El lenguaje de la mirada

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EL LENGUAJE DE LA MIRADA Llegué a casa y sin pretenderlo observé cada rostro de aquellos que me saludaron y vi algo que me hizo preguntarme algunas interrogantes, era lógico, todos al mirarles a los ojos tenían una expresión diferente en los ojos y es lógico, comprendí entonces el porqué mi interés en las miradas, y así comencé hacer diversas reflexiones, dialogué conmigo mismo y comencé a plasmarlas, que cada una de ella expresaba un sentimiento y me tomé el atrevimiento de clasificarlas, porque no se ha de negar que ellas hablan. Detenerse, ir despacio, contemplar y saborear la belleza de lo que te rodea sólo es posible cuando te paras a mirar la realidad desde el alma. Podríamos decir que un contemplativo lo es porque del acto físico de ver con la retina pasa a mirar con los ojos del alma. La calidad de lo que ve crece en riqueza de matices cuando pasa por el cedazo del alma. Lo físico no agota la realidad: aquello que vemos entra en diálogo interior con nosotros mismos. Para contemplar no podemos ir aprisa. Cuando vamos en coche, en tren o en avión, la velocidad no permite que nuestro cerebro retenga tantas imágenes. Nos es imposible recrearnos con el paisaje que vemos por la ventanilla. Pero cuando caminamos vamos al ritmo de la naturaleza. Caminamos con ella y por ella sentimos emociones intensas porque vamos saboreando, cachito a cachito, la belleza que nos sale al camino. Caminar es un ritmo humano que nos permite contemplar. Caminar nos invita a dialogar con el entorno, en complicidad con la persona que nos acompaña. La naturaleza exultante nos llama porque formamos parte de ella. De ahí nuestra necesidad sicológica y espiritual de contactar con el entorno natural. Además, el hombre es un animal estético y todo aquello que le produce bienestar, emoción y alegría no le es indiferente. Buscar la belleza es algo intrínseco al ser humano y una de las manifestaciones más profundas de esta búsqueda es la mirada contemplativa. El alma florece y se ensancha en situaciones de plenitud, cuando sentimos que en lo más hondo de nuestra vida hay belleza y vale la pena detenerse a saborearla. Así podremos digerir todo lo que acontece en nuestro devenir y asimilarlo. En la vida hay que deslizarse con suavidad y paladear con gusto los manjares que te regala. Aprendamos a caminar por la vida con deleite y descubriremos, con nuestra mirada contemplativa, que detrás de cualquier pequeño detalle se esconde una explosión de belleza. Aprendamos a mirar con calma y nos daremos cuenta de infinidad de detalles que sólo descubriremos si entramos en comunicación con todo lo creado. MIRADAS La persona que quiere hacer profesión de humildad y modestia y tener un exterior formal y sereno, tiene que conseguir que sus ojos sean dulces, pacíficos y comedidos.

Dice el Sabio que a menudo se conoce por los ojos lo que uno lleva en el fondo del alma, su bondad o su mala disposición; y si bien no es enteramente seguro, sí suele ser una señal bastante corriente. Por esto, uno de los primeros cuidados que hay que tener en cuanto a lo exterior, es el de componer los ojos y regular el modo de mirar. La persona que quiere hacer profesión de humildad y modestia y tener un exterior formal y sereno, tiene que conseguir que sus ojos sean dulces, pacíficos y comedidos. Aquellos a quienes la naturaleza les ha negado esta ventaja y no gozan, por tanto, de dicho atractivo, deben esforzarse por corregir tal carencia mediante cierta compostura risueña y modesta, cuidando que sus ojos no resulten más desagradables [aún] por su negligencia. Los hay con ojos terribles, que revelan un hombre encolerizado o violento; otros los tienen excesivamente abiertos y miran con osadía: es señal de espíritus insolentes, que no respetan a nadie.


3 A veces algunos tienen ojos extraviados, que nunca se detienen y miran sin parar a un lado y a otro: es típico de espíritus ligeros. Otros, en alguna ocasión, tienen los ojos tan fijos en un objeto que parece que quieren devorarlo con la mirada; y, no obstante, sucede a menudo que tales individuos no prestan la mínima atención al objeto que tienen delante: de ordinario son personas que están pensando intensamente en algún negocio que les interesa mucho más; o bien divagan sin detener su mente en cosa concreta. Hay otros que miran al suelo fijamente, y a veces incluso alternativamente, a los lados como quien busca algo que acaba de perder: son espíritus inquietos y desconcertados, que no saben qué hacer para salir de su desazón. Estas diversas maneras de fijar los ojos y de mirar son enteramente opuestas a la cortesía y a la distinción, y no se las puede corregir sino manteniendo el cuerpo y la cabeza derechos, con los ojos modestamente bajos, y procurando conservar un exterior natural y simpático. Si es impropio llevar la vista muy elevada, también lo es, para los que viven en el mundo, llevarla muy baja: eso tiene más pinta de religioso que de seglar. Si bien los eclesiásticos y los que pretenden serlo deben dejarse ver con mirada modesta y exterior muy circunspecto, ya que conviene a los consagrados, y a los que desean entrar en este estado, acostumbrarse a la mortificación de los sentidos y mostrar por su modestia que, estando consagrados a Dios o deseando serlo, tienen el espíritu ocupado en él y en lo que le concierne. Se puede adoptar respecto a los ojos la norma de tenerlos medianamente abiertos, a la altura del cuerpo, de modo que se pueda percibir distinta y fácilmente a todas las personas con las que se está. No se debe fijar la vista sobre nadie, particularmente sobre las personas de sexo diferente o que sean superiores; y, al mirar a una persona, deberá ser de modo natural, dulce y honesto, tal que la mirada no delate ninguna pasión ni afecto desordenado. Es muy descortés mirar de través, ya que es signo de desprecio, cosa que no puede permitirse salvo, a lo más, a los amos respecto de sus criados, al reprenderles de alguna falta grave en la que hubieren caído. Produce mala impresión mover continuamente los ojos, guiñarlos una y otra vez, todo lo cual es índice de poco juicio. No es menos contrario a la urbanidad que a la misericordia, el mirar con curiosidad y ligereza todo lo que se ofrece y debe procurarse no mirar demasiado lejos y sólo delante de sí, sin volver la cabeza y los ojos de un lado a otro. Pero como el espíritu del hombre le impulsa a verlo y saberlo todo, es muy necesario velar sobre sí mismo para abstenerse de ello, dirigiendo a menudo a Dios estas palabras del Profeta Rey: Dios mío, desvía mis ojos y no permitas que se paren a mirar cosas inútiles. Es muy descortés mirar por encima del hombro, volviendo la cabeza: hacerlo es despreciar a las personas presentes. Dígase lo mismo de mirar por detrás o por encima de la espalda de otra persona que lee o tiene alguna cosa, para enterarse de lo que lee o tiene. Hay defectos, con relación a la vista, que manifiestan tanta vulgaridad o ligereza que, de ordinario, sólo los niños o los escolares pueden caer en ellos. Por chabacanos que sean, nadie extrañe el que figuren aquí, con el fin de que los niños se guarden de ellos y de que se les pueda vigilar para impedir que se entreguen a los mismos. Los hay que hacen muecas para parecer horribles, otros remedan a los bizcos o bisojos para provocar la risa. Los hay que levantan los párpados con los dedos; otros miran cerrando un ojo, como los ballesteros cuando apuntan. Todos estos modos de mirar don descorteses e indecorosos. No hay personas razonables ni niños educados, que no consideren estas muecas indignas de un hombre cuerdo. Una mirada acumula más de mil palabras, es la vocera de millones de sentimientos, es más intensa que un "te quiero", y puede llegar a doler más que un "Me alejo". La mirada es la cómplice del corazón y a veces hasta amiga de la razón. Una mirada no dice nada y al mismo tiempo lo dice todo, es capaz de desnudar el alma, hay miradas


