Mujeres de Acción católica

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Contenido Introducción: •

¿Por qué estudiar la ACM?

Encuadrar dentro de tres fenómenos: feminización de la religión, movilización católica femenina y activación del discurso de la recristianización

¿Qué se ha investigado?

Objetivos del trabajo, fuentes utilizadas

El feminismo católico y la ACM: de la década de los 20 a la Guerra civil La reconstrucción tras la guerra: fines, estructura, organización. Los secretariados Campos de actividad: •

Caridad y beneficencia

Formación y apostolado

Reconstrucción moral

La ACM desde el punto de vista político. Diferencias y semejanzas con la Sección Femenina Inicios de la especialización: universitarias y obreras Modelo y misión de la mujer de AC Formación y propaganda. Prensa, libros y lecturas Conclusiones Contenido....................................................................................................................... 2 El feminismo católico y la ACM: de la década de los 20 a la Guerra civil...................... 5 La reconstrucción tras la guerra: fines, estructura, organización. Los secretariados....15 Reconstrucción de Acción Católica y nuevos planteamientos..................................... 15 Organización, estructura, fines. Los Secretariados...................................................... 16 Actividades................................................................................................................... 19 La colaboración política con el régimen. Diferencias y semejanzas con la Sección Femenina..................................................................................................................... 21 Inicios de la especialización: universitarias y obreras.................................................. 24 2


Introducción ¿Por qué estudiar la ACM? No es posible una historia de las mujeres sin la religión o una historia religiosa sin las mujeres. Abordar la contribución de las católicas al mantenimiento del franquismo, la influencia social del discurso católico como eje de la oratoria franquista y como elemento fundamental en la creación de la identidad femenina. No olvidemos también que entre 1939 y 1975 muchas mujeres católicas tuvieron la posibilidad de ganar espacios de actuación y grados de autonomía en el seno de la Iglesia y la sociedad españolas. Encuadrar dentro de tres fenómenos: La feminización de la religión: la feminización de la religión católica es un ingrediente ineludible para el análisis de la historia contemporánea en países de tradición católica, puesto que no sólo sirvió para excluir a las mujeres de la ciudadanía política, sino que también fue condición de posibilidad para la articulación de un movimiento católico femenino organizado y numeroso. Fue una realidad social consiste en un aumento numérico en la práctica religiosa de las mujeres unido a una disminución de la misma entre los hombres; igualmente supuso un incremento en el ingreso de las órdenes religiosas y de la práctica de la piedad. Entre las causas que se barajan para su explicación estarían en: la conversión de la Iglesia en centro de sociabilidad femenina y refugio de sus maridos, además de que se suponía que existía una afinidad de naturaleza entre mujeres y religión. La Iglesia recurrió a las mujeres ante la situación de debilidad del catolicismo, y las mujeres podían obtener ventajas personales, formas de vida alternativas, seguridad, pluralidad de actividades, reconocimiento social, desarrollo profesional, ambición de tener carrera (monjas), una sociabilidad legítima y respetable (laicas)

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La movilización católica femenina : la Iglesia católica a fines del XIX impulsó el movimiento católico, especie de ejército de seglares dispuestos a combatir públicamente por una concepción de la religión entendida como creencia que impregnaba la vida pública y privada, para hacer frente a la secularización de la sociedad y a la pérdida de su poder social y político. Las mujeres tuvieron cabida en dicho movimiento, pero adoptando unos rasgos que se ajustaran a las pautas de comportamiento y cualidades que la Iglesia asignaba a las mujeres. Consideradas como aquella parte de la población que aún conservaba, en estado más puro, las esencias católicas supuestamente amenazadas, albergaban un potencial recristianizador inestimable. Fue a partir de la segunda década del XX cuando los papas empezaron a aflojar, no sin contradicciones y mucha ambigüedad, las restricciones impuestas a las mujeres en materia de acción política y pública y a intensificar el llamamiento a la movilización pública de las mismas. (Blasco Herranz, 2005). Bajo el impulso de Benedicto XV (1914-1921), la jerarquía eclesiástica alentó en países europeos un tipo de movilización organizada del laicado femenino que introducía rasgos novedosos en relación con las modalidades anteriores de implicación de las mujeres en las estructuras eclesiales y en la acción religiosa. En el primer tercio del XX en Europa se asiste a una movilización organizada del laicado femenino, que aunque heterogéneo compartía unos objetivos y planteamientos generales: la confianza en que la proyección pública de las cualidades y aptitudes femeninas a través de la acción social resultaba necesaria e imprescindible para la reforma de la sociedad, recristianización y proselitismo. También compartían el discurso común en el que el patriotismo era aquella cualidad que les permitía reclamar la ciudadanía política. (Blasco Herranz, 2005)

La activación del discurso de la recristianización. La activación vino generada por la secularización que, para los católicos, se cernía amenazante sobre su concepción del lugar que la Iglesia y la religión debían ocupar en la vida social, política y cultural. Frente a aquélla, la respuesta general de la Iglesia se articuló en torno a la consigna de la “recristianización”. En tanto que depositarias de la moral y los principios católicos fueron señaladas como las más indicadas para embarcarse en la recristianización social emprendida por la Iglesia. Fuerza moral regeneradora que no se había alejado de la religión católica como se suponía que les había sucedido a los hombres

Que las mujeres estaban especialmente vinculadas a la religión católica, eran más asiduamente practicantes y encargadas, como madres, de su transmisión dentro de la familia y de su defensa, así como completamente sumisas a los ministros de la Iglesia, guardianas de tradiciones piadosas, de las costumbres y del espíritu de la raza era una idea antigua, que fue reforzada en el siglo XIX. ¿Qué se ha investigado? El estudio de las mujeres en el franquismo queda limitado con frecuencia a la resistencia de la posguerra y sobre todo a la SF, dejándose en un segundo plano o en el olvido la participación de las mujeres en ámbitos religiosos, como integrantes de órdenes religiosas o como militantes de apostolado seglar. Desde una perspectiva 4


política dicha evolución significará el paso de una colaboración abierta con la dictadura (periodo de estudio de este trabajo) a la participación en las fuerzas de oposición a partir de los años 60. Un estado de la cuestión sobre las mujeres vinculadas al catolicismo revela la existencia de importantes lagunas y plantea nuevos interrogantes. Cabe destacar la falta de atención sobre las órdenes religiosas femeninas, amplio campo de investigación todavía por explorar. De las seglares contamos con bastantes trabajos sobre la actuación de las Mujeres de AC, de clase media, pero muy pocas sobre la labor desarrollada por las Jóvenes, las mujeres de otras asociaciones de apostolado (Congregaciones Marianas), y, de las JOACF y HOACF. Precisamente aquellas que mayor presencia cotidiana tuvieron –religiosas y obreras- son las menos estudiadas, quizá porque trabajaban en contacto con mujeres de extracción popular y porque su labor política pasó más desapercibida. Incluso la abundante bibliografía que ha abordado la crisis de AC, el interés se ha centrado en la evolución general o en la ramas obreras y de juventud, pero no hay prácticamente mención de las Mujeres. (Moreno Seco, 2003)

Objetivos del trabajo, fuentes utilizadas Este trabajo se centra en el estudio de la ACM durante el primer franquismo (19391950), conocer su organización, estructura y campos de actuación. ¿Cuáles fueron las peculiaridades en esta nueva etapa frente al periodo anterior? y ¿al posterior? Pese a ser un periodo de colaboración abierta con la dictadura, el asociacionismo que representaba, aun dentro de unas coordenadas ideológicas tradicionales, permitió el desarrollo de una dinámica de actividad y contribuyó al desarrollo del feminismo. Las fuentes utilizadas han sido fundamentalmente artículos de publicaciones periódicas y un par de monografías. Dos son las autoras que han trabajado de manera monográfica, y desde la perspectiva de la historia de género, la historia de la ACM. Inmaculada Blasco se ha centrado en los años 20 hasta la Guerra civil y Mónica Serrano en los sesenta y setenta. Tanto los trabajos de una como otra, han seguido la línea de investigación que ha dejado atrás el discurso eclesiástico sobre la mujer a favor del interés por la mujer como actor religioso. Como fuentes primarias se han consultado las propias revistas editadas por la ACM Senda y Para nosotras correspondientes a la década de los 40, así como algunas publicaciones religiosas editadas en los mismos años. Comentar que la ACM apenas se cita o incluye en las historias generales sobre las mujeres.

El feminismo católico y la ACM: de la década de los 20 a la Guerra civil Los años 20 En España desde 1900 las mujeres de clase media y alta participaron en las campañas organizadas por las ligas católicas en respuesta a las manifestaciones anticlericales y en defensa de la educación católica, lo que implica que el feminismo 5


católico también se asentó sobre un proceso previo de participación de las mujeres en el seno del Movimiento Católico. También ya existían antecedentes ideológicos de un feminismo católico desde 1908, cuando Alarcón y Meléndez publicó El libro de la mujer española, primer intento de conciliar feminismo y catolicismo, a partir de una lectura católica de Concepción Arenal, aunque rechaza la salida de las mujeres a la esfera pública. Serán Graciano Martínez y Maximiliano Arboleya quienes abogarán por impulsar desde presupuestos católicos una ampliación activa de las mujeres en el espacio público, esa “acción social” consistiría en irradiar al espacio público las cualidades femeninas y maternales con el objetivo de transformarlo. (Blasco Herranz, 2006) El clima de mayor apertura y libertad que supuso el primado del cardenal Guisasola se tradujo a partir de 1914 en la puesta en práctica de planteamientos e iniciativas concretos que se alejaban del integrismo que había caracterizado a jerarquía y laicos españoles hasta entonces. De hecho hacia 1919 bajo sus auspicios se crea la Acción Católica de la Mujer (ACM) con la finalidad de contrarrestar el movimiento feminista laico, simbolizado por la recién creada Asociación Nacional de Mujeres Española. La mujer española, siempre recatada y apartada de los problemas políticos, ve alterado su espíritu por ideas que, importadas del extranjero, han llegado a la Patria y se han asentado en los cerebros de algunas intelectuales sin fe, que empiezan a danzar en torno a ese problema del feminismo. Agrupadas en una Asociación que funciona bajo el nombre de “Mujeres de España” y capitaneadas por la condesa de Ter y Carmen de Burgos, fustigadora implacable esta última de la Iglesia, lanzaban sus baterías en espera de futuras conquistas. Y no dejaban de acudir a su campo almas ofuscadas por el señuelo de una igualdad con el hombre, pareja en derechos y en acción. Igualdad que, enfocada en concepciones positivistas de las que se había excluido, el ideal religioso, base de toda moral, amenazaban a la Iglesia, al Estado y a la Familia .

Recojo las palabras de Mª Dolores Vázquez de Castán publicadas en la revista Senda con motivo de los 25 años que muestran la novedad que supuso esta organización: “la mujer católica española sufre su primera transformación: de las discusiones privadas en los Salones de Juntas Parroquiales saltó a defender sus ideas cristianísimas y a su propagación, a los estrados de los grandes Centros de enseñanza católicos al escenario de un teatro y a las plataformas de las aulas o paraninfos de las Universidades de la Patria” (Vázquez de Castán, 1944)

Entre sus objetivos: •

Persiguió aglutinar en una única organización nacional española a todas las entidades de carácter local, regional o nacional, ya de naturaleza benéfica, educativa o piadosa. La unificación se logró, no sin problemas y sólo parcialmente. Sólo la Unión de Damas del Sagrado Corazón, fundada en 1908 fue la única que conservó su autonomía frente a las ambiciones de absorción por parte de la ACM.

La ACM, organización moderna de ámbito nacional, centralizada y de masas, se constituyó en una de las entidades de naturaleza intermedia (no era un partido político pero agrupaba un tejido social que ejercía presión política). 6


Ambicionó en erigirse en el grupo nacional de presión que representara a la mujer española ante la opinión y los poderes públicos. •

Apoyó el amplio ejercicio de los derechos de ciudadanía. Dentro del marco ideológico del catolicismo exigieron la reforma de ciertos aspectos de la legislación discriminatoria, favorecieron la educación y el trabajo doméstico femenino y solicitaron que las mujeres casadas dispusieran de un salario.

ACM se diferenciaba del asociacionismo católico anterior en que: •

Protagonizó la transición de la acción benéfico-caritativa (asociada al localismo y a la mitigación de males sociales) a una acción social más efectiva y preventiva que quedaba reflejada en la importancia que concedieron sus dirigentes a la formación sistemática de las socias en acción social y religiosa de las mujeres.

