Índice
Cuaresma I. Espiritualidad Litúrgica 3 del Miércoles de Ceniza y el Tiempo Cuaresmal II. Análisis hermenéutico 9 – teológico de 3 colectas cuaresmales III. Espiritualidad litúrgica 14 de la Cuaresma IV. Noticia del Domingo
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V. Anexo celebrativo: Pre- 31 gón de Cuaresma VI.Subsidio Litúrgico para 34 Miércoles de Ceniza VII. Subsidio celebrativo 38 para la Cuaresma VIII. Celebración de Miér- 42 coles de Ceniza para niños IX. Celebración de Miér- 45 coles de Ceniza para jóvenes X. Cantos de Cuaresma
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EDICIÓN ESPECIAL / CUARESMA / CICLO A
® Arquidíocesis de Medellín 2014 ISSN 1909-9584 Créditos TEXTOS TEOLÓGICOS Y CELEBRATIVOS Pbro. Juan David Muriel Mejía Delegado Arzobispal para la liturgia y el culto divino Pbro. Darío Gonzalo Martínez Machado Maestro de las celebraciones episcopales Pbro. Jairo Alberto Henao Mesa Docente Universidad Pontificia Bolivariana Pbro. Mauricio Salazar Martínez Delegado Arzobispal para la Pastoral infantil y juvenil Equipo PALIA Seminario Mayor: Diego Alberto López Tobón Juan Felipe Zapata Gallego Andrés Felipe Valencia Grisales Diego José Echeverry Gómez
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I. ESPIRITUALIDAD LITÚRGICA DEL MIÉRCOLES DE CENIZA Y EL TIEMPO CUARESMAL El Miércoles de ceniza, con el canto de la Antífona de entrada tomada del libro de la Sabiduría 11, 23.24.26: “Miseréris ómnium, Dómine, et nihil odísti eórum quae fecísti, dissímulans peccáta hóminum propter paeniténtiam et parcens illis, quia tu es Dóminus Deus noster.” 1 (Tú te compadeces de todos y no desprecias, Señor, nada de lo que has hecho. Tú haces caso omiso de los pecados de los hombres de modo que se puedan arrepentir y los perdonas. Porque Tú eres el Señor Dios nuestro),2 comienza en la Iglesia Católica la celebración del Tiempo de Cuaresma, que se extenderá hasta la Misa de la Cena del Señor del Jueves santo, exclusive3. La Misa del Misal actual mantiene así la antífona del Misal anterior, que hace inclusive resonar en el versículo la exclamación penitencial del salmo 56, 2: “Miserére mei, Deus, miserere mei: quoniam in te confídit anima mea”4 (Tenme piedad, oh Dios, tenme piedad, que en ti se cobija mi alma). La Iglesia entona pues este angustioso pero esperanzador grito de súplica al empezar este santo tiempo, dedicado al memorial del Bautismo y a la preparación austera para la vivencia plena de la Pascua. El acento está puesto en el Señor que será exaltado en el misterio de su Pascua como principio de restauración y de salvación (Dómine); el creyente se confía al misterio de amor y de predilección que es la cruz, patíbulo de justicia y tronco de la vida del que emana la nueva creación5. 1 Los textos eucológicos en latín son tomados de Missale Romanum. Ex decreto Sacrosancti Oecumenici Concilii Vaticani II instauratum auctoritate Pauli PP. VI promulgatum Ioannis Pauli PP. II cura recognitum, Editio typica tertia, Città del Vaticano 2002, en este caso Feria Quarta Cinerum, Ant. ad introitum 197 2 Los textos eucológicos en español son tomados de Misal Romano. Reformado por decreto del Concilio Ecuménico Vaticano II, promulgado por la autoridad del Papa Pablo VI y revisado por el Papa Juan Pablo II, Edición típica para Colombia, según la Tercera Edición Típica Latina, aprobada por la Conferencia de Obispos de Colombia y confirmada por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Conferencia Episcopal de Colombia, Departamento de Liturgia, Bogotá D.C., 2008, en este caso Miércoles de ceniza 71. 3 “El tiempo de Cuaresma va desde el miércoles de Ceniza hasta la Misa de la Cena del Señor exclusive.” Normas Universales sobre el Año Litúrgico y el nuevo Calendario Romano general 28 4 Missale Romanum. Ex decreto SS. Concilii Tridentini restitutum Summorum Pontificum cura recognitum, Editio Typica, Typis Polyglottis Vaticanis, Città del Vaticano 1962, Feria Quarta cinerum, Ad Missam. 5 Así lo cantará la liturgia del Viernes santo al exclamar en la Presentación de la santa Cruz: “Este es el árbol de la Cruz donde estuvo clavada la salvación del mundo” y en la Adoración de la cruz: “Tu cruz adoramos, Señor, y tu Santa Resurrección alabamos y glorificamos: pues por un madero ha venido la alegría al mundo entero”, “Oh Cruz fiel, entre todos, árbol noble: nunca produjo la fronda tales flores, tales frutos, tal simiente: Dulce leño, dulce acero, dulce peso sustentó…el árbol que dio la muerte le cambia en vida su suerte, al darle fruto inmortal”.
El nuevo Adán, Señor de todas las cosas, exaltado como Pontífice fiel de un pueblo que brota de su costado abierto (Deus noster), reconstruye la creación y da nuevo sentido y vigor a lo creado6. Lo que había salido bueno de la mano paterna y creadora del Padre (fecisti), ha sido dañado por la mancha del pecado (peccata hominum) original y personal, mancha que ha generado un proceso de corrupción y de maldad que ha desordenado el cosmos7; pero la abundante misericordia de Dios abre las compuertas de un tiempo kairótico de arrepentimiento y de gracia para que el hombre, consciente de su falta y poniendo el acento en la promesa salvadora, mire al que traspasaron8, a Aquel que vino propter nos homines et propter nostram salutem (como reza el Credo con la utilización de la misma preposición de acusativo propter – a causa de, introduciendo así la finalidad: es por causa de la salvación humana que Dios derrama su misericordia en Cristo). La Iglesia, en boca de San Pablo, llamará precisamente a la conversión en este día de gracia en la Segunda lectura: “En nombre de Cristo os suplicamos: ¡reconciliaos con Dios!...Pues dice Él: En el tiempo favorable te escuché y en el día de salvación te ayudé. Mirad ahora el momento favorable; mirad ahora el día de salvación.” (2 Cor. 5, 20b.6, 2). El misterio de la piedad9 tiene su objetivo: presentarle al mundo la cruz, y en ella pendiente al Verbo hecho carne como instrumento de propiciación y de perdón (parcens illis). La súplica no es individual, es colectiva: es el pueblo, la creación y en este caso la Iglesia penitente, la que reconoce la soberanía de Dios y su poder salvífico, y lo invoca como Padre de una alianza definitiva y como el dueño y Señor de todos (Deus noster), que no sólo reconcilia al hombre con Él, sino que tiende lazos entre la humanidad rescatada para hacerla un solo pueblo, una sola nación, una comunidad en el Espíritu que peregrina entre luces y sombras hacia la pascua definitiva. 6 Rm. 5, 12ss. 7 Rm. 3, 23 8 Jn. 19, 37; Ap. 1, 7. 9 1 Tim. 3, 16.
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Por eso la súplica penitencial desde el abismo de la culpa humana no tiene una connotación negativa, al contrario, se abre a la confianza ilimitada en el poder soberano de quien, vivo, tiene las llaves de la muerte10, de quien salva por su misericordia, de quien al final del proceso pascual será grito de esperanza en la boca de los que, alborozados, contemplan una tumba abierta y vacía. Es una culpa que suscita la intervención directa de Dios y que le permite así demostrar cuánto nos ama; es una culpa “feliz”, como la llamará gozosa la Iglesia en la noche santa de la Pascua, en el canto del Exsultet o Pregón pascual: “O felix culpa, quæ talem ac tantum méruit habére Redemptórem” (¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!). Las Normas Universales sobre el Año Litúrgico y el nuevo Calendario Romano general definen así la espiritualidad propia de este tiempo y su estrecha relación con el misterio pascual: “La razón de ser del tiempo de Cuaresma es la preparación para la Pascua: la liturgia cuaresmal prepara a celebrar el Misterio Pascual, tanto a los catecúmenos, haciéndolos pasar por los diversos grados de iniciación cristiana, como a los fieles que rememoran el bautismo y hacen penitencia.” 11 La relación estrecha entre Cuaresma y preparación a la Pascua la atestiguan los liturgistas:
10 Ap. 1, 18 11 Normas Universales sobre el Año Litúrgico y el nuevo Calendario Romano general 27.
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“…se va configurando en la Iglesia un período de preparación a la Pascua. Sabemos por la Tradición Apostólica, que en Roma a inicios del siglo III la fiesta de Pascua se preparaba con dos días de ayuno: el viernes y sábado previos; en otras iglesias locales tenían parecidas costumbres. Posteriormente fue ampliado a tres semanas, de ahí que en algunos documentos litúrgicos, que no corresponden a este momento de la historia, encontramos restos de esta configuración, pues designan al Domingo V de Cuaresma Dominica in mediana. A lo largo del siglo IV este período de ayuno quedó fijado en cuarenta días, por las resonancias bíblicas de este número12, recibiendo el nombre de Cuaresma, que comenzaban el sexto domingo anterior a la Pascua aunque después se adelantó al miércoles previo para que los días de ayuno fueran realmente cuarenta (los domingos no se ayunaba, por lo que no entran en el cómputo). Y así figura en el Gelasiano Vetus.13 12 La misma etimología del tiempo parte de 40: XL, Quadraginta (adj. Cardinal), Quadragesima dies (adj. Ordinal; es el número que indica bíblicamente un período completo de una existencia, y es el espacio cronológico-salvífico donde Dios mismo ha preparado gestas completas de redención en la historia: 40 días del diluvio (Gn. 7,10-8, 11), 40 días de Moisés en Sinaí para recibir las Tablas de la Ley (Dt. 9, 9-10), 40 años por el desierto pasa el pueblo peregrino hacia la Tierra prometida (Nm. 14, 33-34), 40 días como espacio sacramental de conversión para la pecadora ciudad de Nínive (Jonás 3, 4-10), 40 días de peregrinación de Elías a Horeb (1 Rey. 19, 7-8), 40 días de penitencia en el desierto de Jesús antes de su actividad apostólica (Mt. 4, 1-2), 40 días desde la Pascua hasta la Ascensión al cielo del Resucitado (Hechos 1, 3.9). 13 Los formularios comienzan in Feria IIII in capite quadragesimae con las Orationes et praeces super paenitentes n. 78ss (para realizarse el miércoles de ceniza al inicio del llamado Ordo agentibus publicam paenitentiam, la penitencia pública de quienes se purificarían por sus prácticas penitenciales de sus pecados, los cuales habían lacerado la paz y la santidad eclesial). Las oraciones son deprecativas e imploran la gracia de Dios, su perdón, su auxilio: “Exaudi, domine, preces nostras et confitentium tibi parce peccatis, ut quos conscientiae reatus
En Roma el primer testimonio de la Cuaresma nos ha llegado de la mano de San Jerónimo en una carta escrita hacia el año 354.14 La última semana de la Cuaresma adquirirá, también en el siglo IV, una configuración propia en las diferentes Iglesias, conocida como Semana Santa.”15 He ahí los cuatro pilares sobre los que hace reposar hoy la Iglesia la celebración de este tiempo: • •
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La preparación a la celebración del Misterio Pascual. La contemplación y seguzmiento del mismo Cristo, muerto y resucitado, quien nos quiere asociar a su Pascua gloriosa. El Bautismo: ya sea mediante la preparación última de los catecúmenos a recibirlo, o la del memorial responsable y gozoso que hacen los ya bautizados. La Penitencia: la Cuaresma sigue identificándose como un período privilegiado de penitencia, de ascesis, de austeridad, de conversión, para volver la mirada a Dios y determinar en la vida de creyentes qué elementos deben desaparecer o por el contrario ser fortalecidos, a la hora de caminar como discípulos misioneros. El énfasis se hará en las prácticas peniten-
accusat, indulgentiae tuae miseratio absoluat: per” n. 78 (el latín está como encontrado en la fuente). 14 Ep. 24 a Marcela, 4; PL 22, 428. 15 GOÑI J.A., Historia del Año Litúrgico y del Calendario Romano, Biblioteca Litúrgica 40, Centre de Pastoral Litúrgica, Barcelona 2010, 59.
ciales enraizadas en la más antigua tradición judía: la oración, el ayuno y la limosna16, como medios saludables y necesarios para una verdadera conversión, para una limpieza del espíritu y como manifestación de un compromiso serio y solidario con el que sufre, imagen e icono de Cristo, siervo y vicario de Dios. Así lo pedirá el Evangelio del Miércoles de ceniza en Mateo 6, 1-6.16-18.17 Cristo, Pascua, Bautismo y Penitencia serán pues los cuatro fundamentos sobre los que se establecerán sólidamente la teología y la praxis celebrativa de este tiempo. Como enuncia Augé: “Podemos afirmar que la Cuaresma tiene cuatro dimensiones fundamentales: una primera dimensión de introducción general al misterio pascual; una segunda dimensión sacramental-bautismal; una tercera 16 “Además de la denuncia del pecado, en el mensaje del Antiguo Testamento sobre la conversión, se proponen los medios para alcanzar el perdón o la piedad divina. Estos consisten principalmente en el reconocimiento y la confesión del pecado, la ofrenda de sacrificios y las prácticas penitenciales. Estas últimas se reducen sobre todo a oraciones, ayunos y signos externos de dolor y compunción, y pueden comprender también otras obras de caridad o piedad, como el estudio de la Ley o Torah y los propios sufrimientos corporales llevados con espíritu de humildad y confianza en Dios. Estas últimas obras de caridad y piedad son medios personales, no cúlticos, que sirven para la expiación de los pecados y ayudan a la reconciliación con Dios si van acompañados de la conversión sincera del corazón como piden los profetas: Is. 1, 16s; 58, 1-14; Os. 6, 6.” FLÓREZ G., Penitencia y Unción de los enfermos, BAC, Sapientia Fidei 2, Madrid 32001, 30-31. 17 Así lo pedirá proféticamente San Pedro Crisólogo en la Segunda lectura del Oficio del martes de la III semana de Cuaresma: “Lo que pide la oración lo alcanza el ayuno y lo recibe la misericordia. Oración, misericordia y ayuno: tres cosas que son una sola, que se vivifican una a otra. El ayuno es el alma de la oración, la misericordia es lo que da vida al ayuno. Nadie intente separar estas cosas, pues son inseparables. El que sólo practica una de ellas, o no las practica simultáneamente, es como si nada hiciese.” Sermón 43: PL 52, 320.
dimensión de tensión ética y de conversión; y en fin, la dimensión cristológico-pascual que está a la base de las otras tres dimensiones.” 18 El Sacramentario Gelasiano, ya en el período de oro de la liturgia romana, cantaba en la bellísima monición que el diácono hacía al obispo “Adest, o venerabilis pontifex, tempus acceptum, dies propitiationis divine et salutis humane…Lavant aquae, lavant lacrimae”19 (Ha llegado, oh venerable pontífice, el tiempo aceptable, el día de la propiciación divina y de la salvación humana, lavan las aguas, lavan las lágrimas). Esta monición se hacía en medio del Rito para la Reconciliación de los penitentes en la mañana del Jueves santo, en el cual, mediante una sucesión de oraciones, se ponía fin al período penitencial de aquellos hermanos que, habiendo pecado, habían roto la comunión eclesial y habían caminado a través del Ordo agentibus publicam paenitentiam (a donde entraban en el comienzo de la Cuaresma cuando el obispo los cubría de cilicio y ceniza y les daba el locus poenitentiae)20 hasta alcanzar la paz con Dios y con los demás fieles. Lavan entonces las aguas del bautismo con todo su poder santificador y purificador comunicando al corazón del creyente 18 AUGÉ M., Teologia dell’Anno litúrgico, dispensa ad usum degli studenti del PIL, Roma 2004, 77. 19 Liber Sacramentorum Romanae Aecclesiae Ordinis Anni Circuli. Sacramentarium Gelasianum (Cod. vat. Reg. lat. 316) ed. L. Mohlberg – L. Eizenhöfer – P. Siffrin, (Rerum Ecclesiasticarum Documenta, Series Maior, Fontes IV), Herder, Roma 1981, Ordo agentibus publicam paenitentiam 352. 20 FLÓREZ G., Penitencia y Unción de los enfermos, 109.
la acción misma del Espíritu que hace morir al pecado para resucitar a la vida nueva en Cristo. Pero también lavan las lágrimas de la penitencia, las de los pecadores (llamados inclusive en ese período flentes) y las de la Iglesia, quien como madre afligida por sus hijos, llora cumpliendo las palabras del profeta, que resuenan como pregón penitencial en la Primera lectura de este día de ceniza: “Toquen la trompeta en Sión, promulguen un ayuno, convoquen la asamblea, reúnan al pueblo, santifiquen la reunión, junten a los ancianos, convoquen a los niños, aun a los niños de pecho. Que el recién casado deje su alcoba y su tálamo la recién casada. Entre el vestíbulo y el altar lloren los sacerdotes, ministros del Señor, diciendo: Perdona, Señor, perdona a tu pueblo. No entregues tu heredad a la burla de las naciones” (Joel 2, 15-17a). Precisamente este grupo Cristo, Pascua, Penitencia, Bautismo, queda explícitamente manifestado en el rito que sigue a la homilía: la bendición e imposición de la ceniza21 (el mismo grupo queda conformado por la ritualidad que une ceniza, agua bendita, signo de la cruz). La ceniza será en las cabezas de los creyentes una señal externa de penitencia (paeniténtiae causa capítibus nostris impónimus – que vamos a imponer sobre nuestra cabeza en señal de penitencia). 21 El texto de la monición completo reza: “Deum Patrem, fratres caríssimi, supplíciter deprecémur, ut hos cíneres, quos paeniténtiae causa capítibus nostris impónimus, ubertáte grátiae suae benedícere dignétur.”
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La bendición22, más que sobre la ceniza misma, se invoca sobre los creyentes, a quienes el texto denomina fámulos (siervos obedientes, esclavos), es decir, aquellos que con la obediencia de la fe23 siguen al Mesías y éticamente comprometen sus vidas en la tarea concreta del discipulado. Sobre ellos invoca la Iglesia la gracia de la bendición (grátiam tuae benedictiónis + effúnde propítius – derrama la gracia de tu bendición sobre estos siervos tuyos) para que las prácticas cuaresmales, que el texto litúrgico identifica con el respeto, la deferencia, la consideración, casi como el obsequio de la voluntad al hecho de la fe en la pascualidad de Cristo (quadragesimálem observántiam prosequéntes- fieles a las prácticas cuaresmales), permitan a los fieles celebrar fructuosamente el misterio pascual con un corazón limpio, puro, con los ázimos de la pureza y la verdad24 (purificátis méntibus). La Oración sobre las ofrendas25 del día llama a las prácticas cuaresmales sacrificio (Sacrifí22 El texto de la bendición completo reza: “Deus, qui humiliatióne flécteris et satisfactióne placáris, aurem tuae pietátis précibus nostris inclína, et super fámulos tuos, horum cínerum aspersióne contáctos, grátiam tuae benedictiónis + effúnde propítius, ut, quadragesimálem observántiam prosequéntes, ad Fílii tui paschále mystérium celebrándum purificátis méntibus perveníre mereántur. Per Christum Dóminum nostrum. R. Amen.” 23 Rm. 1, 5. 24 1 Cor. 5, 8. 25 El texto completo reza: “Sacrifícium quadragesimális inítii sollémniter immolámus, te, Dómine, deprecántes, ut per paeniténtiae caritatísque labóres a nóxiis voluptátibus temperémus, et, a peccátis mundáti, ad celebrándam Fílii tui passiónem mereámur esse devóti. Qui vivit et regnat in saecula saeculórum.”
