalo favorito del abuelo

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Nivel: S EDL: 40 Género: Ficción realista Estrategia: Visualizar Número de palabras: 1.633 Destreza: Comprender personajes 4 Receta paraa los aprender Número de palabras: 1,633

El regalo favorito del abuelo

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El regalo favorito del abuelo

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Atrapados en el campamento

4.2.3

HOUGHTON MIFFLIN

Libritos nivelados en línea

Lecturas niveladas ISBN-13:978-0-547-03810-0 ISBN-10:0-547-03810-0

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por Tanisha Carr ilustrado por Craig Orback H O UG H T O N M IF F L IN


El regalo favorito del abuelo

por Tanisha Carr ilustrado por Craig Orback

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Quentin bajó del autobús de un salto. En una

mano llevaba su tarea de matemáticas y en la otra el saxofón que su mamá le había pedido que trajera a casa. No estaba seguro de qué temía más, si la tarea o el “encargo” especial de su mamá. A Quentin le encantaba tocar el saxofón en la banda de la escuela. Las canciones le salían con tanta facilidad, que era muy raro que necesitara practicar fuera del estudio de la banda. Pero ahora su mamá quería que tocara unas viejas canciones de jazz de la década de 1940, y él no tenía el más mínimo interés. Las canciones no sonaban para nada parecidas a las canciones populares que escuchaba en la radio.

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Marcus fue el siguiente en bajar del ómnibus, sosteniendo con firmeza su cuaderno “Ultra secreto”. Era el hermano mayor de Quentin y un estudiante modelo. Siempre se esforzaba mucho en su trabajo y terminaba sus tareas a tiempo, incluso, a veces, antes de la fecha. En su cuaderno estaban todas las letras de las canciones y poesías que había escrito. Muy pocas personas las habían leído, y nadie las había escuchado, excepto él mismo. A diferencia de su hermano, le gustaba la música más tranquila y más profunda. Era demasiado tímido para cantar, pero en su mente podía escuchar cómo sonarían las canciones. Tomaba clases de piano desde primer grado, por lo tanto, también sabía escribir las notas musicales. Marcus quería tocar el teclado en una banda algún día, cuando fuera más grande. Encontraría a alguien con una magnífica voz para que cantara la letra de sus canciones y él dirigiría la banda desde la parte de atrás.

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Al entrar a la casa, ambos niños iban recordando su conversación en la cena de la noche anterior. Su madre les había contado sus planes para la fiesta de cumpleaños de los 80 años de su abuelo. Ella había esperado hasta que los niños estuvieran comiendo su postre favorito, budín de banana, para revelarles de qué manera iban a participar. Quería que aprendieran a tocar las canciones favoritas de los años de universidad de su abuelo. Ninguno de los niños parecía muy feliz cuando ella les comentó sus planes. —Se emocionará tanto al escucharlas nuevamente. ¡Y también se sentirá muy orgulloso de que ustedes las hayan aprendido! —les había dicho con gran entusiasmo—. ¿Por qué no escuchamos un par de canciones ahora? —agregó, mientras caminaba hacia el equipo de música. Los dos hermanos habían mirado a su padre suplicando ayuda. Él simplemente les sonrió y continuó comiendo su postre. Ellos sabían que esto era algo más que un pedido.

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Las canciones sonaban antiguas y extrañas. Las trompas y el piano retumbaban por todo el lugar, y Quentin no podía distinguir una canción de otra. Marcus comprendía la música un poco mejor, pero no era su estilo. —¡Esto pondrá muy feliz a tu abuelo! —les había dicho su madre con una gran sonrisa, mientras les entregaba la hoja con la música escrita—. Pude conseguir estas canciones en la tienda musical del centro. ¿Les parece que dos canciones serán suficientes? —les había preguntado. —¡Sí, mamá! —habían respondido al unísono, con un tono de temor en sus voces. 5


Ahora, mientras los hermanos se acercaban a su casa, Quentin finalmente sacó el tema del “encargo” de su mamá. —Ni siquiera me gusta el jazz —se quejó—. ¿Y por qué habrá tenido que escoger esas canciones tan difíciles de aprender? Marcus se preocupaba menos por eso. —Es exactamente lo que al abuelo le gustaba cuando era joven como nosotros. —Posiblemente tengas que ayudarme. A mí me suena todo igual —dijo Quentin. —Bueno. Empecemos después de la cena. No tenemos mucho tiempo, de acuerdo con su horario. No puedo creer que mamá nos haya dado nada más que dos semanas para aprender estas dos canciones.

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Marcus se dedicó un rato esa tarde a buscar información sobre el jazz en Internet. Si iba a tocar jazz, quería entenderlo. Aprendió que en el jazz se escriben, o componen, ciertas partes de la música para que otros músicos puedan aprenderlas y repetirlas. Pero otras partes se van inventando a medida que avanza la canción. Cuando los hermanos se encontraron en el piano más tarde, Marcus le dijo a Quentin cómo se escribían las canciones de jazz. —Yo tocaré las partes básicas escritas y tú puedes tocar lo que a ti te parezca bien —le explicó—. Puedes preparar algunas ideas para hacer unos solos con el saxofón, o puedes simplemente inventarlas a medida que tocamos. —¿Pero por dónde comienzo? —preguntó Quentin dudoso —. Esta música surca de un lado a otro tan rápido... —Al principio practicaremos las partes más lentamente —le respondió Marcus.

