Edición Especial Semana Santa 2013

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Índice

Comentario Bíblico

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Domingo de Ramos Jueves Santo Viernes Santo Sábado Santo

5 8 16 37

Comentario Teológico

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Domingo de Ramos Lunes, Martes, Miércoles Santo Triduo Pascual Sábado Soledad Vigilia Pascual Domingo de Pascua

41 44 46 51 53 55

Comentario Histórico - Litúrgico

57

Domingo de Ramos en la Pasión del Señor Lunes, Martes, Miércoles Santos Jueves Santo

59 63 67

Viernes Santo

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Sábado Santo y Domingo de Pascua

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Viacrucis en el Año de la Fe

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Director: Pbro. Juan Pablo Cardona Quintero / www.arqmedellin.com / Dirección: Calle 57 No. 49 - 44 / Teléfono: 251 77 00 Ext: 439 / comunicaciones@arqmedellin.com Arquidiócesis de Medellín / Marzo 2013 / 201 / 1.200 Ejemplares / ISSN 1909-9584 ARZOBISPO DE MEDELLÍN. FRANQUICIA POSTAL. DECRETO No. 27-58 1955


COMENTARIO BÍBLICO Por: Jairo Alberto Henao Mesa, Pbro.*

INTRODUCCIÓN: Elementos hermenéuticos que nos permiten preparar para la pascua, en la perspectiva de San Lucas. Comienza la semana de la MEMORIA en la Iglesia. Nuestra fe nace en el Misterio de Cristo muerto y Resucitado. Como Iglesia no sólo nacemos en ese Misterio sino que comprendemos las Sagradas Escrituras y, por ende, todo el acontecer de Dios en el Pueblo de Israel como una preparación de esa encarnación del Misterio de Dios en la persona de Jesús y que se actualiza día a día en la vida eclesial. El evangelista san Lucas, que estamos proclamando este año, nos trae el bello episodio de los discípulos de Emaús (Lc 24, 13-35). Dentro de esa narración hay lo que pudiera ser un antiguo credo de la comunidad primitiva. Allí dicen los interlocutores del resucitado: “Lo de Jesús de Nazaret, que era un profeta poderoso en hechos y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo; y cómo los jefes de los sacerdotes y nuestras autoridades lo entregaron para que lo condenaran * Presbítero de la Arquidiócesis de Medellín. Magíster en exegesis Bíblica del PIB – Roma. Doctor en Teología de la UPB. Actualmente es Profesor de Sagradas Escrituras en la Facultad de Teología de la UPB-Medellín.

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a muerte y lo crucificaran. Nosotros teníamos la esperanza de que él sería el que había de libertar la nación de Israel. Pero ya hace tres días que pasó todo eso. Aunque algunas de las mujeres que están con nosotros nos han asustado, pues fueron de madrugada al sepulcro, y como no encontraron el cuerpo, volvieron a casa. Cuentan que unos ángeles se les han aparecido y les han dicho que Jesús vive. Algunos de nuestros compañeros fueron después al sepulcro y lo encontraron tal como las mujeres habían dicho, pero a Jesús no lo vieron” (Lc 24,19b-24). Los elementos que aparecen evidencian los hechos que motivan la fe pascual de la iglesia primitiva: • El significado de la persona histórica de Jesús. • El juicio y condena auspiciados por un grupo de entre las autoridades judías de aquella época. • La crucifixión y muerte. • El contexto dentro del cual aquello ocurre. • Las mujeres como primeras testigos de que el sepulcro está vacío. • La desaparición del cuerpo de Jesús. • El testimonio de algunos de entre los discípulos varones. • De nuevo el sepulcro vacío.

• La imposibilidad de ver a Jesús en la forma como hasta la crucifixión y muerte se le podía ver. • Y, por lo tanto, el acontecimiento de la Resurrección como algo inaudito y esclarecedor, pero no fácil de expresar. Esa es, de alguna forma, la cuestión que tenemos para celebrar durante esta semana, particularmente en el Triduo Pascual y extendido a la Cincuentena Pascual: • El significado de la vida de una persona en una Historia de Salvación para nosotros. • El sentido que Él dio a su existencia como una donación y que se convierte para nosotros en Camino. • La fe y esperanza que suscita este hecho después de la crucifixión y que mueve nuestra situación y respuesta hoy. • El testimonio que se impone tanto en mujeres como en hombres constituyéndolos en Discípulas y Discípulos de Jesús Resucitado. • El ejercicio de comprenderlo sin poderlo hacer del todo, de verlo sin poderlo hacer con nuestros ojos biológicos, de escucharlo y vivirlo a través de lo ya dicho en toda la Escritura, la vida Sacramental en la iglesia y la Caridad. Como reiteradamente lo escuchamos, hacemos la MEMORIA para re-


cordar nuestros orígenes, para corregir las distorsiones y para actualizar en nuestro presente el acontecer de Dios, en la encarnación de Jesús y en la acción de su Espíritu. Luego de proclamar eso que parece una profesión de fe de la comunidad primitiva viene un diálogo entre el Resucitado y los Discípulos desconsolados que van camino de Emaús: “¡Qué faltos de comprensión sois vosotros y qué lentos para creer todo lo que dijeron los PROFETAS! ¿Acaso no tenía que sufrir el Ungido estas cosas antes de ser glorificado? Entonces se puso a explicarles las ESCRITURAS que hablaban de Él, comenzando por los libros de MOISÉS y siguiendo por los PROFETAS” (Lc 24,25-27). El evangelista San Lucas trae a colación todo el significado que los discípulos daban a aquella persona, al expresar sus expectativas: “Nosotros teníamos la esperanza de que él sería el que había de libertar la nación de Israel”. Este verso hace de gozne junto con aquel pasaje en la sinagoga de Nazaret, cuando Jesús comenzando su ministerio público abrió el rollo del profeta Isaías y leyó el pasaje donde estaba escrito: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido, para llevar la buena noticia a los pobres; me ha enviado para anunciar la libertad a los presos y dar la vista a los ciegos; y poner en libertad a los oprimidos; a anunciar el AÑO DE LA GRATUIDAD DE DIOS” (Lc 4,18-19). Para comprender la fuerza de estas palabras de Jesús hay que volver al último texto de los profetas escritores de Israel, el profeta Malaquías. El cual, con estas palabras y recomendación final cierra todo el ciclo profético: “Haced memoria de la ley que di a mi siervo Moisés en el monte Horeb.

Eran preceptos y mandatos que todo Israel debía obedecer. Mirad: voy a enviaros al profeta Elías, antes que llegue el día del Señor, que será un día grande y terrible. Y él hará que padres e hijos se reconcilien. De lo contrario vendré y os castigaré, destruyendo el país por completo” (Mal 4,4-6). Lo que se esperaba, en el ideario popular y religioso era un día de ira… Sin saber mucho de música, sin saberla apreciar adecuadamente, me resulta sobrecogedor escuchar en todas las versiones posibles, de los autores que llamamos clásicos y que compusieron obras sobre la Pasión del Señor, el “Dies irae”. Recomiendo comprar una versión, Mozart por ejemplo, y cerrar los ojos y escuchar, cómo a través de la música se reproduce una idea… Con esto vuelvo al relato: ¡Se esperaba el día de la ira de Dios! Malaquías lo llama grande y terrible. Y, sin embargo, Jesús toma el libro y dice: ¡He venido a anunciar la Buena Noticia a los pobres, la libertad a los presos, la vista a los ciegos, la libertad a los oprimidos y proclamar el año de la gratuidad de Dios! Ya en el Magníficat se esbozaba este Misterio de la Plenitud de Dios en la Historia Humana cuando ella, María, la primera que acepta esta encarnación del Misterio de Dios, dice que son los marginales el signo de la llegada del reino:

Israel: Del mal, de sí mismo y de sus decadentes comprensiones de Dios, incluso de la muerte y del sin sentido. Y aquella puerta que se abre con la Comunidad Eclesial Pascual que debe seguir en esta línea y debe saber comprender, abrir sus ojos, su mente y corazón, debe portar el Espíritu del Resucitado consigo, para que en cada generación futura se haga la actualización de este acontecimiento de vida, hasta que llegue la plenitud de los tiempos. Somos la Comunidad Eclesial, Sacramento de Jesús Resucitado. Él es el Sacramento del Padre y la Comunidad Eclesial es el Sacramento suyo. Nuestra pertinencia en la historia de fe, historia de salvación nuestra, tiene que ver con que somos Mysterium (en griego), Sacramentum (en latín) del acontecer de Dios en la persona de Jesús, haciendo que cada año sea el “año de la gratuidad de Dios”. No el Dios exterminador que se comprendió popularmente, sino el Dios que hace todas las cosas nuevas en Cristo (Ap 21,5): Por eso su actuar es Buena Noticia y está direccionada a todo hombre, de modo especial a los marginados: los pobres, los ciegos, los cautivos. Estos últimos iconos de todo hombre y mujer que sufre.

“Ha mirado la humildad de su esclava… ha derribado del trono a los poderosos y enaltecido a los humildes, a los hambrientos ha colmado de bienes y a los ricos ha despedido sin nada” (Lc 1,51-53).

Esa es precisamente una de las grandes ideas que porta el evangelio de Lucas en las dos obras que escribió, Evangelio y Hechos: que la Comunidad Cristiana es la continuación de la obra de Dios iniciada en el Pueblo de Israel, que tiene por momento definitivo la encarnación de Jesús, y que se prolonga con la acción Pneumatológica en ella.

Ambos pasajes mencionados son los goznes que sostienen las puertas: Aquella puerta que da el paso del Antiguo al Nuevo Testamento, de la promesa al cumplimiento, del ayer al hoy, de la antigua forma de comprender a Dios a la nueva forma de hacerlo. Jesús ha venido a liberar a

La Lumen Gentium habla de María en el contexto de la Iglesia. La mariología se estudia a partir de la eclesiología. Ella es signo de la Comunidad Eclesial (Capítulo VIII). Allí dice la iglesia, hablando de toda la redención: “este misterio divino de salvación se nos revela y continua en

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la iglesia…” (LG 52). Y más adelante dice de María: “Por eso también es saludada como miembro preeminente y del todo singular de la iglesia, su prototipo y modelo eminentísimo en la fe y caridad…” (LG 53). Esto no es afirmado gratuitamente. El evangelista San Lucas al hablarnos de María lo hace en los mismos términos en que los profetas hablaron a Jerusalén o a Israel. Así hablaba de Jerusalén el profeta: “Canta, ciudad de Sión. Da voces de alegría pueblo de Israel. Alégrate, Jerusalén, alégrate de todo corazón. El Señor ha retirado la sentencia contra ti y ha rechazado a tus enemigos. El Señor, el Rey de Israel, está en medio de ti. Ya no tendrás que temer mal alguno. En aquel tiempo se dirá de Jerusalén: ¡No tengas miedo Sion, ni dejes que tus manos se queden sin fuerzas! El Señor tu Dios está en medio de ti; ¡Él es poderoso y te salvará! El Señor estará contento de ti. Con su amor te dará nueva vida; en su alegría cantará como en día de fiesta”. (Sof 3,14-18). Así decía el ángel a María: ¡Salve, llena de gracia! … ¡No tengas miedo, María! ¡El poder del Altísimo se posará sobre ti! (Lc 1,26-38). Recordemos cómo San Lucas tiene una alta estima por la ciudad santa de Jerusalén:

• Lc 1,8: Zacarías está orando en Jerusalén. • Lc 24,52: Los discípulos se quedan orando en la ciudad de Jerusalén, conectados con el Templo. • Hech 1, 12: Los discípulos se encuentran en Jerusalén. • Hech 2,1: El acontecimiento de Pentecostés ocurre en Jerusalén. • Hech 7: En Jerusalén es el primer martirio de un cristiano, Esteban. • Hech 9,26: La conversión de Pablo es refrendada por la comunidad de Jerusalén. • Hech 11,30: Jerusalén es destinataria de la caridad de todos los hermanos. • Hech 15, 22-29: En Jerusalén se da la carta que permite la entrada de los gentiles a la comunidad de los creyentes. • Hech 18,22: Jerusalén es el lugar de regreso de Pablo cuando realiza su 2 viaje Misionero. • Hech 21, 15: Jerusalén es el comienzo del camino al martirio de Pablo. Jerusalén no sólo es la ciudad de Yahvé, sino también la ciudad del Resucitado. Esta importancia no es sólo en el orden geográfico sino que allí está el Templo, lugar que evoca la presencia de Yahvé. De la manera como entendamos el Templo Morada de Dios depende la comprensión de la fe. Destaquemos que después de la crucifixión se les concede el don

del Espíritu a los discípulos, lo cual cambia sus existencias. Jerusalén es la ciudad donde se ambienta el cambio y la transformación interior de los discípulos, donde esperan el Bautismo del Espíritu (Hech 1,3-8), donde comienzan una nueva dimensión del seguimiento que es la comunidad eclesial en torno a la oración, la Fracción del Pan, con María y los Apóstoles (Hech 1,12-14), donde los discípulos son transformados por el Espíritu del Resucitado (Hech 2,1-11), donde definitivamente todo ha comenzado de una forma nueva (Hech 2,42-47). Hemos comenzado la semana de la MEMORIA. Así iniciaba esta introducción. Sólo me resta una pequeña consideración… Hacer memoria es una cuestión que toca con la fidelidad… • El nivel de fidelidad nos lo da la comunión con el hecho originante y en el cómo se actualiza en el presente. • La fidelidad no se da en las palabras sino fundamentalmente en los corazones. • Una palabra no actualizada también puede ser un falseamiento del acontecer de Dios, en cuanto hace de Dios un Dios de muertos y no de vivos. Así pues la famosa frase…. “Dios dice que”, puede ser simple comodidad, ideología de poder o alienación mental.

Hagamos el MEMORIAL DEL SEÑOR para que, como dice la Lumen Gentium, “este misterio de redención se revele y continúe en la Iglesia…”. 4 EDICIÓN ESPECIAL / SEMANA SANTA

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DOMINGO DE RAMOS:

Comienza la celebración del Memorial de la Pascua… LECTIO:

EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS (19,28-40). En aquel tiempo, Jesús echó a andar delante, subiendo hacia Jerusalén. Al acercarse a Betfagé y Betania, junto al monte llamado de los Olivos, mandó a dos discípulos, diciéndoles: “Id a la aldea de enfrente; al entrar, encontraréis un borrico atado, que nadie ha montado todavía. Desatadlo y traedlo. Y si alguien os pregunta: “¿Por qué lo desatáis?”, contestadle: “El Señor lo necesita”. Ellos fueron y lo encontraron como les había dicho. Mientras desataban el borrico, los dueños les preguntaron: “¿Por qué desatáis el borrico?” Ellos contestaron: “El Señor lo necesita.” Se lo llevaron a Jesús, lo aparejaron con sus mantos y le ayudaron a montar. Según iba avanzando, la gente alfombraba el camino con los mantos. Y, cuando se acercaba ya la bajada del monte de los Olivos, la masa de los discípulos, entusiasmados, se pusieron a alabar a Dios a gritos, por todos los milagros que habían visto, diciendo: “¡Bendito el que viene como rey, en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en lo alto.” PALABRA DE DIOS.

MEDITATIO.

Para el evangelista San Lucas el camino de Jesús se describe como un subir en peregrinación desde Galilea hasta Jerusalén, apoyado en el evangelio de Marcos que muestra este acontecimiento como un Camino: Mc 8,27 -10,52. Y con ello no se está haciendo una simple descripción de un itinerario geográfico, sino que se le está dando

significado a lo que llamamos el Discipulado. El seguidor, el cristiano, ha de seguir los pasos del maestro. Entrar en la dinámica del Reino, aceptar el llamado de Jesús. Ser Discípulo o Discípula significa “ir detrás de Jesús”, especialmente en el camino que conduce a Jerusalén. Es que resulta muy fácil ser discípulos, en cuanto funcionarios de una religión, o consumidores de una ritualidad religiosa, pero resulta más difícil entender que se trata de caminar “detrás de Jesús” (Lc 5,11). Pero no a ciegas, sino haciendo la actualización de su Misterio en nuestra vida. Lo celebrado en este día es un subir en el sentido más literal de la palabra. Mientras la Galilea se encuentra a 200 metros del nivel del mar, Jerusalén se encuentra a unos 750 metros del nivel del mar. Jerusalén es el lugar donde está el Templo de Dios. Jesús sube con sus discípulos para celebrar la pascua. Y, al mismo tiempo, significa escalar la cruz, expresión de la “entrega de la vida”. Enfaticemos con una pregunta ¿Qué hará allí Jesús? Entregar su vida en la cruz. Por tres veces Jesús anuncia su pasión, según los evangelistas Marcos, Mateo y Lucas. Luego de ello hace tres amaestramientos sobre lo que significa el seguimiento, a partir del evento del dar la vida en la cruz. Si los discípulos no tenían claro qué significaba aquello de “En adelante serás pescador de hombres” (Lc 5,10), en Jerusalén lo van a comprender. En su libro “Jesús de Nazaret” el Papa Benedicto XVI nos ofrece una oportuna comparación entre esta ascensión física de Jesús a Jerusalén y la visión de la Carta a los Hebreos que habla de lo mismo como un “ascenso al Cielo”

(Hb 9,24). Lo cual nos permite ver que Jesús no sólo sube a Jerusalén sino que sube a la cúspide del amor, donde la vida es donada, recordando las palabras del evangelista San Juan: “Ámense unos a otros como yo os he amado” (Jn 13,34). El clima en el cual las cosas se suceden tiene todos los componentes necesarios para ver allí que se trata de la realización de las profecías mesiánicas, narradas por los profetas de Israel: • Betfagé y Betania son las localidades por donde se esperaba que llegara el Mesías. Todavía hoy, cuando se transita por allí y se siente el ambiente de las personas pobres y marginadas, con respecto al gran centro de Jerusalén, se queda uno pensando por qué ese es el lugar de la entrada del Mesías. Y la respuesta es obvia… • Jesús, como un rey soberano de aquella época, manda tomar prestado un borrico para entrar montado en Él a la ciudad de Dios. No era una conchudez sino una prerrogativa real y la gente así lo entendía. Incluso se pensaba que debía ser un animal en que nadie hubiese montado todavía. • El borrico atado se compadece con una imagen del moribundo patriarca Jacob, cuando anuncia a Judá que el cetro del mando no se separará de él. Y luego añade: “ata tu burro a una viña, la cría a la cepa más escogida” (Gn 49,11). • A Jesús le ayudan a montar como se hacía en el protocolo de los hijos reales. David ordena al sacerdote Zadoc, al profeta Natán y al funcionario real Benaías que monten en su cabalgadura a su hijo Sa-

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lomón, le lleven a Guijón y luego se le unja como rey (1Re 1,33ss). • Como en el Segundo Libro de los Reyes, al paso de la caravana real de Jehú (2Re 9), ungido por los siervos de Eliseo como rey de Israel, los discípulos y la multitud que camina detrás de Él, tiran sus mantos y llenan de homenaje a aquel que entienden como realizador de las promesas. Todos estos detalles apuntan a un hecho más contundente y es el mesianismo re-significado por Jesús. El profeta Zacarías había hablado del nuevo de Rey de Israel en los términos de una persona humilde, que no utilizaría el caballo de la batalla sino el asno de los labriegos: “¡Alégrate, ciudad de Sión! ¡Grita de júbilo, Jerusalén¡ mira a tu rey que viene llegando: Justo, victorioso, humilde, cabalgando en burro, una cría de burra” (Zac 9,9). No se trata, pues, de un rey con un gran poder militar sino con el poder de la paz. De alguna forma esto concuerda con el anuncio de Jesús en la sinagoga de Nazareth, cuando leyendo a Isaías dijo que vino a proclamar “el año de la gratuidad de Dios” (Lc 4,19), y cuando la comunidad pascual manifiesta esta gran fraternidad humana en la forma como toda la vida la comparten, en contravía con el resto del mundo (Hech 2,42-47). Por último, el pueblo canta algunas expresiones del Salmo 118: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! Este salmo hacía parte de las coplas que se cantaban cuando los peregrinos se acercaban a la ciudad santa, en las fiestas de peregrinación. Ahora son cantadas a Jesús. El papa Benedicto XVI nos recuerda el significado de las mismas de una forma muy sencilla. Hosanna inicialmente significa ¡Ayúdanos! Están presentes en el ritual de la fiesta de las Tiendas, cuando los sacerdotes hacían círculos rituales para pedir la lluvia. Finalmente terminan siendo

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ambas expresiones, un grito alegre y lleno de júbilo, que en el contexto de la entrada de Jesús en Jerusalén podrían significar el júbilo por la llegada y realización de los tiempos mesiánicos (Benedicto XVI, 2011, p. 17). El evangelista San Lucas vuelve en el episodio de la entrada a Jerusalén a los acontecimientos del nacimiento de Jesús. Y nos dice que también se gritaba: ¡Paz en el cielo y gloria en lo alto! Y culmina con un altercado en el que algunos citadinos le piden que calle a sus seguidores, pero Jesús les lanza una aplastante respuesta. Igual ocurrió con la noticia sobre el nacimiento del niño en Belén cuando su entrada en la historia humana generó tanta zozobra (Mt 2,3). Todo esto me lleva a sacar unas conclusiones para hacer la recepción de la Palabra de Dios, para hacer la Memoria de la entrada a Jerusalén. ¡No es fácil aceptar que alguien que se presenta de una forma humilde pueda significar tanto! Recuerdo con ocasión de la renuncia al pontificado por parte de Benedicto XVI que algunos titulares de la prensa decían: “A causa de la corrupción, los escándalos de pederastia y las rivalidades de los cardenales renunció el papa”. Otro increpaba diciendo en la radio: “¿Y por qué es incapaz si no se le ve enfermo? ¿Con qué no fue capaz?”. Nadie, por lo menos de los grandes medios de comunicación, puso en el titular que era un acto de responsabilidad, un gesto de humildad, un acto heroico. Me da la impresión de que, acostumbrados al morbo y la maledicencia, somos incapaces de ver el auténtico significado de la vida de las personas, de sus gestos, de sus palabras. En ese caso preciso concluyo que muchos medios de comunicación han sido incapaces de ver la humildad de un hombre anciano y lúcido que porta con su gesto un mensaje de renova-

ción para el mundo entero. Les resulta chocante la humildad y por ello la enlodan con cualquier porquería. No es que no existan la corrupción, los escándalos y los disentimientos, pero lo del Papa fue ante todo un acto valeroso y nacido en la oración y lucidez de su vida ¿Por qué no creerle? Hay una famosa anécdota que cuentan los sacerdotes de mi generación. En un domingo de ramos le preguntaron a un párroco nuestro, famoso él, que cuál evangelio se debía leer y su respuesta fue: “pues el de la burra”. En efecto, el Jesús de Nazaret que entra a Jerusalén, montando una burra porta consigo un gran significado que debemos redescubrir…. Voy a dividir la historia del Pueblo de Israel en cuatro momentos de gran expectativa, porque en ellos se esperaba realizar la Bendición de Dios dada a Abraham: “Te haré un gran pueblo, y poseerás la tierra”.

Primer momento de la Historia de Salvación:

El pueblo de Israel padece la esclavitud en Egipto y allí resuenan las palabras del Señor recordando la alianza realizada con Abraham, Isaac y Jacob (Ex 6). El pueblo debe salir de la esclavitud y comenzar a buscar una tierra, tierra que han de reconocer como Tierra Prometida. La deberán buscar, sufrir y combatir por ella de acuerdo a las coordenadas jurídicas de la época. El Deuteronomio termina en la esperanza de que al otro lado del Jordán está esa tierra.

Segundo momento de la Historia de Salvación:

La tierra ocupada de Canaán, donde luego se construye todo un aparato monárquico entre los siglos X al VI a.C., es la realización de las promesas de Dios. Allí se ha podido construir un Templo, tener un Rey, sembrar y cosechar en una tierra, hacer familias, y proclamar que nunca Dios apartaría sus ojos de aquel pueblo bendito. Pero todo termina en el fracaso. Con la llegada de Nabucodo-


nosor (598 a.C. y 588 a.C.) el Templo es saqueado y destruido, la presencia de Yahvé es erradicada, la tierra es expropiada, el rey es convertido en prisionero, la comunidad es esclavizada. Con esto se pone en evidencia el fracaso de una forma de entender las cosas.

Tercer momento de la Historia de Salvación:

El regreso del exilio en Babilonia, hacia el 538 a.C. se convierte en ocasión para repensar la vida, la historia, los ideales y el sentido de la presencia de Dios en la historia del pueblo de Israel. Comienza la etapa de la fidelidad más absoluta a las palabras de la Ley, como condición de la tenencia de la tierra, la celebración del sábado como signo de la creación y/o la liberación del Egipto, la circuncisión como signo de pertenencia al pueblo del Señor, la acentuación de una alta moralidad en las costumbres, como expresión de la propiedad divina de aquel pueblo. Cuando llegamos al siglo I d.C. la vida comunitaria refleja muchas fracturas, muchos excesos rituales, la misma tierra no parece ya pertenecer, en cuanto son un pueblo ocupado. De nuevo los huérfanos, las viudas, los leprosos, los endemoniados, las mujeres y los niños son un signo de que algo no está funcionando bien y que no se ha logrado el cumplimiento de la bendición hecha a Abraham, Isaac y Jacob.

Cuarto momento de nuestra Historia de Salvación:

Jesús y su predicación sobre el reinado de Dios. Aquí es donde entroncamos con la Primera Lectura (Is 50,4-7) y con la Segunda Lectura (Filp 2,6-11) de este Domingo de Ramos. El Concilio Vaticano II en la Dei Verbum habla de la Revelación de Dios y nos dice que la finalidad de la Revelación de Dios es que nosotros, los hijos, las criaturas, entremos en la comunión con su Misterio y participemos de Él (Dei Verbum 1: “Quiso Dios en su bondad y sabiduría revelarse A SI MISMO, y dar a conocer el MISTERIO de su voluntad,

mediante el cual los hombre, por medio de Cristo, verbo encarnado, tienen acceso al Padre en el Espíritu Santo y se hacen PARTICIPES DE SU NATURALEZA DIVINA”). En los tres momentos precedentes, que he mencionado, el pueblo de Israel ha intentado hacer lo propio, lo que era necesario para que la vida funcionase como una participación en el Misterio de Dios Creador de la vida, que ha llamado y bendecido a Abraham, Isaac y Jacob. Y justo cuando todo parece un fracaso, aparece Jesús en la historia humana, donando su vida, ayudando a entender qué ha sido todo ese hablar de Dios en la historia de Israel, en la historia humana, ayudando a descubrir a los hombres, mujeres y niños de su tiempo, a los ricos y pobres de su generación, a los discípulos y autoridades judías, a amigos y antagonistas, cuál es la voluntad de Dios, a qué nos llama Dios. Y lo hace de una forma radical porque su última palabra (logos) es la entrega su vida, consumación de esta llamada, plenitud de esta Revelación de Dios. De esta forma va desvelando para cada discípulo, para cada hombre y mujer, que sólo en el dar la vida por amor está el verdadero cumplimiento de las promesas. El mundo podrá cambiar y ser el reinado de Dios en el momento en que la única búsqueda sea la del amor fraterno, que nos lleva a transformar todas las estructuras políticas, económicas y sociales. Por eso leemos la Pasión, para adentrarnos en ese logos final de Jesús, en el que sellaba su anuncio del Reino, en el que expresaba de la forma más radical que procedía del Padre y que actuaba en la más absoluta coherencia y comunión con Él, para alentarnos a que la bendición hecha a Abraham, Isaac y Jacob, no se cumpla sólo en el poseer unas cuadras de tierra o en el establecimiento de una estructura política o en la constitución de un sistema religioso perfecto, sino en que cada uno sea hermano del otro y dando la vida produzca más vida. Oh sí… leer el evangelio de la burra

es mucho más que leer un evangelio más breve que toda la pasión. Es leer el momento en cual Jesús se dispone a entregar su existencia, a subir al monte del amor por la humanidad, al monte de la comunión con el Padre, para que detrás de Él lo haga cada hombre y mujer que creyéndole se deja llamar Discípulo o Discípula. La Pascua que iniciamos es la MEMORIA de aquel que ha dado la vida, como el siervo sufriente de Isaías, el Hijo que se anonadó y no tomó en cuenta el ser Hijo de Dios, y con ello nos llama a que aprendamos qué es lo que da razón a esta vida, a que vivamos en el Reinado de Dios.

SUGERENCIA PARA COMBINAR LAS DOS LECTURAS EVANGÉLICAS DE ESTE DOMINGO EN CADA CELEBRACIÓN: • Que en cada celebración el sacerdote proclame desde un lugar inicial el evangelio de la entrada triunfal de Jesús, salga en procesión por alguna de las naves de la iglesia. • Predique sobre por qué entra Jesús a Jerusalén. Predicación que recogería los elementos del “Domingo de Ramos” y ayudaría a preparar la comunidad celebrante para la escucha de la Pasión del Señor. • Se hagan los ritos introductorios de la Eucaristía del Domingo de Ramos. • Se haga la oración colecta como lo indica el ritual. • Se proclamen las lecturas propias, más la pasión y, luego, se guarde un silencio meditativo que podría estar acompañado de algún canto apropiado. • La Pasión se leerá de nuevo el viernes. Para ese momento ofrecemos unos elementos profundos que permitirán concentrar la predicación en ese tema: La Cruz del Señor (Cfr.).

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JUEVES SANTO: Misa de la Cena del Señor. LECTIO:

PRIMERA LECTURA TOMADA DEL LIBRO DEL EXODO (12,1-8.11-14). En aquellos días, dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto: «Este mes será para vosotros el principal de los meses; será para vosotros el primer mes del año. Decid a toda la asamblea de Israel: “El diez de este mes cada uno procurará un animal para su familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con el vecino de casa, hasta completar el número de personas; y cada uno comerá su parte hasta terminarlo. Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito. Lo guardaréis hasta el día catorce del mes, y toda la asamblea de Israel lo matará al atardecer. Tomaréis la sangre y rociaréis las dos jambas y el dintel de la casa donde lo hayáis comido. Esa noche comeréis la carne, asada a fuego, comeréis panes sin fermentar y verduras amargas. Y lo comeréis así: la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano; y os lo comeréis a toda prisa, porque es la Pascua, el paso del Señor. Esta noche pasaré por todo el país de Egipto, dando muerte a todos sus primogénitos, de hombres y de animales; y haré justicia de todos los dioses de Egipto. Yo soy el Señor. La sangre será vuestra señal en las casas donde estéis: cuando vea la sangre, pasaré de largo; no os tocará la plaga exterminadora, cuando yo pase hiriendo a Egipto. Este día será para vosotros memorable, en él celebraréis la fiesta al Señor, ley perpetua para todas las generaciones.”» PALABRA DE DIOS.

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MEDITATIO.

La memoria es celebración de algo que está ocurriendo. Así podemos resumir el sentido general del texto: El pueblo de Israel se ha visto en el ojo del huracán de la desgracia histórica cuando un faraón le ha sometido a esclavitud, le ha negado el derecho a la tierra y la tenencia de los propios hijos. En ese contexto se invoca a Dios, el Dios de los ancestros, a quien se le rendía tributo de agradecimiento en cada primavera, por la llegada de las cosechas y las crías de los ganados. De esta forma, una comida anual, una fiesta, muta en su significado y pasa a enseñar que la única condición posible de todo hombre y mujer es la libertad. Pero ésta entendida como la posibilidad de tener la tierra, tener familia y gozar del futuro como un don de Dios. El pueblo de Israel tiene motivos para celebrar, la esclavitud comienza a quedarse atrás, se preparan para cruzar el inmenso desierto, para vencer la mentalidad de esclavos (Masá y Meribá) y organizarse comunitariamente (Sinaí) a fin de poseer la tierra, hacer familias y vivir un futuro. En este texto aprendemos un montón para nuestra vida actual. ¿Sabemos de dónde venimos? ¿Queremos saberlo? ¿Tenemos ganas de cruzar el desierto donde se vence la mentalidad de los esclavos, para llegar a la tierra prometida? ¿Queremos organizarnos, construir una cultura de vida que nos permita empoderarnos de la tierra y vivir en familia? ¿Tenemos colectivamente un sentido de vida?

LECTIO:

SEGUNDA LECTURA DE LA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS (11,23-26).

Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía.» Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía.» Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva. PALABRA DE DIOS.

MEDITATIO.

El contexto en el cual Pablo dirige estas palabras a la comunidad de Corinto es el de recordar el origen de nuestra fe cristiana. Pasaba y sigue pasando que olvidamos ese origen, lo cual nos lleva a distorsiones de la vida que invalidan la vida en fe, esperanza y caridad. Nosotros celebramos la Eucaristía ante todo como un Memorial del Señor. Es el momento que tenemos más especial para el encuentro con Cristo Resucitado, de tal forma que tengamos una fuente en la cual nutrirnos y continuar el buen combate de la existencia. No tenemos un video que nos permita ver cómo celebraban aquellas primeras comunidades. Los datos nos ponen en el escenario de una liturgia de la palabra, una parénesis apostólica, la Fracción del Pan y el Ágape ulterior. Lo más importante, a mi entender, es recibir de aquellas comunidades esta TRADICIÓN de la Eucaristía, como el ambiente más comunitario, donde escuchamos la Palabra del Señor, donde la celebración nos ayuda a expresar la presencia del Resucitado y promueva la misión, la vida de caridad que nos ha de distinguir.


Cuando digo “El Señor”, o “creo en Dios”, no estoy planteando que tengo un artículo de lujo, que he comprado o adquirido, y que por lo tanto puedo manipular a mi antojo. No. Lo que de verdad estoy diciendo es que he recibido a través de la comunidad cristiana una celebración sacramental que hace evidente hoy la presencia de Cristo Resucitado, puesto que esta praxis celebrativa nace en el corazón del mismo Señor, antes de su pasión, muerte y resurrección. Uno esperaría dos respuestas ante esta Palabra que se proclama: Por un lado que los sacerdotes tomemos conciencia de lo que estamos haciendo. La Eucaristía es el sacramento más privilegiado que tiene la comunidad, estructura la identidad, es el ámbito de la Escuela de la Palabra, es el momento más vivencial porque los signos allí comprometidos nos poden de cara a Cristo Resucitado que se nos sigue dando. ¿Cuáles de nuestras prácticas en torno a la Eucaristía son una tergiversación de lo que verdaderamente es ella? ¿Qué debemos corregir? ¿Cómo hacer de ese momento celebrativo toda una escuela de la escucha y del encuentro? De otro lado los fieles cristianos han de recibir de nosotros y tener claro en sus conciencias que es en la Celebración del Memorial del Señor donde nosotros hacemos la experiencia más rica de esa presencia resucitada de Jesús para luego ir a nuestras familias, lugares de trabajo, lugares de esparcimiento con una fuerza que nos identifica y nos hacer ser testigos. Nosotros celebramos el Memorial del Señor Resucitado para cristificar al hombre, no para ritualizarlo de forma alienante. Nadie debería salir de la Eucaristía con fastidio, sin haber tenido claro que allí hubo una proclamación de la Palabra del Señor y una forma muy clara de actualizar su mensaje en nuestra historia, y haber compartido sacramentalmente, en el modo que sólo Dios entiende, que

hemos compartido el Cuerpo y Sangre del Señor.

LECTIO:

EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN (13,1-15). Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Estaban cenando, ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido. Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo: «Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?» Jesús le replicó: «Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde.» Pedro le dijo: «No me lavarás los pies jamás.» Jesús le contestó: «Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo.» Simón Pedro le dijo: «Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.» Jesús le dijo: «Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos.» Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios.» Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lava-

ros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.» PALABRA DEL SEÑOR.

MEDITATIO.

El evangelista San Juan tiene su forma de narrar las cosas y los significados de ellas. En dos pasajes desarrolla todo el sentido eucarístico de su evangelio: Uno es el capítulo 6, donde en la forma de un discurso de Jesús, Él se entrega como Pan de Vida que hay que comer. El otro es el capítulo 13 donde narra la Cena pero acentúa los aspectos significantes de ella en el orden de la relación, la síntesis de su anuncio y el mandato a que los apóstoles vayan por todo el mundo replicando esto.

Primero: La relación con el otro en el servicio.

Sólo en la relación con el Otro descubro mi esencia. Jesús se relaciona con el Padre y con los discípulos y en ese escenario hace evidente cuál es su ser y su misión. “Ejemplo os he dado”. De esta forma los discípulos han de ir por todo el mundo siendo testigos de una “relación” de “servicio”. No de poder, de dominio, de sometimiento del otro y la naturaleza. Ese es también el verdadero significado de entrar montado en una burra, como lo vimos el Domingo de Ramos. Él es el “príncipe de la paz”.

Segundo: El amor como síntesis de su anuncio.

Todo se resume en el amor como fuerza transformante de la historia humana. En una sociedad que arrebata la vida, la honra, la dignidad, la familia, los valores más íntimamente humanos, el sentido de futuro, viene Jesús y nos dice que Él nos ha amado y que así nos debemos amar unos a otros. El amor no es ritualismo sino que es acción surgida desde lo más profundo de cada ser humano, en lo que llamamos amor uno se la juega toda. Un ejemplo claro es el amor

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de una mamá por su hijo. Ya en los evangelios sinópticos, Marcos para mayor exactitud (Mc 12,28-34), Jesús le hace caer en cuenta a un Escriba que en el Amor se resume todo lo que llamamos Ley del Señor, contraponiéndolo incluso al tema de la religión como ritualidad alienante.

Tercero: La Eucaristía como expresión de la misión de ir a todas partes.

Los evangelios Sinópticos son más explícitos en el lenguaje. Dicen cosas como “Jesús los envió a anunciar” (Mc 6,7), “llevar la Buena Noticia a todas partes” (Mt 28, 19). Juan es un poco más íntimo y escenifica todo en diálogos de Jesús con sus discípulos (Jn 13) o con Pedro (Jn 21). Pero es lo mismo. El discípulo tiene una misión que nace en esa Cena y que ha de llegar a todas las personas y aspectos de la vida: “Ejemplo os he dado para que como yo actué, actuéis vosotros” “El que quiera ser el primero que sea como el que sirve”, “¿Comprendéis lo que yo he hecho con vosotros?”, “lo que yo hago no lo comprendes ahora, pero lo comprenderás más tarde”. Dicho de otro modo, la Eucaristía es expresión del Señor que entrega su vida en la cruz, por lo tanto, en la Eucaristía que el Señor ha entregado a la comunidad y donde los apóstoles y discípulos han de cumplir un papel muy importante que nosotros llamamos sacerdocio, hay una misión que tiene que ver con la vida cristificada, con el mundo lleno de la presencia del resucitado. El ritual hace referencia no a sí mismo sino a la cristificación del hombre creyente y su medio.

HORA SANTA. Los cuatro grados del amor que nos enseña el Señor. Quiero con estos apuntes rendir un homenaje póstumo al querido

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P. Humberto Jiménez, nuestro profesor, nuestro hermano y amigo, quien ahora goza de la definitiva Pascua del Señor, goza del amor más pleno que es Dios. Era el año 94, algunos nos estrenábamos en el Ministerio Sacerdotal, y solíamos reunirnos los sacerdotes en donde hoy funciona uno de los Hogares San José, en el barrio Boston. Se nos convocaba a reunirnos para actividades de Formación Permanente, conforme al espíritu de la “Pastores davo vobis”. Y en uno de esos encuentros el P. Humberto nos dirigió estas palabras que a continuación reproduzco, a mi modo, apelando a la memoria, comprensión y reflexión que sobre ello he realizado: ¡Los cuatro grados del amor! Ellos son una excelente catequesis sobre lo fundamental del cristiano. Tener claridad sobre ello nos hace ser como en la parábola de Jesús: Un hombre que construyó su caza sobre la roca. Vinieron las lluvias y las inundaciones y la casa no se destruyó porque estaba construida sobre terreno firme (Mt 7,24-29). En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

ORACIÓN INICIAL: Así oraba San Francisco Javier… nosotros retomamos sus palabra para dar inicio a este acto de escucha y fe… Si yo te amo mi Dios y Señor, tú lo sabes, no es por el cielo que me tienes prometido. Si temo ofenderte no es por el infierno que merecería. Lo que me atrae hacia ti, eres Tú, solamente Tú. Es verte, oh mi Dios y Señor Jesús, clavado en la cruz, en las angustias de la muerte. Y tu amor por mí se ha posesionado tanto de mi corazón, que aunque no existiese el cielo te amaría, aunque no existiese el infierno te temería.

Tú no tienes que darme nada para suscitar mi amor, porque aunque no esperase lo que espero, te amaría igualmente como te amo… Amén. CANTO INICIAL: Sed de Dios…

PRIMER GRADO DEL AMOR: ¡Dios es amor!:

LECTIO:

“Queridos hermanos, debemos amarnos unos a otros, porque el amor viene de Dios. Todo el que ama es hijo de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor” (1Jn 4,7-8).

MEDITATIO.

La primera y más fundamental noción de nuestra fe es Dios. La historia de salvación muestra como el pueblo de Israel le dio diversos nombres, formas de entenderlo, formas de hacerlo claro en medio de la espesura de su presencia: Dios Altísimo, Señor de Señores, Señor de los ejércitos, Dios de Abraham, Isaac y Jacob, Baluarte de Jacob, Mi Señor, El que era – es y será (YHWH). Alguna corriente religiosa en Israel prefirió alguna vez no pronunciar su nombre y cada vez que se topaban en la Escritura con el nombre YHWH, preferían leer en arameo ADONAÍ, es decir, Mi Señor. Era una forma de no pronunciar el nombre impronunciable. Incluso si alguna vez alguien tenía que escribir el nombre sagrado de YHWH en un manuscrito, debía luego lavar sus manos en señal de purificación por haber hecho lo necesario. Hay en el libro del Éxodo dos pasajes que ambientan litúrgicamente la entrega de los mandamientos en el Sinaí. El pueblo está apostado en la parte inferior de la montaña y se le impone todo un ritual de preparación y un límite para que no se acerque, ni siquiera los sacerdotes, sólo Moisés puede ingresar a la espesa nube que está sobre la montaña. Puede oír pero


no ver. Puede sentir la presencia del Altísimo que habla con Moisés pero un terror se apodera de ellos, para significar la distancia que se debe observar entre el Creador y la Criatura (Ex 19). De nuevo, después de entregar las tablas de la Ley, Moisés recuerda al pueblo el acontecimiento de la montaña, diciendo que Él (Moisés) estaba entre Dios y el Pueblo, porque aunque se podía acercar no debía hacerlo, aunque podía mirar no debía hacerlo, aunque podía recibir de Dios la ley, lo tenía que hacer por medio de Moisés, so pena de morir por ello. El texto termina de una forma hermosas diciendo: “Y mientras el pueblo se mantenía alejado, Moisés se acercó a la nube oscura en la que estaba Dios” (Ex 20,18-21). Varios pasajes en el Éxodo repiten este escenario. Uno de los más representativos es cuando Moisés le pide a Dios que le deje ver su gloria (Ex 33,12-23). O sea, Moisés ha subido y bajado las veces que ha querido y podido, ha hablado con el Señor, ha recibido la ley de sus manos, ha hecho construir la Tienda del Encuentro y todavía no lo ha visto. Y tiene que pedirle a Dios que le muestra su gloria, para finalmente sólo poder mirar sólo sus espaldas (Ex 33, 21-23). La misma situación que vive Elías en la montaña al pasar de Dios (1Re 11,13). Es un lenguaje poético que muestra el respeto que se debe tener ante aquella presencia. Que muestra la precariedad humana al referirse a Dios, al hablar de Dios, al entrar en relación con Dios. No debemos especular mucho sobre estos episodios para no falsearlos. Debemos buscar cuál es el sentido suyo, qué pretenden generar en la comunidad: Que Dios no es producción humana, y entonces nunca sus ojos podrán verlo, nunca sus manos podrán tocarlo como se toca un objeto, nunca sus palabras podrán encerrarlo como lo hace una definición de algo.

Sin embargo, cuando llega Jesús, comienza a predicar que el Reinado de Dios ha llegado (Mc 1,14-15). Y, después de ese anuncio, todo es una especie de revoltijo: empieza a juntarse con pescadores, a comer con publicanos, a tocar a los enfermos, a compartir de cerca y con roces con los leprosos, se deja interpelar por las mujeres, ellas mismas hacen parte de sus contertulios, ejemplifica sobre Dios poniéndolo como una mujer que barre la casa para buscar la moneda perdida, como un buen pastor que anda detrás de una ternera loca, como un padre anciano que se alegra sobremanera por el hijo que dilapidó la herencia y regresa a casa, casi sin mirar al hijo pulcro, bueno, recatado…. A ese Padre que Jesús anuncia, cuyo reino ha llegado, se le puede pedir como lo hace un niño, se le puede buscar, en su puerta se puede tocar (Mt 7,7-8). Y un largo etcétera. En el clímax de toda esta forma de entender a Dios, enseña Jesús que Él, el Padre, da su reino a los pobres, consuela a los que sufren, da la tierra a los humildes, satisface a quien tiene hambre y sed de su justicia, se compadece del compasivo, deja ver su rostro a los sencillos de corazón, llama hijos suyos a los que trabajan por la paz, da su reino a los perseguidos a causa de lo justo (Mt 5,3-12). Y concluye esa enseñanza del monte con una bella plegaria que nos enseña a decirle: Padre Nuestro (Mt 6,913), enseñándonos a acercarnos a Él con la confianza de un niño y la actitud de uno que se siente hermano de los demás, porque como dice San Juan de Ávila: “Sin –nosotros- no hay forma de decir –Padre-”. No se trata de recrear un escenario sentimental sobre Dios. Pero Jesús supera con sus palabras y gestos la expresión posible sobre Dios, porque permite recrear su presencia en nosotros, a través de la compasión, la ternura, la apertura al otro, el perdón, la escucha. Tres corrientes había en

los tiempos de Jesús ofrecían tres formas diversas de entender el reinado de Dios: • Entender a Dios desde el sometimiento moral a la ley. • Entender a Dios desde el acercamiento de satisfacción cultual. • Entender a Dios desde su actuar en la historia. Jesús se enmarca en esta tercera forma de acercar la noción sobre Dios a los discípulos. Por eso toca, debate, tiene amigos íntimos, desborda ciertas prácticas. Y con ello nos está diciendo que el Dios que reina es el PADRE de todos. San Juan en su carta nos dice que Dios es Amor. Y con ello hace referencia a la intimidad de Dios, que lo hace salir de sí mismo en la creación del mundo, en la entrega de su Hijo, en la donación permanente de su Espíritu. El amor es expansivo en sí mismo. No se retrae, no es egoísta, irascible, pendenciero…. (1Cor 13). Una falsa noción de Dios nos lleva siempre a un falseamiento del ser humano, de lo que le sucede, de lo que se propone. En este jueves Santo vemos a través de la persona de Jesús al Padre del amor, que nos llama, nos recoge, nos anima, nos da la fuerza para transformar esta existencia de odios, de violencias, de ilegitimidades, en una expresión de su presencia. El mundo necesita oír hablar de Dios como amor, el mundo necesita ver en nosotros actos de compasión, de cuidado de los demás, de cuidado de la naturaleza. CANTO: Dios es amor…

SEGUNDO GRADO DEL AMOR: ¡Cristo es el modelo del amor!:

LECTIO.