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cium), equiparándolas al misterio que se ofrece en el altar, en consonancia con la liturgia de la vida y el espiritualismo cultual que Pablo pedía a sus comunidades: “Os exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, a que ofrezcáis vuestros cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será vuestro culto espiritual.” (Rm. 12, 1). El sacrificio de la obediencia y de la penitencia saludable unido a la misericordia y a la solidaridad (per paeniténtiae caritatísque labóres – por la práctica de la penitencia y de las obras de caridad), ayudarán al buen combate de la fe, purificando al fiel de las pasiones desordenadas y colaborando a una celebración viva y dinámica, transformadora y santificadora del hecho pascual, victoria alcanzada por Cristo también mediante la pasión y la aceptación gozosa de la voluntad de Dios (Fílii tui passiónem). El Prefacio sugerido, III de Cuaresma, Frutos de la abstinencia26, va en esa misma idea 26 El texto completo del Prefacio reza: “V. Dóminus vobíscum. R. Et cum spíritu tuo. V. Sursum corda. R. Habémus ad Dóminum. V. Grátias agámus Dómino Deo nostro. R. Dignum et iustum est. Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus: Qui nos per abstinéntiam tibi grátias reférre voluísti, ut ipsa et nos peccatóres ab insoléntia mitigáret, et, egéntium profíciens aliménto, imitatóres tuae benignitátis effíceret. Et ídeo, cum innúmeris Angelis, una te magnificámus laudis voce dicéntes:” El texto completo del Prefacio reza: “V. Dóminus vobíscum. R. Et cum spíritu tuo. V. Sursum corda. R. Habémus ad Dóminum. V. Grátias agámus Dómino Deo nostro. R. Dignum et iustum est. Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus: Qui nos per abstinéntiam tibi grátias reférre voluísti, ut ipsa et nos peccatóres ab insoléntia mitigáret, et, egéntium profíciens aliménto, imitatóres tuae benignitátis effíceret. Et ídeo, cum innúmeris Angelis, una te magnificámus laudis voce dicéntes:”
teológica: la abstinencia, como esfuerzo ascético que contribuye a la perfección y a la práctica de la virtud mediante el rechazo evangélico de lo superfluo y lo que llena el corazón del hombre de lo que no sea Dios, ayuda en el combate contra el orgullo, la banalidad, la superficialidad, la concupiscencia, el placer, el hedonismo, que son la marca de la antigua desobediencia e insolencia contra el Creador (ab insoléntia mitigáret – nos librarán del orgullo); hace que el creyente deje de contemplarse a sí mismo y se haga un imitador de Cristo siervo solidario, quien, en vez de permanecer una eternidad contemplando y gozando su gloria, se abaja kenóticamente y se hace uno con el hombre para rescatarlo, compartiendo así su pobreza y su situación. La caridad es la expresión genuina de un corazón que ha dejado de mirarse de una forma egoísta y ha salido peregrino en la búsqueda de la imagen de Dios en el otro, sobre todo en el que sufre. La Cuaresma será tiempo de generosidad en el que la Iglesia se hace sacramento vivo, alimento para los que lloran, esfuerzo por compartir (egéntium profíciens aliménto – al entregarlas para alimento de los pobres). Las prácticas penitenciales sólo tendrán su razón de ser en la medida en que se hagan reales contribuciones a mejorar la situación de pobreza de tantos, haciendo del contenido de la praxis religiosa no una mera quimera racional y
abstracta más común a la teodicea, sino respuesta en la fe, la caridad y la esperanza a un Dios que se sigue revelando en los más sencillos. Es a ese Dios solidario, compasivo, miericordioso, lento a la cólera y rico en piedad y leal, al que el cristiano en Cuaresma sigue, alaba e imita (imitatóres tuae benignitátis – imitadores de tu bondad) En la Oración después de la comunión27 la Eucaristía es vista como el socorro, el auxilio, el refugio, el abrigo, la fuerza, el viático, la comida, la fortaleza (subsídium) que dará el Señor a su pueblo peregrino que se prepara para caminar con Cristo en el desierto los siguientes 40 días de gracia, movido por el soplo del Espíritu. Ya en la Oración colecta28 la Penitencia misma era invocada en auxilio del creyente para el combate cristiano (auxíliis - praesídia milítiae christiánae sanctis inchoáre ieiúniis – emprender el combate cristiano con santos ayunos… seamos fortalecidos por los auxilios de la penitencia). La Eucaristía es llamada de nuevo con las palabras del santo obispo de Antioquia, Ignacio29:“fármaco, medicina de inmortalidad” (ad medélam)30, pues es el sacra27 El texto completo reza: “Percépta nobis, Dómine, praebeant sacraménta subsídium, ut tibi grata sint nostra ieiúnia, et nobis profíciant ad medélam. Per Christum.” 28 El texto completo reza: “Concéde nobis, Dómine, praesídia milítiae christiánae sanctis inchoáre ieiúniis, ut, contra spiritáles nequítias pugnatúri, continéntiae muniámur auxíliis. Per Dóminum.” 29 “…rompiendo un mismo pan que es medicina de inmortalidad, antídoto para no morir, y alimento para vivir en Jesucristo por siempre.” San Ignacio de Antioquía, Carta a los Efesios 20. 30 El fruto mismo del árbol, que antes fue causa de perdición, ahora, como fruto del árbol de la cruz, Cristo, es la medicina que se entrega en la Euca-
mento que cuida, que cura, que perdona, que regenera los tejidos espirituales dañados por el pecado, y será el pan celeste que hará menos riguroso el ayuno y la observancia de las prácticas penitenciales, pues permite gustar desde ahora de las delicias del banquete celeste. Explicitadas las líneas teológicas más importantes de la Cuaresma y de este Pregón bíblico de la penitencia y de la conversión, el Miércoles de ceniza31 , sólo queda proponer algunas maneras litúrgicas pastorales para transformar dichas líneas en una catequesis mistagógica adecuada para todos los creyentes: •
Cuidar en este tiempo de presentar con abundancia el pan de la Palabra. Cuaresma es el tiempo de ir con el Señor al desierto para escuchar la voz del Espíritu. Es tiempo de reflexión y contemplación, hechas sobre todo desde la Palabra. Intensificar por tanto el estudio de la Escritura y las experiencias comunitarias de Lectio divina, estudio del Evangelio, retiros y
ristía, para que al comerlo, el hombre no encuentre muerte, sino vida, como canta la liturgia del Viernes santo en la Adoración de la cruz: “Dios en su sabiduría supera la felonía y astucia del tentador, y extrae la medicina del árbol donde germina el veneno del traidor.” 31 Así denomina al miércoles de ceniza Ordoñez y concluye: “Es una dramatización sacramental y realista del signo de condenación y tara que, por el pecado de origen, pesa sobre todo hombre adamítico. Es un adelanto del contenido kenótico del misterio pascual, en el que, por la mortificación – mortem facere –, es preciso verificar nuestra integración personal para disponernos a participar del valor salvífico de la cruz de Cristo.” ORDOÑEZ J., Teología y espiritualidad del Año Litúrgico, BAC 403, Madrid 1978, 253.
convivencias alrededor de la Palabra y la oración. •
Manifestar el carácter de preparación y memorial bautismal mediante los ritos de aspersión (sobre todo el dominical); atención a la vivencia de una adecuada catequesis bautismal, que ojalá culmine en la noche santa de la Pascua con la celebración del bautismo para algunos catecúmenos.
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Cuidar el canto litúrgico, con un repertorio adecuado de carácter penitencial, y evitando los excesos en la utilización de instrumentos musicales para salvaguardar el ascetismo propio del tiempo.
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Usar con moderación las flores y adornos, privilegiando los lugares litúrgicos y la imagen del Crucificado, que resplandecerán por su sobria dignidad, así como los mensajes con textos claros y fuertes que inviten a la reflexión y al cambio de vida.
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Atención a la imposición de la santa ceniza; que sea un sacramental celebrado con respeto y decoro, con abundancia de Palabra de Dios y con una catequesis adecuada, evitando masificaciones e irrespetos.
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Es tiempo de incrementar las campañas de solidaridad concreta con los más necesitados, para destinar
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correctamente los frutos de la penitencia eclesial, orientando mediante una sana y evangélica catequesis las prácticas de la abstinencia y el ayuno. •
Propiciar en fin la oración de los fieles, mediante la celebración digna y festiva de los sacramentos y sacramentales, la oración de la Liturgia de las Horas, la profusión de la Oración de los fieles, y la correcta utilización de la riqueza de los libros litúrgicos, desde donde se invocará, como en esta Oración sobre el pueblo del Miércoles de ceniza, la gracia del auxilio divino para caminar con el pueblo peregrino de Israel y con Cristo al desierto, para escuchar el susurro del Espíritu, para ser fortalecidos con el pan de la Palabra y el maná de la Eucaristía, para ser rociados de nuevo ya no con el agua del diluvio, sino con el rocío bautismal de un espíritu de verdadera conversión:
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“Derrama benignamente, oh Dios, el espíritu de profundo arrepentimiento sobre quienes se inclinan ante tu majestad; haz que merezcan conseguir los premios que, en tu misericordia, prometiste de nuevo a quienes hacen penitencia. Por Jesucristo, nuestro Señor.”
II. ANÁLISIS HERMENÉUTICO – TEOLÓGICO DE TRES COLECTAS CUARESMALES A. DOMINICA II IN QUADRAGESIMA - Collecta Deus, qui nobis diléctum Fílium tuum audíre praecepísti, verbo tuo intérius nos páscere dignéris, ut, spiritáli purificáto intúitu, glóriae tuae laetémur aspéctu. Per Dóminum. Señor, Padre santo, tú que nos has mandado escuchar a tu Hijo, el predilecto, alimenta nuestro espíritu con tu Palabra; así, con mirada limpia, contemplaremos gozosos la gloria de tu rostro. Por nuestro Señor Jesucristo… “ESCUCHA, hijo, los preceptos del Maestro, e inclina el oído de tu corazón; recibe con gusto el consejo de un padre piadoso, y cúmplelo verdaderamente.” Con estas palabras comienza uno de los textos más venerados de la literatura cristiana mundial: la Regla de monjes de San Benito de Nursia. El santo abad, Patrono de Europa, hace descansar la totalidad de la vida monacal y obvio, de la vida cristiana, de la cual el monje es icono completo, en la capacidad de escuchar, de obedecer, de recibir gustosamente instrucción, reprensión, enseñanza, consejo del padre piadoso, el abad, quien a su vez encarna al verdadero Padre, Dios. La liturgia cuaresmal, gritando en nombre del Señor al incrédulo y pertinaz pueblo de Israel, nos apremia todos los días en la santificación de las Horas: “Ojalá escuchéis hoy su voz, no endurezcáis vuestro corazón”, haciendo
de este estribillo del salmo 94 el programa al comienzo del desierto cuaresmal y del día del creyente: el corazón debe estremecerse ante el mensaje divino hecho carne en Jesucristo para calcar e imitar sus virtudes. Sólo un corazón permeado verdaderamente por el mensaje evangélico es un corazón grato a Dios, que ha encontrado el verdadero principio de la sabiduría, del saber vivir bien: escuchar, temer, amar. La etimología del verbo usado en la colecta: audíre, nos remite no sólo a oír, sino a percibir, llegar a saber, escuchar, prestar atención, dar fe, obedecer, y aún más: ser discípulo, escuchar las lecciones de un maestro, comprender, interpretar, aprobar, admitir. Fijémonos entonces que estamos delante de una expresión totalmente sapiencial: se nos pide aprender las lecciones del Divino Maestro, Jesucristo - que es el “dilectum Filium Dei” el Hijo muy amado, el Mesías, el Ungido, el Salvador - para ser salvos y felices. La estación segunda de la Cuaresma que nos lleva al esplendor del Tabor, nos podría con sus luces y sus nubes, con sus magnificentes glorias, hacernos perder de vista lo esencial: Jesús se transfigura delante de sus discípulos para ayudarles en la comprensión de su misterio mesiánico pero sobre todo para ayudarles en la intelección interior (interior – intúitu) del hecho de la Alianza a través de la cruz.
El obediente Abrahán despojado de su tierra en la primera lectura es tipología del Cristo humillado y sufriente que alcanzará gloria a través del hecho misterioso y sublime de la cruz, acontecimiento totalizante que marcará la cumbre de la Alianza pactada por Dios con los hombres: en Él “serán bendecidas todas las familias del mundo”. La oblación del Siervo de Yahveh en el ara de la cruz, que “destruyó la muerte y sacó a la luz la vida inmortal” como reza la segunda lectura paulina, y que será reactualizada incruentamente en el ara del altar, será, según palabras de la oración sobre las ofrendas, sacrificio que “borrará nuestros pecados, santificará los cuerpos y las almas de los fieles y nos preparará a celebrar dignamente las fiestas pascuales.” Esa es la lección última y más preciosa que Dios quiere dejar inscrito en el corazón de sus hijos en medio de este desierto peregrinante de la Cuaresma: La capacidad de dar la vida, de entregarse, de ser fieles, de descubrir que “la pasión es el camino de la resurrección”, como cantará el prefacio de la Transfiguración: “!A la luz por la cruz!” El cristianismo sin cruz, como lo pretenden vivir, según palabras de San Pablo, algunos “enemigos de la cruz de Cristo”, es una quimera, una utopía, que nos dejará sinsabores de mito y no proyecciones reales, ni una capacidad concreta de vivir y encarnar el
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Evangelio, como ya lo expresaba Pablo VI: “El cristianismo no puede dispensarse de la cruz: la vida cristiana no es posible sin el peso fuerte y grande del deber...si tratásemos de quitarle esto a nuestra vida, nos crearíamos ilusiones y debilitaríamos el cristianismo; lo habríamos transformado en una interpretación muelle y cómoda de la vida” (Alocución 8 de abril de 1966). Es por eso que ascesis, esfuerzo, dedicación, obediencia, amor al trabajo y a las responsabilidades cotidianas, capacidad de servir a quien sufre, honestidad, sinceridad de corazón, transparencia, rectitud, es decir, limpieza interior y exterior (“spiritáli purificáto intúitu”), son el resultado de un espíritu lleno de fe que escruta la Escritura, la rumia, la ora, la medita y la hace plan de vida; esa es la única posibilidad de encarnar al Verbo y transfigurarnos con Él el día glorioso de Pascua: permitir que Dios pastoree y rija la vida con la luz de sus decretos (“verbo tuo intérius nos páscere”), para alcanzar así paz interior en el hecho mismo de obedecer, no a gustos o a caprichos personales, sino a la misma voz de Dios, como lo afirma en un éxtasis místico la pequeña doctora Teresita: “Y mi paz consiste en cumplir únicamente la voluntad de mi Jesús, mi único y solo amor. Qué me importa la vida? ¿Qué me importa la muerte? Amarte... ¡ése es mi único gozo!” La liturgia de este domingo nos dará la oportunidad de saborear el Tabor. El rostro alegre de la asamblea que celebra la fiesta de la redención, el presbítero que
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dará la paz y santificará a los fieles en nombre de Dios y de su Iglesia, la Palabra vivificante que mostrará caminos y orientará éticamente nuestras opciones y decisiones, y sobre todo, el pan de la vida servido con dilección sobre el altar, serán la oportunidad maravillosa de ver “el rostro glorioso del Hijo” y de “participar ya en este mundo de los bienes eternos del Reino”, parafraseando la expresión magnífica de la oración después de la comunión. Es al fin un misterio de gloria, de íntima comunión, mística y única vía para ser felices por siempre, con una felicidad duradera, estable, tranquila, serena, real (“glóriae tuae laetémur”). Dejémonos iluminar por el Papa emérito Benedicto en este segundo momento de nuestro éxodo cuaresmal a la montaña santa de la Pascua: “La voluntad de Dios se revela plenamente en la persona de Jesús. Quien quiere vivir según la voluntad de Dios, debe seguir a Jesús, escucharle, acoger sus palabras, y con la ayuda del Espíritu Santo, profundizarlas. Esta es la primera invitación que deseo haceros, queridos amigos, con gran afecto: creced en el conocimiento y en el amor a Cristo, sea como individuos, sea como comunidad, encontradle en la Eucaristía, en la escucha de su Palabra, en la oración, en la caridad…Confiamos nuestro camino cuaresmal, y el de la Iglesia entera, a la Virgen María. Que la Virgen, que siguió a su Hijo Jesús hasta la cruz, nos ayude a ser discípulos fieles de Cristo, para poder participar junto con ella en
la alegría de la Pascua. Amén.” (Homilía en la Parroquia de San Corbiniano, Roma, 21 de marzo de 2011 comentando el Evangelio de la Transfiguración). B. DOMINICA III IN QUADRAGESIMA - Collecta Deus, ómnium misericordiárum et totíus bonitátis auctor, qui peccatórum remédia in ieiúniis, oratiónibus et eleemósynis demonstrásti, hanc humilitátis nostrae confessiónem propítius intuére, ut, qui inclinámur consciéntia nostra, tua semper misericórdia sublevémur. Per Dóminum. Dios nuestro, fuente de toda bondad y misericordia, que nos otorgas un remedio para nuestros pecados por el ayuno, la oración y la limosna, recibe con agrado la confesión que te hacemos de nuestra debilidad y, ya que nos oprime el peso de nuestra culpas, levántanos con el auxilio de tu misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. Celebramos esta tercera estación cuaresmal. La Iglesia, en este tiempo pedagógico hacia la Pascua, nos indica que en este tercer domingo de Cuaresma deben celebrarse los primeros escrutinios de los neófitos que van a recibir el sacramento pascual de la iniciación cristiana en la noche santa. En el Ritual de Iniciación Cristiana para Adultos (RICA), la Iglesia define así la esencia sacramental y los efectos salvíficos y espirituales de este trascendental paso de los elegidos – definición que bien pudiera aplicarse sobre cada uno de los que ya hemos renacido en la fuente bendita del bautismo y
hacemos anámnesis agradecida del hecho crístico personal y colectivo: “La finalidad de los escrutinios es primordialmente espiritual, y se completa con ayuda de los exorcismos. Porque el objeto de los escrutinios es purificar las almas y los corazones, proteger contra las tentaciones, rectificar la intención y mover la voluntad, para que los catecúmenos se unan más estrechamente a Cristo y prosigan con mayor decisión en su esfuerzo por amar a Dios. De los postulantes se espera la voluntad de llegar al sentimiento íntimo de Cristo y de la Iglesia, y muy en especial el progreso en el sincero conocimiento de sí mismos, la reflexión seria de la conciencia y la verdadera penitencia.” n. 154-155. ¿Esas súplicas e intenciones no estaría bien hacerlas por cada uno de nosotros que, en este caminar hacia la montaña santa de la Pascua nos debemos unir más estrechamente a Cristo, escuchar con más atención su Palabra y reflexionar seriamente sobre nuestra condición de bautizados a fin de dar el verdadero fruto de santidad y de adhesión que nos pide el Evangelio de hoy? La colecta es ya un canto de victoria y esperanza, pues reconoce a Dios como el origen de toda dádiva y de toda bondad (“ómnium misericordiárum et totíus bonitátis auctor”), la fuente de donde dimana el caudal de la gracia que como agua viva sostiene, purifica, tonifica, limpia la vida de toda la Iglesia y que sostiene la vida interior del hombre por medio de armas como el ayuno, la oración y la
limosna, que no son más que tres facetas, tres rostros diversos de una misma realidad: la del amor, como lo afirmará San Pedro Crisólogo en la lectura del Oficio del Martes de esta tercera semana: “Tres son, hermanos, los resortes que hacen que la fe se mantenga firme, la devoción sea constante, y la virtud permanente. Estos tres resortes son: la oración, el ayuno y la misericordia. Porque la oración llama, el ayuno intercede, la misericordia recibe…El ayuno, en efecto, es el alma de la oración, y la misericordia es la vida del ayuno…Por tanto, quien ora, que ayune; quien ayuna, que se compadezca…La oración, la misericordia y el ayuno deben ser como un único intercesor en favor nuestro ante Dios, una única llamada, una única y triple petición.” Sermón 43, PL 52, 320.322. El Señor compasivo y misericordioso aclamado en el salmo 94 como “la Roca que nos salva”, levanta a su Siervo y lo enarbola como bandera discutida y controvertida en el patíbulo de la cruz, pero lo hace también árbol que da sombra y cobijo al pecador, a fin de que éste, dejando de contemplar sus pequeñas nimiedades, se vuelva a la contemplación de Aquel de quien dimana todo poder y toda fuerza, el único que puede salvar y hacer feliz verdaderamente al hombre: Cristo el Señor, identificado en este domingo como el agua de la vida (Ciclo A) , nuevo Moisés legislador en el amor con palabras de vida eterna (Ciclo B), el rostro misericordioso del Padre compasivo y nuestra roca espiritual (Ciclo C), en fin, el precio de nuestro rescate en clave
de Nueva Alianza, quien perdona y cura nuestras enfermedades, la auténtica bebida espiritual, el principio y la fuente del auténtico perdón y de nuestra paz definitiva. C. DOMINICA V IN QUADRAGESIMA – Collecta Quaesumus, Dómine Deus noster, ut in illa caritáte, qua Fílius tuus díligens mundum morti se trádidit, inveniámur ipsi, te opitulánte, alácriter ambulántes. Per Dóminum. Señor y Dios nuestro, te rogamos que tu gracia nos ayude, para que participemos siempre de aquel mismo amor que movió a tu Hijo a entregarse a la muerte por la salvación del mundo. Él que vive y reina contigo… Comienza fuertemente la colecta con un reclamo a la colectividad salvífica con el plural Quaesumus, te pedimos, no te pido, sino, en ese plural magnífico de la acción litúrgica, te pedimos nosotros, el nuevo pueblo, el pueblo de la Alianza que hace junto este camino cuaresmal para subir a la montaña santa de la Pascua. El pueblo de Israel no hace el camino del desierto 40 años - camino tipológico del cual la cuarentena cuaresmal es cumplimiento y plenitud (ambulantes) - sólo para volverse hacia Dios, sino para caminar hacia su propio descubrimiento como pueblo; su historia estaba marcada por el egoísmo, la suficiencia, la incapacidad de escuchar y de escucharse, la esclavitud de la violencia y el maltrato en Egipto que le habían hecho perder el horizonte de una salvación ofrecida siempre en tónica
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comunitaria que derrota divisiones ofreciendo el bálsamo de la paz. El pueblo, creatura de Dios, debe seguir el camino que Dios mismo le abre en el desierto de su corazón y buscarse, buscando no en la idolatría, ni en la guerra, ni en el poder, sino en Dios, la fuente misma de su tranquilidad, para alcanzar de esta manera la reconciliación, la fraternidad y la Alianza verdaderas, como lo cantará la bella primera lectura: “os haré salir de vuestros sepulcros, pueblo mío, y os traeré a la tierra de Israel…os infundiré mi espíritu y viviréis” (Ez. 37, 12-14). Qué gran enseñanza para nuestras pequeñas comunidades cristianas, que ante el escándalo de quienes nos rodean, en vez de ser casas y espacios sólo de fraternidad, son espacios donde en muchas ocasiones se anida tanta pequeña o grande violencia: divisiones, desuniones, chismes, enredos, críticas, faltas de amor, faltas de compañía, despreocupación por el enfermo o el que sufre, juicios inmisericordes… La conversión de Israel debió ser sobre todo una conversión al amor verdadero, a ser pueblo, a sentirse pueblo amado y escogido que debía vivir en la unidad superando la barrera de las tribus o el sectarismo. En el Evangelio de este ciclo A Cristo mostrará el rostro de un Dios amor que resucitará, que regenerará el tejido de una familia destruida por la muerte y el luto, reconstruirá saliendo al encuentro y compartiendo el sufrimiento con quien llora (inveniámur ipsi): Vien-
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do la tumba de Lázaro, “Jesús se echó a llorar” (Jn. 11, 1-45), pero luego rescata de la muerte a su amigo y devuelve la fe a su familia.
