Del 11 al 17 de agosto 2014 / No. 477 “MOVIMIENTOS” EXTRAÑOS A lo largo de la historia de la Iglesia ha habido corrientes, organizaciones, propuestas espirituales y pastorales, que se han denominado con el apelativo genérico de movimientos. Algunos han surgido como respuesta a necesidades concretas de la comunidad cristiana, otros para satisfacer visiones e ideas de insólitos fundadores, algunos más a partir de posiciones heréticas o disidencias en materia moral o pastoral. Unos han desaparecido otros subsisten. Por tanto, los llamados movimientos no pueden clasificarse todos en la misma categoría ni pueden juzgarse de la misma manera. Hay algunos que, profundamente vinculados a las parroquias, han hecho y hacen mucho bien en la Iglesia. Hoy me quiero referir a ciertas asociaciones, un tanto peregrinas, que han venido apareciendo en nuestra Arquidiócesis y en otras jurisdicciones eclesiásticas. Surgen a partir de un grupo de oración, de una devoción, de una propuesta de salvación, de la oferta de servicios de orientación y sanación o de un vacío pastoral. Van congregando adeptos que participan de su misma posición. Con frecuencia utilizan para sus fines los medios de comunicación social. Algunos llegan a redactar estatutos y a conseguir personería civil. Se aprovechan de llamarse católicos para lo que les conviene y proceden por su cuenta en todo lo demás que les interesa. La doctrina que enseñan es, por decir lo menos, confusa; normalmente, mezclan devociones, profecías, técnicas de regresión, ritos de sanación y otros elementos sugestivos para personas sicológicamente débiles o necesitadas de ayuda. Abren un amplio mercado de objetos religiosos, libros, videos, elementos curativos, viajes y encuentros de formación. Con frecuencia promueven obras sociales en las que escudan la petición y manejo de dinero. No es inusual que adquieran muy rápidamente un gran patrimonio económico, que no es fácil saber cómo se administra. En algunos casos tienen vinculación con grupos políticos que los patrocinan a cambio de votos y otros servicios. Siempre ocultan algo.
Estos movimientos están haciendo mucho daño. En este complejo momento cultural generan confusión frente a la identidad y misión de la Iglesia Católica, vician la acción pastoral de las parroquias, promueven fanatismos religiosos y rigorismos morales muy perjudiciales, crean dificultades en las familias a partir de comportamientos absurdos que generan en sus adeptos, desorientan aún más a las personas que se sienten bajo influencias malignas, explotan a quienes se les entregan y que bajo el nombre de “servidores” cumplen diversos oficios sin remuneración ni derechos laborales, llegan incluso a utilizar a algunos sacerdotes y religiosos para sus fines. Esto llama, una vez más, a una nueva evangelización, a formar bien a los católicos, a ofrecer a los fieles amplios espacios para la comunión y la participación. Urge tener unidad de criterios, no recibir en las parroquias grupos y movimientos sin conocerlos y sin la debida autorización, no entregar los templos a cualquier grupo aunque ofrezca una buena ofrenda económica. Este fenómeno debe motivarnos a seguir impulsando, a partir de los programas establecidos, una pastoral bien organizada en toda la Arquidiócesis. Así mismo, no admite demora, una profunda renovación de las parroquias, pues los templos que son un desierto pastoral se vuelven el puerto de todas las cosas raras. Por fin, conviene advertir que la Arquidiócesis de Medellín no se hace responsable de las equívocas formas de religiosidad que promueven estos movimientos, de los perjuicios sicológicos o morales que puedan generar en algunas personas, de la oscura captación de dineros y de las supuestas obras sociales para las que piden ayuda.
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Pastoral de Educación Pág.3
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Fechas Especiales Pág.2
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El Padre Antonio nos dice.
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