Dijo el Señor a sus discípulos… “Así como yo os he amado, así debéis

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amaros unos a otros” (Jn 13, 34-35). “Les hablo así para que su alegría sea completa. Mi mandamiento es este: Que se amen unos a otros como yo os he amado” (Jn 15,11-12).

MEDITATIO.

Los evangelios nos permiten llegar hasta la predicación de Jesús. Ellos son Memoria que nos recrea su vida, sus palabras, sus gestos, el significado total que nos lleva a decir que Él es el Buena Noticia de Dios para nosotros. Cualquier palabra, cualquier acción o gesto tenían como destinatarios a las personas que lo rodeaban, que lo escuchaban, que se sentían motivados por lo que enseñaba y hacía. El mismo Jesús se rodeó de un grupo de discípulos a quienes comenzó a amaestrar en orden a que compartieran con Él esa misión de hacer notar que el “reinado de Dios estaba en medio de ellos”. Primero llamó a los pescadores en el mar de Galilea (Mc 1,16-20), luego convocó un número simbólico de ellos dándoles el nombre de “enviados” o “apóstoles”, para que estuvieran con Él y enviarlos a predicar la Buena Noticia (Mc 3,13-19). Y en algunos momentos los envió a visitar las familias y gentes de los pueblos cercanos, hablando de esta misma realidad y ayudando a superar las formas del mal que se manifestaban (Mc 6, 6b-13). Jesús propiamente no se mantenía hablando en los términos de…. “Dios es esto, Dios es aquello”. O haciendo correcciones de moral a diestra y siniestra. No. Su predicación más sencilla y que englobó todo lo demás fue esta: “El reinado de Dios ha llegado, convertíos y creed en la Buena Noticia” (Mc 1,14-15). Luego lo vemos interactuando con muchas personas, primero llama a sus discípulos, luego la multitud que se reúne para escucharlo; hay muchos momentos donde Él atiende a las necesidades de las personas que lo rodean; enfrenta las nociones falseadas de Dios y que tienen repercusiones en la vida de las

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personas, afectándolas y estigmatizándolas. Esto le granjea muchas dificultades: • La incomprensión y rechazo de las autoridades (Mc 3,1-6). • La incomprensión de su propia familia (Mc 3,31-34; 6,1-6), que alguna vez lo consideró loquito (Mc 3,20-21; Jn 7,5). • La testarudez de sus discípulos que no entendían el propósito de su vida (Mc 8,14-21). Jesús entonces comienza su ascenso hacia la ciudad de Jerusalén, donde según los evangelistas, Él sabía que lo iban a matar. En ese contexto, Jesús inicia un proceso de amaestramiento de los discípulos enseñándoles cuál sería a la postre el desenlace de aquella misión: ¡Dar su vida en la cruz! Y lo hace tocando el tema de la cruz, de forma directa en tres ocasiones, las cuales generan tres tipos de reacciones en los discípulos y tres grandes enseñanzas de Jesús sobre el sentido de la vida, la suya, la de todos:

• Primer anuncio: “El Hijo del

hombre tiene que sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley. Pero va a resucitar al tercer día” (Mc 8,31-32). • Segundo anuncio: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo matarán, pero va a resucitar el tercer día” (Mc 9,30-32) • Tercer anuncio: “Se dirigían a Jerusalén y Jesús caminaba delante de ellos. Ellos iban aterrorizados y tenía miedo. Jesús llamo a los doce y les dijo: Mirad, SUBIMOS, a Jerusalén, donde el Hijo del Hombre va a ser entregado a los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la Ley, que lo condenarán a muerte y lo entregarán a los extranjeros. Se burlarán de Él, los escupirán, lo golpearán y lo matarán; pero tres días después resucitará” (Mc 10, 32-34):

La reacción de los discípulos ante aquellas palabras no eran de extrañar: No habían entendido nada, para dónde iban las cosas: • Primer rechazo: Pedro lo trata como se trata a un endemoniado = Mc 8,32-33. • Segundo rechazo: Los discípulos, mientras Él hablaba, estaban charlando sobre otras cosas, sobre quién era más importante = Mc 9,33-34. • Tercer rechazo: Santiago y Juan cambian frenéticamente el tema de la cruz y piden el puesto de la derecha y de la izquierda en el hipotético Reino de Dios = 10,35-37. Cada vez que los discípulos no entendieron o soslayaron la conversación, Jesús da una enseñanza final sobre lo que significaba “ir detrás de Él”, o “ser pescadores de hombres” (Mc 1,16-20).

• Primer amaestramiento: “El

que quiera seguirme cargue con la cruz y sígame… porque el que quiera salvar su vida al final la perderá, pero el que la pierda por mí y por la Buena Noticia, en esta generación adúltera y pecadora, la salvará…” (Mc 8,34-38). • Segundo amaestramiento: “Si alguno quiere ser el primero, sea el servidor de todos” (Mc 9,35). • Tercer amaestramiento: “Los jefes de los paganos se creen con el derecho a gobernar con tiranía a sus súbditos, y los grandes gustan de hacer sentir su autoridad sobre los demás. Pero entre vosotros no sea así. Al contrario, el que quiera ser grande entre vosotros, sea de todos el servidor. Y quien de entre vosotros quiera ser primero, sea el último. Porque ni siquiera el Hijo del hombre ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por la multitud” (Mc 10,42-45).


En estos días hubo elecciones en Italia para elegir un nuevo Parlamento y conformar un nuevo gobierno. Lo que suscita la admiración de la noticia es que un “comediante” reconocido como Pepe Grillo se hizo a una cantidad de curules en el parlamento, de tal forma que se le hace imposible a las facciones de izquierda o derecha conformar un gobierno. Su voto era el voto de una opinión cansada de que los políticos estén socavando el sistema democrático y que en vez del bien común busquen sus propias dádivas a través de los contratos por medio de terceros, el amiguismo y un largo etcétera. “La política de hoy saquea y empobrece el colectivo y a la par daña el territorio” (Memo Ánjel, 2013). En el momento en que escribo esto se está llevando a cabo el paro cafetero en el país, porque los campesinos simplemente no pueden más con una producción por carga de café que cuesta unos 800.000 pesos y el retorno en la compra para exportación es de tan solo 550.000 pesos. Tenemos a más de 10.000 familias campesinas quebradas en el país. Si los que se estuvieran quebrando fuesen BANCOLOMBIA o AV-VILLAS los gobiernos saldrían a buscar el dinero para SANEAR los bancos y evitar sus quiebras. El régimen económico de la nación tiene todos los problemas de visión existentes porque es capaz de evitar que los ricos se empobrezcan pero no lo es con los campesinos, auténticos hacedores de la paz, porque un campesinado pobre es caldo de cultivo para la violencia. La economía de hoy no piensa sino en la acumulación y nada sabe de la solidaridad, de la corresponsabilidad. Me llama la atención una noticia que aparece opacada en los medios de comunicación, que los sacerdotes de una región de Risaralda iban a salir a pararse con los campesinos en las carreteras. Quizás hay un alto grado de comprensión de lo que significa ser pastores de esos campesinos.

Sí queridos míos, estos dos ejemplos me ayudan a entender una cosa que dijo Jesús, para resumir todo este cuento: ¡Que nadie tiene amor más grande que quien da la vida por sus amigos! (Jn 15,13). En el dar la vida algo se va…. Algo se muere. Uno renuncia a una parte de sí mismo para que el otro tenga vida, como nos lo enseñaba el Santo Padre Benedicto en el título escogido para la conferencia de Aparecida: “Discípulos y Misioneros de Cristo, camino, verdad y vida, para que nuestros pueblos tengan vida en Él” (Aparecida 1).

tantas personas. La indiferencia frente al sufrimiento de tantos hombres y mujeres.

Jesús da su vida y ese es su mayor acto de amor. Muchos hombres y mujeres son un ejemplo con sus vidas para nosotros porque se llenan de heroísmo en la fe y dan sus vidas. Pienso hoy en la madre Laura. Eso es lo que la hace santa, que comparte el Espíritu del Crucificado.

Y a eso apunta Jesús con sus palabras. A que seamos capaces de mirarnos a nosotros mismos. Cada uno puede mirarse a sí mismo, y encontrar la inspiración para que aquello que gusta a cada uno se lo procuremos a los demás. Porque eso que nosotros vemos, en sí mismos, como el derecho a vivir, la necesidad de comer adecuadamente, la necesidad de tener un hogar, un afecto, un entorno saludable, y todo lo demás, eso mismo somos llamados a procurarlo para los demás.

CANTO: Donde hay caridad y amor…. Ubi caritas…

TERCER GRADO DEL AMOR: ¡Cada uno como fuente del amor!:

LECTIO.

En el diálogo con el Escriba dice Jesús: “Pero hay un segundo mandamiento que es muy importante: Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Mc 12, 31).

MEDITATIO.

Es una palabra que nos invita a mirarnos a nosotros mismos, no de una forma egoísta, sino de una forma positiva. Es usual que nosotros identifiquemos al ser humano por su violencia, por su degradación, por las cosas terribles que de nosotros mismos salen. Y eso es verdad. El mal estructural que hay en el mundo, en la cultura, en la sociedad, se refleja en hechos concretos que causas escozor: La muerte de un soldado, de un policía, de un joven. El secuestro de

Pero aquello que define al ser humano es la vida. El biólogo Dr. Francis Collins, director de la investigación sobre el mapa del genoma humano, en su libro “Así habla Dios” dice como científico y creyente que es: “A pesar de las enormes improbabilidades, las propiedades del universo parecen haber sido afinadas con precisión para la vida” (Collins, 2008, p. 215).

No se trata entonces de culto a sí mismos sino de mirar con humildad nuestra esencia humana. La autoestima no es hedonismo, sino sabernos personas. En el pasaje de la creación de Adán y Eva (Gn 2), que es una bella representación de Dios como hacedor de la vida, Dios mismo revela que la única compañía adecuada y posible para un hombre es otro de su misma especie. Aunque todo es objeto de su cuidado, los animales, las plantas y todo lo demás, sin embargo, sólo la mujer es como su Otro Yo, donde se descubre persona, donde comienza una relación de tú a tú (Gn 2,20). Adán ve a la mujer, pero también se ve a sí mismo, se descubre y por eso la relación con ella es distinta a la que se tiene con un animal, con un vegetal o cosa.

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Hay otro pasaje hermoso que nos trae el evangelista San Juan, es el pasaje sobre la mujer adúltera (Jn 8,1-11). El punto de vista de todas las interpretaciones que conozco es el de que los ancianos son llenos de pecados como ella. Quisiera intentar otra mirada: Jesús los invita a mirarse a sí mismos como personas, iguales que ellas. El mismo cuidado que se prodigarían se lo deben prodigar a esta mujer que ha sido acusada de adulterio.

partir de los prestigios, los arribismos, la venganza, la indiferencia, la falta de solidaridad, el deseo de acumular...

No hay sobre la tierra ningún hombre o mujer incapaz de amar, y cuando las circunstancias de la vida nos han llevado a afirmar que eso no es verdad, está el camino de la fe, de la esperanza y del amor de Dios que sana los corazones rotos, que da las fuerzas perdidas, que da la persuasión necesaria para no seguir viviendo en la telaraña de los males que fabricamos los hombres.

CUARTO GRADO DEL AMOR: ¡El otro como depositario de mi amor!:

Jesús que se ve a sí mismo, le habla a ella con estas palabras: “Yo tampoco te condeno” (Jn 8,11) y explico por qué tiene relación: porque su poder de perdonar no es el de un juez que ha sido revestido para esos fines, sino que Jesús se ve a sí mismo y su propia alma y encuentra las fuerzas, el coraje para liberarla de su carga.

Para finalizar recuerdo otra expresión del Señor, en la misma línea: “Haced con los demás como queréis que los demás hagáis con vosotros” (Mt 7,12). CANTO: Amor es vida, vida es alegría.

LECTIO.

“Les doy este mandamiento nuevo: amaos unos a los otros. Así como yo os he amado, así debéis amaros unos a otros” (Jn 13, 34-35).

MEDITATIO.

Dios no es un asunto de individualidades. Asunto individual es comprar unos zapatos a nuestro antojo y medida. Dios es Padre, es amor, es fuente de nuestra vida. Nosotros somos su imagen y semejanza, dice el Génesis, somos sus discípulos nos lo enseña Jesús, somos sus Hijos, como nos lo dice san Pablo.

Así pasa con el joven rico (Mc 10,1722), el cual ha sido incapaz de ver a los demás como destinatarios de lo que él a sí mismo se da. Contrario a ello está el Padre que representa a Dios en la parábola lucana (Lc 15,1132).

Comenzábamos diciendo en esta reflexión que Dios entendido como amor es la noción fundamental, lo que mejor lo expresa y nos expresa. La fuente de todas las demás nociones. Entenderla hace que todo sea más veraz.

Es que el amor no puede ser una cosa por fuera de nosotros, una imposición, sería antinatural, no seríamos imagen de Dios. Es la cultura de muerte, en la que vivimos inmersos, la que nos arrebata la bondad, la candidez, la sonrisa de los labios, la capacidad de escuchar.

Ya en los inicios de la comunidad cristiana Pablo decía estas palabras: “Ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí. Ya la vida que vivo en mi cuerpo, la vivo por mi adhesión en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí”. (Gal 2,20). Y esa es la misma expresión de San Juan: “Dios es amor… Él nos amó primero y el que ama ha conocido a Dios” (1Jn 4,7-21).

Mientras Dios nos ha hecho desde el amor, el afuera nos de-construye a

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Cuidémonos de que la palabra amor para hablar de Dios nos haga presumir que lo encapsulamos y lo tenemos bajo control, como se tiene una cosa. Dios es el totalmente Otro, el incognoscible, como decía Jesús: “A Dios nadie lo ha visto jamás” (Jn 4,12). Pero esta íntima unión con Dios que confesamos no conduce a “verle mejor” sino a tener sus ojos, tener sus oídos para ver y oír el mundo. Porque tanto la vida y la fe nacen en su amor: • “Dios está por nosotros” dice el apóstol San Pablo, una vez más (Rm 8,31). Esto es esponsalidad de Dios con nosotros y de nosotros con Él. El Cantar de los Cantares habla de Dios y su Pueblo así: “Dice la amada: Mi amado es mío y yo de mi amado” (Cant 2,16). • “Dios está con nosotros”, dice el profeta en la anunciación sobre el nacimiento de Jesús (Mt 1,23). Esto es la acción liberacionista de Dios a favor nuestro. • “Dios está en nosotros”, reflexiona ampliamente el apóstol San Pablo (Rm 5,1). Esto es la fraternidad de Dios en nosotros y que al redimirnos nos hace ir al encuentro de los otros. Jesús tuvo una iniciativa histórica que fue la negativa a separar el amor a Dios del amor al hermano (Mc 12,21…). Nosotros estamos aquí porque decimos creer en Dios, eso implica incluir a los demás en el amor, como destinatarios de lo más profundo de nosotros mismos. Esa es la única lógica de la vida, esa es la lógica de la fe, esa es la forma de nosotros caminar juntos en el mundo y en la historia. CANTO: Si me falta el amor, no me sirve de nada…


ORACIÓN FINAL.

Padre, me pongo en tus manos, haz de mí lo que quieras, sea lo que sea, te doy las gracias. Estoy dispuesto a todo, lo acepto todo, con tal que tu voluntad se cumpla en mí, y en todas tus criaturas. No deseo nada más, Padre. Te confío mi alma, te la doy con todo el amor de que soy capaz, porque te amo. Y necesito darme, ponerme en tus manos sin medida, con una infinita confianza, porque Tú eres mi Padre. Charles de Foucauld.

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VIERNES SANTO:

EJERCICIO DEL VIACRUCIS.

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas: (23,24-25). “Pilato pronunció la sentencia que la multitud reclamaba. Soltó a Barrabás, al que estaba preso por agitador, ladrón y asesino, pues a este lo quería la gente. Y entregó a Jesús, como la multitud pedía, para que lo crucificaran”. Palabra del Señor. Hermanos y hermanas, iniciemos esta procesión en la que recordamos el camino del Señor desde el lugar de su condena a muerte hasta el lugar de la cruz. Así pues, en su camino vemos nuestro camino, en su sufrimiento vemos nuestro sufrimiento y en su victoria vemos nuestra victoria. Haremos meditaciones sobre el significado que puede tener para nosotros caminar hoy, superar las dificultades, enfrentar los problemas. Nos dejaremos iluminar por la Palabra del Señor, proclamada de forma sencilla y con el diálogo, el silencio o los cantos haremos itinerario espiritual. Esperamos que la fe ilumine nuestros pasos cotidianos y nos dé la fuerza para seguir adelante, como discípulos y discípulas del Señor. En días pasado el Señor Arzobispo, Pastor de esta iglesia Metropolitana, hizo una serie de preguntas que la comunidad está invitada a responder. No tienen por objeto la ofensa sino el suscitar la reflexión. Sólo una comunidad crítica consigo misma puede mejorar, puede tener un futuro promisorio, porque puede corregir y tomar conciencia de lo fundamental. Los gobernantes de

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los últimos tiempos han hecho uso del slogan de la educación como aquello que identifica el progreso de la comunidad. Pues bien, no hay educación donde no hay preguntas, no hay educación donde no hay análisis, no hay educación donde no hay respuestas. Los hombres creyentes de esta ciudad somos ciudadanos y queremos empoderarnos del saber por medio de las preguntas sobre la realidad que acontece; queremos aportar, desde nuestra forma de entender la vida, a las soluciones de los problemas de la comunidad. Como creyentes aplaudimos los logros en infraestructura de la ciudad o del país, pero creemos que sólo cuando uno puede amanecer y ver el sol, cuando puede abrazar la familia y alegrarse con la del otro, cuando puede transitar por los caminos sin miedo, cuando puede trabajar y gozar el fruto del trabajo y gozar por el fruto del trabajo del otro, cuando los hijos pueden salir de casa y luego regresar sanos y salvos, cuando el buen nombre es sagrado, cuando las costumbres son razonables, entonces estamos en la ciudad más educada, en el país de la prosperidad, entonces sí viviremos en un lugar innovador, porque la vida se hace nueva día a día. Iniciemos, hermanos, con el Acto de Contrición: Yo confieso ante Dios Todopoderoso…

PRIMERA ESTACIÓN:

“Jesús es condenado a muerte”. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. R/ Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Del libro del Profeta Isaías. “Fue triturado por los suyos. Maltratado, deshecho de los hombres. Como un varón de dolores, como oveja que llevan ante el esquilador, no abría la boca, conocedor de todos los quebrantos. Era tenido en nada”. Palabra de Dios… El Señor asume el dolor de todo un pueblo, su condena es injusta, no la merece. Sin embargo, acepta porque entiende que el Padre hará de todo aquello un signo de victoria sobre el mal que hay en el mundo. Hará de todo esto una semilla de vida y salvación que se extenderá hasta más allá de la muerte. No sólo Él es condenado, sino todos los que están a su alrededor porque sufren verlo así: Su madre, sus amigos, sus admiradores, incluso todos los que en su corazón dejan crecer la bondad. Quizás también Dios, su Padre, se conmovió por la suerte de Hijo de sus Entrañas. La condena es la muerte. Como muchos acontecimientos nos siguen condenando a la muerte, en nuestras comunidades. Primera pregunta que nos hace a todos el Señor Arzobispo de Medellín: ¿Por qué las cárceles son el control remoto del crimen? ¿Quién facilita que los muros no sean muros? ¿Quién facilita que la corrección sea simplemente un saludo de palmada en la espalda? ¿Quién se burla de toda una sociedad? ¿Quiénes se dejan corromper? ¿Cuánto dinero se mueve en toda la cadena penitenciaria colombiana? Aquí hay un problema gravísimo con quienes han cometido el error, quienes han lastimado a otras personas. Porque no alcanzan a tomar conciencia de su daño. No desean compren-


der que sus acciones nos lastiman a todos. Cierran con sus actos los espacios de la vida, la convivencia y el trabajo. Pero también está el problema de quienes lo permiten. Quienes llevan y traen insumos para que la violencia se administre desde un patio de reclusión. Y falla el sistema, que es incapaz, no sólo de prevenir, de corregir, de re-educar. Pero se equivoca sobre manera todo aquel que teniendo poder judicial, legislativo, administrativo o económico se presta al juego de las personas que siguen cargando cruces a los demás. Su mal es mayor, porque no cumplen con su misión, la tergiversan en beneficio propio y a pesar del bien común. Pero también se equivoca esta cultura nuestra, la que todos recreamos cada día con nuestros modos, usos y costumbres, porque crecemos y los niños y jóvenes crecen pensando que nada está equivocado, que todo se puede, que nadie debe controlar, que el mal o el pecado es un asunto de la iglesia católica y no la toma de conciencia de una sociedad. Esta es una sociedad que genera el siguiente orden cultural: Llama doctores y señores a los criminales y tramposos y persigue, silencia o desconoce a aquellos que hacen algo por la vida, por la familia, por la siembra de valores, que acompañan, generan reflexiones serias y piensan en un auténtico futuro humano. El dinero, ese gran dios que todos perseguimos, lo persiguen los medios de comunicación, lo persiguen los modos de producción, se lo persigue en la educación, lo persiguen los usureros de la salud, lo persiguen los pseudo-libertarios de las guerrillas y bandas criminales, lo persiguen los sindicatos, incluso las religiones son ya un asunto de dinero. Ese hace que

todo se venga abajo, ante la ausencia de sentido crítico de la sociedad. El Señor se dejó condenar a muerte… por nosotros, por la humanidad de todas las épocas. ¿Somos capaces nosotros hacer morir esas pésimas costumbres que hemos adquirido? ¿Queremos ser más responsables familiarmente, individualmente, socialmente? ¿Quiero decir, desde lo más profundo de mi corazón… ¡No me voy a prestar a ningún acto de corrupción!? Señor, pequé, ten misericordia de mí… Canto: Por mí, Señor, inclinas el cuello a la sentencia…

SEGUNDA ESTACIÓN: “Jesús carga con la cruz”.

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. R/ Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Del evangelio según San Marcos. “Preguntó Jesús a sus discípulos: ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo voy a beber? Y ellos contestaron, ¡lo somos! Jesús respondió: De seguro lo beberéis, pero el puesto a mi derecha o izquierda no me corresponde a mí entregarlo sino a mi Padre, Él sabe a quien lo tiene destinado.” Palabra del Señor. Jesús soporta su cruz, su elección, las consecuencias de su misión. No escapa, no disimula, no evade ni siquiera el dolor. Él mismo fue quien convocó a un grupo de discípulos y con ellos inauguró una nueva familia humana, sobre la base de su anuncio. Y los evangelistas nos cuentan que Él mismo comenzó a prever que las cosas iban a tener un momento de tensión que comprometería su propia existencia biológica, su paso por esta historia humana. Pero su confianza

en el Padre le sostuvo en la misión para la cual fue encarnado. Jesús refundó la vida de sus discípulos sobre la suya propia, entregándola, donándola. Ya desde mucho antes había comenzado a cargar su cruz. Esta cruz que le llevaría a la muerte, muerte que lo convertiría en la semilla más importante de la humanidad. En esta escena del Jesús que carga nos dejamos hacer esta pregunta por el Pastor de nuestra iglesia local: ¿Por qué si la familia es tan importante y su labor tan difícil, es atacada por los medios de comunicación, por la cultura morbosa en que vivimos y la globalización sin el ejercicio de la reflexión? Una cosecha no se recoge sin haberla sembrado. Un plantío no germina si no se lo cuida. El fruto maduro no existirá si durante el proceso de la siembra no hay quien aguante el sol y la lluvia, el calor y el frío, incluso si no hay quien tenga la paciencia de sembrar, ver germinar, ver crecer, ver florecer, ver dar fruto. Y esto es precisamente lo que han hecho miles de familias. No ha sido el Estado quien ha sembrado valores naturales de vida, no han sido los negocios de la comunicación quienes han enseñado las costumbres más humanas y sanas, no han sido los lugares donde se trafica con la juventud y con las energías de los hombres y mujeres donde se han forjado caminos, conocimientos y logros. Han sido muchos padres de familia, abuelas generosas, tíos altruistas, hombres y mujeres quienes han sabido que sus vidas tenían sentido en la medida que cuidaban de los niños, acompañaban a los jóvenes y daban cobijo y ternura a los mayores y ancianos. Sin embargo, la trágica comedia de los llamados “medios de comunicación”, de la anticultura en que vivimos, de la globalización del desenfreno, es que arrebatan, tergiversan,

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erosionan valores que la historia y la vida nos han enseñado como naturales, como los más valiosos para la vida y la convivencia. Hoy pareciera más importante exaltar la deslealtad, el prostituirnos, la vaciedad de la mente, la verdad amañada, la ausencia de acuerdos fundamentales y un sin número de antivalores que socavan el entorno más importante de un ser humano, su familia. Oscurecemos por conveniencia la reflexión sobre asuntos tan trascendentales como la transmisión de la vida, la educación de los hijos, el amor por la verdad y las normas de convivencia, la salud, la solidaridad, el trabajo con carácter, la búsqueda del bien común. Nuestra cruz no es una cruz de madera. Es simplemente la responsabilidad con la cual cada uno debe vivir. Es la familia, es la profesión, son los hijos, los padres, el medio ambiente. La única cruz de madera que existió fue la de Jesús, pero ella significó que Él también moría a algo para que en Él todos accediéramos a la vida del Creador y Santificador. Así nosotros somos llamados a cargar la cruz de la familia, porque ese es el único entorno posible donde un hombre nace, crece, madura y muere. Las demás ideas son modas de personas que por su egoísmo, por su sentido de bienestar económico, gustan de tapar sus ojos a fin de que no tengan que ver. Señor, pequé, ten misericordia de mí… Canto: Esconde, justo padre….

TERCERA ESTACIÓN:

“Jesús cae por primera vez”. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. R/ Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

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Del evangelio según San Mateo (15,16-20). “Discutía Jesús con los maestros de la Ley y les dijo ¿No entienden que todo lo que entra por la boca va al vientre, para después salir del cuerpo? Pero lo que sale de la boca viene del interior del hombre y eso es lo que lo hace verdaderamente impuro. Porque del interior del hombre salen los malos pensamientos, los asesinatos, el adulterio, la inmoralidad, los robos, las mentiras, los insultos. Estas son las cosas que al salir del hombre lo hacen impuro; pero el lavarse o no las manos en un ritual, eso no hace impuro al hombre”. Palabra del Señor. Las caídas de Jesús las tenemos que buscar en todo el itinerario de su vida. No sólo fue en el momento de cargar aquel pesado tronco de madera, como se acostumbraba castigar en la época y donde luego se era crucificado. Todas las veces que tropezó con las autoridades, con su propia familia, con sus discípulos, con la multitud, por la maledicencia, la incomprensión, la terquedad, el deseo de manipulación se suman como otras tantas y dolorosas caídas. Allí se sentía el peso más terrible de su misión, porque no podía desistir, porque debía seguir adelante. Así parece ser nuestra historia local y nacional. ¿Quién fue el primero que pensó que era bueno enriquecerse con la producción y tráfico de estupefacientes? Ese tal inauguró el día en que una estela, una cola larga de muertos, de familias destruidas, de campos lastimados marcaría la historia de nuestro país. Nos pregunta el Señor Arzobispo: ¿Por qué el narcotráfico sigue mandando en la ciudad? Intentamos una respuesta crítica desde el punto de vista de nuestra fe: Porque hay hombre y mujeres que dejan contaminar

su corazón con la avaricia del dinero fácil. No pareciera que nos gustara tener un carácter recio y unos principios naturales que nos permitiesen decir ante esos momentos de tentación, esa no es mi vida, así no he de vivir mi vida, no dañaré la vida de los demás. Las redes que teje el narcotráfico son a veces desconocidas por los ciudadanos de a pie. Son conocidas por los organismos de seguridad, por el sistema judicial y por muchas personas que tienen conocimiento de cómo se mueven los negocios. En la historia del país y la ciudad no hay uno que haya participado de este negocio que pueda morir en paz. Sus días le recordarán lo contaminado de su dinero, sus difuntos el dolor que han causado, la desazón de la ciudad el mal que han generado. Levantémonos con Jesús, hermanos y hermanas. Que nadie aspire a enriquecerse ilícitamente. Si cada uno dijera no a esto del narcotráfico, ellos no tendrían escenarios para vivir y disfrutar de sus cosas. Forjemos un carácter fuerte que nos lleve a apreciar el trabajo limpio, el pan de cada día y no la acumulación de dinero a costa del daño que se le hace a los demás. Llenémonos de saberes, de alegría, de amores familiares. No serán los costalados de dinero sucio los que nos hagan vivir como aquellas sociedades extranjeras que tanto apetecemos. Eso sólo se logra con una comunidad estructurada con principios sólidos, con ciudadanos decentes, con personas que aman la educación y el ejercicio de la razón. Un costalado de dinero fácil sólo trae el mal olor que brota del corazón que lo hace producir. Señor, pequé, ten misericordia de mí… Canto: Oh pecador ingrato….


CUARTA ESTACIÓN: “Jesús se encuentra con su madre”.

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. R/ Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Del evangelio de San Mateo (12,46-50). “Todavía estaba Jesús hablando a la gente cuando acudieron su madre y sus hermanos, que deseaban hablar con Él. Como se quedaron afuera, alguien corrió a avisar a Jesús… ¡Tu madre y tus hermanos están afuera y quieren hablar contigo! Jesús contestó: ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? Entonces dirigiéndose a sus discípulos, dijo: ¡Estos son mi madre y mis hermanos. Porque cualquiera que hace la voluntad de mi Padre que está en el Cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre” Palabra del Señor. (Esta reflexión está redactada para que la haga el sacerdote). El camino de la Cruz no fue el único momento doloroso de la Madre del Señor. Fue doloroso verlo nacer, verlo crecer, verlo asumir su misión, verlo caminar en medio de los insultos y gritos y verlo morir en una cruz. Y a pesar de todo, ella hizo lo que sólo una Madre sabe hacer mejor que nadie: Estar ahí, esperar, consolar, acompañar, llorar en silencio. Los hijos duelen tanto que no pareciera que termináramos de salir de las entrañas de ellas, las madres. Hoy queremos aplicar esta escena del viacrucis a la mirada que también intercambia el Señor con sus Discípulos y Discípulas, es decir, con su Cuerpo Místico, con la iglesia, con nosotros que cada día buscamos su rostro, su presencia. Que queremos nutrirnos de Él. Muchas veces satis-

facer nuestras necesidades con su poder, con su amor. Dejemos resonar la voz del Pastor que nos pregunta: ¿Por qué las iglesias, tan llenas de fieles, no estimulan el cambio moral y la conciencia social que necesitamos? Hermanos y hermanas en la fe. Dios no es una mercancía a pesar de que nuestras costumbres nos llevan a que sea así. Dios es aquel que nos habla en nuestra historia, desde el origen de la vida misma hasta su sentido final. Vemos signos de credibilidad en la naturaleza y en las personas. Vemos signos de credibilidad dentro de nosotros mismos y por fuera de nosotros. Pero también es cierto que cuando decimos Dios, lo decimos con nuestras palabras, lo expresamos con nuestros signos, lo entendemos desde nuestros aciertos y angustias. Los que hoy vamos caminando por estas calles somos personas que creemos en Dios y lo celebramos y buscamos estos espacios para reflexionar, para escuchar, para fortalecernos.

cuela, en la universidad, en el trabajo, en la diversión, en la conciencia, en el trato con los otros, sobre todo con los pobres o los que dependen de mí, donde sé si vivo con Dios habitando en el alma o no. Nada nos debería separar de vivir en el amor de Dios. Es cierto que muchas veces, somos los sacerdotes los que con nuestro trato, con nuestro ejemplo, con nuestras palabras, con nuestra falta de creatividad o de responsabilidad los alejamos de la alegría de la fe. ¡Les pedimos perdón! ¡Necesitamos también de su perdón! Amamos nuestra vocación, creemos en Dios y también su rostro buscamos cada día en la celebración de la Eucaristía, en la predicación, en el ejercicio de la caridad. Queremos ser más hermanos de todos, queremos compartir sus tristezas, queremos celebrar sus alegrías. Que Dios nos dé la fuerza, y la santísima Virgen salga a nuestro encuentro, para no ser menores a nuestra responsabilidad. Señor, pequé, ten misericordia de mí…

Sin embargo, si Dios no es persona delante de la cual estamos a cada instante, si no somos capaces de hacer silencio en el corazón para escucharlo en toda circunstancia, para verlo en el prójimo por medio del amor y la compasión, entonces la persona de Dios se convierte en una simple idea, a veces falseada, vacía. Y todo termina en ritualidad.

Canto: Cercadla serafines,…

La fe debe ser crítica de nosotros mismos, de nuestra manera de relacionarnos, de nuestra manera de tratar la naturaleza, de nuestra manera de hacer negocios, de la manera como se hace política. La fe en cuanto diálogo y respuesta con el Señor debe transparentarse en la cotidianidad; allí es donde se vive la verdadera religión. La ritualidad de nuestras iglesias es simplemente el momento de la celebración. Pero es en el hogar, en la es-

De la carta del apóstol Santiago (2,14…).

QUINTA ESTACIÓN:

“Simón de Cirene ayuda a Jesús a llevar la Cruz”. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. R/ Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Hermanos míos ¿De qué le sirve a uno decir que tiene fe si sus hechos no lo demuestran? Muéstrame tu fe sin obras y yo por mis obras te mostraré mi fe. Palabra de Dios. También Jesús, hermanos y hermanas, necesitó ser ayudado en su vida. El evangelista San Lucas nos recuerda

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un episodio en el que dice que algunas mujeres le ayudaban en su sostenimiento con algo de sus bienes. El evangelista San Marcos nos cuenta que un día llegaron a casa de Pedro y luego de sanar a la suegra del apóstol que se encontraba un poco enferma, ella se puso a servirles la mesa. Jesús fue acogido, según el evangelista San Juan, por las hermanas Marta y María, en su casa de Betania. Jesús solía utilizar la barca de Pedro para movilizarse y predicar desde allí. Zaqueo le dio acogida en una noche. Quizás el momento más conmovedor es cuando Jesús le pide a Pedro que le diga que “le ama” y que “apaciente su rebaño”. Jesús se muestra necesitado de nosotros, humano y frágil a pesar de su procedencia de Dios. Jesús pareciera aceptar los dones de sus amigos y conocidos para hacerse deudor suyo. Esta escena del viacrucis nos habla del momento en que un hombre que venía del campo ayuda al Señor en el momento más determinante de su vida, lo ayuda a morir con un poco de descanso. Algún día, cuando el Cirineo murió, muy seguramente fue Jesús Glorificado quien le ayudó a morir y resucitar en la visión de Dios. Jesús busca la relación con los demás porque es la única manera de existir, de ser personas, de tener una familia, una comunidad. Si no fuese así, no habría llamado a los pescadores en el lago, ni habría visitado a los enfermos, ni se hubiese enfrentado a las autoridades o personas que nunca lo entendieron y se le opusieron. Habría aceptado la oferta del tentador cuando le prometió ser el soberado de todo, si postraba su rodilla en suelo para sometérsele. Jesús prefirió mantenerse en pie y gobernar desde el sacrificio, desde el amor, desde los brazos abiertos de la cruz. Así pues, el Señor Arzobispo hace esta pregunta a la comunidad creyente y no creyente: ¿Por qué a pesar de

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tanta tecnología y modernismo no se enseña y aprende la convivencia? Parece que nos acostumbramos a llenarnos de aparatos por doquier, para el trabajo, para la casa, para la universidad, para los paseos, para el extranjero, para dormir, y un largo etcétera, pero nos falta lo más esencial del vivir: El deseo de estar juntos, de comunicarnos, de comer en familia, de reír cara a cara, de disfrutar la naturaleza, el aire, las estrellas, el calor de una mañana. Uno de los problemas estructurales que se está generando en la generación de la tecnología es el aislamiento, la indiferencia, el egoísmo, la invisibilidad, la mentalidad de vivir en medio de la basura. El rostro de los seres humanos se está haciendo extraño en muchos hogares. No es más civilizada la comunidad donde las caras son largas, donde faltan los saludos, donde las gracias son la forma de reconocer lo que el otro hace por uno. Donde todos son extraños o enemigos se llaman bárbaras naciones. Soy persona y todo aquel que se sitúa frente a mí, es una persona destinataria de mis mejores palabras, modales, atenciones. El ser humano nace de una relación y vive en relación con los demás. Se nos ha dado la inteligencia, la voluntad, el cuerpo y el alma, para vivir este don maravilloso de la creación de Dios. Y, dado que la suerte de cada uno es distinta, se nos invita a la solidaridad son los demás, sobre todo con los más necesitados, con los pobres, con los niños huérfanos, con los que aguantan el peso de la vida. Tanta tecnología junta será basura, si perdemos el espíritu humano. Señor, pequé, ten misericordia de mí… Canto: Toma la cruz preciosa…

SEXTA ESTACIÓN:

“La verónica enjuga el rostro de Jesús”. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. R/ Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Salmo 66:

“El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros, conozca la tierra sus caminos y todos los pueblos sus Salvación”. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. En el camino hacia al calvario muy seguramente hubo tres tipos de personas: Aquellos a quienes les encomendaron matarlo, aquellos que se enardecía por la fuerza de la masa y le gritaban muerte y aquellos que vivían su propio calvario, al ver al Maestro agonizante, varón de dolores, conocedor de todos los quebrantos, como lo cantara muchos siglos antes el profeta Isaías. De entre este último grupo, cuántas valerosas mujeres, las únicas que se podían acercar a los condenados, lo harían para consolarlo, para darle un poco de agua, para tratar de apagar, con su dulzura de mujer y madres, el fuego de aquel dolor. Así nació la tradición antigua de que una mujer se acercó a Jesús y con un velo suave quiso limpiar su rostro, su mirada, su sudor y sangre. Entonces la imagen de Jesús se hubo de transmitir, se hubo de quedar grabada, con todo su resplandor, no sólo en el velo sino en el alma de aquella mujer. Nos interesa pensar que Dios se graba en nuestros corazones, nos deja ver su rostro, incluso en situaciones de dolor. La iglesia católica, por medio de sus Obispos, un día se reunió en Puebla, México, y reflexionó sobre esas muchas maneras de ver el rostro de Dios: En las madres que sufren, en los niños sin familias, en los jóvenes sumidos por las drogas, en los cam-


pesinos sin futuro, en las víctimas de la violencia, en tantos y tantas que sufren. Los llamó los “rostros de Dios” en América Latina. Dios se deja ver para que le escuchemos y le socorramos. La sociedad, la comunidad cristiana, tiene que aprender a ver y a escuchar. Eso implica darle valor a la verdad. Sólo la verdad, por triste que ella sea, nos llevará a las soluciones, a la paz. Quien oculta la verdad, por negocio o por conveniencia, miente, se miente a sí mismo, miente a los demás. En muchos escenarios de la vida pública se busca acallar a aquel cuya voz forma conciencias. Y se prefiere hacer oír el ruido de las balas, de lo estridente y de mal gusto, de las promesas no cumplidas, de las verdades dichas a medias o de las mentiras pintadas de verdad, se manipulan las cifras se toma partido por el rating y no por la veracidad. Mahatma Gandhi decía una vez: “Si no tienes una religión te aconsejo una: El amor a la verdad”. Una comunidad, como la nuestra, donde se ocultan cosas no encontrará la paz, ni la fuerza para el perdón. Cuántas cosas hay ocultas, cuántos hay ocultos en todas las esferas de la sociedad, que agazapados sólo buscan el poder y, muchas veces, dañar a los demás. Nos hacía esta inquietante pregunta el Señor Arzobispo en estos días de cuaresma: ¿Por qué los medios de comunicación no informan exactamente la situación de violencia que se vive en el área metropolitana de Medellín? Y esa pregunta la pudiéramos extender a los grandes dueños de los medios de comunicación: ¿De cuál Colombia hablan ellos cuando informan? ¿La del centro? ¿Y qué de la Colombia que está en la periferia de los centros urbanos? ¿Qué hay de la Colombia de los campos, de los cam-

pesinos, de los pobres, de los que no cuentan?

¡nada!; la Justicia, y sigue lejos de nosotros”. Palabra de Dios.

Como hombres creyentes en la presencia de Dios, somos invitados a verlo pasar por nuestro lado cada día, en las cosas lindas, en las espirituales, en las que promueven a las personas, pero también en los más necesitados, en las instituciones que siembran el bien, en las personas que nos dan ejemplo, en tantos y tantas que como la Verónica de esta tradición antigua se han acercado al Misterio de Cristo Muerto y Resucitado y han dejado que su rostro se plasme, se grabe en ellas.

Necesitamos entendernos, para ello necesitamos aferrarnos a los lenguajes que hagan fluida la vida, tener principios que todos respetemos, sueños que todos busquemos, ese es el bien común.

Señor, pequé, ten misericordia de mí… Canto: Tu imagen Padre mío…

SÉPTIMA ESTACIÓN:

“Jesús cae por segunda vez” Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. R/ Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Del profeta Jeremías: (59,7-11). “Así dice el Señor a su pueblo: Vuestros pies corren hacia el crimen y se apresuran a derramar sangre inocente; vuestros planes son criminales; solo devastación y ruina por donde pasan. No conocéis la senda de la paz, no hay justicia en vuestro camino; sólo se abren senderos tortuosos e ignora la paz quien por ellos camina. Por eso el Derecho sigue lejos de nosotros y no nos alcanza la justicia. Esperamos la luz, y no hay más que tinieblas; la claridad, y andamos en la oscuridad. Como ciegos palpamos las paredes, como sin ojos andamos a tientas; tropezamos a pleno día como en el crepúsculo, en tinieblas habitamos como los muertos. Gruñimos todos como osos, gemimos como palomas, esperamos el Derecho pero

Cuando estas cosas no existen, cada uno se convierte en una piedra para que el otro caiga. Si nos convertimos en obstáculos mutuos, no tendremos nación, no tendremos un lugar vivible para nuestros hijos, para edificar nuestras casas, para sentir la vida como un don. El camino de Jesús hacia el Calvario, como lo pinta esta escena de la Tradición Cristiana, pretende mostrar lo duro que es llevar una cruz que produce muerte. La Cruz de Jesús producía muerte, no vida. Y arrastrarla por el camino era como morir antes de morir. ¿Cuántos hogares han soñado con ver a sus hijos realizarse como ciudadanos decentes, prósperos, con ambientes hogareños adecuados? ¿Cuántos padres han deseado, legítimamente, que sus hijos no pasen por las penurias que a muchos mayores les tocó vivir. Pero llega la cultura, una cultura ilegal, y la legal también. Hay en Colombia una contradicción abierta: Mientras las familias, los padres de familia, hablan de valores, de reciedumbre del carácter, de disciplina de vida, las altas cortes pontifican sobre lo que da muerte llamándolo dador de vida. Ese es el ejemplo de las drogas. ¿Cuándo consultaron al pueblo para que este manifestase si estaba de acuerdo sobre cambiar la noción de que las drogas dañan, lastiman, traen divisiones en el hogar, dañan el cuerpo? Ese al menos, habría sido un ejercicio democrático sobre una idea. Pero no, los que hablan de espíritu democrático se comportan como tiranos de las sentencias judiciales ampa-

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rados en la autoridad que les ha dado la comunidad. ¿Cuánto dolor ha traído a los hogares el consumo de alucinógenos?, ¿Cuántos padres de familia han sido atracados en los frutos de su sacrificio por la cultura que el mismo Estado está creando, por virtud y gracias de las interpretaciones tiránicas e inconsultas de las Altas Cortes? No es cierto que sea dogmatismo moralista de la iglesia. ¿Qué padre en vez de comprar panela o pan, compraría marihuana para sus hijos? El microtráfico y toda la corrupción que le es conexa es un engendro de esta cultura que desde arriba se cultiva. Con razón nos pregunta el Pastor de Medellín: ¿Por qué el aparato policivo de la ciudad no acaba nunca con las plazas de vicio? Porque adicional a los índices de corrupción y permisividad que promovemos todos, muchas veces tienen las manos atadas; porque hay una agenda oculta de narcotización que lentamente están desarrollando en nuestra sociedad, permeando la cultura, diciendo que “da vida” lo que es muerte. Llamando libertad lo que no da dignidad. Llamando desarrollo lo que es ir hacia atrás. Señor, pequé, ten misericordia de mí…

El futuro de una comunidad son sus familias. A este país no vendría ningún extranjero a hacer grandes inversiones sin todos fuésemos una corraleja de malandrines. Es la certeza de que hay gente trabajadora, gentes con las que se puede hacer negocios, gentes con las que se puede compartir una comida, lo que permite que se nos mire. Las relaciones humanas, económicas, políticas, lúdicas, etc., de las grandes comunidades que admiramos están basadas en la solidez de sus ciudadanos y familias.

Con razón hace el Pastor de la iglesia local esta pregunta: ¿Por qué más niños van a la guerra y niñas a camas de prostitución?

En el camino hacia el Calvario, dicen los evangelios, Jesús encontró a unas mujeres, madres, que lloraban por Él. Y Jesús tiene el buen juicio de mostrarles cómo su destino cruento será el de sus Hijos si no se presta atención a su formación, si no se tiene cuidado de la cultura que le ha dado muerte a Él. Les dijo Jesús: “Más bien llorad por vosotras y por vuestros hijos”.

A ningún padre de familia le gusta ver a sus hijos caer muertos por causa de las balas. A ningún padre de familia le gustaría ver a sus hijas compartir la vida con quien sólo busca arrebatar la dignidad. Incluso quienes hoy presumen de que esto no tiene importancia, algún día sentirán dolor por alguien y entenderán que el niño y la niña están para ir a la escuela, a la universidad, prepararse con firmeza a fin de que su mañana sea próspero, sea alegre, sea inmaculado.

Colombia será más grande, cuando sus ciudadanos sean grandes en sus espíritus. Si para un joven lo más grande es aspirar a ser como el criminal de una esquina y para una mujer ser grande es aspirar a ser consorte del que trafica, mata o intimida, es que hemos dado pasos hacia atrás en la conformación de lo que llamamos civilización. No hay ideales, no hay grandes cosas por qué vivir o luchar.

¿Qué hay de la generación que sigue? ¿Nos acostumbraremos a que en el futuro unas personas vivirán bien porque sus padres les dieron la oportunidad de prepararse o heredaron de ellos los medios necesarios para vivir dignamente, y otros no, porque han de ser la cuota de los que se tienen qué perder?

Hombres y mujeres, jóvenes y jovencitas, niños y niñas, la cultura que son los modos de relación, la que estamos cultivando en nuestra ciudad, nos está matando y nos está dejando sin futuro. Y Jesús nos dice: “Llorad por vosotros, por vosotras, por vuestros hijos y vuestras hijas”.

