5 minute read

¿CÓMO SABER SI MI PRESIDENTE ES POPULISTA?

En sus declaraciones públicas, ¿suele arremeter contra cualquier grupo que no piense como él?

¿Dice que no rinde cuentas porque él y su gobierno se autodenominan honestos?

Advertisement

A. Sí B. No

A. Sí B. No

¿Pretende que solo él habla a nombre del pueblo bueno y los demás representan a élites corruptas y privilegiadas?

A. Sí B. No

¿Dice que todo lo malo del país se debe a lo que hicieron otros gobiernos, sin asumir ninguna responsabilidad respecto a los problemas de la gente, como inseguridad, pobreza, mal desempeño económico o efectos de la pandemia por Covid-19?

A. Sí B. No

Si la mayoría de tus respuestas son A, muy probablemente tu presidente sea un populista.

• El populista suele ser un líder que llegó al poder gracias a las reglas del juego democrático, pero que, una vez en el gobierno, busca destruir la democracia y los contrapesos de poder.

• El populista cree que solo existen él y un pueblo virtuoso porque lo apoya, y que todos los demás sobran o estorban: los otros poderes, los medios de comunicación independientes, los órganos autónomos, las organizaciones de la sociedad civil, los opositores.

• El populista atenta contra los principios y las normas de la democracia: no quiere que haya pluralidad, no tolera la disidencia, no soporta que haya poderes que le digan: «No, señor. Eso no se puede, eso es ilegal», no entiende que, como gobernante, debe sujetarse a las leyes y que estas no son plastilina que moldea a su antojo.

Para que la democracia no se transforme en autoritarismo es necesario defender su esencia:

• Elecciones limpias

• Pluralismo

• Derechos de las minorías

• Legalidad

• Contrapesos de poder

Esto es lo que México construyó en las últimas décadas y no debemos perder, pues es fruto del esfuerzo de generaciones de demócratas que nos antecedieron y porque no podemos negarles a las generaciones que vienen, a nuestros hijos y nietos, el derecho de vivir en un ambiente de libertad política.

Lo primero y lo más importante para preservar un sistema democrático es defender las elecciones genuinas.

Sin un gobierno legítimo, todo lo demás, la credibilidad de todas las instituciones, estará en entredicho.

En este manual de uso y defensa de la democracia hemos explicado que hay tres pilares básicos en nuestro sistema electoral que han permitido que en México haya sufragio efectivo y votaciones limpias y legítimas: un padrón electoral confiable, una estructura electoral profesional y plena autonomía de esa estructura.

Preservar estos pilares es nuestra obligación como ciudadanas y ciudadanos.

Elecciones democráticas

Padrón electoral Profesionalismo Autonomía

Los retos que enfrentamos hoy:

1. Mantener un padrón electoral confiable

Este listado de personas que pueden votar en una elección no debe estar manipulado por el gobierno en turno. Es la base de la que, para cada votación, se desprende la lista nominal de electores: quienes votarán, porque se inscribieron o actualizaron su credencial. Para conseguir un padrón confiable se necesita verificar la autenticidad de cada alta de un ciudadano o ciudadana, de cada baja y de cada cambio de domicilio.

Recordatorio: en la época del autoritarismo, el fraude electoral comenzaba con la alteración del listado de votantes, ya fuera «rasurando» a ciudadanos que se presumía que podían votar por la oposición, manteniendo a personas fallecidas para simular su sufragio o moviendo de sección electoral a los electores para que no encontraran su casilla (el llamado «ratón loco»). Por ello, la primera tarea del IFE, creado en 1990, fue la de construir desde cero un padrón confiable, que hoy es auditado de forma permanente por todos los partidos políticos.

Preocupación: la iniciativa de reforma constitucional en materia electoral del presidente de la República propuso que el INE perdiera la atribución constitucional de confeccionar el padrón; solo haría la lista nominal a partir de la información que le entregue algún otro ente, que podría ser, por ejemplo, la Secretaría de Gobernación.

Misión: impedir que la confección del padrón quede en manos de la Secretaría de Gobernación o de cualquier otro órgano político y sin vigilancia permanente de los partidos políticos.