4 tan serenas que consuelan, acarician y dan calma, otras tan fuerte que acompañan en la lucha del día a día, hay miradas que ocultan verdades y al mismo tiempo gritan sinceridades. Hay miradas insistentes, misteriosas, recurrentes, miradas capaces de derretir el corazón más fuerte. El lenguaje de la mirada es inagotable. Es tan sutil y al mismo tiempo, tan poderoso que valdría la pena analizarlo. Por ejemplo. ¿Has platicado con alguien que dice escucharte pero que centra su mirada en otro lado? Nos sentimos ignorados ¿verdad? ¿Cuántas veces lo hemos hecho cuando nuestros padres, amigos o pareja, quieren contarnos algo? Para que haya una verdadera comunicación, el encuentro visual es muy importante. Por lo general, la mirada exterioriza nuestra conciencia. Por eso, cuando queremos disimular algún sentimiento, ya sea de atracción física o de culpa, escapamos del intercambio de miradas. Sin embargo, cuando conocemos bien a la persona, basta un atisbo para establecer un coloquio silencioso. Y, si estamos enamorados, con una sola mirada, nos sentimos entrelazados. Una mirada puede llegar a decir más que mil palabras, puede ocultar sentimiento o gritarlos a los cuatro vientos, la mirada es lo más tierno que tiene el cuerpo pero también puede llegar hacer lo más indiscreto, con tan sólo una mirada puedo demostrarte lo que siento, puedo decirte que te quiero, capaz hasta que te echo de menos y ¿Por qué no?, que te tengo... Lo más hermoso de una mirada es que sin tener que hablar puede demostrar cualquier sentimiento. Además de utilizar el lenguaje verbal, los seres humanos hablamos con nuestro cuerpo: nuestra postura, el gesto, las manos… La mirada es un potente lenguaje no verbal, a veces más poderoso que el verbal, porque con el lenguaje articulado podemos mentir, engañar, manipular. El lenguaje hablado se puede convertir en retórica y estar lleno de vaguedades. Utilizar el lenguaje articulado para otro propósito que no sea decir la verdad es manipularlo y manchar el sentido genuino de la comunicación. ¡Cuánta falsedad puede haber en el lenguaje oral! Pero también ¡cuánta potencia para generar el bien! El lenguaje hablado es un instrumento ambivalente. Los sofistas son un ejemplo. Cuando paseo veo tantas miradas como personas, y es increíble cuántas cosas transmiten. El interior de los ojos es un universo que no para de comunicar. Cuánta riqueza hay en este lenguaje que no necesita palabras. Es una comunicación clara y directa al corazón. Cuánto bien haríamos si hablásemos menos y aprendiéramos a comunicarnos más desde el silencio. Hemos idolatrado la palabra y hemos olvidado que, en términos evolutivos, el lenguaje articulado y conceptual es muy reciente. Nuestros antepasados siempre se comunicaron con lenguaje no verbal. Es verdad que el lenguaje articulado marca un cambio cualitativo en la evolución del ser humano. Pero hoy el lenguaje ha caído en una terrible frivolidad y los mensajes se banalizan. Decimos que los ojos son la ventana del alma. Podríamos decir también que la mirada expresa el lenguaje del alma, aquel que es transparente y puro. Es lo más genuino de nuestro ser. La mirada revela lo más sagrado que hay dentro de uno mismo, porque es comunicación sincera e inagotable. La mirada está vinculada a nuestra existencia y al mismo ser. Ocupa un papel muy importante en las relaciones humanas. Cuando miramos no sólo estamos viendo: también estamos comunicando. ¿Quién no se estremece ante la mirada triste de un niño? ¿O ante la mirada de abandono de un anciano, la mirada perdida de un indigente o la mirada de pena de una viuda que ha perdido a su esposo? Hay miradas de angustia, de desespero, de cansancio, de derrota, de rabia y enfado. Otras miradas expresan estados de alegría, gozo, plenitud, bienestar, calma y serenidad. Unos ojos chispeantes pueden destilar expectación, aventura y complicidad. La mirada es muy potente y no engaña: expresa las emociones, que son lo más difícil de contener. Por eso el lenguaje de la mirada llega hasta lo más profundo del alma. Muchas mañanas me gusta madrugar y caminar hacia el paseo marítimo. El aire es fresco, el día está a punto de nacer y el azul eléctrico del cielo va dando paso a otro azul, pálido y pastel. El sol todavía no ha salido. Poca gente camina por la calle: algunos que han acabado el turno de noche y ansían llegar a su hogar. Observo sus rostros cansados después de bregar toda la noche: enfermeras, médicos, personal del hospital que se recoge cuando el día está a punto de estallar.


