Revista de memoria 2

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No. 2

D i c i e m b r e 2 0 1 2 - f e b r e ro d e 2 0 1 3 I w w w . a r c h i vo b ogo t a .gov. c o

INFORME ESPECIAL: Seminario sobre memoria y medios comunitarios y alternativos Los próceres no son como los pintan Basuras, aguas y segregación social

SECRETARÍA GENERAL



2 Editorial. El ejercicio de la memoria

Gustavo Adolfo Ramírez Ariza

4 FOLIO EN BLANCO: ¿Cuánto vale un documento?

Luis Enrique Rodríguez Baquero

7 Bogotá, escenario de las fiestas de Nación

Marcos González Pérez

14 Los próceres no son como los pintan

Bernardo Vasco Bustos

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SECRETARÍA GENERAL

PORTADA: LA REBECA Fondo fotográfico JORGE SILVA - ARCHIVO DE BOGOTÁ

Gestión de archivos y documentos electrónicos II

Carlos Alberto Zapata

23 Las políticas de archivo en el marco de la ciudad - región

María Janneth Álvarez - Julio Alberto Parra

28 INFORME ESPECIAL: 1er. Simposio Distrital sobre memoria y medios comunitarios y alternativos

56 De la Casa de la Cultura al Teatro la Candelaria

ALCALDÍA MAYOR DE BOGOTÁ D.C. Gustavo Petro Urrego Alcalde Mayor de Bogotá D.C. José Orlando Rodríguez Guerrero Secretario General (e) Gustavo Adolfo Ramírez Ariza Director Archivo de Bogotá

Carmen Alicia Florián

62 Los insectos bibliófilos

Ana María Low - Myriam Astrid Loaiza

68 No hay paz sin reconciliación

Camilo González Posso

72 TALLER: Intervención de fondos documentales. Acciones de recuperación integral

Myriam Astrid Loaiza

75 Hacer memoria también es recuperar la identidad del Distrito Capital

José Arley Muñoz

79 ENTREVISTA: A la comunidad LGBTI no hay que tolerarla sino respetarla

Carlos Gaviria

82 ARCHIVO A FONDO: Fondo Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá

Patricia Pecha Quimbay

88 Basura, aguas y segregación social. Santafé de Bogotá siglos XVII al XIX

Luis Enrique Rodríguez Baquero

93 Bogotá es pionera en la promoción de la lectura en su Archivo

Orlando Fénix

DE MEMORIA Comité editorial Germán Mejía Pavony Fernando Mayorga García Germán Yances Peña Ruth Helena Vallejo Sierra Gustavo Adolfo Ramírez Ariza Julio Alberto Parra Acosta César Alirio Hernández Zárate Myriam Loaiza Ríos Bernardo Vasco Bustos Nicolás Pernett Cañas Luis Enrique Rodríguez Baquero Editor DE NÚMERO Blanca Duarte Dirección DE ARTE y Diseño Mónica Liliana Reyes Blanca Duarte DIAGRAMACIÓN Nicolás Pernett Cañas CORRECCIÓN DE TEXTOS Subdirección Imprenta Distrital - D.D.D.I. Impresión ISSN 2322-7265

94 Publicaciones

Comentarios: contactoarchivodebogota@alcaldiabogota.gov.co


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ace un poco más de diez años, cuando se tomó la decisión política de crear un archivo general para Bogotá, se contempló un aspecto que hasta entonces no parecía relevante, y era el hecho de que las funciones de la futura entidad debían trascender el ámbito de ser salvaguarda y custodia de la información pública documental, pues al finalizar el siglo XX empezó a comprenderse que el grado de accesibilidad a los archivos públicos constituía no solo el ejercicio del derecho a la información sino que era también un termómetro de la salud democrática de un país, y que sin este requisito se impedía a los ciudadanos el ejercicio de uno de sus derechos más elementales. La información, entonces, tenía que ser puesta al servicio de la ciudadanía. De esta manera, los archivos superaron sus funciones originales.

FOTO: ARCHIVO DE BOGOTÁ - BLANCA DUARTE

El esfuerzo más significativo ha sido romper el prejuicio de que los archivos son instituciones caducas, atiborradas de anaqueles con documentos y legajos empolvados y que pocos consultan.

El eje rcicio memo de la ria

Gustavo Adolfo Ramírez Ariza - Director Archivo de Bogotá


EDITORIAL

El Archivo de Bogotá nació para proteger y poner al servicio el patrimonio documental de la ciudad y, fundamentalmente, promocionar el conocimiento colectivo de su memoria, sustentado en el hecho, no menos cierto, de que los archivos debían incorporarse a su divulgación y apropiación a través de un proceso pedagógico. Hoy es una dirección de la Secretaría General de la Alcaldía Mayor y tiene la doble misión de proteger y poner al servicio el patrimonio documental de la ciudad y dirigir el Sistema Distrital de Archivos. En este escenario, también propende por el reconocimiento de las manifestaciones que alimentan un acervo que no se limita a registros documentales ya elaborados. Actualmente, está avanzando en el firme propósito de dar al servicio la primera Hemeroteca Distrital de Medios Comunitarios y Alternativos de la ciudad, así como un centro de documentación sonora y otro centro de imágenes en movimiento, que tendrán como misión identificar y acopiar fuentes de memoria no convencionales. En desarrollo de este nuevo concepto sobre el uso de la información pública, en los últimos años se han hecho, entre otras, numerosas exposiciones relacionadas con fondos históricos transferidos y donados; tres convocatorias de investigación; una nutrida línea editorial; tres seminarios internacionales relacionados con la historia colonial, los derechos humanos, los archivos digitales y el papel de los medios de comunicación comunitarios y alternativos en la construcción de memorial local. Todo esto demuestra y hace evidente que el papel de un

archivo de ciudad trasciende, en todo caso, la compleja, necesaria e importante custodia y organización de documentos públicos. Estos desafíos ocupan gran parte de los esfuerzos del Archivo de Bogotá. Más allá de organizar fondos documentales acumulados o de mejorar su puesta al servicio, trabaja en la consolidación de mejoras tecnológicas, capacitación de personal archivístico, propuestas de política pública para la gestión documental y alianzas estratégicas con universidades y centros de investigación que contribuyan a una gestión pública transparente y eficiente. Se trata de un trabajo planificado y dirigido a la comunidad y a la administración, con una amplia oferta de servicios que se reflejan en asesorías, diagnósticos, capacitaciones, investigaciones e intervenciones. Todo ello a través de procesos técnicos de organización, catalogación, conservación, restauración, reprografía y consulta presencial en sala y electrónica. Sin embargo, el esfuerzo más significativo ha sido romper el prejuicio de que los archivos son instituciones caducas, atiborradas de anaqueles con documentos y legajos empolvados y que pocos consultan. Se parte de la premisa de que el acceso a la memoria es un elemento de la cultura, vivo, cambiante, en continua expansión y que también contribuye, de manera fundamental, a la consolidación de la identidad de la ciudad, a la promoción de su interculturalidad, al reconocimiento de sus nuevas ciudadanías, y al respeto a la diversidad y a la diferencia, como se ha propuesto en el plan de desarrollo de la Bogotá Humana

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vale un ¿Cuánto documento

¿

E Luis Enrique Rodríguez Baquero Coordinador de investigación, referencia y valoración documental del Archivo de Bogotá

sta pregunta, formulada por un ciudadano que ofrecía en venta un oficio diplomático de López Pumarejo dirigido a Hitler, me recuerda aquella otra que me contara un compañero de trabajo: le preguntaron a un personaje vinculado al mundo de las esmeraldas ¿cómo se determinaba el precio de una de esas piedras preciosas? El protagonista de la anécdota contestó que el precio dependía de quién la tuviera. La misma piedra vale una cantidad en Muzo, otra mucho más alta en manos de un comerciante en el parque Julio Arboleda de Chiquinquirá, esta última, multiplicada por cinco, en la calle 14 de Bogotá, y otra, miles de veces más alta, en una joyería en Tokio o Mónaco. En el caso de los documentos suele pasar al revés: el valor del documento no depende de quién lo tiene sino de quién lo necesita. Un comprobante de pago puede ser la diferencia entre tener el derecho a jubilarse y padecer años de búsquedas y papeleos para obtener una pensión.

No debería ser así, pero ocurre. En muchas ocasiones he tenido que atender solicitudes de mujeres y hombres mayores, al borde de la desesperación, que llevan varios años luchando por un derecho que pende de una hoja: certificación, comprobante, nómina, etc. Y todo ello porque algún “jefe” ordenó botar esa “basura” –léase archivo desorganizado-. En conclusión, un documento, por modesto que pueda parecer, puede valer todo el oro del mundo para quien lo necesita.

El problema de la valoración documental Como la nuestra es una cultura basada en el documento escrito, impreso, firmado, sellado, radicado y ojalá autenticado -tradición con la que se intenta romper a partir de la iniciativa gubernamental de cero papel-, conviene plantear que la valoración de los documentos producidos por la entidades hasta el presente debe partir de una serie


FOLIO EN BLANCO de consideraciones sobre los derechos, deberes y necesidades de la ciudadanía, de la Administración y de sus funcionarios. La obligación, sin embargo, debe contemplar el deber de memoria que tiene el Estado de salvaguardar no solamente aquellas acciones que ocasionaron lesión a la sociedad, sino que en el marco de un Estado pluriétnico debe garantizar los mecanismos que identifiquen, conserven y pongan al servicio de todos los colombianos la memoria cultural de la multitud de pueblos que ha habitado y habita en toda la geografía terrestre y marítima de Colombia. Como se ve, no es un asunto de poca monta y por lo tanto el trabajo en este aspecto debe ser serio, riguroso, participativo y responsable. Tenemos en nuestras manos millones de folios con información de diversa importancia. El paradigma actual nos dice que no se puede guardar todo y que es necesario acudir a procesos de selección y eliminación documentales para no colmar las numerosas bodegas con que ya se cuenta. El uso de medios tecnológicos para la reducción de espacios parece ideal, pero los costos de los espacios virtuales de almacenamiento y la obsolescencia tecnológica acelerada de programas y equipos, que obliga a una constante actualización, podrían dar al traste con la solución. Así que en el futuro inmediato, en tanto la ciencia encuentra remplazo definitivo para el papel, ese invento chino de más de dos mil años, se impone la necesidad de eliminar documentos cuya información se considere que no será útil para nadie en el futuro, o aquellos que por su contenido y alcance informativo resultan fácilmente deducibles o remplazables y, en todo caso, no fundamentales para el proceso administrativo al que pertenecen.

Valoración, conocimiento y responsabilidad Como se ha visto, la valoración documental es un asunto en el que debe intervenir, primordialmente, el conocimiento de varios aspectos; en primer lugar y como lo estipula la archivística, de la institución productora: su misión y estructura en el momento de producir el documento a valorar. La función misional de la entidad que le permite desarrollar esa actividad. Adicionalmente, se requiere el conocimiento sobre programas desarrollados por la administración de la ciudad: Bogotá Futuro, Centro Histórico, el Plan Director, PIDUZOB, Centro Ampliado, etc. Es decir, se debe conocer la historia de la administración muy bien, para poder tomar la decisión de botar un documento. Y el asunto no para ahí. Si cumplimos la Ley General de Cultura, también se debe conocer la historia política, social, económica y cultural de la ciudad en profundidad. Sus barrios coloniales, su crecimiento demográfico, sus comunidades, sus orígenes, sus raíces, su caracterización social y económica, su historia, sus luchas, sus paros y huelgas, sus solicitudes, sus organizaciones sociales, su vocación cultural para entender el porqué de sus expresiones

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actuales y cómo ellas se conectan con zonas fuera de la ciudad. Por ejemplo, se puede entender la relación San Benito – Villapinzón, y cómo ella dio origen a un desarrollo industrial de grandes proporciones en Bogotá, con exportaciones hacia el mundo, pero también con una importante afectación de su comunidad y el medio ambiente de la ciudad. Se debe entender que no estamos simplemente administrando documentos, que estamos a cargo de bienes muebles públicos, ni más ni menos, por ello las decisiones sobre su destino deben estar profundamente fundamentadas, basadas en la legalidad y en el conocimiento histórico y cultural de nuestra ciudad, de nuestro departamento y de nuestro país. La construcción de las relaciones ciudad - región comienza por la comprensión de los servicios que desde épocas coloniales se han prestado mutuamente, y esa tarea corresponde a investigadores que dispongan de archivos organizados y en servicio, allá y aquí. Finalmente, unas recomendaciones para aquellas instancias en cuyas manos está la construcción de archivos, los Comités de Archivo en las entidades distritales, el Consejo Distrital de

Archivos y, en todo el país, órganos como los Consejos Municipales de Archivos, los Consejos Departamentales de Archivos, y demás organismos que trabajan ad honorem y que tienen como misión la aprobación de Tablas de Retención Documental y de Tablas de Valoración Documental: en primer lugar, recordarles que la función gratuita que ustedes están cumpliendo no los exime de las responsabilidades administrativas, ni legales, ni fiscales o de otra índole pues, como ya se dijo, ustedes están administrando bienes muebles públicos y, en consecuencia, son sujetos de responsabilidad. Por ello, el trabajo de aprobación de instrumentos como los mencionados debe ser muy riguroso y exigente pues en ello va implicada su responsabilidad. No acepten la eliminación de documentos de los cuales no tengan un estudio concienzudo de las consecuencias de su eliminación (contables, jurídicas, penales, culturales, históricas, etc.). Recuerden que el patrimonio documental de sus distritos, departamentos, ciudades y municipios está en sus manos, y que de él depende la historia de su pueblo y de su país. En caso de duda, asesórese, en el Archivo de Bogotá estamos para servirle


, á t o g o B nario esce fiestas de lasación de N

Marcos González Pérez - Historiador

INVESTIGADOR INVITADO

Desde antes de la llegada de los colonizadores españoles, los muiscas y los pueblos del altiplano celebraban diversas ceremonias y rituales. A pesar de que muchas de ellas desaparecieron, el historiador Marcos González Pérez se dio a la tarea de rescatar ese legado. En este ensayo, especial para la revista De Memoria, relata parte de esa historia.

BAILE DE CAMPESINOS, SABANA DE BOGOTÁ - ILUSTRACIÓN DE RAMÓN TORRES MÉNDEZ

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ENTIERRO DE UN NIÑO, VALLE DE TENZA - ILUSTRACIÓN DE RAMÓN TORRES MÉNDEZ.

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I eniendo en cuenta que el mundo ceremonial de la comunidad de los muiscas, quienes habitaban la actual región cundiboyacense, estaba pleno de manifestaciones que se relacionaban con la naturaleza, con sus cosmogonías y creencias religiosas y con aspectos sociales de la vida en comunidad, lo que nos preguntamos en este breve ensayo es el destino que tomaron estos ceremoniales indígenas, una vez arribaron los españoles a su territorio.

II Este grupo, al mando de Gonzalo Jiménez de Quesada, había salido desde Santa Marta en abril de 1536, como una expedición de avanzada hacia estos territorios y en los caminos se fue juntando con muchos indígenas. Bordeando en varios pasajes el río Magdalena y finalmente tomando la ruta de la cordillera Oriental llegaron al altiplano Cundiboyacense y en 1537 tomaron contacto con el sector de los muiscas que habitaban la zona de Suba, cuyo cacique “fue uno de los primeros aliados de los españoles, les dio guerreros, comida,


INVESTIGADOR INVITADO mantas y fue uno de los primeros que se bautizó” (Gamboa, 2008: 122).

presencia de un escribano, encargado del acta, del encomendero y de testigos.

Iniciaron muy pronto una violenta entrada al territorio de Funza- centro de asentamiento muisca-, ubicado en el zipazgo del líder indígena Tisquesusa, quien, perseguido para ser apresado, se refugió en su casa de monte en un cercado localizado en Cajicá, donde fue asesinado. La resistencia fue asumida de inmediato por Sagipa, un sobrino del cacique, quien se refugió en las sierras de la Sabana desde donde continuó hostigando al ejército conquistador. Luego de que Quesada sometió a otros importantes cacicazgos del altiplano, Sagipa buscó negociar la paz con él intentando tenerlo como aliado en su guerra contra los panches, así como para que lo respaldara en su cargo de cacique de Bogotá, el cual era reclamado, siguiendo la tradición, por el cacique de Chía.

III Sobre los cortes temporales que permitan determinar si hubo un momento final o una derrota militar de los muiscas en defensa de sus territorios no hay todavía un consenso entre los investigadores. No obstante, lo evidente es que las prácticas ceremoniales se siguieron efectuando a pesar de las extremas medidas de exterminio y de arrasamiento que fueron implantadas.

Asentados los españoles en estos territorios, continuaron su ocupación, combinando las estrategias militares de sometimiento, entre otras con la ejecución de varios caciques, con aquellas de evangelización que desarrollaron las autoridades religiosas, así como con la celebración, por parte de las autoridades civiles, de las ceremonias de posesión de los encomenderos o recibimiento de los títulos de la encomienda, institución a través de la cual se les asignaban para su control un buen número de indios y de caciques quienes debían trabajar para él, darles tributos y rendirle obediencia. Establecida esta ceremonia como el ritual mediante el cual los indígenas eran considerados jurídicamente vasallos de la Corona Española los actos centrales se realizaban en el Cabildo de la ciudad, presididos por el alcalde y con la

Concebidos como seres “tan ciegos que casi no se conocen” o como sujetos que se encontraban “en unas mismas tinieblas y ciegas oscuridades” (Simón, 1981:411), respecto de sus mundos de dioses y ceremonias, los españoles prosiguieron la etapa de conquista y colonización bajo estas definiciones. Esta caracterización tenía como fundamento el no encontrar indicios de parentesco entre las “creencias religiosas indígenas y la espiritualidad cristiana”, toda vez que consideraban que la verdad solo se encontraba en los principios cristianos que ellos buscaban irradiar y bajo esta apreciación se descalificaron muchas de las actitudes y comportamientos de los indígenas. Con esta concepción, la estrategia asumida para la creación de una nueva sociedad fue la imposición de otras formas de entender el mundo cosmogónico, y en eso jugó un importante papel el establecimiento progresivo de otra tipología festiva. Este nuevo orden que se empieza a imponer se hace a través de las orientaciones surgidas del Primer Sínodo de Santafé, en el cual se ordena a los curas y caciques que ya se habían “cristianizado” nombrar alguaciles para realizar una especie de censo de los indígenas bautizados. Años más tarde,

Las prácticas ceremoniales se siguieron efectuando a pesar de las extremas medidas de exterminio y de arrasamiento que fueron implantadas.

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10 uno de los planes más organizado para perseguir las prácticas religiosas de los indígenas se da con las formulaciones emanadas del Catecismo de fray Luis Zapata de Cárdenas en 1576, en el marco de su mandato como arzobispo de Santafé. La construcción de un nuevo orden de moral y costumbres y por lo tanto de una nueva sociedad implantada sobre el mundo de los muiscas toma su fundamento de estos preceptos. Sin embargo, es evidente que en ese universo de prácticas heredadas que traían los conquistadores y “negros y moros” que los acompañaban y de la observación de otras prácticas ancestrales que se efectuaban en las comunidades invadidas “la visión de mundo del invasor no quedó incólume, fue transformada por el mismo proceso de invasión” (Herrera, 2008: 27) y de la misma manera se deben tratar las actitudes y comportamientos de los indígenas. De acuerdo con lo planteado por el investigador Eduardo Londoño (1996), el cacicazgo parecía ser el sistema de organización que tenían los muiscas o pobladores de la región cundiboyacense, uno de ellos el de Bogotá, al que pertenecían varios cacicazgos subregionales y locales bajo el gobierno de un cacique y del que era parte un “número variable de capitanías” y teniendo en cuenta que el nivel inferior de la estructura social de los cacicazgos se preservó después de la llegada de los españoles. Es factible, dice este autor, que las prácticas rituales y ceremoniales de esta población hayan también permanecido, aunque como es lógico, bajo nuevas formas de ritualidad, toda vez que en conjunto con la formación social se encuentra una estructura religiosa. Muchas de estas prácticas de religiosidad se convirtieron en una especie de modalidad de defensa a las políticas de evangelización forzada. Sobre las permanencias rituales de los indígenas, coincidían los informes de otros funcionarios para

quienes era necesario prohibir ritos, ceremonias, borracheras, cantos y bailes. Sin embargo, pese a las políticas de adoctrinamiento y a los controles y persecuciones, las prácticas rituales de los indígenas continuaron, no obstante haber recibido el sacramento del bautismo. En ese sentido son varios los informes enviados al Consejo de Indias en los cuales se hace referencia a que las “públicas costumbres de los indios en general son y están muy corruptísimas con gran licencia y disolución del vivir en todo y principalmente en tres o cuatro géneros de vicios: -en vestirse, en comer, juegos larguísimos [y] profusísimos y en lujuria y en desacato de justicias y grande indevoción pública […] Y en lo de los juegos hay necesidad de rigurosísimas penas, porque el ejecutar acá las penas de España es cosa de burla” (Carta dirigida al Consejo de Indias por el Licenciado Tomás López, citado en Friede, 1975: 205). Estos manifiestos hacían conjunto con informaciones según las cuales los muiscas tenían muchos mohanes, hechiceros, bohíos e ídolos de demonio escondidos en los montes. De igual manera, como dice Egberto Bermúdez: “las tradiciones musicales indígenas, sus canciones, bailes y fiestas fueron severamente reprimidas en Santafé después del establecimiento de la Real Audiencia. En 1555 y unos años más tarde, la Audiencia prohibió a los españoles que asistieran o permitieran este tipo de actividades, pero a pesar de esto la música indígena, los instrumentos y los bailes fueron mantenidos no sólo en el campo sino también en las ciudades. En 1591, en Santafé se descubrió que en la casa de un barbero se reunían indios de ambos sexos y que bebían y cantaban con flautas mientras bailaban en rueda dando patadas como es costumbre de los indios infieles” (2000: 45). A través de las políticas evangelizadoras se consolidó la construcción de ese nuevo orden


INVESTIGADOR INVITADO

ARRIERO Y SU MUJER, SABANA DE BOGOTÁ . ILUSTRACIÓN DE RAMÓN TORRES MÉNDEZ.

español que tiene como objeto central la destrucción de la religiosidad muisca y de todo lo que hemos referido como aspectos de los ceremoniales y rituales muiscas. Se combinaron diversas acciones para buscar controlar la población muisca de la Sabana de Bogotá en el empeño español de construir una nueva identidad de los indígenas y de crear una nueva sociedad.

IV Por Orden Real, desde 1559, los indios fueron “reducidos a pueblos”, buscando mayores controles tanto económicos como religiosos. Estas parcialidades, que acababan con la concepción de comunidad indígena, se dejaron bajo la jurisdicción de un doctrinero, es decir, un miembro del clero responsable de la “civilización” de los indígenas, que servía como concepto guía de esa política tanto

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A través de las políticas evangelizadoras se consolidó la construcción de ese nuevo orden español que tiene como objeto central la destrucción de la religiosidad muisca. en lo territorial como en lo espiritual, dejando como consecuencia que el imaginario de los indígenas no se direccionara hacia los cacicazgos y capitanías, como en la era prehispánica, sino hacia la acción de la doctrina entendida como un territorio que abarcaba varias encomiendas. Otro de los aspectos de control era el del aseo. Convencidos de que la limpieza era un eje esencial de la cristianización, se dispusieron cambios en el vestir, en el lavado del cuerpo, en el corte de los cabellos, considerado un castigo en la era prehispánica. Se prohibió cualquier signo de desnudez y se determinó el tipo de ropas que debían llevar las y los indígenas, buscando desaparecer la costumbre de pintar sus mantas con referentes religiosos, que la Real Audiencia en 1575 había considerado como actos del demonio. Las borracheras, bailes y fiestas gentílicas fueron motivo de controles estrictos y solo se podían ejecutar acciones lúdicas ciertos días de fiesta en la tarde, “con templanza” y con permiso y control de los doctrineros, para quienes estos actos realizados en la noche eran sinónimo de lo ilícito, “pero por ir quitando estos bailes y fiestas de gentiles, podrá el religioso inventarles algunos juegos lícitos, y ainsi mismo a los niños, para que se huelguen sin perjuicio y vengan con amor a donde el religioso está” (Catecismo cap. 7, citado en Marín, 2007). Según el Catecismo, se debía evitar la presencia de negros, ladinos y mulatos en los territorios indígenas ya “que este tipo de personas eran hombres inquietos, de mal vivir, ladrones, jugadores, viciosos y gente perdida que enseñaba

sus malas costumbres, ociosidad y vicios a los indígenas” (Marín, 2008: 104). En 1547, “se ordenó por primera vez que los indígenas debían ser evangelizados en lengua nativa”, así como en 1580 “se dictó una Real Cédula por medio de la cual se establecía la cátedra de la lengua general”, pero por Cédula Real de 1770 se determinó que “se destierren los diferentes idiomas de que se usa en aquellos Dominios, y solo se hable el castellano” (Cédula Real, citada en González, 1987). Se establecieron normas sobre gestos y posturas, dado que el indígena que se cristianizaba debía, en el acto de la confesión, estar “destocado, hincadas ambas rodillas y puestas las manos, los ojos bajos y la cabeza algo inclinada, como quién está con vergüenza ante Dios diciendo sus pecados”. Se prohibió la caza, dado que en esa relación con la naturaleza el indígena buscaba el favor de sus dioses para el logro de sus acciones lo que fue considerado como “adoraciones al demonio” (Catecismo, citado en Marín, 2007). Sin embargo, las actividades de defensa indígenas, manifiestas en la proliferación de los lugares de culto, llevó al arzobispo a introducir en su Catecismo acciones de mayor violencia, entre las cuales estaba la de ordenar arrasar completamente los santuarios indígenas. La primera rebelión indígena de que se tiene noticia entre los pacíficos chibchas, en 1540, se originó precisamente en la exigencia por parte de los encomenderos de un tributo al que los indios no estaban acostumbrados. La evangelización de los indígenas en todo caso prohibió las ofrendas y los sacrificios, el llamado en los cantos a los dioses muiscas y a sus antepasados, el acudir al jeque en busca de interpretaciones de los sueños, los adivinatorios, la quema de sahumerio para honrar a los dioses, el uso de yerbas y hechizos, las pintadas del cuerpo con bija y jagua, así como


INVESTIGADOR INVITADO debían dejar penetrar luz en sus viviendas y abandonar las prácticas religiosas de sus ancestros. Asociado al arrasamiento de los lugares de culto, se emprendió la persecución de los jeques, basados en el criterio de que eran los instigadores de la desobediencia a las orientaciones religiosas de los españoles “y los responsables de los sacrificios, ritos y ofrendas”. Los calificaron como hechiceros y se les persiguió para ubicarlos y castigarlos “con todo rigor conforme a derecho, para que tan grave mal de raíz se quite y arranque de la tierra” con castigos como cortarles el cabello, azotarlos y encarcelarlos, aunados a los malos tratamientos como “empalándolos y quemándolos y aperreándolos vivos y a otros cortándoles las manos, narices, y tetas, y ahorcándoles de los garrones (testículos)” (Friede, 1975: 200). V Sin embargo, esta política de arrasamiento de los actos y lugares sagrados de los indígenas produjo, de una parte, que estas formas de

religiosidad continuaran celebrándose de forma clandestina y cuando fueron obligados o persuadidos establecieron maneras de mimetizar sus referentes sagrados. Los objetos sagrados que lograron salvar de los saqueos los escondieron en cuevas que se convirtieron en lugares clandestinos de culto, aunque en muchas ocasiones la política de exterminio llevó a algunos indígenas al suicidio, en otros casos optaron por mimetizarse haciendo parte de las cofradías a los santos y vírgenes que empezaron a ser puestos en escena por los españoles y se entronizaron en los festejos que van estableciendo progresivamente, como parte de la creación de una sociedad de otro tipo que se acompañara de un calendario festivo. Es así como en esta sabana de Bogotá los ceremoniales muiscas fueron desapareciendo y paulatinamente se pusieron en escena unos fastos donde se escenificaban otros imaginarios, en el marco de una idea de Nación: la española

Las borracheras, bailes y fiestas gentílicas fueron motivo de controles estrictos y solo se podían ejecutar acciones lúdicas ciertos días de fiesta. BERMÚDEZ, Egberto (2000). Historia de la Música en Santafé y Bogotá, 1538-1938, Bogotá: Fundación de Música.

