Los narcopolíticos

Page 1



© 2021, HarperCollins México, S.A. de C.V. Publicado por HarperCollins México Insurgentes Sur No. 730, 2º piso, 03100, Ciudad de México. © Ricardo Ravelo, 2021. © Frency Fernández, por el prólogo. D.R. © HarperCollins México, 2021. Diseño de interiores y cuidado de la edición: José Antonio García. Todos los derechos están reservados, conforme a la Ley Federal del Derecho de Autor y los tratados internacionales suscritos por México. Está prohibida su reproducción total o parcial en cualquier forma o medio, incluidos los mecánicos o digitales, sin autorización expresa del titular del derecho de autor. Todos los comentarios, ideas, opiniones, apuntes, documentos, información, descripciones y expresiones que aparecen en esta obra corresponden a los autores y no son responsabilidad de la editorial ni representan necesariamente su punto de vista. ISBN: 978-607-562-091-6 Primera edición: octubre de 2021. Impreso en México


A E l i s a b e t h , una luz en la distancia. Gracias por estar siempre presente A mi M a l h e r : Diste amor como una flor da su perfume. Gracias por estos siete años de compañía. Te extrañaré siempre



Índice

P r ó l o g o , por Frency Fernández . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 P r e f a c i o , por Ricardo Ravelo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22

Uno D e s d e l o s Pa l a c i o s d e G o b i e r n o Narcotráfico: AMLO, el presidente fallido . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Cabeza de Vaca: El narcogobernador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Alfredo del Mazo: Edomex, bajo la ley del crimen . . . . . . . . . . . . Roberto Sandoval: De barrendero a multimillonario . . . . . . . . . . Aristóteles Sandoval: Una historia de claroscuros . . . . . . . . . . . . . Yunes Linares: Es la hora de pagar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Graco Ramírez y Capella: Los Rojos, de Morelos a Quintana Roo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Quintana Roo: El paraíso. De la mafia al narco-Estado . . . . . . . . Jaime Bonilla: Narco y corrupción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Dámaso López: Traición y pacto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . García Harfuch: El funcionario en la mira del CJNG . . . . . . . . . . 7

29 52 70 77 89 97 116 123 130 144 151


8

L O S

N A R C O P O L Í T I C O S

Dos El poder cómplice La pesadilla de Javier Herrera Valles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Genaro García Luna: El narcopolicía de Fox y Calderón . . . . . . . Calderón-García Luna: El entramado mafioso . . . . . . . . . . . . . . . Caso García Luna: Así operaban sus redes criminales . . . . . . . . .

161 185 190 195

Tres El poder y los capos El Marro: La pesadilla de la 4T . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El Marro contra el Mencho: La guerra por el huachicol . . . . . . . . En la 4T sigue el misterio del Azul . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El Kelín: Un zeta en el misterio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Guardia Nacional: Vínculos con narcos, el sello de la casa . . . . . Crimen del juez Villegas: La venganza del CJNG . . . . . . . . . . . . . Los Carrillo Fuentes: Auge y fin de una dinastía criminal . . . . . . Caro Quintero: De regreso en el narco . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El Chapo Guzmán: Sus años de esplendor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El Mencho: Amo del huachicol . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El Mencho: La guerra por la sucesión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . CJNG: Radiografía de la violencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Nemesio Oseguera: Lo prohijó el PRI, lo cobijó el PAN . . . . . . . . Los hijos del Chapo: Por pandemia, imponen toque de queda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El Güero Palma: Una historia de traición y muerte . . . . . . . . . . . . José Treviño: La red de lavado de dinero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Caso Ayotzinapa: El Ejército, en la mira . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Caso Cienfuegos: Somos el poder político y criminal . . . . . . . . .

203 208 214 219 224 230 234 249 254 260 265 271 276 281 285 292 297 303


Prólogo

D

e s d e l a s e g u n d a m i t a d de los años 70 del siglo XX, la vox populi mexicana expresó “la corrupción s­omos todos”. Esta subversiva parodia a López Portillo denota un problema sistémico de la sociedad. Y cada vez más se erigen personajes políticos a los que, en su juego con esa podredumbre general, sólo les falta afirmar: L’État, c’est moi. A ese tufo francés absolutista huele quien desde 2018 intenta gobernar, a escasos metros del Zócalo, uno de los países más complejos que he conocido como ciudadano del mundo que intento ser. Cuando menciono esa cualidad ciudadana es por la necesidad, a veces en conflicto, de trascender las trampas identitarias que nos han sido inculcadas y por las cuales nos expresamos culturalmente de una manera u otra. El modo cultural mexicano es uno de los más complejos, por estar preñado de contradicciones históricas y ser el resultado de una amalgama intercultural peculiar respecto a otros contextos, pero también por el hecho de heredar traumas antropológicos y ontológicos que han sido tal vez manipulados por los modeladores de su his9