5 Me dirijo hacia la playa y me detengo ante el mar. Está tranquilo, sus aguas parecen un espejo a punto de ser acariciado por el sol naciente. Todo es silencio, calma, sosiego. El aire está limpio y no se oye nada. Camino hasta la orilla, me descalzo y dejo que las olas acaricien mis pies. El frescor me penetra hasta la médula. Una pátina de luz y colores intensos sirve de preámbulo a la salida del gran astro. Y, de pronto, el sol empieza a despuntar. Como una perla dorada, emerge con suavidad sobre las aguas. Todo mi ser se estremece ante el cielo iluminando el mar. Los rayos de sol sobre las olas dibujan un camino de luz hasta la playa. Su claridad me envuelve en el misterio de un nuevo día que se inicia. Poco a poco el sol va coronando el mar y queda suspendido en el azul del cielo. Su luz lo baña todo, la oscuridad de la noche se ha desvanecido y ha dado paso a la mañana. Y allí estoy yo, solo, sintiéndome diminuto ante la inmensidad del mar y la grandeza del sol. Pero siento que la vida corre por mis venas. El sol, el aire, el agua, desbordan mi pequeño granito de ser, capaz de sentir la belleza de un nuevo regalo. Otro día, quizás como el de ayer. Pero para quien ama la vida no hay dos días iguales, porque cada uno se vive como un don lleno de sorpresas inagotables. Vuelvo la mirada hacia la ciudad y sus bloques y veo una marea de gente que corre en direcciones diferentes, a paso apresurado, como si el tiempo se le escapara de las manos. Nadie mira hacia el mar, nadie ve el sol naciente. Me quedo sobrecogido. ¿Cómo es posible que pasen de largo ante este sublime momento del día? Todo es nuevo. El sol también cae sobre sus rostros y luce para ellos. El viento susurra a sus oídos, pero nadie escucha. ¿A dónde se fue el placer de los sentidos? Sus poros están cerrados y no escuchan la melodía del cielo. Todos corren, todos se dirigen a su trabajo y nadie ve el hermoso espectáculo que el Creador ofrece cada mañana. Nadie contempla ese cuadro vivo desplegando su belleza sin igual. Abrumado, mi corazón se encoge. No se puede vivir ignorando la belleza que nos envuelve. La prisa nos mutila los sentidos y nos aleja de la realidad y también de la trascendencia, que es lo que da sentido a la vida, a los demás, a lo que hacemos. Sin belleza no se puede vivir. Sin ella el alma se esteriliza y el corazón se empequeñece. Los ojos dejan de ver, los oídos no oyen, las fragancias se escapan, la piel se vuelve de mármol y la lengua deja de saborear la vida.

Aniquilar los sentidos es ahogar poco a poco el sentido de la vida. La gente va tan aprisa que todo lo hace corriendo: caminar, comer, dormir y, posiblemente, hasta acariciarse. La prisa todo lo aborta y, como siempre se va apurado, intentando hacer más y más, siempre se acaba llegando tarde. Es necesario ir despacio. Aunque no lo parezca, nuestro biorritmo es mucho más lento. Todo necesita su tiempo y su frecuencia. Lo frenético es antinatural. Pero nuestra cultura, con sus exigencias sociales, nos mete en el ADN el patrón de la prisa. Como una gacela ante un leopardo corremos por supervivencia, pero nuestro estado natural no es este. Cuando nos sentimos amenazados nuestro cerebro da la orden de producir cortisona, la hormona que nos prepara para huir o atacar ante un peligro. Y el estrés continuo acaba provocando una adicción mental que nos aleja de nuestro propio yo. La prisa nos aísla de nuestra identidad. ¿De quién o de qué tenemos miedo, que necesitamos huir? Quizás nuestro gran miedo sea afrontar la realidad de nuestra existencia, con todas sus cargas, tal como es… Lo cierto es que al amanecer, ante el mar, allí me encuentro, solo en medio de la riada de gente que va y viene sin percibir lo que estoy contemplando. En ese momento de profunda soledad siento una mano amorosa que mece mi existencia y que me guía hacia la gran luz. Miro el camino luminoso sobre las aguas e imagino esa riada de personas sin rumbo que se despeñan por un barranco porque tienen sus sentidos cerrados a la vida. Ya pueden trabajar y ganar dinero, y cubrir todas sus necesidades materiales, emocionales y hasta sicológicas. Si no abren sus sentidos acabarán enfermando, porque nadie puede dejar de respirar la vida, la belleza, la espiritualidad. Quien se cierra acaba convirtiéndose en un cadáver andante, en una sombra a quien le molesta la luz y se esconde en las oscuras grietas del alma para vivir sin vida, sin pasión, a modo de piloto automático, lanzado hacia el abismo. Tengo un poco de frío y me acerco a la cafetería del Hospital del Mar para tomar una infusión. Sentado en una mesita, vuelvo a perder la mirada hacia el mar. El sol ya entra con todas sus fuerzas por los


6 cristales de la cafetería y se posa en mi mesa. Cojo entre mis manos frías la taza que casi quema y, mientras siendo el calor en los dedos, pienso en la fragilidad del ser humano, llamado a algo grande, que se obstina en no crecer por miedo a descubrir el auténtico valor de su vida. Quizás a algunos la vida los quema por dentro y prefieren vivir anestesiados. Yo les diría: ¡No tengáis miedo! Meteos en las aguas de vuestra existencia y descubriréis un misterioso rayo de luz iluminando vuestra vida y dándole sentido. Parad, respirad, agradeced. Id despacio. Deslizaos por la vida con suavidad. Descubriréis la belleza que hay en vuestro corazón, encontraréis perlas de insospechado valor escondidas en vosotros. Mirad cuando podáis el mar. Contemplad el amanecer y veréis qué emocionante es ver empezar el día. La luz de Dios ha entrado por vuestra alma dándoos un nuevo sentido. Probadlo y os enamoraréis. Vale la pena sentirse amado, acariciado, bañado por él. Abrid vuestros sentidos a la belleza y viviréis. Nuestra cultura valora y sobrevalora a aquellos personajes que han marcado la historia por sus grandes gestas. Julio César, Carlomagno, Napoleón… Después de grandes batallas ganadas al enemigo, los generales romanos desfilaban con sus caballos, erguidos y triunfantes, pasando bajo los arcos de triunfo coronados con laureles, mientras el pueblo los vitoreaba. La cultura occidental, arraigada en Grecia y Roma, ha tendido a endiosar a monarcas, militares, cónsules y héroes de guerra. Lo que hacían era lo más importante y definía su ser. Y lo importante era el triunfo a cualquier precio. Se podría decir que este patrón cultural e histórico lo ha heredado nuestra sociedad. Hemos asimilado los mitos de personajes de carne y hueso convirtiéndolos en leyenda que ha traspasado la rigurosidad histórica. Es como si necesitáramos elevar los hombres a la categoría de dioses, a modo de prototipos extraordinarios para imitar. En ellos proyectamos lo que no somos y nos gustaría llegar a ser, quizás para esconder nuestra mediocridad. En el mundo del cine se sigue exaltando la imagen del héroe solitario que resuelve muchos problemas, a veces sin ayuda de nadie. Las series de televisión también elaboran personajes con el mismo perfil psicológico. Solos, con sus propios méritos y talentos, resuelven casos muy complejos. Quise interpretar la relación del medio con el ser humano y la sociedad postmoderna nos propone estos modelos: personajes que son los primeros en todo, que saben de todo y que sobresalen entre todos. La educación también se vale de estos moldes pedagógicos para que los jóvenes emulen a sus héroes. La carrera por el primer puesto, por ser el mejor, está en nuestros patrones culturales, educativos, sociales y familiares. Si no triunfas en la vida y no tienes un nombre o una marca no eres nadie. Nos pasamos la vida corriendo, estudiando, esforzándonos por conseguir títulos y reconocimientos. Si no lo conseguimos, nos frustramos porque nos sentimos insignificantes. Y así pasamos los años luchando por ser alguien que no somos, generando contradicciones porque estamos renunciando a nuestra propia identidad. Queremos ser obsequiosos con nuestros padres, con nuestros profesores, con nuestro jefe en el trabajo, con la sociedad… Lo damos todo hasta extenuarnos y mientras tanto nuestra psique y nuestro cuerpo se van debilitando porque no estamos desarrollando nuestra auténtica esencia. Pero, además, nos gusta presumir de nuestros logros. Queremos pasar por nuestros particulares arcos de triunfo y que la gente nos aplauda, aunque el precio a pagar sea consumirnos por dentro y, en el fondo, vivir una terrible bipolaridad existencial. La sociedad nos educa para salir a la galería y acumular títulos y recomendaciones. Los padres, la escuela, el cine y los medios nos inculcan una cultura del esfuerzo para culminar nuestras metas. Y esto en sí no es negativo pero… ¿De qué metas hablamos? ¿Son tus metas o son las de otros?

