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AT+ UFM arquitectura 13 © Arquitemas 2013 Director: Axel Paredes Diagramación: Ana de Paredes Asistentes: Andrés Casasola y Vera Alvarado Fotografía en portada: Anisabel Armas
El valor de la teoría en el diseño arquitectónico William Stewart, catedrático de la UFM A lo largo de varias décadas de participar como profesor en los talleres de arquitectura, considero un común denominador en la mayoría de proyectos que se presentan su carencia de base reflexiva sobre el hombre y el medio ambiente, y sobre las personas a quienes se dirigen, en un lugar y tiempo determinados. Es indudable que esta carencia de reflexión es el resultado de una simple visión práctica, confortable y cómoda, sin mayor fundamentación, más que del método empírico del profesor de turno. Existe en el ambiente la idea de que la teoría es lo opuesto a la práctica, tratándose en realidad de conceptos complementarios, que van siempre de la mano cuando se recurre a la historia no como una simple narración, sino como fuente de reflexión para el presente y para el futuro. Después de leer el libro De Architectura, de Vitrubio –poco relevante en su época (siglo I a. C.), pero de gran influencia en el Renacimiento– entendemos que ya se usa la palabra “teoría” para referirse al espacio conceptual que sirve de cimiento a este arte, o la manera como la arquitectura adquiere significados estéticos, históricos, etc. Se trata de un problema de reflexión teórica, que se refiere a la capacidad que la arquitectura debería transmitir en pleno siglo XXI. Sin embargo, en esta era de las comunicaciones, nos hemos alejado de las posibilidades expresivas de los elementos arquitectónicos y hemos perdido los conocimientos necesarios para manejar esa comunicación. (La semiótica explora
el aspecto de la capacidad de comunicación de las formas). Se ha demostrado que la arquitectura como objeto es rechazada o aceptada por lo que dice y significa, sobre todo en nuestro medio. Hacer crítica arquitectónica sobre un proyecto se torna superficial, cuando no hay fundamentos teóricos. Para los griegos, el teórico era el que veía más allá de las cosas; el que era capaz de interpretar y aclarar las realidades ocultas o la naturaleza misma del problema. Pienso que hoy el concepto de significado histórico se ha perdido; se ha vuelto errático y hasta torpe; se ha alejado del dominio de los que piensan y reflexionan. Muchas veces, participando como jurado en proyectos académicos, he tratado de discernir entre los elementos que los componen y cómo se han ordenado sus procedimientos, y me es difícil por no encontrar más que leves indicios y falta de sustentación en el ordenamiento expresivo incompleto del proyecto, que debería ser más lógico y no lo es . A esto hay que añadir que muchas veces no se tiene conocimiento del proceso ni de las directrices trazadas por el director del proyecto. Ello es aprovechado por algunos miembros del jurado para parapetarse en comentarios descontextualizados y descalificatorios, desconociendo los esfuerzos hechos durante el largo proceso formativo, aunque el proyecto muestre resultados dudosos.
Muchas veces me pregunto: ¿Será que consideran a la arquitectura demasiado elemental y práctica, pero demasiado compleja para formularse como resultado de ideas? Si es así, estamos ante malos chefs, que recurren a recetarios como robots y ni siquiera así sale buena la comida en pleno siglo XXI. En nuestro caso particular, muchas veces se producen diseños, pero no se ha aprendido a diseñar. Considero que el producto arquitectónico se acercaría más a la excelencia, a la buena arquitectura, si existiera la capacidad adquirida mediante la formación de las competencias adecuadas –la interpretativa, la argumentativa y la propositiva– para entenderla como una disciplina que nos permite discernir los elementos que la componen y ordenar con sentido común sus procedimientos, aprendiendo a reflexionar y a expresar ideas a través del lenguaje y de los hechos concretos. No me queda la menor duda de que es importante el debate permanente en torno a la arquitectura –considerada como un hecho vivencial y visible– y de la naturaleza de la profesión en sus diversas dicotomías, sobre todo en su carácter de ciencia y arte. Los debates sobre estos aspectos permitirían que el campo de la teoría fuera infinito. Considero fundamental –avanzado ya el primer cuarto de este nuevo milenio– que aquellos que están acostumbrados
