LA EFÍMERA VIDA DE LOS ABASTOS MUNICIPALES EN QUITO (1941-1949) Gabriela Rivadeneira La crisis económica que afectó al Ecuador a comienzos de los años treinta fue uno de los fenómenos que más repercusiones tuvo durante la primera mitad del siglo XX en nuestro país. Entre 1931 y 1932 las exportaciones de cacao, que en 1928 habían producido 15 millones de dólares, bajaron a menos de 7 millones en 1931 y a menos de 5 millones en 1932.1 En este marco depresivo, golpea con fuerza la crisis del sistema capitalista a nivel mundial a la economía ya problemática de nuestro país. Dicha crisis no tardó en desatar una inestabilidad política en el país caracterizado por la luchas hegemónicas entre los partidos políticos por el control del Estado. La crisis de 1931 reveló el carácter dependiente del Ecuador en torno al modelo agroexportador y al sistema de hacienda. La hacienda tradicional fue la principal forma de organización productiva que tenía como base la producción agrícola y la mano de obra campesina como fuerza productiva. El sector agrícola fue uno de los más afectados por la crisis, en la que las exportaciones del agro costeño resultaron ser las más afectadas, sin embargo, la agricultura en la Sierra también llevó su parte en la crisis. Cerrado el mercado internacional para la hacienda serrana, deprimido el consumo del mercado interno, la producción agrícola no dispuso de mercados para su intercambio.2 Precisamente en este contexto, lo que ocurrió fue una baja del consumo debido principalmente a una reducción en el poder adquisitivo de la población y el aumento del desempleo. Además, significó la mayor depresión de la economía ecuatoriana, que proyectó su influencia a la esfera social en donde la aparición del descontento popular no se hizo esperar y una serie de huelgas tanto estudiantiles como obreras expresaron la profundidad del fenómeno. Durante todo este período se observó la debilidad del aparato productivo nacional para articularse al mercado internacional. 3 La política económica del Estado 1 Cueva Agustín, El proceso de dominación política en el Ecuador, Ed. Alberto Crespo Encalada, Quito, 1980, p.26. 2 Miño Grijalva, Wilson, La economía ecuatoriana de la gran recesión a la crisis bananera, en: Nueva Historia del Ecuador, Enrique Ayala Mora (comp.), CEA, Quito, 1991, p. 54. 3 Miño Grijalva, Op. cit., p.56.
privilegió los mecanismos de tipo monetario al suprimir el régimen del patrón oro en 1932, lo que conllevó a constantes devaluaciones monetarias a lo largo de la década de los treinta, provocando un fuerte encarecimiento del costo de la vida. En cuanto a lo político, luego de una relativa estabilidad política con la presidencia de Velasco Ibarra, mediante una solución de tipo populista, los años de 1934-1935 transcurrieron con relativa calma hasta el derrocamiento del caudillo. De esta manera, se altera nuevamente la estabilidad política. Se nombra jefe supremo a Federico Páez y permanece dos años en el poder, de 1935 a 1937. En una primera etapa de su administración, Páez maneja un discurso enfocado hacia las clases populares, sin embargo, cuando las esferas de izquierda hicieron presión para profundizar el proceso, este manifiesta un giro hacia la derecha llegando a ser uno de los gobiernos más represivos contra los movimientos y organizaciones obreras.4 Sin embargo, durante su administración y en vista de una de las bajas de producción agrícola más severa, Páez aplica políticas económicas para frenar la especulación de productos y el desabastecimiento de la producción de alimentos en el país. El 21 de Noviembre de 1936 se expide un decreto por medio del cual el Ministerio de Previsión Social “podrá intervenir en la regulación y defensa de los precios del trigo nacional, para que no se destruya la justa relación entre los precios del trigo y de la harina.”5 Estas medidas se establecieron principalmente debido a la reducción en la producción de trigo a escala nacional y la necesidad urgente de la importación de trigo para el consumo del país. Como se puede ver, la situación económica tenía sus efectos en los comercios y consumidores de las áreas rurales y urbanas del país. Como consecuencia directa de la crisis económica y la reducción en la producción agrícola en el país, Quito se vio afectado por una escasez de productos básicos que impactó sobre sus habitantes, especialmente los de los sectores populares. Ante esta situación, se plantearon políticas económicas tanto nacionales como locales para tratar de proteger las
4 Cueva Agustín, El Ecuador de 1925 a 1960, en: Nueva Historia del Ecuador, Enrique Ayala Mora (comp.), CEA, Quito, 1991, p. 103. 5 Registro Oficial, 21 de Noviembre de 1936, n.345, p.877.
