AL CÉSAR ENANO
Stow Kiwotto Lumen
Introducción: Pocas veces en la historia de este maltrecho conjunto de identidades al que llamamos país ha habido tantas razones para quejarse y revolverse como hoy día. Pocas, si bien, muchas en comparación con otros conjuntos similares. Este territorio que pisamos cada día es de naturaleza revoltosa. La historia nos cuenta que los orígenes de nuestro orden político y social está plagados de conatos revolucionarios, insurrecciones, sometimientos y demás sonsonetes dialécticos y pragmáticos que dieron con buenos o malos puertos. Desde antes incluso de la colonización romana, los habitantes de esta piel de toro hemos sido rebeldes hasta el absurdo, idealistas hasta la imposibilidad, pícaros con saña y mala baba. Esta publicación un es buen ejemplo de cómo la crítica pervive a pesar de las múltiples represiones, asesinatos en masa, genocidios y demás esperpentos de los que esta tierra que pensamos nuestra ha sido testigo. Un poemario que, como su autor reconoce en el prólogo a la edición original, recoge el testigo de cancioneros medievales de escarnio, burla, sorna y maldición en general. Nuestra historia está también plagada de gobernantes ridículos, paranoicos, impotentes o directamente estúpidos. Una línea sucesora que, como padecemos en la actualidad, ha llegado hasta nuestros días en forma de presidentes y representantes más preocupados por el bienestar de sus allegados que por cuidar la evolución y pervivencia de esas identidades que conforman lo que llamamos «nosotros». Hemos optado por conservar la gramática y redacción del manuscrito original, publicado en algún momento de 1975, probablemente todavía bajo el yugo del más ridículo y absurdo de nuestros gerifaltes. Queremos dedicar esta edición a sus herederos, tanto los «elegidos» –herederos de una tradición
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política en la que prima el autoritarismo y la cadena de mando– como a los impuestos –esa ilustre familia que recientemente ha cambiado de cara pero que sigue respondiendo a la precisa descripción que el autor nos brinda en el penúltimo poema–. Asimismo, también queremos dedicar la presente edición a Luis Alonso, quien encontró e hizo circular el manuscrito en un primer momento. Dicho esto, les dejamos con el verso de nuestro ilustre Stow Kiwotto Lumen no sin antes desearles que disfruten de esta obra como lo hemos hecho nosotros. Miguel Alonso.
Prólogo: Hace algunos años, aprovechando una estadía de varios meses en España, me plugo dedicar mis honras de ocio madrileño –que eran bastantes– a la tarea de coleccionar textos clandestinos poéticos, escritos contra Franco y su sistema, que, desde hace ya casi un tercio de siglo, domeña, degrada y, a veces, ensangrienta el solar de los españoles. Supuse que en un país como aquél, cuya historia literaría muestra desde su comienzo la cara torva de la imprecación y el denuestro, no podía dejar de existir –aunque oculta y anónima– una musa del oprobio y el sarcasmo, que, por tradición, generase una literatura inspirada en el animus injuriandi y en la burla resentida, adaptada a las circunstancias de la situación actual. Pensé que esta vertiente literaria tan española, que en el Arcipreste de Hita, por ejemplo, se hace jocunda cuando imita a Ovidio; o demoledora, cuando cuenta las inmoralidades del Deán de Talavera y su corte; o blasfematoria y burlesca, cuando parodia la liturgia
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de una procesión de clérigos e legos e flayres e monjas, no podia faltar en la España de Franco, tan rica en motivos y temas de esperpento, convertida como está en una finca privada propiedad de una oligarquía cerril e insaciable, de un ejército gorila de ocupación, y de una iglesia triunfalista de obispos funcionarios, con sus comitivas variopintas de carlistas, falangistas, jonsistas, opudeístas, juanistas, juancarlistas, alfereces provisionales y de más realea, todos ellos carcas comunes, con distintos collares reaccionarios. Pensé que no podía faltar una versión actualizada del «Rimado de Palacio», en la que un nuevo López de Ayala desconocido, fustigase a la sociedad de su tiempo; o una glosa del «Cancionero de burlas provocantes a risa», o de las coplas de la «Panadera», del «Provincial» y de «Mingo Revulgo», por no referirme más que a las que los eruditos citan como las de mayor renombre en sus pesados textos. Y en efecto, de buenas a primeras, al poco de comenzar la búsqueda, me topé con este rico filón de veta antigua, en el que los poetas, al modo y talante de los juglares de escarnio y maldecir medievales, desesperados de vivir sometidos a una permanente minoría de edad –que ya dura treinta y tantos años– dan rienda suelta a la iracundia hispánica y componen sus versos insultantes, irrespetuosos, desesperados, incluso escatológicos, con los que parecen querer decirnos –como una vez me lo dijo a mi, uno de estos autores anónimos– que todo se ha perdido, menos el humor negro y el odio. Esta muestra que hoy damos a la publicidad, es una pequeña selección del abundante material que he recopilado y que, en fecha no muy lejana, saldrá –Deo volente– en un libro, con notas, explicaciones y prólogo del abajo firmante: Stow Kiwotto Lumen.