Y posteriormente evolucionó desde una preocupación por la situación social y religiosa de las mujeres (principalmente de las trabajadoras a través de los sindicatos católicos femeninos) a la comprensión y articulación pública de esa situación bajo el prisma de la exclusión femenina ante los derechos de ciudadanía. Este carácter novedoso ha sido interpretado como fruto del deseo de frenar el feminismo laico por parte de la Iglesia.

La Primera Asamblea Nacional de Acción Católica se celebra en mayo de 1920, y entre las conclusiones votadas encontramos: •

Sindicación de las obreras, favoreciendo los Sindicatos católicos

Intensificar la propaganda organizando el Cuerpo de Propagandistas femeninas

Recomendar la creación de Círculos de Estudios

No se toma acuerdo definitivo sobre el sufragio femenino.

Conclusiones de la Segunda Asamblea (mayo 1922): •

Creación de Círculos de estudios femeninos

Creación en todas las Juntas de A.C. de una Sección de Protección a la infancia

Solicitar del Gobierno el seguro de maternidad para las obreras casadas

Que se lleve a las Cortes el Proyecto sobre trabajo a domicilio

Crear una Sección que se relacione con la mujer de Guinea

Rescatar niñas

Sostener becas a los conventos de religiosas

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y continuar la formación religiosa de la mujer mediante Cursos y Círculos de Estudio con clases de apologética y moral.

Tercera Asamblea (mayo 1926), en las que se trataron estos temas: •

Juventud femenina, la función de la Escuela Social Femenina y Escuelas Profesionales

Creación de los Círculos de Campesinas como medio de difusión en el campo

En 1923 se funda la Rama de la Juventud Femenina de Acción Católica “percatada la Junta Central de la necesidad de que las jóvenes ingresasen con más amplia autonomía dentro del marco de nuestra organización” (Vázquez de Castán, 1944) En este mismo año se da el primer paso para el apostolado universitario a través de la Confederación de Estudiantes Magister y la de Estudiantes Femeninas Interesante mencionar que ya desde 1921, la ACM es admitida en la Unión Internacional de Ligas Católicas Femeninas y posteriormente entabla relaciones con organizaciones francesas, portuguesas e hispanoamericanas. Gracias a estos contactos a nivel internacional que también se mantuvieron durante la Dictadura Durante estos primeros años se intensifican los Círculos de Estudio, dedicados especialmente a la familia en su aspecto moral, religioso, social, público y político. Pero también se trataron los problemas del momento: la Ley de Administración Local y el Estatuto Municipal, la peligros que acechaban a la enseñanza atacada por los laicos; los peligros del maltusianismo,… El feminismo católico que representó ACM durante esta primera década se caracterizó por: •

Una diversidad de argumentos, un discurso complejo y contradictorio: podemos apreciar cómo algunas de sus peticiones se fundamentaron en la identidad de género tradicional. Otras se apoyaron en la afirmación de la personalidad de la mujer, de la crítica a lo que era interpretado como situación de injusticia generada y mantenida por la legislación decimonónica que excluía a las mujeres (principalmente casadas) de aquellos derechos civiles que sólo disfrutaban los hombres, y de la denuncia del desamparo social en que vivían muchas jóvenes en la nueva sociedad urbana e industrial. En su discurso convivieron nociones católicas reformistas que subordinaban los intereses individuales al bien común con principios de individualidad que reconocían como legítima la consideración de las mismas como sujetos de de derechos civiles y laborales.

Permeable al debate feminista: ciertos planteamientos feministas reivindicativos tb habían calado en algunas de las militantes católicas. Lectoras de Concepción Arenal, activistas como Juana Salas, María de Echarri y María Bris empleaban términos como injusticia y la explotación para conceptualizar la situación social de las mujeres como posición discriminatoria. Echarri habla de igual retribución. Que la mujer casada pudiera disponer de su salario. Juana 8


Salas afirmaba que el exclusivo fin de la mujer no debía ser el matrimonio. Expresadas con gran moderación, las críticas al Código civil y sus sugerencias de reforma también poseían un carácter reivindicativo •

Conciliador de la defensa de los derechos de las mujeres con las bases de la doctrina católica.

Su actividad fue muy variada y abarcó diversos campos y escenarios tales como: La regeneración social: la mujer era depositaria de la moral y los principios católicos y la más indicada para embarcarse en la obra de regeneración social, en la que la sociedad era una gran familia y ellas las madres sociales, las mujeres de acción de las que dependía el bienestar de la sociedad futura. Matrimonio no la única carrera: la salida del hogar no se presentó como una conquista del espacio público, sino en clave de responsabilidad hacia una “Sociedad” enferma y necesitada de cuidados y reformas. Que las mujeres salieran de éste quedaba legitimado por los peligros que acechaban a la Patria, la Sociedad y la Iglesia, frente a los cuales aquéllas podían oponer sus benéficas cualidades maternales. Presencia pública en la administración. Dada la connivencia de la dictadura de Primo de Rivera con el ideario e intereses conservadores y católicos, estas mujeres, ya organizadas y movilizadas previamente en el activismo católico, fueron las más beneficiadas de esta primera y particular entrada en el terreno de la política institucional en España. Ocuparon las concejalías adaptadas a las cualidades femeninas y a su experiencia previa en la acción social (delegaciones de beneficencia, casas de socorro, puericultura, instrucción pública, protección a la infancia,…)

Mejorar la situación de la mujer trabajadora. Durante los últimos años de vigencia del sistema liberal restauracionista, la ACM presionó a las autoridades para conseguir un incremento en los sueldos de las telefonistas, introducir legislación moralizadora de los espectáculos y aumentar el nº de vocales representantes obreras. Las militantes católicas pusieron en práctica a través de la ACM una suerte de política de la presencia con la que pretendían aumentar la participación y representación femeninas en aquellos organismos del Estado que lo permitían.

Discusión relativa al voto. En este contexto la discusión relativa al voto de la mujer fue uno de los contenidos principales del programa de la ACM y que ocupara un lugar central en el activismo femenino católico de 1920 a 1921. Y se reactivaría durante la dictadura de Primo de Rivera. En resumen concebían la ciudadanía política como una salida del hogar, a la vez que una recristianización como servicio y entrega a la patria.

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Las militantes católicas fabricaron con su discurso y práctica social, las condiciones para el ejercicio de la ciudadanía política femenina. Una de esas condiciones consistió en asumir y difundir socialmente la idea de que las mujeres eran sujetos políticos. En sus primeros 10 años de vida, la ACM va a establecer una red organizativa y una base social amplia y consistente, que contribuyó a permitir una organización rápida y eficaz por parte de los partidos políticos de la derecha católica durante la II República, y va a construir una identidad política de los militantes con los católicos. Entre 1919 y 1930 había aumentado su afiliación a 118.000 asociadas, había extendido su red diocesana y parroquial y había impulsado la creación de la Juventud Femenina y de la Confederación de Estudiantes Católicas. Por otro lado, los sindicatos católicos femeninos, con los cuales la ACM intenta mantener una relación intensa. La II República Un cambio de planteamientos en la ACM se gestó durante los primeros años de la República. La reclamación de los derechos civiles y de la ciudadanía política para las mujeres se va a ver desplazado por la movilización política en defensa de la familia y de la cultura católica. Factores que van a provocar este relegamiento y finalmente desaparición fueron: •

Una coyuntura europea de reacción conservadora, desde un punto de vista político y cultural, en la cual la Iglesia católica va a ejercer un papel importante.

Unas encíclicas papales que contenían un mensaje de reforzamiento de la estructura familiar, de la moral sexual y del hogar como un espacio natural de las mujeres, y que los católicos españoles se van a encargar de defender a lo largo de 1931 y 1932, años en que gobierno republicano estaba aplicando una política laicizadora que también afectaba al ámbito familiar.

Las reformas legislativas introducidas por el primer gobierno republicano en materia religiosa y familiar van a implicar un desplazamiento en la frontera que separa lo público de lo privado (el Estado entraba a regular aspectos de la vida privada sobre los cuales había existido un monopolio de la doctrina eclesiástica)

Finalmente la amenaza percibida por los católicos en aquellos cambios culturales y políticos, sospechosos de desestabilizar el modelo de nación que habían defendido, suscitó una reacción dirigida a reforzar el discurso nacionalista y católico.

Durante es te periodo las mujeres de la AC privilegiaron la defensa de la familia y la religión sobre cualquier otra iniciativa que introdujera reformas en la situación social de las mujeres. A pesar de todo, la coyuntura política descrita va a crear las condiciones de activación de una movilización política sin precedentes de las militantes católicas. Esta movilización va a ser posible por el esfuerzo organizativo previo. La movilización va a venir especialmente de las jóvenes en defensa de una concepción católica del Estado y de la sociedad. La Juventud Católica Femenina (JCF) que fue creada por la ACM en 1923 va a experimentar un fuerte crecimiento y un aumento de su activismo desde 1932. El resultado fue espectacular entre 1928 y 1936: el nº de afiliadas a la Juventud 10


Femenina va a ascender de 9.000 a 70.000. Fue la primera vez que las jóvenes católicas entraron de lleno en el terreno de la política. A lo largo del periodo republicano podemos observar dos fases en la movilización política de las militantes católicas: La primera va a estar presidida por una respuesta inmediata a la legislación laicista y por la organización de la propaganda electoral para canalizar el voto femenino en defensa de la causa católica. La concesión del voto femenino no va a ser cuestionada. Al contrario, en la práctica se va a poner en marcha los mecanismos de propaganda electoral para empadronar y animar a las mujeres a dar su voto a las opciones católicas. El sufragio era concebido como la posibilidad de expresar públicamente la protesta contra le legislación republicana sobre la cuestión religiosa, y en consecuencia como el ejercicio de un deber cristiano. Las socias eran reclamadas para algo más que el voto: hacer propaganda activa de la causa política. En relación con su implicación con los partidos políticos, la ACM y la JFC van a proveer de dirigentes y afiliadas las secciones femeninas de los partidos de la derecha católica, a través de los cuales se van a implicar en la política formal. La eficacia y rapidez organizativa de estas secciones femeninas no se puede entender sin la existencia previa de núcleos organizados y de la fuerte cohesión en la identificación política de las mujeres con las católicas. Un cambio radical se va a producir con la aparición constante de las mujeres en público, en mítines y actos de propaganda. Por ejemplo, la figura de María de Madariaga representó una forma nueva –y una nueva generación- de intervención pública de las mujeres católicas, menos vinculadas a la acción social y más preocupada por la formación interior y por desplegar un proselitismo religioso mucho más combativo. Este proceso de movilización política no va a dejar de ser inquietante para la mayoría de los líderes confesionales. Después de las elecciones de noviembre de 1933, las mujeres de la derecha se van a quejar de no haber sido recompensadas con una representación proporcional al esfuerzo invertido en la propaganda electoral. A partir de 1934 diversos factores llevaron a frenar este proceso, o al menos sus efectos: la insistencia en la maternidad, en la domesticidad, en la moralización y en la acción socio-benéfica van a ser sus expresiones. Como también lo va a ser la reestructuración del movimiento femenino de apostolado seglar, que va a tener como resultado la fundación de la CMCE (Confederación de Mujeres Católicas de España) en 1934. Su tarea se va a centrar en el impulso de las escuelas de catequesis como un medio de contrarrestar la prohibición de ejercer la enseñanza a las congregaciones religiosas y en la demostración pública de un rígido comportamiento moral como un signo de la identidad católica defendida. La CMCE va a iniciar una política de la identidad femenina dirigida a reforzar la familia católica y el matrimonio cristiano, convertidos en objetivos centrales de la movilización de las mujeres católicas. En el éxito del catolicismo femenino, el suministro de identidad va a ser esencial para conseguir la movilización femenina, ni los objetivos de ésta última ni los significados de 11


