Raíz y razón de Altamirano

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Raíz y razón de Altamirano Jesús Sotelo Inclán


Raíz y razón de Altamirano Jesús Sotelo Inclán

Prólogo por Mario Casasús


Sotelo Inclán, Jesús Raíz y razón de Altamirano, Casasús ediciones, México, 2019 183 páginas

Diagramación: Juan N. Almonte Fotografía de portada: Imagen inédita de Altamirano, Paris, 1891 Archivo Joachim Casasús Montagnier

Esta obra no tiene precio de venta al público, es un trabajo que se desarrolla de forma altruista y sin fines de lucro.


Índice Prólogo Mario Casasús Antecedentes (1970-1988) Dos discursos de Altamirano en Cuautla El Zarco y Homobona Merelo Sotelo Inclán y la familia Casasús Epílogo Bibliografía

Raíz y razón de Altamirano Jesús Sotelo Inclán

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Prólogo

Mario Casasús A Manuel Sol Tlachi

E

l historiador y profesor Jesús Sotelo Inclán planeaba publicar la biografía “Raíz y razón de Altamirano” en febrero de 1993, para conmemorar el centenario luctuoso del escritor y político tixtleco, lamentablemente falleció el 3 de octubre de 1989. Tres amistades conocían el proyecto editorial: la profesora Concepción Jiménez Alarcón, el historiador John Womack y el caricaturista Rubén Eduardo Soto, sin embargo, de la terna, sólo una persona conservó el manuscrito del libro póstumo. Conchita Jiménez resguardó las carpetas durante 30 años; Sotelo Inclán le pidió ayuda a su amiga, tres meses antes del accidente automovilístico, para revisar el estilo y la redacción de la biografía. Conchita y don Jesús trabajaron en el comité editorial de las Obras completas de Ignacio Manuel Altamirano (SEP, 1986-1992), fundaron la Semana Altamiranista en Tixtla (1988), fueron colegas en la Escuela Nacional de Maestros y vecinos en la Ciudad de México. El libro “Raíz y razón de Altamirano” está dividido en Etapas, varios capítulos se repiten en dos versiones con datos complementarios, o son borradores del mismo texto con tachaduras; literalmente las hojas están adjuntadas con alfileres y el papel es reciclado de la Escuela Normal Ignacio Manuel Altamirano (La Normalita fundada por Sotelo Inclán). En total, el manuscrito suma alrededor de 800 páginas, tomando en cuenta que varios capítulos tienen dos versiones. En el mecanuscrito destacan las notas en los márgenes del puño y letra de Sotelo Inclán, de hecho las Etapas III y IV están numeradas en la esquina superior derecha, metodología que facilitó la edición póstuma. Sobrevivieron los Índices de las Etapas I, II, III y IV, que comprenden los años 1834 a 1859 (del nacimiento en Tixtla, al matrimonio con Margarita Pérez Gavilán), es una investigación fundacional sobre Altamirano, como lo fue “Raíz y razón de Zapata” en 1943. Después de revisar las 800 páginas, podemos concluir que el historiador pretendía publicar la segunda edición de “Raíz y razón de Altamirano”, dando continuidad al relato de 1860 a 1889 (del regreso a Tixtla hasta la designación consular en Europa), el último capítulo está dedicado a la relación del diplomático Ignacio M. Altamirano y el presidente Porfirio Díaz.


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Siguiendo las indicaciones del propio Sotelo Inclán para armar el rompecabezas, publicamos el primer volumen de “Raíz y razón de Altamirano” con el corte de caja que estableció en los Índices y en la nota final: “Debemos una disculpa a los lectores”. El manuscrito no está fechado, afortunadamente un dato podría darnos la clave sobre el inicio de la investigación, don Jesús refiere el domicilio de la Escuela Antonio Caso en el centro de Cuautla (por el rumbo de la calle Xochitengo), si bien la Benemérita Secundaria Antonio Caso tiene 80 años de antigüedad, en 1975 se trasladó del centro de Cuautla a la colonia Año de Juárez (por el rumbo de la carretera federal a Cuernavaca). El principio de la década de 1970 coincide con una declaración de Sotelo Inclán: “Tengo investigaciones sobre Ignacio Manuel Altamirano que son absolutamente desconocidas para cualquier altamiranista”.1 La edición de “Raíz y razón de Altamirano” es un mínimo homenaje y una réplica a los puntos que no rectificó Sotelo Inclán ante la falta de la Oración cívica (1993). Durante la curaduría del libro respetamos las indicaciones de las carpetas que resguarda la maestra Concepción Jiménez Alarcón. Después de estudiar todo el material, afirmamos que Sotelo Inclán publicó gran parte de las Etapas I y II del proyecto biográfico en el cuadernillo: Los primeros versitos desconocidos del colegial Ignacio Altamirano (1984), entre las carpetas del manuscrito sobrevivieron los Índices de las cuatro Etapas: Etapa Primera Origen, infancia y primeros estudios en Tixtla Capítulo I.- En qué fecha nació Altamirano Capítulo II.- Tixtla, el paisaje y el medio Capítulo III.- Antecedentes históricos Capítulo IV.- Altamirano no fue indio de raza pura Etapa Segunda IMA en el Instituto del Estado de México Etapa Tercera Años de búsqueda y enseñanza en Toluca, Yautepec y Cuautla Capítulo I.- IMA enseña francés en un colegio de Toluca Capítulo II.- Poeta y perceptor en Yautepec Capítulo III.- Perceptor en Cuautla y amigo de Agustín Rovalo 1 Olivera Alicia y Eugenia Meyer. Jesús Sotelo Inclán y sus conceptos sobre el movimiento zapatista, Instituto Nacional de Antropología e Historia, México DF, 1970.

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Prólogo

Capítulo IV.- Consueta de cómicos y autor de un drama Capítulo V.- Discurso en Cuautla el 16 de septiembre de 1855 Capítulo VI.- Encuentro en Cuautla con Luis Rovalo Etapa Cuarta Del fin de la revolución de Ayutla al Colegio de Letrán Capítulo I.- IMA en el Colegio de Letrán y la lucha por la Constitución Capítulo II.- El incoloro discurso de los Tres derechos Capítulo III.- Poemas por la muerte de Carmen Capítulo IV.- Deceso del protector Luis Rovalo Capítulo V.- Poemas catárticos de 1858 Capítulo VI.- Conmoción por el sacrificio de los mártires de Tacubaya Capítulo VII.- IMA se casa con Margarita Pérez Gavilán y marcha al sur en la guerra de Reforma Epílogo provisional.- La amistad con Luis Rovalo. La Primera Etapa está incompleta, al grado que el texto “Tixtla, la cuna y el paisaje” quedó a la mitad; en cambio, de la Segunda Etapa no encontramos ningún capítulo, reiteramos que Sotelo Inclán reunió las Etapas I y II en el cuadernillo: Los primeros versitos desconocidos del colegial Ignacio Altamirano.2 En la Tercera Etapa faltan las páginas con numeración del 27 al 29, que corresponden a la transcripción del poema María (1864). Después de la transcripción de Los Naranjos (1854) faltan las páginas 39 y 40. En la página 54 comienza el desorden, porque el Capítulo V “Indagaciones entre Cuautla y Tixtla” tiene dos versiones, la primera se encamina a demostrar el mestizaje de Altamirano y su parentesco político con Juan Álvarez, la segunda versión se enfoca en la anécdota del primer encuentro de Altamirano y Luis Rovalo, decidimos publicar las dos versiones íntegramente por la valiosa información de los capítulos repetidos. Al abordar el Brindis de Altamirano en Cuautla de 1881 regresa la numeración (página 55), pero ese detalle no soluciona el desorden del borrador, pues cambia el tipo de letra de la máquina de escribir y hay pequeños recortes que dan continuidad al relato, hasta finalizar con los fragmentos del Discurso de la inauguración del Ferrocarril de Morelos (páginas 59-63). La Etapa IV está terminada al 80%, en el Capítulo V (“El deceso y la tumba”) falta la transcripción de una crónica de Altamirano sobre los panteones de la Ciudad de México: 2 Cuadernillo reeditado en la investigación El archivo inédito de Jesús Sotelo Inclán, Libertad bajo palabra/Archipiélago, Cuautla/Ciudad de México, 2018.

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[6 de noviembre de 1869] En uno de los lados de ese monumento hay solamente dos lápidas de mármol blanco que no tienen más que iniciales realzadas. Una de esas lápidas tiene las siguientes: L.R., 4 de julio de 1858. ¡Ay!, esa tumba encierra los restos venerables y queridos, muy queridos para nosotros, de un hombre ilustre por su honradez, su talento y su caridad: del hombre a quien debemos inmensos beneficios, y a cuyo recuerdo nuestra pluma calla de dolor como nuestra alma. ¡El señor don Luis Rovalo! Honra de los españoles en México, protector de la juventud, ese hombre pertenecía a la familia harto escasa hoy de los Lorenzana, y de los Chavarría. El dinero en sus manos fue un elemento de beneficencia. Los ricos como él son una imagen de la Providencia, y Dios cuida de llevarlos a su seno porque no son sino sus ministros en la tierra. Aquel sepulcro es un altar para nosotros.3

En el Índice de la Etapa IV se anuncia el Capítulo VI (“Poemas catárticos de 1858”), don Jesús enlistó tres versos con lápiz: “Recuerdos (a mi madre)”, “A… (adiós)” y “A (Margarita)”. Sin embargo, en el manuscrito recorrió el Capítulo VI (“Conmoción por los mártires de Tacubaya”) y eliminó los tres “Poemas catárticos de 1858”. En la Etapa IV la numeración en los márgenes no es de fiar, comienza con las páginas 103-107, después salta a las páginas 141-161 y termina con la página 169. La Etapa IV incluye una serie de Epílogos: “Receso de la poesía”, “Debemos disculpas a nuestros lectores”, “El máximo problema para la biografía de IMA” y una “Cronología” (1852-1867).