Diccionario y Gramática Chibcha, (1987). Manuscrito Anónimo de la Biblioteca Nacional de Colombia, transcrito y con un estudio Histórico -Analítico realizado por María Stella González de Pérez. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo. GAMBOA MENDOZA, Jorge Augusto (2008). Los Muiscas en los siglos XVI y XVII: miradas desde la Arqueología, la Antropología y la Historia. Bogotá: Universidad de los Andes, CESO. HERRERA, Marta (2008). “Milenios de ocupación en Cundinamarca” en GAMBOA, Jorge (Compilador) Los Muiscas en los siglos XVI y XVII:

miradas desde la Arqueología, la Antropología y la Historia. Bogotá: Universidad de los Andes, CESO. LONDOÑO L., Eduardo (1996). “El Lugar de la religión en la Organización Social Muisca” en Boletín del Museo de Oro, No 40. Bogotá: Museo del Oro. MARÍN, Jhon Jairo (2008). La construcción de una nueva identidad en los indígenas del Nuevo Reino de Granada. La producción del catecismo de fray Luis Zapata de Cárdenas (1576). Bogotá: ICANH. FRIEDE, Juan (1975-76). Fuentes Documentales para la Historia del Nuevo Reino de Granada, 8 t. Bogotá: Biblioteca Banco Popular. SIMÓN, Pedro (1981). Noticias Historiales de las Conquistas de Tierra Firme en las Indias Occidentales. Bogotá: Banco Popular.

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Los próceres no son como los pintan Por: Bernardo Vasco Bustos - Periodista

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os próceres no son como los pintan. Si a Bolívar lo hubieran dibujado como era, es decir, como lo veían sus contemporáneos y, más aún, como lo veían sus tropas, la iconografía oficial no lo mostraría con esa fisonomía caballeresca y casi imperial que exalta el mito.

Tendría que haber sido pintado de una de dos maneras: en forma de longaniza, como le llamaban los neogranadinos inconformes con su dictadura, o quizás, y perdónenme la expresión, con el apodo que le tenían sus soldados: culo de fierro, porque se admiraban de su capacidad para montar a caballo durante días sin descansar, lo cual -como es previsible- causó que el cuerpo de El Libertador se quedara sin sus posaderas. A lo largo de los últimos doscientos años, y según se mueva el péndulo de la política y la ideología, ha sido pintado como blanco, mestizo, mulato y hasta zambo. Qué decir de otros próceres latinoamericanos. De Toussaint L`Ouverture, quien lideró la emancipación de Haití de los franceses, no se conoce su verdadero rostro, pero se dice que tenía pómulos salientes, narices chatas o respingonas, ojos saltones y una mandíbula inferior salida, por falta de dientes. Era tan feo que cuando el coleccionista de arte Fritz Daguillard quiso comprar una pintura del general y vio ya en sus manos la pintura, le espetó al marchante por el poco atractivo físico del héroe haitiano. Entonces este le respondió: “un hombre como él no necesita ser guapo. Solo necesita ser grande”. Cuando los apodos salen de la aguda imaginación del pueblo, generalmente aciertan en las descripciones del personaje. Al general Santa Anna le decían cucaracha porque perdió una pierna en un combate y no podía caminar, como quedó inmortalizado


CRÓNICA HISTÓRICA

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Cuando los apodos salen de la aguda imaginación del pueblo, generalmente aciertan en las descripciones del personaje... pero cuando los apodos provienen de la adulación casi siempre tienen el sello oficial y reconocen méritos imaginarios, frutos de la lisonja.

en la vieja tonada mejicana; pierna que, por demás, sepultó con honores militares en una ceremonia al que fue invitado el cuerpo diplomático, como lo describe nuestro Gabo en el memorable discurso de aceptación del premio Nobel en Suecia, “La soledad de América Latina”. Pero cuando los apodos provienen de la adulación casi siempre tienen el sello oficial y reconocen méritos imaginarios, frutos de la lisonja. Entre los más conspicuos de repugnante adulonería está la colección de títulos que fue acumulando el dictador dominicano Rafael Leonidas Trujillo Molina: “Generalísimo” (no era militar), “Benefactor de la Patria”, “Padre la Patria Nueva”, “Primer Maestro”, “Primer Médico” y “Primer Periodista” de la República (no era ni maestro, ni médico, ni periodista). Si aplicamos estas alegorías a la imagen, ocurre algo semejante. Se dice que Fernando VII era tan feo que cuando María Antonieta de Nápoles lo vio por primera vez casi se desmaya. Al parecer, en la pintura que le habían mostrado antes de casarse con el monarca español este parecía un Adonis y, claro, era muy fácil dar el sí. Al poderoso caudillo argentino Juan Manuel de Rosas siempre se le muestra con una gran sonrisa. Pero cuando sus restos fueron exhumados, en 1989, se constató que tenía dentadura postiza. Era tan vanidoso que pedía a sus pintores que lo dibujaran o bien con la boca cerrada o bien con una dadivosa expresión. En todo caso, se hizo enterrar con sus falsos dientes, importados exclusivamente de Inglaterra.


CRÓNICA HISTÓRICA

¿Y quién no ha visto el clásico cuadro de Manuelita Sáenz con su gran ropaje femenino, hecho por Tito Salas, el gran pintor venezolano? El problema es que Manuelita tenía algunas excentricidades; entre ellas, montar a caballo como cualquier varón y, fíjense ustedes, vestir prendas masculinas. Generalmente tenía los pantalones bien puestos, cosa que no vemos en sus lienzos. En esto de las iconografías de los próceres, de la nobleza y de los famosos de antaño hay mucho de fantasía. El George Washington omnipresente de los billetes de dólar, con su aparatosa peluca de bucles y una coleta sobre la nuca recogida por un lazo negro, matiza el rostro de un aparente patriarca de sangre anglosajona y protestante. Pero ya está casi prácticamente probado que el padre fundador de los Estados Unidos era mulato, hijo de un tal West Ford. A Pedro II, emperador de Brasil, le ocurrió que se enamoró de una prima lejana suya, Teresa Cristina de Borbón-Dos Sicilias, cuando le mostraron una pintura de aquella dama, en la que se le veía alta, bella y muy inteligente, con el fondo del volcán Vesubio. Resultó que era una muchacha bajita, de rostro poco agraciado, con tendencia a redondearse y que ocultaba bajo sus enaguas un defecto físico: era coja. Se dice incluso que Pedro pensó anular el matrimonio, pero que la condesa de Belmonte, una mujer muy piadosa, lo convenció de que aquella no era manera de proceder hacia la emperatriz, aunque fuera solo bella en pintura. Insisto, los próceres no son como los pintan

LAS IMÁGENES QUE ACOMPAÑAN ESTE ARTÍCULO FUERON EXTRAÍDAS DE LA EXPOSICIÓN bICENTENARIO POP REALIZADA POR EL ARCHIVO DE BOGOTÁ Y LA REVISTA EL MALPEnSANTE.

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documentos e d n ó i t electrónicos s e G y s o v i h c r a Por: Carlos Alberto Zapata Director del Archivo General de la Nación

En la segunda y última parte de su artículo sobre la gestión de archivos y documentos electrónicos, el director del Archivo General de la Nación, Carlos Alberto Zapata, se refiere al contexto de la gestión de documentos electrónicos y señala la aparición de un nuevo modelo de organización archivística.

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n un trabajo anterior elaborado en 2003, señalé que la aparición del documento electrónico en el campo archivístico trajo una serie de implicaciones para archivistas, ingenieros de sistemas, abogados, administradores y otros profesionales, en cuanto a la naturaleza del documento y su correspondiente tratamiento archivístico e informático. Al mismo tiempo, generó serios cuestionamientos sobre la forma como deben manejarse los documentos electrónicos a lo largo de su ciclo de vida. Entre los principales problemas que se desprenden de la introducción del computador personal, y los sistemas de información en general, en las empresas, se encuentran:

FOTO: ARCHIVO DE BOGOTÁ - MÓNICA LILIANA REYES


ACTUALIDAD - Incremento del volumen de documentos que producen las organizaciones. - Ausencia de políticas documentales frente al manejo del documento electrónico. - Concepción minimalista del documento electrónico, representada en la falta de políticas archivísticas para su manejo. - Ausencia de estándares documentales. - Pérdida de información o no disponibilidad por daños en los medios de archivo, los formatos o tipos de soporte. - Rápida desactualización tecnológica. - Débil o nula compatibilidad entre sistemas de gestión electrónica de documentos y entre sistemas de información en general. - Problemas para la preservación de la información. - Necesidad de innovar y renovar la teoría archivística para aplicar los conceptos archivísticos tradicionales: orden original, procedencia, etc. De igual forma, los entornos de información digital y su relación con la sociedad de la información y el conocimiento han generado en las personas nuevas costumbres, acciones y modos de entender la realidad de la información, que obligan a la creación de estrategias que orienten y formen usuarios con altas habilidades en el uso y aprovechamiento de las TIC, la aprehensión de saberes y la generación de nuevo conocimiento. De acuerdo con el Ministerio de las Tecnologías de la Información de Colombia, hay una creciente evolución de uso de las TIC en nuestra sociedad que permite prever el gran potencial de un programa de Especialización en Información Digital. El nuevo Código Contencioso Administrativo colombiano establece que toda persona tiene derecho de actuar ante las autoridades utilizando medios electrónicos; de igual forma, las actuaciones iniciadas por medios electrónicos deben continuar siendo tramitadas por las autoridades por este medio. Este significativo avance de la legislación colombiana nos pone frente al reto de gestionar

documentos electrónicos durante todo su ciclo de vida. El mismo Código le da plena validez a los documentos gestionados por medios electrónicos y establece que las reproducciones efectuadas a partir de los respectivos archivos electrónicos se reputarán como auténticos para todos los efectos legales. Según esta nueva normatividad, las autoridades podrán emitir válidamente actos administrativos por medios electrónicos, siempre y cuando se asegure su autenticidad, integridad y disponibilidad. Cuando el procedimiento administrativo se adelante utilizando medios electrónicos, los documentos deberán ser archivados en este mismo medio; el Código fija que podrán almacenarse por medios electrónicos todos los documentos utilizados en las actuaciones administrativas. Esto supone la transición hacia el archivo electrónico en el más amplio sentido de la palabra. Frente a la concepción tradicional del manejo de los documentos gestionados a través de aplicaciones informáticas y de los sistemas de información de las entidades públicas, los responsables del desarrollo de las plataformas tecnológicas deben involucrar a los archivistas y a las áreas de archivo en la planeación de dichos sistemas, lo que permitirá adquirir o desarrollar soluciones informáticas acordes con las necesidades de la organización dentro de un adecuado modelo de gestión de la información, así como racionalización en aspectos como la migración de los documentos a nuevos soportes o plataformas, cambios en las formas de almacenamiento, adecuada preservación y control sobre la producción de documentos electrónicos. Sin embargo, un problema por resolver es la aparición -gracias a la informática- de un nuevo modelo de organización archivística, que podríamos definir como hipertextual, en donde todos los agentes activos de la organización (directivos, accionistas, empleados, clientes, usuarios, proveedores) son productoresreceptores de información en formato electrónico. En este contexto no hay –por ahora- leyes o reglas fijas de operación en el proceso de generación, transferencia y almacenamiento de información

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20 electrónica, lo que dificulta la labor de la preservación de la memoria de las instituciones y por supuesto de la historia de la sociedad (Zapata, 2003). De otro lado, las instituciones que albergan contenidos científicos y culturales, como los archivos, bibliotecas y museos, aparte de gestionar sus activos de información nacidos digitalmente, están digitalizando sus fondos y colecciones, y creando nuevos servicios de información en línea (Méndez, 2009), ampliando la oferta de acceso a información y conocimiento para millones de usuarios, sin importar su ubicación. En complemento a lo anterior, las iniciativas de gobierno electrónico (e-government) están presionando cada vez más a las entidades públicas y también a empresas privadas para hacer visible la información al ciudadano, como una forma de mejorar la percepción sobre los niveles de transparencia, el control social y la rendición de cuentas. Sumado a lo anterior, y según cifras de International Data Corporation (IDC), en 2011 la información electrónica creada y replicada sobrepasó los 1.8 trillones de gigabytes; el 75% de esta información

fue creada por individuos, en tanto que el 25% fue creada por empresas. La misma fuente sostiene que el 80% de la información creada digitalmente el año anterior, es responsabilidad de empresas y entidades públicas. Según este mismo organismo existen más de 500 trillones de archivos digitales, que se duplican cada dos años. De igual forma, por cada gigabyte de información almacenada hay un petabyte de información que no se almacena; tan solo en el año 2011 se crearon 300 millones de sitios web, lo cual supone un incremento exponencial de información sin que exista una política apropiada para preservarla. Finalmente, un dato que es aún más significativo, según IDC, es que desde 2005 la inversión de las empresas para crear, gestionar y almacenar información creció en un 50% (más de 4 trillones de dólares). Todo lo anterior nos pone frente a la posibilidad de que buena parte de la información electrónica producida en la actualidad, incluyendo los actos administrativos de las entidades públicas, registrados en documentos de archivo, se pierda irreversiblemente, debido a la falta de políticas públicas claras, utilización de estándares de

Línea 195 - cortesía de portal bogotá.


ACTUALIDAD preservación digital y la ausencia de modelos de gestión documental basados en las mejores prácticas y normas internacionales.

Guía para el manejo de programas de archivos y documentos electrónicos Con el fin de contribuir en el desarrollo de modelos de gestión de documentos electrónicos y evitar que se repitan los errores ocurridos durante la segunda mitad del siglo XX, que resultaron en la pérdida de millones de datos por una inadecuada planeación de la documentación, es necesario integrar los aportes de diferentes disciplinas (archivística, ingeniería de sistemas, ingeniería electrónica, administración pública, derecho, informática forense, etc.). Durante el Primer Seminario Internacional de Archivos y Documentos Electrónicos, realizado en Bogotá en 2009, planteé algunos aspectos para la adecuada gestión de documentos electrónicos, basada en la gestión de registros, que comprende: - El contenido (información gestionada electrónicamente). - El tipo documental (con su estructura diplomática). - Las metodologías para su gestión (tecnologías y herramientas). - Los metadatos (documento, proceso, contexto). - El entorno tecnológico desde donde fue gestionado (PC, ambientes colaborativos, etc.) - El conjunto o corpus documental (serie, subserie, expediente). Estos elementos deben encapsularse para que puedan ser gestionados por el archivista, manteniendo el vínculo entre cada uno. Una buena gestión de documentos electrónicos se debe sustentar en la ejecución o aplicación de cuatro funciones: declarar el documento, clasificarlo archivísticamente, controlar la gestión durante todo el ciclo de vida, y mantener la estructura del expediente en todo momento. En este mismo seminario afirmé que la gestión de

documentos electrónicos debía tener en cuenta los siguientes aspectos: - Creación y captura de documentos electrónicos en el Sistema Integrado de Gestión Documental SIGD. - Aplicación de reglas para los documentos (clasificación, retención, conservación, acceso). - Aplicación de reglas para los expedientes (clasificación, retención, conservación, transferencia). - Administración de flujos de trabajo. - Almacenamiento de la información. - Gestión de comunicaciones, a través de ventanillas únicas y el correo electrónico. - Sistemas de búsqueda y recuperación documental. - Gestión de los formatos de salida de documentos (apariencia).

La función archivística en los sistemas de gestión de archivos electrónicos Ya en 2003 había señalado que, para facilitar y garantizar el funcionamiento del programa de documentos y archivos electrónicos, era preciso definir las operaciones de la función archivística que el sistema debe proveer: la gestión del documento, la retención, el tipo, la seguridad, la transferencia y la localización. En todo caso, es necesario que la oficina responsable del programa de gestión documental cumpla con los siguientes requerimientos a nivel de automatización de la función archivística: - Gestión de los documentos y expedientes según el estado de la retención. - Gestión de los documentos por tipo, según la etapa del ciclo vital. - Gestión de los documentos y expedientes de acuerdo con su localización. - Gestión del documento según el nivel de importancia y las restricciones de acceso.

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22 - Gestión de los documentos que requieren ser transferidos a medios archivísticamente más seguros (custodios confiables). - Gestión de documentos vitales (como parte del plan de riesgo operativo y continuidad de la entidad). Finalmente, en el mismo artículo ya citado (Zapata, 2003) mencionaba que “como política general, era necesario garantizar la integridad de los documentos electrónicos, protegiéndolos contra riesgos en aspectos como acceso no autorizado, pérdida, sabotaje, eliminación premeditada, cambio tecnológico, así como definir planes de recuperación en casos de desastre, medidas todas ellas necesarias para preservar la memoria de la humanidad en la era digital”.

A manera de conclusión Todo lo anterior ha traído consigo una nueva forma de acceder a la información y ha creado nuevos escenarios en los cuales se requieren nuevas competencias y conocimientos para el manejo de la información electrónica, que solo se pueden lograr a través de la adquisición de conocimientos caracterizados por la convergencia de diversos saberes y disciplinas como la informática, el derecho, la ingeniería de sistemas, los sistemas de gestión de contenidos, la preservación digital, entre otros. En los últimos años, organizaciones de todo tipo han incorporado nuevos modelos para el manejo de la información; la adquisición y desarrollo de sistemas de información más complejos y versátiles, la incorporación de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación en casi todas las actividades organizacionales, la aplicación de herramientas administrativas orientadas a la obtención de eficiencia y la reducción de costos han ocasionado una transformación en el valor de la información y el papel que esta juega para la competitividad y la supervivencia de la empresa. Gracias a estos adelantos tecnológicos, la gestión de información se convirtió en un tema obligado para gerentes, administradores y empleados, reconociendo que si no se dispone de información

oportuna, confiable y acertada en el lugar y momento indicado, no es posible cumplir la finalidad de una entidad. Como resultado de la proliferación de sistemas de información, en cuyo diseño y planeación no participaron especialistas en gestión documental, las empresas no lograron madurar un modelo de gestión de información basado en políticas de gobiernos de la información junto con políticas de tecnologías de la información, orientada al cumplimiento de la misión institucional. Para Eva Méndez (2009), la tecnología digital ha cambiado las características organizacionales de la sociedad y sobre todo de las comunicaciones. El entorno digital proporciona tres tipos de avances: a) manejar de forma única toda clase de fuentes de información; b) mayor flexibilidad y libertad en la incorporación de nuevos servicios; y, c) más efectividad para almacenar y procesar información. Estas tres innovaciones implican una nueva oportunidad para la gestión de la información, siendo una parte consustancial de la planificación estratégica de todo servicio de información, independiente de quién lo preste. Lo anterior debe ser entendido por archivistas, especialistas en tecnologías de la información, ingenieros, administradores, y en general en todos los involucrados en gestionar información, producirla, transmitirla, utilizarla, protegerla, almacenarla, organizarla y preservarla, de forma que las organizaciones cuenten con este activo estratégico disponible en cualquier momento y para quien esté autorizado MÉNDEZ, Eva (2009) Study on the Use of Metadata for Digital Learning Objects in University Institutional Repositories (MODERI). En: Cataloging & Classification Quarterly (Edición especial: Metadata and Open Access Repositories) vol. 47, n. 3/4, pp. 262-285. ZAPATA CÁRDENAS, Carlos Alberto (2003). Administración y manejo de archivos electrónicos (En línea). Disponible en http://eprints.rclis.org. Recuperado el 17 de julio de 2012. ZAPATA CÁRDENAS, Carlos Alberto (2011). Gestión Documental y Gobierno Electrónico. Bogotá: Archivo General de la Nación.


análisis

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Las políticas de archivo en el marco de la ciudad-región Por: María Janneth Álvarez Álvarez

Bibliotecóloga y archivista - Docente universitario

Julio Alberto Parra Acosta

Bibliotecólogo y archivista Subdirector Sistema Distrital de Archivos - Archivo de Bogotá

El presente artículo es producto de la investigación realizada en el proyecto Ciudad-Región, enmarcado en las líneas de investigación Información, Conocimiento y Desarrollo y Alternatividad del Desarrollo y Sustentabilidad adscritos a la Vicerrectoría de Investigación y Transferencia de la Universidad de La Salle. FOTOS: ARCHIVO DE BOGOTÁ - FONDO FOTOGRÁFICO HERNÁN DÍAZ.


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Bogotá, como ciudad-región, debe acoger un proyecto político que busque formular una política pública de archivo que permita estructurar acciones construidas participativamente y que trasciendan los intereses privados y corporativos.

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a relación de las políticas públicas con el territorio, la región y la ciudad, se ha transformado fundamentalmente en los últimos veinte años debido a la globalización, a las tendencias de los sistemas mundiales y a la necesidad de unificar criterios en la búsqueda de mayor equidad hacia los ciudadanos. El medio ha exigido la creación de redes que apoyen la sostenibilidad de los territorios a todo nivel; nacional, regional, municipal y local, aspectos fundamentales a la hora de fijar políticas, planes, proyectos y programas que busquen el desarrollo y mejoramiento de la calidad de vida de sus ciudadanos. Indudablemente, estas dinámicas han generado la creación de nuevos espacios de relaciones como lo es la ciudad-región, que se origina a partir de la definición de territorio, donde la ciudad pasa a ser el centro de desarrollo y crecimiento económico y social de un territorio (Boisier, 2006). Bajo este aspecto, la globalización se concibe, entonces, como un proceso continuo y dinámico, y se constituye en un reto de los gobiernos, las instituciones y los mismos ciudadanos, para la búsqueda de facilidades y medios que conduzcan a nuevas vías de desarrollo, cuyo aspecto principal es el beneficio común, donde la información surge como un hecho natural, como un instrumento, como un medio y como una estrategia para alcanzar los propósitos de integración regional.

Por ende, se han establecido esfuerzos conjuntos para lograr la articulación de Bogotá con los municipios circunvecinos (Bogotá-Sabana de Bogotá; Bogotá-Región Central), como estrategia para la sostenibilidad de las comunidades, el desarrollo competitivo de bienes y servicios, y como una manera de propiciar mejores condiciones de vida (Boisier, 2004; Restrepo, 2004). En este sentido la ciudad se define como un sistema complejo de interacción donde el hombre es su principal componente, en la medida en que es parte activa de él. Desde la perspectiva de los asentamientos humanos, donde la vida en común y en conglomerado son características esenciales, la ciudad es un contacto, un regulador y dinamizador de un ambiente o hábitat que tiene seres vivos que la identifican como un ecosistema, “lo que indica que la ciudad está conformada por una comunidad de asentamiento permanente, que se ubica en un espacio social dentro del cual hay una organización propia para quienes participan y forman parte del colectivo” (Castro, 2003). Así mismo, la ciudad genera una serie de vínculos con su entorno, con sus localidades vecinas y con la región a la que pertenece, conduciendo al surgimiento de redes o sistemas de comunicación y cooperación cuyo insumo fundamental es la información. El PNUD ha determinado que la ciudad es un fenómeno espacial donde, debido a la diversidad de los individuos, se crean condiciones de convivencia que privilegian los ámbitos cultural y político, entre otros. Estos procesos han generado un cambio en el papel de las ciudades que, según la CEPAL (2002), es uno de los retos para evitar la desintegración de los territorios y las regiones, puesto que uno y otro deberán garantizar un manejo adecuado de sus recursos y procesos. El término territorio “remite a cualquier extensión de la superficie terrestre habitada por grupos humanos, la cual está delimitada o puede estarlo por escalas local, municipal, regional”, contiene subsistemas de articulación con influencia entre


análisis

unos y otros, motivo que ocasiona la formación de un nuevo centro de desarrollo y crecimiento, epicentro de aspectos económicos y sociales entre otros (Boisier, 2005). Bajo esta perspectiva, Boisier indica que la ciudad es la expresión máxima y cristalizada del territorio, pero no a partir de la definición geográfica, sino como un componente del Estado, donde se incluyen diversos actores y procesos que se desarrollan en tiempos y espacios determinados. El real desarrollo de una ciudad, o ciudades, es la estructuración asociada entre los elementos de esta con el territorio. A partir de las nociones de ciudad y territorio, la región es entonces “un espacio territorial donde se comparten valores, normas, formas y relaciones que generan procesos de identificación. Es, pues, un espacio concreto que es habitado por seres vivos en movimiento sobre una superficie que siempre ha existido” (Boiser, 2006). Esto indica que, para trabajar con mayor precisión el concepto de región, es necesario señalar que es a partir de un proceso organizado, planificado

y coordinado, conjuntamente con el medio político, técnico y administrativo, que surge el ordenamiento territorial (Massiris Cabeza, 2000), el cual debe contribuir equitativamente con el desarrollo humano sostenible, armónico y social. La integración de elementos es lo que ha dado origen a una diversidad de criterios para definir el concepto de región, desde diferentes puntos de vista, originando módulos comunes: dimensión espacial que se relaciona con la superficie de la tierra; dimensión geográfica con el espacio dotado de propiedades; dimensión sistemática, como un espacio individualizado y diferenciado respecto a su entorno; dimensión funcional, con una estructura central a partir de los cuales se organiza; dimensión político-administrativa, como una entidad territorial, administrativa y de planificación que da origen a regiones competitivas, asociativas, pivotales y virtuales (Massiris Cabeza, 2000). Así entonces la ciudad–región es un territorio que contiene en sí mismo, de forma real o latente, el

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26 conjunto de subsistemas de cuya articulación y direccionamiento (sinapsis y sinergia) surge una complejidad evolutiva capaz de generar tanto crecimiento económico como desarrollo social, y que tiene un lugar central que funciona como una ciudad-global de primera clase, que articula un sistema de ciudades secundarias, y que actúa como nodo emisor y receptor de procesos de intercambio entre la región y el mundo. Boisier (2006) ha introducido nuevos conceptos con el fin de repensar la administración, tomando el contexto de la globalización y de las regiones pivotales, asociativas y virtuales, para fijar una nueva geografía. Este consiste, básicamente, en la presentación de un enfoque de asociación entre las regiones, eliminando las fronteras que se crean en los territorios, con lo que se conforman regiones asociativas transfronterizas, tales como la Región Arizona-Sonora o regiones virtuales como Rhone/Alpes + Baden/Wurtemberg + Cataluña + Lombardía en Europa (los “cuatro motores de la UE”), o bien como el Corredor Interstate 69 que uniría Quebec, Montreal, Toronto, Indianápolis, Houston, Monterrey y Ciudad de México en América del Norte. Todo esto evidencia que el posicionamiento de la ciudad–región debe necesariamente incluir el contexto social, a partir de proyectos de orden político. Es así como se crea la necesidad de formar criterios de autoridad para administrar de manera coherente los sistemas urbanos y rurales, razones suficientes para aplicar una política integral que favorezca los intereses y procesos de construcción social. Lo mencionado indica que, para cumplir con la formación de nuevos centros, es necesario encontrar el significado del ordenamiento territorial, con el fin de establecer las necesidades y las acciones que se requiera aplicar a los integrantes de los territorios o ciudades, acciones que deberán ser concertadas para cumplir con el objetivo propuesto (Fals Borda, 1996). Estos son requerimientos de la globalización, ya que esta se genera como un cambio en el papel de las

ciudades, lo que se convierte en retos a superar entre los territorios y las regiones, de modo que se garantice el adecuado uso de los recursos (CEPAL, 2002). Desde esta perspectiva la información se constituye en un recurso estratégico que posibilita el desarrollo integral de las regiones. Ciudadregión e información son conceptos que conviven e interactúan, en donde el espacio y el tiempo no son limitantes para su integración social, en donde los límites y fronteras no son condicionantes para su usabilidad, aprovechamiento y potencialidad. Naciones Unidas ha reiterado que la educación, el conocimiento, la información y la comunicación son esenciales para el progreso, la iniciativa y el bienestar de los seres humanos, por tanto, es responsabilidad del Estado garantizar su disponibilidad y accesibilidad, en términos de oportunidad y calidad. En concordancia con los preceptos de Boisier y el pronunciamiento de las Naciones Unidas sobre la Sociedad de la Información, dentro del concepto amplio de ciudad-región, el nodo central de gobierno (ciudad) y las autoridades locales (municipios) deben formular políticas públicas de archivo, que de forma articulada, garanticen la organización y preservación de los grandes volúmenes de información registrada en diferentes soportes, con el propósito de posibilitar su acceso y usabilidad, trascendiendo los límites de sus fronteras geográficas y temporales. La formulación de políticas públicas de archivo debe articularse a partir de un complejo sistema de relaciones urbano regionales. Las políticas regionales de archivo corresponden a un gobierno central (ciudad), que en obediencia a una política nacional, busca esencialmente objetivos macros para la organización, conservación y difusión de la información como base para la toma de decisiones y la preservación del patrimonio documental; mientras que las políticas locales de archivo (municipio) orientan sus directrices a necesidades particulares como el acopio de información, clasificación y ordenación de documentos,


análisis disposición física, almacenamiento, elaboración de inventarios, entre otras.

actividades archivísticas que consulten la realidad regional y local.

