“Cajones Abiertos” Lorena Fernández
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Dedicatoria A mis padres, por impulsarme a seguir mis sueños y por enseñarme a valorar la simpleza de la verdadera felicidad. Gracias a todas las personas que honestamente creyeron en mí e incluso son parte de mi camino a seguir luchando por mis sueños.
Índice
Introducción PARTE I. Cajones de las pupilas 1. El ojo de Guernica 2. Desierto 3. Y se ve ligera 4. Limbo 5. Hielo en tus venas 6. Lo sentí 7. Sigo mi camino PARTE II. El cajón de las entrañas 1. S/N 2. La copa del sarcasmo 3. Sólo un síntoma 4. Tezcatlipoca 5. La cuestión 6. Si la Bandera de México hablara 7. A la decadencia mexicana 8. Después del 19 de septiembre PARTE III. El cajón de la boca 1. Como la naturaleza 2. Esa huella 3. Ombligo de la luna 4. 28 días, 28 razones 5. Flores rojas y amarillas 6. Como el girasol 7. Creo que ya entendí…
PARTE IV. El cajón del pecho, abre el corazón 1. Recordatorios 2. Amor filial 3. Cursi 4. Quiero darte un abrazo 5. Luz para todo el mundo 6. El Águila Real 7. Di Gracias PARTE V. Se funde el acero 1. ¡Súbete al barco y gira el timón!
Introducción
La estatua
Lléname de burlas, de sarcasmos, de prejuicios, de pecados, de reproches. Lléname de tu llanto. Dices sin consideración: ¡cuélguenle letreros a la estatua! Y me pones en la cima y estoy viendo hacia adelante, pero ya no escucho tus complejos baratos, percibí cómo pintabas tus grafitis en mi vestido, ¡no toques mi vestido! Escribías tus leyendas y arrancabas mis accesorios para adjudicártelos. Me traes flores cuando lo crees conveniente para ti. Bien pensado. Hay cosas que puedo ver y me causan gracia, también hay lugares divertidos de donde nunca me hubiera gustado irme, donde hubiera preferido dar más, o poder al menos expresarlo aunque cambie de posturas. No puedo hacer nada ante eso. Lléname de rosas, de tus vacíos, ¡tírame tomates! Ponme un escalón más arriba, mientras lo haces, me es inevitable observar que hay otros dos abajo. Sabes que guardo silencio, entonces de poner las palabras en mi boca también te encargas. Lléname de todo lo que ves en mí que a ti te falta, subestímame con deseo, ¡sobreestímame por lo mismo!, ¿comprobaste si tenías razón?, no tomes nada por sentado. Mientras me observas en exhibición, estás anhelando todo lo que ni tú, ni yo, tenemos. ¡Cuélguenle letreros a su estatua!, saben todos que no me espanta, el acero no se quiebra. No necesito miradas de lástima y mi hermetismo causa intriga, es un misterio que están dispuestos todos a resolver. No estoy hablando pero el silencio aumenta mis pensamientos, quisiera compartir donde he estado, los caminos que he tomado, lo que soy y siempre he sido. Desde la infancia solía soñar, reflexionar y escribir. Eso aún vive, realmente los sueños me guían, revelan mi esencia y cuando me he atrevido a seguirlos, muestran un nuevo camino. Porque cuando no hay otro lugar a donde ir, solo queda soñar. Al seguirlos rompí con las cadenas, crecí, desperté. Entendí por qué estoy aquí.