Antecedentes (1970-1988) En abril de 1976, Sotelo Inclán recibió una Mención Honorífica de la Academia Mexicana de la Lengua por el ensayo La ignota vida de Ignacio Manuel Altamirano y la creación de sus Rimas.4 En febrero de 1982 adaptó Navidad en las montañas, el historiador presentó la obra de teatro en Tixtla, con el reparto estudiantil de La Normalita.5 En febrero de 1984 escribió una 3 Altamirano, Ignacio Manuel. Obras completas. Crónicas, t. VII, SEP, México DF, 1987. 4 Carta inédita de Agustín Yáñez a Jesús Sotelo Inclán. México DF, 8 de abril de 1976, archivo de Concepción Jiménez Alarcón. 5 Sotelo Inclán, Jesús. Navidad en las montañas de Ignacio Manuel Altamirano. Arreglo teatral, Editorial Nuspam, 2ª ed., Chilpancingo, 1988.

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conferencia para conmemorar el 91 aniversario luctuoso de Altamirano,6 en marzo de 1984 comenzó los Apuntes biográficos de I.M.A con el texto El sitio en que nació Ignacio,7 y en noviembre terminó la investigación Los primeros versitos desconocidos del colegial Ignacio Altamirano.8 En abril de 1986 salió de la imprenta el primer volumen de las Obras completas de Ignacio Manuel Altamirano, coordinado por Catalina Sierra Casasús y Jesús Sotelo Inclán.9 Finalmente, en diciembre de 1988, estrenó la dramatización de la novela Antonia, bajo la dirección de Héctor Azar.10 Por desgracia se extraviaron cuatro ensayos de Sotelo Inclán: La indianidad de Altamirano (s/f), Altamirano en la tradición oral de los tixtlecos (1984), Altamirano íntimo (1984) y Cómo nacieron las Rimas (1985). El 13 de febrero de 1984, la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística organizó un homenaje ante el sepulcro de Ignacio Manuel Altamirano, en la Rotonda de los Hombres Ilustres, don Jesús fue el orador principal. La conferencia permaneció inédita, Concepción Jiménez Alarcón resguarda dicho borrador. La primera mención de un biógrafo altamiranista sobre el hacendado Luis Rovalo y Cuautla data del discurso de 1984: Otros muchos problemas quedan para la biografía que tanto urge: episodios completos que desconocieron sus discípulos, como la existencia de dos ignorados mecenas que alentaron y sostuvieron los estudios de Ignacio en el Colegio de Letrán. Llamará la atención este dato escondido; pero el propio Altamirano dejó constancias explícitas en discursos, artículos y hasta en sus poesías. Busque el desconfiado esos testimonios en la dedicatoria de su único libro de versos, que tituló Rimas, y entregó al criollo Agustín Rovalo en memoria de su padre el vasco Don Luis Rovalo […] Precisamente en Cuautla conoció al hacendado español, don Luis Rovalo, que le permitió volver a estudiar […] Si nuestro personaje dijo que debía todo lo que era a ese protector ¿cómo puede ignorarse en una biografía? ¿Y cómo no hablar de Agustín que fue un verdadero hermano para él? Para informar cómo 6 Sotelo Inclán, Jesús. Palabras ante el sepulcro de don Ignacio Manuel Altamirano, en la Rotonda de los Hombres Ilustres, en la Ciudad de México el 13 de febrero de 1984, conferencia inédita, archivo de Concepción Jiménez Alarcón. 7 Sotelo Inclán, Jesús. “El sitio en que nació Ignacio”, en Apuntes biográficos de IMA [manuscrito inédito], 1984, archivo de Concepción Jiménez Alarcón. 8 Sotelo Inclán, Jesús. Los primeros versitos desconocidos del colegial Ignacio Altamirano. Edición facsimilar, México DF, 1984. 9 Altamirano, Ignacio Manuel. Obras completas. Discursos y brindis, t. I, SEP, México DF, 1986. 10 Sotelo Inclán, Jesús. Antonia. Dramatización de la novela, Editorial Nuspam, Chilpancingo, 1988.

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se pudo descubrir a esos mecenas, tendría que acreditar que lo debo a las confidencias que me dieron el doctor Alejandro Sánchez Castro en Tixtla y una conocedora de las haciendas de Cuautla. Fue precisamente en Tixtla y en Cuautla donde encontré la raíz y razón de cómo reencontró Altamirano su camino a las letras.11

En la actualidad es un lugar común decir que Altamirano vivió en Cuautla bajo la protección de Luis Rovalo, pero antes de febrero de 1984 nadie había publicado este dato, había un par de pistas que todos ignoraron, incluso Sotelo Inclán. El diplomático Joaquín Casasús y el escritor Ángel de Campo conocieron la admiración y el cariño que sentía Altamirano por el hacendado Luis Rovalo y su hijo Agustín. En el invierno de 1890, Joaquín Casasús envió a Europa la noticia sobre la muerte de Agustín Rovalo a Ignacio Manuel Altamirano: “Ésta es contestación de su carta del 13 de octubre que contiene la noticia pormenorizada de la muerte de mi pobre hermano Agustín [...] Los detalles de la muerte de Agustín, que nos han dado usted y Cata me han causado más impresión que el parte telegráfico”. 12 En 1891, Ángel de Campo escribió una crónica para El Nacional: No he olvidado un detalle de aquella casita vieja pero alegre, de las Rejas de la Concepción, por la que ha desfilado casi toda una generación literaria, como si la mansión del autor de Los Naranjos fuese una estación para el viaje de la celebridad [...] De los libros pasábamos a los cuadros, que cubrían totalmente las paredes. “La tesorería del Purgatorio” y “El fumador”, de ese Meissonnier mexicano que se llamaba Casarín; los paisajes de Islas, un “Bautismo” y un “Casamiento” en la época del Directorio, el retrato del señor Rovalo, noble protector del Maestro, y los retratos de éste en distintas épocas y debidos a renombrados pinceles.13

Don Jesús no alcanzó a revisar las cartas de Joaquín Casasús sobre la muerte de Agustín Rovalo y la boda de su hija Margarita Rovalo, porque el Archivo Casasús ingresó al Acervo Histórico Diplomático de la Secretaría de Relaciones Exteriores el 6 de julio de 1989, tres meses antes del fatal accidente 11 Sotelo Inclán, Jesús. Palabras ante el sepulcro de don Ignacio Manuel Altamirano, en la Rotonda de los Hombres Ilustres, en la Ciudad de México el 13 de febrero de 1984, conferencia inédita, archivo de Concepción Jiménez Alarcón. 12 Altamirano, Ignacio Manuel. Obras completas. Epistolario (1889-1893), t. XXII, CONACULTA, México DF, 1992. 13 De Campo, Ángel. “Recuerdos del Maestro”, en Cosas vistas, Tipografía de El Nacional, Ciudad de México, 1894.

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automovilístico. Tampoco citó el texto de Ángel de Campo con la primera referencia de un discípulo de Altamirano sobre “el señor Rovalo, noble protector del Maestro”. Sotelo Inclán siguió al pie de la letra la leyenda de Clementina Díaz y de Ovando: “Altamirano había sido maestro de instrucción primaria en Yautepec y Cuautla”.14 En los Apuntes biográficos de IMA registró: “Altamirano fechó el idilio de Los Naranjos en 1854, lo mismo que el censo de tales árboles en que posiblemente participó. Por ello podemos pensar que salió de Yautepec en los primeros meses de ese año porque da esa fecha al poema Las Abejas que ya se sitúa en Cuautla. Vivió, pues, en Yautepec el año 1853 y parte del 54”.15 El punto débil de la biografía que escribió Sotelo Inclán está en sus fuentes tan alejadas de Cuautla, encontró el dato del hacendado Luis Rovalo en Tixtla, a todas luces se trata de un relato fantasioso de Alejandro Sánchez Castro: El padre de Agustín, don Luis Rovalo, español que era dueño de la cercana hacienda de Santa Inés, creyó conveniente conocer al poeta que así aconsejaba a su hijo. Tuvo la oportunidad de escucharlo en un discurso, de saber cómo pensaba y cómo era, por lo que aprobó su amistad con Agustín y lo invitó a su casa en la hacienda. El vascongado era ya viudo y tenía a cuatro hijos varones incluyendo a Agustín, a quienes dijo: -Vean a este joven como su hermano, pues merece serlo. Ustedes y él son igualmente mexicanos por haber nacido en el mismo país. Van a darle un abrazo como si en verdad fuese su hermano. Obedecieron los hijos; pero una niña allegada a la familia, que estaba presente y también fue instada, se resistía a dar los brazos al desconocido. Entonces dijo el tixtleco con gran humor: -¿Cómo ha de abrazarme si soy tan feo? De seguro la espanto. Los demás rieron la gracia de lo dicho, y el hacendado prosiguió: -Eso es fácil de arreglar: apagando la luz ya no se verá lo feo. No llegaron a matar la luz de la vela o el quinqué, para no hacer llorar a la pequeña asustada; pero rieron largamente la broma de Altamirano sobre su fealdad, de la que siempre hacía gala con toda simpatía y buen humor. 16 14 Díaz y de Ovando, Clementina. “Visión histórica de Ignacio Manuel Altamirano”, en Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, vol. VI, núm. 22, UNAM, México DF, 1954. 15 Sotelo Inclán, Jesús. Raíz y razón de Altamirano [manuscrito inédito]. s/f, archivo de Concepción Jiménez Alarcón. 16 Sotelo Inclán, Jesús. Apuntes biográficos de IMA [manuscrito inédito], s/f, archivo de Concepción Jiménez Alarcón.