Las políticas públicas de archivo, en función de la ciudad-región, deben orientar su formulación a:

- El agenciamiento con instancias interregionales, nacionales e internacionales que posibiliten la apropiación de infraestructura, recursos e intercambios de experiencias archivísticas.

- La armonización de las necesidades de información de las comunidades y actores participantes, resaltando en cada caso sus potencialidades económicas, sociales y culturales (corredores industriales, educativos, comerciales, agrícolas, entre otros). - La superación de los espacios geográficos y temporales, partiendo del principio de universalidad de la información. - Las estrategias de cooperación y las posibilidades de creación de redes de información que soporten la demanda de información por parte de usuarios internos y externos. - El fomento a la asociación con agentes externos como instituciones educativas, asociaciones profe-sionales, grupos de investigación, por citar algunos, corresponsables de la función archivística regional y local. - La coparticipación gubernamental en el diseño de planes, programas, proyectos y demás

BOISIER ECHEVERRY, Sergio (2006). “Algunas reflexiones para aproximarse al concepto de ciudadregión”. Estudios Sociales, 165 - 190. _____. (2004). “Desarrollo territorial y descentralización. El desarrollo en el lugar y en las manos de la gente”. Revista Eure, Santiago de Chile, v. 29, n. 90, pp. 27-40. BOISIER, Sergio (2009). Algunas aproximaciones para acercarse al concepto de ciudad región. [En línea] Extraído desde: [http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/ pdf/417/41702806.pdf] (Recuperado el 10-06-2009).

En Colombia se han establecido esfuerzos conjuntos para lograr la articulación de Bogotá con los municipios circunvecinos (BogotáSabana de Bogotá; Bogotá-Región Central) como estrategia para la sostenibilidad de las comunidades, el desarrollo competitivo de bienes y servicios, y propiciar mejores condiciones de vida (Boisier, 2004; Restrepo, 2004). Desde esta perspectiva y acogiendo los preceptos de Boisier, Bogotá, como ciudadregión, debe acoger un proyecto político que busque formular una política pública de archivo que permita estructurar acciones construidas participativamente y que trasciendan los intereses privados y corporativos, con el propósito de garantizar la producción, el intercambio, la circulación, el acceso y el uso de la información para asegurar su integración a los procesos de desarrollo de la ciudad y los municipios de interinfluencia

xml&xsl=/tpl/p9f.xsl&base=/tpl/top-bottom.xsl] (Recuperado el 22-11-2010). ______. La hora de la igualdad: brechas por cerrar, caminos por abrir. [En línea] Disponible en: [www.cepal.org/cgibin/getProd.asp?xml=/publicaciones/xml/0/39710/ P39710.xml&xsl=/pses33/tpl/p9f.xsl&base=/tpl/topbottom.xsl](Recuperado el 22-11-2010). FALS BORDA, Orlando (1996). Región e Historia. Elementos sobre ordenamiento y equilibrio regional en Colombia. Bogotá: Tercer Mundo Editores.

CASTRO, Pedro, et al. (2003) ¿Qué es una ciudad? Aportaciones para su definición desde la prehistoria. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, Barcelona, v. 7, n. 146(010). Extraído desde:[www.ub.es/ geocrit/sn/sn-146(010).htm]. (Consultado: 22-11-2010).

MASSIRIS CABEZA, Ángel (2000). Ordenamiento territorial y procesos de construcción regional. Bogotá. [En línea] disponible en:[www.lablaa.org/blaavirtual/ geografia/masir/presen.htm] (Recuperado el 12-11-2010).

CEPAL. Globalización y desarrollo. Secretaria Ejecutiva. [En línea] Disponible en:[www.eclac.org/cgi-bin/ getProd.asp?xml=/publicaciones/xml/6/10026/P10026.

RESTREPO, Darío (2004). “De la descentralización a la regionalización. Nuevo escenario de la guerra y oportunidad para la paz”. Revista Euree, v. 29. Santiago de Chile.

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FOTOS: ARCHIVO DE BOGOTÁ - MÓNICA LILIANA REYES


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Bogotá Humana fortalece los medios de comunicación comunitaria y alternativa en el Distrito Capital

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urante la última semana de noviembre, la Alcaldía Mayor apoyó la realización de tres eventos que buscaban seguir fortaleciendo los medios de comunicación comunitarios. El Archivo de Bogotá lideró el Primer Encuentro Distrital de Memoria y Medios Comunitarios y Alternativos, que propuso una reflexión en torno al papel que pueden cumplir estos medios en la construcción de una memoria local, diversa, plural y multicultural. Se trata de una estrategia para romper la segregación simbólica y lograr la visibilidad de sectores alternativos históricamente marginados. Como afirmó Gustavo Adolfo Ramírez Ariza, director del Archivo de Bogotá: “Queríamos resaltar la importancia de los medios comunitarios como herramientas que recogen, expresan y reflejan necesidades e intereses de las comunidades, y en cuya labor van construyendo simultáneamente memoria de barrio, de grupo, de ciudad y de Nación”. Al tiempo, y con el apoyo del Parlamento Andino y la Mesa Distrital de Comunicación Comunitaria de Bogotá, se realizaron el Encuentro Andino y Latinoamericano de Comunicación Comunitaria y Alternativa y la Segunda Feria Distrital de Comunicación Comunitaria y Alternativa. Con estos eventos se buscó visibilizar y destacar el papel de los medios y los procesos comunitarios y alternativos a partir del intercambio de experiencias andinas, así como fomentar la adopción de decisiones y acuerdos en el seno de la CAN, la UNASUR y la CELAC, integrando los avances legislativos y de políticas públicas en los países latinoamericanos. De acuerdo con Ignacio Toroviedo, funcionario de la Secretaría Distrital de Gobierno y coordinador general de estas iniciativas, “fueron espacios de encuentro para el reconocimiento e intercambio de experiencias de los procesos de comunicación comunitaria y alternativa”. Desde esta perspectiva, se pretendió compartir el avance institucional logrado en cada uno de los países participantes en los diferentes aspectos


INFORME ESPECIAL normativos, de políticas públicas y presupuestales, así como socializar las acciones que han adelantado las organizaciones que participan del sector en la construcción de estrategias para el fortalecimiento de la política pública de Comunicación Comunitaria y Alternativa. En el escenario de la Segunda Feria Distrital de Comunicación Comunitaria y Alternativa, los diferentes colectivos de comunicación de la ciudad, del ámbito nacional y de varios países latinoamericanos, presentaron sus experiencias al público capitalino. La muestra incluyó experiencias de los sectores sonoro, audiovisual, impreso y de tecnologías de la información y las comunicaciones. “Fue un momento para que se expresaran procesos sociales de diversa índole en la defensa del agua y

el patrimonio natural, reivindicaciones de grupos poblaciones, asentamientos y desarrollos barriales y la defensa de derechos humanos”, dijo Rodrigo Acosta, coordinador de la Mesa Distrital. Al finalizar la semana de apoyo a los medios comunitarios, seis localidades del Distrito Capital recibieron a las delegaciones internacionales y nacionales en sus territorios para exponer distintos procesos de comunicación cuyo impacto ha contribuido a mejorar problemáticas sociales. Leandro Acosta, representante de Canal Bogotá TV, ratificó que “estos escenarios son fundamentales para darnos a conocer como medios comunitarios alternativos, y generar espacios hacia la parte cultural, artística, tecnológica y la preservación y el cuidado del medio ambiente”.

Por considerarlo de interés para los bogotanos, la revista De memoria publica algunas de las ponencias presentadas en estas jornadas.

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“Es necesario democratizar el espectro electromagnético”

Dr. José Orlando Rodríguez Guerrero Secretario General (e) de la Alcaldía Mayor de Bogotá D.C.

Los medios comunitarios deben ahondar en el ejercicio del control social y mantener una veeduría sobre la administración pública; de esa gestión dependerá la democratización del espectro electromagnético, que está en manos de los grandes monopolios de la información.

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os medios de comunicación comunitaria y alternativa tienen una importancia incuestionable en la gestión pública, así lo considera la administración de la Bogotá Humana, y así lo han considerado los propios medios en los diversos cabildos y exposiciones que hicimos durante la presentación del borrador del Plan Distrital de Desarrollo. En Bogotá hay más de cien periódicos y revistas, 64 medios audiovisuales – incluyendo canales y productores-, siete emisoras comunitarias y ocho medios de organizaciones sociales que se expresan por otras frecuencias y online, así como 38 medios comunitarios que hacen uso de las nuevas tecnologías de la información y el conocimiento, como portales y blogs. Naturalmente, y en su conjunto, todos estos medios cumplen una función social que va más allá de la simple transmisión de información o del ejercicio básico del periodismo público. Amplían, por ejemplo, la participación ciudadana en la toma de decisiones que afectan sus propias comunidades, contribuyen a afianzar el derecho a la información que tienen los ciudadanos, ejercen control social y veeduría –lo cual profundiza la transparencia administrativa y la lucha contra la corrupción- y, entre otras bondades, José orlando rodríguez . secretario general (E) alcaldía mayor de bogotá d.c.


INFORME ESPECIAL permiten dar el salto hacia la llamada sociedad del conocimiento, porque se democratiza el espectro electromagnético, que hoy está en manos de los monopolios de la gran prensa.

la Bogotá Humana, del que resultaron nuevas propuestas que agradecemos y reconocemos como un esfuerzo. Enfatizamos nuestro propósito de ser coherentes con lo formulado.

Sin embargo, no es una labor fácil ni sencilla. Somos conscientes de los problemas que aquejan a los medios de comunicación comunitaria y alternativa; algunos inherentes a las propias organizaciones y otros atribuibles a distintos procesos políticos de la ciudad, que han frenado su consolidación. Tampoco desconocemos que es urgente lograr la democratización de la contratación de la pauta que hace el Distrito y que debe orientarse a respaldar presupuestalmente a los propios medios de comunicación de las veinte localidades bogotanas.

El actual Gobierno Distrital asume grandes desafíos frente al desarrollo de la política pública de comunicación alternativa y comunitaria, como el necesario fortalecimiento de los medios y mesas locales, un sector al que el gobierno del alcalde Gustavo Petro ha anunciado su apoyo irrestricto, y que el IDPAC y Canal Capital empiezan a implementar con el diseño de nuevas políticas.

El pasado 14 de abril los periodistas alternativos y comunitarios de Bogotá dieron inicio al proceso de elección de los delegados principales y suplentes que integrarán la Mesa Distrital de Comunicación Alternativa y Comunitaria para el período 20122015. Según lo ha expresado Rodrigo Acosta, integrante de la Mesa Distrital, se está trabajando “a todo vapor” con el propósito de estructurar y presentar las propuestas de articulado al Plan Distrital de Desarrollo sobre Comunicación Comunitaria y Alternativa, que busca integrar fórmulas, planes y proyectos que contribuyan a disminuir la brecha histórica de segregación y exclusión que ha padecido este sector de la comunicación. La Mesa Distrital nos ha hecho saber las reflexiones en torno a que no se han cumplido las metas de la política pública de comunicación comunitaria y alternativa, si se la compara con las disposiciones del Acuerdo 292 de 2008 y de los decretos 149 y 159 de 2008. Y por ello quiero insistir en que esta administración considera fundamental el papel de los medios de comunicación comunitaria y alternativa en la gestión pública. En ese orden de ideas quiero resaltar el aporte hecho por los medios comunitarios al Plan Distrital de Desarrollo de

Pero también hemos tomado atenta nota de las denuncias sobre supuestos “carruseles de la contratación”, nóminas paralelas, amiguismos, sofisticados mecanismos de contratación, además de manejos y exclusiones existentes para estos medios de comunicación, configurados por funcionarios y operadores ajenos a las localidades, que terminan “fortalecidos” directa o indirectamente con los recursos destinados a los medios, colectivos y procesos de comunicación comunitaria. Sabemos que los propios medios comunitarios aspiran a que al menos un 25% de los recursos distritales para la comunicación se destinen al desarrollo y fortalecimiento de los medios alternativos y comunitarios existentes. En todo caso, seguimos empeñados en generar las condiciones para adelantar la construcción colectiva del Plan Estratégico de Comunicación Comunitaria. El pasado mes de agosto, la Administración Distrital apoyó la realización del Seminario de Planeación Estratégica de la Mesa Distrital de Comunicación Comunitaria, que se llevó a cabo en la Universidad Los Libertadores. Creo no equivocarme al asegurar que este encuentro fue de vital importancia para plantear el derrotero de nuestra política pública en comunicación comunitaria. La doctora Deisy Ruiz, directora del Instituto Distrital para la Participación y la Acción Comunal, IDPAC, y el doctor Mauricio

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34 Katz, subsecretario de Planeación de la Inversión de la Secretaría Distrital de Planeación, explicaron los acuerdos de presupuesto en relación con los proyectos prioritarios de comunicación comunitaria contenidos en el Plan de Desarrollo Bogotá Humana. La Administración Distrital aporta así su granito de arena a la construcción del Plan Estratégico de Comunicación Comunitaria, entendido como un proceso social que construye y transforma realidades. Esperamos que muy pronto podamos continuar con las actividades de emprendimiento, asociatividad, desarrollo económico de los medios y procesos de comunicación comunitaria y alternativa, mediante proyectos por cada una de las secretarías, localidades y entidades descentralizadas, para la sostenibilidad de los procesos comunicacionales. Queremos definir con ustedes propuestas concretas hacia la consolidación en el ámbito local de la comunicación comunitaria y alternativa. Aspiramos a cumplir la política pública de comunicación comunitaria y alternativa en cada una de las 20 localidades de Bogotá, respetando el presupuesto que se ha asignado y que se debe incrementar en favor de los medios comunitarios y, por supuesto, respetamos absolutamente la producción local y de las organizaciones sociales, de medios y personas capacitadas para estos propósitos en cada localidad. Sé que son muchas las problemáticas que históricamente aquejan al sector de los medios comunitarios y alternativos, pero esperamos que esa brecha de segregación pueda ser disminuida, dada la voluntad que ha expresado el gobierno del alcalde Gustavo Petro. Pero también creemos que es el momento político para enfrentar la hegemonía informativa de la gran prensa, que invisibiliza y deslegitima. Al dar inicio a este Primer Simposio Distrital de Medios de Comunicación Comunitaria y Alternativa permítanme plantear algunas ii feria distrital de medios comunitarios plaza de bolívar.


INFORME ESPECIAL

reflexiones sobre el papel de los medios de comunicación comunitaria en el afianzamiento de lo que pudiera denominarse como memoria colectiva y local.

pública consensuada entre la administración y las propias comunidades, pues queremos una Bogotá Humana que construya una historia con todos y para todos.

Como ustedes saben, durante las últimas décadas los estudios relacionados con la memoria han ido cobrando una importancia cada vez mayor en el campo de las ciencias sociales. Y ello es evidente en países como Colombia, caracterizados por la necesidad de elaborar un pasado sumamente traumático, con su secuela de muertes, desapariciones, encarcelamientos, torturas y exilios, herencias de un largo conflicto armado interno.

De ahí la apuesta de la Secretaría General por apoyar este tipo de encuentros deliberatorios que fortalecen puntos de encuentro entre la administración y los medios. El Archivo de Bogotá está adelantando una serie de programas que apuntan a la identificación y preservación de esas memorias locales, barriales, grupales, étnicas, religiosas y un largo etcétera, puesto que ellas constituyen el fundamento de la memoria histórica de Bogotá. Para ello, no hemos descartado esfuerzo alguno en constituir la Primera Hemeroteca Distrital de Medios Comunitarios y Alternativos. También ha contemplado la conformación de las primeras fototecas, fonotecas y filmotecas de la ciudad, que serán un gran centro de medios audiovisuales al servicio de la memoria.

La forma como vemos este pasado está indisolublemente ligada al papel que cumplen los medios de comunicación, la gran prensa, en ese proceso de transmisión o construcción de memoria. Quienes piensen que la comunicación es simplemente un proceso de transmisión de información podrían decir que este es un proceso transparente y desinteresado. Quienes pensamos que en la comunicación hay una intencionalidad política e ideológica creemos que es necesario proponer e impulsar otras alternativas de información. Los medios de comunicación comunitaria, insisto, constituyen el último bastión que tenemos para apoyarnos en la consecución de este propósito, que no es otro que el de salvaguardar nuestra propia memoria, diversa e incluyente. Lo que permanece es lo que se escribe, lo que se graba, lo que se filma y lo que se transmite y, por supuesto, lo que se guarda: esos textos críticos, esos sonidos únicos de nuestros barrios, esas imágenes llenas de vida y colores de nuestras localidades, esas tradiciones orales, esas historias de vida que nos hacen diversos y por lo tanto culturalmente ricos. Y nada mejor para su reconocimiento y puesta en circulación que el apoyo en la construcción de una política

Sin embargo, todos estos proyectos de afianzamiento de nuestra memoria diversa e incluyente no serán todo lo grande que pretendemos sin el concurso de ustedes. De ahí que los medios de comunicación comunitarios y alternativos tienen que avanzar hacia una política estratégica que apoye la consolidación de una memoria diversa, plural y multicultural, que rompa la segregación simbólica y permita la visibilidad de sectores alternativos e históricamente marginados. Tal es el fundamento de este primer seminario: que las comunidades locales construyan su memoria desde sus propias perspectivas y necesidades, desde su propia cultura, desde su propia marginalidad; en fin, desde su propio parecer, ya que nuestra memoria local no puede, no debe, ser construida desde los intereses mediáticos de los monopolios que controlan la información

Hay que salvaguardar nuestra propia memoria, diversa e incluyente.

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“A recuperar la comunicación como derecho” Por: Gloria Flórez Scheneider - Parlamentaria Andina

La presidenta de la Comisión II de Educación y Cultura del Parlamento Andino presenta las conclusiones y compromisos adquiridos tras la realización del Encuentro Latinoamericano de Comunicación Comunitaria y Alternativa.

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l propósito central de este evento, que contribuí a liderar en coordinación, con el pleno respaldo y voluntad política de la Alcaldía Mayor y la Mesa Distrital de Medios de Comunitarios y Alternativos de Bogotá, fue el de intercambiar experiencias con los medios alternativos de otros países andinos y con los gobiernos de América Latina en donde la comunicación y la información se han recuperado como un derecho, y en donde los medios comunitarios han sido reconocidos a través de políticas públicas incluyentes y legislaciones que les permiten, en muchos casos, ser acreedores hasta del 33% del espectro radioeléctrico o electromagnético del país. Uno de los procesos que fue presentado fue el de Ecuador, a través del Ministerio de Comunicaciones y del Superintendente encargado de velar por la aplicación de la ley que desmonopoliza los medios de comunicación para ponerlos al servicio de la ciudadanía. Allí, la radio comunitaria, el medio impreso, televisivo y las TIC, se han convertido en la voz popular y el referente de información para la opinión pública; la verdad se habla sin miedo a sanciones económicas y las necesidades se escuchan y transmiten, barrio a barrio, comunidad por comunidad, alcanzando una gran capacidad de movilización social. Colombia es el peor evaluado, no en términos de la riqueza de iniciativas que existen en cuanto a comunicación comunitaria y alternativa, sino por GLORIA FLÓREZ SCHENEIDER . PARLAMENTO ANDINO.


INFORME ESPECIAL el pobre apoyo dado por el Estado colombiano. Como afirmó Daysi Ruiz, directora del IDPAC (Instituto Distrital para la Participación y Acción Comunal): “una de las dificultades son los recursos de bonificación y sostenibilidad: en todos los sectores públicos se destina solo un 0.5% para pautas en medios alternativos, dejando el 99.5% restante para los grandes medios de comunicación”. Para nadie es un secreto que, en Colombia, los grandes medios de comunicación obedecen a intereses económicos alejados de la vida de las comunidades, de sus necesidades y problemáticas. A excepción de periódicos como La Libertad de Barranquilla, que ha mantenido su independencia con miles de dificultades, la mayoría de los medios masivos se someten al poder económico y político dominante y no representan la voz ni la diversidad de los pueblos de Colombia. Definitivamente, lograr una opinión pública crítica y comprometida con las realidades del país requiere el impulso a otros tipos de comunicación e información. Y esta es la apuesta actual del gobierno de Gustavo Petro, quien ha destinado la ampliación del presupuesto en miles de millones de pesos para medios de comunicación comunitaria y alternativa hacia las 20 localidades de la ciudad de Bogotá y tiene como meta ser la ciudad modelo y el espacio donde los sectores tradicionalmente marginados e invisibilizados tengan voz. Más de cien sitios web de medios comunitarios y organizaciones sociales, cientos de emisoras, periódicos y canales de televisión, publicaron información sobre este Encuentro Andino y Latinoamericano de Comunicación Comunitaria y Alternativa, demostrando que sí se puede, que los medios alternativos son fuerza y poder de la ciudadanía, poder de los pueblos que construyen democracia desde el ejercicio de la participación ciudadana. El encuentro se sella con varios compromisos para continuar este proceso de integración de los pueblos desde la comunicación:

1) Declaramos nuestra decisión de trabajar por la consolidación de la Red Latinoamericana de Medios Comunitarios y Alternativos, y de los medios independientes, fortaleciendo las redes locales, nacionales y sectoriales. 2) Fortaleceremos la alianza del Parlamento Andino con los gobiernos andinos y latinoamericanos, nacionales y locales, con los medios alternativos de nuestro país y continente, para asegurar políticas públicas y legislaciones que den reconocimiento y apoyo técnico, económico, formativo y de acceso a nuevas tecnologías, así como a frecuencias, a los medios comunitarios y alternativos. 3) Tramitaremos un proyecto de Decisión Andina, para el reconocimiento normativo en la Comunidad Andina de la Comunicación Comunitaria, Popular y Alternativa, como base esencial de la construcción democrática de nuestras naciones. 4) Pondremos en el centro los derechos laborales de los hombres y mujeres que trabajan día a día por la información para que la dignificación del trabajo del periodista y del comunicador social de los medios privados, institucionales y comunitarios sea tenida en cuenta como prioridad por los estados.

Lograr una opinión pública crítica y comprometida con las realidades del país requiere el impulso a otros tipos de comunicación e información. Agradeciendo a los y las ponentes y experiencias internacionales, nacionales y distritales que participaron en el Encuentro e hicieron posible esta hoja de ruta común, invito a todos los colectivos y a los medios independientes a trabajar por el desarrollo y seguimiento de las acciones acordadas. La democracia solo es posible con la democratización plena de la información y la recuperación de la comunicación como derecho

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¿Qué tan alternativos y comunitarios son los medios de comunicación alternativos y comunitarios?

Por: Omar Rincón - Profesor asociado, Universidad de los Andes

Qué tan alternativos y comunitarios son los medios de comunicación alternativos y comunitarios? es lo que me invitaron a contestar. Y digo de una vez: alternativos sí son: hay mas de 200 en Bogotá que intentan ser otra cosa, otra vía, otra comunicación a la privada del negocio y la estupidez, o la pública y su politiquería o pretensión educativa. Los medios de la gente son alternativos al hacer billetes y educar o ideologizar a la gente: son otra cosa. Y son tan alternativos que tienen miles de nombres para enfatizar su diferencia: que medios ciudadanos (luego, su lucha es por la democracia); o se llaman comunitarios (luego, la idea es la vivencia de un “todos”); o se reivindican como medios participativos (luego, donde todos pueden estar); o medios alternativos (luego, distintos a los privados y público-gubernamentales); o medios alternativos (porque buscan otros sentidos a los homogéneos); o medios para el desarrollo (porque intentan desde la comunicación llevar a los sujetos a un mejor vivir); o medios autónomos (porque no se dejan mandar sino que se hacen en versión local); o medios contrainformativos (porque luchan contra el poder mediático establecido y su agenda de poder); o medios underground (luego, los que se hacen desde abajo y buscan producir visibilidades desde lo invisible); o medios populares (porque se hacen desde los OMAR RINCÓN . ANALISTA DE MEDIOS


INFORME ESPECIAL gustos y saberes y placeres de la gente); o medios disidentes (porque siempre piensan distinto); o medios marginales (porque su vocación no es estar en el centro, en el mainstream, sino que busca la orilla); o medios clandestinos (le interesa la bronca y joder al poder); o medios jóvenes (porque retoma el deseo de rebeldía de los que no están todavía corrompidos por el poder); o micromedios (porque son chiquitos, simples, sencillos, de flujo, leves); o medios piratas (porque se quiere tomar la comunicación desde otras lógicas); o medios imperfectos (porque lo suyo no es la bonitura sino que se parezcan a la gente); o medios sutilmente subversivos (porque Downy lo dice: la política se gana en pequeñas acciones); o medios radicales (porque Downey lo confirma: no hay descanso, hay lucha); o medios de base (luego de la organización social); o medios libres (luego de nadie y para todos); o medios “casposos” (porque hay que intervenir emocionalmente al poder, dice Alirio); o medios apropiados (a las necesidades de la lucha cultural, afirman los indígenas del Cauca); o “esticos” medios (digo yo, esos que no quieren ser pero son para gozar jodiendo a todos los poderes). Llámelos como quiera pero hágalos/véalos/ gózelos Ud. mismo sin pedir permiso ni autorización. Haga la diferencia poniendo pantallas/espejos/reconocimientos para sus/ otras estéticas, sus/otros entretenimientos, sus/ otros goces. Alternativos: Sí, ¿comunitarios? Tal vez. Para saber si son comunitarios véalo por Ud. mismo: he aquí 10 criterios para evaluar si sus medios son comunitarios, esos de la ciudadanía, de la gente, de Ud. ciudadano, de nosotros comunidades: 1. ¿Responden al derecho al entretenimiento de la gente? Son medios que toman en cuenta esas emociones de su comunidad, esas sentimentalidades que su comunidad busca para relajarse, pasarla bien

y gozar con su gusto; son entretenimientos en el concepto de deleite y para los tiempos libres de su comunidad. 2. ¿Los ciudadanos son las estrellas? En estos medios los ciudadanos tienen que ser los famosos, cada uno puede ser el protagonista en su propia voz y estética, y es que los feos del común también tienen derecho a las pantallas, para así ganar autoestima para estar con dignidad en la vida pública. 3. ¿Se teje comunidad a través de estos medios? Serán comunitarios si trenzan comunidad, hacen del trueque una práctica de producción de mensajes, buscan hacer historias entre todos, juegan a la amistad, la solidaridad y la complicidad entre los que solían ser audiencia y ahora se convierten en productores. 4. ¿Son una experiencia colectiva de todos y todas? Los medios serán comunitarios si convierten sus pantallas en experiencia combinada para que cada uno como sujeto y comunidad aprenda a mirarse como es y como quiere ser a través de la expresión, los relatos, las estéticas, los modos de estar en la comunicación. 5. ¿Son para practicar lo que uno sabe? Estos medios serán comunitarios si se aprenden haciendo, si es acción artesana de comunicación, si se está siendo uno mismo; y por lo tanto se vale hacer mensajes e historias como a uno se le de la gana porque se narra como cada uno es, en la estética y saber de cada uno. 6. ¿Se ejerce el contar? En estos medios lo que se vale es contar: ser tenidos en cuenta como ciudadanos, contar como sujetos y comunidades, contar historias, dar cuenta de lo que hacemos. 7. ¿Se hace política? Para los medios de la gente la comunicación es un pretexto en el proceso de habitar la vida con dignidad y hacer política desde y en la vida cotidiana: no es el contenido sino la

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40 práctica la que hace que la comunicación cuente, converse y confíe entre todos: que la comunicación evidencie nuevos pactos públicos para estar en el mundo con-sentido. 8. ¿Se piensa/actúa local? Son medios que hacen periodismo en clave local, que abandonan las ciudadanías de los miedos, sangre, sexo y farándula… y las ciudadanías del poder de alcaldes, concejales, ediles… para pasar a ciudadanías comunicativas donde todos hablan de lo que les interesa, y aprenden de las culturas propias y practican sus gustos populares. 9. ¿Producen lugar en el mundo? Son medios que practican al gran filósofo de la comunicación cotidiana llamado Pablo Freire que propuso una comunicación basada en el diálogo como condición necesaria para la concientización, entendida como el proceso por el cual un individuo se apropia de su propio yo, de su lugar en el OMAR RINCÓN DURANTE SU INTERVENCIÓN . PLAZA DE BOLÍVAR

mundo, de su derecho a labrar su propio futuro, y en últimas, de su participación en la historia. 10. ¿Tienen algo qué decir? Son medios que, como dice mi maestro Jesús Martín-Barbero, son medios que piensan con la propia cabeza, tienen qué decir y narran bien. No produzca aburrimiento, no premie su ego-individual… haga medios de comunidad: no tiene excusas; use la tecnología (su celular por ejemplo), haga medios de comunicación intercultural, hable con el otro y produzca una conversación sobre los dolores y las alegrías de ser lo que somos. Mezcle todo: tecnologías, culturas, ganas de contar, diferentes maneras de habitar; convierta a la comunicación en experiencia de comunidad. ¡Haga la comunicación… pero hágala para todos y de todos! Por eso, baile la comunicación, y recuerde que pobre es quien no sabe bailar


INFORME ESPECIAL

Medios comunitarios y el mapa de percepciones de una sociedad

La Administración Distrital, en el caso de Bogotá, tiene la obligación de guardar para el futuro la memoria de la ciudad que está siendo narrada en polifonía desde las comunidades. Por: Germán Yances Analista de medios y exdirector del Archivo de Bogotá

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n la construcción del mapa de percepciones de una sociedad, la información ocupa un primerísimo lugar. Este es un hecho que puede ser controvertido pero nunca desmentido, y que obliga a pensar en el impacto, las repercusiones y la responsabilidad que recae sobre quienes transmiten informaciones al público a través de los medios masivos. Que el mapa de percepciones de una sociedad dependa en gran parte de lo que nos digan los medios masivos de comunicación pone en manos de quienes manejan esos medios el compromiso de decidir qué tanto reflejan y cómo fabrican o moldean el humor social y la sicología de una comunidad. La profusión y fortalecimiento de los medios comunitarios es uno de los desarrollos democráticos más importantes de finales del siglo XX, propiciado por la Constitución Política de 1991 y por toda una suerte de coincidencias económicas, tecnológicas y legislativas, que hicieron posible que pequeños grupos de ciudadanos, ligados por vínculos de vecindad o de cualquiera otra índole, fundaran sus propios medios de comunicación. GERMÁN YANCES PEÑA . PERIODISTA, EXDIRECTOR ARCHIVO DE BOGOTÁ

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42 Era urgente la fundación de medios comunitarios, toda vez que la actualidad informativa es de tal riqueza y son tantos los sucesos que a diario gritan por ser noticia, que el suministro de la información debe ser cada día más especializado, atendiendo nichos de mercado o en función de los temas, las zonas geográficas que cubren, los públicos o los formatos. Es un hecho que los temas de pequeñas comunidades no tienen cabida en medios de cubrimiento nacional o regional, y a veces ni siquiera locales, a menos de que se trate de sucesos espectaculares, que por lo general son los casos de sangre. El propósito al publicar estas noticias, lejos de mantener informado al público, es impactar y ganar audiencia. Así trabajan los medios comerciales. En esa lógica, puede darse la situación de que mientras los delitos se reducen proporcionalmente, la percepción de inseguridad crece debido a la forma exagerada en que los medios los muestran. Pero lo que hay que destacar por ahora es que el panorama de las comunicaciones es bastante distinto al de hace cuatro o cinco décadas. Y aunque los grandes grupos de poder siguen manteniendo sus medios de comunicación comerciales, y son esos medios los que captan las mayores audiencias y los mayores presupuestos publicitarios, la multiplicación de medios comunitarios y alterna-

Con cada fallecimiento de un medio comunitario se pierde algo de nuestra memoria como ciudad y como sociedad. tivos garantiza hoy una pluralidad de voces, y mueve a una mayor participación de los ciudadanos en la construcción de ciudad y sociedad. La vida y la historia, institucional y particular, de la ciudad tiene que ser contada hoy a muchas voces y desde todos los rincones, porque en eso radica el poder de la ciudadanía en una sociedad moderna, plural, democrática e incluyente.

Esta explosión de medios comunitarios trae consigo grandes retos para la ciudad: a) Obliga a pensar mecanismos que promuevan la responsabilidad de los ciudadanos en la producción, manejo y recepción de contenidos; b) Obliga a fortalecer mecanismos de control social que espanten cualquier tentación de regular desde los gobiernos la actividad de estos medios de comunicación; c) Obliga a la Administración a reconocer el valor que para la memoria de la ciudad tienen esas publicaciones y, en consecuencia, a diseñar una política que garantice la guarda, conservación y puesta en servicio de los medios comunitarios y alternativos. Hasta ahora la memoria bogotana que se encuentra debidamente guardada, catalogada, conservada y puesta en servicio en los archivos históricos de la ciudad es, en gran parte, la que han producido durante años las entidades públicas en desarrollo de sus funciones. Son documentos oficiales de toda clase: actos administrativos, registros, publicaciones gráficas y textuales, planos y piezas comunicacionales que documentan la vida institucional de la ciudad y que sirven para garantizar la transparencia de la administración pública. Hay otro gran corpus documental, éste de origen privado, que ha sido producido individualmente por los ciudadanos en desarrollo de sus actividades particulares, profesionales o personales, y que tiene valor en tanto que documenta y testimonia hechos y sucesos, hábitos y costumbres, la cultura y los personajes de la ciudad a lo largo de los años. Y hay un tercer corpus documental, que siendo privado cumple función pública, porque la información es un bien público. Me refiero a los medios de comunicación. El conocimiento que por fortuna hoy tenemos de nuestro pasado lo recibimos de publicaciones impresas que casi con heroísmo hicieron los abuelos de los abuelos de nuestros abuelos. No obstante, la lectura de esas publicaciones no deja de suscitar preguntas sobre la calidad de las versiones que nos presentan acerca de algunos hechos y personajes.


INFORME ESPECIAL Esas dudas se justifican porque la prensa se inició en Colombia en el siglo XVIII para cumplir el papel de vocera de líderes políticos, que a su vez eran sus propietarios, como Manuel del Socorro Rodríguez, Antonio Nariño, Francisco José de Caldas y Salvador Camacho Roldán, entre muchos otros; y porque, debido a las limitaciones técnicas, educativas y financieras, no abundaban otras versiones de unos mismos hechos, que nos permitan hoy contrastar esas informaciones. De tal manera que es muy posible que algunas versiones que tenemos de nuestra historia sean parciales o francamente sesgadas. El paisaje de los medios de comunicación se vio enriquecido de repente en 1929 con la llegada de la radio a Colombia, y posteriormente cuando, en 1954, entró en operación la televisión. Estos nuevos medios rápidamente fueron puestos al servicio de la causa política de unos partidos o de sus dirigentes. La diferencia con lo que sucede en la actualidad es que la prensa de hoy tiene un componente adicional, que es el negocio. A mediados de la década de 1950, los periódicos bogotanos El Espectador y El Tiempo fueron censurados a trancazos y clausurados por la dictadura. Y más recientemente, hasta mediados de la década de 1990, los gobiernos controlaban con sutileza por la vía del otorgamiento de títulos habilitantes, los noticieros de televisión. El Gobierno Nacional decidía quiénes podían hacer noticieros e informar al público por la televisión.

En la década de los ochenta, el diario El Espectador soportó el estrangulamiento económico que implicaba el retiro de la pauta publicitaria del mayor grupo económico del país por ese entonces, el Grupo Gran Colombiano, en retaliación por las denuncias que el periódico venía haciendo de manejo fraudulento de dineros de los ahorradores. El Espectador soportó la “tenaza”, pero salió debilitado en sus finanzas. Posteriormente, en esa misma década aciaga de los años ochenta, cuando fueron asesinados candidatos presidenciales, líderes políticos y periodistas, las denuncias de El Espectador sobre el ingreso de los carteles del narcotráfico a la política, causaron que su director, don Guillermo Cano, fuera asesinado y que las instalaciones del periódico fueran bombardeadas. Traigo a colación esos casos simplemente para ilustrar el papel y la responsabilidad que les cabe a los medios en defensa de la verdad y del bien común. Estos casos nos indican que el periodismo se ejerce en un universo infestado de intereses, en el que los ciudadanos y la opinión pública son apenas uno de esos intereses. Por fortuna, los atentados terroristas contra los medios de comunicación dejaron de ser algo frecuente, pero sigue latente la amenaza económica de los patrocinadores. Esa no desaparecerá mientras los medios vivan de la publicidad. PUBLICACIONES RECIBIDAS DE MEDIOS COMUNITARIOS

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44 Los medios tradicionales de comunicación han guardado mucha de la memoria que nos ha llegado hasta hoy, y junto con los nuevos medios guardarán la memoria de este presente para beneficio de futuras generaciones. Pero eso depende de la capacidad y la voluntad que tengamos hoy de salvaguardar esa memoria. La institucionalidad cultural, política y administrativa del país ha guardado como auténticos tesoros, en hemerotecas públicas y privadas, las colecciones de los principales diarios del país a través de los años. Y las mismas empresas periodísticas conservan sus propias colecciones como culto a su historia. Pero la producción y guarda de memoria ha cambiado notablemente en el último siglo. Las nuevas tecnologías, el abaratamiento en los costos operativos y de producción, y el apetito de las gentes por participar en la construcción y modificación de su propia realidad, han hecho posible que hoy las comunidades accedan de manera profusa a fundar y realizar directamente sus periódicos, revistas, estaciones de radio, productos audiovisuales, y todo eso en soportes impresos o digitales. Las emisoras de radio, por ejemplo, hace rato que se salieron del dial y ahora las escuchamos también online, en la Web; son, por lo general, emisoras altamente especializadas, cuya operación en el espectro no sería rentable, por razones de financiamiento comercial. Esta nueva realidad amplía las fronteras de las culturas de la ciudad, visibiliza la participación ciudadana y le da ciudadanía a minorías y grupos históricamente discriminados, le impone a la Administración Distrital la obligación de adoptar políticas y diseñar mecanismos de acopio de esos contenidos en los que las comunidades narran la ciudad de otra manera. Para los medios comunitarios la situación es distinta a la de los grandes medios comerciales. Dado que se trata por lo general de esfuerzos colectivos, en cabeza de empresas de economías frágiles y futuros inciertos, los medios comunitarios desaparecen con

Con una visión contemporánea y renovada de memoria, el Archivo de Bogotá ha anunciando su proyecto, nada fácil pero urgente, de constituir la Hemeroteca de Medios Comunitarios y Alternativos de la ciudad. la misma facilidad con que aparecen. Y con cada fallecimiento de un medio comunitario se pierde algo de nuestra memoria como ciudad y como sociedad. De tal manera que la Administración Distrital, en el caso de Bogotá, tiene la obligación de guardar para el futuro la memoria de la ciudad que está siendo narrada en polifonía desde las comunidades. En este contexto, hay que destacar la visión amplia, generosa y responsable con que el Archivo de Bogotá entiende su tarea, como protagonista que es de la función archivística en la ciudad y como depositario de su memoria y de buena parte de su historia. Con una visión contemporánea y renovada de memoria, el Archivo de Bogotá ha anunciando su proyecto, nada fácil pero urgente, de constituir la Hemeroteca de Medios Comunitarios y Alternativos de la ciudad, a donde puedan concurrir futuras generaciones de investigadores y ciudadanos a consultar publicaciones en todos los soportes: sonoros, impresos, audiovisuales, digitales, etc., para estudiar la ciudad. Al Archivo de Bogotá le corresponderá, supongo, definir los protocolos, procesos y procedimientos especiales de acopio, catalogación, conservación y puesta en servicio de las colecciones que entren a formar parte de la Hemeroteca de Medios Comunitarios y Alternativos, teniendo en cuenta la conservación requerida por los distintos soportes. Por lo pronto, el Archivo de Bogotá ha dado un gran primer paso al promover este Simposio Distrital de Memoria y Medios Comunitarios. Un segundo gran paso es socializar con las comunidades esta iniciativa y seducirlas para que formen parte activa de este hermoso proyecto de memoria de ciudad


INFORME ESPECIAL

o t n ie im c o n o c y a h “No ; n ió c a z li ia c o s sin r a z li ia c o s e u q se tiene a existir ” par Por: Germán Mejía Pavony - Historiador

El siguiente texto recoge apartes de la ponencia del director del Archivo Histórico Javeriano y exdirector del Archivo de Bogotá, durante su intervención en el Primer Simposio Distrital de Memoria y Medios de Comunicación Comunitarios y Alternativos.

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uisiera distinguir cuatro conceptos básicos en esta reflexión: el de huella, que yo creo que es el que nos lleva directamente al propósito de lo que se quiere hacer, el de historia, el de memoria y el de vecindad; cómo distinguir entre estos cuatro conceptos y cómo relacionarlos.

Comienzo con el de historia. El problema del concepto de historia es que significa dos cosas: eso que nosotros entendemos como lo que pasó; pero historia es también aquello que dicen algunas personas que sucedió. En otros idiomas hay palabras distintas para esos dos significados, pero en español no, y esa es una de las dificultades que tenemos. Eso nos lleva a decir que lo que los historiadores hacen -y lo que las personas que investigan historia hacenes contar lo que pasó, y eso es precisamente lo que la historia no hace y lo que los historiadores no hacemos. La función de los historiadores no es reconstruir el pasado; esa es una tarea de los dioses. Jamás un humano ha sido capaz de reconstruir lo que pasó, porque lo que pasó, pasó. Y uno no tiene todas las herramientas consigo para poderlo GERMÁN MEJÍA PAVONY . DIRECTOR DEL ARCHIVO HISTÓRICO JAVERIANO

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46 hacer. ¿Qué es lo que hace la historia? ¿Qué es lo que yo creo que hace un historiador? La respuesta es: explicar un evento que sucede, por supuesto, bajo dos coordenadas muy claras: la de tiempo y la de espacio, porque no hay nada humano que ocurra por fuera de esas dos coordenadas. No hay ningún suceso posible de ocurrir fuera del espacio y que nosotros no podamos incluir dentro de una noción de cambio, de permanencia, o sea, de tiempo. El primer acercamiento a la noción de historia es la de una explicación, una interpretación, de algo que sucedió. La memoria no es historia en ese sentido; la memoria no es una explicación de un evento. La memoria es un recuerdo y por tanto obedece a otras lógicas, a otras maneras de ser construido, a otras mecánicas y a otras dinámicas de reproducción. El conocimiento histórico sirve de fundamento para generar memoria. Pero la función de la memoria no es hacer historia. Yo puedo recordar cosas que, en su interpretación, no son válidas. Pongo de ejemplo un caso clásico: la fundación de Bogotá, el 6 de agosto de 1538. Eso no ocurrió. Sin embargo, todos tenemos esa fecha en la memoria. Nosotros podemos recordar lo que queramos y cómo queramos. Pero otra cosa es la explicación de qué significa fundar. La historia no explica bajo el principio de decir la verdad, y la memoria no tiene como preocupación fundamental recordar la verdad. La memoria recuerda eventos, experiencias, sucesos; la historia explica e interpreta eventos, sucesos. ¿Cómo se construye la explicación en la historia, y cómo se construye la memoria en una colectividad? Para poder construir una explicación, para dar forma a una interpretación -que en su naturaleza se quiere verosímil y válida- se requieren tres elementos básicos, entre muchas otras cosas. Se necesita, primero, una huella, la huella de un acto humano. Sin esa colección, sin esa hemeroteca que contenga, a través de un soporte, esas huellas, no puede trabajar un historiador. Porque el nexo entre la persona que interpreta y el evento que se piensa es la huella que ese evento dejó. Por eso se necesita el Archivo de

Bogotá: porque aquí están guardados -en diferentes soportes- las huellas de actos humanos, sea a través de las instituciones, a través de singularidades, a través de la vida barrial que contiene este archivo y que organiza para su consulta y preservación. Cualquier ciudadano, y entre ellos cualquier historiador, tiene acceso a estos eventos. Resulta entonces muy claro que entre el evento y el historiador hay una mediación, y esa mediación es la huella. Por ese camino, por lo tanto, no hay posibilidad de escribir, de hacer una interpretación de un evento humano, que no haya dejado huella. Sencillamente, no existe. No es posible hacerse preguntas sobre eso, y mucho menos responderlas. Sin archivo, no hay posibilidad de interpretación. Y entiendo por archivo aquella herramienta, aquella máquina que es el archivo: una máquina de memoria; y aquellos instrumentos -como una hemeroteca- que contienen los actos humanos que

¿Pero qué pasa si a esa memoria la alimentamos con la riqueza de la textura de aquello que sucede en los ambientes locales? ¿Qué pasa si nuestra memoria no solo se alimenta de aquello que nos llega por la gran prensa? ¿Qué pasa si nosotros tenemos acceso a otras memorias que han sido deliberadamente ocultadas y a las que no hemos tenido acceso? suceden en los vecindarios. Sin eso jamás seremos capaces de interpretar, de explicar cómo es la vida en estos niveles básicos de lo urbano, que llamamos el vecindario, el barrio, la parroquia, etc. Esa distinción es fundamental. El segundo elemento es una serie de procedimientos -que están estandarizados y que necesitan aprenderse- sobre cómo ponemos en relación estas huellas entre sí para que nos signifiquen algo. Eso es lo que le da un carácter de verosímil


INFORME ESPECIAL a la explicación y a la interpretación que hace un historiador, un sociólogo o un antropólogo. Esos procedimientos sobre las huellas dicen de la manera de trabajar en las Ciencias Sociales. Lo que es importante es la pretensión de verosimilitud. Si hay una pretensión de explicar algo, eso vale. Que eso sea una verdad radical o no es un debate que en las ciencias hace mucho rato abandonamos. Y un tercer elemento es la narración, la explicación narrada. Esa huella a la que nosotros tuvimos acceso -porque alguien se preocupó en coleccionarla y ordenarla para consulta- y ese saber contenido en los procedimientos -que requiere cierto entrenamiento- se traducen en un mecanismo final, que es el texto por el cual yo comunico a los demás los resultados de mi investigación. No hay conocimiento sin socialización. El conocimiento necesariamente se tiene que socializar para existir. El conocimiento que yo me guardo para mí mismo no es conocimiento; tiene que haber comunicación. Las reglas y estructuras de esa comunicación también existen, en términos de la historiografía, la novela, etc., y son diferentes alternativas de explicar y narrar algo que sucedió. PUBLICACIONES HISTÓRICAS DE LA URNA CENTENARIA

La memoria -y me refiero a la memoria social, a la memoria colectiva, no a la memoria individual que, por supuesto, se alimenta de la memoria colectiva- tiene otros niveles. La memoria social es una memoria aprendida y a su vez es dinámica y puede cambiar. Es una memoria que se alimenta de olvidos: de olvidos deliberados, olvidos impuestos y de olvidos naturales, o porque a nadie le interesa recordarlo. Los olvidos deliberados atentan contra la memoria de una comunidad. La memoria colectiva es construida por la comunidad a través de elementos muy claros, como es la educación. Todos tenemos un recuerdo de la Independencia porque nos lo enseñaron. Pero que yo sepa, ninguno de nosotros estuvo ahí. Nuestro conocimiento no es experimental. A todos nos enseñaron un relato, y ese relato lo tenemos en la memoria; unos más completo, otros menos completo; otros fantasiosos, no importa. Aquello que genera identidad dentro de un colectivo humano es compartir una memoria común y esa memoria puede estar basada en imposiciones interpretativas que nos llegan a través del sistema educativo. La memoria es maleable, es susceptible de ser formada y manipulada. ¿Pero qué pasa si a esa memoria la alimentamos con la riqueza de la textura de aquello que sucede en los ambientes locales? ¿Qué pasa si nuestra memoria no solo se alimenta de aquello que nos llega por la gran prensa? ¿Qué pasa si nosotros tenemos acceso a otras memorias que han sido deliberadamente ocultadas y a las que no hemos tenido acceso? No tenemos acceso a una herramienta, a una hemeroteca que contenga las huellas de estos actos en nuestro espacio local. Así que la posibilidad de que nosotros tengamos memoria

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48 de nuestra vida barrial es la posibilidad de tener un mecanismo que recoja las huellas de la vida barrial. Que eso esté mediado o no por la historia, depende, pero no es necesario. La huella, que es el tercer concepto, es sencillamente el rastro que deja un acto humano y que por quedar en algún tipo de soporte dura más que la misma vida que la produjo. Puede ser un periódico barrial que conserva como huella esa información, que al quedar contenida en un papel permite que llegue a nosotros, diez, veinte, treinta o cuatrocientos años después. Lo mismo una grabación, una película o una entrevista radial.

La vecindad es el conjunto de personas que por compartir en un mismo espacio unas condiciones de vida -posiblemente unas mismas condiciones de origen- genera unas expectativas, unas prácticas, unas experiencias, que son compartidas. La huella es entonces la condición, porque la huella es lo que contiene el acto humano. Por eso tenemos que conservar esos conjuntos de testimonios, de huellas, como es el propósito del Archivo de Bogotá al crear la primera Hemeroteca de Medios Comunitarios y Alternativos. Sin ella, no podemos tener ni historia ni memoria. La memoria se puede alimentar de otros elementos, la historia también. Pero de una u otra manera la calidad de la explicación histórica y la calidad en la profundidad de la memoria colectiva dependen del acceso que tengamos a esas huellas. Quiero referirme ahora al último concepto: el de vecindario. Estamos acostumbrados a los niveles macro, y eso no es bueno ni malo. Estamos acostumbrados a hablar de la historia de América Latina, la historia de Colombia, de la memoria nuestra como bogotanos, manejando siempre

estos niveles macro. Pero nuestra vida diaria se desarrolla en el nivel local, entendiendo por local el nivel de vecindad. Y la vecindad es el conjunto de personas que por compartir en un mismo espacio unas condiciones de vida -posiblemente unas mismas condiciones de origen- genera unas expectativas, unas prácticas, unas experiencias, que son compartidas por esa vecindad y que solo se dan allí. El Archivo de Bogotá guarda huellas de la vida distrital, pero ahora que se propone crear una hemeroteca de medios comunitarios, también guardará huellas de esos eventos que están más cerca de nuestra vida diaria, de nuestras luchas, de nuestros deseos, de nuestras frustraciones, de aquello que nos fue impuesto y aquello que logramos. Allí donde gran parte de nuestra vida se resuelve. Indudablemente, no podemos menos que celebrar que el Archivo de Bogotá se proponga, a través de esta hemeroteca, preservar las huellas de la vida en su nivel más básico. Realmente celebro este proyecto, porque permitirá darle más detalle a nuestra memoria colectiva

Sin archivo, no hay posibilidad de interpretación.


INFORME ESPECIAL

Hilando experiencias para la gestión del ual archivo del audiovis mbia comunitario en Colo Por: Álvaro Ruiz Velasco - Representante colectivo Fototrópica

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e considera al audiovisual comunitario como una herramienta para la intervención social y el desarrollo de discursos autónomos que conllevan a la democratización del uso de la imagen. Son procesos que interpelan el monopolio de los medios de comunicación, logrando influir en el proceso de creación, producción y recepción de los medios audiovisuales en ámbitos locales y regionales, ya que posibilitan la participación de los sujetos en la vida comunitaria a través del uso de los medios audiovisuales como una forma de estimular las dinámicas de las reivindicaciones sociales. El desarrollo de grupos e iniciativas interesados en la descentralización de la producción audiovisual aparece desde antes de los años ochenta en Colombia. Fueron muchos los grupos que desde la aparición del video lo consideraron una herramienta para la intervención social. Buscando acciones contra el monopolio televisivo, potenciaron los discursos autónomos y conjugaron sus acciones hacia un elemento central: la democratización del uso de la imagen, en este caso, el video. Interpelando al monopolio de los medios de comunicación, lograron influir en el proceso de creación, producción y recepción de los medios audiovisuales, superando la frontera entre “productor” y “consumidor” (elemento activo y elemento pasivo) y apostaron por la participación de los sujetos en la vida comunitaria a través del uso de los medios audiovisuales. Entrados los años noventa, algunas comunidades, ya antes de comenzar a hacer videos, tenían cierta familiaridad con la producción de cine, principalmente por haber participado en películas etnográficas, documentales marginales o de carácter político. Pero sus primeras experiencias como realizadores se dieron cuando Organizaciones No Gubernamentales (ONG) activas en algunas regiones empezaron a incorporar el video en su trabajo con las comunidades, y principalmente por el impulso dado por algunos cineastas. EXPERIENCIAS DEL AUDIOVISUAL COMUNITARIO

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50 En los últimos años asistimos a un creciente interés por resaltar y exponer ante la sociedad colombiana los valores surgidos de las experiencias audiovisuales comunitarias: prueba de ello son el Festival Ojo al Sancocho, en Bogotá, y el Festival Nacional de Cine y Video Comunitario, en Cali, donde se constata el volumen y la calidad de los materiales producidos en comunidades urbanas y rurales de todas las regiones de Colombia, comunidades en las cuales las prácticas del audiovisual son procesos afianzados y en expansión generacional, algunos con modelos de producción autogestionados y otros con concepciones y usos del audiovisual diseñados a partir de sus propias cosmovisiones y prácticas locales. Estos dos festivales se constituyen en espacios que permiten construir colectivamente la identidad del audiovisual comunitario en Colombia y son una plataforma que, facilitando el intercambio de formas de producción y exhibiendo en competencia las experiencias videográficas comunitarias, propone

la soberanía alimentaria, la equidad de género, el rescate de testimonios con la intención de incidir en la recuperación y el fortalecimiento de la identidad cultural, se ha desarrollado durante más de veinte años en diferentes regiones de Colombia; sobre todo en zonas rurales donde grupos, colectivos, asociaciones, instituciones, organizaciones populares, productoras de radio y TV comunitaria y realizadores independientes han hecho uso de las herramientas audiovisuales para lograr diálogos y reflexiones al interior de la comunidad, sobre sus propias problemáticas y necesidades, generando así documentos que transmiten entre otras cosas las tradiciones, los mitos y leyendas propias, colaborando en la vigencia y la sobrevivencia en la memoria de las diversas prácticas culturales. Conscientes de que los medios de comunicación en nuestro país han excluido las imágenes y sonidos comunitarios, y que hoy en día en los medios todo es espectáculo y solo cuenta el número de espectadores

EXPERIENCIAS DEL AUDIOVISUAL COMUNITARIO

mecanismos que acercan a los productores rurales con los urbanos, a los circuitos de exhibición con las producciones comunitarias, al público urbano con las realidades rurales y viceversa. El audiovisual comunitario, concebido como la posibilidad de utilizar técnicas de producción audiovisual para educar, informar, incentivar la participación social, promover los derechos humanos, el cuidado de la madre Tierra, el desarrollo regional a partir de la autonomía, el comercio justo,

y la ganancia que reportan, no la calidad o la utilidad de los contenidos. Nos damos a la tarea de pensar que la fortaleza del video comunitario está en la suma de iniciativas de producción, de difusión y de debate que generan al interior de las comunidades, lo que lo constituye en un proceso de migración masiva del testimonio y la memoria a manos de los actores colectivos. Estas producciones, que también suelen ser catalogadas, dependiendo del momento histórico,


INFORME ESPECIAL como alternativas, independientes o populares, contribuyen a fortalecer audiencias críticas y participativas y no pretenden ampliar su audiencia indiscriminadamente. Esto no quiere decir que los medios comunitarios carezcan de influencia; la suma de emisoras de radio y televisión comunitaria en Colombia puede alcanzar un universo humano tan o más amplio –pero sobre todo más representativoque el de los medios comerciales, ya que una buena parte de la historia no-oficial de las comunidades ha sido documentada en video, aunque haya sido negada por la televisión comercial u oficial. Los medios comunitarios enriquecen la vida democrática porque son un foro donde la población puede expresarse con libertad. Frente a la desaparición del espacio público audiovisual, copado por los grandes intereses económicos, los medios comunitarios abren espacios de presencia ciudadana a nivel local o regional. Son medios específicos y, en esa medida, únicos, porque ofrecen a cada público una programación hecha a medida; de ese modo reflejan la diversidad del país. Al mismo tiempo, el audiovisual se ha consolidado como mecanismo de visibilización, al exterior de las comunidades, de sus propios procesos y dinámicas sociales, aportando en la construcción social al sostener y afianzar procesos educativos, comunicacionales, patrimoniales y de denuncia pública, que en su gran mayoría proponen su funcionalidad y sus alcances al ámbito local y/o regional, convirtiéndose en contrapesos a la monopolización de los medios de comunicación para mantener así el equilibrio en el acceso a la información. Estas dinámicas nos animaron en la investigación para la ubicación de las matrices de video comunitario en Colombia y así dar el primer paso para la gestión de un Archivo Nacional de Audiovisual Comunitario, a través del cual puedan interactuar, además de los grupos de producción audiovisual comunitaria, otros sectores como grupos de investigación social, académicos, instituciones públicas y privadas y organismos

de cooperación internacional interesados en la producción audiovisual comunitaria en Colombia. Consideramos la gestión integral como un proceso de apropiación de la cultura archivística audiovisual por parte de los colectivos y organizaciones de producción audiovisual comunitaria, con dinámicas en las que se configuren participaciones activas de las organizaciones y de los colectivos, una actividad que dé cuenta de las necesidades locales y propenda por ser un modelo de sostenibilidad y acompañamiento a las gestiones propias de cada organización. De igual manera, esta integralidad considera la incubación de una plataforma para el intercambio de experiencias, puntos de vista y el diálogo estético por medio de una red basada en las organizaciones participantes en esta investigación. Es imprescindible que se organicen, cataloguen y pongan a disposición del público local las producciones tanto propias como de otras organizaciones, así como los materiales de apoyo visual o registro documental de los procesos de formación y capacitación que realizan colectivos en cada una de sus regiones. Apuntando a la generación de la cultura archivística en cada una de ellas como una forma de valoración y salvaguarda de las matrices de la producción audiovisual, comprometiéndose a incluir dentro de sus organigramas y planeaciones los recursos tanto humanos como técnicos para la puesta en marcha de los archivos de cada organización.