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HABLA EL CESAR ENANO
Soy un terco espadón con talabarte, hijo espíreo de Marte, que vine a dominarte y a obligarte a estar, España, de mi parte. Nadie ignora que soy totalitario, un fascista sicario, ayer no más, del nazi tributario, y hoy entregado al yanqui mercenario. Cierto día, solamente en serio, le prometí un imperio al burgues español. Hoy el iberio aprende imperialismo en cautiverio. Como también lo aprende el trashumante español emigrante, que en aplastante exportación constante lancé a ganarse el pan mundo adelante. Yo soy aquél que amplió patrios lares con bases militares. Al gringo le vendí tierras y mares para instalar sus nuevos Gibraltares. Soy un guardia civil. Sigo y persigo, sin descanso investigo, encarcelo, difamo y atosigo al español, mi íntimo enemigo. Mi voz es ley que sin esfuerzo impongo. Dicto, dispongo, hago, deshago, rompo, quito y pongo, como si España fuese igual que el Congo. Un día se alzará el pueblo airado, de mis burlas cansado, y yo, sin duda, moriré colgado. No obstante, ¡que me quiten lo matado!
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ANTE UN RETRATO
Este veis aquí, Paco del Pardo, por la gracia de Dios tirano abyecto, careta de Caín pluscuanperfecto. mestizo de beato y bastardo. Sembró nuestro vergel de espino y cardo, cubrió nuestro solar de un aire infecto, trocó a un pueblo joven en provecto, vendió la patria al yanki y al bigardo. Creó la españa una (en los cohechos), grande (en los fraudes), libre (de derechos), impávido a los llantos y protestas. Verdugo nacional de sangre ahíto, su destino final está ya escrito: ha de morir con las polainas puestas.
DOS MOMIAS AMBULANTES
Hélos aquí, la Carmen y el Pacomio, camino de la barca de Caronte. Tendría yo que ser un Xenofonte para contar la hez de este binomio. Mas como no lo soy; diré encomio al padre Tiempo autor de este desmonte, de esta imagen senil, de este bifronte retablo de la momia con su momio. Diré que siento un gozo inenarrable al ver en este gráfico esperpento la estampa desguazada y miserable de la pareja vil y detestable, renqueando sin hálito ni aliento, camino del ocaso inevitable.
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INVITACIÓN AL BAILE
Evoco la canción superviviente el canto de furor que agita y clama y digo sin rodeos ni proclama al español que duerme indiferente. Si fuiste antaño un luchador valiente, despierta airado y vuelve por tu fama, alza tu voz, no temas y reclama la libertad de la que estás ausente. Niégate a ser un paria, un humillado, una cosa servil, un desahuciado, un nadie del que se hizo tabla rasa. Y pisando el estiercol y el escombro, hombre con hombre, marcha hombro con hombro gritando todos: yanqui, vete a casa.
DECIMAS A LA ESPAÑA CONFORMISTA
Madrastra de las bodas sarracenas, que aguantas el baldón y no replicas, que el aire que te hiere multiplicas, que la injuria acumulas y almacenas, que un día exclamas, vivan las cadenas, y otro día bla bla y nada dices, llanura de barbechos y perdices, rebaño fraticida y masoquista, triste burdel del dólar y el turista, osario de un millón de cicatrices. Tu clima putrefacto que repulso me heló con cinco lustros de modorra, pero librado al fin de tu mazmorra, me late una canción en cada pulso, vomito mi desdén, mi náusea expulso, respiro el aire libre y no me escondo. Ya sé que no es cuadrado lo redondo ni es de paz tu silencio encadenado. Vivo lejos de ti entusiasmado aunque me pongo triste allá en el fondo. 6
SONETO A MI ORDINARIO
Obispo carcamal, letrina opaca, cirio de pus, hisopo de sandeces, gorila solideo, meo de preces, padre Astete fecal, bula bellaca. Tendero de indulgencias y perdones, nazi talar, verdugo tonsurado, legaña teologal, sermón cagado, santero de beatas y ladrones. Hostiario vil, celeste celestino, taimado sacristán, fraile ladino, que la fe convertiste en un estanco. Palanganero de la oligarquía, vil lameculos de la tiranía, que a Cristo hipotecaste por un Franco.
