REVISTA LITERARIA
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“Bodegón con pipa” ©Roberto Valdés-Bango Álvarez España, 2007 CONSEJO EDITORIAL. Editores: Ana Isabel Alvea Sánchez, Lourdes Bueno, Anabel Cornago, Judy García Allende, José Gutiérrez-Llama, Pedro Herrero, Carlos Hidalgo Villalba, María Jesús Manzanares, Juan Antonio Marigil Moreno, Emilia Oliva, Vilma Reyes Díaz, Enrique Sánchez Sotelo, Valeria Tittarelli, Montserrat Tomás García, Gloria Valdés-Bango Álvarez. Arte y Fotografía: Adriana Toledo, Roberto Valdés-Bango Álvarez, Josep Vilaplana. Asistente Editorial: Cecilia de León Díaz. Colaboradores: Juan Sadurni Galimany, Víctor Cázares Albarrán EN SENTIDO FIGURADO. Revista literaria de publicación mensual de difusión vía red de cómputo. Publicación sin fines de lucro que no admite patrocinios y es sufragada con recursos propios. Editor Responsable: José Gutiérrez-Llama. Allende 215, Colonia Clavería. C. P. 02080 México, D. F. Número de Certificado otorgado por el Instituto Nacional de Derechos de Autor (México): 04–2007–062511400100– 203. ISNN-2007-0071. El contenido de los textos es responsabilidad del autor. EN SENTIDO FIGURADO los incluye en apoyo a la libertad de expresión y el respeto a la pluralidad. Cualquier reproducción parcial o total de EN SENTIDO FIGURADO requerirá sin excepción, autorización escrita de los editores. La revista en su conjunto, así como cada página se consideran como una obra derivada protegida por Derechos de Autor. Portada.- Roberto Valdés-Bango Álvarez. Entrecuentos.- Montserrat Tomás García y Vilma Reyes Díaz. Entre ensayos y tanteos.- Judy García Allende y Ana Isabel Alvea Sánchez. En pocas palabras.- Pedro Herrero y Valeria Tittarelli. Palabra en verso.- Enrique Sánchez Sotelo y Emilia Oliva. Cine desde el diván.- Carlos Hidalgo Villalba. Letras pequeñas.- Vilma Reyes y Juan Antonio Marigil. Para escribir mejor/Traducciones.- Emilia Oliva. Teatro.- Lourdes Bueno. Pie de Foto.- Josep Vilaplana. Recomendaciones literarias.- Judy García Allende, Montserrat Tomás y Valeria Tittarelli. Conjuros contra la amnesia/Las buenas nuevas.- José Gutiérrez-Llama. Coordinación de la Edición. José Gutiérrez-Llama. Esta publicación se terminó de editar el 1 de Febrero de 2009. Año 2 Número 4. Febrero, 2009 Editada en: Alemania – Andorra – Argentina – España – México – Puerto Rico PROHIBIDA SU VENTA.
índice
“Con cariño para nuestra querida amiga, Tina Casanova” Título Entrevista con Carlos Hidalgo Villalba – José Gutiérrez-Llama…………………… Especial Galerías: - Geminación (poema) – Emilia Oliva………………………………………………………. Especial Pie de foto: - No más preguntas (microrrelato) – José Gutiérrez-Llama………………………… El reto (microrrrelato) – Soledad Ochoa…………………………………………………… Google (microrrelato) – Miriam Márquez…………………………………………………. Hogar, dulce hogar (microrrelato) – José Gutiérrez-Llama…………………………. Para colmo (microrrelato) – Pedro Herrero………………………………………………. Ruido (microrrelato) – Jesús García Pérez………………………………………………… Un lugar común (microrrelato) – Ana Isabel Alvea Sánchez……………………….. La ilusión de María (cuento) – Mario Aracena…………………………………………… Las 7 puertas (cuento) – Marta Antolín Barranco………………………………………. La ecuación (cuento) – José Gutiérrez-Llama……………………………………………. Como afirmar la propia idea de muerte para ejecutar al mundo (cuento) – Yamina Greco…………………………………………………………………………………………. Lo otro (cuento) – Carlos Ardohain………………………………………………………….. Avatares de un cerdo en su peor momento y algunos aforismos gorrinos (ensayo) – Josep Vilaplana………………………………………………………………………. En torno a Saint-Simon (ensayo) – Isabel Martín Salinas…………………………… Otras vidas (ensayo) – Ma. Isabel Fernández de Heredia Montero………………. La construcción de la feminidad (ensayo) – Ángeles Prieto Barba……………….. Carta a la inconsciencia (ensayo) – Mario Aracena…………………………………….. Inspiración, justicia y gozo (ensayo) – Judy García Allende………………………… ¿Qué nos pasó? (poema) – Judy García Allende………………………………………… Sin título (poema) – Ana Isabel Alvea Sánchez………………………………………….. Sin título (poema) – Enrique Sánchez Sotelo…………………………………………….. Epitafio (poema) – Josep Vilaplana………………………………………………………….. La silla (poema) – Gabriela Fuentes…………………………………………………………. El misterio de la lluvia (poema) – Rubén García García……………………………… Dos poemas sin título (poemas) – Silvia Gallego………………………………………… Frío (poema) – Néstor Hervás Domínguez………………………………………………… Cine desde el diván (sección) – Carlos Hidalgo Villalba……………………………… Letras pequeñas (sección) – Vilma Reyes…………………………………………………. Para escribir mejor (sección) – Emilia Oliva: - De mi proceso de creación de performances (artículo) – Bartolomé Ferrando……………………………………………………………………………………………… Pie de foto (sección) – Josep Vilaplana…………………………………………………….. Recomendaciones literarias (sección) – Judy García Allende……………………… Las buenas nuevas (sección) – José Gutiérrez-Llama…………………………………. Galerías: - De fotografía – Josep Vilaplana………………………………………………………………
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ENTREVISTA CON CARLOS HIDALGO VILLALBA Por: José Gutiérrez Llama Hola Carlos, antes de darte las gracias por la compañía, quiero que sepas que siempre he sentido un enorme temor de sentarme frente a un psicólogo (será la primera vez). Quiero suponer que se debe al miedo de que descubras un estado psicopatológico más grave del que imagino tener y al cual me he habituado. En fin, que Dios me coja confesado… 1.- Para quien no haya leído tu perfil en nuestro WEB, debo decir que eres licenciado en Psicología Clínica y además tienes 5 maestrías en: Psicología Clínica, Logopedia, Psicología Infantil y Adolescente, Terapia Cognitiva y Terapia de Conducta. Y bueno, con esta gran preparación, tu capacidad analítica, la facilidad narrativa y la fabulosa aceptación que tienen hoy día los libros de autoayuda, me sorprende encontrarte en el campo de la literatura. ¿Tienes algún recelo sobre el género de la autoayuda o has pensado incursionar en él algún día? Aunque siempre habrá excepciones en ambos extremos, ¿los crees útiles o recetas para ingenuos? En primer lugar, quiero decirte que ese miedo que tienes de que alguien descubra algo escondido en ti, es universal. Por norma, cuando te presentan a una persona y le dices la profesión, inmediatamente dan un paso atrás del tipo vade de retro. Se nos dota de un poder que no tenemos, pero bueno, son gajes del oficio, efectos colaterales de la profesión. En cuanto a tu primera pregunta, lo cierto es que siempre he pensando que si uno se interna en cualquier campo de la vida, debe ser bajo el prisma de la originalidad. Escribir un libro de autoayuda que ya ha sido escrito antes, si no 5
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igual, si de un modo parecido, no aporta demasiado. Y sí en la última década un “género literario” ha proliferado es el de los libros de autoayuda. Los hay de todos colores. Al grado que redactar y leer libros con fin terapéutico se le ha llamado biblioterapia. Si el libro ha sido escrito por una persona que ha superado cualquier problema psicológico, la lectura de su experiencia puede ayudarnos, en un momento dado, a sentirnos comprendidos; nos serena y, en algún caso, puede incluso iluminar una solución o una salida a nuestro atasco emocional. Leer un buen texto de crecimiento personal, nos puede ayudar a inspirar, sosegar y serenar nuestra alma. 2.- Sin duda, la depresión es un tema de gran relieve en la actualidad, no solo por su incidencia sino porque las proyecciones la ubican, en el 2020, como la principal causa de pérdida de años de vida saludable en el mundo. Desde aquella antigua melancolía (bilis negra) hasta hoy, ¿crees que nos hemos vuelto hipersensibles o el entorno se ha hostilizado? Desde mi punto de vista, ambas cosas. Estudios exhaustivos han demostrado que los habitantes del planeta, de principios del siglo XX, se consideraban igual o más felices que nosotros en la actualidad, a pesar de contar con muchas menos comodidades. Sé que lo que voy a decir no es políticamente correcto, pero lo expondré de todas formas. El ser humano está concebido para vivir en sociedad. Difícilmente un ermitaño puede ser feliz, antes bien se deprimirá. Los tres pilares sociales en los que se ha apoyado el ser humano, desde siempre, han sido la familia, la iglesia y los amigos. Hoy en día son tres instituciones que, si no están en crisis, no tienen el peso que tenían. Todo ello ha llevado a las personas a un mayor aislamiento y a una pérdida de valores importante. El entorno ha influido en el ser humano desensibilizándolo y el hombre ha influido en la sociedad haciéndola más inhóspita e individualista. 3.- Tengo entendido (en algún lado debo haberlo leído, pero tú me corriges si me equivoco) que con las nuevas generaciones de antidepresivos, la gente rechaza los procesos catárticos y se decanta por este tipo de tratamientos que, si bien reducen los síntomas, no siempre resuelven la causa. ¿Qué piensas acerca de esto? Supongo que el miedo al dolor es propio de los seres vivos pero, y relaciono nuevamente el tema con los textos de autoayuda, ¿Nos estamos habituando a las salidas fáciles? Los antidepresivos no tienen efecto curativo, sólo paliativo. Alivian, pero no solucionan el problema, pues atacan únicamente los síntomas. Cuando se pasa el efecto de la medicación, además de que vuelve el malestar, nos puede acarrear una dependencia fisiológica.
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En la actualidad están muy en boga los Inhibidores Duales de la recaptación de Serotonina y Noradrenalina (IRSN), fundamentalmente la venlafaxina y la duloxetina. La confianza que tengo en los fármacos antidepresivos es casi nula. Podíamos exceptuar el caso en que la posibilidad de suicido es muy elevada. En el resto de pacientes, en mi experiencia clínica, apenas he visto mejoría por medio de la medicación. Es más, recientes estudios neuropsicológicos han concluido que, como el cerebro ya obtiene de modo sintético al neurotransmisor, pues se hace vago y deja de elaborarlo de modo natural, con lo que, cuando se abandona la medicación, se carece de la sustancia sintética y la natural, es decir, el derrumbe. Estoy de acuerdo contigo cuando dices que buscamos la salida fácil. Hay que ver la cantidad de concursos televisivos donde se baraja la posibilidad de ganar auténticas millonadas sin esfuerzo alguno. Se busca la recompensa sin sacrificio. Lo mismo puede aplicarse a todas las áreas de la vida. 4.- Si la antigua melancolía es nuestra actual depresión, podría inferir que los viejos chamanes son los psicólogos. Con todo respeto, a mi me parece fantástica la analogía pero, ¿tú qué piensas?, ¿te gustaría ser un chamán con todo lo que implica? Los chamanes siempre han sido los sabios de las comunidades, de las tribus. Han sido elegidos y entrenados para sanar el alma. Sería un honor para cualquier psicólogo ser comparado con ellos. Su función solía ser comunicarse con el espíritu, para conectarlo con el cuerpo. Si entendemos espíritu por inconsciente y cuerpo por consciente, se diría que sí, que un psicólogo podría ser un chamán al uso; que equilibra la armonía perdida entre el cuerpo y la mente. 5.- Si no me equivoco Freud postula que el hombre busca placer. Una segunda tendencia, de Powell, señala que en realidad lo que busca es poder, y Frank nos dice que el hombre busca sentido. Entiendo la búsqueda como un acto inconsciente y sin embargo, convencionalmente le asignamos una connotación más racional. Así, y para serte sincero, a veces me parece que no sabemos qué buscamos. ¿Qué me puedes decir de todo este enredo? ¡Menudo galimatías, Pepe! Has mencionado a tres figuras. Cada uno vivió circunstancias diferentes y esas circunstancias influyeron sensiblemente en sus teorías. Un hombre que ha vivido la experiencia de un campo de concentración, buscará cosas diferentes a una persona que ha vivido en un ambiente favorable y lleno de comodidades.
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Todo el mundo tiene un sentido de la vida. Importa no caer en el desánimo a la hora de conseguir lo que esperemos de la vida, sea poder, amor, dinero, reconocimiento social, fama, etc. Mira, una vez leí un dato curioso sobre el bambú. Siembras la semilla, la abonas y la riegas. Durante los primeros 7 años no ocurre nada perceptible al exterior. Alguien impaciente llega a creer que las semillas compradas son yermas. Pero a partir del séptimo año y durante dos meses, el bambú crece 30 metros. En esos primeros 7 años el bambú generó un sistema de raíces que posteriormente le va a permitir crecer a una altura considerable. Análogamente, podemos concluir que el triunfo se consigue creciendo desde adentro, madurando internamente. Y eso lleva su tiempo. No hay que abandonar, resistir es vencer. Con paciencia todo se puede solucionar. 6.- No me queda ninguna duda que por tu profesión, convives rodeado de múltiples mundos formados de historias increíbles. ¿Qué te asombra más, y más frecuentemente, la imaginación o la realidad? No tengo ninguna duda: la realidad siempre supera a la ficción. En los 19 años de profesional he tenido la fortuna de ver miles de casos. Cada uno singular. No hay dos iguales. 7.- Dicen que no es conveniente llevar trabajo a casa. Así, entiendo que los psicoterapeutas deben disociar completamente su parte profesional de su parte personal. Si a esta disociación agregas la que debes de hacer con tu “yo literario”, ¿no tienes miedo de padecer personalidad múltiple?, ¿cómo logras conciliar estas (al menos 3) distintas personalidades? Con el paso del tiempo, esta “conciliación”, he de confesar, se ha hecho más fácil y llevadera. No tengo palabras para agradecer a mi esposa lo que hace por mí en ese aspecto. Es una persona comprensiva, cariñosa y atenta hasta el punto de lograr que todas las penas, todas las preocupaciones y todo el sufrimiento visto durante el día, logre quedarse en un compartimiento estanco diferente de mi vida privada. No obstante, tu pregunta me ha hecho recordar un viejo chiste: “Doctor, creo que tengo doble personalidad. Pase usted y charlaremos los cuatro”. 8.- ¿De dónde nace tu afición por el cine?, ¿qué prefieres, una buena cinta o un buen libro? Uno de mis primeros recuerdos fue la primera vez que fui al cine. “¡Qué tele más grande!”, exclamé. Rondaría los 5 años y, desde ese momento, se convirtió en una de mis aficiones preferidas. El cine es una de las pocas actividades que te
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permite evadirte, que te enseña habilidades, que hace que conozcas lugares, formas diferentes de ver la vida y, a la vez, es una afición de la que puedes aprender muchas cosas útiles. El cine ayuda a transmitir la cultura. La sociedad se forma en parte gracias al cine. Al contrario que en la lectura de un libro, lo que piensa un personaje (a no ser por una hipotética voz en off) se debe expresar con los gestos, con la mirada. Por otra parte, la lectura de un buen libro puede proporcionarte lo mismo que arriba hemos descrito pero, además, tiene la ventaja de que hace trabajar la mente frente a la actitud más pasiva de un simple espectador. Por tanto, según como esté el cuerpo, uno u otro son dos buenas elecciones para realizar un ocio activo. Ahora que, si la temática del libro tiene ver con la historia, mejor que mejor. 9.- ¿Sentir o pensar? Bonito dilema. Las emociones provienen del pensamiento. Por lo tanto, según lo que pensamos, sentimos. Llegados a este punto, parece lógico concluir que si aplicamos una sabia reflexión a las experiencias, el resultado será positivo. El problema de esto es que si todos los eventos los racionalizamos, los pensamos y los calculamos, perderemos frescura, espontaneidad e impulsividad. Por eso, una postura intermedia que intente alejarnos, bien del puro instinto primitivo, bien de una postura autómata, programada y encorsetada, puede ser la idónea. 10.- A mi juicio el ser humano es adicto por naturaleza. A algunas de nuestras adicciones les llamamos vínculos, apegos, hábitos, vicios. En ellas creamos dependencia hacia personas, conductas, bienes, sustancias. ¿Crees efectivamente en esta proclividad a la adicción?, ¿le encuentras alguna razón?, ¿siempre es dañina?, ¿eres adicto y a qué? Una persona realiza una construcción subjetiva de su experiencia personal. A esto se les llama Esquemas Cognitivos. Estos son representaciones mentales de lo vivido, no sólo una mera copia de lo acontecido. Estos Esquemas contienen lo que significa para cada uno de nosotros, la vida, el mundo y nosotros mismos. Uno de los primeros esquemas que se forman (a una edad muy temprana), es el apego. Esa vinculación afectiva ya no nos abandonará en lo que reste de nuestra vida. Eso hace que las personas tengamos una disposición a tener un vínculo afectivo con otros seres humanos. Así que, en cierta forma, todos somos “adictos” a algo, aunque sea a “apegarnos” a una persona. Las demás tendencias, el uso de sustancias, las compras compulsivas, el materialismo, etc. están en un escalón inferior. La mayoría de ellas sólo son un problema cuando perdemos el control sobre ellas. Lo malo es que, subjetiva9
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mente, siempre pensamos que está bajo nuestra voluntad, aún sin ser cierto. ¿Una adicción confesable? Mi mujer y mis hijos.