Jesús movido sólo por un acto de amor divino ante la dureza del corazón del hombre (Fílius tuus díligens mundum morti se trádidit).
Es la capacidad de agraciar que posee todo espacio sacramental; cada sacramento es una vuelta a la Iniciación cristiana, ese momento palingenético donde Dios reconstruye la belleza original del hombre perdida por el pecado y le da al fiel una nueva oportunidad, una nueva vida, un auxilio, un socorro (te opitulánte) para ser feliz, para ser mejor ser humano, para vivir a cabalidad la condición bautismal. Cada sacramento es el espacio de la resurrección, de la regeneración que parte del hecho de la misericordia divina que no condena, sino que perdona y responsablemente compromete al cambio y al caminar decidido (alácriter ambulántes) hacia la conversión plena, hacia Cristo.
El latín nos enseña la plural semántica de trado, tradidi, traditum: entregar, dar, regalar, transmitir, contar, narrar, enseñar, pero también entregar por una traición, traicionar, o, pasar la copa a uno. La liturgia del jueves santo, en su segunda lectura, hará uso del texto de la Carta a los Corintios, donde Pablo unirá todos estos semantemas y presentará genuino el misterio de una copa – el cáliz de salvación – que será signo inequívoco de la muerte del Mesías, provocada por la traición del pecado de los hombres y por la entrega generosa que el mismo Dios hace de su Hijo por la salvación del mundo: “Hermanos: Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: “Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía.” Lo mismo hizo con él cáliz, después de cenar, diciendo: “Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía.” (1 Cor. 11, 23-26).
En palabras de la sacramentaria actual: “Un sacramento es, en primer lugar y fundamentalmente, un acto personal del mismo Cristo que nos alcanza, sobre el plano de la visibilidad terrestre de la Iglesia, en una forma de manifestación funcional e institucional, un acto por el cual se recibe un mandato en la Iglesia sobre la base de un carácter conferido por Cristo mismo: ex officio.” 1 La colecta, ya en el V domingo de Cuaresma, se abre también a la contemplación del misterio del amor absoluto que viviremos en la Pascua: la entrega del Señor 1 SCHILLEBEECKX E., Cristo, sacramento del encuentro con Dios, 64.
El Cuerpo del Señor, su Iglesia, si no quiere recibir los mismos reproches que reciben hoy “quienes viven en la carne que no pueden agradar a Dios” (Rm. 8, 8-11), debe vivir en el mismo amor (illa caritáte) que movió a Jesucristo a abrazar la cruz. El V domingo de
Cuaresma es la pausa necesaria para reflexionar en que el misterio de la Pascua sólo fue posible porque Dios amó primero y mostró un camino. Una sociedad acostumbrada a la guerra, a la división, a quitar la vida, a irrespetar los derechos más fundamentales del otro, debe aprender de los cristianos que sólo es posible ser felices si se ama, y que sólo se obtiene “lo que abundantemente se desea” por “el don del amor” como reiterará la oración sobre el pueblo de hoy. La Eucaristía que compartimos porta consigo una exigencia intrínseca: la del trabajo denodado por la unidad, a fin de no convertirse en un rito falso, hipócrita, vacío y sin sentido. Ya lo denunciaba a los bonaerenses su Arzobispo, hoy nuestro Papa Francisco, cuando, comentando la bella nota de San Agustín: “Coman el vínculo que los mantiene unidos, no sea que se disgreguen; beban el precio de su redención, no sea que se desvaloricen” (Sermón 228 B), exhortaba a su pueblo a la perfecta caridad en el vínculo indisoluble del pan2: “¡Comamos el Pan de Vida: es nuestro vínculo de unión, comámoslo, no sea que nos disolvamos, que nos desvinculemos… Bebamos la Sangre de Cristo que es nuestro precio, no sea que nos desvaloricemos, nos despreciemos! ¡Qué hermosa manera de sentir y gustar la Eucaristía! La sangre de Cristo, la que derramó por nosotros, nos hace ver cuánto valemos. Como porteños, a veces nos valoramos mal, primero nos creemos los mejores del mundo y lue-
go pasamos a despreciarnos, a sentir que en este país no se puede, y así vamos de un lado a otro. La sangre de Cristo nos da la verdadera autoestima, la autoestima en la fe: valemos mucho a los ojos de Jesucristo. No porque seamos más o menos que otros pueblos, sino que valemos porque hemos sido y somos muy amados. También es una tentación muy nuestra la de desunirnos, la de hacer luchas internas de todo tipo, la de cortarnos solos… Pero a la vez late fuerte en nuestro corazón un anhelo muy grande de unión, el deseo de ser un solo pueblo, abierto a todas las razas y a todos los hombres de buena voluntad. La unidad se enraiza en nuestro corazón y cuando la cultivamos con el diálogo, con la justicia y la solidaridad, es fuente de mucha alegría. La Eucaristía es fuente de unidad. Comamos este Pan, no sea que nos disgreguemos, que nos anarquicemos, que vivamos enfrentados en mil grupitos distintos.
“¡Comamos el Pan de Vida: es nuestro vínculo de unión, comámoslo, no sea que nos disolvamos, que nos desvinculemos… Bebamos la Sangre de Cristo que es nuestro precio, no sea que nos desvaloricemos, nos despreciemos!”
Le pedimos a María que nos guarde de las plagas de la dispersión y del desprecio: son frutos agrios de corazones tristes. Le pedimos a nuestra Madre, Causa de nuestra alegría, como dice una de sus Letanías más lindas, que nos haga saborear el Pan de la Alianza, el Cuerpo de su Hijo, para que nos mantenga unidos en la fe, cohesionados en la fidelidad, unificados en una misma esperanza.”
2 Homilía del cardenal Jorge Mario Bergoglio, Arzobispo de Buenos Aires, en la solemnidad del Corpus Christi - 25 de junio de 2011
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III. ESPIRITUALIDAD LITÚRGICA D
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DE LA CUARESMA – COMPARACIÓN
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iv. LA NOTICIA DEL DOMINGO: CUARESMA 2014 Tenemos cinco domingos con cinco temáticas que nos permiten hacer un itinerario de reflexión, motivador, en orden a celebrar la Pascua 2014. Con toda liberalidad les enumero así: 1. Domingo de las tentaciones de Jesús. 2. Domingo de la Gloria de Dios en Jesús. 3. Domingo del Agua de Dios en Jesús y la samaritana. 4. Domingo de la luz de Dios en Jesús y el ciego. 5. Domingo de la vida de Dios en Jesús y Lázaro. I DOMINGO DE CUARESMA: DOMINGO DE LAS TENTACIONES. PRIMERA LECTURA DEL LIBRO DEL GENESIS (2, 7-9; 3, 1-7). El Señor Dios modeló al hombre de arcilla del suelo, sopló en su nariz un aliento de vida, y el hombre se convirtió en ser vivo. El Señor Dios plantó un jardín en Edén, hacia oriente, y colocó en él al hombre que había modelado. El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles hermosos de ver y buenos de comer; además, el árbol de la vida, en mitad del jardín, y el árbol del conocimiento del bien y el mal. La serpiente era el más astuto de los animales del campo que el Señor Dios había hecho. Y dijo a la mujer: «¿Cómo es que
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os ha dicho Dios que no comáis de ningún árbol del jardín?» La mujer respondió a la serpiente: -«Podemos comer los frutos de los árboles del jardín; solamente del fruto del árbol que está en mitad del jardín nos ha dicho Dios: “No comáis de él ni lo toquéis, bajo pena de muerte.”» La serpiente replicó a la mujer: «No moriréis. Bien sabe Dios que cuando comáis de él se os abrirán los ojos y seréis como Dios en el conocimiento del bien y el mal. » La mujer vio que el árbol era apetitoso, atrayente y deseable, porque daba inteligencia; tomó del fruto, comió y ofreció a su marido, el cual comió. Entonces se les abrieron los ojos a los dos y se dieron cuenta de que estaban desnudos; entrelazaron hojas de higuera y se las ciñeron. Palabra de Dios. MEDITATIO: Comenzamos el itinerario de la cuaresma con un párrafo muy emblemático y recordado por todos los cristianos: Adán, Eva y la Serpiente confrontados por YHWH. La versión que leemos en la liturgia ha entresacado algunos versos y los ha unido, reflejando genéricamente el sentido del texto. El hilo conductor de esta gran metáfora sobre el origen del mal tiene que ver con la ASTUCIA y DESNUDEZ de la Serpiente y Adán – Eva, respectivamente. Sin estos elementos el relato pierde toda la fuerza original.
Hay una palabra en hebreo para decir ambas cosas: ARUM con plural ARUMIM. Y dependiendo del contexto de su uso ha de significar ASTUCIA (para la serpiente en este caso) o DESNUDEZ (para los personajes míticos de Adán y Eva). Jugando con ella, el narrador sagrado lleva el hilo conductor del relato. El deseo de poseer el bien o el mal, como se posee algo, o la falta de discernimiento en que consiste hacer algo que lleve al mal, estaría detrás de la llamada ASTUCIA de la Serpiente, que no es más que una representación del Adán y Eva, los cuales están DESNUDOS durante casi toda la escena, pero que toman conciencia de una cierta vergüenza por ello, una vez que han comido del fruto prohibido. En la versión larga (Gn 2,253,24), Adán y Eva intentan cubrir esta conciencia de estar desnudos con unas hojas de parra. Luego será el mismo YHWH quien venga en ayuda para cubrirlos con vestidos de piel (Gn 3,25), evidenciando la diferencia cualitativa entre el vestido hecho por el hombre y el vestido hecho por Dios. No se está haciendo allí un tratado sistemático sobre el por qué estamos vestidos o no; el narrador sagrado simplemente utiliza una cuestión de la vida humana que es evidente en su cultura, el hombre y la mujer nunca deben mostrarse desnudos a los demás. Luego, hay un momento
en que la desnudez genera vergüenza, es un mal y por lo tanto debe ser cubierta. Así juegan los poetas con imágenes que nos hacen ir de un lado al otro para ofrecer el sentido. Ese sentido que debemos descubrir siempre en el texto y luego en las hermenéuticas particulares con que nos aproximamos, consiste en que el hombre y la mujer cuando no ESCUCHAN la PALABRA DE YHWH, van a correr el riesgo de perder la capacidad de poseer la vida del Jardín. ¿De dónde saco esto? El gran contexto del relato del Paraíso es que Dios crea por su Palabra, no sólo a Israel sino también a la humanidad y el cosmos. Todos somos llamados a la vida por la Escucha de la Palabra del Señor. Toda la creación ha de estar atenta a la escucha del Señor para que se cumpla el proyecto de creación. El mayor mal de Israel en toda su historia consiste en NO ESCUCHAR al Señor que le habla. Por eso le suceden tantas cosas (por lo menos esa es la línea narrativa del Pentateuco hasta los Profetas). Adán y Eva son el prototipo de una humanidad que NO ESCUCHA y por no hacerlo estropea el proyecto de la creación. El paraíso o jardín son un símbolo de todos los ámbitos de la vida, don de Dios, que se conservan o se pierden de acuerdo a nuestras decisiones. Los ya mencionados astuta o desnudos somos nosotros cuando nos proponemos ir en contravía, sacando mil excusas, y dejando de lado el DISCERNIMIENTO.
VIVIR exige DISCERNIR. De lo contrario caemos en inhumanidad y embolatamos el proyecto. El Papa Juan Pablo II utilizó muchas veces la idea del PECADO ESTRUCTURAL de la sociedad, es decir, ese mal que generamos entre todos y va hundiendo el proyecto del Reinado de Dios. Para tomar conciencia de él, unas adecuadas preguntas para que la comunidad empiece a rumiar pueden comenzar así: ¿Cuáles son esos signos comunitarios, familiares o personales de que estamos obrando con astucia y nos estamos alejando del proyecto de la vida que Dios nos ha regalado? ¿Qué se supone es ESCUCHAR a Dios? ¿Cómo saber que nos estamos quedando desnudos existencialmente? SEGUNDA LECTURA DE LA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS ROMANOS (5, 12-19) Hermanos: Lo mismo que por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron. Porque, aunque antes de la Ley había pecado en el mundo, el pecado no se imputaba porque no había Ley. A pesar de eso, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, incluso sobre los que no habían pecado con una transgresión como la de Adán, que era figura del que había de venir. Sin embargo, no hay proporción entre el delito y el don: si por la transgresión de uno murieron
todos, mucho más, la gracia otorgada por Dios, el don de la gracia que correspondía a un solo hombre, Jesucristo, sobró para la multitud. Y tampoco hay proporción entre la gracia que Dios concede y las consecuencias del pecado de uno: el proceso, a partir de un solo delito, acabó en sentencia condenatoria, mientras la gracia, a partir de una multitud de delitos, acaba en sentencia absolutoria. Por el delito de un solo hombre comenzó el reinado de la muerte, por culpa de uno solo. Cuanto más ahora, por un solo hombre, Jesucristo, vivirán y reinarán todos los que han recibido un derroche de gracia y el don de la justificación. En resumen: si el delito de uno trajo la condena a todos, también la justicia de uno traerá la justificación y la vida. Si por la desobediencia de uno todos se convirtieron en pecadores, así por la obediencia de uno todos se convertirán en justos. Palabra de Dios. MEDITATIO: El período del exilio en Babilonia (597-538 a.C.) y los tiempos que circundan este momento de la historia particular del pueblo de Israel (siglos VIII – VII – VI – V a.C.), permitieron que en la tradición del pueblo hebreo se elaborara y refinara una noción muy útil a la hora de interpretar la historia. ¿Por qué nos sucede lo que nos sucede? ¿Por qué se pierde la tierra, la organización del Estado y las instituciones que reflejan la vida de la comunidad? Porque los líderes y la comunidad se han alejado del Señor, no han
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escuchado su Palabra, van en contravía. Esa noción que recoge toda esta cosmovisión es el “pecado”. De esta forma nos encontramos con que los libros de Josué, Jueces, Samuel y Reyes cuentan la historia de los reyes de Samaría y Judá como la historia de unos líderes que no “escucharon” la voz del Señor. Sólo en unos cuatro casos el juicio resultó favorable: David, Salomón, Ezequías y Josías. El resto de los reyes fueron juzgados por su pecado y porque se apartaron del camino de Dios. Los libros proféticos recogen las ideas de la predicación individual de casi “18” profetas de Israel, o de las escuelas proféticas que se generaron a partir de estos líderes carismáticos. También entre ellos la noción del pecado sirvió para interpretar la historia inmediata de la comunidad, los exilios, las hambrunas, las desintegraciones sociales, etc. En el Nuevo Testamento el evangelista san Juan estructura una interpretación de la razón de la pasión – muerte y exaltación de Jesús en la cruz bajo la figura de que “Él es el Cordero que quita el pecado del mundo”. Naturalmente, hay que comprender que el evangelista cuando habla del pecado da cuenta del mal estructural en que vive el mundo y que lleva a la muerte a Jesús. Los pecados individuales se explican (no se justifican) a partir de la relación con el entorno. Jesús emerge en su humanidad como resplandor del Padre que vence el pecado que hay en el mundo.