Canto: Yace el divino Dueño…

OCTAVA ESTACIÓN:

“Jesús se encuentra y consuela a las mujeres de Jerusalén”. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. R/ Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Del libro de los Proverbios: (22,6). “Enseña al niño el buen camino, y aún cuando sea viejo no se apartará de Él”. Palabra de Dios.

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El Espíritu Libertario de una nación se mide por sus libros, por sus proyectos de convivencia, por sus infraestructuras pro-vida, por los aprendizajes, por la urbanidad con la que nos relacionamos, por el cuidado del medio ambiente.

Señor, pequé, ten misericordia de mí…

El Espíritu de esclavos de una comunidad se mide por la cantidad de armas que se mueven, por el ruido banal, por la vaciedad de las mentes de quienes la conforman, por el espíritu mafioso con el que se construye el día a día.

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. R/ Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Canto: Matronas doloridas…

NOVENA ESTACIÓN:

“Jesús cae por tercera vez”.

Del Profeta Isaías (2,3-5). “En aquel día marcharán los pueblos hacia el monte del Señor, diciendo:


Vengan, subamos al cerro del Señor, a la casa del Dios de Jacob, para que nos enseñe sus caminos y caminemos por sus sendas. Porque el conocimiento irradia al Monte del Señor, de Jerusalén sale la Palabra del Señor. Él será árbitro entre los pueblos y a todos dará lecciones. Entonces, de sus lanzas harán azadones, de sus flechas podadoras. No se levantará pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra. Ven, Pueblo del Señor, caminemos hacia la luz del Señor”. Palabra de Dios. Los evangelios nos hablan de tres grandes tentaciones que tuvo Jesús: La de resolver sus necesidades por medio de la magia, la de someterse a aquellos que ostentan el poder y desde ese poder enseñorearse de todos los pueblos y la de manipular a Dios. Jesús se mantuvo fuerte en el Espíritu y supo decir ¡NO! Y encontró en la misma Palabra de Dios, la persuasión y la luz para ser coherente consigo mismo. Ni solucionó fácilmente sus problemas de pan, ni se arrodilló ante el poder de turno, ni manipuló a Dios saltando del alero del Templo. La Tradición cristiana pensó en que camino hacia el Calvario, Jesús cayó tres veces por el peso de su cruz. Emulando así el paso difícil y cruento de aquellos que van hacia el exterminio, hacia la muerte. San Pablo tiene una expresión muy linda sobre este abajamiento de Jesús, asumiendo nuestra condición, cuando dice: “Se hizo en todo como nosotros, menos en el pecado”. El paso de Jesús con la cruz nos representa, sobre todo en las muchas veces que parecemos devolvernos en el caminar. Hace unos años veíamos con esperanza que salíamos del lodazal de la violencia, de las guerrillas, de la ausencia del Estado. Y ahora, vemos de nuevo resurgir esas fuerzas oscuras que nos quieren lastimar y manipular. En ese contexto nos pregunta el Arzobispo de Medellín: ¿Por qué

circulan armas por montones y nadie ve nada? Esta pregunta va dirigida al Estado, a la Policía, a los que trafican con armas para enriquecerse, pero también a nuestra comunidad, tantas veces adormecida y permisiva. Cuando en el año 2008 el ejército de Colombia llevó a cabo la operación Jaque, una famosa secuestrada de las Farc dijo que en su mochila traía un diccionario que le había sido concedido en cautiverio. En las semanas siguientes una persona escribía en uno de los diarios del país: “Mientras sus captores portaban balas, ella llevaba palabras. Pensé, entonces, en un país que un día pueda sustituir el lenguaje de las armas por el uso correcto del idioma: la palabra separa al ser humano del animal, permite nombrar el mundo, declarar el amor, disentir sin eliminar al contendor, enunciar la esperanza. Pensé en un país con más maestros que combatientes, con más libros que fusiles. Pensé en un país donde la seguridad provenga del ejercicio de la razón sin necesidad de recurrir a la fuerza para contrarrestar el terror. Un acto simbólico muy fuerte sería hacer llegar un diccionario a cada combatiente, para que siempre lo lleve en su mochila de campaña y mientras se esconde en la selva, sienta sobre su espalda el peso de la palabra que sirve para entenderse”. (Leído en El Tiempo: julio 8 de 2008). Como dice el Profeta Isaías: ¡Vengan subamos al Monte del Señor, porque el conocimiento irradia al Monte del Señor, de Jerusalén sale la Palabra del Señor”. Señor, pequé, ten misericordia de mí… Canto: Al suelo derribado…

DÉCIMA ESTACIÓN:

“Jesús es despojado de sus vestiduras”.

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. R/ Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Del libro del Apocalipsis (3,2-5). “Así dice el Señor a la iglesia de Sardes: Conozco tus obras; te crees vivo pero estás muerto. Despiértate y reanima lo que todavía no ha muerto. Pues tus obras me parecen muy mediocres a la luz de Dios. Recuerda lo que recibiste y oíste, ponlo en práctica y arrepiéntete. Porque si no te mantienes despierto vendré como un ladrón, sin que sepas a qué hora te sorprenderé. Tengo, sin embargo, los nombres de unos pocos de Sardes que no mancharon sus ropas; esos me acompañarán vestidos de blanco, porque se lo merecen. El vencedor vestirá de blanco. Nunca borraré su nombre del libro de la vida porque se lo merece. Proclamaré su nombre delante de mi Padre y de sus ángeles”. Palabra de Dios. Quitar el vestido a un hombre es despojarlo de su dignidad, es someterlo a la burla de la masa, es arrebatarle su pudor. Cuando el pueblo estuvo a punto de ingresar en la Tierra Prometida, después de un largo período por el desierto, tuvo que hacer una reflexión sobre sí mismo, sobre su identidad, sobre el futuro, sobre el sentido de poseer la tierra, sobre el sentido de relacionarse con los demás y en cuáles términos, sobre el sentido de la dignidad humana basada en la no esclavitud. Su punto de partida fue la noción de Dios como alguien que libera, que no tolera la esclavitud, la manipulación, la mentira en el corazón o los labios. Llegaron a comprender con absoluta lucidez que sólo a través de familias sólidas la vida era transmisible. Fueron capaces de entender que todo ser humano tiene unas manifestaciones de sí mismos que deben ser

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acogidas y respetadas sagradamente por todos: La vida, los hijos, el fruto del trabajo, el buen nombre, la seguridad. Todo esto se lo conserva y se lo respeta porque es la única forma de vivir juntos, de relacionarnos, de hacer comunidad. Si los que integramos la comunidad nos damos el lujo de interpretaciones amañadas sobre la vida, sobre el fruto del trabajo, sobre los hijos, sobre el nombre de las personas, sobre los límites de nuestros deseos y actos, cómo podemos relacionarnos y estar juntos en comunidad. El Señor Arzobispo de Medellín nos pregunta: ¿Por qué no se aplica justicia y campea la impunidad? La impunidad nace en una comunidad que así misma se aliena por medio de la permisividad, cuando no tenemos cuidado de nosotros mismos, cuando no existe reflexión sobre el límite de nuestras acciones, cuando matar es normal, cuando robar es normal, cuando mentir sobre los demás es normal, cuando el amor es poco menos que simple pornografía, entonces se ha perdido el acuerdo fundamental de la comunidad. Hoy las instituciones más desaprobadas por las comunidades son el Congreso, el sistema Judicial, el sistema Ejecutivo. Las instituciones del país están conformadas por personas. Las instituciones no son los computadores y escritorios. La impunidad viene de las personas que conformamos la comunidad, porque no reflexionamos sobre los principios fundamentales e innegociables de la existencia humana. Mientras vivamos así nuestro vestido estará sucio, rasgado. Estaremos al desnudo. Señor, pequé, ten misericordia de mí… Canto: Tú bañas rey de gloria…

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CIERRE:

Hermanos y hermanas, vamos a nuestros hogares a descansar. Hemos recorrido con fe por nuestras calles el camino de la cruz. Hemos traído a nuestras vidas los posibles significados de aquellas horas de dolor del Señor, para iluminar las nuestras. En el Templo nos vamos a encontrar, luego, para continuar con esta celebración. Allí escucharemos la Palabra de Dios, el relato de la Pasión y profundizaremos más aún sobre el sentido de este acontecimiento que transformó muerte en vida. El Señor nos bendiga +, nos guarde de todo mal +, y nos lleve a la vida eterna +. Amén.

ACCIÓN LITÚRGICA DE LA CRUCIFIXIÓN DEL SEÑOR. El significado de la Cruz del Señor. Es un deber de la comunidad creyente entender por qué la crucifixión del Señor es tan importante y que significa ello en nuestra vida. Los elementos que les presento aquí no son para ser leídos a la gente, porque se hace largo y bochornoso. Son para meditar y pensar sobre el sentido de la cruz y poderlo llevar a la predicación y comprensión de la comunidad de una forma más sencilla. Son tres pequeñas partes: • Qué significa “ser discípulos”. • Qué sentido le da San Pablo a la cruz. • Y el “cargar la cruz” como reinado de Dios.

Primera parte: “Venid detrás de mí”. San Marcos nos relata que después del bautismo de Jesús, este se fue a predicar a Galilea. Y allí estableció contacto con los primeros discípulos. Simón y Andrés, Santiago y Juan se encontraban reparando las redes. Con una rapidez inesperada, casi sin mediar otra cosa, Jesús les dice: “deute opiso mou” = “venid detrás de mí”. La fe, la conversión y la vocación cristianas son caracterizadas por el evangelista como un “ir detrás de Jesús” (Mc 1,17.20). Y es que no podría ser de otra forma. De nuevo encontramos esta forma de hablar y de dirigirse al discípulo, a fin de precisar su puesto en el grupo de los discípulos, en un pasaje ubicado en toda la mitad de la narración de Marcos. Aparece en el reproche dirigido a Pedro, cuando Jesús les anuncia por primera vez que su suerte está echada y tendrá un final de crucifixión, un final violento, un final de mucho valor. Entonces Pedro lo toma aparte y lo trata como a un enfermo mental. Ante la cobardía del discípulo Jesús se vuelve y le dice: “deute opiso mou, satana” “vete detrás de mí, Satanás”1 (Mc 1,33). La respuesta de Pedro propicia la ocasión para que el maestro les recuerde el llamado inicial (Mc 1,16-20). Y por primera vez aparece esbozado un verdadero amaestramiento, el más profundo si se quiere, sobre lo que significa ser discípulo2:

1 Algunas traducciones dicen “apártate” o “quítate”, lo cual le hace perder el encanto y los elementos teológicos a la expresión. Cfr. BIBLIA DE JERUSALEN. BIBLIA DEL PEREGRINO, Nuevo Testamento, Edición de Estudio. 2 De nuevo la expresión “detrás de mí” (Mc 1,17) aparece en las palabras que Jesús dirige tanto a los discípulos como a la multitud “si alguno quiere detrás de mí seguir” (Mc 8,34). Esta forma reiterativa de decir “deute opiso mou” pareciera fungir de línea conductora del discurso. El primer amaestramiento sobre el discipulado lo encontramos en Mc 8,33-9,1. En virtud de la inclusión de los demás discípulos y la multitud muchos autores hacen comenzar el amaestramiento en el verso 34. Precisamente en Mc 8,34 encontramos una serie de proposiciones condicionales (8,34b. 35. 38).


• “Si alguno quiere detrás de mí seguir, niéguese a sí mismo, cargue su cruz y sígame”. Mc 8,34b. • “En efecto, el que quiera su alma salvar la perderá. Pero, el que pierda su alma por mí y por el evangelio la salvará”. Mc 8,35. • “En efecto, el que se avergüence de mí y de mis palabras, en esta generación infiel y malvada, también el hijo del hombre se avergonzará de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles”. Mc 8,38. Yo he dividido el pequeño amaestramiento en tres partes: • Invitación a seguir a Jesús radicalmente: Seguir a Jesús, negándose a sí mismo, cargando la cruz. Puede surgir un interrogante en el discípulo: ¿Cuál cruz? ¿cómo es eso de negarse a sí mismo? ¿qué tiene esto que ver con el seguimiento? • Explicación con base en el destino humano: Salvar el alma por causa de Jesús y del evangelio. Suena como respuesta a los posibles interrogantes que la anterior proposición suscita. No se trata de perder el alma en cualquier cruz. Se trata de perderla en la causa de Cristo o en la causa que es Cristo3. La causa de Cristo es identificada con el evangelio mismo, con todos los elementos que la componen. • Explicación con base en el llamado escatológico: La tercera proposición acentúa el significado de la segunda. Jesús y sus Palabras están el centro de la vergüenza que puede producir o no en el discípulo o en la multitud. El contexto de esa vergüenza es el Israel infiel y pecador4. Mientras la respuesta similar se dará en el momento en que el Hijo del Hombre irrumpa por medio de la 3 “eneken de emou” podría ser asumido como un genitivo absoluto y por lo tanto permite ambas traducciones. 4 En Jr 3,1-13; Ez 16; Os 2,4-17.

gloria de Dios Padre con todos los santos ángeles. ¡Veamos un poco del vocabulario utilizado! • La expresión “llevar la cruz”5. Resultaría poco probable que se tratase de una expresión popular, cotidiana, de esas con las que uno se identifica sin sentirse insultado o vulgarizado: Ejemplo: ¡La esposa es la media naranja del esposo! Los judíos propiamente no se veían en una cruz, ni su vida se ejemplificaba de forma tan ignominiosa6. En el dicho referido a los discípulos no se está diciendo que tengan todos que aspirar a la crucifixión de que ha sido objeto Jesús, sobre una cruz comisa. Se trata de una representación metafórica que tiene en el centro de su significado el discipulado, la relación con Jesús y con su evangelio (v. 38). • El sustantivo “alma” = “psijé”. Este sustantivo griego viene utilizado aquí según el modo hebreo y equivaldría al pronombre reflexivo “uno mismo”7. Complementariamente el término sirve para indicar la vida misma, en la antropología de la época8, el alma contiene la vida misma. • La Expresión “seguirme” v/s “avergonzarse de mí y de mis palabras”. A través del discurso el acto de seguir a Jesús se identifica con dos realidades: Su persona y sus enseñanzas. Seguir a Jesús consiste en aceptar su persona y escuchar sus enseñanzas, su Buena Noticia = Su evangelio. La 5 Desde el punto de vista gramatical se utilizan las mismas formas de Mc 15, 21b 6 Para conocer un poco sobre la utilización de la Cruz Cfr. BALZ-SCHNEIDER, DICCIONARIO EXEGETICO DEL NUEVO TESTAMENTO, vol II, stauros, Op. Cit., pp. 1476-1485. 7 Zewick, M., Grosvenor, M., A Grammatical Analysis of the Greek New Testament, PIB, Roma 1996, p. 134. 8 Es de usanza hebrea implementar términos en los que se juega a representar la parte por el todo. Cfr. BALZ-SCHNEIDER, DICCIONARIO EXEGETICO DEL NUEVO TESTAMENTO, vol II, psijé, Sígueme, Salamanca 1998, pp. 21822189.

forma de este seguimiento varía según las circunstancias históricas. El apóstol Pedro sigue a Jesús, y lo ve, lo toca, lo abraza, come con él, caminan por los mismos caminos. En cambio nosotros estamos ante la presencia del resucitado y sus enseñanzas. He dicho la forma, no la esencia, la sustancia de tal seguimiento. Como vemos, el lenguaje utilizado tiene una profunda carga de significados que debemos descubrir y actualizar. La misma instrucción hace una transición desde la cruz como símbolo del seguimiento hasta el evangelio y la persona de Jesús como el verdadero cometido del discípulo.

Segunda Parte: La Interpretación de San Pablo. Uno de los testimonios escritos más antiguo sobre la crucifixión, paradójicamente, está en el corpus paulinum, en la Carta a los Colosenses 2,9-15. Junto al valor histórico de esta Carta Paulina (Cfr. 1Co 1-4), escrita un poco antes que los evangelios, está el “valor” teológico y antropológico de la crucifixión de Jesús. Fijémonos sobre todo en el verso 14. • V. 11 En él vosotros fuisteis circuncidados con la circuncisión no quirúrgica, sino mediante el despojo de vuestro cuerpo mortal, por la circuncisión en Cristo. • V. 12 Sepultados con él en el bautismo, con él también habéis resucitado por la fe en la acción de Dios que resucitó de entre los muertos. • V. 13 Y a vosotros, que estabais muertos en vuestros delitos y en vuestra carne incircuncisa, os vivificó juntamente con él y nos perdonó todos nuestros delitos. • V.14 Canceló la nota de cargo que había contra nosotros, la de las prescripciones con sus cláusulas desfavorables, y la suprimió clavándola en la cruz.

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Con base en este texto se concluye: La única muerte violenta que nosotros pudiéramos predicar es la de Jesús, por eso la llamamos redentora. El cristiano simplemente participa, por medio de la fe, en esa acción redentora (Rm 1,17), si hemos de utilizar el lenguaje paulino. En virtud del seguimiento si utilizamos el lenguaje de Mc. Y Jesús lo puede dado que él es el don del Padre Col 1,19; 2,9; Ef 1,23; 3,19; 4,12-13. A partir del gesto histórico y teológico de Jesús ningún cristiano per se debería buscar la muerte violenta, con interés enfermizo, con irresponsabilidad histórica, con masoquismo o por comodidad. Otra serie de textos paulinos hablan de cómo Dios ha suprimido esta ignominiosa muerte por medio de la muerte del Hijo: 2Co 5,20.21; 6,1. • Somos, pues, embajadores de Cristo, como si Dios exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo, os exhortamos, reconciliaos con Dios. 2Co 5,20. • A quien no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros9, para que viniésemos a ser justicia de Dios en él. 2Co 5,21. • Y como cooperadores suyos que somos, os exhortamos a que no recibáis en vano la gracia de Dios. 2Co 6,1. ¡Ojo con los pasivos teológicos! Esta es una forma de hablar que nos desconcierta, porque no tenemos los recursos culturales y emocionales para entenderlos. Detrás de un pasivo teológico (bíblico) está Dios como sujeto agente. Dios es el garante, es quien hace que todo tenga un sentido, es quien puede garantizar la victoria. Esto lo cree profundamente el pueblo y es expresado por los narradores de la Escritura. Quizás nosotros debamos hacer el esfuerzo 9 Dios hizo a Cristo solidario de la humanidad pecadora para hacer a los hombres solidarios de su obediencia y justicia. Puede ser que aquí pecado se tome en el sentido de sacrificio-víctima por el pecado, puesto que la misma palabra hebrea hatta’t puede tener esos dos usos. Cfr. Lv 4,1-5,13.

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de entender racionalmente esto para quedar más satisfechos. Detrás de un pasivo teológico no hay una visión maquiavélica de Dios, sino un enunciado de fe en que el sentido de las cosas finalmente lo encontramos en Dios que actúa, incluso a través de ese infortunio.

visto por Ezequiel, con unas aguas cuyo fondo ya no se podía tocar.

De esta forma Jesús “fue nacido bajo la Ley” (Gal 4,4) y “fue maldecido por nosotros” (Gal 3,13), por eso fue entregado a la muerte en cruz clavando en el leño y destruyendo en su persona el documento que contenía nuestra deuda y nos condenaba.

San Pablo nos lo dice así:

Para los antiguos cristianos y hebreos era muy importante satisfacer la “ira de Dios” causada por el pecado del hombre. Pues es verdad que encontramos un cierto lenguaje en el que la sed de justificación y santificación que acompaña al hombre ha sido satisfecha en la persona de Jesús (Carta a los Hebreos). Pero me pregunto si nos podemos dar la posibilidad de otro lenguaje que nos permita entender mejor el Misterio de Cristo. Porque si las cosas son como se han dicho ¿acaso se ha saciado Dios con el derramamiento de la sangre de Jesús? ¿No es esto un acto inaceptable y vergonzoso? ¿No es una terminología también insuficiente? El pasivo teológico nos ayudaría a comprender que Dios es la garantía de que en todo el proceso histórico de Jesús las cosas van a llegar a un término feliz: La Resurrección suya y el derribamiento de los muros de odio por otro lado (Cfr. Mc 1,10; 15,38) Creo entonces que la crucifixión de Jesús imprime un carácter teofánico a toda su vida, es algo revelador del Misterio de Dios. No sólo en el sentido académico, sino en el sentido de la Gracia de Dios que amorosamente se nos da en la persona del Jesús histórico y crucificado. La esencia del Misterio de Dios aparece ante los hombres como las aguas que salían del Templo

• “Era ya un torrente que no pude atravesar, porque el agua había crecido tanto hasta hacerse un agua de pasar a nado, un torrente que no pude atravesar (Ez 47,5).

• “Hasta el día de hoy, siempre que se lee a Moisés, un velo está puesto sobre sus corazones. Y cuando se convierte al Señor, se arranca el velo. Porque el Señor es Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí la está la libertad. Más todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, nos vamos transformando en esa misma imagen cada vez más gloriosos; así es como actúa el Señor, que es Espíritu” (2Cor 3,15-18). Con razón el evangelista San Marcos destaca el grito del centurión romano: ¡Verdaderamente este era el Hijo de Dios! (Mc 15,39), que se corresponde con el título de su narración: ¡La Buena noticia de Jesús, el Hijo de Dios! (Mc 1,1).

Tercera Parte: El “reinado de Dios”. Los antiguos creyentes israelitas, entre los que se movió Jesús y se movió Pablo, vivían muy inquietos con la forma como Dios se hace presente en la vida de su pueblo. El hecho de estar presente es el acontecimiento salvífico de Dios. La ley se practicaba rigurosamente a fin que los méritos de cada hombre lograsen el advenimiento de Dios. Los sacrificios del Templo hacían su parte. Hubo comunidades como los esenios que no estaban conformes con todo esto. La presencia permanente de pueblos invasores era la evidencia de que Dios no estaba ya con ellos.


Y Jesús se presenta en medio de todos diciendo que ese tiempo que anunciaron los profetas ya había llegado: “El reinado de Dios ha llegado, convertíos y creed en la buena noticia” (Mc 1,14-15).

munidades y los individuos. Para decirlo metafóricamente la cruz del discípulo es el evangelio mismo. Desde que hemos sido justificados no existe sino una sola cruz que reclama la fidelidad de todos: El evangelio.

En la relación con sus discípulos la fuerza del hablar de Jesús pasa a otra expresión: Negarse a sí mismo (Mc 8,34). Un ejemplo concluyente sobre el significado del negarse lo encontramos en el pasaje donde Pedro niega todo tipo de vinculación con Jesús y con su proyecto, por lo tanto, con su destino: ¡No lo conozco! (Mc 14,68.71).

No pueden existir cruces de diverso valor para diversos discípulos, eso es falsedad en unos casos, comodidad en otros, manipulación en otros e incomprensión en todos los casos de aquello realizado en Jesús Ungido de Dios.

El mayor obstáculo para el discipulado puede ser uno mismo. Sus ideas, de hombre (como lo dice Jesús), que lo desconectan de los demás hombres, de la creación y del misterio del Creador. Negarse a sí mismo significaría romper con las propias ideas en cuanto rompan la comunión con Jesús y en cuanto ellas rompan con el proyecto de Dios, de ahí la importancia de los epítetos lanzados por Jesús contra Pedro: ¡tú piensas como los hombres! ¡Vete detrás de mí, Satanás! (Mc 8,33); en ambos casos se trata del adversario o la adversidad ocurrida al interior de Pedro, al interior del grupo de los discípulos o de la multitud que suprime la Palabra sembrada por Jesús10. Negarse a sí mismo significaría, no dejarse determinar por el pensamiento de los hombres sino por el pensamiento de Dios contenido en la predicación de Jesús, por la idea de ser hermanos de todos y por la idea de ser una partecita de la creación.

Hay un texto en la Imitación de Cristo de Tomás de Kempis que nos ayuda a ilustrar lo dicho: “Si hubiera algo mejor y más útil para el hombre que sufrir, Jesucristo nos lo habría enseñado con sus palabras y con su ejemplo…. Cuando llegue el sufrimiento y lo ames como amas a Jesucristo, entonces considérate dichoso porque has encontrado el paraíso en la tierra”11. Esta manera de hablar tiene el peligro de dar a entender que no sólo Dios permite el sufrimiento, sino que en el fondo su proyecto es que el hombre sufra y quiere que ese sea el modo de salvarlo. Entendido el sufrimiento de esta manera no es más que un lenguaje blasfemo, porque debemos tener bien claro que desde el mensaje de amor y misericordia contenidos en la vida y el evangelio de Jesús, el único sufrimiento que Dios tolera es el de la lucha contra todo sufrimiento. Por eso su muerte fue la única redentora, pero sólo él, puesto al lado de las víctimas del sufrimiento humano. ¡Atención que no estoy cruzando el umbral del “laissez faire laissez passè”!

Ahora, la medida de esta comunión es el evangelio, la forma de la cruz es dada por la forma contenida en las palabras enseñadas por el maestro y el esfuerzo por la implementación en los contextos particulares de las co-

Si nos atuviéramos, sin discernimiento, a las palabras de Tomás de Kempis, hoy tendríamos que decirle a los secuestrados de Colombia, a las víctimas del terrorismo, a los marginados a causa de todas las estructuras de pecado que existen en las sociedades

10 Es evidente que hacemos una aplicación de la parábola del sembrador para este significado. Cfr. Mc 4,15).

11 Tomás de Kempis, Imitación de Cristo, DEDEBEC, Buenos Aires 1946, (II, XII, 11).

e iglesias: “considérate dichoso porque has encontrado el paraíso en la tierra”. No puede ser. La Cruz del discípulo es el evangelio, la Buena Noticia que implica esfuerzos por defender la dignidad de los Hijos de Dios, implica la denuncia, implica la renuncia a las propias ideas cuando éstas temen la implementación del evangelio en todas las estructuras. Porque la cruz entendida como sentir dolor es horrible. La cruz de Cristo fue horrible. Ojalá los hombres borráramos de la conciencia la cruz como símbolo de matar, torturar o excluir. El punto de partida de toda sana espiritualidad cristiana es el seguimiento de Jesús: Muerto y Resucitado. La Resurrección es la garantía de que esa oprobiosa cruz ya ha sido aplicada en uno, como dice Pablo, y no puede ser repetida en los demás. Acto seguido, el evangelio es tarea de libertad, es en este punto donde algunas cosas profundamente humanas se encuentran con el anuncio del evangelio de Jesús y que nosotros debemos implementar, cobertura en salud, intervención ante la acumulación de riqueza generadora de marginalidad, conversión ante el deshonor de las estructuras excluyentes presentes en todos los círculos de poder, diálogo y apertura con todos los que en conciencia piensan distinto, respeto ante la historia de los otros pueblos, credibilidad ante las contradicciones que todo sistema social genera, participación en la reflexión ante el secuestro de los foros de decisión y como decía en alguna parte San Ignacio, “ante todo lo demás….” Finalmente pienso que no buscamos la libertad porque eso nos haga más perfectos, sino porque ella nos hace más disponibles para la causa del Reino de Dios anunciado por Jesús a quien seguimos, realización en el mundo de la gran familia de Dios.

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PREDICACIÓN DE LAS SIETE PALABRAS DEL SEÑOR. Nota inicial: Leer lo que otro ha escrito puede resultar terrible a la hora de comunicar. Porque cada uno sabe dónde poner los acentos de su discurso. Les propongo estas notas para apoyar la creación de cada uno, teniendo en cuenta que yo mismo he bebido de otras fuentes12 y que la predicación de las Siete Palabras debiera ser transformada en un escenario para la evangelización y no para el “vibrato” de la voz… Acto de Contrición… Canto inicial: Postrado ante la cruz en la que has muerto…

Introducción. Antes de empezar a hablar sobre las palabras que Nuestro Señor manifestó desde la Cruz, me parece apropiado recordar algo que decía San Carlos Borromeo sobre la cruz misma: Ella fue • El púlpito del Predicador. • El altar del Sacerdote Víctima. • El campo del Combatiente. • El taller del que hace todas las cosas nuevas. En el monte de la Transfiguración, los discípulos de ayer, escucharon una voz que decía “Escúchenlo a Él” (Mc 9,7). Pues, bien, en el monte del Calvario nosotros, discípulos de hoy, todavía escuchamos su voz. Nos dejamos instruir. 12 Algunas de las imágenes que reproduzco en estas reflexiones me fueron regaladas en un documento que no tenía los créditos de autoría de forma explícita. Sin embargo, dada su elocuente elaboración y finalidad, los considero patrimonio de todos los creyentes, y sobre esa primera base escriturística he elaborado la presente homilía de las siete palabras. Pido comprensión y ojalá algún día pueda saber quién escribió tan bellas imágenes. Jairo Henao. Marzo 3 de 2013.

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No solamente durante su vida, sino incluso en los brazos de la muerte, desde el púlpito de la Cruz, nos predicó pocas palabras, pero ardientes de amor, de suma utilidad y eficacia, y en todo sentido dignas de ser grabadas en el corazón de todo cristiano, para ser ahí preservadas, meditadas, y realizadas literalmente y en obras. Escuchemos un trozo de un poema espiritual…

Sé, Jesús, del alma mía y ruega al Padre por mí. Reflexión… Dos trozos de la Escritura se refieren a la primera palabra de Jesús en la Cruz: • Escribió el profeta Isaías: “e intercedió por los transgresores” (Is 53,12). • Dijo el apóstol San Pablo: “la Caridad no busca su propio interés” (1 Cor 13, 4-7).

Jesús en la Cruz aboga. Da al ladrón. Lega su Madre. Quéjase. La sed le ahoga. Cumple y entrega el alma al Padre. Al Calvario hay que llegar porque Cristo, nuestra Luz, hoy también nos quiere hablar desde el ara de la Cruz. Oremos: ¡Virgen de dolores y Madre mía! Que, como Tú, acompañe yo siempre a tu Hijo en vida, redención y muerte. Y después de glorificado en la tierra, le glorifique por toda la eternidad, junto a Él y junto a Ti. Te lo pido por tu aflicción y martirio, al pie de la Cruz. Asísteme siempre especialmente en este último momento del combate cristiano que abrirá la eternidad feliz, en compañía de tu Hijo. Amén. ¡Señor pequé, Ten piedad y misericordia de mí!

PRIMERA PALABRA

“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc 23,34). Poema espiritual… Aunque he sido tu enemigo, mi Jesús, como confieso, ruega por mí, que con eso, seguro el perdón consigo. Cuando loco te ofendí, no supe lo que yo hacía.

Así pues, hermanos, contemos…. de las siete palabras que habló nuestro Redentor… • Tres fueron por el bien de los demás. • Tres por su propio bien. • Y una fue común tanto para Él como para nosotros. Su atención, no obstante, fue primero para los demás. Pensó en sí mismo al final. De las tres primeras palabras que Él habló, la primera fue para sus enemigos, la segunda para sus amigos, y la tercera para sus parientes. Ahora bien, la razón por la cual oró, entonces, es que la primera demanda de la caridad es socorrer a aquellos que están necesitados, y aquellos que estaban más necesitados de socorro espiritual eran sus enemigos, y lo que nosotros, discípulos de tan gran Maestro, necesitamos más es amar a todas las personas, virtud que sabemos muy difícil de obtener y que raramente encontramos. Permítanme que a la luz de tan grande generosidad de Cristo haga una reflexión sobre la paz en Colombia como fruto del perdón, del perdón como fruto de la verdad, de la verdad como semilla de la reparación. El día de presentación de credenciales ante el Santo Padre, como emba-


jador de la República de Colombia, el Sr. Embajador Germán Cardona (Noviembre 5 de 2012), pedía que el Papa bendijera el Proceso de Paz que se iniciaba en la Habana – Cuba (Noviembre 7 de 2012). La bendición no opera como un efecto del uso de la varita mágica. Eso sólo existe en los videos mentales de cada uno de nosotros. Bendecir significa reconocer la relación que tienen las cosas con Dios que nos ha dado la vida; las cosas y realidades humanas o que sirven al hombre, en cuanto portadoras de vida, en cuanto expresiones de la vida, en cuanto fruto del trabajo limpio, en cuanto expresión de los intereses honestos de las personas, nos llevan a dar gracias a Dios, a pedir, incluso, su protección. Todo queda tocado de Dios, en una bendición. ¿Puede Dios bendecir el Proceso de Paz? Entre las enseñanzas que nos daban antiguamente para vivir el sacramento de la reconciliación estaban los siguientes pasos: Examen de conciencia, contrición de corazón, propósito de enmienda, confesión de boca, satisfacción de obra. Un día escuchaba en un programa radial a uno de los miembros del antiguo nadaísmo que fundara Gonzalo Arango Arias (perdonen que no retenga su nombre). Lo recuerdo porque me llamó mucho la atención la citación que hiciera, en ese contexto, de los pasos de una buena confesión, como a continuación les relato: Él hablaba sobre los procesos de paz. Por aquellos días había terminado el experimento del Caguán. Él decía estas palabras que cito desde mi memoria: “Los más claros pasos hacia la consecución de la paz están contenidos en algo que la iglesia enseña desde hace mucho rato con respecto a la confesión: Examen de conciencia, contrición de corazón, propósito de enmienda, confesión de boca, satisfacción de obra”.

Si queremos la paz debemos sembrarla en el corazón de quienes empuñan las armas. Si no hay examen de conciencia, si no hay dolor en el corazón, si no hay propósito de enmienda, si no hay verdad, si no hay reparación de las víctimas, más aún si las víctimas son “irrelevantes”, como lo dijera uno de los miembros del Secretariado de la Guerrilla Terrorista en octubre 11 de 2012 en la Habana - Cuba, entonces la bendición no actuará como magia sobre la Habana, sobre Oslo, o sobre el Hotel en que se quieran reunir los delegados del Estado y Guerrilleros de las FARC. Desde esa famosa declaración hasta hoy han caído muertos en la tierra niños, jóvenes, viejos, civiles y militares a causa de la violencia que hay en los corazones de quienes empuñan las armas. Doloroso me resulta saber que han matado niños, niños indígenas, niños pobres que no cuentan porque no eran ciudadanos de Bogotá o Medellín.

timas, llenar el corazón de Dios para renunciar a todo aquello que hace daño y lastima a las personas, para decir la verdad, para reparar a los que se sienten defraudados.

Nuestras comunidades son llamadas a reflexionar constantemente sobre la paz fruto del perdón, sobre aquello que genera el desprecio por la vida, sobre las condiciones que nos permiten ser personas humanas, sobre la cuota de sacrificio que una generación tiene que hacer para que la siguiente viva, sobre la educación, sobre la espiritualidad, sobre la familia como escenario de convivencia, sobre las casas, sobre la inclusión en la sociedad. Pero también nuestra reflexión debe ser razonable.

Canto.

Los Hijos, los Discípulos, los que han sido Encarnados, tenemos una responsabilidad: Construir la paz, dialogar sobre ella, discutir el día a día de nuestras comunidades. En la cruz Jesús ha asumido nuestro dolor y nos ha perdonado. Tan llena estaba su alma de Dios que logró decir en medio del dolor…. Perdón. Quizás eso es lo que debemos hacer todos, guerrilleros y nosotros las víc-

Oremos: Señor y Dios mío, que por nosotros entregaste la vida en la cruz y así sellaste sembraste la semilla de una humanidad construida en el amor, en la solidaridad, en el respeto, en el cuidado de la naturaleza. Ten cuidado de todos los hombres y mujeres, especialmente de aquellos que se encuentran en la enfermedad, en el secuestro, de quienes no tienen trabajo o pan. Por los méritos de tu sangre derramada concédenos arrepentimiento de las estructuras de mal y el deseo intenso de construir tu reinado. Amén. ¡Señor pequé, Ten piedad y misericordia de mí!

SEGUNDA PALABRA

“Hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Lc 23, 43) Poema espiritual… Vuelto hacia Ti el Buen Ladrón con fe te implora tu piedad. Yo también de mi maldad te pido, Señor, perdón. Si al ladrón arrepentido das un lugar en el Cielo, yo también, ya sin recelo la salvación hoy te pido. Reflexión… El ladrón pide con confianza, «Acuérdate de mí cuando estés en tu Reino». El Apóstol Santo Tomás declara que no creerá en la Resurrección hasta que haya visto a Cristo; el ladrón, contemplando a Cristo a quien vio sujeto a un patíbulo,

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nunca duda de que Él será Rey después de su muerte. Llama Señor a ese hombre a quien percibe desnudo, herido, en desgracia, insultado, despreciado, y colgando de una Cruz a su lado: dice que después de su muerte Él vendrá a su reino. Podemos aprender que el ladrón no se figuró el reino de Cristo como temporal, como se lo imaginaron los que lo seguían, sino que después de su muerte Él sería Rey para siempre en la eternidad de Dios. El Señor, luego de su Resurrección dijo a Sus Apóstoles: «¿No era necesario que el Cristo padeciera todo eso y entrara así en su gloria?». El ladrón previó esto, y confesó que Cristo era Rey en el momento en que no lo rodeaba ninguna semblanza de realeza. Los reyes reinan durante su vida, y cuando cesan de vivir cesan de reinar; el ladrón, sin embargo, proclama en alta voz que Cristo, por medio de su muerte heredaría un reino y comienza a reinar y que Él por su bondad puede estar allí y tener otra existencia. Lo personajes del Gólgota nos hacen ver nuestra propia realidad. Esta es una sociedad crucificada en la cruz de una cultura que ella misma ha producido: • Familias en vías de desintegración. • La escuela y la universidad como escenarios donde se aprenden cosas y se desnaturalizan personas. • Un sistema político que ya no busca el bien común sino los arreglos ocultos, la depredación del presupuesto y el enriquecimiento ilícito. • El consumo de marihuana y alucinógenos como expresión de la más alta libertad, ya no lo es el conocimiento, la apropiación de

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saberes transformantes de la realidad sino el “embaretamiento” continuo. • La religión como una mercancía de uso y abuso. Ya no es la presencia amorosa y crítica de Dios en nuestra vida, sino la alienación constante, la perdida de la reflexión, el fundamentalismo o la indiferencia. • La Vida como algo que se da o se quita sin vergüenza alguna. • El dinero como un fin en sí mismo. • La paz como un asunto de políticos y guerrilleros. • Qué más es mercancía: La salud, el esparcimiento, etc… Hagamos una reflexión sobre los ideales de grandes comunidades. Yo no sé si lo logren o no…. Pero creo que una comunidad que no es capaz de mirar hacia un norte preciso, no tiene rumbo, no será capaz de construirse. Les propongo un ejemplo para la reflexión: Los musulmanes tienes 5 pilares: • La Fe en Dios: Porque su vida se fundamenta en la noción más pura y englobante: Dios. • La Oración diaria: Porque es el elevamiento del espíritu de cada hombre. • El Ayuno: Porque esto permite una reflexión sobre sí mismos y es el momento en que cada uno pone fin a las rencillas y males del pasado. • La solidaridad con el pobre: Porque la suerte de cada uno es distinta y aquellos que han sido más favorecidos con las cosas de la vida, vienen al encuentro del hermano por medio del amor. • La peregrinación a sus lugares sagrados: Porque esto les recuerda que todos tienen un origen común, el mismo que los hace a todos hermanos.

No…. No estoy haciendo una apología de nadie o nada. Sólo quiero mostrar cómo las comunidades pueden plantearse principios comunes y fundamentales que les permitan tener un norte. El pueblo de Israel, de donde viene nuestra fe, el pueblo del Señor Jesús, fue esclavo en Egipto y salió de allí, como lo conocemos por la Historia Sagrada. Cuando llegó al Sinaí vio que su destino era poseer una tierra y asentarse allí. Y se preparó para ello desde Tres pilares fundamentales: Dios, Familia y Relación con las demás personas. • Dios: Padre de la libertad humana, como lo no manipulable, a partir de quien el hombre no puede generar esclavitudes, cuyo nombre debe ser dicho con cuidado. • La familia como el ámbito donde el padre y los hijos hacen posible la creación de Dios y la salida de Egipto a través del descanso, la integración y la celebración. • La Relación con la comunidad a partir de: La preservación de la vida propia y del otro. La preservación de la propia familia y la del otro. La preservación del fruto del trabajo propio y del otro. La preservación del buen nombre del otro. La preservación del auténtico deseo humano para que no se convierta en codicia y llegue a lastimar al otro. Esa es la esencia de los famosos 10 mandamientos. Y, me pregunto, ¿cuál es nuestro norte comunitario y personal? ¿Hacia dónde queremos caminar? Que como aquel ladrón de la cruz estamos crucificados, lo sé. Que nuestra cruz, es decir, aquella que nos da muerte es la cultura que estamos construyendo, lo sé. Pero y si miramos hacia el Crucificado y nos deja-


mos persuadir por Él… ¿No será que podemos ver la forma de construir una existencia personal y distinta, que podemos llamar su reino? Oremos: Señor y Dios mío, que por mi amor agonizaste en la Cruz y con tanta generosidad correspondiste a la fe del buen ladrón, cuando en medio de tu humillación redentora te reconoció por Hijo de Dios, hasta llegar a asegurarle que aquel mismo día estaría contigo en el Paraíso: aviva en nosotros un espíritu de fe tan firme y tan constante que no vacilemos ante las sugestiones del mal, nos entreguemos a tu empresa de recreación redentora del mundo y podamos alcanzar el premio de tu eterna compañía. Amén. ¡Señor pequé, Ten piedad y misericordia de mí! Canto.

TERCERA PALABRA

“He aquí a tu hijo: he aquí a tu Madre” (Jn 19, 26) Poema espiritual… Jesús en su testamento a su Madre Virgen da: ¿y comprender quién podrá de María el sentimiento? Hijo tuyo quiero ser, sé Tú mi Madre Señora, que mi alma desde a ahora con tu amor va a florecer. Reflexión… Jesús, al ver a la madre, y de pie junto a ella al discípulo al que prefería, dice a la madre: “Mujer, mira, es tu hijo”. Luego dice al discípulo: “Mira, es tu madre” Y, desde aquella hora, el discípulo la acogió como riqueza suya (Jn 19. 26-27).

Una madre y una mujer es una riqueza inconmensurable. Y más, una madre como aquélla. Jesús ha pedido el perdón del Padre para quienes lo escarnecen, le ha dado la Gloria a quien le había pedido tan sólo un beneficio, y ahora, a punto ya de entregarse a la muerte, le revela a Juan que, en adelante, “la madre” - así llama aquí el evangelista a María Santísima - será también “su” madre. Jesús no puede dar ya más: Da el perdón del Padre, da la gloria del Hijo y da el amor de Madre. Es lo último que hace antes de morir aquella muerte horrible de la cruz. Veamos este aspecto: Las madres y esposas están siempre, como la Madre, como María, junto a las cruces de sus hijos. Pero ¿quién estará junto a las cruces de ellas? Esta sociedad nuestra occidental, opulenta y malamente satisfecha de sí misma, está alimentando una inaudita y cruel “cultura de la muerte”, ferozmente anti-maternal y antidignidad de la mujer. Ahí están los hechos. Nos estamos acostumbrando a un modo violento y proxeneta de vivir como si eso fuera el indicio de una cultura más racional y superior. La cultura en la que vivimos ha hecho del vientre materno un sepulcro, de la mujer una cosa y no una persona con quien se dialoga, de la feminidad una catarata de vulgaridad. Pero ahí están los hechos. ¿En qué ha mejorado nuestra cultura? Ya no importa la responsabilidad de nuestros actos sino la abundancia de satisfacción personal y frenesí. Vemos a diario mujeres madres desoídas, mujeres esposas maltratadas, mujeres que apenas empiezan a serlo y abusadas. Y, en otras circunstancias, la vida se transmite a los hijos, pero falta lo elemental, que es el amor, la educación, los valores transmitidos.

Las madres tienen hoy muchas cruces que llevar y muy pesadas. Tienen que trabajar y que hacerse valer, frecuentemente con los mismos parámetros que los varones. Tienen que retrasar la maternidad o renunciar a ella. Tienen, por eso, que forzar sus cuerpos de mil maneras. La maternidad y la feminidad no encuentran su sitio: forzadas, fragmentadas, retrasadas, negadas. Una cultura que niega el valor natural de la mujer y la convierte en un simple objeto de uso y consumo, que niega su genio y grandeza espiritual no puede dar de otra forma vida. Hoy a la mujer se la induce a la muerte y a dar muerte. No es sólo lo que pasa en los cuerpos, es también lo que pasa en la calle, en la instrumentalización de la mujer por parte del hombre, por parte de la mujer misma, por parte del sistema cultural que nos rige. Cuando las madres y mujeres son presionadas y sufren, es toda la comunidad quien padece y es la sociedad la que se ve amenazada en lo más entrañable y profundo de su humanidad. Pero ellas, especialmente ellas, han de saber y saben que la Madre, María, está junto a su cruz de hoy. La que estaba en pie junto a la Cruz de Cristo, su madre, es, desde entonces, nuestra madre, la madre de todos aquéllos a quienes Él nos la entrega el Viernes Santo. María, está hoy aquí sobre todo para ellas, y, a través de ellas, para todos los adultos y niños del mundo. La vida que Jesús nos está dando con su muerte, es la que su Madre le había dado a él, por la fuerza del Espíritu, Señor y dador de Vida. María es la mujer fuerte, la nueva Eva que da a luz a la nueva Humanidad, renacida de la sangre de Cristo. Esa Humanidad que tiene a Dios como Padre y la Gloria suya como patria. Una humanidad más fuerte que la muerte.

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La Virgen está dolorida, pero no vencida. Y esto es ya un icono de la mujer, es todo un desafío. La Dolorosa no es la imagen de la resignación fatal ni de la sumisión esclavista. Por el contrario, sus dolores espirituales son los del parto de un Pueblo nuevo, del “Pueblo de la vida” ¿De qué vida? De la única vida del hombre: La que recibimos de Dios por medio de un padre y una madre, la que recibimos de los besos y caricias de una madre y mujer, la que recibimos de los valores que ellas descubren con su sembrado en nosotros. No es patriarcalismo decir que mientras los hombres sembraban de frutos los campos, las madres y esposas sembraban de valores y virtudes los hogares. Así daban vida. Hoy los tiempos contemporáneos nos traen nuevas realidades que debemos recibir con gozo, una mayor participación de la mujer en la vida pública, en la vida económica, en los foros de decisión, en el ejercicio de las profesiones. Y celebramos todo ello porque solo el saber empodera al ser humano de su existencia. Lo que no debería suceder es que el empoderamiento de la existencia nos desnaturalice, nos haga perder la esencia, la misión que Dios nos ha dado. Al hombre y a la mujer se les ha confiado dar vida, eso está en su naturaleza más íntima. Lo antinatural es que sean las vacas o las yeguas, los toros y los padrones, quienes terminen dando a luz a los hombres y enseñándoles a ser personas. Yo creo en la mujer. Yo creo que ella merece ser cultivada en nuestra sociedad con todas las cosas buenas a que hemos llegado, creo en su palabra, en su presencia, en su ternura, en su feminidad y creo también en la importancia de que ellas no pierdan su esencia en una sociedad cada vez más deshumanizada. Así como María, al pie de su Hijo para consolarlo con su mirada.