Carlos y su querida esposa
11.- Supongo que todo este largo peregrinar del hombre comenzó con el fenómeno de la apercepción o conciencia de tercer paso; darse cuenta de que nos damos cuenta. Es decir, desde mi punto de vista, esta exacerbación de la conciencia es lo que nos ha llevado (como especie) al montaje de toda nuestra cultura y lo que conlleva. No obstante, en este sentido hay posturas encontradas. Para Einstein, más del 90% de la solución de un problema está en dar cuenta de él. Mientras para Lao Tsé, la conciencia genera sufrimiento al dar cuenta de la realidad tal cual es (a mayor conciencia más sufrimiento y en contraparte, la eterna felicidad del inconciente). ¿Hacia dónde me aconsejas ir? El término apercepción fue introducido por Leibniz, quien entendía la apercepción como vinculada a la conciencia, a diferencia de la percepción. Es decir, destacaba el carácter activo de la mente, puesto que ésta no se limita únicamente a recibir estímulos, sino que también los transforma y les da un significado. No hay duda de que esto es así. A mi modo de ver, Einstein tiene razón. Alguien dijo alguna vez “Si conoces el camino, conoces la meta, pues la meta no está al final del camino, sino a lo largo de él; en cada paso”. Por otro lado, si intentamos eliminar la conciencia de la realidad, crearemos un punto ciego. Es cierto que es muy tentador, para las mentes sensibles, la creación de puntos ciegos. Nuestro sistema neuronal permite que el cerebro enmascare el dolor reduciendo nuestra conciencia. Malos recuerdos, tensiones, secretos dolorosos,
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situaciones embarazosas, hechos amenazadores, se bloquean para evitar el sufrimiento. Así, la mente se protege del dolor disminuyendo la conciencia, lo que origina un punto ciego, una zona en la que somos proclives a bloquear la atención. El problema es que así no solucionamos nada. Tan sólo nos auto-engañamos. Por lo tanto, por doloroso que sea, seamos conscientes de nuestros problemas y actuemos en pos de su solución. Bueno mi querido amigo, ya te he quitado mucho tiempo. Antes de irme y con un monosílabo, respóndeme: ¿estoy loco? No. Gracias Carlos por el diagnóstico y, sobre todo, por esta deliciosa, clarificante e instructiva conversación. Espero -como estoy seguro que así será-, que pueda ser tan disfrutable para nuestros lectores como lo ha sido para mí. Enero, 2009 España–México ©Derechos reservados
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ESPECIAL GALERÍAS Por: Josep Vilaplana
GEMINACIÓN viene del rojo del frío de lo concentrado opaco de lo sin luz se esboza diminuto invisible despreciable en peso y altura apenas una viscosidad latente una cristalización sin forma todo silencio y casi nada aún viene del azul purísimo del verde, del rojo del blanco, que no es un color como no es todavía esa apenas intención de ser que se oculta en el germen oscurecido aún de sombra precario endeble 12
imposible pudiera ser de tan frágil aleatorio sin conciencia de tiempo imposible imaginarlo allí en su inicio en su salto enorme del vacío de la nada que es a lo que será que empieza a ser en el momento mismo ¿pero cómo delimitar ese instante preciso? es en el rojo en el verde en el azul purísimo en el blanco apenas amalgama opaca de sentido traza de tejido por hacer no está tapado, sepultado, oculto aunque sí, también de momento no es todavía empieza a ser ya antes de ser engendrado se prepara el clima que lo acoja y sostenga lo enraíce y lo afirme le permita esbozar una forma concreta de vida planta árbol batracio niño pantera ser Emilia Oliva España, 2009 ©Derechos reservados Imagen:
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ESPECIAL PIE DE FOTO Por: Josep Vilaplana
NO MÁS PREGUNTAS "El ser humano debe crear las oportunidades y no solamente encontrarlas" - Francis Bacon –
Siempre pensé que el impertinente dolor articular que hacía crujir y flaquear mis rodillas iba asociado a la edad. Desde hacía tiempo lamentaba la imposibilidad de atar los cordones de mis zapatos y requerir ayuda, no siempre disponible, para cortar las uñas de mis pies. Por años achaqué mi falta de pericia y flexibilidad para ensartar con prontitud mi brazo izquierdo en el orificio de la camisa, al óxido que se asienta y vuelve inelásticos y nervudos los tendones. Creí, con fervor dogmático, que el tiempo nos inmovilizaba para evitar que nos rompiéramos sin pudor en algún sitio público. En realidad me abatía soñar, como pesadilla recurrente, en la penosa escena en la que el paramédico recogía incrédulo las piezas de la banqueta, y acto seguido, la acomedida vecina escobeteaba el montículo de espículas óseas que se desmoronaron sin más. Ve tú a saber qué partes de mi esqueleto irían a parar a la alcantarilla, mientras el resto sería reensamblado, entre sierras y taladros, con partes metálicas. Qué cara parecía así la cuota por unos años más; qué cruel resultaba un esquema que nos arrincona sin opciones. Pero hoy que he visto a esos chicos lanzarse machincuepas en medio de la playa, entendí que la osamenta no es lo que se acartona y enmohece. Así, con una gran dosis de ánimo, me acerqué hasta donde jugaban y pedí anuencia para participar. Ellos me miraron con extrañeza pero accedieron. Me deshice de la chaqueta y en medio de quienes me alentaban entusiastas, me lancé al aire. No imagines que alcancé una altura distinguible siquiera, ni tampoco creas que la pirueta haya sido virtuosa; tal vez la estrepitosa caída fue lo más destacable. 14
Desde luego, me rompí el cuello y la mayor parte de mis huesos se desquebrajaron. Dada la diligencia de algún chico, el servicio paramédico arribó pronto. Para entonces no había nada que hacer, más allá de recoger los pedazos y esparcir las esqueléticas moronas entre la arena. “Es una pena”, decían los curiosos que no lograban explicarse lo sucedido pero, aquí entre nos, debo decirte que ese instante en que todo estuvo "al revés", no dejó espacio para preguntas y aclaró cualquier duda. Las cosas al fin, tuvieron sentido... José Gutiérrez-Llama México, 2009 ©Derechos reservados Imagen: © “No más preguntas”, de Josep Vilaplana. Andorra, 2009
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EL RETO Te reto, vida traicionera, a no ser el obstáculo de mis caminos. Te reto, hombre bandido, a no llevarte el latido de mi corazón, o dejarme una noche en vela. Te reto, mundo hambriento, a no dejarme llevar por tus pasos acelerados y tus vanidades. Dejaré pasar frente a mí todo aquello que opaque mi mirada, y retaré a cada noche por un hoy y un nuevo día. Nada vale más que apostar y arriesgar. Todo se vale también, cuando en cada apuesta se juega la felicidad. Retaré a esta duda, que vacila en hacer lo correcto o no. Y dejaré que mis palabras fluyan, sin importar sus sabores. Aquí hoy estoy, dándome un reto a mí misma. A seguir y saber que nada es fácil y dado en la palma de mano. A que un segundo en la vida vale más que una vida perdida. Que la palabra justa es sólo en un momento, y que un abrazo puede ser aquella cobija que ampare tus penas. Cada circunstancia, cada pensamiento, la vida en sí, será un continuo reto a nosotros mismos. Donde pondré en juego mi fortaleza, mis miedos ocultos, mis habilidades reprimidas.
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Donde el tiempo corre a contrarreloj, y donde lo importarte es saber que nunca es tarde y cada suspiro… es un reto a la vida. Soledad Ochoa New York (EUA), 2008 ©Derechos reservados Imagen: ©Pedro Herrero. Barcelona (España), 2009
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GOOGLE ¿Sabes que hay 3.536 referencias a ti en el Google? Las he recorrido una a una, y gracias a ellas, sé que, desde que me dejaste, tu carrera se ha puesto a silbar como una locomotora. He visto tus fotos recogiendo premios, las entrevistas con la prensa, y hasta tu nombre escrito con letras historiadas en el programa de una conferencia internacional. Gracias al Facebook, no me he perdido detalle de tu reciente mudanza a Manhattan, del nacimiento de tu hija Cristina y de la adquisición de ese cachorro de orejas caídas. Para contrarrestar tu avalancha de éxitos, he tenido que exprimir mi imaginación. Me he fotografiado sonriendo en fiestas prestadas, he trucado algunas fotos y hasta he hecho circular algunos bulos halagadores en diversos foros de internet. Mi última idea ha sido publicar un blog con una estilizada biografía incorporada. Durante más de un mes, he visitado enfermizamente mi contador de visitas. Miro a Nueva York y espero que aparezca una de esas banderitas que delatan en un mapamundi a mi lectores en cuanto se asoman. Hoy, por fin, una ondeaba sobre tu nueva ciudad. Sé, no me preguntes cómo, que has sido tú la que me ha dedicado 45 segundos y se ha marchado sin dejar comentarios. Miriam Márquez España, 2008 ©Derechos reservados Imagen:
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HOGAR, DULCE HOGAR “No entiendo por qué el que es dichoso busca mayor felicidad.” –Cicerón–
Vivo en un tercer piso ubicado en la zona más céntrica y exclusiva de la ciudad. Si bien no es un sitio de gran amplitud, sus dimensiones son adecuadas y está acondicionado para ser confortable. Desde el ventanal panorámico puedo ver la puesta de sol y el camellón arbolado por donde pasean los transeúntes que visitan las boutiques que nacen al pie de los edificios. Y aunque generalmente se forman interminables filas de autos en sus alrededores, el grueso cristal, herméticamente sellado, ataja cualquier ruido proveniente del exterior. El silencio crepuscular produce un ambiente apacible para la fructífera reflexión y desempeño. Como supongo debe ser normal, mi relación con las personas que conviven en el inmueble es bastante dispar; con algunos tirante y con otros más llevadera, aunque respetuosa y distante en todo caso. De cualquier forma, y sin asumirme como el típico ermitaño, basta cerrar mi puerta para restaurar las condiciones de privacidad que tanto aprecio. No, no hay duda, en estos tiempos no hay como tener un espacio donde refugiarse de todo, y de todos. Desde luego, esporádicamente me apetece salir de noche. Sin ser afecto a las aglomeraciones ni a los sitios de moda, pienso que un mínimo de aire fresco, algo más que comida rápida y un poco de sexo, nunca caen mal. En esas ocasiones prefiero ir a casa para estar un tiempo con mi mujer, ver a los niños, y en seguida regresar a la oficina. José Gutiérrez-Llama México, 2009 ©Derechos reservados Imagen:http://www.laneros.com 19
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PARA COLMO Cuando a la viola violó el violín, el violoncelo reaccionó con un violento ataque de celos. Después de eso, la sección de cuerda en pleno propuso ahorcar al responsable. A la flauta le entró flato, el trombón se diagnosticó trombosis y la trompa pensó que lo mejor era irse a dormir la mona. Ni siquiera el clarinete vio las cosas con claridad, y hasta la percusión se sintió repercutida. El sentimiento general fue que -sin el solista- se habían quedado todos solos. Porque todos sabían que el director de la orquesta, precisamente por llevar la batuta, se comportaría como el grandísimo hijo que todos esperaban. El caso es que nadie se veía capaz ahora de interpretar música dodecafónica con once instrumentos. Y para colmo, cuando la trompa despertó de su letargo, la mona estaba de Pascua. Pedro Herrero Barcelona (España), 2009 ©Derechos reservados Imagen: ©Pedro Herrero. Barcelona (España), 2009
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RUIDO Es obvio. Tu juventud te ciega. No te fías de lo que digo. Piensas que se me ha ido la cabeza. “¡Qué cosas se le ocurren al viejo!” No te preocupes, no me enfado. Yo pensaba igual que tú cuando mi corazón latía con tanta fuerza que podría haber drenado el Mediterráneo si hubiera tenido algún lugar donde echar tanta agua. ¿Te ríes? “Otra vez el abuelo divagando”. No te disculpes, ya me sé la cantinela. No tengo ninguna duda de que no vas a creerme. Es más, ni siquiera creo que vayas a pararte a pensarlo. Quizás ya se te ha olvidado. Yo también era como tú. Por eso intento prevenirte. Cuando te des cuenta será demasiado tarde. ¿Por qué no me escuchas? No puedes oírme, el ruido te lo impide: tu trabajo, tus vacaciones, tu coche, tu televisor, tu centro comercial, incluso tu familia genera un estruendo tal que no hay manera de que percibas ni un ápice de mis deliberaciones. Quiero creer que es por eso. Quiero creer que no puedes oírme. Sería demasiado doloroso que pudieras y no quisieras. Sería insoportable que desdeñaras así mi discurso. A pesar de todo, voy a perseverar en mi certeza. Tú sigue a lo tuyo, al fin y al cabo, qué va enseñarte un pobre anciano decrépito que necesita ayuda hasta para ir al servicio. Sólo puedes esperar que no fastidie demasiado, que no interfiera mucho en tu vida. Lo justo para tranquilizar tu conciencia. Pero te confundes. No está tranquila. Ni mucho menos. Tan solo es que no la oyes. Ya te lo dicho. El ruido. Ahí está la clave. Te distrae. No te deja ver la vida. ¿El ruido? No, el ruido no es la vida. No me crees. Lo noto. Pero no pienses que te culpo. A mí me pasó lo mismo. A mí y a todos. Bueno, a todos no. Alguno se daría cuenta a tiempo. Lo que no sé es por qué no avisó. Quizás lo intentó, como yo ahora, y el ruido no me dejó oír.
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Ya es tarde para mí. Pero tú… Ojalá me oyeras. Para ti todavía habría tiempo. Tú todavía podrías vencer al ruido. Pero no quiero que me lo eches en cara. Yo intenté advertirte. Aunque sé que no es tu culpa. Tampoco fue la mía. La experiencia sería un arma contra la que el maldito ruido no tendría ninguna oportunidad. Pero tú no puedes esgrimirla, aún no. Estás demasiado ocupado. ¿Te vas? Un nuevo ruido reclama tu atención. Ya has cumplido con el viejo. Sí, por supuesto. Lo entiendo. Es tu ruido, no puede esperar. Yo espero, claro. ¿Qué iba a hacer si no? Jesús García Pérez Madrid (España), 2008 ©Derechos reservados Imagen: Daniel Bayona en: www.morguefile.com
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UN LUGAR COMÚN Repanchigado en el sofá y con una lata de cerveza en la mano, va cambiando con la otra los distintos canales. “Quieren erradicar el mal indiscriminadamente, total, son los otros quienes mueren; como son los otros quienes agonizan de hambre o miseria detrás de esta pantalla, o quienes arriesgan sus vidas en esas pateras, o quienes…”. Se despereza, pulsa el botón del mando y se levanta bostezando para irse a dormir. Ya arropado en su cama, ”el mundo no puede continuar así, pero ¿quién soy yo? Nadie”. Y se queda dormido. Ana Isabel Alvea Sánchez ©Derechos reservados Imagen:
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LA ILUSIÓN DE MARÍA ¡María se enamoró con la fuerza voraz que le daba su juventud! ¡María amaba! ¡Quería! ¡Soñaba! ¡Esperaba atenta ese amor que se hundía en su memoria! Sus venas se henchían de felicidad, cada vez que le veía. Contenta le seguía con sus ojos azules. Contenta suspiraba entornando sus párpados coronados de largas pestañas sedosas. ¡Hermoso como un adonis! ¡Amable! Le hablaba siempre con una voz perfumada de ternura. ¡Sonando en sus oídos cual música celeste! Sus labios eran carnosos, de un carmesí casi sobrenatural. Empujando su corazón al anhelo de morderlos hasta cansarse. Y cuando sus ojos penetraban profundamente en los suyos. Su cerebro ardía de deseos escandalosos. ¡Ah! ¡Como le hubiera besado! ¡Como le hubiera entregado su cuerpo! ¡Entero! ¡Todito! ¡Sin prejuicios ni moralidades! ¡Lo hubiera hecho tan feliz! María le habría regalado su alma sin demora. Abandonada a sus más mínimos caprichos. ¡María le habría convertido en el rey de su vida! Su amor era tan grande que hasta la había sumido en el ensueño de pensar en un futuro lejano.
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María se dio el lujo de verse casada y con una buena cantidad de niños traviesos que le llenarían de gozo. Y hasta tuvo la deliciosa idea de correr por los campos seguida por su familia. Su hermoso Adonis y tres pequeñines que le gritaban mamá. Pero María se consumía lentamente entre los tubos de aquel hospital. Su cuerpo, que ella imaginaba esbelto y de curvas magníficas, no era más que un amasijo de huesos postrados lastimeramente en ese lecho infame. Solo su amor por el bello enfermero, había hecho que sus ojos se abrieran por uno o dos minutos de más. María parecía haber olvidado que después de su accidente, toda su humilde existencia se había quedado inerte… ¡Inmóvil, como una montaña, en medio de la tierra! María olvidaba que sus esperanzas se iban cada mañana con el saludo de su amado. ¡María parecía olvidar que se moría irremediablemente! Mario Aracena Montreal (Canadá), 2006 ©Derechos reservados Imagen:
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LAS 7 PUERTAS Karimah y Nasha nacieron muy lejos de aquí, en un lugar tan pobre que no tenía nombre. Siendo muy pequeñas, sus padres decidieron procurarles una vida mejor fuera de aquel lugar, sin embargo, salir de allí entrañaba muchos peligros e incluso la muerte, por lo que decidieron separarse. Aissa, la madre, se llevaría a Karimah, mientras que Juma, el padre, permanecería allí, con Nasha, a la espera de ver que el destino de su mujer y su hija Karimah realmente fuera lo suficientemente esperanzador como para hacer pasar a las dos hermanas por el mismo riesgo. El viaje de Aissa y Karimah fue duro. Después de caminar por territorios desconocidos durante semanas, navegaron a la deriva durante días hasta que por fin, el cayuco en el que viajaban tocó tierra en una playa desierta. Algunas horas más tardes una joven que paseaba por la orilla se acercó. Al ver a la mujer desvanecida por el viaje se asustó, y quiso correr, sin embargo, algo la detuvo, el llanto de una niña de poco menos de un año que se movía en el regazo de su madre que aún mantenía el calor de su cuerpo. Aissa acababa de morir. Jara se acercó para tranquilizar a la niña, y al cogerla, tres mariposas blancas salieron del regazo de Aissa. En aquel país sin nombre se decía que cuando alguien moría, un remolino de mariposas blancas ascendía como símbolo de liberación del dolor, transformándolo en paz y serenidad.
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Pasaron los años y Karimah creció en un entorno feliz, deleitándose con todo lo bueno que le procuraba la vida. Jara le proporcionó una educación, un hogar, un cariño…en el que se sentía segura. Nunca sintió preocupación ninguna y Jara siempre procuró que fuera así. Un día, Karimah recibió una carta de muy lejos, de un lugar tan pobre que no tenía nombre. Supo entonces que tenía una hermana y un padre más allá de las fronteras de su mundo de posibilidades y sin preocupaciones. Supo también que su hermana estaba enferma y que tan solo necesitaba para curarse el néctar de una flor, una flor que crecía por centenares en el nuevo mundo de Karimah… ¿Cómo algo tan simple podía salvar una vida?, ¿cómo siendo así nunca nadie hacía nada? Si Nasha hubiera estado allí, no hubiera tenido la necesidad de buscar, pero Nasha vivía en aquel mundo sin nombre. Siguió leyendo, acerca de cómo podía conseguir la flor y llegar hasta allí, salvándole la vida a Nasha y le habló de la existencia de 7 puertas, con difíciles premisas, que debería atravesar para alcanzar aquel lugar perdido, su tierra natal. Una vez allí, tendría que buscar un roble milenario, y bajo él, una casita azul, con ventanas pequeñas y puerta de latón. Nada más acabar la carta, Karimah se puso en marcha. Salió al jardín de la casa donde vivía para coger un ramo de las flores que Nasha necesitaba para curarse. No podía entender cómo era posible que alguien pudiera enfermar y morir por necesitar algo tan insignificante para ella. Esas flores habían estado ahí delante desde siempre. Tan cerca, y tan lejos. Según se iba alejando de su casa, el camino se iba haciendo más abrupto e incómodo. Enseguida llegó a la primera puerta que pasó apenas sin contratiempos. Sólo tuvo que pagar una pequeña cantidad de dinero. Karimah iba provista para estos casos y pasó sin más preocupación. “Es fácil”, pensó, pronto llegaré hasta Nasha, y toda esta aventura quedará en un mal sueño. Caminó durante un día entero cuando llegó a la segunda puerta. Era algo más vieja que la anterior. La puerta estaba cerrada, y a un lado, podía intuirse a través de una ventanilla de cristal una mujer mayor con gafas. Karimah se acercó y llamó al cristal, pero la mujer no pareció oírle, estaba demasiado
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ocupada leyendo una revista. Karimah insistió, entonces la mujer abrió la ventanilla y sin apenas dirigirle la mirada le dijo: —Está cerrado. Karimah le contestó: —Buenos días señora, tengo que cruzar esta puerta, ¿puede abrirme? En ese momento la mujer soltó la revista y le dirigió una mirada firme y tajante: —¿Traes el “Permiso del Caminante explorador del Extrarradio”? —¿Permiso?, ¡no traigo ningún permiso! Mi hermana está muy enferma y tengo que… La mujer apenas le dejó terminar la frase. Volvió a coger la revista: —Tendrás que conseguir el Permiso en la primera puerta. Y acto seguido, cerró la ventanilla. Karimah cogió su mochila y preocupada por el tiempo que perdería, se dio la vuelta procurando llegar a la primera puerta lo antes posible. Cuando llegó, y después de esperar una cola de 3 horas de gente pidiendo certificados, licencias y permisos para distintos menesteres, pidió el Permiso. Volvieron, entonces a pedirle cierta cantidad de dinero a cambio. Karimah frunció el ceño, pero pagó sin rechistar pensando en el poco tiempo del que disponía. Descansó un poco bajo un árbol, comió algunas galletas que había cogido para el camino y continuó su viaje. Al día siguiente llegó a la segunda puerta, ya con el Permiso. La ventanilla estaba cerrada, y la puerta estaba abierta. Más confusa que molesta por el tiempo perdido, atravesó la puerta. El siguiente escenario era aún más gris. Caminó durante pocos minutos cuando llegó a una tercera puerta. Le pareció demasiado fácil… Pero, la puerta estaba cerrada y a su alrededor no había nadie, únicamente un botón rojo. Apretó, y de una pequeña rendija salió un papelito con un número… enseguida oyó una voz mecánica que dijo: —Mil trescientos treinta y tres. Entonces miró hacia arriba, en un pequeño panel leyó: “97”. ¡No se lo podía creer!