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La cruz es victoria porque quiso quitar de en medio a Jesús y este terminó venciendo la mentira de la sociedad por medio de su donación. Luego será San Pablo quien interprete la crucifixión de Jesús, todo el misterio de su abajamiento, con la categoría de la justificación de todos por medio de la muerte de uno que no tenía por qué morir. Tanto en la Carta a los Romanos (Rm 1) como en la Carta a los Corintios (1Cor 1-4), que son tan emblemáticas, encontramos líneas de este pensamiento. De alguna forma Pablo recoge de la cultura religiosa de su época que todos somos pecadores y reos ante Dios, que eso necesita un acto de reparación, como en los sacrificios del Levítico (5-6), que nadie puede reparar la culpa, que solo Dios mismo puede darnos la reparación que lo satisfaga jurídicamente y nos devuelva al estado de justicia, para el que fuimos creados. Hay una imagen del Antiguo Testamento y que pertenece a la cosmovisión sacerdotal del asunto y que vemos en un sacrificio hecho por Noé, después del Diluvio Universal, en donde se le quema carne a YHWH en holocausto, y en cuanto siente el suave olor de la carne asada, su ira se contiene y aplaca expresando su bendición original, la misma que había proclamado en la creación de todo (Gn 8,2021ss). Este texto de san Pablo que proclamamos hoy contiene transversalmente todas estas ideas. Adicionalmente, da cuen-
ta de una visión monocromática con respecto a la Ley del Señor, en el sentido de que fue dada como tabla de salvación para los israelitas piadosos, lo cual era cierto pero en el contexto más farisaico de las comunidades, porque también existían muchos rabinos para quienes la Ley va surgiendo a lo largo de la experiencia de Dios en la historia y se va ampliando o reinterpretando de acuerdo a las situaciones de cada momento. De que la Ley no era una camisa de fuerza como lo expresa el espíritu fundamentalista farisaico que vemos en algunos episodios de los evangelios, sino que era también expresión del crecimiento moral y comunitario, nos lo permiten deducir dos refranes de la época rabínica: “Un escriba que se ha hecho discípulo del reino de los Cielos es como un padre de familia que va sacando de su tesoro lo nuevo y lo antiguo” (Mt 13,51-52). El otro refrán está presente en la literatura rabínica (Misná – Talmud…) y consiste en que, reproduzco de memoria, <<…la verdadera interpretación de un pasaje de escritura la tiene quien como golpeando con un martillo la piedra saca 70 chispas o interpretaciones diversas>>. El texto y la teología Paulinas nos ponen de cara a una cosa que debemos rumiar una y otra vez: ¿El mal en medio de nosotros qué implicaciones tiene? El mal llevó a Jesús a la muerte en cruz. Su resurrección es victoria y sanción de ese mal que habita en los hombres. Su evangelio
es fuerza de Dios que nos ayuda a caminar como auténticos hijos en el Hijo, a ser vocacionados para la misma victoria de resurrección, donde el mal de este mundo ha de pasar. Uno sociedad que no reflexiona sobre sus males o sobre su mal estructural está condenada a la ignorancia y a la no recuperación de su estado de postración. El mal, llámese como se llame, trae muerte, quita energías, destruye la comunidad, enajena el futuro de los seres individuales y de la comunidad misma y es caldo de cultivo para que siga produciéndose más horror. El mal es negación del proyecto creador de Dios. La profesión de nuestra fe en Jesús crucificado y resucitado nos debe llevar a un compromiso más fuerte en lo que se refiere a repensarnos social y estructuralmente. Un proceso coherente de reflexión nos lleva también a pensarnos individualmente y ver la relación que hay entre los males de los individuos y los entornos en los que crecemos. Es evidente que nuestro futuro es sombrío, en primer lugar por los males tan complejos que tenemos, en segundo lugar por la falta de reflexión, de comunicación, por lo silencios calculados, por las indiferencias y opacidades cultivadas en nuestras comunidades. ¿Si no discutimos sobre lo que somos o nos pasa, cómo rayos vamos a supernos y dejar entrar el espíritu de la resurrección del Señor? Yo amo el silencio como reposo y lenguaje del alma, como contemplación, como vivencia en el
Espíritu. Pero rechazo el silencio o los silencios como política de poder. Si queremos crecer comunitariamente y que allí los individuos reflejen el mayor progreso de sus existencias, entonces hay mucho por reflexionar en todos los ámbitos de la comunidad. Yo veo ahí un elemento específico de la misión de las comunidades. EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO (4, 1-11). En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre. El tentador se le acercó y le dijo: -« Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes. » Pero él le contestó, diciendo: -«Está escrito: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.”» Entonces el diablo lo lleva a la ciudad santa, lo pone en el alero del templo y le dice: -«Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: «Encargará a los ángeles que cuiden de ti, y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras.”» Jesús le dijo: -«También está escrito: “No tentarás al Señor, tu Dios.”» Después el diablo lo lleva a una montaña altísima y, mostrándole los reinos del mundo y su gloria, le dijo: -«Todo esto te daré, si te postras y me adoras.» Entonces le dijo Jesús: -«Vete, Satanás, porque está escrito:
“Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto.”» Entonces lo dejó el diablo, y se acercaron los ángeles y le servían. Palabra del Señor. MEDITATIO: “El diablo es puerco y sabe a quién le sale y cómo le sale”, me decía una anciana mujer. Estábamos hablando sobre las contradicciones de la justicia colombiana cuando se trata de un reo rico o pobre, de un político de izquierda o de uno de derecha, de alguien con nombre o de alguien sin nombre. En este primer domingo de la Cuaresma aparece Jesús sujeto de la tentación. Uno como nosotros, al inicio de su ministerio, sometido al escrutinio de su verdadera conciencia, de sus verdaderos intereses. Toda su vida fue una tentación, diría el Kasantsakis. Pero este episodio está puesto allí para que en la pedagogía de la toma de conciencia y reconciliación que nos propone la comunidad eclesial, nosotros pensemos en nuestras tentaciones y en las decisiones que tomamos, sobre todo porque ellas dan cuenta del dónde está fundamentada nuestra vida. El personaje Satán del relato, le sale a Jesús con dos adulaciones y una propuesta. Adular, adular, el camino de los que “manejan” todo como reinas de belleza (para utilizar la frase de Angelino Garzón). Sin embargo, Jesús no cae en la trampa. Se deja llamar dos veces Hijo de Dios y escucha la argumentación doctrinal del tentador, de
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alto tenor bíblico porque cita frasecitas tomadas de allí y de allá; pero con la misma herramienta le muestra al contendor que de una falsa idea de Dios emerge siempre una respuesta falsa a nuestra humanidad: ¡El hombre vive también del pan de la sabiduría! (Dt 8,3). ¡No te devolverás en tu comprensión de Dios! (Dt 6,16); ambos textos son tomados del Deuteronomio y hacen referencia a que el poseer la tierra exige gratitud y escucha hacia Dios (Dt 8); y un discernimiento, esfuerzo y sacrificio constante de posesión dentro de la escucha a Dios mismo. Entonces, el tentador deja de adular y ofrece dádivas: El mundo, el creado, el cielo y la tierra según nosotros. Y una vez más Jesús, en el cuadro narrativo, se apega a Dios Padre, seguro las bienaventuranzas dan cuenta de Dios y cómo va en contravía. Sólo Él merece que las rodillas se hinquen, delante suyo, porque sólo Él puede darnos el alimento a su tiempo, la belleza de la naturaleza, el esplendor y todo lo demás. La gran tentación siempre será entender a Dios o entender los fundamentos de la vida, de la comunidad. Dios libro parece fundamentar a más de un “tentador”, mientras que Jesús da cuenta de que ése Dios libro no existe, sino que un libro nos da cuenta de los diversos momentos en que el pueblo de Israel entendió y habló de Dios y por lo tanto lo que hay por hacer es <<discernir su Palabra>>, a fin de que le escuchemos realmente. Dios Padre, será siempre una realidad por descubrir y por conocer. No depende de la capacidad ar-
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gumentativa del que habla. El Satán del relato habla con biblia en mano y Jesús responde con su Padre aconteciendo en el alma. Esa es la diferencia. Por eso confió, venció y fue capaz de dar la vida. La vida de Jesús y la de cada uno de nosotros pasa por encrucijadas. En esos momentos se definen cosas que modificarán todo lo demás. Del qué entendemos por Dios, por el mundo y por nosotros mismos dependerá el nivel de estulticia y dimensión de la barriga, de lo mágico o razonables que seamos y de si el estar de rodillas sea expresión de servilismo o libertad. II DOMINGO DE CUARESMA: DOMINGO DE LA GLORIA DE DIOS EN JESÚS. PRIMERA LECTURA DEL LIBRO DEL GÉNESIS (12, 1-4ª). En aquellos días, el Señor dijo a Abran: «Sal de tu tierra y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré. Haré de ti un gran pueblo, te bendeciré, haré famoso tu nombre, y será una bendición. Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan. Con tu nombre se bendecirán todas las familias del mundo.» Abran marchó, como le había dicho el Señor. Palabra de Dios. MEDITATIO: ¡La fe como una fuerza que mueve la historia comunitaria! Eso es lo que se me ocurre como eco de la primera lectura tomada del Génesis y que habla de la salida de
Abraham de Ur de los Caldeos hacia la tierra que el Señor ha de mostrarle. Abraham será el hombre de la confianza, que sabe escuchar y dejar atrás una tierra, unas circunstancias de vida, para iniciar otro proceso familiar, que finalizará en la construcción de un conglomerado social llamado Comunidad de la Alianza. Su confianza no es para beneficio personal, sino que desata bendiciones, en la medida que inicia un proceso. La creación del cielo y la tierra (Gn 1) tienen un final declaratorio sobre el hombre y la mujer en el sentido de que han de poseer la tierra y llenarla con los hijos (Gn 1,28). De esta forma, los seres humanos continuarán el proceso iniciado por la Palabra del Señor que ha creado cada cosa. Adán y Eva bendecidos continuarán siendo Palabra en estado de proclamación o creación. Pero las características de lo que en Gn 1 sucede de forma legendaria y mítica, a fin de que represente a toda la humanidad y el cosmos, en cuanto criaturas de Dios, necesita que hombres y mujeres concretos le encarnen. Ese prototipo del hombre histórico que da cabida a la aventura de la creación es Abraham. Él habría podido quedarse en la casa de su padre, haciendo los duendecillos que satisfacían la necesidad de trascendencia o explicación de sus coetáneos, sin embargo, dejó atrás ese modo de entender el mundo para arriesgarse a otro, con otra tierra que se habría de conquistar, con unas relaciones por construir, con uno hijos por hacer.
En el presente del relato que nos habla, Abraham sabe dejar, sabe salir y tiene la paciencia para saber llegar. Tal vez no consiguió todo lo que esperaba, ni tuvo todos los hijos que un campesino del segundo milenio (a.C.) hubiese querido tener, pero lo que tuvo fue suficiente porque el sueño se prologaba en cada hijo y así nunca moría. No se trataba de acumular para vivir, sino vivir para que la vida siguiera su curso, su dinámica. Supo ser una generación que vivió, sembró y murió para que la otra continuara el proceso. Un día conversaba con un amigo sacerdote a quien le fue confiada una parroquia para construir y estaba preocupado porque no tenía dinero suficiente, ni mucho espacio, y el tiempo avanzaba; yo le dije que dejara la bobada, que construyera la comunidad, y que hiciera como se hacía en la antigüedad, que las parroquias se construían en muchos años. Creo que no me creyó. Pese a ello, nosotros debemos entendernos, como dice Memo Ánjel, “en camino, en inicio siempre”. SEGUNDA LECTURA DE LA SEGUNDA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A TIMOTEO (1, 8B-10). Querido hermano: Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según la fuerza de Dios. Él nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestros méritos, sino porque, desde tiempo inmemorial, Dios dispuso darnos su gracia, por medio de Jesucristo; y ahora, esa gracia se ha manifestado al
aparecer nuestro Salvador Jesucristo, que destruyó la muerte y sacó a la luz la vida inmortal, por medio del Evangelio. Palabra de Dios.
nes. Si lo tienes en tu alma, tienes fuerza, vive y ayuda a otros a vivir. Si tienes mucho papel, recicla, dale de comer a los recicladores, por lo menos.
MEDITATIO: ¡La segunda fuerza de que se habla en la liturgia de la Palabra de este domingo es el Evangelio! Jesús es la buena noticia del Padre, Jesús es el evangelio. No es un libro, es fuerza de Dios. Si bien Abraham nos enseña a vivir en la confianza y esperanza del mañana, Jesús se convierte en un modelo, en un maestro, en el Hijo del Padre, que nos muestra cómo se construye el camino del reinado de Dios.
EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO (17, 1-9).
Hoy hay muchos más pobres que hace dos mil años. Hoy hay muchísimas más formas de sufrimiento. Hoy hay muchísima más población que atender. Hoy hay muchas más problemáticas por resolver. La intensidad del dolor tal vez no la pueda comparar. Será lo mismo ayer y hoy. Pero así como Jesús fue Buena Noticia del Padre, así somos invitados los creyentes cristianos a convertirnos en fuerza de Dios, tomando parte en los duros trabajos del evangelio. Sólo si sus líneas se escriben y reescriben en el alma con letras de humanidad, el evangelio es fuerza. Porque si habita en los anaqueles polvorientos de nuestras casas, donde escasamente existe un papel más que tenga sentido, no existe, no es fuerza. Un ejercicio de interrogación podría ser este: Busca dónde tienes el evangelio. Eso te dirá cuánta fuerza o papel tie-
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: -«Señor, ¡qué bien se está aquí! Sí quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: -«Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.» Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo: -«Levantaos, no temáis.» Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: -«No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.» Palabra del Señor.
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MEDITATIO: Confluyen varios elementos: Primero. Moisés y Elías, los profetas que ven el pasar de Dios, iconos de los dos momentos más importantes de la vida de Israel, el tiempo del desierto y el tiempo del profetismo. Ambos ocultan su rostro ante la magnitud del misterio de Dios que pasa (Ex 33,18-23; 1Re 19,1113…). Ahora ven a Jesús en su resplandor, en su cabod (dirán los hebreos), en su doxa (dirán los griegos). Ahora nadie oculta el rostro de nadie. Son testigos de los que siempre quisieron ver, la gloria de YHWH. Segundo. Se repite la misma voz oída, sólo por Jesús, en el momento del Bautismo en el Jordán: “Este es mi Hijo amado, escuchadlo” (Mt 3,17). En el monte de la transfiguración la escuchan todos. “Hijo” y “amado” son decir lo más íntimo de/ con otro. No sólo sale de las entrañas de Dios, sino que se ubica en el <<espacio>> más selecto del corazón, allí donde uno ama, donde uno “es” uno con otro o con otra, donde las fronteras no existen, donde todo es fuego y comunión. Tercero. Se invita a que no se hable de lo sucedido por lo sucedido, sino que se hable de Jesús pero a partir del Misterio de la Cruz. Porque sólo este acontecimiento de donación, este testimonio de veracidad, podrá ayudar a entender el verdadero resplandor de Jesús, como cabod o doxa de Dios, y el verdadero resplandor del Padre, que
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nos habla por medio de Jesús, su Hijo Amado. Un misterio que nos llevará un paso más adelante: Ya no tendremos qué mirar, sino simplemente escuchar. Esa escucha de su voz, nos permitirá recrear en nosotros la experiencia del Dios que brilla en las tinieblas de nuestra humanidad. Dios venciendo por la fuerza del testimonio y resurrección del Hijo. ¡Esa es la tercera fuerza que nos propone la Palabra de Dios hoy! III DOMINGO DE CUARESMA: DOMINGO DEL AGUA Y LA SAMARITANA. PRIMERA LECTURA DEL LIBRO DEL ÉXODO (17, 3-7). En aquellos días, el pueblo, torturado por la sed, murmuró contra Moisés: -«¿Nos has hecho salir de Egipto para hacernos morir de sed nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados?» Clamó Moisés al Señor y dijo: -«¿Qué puedo hacer con este pueblo? Poco falta para que me apedreen.» Respondió el Señor a Moisés: -«Preséntate al pueblo llevando contigo algunos de los ancianos de Israel; lleva también en tu mano el cayado con que golpeaste el río, y vete, que allí estaré yo ante ti, sobre la peña, en Horeb; golpearás la peña, y saldrá de ella agua para que beba el pueblo.» Moisés lo hizo así a la vista de los ancianos de Israel. Y puso por nombre a aquel lugar Masá
y Meríbá, por la reyerta de los hijos Israel y porque habían tentado al Señor, diciendo: -«¿Está o no está el Señor en medio de nosotros?» Palabra de Dios. MEDITATIO: La salida de Egipto exigió a los esclavos comenzar a construir una mentalidad de personas libres. Y esto no es fácil. La libertad entendida como comprensión equilibrada del existir, cuesta. Nos resulta más cómodo dejar pasar los días en las zonas de confort que tomar la palabra y expresar las ideas, dar un paso adelante o atrás cuando la ruta que se sigue es torcida, avanzar cuando los pasos son lentos y pegajosos, tener menos con dignidad que vivir en la abundancia a pesar de una vida alienada. Las tribus de Israel no parecían entender que llegar a la tierra prometida exigiría dos grandes esfuerzos: uno de reflexión en el Sinaí sobre las ideas fundamentales de la vida, y otro consistente en cruzar el “inmenso desierto”. Entonces, dejar atrás y reflexionar son lo que nos enseña el famoso episodio de Masá y Meribá. La mentalidad de esclavos no dejar parir personas libres. La mentalidad de esclavos no deja construir comunidades. Los hombres esclavos, en cualquiera de sus versiones, siempre serán pésimos interlocutores del Dios que “ha sacado al pueblo de la esclavitud”, sólo por una razón, no han entendido a Dios, y al no hacerlo, no se entienden a sí mismos.
