Del 3 al 9 de septiembre de 2012 / No. 386 Año 09 / ISSN: 2027-9205
Acompañamiento al enfermo y su familia al final de su vida
La Pastoral Social Arquidiocesana a través del Departamento de los Derechos Sociales y Culturales al que pertenece el área de la salud, en el contexto de la “Semana Pastoral de la Salud Arquidiocesana”, se propone sensibilizar acerca de la realidad que vive el “enfermo y su familia al final de la vida”, a todos los agentes que se dedican al servicio de los enfermos, a los sacerdotes, diáconos, religiosas, ministros de la comunión, a los visitadores médicos, voluntarios de la salud, a los familiares y acompañantes de los enfermosy a toda la comunidad en general,a fin dehacer tomar conciencia de la importancia del acompañamiento pastoral de la parroquia en estas circunstancias tan especiales. El final de la vida es, para la persona y su familia, un momento muy particular por las emociones encontradas que se pueden presentar para unos y otros. La inminencia y proximidad de la muerte produce tanto en el enfermo como en la familia situaciones de miedo, decaimiento profundo, cierta agresividad y rabia ante la impotencia por no poder cambiar las cosas; mientras muchos se niegan a aceptar la realidad de una muerte que es irreversible, otros por el contrario viven esta misma situación con serenidad, tranquilidad y paz interior, lo que permite una aceptación de la enfermedad con verdadera resignación cristiana. Aprovechando el material distribuido por la pastoral de la salud es oportuno tener presente algunas pautas para brindar un acompañamiento, en situación de muerte inminente, tanto al enfermo como a su familia. El enfermo terminal exige un acompañamiento que le ayude a elevar su autoestima, a mantener en alto el valor de su persona, el sentido de la vida; a conocer la verdad acerca de su real estado de salud y como consecuencia debe ser ayudado a asumir una actitud de abandono, de desprendimiento de todo, de superación del miedo y temor ante la muerte mediante un descubrir el valor y sentido de la misma. Es este el momento preciso para brindar al enfermo una asistencia espiritual que respetando sus creencias le ayude a aceptar su propia historia personal con sus logros y fracasos; a sentirse libre de problemas de conciencia, a saberse perdonado y capaz de perdonar, a fortalecer el sentido de la vida mediante una apertura a la trascendencia que lo lleve a poner toda su fe y esperanza en Dios.
La familia del enfermo exige de sus amigos, vecinos y acompañantes los más profundos gestos de cercanía, solidaridad y una empatía tal con su tarea de “buenos samaritanos”, que pueda encontrar en ellos un descanso en la fatiga, un tener con quien compartir sus miedos, frustraciones, sentimientos de culpa, recuerdos y con quien lograr equilibrar las emociones que afloran en estos momentos de cansancio, desvelo y tristeza. El acompañante de la familia, aprovechando que es el menos afectado emocionalmente por la situación de enfermedad, debe cerciorarse acerca del conocimiento real que se tiene del estado del enfermo para brindar una información clara, sencilla y veraz a fin de evitar falsas expectativas en los familiares y cercanos. Además, debe vigilar que la familia o quienes atienden al enfermo si le estén brindando un trato amable, respetuoso y digno; debe cuidar de la administración oportuna de los medicamentos y de la higiene que debe rodear todos los espacios utilizados por el enfermo. Igualmente es oportuno que los acompañantes ayuden a los familiares con los trámites de orden hospitalario, funerario y religioso y les enseñen si es el caso a reconocer los síntomas que anuncian la proximidad de la muerte para que la familia pueda acompañar y despedirse en un ambiente de serenidad y de paz. Esta semana de la salud sea una oportunidad para tomar conciencia de la importancia que tiene la Pastoral de la Salud en cada parroquia, en cuanto “respuesta a los grandes interrogantes de la vida, como son el sufrimiento y la muerte, a la luz de la muerte y resurrección del Señor” (DA 418). En un País con un sistema de salud “infartado” y que niega la asistencia básica a sus usuarios, la Pastoral de la Salud de nuestras parroquias es una oportunidad valiosa para brindar a los enfermos y sus familias la medicina que sólo sabe brindar la “maternidad de la iglesia” con sus visitas a los enfermos, la compañía silenciosa, el trato cariñoso, el acompañamiento al moribundo en el tránsito definitivo hacia la única verdadera salud, la muerte y resurrección del Señor (DA 419-420)
+ Hugo A. Torres Marín
Obispo Auxiliar de Medellín
Semana por la Paz Pág. 2 VII Seminario Arquidiocesano sobre infancia
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Dios te pague por tu aporte Pág. 6