A Q U A R I A Segunda Edición

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Porque Caminar si puedes volar…

CUERPO DE DOLOR PRIMORDIAL EL RITUAL SIMBOLICO Salir de la palabra para entrar en la presencia.

VIDAS CON CONSCIENCIA

LORENA BARRALES:

“La transmutación de un cuento de vida”

DISTRIBUCIÓN GRATUITA aquariaterapias@gmail.com

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AQUARIA Espacio de Investigación Terapéutica Presenta : “La humanidad tal y como la conocemos en la actualidad, no está acabada, el ser humano es un ser de transición…” (Sri Aurobindo, 1920) Con esta profunda frase de Sri Aurobindo, pensador y yogui de la India quiero presentar esta iniciativa literaria. Consiste básicamente, en compartir con cada uno de ustedes un conjunto de reflexiones, sobre el instante actual en el que se encuentra el ser humano; en su aspecto mental, emocional, corporal y espiritual. Porque el fenómeno humano, esta a las puertas de un nuevo escalón evolutivo sin precedentes, un proceso que ya esta en marcha, al cual no es posible renunciar. Como seres conscientes, podemos conocer algunas claves importantes para afrontar despiertos esta transición. Los invito a deleitarse con el acto propio y personal de la reflexión; sobre la vida, el planeta, lo conocido y lo desconocido. La belleza de las preguntas básicas de la existencia, radica precisamente en el acto mismo de someter todo a nuestra capacidad de reflexión, de revisión, de cuestionarnos, sintiendo asombro y curiosidad por la inmensa maravilla que nos rodea. Y aunque muchas de nuestras interrogantes, no encuentren respuestas definitivas, el acto en sí mismo de la reflexión, hace cada vez más sutil y perceptiva nuestra capacidad de entendimiento. Sin ser una revista propiamente dicha, estas publicaciones se enviaran mensualmente a tu correo y podrás compartirlo con quien creas que pueda estar interesado. Junto con los temas a exponer, se compartirán a través de entrevistas, todas las iniciativas conscientes, de aquellas personas que en silencio, pero de manera constante, están trabajando por producir un cambio real en la sociedad en que vivimos. Los números publicados son de distribución gratuita y no se comercializa con ellos. Representan un conocimiento, que nos pertenece a todos como especie humana. Por mi parte es un honor, hacer realidad este anhelo literario… “Como una onda que se expande en el agua, entrego la voz de mi alma al ritmo sagrado de la madre consciencia, para que ella guie esta iniciativa al rincón humano que lo necesite.”

CAROLINA LEÓN Dirección Revista

AQUARIA (E.I.T)

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INDICE DE CONTENIDO

CUERPO DE DOLOR PROMORDIAL …………………………… 4 La vida y el miedo, dos habitantes de la misma casa …………. 5 Herencia de la tierra por línea materna……….…………………. 8 La historia vibratoria de nuestros primeros 7 años de vida….. 10 El encuentro cara a cara con el cuerpo de dolor primordial.... 13

EL RITUAL SIMBOLICO: Salir de la palabra para entrar en la presencia………………….. 15 VIDAS CONSCIENTES…………………………………………………. 20 La tejedora de cuentos…………………………………………………. 21

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CUERPO DE DOLOR PRIMORDIAL No lo olvides, estamos a las puertas de un gran salto evolutivo y todos somos los protagonistas de este singular proceso, de hecho somos el gatillo de este cambio. No es algo que este ocurriendo allá afuera y tu seas su espectador, mas bien esta ocurriendo en tu interior, en cada rincón de vida que anima a tu cuerpo, es algo vivo y presente que surge incluso, en cada ciclo de tu respiración. La invitación entonces, no es a que tú como individuo realices el cambio; la evolución en si misma no necesita de nuestra autorización. La invitación es mas bien, a acompañar desde tu consciencia a este movimiento planetario, universal y esencial. Acompañar desde la consciencia, significa, “darse cuenta”, mirar con los ojos abiertos y despiertos, un fenómeno; lo cual es muy distinto a mirarlo medio adormecido o del todo inconsciente. En este ultimo modo, el cambio es algo que padezco de un modo pasivo, como una hoja que es movida por una ráfaga de viento. Vivir el proceso consciente significa “decidir” como quiero estar ante esa ráfaga de viento; con los brazos abiertos, cerrados, sufriendo, disfrutando, etc. Cada una de esas opciones permiten en el ser humano ejercer libre y voluntariamente su paso por esta singular historia llamada, nuestra vida en la tierra. En el numero anterior de la revista, tocamos el tema del cambio vibratorio que experimenta nuestra consciencia, gracias a un fenómeno especifico que atraviesa nuestro planeta tierra dentro del sistema solar. Así introdujimos el concepto de la llamada Fuerza Supramental ( acuñado por Sri Aurobindo 1920). Como un fenómeno energético particular, que explica el descenso de una cualidad renovada de la energía sobre nuestra mente y nuestro cuerpo. Sin embargo, se abordo también, la dificultad implícita que trae esta experiencia planetaria para todos los seres humanos con auto consciencia. Ya que, si bien es cierto, una vuelta evolutiva nos prepara para un ascenso, también es verdad, que en la experiencia individual puede vivirse como un retroceso, crisis, desbordamientos de los propios limites, angustias y sensaciones corporales no experimentadas antes por la persona, que generan en muchos casos, sensación de estancamiento, mas que de evolución y crecimiento. Sensación de irrealidad, de dolorosas rupturas de ideas y creencias que antes nos sostenían, generan una verdadera catarsis tormentosa de la mente, las emociones y el cuerpo en todos sus aspectos. Quienes hayan experimentado fenómenos similares y halla palpado en si mismos, la angustia y el temor a lo desconocido, al abismo, el cambio de todos los parámetros de su realidad, es porque está siendo llamado urgentemente a los brazos de esta transmutación. Es decir, la crisis es la antesala que prepara la entrada a la experiencia de algo nuevo, a lo diferente, a un cambio radical de pagina y de contenido, un remezón y una sacudida al ser para sacarse el polvo y entrar de lleno en el nuevo mundo. Un mundo que es el mismo en apariencia, pero ante el cual cambia sobre todo nuestra mirada, a eso apuntan las crisis, a que nos entreguemos a cambiar principalmente nuestro modo de ver de las cosas, son otros ojos los que empiezan contemplar el paisaje que se revela tras la fachada.