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El historiador hizo una acotación: “No solamente por lo graciosa gustamos repetir esta anécdota, sino porque revela la manera cómo IMA se relacionó con la familia Rovalo. Sin duda el texto habrá cambiado por las varias bocas y generaciones que la repitieron en Tixtla. Por mi parte he procurado reproducirla con toda la fidelidad posible”.17 Si don Jesús hubiera corroborado esta anécdota con la tradición oral de la familia Casasús, habría replanteado la cronología del supuesto “año 1853 y parte de 1854 que Altamirano vivió en Yautepec” (sic). El 1 de agosto de 1931, Catalina Altamirano de Casasús escribió: Mi padre estuvo en Cuautla durante su juventud y ahí fue donde comenzó a escribir sus ensayos literarios. También fue profesor de gramática en una escuela y nos contaba que entre sus discípulos había una señorita muy jovencita que coqueteaba con él. La chica no usaba medias por el calor que hacía ahí, usaba zapatillas, y a cada paso se sacaba los pies para mostrárselos, porque los tenía muy bonitos. Esos son los recuerdos que guardo de esos lugares.18

Sotelo Inclán no conoció el testimonio de Catalina Altamirano porque lo publicó Carlos Tello Díaz en 1993, el mismo año que Nicole Girón difundió la Oración cívica de Altamirano en el periódico La Jornada.19 La epístola de 1931, sin duda, se refiere a “Carmen” la musa y prometida de Altamirano, en 1854 le escribió el poema Los Naranjos y en 1858 le dedicó las elegías: En su tumba, Al pie del altar, En la muerte de Carmen, Pensando en ella y Al Xuchitengo. El consenso académico es que Altamirano vivió en Cuautla a partir de 1853, las cuatro ediciones críticas de El Zarco, publicadas por Manuel Sol (2000), Juan Antonio Rosado (2015), Antonio Sánchez Jiménez (2016) y Luz América Viveros (2017), repiten el domicilio de Santa Inés, ningún biógrafo se atreve a retomar el mito de la casa en Yautepec. Ignacio M. Altamirano nació en Cuautla, en la ciudad de Morelos pronunció su primer discurso, escribió sus primeros poemas, jugó con la posibilidad de tener un seudónimo y se allanó el camino para entrar al Colegio de San Juan de Letrán, gracias a la beca de Luis Rovalo. Ignacio Homobono Altamirano nació en Tixtla (1834), pero el poeta y orador nació en Cuautla (1853). En “Raíz y razón de Altamirano”, Sotelo Inclán no presenta pruebas del supuesto domicilio en Yautepec, 17 Idem. 18 Tello Díaz, Carlos. El exilio. Un relato de familia, Ediciones Cal y Arena, México DF, 1993. 19 Altamirano, Ignacio Manuel. Oración cívica, suplemento Perfil, La Jornada, México DF, 12 de febrero de 1993.

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tampoco recopiló ningún testimonio indirecto. Mi mamá, la maestra Rocío Casasús, le explicó a don Jesús que tres nietos de Ignacio M. Altamirano vivieron en los márgenes del río Xuchitengo: Durante mi infancia viví en el callejón Nueva Reforma, el apantle de San José pasaba por nuestra casa, mi papá fue el primer nieto de Altamirano en mudarse a Cuautla; luego llegó el tío Horacio a la calle Centinela, era vecino del balneario Los Limones. El último en instalarse en Cuautla fue el tío Jorge, con su esposa Teresa Lisandrini y su hijo Clemente, ellos vivieron en la calle Benito Juárez, a orillas del río Xuchitengo. Los tres nietos de Altamirano eligieron propiedades cerca del afluente del Río Cuautla por los relatos que escucharon sobre la juventud de Papá Nacho y la familia Rovalo. Todos los lunes comíamos con el tío Horacio, su esposa Madeleine Tellier fue mi madrina de bautizo el 16 de junio de 1951, recuerdo que ellos me enseñaron una fotografía espectacular de Ignacio Manuel Altamirano y la primera edición de Rimas (1871). Al morir mi papá, el 30 de diciembre de 1957, el tío Horacio nos cuidó en Cuautla, incluso fue el padrino de mi boda el 20 de julio de 1974; éramos una familia muy unida, mi querido tío Horacio murió el 5 de abril de 1977. Los nietos de Altamirano resguardaron el archivo que heredaron: las fotografías, la correspondencia, los libros, diplomas, discursos y diarios; en la casa del tío Jorge leí el manuscrito de las Páginas íntimas (1869-1871). Mi papá tenía en una caja fuerte la última carta de Altamirano dirigida a Joaquín Casasús y el pasaporte de su esposa Catalina.20

Altamirano conoció a sus nietos: “Nació Héctor, y ese pequeñuelo que me hizo saborear toda la dicha del amor del abuelo acabó por ser mi gran ídolo; luego vino Evangelina, justamente cuando iba yo a ausentarme; pero me vine pensando en ella y creció en mi cerebro; después vino Horacio y también crece en mi alma, y lo conozco y lo beso todos los días”.21 También alcanzó a leer la noticia del nuevo embarazo de su hija Catalina, el 30 de octubre de 1891 envió dos cartas, a Joaquín Casasús le preguntó: “¿Se proponen ustedes colonizar la colonia Guerrero? [...] yo amo a los chiquillos, felicito a usted con una sonrisa y diez lágrimas”.22 A Catalina Altamirano le escribió: “Queridísima hija mía [...] De nuevo embarazada. Margarita se enfureció. Yo me reí, pero la verdad es: que siento que tan frecuentemente te hagas madre por las molestias que sufres [...] Da mil besos a Héctor, Evangelina y Horacio. Margarita y Aurelio te besan. Yo te envío mi corazón. 20 Casasús Mario. Entrevista a Rocío Casasús, Cuautla, 26 de marzo de 2018. 21 Altamirano Ignacio Manuel. Obras completas. Epistolario (1889-1893), t. XXII, CONACULTA, México DF, 1992. 22 Idem.

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Tu padre”.23 La familia Casasús vivía en la calle Héroes esquina con Violeta, Margarita Pérez Gavilán murió en la casa de la colonia Guerrero el 18 de agosto de 1918. Los niños Héctor, Evangelina, Horacio, Margarita, Mario, Jorge y León crecieron escuchando las historias de Papá Nacho y heredaron el archivo privado del escritor, parte del legado de Altamirano permaneció en Cuautla –en las casas de Mario, Horacio y Jorge-, cumplieron la última voluntad de su abuelo, según el diplomático Joaquín Casasús: [Altamirano] podía conformarse con el olvido de algunos, con la ingratitud de muchos, con las veleidades de sus amigos y aun con los desdenes de su patria, quería que, cuando menos, mis hijos conservaran un culto a su memoria y lo amaran y lo veneraran siempre como el patriarca de la familia, como el que diera el pan a su madre, la instrucción de su padre y el amor, la dicha y la felicidad de todos.24

Dos discursos de Altamirano en Cuautla El primogénito de Joaquín Casasús y Catalina Altamirano, Héctor, heredó el primer discurso de Ignacio M. Altamirano, la Oración cívica de 1855. Héctor contrajo matrimonio con Pauline Montagnier, al quedar viuda la tía Montagnier contrajo segundas nupcias con su cuñado León Casasús, su hijo Joachim Casasús Montagnier vivió en Francia, a mediados de 1989 donó a la Secretaría de Relaciones Exteriores de México el Archivo Altamirano-Casasús. La historiadora Nicole Girón incorporó el hallazgo del discurso de 1855 en el volumen XXIII de las Obras completas de Altamirano (Varia, 2001). Don Jesús nunca leyó la Oración cívica, en 1984 apuntó: Por deplorable desgracia tal discurso no se conoce y hace falta en el primer tomo de sus Obras Completas. Dijo el ilustre tribuno, hablando de ese discurso que colocó al frente de todos los suyos: El del 16 de septiembre de 1855, (pronunciado) en Cuautla de Morelos del que se hicieron dos ediciones en casa de Cumplido y de Murguía. ¿Cómo es posible que habiendo tenido dos ediciones este discurso no aparezca? Gran servicio hará quien pueda localizarlo y lo dé a conocer. Los espe23 Idem. 24 Casasús, Joaquín. En honor de los muertos, Imprenta de Ignacio Escalante, Ciudad de México, 1910.