género a los que van a recurrir no son los mismos empleados en los años 20. La finalidad de los mensajes eran ahora conseguir la implicación en la protesta contra la legislación republicana en materia religiosa y familiar, invocando a las mujeres como madres atacadas por la Repúblicas es lo que les proporcionó identidad (sus derechos y deberes derivaban de su concepción de la maternidad y de la feminidad). El Estado republicano va a ser presentado como el enemigo que intenta arrebatar a las madres la educación de sus hijos al implantar la coeducación, y por el contrario defendieron el acceso a una educación diferenciada que respetase y fomentase el desarrollo de las supuestas cualidades naturales existentes en cada sexo. En definitiva durante la República el programa de acción se va a centrar en la defensa del carácter público de la cultura católica y en la preservación de la enseñanza religiosa (a través del mantenimiento de escuelas de religión y de la catequesis). En cambio, la interpelación con que se pretendía encubrir la movilización política femenina se basaba en una política de la identidad que invitaba a las mujeres a asumir su responsabilidad social retirándose al ámbito doméstico. Su función era ser reproductoras biológicas, culturales y simbólicas, papel que sólo pueden interpretar desde la familia. Asumiendo como un elemento central de su programa la difusión de una identidad femenina centrada en el campo doméstico, las militantes católicas comienzan a encarnar una contradicción en su propia práctica de vida; pues no sólo actúan en el ámbito político, sino en la esfera masculina por excelencia, la política. Movilización en tiempos de guerra (Blasco Herranz, 2003) La guerra fue interpretada por las católicas militantes como un castigo por el alejamiento de la religión, la persecución de la Iglesia, la destrucción de la familia y la decadencia moral. El desarrollo del proceso bélico les llevó a radicalizar aún más sus posturas sobre la necesidad de restaurar la familia, resituar a las mujeres dentro de ella e imponerles un código de conducta moral extremadamente rígido. Las mujeres y jóvenes de la AC se implicaron de múltiples maneras en la retaguardia, en apoyo a los rebeldes y a la Iglesia. Su colaboración muy similar a la prestada por las mujeres de otros grupos políticos contrarrevolucionarios, estuvo orientada a la realización de tareas de tipos asistencial y sanitario: en hospitales, en Auxilio Social, en lavaderos, en talleres de confección de prendas para los combatientes, en laboratorios y polvorines, en el reparto del Plato Único y del Aguinaldo del Soldado, en las visitas a los frentes, en la recaudación de dinero para el ejército, etc. En estas tareas hubo una estrecha colaboración con las organizaciones carlistas en algunas provincias (Valladolid, Oviedo, Sevilla, Pamplona y Córdoba) Esta movilización no desafiaba, en principio, las definiciones convencionales de género, ya que constituía una prolongación de su tradicional ocupación en tareas de caridad, un despliegue de sus capacidades femeninas innatas y una forma de expresar y fomentar el patriotismo exigido a las militantes católicas a través del servicio. Dentro de esta participación las mujeres de AC estaban especialmente preocupadas por destacar la dimensión recatolizadora de su intervención, cuidar las cualidades morales que debían desplegar y convertir estas últimas en expresión del patriotismo 12


de la verdadera mujer española frente al comportamiento inmoral que asignaban a las “rojas”. La insistencia en la austeridad, el sacrificio, el recato, la modestia y el espíritu de caridad que debían guiar la implicación femenina se derivó de su comprensión del periodo republicano y de la guerra en la zona republicana como situaciones propicias para cultivar la confusión en los roles de género. Así a la situación socio-política se le achacaba la adopción de nuevas conductas sociales que habían conducido a la relajación de la autoridad marital y paterna, a una mayor libertad en los movimientos, en el vestido y en las relaciones personales entre hombres y mujeres. La recuperación del orden social sólo era posible haciendo que “la mujer vuelva a ser la española de antes, ejemplo de austeridad y modestia”. Conforme la guerra avanzaba, la propia movilización de las mujeres en la retaguardia rebelde condujo a la relajación del cumplimiento estricto de las normas de comportamiento exigidas a las mujeres. Esto suscitó miedos y alarma entre las católicas hasta el punto de concentrar sus energías en cuidar de que esa participación femenina mantuviera un tono moral elevado, por lo que se reforzaron para ello los códigos de conducta dirigidos a las mujeres 1. La traición de las mujeres no se medía sobre la base de criterios ideológicos, sino por la transgresión o la aceptación del comportamiento de género esperado. En esta nueva sociedad las organizaciones femeninas católicas tenían también un amplio espacio para el cultivo del hogar. Después de la guerra, España tendría necesidad de hogares cristianos. Y sólo las mujeres tenían en sus manos la llave para introducir en cada hogar las costumbres cristianas. La visión del hogar como el lugar central donde debía desarrollarse la vida de las españolas en el nuevo Estado que se estaba gestando. De esta manera, las católicas exhortaban a las mujeres a dedicarse a preparar el retorno de los soldados varones desde el frente a una sociedad donde el orden de géneros estuviera asegurado y el hogar limpio y acogedor. Era necesario enseñar a las mujeres el significado patriótico de la función que se les asignaba y formarlas en su correcto desempeño. Por ello iniciaron tempranamente actividades dirigidas a exaltar la familia y la maternidad con un sentido cristiano y patriótico, y a instruir a las mujeres en sus labores hogareñas. Así, las mujeres de AC comenzaron a organizar desde 1938 la Semana de la Madre, mientras que las jóvenes pusieron en marcha ese mismo año en cursillo de Hogar para las Juventudes Femeninas y para las Aspirantes. En aquellos lugares donde había triunfado el levantamiento militar, su permanencia en la retaguardia les permitió conservar sus redes organizativas, reuniones y actividades formativas y propagandísticas. La guerra no impidió tampoco que continuaran la labor de reflexión a través de sus asambleas, desde las que elogiaban las decisiones tomadas por el nuevo Estado (restablecimiento de la enseñanza católica y las 1

La Campaña de Austeridad y Modestia en el verano de 1937 y la Liga de la Decencia Española y Cristiana fueron dos de los mecanismos que se pusieron en práctica para luchar contra la inmoralidad en la retaguardia.

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prácticas de piedad en las escuelas, implantación del salario familiar, reconocimiento legal del matrimonio canónico y derogación de la ley del divorcio) Movidas por la idea del levantamiento militar como guerra santa, reforzaron los extremos de su práctica piadosa interna y se implicaron activamente en la defensa de la Iglesia. Volcaron gran parte de sus energías en el sostenimiento material, espiritual y simbólico de la institución eclesiástica y de sus cruzados. En la retaguardia, la propagación de los rituales religiosos, la recogida de donativos para la reconstrucción de iglesias y la confección de ornamentos litúrgicos eran la respuesta a los ataques anticlericales. En los frentes se hacían llegar altares portátiles, se distribuían medallas y escapularios y ropas para los sacerdotes incorporados al ejército. La ausencia de sacerdotes, unida a la conservación de sus núcleos organizativos parroquiales, les deparó asumir funciones estrictamente vedadas a las mujeres, como fue impartir los sacramentos. Resulta imposible saber el significado que para ellas pudo tener esta acción. Al mismo tiempo, las militantes católicas se convirtieron en propagandistas de la ideología de la cruzada, exaltando a los mártires, divulgando los horrores cometidos en la zona roja y, promoviendo ceremonias religiosas públicas y masivas. De alto contenido político, el objetivo de estas era agradecer a Dios las victorias conseguidas por el ejército franquista, pedirle perdón por las culpas, los actos de profanación o sacrilegios cometidos y rogar por la victoria final. Al mantenimiento del culto asediado en la clandestinidad y al apoyo a los sacerdotes encarcelados quedó reducida buena parte de la actividad de las mujeres del apostolado seglar en la retaguardia republicana. Pero también ejercieron una labor de propaganda de la guerra como cruzada contra el comunismo y el ateísmo, al hacer llegar, tanto a otros países como a la zona rebelde, informaciones sobre los excesos cometidos en la zona republicana y el martirio heroico sufrido por sus hermanos, hijos y compañeras. Pero el honor del martirio, como señala Mary Vicent, era atribuido sólo a los hombres. No existe ninguna figura femenina en el mito popular e histórico de la Cruzada, excepto la Virgen, porque a las mujeres se les asignaba un rol de víctimas pasivas. Aunque no llegaron a convertirse en figuras populares, las organizaciones católicas femeninas asignaron a sus socias asesinadas en la zona republicana la categoría de mártires. Sin haber muerto en el frente, pero sí por su condición de militantes de la AC destacándose los valores femeninos católicos en su máximo grado. En los últimos años de la guerra prepararon la continuidad de su labor bajo el nuevo Estado franquista, concentrando sus esfuerzos en impulsar la organización, en consolidar los secretariados recién formados entre 1935 y 1936 y, sobre todo, en su programa de restauración de la familia, de recatolización y de moralización. Los efectos que pudo tener su participación en el conflicto, sobre su utilidad social, expectativas personales o colectivas y autoimagen, fueron hábilmente controlados. La guerra y su comprensión habían abonado el terreno para intensificar la rigidez de la ideología de géneros que imponía la maternidad y el hogar como misión exclusiva de las mujeres. Y además se alimentó la consciencia de servicio entregado a una causa 14


política y religiosa hacia cuyo triunfo canalizaron todos sus esfuerzos durante y después de la guerra.

La reconstrucción tras la guerra: fines, estructura, organización. Los secretariados Reconstrucción de Acción Católica y nuevos planteamientos ACM forma parte de Acción Católica, obra de seglares que colabora con la Iglesia y va a ser una de las asociaciones de cristianos auspiciadas por las jerarquías eclesiásticas como más tarde lo serán las Congregaciones Marianas en el círculo de influencia de los jesuitas. Con ellas se trataba de continuar una educación y una vivencia religiosas más allá de los recintos escolares. Divididas en agrupaciones por Ramas, tenían una fuerte subordinación a la jerarquía episcopal. AC tras la Guerra civil se convierte en un organismo oficial con un doble objetivo: •

defender el espíritu cristiano, los valores de piedad, moralidad, honestidad, modestia, etc.;

y restaurar el reino de Cristo, la vida católica en la familia y en la sociedad.

AC tuvo carácter obligatorio en todas las parroquias, donde el clero debería mirar esta Obra como un auxiliar para las empresas de apostolado. Para los seglares tuvo un carácter optativo. Toda la población era advertida de la necesidad de apoyar y cooperar con esta organización y, sobre todo, de la expresa prohibición de criticarla; se trataba de atraer a elementos dóciles, diligentes y activos. En la mayor parte de documentos generados en estos primeros años de posguerra, la jerarquía llamaba insistentemente a los fieles a integrarse en la AC, cuyo apostolado era presentado a los mismos por su semejanza a una santa cruzada de restauración de todas las cosas en Cristo. También va a reafirmar su hegemonía como instrumento de control sobre los seglares cercanos a los presupuestos teóricos del Nuevo Régimen, en la medida que actúa sobre la mayoría de mujeres y niños. AC no se aparta ni un ápice de sus convicciones a favor de la familia cristiana, de la educación religiosa, de la instrucción separada de ambos sexos, de la moralidad, etc. Recién acabada la guerra civil la tarea más inmediata era reconstruir la AC. En primer lugar las propias oficinas del Consejo Nacional, cuya sede social de Madrid estaba completamente saqueada. Hubo que reconstruir todo. El 26 de abril de 1940 se inauguró el nuevo secretariado con una misa oficiada por el vicario de Madrid-Alcalá y la asistencia de dirigentes nacionales de todas las ramas y de la Junta Técnica. También fue preciso reconstruir la AC en las diócesis en las que había desaparecido a consecuencia de la larga contienda.

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Según Miguel Benzo, en esta segunda etapa de nacionalcatolicismo, la actitud de AC se caracterizó por una pastoral triunfalista, que deseaba poner de manifiesto la situación de cristiandad. “La A.C. posterior a 1939 respondió a una pastoral de autoridad. La ilusión de una unanimidad religiosa conquistad para siempre le hizo participar de un clima triunfal. Por eso, porque en el optimismo del momento se creía asegurada la orientación cristiana de toda la sociedad española, más que preocuparnos por dar testimonio en los distintos ambientes, más que preocuparnos por dar testimonio en los distintos ambientes, más que de la atracción de los que no creen a la fe, más que de la inspiración cristiana de las estructuras sociales, la AC es la proclamación pública por parte de los seglares de su permanencia y fidelidad a la “cristiandad victoriosa”. Ese es el sentido que adquieren entonces las insignias, los estandartes y los desfiles espectaculares. La AC busca, más que la formación profunda de sus miembros, la presencia en todas las parroquias de España, en todas las ceremonias religiosas e incluso civiles” (Miguel Benzo: “Tres etapas de la Acción Católica Española”, en Ecclesia, 8-21964) A partir del final de la II guerra mundial comienza el periodo del “colaboracionismo católico”, con el nombramiento de Alberto Martín Artajo, presidente de la AC Nacional como ministro de Asuntos Exteriores. Esta buena relación entre el gobierno y la institución eclesiástica, provocó que en esta temprana etapa del franquismo, los únicos grupos con libertad para reflexionar y discutir fueran los que se reunían en nombre de la religión.