a ejercer la arquitectura como un oficio –visión esta que perduró durante varios siglos– hagan un alto en el camino y en la dualidad enseñanza-aprendizaje, y consideren seriamente la importancia de la teoría como un estructurador del conocimiento. Recordemos que para el teórico es importante la verdad y especialmente encontrar teorías verdaderas. (Popper). Estoy convencido de que, en el contexto de la enseñanza-aprendizaje, el conocimiento como diseño tiene mucho que ofrecer. De tal manera que la mayoría de las escuelas de negocios han adoptado los términos “diseño” y “creatividad” como conceptos fundamentales en la formación de los futuros empresarios y emprendedores. Es indudable que desde hace décadas las escuelas de negocios se han alejado del conocimiento como información –que únicamente proporciona un punto de vista pasivo del mismo– y han puesto el énfasis en un saber determinado y almacenado, en vez de ponerlo en el conocimiento como implemento de acción. Siempre he mantenido que el diseño puede ser la mejor opción como postulado para construir una teoría del conocimiento sobre la enseñanza-aprendizaje. Considero, sin embargo, que, al haber abandonado su fundamento teórico, el taller de diseño de hoy se ha debilitado como herramienta para formar al futuro arquitecto. Por eso la arquitectura se ha ido convirtiendo en un oficio más y ha dejado de ser un espacio de pensamiento. El arquitecto ya no se esfuerza por mostrar a sus estudiantes el pensamiento que hay detrás de sus propuestas de diseño; se ha sustituido la crítica inteligente por comentarios
superficiales, y en muchos casos los estudiantes lo han ido adoptando como parte de su propio pensamiento. Es importante identificar claramente la teoría: 1. Como poseedora de un carácter sistémico, que contribuye a comprender el todo desde la interacción de sus partes, y a estimular el pensamiento como contrapuesto a la formación mecanicista. 2. Como un estimulador en la búsqueda del fundamento crítico y reflexivo, que conduce a procesos innovadores, con base en la realidad y haciendo uso responsable de la libertad. De esta manera contribuirá a la interacción entre la acción y el conocimiento, desde actuaciones con mayor fundamento y solidez. 3. Como un medio para eliminar la rigidez de pensamiento que producen ciertos problemas que se repiten de taller en taller, en el sistema de transmisión tradicional, permitiendo el paso a una acción formadora de completa autonomía entre EL SABER y EL HACER. 4. Como un medio de reflexión sobre la naturaleza, el hombre y la cultura, que permita proporcionar las mejores soluciones de habitabilidad, y de esta manera un acercamiento a la interrelación de todas las disciplinas que sirven de soporte al hecho arquitectónico. 5. Como un conjunto ordenado de supuestos, tesis e hipótesis, que pueden acumularse, transmitirse y ser objeto de aprendizaje.
Para concluir con esta lista de características –que podría ser mucho más amplia–, no cabe duda de que la teoría arquitectónica puede propiciar una gramática arquitectónica que refleje el contexto en que está interactuando la obra, considerando las variables que le son propias, como respuesta a un un lugar determinado. Bibliografía resumida. 1. Buchanan Peter. The purposes of architecture. AR Abril 2012. Londres, Inglaterra. Colección de 15 ensayos bajo el nombre de The big rethink. 2. Zuazo Luis Achaerandi [¿…?], S. J. Competencias fundamentales para la vida. Universidad Rafael Landívar. E, 2010. 3. Meneses Urbina David. Reflexiones desde la docencia. Universidad de la Salle. E 2009. Bogotá, Colombia. 4. Stewart William. Varios artículos, publicados por el autor.
SOSTENIBILIDAD EN EL CONTEXTO GLOBAL Curso de Verano UFM 2013 | DUBAI – ABU DHABI – LONDRES| Andrés Prera, catedrático de la UFM La sostenibilidad ha sido definida de muchas maneras. La más utilizada es la que aparece en el reporte Our Common Future: “El desarrollo sostenible es el que satisface las necesidades actuales, sin comprometer a las futuras generaciones de satisfacer las suyas”1.
sobre todo en el mundo actual, en el que el término se utiliza y se repite de manera constante. Por ello nos vemos presionados a ser más verdes; sin embargo, para saber cómo se aplica esa “sostenibilidad”, debemos empezar a entender las razones de la misma.