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LA VIDA Y EL MIEDO, DOS HABITANTES DE LA MISMA CASA Para introducir el tema que hoy quiero exponerles, es crucial que seamos capaces de aterrizar a la realidad inmediata todos los conceptos. No tiene ningún valor, la información conceptual que no podemos ver reflejada en nuestra experiencia cotidiana. Por lo tanto, la intención en todo momento, es que mas allá de opinar o rechazar un postulado, te animes a observar si lo dicho resuena, palpablemente, en lo mas simple y cercano de tu vivencia humana. Aclarado este punto, intentemos ahora hacer un viaje a la experiencia personal que representa tener un cuerpo con vida, un cuerpo que se mueve, respira y percibe con órganos sensoriales la realidad. Un cuerpo que nace, crece y se desarrolla, bajo un programa perfecto, que no activamos, ni mantenemos en absoluto a voluntad. Sino que funciona y se ejecuta, bajo una fuerza expansiva e inteligente, a la que hemos acordado en llamar VIDA. Este cuerpo que te sostiene, es materia y también es energía. ¿Puedes experimentar en tu propio ser el cruce y la interacción entre estos dos elementos de la existencia? La materia en si misma es densa, pesada, inconsciente, sin movimiento propio. La energía en cambio es movimiento, fluidez, consciencia e información. La energía antecede a la materia, es la que le da su forma y características, toda la realidad no es más que un juego de frecuencias vibratorias que dan lugar a la manifestación material. Sin embargo, podemos suponer, que en el abismo del misterio que encierra el origen del universo, hubo un sutil y delicado primer momento, humilde y simple en apariencia, en el que la energía en su danza tan etérea, da paso a la primera materialización de una forma. Podemos decir, que sin duda, hubo un punto inicial (no cronológico) en que esa materia despertó al efecto de su propia fuerza creadora, la energía en movimiento y a partir de entonces, estalla el milagroso encuentro y transformación de la energía, en una primera forma material (partículas y átomos), dando paso al juego de la vida. Desde ese instante, la evolución inicia su viaje como una minuciosa danza, un eterno encuentro una y otra vez practicado; entre la consciencia dormida de la materia y la consciencia de la energía que trata de despertarla. Es el amor absoluto de la energía hacia la forma, que constantemente la envuelve, la amasa y la inunda, para darle en cada abrazo, la posibilidad de vida propia consciente. En este encuentro sublime y mágico, ocurre entonces, el chispazo sagrado no solo del fenómeno que llamamos vida, sino que el camino hacia la vida consciente de la materia. Todo el movimiento evolutivo sobre la tierra, es en definitiva la lucha y el intento de una expresión concreta de esa fuerza de vida, una búsqueda hacia la materialización de la energía o a la inversa, energización de la materia, de un modo cada vez más perfecto y equilibrado, mas consciente. Esta relación busca pulirse y perfeccionarse a si misma en el mineral, el vegetal, el animal y por su puesto, en el ser humano. Y en cada uno de estos estados, el juego entre ambas fuerzas es progresivamente más complejo.

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No obstante, en este punto, ocurre otro fenómeno que es crucial de comprender. El encuentro que ocurre cuando la energía hace su primer gesto de materialización y surge la vida como tal, provoca un estado vibratorio primordial, que late en dos direcciones diferentes e incluso opuestas. Por un lado, emerge el impulso expansivo de vida que se abre y se entrega al flujo espontaneo de crecimiento y desarrollo, y por otro, se produce también, un impulso retroactivo (hacia adentro) de miedo, que se cierra y rechaza esa expansión. En ese primerísimo instante, en que una infinitesimal partícula recibe el impulso de energía y consciencia, para dar inicio a la danza de la vida, se produce inmediatamente un estado de temor básico, una especie de resistencia y rechazo a esa corriente de luz, por el deslumbramiento y el desconocimiento que su impacto produce. Es la ignorancia profunda de la materia la que teme ser sacada de su somnolencia y arrastrada a una realidad que desconoce, todo lo que esta quieto y dormido en ella, no acepta del todo ser despertado y movilizado por la luz de la consciencia. Con esto, planteo que este encuentro inicial entre consciencia y materia, implica también un roce, un conflicto entre ambos estados, que marca una tonalidad de lucha y esfuerzo para la evolución. En donde la consciencia busca ser consciente de si misma a través de la materia, pero esta teme a abrirse por completo a esa fuerza, porque su propia inconsciencia se lo impide. En otras palabras, el despertar de la materia es lento, progresivo e incluso doloroso, porque en su densidad teme perder la forma y desintegrarse, ante la potencia de luz y fuerza que emite la energía y también la consciencia. Intentemos retener esta idea, asimilemos que la vida y el miedo son dos habitantes que comparten el mismo espacio, y que cada partícula, molécula y célula que dan forma a esta gran casa que llamamos tierra y sus habitantes, se enfrentan a esta lucha por vencer un miedo primordial y dar paso a una expresión mas plena y completa de vida, luz y consciencia.

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Volvamos ahora la mirada a nosotros mismos, los seres humanos, repliquemos esta idea en nuestra propia experiencia. Comprobemos como desde siempre hemos estado atravesados por esa fuerza que quiere crecer y ampliar la vida mas allá del horizonte, y esa inercia que nos tira hacia abajo y no quiere que cambiemos, movamos o activemos absolutamente nada. Observemos el cuerpo que nos anima, conformado por grupos de partículas, átomos y células, que contienen en si mismos ese miedo primordial ante la fuerza que anima su existencia. Así como nos llega la energía vital para crear mundos nuevos en un solo impulso, también nos arrastra la inmovilidad mortífera que anhela que todo esto se acabe. Aceptemos que el miedo no es solo producto de una mala jugada que nos hace el pensamiento, o un resultado de ideas negativas que deba atacar como si fuera un virus contagioso. Consideremos la opción de que ese miedo esta tan arraigado en nosotros, como lo esta el fuerte anhelo por la vida. Y que nada hay de negativo o dañino, en acogerlo como un integrante mas de la existencia, con una función perfecta, sagrada y necesaria, igual que todo lo mas bello y sublime de la realidad. Comprobaremos entonces, que la vida y el miedo a ella, han sido heredadas al hombre desde el vientre mismo de madre tierra, porque ella ha contenido a ambas fuerzas en sus entrañas desde su propio origen. Sin embargo, en el ser humano este encuentro entre vida y miedo se individualiza, se cristaliza, para que cada uno tome una porción de esta contradicción primordial y lo resuelva en si mismo, para ser devuelto a la madre tierra, con la posibilidad de generar así una autoconsciencia global de la materia. En otras palabras, el ser humano es la proyección evolutiva del planeta tierra, somos sus propias células, recibiendo el legado de un conflicto primordial, que en nuestra individualidad debemos resolver para el todo. Podemos establecer con ello, que la aparición del ser humano sobre la faz tierra, es un escalón evolutivo que busca ir un paso mas allá para acelerar el proceso global, ya que, cada individuo posee la facultad de autoconsciencia, que le permite observar y darse cuenta en si mismo, del cruce entre vida y muerte, confianza y miedo, consciencia e inconsciencia. Es un darse cuenta que le permite decidir como manejar ambos estados, como integrarlos y relacionarlos, el ser humano es un verdadero alquimista que convierte y transforma el metal burdo e inconsciente en oro puro y despierto. Esto ocurre primero en el plano mas básico de la existencia, el cuerpo, para proyectarse desde ahí a las emociones, la mente y finalmente al espíritu.

