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Reforma que alcanza a las nuevas generaciones © Sociedades Bíblicas Unidas en Ecuador, 2017 e Inca Link Ecuador, 2017. Prohibida la reproducción parcial o total de esta publicación sin previa autorización.
Diseño y diagramación: Víctor Sosa - Sociedades Bíblicas Unidas en Ecuador Creación de contenido: Especialidades 625 Ecuador
ISBN: 978-9942-949-16-5
Impreso en Ecuador, 2017
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Una introducciĂłn al liderazgo generacional
De los programas a la presencia
Del juzgar al amar
De la tradiciĂłn a la relevancia
Del egoĂsmo a la unidad del Reino de Dios
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Escrito por Lucas Leys1
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ntentar reformar la opinión de una persona es difícil. ¡Cuánto más reformar los dogmas y las tradiciones de una comunidad o una institución eclesiástica! Sin embargo, eso es lo que sucedió hace 500 años con un monje alemán llamado Martín Lutero y con lo que según Calvino y otros padres de la Reforma Protestante debe seguir sucediendo en la iglesia de hoy ya que una iglesia reformada debe permanecer reformándose. Pero, ¿por qué es tan difícil? ¿Cómo formamos nuestras opiniones? ¿Y nuestros hábitos? ¿De dónde vienen nuestros hábitos ministeriales?
1 Tomado y adaptado de: Revista LIDER 625, https://e625.com/producto/nuevo-revista-lider-6-25-ed-01-liderazgo-generacional/
Una introducción al liderazgo generacional
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Una introducción al Liderazgo Generacional
Este es un documento preparado por Sociedades Bíblicas Unidas en Ecuador en colaboración con Especialidades 625 Ecuador. Comienzo esta introducción con tantas preguntas porque así comenzó la búsqueda que me encontró reformando mi acercamiento al trabajo con las nuevas generaciones. Hace unos años me convencí que el conocimiento se esconde en mejores respuestas, pero la sabiduría, en mejores preguntas; así que la visión de un liderazgo generacional comenzó allí, en ese desierto de las nuevas preguntas que nos llevan a la tierra prometida de nuevas visiones. • ¿Por qué en la mayoría de nuestras iglesias quienes trabajan con niños no dialogan, y menos planifican, con quienes trabajan con adolescentes o jóvenes? Una introducción al liderazgo generacional
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• ¿Por qué en tantas de nuestras iglesias todavía llamamos jóvenes a los de 13 al igual que a los de más de 30 que todavía no se casaron, y pretendemos que reaccionen igual a los mismos programas? • ¿Por qué la mayoría de los pastores asumimos que nuestra tarea es enfocarnos en los adultos y que los líderes primerizos son los que tienen que ocuparse de los adolescentes? • ¿Cuándo comienza y cuándo termina exactamente la juventud? ¿Estamos seguros? • ¿Cómo experimenta la transición entre el ministerio de niños y el de adolescentes o jóvenes un preadolescente? • ¿Por qué pareciera que cada vez nos cuesta más que las nuevas generaciones aprendan la Biblia y abracen una fe que no sea emocionalista? • ¿Por qué nos cuesta retener a tantos niños que pasan por nuestras iglesias? Estas son preguntas iniciales que cobijan un cambio de paradigma que necesitamos con urgencia. Mi búsqueda y un poco de ciencia No muchos saben que cuando tuve la oportunidad de estudiar para mi Doctorado en Teología en California a finales de los 90, tomé algunos cursos de neurociencia del cerebro adolescente en la Universidad de California Los Ángeles (La UCLA). Mi premisa para hacerlo fue que para servir correctamente a un grupo de personas, debo prestar atención a detalles del diseño de Dios que la ciencia ha descubierto respecto a ese grupo de personas. Mi mamá me inculcó desde mi niñez que la ciencia no inventa nada, sino que descubre o manipula lo que Dios ya inventó, así que siempre vi a la ciencia como una herramienta para ilustrar mi fe y agregar eficacia a mi misión. Lo que estudié en aquellos años me permitió entender que, aunque nuestra tarea es esencialmente espiritual, no podemos desentendernos de las etapas de maduración cognitiva, las distintas áreas del desarrollo y los diferentes estilos de aprendizaje porque estas son variables preestablecidas por Dios para el crecimiento humano. El proceso de maduración Una introducción al liderazgo generacional
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por el que nacemos como bebés, nos convertimos en niños y luego nos encaminamos hacia la adultez no es un efecto de la cultura, sino que es arte del Gran Artista y por eso es tan valioso prestar atención minuciosa a estos procesos de cara a hacer discípulos de las nuevas generaciones con eficacia. Lo que me sucedió mucho después de aquellos estudios es que, hace dos años, Dios me incomodó a volver estudiar estos temas. Digo “incomodó” intentando ser prudente con mis palabras, pero quizás debería decir “molestó”. Y es que estaba muy cómodo publicando todo tipo de libros y Biblias al liderar una de las editoriales más renombradas en el ámbito cristiano y también había comenzado una iniciativa para pastores que incluía un programa de televisión que tuvo una muy buena repercusión inmediata. Pero estaba incómodo luchando con una cada vez más poderosa sospecha de que Dios quería que mirara para otro lado; me sentía totalmente distraído respecto a lo que tenía que la mano. Y así fue que volví a estudiar. Un artículo en Harvard Business Review, una nota de Time y luego algunos libros como “The Teenage Brain” (El cerebro adolescente), de Frances E Jensen, y “Welcome to Your Child´s Brain” (Bienvenido al cerebro de tus hijos), de Sandra A Amot y Sam Wang, y me llevaron a sumergirme en lo que estoy seguro que Dios quería que entendiera. Lo primero que “cafeinó” mis neuronas y emociones fue desayunarme que en los últimos 10 años, gracias a la tecnología, ha habido más descubrimientos respecto al desarrollo neuronal y cómo funciona realmente el cerebro que en los 20 siglos anteriores; y, a partir de allí, Dios hizo su proceso de ayudarme a replantear mi acercamiento al trabajo con nuevas generaciones y llevarme a ese desierto de preguntas que antes mencioné. Un siglo de misioneros No es ningún secreto que Hispanoamérica fue evangelizada en su mayoría por misioneros norteamericanos; y nuestra manera de hacer iglesia tiene mucho que ver con lo que ellos nos enseñaron. Yo tendría un poster en mi oficina de varios héroes de la fe que dejaron sus hogares y recorrieron andes, selvas, océanos y ríos para traernos el evangelio a quienes hablamos español, pero no podríamos ser tan ingenuos de creer que todo lo que nos enseñaron era correcto, o que sus liturgias y métodos eran la Una introducción al liderazgo generacional
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mejor estrategia. Y para complicar más el panorama, a esa herencia de ideas tenemos que sumarle que ya llevamos más de un siglo desde que se instalaron esos conceptos y aunque posiblemente eran pertinentes para cuando nacieron las primeras iglesias evangélicas, la vorágine de cambios culturales y generacionales de los últimos años han puesto en desuso muchas de esas premisas que quizás fueron acertadas cuando fueron instaladas. Todavía hoy, en algunos círculos, se confía más en alguien que habla en inglés que en alguien que habla en español. Si lo dice o lo hace una iglesia gringa, parece tener más autoridad que si lo comienza a hacer una iglesia latinoamericana; aún se nota en la música, ya que luego de dos décadas de intentar adorar a Dios con nuestros ritmos, artistas e instrumentos, en la última década volvimos a mirar al mundo anglo como referencia de lo que Dios hace. ¿Se puede cambiar la cultura eclesiástica de un continente? Es difícil, pero no imposible ya que definitivamente Dios ya lo ha hecho cuando algunos de sus hijos detienen su inercia eclesiástica y comienzan a hacer las preguntas necesarias. Las 5 etapas y una visión integrada Los misioneros nos enseñaron a divorciar el ministerio de niños respecto del ministerio de jóvenes. Nos enseñaron que ministerio juvenil era hacer una reunión como la de adultos, pero en un día diferente de la semana con participantes de menor edad. Me enseñaron que el mejor método de enseñanza es un monologo que en promedio debe durar unos 50 minutos (supongo que fui afortunado porque en algunos círculos enseñaron que al menos debía durar una hora para ser bíblico o hasta que el Espíritu Santo se digne a bajar, según se sea conservador o carismático). Me enseñaron a mirar más nucas que caras a la hora de aprender de Dios, que la Biblia se enseña en el templo y no en la casa y que las preguntas eran señales de rebeldía. Me enseñaron también que el final de la juventud es el matrimonio, y en muchas iglesias me enseñaron que la universidad es enemiga de la fe, o al menos de la iglesia, porque suele ser la puerta de atrás por la que muchos simplemente dejan de participar. Lo que descubrí al buscar a Dios estudiando la neurociencia del desarrollo humano es que hay 5 etapas camino a la adultez. Una introducción al liderazgo generacional
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La maternidad, donde la familia es la cuna de la identidad y los padres son los centros de nuestro universo o la razón por la que correremos el riesgo de sentirnos a la deriva por el resto de nuestros días. Una etapa donde la iglesia como institución puede acompañar y animar, pero es muy difícil compensar lo que haga o no haga la familia. La niñez, donde el cerebro humano está en ebullición. Pueden retener información específica como investigadores de serie policial, y por eso en la familia y la iglesia debemos intencionalmente convertirnos en maestros. El ministerio de niños no tiene como objetivo que no distraigan a sus padres durante las reuniones. Cada momento es la preciosa oportunidad de una lección objetiva y las familias y la iglesia pueden ser los cómplices perfectos para que cada niño comience a conocer la gran historia a la que Dios los invitó a ser protagonistas. La pre adolescencia, donde llega el pensamiento abstracto y el cuerpo comienza su carrera de Fórmula 1 de cambios. Ser un tween de 10 a 12 años es encontrarte en la más maravillosa pero también espeluznante montaña rusa de cambios físicos, cognitivos y sociales. Si hay algo consistente con esta etapa es justamente la inconsistencia. Algunos tweens duermen con ositos de peluche y otros ya no pueden concebir su vida sin el celular para grabar sus próximos videos; y lo más colorido es que pueden ser los mismos chicos que el mismo día juegan con muñecos o se quieren vestir como las más extravagantes estrellas pop. El mundo ya se despertó a la realidad de que la pre adolescencia es una edad vital para crear nuevos clientes y por eso hay canales y marcas devotas a los chicos de esta edad. En estos cortos años que pasan volando tienen muy poca experiencia y por eso el mundo puede hacerles sentido de manera simplista. Los mejores líderes aprovechan esa confianza para ayudarles a extender sus alas y probar nuevas fronteras.
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La Adolescencia, donde se expresan nuestras mayores vulnerabilidades de cara a responder la gran pregunta de la identidad y los amigos se convierten en el espejo a la hora de definir el maquillaje de nuestros valores. Los monólogos adultos comienzan a ser respondidos con monosílabos. La palabra “nada” comienza describir una infinidad de actividades y el “porque yo digo” o “porque lo dice la Biblia” comienzan a recibir miradas desafiantes. A los adolescentes ya no hay que decirles que pensar sino ayudarlos A pensar. Sus “yo emergentes” pueden emocionarse y estresarse por igual pensando en el futuro y por eso esta es la etapa vital para comenzar a confiar en el Señor por ellos mismos, aunque eso no ocurra sin algunos buenos desafíos.
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La Juventud, donde nos lanzamos a la autonomía como capitanes de nuestro futuro. Esta es la etapa que nos imaginamos desde la pre adolescencia solo que ahora ya no se trata de imaginarla sino de vivirla y, sobre todo, de decidir. Todo pasa por las decisiones personales. Vocación, sexualidad, pareja, economía y fe comienzan a ser términos que compiten entre sí. La iglesia no puede ni tratarlos ni esperar que se comprometan como adolescentes. Con los 18 llega la independencia y las obligaciones adultas, aunque todavía quieren ser jóvenes y en la iglesia debemos aprender a acompañarlos con sabiduría.
Y toco un punto sensible ya mismo. ¿Y por qué los 25? En todos estos meses que he comenzado a hablar de liderazgo generacional, todo lo que voy explicando causa gran entusiasmo, hasta que llego a esta parte. ¿La juventud tiene un final? La medicina del cuerpo humano y en particular la neurología habla de una pronunciada desaceleración neuronal y hormonal entre los 25 y los 26 años. Es decir, la ciencia corrobora que Dios diseñó una llegada física y mental a la adultez. ¿Y por qué eso suena a mala noticia? Porque así nos adoctrinó la cultura. En particular desde los años 60 se nos condiciona audiovisualmente mediante los medios masivos de comunicaciones que el ideal del ser humano es ser un eterno adolescente. Debemos vernos como adolescentes y comportarnos como adolescentes. ¿Y quiénes lo logran? Los artistas pop mediante una gran inversión en Una introducción al liderazgo generacional
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cirugías, la ayuda del Photoshop y la orquestación de algún escándalo para permanecer en el stage de los intereses de los medios. Los demás, solo lo intentamos. Es decir, se nos fue enseñando que madurar es negativo… ¿Madurar es negativo? ¡Qué locura! Si Dios diseñó la adultez para la plena expresión de nuestro aporte a la vida, entonces es una etapa tremenda y preciosa y no una mala noticia. El problema está en llegar a la adultez sin madurar… y por eso estamos hablando de liderazgo generacional, ya que la meta es ayudar a la iglesia a desarrollar discípulos maduros de Cristo Jesús como decía el apóstol Pablo a los Colosenses en el primer capítulo, verso 28. En resumen, la visión del LIDERAZGO GENERACIONAL es desarrollar una pastoral pertinente para cada una de las etapas del desarrollo hacia la adultez y hacerlo con una estrategia continuada en vez de segmentada, planificando transiciones inteligentes entre esas etapas. Los pastores del ya y del mañana necesitamos tener en claro que la iglesia siempre está a una generación de morir ya que Dios no tiene nietos. Los hijos de cristianos necesitan su propio encuentro personal con el Señor y necesitan ser discipulados en familia hacia a una adultez, madura en Cristo Jesús y esta es una reforma que continúa.
