046 vernacular architecture
diciembre 2014/ VOL XXXII ISSN O716-2677
REVISTA DEL DEPARTAMENTO DE DISEÑO Y TEORÍA DE LA ARQUITECTURA / UNIVERSIDAD DEL BÍO-BÍO / CONCEPCIÓN / CHILE / DICIEMBRE 2014
ARQUITECTURA vernácula
AS revista arquitecturas del Sur 046 RECTOR: HÉCTOR GAETE FERES DECANO FACULTAD DE ARQUITECTURA, CONSTRUCCIÓN Y DISEÑO: María Cecilia Poblete Arredondo DIRECTOR DEPARTAMENTO DISEÑO Y TEORÍA DE LA ARQUITECTURA: PABLO FUENTES HERNÁNDEZ EDITOR: HERNÁN ASCUI FERNÁNDEZ / Departamento Diseño y Teoría de la Arquitectura, Universidad del Bío-Bío, Concepción, Chile hascui@ubiobio.cl PRODUCTORA EDITORIAL: THERESA ST JOHN / Facultad de Arquitectura, Construcción y Diseño, Universidad del Bío-Bío, Concepción, Chile tstjohn@ubiobio.cl DIRECCIÓN DE ARTE Y DISEÑO: NICOLÁS SÁEZ GUTIÉRREZ / Departamento Diseño y Teoría de la Arquitectura, Universidad del Bío-Bío, Concepción, Chile nsaez@ubiobio.cl
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EDITORIAL AS 046 arquitectura VERNÁCULA
VERNACULAR ARCHITECTURE Hernán Ascui Fernández
Transformaciones vernáculas: cambios y continuidades en las arquitecturas locales de la Puna Argentina
Vernacular transformations: change and continuity in the local architectures of theArgentinian Highlands Julieta Barada
CULTURAS SÍSMICAS: ESTRATEGIAS VERNACULARES DE SISMORRESISTENCIA DEL PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO CHILENO. SEISMIC CULTURES: VERNACULAR EARTHQUAKE-RESISTANCE STRATEGIES IN CHILEAN ARCHITECTURAL HERITAGE. Natalia Jorquera
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Pequeñas grandes lecciones de diseño desde lo cotidiano: Las esquinas. El caso de Taxco, Guerrero.
Little big design lessons from daily life: Corners in Taxco, Guerrero. Alicia Paz González Riquelme, Eduardo Basurto Salazar
El patrimonio modesto de las ciudades intermedias bonaerenses: prácticas usuarias y reflexiones hacia la preservación de las casas “chorizo” de Tandil. The modest heritage of the intermediate cities of Buenos Aires Province: user practices and reflections on the preservation of the “chorizo” houses of Tandil. Lorena Marina Sánchez
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Valores formales de la vivienda rural tradicional: La Provincia del Azuay, en Ecuador, como caso de estudio.
Formal values of traditional rural housing: Azuay Province, Ecuador as a case study. M. Augusta Hermida, Vicente Mogrovejo
Arquitectura vernácula de la zona baja de la cuenca hidrográfica del Guayas: viviendas urbanas y rurales Vernacular architecture in the lower Guayas River Basin: urban and rural housing Claudia María Peralta González
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Ficha
MONASTERIO DE SANTA CATALINA AREQUIPA, PERÚ
BASES PARA UNA INTERPRETACIÓN TIPOLÓGICA DE LA VIVIENDA RURAL INTRODUCIDA EN LA PATAGONIA SUROCCIDENTAL DESDE EL FENÓMENO DE SUS ADAPTACIONES AL CLIMA
FOUNDATION FOR A TYPOLOGICAL INTERPRETATION OF THE RURAL HOUSING INTRODUCED IN SOUTHWESTERN PATAGONIA BASED ON THE PHENOMENON OF ITS ADAPTATIONS TO CLIMATE Juan Pablo Fernández Goycoolea
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Arquitecturas del Sur / Vol XXXII / Nยบ 46 / 2014 / ISSN 0716-2677 Editorial AS 46 Arquitectura vernรกcula Hernรกn Ascui Fernรกndez / p. 4-5
EDITORIAL AS 46 ARQUITECTURA vernácula vernacular architecture Este es el primero de dos números de Arquitecturas del Sur reservados para abordar el tema de Arquitectura Vernácula en Latinoamérica, entendida como aquella íntimamente ligada a los saberes de la cultura local. Este conocimiento empírico se transmite a lo largo de distintas generaciones, lo que permite depurar la técnica constructiva y acordar dónde radican las virtudes de la propia forma de habitar, considerando las particularidades del lugar y los recursos disponibles. El presente número reúne siete artículos provenientes de Argentina, Ecuador, México y Chile, que nos invitan a reflexionar acerca de esta delicada relación entre la vida y la arquitectura que necesitamos, asunto que tan a menudo los arquitectos perdemos de vista. La Puna de la Provincia de Jujuy, en Argentina alberga pequeños poblados conformados como resultado del aprendizaje de sus antiguos habitantes sobre las exigentes condiciones de vida presentes en las tierras altas, donde todo gira en torno a la actividad pastoril. Julieta Barada busca visualizar el estado actual de los aspectos más fundamentales que exhiben las sencillas construcciones de tierra propias de esta zona, concebidas éstas como parte de una arquitectura viva y en pleno proceso de adaptación a nuevas tecnologías y a las costumbres de su nueva población. La investigación de Natalia Jorquera se centra en identificar el inmenso legado que existe en la arquitectura vernácula chilena con respecto a sus cualidades sismorresistentes. La adversidad de nuestro telúrico territorio fue forzando a sus albañiles a insertar una serie de variaciones en las técnicas constructivas de adobe y mampostería, lo que permitió a muchas humildes construcciones de adobe resistir los últimos grandes terremotos en el norte y zona central del país. La arquitectura rural del valle de la provincia de Azuay en Ecuador esconden en su extrema sencillez una invaluable contribución disciplinar, no sólo desde su profunda sintonía con las actividades cotidianas del campo sino también desde sus valores formales y su humilde pero incesante búsqueda de la belleza, a través de un conocimiento trasmitido y valorado generacionalmente. Augusta Hermida examina, a partir de la apreciación estética de sus volumetrías, plantas y fachadas, cuáles son los criterios de composición, distribución funcional
y estructural que regulan sus procesos de diseño. En la zona baja de la cuenca del Río Guayas existe un importante patrimonio derivado del desarrollo de la construcción de viviendas en madera durante el auge de la explotación del cacao que permitió experimentar con nuevas posibilidades constructivas y ornamentales en torno a la arquitectura colonial a fines del siglo XIX. Claudia Peralta procura clarificar el origen y sentido de estas innovaciones a partir de la identidad cultural y características climáticas de la zona, como también la forma en que este proceso de transformación se fue perfeccionando en el tiempo. Alicia Paz González y Eduardo Basurto realizan un estudio tipológico de las innumerables esquinas que configuran los pequeños y significativos espacios públicos de la ciudad de Taxco en México. Son espacios de geometría diversa que acogen con asombrosa generosidad y sentido la vida cotidiana de un lugar forjado desde la propia experiencia de habitar su accidentada geografía, que se funda en una búsqueda permanente por conectar lo público y lo privado. Identificar la gran cantidad de “casas chorizo” que existen en la ciudad de Tandil en Argentina y, además, reconocer las constantes que se derivan de las diferentes intervenciones que sus usuarios han ejecutado sobre la estructura original, es el propósito del trabajo que presenta Lorena Marina Sánchez. Con ello, se persigue incorporar la experiencia y sentir de los usuarios para concebir una estrategia de valoración y conservación sustentable. Por último, el artículo de Juan Pablo Fernández se propone encontrar los valores patrimoniales ocultos en la sencillez constructiva y formal de la arquitectura rural de la Patagonia Occidental. Dicha arquitectura, a diferencia de otros casos, no se halla fundada en la sabiduría de sus habitantes originarios, debido a la violenta erradicación, motivada por fines políticos, de la que ellos fueron víctimas. De este modo, la arquitectura introducida por los colonos, que no estaba preparada para un clima tan extremo, fue adaptándose lentamente a partir de estrategias muy simples pero efectivas, que consolidaron una identidad propia y singular en estos aislados asentamientos urbanos. Hernán Ascui Fernández1
[1] Académico Departamento de Diseño y Teoría de la Arquitectura, Universidad del Bío-Bío, Concepción, Chile. hascui@ubiobio.cl / Academic Department of Architectural Design and Theory, Faculty of Architecture, Building and Design, Universidad del Bío-Bío, Concepción, Chile.