Organización, estructura, fines. Los Secretariados ACM se organiza en varios secretariados que realizarán una serie de actividades que son llevadas a cabo a través de la vocal, las auxiliares y las encargadas. Estos Secretariados actuaban a tres niveles: en el Consejo Superior, en las diócesis y en las parroquias, que es donde se reciben las normas y orientaciones y publicaciones del Consejo y llevan a la práctica el apostolado. Estaban ubicados en la Oficina de la Casa Social, dónde había biblioteca y archivo. La formación se llevaba a cabo por medio de círculos de estudio, conferencias, cursillos, listas bibliográficas, suscripciones a revistas y asistencias a congresos. Según Feliciano Montero esta etapa de la AC se va a caracterizar por la existencia de socios pasivos; una metodología basada en los círculos de estudio, en que se escuchaba al consiliario disertar sobre doctrina y moral; una actividad religiosa y caritativa; una dependencia de la jerarquía; subordinación a los dirigentes masculinos y al sacerdote; uniformidad de criterios y una estructura muy jerarquizada. Veamos los fines y actividades de los ochos secretariados: familia, enseñanza, niños, religión, benéfico-social, moralidad, propaganda y prensa, al que más tarde en 1944 se añadiría el de Obreras.

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Familia: tuvo dos fines: buscar los medios para infiltrar el espíritu de Cristo en el hogar y preparar a la mujer para su misión familiar. A nivel del Consejo Superior realizaba las siguientes acciones: •

fomenta y apoya las Escuelas del Hogar

organiza la Semana de la Madre,

trata de restaurar las antiguas costumbres cristianas españolas

prepara las jóvenes al matrimonio

se ocupa de la cooperación de las madres al apostolado del cumplimiento pascual

realiza el apostolado de la cuna asistiendo espiritual y materialmente en casos de abandono y pobreza a las madres y a los recién nacidos

atiende el servicio doméstico femenino, por medio de centros especializados.

Publica folletos como “Liturgia del matrimonio” que se reparte en las bodas y “Nueva vida” que contiene la liturgia del bautismo. Puso también a la venta la “Canastilla espiritual” – medalla de cuna, escapulario, evangelios, folleto para el bautismo- como regalo para los recién nacidos. Enseñanza: su finalidad fue ejercer el apostolado valiéndose de la enseñanza y cuanto con ella se relacione. Actividades: formación y acción. Para lo primero se procuran ejercicios espirituales, retiro mensual, conocimiento perfecto de la doctrina de la Iglesia, conocimiento de la AC, Círculos de estudio, cursillos. La acción en el Consejo Diocesano debe consistir en la organización de la Biblioteca circulante, como ayuda a las secciones parroquiales, rurales fundamentalmente, así como de la biblioteca escolar e infantil, para las que deben tener preparadas listas completas de libros para niños con ficha de cada moral y pedagógica y edad apropiada. Tendrán además listas bibliográficas para las demás secciones, propias para formar una Biblioteca en una Comisión Directiva parroquial para cuando las parroquias quieran formar la suya, encuentren allí el modelo que las conviene. Formarán apostólica y técnicamente a las bibliotecarias que hayan de ocuparse de esta actividad en las Secciones Parroquiales, tanto en la biblioteca parroquial como en las que se formen en las academias y escuelas nocturnas o dominicales y demás obras de apostolado que existan en la Parroquia, como también para encargarse del reparto de lotes de la Circulante entre las asociadas que lo deseen. Tendrán revistas nacionales y extranjeras para sacar de ellas ideas y enseñanzas en forma de fichas. Llevarán fichero completo de todas las obras de enseñanza existentes en el Consejo Diocesano, tanto oficiales como privadas, y también estadística de maestras sabiendo cuáles cumplen desde el punto de vista católico. Fichero de niños repatriados. Concursos y premios para maestras para proporcionarles becas para asistir a las semanas pedagógicas y los congresos así como vacaciones económicas y atenderles y ayudarles en sus dificultades. Deben tener en el Consejo Diocesano horas de oficina y Biblioteca.

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Cursos nacionales para maestras, recristianización de la familia en la escuela, formación de las niñas para el hogar y modelos de charlas para las madres. Elabora una lista de libros seleccionados de utilidad para la campaña del hogar en la escuela y editado un manual de enseñanza. Las secciones parroquiales les corresponde la misma formación y actividades pero a nivel parroquial. Niños: su finalidad es formar niños apóstoles mediante la reunión semanal. Para ello se formarán a las delegadas, se organizará una biblioteca infantil (o lista de libros recomendados), creación de de Escuelas de Acólitos y en el paso de niños a los Aspirantados. Formar coros de “Ángeles del Seminario”. Publica un Catecismo de A.C. para niños en varios grados Religión: su misión es conocer a Dios y darlo a conocer. Y para ello emplea como medios los ejercicios espirituales, el retiro mensual, la meditación, la misa diaria y la participación en la Comunión. Se ocupa de la organización y normas del apostolado misional. Mantiene correspondencia con las Diócesis. Trabaja en catequesis (que no haya sin catequesis ni un solo rincón de España), sacramentos diferidos, apostolado misional, cumplimiento pascual, apostolado del dolor, preparación para los últimos sacramentos, ornato y limpieza de templos, canto litúrgico y atiende a la formación de las señoras que integran este Secretariado. De lo anterior se deduce la necesidad de la formación profundamente religiosa de las socias. Benéfico-social: se crea en 1940. Su fin es organizar la caridad en sus dos aspectos benéfico y social por medio de sus organizaciones Diocesanas y Parroquiales. La caridad bien organizada proporciona el remedio de la necesidad, alivia el sufrimiento, educa y regenera. La beneficencia ha de orientarse de un modo más social por medio de sus organizaciones diocesanas y parroquiales. Es preciso buscar el origen del mal para curarle. A la vez que se da al pobre el alimento y el abrigo hay que estudiar el medio de sacarle de su miseria. Atiende a las necesidades de los pobres. Se asiste a enfermos, ingresados en hospitales, asilos, etc. La organización parroquial para la beneficencia: centro de información (ficheros de: obras benéficas, leyes sociales, pobres que hay en la parroquia, familias acomodadas); suscripción parroquial (necesidad de que las parroquias tengan un fonfo para caridad); ropero y talleres; dispensario parroquial. PROBLEMAS DE ESTOS SECRETARIADOS”. Amparar a las numerosísimas hijas de presos que se encuentran abandonadas y en peligro..Es también una labor benemérita que hay que fomentar en los Centros de Parroquias rurales la de amparar a los hijos de aquellos que fueron nuestros enemigos y procurar acortar distancias entre las familias de los culpables y de las víctimas” (p. 7 Secretariado Benéfico-social)

El trabajo del Secretariado Benéfico-Social se dividía en tres partes: investigación (conocer los casos), clasificación y protección en determinados casos. “La primera clasificación se hará en dos grupos: las pervertidas, y las que aún no lo están; de las primeras se encargará el Secretariado de Moralidad, con las segundas, se hará una nueva clasificación: las que están en edad escolar; lasque han pasado esta edad” (p. 11)

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Moralidad: según el Manual del Secretariado de Moralidad para el curso 1941-42, las actividades en las que trabaja son: la represión de la blasfemia, cárceles, jóvenes abandonadas, moralización de costumbres, cine y teatro y mantenimiento de un fichero de instituciones (colegios, reformatorios, albergues). Normas para el apostolado de cárceles. Propaganda: su misión es dar a conocer la Acción Católica y las normas dadas para su organización. Para ello organizaron un Colegio de Propagandistas donde se impartían cursillos y círculos de estudio para formar a las propagandistas. Cooperarán en la organización de centros parroquiales proporcionando propagandistas. Prensa: según el Manual del Secretariado curso 1944-1945, se organiza a tres niveles: el de Consejo Superior que tiene como fin el fomento y la divulgación de la prensa de AC, principalmente la editada por el Consejo Superior de la Rama de las Mujeres, y de toda la prensa católica. Edita tres revistas: Senda, Circular para dirigentes y Para nosotras; así como todos los libros y folletos preparados por los otros Secretariados, carteles de propaganda, hojas, octavillas, etc. Clasifica las revistas recomendables a personas de diversas clases y condiciones y organiza academias literarias; a nivel diocesano y parroquial tendrán que distribuir la prensa de ACM, así como informar al Consejo Superior de los actos que se celebren en sus jurisdicciones, facilitarán la circulación de sus revistas y fomentarán su lectura. Igualmente harán un vaciado de las mismas para ser utilizadas en sus diferentes eventos de formación: Círculos de Estudios, Conferencias,.. Secretariado Especializado de Obreras: surge en el año 1944 como respuesta al hecho de que la clase obrera vive alejada de la Iglesia. Sus principales actividades se organizan, como es habitual, a tres niveles: Consejo Superior, Diocesano y de Centros especializados que pueden ser parroquiales o interparroquiales. Entres sus principales actividades: preparación de asesoras y dirigentes por medio de cursillos nacionales, orientar y fomentar todo el movimiento especializado obrero, coordinar su labor con los otros secretariados y llevar una estadística de todas las obras sociales de España para obreras (patronatos, escuelas nocturnas, mutualidades, bibliotecas populares, colonias veraniegas y escuelas de hogar) y publicar una revista. Los fines que se propone este Secretariado: santificar la vida del trabajo; que la mujer obrera ejerza el apostolado en su ambiente de trabajo; contribuir a la recristianización de las masas obreras; preparar a las mujeres obreras desde el punto de vista práctico y moral a ser buenas esposas y buenas madres; dar a la mujer que trabaja el gusto de las cosas del hogar y que encuentre su felicidad en la práctica de las virtudes domésticas. Los medios de acción: reuniones de piedad, estudio y apostolado; ejercicios espirituales y apostolado; bibliotecas, escuelas, centros de cultura, escuelas de hogar; veladas recreativas, excursiones, veraneo, etc.

Actividades Las ramas femeninas de la ACE (tal y como había sucedido en Italia a partir de 1929) vivieron durante los años 40 un momento de esplendor organizativo, reflejado en la expansión de sus redes de centros parroquiales y en el incremento del nº de socias. Ambas ramas, adultas y jóvenes, se dedicaron con intensidad a otras muchas tareas, además de la piedad y de la beneficencia. Ninguna de estas actividades supuso la 19


adopción de una actitud de relegamiento, sino de implicación activa y politizada en la política recristianizadora y moralizadora de la Iglesia, apoyada por el régimen, y en la política social y de género del franquismo. Benéficocaritativas Los secretariados beneficosociales de las ramas femeninas van a asumir desde 1940 el ejercicio de la caridad, tanto en el ámbito diocesano como en el parroquial. Sobre todo en este último dada la práctica inexistencia de la rama masculina adulta. Las mujeres van a asumir la ejecución de las campañas de caridad en los primeros años de la posguerra. La implantación de una nueva organización centralizada de la caridad, los primeros impulsos de la cual van a surgir en 1942, significa la supresión de los secretariados beneficosociales de la rama de mujeres y la subordinación a las directrices del recientemente fundado Secretariado Central de Caridad de la Junta Técnica Nacional de la ACE. Si bien los secretariados van a ir desapareciendo de manera lenta y gradual no sin resistencia, el ejercicio de la caridad va a continuar vinculada muy estrechamente, pese a todo, a las ramas femeninas. En Málaga, por ejemplo, las primeras laborales sociales que hicieron fue la atención a enfermos afectados de tuberculosis mediante visitas diarias a los hogares afectados realizadas por parejas y en horario diurno. A través de las actividades de beneficencia se expresaba públicamente la caridad cristiana. La beneficencia se proyectaba hacia una serie de actos donde la ostentación primaba sobre el testimonio, a través de los cuales se trataba de paliar situaciones de miseria, que tenían su origen en las críticas condiciones económicas de la posguerra, que lógicamente nunca se analizaban. Formación y apostolado El apostolado se va a centrar en tres campos: •

Catequístico, con la preparación masiva de niños a la Primera Comunión. A la catequesis asisten todos los niños, pero sólo los más piadosos entrarán a formar parte de la Sección de Niños de AC. Las clases de catequesis constituían un filtro espiritual para aquellos niños con características religiosas más profundas que integrarán un organismo precedente de la Sección Infantil: son los “Niños Reparadores”, niños de donde saldrán los futuros dirigentes de las ramas masculinas.