Porque en ellos solo tú puedes descubrir la sintonía entre lo que piensas y sientes. ¿Lo habías visto así? No puedo guardarme esta fórmula tan valiosa para encontrar la paz, lo quiero compartir. Es por eso que sigo siendo tan fiel a mí misma y me he atrevido a pelear por mis sueños e ideales, no es un camino fácil y hay que defenderlo consciente de lo que conlleva. No puedo dar un paso si no llevo las ilusiones que desde siempre me acompañan, es fácil mantenerse así si realmente es lo que quieres, pero no lo es tan fácil para quien no te conoce, aceptar que sí se puede seguir esos sueños e ilusiones, para quien ya perdió toda ilusión y no se atreve a creer que los sueños se pueden hacer realidad. No me gusta la tristeza que veo en las personas que no saben creer, espero poder hacer algo por eso. Lo digo con honestidad. En ese trayecto he descubierto que puedo ver más allá de lo que veía antes, quiero que de esto logres ver lo que yo, quiero que sepas donde he estado y lo que aprendí de eso, lo que me transformó, ¿te sorprendió conocerme?, ¡ya somos dos! Pero antes de ir tan lejos, recordemos que estás contemplando a una estatua, mientras puedes moverla de un lugar a otro, en la cima o en el suelo, en rincones estratégicos. De acuerdo siempre a tu conveniencia, sabes de mi firmeza y mi silencio, solo puedo tomar una postura entonces, ¿por qué no hacerlo? Siempre me pregunté: ¿por qué tengo que sentirme así?, ¿por qué debo tolerar eso? Realmente puedo ignorarlo, no es algo tan pesado, pero necesito que sepas que estoy consciente de que todos pasamos por tormentas, solo no olvides que algunas pueden llegar a ahogarme, hay lugares donde el frío me cala, donde la obscuridad me aterra, el sol me quema; con las tolvaneras, tu estatua se llena de tierra. Si ya no la puedes ver es porque la olvidas y se pierde en ella. Ya espero tu pregunta con afán de juzgar y sin ánimos de ayudar: ¿qué pudo haber sido tan grave para que una estatua sueñe con poder hablar? Para enseguida contestarte: ¡nada con lo que no pueda! Aunque pensándolo bien, sería imposible concretar ese diálogo porque las estatuas no hablan. Pero esta estatua dentro de tantas poses guarda algo, tiene algo más que decir, sigo firme en exhibición, mientras todos me observan tengo una petición: ¿podrán hacer algo por su estatua? Enfrente de mí hay una pared con un lienzo de Salvador Dalí, “Mujer en llamas” (1). Me pregunto, ¿hay alguien que pueda ayudarme a abrir mis cajones como él lo hizo generosamente con sus obras?, cuando vio que las estatuas no hablaban y no se podían expresar, solo posar. Dibujarle cajones fue un acto de bondad con un toque de irrealidad, pues cuando no hay otro camino es una buena opción acudir al surrealismo.
Los cajones guardan los pensamientos y sentimientos más profundos, posturas que tuvo que tomar, recuerdos guardados, palabras que escuchó, otras que prefirió no decir y cosas que logró ver de algunos entornos en los que se vio envuelta. La oportunidad de conocer todo tipo de posturas, tanto de personas, como de entornos naturales, sociales, emociones fuertes y hasta radicales. Quedé petrificada hasta convertirme en una estatua, todo se encuentra en estos cajones cerrados. Pero es tanto lo que hay que expresar que con poses ya no es suficiente. El ser testigo de algunas injusticias y sentir la necesidad de darles voz, no por nada recorrí un camino y viví lo que viví. ¿Podrás abrir mis cajones que están cerrados?, guardan más de lo que imaginas. Sólo recuerda que esos cajones son de acero, una vez abiertos, irradiarán una luz tan intensa como la de un rayo, como la de un fuego que no podrás apagar, porque los cajones ya no se podrán cerrar. Una vez que esos cajones abiertos le den voz a la estatua, no volverá a callar. Cada cajón al abrirse iluminará con sus palabras y realmente espero que causen el mismo efecto en ti… Que te iluminen, que guíen tu camino y que encuentres tu lugar donde brillar.
PARTE I Cajones de las pupilas
“¿Cuántas veces la gente usó un lápiz o un pincel porque no pudieron apretar el gatillo?” Virginia Woolf (2)
La estatua
¿Te había mencionado cómo me aterra la obscuridad?, algunas veces mis ojos logran ver dentro de ella viendo a otros cómo los atrapa, me puedo ver situada en ese ambiente. Cuando pones a tu estatua en el suelo, en la cima, arrinconada, no importa el lugar, no te dejes llevar por las apariencias, la obscuridad existe en todos lados si te dejas aprisionar por ella. Donde solo se ven sombras y abundan espejismos entre sí, no hay claridad, solo un vacío, una carencia, un lugar donde nadie pidió estar y los olvidados simplemente existen, eres tú, soy yo, somos todos. ¿Qué nos falta para ver el amanecer? ¿Cuánto tiempo seguiremos en la obscuridad? No estoy sintiendo ánimos de nada, solo tengo miedo y debilidad.