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Figura 0 Arquitectura de los Planes de Vivienda construidos en Coranzulí. Fotografías del Autor.
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Secuencia: Tarde de viernes en la FADU. Fotos: Rodrigo Aja Espil.
Transformaciones vernáculas: Cambios y continuidades en las arquitecturas locales de la Puna Argentina1 Vernacular Transformations: Change and continuity in the local architectures of the Argentinian Highlands1 Julieta Barada2
RESUMEN Este artículo analiza la arquitectura que se está desarrollando en la Puna de la provincia de Jujuy, Argentina, a partir del estudio de caso llevado a cabo en la localidad de Coranzulí. La zona constituye un área de tierras altas que ha sido fundamental e históricamente un territorio pastoril de alta movilidad; condición asociada no solo a lo productivo, sino también a un particular modo de concepción del espacio y la arquitectura, materializado principalmente a través de distintas técnicas de construcción en tierra cruda. La progresiva urbanización del área, a lo largo del siglo XX, ha implicado grandes cambios en las formas de vida de las poblaciones locales, también en términos técnicos y arquitectónicos. Esta investigación indaga el modo en el que estas arquitecturas, producidas por distintos actores locales, se articulan, dialogan y asimismo discuten con aquellas provenientes de los ámbitos hegemónicos, para reflexionar, desde allí, acerca de la propia noción de lo vernáculo. Palabras clave: Actores sociales, adobe, estrategias urbanas, patrimonio arquitectónico, viviendas rurales. ABSTRACT This article analyzes the architecture currently being developed in the Puna area of Jujuy Province, Argentina based on a case study carried out in Coranzulí. This highland zone has historically been a largely pastoral territory of high mobility that is associated not only with productivity, but also with a particular way of conceptualizing space and architecture, which is mainly created using different earthen construction techniques. The progressive urbanization of the area throughout the twentieth century has meant major changes in the ways of life of local populations and also in technical and architectural terms. This research seeks to investigate the way in which these architectures produced by different local actors relate to, negotiate with and challenge those which come from hegemonic spheres, in order to reflect on the notion of the vernacular. Keywords: Social actors, adobe, urban strategies, architectural heritage, rural housing.
Artículo recibido el 30 de junio y aceptado el 02 de octubre de 2014 [1] Este artículo está basado en los resultados de la investigación de tesis de doctorado (en elaboración): Lo urbano como un campo en disputa: análisis de la construcción del espacio arquitectónico en la puna de Jujuy. El caso de Coranzulí, patrocinada por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, CONICET. [2] Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas “Mario A.Buschiazzo”. Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo. Universidad de Buenos Aires. ju.barada@gmail.com
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INTRODUCCIÓN: LA NOCIÓN DE ‘LO VERNÁCULO’ Y LA PUNA ARGENTINA. La arquitectura vernácula del noroeste argentino y, en especial la puneña, ha sido un campo de estudio visitado en distintos momentos del siglo XX por la historiografía de la arquitectura. Si bien no ha logrado constituirse como un ámbito de desarrollo continuo y sistemático dentro de la disciplina, diversos trabajos provenientes de distintos contextos académicos y disciplinares (historia de la arquitectura, historia del arte, geografía), han acudido con frecuencia a la observación de las arquitecturas puneñas. Sin embargo, como ha registrado Tomasi (2012), primordialmente en los primeros decenios del siglo, estos trabajos han construido un sesgo en la valoración de las arquitecturas puneñas, en favor de las consideradas obras ‘monumentales’, y cierto menosprecio por las producciones de menor escala o domésticas. Esta cuestión ha estado ligada, en parte, a las ideas reinantes a comienzos del siglo XX sobre el patrimonio arquitectónico, que tendían a la valoración de los grandes ‘hitos’ de la arquitectura y que se han ido reconfigurando en los años siguientes; pero además, y sobre todo, a las transformaciones experimentadas por la propia noción de ‘lo vernáculo’, la cual ha estado frecuentemente vinculada a la idea de lo ‘natural’, ‘lo tradicional’, ‘lo espontáneo’, ‘lo popular’, adjetivaciones que en muchos casos se han erigido también sobre las arquitecturas puneñas, de un modo acrítico (Barada y Tomasi, 2012).
No obstante, en las últimas décadas se han desarrollado trabajos que persiguen la ruptura con esas primeras miradas (persistentes en muchos contextos y sentidos comunes en la actualidad) y buscan configurar nuevas perspectivas de aproximación y análisis. Nos interesa pensar desde aquí a la arquitectura vernácula contemporánea, no como un campo aislado del desarrollo de la arquitectura que podríamos llamar ‘hegemónica’, sino como parte activa de su desarrollo. Consideraremos a la arquitectura vernácula no solo como una construcción material, sino también social y simbólica que se encuentra en constante diálogo con los procesos históricos que atraviesan la vida de los grupos sociales. Desde esta perspectiva, abordaremos el análisis de la arquitectura que, especialmente en el ámbito doméstico, es producida en la actualidad en la Puna de la provincia de Jujuy, Argentina, espacio que posee ciertas particularidades en lo que respecta a su conformación física e histórica. Se trata de un sector de tierras altas que oscila alrededor de los 3500msnm, con un clima semidesértico y que ha estado históricamente dedicado a la actividad pastoril con alta movilidad, cuestión que ha atravesado de manera significativa a las producciones arquitectónicas domésticas del área. Asimismo, esta actividad fue una cuestión central para el proceso de incorporación de este sector de la Puna a la Argentina en 1900 (Benedetti, 2005)3, que persiguió la sedentarización de la población puneña. De esta forma, a lo largo del siglo XX, se fue desarrollando en el área un sistema urbano que
[3] Este sector del área puneña del noroeste argentino fue incorporada al territorio nacional a partir de un laudo arbitral de 1900, que formó parte de las negociaciones posteriores a la Guerra del Pacífico. Luego de su anexión, esta área configuró el llamado Territorio Nacional de Los Andes, unidad que fue finalmente disuelta en 1943, repartiendo sus territorios en las provincias de Catamarca, Salta y Jujuy, de sur a norte, respectivamente.
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Figura 1 Mapa de la Argentina y de la provincia de Jujuy: indicación de los principales centros urbanos y el área de estudio. Elaboración del autor.
articula pequeñas aglomeraciones y algunas ciudades4 (Figura 1), que están, a su vez, en estrecha relación con el área rural. El caso al cual nos referiremos, el de la localidad de Coranzulí5, departamento de Susques, resulta significativo para comprender las complejidades que hoy se presentan en las formas de producción y uso de los espacios, debido tanto a su condición histórica, como a su conformación actual, cuestiones sobre las que volveremos más adelante. Observaremos la arquitectura y la forma urbana que se ha desarrollado en Coranzulí, concibiéndolas como materialidades que se han definido en la interacción entre la espacialidad puneña y las concepciones espaciales y arquitectónicas provenientes de los ámbitos hegemónicos, de las cuales el Estado ha sido principal promotor. Detenernos sobre aquello implica romper con los sesgos esencialistas a los que nos hemos referido, en lo que respecta a la consideración de la arquitectura vernácula, y asumir una perspectiva que nace del reconocimiento de los recursos, saberes y búsquedas colectivas e individuales movilizados en la producción de arquitectura, en cualquier contexto social. Aproximarse a nuevos planteamientos, preguntas y focos de interés sobre las producciones de arquitectura provenientes de ámbitos no hegemónicos, es uno de los objetivos centrales de este trabajo. Describiremos a continuación algunas de las características formales y técnicas de lo que entenderemos,
primeramente, como las formas de la construcción ‘local tradicional’, en diálogo con los procesos históricos que atravesaron al área (Figura 2). Luego, observaremos la arquitectura coranzuleña actual poniendo énfasis en el diálogo que, desde la materialidad, se establece entre distintas lógicas y técnicas constructivas, para, en última instancia, reflexionar sobre las valoraciones que se construyen sobre estos procesos por parte de los ámbitos científicos y académicos, pero también locales e institucionales, las cuales radican en la naturaleza misma de la noción de ‘lo vernáculo’.
Figura 2 Panorámica de la vista actual del pueblo de Coranzulí, Jujuy. Fotografía del autor.
[4] Las localidades puneñas se encuentran dispersas en el sector oeste de la provincia, con un eje de organización preponderante en sentido norte-sur, articuladas principalmente por las trazas de la Ruta 9 y la Ruta 40. Poseen muy distintas magnitudes, que van desde las más pequeña, con 25 habitantes, hasta la ciudad de La Quiaca, con 16.874, de acuerdo con los datos censales del año 2010. [5] Coranzulí se ubica en el Departamento de Susques, a 95km de la ciudad de Abra Pampa y a 70 km de Susques, cabecera departamental. Posee, al registro de 2010, una población de 333 habitantes y tiene una extensión física de unas 10 x 8 manzanas.
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PRIMERA PARTE: MATERIALIDADES LOCALES Y TRANSFORMACIONES ESPACIALES. La práctica constructiva en la Puna de Jujuy, sobre todo en las construcciones domésticas, es una actividad que involucra principalmente a las familias y moviliza una serie de recursos que tienen que ver no solo con lo material sino además con lo simbólico (Tomasi, 2011). Si bien no nos detendremos en este trabajo a desentrañar el universo social involucrado en la construcción, sí nos interesa describir algunas cuestiones que definen su materialidad. Como mencionamos, las técnicas constructivas en tierra cruda han primado en la conformación del paisaje arquitectónico puneño, cuestión destacada en los registros realizados desde los ámbitos académicos en distintos momentos (Ardissone, 1937; Bolsi y Gutiérrez, 1974; Viñuales, 1994; Rotondaro, 2012; entre otros) (Figura 3). La construcción de las casas, casi siempre en las áreas rurales pero también en las aglomeraciones, se ha llevado a cabo a través de la realización de muros de adobe6 y/o piedra7, con cimientos y sobre-cimientos también de piedra. Para las cubiertas, las técnicas más frecuentes han sido los techados de guaya o torta de barro8, con estructuras de madera, habitualmente de cardón, fijadas entre sí con ataduras de tiento de cuero de llama. Estas prácticas, sin embargo, no conforman un universo constructivo estático, sino que se han ido redefiniendo a partir de distintas incorporaciones, modificaciones y también rechazos, asociados a ciertas operaciones técnico-constructivas. El rol que ha tenido el Estado, como principal promotor de la urbanización del área y agente productor de arquitecturas, fundamentalmente en el campo institucional, es central para comprender estos procesos.
Así, las acciones por la consolidación de pueblos, pueden ser entendidas, en primer lugar, a partir de la escolarización de los niños, llevada a cabo de manera progresiva desde comienzos del siglo XX9, lo que definió un cambio drástico en la dinámica familiar. Mientras que antes, las familias solían pasar la mayor parte del tiempo en sus casas en el campo, en la actualidad, es el pueblo el espacio en el cual se desarrolla gran parte de la vida cotidiana. Si bien el campo mantiene una enorme presencia en la dinámica social de Coranzulí, es un espacio al que se acude en momentos puntuales, y el mantenimiento de la hacienda se transformó en una tarea que le cabe frecuentemente a alguno de los miembros de la familia. Esto implica un cambio en el modo en que las familias viven y también en cómo obtienen sus recursos para vivir. El avance de la minería (en especial desde la década del ‘70) y la ampliación de los mercados laborales para las poblaciones pastoriles puneñas, de los que han dado cuenta otros autores, como Gundermann (1998) -en relación al contexto chileno-, son aspectos a atender para analizar la progresiva sedentarización de las poblaciones. En lo constructivo, las arquitecturas de las instituciones del Estado que se comenzaron a instalar en los pueblos, operaron de manera disruptiva con respecto a la tradición constructiva del área. Valores como la higiene, la ‘firmeza’ y durabilidad de las construcciones atravesaron a estas arquitecturas tanto desde el plano material como discursivo, sobre todo en referencia al ámbito doméstico, en el cual las casas de los pastores puneños fueron consideradas de extrema precariedad. Los edificios ‘públicos’, como la sede de la Comisión Municipal, el destacamento policial, la unidad sanitaria, la escuela y más tarde la incorporación de la plaza, la estación de ómnibus y el polideportivo, han presentado una estética y una estructura funcional propia de los centros urbanos (Figura 4). Desde lo tecnológico, la incorporación de revoques cementicios, estructuras
Figura 3 Técnicas constructivas en Coranzulí: muros de piedra y adobe, techados de guaya, estructuras de madera y cañas. Fotografías del autor.