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HERENCIA DE LA TIERRA POR LINEA MATERNA Se plantea entonces, que este miedo primordial es tan parte de la vida como el anhelo por experimentarla. Y que esta contradicción original es una presencia que se aloja primeramente en el nivel más básico de nuestra existencia, el cuerpo y sus células. Lo que ahora quiero plantearles busca ir nuevamente un paso mas allá. Se trata de comprender que todas la vibraciones que ocurren y han ocurrido sobre la tierra, están registradas en ella y en cada uno de los seres que la habita. De este modo, todo lo que el ser humano a hecho desde tiempos innombrables, en el cruce entre materia y consciencia, entre la fuerza de la vida y el miedo a ella, es una información que queda almacenada en los distintos grupos de familia que conforman a la humanidad de hoy. Esto quiere decir, que el registro y la información sobre la vida y su miedo primordial, es un registro VIBRATORIO CELULAR, que se hereda de generación en generación, en cada grupo de familia. Como individuos, heredamos y recibimos una porción de ese modo de interacción entre vida y miedo, que viene determinado, por lo que nuestras generaciones anteriores hicieron en sus propias experiencias de vida con estas dos fuerzas. Ahora bien, quien esta encargada de transmitir ese registro vibratorio primordial a los hijos, es la Madre. Es ella quien transmite la información a su prole, sobre las cualidades de la vida y el manejo que se hizo ante el miedo primordial que implica vivirla, y ella a su vez, recibió esa información de su propia madre y así sucesivamente, recorriendo una larga cadena de información vibratoria que se hereda por Línea Materna. Este planteamiento implica asumir, que son las mujeres las portadoras y transmisoras del dolor y el miedo primordial en el encuentro con la vida, que esta contenido ancestralmente en la madre tierra. Por su capacidad natural de contener en su vientre, a los nuevos seres, son ellas la principal herramienta que utiliza la propia tierra para transmutarse y perfeccionarse en su nivel de consciencia. Son ellas las que tienen la oportunidad de convertir precisamente en luz de consciencia el miedo primordial, en confianza y entrega absoluta al movimiento de vida y heredarlo así a las nuevas generaciones. El dolor primordial de una vida, lo hereda la madre a sus hijos y ellos reciben la información en conflicto que ella no pudo transformar o asimilar. Luego, ellos deberán trabajar en armonizar ahora en si mismos, ese legado de dolor, para entregarlo un punto más equilibrado a la generación siguiente. Y así sucesivamente transcurre el trabajo de evolución de la consciencia, a través de los grupos de familias sobre el planeta y el manejo que hacen de sus historias de vida, principalmente de su dolor.

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En eso consiste realmente la evolución, es una gran cadena de pequeñas partes que conforman un todo. Cada individuo realiza un movimiento, un cambio en su interior, a través de una conciencia despierta, que le permite “darse cuenta”, de los patrones y repeticiones familiares destructivos y decide cambiarlos en su propia vida actual, para luego entregarlo a la siguiente generación más armonizados, para que ella continúe con la labor de evolución. Es un movimiento de perfección, en tanto tiende cada vez más hacia la inclusión de toda la realidad, hacia una mayor percepción del todo en vez de las partes, a la unión que hay en el universo más allá del ser individual, es un movimiento que va de la visión de mi existencia personal a la existencia humana en general, del aprecio por lo propio, al amor absoluto por el todo. Todo ocurre para ser cada vez mas equilibrado y perfecto, para producir un estado de amplitud, dicha y bienestar cada vez mayor. La evolución no persigue el caos y la destrucción, tiende sin duda a la belleza y armonía de las formas, lo cual ocurre en todos los planos y niveles de experiencia, desde los mas burdos y densos a los más sutiles y elevados. Quiero aclarar que estoy planteando, que es la mujer la que transmite este estado vibratorio, ella es la que lo hereda a sus hijos. Sin embargo, el hombre también realiza en si mismo la labor de encuentro y transmutación de estas dos fuerzas, solo que no hereda esa información a sus hijos, al menos no en las primeras fases del desarrollo. El hombre recibe un estado vibratorio celular de vida y dolor, de su propia madre, y tiene un rol importante en lo que haga en si mismo con esa información almacenada en su cuerpo, sobre todo en la vida posterior de pareja, ya que el es quien brindara el escenario, el espacio, en el cual se desarrolle la labor que debe realizar la mujer, tanto como mujer y como madre, en su cualidad de portadora, transmutadora y transmisora de esas fuerzas a sus hijos. Si por el contrario la mujer vive en una relación de pareja en la que se siente insegura, no respetada, no amada, anulada en sus potenciales innatos. Entonces tendremos una mujer infeliz, desdichada, cansada y por tanto desconectada totalmente de su rol sagrado como portadora de nuevas vibraciones para la tierra. Esta es sin duda la realidad que le genero femenino ha padecido hace ya muchas generaciones, relegadas a ámbitos de existencia que son beneficiosos para el sistema social, pero no para nuestro verdadero hogar, la tierra. Dedicadas a labores que implican en su mayoría propiciar comodidad y bienestar para otros en las familias, pero no para ellas mismas. “Mujeres sacrificio”, que dejan su piel para dar el gusto a cualquier otro, menos a ellas mismas, porque ese “sacrificio”, es bien visto por la sociedad. Mujeres que se han desconectado de su labor afectiva, sanadora y contenedora con sus hijos y han heredado en ellos todo su dolor, insatisfacción, miedo, soledad, cansancio, rabia, culpa… mucha culpa.

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LA HISTORIA VIBRATORIA DE NUESTROS PRIMEROS 7 AÑOS DE VIDA

En los primeros 7 años de vida de una persona, se forma la base del cuerpo, las emociones y la mente, esto es algo evidente para la ciencia del desarrollo humano de hoy en día. Sin embargo, en pocas ocasiones, consideramos que la Energía, que antecede y sostiene a ese cuerpo (materia), también tiene un proceso de desarrollo con cualidades y características bien definidas. En estricto rigor, el cuerpo humano al momento de ser concebido en el vientre materno, requiere para la formación de cada una de sus partes, montos específicos de energía o cualidades vibratorias, que responden a un programa o mapa preestablecido, que gatilla y dirige la acción de la genética. Al igual que el feto necesita de una serie de funciones fisiológicas que son proporcionadas por la madre a partir de su propio cuerpo (alimentos, sangre, temperatura, etc.), del mismo modo todas las vibraciones que el feto requiere para la formación de sus órganos, e incluso el ambiente vibracional que lo envuelve en esta primera etapa y que funciona como un hábitat para su correcta maduración, son proporcionadas del mundo corporal, emocional y mental de la madre. Cuando intuitivamente, aconsejamos a una madre que se mantenga tranquila durante el embarazo, que no “pase rabias”, etc. Apuntamos precisamente, a la sabiduría innata que tenemos como especie, que nos dice que el estado emocional y mental (energético) de la madre, es casi tan, o más importante, que la sola correcta alimentación, descanso o satisfacción de necesidades básicas. Esto nos revela hasta que punto, el ambiente energético que recibe el ser humano en su primera fase de encarnación en el cuerpo físico, posee cualidades que están determinadas, por el estado energético general de la madre en ese periodo de su vida. Se sabe que el proceso de encarnación del alma en el cuerpo físico, se concreta en gran medida alrededor de los primeros 7 años de vida, aunque es un proceso que abarca toda la vida de un ser humano. Pero en los primeros 7 años, se produce la fase mas intensa de asimilación del mundo físico y todas sus cualidades sensoriales de luz, sonidos, temperatura, alimento, sensaciones corporales en general. Esta experiencia primordial que atraviesa el cuerpo, transcurre en un continuo que se puede describir como placer y bienestar físicos, o por el contrario displacer y dolor, que actúa como una primera información que recibe ese ser humano, sobre lo que es existir en este plano de realidad y en esta forma.