EL CAUDILLO VISITA UNA CIUDAD
Franco, Franco. Ensucia el aire un rumor patibulario. Franco, Franco, el vecindario dice sin gana al desgaire. Franco, Franco, grita el Banco Mercantil Hipotecario, y en la iglesia, Franco, Franco, ladra el cura cuaternario. Oyendo aquel desgañite en que a destajo compite el carca, el bribón y el pillo, dijo un obrero a mi lado: Hoy ha venido el caudillo y hay franqueo concertado.
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AL NIETO FRANCISCO MARTÍNEZ LE HAN PUESTO FRANCISCO FRANCO
Por el alto favor de Dios, que en sus mercedes no es manco, en vez de Francisco Franco, nos encontramos con dos. El uno del otro en pos vinieron por nuestro bien, mas que Dios nos libres, amén, si es que doblanco la hazaña, salvada por uno España, la salva el otro también. Salvar es una palabra para el español macabra, pues por cada salvación de sus destinos inciertos ha pagado la nación, en sangre, un millón de muertos. Ten de España compasión, Señor, ante quien me humillo, y librala del caudillo Franco en segunda edición.
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LETANIA DEL OPUS DEI
Opus, pus, pústula postulada, pócima parásita pestilenta, pecunia purulenta, plutocracia, pacto secreto, pocilga programada. Opus, pus. Peleopolítica, peaje putrefacto, protervo plan, pulpo, plusvalía, punción punible, pábulo, parodia, pedorro palote, pipí planificado. Opus, pus. Pálido pupilo, patria palafita, pene pazcuato, papirote pedáneo, pirata, patulea, pantomima, pazpalurda, pamena, paparrucha. Opus, pus. Patada parroquial, pezuña pontificada, pícaro puto, pérfido, piara, purga, pro domo sua, también. Opus, pues. Amén.
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PAX FRANQUISTA
Espa単a, sangre y arena: treinta millones de sombras atadas a una cadena. Todas llevan en la faz un sello del mismo cu単o: Veinte y cinco a単os de paz. Paz de cuartel, paz de preso, paz de pueblo machacado, paz de palo y tente tieso. Paz de osario y cementerio, paz de tierra despoblada, paz de oprobio y cautiverio. Paz de mazmorra y censura, paz de perro amaestrado lamiendo a la dictadura. Paz de robo financiado, paz de pulmo y monopolio, paz de fusil apuntado. Paz de obispo troglodita, solideo ensangrentado, don Opus hermafrodita. Espa単a, sangre y arena: treinta millones de sombras atadas a una cadena.
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JUAN CARLOS BORBÓN Y BORBÓN
Sin duda es dos veces noble quien dos veces es Borbón, pero es también, sin opción, felón por partida doble. Según la historia comenta, un Borbón que felonea y un felón que borbonea es lo mismo a fin de cuenta. Y para que el caso encuadre en felonía ejemplar, plugo al felón comenzar por borbonear al padre. Alguna gente devota de este borboncete dijo, que aunque idiota, era buen hijo. Pero ahora es sólo idiota. Un rey, que en felón no es manco, sobre nuestra patria avanza. Sólo queda la esperanza de que borbonée a Franco.
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SONSONEQUE DE LA COCACOLA
Me basta ver la cocacola, ese vómito invasor, para morir de dolor lejos de mi tierra española. Cuando bebida tan extraña veo orinar de la botella, grito alto: ¡Mecago en ella! ¿Qué hago yo aquí lejos de España? Y si en la farra disoluta llego a beberla alguna vez, grito más alto: ¡Hija de puta! ¿Qué hago tan lejos de Jerez? Me basta ver la cocacola, ese pis norteamericano, para correr fusil en mano a salvar mi tierra española.
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1 € Maquetado e ilustrado por Javier Gutiérrez Reedición de agosto de 2014 Instigado y editado por Miguel Alonso