[6] Adobe es el nombre que se le asigna al ladrillo de barro secado al sol utilizado para la elevación de muros. Sus tamaños son variables (siendo el más frecuente el de 40x20x10). Por su composición y tamaño, el adobe es un excelente aislante térmico, cualidad que es muy importante en el contexto puneño, debido a la gran amplitud térmica diaria existente. Para más información sobre esta temática, ver: Barada, Tommei y Nani (2011). [7] Los muros de completos de piedra son más habituales en las casas de campo, donde los recursos materiales para su elevación se encuentran más accesibles. En estos casos, se trata muchas veces de lo que localmente se denomina como “pirca seca”: piedras trabadas entre sí, sin mortero. [8] El “guayado” es la técnica que se emplea para los techados de paja adherida con barro. Es utilizada con frecuencia en los techados a dos aguas, en zonas de mayor escasez de lluvias. El torteado con barro es el procedimiento elegido en casos de cubiertas a un agua y es posible realizarla en lugares donde el nivel de humedad es un poco mayor. [9] La escuela primaria en Coranzulí fue instalada en 1907 y fue cambiando de locación en el pueblo hasta conseguir su edificio actual, el cual aparece por primera vez en los registros fotográficos de la década del 70, en consonancia con un incremento de la población escolarizada.
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5 Figura 4 Algunas arquitecturas institucionales en Coranzulí: la Estación de ómnibus, la Comisión Municipal, la Escuela Primaria, el Polideportivo, la Policía. Fotografías del autor. / Figura 5 Izq.: La Iglesia Católica en 1942 (Fotografía de la Academia Nacional de Bellas Artes). Dcha.: En la actualidad (Fotografía del autor).
de hormigón armado, cubiertas de zinc y aberturas industrializadas, conforman el repertorio de las arquitecturas estatales en el área. Asimismo, la modificación de la iglesia, realizada por los propios pobladores en la década del 70, forma parte de un cambio progresivo en busca de lo que podríamos entender como un estatus urbano (Figura 5). Sin embargo, los cambios no sólo han abarcado aspectos técnicos y tecnológicos, sino también la composición espacial. Las casas puneñas, sobre todo en el campo, se conforman a partir de distintos recintos independientes entre sí, ordenados alrededor de un patio, forma compositiva que fue, de igual modo, registrada por varios autores para distintos sectores de Los Andes (Arnold, 1998; Delfino, 2001; Göbel, 2002; entre otros). Cada uno de estos recintos, posee una forma rectangular con un único acceso desde el patio y escasos aventanamientos (Figuras 6 y 7).
Como ha propuesto Bourdieu (2007 [1980]), las formas compositivas y constructivas de una casa forman parte del universo de sentidos alrededor de los cuales se configura la vida familiar y social10; así es que resulta central comprender las transformaciones técnicas y espaciales como un proceso que refiere a aspectos materiales y también a los sentidos asociados a las arquitecturas, como partes de una construcción social más amplia. Desde la arquitectura doméstica, las acciones del Estado aparecen a través de los planes de vivienda, realizados mediante distintos programas de financiamiento a nivel nacional. Los proyectos de estos planes implican un cambio respecto de las técnicas locales, no solo desde lo estético y tecnológico, sino desde lo compositivo (Figura 8). El modelo de vivienda que producen es el de la vivienda compacta. Esto es interesante por, al menos, dos cuestiones: la primera, la ruptura que el
[10] No es objeto de este trabajo desarrollar el rol particular de la casa en el contexto puneño, pero resulta importante presentarlo para poder comprender las transformaciones que se visibilizan en las arquitecturas de Coranzulí. Así, es importante aclarar que, de acuerdo a lo referido por distintos autores mencionados en la bibliografía andina, en el contexto pastoril una familia se compone, por lo general, de al menos tres generaciones, vinculadas, a su vez, a la conformación de una unidad doméstica, como unidad socio-productiva.
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Figura 6 y 7 Imágenes y esquemas de una casa de campo (6) y un puesto de pastoreo (7) ubicados en el área rural de Coranzulí. Elaboración y fotografías del autor.
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modelo implica en la organización puneña de la casa de patio. La segunda, es que dicha propuesta responde, a su vez, a un modelo ‘compacto’ de familia: la familia destinada a habitar las viviendas de los planes federales es la familia nuclear. Mientras que la conformación de la casa de campo tiene que ver con la articulación de distintas generaciones de una familia en el tiempo y en el espacio, las viviendas de los planes se producen en un único momento y para un único grupo familiar. Debemos tener en cuenta entonces las implicancias que han tenido, la arquitectura y las formas urbanas en la puesta en funcionamiento del ‘sistema del estado’ en la Puna; tanto desde sus edificios institucionales como desde la vivienda. Siguiendo a Abrams, “las instituciones políticas, ‘el sistema estado’, son los agentes reales a través de los que se construye la idea del estado” (1988 [1977]:94). Estos procesos de transformación espacial y material han implicado, entre otras cuestiones, la incorporación al universo de arquitecturas locales, de materiales industrializados. La proveniencia de dichas técnicas y el rol que ocupan en las arquitecturas institucionales del pueblo, nos permite pensar, siguiendo a Delfino (2001), en que hablar de materiales industrializados en estos contextos implica también hablar de materiales ‘institucionalizados’.
Figura 8 Arquitectura de los Planes de Vivienda construidos en Coranzulí. Fotografías del autor.
De esta manera, no es un dato menor que, para el Censo Nacional de Población y Vivienda de 2010, una casa que posee adobe como material principal en sus elevaciones y una organización exterior como la antes descripta, tenga la categoría de ‘rancho’ (INDEC, 2010). Si, además, esta posee piso de tierra, como es frecuente en muchas construcciones puneñas, entra en condición deficitaria, sin distinción de otro tipo de variables, como su contexto histórico, social y cultural. Así, en diálogo con lo planteado acerca de los planes de viviendas, podríamos pensar no sólo en la citada expresión de Delfino sobre la ‘institucionalización’ de tecnologías, sino también en la ‘institucionalización’ de ciertas formas espaciales y compositivas. Es interesante revisar, en este sentido, aquellas mencionadas ideas con las que frecuentemente se ha vinculado a lo vernáculo, como ‘lo natural’ o ‘lo espontáneo’. La institucionalización de formas técnicas y espaciales, y el rechazo de otras a través de mecanismos tales como el censal, conlleva, entre otras cuestiones, la desvalorización del universo cultural que les ha dado lugar; problemática que subyace a la noción misma de lo vernáculo. Observaremos, a continuación, el modo en el que se produce arquitectura en la actualidad de Coranzulí, en relación con estos procesos de transformación. SEGUNDA PARTE: SUPERPOSICIONES, CONFLICTOS Y ARQUITECTURAS VERNÁCULAS CONTEMPORÁNEAS. Hemos relevado 214 casas en el pueblo de Coranzulí, de las cuales 180 poseen techos de chapa o losa, mientras que hay solo nueve que tienen techo de paja en al menos alguno de sus recintos. En principio, incluso desde lo discursivo, pareciera existir una asociación entre los techados de guaya y las casas ‘de campo’, mientras que las casas ‘de pueblo’ se caracterizan por poseer techados de chapa o losa (Figura 9). Aun cuando en el pueblo
Figura 9 Panorámicas parciales de Coranzulí, donde se observa el predominio de las cubiertas de zinc. Fotografías del autor.