FOTOGRAFÍAS COLECTIVO FOTOTRÓPICA

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52 En este sentido se propone que las organizaciones que participaron en esta investigación reciban el debido acompañamiento técnico y administrativo por medio de capacitaciones que brinden conocimientos en archivística y al tiempo posibiliten las acciones iniciales para la creación de archivos audiovisuales propios de ellas. Esto se complementará al desarrollar la propuesta de que las organizaciones participantes en esta investigación conformen y establezcan una red de archivos audiovisuales comunitarios. Un primer paso a partir de la cual los colectivos se consoliden como socios fundadores de la Asociación Nacional de Archivos del Audiovisual Comunitario. Para acompañar este primer paso se hace imperativo aportar una asesoría profesional para la debida estructuración administrativa y legal. Este acompañamiento deberá incluir la redacción de todos los documentos y procedimientos concernientes al funcionamiento de un archivo audiovisual, incluyendo un reglamento interno y de uso de las colecciones de cada uno de estos socios fundadores, así como todos las demás elementos jurídicos y técnicos propios de una asociación de archivos. Esta propuesta reconoce a los festivales y muestras audiovisuales como los receptores cuasi naturales de la gran mayoría de la producción audiovisual comunitaria en Colombia. En este entendido, se propone la generación de un modelo de interacción entre los productores y exhibidores del audiovisual comunitario, el cual se cimienta básicamente en que los festivales y muestras audiovisuales incluyan en sus fichas o formatos de inscripción una cláusula en la cual se dé a los productores comunitarios la posibilidad de aceptar o no que sus producciones sean parte constitutiva del ANACO, por medio de un enlace directo con los festivales y muestras. Esta proposición a unirse y entablar relaciones de vinculación con los festivales se convierte en un aliciente a la promoción y apoyo a los espacios y procesos de exhibición alternativos, redundando en la consolidación de mecanismos de recepción y canales directos de recolección de

Las comunidades se encontraron con que el video es un instrumento para representar su propia imagen y así contrarrestar las imágenes ausentes y distorsionadas que fomentaban los medios masivos. producción audiovisual comunitaria. Por esto, estimamos necesario, dentro del plan de gestión, realizar acciones tendientes al afianzamiento de la vinculación entre el ANACO y la Asociación Nacional de Festivales y Muestras de cine y video, ANAFE. De otra parte se hace imprescindible la capacitación en técnicas de archivística y normas de derechos de autor para los colectivos y organizaciones entrevistadas, así como las soluciones técnicas para problemas de masterización y copias. Si bien es cierto que las producciones comunitarias no alcanzan estándares altos de calidad técnica, por lo cual su comercialización es casi nula, nos proponen una revisión de las relaciones entre este campo, cuasi marginalizado, con el modelo de producción de la industria audiovisual en Colombia y las políticas públicas para el sector audiovisual. En este sentido, se anotan los esfuerzos realizados por el Ministerio de Cultura desde la Dirección de Cinematografía y la Dirección de Comunicaciones para el fortalecimiento de la producción de contenidos audiovisuales, y el apoyo a dinámicas y procesos regionales o locales con incidencia en grupos étnicos y poblaciones desfavorecidas. Consideramos de vital importancia mantener estas políticas públicas, pero también creemos que estos incentivos a la producción audiovisual comunitaria deben ir acompañados de una serie de acciones que garanticen o viabilicen circuitos de distribución, tanto alternativos como oficiales, donde los contenidos y producciones comunitarias tengan espacio para su exhibición, comercial o no. Dentro de estos circuitos se estima la necesidad de acceder a los canales de televisión regional y nacional


INFORME ESPECIAL

“Los medios comunitarios son poderosos referentes de construcción democrática”

Palabras del Dr. Jorge Rojas, Secretario Privado de la Alcaldía Mayor de Bogotá, durante el acto de instalación del Primer Simposio Distrital de Memoria y Medios Comunitarios y Alternativos. En nombre del gobierno distrital anunció el fortalecimiento de la Mesa Distrital de Medios Comunitarios y la participación legislativa en la definición del espectro electromagnético.

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reo que hay unos retos y unos desafíos muy precisos que debemos responder, tal y como lo ha indicado el Alcalde Mayor de Bogotá; sin retórica, con políticas públicas, con presupuestos, con voluntad política y con resultados. Bogotá Humana está comprometida con los medios comunitarios y este ejercicio de política pública se resume en tres ejes, en tres esfuerzos principales: la superación de la segregación social, la adaptación y mitigación del cambio climático y la transparencia y la defensa de lo público, que no pueden realizarse en un escenario en el que no se manifieste la expresión de la democracia. En otras palabras, no se pueden realizar en un escenario en el que no tengan posibilidad de expresarse todas las ciudadanías.

Cambiar esa visión de ciudad, transformar una ciudad como Bogotá, es un esfuerzo descomunal, porque estamos acostumbrados a la inercia, a que los cambios de gobierno no significan cambios de política pública. Pero este gobierno ha asumido ese desafío y ese reto. Y sabemos que nos enfrentamos a grandes peligros. Como lo hicimos cuando hablamos de revisar las tarifas del Transmilenio y los contratos de la operación del transporte público en Bogotá y nos dijeron que íbamos a acabar con la empresa. Pues bien, rebajamos las tarifas, fortalecimos la empresa, ampliamos el modelo público del transporte en Bogotá y ahora nos aprestamos a subsidiar a los sectores más excluidos de la sociedad bogotana para que participen superando la segregación en ese modelo de transporte público. FOTOS: ALCALDÍA MAYOR DE BOGOTÁ - IGNACIO PRIETO

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54 Siguiendo los parámetros de Naciones Unidas, tomamos la decisión de que el agua es un derecho público, reconocido por una administración, y estamos trabajando sobre un mínimo vital de agua para estratos uno y dos, y nos dijeron que se iba a acabar la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá porque dizque era una medida populista. Pues bien, la medida se adoptó y los resultados están a la vista y ya vamos a entrar con el área metropolitana de Soacha, en una visión de reconocer el derecho mínimo vital de agua como una defensa de lo público y un reconocimiento de derechos de los sectores tradicionalmente excluidos de la ciudad. Y lo mismo está pasando en el tema de las basuras. Decidimos suspender unos contratos leoninos, crear un mecanismo interadministrativo para que sea una empresa pública la que asuma estos temas, cambiando ese modelo semifeudal, premoderno, de recoger basuras aquí y depositarlas en un relleno sanitario y cobrar 326.000 millones de pesos anuales, para gran ganancia de cuatro operadores privados. Tenemos, en todo caso, un compromiso de coherencia entre el programa de gobierno, el Plan de Desarrollo y la ejecución de las políticas públicas. Y corremos riesgos porque los intereses privados son poderosos y se mueven en la dirección de golpear y de obstaculizar, de tergiversar la información. Ustedes escuchan entonces en la gran prensa cosas como que el Alcalde improvisa, que hay improvisación, que hay autoritarismo, que hay chavismo en la Alcaldía de Bogotá, y todo ello va creando un escenario de tergiversación que favorece los intereses de poderosos grupos privados, económicos y políticos. Entonces, ¿cuál es la alternativa sobre la cual podemos construir ese modelo de democracia con participación de ciudadanías? Sin duda, los medios comunitarios son unos poderosos referentes de construcción democrática que

tenemos la obligación de respaldar, de apoyar y de contribuir a fortalecer en función de lo público, de la democracia, y del empoderamiento de las comunidades. Y hacia allá nos dirigimos. En primer lugar, destinando algo así como 16 millones de dólares para todo este esfuerzo que lidera nuestro consejero de las TIC, el doctor Mauricio Trujillo. Se tiene, por supuesto, los tres referentes principales: el primero de ellos, el conocimiento, el segundo, los medios comunitarios, y el tercero, las tecnologías y la adopción del software libre en la ciudad de Bogotá. Esos 16 millones de dólares tienen que contribuir, sobre todo en el tema específico de los medios comunitarios, a un fortalecimiento de estas redes. Nosotros no hablamos de una ciudadanía. Nosotros reconocemos ciudadanías, en plural, porque es la manera de entender que construimos


INFORME ESPECIAL desde el respeto a la diferencia, el reconocimiento de la diversidad, y la construcción democrática de ciudadanías como forma de participación política. Y eso no se va a lograr si no tenemos canales de comunicación. Por eso, el conocimiento, los medios comunitarios y las tecnologías tienen que generar las sinergias que permitan fortalecer y construir. Y no es fácil. Bogotá no es la Nación, aunque Bogotá determina buena parte de las políticas nacionales. Si ganamos la batalla de las basuras por el reciclaje y lo público, el país va a cambiar en el tema de basuras y reciclaje. Si ganamos el espacio que nos corresponde como medios comunitarios, tal vez vamos a obligar a la Nación a cambiar su mentalidad frente a los medios. Yo me atrevo a sugerir que tenemos que empezar a reafirmarnos como medios comunitarios más que como medios alternativos. Creo que lo que se ha logrado, con todo y las dificultades, desde las radios y televisiones comunitarias es advertir que hay un poder en construcción, y ese poder en construcción compite con operadores privados de los medios de comunicación. Lo que se está logrando en países andinos, especialmente en Ecuador, es bastante interesante sobre cómo se construyen redes y cómo se expresa la comunidad a través de esas redes, al punto de que el gobierno nacional del Ecuador puede darse el lujo de no conceder entrevistas a los medios privados de comunicación. No sé si sea una buena medida pero muestra que hay un poder de los medios comunitarios que pueden competir con otras formas de comunicación. Por eso vamos a fortalecer esta Mesa Distrital de Comunicación Comunitaria, de medios comunitarios en Bogotá. Yo sé que nos han venido insistiendo, pero los tiempos no dan; estamos transformando una ciudad que venía de la corrupción y el caos y todavía estamos desarrollando estas propuestas de políticas públicas; pero tengan la seguridad de que si este encuentro debe servir para algo concreto, es para tres objetivos: el primero, fortalecer y reconocer los

Tenemos la obligación de respaldar, de apoyar y de contribuir a fortalecer a los medios comunitarios en función de lo público, de la democracia, y del empoderamiento de las comunidades. medios comunitarios en Bogotá como un referente de construcción democrática y de expresión de ciudadanías; fortalecer la Mesa Distrital de Medios Comunitarios como un escenario de concertación de políticas públicas que nos permita resolver este problema de la pauta publicitaria. Sí lo estamos pensando. Aquí había una tercerización de la pauta y cada secretaría podría pautar con las grandes cadenas y con los grandes medios. Hemos decidido centralizar todo en una empresa pública que es la ETB y democratizar esa pauta publicitaria con la presencia y la participación de los medios comunitarios. Y una tercera fórmula, un tercer referente de nuestra política pública debe ser la capacidad que tengamos de incidir en una legislación nacional, que pasa por este espectro electromagnético de Bogotá pero que tiene que incidir en las decisiones que se adopten en el Congreso. No podemos seguir dejando que las decisiones sean únicamente del Ejecutivo nacional. El Congreso debe interesarse por estos temas, y allí creo que el Parlamento Andino tiene una responsabilidad para permear esta instancia legislativa del Estado colombiano que nos permita revisar una construcción más democrática de esta expresión de los medios. Así es que venimos a reafirmar un compromiso, a saldar unas deudas, y a insistir en una esperanza alrededor de lo público, alrededor de la democracia, y alrededor de las ciudadanías

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De la CulturaCasa de La Ca al Teat la ndelar ro ia Por: Carmen Alicia Florián Navas - Historiadora e investigadora

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l 4 de marzo de 1966, Santiago García, Carlos José Reyes, Eduardo Gómez y Fernando Laverde, reunidos en la Biblioteca Luis Ángel Arango, explicaron a la prensa las motivaciones para la creación de la Casa de la Cultura de Bogotá. Entre otras razones, señalaban el creciente interés del público en las actividades culturales y la falta de “locales apropiados donde los artistas [pudieran] llevar las diversas manifestaciones hacia las gentes: donde sus esfuerzos y aspiraciones se [cristalizaran] en hechos reales y donde sus obras [pudieran] ser conocidas, admiradas y criticadas”. Dicha reunión fue el acto de nacimiento del Teatro La Candelaria, institución que a lo largo de 46 años ha estado empeñada en la construcción de un proceso creativo propio, que parte de la investigación para expresar el punto de vista de sujetos invisibilizados por la historia oficial.

Una casa para la cultura La Casa de la Cultura funcionó inicialmente en el edificio ubicado en la carrera 13 nº 20-54, sede inaugurada el 15 de junio de 1966 con una muestra de dibujos de Pedro Alcántara Herrán. La programación semanal incluía: conferencias los lunes y martes, conciertos los miércoles, cine los jueves y viernes, y teatro los sábados y domingos.

Hubo también exposiciones de pintura, fotografía y seminarios de apreciación artística. Cada actividad estaba a cargo de un comité especial: el de teatro fue dirigido por Carlos José Reyes, el de cine por Roberto Álvarez, el de música por Mario Posada y Frank Preuss, el de artes plásticas por Nirma Zárate y el de conferencias por Miguel Sánchez. Hicieron parte de la administración de la Casa: Santiago García (presidente), Jaime Guillén (vicepresidente); María Arango (revisora fiscal); Fernando Contreras (secretario general); María del Rosario Ortiz (tesorera); Rafael Murillo (secretario de propaganda); Álvaro Leal Gamboa (secretario de relaciones públicas); Carlos José Reyes, Fernando Laverde, Mario Posada, Nirma Zárate y Miguel Sánchez (vocales); Celmira Yepes, Roberto Álvarez, Frank Preuss, Jacques Mosser y Eduardo Gómez (vocales suplentes). Según Santiago García, la Casa sería “un albergue para todas las corrientes modernas del pensamiento”, puesto que se trataba de propiciar la comunicación entre los artistas y de estos con el público. Los costos de sostenimiento fueron cubiertos con cuotas aportadas por los Amigos de la Casa de la Cultura, con el dinero recaudado por el ingreso a algunas de las funciones, y principalmente con las donaciones de empresarios, intelectuales o políticos


INVESTIGACIÓN SOCIAL a los que se aclaraba, antes de ser aceptados como benefactores, que no se aceptaría ninguna condición ni influencia ideológica. Desde el comienzo, Santiago García descartó la “oficialización” de la Casa y señaló que posteriormente se pediría al gobierno un auxilio económico, que no implicara ceder en su propósito de convertirse en un centro de libre expresión. La primera obra que se llevó a escena en la Casa de la Cultura, fue Soldados, basada en la adaptación de un capítulo de la novela La Casa Grande, de Álvaro Cepeda Samudio, dirigida por Carlos José Reyes y estrenada el 30 de junio de 1966, con comentarios muy favorables de la prensa. Durante la inauguración, Carlos José Reyes anunció que la actividad teatral en la Casa de la Cultura no estaría dedicada solamente al pequeño grupo que asistía a las actividades culturales en Bogotá, sino que estaría dirigida a todos los públicos, especialmente a estudiantes, obreros, empleados y miembros de los sindicatos a quienes se ofrecía un precio cómodo de “tres pesos” en los pre-estrenos. En septiembre de 1966, la Casa de la Cultura organizó el Primer Festival de Teatro de Cámara, financiado con los recursos obtenidos en un desfile de modas ideado por Patricia Ariza y Peggy Kielland, en el que mostraban diseños extravagantes, realizados por reconocidos artistas colombianos. En la tarea de promover la comunicación con otros grupos del país, Santiago García viajó a Cali y permaneció allí dos meses montando la obra La trampa, con el grupo Teatro Escuela de Cali (TEC); y por su parte, Enrique Buenaventura estuvo en Bogotá dictando una serie de conferencias sobre teatro, tendientes a la organización de la escuela de arte escénico de la Casa de la Cultura, con la que montó Macbeth de Shakespeare en versión libre. arriba-abajo: Grupo de teatro en su sede. [fotografía]. Bogotá: Centro de Documentación del Teatro La Candelaria / Inés Prieto, Nohora Ayala, Alfonso Ortíz, Gabriel García Márquez, Beatriz Camargo, Hernando Forero. [fotografía]. Bogotá: Centro de Documentación del Teatro La Candelaria / Escena de “Guadalupe años sin cuenta”, creación colectiva estrenada en 1975 [fotografía]. Bogotá: Centro de Documentación del Teatro La Candelaria.

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Escena de “Guadalupe años sin cuenta”. [fotografía]. Bogotá: Centro de Documentación del Teatro La Candelaria.

Una nueva sede En el segundo año de actividades, los miembros de la Casa de la Cultura adeudaban seis meses de arrendamiento a Julio Mario Santodomingo, dueño del predio en donde funcionaba la sede. Gracias a la mediación de Marta Traba, el empresario eximió al grupo del pago de la obligación con la condición de que desocuparan el local. Santiago García relata que buscando un lugar para trasladarse encontró en el sector de La Candelaria una casa barata, y para comprarla, acudió a la oficina de Álvaro Gómez Hurtado, político conservador que asistía con frecuencia a la Casa de la Cultura. Gómez Hurtado contactó al concejal Gabriel Melo Guevara, quien en agosto de 1968 presentó ante el Concejo de Bogotá un proyecto que fue aprobado como Acuerdo 44 de 1968, mediante el cual se le concedió a la Fundación Casa de la Cultura un

auxilio de $300.000. Por su parte, la Casa quedó obligada a hacer 12 representaciones gratuitas cada año, hasta el 31 de diciembre de 1977. Con el aporte del Concejo el grupo adquirió la casa lote ubicada en la calle 12 nº 2-59 y construyó la sala de teatro sobre un diseño elaborado por Santiago García. La nueva sala abrió en abril de 1969 con el estreno de la obra de Bertolt Brecht La Buena alma de Se-Chuan, dirigida por Santiago García.

En julio de 1972, la Casa de la Cultura adoptó el nombre del sector de la ciudad en el que está ubicada su sede y desde esa fecha se conoce como Teatro La Candelaria. Además de dramaturgos y actores de teatro, la Casa de la Cultura convocó artistas plásticos,


INVESTIGACIÓN SOCIAL músicos, diseñadores, escritores e intelectuales, en una programación continua y variada que incluía exposiciones, conciertos y recitales con el fin de dar a conocer el trabajo de los artistas pero también buscando acoger a nuevos públicos. Con esta intención organizó en I Festival Internacional de la Canción Protesta, que tuvo lugar en septiembre de 1970. En este Festival, que no tenía jurados ni premios, participaron cantantes de Colombia, Uruguay y Venezuela.

Un nuevo nombre Ante la proliferación en el país de “casas de la cultura oficiales”; el grupo de Bogotá consideró necesario cambiar de nombre, ratificando su carácter de organización independiente y crítica de la “cultura oficial”. En julio de 1972, la Casa de la Cultura adoptó el nombre del sector de la ciudad en el que está ubicada su sede y desde esa fecha se conoce como Teatro La Candelaria. Con el nuevo nombre, el grupo inició una etapa caracterizada por el proceso de creación colectiva en el montaje de sus obras entre 1972 y 1981. A diferencia del período anterior, en el que Santiago García, Carlos José Reyes, Juan Sebastián y Miguel Torres alternaban en la dirección de las obras representadas, en la nueva etapa un grupo de actores basaban su trabajo en la improvisación y la investigación como herramientas fundamentales de creación. La primera obra de creación colectiva Nosotros los comunes, basada en el movimiento comunero, fue estrenada el 16 de marzo de 1972, después de diez meses de trabajo. En esta pieza, considerada una de las más importantes realizadas en el país, La Candelaria mostró que el pueblo organizado se constituyó en una fuerza de oposición. Para el mes de julio de 1972, el grupo había representado la obra 90 veces y habían asistido a verla 40 mil espectadores. Ante la exitosa acogida nacional, el grupo realizó una gira de dos meses (agosto y septiembre de 1972) por Chile, Ecuador y Perú. Auspiciada por la Corporación Colombiana de

arriba-abajo: Teatro La Candelaria, EscenaS de la obra “Diálogo del rebusque”. Creación y dirección Santiago García [fotografía]. Bogotá: Centro de Documentación del Teatro La Candelaria.

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60 Teatro, el Instituto Nacional de Cultura del Perú y la Universidad Central de Quito, la gira contó con el apoyo del cantante Víctor Jara y del grupo IntiIllimani. La crítica y los comentarios generales del público calificaron el trabajo del grupo colombiano como uno de los más importantes de Latinoamérica. El siguiente montaje de La Candelaria fue La Ciudad Dorada, creación colectiva basada en la historia de la familia Pérez, que salió del campo buscando mejores condiciones de vida en la ciudad de Bogotá. En este proyecto, el grupo contó con la colaboración de la Central Nacional Provivienda e hizo un intenso trabajo de campo.

Una obra histórica El tema de Guadalupe años sin cuenta surgió a raíz de las presentaciones que el grupo de teatro realizó por diferentes pueblos del departamento del Meta, y por el interés que suscitaba la vida de Guadalupe Salcedo, guerrillero que lideró las luchas agrarias en los Llanos Orientales. Seis meses duró el trabajo de campo y la sistematización de la información para la obra. El escritor Arturo Alape colaboró en la elaboración del texto escrito, y los actores Hernando Forero y Fernando Peñuela aprendieron sobre interpretación de música llanera con instrumentos autóctonos. La obra fue estrenada el miércoles 16 de julio de 1975. Un año después, la prensa reportó el triunfo de La Candelaria en la inauguración del Primer Festival de Teatro Popular Latinoamericano, realizada en Nueva York el 5 de agosto de 1976, con la obra Guadalupe años sin cuenta. En 1978, el grupo ofreció 240 presentaciones para 70 mil espectadores, fue el invitado especial al Festival Mundial de Teatro de las Naciones, en Caracas, y el único grupo extranjero invitado al Festival de Teatro Nuevo de Cuba. La Ciudad Dorada y Guadalupe años sin cuenta fueron representadas en Estado Unidos, Angola, Portugal y Cuba.

Actores y autores En enero de 1981 Santiago García se retiró de la dirección de la Escuela Nacional de Arte Dramático, considerando que tras cinco años había cumplido su labor y porque tenía el propósito de dedicarle más tiempo a La Candelaria. Comenzó entonces a escribir su primera obra, titulada Diálogo del rebusque, basada en El Buscón de Francisco de Quevedo. El montaje de la obra fue dirigido por el mismo autor y mereció elogiosos comentarios de críticos como Eduardo Gómez, quien destacó “la riqueza del vestuario, la gracia en la actuación y la belleza de las canciones que, en conjunto significaron una tendencia a superar el teatro político”. arriba-abajo: aficheS promocionalES Obra “Guadalupe años sin cuenta” y “Festival de Canción Protesta”. Bogotá: Centro de Documentación del Teatro La Candelaria. programa de mano Obra “Corre, corre, Carigüeta”. Bogotá: Centro de Documentación del Teatro La Candelaria.


INVESTIGACIÓN SOCIAL La Tras-escena, estrenada en mayo de 1984, fue la primera obra escrita y dirigida por Fernando Peñuela. En ella, el actor-autor retomó aspectos autobiográficos del Teatro La Candelaria y de su situación en el campo cultural colombiano para escribir el guión, en el que entreteje las circunstancias políticas de los personajes con sus inquietudes artísticas. Dos años más tarde, en septiembre de 1986, La Candelaria celebró sus primeros veinte años de vida con el estreno de la obra El viento y la ceniza, escrita y dirigida por Patricia Ariza. La obra escenifica otra historia de los conquistadores españoles en el nuevo mundo, para mostrar el caos de los valores culturales españoles, de los que los habitantes de América heredaron la religión, el idioma y la violencia. Transcurridos ocho años, en los que algunos actores de La Candelaria asumieron la elaboración de textos para sus montajes, en mayo de 1988 el grupo volvió a presentar una obra de creación colectiva; se trataba de El paso, bajo la dirección de Santiago García. Por invitación del Partido Verde Alemán, representaron esta obra en Berlín, Colonia, Bonn y Darmstadt, y continuaron con una gira por Bruselas y Ámsterdam; con ella también participaron en el Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz celebrado en octubre de 1988 y en los festivales internacionales de Nueva York y Ciudad de México en 1989.