Da pánico emprender la primera gesta de tu vida: introducirte en el interior de tu yo más profundo y reconocer con vértigo que te has desviado. Has errado el camino y has creado un personaje que no eres tú mismo y que va acumulando fracasos. La presión del entorno te ha hecho ser lo que no eres. Ser consciente de esto es dar el primer paso de un largo camino de retorno. Un trayecto no exento de dudas, con dolor, angustia y, a veces, con una terrible sensación de soledad. Las influencias de los demás han redirigido tu vida hacia un abismo del que quieres salir, y cuesta avanzar a contracorriente. Hoy los sicólogos hablan de la crisis de los 50 años. Cuántas personas sienten que han levantado todo un imperio con lágrimas y sudores para encontrarse con un inmenso vacío interior y una sensación de desorientación muy amarga. Se encuentran perdidas en el laberinto de su vida y entran en una profunda crisis.


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¿Qué hago? ¿Dónde estoy? Lo más terrible es pensar que todo lo que has hecho no ha valido la pena. Una corriente de tristeza te paraliza el alma. Llegar a ser alguien y cosechar unos aplausos se ha cobrado un precio muy alto. La auto exigencia te ha llevado al agotamiento sin que le importe nada a nadie. Y todo endulzado con esa máxima: “has de sacar lo mejor de ti”, cueste lo que cueste, aunque sea a costa de la ruptura de tu propia identidad. Toda una vida trabajando, consiguiendo muchas cosas, para terminar perdido y sin rumbo.

Urge un cambio de paradigma cultural y educativo, lejos de todo tipo de ideología que convierta al ser humano en un personaje ficticio, depurando valores y cuestionando aquel superhombre nietzscheano que se nos ha inoculado en la sangre. No podemos arrancar al hombre de su identidad más intrínseca. No somos dioses, somos de carne y hueso y necesitamos valorar los pequeños detalles de cada día. Hemos de lograr que lo ordinario se convierta en extraordinario y que lo pequeño sea valorado. Podemos extraer grandes experiencias de lo limitado. Que la sencillez y la humildad sean nuestras maestras interiores. De pretender ser algo hemos de pasar a ser una persona normal y feliz con su realidad, que abraza las pequeñas cosas de cada día. ¿Y la perfección? Lo imperfecto también tiene su belleza. ¿Acaso un anciano no es bello? ¿No es bella la amapola que solo dura un día de primavera y que es tan frágil que un suave viento puede marchitarla? El sentido de la vida está en hacer de lo pequeño una auténtica hazaña.

Nuestra cultura y cierto enfoque de la religión nos han enseñado que tenemos que dar mucho para ser alguien. Dar y dar. Cuando uno cree que solo tiene que dar se está construyendo un gigante con pies de barro. Dar hasta quedar sin aliento puede ser un acto de orgullo, pues soy yo el constructor de mí mismo y de los demás. Es tan importante recibir como dar. La naturaleza del ser humano no está hecha solo para dar. Nuestras propias limitaciones y enfermedades nos hacen ver que necesitamos recibir de los demás. Tras el mucho dar puede esconderse un afán de control, una autosuficiencia, un deseo de autorrealización e incluso de vanagloria. El que sabe recibir aprende a reconocer su indigencia. Sabe que no es un dios. El binomio dar-recibir forma parte de una misma realidad. Solo se puede vivir la donación como un don si reconoces que recibir es también un don no menos importante. Hoy la gran gesta no es hasta dónde lleno mi agenda, sino quitar cosas superfluas de la misma. Si siempre estoy dando nunca podré recibir y si no aprendo a recibir, no aprenderé a medir mi entrega. Medir las propias fuerzas ante los límites es aprender la medida de la vida. No es narcisismo. Tener la humildad de recibir es un acto de coraje y de libertad que forma parte de nuestra dimensión humana. Los niños saben recibir, especialmente cuando son pequeños y necesitan el cuidado y la atención de sus padres. Ellos nos enseñan. Dejar de ser niño en nuestro corazón es llegar fragmentado a nuestra vejez, cuando nos damos cuenta de que volvemos a necesitar de los demás. Hacer menos y tener tiempo para buscarse a sí mismo: esta es la gran aventura del hombre. Y aprender del susurro del silencio para descubrir que recibir forma parte de esta misma hazaña. Lejos de ser un acto de egoísmo, es un acto de profunda humildad. Sobre el sufrimiento se han vertido muchas tintas y se han impartido muchas reflexiones y conferencias. Aunque el hombre está concebido para la felicidad, continuamente se topa con una realidad que también le es intrínseca, no porque quiera, sino porque se encuentra con sus propias contradicciones. La filosofía, la psicología y la ética son disciplinas que han profundizado mucho sobre esta realidad humana. El dolor no deja a nadie indiferente, sobre todo cuando se sufre en el propio cuerpo. Pero quisiera, también, lanzar otro enfoque sobre el sufrimiento: cuando la realidad del dolor sobrepasa lo físico y alcanza el nivel emocional y espiritual.