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Pasó tres días atrapada en aquel lugar, viendo como por cuentagotas iba pasando gente delante de ella hasta llegar a su número. Aprovechó para comer y descansar, y de vez en cuando miraba a alguno de los que como ella estaban esperando y les decía: —Por favor, mi hermana está muy enferma. Pero nadie parecía escuchar. Todos tenían algún motivo importante que le impedía ceder su puesto, y también todos, como ella, llevaban días esperando su turno. Por fin llegó su número, y pudo pasar. Entró entonces a un lugar frío y seco. Nada parecía tener vida en allí. Karimah sólo podía pensar en su hermana y su padre, y cuanto más lo hacía, más largas eran las horas. Por fin llegó a un muro… un muro lleno de musgo y hojas secas que olían a humedad y a podrido. Frente al muro, un pequeño lago, limpio y brillante, pero ninguna puerta. Karimah estaba confundida y cansada. Pensó en dar la vuelta y abandonar, de todas formas no conocía a su hermana ni a su padre, nunca había estado con ellos…no merecía la pena pasar por todo esto por alguien a quien nunca había visto. Se acordó de su casa calentita, sus sábanas limpias, su habitación… de su jardín con flores, de Jara, que la había recogido y cuidado desde pequeña y pensó en volver sin pensar… Sí, tenía que regresar. Había perdido ya demasiado tiempo y energía en algo que no conocía. Se sentó un momento a descansar, tomó aire y le entró sed. Fue entonces a beber del lago frente al muro antes de dar la vuelta y marcharse, y cuando se acercó, vio el reflejo de una niña pobre, enferma y débil, casi inconsciente, mal vestida, con el cuerpo delgado y llagas en la piel. Estaba recostada en los brazos de un hombre envejecido por el llanto y la impotencia que trataba de sujetar ese cuerpo frágil y delgado…“mi hermana”, pensó, pero al levantar la vista y buscar su rostro, comprendió… era su propio reflejo… Esa niña podía haber sido ella, y sin embargo, ella estaba allí… sana, afortunada y consciente. Se sintió avergonzada y consideró que debía seguir. Cuando fue a lavarse la cara, el agua le absorbió transportándole a un lugar diferente… había pasado la cuarta puerta. El nuevo contexto le pareció familiar…Era una tierra roja que creía haber visto antes, hacía mucho tiempo. Esta vez había gente a su alrededor, mucha gente, muchos niños con ojos llenos de tristeza y de niñez robada, niños que encarnaban una madurez forzosa.Se dio cuenta que era observada con curiosidad. Pronto se percató de que el hecho de venir de “fuera” le dotaba de
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una superioridad artificial y falsa que realmente no poseía. Se sentó un momento con ellos y compartió su ropa, su comida y las pocas cosas que llevaba en la mochila. Inmediatamente entendió que había recibido mucho más de lo que había dado, y entonces preguntó por un roble milenario y una casita azul con ventanas pequeñas y puertas de latón. —Esa casa que buscas está por allí —señaló un muchacho. —En el corazón de las tinieblas… en un lugar que se llama Congo… ¿seguro que quieres ir allí? —Tengo que ir —dijo Narimah. —Está bien. Entonces deberás cruzar aquella puerta. A lo lejos podía intuirse, vagamente, una puerta casi destruida por los bombardeos. A su alrededor, yacía un gran número de cuerpos sin vida y otros tantos al borde de la muerte que, de manera confusa y equivocada, hacían pensar en la muerte como la mejor alternativa a su situación por pertenecer a la parte olvidada del planeta… cuerpos relegados del mundo y de sí mismos, que ya ni siquiera recordaban cuál era el motivo que les succionaba la vida… una bala, una gripe, la falta de comida y agua… el espíritu humano envenenado y corrupto… el “espíritu humano”… “singular paradoja” —pensó—, ¿acaso no debería el espíritu ser “humano” por naturaleza? Karimah atravesó la puerta más difícil presa de vergüenza de sí misma y del mundo que había dejado atrás días antes, capaces de permitir esa agonía amarga que le helaba la sangre. Y atravesando varios kilómetros de cuerpos muertos y agonizantes, entre el olor a angustia y a sangre corrompida, Karimah se dio cuenta de que estaba atravesando la puerta número cinco. Caminó durante días, sabiendo que, posiblemente, el tiempo se había agotado hacía mucho, hasta que, dominada por el cansancio y el desánimo, creyó que el sol le nublaba la vista cuando a lo lejos vio un roble,… y una casita azul con ventanas pequeñas. Corrió hacia ella con la poca fuerza que le quedaba. Karimah abrió la puerta, la sexta puerta, pequeña y de latón… y de la casa salió un remolino de mariposas blancas. Arrodillado en el suelo vio a su padre con los ojos empapados en lágrimas. Cayó al suelo, agotada y exhausta, con un ramo de flores en la mano, y llorando de impotencia abrazó a Nasha, más con el alma que con el cuerpo… Un estruendo enorme dejó muda la ciudad y también a Karimah que, por un momento, vio pasar por su mente su viaje, las seis puertas, a Jara, su niñez… y entonces sintió una paz indescriptible y creyó ver millones de mariposas blancas revoloteando a su alrededor. Durante un minuto… silencio, sólo silencio… y
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entonces… pudo quitarse de encima los escombros que le oprimían el pecho y no la dejaban respirar. Miró a su padre primero, ya no lloraba… y después a Nasha que le sonreía…Había cruzado la séptima puerta. Marta Antolín Barranco Plasencia (España), 2008 ©Derechos reservados Imagen:
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LA ECUACIÓN Muero de ti y de mí, muero de ambos, de nosotros, de ese desgarrado, partido, me muero, te muero, lo morimos. –Jaime Sabines–
La sobremesa se prolongó más de la cuenta. Así, decidí salir un instante a fumar para intentar reestablecer mis niveles de nicotina que, seguramente a esa hora, se encontraban en rangos críticos. Conforme al protocolo que corresponde a una cena formal de negocios, solicité la venia de los comensales, me levanté de la mesa y reacomodé la silla sin arrastrarla. Desde que entró en vigor la ley antitabaco y los legisladores decidieron arrancar de las garras del cigarro a infinidad de inocentes inhaladores de fumarolas ajenas, este “entra y sal” se había vuelto un fastidio. Deseable hubiera sido que los ambientalistas advirtieran a los ingenuos beneficiarios de la medida, que la maniobra simplemente permutaba al verdugo. Tal vez ahora serían presas de algún automovilista alcoholizado o serían devorados por monstruos no menos fieros, como la diabetes, la hipertensión, un derrame cerebral o la esclerosis. Y bueno, paradójicamente, los menos y más felices, los que lograran vencer a todos esos demonios, acabarían por diluirse entre la vejez, el Alzheimer o el olvido. Sentí náuseas y para mitigarlas metí la mano al bolsillo para extraer un cigarro con el que jugueteé camino a la puerta. Los parroquianos me miraron como el delincuente enviciado que se dirige al cadalso y, por supuesto, no habrá faltado, entre esos ex-mártires de mis atropellos, quien recordara con rencor alguna rinitis leve. Un peregrinaje así, seguro tuvo la compañía de la piadosa viejita que encomendó mi alma con algún arcángel con el que lleva buena amistad. Finalmente alcancé la salida. El frescor nocturno me dio en la cara como una tersa caricia. Busqué un sitio donde recargarme a fumar.
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—¡Muero por un cigarro! —exclamé en voz alta, en tanto encendía el pitillo y aspiraba profundo. —Literalmente —escuché a mi lado. Volteé. Era una hermosa mujer que compartía el mismo descarrío. La había visto adentro departir con otras mujeres. Especular frente a un encanto de semejante naturaleza es una estúpida forma de escatimar atención a lo bello. Me abstuve de hacerlo. Después de todo, qué importaba si sus acompañantes eran amigas, enemigas, extraños, familiares o agentes encubiertos de la INTERPOL. ¡Lucía preciosa! —¿Perdón? —respondí como si no la hubiese escuchado. Sonrió. —Nada. Cuando dijiste que morías por un cigarro simplemente confirmé tu dicho. ¿Acaso nos sabes que cada tabaco te resta 5 minutos de vida? —contestó, y sus labios carmesí envolvieron al filtro con un beso de sensualidad suicida. Ahora fui yo quien sonrió, embelesado por la esbelta mujer de pelo corto, edad media, grandes ojos e idéntica debilidad. —¡Es cierto! Multitud de estudios científicos lo prueban. Así, con cada cigarro, me muero, te mueres, morimos... —evocó a Sabines en un contexto no menos tentador e inquietante. —Lo sabía —comenté despreocupado. Ella me miró con incredulidad, con asombro, con cara de “pobre imbécil, seguro no entiende nada”. Continué. —El caso es que hace poco leí otros estudios tan formales como los que señalas, donde aseguran que hacer el amor tres veces por semana aumenta la expectativa de vida alrededor de diez años. Así, si consideras ambos hallazgos, el problema se reduce a encontrar la ecuación exacta que equilibre las dos variables —y entrecerré un ojo. La mujer escuchaba atenta, como si hiciera cálculos aritméticos; sumas y restas, no más. Dio un nuevo golpe al cigarro. Inclinó la cabeza y con cierto dejo nostálgico (que me caló hasta la médula), lanzó la colilla al piso. —Creo que es necesario que deje de fumar —dijo con sugerente desconsuelo. Encogió los hombros y me miró de reojo frunciendo con tristeza los labios. No, en definitiva no rehuí a sus pupilas y le devolví una mirada de, "¿y no se te ocurre una solución más… creativa?". 33
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Luego, el silencio que precede a las largas agonías. Morí, murió, morimos, pero no antes de vivir el tiempo necesario… José Gutiérrez-Llama México, 2008 ©Derechos reservados Imagen:
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CÓMO AFIRMAR LA PROPIA IDEA DE MUERTE PARA EJECUTAR AL MUNDO Ella caminaba a través de la lluvia con pasos forzados, como si ese compromiso con el viento fuera el único capaz de anular sus huellas. Tocó a tientas su bolso, consideró cambiar su mano y sostener con la presente su nuca, que la obligaba a contener lo que parecía ser su miedo. Desesperó con el mismo ímpetu, hasta que entró en aquel pasaje. A través de las luces bajas, aquellas primeras miradas la encontraron soberbia. Buscó una vez más entre su bolso. La letra era impasible. Recordó sus antiguos accesos infantiles, donde sus propios ojos revelaban el mundo, como nunca sería revelado por nadie; quizás lo había acostumbrado a esto. Una gota empapó su ropa. Su vestido ahora poseía una mancha roja, que no tardaría en evolucionar. Entonces vio el balcón. Su boca gemía la belleza de una niña repleta y asustada, el labio superior sobresalido, desenlace imposible de una infancia que no admite disolución, gesto temible para el mundo, tan poco acostumbrado a los privilegios. Su memoria también callaba en la magnitud de aquel silencio. Sostenía aquel papel, ahogándolo con el puño, como si respirara. Continuaba agitándose, junto a las gotas, que ahora tramaban su camino por las piernas; ella misma era el espasmo. —Si te digo no importa tu retorno, ¿sabés quién soy? —Comenzó a pujar, a sobrevivir la penumbra—. Te quiero ciega. Empujó, y notó que la puerta estaba abierta. Pudo verlo, a lo lejos, en la habitación contigua. Se miraron sin sospechas, con la misma penitencia con la que se vuelve al hogar. Ella se subió un poco el vestido. Notó como aquella mirada se hacía posible.
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—El verdadero suplicio es seguir el rastro de la sangre —dijo. Ahora sus ojos santificaban el fluido por las piernas. El charco penetró en su alma, y se hizo uno con el suelo; este, a su vez, se hizo uno con la tierra. Un gesto leve de la cabeza, ya cotidiana, ya desplomada por la no-ausencia, la hizo comprender. Y ella comenzó a hacer pis como cuando niña, al comienzo con esfuerzo, pero luego con necesidad. Ahora no podía verlo. Su figura había fracasado. Si te digo no importa tu retorno, ¿creés lo contrario? Ella asintió con una convulsión. Sus manos comenzaron a recorrer la contracción de sus caderas con todo el desprecio que puede sentirse cuando alguien se torna real. Existe siempre la necesidad de que desaparezcas. No es una provocación, sino un instinto de vida. Cuando despertó, en lo primero que creyó fue en el frío. Quiso hablar y no pudo. Quiso moverse, pero se sabía sola. Intentó abrir los ojos, pero estos agonizaban, sellados. Despegó sus pupilas con insistencia y, a través de los rayos —que reflejaban quizás también el día— observó su cuerpo de costado. Pudo comprobar cómo los huesos habían perforado su piel, permitiendo que la herida fuera visible. Perpetuó su muerte en ese gesto. Como si el mundo fuera de otros. Como si todos los que viven estuvieran vivos, realmente. Yamina Greco Argentina, 2008 ©Derechos reservados Imagen: ©Lucas Vázquez
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LO OTRO Hoy a la tarde iba caminando y me pareció ver a una de las Lentini, tuve un repentino escalofrío porque eso era imposible, sin duda se trataba de una mujer muy parecida, pero esa confusión me produjo una tremenda inquietud. Cuando veo a una persona que se parece mucho a otra siento un hondo malestar, no puedo remediarlo. Siempre me asombró la inconmensurable disparidad del mundo. Es un alarde de creatividad de la naturaleza, miles de millones de rostros distintos en una combinatoria exponencial, produce vértigo solamente pensarlo. Pero esta manifestación de poder tiene una falla: la transmisión de códigos genéticos. Los hijos que se asemejan a sus padres, los hermanos que se parecen entre sí son variaciones imperfectas que tienen algo de monstruoso, de burla de la forma. Parecen mutaciones imprevisibles y presuntuosas, deformidades que exhiben su manifestación del error como una bondad de la química. Estas versiones degradadas de lo mismo insultan el original con su rencor por la pérdida de la novedad, cargan con el peso del código repetido, son un espejo que acerca y aleja al mismo tiempo. Es mucho más genuino lo diferente, lo extraño. Por otra parte creo que es lo único que se puede amar. Conocí a Bárbara Lentini en la fiesta de cumpleaños de un amigo, llegó cuando me estaba yendo, pero al verla entrar decidí quedarme hasta el final. Hablamos, nos gustamos y arreglamos para vernos durante la semana. Salimos el martes siguiente y fue una revelación, el tiempo pasó sin que nos diéramos cuenta, Bárbara era súper divertida además de ser muy hermosa y me encantaba estar con ella. Ese día me contó, entre otras cosas, que tenía una 37
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hermana melliza, Verónica. Me dijo que eran muy unidas y que vivían juntas en un departamento en el centro. Lo que pasó entre nosotros a partir de ahí fue más o menos lo que siempre pasa cuando una historia comienza entre dos personas que se gustan mucho. Seguimos saliendo y al poco tiempo me di cuenta de que estaba enamorado de ella. Más tarde conocí a la hermana que era bastante parecida y diferente a la vez, linda y misteriosa, o misteriosa por ajena, vaya uno a saber. A veces me divertía molestarla con el parecido, hacer como que ella también podía ser mía, le decía por ejemplo: Verónica, hoy estás bárbara, cosas así, y ella me odiaba cordialmente, sonriendo. Una noche estábamos en el departamento, después de cenar algo liviano fuimos a la cama y al rato nos estábamos amando de forma bastante salvaje, gemíamos y respirábamos mezclando nuestros alientos y salivas, saltando uno sobre el otro, pero en un momento me pareció que había como una respiración doble debajo mío, un jadeo con eco, me corrí un poco al costado para cambiar de posición y entonces me pareció ver un mechón de pelo asomando debajo de la cama, una pincelada de cabellera que delataba una presencia, fue una fracción de segundo pero se clavó en mi cerebro como un dardo, esa visión me excitó más y aumenté mi ritmo y mi tesón, Bárbara me seguía y galopamos juntos hasta el clímax, jadeando, gritando, mordiéndonos hasta casi ahogarnos, hasta casi el desmayo, acabamos juntos y yo me desplomé encima de ella respirando agitadamente, desgarrando el aire a mi alrededor para ver si detrás había más aire. Dormitamos un poco sumergidos en un sopor denso y al rato me levanté para ir al baño, desde la puerta me di vuelta y miré debajo de la cama, Verónica no estaba ahí. Después de ese episodio empecé a sentirme raro con respecto a ellas y conmigo, experimentaba algo parecido a una escisión de mi yo, una suerte de dicotomía en la que de un lado prevalecía la atracción erótica y el amor que sentía por Bárbara y del otro una creciente fascinación por los rasgos perversos de la personalidad de su hermana. En forma progresiva el fantasma de Verónica se fue instalando en nuestra relación y yo sentía que se iba asimilando a su hermana de una manera extraña. Cuando estaba con las dos juntas por un lado me sentía bien, en una situación levemente provocativa, pero al mismo tiempo tenía una incomodidad que no me permitía relajarme, al rato quería irme. Y hubo otra noche, una noche en la que yo no tenía que estar, pero llovía y no tenía ganas de volver a mi casa a estar solo, se hizo tarde en una cena con amigos y decidí quedarme a dormir en el apartamento de Bárbara aunque no le había avisado. Yo tenía llave, de modo que subí directamente al noveno piso y entré al departamento. Iba a llamarla al entrar, a decir su nombre en voz alta como anunciándome pero algo me hizo callar, algo en el aire, la luz penumbrosa, el silencio, no sé. Cerré la puerta sin hacer ruido y alerté los sentidos. Había una luz tenue en el dormitorio de Bárbara, el de Verónica estaba a oscuras, me aproximé despacio, a medida que me acercaba empecé a escuchar
