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RELOJ DE BOLSILLO? ¿O pieza de arte? Lo descubrimos con Vacheron Constantin

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ESTOS SON

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COMBINANDO CONOCIMIENTOS RELOJEROS Y ARTESANALES, la marca suiza que es la manufactura más antigua del mundo, creó el reloj de bolsillo Les Cabinotiers Sonería Westminster, como un tributo a Johannes Vermeer, pintor neerlandés, quien junto a Rembrandt formara parte de la época de oro del Barroco y que dejó una obra limitada de alrededor de 35 cuadros, siendo los más conocidos Vista de Delft y La joven de la perla. Precisamente, este último se reprodujo en la tapa del fondo de la caja del reloj, con una pintura de esmalte en miniatura fnamente elaborada con la técnica ginebrina.

Para seguir los pasos de los maestros relojeros suizos conocidos como cabinotiers en el Siglo de las Luces, el equipo de la marca creó esta obra excepcional, buscando así complacer el exigente gusto del cliente que añoraba un reloj de bolsillo singular que refejara las tradiciones más nobles de la Alta Relojería del siglo XVIII. Les Cabinotiers es un departamento especial dentro de la casa relojera, dedicado a la producción de ediciones de piezas únicas.

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DETALLES EXCEPCIONALES La pieza se equipó con un nuevo movimiento de la casa: el Calibre 3761 con Gran Sonería y tourbillon, compuesto por un carillón Westminster* –uno de los mecanismos de sonería más complicados de construir– acoplados a un repetidor de minutos desarrollado por el equipo de relojeros que diseñó el reloj de la Referencia 57260. La caja, grabada a mano siguiendo técnicas artesanales, 1. Todo el reloj tuvo una gran atención al detalle en la terminación del movimiento: la totalidad de los componentes fueron hechos a mano, desde el puente de volante completamente grabado hasta el trabajo de pulido con pasta de diamante, para lograr un acabado de espejo, así como el tratamiento galvánico de las platinas decoradas con Côtes de Genève en color champán. ¡Una aventura de retos, investigaciones e intercambios permanentes!

contó con un fondo tipo officier, realzado por una reproducción de esmalte en miniatura del famoso cuadro La joven de la perla (1665), de Vermeer. Los laterales de la caja se adornaron con frisos grabados manualmente compuestos por hojas de acanto y tulipanes, acompañados de un borde “perlado”, mientras que el arco luce dos cabezas de león rugientes talladas en un bloque de oro como se aprecia en las imágenes.

Además del reto de reproducir la obra del artista, la dimensión de la superfcie de 98 mm de diámetro implicó un grado de destreza sorprendente, propio de la tradición de la pintura de esmalte en miniatura hecha en Ginebra. Una sola capa de esmalte sobre el turbante oriental de la joven retratada requirió al menos dos semanas de trabajo; la paleta de colores presentaba complejidad similar, como la veintena de cocciones en el horno necesarias para estabilizar los colores. En total, se requirió de siete meses de trabajo para dar vida a este retrato y ochos años de desarrollo para la pieza total.

tri buto a Vermeer

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