10

L O S

N A R C O P O L Í T I C O S

toria y no han propiciado el despojo de esos lastres que tanto afectan a la sociedad y no la dejan avanzar. Puedo ser objeto de crítica pero me siento, como ciudadano que me he movido y sentido entre diferentes posiciones culturales, con la necesidad de apuntar que la naturaleza manipulada a conveniencia en la cultura mexicana —derivación de gran parte de su idiosincrasia y de mucho de sus expresiones hacia los campos que conforman la cultura, por ello el desparpajo político, el descaro ideológico y el vaivén económico son expresiones culturales—, repito, me genera la necesidad de enunciarla como una cultura altamente rica, pero empañada por una energía entrópica que no le posibilita mejorar con todo su acervo. La realidad vivida por México desde la segunda mitad del siglo XX hasta estas dos décadas del nuevo milenio ha sido la generación de un extraño modelo de nación, en medio de un proceso donde los conceptos modernos hace rato cayeron en crisis. Y con esa desti­ tución conceptual, la noción de nación —occidental por cierto, des­ ligada de lo que comprenden poblaciones autóctonas del área mexicana vinculadas transhistóricamente con el sur y el norte de esta zona americana— es parte de una atomización, o mejor decir ya: “pixelación” de las identidades. Percibo en esa descomposición finisecular las bases de una realidad diferente que hace de México el crisol de diversos ensayos latinoamericanos. Pero estamos asistiendo a otra idea de nación, fundada sobre las bases de una dinámica no relacionada con las antiguas ideas republicanas provenientes del paradigma francés, sino de una realidad oscura, emponzoñada, vengativa y hasta abyecta, resultado de traumas visibles en la historia, en convergencia con el desarrollo de “tipos” específicos de seres que juegan con el poder y la sociedad sin el respeto más ínfimo por la vida. Porque es algo inherente a la base cultural a la que apelan, donde no existe el respeto por el otro, ni como ser, ni como espacio. Es desde esa oscuridad de donde nacen los tantos problemas que hacen


P RÓ L O G O

11

del México contemporáneo un tipo de práctica a contrapelo de muchos valores positivos de la vida, aun cuando una sociedad sensible trate de practicar otros anhelos. A comienzos de junio de 2021 se produjo otra función más de la gran obra teatral que es la política mexicana. De nuevo se planteaba la renovación de la Cámara de Diputados, un buen número de gubernaturas, los congresos locales, los ayuntamientos, las juntas municipales y alcaldías de los 32 estados mexicanos. Previo a este circo conversé con varios actores políticos de diversos pelajes y varios de ellos daban play a un mismo cassette, retórica, tan vacía como ridícula, que insulta a la mínima inteligencia de quien posee una cultura política y proviene de una base profesional donde se puede distinguir con cierta facilidad cuándo se está ante mediocres, corruptos e irrespetuosos. En todos percibí una invariante de más profundo calado, hacia una naturaleza de índole identitaria como parte de las tantas reali­ dades que afectan lo vivido en el presente mexicano y en todo lo relacionado con el país, tanto interior como exteriormente: el embuste. El ladino alberga precisamente esa manía de anunciarse y venderse como lo mejor y envolver con su charlatanería al otro, hasta el punto del engaño a los incautos. Esa herencia cultural nos vino en los ricos procesos de simbiosis cultural en América Latina, con sus diferencias contextuales, claro está; pero esa actitud pilla, picaresca por la necesidad de sobrevivencia, nubló la percepción de la sociedad en su práctica, hasta el punto de calar en la base vital, y hoy se ejerce por muchos sin discernimiento, sin miramientos sobre en quienes recae. Y he ahí un trastorno de orden ético, que nos remite a lo individualista y no favorece el desarrollo de proyectos sociales sino el posicionamiento de unos sobre otros. Tras esa invariante del embuste existe otra aún más penosa: la falta de principios y convicciones de carácter ideo-político. En el espectro político mexicano, como en muchos otros contextos, ya no importan derechas, centros o izquierdas, sino ofertas de intereses. A los candi-


12

L O S

N A R C O P O L Í T I C O S

datos que he conocido, directa o indirectamente, poco les importa irse con un PRI o un PRD o un Verde o una alianza tipo Morena, siempre y cuando sea lo que más sombra les cobije y con lo que puedan negociar mejor sus intereses. Así es desde hace décadas con, si no todos, la mayoría: no profesan principios sino posiciones convenientes. Y por eso todo es una veleta de aires políticos provechosos. Hasta el punto dado, ante la evidente pregunta de por qué partido se postularían, muchos respondían que aún lo estaban sopesando, al parecer según la vieja ley de “oferta-demanda”, filtrada esta vez por la conveniencia partidista. Con un panorama de base como ese, nada se puede esperar de todos los personajes políticos que pululan en este patético y luctuoso teatro mexicano. Y la gran tajada la saca el poder oculto, ese más allá de la “materia gris” y la “figura visible” —como clásicamente se estilaba en política—, generador de extrañas formas de reconocer al héroe o al antihéroe contemporáneos —muy lejos del alter ego de Don Diego de la Vega contra la corrupción ya existente en su tierra, o como aviesas versiones latinas del Robin Hood o el Dick Turpin, rememorados tal vez con el cuatrero redimido por la revolución maderista que fue Pancho Villa—, plagado de clichés, presuntos modelos de vida transgresores e inspiradores para grandes industrias de los digital media y los nuevos métodos de economía, transacciones y reglas mercaduales: el crimen organizado, el narco como institución y su introducción en la vida política de una de las naciones más grandes, ricas y difíciles de la región americana. Es una realidad que danza históricamente entre lo indebido y lo encubierto. Y lo prohibido resulta siempre atractivo para la naturaleza humana, aun con todo lo que tenga de nefasto. La realidad mexicana se nutre de una especie de fuerza gravitacional en torno a una corta existencia porque la atmósfera se carga de un aliento mortecino, lo que en broma me conduce como diatriba no sólo shakespeariana: ser o no ser, pero desde el añadido Quetzalcóatl versus Tezcatlipoca.