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algo, unos murmullos, voces muy quedas, llegué hasta la puerta del cuarto y me quedé parado en la sombra, los susurros llegaban hasta mí arrastrándose por la alfombra, me asomé apenas en el vano y entonces las vi. Estaban desnudas en la cama diciéndose cosas en una voz muy apagada, ronroneando, besándose, acariciándose. Me quedé paralizado no sé cuánto tiempo. En el dormitorio la acción aumentaba, todo se puso muy caliente, el aire se espesó, ellas respiraban más agitadas, me di cuenta de que las dos se decían mi nombre al oído mientras se chupaban, se frotaban, se amaban. Me pareció horrible, empecé a retroceder despacio hasta la puerta del departamento, el corazón me galopaba. Abrí con toda la prudencia del mundo, cerré con mucho cuidado y bajé a la calle mareado y aturdido. Salí del edificio y caminé sin rumbo un buen rato dejando que la lluvia me mojara, después entré en un bar y tomé algo fuerte, ginebra o whisky, no recuerdo. No tengo manera de describir lo que sentí esa noche, fue como si dos trenes que avanzan en sentido contrario a la misma velocidad se cruzaran en un puente, en un momento forman parte de lo mismo, el movimiento bidireccional, la fricción de las ruedas en los rieles, el aire vibrando entre ellos a alta temperatura, una unidad perfecta que dura un instante, enseguida se alejaran en sentidos contrarios y sobre el puente quedara apenas la vibración que provocó su paso. Eso era yo, los dos trenes cruzándose, los movimientos sumados, los trayectos opuestos, la separación, la estela. Sentí eso de manera tan fugaz como puede serlo una iluminación, un relámpago. Pero a partir de entonces algo se modificó en mí, quizá debiera decir que fui otro, pero tal vez no tenga todavía modo de decirlo. Hubo una marea de pensamientos que empezó a crecer, subterránea como un magma, pensamientos que surgían de mí pero al mismo tiempo me eran lejanos, inalcanzables, desconocidos. Yo los sentía bullir en lo profundo, pero no tenía la lucidez necesaria para comprenderlos. Me volví retraído y algo callado. Como si estuviera siempre atento a ese rumor oscuro de algo que se cocinaba dentro de mí en zonas ignoradas. Cada vez que estaba con Bárbara me parecía que de nosotros dos yo era siempre el tercero. En esa época hice cosas que no recuerdo con nitidez, para las cuales no tenía motivos claros, acciones que parecen sombras en la bruma, escenas evocadas de algún sueño remoto. No pretendo con esto disculpar mi conducta ni soslayar mi responsabilidad, solo digo que mi conciencia parecía estar adormecida, y aún así impelerme a actuar siguiendo sus oscuros mandatos. En ese estado fue que compré la sustancia en la droguería, que me embosqué en el trayecto nocturno que hacía regularmente Verónica, que le salí al cruce fingiendo querer asaltarla y le arrojé en el rostro todo el contenido de la botella, huyendo rápidamente y dejando detrás de mí el chirrido imperceptible y el súbito olor de la carne quemada, de la corrosión, el grito desgarrador que empezaba a subir en la noche, la desesperación y la angustia por la belleza perdida de pronto y para siempre. Llegué a mi casa agitadísimo, me puse a beber y caminar en círculos, no sé cuánto tiempo pasó y sonó el teléfono, era Bárbara que me contaba, 39
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llorando, desesperada, que a Verónica le habían desfigurado la cara, que estaba internada con graves quemaduras, que no sabía qué hacer. Fui hasta su casa a acompañarla, a consolarla, a compartir nuestro dolor. Los meses que siguieron fueron horrorosos. Verónica no se repuso del shock que le produjo el ataque, no podía resistir ver su hermoso rostro transformado en una máscara monstruosa, entró en una depresión profunda y una noche se arrojó por la ventana del departamento, murió instantáneamente al estrellarse en el pavimento. Bárbara no pudo soportarlo, quedó desconsolada, no paraba de llorar, a la semana de la muerte de Verónica tomó dos frascos de pastillas y media botella de whisky y se acostó a esperar la muerte que la llevaría a reunirse con su hermana. La encontré yo a la tarde siguiente, parecía dormida, parecía estar por fin en paz. Ya pasó mucho tiempo de todo esto y yo nunca volví a estar en pareja con nadie, supongo que para volver a intentarlo debería encontrar a una mujer parecida a Bárbara. Carlos Ardohain Argentina, 2008 ©Derechos reservados Imagen:
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AVATARES DE UN CERDO EN SU PEOR MOMENTO Y ALGUNOS AFORISMOS GORRINOS Un gancho en el cuello sirve para sacarlo del sueño y la pocilga. El animal muestra su absoluta disconformidad ante semejante despropósito (sin duda ignora que su breve eternidad pasa por un cielo de morcillas, jamones y salchichas). Ante su lógica y enérgica protesta, una confusión de manos lo inmovilizan en un banco de madera. El desacuerdo ya es total; el cerdo, a pesar de no saber qué es ser un cerdo, no tiene la menor intención ni deseo de dejar de serlo. Ahora es un cuchillo el que busca el cuello. El disgusto ya es desesperación y agonía. Rítmicamente, la sangre se precipita como si viniera huyendo de no se sabe qué angustia, qué peligro, qué largo cautiverio. El cerdo patalea furioso aunque ya se sabe muerto. La respiración se entrecorta, se hace arrítmica, espasmódica, para derivar enseguida en un par de ronquidos secos que darán paso a una enorme indiferencia. Para esos hombres, que entre risas y gestos previsibles se cuentan hazañas vividas o soñadas, el animal era desde su nacimiento un embutido a la espera, por lo que su degüello apenas es un paso más en ese destino alimentario. No muy lejos, otros dos cerdos presienten su humilde cadalso; tal vez ya perciben que la mañana se presenta fría y extraña, última sin duda. Con las tres muertes –la muerte no suma ni resta, sólo iguala una cifra inexistente, exacta en su imposible representación- expuestas en el callejón estrecho y empinado por el que serpentea la sangre, lo que sucede se va concretando, posicionándose en esa voluntad lumínica a la que llamamos día. Con la prontitud y decisión del que sabe lo que tiene que hacer, alguien rocía con alcohol el cuerpo, a cada instante más grotesco, del cerdo y le prende fuego. Una llama azul lo envuelve como si se tratara de una breve santidad, un áurea expandida de energía y bondad gorrina (antiguamente el pelo ahora chamuscado se aprovechaba para hacer cepillos de dientes –léase “La halitosis 41
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en el medio rural”- y otras cosas curiosas e increíbles, haciendo cierta la aseveración de que del cerdo se aprovecha casi todo y del hombre casi nada). Otras manos, de forma rápida y enérgica, rascan la piel del animal para desposeerla de toda adherencia impropia. Luego el agua hirviendo lo dejará en un estado cercano a la pureza, algo muy parecido a una inocencia epidérmica. Trasladados a lo que sería la reminiscencia de un quirófano sin pretensiones, antigua casa cuartel de la Guardia Civil (no seré yo quien caiga en la fácil tentación de otorgar un sentido a lo que no pasa de ser una casualidad), un joven diestro en las artes del destripe, dirige y en gran medida ejecuta la disección de lo que a todas luces ya está más cerca de la mesa que de la muerte. Abierto por la tripa, en canal, el cerdo pierde las formas y se convierte en una masa de vísceras y grasa humeante. Ondulaciones rosadas, violáceas, pequeños lagos de sangre de color rojo oscuro, configuran un paisaje obsceno, casi sensual en su absoluto abandono. Uno a uno los grandes órganos se irán arrancando: un hígado sobredimensionado, un corazón obstinadamente quieto, unos pulmones saneados, un estómago confuso; luego vendrán la columna vertebral, las costillas, las patas, convertidas en paletillas o jamones, la piel, hasta desintegrar lo que hasta ahora se llamaba cerdo y ahora ya es despensa. A estas alturas el animal ya es una dispersión casi cómica; en realidad, ya no hay quien le aguante la mirada. Un solo ojo observa sin rencor la ruina de ese ser que hasta esa mañana lo animaba. Sus vísceras aun calientes, su vejiga violentada, sus pezuñas, su corazón a la espera ya infinita; su apetitoso infierno de sopas y fritangas; su felicidad de puerco sin yo para siempre cercenada. Todo ha terminado; encima de una mesa las tres cabezas seccionadas contemplan el desbarajuste con ojos desorbitados. El olor de la carne aún caliente se mezcla con la de los trozos que se han puesto a hervir en una marmita de hierro. No es repugnante, si un poco dulzón y alejado aún de lo apetitoso. Con la carne picada las mujeres empiezan a preparar en barreños de vivos colores el mondongo. De estas mezclas, en función de la procedencia de la carne y de los condimentos, irán configurándose los diferentes tipos de embutido. Morcillas, hechas con sangre y pan, salchichas, chorizos y otras pitanzas que dan sentido y razón, explican y cohesionan, toda esta metafísica porcina. Y es que un cerdo es algo admirable: no tiene ideologías, tiene jamones; no persiste en el recuerdo, sino en la despensa. Un cerdo es ante todo humildad nutriente. - Semblanzas: el hombre mata al cerdo y cuelga jamones y salchichas; Dios/algo/nada mata al hombre y cuelga sus vanas esperanzas. - ¿Qué emisario envía la muerte en el mal momento del cerdo? ¿Es una muerte distinta –más bajita- o es la misma que asiste al arquitecto? - Un cerdo es un instante que se dice cerdo en la mente de otro cerdo que se sabe instante.
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- En la calidez exangüe de sus vísceras se percibe una terca e incomprensible ternura, como grasa y sangre despidiéndose de su extraño momento. Josep Vilaplana Andorra, 2008 ©Derechos reservados Imagen: ©Josep Vilaplana. Andorra, 2008
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EN TORNO A SAINT-SIMON El duque de Saint-Simon (1675-1755), aristócrata de la corte de Luis XIV, aporta en sus Memorias un extenso testimonio del Antiguo Régimen: por sus páginas desfilan reyes y cortesanos, cardenales, militares y políticos, aristócratas todos, únicos detentadores del poder, a los que critica o aprueba, según parámetros de pensamiento basados en los derechos de cuna, en la valía personal o en la dignidad de su rango. El pueblo, sin embargo, mucho más numeroso, apenas tiene relevancia para el autor. En torno a Saint-Simon se debaten los aristócratas adscritos a diferentes camarillas, al frente de las cuales figura siempre un noble destacado y codicioso. Se trata de un sistema de poder basado en el clientelismo: un noble con influencias y ambición es el protector de los otros aristócratas con los que forma su camarilla. Estas camarillas no constituyen partidos políticos, evidentemente, pero se les parecen en cuanto grupos basados en la persecución del poder y en la defensa, frente a los otros nobles, de intereses comunes; nobles, por otra parte, empeñados siempre en aproximarse al rey Luis XIV, o a su sucesor, únicas fuentes de autoridad durante el absolutismo. Todo el afán de las distintas camarillas consiste engrandecerse, aumentar su rango y sus rentas, y, sobre todo, tener derecho a taburete para sentarse en presencia del rey, uno de los privilegios más envidiados. En la parte de las Memorias dedicada a Felipe V, primer monarca de la dinastía borbónica en España, se ofrece un retrato pormenorizado de los primeros años de gobierno del nuevo rey, caracterizados por la guerra de sucesión y, sobre todo, por el protagonismo sin precedentes de la princesa de los Ursinos, que logrará manejar los destinos de España hasta la muerte de la reina María Luisa.
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Saint-Simon presenta a Felipe de Anjou como un joven educado para obedecer, fácilmente influenciable, y que, para sorpresa de su familia y de toda Europa, es nombrado heredero al trono de España por su tío, Carlos II el Hechizado, muerto sin descendencia. Su abuelo, Luis XIV, desconfiando de sus cualidades para asumir el gobierno, y ante la guerra internacional y civil que dicho nombramiento ha provocado, designa a una inteligente y ambiciosa aristócrata, la princesa de los Ursinos, para el puesto de camarera mayor de la reina de España, María Luisa de Saboya. La princesa se gana rápidamente la confianza de la nueva reina, quien, a su vez, va a ejercer una enorme influencia sobre su esposo, Felipe V. De esta forma, a través de la camarera mayor, Luis XIV piensa controlar todos los asuntos de España. Por su parte, la princesa de los Ursinos se pone a disposición de Madame de Maintenon, esposa morganática de Luis XIV, para que sea ésta, a través suyo, quien gobierne realmente en la corte española. Tal exhibición de fidelidad le garantiza la protección de Madame de Maintenon y, en consecuencia, asegurará aún más el apoyo del rey Luis XIV. Para Saint-Simon resulta inaceptable y escandaloso que dos mujeres, la princesa de los Ursinos en la corte española, y Madame de Maintenon en Versalles, sean, a la postre, las que gobiernen ambos países. En Madrid, la camarera mayor, con la aquiescencia de los reyes, se deshace de todos los nobles, franceses y españoles, que pueden disputarle el poder, algunos de los cuales, paradójicamente, la habían apoyado para conseguir su puesto, como el cardenal Portocarrero o los De Estrées. Después se rodea de nobles afectos a su causa, con los que crea su propia camarilla. Verdadera gobernante de España, engrandece a los suyos y a sí misma, sin asomo de temor, gracias a los firmes apoyos con los que cuenta en Versalles. Todas las decisiones de gobierno, nos cuenta Saint-Simon, se toman en el departamento privado de la reina María Luisa, e incluso, en el de la princesa de los Ursinos, adonde acude el rey Felipe V con los documentos que le aporta la Junta de Gobierno. Ambas mujeres y algunos ministros, como Orry, miembro de la camarilla de la princesa de los Ursinos, deciden sobre las cuestiones de estado y el rey se limita a transmitir estas decisiones a sus ministros en la siguiente reunión de gobierno. Imbuida de una sensación de impunidad absoluta, la de Ursinos comete algunos errores de juicio que, coyunturalmente, la alejan del poder; sin embargo, su ascendiente sobre los reyes españoles la devuelve en toda su gloria nuevamente a Madrid, donde más arrogante aún, mantiene su autoridad indiscutible, durante la guerra y a lo largo del reinado de María Luisa de Saboya.
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Entre otros logros, consigue del rey Felipe V una disposición por la que en España recibe el tratamiento de alteza para ella y para un miembro de su camarilla, el conde de Vendôme, general francés, al que Saint-Simon tilda de libertino y de militar inepto. Del mismo modo que eleva a los suyos, familiares y protegidos, abate a sus enemigos. El mismo Saint-Simon, narrador y personaje de sus Memorias, lamenta que su protector, su admirado duque de Orleans, sobrino de Luis XIV, caiga en desgracia justamente por criticar en voz alta la tiranía de la princesa de los Ursinos en España y de Madame de Maintenon en Francia. La pérdida de influencia del duque de Orleans significó para el autor su propio declive en Versalles y su retiro, que dedicará a escribir estas Memorias. A la muerte de la reina María Luisa, la princesa de los Ursinos interviene directamente, y ya sin contar con su protectora, Madame de Maintenon, en la elección de nueva esposa para el rey Felipe V. Y será este alarde de autonomía el que causará su definitiva ruina, ruina que Saint-Simon celebra, a pesar de que, en numerosas ocasiones, se declara amigo de la Ursinos. El primer encuentro de la princesa de Ursinos con la nueva reina de España, Isabel de Farnesio, en Jadraque (Guadalajara), significa el final de su influencia. La reina, predispuesta de antemano contra la camarera mayor, la destierra sin contemplaciones y da orden de que salga inmediatamente de España, sin equipajes y escoltada por una quincena de Guardias de Corps. En la ascensión, esplendor y caída de la princesa de los Ursinos intervienen reyes, nobles, ministros, embajadores, militares, hombres de iglesia, a los que Saint- Simon retrata con pericia y distancia. La ambición desmedida de Noailles, general favorito de la Maintenon, las prebendas inmerecidas logradas por los De Estrées y el ministro Orry, o el justo castigo a una vida desordenada e inútil, que recibe Vendôme, constituyen ejemplos interesantes y esclarecedores del modo de vida en el Antiguo Régimen y, de los puntos de vista particulares del aristócrata Saint-Simon. Noailles, durante la enfermedad de la reina María Luisa, y con la intención de manejarlo, propone a Felipe V que tome una amante, propuesta que el rey, piadoso en extremo, rechaza y pone en conocimiento de Luis XIV. Este gesto precipitará la caída definitiva del general. Los De Estrées, poderosos hombres de iglesia, que, malograda su influencia en Madrid, porfían en Versalles, son finalmente compensados por Luis XIV con nuevos cargos que los engrandecen. En otro pasaje, cuenta escandalizado cómo Luis XIV decide ahorcar al mendaz y arrogante Ministro Orry; la intervención de Madame de Maintenon lo salvará y acaba obteniendo para él un nuevo cargo: Presidente del Parlamento de Metz.
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El Duque de Vendôme- homosexual reconocido-, retirado en Vinaroz para hartarse de pescado y de orgías, muere abandonado de su camarilla, y en su lecho de muerte, sus criados antes de huir, le quitan hasta el colchón y la manta que lo cubre. Vendôme acabará rogando que, por lo menos, no lo dejen morir desnudo sobre el jergón. Por otra parte, a lo largo de las Memorias constatamos que el papel del pueblo es siempre secundario; se elogia su condición de súbditos fieles a los monarcas, única función que le corresponde en el Antiguo Régimen, o, por el contrario, se le hace acreedor de una crueldad extrema, como ocurre con los partidarios del Archiduque Carlos en Gerona, pasados a cuchillo por orden del duque de Noailles. El pueblo llano, supeditado a los poderosos, que poseen la riqueza y la fuerza, se limita a sobrevivir penosamente, reducido a una opresión y a una miseria sin atenuantes. Sin embargo los nobles pueden adquirir el poder o perderlo, pero sus privilegios de cuna no extinguen mientras viven: son, en términos actuales, ciudadanos con derecho a su integridad física, a sus propiedades, a sus privilegios de cuna. Su mayor temor es indisponerse con el rey; en este supuesto, se convierten en apestados para sus iguales, que los evitan para no perder el beneplácito del monarca de turno. Justamente lo que sucede a la princesa de los Ursinos, a Noailles, al duque de Orleans y al propio Saint-Simon. Las Memorias son, ciertamente, la expresión de un sistema sociopolítico basado en la desigualdad extrema, que, sin embargo, presenta, salvando las distancias, peculiaridades extrapolables en su esencia a cualquier época y lugar, dado que, lamentablemente, siempre existen sociedades formadas por poderosos y excluidos. Isabel Martín Salinas España, 2008 ©Derechos reservados Imagen: ©Isabel Santaella Martín.