2. Preservar una estructura electoral profesional y permanente

Dicha estructura es la que mantiene actualizada la cartografía electoral en cada rincón del territorio. Instala casillas en todo el país para asegurar una participación plena en las elecciones.

Recordatorio: en el periodo autoritario, la Secretaría de Gobernación organizaba las elecciones sin personal especializado y que era reclutado sin ninguna garantía de independencia frente al gobierno ni de imparcialidad. Quienes hacían las elecciones eran operadores adscritos al partido oficial. La creación del IFE dio lugar a la formación del Servicio Profesional Electoral, reclutado a partir de concursos públicos y que permanentemente tiene que seguir un programa de formación, capacitación y evaluación.

Gracias a ello, el personal no depende de quién esté en el poder, sino de su calidad técnica.

Preocupación: la propuesta de reforma del titular del Ejecutivo establece que los órganos desconcentrados del INE sean temporales, lo que implicaría disminuir su capacidad de operación al eliminar al personal del Servicio Profesional Electoral Nacional que conforma las 32 juntas ejecutivas locales y las 300 juntas ejecutivas distritales.

Misión: asegurar la estructura permanente del INE y su profesionalismo; si ese pilar se fractura, la posibilidad de que se instalen las casillas estará en riesgo.

3. Conservar árbitros y jueces electorales autónomos

Una elección democrática requiere que se realice con la mayor neutralidad posible, tanto por quienes serán votados como por quienes contarán y darán a conocer los resultados. De no ser así, se pone en riesgo la representatividad de las y los ciudadanos.

Recordatorio: a partir de 1996 se dotó de plena autonomía al IFE, hoy INE, y se creó el TEPJF. Las alternancias en la presidencia de la República y la existencia de un Congreso de la Unión independiente del Ejecutivo se han dado con este modelo de autonomía. El Consejo General del INE y el TEPJF se integran por profesionales sin intervención de ningún otro poder, lo que asegura que quienes se desempeñan como árbitros electorales son imparciales y velan por la voluntad del pueblo.

Preocupación: la iniciativa de reforma constitucional del presidente buscó que los consejeros electorales y los magistrados fueran elegidos en votación universal, a partir de candidaturas presentadas por el propio Ejecutivo, el Poder Judicial y el Congreso de la Unión. Se pretende que los árbitros y jueces devinieran en jugadores, al hacer campañas en búsqueda del voto… Sí, como cualquier partido político. Esto implicaba regresar a los tiempos en los cuales las fuerzas políticas eran juez y parte de la contienda electoral.

Misión: asegurar la independencia e imparcialidad de los consejeros y magistrados, para que de ninguna manera estén alineados a alguna fuerza política en particular o, peor aún, a algún gobierno.

México es plural y sus elecciones son de las más competitivas en el mundo desde la llegada del IFE/INE:

• De las últimas cuatro elecciones presidenciales (2000, 2006, 2012 y 2018), en tres ha habido alternancia (2000, 2012 y 2018), es decir, han ganado candidatos de oposición.

• En las elecciones presidenciales de 2012 y 2018 los candidatos del partido en el gobierno quedaron en tercer lugar. Los ciudadanos saben usar su voto de castigo cuando están insatisfechos, y los gobiernos no tienen asegurado el triunfo en las elecciones.

• En las ocho elecciones a la Cámara de Diputados de este siglo (2000, 2003, 2006, 2009, 2012, 2015, 2018 y 2021) ningún partido ha obtenido 40% de los votos de la ciudadanía. Eso quiere decir que en México no hay un «partido hegemónico», como sí lo hubo en el pasado. Ningún partido puede decir: «Yo represento a todo México».

• De las 56 elecciones a gobernador realizadas entre 2015 y 2022, en 39 se han dado triunfos de candidaturas opositoras, es decir, hay un índice de alternancia de 70%: siete de cada 10 elecciones las pierden los partidos que gobernaban previamente. Así, vivimos en una era de alternancias sin precedente en la historia.

Nadie puede darse por ganador ni por perdedor antes del juego.

This article is from: