Palabra del obispos 2 de junio

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Palabra del Obispos

El Sagrado corazón, a través de nosotros, quiere seguir actuando (Domingo 2 de Junio de 2013) +Alberto Suárez Inda, Arzobispo de Morelia

Hemos iniciado el mes dedicado al Sagrado Corazón de Jesús. La Catedral de Morelia, en los días de Junio, se convierte en el corazón de la Diócesis a donde afluyen peregrinos de parroquias, colegios y grupos apostólicos. Alguien pudiera pensar que se trata de una devoción sin referencia a la vida concreta; yo estoy convencido que puede ser inspiración e impulso para iluminar transformar la realidad social. Del Corazón de Jesús brota un torrente de gracia que sana y purifica, reconcilia, libera y dignifica a sus discípulos. Si tomamos en serio que Cristo, muerto y resucitado, da sentimientos a la historia humana y que en Él está la explicación última de cuanto existe y acontece, recurriremos a Él para contemplar como en un espejo lo que Dios quiere de nosotros, nuestra dignidad y la belleza de vivir en el amor. Hace 50 años, el Concilio Vaticano II nos enseñaba que la misión de la Iglesia es servir al mundo, si en verdad quiere ser fiel a su fundador. Hoy lo repite el Papa Francisco. Servir al mundo al estilo de Jesús implica ante todo un sincero desinterés. La crítica más fuerte contra la Iglesia y sus ministros es que buscamos nuestra comedida, nuestro prestigio, nuestros privilegios, lo cual contradice los rasgos del Siervo de Yahvé que Cristo asumió. La disponibilidad del Señor para atender a todos sin distinción fue algo que sus mismos enemigos reconocieron al afirmar que “no tomaban en cuenta la condición de las personas” (Lc 20,21). Con gran libertad, sin depender de los influyentes o poderosos, Jesús manifestó siempre un corazón sensible y misericordioso hacia los pobres, afligidos y despreciados. Hoy el Señor quiere que tengamos sus mismos sentimientos y seamos testigos de su amor universal. A través de nosotros los bautizados, que somos los miembros de su cuerpo, el Corazón de Jesús quiere seguir actuando. Si como Iglesia queremos ser el instrumento de esta acción, recordemos que primordialmente se realiza a través del sacrificio. Inmolándose en la cruz, Cristo rompió las cadenas opresoras del pecado y abrió las fuentes de la Salvación. Como diría San Pablo: “La muerte actúa en nosotros, y en ustedes (en el mundo) la vida” (2Co 4,12). Esta inmolación de los cristianos, salvo casos excepcionales como el de los Mártires, se cumple en el “cotidiano morir” de las contrariedades de la vida ordinaria: dificultades económica, quebrantos físicos, incomprensiones e injusticias, esos son los clavos que hoy nos crucifican con


Cristo y nos permiten ofrecer una valiosa aportación a la obra redentora. “Voy completando en mi carne la Pasión de Cristo” (Col 1,24). Invocar al corazón herido del Salvador es implorar el perdón de tanto crimen e injusticia y pedir la gracia de saber perdonarnos entre nosotros. “cuando Yo sea levantado en alto, atraeré a todos hacia Mí” (Jn 12, 32). Los que andan dispersos, las familias divididas, los grupos antagónicos, todos estamos llamando a reconstruir la unidad en el respeto a las diferencias y a vivir en paz. El Señor nos lo conceda por su misericordia infinita.


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