industrias así como a la población en general, de la especulación y aumento de precios de alimentos. CREACIÓN DE ABASTOS MUNICIPALES En Quito, para contrarrestar el encarecimiento de los víveres producto de la crisis económica y la mala situación agrícola en el país, el Concejo Municipal decide crear establecimientos que distribuyesen víveres y productos de primera necesidad con precios más cómodos para el acceso popular. Asimismo, una de las estrategias del Concejo Municipal para frenar la especulación fue el de organizar el expendio de mercancías en manos de pequeños intermediarios y de los propios productores provenientes de las zonas aledañas a Quito y de otras regiones, logrando abaratar los productos. Galo Plaza como Presidente del Concejo Municipal entre 1938 y 1939 estuvo encargado de la creación de dichos establecimientos, guiado por la expedición de un Decreto Supremo de 1938 mediante “el cual se impone a los Municipios de la República, establecer almacenes municipales destinados a la venta de artículos alimenticios con el objeto de venderlos a precio de costo y obtener el abaratamiento de los víveres.”6 En una comunicación oficial dirigida por el Presidente del Concejo Municipal, Galo Plaza, al entonces Presidente de la República, Federico Páez, solicitó un préstamo de ciento cincuenta mil sucres para establecer dichos almacenes, debido a la mala situación económica del Concejo Municipal. Así, en un comunicado dirigido el 21 de febrero de 1938, Plaza expresa: Con relación al problema de la provisión y abaratamiento de víveres, debo decirles que la función Municipal no puede ser otra que la de controlar la exactitud de las pesas y medidas en que ellos venden, de comprobar su estado higiénico y por fin, de vigilar para que el acaparamiento o monopolios no produzcan alzas arbitrarias. El año pasado fue un mal año agrícola para la ciudad de Quito y fue por eso que se notó una escasez general de artículos de primera necesidad, la que produjo naturalmente también un alza de precios de los mismos.7
6 Gaceta Municipal, n. 88, 31 de marzo de 1938, p. 16. AMH. 7 Ídem., p. 21.
El Concejo Municipal no solo estuvo a cargo del establecimiento de dichos almacenes, sino que desplegó toda una política encaminada a mejorar la situación económica y social de los habitantes de Quito y especialmente de los sectores populares. En este afán por hacer más asequibles ciertos productos vitales, se presentaron varias propuestas, una de ellas consistía en el establecimiento de lugares para el expendio de leche, logrando su abaratamiento por medio de la compra de la misma a hacendados de la zona para luego venderla a precios de costo. “El producto se lo obtendrá en las mismas haciendas cuyos propietarios se sometiesen a las condiciones higiénicas exigidas por el Concejo y el precio de la leche será el de compra más una pequeña cantidad por gastos de distribución.”8 Sin embargo la propuesta no se consolidó desde la expedición del Decreto hasta su establecimiento legal como Ordenanza en 1939, en la presidencia del Concejo de Gustavo Mortensen (1939-1940). En la Gaceta Municipal, se publicó además de la ordenanza, el reglamento mediante el cual se manejarían estos centros comerciales; así, el Secretario del Concejo, Julio Prado, expresa: “acaba de crear mediante una Ordenanza Municipal la Dirección de Abastos Urbanos que se encargará de la provisión y abaratamiento de los artículos de primera necesidad, especialmente de los llamados alimenticios, con un fondo rotativo de 100.000 sucres para atender a la ciudad.” 9 Para esto, se establecería una dependencia municipal que vigilaría a los comerciantes o en otros casos realizaría acuerdos con ellos. La afiliación fue entonces un mecanismo del Concejo para aglutinar comerciantes y abastecedores que incluso podrían pedir un crédito al mismo de hasta el 50% del capital necesario para constituir un negocio. Así la Ordenanza queda sancionada el 11 de Octubre de 1939 que establecía: 2.- Que es necesario refrenar la especulación, adulteración e ilegalidad en el comercio de los artículos de primera necesidad; 3.- Que no es posible atropellar la libertad de comercio y obstaculizar la libre acción de las leyes que regulan los actos económicos; 4.- Que el comercio tiene una función social; Decreta: Art. 1.- Créase como Dependencia o Departamento Municipal, la Dirección de Abastos Urbanos, la que tendrá por objeto el de cuidar por el mejor 8 Ídem., p.21. 9 Gaceta Municipal, n.94, 10 de noviembre de 1939, p.26.