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Cuando estamos sufriendo la agresión biológica que supone una operación quirúrgica, especialmente si es por un motivo grave, toda nuestra persona se rasga, física, sicológica y emocionalmente. El sentimiento de indefensión genera inseguridad y un miedo terrible a lo que pueda ocurrir, pues no hay cirugía exenta de riesgos. Cuando la vida está en juego y se percibe frialdad en el entorno hospitalario el sistema inmune baja sus defensas. Este dolor, por muy físico que sea, es profundo y llega hasta el alma. Después de la intervención, las molestias postoperatorias causan sufrimiento a los pacientes. La agresión física deja sus huellas en el cuerpo y se necesita tiempo para ir asumiendo las secuelas, poco a poco. Estar entubado, no poder cambiar de posición en la cama, la alimentación intravenosa, la limitación de movimientos, las agujas, las dificultades a la hora de orinar o hacer las necesidades fisiológicas… Vivir esto en tu propia persona te hace sentirte expuesto y muy frágil. La pérdida de un ser querido provoca un dolor no menos intenso, porque se rompe un vínculo vital que va más allá de lo físico. A veces la pérdida es tan dolorosa que el cuerpo la somatiza como una terrible agresión. Los neurotransmisores del cerebro se activan como lo harían ante un golpe físico y se segrega cortisol, la hormona del miedo y la alarma. Esto puede llegar a producir enfermedades graves, que merman seriamente la vida del que sufre. También una ruptura emocional es dolorosa. Se rompe un vínculo en vivo, generando un profundo desasosiego en el corazón. Este es un órgano expuesto a mucho sufrimiento. Cuando los vínculos se agrietan literalmente el corazón se puede romper o partir. Estos días he hablado con varias personas que pasan por situaciones de ruptura matrimonial y verdaderamente he percibido en sus ojos una profunda tristeza. Su tono vital es bajo, sollozan con frecuencia y llegan a dudar de sus valores y a perder el sentido de la vida. Una riada de gente se enfrenta a la vida con el corazón roto, intentando canalizar sus emociones con un sentimiento de indigencia terrible. La tormenta interior puede llegar a enloquecer y, si no se actúa a tiempo, puede causar graves secuelas sicológicas y somáticas o convertirse en un volcán incontrolado. Otro sufrimiento es el causado por una injusticia laboral, profesional o por una situación de estrechez económica. Todas estas formas de dolor tienen que ver, y mucho, con el propósito de la vida. El sufrimiento nos envía la señal de que algo hemos de cambiar: en nuestros hábitos, nuestras creencias y emociones. Cuando encaramos el sufrimiento podemos convertirlo en un aprendizaje para crecer más como personas, haciéndonos salir de nuestra mediocridad y afrontando nuestra realidad. El dolor puede ayudarnos a replantear, sin miedo, dónde estamos, qué hacemos y a dónde queremos llegar. Es verdad que a menudo nos da pánico ahondar en nuestra realidad existencial, porque nos da vértigo darnos cuenta de que quizás estamos viviendo una mentira, de que la vida que llevamos puede ser falsa y nos dejamos arrastrar por temor a saber quiénes somos. Para replantearlo todo y cambiar de raíz nuestra vida hemos de emprender una lucha con nuestros propios fantasmas. El miedo se apodera de nosotros y preferimos vivir anestesiados para no sentir el dolor de parto de nuestra renovación interior. Así nos arrastramos hacia un abismo que nos aleja más de la realidad, de la verdad, de la autenticidad de nuestro ser humano. El dolor del alma no es menos profundo que el físico. Morir a la mentira, a las apariencias, cuesta sangre porque nuestras creencias se convierten en adicciones tan profundas que las hemos impreso en nuestro ADN. Tenemos tan adentro estas actitudes que necesitamos dar un giro interior de gran calado. Primero hemos de reconocer que necesitamos enfrentarnos a la verdad. Después hay que cortar esas adherencias emocionales que nos impiden ser nosotros mismos. Finalmente, necesitamos ser humildes y pedir ayuda, porque quizás solos no podremos salir. A veces el dolor es tan fuerte que huimos hacia adelante para evitar el encuentro con nosotros mismos. ¡Cuántos zombis existenciales deambulan a nuestro alrededor, viviendo como personajes ficticios y jugando a ser lo que no son! El sufrimiento físico, moral y sicológico a veces es necesario para dar un gran salto hacia la libertad, hacia nuestro yo más profundo. Cuánta gente va perdida sin rumbo, sin norte. El sufrimiento es una


9 situación límite que nos da la oportunidad de empezar de nuevo. Algunos sicólogos hablan de la necesidad de pasar por el dolor para madurar, crecer, saltar y volver a empezar. Entonces es cuando hay que replantearlo todo: desde lo que comemos, lo que sentimos, lo que hacemos, nuestros hábitos cotidianos… incluso el mismo propósito vital. Lanzarse desde la cima del propio orgullo da vértigo, pero ¡nos sorprendería saber lo que somos capaces de hacer! La grandeza del ser humano es que tiene una capacidad milagrosa para rehacerse y convertirse en un auténtico héroe de su historia. Tocar fondo a veces es la única manera de trascender. Es la gran oportunidad para abrazar nuestra fragilidad existencial y transformarla en fortaleza. El misterio del dolor se hace necesario para entenderse a uno mismo y entender la condición humana. A lo largo de estos días he podido ver cuánta gente buena la quiere: amigos, familiares, médicos y terapeutas, todos se desvivían por ella. Me he dado cuenta de que su entrega generosa y amable se ha convertido, en esos quince días, en una catarata de respuestas. Dejarse cuidar, con dulzura, ha sido un reto que la ha hecho crecer espiritualmente. Aún débil y sin fuerzas, después de una complicada operación, sintiendo tan de cerca su propia vulnerabilidad, ha sabido solidarizarse con el sufrimiento de los demás. Ha sido una experiencia que la ha acercado más al misterio del dolor humano. Con el cuerpo lleno de tubos, alimentación intravenosa y sondas que le causaban algunas molestias, con el sueño interrumpido cada noche por el protocolo sanitario de control, con sus dolores e incomodidades, ahora puede entender y sentir en su piel el sufrimiento de muchas personas que pasan largo tiempo en el hospital, en un duro proceso postoperatorio. La vida le ha dado un duro revés. Ha rozado, con sus vísceras, el límite del abismo. Pero a la vez esa dolorosa experiencia la ha curtido. Verse cara a cara con su propio límite la ha hecho trascender y ampliar su visión de la realidad. Este profundo baño de realismo y el dejarse cuidar han supuesto un cambio de paradigma. Ella, que ha cuidado de tanta gente y siempre ha estado pendiente, detrás de todo, hoy ha aprendido a dejarse cuidar por todos. ¡Qué gran lección para ella! Un fuerte pilar se convierte en una columna frágil que necesita de la ayuda de los demás. Aprender a «ser ocasión para que los otros te cuiden» es dar a los demás la oportunidad de que aprendan a cuidar. Topar con este límite es acercarte más al corazón humano. No sólo se crece dando y cuidando, sino recibiendo y dejándose cuidar. Porque sólo así podemos entender el misterio del ser humano en su indigencia espiritual. Vivir esta experiencia es tocar con los dedos del alma el barro con el que estamos hechos y aceptar nuestra finitud. Aprender a ir despacio, hacer menos, dejar que otros te ayuden, abrazar el paso lento de las horas en el hospital, el ronquido del vecino enfermo, sus cambios de humor, su dolor o sus gritos… Con todo esto uno va doctorándose en humanidad, no por la vía intelectual, sino por la vía del corazón. Sentir el dolor ajeno es acercarse, también, a su corazón y latir con el suyo.