P RÓ L O G O

13

La praxis política, herencia de su vejestorio en México, mantiene la pose de aparentar ser la solución a los problemas cuasi eternos de la sociedad. Incluso se han propuesto actualizaciones de sus imágenes en plan “rostros atractivos”, más que renovaciones profundas de sus candidatos —tanto el PRD como el PRI son de los mejores ejemplos con sus hornadas “rejuvenecidas”, luego casi todas encarceladas por corrupción o asesinadas por ajustes de cuentas con el narco—. Pero en lo oculto real no se proponen estrategias de solución a los problemas cruciales de la ciudadanía, sino mostrar débiles alivios, falsos remedios vestidos de salidas paulatinas, graduales. Nunca ofrecer la solución completa, si la hubiere. Porque esto dejaría sin sentido la agenda política de cualquier partido y candidato, pues no les interesa en realidad arreglar problemas existentes, sino aparentar la solución y así garantizar sus presencias en el espectro de vida política nacional. Es parte de los engaños mayores a la sociedad sin importar el estrato: fingir ofrecer una posible salvación, con actitud mesiánica. Pero en el cálculo siempre darle espacio a lo no solucionado. De lo contrario no es negocio, no es ganancia, para el político de turno. Algunos han reparado en cómo la política mexicana ha sido, además de un reality show, un novelón más allá de las primeras soap operas con capítulos estirados como chicles para entretenimiento de las masas. Ha estado plagada de personajes de muchos tipos, desde caudillos y canallas encumbrados, terratenientes que así piensan un país repleto de dificultades, militares disfrazados de civiles, ciudadanos con ínfulas marciales —y ambos con la pretensión de mandar como en un campamento—, caras bonitas que para poco sirven —pero se embolsan su plata—, lavadores, jugadores, timadores… un triste y detestable desfile sobrepasa lo vernáculo tradicional. El vodevil se enriquece con deportistas, personajes de la farándula actoral o musical, disléxicos; muchos, incultos de su misma base. A casi todos ni les importa qué sucede con sus conciudadanos, pero sí la tajada según el escalón político a donde puedan llegar. Y es gracioso


14

L O S

N A R C O P O L Í T I C O S

cómo muchos de estos personajes se han ofrecido como alternativa opositora del presidente; pero son igualmente sospechosos de muchas cosas. Y terminan siendo un indicador del nihilismo contemporáneo, aunque vivamos en teoría en una sociedad “conectada” por las redes y los medios tecnológicos, pues es en realidad el espacio donde excreta una buena parte de la sociedad presente su idiotez y falta de espíritu: porque vivimos una época lastrada por la falta de “luz larga”, la banalidad y la pérdida.

C o n e s o s i n g r e d i e n t e s , la sociedad mexicana expresó su incertidumbre y perpetró su venganza en junio de 2021: el mapa político quedó más polarizado. López Obrador ha anhelado no ya descentrar el panorama mexicano, sino homogeneizarlo si es posible. Como sucede con casi todos los presidentes populistas, sean de izquierdas o derechas. Pero lo sucedido tras 2021 no es como él hubiese querido. Porque parecen perderse los matices intermedios y las posiciones son más “a favor” o “en contra” de las presuntas propuestas de la 4T y las estratagemas presidenciales. CDMX es el caso simbólico con su “berlinización”: nueve alcaldías no apoyaron a quienes gobiernan la nación y es donde viven principalmente los que a AMLO le interesa fustigar con su política de no diálogo ni escucha, con su posición de asfixia mediante impuestos e intenciones de proyección a un futuro que el discurso oficial pretende ahogar. Siete alcaldías ratifican a este señor de las apariencias y a su nomenclatura política, donde se reúnen ingenuos con truhanes clásicos. Estas últimas, hacia el este de la megaciudad, “casualmente” corresponden con los sectores más emergentes y lastrados, además son los mayores practicantes de dinámicas de economía informal, fuera de control, que no tributan de igual modo a los fondos comunes de la sociedad. Es donde se mueve otra realidad perfectamente útil para las manipulaciones de Morena con sus aparentes apoyos sociales y sus ocultos intereses de nego­ ciación con el capital secreto del crimen organizado.


P RÓ L O G O

15

Esta polarización parece aumentar también desde la misma actitud presidencial respecto al complejo entramado social. Porque como otros líderes conocidos por sus desmanes y disparates históricos, AMLO intenta exteriorizar en su desempeño los traumas que al parecer posee y no ha resuelto. Entre ellos un visceral rechazo a quienes le resultan un escollo para su gestión. Tanto intelectuales, artistas, científicos, asesores políticos, voces democráticas, evidencias sin misticismos baratos, sabidurías ancestrales basadas en el “menos común” de los sentidos… muchas señales que no percibe. Porque parece dejarse llevar por un fuero interior muy suyo, consecuencia de sus caprichos, sus traumas, sus pesadillas, no sus sueños. Es por eso que, entre tantos sectores contra los cuales ha arremetido, su intención última es la de suprimir si es posible a la clase media mexicana y la colma de estigmas y señalamientos, algunos merecidos, otros no. Pero en última instancia porque, al provenir de este estrato, sabe muy bien que la clase media se mueve con mayor facilidad de un lado a otro —como él mismo ha hecho en su carrera política—. Y porque es una clase generadora de recursos, de economía, aunque no la convierta en una clase completamente autónoma en términos económicos, pero sí menos atada en términos expresivos, ideológicos, intelectuales. Y AMLO, venido de esa media, gusta mucho de los recursos que dice combatir: dinero, estatus, nivel. Entonces, al parecer, lo señalado con tanta vehemencia por el señor presidente es preci­ samente lo que él más degusta. La estrategia “oculta” de la política de este presidente, que hasta modificó las iniciales de su nombre real porque significan lo peor para cualquier país de habla hispana, es hacer desaparecer a la clase media y generar cada vez más esa distancia social entre ricos y pobres. Esto, característico de las posturas neoliberales, hoy se intenta reproducir cuando se sabe de lo inoperante y devastador de los modelos del neoliberalismo —por demás antítesis de las posiciones de un político de “izquierda”—. A la vez, pretende disminuir la cantidad ya exigua de la clase alta en la sociedad mexicana, histórica controla-