En ese contexto, la arquitectura verde o sostenible se define como aquella práctica en la que se toman decisiones, considerando, de manera fundamental, el balance de factores económicos, ecológicos y sociales, para obtener resultados eficientes y duraderos. De manera que, haciendo un mejor uso de los recursos naturales, se ofrece a los usuarios una calidad de vida superior. Cuando aplicamos la sostenibilidad a la arquitectura, entran en juego valores de diseño y de construcción.
La pregunta sobre en qué punto dejamos de ser “insostenibles” y empezamos a ser “sostenibles”, tanto en nuestras actividades diarias como en la práctica profesional de la arquitectura, que es nuestro tema, debe ser respondida de manera personal. Tal vez se pueda entender como una barra cuya altura cada uno debe definir.
La sostenibilidad tiene diferentes significados y valores para cada persona,
Sin embargo –y para establecer parámetros– en arquitectura se ha adoptado el sistema LEED (Leadership in Energy and Environmental Design), desarrollado por el Consejo de Construcción Sostenible de los Estados
Unidos. La aplicación de esta herramienta vuelve medibles las decisiones de diseño, considerando una plataforma de eficiencia y sostenibilidad, que a la vez puede complementarse con otras herramientas, como la huella ecológica, la huella de carbono y la huella de agua. Guatemala cuenta con varios proyectos certificados LEED. El curso de verano 2013 de la Facultad de Arquitectura de la UFM, con el título “Sostenibilidad en el contexto global”, se planteó para complementar y enriquecer el conocimiento de los alumnos mediante la experiencia de visitar tres ciudades emblemáticas, tanto por su arquitectura como por su historia y su cultura, cuya ubicación geográfica las separa en miles de kilómetros, pero cuyas historias se contraponen y enlazan de manera insospechada. Las tres ciudades conforman un legado de diferentes momentos de la humanidad, y su
1. World Commission on Environment and Development (WCED). Our common future. Oxford: Oxford University Press, 1987 p. 43
respectivo desarrollo se caracteriza por la innovación: estas ciudades son Dubai, Abu Dhabi y Londres. En la concepción de dicho programa se tomó en cuenta la influencia e inspiración que la apreciación física de los proyectos pudiera generar en los participantes, y la forma como afectaría beneficiosamente el desarrollo de su propio criterio y trayectoria como diseñadores. Durante el curso, el alumno pudo experimentar la historia de la arquitectura en Emiratos Árabes Unidos, que, si bien podría considerarse corta, es ya extensa y única por su proyección al futuro y su compromiso para instituirse como las ciudades más sostenibles del mundo. Mientras, en el Continente europeo, Inglaterra, y específicamente en su capital Londres, cuenta con un amplio patrimonio histórico y, sin embargo, hace gala también de una intención de crecimiento y proyección hacia un futuro más humano y verde. Durante el curso, los estudiantes fueron apoyados por la interacción y asesoría de figuras internacionales, que han trabajado o desarrollado proyectos en dichas ciudades: La Dra. Kath Williams, una de las
precursoras de la sostenibilidad en los Estados Unidos, que con su empresa Kath Williams and Associates ha realizado o acompañado más de 100 proyectos LEED en el mundo, y constantemente apoya a Guatemala y a Centroamérica. El ingeniero Christian Fassl, de Waagner Biro, empresa que ha llevado a cabo el diseño y construcción de las estructuras metálicas más grandes del mundo. En este caso, nos presentó el domo del nuevo Museo Louvre en Abu Dhabi, diseñado por el arquitecto Jean Nouvel. David Lessard, de Asymptote, arquitecto residente y encargado de la construcción del proyecto Yas Hotel, en Abu Dhabi. Richard Wagner, arquitecto que pertenece a la asociación Guiding Architects, y trabaja en varios proyectos en Dubai y Abu Dhabi, dirigió las visitas a los distintos lugares de interés y puso en contexto la historia de los mismos. Los procesos de investigación, tanto analítica como empírica, que conformaron este curso de verano, incluyeron: plantearse una visualización del espacio que ocupará el ser humano en las ciudades del futuro. Así también, explorar la sostenibilidad como una necesidad de generar propuestas de diseño y