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OTRAS VIDAS ¿A quién de nosotros no le hubiera gustado probar otros estilos o formas de vivir diferentes al que llevamos, jugar a ser otras personas, trabajar en algo diametralmente opuesto a aquello que constituye nuestra actividad laboral? Es algo en lo que pienso a menudo, pero, lejos de reconocer tal pensamiento como reflejo de una insatisfacción o desengaño vitales, más bien creo que se trata de una comprensión certera de la brevedad de nuestro paso por este mundo, brevedad que impide que los seres humanos tengan la oportunidad de desarrollar otras opciones vitales, no necesariamente más satisfactorias, aunque a veces también, con las que dichos seres nunca sabrán cómo se hubieran desenvuelto o qué balance de su existencia les hubieran llevado a concluir. Imagínense por un momento a una alta ejecutiva de un importante holding financiero llevando la vida, normalmente previsible e igual, de una mujer ama de casa, trabajadora fuera de casa o no, a un vendedor ambulante desempeñando las tareas propias de un embajador o de un miembro del cuerpo diplomático, a un estudiante ejerciendo de responsable cabeza de familia, responsabilidad esta última que, desde luego, los jóvenes son perfectamente capaces de asumir en ocasiones concretas… Pero, dejando de lado ejemplos tan extremos y encajados en archiconocidos estereotipos, ¿podríamos adivinarnos a nosotros mismos con distintos temperamentos y caracteres, opuestas aficiones y maneras totalmente diferentes de encarar la vida, basando nuestra posible felicidad en la consecución de logros totalmente encontrados? No es fácil responderse a estas preguntas, como tampoco lo es saber si en otras circunstancias o con otras elecciones nuestras vidas hubiesen sido más ricas o
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apasionantes, pero, desde luego, el solo hecho de conocer que dispondríamos de otras oportunidades podría servir de estímulo para que nuestro paso por la primera vida fuera más sosegado y, lamentablemente en muchos casos, menos dramático. Además, el paso por otras vidas haría de nosotros seres mucho más completos desde el punto de vista humano, al encontrarnos en posesión de varios y variados bagajes afectivos, sociales, culturales, profesionales, etc. Seríamos de verdad capaces de ponernos en el lugar del otro, pues pudiera darse que esas circunstancias del otro nos resultaran sobradamente conocidas y entendiésemos a la perfección cuáles son los sentimientos humanos en dichas circunstancias y a qué respuesta suelen conducir. Piensen por un momento en esta posibilidad de ser varias personas en diferentes vidas: ¿no creen que sería totalmente distinta la propia idea que nos formáramos del mundo y sus habitantes? ¿Qué el hecho de haber recorrido más de una trayectoria vital nos haría contemplarlo todo con una mirada diferente? En fin, sé que se trata de una mera hipótesis de trabajo, pero lo cierto es que una sola vida puede resultar muy corta si uno se empeña en vivirla con lo que podríamos definir como rigor humano, entendiendo por tal una profundidad de pensamiento traducida en acciones bien fundadas y sujetas a cierta lógica. Hemos de admitir, desde luego, que el hecho de disponer de más opciones no garantiza un aprovechamiento de esas prórrogas de vida que aquí se sugieren. Como siempre, partimos de la idea de un ser humano que, haciendo honor a ese calificativo, tenga capacidad de análisis de situaciones y revisión de los propios planteamientos. Por ello, no cabe tener en cuenta a quienes se muestran incapaces de poner en tela de juicio, siquiera momentáneamente, sus inamovibles posturas y encorsetadas pautas de comportamiento. Espero también que nadie confunda esta apuesta por otras posibilidades con la idea de desarrollar una vida paralela a aquélla en la que nos hemos asentado y que más o menos hemos elegido. Bien es verdad que las circunstancias nos obligan a veces a ser más de una persona, pero esto es algo que normalmente viene impuesto por la falta de ese rigor vital al que antes aludíamos en muchos de los seres que encontramos en nuestro camino y en las sociedades que ellos mismos forman, pero que no tiene nada que ver con esa elección- cómoda la mayor parte de las veces- de compaginar vidas que en buena lógica y razonable pensamiento serían claramente incompatibles. Es verdaderamente asombroso ver cómo cambian nuestras perspectivas sobre diversos asuntos según el ángulo desde el que los contemplamos. Los ángulos pueden, además, estar determinados por puntos tan dispares como la edad, la situación socio-laboral, las experiencias, el estado civil, la o las compañías, etc. Y es indudable que, a mayores cambios de ángulo, mayores serán también las posibilidades de enfocar un hecho de diferente manera a la que venía siendo 49
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habitual en nosotros. Por ello, abogamos en estas líneas por la conveniencia de vivir bajo otras pieles, pues haber vestido una sola parece escaso recurso para un tratamiento medianamente serio y riguroso del análisis de todo aquello que nos rodea y para lo que tan a la ligera encontramos a menudo una explicación, única, además, en la mayor parte de las ocasiones. La segunda parte de esta exposición estaría concentrada sobre las siguientes preguntas: ¿Tenemos claro qué otras vidas nos hubiera gustado protagonizar? ¿Querríamos escoger nuestros papeles? ¿O tal vez y dado que las nuestras son ordinariamente vidas sólo en parte elegidas, a veces impuestas y otras veces no deseadas en absoluto, desearíamos que fuese el azar quien rigiese nuestros destinos en esas otras existencias? Suponemos que caben aquí tantas respuestas como personas dispuestas a contestar a estas preguntas, pero, antes de responder, deberíamos hacer un mínimo ejercicio de seriedad y no entender que con estas preguntas se nos está dando la ocasión de echar a volar nuestra imaginación y de suponernos viviendo existencias fabulosas, en las que dispondríamos de todo aquello que en nuestro vivir cotidiano no se encuentra a nuestro alcance y con las que alcanzaríamos un grado máximo de plenitud y felicidad. Más bien, deberíamos situarnos en un plano realista que reflejara qué otras posibilidades de ser cabrían para nosotros, pero siempre moviéndonos en las mismas latitudes y dentro de las mismas coordenadas existenciales. Este último ejercicio es el que realmente sería útil para aquello que con esta breve exposición tratamos de defender, la obtención, en definitiva, de una mayor amplitud de miras y un mejor enjuiciamiento de lo que nos rodea. La tendencia a la fábula y a la ensoñación no dejaría de ser una válvula de escape que nos liberaría, siquiera por momentos, de angustias y preocupaciones vitales, pero que en nada contribuiría a hacer de nosotros seres más completos desde el punto de vista humano. En fin, les invito a que dediquen algún tiempo a reflexionar sobre lo expuesto. Nunca es mal hábito el situarnos en otras posiciones, cambiar la propia demarcación, si se me permite esta futbolística expresión, y mostrar así nuestra polivalencia en diferentes terrenos. Al fin y al cabo, nuestra única y limitada vida nos ofrece múltiples ocasiones de disputar partidos en los que las jugadas deben plantearse con grandes dosis de inteligencia, habilidad y astucia, debiendo evitarse el alto coste que para los jugadores supone con frecuencia el desarrollo del juego peligroso. Mª Isabel Fernández de Heredia Montero España, 2008 ©Derechos reservados Imagen:
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LA CONSTRUCCIÓN DE LA FEMINIDAD Uno de los problemas más intrascendentes a los que se enfrenta la Humanidad del mundo desarrollado, y al que se le ha dedicado páginas y páginas de reflexiones por parte de filósofos, psicólogos, periodistas, políticos y literatos varios, es la redefinición de los sexos. Digo intrascendente si lo comparamos con otros asuntos más acuciantes y urgentes, más graves y serios, que dejamos relegados en pos del tema de moda, como el reparto de alimentos y de la riqueza, qué hacer con la ingente cantidad de armamento, la búsqueda de nuevas fuentes de energía, la conservación del medio ambiente o la tan soñada y nunca conseguida igualdad social. Desde que Simone de Beauvoir escribiera El tercer sexo, se despertó filosóficamente y con ímpetu el problema del género para las mujeres europeas, menos agresivas y liberadas que las feministas norteamericanas por razones culturales, de evolución histórica. En dicho libro se hace una reflexión que yo considero errónea, y que ha originado una multitud de malentendidos: “La mujer nace, el hombre se hace”. No vamos a acusar aquí a la esposa del mítico y autosuficiente Sartre de ser paternalista, nada más lejos de nuestra intención, pero si partimos de la base de que las diferencias son sólo cromosomáticas o biológicas y no las llevamos más allá, problema que ha dado base a un sinfín de estudios y discusiones (más capacidad para el lenguaje –unas- o para las matemáticas –otros-, sólo refrendado por estadísticas), podemos concluir que las distancias entre los sexos son, sobre todo y ante todo, la manifestación de una reconstrucción cultural. La virilidad (XY) se erige siempre frente a un referente (la otra, XX); y por la misma regla de tres podemos afirmar que la feminidad existe y se forja en tanto tiene un referente al que considera simplemente distinto. En el caso de las mujeres españolas del último cuarto del siglo XX la obtención de sus derechos inalienables y la recuperación de su propia sexualidad fue una conquista ardua. Partíamos de la base de que hasta estas fechas una mujer no
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podía contratar, comprar a plazos o fundar su propia empresa sin el permiso (firma expresa) de su cónyuge masculino. Por otra parte, ellas desarrollaron sus imágenes masculinas contando con las indicaciones de unas madres, castradas sexualmente por el franquismo, que les hacía concluir en un retrato agresivo, cuando no brutal, de unos entes masculinos en perpetuo estado de rijosidad, dispuestos en todo momento a obtener la rendición sexual y posterior perdición moral de todas las mujeres que pudieran ponerse a su alcance. Esta imagen, fortalecida por las superestructuras políticas y religiosas, se contrastaría de forma drástica con las ideologías que algunas mujeres, las afortunadas que pudieron desarrollarse culturalmente e ir a la Universidad, obtuvieron gracias a las lecturas de libros europeos y norteamericanos que transmitían otra imagen, no menos agresiva del varón, fruto de un feminismo cada vez más radicalizado. Las tesis más audaces llegaron a afirmar, incluso, que la liberación de la mujer pasaba ineludiblemente por la erradicación, negación, cuando no castración, del terrible enemigo. Por ello, no es de extrañar que con este panorama la mujer culta española se sintiera un tanto desorientada y desestructurada, dejando a un lado todo ideal romántico de complementariedad frente al mensaje de sus maestras, machacón e insistente, de que los sexos no estaban para entenderse, sólo para una procreación que, para el feminismo radical además, no era necesaria. A pesar de ello, las necesidades afectivas y familiares (tan caras y convenientes al Estado y a la Iglesia) se impusieron y todas estas mujeres tuvieron que “reconstruirse” y “realizarse”, en el doble y duro campo dual de su imagen social y familiar, soportando muchas veces las críticas de incompetencia tanto en un mundo como en el otro. Frente a sus madres, optando por una sexualidad más plena y sobre todo, más sana, alegando y ejerciendo su derecho a explorar, conocer e incluso adorar (no es pecado) tanto su cuerpo como al del otro, revitalizando así ciertas prácticas placenteras que habían caído en un total descrédito y desuso, como el sexo oral, la parsimonia en los prolegómenos o la duración del placer gracias a las contracciones vaginales, prácticas que a su vez, favorecieron y enriquecieron sin dudarlo la vida sexual del varón. A su vez, y frente a las teorías feministas, recogiendo todo lo que éstas tienen de validez, alegando y defendiendo sus derechos sociales. Pero de este aprendizaje no todas las consecuencias fueron positivas, porque la imagen negativa del varón persistió e incluso se incrementó socialmente con la negación sistemática de todo lo que pudiera ser interpretado como “machismo”. Esta condenable actitud, que indudablemente persiste con gran fuerza en medios sociales desfavorecidos y en no pocos individuos de otras clases con tendencia a la psicopatía, no puede ser generalizada a todo el género masculino. Porque de esta insistente imagen negativa surge también un modelo de hombre actual, culto y comprensivo, con no pocos problemas también para redefinir su propia sexualidad ante la Nueva Eva, conquistadora y dominadora tanto en la esfera pública como en la privada. No es infrecuente observar la actitud no menos agresiva de muchas mujeres ante sus compañeros, recordándole con machacona y permanente insistencia su lista de defectos y su no menos
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importante nómina de obligaciones para con ella y su posible descendencia. Y no se trata ya sólo de que lleven a cabo tareas domésticas, sino también de obligar al varón a adoptar un modelo social triunfante (cual nuevas Lady Macbeth), que otorgue lustre y brillo a la proyección social de la mujer. No es infrecuente ver, por tanto, al cada vez más numeroso grupo de varones obedientes y sometidos, que desarrollan dentro de sí una considerable rabia que no pueden expresar, acobardados y temerosos, reacios al compromiso, como única protesta de quien ha renunciado previamente a todo su magnetismo, su personalidad y su fuerza, por la claudicación frente a la hembra superior. Este tipo de hombre domesticado, frente al anterior macho dominante, tampoco es un modelo válido. Porque como afirmamos, la imagen de la feminidad se construye siempre ante una imagen distinta y contraria, y con este ser débil y sumiso, la mujer se queda a su vez sin referente, sin rival y sin juego. Por todo ello, se impone el pacto, el reparto de funciones en la esfera pública y sobre todo en la privada, desterrando toda idea de rivalidad. Se necesita de las mujeres otra actitud, la del respeto admirativo, la absoluta honestidad y la del amor, que como dijo Freud, es la única arma capaz de curar todas las patologías. Estamos obligadas, por mor de la conservación de la especie y especialmente, por la preservación de nuestra propia salud mental, a apreciar las diferencias, guardar las debidas distancias y respetar sin intrusiones coactivas, sin reproches y acusaciones, la debida libertad del otro a escoger su propia forma de desarrollo, ya sea cultural, laboral o social. Ángeles Prieto Barba ©Derechos reservados Imagen:
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CARTA A LA INCONSCIENCIA Hola mi querida amiga: Te escribo esta presente para dar fe de mis más sinceros agradecimientos por tus ayudas reiteradas en mis años mozos. Yo sé que desde siempre te has preocupado de mis desvaríos como si fueran tuyos. Bien, siendo así, paso a contarte los últimos acontecimientos que suceden en mi vida. Cuando la vi supe que el amor no tenía cuatro virtudes… sino cinco. Y que en su esencia sería tan poderosa como las otras. Y te confieso humildemente, que nunca pensé, que después de tantas peripecias vividas a lo largo de mi azarosa existencia, pudiera tener otra tan particular como esta. Es una experiencia súbita, nacida desde los profundos abismos de la humanidad misma, en donde sólo las palabras tienen el peso y el valor de lo dicho, en donde solo la confianza atraviesa el muro de la incertidumbre, en donde esta virtud crea el escenario para emplazar los hilos de mi alma y mover esta frágil marioneta en la que me he convertido. ¡Ah! si tú supieras, como se valoran estas palabras y como cada sílaba crea este encuentro. ¡Es más que un amor platónico! ¡Es un amor ilógico! ¡Onírico! ¡Surrealista! Que sorprende el alma y aprisiona el corazón… ¡pero que anima la vida! Entonces el secreto entierra sus garras en lo real, en lo cotidianamente aburrido y eleva esta virtud a la par de las otras. ¡Y no! No quiero que te confundas amiga mía pues te aclaro que el daño que más temes, no ha llegado todavía. Nadie conocerá el secreto de esta virtud que ya recorre mis venas, sólo te diré que este amor, es un amor invisible, ciego y mudo, pero que puede percibir las palpitaciones de nuestras almas a distancias inconmensurables.