abastecimiento de la ciudad de Quito y más parroquias del Cantón, de los artículos de primera necesidad y en especial de los alimenticios.10 Especialmente hay que enfatizar en la función que el Concejo plantea que el comercio posee, es decir esta función social, está relacionado con el discurso “social” que el Concejo Municipal manejó en los años treinta, discurso que fue articulado en base a un nuevo “interés” por la clase obrera que se desprendió de una diversificación de las estrategias políticas de las clases dominantes, encaminada a captar mayores votos en las elecciones y para garantizar su consolidación y hegemonía. A pesar de que los Almacenes Municipales fueron una propuesta manejada desde inicios del treinta, específicamente desde 1932, estos no fueron una realidad hasta la presidencia del Concejo de Gustavo Mortensen en 1941. Por tal motivo y en espera de estas obras, los habitantes de Quito y ciertas organizaciones tanto estudiantiles como obreras mostraron su descontento mediante huelgas y movilizaciones sociales. En 1934, el Partido Socialista ecuatoriano, ante lo que consideraban una falta de accionar del Concejo Municipal ante la crisis económica y política, solicitan al Concejo mediante un oficio de 13 de junio, se encargue de manera efectiva de brindar atención a las clases trabajadoras: El Concejo Local del Partido Socialista ecuatoriano, haciendo eco del clamor y angustia de las clases trabajadoras en estos momentos en que de una manera cruel le afecta la crisis económica por la que atraviesa la nación, crisis aumentada por la tiranía y abusos de la clase de explotadores privilegiados, el concejo local del P.S.E en sesión del 7 del presente resolvió dirigirse al I. Concejo con el objeto de solicitar un poco de preocupación y atención eficaz […] Los trabajadores esperábamos, Sr. Presidente, que el I. Concejo estableciera los almacenes Municipales, pues esto hubiera sido una muestra de que el Concejo quería preocuparse de las medidas conducentes a aliviar en algo el hambre del pueblo, pero el tiempo nos ha demostrado el poco interés de la corporación que ud. preside. Ya que no ha sido posible conseguir por medios legales siquiera el abaratamiento de los víveres, por el motivo enunciado mas antes, el Concejo Local del Partido Socialista ecuatoriano, que está compuesto en su mayoría por trabajadores, pide que […] el Concejo se preocupe por la instalación de Boticas Municipales en las que se proporcionará las medicinas al precio de costo a los trabajadores que carecen de medios para comprarlas…11 10 Ídem., p. 28. 11 Actas del Concejo Municipal, doc. N. 00510, 1934, Julio a Agosto, folios 11, 12, 13, AMH.
Esta propuesta no se llegó a concretar en la labor municipal. De igual manera, la Sociedad Artística e Industrial de Pichincha, solicita ya en julio de 1933 mediante un comunicado dirigido a la Presidencia del Concejo Municipal, se tome providencias para impedir el alza de víveres y se expresaba de esta manera: La clase trabajadora se halla en estado de desesperación por la alarmante y rápida subida de los precios de los artículos de primera necesidad; a precios que ya van haciéndose prohibitivos, para muchos de nuestros compañeros que tienen jornales de menos de dos sucres, en que han tenido que limitarse a comer una sola vez al día. En vista de esta aflictiva situación, la Sociedad “Artística e Industrial de Pichincha”, acordó dirigirse al I. Concejo Municipal para pedirle que vea la manera de atenuar siquiera en parte, esta caótica situación que cada día va arreciando más hondamente en la clase desheredada y aún en la media. La Artística se dirige al I. Ayuntamiento para insinuársele, que fundara almacenes de Abastos, para proveer a las clases pobres estos artículos a precios de costo.12 Incluso décadas después, en el informe de labores presentado por Jijón y Caamaño en 1946, se menciona la necesidad de creación de nuevos Abastos Municipales para proveer a toda la población de Quito de subsistencias: “En 1941 preocupado el Municipio por el alza del precio de las subsistencias, resolvió intervenir en el mercado de estas creando Abastos Municipales, que se incrementaron notablemente a fines de 1943, llegando a ser la poderosa organización que hoy es."13 Los abastos Municipales con su organización y sistema, desde hace veinte meses, han venido laborando intensa y eficazmente en pro del abaratamiento de las subsistencias en esta ciudad. De no haber existido un organismo Municipal de esta índole y que ha sabido desplazar todas las dificultades que se han suscitado con motivo de la guerra mundial, estuviéramos actualmente soportando el brutal abuso de los especuladores […]14
12 Actas del Concejo, Julio a Septiembre de 1933, AMH. 13 Informe de Labores de Jacinto Jijón y Caamaño, 1946, p. 25, AMH. 14 Gaceta Municipal, n. 111, 10 de Octubre de 1945, AMH.