16

L O S

N A R C O P O L Í T I C O S

dora indolente de casi todo el país, es cierto, a la que ahora pertenece aunque viene de la media, y aumentar la pobreza. Porque mediante el incremento de las penurias y necesidades puede validar más programas sociales, disfrazado de “salvador” social, y con ese pedestre proselitismo ganar más adeptos para proseguir en una de las más primitivas formas de manipulación y posición populista. Ya es sabido que cuando a la sociedad se le provee de bienes como instrucción, salud y beneficios sociales, aumenta su capacidad de valoración y discernimiento, pues adquiere mejores herramientas para la vida. Y eso no es conveniente para sistemas populistas. Menos cuando hacen contubernios con los poderes fácticos criminales que (ya no como antes) se mueven en lo underground y lo ilegal. Aquel AMLO más pragmático y conciliador, con el que se diseñó su imagen para el tercer intento por llegar a la Presidencia de la nación mexicana, no posee relación con lo que, ya impuesto en el cargo, c­omenzó a practicar y profesar. Por el contrario, la superchería mística que manipula es hasta risible. Y su beligerancia hacia determinados sectores e instituciones es explícita. Con su idea “ecuménica” de campaña embaucó a casi todos mediante alianzas que lógicamente después iban a ser disueltas. Y así fue. Tras su imagen menos ideologizada y moderada para el proceso electoral, se quitó ese disfraz con varios shows, como la “guerra del huachicol”, por ejemplo. O el clásico rol “del que no sabe nada” y se va por las tangentes o su actitud adversa a quien le haga sombra —muy propio de personalidades despóticas—. Todo por ampliar sus votos, tanto, que su práctica no dista mucho de la derechización caracte­ rística de los partidos presuntamente contrincantes suyos. Manipuló el enojo generalizado en México respecto a la inseguridad, la violencia y la corrupción. El llamado hartazgo social hacia los gobiernos precedentes sirvió de maquillaje para cambios aparentemente auténticos que vendrían sólo con él —algo clásico y aburrido en todos los políticos: pintarse como la solución a los problemas—, pero con ese tono más mesiánico. Esa manipulación de sentimientos


P RÓ L O G O

17

y necesidades le valió para mostrarse como el castigador de los males, de lo incorrecto. Creando un engendro de ética bastante falso y retorcido. Pero México es hoy más inseguro, con repartos del crimen organizado que dejan boquiabiertos a iluminados pronosticadores del futuro del país, al ser un entramado mucho más complejo, simbiótico con el poder gubernamental, el fiscal y el ejecutivo. Porque el poder económico y bélico son indudables. Pero hasta el presente no se veía con tanta claridad el reparto territorial de todas las grandes mafias mexicanas, extendidas socialmente e infiltradas en congresos, senados, cámaras y gobiernos. Las diferencias históricas entre partidos, las peleas de todo tipo por sus candidatos y ciertas escisiones internas debido a problemas con los liderazgos fueron bien aprovechados para robustecer la estrategia de AMLO. Hoy se sabe, fue la clásica estrategia de “echar la paja en el ojo ajeno” y que todos lo vieran de esa forma. A la vez ganó adeptos sin brújula política —si alguna vez la han tenido—.

E s t a s s o n a l g u n a s de las razones y sinrazones de la realidad mexicana desde 2018 hasta hoy. Pero no hacen más que resaltar el desastre que vive el país, como parte del fracaso sistémico de casi todo el mundo —sobre todo occidental—, porque vivimos una época donde crecen los desiertos de incertidumbres y son pocos los oasis de esperanzas y no existen tantos movimientos, ni convicciones fuertes, ni espíritus inconformes y osados, ni líderes —salvo alguno ya retirado en Latinoamérica y otros contados en Europa y Asia— que puedan ofrecer alternativas reales a la oscura realidad presente en los ámbitos de sociedades asfixiadas. Máxime que, al entrar en una suerte de vida post-pandémica, aumenta esa perplejidad y falta de densidad humanas, y los seres humanos no hemos logrado reinventarnos como invitaba la coyuntura y se suponía. Y los mecanismos de control y vigilancia han aprovechado la


18

L O S

N A R C O P O L Í T I C O S

acelerada tecnologización forzada, en medio de esta especie de guerra global para modelar la perpetuación —o al menos prolongación— de sus sistemas ocultos, llamados “gobiernos”. De lo cual México es parte importante por ciertos balances geopolíticos y económicos respecto a América y Asia. Con esta alta temperatura, sustancia burbujeante o material a punto de explotar pero aún sin detonar, Ricardo Ravelo nos ofrece en Los narcopolíticos un nuevo volumen de textos. Obras que trascienden el periodismo de investigación —uno de los más complejos con el periodismo cultural y el científico— y deben ser comprendidas como termómetros del espíritu epocal que su autor evoca, atestigua, vive y comparte críticamente. Una de las más ricas virtudes escriturales de Ricardo Ravelo es el valor que le concede a la generación de imágenes con sus textos. No me refiero a tropos o recursos consecuencia de juegos lingüísticos, estos pueden atentar contra la necesaria expresión que exige cada idea suya —agravado el punto porque los temas del autor son de los más álgidos si se quiere—, sino que, cuando describe con todo el arsenal que goza en su mente-análisis-emoción-catarsis, la descripción no nos insulta la inteligencia, no nos regala nada. Por el contrario, Ravelo nos muestra una suerte de filme donde podemos activar nuestra percepción intersensorial para penetrar en situaciones que él plasma con verismo y a la vez con una posibilidad multiangular de ser percibida. Eso es de un goce especial. Es una téchne-poiesis periodística que no todos poseen. Nos transporta, nos regala ambientes epocales. En sus textos, como en esas obras maestras de Scorsese, Coppola o Brian de Palma, los 70 no tienen la misma luz que los 80: el primero tiende al magenta con amarillos, el segundo es más estruendoso cromáticamente, las luces actuales —del nuevo milenio— parecen ser más mustias pero hiperrealistas, como la percepción 4K. Y Ricardo Ravelo posee ese don, como el de ubicarnos con cada uno de los lóbregos personajes investigados —porque en este libro pocos, si no nadie, se