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Un amor en donde lo físico no existe, solo la imaginación recorre sus venas nutriéndole de sensaciones alteradas, que fluyen como manantiales de aguas divinas, desde algún recodo de la memoria. Un amor cuyo único abrigo son las metáforas infantiles que nacen de nuestros deseos más recónditos. Un amor cuyos gestos se encuentran incrustados en el inalcanzable éter de lo desconocido, pero que sólo el alma los distingue. Algo inexplicable que nadie sabe cuánto durará, ni cuántas lágrimas se derramarán al final de su camino, pero eso sí, y te lo aseguro, la pureza y el candor de su estigma iluminarán su recuerdo hasta el fin de mis días. No habrá dolor, solo una abismal nostalgia se asomará en cada una de mis sonrisas al evocar su nombre. Como ves mi estimada compañera de infortunios, en uno u otro de estos mundos, mi soledad está asegurada. ¿Pero sabes? Cuando llegue mi hora me iré contento, pues en mi último suspiro sabré que al menos en algunos momentos de mi vida, olvidé la cordura y reconocí tu nombre como la verdad más pura y absoluta… Mario Aracena Québec (Canadá), 2008 ©Derechos reservados Imagen:
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INSPIRACIÓN, JUSTICIA Y GOZO No tengo problemas con los colores. A decir verdad, la inmensa mayoría me encanta. Desde el blanco de la nube errante, el verde de la flora que me rodea, el marrón rojizo de mi tierra, hasta el naranja de algunos atardeceres… los colores son señales y muestran el carácter de las cosas. No tengo conflictos empleando los vocablos que los representan: blanco o negro, amarillo o café, púrpura o gris, forman parte de nuestras conversaciones diarias porque vivimos rodeados de ellos. Sin embargo, por mucho tiempo se nos enseñó a relacionarlos con grupos de personas, con estados anímicos e incluso con particulares ambientes y atmósferas; y como muy bien sabemos, al negro le tocó la peor parte. En el barrio donde crecí, los colores nos habitaban desordenadamente y comulgaban con nosotros las mismas alegrías y las mismas derrotas. Gozábamos el día que llevábamos por delante porque aprendíamos a exorcizar constantemente las penas que llegaban sin avisar. Supimos hacernos de la vista larga frente a la pobreza o aquello que no podíamos cambiar. Allí pensábamos, hablábamos, bailábamos, estudiábamos, compartíamos y discutíamos en medio de colores porque éramos gente negra, blanca, marrón, amarilla y colorá con otras acentuaciones y disminuciones de coloración sin que ninguna de ellas marcara una diferencia entre nosotros. Fue más tarde, y fuera del campo, donde descubrí el prejuicio y las mofas que se les atribuían a ciertos colores dentro y fuera de mi país. Hoy –gracias a la vida– me toca ser partícipe de un acontecimiento de impacto mundial que está pintado de color, aunque se insista que es la ausencia de este. Hoy formo parte de la historia que recogerán los libros en los años venideros y que reseñarán la reivindicación del negro a lo largo y a lo ancho del planeta. Y sí, disfruto hasta la médula pensando en las connotaciones que ya alcanza en millones de mesas, calles, templos, hogares, barrios y ciudades. Disfruto
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pensando en la construcción y deconstrucción forzosa no solo del color o del concepto sino también de las ideas y las acciones. Me digo muy complacida que un momento como este tenía que llegar. La asociación atribuida al color negro es tan excluyente como la historia misma. Lo clandestino e ilegal, las fuerzas malignas o demoníacas, la tristeza y su hermana la melancolía son solo algunas de ellas. No importa que estos males se paseen por todos los rincones de la tierra y que sus rostros hayan reflejado todos los colores existentes. Hubo alguien –en el principio – que le adjudicó el color negro y desde entonces no distinguimos entre colores y personas. Porque nos guste o no, nos incomode o nos en… cabrite, los amos y señores de las normas lingüísticas y de los primeros postulados semánticos y de los primeros esbozos fonológicos y de las primeras academias y de la santa lengua materna que compartimos los que hablamos español, no eran negros, no pudieron ser negros. ¡Oh, no! ¡Claro que no! Para muchas personas podrá tratarse de una soberana ridiculez –estupidez, dirían otros-, pero para cientos, miles, millones de seres sobre el mismo planeta que habito, el triunfo de Barack Obama representa la victoria simbólica de todos los negros de ayer, de los negros de hoy y también los de mañana. Y esta anhelada justicia es una inspiración que trasciende fronteras geográficas e incluso raciales. Difícilmente podrá deslucirse esta realidad en los discursos obsoletos que arrinconan y vejan al negro, que ensalzan y perpetúan el discrimen, y que ya no aguantan retóricas arcaicas -por grandilocuentes que suenen- de que todo es lo mismo y da igual. Celebro el nombramiento del primer presidente negro de la nación norteamericana con la misma ilusión que celebro ser la nieta de un negro y la madre de una niña negra. Celebro su victoria distante sintiéndola cercana porque pertenezco a una colonia norteamericana aunque desee una nación soberana. Celebro que una nación poderosísima que arrastra el lastre de una historia plagada de atropellos pueda –por ilusión y convicción ya demostradaesparcir semillas de esperanzas al norte, en el centro o en el sur, en Hawaii, en Kenia o en Japón. No soy analista política ni filósofa, carezco de lo que se necesita para aspirar a esos honores, pero celebro la victoria del primer presidente negro de los Estados Unidos de Norteamérica porque veo en su rostro las caras de la gente negra, la india, la árabe, y muchas otras exterminadas o arrinconadas. Su rostro negro me sabe a Piñones, a Ponce y Carolina. Y me emociona pensar en la sensación de gozo de los emigrantes que viven en Estados Unidos, en los barrios del Bronx, del Brooklyn o en Chicago (¡Oh, Chicago!). Este nuevo rostro presidencial nos recuerda –aunque cerremos nuestros ojosno solo el color negro sino sus grandes implicaciones. Nos recuerda a los negros africanos que fueron arrancados de su entorno para ser explotados por otra nación con igual lastre político y humano. Nos recuerda grandes figuras de 57
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renombre universal que lucharon por la igualdad racial. Este rostro ensalza a nuestros ancestros, y sueño –porque me encanta soñar y mucho más divulgarloque junto a él estarán los espíritus buenos de esta etnia milenaria, fuerte, laboriosa e incólume frente al dolor. Una cosa es anhelar y otra –muy distinta- es ver cumplido un sueño. Así como duele la guerra entre israelíes y palestinos, como duele el hambre en África y en Haití, como duele la pobreza extrema de países cercanos o el fanatismo religioso que incita a la muerte de los que no comparten las mismas creencias; como duele el trato que recibe la mujer y las atrocidades que contra ella se cometen, como duele el abuso y la muerte infantil; de igual modo alivia pensar que entre tantos males universales podemos ser testigos del mayor de los cambios políticos ocurridos en el presente siglo. Un negro es hoy el Presidente de la nación norteamericana. Una mujer negra es la Primera Dama. Unas niñas negras son las princesas de Casa Blanca. Que no se diga que es un hombre de color, de color somos todos los humanos, de algún color. Que se le llame lo que es: un negro. Si empleamos la palabra con tanta laxitud para los patrones lingüísticos dominantes amparados en que así se han empleado por siglos, empleémosla ahora sin recelos para referirnos a una figura de poder. Y que podamos –ya lo vamos viendo- conciliarnos no solo con el color al que se le han atribuido las más terribles connotaciones sino también con todos los colores y mezclas y grupos humanos que hicieron posible su victoria. Hoy el negro se suma al color de la esperanza, de la inspiración, de la justicia y el gozo. Ahora sí podremos desearnos días de cualquier color. Para no desaprovechar esta oportunidad idónea, les deseo desde lo profundo de mi corazón que tengan un día negro, negrísimo, y que se les note… en sus cantos, en sus bailes, en sus energías o en su pasión. Judy García Allende Puerto Rico, 2009 ©Derechos reservados Imagen:
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¿QUÉ NOS PASÓ? ¿Qué nos pasó? Ni lo sé, ni lo sabes, pero pasó. Los minutos no fueron suficientes las palabras se fueron con el viento y un día cualquiera sencillamente pasó. Qué nos pasó, preguntaste sin esperar respuesta. Qué nos pasó, pregunté con el temblor de quien aguarda la sentencia porque sabe, que nada detiene este dolor.
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Y nunca contestaste la pregunta. Y nunca contesté tampoco yo. Judy García Allende Puerto Rico, 2009 ©Derechos reservados Imagen: ©“Despacio”, de Ana Moreno. España, 2007
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SIN TÍTULO En la penumbra, un silencioso jardín. En uno de sus bancos, una mujer sentada. Un rayo de luz la ilumina reconociéndola entre la vaporosa multitud. Ana Isabel Alvea Sánchez España, 2008 ©Derechos reservados Imagen: ©Diego Jesús Romero Jaime. España, 2008
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SIN TÍTULO Hay un lugar en el que nosotros seremos ángeles en que las miradas se cruzarán sobre nuestros cadáveres sin pensar en qué hemos vivido o qué hemos sentido, y sin embargo… Hay un lugar en que seremos, todos nosotros, polvo, polvo del camino de los ojos, en las comisuras de las manos, pero polvo con sentido, con sentido de polvo hecho polvo. Enrique Sánchez Sotelo España, 2009 ©Derechos reservados Imagen: ©“Cupido”, de Julio Díaz. España, 2008
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EPITAFIO Se agarraba a las palabras para no caer al foso de los cocodrilos tediosos -esas bestias feroces cuyas fauces, florecidas de dientes de bondad, esperaban desde siempre su sonrisa-. Cedió. Josep Vilaplana Andorra, 2008 ŠDerechos reservados Imagen: ŠJosep Vilaplana. Andorra, 2008
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LA SILLA Es tan sólo una silla, dije aquel día. ... Una silla que fue soporte firme, durante muchos años, del sueño de su infancia; que tiene su perfume calado en la madera; que tiene todavía la señal de sus huellas, que la vio alguna vez llorar callada, y reír, sobre todo reír. Una silla que sabe de su ausencia, que espera su regreso, que quiere oír otra vez su voz vibrante. Una silla que comparte conmigo el vacío que nos dejó al partir. Gabriela Fuentes Estados Unidos, 2008 ©Derechos reservados Imagen: ©Mario Sánchez Ramos. España, 2008
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EL MISTERIO DE LA LLUVIA El sol glorioso adormece las montaĂąas. Una nube pasajera rema para juntarse en el desfiladero del cielo. Otras caminan torpes, parecen gigantes prehistĂłricos que reciĂŠn han nacido. Platican y se amontonan, cubriendo de grises la inmensidad. El sol ardiente cubre los mosaicos de la colina y de reojo contempla una luna almidonada que pende como un globo en el firmamento.
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Llueve, llueve, llueve. Caen gotas temerosas, y poco a poco cambian a tejos líquidos que golpetean la tierra. Los remolinos envuelven a los arbustos. Los pájaros asustados brincotean sobre las ramas y chillan cuando el viento silba entre las hojas. Por un momento llega el silencio. Una quietud sospechosa hace que las chicharras callen, y que los grillos, guarden silencio: es la intemperie que tiembla. Una luz repentina parece salir de la tierra y emerge del mismo corazón de las montañas. Es un flash gigante que toma impresiones a la copa del cielo. La mudez termina y las gotas rompen en desbandada como caballos que irrumpen en la pradera. Las hormigas esperan desde los subterráneos.
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Sabían del diluvio y precavidas pastorearon su rebaño, ordeñaron su dulce y ahora escuchan el chapoteo del agua y el canto angustioso de los grillos que se resguardan en un tronco viejo y cansado. El sol es acorralado por los brazos negruzcos, pero se mantiene como testigo brillante en la curva del arco. Rompen los truenos en el piso del cielo como si los gigantes corrieran de un lado a otro presintiendo el fin del mundo. Todo regresa a su lugar. Pero el sol se ha quedado impávido. Enhebrados los colores, tirando al infinito el naranja, el violeta, el rojo, para darle el vestido glorioso a la luna cuando en la noche baile dejando sus ropajes entre los picos de las montañas. Rubén García García México, 2008 ©Derechos reservados Imagen: ©“Árbol y lluvia”, de Charo Jiménez. España, 2008
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DOS POEMAS SIN TÍTULO Sustantiva mi adjetivo para pronunciar mi verbo adverbial, que las preposiciones conjuntivas unan mi pronombre con tu determinante: Los personales se confundan con los exclamativos, los indefinidos utilicen interrogativos… Para expresar con posesivos la forma de mi Sintaxis. *** Circunstancias de tiempo, lugar y modo ocupan el “atributo” de mis verbos copulativos. No sé si es “directo” o “indirecto” el verbo pronominal que escapa a mi predicado. Dudo que el sujeto concuerde con su núcleo. Silvia Gallego España, 2008 ©Derechos reservados Imagen: ©“Atrapada”, de Agustín Calvo Galán. España, 2008
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FRÍO El frío tiene una cualidad de ausencia que aterra por sí sola. Nos recuerda constantemente que podemos no ser, que podemos llegar a nada. El frío es calor disipado, alejado de su origen, distancia. La vida es cálida; no otra cosa que calor junto, reunido y sujeto. Si no hay calor no hay vida; hay nada, sólo frío. La nada es fría. No vive la nada. Cuando ya no queda nada por disipar, sólo la nada queda. Por eso el calor es todo, el todo y sus partes. Y cuanto más pequeñas, más cercanas, más cálidas. Al contrario, lo grande es frío. distante.
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Él es sumamente grande. Y lo sabe y porque sabe que lo es, quiso reducirse, acercarse, hacerse humano: sentirse vivo. Néstor Hervás Domínguez España, 2008 ©Derechos reservados Imagen: ©Eva Mañana. España, 2008
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CINE DESDE EL DIVAN
EL MÉTODO La película de este mes, está basada en la obra de teatro “El método Grönholm” de Jordi Galcerán que, a pesar de todo, es una adaptación tan libre, que el director teatral llegó a comentar que no reconocía su obra en la gran pantalla. El director de esta película, que se estrenó en 2005, Marcelo Piñeyro, dirigió anteriormente cuatro películas con notable éxito entre el público: Tango feroz, Kamchatka, Caballos salvajes y Cenizas del paraíso. Manuel Piñeyro no llega todavía al nivel de sus compatriotas argentinos Juan José Campanella o Adolfo Aristarain, pero va camino de ello. Por esta película consiguió el Goya al mejor guión adaptado (Marcelo Piñeyro y Mateo Gil). La historia está construida sobre una prueba de selección de personal, llamada del mismo nombre, donde 7 aspirantes a un solo puesto vacante, en las altas esferas ejecutivas, se reúnen en una fría sala a las que les ha llevado una secretaria. Allí, en una especie de encierro claustrofóbico que recuerda a Los doce hombres sin piedad, La habitación de Fermat o incluso Los diez de negritos, los aspirantes se irán conociendo, desmembrando y devorando entre sí. Siete personajes, siete personalidades, siete formas de ver la vida: el agresivo, el ganador, el honesto, el metódico, el descarado, la mujer de vuelta de todo, la
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mujer con todo por delante… todos con un denominador común: la ambición (mal entendida). En estas películas, que ocurren en un ambiente de angustia y clausura, cada espectador suele encariñarse con alguno de los protagonistas; se convierte en algo así como su candidato preferido. En esta selección no habrá un representante de los recursos humanos de la empresa que realice una entrevista al uso. Ellos mismos, que han llegado hasta ese punto después de un sinfín de pruebas y formularios, serán quienes se acaben excluyendo uno a uno. Llevados siempre por una gran insolidaridad y tras una breve presentación de cada uno de ellos, lo primero que hacen es preguntarse si están siendo observados por una cámara o bien si la multinacional ha infiltrado en el grupo a un psicólogo para examinarlos desde dentro. En cuanto uno de los aspirantes menciona que conoce que en EUA, se realizan pruebas de ese estilo, cada aspirante cae en un espiral de paranoia y desconfianza brutal hacia los demás. A lo largo de todo un día, se someterán a constantes humillaciones, tensiones y discusiones, que reflejan bien a las claras la lucha salvaje a la que se somete cualquier aspirante de nuestro mercado laboral. Las personas “trepas”, que buscan conseguir siempre lo que emprenden, acaban, por lo general, en la decepción y la frustración. Pensar que el éxito profesional está ligado al valor personal es una idea irracional. El éxito no aumenta la valía como persona de nadie. Al conseguir algo ansiado es lógico que uno se sienta mejor, pero no significa que sea mejor. Eso es confundir a la persona con sus actos: creer que uno es bueno porque acierta y malo porque falla. Obsesionarse por el éxito, cueste lo que cueste, denota una flagrante competitividad e insolidaridad. Todo esto, tampoco significa que tener éxito sea algo despreciable. Pero una cosa es que sea deseable y otra que sea necesario, imprescindible e indispensable para ser feliz.
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Si confundimos el deseo por exigencia o prurito por necesidad, estaremos abocados a padecer tristeza y ansiedad. En las diferentes pruebas, los aspirantes deberán prescindir, con razonamientos, de uno de sus compañeros, lo que provocará que ese sea eliminado del proceso selectivo. Esto hará que se entre en una dinámica de juego sucio donde todo vale con tal de pasar de ronda. El objetivo estriba en eliminar a los adversarios sin importar la forma. Si se tiene que airear el pasado de alguien para hundirlo, se hace. Si se revela algún secreto con el fin de difamar a alguien, se realiza. Si se debe crear una alianza puntual con alguien con el fin de acosar a otro, se crea. Si se tiene que hacer un pulso a alguien, se hace. Si uno tiene que regodearse en la miseria del otro, se regodea. Todo sin escrúpulos. Son, en definitiva, un grupo de personas que visten ropa de primeras marcas y calzan zapatos prohibitivos para el resto el resto de los mortales, con la intención de ofrecer el aspecto de ganador, pero que no dejan de ser, en el fondo, unos infelices encerrados en un cuerpo sin alma. Carlos (Eduardo Noriega) encarna al típico niño pijo, guapo y triunfador, acostumbrado a tenerlo siempre todo. Un niño de “papa”. Nieves (Najwa Nimri) es una mujer insegura y con falta de aplomo, pero que no duda en utilizar todas sus armas de mujer con tal de conseguir el puesto. Fernando (Eduard Fernández) es ligón, chulo, machista y socarrón, que piensa que las mujeres sólo sirven para una cosa… ya saben. Ricardo (Pablo Echarri) aporta el desparpajo, el descaro y la insolencia de la juventud. Enrique (Ernesto Alterio) es un ser acomplejado, metódico, con sentimientos de inferioridad y con una indecisión que provoca en numerosas ocasiones la risa de sus compañeros; la misma risa en la que él intenta escudarse. Julio (Carmelo Gómez) es un hombre serio, maduro y que hace adalid de su honestidad; quizás el más íntegro de todos. Ana (Adriana Ozores) es una mujer madura que, aunque intenta dar la sensación de serenidad y aplomo, en el fondo es una persona frágil y que se rompe con facilidad.
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Por último, Montse (Natalia Verbeke) es la secretaria que lo pasa bien coqueteando con los candidatos en el proceso de selección. Entre ellos, y como si aplicáramos el propio método, Carmelo Gómez y Adriana Ozores son los que mejor interpretan sus personajes. No en vano el Goya de 2006 a la mejor interpretación masculina de reparto fue para Carmelo. Con el fin de exponer con la mayor fidelidad posible la realidad actual en el mundo, el director comienza la cinta con una manifestación antiglobalización (contra el Foro Monetario Internacional y el Banco Mundial), que se realiza por las calles de Madrid, adyacentes al rascacielos donde se realiza la prueba de selección. Nos encontramos pues ante una película coral, donde los personajes y las conversaciones lo son todo. Los diferentes diálogos que se producen entre los candidatos mantiene el interés, en todo momento, del espectador. Crítica directa a las empresas que, dentro del departamento de recursos humanos, establecen una feroz competitividad donde el pez grande se suele comer al chico. No importa demasiado ni la ética, ni la moral, la cuestión es pisotear al otro para ocupar el puesto, a toda costa. Carlos Hidalgo Villalba España, 2008 ©Derechos reservados Imagen:
pabloecharrifanclub3.googlepages.com
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LETRAS PEQUEÑAS En este número de letras pequeñas contamos con un hermoso poema de José Luis Rodríguez y un fantástico cuento de Emilia Oliva. Como podrás ver, en este espacio no solamente cabe la literatura infantil hecha por niños, sino la que los adultos hacen para los niños. Así, esperamos tus piezas a: en-corto@ensentidofigurado.com Vilma Reyes Díaz Editora
LA LUNA La luna: una farola encendida contra la negrura de la noche; aún no tiene miedo. Con su pequeño dedo la señalaba una vieja farola, por una noche, luna, en ojos de una niña. Un osito de peluche: amigo inseparable, aún sin decepciones Tedy, le llama, por una vida recuerdo de amor para una niña. Una cajita de cartón: refugio de Tedy, aún sin desilusiones sabanitas rojas para su osito de peluche,
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abrigo de fríos amor maternal de una niña. La niña, crece deprisa, pronto la farola dejará paso a la luna el osito a las estrellas y, el amor, al universo. Nunca olvides como has visto el mundo, con tus ojos de niña, con tu osito de peluche y su cama de cartón. José Luis Rodríguez Barcelona, 2008 ©Derechos reservados Imagen:
www.decoracioncountry.com.ar
LA TRAYECTORIA INCREÍBLE Y UN VIAJE DE HADRONES Brick es un tipo duro. Después de una larga historia evolutiva, Brick es el envase perfecto. Ligero, flexible, ágil. Va por la vida pisando fuerte. Escurridizo, escapa de las situaciones de riesgo con una finta. Está preparado para casi todo. Si fuera coche, sería un todo terreno: desierto o selva tropical, taiga, tundra o estepa, no le intimidan. En el hábitat urbano, que es su elemento, navega como pez en el agua. Cualquier medio, por extremo que sea, le sirve para ir por el mundo como hoja mecida por el viento. Se ha adaptado tan bien a las insólitas condiciones de vida de nuestro siglo XXI, que sería difícil imaginarlo en una situación de peligro de aprieto. El avión, el coche, la moto, el tractor, el metro
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o la limousina, por poner sólo unos cuantos ejemplos, constituyen medios de transporte que usa habitualmente. Ni se pierde allá donde viaja, ni se siente extranjero. Brick es Brick donde esté y con quien le acompañe. Todas las generaciones de envases que trabajaron duro para llegar a la forma perfecta de envase liviano, maleable y duradero, se enorgullecen desde sus apestosos y hacinados cementerios. Brick es mucho más que la conquista de América, la vuelta al mundo en 80 días o un viaje a la luna. Mucho más que la revolución de los ordenadores o internet. Mucho más que el descubrimiento del átomo o el viaje de partículas en un acelerador de hadrones. Con todo y con ello, Brick encontró la horma de su resitencia en el pasillo del instituto Cáparra. Atemorizado por la moda de someterlo a la oscuridad infecta de las carteras, al espachurre entre libros y materiales, que es mejor no enumerar por demasiado diversos, zurrado de miedo, con las esquinas abolladas y la papilla a punto de vomitera, optó por la huida de aquel infierno. Saltó y hop! liberado por fin de la cartera. Escondido en el rincón de un peldaño oscuro de una oscura escalera, brillaba con su forma paralelepípeda perfecta y rezaba, sí rezaba, temblando, al paso de caballería al regreso del recreo. Y ¡plaff! -Que te ibas a librar, cretino! Requiescat in pace, Brick. Amén Emilia Oliva España, 2009 ©Derechos reservados Imagen:
www.edualter.org
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PARA ESCRIBIR MEJOR Avanzando por el camino de la experimentación poética, llegamos hoy al recodo del camino en el que el género poético se desvincula de la página para asaltar el espacio, como si de la escena teatral se tratase, para hacer cuerpo la palabra y la escritura en el momento mismo de su realización. Lo haremos de la mano de Bartolomé Ferrando de nuevo en esta ocasión debido a su experiencia en el terreno del arte acción y a sus exploraciones de las posibilidades de expresión del sonido antes de ser palabra, del gesto antes de formar parte de un código. Bartolomé Ferrando es performer y poeta visual y profesor titular de performance y arte intermedia en la Facultad de Bellas Artes de Valencia (España). Además de ser el fundador de la revista Texto Poético, forma parte de los grupos Flatus Vocis Trío, Taller de Música Mundana y Rojo, dedicados al desarrollo de prácticas creativas situadas a medio camino entre la música, la poesía y el arte de acción. Emilia Oliva Editora
DE MI PROCESO DE CREACIÓN DE PERFORMANCES LA IDEA En muchas ocasiones he reflexionado acerca del procedimiento creativo. He procurado leer abundantes textos y notas de grandes artistas, los cuales me han llamado la atención y me han interesado la mayoría de las veces, aún cuando tuvieran poco o muy poco que ver con la performance. Pero es la primera vez que escribo alguna cosa acerca de mi propio método, que utilizo para la enseñanza hace ya tiempo.