crecimiento, más humanas y acordes con las condiciones de nuestro planeta en cualquier espacio geográfico. Se buscó comprender la interacción del ser humano, del medioambiente y de la arquitectura de los lugares que se visitaron, sus orígenes y aquellos puntos de la historia que determinaron su naturaleza actual, así como los importantes puntos de inflexión que pudieran haber experimentado. También se procuró que los alumnos participantes adquirieran herramientas y parámetros que les permitan establecer una posición equilibrada y crítica respecto a la arquitectura y al urbanismo, en un contexto mucho más amplio y global. El itinerario se diseñó de tal manera que en la ciudad de Dubai, por ejemplo, se incluyeran varias construcciones icónicas de la arquitectura, como el Hotel Burj Al Aarab, Palm Jumeirah, Index Tower y el Burj Khalifa, cuyas visitas se realizaron desde el punto de vista tanto como visitante, habitante y arquitecto, pero también se tuvo un acercamiento con las empresas que los han desarrollado, como Nakheel y Emaar. A través de Emirates Green Building Council, se visitaron proyectos certificados LEED, como el Dubai Chamber of
Commerce y el Change Initiative. La segunda etapa del viaje incluyó la ciudad de Abu Dhabi, a una hora en autobús de Dubai, cuya llegada puede ser calificada de espectacular. Estaba previsto el hospedaje en el Yas Hotel, sobre una pista de Fórmula Uno, diseñado por Asymptote, empresa de Nueva York. Un espacio que, además de sus características en cuanto a diseño arquitectónico, incluye el espacio más grande techado del mundo: Ferrari World, enfatiza un estilo de vida de lujo. Otro de los puntos importantes fue el proyecto Saadiyat Island, futuro desarrollo de Abu Dhabi y nuevo centro de cultura y espacios mixtos de la región. Alojará museos tan importantes como el Louvre y Guggenheim, además de proyectos diseñados por empresas como Ghery and Partners, Foster and Partners, Zaha Hadid y Jean Nouvel. La ciudad se desarrolla con parámetros de diseño urbano Estidama, presentados por el departamento de Planificación Urbana de Abu Dhabi. En ambas ciudades de Emiratos Árabes, Dubai y Abu Dhabi, resaltan muchos contrastes. Por un lado, todo aquello que se puede observar en el área desarrollada, como las construcciones y los
espacios que pertenecen a un estilo de vida grandioso, símbolos de lujo y de status económico; sin embargo, hay muchas otras capas conformadas por las migraciones y los trabajadores, que llegan de todas partes del mundo, cuyas culturas se entremezclan temporalmente, y cuyo desempeño es fundamental en este proceso de urbanización y servicios. La segunda parte del viaje transcurrió en la ciudad Londres, Inglaterra, donde, además de las visitas que incluyeron el recorrido tradicional, se visitaron las oficinas de algunas de las empresas de arquitectura de mayor influencia a nivel mundial: Foster + Partners, Rogers Stirk Harbour + Partners, Gensler y Hopkins. La estancia en Londres también incluyó un taller de fotografía, de dos días de duración, con el artista Diego Ferrari, cuyo objetivo fue complementar el programa, mediante la observación y la interpretación personal de los espacios arquitectónicos. El trabajo de los alumnos tomó en consideración su propia presencia y su reacción física, como un aspecto inseparable de la experiencia arquitectónica. Diego Ferrari el fotógrafo explicó: “Nuestra aproximación será una exploración sobre
cómo la cámara fotográfica puede ser una herramienta que nos permite plantear y construir nuevos valores del entorno social. Desde una perspectiva de observadores activos, examinaremos cómo interactuamos y respondemos ante una relación establecida: la relación entre el espacio y nuestro deseo de articular un significado, dentro del marco de la representación fotográfica. Conscientes de que estamos trabajando en el ámbito del espacio público, y siendo éste un espacio de valores sociales, de negociación y de consensos, ¿cómo nos relacionamos con los valores que nos presenta y qué significados o valores se podrían intuir o representar ante este espacio arquitectónico?” El éxito de un curso de verano como éste radica en generar procesos de transformación personal en los alumnos participantes, quienes, al aumentar sus conocimientos e implementar nuevas herramientas, ampliarán su visión y fortalecerán los procesos de reflexión y el desarrollo de sus propias propuestas de diseño. En suma, dispondrán de una mejor capacidad para encontrar su vocación personal y un lenguaje propio.