P RÓ L O G O

19

salvan de esa obscuridad— en sus épocas, gustos, lujurias, defectos, limitaciones. Hasta en los más misteriosos, de los que poco se sabe, Ravelo crea un “aura” alrededor de ellos. Eso nos permite, de sus palabras certeras, interpretar como lectores lo humano de cada uno y lo imperfecto de sus naturalezas como seres, conducidos a esos caminos del crimen, el tráfico, la intriga, el recelo, el apego más a la muerte que a la vida, la ambición y la traición, la venganza y la ausencia de principios de muchos. Por eso una posible “lectura” de este nuevo libro de Ricardo Ravelo puede movernos a lo nauseabundo, no por descripciones al estilo gore sino porque son la punta del iceberg de la degeneración humana, de lo extendido y penetrado por esta pléyade de seres despiadados en un espectro político, ideológico, económico y axiológico enfermos. Estructurado en tres bloques, Ravelo propone una ilación del pensamiento, como cuando escuchamos un buen disco con una apertura declaratoria de todo un concepto danzante o una narrativa sutil durante toda la entrega. Y de cada tema —cada texto en Los narcopolíticos— el lector podrá encontrar sus hits y sus creaciones más experimentales con el concepto que viaja a través del todo: la narcorrealidad más allá del México profundo, en sus más diversas aristas hasta la actualidad y una perfilación de presente-futuro. Por esas razones el bloque de los gobernadores, sin regalar algo, nos va dando palmaditas en el hombro como diciéndonos: “prepárate para más”. Tras los gobernadores se esconden otras realidades más siniestras. Ellos son la fachada de una realidad más compleja que el autor desnuda, desmenuza, escanea, radiografía, abre con escalpelo y disecciona como al ser al que debe extirparse tanto, pero padece metástasis. El comienzo deja un tono, un sabor, una sensación en aumento con cada texto. Y cada uno es como una pieza de un complejo puzzle o entramado paranoico: porque entonces reparamos en cuántas cosas, hechos, procesos se conectan en esa hediondez que es la política mexicana en sus nexos con el diseño de una nueva noción


20

L O S

N A R C O P O L Í T I C O S

de Estado sustentado por el crimen, el tráfico de todo lo posible, la nocividad del poder… En suma, el pot pourri de los defectos hu­ manos en una especie de cubo de Rubik al cual no le podemos percibir todas sus caras. El cierre de ese bloque nos espeta un segundo, que no deja a un lado la tristeza, la impotencia, desagradabilidad y coraje generados al saberse realidades como las que nos revela Ricardo Ravelo, abrazadas por lo injusto. Este es un bloque con el que Ravelo repara más detenidamente en la falta de ética imperante en gran parte de la infraestructura contemporánea del sistema mexicano. Con la entrevista a Herrera Valles el autor descubre artimañas, mentiras, complots, escondimientos y mayores injusticias. Todo demuestra cómo el poder, desde la Presidencia hasta sus instancias menores, está atestado de corruptos que dirigen todo desde ese proceder demoledor. Y cómo esto se traduce a tantos niveles, terminando por distorsionar los modelos o paradigmas de toda una sociedad que confunde en el personaje corrupto al exitoso, que tiene como referente al escalador o al arribista. Pero Ravelo logra poner en el lugar preciso las personalidades deleznables de seres como García Luna junto a otros. Y reverencia la honestidad, la virtud, integridad y corrección de víctimas de un sistema que parece cada vez más lejos de su necesaria transformación. En consecuencia, el buceo de Ravelo nos introduce en otro bloque temático, con un amplio y agudo espectro de líderes criminales, del narco, de la política al servicio de estos, de figuras legendarias que diseñaron las bases del actual proceder ilícito y sus nexos con el estatal y las complejas estructuras de una realidad que atraviesa todos los niveles de la vida mexicana y de otras naciones no sólo americanas. Y traspasan no sólo la práctica y la dinámica real de la vida, sino además influyen en el imaginario social de un modo hasta alarmante. Porque vivimos una época caracterizada por la nimiedad, lo pedestre, más llena de pérdidas que de ganancias en lo cultural, y el imaginario es cada vez más pobre, elemental y poco interesante —como sucede en todas las épocas críticas—. Y si a esto se le suma la


P RÓ L O G O

21

modelación, por las industrias de entretenimiento y otras formas de atontamiento social, la concepción de “tipos” a partir de lo putrefacto social, mezclado con lo peor de los elementos idiosincráticos del ser y con falsas concepciones identitarias del contexto, el resultado puede ser monstruoso y más inclinado a lo agónico que a lo vital. Mucho de esto late en Los narcopolíticos, de Ricardo Ravelo. Como caja negra abierta, cofre des-sellado, oscuridad expuesta, secreto revelado, su autor muestra los portentos de un periodismo crítico, de profundo calado, de denuncia manifiesta. Son textos que trasmiten la gelidez de la muerte, ese fin rodea a casi todos sus protagonistas. Con la desconfianza hacia todos los personajes de esta fauna política, que merecen desaparecer del paisaje político, y, como un software, deben reinstalarse radicalmente otros sistemas. Porque el existente es inoperante, es lo viejo disfrazado de “nuevo”, por ser bien olvidado debido a la amnesia con que se modela a la sociedad. Pero a la vez Ricardo Ravelo propone circunstancias. Es un arduo y riesgoso trabajo que se pretende proyectivo, pues deja ver algunos posibles caminos en un escenario poco halagüeño si no se detiene, o extirpa, o amputa, al sistema infestado. Frency Fernández Real Montecassino, junio de 2021