Los Abastos Municipales fueron finalmente establecidos en la Presidencia de Gustavo Mortensen en 1941. Inicialmente vendieron únicamente leche que tras un exhaustivo control se dispuso en las tiendas del Municipio, también contó con la venta de azúcar y arroz de Castilla que cotizado a ochenta centavos la libra, se vendió a cincuenta y cinco centavos en dichas tiendas. Los tubérculos y papas fueron uno de los alimentos que más tuvieron un incremento. Así manifiesta Mortensen en su informe anual: “el verano extraordinariamente prolongado y las repetidas heladas, han arruinado la agricultura de la sierra, destruyendo los sembríos, especialmente los de papas, en tal forma que la escasez de este artículo ha producido el alza increíble en su precio de venta…”15
Ya para 1946 en la progresista alcaldía de Jacinto Jijón y Caamaño, se establecieron normas adicionales para la administración de los Abastos mediante nueva ordenanza que regularía la distribución de abastos en la ciudad. Entre sus artículos y normativa se destaca la labor social del Municipio enfocada a mejorar la calidad de vida de los habitantes de Quito, especialmente con una visión municipal que pretendía dar impulso a obras sociales mediante un discurso que abarcaba a todas las esferas sociales. Así en el artículo tercero de esta normativa planteaba “en la organización y funcionamiento de Abastos prevalecerá el criterio de servicio público, pero sin descuidar las normas comerciales de una empresa bien establecida…”16 Podemos ver que a pesar de tener una dinámica empresarial, dichas instituciones se manejaban en base a un discurso social propugnado por Jijón desde la Municipalidad. En otro apartado se lee “no hacer distinción de ninguna clase entre las personas que tengan que acudir a los puestos de Abastos Municipales, pues este es un servicio destinado por igual a todos los habitantes del Cantón.”17 Hay que tomar en cuenta que la alcaldía de Jijón y Caamaño a pesar de poseer elementos progresistas en su discurso, mantenía aún esa característica conservadora que enfatizaba en las labores de caridad y servicio a los pobres de la moral religiosa, sin embargo, también se 15 Informe de Labores de Gustavo Mortensen, 1941, p. 86, AMH. 16 Gaceta Municipal n.112, noviembre de 1946, p.19. AMH. 17 Ídem, p. 20.
incluyó la visión de la libre empresa y de la modernización de la ciudad y de la “civilización” de las costumbres de los habitantes. De esta manera, para 1946, Quito contaba con 20 almacenes municipales, así lo expresa un reportaje de diario “El Comercio” del 1 de enero de 1946: “[…] se incrementó la organización de los Abastos Municipales iniciada en su vigorosa modalidad actual por el Cabildo de 1944, hasta el punto de que hoy en 31 almacenes en Quito y varios camiones-almacenes rodantes, se ha conseguido mantener precios fijos por lo menos en veinte artículos de primera necesidad, sin recurrir a precios legalmente obligatorios, ni a denuncias populares ni a acción popular.”18 “Los productos se los adquiere las propias fuentes de producción, anulando de esta manera a los intermediarios que son los que encarecen los precios, en buena parte. En bodegas técnicamente construidas son almacenados los víveres, para que se conserven en perfecto estado. El control de compras y ventas se ha elevado a la máxima perfección posible dentro de nuestro medio. Todas las entradas y salidas son controladas minuciosamente. En la ciudad hay 31 almacenes instalados en locales amplios, a cargo de empleadas que en lo posible atiendan al público con prontitud y educación.”19
También, señala que los abastos municipales constituyeron verdaderos sistemas contra la especulación de los productos básicos. Desde enero de 1944 hasta agosto de 1946, los precios de artículos como las arvejas (0,50 ctvs.), arroz de cebada (1,00 sucre), fideos (1,50 sucre), café (2,00 sucres) entre otros, mantuvieron su precio estable por más de dos años, siendo una útil opción para el acceso de productos básicos de las clases populares quiteñas. Asimismo, el diario señalaba el aseo y la conveniente ubicación en los centros de mayor movimiento comercial. Además, cada centro de abastos contaba con personal que realizaba el aseo y la limpieza de cada área constantemente; los productos que se ofrecían, eran expendidos en bolsas individuales, los comestibles por tanto, no estaban al contacto de las moscas ni de las manos del expendedor.20 Así se expresaba el Informe de las labores de Alcaldía en 1946 sobre los servicios que ofrecían los Abastos:
