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Institución de lectores y acólitos en el Seminario

Ser sacerdote es algo extraordinario

Teodomiro Ortega, seminarista de 4º curso

SEVILLA.- El pasado 12 de marzo monseñor José Ángel Saiz Meneses instituyó a siete lectores y otros tantos acólitos durante una ceremonia en la que participó toda la comunidad del Seminario Metropolitano y de Redemptoris Mater

Los nuevos lectores son cuatro seminaristas de tercer curso: Moisés Benahmed, Pablo Bernal, Cristian Rodríguez y José Manuel Ruiz; dos del Redemptoris Mater, Marco Co- llesei y Andrés Urtasun; y el candidato al diaconado permanente José Manuel Marín.

Por su parte, los acólitos instituidos fueron Javier Llorente, Alberto Jesús Campos, Ángel López, Teodomiro Ortega y Sujith Vidhyadharan, todos cursando cuarto en el Seminario Metropolitano; Andrés Urtasun, del Camino Neocatecumenal; y Nicolás Durán, candidato al diaconado permanente.

Nueva hermandad de penitencia en Osuna

No se trata de algo extraño o fuera de lo normal, pero sí fuera de lo común y contrario a la corriente del mundo, en cierto modo beligerante con el ámbito sociopolítico actual. Tristemente, ni los números de las estadísticas, ni los medios de comunicación de amplia cobertura amparan esta vocación personal de origen divino. Pero el sacerdocio no es de tristes, el cura no es una persona pusilánime que se deja llevar por pensamientos fugaces. El sacerdote es una persona con los pies en la tierra y con el alma en el cielo, un cristiano que tiene el corazón enamorado del Señor y entrega su vida por entero a Dios.

SEVILLA.- El arzobispo de Sevilla ha firmado el decreto de erección de una nueva hermandad de penitencia en Osuna, que tiene como titulares a la Virgen de Fátima, al Señor de la Salud y a María Santísima de la Encarnación. Su director espiritual es el sacerdote David Larren.

El origen de esta hermandad se sitúa en 2013, cuando un grupo de jóvenes del barrio de Fátima se unieron para rendir culto y profesar su devoción a la Virgen María.

La nueva corporación penitencial ha agradecido a monseñor Saiz, al delegado diocesano de Hermandades y Cofradías y a los antiguos párrocos (Luis Rebolo, Juan Dorado y al actual párroco David Larren) por todas las gestiones realizadas y la ilusión que han puesto en “este proyecto de verdadera evangelización”.

Y todo esto se cuece en el Seminario. El tiempo de formación es una oportunidad enriquecedora de crecer en trato con el Señor –la oración, dimensión espiritual–, en conocimiento de Dios –la formación académica, dimensión intelectual–, en madurez personal –dimensión humana–, en fraternidad y compañerismo –dimensión comunitaria–, y en desapego y entrega plena –dimensión pastoral. El Seminario ha de pasar por los candidatos y no al contrario, pues los años de formación y crecimiento han de marcar a los futuros sacerdotes y dejar huella en aquellos seminaristas que entregan su vida para servir a Dios y a todos, creyentes y no creyentes.

No cabe duda, ser sacerdote es algo extraordinario: una llamada de Dios que el hombre acoge con alegría y plena disposición.

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