El ojo de Guernica
Ya había pasado por ahí, había visto el dolor y la decepción muy de cerca, vio la mano con el cuchillo apuñalar una espalda, secó las lágrimas de una mujer rota, había conocido la dulzura con la que la maldad se decora. Se asustó y le repugnó hasta causarle el vómito. Mientras trataba de asimilar todo eso, con la mirada perdida, veía a un hombre afilando un cuchillo y cortar con facilidad un trozo de carne, eso le recordó aquella garganta que hablaba y al escuchar las palabras que salían de ella, eran tan afiladas como ese cuchillo, pero esas palabras cortaban el trozo de un corazón. Ya no se sorprendía fácilmente, ni tampoco esperaba nada. Era un simple testigo, un depósito de basura, como si cargara una estructura pesada, solo era espectador de una escena y prefirió dejarlo ser. Estaba tan fuera de contexto. Creían que había perdido la razón. Decidió no mortificar, tal vez su silencio junto con sus actos podían decir algo a los demás, porque ya había pasado por ahí y solo quería guiar. Estaba defendiendo la verdad en el lugar donde abundaba la mentira, ¿cómo distinguir una de la otra? Solo veía caras de judas y demonios vestidos de borregos. Era como el faro que ilumina en la obra de Guernica, pero yo lo veo como un ojo, llamémoslo así: “El ojo de Guernica” estaba muy consciente de todo y solo quería iluminar.
Desierto
Voy pisando lento sobre cenizas y huele a azufre, voy descendiendo, paso a paso se va obscureciendo el túnel, no veo nada pero creo ir entendiendo, tengo algo pendiente, aquí no eres nadie. ¿A dónde va la gente cuando se pierde?, buscando una salida y te dañas a escondidas. Un placebo, una mentira, un descuido. ¿Qué hace la gente cuando le hacen daño? Porque para todo hay un lugar y un espacio. ¿Son los que crean historias para que todo tenga un sentido? Unos cavan su propia tumba, otros se tiran al precipicio, unos rezan a escondidas… Otros volvemos al ombligo. Viven solo el fin de semana, depositando el dolor en los inocentes, los justos. Otros dan vueltas en la cama, molestando otra vez a la almohada. ¿Qué lugar le damos al dolor? Estamos todos luchando por la misma razón, creo que estaba confundiendo el azufre con la gravedad y al mismo tiempo todo con la realidad. La fuerza de gravedad me arrastra a la realidad, que me dice que tengo que parar. Avanzo y ahora estoy caminando en un desierto, cada paso se agrieta el suelo, ¿tan fuerte tengo que pisar para que las grietas lleguen a ti?, ¿cómo le hago para que te des cuenta que estoy en medio de esta sequía? Hay un vacío enorme en este lugar y las grietas que provocan mis pasos te persiguen pero no te logran alcanzar. ¿Qué tan fuerte tengo que pisar? ¿Se trata de avanzar con rapidez? ¿Cuántos pasos profundos hay que dar? Siento tristeza, pero estoy en medio de la sequía y aquí tampoco salen las lágrimas, creo que es mejor para que no borren las grietas que revelan mi andar, de otro modo ¿cómo podrás rastrearme?, ¿cómo podrás entender el camino que he recorrido para encontrar mi lugar?