Teatro La Candelaria, Obra La Metamorfosis [afiche promocional]. Bogotá: Centro de Documentación del Teatro La Candelaria.

civiles, miembros de la XIII Brigada del Ejército, inspeccionaron las sedes culturales. De la Sala Seki Sano fueron sacadas revistas y algunos casetes, así como un casco militar empleado en las representaciones del grupo La Candelaria. En los años noventa, algunos actores fueron amenazados y tuvieron que salir del país, pero el grupo continuó en constante creación y comprometido con los procesos sociales contemporáneos, reafirmando lo que Santiago García señaló como característico del trabajo de la Candelaria: “la búsqueda de una forma expresiva de identidad”

El teatro en el conflicto La “guerra sucia”, política de exterminio desatada por narcotraficantes y paramilitares tras el frustrado proceso de paz del gobierno de Belisario Betancurt, fue el contexto en el que el país finalizó el siglo XX. Como sucedió con muchas organizaciones sociales durante la década de los ochenta, el Teatro La Candelaria y la Corporación Colombiana de Teatro, fueron allanadas por el Ejército en una operación que buscaba desarticular redes de apoyo a la guerrilla. El lunes 9 de enero de 1989, entre las siete y las nueve de la noche varios soldados y

Concejo del Distrito Especial de Bogotá (1969). Acuerdo 44 de 5 de septiembre de 1968 “por el cual se estimula una obra cultural”. Acuerdos 1968. Números 1 a 53. Bogotá: Imprenta Distrital. DUQUE MESA, Fernando y Jorge Prada Prada (2004). Santiago García: el teatro como coraje. Bogotá: Ministerio de Cultura. NIETO, Adelaida (1982). Esbozo de una historia que continúa: Grupo de Teatro La Candelaria. Monografía de grado. Escuela Nacional de Arte Dramático, Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, D.E. Teatro La Candelaria (1997). Teatro La Candelaria 1966 -1996. Bogotá: Panamericana.

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s o t c e s n i Los ibli贸filos b


INVESTIGACIón APLICADA

La población y variedad que pueden estar habitando un lugar utilizado como archivo o biblioteca llegan a ser tan significativas que muchas veces es necesario implementar más de un sistema antiplaga para lograr erradicarlas, de lo contrario, su devastación puede llevar a la pérdida total de los documentos. Ana María Low Calle - Bióloga M.Sc. Myriam Loaiza - Conservadora y restauradora

E

n los archivos y bibliotecas, a pesar de la gran influencia tecnológica, abunda el papel que por sus características físicas resulta un material atrayente para muchos tipos de plagas. Los insectos, en particular, hacen parte de esos seres vivos que se alimentan de los componentes de los libros y expedientes. Cueros, telas, pergaminos, pigmentos, barnices, folios, cartones, madera, adhesivos, hilos y, por supuesto, el papel, contienen celulosa, materia única que, al ser procesada por microorganismos presentes en el sistema digestivo de los animales, se convierte en fuente de energía. Desde hongos y bacterias hasta invertebrados superiores, como mariposas y moscas, se alimentan principalmente de celulosa. Los últimos utilizan esta materia prima para desarrollar en óptimas condiciones su estado larvario, obteniendo una buena cantidad de energía que después, como adultos, derrocharán en grandes caminatas, vuelos y procreación. Pero su desarrollo no está limitado al consumo de la celulosa. Los lugares donde habitan también deben cumplir con ciertas características que permiten su crecimiento rápido y saludable.

Un lugar cerrado, sin ventilación, oscuro y húmedo, es el hábitat más adecuado para su crecimiento y proliferación y, desafortunadamente, los archivos y bibliotecas, la mayoría de las veces, cumplen con estas condiciones. Edificios con problemas estructurales como grietas, filtración de humedad por tuberías dañadas o capilaridad, al encontrarse en lugares con altos niveles freáticos, con sistemas de ventilación averiados, sin fuentes de luz apropiadas y, además, con escasa limpieza y mantenimiento, se convierten en los lugares más frecuentados por plagas de insectos. La población y variedad que pueden estar habitando un lugar utilizado como archivo o biblioteca llegan a ser tan significativas que muchas veces es necesario implementar más de un sistema antiplaga para lograr erradicarlas, de lo contrario, su devastación conlleva la pérdida total de los documentos. Teniendo en cuenta, además, que su accionar es silencioso, no es posible detectarlos a primera vista. Los insectos adultos depositan sus huevos en el lugar de los folios, nunca atacan en primera instancia encuadernaciones o cartones gruesos de carpetas o cajas. Estos huevecillos, en la mayoría de las especies, empiezan a desarrollarse haciendo túneles con sus mandíbulas, los cuales pueden recorrer sigilosamente todo el cuerpo del libro o expediente, sin ser detectados si este no se abre

fotos e ilustraciones: ARCHIVO DE BOGOTÁ - iván Gómez.

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De la gran variedad de insectos existentes sobre la tierra solo unos pocos grupos muy restringidos son peligrosos para las bibliotecas y los archivos. para consulta o mantenimiento. Así, cuando se empiezan a notar pequeñas perforaciones en las encuadernaciones es porque el insecto se encuentra en un estado pre-adulto y se ha alimentado del interior de los documentos. Tratar de enumerar y caracterizar la cantidad de especies de insectos que pueden estar presentes en bibliotecas y archivos es tema que desborda la longitud de este artículo; sin embargo, trataremos de destacar los más comunes y dañinos. Los insectos bibliófilos se pueden dividir en tres grupos principalmente: a) los insectos primarios, que son aquellos que se alimentan directamente y por lo tanto dañan los materiales de una colección; b) los insectos secundarios, que no se alimentan directamente de los libros y documentos, pero los pueden deteriorar a través de sus desechos, como formación de telarañas o de nidos; y c) los insectos accidentales, cuya presencia se debe solo al azar. En esta entrega, se hará especial énfasis en los insectos primarios por considerarlos organismos que afectan directamente los libros y archivos y su daño es significativo a nivel estructural:

Las termitas (Isóptera) Son los insectos más peligrosos y difíciles de erradicar. Algunas especies, habitan en el subsuelo y otras forman sus nidos en la superficie. Sus lugares preferidos son jardines en las inmediaciones de edificios, columnas o pilares de madera que se encuentran a la intemperie y raíces de árboles cercanos a las edificaciones. Estos elementos son utilizados como puente de comunicación que les permite acceder al interior de las habitaciones a través de tuberías o conexiones eléctricas, para instalar sus nidos secundarios y así tener contacto con los materiales que contienen celulosa.

Las termitas son insectos sociales, viven en grupos con una organización jerárquica muy definida, donde el rey y la reina son los únicos individuos capaces de reproducirse, seguidos de las obreras y soldados que se encargan de construir los nidos, conseguir alimento y salvaguardar la integridad de los habitantes de su colonia. El número de individuos por organización social varía de una especie a otra, pueden ser entre mil y un millón, dependiendo además de las condiciones físicas del lugar donde se encuentren. Su supervivencia les exige alto porcentaje de humedad y oscuridad; el color blanco transparente de la mayoría de su cuerpo las hace especialmente sensibles a la luz. Únicamente los soberanos de la colonia tienen alas y un color oscuro que les permite volar y desplazarse por grandes distancias para el apareamiento. Los soldados no tienen alas y solo tienen pigmentada la cabeza pues necesitan salir de los nidos para cumplir su labor de defensa. Los deterioros ocasionados por esta plaga, también llamada hormiga blanca, son por lo general galerías o túneles que recorren a profundidad el cuerpo del libro. Se consideran los insectos mas destructores de bibliotecas y archivos, pues su población es numerosa y su velocidad de destrucción requiere acciones muy efectivas de desinfección.

Los cucarrones o escarabajos (Coleóptera) Son las especies más peligrosas para los documentos de archivos y bibliotecas, las larvas poseen poderosas mandíbulas que utilizan para destrozar todos sus componentes; los adultos pueden poner hasta ochenta huevos por libro. Son atraídos principalmente por los papeles con alto contenido de algodón, adhesivos con base en cola animal, cueros y pergaminos, devorándolos y formando grandes ramificaciones de galerías. Sin embargo, su principal manifestación es el excremento en forma de suave y fino polvo que aparece al poco tiempo de empezar su devastadora actividad, junto a las cubiertas de encuadernación o cajas de archivo.


INVESTIGACIón APLICADA

Dentro de este grupo encontramos los Dermestes, que son escarabajos de color negro o café de tamaño pequeño. Pueden llegar a medir entre 1,3 y 10 mm de largo y la forma de su cuerpo es en óvalo o esfera. Se les puede distinguir por pequeñas bolas de maza en el extremo de las antenas; además, como cualquier escarabajo, sus alas son membranosas, transparentes y permanecen guardadas en sus lomos, protegidas por cubiertas duras y oscuras denominadas elitros. Se desarrollan principalmente en microclimas que no sobrepasan los 25°C de temperatura y humedad relativa cerca del 70%. Se alimentan de celulosa, aunque consideran un verdadero manjar las proteínas presentes en cueros, pergaminos y adhesivos. Otro grupo de escarabajos son las “carcomas pequeñas” (Anobidos), insectos con tamaños comprendidos entre 1 mm y 9 mm de longitud con cuerpo cilíndrico. Su cuerpo café rojizo o marrón oscuro se camufla fácilmente entre los documentos y sus protecciones como encuadernaciones o cajas. No son muy exigentes para seleccionar su hábitat, los lugares cálidos con un promedio de temperatura de 28°C y humedades relativas entre 70-90% son aptas para su supervivencia. Su vida adulta es corta y está dedicada en exclusiva a reproducirse; prefieren los vuelos nocturnos y si existen fuentes de luz artificial, estos escarabajos son atraídos produciendo un inconfundible sonido del golpeteo agudo. Las hembras suelen poner los huevos en grietas y rugosidades de los materiales que atacan. Los escarabajos de mayor tamaño que atacan bibliotecas y archivos son los líctidos, insectos entre 2 mm y 5 mm, con cuerpo en forma alargada y aplanada. Se distinguen de sus congéneres porque son de color pardo, amarillo, pardo rojizo o negro parduzco y sus antenas, que están insertadas en medio de los ojos, son alargadas y con pequeñas bolas en forma de maza al final. Estos escarabajos pueden sobrevivir en condiciones de clima cálido con temperaturas desde 20°C, hasta lugares con temperaturas de 30-32°C, por lo tanto son

altamente resistentes a cambios de condiciones ambientales, donde los soportes presentes en libros, documentos y fotografías son especialmente vulnerables. Los adultos ponen sus huevos en los mobiliarios de madera que no ha sido desinfectada y sellada, de ahí, durante su crecimiento, pasan a los soportes documentales sin distinguir entre cueros, pergaminos, cartones o papeles. Devoran cualquier tipo de soporte dejando a su paso hermosas galerías que están acompañadas de su excremento en forma de aserrín con consistencia muy fina similar a la del talco. El último escarabajo al que se refiere esta entrega es el llamado “carcoma grande” (Cerambicidos). Se puede distinguir fácilmente de sus hermanos de familia porque sus antenas están dirigidas hacia atrás. Su vida empieza siendo una larva en forma de gusano sin patas, de color blanco o amarillo y al tacto se siente blanda y aplanada. De adultos son insectos de color pardo negruzco con pequeños pero abundantes pelos color blanco que cubren todo su cuerpo, llegando a medir hasta 21 mm. Son fácilmente encontrados en climas cálidos con altos porcentajes de humedad. Esta especie provoca graves daños a los objetos que ataca debido a su tamaño y a la duración de su ciclo de vida, de forma que puede llegar a destruir por completo la pieza. Se alimenta de cueros, pergaminos, engrudo, cola, madera, textiles, piel, etc. El daño que causa es una gran cantidad de galerías irregulares que terminan en orificios y están

Una forma de controlar su crecimiento es la implementación de ciclos de limpieza, controlando además las fuentes de agua cercanas, para lograr disminuir las fluctuaciones de humedad relativa y la temperatura.

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66 llenas de desechos de aserrín granuloso formado por fragmentos alargados. En el cuero dejan surcos muy marcados.

El pececillo de plata Es la plaga más común en bibliotecas y archivos y, quizás, la más difícil de erradicar por su gran resistencia a insecticidas. Se ha llamado “pececillo de plata” por tener una forma alargada y delgada y presentar color plateado con tonos tornasolados; además, su parte delantera es un poco ancha con respecto a la parte final de su cuerpo. La forma de distinguirlo de los demás insectos que atacan archivos y bibliotecas son sus largas antenas y las extensiones de su cola que le da su nombre secundario, lepismas, esto es dotados de “colas con cerdas”. Carecen de alas y por lo general están recubiertos de escamas. Es un insecto típicamente nocturno, se oculta en zonas oscuras y evita el contacto directo con la luz solar, es un ágil corredor que se oculta muy bien durante el día. Su hábitat principal son los espacios donde se acumulan documentos, donde encuentra su más importante fuente de nutrición: almidones y proteínas como papel, cola, papel pintado y tejidos de fibras vegetales, como lino y algodón. La temperatura óptima para su desarrollo oscila entre los 22º y los 27º C, y la humedad entre 75% y 97%. Sin embargo, puede subsistir a temperaturas más bajas, como las que se dan en Bogotá. El daño típico causado por estos insectos es una erosión superficial e irregular del material, que no deja residuos, generando un raspado muy limpio e irregular, que puede ocasionar perforaciones, identificadas fácilmente poniendo el material a contraluz, donde se observan delgados caminos transparentes. Por la facilidad de meterse entre las hojas de papel, en lugares en los que siempre hay oscuridad, estos insectos pueden actuar día y noche, causando grandes daños a las colecciones.

El piojo de los libros Son pequeños insectos considerados por algunos conservadores como fungicidas, pues su principal


INVESTIGACIón APLICADA fuente de alimentación son los microorganismos, especialmente los hongos. Su presencia es señal de alta humedad relativa en el microclima del archivo o biblioteca, pues favorece el crecimiento de hongos, exacerbado por falta de mantenimiento y limpieza. Sus habitaciones preferidas son los lomos de las encuadernaciones, por estar compuestos por cola animal y almidón, las telas de las cubiertas y los hilos de los cuerpos de los libros; sin embargo, el daño que causa en los materiales es mínimo, pues se dedica a exterminar animales microscópicos. Las formas de exterminio de estos insectos y de otros que comparten su hábitat es tema de otra entrega, en todo caso, una forma de controlar su crecimiento es la implementación de ciclos de limpieza, controlando además las fuentes de agua cercanas, para lograr disminuir las fluctuaciones de humedad relativa y la temperatura. Realizar mantenimiento sistemático de tuberías de agua y cableado de luz eléctrica resulta una medida preventiva muy eficiente, que puede disminuir en gran medida el riesgo de infestación. En conclusión, de la gran variedad de insectos existentes sobre la tierra solo unos pocos grupos muy restringidos son peligrosos para las bibliotecas y los archivos. Pero con el tiempo y las condiciones adecuadas estos insectos pueden generar daños muy grandes e irreparables a las colecciones, razón por la cual se deben tomar las medidas necesarias para el control de estas plagas DE BREWER, Mireya y Claudio A. Sosa. (1996). “Insectos en Bibliotecas y Archivos”. En Ciencia Hoy. Volumen 5, Número 35. [Versión electrónica]. Recuperado el 5 de diciembre de 2012 de http://www. cienciahoy.org.ar/hoy35/insec01.htm NIEVES, Valentín. (S.F.) “Biodeterioro de los materiales de archivos y museos. Conservación y prevención”. Conferencia. Recuperada el 5 de diciembre de 2012 en http://www.aecidcf.org. co/documentos/MI%2018.283%20Valentin,%20 Nieves.%20Biodeterioro.pdf PARKER,T.A. (1989). Estudio de un programa de lucha integrada contra las plagas en los archivos y bibliotecas. Programa General de Información y UNISIST. París: Unesco.

El pri mer edi fic io con asc ens or .

Pera za En 1921 , el emp resa rio Man uel M. bre en nom su lleva inau guró el edif icio que de la te fren al 13, el cost ado sur de la calle o de ósit prop el Esta ción de la Sab ana, con l hote er prim el Fue conv ertir lo en hosp edaj e. otá Bog en reto conc de siet e piso s hech o en está y el prim ero que usó asce nsor. Hoy aban don ado.

La pri mer a fáb ric a de cho col ate

Fábr ica En 1877 se inau guró en Bogotá la país y de Cho colate Chaves, la prim era del ica de de la capi tal; la segu nda fue la Fábr 1923 Cho colates La Equ itati va, en 1889 . Para icas fábr seis ad ciud la en ya func iona ban tes cola Cho de ía pañ Com la más , entr e ellas Cruz Roja .

El pel igroso asc ens o a Mo nse rrate

tuar io Has ta prin cipi os del sigl o XX, el San os el otan bog de Mon serrate fue para los el pero al, vidu sitio pred ilect o de retiro indi hos muc y o asce nso al cerro era esca bros al caer bogotan os falle cieron en el inte nto, ir de part a on al abis mo. Las cosa s cam biar y de r, cula funi 1929 , cuan do se inau guró el o. féric tele el 1955 , cuan do se dio al serv icio

Los sig nif ica dos de Usa qué n

ido al Usa qué n com o nom bre ha sobr eviv En nas. urba s ione mac sfor tiem po y a las tran de o ifici sacr o uest sup al ó prin cipi o den omin de s mna colu las ntar cime los Mui scas para para o lueg dos; naci én reci sus tem plos con Usa qué n llam ar al terr itori o del caci que de tano s y pan de sitio ificó y, por últim o, sign “Tie rra del Sol” .

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fotos: ALCALDÍA MAYOR DE BOGOTÁ - iGNACIO PRIETO.

ón l Inauguración de oria, paz y reconciliaci Centro de mem

NO hay PAZ sinn reconciliació

Por: Camilo González Posso Director del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación


ACTUALIDAD

El Centro de Memoria, Paz y Reconciliación es una iniciativa para dignificar la memoria de las víctimas y promover una cultura de paz y respeto por los Derechos Humanos. Su director lo calificó como un testimonio de la historia de la victimización del país.

L

a idea de construir un Centro de Memoria fue gestada durante años entre organizaciones promotoras de la paz. Así ocurrió desde la época de las ceremonias realizadas con Antanas Mockus para recordar que la “vida es sagrada” frente a los columbarios que hoy son resguardados por la obra Auras ausentes de Beatriz González. Pero se hizo realidad por la convergencia de voluntades a lo largo de varias administraciones de la ciudad. Clara López Obregón en su condición de Secretaria de Gobierno acogió la idea, le garantizó presupuesto y se convirtió en su primera gestora: “es el proyecto de mi corazón”, ha dicho desde entonces. Ya en el año 2005 el Concejo de Bogotá, en acuerdo sancionado por Luis Eduardo Garzón, había definido crear el Parque de la Reconciliación y la Memoria Histórica, en donde hasta entonces había estado el globo B del Cementerio Central. Y le correspondió a la administración encabezada por Gustavo Petro completar los recursos y culminar la ejecución para que fuera posible inaugurar el primer Centro de Memoria por la Paz que surge en Colombia dedicado a reconstruir las huellas de la violencia y la victimización para que sea posible otro futuro.

La Sociedad Colombiana de Arquitectura fue invitada en 2009 por la Secretaría de Gobierno de Bogotá a organizar el concurso para seleccionar el diseño arquitectónico y el jurado escogió a Juan Pablo Ortiz por su propuesta estética y de armonía con el sentido y el entorno: es una obra que emerge de la tierra y del agua para convocar la memoria del dolor que no debió ocurrir y que no debe repetirse; y también para evocar la memoria de causas y búsquedas que no pueden eludirse. En palabras de Juan Pablo Ortiz, “el edificio es un monumento a la vida, a las víctimas y a la esperanza de un futuro en paz”. La estructura más visible es la torre de entrada – o monolito - que simboliza la tierra sembrada de memoria y que emerge para recordarnos las millones de personas desterradas por la violencia política que ha padecido Colombia en las últimas siete décadas, con centenares de miles de ellas que han llegado a Bogotá. En la Torre se encuentran cien ventanas que caen como lágrimas de esta sociedad sumida en la violencia, pero también como fuentes de luz que llegan al Centro de Memoria para rendir homenaje a las víctimas, sus sueños y a la búsqueda de otro futuro. Los espejos de agua simbolizan la verdad y los yarumos, sembrados por el Jardín Botánico, la esperanza de una vida en paz. Esta obra se distingue por haber incorporado desde el principio un concepto participativo. Cada momento de su ejecución - entre 2009 y 2012 - fue acompañado de la acción colectiva de la ciudadanía y las víctimas invitadas para aportar ideas y simbólicos puñados de tierra. Miles de personas entregaron testimonios y frases conmemorativas y muchas organizaciones y familias aportaron fotos, videos, bases de datos o documentos, acompañando esa tierra sembrada de memoria que fue incorporada al edificio y que se simboliza en los pequeños tubos de vidrio incrustados en las paredes de la torre de entrada desde hoy convertida en Memorial por la Vida. Allí, en 2012 tubitos, están inscritos los nombres de 56 mil víctimas de asesinatos y desapariciones, de más de 400 mil desplazados, de todos los

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70 ejecutados en los mal llamados “falsos positivos”, de los hombres y mujeres secuestrados y luego desaparecidos. Pero en este Memorial también están representados los tres mil seres humanos que fueron exhumados en el proceso constructivo y cuyos nombres se perdieron hace décadas entre los archivos del Cementerio Central. Son el símbolo de decenas de miles de pobres enterrados en fosas sin nombre, incluyendo las víctimas del 9 de abril. Desde los tiempos de Bolívar, en 1827, hasta finales del siglo pasado, los 40 mil m2 que hoy conforman el Parque de la Reconciliación y los 4 mil m2 intervenidos para construir este Centro, fueron el destino final de la gente pobre de Bogotá, de los que no tenían recursos suficientes para comprar o alquilar un mausoleo o una bóveda. Antes de ser declarado parque por el Concejo de Bogotá, en el Acuerdo 174 de 2005, había sido convertido en escombrera y depósito de toda suerte de residuos. En consideración al valor patrimonial y acogiendo todas las disposiciones del Instituto Colombiano de Antropología e Historia, desde el primer momento asumimos el monitoreo arqueológico y las excavaciones de rigor como parte del gran propósito de recuperación y preservación de la memoria. Acogimos los consejos del sacerdote Jorge Serrano, S.J. y de los académicos y científicos de la Universidad Nacional y contamos con el cuidadoso trabajo del Equipo de Investigaciones Antropológico-forenses, presidido por Karen Quintero, quien hasta hoy dirige esta colosal tarea de preservación orientada a descifrar casi dos siglos de historia. Desde su concepción, este Centro se definió como un instrumento de construcción de paz en Colombia. Simultáneamente, con el proceso arquitectónico y el avance de la obra civil y los trabajos arqueológicos, se adelantó una amplia consulta sobre la política pública de memoria y


ACTUALIDAD paz, convocando a organizaciones de víctimas, académicas, a estudiantes, mujeres, indígenas, afrodescendientes, defensores de derechos humanos, periodistas, sindicalistas y funcionarios. Las memorias de los espacios consultivos y eventos conmemorativos ya están disponibles en el Centro de Documentación y en el centro virtual que se inaugura hoy y que cuenta con el apoyo de la Consejería para las TIC. Así inauguramos el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, que se inscribe en el Programa Bogotá Ciudad Memoria y en la política de reconocimiento de los derechos de las víctimas articulada en el Plan de desarrollo Bogotá Humana y dirigida por Ana Teresa Bernal desde la Alta Consejería para los derechos de las víctimas la paz y la reconciliación. La Secretaría de Gobierno, la Secretaría General y la Alta Consejería han orquestado la acción de toda la administración para que hoy se entregue a Bogotá y a Colombia un instrumento para rescatar la memoria del olvido y para unir voluntades por la paz. El alcalde Gustavo Petro colocó en su programa como prioridad el reconocimiento de los derechos de las víctimas y en consecuencia creó la Alta Consejería, que desde el primer momento respaldó el proceso constructivo y participativo del Centro de Memoria, pero también la formulación y puesta en marcha de un programa integrado con nuevos modelos de atención y con una perspectiva de derechos. “No podemos tener paz en Colombia si no hay reconciliación”, dijo el Alcalde el pasado 9 de abril. Y agregó que “solo se puede obtener sobre la base de la verdad, de la memoria, de la reparación integral a la víctima”. Ese es el reto de la verdad que tiene hoy ante sí la sociedad colombiana y que se ha incluido en buena hora en la agenda de negociaciones que se adelanta en La Habana. Abiertas las puertas del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación se les entregan las llaves a todos ustedes, a los miles que han aportado para que

haya sido posible este sueño, a toda la sociedad colombiana que quiere transformar esta hora en la hora de la paz. Es larga la lista de agradecimientos que queda inscrita en el acta inaugural suscrita y en el libro Bogotá Ciudad Memoria. La encabezan las organizaciones de victimas, sociales y académicas que nos han acompañado, los arquitectos, ingenieros y trabajadores que han amasado esta obra arquitectónica, los arqueólogos que siguen rescatando nuestra historia, los funcionarios que semana a semana han seguido el curso del proyecto y han garantizado el flujo de recursos, quienes en varias administraciones creyeron que esto era posible y movieron la clave necesaria, y, por supuesto, el equipo de soñadores que se metieron este proyecto en el corazón como un pedazo de vida compartida, para rendir homenaje a los amigos y familiares y a todos los millones que nos fueron arrancados, pero que desde aquí convocaremos para retomar retos y banderas. Mis amigos y compañeros de trabajo, con quienes hemos recorrido este pedazo de camino, me han encomendado terminar diciendo: Memoria con sentido de futuro. Construyamos el pasado para que los sueños vuelvan. Recuperemos las huellas y banderas que no han podido borrar con la violencia, para que sea posible otro futuro

Desde su concepción, este Centro se definió como un instrumento de construcción de paz en Colombia.

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Intervención de fondos documentales. Acciones de recuperación integral

Myriam Astrid Loaiza Conservadora y restauradora

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no de los propósitos de la Dirección del Archivo de Bogotá es la recuperación de fondos documentales que son de interés para la investigación sobre la ciudad. Además de los documentos producidos por la Administración Distrital, el archivo histórico se ha interesado en la búsqueda, el rescate y la intervención de fondos y colecciones que son custodiados por ciudadanas y ciudadanos, y que merecen ponerse al servicio de los investigadores e interesados por la información que contienen, por sus características técnicas, porque registran un periodo específico, porque muestran la cotidianidad de épocas anteriores o porque son reflejo de la vida y obra de personas que han contribuido a comprender la historia la ciudad.