SEGUNDA LECTURA DE LA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS ROMANOS (5, 1-2. 5-8). Hermanos: Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos: y nos gloriamos, apoyados en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios. Y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado. En efecto, cuando nosotros todavía estábamos sin fuerza, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir; pero la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros. Palabra de Dios. MEDITATIO: La cruz de Cristo fue el gran tema de san Pablo. Su primera gran reflexión sobre ello la encontramos en la 1Cor 1-4. Esto lo tumbó del caballo en el que cabalgaba por la vida. Luego hay otra gran reflexión, sobre lo mismo, con visos de retórica griega en la carta a los Romanos. ¿Qué sucedió en esa cruz? Allí hay dos revelaciones: Por un lado se revela la caducidad del mundo, de las rela-
ciones humanas, del ejercicio del poder religioso, del ejercicio del poder político, de las ideas teológicas con que expresamos a Dios, del infantilismo de las muchedumbres que un día dicen creer. En la cruz es vencido el mundo en todas sus facetas porque se demuestra que es incapaz de dar una vida coherente, plena, continua. Siembra muerte donde debería sembrar vida. Siembra silencio donde se deben escuchar voces. Siembra egoísmo donde todo debería ser amoroso.
somos invitados a llenarnos de Gloria, del resplandor de Dios. Esta vida sería más humana si tuviésemos un auténtico rostro, gloria, cabod, doxa; como lo queramos decir, en la lengua que se lo quiera decir. Siempre será lo mismo: Necesitamos el rostro de Dios en nuestros rostros. Sólo desde la concepción original de la vida, nuestra existencia será más humana.
Por otro lado se revela Jesús, su fe en el Padre y su amor por aquellos con quienes comenzó a caminar, y en ellos por todos nosotros. No huyó de la cruz, no huyó del testimonio. Fue coherente consigo mismo y con los demás. Demostró confiar en el Padre, demostró amar tanto su vida que la regaló para que cada uno se nutriera de ella y así recomponer la falsedad del mundo. Su vida entregada es semilla para que el mundo resucite. Y todo el Misterio de Dios estaba aconteciendo en aquel momento.
En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José; allí estaba el manantial de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al manantial. Era alrededor del mediodía. Llega una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dice: -«Dame de beber.» Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida. La samaritana le dice: -«¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mi, que soy samaritana?» Porque los judíos no se tratan con los samaritanos. Jesús le contestó: -«Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva.» La mujer le dice: -«Señor, si no tienes cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas el agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?»
La cruz en sí misma es detestable, porque es un instrumento de muerte, de dolor, de tortura inventado por los hombres. Pero quien le da sentido y la convierte en algo más significante es el que da la vida, el que, confiado en el Padre y con toda su fuerza, nos recoge como a Hijos. Sólo la cruz de Jesús tiene el sentido que Él quiso darle. A partir de Él, con toda su fuerza,
EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN (4, 5-15. M-26, 39A. 4042).
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Jesús le contestó: -«El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna. » La mujer le dice: -«Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla. Veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén.» Jesús le dice: -«Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre. Vosotros dais culto a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así Dios es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad.» La mujer le dice: -«Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo.» Jesús le dice: -«Soy yo, el que habla contigo.» En aquel pueblo muchos creyeron en él. Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. Todavía creyeron muchos más por su predicación, y decían a la mujer: -«Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos
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lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo. » Palabra del Señor. MEDITATIO: Veamos el episodio de la mujer samaritana a la luz del episodio de Masá y Meribá, que se ha proclamado en la primera lectura. Se trata de una mujer que tiene sed y acude por agua para satisfacer una necesidad vital. Pero allí se encuentra con que, además de esa agua, necesita de otra mucho más difícil de conseguir, de esperar, de poseer, el agua de la vida. La gran tentación de Israel, una vez que hubo de poseer la tierra, fue olvidarse de la necesidad vital de esa otra agua que viene del Misterio de Dios en la historia humana. El Deuteronomio 8 nos ofrece un discurso de Moisés donde dice: “Observaréis cuidadosamente todos los preceptos que yo os mando hoy, para que viváis, os multipliquéis y entréis a tomar posesión de la tierra que el Señor prometió con juramento a vuestros padres. Recuerda todo el camino que el Señor, tu Dios, te ha hecho recorrer estos cuarenta años por el desierto, para afligirte, para probarte y conocer lo que hay en tu corazón: Si observáis sus preceptos o no. Él te afligió, haciéndote pasar hambre, y después te alimentó con el maná, que tú no conocías ni conocieron tus padres, para hacerte reconocer que no sólo de pan vive el hombre, sino que
vive de todo cuanto sale de la boca de Dios” (Dt 8,1-3). Poseer el agua del pozo es muy fácil, de hecho los samaritanos argumentaban la propiedad ancestral del mismo. Pero poseer la otra agua no es cuestión de posesión sino de apertura. Y por medio del diálogo esta mujer y quienes están en el entorno terminan abriendo sus existencia para que otra agua les satisfaga el sentido de la existencia humana. Poseer sin saber el para qué se posee, termina en alienación. Así como las tribus de Israel, reflejadas en el relato del Deuteronomio, sólo entenderán el don de la tierra, si entienden el sentido del poseer. Sentido que lo otorga la experiencia de Dios y la escucha de su Palabra. Los evangelios son, en general, muy ambiguos en lo concerniente a extranjeros que viven la fe. Sin embargo, san Juan deja que el signo de una mujer samaritana hable a todas las “ovejas de Israel”, que se sienten poseedores del hecho de la fe en YHWH y, por lo tanto, de todos sus beneficios. Ella, que ha quebrantado 7 veces un precepto moral muy exquisito de Israel, da el ejemplo de la apertura al Agua de Dios que se acerca a nuestra historia. En conclusión, la bebida del agua física apagará la sed siempre y cuando la vida encuentre su sentido último, su luz, su fuerza.
Hoy, más que nunca, tenemos miles de cosas en nuestras casas. Decimos que nos pertenecemos y nos ufanamos de ternarlas. Ellas generan status y conciencia de ser más o menos importantes. Nos ofrecen seguridades y portadas. Pero y lo más profundo que es la vida misma, ¿lo tenemos? En la era de la abundancia los hombres y mujeres sólo sabemos dar migajas. Víctor Corcoba, autor español, decía alguna vez: “Nunca la especie humana ha tenido a su abrigo tantas posibilidades de abrazar el mundo, y, sin embargo, no comparte riquezas. A lo sumo entrega migajas.
ceptos más vitales, se revisten de doctrinas egoístas e infectadas de ilicitud.
Jamás ha tenido el hombre un sentido tan agudo de su libertad, y entretanto surgen nuevas formas de esclavitud social y psicológica.
En aquellos días, el Señor dijo a Samuel: -«Llena la cuerna de aceite y vete, por encargo mío, a Jesé, el de Belén, porque entre sus hijos me he elegido un rey.» Cuando llegó, vio a Eliab y pensó: -«Seguro, el Señor tiene delante a su ungido.» Pero el Señor le dijo: -«No te fijes en las apariencias ni en su buena estatura. Lo rechazo. Porque Dios no ve como los hombres, que ven la apariencia; el Señor ve el corazón.» Jesé hizo pasar a siete hijos suyos ante Samuel; y Samuel le dijo: -«Tampoco a éstos los ha elegido el Señor.» Luego preguntó a Jesé: -«¿Se acabaron los muchachos?» Jesé respondió: -«Queda el pequeño, que precisamente está cuidando las ovejas. » Samuel
En ningún otro tiempo se habló tanto de justicia e igualdades, y si la una suele llegar tarde, la otra es ficción. Son muchas, pues, las fuerzas contrarias a la convivencia. Persisten, en efecto, enormes tensiones políticas, sociales, económicas, raciales e ideológicas, y ni siquiera hemos ahuyentado el peligro de una guerra que amenaza con destruir a todo bicho viviente. Se globaliza la comunicación de las ideas; sin embargo, aún las palabras que definen los con-
Hay que edificar todos los abecedarios sobre la justicia, vivificarlos con el lenguaje del amor en su más noble verso. Se debe encontrar en la libertad un equilibrio de persona a persona. Para salir de este escollo hay que proceder a profundas reformas éticas en la sociedad”. IV DOMINGO DE CUARESMA: DOMINGO DEL CIEGO Y LA LUZ. PRIMERA LECTURA DEL PRIMER LIBRO DE SAMUEL (16, LB. 6-7. 10-13ª).
dijo: -«Manda por él, que no nos sentaremos a la mesa mientras no llegue. » Jesé mandó a por él y lo hizo entrar: era de buen color, de hermosos ojos y buen tipo. Entonces el Señor dijo a Samuel: -«Anda, úngelo, porque es éste.» Samuel tomó la cuerna de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. En aquel momento, invadió a David el espíritu del Señor, y estuvo con él en adelante. Palabra de Dios. MEDITATIO: Vivimos la experiencia de fe ante todo como Historia de Salvación. Una historia jalonada por el actuar de Dios en nuestras circunstancias de todos los días y la consecuente respuesta nuestra, libre y abierta. Así fue con el pueblo de Israel. La tradición veterotestamentaria da cuenta de que el pueblo fue esclavo en Egipto y que de allí los sacó YHWH, por medio del liderazgo de Moisés y la asociación de todas las tribus de marginados, los sin tierra, que merodeaban el Sinaí y las tierras de Canaán, por allá en el siglo XII a.C. Lo posterior fue asociarse y entenderse como una Comunidad en formación, poseedores de unos espacios y de unos sistemas de organización. En ese contexto surge David como mesías de Dios, como hombre ungido y encargado de seguir adelante en el proceso de construcción de la Nación. David inaugura el período monárquico y autonómico de las tribus de Israel. Un momento visto
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con gloria y nostalgia, por todo lo que significa una identidad propia, una pertenencia de la tierra sin discusiones, uno proyecto respetado por los demás. David, el pequeño hermano, guiará a las tribus para hacer de ellas un sujeto grande, que da cuenta de la presencia de Dios. Pero ese proyecto tiene un final. Los hombres no siempre dan continuidad a las ideas. Más difícil que comenzar un proceso es mantenerlo en el tiempo. De esta manera la historia de los reyes de Judá y de Israel termina siendo la historia de muchos líderes que perdieron la orientación del camino. La sucesión de los líderes es también la sucesión de los egos y personalismos. Si el líder embolata el horizonte, los seguidores también. El pecado del rey puede llevar al pecado del pueblo. Así leyó Israel la historia monárquica. En el contexto de la Cuaresma, este texto nos sugiere la necesidad de ejercer un protagonismo coherente con nuestras vidas y ésta en relación con la Comunidad en la que estamos insertos, igualmente con los procesos de largo alcance. Cualquier cosa que hagamos tendrá consecuencias para el mañana y para la comunidad. Sólo ver algunos ejemplos de la historia particular de Colombia para evidenciar que lo dicho funciona como una regla de oro: ¿Si el líder miente, por qué no han de mentir los seguidores? ¿Si el líder es falto de carácter, qué puede alentar la esperanza? ¿Si los líderes
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son inhumanos, por qué seguir creyendo en el humanismo predicado? ¿Si el líder cambia totalmente el proyecto, por qué creer en el que nos propone? La mayor responsabilidad de David no fue defender un pedazo de tierra. Su mayor responsabilidad fue conservar el Espíritu de Dios que lo hacía mesías. Al conservar el Espíritu de Dios tenía con qué conservar la tierra. Nosotros no somos alma y cuerpo como dos cosas que se suman, esta antropología está demasiado trillada. Nosotros somos alma y cuerpo en cuanto unidad. El cuerpo es alma (vida) y el alma se evidencia histórica y temporalmente en la corporeidad. Conservar en nuestra sustancialidad vital la fuerza de Dios mismo, como creador, hace que nuestra historicidad y temporalidad redunde en un proyecto de vida con sentido. Contrasta esto con lo que hacemos hoy día, cuando nos hemos dedicado a depredarnos y medirnos no por la vida o alma, sino por lo que tenemos, por lo que disfrutamos, por lo sensitivo, que de suyo hace parte de nosotros pero que no basta para dar el sentido pleno a la existencia. Sin caer en el maniqueísmo facilista vale la pena revisar la calidad de nuestra vida en términos de proyecto de vida, de creación, de fuerza dinámica, donación, para salir de estos remolinos de materialismo en que resultamos inmersos.
SEGUNDA LECTURA DE LA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS EFESIOS (5, 8-14). Hermanos: En otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor. Caminad como hijos de la luz toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz -, buscando lo que agrada al Señor, sin tomar parte en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien denunciadlas. Pues hasta da vergüenza mencionar las cosas que ellos hacen a escondidas. Pero la luz, denunciándolas, las pone al descubierto, y todo lo descubierto es luz. Por eso se dice: - «Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz.» Palabra de Dios. MEDITATIO: El mito de los “iluminados” que ha inspirado algunas películas o leyendas europeas consiste en que son un grupo de personas que tienen acceso a un gran secreto, el cual conservan hasta con la vida misma. Pero ese no puede ser el sentido de los cristianos en cuanto iluminados. No se trata de poseer un secreto sino fundamentalmente sabernos hijos de Dios y en virtud de ello vivir. Toda bondad y toda justicia son fruto de esta luz, dice el apóstol. La razón profunda del ser humano es la bondad. En ella es concebido, en bondad se crecen los
primeros años de la existencia y hacia la bondad nos lleva la vida con los años, cuando ya ha pasado el furor de la juventud, la energía de la mocedad, los tiempos de las búsquedas sin sosiego, los afanes y un poco más. La bondad no es un deberser impuesto por nadie, sino la estructura más profunda de la existencia humana. Matar, arrebatar el fruto del trabajo ajeno, destruir el nombre de las personas, destruir los núcleos familiares por egoísmo, exacerbar el deseo hasta rayar en la violencia contra el otro, esas cosas no son lo que nos define como seres humanos, eso simplemente explica la cultura y los modos de relación que hemos producido. Un beso, un abrazo, el cuidado de sí y del otro, la compasión, la mansedumbre, el silencio, el respeto, la solidaridad, el perdón, eso sí me distingue como ser humano, como materia consciente, como persona hecha a imagen de Dios. EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN (9, 1. 6-9. 13-17. 34-38). En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Y escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo: - «Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado).» Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna pre-
guntaban: - «¿No es ése el que se sentaba a pedir?» Unos decían: - «El mismo.» Otros decían: - «No es él, pero se le parece.» El respondía: -« Soy yo.» Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista. Él les contestó: -« Me puso barro en los ojos, me lavé, y veo.» Algunos de los fariseos comentaban: - «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado.» Otros replicaban: - «¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?» Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego: - «Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?» Él contestó: - «Que es un profeta.» Le replicaron: - «Empecatado naciste tú de pies a cabeza, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?» Y lo expulsaron. Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: - «¿Crees tú en el Hijo del hombre?» Él contestó: - «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?» Jesús le dijo: - «Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es.» Él dijo: - «Creo, Señor.» Y se postró ante él. Palabra del Señor. MEDITATIO: Los evangelios nos entregan tres relatos de ciegos. Dos están en los evan-
gelios sinópticos (Mc 7,22-26; 10,46-52), son de Betsaida y Jericó, respectivamente, y este que nos regala San Juan, que podríamos llamarlo el ciego de Jerusalén, por lo que dice el verso 7, sobre la piscina de Siloé. En los tres casos, la estructura del relato nos hace buscar el sentido de los mismos en la función catequística que tienen para quienes escuchan el evangelio. Ellos son signo de los discípulos de Jesús, son signos del seguimiento. El libro del Éxodo no termina en la posesión de la tierra prometida, como era de esperarse, desde la salida de Egipto. Muy por el contrario termina en el desierto con una característica muy importante: La construcción de la Tienda del Encuentro, donde reside YHWH, donde los otrora servidores del Faraón son servidores de YHWH, los servidores en esclavitud se convierten en servidores desde la libertad (Cfr. Ex 40, 34-38). La garantía de que aquel pueblo encontraría la tierra no sería la tierra misma, el pedazo de tierra, sino la presencia de esa Gloria que un día los liberó, otro día los haría plantarse en la tierra, luego los haría conservarla y darle sentido. Esa Gloria habitaba en una tienda como la de los demás. Jesús parece subir con sus discípulos a Jerusalén para celebrar esta fiesta de peregrinación y, en medio de una discusión acalorada sobre Dios y el pecado, aparece como el dador de
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luz, como quien devuelve claridad a los ojos que jamás han visto, y claridad a los ojos que dicen ver pero realmente no conocen o entienden. Nuestra fe es “iluminación” como propone la liturgia de la iglesia, pero vale la pena preguntarnos por el sentido de esta iluminación. Mientras siga conociendo injusticias en las relaciones humanas, clasificaciones caprichosas de las personas, acepción en la relación con los demás, descuido de las demás personas, violencia de palabra y corazón… y un largo etcétera, me cuesta entender que iluminación sea un cuerpo doctrinal. Si no hay contacto con la persona de Jesús, desde lo más profundo de la existencia, no hay nada. La luz de YHWH en el desierto consistía en que MORABA en ellos, no en que defendieran los contenidos ilegibles de una biblioteca. Y no es que el conocimiento me sea reprochable, por el contrario, no conozco una dimensión más valiosa para el crecimiento humano que las ideas. Pero la fe comienza como RELACIÓN, como MORADA de Dios en nosotros y nuestras comunidades. Dios es la noción fundamental que comienza a jalonar la discusión sobre cualquiera otra. El salmo 36,8-10 dice: “¡Qué inapreciable es tu misericordia, oh Dios! Los humanos se acogen a la sombra de tus alas; se nutren de los sabroso de tu casa, les das a beber del torrente de tus delicias, porque
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en ti está la fuente viva, y tu luz no hace ver la luz”. V DOMINGO DE CUARESMA: DOMINGO DE LÁZARO Y LA VIDA. PRIMERA LECTURA DE LA PROFECÍA DE EZEQUIEL (37, 12-14). Así dice el Señor: -«Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os haré salir de vuestros sepulcros, pueblo mío, y os traeré a la tierra de Israel. Y, cuando abra vuestros sepulcros y os saque de vuestros sepulcros, pueblo mío, sabréis que soy el Señor. Os infundiré mi espíritu, y viviréis; os colocaré en vuestra tierra y sabréis que yo, el Señor, lo digo y lo hago.» Oráculo del Señor. Palabra de Dios. MEDITATIO: El primer milenio a.C. fue de purificación constante en las tribus que conformaron el pueblo de Israel. Tuvieron una experiencia monárquica que comenzará con Saúl y David, continuó por espacio de 400 años entre luchas internas y externas, hasta el final de todo con la invasión de los babilonios en el siglo VI a.C. Los años 598 y 588 a.C. son determinantes como fechas del final de toda experiencia autonómica. Sólo hasta el arribo de los persas al poder en el 538 a.C. se abre una puerta esperanzadora para quienes seguían creyendo en el proyecto de una comunidad reunida en torno a la experiencia
de YHWH. No todos estaban convencidos. Corresponde a un grupo de sacerdotes profetas, entre ellos Ezequiel, iniciar el proceso de catequesis para que todos vuelvan a confiar y aspiren a regresar a la patria maltrecha, a recuperar la identidad perdida, los valores anulados, las instituciones que alimentarían al pueblo como Pueblo de la Alianza. Sin embargo, lo más importante para recuperar era el corazón maltrecho por la violencia, los fratricidios, la expropiación y la pérdida de la identidad. Sin interior no hay cuerpo vivo. Sin corazón no hay cuerpo. Lo primero es reconstruir el corazón como lo exhorta el profeta. Allí vive el Ruaj Adonaí. El mismo que ha creado los cielos y la tierra, el mismo que un día promovió la salida de Egipto de quienes allí vivían en esclavitud, el mismo que habitara en los sabios antiguos, el mismo que inspirara la época dorada de David y Salomón. El mismo que alienta todos los pueblos a caminar hacia Jerusalén y encontrar en su Templo los ríos que inundan el mundo. Se trata de Dios actuando en las personas. Es claro que la predicación profética no funda la dignidad humana en el planteamiento arrogante y conveniente del hombre en cuanto hombre, sólo por el hecho de tener más conciencia que otros animales, sino en la dignidad de su origen: Dios. Él nos ha creado y esto nos otorga un destino que no puede ser otro que el recuperar la vida en condicio-
nes auténticas de humanidad, jamás como esclavos, jamás como muertos en vida. De esta forma, el retorno a la patria perdida es tanto o más importante que el primero. Se asemeja a la vida de Abraham que escuchó la voz de Dios y supo partir de la tierra donde ya tenía raíces, para regresar a la tierra que el Señor le mostraría. La vida es caminar de un lado para el otro, cuando no se tiene un destino. El que así camina, va y regresa siempre. O la vida tiene un destino y construirla, vencer los impases y encrucijadas, sin olvidar jamás que quien nos ha dado la vida constituye la dignidad de origen que nos alienta a luchar y regresar. SEGUNDA LECTURA DE LA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS ROMANOS (8, 8-11). Hermanos: Los que viven sujetos a la carne no pueden agradar a Dios. Pero vosotros no estáis sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo. Pues bien, si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justificación obtenida. Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por
el mismo Espíritu que habita en vosotros. Palabra de Dios. MEDITATIO: La vida de Jesús es mirada como vida del Ruaj Adonaí. En él confluyen todos los sentidos dados al Ruaj por el profeta Isaías (6-11), por el profeta Ezequiel (37), por el profeta Joel (2). Su actuar se inscribe totalmente dentro de la DINAMIS DE DIOS que irrumpe en nuestra historia definitivamente y comienza a establecer el Reinado suyo, reinado de Dios. La vida de Jesús es acontecimiento realizado, es reino en acto. Por su vida, sus palabras, sus obras, su testimonio en la cruz y su victoria en el Padre. Todo desde allí merece ser revisado, en un diálogo permanente con la cultura, con las estructuras humanas, con los modos y usos de cada época. El sentido de nuestra historia tiene como finalidad al Misterio de Dios. Entonces, vivir la experiencia de Dios es encender la luz del Espíritu del Resucitado en nuestras vidas. Nos ayuda el evangelio como memoria activa de maestro, nos ayuda la comunidad como sacramento suyo en el hoy, nos ayudan todos los elementos de que hemos sido dotados para que nuestra vida deje atrás la muerte anticipada y sea siempre signo de los resucitados.
