Dichos por los susodichos
Dichos por los susodichos 23 Autorxs Diversxs
© Dichos por los susodichos 1a. edición, noviembre 2021 D.R. © Facultad de Artes y Diseño, UNAM Prol. Constitución 58A, La Concha, Xochimilco, 16210 Ciudad de México, CDMX Tel.: 55 54894914 Derechos reservados conforme a la ley. Ninguna parte de esta publicación podrá ser reproducida o transmitida en cualquier forma, o por cualquier medio electrónico o mecánico, incluyendo fotocopiado, cassette, etc., sin autorización por escrito del editor titular del Copyright. Impreso en México
Dedicado a todxs aquellos estudiantes universitarios...
Lo único que sé hacer / Ana Campuzano Bailar sin estudiar / Aniela Reyes Una tlacuacha hace papilla / Armando Guerrero La traviesa Chilis / Bel Ag De completos desconocidos a una peda en mi casa / Brenda Avilés El mero viaje / César Olguín Una mañana / Diana Saavedra
Relájate / Itzel Castellanos Chip Torres / Ivan Aldana Merecido / Jacqueline Velarde Molina Los santos uniformes / Johan Hinojosa Dos chicas y una carta perdida / Julieta Ornelas Pasajero fuera de serie / Lufa Mancilla Siempre hay alguien para ti / Miranda Brenda Aprendiendo / Nicole Fierro Los adornos de Día de Muertos / Nigthe Guerrero Alguien me habló / Paola Carretero Un día complicado / Querén Amador Instapanic / Sofía Valdez El proyecto / Valery Cruz Ahora entiendo… / Wendy Santos Peculiar conexión / Xavier Alvarado
INDICE
Pórtate bien / Elizabeth Navarro
Lo único que sé hacer Por Ana Campuzano yer tuve una buena racha, gané tres mil pesos en dos horas. La cuestión fue encontrar el momento adecuado, y elegir bien porque siempre hay una oportunidad. Este trabajo de medio tiempo es perfecto: por las mañanas estudio, en las tardes gano dinero y hago tarea por las noches. Lo mejor es que soy mi propia jefa, la experiencia me permite tener un horario propio y no pago impuestos. Como en todo trabajo, tengo días malos y días buenos, como ayer, que con sólo cuatro viajes conseguí la cuota que quería; pero hay otros, en los que, por más esfuerzo, no consigo ni mil pesos. Comencé en el negocio familiar desde los diez años, cuando mi padre me metió a trabajar. Él me enseñó todo lo que sé y desde que murió he tenido que ponerlo en práctica yo sola. A veces, me cuestiono a mí misma y pienso en renunciar, pero por ahora, es lo único que sé hacer; estoy a mitad del camino para ser contadora, además, vivir sola es muy caro, necesitaba seguir trabajando.
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Dichos por los susodichos
Yo sabía el riesgo que corría, era cuestión de tiempo, bien dicen que al mejor cazador se le va la liebre. Creí que con mi experiencia no me atraparían, pero hoy, voy rumbo al ministerio público, montada en una patrulla, con las manos esposadas y arrepentida por haber elegido la navaja y no la pistola esta noche.
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