Familiar: el apostolado familiar fue otra de las actividades de carácter social. Su objetivo era propagar la doctrina católica sobre la naturaleza, misión, deberes y derechos de la familia, a través de cursillos y jornadas de formación familiar y prematrimonial, apostolado de economía doméstica, labores y gobierno del hogar.

Adoctrinamiento de maestras: El apostolado seglar femenino dedicó muchas de sus energías al adoctrinamiento de maestras. Esta empresa tuvo su momento culminante en 1949, si bien antes como después se siguió acometiendo. En ese año se celebran en Burgos unas Jornadas de la Maestra y otras en Córdoba, con la colaboración de personalidades de la pedagogía 20


femenina española y la congratulación activa de la Inspección Profesional de Primera Enseñanza. Reconstrucción moral del país El apostolado de moralidad pública. Este desarrollaba una acción conjunta y coordinada con las autoridades civiles, dirigida a la observancia escrupulosa de una moral restrictiva, con separación rigurosa de personas de ambos sexos en reuniones fuera y dentro de la Iglesia, para restaurar las buenas costumbres en espectáculos públicos, escaparates, librerías, piscinas, playas y romerías. Un campo de apostolado de marcado carácter social fue la “rehabilitación” ideológica de las mujeres encarceladas por motivos políticos. Esto se plasmó en el apostolado en las cárceles (integrado en el Secretariado de moralidad), cuyas visitadoras y catequistas estaban encargadas de redimir a las reclusas (políticas y comunes) por medio de la instrucción religiosa, y de distribuir el subsidio que el Patronato de la Redención de Penas por el Trabajo daba a las familias de los reclusos. También se manifestó en la recogida y regeneración de las hijas de los vencidos y en la organización de la reeducación de 25.000 niños repatriados.

La colaboración política con el régimen. Diferencias y semejanzas con la Sección Femenina Pese a su proclamación como movimiento apolítico, las Mujeres de AC, en colaboración con las autoridades civiles o con la SF, se convirtieron en elemento fundamental en la tarea de encuadramiento de las mujeres. ¿Pero se puede llamar apoliticismo a estas palabras recogidas por Tarancón incluidas en un texto para la formación de las jóvenes? La Acción Católica puede y debe intervenir cerca de los poderes públicos con la fuerza de su organización, para que la legislación del Estado no se oponga a los principios del dogma y a las normas de la moral cristiana. Hay actividades en la política que tienen relación con el orden moral, y éstas deben sujetarse a los preceptos del derecho natural y divino-positivo. Tales son, por ejemplo, la política del trabajo, la política sobre la escuela, la política de la familia, la política que regula los espectáculos públicos, las manifestaciones artísticas, la prensa, el juego, etc. La Acción Católica no hace política cuando se opone a las leyes sectarias y persecutorias, cuando combate el divorcio o el laicismo en la enseñanza, aunque utilice para ello los derechos ciudadanos que las leyes conceden a todos los miembros de la sociedad y por lo tanto también a los católicos. Debe prohibirse que en los Centros de Acción Católica se hable de política. Los jóvenes –dice el Papa- han de permanecer alejados de la política, su lugar propio no son los partidos políticos, sino las Juventudes Católicas (Tarancón, 1941)

Difundieron el modelo franquista de mujer y de familia, contribuyendo así a la legitimación de la dictadura. 21


Tomaron parte en la represión, con las visitas a las cárceles y la vigilancia de las familias de las presas políticas, integrándose en el universo carcelario más allá de la prisión: encarnaban la comunión entre Iglesia y Estado y sus visitas eran la realidad humana de la dictadura en casa. Al colaborar en la política represiva y de control social del régimen, integraban en ella una dimensión religioso-moralizadora, según la cual no bastaba el castigo penal y la represión física de los vencidos sino que era necesaria su regeneración por la religión, consiguiendo el arrepentimiento y la conversión. Desempeñaron esta misión política por diversos medios, como la propaganda en defensa del régimen y del espíritu triunfalista que definía a la AC como un ejército al servicio de la jerarquía en su tarea de recristianización de la sociedad española. Impulsaron los matrimonios de amancebados y los bautizos de niños hijos de rojos, ceremonias presentadas como sucesivas victorias religiosas y políticas, vinculadas al ámbito familiar pero con una clara lectura pública, así como el control moral de cines, bailes y playas. Defendieron el ideal femenino de domesticidad y de familia cristiana – semanas de la madre, cursillos prematrimoniales, cursos de economía doméstica-, frente al pretendido desorden social republicano. Otra actividad destacada fueron sus numerosas obras de cardad, como las vistas a pobres, el reparto de víveres o la asistencia a comedores benéficos, a través de las cuales ejercieron un innegable control social y político. Colaboraron en la recatolización impuesta desde el Estado mediante la participación y práctica de los rituales católicos en privado y público: asistencia a misa y la confesión, la celebración de los ritos de paso católicos (bautismo, matrimonio canónico), la celebración de las fiestas tradicionales del calendario católico y la asunción de símbolos y motivos religiosos. Pero ¿cómo se desarrolló su colaboración en la construcción del nuevo Estado franquista?: • •

Participando en la puesta en práctica de los programas sociales y de género del mismo. Interviniendo en la socialización de las mujeres en un modelo femenino que se articulaba en torno al hogar, a la maternidad y a la aceptación de valores de pureza y abnegación, concienciando a las mujeres de que cumplir este arquetipo femenino era su deber y responsabilidad patriótica. Convirtiéndose en una entidad de encuadramiento de un número cada vez más amplio de mujeres y jóvenes pertenecientes a las clases medias, a cuyas inquietudes o preocupaciones la organización daba respuesta. Además de obtener perfeccionamiento espiritual y colaborar en la recristianización de un mundo que percibían paganizado, los centros parroquiales de ambas ramas ofrecieron un espacio de sociabilidad y relación, dentro de un contexto sociopolítico en el que las condiciones y posibilidades de presencia femenina en espacios públicos se habían visto extraordinariamente limitadas.

La imagen pública que mostraba continuamente su colaboración con la Sección Femenina refleja las buenas relaciones entre ambas instituciones, que compartían el mismo modelo de mujer; de ellas, AC tuvo mayor influencia pues no aparecía como un fenómeno nuevo y extraño a la tradición. Veamos sus semejanzas y diferencias 22


Semejanzas de ambas •

• • •

El despliegue de una política de la identidad femenina basada en el modelo de las esferas separadas; en el rol exclusivo de madres, esposas y conservadoras de la familia, la religión y moralidad católicas y se oponía a su salida del hogar. Todo ello con el objetivo de salvaguardar el modelo de mujer-madre y la familia católica como bases de la identidad católica y nacional española defendida por los contrarrevolucionarios. En razón de lo anterior, algunas de las actividades puestas en práctica por ambas resultaron ser similares. Las Escuelas de Hogar de la SF y de AC. Los terrenos de actuación eran compartidos: adoctrinamiento de otras mujeres, asistencia socio-benéfica, educación moral y religiosa. Ambas propagaban la retórica de la maternidad como la única función social de las mujeres y el hogar como su lugar natural, pero no cumplieron, en su práctica de vida. Especialmente las dirigentes permanecieron solteras, viajaron al extranjero, ejercieron tareas de responsabilidad, organización y gestión, accedieron a la cultura existente, y disfrutaron de las posibilidades de promoción socio-profesional que su pertenencia a la organización les ofrecía

Diferencias: • • • •

Mayor énfasis en las enseñanzas religiosas y morales por parte de las católicas, difundiendo valores de pureza y abnegación Carácter oficial de las escuelas de hogar y la formación de hogar por parte de la SF. Ausencia de referencias a la sumisión e inferioridad femeninas en el discurso de las católicas, que sí aparece de manera recurrente en Pilar Primo de Rivera. Carácter más político de la SF y más apostólico-religioso en AC. Así las ramas de AC se volcaron en funciones públicas de proselitismo religioso, haciendo hincapié en la recatolización y moralización de la sociedad española. Mientras que la SF, integraba aspectos de la ideología fascista como la preocupación por la higiene y la puericultura para conseguir ciudadanos fuertes para una España que quería ser imperial. Las ramas femeninas del apostolado seglar estaban integradas en el esquema organizativo de AC cuya continuidad fue permitida por régimen e impulsada por la jerarquía católica. En cambio, la SF fue designada oficialmente mediante decreto, de esta manera las mujeres falangistas aumentaron sus parcelas de actuación, ejerciendo un mayor control sobre el encuadramiento femenino, el adoctrinamiento y el control social a través del Servicio Social, y desarrollando su capacidad organizativa en los terrenos de la sanidad y la asistencia social. Pero al asumir todas estas actividades la SF se encontró con dificultades para su implantación local y provincial: bajos índices de afiliación, pugna con otros órganos del partido- Auxilio Social, Frente Juventudes-, competencia de AC y la escasa actitud receptiva de gran parte de la población femenina al llamamiento de las mujeres falangistas.

Las ramas femeninas de AC constituían un rival potencial, puesto que ambas organizaciones perseguían objetivos semejantes y se dirigían a los mismos sectores de población femenina. Si bien no hubo enfrentamientos explícitos entre ambas, si hubo cierta desconfianza por parte de la SF ante una mayor implantación de la organización católica y una ausencia casi total de colaboración entre dos 23


organizaciones que diseñaban actividades muy similares. En Aragón se dio una militancia compartida, aunque limitada a la afiliación de base y a las pequeñas localidades y pueblos. La respuesta de la población femenina a los llamamientos de la SF a participar en sus actividades no fue todo lo entusiasta que hubiera deseado, especialmente entre las poblaciones obrera y campesina (el discurso e imagen de las mujeres falangista resultaban poco familiares para unas mujeres poco habitadas a otras formas de vida y socialización). La SF fue una pieza clave del franquismo al colaborar en la política asistencial y participó en el afianzamiento de un esquema de géneros profundamente rígido y jerarquizado. Por su parte, las ramas femeninas de la ACE vivieron durante los 40 un esplendor organizativo, reflejado en la expansión de sus redes de centros parroquiales y en el incremento del número de socias. Este impulso se vio favorecido por las buenas relaciones de la Iglesia con el nuevo régimen.

Inicios de la especialización: universitarias y obreras Los fines de la Juventud Femenina eran, como para toda las ramas de Acción Católica la formación y el apostolado. Una formación completa y extensa que incluía la adquisición de una cultura religiosa sólida (con algunos de cultura profana siempre que estén dirigidos a un fin sobrenatural), moral (formación de la voluntad) y social (la mujer ha de tener conocimientos de la doctrina social de la Iglesia y la práctica de las virtudes de justicia y caridad para crear en ella “sentido social”). Por otro lado el apostolado se articularía a través “centros de difusión y unas asociadas apostólicamente activas” En 1940 fue nombrada presidenta nacional de las Jóvenes de AC Pilar Bellosillo en sustitución de María de Madariaga. Este relevo no fue fácil porque María había sido una presidenta con una personalidad muy marcada. Sin embargo, con su buen hacer, su sencillez y su don de gentes, tardó poco tiempo en hacerse aceptar. Quería crear un equipo de trabajo con Mercedes Boceta y Juanita Espinós como vocales de Propaganda, Carmen Enríquez de Salamanca y Mª Luisa Fuertes, que organizaron el secretariado de Universitarias, Mary Muñoz como Tesorera y Carmen Vallina. Pero ya entonces se iba viendo que era preciso que las actividades no se limitaran a la tarea de reconstrucción. Al ver la situación de la España de posguerra, el espíritu apostólico que movía a aquellas jóvenes exigía iniciar nuevas obras e intensificar la formación de la juventud a través de círculos de estudio, conferencias y cursillos, academias nocturnas, etc. La educación como instrumento de superación fue una constante que marcó para siempre a Pilar. El Consejo Superior de las Jóvenes de AC impulsó los estudios y programas sobre dogma, moral y liturgia. Se inauguró tb una biblioteca que se inició con 500 volúmenes y se comenzó la publicación de varias revistas: Circular de dirigentes, Normas y Orientaciones, cuya tirada total en conjunto fue de 50.000 ejemplares. En 1940 según la Memoria del mismo fueron 1181 los