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN (11, 3-7. 17. 20-27. 33B-45). En aquel tiempo, las hermanas de Lázaro mandaron recado a Jesús, diciendo: -«Señor, tu amigo está enfermo.» Jesús, al oírlo, dijo: -«Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.» Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, se quedó todavía dos días en donde estaba. Sólo entonces dice a sus discípulos: -«Vamos otra vez a Judea.» Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús: -«Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá.» Jesús le dijo: -«Tu hermano resucitará.» Marta respondió: -«Sé que resucitará en la resurrección del último día.» Jesús le dice: -«Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mi, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mi, no morirá para siempre. ¿Crees esto?» Ella le contestó: -«Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que
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venir al mundo.» Jesús sollozó y, muy conmovido, preguntó: -«¿Dónde lo habéis enterrado?» Le contestaron: -«Señor, ven a verlo.» Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban: -«¡Cómo lo quería!» Pero algunos dijeron: -«Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que muriera éste?» Jesús, sollozando de nuevo, llega al sepulcro. Era una cavidad cubierta con una losa. Dice Jesús: -«Quitad la losa.» Marta, la hermana del muerto, le dice: -«Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días.» Jesús le dice: -«¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?» Entonces quitaron la losa. Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: -«Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado.» Y dicho esto, gritó con voz potente: -«Lázaro, ven afuera.» El muerto salió, los pies y las manos atadas con vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: -«Desatadlo y dejadlo andar.» Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él. Palabra del Señor. MEDITATIO: Los que se ocupaban del Templo de Jerusalén
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dieron muerte a Jesús. La multitud que le aclamaba, dio muerte a Jesús. Pilatos regente civil y militar de turno, dio muerte a Jesús. Uno de los discípulos confabuló para dar muerte a Jesús. Todos ellos son expresión de un sistema que, llamado a dar vida, da muerte. Por eso en el juicio contra Jesús, comienza desde la encarnación en la historia humana, es también un juicio contra el mundo, según la teología de Juan. Propiamente allí donde Jesús despierta la vida, se destapan las cartas finales y se decide su muerte (Jn 11,45-57). Es un juego de va y viene en el relato. Mientras Jesús (Jn 1-11) ha intentado crear una dinámica de vida llamada Vida Eterna a través de sus signos, en el último de estos le construyen el sepulcro al mismo Jesús. Por lo tanto, en la cruz el vencido se convierte en vencedor porque evidencia el fracaso de todos ante Él mismo. Ni Templo, ni aplauso, ni poder civil son capaces de demostrar su coherencia y legitimidad. El crucificado es victorioso y su resurrección se explica sólo como acto maravilloso del Creador. No hay explicación humana posible. Sólo desde la acción vehemente del Padre en la historia particular del Hijo se lo puede aceptar y entender. El evangelio de Lázaro ambienta a la comunidad cristiana joánica para que acepten en Jesús al Señor de la Vida. Marta es en el relato un símbolo de ella (Jn
11,27). Sus dudas se despejan en el diálogo íntimo con él. Hay preguntas pero su presencia y palabra van siendo suficientes para que reconozca en Él, al que actúa en nombre del Padre (Yo soy = Jn 11,25) y que a través de Él tendremos la vida (Jn 20,31). Nuestra fe nace en el testimonio y en el contacto. Entre más lo intensifiquemos más se nos dará el don del amor que hace posible la fe. Más se nos dará la compresión de que vinimos a realizarnos como artífices de vidas y no a construir cadenas que atan, ataúdes donde se mete a la gente en vida, situaciones de mentira donde camuflamos nuestras verdades a medias, fardos que nosotros mismos no queremos cargar. Lázaro es una síntesis de todo el evangelio, un anuncio, un encuentro con el proyecto de la Vida Eterna en nuestra historia cotidiana.
V. ANEXO CELEBRATIVO: PREGÓN DE CUARESMA El pregón es una celebración de la Palabra concebida con signos y símbolos que permitan la reflexión sobre el sentido teológico de los domingos de Cuaresma. Antes de dar inicio con la procesión de salida, el comentador leerá el comentario. Terminado el comentario inicia el canto de entrada, y salen los ministros en procesión. Comentario inicial: “Convertíos, que el Reino de Dios está cerca!” Con la proclamación del Pregón de Cuaresma, disponemos nuestros corazones para vivir, como familia eclesial (parroquial), este tiempo de gracia que nos regala la Iglesia, en el que nos prepararemos con la oración, el ayuno y la caridad a fin de celebrar con un corazón limpio los santos misterios pascuales. Canto de entrada: Vengo ante ti mi Señor. Habiendo llegado a la sede se procede con la invocación y el saludo inicial.
I DOMINGO: DESIERTO –PALABRA A continuación un lector desde un atril proclama la primera perícopa: “NO SOLO DE PAN VIVE EL HOMBRE SINO DE TODA PALABRA QUE SALE DE LA BOCA DE DIOS” Mt. 4,4 Se procede entonces a la procesión con la Palabra de Dios, la cual será llevada procesionalmente por el lector y acompañada por los ciriales hasta el ambón. Canto: Tu Palabra me da vida. Una vez en el ambón, el lector proclama el texto: 2Co 5,20–6,2 (2ª lectura Miércoles de ceniza) Se hace entonces un silencio de meditación. Se procede entonces a la respuesta del pueblo a la palabra de Dios que se le ha proclamado y en la cual ruega la clemencia de su Señor. Un lector: •
Presidente: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. R/ Amén. La paz sea con ustedes. R/ Y con tu espíritu.
Por el Papa, los obispos y sacerdotes para que guíen y animen a los fieles y les ayuden a madurar su fe y a avanzar en la conversión. R/ Señor, ten piedad.
•
Por todos los líderes políticos para que fieles a su conciencia den soluciones a los graves problemas sociales.
•
Por todos los que luchan y se sienten tentados, para que la limosna, la oración y el ayuno cuaresmal les ayuden a vencer el egoísmo.
II DOMINGO: TRANSFIGURACIÓN – ESPÍRITU A continuación un lector desde un atril proclama la segunda perícopa: “ENTONCES SE FORMÓ UNA NUBE QUE LOS CUBRIÓ CON SU SOMBRA Y VINO UNA VOZ DESDE LA NUBE QUE DECÍA: ESTE ES MI HIJO AMADO, ESCUCHADLE” Mc. 9,7 Se Procede entonces al segundo signo, se presenta el incensario al presidente, el cual incensará el Altar, y luego será incensado él y la asamblea. Puede dejarse un pebetero delante del altar con incienso humeante. Canto: El Espíritu que envía el Señor Se hace entonces un silencio de meditación. Se procede entonces a la respuesta del pueblo a la palabra de Dios que se le ha proclamado y en la cual ruega la clemencia de su Señor. Un lector: Por todos los catecúmenos y aquellos que han experimentado a Cristo por primera vez,
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para que perseveren en la oración y las prácticas cuaresmales y así se dispongan a llevar una vida acorde con el Evangelio que han acogido. R/ Señor, ten piedad. •
Por aquellos que acogieron el mensaje de Cristo pero lo han abandonado por diversas razones, para que en estos días especiales de gracia encuentren la Gloria de Dios y vuelvan a escuchar y seguir la Palabra de Dios. R/ Señor, ten piedad.
•
Por las familias cristianas para que la contemplación en los hogares de los misterios de la pasión y resurrección de Cristo, les ayuden a vivir con más alegría y entrega unos con otros. R/ Señor, ten piedad.
hemos nacido de nuevo del agua y del Espíritu Santo en la fuente bautismal; concédenos, te pedimos, que todos los que reciban la aspersión de esta + agua queden renovados en el cuerpo y en el alma y te sirvan con limpieza de vida. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/ Amén. Bendecida el agua, se procede al tercer signo que consiste en la aspersión de la asamblea con el agua, mientras se proclama el salmo 50. Se hace entonces un silencio de meditación. Se procede entonces a la respuesta del pueblo a la palabra de Dios que se le ha proclamado y en la cual ruega la clemencia de su Señor. Un lector: •
III DOMINGO: AGUA - VIDA A continuación un lector desde un facistol proclama la tercera perícopa:
R/ Señor, ten piedad. •
“EL AGUA QUE YO TE DARÉ DE BEBER SE CONVERTIRÁ EN FUENTE DE AGUA ETERNA” Jn 4,14 Se procede entonces a la bendición del agua: Presidente: Señor, Padre santo, dirige tu mirada sobre nosotros, que, redimidos por tu Hijo,
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Oremos para que todos nosotros seamos fieles al mandamiento del amor a Dios y al prójimo. Oremos por todos los hermanos que viven de espaldas a la alianza de Dios para que enderecen sus caminos y comprendan que sólo salva el amor. R/ Señor, ten piedad.
•
Oremos para que no olvidemos a los enfermos, los ancianos, los niños y todos los que sufren. R/ Señor, ten piedad.
IV – V DOMINGO: LUZ – GRACIA- RESURRECCIÓN A continuación un lector desde un facistol proclama la tercera perícopa: “MIENTRAS ESTOY EN EL MUNDO, YO SOY LA LUZ DEL MUNDO” Jn 9,5 Mientras se canta un canto de glorificación, salen los cirios y el incienso para acompañar la lectura del Santo Evangelio. Jn .11, 1-45 (Quinto domingo de Cuaresma ciclo A) Homilía Se hace entonces un silencio de meditación. Se entona o se canta a continuación desde el ambón el pregón de Cuaresma: (Ver página siguiente). Sobre la asamblea puede invocarse la bendición de Dios con una de las oraciones sobre el pueblo del tiempo cuaresmal en el Misal. Al final puede entonarse un canto mariano.
Caminad, hermanos, caminad! ¡Caminemos hacia Aquel que tanto nos salva! Que la Pascua nos espera: el paso de la tiniebla a la luz, de la noche al Gran Día. Que la cuaresma es nuestra aliada: nos hace fuertes en el duro combate, nos configura con Aquel que tanto nos ama, nos alienta con la oración y el silencio, nos empuja al encuentro con el hermano. ¡Convertíos, hermanos, convertíos! Que una vez más, Dios espera nuestro regreso, su abrazo … espera nuestro abrazo su mirada, busca nuestros ojos su cruz, anhela ser redención de todo humano ¡Es hora de encaminarnos hacia Jerusalén! Horas de salvación nos aguardan en un monte, pan y servicio en una sala de comensales, traición, negación, sufrimiento y soledad, todo mezclado por amor al hombre. ¡Avancemos, caminemos por la senda de la Cuaresma ¡Apoyémonos en el bastón de la oración! ¡Alumbrémonos con la luz de su Palabra! ¡Enriquezcámonos con la caridad sin límites ni farsas! Digamos “no” a todo aquello que nos degrada y de Dios nos distancia. Cuaresma…. Oración, silencio, súplica, árbol talado que se convertirá en cruz, adhesiones y deserciones, vencedores y fracasados! Es la hora de mostrar a Jesús el pozo y la fortaleza de nuestra fidelidad. Es el momento de gracia y de conversión, de saber lo que ya de sobra sabemos, que es mucho lo que nos falta para ser dignos de que el Señor haga tanto por nosotros. Amén. 33 EDICIÓN ESPECIAL / CUARESMA / CICLO A
VI. SUBSIDIO LITÚRGICO PARA EL MIÉRCOLES DE CENIZA CELEBRACIÓN DE LA PALABRA DE DIOS EN LA QUE PRESIDE LA ASAMBLEA UN DIÁCONO O TAMBIÉN UN MINISTRO NO ORDENADO.
cibida y nos comprometa a ser testigos del evangelio, que es el mismo Cristo.
La celebración se inicia con un canto apropiado. En una mesa se dispone la Ceniza previamente Bendecida por el Presbítero.
Señor, Fortalécenos con tu auxilio al empezar la Cuaresma, para que nos mantengamos en espíritu de conversión; que la austeridad penitencial de estos días nos ayuden en el combate cristiano. Por nuestro Señor Jesucristo tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. R/ Amén. Si preside un diácono, hace el Saludo, si preside un Ministro no ordenado se inicia directamente con la monición. El Señor esté con ustedes. R/ Y con tu espíritu Monición Inicial Queridos hermanos: “La alegría del evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús.” (EG 1) El tiempo de la Cuaresma que iniciamos en este día, es un tiempo de Gracia en el cual el hombre, tocado por el pecado, se puede encontrar con el Padre de la Misericordia que le regala la alegría del perdón. La ceniza es un signo que nos invita a volver al sendero de la alegría y de la santidad del que nos apartamos a causa del pecado. Pidamos a Dios que este tiempo nos restaure en la gracia re-
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Oración
Monición a las lecturas Escuchemos ahora la Palabra de Dios, escrita para iluminar y acompañar nuestro camino y para guiar a los que queremos recobrar la amistad y la alegría de nuestra vida como hijos de Dios. Primera Lectura Lectura del profeta Joel (2,1218) “Rasgad los corazones y no las vestiduras” “Ahora -oráculo del Señor- convertíos a mí de todo corazón con ayuno, con llanto, con luto. Rasgad los corazones y no las vestiduras; convertíos al Señor, Dios vuestro, porque es compasivo y misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad; y se arrepiente de las amenazas.” Quizá
se arrepienta y nos deje todavía su bendición, la ofrenda, la libación para el Señor, vuestro Dios. Tocad la trompeta en Sión, proclamad el ayuno, convocad la reunión. Congregad al pueblo, santificad la asamblea, reunid a los ancianos. Congregad a muchachos y niños de pecho. Salga el esposo de la alcoba, la esposa del tálamo. Entre el atrio y el altar lloren los sacerdotes, ministros del Señor, y digan: “Perdona, Señor, a tu pueblo; no entregues tu heredad al oprobio, no la dominen los gentiles; no se diga entre las naciones: ¿Dónde está su Dios? El Señor tenga celos por su tierra, y perdone a su pueblo.” Palabra de Dios O bien, De la segunda carta del Apóstol San Pablo a los Corintios (5,20; 6,2) Somos, pues, embajadores de Cristo, como si Dios exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os suplicamos: ¡reconciliaos con Dios! Pues dice él: En el tiempo favorable te escuché y en el día de salvación te ayudé. Mirad ahora el momento favorable; mirad ahora el día de salvación. Palabra de Dios
Salmo Responsorial: 50, 3-4. 5-6a. 12-13. 14 y 17 (R.: cf. 3a.) R/.”Misericordia, Señor: hemos pecado.” Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa. Lava del todo mi delito, limpia mi pecado. R/. Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti sólo pequé, cometí la maldad que aborreces. R/. Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. R/. Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso. Señor, me abrirás los labios, y mi boca proclamará tu alabanza. R/. O bien, si preside el Diácono Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 6,1-6.16-18 Dice el Señor: Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no lo vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga.
Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. «Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas bien plantados para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Palabra del Señor. Meditación: El signo de la Ceniza, recuerdo de nuestra limitación, de nuestra condición de pecadores busca mostrar al creyente el camino del encuentro con Dios, un camino que va siempre en ascenso. Así nos exhorta el Papa Francisco cuando nos dice “No se nos pide que seamos inmaculados, pero sí que estemos siempre en crecimiento, que vivamos el deseo
profundo de crecer en el camino del evangelio” (EG 151) El tiempo de la Cuaresma es un tiempo en el cual el cristiano reconoce su pecado y su limitación, pero no se queda anclado en él, sino que acogiéndose al perdón de Dios inicia un camino de conversión que lo hará mejor cristiano y mejor ser humano. Como nos cuenta la Parábola del Hijo Pródigo, el cristiano sabe que al final de su camino luego de ir repitiendo “he pecado contra el cielo y contra ti” (Lucas 15, 18) le aguarda el amor hecho misericordia, el perdón que se hace fiesta, la acogida amorosa de Dios que ama al pecador y sabe ofrecerle, si lo pide con fe, el don de la reconciliación. Pero la Ceniza no se puede quedar en algo que se recibe como el cumplimiento de una tradición. La persona que recibe la Ceniza se compromete a crecer en la fe por medio de obras concretas que demuestren a todos la verdad de nuestros propósitos de conversión. Es por eso que en este día debemos trazarnos compromisos serios en la oración, la penitencia y las obras de caridad. En el mundo en el que estamos el creyente que recibe la Ceniza se debe constituir en abanderado de la reconciliación y de la paz, debe ser signo vivo de amor misericordioso con su caridad concreta, silenciosa, generosa. Debemos ser los mejores en una vida de oración, en la sinceridad de nuestros actos, en la rectitud de nuestra vida. Que María nuestra Madre nos ayude y acompañe para cami-
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nar con fe en este tiempo cuaresmal, que nos llevará a la alegría de contemplar el rostro del resucitado. Amén. Imposición de la Ceniza Ahora el que preside toma con toda reverencia la ceniza bendecida que ha llevado y luego de decir la siguiente oración, procede a la Imposición del Signo. Oh Dios que te dejas vencer por el que se humilla y encuentras agrado en quien expía sus pecados escucha benignamente nuestras súplicas y haz que descienda tu gracia sobre estos siervos tuyos que van a recibir la ceniza, para que, fieles a las prácticas cuaresmales, puedan llegar, con el corazón limpio, a la celebración del Misterio Pascual de tu Hijo, Él que vive y reina por los siglos de los siglos. R/ Amén. El que preside: Acerquémonos, pues a la gracia de este signo en el cual el Señor nos invita a la conversión. Luego se impone la ceniza, y a medida que la van recibiendo los fieles se entonan los salmos penitenciales o un canto apropiado como los que se sugieren más adelante. Puede concluirse con la recitación comunitaria del Padre
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nuestro y el rito de despedida. (si es diácono bendice a la asamblea): V/ Bendigamos al Señor. R/ Demos gracias a Dios. Cantos penitenciales: 1. DIOS ES FIEL.
Dios es fiel guarda siempre su alianza,libera al pueblo de toda esclavitud,su palabra resuena en los profetas,reclamando el bien y la virtud.
Pueblo en marcha por el desierto ardiente, horizontes de paz y libertad, asamblea de Dios, eterna fiesta, tierra nueva, perenne heredad. Si al mirar hacia atrás somos tentados de volver al Egipto seductor, el Espíritu empuja con su fuerza a avanzar por la vía del amor. El maná es un don que Dios envía, pero el pan hoy se cuece con sudor, leche y miel nos dará la tierra nueva, si el trabajo es fecundo y redentor. Y Jesús nos dará en el calvario su lección “hágase tu voluntad”, y su sangre, vertida por nosotros, será el precio de nuestra libertad. 2. ORACIÓN DEL POBRE.
Vengo ante Ti, mi Señor, con el peso de mi culpa, con la fe puesta en tu amor que me abraza como a un hijo.
Te abro mi corazón y te ofrezco mi miseria, despojado de mis cosas quiero llenarme de Ti QUE TU ESPÍRITU SEÑOR ABRASE TODO MI SER. HAZME DÓCIL A TU VOZ TRANSFORMA MI VIDA ENTERA. HAZME DÓCIL A TU VOZ TRANSFORMA MI VIDA ENTERA. Puesto en tus manos, Señor, reconozco que soy débil, más Tú me quieres así y por eso yo te alabo.
Padre, en mi debilidad Tú me das la fortaleza, amas al pobre y sencillo, le das tu paz y perdón. Gracias porque ya lo haces, porque tu paz me libera, porque acoges mi oración por el don que es mi pobreza. Que gozo siento al estar en los brazos de mi Padre, canto y alabo tu amor porque curas al enfermo.
3. EL SEÑOR ES MI FUERZA, MI ROCA Y SALVACIÓN.
Tú me guías por sendas de justicia, me enseñas la verdad. Tú me das el valor para la lucha, sin miedo avanzaré. luminas las sombras de mi vida, al mundo das la luz, aunque pase por valles en tinieblas yo nunca temeré. Yo confío el destino de mi vida al Dios de mi salud; a
los pobres enseñas el camino, su escudo eres Tú. 4. CAMINARÉ EN PRESENCIA DEL SEÑOR, CAMINARÉ EN PRESENCIA DEL SEÑOR.
Amo al Señor porque escucha mi voz suplicante, porque inclina su oído hacia mí el día que lo invoco. Me envolvían redes de muerte, caí en tristeza y en angustia, invoqué el nombre del Señor: “Señor, salva mi vida”. El Señor es benigno y justo, nuestro Dios es compasivo,el Señor guarda a los sencillos, estando yo sin fuerzas, me 5. TU PALABRA ME DA VIDA, CONFÍO EN TI, SEÑOR. TU PALABRA ES ETERNA, EN ELLA ESPERARÉ.
Dichoso el que con vida intachable camina en la ley del Señor, dichoso el que, guardando sus preceptos, lo busca de todo corazón. Postrada en el polvo está mi alma, devuélvame la vida tu palabra, mi alma está llena de tristeza, consuélame, Señor, con tus promesas.
Oh Dios que te dejas vencer por el que se humilla y encuentras agrado en quien expía sus pecados escucha benignamente nuestras súplicas y haz que descienda tu gracia sobre estos siervos tuyos que van a recibir la ceniza, para que, fieles a las prácticas cuaresmales, puedan llegar, con el corazón limpio, a la celebración del Misterio Pascual de tu Hijo, Él que vive y reina por los siglos de los siglos. (Oración bendición de la Ceniza)
Escogí el camino verdadero y he tenido presentes tus decretos, correré por el camino del Señor cuando me hayas ensanchado el corazón.
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VII. SUBSIDIO CELEBRATIVO: MONICIONES Y ORACIÓN DE LOS FIELES PARA LOS DOMINGOS DE CUARESMA PRIMER DOMINGO DE CUARESMA MONICIÓN INICIAL Hermanos: Como pueblo de Dios iniciamos con fe este camino cuaresmal. En este itinerario litúrgico dispondremos nuestro corazón a la celebración de una auténtica pascua. Este tiempo de gracia es un espacio privilegiado para escuchar, seguir y alegrarse. Escuchar la voz de Dios que nos llama a la conversión, seguir los pasos de Cristo que nos conducen a la salvación y llenarse de gozo por un “Dios que no se cansa nunca de perdonar” (Cf. EG 3). Hagamos de estos días una verdadera experiencia de crecimiento y de transformación de la mente y el corazón. Pongámonos de pie y entonemos con alegría el canto de entrada.
dad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del evangelio.” (EG 20) Que estos días de recogimiento nos permitan descubrir que “la alegría del evangelio” es un gozo que se debe compartir, en especial a todos aquellos que necesitan de una voz de aliento y de esperanza. La misión es fruto de la conversión.
MONICIÓN FINAL Celebrar la fe nos debe llevar a “salir de nuestra propia comodi-
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Por los pobres, los marginados y los que sufren a causa de la injusticia, para que encuentren en nosotros la alegría de Cristo que los conforta.
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Por todos nosotros, que iniciamos este tiempo de la Cuaresma, para que convirtamos nuestro pensamiento y nuestro corazón al evangelio de Cristo, y así encontramos el gozo que no se acaba.
ORACIÓN DE LOS FIELES Presidente: Hermanos: Con un corazón dispuesto a la conversión, presentemos a Dios Padre nuestras súplicas diciendo: R/ PADRE DE MISERICORDIA, ESCÚCHANOS. •
MONICIÓN A LAS LECTURAS La “alegría del evangelio” la experimentamos cuando abrimos nuestra vida a la escucha atenta de la Palabra de Dios. Las lecturas de este primer Domingo de Cuaresma marcan la pauta para estos días que nos preparan para vivir el misterio Pascual. En Cristo podemos vencer las tentaciones que amenazan con privarnos de una vida nueva. Sólo en Él podemos experimentar la auténtica alegría que viene de Dios.
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Por la Iglesia, para que con la oración y las obras de caridad, sea en medio del mundo una luz de esperanza para todos aquellos que creen y han dejado de creer. Por el Papa, los obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, para que por medio de su testimonio sepan guiar al pueblo de Dios por caminos de conversión. Por los gobernantes de las naciones, especialmente los de nuestro país, para que en el ejercicio de su autoridad se pongan al servicio de la verdad, la justicia y la concordia de los pueblos.
Presidente: Padre misericordioso atiende las suplicas de tu pueblo, y enciende en ellos la luz de tu Gracia. Por Jesucristo nuestro Señor. R/ Amén. RECOMENDACIONES TORALES
PAS-
El tiempo de la Cuaresma es un tiempo en el cual la Iglesia se recoge y se silencia. De ahí la austeridad de su liturgia que reserva todo el gozo y esplendor para la celebración de la Pascua. Algunas recomendaciones: •
El altar debe estar desprovisto de flores, si se va a tener un signo cuaresmal cuídese que este sea lo más austero posible.
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Los cantos han de ser sobrios y su acompañamiento musical el más sencillo po-
sible. Evítense los cantos festivos, y que los que se escojan para la liturgia Eucarística manifiesten el sentido penitencial del tiempo. •
En la liturgia dominical, al momento del acto penitencial puede privilegiarse la fórmula de bendición del agua y aspersión del pueblo.
SEGUNDO DOMINGO CUARESMA
dilecto y nos ha invitado a escucharlo, presentémosle nuestras súplicas confiadas y digámosle con fe: R/ PADRE DE AMOR, ESCÚCHANOS •
Por el Papa, por los obispos, presbíteros y demás ministros de la Iglesia, para que lleven a todos los hombres la palabra de Salvación y los conduzcan a la experiencia de la pascua, roguemos al Señor.
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Por los que presiden los destinos de las naciones, para que gobernando con verdadero espíritu de servicio, puedan implantar un nuevo orden social, roguemos al Señor.
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Por los que sufren a causa de la guerra, la violencia o los fenómenos naturales, para que confíen en la presencia de Dios a través de quienes les están cercanos, roguemos al Señor.
•
Por nosotros aquí presentes, para que siendo testigos del amor de Dios, lo difundamos con alegría y demos frutos en la caridad para la vida del mundo, roguemos al Señor.
DE
MONICIÓN DE ENTRADA Hermanos: Estamos en el camino de la cuaresma, que nos conduce hasta la Pascua gloriosa del Señor. Siguiendo el ejemplo de Abrahán, recorrámoslo con confianza, seguros de que nos llevará hasta la tierra prometida: la salvación que todos confiamos alcanzar. Participemos con alegría y espíritu de piedad en esta celebración. De pie entonemos el canto de entrada. MONICIÓN A LAS LECTURAS La Palabra del Señor nos invita a levantarnos, salir, desinstalarnos, caminar e ir al encuentro de las promesas, aun si esto implica renunciar a los propios intereses y subir al Calvario. La promesa es grande: la vida y la gloria en Dios. Escuchemos atentos. ORACIÓN DE LOS FIELES Presidente: Hermanos: Al Padre celestial, que ha glorificado a su Hijo pre-
Presidente: Padre celestial, atiende las súplicas que te hemos dirigido, y ayúdanos a recorrer dignamente el camino cuaresmal. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/ Amén.
TERCER DOMINGO DE CUARESMA MONICIÓN DE ENTRADA Queridos hermanos: sean bienvenidos a esta celebración eucarística. Ya vamos avanzando en este tiempo de Cuaresma, donde nos preparamos para celebrar la Pascua gloriosa de nuestro Señor Jesucristo. Él se nos presenta hoy como la fuente de agua viva que calma nuestra sed y nos conduce a la vida eterna; vivamos con mucha intensidad y alegría esta acción de gracias para que, entregándole al Señor nuestra vida, nuestro culto y oración lleguen a hacerse en espíritu y verdad. Coloquémonos de pie y entonemos el canto de entrada. MONICIÓN A LAS LECTURAS Dios, que no cesa de hablar con nosotros, quiere, por medio de su Palabra, transformarnos y llenarnos de esperanza. Escuchemos su voz, no endurezcamos el corazón, para que la semilla de la Palabra que va a ser proclamada, encuentre en nosotros terreno fértil, en el que pueda crecer y dar mucho fruto. MONICIÓN FINAL En el pueblo muchos samaritanos creyeron en Jesús por el testimonio que había dado la mujer de Él. Y ahora nosotros que nos hemos fortalecido con este alimento celestial, salgamos dispuestos a dar testimonio de nuestra fe, tal como lo hizo la samaritana, de manera que, nuestras acciones muevan mu-
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chos corazones a encontrarse con el amor de Dios. ORACIÓN DE LOS FIELES Presidente: Hermanos: Oremos a Dios Padre que, habiendo enviado a su Hijo Jesucristo a morir por nuestros pecados, nos demuestra su gran amor; por eso aclamémosle diciendo: R/ ACUERDATE SEÑOR DE TU PUEBLO •
Por la Iglesia Universal: el Papa, todos los obispos, sacerdotes y diáconos; para que guíen tus hijos por el camino de la salvación. Oremos.
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Por los gobernantes, para que promuevan la justicia, sean luchadores incansables de la verdad y estén al servicio de las comunidades. Oremos.
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Por los enfermos y por los que sufren, para que, Tú Señor, seas su fortaleza, su compañía y gozo. Oremos.
•
Por todos nosotros (por esta comunidad de N), para que te sigamos con decisión, demos testimonio de tu amor, y encontremos en ti la fuente viva que calma nuestra sed. Oremos.
•
Por la paz, para que entre todos los hombre reine la fraternidad y el amor. Oremos.
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Presidente: Padre, seguros de que escuchas las súplicas de tus hijos, confiadamente te presentamos estas oraciones y todas aquellas que se encuentran en lo profundo de nuestro corazón. Por Jesucristo nuestro Señor. R/ Amén. CUARTO DOMINGO DE CUARESMA MONICIÓN INICIAL Hermanos: Hoy hemos sido convocados por el Señor a estar con Él, pues su llamado es penetrante y llega a los corazones donde se siembra su Palabra y se lleva a cabo su obra. Dios quiere que vayamos con Él en este tiempo de cuaresma, momento importante para reconciliarnos y ver la necesidad de su compañía en cada momento de nuestra vida; pero primero debemos reconocernos débiles y ciegos, para que al abrirle las puertas del corazón, podamos ver y contemplar con gozo y regocijo su luz que nos muestra cómo despojarnos de las miserias humanas y de las cosas impuras que el mundo nos ofrece. Permitamos que el Espíritu de Dios nos impregne a través de su Hijo que ha querido redimirnos en su amor. De pie entonemos el canto de entrada.
como un pastor sencillo que es llamado y ungido por Dios a través de Samuel, pero que es el Señor quien lo lleva en su regazo como ese Pastor Santo que está al cuidado de su rebaño. El mismo Señor se muestra como esa luz imperecedera que irradia nuestras obras con toda su justicia, su bondad y verdad. Es el llamado para que cautivemos a Dios con nuestras obras y primordialmente con nuestra vida. Permitamos que la Palabra de Dios nos motive a seguir su voluntad. ORACIÓN DE LOS FIELES Presidente: Hermanos: Oremos a Dios Padre Todopoderoso para que su santo Espíritu nos impulse a la conversión de corazón y así podamos participar fervorosamente de la solemnidad de la Pascua. Por eso, respondemos: R/DANOS TU LUZ, SEÑOR •
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MONICIÓN A LAS LECTURAS Hoy la Liturgia de la Palabra nos trae el mensaje sobre la sencillez de corazón y la rectitud. Por eso, encontramos a David
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Te pedimos, Señor, por la Iglesia para que iluminada por tu Espíritu nos siga enseñando el camino de la Salvación. Oremos. Te pedimos, Señor, por nuestro Papa, los Obispos y sacerdotes, para que tengan un encuentro real con tu presencia y nos sigan motivando a la reconciliación y a la penitencia. Oremos. Te pedimos, Señor, por nuestros gobernantes para que promuevan la paz y la justicia y lleguemos todos
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así a la concordia y al perdón. Oremos.
QUINTO DOMINGO DE CUARESMA
Te pedimos, Señor, por las personas que sufren de enfermedades físicas y espirituales, para que durante este tiempo encuentren en Ti la fuerza y la luz. Oremos.
MONICIÓN DE ENTRADA Hermanos: La alegría del Evangelio es una alegría que nada ni nadie nos puede quitar. La mirada del creyente sabe reconocer la luz en medio de la oscuridad. (EG 84) La liturgia de este domingo nos invita a reconocer que Dios tiene la última palabra sobre el dolor, el pecado y la muerte. Que la alegría de la salvación se impone sobre cualquier adversidad. Por esto participemos activamente en esta celebración y acojamos la vida que Él mismo nos regala. De pie entonemos con alegría el canto de entrada.
Te pedimos Señor, por cada uno de nosotros y de nuestras familias, para que nos sintamos movidos por tu Espíritu y así alcancemos la conversión. Oremos.
Presidente: Ten misericordia, Señor, de tu Iglesia suplicante y atiende propicio a los corazones que se inclinan a Ti, para que, al participar en los divinos misterios, gocemos siempre de tus auxilios. Por Jesucristo nuestro Señor. R/Amén. MONICIÓN DE SALIDA La Santa Misa no termina acá, sino que se prolonga en nuestras vidas, porque hemos sido testigos del amor de Dios al darnos a su Hijo único en la Cruz. Es el mismo Jesús quien quiso enseñarnos con sus palabras y obras el sentido de vivir en la luz, no para ver las miserias del mundo sino para contemplarlo en los demás y hacerlo parte de nuestra vida. Que La Virgen María nuestra Madre nos ayude en este buen propósito.
MONICIÓN A LAS LECTURAS La Iglesia no puede vivir del pesimismo, el fatalismo y la desconfianza. Donde parece que todo ha muerto aparecen los brotes de resurrección. (EG 276) La liturgia de la Palabra nos invita a contemplar a Jesús como la Resurrección y la Vida, la única Vida que nos lleva a dinamizar la historia por medio de una vida de conversión. Escuchemos. MONICIÓN FINAL Que participar de esta gran celebración comunitaria nos ayude a reconocer que los males del mundo no son motivo de frustración, sino que al contrario son una invitación a no ¡Dejarnos robar la alegría evangelizadora! (EG83) y caminar hacia un mundo más justo, más fraterno y más lleno de Dios.
ORACIÓN DE LOS FIELES Presidente: Hermanos: Presentemos a Dios Padre nuestras súplicas, confiados en que nuestra oración será transformada en bendición y digámosle con fe: R/ DIOS DE LA VIDA ESCÚCHANOS. •
Por el Papa, por los obispos, sacerdotes y diáconos, para que en su ministerio sean dispensadores de la vida misma que es Cristo.
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Por los gobernantes, para que con sus acciones promuevan la defensa de la vida y hagan que esta sea respetada y valorada por todos.
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Por aquellos que por diversas circunstancias están amenazados en su integridad física, para que encuentren fortaleza, consuelo y esperanza en sus angustias.
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Por todos nosotros que caminamos a la luz de la fe en este tiempo cuaresmal, para que guiados por la fuerza del Espíritu convirtamos nuestro corazón a los valores del evangelio.
Presidente: Padre bueno que libras de la muerte a los que confían en Ti, escucha las palabras que te hemos presentado con fe, en el caminar hacia la Pascua. Por Jesucristo Nuestro Señor. R/ Amén.