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Las canciones sonaban como rígidas las primeras veces que las tocaron. Quentin se estaba empezando a sentir cansado y frustrado de escuchar tantos errores, así que hizo una sugerencia. —Escuchemos el disco nuevamente. —Buena idea —le respondió Marcus—. Y ya lo bajé en mi computadora portátil, así que lo podemos escuchar aquí. —Eso sí que fue una buena idea —Quentin elogió a su hermano. Mientras los niños escuchaban, Quentin comenzó a mover sus dedos al ritmo de la música en las secciones más difíciles. Observó que Marcus también tarareaba la música. Era raro, porque a Marcus generalmente le daba mucha vergüenza cantar o tararear. 8


—Toquemos junto con el disco esta vez. Creo que empiezo a comprender lo suficiente como para apreciar esta canción. Al terminar la canción, Quentin dijo: —Ahora entiendo lo que pasa en esa sección que arruiné antes. El ritmo cambia. —Claro, tienes razón —respondió su hermano—. El baterista en cierto modo arrancó a toda la banda de lo que estaba haciendo, y les cambió el ritmo. Después todos volvieron al compás original juntos. —¡No debe haber sido nada fácil para una banda tan numerosa! —exclamó Quentin. Evidentemente estaba impresionado. Mientras los niños practicaban, sus padres lavaban los platos en el otro extremo de la casa. —Suenan como si estuvieran aprendiendo a tenerle un poco de respeto al jazz —dijo el padre a la madre. —Bueno, en realidad, eso era la mitad del plan, ¿cierto? —dijo, y guiñó un ojo a su marido mientras le pasaba un plato enjabonado.

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Los días pasaron rápidamente. A medida que las canciones empezaban a salir mejor, los niños se dieron cuenta de que era divertido tocarlas. Pronto, llegó el día de la fiesta de cumpleaños del abuelo. La casa estaba atiborrada de amigos y familiares. Todos llevaron regalos y comida. Esta reunión era un gran festín, con mesas repletas de exquisiteces. En el centro de la sala, estaba sentado el abuelo en un gran sillón. Se estiraba para abrazar a cada uno de sus hijos y nietos, a medida que llegaban. Aunque no podía caminar muy bien, se le veía lleno de energía, y muy emocionado por la cantidad de personas que habían asistido a la celebración.

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Al poco tiempo, llegó la hora de cenar. Todos se pararon en un círculo tomados de las manos y el abuelo les agradeció por haber venido. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras les decía a todos lo conmovido que estaba por ver a toda la familia reunida en el mismo lugar. —¿Y no les parece que esta cena luce absolutamente espléndida? —preguntó, relamiéndose los labios. Todos estaban muy ocupados celebrando; una pequeñita que apenas podía caminar se apoyó en la mesa para alcanzar la torta de cumpleaños. Agarró un bocado con sus manos y se untó toda la cara con la crema de la torta. Todos rieron, aunque su madre no parecía tan feliz. 11


La familia formó fila para servirse la comida, y después de que le acercaron un plato al abuelo, la fila comenzó a avanzar. Mientras Marcus esperaba, se empezó a sentir más nervioso de lo que había pensado. Se sintió mejor con el primer plato de comida, así que regresó a la mesa para servirse más. A Quentin no le gustaba tocar el saxo con el estómago lleno, por lo que solo comió un poco. Pero lo que sí tenía era una debilidad por los dulces, por lo tanto, apiló varias masitas y porciones de torta en una bandeja para probarlas después de la música.

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Una vez que se retiraron los platos, la madre de los niños se aclaró la garganta para atraer la atención de todos los presentes. —Ahora, Papá, antes de que abras los regalos, Marcus y Quentin tienen una sorpresa especial para ti —anunció. Los dos hermanos respiraron profundamente y se hicieron una seña con la cabeza. Quentin chasqueó sus dedos un par de veces para marcar el ritmo, y luego las manos de Marcus comenzaron a volar sobre las teclas del piano. El rostro de su abuelo se iluminó con una sonrisa cómplice. Reconoció la melodía de inmediato. Después de unos instantes, Quentin cerró sus ojos y comenzó a dar vida a su saxofón. 13


Pronto, el golpeteo de pies y el chasquido de dedos resonaron en toda la sala. El abuelo bailaba al compás de la música en su sofá. Por momentos, Quentin tocaba acompañando al piano y, otras veces, tocaba en sentido contrario a su ritmo. Marcus escuchaba atentamente, y respondía cambiando lo que tocaba en el piano. La música era como una conversación hermosa entre los dos hermanos. En un punto, Quentin sorprendió a su hermano, y a todos los presentes, tocando una parte del “Feliz cumpleaños” con su saxofón. Todos lo aplaudieron. Después Marcus incorporó armoniosa y fluidamente los acordes de una canción muy conocida en la melodía que estaban tocando. La sala estalló en aplausos nuevamente. Los dos niños estaban efectivamente tocando jazz. Tal como su madre lo había imaginado, la actuación de Quentin y Marcus fue el regalo favorito del abuelo ese año.

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Nivel: R EDL: 40 Género: Ficción realista Estrategia: Resumir Número de palabras: 1.235 Destreza: Estructura del cuento 4 El problema de Parker Número de palabras: 1,239

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4

El misterio de la calle Maple

4

Intercambio de talentos

la calle Maple

4.1.1

HOUGHTON MIFFLIN

Libritos nivelados en línea

Lecturas niveladas ISBN-13:978-0-547-03765-3 ISBN-10:0-547-03765-1

por Joanne Mattern ilustrado por Stacey Schuett 1505315

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