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cialistas en folletería del siglo XIX de seguro lo hallarán entre las colecciones de Cumplido y Murguía. Su encuentro revelará cómo se gestó el pensamiento histórico y político de Altamirano, sobre todo porque es contemporáneo a la Revolución de Ayutla y seguramente probará que, el entonces maestrito de escuela y apuntador aficionado, no participó en dicho movimiento, pese que todos los biógrafos afirmen que sí. Mientras tal Oración aparece, conjeturemos cuál pudo ser el contenido que impresionó al español Rovalo. En otro discurso pronunciado el 18 de junio de 1881 –y tampoco coleccionado- en ocasión en que Altamirano se hallaba otra vez en Cuautla.25

En efecto, la alocución del 18 de junio de 1881 no estaba “coleccionada” en el primer libro de Discursos publicado en París (1892), los editores tampoco compilaron el brindis de inauguración del Ferrocarril de Morelos en la primera edición mexicana de Discursos de Ignacio M. Altamirano (1934), ni en el primer volumen de las Obras completas (1949), mucho menos aparece en la Antología (1981) editada por Nicole Girón en la UNAM. Cinco años después, Catalina Sierra Casasús y Jesús Sotelo Inclán corrigieron el descuido en el libro Discursos y brindis (1986), pero no encontraron la Oración cívica de 1855, don Jesús especuló: Si el anhelado discurso fue dicho después de participar IMA en la revolución [1853-1855] necesariamente debe aludir a ello; si sólo se trata de una oración cívica y patriótica, como suponemos, revelará que IMA no se movió del rumbo para combatir.26

Definitivamente Altamirano participó en diversas comisiones durante la Revolución de Ayutla, al final de la Oración cívica aparecen los nombres de los coroneles Vázquez y Villareal, fusilados por las tropas de Santa Anna el 10 de mayo de 1855, ambos combatientes liberales permanecen sepultados en Cuautla. Si don Jesús hubiera leído el primer discurso de Altamirano, se daría cuenta que el joven tribuno tomó partido: Desde abril de 1853 hasta agosto de 1855, ¡cuánto hemos sufrido!, ¡cuánto hemos gemido en silencio, oprimiendo el corazón lleno de justa cólera por tantos crímenes como han manchado nuestro suelo! [...] Recuerda tú, pueblo de Cuautla, los alzados para cuatro inocentes vecinos y para dos valientes soldados hijos tuyos; recuerda que el tirano que nos pusie25 Sotelo Inclán, Jesús. Apuntes biográficos de IMA [manuscrito inédito], s/f, archivo de Concepción Jiménez Alarcón. 26 Idem.

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ron aquí dijo, señalando los maderos elevados para suspender los cadáveres de Villarreal y de Vázquez: “todos los liberales debían acabar allí” [...] El partido conservador jamás puede ser hermano del pueblo; para él los pobres son pecheros, los trabajadores esclavos. Él no sigue el precepto del Nazareno que fundó la religión que nos regeneró, fraternidad, unión; su divisa es orgullo, sangre; pero tú mandas ahora, pueblo, y durante tu gobernación abajo aristocracia, abajo altanería; rómpanse los pergaminos de nobleza que aún deshonran la república; que el hombre más sabio sea el que dé mejores consejos a sus hermanos, y no el que sólo procure su bienestar, porque el talento ha sido dado por Dios no para gozarse en el egoísmo, sino para difundir las luces de la razón entre los demás.27

Jesús Sotelo Inclán cometió un grave error: no revisó su teoría, estaba convencido que Altamirano conoció al hacendado Luis Rovalo el día de la Oración cívica, lo afirmó en su última conferencia de 1989: “El 16 de septiembre de 1855 fue invitado a pronunciar un discurso patriótico que escuchó el español Rovalo, quien se impresionó por la brillantez del orador y lo invitó a pasar a su casa de la hacienda de Santa Inés”.28 El profesor Ignacio M. Altamirano partió al Colegio de San Juan de Letrán a principios de 1856, siguiendo la lógica de Sánchez Castro y Sotelo Inclán: “Altamirano vivió tres meses en la hacienda de Santa Inés” (sic). Prefiero defender mi hipótesis: Luis Rovalo presentó a Ignacio Altamirano ante la Junta Cívica de Cuautla y lo propuso como orador el 16 de septiembre de 1855 porque era su protegido, vivió en Santa Inés desde principios de 1853 a finales de 1855, lo consignó en el discurso del 18 de junio de 1881: En el espacio que media entre Cuautlixco y Cuautla, un mundo de recuerdos personales e íntimos se levantó en mi memoria. Dos años de mi juventud laboriosa y llena de extrañas vicisitudes, pero siempre honrada y digna, pasaron rápidamente por mi imaginación [...] aquel bello lugar, en el que puedo decir que pasé mis últimos días de adolescente y entré en los primeros de la juventud [...] veíamos alzarse a pocos pasos sobre el grupo de las blancas cornisas y de las rojas azoteas, las torres del antiguo convento de Santo Domingo, la cúpula del Señor del Pueblo, la iglesia del convento de San Diego, hoy pintada de blanco, y destacarse por el lado oriental de esta masa de edificios, las oscuras 27 Altamirano, Ignacio Manuel. Oración cívica, suplemento Perfil, La Jornada, México DF, 12 de febrero de 1993. 28 Sotelo Inclán, Jesús. “El maestro Ignacio Manuel Altamirano”, conferencia leída el 25 de septiembre de 1989, en Cuautla, publicada por Carlos Barreto Mark en El Regional del Sur, Cuernavaca, 4 de octubre de 1992. El facsimilar del mecanuscrito pertenece al archivo de Mario Casasús.

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arboledas tropicales que pasa acariciando el manso Xuchitengo, el poético río que he cantado en mis pobres versos.29

Estoy convencido que Altamirano llegó a Cuautla por la gestión del hacendado Juan Álvarez, el primer gobernador de Guerrero escribió cinco cartas al gobernador Mariano Riva Palacio pidiéndole ayuda para el joven estudiante Ignacio Altamirano en el Instituto Literario de Toluca.30 Nicole Girón encontró las cinco epístolas de Juan Álvarez a Riva Palacio en la Universidad de Austin (los académicos texanos enviaron copias al Archivo General de la Nación). Lamentablemente la familia Rovalo no conserva las cartas de Altamirano, probablemente recibieron un mensaje de Juan Álvarez presentándoles a su pariente político (la hija de Diego Álvarez, Guillermina Álvarez contrajo matrimonio con Vicente Altamirano Basilio).31 Sotelo Inclán escribió en las Notas de las Obras completas de 1986: “Debo advertir que el encuentro de la clave que me permitió interpretar la relación con los Rovalo la obtuve en plática con el doctor Alejandro Sánchez Castro, muy honorable e ilustrado tixtlense, que se sirvió comunicarme tradiciones muy fidedignas conservadas en la tierra natal del maestro”.32 Hasta ahora conocemos la absurda anécdota de Sánchez Castro sobre el primer encuentro de Rovalo y Altamirano en septiembre de 1855 (sic); de hecho, Sotelo Inclán admitió: “El doctor Castro no tenía el dato sobre cuál pudo ser aquella finca cercana a Cuautla. En cambio sabía como dato preciso -¡precioso!- que el hacendado se apellidaba Rovalo. ¡Cómo pudo permanecer por tanto tiempo, -más de cien años- ese apellido en la memoria de Tixtla!”.33 Los Apuntes biográficos de Sotelo Inclán están narrados en primera persona, citaré dos ejemplos, el primero alude al hallazgo del río Xuchitengo durante un viaje al Valle de Amilpas: “Aunque por deterioro de la tradición muchos contemporáneos nuestros le llaman simplemente Río Cuautla aún hay ancianos que le dan su nombre propio. Yo encontré como vestigio una 29 Altamirano, Ignacio Manuel. Obras completas. Discursos y brindis, t. I, SEP, México DF, 1986. 30 Sierra Casasús, Catalina y Cristina Barros. Ignacio Manuel Altamirano. Iconografía, Fondo de Cultura Económica/Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/Gobierno del Estado de Guerrero, Chilpancingo/México DF, 1993. 31 Sotelo Inclán, Jesús. Los primeros versitos desconocidos del colegial Ignacio Altamirano. Edición facsimilar, México DF, 1984. 32 Sotelo Inclán, Jesús. “Notas” en Obras completas. Discursos y brindis, t. I, SEP, México DF, 1986. 33 Sotelo Inclán, Jesús. Apuntes biográficos de IMA [manuscrito inédito], s/f, archivo de Concepción Jiménez Alarcón.

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callecita que se llama Xuchitenco. Está cerca de la escuela que lleva el nombre de Antonio Caso. Algún día por ese rumbo habrá de erigirse un monumento que recuerde al cantor de tan hermoso río”.34 La segunda muestra da cuenta de la perseverancia del historiador, don Jesús buscó a los descendientes de Luis Rovalo en el directorio telefónico del Distrito Federal, logró hablar con Jesús Rovalo de la Garza: Agustín adquiría armas en la Ciudad de México y las hacía llegar en canoas que bogaban hasta Chalco por el sistema de canales que pasaban por Xochimilco, Tláhuac y Mixquic, Aquellas armas iban ocultas bajo la mercancía destinada oficialmente a Santa Inés y que llegaba en bestias y carros. De allí las hacía pasar a tierra caliente, es decir, al Estado natal de Altamirano [...] IMA apuntó que a propósito de la jornada del 5 de mayo de 1862, las tropas de Diego Álvarez vinieron del sur, y en Santa Inés se abastecieron.35

El tráfico de armas desde la Ciudad de México a Guerrero -en 1862- es otro indicio de la amistad entre los hacendados Diego Álvarez y Agustín Rovalo, sin duda sus padres compartían los ideales liberales y la fraternidad de la masonería.36 La primera referencia epistolar de Altamirano sobre la familia Rovalo está dirigida a Diego Álvarez (17 mayo 22 de 1861), además sobrevivieron dos cartas de Papá Nacho a Juan Álvarez con alusiones a Agustín Rovalo (11 de septiembre de 1861 y 29 de septiembre de 1861). El 27 de septiembre de 1861, el diputado Ignacio M. Altamirano propuso declarar Benemérito de la Nación a Juan Álvarez: “No han sido tampoco mis móviles de gratitud profunda que profeso a ese gran hombre, ni los lazos de familia que me unen a él y de los que me enorgullezco con justicia”.37 Sotelo Inclán fue el primer biógrafo en confirmar los lazos familiares de Ignacio Altamirano y Juan Álvarez, pero no relacionó la estancia del profesor Altamirano en la hacienda de Santa Inés y la influencia del hacendado de La Providencia: Nicole Girón sospecha que sí existió algún parentesco entre el colegial y don Juan Álvarez. Tiene razón: había un parentesco, pero no consanguíneo, sino político, pues un hermano carnal de Ignacio, llamado Vicente, casó con Gui34 Idem. 35 Idem. 36 El Diploma de la Patente Masónica registró la trayectoria de Ignacio M. Altamirano, desde Aprendiz a Maestro del Grado 33 en 1879. Obras completas. Varia, t. XXIII, CONACULTA, México DF, 2001. 37 Altamirano, Ignacio Manuel. Obras completas. Discursos y brindis, t. I, SEP, México DF, 1986.