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Escrito por Rich Brown
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espués de 500 años de la reforma de Martín Lutero vemos la nueva necesidad de una reforma. Los 500 años trajeron muchas modificaciones, pero las tradiciones humanas y eclesiásticas han vuelto a nuestras iglesias. El ser humano tiene la tendencia de siempre querer volver a una religiosidad y un tradicionalismo que se convierten en cargas para los discípulos de Cristo. En el libro “El Medio Milenio de la Reforma Protestante: Escenario latinoamericano hoy” leemos que parte de la reforma de Lutero nos trajo una renovación de la teología del sacerdocio universal de todos los y las creyentes. Esto significa que cada cristiano y cada cristiana, es un sacerdote o una sacerdotisa. No tenemos que pedir a otros hombres o mujeres ser nuestras conexiones hacia Dios. Nosotros mismos tenemos el acceso directo al trono de la gracia y a Dios mismo. Jesucristo y el Espíritu Santo son nuestros intermediarios sin necesidad de tener a De los programas a la presencia
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De los programas a la presencia
(Sacerdocio de todos los y las creyentes)
otro sacerdote, pastor, apóstol o cualquier otra persona interviniendo por nosotros. Dice John B. Stam: “Frente al rugido clericalismo de la Iglesia Católica de la época, la Reforma impulsó un proceso de democratización dentro de la iglesia y de la sociedad. Para Lutero toda la vida es ministerio y todos los creyentes son sacerdotes de Dios. ‘Una lechera puede ordeñar las vacas para la gloria de Dios… Todos los cristianos son sacerdotes, y todas las mujeres sacerdotisas, jóvenes o viejos, señores o siervos, mujeres o doncellas, letrados o laicos, sin diferencia alguna’” (W.A. 6:370; R. García-Villoslada, Martin Lutero, Tomo I, p.467). Es lamentable que como iglesia latinoamericana hayamos vuelto a muchas tradiciones que nos separan de aquello por lo cual Lutero batalló por tanto tiempo. Él soñaba con una iglesia donde no había jerarquía, y nosotros De los programas a la presencia
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tenemos la tendencia como pastores de decir a algunos de nuestros jóvenes y adolescentes hasta de quién deberían enamorarse dentro de la Iglesia. O tenemos la tendencia de dar algún mandato a los miembros de nuestra Iglesia, y si no nos hacen caso les ponemos en disciplina. Es imprescindible regresar a lo que Martín Lutero aprendió de no estar bajo un autoritarismo humano y regresar al sacerdocio universal de todos los y las creyentes. De los Programas a la Presencia Mi esposa y yo hemos sido pastores y líderes de adolescentes y jóvenes por más de 25 años en 3 países de las Américas. Ambos nos criamos en la iglesia evangélica, ella en Argentina y yo en Ecuador. Yo acepté al Señor a los 3 años y ella a sus 6. Nos criamos en la iglesia, tanto en la escuela dominical como en los ministerios de jóvenes de nuestra época. Lo curioso es que nuestros padres también eran cristianos desde su juventud y se entregaron completamente al Señor y su misión para el mundo. Mis suegros, así como mis padres, sirvieron como misioneros por 45 años en sus respectivos países. Mis papás eran los encargados de un internado donde venían hijos de misioneros de todo el continente. Los niños del internado tenían desde 6 hasta 18 años de edad. Durante mis primeros 18 años, me crié con 150 niños y jóvenes de todo el continente. Mis suegros vivían y servían en un instituto en Buenos Aires, así que mi esposa también se crió siempre rodeada de jóvenes y estudiantes. Se podría decir que estamos entre dos generaciones. La generación de nuestros padres y la generación de nuestros hijos (tres de ellos ya son universitarios y una es adolescente). Hemos visto el desarrollo del ministerio juvenil que ha impactado a nuestros padres; nos ha influenciado, y estamos necesitando actualizarlo para nuestros hijos. Hay un libro que me ha inspirado a investigar el desarrollo y actualización del ministerio juvenil desde la generación de mis padres hasta mi generación; y ahora de la mía a la generación que viene. Este libro tiene un título que describe bien lo que quiere cumplir: “Ministerio Juvenil 3.0: Un manifiesto de donde estuvimos, donde estamos y hacia donde debemos ir”, de Mark Oestreicher. Hay tres movimientos juveniles. Los tres movimientos se dividen en tres épocas. La primera época fue De los programas a la presencia
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hasta los años 1960. La segunda época fue, más o menos, entre los años 1970-2015. La tercera época es ahora. Obviamente algunos de nosotros y nuestras iglesias usamos aún estrategias de otras épocas, y no está mal necesariamente. Si Dios usa una estrategia en el contexto suyo hay que seguirla. Pero hay estrategias que ya no funcionan, pero pensamos que como funcionaron en el pasado deberían funcionar hoy. Lutero marchó contra ese tipo de pensamiento y pudo inventar nuevas formas para realizar sus propósitos. Tenemos que hacer lo mismo y ver las nuevas maneras en que Dios está levantando propuestas para alcanzar a las nuevas generaciones. 1. La primera época de ministerio juvenil: La Proclamación Esta época empieza con movimientos como los de Billy Graham y Luis Palau, e involucra una proclamación con un enfoque de evangelismo. Mis padres y mis suegros vivieron esa época. Para ganar a un adolescente o joven se podría ir a predicar la Palabra de Dios en las calles y la gente respondía con una convicción del Espíritu Santo y entregaban sus vidas a Él. Notamos que muy pocos jóvenes hoy se convierten de esta forma, pero fue lo que Dios usó en ese entonces. En América Latina también vimos un movimiento en todo el continente donde las personas se convertían en las calles con este tipo de evangelismo. El versículo clave que representa esta época es Mateo 7:13-14 - “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.” (RVR-1960). La fijación que la cultura juvenil tenía en esa época era una de identidad. Lo que buscaba un adolescente en la época de mis padres era su identidad. Buscaban contestar la pregunta “¿Quién soy yo?”. Todo era nuevo. No existían ni la idea de un ministerio juvenil antes de esta época así que estaban felices de ser los pioneros en embarcarse con un ministerio enfocado en los niños, adolescentes y jóvenes. Buscaban tener una identidad en Cristo (¿Quién soy yo en Cristo?). Esta época se enfocaba principalmente en dos temas: el evangelismo y la corrección. Los pioneros del ministerio juvenil se veían como misioneros enviados a la cultura juvenil de su época. Vieron su rol y llamado de llevar el evangelio a los jóvenes como si fueran un grupo étnico no alcanzado. De los programas a la presencia
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Lo hicieron en formas culturales que esa cultura juvenil podría entender, usando ejemplos que entendían. Y fueron muy exitosos en la tarea. La forma de pensar de estos líderes juveniles era que la cultura juvenil de la época estaba mal y necesitaban ser corregida. Eso era cierto, en gran manera. Tocaron temas como la rebeldía, la holgazanería, la carnalidad, el libertinaje, la música del mundo y una larga lista de temas. Seguimos tocando algunos de estos temas aun hoy día, y con gran razón. Pero también hemos aprendido más sobre el desarrollo de la adolescencia y sabemos que algunas cosas que llamábamos “maldad” ahora entendemos que tiene que ver con la identidad, la autonomía y la afinidad de las luchas de los chicos. Todos eran sacerdotes para todo el mundo. Los que conocían al Señor se capacitaron y salieron a ser la iglesia. No eran solamente los pastores y líderes quienes salieron a las calles, sino todos los creyentes. Podemos concluir que esta primera época nos enseñó mucho acerca del ministerio juvenil usando el método de la proclamación y evangelizar usando la corrección. 2. La segunda época del ministerio juvenil: El Programa Las iglesias en esta segunda época se dieron cuenta que no era suficiente enseñar a los jóvenes cada domingo en la escuela dominical; necesitaban algo más para ellos. Las iglesias empezaron a buscar un líder de jóvenes para encargarse de este grupo. Era importante enfocarnos un poco más en los jóvenes cristianos que estaban en las iglesias a la vez que buscábamos formas de alcanzar a los jóvenes del mundo. Empezamos a crear retiros, campamentos, programación durante la semana, preparación para el sábado y el grupo de jóvenes los fines de semana. Yo me crié en esta época. ¡Qué emocionante era cuando podíamos ir de campamento con todos los adolescentes! Teníamos la noche de gala, una cena en parejas o simplemente juegos divertidos en equipos. Todavía disfrutamos de muchos de estos eventos en nuestras iglesias. Se creó en estos años el ministerio llamado Especialidades Juveniles (ahora se llama Especialidades 625, para los líderes de niños y jóvenes de 6 años a 25 años) que nos ayudó a producir libros, revistas, institutos solo para líderes de adolescentes y jóvenes. Antes de eso no teníamos una espeDe los programas a la presencia
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cialización para el ministro de jóvenes. Empezaron a surgir convenciones internacionales, cumbres nacionales y congresos para líderes de jóvenes. Esto nos ayudó a profesionalizar el ministerio juvenil y tener pastores contratados para enfocarse en este grupo. El versículo que se podría usar para esta época es Mateo 28:19-20a: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado…” (RVR-1960). La fijación que la cultura juvenil tenía en esa época era una de autonomía. Los chicos, como yo, queríamos tener nuestra independencia. Queríamos estar encargados de nosotros mismos, sin tener que depender de los adultos. Preguntábamos “¿Soy libre e independiente?”. Se cambió el enfoque en el ministerio juvenil, del evangelismo y la corrección empezamos a enfocarnos en el discipulado de los chicos y las chicas creando una presión de grupo positivo para ellos. Esto fue un cambio que también tuvo sus lados negativos. Empezamos a ver mini-iglesias dentro de nuestras congregaciones. El ministerio juvenil resultaba a veces ser una iglesia independiente del resto de la iglesia. Eso tuvo que cambiar en la siguiente época. Si la primera época se enfocaba en la proclamación, esta segunda época se enfocaba en la programación. La idea era que si ejecutábamos el programa correcto con los mejores líderes con las cosas correctas, podríamos tener éxito. La pregunta que se hace en esta época es “¿Cuántos chicos están asistiendo?”. En esta época, los sacerdotes de todos los y las creyentes regresaron a los templos. Los líderes, pastores y miembros de las iglesias eligieron que el local del ministerio estaba dentro de los templos. El problema es que se profesionalizó la iglesia. Ahora los pastores pagados resultaron ser los sacerdotes, y muchos del resto resultaron ser oyentes. Solo los pastores ejercimos nuestro sacerdocio y muchos de los otros creyentes llegaron solos a ser discípulos. El enfoque que debemos tener, no importa la época es ver a nuestros niños, adolescentes y jóvenes teniendo una relación apasionada con Cristo, amándole y conociéndole. Eso nos lleva la siguiente época que tenemos que crear. De los programas a la presencia
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3. La tercera época del ministerio juvenil: La Presencia A veces sentimos que ya que funcionó en el pasado Dios tiene que usarlo otra vez. Pero Dios es creativo y le gusta renovar. Vemos las masas de las nuevas generaciones saliendo de nuestras iglesias y pensamos que la misma forma debe funcionar para retenerlos. Entonces pensamos que necesitamos una nueva guitarra, o un equipo de sonido de calidad para atraer a las nuevas generaciones. Pensamos que si saliéramos a las calles a proclamar el evangelio como hicieron nuestros padres, eso funcionaría para atraer a nuevos jóvenes. Vemos a chicos en nuestras iglesias con una fe de poca profundidad y pensamos “Necesitamos un mejor currículo en la escuela dominical”. Decimos “Veamos cómo lo hacen las mega iglesias en Colombia o Guatemala.” Pero no podemos edificar un gran ministerio juvenil para alcanzar a los chicos de esta nueva cultura juvenil con un método de 1980. Algo interesante ha sucedido en nuestro mundo. La cultura juvenil ha llegado a ser la cultura dominante en la sociedad. Hay estudios que muestran que más de la mitad de las compras en el hogar son influenciadas por los niños y adolescentes (Decoding the digital millennials - 2008). Los padres ahora escuchan la misma música que sus hijos. Los chicos han cambiado su enfoque. Los que antes necesitaban identidad (¿Quién soy?) como la pregunta primordial, y después en los ‘80ss en adelante se enfocaban en la autonomía (¿Soy independiente?), ahora el enfoque tiene que ver con afinidad (¿Quién es como yo?, ¿Alguien me aceptará?). La idea de pertenecer siempre ha estado en las mentes de los chicos. Pero en la época de nuestros padres primero les importaba su identidad, después en nuestra época fue la autonomía; pero hoy los chicos están buscando con desesperación saber a quién pertenezco. La frase “Ven, sé uno de nosotros” podría ser la frase más poderosa para los chicos de las nuevas generaciones. Los chicos de hoy están necesitando pertenecer. ¡Qué bueno que tenemos una iglesia a la cual pueden pertenecer! Podemos ser como Jesús cuando dice “Ven, sígueme, yo te puedo enseñar a dónde perteneces.” Los versículos que representan esta época son Hechos 2:44-46: “Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad De los programas a la presencia
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de cada uno. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón.” (RVR1960). Y Juan 17:18: “Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo.” (RVR-1960) Si para la primera época el enfoque fue evangelismo y corrección, y la segunda época tuvo que ver con el discipulado y tener un grupo de presión positiva en nuestras iglesias, lo que está funcionando ahora es el enfoque en la comunión y la misión de Dios. Tenemos que ayudar a los adolescentes y jóvenes de hoy, que están buscando afinidad, a experimentar una comunidad verdadera. La comunidad verdadera es vida con vida, comer juntos, compartir viajes juntos, estar en sus deportes y actuaciones en el colegio, servir hombro a hombro y compartir una pasión vivida. Vivir en comunidad no es un programa. No es algo para lo cual alguien se apunta para participar. No es algo forzado. La comunión es una comunidad verdadera con Cristo en medio de ella. La comunión es la esencia y la acción de una comunidad con Cristo. Si es un programa, entonces no es el tipo de comunión que necesitamos. La misión de Dios le atrae a los chicos. Ellos quieren y necesitan unirse a la misión de Dios para el mundo. El ministerio misional busca discernir, observar e identificar lo que está cerca del corazón de Dios y donde Dios ya está obrando, y se une con él y su trabajo en el mundo. El ministerio de adolescentes y jóvenes en esta nueva época tiene que ser “una comunidad verdadera, inyectada por Cristo buscando conectarse con el mundo donde Dios ya está obrando para redimirlo a Él.” (Mark Oestreicher, “Ministerio juvenil 3.0: Un manifiesto de donde estuvimos, donde estamos y hacia donde debemos ir”, pág. 75). Como adolescentes y jóvenes todos están buscando identidad, autonomía y afinidad. Este nuevo enfoque y reforma de cómo hacemos iglesia les podría impactar en las tres áreas. Podrían pensar: “Mi identidad es ser un seguidor de Cristo, encajado en una comunidad real con otros que tienen una pasión compartida con sinergia para la labor de Dios en el mundo.” “Ser único (autonomía) se encuentra tanto en mi historia único como también las formas únicas donde mi comunidad contextualizada busca vivir mi fe en Cristo en conjunto con otros.” De los programas a la presencia
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“Mi afinidad es con estas personas, para estas personas con Cristo, y para la obra activa de Dios en el mundo.” (Mark Oestreicher, “Ministerio juvenil 3.0: Un manifiesto de donde estuvimos, donde estamos y hacia donde debemos ir”, pág. 75). En la época de mis papás usaban la proclamación, después usamos programas. Hoy necesitamos algo radical y bíblico para alcanzar a los chicos; necesitamos presencia. Presentes para la obra de Dios en nuestras vidas y en el mundo. Presentes al momento, no solamente viviendo para llegar algún día al cielo. Presentes el uno para el otro, con los que experimentan comunidad con nosotros. Presentes a la vida en la misma manera que Jesús lo hizo. Esto es ser un sacerdote de todos los y las creyentes. Los sacerdotes de los y las creyentes en esta época son TODOS. Otra vez podemos regresar a capacitarnos todos y salir a tener presencia con las nuevas generaciones. Tenemos el mismo Espíritu Santo que nos llama para salir. Solo tenemos que mantener un buen nivel de capacitación para que representemos bien a la iglesia. Tabla de las 3 épocas A continuación vemos un gráfico que presenta una visión conjunta de las tres épocas. Se puede notar una diferencia en cuanto a la fijación de cada época, sus temas principales, las formas que se usaron en cada época, y un versículo lema. ¿En qué época se encuentra su iglesia con las nuevas generaciones? ¿Dónde se encuentran sus niños, pre adolescentes, adolescentes y jóvenes?