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Ahora bien, el niño pequeño, en sus fases mas tempranas (0 a 3 años), no recibe todas las vibraciones de la realidad, sino que principalmente las que la madre emite, a través de su propia experiencia en esta realidad, porque aun continúan de algún modo, siendo un solo cuerpo como cuando estaba en el vientre materno. En este sentido, la madre actúa como un filtro del mundo exterior, que deja pasar al niño, solo lo que ella decida que pase, aunque sin quererlo, también pasa lo más inconsciente y automático de su experiencia. Ella puede escoger conscientemente que da a su hijo y que no es conveniente entregar, lo cual incluye la selección de alimentos, la mantención de la temperatura corporal, los sonidos a los cuales se expone al niño, el modo de tomarlo en brazos y el manejo que hace con ese cuerpecito, al bañarlo, vestirlo, acariciarlo, etc. Sin embargo, la madre no siempre puede escoger conscientemente, como esta experimentando su historia de vida, su propia femineidad, sus preocupaciones, miedos, dudas, culpas, penas, frustraciones, falta de tiempo, estrés, etc. Ese es el ambiente energético que ella emite silenciosamente a través de lo que irradia con todo su cuerpo físico, y que esta permeando también al cuerpo del niño, en cada instante de contacto y de construcción de ese prototipo de relación humana. Por lo tanto, podemos decir, que la transmisión que la madre hace del mundo físico al niño, es bastante evidente y fácil de ver. Sin embargo, lo que muchas veces no se considera, es que el ambiente vibracional de la madre, hecho de todos sus pensamientos y emociones mas primordiales, tienen una influencia determinante en el modo en que ese niño esta empezando a sentir su estar en el mundo. Ese sentir y estar primario en el niño, es completamente corporal, orgánico, no existe todavía una palabra o un concepto que pueda representar esa experiencia. Por lo tanto, lo que recibe ese cuerpecito de la realidad externa, a través de su anfitriona, la madre, le indica si es agradable o bueno lo que esta viviendo o por el contrario, desagradable y peligroso, a través de la información orgánica que experimenta su cuerpo. Dicha información todavía no es emitida en palabras, es solo una primera huella vibracional que antecede a la palabra, es la melodía en la que empieza a circular la energía en ese pequeño cuerpo, antes que comience la letra de esa canción; una melodía que determinara en gran medida la historia que ahí se cuente. Cuando la madre muda al bebe, lo viste, le da pecho, le habla, lo mira, lo toma en brazos, etc. En cada uno de esos gestos esta entregándole a ese ser además de un trato físico, una intención, una cualidad de energía, que es la que el niño lee y recibe directamente, como un baño que alimenta de vibración energética su cuerpo. Sin embargo, esa cualidad energética posee distintas frecuencias de información que puede ser baja si la madre esta triste o preocupada, intensa si siente rabia, plana por indiferencia o cansancio, de euforia, etc. Cada uno de sus estados emocionales esta determinado además, por un conjunto de pensamientos que rodean el espacio mental de la madre que alimentan, mantienen, acentúan o atenúan, una u otra emoción.

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En cualquier caso, el estado vibratorio de la madre, va cubriendo el cuerpo del bebe de una frecuencia, una melodía, que es la pauta energética que la madre le esta indicando al niño, en que funciona la realidad. Los estados emocionales habituales de la madre, son circuitos de vibración que se mantienen en el tiempo, y van marcan un estado primordial de sentir y estar en el mundo del niño, que progresivamente llevan a su cuerpo a reaccionar físicamente, bajo un mapa o pauta vibracional muy especifica. Pueden ser reacciones de sobresalto continuo por ruidos fuertes, frio, tensión muscular, sensación de soledad en el espacio por falta de contención o por el contrario sobre-presencia física del otro ante constante preocupación, excesos de cuidados y manipulación corporal, etc. La importancia de todo esto, radica primeramente en poder comprendernos a nosotros mismos y nuestro propio modo de estar y sentir el mundo, pauteado por el modo de estar y sentir que recibimos de nuestras madres, y el de ellas por el de sus propias madres. Es un verdadero espiral energético transgeneracional, que toma el antecedente para crecer y avanzar hacia adelante. Además anima a la generación actual de mujeres y hombres, a los nuevos padres, a tomar consciencia de esa espiral energética de información pasada, que automáticamente depositamos en las nuevas generaciones, muchas veces sin realizar mediación o algún intento de transformación real, sobre todo en los primeros años de vida de un niño. Es importante saber que para ello, las únicas frecuencias capaces de realizar una función transmutadora efectiva, para elevar el tono vibratorio del dolor heredado por línea materna, son las frecuencias que vibran orgánicamente, en sintonías como el perdón, la confianza, la aceptación y por sobre todo el amor. Pero cada una de ellas deben sentirse como una experiencia corporal concreta, para que realmente sea sanado ese dolor. Con esto se establece que cualquier experiencia dolorosa, que atravesamos como seres humanos, no debe ser atacada, pisoteada o destruida como a un enemigo, porque esos movimientos están originados desde la vibración de la rabia y el odio, que en si mismos son potenciadores de más dolor. La clave esta en la palabra, trasmutación, en donde se parte de la misma cualidad vibratoria del dolor, para ir con suma suavidad, cuidado y paciencia, elevando el tono vibratorio a algo mas armónico y bello como es el amor y sus derivados. En el fondo, se asemeja a un trabajo de artesanos, alquimistas, alfareros, artistas, porque se realiza con las propias manos, es decir, con la atención dirigida y encauzada en la propia energía.