Se ve ligera
No quisiera que llegara la noche, ya no quiero pensar. Porque los sentimientos invaden mi rostro y no lo puedo controlar. ¡Mi cabeza va a estallar! Pensar que he caminado bastante y sin poder avanzar, ¿dónde quedaron todos mis sueños?, ¿dónde quedó mi ingenuidad?, escatimando todas las opciones, ya no hay puertas que tocar. Solo abren las puertas los farsantes, puertas con las que ya no me quisiera topar. Pareciera que todo tiene que costar dar pasos agigantados para poder brillar y cuando obtengo el brillo es tan fugaz que ya no sé si vale la pena volver a intentar. Hay pedazos de mi corazón regados por toda la habitación, ¡déjalos, no los toques!, solos saben volver a su lugar. Aunque di más de lo que debí e hice más de lo que se ve, ya no tenía nada que hacer ahí, absorbiéndome tanto hasta debilitarme, totalmente injusto para mí, era como una esponja que se ve ligera y que absorbe más agua de la que cabe en su propio espacio. Puedes exprimir la esponja y vuelve a ella el agua para otra vez absorber. Es el agua del llanto que pesa. ¡Pero la esponja luce tan ligera! Te habías preguntado: ¿cuánta agua puede una esponja guardar?
Limbo
¡Aviento los dados y que caigan en la mesa! ¡Aviento una canica sin pensar, para ver hasta dónde rueda! Tal vez estoy en el punto alterno. En modo neutral, sin poder cambiar de velocidad, no puedo apretar el clutch, ¡se está rompiendo la caja de velocidad! ¿Me estoy autosaboteando? El sonido de la nada pilla en el oído, una revolución en mi cabeza. ¿Qué sigue después de que se salga todo de las manos? No hay un camino. ¡Aviento las monedas al aire!, levitando en la intemperie, veo que todo se mueve y estoy presente pero sin saber el camino. Todo está demasiado perfecto y no veo el rumbo. ¡Destruyo el rompecabezas! Solo hay dolor creado por el resentimiento. Una camisa de fuerza, un bozal, fácil juzgar la locura de alguien cuando falta criterio en otras cabezas. Cabezas cerradas como la cáscara de una nuez, cerebros atrofiados, mosqueados de abandono. Dañados por rodearse de tanta estupidez. ¿Estoy flotando? Solo veo un punto fijo y un sonido agudo retumbando en mis oídos. Estoy realmente fuera, en el fondo era lo que quería, pero no sé a dónde me transporte eso. Durmiendo sin descansar, ¡despierta para ejecutar!, ¡cuánta confusión! Fuera de la jugada, veo como todo se mueve buscando su sentido. Estoy tratando de conectarme, aunque no entiendo nada del sistema, ¡cuántos simbolismos!, ¡quisiera ser un hacker! Respiro profundo y espiro. No sabía que existía un espacio entre la luz y la obscuridad, pero sin poderte transportar a cualquiera de los dos. Estoy entre lo consciente e inconsciente, y los dos en conjunto aquí me han traído. Me falta algo para lograr llegar. ¿Habrá alguien que sepa en dónde me encuentro? ¿Habrá alguien que quiera buscarme? Solo intento transportarme.
Solo sé que estoy en el limbo.
Hielo en tus venas
Yo sé que disfrutas del tiempo que pasamos juntos, hasta que recuerdas tu ego y te vuelves tan frío que pareciera correr hielo en vez de sangre por tus venas. Ya entiendo por qué tu corazón no bombea. Se congela. No compartes mejores risas que las mías y tienes que cerrarte cuando te das cuenta de eso. Nadie aprecia todo lo que haces como yo y cuando logro darte calor se descongela tu corazón y bombea, pero te retiras de inmediato. Eres cruel contigo mismo por no dejar latir tu corazón, sabes que está ahí pero cerrado en sí. ¿Eres cruel conmigo solo porque tengo el poder de darle calor a tu corazón? Puedo imaginar el frío que sientes. No eres nada más que otra persona igual que yo. Y me encanta tu felicidad tanto que la emoción no cabe en mi pecho, pero te alejas y otra vez te conviertes en hielo, pones esa barrera. Tienes que creer que siento una paz inmensa al verte sonreír y sentir que lo expresas. ¡Qué impotencia cuando tu corazón se congela! Dejaste que te lastimaran tanto que ya no crees que mereces tener a alguien que sea capaz de derretir la sangre en tus venas. Estamos perdiendo el tiempo con este juego. Sabes que digo la verdad. Y aunque yo lo quiera así, no me voy a desgastar, sé que puedo volver a sonreír. Porque va a descongelarse tu sangre hasta que empieces a creer que puede suceder, va a abrirse tu corazón hasta que tú lo decidas así, porque si algo hay que admitir es que descongelar ese corazón solo depende de ti.