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Oremos: Señor y Dios mío, que por mi amor agonizaste en la Cruz y, olvidándome de tus tormentos, me dejaste con amor y comprensión a tu Madre dolorosa, para que en su compañía acudiera yo siempre a Ti con mayor confianza: Aviva en cada una de las madres y mujeres de nuestra sociedad el deseo de heredar una comunidad llena de valores de vida. Amén. ¡Señor pequé, Ten piedad y misericordia de mí! Canto.

CUARTA PALABRA

“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mt 27, 46) Desamparado se ve de su Padre el Hijo amado, maldito siempre el pecado que de esto la causa fue. Quien quisiera consolar a Jesús en su dolor, diga en el alma: Señor, me pesa: no más pecar. Reflexión… La cuarta palabra, en el medio de las siete, hace de corazón de todas ellas y las resume, al modo como en la fuente se halla recogido todo el río. Es una palabra tremenda. Sólo la conocemos por el evangelio de Marcos - y el de Mateo.

idioma originalmente empleado por Jesús: “Elohí, Elohí, lemá sabaqtani, que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Dice el evangelio que una oscuridad en las nubes cayó sobre Jerusalén. Pero desde la cruz, Jesús, veía otra oscuridad, la del pueblo que gritó su crucifixión. El pueblo que le admiraba ahora se masifica en el grito de muerte. Y, también, la oscuridad de aquel ladrón que se burla de su condición de crucificado. ¡Así son todos los cínicos del mundo, que viven y mueren sin permitir que la verdad logre ni siquiera rozarles la piel! Sufre Jesús la muerte humillante de todas las víctimas de la cultura de la muerte: los niños, los eliminados por las guerras y por el hambre, las víctimas del terrorismo guerrillero y de las bandas urbanas, los ancianos pobres y olvidados por la sociedad, las familias que se deshacen por los desamores de los cónyuges y/o la indiferencia de los hijos; y como el pueblo confundido que escucha cómo algunos políticos mentirosos legitiman la violencia como si fuera consecuencia casi inevitable de supuestos o reales conflictos nacionales, raciales, culturales o religiosos. ¿Cómo es posible que ante tanto escarnio, tanto cinismo y tanta muerte sean todavía posibles el Perdón, la Gloria y la Vida? ¿Cómo?

De las siete, estos evangelistas no traen más que esta palabra misteriosa y, sin embargo, algunos copistas primitivos, al reproducir los textos evangélicos la suprimían o la retocaban.

¿Qué ha conseguido realmente con ello? ¿Se ha restablecido el orden? ¿Se le ha dado a cada uno lo suyo? ¿Se han asegurado, con tales dones, la justicia y la paz en el mundo? Parece que no…

Era muy dura de oír en los labios de Jesús. Pero era tan auténtica y les quedó tan grabada a sus oyentes, que la tradición evangélica griega la sigue recordando en arameo-hebreo, el

La oscuridad se cierne sobre Jerusalén y Dios no interviene para imponer la luz de la justicia. Ni siquiera para salvar a su Hijo: ¿Es realmente la hora del absurdo? ¿Será verdad que


el Padre en el que Jesús confiaba no era más que un Dios de juguete, una ilusión infantil de la Humanidad que, ahora, por fin, va a morir para siempre con el mismo Jesús? La crucifixión del Señor traerá siempre a nuestra mente y corazón una pregunta, cuya respuesta, hecha con nuestras palabras, no será nunca suficiente, es la pregunta del ¿Por qué? y ¿Para qué? Ella encarna el grito del justo que sufre en el mundo ante un Dios que calla y que no interviene para salvarlo. En la biblia, se asemeja al grito de Job. O al grito del salmo 21, cuyo primer verso salta ahora a los labios de Jesús: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué?...” Jesús, como nuevo Adán, como el hombre renovado por su completa y libre unión de querer como el Hijo de Dios, se entrega por completo a las cosas del Padre. ¿Qué cosas son esas, a las que ya el Jesús adolescente se sabía y se quería dedicado, al decir de Lucas? Son las cosas de la justicia de Dios. Porque Dios no deja de lado su justicia. El pecador morirá para siempre por su pecado. Pero Dios no habrá dejado de ofrecer el remedio más eficaz e inimaginable, haciendo en Cristo una justicia divina. A saber: cargando sobre sí mismo la muerte del pecador. El Papa Benedicto XVI intentó una respuesta en su encíclica “Deus caritas”, al decir: “Dios ama tanto al hombre que, haciéndose hombre él mismo, lo acompaña incluso en la muerte y, de este modo, reconcilia la justicia y el amor” (DC 10). Por darle al pecador todas las posibilidades de salvación y de Vida, por estar con nosotros, aún en nuestro desvarío, Dios llega a “ponerse contra sí mismo, al entregarse” a la muerte en su Hijo (DC 12).

¡Jesús sabe que ésas son las cosas de Dios! Así en la crucifixión nos muestra que no hay vida que tenga sentido, sino aquella en la que hay entrega, en la que nos volvemos semilla, para que luego otras generaciones tengan vida. ¡En la Cruz se revela el amor más radical! ¿Sabían esto quienes lo mataron? No lo podían saber del todo. Ellos conocían, es cierto, que Yahvé amaba con pasión a su Pueblo. Sabían que Dios tenía un corazón que se le revolvía en su interior ante la infidelidad de los suyos (cf. Oseas 11, 8-9); sabían que los profetas (Is 52, 13-53) y los salmos (21; 30; 68) hablaban del sufrimiento redentor padecido ante un Dios silencioso, por un misterioso siervo sin nombre, quien, a pesar de todo, no renegaba nunca del Altísimo. Pero no sabían que quien daba cumplimiento real a tales misteriosas promesas era precisamente aquél a quien ellos habían colgado de aquella cruz.

“Él no solo representaba la tradición conservadora de la iglesia, sino, también, su mejor herencia: La de la alta y revolucionaria cultura clásica y renacentista que, no lo olvidemos, la iglesia preservó y difundió a través de sus conventos, bibliotecas y seminarios, aquella cultura que impregnó el mundo entero con ideas, formas y costumbres que acabaron con la esclavitud y, tomando distancia con Roma, hicieron posibles las nociones de igualdad, solidaridad, derechos humanos, libertad, democracia, e impulsaron decisivamente el desarrollo del pensamiento, del arte, de las letras, y contribuyeron a acabar con la barbarie e impulsar la civilización” (Vargas Llosa, 2013, p. 17). Sin saberlo los hombres, Dios acogió aquella semilla sembrada en el árbol de la cruz y la convirtió en germen de vida para la humanidad. Por eso venimos aquí a contemplar este misterio y a permanecer en silencio. ¡Quizás en ese silencio habla Dios…! Oremos:

A la iglesia como institución compuesta por hombres se le endilgan muchos pecados. Y es verdad, donde hay hombres hay pecados. Pero también es cierto que la iglesia está compuesta por los muchos que han dado su vida, que no han esperado nada temporal a cambio, que han querido seguir las huellas del maestro que subió hasta la cruz. El día que escribo estas palabras, todavía estamos procesando el hecho de que el Santo Padre Benedicto XVI renunciara al pontificado, aduciendo su edad, sus dolencias, la necesidad de que otro más vital, físicamente, asuma las riendas. La catarata de interpretaciones, la mayoría maledicentes, incapaces de aceptar que una persona en el mayor ejercicio de rectitud que haya tenido en su vida, diga: ¡Otro debe seguir! Y me llama la atención que una persona no creyente, como lo es Mario Vargas Llosa, le dedique estas palabras:

Señor y Dios mío, que por mi amor agonizaste en la Cruz y tormento tras tormento, además de tantos dolores en el cuerpo, sufriste con invencible paciencia la más profunda aflicción interior, el abandono de tu eterno Padre; ten piedad de todos los hombres que están agonizando, y de mí cuando me halle también en la agonía; y por los méritos de tu preciosísima sangre, concédeme que sufra con paciencia todos los sufrimientos, soledades y contradicciones de una vida en tu servicio, entre mis hermanos de todo el mundo, para que siempre unido a Ti en mi combate hasta el fin, comparta contigo lo más cerca de Ti, tu triunfo eterno. Amén. ¡Señor pequé, Ten piedad y misericordia de mí! Canto.

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QUINTA PALABRA

“Tengo sed” (Jn 19, 28) Poema espiritual… Sed, dice el Señor, que tiene; para poder mitigar la sed que así le hace hablar, darle lágrimas conviene. Hiel darle, ya se le ha visto: la prueba, mas no la bebe: ¿Cómo quiero yo que pruebe la hiel de mis culpas Cristo? Reflexión… La quinta palabra y las otras dos que Jesús dirá todavía desde la cruz, después de aquel desgarrador grito de muerte, cargado de Vida, son también - como la cuarta - palabras tomadas de salmos de sufrimiento o directamente conectadas con ellos. Son palabras que, según han dicho algunos, se refieren al mismo Jesús. Jesús se dispone a morir como siempre había vivido: en oración, inmerso en la intimidad con el Padre. Si Jesús muere perdonando y ofreciendo a todos gloria, vida y Madre, es porque muere para el Padre, porque muere orando, en supremo ejercicio de amor, de fidelidad y de confianza. Leemos en el Evangelio de San Juan: “Sabiendo Jesús que ya estaba cumplido todo... dice: ¡Tengo sed!” Desde el momento en que fue apresado en Getsemaní hasta el patíbulo de cruz nunca hubo una petición de Jesús, nunca un grito pidiendo perdón, nunca un lamento pidiendo clemencia para sí. Ahora, recordando un salmo dirigido a Dios en el pasado, dice: “Tengo Sed”. No llena su boca y su alma con palabras humanas, sino con las mismas palabras de Dios. Pero seguro que Jesús no pide ahora simplemente que le calmen la sed por un instante. Pide algo más. El Evangelio dice que esta palabra fue pronunciada “para que se cumpliera

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la Escritura”. El Salmo 21, al describir el sufrimiento del justo desamparado por Dios, dice que su garganta está seca como una teja. Y el Salmo 68 cuenta cómo fue escarnecido con vinagre para calmar su sed. Todo eso se cumple también ciertamente en Jesús. Pero todo ello sucede, porque el Hijo siempre había querido cumplir la voluntad del Padre, costara lo que costase. Es esta entrega total de su vida en manos del Padre la que se expresa en esta quinta palabra: el Crucificado tiene sed sobre todo porque pide y desea terminar de apurar la copa que el Padre le ha ofrecido y que él, aunque repugnante para su sensibilidad humana, no ha querido apartar de sí (Mc 14, 35 y Mt 20, 22). Quiere y desea beber hasta el final el cáliz de la amargura. Jesús sabe que, de este modo, pronto beberá también la copa del vino nuevo en el Reino de Dios, como había anunciado a los suyos en la Última Cena (Mc 14, 25), es decir, que es así como actúa con su fuerza divina el Dios omnipotente y justo, el Dios de la Vida. El amor apasionado, con que Dios nos ama, llega a ser en la Cruz de Cristo un amor radical, sacrificado y gratuito, que ama incluso lo no amable, como es el caso de los pecadores. Por ellos y por nosotros, Cristo se entrega libremente en manos de sus enemigos. De este modo, la muerte, deseada como camino del amor, ha perdido su frialdad y desprende ya ella misma el calor de la Vida Eterna. Ninguna sociedad en cualquier tiempo, nos podrá mostrar algo más grande y sublime… Recuerdo unas palabras del Arzobispo Ricardo dichas en la capilla de la Universidad Pontificia Bolivariana, inaugurando el año escolar de la universidad 2012. Nos hablase entonces del sentido de la Cruz. Decía: “Cuando lo mataron ya no había nada que matar, él lo había dado todo”.

La caridad tiene a veces mala prensa. El sacrificio, también. Pero ni la caridad se reduce a dar de lo que sobra para acallar la mala conciencia, ni el sacrificio se ha de confundir con la negación patológica de la vitalidad y del deseo de lo bello y de lo bueno. Ama con caridad verdadera quien comparte la entrega de Cristo, quien ha sido alcanzado por su amor, sí, por su muerte. Ése tal no teme ya perder la vida - no teme el sacrificio - y queda liberado de la esclavitud a la que la muerte somete a los mortales. La caridad nos une a Cristo y, en cierto modo, nos hace capaces de hacer justicia al modo divino. Esto es lo que no soporta la cultura en la que estamos inmersos: Que haya quien dé la vida sin pedir dinero a cambio, sin pedir el cuerpo desnudo a cambio, sin pedir puestos a cambio, sin pedir réditos a cambio. No es misión de la Iglesia en cuanto tal organizar este mundo en la justicia, entrando en la legítima batalla de la política (Benedicto XVI, Carta Encíclica Dios es amor, nº 28). Ésa es la misión del Estado. Sin embargo, los católicos prestan su colaboración a esa tarea común de muchas maneras, que pueden ir desde la dedicación profesional a la política hasta el ejercicio del voto responsable; y otras muchas. Tanto la Iglesia misma, como cada uno de sus miembros prestan a la sociedad el servicio de la caridad, cuando realizan tareas asistenciales, o tareas profesionales de cualquier otro tipo, en las que se refleja la generosidad infinita del amor divino manifestado en la sed de Cristo. Cierta ideología totalitaria del pasado siglo creyó que la justicia hacía superflua la caridad. Pero aun suponiendo que la justicia pudiera ser perfectamente realizada en este mundo, y a todos y cada uno se les diera realmente lo que les pertenece, todavía


faltaría lo más importante. Porque el ser humano necesita precisamente - y más que nada - algo que no puede tener ni reclamar como propio: Necesita el corazón de otro ser humano y también, el corazón de Dios. Si pudiera darse un mundo justo y sólo justo - completamente ayuno de caridad - ése sería un mundo frío, helador, literalmente mortal para el ser humano. La justicia necesita la compañía del amor. Es más, la caridad, por la que el hombre se da a sí mismo, es en realidad el motor de la justicia. Sin caridad, no podrá realizarse la justicia, pero, aun sin justicia, puede y debe darse la caridad. Gracias, Señor Crucificado, por tu sed; porque al beber hasta el final el cáliz del sacrificio redentor, nos has dado lo que no podíamos ni imaginar: El corazón de Dios.

Oremos:

Señor y Dios mío, que por nosotros agonizaste en la Cruz, y no contento con tantos oprobios y tormentos, deseaste padecer más para que todos los hombres se salven, ya que sólo así quedará saciada en tu divino Corazón la sed de almas. Aviva en nosotros la fe y la esperanza y que hagamos nuestras la voluntad del creador de construir un mundo de justicia, amor y paz. ¡Señor pequé, Ten piedad y misericordia de mí! Canto.

SEXTA PALABRA

“Todo está consumado” (Jn 19,30) Con firme voz anunció Jesús, ensangrentado, que del hombre y del pecado la redención consumó. Y cumplida su misión, ya puede Cristo morir,

y abrirme su corazón para en su pecho vivir. Reflexión… Jesús bebe el vinagre y dice: “Está cumplido”. Esta sexta palabra no es cita ni eco de ningún salmo en concreto, de ninguna oración de las que él conocía de memoria y le venían continuamente a los labios. Pero las resume todas. Jesús sigue haciendo de su muerte una oración, un acto de infinito amor. Con su inminente muerte, libremente asumida, el Hijo cumple hasta el final la misión que había recibido del Padre. Y para terminar el diálogo constante que había mantenido con él día y noche, durante toda su vida, se lo va a decir ahora con el hilo de voz que le quedaba: está cumplido. La misión fue dura. Pero está cumplida. Es el sembrador que se para a ver su campo arado y cosechado y a pesar del cansancio, siente que ha hecho del deber. En Jesús, Dios ha cumplido porque ha levantado al hombre en sus hombros. En Jesús, el hombre ha cumplido, porque ha habido uno que ha escuchado la voz reveladora del Padre. En Jesús se funden el hombre y el Creador. Las personas tienen un nuevo punto de partida para llegar a Dios, porque Dios mismo ha venido a levantarlo sobre sus hombros. El ser humano ha sido rescatado de su absurdo, de su sinrazón culpable. La creación atisba el cumplimiento de su destino de Gloria y de Vida. Por absurdo que parezca decirlo, el mal del mundo ha perdido la batalla. La creación no fracasará. Está ya convirtiéndose en libre y gozosa alabanza del Amor creador, en gloria de Dios. Porque Jesús lo ha cumplido todo.

campo a recoger lo suyo, poniendo a Jesús como el protagonista de la escena (Mc 12,1-12). ¡Imaginen el regocijo del Padre con tal Hijo! Lo había enviado lejos, lejísimos de él: nada menos que hasta la muerte, ¡el lugar más apartado de Dios! Pero ha sido fiel a su misión. No se ha echado atrás. No ha sucumbido a la tentación de buscar caminos distintos de los que el Padre tenía preparados. ¡Y eso que el tentador no había cejado en su intento de sugerirle caminos supuestamente mejores! Pero no, el Hijo ha sido fiel, “obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz” (Filp 2, 8). Una enseñanza nos queda a todos: La libertad desvinculada de los valores familiares y evangélicos no es la fuente de la felicidad. Es el error fatal de una cierta cultura moderna de la que somos a un tiempo transmisores y víctimas. La autonomía sin vínculos no es libertad; es soledad egoísta, es un culto a sí mismos, es aislarnos por comodidad y satisfacción, es cultura de muerte. No se puede navegar por la vida como piloto sin carta de navegación. La nave acabaría a la deriva de los vientos y estrellada contra cualquier arrecife. No hay buen viaje por la vida sin los mapas de la voluntad de Dios. Es cierto que muchas veces marcan rutas estrechas por los anchos mares de la imaginación y de la sinrazón. Pero son las que nos llevan al puerto de la felicidad. ¡Sin mapas no hay ruta! Sin obediencia no hay libertad. Sin el otro, a quien hacer entrega de sí, no hay identidad madura. Gracias, oh Cristo, por tu fidelidad, por tu obediencia. Ella nos cura de nuestras infidelidades, de nuestras desobediencias, de nuestros espejismos de autonomía. Gracias, oh Cristo, por haberlo cumplido todo. Has cumplido la humanidad más bella y la libertad más completa.

Queridos amigos, leamos la parábola del Hombre que mandó a su Hijo al

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Oremos: Señor y Dios mío, que por mi amor agonizaste en la Cruz, y desde su altura de amor y de verdad proclamaste que ya estaba concluida la obra de la redención, para que el hombre, hijo de ira y perdición, venga a ser hijo y heredero de Dios; haz que en mi entrega a la obra salvadora de Dios en el mundo, cumpla mi misión sobre la tierra, y al final de mi vida, pueda hacer realidad en mí el diálogo de esta correspondencia amorosa: Tú no pudiste haber hecho más por mí; yo, aunque a distancia infinita, tampoco puede haber hecho más por Ti. ¡Señor pequé, Ten piedad y misericordia de mí! Canto.

SÉPTIMA PALABRA

“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc 23, 46) Poema espiritual… A su eterno Padre, ya el espíritu encomienda; si mi vida no se enmienda, ¿en qué manos parará? En las tuyas desde ahora mi alma pongo, Jesús mío; guardaría allí yo confío para mi última hora. Reflexión… En la última palabra Jesús nos revela un lugar desde donde se puede construir la paz. Jesús, en el momento mismo de expirar, vuelve a traer muy suavemente a

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sus labios la misma invocación de su palabra primera: ¡Padre! ¡Padre, perdónalos! ¡Padre, a tus manos...! Realmente la primera y la última palabra de Jesús es ésa: ¡Padre! De nuevo hace suyas las palabras del Salmo 30: “Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu. Tú, el Dios leal, me librarás; tú aborreces a los que veneran ídolos inertes, pero yo confío en el Señor; tu misericordia sea mi gozo y mi alegría”. Ahí está, amigos, el secreto de la paz y de la serenidad, de la verdadera alegría. En la cruz Jesús no mira la venganza sino la paz que le ofrece el Padre. Son muchos los hombres y las mujeres a quienes Jesucristo les ha comunicado su secreto y les ha regalado el mismo don de su paz y serenidad. Como a Santa Teresa de Jesús, a quien el Beato Rafael recuerda tantas veces. Dos místicos españoles – uno de ayer y otro de hoy - entrañables y cercanos. Como tantos otros, son testigos de la mística de Cristo, que no es un secreto sólo para los sabios, sino una oferta de amor para la gente corriente, para todos nosotros. Éste es el testimonio de la pluma de Rafael: “Persuadámonos (los trapenses) de que Dios está con nosotros en todo momento... Prescindamos de nuestras impresiones que engañan nuestros sentidos... Arrojemos fuera de nosotros el «yo» que tanto daño nos hace, y lancémonos en los brazos de Dios, tal como somos, con flaquezas y virtudes, con pecados y miserias; pongamos en su regazo nuestras almas, lo mismo cuando ríen que cuando lloran. Y si de veras lo hacemos así, y conseguimos que nuestra

vida sea toda para Él, y Él, el todo en nuestra vida, habremos conseguido la verdadera paz del corazón, estaremos más cerca del cielo que de la tierra y entonces..., ¿qué más te da, hermano Rafael, que llueva o que haga sol?” Y sigue… “Qué importa la salud... Qué más da el sitio éste o aquél..., ser querido o despreciado, ser pobre o ser rico... Todo eso es nada para el alma que de veras vive más de la ilusión de cielo, que de realidades terrenas. Qué bien se entienden aquellos versos de santa Teresa que dicen: «Vivo sin vivir en mí y a tan alta vida espero, que muero porque no muero»”. (Meditaciones de un trapense, 8 de agosto de 1936, en: Obras completas, 739)

Oremos:

Señor y Dios mío, que por mi amor agonizaste en la Cruz, y aceptaste la voluntad de tu eterno Padre, resignando en sus manos tu espíritu, para inclinar después la cabeza y morir; ten piedad de todos los hombres que sufren los dolores de la agonía, y de mí cuando llegue esa tu llamada; y por los méritos de tu preciosísima sangre concédeme que te ofrezca con amor el sacrificio de mi vida en reparación de mis pecados y faltas y una perfecta conformidad con tu divina voluntad para vivir y morir como mejor te agrade, siempre mi alma en tus manos. ¡Señor pequé, Ten piedad y misericordia de mí! Canto.


SÁBADO SANTO: Vigilia Pascual.

MEDITATIO SOBRE TODAS LAS LECTURAS. Hemos escuchado, de forma pedagógica en la liturgia de esta noche, los momentos fundamentales de la Historia de Salvación. En cierto sentido cerramos, en este día de Pascua de Resurrección, la primera fase de estas festividades de la Pascua, que, pese a lo dicho, se prolongarán durante toda la cincuentena pascual, hasta el segundo gran momento pascual que Pentecostés. Nosotros, creyentes, leemos la historia a través de sus significados y del sentido que ella tiene. Y la llamamos Historia de Salvación por los sujetos que intervienen en ella: El Hombre y Dios, Dios y el Hombre. Es “Historia” porque es la forma como se juntan los hilos de la vida comunitaria, la forma como uno lleva al otro, la forma como nosotros lo leemos y comprendemos, en el más legítimo ejercicio que los seres humanos podemos hacer, el de comprendernos a sí mismos. “De Salvación” porque reconocemos la presencia de Dios que nos está cerca. El término Salvación como lo escuchamos en el libro del Éxodo viene del hebreo GOEL. En el antiguo ordenamiento jurídico familiar del pueblo de Israel, la esposa que no había podido ser fertilizada por su marido y que quedaba viuda, era socorrida por el sucesor legítimo de sus hermanos, significando que ella no estaba sola, que había alguien para socorrerla en su “indignidad y tragedia” de esposa cuyo vientre no había dado hijos (Dt 25,5…).

Así se entiende Dios como Goel. Dios Salvador, nos está cerca en todos los momentos de nuestra historia personal y comunitaria. Y, precisamente, hemos escuchado una serie de lecturas bíblicas que van dando forma a la Palabra de Dios en la comunidad. Cada uno va clarificando la acción salvífica de Dios, por la cual y en Cristo, celebramos esta Pascua. • Primera lectura tomada del Génesis (1,1-2,2): Dios llama a la vida en la creación. Leemos ese precioso himno de la creación que el pueblo de Israel compuso en el exilio babilónico, en el cual todas las cosas conocidas por el hombre, arriba de él, en medio de él o por debajo de él, se las ve como creación de Dios. Nada hay que sea Dios, pero todas son criaturas de Dios. Allí, en el centro, de una forma muy generosa es visto el hombre, como el que puede diferenciar, nombrar, tomar conciencia de todo, reconocer a Dios. Y, además, es una creación por medio de la Palabra del Señor. Todo en la existencia es un llamado. Desde las cosas y los animales, hasta el mismo hombre, existen porque Dios les ha llamado a la vida. Y cada existencia es portadora de la Bondad infinita del Creador. La admiración estética perceptible en la primera lectura son una confesión de fe en el primer acto salvífico de la Historia de Salvación. • Segunda lectura tomada del Génesis (22,1-18): Dios llama a Abraham. Leemos uno de los episodios más emblemáticos de las historias patriarcales de Israel. El

padre más remoto de las tribus no sólo obedece al salir de una tierra a otra, para establecer en propiedad a su familia y alejarse de todo lo que significa vivir en medio de otros dioses (Jos 24), sino que acomete las acciones más insólitas por la obediencia a Dios. El pasaje fue narrado para estimular la escucha de los israelitas. Para que viesen en la humildad del antiguo padre, la misma humildad con que en el presente se debía actuar, cada vez que los profetas hablaban en el nombre de Dios, o cada vez que se proclamaba en el Templo o la Sinagoga, la Palabra del Señor. Ese es el segundo acto de Salvación que narramos en esta noche: Que Dios llama a Abraham, se le descubre en la historia, le invita a iniciar una búsqueda más profunda de eso que en su antiguo hogar, el de Téraj, se llama Dios. Su obediencia permitirá que una familia se convierta en semilla de luz, de Shalom, de salvación para las demás familias de la tierra. Juntando este mensaje con el de la primera lectura, podemos decir, que Dios salva, no solo creando y llamando a la vida, sino haciendo que tomemos conciencia de su presencia en la historia. Una vez que nos ha creado, no podremos estar sin el Padre, sin el Creador. • Tercera lectura tomada del Éxodo (14,15-15,1): Dios ordena salir de Egipto. La primera expresión que escuchamos es esta: ¿Por qué te quedas quieto pidiéndome ayuda? ¡Da la orden a los israelitas de ponerse en camino! Las palabras no pueden ser más

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tajantes. Cruzar el mar significa salir de Egipto. Nosotros solemos quedarnos en los juegos pirotécnicos de la narración, como el mar que se abre, los israelitas que pasan pasmados por la maravilla, la debacle del ejército faraónico. Pero las palabras iniciales son las que ponen claridad sobre el asunto: No están de paseo ecológico. Se trata de: Dejarse guiar por Dios a quien sólo se le puede entender desde el llamado a la libertad, desde el Shalom (adquirir las condiciones de la bendición: posesión de la tierra y el establecimiento de las familias); dejar atrás todas las condiciones serviles de Egipto, condiciones de no vida; fortalecerse en el pasar ese camino separador de dos realidades, como el hijo que aprende en el sacrificio a mirar hacia el futuro, sin añorar el pasado; llegar al otro lado, donde se comienza a sentir la vecindad de la tierra prometida, la tierra donde serán comunidad, la tierra donde podrán cosechar, la tierra donde sus hijos tendrán un nombre. Es todo este movimiento lo que les hace entender que Dios salva a través de esta exhortación: ¿Por qué te quedas quieto pidiéndome ayuda? ¡Da la orden a los israelitas de ponerse en camino! Ese relato muestra cómo en Dios han aprendido que no sólo se es esclavo por las cadenas que atan los pies, sino por las ideas que se petrifican en el corazón. La orden para Israel es levantarse y salir. Dios no sólo habla. Dios no sólo es el objeto de los cultos ancestrales de Abraham. Dios actúa en la historia favoreciendo y llamado al pueblo oprimido a que levante y salga. Tercer acto Salvador de Dios. • Cuarta lectura tomada del profeta Isaías (54,5-14). Dios ayer, Dios hoy y Dios mañana. Dios no cambia. Cambian las compren-

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siones que nosotros tenemos de Dios, cambian los seres humanos, cambian las circunstancias. Pero desde la creación Dios nos está salvando, es decir, está al lado de nosotros. El contexto de la lectura de Isaías es el exilio en Babilonia (siglo VI), y la esperanza de un regreso. Israel tiene que aprender del pasado. Así como una vez Dios dio inicio a la historia del pueblo, lo hará de nuevo. Por eso el profeta anima al pueblo a levantarse de nuevo, cultivando la esperanza y entendiendo que sólo en la medida que acoja a Dios en su comunidad, volverá a tener un nombre, con el nombre podrá de nuevo construir y cultivar sobre la tierra que fue devastada. Así suenan los versos finales de la lectura: “Quedarás fundada en la justicia, te verás libre de opresión y miedo, no volverá a acercarse a ti el terror” (Is 54,14). Dios se comporta como el Padre y la Madre, quienes a pesar de las caídas de sus hijos, están allí tomando en brazos, levantando, animando, dando otra oportunidad, llamado de nuevo a la vida. Dios muestra su corazón de padre y madre que consuela. Este es el nuevo acto de salvación del que nos habla Isaías. No significa que no se tenga qué seguir luchando, todo lo contrario, hay que volver a hacer el camino, hay que volver a tomar en las manos las herramientas del trabajo. Pero por lo menos la claridad y el sentido que provienen del Señor no se acaban. Los profetas de Israel fueron personas del sentido, del discernimiento, del estar mirando con esperanza el futuro. Dios estaba en el ayer, Dios está en el presente, Dios estará en el mañana. Cuarto acto salvador de Dios, su presencia en la historia. • Quinta lectura tomada del profeta Isaías (55,1-11). Dios en la gratuidad de la vida, Dios en

el cambio de mentalidad. Dios en las palabras que nacen de su Palabra. En tres palabras se pueden resumir las tres partes de esta lectura de Isaías: Gratuidad, conversión, palabra. La noción de propiedad que utilizamos hoy no nos deja entender la noción de gratuidad. Porque creemos que todo lo que somos y tenemos nos lo hemos dado nosotros mismos. Decimos propiedad en el sentido más absoluto de ¡Esto es mío! Rompiendo los hilos que correlacionan todas las cosas, llevándonos a ser ingratos y autosuficientes. El profeta Isaías ve la vida como gratuidad: Cuántas cosas son gratuitas todos los días. Y Dios mismo que se nos da en todas las cosas, que nos llama a vivir de todas las cosas es gratuidad. La metáfora sirve entonces para hablar de la tierra. Allí está la tierra esperando que lleguemos a ella para cultivarla, para ir sacando pacientemente el fruto de ella, para crear relaciones de familia y con otras familias, hacer una comunidad. El problema está en el corazón del hombre. Codicioso, acumulador, avaro. Incapaz de estar en la tierra con otras personas, con otros seres humanos y compartir en relaciones legítimas con ellos. Por ello para tomar leche y vino de balde, es decir, para poder poseer la tierra se debe hacer un cambio en el corazón. Las causas del Exilio en Babilonia, que llevaron al abatimiento de Israel, están asociadas con la codicia humana, con las pretensiones imperialistas de los hombres, con la avaricia de los hombres. Si hay conversión el camino para todos será transitable. Y por último, Dios que se deja escuchar en la Palabras proclamadas por los hombres de fe, por los profetas de Israel, por aquellos que han sido llamados para anunciar y denunciar al pueblo. Cuando se escucha y se hace el ejercicio de


interiorización y discernimiento, se llega a Dios como Hablante Eterno, como aquel que empapa la tierra con su mensaje, con su voz, haciéndola germinar. Esto es también la acción salvador de Dios en la historia humana: ¡Dios no habla y el hombre está llamado a escucharle! • Sexta lectura tomada del profeta Baruc (3,9-15.32-4,4). Dios en la sabiduría. Es un texto profético porque a Baruc se le conoce como un profeta en Israel. Pero sus palabras son eminentemente sapienciales. Toda una reflexión sobre la importancia de la sabiduría en la comunidad y ésta como expresión de Dios. Cuando se habita la tierra es necesario hacer reflexión permanente sobre el sentido de la existencia, sobre lo que se tiene y por qué se tiene, sobre las personas y por qué nos relacionamos con ellas, sobre los actos y las costumbres. Así nacieron muchas pequeñas leyes y mandamientos, como expresión de la palabra mayor que es Dios. Ser sabios es ser salvos. Ser sabios es habitar en Dios que todo lo trasciende, todo lo llena de luz. Así dice un verso de la lectura: “Aprende dónde está el saber, dónde la fuerza, dónde está el conocimiento, y sabrás dónde está la larga vida, dónde la luz para los ojos y la paz” (Bar 3,14). Repito algo que aprendí de Memo Ánjel: <<No basta poseer la tierra si no se sabe qué se tiene y para qué se tiene y cuáles son los límites y las relaciones entre el posesor y lo poseído>>. En la historia de Salvación esto fue profundamente apreciado, el hecho de Dios acontecer no afuera de nosotros sino dentro de nosotros, promoviéndonos, llenándonos de luz, clarificando un deber ser, estableciendo un sentido a las relaciones con las cosas y las personas. Hoy decimos que la

Educación es una de las formas de ser equitativos, podemos decir que lo es también del empoderamiento de la vida. No entendido como autosuficiencia, sino como la mayor comprensión de la vida, que nos lleva a reconocer que allí está el Dios que salva. • Séptima lectura tomada del profeta Ezequiel (36,16-17a.18-28). Dios como Espíritu que se no da. El profeta Ezequiel también vivió todo el dolor del exilio en Babilonia y desde ese contexto habló al pueblo. Gustó de utilizar imágenes cotidianas de gran fuerza: Fuego, el agua, el corazón, el espíritu, los huesos, la carne. Y por medio de ellas hizo bellos oráculos, en los que transmitió la Palabra del Señor. En el contexto de la Pascua proclamamos esta lectura que habla sobre la grandeza de Dios, la burla que merece Dios por la suerte de su pueblo, la forma como ese pueblo va a hacer evidente que el Dios Santo de Israel no ha dejado de ser grande y actúa en la comunidad. El trozo más sobresaliente para decirlo: “Les arrancaré del cuerpo ese corazón de piedra y les daré un corazón de carne. Infundiré mi espíritu mi espíritu y haré que cumplan mis preceptos. Habitarán la tierra prometida a los padres. Serán mi pueblo y yo seré su Dios” (Ez 36,28). Ahora devolvámonos en el sentido de estas palabras: El resultado final es ser un pueblo que tiene a su Dios en medio. Prueba de ello es la posesión de la tierra. Pero para lograrlo el corazón de los hombres se debe dejar pulir, llevar, conducir por el mismo Dios que los ha llamado a la vida. La historia de los pueblos realizados como tales es la historia de su tomar conciencia. A mayor conciencia de sí mismos y de lo fundamental en ellas, mayor nivel de realización. Y el profeta lo tiene claro. Y nos invita a que

lo tengamos claro. Ese es el Ruaj de Dios que acompaña y es salvación. • Octava lectura tomada la carta del apóstol San Pablo a los Romanos (6,3-11). Jesús el Cristo Salvador. El momento más revelador de esta historia de Salvación que estamos narrando, es decir, de la forma como Dios nos ha ido acompañando en la historia, es la persona de Jesús Crucificado y Resucitado. Su crucifixión y muerte son victoria para Dios porque el Hijo no se ha dejado derrotar, le querían arrebatar la vida y Él la ha entregado; esto Dios lo ha transformado en el llamado a la Resurrección, ¡el Padre ha resucitado al Hijo! ¿Qué mal puede haber peor que el pecado asociado a la muerte? Pues Cristo ha vencido. En Él los hombres encontramos la fuente para nuestra propia lucha y encontramos el destino al cual estamos llamados. De allí que los creyentes, desde ya, participamos del Bautismo no sólo como un ritual sino como una profesión de fe de esta verdad que mueve nuestras vidas. • Evangelio tomado de san Lucas (24,1-12). Lo llamo el evangelio de lo inaudito: Una tumba vacía, unas mujeres como primeras testigos, al mismo tiempo como primeras portadoras de la noticia. Unos discípulos que no creen. Una muerte transformada en vida. Si nos regresamos 2000 años atrás podemos entender lo que san Lucas nos estaba narrando. Hablar de la resurrección de Jesús Crucificado no es fácil. ¿Cuál es la mejor categoría para hacerlo? ¿Qué tipo de imágenes son las mejores para representar los hechos? Y Lucas acude a las más difíciles: La gran piedra estaba corrida. El sepulcro estaba vacío. Las que primero lo vieron y contaron fueron unas mujeres.

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Los discípulos ni lo entendían, ni lo creían. La voz de los personajes a ellas, las mujeres, recoge el sentido final de la representación: ¡Está vivo! A partir de allí empezamos descubrir todo el sentido de la Historia de la Salvación, el sentido de la vida humana, a escuchar el llamado definitivo de Dios, a que por medio del Resucitado caminemos haciendo nuestra propia Historia de Salvación, hasta que participemos de la resurrección futura. Como Abraham somos llamados a escuchar, como el pueblo esclavo de Israel somos invitados a ponernos de pie y salir, como el pueblo del exilio en Babilonia somos invitados a percibir a Dios que nos acompaña en la tragedia humana, convirtiendo todo lo que es muerte en vida, por la fuerza de la esperanza, de la fe y del amor. El evangelio termina con estas palabras: ¡Pedro volvió a casa asombrado! Esta es una situación en la que las palabras no son muchas, sino que es la fuerza, la intensidad interior, lo que cuenta. El Espíritu de Dios acompaña al ser humano en todas sus etapas. Primero en la creación, luego en la llamada a la fe, en la superación de la esclavitud, en los diversos fracasos que se viven, en la sabiduría, y, con el acontecimiento de Jesús, en la resurrección, a las que nos asociamos desde ya por medio de los sacramentos, especialmente del bautismo y la eucaristía. Toda la liturgia de este día nos ayuda a expresar lo que en las palabras resulta difícil de expresar: Que después de la crucifixión el Señor fue resucitado, que sus discípulos vieron transformadas sus existencias y comenzaron a llenar el mundo con esta Buena Noticia. Hoy repetimos ciertos gestos como el del fuego, el del agua, caminamos otra vez por la historia de Salvación del pueblo de Jesús. Y culminamos con el Misterio de la Eucaristía, abriendo nuestros corazones,

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nuestras vidas al influjo del Señor que vive. Esta misma fuerza de resurrección nos hace misioneros y misioneras en el siglo XXI, para con ella transformar, levantar, llenar de gozo y vida todas las esferas de la comunidad, de la vida de nuestras familias, de nuestra vida más personal.

BIBLIOGRAFÍA A. De Jesús Mejía G. 2007. Anamnesis y metanoia. Categorías de un nuevo paradigma eclesiológico. Cuestiones Teológicas (81). 175-196 p. Benedicto XVI. 2005. Dios es amor. Bogotá: Paulinas. -------------------. 2012. Porta fidei. Bogotá: Paulinas. -------------------. 2007. Spe salvi. Bogotá: Paulinas. --------------------. 2010. La justicia de Dios se ha manifestado por la fe en Jesucristo (Rm 3,21-22). Mensaje para la cuaresma 2010. Vaticano: Editrice Vaticana. -------------------. 2011. Jesús de Nazaret. Desde la entrada en Jerusalén hasta la resurrección. México: Planeta – Encuentro. Comentario Bíblico Internacional. 1998. Navarra: Verbo Divino. Concilio Vaticano II. 2006. Documentos Completos. Bogotá: San Pablo. Conferencia Episcopal Latinoamericana. 2007. V Conferencia General. Bogotá: CELAM. Henri Nouwen. 1995. El regreso del hijo pródigo. Madrid: PPC. Jairo Henao. 2012. Sufrimiento y Mística. Lectura del Éxodo. Medellín: UPB.

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Por: Álvaro Mejía Góez, Pbro.*

SUBSIDIOS TEOLÓGICOS

DOMINGO DE RAMOS Para Jesucristo lo importante fue el Reino de Dios… ¿Y para nosotros? El evangelista Marcos, primer evangelio escrito, nos dice que lo primero que Jesús de Nazareth asume al iniciar su ministerio público, es la predicación del Reino de Dios (Mc. 1, 14-15). La muerte y resurrección de Jesucristo solo puede ser leída en clave de la coherencia y consecuencias que tuvo en Jesús haber asumido con radicalidad este anuncio. En general todo el evangelio debe ser leído en esta misma perspectiva; incluyendo la existencia de la comunidad de discípulos. Ellos fueron llamados para colaborar en este proyecto del Reino; solo así se entiende a Mc. 9, 38-40, que muestra al grupo de los discípulos celosos porque hay “uno expulsando demonios” en nombre de Jesús, pero ellos se lo han impedido “porque no nos sigue a nosotros”. A lo que Jesús responderá que no “se lo impidan”; allí donde * Sacerdote de la Arquidiócesis de Medellín. Docente de la Facultad de Teología de la Universidad Santo Tomás - Bogotá

hay una persona haciendo el bien, allí se está haciendo presente el Reino de Dios. Por lo tanto, queda allí evidenciado que la pertenencia al grupo no es el fin en sí mismo, sino un medio para algo más profundo que es el reinado de Dios. Leonardo Boff lo expresa claramente. En una “correcta articulación [entre] Reino-mundo-Iglesia”1 se debe tener claro que la “sua ipsissima intentio”2 [la mismísima intención de Jesús] es que el Reino de Dios lleve a cabo “la salvación en su estado terminal”.3 Por lo tanto, no puede haber una identificación absoluta, sin más, entre Reino e Iglesia como si fueran lo mismo. Una correcta lectura del evangelio lleva a la conclusión de que la Iglesia existe solo en la medida en que está al servicio del Reino como “realización anticipatoria y sacramental del Reino dentro del mundo y mediación 1 Boff, Leonardo. Iglesia: carisma y poder (Petropolis: Vozes, 1981), p. 16. 2 Ídem. 3 Ídem.

para que el Reino se anticipe más densamente en el mundo”.4 En esta misma vía se pone la eclesiología del jesuita uruguayo Juan Luis Segundo. Para él es claro que el Reino de Dios es un proyecto, empezado por Jesús, inacabado por su naturaleza histórica y hasta cierto punto frustrado por la muerte de su predicador. Es un proyecto que existe de manera germinal, como semilla de mostaza, como fermento en la masa, escondido como un tesoro en un campo; pero que debe hacerse cada vez más visible y transformador en el mundo; y para eso existe la Iglesia. Para Juan Luis Segundo no cabe duda de que lo esencial del evangelio es la predicación del Reino de Dios por parte de Jesús; aún más, Segundo es crítico cuando afirma que eso que era tan central para Jesús, terminó diluyéndose en la predicación de la Iglesia: 4 Ídem.

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Fíjense que, para nosotros, tal vez lo más importante de Jesús es que Jesús es Dios; para Jesús, que era Dios, lo más importante de lo que Él dijo era: que el Reino de Dios venía. O sea, a pesar de que nosotros decimos: ¿qué es lo más importante en el cristianismo? y pensamos inmediatamente: la divinidad de Jesús, para Jesús que lo inauguró y que debía saber más que nosotros de qué se trataba, lo importante de esa buena noticia es el Reino5. Una sana predicación tendrá que recuperar esta dimensión esencial de la vida de Jesús. Poner el Reino de Dios nuevamente en el centro de la predicación de la Iglesia, es un imperativo evangélico que clama a ella su fidelidad con los orígenes. Deberá abandonarse una imagen de la Iglesia que busca que la humanidad le siga, para convertirse en una Iglesia que busca servir al hombre para ayudarle a su humanización constante. Esa es la meta del Reino; porque el Reino ya está entre nosotros, los ciegos ven, los cojos andan y a los pobres se les predica la liberación (Cfr. Mt. 11,2-5). Las bienaventuranzas nos dicen para quién es el Reino, quiénes son felices porque el Reino les pertenece. Las parábolas nos enseñan, no moralejas pías como en lo que se les ha convertido, sino que nos presentan de manera radical en qué consiste ese Reino, para quién es el Reino, quiénes son sus adversarios y quienes deberán ayudar en su instauración en el mundo6. En este último grupo entran los discípulos “que tienen que entender las parábolas porque tienen que entender los secretos del Reino (fíjense que no son el “Reino”). ¿Por qué tienen que saber los secretos? Porque tie5 Segundo, Juan Luis. Ese Reino. (Montevideo: OBSUR, 2009), p. 21. 6 Cfr. Sanhueza Vidal, Kreti Soledad. Jesús de Nazaret como el Cristo liberador para América Latina. Algunos trazos de la cristología de Juan Luis Segundo y Jon Sobrino, tesis doctoral, (Bello Horizonte: Facultad Jesuítica de Filosofía y Teología, 2011), pp. 160-167.

