Dirección de arte: Paula Fernández Ilustraciones y diseño: Vero Gatti Colaboración editorial: Cristina Alemany Todos los derechos reservados. Prohibidos, dentro de los límites establecidos por la ley, la reproducción total o parcial de esta obra, el almacenamiento o transmisión por medios electrónicos o mecánicos, las fotocopias o cualquier otra forma de cesión de la misma, sin previa autorización escrita de las editoras.
© 1996 Lidia María Riba © 2012 V&R Editoras www.vreditoras.com Argentina: San Martín 969 10° (C1004AAS), Buenos Aires Tel./Fax: (54-11) 5352-9444 y rotativas e-mail: editorial@vreditoras.com México: Av. Tamaulipas 145, Colonia Hipódromo Condesa CP 06170 - Delegación Cuauhtémoc, México D.F. Tel./Fax: (5255) 5220-6620/6621 • 01800-543-4995 e-mail: editoras@vergarariba.com.mx ISBN: 978-987-612-407-2 Impreso en China • Printed in China Agosto de 2014 Riba, Lidia María Un regalo para mi madre. - 1a ed. 2a reimp. Ciudad Autónoma de Buenos Aires : V&R, 2014. 48 p. : il. ; 18x13 cm. ISBN 978-987-612-407-2 1. Narrativa Argentina. I. Título CDD A863
Es muy posible que todos los hijos hayamos pensado alguna vez: “¿Decirle a mamá cuánto la queremos? Pero, si ya lo sabe... ¿Agradecerle todo lo que ha hecho por nosotros? Nunca nos ha dejado... ¿Contarle lo que sentimos? Seguramente se lo imagina...”. Y un día comprendemos que, si bien es cierto que sabe y cree muchas cosas, siempre ha esperado en silencio escucharlas de nosotros... Porque nos ha dado mucho. Todo lo que ha podido o ha sabido... Porque nos ha regalado todos los caminos y nos ha abierto todas las puertas... Porque entramos a la vida confortados por su abrazo... Entonces, hoy, no mañana, tomados de su mano, igual que de pequeños, tal vez sea el momento de decirle...
Por tu casi divina omnipresencia: porque lograste asistir a mi concierto de piano, al partido de mi hermano y a la reunión de padres del curso de mi hermana. Todo la misma mañana. Porque puedo reconstruir paso a paso mis primeros años con todas esas fotografías clasificadas con tanto cuidado. ¿Cuánto amor puede caber en el placer con que muestras siempre ese rostro embadurnado de chocolate? Porque siempre has sabido cómo preguntarme qué me pasa, hasta conseguir que mis preocupaciones se alivien al compartirlas contigo.
Por pedirme perdón en las ocasiones en que habías sido injusta o cuando te equivocabas. Así aprendí que se necesita tanta valentía para aceptar los errores como para corregirlos. Por haber comenzado a aplaudir en aquel festival, disimulando que yo –para mi horror, sola en medio del escenario– había olvidado por completo cómo continuaba la poesía. Porque me has hecho sentir que ninguna meta que me proponga alcanzar es imposible. Y porque realmente lo crees. Tu fe en mí ha sido el mejor curso de superación personal.
Madres y madres Existen madres complacientes y madres severas, madres muy cariñosas y otras más distantes, madres previsoras y madres que improvisan... Madres que dedican cada minuto de su día a la familia y otras que concretan brillantes carreras profesionales. A cada una, en algún momento de la vida, le hemos reprochado: “Por qué nunca... por qué siempre... pero las madres de mis amigos...”. Y a cada una, cuando la miramos con los ojos adultos del amor, le reconocemos valores tan personales, méritos que hemos descubierto con los años... Porque la amamos, porque esa madre y no otra –casi perfecta, única– es la nuestra.
Una madre que no trabaja afuera es maravillosa: siempre estĂĄ en casa cuando volvemos. Su voz que nos recibe y el olor del pan reciĂŠn tostado nos entibian el alma.
Una madre que trabaja fuera de casa es maravillosa. Porque bastan unas líneas de fiebre para que lo posponga todo. En ciertas ocasiones puede ser que llegue corriendo y despeinada a buscarnos a la escuela, pero allí estará. Y comprobaremos, como siempre, que no hay nada más importante que nosotros en su mundo.
Tantas son las vocaciones ocultas de una madre: es la enfermera que no retrocede ante la sangre de ninguna herida; el médico que adivina si ese dolor presagia una enfermedad o una tarea difícil en el colegio; el mejor abogado para defendernos de maestros y entrenadores ciegos a nuestra excelencia; la psicóloga que calma nuestros miedos; el veterinario que cura a nuestra mascota (y se ocupa de ella); y también el filósofo que nos explica los eternos enigmas de la vida...
Brindo por las madres de muchos hijos, para quienes la llegada de cada uno ha sido la celebración de la vida. Resuelven los horarios más complejos, desafían permanentes montañas de ropa para lavar y han cambiado el placer del silencio por la ruidosa alegría de un hogar lleno de jóvenes. Realizan, en fin, el milagro cotidiano de la multiplicación de sí mismas... Y brindo, también, por las madres de un hijo único, que han soportado, tal vez, años de esperar sin perder la esperanza, de soñar despiertas, de exigirle todo a su cuerpo porque llevaban el alma colmada de amor por ese hijo todavía sin nacer...
Brindo por las madres separadas que, de lunes a viernes, vigilan de cerca las tareas escolares, esperan en la consulta del ortodoncista y van y vienen a las clases de karate, de música, de idiomas... Y al llegar los gloriosos días del fin de semana, deben despedir a sus hijos con una sonrisa... porque su padre ha venido por ellos. Y brindo también por esas madres que postergan sueños y olvidan tristezas por continuar junto al padre de sus hijos. Sean cuales fueren los motivos, tan diversos... siguen allí, firmes y seguras como las luces de un puerto durante la tormenta.
Argentina, autora de, entre otros, los exitosos Un regalo para mi Hija; Un regalo para mi Abuela; Un regalo para mi Hermana; Gracias, mamá; Eres el hombre de mi vida; Para mi hija que ha crecido; Mamá, quédate conmigo; Te amo; Para mis nietos con amor; Reinas y Gracias, papá. Sus mensajes –siempre cálidos y positivos, que han llegado a miles de lectores en varios idomas– nos recuerdan que las palabras hechas sentimientos son un regalo necesario y conmovedor para entregar a quienes más amamos.
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