¡Cuánto aprendizaje! A veces necesitamos pasar unos días en el hospital para darnos cuenta de que vamos tan apresurados que no somos capaces de ver lo que es esencial en la vida. Cuando tenemos que parar, a veces de manera brusca, es cuando nuestros esquemas comienzan a cambiar y aprendemos a priorizar lo más importante. Saboreamos el tiempo más despacio, acariciamos lo que hacemos; las relaciones entran en otra dimensión. Los patrones mentales se alteran y construimos una nueva escala de valores. Empezamos a enfocarnos en lo que somos, específicamente, en nuestra vocación, en el propósito de nuestra vida. Y vemos que ya no importa solo el trabajo, la eficacia o el tiempo, sino la búsqueda del yo interior, como diría San Agustín. Nuestro propósito vital necesita alinearse con ese yo que somos. Dios, el silencio, la contemplación, la suavidad, los demás… El sano ejercicio, respirar, la calma serena, un nuevo tiempo orientado a descubrir la riqueza interior. ¡Cuánto se aprende en un hospital! Sentirse enfermo con otros enfermos, expuesto en la propia vulnerabilidad, nos enseña a abrazar de manera solidaria el dolor de la humanidad. La gran lección es cuidar y dejarse cuidar: un gran reto para todos aquellos que quieren aprender a tener un corazón lleno de misericordia. Solo cayendo uno aprende con humildad a solidarizarse con todos los caídos. Cada vez que iba al hospital y cruzaba el pasillo de la cuarta planta, miraba a ambos lados y observaba, por las puertas abiertas, a los diferentes pacientes en sus habitaciones. Enfermos y familias tejían unas nuevas relaciones, desde el cuidado y el mimo. Cuánto esfuerzo, sacrificio, tiempo, ternura


10 y horas pasadas juntos. Era hermoso ver cómo, pese al cansancio de los familiares, allí estaban, tomando de la mano a sus enfermos. La debilidad y el sufrimiento nos hacen ser más compasivos, dulces, cariñosos. La grandeza del hombre es que, a pesar de los horrores que comete, es capaz también de la mejor hazaña. Cuando una línea muy delgada puede separarnos para siempre, la persona saca lo mejor de sí y muestra una enorme capacidad de amor incondicional, tan grande que rebasa sus propios límites. Cada habitación del hospital albergaba una historia de amor.

Un hogar con un enfermo percibe la grandeza de la familia: el espacio vital donde se aprende a ser persona, a cuidar y a cuidarse. Esta actitud emerge del compromiso del amor auténtico. El que ama cuida, y el que cuida tiene que dejarse cuidar para poder atender bien al otro. En el hospital he tenido la ocasión de ver corazones que laten al unísono. Un enfermo hace el milagro de estrechar los vínculos familiares y nos ayuda a interiorizar que somos de barro y mortales, pero con un corazón capaz de trascender y dar lo mejor de sí. Esto es lo que he visto visitando a mi colaboradora. Riadas de gentes venían a verla; cada visita era un amanecer en su horizonte, añadiendo salud y energía a la paciente. Hoy me dice que alguna vez pasea junto a la playa y mira hacia el Hospital del Mar, dando gracias por tantos amaneceres como pudo disfrutar desde el mirador de la cuarta planta. Para ella, vivir esta experiencia ha sido un renacer. Quizás atravesar el abismo, por muy duro que haya sido, ha sido la gran oportunidad para enseñarla a digerir mejor la vida y descubrir el valor de dejarse cuidar y querer por los demás. Es una asignatura que hemos de aprender todos aquellos cuya vocación es cuidar a otros. Un teólogo amigo, citando a Juan XXIII, decía que era tan importante amar como dejarse amar. Recientemente también lo afirmaba el Papa Francisco. Un reto muy importante, si queremos humanizar la Iglesia, es aprender a cuidar. Cuidar es una característica esencial del amar. Cuando aprendes a abrazar el dolor lo conviertes en fuente de sabiduría. Tus propios límites y una habitación de tan solo 3 metros cuadrados se convierten en una cátedra de humanidad, una pequeña universidad del corazón. Mil letras fluirán en tu mente, como un campo cubierto de un verde césped, que te embellece la vista, pensando lo asombroso que es. Soy un alma vagabunda, que intenta comprender el verdadero sentido de este "existir", porque hay tanto sufrimiento... Puede que mi manera de expresarme no la entendáis, pero dejo fluir mi mente, y al mismo tiempo deslizarse mis dedos por estas teclas, que sin mirarlas las letras, las palabra salen solas... hay un verdadero sentimiento?... existe la palabra "amor", "odio"... y lo más importante, existe una expresión muy necesitada "amistad"?... o tan solo, son palabras inexistentes, creadas por un ser humano, que intentó que existiesen algún día, porque, si lo pensamos realmente, existe alguien que no tenga un pequeño error?... y por ello no le juzguen?, pero después, cuando nosotros caemos en la tentación de ese pequeño agujero infinito del error, queremos ser perdonados, queremos que nadie nos tome en cuenta ese pequeño fallo, pero para ello, no deberíamos también nosotros perdonad a quien nos hiciese daño?, porque también podría decirse que fue un pequeño desliz... Hoy, comprendí, que en la vida, para ser feliz, para alcanzar esa meta deseada por todos los seres existentes en la faz de la tierra, tenemos lo primero, que conocernos a nosotros mismos, y querernos, querernos como nadie nos querrá jamás, porque es así, la realidad, es que nadie te querrá como te puedes querer tu, aunque lo desees y lo supliques, y lo ruegues, jamás encontraras a alguien, que cumpla todos tus deseos, tus requisitos... por eso, quiérete, y después, solo después, piensa en que alguien te podrá querer. La belleza de la vida, es el aprender, no el encontrar ese marido, o ese novio buscado, ese "amor" intenso, que siempre está ahí acechándote, la verdadera "belleza" es el crecimiento espiritual de uno mismo, y alcanzar tus máximos límites, conseguir tus deseos tan profundos, y nunca, a pesar de los pesares, rendirte en este juego, que terminará cuando menos te lo esperes... y sin más palabras que expresar, os dejo con este largo, e incomprensible para algunos... "pensamiento".