Prefacio

D

e s d e a n t e s d e a s u m i r el poder, el presidente Andrés Manuel López Obrador y su equipo cercano tenían claro que, en materia de combate al crimen organizado, su gobierno no iría muy lejos. Antes de la elección de 2018 hablé con Alfonso Durazo, a la postre secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, sobre el tema de la inseguridad, el combate a los cárteles de la droga y respecto de la urgencia de llevar a cabo una revolución en el país para desmantelar el patrimonio del crimen organizado en manos de políticos y empresarios. Le expuse la necesidad imperiosa de ir contra esos peces gordos, cazarlos, encarcelarlos, procesarlos y sentenciarlos, igual que se hizo en Italia en los años 90 o en Colombia. Se trataba de construir verdaderos maxiprocesos para enjuiciar a criminales y cómplices. No veo otra forma de pacificar el país si no se actúa con la ley en la mano. —Debe ser una decisión de Estado por el bien del Estado —le dije. —No creo que lleguemos tan lejos —me comentó el actual gobernador de Sonora, ex secretario particular de Luis Donaldo Colosio 22


PREFACIO

23

y ex funcionario de la Presidencia de la República en el sexenio de Vicente Fox. Y añadió—: Vamos a trabajar en la pacificación del territorio, eso es lo urgente. Han pasado tres años y el país sigue sumido en una estruendosa violencia. A pesar de que desde Estados Unidos se ordenó al presidente López Obrador militarizar el territorio, los soldados y hasta la propia Guardia Nacional, otra extensión de la Secretaría de la Defensa Nacional, tienen las manos atadas ante el crimen. Desde Palacio Nacional el mandatario observa todos los días cómo el crimen se apodera de territorios completos, asesina, desa­ parece, cobra derecho de piso, secuestra, extorsiona y nada se hace para frenar esta barbarie; por el contrario, la política de brazos caídos, la inacción oficial, es una realidad tan perturbadora y preocupante como la del crimen organizado. El presidente planteó una nueva estrategia para encarar a la delincuencia organizada: no usar la fuerza ni la violencia. Así, López Obrador renunció a la aplicación de la ley. Optó por lo que él mismo llama “atacar las causas”, pero el combate a esas causas resulta inverificable en el primer tramo de su sexenio porque ningún resultado acompaña a esas supuestas acciones gubernamentales. El no uso de la fuerza del Estado parecía una estrategia realmente diferente para enfrentar, con otras herramientas, el flagelo de la violencia. Pero esto ha quedado en un mero discurso propagandístico pregonado desde sus conferencias mañaneras. Y ha resultado tan ineficaz que la violencia ahí sigue, por desgracia, causando estragos en todo el territorio, pues el vacío legal es una de las causas detonadoras de violencia e ingobernabilidad. Ahí donde por incapacidad o complicidad no se aplica la ley se construye el asidero perfecto para que el crimen florezca. Es cierto que la violencia genera violencia, pero la inacción también detona violencia extrema, como lo demuestran los miles de muertos registrados en tres años. Lo único real en el gobierno de la Cuarta Transformación es que el crimen sigue ganando control territorial y queda claro que en más


24

L O S

N A R C O P O L Í T I C O S

de la mitad del país López Obrador cogobierna con el crimen organizado, lo que confirma que no hay combate ni atención a las causas, como él sostiene, sino una complicidad cada vez más evidente. Lejos de encabezar una revolución ante el crimen, López Obrador optó por no combatirlo. Así, una realidad dolorosa perturba la vida cotidiana de pueblos completos, donde los barones de la mafia no sólo disponen del control territorial sino también del poder político: gobiernan en cientos de municipios, legislan, tienen el poder sobre los cuerpos de policía, están enquistados en el Poder Judicial y en las fiscalías estatales, saquean los recursos naturales… De esta forma se consolida, cada vez más, la llamada democracia mafiosa y su principal motor se llama impunidad. Lejos del combate criminal, López Obrador premia los favores que al menos dos ex gobernadores con nexos dudosos le hicieron a Morena para que ganara las elecciones, según sostienen algunas acusaciones. Ellos son Quirino Ordaz Coppel y Antonio Echevarría, ex gobernadores de Sinaloa y Nayarit, respectivamente. Al primero lo invitó para ser el próximo embajador de México en España; al segundo lo quiere en su gabinete. Ambos ex mandatarios están señalados de servir a los intereses del narcotráfico: Quirino, se asegura, está vinculado con el cártel de Sinaloa; Echevarría tiene presuntos nexos con el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) y el ex fiscal nayarita Édgar Veytia, sentenciado a 20 años de prisión en Estados Unidos por vínculos con el narcotráfico. Pero la justicia apagó los reflectores que había encendido en contra de los dos ex mandatarios por sus presuntos vínculos mafiosos. Toda sospecha terminó después del 6 de junio de 2021. Así, queda claro que en política y entre mafiosos “favor con favor de paga”, según reza una máxima a la que sigue otra que sostiene: “entre chuecos las cosas son estrictamente derechas”. Más allá de este escenario de presuntas complicidades entre mafia y poder político, lo más trascendente en materia criminal está por venir con la nueva política anticrimen propuesta por el presidente de


PREFACIO

25

Estados Unidos, Joe Biden. El gobierno norteamericano admite que la Iniciativa Mérida —de donde surgió la guerra contra el crimen en el sexenio de Felipe Calderón— resultó un fiasco. Ahora se planteará un proyecto diferente en el que Estados Unidos hará su parte con las armas y el flagelo de las adicciones, pero México tendrá que hacer la que le corresponde, sin excusas ni pretextos. Aquello de “abrazos y no balazos” no tendrá cabida en la nueva estrategia: tendrá que haber acciones, que no guerra, pero sí resultados concretos, los que hasta ahora brillan por su ausencia. R i c a r d o R av e l o Ciudad de México, 13 de septiembre de 2021



