Palabra

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Palabra del Obispo

¡Felicidades, Mons. Carlos!* Domingo 28 de Julio de 2013 † Alberto Suárez Inda, Arzobispo de Morelia Al celebrar el jubileo de mi querido amigo y hermano en el episcopado, Mons. Carlos Suárez Cázares, quiero expresar mi felicitación y gratitud a esta comunidad de La Piedad que ha dado a la Iglesia de Dios numerosas vocaciones sacerdotales y, en particular, ha dado tres Obispos que son hoy pastores y testigos de la fe. Piedadense es Don Miguel Patiño Velázquez, a quien acompañamos el mes pasado en sus bodas de oro sacerdotales. Aquí nació y vivió los primeros años de su infancia este hombre, ejemplo de mansedumbre y fortaleza evangélicas. Oramos por él y por su diócesis que vive una situación durísima de conflictos y violencia inimaginable. También es hijo de este pueblo Mons. Juan Espinoza Jiménez, a quien llamamos Juanito, por ser uno de los Obispos más jóvenes de México. Están aquí sus papás y sus hermanos que deben sentirse contentos y santamente orgullosos al ver el entusiasmo y la energía con que se entrega a su ministerio, aunque también preocupados al ver que no se mide en el trabajo. Pedimos al Señor de la Piedad que lo proteja y que él también se cuide y se modere. Y desde luego, nuestra atención y cariño se dirige hoy principalmente a Carlos, quien celebra hoy este aniversario tan significativo, habiendo recorrido un cuarto de siglo en obediencia creyente. Inició su episcopado entre los campechanos, a los que no olvida, ni ellos lo olvidan; la prueba es su presencia numerosa en esta fiesta jubilar. Posteriormente, Dios quiso traerlo a la diócesis vecina de Zamora, en donde también se esforzó por servir y amar en la medida de sus capacidades. Sin duda, hoy le alegra la compañía y amistad de muchos miembros de esa noble Iglesia diocesana. Sin pretender exagerar los elogios, simplemente quiero dar gracias al Señor que le ha dado inteligencia aguda y amor al estudio, un carácter amigable y bondadoso, buen humor y pasión por el deporte. Todo ello le permite mantenerse sereno y ser instrumento de paz entre las familias, estar cerca de los jóvenes y ser testigo auténtico de fe. Recuerdo en este lugar con grande afecto y admiración a sus papás, con quienes tuve el privilegio de tener amistad y trato cercano. Don Jesús y doña Jesusita fueron indudablemente para Carlos y sus hermanos el rostro cercano de la ternura de Dios. El ambiente de la familia Suárez Cázares fue de laboriosidad y esfuerzo, de amistades múltiples, de una devoción cristiana muy sincera y comprometida. Por todo ello, el clima del hogar fue propicio para el nacimiento y la maduración de la vocación de Carlos. Nueve años de formación en el Seminario de Morelia y luego tres en el Colegio Pío Latino y la Universidad Gregoriana de Roma, le permitieron a Carlos desarrollar su personalidad, fraguar su fe y abrir el corazón a la Iglesia y al mundo. Hoy le auguramos prosiga su camino conforme al pensamiento paulino que acertadamente eligió como lema para


su episcopado: “No es que haya alcanzado la meta; yo sigo adelante… olvidándome de lo que queda atrás…con la esperanza de alcanzar a Cristo Jesús como Él me alcanzó”. Felicidades, Carlos, acepta nuestra oración y nuestro afecto como un signo del amor que el Señor Jesús te tiene. * Saludo inicial en la Eucaristía Jubilar de Mons. Carlos Suárez. La Piedad, Mich., 25julio- 2013.


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