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La tabla de hechos, fe y sentimientos
Nos habían enseñado este diagrama antes. Creíamos que era la única forma de pensar en cuanto a los hechos, la fe y los sentimientos. Nos enseñaron que primero teníamos que entender el evangelio, y después podíamos tener suficiente fe para aceptar a Cristo en nuestras vidas. Pero nos enseñaron que no se puede confiar en los sentimientos, así que mejor dejamos ese carro en la parte de atrás del tren. Pero si vamos a conectarnos con las nuevas generaciones tenemos que enseñarles a experimentar a Dios, después podrán creer en él con fe y después entenderán los hechos. Este diagrama lo explica mejor. La tabla de experiencia, fe y hechos
Las nuevas generaciones típicamente no pueden llegar a tener fe en Cristo hasta experimentarlo. Nosotros somos los indicados a guiarlos a Cristo para que tengan ese encuentro personal y esa experiencia personal con Él. Cuando lo experimentan y entienden que esto es de Dios, tendrán la oportunidad de aceptarlo por fe y creer en los hechos. La Creatividad y las Nuevas Generaciones Si todavía vamos a usar la proclamación y la programación tenemos que reformarlas. Hay muchas maneras, formas e ideas que podrían usarse en cuanto a la proclamación y la programación para hacer que la presencia sea más efectiva. Mi sugerencia es hacer menos programas para tener más presencia. Pero, si necesitan renovar esto podría funcionar. De los programas a la presencia
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Un ejemplo de la Proclamación Reformada Vamos a un lugar público y bastante transitado (como un parque) y preguntamos a las personas si tienen una carga, pecado o preocupación que les está pesando o cargando. Lo escriben en un papel y si quieren pueden compartir esa carga a uno del equipo de nuestra iglesia. Ellos pueden orar con las personas en ese mismo momento, o si se nota que quieren privacidad pueden aceptar el papel ya doblado y ponerlo en un globo. Las mismas que escribieron la nota llenan el globo con helio y lo entregan al equipo para amarrarlo. Se invita a las personas a regresar más tarde (por ejemplo, a las 2pm). Como ya pasaron varias horas, y llenamos muchos globos de cargas, hay un montón de ellos esperando ser liberados. Esos globos ya van llamando la atención de las personas caminando por la calle. Después se da un breve mensaje (2 minutos máximo; no estoy exagerando), cuyo tema es sobre el único que tomó nuestras cargas. Luego liberamos los globos al aire mostrando que hay un Salvador que quiere salvarnos y aliviarnos de toda carga. Un ejemplo de la Programación Reformada ¿Por qué no tener a los niños encargados de todo un culto? Ellos se encargan de los anuncios, la música, la ofrenda y el pastor de niños puede predicar. Eso es dar poder al sacerdocio de todos los y las creyentes. O si no pueden los niños, ¿qué tal los adolescentes? Dar protagonismo a las nuevas generaciones les muestra que son importantes para nosotros y les damos un lugar de pertenencia. Es importante que ellos tengan la libertad de crear un programa diferente. Cuanto menos guía del pastor principal haya, mejor será el sentir de responsabilidad y desempeño para el niño o adolescente. Un ejemplo de la Presencia para hoy Limpiar es algo que todos tenemos que hacer, pero a la mayoría no nos gusta hacerlo. Lo hacemos para que las cosas no se ensucien. Pero limpiar puede ser una forma de ser luz en medio de la oscuridad. Si a nadie le gusta hacerlo, imagínate un grupo de 20 personas entrando a un vecindario a las 6:00am para barrer la vereda y la calle frente de las casas. Se puede hacer con el grupo de la iglesia luciendo un uniforme (por ejemplo, una camiseta con un diseño común). Los vecinos salen de sus casas para ver a una persona que no es de su vecindario limpiando su calle. Luego empiezan las preguntas: “Y ustedes, ¿de dónde son? ¿Por qué están haciendo De los programas a la presencia
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esto?”. Así tenemos la oportunidad de compartirles las razones por la cual hacemos lo que hacemos. “Lo hacemos para mostrar a todo el vecindario que podemos colaborar juntos por un mejor barrio. Somos de la iglesia local en este vecindario y lo hacemos porque queremos cumplir con el segundo mandato más importante de Dios: ´Amar a tu prójimo como a ti mismo´”. Así tendremos presencia en el vecindario y tendremos presencia con los que estamos barriendo. Sirviendo se construyen buenas amistades y buenas experiencias vividas juntas. El Sacerdocio de todos los y las creyentes2 En la época de la proclamación todos los creyentes salieron a predicar en las calles. Todos lo hacían y vivían el sacerdocio de todos los y las creyentes. Cambiaban sus creencias, después su comportamiento, finalmente tuvieron un lugar al cual pertenecer. En la época de la programación decidimos meternos más en los templos. Decidimos tener evangelismo y discipulado en la iglesia local. Esto fue bueno en su momento porque muchos conocieron a Dios en los templos. Pero el problema es que se redujo el sacerdocio de todos los y las creyentes, delegando toda la responsabilidad a los pastores y líderes. Solo ellos podían dirigir un programa. Tenías que tener muchos años en la fe antes de estar en la plataforma, con muchos títulos del seminario para estar suficientemente capacitados. En la programación cambiaban primero su comportamiento, después sus creencias y al final tuvieron pertenencían. En la época de la presencia tenemos que soltar a las nuevas generaciones y enseñar a las generaciones más viejas, como yo, a salir otra vez al mundo y estar con ellos. La ventaja de esto es que ya no tienen que ser los pastores más capacitados y líderes quienes hacen todo el trabajo y servicio. Podemos soltar a todos y tener mayor impacto. En la presencia primero tienen que tener pertenencia, después podrán creer, y al final cambiar su comportamiento. Es casi imposible para un chico Uso la frase “sacerdocio de todos los y las creyentes” a propósito. Es importante dar más protagonismo a las niñas, adolescentes (mujeres) y jóvenes (mujeres). Parte de la reforma tiene que ver con involucrarlas en el ministerio como sacerdotisas. Parte de tener presencia y ganar a las nuevas generaciones tiene que darse y hacerse con estas mujeres que están con nosotros para alcanzar y cambiar el mundo.
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de hoy creer primero. Tienen que sentirse seguros en un grupo donde los aceptan para poder abrir sus mentes lo suficiente para creer. La preocupación de los pastores es confiar en todos los miembros de la iglesia para vivir como sacerdotes. ¿Qué hacemos si tienen mala teología? Tenemos que enseñarles en la iglesia para que salgan a representar bien a Dios y su iglesia. Si empiezan a reunirse aparte con un grupo en el mundo, ¿qué haremos con las ofrendas? Tenemos que confiar que el mismo Espíritu Santo está guiándoles tanto a ellos como a nosotros. Pero si logramos a capacitar bien a los miembros de la iglesia para salir a ser la iglesia y cumplir con el sacerdocio de todos los y las creyentes, tendremos un mayor impacto para el reino de Dios que intentar invitar al mundo a entrar a la iglesia para ser salvos. Yo fui pastor de jóvenes en una iglesia, dirigía la música y era el subdirector del seminario. Estaba enseñando un curso de Evangelismo y Discipulado. Un día me di cuenta que no tenía ningún amigo no cristiano. Todo mi ministerio estaba en la iglesia y con cristianos. Estaba presente con los de la iglesia, pero no con los que estaban afuera de la iglesia. Me sentí mal al estar enseñando evangelismo cuando no estaba suficientemente en el mundo para ser sal y luz. Regresé a mi casa esa noche. Era un viernes a las 9:30pm y vi a mis vecinos bebiendo licor en la esquina. Me acerqué y puse mi maletín en la vereda y les saludé. Cuando me llegó el vaso lleno de cerveza dije “No, gracias.” Ellos se ofendieron. Me dijeron, “Sabemos que ustedes los evangélicos no se emborrachan como nosotros, pero no nos ofendas en nuestra cultura. Si no quieres tomar cerveza, llenas el vaso y lo entregas al que está a tu lado; y nadie te dirá nada.” Cuando me llegó el vaso de cerveza, simplemente lo pasé como me dijeron que haga, pero estaba preocupado que el pastor titular o uno de mis jóvenes me vieran y pensaran que estaba emborrachándome. Gracias a Dios no pasó. Sin embargo, al pasar la noche empezaron a abrirse conmigo. Me contaron de sus familias, de sus luchas y hasta de sus pecados. Después me invitaron a jugar fútbol con ellos el día siguiente, en la mañana. Empecé a jugar 3 veces por semana en las mañanas y empecé a tener amistad con ellos. Después de dos años, uno de ellos, el más borracho se enfermó y me invitó a orar por él. Dijo, “Quiero que el cura venga a rezar por mí.” Me llamaron así, porque no conocían la diferencia entre pastor y sacerdote. Dos de ellos llegaron a la iglesia porque jugué futbol con ellos y les acompañaba en la esquina. Nunca tomé con ellos. Nunca participé en pecado alguno con ellos. Pero estuve suficientemente cerca suyo para ser sal y luz. De los programas a la presencia
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Esto es lo que significa estar presentes. Estar en el mundo pero no ser del mundo. Estar no tan alejado del mundo para alcanzarles con el evangelio. Conclusión Para vivir como sacerdotes con todos los y las creyentes tenemos que vivir con presencia. No significa que no podremos usar la proclamación o los programas. Podemos seguir usando estos métodos, pero obviamente tienen que ser renovados. Pero si no aprendemos a vivir presentes con las nuevas generaciones vamos a perderlas de nuestras iglesias y no vamos a poder alcanzarlas para el Señor. Como iglesia de Cristo, siempre estamos a una generación de la extinción. El Señor nos anima y nos motiva a continuar alcanzando a las siguientes generaciones. “El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca sino que todos se *arrepientan” (2 Pedro 3:9, NBD) No podemos quedarnos atrás. Las generaciones pasadas aprendieron como actualizarse en el transcurso del tiempo. Usaron la proclamación y los programas para alcanzar a sus jóvenes. Nosotros también podemos aprender nuevos métodos para alcanzar a esta generación de niños, adolescentes y jóvenes. Seamos creativos. Seamos bíblicos. Ejerzamos el sacerdocio de todos los y las creyentes viviendo en comunidad con ellos, ayudándoles a experimentar a Dios en sus vidas, aplicando su Palabra en todas las circunstancias para que nuestras próximas generaciones sean salvas.