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ENCUENTRO CARA A CARA CON EL CUERPO DE DOLOR PRIMORDIAL

Exploremos ahora, de un modo más directo en nuestra experiencia cotidiana, como podemos identificar la aparición del cuerpo de dolor primordial. Todo ser humano contiene en su interior la huella real de este dolor primordial, heredado por su línea materna. El encuentro con este contenido vibratorio en la propia experiencia, se inicia cuando la persona en su etapa adulta, pasa por conflictos que la desestabilizan por completo. Suele presentarse en las etapas en que hemos experimentado verdaderas crisis de la existencia, replanteándonos todo cuanto nos sostiene: para que, porque, como, cuando y donde. Estas vivencias, se pueden presentar en diferentes escenarios a lo largo de la vida, en los periodos inmediatos que siguen a la primera infancia, como son los 10, 11 años, la adolescencia, las primeras relaciones con los otros fuera del núcleo familiar, la adultez joven con el ejercicio de plena autonomía (estudios, primeros trabajos), la formación de una pareja estable, la experiencia de tener hijos, la muerte de seres queridos, etc. Son procesos cruciales por los que pasamos todos los seres humanos, pero que representan en si mismos, un conflicto o tensión interna, que nos lleva a evaluar y replantear nuestro modo de ser, estar y sentir en el mundo. Estas experiencias sacuden hasta el ultimo rincón del ser y nos obligan a reflexionar sobre el sentido ultimo de lo que vivimos, somos, tenemos y hacemos. Son crisis funcionales, que en realidad anteceden a una experiencia de aprendizaje y crecimiento interior mayor, encierran en su envoltorio doloroso, una valiosa oportunidad para transformar una vibración baja como es el miedo y el dolor, en una vibración de mayor armonía, como lo es la aceptación, la confianza, el perdón y el amor. Todo ser humano que ha transitado por la tierra, en una experiencia de vida, ha tenido que atravesar por estas crisis de la existencia, con un encuentro personal, cara a cara, con el cuerpo de dolor primordial, heredado en la infancia. De este modo, el dolor es un legado, un material vibratorio almacenado mucho antes de que naciéramos, pero que al momento de nacer y en los primeros años de vida, recibimos como entrada al mundo físico, junto las experiencias de placer y satisfacción. Lo que hagamos con el registro de ambas experiencias, es lo que determinara nuestro paso y acción en el mundo. Sin embargo, cuando se ha despertado el registro de dolor y lo tenemos cara a cara, nuestras estrategias de actuación, van siempre en función del rechazo, la negación, para escapar como sea de su presencia. Cuando en realidad es una vibración tan vulnerable y frágil, tremendamente sensible, que lo único que persigue es nuestra propia capacidad de autocontención para calmarse y sanarse. Cada vez que el cuerpo de dolor primordial se activa, nuestra propia resistencia y rechazo a experimentarlo, produce el efecto inverso de intensificar la sensación de dolor, debido a que ignorar su demanda de sanación global, para el equilibrio del ser, es tan fuerte, casi instintiva, que aumenta su intensidad para atraer nuestra atención y lograr realizar la alquimia o transmutación interior.

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Ahora bien, en la adultez, cuando se ha despertado del todo este cuerpo de dolor primordial, en los periodos más conflictivos de vida. La persona se encuentra con un grupo de sensaciones físicas automáticas, mas o menos desagradables, que reflejan el cortocircuito energético, producido por esa primitiva huella de dolor heredada por la madre. Son huellas que vienen a revivir o reactivar el patrón que se ha codificado en la infancia, que le recuerdan al cuerpo, cual es el modo de encarnar y asimilar los conflictos de la existencia. Lo interesante es que son sensaciones físicas bien concretas y palpables, lo que se muestra cuando se activan esas crisis. No es solo un pensamiento desorganizado, o una confusión abstracta ante la vida, es más bien una tonalidad vibratoria que ha superado las capas meramente mentales o emocionales y transcurren ahora, en el escenario del cuerpo, igual que en las primeras etapas de vida, donde la persona no puedo hacer nada para enfrentarlas y controlarlas. De este modo, la pena se siente como un nudo en la garganta, la rabia, la impotencia y la frustración como un fuego en el estomago que quema, hincha o se retuerce, la angustia como una presión en el pecho que punza, la tensión agarrotando ciertos grupos de músculos, la soledad como un frio que inunda todo el cuerpo, etc. Cuando estos estados vibratorio se mantienen en el tiempo, aparecen las enfermedades o síntomas crónicos del cuerpo. El conflicto siempre vuelve a su lugar de origen, en el cuerpo y es ahí donde demanda ser resuelto. También pueden aparecer en la realidad, los llamados “accidentes”, que llevan a la persona a sufrir un daño físico fuera del margen de la consciencia o la capacidad de decisión. Entonces de pronto, se cae y se fractura un tobillo o la mano, se quema, se corta, choca, se golpea, “se hace daño”. Aquí es la realidad externa la que actúa como una prolongación del cuerpo y rebota lo que esa individualidad de materia, consciente o inconscientemente esta sintiendo e irradiando. Es nuestra propia materialidad, la que esta involucrada cuando enfrentamos un conflicto y es en nuestro cuerpo donde finalmente debemos encontrar la llave de sanación o armonía, para transmutar ese dolor activado. Esto equivale a decir, que el crecimiento, el aprendizaje y por tanto el avance hacia otra etapa de vida, implica primero asimilar corporalmente, los conflictos. El cuerpo necesita conocer desde su propia consciencia material como vibra el conflicto y el dolor encapsulado de la existencia. Así como sabemos como se vibra cuando siente placer o goce y queremos repetirlo, debemos despertar la consciencia celular que reconoce y acepta el dolor y su vibración tal y como es, para desde ahí construir una herramienta vibratoria adecuada, que “eduque” a esa vibración disfuncional y le muestre el camino para pasar de una baja frecuencia a una frecuencia armónica más elevada. Aprender a encontrar en notros mismos, a través de las energías del cuerpo, el suave equilibrio que implica el bienestar y la armonía interior. Si el cambio, la sanación, la aceptación, el cuerpo no lo siente “vibratoriamente”, como una unidad total y coherente en todas sus células, el bienestar y la armonía no ocurren. Solo es completamente real lo que el cuerpo acepta, experimenta, asimila y digiere.