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Hablar de mis propias performances exige para mí subrayar el aspecto poético de las mismas, su desplazamiento asimétrico hacia lo poético. Para crear una performance parto a veces de una imagen poética determinada; de una imagen que me sorprende, que me desplaza, que me conecta de otro modo con los hechos, las situaciones, los cuerpos. Desvío la imagen; la transformo; me desplazo a otra área, dejando la primera en su punto de origen. En ocasiones el resultado es positivo y encuentro fácilmente un modo de resolver ese desplazamiento de forma concreta: hallo un objeto, un cuerpo o una situación que concretiza la nueva imagen; otras veces, en cambio, el proceso se bloquea y no encuentro la manera de obtener un resultado concreto. En ese caso abandono el proceso y no intento ir más allá. Pero también haré mención de un segundo punto de partida derivado del método utilizado en los talleres de creación y basado en las ideas expuestas por el fluxus Robert Filliou en sus escritos sobre arte y en sus comentarios sobre las prácticas de creación llevadas a cabo con estudiantes en Islandia: es el material el que me da la idea, y no al contrario, escribe Filliou. Un material simple, común, cualesquiera, que propongo utilizar en los talleres de performance de modo inusual, fuera de todo orden propio, como nunca uno recuerda haberlo tratado con anterioridad. El encuentro con las cosas resulta entonces sorprendente; es todo un acontecimiento nuevo; una experiencia hasta entonces desconocida que en ocasiones te abre el camino de un proceso de creación, allí donde nunca antes habías llegado, y te sitúa en un emplazamiento extraño, inusual, pero tratando con un objeto o elemento que conoces sobradamente, y que has utilizado en infinidad de ocasiones de un modo único. Cuando obtengo algún resultado por alguno de los métodos mencionados, lo escribo en papel aparte y lo guardo junto a las anotaciones obtenidas en cualquier otra ocasión. Los dejo estar a veces mucho tiempo, como me enseñó Joan Brossa, como si las imágenes tuvieran que asentarse necesariamente; que consolidarse. Yo también creo que sucede así ya que a veces lo que se te ha ocurrido un día te parece ausente de interés al día siguiente, y en cambio, cuando lo vuelves al leer al cabo de cierto tiempo, parece que lo escrito recobre algo de su interés inicial. Así es como obtengo una idea, o un punto de partida, tras volver a leer una y mil veces aquellas anotaciones, algunas de las cuales hice muchos años atrás. Entonces, cuando dispongo de una idea concreta, procuro darle forma: le quito aquello que no me interesa o busco añadir algún elemento a lo que había obtenido inicialmente. Y lo que añado lo obtengo casi siempre analógicamente a partir de alguno de los elementos o datos contenidos en la idea inicial, o bien descubro que alguna otra idea, a veces obtenida mucho tiempo atrás y que en principio no tenía nada que ver con ésta, tiene su interés de pronto cuando las pongo en contacto, cuando las relaciono, cuando provoco una interferencia, un cruce. Entonces la utilizo. Pero en su combinatoria intento reducir al mínimo los elementos empleados, buscando de este modo eliminar lo superfluo y concentrar la atención en unas 79
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pocas cosas, evitando así la pérdida de energía y mostrando a su vez los detalles y diferencias de los componentes escogidos. A veces reducir al mínimo no resulta tarea fácil; en ocasiones, cuando la amalgama de datos se hace inseparable, cuando los elementos están demasiado entrelazados. Considero muy importante llegar a este punto y disponer de una idea materializada y condensada. Muchas veces intento para mí que esa idea pueda enunciarse en una sola palabra; y así, por ejemplo me digo a mí mismo que la acción que estoy creando versa sobre la acumulación, la densidad, la verticalidad, la pérdida, la desconsideración, o la disolución por ejemplo. Esta operación de intentar enunciar el núcleo de la performance mediante una sola palabra, me facilita y me ayuda a la eliminación de todo aquello que pudiera ser innecesario para el desarrollo de la misma. La idea, creo, debería poder enunciarse así, en un solo vocablo, ajena al discurso. Así es como pido a un estudiante que me hable de su acción: le pregunto acerca de su idea e incluso a veces de cuál ha sido el punto de partida para la obtención de ésta. Es como una especie de test de su performance; como algo cuya presencia, creo, debería ser exigible. Una idea determinada, como fundamento de su intervención, a la que considero en muchos casos mucho más relevante que la realización concreta de la acción misma. Una idea que hace innecesario el componente espectacular de una acción. Una idea que no es todavía más que un punto de partida; más que un punto de arranque de la performance, que necesitará tener en cuenta para su desarrollo otros componentes como la consideración del espacio, el tratamiento del tiempo o el distanciamiento de la noción de representación, que tratamos a continuación. EL ESPACIO Hablar del espacio en la performance es algo exigible como necesario. Un espacio que el performer escoge entre muy diversas opciones y que debería sentirse como algo integrado a la acción; como una especie de prolongación del cuerpo que interviene. En mi opinión, el espacio escogido se convierte en signo y entra a formar parte de la trama semántica. El espacio dirá tanto como el cuerpo en infinidad de ocasiones, y estará determinado por la elección o elecciones que hayamos hecho. Podremos escoger, por ejemplo, un lugar fijo, concreto; un lugar en el cual se vaya a desarrollar toda la actuación, como yo suelo hacer en muchos casos; o bien podremos considerar que la elección de dos lugares distintos, relacionados entre sí, es lo más conveniente para la exposición práctica de la idea. Resulta evidente que el desarrollo de la acción contendrá diferencias muy notables, según se considere uno u otro espacio, determinando la actuación misma y configurando tanto la percepción del performer como la del receptor. Y así, no tendrá nada que ver la lectura visual y/o acústica de un punto fijo predeterminado con la observación de un espacio dual en la que el performer interviene de forma alternativa. El espacio es un material, no un vacío, decía Nicolas Schöffer al hablar de sus esculturas cinéticas. Un espacio que puede quedar materialmente definido
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tanto por el movimiento del performer, por la iluminación producida por un foco emisor cualquiera, o por el conjunto de elementos objetuales combinados que intervienen en la acción misma. De este modo, el desplazamiento del performer a lo largo de una línea de recorrido, marca el espacio tanto como las posibles señales de luz producidas por una serie de velas encendidas situadas en ese mismo recorrido o por las generadas al dejar caer, por ejemplo, una serie de objetos diversos a lo largo de la trayectoria en cuestión. Y este espacio ya determinado no sería sólo un lugar en donde el performer se desplaza y ocupa sucesivamente, sino que debía ser sentido como materia, como cuerpo, equivalente al cuerpo del performer que allí interviene. Y para facilitar esta relación perceptiva realizo una especie de ejercicio mental que comunico y propongo a los estudiantes cada vez que hablo de la performance: trato de establecer un contacto de igual a igual con el objeto, evitando que éste sea tratado como un utensilio al servicio de mi propia acción. Trato de relacionarme con las cosas considerándolas al mismo nivel que mi cuerpo-materia: yo soy tan objeto como el objeto con el que me relaciono en la acción. Si una hoja de papel interviene en mi pieza, por ejemplo, y procuro sentirme tan hoja de papel como ella. De ese modo provoco una relación distinta y facilito la captación del espacio envolvente como materia, como cuerpo. Pero el espacio podrá ser tratado de maneras muy diversas. Ya he hablado de que la iluminación por cualquier tipo de foco emisor, marca o determina un espacio; y también del hecho de señalar o de apropiarse de un recorrido realizado o a realizar como lugar de desarrollo de la acción. Pero haré mención también de la posibilidad de hacer uso de diversos espacios simultáneos, al modo de algunas intervenciones futuristas, cuando existan, naturalmente, los medios y condiciones de actuación conjunta con otra u otras personas a la vez, desarrollando acciones independientes unas de otras, extrañas entre sí, o en todo caso, provistas de un frágil nexo que las una. A este respecto, recuerdo una frase de Mario Merz que decía: Un árbol y un bosque ocupan el mismo tiempo pero distinto espacio. Estaríamos tratando de esto tal vez: de la conjunción entre un árbol y un bosque. Haré mención también de la posibilidad de intervención en un espacio situado en el interior de otro; bien sea mediante un proceso de descubrimiento de uno en el interior otro, como, por ejemplo, mediante la manipulación de una caja o de un recipiente en cuyo interior propiamente se lleva a cabo la acción misma, o bien mediante una performance en la que el cuerpo del sujeto se desplazará de un espacio a otro espacio contenido en el mismo, marcado tal vez por una iluminación distinta o por algún otro tipo de señal, en el que desarrollará la parte más esencial de su intervención tras deslizarse de uno a otro. Siempre he considerado de interés el tratamiento de un espacio mínimo, concentrado, focalizado. Me da la impresión que, al hacer uso de una dimensión reducida, se produce un doble efecto: en primer lugar se provoca cierta concentración general de la atención, pero además se produce y manifiesta un alejamiento de la idea de espectáculo, que, en mi opinión, nada tiene que ver con la noción de performance. 81
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EL TIEMPO Pero vuelvo de nuevo a Mario Merz y diré con él que el espacio está controlado por el tiempo. Por un tiempo que habrá que tratar y tener en cuenta a la hora de hacer, de construir, de articular una acción determinada. Para Gutai, lo importante en el arte de acción era hacer perceptible el espacio y el tiempo. Hacerlo perceptible, tanto al otro, al receptor, como al propio performer. Y así, en este orden de cosas, tal vez se hace más perceptible el factor tiempo cuando éste se muestra y advierte de forma discontinua, fragmentaria, interrumpida; cuando se evita la exposición de lo narrativo; cuando no se relata ni se describe nada. En realidad yo entiendo el arte de la performance ajeno al ejercicio de lo narrativo. No hay nada que contar ni decir al otro. Se trata, a ni parecer de articular fragmentos, insinuaciones, apuntes, notas, que vistas en su conjunto carecen de sentido, pero que, en palabras de Josette Féral generan sentido. Y repito, tal vez sea esa fractura del discurso lo que nos permita captar con mayor inmediatez, el factor tiempo. Yo intento además, al crear una performance, que la dimensión temporal esté provista de su duración real; que cuando leamos un texto, o nos sentemos en una silla, el tiempo de lectura o el del hecho de sentarse sean equivalentes al empleado en una circunstancia común, y que se advierta como tal, en interferencia y cruce con otros gestos o movimientos, provistos igualmente de su propia duración. Pero a veces la estructura de la acción podría ser abierta y el factor de tiempo podría mostrarse indeterminado. Podría tratarse de una performance que no tiene un comienzo o un fin determinado y dispone por tanto de una duración imprevisible. Yo tengo en cuenta esta posibilidad aunque hasta el momento nunca la haya usado en mis propias acciones. Una duración imprevisible posibilita que la performance o el happening no llegue a realizarse nunca o que tal vez no se sepa cuando ha alcanzado su fin y hasta si ha llegado a finalizar. Añadiré además la posibilidad de utilizar las imágenes pregrabadas de algún acontecimiento o hecho, como parte constituyente de la propia acción. El registro en vídeo del proceso de alguna cosa que da cuenta de su carácter virtual. Tiempo virtual diríamos, articulable y relacionable con el tiempo real de desarrollo de la acción misma. Tiempo virtual que personalmente me exijo esté perfectamente tramado con el tiempo virtual y, a su vez, con un tercer componente temporal: el tiempo mental que menciona la performer Concha Jerez cuando habla o escribe sobre sus propias acciones. Pero una performance podría ser brevísima o tener una gran duración. Podría durar tan sólo un instante o prolongarse mucho en el tiempo. No hay nada predicho cuando iniciamos el desarrollo de una idea de acción. Y esa duración podrá desarrollarse de forma lineal o adoptar tal vez una configuración en círculo, cuando queramos que el proceso vuelva a reproducirse un número
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determinado de veces o, en otras palabras, cuando queramos que cierto ejercicio repetitivo se instale en el interior de la performance. Desarrollamos entonces alguna operación concreta y volvemos de nuevo al punto inicial para reproducir de nuevo el recorrido que acabábamos de realizar. Para la filosofía china el tiempo era a la vez lineal y circular. Tal vez habría que considerar más a menudo esta conjunción de tiempos y tratar de incorporar un mayor número de intervenciones repetitivas en el centro de la propia acción. Y decimos además que esa repetición la podemos hacer a velocidades distintas: el círculo se producirá en cada ocasión, pero se construirá más pequeño o más grande que el desarrollado en el momento inmediato anterior. En el tratamiento del componente tiempo tengo en cuenta además la posibilidad de intervenir de forma simultánea con otra persona que lleva a cabo una acción distinta o conmigo mismo, en el caso de construir una acción la que utilice un registro personal de imagen o sonido, o de ambos al mismo tiempo, combinando tiempo real con tiempo real en el primer caso o tiempo real con tiempo virtual en el segundo, y generando en ambos un tiempo denso, en el que transcurren diversos acontecimientos a la vez y provocando un encabalgamiento perceptivo que pudiera tener interés para la creación de algunas performances. Añadiré finalmente algunos otros modos de utilización del factor temporal como el anuncio de la realización de una acción en el que se dice se llevará a cabo tal o cual performance a cierta hora en un lugar determinado; los relativos a la utilización de la pausa, de la cesura, de la interrupción de una acción durante el desarrollo de la misma, en la que el tiempo transcurre sin intervención alguna del performer; o incluso, en otro orden de cosas, la posibilidad de intervenir conjuntamente con otra persona que desarrolla el proceso inverso de lo que uno está haciendo, combinando tiempos invertidos de producción o de ejecución de una determinada acción. LA NOCIÓN DE REPRESENTACIÓN Y en cuanto al alejamiento de la noción de representación a la que aludíamos al principio del texto, diré en primer lugar que me parece un requisito necesario a toda performance. Considero que uno de los aspectos creativos más fundamentales de este arte intermedia es el desarrollo de una vía ajena a cualquier práctica específica concreta, como es, por ejemplo, el teatro. Y es precisamente el distanciamiento para con el hecho teatral lo que obliga a la performance a indagar en un terreno en el que la representación no tenga lugar o al menos se evite en lo posible. Representar significa copiar alguna cosa; reproducir algo anteriormente conocido quizá por unos pocos, o tal vez colectivamente, y volverlo a mostrar evocando el acontecimiento anterior, rememorándolo. Y toda representación contiene y conlleva un condicionamiento producido por la realidad evocada. Y añadiremos que cuando la representación se manifiesta con más fuerza en
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una situación, se provoca una disminución de la capacidad de imaginar por parte de aquellos que están viviendo esa situación concreta. Pero el distanciamiento de la aplicación de la representación a un hecho, a un acontecimiento o a una performance, como ahora tratamos, es siempre relativo. Considero que toda circunstancia o quehacer es siempre necesariamente representativo; conlleva inserto en sí mismo, podríamos decir, un factor de representación. Y no sólo eso sino que toda nominación -dirá Julia Kristeva- es una representación. Bastará pues nombrar, y no digamos mostrar alguna cosa, para que el mero enunciado o la simple relación con un objeto evoquen un acontecimiento o una situación concreta. Y así quisiera afirmar, que cuando hablo del alejamiento de la idea de la representación en la creación de una performance, no me refiero a la exclusión del enunciado o a la negación obligada de la presencia de algún objeto en la misma, sino más bien al interés en que dicha acción mantenga un cierto distanciamiento de la trama lógica, del discurso de la narración. En consecuencia, intentaría y procuraría atender ante todo a la sintaxis, a la articulación de los componentes en la misma, que constituirán en sí mismos el ropaje de la idea inicialmente obtenida. Y diré para terminar que el engranaje fragmentario de que tratan mis performances, contendrá necesariamente, ya lo he dicho, una idea central en torno a la cual coordinaré las diversas operaciones o acciones mínimas, que se manifestarán ilógicas entre sí, ajenas como hemos dicho al discurso de lo narrativo. Pero la manera de disponerlas, de emplazarlas, de situarlas en el tiempo, provocará una mayor o menor ambigüedad en la performance concreta que estemos creando. La ambigüedad es un hecho puramente sintáctico, dirá Todorov. Y es sabido además que un alto grado de ambigüedad es capaz de permitir o de facilitar una interpretación múltiple de una acontecimiento concreto. No obstante, personalmente, al tratar el proceso creativo de una performance, diré que utilizo un nivel bajo de ambigüedad, aunque en ningún caso facilito la evidencia o la transparencia de la idea. Cada cual escoge el grado de ambigüedad que le parece más apropiado para la creación. Yo trato de provocar un nivel reducido de posibles interpretaciones pues creo que, de este modo, evito en parte la perplejidad o la excesiva indeterminación que nunca han sido de mi agrado. Así finalizo la exposición en la que he intentado delimitar y exponer con claridad los diversos componentes que utilizo en la creación de una performance, en espera de puedan generar cierta discusión y debate. Bartolomé Ferrando España, 2008 ©Derechos reservados Imagen: ©Poema visual de Emilia Oliva, acerca del tema de Wolf Vostell: “Yo declaro la paz”. 84
PIE DE FOTO