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Escrito por Elisa Shannon Brown
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e cuenta una historia de una profesora de quinto grado que empezó el año diciendo una mentira. Al presentarse a su nueva clase, prometió amar a todos sus estudiantes por igual. Esto era mentira, porque sentando en la primera fila estaba Teddy. La profesora ya lo conocía, pues el año anterior vio que él no jugaba bien con los otros chicos; su ropa siempre estaba sucia y arrugada, y nunca se bañaba. ¡El niño apestaba! Ella no lo quería en su clase, y ya se imaginaba que él iba a ser problemático. Y así fue. No prestaba atención, sus notas eran muy malas; y la profesora, al marcar su tarea, secretamente disfrutaba de poner rayas rojas para corregirle y un cero enorme en la parte superior de su tarea. En la escuela primaria donde enseñaba esta profesora, era obligatorio revisar los archivos de cada uno de los estudiantes. Ella esperó hasta el final para ver el archivo de Teddy, pero cuando por fin lo llegó a revisar Del juzgar al amar
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Del juzgar al amar (Sola gracia)
tuvo una gran sorpresa. En primer grado, la profesora de Teddy escribió: “Es un gozo tener a Teddy en mi clase; él trabaja duro y escribe pulcramente. Siempre hace su trabajo con una sonrisa”. La profesora de segundo grado escribió: “Teddy es un estudiante excelente, y tiene muchos amigos en el aula. Su mamá tiene una enfermedad muy grave, y la vida en su casa es dura”. El archivo de tercer grado decía: “La muerte de la mamá de Teddy ha sido devastadora para él y su familia. Él se esfuerza mucho con sus deberes, pero le exigen mucho en casa, y su papá trabaja constantemente y no suele poner interés en su hijo. Es importante tomar medidas para ayudar a Teddy, o pronto habrá consecuencias graves en su vida”. La profesora de cuarto grado escribió: “Teddy es un chico retraído y no tiene amistades. No le interesa lo que estamos enseñando y muchas veces se queda dormido durante las clases”. Al leer todo esto, la profesora se dio cuenta lo que había pasado y sintió Del juzgar al amar
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un profundo remordimiento. Se sintió aun peor en Navidad cuando todos los chicos trajeron hermosos regalos envueltos en papel y lazos, menos Teddy, quien trajo su regalo en papel periódico. Así como los regalos de sus compañeros, la profesora lo abrió con mucho cuidado. Al ver una pulsera barata con las piedrecillas desgajadas, y una botella con solo la mitad del perfume, los chicos empezaron a reírse de él. La profesora los calló de inmediato y exclamando lo hermosa que era la pulsera, se la colocó en su muñeca en ese instante, abrió el perfume y puso un poco en su cuello y en su muñeca. Todo ese día Teddy estuvo pegado a su profesora, y no fue hasta que terminó el día que le confesó a ella “Hoy olías igual a mi mamá”. Cuando salió del aula, la profesora se sentó y lloró por una hora. Ese fue el día que cambió todo para esta profesora. Pasó de solamente enseñar matemáticas, historia y ciencias, a invertir su tiempo en la vida de sus alumnos, y en particular en la vida de Teddy. Cuando trabajaba con él, su mente se despertaba y cuanto más le animaba, ¡más rápido e inteligente era! Al terminar el año, Teddy fue el abanderado de su promoción. Se graduó de la secundaria e invitó a su profesora de quinto grado a estar allí en el lugar de honor de su madre. Siempre le decía a todos cuanto le escucharan: “Esta profesora me salvó la vida, es mi favorita”. Llegó a ir a una de las mejores universidades del país y graduarse como médico. Y con cada elogio o reconocimiento, él invitaba a su profesora de quinto grado para que estuviera allí. Y ella siempre iba, usando la pulsera y el perfume que Teddy le había regalado. ¡Qué fácil se nos hace juzgar primero en esta vida! Todo lo hacemos tan rápido, tomamos medidas, llegamos a conclusiones. “Sola Gratia” es uno de los cinco lemas de la Reforma de Martín Lutero. Significa “solo por gracia”. Somos salvos solo por fe en la obra de gracia de Jesucristo y su mérito. Es un favor inmerecido. No hay cosa alguna que podemos hacer para que nos declaren justos. Dios nos da salvación, no por alguna buena obra sino a pesar de nuestro pecado. En el diccionario se describe la palabra gracia como “un don o una concesión que se concreta sin ningún merecimiento en particular”. (http://definicion.de/gracia/). Como seres humanos, hemos heredado una naturaleza esclava al pecado (Romanos 5:12) y esto nos hace amantes del mal. Solo después de ser regenerados podemos tener fe en Cristo. Es por gracia que recibimos la salvación y la fe. Ningún acto nuestro nos hace mecedores de la salvación. Del juzgar al amar
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El Antiguo Testamento enseña que aun nuestros actos de justicia son como trapos sin valor (Isaías 64:6). Aunque somos infieles ante Dios, Él es siempre fiel y demuestra esa fidelidad con amor. El caso de Pedro, cuando negó a Jesús tres veces en una noche, es un buen ejemplo de nuestra infidelidad y de la fidelidad y gracia de Dios (Juan 18:15-27). Cuando vemos la palabra juzgar, normalmente lo interpretamos en su forma negativa. Por ejemplo, al medir el comportamiento de alguna persona y condenarla como pecadora, inmadura, mundana, perdida, destinada a la eternidad sin Dios. De igual manera se puede ver el juzgar en forma “positiva”; por ejemplo, ver un comportamiento benigno, cariñoso, humilde o disciplinado, y juzgar elevando a esa persona como justa, recto, digna, mejor que las demás y, por ende destinado al paraíso con Dios. Pero debemos concluir que Juzgar, tanto positiva como negativamente, es antibíblico, pues claramente el evangelio insiste que no hay ningún merecedor de la gracia de Dios, (Romanos 3). Así está escrito: “No hay un solo justo, ni siquiera uno; no hay nadie que entienda, nadie que busque a Dios. Todos se han descarriado, a una se han corrompido. No hay nadie que haga lo bueno; ¡no hay uno solo!” (Romanos 3:10) Hay muchos versículos bíblicos que nos instruyen a no juzgar: por ejemplo, Juan 3:17, Romanos 14:4, Romanos 14:13, Romanos 2:1, Mateo 7:1-6. Martín Lutero lo dijo así, hablando de las escrituras de Pablo en Tito 3:5-7. “Entonces Pablo descarta toda jactancia de libre voluntad, toda virtud humana, justicia y buenas obras. El concluye que son nada y que son perversas, no importa lo brillante y valioso que parezcan, y nos enseña que tenemos que ser salvos solamente por la gracia de Dios, lo cual es efectivo para todos los creyentes quien lo desean por un concepto correcto de sus propia ruina e insignificancia”. (https://reformedreader.wordpress.com/2011/03/15/lutheron-grace-alone-sola-gratia/). Al leer las sagradas escrituras, fácilmente podemos ver el apoyo del concepto Sola Gratia. En la doctrina de las iglesias evangélicas del Ecuador, todos afirman que es solo por gracia que somos salvos. La pregunta es: “¿Cómo traducimos este énfasis de la Reforma en la práctica diaria de nuestra congregación ante las nuevas generaciones?” ¿Batallamos para ser una iglesia atrayente al que está buscando salvación? Como embajadores del Señor Jesucristo mismo queremos, me atrevo a decir, debemos Del juzgar al amar
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demostrar ese amor incomprensible de Dios, ese perdón, esa gracia ante toda persona, pues… ¡entendemos muy bien que sin gracia estaríamos en el mismo lugar! Ser llamados a amar como Cristo amó, es el reto más grande de nuestras iglesias ante las nuevas generaciones. 1 Corintios 13 describe lo grandioso que es el amor de nuestro Dios. ¡Imagínense si pudiéramos amar de esta misma forma a las nuevas generaciones! Veamos el texto. Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. (1 Corintios 13: 1-7, NVI) Soy hija de misioneros. Me críe en un seminario bíblico donde vi evidencia constante de un Dios verdadero y viviente. Nunca dudé de su existencia, ni regañé al ser hija de pastores con todo lo que eso implica (primeros en llegar a la iglesia, últimos al salir, compartir mis padres con toda la congregación y los estudiantes, vivir lejos de mis primos, abuelos, tíos, etc.). A mí me gustaba mucho vivir como vivíamos, y fui una niña a la que le gustaba agradar a Dios y a mis padres. Fueron pocas las veces que me tuvieron que disciplinar o castigar. A los 16 años, por motivos de fuerza mayor, tuve que salir de casa y estudiar en un internado religioso en otro país. Conocí algunos de los estudiantes en el mismo vuelo, y lo pasé muy bien aprendiendo todo lo que me esperaba. Me acuerdo que al aterrizar nuestro avión, esperándome estaba una de las encargadas del internado donde viviría. Le saludé, y ella se tomó su tiempo mirándome de pies a cabeza, y con una media sonrisa me dijo: “Vamos a tener problemas contigo”. Me pareció extraño que me dijera eso, pues tenía puesto jeans y una chompa azul, botas, mi guitarra y, como solíamos usar en los ‘80ss, un arete de pluma que me había obsequiado mi hermano al despedirme. En los primeros días en el internado, extrañé mucho a mi familia, y aunque Del juzgar al amar
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me divertía con los estudiantes, seguía escuchando murmuración de parte de los adultos que yo obviamente era rebelde y que tendrían que vigilarme. Ahora como adulta entiendo muy bien la realidad del poder de la palabra, y que lo que uno espera y proclama sobre una persona afecta esa persona, mucho más si son niños o adolescentes en plena etapa de formación. A los 16 años, yo supe que esperaban rebeldía y mal comportamiento de mi parte. No podía entender por qué, pero supe que esperaban lo peor de mí. Dicho y hecho, tomó unos seis meses, y ya mi comportamiento empezó a cambiar y cumplir con la expectativa de estos adultos. Me escapaba en la noche, veía películas (un grave pecado en esa época), o aun peor… ¡bailaba! Ya para finalizar el año, me escapé a bailar con varios estudiantes, y los encargados se dieron cuenta. Pedí perdón por haber mentido y escapado, pero rehusé pedir perdón por haber bailado, pues les explicaba que el rey David bailaba y él fue un hombre conforme al corazón de Dios. No mostré mucho respeto ante las autoridades, y me echaron del colegio. Regresé a mi país. Mis padres estaban muy sorprendidos y no podían entender qué había sucedido. No me conocían como alguien rebelde, y día y noche me preguntaban cómo había llegado a creer que no tenía que seguir las reglas o que le faltara el respeto a las autoridades. No tenía respuestas, solo un terrible cargo de conciencia. Doy gracias a Dios que al terminar el año se había determinado que habría nuevos encargados del internado y mi última semana en el internado lo pasé con ellos. Ellos me vieron en el peor momento de mi vida, pero aun así, al tomar el puesto oficial como encargados del internado, me llamaron durante las vacaciones (larga distancia) y jamás olvidaré lo que me dijeron: “Elisa, vemos promesa en ti y queremos que regreses al internado, pero esta vez prometiendo seguir las reglas, aun cuando no estás de acuerdo con ellas”. ¡Vemos promesa en ti!... Lloré como una bebita y les pedí perdón. Les prometí seguir las reglas y les agradecí esta segunda oportunidad, aunque no la merecía. Me mostraron gracia, y esa gracia me cubrió como un manto de perdón, desbloqueó mis oídos y mi razonamiento y entendí que como hija de Dios tenía que seguir reglas y mostrar respeto a mis autoridades. La clave es que demostraron gracia cuando estuve en mi peor condición, cuando estaban justificados para juzgarme como un caso perdido. Solo DESPUÉS de recibir esa gracia, pude yo entender la razón de mi rebeldía. Primero viene la gracia, después llega el arrepentimiento. Martín Lutero Del juzgar al amar
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dice: “Sí, querido amigo, primero debes poseer el cielo y la salvación antes de poder hacer buenas obras. Las obras nunca meritan el cielo, el cielo es conferido solamente por gracia”. (https://reformedreader.wordpress. com/2011/03/15/luther-on-grace-alone-sola-gratia/). Si esto es cierto, entonces no podemos esperar una vida llena de justicia, un comportamiento de buenas obras cuando recién nos están conociendo. El estándar de comportamiento no puede ser la vara que se use para determinar si son aptos para asistir a nuestras reuniones. Las nuevas generaciones están en busca de gracia, ¿cómo lo recibirán si esperamos que primero tengan fruto de esa gracia, antes de formar parte de nuestras iglesias? ¿Puede nuestra iglesia aguantar al pecador que todavía no reconoce su perversidad? ¿Nuestras iglesias son albergues, santuarios para el que busca gracia pero que todavía no lo encuentra, o para el que recién está entrando al proceso de santificación? Como hija de misionera y ahora misionera, todo mi paradigma tiene que ver con derrumbar barreras al evangelio y buscar maneras para que los que me rodean tengan un encuentro con Dios. Con estas nuevas generaciones quiero subrayar el hecho que necesitan tener un encuentro propio con Dios. No basta con solo oír, o saber de encuentros, necesitan experimentar esa gracia y perdón de Dios; necesitan escuchar la voz del Espíritu Santo obrando en ellos. Quiero llamar la atención a esta necesidad de experimentar, porque ya llevamos años aprendiendo que así es como las nuevas generaciones sienten que conocen a Dios. Hoy la necesidad de las nuevas generaciones es PRESENCIA. Con la destrucción de la familia en todos los estratos sociales, económicos y educacionales, la soledad abunda como nunca antes. Presencia de representantes de Dios, embajadores de Jesús, es una necesidad intensamente sentida. Estas generaciones necesitan ver al cristiano (cuyo significado es ser un pequeño Cristo) vivir su fe junto al más vil, más rechazado, más repugnante pecador. En momentos de sufrimiento, duda, anhelo, confusión, pecado, desánimo, cuando toman malas decisiones, cuando sufren las consecuencias de malas decisiones, ahí estamos, los pequeños cristos, haciendo lo que hizo Jesús una y otra vez con el pecador, mostrando gracia. Hay muchas cosas que están pasando en nuestro mundo que quebrantan el corazón de nuestro Señor. Hay cosas que nos asustan y podemos Del juzgar al amar
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comprobar que son pecado en la Biblia. Pasaban muchas cosas en el mundo cuando Jesús vivió entre nosotros, y le provocaban llanto. Vemos que Jesús se entristecía y hasta se enfurecía mucho con los religiosos, la iglesia, los que tenían fama de conocer a Dios, por ser hipócritas, temerosos del hombre, por juzgar, por obligar, por enfatizar las obras y no la gracia (Mateo 23). Las nuevas generaciones necesitan ver que no somos como los religiosos de ese tiempo, ni de los tiempos antes de la Reforma. Tenemos que seguir el ejemplo de Cristo aquí en la tierra. El ejemplo de Jesús ante los del mundo era primero dar gracia. Solo gracia. ¿Qué sucedió con la mujer sorprendida en adulterio que fue llevada a Jesús para que dictamine su sentencia? Las palabras de Jesús para ella fueron: ¡Vete, y no peques más! (Juan 8:11). Primero recibió gracia y después instrucciones de corrección. La iglesia actual ha podido seguir muy poco este ejemplo de Cristo. Primero sentimos la necesidad de instruir, condenar, insistir en un comportamiento aceptable, y después hablamos de gracia. Los que sí hablan de la gracia sobre todas las cosas son condenados como iglesias que están “aguando” la sana doctrina. Cuando escuchas la palabra fariseo, ¿te viene a la mente algo bueno y agradable, digno de seguir como ejemplo? Claro que no. Jesús tuvo un estándar muy alto para los religiosos, los fariseos, y los amonestaba más que a cualquier otro grupo. Una y otra vez mostraba gracia ante los pecadores, aun con los que todavía no sabían que eran pecadores. Esa gracia brillaba en su pureza, y es la gracia de Dios que subrayaba el pecado en la vida de la persona. Desafortunadamente, para las nuevas generaciones, la gracia no tiene la riqueza de su significado porque primero son instruidos en la adaptación de su comportamiento. ¿Cómo podemos esperar buenas obras, si todavía no han recibido gracia y amor? Nuestra fama, querida iglesia, no es la que era en la Reforma. La Reforma significaba libertad de la opresión de las obras. La Reforma decía que ninguno de nosotros merecemos la gracia de Dios, todos somos malos y no podemos comprar nuestra salvación. La Iglesia de la Reforma era luz en la oscuridad. ¡Traía buenas nuevas! Ahora tenemos la fama de traer malas noticias, de buscar esclavizar a otros a la ley, en vez de traerles libertad de gracia. En un país no tan lejano al nuestro, hay una iglesia evangélica que lleva una Del juzgar al amar