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nen que ayudar a la instalación del Reino”.7 Es claro, entonces, que si los discípulos no son el Reino sino que éste existe como una realidad más amplia que abarca el mundo de los apóstoles, pero también el mundo de Dios (dimensión escatológica del Reino), entonces la Iglesia no es el Reino sino que está al servicio de éste. ¿Ven como la Iglesia no es el Reino? Los discípulos son los colaboradores de Jesús en traer el Reino a sus destinatarios que son precisamente los pobres, los que lloran, los que tienen hambre, etc. como aparece en las bienaventuranzas. Ellos son los que van a poseer el Reino, para ellos viene fundamentalmente. Y los otros, en la medida en que no se conviertan, quedan fuera del Reino. Entonces, el Reino es la transformación hecha por Jesús, con la colaboración de sus discípulos, es decir, con la colaboración de los que luego serán llamados la Iglesia, de la suerte de ese pueblo que era pobre, que era considerado pecador, etc., que estaba viviendo en una situación inhumana y que Dios quiere humanizar8. De todo este planteamiento se infiere una consecuencia eclesiológica muy importante, fuera de la ya evidente, de que la Iglesia no es el Reino sino que está al servicio de éste. Se trata de entender y sobre todo reconocer la condición de minoría de la Iglesia con respecto a la masa. La Iglesia no fue nunca la masa sino fermento para que esta masa crezca; fue llamada a ser pizca de sal para darle sabor al mundo. Para Juan Luis Segundo es muy importante entender la Iglesia en esta dialéctica de “masas y minorías”, porque solo así se podrá entender su existencia particular en función de 7 Segundo, Juan Luis. El Reino de Dios. Conferencia sin editar, policopiada, parroquia San Juan Bautista, Montevideo, 1979, p. 5. Algunos importantes aportes en relación con el tema del Reino de Dios y su relación con la Cristología y la Eclesiología se pueden encontrar en: Ellacuría, Ignacio y Sobrino, Jon. Mysterium Liberationis. Conceptos fundamentales de la Teología de la Liberación, Tomo I, (Madrid, Trotta, 1990). 8 Ídem.

su universalidad9. Por eso el teólogo uruguayo lo dirá enfáticamente: Creo que es muy claro lo que queremos decir: la Iglesia es una comunidad viva que siente una responsabilidad hacia el resto de la humanidad, frente a todos aquellos que están fuera de ese núcleo activo, creador, que busca soluciones más humanas a los problemas humanos. Frente a ellos se siente responsable10. El Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) publicó un importante manual de eclesiología.11 En él se intenta salir al paso de una serie de tesis, que en esos años de fuertes controversias eclesiológicas, pretendían, o dar una visión demasiado espiritualista de la Iglesia asemejándola radicalmente con el Reino de Dios, o identificándola simplemente con un proyecto histórico tan terrenal que empobrecía su índole escatológica. En este manual, João Evangelista M. Terra, hace notar que el Concilio Vaticano II dedicó todo el capítulo 7 a tratar este tema de la “índole escatológica de la Iglesia”, que como “Iglesia peregrinante” tiene una estrecha relación con la “Iglesia celestial”. Ya incluso desde el mismo capítulo 1, el numeral 8 anotaba que la “Iglesia terrestre y la Iglesia enriquecida con los bienes celestiales, no deben ser consideradas como dos cosas distintas, sino más bien forman una realidad compleja que está integrada de un elemento humano y otro divino”; haciendo aquí una alusión explícita a la encíclica Mystici Corporis Christi de Pio XII. Según el autor, el Vaticano II cuando trata el tema de la “consumación final”, no hace ninguna diferencia entre 9 Cfr. Segundo, Juan Luis. Masas y minorías en la dialéctica de la liberación. (Buenos Aires: Aurora, 1973), p. 53. También en Teología abierta para el laico adulto I, “Esa comunidad llamada Iglesia”. (Buenos Aires-México: Carlos Lohlé, 1968), p. 15. 10 Segundo, Juan Luis. Iglesia 20 años después del concilio. Charla sin editar, policopiada, parroquia San Juan Bautista, Montevideo, 1982, p. 14. 11 Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). Eclesiología. Tendencias actuales, (Bogotá: CELAM, 1990).


Iglesia y Reino. LG 5 afirma que “Nuestro Señor Jesucristo dio comienzo a la Iglesia predicando la buena nueva, es decir, la llegada del Reino de Dios”. Y continúa el mismo numeral diciendo que “la Iglesia […] recibe la misión de anunciar el Reino de Cristo y de Dios e instaurarlo en todos los pueblos, y constituye en la tierra el germen y el principio de ese Reino”. Concluye, entonces, João Evangelista M., afirmando que “evidentemente por tanto, que, no ensinamento do Concilio, não pode haver diferença, a respeito da realidade futura no fim dos tempos, entre a Igreja plenificada, (consummata) e o Reino consumado”.12 También el Diccionario de Eclesiología13 dedicó una voz al tema de la relación entre Reino de Dios e Iglesia. Se afirma allí que en tiempos de Jesús habían tres ideas preponderantes sobre el Reino de Dios: En primer lugar una concepción política-nacionalista, que alimentaba la esperanza en un cambio de la situación social de pobreza y opresión; en esta historia irrumpe el mesías para operar un cambio y fundar un nuevo pueblo. En segundo lugar una concepción más apocalíptica, en la que se esperaba un Reino más allá de la historia; Dios vencerá este mundo del mal e inaugurará algo nuevo. En tercer lugar una visión más ética en la que quienes se comprometen con el Reino, deben asumir unos valores y someterse a los criterios de ese Reino, que no son otros que la misma voluntad de Dios.14 12 “Evidentemente, por tanto, en las enseñanzas del concilio, no puede haber diferencia, al respecto de la realidad futura en el fin de los tiempos, entre la Iglesia plenificada (consummata) y el Reino consumado”. Terra, João Evangelista. “Novas tendências da eclesiología”. en: Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). Eclesiología. Tendencias actuales, (Bogotá: CELAM, 1990), p. 52. 13 O’Donnel, Christopher y Pié-Ninot, Salvador. Diccionario de eclesiología. (Madrid: San Pablo, 2001). 14 Cfr. “Reino de Dios”, en: O’Donnel, Christopher y Pié-Ninot, Salvador. Diccionario de eclesiología. Op. cit., p. 924.

Jesús y los apóstoles compartían, de alguna manera, estas concepciones. Los exegetas están de acuerdo en afirmar que en Jesús la comprensión del Reino es mucho más compleja de lo que se piensa. De una parte, para Jesús el Reino no es simplemente una sociedad utópica caracterizada por el amor; pero tampoco es una realidad que Jesús espera se realice en el futuro, sino que ya está presente aquí y ahora, él ha traído este Reino consigo mismo y pide de la gente una postura radical a favor o en contra de ese Reino. Ese Reino, en la predicación de Jesús de Nazareth, es escatológico y a la vez apocalíptico; es don que se pide al Padre y oferta de salvación para todos; es en definitiva el evangelio, buena nueva.15 Si estamos de acuerdo en que, efectivamente, el Reino de Dios es, ante todo escatológico, que está ya presente en la misma persona de Jesucristo, pero que todavía no ha llegado a su consumación completa, entonces este Reino se mueve entre las conocidas coordenadas escatológicas del “ya” pero “todavía no”. Estos términos dialécticos se hicieron presentes en la predicación apostólica. El libro de los Hechos de los Apóstoles confirma esta “tensión escatológica” del Reino (Hch. 14,22). San Pablo llega incluso a decir en qué consiste el Reino, que “no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” (Rom. 14,17).

incluso la Unitatis Redintegratio (UR), nos llevan a entender que si la Iglesia se autocomprende como misterio, es decir, como sacramento en el plan de salvación de Dios, ella entonces puede identificarse (en el sentido de que ella asegura la continuidad entre el ya y el todavía no), con ese Reino presente en misterio, pero visible históricamente, y a la vez reconocerse en camino hacia el Reino definitivo, con las precariedades propias de una comunidad constituida por hombres pecadores y por lo tanto necesitada de conversión (LG 3; 44; GS 1; 39; 45; UR 4). En conclusión, el Diccionario de Eclesiología nos quiere dejar claro que Aunque no debemos identificar la Iglesia con el Reino, no es menos erróneo debilitar o destruir la relación de la Iglesia con el futuro Reino de Dios. Tenemos que asumir también la indicación de LG 5 y considerar el Reino como el ámbito de actuación del Espíritu Santo. La orientación de la Iglesia se expresa bellísimamente en la eucaristía: está el ya, porque el poder de Cristo en el Espíritu está presente en la comunidad; pero al mismo tiempo la eucaristía nos recuerda que todavía no estamos condiciones de participar en la plenitud escatológica (Mt 14,25).16 Y termina diciendo que

Para los autores del Diccionario de Eclesiología, esta índole escatológica del Reino es la que nos ayuda a situar a la Iglesia en su justa misión e importancia. No solo los datos que nos proporciona la Lumen Gentium (LG), sino también la Gaudium et Spes (GS) e 15 Cfr. Ibíd., pp. 925-926.

La reflexión sobre el Reino corre siempre el peligro de ignorar o prestar insuficiente atención a uno u otro de los elementos vitales de este complejo símbolo que es el Reino de Dios.17 16 “Reino de Dios”, en: O’Donnel, Christopher y Pié-Ninot, Salvador. Diccionario de eclesiología. Op. cit., p. 929. 17 Ídem.

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LUNES, MARTES, MIERCOLES SANTO La fe al servicio de una vida más digna Les propongo a mis hermanos sacerdotes y a todos los agentes de pastoral, considerar las siguientes ideas como un subsidio muy básico para trabajar estos tres días de preparación al triduo pascual. Coherentes con la celebración del año de la fe, la invitación es a mirar la fe desde una perspectiva distinta. Soy consciente de que estas reflexiones no se ajustan a los lugares comunes a los que siempre recurrimos y que podrían despertar resistencia, pero las comparto con la convicción de que pueden ser recibidas por la mayoría como un intento novedoso que ayude a muchos a entender su fe. ¿De qué se trata cuando se habla de la “fe”? Habría que responder primero con lo que no es la fe o con algunos equívocos que en ocasiones aparecen entre quienes tenemos fe y quienes dicen no tenerla. Una primera equivocación es creer que quienes tenemos fe somos poseedores de una verdad que nos hace inmunes a problemas que aquejan a otros. Pareciera que el creyente sacralizara su situación para no tener que confrontarse desde lo humano con su propia realidad. Una segunda equivocación es suponer que automáticamente entre dos personas o grupos que tienen la misma fe religiosa, se comparten el mismo sistema de valores o que, peor aún, esos valores están en el mismo

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orden de la escala. Aquí es necesario afirmar que no existe un único cristianismo ni un único contexto donde se vive ese conjunto de valores. El tercer equívoco proviene de los llamados no creyentes, que suponen que todas sus posiciones y decisiones están libres de condicionamientos creyentes a priori, o que la fe no afecta esos a priori, o que la principal característica de sus posturas ideológicas es la neutralidad y la cientificidad de sus argumentos. Pero hay una fe que podríamos llamar “fe antropológica”. Esta fe pertenece al propio ser humano, no es exclusivo de las personas religiosas. Esto significa que los hombres vivimos todos los días haciendo apuestas en la vida. La fe, entonces, es un impulso a arriesgarse a vivir, a apostarle al futuro, de preguntarse si vale la pena hacerse proyectos. Es porque tenemos fe antropológica que, aunque alguien no sea creyente religioso, sí posee un sistema de valores, ya que esta fe es la que lleva al individuo a preguntarse por lo que vale la pena ser vivido o arriesgar en un proyecto. Claro que esta fe nunca será demostrable en su veracidad o falsedad, al menos hasta alcanzar el fin último. Esta fe supone que al emprender un proyecto se pueda fracasar a mitad del camino y tenga que hacerse otra opción; esta fe es un jugarse siempre y un fiarse en ocasiones de otros18. 18 Juan Luis Segundo afirma que la experiencia nos muestra que, en ocasiones, “sólo se puede tener la idea de un camino satisfactorio de manera cierta a través de experiencias

La “fe antropológica” es solo una cara de la moneda. La otra cara de la fe es su dimensión religiosa, ella es verdad revelada por Dios y en esa medida es “verdad absoluta”19. Aquí el término “absoluto” debe entenderse como algo que se busca en sí mismo, que determina por sí mismo los fines que un ser humano busca para orientar su vida. En este sentido se debe diferenciar la fe en sí misma de la verdad que esa fe ayuda a recibir existencialmente, ya que esa verdad revelada por Dios debe ponerse “al servicio de los problemas históricos y de su solución”20 y en ese sentido se constituye en algo relativo21. Aquí conviene dejar dos cosas claras: 1) Que la fe antropológica es de todos los seres humanos y la religiosa solo de algunos; y 2) la diferencia entre unos y otros no es que los religiosos tengan un absoluto, ya que ambas fe las tienen (todos absolutizan un valor último, un modo de organizar los valores y jerarquizarlos). La diferencia está en que la fe religiosa absolutiza además una tradición humana de dónde beber esos valores y “aprender a aprender” cómo llevarlos a cabo (sin repetir necesariamente soluciones viejas), a la vez que cree que un dios garantiza, si las personas ponen ajenas” y es lo que, de alguna manera, legitima la importancia de la Tradición. Juan Luis Segundo. El hombre de hoy ante Jesús de Nazaret. Tomo I: “Fe e Ideología”, (Madrid: Cristiandad, 1982), 18. 19 Juan Luis Segundo. Liberación de la Teología, Op. Cit., p. 175. 20 Ídem. 21 En este sentido Leonardo Boff hace la diferencia entre “fe” y “expresiones de fe”. Cfr. La Trinidad, la sociedad y la liberación. (Madrid: Paulinas, 1987).


los medios (ideología) necesarios, la realización ultima de esos valores. Es en este momento donde la fe entra en una estrecha simbiosis con la ideología, en cuanto que esta última funge como medio para solucionar un problema histórico y es por ello que ningún medio puede erigirse como un valor absoluto. Solo la fe es absoluta en cuanto es la inspiradora de los fines y las ideologías siempre serán relativas, en cuanto medios para alcanzarlos.

En conclusión, una fe sin ideologías es muerta22, es decir, que sin medios eficaces para transformar la existencia en una experiencia más humanizante, la fe oprime, mantiene al creyente paralizado frente al futuro, lo imposibilita para trasegar por la historia de la mano de Dios; los fines últimos y absolutos por los que nos jugamos en 22 Cfr. Juan Luis Segundo. Liberación de la Teología, Op. Cit., p. 122. También en La historia perdida y recuperada de Jesús de Nazaret. De los sinópticos a Pablo. (Santander: Sal Terrae, 1991), 89.

la vida se diluyen en falsos proyectos y terminamos apostándole a los medios, es decir, a las ideologías como si fueran fines en sí mismas; más aún, ideologías que piensen que son neutras y sin responder a determinados valores, en realidad son “mentirosas” y están encubriendo bajo un halo de racionalidad apuestas humanas como las de cualquier creyente.

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TRIDUO PASCUAL Muerte y Resurrección de Jesús. Pasión y Resurrección de las víctimas Contó en una ocasión Leonardo Boff, que su hermano Clodovis lo invitaba con frecuencia a pasar vacaciones en su parroquia y de paso colaboraba con algunas charlas a los campesinos feligreses habituales de la parroquia. En una ocasión Leonardo preguntó a los asistentes ¿cómo nos salvó Jesucristo? La respuesta fue casi unánime: “a través de su sufrimiento y su muerte en la bendita santa cruz”. La respuesta generalizada llevó a Leonardo Boff a explicar que la salvación debía entenderse en el conjunto de toda la vida de Jesús de Nazaret; desde su encarnación, pasando por sus signos y palabras, por sus actitudes mesiánicas, por su preferencia y amistad para con los excluidos, por su crítica a la religión instituida, etc.; todo en su conjunto y no solo unos cuantos momentos de Jesús crucificado podrían ser determinantes para la salvación de todos los hombres de todos los tiempos23. Si alguna doctrina tuvo un desarrollo vertiginoso desde sus orígenes hasta nuestros días, es la de la cruz y todas sus vertientes en torno a la teoría de la redención, de la justificación, de la muerte vicaria, de la necesidad del sufrimiento, etc. Rápidamente se pasó de una comprensión de la muerte de Jesús como algo ignominioso, vergonzante, humillante y despiadado, a una concepción de la muerte de Cristo como acontecimiento salvador, liberador, “por nuestros pecados”. La cruz pasó de ser un instrumento de 23 Citado por Juan Luis Segundo en: Iglesia 20 años después del Concilio, pp. 48-49. Texto inédito. Conferencia dictada en la parroquia de San Juan Bautista, Montevideo (Uruguay), 1982, Policopiado digitalizado en http://www.esnips.com/web/JuanLuisSegundo/. (Consultado 1/06/2009).

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tortura a un signo de vida y victoria; a ser objeto de veneración; y en ocasiones se convirtió en pretexto ideológico para justificar el dolorismo y hasta la dominación. Expresiones como “cargar la cruz”, “esta es la cruz que me tocó cargar”; “esta es la cruz que Dios me puso”; etc., son una muestra de los distintos niveles que la doctrina de la cruz adquirió en la teología y en la religiosidad popular de nuestros pueblos latinoamericanos.

De la pasión de Cristo a la cruz en Pablo Los textos evangélicos sinópticos apuntan a mostrar que la crucifixión de Jesús es un evento doloroso, inesperado, desconcertante. El final del maestro era trágico, parecía como un increíble error. “¿Qué ha hecho el profeta de la compasión de Dios para terminar en ese suplicio que solo se aplicaba a esclavos criminales o a rebeldes peligrosos para el orden impuesto por Roma? ¿Qué delito ha cometido el curador de enfermos para ser torturado en una cruz? ¿Quién teme al maestro que predica el amor a los enemigos? ¿Quién se siente amenazado por su actuación y su mensaje? ¿Por qué se le mata?”24 La exégesis y toda la crítica histórica están de acuerdo en que no existe en los evangelios una teología de la cruz en su comprensión actual, sino unos datos históricos incontrovertibles que ven en la muerte de Jesús el fracaso de un proyecto; tal vez el pasaje de los discípulos de Emaús sea emble24 José Antonio Pagola, Jesús. Aproximación histórica (Madrid: PPC, 2007) En la versión digital: p. 212.

mático para iluminar esta experiencia de frustración y desconcierto. Efectivamente, la muerte en cruz era utilizada en el imperio romano como una de las ejecuciones más terribles y temidas, junto con la hoguera y ser devorado por las fieras (damnatio ad bestias). “La crucifixión no era una simple ejecución, sino una lenta tortura. Al crucificado no se le dañaba directamente ningún órgano vital, de manera que su agonía podía prolongarse durante largas horas y hasta días. Por otra parte, era normal combinar el castigo básico de la crucifixión con humillaciones y tormentos diversos. Los datos son escalofriantes. No es extraño mutilar al crucificado, vaciarle los ojos, quemarlo, flagelarlo o torturarlo de diversas formas antes de colgarlo en la cruz. La manera de llevar a cabo la crucifixión se prestaba sin más al sadismo de los verdugos. Séneca habla de hombres crucificados cabeza abajo o empalados en el poste de la cruz de manera obscena”25. En este estado de cosas, resultaría extraño que Jesús hubiera dado a su muerte un sentido teológico sacrificial – redentor, más allá de lo que históricamente se podía entender de esta forma de morir. Por eso José Antonio Pagola dice con claridad que “Jesús no elaboró ninguna teoría sobre su muerte, no hizo teología sobre su crucifixión. […] Jesús no interpretó su muerte desde una perspectiva sacrificial. No la entendió como un sacrificio de expiación ofrecido al Pa25 Ibíd., p. 249.


dre. No era su lenguaje. Nunca había vinculado el Reino de Dios a las prácticas cultuales del templo; nunca había entendido su servicio al proyecto de Dios como un sacrificio cultual”26. Como lo veremos más adelante, será la teología sacrificial de la alta edad media que introducirá el lenguaje en categorías procedentes del mundo de la expiación, que ante la muerte del justo, del perfectamente justo, tendrá que considerar la posibilidad de que esa muerte estuviera dentro del plan de Dios para reparar el pecado del hombre en sus orígenes.

parece en una tensa calma; no hay gritos estentóreos, solo unas exclamaciones suaves y serenas: “tengo sed”, “todo está cumplido”. A los destinatarios del evangelio les debe quedar claro que “ser elevado a la cruz” es el camino para “volver al Padre” y entrar en su gloria. Ese cáliz es imposible rechazarlo ya que está en la voluntad del Padre. Eso solo demuestra la fidelidad de Jesús hasta el final. “Su muerte no es la bajada al sheol, sino su «paso de este mundo al Padre». En las comunidades cristianas nadie lo ponía en duda”27.

De todas maneras, si Jesús no predicó la cruz como el final feliz de su proyecto del Reino de Dios, es posible ver en los evangelios una reflexión post-pascual que intentaba comprender lo sucedido y convertirlo en “una ganancia” en la predicación. Seguramente las palabras puestas por los evangelistas en boca de Jesús agonizante, son una muestra de esta teología primigenia que quería darle sentido a esa muerte. Ya la imposibilidad de hacer concordar las “ipsissima verba Iesu” en esta materia, nos dan a entender que más allá de la historicidad de esas palabras, existe una intencionalidad teológica en ponerlas en la escena. Según Marcos y su paralelo en Mateo, Jesús grita con fuerte voz: “¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?”. Lucas, parece ignorar estas palabras y dice que Jesús gritó: “Padre, en tus manos pongo mi espíritu”. Pero según Juan, antes de morir, Jesús dice: “Tengo sed”, y, después de beber el vinagre que le ofrecieron, exclamó: “Todo está cumplido”. ¿Qué significado tienen estas palabras? ¿Cuál es la intención teológica del evangelista? Seguro que tenían una finalidad catequética para la comunidad de destino del escrito.

Los evangelios, entonces, nos proporcionan una primera conclusión importante, para sustentar nuestra propuesta de la necesidad de liberar la teología de la cruz de cualquier asomo de dolorismo y justificación irracional del sufrimiento. Digámoslo con el staurólogo Luis Armendáriz:

Es evidente que Juan es un texto más elaborado. En la escena de la crucifixión no hay dolor y sufrimiento. Todo 26 Ibíd., p. 224.

No murió, pues, Jesús rechazado por Dios, sino eliminado por aquéllos cuyo mundo de valores desmontaba y a los que privaba de poder. No es la cruz de Cristo un conflicto metafísico entre el bien y el mal, sino el fruto de un choque de dos ideas sobre Dios. Y es también la consecuencia de la libertad de Jesús y de su antimesianismo. […] Hay que concentrar la atención en Jesús, no en la cruz. «Parece necesario renunciar a la cruz para fijarnos en el Crucificado»28. Ahora bien, no se puede olvidar la función tan importante que cumple el acontecimiento de la resurrección de Jesucristo, como clave hermenéutica para interpretar la muerte en cruz. Sólo desde esta clave se supera la tragedia de la muerte y ella adquiere un sentido nuevo para la comunidad cristiana. Esta clave sigue siendo muy importante hoy, precisamente si que27 José Antonio Pagola, Jesús. Aproximación histórica, Op. Cit., pp. 259-260. 28 Luis M. Armendáriz, Presentación del profesor Duquoc, En: Antonio Vargas - Machuca, Ed. Jesucristo en la historia y en la fe. Semana internacional de teología, (Salamanca: Sígueme, 1977), p. 22.

remos liberar la teología de la cruz de esos niveles de dolorismo a los que la religiosidad la ha llevado. Como lo veremos más adelante, la resurrección es la clave más importante para la Teología de la Liberación (TdL), para entender la superación que debemos hacer del sufrimiento justificado desde la cruz, hacia la idea de la resurrección como la rehabilitación de la víctima. Efectivamente. La resurrección de Jesús de Nazaret, eje de la fe cristiana, fue, desde que se impuso a los discípulos, el punto de partida de una reflexión sobre el sentido de su muerte. […] Si el Crucificado se había convertido en el Resucitado, su misma muerte adquiría una dimensión distinta. No era solamente muerte; era «muerte por»: por algo o por alguien. Esto es lo que expresaron breves fórmulas llamadas «confesiones de fe», entre las cuales la más célebre es un texto oral con ritmo reproducido por Pablo en la primera carta a los Corintios: «Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras; fue sepultado y resucitó al tercer día según las Escrituras; se apareció a Pedro y luego a los Doce» (1 Cor 15,3-5)29. Pasamos así a la concepción paulina de muerte y cruz. En Pablo encontramos, ciertamente, un desarrollo doctrinal muy importante en relación a la idea de sacrificio. Aunque nadie puede negar el genio teológico que hay en Pablo, también es cierto que encontramos posturas y formulas ambiguas que resaltan el valor de la cruz pero que al mismo tiempo permiten imaginar un Dios perverso que entrega a su hijo a la muerte para reparar una ofensa hecha a él.30 Más allá de las posteriores interpretaciones que las diversas escuelas paulinas han hecho, lo que sí queda claro es que en el corpus paulino ya 29 Michel Quesnel, “El sacrificio en Pablo”, En: Michel Berder y Otros. El sacrificio de Cristo y de los cristianos (Navarra: Verbo Divino, 2004), p. 15. 30 Ibíd., p. 13.

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encontramos una teología de la cruz, mucho más trabajada que los evangelios sinópticos. Vale la pena citar aquí la catequesis del Papa Benedicto XVI, en la audiencia general del 29 de octubre de 2008, dedicada al tema de la “teología de la cruz en la predicación de San Pablo”.31 La primera idea fuerte que aparece en la catequesis del Papa es que “para san Pablo la cruz tiene un primado fundamental en la historia de la humanidad”; y la razón es que para Pablo la cruz remite necesariamente a la salvación. Esta idea aparece esencial y primaria en la predicación del apóstol; y se ve más claramente en las cartas dirigidas a la comunidad cristiana de Corinto. “Frente a una Iglesia donde había, de forma preocupante, desórdenes y escándalos, donde la comunión estaba amenazada por partidos y divisiones internas que ponían en peligro la unidad del Cuerpo de Cristo, san Pablo se presenta no con sublimidad de palabras o de sabiduría, sino con el anuncio de Cristo, de Cristo crucificado”32. Otra idea que sobresale en la catequesis de Benedicto XVI, es el de la resurrección como clave hermenéutica, presente en Pablo y en las mismas comunidades cristianas fundadas por el apóstol. Afirma el Papa que… Las primeras comunidades cristianas, a las que san Pablo se dirige, saben muy bien que Jesús ya ha resucitado y vive; el Apóstol quiere recordar, no sólo a los Corintios o a los Gálatas, sino a todos nosotros, que el Resucitado sigue siendo siempre Aquel que fue crucificado. El “escándalo” y la “necedad” de la cruz radican precisamente en el hecho de que donde parece haber sólo fracaso, dolor, derrota, precisamente allí está todo el poder del Amor ilimitado de Dios, porque la cruz es expresión de amor y el 31 Benedicto XVI, La teología de la cruz en la predicación de San Pablo, Ciudad del Vaticano, 29 de octubre de 2008. 32 Ídem.

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amor es el verdadero poder que se revela precisamente en esta aparente debilidad33. Una tercera idea parte de una pregunta: “¿Pero por qué san Pablo, precisamente de esto, de la palabra de la cruz, hizo el punto fundamental de su predicación?”34 La respuesta la encontramos en la primera carta a los corintios. La lógica de Dios no es la nuestra; lo que aparece débil para el hombre es fuerza para Dios (cf. 1 Co 1, 24); idea que está en la misma lógica que plantea Jesús en las bienaventuranzas. Pablo traducirá este espíritu en la frase: “La necedad divina es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad divina, más fuerte que la fuerza de los hombres” (1 Co 1, 25). El Crucificado desvela, por una parte, la debilidad del hombre; y, por otra, el verdadero poder de Dios, es decir, la gratuidad del amor: precisamente esta gratuidad total del amor es la verdadera sabiduría. San Pablo lo experimentó incluso en su carne, como lo testimonia en varios pasajes de su itinerario espiritual, que se han convertido en puntos de referencia precisos para todo discípulo de Jesús: “Él me dijo: “Mi gracia te basta, que mi fuerza se muestra perfecta en la flaqueza” (2 Co 12, 9); y también: “Ha escogido Dios lo débil del mundo para confundir lo fuerte” (1 Co 1, 28). El Apóstol se identifica hasta tal punto con Cristo que también él, aun en medio de numerosas pruebas, vive en la fe del Hijo de Dios que lo amó y se entregó por sus pecados y por los de todos (cf. Ga 1, 4; 2, 20). Este dato autobiográfico del Apóstol es paradigmático para todos nosotros35. Una cuarta y última idea importante en la catequesis del Papa es el carácter universal y personal que adquiere la muerte y la cruz de Jesús para Pablo y para nosotros. La experiencia 33 Ídem. 34 Ídem. 35 Ídem.

profunda de conversión de Pablo lo lleva a experimentar la importancia de la persecución por causa de Cristo. En este encuentro de Pablo con Cristo en el camino de Damasco, “le quedó muy claro el significado central de la cruz: comprendió que Jesús había muerto y resucitado por todos y por él mismo. Ambas cosas eran importantes; la universalidad: Jesús murió realmente por todos; y la subjetividad: murió también por mí. En la cruz, por tanto, se había manifestado el amor gratuito y misericordioso de Dios”36.

“Bajar de la cruz a las víctimas”: teología de la cruz liberada. ¿Cómo predicar hoy la cruz en una sociedad de crucificados? Hay pocos temas que se hayan prestado tanto a la manipulación ideológica y a la justificación de la humillación y del sometimiento como el de la cruz y el de la muerte. Existen interpretaciones de la Pasión de Cristo, introducidas por la piedad y por la homilética cristiana, que magnifican la cruz por la cruz y terminan en un dolorismo que desarma la lucha de los cristianos contra los mecanismos productores de dolor y de cruz37. Este breve fragmento es de Leonardo Boff, quien ha sido uno de los teólogos de la liberación más preocupados por el tema de la teología de la cruz en la tradición teológica latinoamericana. Su primer trabajo dedicado al tema fue Paixão de Cristo, Paixão do mundo, de la editorial Vozes, en 1977; publicado después en español en 1981 como Pasión de Cristo, Pasión del Mundo, de la editorial Sal Terrae. Al año siguiente - 1981- apareció en la editorial Cristiandad, el trabajo titulado Jesucristo 36 Ídem. 37 Leonardo Boff. ¿Cómo predicar hoy la cruz en una sociedad de crucificados?, Staurós, N° 5, 1984, p. 11.


y la liberación del hombre38. Ambos textos dedicados ampliamente a la problemática de la teología de la cruz, intentan poner el acontecimiento de la muerte de Jesús en su legítimo lugar histórico y su significado teológico; es decir, poner la muerte de Jesús en el conjunto de su obra salvadora, al lado de la encarnación y la venida del Reino de Dios. Así mismo, Boff pretende interpretar el acontecimiento de la muerte para que su predicación tenga validez también hoy, donde hay tantos hombres y mujeres en situación de crucificados. A su vez, Raúl Pariamachi hace ver que, lograr poner en su justa medida estas dos caras de la teología de la cruz, es uno de los grandes logros de la cristología latinoamericana; ésta “ha contribuido a reconstruir la imagen del Cristo sufriente en América Latina, en tanto que la ha reinterpretado en clave liberadora. Esta cristología aborda la cruz de Jesús enfatizando la estrecha relación entre la pregunta histórica por la causa de su muerte (¿por qué mataron a Jesús?) y la pregunta teológica por el sentido de su muerte (¿por qué murió?)39. Esta contribución cristológica latinoamericana gira en torno a dos ejes: la Pasión de Cristo y la Pasión del hombre de hoy; que Boff considera como “dos misterios insondables: el de la Pasión de Cristo, y - el del sufrimiento humano”.40 Pero a su vez distingue tres tipos de cruces: “Una cruz ‘natural’, es decir, inherente al ser humano”; que se verifica en la condición ontológica como destino hacia la muerte. Una segunda cruz es aquella que seres humanos ponen a cargar a otro seres humanos, producto de estructuras de pecado; y una 38 Leonardo Boff. Paixão de Cristo, Paixão do mundo, (Petrópolis: Vozes, 1977); Pasión de Cristo, Pasión del Mundo (Santander: Sal Terrae, 1981); Jesucristo y la liberación del hombre (Madrid: Cristiandad, 1981). 39 Raúl Pariamachi. “El encuentro con Jesucristo en América Latina”, En: http://www.adital.com.br/site/noticia2. asp?lang=ES&cod=25631 (Consultado: 20/02/2012). 40 Leonardo Boff. ¿Cómo predicar hoy la cruz en una sociedad de crucificados?, Op. Cit., p. 14.

tercera cruz que es la que libremente se opta cargar como consecuencia de la coherencia con la que se vive el evangelio41. La primera cruz es inevitable y es legítimo predicarla e incorporarla en nuestro proyecto de vida; hay que aprender a asumirla desde la fe y la esperanza en el Reino futuro. La segunda cruz, fruto del pecado, es la que debemos combatir, denunciar y tratar de eliminar definitivamente, ya que es contradicción con el proyecto de Dios y por lo tanto de todo ser humano. Esta es una cruz que ha dejado pobres y excluidos a millones de indígenas, afrodecendientes, campesinos, mujeres, homosexuales y muchos otros, considerados nopersonas. La tercera cruz “es consecuencia de optar por la causa de los crucificados, la de ser coherente con el proyecto de vida. Esa fue la de Jesús”42. Cargar la cruz como Jesús la cargó significa, por tanto, solidarizarse con aquellos que son crucificados en este mundo: los que sufren violencia, son empobrecidos, deshumanizados, ofendidos en sus derechos. Defenderlos, atacar las prácticas en cuyo nombre son hechos no-personas, asumir la causa de su liberación, sufrir por causa de esto: he ahí lo que es cargar la cruz. La cruz de Jesús y su muerte fueron consecuencia de este compromiso por los desheredados de este mundo43. También Jon Sobrino hizo grandes aportes a la teología de la cruz. Con el título de “El Resucitado es el Crucificado”. Lectura de la resurrección de Jesús desde los crucificados del mundo, Jon Sobrino había publicado en 1982 un trabajo monográfico dedicado al 41 Leonardo Boff. ¿Cómo predicar hoy la cruz en una sociedad de crucificados?, Op. Cit., p. 14. 42 Ídem. 43 Leonardo Boff. ¿Cómo anunciar hoy la cruz de nuestro señor Jesucristo?, En: www.servicioskoinonia.org/relat217. Tomado de: Pasión de Cristo, Pasión del mundo, (Bogotá: Indoamerican Press Service, 1978), pp. 167-174; Edición también en (Santander: Sal Terrae, 1989).

tema de la resurrección.44 Este trabajo apareció después como un capítulo en la obra Jesús en américa Latina. Su significado para la fe y la cristología.45 Desde el inicio del texto, Sobrino enuncia el objetivo de su trabajo. “Son estos crucificados de la historia los que ofrecen la óptica privilegiada para captar cristianamente la resurrección de Jesús y hacer una presentación cristiana de ella. Esto es lo que pretendemos hacer a continuación”.46 Aquí aparece, entonces, una idea que habías anunciado ya al iniciar este trabajo, y es la importante conexión que la TdL quiere hacer notar entre crucifixión y resurrección; y que explica de alguna manera la escasa producción teológica sobre la cruz. Jon Sobrino lo expone así: La resurrección de Jesús no es entonces sólo símbolo de la omnipotencia de Dios, como si Dios hubiese decidido arbitrariamente y sin conexión con la vida y destino de Jesús mostrar su omnipotencia. La resurrección de Jesús es presentada más bien como la respuesta de Dios a la acción injusta y criminal de los hombres.47 Queda claro que la Teología Latinoamericana quiere mostrar que lo definitivo en el proyecto de Jesús no fue su muerte, sino la reivindicación de la víctima; y por eso Sobrino dirá que “la actual teología de la resurrección ha superado acertadamente la concepción dolorista del cristianismo”; y que por lo tanto, “la resurrección de Jesús es esperanza en primer lugar para los crucificados. Dios resucitó a un crucificado, y desde entonces hay esperanza para los crucificados de la historia”.48

44 Jon Sobrino. “El Resucitado es el Crucificado”. Lectura de la resurrección de Jesús desde los crucificados del mundo. (Santander: Sal Terrae, 1982). 45 Jon Sobrino. Jesús en américa Latina. Su significado para la fe y la cristología, (Santander: Sal Terrae, 1982). La tercera edición es de 1995, que es la que citaremos en este trabajo. 46 Ibíd., p. 236. 47 Jon Sobrino. Jesús en américa Latina. Su significado para la fe y la cristología, (Santander: Sal Terrae, 1995), p. 237. 48 Ibíd., pp. 239-240.

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Para Jon Sobrino, la fuerza de la cruz no está, entonces, en lo que la hemos convertido en la religiosidad popular, en la cruz -en singular-, en el objeto esotérico que colgamos o cargamos en nuestro cuerpo, con la esperanza de tener suerte o protección. Para Sobrino la cruz de Jesús es una cruz –una de tantas cruces de la historia- y por eso se convierte en esperanza para una inmensa mayoría de hombres y mujeres crucificados después de él.49 Aquí aparece la intuición de Ignacio Ellacuría, que es definitivamente asumida por todos los teólogos de la liberación: que la cruz de Jesús y su significado teológico solo puede entenderse correctamente, si recuperamos la fuerza histórica del acontecimiento pasión y resurrección. Desconectada de la historia y del proyecto de Jesús, la cruz se convierte en caricatura y acicate de malos entendidos para nuestra religiosidad, nuestra espiritualidad, y peor aún, solo servirá a la parálisis de nuestro compromiso con los crucificados del mundo.

49 Cfr. Ibíd., p. 240.

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SABADO DE SOLEDAD

María, “la pequeña” en el misterio de la Pascua En el año de 1988, el entonces cardenal Joseph Ratzinger, como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la fe, visitó Colombia a un curso de actualización teológica para los señores obispos; el tema que desarrollo titulaba: “Tú eres la llena de gracia. Elementos para una devoción mariana bíblica”. El primer párrafo de su ponencia comienza diciendo: “‘Desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada’. Estas palabras de la Madre de Jesús, que Lucas (1,48) nos ha trasmitido, constituyen a la vez profecía y tarea para la Iglesia de todos los tiempos. Esta frase del Magnificat, entresacada de la inspirada alabanza de María al Dios vivo, es uno de los fundamentos esenciales de la devoción cristiana a María”50. Para el cardenal, la tarea redaccional del evangelista estuvo enfocada a recoger los elementos que él había hallado y consideraba suficientemente importantes para ser transmitidos como parte del evangelio. Lo anterior quiere decir que aquellas expresiones de María habían tenido un eco en la vida de la comunidad; por lo tanto el Magnificat de María resulta del esfuerzo de Lucas por mantener vivo el recuerdo de María. Los exegetas constatan que la palabra memoria o recuerdo aparece raras veces en los escritos del N.T y que se encuentra preferentemente en contextos cultuales y litúrgicos (Lc 22,19; 1Cor 11,24.25; Heb 10,3) como parece ser el caso de este himno mariano; aunque en al50 RATZINGER, J. Tu eres la llena de gracia. Elementos para una devoción mariana bíblica. Curso de profundización teológica para los señores obispos, Conferencia Episcopal de Colombia, Bogotá, 1988.

gunos textos griegos como el pasaje de Mc 14,9, cuando la mujer baña en perfume la cabeza de Jesús y este dice que el gesto realizado por la mujer será recordado, el término griego mnemosinon aparece usado en el sentido de memorial51; es decir que para Jesús este gesto de la mujer deberá ser testimoniado por futuras generaciones. Es en este mismo contexto donde debemos entender que la comunidad deba hacer memoria de María como la bienaventurada. Para los Padres de la Iglesia el Magnificat retrataba en María una imagen muy particular: María “profeta”. El nexo existente entre escucha, meditación y acogida que se da en María, dice del carácter profético de su misión; ella es profeta en la medida en que escucha en el fondo del corazón y, por consiguiente, interioriza la Palabra para entregarla a su vez al mundo. Alois Grillmeier ha hecho el siguiente comentario sobre estas reflexiones de los Padres: En la figura de María ‘profeta’, por ejemplo, no vemos traza alguna de la adivina pagana. María no es una pitonisa. Cuando se yuxtaponen la escena de la Anunciación y el encuentro en la casa de Zacarías, se nota un cambio del centro de gravedad de lo profético, que va de lo estático a la interioridad marcada por la intervención de la Gracia [...] Si a María le corresponde un puesto en la historia de la mística, es porque tiene esta conformación [...] este único significado, pues en 51 Cf. F. LACUEVA, Nuevo Testamento interlineal GriegoEspañol, Clie, Barcelona, 1984, 202.

ella todo tiende desde la periferia hacia lo esencial y lo interior52. Esta cita nos pone en el camino de lo que quiero proponer a ustedes: hacer memoria de María, desde el Magnificat, para una mística cristiana. Desde esta perspectiva descubrimos la nueva y específica comprensión cristiana de la realidad profética: vivir en la verdad. Igualmente descubrimos la verdadera grandeza y la profunda simplicidad de la mística cristiana, la cual no consiste en lo extraordinario, en los éxtasis y en las visiones, sino en el continuo intercambio de la criatura con el Creador. Una mística de estas características es fácil de encontrar en el Magnificat: “se alegra mi espíritu en Dios mi salvador. Porque ha mirado la humillación de su esclava [...] Y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón; derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. A los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos”. Cualquier lector desprevenido podría concluir que este texto fue escrito por algún teólogo de la liberación marxista, o por algún guerrillero creyente; pero no, son palabras de María que “han brotado de la ternura, la limpieza y el gozo que caben en el corazón de María: ese corazón que había guardado la memoria y el gozo de Jesús, el cual bendecía al Padre por haber ocultado su Reino a los aristó52 GRILLMEIER, A. María Profetin, en: Mit ihm und in ihm. Chistologische Forschungen und Perspektiven. Herder, 1975. Citado por RATZINGER, J. Op. Cit., p. 14. Para un estudio más amplio de la mariología en la patrística véase: CASAGRANDE, D. (bajo la dirección de), Enchiridion marianum biblicum patristicum, Roma, 1975. DE ALDAMA, J. A., María en la Patristica de los siglos I y II. Ed. Católica, Madrid, 1970.

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cratas de la tierra y haberlos revelado a los humildes”53. En este camino de mística y profecía, en el que nos pone el Magnificat, Juan Bautista Metz considera que el punto de encuentro entre las religiones sea el de “una mística del dolor”54. Es necesario hacer “memoria passionis” de hombres y mujeres que, no sólo en el cristianismo sino también en el judaísmo y en el Islam, son víctimas injustas de una cultura postmoderna globalizante, donde el hombre desaparece en los sistemas vacíos de la economía, la técnica y su industria de la información. Cristo sería para Metz el prototipo de este hombre, y hacer memoria de él nos ayuda a alimentar esta mística del dolor, que es una mística “de los ojos abiertos”, es decir, una mística que nos ayuda a mirar el dolor de los otros55. Para E. Schillebeeckx la Iglesia ganará en credibilidad cuando sea capaz de construir una comunidad humanamente digna; cuando ejerza una solidaridad crítica con el hombre, convencida de que Dios no quiere que el hombre sufra56. Para este teólogo dominico, es necesario buscar la construcción de una comunidad eclesial que sepa hacer el equilibrio entre experiencia mística y contemplativa que apunta a una fe del corazón, a la conversión personal, a la interioridad; pero que no lo considere suficiente, que vaya más allá, que experimente la fe como una fuerza que impulsa a transformar las estructuras que esclavizan a los hombres. También el Papa Juan Pablo II, en su viaje a Colombia en 1986, hizo eco de esta mística que no es escape de la realidad, mística impregnada de profetismo y cantada por María en el Magnificat. En el santuario de Nuestra Señora de Chiquinquirá dijo el Papa: 53 GONZALEZ FAUS, J. I. Memoria de Jesús. Memoria del pueblo. Reflexiones sobre la vida de la Iglesia. Sal Terrae, Santander, 1984, p.27. 54 METZ, J. B., “Il cristianesimo nel pluralismo delle religioni e delle culture”, en: StPat 48/2 (2001) 257. 55 Ibid, 266. 56 SCHILLEBEECKX, E., En torno al problema de Jesús, Cristiandad, Madrid, 1983, p.84.

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Bien lo sabéis vosotros, mis queridos campesinos, para quienes María es como la síntesis del Evangelio [...] Pero además, con una intuición profunda, sabéis que en ella se cifran también las esperanzas de los pobres porque el canto de la Virgen es el anuncio profético del misterio de la salvación integral del hombre”; y más adelante continúa diciendo, a propósito del Magnificat: “...La devoción a la Virgen María, tan firmemente arraigada en vuestra genuina religiosidad, tan popular, no puede y no debe ser instrumentalizada por nadie; ni como freno a las exigencias de justicia y prosperidad que son propias de la dignidad de los hijos de Dios; ni como recurso para un proyecto meramente humano de liberación...57.

Conclusión Frente a los excesos piadosos e instrumentalizaciones inadecuadas de la imagen de María, para evitar todo malestar en torno a una imagen de María milagrera, a una devoción superficial y poco evangélica, que responde más a la necesidad de saciar sentimentalismos estériles, es necesario repensar la figura de María desde los datos evangélicos y los datos doctrinales, que lentamente han hecho explícita la palabra revelada a través de María. Es necesario ir a la historia para evocarla, para hacer memoria de la “Llena de gracia” y que María no quede sepultada por “lo mariano”. Hacer memoria de “la bienaventurada” para traer al presente eclesial el valor de las bienaventuranzas. Hacer memoria del Dios de quien María hace memoria, cantando las proezas que ese Dios ha obrado a favor de los humillados y desprotegidos, para sacar a María del secuestro o destierro en el que la han sumido quienes ven en ella una especie de semi-diosa, y no la mujer que 57 SECRETARIADO PERMANENTE DEL EPISCOPADO COLOMBIANO. Así nos habló. Mensajes de S.S. Juan Pablo II a los colombianos, julio 1 al 7 de 1986. Ed. Carrera 7ª, Bogotá, 1986, pp. 74-82.

representa la receptividad más disponible a la Palabra de Dios. En la historia de María ella se siente agraciada de Dios, amada por Él, invadida por Él en el Espíritu. El sorprendente misterio de la vida de María no es más que su aceptación plena e incondicional del amor de Dios; de allí que lo más bello de la existencia de María es su fe y por lo tanto su fidelidad al proyecto de Dios para ella. Todo esto hace de María la mística y profeta de la que hablan los Padres de la Iglesia. Esta mística mariana no nos exige renunciar a este mundo, ni evadir el momento presente; por el contrario, esta mística “de los ojos abiertos”, expresada por María en el canto del Magnificat, es una mística del amor y el compromiso por los pobres. Termino con un trozo del discurso de Juan Pablo II en el santuario de Zapopan, en México, a propósito de esta visión más cristiana de María como mujer mística y profeta para el hombre de hoy: María nos permite superar las múltiples estructuras de pecado [...] y obtener la gracia de la verdadera liberación, con esa libertad con la que Cristo ha liberado a todo hombre. De aquí parte, como de su verdadera fuente, el compromiso auténtico por los demás hombres, nuestros hermanos, especialmente con los más pobres y necesitados, así como el compromiso por la necesaria transformación de la sociedad. [...] María es modelo fiel y cumplidor de la voluntad de Dios para quienes no aceptan pasivamente las circunstancias adversas de la vida personal y social, ni son víctimas de la alineación [...] sino que proclaman con ella que Dios es vindicador de los humildes y, si es el caso, depone del trono a los soberbios.58 58 Citado por GONZALES FAUS, J. I., Op. Cit. pp. 30-31.


VIGILIA PASCUAL Resucitó de veras mi amor y mi esperanza . 59

59 Victima Paschali. Secuencia de Pascua.

Dice así, hermanos, la bellísima secuencia del día de Pascua.

Paz con la que el Resucitado saluda a su Iglesia, a sus discípulos61.

Jn 15,5) . Tú eres necesario, Tú eres suficiente para nuestra salvación.62

Hoy estamos también nosotros espiritualmente detenidos ante el Sepulcro Vacío del Señor60, admirados y agradecidos porque la Vida ha resurgido de la muerte y porque ha llegado la hora de celebrar con cánticos de fiesta el triunfo del Maestro, la gloria del Resucitado.

Hemos celebrado con amor y con fe cada paso del Señor, cada momento de este tiempo santísimo en el que, con lecciones insuperables, Cristo ha querido ser nuestro Maestro y nuestro guía.

Y al recibirlo triunfante y glorioso, nos comprometemos a aceptarlo, a vivirlo, a adorarlo y a ser sus mensajeros, para que todos los pueblos en Él tengan vida63.