UNO

Desde los Palacios de Gobierno



García Harfuch El funcionario en la mira del CJNG

T

a n p r o n t o r e t o m ó sus actividades como jefe de la policía de la Ciudad de México, Omar García Harfuch volvió a ser objeto de una nueva amenaza de muerte por parte del Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), cuyos gatilleros lo atacaron el 26 de junio de 2020 cuando se dirigía a una reunión con la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum. Con 38 años, el hijo de Javier García Paniagua y María Sorté es mencionado en un nuevo video difundido por el cártel que dirige Nemesio Oseguera, el Mencho. En el video, que dura poco más de tres minutos, la voz masculina señala a García Harfuch como pieza del Z-40 —Miguel Ángel Treviño Morales—, comenta que apoya a La Familia Michoacana, uno de los cárteles poderosos, y reitera que “no quitarán el dedo del renglón” hasta asesinarlo. El video comenzó a circular en las redes sociales el 30 de julio de 2020. En el documento audiovisual aparecen hombres armados y encapuchados. Uno de ellos dice: “Esto es personal contigo, no con el gobierno, y tú ya sabes con quién traes bronca. Para que sepas, aquí seguimos buscándote y no quitaremos el dedo del renglón”. 151


152

L O S

N A R C O P O L Í T I C O S

El hombre de la voz no se identifica ni menciona ser parte del CJNG, pero acusa al funcionario capitalino de beneficiar a diversos grupos criminales. Señala, además, que García Harfuch estuvo muy cerca de Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública durante el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa y actualmente preso en Estados Unidos bajo cargos de lavado de dinero, delincuencia organizada, acusado de haber brindado protección al Cártel de Sinaloa. En el video, el elemento armado le recuerda a García Harfuch sus vínculos con el caso Ayotzinapa, la desaparición de los 43 estudiantes, en septiembre de 2014. En ese tiempo, el actual jefe de la policía capitalina era miembro de la Policía Federal y fue señalado de no haber brindado ayuda a los estudiantes. García Harfuch argumentó que él no estaba en Guerrero, sino en Michoacán, versión que resultó falsa, según pudo comprobarse después. En el mismo video, el hombre armado agrega que García Harfuch pretende quedarse con el puesto de secretario de Seguridad y Protección Ciudadana federal, que en ese momento encabezaba Alfonso Durazo Montaño, con el objetivo de seguir apoyando al Z-40, Miguel Ángel Treviño Morales, ex líder del Cártel de Los Zetas, detenido en 2014. También le recrimina que utiliza a marinos y soldados como matones a sueldo para atacar a miembros del CJNG. Que está relacionado con el robo de gasolinas. Desde que sufrió el atentado, el 26 de junio de 2020, García Harfuch responsabilizó al CJNG de haber perpetrado el ataque, el cual, aparentemente, fue consecuencia de los golpes que el jefe policiaco ha asestado en contra del Cártel Unión Tepito, socios del Cártel de Jalisco en la Ciudad de México.

La historia Omar García Harfuch tomó las riendas de la policía de la Ciudad de México en octubre de 2019, en sustitución de Jesús Orta Mar-


I. DESDE

LOS

PALACIOS

DE

GOBIERNO

153

tínez, quien tomó la decisión de renunciar al cargo por motivos personales. De acuerdo con informes policiacos, en tiempos de Orta Martínez los cárteles de la droga ya habían infiltrado a la dependencia. Incluso, el propio García Harfuch reveló, luego de asumir el cargo, que el Cártel Unión Tepito —cuyas ramificaciones han crecido en la Ciudad de México— tenía cooptados a varios mandos de la policía, quienes le brindaban protección en sus operaciones de narcotráfico. En enero de 2020, García Harfuch preparó un operativo espectacular. En coordinación con la Sedena y la Marina, catearon los refugios del Cártel Unión Tepito; en Peralvillo decomisaron droga, armas, vehículos, dinero y hallaron hasta cráneos humanos colocados en altares con veladoras. Se trataba de una suerte de ritual propio de vertientes religiosas sincréticas y de la adoración a la muerte que profesan los miembros de esa organización criminal. En el operativo fueron detenidas 27 personas, a quienes hallaron en posesión de dinero y droga, principalmente crack, cocaína, metanfetaminas y marihuana. Fueron puestas a disposición de las autoridades, pero en menos de 48 horas el Poder Judicial las liberó. Antes, cuando se desempeñaba como investigador en la entonces PGR, García Harfuch coordinó el operativo que culminó con la captura de Dámaso López, el Licenciado, socio de el Chapo. Además, como responsable de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la capital del país ha realizado investigaciones y seguimiento a las redes de narcomenudeo que han afectado a los grupos criminales que operan en la capital del país y a las representaciones de los principales cárteles —Sinaloa, Cártel de Jalisco, Los Caballeros Templarios, La Familia Michoacana, Guerreros Unidos y Los Rojos—, cuyas ramificaciones se extienden a lo largo y ancho del Valle de México. García Harfuch, aunado a lo anterior, investigó el caso del asesinato de Norberto Ronquillo, el joven estudiante de mercadotecnia de la Universidad del Pedregal, si bien uno de los casos más delicados que ha investigado como jefe de la policía de la Ciudad de México