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delegación de su congregación a los entierros de los soldados, no para dar consuelo y compartir la esperanza que tenemos por Cristo sino para interrumpir los servicios y gritar que sus hijos están muriendo como castigo de Dios. Imagínense: estas familias sufriendo al perder a sus hijos, nietos, esposos, sobrinos, muchas veces a una edad temprana, y esta iglesia llega en este momento tan frágil en sus vidas para predicar que el sufrimiento que están pasando es dado por Dios porque su país está dejando que los homosexuales tengan derechos ante la ley cotidiana. (https://en.wikipedia. org/wiki/Westboro_Baptist_Church) En otro país aún más cercano, después de sufrir con inundaciones prolíficas, muchos cristianos fueron a las redes para “instruir” que la razón por la cual estaban sufriendo estos desastres naturales era porque Dios estaba castigando al país porque estaba enojado con ellos, por los líderes que habían escogido. (http://www.elespectador.com/noticias/el-mundo/ pastor-evangelico-de-peru-culpa-la-ideologia-de-genero-por-las-inundaciones-en-el-pais-articulo-685717). Vemos estas cosas en el Antiguo Testamento, pero en el Nuevo Testamento, bajo el nuevo pacto, la ley se cumple por la obra de Jesucristo en la cruz del calvario. Vivimos con esta gran verdad: “Todo está permitido, pero no todo es provechoso. Todo está permitido, pero no todo es constructivo. Que nadie busque sus propios intereses, sino los del prójimo.” (1 Corintios 10:23) Del juzgar al amar. ¡Qué difícil! Hay muchos que sentimos que estamos en lo correcto al reclamar y batallar. Pero… ¿qué tan efectivo es? Vivo mi vida para alcanzar al que no conoce a Cristo. Este lema de la Reforma nos obliga a recordar que es solo por gracia que nosotros somos salvos, y es por eso que extendemos gracia, y hacemos presencia aun cuando no estamos de acuerdo con lo que hacen nuestros jóvenes, para así poder influenciar en sus vidas. Somos la iglesia. Somos pequeños Cristos. El cuerpo de Cristo en el mundo. El famoso misionero CT Studd, quien dejó todo y sacrificó mucho para ir a China y África, dijo lo siguiente: “Algunos quieren vivir donde se puede escuchar las campanas de una iglesia. Yo quiero dirigir una casa de rescate a metros del infierno”. (https://churchages.net/en/missions/ct-studd/). Jesús mismo dijo en Marcos 2:17: “No son los sanos los que necesitan médico, sino los enfermos. Y yo no he venido a llamar a justos, sino a pecadores”. Del juzgar al amar
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Seamos honestos. Es más cómodo vivir cerca de una capilla, trabajar día y noche dentro de la iglesia, con jóvenes y adultos cristianos, que tienen valores y comportamientos muy parecidos a los nuestros. Pero tenemos una tarea muy grande. Tenemos que llevar las buenas nuevas a los que nunca han experimentado gracia. Tenemos que abrir nuestras puertas, salir a las calles, y refugiar a los quebrantados en el nombre de Cristo. Recordemos el Salmo 147:3: “restaura a los de corazón quebrantado y cubre con vendas sus heridas.” Como nunca antes vemos un quebrantamiento total en las familias de hoy. Dietrich Bonhoeffer dijo: “Juzgar a otros nos hace ciegos, mientras que el amor es revelador. Juzgando a otros nos cegamos a nuestra propia maldad y a la gracia a la que los demás están intitulados, al igual que nosotros.” (http://www.goodreads.com/quotes/328974-judging-others-makes-usblind-whereas-love-is-illuminating-by). Ya quinientos años después de la Reforma, tomemos conciencia de que hemos sido llamados a traer buenas nuevas, a ser luz y sal que atrae la mirada hacia Jesucristo y su gloria. Juan 13:35 dice: “de este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros”. La iglesia de hoy debería ser sinónimo de gracia y amor. Los que damos gracia primero, solo gracia, así como nos dio Jesús a nosotros, y de ahí podemos ver como la gracia y el Espíritu Santo hacen la obra de corregir e instruir. Una verdad descubierta por medio del Espíritu Santo obrando en tu vida, ¡nunca se borra de tu mente! Cuando le preguntaron a Jesús “Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la ley?”, Jesús respondió de esta manera: Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente; le respondió Jesús. Este es el primero y el más importante de los mandamientos. El segundo se parece a este: Ama a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas. (Mateo 22:36) Jesús enfatizó el amor. Ahora, quinientos años después de la Reforma, y dos mil después de que Jesús estuvo con nosotros aquí en la tierra, el énfasis tiene que ser el mismo: amor. Nosotros como iglesia tenemos que movernos del juzgar primero, al amar primero. Que Dios nos ayude con esta gran tarea.
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Escrito por David Noboa
Un poco de historia
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partir del establecimiento de la misión universal de Mateo 28:18, la iglesia de Cristo ha tenido varios procesos de transformación. Desde el siglo III, algunos concilios tenían el propósito de renovar ciertas prácticas llevadas por la iglesia de la época; sin embargo, con el tiempo se vieron estancados en doctrinas contrarias a la Biblia. Ya en el siglo XIV las voces de los pre reformadores se hicieron escuchar. John Wycliffe y William Tyndale iniciaron un profundo análisis de muchos postulados que la iglesia católica defendía, iniciativa con poco éxito masivo por la limitada capacidad de difusión de sus axiomas. De allí que tuvo que levantarse, dos siglos más tarde, un fraile agustino izando la bandera de la renovación. Los enunciados de la Reforma propuesta por Martín Lutero se distribuyeron valiéndose de la recién inventada imprenta. Las declaraciones de Lutero resquebrajaron los cimientos de la iglesia tradicional, hasta el punto que los concilios siguientes se enfocaron en tratar De la tradición a la relevancia
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De la tradición a la relevancia (Sola gracia) de desestimar cada uno de sus postulados. A pesar de esto, el movimiento que inició Lutero no pudo detenerse y se convirtió en el origen de lo que hoy conocemos como la Iglesia Protestante. Luego de medio milenio se repite un ciclo histórico, donde vemos una iglesia protestante que ha asimilado gran cantidad de prácticas similares a las condenadas por Lutero en el siglo XVI, a tal punto que hoy, en pleno siglo XXI, necesitamos una Nueva Reforma. Parecería que Dios avizoraba tal debacle en el espíritu de la iglesia, y nos brindó preciosos despertares iniciando el siglo 20, dando como resultado los avivamientos de Gales,, en Gran Bretaña dirigido por Evan Roberts, y el de la calle Azuza en Los Ángeles, California, que produjo un mover espiritual que propagó la fe cristiana por todo el mundo. No una fe religiosa, De la tradición a la relevancia
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sino un verdadero despertar de la fe en espíritu y en verdad. Hoy estamos presenciando nuevamente un triste decaimiento de las bases de cristianismo en las iglesias de todo el mundo. Congregaciones que cierran, ministros que niegan la fe, caen en delitos o escándalos, y otros que se vuelven sectarios para no tener que mezclarse con el resto, y hasta los que crean nuevas religiones porque no se lograron adaptar a las exigencias de otros. No solo eso, sino también demasiadas congregaciones que se han conformado con tener una reunión semanal típica, inmutable, que no transforma vidas ni hace discípulos. Definitivamente Cristo nos está llamando a una nueva reforma. Este material tiene un enfoque generacional. Cinco siglos después de la Reforma comenzada por Lutero, hoy nos vemos en una crisis generacional ocasionada por la incertidumbre. Las nuevas generaciones ya no se adaptan a métodos, formas y estructuras que antes pensábamos eran intocables. Tal hecho nos hace repensar en la forma de hacer iglesia para las próximas décadas. La gran pregunta es: ¿Cómo reformar la iglesia para no perder a la siguiente generación? Si analizamos este proceso, vemos inequívocamente un ciclo repetitivo, una tendencia abrumadora hacia la permanencia de la tradición, que nos hace perder el enfoque relevante necesario para la Iglesia de Cristo, el mismo que ha sido siempre igual en cada época histórica, pero que por dejarnos atrapar por las formas tradicionales, nos anquilosamos en una estructura que deja de ser convincente para las generaciones emergentes que vienen con un pensamiento renovado respecto del mundo. Estamos ante un reto real, nuestro propio Goliat, la muralla de nuestro Jericó personal, una Jerusalén incrédula observada por Jesús derramando lágrimas de dolor, por su dureza de corazón y su lentitud para reaccionar. Levántense los que tengan un corazón como el de David. No el viejo y perturbado rey que necesitaba concubinas para calentarse, sino el joven pastor de ovejas cuya única cosa relevante era la adoración en medio de los prados. Que surja una mentalidad similar a la de Josué, respetando a un Moisés que se debía quedar atrás pues no estaba preparado para la batalla por las tierras de Canaán. Que respondan los jóvenes marineros, destinados a convertirse en pescadores de hombres, llenos de errores e De la tradición a la relevancia
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inexperiencia pero con un corazón moldeable y dispuesto a ser transformado por el Maestro. La tradición es como el viejo David, que necesita valerse de cosas que no son necesarias, aunque parecen imprescindibles. Es como Moisés que, aunque era fuerte, no tenía las capacidades para entender las demandas de la tierra prometida. La tradición lleva el peso de los fariseos que tantas veces se enfrentaron a los discípulos de Jesús, por estar dispuestos a sanar en sábado (Lucas 14:1-6) o a recoger espigas cuando no era permitido (Mateo 12:1-8). El camino de la tradición sin espíritu conlleva la desgracia de volvernos poco relevantes ante la necesidad que Cristo nos impone, predicar el evangelio de la gracia de Dios y hacer discípulos en todas las naciones. Y nos sucede reiteradamente, cada cierto tiempo, conforme nos dejamos envejecer y atrapar por paradigmas innecesarios. Se acercan tiempos de cambio; los vientos del Espíritu de Dios están soplando a favor de la iglesia y, por esa misma razón, no la quiere dejar igual. Necesita elaborar odres nuevos de nuestras mentes avejentadas, para recibir lo que el vino nuevo viene trayendo. Sin embargo, nada nuevo hay debajo del sol, pues el Espíritu no viene trayendo algo que no haya dicho antes, solamente que ahora trae la frescura de la renovación de la mente, para no acomodarnos a lo que ya es conocido, y pensamos que es sagrado. Solo Cristo Cuando se logró definir el concepto de las “Solas” de la Reforma Protestante, una de ellas tenía que ver con darle el lugar a Cristo como único y suficiente salvador. Entonces, la salvación se encuentra solamente a través de Jesús, excluyendo cualquier otro camino. Sin embargo, muchos han interpretado esta declaración, como un estilo de predicación, o como una camisa de fuerza. El punto es Jesús es el camino, la meta, un estilo de vida, Cristo lo es todo. La pregunta es: ¿Qué estrategias, modelos, maneras, nos ayudan a llegar a Cristo? Enfrentemos nuestra propia realidad. Un culto, celebración, servicio; inicia con alabanza, luego hay recolección de ofrendas, una predicación (de diferente estilo), y una despedida inspiracional. ¿No se ha vuelto una camisa de fuerza? Este sistema nos ayudó por mucho tiempo a encontrar a Cristo, y toda esta generación de la que formamos parte, llegamos a sus pies de De la tradición a la relevancia
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esa forma. Quizás por eso llegamos a considerarla sagrada, pero llegamos a la decadencia de éstos métodos cuando observamos que perdemos a las nuevas generaciones que no entienden la rigidez de los programas que organizamos. Siendo sinceros: es cierto que llegamos a la iglesia, pero a muchos nos ha costado muchos años más llegar verdaderamente a Cristo. El resto, se quedó en la iglesia por el atractivo estético. Parece que nos vendieron un paquete para que todo funcione y haya un poquito de todo, pero a la final nos ha provocado obesidad espiritual, con demasiada gente sentada en las bancas para presenciar un programa, pero con poco deseo de experimentar a Cristo en la vida real. Muchos que han visto este drama, y han decidido hacer algunos cambios, lo más significativo que han logrado hacer es cambiar el orden del programa para sorprender a los asistentes. Los niños y jóvenes llegan a las congregaciones y observan ese diseño tan estructurado. A unos pocos les encanta y se unen sin problema, otros deben adaptarse y lo hacen con dificultad. El resto, la gran mayoría, no encuentran espacio y se van. La realidad es que congregaciones donde antes tenían reuniones de jóvenes con 200 o 300 asistentes, hoy tienen 20 o 30, y si pensamos porcentualmente, si hace una década, la asistencia a las reuniones de jóvenes era del 30 al 50% de la asistencia total de la iglesia, hoy es menor del 10%. Lo que muchos pastores han hecho en respuesta a la deserción es ponerse a la moda, hacer cultos juveniles, poner un poco de música más moderna, cambiar ligeramente la vestimenta y los más osados han decidido relajarse un poco en cuanto a ciertas convencionalidades propias de la cultura evangélica. Pero sacudirse un poco de las formas no produce relevancia. Simplemente maquillaron lo que por dentro se observa de la misma manera. Obviamente estoy hablando en términos generales. Hay unos pocos casos que han encontrado gracia para esta época y sí hay ministerios inteligentemente desarrollados, donde vemos un fruto mayor. Entonces ya no es un discurso derrotista por completo, si se puede. Cristo es razón suficiente, sigue siendo el único camino, la única verdad, la fuente de vida. Tradicional vs. Contracultural3 Estamos viviendo una etapa de transformación en la cultura eclesial. He De la tradición a la relevancia
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podido conocer a varios ministerios que han caído en la cuenta que si no hacemos cambios drásticos en la forma cómo hacemos iglesia, no lograremos heredarla a las siguientes generaciones. Al mismo tiempo, levantan su voz los más dogmáticos, rechazando a los emprendedores de nuevos métodos que se van en contra de la cultura tradicional de iglesia, basados en la intención de rescatar los valores que por décadas se han defendido a capa y espada. Entonces, ¿cómo reaccionar frente a un proceso de necesaria reforma de la liturgia, sin descuidar los principios innegables de la Palabra de Dios, a los que estamos irremediablemente sujetos por voluntad y decisión propia? ¿Cómo promover cambios sin ofender a Dios y seguir alcanzando a las siguientes generaciones? ¿Qué hacemos para no perder a todos los que ya han sido alcanzados y enseñados en un contexto tradicional de iglesia? En primer lugar, recordemos que la iglesia de Cristo fue concebida desde una perspectiva contracultural. Los principios del evangelio nos obligan a enfrentarnos a la cultura en que vivimos y tomar decisiones. Entonces, la iglesia tiene un diseño contracultural. Pablo les repetía a los romanos que no se amolden al mundo actual (Romanos 12:1-2), entendiendo a Roma como la meca cultural de la época. Es interesante que con el pasar de los años, la iglesia se convirtió en un reflejo del mundo, llena de corrupción pero fingiendo que todo iba de acuerdo al plan. Allí llegó la Reforma de Lutero, un movimiento contracultural que removió las bases del pensamiento global respecto de Dios y de la iglesia. Debo acentuar que dicha Reforma nació desde adentro hacia afuera. No fue una iniciativa personal de alguien que venía con una idea innovadora para organizar la competencia a la iglesia tradicional; más bien fue un brío generado puertas adentro de la misma organización. Además, muchos factores internos, así como personas movidas por el Espíritu de Dios, formaron parte de ese proceso. La Reforma nació de alguien que estaba experimentando la caducidad de los métodos en carne propia, y ansiaba agradar a Dios con todas sus fuerzas. Actualmente sentimos que es necesario otro movimiento de reforma similar al del siglo XVI, y es que la cultura ha ido cambiando tan rápido, haciendo sentir a la iglesia obesa y necesitada de entrenamiento para dar respuestas adecuadas a las nuevas generaciones. Aquí urgen las nuevas 3
Tomado y adaptado de https://e625.com/tradicional-vs-contracultural/.