11 Antes de empezar con mis explicaciones, este análisis lleva un pequeño tiempo para aceptarlo. Nosotros podemos aceptar una idea, pero será difícil aplicarla. Cabe destacar que intentare centralizarme en Nietzsche, (para mí) un gran filosofo alemán del siglo XIX que escribió grandes obras relacionadas con la metafísica. Entre uno de sus aforismos (así él lo llamaba a sus pensamientos) el que tratare será del amor en la sociedad. Él decía "La mayor parte de las filosofías han sido inventadas para acomodar nuestros sentimientos a las circunstancias adversas, pero tanto las circunstancias adversas como nuestros pensamientos son efímeros", y nosotros estamos frente a una filosofía, el actual pensamiento de las personas, que yo considero errónea. Ayúdeme a corregir el problema, y este problema puede ser el mío o el suyo. Puede este análisis ayudar un poco a los pensamientos de Friedrich, pero tampoco es mi fin, mi fin es encontrar o saber que es el amor y cómo podemos aplicarlo en nuestra sociedad. Le recomiendo que no tome conclusiones de lo que hará en su vida amorosa hasta que termine de leer todo el texto, porque vera al final que llegaremos a una conclusión magnifica y digna de aplicarse. No me dirijo a nadie personalmente, si alguien se siente ofendido no lo haré, tal vez suene en este texto que insulto a alguien pero no lo hago, solo aconsejo que hacer. Se ha dicho que el amor es la inclinación del alma hacia un objeto o persona. No podríamos hablar del alma si no se sabe con certeza que el alma existe, así que tendremos que asemejar el alma con algo que si sabemos con certeza. Científicamente, la mente se ubica en nuestro cerebro, así que si tenemos una afirmación exacta sería bueno analizar la mente y como el amor influye en ella. Nuestra mente está dividida en varias partes psicológicas: el razonamiento, nuestra personalidad, la memoria y los sentimientos. Digamos que con el razonamiento podemos realizar operaciones matemáticas (y mucho más) y la memoria guarda siempre los números (y mucho más). Nuestra personalidad define los gustos que tenemos y a su vez los sentimientos que tomamos frente a determinados gustos. Cada gusto que se guarda en nuestra memoria y es procesado por nuestra personalidad despierta un sentimiento. Todo esto está fijado gracias a la estructura de nuestro cerebro y con el paso del tiempo va cambiando. Nosotros no podemos elegir una razón lógica por la cual nos gustan las cosas. No podemos decir porque nos gusta bailar, mirar una película, leer, etc. Nosotros cuando vemos a una mujer y decimos "ella me gusta" no tenemos ni la más pálida idea de porque me gusta, pero cuando se tratan de afirmaciones del porque "me gusta" lo único que podemos decir es "la estructura de mi cerebro reacciona frente a situaciones de una determinada manera". Nietzsche afirma que lo que recibimos son señales que son interpretadas por nuestro cerebro. La combinación de dichas señales producen un sentimiento o una reacción en nuestro razonamiento o en la personalidad, y eso hay que sale el amor. Basándonos en todo análisis es cierto, cuando estamos frente a una determinada situación podemos separar los elementos que la componen. Por ejemplo si vemos una película y decimos que nos encanto, será por la actuación, la dirección, producción, efectos visuales y sonoros, la historia, el guion, es decir que si nos gusta todo ello entonces podríamos decir que "yo amo a esa película" o "me encanta esa película". Preferimos decir amor a ideas o personas, en algunos casos "amo a mi guitarra", "amo a mi computadora", etc. Por lo general se dice en ideas a "amo a la ciencia", "por amor al arte", "por amor a la vida". Entonces el amor sucede cuando un determinado objeto es presenciado, y proseado, por nuestra personalidad y son separadas sus propiedades. Cada propiedad despierta un sentimiento y la combinación de dichos sentimientos producen al amor. Se puede decir que la combinación de las propiedades, que forman al objeto, es lo que despierta al amor. .Una de las concepciones que quiero citar sobre el amor es la descubierta por Friedrich Nietzsche. El creía que el amor se llegaba cuando se intenta abarcar el bien con su totalidad hacia algo y no se consigue, "un desbordamiento hacia algo ilimitado" decía el filósofo alemán. Entonces de esas propiedades que hablamos, las del objeto que nos atrae, no podemos, por más que hagamos el esfuerzo, tratar de abarcar nuestro bien en su totalidad. Además, Nietzsche dice que cuando amamos juntamos todas las mejores propiedades de las cosas más maravillosas y perfectas que consideramos en el mundo, y como estas son similares con el objeto es considerado como esa cosa maravillosa, ese algo perfecto.


12 Estas afirmaciones llegan a la conclusión de que los sentimientos nos engañan, y siempre lo han hecho y voy a demostrárselos más adelante. Y demostrare también que gracias al razonamiento se ha llegado a los progresos científicos y por ello también el hombre ha progresado. Y progresaremos en una filosofía de amor real, un amor perfecto.

Casi todo Mis días y noches, transcurren tranquilamente, no ansío nada, porque todo o casi todo lo tengo, me falta sólo una cosa, eso sólo puede dármelo la vida; pero hoy es tan compleja y un gran teatro, que le temo no voy a negarlo, a veces te encuentras, aquellos que se creen astutos, sólo hacen el ridículo, pues te hacen que en tu rostro, aparezca una sonrisa, y al concluir sus palabras, de manera sencilla, le hecho esta pregunta, ¿eres fiel contigo misma? Se fue. Vago por las calles desiertas de mi ciudad, llego frente al mar y me detengo, pienso en ti que te estás haciendo recuerdo, no tuve valor, sentí miedo, lo sé fui ligero, inexperto, no merezco tu perdón, busco el apoyo, lo bueno, hay tantos matices en la vida que quiero verlos, para no pensar que se fue y hoy tengo miedo. Te recuerdo. El tiempo pasa por la naturaleza real que le está requiriendo, hace que las cosas efímeras pasen de un modo tan extraño, como una vez existió entre nosotros, de esa forma nos afanamos para llegar a olvidarlo todo, vale lo que en verdad puede subsistir a los malos tiempos, hacer enfrentamientos a realidades como solo tú sabes hacerlo, tendré mi corazón lleno de palabras, para hacerte la declaración que te recuerdo.


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Una historia de amor. Vale tanto poder decir de esas cosas que no encuentra, la palabra merecida donde cada cosa se transfigura, para optar por una manera diferente; pero que sea cierta, y donde el amor entregue su identidad a toda plenitud, juntos podremos realizar el más premiado sueño, que tenga su historia propia entre nosotros, y al amarnos ante el umbral de cualquier puerta, hacer una historia de amor como la que nos precedieron.

Es algo de amor. Callado permanezco en la tarea diaria, de hacer valer lo que siento, para concederte la primacía por encima de todas las cosas , hacer ver que no importa donde podamos encontrarla, y mucho menos desearla. No siempre el amor va acompañado de cosas fantasiosas, hay que tropezar con ciertas verdades que no por hacerlo, pierde el valor que le hemos dado, así sucede con cada acto de la vida, porque es algo de amor tener esos matices.

Hay momentos de amor. Como puedes pensar que oculto todo lo que siento, si a beses no digo palabra alguna, es porque quiero hacer perdurable el tiempo, y sentir que cobra fuerza sólo al pensar en el silencio, No somos avisados ni queremos serlo, para hacer grato en cada momento lo que nos impone la vida, y hacer realidades llenas de locuras, como hay momentos de amor que no se olvidan.


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Ay corazón. En nuestra conciencia se ven florecer y marchitar las ideas, y no por eso dejamos de sentir por el contrario, encontramos la respuesta de cada acción, a la que nos entrega la vida, Estamos sintiendo el despliegue de la hostilidad, que por momentos nos envuelve, hacemos realidades sin límites que hay fuerzas para amarnos, cuando por entero ponemos el corazón. Te brindo. Aun no conocemos el contorno de nuestro sentir, porque ese sentimiento se hace ilimitado, no tiene fronteras y a veces ni conciencia, y hacemos que cometamos locuras y travesuras, para hacerlo todo perdurable, tengo lo que ha guardado para ti, la escena que no tiene despedida, pues me decido a entregarte y ofrecerte, todo esto que te brindo. Encadenado. Se llega a ser mayores y no basta la edad solamente, el alma también tiene su metamorfosis, porque allá camina junto a cada paso que se da en la vida, y se torna como el corazón le entrega su parecer. En el intervalo que se establece entre el mundo y la vida, hay un punto que desde el comienzo puede o no entregarse, si no estar encadenados en la vida.