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VIII. CELEBRACIÓN MIÉRCOLES DE CENIZA PARA NIÑOS PARA TENER EN CUENTA •
Es importante que durante la celebración los niños sientan que Jesús es el centro y que ellos son protagonistas, invitándoles continuamente a participar. La relación de cercanía y horizontalidad es apreciada por ellos. Los niños también tienen anhelos, retos, tristezas y alegrías que en muchas ocasiones no logran expresar en los otros espacios. Durante la celebración deben sentir que pueden acudir a la Iglesia para protegerlos, acogerlos y acompañarlos.
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Sugerimos que los lectores de la celebración sean niños.
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Como ambientación, se dispondrá de un corazón gigante que esté ubicado en medio de la asamblea. En el centro del corazón estará escrita la frase: “Éste es el corazón de Dios”. Este signo puede estar visible durante todo el tiempo de Cuaresma para que invite a todos a hacer propósitos de cambio.
Canto: El amor del Señor es maravilloso.
MONICIÓN DE ENTRADA (Niño y niña) •
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Bienvenidos a nuestra celebración. Hoy empezamos un nuevo tiempo que se llama Cuaresma y significa 40 días. Es un tiempo que Dios nos regala para preparar la Semana Santa y reconocer que le hemos fallado a nuestro amigo Jesús. Jesús es el mejor amigo y quiere que seamos felices y hagamos felices a los demás, por eso nos perdona. Y como signo de que queremos cambiar y resucitar, iniciamos un camino de 40 días con el Miércoles de Ceniza.
Sacerdote: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo El Señor que nos llama a ser santos, esté con ustedes. Queridos niños, para comenzar esta celebración, le pediremos a nuestro Padre Dios que nos mire con ternura y perdone nuestros pecados. Peticiones de Perdón Se puede invitar a responder después de cada petición: Perdón, Señor. † Padre Dios, perdón porque no te he amado cuando me burlo y hago sentir mal a mis compañeros y vecinos.
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† Padre Dios, perdón porque no te he amado cuando prefiero tenerlo todo y no pienso en compartir con los demás. † Padre Dios, perdón porque no te he amado cuando me da pereza ir a Misa y orar. † Padre Dios, perdón porque no he amado a mis padres cuando hago cosas que sé que a ellos les disgustan, cuando hago cosas malas al escondido. † Padre Dios, perdón porque no he sido considerado con los demás cuando por mi orgullo busco humillar al otro con lo que tengo. † Padre Dios, perdón porque no he sido bueno con tu creación cuando arrojo basuras al suelo y no cuido de los árboles, las plantas y los animales. † Padre Dios, perdón porque no he amado a los mayores cuando soy grosero y altanero. † Padre Dios, perdón porque no amo cuando me preocupo solo por mi bien personal. Canto: Tú que siempre nos perdonas
Sacerdote: Que nuestro Padre Dios mire nuestro arrepentimiento, perdone nuestras faltas de amor y de caridad, y nos lleve al cielo. Amén
Mí. Regocíjense y alégrense, porque la recompensa de ustedes en los cielos es grande, porque así persiguieron a los profetas que fueron antes que ustedes.
Ahora los invito a escuchar las palabras del Evangelio de san Mateo:
Palabra del Señor Gloria a Ti, Señor, Jesús
LECTURA DEL EVANGELIO Del Evangelio según san Mateo (5,1-12) Cuando Jesús vio a las multitudes, subió al monte; y después de sentarse, sus discípulos se acercaron a Él. Y abriendo su boca, les enseñaba, diciendo: Bienaventurados (felices) los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, pues ellos serán consolados. Bienaventurados los humildes, pues ellos heredarán la tierra. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, pues ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, pues ellos recibirán misericordia. Bienaventurados los de limpio corazón, pues ellos verán a Dios. Bienaventurados los que procuran la paz, pues ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados aquéllos que han sido perseguidos por causa de la justicia, pues de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados serán cuando los insulten y persigan, y digan todo género de mal contra ustedes falsamente, por causa de
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Pautas para la reflexión: •
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Dios nos da un corazón grande para amar, y a veces nosotros nos olvidamos de eso. Cuando no amamos, nuestro corazón se arruga, nos volvemos malgeniados y peleamos todo el tiempo. Jesús nos invita a desarrugar el corazón. A nuestro Padre Dios también se le arruga el corazón, cuando por nuestras malas actitudes lo entristecemos. Así nos lo cuenta Jesús comparando el amor de nuestro Padre con el de un papá al cual su hijo menor lo abandonó para ir a gastarse la plata en cosas materiales. Ese papá todos los días miraba por la ventana esperando a que su hijo regresara. Y cuando eso pasó, no lo regañó si no que lo abrazó, le dio besos y le mandó traer regalos. Pensemos en las situaciones en las que le hemos arrugado el corazón a nuestro Padre Dios (en este momento varios niños pueden dirigirse hacia el corazón previamente preparado, e ir diciendo en voz alta algunas
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actitudes que entristecen a Dios y que tienen que ver con la primera bienaventuranza, por ejemplo: EGOÍSMO, ENVIDIA, IRRESPETO…, al mismo tiempo van arrugando “el corazón de Dios” con sus manos). Los niños y niñas también podemos cambiar el mundo, darle ejemplo a los adultos y mostrar que podemos vivir en paz. Cuaresma es un regalo de Dios y es también un desafío para ser mejores. ¿Qué podemos hacer? Obedecer a nuestros papás, ayudarle a los más necesitados, compartir la lonchera, perdonar a quien nos saca la rabia. (incentivar a los niños a compartir ¿Qué podrían hacer para ser mejores en este tiempo?) Con nuestro arrepentimiento desarrugamos el corazón de Dios porque le mostramos que en verdad lo amamos. ¿Cómo estará este corazón al final de la Cuaresma?
Canto: Danos un corazón (Coro) IMPOSICIÓN DE LA CENIZA Sacerdote: Cuando quemamos algo, queda hecho CENIZAS. Nosotros también queremos quemar el mal y el odio que no nos deja ser felices. Queremos que nazca en nosotros algo nuevo: la paz, la amistad, la solidaridad, el amor, la dulzura, la comprensión, la tolerancia.
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BENDICIÓN DE LA CENIZA Y DE LOS NIÑOS: *Sacerdote: Vamos a quedarnos unos momentos en silencio para rezar pidiéndole a Dios, nuestro Padre, que nos mire con cariño a todos los aquí reunidos y bendiga con su amor esta ceniza que vamos a imponer en nuestra frente como signo del deseo de cambiar y dejar nuestras actitudes cómodas y egoístas. Oremos: Padre nuestro, cuando somos pobres de corazón reconocemos nuestros pecados sin intentar disimularlos. Míranos aquí reunidos y bendícenos a todos para que esta ceniza sea verdadero símbolo del esfuerzo que queremos hacer en esta Cuaresma para conocer más a Jesús, a nosotros mismos y llegar a ser como Tú quieres que seamos. Amén. IMPOSICIÓN DE LA CENIZA: A cada niño se le dice: “Con tu cambio amas a Dios” y se le impone la ceniza en la frente. Luego se le pone sobre el pecho un sticker de corazón a cada uno. Cantos: Bienaventurados seremos, Señor. Jesús, entra en mi corazón. ACCIÓN DE GRACIAS: 1. Te damos gracias, Padre, porque por medio de Jesús nos has amado tanto que
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nos ofreces el tiempo de la Cuaresma para ser bienaventurados y felices. 2. Te damos gracias, Señor, por el pan de cada día, porque lo podemos compartir con los demás y evitar que los niños se enfermen o mueran a causa del hambre. 3. Te damos gracias, Señor, por este Miércoles de Ceniza que nos regalas, has que sea una oportunidad para reconocer nuestros errores y para reconciliarnos con nuestras familias y con nuestros compañeros de estudio. ORACION DEL PADRENUESTRO Sintiéndonos felices y bienaventurados, dirijámonos a nuestro Padre como Jesús nos enseñó: Padre nuestro… ORACION FINAL Oremos: Padre lleno de amor y ternura, hemos iniciado un camino que nos conduce a la Resurrección de tu Hijo Jesús, concédenos vivir en humildad, pobreza y sencillez para ser llamados bienaventurados y ser llevados al cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. BENDICIÓN FINAL
Jesús es el mejor amigo yquiere que seamos felices y hagamos felices a los demás, por eso nos perdona. Y como signo de que queremos cambiar y resucitar, iniciamos un camino de 40 días con el Miércoles de Ceniza.
IX. CELEBRACIÓN LITÚRGICA MIÉRCOLES DE CENIZA PARA JÓVENES «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos» (Mt 5,3) PRESENTACIÓN Querido agente de pastoral El Miércoles de Ceniza y la Cuaresma, son tiempos en los cuales los niños y los jóvenes se acercan con mayor devoción a la Iglesia, por eso, desean encontrar novedad y ante todo un espacio de reflexión y gozo. Esta propuesta tiene el objetivo de brindar a los agentes pastorales, herramientas para hacer de esta celebración el inicio de un proceso que lleve a los participantes a una transformación en su pensamiento y en su obrar. Hemos tomado las palabras del Papa Francisco en su mensaje a los jóvenes para la Jornada Mundial de este año: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos» (Mt 5,3). Con este mensaje tenemos un compromiso en esta cuaresma en la evangelización de los pobres, hallando la felicidad con una vida sobria. Pbro. Mauricio Salazar Martínez Delegado Arzobispal de Pastoral Juvenil Ambientación: En el lugar, el animador y su equipo tendrán preparados di-
versos signos: un crucifijo, un espacio lleno de cosas (objetos materiales, vicios y cadenas junto a jóvenes infelices) y un joven vestido como Francisco de Asís. Además, ubicará varias carteleras con las siguientes frases: •
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Si sabes decir «sí» a Jesús, entonces, tu vida joven se llenará de significado y será fecunda. ¡Aspiren a cosas grandes! ¡Ensanchen sus corazones! Es muy triste ver a una juventud «harta», pero débil. Los jóvenes que escogen a Jesús son fuertes, se alimentan de su Palabra y no se «atiborran» de otras cosas. Los Jóvenes son el futuro del mañana.
Comentario inicial: La ceniza es el resultado de la quema de unos ramos y simboliza nuestro deseo de quemar aquello que nos impide encontrarnos con Jesús. Dispongámonos a vivir esta celebración con espíritu de pobres y abandonémonos en los brazos de nuestro Padre celestial. Canto: Oración del pobre Oremos: Señor, fortalécenos con tu auxilio al empezar la Cuaresma, para que nos mantengamos en espíritu de conversión; que la austeridad penitencial de estos días
nos ayude en el combate cristiano contra las fuerzas del mal. Por Nuestro Señor Jesucristo Lecturas De la segunda carta de san Pablo a los Corintios 8,7-9 Hermanos: Así como ustedes abundan en todo: en fe, en palabra, en conocimiento, en toda solicitud, y en el amor que hemos inspirado en ustedes, vean que también abunden en esta obra de gracia. No digo esto como un mandamiento, sino para probar, por la solicitud de otros, también la sinceridad del amor de ustedes. Porque conocen la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico, sin embargo por amor a ustedes se hizo pobre, para que por medio de Su pobreza ustedes llegaran a ser ricos. Palabra de Dios. R/ Te alabamos, Señor. Salmo 50 R: Perdón, Señor, hemos pecado. Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado. R
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Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra Ti, contra Ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces. R En la sentencia tendrás razón, en el juicio resultarás inocente. Mira, en la culpa nací, pecador me concibió mi madre. R Te gusta un corazón sincero, y en mi interior me inculcas sabiduría. Rocíame con el hisopo: quedaré limpio; lávame: quedaré más blanco que la nieve. R Hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados. Aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa. R Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. R Canto: Tu Palabra me da vida Del Evangelio según San Mateo (5,1-12) Cuando Jesús vio a las multitudes, subió al monte; y después de sentarse, sus discípulos se acercaron a Él. Y abriendo su boca, les enseñaba, diciendo: “Bienaventurados (Felices) los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos. “Bienaventurados los que lloran, pues ellos serán consolados. “Bienaventurados los humildes, pues ellos heredarán la tierra. “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia,
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pues ellos serán saciados. “Bienaventurados los misericordiosos, pues ellos recibirán misericordia. “Bienaventurados los de limpio corazón, pues ellos verán a Dios. “Bienaventurados los que procuran la paz, pues ellos serán llamados hijos de Dios. “Bienaventurados aquéllos que han sido perseguidos por causa de la justicia, pues de ellos es el reino de los cielos. “Bienaventurados serán cuando los insulten y persigan, y digan todo género de mal contra ustedes falsamente, por causa de Mí. Regocíjense y alégrense, porque la recompensa de ustedes en los cielos es grande, porque así persiguieron a los profetas que fueron antes que ustedes. Palabra del Señor. R/ Gloria a ti, Señor Jesús. Reflexión (Leen varios jóvenes con música de fondo) “En toda su vida, desde el nacimiento en la gruta de Belén hasta la muerte en la cruz y la resurrección, Jesús hizo realidad las Bienaventuranzas. Todas las promesas del Reino de Dios se han cumplido en Él” (Papa Francisco). “Bienaventurados quiere decir felices. Jóvenes: ¿Buscamos de verdad la felicidad? En una época en que tantas apariencias de felicidad nos atraen, corre-
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mos el riesgo de contentarnos con poco, de tener una idea de la vida «en pequeño». ¡Aspiren, en cambio, a cosas grandes! ¡Ensanchen sus corazones!” (Papa Francisco). (Los jóvenes que se encuentran en el escenario, comienzan a caminar sin rumbo). “Cuando buscamos el éxito, el placer, el poseer en modo egoísta y los convertimos en ídolos, podemos experimentar también momentos de embriaguez, un falso sentimiento de satisfacción, pero al final nos hacemos esclavos, nunca estamos satisfechos, y sentimos la necesidad de buscar cada vez más. Es muy triste ver a una juventud «con tantas posesiones», pero débil” (Papa Francisco). (Los jóvenes que se encuentran en el escenario, se arrodillan ante sus posesiones). “Los jóvenes que escogen a Jesús son fuertes, se alimentan de su Palabra y no se «atiborran» de otras cosas. Atreveos a ir contracorriente. Sed capaces de buscar la verdadera felicidad. Decid no a la cultura de lo provisional, de la superficialidad y del usar y tirar, que no os considera capaces de asumir responsabilidades y de afrontar los grandes desafíos de la vida” (Papa Francisco) (Los jóvenes que se encuentran en el escenario se van
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despojando de sus cosas y se dirigen hacia el personaje de Francisco de Asís). “San Francisco se despojó de una vida acomodada y despreocupada para casarse con la «Señora Pobreza», para imitar a Jesús y seguir el Evangelio al pie de la letra. Francisco vivió inseparablemente la imitación de Cristo pobre y el amor a los pobres, como las dos caras de una misma moneda” (Papa Francisco) (Francisco de Asís les ofrece una túnica ojalá blanca o clara para despojarse de sus cosas). “Ante todo, intentemos ser libres en relación con las cosas. Se trata de buscar lo esencial, de aprender a despojarse de tantas cosas superfluas que nos ahogan. Desprendámonos de la codicia del tener, del dinero idolatrado y después derrochado. Pongamos a Jesús en primer lugar. Él nos puede liberar de las idolatrías que nos convierten en esclavos. Él nos conoce, nos ama y jamás se olvida de nosotros. Así como cuida de los lirios del campo (cfr. Mt 6,28), no permitirá que nos falte nada. Se necesita valor para ser felices, también es necesario el valor para ser sobrios. Tenemos que aprender a estar con los pobres. Acerquémonos a ellos, mirémosles a los ojos, escuchémosles. Los pobres son para nosotros una ocasión concreta de
encontrar al mismo Cristo, de tocar su carne que sufre” (Papa Francisco) (Los jóvenes se van colocando la túnica y reciben una vela encendida).
Canto: Esta es la luz de Cristo. El sacerdote debe dirigir unas cortas palabras para acoger en la luz a los que han recibido la vida nueva de la gracia y sellarán su compromiso bautismal con el signo de la ceniza. Bendición de la Ceniza Introducción por el celebrante: Jóvenes: La celebración de hoy nos debe cuestionar respecto a lo que nos hace felices. Esta ceniza nos recuerda que todo lo material se acaba. Recibámosla y digamos “Sí” a Jesús y a su estilo de vida pobre, sencillo y feliz. Oración de Bendición: Señor, bendice (+) esta ceniza como signo de conversión y de penitencia, como prueba de que queremos crecer en la fe de tu Hijo hoy, en el silencio de nuestra oración y en la caridad hacia nuestro prójimo. Que la señal de la cruz dada en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, nos anime y nos sane interiormente, de forma que te sirvamos sinceramente a Ti y a nuestro prójimo, por la fuerza de Jesucristo nuestro Señor. Amén. El sacerdote rocía la ceniza con agua bendita, en silencio. A continuación, impone de la ceniza diciendo:
Celebrante: Conviértete, cree en Jesucristo y anúncialo a todos los jóvenes. (Los jóvenes que han realizado la presentación son los primeros en recibir la ceniza e invitan a los demás a acercarse al sacerdote). Cantos penitenciales y de vida Oración de los Fieles Presidente: Queridos jóvenes: Al comienzo de este tiempo de conversión, esperamos con ilusión la reconciliación con Dios y con nuestro prójimo. Presentemos a nuestro Padre Dios nuestras preocupaciones y las necesidades de todos, y digamos: R/ Dios de amor, escúchanos. •
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Por la Iglesia, para que fiel al mandato del Señor Jesús, evangelice de manera preferencial a los pobres. Por los gobernantes, para que promuevan políticas sociales que beneficien a quienes sufren a causa del desempleo, la falta de vivienda, el desplazamiento y la guerra. Por los que sufren pobreza material y espiritual, para que encuentren en nosotros el rostro y las manos del Señor y no sigamos de largo ante sus necesidades. Por nosotros, para que evangelizados por los pobres nos demos cuenta de la necesidad que tenemos de conversión, y de hacer que la lógica del ser más, prevalezca sobre la del tener más.
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Para que en este tiempo nos despojemos de las cosas que nos esclavizan y nos impiden vivir una auténtica felicidad.
Presidente: Señor Dios nuestro, cada año nos das nuevas oportunidades para crecer en amor hacia Ti y hacia los hermanos. Danos la fuerza para vivir estos cuarenta días de gracia con las actitudes, la mentalidad y el espíritu de Jesucristo, nuestro Señor. R/ Amén. Padrenuestro Presidente: La alegría del Evangelio brota de un corazón pobre, que sabe regocijarse y maravillarse por las obras de Dios, como el corazón de la Virgen, a quien todas las generaciones llaman «dichosa». Llenos del Espíritu, digamos: Padre nuestro… Bendición Final Presidente: Jóvenes: La evangelización en nuestro tiempo, sólo será posible por medio del contagio de la alegría y una alegría que provenga de quien no se aferra a lo material. Para ello, que la bendición del Dios vivo y amoroso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre todos ustedes y permanezca para siempre. R/ Amén.
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“Los jóvenes que escogen a Jesús son fuertes, se alimentan de su Palabra y no se «atiborran» de otras cosas. Atreveos a ir contracorriente. Sed capaces de buscar la verdadera felicidad. Decid no a la cultura de lo provisional, de la superficialidad y del usar y tirar, que no os considera capaces de asumir responsabilidades y de afrontar los grandes desafíos de la vida” (Papa Francisco)
X. CANTOS DE CUARESMA
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