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tendencias que entienden la cultura, y sin adaptarse a los principios malogrados de la sociedad, logran llegar a las personas que Dios ama. Hace algunos años se publicó un libro escrito por Bono (el líder de la banda U2) llamado Rompiendo el molde. Fue uno de los títulos que llamó mi atención de manera particular. Había estado inconforme con esa tendencia tan poderosa que tenemos de hacer un molde de todo. Esquemas que nos hacen pensar con el tiempo que esa es la única manera de hacer las cosas. Y luego, solicitamos a todos que se amolden a esa estructura que formamos en nuestras iglesias y ministerios para pedirle a la gente que encaje allí. Si la gente no encaja los vemos mal y les damos consejos para que se adapten mejor, esperando que en algún momento, con algo de esfuerzo puedan ser parte del molde. Lo más triste de todo es que a los que no encajan los rechazamos, o simplemente los dejamos partir. La Biblia nos muestra ejemplos de gente que fue llamada por Dios a romper un molde. • Abraham, cuando lo seguro y cómodo era quedarse y seguir viviendo como había aprendido, Dios le mandó a salir y buscar una nueva tierra. • Daniel, parándose firme ante las autoridades gubernamentales y no ceder antes sus solicitudes ofensivas a Dios, cuando lo más fácil era callarse y comer lo que le indicaban. • David rompió moldes de estrategia militar contra el gigante, sin armadura, sin espada, con solo unas piedras y una honda. • Los creyentes del libro de Hechos se enfrentaron al molde de los fariseos y a muchos les costó la vida, promulgando un estilo de vida diferente. Estos y muchos otros personajes bíblicos nos demuestran que el llamado de Dios no se cumple dentro de los parámetros instituidos por los hombres. Dios siempre establece los parámetros. Jesús nos mostró constantemente una forma diferente de hacer ministerio. Él no se rigió a los moldes culturales instaurados por los fariseos; hacía cosas diferentes que rompían el modelo que los religiosos de aquel tiempo De la tradición a la relevancia
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habían impuesto, creaba nuevas formas de hacer ministerio y de predicar el mensaje de salvación. Escupía en la tierra para hacer un poco de lodo y ponérselo en los ojos a un ciego, sanando en sábado, convirtiendo agua en vino, o solo haciendo una declaración al aire para evitar que una tormenta de piedras aniquile a una pecadora. Eso hace que muchos interpreten a Jesús como un “Rebelde”, pero nada más lejos de la realidad. Jesús siempre tuvo claras varias normas que jamás hubiera roto. Él no vino para desechar la ley, sino para cumplirla. Dios ha estado levantando en las últimas décadas hombres y mujeres con un llamamiento contracultural; gente dispuesta a crear nuevas formas de hacer ministerio, diferentes a la cultura habitual que conocemos, y muchas veces han sido criticados y juzgados por otros que aún no han entendido que ese estilo de ministerio también es delegado por Dios. También están aquellos que, por tratar de ir contra la cultura establecida, han cometido errores graves, desechando principios básicos que como hijos de Dios debemos observar. Quizás sin mala intención, han sido ocasión del descrédito delante de la gente. Por este motivo, y con razón, muchos se levantan a detener el movimiento que Dios mismo está provocando, sin distinguir a los verdaderos de los falsos, o acribillando a aquellos que de alguna manera se arriesgaron a hacer algo diferente, a pesar de que así lo recibieron del mismo Padre. Quizás este es un buen momento para definir los parámetros ineludibles para distinguir un movimiento que viene de Dios con la intención de renovar la cultura, y no para fomentar celo o el origen de una secta. 1. La palabra de Dios siempre será superior Los principios de la palabra de Dios siempre serán mayores a cualquier método, estrategia o modelo que podamos implementar para cambiar la cultura circundante. Por eso es necesario estar bien preparados para hacer una correcta exégesis de la Biblia, tener claros los procesos hermenéuticos que rigen una adecuada interpretación de las Escrituras. Sobre todo, debemos tener cuidado de usar la Biblia solo para justificar cosas que queremos implementar. Así no funciona. En realidad es al revés. Primero Dios nos habla a través de su palabra, luego pedimos sabiduría para encajar esta palabra en el contexto actual, y entonces recibimos una estrategia basada en las escrituras, pero relevante a la presente cosmovisión. De la tradición a la relevancia
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2. El molde se puede romper, la meta no Pienso que todas las estrategias, sistemas y formas, son variables sujetas a cambios. Lo que no puede cambiar es la meta ulterior que todos tenemos como hijos de Dios, que es HACER DISCÍPULOS. Quizás esta sola meta se subdivide en algunas áreas: predicar el evangelio, sanar a los quebrantados de corazón, preocuparnos de los pobres, etc. Los pasajes en Lucas 4:18-19 y Mateo 28:18-20 nos servirán para recordar claramente la meta inalterable. Pero hay otros como: Juan 10:10; 1 Juan 3:8; 1 Timoteo 1:15; Lucas 19:10. Todos estos pasajes llegan al mismo punto, así que la meta es la misma para todos nosotros. Lo que hagamos para cumplirla dependerá de la época, cultura, llamado, estilo, etc. Para eso siempre es necesario romper algunos moldes como Jesús lo hizo, pero recuerda: Él jamás cambió la meta ni el mensaje. ¿De qué te serviría tener un ministerio genial y diferente si no hace un solo discípulo? 3. Ir contra las costumbres no es ir contra las personas. Oponerse a las costumbres o formas habituales no significa enemistarse con el mundo entero al llevar la bandera de cambio. Puede ser que ofendemos a muchos sin querer, o a veces intencionalmente podemos dar la impresión de obrar con amargura, falta de perdón y hasta envidia. Tengamos cuidado de cómo se mueven nuestras emociones en este camino. Las personas que están haciendo ministerio de una forma tradicional también fueron llamadas por Dios. Debemos amar y respetar a todos quienes hacen ministerio de cualquier manera diferente a la nuestra, y ese amor fraternal tristemente no se ve en la práctica. A través de este mensaje quiero reconocer a los pastores que han entregado décadas de su vida a hacer lo que Dios les llamó a hacer y han llevado tantas personas a los pies de Cristo, de la forma en que lo han hecho hasta hoy, los respeto y agradezco grandemente. Diciendo esto recuerdo que yo mismo llegué a Cristo en una iglesia tradicional, como quizás el 99% de todos nosotros. No sabríamos la historia de una tierra prometida sin un Moisés que lidere al pueblo a través del desierto. Así de simple. Jesús y su ministerio contracultural Entiendo que la palabra contracultural puede ser un poco agresiva o revolucionaria para muchos, pero es certera. Jesús emprendió un ministerio contracultural, poco famoso entre las sectas religiosas pero popular entre los necesitados. Su campaña era contraria a la cultura que la religión había De la tradición a la relevancia
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impuesto; las prostitutas, los ladrones, los adúlteros, llegaban sin temor porque Jesús les ofrecía un espacio de aceptación y redención. En mi opinión, luego de haber ministrado a las juventudes que el Señor me ha entregado por doce años, luego de invertir mucho tiempo en equipar líderes juveniles, y hoy en este proceso de renovación mental que me obliga a pensar generacionalmente, mi interpretación personal de la palabra contracultura es: necesitada de reforma. ¡La iglesia necesita ser reformada! Es necesario que surja un movimiento transformacional, que genere nuevas perspectivas enfocadas en las nuevas generaciones. Algo que Jesús hacía es oponerse a las formas que habían establecido los hombres y rescatar el espíritu de lo que la palabra de Dios pedía. Y no era la primera vez que el Padre intentaba reformar las cosas. Ya antes había enviado jueces y profetas para alertarnos de que hagamos las cosas como Él las había planeado, pero el ser humano siempre ha sido flojo para escuchar los mensajes de Dios en ese entonces; y hoy, igualmente, necesitamos esa reforma, pero seguimos un poco sordos. Innovación y relevancia Personalmente yo soy uno de esos que siempre me pregunto los por qué de todo. ¿Por qué hacemos tal cosa de tal manera o de tal otra? ¿Qué nos impide hacerlo de manera diferente? Soy un luchador a favor de la innovación, pero vivir al borde de la innovación no quiere decir cambiar por cambiar, o estar a la moda, y mucho menos atentar contra principios universales que Dios nos pide guardar. No se trata de decir: si todos están usando luces de escenario, yo también debo hacerlo; si todos están usando deportes yo lo haré igual; si ahora todos hacen videos es tiempo de que yo lo haga también. Innovar no es maquillar o estar a la moda. Cuando maquillas, en algún momento el cosmético se corre y la máscara cae dejando ver el rostro real. Si solo estás a la moda, seguro te verás bien, pero no entregarás más que formas novedosas que, aunque atractivas en apariencia, no transforman vidas, ni hacen discípulos. La verdadera innovación te obliga a hacerte las preguntas adecuadas. ¿Por qué hacemos lo que hacemos? ¿A quiénes llegaremos si lo hacemos diferente? Innovar es encontrar nuevas rutas para llegar al mismo propósito, el cual debes tener completamente claro. De la tradición a la relevancia
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La iglesia está llamada a innovar, pero no todas las personas lo logran. No vamos a desechar a aquellos que por diferentes razones no se logran adaptar a cosas nuevas. Más bien necesitamos identificar a los que Dios quiere levantar para propósitos como ese, y darles un espacio en la comunidad de la iglesia, prepararlos, darles herramientas y luego empoderarlos. Muchos son llamados para innovar, pero no todos son escogidos. Quiere decir que Dios nos quiere a todos haciendo ministerio, pero no nos quiere a todos sirviendo de la misma forma. El propósito de esto es poder alcanzar a la mayoría de gente en toda su diversidad. Recuerda que nuestro Padre es quien más quiere que todos sean salvos y procedan al arrepentimiento. Ideas innovadoras para un ministerio relevante Te invito a responder algunas preguntas: 1. ¿Por qué hacemos lo que hacemos? 2. ¿Se puede hacer diferente? 3. ¿Ofendemos a Dios si lo hacemos diferente? La iglesia deja de ser relevante cuando ya no responde a la necesidad de su entorno. Y la necesidad que ahora nos constriñe, trae implícita el extravío de las nuevas generaciones, que entienden cada vez menos las motivaciones que tenemos para hacer lo que hacemos, y cómo lo hacemos. ¿Y si cambiamos? Algunos pensarán que si cambiamos algunos métodos perderemos la sustancia del evangelio, pero pensémoslo bien. Hay principios bíblicos que no podemos perder, como dijimos antes; pero las formas, estrategias, sistemas y modelos, todo puede cambiar. Respondamos estas preguntas: ¿Qué cosas debemos y podemos cambiar? ¿Qué cosas no deberíamos cambiar? En el siguiente listado quiero exponer algunas iniciativas que varias iglesias están tomando y que están alcanzando positivamente a las nuevas generaciones, sin necesidad de hacer de las celebraciones de adoración espectáculos atractivos pero sin alguna relevancia. • Innovación en las finanzas. La necesidad de un manejo adecuado de De la tradición a la relevancia
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las finanzas es primordial en la familia, y por mucho tiempo la iglesia ha manejado el tema financiero con escasa sabiduría. Nos hemos limitado a “motivar” desde el púlpito a que la gente ofrende un poco más, y a raíz de eso han surgido muchas tendencias descabelladas de ver y enseñar acerca de finanzas. Considero que la Biblia nos ofrece suficiente cantidad de material para desarrollar cursos de manejo financiero, economía familiar, emprendimiento, etc. Una iglesia que puede ofrecer este tipo de entrenamiento a sus familias, cubre una necesidad imperiosa. Más temprano que tarde hallará frutos sin necesidad de manipular mente o corazones. Las nuevas generaciones verán esto como una forma genuina de ayudar a la comunidad y generar confianza para acercarse. • Innovación en la ciencia y cultura. Muchos adolescentes y jóvenes miran a las iglesias como grupos de gente fanática que no acepta hechos científicos comprobados y, por tanto, para ellos, somos gente intolerante con quien no se puede departir. Imagina a tu iglesia abriendo clubs de lectura y análisis adecuado de libros famosos, conversatorios sobre ciencia y hallazgos científicos, tertulias sobre cómo la fe tiene un gran sustento en lo real más que en algo imaginario. Si antes preferíamos no tocar temas controversiales como estos, es hora de prepararnos o buscar la gente preparada para dichas discusiones. Imagino a jóvenes científicos acercándose al Señor por medio de la ciencia y la cultura, como fue el caso de Isaac Newton, J.R.R. Tolkien y C.S. Lewis. • Innovación en la política. Siendo entendidos en los tiempos, y mirando la controversia constante que ocasionan los partidos políticos en nuestro país, las tendencias partidarias han logrado dividir naciones enteras, generando ambientes de violencia y poca tolerancia. Qué diferentes serían los presidentes electos, si tan solo nuestros niños y jóvenes recibieran información pertinente sobre comunismo o socialismo, qué significa ser liberal o demócrata, cómo identificar una línea de derecha o izquierda, y quién es un populista. Si la iglesia ofrece esa clase de información relevante para la sociedad, abre las puertas para generar un criterio maduro al momento de ser parte activa de lo que sucede en el mundo. • Innovación en las artes. Desgraciadamente hemos limitado el uso de las artes a la música y, en un bajo porcentaje de iglesias, a la danza. Pero el arte es multiforme, tal como la gracia y la sabiduría de Dios. ¿Dónde están los pintores que pueden plasmar paisajes hermosos o momentos bíblicos en un lienzo? ¿Dónde están los poetas que dedican frases y De la tradición a la relevancia
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versos al Todopoderoso? ¿Cómo encuentro a escritores de novelas y cuentos que puedan insertar valores morales en la sociedad a través de sus historias? ¿Qué hay de los decoradores de espacios interiores, que logran proveer una atmósfera de adoración? Anhelo que estos niños y jóvenes que crecen en las aulas de escuela dominical, no limiten su arte a un pedazo de papel, sino que pueda ser expuesto al mundo. • Innovación en el deporte. Y… ¿si motivamos a nuestros niños y jóvenes a hacer una carrera para fomentar la salud mental y física? ¿A dónde podemos llegar, organizando campeonatos, en todas las disciplinas deportivas? El riesgo es salir de las paredes del templo y ser la iglesia en otros lugares. Es hora de vencer esos miedos infundados que no nos han dejado salir, y ser lo que Cristo diseñó que seamos. • Innovación e Impacto Social. Tanto nos hemos acomodado a un culto de un par de horas a la semana, que olvidamos que hemos sido enviados a rescatar lo que se ha perdido, a responder a las necesidades de la gente que no tiene a Cristo, o aun teniendo a Cristo vive en condiciones peores que las nuestras. Existen fundaciones, organizaciones de obra social, asociaciones que buscan ser una mano amiga para aquellos menos favorecidos. Santiago nos dice que la verdadera religión tiene que ver con asistir a las viudas, visitar a los huérfanos, y darles vestido y todo lo necesario. Los libros de Éxodo y Deuteronomio nos hablan de hacer justicia con ellos, y también con los enfermos y extranjeros. Hay suficiente labor, y espacio para demostrar el verdadero amor de Cristo. • Innovación misionera. El mundo sigue necesitando de Cristo; por tanto, es imprescindible que las nuevas generaciones estén al tanto de lo que sucede en otros países. Mantenerlos conectados con la realidad del mundo provocará que muchos reciban un llamado misionero, pastoral, generacional. Si nunca les hablamos de los países menos alcanzados, de la Ventana 10-40, de la decadencia espiritual en Europa, de la necesidad de Cristo en los diferentes continentes, probablemente perderemos la oportunidad de ver nuevos misioneros levantarse e ir a donde Dios los está llamando. Podemos provocar creativamente el nacimiento de una carga por las misiones en el mundo. Es tiempo de hacer algunos cambios, entender que ese mismo culto similar cada semana, año tras año, no es suficiente para la demanda espiritual de nuestras congregaciones. Renovemos la mente, combatamos el temor, levantemos un clamor injertado de acciones que nos lleven a ser escuchaDe la tradición a la relevancia
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dos en la sociedad, involucrémonos en las comunidades, barrios, donde está la gente, y llevemos el mensaje del evangelio de forma práctica. El mundo sigue anhelando profundamente la manifestación de los hijos de Dios (Romanos 8:19).