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llerma Álvarez, hija de don Diego, nieta de don Juan. Tal matrimonio se efectuó en La Providencia. El hermano Nacho y su esposa Margarita fueron los padrinos.38

Ignacio M. Altamirano y Margarita Pérez Gavilán fueron los padrinos en la boda de Vicente Altamirano y Guillermina Álvarez el 9 de febrero de 1861, los padrinos de nupcias también bautizaron al primogénito de Vicente y Guillermina con el nombre de Diego Ignacio Altamirano Álvarez (22 de febrero de 1862).39 La mamá de Ignacio y Vicente, Juana Basilio murió en La Providencia (25 de mayo de 1865), y su padre, Francisco Altamirano murió bajo los cuidados de Agustín Rovalo en la Ciudad de México (enero de 1865).

El Zarco y Homobona Merelo En el archivo inédito de Sotelo Inclán leí un texto previo a 1970, Análisis de la novela El Zarco: “Múltiples son las facetas que presenta la recia personalidad de Don Ignacio Manuel Altamirano; en primer lugar su propia formación, pues nacido de padres indígenas muy humildes (en Tixtla, el 13 de Noviembre de 1834) llegó a figurar entre los hombres más notables de su tiempo. No sabía hablar español a los catorce años”.40 El primer párrafo del Análisis no concuerda con la investigación de 1984 sobre el mestizaje de los hermanos Altamirano Basilio: De esta parcial herencia mestiza, Ignacio heredó los caracteres somáticos del padre, en tanto que los de la madre fueron totalmente recesivos; pero no en un hermano suyo –llamado Vicente- del que nada supieron los biógrafos tradicionales. A este hermano que vivió hasta 1911, pudo conocerlo la ilustre maestra Beatriz Hernández García quien da testimonio de sus rasgos mestizos, pues era blanco y de ojos claros.41

Vicente Altamirano Basilio podría considerarse un zarco por sus ojos claros. Inconscientemente, el escritor eligió al protagonista de la novela con la seña 38 Sotelo Inclán, Jesús. “Prólogo” en Obras completas. Epistolario (1850-1889), t. XXI, CONACULTA, México DF, 1992. 39 Sotelo Inclán, Jesús. Apuntes biográficos de IMA [manuscrito inédito], s/f, archivo de Concepción Jiménez Alarcón. 40 Sotelo Inclán, Jesús. Análisis de la novela El Zarco, texto inédito, s/f, archivo de Concepción Jiménez Alarcón. 41 Sotelo Inclán, Jesús. Los primeros versitos desconocidos del colegial Ignacio Altamirano. Edición facsimilar, México DF, 1984.

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particular de su hermano; del mismo modo, eligió a la antagonista Manuela porque una señorita llamada Homobona Merelo escapó con el líder de los plateados. El nombre real de “Ignacio Manuel” era Ignacio Homobono, eligió el pseudónimo de “Manuel” en la Escuela de Jurisprudencia y utilizó el nombre ficticio de “Manuela” en El Zarco. A Sotelo Inclán le interesó la historia de Homobona Merelo, en los Apuntes biográficos de IMA sostiene: “Hay coincidencia con los datos que da una obrita sobre los plateados de 1860, se llama Historia del Bandalismo en el Estado de Morelos, escrita por Lamberto Popoca y Palacios, en 1912, quien presenta a la amada de Salomé Placencia –en quien se inspiró IMA para crear la figura de El Zarco- con el nombre de Homobona Merelo”.42 En Raíz y razón de Zapata criticó el libro de Popoca: “una obra nada sospechosa de parcialidad [...] Historia del bandolerismo en el estado de Morelos, Puebla, 1912, en que se pinta a Zapata como un feroz sucesor de los plateados”.43 Don Jesús menospreciaba la investigación de 1912: “Yo no quiero a este señor Popoca, aunque es un libro antizapatista yo creo que usted –le dijo a Carlos Barreto- viene de otra escuela y será más objetivo, seguramente le van a servir las fotocopias”.44 Efectivamente, las fotocopias sirvieron para reeditar el libro de Popoca en Morelos y redescubrir a Homobona Merelo.45 Ahora revelamos los puntos cruciales del Análisis de la novela El Zarco: Debe apuntarse el perfecto conocimiento del terreno y de las características regionales que Altamirano observó durante sus campañas como militar de la República. Concretamente se refiere a la región de Yautepec, entre Cuernavaca y Cuautla, donde sitúa la acción. Aunque en una rápida ojeada El Zarco parece una simplemente una novela costumbrista, en el fondo tiene una indudable intención que se trasparenta en el desarrollo de la sección y pintura de los personajes: Altamirano se propuso la exaltación del sujeto de la raza indígena contraponiéndolo a otro que es nada menos quien da nombre a la novela: El Zarco [...] En cuanto a la estructura general de la obra el método narrativo es normalmente cronológico y demasiado explícito en las circunstancias ambientales de la época y lugar [...] 42 Sotelo Inclán, Jesús. Apuntes biográficos de IMA [manuscrito inédito], s/f, archivo de Concepción Jiménez Alarcón. 43 Sotelo Inclán, Jesús. Raíz y razón de Zapata, Editorial Etnos, México DF, 1943. 44 Casasús, Mario. Entrevista a Carlos Barreto Mark, Resumen Latinoamericano, Santiago de Chile, 18 de marzo de 2018. 45 Popoca y Palacios, Lamberto. Historia del vandalismo en el Estado de Morelos. ¡Ayer como ahora! ¡1860! Plateados. ¡1911! Zapatistas [prólogo de Carlos Barreto Zamudio], Gobierno del Estado de Morelos, 2ª ed., Cuernavaca, 2014.

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Dejamos para lo último, ya fuera de las características literarias, que las preocupaciones puramente sociales no fueron tocadas por Altamirano, pues no se detiene a considerar las circunstancias por las cuales aquellos plateados eran bandidos, ni tampoco hace amplia justicia a la lucha sostenida por Juárez y las fuerzas liberales. Pero con todo, El Zarco será para siempre un gran documento literario de una época y una sensibilidad representativa de la misma.46

La descripción de Yautepec en El Zarco es tan precisa que a partir de 1915 iniciaron los rumores del supuesto domicilio de Altamirano en la calle Allende. La historiadora Nicole Girón tachó de legendarios los datos de Marte R. Gómez: “Relata haber escuchado en Yautepec, donde había sido destinado como agrimensor en 1915, versiones según las cuales Altamirano hubiera poseído una casa en Yautepec, ubicada en una calle aledaña a la plaza de armas”.47 Sotelo Inclán buscó la casa de Altamirano en Yautepec, de acuerdo al historiador John Womack: El maestro me hablaba bastante, en la calle de Sor Juana y en nuestras andanzas por el estado de Morelos, de su fuerte interés en Altamirano. Recuerdo todavía bien caminando por calles medio destruidas de Yautepec, en las sombras pesadas del muy atardecer, en busca de una casa de un señor rico (a mediados del siglo XIX), casa que, según don Jesús, Altamirano había ocupado mientras escribía cierta obra (Los Naranjos). Encontramos la casa, y él insistió que deberían poner una placa memorial por Altamirano.48

Posteriormente, Sotelo Inclán descartó el domicilio de Las comisiones agrarias del sur: “Al referirse al alojamiento que recibieron en el poblado de Yautepec plantea unos datos que requieren criticarse [...] don Marte incluye dos fotografías complementarias: una en la pág. 65 con este pie: Casa solariega de don Ignacio M. Altamirano, en la que se instaló la Comisión agraria de Yautepec. La otra fotografía (pág 67), que es un retrato del novelista insiste: El autor de El Zarco, cuya casa solariega en Yautepec, habitamos”.49 Sin embargo, Marte R. Gómez no 46 Sotelo Inclán, Jesús. “Análisis de la novela El Zarco”, en Apuntes biográficos de IMA, s/f, archivo de Concepción Jiménez Alarcón. 47 Girón, Nicole. “Altamirano en Cuautla”, en Manuel Sol Tlachi y Alejandro Higashi (eds.), Homenaje a Ignacio Manuel Altamirano (1834-1893), Universidad Veracruzana (Colección Cuadernos), Xalapa, 1997. 48 Casasús, Mario. Entrevista a John Womack Jr., Cambridge, Estados Unidos, 15 de noviembre de 2018. 49 Sotelo Inclán, Jesús. Apuntes biográficos de IMA [manuscrito inédito], s/f, archivo de Concepción Jiménez Alarcón.