154

L O S

N A R C O P O L Í T I C O S

fueron los asesinatos de presuntos criminales israelíes en la plaza Artz Pedregal, ocurridos en 2019. El hijo de Javier García Paniagua —ex titular de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), ex dirigente nacional del PRI, ex subsecretario de Gobernación y ex precandidato presidencial en el sexenio de José López Portillo— y de la actriz María Harfuch Hidalgo —conocida en el medio artístico como María Sorté— nació en Cuernavaca el 25 de febrero de 1982. Su abuelo fue Marcelino García Barragán, secretario de la Defensa Nacional en el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz, a quien se le atribuye una destacada participación en la matanza estudiantil de octubre de 1968. Su padre tuvo un pasado negro en las filas de la DFS —la policía política del régimen priista—: cuando asumió la titularidad de la misma creó la Brigada Blanca. Era el año 1976. Ese grupo estaba conformado por policías y agentes de la DFS. Su objetivo era aniquilar todo lo que oliera a guerrilla en el Valle de México. También operó en la Sierra de Guerrero, donde persiguieron al guerrillero Lucio Cabañas. García Harfuch tuvo un medio hermano de nombre Javier García Morales, asesinado en 2011 en Guadalajara, Jalisco, por presuntamente estar ligado a temas de drogas y lavado de dinero. Fue miembro de la DFS, compañero de Miguel Nassar Haro, con una larga historia como policía torturador. En los años 70, tanto a García Morales como a Nassar se les acusó de importar autos y motocicletas de lujo que eran robadas en Estados Unidos. En aquel tiempo, a García Morales lo llamaban “el tercer García”, por ser nieto de García Barragán e hijo de García Paniagua.

Ligado a García Luna Omar García Harfuch es licenciado en derecho y tiene varias especialidades en combate de pandillas y seguridad pública. Ingresó a las tareas policiacas en 2008. Durante el gobierno de Felipe Calderón


I. DESDE

LOS

PALACIOS

DE

GOBIERNO

155

destacó por ser una pieza importante del equipo de Genaro García Luna —actualmente preso en Estados Unidos, acusado de servir al Cártel de Sinaloa— y trabajó al lado de Luis Cárdenas Palomino, brazo derecho de García Luna y quien en ese tiempo fue acusado de estar vinculado al tráfico de drogas, en particular a la célula de los hermanos Beltrán Leyva. Entre los cargos que García Harfuch ocupó en gobiernos ante­ riores destacan, por ejemplo, la jefatura de la División de Investi­ gaciones de la Policía Federal; también fungió como responsable de la Agencia de Investigación Criminal de la otrora PGR —hoy Fiscalía General de la República, FGR—, entre otros puestos importantes. En su corta carrera policiaca —cercana a 13 años de servicio—, García Harfuch ya se ha visto envuelto en algunos escándalos. En 2009, por ejemplo, fue investigado por el gobierno de Estados Unidos junto con 11 agentes más por presuntas labores delincuenciales o al menos irregulares, según se establece en un cable divulgado por W­ikiLeaks. Además, en 2010 lo indagaron poco antes de participar en un curso antipandillas en El Salvador. En 2014 su papel como coordinador de la Policía Federal en Guerrero quedó en entredicho tras la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, presuntamente orquestada por el Cártel Guerreros Unidos. En realidad, se le cuestionó su falta de participación para frenar el secuestro de los normalistas. Sin embargo, el hijo de García Paniagua argumentó que, aunque fungía como representante de la Policía Federal en Guerrero, en realidad ya estaba trabajando para otra división de la misma corporación, adscrita en el estado de Michoacán. Los investigadores del caso Ayotzinapa, empero, descubrieron contradicciones en los argumentos que adujo García Harfuch, pues otros datos y documentos lo situaron en Guerrero el día en que fueron secuestrados los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa. No fue todo. Tras la captura de Sidronio Casarrubias, líder del Cártel Guerreros Unidos y uno de los protagonistas de la desapari-


156

L O S

N A R C O P O L Í T I C O S

ción de los estudiantes, las autoridades le aseguraron una libreta con nombres de policías y funcionarios. Los nombres iban acompañados de sus respectivos números telefónicos. Uno de ellos era precisamente el de Omar García Harfuch. El jefe de la policía de la Ciudad de México nunca ha aclarado estas dudas que lo implican en hechos criminales.

CDMX: los cárteles Informes policiacos establecen que la Ciudad de México es un territorio donde operan al menos siete cárteles de los más de 15 que existen en el país y que se disputan no sólo el mercado de las drogas —que es uno de los más boyantes—, sino el control territorial y político. Por lo menos operan el CJNG, el de Sinaloa, La Familia Michoacana, Guerreros Unidos, Los Rojos, el de los hermanos Beltrán Ley­ va y Los Caballeros Templarios. De acuerdo con información de la S­edena, también hay ramificaciones de Guerreros Unidos y Los Rojos, entre otros afincados en la capital. Por lo que el CJNG no es la única organización criminal que opera en la Ciudad de México. Esos informes de la Sedena revelan que en la capital del país operan tres cárteles locales: Unión Tepito, el de Tláhuac y el de Neza. Todos estos grupos tienen controlado el mercado del narcomenudeo, los secuestros, las extorsiones y el cobro de piso —modalidad que no existía en esta región pero que ya se implantó—, lo que ha sembrado terror entre los comerciantes y la población en general en comercios, mercados, cantinas, bares y prostíbulos. Guerreros Unidos, Los Rojos, La Familia Michoacana y Los Caballeros Templarios operan con amplia dinámica en el Valle de México, según establecen los informes. Luis Cresencio Sandoval, secretario de la Defensa Nacional, sostiene que las zonas más peligrosas del Valle de México son Ecatepec, Nezahualcóyotl, Naucalpan, Chimalhuacán, Cuautitlán, Atizapán y Tultitlán, además de Toluca.


I. DESDE

LOS

PALACIOS

DE

GOBIERNO

157

Esto es sólo superficie en frente del complejo espectro real que existe en la Ciudad de México y que preocupa cuando se comprenden las interioridades del video que ha circulado con la amenaza de muerte contra García Harfuch. El secretario de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México queda en evidencia como presunto protector de células del crimen organizado. Exhibe, además, los claroscuros del funcionario a quien la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, le entregó el mando de la policía capitalina, una de las más numerosas y contaminadas de América Latina.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.