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haya casas con cubiertas de paja y los techos de chapa sean utilizados en muchas casas en el campo, pareciera haber una asociación que tiene que ver con una serie de valores perseguidos, más que con la delimitación de un modelo tipológico preciso. La singularidad del pueblo respecto del campo es una condición que se busca reproducir en sus arquitecturas, no solo en lo que refiere a las provenientes de los ámbitos ‘oficiales’, sino también a las producciones locales. Sin embargo, el modo en el que en estas últimas se producen las innovaciones técnicas, no es del mismo que en otros ámbitos. Se manifiestan en los ‘modos de hacer’ arquitectura en Coranzulí, una diversidad de operaciones sobre estas técnicas ‘institucionalizadas’: combinación de columnas y vigas de hormigón armado con muros de adobe11, armaduras “vacías” para sostener techados de chapa de escasas dimensiones (apoyados también sobre muros portantes), muros de ladrillos cerámicos sobre adobes, entre otras operaciones. Ante estas observaciones, cabe pensar de nuevo en que el uso de ciertos materiales y tecnologías está asociado a valoraciones que no son necesariamente técnicas y que, a su vez, construyen distintas maniobras de uso y empleo en relación a esas mismas técnicas (Figura 10). Lo mismo ocurre con la colocación de rejas en las ventanas, las que aparecen en el 40% de las construcciones en Coranzulí presentando diseños singulares, más que condiciones reales de seguridad. En términos formales, la conformación de ochavas, en sectores del tejido que no están aún consolidadas y que inclusive no constituyen esquina, resulta llamativa. Específicamente en estos casos, pareciera haber una búsqueda estética y estatutaria, sobre la elección de ciertas resoluciones constructivas, asociadas a la arquitectura de los centros urbanos. Otra cuestión significativa del cambio tiene que ver con quienes construyen. Aunque en muchos casos siguen siendo las familias las que autoconstruyen sus viviendas, en aquellos otros donde no es posible, se acude a la contratación de constructores locales que trabajan por cuenta propia. Sobre el acceso a los materiales, hay que señalar que muchos se obtienen por medio de viajes a otros centros urbanos, en ferias de trueque, así como también a través de su preparación por encargo, como es el caso de los adobes. Estas distintas estrategias, tienen que ver, en definitiva, con los nuevos lazos que, tanto a nivel productivo como espacial y social, se han
ido tejiendo entre los poblados y ciudades puneños. Otro de los temas que nos interesa revisar sobre estas arquitecturas es su conformación espacial. Mientras que las viviendas producidas por el Estado y los edificios institucionales tienen, como vimos, una organización compacta, las casas y el resto de las ‘construcciones locales’ suelen organizarse de manera distinta. Sin embargo, estas diferencias en el modo de pensar, producir y habitar los espacios, no son independientes entre sí, por el contrario coexisten con unas y otras, superponiéndose, muchas veces, dentro de una misma construcción. Así, es frecuente ver cómo las viviendas que pertenecen a los distintos planes estatales son modificadas por sus beneficiarios para adoptar una configuración más coherente con el tipo de casa que se piensa y construye localmente (Figura 11). Con respecto el resto de las construcciones, cabe indicar que de las 214 viviendas relevadas, 89 tienen, además de un acceso que comunica la calle con el interior, una puerta ‘lateral’ que permite llegar directamente de la calle al patio, y que mantiene, a nivel compositivo, la idea de la casa de campo (Figura 12). Es sumamente frecuente que sea esta la puerta utilizada en la vida cotidiana de las familias, y que incluso en algunos de los casos, el otro acceso se encuentre tapiado por dentro. Nuevamente, este tipo de operaciones nos impulsan a pensar en los posibles otros sentidos que se encuentran en puja. Estas búsquedas forman parte de un repertorio constructivo en el que se manifiestan formas locales de hacer y de entender los espacios arquitectónicos, desde una perspectiva dinámica. Las técnicas descriptas para la construcción con tierra y su composición espacial, intervienen de manera activa en los procesos de transformación socio-espaciales allí experimentados y se redefinen también ante la incorporación de otros materiales y tecnologías. Sin embargo, estas cuestiones son asiduamente dejadas de lado a la hora de reconocer y valorar el patrimonio vernáculo local; contexto en el cual se tiende a privilegiar aquellas construcciones concebidas en términos ‘tradicionales’, por sobre aquellas que, de distintos modos, dan cuenta de los procesos de cambio. Una vez más nos encontramos aquí ante el dilema de “lo vernáculo” asociado a lo tradicional, como un valor poco capaz de construirse y reconstruirse de un modo dinámico.
[11] Esta práctica es particularmente llamativa, al menos, por dos motivos: de un lado, porque constituye una de las operaciones actualmente más extendidas y, del otro, porque rompe con la lógica estructural de muros portantes de adobe que formó parte de la arquitectura tradicional del área. Pero, además, por tratarse de la combinación de materiales de distintas propiedades, es muy frecuente que el sistema estructural no se realice de manera completa, culminando en diversas resoluciones.
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Figura 10 Operaciones realizadas en la producción de arquitecturas domésticas contemporáneas en Coranzulí. Fotografías del autor.
Figura 11 Algunas de las transformaciones que se realizan sobre las viviendas otorgadas por los planes estatales. Fotografías del autor.
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Figura 12 Imágenes y esquemas de algunas de las casas relevadas en el pueblo de Coranzulí en los que se observan estas superposiciones. Elaboración y fotografías del autor.
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REFLEXIONES FINALES
BIBLIOGRAFÍA
En este artículo partimos de la observación de ciertos aspectos que conforman la arquitectura actual de Coranzulí, para poder analizar, algunos de los procesos que atraviesan, no solo a las arquitecturas locales y puneñas, sino inclusive a gran parte de las arquitecturas que hoy son reconocidas como vernáculas, a una escala más amplia. Así, ciertos sesgos en relación a las características que, en muchas de las producciones vernáculas son valorados, a los que nos hemos referido al comienzo, persisten al día de hoy. Si a principios de siglo, las producciones vernáculas puneñas eran asociadas a la naturaleza y la espontaneidad, aspectos que las distinguían del resto de las arquitecturas, su distinción actual se encuentra ligada a la idea del ‘congelamiento en el tiempo’. Su aparente inmutabilidad ante el cambio histórico, aparece como uno de sus valores más salientes, vinculado a su vez a la ‘tradición’, a la ‘identidad cultural, ideas desde las cuales se tiende, con frecuencia, a desatender sus propios procesos de cambio.