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estaba del todo equivocado, la casa que fotografiaron en Yautepec fue habitada una noche por el coronel Altamirano, en diciembre de 1866, según el antropólogo Carlos Barreto Mark: No es cierto que Altamirano vivió en Yautepec, era una leyenda que corría a voces en Morelos, don Jesús retomó la leyenda, pero creo que se confundieron, Altamirano durmió en una casa del centro de Yautepec en 1866 durante la persecución de las tropas de Maximiliano de Habsburgo, no en 1853. La supuesta casa de Altamirano en el centro de Yautepec son especulaciones sin fundamento.50

Dos cartas confirman la hipótesis de Barreto Mark: el 6 de enero de 1867, Ignacio M. Altamirano escribió: “El 20 [de diciembre] llegué a Cuautla donde me había precedido dos días el general Leyva con sólo treinta hombres [...] El 27 llegué a Yautepec”.51 El coronel guerrerense también informó al general Eutimio Pinzón, el 22 de enero de 1867: “En esa virtud salimos para Yautepec Leyva y yo [...] Él salió con la caballería de Yautepec a las nueve de la noche y yo con la brigada del tercer distrito fuerte de setecientos hombres a las dos de la mañana del mismo Yautepec”.52 Altamirano debió escuchar la historia de Salomé Plascencia y Homobona Merelo porque el general Vicente Jiménez acudió a levantar el cadáver de José María Lara, el líder de los plateados asesinó al prefecto de Yautepec el 3 de agosto de 1861. Tres fuentes ubican al general Vicente Jiménez en Yautepec, la primera noticia salió en El Siglo Diez y Nueve: “El viernes 9 de agosto [de 1861], el mismo periódico daba la noticia de la muerte de José María Lara, también subprefecto de Yautepec, y consignaba que uno de los asesinos era el capitán Eugenio Plasencia, quien había caído en manos de las tropas del general Vicente Jiménez y había sido pasado por las armas”.53 Seis años después del crimen, el periódico La enseñanza del pueblo publicó una crónica de Francisco Pacheco sobre Yautepec: “Sus habitantes no contaban con la seguridad ni en las mismas oficinas del gobierno, ya que ahí fue asesinado el segundo subprefecto, José María Lara, en las puertas del juzgado municipal, en medio de su escolta particular de 30 hombres y de 800 con que contaba al mando del 50 Casasús, Mario. Entrevista a Carlos Barreto Mark, Resumen Latinoamericano, Santiago de Chile, 18 de marzo de 2018. 51 Altamirano, Ignacio Manuel. Obras completas. Epistolario (1850-1889), t. XXI, CONACULTA, México DF, 1992. 52 Idem. 53 Sol, Manuel. “Introducción” en El Zarco [edición crítica], Universidad Veracruzana, Xalapa, 2000.

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general Vicente Jiménez” (septiembre de 1867).54 La última referencia está relacionada indirectamente con el libro Raíz y razón de Zapata, de acuerdo a las Efemérides del presbítero Pedro Rojas: El Subprefecto, comprometido su honor y la dignidad pública de su autoridad, era aún insultado en las puertas de su misma casa por varios de los que formaban esa cuadrilla de bandoleros, su vida misma es amenazada, y aquellos vecinos desgraciados para colmo de su afrenta no se ofrecieron a apoyar a su autoridad en las medidas de salvación que procuraba [...] Se entra a la plaza que a la sazón acababa de ocupar una fuerza del Jefe Jiménez del sur, de parte del gobierno. El Subprefecto da sus órdenes al Jefe M., se acuartela su cuerpo de infantes y se dirige a la Oficina del despacho [...] Muy cerca de la Oficina le salen al encuentro, primero uno de los bandidos que lo detuvo a pretexto de una conversación cualquiera a que jamás debió prestarse, y luego llega nada menos que el feroz jefe de los Plateados que sin pararse en medios le dispara y el plomo atraviesa el pecho de este desventurado funcionario público [...] La fuerza del Jefe Jiménez, no obstante que ha sido testigo de estos horrores, no se mueve para perseguir a los bandidos, antes bien por una horrible rareza [...] En esa misma noche salen las fuerzas para Cuernavaca. La familia del finado Subprefecto después de tributarle los últimos deberes sale protegida para el mismo punto. Entonces el hermoso pueblo yautepequeño, como en castigo de su criminal tolerancia, por su indiferencia y egoísmo en favor de la causa de la tranquilidad pública y si se quiere por su unión con los bandidos queda desde ese día entregado a la más cruel situación. No tiene autoridad superior, porque acaba de ser sacrificada, las otras autoridades municipales y judiciales no pueden llamar al orden a nadie, mucho menos a los bandidos, no hubo por lo mismo quien contuviera el horrible saqueo de la casa comercio del finado y en los días posteriores, el desventurado pueblo no era sino guarida en toda forma de bandoleros.55

El sacerdote tepozteco permaneció en el anonimato en Raíz y razón de Zapata (1943), Pedro Rojas ayudó al Coronel Francisco “Chico” Franco con la interpretación del náhuatl de un mapa que deslindaba las tierras de Anenecuilco, protegió los libros parroquiales de Cuautla al iniciar la revolución de 1911 y reconstruyó las efemérides de Yautepec y Tepoztlán, desde mayo de 1854 a diciembre de 1861.56 El relato de Pedro Rojas es 54 Barreto Mark, Carlos. La erección del Estado de Morelos, Tamoanchán, suplemento dominical editado por El Nacional del Sur, Cuernavaca, 17 de abril de 1989. 55 Rojas Zúñiga, Pedro, “Efemérides o sean acontecimientos más notables desde mayo de 1854”, [mecanuscrito inédito], Museo y Centro de Documentación Histórica del Convento de la Natividad, Tepoztlán, s/f. 56 Casasús, Mario. Ignacio Manuel Altamirano en Morelos (1853-1901), Libertad bajo

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fundamental para entender el modus operandi de los plateados, el asesinato de José María Lara es fundacional en El Zarco porque el capítulo II comienza “un día de agosto de 1861”, y la fuente de Altamirano en Yautepec era el general Vicente Jiménez (su amigo, pariente político y compañero de armas desde 1859).

Sotelo Inclán y la familia Casasús El manuscrito de “Raíz y razón de Altamirano” comienza con la polémica del lugar y la fecha de nacimiento del escritor tixtleco, dentro de las carpetas “Apuntes biográficos de IMA” está la transcripción, a mano y en máquina de escribir, de una carta de Jorge Casasús dirigida a El Universal de México (28 de septiembre de 1934), refutando los datos de Carlos González Peña en el artículo Cuándo nació Altamirano (23 de septiembre de 1934), el periodista aceptó su equivocación. Sotelo Inclán escribió en el capítulo El destino de las Páginas íntimas: En 1934, Jorge D. Casasús publicó unas notas y seguramente mostró el texto a don Luis González Obregón, pues éste las citó [...] Y ocurre preguntar ¿por qué se han dado como gotas estas importantísimas Páginas íntimas? Son tantos los asuntos en la biografía de IMA que todo debe abordarse inexcusablemente para aclararlos. Por nuestra parte esperamos conocerlos íntegramente. El propio Altamirano reclamaría su difusión.57

La familia Casasús facilitó los archivos que solicitó Sotelo Inclán, desafortunadamente no alcanzó a ver la edición impresa de los Diarios de Altamirano, porque salieron en marzo de 1992, tampoco conoció la edición impresa del Epistolario (1992), pero antes del accidente automovilístico, don Jesús dejó escrito el prólogo: [Catalina Sierra Casasús] promovió en 1949 la edición de las Obras completas de Altamirano, de las que sólo se publicó -por falta de apoyo económico- el primer tomo, correspondiente a los Discursos. Posteriormente dio a la prensa algunas de las “Páginas íntimas” de Altamirano, que fueron incentivo para seguir ahondando en este campo. Finalmente, colabora en este nuevo empeño aportando un amplio caudal de documentos y testimonios que había preserpalabra/La Jornada Morelos, Cuautla/Cuernavaca, 2015. 57 Sotelo Inclán, Jesús. Raíz y razón de Altamirano [manuscrito inédito]. s/f, archivo de Concepción Jiménez Alarcón.

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vado, y se encarga de la integración y presentación de los Diarios del maestro que son tan importantes.58

El historiador admitió que tuvo acceso a los Diarios de Altamirano, pues Jesús Sotelo Inclán y Catalina Sierra Casasús trabajaron juntos en el volumen de Discursos y brindis (1986), don Jesús también reconoció que revisó las fotocopias de las 80 cartas de Altamirano a Joaquín Casasús: “En un viaje a Francia, Nicole Girón localizó a la familia Casasús-Montagnier que generosamente facilitó una abundante cantidad de cartas familiares, mismas que transcribimos”.59 Para cerrar el ciclo narrativo, la biografía póstuma comienza con la petición de acceder al Archivo Casasús y termina con la confirmación de que consultó los Diarios y las cartas de Altamirano: ¿Quién determinó el nombramiento del guerrerense? El asunto flotó en la bruma. Altamirano asentó en su Diario Personal, desde París, en 1892, que él no tuvo intervención alguna y que fueron amigos suyos quienes le pidieron al presidente la designación [...] ¿Y quiénes fueron esos discípulos que gestionaron ese descanso en el puesto consular, para el que ciertamente Altamirano no tenía antecedentes? Creemos poder contestar con un solo nombre, el de Joaquín Casasús [esposo de Catalina Altamirano]. Sin conocer y valorar esta liga parental y afectiva no podrá explicarse el nombramiento de Altamirano para que partiese a Europa y se alejara a vivir sus últimos años lejos de los discípulos que lo verían decaer. No es una explicación hipotética la que formulamos, pues se halla comprobada en un abundantísimo epistolario entre ambos literatos. Resulta abrumadora la cantidad de cartas, algunas sucedidas dentro de una misma semana, y a veces diariamente. En todas ellas se muestra un afecto que va más allá de lo literario y llega al cariño paterno-filial. Por fortuna aquel gran epistolario se ha conservado por el cuidado de la familia Casasús que reside en Francia de donde fueron traídas copias, y posiblemente lleguen los originales. Este es un capítulo que merece tratamiento especial, y por ahora sólo queda anotarlo como indispensable pata concluir cualquier intento de biografía sobre Altamirano.60

Don Jesús tenía voz de profeta, en “Raíz y razón de Altamirano” apostó al regreso del Epistolario desde Francia; la mudanza sucedió en el año 2000, 58 Sotelo Inclán, Jesús. “Prólogo” en Obras completas. Epistolario (1850-1889), t. XXI, CONACULTA, México DF, 1992. 59 Idem. 60 Sotelo Inclán, Jesús. Raíz y razón de Altamirano [manuscrito inédito]. s/f, archivo de Concepción Jiménez Alarcón.