Continuamos esta sección con una muy sugerente fotografía: Título: El matrimonio le produjo efectos secundarios Autor: Josep Vilaplana ©Andorra, 2009 Lo que corresponde, es contemplarla y perderse en ese nuevo y fantástico mundo al que nos conduce. Después, entra a nuestros foros y compártenos (a través de un cuento, poema, ensayo, microrrelato o reflexión) tu travesía. Previo a la nueva edición, se elegirá la mejor creación de acuerdo al criterio de nuestro Consejo Editorial. Ésta será publicada en el siguiente número de nuestra Revista. Josep Vilaplana Editor
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RECOMENDACIONES LITERARIAS Judy García Allende EL LABERINTO DEL PALIMPSESTO DE LOS PERALTO Por: Emilia Oliva
Título*: Caligramas. Antología del Segundo Encuentro Autor: Francisco Peralto Editorial: Corona del Sur *CalIgramas. Antología del Segundo Encuentro. Francisco Peralto. Colección Poetas en el Cerco, 14. Taller de Poesía Visual y Arte Correo. Ediciones Corona del Sur. Málaga, 2008. (Dirección postal: C/ Jaime Serrano, 2 - 29014 Málaga) www.peraltopoesiavisual.com
Francisco Peralto, que sabe de libros: de aromas de cola, tinta y papel; de texturas, acabados y roces; de impresiones fallidas, encuadernaciones a lo que ve la suegra y de letras de molde en oro descabaladas sobre lomos de piel; que sabe, digo, lo que pocos deben ya saber, nos presenta en una cuidada edición modesta, pero muy cuidada edición- en blanco y negro, el libro-objeto resultado de su ponencia “Bases para construir un libro experimental”, que se fabricó in situ, sin plan previo o preconcebido, ya que a medida que él exponía con sabiduría los entresijos de la profesión de toda su vida y su hijo Rafael nos mostraba los trucos uno a uno, en requiebros irónicos, a veces, del uno al otro, cada cual se puso a construir una página para ese libro experimental que quedará como recuerdo en el Centro de Poesía Visual, testigo de un encuentro entrañable que tuvo lugar entre el 3 y el 5 de octubre de 2008. Impulsado el II Encuentro de Poesía Visual desde el Centro de Poesía Visual de Peñarroya-Pueblonuevo por Francisco Aliseda, con el generoso apoyo del Ayuntamiento que lo hizo posible, el libro CalIgramas. Antología del Segundo 86
Encuentro se nos ofrece como un palimpsesto, una superposición de textos y texturas, una gota que viene a caer en ese mar sin orillas que es el de la poesía de todos los tiempos, y así habría que leerlo –como un palimpsesto que deja entrever distintas capas a la vez- porque así nos lo propone con burlona sagacidad Don Francisco Peralto. El tono de tinta de la impresión homogeneiza las diferencias entre los textos que sirven de soporte y los propios poemas visuales que son el auténtico objeto de edición. La monocromía anula las estridencias de color de los originales para dejarlos decantarse en las páginas editadas como el poso se confunde en la taza de café. A partir de ahí, la lectura debe intentar vislumbrar el sentido por entre las líneas que se entrelazan a otras que las sostienen y sustentan. Y es que, en toda experimentación, el resultado final es abierto, azaroso, indefinido, variable. Vagabundear por el puzzle de textos recortados, la escritura visible truncada por otro texto que se le superpone para acabar acogiendo finalmente el poema visual de cada cual, será un transitar por una lengua que se habla a sí misma y en cuya reverberación se irá definiendo fragmentado, irrisorio, contrahecho, nuestro reflejo; el del hombre que no es otra cosa que voz y palabra por encima de la carne y la víscera, del espacio y del tiempo. Voz que se alza a través de los siglos opaca, mordida, retorcida, interpretada, rescrita, astillada, como en eco, glosolalia sin fin. Leo, fragmentado, por encima o por debajo, al hilo o de través, inmensos textos, recombinados, mágicos y se enciende el magín: “Véanse las preguntas ¿Qué es cosa y cosa?” y la respuesta” A medias oculto bajo el poema visual de Roberto Farona, que empieza, como quien no quiere la cosa, “aún no es siempre todavía” Salto fuera del poema, busco… se acaba el decir para encaminarse por otra senda, no menos agreste, recortada de picos, desembocada en ensenada sin barco o trastabillada de cortes, piedras, desbroces de textos de toda laya. Así, nos asalta bajo la composición de Antonio Monterroso, como si lo hubiera hecho a posta nuestro irónico editor: “en la mañana y noche ya la ha dejado holgar tan sola en sus bracos teniéndola” Avanzamos, aún sin sosiego, cuando nos asalta, como por capricho del azar, bajo el poema de Gustavo Vega que no es sino una hoja mordida por el fuego: “Y para dar calor son remedios de suma”
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Y sigue, sigue, Francisco Peralto el juego monstruoso del desdecir diciendo, más allá de la lógica, pero con sentido, como otros tantos requiebros a Quevedo serán ceniza, mas tendrá sentido; / polvo serán, mas polvo enamorado. Palabras serán, caídas, rotas, desgarradas, pero tendrán sentido. Nos arrastran las corrientes de las líneas por meandros remansados de palabras y leemos, bajo el poema de su hijo, Rafael Peralto : “claridad –que el mozopor hacerse de él fielasí acordó tentarle si con ella y qué gusto las tramas de Venus lo cual pláticas de amor ojo traidor veces pequeñuelas achaque para lisas y caminando”
este tratado delinear la relación qué es lo que se paro
para llegar al remanso que se oculta bajo el poema de Juan Duarte: “otros vivos en busca de Inventario del des fragmento pesar de muchos su lugar la cuenta con hijos con este algo el yo poético frente también ha de amores” y volver, bajo el poema-dibujo de Francisco Sánchez, que representa el espacio de la biblioteca donde tuvo lugar la maquinación del libro-objeto, por otros tantos derroteros descabellados: “El yo poético dedica nada a sí mismo con dimensiones míticas
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muertas las palabras, nos encontra mos en una nueva etapa poética en un nuevo estadio muerte de las pasiones se desea vivamente. confiesa que la muert los talones “Nunca te temí amiga y compañera, ligero de equipaje” Y como no podía faltar, termina el libro con la nota de edición, con palabreja para iniciados, como el propio juego que hilvana los poemas visuales al libroobjeto, con sentido: Este libro testimonial en edición anapistógrafa para bibliotecas magníficas se terminó de imprimir digitalmente en Corona del Sur el día 19.12.08 Laus Deo DE VIAJE Por: Montserrat Tomás García
Título: OBABA(KOAK) Autor: Bernardo Atxaga Editorial: Alfaguara – 400 páginas – Año 2007 Este mes vamos juntos de viaje. El lugar al que os llevo se llama Obaba y no lo encontraréis en ninguna guía de viaje sino en un libro de relatos. Obaba es el 89
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pueblo imaginario que Bernardo Atxaga ha creado para situar a los protagonistas de varias de sus historias, un lugar lleno de magia y misterio lo que crea una atmósfera muy particular. La obra tiene tres partes. En la primera podemos encontrar, entre otros, a un viejo canónigo que deja un manuscrito bastante deteriorado y que sólo puede leerse a medias, a una maestra que ejerce la docencia lejos de los suyos en unas condiciones bastante extremas y en un entorno hostil y también a un grupo de niños que comienzan a sufrir por sus primeros amores. En la segunda parte el autor nos presenta diferentes habitantes de una localidad también muy especial, Villamediana. Y, para terminar, Atxaga nos ofrece una curiosa historia, más larga y desarrollada, que por supuesto tiene lugar en Obaba. En ella el autor intercala, por boca de sus protagonistas, varios cuentos que nos llevaran, por poner un ejemplo, por dos veces a Bagdad, a la selva o a Alemania. Bernardo Atxaga es un escritor vasco que escribe en euskera y él mismo se ha encargado de traducir su obra al castellano. Hasta la fecha no es demasiado conocida la literatura en esta lengua pero este libro de relatos es una muestra muy interesante de ella. Atxaga es un autor comprometido con la cultura vasca y aprovecha uno de los cuentos, Método para plagiar, para dar ideas a los nuevos escritores de su tierra que comienzan a escribir. Sin duda Obaba en un libro que os atraerá desde el principio tanto por lo que cuenta como por su forma de escribir, sin artificios de ningún tipo. Estoy segura de que con ella os interesaréis por la obra de su autor y por saber más sobre ese curioso lugar llamado Obaba. Os espero en Obaba.
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LAS BUENAS NUEVAS José Gutiérrez-Llama
LOURDES BUENO, EL TEATRO Y ESF… En aras de abrir nuevos espacios para el entretenimiento de nuestros lectores y/o para la exposición del trabajo de los artistas que nos privilegian con su confianza, a partir de la siguiente edición de ESF incluiremos una sección dedicada al Teatro, la cual se editará trimestralmente. Y como las buenas noticias nunca vienen solas, por este medio damos la más cordial bienvenida a Lourdes Bueno, quien gentilmente se hará cargo de este nuevo segmento. Lourdes es Licenciada en Filosofía y Letras por la Universidad de Extremadura, con especialidades en Filología Hispánica y Filología Francesa. Su grado de maestra lo obtuvo en Michigan State University y su doctorado en Vanderbilt University de Nashville, Texas. Su experiencia en la docencia data de 1992 e incluye a la Universidad de Extremadura, Michigan State University, Vanderbilt University y, actualmente forma parte del Departamento de Lenguas Clásicas y Modernas del Austin College, en Texas. Ha publicado 4 libros y varias decenas de artículos y reseñas en distintas universidades y editoriales de España, Escocia, Alemania y EUA. También ha impartido un sinnúmero de conferencias en los más diversos escenarios y eventos. Dentro de los premios conseguidos destacan: “Richardson Award” - Austin College (2006), “Faculty of the Month Award” - Austin Collage (2004), “Research Award” - Austin College (2004), “Richardson Award” (Award of Career Development Implementation Grant) Austin College (2002), “Excellence in Teaching” - Vanderbilt University (1998) y “Miguel Enguídanos” for Excellence in Research - Vanderbilt University (1997). Actualmente es Directora de la revista teatral “Estreno”, en EUA. Si deseas enviarnos tus guiones de teatro y/o algún artículo que tenga que ver con el tema, los puedes hacer a: en-corto@ensentidofigurado.com
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EL SONIDO DE LA HIERBA AL CRECER: UN SITIO QUE DEBES CONOCER Nuestra tenaz e incansable compañera, Anabel Cornago, nos informa de la apertura de su blog “El sonido de la hierba al crecer”; mismo que tiene por objeto, crear un espacio para reflexionar sobre el autismo y contarnos de su trabajo y avances con Erik, su pequeño hijo. Desde luego, conociendo de sus habilidades literarias, en este espacio habrá cuentos, ensayos y un sinfín de textos que busquen concienciar e informar acerca del tema. ¡Enhorabuena Anabel! Te dejamos la dirección con la certeza de que merece la pena el recorrido. http://elsonidodelahierbaelcrecer.blogspot.com/
“DE HILOS, AGUJA Y DEDAL”, LA MAGIA DE MARÍA JESÚS MANZANARES. El pasado 8 de enero se inauguró la exposición individual “De hilos, aguja y dedal”, de nuestra compañera y amiga, María Jesús Manzanares. El evento se llevó a cabo en la Sala de las Carnicerías de Caja España, en la cuidad de León. Si te interesa ver algunas fotos de esta exposición, puedes acudir a la siguiente dirección: http://mariajesusmanzanares.blogspot.com
Muchas Felicidades, María Jesús. ALEJANDRO MARTÍNEZ CANTA LA POESÍA DE JAIME GIL DE BIEDMA. Nos comenta Alejandro Martínez respecto de su proyecto de musicalizar algunos de los poemas de Jaime Gil de Biedma. El espectáculo donde se estrenará lo que se espera sea su tercera producción discográfica (Disco-Libro), se llevará a cabo el jueves 26 de febrero a las 21:30 horas, dentro del marco del Festival Barnasants, en la sala Luz de Gas, en la cuidad de Barcelona. Sin duda, los poemas de Jaime Gil de Biedma cobrarán una nueva dimensión sentimental inscrita en la música creada por Alejandro. Una música pianística, lírica y sentimental que será un excelente complemento para las palabras del “último de los grandes poetas clásicos”, según lo calificó Joan de Segarra. Con la intención de hacernos una idea del contenido del espectáculo, les diré que contendrá, entre otros, los siguientes poemas musicalizados: De “Compañeros de viaje (1959)”: Idilio en el café, Infancia y confesiones. De “Moralidades (1966)”: Albada, Loca, La novela de un joven pobre, Canción de aniversario y Años triunfales. De “Poemas póstumos (1969)”: Contra Jaime Gil de Biedma, No volveré a ser joven, T´itroduire dans mon histoire… y Canción final. Si quieres conocer más de este músico y/o del espectáculo, te dejamos los siguientes links: www.myspace.com/vengoacantautar; www.barnasants.com www.miracomolohacemos.blogspot.com; http://es.youtube.com/watch?v=dDKIpCZqxjc
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Alejandro Martínez (Gavà, 1980) es autor e intérprete de sus propios temas. Titulado en Música - PIANISTA (Grado Medio por el LICEO de Barcelona) y Titulado en HUMANIDADES (con especialidad en Literatura) por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. En 2002 se trasladó a Madrid para estudiar Ciencias e Historia de la Música en la Universidad Complutense de Madrid. Desde esa fecha está instalado en Madrid, tocando en sus escenarios más populares, como Libertad8, Sala Galileo Galilei y Sala Clamores. Ha publicado dos trabajos discográficos: "Volviendo a casa" (Vicious Records - 06) y "Orgasmos Modernos" (Les Nits de l´Art - 08)
CENTRO DE ESTUDIOS NARRATIVOS: UNA NUEVA OPCIÓN PARA INICIARTE EN LAS ARTES LITERARIAS. Nos informan los señores Ramón Pereira y Sergio Monguiló de la inauguración de la nueva escuela literaria on-line y presencial, Centro de Estudios Narrativos (CEN). El centro nace con un claro motivo de experimentación dentro de la literatura y con una manera única, hasta la fecha, de impartir sus cursos. “Desde CEN entendemos que la iniciación a las artes literarias no puede ser dada como si se tratase de otro tipo de cursos. Sus cursos no son cursos al uso ni tampoco talleres como tal, a partir de un triple procedimiento y de un sistema de formación autorizado, entendemos que el nuestro es el mejor procedimiento para la comprensión de las diferentes maneras de trabajar los textos literarios. Asimismo la principal cualidad de los profesores del Centro de Estudios Narrativos son sus conocimientos, su formación en el campo de la enseñanza a distancia y, sobre todo, el máximo respeto hacia la obra del alumno”. Te invitamos a conocer más, en: +34 653 23 57 19 info@centronarrativo.com http://www.centronarrativo.com
A modo de celebración puedes obtener un regalo de bienvenida: “Manual de técnica narrativa” para que comiences a despejar tus dudas a la hora de enfrentarte a los textos literarios. Para hacerte de él, solo debes visitar el sitio WEB del CEN.
EN LA FRONTERA DE LA VOZ, DE BARTOLOME FERRANDO Es muy grato informarte de la nueva publicación de Bartolomé Ferrando. “En la frontera de la voz” es un libro de poesía discursiva publicado por la editorial Huerga y Fierro. Y para que entremos un poco en calor, transcribo algo de lo que el propio autor consigno en la solapa: “Recorro espacios desiguales. Escucho sus ritmos y sus pausas. Veo a veces tambalearse el color de un objeto cuando el leve tallo que lo mantenía erguido empieza a adormecerse. Me aproximo a las cosas para verlas de cerca, y descubrir así algún detalle inapreciable. Las palabras se cruzan con otras en un sendero sembrado de silencios. A veces me dejo caer en el interior de mí mismo para tocar la voz. Sé que los actos tienen piel, como el lenguaje. Bebo sorbos de tiempo. Toco con las manos lo que carece de peso. Recorro espacios desiguales. Recorro espacios desiguales.”
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Desde luego, este libro (así como el previo titulado “Latidos”) puedes conseguirlos en cualquier librería o directamente en la Editorial Huerga y Fierro. C/Vizcaya 4, 28045 Madrid. Tel: 91-467-6361 http://www.bferrando.net
NO GANA UNO PARA SUSTOS, DE JOSE LUIS ESPINA El pasado 23 de enero a las 19:30 horas, tuvo lugar, en la Librería Catalònia (Rda. Sant Pere 3) de Barcelona, la presentación del libro “No gana uno para sustos”, del autor José Luis Espina. “No gana uno para sustos” son doce historias cotidianas donde, desde diferentes planteamientos, la soledad se convierte en el eje común de los relatos que componen este trabajo. No hay fronteras ni margen de edad para el desconsuelo. Puede experimentarlo un niño cuando percibe el desmembramiento de su familia, aunque los adultos que lo rodean se esfuercen por disimularlo. La soledad se vivencia también en los días huecos de una mujer despechada que a pesar de ello, ve en la ausencia de su marido un motivo de desazón. Está presente en el hombre que ha de recurrir al sueño como único camino para llegar a la mujer que ama. Nadie está libre de la desesperanza. Aunque rodeados de seres humanos, la soledad es el obstáculo insuperable con el que todos ellos tropiezan. El día de la presentación José Luis Espina contó con la compañía del escritor y periodista cultural Álvaro Colomer y del también periodista y autor multimedia Carlos Villarrubia. En el año 2007, José Luis recibió una beca de la Consejería de Cultura de Asturias por su obra “No gana uno para sustos” y en noviembre de este año, la editorial gallega Duen de Bux ha decidido publicarla. http://www.duendebux.com/?p=75
José Luis Espina. A lo largo de los dos últimos años, José Luis Espina ha compaginado su actividad profesional con actividades de promoción cultural organizando diferentes jornadas y eventos literarios en colaboración con prestigiosas instituciones culturales como el Instituto Cervantes, Institució de les Lletres Catalanes, Instituto Camoes de Portugal, Saló del Llibre de Barcelona o la Consejería de Cultura de Asturias, entre otras. Es miembro de la Asociación de Escritores de Asturias y de la Associació Collegial d’Escriptors de Catalunya. En El Vendrell (Tarragona) y en colaboración con el Patronat de Cultura del Ayuntamiento, desarrolla cada año las Jornadas Literarias VISOR, punto de encuentro de notables autores. Escribir es algo que ha venido haciendo durante años aunque sin grandes pretensiones divulgativas.
Imagen:
teatroaficionado.blogspot.com
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GALERÍA FOTOGRÁFICA
1. Acoso policial
2. Barcas
3. Lienzo y agua
4. Conectada a la central de seguridad
5. Dirección prohíbida
6. Esta vez no pudo ser
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7. Necesito que me quieras
8. Palestinos, 2 euros
9. Paralelismos: 3 castañas
10. Ver plano al dorso
Pili Fernández: 2 y 3 España, 2009 ©Derechos reservados Josep Vilaplana: 1, 4, 5, 6, 7, 8, 9 y 10 Andorra, 2009 ©Derechos reservados
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Editada en: Alemania – Andorra – Argentina – España – México – Puerto Rico www.ensentidofigurado.com