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centros en que se celebraron círculos de estudios con un total de 32.296 sesiones de trabajo, 242 cursillos y 1639 conferencias. Las Jóvenes de AC organizaban numerosos actos piadosos: tandas de ejercicios espirituales a los que asistían miles de asociadas y de simpatizantes, retiros, peregrinaciones, misas de comunión. Pilar se ocupó tb de la acción a favor de las jóvenes obreras. Se crearon centros especiales para ellas y academias de formación similares a las que habían existido en la etapa anterior a la guerra, para las que se redactó un reglamento. 1942 se inició la acción con jóvenes universitarias. Carmen Enríquez de Salamanca, licenciada en Filosofía y Letras, fue encargada de su organización. Se actuó con gran minuciosidad buscando en cada universidad las mejores candidatas posibles para ofrecerles asistir a un cursillo de formación que tuvo lugar en Algorta en julio de 1942. Fue seleccionado un grupo entre las jóvenes que reunían dos condiciones: tener buen expediente académico y contar con la recomendación de dos instituciones de su localidad. Fue tal la eficacia del curso que el año siguiente se había creado la sección de universitarias de AC en todos los distritos de España. En agosto de 1943 se realizó un cursillo similar en Pontevedra. De esta sección salieron años más tarde muchas de las dirigentes nacionales e internacionales: Mary Salas, Piluca Rodríguez,… No hay constancia de que Pilar Bellosillo tuviera en esta época ninguna iniciativa personal especial salvo cumplir escrupulosamente sus tareas, trabajar en equipo y alejar toda tentación de protagonismo. Pero tenía sobre sí una gran responsabilidad ya que en 1942 la Rama de Jóvenes de AC llegó a contar con 100.000 asociadas, de las cuales 36.000 figuraban como activas, y se mantenían en funcionamiento 2.297 centros. En la coyuntura de 1946 (la ONU no acepta el gobierno de Franco) se enmarca uno de los cambios más importantes que sufre la ACE en su conjunto: la especialización. No sólo las presiones externas sino también los cambios socioeconómicos en el interior hacía necesaria la experimentación de nuevas tácticas, había que desterrar la idea de una sociedad surgida de la guerra unificada ideológicamente; había que bajar a la realidad y dominar los distintos ambientes, había que especializarse. Adaptación al ambiente para mejor captarlo y dirigirlo. A principios de 1946 la Junta Suprema de Reverendísimos Metropolitanos manifiesta la necesidad de que la especialización obrera debía hacerse en el marco de las cuatro ramas de la ACE. La especialización obrera no suponía una concepción social teórica distinta a la anterior de carácter general. El objetivo seguía siendo el posibilitar la colaboración de las clases en el sentido más tradicional social de la Iglesia, la cual consideraba a la sociedad como un cuerpo con distintos miembros, todos necesarios, entre los que debía haber mutuo amor y mutua cooperación. La especialización que surge con más fuerza es la obrera. Esta según las “Normas generales”, debía atender a las necesidades espirituales de los cuatro grandes sectores del pueblo trabajador: los jóvenes, las jóvenes, hombres y mujeres. Los problemas específicos de la clase obrera se veían divididos en función de la edad y el 25


sexo, planteándose la evangelización de éste desde la misma rigidez moral de la etapa anterior, sin considerar la estructura clasista de la sociedad española. Nacen así, junto con su compañeras masculinas, las organizaciones “Juventud Obrera Femenina de Acción Católica” (JOFAC) y la “Hermandad Obrera Femenina de Acción Católica” (HOFAC). El objetivo general de estas organizaciones era llevar a cristo al mundo del trabajo, donde se estaba consumando el escándalo del alejamiento de la masa obrera de la Iglesia. Sin embargo estos movimientos evolucionaron de manera muy distinta a la forma en que fueron concebidos por la jerarquía eclesiástica. En un contexto demográfico de casi el 50% de la población viviendo en el campo y un 16% de tasa de población activa femenina, la JOFAC y la HOFAC progresan de forma más lenta que la JOAC y la HOAC. La lenta incorporación de la mujer al trabajo, el peso de la Rama General de AC sobre el colectivo femenino, y las dificultades organizativas de los comienzos son las causas de este retraso. Desde su nacimiento los movimientos apostólicos obreros tenderán a superar las diferencias que bien por el sexo o la edad imponía la AC general. Durante los diez primeros años de vida de estas organizaciones femeninas la actividad principal que desarrollaron estuvo encaminada a la formación de dirigentes. Se necesitaban especialistas que impulsaran y desarrollaran el campo del apostolado obrero. Siguiendo el espíritu triunfalista de la AC general nacen las Semanas y Cursillos de Formación de dirigentes obreras, reclutadas de forma masiva en la AC femenina. La formación que las mujeres recibían en estos cursillos iba encaminada en primer lugar a la constitución y mantenimiento de centros de JOACF y HOACF en las parroquias; en segundo lugar a adquirir un conocimiento profundo de la doctrina social de la Iglesia; en tercer lugar a mantener la moral cristiana entre las compañeras de trabajo, la familia obrera y el mundo del trabajo. Ante el hecho ineludible de la incorporación de la mujer al mundo laboral se plantea la necesidad de especializarla en cuanto a mujer y a trabajadora como dos cosas superpuestas, e incómodas. Las organizaciones apostólicas obreras femeninas supusieron sin embargo un serio avance en cuanto a la formación de la mujer trabajadora católica. Los cursillos, jornadas y asambleas nacionales fueron un foco formativo de indudable importancia. A través de ellos la mujer trabajadora en el seno de la AC tuvo acceso a una formación social mucho más amplia, aunque encaminada a difundir la doctrina social de la Iglesia, presentada como una alternativa frente a las tendencias socialistas y comunistas. La doctrina social de la Iglesia, aún dentro de su conservadurismo, supuso una brecha de modernidad dentro del contexto general. Es importante destacar el tratamiento que la doctrina social de la Iglesia hace respecto al salario femenino. La Iglesia sostiene a premisa: “a igual trabajo igual salario” reconociendo así la igualdad hombre-mujer en cuanto a trabajadores. Las organizaciones femeninas obreras de AC se desarrollaron en el seno de una contradicción que poco a poco se irá acentuando, ya que la presencia y el compromiso con la clase obrera, que llevó a choques abiertos con el régimen, implicaba una evolución en los planteamientos morales.(Encarna)

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La presencia de mujeres en las organizaciones de apostolado seglar obrero, las HOACF y JOCF, todavía ha sido poco estudiada, si bien es cierto que esta primera etapa su actividad era reducida. Entroncan con la tradición de los sindicatos femeninos católicos y la acción social católica dirigida a obreras, que más que ofrecer espacios de actuación propios a las trabajadoras respondían al paternalismo de las clases medias y altas. En un primer momento, estos movimientos reproducen unas diferencias de clase muy claras: las señoras de clase media organizan y dirigen, las obreras obedecen. Sus intereses son todavía más morales y piadosos que sociales, de formación en el pensamiento social católico y extensión de la AC. Las referencias a la realidad de la vida laboral de las trabajadoras están ausentes, pues promueve el sometimiento al orden establecido en una etapa de muchas carencias. (Mónica Moreno)

Discurso y misión de la mujer de A.C. La cosmovisión que la Iglesia católica tenía de la mujer se basaba en la existencia de diferencias sexuales entre hombres y mujeres que no tenían sino un origen divino, y estas diferencias conformaban la unidad armónica que debía ser la familia. Hombres y mujeres poseen cualidades propias pero complementarias. En el hombre predominan las facultades mentales: la inteligencia, la reflexión, la mayor capacidad de comprensión y el dominio del pensamiento. En la mujer dominan las facultades afectivas, arquetipo complementario del varón: el corazón, la intuición, el instinto, la preocupación por los detalles y la menor capacidad para la abstracción; en fin la mujer representaba el dominio del sentimiento y la sensibilidad. El hombre reflejaba las pasiones más vehementes: la valentía, el carácter, pero estaba sometido a grandes peligros como era la indiferencia hacia las prácticas religiosas. (Pilar Folguera) A partir de este análisis de cualidades, la Iglesia llega a la conclusión de que el hombre posee una superioridad física e intelectual que es complementaria de las virtudes de carácter afectivo y religioso que posee la mujer. En la familia, hombre y mujer, poseen papeles diferenciados. El hombre, después de la contienda, representaba el prototipo del hombre-guerrero que había utilizado su fuerza contra el enemigo y al llegar la paz, la casa, el hogar, actuaba como mecanismo inhibidor y como factor estabilizador de la sociedad. El papel de la mujer era el de acoger a ese “guerrero” y aceptar de buen grado el papel de mujer pasiva y sometida a la autoridad del varón y renunciar al protagonismo desempeñado durante la retaguardia. Durante estos años el Papa Pío XII difundió en el conjunto de la Iglesia, el mensaje de que la familia se constituía en la comunidad natural anterior a la sociedad, supervivencia y refugio frente a un mundo externo en continua amenaza. La familia debía constituirse jerárquicamente en una sociedad jerárquica. El padre poseía la autoridad directamente asignada por Dios y la familia en su conjunto le debía obediencia.

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Visto el marco general en que se movía el catolicismo respecto a las mujeres, he querido constatar y verificarlo, a través de artículos aparecidos en las revistas de ACM y textos de publicaciones religiosas de la época. Para ello me he centrado en los temas más recurrentes: la maternidad, la familia, el trabajo, la política, el apostolado, la moral y la justificada desigualdad respecto al hombre. La maternidad Se recurrió constantemente a la sublimación de la maternidad: “El apostolado, la misión sublime es la de ser madre, ya sea en el sentido físico, ya se en el más elevado de la fecundidad espiritual. Por eso toda mujer tiene aptitudes y cualidades particulares, bajo todos los aspectos: psicológicos (sensibilidad e intuición moral…) de ella depende principalmente la educación de los hijos y la formación de sus costumbres, humanas y sobrenaturales, pues son seres que han de influir en la sociedad” (MARTIN MOYA, F. Religiosas en el frente seglar femenino)(Teresa)

Como madre tenía el deber de suscitar la vocación sacerdotal: “…la madre cumpla bien y abnegadamente su deber de suscitar y de modelar en el alma de su hijo ese conjunto de cualidades que constituyen la idoneidad fundamental de la vocación al sacerdocio[…]se esfuerce por crear en la familia una atmósfera sacerdotal[…] la madre cristina estime como un honor, el más alto, el ofrecer a Dios un hijo para las funciones santas del sacerdocio […] infundiéndole sentimientos de piedad, aficionándole a la recepción de los sacramentos, haciéndole frecuentar la Iglesia parroquial, tomar parte en los actos litúrgicos,…

El papel de la joven en la familia “Vuestro papel, jóvenes cristianas…es ser el ángel de vuestra familia. Ángel de dulzura, ángel de paz, ángel del buen ejemplo, ángel de paz, ángel del buen ejemplo, ángel de oración, ángel de felicidad (por medio de vuestra abnegación y de vuestros sacrificios, ángel de obediencia, ángel consolador. Sed sumamente buenas con vuestro padre, con vuestros hermanos, vuestra madre (Baetman)

El trabajo El amor al trabajo (doméstico) dignifica la mujer, pero cuando la mujer sale de casa para trabajar es una desgracia En relación a la mujer que para aumentar el jornal del marido se va a la fábrica dejando abandonada la casa: “¿Qué queda de la vida familiar y qué atractivos puede tener el hogar para los hijos? El Papa hizo observar que ni la hija de la mujer que hace vida mundana, ni la de la que va a trabajar a la fábrica o a la oficina, pueden seguir otra ruta que la marcada por sus mayores, y, por consiguiente, no puede amar el hogar y el matrimonio.