ABRAMS, Philip. Notes on the Difficulty of Studying the State. Journal of Historical Sociology, 1988 [1977], vol. 1, n°1, pp. 58-89.
En este sentido, si bien el reconocimiento de saberes compartidos y transmitidos a lo largo de distintas generaciones, y la conformación de lo que podríamos llamar, una determinada ‘cultura arquitectónica’, son temáticas centrales a la hora de aproximarnos al estudio de las arquitecturas vernáculas, nos interesa valorar también aquellos procesos de actualización y redefinición, incluso cuando estos impliquen, en muchos casos, pérdidas notables. Así, se plantea un desafío no solo para las comunidades, en tanto se disputan a sí mismas en un doble proceso de transformación y de reivindicación de sus modos de hacer arquitectura, sino también para el campo académico e institucional, orientado a entender a las arquitecturas vernáculas, desde una perspectiva dinámica, valorando su rol como agentes del devenir de los procesos de producción de arquitectura, incluso también en los ámbitos hegemónicos. En la actualidad, muchas de las formas, técnicas y prácticas arquitectónicas de las comunidades son repensadas y hasta implementadas desde los ámbitos de producción masivos. Es el caso de la construcción con tierra que, tanto a escala nacional como internacional, y especialmente en la última década, ha ido encontrando lugar en las agendas arquitectónicas académicas y profesionales, a través de la acción de distintos grupos e instituciones (red Construterra, Proterra, entre otras), llegando aun a importantes avances por su normalización en varios países (Guerrero Baca y Neves, 2011). No obstante, la deuda que tenemos con las comunidades y los grupos sociales cuyas arquitecturas no han sido valoradas e inclusive han sido objeto de acciones explícitas por su erradicación, tal como observamos aquí, se mantiene. El avance de enfoques que tengan por objeto comprender las producciones materiales de las comunidades en relación con los procesos sociales que les han dado lugar, nos permitirá reconocer los aportes que sin duda existen no solo en las arquitecturas que frecuentemente son identificadas como vernáculas, sino en el modo en el que las técnicas y tecnologías masivas se reinterpretan, redefinen y ocupan nuevos lugares en la producción contemporánea de arquitecturas en contextos no hegemónicos.
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Figura 0 Llaves de madera presentes en mamposterías históricas de piedra y adobe en Grecia. Fotos: Saverio Mecca.
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Secuencia: Caminando por la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile hasta llegar a la oficina. Fotos: Laura Gallardo y Claudia Torres.
CULTURAS SÍSMICAS: Estrategias vernaculares de sismorresistencia del patrimonio arquitectónico chileno1 SEISMIC CULTURES: Vernacular earthquake-resistance strategies in chilean architectural heritage1 Natalia Jorquera2
RESUMEN En las últimas décadas ha surgido un creciente interés por el estudio de la arquitectura vernácula debido a sus valores culturales y ambientales. Junto con ello, el conocimiento local que está en su origen se considera hoy un importante patrimonio inmaterial del cual se pueden extraer importantes lecciones para el habitar contemporáneo. En lugares altamente sísmicos, el diseño y las soluciones constructivas de la arquitectura tradicional constituyen un valioso “conocimiento vernacular sismorresistente”, el cual de acuerdo a recientes investigaciones se denomina “culturas sísmicas locales”. Siendo Chile uno de los países más sísmicos del mundo, el estudio de su patrimonio arquitectónico vernáculo desde el punto de vista de la sismorresistencia constituye un importante legado a develar. El presente artículo dará a conocer parte del avance inicial del proyecto FONDECYT de Iniciación 11130628 titulado “Rediscovering Vernacular Earthquake-resistant Knowledge: Identification and analysis of built best practice in Chilean masonry architectural heritage”. Palabras clave: Arquitectura vernácula, construcción antisísmica, patrimonio arquitectónico, terremotos. ABSTRACT In recent decades there has been an increasing interest in the study of vernacular architecture due to its environmental and cultural value. Together with this, local knowledge in its origin is now considered important intangible heritage from which important lessons for contemporary living can be drawn. In highly seismic areas, the design and building solutions of traditional architecture constitute valuable “vernacular knowledge of earthquake resistance,” which according to recent studies is called “local seismic cultures.” As Chile is one of the most seismic countries in the world, the study of its vernacular architectural heritage from the point of view of earthquake-resistance is an important legacy to uncover. This article aims to make public part of the initial progress of FONDECYT Initiation research project number 11130628, entitled “Rediscovering Vernacular Earthquake-resistant Knowledge: Identification and analysis of built best practice in Chilean masonry architectural heritage.”-resistant Knowledge: Identification and analysis of built best practice in Chilean masonry architectural heritage.” Keywords: Vernacular architecture, earthquake-resistant construction, architectural heritage, earthquakes.
Artículo recibido el 29 junio y aceptado el 02 octubre de 2014 [1] Este artículo está basado en los resultados del Proyecto FONDECYT de Iniciación 11130628 titulado: Rediscovering Vernacular Earthquake-resistant Knowledge: Identification and analysis of built best practice in Chilean masonry architectural heritage, año 2013. [2] Departamento de Arquitectura de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile. nataliajorquera@uchilefau.cl
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1 Arquitectura vernácula, conocimiento local y “culturas sísmicas” La arquitectura vernácula constituye hoy una categoría de patrimonio reconocido. Creada por su propia comunidad en un lugar específico, es “la expresión fundamental de la identidad de una comunidad, de sus relaciones con el territorio y al mismo tiempo, la expresión de la diversidad cultural del mundo” (Consejo Internacional de Monumentos y Sitios, 1999:1). Entre sus principales características se encuentran: el ser construida utilizando los recursos locales como materiales de construcción; el ser el resultado de largos procesos de prueba y error; el ser funcional, siendo el espacio, la forma y la tecnología las mejores respuestas a las exigencias de uso de la sociedad (Jorquera, 2013), y el que se desarrolle un “tipo” arquitectónico reconocible que genera una identidad grupal. La arquitectura vernácula es, además, un repositorio de saberes locales que dan cuenta de los procesos experimentados por las comunidades para administrar su territorio en el tiempo, constituyendo un precioso patrimonio inmaterial a rescatar. La administración del agua en zonas áridas, las “construcciones prodigiosas” (Rudofsky, 1984) en lugares donde aparentemente no existen recursos para construir o la erección de estructuras sismorresistentes en áreas fuertemente sísmicas, son testimonio del ingenio humano y del conocimiento local acumulado que ha permitido al hombre adaptarse y sobrevivir en diversos territorios. Así, en zonas altamente sísmicas donde sufrir las consecuencias de un terremoto es parte de la memoria colectiva, la arquitectura vernácula ha desarrollado una serie de estrategias de sismorresistencia que, a pesar de no poseer un registro escrito, pueden leerse claramente en la forma urbana, en el diseño arquitectónico y en las características constructivas de los edificios (Dipasquale y Jorquera, 2011), pues la arquitectura vernácula “forma parte de un proceso continuo, que incluye cambios necesarios y una continua adaptación como respuesta a los requerimientos sociales y ambientales” (ICOMOS, 1999: 1); factores entre los cuales se hallan, desde luego, los terremotos. El concepto de “cultura sísmica local” apareció en los años 80 del siglo XX, al interior del Centro Universitario Europeo para los Bienes Culturales (CUEBC) de Italia. Allí se lo definió como los saberes técnicos materializados en soluciones arquitectónicas que reducen el impacto de los sismos locales (Ferrigni, 1987). Más tarde, en el libro titulado Culture sismiche locali, se entiende a la
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Figura 1 Arcos de contraste y tirantes insertos en las mamposterías históricas. Fotos: Letizia Dipasquale y Natalia Jorquera.