18 Diario El Comercio del 1 de enero de 1946. 19 Ídem. 20 Gaceta Municipal n.112, p. 85. AMH.
“Los productos se los adquiere las propias fuentes de producción, anulando de esta manera a los intermediarios que son los que encarecen los precios, en buena parte. En bodegas técnicamente construidas son almacenados los víveres, para que se conserven en perfecto estado. El control de compras y ventas se ha elevado a la máxima perfección posible dentro de nuestro medio. Todas las entradas y salidas son controladas minuciosamente. En la ciudad hay 31 almacenes instalados en locales amplios, a cargo de empleadas que en lo posible atiendan al público con prontitud y educación. La organización de los Abastos Municipales ha adquirido un lote de vehículos tanto para el transporte de artículos desde la Central hasta cada uno de los almacenes, así como otros que han sido adaptados para almacenes rodantes para servir a los diferentes barrios de la ciudad. En los que no hay almacenes facilitando a los pobladores la adquisición de artículos necesarios para la vida.”21 Sin embargo, la vida de los Abastos Municipales fue efímera, desde su creación bajo la Presidencia del Concejo Municipal de Gustavo Mortensen en 1941 hasta el año de 1949, cuando finalmente se procede al cierre de estos y la liquidación de todos los productos que se expendían. Durante los primeros años de creación, los Abastos Municipales contaron con apoyo gubernamental, consistente en la exoneración de los impuestos aduaneros y en la exclusividad para la distribución de azúcar en la capital. La estabilidad que inicialmente gozó la organización se vino abajo cuando el Ministro de Tesoro, Enrique Arízaga Toral, en el gobierno de José María Velasco Ibarra, se negó a conceder la exoneración de los derechos de importación al Concejo Municipal y que además llevó a cabo un juicio administrativo. Es así que, desde fines de 1946, los Abastos Municipales acumularon una pérdida de 9’095.233, 81 sucres. Para José Ricardo Chiriboga, Alcalde de Quito de 1949, los principales motivos de la bancarrota de esta organización fueron: “la ausencia de contabilidad a la que se ha calificado de falsa; abuso desmedido en la creación de cargos; explotación en el pago de trabajos extraordinarias; desorientación administrativa y económica; descontrol en la fijación de los precios de venta de las mercaderías; completa falta de visión de las verdaderas necesidades de consumo, al haberse adquirido mercaderías ajenas a los fines para los cuales fueron organizados los Abastos, pues para sorpresa de todo Quito, Abastos Municipales compró decenas de miles en juguetes inútiles y destrozados, dizque para aliviar las necesidades del pueblo carente de recursos de la Ciudad; falta de responsabilidad moral al vender artículos en estado de descomposición; cambios intempestivos en los sistemas, etc, etc.”22
21 El Comercio del 1 de enero de 1946.
Además, según el Alcalde de 1949, Ricardo Chiriboga, se realizaron una serie de acciones de corrupción durante la Alcaldía de Jacinto Jijón y Caamaño que afectaron seriamente el desempeño de los Abastos Municipales. Se hablan de compras y negociaciones dudosas con 91.200 sacos de harina extranjera que representó al Municipio una pérdida de 1’059.450 sucres; se habla de una cuantiosa pérdida en cuanto a la venta de sacos de harina a la Municipalidad de Guayaquil, de los cuales “2055 sacos de harina fueron botados al río Guayas por la Sanidad de Guayaquil por su mal estado a 1,35 sucres cada uno.”23 Cabe anotar que la institución responsable del acopio de alimentos fue desde un inicio la Distribuidora Nacional, organismo que gozaba de autonomía administrativa del Gobierno de turno. A partir de 1945, se convierte en la Dirección de Subsistencias, organismo adscrito al Ministerio de Economía que a pesar de tener personería jurídica, dejó de tener dicha autonomía y cesaron sus movimientos comerciales con la eficiencia que había manejado con anterioridad. Esta preocupación se evidencia en las palabras del Concejal Barreto, quien planteaba: Ante la veleidad de la actual dictadura24, que inclusive ha atentado contra el organismo de la Capital, nosotros tenemos que ponernos frente a frente y luchar contra la dictadura porque todo el pueblo estará con nosotros. No es posible suprimir una organización de esta naturaleza, tanto más cuanto que si la Dirección de Subsistencias está en manos del Gobierno, va a seguir actuando en la misma forma demagógica como hasta ahora han funcionado los organismos del Estado, y va a querer anular las labores independientes de algunas instituciones como el Concejo Municipal.25 El Gerente General de Abastos, Nicolás Crespo Ordoñez, por otro lado, planteaba una serie de limitaciones y obstáculos que enfrentó durante su administración de los Abastos Municipales. Expresaba:
22 Informe de Labores que presenta el Sr. Alcalde del Cantón Quito, Dr. José Ricardo Chiriboga de las labores realizadas por el Concejo de 1949, p. 11. AMH. 23 Ídem., p. 12. AMH. 24 Haciendo referencia al gobierno de José María Velasco Ibarra. 25 Actas del Concejo Municipal, Octubre 1945 a Diciembre 1946, f. 142, 143. AMH.