Ahora viene, triunfante de la batalla, ha vencido la muerte y su vida es la alegría desbordante del corazón que le saluda alborozado porque ha renacido la esperanza para el mundo y brilla sereno el que es la paz y la esperanza de todos.

Esta pascua del Año de la Fe despierte en nosotros la alegría de saber que el Señor nos ha regalado servidores que anuncien su victoria sobre el pecado y sobre la muerte.

Resurrección es fiesta espléndida de conversión. Hemos recorrido con San Lucas, el camino del Maestro desde su entrada gloriosa a Jerusalén hasta la cita entrañable con los suyos en el Cenáculo, en Galilea, en Emaús, y hoy aquí en esta Iglesia vestida de fiesta para cantar la gloria de la Resurrección. Los Discípulos del Resucitado no podemos quedarnos simplemente en lo que ya hemos vivido. La Pascua de los Cristianos ha de generar conversión y compromiso, genera actitudes de renovación profunda y de santificación personal y comunitaria. Tenemos el reto imperante de hacer de nuestra Parroquia (comunidad) una familia que avance en la esperanza y que ilumine a todos con el testimonio de una vida que transforma, que reconoce y derrota el pecado y su poder de muerte. Hoy es el anuncio de la Victoria de Cristo, promesa de la victoria de los creyentes que tienen que ser en el mundo mensajeros de la justicia. Hoy somos llamados a ser testigos de la verdad, portadores de un mensaje de fe y de consuelo, constructores de la 60 Juan 20 1-10.

Y entonces confesamos con Paulo VI: Nosotros comprendemos, cuando recordamos que Tú, Señor Jesús, eres el mediador entre Dios y los hombres; no eres diafragma, sino cauce; no eres obstáculo, sino camino; no eres un sabio entre tantos, sino el único Maestro; no eres un profeta cualquiera, sino el intérprete único y necesario del misterio religioso, el solo que une a Dios con el hombre y al hombre con Dios, Nadie puede conocer al Padre, has dicho Tú, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo, que eres Tú, Cristo, Hijo del Dios vivo, quisiere revelarlo (Cf. Mt 11, 27; Jn 1,18). Tú eres el revelador auténtico, Tú eres el puente entre el Reino de la tierra y el Reino del cielo: sin Ti, nada podemos hacer (Cf. Jn 15,5) . Tú eres el revelador auténtico, Tú eres el puente entre el Reino de la tierra y el Reino del cielo: sin Ti, nada podemos hacer (Cf. 61 Juan 20, 20-22.

Cristo Resucitado es nuestra esperanza. El nos concederá la dicha de muchos que bauticen en su nombre, que prediquen en su nombre, que perdonen en su nombre. El nos ayude a quienes acompañamos la vida de esta comunidad a permanecer fieles y a vivir con alegría nuestro ministerio, pues nacimos de la Pascua, nacimos en la Cena, recibimos el modelo de Cristo Crucificado, Sacerdote y Víctima. Lo hemos venido a buscar a su Sepulcro y salimos gozosos a decirle al mundo que vive para siempre, que resucitó de verdad nuestra esperanza, nuestra alegría, nuestra paz. Ahora, cuando celebramos con amor esta solemne fiesta, rogamos para que también el gozo de la resurrección despierte nuevas y generosas vocaciones a los sagrados ministerios, para que se pueda perpetuar en la historia 62 Siervo de Dios Paulo VI homilía en las ordenaciones en Bogotá 1968. 63 Lema de la V conferencia del Episcopado Latinoamericano. Aparecida, 2007-

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el sacrificio que nos salva y los sacramentos que nos hacen familia. Hemos encendido la Luz, hemos escuchado la Palabra, hemos recordado que la Resurrección es fuente de vida, la que brotará de la fuente bautismal, la que recibiremos en la Comunión Pascual, la que anunciaremos en nuestro caminar en medio de la historia. Un mensaje de gratitud para los jóvenes, para los niños, para las personas que con su generosidad y trabajo han participado de las actividades de la Pascua. Cuánto nos enseñan y cómo nos piden testimonios de alegría y de fe que motiven sus vidas. De la luz que encendamos en sus corazones depende el futuro de la Iglesia que sigue anunciando el Evangelio y sigue buscando el rostro del Resucitado en la vida de cuantos lo anuncian y cuantos lo esperan con amor. Gracias porque nos permitimos vivir juntos la fiesta de la vida, la de la esperanza, la de la paz. Gracias porque hemos contemplado juntos al Señor, porque hemos orado juntos y porque ahora nos comprometemos a predicar con nuestra vida que Jesús vive y reina también entre nosotros.

Madre de la Resurrección: Alégrate, porque el Hijo que llevaste en tu seno, ha resucitado, según su promesa64. Amén. Aleluya.

64 Liturgia de las Horas , Regina Coeli.

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DOMINGO DE PASCUA Hace ocho días iniciábamos las fiestas pascuales con la entrada de Jesús a Jerusalén. Hoy es Pascua. La Pascua gloriosa nos ha amanecido y nos llama al testimonio, a la misión, a la alegría de comunicar al Señor que vive y que reina eternamente. Pero miremos en este pasaje que nos propone la liturgia, los detalles de lo que sucedió en la tarde de la Pascua. Van dos peregrinos y Jesús se une a ellos. Van tristes, nos cuenta san Lucas y su camino se torna sombrío, la búsqueda se queda en el polvo del camino, la vida sólo tiene la medida horizontal de los que el mismo Jesús llama «insensatos y tardos de corazón»65. Pero Jesús también es hoy peregrino. Va con nosotros, viene a nuestro encuentro. Entonces la vocación humana y cristiana como camino de conversión y de plenitud bautismal no se queda en el travesaño de la cruz, sino que se eleva en la dirección vertical del amor que une dolor y gloria, que conecta el drama del mundo con la trascendencia de la resurrección y la cruz queda completa, sin drama, pero con sacrificio, sin arrastrarla como penosa carga, sino abrazada como tesoro, entendida y comprendida como camino de entregas constantes. Miremos en este primer paso del camino nuestra vida, a veces tan apesadumbrada, tan llena de amarguras. Cuando Cristo ilumina la vida, nos encuentra, nos regala certeza, paz, consuelo. Miremos nuestra respuesta con la sincera actitud del que sabe que el Señor le llama a vivir el camino de la vida con un sentido Eucarístico de esperanza y de paz. 65 Lucas 25,25.

Los peregrinos de Emaús, como en el salmo 126, “van llorando llevando la semilla más volverán cantando trayendo sus gavillas.” Los que esperan en Jesús, los que quieren seguirlo no se arrastran, levantan vuelo, no se desgarran de dolor, con dolores viejos, con la sombra terrible del propio pasado, con la amargura de renuncias sin amor, sino que avanzan hacia el Peregrino mayor, esperando que El les muestre «donde vive»66, donde habita, donde está la esencia de la vida, donde está el Amado y que ofrece, que propone, que enseña. El nos llama hoy a todos y camina con nosotros y nos enciende el fuego del amor en el corazón, para poderle decir que estamos dispuestos a seguirle y a seguirlo en compañía de otros peregrinos que con nosotros nos dimos cuenta que el Señor de la esperanza vive siempre y que nuestro camino, como el camino de Emaús, es y será siempre un camino en el que todo se da para tenerlo todo, todo se entrega, para luego entregarnos totalmente a quienes nos esperan. Emaús nos lanza a dar una mirada a Cristo en la cruz como Sacerdote de la nueva alianza, como mediador e intercesor desde el sacrificio generoso y redentor. Cristo en la Cruz, explicada a los peregrinos y leída con amor por la Iglesia, nos acoge y se hace “signo indeleble… de la alianza”67 El Siervo de Dios, Paulo VI, nos invitaba a entender de un modo singular el misterio de Cristo: Nosotros comprendemos, cuando recordamos que Tú, Señor Jesús, eres el mediador entre Dios y los hombres; no eres diafragma, sino 66 Cfr. Juan 1, 38-39. 67 Cfr. Misal RomanoPlegaria I sobre la Reconciliación.

cauce; no eres obstáculo, sino camino; no eres un sabio entre tantos, sino el único Maestro; no eres un profeta cualquiera, sino el intérprete único y necesario del misterio religioso, el solo que une a Dios con el hombre y al hombre con Dios, Nadie puede conocer al Padre, has dicho Tú, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo, que eres Tú, Cristo, Hijo del Dios vivo, quisiere revelarlo (Cf. Mt 11, 27; Jn 1,18). Tú eres el revelador auténtico, Tú eres el puente entre el Reino de la tierra y el Reino del cielo: sin Ti, nada podemos hacer (Cf. Jn 15,5) . Tú eres necesario, Tú eres suficiente para nuestra salvación.68 Hoy es Pascua. La fiesta de la Iglesia, rebosante de gozo, de esperanza y de alegría, que hemos vivido juntos, con fe, con sentido profundo, con paz de hermanos que saben que, a pesar de los dolores que nos marcan en esta hora de la Historia, Cristo vence y seguirá venciendo todo lo que nos aparte de su amor fraterno. La mesa está lista, la Eucaristía de hoy es, como la de Emaús, la oportunidad más maravillosa de reconocer al Señor y de decirle que se quede con nosotros para dar sentido a nuestra existencia. Felices Pascuas. Cristo reina y está aquí con nosotros. El nos encenderá en el corazón el fuego de su amor, él nos entonará el Aleluya Pascual, el que, con María, la Virgen Fiel, proclamamos como himno de nuestra victoria. Esta es también la hora de la Gratitud para todos los que han hecho posible estas fiestas de Pascua. 68 Siervo de Dios Paulo VI homilía en las ordenaciones en Bogotá 1968.

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Para todos los que se han entregado con amor en estos días, para mis hermanos sacerdotes, los que nos han ayudado con amor, los alumnos del Seminario, los religiosos, las religiosas, los cantores, los responsables de la Liturgia, de la sacristía, nuestros empleados. Un mensaje de gratitud para los jóvenes, para los niños, para las personas que con su generosidad y trabajo han participado de las actividades de la Pascua. Cuánto nos enseñan y cómo nos piden testimonios de alegría y de fe que motiven sus vidas. De la luz que encendamos en sus corazones depende el futuro de la Iglesia que sigue anunciando el Evangelio y sigue buscando el rostro del Resucitado en la vida de cuantos lo anuncian y cuantos lo esperan con amor.

Madre de la Resurrección: Alégrate, porque el Hijo que llevaste en tu seno, ha resucitado, según su promesa69. Amén. Aleluya.

69 Liturgia de las Horas , Regina Coeli.

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Por: Juan David Muriel Mejía. Pbro.*

COMENTARIO HISTÓRICO LITÚRGICO. NOTAS PASTORALES. COMENTARIOS. ORACIÓN DE LOS FIELES***

La celebración del Misterio Pascual es un compromiso de fe que cada año asumimos con la alegría de poder ofrecer a todos los creyentes razones para vivir la esperanza en la resurrección. Por eso la Delegación Arzobispal para la liturgia y el culto divino recuerda cada año las normas y las disposiciones que puedan hacer de la celebración una digna y evangelizadora experiencia para todos los que participen en nuestros distintos actos de fe y en nuestras asambleas litúrgicas de estos días. Recordemos que ante todo, el Misterio Pascual es el centro mismo de nuestra vida cristiana y que su celebración constituye el acto central de la Liturgia. Ya lo enseñaba el Papa Benedicto XVI en su Catequesis del Miércoles Santo 2008:

tuaciones que en estos días afligen a muchos hermanos nuestros en todas las partes del mundo. Sabemos que el odio, las divisiones y la violencia no tienen nunca la última palabra en los acontecimientos de la historia. Estos días vuelven a suscitar en nosotros la gran esperanza: Cristo crucificado ha resucitado y ha vencido al mundo. El amor es más fuerte que el odio, ha vencido y debemos asociarnos a esta victoria del amor. Por tanto, debemos recomenzar desde Cristo y trabajar en comunión con él por un mundo basado en la paz, en la justicia y en el amor. En este compromiso, en el que todos estamos implicados, dejémonos guiar por María, que acompañó a su Hijo divino por el camino de la pasión y de la cruz, y participó, con la fuerza de la fe, en el cumplimiento de su designio salvífico”1.

“Hacer memoria de los misterios de Cristo significa también vivir en adhesión profunda y solidaria al hoy de la historia, convencidos de que lo que celebramos es realidad viva y actual. Por tanto, llevemos en nuestra oración el dramatismo de hechos y si-

Dispongámonos pues para vivir esta fiesta de la vida y de la esperanza.

* Presbítero de la Arquidiócesis de Medellín. Doctor en Liturgia de la Universidad San Anselmo de Roma. Actualmente es Profesor de Liturgia en la Facultad de Teología de la UPB - Medellín. ** Presbítero de la Arquidiócesis de Medellín. Licenciado en Teología Fundamental de la Univeridad Gregoriana de Roma. Actualmente es Profesor de Dogmática en la Facultad de Teología de la UPB - Medellín. ***Comentarios Pastoral Liturgica Arquidiocesana (P.A.L.I.A.)

• ¿Hemos definido en qué día y a qué hora nos vamos a reunir con todas las personas que nos van a

Antes de proceder a mirar con detenida alegría cada una de las jornadas que nos aguardan, hagámonos unos interrogantes muy sencillos:

1 Benedicto XVI. Catequesis del miércoles 19 de marzo de 2008.

Por: Diego Alberto Uribe. Pbro.**

ayudar en la Semana Santa para lo más importante: Orar, poner en las manos de Dios todo el trabajo, estudiar la Palabra que se anunciará en esos días y crear los vínculos de comunión y de fraternidad que garanticen no el éxito, sino el bien pastoral de cuanto se va a hacer? • ¿Qué sacerdotes, diáconos y ministros nos van a colaborar? • ¿Quién va a actuar como Maestro de las celebraciones y quiénes serán sus inmediatos colaboradores? • ¿Hemos designado un coordinador que tenga todo presente? • ¿Hemos definido ya los horarios y lugares de nuestras celebraciones? • ¿Hemos asignado a cada persona lo que le corresponde en estas fiestas de Pascua? • ¿Tenemos ya todos los elementos litúrgicos, los signos, los recursos catequéticos? • ¿Quiénes serán los ministros de cada celebración? • ¿Tenemos previsto, al menos tentativamente, el tiempo de duración de las distintas celebraciones, de modo que se garanticen el equilibrio, los espacios para la oración, para el descanso, para el compartir fraterno? • ¿Hemos pensado en el digno alojamiento y la alimentación de cuantos nos van a colaborar en estos días?

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• ¿Hay un lugar, distinto de la Sacristía, donde estas personas puedan tener acceso a un refrigerio, a los medios de comunicación, a los recursos inmediatos y aún remotos? • ¿Hemos pensado que puede ser útil un medio de comunicación constante (teléfono, Celulares, Internet, radio-teléfono) y que esté activo, por lo que pueda ocurrir? • ¿Tenemos en la casa cural un espacio en el que quienes nos van a ayudar puedan disponer de los materiales necesarios, de los recursos y ayudas para la celebración? • ¿Tenemos ya conseguidos los elementos prácticos que se van a emplear y un “banquito” de repuestos y soluciones inmediatas para el sonido, las ayudas audiovisuales, los implementos litúrgicos? • ¿Ya tenemos cada uno de los Misales, Leccionarios, libros, cantorales y textos diversos que vamos a emplear en estos días santos? • ¿Ya tienen los cantores la debida instrucción para cada día y para cada celebración?? • ¿Hemos contratado o contactado por escrito, los distintos servicios que podríamos necesitar: sonido, iluminación, flores, cirios, seguridad, primeros auxilios? • ¿Hemos revisado las normas mínimas de seguridad en la Iglesia, en los espacios que vamos a emplear, en las vías que se han de utilizar? • ¿Tenemos al menos los mapas de los recorridos y hemos definido las personas y lugares que nos puedan servir de apoyo? • ¿Hemos hecho los contactos y hemos suministrado la información a las distintas autoridades para concertar con los planes que se tienen para la seguridad y el orden en estos días? • ¿Tenemos ya, por escrito, los distintos permisos para la utilización de las vías y espacios públicos?

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• ¿Tenemos ya los recursos de primeros auxilios para los distintos actos? • ¿Tenemos la lista detallada de teléfonos y direcciones de cuantos nos van a ayudar? • ¿Tenemos ya impreso el material catequético que queremos compartir con los fieles, bien revisado, bien diagramado, pensando en la capacidad de comprensión y hasta en los tamaños de las letras? • ¿Hemos dispuesto unas notas de agradecimiento y un sencillo estímulo para quienes nos van a ayudar? Ahora sí, pensemos en nuestra Fiesta de Pascua.

INDICACIONES GENERALES El centro de nuestra Pascua es la Vigilia Pascual y el triunfo de Cristo sobre la muerte preparado por la Cuaresma y por los días de la Semana santa y del Triduo Sacro. Recordemos que la Semana Santa, de modo especial, el Triduo Pascual es una unidad. No se permite, por tanto, celebrar uno de los momentos aisladamente, por ejemplo la sola Vigilia, o la Sola Cena del Señor. Incluso se advierte en la constantemente vigente CARTA CIRCULAR SOBRE LAS FIESTAS PASCUALES2, que está prohibido celebrar uno solo de los ritos si no se celebran los demás momentos: Cena, Pasión, Vigilia. Además todo en la Semana Santa tiene un carácter comunitario. No se permite fraccionar la Asamblea ni tener celebraciones exclusivas para un determinado sector del pueblo de Dios. Pero esto no quita que se tengan encuentros y momentos de catequesis, de oración, de reflexión y de meditación de la Palabra Divina, o 2 Congregación Para el Culto Divino. Carta Circular sobre las Fiestas Pascuales 1988.

también de Catequesis Litúrgica para que los distintos grupos estén acertadamente preparados para los grandes encuentros de la comunidad. Para mantener la verdad en las celebraciones, es preciso respetar las horas que dispone la Iglesia, lo mismo la identidad de los ministros, por lo que no se puede tolerar siquiera que las vestiduras sagradas que corresponden a los Ministros Ordenados sean usadas por quienes no han recibido el Orden Sagrado al que dichas vestiduras identifican, por ejemplo que los seminaristas o los laicos usen las vestiduras de los diáconos y los presbíteros, que algunos lleven las dalmáticas que son propias de los diáconos. Mucho menos que tales vestiduras sagradas sean usadas como vestidos para los santos e imágenes. Es muy importante destacar el interés de la Iglesia en los signos y expresiones de la PIEDAD POPULAR, evitando desvalorizar esas expresiones de la fe o, también, evitando que ellas resten la importancia de los diversos momentos de la Liturgia. Por eso en esta instrucción para la Semana Santa, junto a cada día se harán también unas sugerencias sobre los actos de PIEDAD POPULAR, atendiendo a las precisas normas que al respecto se nos han regalado en el Directorio que ya fue publicado en el año 2002. Vamos, pues, con paciencia y disponibilidad a destacar lo más importante para estos días.

“Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado”. 1 Corintios 5,7.


DOMINGO DE RAMOS EN LA PASION DEL SEÑOR “Las banderas reales se adelantan y la cruz misteriosa en ellas brilla: la cruz en que la vida sufrió muerte y en que, sufriendo muerte, nos dio vida.” Liturgia de las Horas NOTA HISTÓRICA: • El Domingo de Ramos es quizá la última de las memorias en torno a la Pascua que se introdujo en la tradición litúrgica. • La noticia de su celebración la encontramos en el texto Itinerarium (cap. 31, 2-4) de la peregrina Egeria, peregrina española que estuvo en Jerusalén hacia el siglo IV. Allí se nos narra como a la hora undécima se leía el texto evangélico de la entrada en Jerusalén, la multitud seguía al obispo en una procesión que partía del monte de los olivos, cantando himnos y antífonas y respondiendo: ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!; todos llevaban ramos y palmas. Llegados en la tarde a la basílica de la Anástasis, se celebraba un lucernario, se oraba a la Santa Cruz y se bendecía al pueblo. • La procesión adquirirá después to-

nos dramáticos: en Egipto se realizará detrás de una cruz adornada portada en triunfo y en Jerusalén el obispo cabalgará un asno. • San León Magno nos habla en sus Sermones de Passione Domini que en Roma se leía la pasión el domingo, el miércoles, el viernes y el sábado antes de pascua. • En Galia la celebración del Domingo de Ramos, que el Sacramentario Gelasiano Vetusya denominaDominica in palmas de Passione Domini, aparece en el siglo VII con una bendición de las palmas en el altar. En el siglo IX la celebración toma fuerza con la composición de himnos propios para la procesión, como el Gloria Laus de Teodulfo de Orléans (+ 821). • Esta celebración se introdujo plenamente en la tradición romana con el Ordo de Die domenica in palmas del Sacramentario gregoriano (n. 312), del Pontifical romano-germánico (XCIX 162206)y del Pontifical Romano del s. XII como una mímesis, es decir, con un carácter altamente representativo y un rito propio así: lectura de una epístola, evangelio, oración para bendecir las palmas distribuidas por el mismo Papa en su capilla, procesión hacia la Basílica de Letrán, canto de antífonas, canto del Gloria Laus ante las puertas cerradas de la Basílica, canto del Responsorio Ingrediente Domino al entrar, celebración de la Misa. • ¡Habían quedado unidos así para siempre el sentido de la pasión del Señor y su entrega en la cruz gloriosa, y el carácter laudativo

de las palmas! El Domingo de Ramos en Roma es una síntesis o visión panorámica de lo que se celebrará con detalles en la semana sucesiva: ¡A la luz por la cruz!

LA LITURGIA HOY: “En este día la Iglesia conmemora la entrada de Cristo, el Señor, en Jerusalén para consumar su misterio pascual.” Misal Romano Como todos los domingos del año, también en el Domingo de Ramos se celebra de un modo especial la Resurrección del Señor, la gran victoria sobre la muerte. La procesión es como una aclamación que proclama la victoria del Señor, que la Iglesia también anuncia y celebra cada domingo. Las palmas y los ramos, signos populares de victoria, ponen de relieve que la muerte en la cruz es camino de victoria, porque esta muerte destruyó la muerte. La narración de la Pasión pone de manifiesto la intensidad del amor de Dios que nos es revelada en Cristo, quien generosamente se entrega por nosotros para darnos nueva vida. El color rojo de las vestiduras litúrgicas que se utilizan este día, busca realzar la muerte del Glorioso Mártir y su Victoria sobre dicha muerte. En este día no podemos olvidar que deben ser bendecidos ramos verdaderos, y que estos signos no pueden sustituirse por banderas o bombas. La liturgia prescribe ramos de árboles, tolerándose hasta flores. Lo importante es destacar este signo. Ya en

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años pasados se llegó a un acuerdo con el Ministerio del Medio Ambiente en Colombia, que autoriza algunas determinadas plantas para este uso y nos han indicado las especies vegetales que sí se pueden emplear, evitando el daño de lo que debe conservarse. No olvidemos que los Ramos se bendicen para aclamar a Cristo en la Procesión. Si no hay procesión no se bendecirán los ramos, pero debe hacerse la entrada solemne en todas las misas, incluso desde el Sábado. Por otro lado, es preciso advertir que no se puede cambiar el Evangelio de la Misa por el de la Entrada de Jesús a Jerusalén. Por ningún motivo permitir representaciones teatrales, uso de animales o de una innecesaria dramatización de un hecho que, a la luz de la anámnesis litúrgica, debe celebrarse como un acontecimiento actual y no como la teatral puesta en escena de un hecho del pasado. El prefacio propio, que ha reemplazado en la Reforma posconciliar al de la Cruz, y que posee origen visigótico, resume admirablemente la grandeza del misterio celebrado esta semana mayor: “…Cristo Nuestro Señor. Quien, siendo inocente, se entregó a la muerte por los culpables y aceptó la injusticia de ser contado entre criminales. De esta forma, al morir, destruyó nuestra culpa, y al resucitar, nos adquirió la salvación.” Se debe leer siempre la Pasión, en todas las misas, escogiendo, si es preciso, la forma breve. No se deberían omitir las dos Lecturas y el Salmo.

LO QUE HAY QUE PREPARAR: • El Misal Romano bien registrado. • En el lugar de la bendición y para

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la marcha una buena amplificación. • El Leccionario con el texto de San Lucas. • Los cantores y los cantos apropiados • Los ornamentos rojos, si se quiere capa pluvial roja, si hay diáconos estos podrán usar la Dalmática en la Procesión. • Los ramos, el agua bendita, el incensario para la proclamación del Evangelio. • El atril para colocar el Evangeliario. • La cruz procesional se adorna con sencillez y belleza con ramos, ya que ella abre la procesión y la preside. • No se deben utilizar animales vivos en esta celebración. Estas criaturas irracionales no están en condiciones de observar las normas litúrgicas y, por no poderlas instruir ni controlar debidamente, suelen provocar incidentes que desdicen del decoro debido en los actos del culto. • Deben prepararse para la lectura de la Pasión tres textos totalmente exactos con las indicaciones para los que la proclaman: Cristo, Sanedrín, Relator o cronista.

b. La entrada solemne: Si no se dispone de un lugar adecuado, distinto de la Iglesia, se puede recurrir a esta modalidad. En un espacio de la misma Iglesia se bendicen los ramos y se lee el Evangelio de la entrada en Jerusalén, y desde allí el sacerdote celebrante, con los ministros y algunos fieles, marchan en procesión hacia el altar. Los demás fieles siguen desde sus puestos con cantos de aclamación esta marcha.

LA PROCESIÓN Y LA MISA DE LA PASIÓN:

En cualquiera de estas tres formas hay otro aspecto que no convendría olvidar: el papel de los jóvenes y de los niños. Así como a Jesús ellos le aclamaron en Jerusalén, es muy antigua la tradición en la Iglesia de que el canto y el protagonismo de los niños sean evidentes en esta celebración.

El Misal Romano propone tres posibilidades para esta procesión. a. La procesión: Es la forma más expresiva y prevé un espacio digno para iniciarla, bien dispuesto y bien decorado: la Cruz, el Atril cubierto para el Evangelio, el sonido. Desde el lugar donde se bendicen los ramos, se acompaña procesionalmente al celebrante, que representa a Cristo, con palmas y ramos en las manos y entonando cantos de victoria, hasta la Iglesia donde se va a celebrar la Eucaristía.

c. La entrada sencilla: Si no se puede hacer ni la procesión desde fuera ni la entrada solemne desde otro espacio de la Iglesia, se debe al menos dar un relieve especial al canto de entrada de la Misa. A través del canto y de las moniciones los fieles deben ser invitados a aclamar al Señor victorioso que inaugura su Misterio Pascual Se podría también hacer que el sacerdote, después del saludo, leyera solemnemente la antífona de entrada del Misal, junto con el salmo 23, Salmo que da sentido a la fiesta: las puertas de la Iglesia que se abren para recibir al Señor.

A la llegada a la Iglesia, si el celebrante lleva la Pluvial la deja y reviste la Casulla, del mismo modo si, por alguna razón los diáconos no han llevado la dalmática en la procesión la revisten ahora. Hecho el ingreso solemne, con cánticos y batir de las palmas, sucede de inmediato la Oración Colecta y la Liturgia de la Palabra.


NOTA PASTORAL: Las lecturas forman una maravillosa unidad con la Pasión, y aunque el libro litúrgico admite que alguna vez se pudieran suprimir convendría no descuidarlas. El tercer canto del Siervo, en la lectura de Isaías, y el himno pascual de Pablo en la carta a los Filipenses, centran de modo admirable lo que va a ser el camino de Jesús, a través de la muerte, hacia la victoria de la Pascua. Este año leeremos los textos evangélicos de San Lucas, quien insiste en la cruz como factor de conversión, poniendo de relieve el vínculo de unión entre los verdaderos discípulos, aquellos que quieren seguir a Cristo y a su cruz. Pero sobre todo la proclamación de la Pasión es un momento privilegiado de la Celebración del Domingo de Ramos. Algo que no debe faltar por ningún motivo es la homilía que, aunque tenga que ser más breve, es un factor que ayuda a toda la comunidad a recoger y sintetizar el mensaje que al comienzo de la Semana Santa le ofrece la Iglesia.

EL CANTO LITÚRGICO: El canto es uno de los elementos que tiene un papel importante en la celebración del Domingo de Ramos. Así pues que el escoger los cantos más adecuados es ayudar a la asamblea para que capte la fuerza significativa del misterio celebrado. Para la entrada: Hacia ti, morada santa, Que alegría cuando me dijeron, Hosanna al Hijo de David, Anunciaremos tu Reino, Señor, Pueblo de Reyes, Tu Reino es vida, Vamos a bendecir al Señor, Alabaré, Hossana hey. En este momento es sumamente oportuno cantar el ya famoso y muy bello Hosanna, que en algunas partes utilizan indebidamente para sustituir el Sanctus de la misa. También puede

intercalarse entre las estrofas del salmo la segunda parte del Santo de la Misa, en sus varias versiones, desde donde dice: Bendito el que viene... Convendría poder cantar el Salmo responsorial o al menos la respuesta: Dios mío, Dios mío, porque me has abandonado? Antes del Evangelio: puede cantarse algo antifonal como Tu Palabra me da vida, Victoria tu reinarás, Gloria y honor a ti, leyendo o cantando en el centro el versículo del Leccionario.

tas de la Ciudad Santa, la Jerusalén celeste. Ahora nosotros, llevando los ramos en las manos, venimos a agitarlos proclamando su llegada con las mismas palabras de los niños hebreos: “Hosanna al Hijo de David, bendito el que vienen en el nombre del Señor. ¡Hosanna en el Cielo!” Acompañemos con fe y esperanza al Maestro que se abaja para enseñarnos la humildad y llevar a cabo el proyecto salvífico del Padre.

Comentario a las lecturas:

Comentario a la Bendición y Procesión con los Ramos:

Las lecturas de este día nos introducen en el Misterio de salvación que celebramos: cómo por medio del sufrimiento del Hijo, Rey y Mesías, alcanzamos el perdón del Padre y la restauración de toda la humanidad. Como el Siervo sufriente, abramos nuestro corazón a la Palabra para poder vivir en fidelidad al plan de Dios y confortar a los abatidos y dolientes. Escuchemos atentos.

(Tomado del Misal Romano) Queridos hermanos:

Oración de los fieles:

Comunión: Acuérdate de Jesucristo, Alma mía recobra tu calma, Ved la cruz de la salvación, Oh Rostro ensangrentado, Oh cruz te adoramos.

COMENTARIOS:

Ya desde el principio de la Cuaresma nos venimos preparando con la oración y con obras de penitencia y caridad. Hoy nos reunimos para iniciar con toda la Iglesia la celebración anual del misterio pascual: la pasión, muerte y resurrección del Señor. Estos misterios santos empezaron con la entrada de Jesús a Jerusalén. Con fe y devoción hagamos memoria de esta entrada triunfal: acompañemos al Señor en su pasión y en su cruz para tener parte en su triunfo sobre la muerte.

Comentario Inicial:

Nos hemos reunido como discípulos alrededor de Jesús para aceptar su Reino y acompañarlo en su ingreso definitivo a Jerusalén, cumpliendo la obra del Padre con la fuerza del Espíritu Santo. Él, el Mesías esperado, abre también para nosotros las puer-

Presidente:

Con la confianza puesta en Dios Padre y unidos en la fe, presentemos nuestras súplicas y necesidades. Digamos:

R/ ¡Oh Señor! Escucha y ten piedad. • Oremos por toda la Iglesia, para que la celebración de los misterios pascuales permita la renovación de la fe y del compromiso por la nueva evangelización. • Oremos por todos los gobernantes de las naciones, en especial por los de nuestro país, para que animados por la fuerza redentora de Cristo lleven nuestros pueblos por los caminos de la justicia y la paz. • Oremos por los pobres, los enfermos, los encarcelados y los necesitados, para que la gracia de la

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redención les traiga consuelo y fortaleza. • Oremos por toda la comunidad aquí reunida, para que la fuerza de la Palabra que escuchamos y la gracia del Sacramento que celebramos, nos aliente para dar una más intensa respuesta de fe al compromiso de extender el Reino de Dios en el mundo.

Presidente:

Padre bueno, acepta misericordioso estas intenciones que te hemos presentado con confianza, y concédenos los que más nos conviene. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.

Acción de Gracias:

Te damos gracias Padre por Jesucristo, tu Hijo y tu Enviado. Él ha venido

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a nosotros y en cada uno ha hecho su morada. Permítenos unir nuestras vidas plenamente en los misterios de nuestra salvación que desde hoy nos disponemos a celebrar.

Para meditar:

“La entrada de Jesús a Jerusalén es un gesto simbólico, que quiere poner de manifiesto el carácter mesiánico de la persona y la obra de Jesucristo. Jesús es el Rey-Mesías anunciado por los profetas, y por esto entra solemnemente en la ciudad Santa y es aclamado por el pueblo como enviado de Dios. Pero las características externas de esta entrada “triunfal” no tienen nada de triunfalistas. Jesús no se presenta como un vencedor militar al frente de un ejército, sino como un rey pacífico de la “buena gente” del pueblo. Y esta entrada, de hecho, representó para Jesús el pórtico de su pasión, fue

la primera estación de su caminar hacia la cruz. Al conmemorar ritualmente este episodio de la vida de Cristo, nosotros deseamos proclamar que Jesús es nuestro rey. Pero su realeza no consiste en la posesión del dominio universal, sino que ha sido conquistada al precio del sacrificio de su propia vida. Ha llegado a la realeza pasando por la humillación (cfr. segunda lectura de la misa). Ha llegado al dominio total gracias a la obediencia perfecta a la voluntad del Padre. Nuestro Rey es un Rey sufriente, el cual en la total posesión de su imperio conserva las cicatrices gloriosas de las llagas. Penetrar el sentido de esta paradoja, que es el sentido del misterio de Pascua, es una gracia propia del domingo de Ramos.” J. Llopis, Misa Dominical.


LUNES, MARTES, MIÉRCOLES SANTOS “Dieron muerte al Heredero, su oblación es haz de luz, reina Dios desde el madero, fulge el signo de la cruz.” Liturgia de las Horas NOTA HISTÓRICA: • La celebración del lunes, martes y miércoles de la Semana Santa no pertenece a la ritualidad de los primeros siglos de la Iglesia. • Ya en el Sacramentario Gelasiano encontramos un formulario de Misas propias para estos días en los numerales 333-348. • En el del lunes santo, Feria II Ebdomada VI (la ortografía latina está transcrita como encontrada en el texto original), la colecta mira al Cristo, Hijo de Dios, que instituye en sí mismo la sacramentalidad de su pasión para el bien de la Iglesia: “Christus filius tuus per suum cruorem nobis instituit paschale mysterium”. La Postcomunión en cambio apunta al misterio pascual y al sacramento de la Eucaristía como principios renovadores del corazón del creyente que celebra la vida del Señor: “Sancta tua nos, domine, quaesumus, et vivificando semper renovet et renovando vivificent.” • El formulario Gelasiano de la Misa del martes santo, Feria III

Ebdomada VI - n. 339 (la ortografía latina está transcrita como encontrada), hace hincapié en la misericordia de Dios y en el poder salvador de la Pascua del Hijo: “Da, misericors Deus, ut quod in filii passione mundus exercuit, salutare nobis fideliter senciamus”. • El miércoles santo en la más antigua tradición romana fue un día de celebración de la Palabra en la mañana y de celebración eucarística en la tarde con formularios de oraciones solemnes y proclamación de la Pasión de San Lucas. • Su formulario Gelasiano en los nn. 344-348 proclama el misterio pascual como un hecho reparador, mediante el cual Dios ejercita el poder soberano de su misericordia y de su generosidad a fin de que el hombre redimido viva en abundancia. Así rezaba la antigua colecta: “Omnipotens sempiterne Deus, qui Christi tui beata passione nos reparas, conserva in nobis opera misericordiae tuae, ut in huius caelebritate mysterii perpetua devotione vivamus.” • La liturgia Tridentina daba la categoría Simplex a estas ferias de la Semana Mayor, haciendo estación romana en Santa Praxedes, Santa Prisca y Santa María la Mayor. Se proclamaban las lecturas del cántico del Siervo de Isaías, y como tradición mencionada antes, se proclamaba la Pasión de Marcos el martes y de Lucas el miércoles santo con genuflexión en el momento de la muerte del Señor. El prefacio era el de la

Santa Cruz y se preveía una bendición sobre el pueblo al final de la celebración. • En ese sentido, la bendición sobre el pueblo el martes santo contenía la teología de la renovación ontológica pascual: “et ab omni subreptione vetustatis expurget…” – “Tu misericordia, oh Dios, nos purifique de los resabios pecaminosos y nos haga dignos de renovación.”

LA LITURGIA HOY: “Combate, Señor, a los que me atacan, pelea contra los que me hacen la guerra. Toma el escudo y la armadura, levántate y ven en mi ayuda, Señor, mi ayuda poderosa.” (Cf. Sal. 34,1-2; Sal. 139,8) Antífona de entrada – Lunes santo Estos días son grandes e importantes ferias privilegiadas de Cuaresma, como lo es el Jueves, hasta la tarde (en la Liturgia de las Horas, hasta Nona). La Sabiduría de la Liturgia ha ubicado en estos días unos textos privilegiados del Profeta Isaías, unos salmos y unos Evangelios que nos van llevando hacia el misterio Pascual, resaltando la persona adorable de Cristo, Siervo doliente y glorioso. Por ello no pueden omitirse ni cambiarse jamás. Debe atenderse con mucho cuidado la celebración del Sacramento de la Penitencia, poniendo especial interés en las celebraciones comunitarias, con la advertencia obvia de no impartir la absolución general. La reconciliación de los Penitentes debe

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hacerse de modo individual, siempre en la sede propia del sacramento, recordando que los penitentes tienen el derecho a no ser vistos y por lo tanto el derecho al uso de la reja. La Conferencia Episcopal de Colombia ha publicado ya un espléndido ritual de la Penitencia. El Prefacio pedido, de la Pasión II, sintetiza de manera admirable la teología de estas ferias de semana santa: “Porque se acercan ya los días santos de su Pasión salvadora y de su gloriosa Resurrección; en ellos celebramos el triunfo sobre el poder del demonio y se revive el misterio de nuestra redención.” Precisamente la colecta actual del martes santo hace reposar la posibilidad de alcanzar misericordia total de manos del Padre en el hecho mismo de la reactualización pascualizante del acontecimiento de la Pasión del Señor a través de la liturgia: “Dios todopoderoso y eterno, concédenos celebrar de tal manera los misterios de la Pasión del Señor, que merezcamos alcanzar tu misericordia.”

NOTA PASTORAL: Las oraciones del Lunes santo y la Liturgia de la Palabra de estos días hacen volver la mirada sobre la fragilidad humana, incluso expresada en los discípulos que traicionan – Judas, Pedro – quienes permiten, con sus toscas acciones que traicionan y niegan, comenzar el drama de la entrega del Mesías, contemplado como el Siervo sufriente, que es ungido y preparado para su sepultura, pero que es la manifestación gloriosa del rostro y de la luz de Dios, principio de salvación y de gracia para los que a Él se acogen y para los que lo reconozcan como Mesías a pesar del aparente fracaso de la cruz.

Lo que debe prepararse:

La Iglesia debe expresar austeridad y recogimiento. No se ponen flores,

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si es posible se retiran o cubren las imágenes, o, como lo recomienda la Instrucción de 1988, se exponen algunos pasajes de la Pasión. No se tienen devociones especiales (Lunes del Señor de las misericordias, Martes de María Auxiliadora…) pues no es posible celebrar misas votivas. Las vestiduras litúrgicas son de color morado. Si es posible se dispone una sencilla ambientación que tenga por tema la cruz, la penitencia, o incluso disponer, sencillamente, alguna imagen que recuerde el texto evangélico que se ha de proclamar. Los actos de Piedad, que generalmente consisten en procesiones penitenciales y Viacrucis, han de ser sobrios y sencillos. Las Imágenes Sagradas que ilustran bellamente estas procesiones han de ser conducidas con respeto y devoción, recordando que las procesiones han de ser siempre un preludio de la Celebración Eucarística. Es de desear que, si hay alguna agrupación musical que las acompañe, la música debe ser piadosa, solemne, por lo que se omitirán las coreografías, las piezas profanas que se intercalan en las marchas, y todo lo que desluzca del espíritu del tiempo.

El canto Sagrado

Durante estos días el canto debe responder a lo que el Misal pide: austeridad, sencillez, clima penitencial y de preparación a la gran fiesta pascual, por lo que se omite el aleluya, como en el resto de la cuaresma y se prefieren aquellas composiciones que enfaticen el sentido penitencial de estas fechas. Proponemos: El Señor es mi fuerza, Caminaré en presencia del Señor, Postrado ante la cruz, Perdona a tu pueblo, Dios es fiel, Hombre de barro, Vuelve hacia nosotros tu mirada Señor, o algunos salmos.

LUNES SANTO

Comentario de entrada

Ya iniciamos la recta final de la cuaresma, y a las puertas ya se siente la pascua. A través de la liturgia que hoy la iglesia nos propone, Dios se nos mostrará cómo Aquel del que nos viene la fuerza para vencer toda debilidad y para reparar nuestro daño, también se nos muestra a su enviado, Jesucristo, su Siervo, y en él nuestra salvación. Con un sentimiento de confianza, iniciemos nuestra celebración.

Oración de Fieles Presidente:

Al Padre, Señor de bondad y misericordia, que en Cristo nos reveló el plan de la salvación, digámosle suplicantes: R/ Escúchanos, Padre de bondad. • Por la iglesia universal y sus ministros, para que de Dios reciban siempre la sabiduría para anunciar su mensaje salvador. • Por todos los gobernantes del mundo entero, para que sepan gobernar con justicia y equidad el pueblo de Dios • Por los que sufren y se sienten perseguidos, para que en esta semana santa descubran el amor de Dios y lo reconozcan como luz y salvación. • Por los que nos encontramos aquí reunidos para siempre seamos conscientesque lo más importante en nuestra vida es Cristo.

Presidente:

Acoge Señor nuestra plegaria, la presentamos por mediación de tu Siervo humilde Jesucristo, quien vive y reina por los siglos de los siglos. R/ Amén.

Acción de gracias

Hoy se nos ha mostrado a Cristo como el fiel servidor del Padre, y por quien nos vino la salvación, por Él damos gracias a Dios. Salgamos con el compromiso de llevar con alegría


el mensaje de salvación a nuestros hermanos.

MARTES SANTO Comentario inicial

Hoy contemplamos a Jesús sufriente pero a la vez misericordioso, que no escatima decir la verdad pero tampoco por ello se escapa de su realidad; muchas veces nosotros hemos sido como Pedro, un hombre lleno de miedo y cobarde para anunciar la verdad, pero a la vez experimentamos a un Dios que no nos entrega en manos de nuestros enemigos y que nos llama al arrepentimiento para que alcancemos la vida eterna. El mismo Señor de la vida nos llama hoy a no creernos convertidos por completo, para que así alcancemos su benevolencia; con fe celebremos esta fiesta del perdón y de la gracia.

Oración de los fieles Presidente:

Acudamos a nuestro Padre que nos llama al arrepentimiento y no nos juzga por nuestros pecados, sino que nos alienta y fortalece, y digámosle confiados: R/ Perdónanos Señor y ten piedad. • Señor: Tú no abandonas nunca la obra de tus manos; fortalece a tu Iglesia para que sea testimonio de tu perdón y atraiga la salvación a la humanidad. • Señor: Tú que eres el perdón, purifica nuestros corazones de todo mal deseo y de la traición, para que lleguemos un día a la gloria de la resurrección. • Señor: Tú que nos das el testimonio del amor al hermano a pesar de sus debilidades, ayúdanos a compartir con nuestros semejantes cuanto poseamos y no permitas que nuestro egoísmo nos domine, impidiendo seguirte de corazón. • Señor: Tú que sufriste la traición

del hermano, no permitas que en nuestro corazón crezca el germen de la venganza y de la falta de caridad para con nuestro prójimo. • Señor: Tú que nos invitas a participar de la vida eterna, perdona la culpa de nuestros hermanos difuntos y dales entrada a tu santo reino.

Presidente:

Señor Dios nuestro rico en misericordia y desbordante en piedad para cuantos se arrepienten de sus culpas, recibe estas oraciones que te dirigimos y las que quedan en lo profundo de nuestro corazón, por Jesucristo nuestro Señor. R/ Amén.

Acción de gracias

Te damos gracias Padre porque siempre nos llamas al arrepentimiento y no nos abandonas a pesar de nuestra inconstancia, permite que esta Eucaristía sea alimento que nos haga crecer en el amor a Ti y a nuestros hermanos y que con ella alcancemos frutos de redención.

MIÉRCOLES SANTO Comentario Inicial

Como preparación a los misterios pascuales que estamos próximos a celebrar, la Iglesia nos propone continuar en el seguimiento del modelo pedagógico del maestro Jesús, que se mantuvo siempre fiel y confiado en el amor del Padre, gracias al cual no dudó en dar su vida como precio por el perdón de nuestros pecados. Continuemos animosos la preparación espiritual con la que podremos verdaderamente gozar del acontecimiento salvador del triduo pascual.

Oración de los fieles Presidente:

Elevemos, hermanos, nuestras suplicas confiadas, al padre celestial, que

anima siempre nuestros pasos hacia el conocimiento de la verdad de su amor y digámosle: R/ Escucha, Señor, nuestras suplicas. • Por la Iglesia, para que no cese nunca en su misión de ser anunciadora de la verdad del amor de Dios en medio este mundo, y cuente siempre con la asistencia del Espíritu Santo en esta difícil tarea. Roguemos al Señor. • Por todos los que tiene cargos de autoridad en nuestra sociedad, para que en el ejercicio de sus labores tengan en el ejemplo del crucificado el modelo de servicio y entrega generosa por los demás. Roguemos al Señor. • Por todos los que sufren por causa de la pobreza y la violencia, para que encuentren en la cruz salvadora de Cristo una luz que alumbre y de fuerza a las dificultades diarias a las que se enfrentan. Roguemos al Señor. • Por todos los fieles que estamos próximos a celebrar los misterios pascuales de nuestro Señor Jesucristo, para que en esta celebración obtengamos nuevas fuerzas y más amor para la vivencia de nuestra fe. Roguemos al Señor.

Presidente:

Atiende justo Padre, las súplicas que tu pueblo, confiado en tu misericordia, eleva en los momentos previos a las celebraciones pascuales. Por Jesucristo Nuestro Señor. R/ Amén.

Comentario final

Se acerca el momento definitivo de la entrega redentora de Nuestro Señor, y todo va tomando su cauce hacia el hecho salvador de la cruz que estamos próximos a celebrar. Isaías nos presentaba un trozo más de su visión del siervo doliente, el cual nos invita a mantener la confianza en la fuerza que nos viene de Dios, y a no dejar-

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nos vencer por los golpes y la rudeza de las dificultades, tal como lo hace el Señor Jesús, que sabiendo lo que estaba próximo a vivir, se mantuvo fiel a su misión y al amor del Padre, aceptando con humildad su encargo redentor. Vayamos alegres de saber que Dios, por medio de la pasión salvadora de Jesús, nos otorga el regalo de la vida eterna.