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EL RITUAL SIMBOLICO: SALIR DE LA PALABRA PARA ENTRAR EN LA PRESENCIA

En esta ultima sección del tema expuesto, quisiera compartir con ustedes, parte del reciente trabajo, en el cual llevo un tiempo trabajando en las terapias psicológicas que realizo con algunos de mis consultantes. Precisamente a raíz del encuentro con este concepto que he venido desarrollando hace algunos meses, “El cuerpo de dolor primordial”. La primera vez que considere este concepto, fue a raíz de una experiencia personal muy dolorosa, en la cual pude percibir los efectos de esta vibración y como ocurría muy concretamente en mi cuerpo. Me di cuenta que era una sensación por la que ya había pasado antes, es más, siempre estaba latente y silenciosa su vibración dolorosa en mi interior, dispuesta a salir en cualquier momento, a través de los mas insignificantes conflictos y desajustes de la vida cotidiana. Esta sensación, iba acompañada de un grupo bien preciso de pensamientos, que desencadenaban ciertas emociones, en apariencia inofensivas, pero que en su momento estaban preparadas para expresarse vibracionalmente a modo de angustia, pena, rabia o una mezcla de todo, que estallaba y se descargaba ante el primer estimulo que las provocase. Pues bien, en esta oportunidad, el estimulo de la realidad fue lo suficientemente intenso para mi, como para despertar todo este registro doloroso en un solo instante, dándome la posibilidad de verlo cara a cara con suficiente claridad, como a un viejo conocido que hace mucho no me visitaba. Como ya me encontraba tras la pista de este concepto, investigando los patrones que hay de base en las problemáticas que habitualmente veo en terapia, pude explorar en mi propia experiencia, como despertaba esta vibración dolorosa, que efectos tenia en el campo energético de mi cuerpo, que ocurría con mis emociones y como se expresaba todo esto en mi cuerpo físico (síntomas). En un momento determinado lo más interesante, fue descubrir y aplicar el modo de responder vibratoriamente a ese estado, con estrategias lo suficientemente intensas y adecuadas para desactivar el circuito que me iba arrastrando de un modo automático, a un circuito interminable de dolor y pesimismo extremo, sin efectos ante las ordenes de mi mente racional. Simultáneamente que experimentaba en mi persona todo este proceso, iba observando en el grupo de consultantes que venían a terapia, el mismo tipo de fenómeno de activacion de dolor, a través de historias y escenarios diferentes. Luego de construir y aplicar un grupo bien preciso de herramientas, o técnicas terapéuticas, comencé a observar y ser parte de los efectos y cambios en sus experiencias y en la mía propia. En donde se producía una potente transmutación de esa pauta de dolor y una notoria mejoría o resolución de los conflictos por los cuales habían venido a consultar.

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Desde ahí surgió este trabajo y la intención de publicar el tema en este numero de la revista, para compartir con ustedes, de que modo el dolor primordial es parte de nuestra historia humana y familiar. Y cómo podemos descubrir las claves innatas que como especie tenemos, para transmutar ese estado y alcanzar mayor bienestar. Este dolor nos vincula a la tierra y sus cualidades vibratorias mucho más de lo que pensamos y es ella, materializada en nuestro cuerpo quien nos da las pautas de salida. Por eso, para sanar este contenido de dolor primordial, debemos comprender primero, que es necesario salir de la palabra, para entrar en la presencia. Esto quiere decir, que para sanar nuestra historia como familias, a través de nuestra línea materna y de ahí nuestra historia como humanidad, no podemos seguir utilizando el único recurso, de la mente y el pensamiento, para analizar y racionalizar una y otra vez nuestros problemas. Tenemos actualmente, una humanidad que lo ha intelectualizado todo, que lo ha pensado todo y por lo tanto ha hecho un sobre uso del recurso de la mente y los pensamientos, como medio exclusivo de interacción con la realidad. Sin embargo, como especie tenemos un desconocimiento total, de la verdadera fuente de origen de nuestros pesares y conflictos, de la repetición incansable de problemas que hacen nuestra existencia más limitada, de los niveles en lo que realmente se registran, almacenan y se activan nuestros roces con los otros, con la vida o con la realidad externa. La propuesta y el desafío para desactivar estos circuitos de dolor, esta en conectarse con una realidad vibratoria o energética, en todos planos de nuestro ser (mente, emoción y cuerpo), que esta totalmente diseñada de un modo natural para cambiar estos registros. Para ello, debemos afinar primero la propia sensibilidad a como vibramos cuando experimentamos los conflictos de la existencia en cualquier ámbito de la vida y el dolor que se despierta detrás de ellos. Percibir la sutil corriente eléctrica que se focaliza en uno u otro lugar del cuerpo cuando sentimos pena, soledad, abandono, miedo, rabia, angustia, etc. para aprender luego, en una segunda fase, a responder o manejar esos estados, activando del mismo modo una corriente energética especifica, capaz de transmutar esa vibración baja y llevarla a un nivel de frecuencia superior. Todo ello, manejando el propio espacio energético con técnicas especificas, que en ningún caso están asociadas a pensar de un modo u otro, no tiene que ver con repetirse ochenta mil veces: piensa positivo, todo va a estar bien, no seas ridículo, para que te preocupas, no sientas miedo, etc. Todos sabemos que eso sirve solo un instante, porque al siguiente encontramos todo exactamente igual y surge de nuevo la misma extraña e inexplicable sensación de vacío, dolor o angustia. La clave esta entonces en salir de la palabra o el concepto, para entrar en la presencia, pero en la presencia de que? La presencia que se requiere para hacer frente a esta activacion del dolor, no es un tipo de presencia que se abstrae en un estado ideal de apacible desconexión de la realidad del mundo. Es mas bien, la presencia que implica precisamente volver a aterrizar con los pies bien firmes en esta realidad y en esta tierra, en la conexión original con nuestros cuerpos y en la materia que somos. Para desde ahí, transmutar las corrientes energéticas que nos afectan y manejar los niveles de vibración. Por lo tanto, todas las técnicas que se utilicen para desactivar el patrón de cualquier conflicto, implica incluir al cuerpo y sus energías naturales, como fuerza primordial para restablecer el equilibrio.

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El método que propongo y que actualmente utilizo en mis terapias, para desactivar eficazmente circuitos del cuerpo de dolor primordial, consiste en llevar nuestra presencia despierta, al contacto con nuestra corporeidad y sus corrientes energéticas, para transmutarlas, por medio del uso consciente y simbólico de los Elementos presentes en la naturaleza: Tierra, Agua, Fuego, Aire y Éter que existen y circulan naturalmente en nuestro interior. Los elementos, poseen la cualidad intrínseca que da movilidad y transformación a la materia molecular presente en cada ser vivo (mineral, vegetal, y animal). A través de su acción, las formas se van perfeccionando para una adaptación cada vez mas optima en el planeta. El ser humano, puede beneficiarse de todo ese potencial, despertando en su interior un dialogo abierto y despierto con las propiedades vibratorias de los elementos, para transformar, sanar y perfeccionarse a si mismo. Es posible generar una vibración especifica en el interior del ser humano, a través de rituales simbólicos y técnicas psico-corporales, que conectan con el potencial transmutador de los elementos. Esto se produce a través de un proceso, que lleva a la mente a dejar de lado los conceptos mentales rígidos, y la conducen a fluir con la pauta natural en la que los elementos transforman la vibración más densa de la materia. Los conflictos, son precisamente una densificación de energías en su fluir por la materia del cuerpo. Por ello se utiliza de un modo consciente el poder de los elementos, para recibir sus frecuencias especificas de sanación y transmutación . Es un acto de entrega y confianza que nos lleva de vuelta a los brazos de la madre tierra y sus principales ciclos y fuerzas. La tierra como primer elemento es la gran sostenedora de la vida, su ritmo de transmutación es lento, muy lento, por lo cual, para muchas de las formas que sostiene y transmuta, necesita de la acción y participación de los demás elementos que agilizan los procesos, pero la tierra es finalmente la que almacena la información más ancestral del planeta, precisamente por ser el escenario donde se desarrolla la vida. Contiene una memoria inmensa y es el análogo mas cercano de nuestro cuerpo físico; solido y concreto, que almacena en su forma toda la información de nuestras vidas y de nuestros ancestros. Contiene además toda la pauta de nuestros instintos mas primarios y reflejos, que nos conectan con la vida animal básica y la supervivencia. El agua limpia, purifica, por lo tanto es sanadora por esencia, su fluidez y pureza es como una tierna caricia que envuelve, abriga y sostiene sutilmente las formas, como el cuerpo de un bebe es contenido en el vientre materno por el liquido amniótico. La memoria del agua registra sobre todo la información emocional de los seres humanos y también del planeta, su cualidades de equilibrio están presentes cuando le permitimos fluir, moverse, como ocurre por ejemplo en la expresión del llano llanto. El fuego es el gran transformador de las formas cuando ellas han cumplido un ciclo de desarrollo y función. Muchas veces, es necesario el cambio de una forma que ha adoptado la materia de un modo más radical, para dar paso a un nuevo escenario donde construir algo nuevo, desde esas cenizas que dividió en pequeñas partículas la totalidad. El fuego lo transmuta todo, llevándose incluso el registro de memoria que contenía la materia, por lo que nos brinda una gran oportunidad sobre todo para los cambios de ciclo en los que se requiere quemar etapas anteriores de vida.