categoría como “los dispositivos constructivos adoptados en el ámbito de la arquitectura vernácula en las áreas donde el terremoto es un fenómeno recurrente y conocido a la población residente” (Pierotti y Ulivieri, 2001: 202). Las culturas sísmicas locales son, entonces, “estrategias sismorresistentes” (Correia et al., 2014: 217) presentes en el edificado vernáculo en zonas sísmicas. Algunos ejemplos de tales estrategias, conocidas a nivel mundial, son: los “arcos de contraste” ubicados entre dos edificios y los tirantes que conectan muros transversales, ambos presentes en edificios de mampostería en numerosos centros históricos del centro de Italia (Figura 1); las “cadenas” o “llaves” de madera presentes en edificios de mampostería de Uzbekistán, en Grecia, Italia y en edificios de adobe del valle central chileno (Figura 2); las técnicas mixtas con base en elementos de madera que confinan muros de mampostería de piedra, de ladrillo u adobe, presentes en Portugal, el sur de Italia, Grecia y Chile (Figura 3). Todas soluciones constructivas que mejoran el desempeño del edificio frente al empuje lateral. Un último aspecto importante para establecer la existencia de una cultura sísmica, es que las estrategias encontradas se encuentren ampliamente presentes en el territorio, identificándoles como una solución “tipológica”,
lo que evidenciará que se trata de una respuesta proveniente de toda la cultura vernácula y no sólo un caso excepcional. Mientras, en las últimas décadas, en América se han llevado a cabo importantes investigaciones centradas en el análisis de los modos de falla y de los daños provocados por la acción sísmica sobre los edificios tradicionales3, en Europa -principalmente en Portugal e Italia- se están realizando diversos estudios sobre la identificación y análisis de las culturas sísmicas. Ambas aproximaciones son complementarias, pues las primeras se basan en el análisis de los aspectos vulnerables de la edificación tradicional, mientras las segundas, en el análisis de los aspectos que contribuyen al buen comportamiento frente a la acción sísmica. Desde esa misma perspectiva, en la tesis doctoral titulada “Culturas constructivas de tierra y riesgo sísmico” (Jorquera, 2012), se realizó una clasificación del patrimonio vernáculo chileno construido en tierra, analizando sus aspectos vulnerables frente a la acción sísmica y los daños sufridos a causa de los terremotos de Huara (2005), Tocopilla (2007) y Cauquenes (2010). Fue durante ese proceso de documentación de un gran número de casos, donde se encontraron muchos ejemplos de buen comportamiento sísmico que ameritaban estudiar si existía una cultura sísmica detrás.
[3] Destacan los trabajos realizados al interior de la Facultad de Ingeniería de la Pontificia Universidad Católica de Lima y en la Getty Conservation Institute de California, sobre el mejoramiento del desempeño sísmico de las edificaciones históricas de adobe.
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Figura 2 Llaves de madera presentes en mamposterías históricas de piedra y adobe en Grecia, Italia y Chile. Fotos: Saverio Mecca, Letizia Dipasquale y Natalia Jorquera, respectivamente.
Figura 3 Contenciones de madera en edificaciones de adobe en Grecia y Chile. Fotos: Saverio Mecca y Natalia Jorquera, respectivamente.
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2 Estrategias generales de sismoRresistencia del patrimonio vernáculo chileno Chile posee una de las sismicidades más altas del planeta, producto de la subducción de la placa de Nazca bajo la Sudamericana, que acumula energía liberándola en forma de terremotos de gran magnitud y de larga duración. El país posee el triste récord de registrar los terremotos de más alta magnitud de la historia (el de Valdivia, de1960, de 9.5° y el de Cauquenes, de 2010, de 8.8º, entre otros) y además la más alta frecuencia de ellos, registrándose sismos que superan los 7° en promedio cada 10 años y más de 100 terremotos superiores a dicha magnitud desde 1570 a la fecha, de acuerdo al Centro Sismológico Nacional de la Universidad de Chile. Diversas estrategias de respuesta al sismo han sido adoptadas a lo largo de los años por las variadas arquitecturas vernáculas que han existido en el país, las cuales nacieron como respuesta a la diversidad geográfica, climática y cultural de los casi 4.300Km que conforman el territorio chileno continental, donde el mínimo común denominador ha sido desde siempre el riesgo sísmico. De entre los ejemplos de arquitectura vernácula aún existentes, no obstante los cambios en los sistemas económicos y sociales, los procesos de abandono y la alta sismicidad del territorio, se encuentran la arquitectura del norte andino, las viviendas del Valle Central, la arquitectura de Valparaíso y Chiloé y la arquitectura mapuche en el sur del país. Considerando que dichos ejemplos son de antigua data y, por lo tanto, han sobrevivido a numerosos terremotos, surge como hipótesis que ellos dan cuenta de un conocimiento técnico y empírico acumulado en el transcurso del tiempo que revela la existencia de una cultura sísmica. A modo general, de la relación siempre existente entre clima, disponibilidad de recursos naturales locales y arquitectura vernácula, se pueden desprender las primeras estrategias de sismorresistencia presentes en la arquitectura vernácula chilena: · En aquellas regiones donde la pluviosidad es escasa y, en consecuencia, también es escasa la vegetación, se han desarrollado sistemas estructurales en base a muros, de mamposterías de adobe y/o de piedra, que teniendo una respuesta muy baja a los esfuerzos de tracción provocados por los sismos, han basado su sismorresistencia casi exclusivamente en la morfología de los edificios, es decir, en su configuración geométrica (Duarte, Correia, Viana y Gomes, 2014: 271) y en las reglas de proporción. Este es el caso de la mencionada arquitectura andina (Figura 4). · En las regiones donde el clima templado y la pluviosidad moderada han posibilitado el crecimiento de vegetación, aún siendo la arquitectura principalmente de albañilería de adobe, aparecen incorporados elementos dúctiles que mejoran el comportamiento de ésta frente a los esfuerzos de tracción provocados por el terremoto: es el caso de la arquitectura vernácula del Valle Central (Figura 5).
Figura 4 Relación entre territorio, recursos naturales y arquitectura vernácula andina, donde se refleja la estrategia de sismorresistencia por morfología. Fotos: Natalia Jorquera.
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Figura 5 Relación entre territorio, recursos naturales y arquitectura vernácula del Valle Central, donde los muros con daños dejan entrever los elementos de madera incorporados como estrategia sismorresistente. Fotos: Natalia Jorquera.