TALLER Siguiendo esta premisa, en el año 2011 esta Dirección se asoció con el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario y con la Arquidiócesis de Bogotá para realizar procesos de recuperación de 128 libros producidos por cuatro parroquias de la ciudad desde el año 1596 hasta 1917. Esta recuperación resulta mucho más importante si se tiene en cuenta que por desgracia histórica la capital ha perdido valioso e irrecuperable material de archivo y bibliográfico. Fue en los incendios de 1786, ocurrido en el Palacio Virreinal, y de 1900, en las galerías Arrubla, cuando las llamas acabaron para siempre con la memoria de pobladores y sucesos de Bogotá. Aunado a esto, muchos repositorios han sido vilmente destruidos por funcionarios y ciudadanos que sin remordimientos acabaron con testimonios, desconociendo la importancia histórica de los documentos. Este archivo, entonces, es uno de las pocas colecciones documentales que pueden reflejar el acontecer cotidiano de los pobladores de la Santafé colonial y la Bogotá republicana y moderna y de sus alrededores; además, de convertirse en un importante reflejo de la relación Iglesia-Estado en la historia de la ciudad. Conscientes de la importancia de estos documentos las tres entidades encomendaron a la Subdirección Técnica del Archivo de Bogotá la recuperación integral de la colección, con el fin de ponerla al servicio del ciudadano. Aceptando el reto, la Subdirección conformó un equipo interdisciplinario de historiadores, archivistas, restauradores, biólogos, microbiólogos, encuadernadores y técnicos en diferentes áreas, quienes pusieron en práctica su conocimiento y experticia, innovando en tecnología y aplicando metodologías que permitieron el conocimiento integral de la información dada por lo documentos desde diferentes ángulos: histórico, documental y técnico. Los libros de la parroquias de Nuestra Señora de la Nieves, San Pedro-La Veracruz, San Victorino-

La Capuchina y Santa Bárbara consignan información sobre bautizos, matrimonios, confirmaciones, defunciones y cofradías desde inicios de la época colonial hasta la segunda década del siglo XX, en Santafé de Bogotá, Choachí, Chipaque, Fosca, Usme y Quetame. La documentación da cuenta de nombres completos de individuos, parentescos, relaciones sociales y económicas y se convierte en uno de los más completos archivos, testimonio de las formas de relación de la sociedad capitalina. La diversidad de soportes, técnicas de escritura y de encuadernación, impusieron la necesidad de realizar análisis de laboratorio encaminados a la identificación de fibras, cargas, encolantes, tintas y materiales de encuadernación. Unido a esto, los deterioros encontrados en el diagnóstico suponían la realización de ensayos in vitro que permitieran procesos certeros de desinfección, desacidificación, limpieza, restitución de calidades técnicas y estéticas. Algunos de los tratamientos que llevaron a la recuperación física de los libros parroquiales son: procesos de limpieza en seco y lavado que retiran materiales extraños y nivelan pH de los soportes, restitución de faltantes, unión de rasgaduras y recuperación de plano que facilitan la manipulación de los folios, métodos de desinfección masiva y puntual que eliminan y controlan la afectación por hongos y bacterias, hidratación de cueros y pergaminos, y recuperación de encuadernaciones siguiendo técnicas de la época. Pero no fue suficiente la intervención de los soportes y las encuadernaciones. Para que esta información estuviera al servicio de la ciudadanía, se realizó para cada parroquia la guía de fondos que permite conocer el origen de los documentos y por lo tanto da pautas para su consulta. Su indagación sobre la historia de la Arquidiócesis, la importancia de los registros sacramentales, según la historia Patricia Pecha son testimonio

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de la “historia demográfica porque dan cuenta de la organización social de un período al permitir establecer tendencias de natalidad y mortalidad, así como el movimiento de los inmigrantes que se puede verificar analizando el lugar de origen y residencia de quienes contraían matrimonio. Además era en los registros parroquiales en donde se aclaraban las dudas sobre la calidad de un individuo, referida al origen racial. Por estas razones, las huellas del proceso de desintegración del sistema de castas en la Nueva Granada se encuentran en los registros parroquiales”. Como producto final, se realizó la microfilmación digital de todos los tomos, en aras de su conservación, en caso de desastres que lleven a la pérdida de los libros. Adicional a la labor técnica realizada por el esfuerzo de las entidades, se contó con la orientación de la paleógrafa de origen español Margarita Gómez

fotos: ARCHIVO DE BOGOTÁ.

Gómez, experta en la lectura e interpretación de documentos parroquiales de épocas coloniales hispanas, de su estructura, identificación, datación, análisis formal, funciones y origen institucional, que permitieron obtener un resultado óptimo en la identificación, análisis, descripción y puesta al servicio de los registros de los libros parroquiales. El consorcio de entidades y profesionales han puesto al servicio cerca de 45 mil registros consignados en una base de datos con soporte en Winisis, correspondiente al 20% del total de registros que componen la colección. Esta base de datos puede ser consultada en la sala de investigación del Archivo de Bogotá


MEMORIA DDHH

FOTOS: ARCHIVO DE BOGOTÁ - FONDO FOTOGRÁFICO VIKI OSPINA

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UNIDAD DE HUMANOS MEMORIA Y DERECH DEL ARCHI VO DE BOGOS OTÁ

Hacer mem también e oria la identisdraecuperar Distrito Cad del pital José Arley Muñoz Usuga

Coordinador de la Unidad de Memoria y Derechos Humanos - Archivo de Bogotá

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a Unidad de Memoria y Derechos Humanos, UMDH, del Archivo de Bogotá, pretende ser la memoria y la consciencia colectiva de todas las y los ciudadanos que han vivido, viven en la actualidad y vivirán en esta ciudad. Muchos de ellos llegaron huyendo de las múltiples violencias, por las que históricamente hemos pasado y muchos otros en búsqueda de mejores condiciones de vida. Lamentablemente, debemos decir que la memoria que se ha transmitido hasta el momento es la de los vencedores; la de un sector predominante, exclusivo y excluyente, y se han dejado de lado los acontecimientos de los indígenas, de los negros, de los desaparecidos, de los estudiantes, de los trabajadores, de los desplazados, de las víctimas del conflicto armado, de los homosexuales, lesbianas, transexuales, intersexuales y recicladores. Por lo anterior, la Unidad de Memoria y Derechos Humanos será una exhibición permanente, dinámica, creativa, proactiva y dialogante con la ciudadanía; en la que se les rendirá un homenaje especial a las víctimas, los desaparecidos,

Unidad de Memoria y Derechos Humanos será una exhibición permanente, dinámica, creativa, proactiva y dialogante con la ciudadanía. secuestrados, torturados y asesinados de la violencia. Historias reconstruidas y representadas a partir de las mujeres, hombres, jóvenes y niños desplazados que, huyendo de la violencia, llegaron a esta ciudad. Es un espacio creado para recordar y reconocer aquellas voces silenciadas. Con la creación de esta unidad, se pretende llegar a la sociedad en general, para que al enfrentarse con la memoria de los horrores cometidos en nuestro país, esta tome consciencia de que nunca más deben seguirse produciendo este tipo de violaciones a los Derechos Humanos y al Derecho Internacional Humanitario y que se debe acompañar a las miles de víctimas para que hagan una buena reconstrucción de sus vidas y lo vivido no se vuelva a repetir.


MEMORIA DDHH

Es un espacio para recordar a las víctimas de las guerrillas, los grupos paramilitares, el narcotráfico y del terrorismo de Estado; que no pretende cerrar heridas que no pueden cerrarse ni suplantar la verdad y la justicia, sino ser un testimonio vivo y un homenaje a las personas cuyas vidas quisieron borrar otros que violaron los derechos más elementales; una oportunidad para mantener viva la memoria colectiva a partir de la cual se pueden crear nuevos proyectos, encuentros e investigaciones. El encuentro con los nombres y la vida de cada uno de los asesinados, secuestrados, torturados y desaparecidos, pretende recuperar su memoria, hacer visible el sufrimiento de sus familiares, exorcizar los sentimientos reprimidos en lo más profundo de los corazones de las madres, hermanas y esposas. La metodología represiva utilizada por los violentos, en un intento por no dejar rastros, se propuso borrar los nombres, la historia y la vida de quienes se secuestraba y asesinaba. Este espacio se propone sacarlos del anonimato y de ese número incierto que nada dice sobre quién fue cada uno de ellos.

Antecedentes La Constitución Política establece que Colombia es un Estado Social de Derecho, al igual que garantiza el derecho a la información y el acceso a los documentos públicos y reconoce en la educación, la cultura, el desarrollo del conocimiento, la ciencia, la técnica y la expresión artística, actividades libres que comprometen al Estado en el fortalecimiento de la investigación científica, al disponer que en los planes de desarrollo se incluirá el fomento a las ciencias y en general a la cultura. A su vez, el artículo 3º de la Ley 594 de 2000, entre otras acepciones, entiende por archivo la institución que está al servicio de la gestión administrativa, la información, la investigación y la cultura, y el artículo 48 del Acuerdo 257 de 2006 asigna a la Secretaría General de la Alcaldía Mayor de Bogotá las funciones de formular la política de gestión documental y archivos, organizar el Sistema Distrital de Archivos, y conservar, proteger y difundir la memoria institucional e histórica del Distrito.

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78 De igual manera, el artículo 31 del Decreto 267 de 2007 establece que la Dirección Archivo de Bogotá, como ente rector del Sistema Distrital de Archivos, entre otras de sus funciones, tiene las de “c) Promover la formulación y orientar la ejecución de políticas sobre acopio, adquisición, organización, custodia y servicio de los fondos documentales históricos producidos por las entidades distritales y otros de interés patrimonial para la ciudad”.

Al ser la memoria y la consciencia del Distrito, el Archivo obedece a parámetros y aspectos culturales y antropológicos; en los que juegan un papel trascendental las formas de pensar, de ser y de relacionarse los seres humanos. Este modelo se desarrollará e implementará tanto desde el ámbito de la conservación y gestión documental y archivística como en el campo del fomento de los estudios sociales, científicos y tecnológicos sobre archivos, memoria y ciudad. Estos estudios e investigaciones se adoptarán desde las diversas disciplinas y campos del saber y del conocimiento de que se ocupan las instituciones de Educación Superior, las instituciones educativas y los centros y grupos de investigación. En el Artículo 3, del Decreto 212 de 2009, se establece entre las funciones del Archivo de Bogotá, la de “desarrollar una comunidad académica, intelectual, docente, profesional y ciudadana que convierta a la ciudad de Bogotá en un objeto de investigación y apropiación social y pedagógica, produciendo conocimiento para el análisis de políticas públicas en perspectiva histórica, la toma de decisiones de gobierno, la construcción de la ciudad de derechos, el ejercicio del derecho a la ciudad, la garantía del derecho a la información y a la verdad, desde la memoria institucional e histórica del Distrito Capital”.

No obstante, el Archivo de Bogotá y la Unidad de Memoria y Derechos Humanos no son un depósito de documentos, como comúnmente se ha considerado a este tipo de instituciones. Al ser la memoria y la consciencia del Distrito, el Archivo obedece más a parámetros y aspectos culturales y antropológicos; en los que juegan un papel trascendental las formas de pensar, de ser y de relacionarse los seres humanos. Es así como cada casa, cada parque, cada centralidad se constituye en el archivo y en la memoria de la ciudad.

Naturaleza La Unidad de Memoria y de Derechos Humanos del Archivo de Bogotá es una instancia de carácter técnico, investigativo, social, cultural, antropológico y de política pública en el tema de los Derechos Humanos, con el objeto de acopiar, sistematizar, preservar y custodiar las fuentes documentales que garanticen el ejercicio de los derechos a la información, la verdad y la memoria colectiva; de manera activa, dinámica, proactiva y dialogante con todas las entidades de gobierno del Distrito, con las organizaciones sociales, gremiales, políticas, comunitarias, medios de comunicación social, las iglesias y la ciudadanía en general, y de esta forma contribuir a que la consciencia colectiva se horrorice de la guerra que hemos padecido y esta nunca más se vuelva a repetir. Contará con cuatro ejes de trabajo de carácter técnico, formativo, investigativo y de comunicación pública. Estamos convencidos de que aportaremos con esta labor a mantener la memoria y la consciencia colectiva viva, dinámica, dialogante y proactiva; a la no segregación social, a la construcción de la paz, a la reconciliación, al fortalecimiento de la democracia y de la justicia social en el Distrito Capital


ENTREVISTA

A la comunidad LGBTI no hay que tolerarla sino respetarla foto: FELIPE CAICEDO ARCHIVO CASA EDITORIAL el tiempo

Carlos Gaviria expresidente de la Corte Constitucional

Durante el Seminario Internacional “Litigio estratégico y experiencias exitosas de políticas públicas para las personas LGBTI en América Latina”, realizado en el Archivo de Bogotá el ex magistrado dijo que la tolerancia implica una posición de superioridad, mientras que el respeto exige una relación horizontal y, por lo tanto, “es mucho más igualitaria”.

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esde hace algunos años las distintas administraciones bogotanas han hecho esfuerzos para la materialización de los derechos plenos de las personas gais, lesbianas, bisexuales y transgeneristas, porque dentro de las reivindicaciones específicas de esta comunidad están las problemáticas de seguridad, violencia y discriminación que sufren en razón a su identidad de género y de orientación sexual. Aunque en otras administraciones hubo proyectos de gran alcance en relación con la visibilización de esta población y el restablecimiento de sus derechos, la actual les ha abierto espacios

reales, incluso en puestos administrativos de importancia y gestión, porque esta fue la principal debilidad de otros gobiernos. Como ha dicho el Alcalde Mayor, Gustavo Petro: “las minorías son discriminadas por la sociedad y la Constitución reza que hay que apoyarlas porque estas minorías deben tener los mismos derechos que todo el resto de ciudadanos”. La secretaria de Integración Social, Teresa Muñoz, también ha sido enfática en señalar el apoyo de la actual administración al asegurar que el Plan de Desarrollo se compromete a garantizar “espacios de visibilización y participación a las poblaciones más excluidas, entre ellas la LGBTI”.

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80 Durante la instalación del primer Consejo Consultivo LGBTI de este año, que buscaba escuchar las necesidades de esa población capitalina que sufre por la discriminación en su contra, el alcalde Petro dijo que este es un sector que “no puede seguir vendiendo su cuerpo al mejor postor llevándolo a la enfermedad y muchas veces a la muerte; queremos políticas integrales para la salud, educación y oportunidades para ellos”.

LGBTI es un hecho, cabildos de diversidad sexual deben definir las políticas con el Estado, para que no sean uno de los tantos sectores excluidos de la sociedad”, afirmó el Alcalde Mayor.

Petro además afirmó que se debe trabajar por una sociedad tolerante que se construya desde la juventud y el colegio. Además, propuso una cátedra de educación sexual en los colegios que incluya respeto a la diversidad.

Para analizar justamente el contexto jurídico y normativo, al evento fue invitado Carlos Gaviria, abogado y politólogo de la Universidad de Antioquia, quien entre 1993 y 2001 fue magistrado de la Corte Constitucional y presidente de la misma en 1996, organismo en el que se distinguió por ser uno de los impulsores de la jurisprudencia que más se preocupaba por avanzar en materia de derechos. También ha sido defensor de las igualdades de las personas LGBTI; senador y candidato presidencial en 2006; actualmente es docente universitario.

En la reunión, llevada a cabo en el Archivo de Bogotá, el Alcalde encargó la primera función de la subdirección LGBTI en la Secretaría de Integración Social que será construir un Centro Distrital que visibilizará, en un espacio físico, a las personas de los sectores LGBTI. “El centro

Sin embargo, aún falta mucho trecho por recorrer. Tras su inauguración se escucharon diversas voces que llamaron la atención sobre la problemática de esta comunidad.

En desarrollo de su intervención, el ex magistrado se pronunció acerca de lo que debe representar la comunidad LGTBI en la política colombiana. Recordó que la izquierda históricamente se había demorado en asumir la defensa de los derechos de las minorías sociales, entre ellos los de la comunidad homosexual. Según Gaviria, la comunidad LGBTI ha sido discriminada históricamente. Sin embargo, explicó por qué este grupo debe sentirse orgulloso de asumir públicamente su condición, aún a costa de las consecuencias negativas que de ella se derivan. “Lo que hay que pedir con la comunidad LGBTI no es tolerancia, sino respeto [...] esta es una demostración de que en Colombia la democracia está por construirse”, dijo Gaviria al manifestar que la tolerancia implica una posición de superioridad, mientras que el respeto exige una relación horizontal y por lo tanto mucho más igualitaria. Al citar a John Locke, dijo que “a los intolerantes no se les puede tolerar en una democracia”, aseveró. Sobre ello, añadió que uno no puede tomar una decisión en un cargo público


ENTREVISTA a partir de sus creencias privadas, ya que en un cargo de este tipo debe servir a los intereses de la mayoría y no de un sólo sector que comulgue con sus creencias. La revista DE MEMORIA entrevistó al exmagistrado Gaviria y le formuló algunas preguntas sobre los derechos de la comunidad LGBTI.

A los intolerantes no se les puede tolerar en una democracia. DE MEMORIA: ¿Qué tanto se ha avanzado en el respeto a la igualdad en Colombia, a las minorías étnicas, sexuales, religiosas, a la comunidad LGBTI? Carlos Gaviria: No todo lo deseable, pero sí se ha avanzado, sin duda; la gente se ha acostumbrado a los debates públicos -donde estos temas se discuten- y cuando se dan buenos argumentos para defender causas que parecían perdidas, esas causas ya pueden aparecer más bien como victoriosas. DM: ¿Cuáles son los mayores obstáculos que encuentra usted para tener una sociedad más pluralista, menos feudal y señorial, católica, supersticiosa y menos excluyente? CG: No es que haya que combatir a la Iglesia católica, ni mucho menos. Solo llamarle la atención en el sentido de que tiene su ámbito propio y que puede legislar perfectamente sobre sus fieles, tratar de indoctrinar a los demás, pero no interferir en la competencia de las instancias oficiales porque entre nosotros existe una separación entre la Iglesia y el Estado, y la Iglesia parece no haber advertido eso. DM: ¿Considera usted que hace falta una pedagogía desde lo estatal para construir una sociedad más respetuosa? CG: Sin duda. Yo he dicho que la Constitución del 91 no solo puede leerse como un proyecto

político sino como un proyecto pedagógico. El hecho de que todavía haya colegios o escuelas que excluyen a un muchacho por el hecho de que se deja el pelo largo, o porque tiene piercing, es completamente inaceptable. Pero, cuando las instancias oficiales como la Corte Constitucional -por ejemplo- dicen que eso no es legítimo, que no es legítima la exclusión, entonces la gente empieza a reconsiderar las cosas que había creído y la conducta que había asumido en función de esas creencias. De modo que los obstáculos son grandes. Yo he dicho que no se puede lograr de un día para otro, con un cambio normativo, el cambio en la conducta de una sociedad, pero se va avanzando lentamente y me parece que en veinte años hemos avanzado algo. DM: Aunque es un proceso generacional, que tardaría décadas, ¿qué hace falta para procurar una sociedad más igualitaria? CG: Yo pienso que apropiarse más de la Constitución del 91; yo he dicho que la Constitución se la han apropiado más incluso los ciudadanos comunes a través de la acción de tutela, y ya son conscientes de que no los pueden discriminar, de que nos les pueden negar la libertad de movimiento ni el debido proceso. Yo pienso que ni los presidentes ni los congresos subsiguientes a la Constitución del 91 la han tomado en serio. Creo que de los órganos oficiales el que más se la ha apropiado es la rama judicial. DM: ¿Qué opina del hecho de que las Fuerzas Militares tengan reparos para vincular a miembros de la comunidad LGBTI? CG: Justamente ese es un ejemplo de cómo se van superando esas conductas. La Corte Constitucional estableció a través de varias sentencias que esa conducta es completamente ilegítima. Y eso se está dando ya no solo aquí sino en otros países que habían sido muy reacios a permitir que se incorporaran a filas personas con tendencias LGBTI

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FondoE de Acu mpresa Alcantaeducto y Bogotá rillado de Patricia Pecha Quimbay - Historiadora e investigadora

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a cercanía a las fuentes naturales de agua determinó el lugar de fundación de Santafé de Bogotá, cuyo núcleo de población tuvo como barreras naturales los ríos San Francisco y San Agustín. A finales del siglo XVI, los habitantes pudieron aprovisionarse de agua en la primera pila que tuvo la ciudad, gracias a la construcción de un canal que transportaba el líquido hasta la Plaza Mayor. Este sistema de pila de agua fue replicado en las plazuelas de San Francisco, San Victorino y Las Nieves. Desde 1695, el Cabildo de Santafé tuvo la propiedad y el dominio sobre el servicio del agua y estuvo en capacidad de otorgar mercedes a los predios y cobrar por su uso. El funcionamiento de estos sistemas de conducción dependía de las condiciones climáticas y estaba estrechamente relacionado con los problemas de aseo en la ciudad, pues era la lluvia, junto con los animales domésticos y las aves de rapiña, la encargada de limpiar las calles de la ciudad. Los tres acueductos que funcionaron durante el período colonial, denominados Aguavieja, Aguanueva y San Victorino, conducían el agua por acequias superficiales que llegaban a cajas de reparto y de allí a las pilas.


ARCHIVO A FONDO

A comienzos del siglo XIX, la ruptura política con España marcó el inicio del proceso de consolidación de nuevas formas administrativas en la naciente República; para entonces, el abastecimiento de agua continuaba bajo el sistema colonial y presentaba dificultades derivadas del deterioro de la infraestructura y la insuficiente cobertura del servicio, que empeoraba por el aumento de la población. En busca de solución a estos problemas, a partir de 1848 el Cabildo cedió la administración del agua a compañías particulares con el propósito de garantizar y ampliar el abastecimiento a quienes contaban con mercedes de agua. Esta disposición fue reformada mediante el Acuerdo 11 de 1881, por el cual la Municipalidad de Bogotá creó la Junta del Ramo de Aguas, que tuvo a cargo la provisión de aguas limpias para el servicio de las fuentes públicas y privadas de la ciudad, la construcción de acueductos nuevos y la mejora y conservación de los existentes. Pocos años después, en 1886, la Municipalidad de Bogotá concedió a Ramón B. Jimeno y Antonio Martínez de la Cuadra el “privilegio exclusivo para establecer, usar y explotar en la ciudad, por el término de setenta años, acueductos servidos por tubería de hierro de capacidad suficiente y de la forma adecuada para suministrar agua potable a todos los habitantes”; también les cedió los acueductos públicos existentes junto con sus rentas, auxilios y subvenciones.

funcionó hasta comienzos del siglo XX, cuando un informe de la Oficina de Higiene y Salubridad declaró que las alcantarillas y el cauce de los ríos se habían convertido en “verdaderos depósitos de inmundicias y peligrosos focos de infección”. El sistema de abastecimiento de agua estaba en pésimas condiciones para 1914, cuando el Concejo de Bogotá autorizó a la administración municipal para que adquiriera la Empresa de Acueducto, buscando enfrentar la crisis sanitaria. Este fue el nacimiento del Acueducto Municipal de Bogotá, que se apropió del servicio de acueducto domiciliario de agua potable y orientó sus labores al cumplimiento de dos objetivos principales: sanear el agua ya servida y extender el servicio hacia las nuevas zonas habitadas. Desde entonces, se planeó la construcción de los estanques de Vitelma, al sur de la ciudad, y San Diego, al norte, interconectados con el de Chapinero, que contaban con pozos de decantación y filtros.

En 1914 el Concejo de Bogotá autorizó a la administración municipal para que adquiriera la Empresa de Acueducto. Este fue el nacimiento del Acueducto Municipal de Bogotá.

Esta nueva empresa de acueducto remplazó a la Junta en la administración del ramo de aguas y

El valle bajo del Tunjuelo desde el norte . Fondo Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá - Archivo de Bogotá. FOTO: J. Rayo y Gómez.

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FONDO DEPARTAMENTO ADMINISTRATIVO DE LA DEFENSORÍA DEL ESPACIO PÚBLICO . 1974 - RECIBO POR CONCEPTO DEL PAGO DEL SERVICIO DE ACUEDUCTO Y ALCANTARILLADO.

En 1924, la Empresa de Acueducto Municipal dejó de ser independiente y se convirtió, junto con el Tranvía, en un departamento de las Empresas Municipales de Bogotá, mediante el Acuerdo número 57 expedido por el Concejo. La entidad fue administrada de manera delegada y autónoma desde 1929 hasta 1955 por los bancos prestamistas de los créditos que habían permitido el ensanche de las redes de acueducto y tranvía. Durante este período, en respuesta a la necesidad de aumentar el caudal de las aguas para servir el sistema de acueducto, se promovió la creación de una planta de líquido con capacidad suficiente para todos los habitantes. Gracias a esta decisión, desde 1938 la ciudad contó con la planta de purificación de Vitelma. Con la anexión de nuevos municipios a Bogotá, en 1954, crecieron los compromisos y el déficit en la prestación del servicio de acueducto. En 1955, el Consejo Administrativo de Bogotá aprobó el contrato celebrado entre el Distrito Especial y el Banco Central Hipotecario mediante el acuerdo 105, con el objetivo de reunir fondos para los ensanches del acueducto distrital. Por este mismo documento se conformó la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, establecimiento público del orden distrital dotado de personería jurídica, con el propósito de organizar los servicios de acueducto y alcantarillado en la ciudad. Bajo esta denominación permaneció la Empresa hasta 1995,

año en que el Concejo de Bogotá, mediante el Acuerdo 6, cambió su naturaleza jurídica por empresa industrial y comercial prestadora de servicios públicos domiciliarios y modificó su nombre por Empresa de Acueducto y Alcantarillado –ESP-. En este proceso, se demostró la incidencia de la Constitución Política de 1991 en cuanto al objeto social de este tipo de entidades, así como la sujeción a la Ley de Servicios Públicos, al otorgar un margen de participación en las decisiones de la entidad a la ciudadanía a través de entes reguladores de las acciones de la empresa, como la Superintendencia de Servicios Públicos, la Comisión de Regulación de Agua Potable y Saneamiento Básico y el control de auditorías externas a la entidad. Los cambios administrativos adelantados por la Empresa a partir de 1955 obedecieron a las exigencias de modernización impuestas por las entidades de crédito, que buscaban contar con una entidad operativa y financieramente viable. Por otra parte, el funcionamiento de la entidad se orientó hacia la gestión comercial eficiente en torno a la relación con los usuarios, debido al aumento constante en los índices de crecimiento poblacional en la ciudad.

Historia archivística Algunos de los documentos administrativos producidos por esta sucesión de empresas que se dio a partir de 1914 se encontraban dispersos en diferentes predios: en el Depósito la Diana, que contenía la información más rica históricamente, la documentación estaba en condiciones precarias de conservación; en el antiguo Colegio Ramón B. Jimeno, donde funcionó el Archivo Central de la


ARCHIVO A FONDO entidad, se encontraban otros documentos importantes, como las Actas de Junta Directiva; en cuanto a la Planta de Vitelma, gracias a sus condiciones climáticas, los documentos producidos a partir de los años treinta se conservaron en buen estado. Entre los años 2004 y 2009, la Dirección Administrativa de Servicios Generales, dependencia de la Gerencia Corporativa de Recursos Humanos, y que a su vez rige a la Oficina de Administración y Gestión Documental de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, coordinó con el Archivo de Bogotá las actividades de identificación de documentos, evaluación de sus condiciones físicas y determinación de criterios de valoración histórica. Como resultado de estas actividades, han sido realizadas ocho transferencias de documentación histórica al Archivo de Bogotá para su conservación permanente, que en total corresponden a 384 metros lineales de documentos textuales, 3.452 planos y 92 fotografías.

Contenido El fondo está conformado por las siguientes agrupaciones documentales: Actas de Junta Directiva: contiene información detallada sobre las decisiones que determinaron el manejo y la organización de la empresa entre 1914 y 1985. Censos de población: son documentos generados en el año 1949 que aportan datos sobre el consumo de agua en algunos barrios de la ciudad. Correspondencia: está constituida por diversos temas, en los cuales se muestran los detalles y problemas específicos que han sustentado las decisiones tomadas por la empresa para su organización en distintos niveles. El contenido de los libros copiadores de correspondencia de los años 1914-1968 varía de

Los documentos generados por esta entidad aportan datos para la historia de las fuentes de ag ua y del sistema ecológico que ha surti do del líquido a la ciudad.

acuerdo con la dependencia que los produjo (Gerencia, Instalaciones, Interventoría y Superintendencia). Comprobantes de egreso de Tesorería: producidos entre 1933 y 1942, estos documentos muestran la distribución del gasto en la entidad. La información que aportan se relaciona con datos sobre la expansión de la red y permite verificar algunas tendencias del crecimiento urbano en relación con la organización de la entidad y con rasgos del consumo. Embalses: esta documentación corresponde al período 1933-1982 y registra información textual y gráfica sobre obras y estudios relativos a la provisión de agua y a las proyecciones relacionadas con el consumo del líquido. Estadísticas: estas corresponden al período 1930-1985 e ilustran la evolución de las unidades de medición de la capacidad de cubrimiento de las redes en relación con datos demográficos y urbanísticos. En este grupo se encuentran estadísticas de obras, mantenimiento, servicio, instalaciones, consumo, plantas de purificación y conservación de redes. Estudios técnicos y análisis sobre el agua: estos documentos reflejan cambios en las variables que determinaron el estudio sobre la capacidad de oferta de agua en la ciudad entre 1947 y 1984. Son referentes importantes para comprender aspectos del crecimiento urbano en relación con el proceso administrativo de las fuentes de agua por parte de la empresa y permiten ampliar información sobre cloruración, captación de agua, suelos, bosques y aguas residuales. Hidrología: esta serie documental contiene lecturas limnigráficas, pluviográficas y climatológicas, producidas por el Departamento de Hidrología, encargado de estudiar el agua y sus manifestaciones en la atmósfera, encima y

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Fábrica de Cemento La Siberia y canteras, desde el norte, carretera de Palacio. Fondo Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá - Archivo de Bogotá. FOTO: J. Rayo y Gómez.

debajo de la superficie terrestre, y sus propiedades e interrelaciones con la naturaleza. También se encuentra dentro de esta documentación el registro diario de observaciones climatológicas de las estaciones de los ríos Blanco, Bogotá, Guatiquía, San Cristóbal, Teusacá, Tunjuelo, Fucha y Chochal.

