Del 12 al 19 de agosto de 2013 / No. 430 Año 10 / ISSN: 2027-9205
¿TIENEN FUTURO LOS JÓVENES? Acaba de realizarse, con gran éxito, una nueva versión de la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro. Según las últimas estadísticas, tres millones y medio de jóvenes, después de prepararse espiritualmente en sus propios países, se han congregado en torno al Papa, aun afrontando muchas veces privaciones y dificultades, para celebrar la alegría y manifestar la fuerza de su fe en Cristo. No se puede entender este evento, único en el mundo, sino como un signo del Espíritu a la humanidad, como una prueba de la atracción que tiene el Evangelio, como una muestra de la capacidad de la Iglesia para convocar, como una expresión de la juventud que busca sentido en la vida, que quiere vivir en fraternidad, que desea construir un mundo nuevo, que es capaz de oración, de generosidad y de esperanza. La Jornada no es solamente de jóvenes. Allí estaban también sus familias, sus asesores espirituales, numerosos sacerdotes y más de seiscientos obispos. Se puede apreciar, entonces, cómo también la juventud convoca a toda la Iglesia. En las Jornadas de la Juventud aparece una Iglesia viva, alegre, llena de entusiasmo; cuando se congrega y se deja actuar a la juventud, ella trasluce el dinamismo del Espíritu. Pero, ¿todos los jóvenes de nuestra sociedad van en esa línea y podemos decir que tienen futuro? El licor, la droga, la violencia, el sexo, la falta de amor, la educación incompleta y fragmentada ¿les están permitiendo a todos nuestros jóvenes formarse, construir un proyecto personal, integrarse en la sociedad armoniosamente, aspirar a realidades válidas y definitivas?
Dios y parecen dar esperanza: el dinero, el éxito, el poder, el placer. Con frecuencia se abre camino en el corazón de muchos una sensación de soledad y vacío, y lleva a la búsqueda de compensaciones, de estos ídolos pasajeros” (24 7 13). Comprendamos que la Jornada Mundial de la Juventud no es la respuesta integral y definitiva de pastoral juvenil, sino una iniciativa con la que se propone a la sociedad el reto importante y feliz de acompañar las nuevas generaciones en su proceso de entrenar la inteligencia, de conquistar la libertad, de hacerse capaces de amar, de descubrir el sentido de la vida y de ver la necesidad de entregarse a Dios y a los demás al estilo de Jesús. En nuestra Arquidiócesis tenemos en marcha un programa sencillo, pero concreto y efectivo, de revitalizar la pastoral juvenil a través de la organización de grupos y redes de grupos juveniles, que ayuden con procesos de formación cristiana a los adolescentes y a los jóvenes a ser discípulos misioneros de Cristo, capaces de dar vida al mundo. Tengamos presentes esas metas: organizar, realizar procesos, hacer discípulos, dar vida al mundo. Preguntémonos: ¿Qué estamos haciendo en concreto? ¿Se están organizando grupos juveniles en las parroquias? ¿Estamos construyendo redes de grupos juveniles? ¿Se están acompañando los jóvenes de los colegios oficiales? ¿Estamos elaborando guías para procesos de formación cristiana de los jóvenes? ¿Estamos formando sólidamente agentes de pastoral juvenil? Felicito a quienes están trabajando con la juventud. Pido a todos comprometerse seria y efectivamente con el programa arquidiocesano de pastoral juvenil.
El Papa Francisco nos ha dicho: “Es cierto que hoy en día, todos un poco, y también nuestros jóvenes, sienten la sugestión de tantos ídolos que se ponen en el lugar de
Encuentro sobre canto Litúrgico
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Peregrinación
Santa Laura Montoya
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