Yo recibí los Abastos Municipales con existencias sumamente exiguas. Vino luego, la difícil situación por el obligado racionamiento del azúcar, porque en su momento dado la existencia total en el país no alcanzaba a 160000 quintales viéndose obligada la Distribuidora Nacional a hacer un reparto tan severo, que a Abastos Municipales le fijó solamente 8000 quinales al mes, sin que haya podido siquiera completar esta cuota en los últimos meses en razón de haber fallado ciertos cálculos.26 Durante su administración se produjo una seria escasez de azúcar en la capital, por lo que se realizó la importación de azúcar desde Cuba. Dicha importación consistió en 56000 quintales. Sin embargo, como expresó el Gerente de Abastos “la única cantidad que recibió Abastos Municipales fue 6000. Se ha hecho lo posible para satisfacer aun cuando sea en forma racionada, pero durante todos los días sin interrupción.”27 De esta manera, la vida de los Abastos Municipales llegaba a su fin, siendo 1949, año en el que se realizaron las últimas liquidaciones de artículos, procurando evitar mayores pérdidas a la Municipalidad y definitivamente se procedió a su clausura. Como se ha dicho, estas propuestas institucionales surgieron en una época de diversificación social en la que actores sociales como campesinos y obreros y en general las clases medias tuvieron mayor participación en la vida urbana. De esta manera, a partir de las décadas de los veinte y treinta, nació una preocupación por parte de las instituciones por dotar a estas esferas sociales de comodidades y bienestar para su mayor inserción en el mercado laboral. Estas propuestas institucionales tuvieron un criterio de servicio social que inicialmente estuvieron enfocadas en aliviar las críticas condiciones por las que atravesaba la mayoría de la población quiteña, tras los efectos de la depresión económica que afectó a todo el país. Sin embargo, la finalización de la Segunda Guerra Mundial y el auge bananero de 1948, trajo consigo un evidente mejoramiento de la situación financiera del país. Esto conllevó al cierre definitivo de los Abastos Municipales que no pudieron mantener su visión social y sucumbieron a los intereses personales de las administraciones que manejaron dicha entidad. 26 Ídem. Sesión del 30 de julio de 1946 f.153, 154, 155, 156. 27 Ídem.
BIBLIOGRAFÍA Cueva Agustín, El proceso de dominación política en el Ecuador, Ed. Alberto Crespo Encalada, Quito, 1980. Miño Grijalva, Wilson, La economía ecuatoriana de la gran recesión a la crisis bananera, en: Nueva Historia del Ecuador, Enrique Ayala Mora (comp.), CEA, Quito, 199. DOCUMENTACIÓN PRIMARIA Registro Oficial, 21 de Noviembre de 1936, n.345, p.877, AMH. Gaceta Municipal, n. 88, 31 de marzo de 1938, p. 16. AMH. Gaceta Municipal, n.94, 10 de noviembre de 1939, p.26. Gaceta Municipal, n. 111, 10 de Octubre de 1945, AMH. Gaceta Municipal n.112, noviembre de 1946, p.19. AMH. Actas del Concejo Municipal, 1934, Julio a Agosto, AMH. Actas del Concejo, Julio a Septiembre de 1933, AMH. Actas del Concejo Municipal Oct. 1945 dic. 1946. AMH. Informe de Labores de Jacinto Jijón y Caamaño, 1946, p. 25, AMH. Informe de Labores de Gustavo Mortensen, 1941, p. 86, AMH. Informe de Labores que presenta el Sr. Alcalde del Cantón Quito, Dr. José Ricardo Chiriboga de las labores realizadas por el Concejo de 1949. AMH.