Informes: generados entre los años 1916 y 1984, estos informes muestran el manejo técnico, los problemas y las soluciones en torno al sistema. Su valor radica en la información textual y gráfica que brindan sobre diferentes aspectos y fases de las obras realizadas en relación con los diferentes ejes funcionales de la empresa.

Historia de estaciones hidrometeorológicas: se trata del registro histórico de la evolución de las estaciones que ha permitido y permite a la entidad conocer los datos de las condiciones meteorológicas que afectan en sus diferentes aspectos la disponibilidad de agua en la ciudad. En estos documentos, producidos entre 1928 y 1999, se indican el momento y el lugar en los que se determinó la creación de estaciones meteorológicas y los diferentes aparatos de medición ubicados allí, así como los cambios que estos han tenido en el tiempo.

Libros contables: estos consolidan datos anuales de la gestión de la entidad para los años 19141965 en libros de balance general, y libros mayor y balance. Manuales: documentación en la que se enuncian y reglamentan los parámetros de algunos procedimientos y funciones de la empresa entre los años 1966 y 1973. Plantas de filtración: documentos que aportan información técnica relacionada con los procesos de purificación del agua en las diferentes plantas de la Empresa; datan de 1935 a 1985.


ARCHIVO A FONDO Proyectos: documentos producidos entre los años 1918 y 1986, que contienen los proyectos de la Comisión Municipal de Aguas, así como proyectos de hidrología, obras, plantas, redes, ríos y suministros. Esta información sobre el funcionamiento y desarrollo de las obras adelantadas por la Empresa se registra en formatos textuales y en planos de las obras. Redes de distribución: esta agrupación documental se refiere a los programas de ensanche (Plan Maestro) de las redes de acueducto y alcantarillado. Muestra aspectos de la organización de la empresa ante el proceso de crecimiento de la ciudad, en relación con la demanda y el uso del agua por sectores urbanos. Superintendencia Planta de Vitelma: se trata de información relativa al funcionamiento de las plantas de Vitelma y San Diego a lo largo del tiempo. Se destacan dentro de estos documentos los Diarios del laboratorio bacteriológico, que hacen énfasis en la importancia de Vitelma como la primera planta de tratamiento de agua en Bogotá. Estos registros muestran la manera en que se llevaba a cabo dicho procedimiento por parte de los laboratoristas e ingenieros encargados del mismo. Fotografías: registran el desarrollo de las obras que conforman el suministro de agua de la ciudad. Los registros fotográficos identificados como actas de vecindad de los años 1965-2002 presentan diferentes lugares de la ciudad como calles, casas y zonas de uso público, entre otros, y fueron tomadas con la intención de registrar el impacto de las obras en diferentes momentos de su desarrollo. Planos: en su mayoría son del período 19251950, y reflejan las etapas previas a la realización de las obras de distribución que vincularon la Planta de Vitelma con el crecimiento de la red de acueducto en sectores específicos de la ciudad. Otros representan las obras hechas y proyectadas para conformar el sistema de alcantarillado de la ciudad.

Alcance Los documentos generados por esta entidad aportan datos para la historia de las fuentes de agua y del sistema ecológico que ha surtido del líquido a la ciudad, muestran el uso y los valores que adquirió el agua a través del tiempo e indican el proceso de transformación de una sociedad. Así mismo, llenan de contenido concepciones como la calidad de vida, la limpieza e higiene, y hacen referencia a las formas de usar el agua y a la organización que se ha producido alrededor de ella. Los temas de investigación que se podrían adelantar a partir de los documentos generados por la Empresa de Acueducto y Alcantarillado se relacionan con el proceso de clorificación del agua que contribuyó a contrarrestar los problemas de salud en la ciudad; la manera en que el servicio del acueducto ayudó a modificar los hábitos de uso del agua; los debates suscitados en torno al aumento de las tarifas del acueducto; las enfermedades de origen parasitario, bacteriano y viral relacionadas con el agua y la estructura que fue tomando la noción de servicio público. Por otra parte, los documentos permiten adelantar estudios en las áreas de la meteorología, en especial sobre los cambios atmosféricos, utilizando parámetros como la temperatura del aire, la humedad, la presión atmosférica, el viento o las precipitaciones, con el objetivo elaborar un pronóstico del tiempo a corto y mediano plazo

Alcaldía de Bogotá (1910). Informe de la Alcaldía de Bogotá y demás oficinas sobre la administración del Municipio en el año de 1910. Bogotá: Imprenta de J. Casís. JARAMILLO, José Manuel (2003). “Figuras, usos y valores del agua en Bogotá”. Revista Colombiana de Sociología” nº 20. pp. 146-163 Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. VARGAS LESMES, Julián y Fabio Zambrano Pantoja (1988). “Santa Fe y Bogotá: Evolución histórica y servicios públicos (1600-1957). En: Bogotá 450 años. Retos y realidades. Bogotá: Foro Nacional por Colombia, Instituto Francés de Estudios Andinos (IFEA).

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FOTO: Archivo de Bogotá - Fondo fotográfico Hernán Díaz

Con motivo de los cambios que se avecinan en el tema de las basuras en Bogotá, y ante la necesidad de que la ciudad se imponga como meta un cambio de cultura con respecto a elementos esenciales para la vida como el agua, el aire y el ambiente, el presente artículo aborda, además de la historia del servicio, la discriminación que la sociedad practicó hacia los grupos de personas que fueron obligados a recolectar las basuras en la época colonial y en el siglo XIX.

Basura, ag segregació uas y Santafé de n social. siglos XVII Bogotá, al XIX

Luis Enrique Rodríguez B. Coordinador de investigación, referencia y valoración documental del Archivo de Bogotá


CRÓNICA HISTÓRICA

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l agua y la basura en la Santafé colonial

La sociedad bogotana del siglo XVII no creó dentro de la ciudad un sitio para depositar las basuras y desechos orgánicos pues, tradicionalmente, los arrojaban a los ríos y arroyos que la atravesaban y que por la fuerza de sus corrientes los transportaban hacia el campo. Este dato, aparentemente trivial, permite observar que en los usos y creencias de entonces no había sitio para los desechos. En efecto, la basura debía ser llevada fuera del área de la civilidad por la fuerza de gravedad del agua que corría de oriente a occidente hacia el sitio agreste de la “incivilidad”. Es decir, la noción de basura estaba mentalmente conectada con la de espacio “no civilizado” que caracterizaba las zonas rurales circundantes de Bogotá. Más claramente, el aseo se correspondía con la ciudad y las basuras con lo rural. Esta manera de pensar tuvo –y ha tenido- un largo periodo de permanencia en la mentalidad de la ciudad. En el siglo XVIII, a la par con el incremento de la población, la ciudad presentó un aumento en el volumen de las basuras producidas. El servicio que riachuelos y ríos citadinos prestaban transportando los desperdicios los convirtió en cloacas abiertas durante el verano y en torrente de aguas negras en invierno; por otra parte, la densidad de basuras que eran arrojadas a las aguas las convirtió en un problema de salubridad, debido a la generación de insectos y a la permanente presencia de aves carroñeras en los sitios más céntricos de la ciudad. Las autoridades trataron de solucionar el problema a través de medidas que, bajo penas, obligaban a los habitantes a sacar la basura a los arrabales, prohibiendo explícitamente

arrojarlas en los sectores céntricos. Y aunque las autoridades intervinieron para modificar la costumbre de sacar las basuras y arrojarlas a los caños, la mentalidad imperante de los habitantes siguió siendo la misma a lo largo de la centuria: el sitio de las basuras debía estar en lugares apartados fuera del perímetro de la ciudad, que es el sentido exacto de ‘arrabal’. El crecimiento de los volúmenes de basura y las consecuencias de su manejo llevaron a plantear soluciones desesperadas, todas inscritas en el marco general de que aquella debía depositarse en las zonas alejadas de la ciudad; en las zonas incivilizadas. Así, en 1832, se propuso la construcción de tanques y compuertas que contuvieran el agua de los arroyos para que -una vez abiertas- su fuerza arrastrara consigo toda la basura y los desechos depositados hacia las profundidades de la Sabana.

Segregación social Durante el siglo XIX, el problema seguía siendo el mismo, con la diferencia de que finalmente los vecinos le habían ganado la batalla a la administración de la ciudad y seguían la costumbre centenaria de sacar las basuras a la calle para que el gobierno de la ciudad, a través de los presidiarios, se encargara de su recolección y transporte. Con ello, se añadía otra responsabilidad a los encargados de los destinos de Santafé. La solución de descargar en los hombros de los presidiarios la responsabilidad de la recolección y el transporte de los desperdicios abre una faceta de análisis interesante en la medida en que se encomendaba la labor más despreciada por la sociedad a quienes habían sido apartados de ella por su “comportamiento”.

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90 Así, eran frecuentes los cruces de palabras ofensivas entre los transeúntes y los presidiarios, pues los primeros no desperdiciaban oportunidad de asociar la condición del recluso con la actividad a la que era obligado; lo cual lleva a pensar que en cierto sentido el castigo del presidio era aumentado con la vergüenza pública de barrer, recoger y transportar la basura. Por otra parte, deja claro que para la sociedad bogotana, tanto colonial como republicana, ocuparse de este menester era un trabajo tan abominable que estaba prescrito para los “rechazados” y los “diferentes” de la sociedad. Las soluciones planteadas para el problema del aseo de la ciudad no fueron suficientes. Los cronistas de los siglos XVIII y XIX hacen tantas y tan constantes referencias al desaseo permanente de las vías públicas que dejan la certidumbre de que este era su peor mal crónico. Además, ni siquiera la utilización gratuita de mano de obra cautiva permitía darle una solución definitiva al asunto. Si, por otra parte, se tiene en cuenta que los presidiarios también fueron dedicados a los trabajos forzados en las obras públicas, resulta comprensible que los asignados no bastaran para efectuar la labor de servicio a una comunidad que a principios del siglo XIX estaba ya sobre los 20.000 habitantes. En esa época, la proporción de obras por realizar era mayor que la disposición de fuerza de trabajo cautiva; desfase que el Cabildo de la ciudad, en 1809, procuró cubrir con la decisión de obligar a las mujeres de la Casa de Divorcio, a las que estaban encarceladas y a las detenidas por sospecha de ejercer actividades no muy definidas amparadas en

las sombras de la noche, a que se ocuparan de barrer las calles. Hecho que conserva el mismo elemento de castigo sobre seres supuestamente marginados de la estima social en razón de su proceder. El problema de aseo de la ciudad tenía connotaciones mayores pues, aparte de referirse al manejo de las basuras, también tenía que ver con el destino dado a los desechos orgánicos de los animales y con los restos de sus cadáveres. En cuanto a las excretas humanas, la sociedad se servía de las acequias de agua corriente construidas en el centro de las calles para depositarlas allí en horarios reglamentados por el gobierno de la ciudad, que iban de las diez de la noche a las cuatro de la mañana.

La era de los contratos La fragilidad e inoperancia del sistema de aseo de la ciudad en estos años se debieron a su marcada dependencia de medios tan inciertos como la disposición de presos suficientes, de mujeres de la Casa del Divorcio, de mujeres presidiarias o de la fuerza de los caudales de quebradas y arroyos. Así las cosas, los bogotanos fueron sorprendidos en 1843 por el traslado del presidio a la ciudad de Ibagué, con el fin de ocupar la fuerza de trabajo de los presos en la construcción del llamado “Camino del Quindío”.

Esta decisión provocó que el Jefe Político del Cantón – cargo antecedente directo del Alcalde, vigente entre 1821 y 1853- se decidiera a reconocer que el sistema de aseo no era un asunto cuya ejecución pudiera dejarse en manos de castigados, sino que era una obligación que los gobernantes debían asumir con seriedad. Por ello, realizó una licitación para esto ovenientes del impu pr s ro ne di de ia adjudicar un contrato por medio “La afluenc solución del la a a iv us cl ex n ió del cual el ganador se haría cargo y con destinac administrador del al ió it rm pe eo de la recolección de las basuras y as problema del l Municipio de n ió ac tr is in m ad la sepultura de los muertos, por ramo de aseo y a la luciones del so de po ti el y o er las sumas de $365 y $182 anuales, diversificar el núm . s” ra su ba s respectivamente. problema de la


CRÓNICA HISTÓRICA tipos de desperdicios producidos y un aumento de la mano de obra cautiva para tratar de cumplir con la función. Se tiene entonces que en 1856 el número de presidiarios que trabajaban en el aseo de la capital era 30, cantidad que varió para 1882, cuando llegó a 100. Aumento que corrobora la velocidad del crecimiento poblacional capitalino.

FONDO DEPARTAMENTO ADMINISTRATIVO DE LA DEFENSORÍA DEL ESPACIO PÚBLICO . 1920 - RECIBO POR CONCEPTO DEL PAGO DE IMPUESTOS PREDIAL, DE ASEO Y ALUMBRADO.

Aunque en la práctica falló, el acto de pensar en una licitación fue una muestra de realismo por parte del funcionario, y a la vez representó el abandono de las formas tradicionalmente asumidas para dar un paso que podría calificarse de moderno en el sentido de establecer un mecanismo que, sin depender de las contingencias descritas, garantizara la realización de la necesaria labor. Sin embargo, los intentos fallidos se sumaron uno tras otro al punto de regresar la función de nuevo a manos de los presidiarios, que fueron trasladados por el presidente Mosquera de Ibagué hacia Bogotá en 1845. Un hecho demográfico importante es que entre 1800 y 1870 la población de la ciudad se duplicó, pasando de 20.000 a 40.000 habitantes; crecimiento que no fue homogéneo a lo largo de los setenta años aludidos, sino que en su última parte la curva de crecimiento se empinó mostrando una dinámica inusitada que se agudizó entre 1870 y 1905. Este hecho trajo como consecuencia un incremento en el volumen y

Con un centenar de presos a disposición, las condiciones en Bogotá no mejoraron pues la actividad de una mayor fuerza de trabajo dedicada al aseo no impidió que la epidemia de cólera, que azotó la región de la costa norte colombiana en 1849, llegara al altiplano en 1850, favorecida por las condiciones ambientales que el virus encontró en los diversos barrios en donde el tifo, la disentería y la viruela se contaban como las principales causas de muerte. La impotencia del Municipio para manejar las basuras llevó a la administración a plantearse, por segunda vez, un modelo moderno de prestación del servicio en 1884. En este caso se trató de la contratación de dos empresarios particulares que por un estipendio de $1.800 mensuales se comprometieron a mantener aseada la ciudad, cuyas calles recorrían con quince carros tirados por mulas o bueyes.

“La noción de basura estaba mentalmente conectada con la de espacio “no civilizado” que caracterizaba las zonas rurales circundantes de Bogotá”. La adecuación al nuevo modelo no solamente corrió por cuenta de la administración municipal, sino que la ciudadanía tuvo que aceptar que el éxito en la gestión de una empresa como la del aseo dependía de realizar inversiones importantes en la infraestructura para que resultara adecuada a las exigencias de la tarea. Para tal efecto, la ciudad creó un impuesto de triple destinación denominado de “aseo, alumbrado y vigilancia”, con el cual se esperaba atender los tres problemas básicos que afectaban la vida de los habitantes.

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92 a as para el problem ad te n la p es on ci lu tes. “Las so no fueron suficien ad d u ci la e d eo cen del as glos XVIII y XIX ha si s lo e d s ta is on aseo Los cr s referencias al des te an st n co n ta y s la tanta públicas que dejan as ví s la e d te en an per m mal.” e éste era su peor u q e d re b m u id rt ce El experimento apenas duró cuatro años, pues las labores desarrolladas por los empresarios fueron sobrepasadas, más temprano de lo esperado, por los cúmulos de basura y Bogotá, nuevamente, volvió a padecer de este mal crónico. Los efectos de este nuevo fracaso fueron inmediatos y las reacciones desbordaron el ámbito municipal, llamando la atención del gobierno nacional, que, interesado en mejorar los servicios de la ciudad que le servía de sede, suscribió un contrato el 13 de abril de 1888 a través del Ministerio de Fomento con el Concejo Municipal de Bogotá, por medio del cual tomó a su cargo la organización y administración de los ramos de aseo, alumbrado y vigilancia de la ciudad. La afluencia de dineros provenientes del impuesto y con destinación exclusiva a la solución del problema del aseo permitió al administrador del ramo de aseo y a la administración del Municipio diversificar el número y el tipo de soluciones del problema de las basuras pues, al tiempo que celebraban contratos con agentes particulares para prestar un mejor servicio, planteaban soluciones a largo plazo por medio de su participación en la composición accionaria de compañías particulares dedicadas al tema. Así, en 1899, el Concejo Municipal, por medio del Acuerdo 6, dispuso la compra de cien acciones a un costo de dos mil quinientos pesos ($2.500. oo) de la recién conformada Compañía de Aseo y Ornato que había sido constituida por escritura pública el 13 de diciembre de 1898. El personero municipal ejerció la representación del Municipio ante la Compañía.

La contratación de la prestación del servicio de aseo por medio de agentes particulares no fue un acto aislado producto del desespero, sino que esta decisión estuvo enmarcada en la ola de inversiones privadas que pusieron sus capitales a rentar en los servicios públicos de las principales ciudades de América Latina, en las décadas finales del siglo XIX. Bogotá, para ilustrar lo dicho, contaba con un servicio de tranvías contratado con una empresa norteamericana, en tanto que los suministros de agua y energía estaban en manos de empresarios privados. Si bien la historia de las basuras no termina aquí, conviene en una futura oportunidad revisar cuidadosamente su desarrollo en el siglo XX, en donde tan evidentemente se presentaron grandes tensiones entre el Estado y el mercado por prestar el servicio, y en donde, adicionalmente, el espíritu discriminador fue consolidando la imagen estereotipada del basuriego, el cartonero y el reciclador

Concejo de Bogotá (1900). Libro de los Acuerdos expedidos por el Concejo de Bogotá durante el año de 1899, Bogotá, s.p.i. GUTIÉRREZ CELY, Eugenio. (2007). Historia de Bogotá. Siglo XIX. Bogotá: Villegas Editores. Alcaldía de Bogotá (1902). Registro Municipal, Año XXVII, No. 900, Bogotá.


COMUNIDAD

FOTO: ARCHIVO PARTICULAR

Bogotá en la p es pion lecturaromoción dera en su A e la rchivo

Orlando Fénix - Profesional en estudios literarios

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a participación libre en la vida cultural de las comunidades, el disfrute de los beneficios del conocimiento, de las artes y del progreso científico son reconocidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos como parte de los derechos culturales de las personas. Las bibliotecas, los centros de documentación y los archivos materializan esos derechos promoviendo la lectura, garantizando el acceso a la información y a los textos como bienes culturales. Sin embargo, en los archivos la promoción de la lectura es una experiencia menos frecuente. El Club de lectura del Archivo de Bogotá pone en contacto a niños, niñas, jóvenes y adultos con la memoria documental de la ciudad y abre una vía de apropiación social del conocimiento mediante actividades grupales de animación a la lectura. Con su “hora del cuento”, sus tertulias y conversatorios el Archivo es una memoria en uso,

abierta al interés, a las necesidades, al gusto y -por qué no- a la curiosidad de los bogotanos. Hora del cuento. Usando principalmente información, textos y audiovisuales del Archivo se comparten, con lectura en voz alta y técnicas lúdicas, historias cortas de muchos temas universales o locales que van desde el fútbol hasta el amor pasando por los fantasmas de la ciudad. Tertulias. En ellas se disfruta de la charla fresca y diáfana que lleva el ritmo de la vida. Se activan los recuerdos, las ideas y las emociones alrededor de temas como “la historia de mi barrio”, “cómo ha cambiado mi ciudad” y “Bogotá en su literatura”. Charlas sobre promoción de la lectura. Dirigidas a grupos de personas interesadas en cualificar su visión y su práctica de la promoción de la lectura. En estas charlas se trabajan temas como la animación a la lectura en el aula, la lectura en el aula y cómo diseñar una actividad de promoción

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Mediante convenio de cooperación suscrito en octubre de 2008 entre la Secretaría General de la Alcaldía Mayor de Bogotá y el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, se propuso la realización conjunta de un proyecto interinstitucional para la recontrucción de la memoria documental de la ciudad y el fomento de la investigación en el Archivo de Bogotá. Bajo la dirección académica del abogado e historiador Fernando Mayorga García y con la participación de investigadores de las dos instituciones, en el desarrollo de este convenio se generaron publicaciones sobre historia institucional que se suman al conjunto de obras con las que el Archivo de Bogotá ha atenuado la aridez bibliográfica sobre este tema en Colombia.

Publicaciones Patricia Pecha Quimbay Historiadora

COLECCIÓN Historia institucional de la Alcaldía Mayor de Bogotá, D.C. Autores: Patricia Pecha Quimbay, Carmen Alicia Florián Navas, Mauricio Andrés Galarza Pinzón, Jerónimo Juan Carranza Barés y Juan Daniel Flórez. En el contexto de la producción y difusión del conocimiento sobre el desarrollo histórico de las instituciones de la ciudad de Bogotá, el grupo de investigación del Archivo de Bogotá emprendió una investigación sobre la figura del alcalde y las funciones que ha cumplido en la administración de la ciudad, como eje central desde el cual se sigue una historia de corte narrativo, encaminada a mostrar la complejidad que va adquiriendo la administración y el gobierno de la ciudad en los doscientos años de vida republicana. El producto de la revisión rigurosa de fuentes documentales consultadas en los periódicos oficiales y de su análisis, se presenta en tres tomos:

TOMO 1. Bogotá, Grandes definiciones: 1810-1885. Este tomo da cuenta de la consolidación de nuevas formas políticas y administrativas por las que atravesó la ciudad entre julio de 1810 y la expedición de la Constitución Política de 1886, presentando un escenario de permanentes cambios y conflictos, producto de la búsqueda de una estabilidad administrativa que se refleja en la proliferación de normas en las que son frecuentes los asuntos de organización territorial y la creación de nuevas figuras administrativas encargadas de su gobierno.


PUBLICACIONES Se evidencia a lo largo de este texto que el legado de la administración colonial continuó vigente por varias décadas después de la Declaración de la Independencia, y se expone el proceso en el que Bogotá se fue perfilando como centro decisorio del Estado, a partir del establecimiento de un nuevo orden inscrito en el Código Político y Municipal de 1858, en el que aparece el alcalde como la figura representante del poder ejecutivo, encabezando la administración de Bogotá.

TOMO 2. Bogotá bajo la república unitaria: 1886-2010 El segundo tomo muestra el desarrollo de la administración de la ciudad, sobre las bases de la Constitución de 1886, y el momento en que pasó de ser administrada como cualquier otro municipio del país a ser reconocida como una ciudad excepcional, en la que a lo largo del siglo XX se aplicaron los nuevos conceptos sobre la administración pública. Continúan siendo temas constantes la configuración del territorio y sus gobernantes; para el caso de Bogotá, resalta la presencia de Higinio Cualla ejerciendo como alcalde por dieciséis años consecutivos. También se hace énfasis en la creación de instituciones y cargos administrativos. El texto finaliza haciendo un análisis sobre las consecuencias de la aplicación de las normas consignadas en la Constitución Política de 1991 sobre la administración de Bogotá, en particular la definición del estatuto orgánico que le permitió legitimar la descentralización política, administrativa y fiscal que reclamaba desde comienzos del siglo XX.

TOMO 3. Documentos históricos La publicación de este tomo, que se integra como anexo, tiene como propósito estimular la investigación sobre la historia administrativa de la ciudad, a partir de la información contenida en fuentes documentales primarias, para lo cual transcribe tres documentos: 1) La Instrucción para el gobierno de los Alcaldes de Barrio de esta Ciudad de Santafé de Bogotá, dictada por Manuel de Guirior en 1774; 2) Los Reglamentos formados por la Suprema Junta de Santafé para facilitar la elección legal de Vocales para la Junta Provincial que ha de gobernar esta Provincia a nombre de N. Soberano el Sr. D. Fernando 7°, mandados circular para su observancia, los cuales fueron revisados por el Muy Ilustre Cabildo de la ciudad y sancionados por su Vice presidente José Miguel Pey en enero de 1811; y 3) El Arreglo de Tribunales de la capital del Estado de Cundinamarca, y lugares subalternos de su Provincia, u otros que sigan su administración de Justicia, revisado, aprobado y sancionado por el Supremo Cuerpo Legislativo en agosto de 1811. Se recogen también en este tomo dos códigos de régimen político y municipal: el primero de ellos, del año 1958, expedido por la Asamblea Legislativa del Estado Soberano de Cundinamarca, y el segundo, expedido por el Congreso de Colombia en 1888, que, en razón de su valor como fuente de información para conocer la historia de la ciudad, fueron transcritos en su totalidad.

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Catálogo de fuentes y bibliografía para la historia de Bogotá Autores: Santiago Zuleta Ríos y Fernando Mayorga García. Como producto de las actividades investigativas emprendidas para la identificación de la producción documental de las instituciones coloniales y republicanas de la ciudad, la Dirección Archivo de Bogotá publicó 4 tomos de referencias a fuentes documentales, con el propósito de divulgar su existencia y generar conocimiento sobre Bogotá. La información se presenta en orden cronológico, separando las fuentes primarias oficiales y privadas de los libros, artículos y tesis de grado, con la siguiente organización: el tomo 1 aborda los períodos colonial y republicano entre 1888-1937; el tomo 2 comprende los años 1938-1974; el tomo 3 abarca los años 1975 a 1998, y el tomo 4 de 1999 a 2008. En esta compilación, cabe resaltar la labor de búsqueda, descripción y transcripción de los índices de las Memorias o Informes presentados por los Ministerios ante el Congreso de la Republica, publicados entre 1886 y 2008. En su conjunto, este catálogo referencia las fuentes documentales que se conocen en diferentes archivos y bibliotecas, así como buena parte de la bibliografía producida sobre la ciudad hasta el año 2011; información que constituye una fuente importante de consulta para emprender la realización de historias institucionales.

Guía metodológica para la investigación de historias institucionales. Modelo de orientación general Autor: Juan Daniel Flórez Porras Dirección académica: Fernando Mayorga García. Esta guía propone un procedimiento a seguir cuando se planea estudiar la historia institucional del Estado o de sus entidades; establece parámetros en relación con las fuentes a consultar, la periodización, la identificación de estructuras orgánicas y de funciones cumplidas y algunas formas de representarlas en organigramas y tablas, con el propósito de dar homogeneidad al método de investigación para recuperar la memoria de una institución. El contenido de la Guía se divide en tres partes: la primera, de caracter teórico, presenta la historia institucional como un problema histórico de investigación; la segunda es metodológica y propone los pasos a seguir para emprender una investigación de este tipo; la tercera expone ejemplos de aplicación práctica de la metodología propuesta. Esta guía representa un aporte significativo para fortalecer el estudio de la historia de la organización administrativa del Estado. Estas publicaciones se pueden descargar gratuitamente en:

http://www.archivobogota.gov.co/libreria/php/decide.php?patron=01.090102


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