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Joachim Casasús Montagnier se trasladó desde Blois al barrio de Chimalistac, trajo consigo las cartas de Altamirano dirigidas a Joaquín Casasús, las fotografías de Papá Nacho y los álbumes de recortes periodísticos del siglo XIX. Este archivo cuenta con una historia fascinante, fue incautado durante la ocupación de los nazis en Francia, la familia Casasús-Montagnier logró recuperar el Archivo Altamirano al terminar la Segunda Guerra Mundial, los nazis dejaron abandonadas las pertenencias de las familias extranjeras –en su mayoría judías- al interior de un castillo en Blois. El Archivo Altamirano quedó dividido en tres puntos cardinales: París, Ciudad de México y Cuautla, en las residencias de los hijos de Joaquín Casasús y Catalina Altamirano, sus descendientes colaboraron en las Obras completas a petición de Nicole Girón y Jesús Sotelo Inclán.

Epílogo El copyright de Jesús Sotelo Inclán quedó en un limbo jurídico al morir intestado, sin esposa y sin hijos. El gobierno del Estado de Morelos reeditó “Raíz y razón de Zapata” (2010) sin encontrar una sucesión testamentaria para tramitar la autorización y pagar las regalías. El Estado mexicano, a través del CONACULTA, publicó “Raíz y razón de Zapata” con la siguiente leyenda: “La Dirección del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes procuró establecer contacto con el titular de los derechos de autor de esta obra. Anticipadamente pide una disculpa si se ha cometido omisión” (2011). En el caso de “Raíz y razón de Altamirano”, parte de la investigación fue pagada por la Secretaría de Educación Pública, durante los trabajos de las Obras completas de Altamirano, don Jesús colaboró en el comité editorial integrado por la SEP a partir del volumen I (1986) y participó póstumamente en el volumen XXI (1992). Gracias a esta cláusula, el copyright de “Raíz y razón de Altamirano” quedó libre, es decir, los derechos de autor de la investigación fueron pagados anticipadamente por la SEP en la década de 1980. A pesar de las inconsistencias en la numeración del manuscrito y la falta de páginas en algunos capítulos, “Raíz y razón de Altamirano” es un hallazgo importante, a la altura del libro póstumo de Ernesto Lemoine: “La última expedición de Morelos”, escrito en 1984 y publicado por iniciativa de Adrián Gerardo Rodríguez en 2014. La palabra de Sotelo Inclán quedó detenida en el tiempo, fue un privilegio descubrir sus teorías y recordar al maestro, lo conocí el 28 de abril de 1988, cuando visitó mi casa en busca de documentos de Altamirano. Volví a verlo en septiembre de 1989, durante su última conferencia en Cuautla. La muerte del historiador fue una tragedia

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para nuestra región, porque Sotelo Inclán tenía planeado donar su biblioteca personal al Museo Casa de Morelos, porque los Títulos Primordiales de Anenecuilco quedaron secuestrados por los descendientes de Sebastián Luna y Santiago Aguilar, criminales que se beneficiaron del botín de guerra después del asesinato de Francisco Chico Franco, y sobre todo fue una tristeza porque no conocíamos el proyecto biográfico “Raíz y razón de Altamirano”. Nicole Girón preparaba una biografía altamiranista en 1993, probablemente el manuscrito está en la biblioteca que donó al Instituto Mora, o en la casa que heredó a su hijo en Tepoztlán. Sin embargo, para los lectores de Morelos, es más importante el hallazgo del libro póstumo de Sotelo Inclán, por derecho de antigüedad y por su arraigo en la tierra zapatista, porque “Raíz y razón de Altamirano” dejará en claro que don Jesús fue el primer biógrafo en mencionar al hacendado Luis Rovalo como protector de Papá Nacho en Cuautla, por interpretar que el libro Rimas (1871) está dedicado a Agustín Rovalo, por desempolvar el discurso: El Ferrocarril de Morelos (1881) y por la búsqueda de la Oración cívica (1855), documento inédito que recibió Sotelo Inclán desde París, el 6 de julio de 1989, tres meses antes del fatal accidente automovilístico. En julio de 1989 entregó el manuscrito de “Raíz y razón de Altamirano” a la maestra Concepción Jiménez Alarcón, para comenzar a revisar la redacción y descartar algunas hipótesis. Después de la tragedia, Conchita guardó el secreto, durante tres décadas no le enseñó el manuscrito a nadie, ni siquiera a su amiga Nicole Girón (editora de las Obras completas), tampoco compartió la investigación con el académico Manuel Sol (editor de Clemencia y El Zarco). Agradezco la confianza de Conchita, por permitirme escanear las 800 páginas del mecanuscrito, por conversar vía telefónica sobre su amistad con don Jesús, y por autorizar la publicación del libro póstumo. En el 30 aniversario luctuoso del historiador Jesús Sotelo Inclán abramos el debate, discutamos su legado y cuestionemos la ironía que dejó su trágico accidente para el pueblo de Anenecuilco. Por fin, el manuscrito de “Raíz y razón de Altamirano” regresó a la tierra zapatista que lo vio nacer.

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Bibliografía Altamirano, Ignacio Manuel. Rimas, El Federalista, Ciudad de México, 1871. _______, Discursos, Biblioteca de la Europa y América, París, 1892. _______, Discursos [prólogo de Manuel González Rodríguez], Ediciones Beneficencia Pública, México DF, 1934. _______, Antología [selección y prólogo de Nicole Girón], UNAM, México DF, 1981. _______, Obras completas. Discursos y brindis, t. I, SEP, México DF, 1986. _______, Obras completas. Poesía, t. VI, SEP, México DF, 1986. _______, Obras completas. Crónicas, t. VII, SEP, México DF, 1987. _______, Obras completas. Epistolario (1850-1889), t. XXI, CONACULTA, México DF, 1992. _______, Obras completas. Epistolario (1889-1893), t. XXII, CONACULTA, México DF, 1992. _______, Obras completas. Varia, t. XXIII, CONACULTA, México DF, 2001. _______, Oración cívica, suplemento Perfil, La Jornada, México DF, 12 de febrero de 1993. _______, Páginas íntimas [prólogo de Catalina Sierra Casasús], Gobierno del Estado de Guerrero, 3ª ed., Chilpancingo, 1997. _______, El Zarco [edición crítica, prólogo y notas de Manuel Sol], Universidad Veracruzana, Xalapa, 2000. _______, Clemencia y El Zarco [edición, estudio preliminar y notas de Juan Antonio Rosado], UNED/Universidad Autónoma de Madrid/Universidad de Zaragoza/Universidad de Granada, Madrid, 2015. _______, El Zarco [edición crítica, introducción y notas de Antonio Sánchez Jiménez], Cátedra. Letras Hispánicas, Madrid, 2016. _______, Clemencia y La Navidad en las montañas, [edición crítica, prólogo y notas de Manuel Sol], Universidad Veracruzana, Xalapa, 2016. _______, La Navidad en las montañas y El Zarco [edición, prólogo y notas de Luz América Viveros], UNAM/Penguin clásicos, Ciudad de México, 2017. Barreto Mark, Carlos. En Memoria a Jesús Sotelo Inclán, Tamoanchán, suplemento dominical editado por El Nacional del Sur, Cuernavaca, 15 de octubre de 1989. _______, La erección del Estado de Morelos, Tamoanchán, suplemento dominical editado por El Nacional del Sur, Cuernavaca, 17 de abril de 1989.

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Mario Casasús

Casasús, Joaquín. En honor de los muertos, Imprenta de Ignacio Escalante, Ciudad de México, 1910. Casasús, Mario. Ignacio Manuel Altamirano en Morelos (1853-1901), Libertad bajo palabra/La Jornada Morelos, Cuautla/Cuernavaca, 2015. _______, El archivo inédito de Jesús Sotelo Inclán, Libertad bajo palabra/Archipiélago, Cuautla/Ciudad de México, 2018. _______, Entrevista a Concepción Jiménez Alarcón, Archipiélago, número 96, UNAM, Ciudad de México, junio de 2017. _______, Entrevista a Carlos Barreto Mark, Resumen Latinoamericano, Santiago de Chile, 18 de marzo de 2018. _______, Entrevista a Rocío Casasús, Cuautla, 26 de marzo de 2018. _______, Entrevista a Eduardo Soto Díaz, Anenecuilco, 2 de abril de 2018. _______, Entrevista a Salvador Rueda Smithers, Resumen Latinoamericano, Santiago de Chile, 27 de abril de 2018. _______, Entrevista a John Womack Jr., Cambridge, 15 de noviembre de 2018. De Campo, Ángel. “Recuerdos del Maestro”, en Cosas vistas, Tipografía de El Nacional, Ciudad de México, 1894. Díaz y de Ovando, Clementina. “Visión histórica de Ignacio Manuel Altamirano”, en Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, vol. VI, núm. 22, UNAM, México DF, 1954. Gómez, Marte R. Las comisiones agrarias del sur, Librería de Manuel Porrúa, México DF, 1961. Olivera Alicia y Eugenia Meyer. Jesús Sotelo Inclán y sus conceptos sobre el movimiento zapatista, Instituto Nacional de Antropología e Historia, México DF, 1970. Popoca y Palacios, Lamberto. Historia del vandalismo en el Estado de Morelos. ¡Ayer como ahora! ¡1860! Plateados. ¡1911! Zapatistas [prólogo de Carlos Barreto Zamudio], Gobierno del Estado de Morelos, 2ª ed., Cuernavaca, 2014. Rojas Zúñiga, Pedro, Efemérides o sean acontecimientos más notables desde mayo de 1854, [mecanuscrito inédito], Museo y Centro de Documentación Histórica del Convento de la Natividad, Tepoztlán, s/f.