Algunos deberes y derechos de la mujer en el trabajo. Deberes fundamentales: obediencia, justicia, respeto (pero sin servilismo), interés y comprensión hacia los jefes. Derechos: un salario justo y equiparado al del hombre, respeto a su persona (no exigirlas más de lo puedan, ni imponerlas en trabajos no femeninos, que los jefes las

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traten con delicadeza y que les den un trato digno como a personas y mujeres (Martín Moya) ¿Qué ideas y motivos se han de fomentar para que las militantes obreras amen al mundo del trabajo? Descubrirles el valor humano del trabajo. Como ser humano, darles a conocer el sentido del trabajo como servicio a la familia, como complemento de la sociedad. Descubrirles el aspecto divino. Lugar y función de la mujer en la vida política Respecto a este tema el Papa Pío XII, en un discurso a las Ligas Católicas, afirmó que se debían tener en cuenta dos aspectos: salvaguardar los intereses de la mujer por medio de una legislación de un régimen respetuoso de sus derechos, su dignidad y su función social; y la participación de algunas mujeres en la vida pública en interés del bienestar, la salvación y el progreso de todas. “Vuestra misión específica es, de una manera general, trabajar para hacer a la mujer más consciente de sus derechos sagrados, de sus deberes, de su poder, tanto sobre la opinión pública en las relaciones cotidianas como sobre los Poderes públicos y los legisladores mediante el buen uso de sus prerrogativas de ciudadana. […] No lanzarse en masa a la política, pues la mayor parte de vosotras, deberéis dedicar lo mejor de vuestro corazón al cuidado de la familia y del hogar. Aquellas de vosotras más libres de su persona, más aptas y mejor preparadas, asumirán estas pesadas tareas del interés general, serán vuestras representantes. Dadles vuestra confianza”

Y respecto a los deberes de la mujer que participa hoy en la vida pública dijo: “Toda mujer tiene el deber estricto de conciencia de no permanecer ausente, de entrar en acción en las formas y maneras, de acuerdo con la condición de cada una, para contener las corrientes que amenazan el hogar, para combatir en las doctrinas que socavan sus cimientos, para preparar, organizar y llevar a cabo su restauración.” “Ella tiene que concurrir con el hombre al bien de la sociedad, en la que, por dignidad, es igual a él. Cada uno de los sexos tiene que tomar la parte que le corresponde según su naturaleza, su carácter, sus aptitudes físicas, intelectuales y morales. Ambos tienen el derecho y el deber de cooperar al bien total de la sociedad, de la patria. Pero es claro que si el hombre, por temperamento, se siente más inclinado y atraído a ocuparse de los negocios exteriores, en los negocios públicos, la mujer posee mayor perspicacia y tacto más fino para conocer y resolver los delicados problemas de la vida doméstica y familiar, base de toda la vida social, lo cual no quita que algunas sepan dar pruebas de gran pericia, aun en cualquier campo de la actividad pública” La revista Senda, nov. 1945, pp. 3-5. resume este discurso del Papa Pío XII. “Una de las misiones actuales de la mujer debe ser la de honrarse a sí misma y a la familia. Toca a vosotras entrar en esa vida pública para influir de modo decisivo en la restauración y organización de la vida social. Pío XII concluyó su discurso aconsejando a las mujeres católicas que intervengan en la vida social y política. “Toda mujer tiene el estricto deber de conciencia de no mantenerse alejada de la vida pública, pues su intervención será beneficiosa para la familia y para la sociedad. Las papeletas electorales son para la mujer un arma grande y potente para cumplir con su deber religioso y social. Ella no dará su voto a ninguna tendencia que quiera imponer o subordinar el interés de la nación, la paz interna y externa de los pueblos a las ansias de los movimientos egoístas”

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“Asociada al hombre en el campo de las instituciones civiles, se aplicará principalmente a aquellas materias que exigen tacto, delicadeza, instinto maternal, más bien que rigidez administrativa ¿Quién mejor que ella puede comprender lo que requieren la dignidad de la mujer, la integridad y el honor de la joven, la protección y la reeducación del niño? En ella aptitudes especiales para la represión del libertinaje, la educación de la infancia abandonada, rehabilitación de delincuentes y caídas y la defensa de los derechos maternos de la educación de los hijos.

El apostolado Pero la tarea más urgente que hay que realizar en la retaguardia católica es la formación de una conciencia misionera, un estilo de vida cristiano, una permanente postura de servicio a la causa de las Misiones. Y aquí se abre a la mujer un campo inmenso de actividades: la catequesis, la sección de niños, la escuela y, sobre todo el hogar. (Senda La mujer y las misiones)

Los campos de apostolado de la joven cristiana son: apostolado religioso (eucarístico, catequístico y de las vocaciones sacerdotales), a favor de la familia cristiana, apostolado de la moralidad (aminorar la acción demoledora de la licencia que se observa en las costumbres), apostolado de caridad (múltiples formas e innumerables caminos) Desigualdad y derechos con los hombres “Ahora se opina que hay que igualarla al hombre, que es preciso darle todos sus derechos. Conviene saber cuáles son: En el orden doméstico en la doctrina cristiana, la mujer es inferior al hombre en el hogar. La característica de la mujer es la delicadeza; la del hombre, la fortaleza. Es feo el hombre afeminado y la mujer hombruna. El hombre es más duro; la mujer, más frágil. En lo esencial son iguales, en lo accidental sus diferencias son fundamentales. En el hogar, dice San Pablo que la mujer esté sujeta al varón. En la Iglesia se dice que las mujeres callen. En el orden político, ¿puede la mujer desempeñar puestos directivos? Hay mujeres, toreras, deportistas, pelotaris, etc. Pueden hacer deporte, sin olvidar que son mujeres y cristianas, en la medida de lo prudente. Que no la descristianice y no la desfeminice. En el orden económico-social. En cuanto a que la mujer tenga que salir de casa para trabajar es una desgracia. La mujer en esto pierde: el roce con los hombres sin delicadeza o la hacen sufrir o la contaminan. Hay carreras a propósito para la mujer: maestra, filosofía, puericultura, etc. No es un ideal la falta de preparación de la mujer. En la Política es difícil intervenir a la mujer. La mujer hacer puede mucho bien, influyendo con suavidad y dulzura, cuando es parienta de algún político. El Papa le ha aconsejado que emita su voto y que desempeñe cargos que no sean administrativos. En el arte no ha descollado el sexo femenino; en el teatro más como actoras que como autoras. Resumiendo, la igualdad con el varón repugna a la naturaleza de mujer; estancar a la mujer en su cultura, jamás. Aceptar las corrientes modernas que la realcen sin que la desfeminicen ni descristianicen.” (Senda La mujer cristiana y las corrientes modernas).

Un ejemplo más de esta desigualdad asumida por la propia ACM es que la integración y formación de la mujer en AC estaba basada en un principio inquebrantable: “La mujer nunca podrá ser Iglesia docente. Jamás podría ser Jerarquía de la Iglesia. Por tanto nuestra misión en la Iglesia es la de aprender y servir…ser Iglesia discente” (Ideario de las jóvenes de Acción Católica)

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La moral Respecto a mantener la moral intacta durante el verano, gran tesoro de la mujer cristiana, las señoras de Acción Católica tienen además otro deber, que es el de influir cuanto puedan en los demás para que la sociedad en que viven, acabe con esa nefasta nota de paganismo que la distingue durante el verano. Tienen que demostrar valor y armarse con la mortificación y sufrir las incomprensiones y murmuraciones de los demás cuando no asistan a bailes, baños, paseos o

Formación y propaganda. Prensa, libros y lectura La Asociación de Mujeres de Acción Católica junto a su finalidad apostólica y, como medio para conseguir ésta, tenía una fuerte finalidad formativa: “Completando y perfeccionando metódicamente su formación personal, tanto en el orden religioso como en el moral, social y cultural “(Senda, enero 1941)

Antes que las mujeres se convirtieran en elementos docentes dentro de AC, era necesario formarlas. Una formación extensa e intensa que comprendería aspectos religiosos, morales y sociales que se basaría en la abundancia de vida espiritual que se necesitaba para el ejercicio del apostolado. Toda esa formación iba destinada a encontrar la perfección concretada en el ámbito moral, potenciando características de piedad, humildad, caridad, espíritu de disciplina, etc. así como tratar de evitar el egoísmo, la vanidad y el vicio femenino. Especialmente son las jóvenes las que han de formarse: FINES DE LA JUVENTUDA FEMENINA DE A.C. Formación. La formación de las conciencias es el fin inmediato de la AC y el medio indispensable para la consecución de todos los fines. Para la Juventud, esta formación tiene una importancia mayor hasta convertirse en su fin principal. Pío XI, repetidas veces expuso esta idea en forma de mandato: “Que las organizaciones juveniles se dediquen principalmente al trabajo de formación y preparación”.[…] La formación de las jóvenes debe abarcar todas las facultades del alma, la mente, el corazón, la voluntad, el sentimiento, poniendo por base de todo la Religión.[…] La Juventud Femenina quiere formar no sólo perfectas cristianas, sino activos apóstoles en la familia, en la Parroquia y en la Sociedad” ( Acción Católica Española. Consejo Superior de las Jóvenes (España), 1939)

La formación intelectual es necesaria porque es imposible formar la voluntad de los jóvenes en la vida religiosa, moral, social y apostólica, si no se forma también su mente. No se les puede dar una educación buena y completa si no se atiende simultáneamente a su instrucción. La formación social es necesaria en las mujeres, porque son miembros de la sociedad y tienen obligaciones que cumplir, y además, porque pueden ejercer una acción directa en la sociedad. Se ha de proporcionar a la joven un conocimiento claro de la doctrina social de la Iglesia y la práctica de las virtudes de justicia y caridad en orden a crear en ella el sentido social.

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Como muestra de ese interés e inquietud por una formación intelectual y social veamos las materias impartidas en los cursillos de formación de obreras recogidas en la revista Para nosotras: Cursillo de Santoña verano 1947: Vida sobrenatural; Movimiento obrero de AC, doctrina social de la Iglesia, Economía, La mujer como novia, esposa y madre. O estas otras de un cursillo de Formación de obreras en Barcelona en marzo de 1948: Puntos de religión, Sociología católica, Feminismo (actuación de las obreras en el hogar), tácticas de apostolado, Enfermería doméstica. O esta conferencia dentro de la Semana de Formación de dirigentes obreras donde se habló de Liberalismo, marxismo y doctrina social de la Iglesia; y de legislación social relativa a la mujer obrera.

Para llevar a cabo esta formación y como base para sus círculos de estudio, conferencias, semanas de estudio, cursillos, etc. la ACM se dotaba de libros y revistas tanto nacionales como extranjeros, y a través de su Secretariado de Enseñanza los organizaba en bibliotecas circulantes. Es digno de mencionarse la labor documental de vaciado que realizaban estas mujeres sobre los materiales al analizar el contenido “para sacar de ellas ideas y enseñanzas en forma de fichas”. Igualmente mostró preocupación por formar a sus bibliotecarias. De la importancia que daban a este tema incluyo un extracto de la ponencia que sobre Bibliotecas presentó la Secretaría de Enseñanza en 1944: Ponencia sobre bibliotecas de la Secretaría de Enseñanza (Senda mayo 1944): •

Hubo un acuerdo unánime sobre la Importancia de la lectura: […] la imagen visual de la lectura es gráfica porque nosotros nos creamos la que representan y esta parte activa que tomamos contribuye a grabarlas más.

La biblioteca para socias es indispensable: Nuestras socias necesitan formación. Para estas bibliotecas convienen materias instructivas, no recreativas, aunque se informe sobre estas últimas, pero sin emplear el dinero de las cuotas en adquirirlas. Elaborar listas con clasificaciones útiles.

Bibliotecas viajeras: Lotes surtidos con libros religiosos e instructivos de labores, agricultura, economía doméstica.

Otros servicios: 1. Orientación: indicar libros para distintos sectores: familia, regalos, etc. 2. Información: fichero que debe formarse de las publicaciones recientes recortando secciones bibliográficas de revistas de nuestro campo o proveyéndose de las fichas de crítica que publica “Biblioteca y Documentación” de Valencia. 3. Depuración: saber qué se lee en bibliotecas públicas y privadas, qué se vende en librerías 4. Documentación: fuentes de materiales para preparar trabajos para Secretariados, Juntas, etc.

Las señoras leen poco: hay que estimularlas. Se propone hacer certámenes, concursos, exposiciones de libros. 32


La biblioteca como medio de apostolado: Procuremos libros a los que leen mucho: cárceles, cuarteles, hospitales, escuelas de hogar, escuelas de adultos, matrimonios de moralidad y benéfico social, etc. Se comenta la necesidad de elaborar un reglamento y esencial conseguir buenas bibliotecarias, más que tener locales, es más importante que circulen los libros. Se concluye que todas las Uniones Diocesanas donde no tengan establecida la btca circulante para socias y para apostolado exterior las organicen cuanto antes ya que son un medio excelente de formación y apostolado; y donde ya las haya que intensifiquen y extiendan su labor, perfeccionándola y procurando buenas bibliotecarias.