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Escrito por Javier Gudiño y Paulina Morales
Introducción
“A
Dios sea la Gloria”, ésta junto con otras frases, tal vez sea de las más mencionadas en el lenguaje común de las sociedades cristianas. Es muy fácil escuchar en un culto con “cuántos pueden decir gloria a Dios”. O luego de que el predicador de turno es felicitado por un buen mensaje, dirá “Gloria a Dios”. En las más sentidas expresiones de gratitud a Dios entre aquellos que claman a Dios desde una necesidad sentida en sus corazones, hasta los que buscan intencionalmente ver su gloria como Moisés lo pidió; y tomando sus palabras expresan un “Muéstrame tu Gloria”.
Podríamos decir que la gloria de Dios nos muestra las siguientes características: • Temor de Dios que dignifica y hace sabio al ser humano Del egoísmo a la unidad del Reino de Dios
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Del egoísmo a la unidad del Reino de Dios (solo a Dios sea la gloria)
• La renuncia al culto personal • Su anuncio como fin último • El retorno del ideal • Confianza en su promesa Esta sublime expresión, aun cuando muchas veces ha sido tomada a la ligera, denota la grandeza de nuestro Dios, nos reconocemos como creación suya y que todo es por Él y para Él (Colosenses 1:15,16), que nada fue antes de Él; y que, por lo tanto, nadie ha conocido su mente o ha sido su consejero, no le debe nada a nadie, y que Él es la causa de todo (Rom.11:34-36). Del egoísmo a la unidad del Reino de Dios
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De aquí que la máxima expresión de su nombre, el conocido tetragrama YHWH, se traduce Yo soy; en su transliteración significa “Yo Soy el que causa”. Entender estas características de la gloria de Dios, es fundamental para la vida cristiana, y para el ejercicio santo del ministerio. Entendemos que, en la grandeza de su gloria, Él nos amó tanto que diseñó y ejecutó su plan salvífico, efectivo y eficaz en la sangre de su Hijo nuestro Señor Jesucristo, y en un propósito mayor para su gloria nos escogió para ser sus siervos, no por nuestros méritos sino en su infinita gloria revestida de su poderosa gracia. Así la gloria de Dios no hace otra cosa sino revelar que cada hombre es como la flor de la hierba que hoy está pero que mañana se seca y cae. Paralelamente, se levantan algunos que con falta de comprensión de cómo funciona el Dios de la Gloria, actúan como si quisieran recibir la gloria que no les pertenece. Se levantan así ministerios con un enfoque endiosado alrededor de sus propias motivaciones egoístas. En lugares y momentos así, la gloria se desdibuja para convertirse en un atributo meramente humano. Estamos llamados a evelar el inconmensurable amor de Dios que nos tomó en cuenta (Salmo 8:4-9) y que es totalmente conocible desde la grandeza de la creación (Salmo 19:1-4) hasta lo íntimo de su ser (Jeremías 9:23,24; Salmo 25:14). Tener conciencia de la gloria de Dios no solo nos dará dependencia de Él sino que nos alentará a alcanzar aquello para lo cual Cristo nos alcanzó (Filipenses 3:12) y nos hará hijos de Dios más sabios, capaces de mantener la unidad en amor entre todos nosotros, que es lo que las nuevas generaciones tanto anhelan. La iglesia en nuestro contexto tiene necesidad de volver a expresar y vivir en este lema de la Reforma: “A Dios sea la gloria.” Una iglesia reformada en el año 2017 debe ser una iglesia que da toda la gloria al Único que la merece. Repasemos estas cinco características de su gloria, la relevancia e importancia para los hombres y mujeres de Dios, y cómo la gloria de Dios es relevante para las nuevas generaciones, y qué efectos positivos de unidad puede traer para la iglesia de hoy. Temor de Dios que dignifica y hace sabio al ser humano “El temor del Señor es el principio del conocimiento; los necios desprecian la sabiduría y la disciplina” (Proverbios 1:7). Este es, tal vez, uno de los pasajes Del egoísmo a la unidad del Reino de Dios
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bíblicos más conocidos por la comunidad cristiana, quizás uno de los más mencionados; sin embargo, también es uno muy poco reflexionado. ¿Qué es el temor a Jehová? ¿Por qué Dios quiere que la humanidad le tema? Creo que primero debemos aclarar que no es el temor “a” Jehová. El temor de Dios no tiene que ver con una postura atemorizante o macabra de la persona de Dios. Tradicionalmente muchos crecimos con la famosa frase “Dios castiga” y se convirtió en nuestro primer acercamiento a la realidad de Dios. Un Dios castigador, un Dios que está más pendiente de lo que hago mal que de dar salvación; si bien debemos reconocer que Dios tiene el poder para hacer “Ctrl + Alt + Suprimir”, y borrarnos (Gen 6:7), si él así quisiera. La postura de Dios siempre ha sido darse a conocer y proponer una relación honesta con el hombre, a fin de salvar su alma y reconciliarlo con Él; confundir el temor a Dios con “terror a Dios” solo distorsiona la realidad de su persona y su gloria. Por otro lado, la manera más clara para definir esta característica es el concepto de la reverencia. A lo largo de la historia en diferentes culturas, de manera más clara en la cultura europea y con mucho más énfasis en las culturas asiáticas, en algunas sociedades la reverencia formaba parte esencial de la comunicación; desde los hijos hacia los padres en las familias, de los nobles hacia su rey o reina en las cortes, denotando su rango de autoridad y superioridad sobre ellos, aunque muchas veces estaba motivado por la intención de alcanzar el favor de ese rey. En algunas culturas asiáticas es mucho más común hallar el respeto y reverencia que en Occidente. En Japón y en Corea son especialmente importantes. Los japoneses y coreanos, tanto hombres como mujeres, utilizan mucho esta forma de comunicación. Lo usan para decir “adiós”», “gracias»”, “lo siento” o para mostrar humildad ante una persona de mayor rango. Hoy tenemos el reto de difundir entre la niñez y juventud, la honra y el respeto a un Dios que no está buscando mínimas oportunidades para castigarlos, sino para abrazarlos. En medio de una época donde los seres humanos se convierten en pequeños “dioses”, que buscan su propia gloria, y exigen respeto y honra para ellos, estamos llamados a dejar una huella diferente en las nuevas generaciones, para que abracen la verdadera gloria del Todopoderoso, lleno de gracia y de verdad. Todo esto empieza con reconocer delante de quién estamos. Ser consDel egoísmo a la unidad del Reino de Dios
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cientes de la gloria de Dios nos permite ser conscientes de nuestra vulnerabilidad, y de la necesidad de ese poder mayor que radica en su persona; al hacerlo tenemos acceso a su sabiduría, su pensamiento y su plan para la humanidad. ¿Podríamos notar en nuestra iglesia un temor, respeto y reverencia de este tipo? Necesitamos tener un temor a Dios que nos hace más sabios. Un temor a Dios que le invita a Él a reinar en nuestros cultos, en nuestras vidas como pastores y líderes y en las nuevas generaciones. Un temor que trae consigo el principio de unidad de su Reino aquí en la Tierra. Las nuevas generaciones pueden acercarse a Dios cuando se enfrentan al temor de Dios. Una adolescente estaba leyendo un libro acerca del Holocausto, escrito por un judío de 13 años que fue capturado y forzado a trabajar en un campo de concentración. Al leer esa historia la adolescente tuvo preguntas. ¿Por qué Dios permitió que estos judíos fueran torturados tan fuertemente?, ¡no sé si yo aguantaría ese tipo de torturas! Ella lloró al terminar el libro. “No es justo, no debería haber sufrido tanto este judío.” Lloró hasta que le sobrevino un saludable temor de Dios. Abrió su Biblia y empezó a buscar pasajes donde Dios le mostraba su amor, soberanía y control. Halló Filipenses 4:6-7: “No se angustien por nada; más bien, oren; pídanle a Dios en toda ocasión y denle gracias. Y la paz de Dios, esa paz que nadie puede comprender, cuidará sus corazones y pensamientos en Cristo” (NBD). Esto le ayudó a tener un encuentro inolvidable con la presencia de Dios. Aun cuando no lo entendemos, podemos llegar a una sabiduría y descansar en el conocimiento y soberanía de Dios. El arca del pacto fue llevada dos veces a la ciudad del Rey David. El Rey David quería ponerla en el templo, y mientras estaban llevándola Uza, uno de sus hombres, la tocó para evitar que cayera y murió. David se dio cuenta de la importancia de la santidad de Dios, y tuvo temor. En vez de mandar el arca a Jerusalén decidió dejarlo en la casa de Obed Edom. Quedó allí por tres meses, y el Señor bendijo a Obed y a toda su familia. Cuando David se dio cuenta de la bendición que cayó sobre Obed quiso llevar el arca a Jerusalén por segunda vez. Cuando los hombres que llevaban el arca caminaron seis pasos, David ofreció un toro y un ternero gordo como sacrificio por temor a Dios. Había gritos de alegría, y David danzó por las calles con gozo (2 Samuel 6:1-19). Del egoísmo a la unidad del Reino de Dios
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¡Qué ejemplo de celebración, respeto y reverencia! El verdadero temor de Dios trae reverencia para las nuevas generaciones y nos une en comunidad para celebrar en gozo lo que Él es y lo que Él hace. El temor a Dios se puede ver en muchas formas. Se puede ver con gritos de gozo y alegría, postrados en el piso delante de Dios como hicieron los que hablaron con Dios en la Biblia. Se puede ver también con oración, lectura bíblica, tiempos a solas, y llantos después de leer un libro, tiempos en multitudes y caminando por la calle. Cuando este temor está presente, tenemos que reconocer que viene de Dios y adorarle, seguirle y agradecerle por ese encuentro. Las nuevas generaciones anhelan este tipo de encuentros con Dios. La iglesia de Cristo puede dirigirlos a Él en esta nueva reforma. Podemos explicarles su significado y ser sus mentores para identificarlo en ellos y hacer empates entre esas experiencias y la Biblia. Podemos mostrarles que el temor a Dios es el principio de todo conocimiento. La renuncia al culto personal Vivimos en la era de la comunicación, y tenemos más capacidad de acceso a la información que en toda la historia de la humanidad. Sin embargo, pese a los beneficios de este fenómeno social del milenio, se han generado cambios drásticos en los patrones culturales, psicológicos y sociales de nuestras naciones. La opinión colectiva, los acuerdos y la comunicación como un valor comunitario pasó a un segundo o tercer plano, cobrando fuerza la expresión, el manejo y defensa de la opinión individual soportado en las redes sociales. Cada uno es una fuente de opinión, información y noticias, sin filtros o investigación de la mayoría de sus contenidos. La imagen es utilizada como un recurso para dejar volar la imaginación sin generar conclusiones, y todo esto es alentado por un pensamiento posmoderno donde la verdad y los valores son relativos y cada quien es dueño de su verdad, sin Dios ni ley. En su intento por no sucumbir, la iglesia ha intentado de todo, desde confrontar hasta satanizar y prohibir. Pero este fenómeno social, finalmente, ha logrado no solo tocar la superficie de la iglesia sino que ha llegado a niveles inimaginables. Se han creado mecanismos y dirección de contenidos en muchas iglesias para el buen uso de toda esta plataforma social digital; sin embargo, en algunos casos el liderazgo de la iglesia ha pasado de ser un héroe silencioso a buscar todas las formas posibles de conseguir seguidores y adeptos para sí, midiendo su poder de influencia a través de un like o un me gusta. Del egoísmo a la unidad del Reino de Dios
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No vemos este fenómeno solamente en las redes sociales, sino también en las estructuras que se han levantado para sostener todo ese aparataje comunicacional. No es que sea malo usar el poder del internet en medio de un mundo globalizado, ya que es absolutamente necesario, pero qué poco cuidado se ha tenido comparado con cuánto ha logrado contaminar el verdadero sentido de la iglesia de Cristo el mantener este sistema. Todo este fenómeno ha generado un culto hacia lo personal y la imagen que ha dejado de lado el propósito real y el fin último (en el caso del mundo cristiano) de por qué y a qué fuimos llamados como iglesia de Cristo. Hemos cambiado máximas como “Si alguno de ustedes quiere ser mi seguidor, tiene que abandonar su manera egoísta de vivir, tomar su cruz cada día y seguirme” (Lucas 9:23, NTV) por “Si alguno quiere ser mi seguidor primero debe tener mil seguidores”. En los últimos años se ha repetido el discurso de no volvernos seguidores de hombres. Sin embargo, todavía nuestras reacciones son de búsqueda de hombres y mujeres que nos reflejen la gloria de Dios, como si la puerta estuviera cerrada para los demás y solo ellos tuvieran la llave para entrar al trono de la gracia. Entonces, esas personas que son endiosadas por otros, empiezan a creer que pueden recibir algo de la gloria que no les pertenece. Si bien esto no es generalizado, sí podemos ver en muchos países de Latinoamérica ministerios que se levantan enfocados en un líder carismático, que nos desenfoca de la dirección correcta. Así como no podemos desconocer la relevancia y la buena herramienta que pueden ser las plataformas digitales para la extensión del evangelio, tampoco podemos tapar el sol con un dedo y hacernos de la vista gorda, y no darnos cuenta de la distorsión del propósito y las motivaciones sanas y santas del ministerio cristiano. La gloria de Dios, con todo su peso, confronta y elimina este culto personal ya que sin desvío alguno nos lleva directamente a glorificar y exaltar a Dios en todo, y enfocar nuestra mirada en Cristo como autor y consumador de nuestra fe. Lo triste de una sociedad sin conocimiento de la gloria de Dios es que no tiene a quien agradecer; de ahí el que muchos exalten su éxito basados en sus propios esfuerzos y pongan su esperanza en sí mismos. Si hay algo que las nuevas generaciones no conocen es el valor de ser gratos, ya que en la mayoría de los casos todo ha estado siempre a la mano y la nueva generación de padres (con las mejores intenciones) se Del egoísmo a la unidad del Reino de Dios