Para meditar:

“También los nardos que María de Betania derrama hoy sobre Jesús son imagen y símbolo de aquel óleo celestial e invisible, de la fuerza vital divina de la que se nos dice proféticamente en el salmo: “Dios, tu Dios, te ha ungido con el óleo de la alegría por encima de tus compañeros” (Sal. 44, 8). Ese óleo de la alegría celestial es el que Dios Padre ha derramado sobre la cabeza sangrienta y coronada de espinas del Hijo crucificado; de aquí que lleve el nombre de: Cristo, el Ungido. Y como el camino que

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conduce a esta unción pasa a través de su muerte y sepultura, puede Jesús decir también con doble sentido: “Dejadla que lo conserve para el día de mi sepultura”. La unción de la amante María indica ya de antemano la muerte y sepultura de Jesús, así como la gloria subsiguiente de su sacerdocio y reino. La “despilfarradora”, por tanto, se muestra como verdadera creyente cristiana. Cuando en el Jueves Santo las solemnes palabras de la consagración piden que la fuerza de Dios descienda sobre su santo óleo… cuando, por último, dos días más tarde el obispo o sacerdote unge la coronilla de los neófitos con este crisma consagrado, diciendo al mismo tiempo: “El Dios Todopoderoso, el Padre de Nuestro Señor Jesucristo... te unja con el crisma de la salud en este mismo Cristo Jesús, Nuestro Señor, para la vida eterna”, entonces es el momento en que la acción simbólica de la amante María alcanza toda su realidad. En-

tonces todas las imágenes simbólicas de los tiempos antiguos quedan plasmadas en hechos reales y se pone al descubierto el misterio oculto. La divina paloma vuela entonces hacia el arpa de la Iglesia llevando en el pico el ramito de olivo, es decir, la vida nacida de la muerte. Entonces es cuando se llenan los recipientes vacíos de la Iglesia sin jamás llegarse a agotar el aceite, ya que a diario nacen a la vida terrena innumerables personas que han de alimentarse de esa vida divina. María de Betania contribuye, en verdad, a la sepultura de Cristo cuando los que son bautizados - enterrados con Cristo - reciben de manos de la Iglesia la santa unción bautismal. El “buen olor de Cristo” (2 Co 2, 15) se expande entonces por toda la casa de la Iglesia y la voz del odio tiene que enmudecer porque la pobreza, rica ya ahora, se regocija del despilfarro del amor.” Emiliana Löhr, El Año del Señor


JUEVES SANTO “En la Cena del Cordero y habiendo ya cenado, acabada la figura, comenzó lo figurado. Pan y vino material en sus manos ha tomado y, en lugar de pan y vino, cuerpo y sangre les ha dado.” Liturgia de las Horas NOTA HISTÓRICA: • Hasta el siglo VII para la Iglesia romana este jueves marca el fin de la Cuaresma y del ayuno penitencial, y el inicio, con el Viernes santo, del ayuno infra-pascual en la espera inmediata de la resurrección. • Hasta el siglo VII Roma conoce en la mañana de este jueves el rito de la reconciliación de los penitentes (La eucaristía se celebra sólo en la Vigilia pascual). El rito, que encontramos ya en el Sacramentario Gelasiano bajo el capítulo Orationes in Quinta Feria (n. 349-363) – Reconciliatio paenitentis, llama al Triduo fiesta pascual (festi paschalis), y se compone de una procesión de los penitentes, monición diaconal, oración episcopal aparentemente seguida de una imposición de manos. Las plegarias hacen mucho hincapié: en la pascua como

fiesta de renovación penitencial que hace nuevos a los creyentes (curatio vetustatis), y en el papel intercesor de la Iglesia por los penitentes – lavant aquae, lavant lacrimae, para referirse al misterio bautismal de la Pascua y al misterio del poder intercesor y santificador de las lágrimas personales y eclesiales. • Después del siglo VII Roma conoce la celebración de 3 misas: una en la mañana (al parecer para quienes no podían soportar todo el ayuno infrapascual), otra al mediodía – la Misa Crismal, sin celebración de la Palabra y sin comunión pero con la bendición de los Óleos – y una en la tarde. • El rito del lavatorio de los pies lo encontramos en Jerusalén en la mitad del siglo V proveniente de usos monásticos. • Para el Pontifical Romano del siglo X ya sólo existen 2 misas: la Crismal y la de la tarde. • Entre los siglos XIII-XV comienza la tradición del traslado solemne de lo que resta de las santas especies en un tabernáculo provisoriopara la comunión del día siguiente, con un desarrollo ritual de cara al nacimiento de las fiestas de la Eucaristía, con el culmen del CorpusChristi del papa Urbano IV el 11 de agosto de 1264 y con simbolismos posteriores y desafortunados como la reserva identificada con el sepulcro o la cárcel, que repercutieron en la manera de desnudar el altar (ad modum furentis) y en la concepción de la reserva. • La reforma de 1955 retornó a la antiquísima tradición de la Eucaristía en la tarde a la hora de su institución. • El Vaticano II introduce la 1ª lectura del Exodo (antes 2ª del viernes santo), el salmo (antes el

gradual era Fil. 2, 4 ss) y deja la 2ª y el evangelio; el aparato ritual del Pater y las oraciones después del lavatorio ceden paso al ofertorio y al canto de la antífona Ubi cáritas. • El Prefacio de la Cruz cede paso al Prefacio De la Eucaristía I. De nuevo se reintroduce el dona nobis pacem del Agnus Dei y el rito de la paz que estaban suprimidos.

La liturgia hoy:

“La Iglesia celebra los grandes misterios de nuestra redención en el “sacro Triduo pascual”; en él se actualiza la pasión, muerte y resurrección del Señor.” Misal Romano Se recuerda que el Jueves Santo no existe en el misal un texto que se llame “misa de enfermos”, y si acaso se va a ofrecer este sacramento, prefiérase celebrarlo el martes o el miércoles, para que se de prelación al signo de la Comunión llevada por el Sacerdote a cada enfermo. Recuérdese con toda diligencia que las “misas de Sanación” fueron definitivamente reguladas por unas normas muy precisas dadas por disposición del Papa, por la Congregación para la Doctrina de la Fe el 14 de septiembre de 2000 y por documento expreso de las provincias eclesiásticas de Medellín y Antioquia. Iniciando el Triduo pascual, es bueno que recordemos que todas las celebraciones de este tiempo son Pro Populo, por lo tanto no se pueden celebrar por intenciones particulares. Vale la pena recordar, además, que la dignidad y verdad de las celebraciones exige que las celebraciones

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respeten el horario en que se han de celebrar, así: • La Cena del Señor en la tarde del Jueves Santo. • La muerte del Señor en la tarde del Viernes, después de las 3.00 pm. • La Vigilia Pascual entrada la noche del Sábado. Los momentos no litúrgicos deberán programarse de modo que no separen a los fieles de la Participación en los actos litúrgicos y que, ojalá no excedan en tiempo a aquellos. El Papa Benedicto XVI nos ilustró este día en su catequesis del 19 de Marzo de 2008: “Hemos llegado a la vigilia del Triduo pascual. Los próximos tres días se suelen llamar “santos” porque nos hacen revivir el acontecimiento central de nuestra Redención; nos remiten de nuevo al núcleo esencial de la fe cristiana: la pasión, la muerte y la resurrección de Jesucristo. Son días que podríamos considerar como un único día: constituyen el corazón y el fulcro de todo el año litúrgico, así como de la vida de la Iglesia. Al final del itinerario cuaresmal, también nosotros nos disponemos a entrar en el mismo clima que Jesús vivió entonces en Jerusalén. Queremos volver a despertar en nosotros la memoria viva de los sufrimientos que el Señor padeció por nosotros y prepararnos para celebrar con alegría, el próximo domingo, «la verdadera Pascua, que la sangre de Cristo ha cubierto de gloria, la Pascua en la que la Iglesia celebra la fiesta que constituye el origen de todas las fiestas», como dice el Prefacio para el día de Pascua en el rito ambrosiano. El Jueves santo, la Iglesia hace memoria de la última Cena, durante la cual el Señor, en la víspera de su pasión y muerte, instituyó el sacramento de la Eucaristía, y el del sacerdocio ministerial. En esa misma noche, Je-

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sús nos dejó el mandamiento nuevo, mandatum novum, el mandamiento del amor fraterno. Antes de entrar en el Triduo santo, aunque ya en íntima relación con él, mañana por la mañana tendrá lugar en cada comunidad diocesana la misa Crismal, durante la cual el obispo y los sacerdotes del presbiterio diocesano renuevan las promesas de su ordenación. También se bendicen los óleos para la celebración de los sacramentos: el óleo de los catecúmenos, el óleo de los enfermos y el santo crisma. Es un momento muy importante para la vida de cada comunidad diocesana que, reunida en torno a su pastor, reafirma su unidad y su fidelidad a Cristo, único sumo y eterno Sacerdote. Por la tarde, en la misa in Cena Domini se hace memoria de la última Cena, cuando Cristo se nos entregó a todos como alimento de salvación, como medicina de inmortalidad: es el misterio de la Eucaristía, fuente y cumbre de la vida cristiana. En este sacramento de salvación, el Señor ha ofrecido y realizado para todos aquellos que creen en él la unión más íntima posible entre nuestra vida y su vida. Con el gesto humilde pero sumamente expresivo del lavatorio de los pies, se nos invita a recordar lo que el Señor hizo a sus Apóstoles: al lavarles los pies proclamó de manera concreta el primado del amor, un amor que se hace servicio hasta la entrega de sí mismos, anticipando también así el sacrificio supremo de su vida que se consumará al día siguiente, en el Calvario. Según una hermosa tradición, los fieles concluyen el Jueves santo con una vigilia de oración y adoración eucarística para revivir más íntimamente la agonía de Jesús en Getsemaní”3.

Las normas son muy precisas para este día:

Hay que ser muy fieles con la verdad de los signos. Por ello no se puede 3 Benedicto XVI. Catequesis en la Audiencia del 19 de marzo de 2008.

consagrar cualquier pan o cualquier vino, sino las hostias y el vino aprobados para la misa. Como se indicará más adelante, está prohibido arreglar el altar como una cena, colocando allí copas, panes, frutas y adornos que ni siquiera se toleraban en la tradición hebrea. No se pueden poner copas con vino servido, ni mucho menos repartirlas en la Iglesia ni en ese momento o después. No se ha de olvidar que, por la veracidad del signo, para el lavatorio se tendrán solo doce varones, mayores o niños a los que se ha prohibido revestir o disfrazar y que por su colocación en el lugar establecido no den la apariencia alguna de participar como conclebrantes. El Monumento ha de ser sobrio, sencillo. Está prohibido desde hace mucho tiempo que parezca una cárcel. No se puede exponer el Santísimo Sacramento en la Custodia, es una reserva solemne, no una exposición prolongada del Santísimo. En el monumento no se pueden poner imágenes de Cristo prisionero. Atención a la seguridad del Santísimo sacramento, debe estar cerrado y custodiado. Tampoco se pueden colocar imágenes de la Virgen María, como lo indican las normas de la ya antes citada Carta sobre las Fiestas Pascuales. En el Monumento debe haber siempre un sagrario con llave, no simplemente un arreglo elegante. Debe expresarse de todos modos el carácter de la Reserva.

Lo que debe prepararse:

En un lugar seguro de la sacristía o en la casa cural ha de disponerse un espacio con un sagrario con llave, bien asegurado, para guardar los copones con la reserva del Santísimo Sacramento. Allí se tendrá un corporal, un purificador y un vasito con agua para purificar los dedos y si se ocurre, los copones y patenas.


Para la santa misa:

• Ornamentos Blancos. • El Misal Romano. • El Leccionario. • Incensario y naveta. • Hostias suficientes para jueves y viernes, vino de consagrar. • Los asientos para los doce varones que participan en el Lavatorio, • La jofaina y la jarra para el lavatorio con sus toallas, para el sacerdote se prepara una toalla muy largaque se ha de atar al modo de la estola diaconal. • El Lavabo. • Sería muy conveniente pedir a los que representan a los apóstoles, que serán siempre varones, como lo exige la verdad del signo, que lleven sandalias, facilitando así el lavado. No se permite que los que representan a los Apóstoles lleven vestiduras litúrgicas o se vistan como en la época. • Para la Procesión al monumento: el Palio o dosel, estandarte eucarístico, la capa pluvial blanca o al menos el Velo humeral.

En una respuesta de la Congregación del Culto Divino de 2001 en la que se preguntaba sobre la disposición del altar para el Jueves Santo, se ha recordado que está prohibido colocar sobre el altar lo que no se ha de usar como materia de la Eucaristía. Por eso no se pueden poner copas, panes, frutas y elementos que hagan parecer el altar una mesa para una cena. Si se hace alguna representación ilustrativa de la cena con las imágenes sagradas, hágase fuera del presbiterio. Solo se puede disponer sobre el altar la Ofrenda, esto es la Patena, los copones con las hostias y el Cáliz y, como está mandado por la instrucción general del misal romano, los candeleros y la cruz que podrían disponerse alrededor del altar o muy cerca de él. Nunca se debe repartir el arreglo de la cena a los “apóstoles” ni en la Iglesia, ni mucho menos dentro de la misa. Si

acaso se acostumbra algo así, hágase fuera de la Iglesia y en un momento oportuno. Tampoco se debe ofrecer vino a quienes hacen de apóstoles.

NOTAS PASTORALES: La Solemnidad de la Cena:

Sin que opaque la solemnidad de la Pascua, la Misa de la Cena, solemne y bien preparada, debe hacer evidente que se ha iniciado el Triduo Pascual, que es el comienzo de una gran celebración que llega a su plenitud en la noche Pascual. Con la debida autorización, se puede celebrar otra Misa en la mañana o hacia el medio día, pero sin solemnidad, no celebrando por ningún motivo la Misa con los textos o de la Misa crismal o de la Misa en la Cena del Señor, y no dándole apelativos: misa de enfermos, misa de las familias, misa de los grupos apostólicos, etc…

El Lavatorio de los Pies:

Este gesto ha sido insertado en el conjunto de celebraciones de la Misa. No se puede separar de la Santa Misa, ni mucho menos realizarse aparte, pues sería una reminiscencia de cosas ya superadas en la tradición litúrgica. En este gesto ve el evangelista Juan, la inauguración del camino pascual de Cristo. Con el gesto del lavatorio, el Señor adelantó con un signo de humildad y de entrega, la ofrenda de su vida en la cruz. Los varones escogidos han de representar la comunidad de los Apóstoles. Por ello, como lo indica el Misal, no pueden ser escogidas otras personas (religiosas, señoras, niñas) y los gestos han de ser elocuentes y sencillos, evitando la teatralidad. No puede dejarse de entonar el conjunto de Antífonas que acompaña en el Misal este sagrado momento o algunos cantos que se inspiren en su contenido.

LA LITURGIA EUCARÍSTICA:

La procesión de los dones debe poner en evidencia que el pan y el vino fueron los alimentos escogidos por Cristo por su auto donación, con un canto que acompañe la procesión (Señor te ofrecemos. Te presentamos el vino y el pan, Etc.) El momento de la colecta debe mostrar hoy particularmente un sentido de solidaridad para con los más necesitados. La Plegaria Eucarística es elocuentísima este día. Sería muy bueno preferir el Canon Romano, aunque las glosas especiales que traen la II y III Plegarias, deben ser pronunciados con atención. Es muy oportuno advertir aquí que hay que observar en los ritos una especial fidelidad. No se puede partir la Hostia al decir “lo Partió y lo dió”, no se pueden intercalar ni oraciones, ni alabanzas en medio del relato de la Consagración, no se deben hacer “acompañamientos” musicales a las Palabras Sagradas de este momento. Conforme a lo indicado en la Ordenación General del Misal Romano 434, se puede conservar la tradición de permanecer de rodillas durante la Plegaria Eucarística.

Traslado y reserva de la Eucaristía:

Debe hacerse con solemne sencillez. Es un movimiento que subraya precisamente lo que cotidianamente hacemos en la celebración Eucarística: reservar el Pan Eucarístico consagrado. Lo hacemos pensando en los enfermos, los moribundos, o los que no han podido participar en la celebración. Se hace en Jueves Santo porque el Viernes Santo no hay Eucaristía; se reserva el Cuerpo de Cristo consagrado hoy para comulgar mañana. Es de una honda belleza la meditación que hizo sobre esta procesión el Papa Benedicto en la solemnidad del Corpus Christi de 2005: 4 Ordenación General del Misal Romano 2000. La traducción oficial es de 2002, y ya está publicada una traducción para Colombia.

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“En aquella noche, Jesús sale y se entrega en las manos del traidor, del exterminador y, precisamente así, vence la noche, vence las tinieblas del mal. Sólo así el don de la Eucaristía, instituida en el Cenáculo, se realiza en plenitud: Jesús da realmente su cuerpo y su sangre. Cruzando el umbral de la muerte, se convierte en Pan vivo, verdadero maná, alimento inagotable a lo largo de los siglos. La carne se convierte en pan de vida. En la procesión del Jueves santo la Iglesia acompaña a Jesús al monte de los Olivos: la Iglesia orante desea vivamente velar con Jesús, no dejarlo solo en la noche del mundo, en la noche de la traición, en la noche de la indiferencia de muchos. En la fiesta del Corpus Christi reanudamos esta procesión, pero con la alegría de la Resurrección. El Señor ha resucitado y va delante de nosotros.”5. Evítese todo lo que pueda parecer una procesión fúnebre, pero reálcese el espíritu de oración que debe acompañarla.

Noche de Adoración al Santísimo Sacramento:

Durante las horas que quedan del Jueves Santo es bueno aprovechar para que los fieles, tanto en forma personal como comunitariamente hagan momentos de oración ante el Santísimo Sacramento. La reserva del Jueves Santo se convierte en una ocasión excelente para que la comunidad cristiana dedique su atención contemplativa-adoradora, a ese Cristo que ha querido ser alimento para nosotros y ha pensado donarnos en este sacramento su Cuerpo y su Sangre. Como se ha hecho popular la Visita a los monumentos, sería muy bueno que se ubicara cerca al monumento una oportuna catequesis, en una cartelera o de otro modo, indicando el 5 Cfr. Benedicto XVI. Solemnidad del Corpus 2006, la meditación se refiere a las dos procesiones eucarísticas comparando su sentido, la del Jueves Santo y la del Corpus.

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sentido de esas visitas. Lo ideal fuera ofrecer un pequeño texto para la oración, y evitar el ambiente de distracción que tantas veces se ve en las Iglesias en estas visitas.

Comunión: El Señor es mi Pastor, Como brotes de olivo, Eucaristía Milagro de amor, Oh Buen Jesús, No podemos caminar, Acerquémonos todos al altar, Dios nos da su pan.

Recordar que Misal manda que a media noche se prosigue la adoración sin solemnidad. El Viernes Santo sólo se deberían encender en el monumento los dos cirios que se usarán luego para la acción litúrgica.

Traslado y reserva: Cantemos al amor de los amores, Pange Lingua, Tantum ergo.

NOCHE DEL JUEVES SANTO

Los Actos de Piedad Popular:

Es de venerable tradición la Procesión llamada del Prendimiento. Se ha de desarrollar con sobria solemnidad, teniendo en cuenta que se puede ubicar bien sea antes de la llamada Hora Santa, como camino hacia la adoración eucarística, o también después de esta con carácter de procesión penitencial, más aún como marcha del silencio. No olvidar que las imágenes que se llevan deben representar la oración en el Huerto o la prisión de Jesús. Puede llevarse, si se quiere, la imagen de la Virgen Santísima. Las vestiduras litúrgicas, estola y capa pluvial, pueden ser blancas o rojas. Los Ornamentos Negros están prohibidos en estos días de Semana Santa pues han sido destinados ad libitum solo para las exequias.

El Canto Sagrado:

Entrada: En memoria del Señor, Amémonos de corazón. Gloria a Dios en el cielo cantado y solemne (a partir de lo cual cesan las campanas y se utilizará sobriamente el acompañamiento musical)| Responsorial: El cáliz que bendecimos. Obviamente no hay Aleluya y el canto interleccional ha de ser tomado del Leccionario o buscar uno semejante al que allí se indica. Durante el Lavatorio: Un mandamiento nuevo, Donde hay amor, allí está Dios, Danos un corazón grande para amar, Donde hay caridad y amor.

Adoración del Santísimo Sacramento

Durante las horas que quedan del Jueves Santo es bueno aprovechar para que los fieles, tanto en forma personal como comunitariamente hagan momentos de oración ante el Santísimo Sacramento. La reserva del Jueves Santo se convierte en una ocasión excelente para que la comunidad cristiana dedique su atención contemplativa-adoradora, a ese Cristo que ha querido ser alimento para nosotros y ha pensado donarnos en este sacramento su Cuerpo y su Sangre. Como se ha hecho popular la Visita a los monumentos, sería muy bueno que se ubicara cerca al monumento una oportuna catequesis, en una cartelera o de otro modo, indicando el sentido de esas visitas. Lo ideal fuera ofrecer un pequeño texto para la oración, y evitar el ambiente de distracción que tantas veces se ve en las Iglesias en estas visitas. Recordar que Misal manda que a media noche se prosigue la adoración sin solemnidad. El Viernes Santo sólo se deberían encender en el monumento los dos cirios que se usarán luego para la acción litúrgica.

COMENTARIOS: Entrada

La Cena del Señor es la puerta por la cual damos entrada al misterio Pas-


cual. Es Cristo quien como cordero se inmola para la salvación de los suyos. Esta celebración solemne hace memorial de la Cena de Cristo con sus doce y la institución del Sacerdocio como mandato al amor fraterno. Su presencia real se ha quedado con nosotros en el sacramento admirable del Altar, con el cual buscamos configurarnos como verdaderos discípulos del Señor.

Lecturas

La primera celebración Pascual del pueblo de Israel está marcada con un tinte de esperanza ante la búsqueda desesperada por salir de Egipto. Su travesía nos muestra como los discípulos misioneros estamos llamados a marchar por la salvación de todos. San Pablo por su parte nos relata como la Eucaristía es para el cristiano una presencia cercana del Señor con nosotros. Y San Juan nos pone unas condiciones esenciales para que aquel que, con el ejemplo de caridad de los creyentes, haga posible la edificación de una Iglesia que nace del amor de Dios.

Lavatorio de los pies

a Él nuestra oración para que la presente por nosotros: R/ Señor, escúchanos! • Oremos por la iglesia para que siempre ofrezca a sus hijos el pan de la vida y la copa de la salvación. Roguemos al Señor. • Oremos por todos los gobernantes de las naciones para que nunca falte el pan y el alimento a los hombres, los hijos de Dios. Roguemos al Señor. • Oremos por la paz en nuestro mundo injusto y violento. Que la sangre de Cristo derramada para vencer el mal sea semilla de justicia, paz y redención para todos. Roguemos al Señor. • Oremos por todos nosotros, los aquí reunidos, para que a ejemplo de Cristo, seamos servidores del único ministerio: el del servicio y la generosidad. Roguemos al Señor. • Oremos por nuestros seres queridos que duermen en el Señor para que los despierte a la vida y los siente en el banquete nuevo y eterno del Reino de los cielos. Roguemos al Señor.

El gesto del lavatorio de los pies nos recuerda aquellas palabras del Maestro “Yo he venido a servir y no a ser servido” y “amaos los unos a los otros como yo os he amado”. Allí es donde el discípulo se hace conocedor para los demás, en el acto mismo del servicio y del amor verdadero por sus hermanos. Este gesto nos devuelve la esencia de nuestra Iglesia: El servicio a Dios en los hermanos.

Presidente:

Oración de los fieles Presidente:

Estas especies del pan y del vino, Jesucristo ha querido elevarlas a la categoría de sacramento y misterio, para hacer eficaz sus palabras “pues yo estaré con ustedes hasta el fin de la historia”. Demos gracias y glorifiquemos el cuerpo y la sangre redentora de Cristo que nos traerán la salvación.

Llegada la hora de pasar de este mundo al Padre, el Señor Jesús nos ha dejado el testamento de su amor en el humilde gesto del lavatorio de los pies y en el don supremo de la Eucaristía. Conscientes de que el Padre lo ha puesto todo en sus manos, dirijamos

Padre, en esta hora suprema en que Cristo nos llama como amigos a comer la Pascua con Él, haznos dignos de ser herederos y comensales de su gloria en el banquete eterno. Por Jesucristo Nuestro Señor. R/ Amén.

Procesión de Ofrendas Pan y vino:

Procesión al Monumento

Traslademos con piedad y amor el Santísimo Sacramento al monumento. Allí estará el Maestro esperando por nosotros. Dispongamos nuestro corazón al silencio para que en este ambiente, bajo la especie del pan, sea Él nuestro consuelo y esperanza. Unámonos a este momento de adoración y pidámosle al Señor nos haga verdaderos discípulos misioneros capaces de escuchar, pero también capaces de anunciarlo a todas las gentes y así ser sus fieles servidores.

Para meditar:

“El lavatorio de los pies representa para Juan aquello que constituye el sentido de la vida entera de Jesús: el levantarse de la mesa, el despojarse de las vestiduras de gloria, el inclinarse hacia nosotros en el misterio del perdón, el servicio de la vida y de la muerte humanas. La vida y la muerte de Jesús no están la una al lado de la otra; únicamente en la muerte de Jesús se manifiesta la sustancia y el verdadero contenido de su vida. Vida y muerte se hacen transparentes y revelan el acto de amor que llega hasta el extremo, un amor infinito, que es el único lavatorio verdadero del hombre, el único lavatorio capaz de prepararle para la comunión con Dios, es decir, capaz de hacerle libre. El contenido del relato del lavatorio de los pies puede, por tanto, resumirse del modo siguiente: compenetrarse, incluso por el camino del sufrimiento, con el acto divino-humano del amor, que por su misma esencia es purificación, es decir, liberación del hombre… Así interpreta San Agustín su propia situación. Después de la conversión quiso fundar un monasterio, abandonar definitivamente el mundo y vivir con sus amigos dedicado por entero a la verdad, a la contemplación. Pero en el 391, cuando fue ordenado sacerdote en contra de sus deseos el Señor vino a desbaratar este reposo,

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llamó a su puerta y desde entonces no había día que no llamara; no le dejaba en paz: «¡Abreme y predica mi Nombre». Agustín llegaría a comprender que esta llamada que escuchaba a diario era realmente la voz de Jesús, que Jesús le impulsaba a ponerse en contacto con las miserias de la gente (por aquel tiempo, el Santo Obispo hacía también las funciones de Khadi, de juez civil) y que, por paradójico que esto pudiera

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resultar, era precisamente así como caminaba hacia Jesús, como se acercaba al Señor. «¡Abreme y predica mi Nombre!» Ante la generosa respuesta de San Agustín sobra todo comentario: “Y he aquí que me levanto y abro. ¡Oh Cristo, lava nuestros pies: perdona nuestras deudas, porque nuestro amor no se ha extinguido, porque también nosotros perdonamos a nuestros deudores! Cuando te escuchamos, exultan contigo en el cielo

los huesos humillados. Pero cuando te predicamos, pisamos la tierra para abrirte paso; y, por ello, nos conturbamos si somos reprendidos, y si alabados, nos hinchamos de orgullo. Lava nuestros pies, que ya han sido purificados, pero que se han ensuciado al pisar los caminos de la tierra para abrirte la puerta.”(Augustinus, Tract. in Johan, LVII, 6, p.472).” J. Ratzinger, el Camino pascual


VIERNES SANTO “Brazos rígidos y yertos, por dos garfios traspasados, que aquí estáis, por mis pecados, para recibirme abiertos, para esperarme clavados.

Cuerpo llagado de amores, yo te adoro y yo te sigo; yo, Señor de los señores, quiero partir tus dolores subiendo a la cruz contigo.” Liturgia de las Horas NOTA HISTÓRICA: • La antigua liturgia jerosolimitana, bajo testimonio de la peregrina Egeria en su Itinerarium (s. IV), conoce una liturgia de la Palabra al estilo de la liturgia sinagogal judía de la mañana del sábado, con una adoración de la cruz igual a la nuestra hoy, con exposición gradual del leño santo, postración, mirada y beso a la cruz. • Roma, que conserva parte del mismo leño de la cruz, conoce una liturgia de la Palabra en la mañana del viernes santo con la

estructura de lecturas, cantos, homilía, oraciones solemnes como la gran Oración universal actual. Había una postración del obispo, oración en silencio, 1ª. Lectura, Tractus, Canto de la Pasión, oraciones solemnes (Ordines XVI, XVII, XXIII, XXIV, XXXB de fin del siglo VII), y adoración de la Vera crux. El influjo de la liturgia oriental en ritos como el mismo papa que porta el incensario humeante en la procesión, se debe a la presencia de papas orientales al momento de la adopción de la liturgia: Juan V (685-686) y Zacarías (741-752). • El formulario propio para el Viernes Santo se denomina en el Sacramentario Gelasiano Ordo de feria VI Passione Domini (n. 395418) y prevé una adoración de la cruz colocada sobre el altar a la hora nona, después de una entrada de los ministros en silencio. Las oraciones cantan al misterio de la cruz que disuelve el nudo o el lazo pecaminoso de la desobediencia original (peccati veteris hereditaria morte, in qua posteritatis genus omne succeserat, Christi tui domini nostri passione solvisti) y regala de nuevo la vida eterna. Venía luego la adoración de la cruz con ósculo, el rezo del Pater y la comunión con las especies consagradas el jueves. • En los ss. VIII y IX aparecen antífonas que acompañan la adoratio: Ecce lignum crucis, Salva nos Christe, Crucem tuam adoramus, Pange lingua – crux fidelis (850890), el Trisagio y los Improperios (s. IX). • La comunión aparece en Roma después del s. VII y se conservan las dos especies, con usanzas deplorables como la consagración “por contacto” (consagración del

vino al contacto con especies de pan consagrado), ¡Que dura 4 siglos! • La comunión era solo papal (s. XIII), o sólo del celebrante (hasta 1955). • La reforma del 55 devolvió la celebración a la tarde y la comunión a todos los fieles, uso que por prudencia pastoral el Concilio Vaticano II no rechaza, aun cuando la teología del ayuno pascual tienda hacia otro camino.

La liturgia hoy: “Acuérdate, Señor, de tu gran misericordia y santifica con tu eterna protección a esta familia tuya por la que Jesucristo realizó el misterio pascual derramando su sangre en la cruz. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. R. Amén” Misal Romano, colecta viernes santo El Viernes Santo está centrado en la Cruz del Señor. Vuelve el Papa emérito Benedicto XVI a Instruirnos: “El Viernes santo es el día en que se conmemora la pasión, crucifixión y muerte de Jesús. En este día, la liturgia de la Iglesia no prevé la celebración de la santa misa, pero la asamblea cristiana se reúne para meditar en el gran misterio del mal y del pecado que oprimen a la humanidad, para recordar, a la luz de la palabra de Dios y con la ayuda de conmovedores gestos litúrgicos, los sufrimientos del Señor que expían este mal. Después de escuchar el relato de la pasión de Cristo, la comunidad ora por todas las necesidades de la Iglesia y del mundo, adora la cruz y recibe la Eucaristía, consumiendo las especies euca-

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rísticas conservadas desde la misa in Cena Domini del día anterior. Como invitación ulterior a meditar en la pasión y muerte del Redentor y para expresar el amor y la participación de los fieles en los sufrimientos de Cristo, la tradición cristiana ha dado vida a diferentes manifestaciones de piedad popular, procesiones y representaciones sagradas, orientadas a imprimir cada vez más profundamente en el corazón de los fieles sentimientos de auténtica participación en el sacrificio redentor de Cristo. Entre esas manifestaciones destaca el vía crucis, práctica de piedad que a lo largo de los años se ha ido enriqueciendo con múltiples expresiones espirituales y artísticas vinculadas a la sensibilidad de las diferentes culturas. Así, han surgido en muchos países santuarios con el nombre de “Calvario” hasta los que se llega a través de una cuesta empinada, que recuerda el camino doloroso de la Pasión, permitiendo a los fieles participar en la subida del Señor al monte de la Cruz, al monte del Amor llevado hasta el extremo.”6

Para la sagrada comunión

La celebración central de este día es la de la Muerte del Señor. Debe, donde sea posible, ambientarse y celebrarse solemnemente el Oficio Divino, sobre todo el oficio de Lectura y las Laudes, con la participación del Pueblo de Dios.

Según la costumbre, se convoca a la comunidad hacia las tres de la tarde para la celebración. Hay que relevar el sentido del Silencio de la procesión de entrada. No hay canto inicial, sólo el caminar de los celebrantes, y luego la postración delante del altar sin manteles. Luego la oración del día.

No se olvide que no deben hacerse representaciones en vivo dentro de la Iglesia.

LO QUE HAY QUE PREPARAR: Para la acción litúrgica

• El altar estará sin manteles. • Ojalá los celebrantes nos pudiésemos postrar sobre el suelo mismo. • Ornamentos rojos: Estolas, Casulla para el presidente, Dalmáticas. • Misal romano,

6 Benedicto XVI. Audiencia del 19 de marzo de 2008.

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• Tres leccionarios o tres copias exactas de la Pasión según san Juan. • El texto de la Oración Universal en dos ejemplares. • El Crucifijo para la adoración con su velo rojo. • Los cirios que acompañan este rito. • Una mesa adornada sobriamente para colocar el crucifijo durante la adoración.

• El velo humeral para traer la reserva desde el monumento que será siempre blanco, aunque las demás vestiduras sean rojas. • Dos cirios para acompañar este traslado y los candeleros para ponerlos luego junto al altar. • El mantel para el altar y el corporal, el vasito para purificar, si es preciso, el Copón que se lleva al altar.

Nota litúrgica y pastoral:

La Palabra de Dios se ha de introducir con un brevísimo comentario. Es una bellísima síntesis del Misterio de la Pasión del Señor y de su Muerte Gloriosa. No deben omitirse las lecturas. La lectura de la Pasión (según San Juan) es el centro de la celebración de este día. No debe dejarse jamás la Homilía.

La oración universal:

Hoy es el día en que la oración Universal tiene un carácter especial, es muy distinta a la forma cotidiana. Es la ocasión en la que, como dice el Misal, los fieles al responder ejercen

su oficio sacerdotal, al implorar por la humanidad entera. La forma de la oración es a la vez diaconal y presidencial, el diácono desde el ambón, proclama las intenciones y después de un momento de silencio, el presidente desde la sede, dice la oración. Si no hay un diácono, la primera parte de la Oración puede ser propuesta por una persona bien preparada.

La adoración de Cruz:

Junto con la lectura de la Pasión y de la Oración Universal, la adoración de la Cruz ocupa un lugar culminante. La comunidad cristiana expresa sus sentimientos de contemplación y adoración de la Cruz como principio de la Pascua. Para la presentación de la Cruz, se puede hacer o todo en el presbiterio, sin procesión, o bien con una marcha lenta desde el fondo de la Iglesia, haciendo en ambos casos unas aclamaciones a la Cruz y unos momentos de silencio para la adoración personal de rodillas. Es conveniente que toda la comunidad tenga la posibilidad de acercarse a besar la Cruz, organizando la marcha del modo más adecuado a las posibilidades de la Iglesia. No es recomendable una adoración colectiva, ni el gesto de que todos traigan cruces pequeñas, aunque pareciera necesaria por la cantidad excesiva de feligreses. Es importante que la misma Cruz, grande, hermosa y expresiva, quede para toda la jornada de hoy y mañana, como centro de atención de toda la comunidad. Estos dos días se hace genuflexión ante ella, como los demás días se hace ante el sagrario. Luego de la adoración sería necesario ambientar y realizar con todo afecto la colecta para los Santos Lugares. La dolorosa situación de la Tierra Santa nos obliga en caridad a ser solidarios con la Iglesia Madre que está muy necesitada.


La comunión:

Como indican las rúbricas del Misal, la distribución de la comunión debe tener un carácter de sobriedad, es en silencio, o con un canto muy sobrio, o preferiblemente en oración. No se olvide que una vez concluida ya no debe distribuirse si no es en forma de viático.

El canto sagrado:

Como es un día de silencio y de oración, los cantos deben apropiarse de este espíritu: hoy no se acompaña el canto con ningún instrumento, ni guitarras ni órgano, el canto llano es el más indicado. No olvidemos que en la acción litúrgica no hay canto de entrada. Antes de la lectura del evangelio se puede entonar una estrofa de un canto apropiado: Victoria tú reinarás, Gloria y honor a ti, Tu cruz adoramos Señor. En la Adoración de la Cruz, una vez proclamados o cantados los Improperios, se pueden entonar algunos cantos como Postrado ante la Cruz, Oh Cruz te adoramos, Perdona a tu pueblo e incluso puede recitarse algún himno de los que trae el Misal o la Liturgia de las Horas para estos días como No me mueve mi Dios para quererte, las banderas reales se adelantan, etc…

LOS ACTOS DE PIEDAD La Vía crucis

De antemano ha de precisarse el texto a usarse. No se olvide que no hay Vía Crucis viejo o nuevo. En algunos años se han propuesto otras estaciones inspiradas más en el relato bíblico que en la tradición popular. Debe hacerse con sencillez y ojalá con agilidad. No es necesario prolongarlo con larguísimas meditaciones que, unidas a la hora en que se acostumbra, lo hacen pesado. No olvidemos incluir siempre en cada esta-

ción una motivación para la oración. Pueden alternarse con los cantos tradicionales de las Estaciones, tan bellos y poéticos y cuyo texto no debería cambiarse nunca, algunos cantos sencillos. Dispónganse las Imágenes Sagradas que ilustran este Santo Ejercicio, explicando, como lo trae el Compendio del Catecismo7, el sentido que tienen.

Las Siete Palabras

Han de valorarse por el carácter pedagógico y evangelizador que puede imprimirse a este ejercicio piadoso. Debe tenerse presente encomendarlas a personas bien preparadas, con un único tema, revisar lo que se ha de decir, evitar que sean utilizadas para fines distintos de los que de verdad tienen. Por ello lo más recomendable es que sean predicadas por los Sacerdotes o los Diáconos. Debe evitarse el “vender” las estaciones o las Palabras y alejar de estos ejercicios piadosos toda apariencia de lucro o negrocio. Las vestiduras sagradas son rojas. Donde se tiene costumbre, consérvese la bella tradición de ir apagando siete cirios, cada uno al fin de cada una de las reflexiones. Nada obsta que pueda usarse el incienso al inicio y al final. Es costumbre dar un sentido al Descendimiento de la imagen del Señor. Que este gesto se haga con piedad y resaltando su relación con la gloria de la Resurrección que la Iglesia aguarda con fe. Como dato práctico, para evitar el deterioro de las imágenes sagradas, evítese la “unción”. Los perfumes a base de alcohol las deterioran.

La Procesión del Santo Sepulcro

Hágase, donde se tiene, con piedad, 7 Benedicto XVI, Introducción al Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica. 2006.

solemnidad y con una catequesis oportuna. Que sea ocasión de oración. Reiteramos la prohibición de usar ornamentos negros, pues no se trata de un rito exequial. Es verdaderamente absurdo y se opone a la verdad del hecho, llevar la imagen del Señor en un Coche fúnebre o Carroza, ya suficientemente prohibida desde hace mucho tiempo, y mucho menos anunciar el momento con carteles como si se tratara de un difunto.

COMENTARIOS: Comentario inicial (para hacerse mucho antes de comenzar la celebración, cuyo inicio es en total SILENCIO, SIN CANTO Y SIN LECTURAS): Hermanos: en la celebración litúrgica de este día, único en todo el año en que la Iglesia no celebra la Eucaristía, nos reunimos para acompañar el padecimiento y la muerte de Nuestro Señor Jesucristo, muestra fehaciente del amor y la bondad que solo de Dios pueden provenir, y que nos alienta a amarle de la misma manera como Él nos ha amado dando su vida por todos nosotros, para que de la misma manera le ofrezcamos nosotros la vida a Él. El silencio que viviremos y el gesto de la postración de los ministros nos invita a adorar el acontecimiento salvador y sobrecogedor de un Dios que da la vida para salvarnos.

Comentario a las lecturas:

Las lecturas de esta celebración nos narran el padecimiento del siervo fiel de Dios, que descubriéndose en la cruz se entrega sin medida a la muerte, sufriendo el dolor del desprecio de los hombres al amor divino. Con fe y espíritu devoto sigamos esta historia de amor.

Comentario a la oración universal:

A quien nos ama tanto que no ha dudado en entregarnos la vida de su propio Hijo, le dirigimos nuestras sú-

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plicas, seguros de que no nos negará nada de todo aquello que necesitamos. Es en este momento donde la Iglesia entera se une en una misma súplica que eleva al Padre celestial confiada en su infinita misericordia.

Comentario a la adoración de la Santa Cruz:

Sólo el gran amor de Dios pudo convertir un instrumento de odio y de dolor, en su arma para salvar a la humanidad. Con la adoración al madero santo, reconocemos la gracia de Dios que por este instrumento nos salvó. Acercarse a ella es captar el misterio del amor de Dios con toda intensidad. En ella Cristo reina sereno y compasivo, en ella renovamos la fe y la esperanza.

Comentario final:

A partir de este momento comienza la Iglesia una espera silenciosa en la que confiada en el consuelo del Padre aguarda la resurrección gloriosa de Cristo. Confiemos pues hermanos en que el dolor que hoy experimentamos por la muerte de nuestro Señor, se ha de transformar en alegría al ver el esplendor de la luz que derrota a la oscuridad.

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Para meditar:

“La realeza de Jesús será afirmada incluso en su cruz: “Jesús el Nazareno, el Rey de los Judíos”. Este texto, redactado en tres lenguas, es ya la proclamación de un hecho que transforma la historia del mundo. Y aquí volvemos a encontrarnos con el tema de la elevación, de la crucifixión que es triunfo, al mismo tiempo. La Hora de la muerte es también la Hora del triunfo… En la oración universal descubrimos cómo la Iglesia, en el momento en que celebra la culminación de la historia de la salvación, no se desinteresa de nadie; por el contrario, quiere integrar en lo que ella celebra con emoción en este día, todas las realidades espirituales y humanas, todas las situaciones de los hombres, todas sus inquietudes y todas las divergencias de opinión dentro de la rectitud… La cruz es elevada de manera ostensible para ser mostrada al mundo, que ante este Cristo crucificado, tiene que hacer una opción. Al mismo tiempo, esta elevación y la adoración que la sigue son la afirmación de la victoria definitiva de Cristo sobre las potencias perversas del mundo. Cristo es

“elevado”, y esa elevación significa que a los hombres dispersos se les reúne de nuevo. Es la manifestación del acto más esencial que puede existir de la historia de la salvación del mundo. Los fieles, después de responder cantando “Venid a adorarlo”, se arrodillan. El rito quiere significar un verdadero triunfo. Anteriormente hemos rememorado el aspecto glorioso de la muerte del Señor; en el relato de la visión apocalíptica de Juan, al cordero inmolado en la cruz lo vemos triunfar al mismo tiempo. En realidad, nada tiene ya que mostrar al mundo el cristianismo; pues la cruz del triunfo le da todo su significado, el signo de la cruz que le distingue y que les parece locura a los mundanos… La Iglesia muestra la cruz y nosotros la adoramos. Es difícil no pensar aquí en esta observación de san Juan, que por otra parte cita al profeta Zacarías: “Mirarán al que atravesaron” (Jn. 19, 37).” A. Nocent, El año litúrgico, celebrar a Jescuristo.


SÁBADO SANTO Y DOMINGO DE PASCUA “¡Qué noche tan dichosa en que se une el cielo con la tierra, lo humano con lo divino! Te rogamos, Señor, que este cirio, consagrado a tu nombre, para destruir la oscuridad de esta noche, arda sin apagarse y, aceptado como perfume, se asocie a las lumbreras del cielo. Que el lucero matinal lo encuentre ardiendo, ese lucero que no conoce ocaso Jesucristo, tu Hijo, que, volviendo del abismo, brilla sereno para el linaje humano, y vive y reina por los siglos de los siglos. Amen.” Pregón pascual

NOTA HISTÓRICA: • La Vigilia pascual fue llamada por los Padres Mater omnium vigiliarum (S. Agustín Serm. 219) • Tertuliano (De Ieiunio 2, 14) e Hipólito (Traditio 33) dan noticias de un ayuno preparatorio a la noche pascual en la espera de la resurrección. El primer documento que detalla una Vigilia pascual es la Didascalia apostolorum (s. III), después la Traditio en el ámbito de la Iniciación cristiana y los sacramentarios, con un esquema que permanece casi inalterado: vigilia de lecturas, liturgia bautismal-iniciática, celebración eucarística. • En el medioevo aparecen, provenientes de los usos civiles, la bendición del fuego y el canto del lumen Christi. Todos estos ritos (agua - luz) atienden a los efectos de la redención: mímesis de la creación. • El Exsultet aparece al final del s. IV y sólo tardíamente en la liturgia romana en el s. XI (Ordo XXIII), tal vez por la acusación de ser un “canto frívolo”, hecha por San Jerónimo (Carta a Presidio – 384). • Hasta la época del papa Siricio (384-399), Roma no conoce otra celebración eucarística sino aquella que cerraba la Vigilia. En el siglo V viene introducida otra misa al alba. En el Africa cristiana de San Agustín se celebraba una misa la mañana de Pascua. • El sacramentario Gelasiano nos da el texto de una misa Dominicum Paschae(n. 463-467), que fue desarrollándose hasta convertirse casi en el vértice del año litúrgico, con elementos como el canto del Gloria, la antífona Iam Christus Domi-

nus resurrexit, la bendición de los corderos pascuales, la secuencia Victimae paschali laudes (introducida en el siglo XI), haciendo así del día de Pascua la festivitatum festivitas, como la llama San Gregorio Nacianceno (Or. 42, PG 36, 624). • Inspirándose en el uso hebreo, la Iglesia ha siempre considerado la semana pascual como un único día de fiesta, dedicado sobre todo a la mistagogia de los nuevos cristianos bautizados en la Vigilia.