Biblioteca infantil dependiente del Secretariado de Enseñanza Publicará un Catálogo crítico de obras para niños, se publicarán cada mes las fichas aparecidas en el mes anterior. Consideraremos en el libro su aspecto religioso, moral, psicológico y estético. Cada color un significado: Plata: religiosos Azul: formadores. Entretienen e instruyen Blanco: entretenimiento: Amarillo: deformadores. Que excitan cualquier forma el desorden de las facultades  Rojo: perjudiciales. Atacan en el fondo o la forma la religión o la moral    

Del interés por el control de las lecturas que podían hacer los niños surgió el Gabinete de Lectura de Santa Teresa de Jesús cuya principal misión fue la depuración y reciristianización de las lecturas infantiles. Editó un catálogo crítico de libros para niños en los que éstos aparecen clasificados por edades y en cuatro categorías: recomendables, aceptables, tolerables e inconvenientes. Organizó exposiciones nacionales de libros infantiles y publicó artículos encaminados a orientar a autores y editores en sus nuevas publicaciones, exponiendo los defectos de que adolecen las antiguas. En todas las revistas que editó ACM se incluyeron secciones bibliográficas donde se recogían aquellas lecturas tanto formativas como para el ocio. En tales secciones se elaboraban fichas bibliográficas que incluían estos campos: datos bibliográficos, notas sobre el autor, contenido, valor moral y religioso, valor pedagógico y aplicación. El Secretariado de Niños también recomendaba libros incluyendo tanto una descripción bibliográfica junto a datos como el precio, autor y un análisis del contenido en función del estilo, valor moral, presentación y aplicación. Igualmente en las Manuales de los diferentes secretariados (por ejemplo en el de Niños, Benéfico-social, o el de Religión) se incluía una lista de libros recomendados para delegadas Del análisis de estas secciones podemos saber qué leían las dirigentes, qué se permitía leer tanto a las asociadas, como a las maestras, y en general a las católicas, y cuáles eran los libros “correctos” que debían y podían leer los niños. Todo un control sobre la lectura en aras de no permitir ninguna desviación de los preceptos tanto religiosos como morales, pero también hay que decir, que estas mujeres, sobre todo las de clase media, tuvieron acceso a unas lecturas, y por tanto, a una formación que no era posible en otros medios.

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Propaganda y prensa La asociación también editó revistas, libros y numerosos folletos, y para su fomento y difusión se creó el Secretariado de Prensa del que ya se dio cuenta más arriba. Tres fueron las revistas editadas a nivel nacional en estos años: Senda que se constituyó en el órgano nacional de la Rama de las Mujeres desde 1941 hasta 1955: […] que da a las Diócesis la orientación del Consejo Superior en artículos e informaciones, y hace que todas laboren al unísono al ver en la Sección De nuestras diócesis cómo se trabaja en los demás sitios y reciban con ello estímulo y aliento (Manual del Secretariado de Prensa: curso 1944-45)

Para Jesús Enciso, Consiliario del Consejo Superior en estos años habla de Senda en estos términos: […] revista para todas las mujeres de A.C. Senda tiene un doble carácter, formativo e informativo. Por su carácter informativo debe reflejar la vida del Consejo Superior y la de las Uniones Diocesanas.

Y respecto a esto hace una llamada: a la forma esquemática, fría y similar de presentar las actividades de las diócesis e invita a las redactoras a que combinen la referencia esquemática con la frase breve, sentida y ajena a todo protocolo, que escriban sobre casos edificantes y experiencias coronadas por el éxito para que despierten y fomenten el deseo de trabajar en AC. Pero además Senda es una revista de formación de la mentalidad religiosa y moral, formación de espíritu apostólico, formación del sentido estético religioso. Todo esto persiguen sus artículos que servirán a los diversos secretariados para ilustrar sus círculos de estudio. No es una revista que interese solamente a las militantes de AC, ha de servir también de propaganda de sus actividades y obras entre las personas de fuera. Procurar que el ejemplar al que se suscriba el centro circule por todas las asociadas. (ENCISO)

Su paginación oscilaba entre las 24 y 30 páginas y en 1942 se incluyeron tintas de colores, en el 44 el formato se agranda unos centímetros y aumentan los patrocinadores de publicidad. Comenzó costando unas 2 pesetas y en 1948 ya había duplicado su precio a 4. Su periodicidad solía ser mensual, aunque a veces no se cumplía, agrupándose varios meses en un número. La redacción y administración estaba en la calle Velásquez 29 de Madrid, sede del Consejo Superior de Mujeres y se imprimió en Gráficas Lebrija. Hacia junio de 1947 el número de la tirada era de 3.000 ejemplares y se decía, en la propia revista, que el número de suscripciones era muy pequeño respecto al número de afiliadas (137.000). Pese al elevado precio del papel en la década de los cuarenta, Senda aumenta el número de páginas, introduce el papel couché en sus cubiertas, reproduce tricomías de elevado coste y sus páginas de realizan a dos tintas. Se alienta a que para mejorar la revista hay que suscribirse y propagarla, distinguiéndose las Diócesis de Córdoba y Valencia en su difusión. A parte de las secciones que daban cuenta de las actividades de la organización se incluían otras sobre hogar y modas, moralidad, cuentos, vidas de mujeres admirables,

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libros y bibliografía, pero también se daba noticia sobre las mujeres católicas en América y de la ACM a nivel internacional. Las destinatarias eran mujeres de clase media, mujeres con cierta instrucción y nivel cultural, dato que se aprecia en los temas de ciertos artículos: arte religioso o comentarios de obras literarias o determinados autores clásicos, o incluso en las páginas de moda se muestran modelos no precisamente muy asequibles en la situación de penuria de posguerra. Para nosotras, revista para las obreras de AC, se funda en 1944 y se publicó hasta 1965, es el instrumento del Secretariado de Obreras cuyo fin era conquistar la clase obrera, la más alejada de la Iglesia durante esos años. Es pequeña y se lee pronto. Tiene muchos grabados, que hablan a la imaginación y sensibilizan las ideas. Sus artículos son claros, sencillos e interesantes, y tratan de vigorizar los sentimientos nobles que atesora el corazón de la obrera. Junto al asunto religioso y moral, se estudia también el práctico: el hogar, el campo, el vestido la cocina. Y luego, fotografías y noticias de los centros especializados de obreras e información de leyes y disposiciones que a una obrera puedan interesar. Si es obrera de Acción Católica le interesará hacer apostolado entre sus compañeras, y Para nosotras será en este aspecto será insustituible, porque podrá darla a leer a las demás, y porque en ella encontrará elementos para los círculos de estudio de su centro y para sus conversaciones en el taller o la fábrica. (ENCISO)

Circular para dirigentes como su título indica estaba destinada a las dirigentes, para todas aquellas que tienen que poner en marcha alguna parte de la organización, es decir, a las presidentas, secretarias, tesoreras y sus vices y a las vocales y sus auxiliares. En esta revista encontrarán todo lo que necesitan para conocer bien la Acción Católica y su Reglamento; y de ambas cosas se habla en párrafos breves que se leen con facilidad y con gusto. (ENCISO)

Instrumento para las que necesiten saber cómo se organiza un Secretariado o su Sección, cómo han de hacerse los Círculos de estudio y sus reuniones a para las que requieren guiones para el estudio y exposición de los temas o bibliografía. Además los Consejos Diocesanos solían tener un boletín, que en cada sitio adoptaba un nombre distinto. En él se recogían las consignas dadas por el Obispo y por el Consejo Superior y se adaptaban a las necesidades y circunstancias de la Diócesis y se precisaba la forma concreta en que han de actuar todos los centros en su apostolado. Se anunciaban los cursillos para la formación de dirigentes y se recogía la actividad de los centros. Ejemplos serían: Pro-Eclesia: boletín de la Unión Diocesana de las Mujeres de A.C. de Madrid-Alcalá o Vida: órgano Diocesano de la Rama de Mujeres de Acción Católica de Pamplona. Las jóvenes también contaban con sus órganos de prensa: Sembrad: publicación mensual de la Juventud de Acción Católica de Zaragoza (1937-1939), Normas y orientaciones para la dirección de la Juventud Femenina de Acción Católica (19391942) o Conquistas publicada en Toledo entre 1943 y1949.

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¿Fue una fuente de ingresos a parte de las cuotas de las socias? ¿Cómo se distribuían a nivel nacional? ¿Quiénes las leían a parte de las dirigentes y socias? ¿qué parte de los costes se sufragaba con la publicidad?

Conclusiones y reflexiones Conclusiones negativas: Teresa Vera concluye su artículo con esta reflexión: “…las mujeres que se encuadraban en las filas de AC no fueron más que especialistas en los principios que la sociedad patriarcal y totalitaria había impuesto a la población femenina. Las labores de apostolado no fueron más que una forma de extender las llamadas “labores del hogar” aun sacándolas de su propio ámbito de desarrollo; se trataba de educar niños, de ejercer de enfermeras o de asistentes, de preservar su honestidad, etc... Así, pues, la salida fuera del ámbito doméstico no significaba en modo alguno una liberalización para la mujer porque los controles ideológicos se perpetuaban e incluso intensificaban por el contacto eclesial. […] Las características piadosas profundamente arraigadas en estas mujeres hacían que éstas constituyeran una especie de “aristocracia espiritual” Se fomentaba la incomunicabilidad con la expresa prohibición de las jerarquías de asistir a cualquier tipo de manifestación lúdica de carácter civil –bailes, ferias, paseo y todo tipo de diversiones- y de manifestar actitudes contrarias a la más severa austeridad, sobre todo en el vestido”. Según Tuñón de Lara, tras esta máscara de activismo vamos a encontrar concepciones ideológicas con unas fuertes dosis de aceptación, conformismo y paternalismo, destinadas a la formación de mujeres como transmisoras de moral conformista, de actitudes obedientes y respetuosas de la jerarquía y la autoridad. Encarna Nicolás y Basilisa López. En esta etapa una de las conclusiones más habituales fue la defensa del ejercicio permanente de la autoridad paterna. Símbolo de la configuración del apostolado seglar como reflejo de la estructura patriarcal y conservadora que va a tratar de afianzar su actividad. La labor emprendida por el colectivo femenino se enmarca en este mismo planteamiento: una acción subsidiaria y dependiente a la llevada a cabo por los hombres, la rama más importante. Una continuación a su misión hogareña al servicio del cabeza de familia. Conclusiones positivas. Inmaculada Blasco apunta a dos: Una, la colaboración con el régimen y con la empresa recristianizadora de la Iglesia las llevó a adoptar formas de vida no ajustadas a los mandatos de construir una familia y ejercer la maternidad biológica. Las dirigentes y propagandistas fueron mujeres que gozaron de autonomía personal para la época, sobre todo en relación con las concepciones de género que defendía. su dedicación en exclusiva a la organización les encaminó a la soltería, un estado civil que implicaba no cumplir con algunas de las rígidas asignaciones de roles de género que ellas mismas estaban difundiendo. Su 36


fidelidad al régimen les sirvió para ser designadas en puestos oficiales (en cargos auxiliares) obteniendo reconocimiento social y profesional. Dos, las experiencias y oportunidades derivadas de su activismo constituyeron un potencial motor de cambio que llevó a las más dinámicas militantes católicas a emprender, a partir de los 40, un lento camino de reflexión que fue sentando las bases para una posterior modificación de sus opiniones sobre el rol de las mujeres. La oportunidad de crear espacios de relación y debate se materializó en la puesta en marcha de iniciativas a nivel de universitarias, y aunque su proyección social fue reducida, abrió la posibilidad de reflexionar sobre lo que llamaron “la personalidad de la mujer” y de acceder a publicaciones extranjeras que difundían los planteamientos feministas vigentes, así como a la apertura hacia otras líneas de comprensión del catolicismo más abiertas, propiciada por sus viajes al extranjero y el contacto con otras organizaciones católicas internacionales (a diferencia de la militancia en la SF) Reflexiones •

¿Cuál fue el nº de socias entre ambas ramas, procedencia social y cuál su implantación a nivel geográfico?

¿Hay que valorar como positivas sus actividades en los campos de la enseñanza y la beneficencia?

¿Cuáles fueron los verdaderos motivos que llevaron a estas mujeres a su adhesión y activismo? (I. Blasco). Conocer los testimonios personales

Su discurso oficial de la feminidad católica no fue fijo ni su puesta en práctica monolítico ¿Qué matices introdujeron? (Inmaculada Blasco)

¿Cuáles y cómo fueron sus relaciones con la Organización general y con las ramas masculinas?

Comparar con la ACM de otros países católicos de nuestro entorno: Italia, Francia

¿Qué documentación se guarda en sus archivos sobre estos años? ¿ y en las Parroquias?

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