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El aire, es un danzarín del equilibrio, su acción invisible busca armonizar precisamente la acción del agua y fuego, para que no se transformen en una tormenta, en el caso del agua, o en un incendio en el caso del fuego. Todo necesita de un ritmo, una pauta vibratoria constante para producir un efecto, y en este sentido el aire sutilmente envuelve y transmite información, dando guía y dirección a todos los procesos. El aire es el elemento del pensamiento, de la consciencia, es lo que le da la presencia e inteligencia a lo que se vive y se transmuta, es el gran mensajero, que nos entrega la lección que debemos retener en cada experiencia de vida, porque conduce las vibración del sentido y de las palabras. El éter constituye el espacio en donde todo ocurre, es el gran sostenedor invisible de los procesos y las energías que se despiertan producto de la eterna transmutación de la realidad. Si pudiéramos ver su imagen, seria como una gran red de tendido eléctrico, con todo tipo de energías circulando a través de el, es la trama que da soporte a la realidad de las formas, incluido nuestro cuerpo. El cuerpo etérico, en el ser humano es anterior al cuerpo físico, le da su forma y estructura y lo impregna de energía a través de su cableado eléctrico. En el cuerpo etérico, es donde esta almacenada la memoria energética del cuerpo de dolor primordial. De este modo, cada elemento nos brinda la pauta vibratoria para todos los procesos que vivimos, mentales, emocionales y corporales. Estamos hechos del mismo material y vibramos en sintonía con ellos, es el legado que nos ha dejado la gran madre tierra, para seguir siempre unidos a su armónica vibración. El ritual simbólico y las técnicas de trabajo psico- corporal, como herramientas para el cambio de vibración del cuerpo de dolor primordial, implica asimilar la idea de que cuando atravesamos un conflicto de vida, que es en realidad un conflicto de la existencia, se despierta todo el dolor almacenado en nuestro cuerpo (etérico), proveniente tanto de la línea materna y de lo que hemos hecho con eso en nuestra de historia personal. En los momentos de nuestra vida adulta en que se despierta ese dolor, estas herramientas permiten un camino de sanación, respetuoso y amoroso con la real vulnerabilidad que sentimos, y nos permite solicitar desde ese lugar la ayuda y dirección a la sabiduría innata de los elementos. Esta conexión y comunicación abierta con la sabiduría contenida en los elementos, era una practica muy utilizada por nuestros ancestros. Ellos permitían una convivencia armoniosa con esos poderes naturales, para recibir su guía e información. Sin embargo, con el paso y avance de las civilizaciones, ese dialogo se perdió, o más bien se durmió. En el tiempo actual, los eventos humanos individuales y sociales, están enmarcados sin duda en el retorno a la conexión y sanación de nuestras historia humana y planetaria, es una mega labor de cicatrización que sentara las bases del próximo ciclo evolutivo. Este delicado trabajo debe ser realizado por suaves y tiernas manos que vuelvan a conectar el dolor con el amor. Y sin duda, son manos de mujer las que pueden y deben realizar esta labor.

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En la actualidad, la mujer esta llamada a retomar urgentemente su rol esencial como sanadora, como alquimista en el manejo de las energías y como activadora de las propiedades transmutadoras de los elementos. Solo así tendremos la posibilidad real de dar un paso equilibrado, en la espiral evolutiva que ahora nos convoca. Por ello es vital que la mujer sane su infancia y su propia madre interna, para despertar la potencia natural que posee para guiar este proceso humano. Sanar su capacidad afectiva y amorosa, volver a conectar con su capacidad de crear y contener al mismo tiempo, su capacidad de intuir y visualizar realidades posibles. La mujer como gran sanadora desde la energía del consuelo, el perdón y la aceptación de lo vivido y como gran catalizadora de la dulce energía del amor. Estamos todos llamados a potenciar, ayudar y validar la función de la mujer en estos tiempos, a permitirle ejercer sus verdaderos dones. Somos todos responsables de acompañarla a sanar a nuestra gran madre tierra.

Texto escrito por: Carolina León G. Psicóloga- Terapia integral. Instructora de Yoga. Dirección AQUARIA (E.I.T)