Nota Litúrgica - Pastoral: Esta es la Gran Fiesta de la familia creyente, de toda la comunidad Parroquial unida en la misma fe y en la misma festiva celebración de la Resurrección del Señor. Y es en la misma Catequesis del año pasado en la que el Papa emérito Benedicto XVI nos ilustra para esta solemnidad: “Este Sábado de silencio, de meditación, de perdón, de reconciliación, desemboca en la Vigilia pascual, que introduce el domingo más importante de la historia, el domingo de la Pascua de Cristo. La Iglesia vela junto al fuego nuevo bendecido y medita en la gran promesa, contenida en el Antiguo y en el Nuevo Testamento, de la liberación definitiva de la antigua esclavitud del pecado y de la muerte. En la oscuridad de la noche, con el fuego nuevo se enciende el cirio pascual, símbolo de Cristo que resucita glorioso. Cristo, luz de la humanidad, disipa las tinieblas del corazón y del espíritu e ilumina a todo hombre que

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viene al mundo. Junto al cirio pascual resuena en la Iglesia el gran anuncio pascual: Cristo ha resucitado verdaderamente, la muerte ya no tiene poder sobre él. Con su muerte, ha derrotado el mal para siempre y ha donado a todos los hombres la vida misma de Dios. Según una antigua tradición, durante la Vigilia pascual, los catecúmenos reciben el bautismo para poner de relieve la participación de los cristianos en el misterio de la muerte y de la resurrección de Cristo. Desde la esplendorosa noche de Pascua, la alegría, la luz y la paz de Cristo se difunden en la vida de los fieles de toda comunidad cristiana y llegan a todos los puntos del espacio y del tiempo”. Sería bueno que durante la Cuaresma se fuera aludiendo a los contenidos sacramentales de la Vigilia, (Bautismo, Confirmación, Eucaristía), a su visión de la Historia de la Salvación, al gozoso anuncio de la Pascua del Señor y a nuestra participación en ella. “Según una antiquísima tradición, ésta es una noche de vela en honor del Señor (Ex 12,42). Los fieles, tal como lo recomienda el evangelio (Lc 12,35-36), deben asemejarse a los criados que, con las lámparas encendidas en sus manos, esperan el retorno de su Señor, para que cuando llegue les encuentre en vela y los invite a sentarse a su mesa”8

VIGILIA PASCUAL Y COMUNIÓN PASCUAL La Vigilia pascual es el corazón del año litúrgico. En ella, la celebración de la Eucaristía es el «punto culminante, porque es el sacramento pascual por excelencia, memorial del sacrificio de la cruz, presencia de Cristo resucitado, consumación de la iniciación cristiana y pregustación de la Pascua eterna» (Carta fiestas pascuales, 90). 8 Cfr. Misal Romano.

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Al recomendar no celebrar de prisa la liturgia eucarística durante la Vigilia pascual, sino tener cuidado de que todos los ritos y palabras alcancen la máxima fuerza de expresión, especialmente la comunión eucarística, momento de plena participación en el misterio celebrado en esta noche santa, es de desear —remitiendo a los ordinarios de los diferentes lugares la estimación de la oportunidad y las circunstancias, en el pleno respeto de las normas litúrgicas: cf. Redemptionis Sacramentum, n. 100-107— que se alcance la plenitud del signo eucarístico recibiendo en la Vigilia pascual la comunión bajo las especies del pan y del vino (cf. Carta fiestas pascuales, 91 y 92). Durante el tiempo pascual, los pastores recuerden el significado del precepto de la Iglesia de recibir la Santa Comunión en este período (cf. CDC, 920), procurando que tal precepto no se perciba de modo minimalista, sino como el punto firme e imprescindible de una participación eucarística que atañe a toda la vida y se expresa regularmente al menos todos los domingos.9

Sugerencias para la celebración

La Noche pascual, es noche de vela para la comunidad cristiana, hay razones claras para que la celebración no se inicie antes de que haya comenzado de la noche: • La autenticidad: Los textos insisten en hablar de “la noche”, precisamente en esta celebración que es la “madre de todas las vigilias”. • La pedagogía del signo: De todos los signos que se emplean (la luz, el cirio, el agua...) el primero es el más simbólico: la oscuridad de la noche; la Pascua es el paso de la oscuridad a la luz, de la muerte a la vida, del pecado a la vida nueva. 9 Congregación del Culto Divino. Sugerencias y Propuestas para el año de la Eucaristía 9.

Es una celebración de la Unidad Parroquial, por lo que ha de congregarse toda la comunidad de comunidades que es la Parroquia, en una celebración alegre y bien preparada.

RITMO DE LA CELEBRACIÓN Hay que tener en cuenta que la Vigilia tiene dos partes centrales, que son: la liturgia de la Palabra (esta noche abundante) y la liturgia sacramental (Eucaristía y sacramentos de iniciación si los hay); el esquema de la celebración el Misal lo presenta de la siguiente manera: • Solemne inicio: el Lucernario, con el Pregón. • Liturgia de la Palabra. • Liturgia bautismal. • Liturgia eucarística. Es decir, la sucesión de los grandes signos de esta noche: Luz, Palabra, Agua Bautismal, Pan y vino eucarístico, una sucesión in crescendo, que debe quedar dinámicamente orientada hacia el punto culminante de la Eucaristía como memorial de la Pascua del Señor.

LO QUE HAY QUE PREPARAR • Los Ornamentos más bellos y solemnes. • La Iglesia se decora lo más festivamente posible. • Flores nuevas, no sobras del monumento. • Luces que se encienden en el Gloria. • El altar ya ha de estar vestido de fiesta, junto a él las flores y los candeleros para las luces (sería muy bueno recordar que ojalá no se pongan sobre el altar mismo, sino cerca de él, para destacar el signo de la mesa sobre la que se ofrece el Sacrificio Eucarístico). •


• El sagrario vacío y abierto y listo para guardar allí la reserva que ha de ser nueva. • El texto completo del Pregón Pascual que es un Pregón, no una canción más (no olvidar el signo de los instrumentos musicales que sólo entran en el canto del Gloria, por lo que el Pregón no debería estar acompañado por ningún instrumento, o al menos que si no hay más remedio que usarlo, éste sólo sirva de discreto sustento de la voz y sólo lo perciba el cantor).

Para los sacramentos de Iniciación y la Misa:

• Incensario, Naveta. • El Leccionario y las lecturas bien determinadas. • Coincidiendo con las lecturas, se toman las oraciones del Misal. • Se debe tener lista la iluminación festiva del altar para el canto del Gloria. • La fuente Bautismal se debe adornar este día. • Allí se dispone también el Acetre y el hisopo para la aspersión y un cirio pequeño que se introduce en el agua cuando no puede hacerse este gesto con el cirio Pascual. • Ritual y todo lo necesario para la celebración del Bautismo (y si es el caso la Confirmación) • Las ofrendas de Pan y Vino. • El sagrario bien dispuesto para recibir la Reserva al final de la misa.

El Cirio ha de ser nuevo cada año, elegante y a ser posible adquirido en forma comunitaria, con lo que resultará más significativa la expresión del Pregón: “acepta, Padre Santo, este sacrificio de alabanza que la santa Iglesia te ofrece por medio de sus ministros en la solemne ofrenda de este cirio”10. Debe ser un Cirio grande, bien adornado, como signo de Cristo, con la signación adecuada según el misal y los granos de incienso.

10 Cfr. Pregón Pascual.

El Pregón pascual:

El Pregón junto con el Cirio, constituyen el rito de entrada. El contenido del Pregón podría resumirse así: • Invitatorio: Alegría de la fiesta y motivo de esta alegría (Victoria de Cristo). • Síntesis de la Historia de Salvación pascual: La Pascua profetizada en el A. T. Y realizada en el N. T. • Himno de la Noche Santa: En la que Cristo resucita, Israel es liberado, la Iglesia santificada y los fieles llenos de dones. • Proyección al futuro, Pascua y Parusía. Para que este Pregón sea en verdad una introducción emotiva y dinámica de la Vigilia, lo más conveniente es que sea cantado. No hace falta que sea el presidente, o un ministro ordenado el que lo cante, pero si hace falta que el cantor, además de ensayarlo bien, sienta de veras su contenido. La melodía gregoriana que no es la única, es la más elocuente porque permite captar el sentido pleno del texto. Hay ya nuevas melodías, llenas de belleza y de gozo, sobre todo las que resaltan la participación del Pueblo de Dios.

La Liturgia de la Palabra Esta noche la comunidad cristiana se detiene más de lo ordinario en la proclamación de la Palabra. En esa noche, tanto el A. T. como el N. T, es decir, toda la Biblia, hablan de Cristo e iluminan la Historia de la Salvación y el sentido de los sacramentos pascuales, hay un diálogo entre Dios que habla (lecturas) y el Pueblo que responde (Salmos y oraciones). Las lecturas de la Vigilia tienen una coherencia y un ritmo entre ellas. La mejor clave es la que dio el mismo Cristo: “todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí, tenía

que cumplirse”, “y comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó (a los discípulos de Emaús) lo que se refería a él en toda la Escritura”.11 La homilía final debe ayudar a todos a captar el sentido de la noche en su totalidad, que va desde la creación hasta la Resurrección. También debe resaltar la unidad que forma el Triduo Pascual, la resurrección del Señor se entiende desde la celebración del Viernes, son su Muerte en Cruz, y tiene su prolongación en nuestro Bautismo y en la Eucaristía. Una homilía que sea más entusiasta, contemplativa y kerigmática que recuerde a la comunidad creyente que nuestra fe se apoya en el anuncio gozoso de la Resurrección del Señor.

La Liturgia Bautismal: La noche de Pascua es el momento más indicado para los sacramentos de iniciación cristiana. Después de un camino catecumenal, personal si es el caso de adultos, y de familia si es el caso de niños. El signo de la inmersión, quiere ser la expresión sacramental de cómo una persona se incorpora a Cristo en su paso de la muerte a la vida. Como dice el Misal, si se trata de adultos, esta noche tiene pleno sentido que luego del Bautismo se celebre la Confirmación, para quedar plenamente integrados a la comunidad eucarística, haciendo visible de esta manera la unidad de los sacramentos de iniciación. La liturgia bautismal y de la confirmación debe celebrarse como lo prevé el ritual de los Sacramentos. No olvidar que el Bautismo de los Adultos sólo lo administra el Presbítero, previa delegación del Vicario General, pues incluye el Sacramento de la Confirmación. 11 Cfr. El pasaje de los discípulos de Emaús, Lucas 25.

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Seguidamente la renovación de las promesas bautismales, luego la aspersión a toda la asamblea, signo que se extenderá a toda la cincuentena pascual. La oración Universal está situada después del Bautismo o de su recuerdo.

La Eucaristía: La celebración eucarística es la culminación de toda la Noche Pascual. Es la Eucaristía central de todo el año, más importante que la Navidad o la del Jueves Santo. Cristo el Señor ha resucitado, y nos hace partícipes de su Carne y de su Sangre, como memorial de su Pascua. • En el ofertorio, si hay neófitos adultos, deberían llevar los dones. • El sacerdote debería gastar aquí su mejor voz para cantar el prefacio pascual. • Se puede escoger el Canon Romano, en razón de las glosas que tiene para esta noche. Es conveniente que la comunión sea bajo las dos especies. • La despedida cantada con el doble aleluya, debe terminar con un tono de festividad; y recordar las palabras finales: que esta noche empieza una fiesta que dura cincuenta días. • Sería bueno que la celebración terminara en un lugar adjunto al templo, con un ágape que dé ocasión a la convivencia entre los participantes. En el Domingo de Pascua, proyección festiva y gozosa de esta fiesta, no puede faltar una bella ejecución de la Secuencia Victimæ Paschali, cantada también en nuestra lengua. En la tarde la memoria de los peregrinos de Emaús no puede faltar de algún modo en la Eucaristía Vespertina en la que, si es posible participarán los recién bautizados

Los actos de Piedad Solo tenemos entre nosotros el “encuentro de la Madre del Señor con el Resucitado” que está perfectamente autorizado y recomendado en el Directorio de Liturgia y piedad popular: “La piedad popular ha intuido que la asociación del Hijo con la Madre es permanente: en la hora del dolor y de la muerte, en la hora de la alegría y de la Resurrección. La afirmación litúrgica de que Dios ha colmado de alegría a la Virgen en la Resurrección del Hijo, ha sido, por decirlo de algún modo, traducida y representada por la piedad popular en el Encuentro de la Madre con el Hijo resucitado: la mañana de Pascua dos procesiones, una con la imagen de la Madre dolorosa, otra con la de Cristo resucitado, se encuentran para significar que la Virgen fue la primera que participó, y plenamente, del misterio de la Resurrección del Hijo”12. Ojalá que se pudiera hacer en la Procesión Pascua y que esta Procesión pudiera realizarse después de la Vigilia Pascual, portando el Cirio pascual.

El Canto Sagrado:

Ha de ser especialmente alegre y solemne, ojalá todos los textos cantables de la celebración pudiesen ser ejecutados con especial maestría, para recalcar el gozo de esta noche santísima y del Día de Pascua. El Pregón, los salmos, El Gloria, el gran Aleluya, los cantos Bautismales, el Ofertorio, todo lleno de un ambiente festivo, emotivo, de verdadera celebración. Posibles cantos: Resucitó, aleluya pascual, Luz que vence a la sombra, Hoy el Señor resucitó, Porque Cristo nuestro hermano, Andando por el camino, Hoy el Señor resucitó. Que nuestras fiestas Pascuales, revitalizando nuestra vida, puedan ser 12 Congregación para el Culto Divino 2002. Directorio SOBRE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA 149

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vividas con fe, con piedad y como expresión de nuestra realidad de comprometidos con el anuncio de la esperanza y de la paz.

Y para concluir:

• ¿Ya pedimos las necesarias luces en la oración, para celebrar estos días con alegría y esperanza, • ¿Ya tenemos preparada una expresión de gratitud para cuantos nos han ayudado? • ¿Ya tenemos lista una notica de gratitud para las Autoridades Civiles, de Policía, de asistencia social, que nos han colaborado? • ¿Ya hemos pensado en los que nadie piensa en estos días: Trabajadoras de las Casas Curales, Secretarias, empleadas del Aseo, trabajadores, para ofrecerles una palabra de gratitud y de estímulo? • ¿Ya hemos dispuesto un estímulo sencillo, cordial, fraterno para quienes se han entregado con generosidad en estos días: Sacerdotes, Diáconos, Seminaristas, Religiosos, Cantores, Sacristanes…? • ¿Ya pensamos en un momento para evaluar las Fiestas Pascuales?

COMENTARIOS: VIGILIA PASCUAL Bendición del fuego Siguiendo el mandato del Señor (Lc. 12, 35), llevando en nuestras manos las lámparas, debemos asemejarnos a los siervos que aguardan vigilantes el retorno de su Señor, para que a su regreso, nos encuentre en vela y nos haga sentar a su mesa. Es la bendición del fuego, la que invita a todos los hijos de Dios dispersos a congregarse en su Iglesia y reconocer a Cristo como Luz y misionero por excelencia del Padre. ¡Pascua sagrada, victoria de la cruz! ¡Pascua sagrada, eterna novedad!


Cristo ha triunfado definitivamente, pues “una vez resucitado de entre los muertos ya no muere más” (1 Cor 15). Es el cirio pascual, que ilumina y precede, el que nos hace seguir a Cristo que sale resplandeciente del sepulcro. Su victoria final transcurre todo el tiempo de la Iglesia, durante el cual los cristianos tienen como tarea fundamental apoderarse de la victoria de Cristo a través de una vivencia de fe, esperanza y amor, alimentada constantemente en la vida sacramental, y testificar al mundo las maravillas que el Señor realiza sobre nosotros. Los granos de incienso sobre el cirio son el símbolo de sus llagas gloriosas; la inscripción temporal significa que Él es el Señor de la historia. Vamos, ¡Caminemos a la luz del Señor!

Liturgia bautismal

Los bienes de la salvación se hacen efectivos en el hombre principalmente con el bautismo. Antiguamente este sacramento era como una marca del que había creído en el Señor Jesús y había cambiado de vida. Por él todo cristiano penetra en la nueva vida y se incorpora a Cristo de una manera viva y total. La iglesia creyente revive hoy la responsabilidad y consecuencia del bautismo y es exigente consigo misma y con los nuevos hijos en que se demuestren esas realidades a los hombres de nuestra época.

• Por los dirigentes de las naciones para que su principal objetivo sea la construcción de tu Reino de Paz y Justicia. • Por todos los habitantes del planeta, para que reciban y acojan la alegría de Cristo resucitado. • Por los que van a recibir esta noche el bautismo y todos aquellos que recibirán algún sacramento en los próximos meses, para que den frutos de santidad y discipulado. • Por los que se alejaron del camino, para que la alegría que experimentaron junto a ti les haga retornar a la casa del Padre. • Por los desamparados y los que viven en la necesidad, para que encuentren en nosotros una mano que les atienda y una sonrisa que les conforte. • Por los que celebramos la alegría de la resurrección, para que nuestra vida refleje lo que hoy hemos visto.

Presidente:

Señor, que la visión del sepulcro vacío remueva nuestro interior y lo dirija hacia la alegría de la resurrección. Y que esta alegría inunde cada uno de los días de nuestra vida. Por Jesucristo Nuestro Señor

Oración de los fieles

R. Amén.

Presidente:

Acción de gracias

R./ ¡Danos Señor, tu alegría!

Gracias Señor Jesucristo, que con tu resurrección renovaste la creación y el hombre, gracias por tu espíritu de amor en nosotros que nos hace amar como tú nos amaste y, ser así, testigos de la vida nueva que por el bautismo hiciste brotar en nuestros corazones.

Esta noche, hemos contemplado su victoria. El alma antes entristecida se nos rebosa de la alegría de la resurrección. Pedimos a Dios Padre que esa alegría, la verdadera Alegría, nos acompañe siempre. Respondemos diciendo:

• Por el Papa, obispos y sacerdotes para que sigan siendo constantes en la alegría de la predicación de Cristo resucitado.

DOMINGO DE PASCUA Comentario inicial «Este es el día en que actúo el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo». Así lo proclamaremos en el salmo, porque con su muerte y resurrección el Señor nos ha revelado en plenitud el Amor que nos salva (Cf. PF, 6). En el Año de la fe hagamos de esta celebración el momento más propicio para renovar y profesar nuestra fe, recordando que, por el Bautismo fuimos insertados en el Misterio Pascual del Señor. Desbordantes de gozo participemos en esta Misa y proclamemos juntos el triunfo de la Vida.

Comentario a las lecturas

La Sagrada Escritura en este día nos mueve a acoger con fe y alegría el don de la resurrección del Señor. Nos introduce, así mismo, en las consecuencias del Misterio Pascual en nosotros: novedad de vida, verdadera conversión y liberación de la esclavitud del pecado. Acojamos de corazón la Palabra.

Oración de los fieles Presidente:

El gozo de la resurrección nos impulse a orar confiadamente al Padre por las necesidades de la Iglesia y del mundo. Digamos: R. En ti creemos Señor, escúchanos. • Por el Papa y los obispos, los sacerdotes y los religiosos, para que sigan anunciando con valentía y alegría el Misterio Pascual de Cristo en todos los momentos y situaciones, roguemos al Señor. • Por los gobernantes de las naciones y los servidores públicos, para que, impulsados por el recto deseo del bien común para todos,

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consagren sus esfuerzos a iniciativas que promuevan la dignidad de toda persona, la libertad y la justicia, roguemos al Señor. • Por los que sufren, los que están tristes, los enfermos, los que viven en soledad, los que experimentan pobreza, para que la resurrección del Señor los llene de esperanza y el testimonio coherente de nuestra fe les manifieste el amor de Dios, roguemos al Señor. • Por todos nosotros, para que demos testimonio de la resurrección de Jesucristo y vivamos la novedad que nos ha traído, y así podamos llevar a muchos hermanos al encuentro con Él, roguemos al Señor.

Presidente:

Escucha, Padre santo, cuanto te hemos pedido con fe en el día de la resurrección de tu Hijo, y concédenos aquello que nos ayude a vivir en plenitud el Misterio Pascual. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.

Para meditar:

“¡Qué conmoción sacudiría al mundo si leyéramos un día en la prensa: «se ha descubierto una planta medicinal contra la muerte»! Desde que la humanidad existe, se ha estado buscando tal planta. Ella espera una medicina contra la muerte, pero, al mismo tiempo, teme a esa planta. Sólo el hecho de que en una parte del mundo la esperanza de vida se haya elevado de 30 a 70 años ha creado ya problemas casi insolubles. La iglesia nos anuncia hoy con triunfal alegría: esa planta medicinal contra la muerte se ha encontrado ya. Existe una medicina contra la muerte y ha producido hoy su efecto: Jesús ha resucitado y no volverá ya a morir. Lo que es posible una vez, es fundamentalmente posible y así esta medicina vale para todos nosotros. Todos noso-

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tros podemos hacernos cristianos con Cristo e inmortales. ¿Pero cómo? Esto debería ser nuestra pregunta más viva. Para encontrar la respuesta, debemos sobre todo preguntar: ¿cómo es que resucitó? Pero, sobre eso, se nos da una simple información que se nos confía a todos: él resucitó porque era no sólo un hombre, sino también hijo de Dios. Pero era también un hombre real y lo fue por nosotros. Y así sigue, por su propio peso, la próxima pregunta: ¿cómo aparece este «ser-hombre» que une con Dios y que debe ser el camino para todos nosotros? Y parece claro que Jesús vive toda su vida en contacto con Dios. La Biblia nos informa de sus noches pasadas en oración. Siempre queda claro esto: él se dirige al Padre. Las palabras del Crucificado no se nos refieren en los cuatro evangelios de un modo unitario, pero todos coinciden en afirmar que él murió orando. Todo su destino se halla establecido en Dios y se traduce así en la vida humana. Y siendo así las cosas, él respira la atmósfera de Dios: el amor. Y por ello es inmortal y se halla por encima de la muerte. Y ya tenemos las primeras aplicaciones a nosotros: nuestro pensar, sentir, hablar, el unir nuestra acción con la idea de Dios, el buscar la realidad de su amor, éste es el camino para entrar en el espacio de la inmortalidad. Pero queda todavía otra pregunta. Jesús no era inmortal en el sentido en el que los hombres deseaban serlo desde tiempos inmemoriales, cuando buscaban la planta contra la muerte. Él murió. Su inmortalidad tiene la forma de la resurrección de la muerte, que tuvo lugar primero. ¿Qué es lo que debe significar esto? El amor es siempre un hecho de muerte: en el matrimonio, en la familia, en la vida común de cada día. A partir de

ahí, se explica el poder del egoísmo: él es una huida comprensible del misterio de la muerte, que se halla en el amor. Pero, al mismo tiempo, advertimos que sólo esa muerte que está en el amor hace fructificar; el egoísmo, que trata de evitar esa muerte, ese es el que precisamente empobrece y vacía a los hombres. Solamente el grano de trigo que muere fructifica. El egoísmo destruye el mundo; él es la verdadera puerta de entrada de la muerte, su poderoso estímulo. En cambio, el Crucificado es la puerta de la vida. Él es el más fuerte que ata al fuerte. La muerte, el poder más fuerte del mundo, es, sin embargo, el penúltimo poder, porque en el Hijo de Dios el amor se ha mostrado como más fuerte. La victoria radica en el Hijo y cuanto más vivamos como él, tanto más penetrará en este mundo la imagen de aquel poder que cura y salva y que, a través de la muerte, desemboca en la victoria final: el amor crucificado de Jesucristo.” J. Ratzinger, El rostro de Dios.

BIBLIOGRAFÍA BERGAMINI A.,Triduo pascual, en Nuevo Diccionario de Liturgia, ed. Sartore D. – Triacca A. – Cibien C., San Pablo, Milán 2001, 2028-2037. NOCENT A.,il Triduo pasquale e la Settimana Santa, in Anámnesis, vol. 6, L’anno liturgico, Marietti, Genova 32002, 93-115. ORDÓÑEZ J.,Teología y espiritualidad del Año litúrgico, BAC, Madrid 1978, 274-324. SCHMIDT A.,Hebdomada Sancta, vol. 1, fontes historici – commentarius historicus, Herder, Roma 1957. U.I.O.G.D.


VIACRUCIS Por: Diego Alberto Uribe Castrillón, Pbro.*

En el Año de la Fe

“…así asombrará a muchos pueblos, ante él los reyes cerrarán la boca al ver algo inenarrable” Isaías, 52,15.

Vía Crucis es camino. Camino de pasión, camino apasionado recorrido con Jesús. Nos conmueve porque lee en el dolor de Jesús el dolor del mundo, las caídas, los clavos, el despojo, la muerte, el silencio, la esperanza de quienes compartimos con el Mártir Divino un camino que sigue cruzando el mundo, un camino que sigue conduciendo hacia la esperanza luminosa que empieza a resplandecer cuando la aurora de la Resurrección besa la losa que cubre el Santo Sepulcro.

En esta año, en el que la Iglesia nos pide afirmar nuestra Fe, proponemos el CREDO DE LOS APÓSTOLES, que nos formula la esencia de nuestra esperanza en catorce brevísimas y profundas frases que hemos pensado que coinciden con los pasos de este camino de Jesús.Estas estaciones jalonan el recorrido doliente del Cordero Inocente que veremos al final con el “pecho del amor muy lastimado”, como dijo San Juan de la Cruz.

VÍA CRUCIS es oración, oración caminante de caminantes. A la vera del camino nos espera Jesús. En cada estación un verso de la Beata Laura1 nos canta también la fe en la cercana aurora de su canonización. Caminemos con Jesús que comparte amorosamente nuestros pasos y nos enseña muriendo a vivir. Amén. *

Presbítero de la Arquidiócesis de Medellín. Licenciado en Teología Fundamental de la Univeridad Gregoriana de Roma. Actualmente es Profesor de Dogmática en la Facultad de Teología de la UPB - Medellín. 1 Citaremos siempre un verso de los que la Beata Laura Montoya puso en su Via Crucis del Manual de Oraciones de la Congregación de Misioneras Hijas de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena, Lauritas

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Primera Estación

Jesús es condenado a muerte CREO EN DIOS, PADRE TODOPODEROSO. Dijo Jesús: no tendrías ninguna autoridad sobre mí si no te la hubieran dado de lo alto”. Juan 19,11.

Reflexión Decimos que Dios tiene el poder, lo llamamos omnipotente, sin embargo el hombre se ha ingeniado otros poderes, otras glorias, todas pasajeras. Jesús, el manso, el humilde, es presentado ante el poder humano de su tiempo. Los Evangelios nos cuentan el encuentro entre Jesús y Pilatos que fue diálogo, enseñanza, confrontación y conversación de dos modos de poder: el Poder del hombre con el Poder del Amor. En esta estación se nos anuncia el Reinado de la humildad en el que está el verdadero poder, el poder que viene de lo alto y que contrasta con el

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del mundo. Jesús se somete a lo pasajero, a lo caduco, cuando al cumplir la voluntad del Padre se somete a la injusta condena de los hombres para poder llevar a la gloria a cuantos se habían sometido al pecado, a la muerte.

Creo, Señor, creemos, Señor,

creemos en la gloria humilde del poder del amor, creemos que eres el Hijo amado del Padre todopoderoso que inclinas el cuello a la sentencia, para que la clemencia nos pueda llegar de Dios.

La Beata Laura Montoya, llena de fe, canta:

Escucha alma apostólica la bárbara sentencia, que lanza a la Inocencia el ciego pecador, y pídele a tu Esposo los mansos ojos vuelva, a los que allá en la selva esperan redención.


Segunda Estación La Cruz

…CREADOR DEL CIELO Y DE LA TIERRA.

“Cuando sea levantado en alto, atraeré a todos hacia mí” Juan. 8,27

Santa Rosa, la limeña, solía decir que no existe otra escala para subir al cielo que la cruz. Esta cruz que desde ahora aparecerá en cada una de las estaciones del camino de Jesús, une de modo admirable el cielo y la tierra. Por ello aquí en esta estación Jesús la abraza, como se abraza a quien se ama. También nosotros hemos de abrazar la cruz como se abrazaría el náufrago a la tabla que le asegura su supervivencia, porque de suplicio pasó a ser trono, porque de tormento se torna en descanso, porque une las

orillas que el pecado había separado con su torrente de desesperación y de muerte. La cruz es el “árbol hermoso” brotado en el centro de este paraíso que llamamos mundo para ofrecer la dulzura de un fruto que apague la amargura del fruto amargo de la soberbia que mordimos con avidez pero que nos envenenó el corazón.

Creo, Señor, creemos Señor, creemos que todo lo hiciste para

nuestro bien, creemos que entre el cielo y la tierra una escala prodigiosa,

la cruz, se ha vuelto puente para que pase la misericordia que salva. La Beata Laura Montoya, llena de fe, canta:

Por qué con tanto celo abrazas ese leño, si en él mi dulce Dueño, tu vida vas a dar? Ah! Sí, ya te comprendo, por eso en el madero, vivir también yo quiero contigo hasta expirar. EDICIÓN ESPECIAL / SEMANA SANTA 85

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Tercera Estación La primera caída

CREO EN JESUCRISTO SU ÚNICO HIJO NUESTRO SEÑOR “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera». Mateo 11, 28-30

El que yace en tierra, el que se dobla bajo el peso de la cruz es el Hijo amado de Dios, es el Verbo encarnado (Cfr. Juan 1, 14), es el que nos revela en toda su grandeza el amor generoso del Padre, la bondad de Dios, la misericordia. El Señor Caído es tan elocuente. Evoca la humildad de quien acepta generosamente la experiencia de caminar con la humanidad, incluso bajar hasta el extremo de las caídas de todos, para poder ofrecernos su solidaria bondad y su mano amiga que levanta, que enaltece, que hace estre-

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mecer el corazón del hombre con una voz de aliento y de esperanza.

La Beata Laura Montoya, llena de fe, canta:

Creo, Señor, creemos Señor, en el misterio sublime que hace que el Hijo único de Dios nos llame hermanos, que el eterno comparta nuestra temporalidad, que el Señor de la luz acepte servir de lucero para dar claridad a las sombras que se ciernen sobre la humanidad. Amén.

Postrada yace en tierra la suma fortaleza, que ha tanto la fiereza llegó del pecador. Jesús, por tu caída alienta nuestro celo, que nunca por el suelo se arrastre nuestro amor.


Cuarta Estación

Jesús encuentra a su Madre

FUE CONCEBIDO POR OBRA Y GRACIA DEL ESPÍRITU SANTO. NACIÓ DE SANTA MARÍA VIRGEN. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio. Juan 19, 26b-27.

Los caminos del mundo son ásperos, pero de cuando en cuando aparece un refugio, un espacio, una sombra que resguarda, una ternura que ablanda el rigor de la vida. Jesús camina hacia su suplicio y, de pronto, como lo asevera la tradición, encuentra la misma mirada que encontró cuando abrió sus ojos en la navidad: halló los ojos de la Madre, los ojos enamorados de una Sierva humilde a quien los siglos llamarán Reina, los brazos siempre dispuestos a levantar al niño que tropieza o a abrazar al hombre que sufre. Es esta la Madre que aquí nos ofrece el

abrazo con el que acogerá a cuantos en la historia nos dejemos llamar a ser discípulos del Maestro que, en su agonía nos regaló el más grande amor de su corazón.

Creo, Señor, creemos, Señor,

en la encarnación del Verbo, en la obra del Espíritu, en la grandeza de Dios que quiso contar con la humilde Nazarena, que la llamó llena de gracia, que la hizo bendita entre todas las mujeres porque bendito fue y será el fruto de su vientre. Amén.

La Beata Laura Montoya, llena de fe, canta:

Que buscan esos ojos entre la chusma impía, que viste vida mía que tiemblas de dolor? Los ojos de María los suyos encontraron y sin hablar, le hablaron con infinito amor

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Quinta Estación

El cireneo ayuda a Jesús a llevar la cruz PADECIÓ BAJO EL PODER DE PONCIO PILATO.

Pasaba uno que volvía del campo, Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo; y lo obligan a llevar la cruz. Marcos 15, 21.

Otra vez el poder humano actuando, mostrando la fuerza de la violencia, el rigor de las acciones que se hace en contra de la voluntad. Por ello esta estación nos hace pensar en otro modo de leer la escena del Cireneo. Dos manos se cruzan sobre la cruz con las de Jesús. Esas cuatro manos son las manos de Jesús unidas para siempre a las manos del hombre. Al fin y al cabo son las manos las que crean maravillas las que también generan solidaridad, amistad, cercanía, compromiso, vida compartida con amor, con generosidad. Jesús padece pero también se

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compadece. Incluso podríamos pensar que en esta estación es el Señor el que nos ayuda a nosotros a llevar la cruz, nos enseña a levantar juntos el peso terrible del dolor y nos permite ver sobre la cruz de nuestras vidas las mismas manos de Dios.

Creo, Señor, creemos, Señor,

en el misterio de la Pasión de Cristo, en aquella presencia que parte la historia humana en dos momentos: antes de que el amor se encarnara y después de que el amor encarnado nos conquistara el cielo. Amén.

La Beata Laura Montoya, llena de fe, canta:

Sus fuerzas se agotaron, la cruz es tan pesada, Su lánguda mirada anuncia ya su fin, más la crueldad deicida forzando al Cireneo, alcanza su deseo de verlo en cruz morir.


Sexta Estación La Verónica

…FUE CRUCIFICADO, MUERTO Y SEPULTADO. Pues el Dios que dijo: «Brille la luz del seno de las tinieblas» ha brillado en nuestros corazones, para que resplandezca el conocimiento de la gloria de Dios reflejada en el rostro de Cristo. Juan 19, 26b-27.

Verónica puede ser una piadosa mujer que se desprende de su velo para enjugar el rostro de Cristo. Puede ser también el velo mismo que, como dice la tradición, guarda para siempre el rostro ensangrentado de Jesús. El velo de la Verónica cubre y descubre, oculta y revela, retrata y graba en el alma la Gloria reflejada en el rostro de Cristo, como nos lo acaba de decir san Pablo. Esta estación es la de los artistas, la de los que han querido mostrarnos el rostro del amado, la de quienes lo siguen buscando en el rostro de cada hombre. Este es el rostro

que se revelará cuando podamos ver ya sin velo, que el rostro pintado, esculpido, cantado, proclamado, es el mismo que guardo Verónica: la santa faz del amor más puro. Creo, Señor, creemos, Señor, en el que fue crucificado, muerto y sepultado. Creemos en la mirada velada por las lágrimas y la sangre del supremo sacrificio, creemos en el que veremos cara a cara cuando lo hayamos visto también en el rostro de nuestros hermanos. Amén.

La Beata Laura Montoya, llena de fe, canta:

El lienzo de Verónica, su rostro ensangrentado, de escupas afeado, piadoso te enjugó. Tu faz desfigurada, Jesús en tantas almas, limpiar enamorada anhelo con ardor.

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Séptima Estación La segunda caída

DESCENDIÓ A LOS INFIERNOS. Él llevó nuestros pecados en su cuerpo hasta el leño, para que, muertos a los pecados, vivamos para la justicia. Con sus heridas fuisteis curados. I Pedro 2, 24.

Nos impresiona saber que Jesús se dobla bajo el peso de la cruzy nos hace pensar en el sumo amor que desciende hasta el desamor. Pero es que el “Señor Caído”, refleja de modo pleno la nobleza de quien se despoja de todo, hasta de la vida misma, para arrancar de las garras del pecado y de la muerte a todas y cada una de las ovejas de su rebaño, de modo que todos tengan la plenitud de la vida, todos encuentren luz para su caminar. También sabemos que las caídas de Jesús son actos de misericordia, son compasión y perdón, son escalas de

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amor por las que desciende hasta la nada el que todo lo puede, para rescatar, para socorrer, para romper las cadenas del odio y de la violencia que inmovilizan al hombre.

Creo, Señor, creemos, Señor,

en ese irremplazable e irrepetible amor que no excluye a los que el mundo margina, que rescata y redime, que levanta y exalta a quien, arrepentido, se sabe amado por el mismo que destruyó con su perdón la honda prisión del pecado y de la muerte. Amén.

La Beata Laura Montoya, llena de fe, canta:

Las fuerzas agotadas, avanza lentamente; tropieza nuevamente su vacilante pie, Levántalo la rabia de sus feroces amos. Haced, Señor, sepamos con mérito caer.


Octava Estación

Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén.

AL TERCER DÍA RESUCITÓ DE ENTRE LOS MUERTOS. El primer día de la semana, de madrugada, las mujeres fueron al sepulcro, llevando los aromas que habían preparado. Lucas 24,1.

Las mismas, siempre las mismas, las fieles, las constantes, las perseverantes, las diligentes, las que nunca fallaron en el seguimiento. Estas son las mujeres de la Biblia, Sara, Raquel, Rut, Judit, Jael, Esther… una serie de elegidas que siempre han sido fieles. La estación de las mujeres es la estación en la que encontramos la esperanza que no cesa en su confiada expectativa, la fe que no se quiebra, la caridad generosa que desde hace tiempo prepara aromas en el alma para ir a buscar al Amado y ofrecerle el perfume de la ternura limpia y desinteresada. Aquí

están las hijas de Jerusalén, las amigas de Galilea.pero su amor sí. Las volveremos a ver buscando al amor que resucita de entre los muertos para llenar de aromas el camino de la vida.

Creo, Señor, creemos, Señor,

que la muerte fue vencida, que en la puerta del Jerusalén o en la puerta del Sepulcro se dan cita la fidelidad y el amor más puro. Creemos que la vida pasa, victoriosa, cuando la Resurrección del Amado transforma el llanto de las matronas doloridas en el canto de victoria de quien sabe esperar.

La Beata Laura, llena de fe, canta:

Si no quieres que lloren de ti compadecidas, si viendo tus heridas por ti no han de llorar, por quien llorar, entonces? «llorad por quienes lloro, por quienes sufro y lloro y se han de condenar»

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Novena Estación La tercera caída.

…SUBIÓ A LOS CIELOS.

«Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas, y yo preparo para vosotros el reino como me lo preparó mi Padre a mí, de modo que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino… Lucas 22, 28-30ª.

Una vez más la caída, pero ahora, por contraste, hacemos elocuencia de la glorificación del Señor. Jesús nos prepara la mesa del reino, nos levanta pero para elevarnos a un estado nuevo, el suyo propio, el de quien ha recorrido la historia dramática de la humanidad mostrándonos el horizonte de esperanza que hará de todos los que creen y viven el Evangelio una comunidad “subida” a la gloria en la que Él nos aguarda. La tercera caída nos vuelve a presentar el rostro doliente del Siervo, de Jesús, que se humilla para exaltarnos, que se abaja para que

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alcancemos el destino de gloria que nos ha reservado. El dolor transformado en gozo, transforme nuestra vida recorrida en medio de tropiezos para que podamos alcanzar un lugar en la mesa del reino.

Creo, Señor, creemos, Señor,

en el misterio de la gloria que nos reservas, en la alegría con la que te levantas desde nuestra nada para transformar nuestras angustias en fiesta, para convertir nuestras lágrimas en canto de alabanza. Amén.

La Beata Laura, llena de fe, canta:

Y…Tú eres el Mesías de todos esperado… y en tierra derribado te oigo sollozar...? Si Tu en el polvo yaces cual mísero desecho… podré dentro del pecho orgullo sustentar?


Décima Estación Jesús es despojado de sus vestiduras.

Y ESTÁ SENTADO A LA DERECHA DE DIOS PADRE, TODOPODEROSO. Los soldados tomaron su vestidura, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Juan 19, 23

Otro contraste se nos propone: la fe nos permite proclamar a Jesús coronado de gloria, y el arte agota sus recursos para imaginar la vestidura del Señor que se sienta a la derecha del Padre. Pero en esta estación Jesús aparece despojado de todo, puesto delante de la humanidad vestido sólo con la túnica de su piel, la que han surcado con violencia en la flagelación. Sin embargo una paz serena le cubre, una bondad sin límites es su gesto. Seguirá el drama del sacrificio en el nuevo Paraíso que es la cima del Gólgota,

allí donde el Nuevo Adán nos vuelve a recordar la inmensa dignidad de la humanidad, la grandeza de quienes fueron hechos a imagen y semejanza de Dios.

Creo, Señor, creemos, Señor,

creemos que desde la diestra del Padre, revestido de la infinita majestad de la gloria, tú sigues recreando al hombre, tú sigues devolviendo a tu criatura la original inocencia en la que nos formaste por amor. Amén.

La Beata Laura, llena de fe, canta:

Desnudo te pusieron…¡ oh burla cruel sangrienta! Porque tan ruin afrenta, porqué, Señor porqué? Ay …yo también desnudo de todo bien terreno, Maestro dulce y bueno anhelo padecer.

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Undécima Estación Jesús es clavado a la cruz.

DESDE ALLÍ VA A VENIR A JUZGAR A VIVOS Y MUERTOS. “ me taladran las manos y los pies, puedo contar mis huesos”. Salmo 22(21) 17b-18ª.

Tres clavos atraviesan pies y manos para sujetar al madero santo al que nos hará libres, para coser a la cruz a quien nos ha de conquistar la libertad. El dolor punzante de la violencia, de la injusticia sigue taladrando el cuerpo de Cristo que es su Iglesia, su familia, la humanidad entera. Dicen quienes saben que este dolor fue inmenso, pero era más grande el amor que sostenía y alentaba al Siervo Doliente. Más que perforar los miembros de una persona, se abren aquí las fuentes de las que brota inagotable, eterno, el

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río de la misericordia, el torrente de la esperanza. Ante estos pies traspasados se postrará la historia, se doblegarán los reinos y las ambiciones, para que nadie olvide que Jesús nos conquistó la vida cosido a un madero.

Creo, Señor, creemos, Señor,

que un día serás nuestro juez, que harás el balance de la historia y que, con el amor más grande llenarás de misericordia a cuantos un día te clavamos a la cruz. Amén.

La Beata Laura, llena de fe, canta:

Clavado con tres clavos en el infame leño, yo fui mi dulce Dueño, yo fui quien te clavó. Mas hoy arrepentido morir contigo quiero, enclava en el madero mi triste corazón.


Decimosegunda Estación Jesús muere en la cruz.

CREO EN EL ESPÍRITU SANTO, LA SANTA IGLESIA CATÓLICA. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: «Está cumplido». E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu. Juan 19,30

Hay dos realidades maravillosas en la muerte de Jesús: inicialmente san Juan nos dice que entregó el Espíritu y luego nos dirán que del costado traspasado salen sangre y agua. Primero el don, el Espíritu, luego los caminos para recibirlo: Iglesia, Eucaristía y Bautismo. San Juan Crisóstomo nos dice el Viernes Santo en una de sus catequesis: Del costado de Jesús seformó, pues, la Iglesia, como del costado de Adán fueformada Eva. En esta hora suprema, en la que el rostro de Jesús indica que la vida ha sido dada plenamente, contemplar la serena belleza

del Esposo divino se vuelve camino de esperanza y de alegría. Son estos los dones del Espíritu entregado, son estos los distintivos que deben señalar en el mundo el camino de la Iglesia, nacida como Eva del costado abierto del Señor de la vida.

Creo, Señor, creemos, Señor,

en la efusión del Espíritu, en el constante Pentecostés que se sigue realizando allí donde la Iglesia como en esta Universidad Pontificia ama, enseña, consuela, reúne, convoca y santifica. Amén.

La Beata Laura, llena de fe, canta:

Todo está consumado, todo dolor sufrido Sufrió cuanto ha podido tan solo Dios sufrir. La tierra estremecida, los cielos enlutados, Quedaron espantados de ver a Dios morir.

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Decimotercera Estación Jesús es descendido de la cruz.

LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS, EL PERDÓN DE LOS PECADOS, …como un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo y en Jerusalén seréis consolados. Isaías 66,13.

Jesús descendido de la cruz descansa sereno, queda como suspendido ente el cielo que celebra la victoria del Cordero Sacrificado y la tierra que recibe la lluvia amorosa de la redención. En esta estación se canta a la paz infinita del sacrosanto cuerpo del Mártir Divino. Por la herida abierta del costado se filtra ya la luz de la resurrección, en la estática majestad de su reposo se recuerda que es la hora del consuelo, de la alegría, del silencio, de la plegaria, del reposo agradecido en el regazo de la Iglesia que canta su reconcilia-

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ción con Dios y con el mundo. Así es también la comunión de los santos. Es entrar en relación con la paz en la que nos aguardan quienes nos han precedido en la fe junto a la gloriosa Madre que un día te recibió en Belén y en el Calvario.

Creo, Señor, creemos, Señor,

en la comunión de los Santos, en la misericordia, en la eterna alegría de quienes gozan lo que lucharon, de quienes reinan tras la batalla. Amén.

La Beata Laura, llena de fe, canta:

Cual flor que sobre el tallo después de la tormenta, se inclina macilenta, ajada, sin color, así mi lirio cárdeno inclinase desecho, sobre el materno pechodespués de la pasión.


Decimocuarta Estación Jesús es sepultado.

…LA RESURRECCIÓN DE LA CARNE Y LA VIDA ETERNA. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús. Juan 19, 40-42

El Santo Sepulcro es la paz, es la esperanza, es el silencio, es la oración callada de la humanidad que aguarda la resurrección del Pastor que yace sereno. Jesús refleja esa paz soñada por un mundo dividido, confundido entre tantas violencias. Esta paz es la que este camino de dolor y de esperanza nos propone, nos invita a construir. Sabemos que la vida prosigue como una marcha esperanzada iluminada por la certeza de que todo se llenará de luz, todo se colmará de alegría, todo encontrará en Dios su meta y su destino. Jesús rompió los lazos de

la muerte e inauguró para todos una vida nueva, distinta, eterna; una vida en la que encontrarán descanso nuestras incertidumbres, nuestras dudas. En el Sepulcro empieza la vida, en el silencio se inaugura ahora el canto de la victoria.

Creo, Señor, creemos, Señor,

en la resurrección de la carne lavada en la gracia de la santidad, creemos en la vida eterna que nos fue prometida y en la que, como dice el Apocalipsis, ya no habrá llanto ni dolor (Apocalipsis 22,4). Amén.

La Beata Laura, llena de fe, canta:

El cuerpo desangrado del Mártir del Calvario, envuelto en un sudario en el sepulcro está. Quedó todo en silencio; tan solo algún gemido se exhala dolorido del pecho maternal.

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Conclusión Amén.

El que da testimonio de estas cosas, dice: sí, vengo pronto. Amén. ¡ Ven, Señor Jesús! Apocalipsis 22,20.

En la esperanza del retorno del Señor, este VIA CRUCIS es el camino doloroso de la humanidad en el que el Buen Pastor ha precedido a su rebaño.

es también la voz de la fe que afirma que toda la revelación de Dios la asumimos con amor, con honda confianza, con sincera esperanza.

Lo hemos recorrido haciendo, paso a paso el Credo de los Apóstoles, la profesión de nuestra fe. Hemos caminado diciendo que creemos, que confiamos, que esperamos.

Nos aguarda la Resurrección, la victoria de Cristo, la gloria inefable del Cordero que revestido de inmortalidad nos asegura que un día, si somos fieles, seremos revestidos también nosotros de incorruptibilidad, de luz, de vida.

Ahora decimos amén. Amén no solo es la palabra que cierra toda oración,

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Este camino, que es dolor santificado, es preludio de loa vida que nos ofrece en sus llagas glorificadas, el Cordero Inocente, el Hijo de la Blanca Oveja, el Señor Resucitado que en la gloria nos está asegurando la certeza de nuestra fe. Amén, amén.


FELICES PASCUAS DE RESURRECCIÓN EDICIÓN ESPECIAL / SEMANA SANTA 99

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Fiesta a la Divina Misericordia Abril 7 de 2013




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