15 Tú me has hecho comprender Mi voluntad se hace colmada, cuando recibe el amor que hay en ti, y nada se torna resbaladizo entre nosotros, porque me haces comprender la verdad de cada cosa. También tú tienes la influencia de todo lo que sentimos, haces que las causas que nos entregan al dolor desaparezcan, para aliviar toda queja que pueda existir, y eso tú me lo has hecho comprender. Este tiempo de vivir. Debemos alcanzar la fecundidad consistente, para abrirnos paso por la vida, y encontrar el brillo de una sonrisa ilusoria, que sobrevivirá además sin perder la ternura, Prolongadas comparecencias no deben predominar, pues hay que edificar siempre la forma de querernos, para hacer lograble nuestros sueños, y más porque este tiempo es para vivir lo nuestro. Paz en la conciencia No, no amigos míos, díganme su pensar, al menos lo que profeso en lo que escribo, pues lo hago porque no quiero estar en la sombra, quiero sacar del hondo del silencio, el sentir que emana en el interior, de nuestra especie: la humana, no, no, yo nunca seré un santo, sólo aquel que hace frente con la verdad, y la expresa abiertamente, a veces es duro el resultado, partiendo de muchas mentes, pero no hago ecos a sus palabras, porque al hacer lo que hago, encuentro lo que muchos no tienen, paz en la conciencia


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Puedan emitir Tengo en mis manos las suyas, para tener la seguridad, de todo lo que siento le pertenece, per se hace imposible, la uni贸n total, pues somos de maneras diferentes, de pensar, ansiar, sentir. Nada digo, s贸lo anhelo , aunque s茅 que es imposible, puede que la vida nos tilde de locos, y en realidad lo somos, desafiando al mundo, sin importarnos el criterio, que puedan emitir de nosotros.


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Armando Arzalluz Carratalá escritor cubano-español (Poetadosislas) nace el 26 de Junio en Caibarién Villa Clara, Cuba. Se gradúa de Licenciado en Español Literatura, comenzando así su larga carrera profesional. Sus inicios como profesor, marcaron un ente en su vida, comenzando en aquel entonces a incursionar en el mundo de la poesía y el arte en general. Tuvo participación en varios eventos los cuales sirvieron de entrenamiento para su vida como escritor. Durante su trayectoria laboral no sólo ejerce la docencia sino que lleva consigo cargos directivos los cuales le obligan a dedicarle más tiempo de estudio y preparación a su vida. Años más tardes obtiene la ciudadanía española y desde entonces reside en ambas islas. Su primer libro publicado es publicado en Tenerife por la Editorial “Atlas” con el nombre “Entre Luz Y sombra”, además por Excmo. Ayuntamiento Villa La Orotava por el cual es reconocido internacionalmente. Una vez incursionando su arte en España y luego de publicar su primer libro es bautizado como Poetadosislas (Cuba-Tenerife). Poetadosislas no dejó de escribir por lo que poco tiempo después hizo varias publicaciones como “Meditaciones”, Desde Adentro” “De corazón a corazón” “En Diálogo conmigo mismo, “Reflexiones y meditaciones del alma”, “Entre tú y yo”, ”Confesiones”,” Con olor a mi tierra”, “Cuando encuentras la verdad”, “Con el alma desnuda”, entre otros, sumando entre digital y gráficos un total de 141 publicaciones, siendo las gráficas confeccionadas por la Editorial “Atlas”. En Cuba ha realizado diversas actividades como funcionario de los sectores de Educación, Cultura y Salud ocupando cargo desde provinciales hasta nacionales. Unido a su quehacer laboral ha estado vinculado al arte de la palabra (escritor, diseñador, corrector, editor), en diversos trabajos editoriales. En Tenerife, España forma parte del catálogo de escritores españoles y poetas del mundo, vinculado muy directamente al desarrollo de la Cultura, resaltando las dos patrias. Ha participado y participa en eventos y otras actividades en los cuales ha obteniendo premios, distinciones en dichos eventos. Con su carácter emprendedor decidió ampliar sus horizontes e incursionar en la Plástica, el diseño y en la composición musical, lo que le ha permitido obtener reconocimientos, premios de honor y metálicos. Posee la categoría de investigador, con la confección de libros de corte educativo, de Ciencia y Técnica, así como Manuales para la enseñanza, además de su obra variada en temáticas y géneros. Su obra trata fundamentalmente el tema las interioridades del hombre y su entorno con un carácter científico, psicológico y filosófico. Inmerso en el mundo actual de avanzadas tecnologías y la Internet posee en la misma diversos espacios donde expone su obra digitalmente al alcance de todos. Su obra se encuentra expuesta en múltiples espacios culturales como en sus blog personal: http://elartedeescribirdepoetdosislas.blogspot.com.es/ http://sentiresdelalmadepoetadosislas.blogspot.com.es/ Pertenece a: -Unión de Poetas del mundo -Sociedad de Arte Venezolano. -Sociedad de escritores Hispanoamericanos -REMES (Red mundial de escritores de habla castellana) -Organización mundial de poetas escritores y artistas


18 -www.ediciona.com/agente_literario_armando_arzalluz_carratala -Voces poéticas del mundo. -www.creatividadinternacional.com -Cubaenlinea.ning.com -Creador de grupos en Facebook -Creador, editor de la Revista “ENTRE ESCRITORES”. -Creador, editor de la Revista “TALENTOS EN LAS ARTES”. -Creador, editor de la Revista “MIRADAS”, -Creador, editor de la Revista “SOMOS CAIBARIÉN”. y otras -Creador de páginas en Facebook -Miembro de la Unión Nacional de Escritores de España. -Presidente de UMECEP CAPÍTULO DE LA REPÚBLICA DE CUBA -Escritor internacional con distinciones y promover, divulgar la Cultura Universal, en diversos espacios internacionales. -Directivo de Ediciones Signos y Venus que radica en España – (Madrid) -Es acreedor de la Condición de Embajador de la Cultura en 56 países -Posee publicaciones impresas y electrónicas con un total de 191 libros http://es.calameo.com/account/book http://issuu.com/armandoarralluzcarratala https://plus.google.com/u/0/100016585265917436548 http://www.slideshare.net/POETADOSISLAS/clipboards -Posee acreditación como: -Diseñador. -Gerencia. -Agente literario -Especialista de Medicina Alternativa. -Fotografía. -Corrector -Investigador. -Asesor literario. -Editor.


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