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Prólogo

Sierra Casasús, Catalina y Cristina Barros. Ignacio Manuel Altamirano. Iconografía, Fondo de Cultura Económica/Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/Gobierno del Estado de Guerrero, Chilpancingo/México DF, 1993. Sol Tlachi, Manuel y Alejandro Higashi (eds.), Homenaje a Ignacio Manuel Altamirano (1834-1893), Universidad Veracruzana (Colección Cuadernos), Xalapa, 1997. Sotelo Inclán, Jesús. Raíz y razón de Zapata, Editorial Etnos, México DF, 1943. _______­­­_, Raíz y razón de Zapata, 2ª ed., Comisión Federal de Electricidad, México DF, 1970. _______­­­_, Análisis de la novela El Zarco, texto inédito, s/f, archivo de Concepción Jiménez Alarcón. _______­­­_, Los primeros versitos desconocidos del colegial Ignacio Altamirano. Edición facsimilar, México DF, 1984, archivo de Manuel Sol. _______­­­_, Palabras ante el sepulcro de don Ignacio Manuel Altamirano, en la Rotonda de los Hombres Ilustres, en la Ciudad de México el 13 de febrero de 1984, nonagésimo primer aniversario de su muerte, conferencia inédita, archivo de Concepción Jiménez Alarcón. _______­­­_, Navidad en las montañas de Ignacio Manuel Altamirano. Arreglo teatral, Editorial Nuspam, 2ª ed., Chilpancingo, 1988. _______­­­_, Antonia. Dramatización de la novela, Editorial Nuspam, Chilpancingo, 1988. _______­­­_, “El maestro Ignacio Manuel Altamirano”, conferencia leída el 25 de septiembre de 1989, en Cuautla, publicada por Carlos Barreto Mark en El Regional del Sur, Cuernavaca, 4 de octubre de 1992. El facsimilar del mecanuscrito pertenece al archivo de Mario Casasús. _______­­­_, Apuntes biográficos de IMA [manuscrito inédito], s/f, archivo de Concepción Jiménez Alarcón. _______­­­_, Raíz y razón de Altamirano [manuscrito inédito], s/f, archivo de Concepción Jiménez Alarcón. Tello Díaz, Carlos. El exilio. Un relato de familia, Ediciones Cal y Arena, México DF, 1993. Yáñez, Agustín. Carta del director de la Academia Mexicana de la Lengua a Jesús Sotelo Inclán, México DF, 8 de abril de 1976, archivo de Concepción Jiménez Alarcón.

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Versión facsimilar

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María Allí en el valle fértil y risueño, do nace el Lerma y, débil todavía juega, desnudo de la regia pompa, que lo acompaña hasta la mar bravía; allí donde se eleva el viejo Xinantécatl, cuyo aliento, por millares de siglos inflamado, al soplo de los tiempos se ha apagado, pero que altivo y majestuoso eleva su frente que corona eterno hielo hasta esconderla en el azul del cielo. Allí donde el favonio murmurante mece los frutos de oro del manzano y los rojos racimos del cerezo y recoge en sus alas vagarosas la esencia de los nardos y las rosas. Allí por vez primera un extraño temblor desconocido, de repente, agitado y sorprendido mi adolescente corazón sintiera. Turbada fue de la niñez la calma, ni supe qué pensar en ese instante del ardor de mi pecho palpitante ni de la tierna languidez del alma. Era el amor: más tímido, inocente, ráfaga pura del albor naciente, apenas devaneo del pensamiento virginal del niño;

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no la voraz hoguera del deseo, sino el risueño lampo del cariño. Yo la miré una vez -virgen querida despertaba cual yo, del sueño blando de las primeras horas de la vida: pura azucena que arrojó el destino de mi existencia en el primer camino, recibían sus pétalos temblando los ósculos del aura bullidora y el tierno cáliz encerraba apenas el blanco aliento de la tibia aurora. Cuando en ella fijé larga mirada de santa adoración, sus negros ojos de mi apartó; su frente nacarada se tiñó del carmín de los sonrojos; su seno se agitó por un momento, y entre sus labios espiró su acento. Me amó también -jamás amado había; como yo, esta inquietud no conocía, nuestros ojos ardientes se atrajeron y nuestras lamas vírgenes se unieron con la unión misteriosa que preside el hado, entre las sombras, mudo y ciego, y de la dicha del vivir decide para romperla sin clemencia luego. ¡Ay! que esta unión purísima debiera no turbarse jamás, que así la dicha tal vez perenne en la existencia fuera: ¿Cómo no ser sagrada y duradera si la niñez entretejió sus lazos y la animó, divina, entre sus brazos la castidad de la pasión primera?

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Pero el amor es árbol delicado que el aire puro de la dicha quiere, y cuando de dolor el cierzo helado su frente toca, se doblega y muere. ¿No es verdad?, ¿no es verdad, pobre María? ¿Por qué tan pronto del pesar sañudo pudo apartarnos la segura impía? ¿Cómo tan pronto obscurecernos pudo la negra noche en el nacer del día? ¿Por qué entonces no fuimos más felices? ¿Por qué después no fuimos más constantes? ¿Por qué en el débil corazón, señora, se hacen eternos siglos los instantes, desfalleciendo antes de apurar del dolor la última hora? ¡Pobre María! entonces ignorabas y yo también, lo que apellida el mundo amor... amor. Y ciega no pensabas que es perfidia, interés, deleite inmundo, y que tu alma pura y sin mancilla que amó como los ángeles amaran con fuego intenso, mas con fe sencilla, iba a encontrarse sola y sin defensa de la maldad entre la mar inmensa. Entonces, en los días inocentes de nuestro amor, una mirada sola fue la felicidad, los puros goces de nuestro corazón... el casto beso, la tierna y silenciosa confianza, la fe en el porvenir y la esperanza.

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Entonces... en las noches silenciosas ¡ay! cuántas horas contemplamos juntos con cariño las pálidas estrellas en el cielo sin nubes cintilando, como si en nuestro amor gozaran ellas; o el resplandor benéfico y amigo de la callada luna. De nuestra dicha plácida testigo, o a las brisas balsámicas y leves con placer confiamos nuestros suspiros y palabras breves. ¡Oh! ¿qué mal hace al cielo este modesto bien, que tras él manda de la separación el negro duelo, la frialdad espantosa del olvido y el amargo sabor del desengaño, tristes reliquias del amor perdido? Hoy sabes qué sufrir, pobre María, y sentiste al presente el desamor que mezcla su hiel fría de los placeres en la copa ardiente, el cansancio, la triste indiferencia, y hasta el odio que impío el antes cielo azul de la existencia nos convierte en un cóncavo sombrío, y la duda también, duda maldita que de acíbar eterno el alma llena, la enturbia y envenena y en el caos del mal la precipita. Muy pronto, sí, nos condenó la suerte a no vernos jamás hasta la muerte; corrió la primera lágrima encendida del corazón a la primera herida, mas pronto se siguió el pensar profundo,

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del desdén la sonrisa amenazante y la mirada de odio chispeante, terrible reto de venganza al mundo. Mucho tiempo pasó. Tristes seguimos el mandato cruel del hado fiero, contrarias sendas recorriendo fuimos sin consuelo ni afán... Y bien, señora, ¿podremos sin rubor mirarnos ora? ¡Ah! ¡qué ha quedado de la virgen bella! tal vez la seducción marcó su huella en tu pálida frente ya surcada, porque contemplo en tus hundidos ojos señal de llanto y lívida mirada. con el fulgor de acero de la ira. Se marchitaron los claveles rojos sobre tus labios ora contraídos por risa de desdén que desafía tu bárbaro pesar, ¡pobre María!. Y yo... yo estoy tranquilo: Del dolor las tremendas tempestades, roncas rugieron agitando el alma; la erupción fue terrible y poderosa... pero hoy volvió la calma que se turbó un momento, y aunque siente el volcán mugir violento el fuego adentro del, nunca se atreve su cubierta a romper de dura nieve. Continuemos, mujer, nuestro camino. ¿Dónde parar?... ¿Acaso los sabemos? ¿Lo sabemos acaso? Que el destino nos lleve como ayer: ciegos vaguemos, ya que ni un faro de esperanza vemos. Llenos de duda y de pesar marchamos,

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marchamos siempre, y a perdernos vamos ¡ay! de la muerte en el océano obscuro, ¿Hay más allá riberas?... no es seguro, quién sabe si las hay; mas si abordamos a esas riberas torvas y sombrías y siempre silenciosas, allí sabré tus quejas dolorosas, y tú también escucharás las mías.

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El ferrocarril de Morelos Ignacio Manuel Altamirano La vía ferrea de México hasta Nepantla ha sido descrita varias veces, y nuestros lectores de La República han podido deleitarse últimamente con los bellos artículos intitulados “Una cana al aire” en los cuales Guillermo Prieto ha derramado con profusión todas las galas de su pintoresco y poético pincel. De Nepantla hasta Morelos no hay población ninguna de importancia o al menos que sea digna de mención por encerrar recuerdos históricos, como Ozumba en que se cree ver todavía la simpática sombre del bueno y sabio padre Alzate y Nepantla en que, aun no queriendo, se piensa en la poética y dulce figura de sor Juana Inés de la Cruz, cuya romencesca historia y notables escritos no se conocen o no se aprecian lo bastante.

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