Lo Sentí
Sentí cómo rodeó mi espacio, trató de invadirme, queriendo obtener algo de mí. Le miré a los ojos y lo reté. Poco a poco se retiró. Pero me confié, me creí grande, no era suficiente: regresó con más fuerza. Sentí que quiso traspasarme, cegar mi vista, opacar mi voz. Me impulsó demasiado alto para verme caer. Cuando quise huir, intentó frenar la velocidad de mis piernas, debilitar las fuerzas de mis brazos al cubrirme. Llegué a olerlo y sentir que me invadía, ¡qué impotencia! No creí que podía sucederme, que fuera a conocer al Miedo algún día. Hasta que lo vi de cerca, envolviéndome con su intensidad. ¿Qué quieres de mí?, le pregunté. Lo volví a mirar a los ojos, desafiante. Sostuve la mirada, no tenía otra alternativa. Pude ver que algo lo iba consumiendo como fuego. Ardía. Era su ausencia de amor. Pero si le daba el corazón, ¿apagaría su fuego?, y ¿con qué me quedaría?, ¿al aceptarlo le ayudaría? Lo abracé y se congeló, quedando trozado en pedazos. Sentí cómo ese abrazo nos liberó.
Sigo mi camino
Estoy viviendo a destiempo, cuando todos duermen yo despierto. Soy todo aquello que está más allá de tus percepciones, mientras te guíes por prejuicios no vas a conocerme. Te sientas a un lado mío tomando una postura sin saber lo que llevo dentro. ¡Qué afán de querer estar sola conmigo!, evadir convivencias forzadas, preguntas y respuestas. A veces busco la soledad, la anhelo, no me siento triste, me hace sentir tranquila. Pero rastreo la nostalgia, me persigue y me llama, como el perro al hueso, como el pez a su carnada (no te acerques tanto al anzuelo, porque te enganchas). Los recuerdos y la curiosidad me matan, pero de alguna manera puedo disfrutarlo y mantengo la calma. Me pesa la espalda, ¿puede la mente descansar por un momento, mientras me separo del cuerpo? ¿Intentaste ver más allá del río y las montañas?, ¿imaginaste lo que pudimos haber sido? ¡Qué falta de visión ante la relatividad entre el tiempo y la distancia! A veces mi corazón se acelera y ni yo misma lo alcanzo, ¿qué se puede hacer cuando uno no logra seguirle el ritmo? Es como si me dijera desesperado que tengo que redirigir el rumbo. No quiero sentirme atrapada, siempre hay una salida, ¡corre!, es una advertencia de la intuición. Cuántas veces no lo he hecho, irme porque siento que en ese lugar no pertenezco, si yo te contara los lugares y las personas que he conocido, solo por el hecho de seguir mi camino. ¿Por qué tengo que alejarme, que sepan lo que quise decir? Estoy cansada… Seguir explorando otros terrenos, puedo volver a hacerlo, puedes mandarme muy lejos, ¿hasta dónde quieres verme llegar?, ¿qué más quieres de mí?, porque te anticipo que aún con pasos cansados, llegaré hasta donde la fe me lo permita. Cada paso que doy es porque intento ser clara con lo que quiero, pero pareciera que me vuelvo más abstracta para tu entendimiento, y aunque me aleje, eso no escatima mis anhelos de estar junto a ti. No puedo hacer nada en contra de eso, pensarte me causa más cansancio. Es desgastante alejarme y te entretiene, te burlas mientras me subestimas. Porque sabemos que de alguna manera aún te sorprende ver la fuerza que puede salir de mí. Que interesante resulta eso para ti.
