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“Quiero ser un hombre de esperanza, arraigado plenamente en el Evangelio”
El 27 de mayo tendrá lugar la ordenación episcopal de Teodoro León Muñoz (Puertollano, 1964) en la Catedral. Así, iniciará su ministerio, junto a Ramón Valdivia, como obispo auxiliar de monseñor José Ángel Saiz Meneses. Estas vísperas se siente un tanto abrumado ante el cariño que está recibiendo desde que se conociera su nombramiento. Ha tenido ocasión de recibir los primeros consejos del papa Francisco y ya ha definido su escudo y lema episcopal: El amor de Cristo nos urge.
Han pasado seis semanas desde que se hiciera público su nombramiento como obispo auxiliar de esta Archidiócesis ¿Qué recuerda de aquel día?
Fue muy emocionante, porque se convocó a las doce a la prensa, y a todos los que pudieran asistir, en el Arzobispado de Sevilla, sala Antonio Domínguez Valverde. Fue un momento de mucha alegría. Me acompañaron un buen número de canónigos, sacerdotes y familiares. Y luego, a través de los medios, fue trascendiendo a toda la Archidiócesis y comenzaron a llegar las llamadas y los mensajes. La verdad es que me abruma, porque no era consciente del cariño que tantas personas me tienen.
Tiene reciente en la memoria la cita con el papa Francisco del pasado 26 de abril ¿Qué le dijo el Santo Padre?
Fue un momento entrañable y bonito poder darle las gracias al Papa por mi nombramiento como obispo auxiliar de Sevilla y ver cómo me acogía. Me pidió que me entregara a mi ministerio, que estuviera cerca de mi arzobispo, que fuera un buen obispo y que me acogía en el colegio episcopal. Como se puede ver en el video y en las fotografías, me dio un apretón de manos. Fue muy afectuoso, aún está en mi memoria como si hubiera sido hace un instante. ¿Qué cree que está aportando el papa Francisco a la espiritualidad sacerdotal?
Introducirnos en el Evangelio, buena noticia de salvación, y, como hacia Jesús, entrar en la dinámica de la cercanía de las personas, en la escucha de sus gozos y tristezas, mostrar que el Evangelio es alegría y fuerza para vivir aquí y ahora.
El 17 de abril tuvo lugar la asamblea plenaria de los obispos españoles. Usted todavía no puede participar de pleno hasta que no sea ordenado obispo, pero sí pudo presentarse y tuvo unas palabras entrañables, para usted y para los demás obispos electos, el cardenal Omella.
Pues sí, fue un momento también muy entrañable, en el conocí a los que van a ser mis hermanos en el episcopado. Todos me daban apoyo y ánimo. Cuando comenzó el acto inaugural, el cardenal Omella, aparte de saludar a toda la asamblea, tuvo unas palabras hacia los nuevos obispos electos. Ya en el primer acto, reservado solo para los obispos, de nuevo nos saludaron, nos pusimos de pie y toda la asamblea plenaria nos acogió con un aplauso. Fue muy emotivo.
Y por fin, a las once de la mañana del 27 de mayo, todos tenemos una cita en la Catedral…
¡Sí, Dios mío! Estoy totalmente abrumado. Mis palabras son de mucho agradecimiento a cuantos están participando en la organización. Lo estoy viviendo como que no es algo mío, sino que es algo de la Iglesia, de nuestra Iglesia diocesana. Mi vida como obispo es un servicio, es una total entrega. Para mí es un gozo, una alegría el ver que todos están participando y que lo están haciendo con tanta ilusión.
¿Cómo encara esta nueva etapa?
Soy consciente de que recibo el ministerio episcopal en unos tiempos que no son fáciles para la Iglesia. Se extiende el horizonte de la superficialidad y de la indiferencia religiosa en la vida de muchas personas, crecen la increencia y el secularismo, es frecuente la ridiculización de la Iglesia y hasta la persecución de los cristianos, que en muchos países entregan su vida por su fe.
¿Qué ilusiones y proyectos tiene?
El nombramiento como obispo auxiliar implica un cambio notable en mi vida sacerdotal. No sólo, evidentemente, en el sentido teológico y sacramental, sino también en el más personal y vital. Quiero ser un hombre de esperanza, arraigado plenamente en el Evangelio, en Jesucris- to Buen Pastor, para alentar la fe del pueblo, la caridad y el amor. Y esto no es simplemente un nuevo destino pastoral, es una llamada a vivir con mayor entrega y disponibilidad un ministerio que no es tuyo ni para ti, sino para el Pueblo de Dios, en este caso la Iglesia que peregrina en Sevilla. Mis proyectos, desde ahora, quieren tener la forma de los proyectos de la Archidiócesis de Sevilla y de su arzobispo, don José Ángel, de sus fieles y parroquias, de sus comunidades y grupos, de los sacerdotes y de la vida consagrada.
¿Cómo será su escudo y lema episcopal?
En el escudo, sobre un fondo azul, clásico color mariano, se aprecia en el centro la cruz y en la parte superior la Eucaristía. Con ambos signos se ilustra la manifestación suprema del amor de Dios, el sacramento de la comunión, y el alimento para el camino. Y a los pies de la Cruz, la eme de María, Madre de Dios y Madre de la Iglesia, que nos acompaña, protege y alumbra a lo largo de la historia. El lema episcopal es Caritas Christi urget nos (2 Co 5, 14), “El amor de Cristo nos urge”. Es el amor de Cristo el que llena nuestros corazones y nos impulsa a evangelizar. Hoy como ayer, Él nos envía por los caminos del mundo para proclamar su Evangelio a todos los pueblos de la tierra (cf. Mt 28, 19).
Por último, ¿qué pide a sus diocesanos?
Que pidan conmigo al Señor para que, por intercesión de los santos hispalenses, santa Ángela de la Cruz, santa María de la Purísima y el venerable padre José Torres Padilla, y, singularmente, la asistencia materna de la Santísima Virgen María, invocada en Sevilla con el dulce nombre de la Virgen de los Reyes, sepa servir a esta Iglesia diocesana y a la Iglesia universal.