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VIDAS CONSCIENTES

Personas con historias de vida y consciencia… Lorena Barrales, Maestra de Kinder en “Iniciativa pedagógica Los mayos” Lorena Barrales, es una mujer con una bella historia de búsqueda y encuentro con el verdadero potencial de su ser y con la singular misión de su alma. En el año 2013 llega hasta la zona de Matanzas (VI región- Chile), desde la capital, Santiago. Abandona su trabajo como gerente comercial en una empresa de tecnología y aterriza en este pequeño poblado costero, siguiendo la melodía de un profundo anhelo largamente postergado… trabajar con niños y adolescentes. Con casi medio siglo en el cuerpo y con 5 hijos ya criados, decide dar un gran salto en su vida para trabajar como maestra en un pequeño colegio rural, con orientación en pedagogía Waldorf (Rudolf Steiner), llamado “Iniciativa Pedagógica Los Mayos”. Fundado en el año 2010, por un grupo de padres recientemente instalados en la zona, con intención de entregar a sus hijos una oportunidad educativa diferente. Lorena se incorpora en el año 2013 como maestra de kínder con un pequeño grupo de 7 niños. Dejando radicalmente su pauta de vida anterior, decide soltar apegos y vencer temores, para entregarse sin reservas al trabajo transmutador que los niños han ejercido en cada rincón de su ser. Hoy, después de 3 años de recorrido intenso y acomodación progresiva, junto con la evolución natural y crecimiento expansivo de este colegio. Lorena es la encargada de acompañar a los 18 niños que integran el kínder, y es consciente que su acción forma parte de otras muchas manos que en silencio amasan y van dando forma a los seres del nuevo mundo. Con la ilusión en el corazón, Lorena busca educar a seres humanos no tan intelectuales, pero si más felices, más conectados consigo mismo y con el entorno, con la tierra, niños con más espacio para divertirse y jugar, para descubrir por si mismos la realidad. Niños que son la palanca del cambio, gracias a adultos cada vez más despiertos y conscientes, que deciden guiarlos de un modo diferente, mucho más humano, no tan mecanizado, más despiertos al milagro. Lorena es una de las tantas personas que hoy en día realizan una silenciosa labor de consciencia sobre la faz de la tierra. No tienen publicidad, no trabajan por dinero o por beneficio personal. Hacen lo que hacen por sus principios, por los propios dictados de su alma, por algo mucho más gratificante como es crear realidades cada vez más completas y perfectas, no para el exclusivo bienestar de las propias necesidades, sino que también, para la satisfacción y bienestar de otros. No les importa lo que los demás o el sistema opine de ellos, hace mucho que cortaron con esa prisión de normas e ilusión. Son personas que cada mañana se levantan y se miran a si mismos, para reafirmar que hacen lo que hacen, por la dicha que sienten en ello. Para estas personas eso ya es motivo suficiente para seguir adelante despertando su consciencia y la de muchos que le rodean. Con el ejemplo que nos deja la bella melodía de estas silenciosas almas, Lorena nos regala hoy uno de sus tantos cuentos. Cuentos que utiliza como un llave en su labor de maestra, para despertar y guiar la luz de consciencia pura de esas pequeñitas almas. Nos regala este cuento sobre sus pasos y su andar, un cuento que nos muestra el arte y el principio de transmutación del si mismo.

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La tejedora de cuentos Lena con casi medio siglo a cuestas cortó con determinación la trenza que se deslizaba por sus angostos hombros desde hace ya una década, sus ojos azules, mas azules por la emoción recorrían la casa, los árboles y las caras ya adultas de sus hijos. El momento había llegado. Guiada por las estrellas, atraída por el calorcito de muchos pequeños corazones que latían tan fuerte simplemente porque su Alma y cada célula sabían que allí quería estar. Mientras viajaba recordó la carita de su hijo menor, un joven de 17 años, grandes ojos profundos, pelo largo, ondulado y palabras esquivas. “pero mamá tienes que ir, siempre has querido hacer esto”. Desde entonces Lena acompaña a los más pequeños de la tribu que vive cerquita del mar, donde se puede ver el sol nacer y por las tardes esconder. Cada mañana los acompaña a descubrir, los ve maravillarse, asombrarse, amar el mundo, sumergirse en él; ellos vestidos de caracoles, palos, piedras, polvo de estrellas, flores y árboles, acompañan a Lena en su camino de aprender, desaprender, de volver a aprender, de abrir más los ojos y aun más el corazón; de confiar, de jugar, de aprender a hacer pan. Lena buscó, recopiló desde el cielo a la tierra ancestral, cuentos para cada uno de los pequeños, que con ojitos ávidos, eran desde lo alto alimentados. Entonces Lena inclinaba su cabeza con gesto de gratitud, ante el milagro. Un día en que el sol quemaba sobre la piel y los árboles estaban llenitos de manzanas, envuelta por la brisa de la mañana, llamó a su puerta una pequeña mujer de piel tostada, larga cabellera negra y risa musical, con voz dulce como el trinar de una Pinda. La Mujer contó un cuento, “es pará ti” le susurró. Lena lo atesoró y lo repitió tantas veces, que cada palabra vivía en ella, cada palabra poco a poco la sanaba y cada palabra generaba fuerzas renovadas. Lena sintió la impetuosa necesidad de escribir su propio cuento, el cuento de sus hijos, el de sus padres, el de las mujeres de ahora y de antes; escribir sobre lo que une y lo que separa. Escribiendo lloró, rió, amó, soñó, pero también transformó lo que con sus palabras tocó. Miró a su alrededor, los instantes que regala la vida vienen, van y a veces quedan en una fotografía; -­‐esos instantes son los cuentos de la vida-­‐ pensó, en ellos converge el universo entero, para ellos la tierra gira y el tiempo existe. Instantes que Lena tomó uno a uno como lanas de colores con las que suele tejer y fue entrelazandolas, escribiendo instante entre instantes, creando una trama única, pero parecida a tantas, con colores que bailaban entre sus manos, revueltos por el viento, subían y bajaban del cielo, más sutiles, más intensos; saltaron desde sus manos y se encontraron con otras manos distintas pero iguales a las suyas. Y sus manos buscaban almas llenitas de otros instantes, atesorados, guardados, que fueron contados una vez y mil veces más, a veces para entender, a veces para sanar, a veces para mecer, acariciar, muchas veces simplemente para no olvidar y siempre mágicamente algo se transformaba. Lena aún camina descalza por la arena buscando encontrarse con los ojos de otros, buscando los instantes para tejer en conjunto una gran manta para la tierra, cuentos entre cuentos como una gran memoria de alimento para el alma de la humanidad. Cuentos que reflejan como agua quieta, que calientan el corazón y derriten el invierno de los huesos, cuentos de amor, cuentos de la vida en la tierra, de madrugar, de lavar, planchar, andar en bicicleta y rescatar palomas; cuentos trasnochados, cuentos desbordados, cuentos, cuentos… Lena inclinó como tantas veces la cabeza en gesto de gratitud ante el milagro.

Lorena Barrales

Para revista AQUARIA Septiembre 2016

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Gratitud… Quiero agradecer a todos los que apoyaron y alentaron el lanzamiento de este primer Numero: - Flora Bloom (España), por confiar en este proceso y permitirme acompañarte a distancia en proceso de sanación. También por facilitar algunos de tus dibujos para esta publicación. - Lorena Barrales, por compartir con sinceridad y entusiasmo, tu propia historia de transmutación a través de un cuento. - Santi, por el apoyo incondicional en cada paso de mi vida y tu amor sincero a la expresión de mi ser… - Alicia, por la oportunidad que me das de conocer lo divino y lo sagrado. CONTACTO:

AQUARIA es un espacio dedicado a la investigación y desarrollo, de herramientas terapéuticas, de uso practico, para los diferentes conflictos psicológicos y anímicos que la persona pueda estar atravesando, en esta época de cambios vibratorios. Para cualquier información sobre los temas tratados en este numero, puedes escribir a: aquariaterapias@gmail.com o llamar al: (+56) 9 92766484

GRACIAS

¡¡Saludo a la divinidad

que hay en ti!!

20 SEPT. 2016 Matanzas, Chile.

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