PARTE II El cajón de las entrañas “Por el ombligo se abre el cajón de las entrañas”
“Carácter es la verdad esencial de cualquier objeto natural, feo o bello, es incluso lo que uno podría llamar una doble verdad, puesto que es la verdad interior traducida por la verdad exterior; es el alma, los sentimientos, las ideas expresadas por los rasgos del rostro, por los gestos y acciones del ser humano, por los tonos de un cielo, por las líneas de un horizonte” Auguste Rodín (4) (1840-1917)
La estatua
Con el tiempo, debido a la obscuridad en la que estaba atrapada, tu estatua se estaba dando cuenta que su ceño se juntaba más, el acero que la cubría se iba cuarteando, su boca se torcía cuando las cosas no le parecían, quería expresar con desesperación palabras más pesadas, que se encontraban en otro cajón. Ahora, estás por abrir el cajón que se encuentra en el estómago, el que se abre por el ombligo. Mi refugio, donde se concentra el inicio y a su vez el fin de todo. No te asustes, si hay tanta intensidad en las palabras que salen de aquí, es porque vienen desde las entrañas, ellas sopesan el valor con el que hago vivir mis palabras, sin ellas y mi ombligo, no sería nada. Las palabras necesitan un impulso, imploran en mi mente ser liberadas, no es justo para ellas que se mantengan ahí siempre encerradas. En este momento tienes el poder de abrir el cajón más pesado, el cajón de las entrañas. Y mientras abres el cajón, ¡destellos de luz!, sale con tanta intensidad el brillo que te impacta y te impulsa hacia atrás cayendo en el suelo, mientras tu estatua se doblega con esa misma intensidad que sale de las palabras una vez liberadas, tan liberadas como nuestras almas.
S/N
Qué absurdo es volver a creer aunque sigas fallando, Absurdo cuando convivo con el enemigo, Absurdo cuando te digo que te necesito, si no nací contigo. Absurdo todo lo que me hace reír, absurda la risa, absurdo el amor. Absurda la felicidad sin compartir, pero que absurdo y necesario encontrar la paz en la soledad. Absurdo quererte sin conocerte, Absurdo tenerte y no sentirte. Absurdo ser, absurdo no ser, y si soy por favor no te alejes. ¡Qué absurdo eso también!
La máscara del sarcasmo
En la noche se escucha un ruido que aturde, voces peleando por causas que creen conocer, Despilfarrando para saciar los vicios hasta el amanecer, Los dardos arden en la envidia atacando a las reinas. Entre ellas ajustan sus coronas (solo hacen esto las verdaderas reinas). Brindan los corazones rotos al anochecer, Una sonrisa y un trago de tequila para evadir la realidad, Labios rojos que te atraen, Su perfume al saludar, Pasos en falso sin avanzar, Patina las llantas del audi, para resaltar. (Aunque aún no lo sepan manejar). ¿Qué sentido tiene la opulencia si no hay nada que dar? Mujer: ¡No estás aquí solo para ser un trozo de carne!, eres más que eso, eres el agua que fluye, pero no te quedes en el estanque. Hombre: ¡No estás aquí solo para ser un proveedor!, eres más que eso, eres el fuego que arde, pero si tu fuego me ilumina, no ardas para quemarme. Todo se empieza a distorsionar. El precio que se paga por no saberte valorar. Siendo todo y nada. ¡Eres solo un simple mortal! ¿Podemos relajarnos y disfrutar? ¡Pero mira, hasta dónde hemos llegado! Políticos que se ofenden cuando el pueblo exclama justicia. ¡Idolatría a los bufones! Recordemos que es de noche y en la obscuridad todo es permitido. Y cuando hay necesidad de parecer intelectual: ¡al carajo los valores, que sobren las poses en este mundo banal! ¡Máscaras! ¡Etiquetas! ¡Poses! ¡Me da igual!
¿En realidad es un gran logro del ser humano la sociedad? Porque me comienza a avergonzar. Mientras tanto, no podemos hacer nada para evitarlo, pero mientras observamos el espectáculo que estamos todos dando, no olvides ponerte tu máscara, ¿de quién te vas a caracterizar? Usaré la máscara del sarcasmo antes de brindar. Ahora sí: ¡Arriba las copas!, ¡digamos salud!, ¡vaya que hay que celebrar!