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ha encargado de proveer y consentir cada necesidad por más superficial que parezca. Estos hijos seguirán creciendo y formándose en este estilo de pensamiento, sin conocer el esfuerzo, el trabajo y mucho menos el fracaso; pensarán que son invencibles, infalibles, influyentes y que no hay nadie quien los pare y que todos deben respetar su manera de ver el mundo. Terminan siendo presa del culto a sí mismos. Como pastor generacional, me he topado con tremendos cuadros depresivos en adolescentes y jóvenes, quienes no pudieron evitar que una crisis tocara sus vidas o la de sus familias, sumergidos en la confusión de no saber ni quiénes son. Se hallan sin pertenencia, ni identidad, con muchas preguntas sin respuestas, perdidos en la fractura de su autosuficiencia. En cierta ocasión nos acercamos a una persona en un parque, con la intención que conociera a Dios. Le preguntamos, “¿Quieres conocer más de Dios?”. Él nos respondió “Yo soy Dios.” Los de las nuevas generaciones pueden crecer pensando que son dios. Tenemos que mostrarles el verdadero Dios, qué es más grande que ellos, pero al mismo tiempo enseñarles a tener una relación con Él. Cuando las nuevas generaciones se enfocan en el verdadero Dios, logran una perfecta unidad que le da la gloria a Él. Aunque sea un trabajo arduo el reenseñar la verdad acerca de la gloria de Dios, es lo que puede ayudar a esta generación a corregir las distorsiones generados por los patrones sociales. En primer lugar, enseñar nuevamente que son creación de Dios a su imagen y semejanza, que su identidad está en uno más grande y que su entorno no lo define sino el diseño único que Dios le ha dado. En segundo lugar, el saber que somos vulnerables, frágiles, dependientes y codependientes, nos deja saber que debemos buscar en Dios la dirección para vivir a través de la obediencia a Él. Tercero, debemos recuperar la esperanza y la fe en las promesas de Dios que descansan en su Palabra y no en sí mismos. Por último, recuperar la gratitud como un valor muy alto al reconocer que todo es por Él, en Él y para Él, es decir todo es para Cristo. Debemos reenseñar a las nuevas generaciones a abandonar el culto personal y dar gloria y honra a Dios en comunidad. Su anuncio como fin último “Porque el que se avergüence de mi y de mis palabras, de este se avergonzará el Hijo del hombre cuando este venga en su gloria.” (Lucas 9:26) Si pasar de la emoción a la razón resulta difícil muchas veces, pasar de la Del egoísmo a la unidad del Reino de Dios
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razón a la práctico es una empresa titánica. Nos hemos vuelto especialistas en absorber verdades bíblicas y crear posiciones o conceptos teológicos, pero todos estos pensamientos y verdades poco o nada son llevados a la práctica y, por ende, compartirlas es una tarea mucho más difícil aún. Desde la década de los 1990 hasta comienzos del nuevo milenio las comunidades cristianas crecieron y se fortalecieron, en gran parte producto de una labor evangelística y misionera de décadas anteriores. Sin embargo, luego de los primeros cinco años del nuevo milenio las comunidades juveniles cristianas han tenido un decrecimiento numérico, y hoy con mucho asombro muchos de quienes fuimos parte de grupos de trescientos y quinientos jóvenes vemos a grupos entre treinta o cincuenta, y en el mejor de los casos cien, personas. Si bien el crecimiento espiritual no puede ser matemático, es notable la reducción en el número de jóvenes y adolescentes que hoy integran un grupo en la iglesia. Esto puede darse por distintos factores: no relevancia, desactualización, y también una pérdida de la motivación evangelística. ¿Qué sucedió? ¿Qué pasó con la Gran Comisión? Parece que hoy el ejercicio de la Gran Comisión está centrado en tantas áreas que cubren la necesidad interna de la comunidad, pero poco o nada la iglesia ejerce hoy el evangelismo, porque se lo considera ya una estrategia de antaño. Es muy común escuchar propuestas o proyectos cristianos que adoptan como estrategia no mencionar a Dios, ni hablar del pecado, el arrepentimiento o cualquier otra palabra que pueda generar rechazo cultural. Intentar ganar a una generación que rechaza las estructuras y los modelos tradicionales de liderazgo porque perdieron credibilidad en el tiempo, será imposible planteando estrategias que presenten verdades a medias. Una vez que exponemos a niños y jóvenes a la luz de la gloria de Dios, vendrá en ellos la convicción para generar los cambios que sean necesarios en sus vidas. La gloria de Dios respalda y reviste de autoridad al glorioso evangelio y su anuncio (Romanos 1:16). Tanto la creación, como revelación general (Salmo 19:1), como en el anuncio fervoroso que es nuestro llamado (2 Corintios 4:4-6), hallan sentido y respaldo en la gloria de Dios. Las nuevas generaciones están buscando personas, causas y eventos muchos más importantes y grandes que ellos. Ellos responden cuando ellos se dan cuenta que pueden alinearse con una causa de revolución, cuando les damos protagonismo, y cuando les mostramos que Dios es mucho más grande que ellos. Esto nos da el privilegio como Iglesia de Cristo de mostrarles la grandeza de Dios. Cuando ellos ven su grandeza Del egoísmo a la unidad del Reino de Dios
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estamos seguros que responderán con obediencia, humildad y reverencia. Nunca serán avergonzados delante de sus amigos y amigas. El retorno del ideal Una de las características particulares de las nuevas generaciones es la pérdida de los ideales o convicciones alineadas a un propósito. Están buscando más experiencias que verdades absolutas. Se han alineado a movimientos relacionados a la lucha por el medio ambiente o contra enfermedades como el cáncer, o luchan la violencia contra la mujer; estos movimientos aparecen y desaparecen sin permanecer en el tiempo, como focos intermitentes. Los valores como pilares de una sociedad están sujetos al relativismo posmoderno, dando por resultado la pérdida de convicciones profundas en una sociedad (2 Corintios 4:4-6). Esta realidad nos ha alcanzado como iglesia de Cristo, dando lugar a la pérdida de convicciones y valores cristianos, como la infalibilidad de las Escrituras basadas en su continuidad y cumplimiento profético, la oración y la unidad como cuerpo de Cristo. Necesitamos recuperar verdades fundamentales de la doctrina cristiana como la gloria de Dios para revivir las convicciones más profundas de nuestra fe y formar a las nuevas generaciones sobre bases y convicciones firmes que transformen su alma a través del Evangelio. Tenemos que reinventar formas de explicar puntos doctrinales para que las nuevas generaciones se den cuenta de su importancia. Ellos no entienden los absolutos. Entonces tenemos que explicarlos con experiencias propias, ejemplos bíblicos y testimonios de los hermanos en la iglesia. Al escuchar estas historias podrán dar valor a esas experiencias y empezar a adoptar temas doctrinales tan importantes. Sugerimos usar más parábolas en las prédicas, tomando historias buenas y malas de diferentes temas bíblicos tal como hizo Jesús. Creemos que la vulnerabilidad de los pastores en contar historias sus propias negativas, cuando no salió todo bien, dará poder a los temas bíblicos. Las nuevas generaciones están buscando autenticidad y saben que si nunca usamos ejemplos negativos de nosotros mismos no somos auténticos. Entender la gloria de Dios desde esta perspectiva, nos llevará a un pensamiento más alto, sostenido en el reconocimiento humilde y reverente de que todo lo que somos es para Su gloria y por Su gloria. Honrar esta verdad nos volverá una iglesia unida y una sociedad más sabia, para poder Del egoísmo a la unidad del Reino de Dios
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ejercer desde esa premisa nuestra vocación y profesión persiguiendo un ideal común de vivir la verdad en amor, sanar las fracturas internas de nuestras sociedades y recuperar ideales nobles de justicia basados en la Palabra de Dios totalmente relevantes para esta y las nuevas generaciones. Confianza en la esperanza Como último punto, pero no menos importante, la gloria de Dios nos llena de esperanza y expectativa de encontrarnos finalmente con Cristo en su segunda venida (Mateo 16:27; 24:30). La certeza de la gloria de Dios en nuestras vidas nos da una razón para vivir y por la cual estar dispuestos a morir que es glorificarle a Él. Vivir en el temor de Dios reconociendo su majestad, deidad y poder en completa humildad. Renunciar a nuestra autosuficiencia, recuperando nuestra identidad a imagen y semejanza de Dios y glorificando el nombre de Dios en todo tiempo y en comunidad. Anunciar su gloria como heraldos llamados a cumplir con la Gran Comisión con firmeza, cumpliendo la tarea (2 Timoteo 4:7). Recuperar los absolutos, tales como la verdad y la justicia de Dios, generando convicciones firmes del Espíritu Santo, valores y principios donde se fundamenten nuestras vidas y sean los rieles para la formación de las nuevas generaciones. Ya lo decía Martin Luther King Jr., en su discurso “I Have a Dream”, que podría resumirse en la palabra ESPERANZA. Como iglesia necesitamos soñar, ver a las nuevas generaciones creciendo en amor y unidad, dándole la gloria al único que la merece, y viviendo con libertad una fe sin límites, sin torpezas o atribuciones humanas, sin tapujos. Niños que crezcan en un ambiente fresco, acercándose a Dios no por terror sino con reverencia para disfrutar de Su abrazo. Adolescentes que tomen mejores decisiones y que rechacen su conducta autodestructiva, para ser testimonios vivos, cartas abiertas, por la experiencia de haber sido tocados por la gloria de Dios. Universitarios que levanten argumentos firmes, no palabras inútiles o piedras en la calle, sino verdaderas opciones de vida, de ejemplo, de ética y moral que defiendan los principios eternos que aprendieron en las Escrituras. Las nuevas generaciones están desesperadas por tener la esperanza que tenemos nosotros. Podemos acercarnos en momentos difíciles, de muerte o de una adicción, y mostrarles la esperanza que tienen en Cristo. Podemos mostrarles que la frase “a Dios sea la gloria” no es una cosa solamente del pasado o del futuro sino también para el hoy de nuestras vidas. Dios es fiel con su gloria y si la tenemos seremos bendecidos. Demos esa oporDel egoísmo a la unidad del Reino de Dios
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tunidad de bendición a las nuevas generaciones, porque si lo hacemos, ellos también podrán inventar nuevas formas de impactar a las siguientes generaciones que vienen detrás de ellos.
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BiografĂas de los autores
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RICH Y ELISA BROWN Misioneros de la Alianza Cristiana y Misionera por 23 años sirviendo a jóvenes y líderes en Ecuador y Perú. Directores de E625 Ecuador y fundadores de Inca link que existe para alcanzar a los 300 millones de jóvenes de América Latina. Rich, con Bachillerato en Misionología y Maestría en Teología y Biblia, escribió el libro - “Misiones - cómo desatar la pasión en las nuevas generaciones”. Elisa posee un Bachillerato en Comunicaciones Interpersonales. @richandlisa www.incalink.org www.e625.com DAVID NOBOA CAZAR Pastor de la Alianza Cristiana y Misionera por 12 años. Título en teología del Seminario Bíblico Alianza. Estudios en Psicología de la Universidad Central del Ecuador. Dirige “Nuevos Comienzos” una congregación nueva y poco tradicional. Coordinador Nacional para Especialidades 625 en Ecuador. @pastordanc davidn@e625.com dnoboac@gmail.com JAVIER Y PAULY GUDIÑO Javier Gudiño y Paulina Morales son esposos y sirven juntos en el ministerio con las nuevas generaciones desde el 2011. Actualmente están al frente de la pastoral de niños, adolescentes y jóvenes en la Iglesia Alianza el Batán en Quito Ecuador y sirven en el equipo núcleo de E625 Ecuador. jgudino@alianzaelbatan.org paulimoralessdg@gmail.com