· Por último, en las regiones lluviosas del sur, donde abunda la vegetación y, por consiguiente, la madera, la arquitectura vernácula, como la arquitectura de Chiloé y la Mapuche, se basa en la utilización de entramados flexibles con rellenos livianos, que resisten muy bien los esfuerzos sísmicos debido a su comportamiento dúctil. De entre estos ejemplos, la investigación se ha centrado en analizar los dos primeros casos, pues sobre el comportamiento dúctil de la madera frente a fuerzas dinámicas existe suficiente investigación. El presente artículo se abocará, de este modo, a la arquitectura vernácula andina presente en las regiones de Arica y Parinacota, Tarapacá y Antofagasta, la arquitectura del Valle Central, presente a lo largo de cinco regiones del centro de Chile, y la de Valparaíso, por constituir esta última un caso excepcional.
3 Identificación de elementos relevantes de las culturas sísmicas chilenas basadas en sistemas estructurales de muro. Reconociendo que “la baja resistencia a tensión de la mampostería limita fuertemente la capacidad de los muros para resistir cargas laterales” (Meli, 1994:17), se ha procedido a identificar cuáles son las estrategias que han permitido la sobrevivencia de la arquitectura vernácula andina y del valle central chileno, siendo ambas construidas en mamposterías. En esta primera fase de la investigación, se ha utilizado un análisis cualitativo consistente en identificar elementos de diseño derivados de la geometría de los edificios, así como soluciones constructivas que en ambos casos se repitan sistemáticamente, dando cuenta de una cultura sísmica. En una segunda y tercera fase de la investigación –que finalizará a fines de 2016- se realizará un análisis cuantitativo que incluirá el análisis estructural, el análisis de materiales y el relevamiento de posibles elementos
escondidos en los edificios que hayan mejorado su respuesta sísmica, en aquellos ejemplos identificados considerados más relevantes. La arquitectura andina forma parte de un importante patrimonio cultural compartido con los vecinos países de Perú, Bolivia y Argentina, cuyo origen se remonta a épocas precolombinas y se fusiona durante la Colonia española con el aporte hispano, bajo el estilo denominado “estilo mestizo” o “barroco andino” ampliamente estudiado por diferentes autores. Como en toda la arquitectura vernácula, existen tipologías claramente identificables tanto en la arquitectura residencial como religiosa, que son el resultado de requerimientos culturales, ambientales y funcionales, pero que también pueden explicarse desde la sismorresistencia, pues la arquitectura vernácula responde al mismo tiempo a todas las condicionantes del medio. Dichos elementos de diseño que colaboran con el desempeño sísmico son: · La volumetría general de forma ligeramente piramidal, que asemeja la figura del cerro o Pachamama4. (Figura 6) · La alta densidad de muros repartidos uniformemente (Fercovic, 2011). · La relación espesor-altura de muros, “de importancia fundamental en la determinación del comportamiento de la mampostería sin reforzar”, ya que “el grosor de los muros tiene un efecto positivo sobre el comportamiento sismorresistente” (Vargas, 2006: 43 y 45). En resumen, se trata de elementos que se basan en una concepción morfológica y de “masa” como estrategia para resistir los empujes horizontales. Respecto a las iglesias, el arquitecto chileno Juan Benavides asevera que “marcadas por el provincialismo y la alta frecuencia sísmica, las torres de las iglesias de Tarapacá
[4] Pachamama o Madre Tierra es la máxima divinidad del mundo andino, relacionada con la fertilidad y la abundancia, gracias a la cual se vive, se representa con la figura del cerro, pues en sus faldas nace la vida.
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adquieren una morfología generalizada y particular, en cuanto a su reducida altura y volumetría cerrada, escasos vanos con que pueden debilitar la densa masa de sus estructuras” (Benavides y Vilaseca, 1981:152). Dichas estrategias de diseño, suficientes para el caso de las viviendas e iglesias de dimensiones pequeñas, requieren de elementos complementarios cuando las dimensiones de los volúmenes crecen, apareciendo así contrafuertes, volúmenes adosados a la nave principal e incluso “aterrazamientos” del conjunto (Figura 7), que tienen como misión contrarrestar el empuje lateral, dando cuenta claramente de una cultura sísmica. Todas estas estrategias de diseño desplazan el centro de gravedad hacia el suelo, evitando el volcamiento de las estructuras frente a los empujes laterales. Sin embar-
go, el desempeño global de la arquitectura depende también de la calidad de los materiales empleados y del cómo han sido ejecutadas las técnicas para asegurar el comportamiento monolítico de las mamposterías, lo cual varía de región a región. De los casos observados en el altiplano andino, se ha verificado que las albañilerías de adobe han respondido mejor que las mamposterías de piedra irregulares asentadas en barro, pues estas últimas, dada la irregularidad de las piedras, la falta de trabazón en las esquinas y la mala calidad de los morteros de tierra, han respondido desmoronándose frente a los esfuerzos sísmicos. Estos aspectos se analizarán en la próxima fase de la investigación, pero se puede advertir desde ya cómo los recursos naturales locales han condicionado la existencia de la cultura sísmica.
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6 Figura 6 Volumetría piramidal de la arquitectura andina. Ejemplos de la comuna de Colchane. Fotos: Natalia Jorquera. / Figura 7 Comparación entre tres iglesias andinas donde se aprecia que a medida que crecen las dimensiones de ellas, aparecen elementos complementarios sismorresistentes, como contrafuertes y capillas laterales. (Elaboración del autor a partir de dibujos extraídos de diversas fuentes.)
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En el caso de la arquitectura del Valle Central de origen colonial español, resulta interesante cómo una arquitectura foránea, con características tipológicas bien definidas, debió adaptarse a la realidad del territorio chileno –incluyendo los sismos-, transformándose en una arquitectura vernácula propia. Cabe mencionar que, al igual que en la arquitectura andina, existen características de diseño que responden a requerimientos culturales y funcionales que se repiten en otras áreas no sísmicas donde esta arquitectura se difundió, como es el caso de la configuración arquitectónica basada en la disposición de volúmenes de una crujía organizados alrededor de un patio interior, los cuales se dividen en diversos recintos. Esta configuración inicial, analizada desde la perspectiva de la sismorresistencia, presenta interesantes elementos que han ayudado a un buen desempeño sísmico a lo largo del tiempo: · La existencia de volúmenes simétricos. · Los grandes espesores de muro y bajas esbelteces. · Pocos vanos en relación a la masa de muros. · Muros perpendiculares cada cierta distancia para evitar la flexión lateral en caso de sismo perpendicular al plano. Existen además, otras estrategias específicas, adoptadas con posterioridad a los terremotos, que evidencian una evolución hacia una cultura sísmica local. Al respecto, es interesante el relato del arquitecto e historiador chileno Alfredo Benavides sobre las medidas adoptadas en Santiago con posterioridad al llamado “terremoto magno” de 1647, el más grande del periodo Colonial y que afectó toda la zona central del país. Para dicha reconstrucción se prefirió “[…] el predominio de los muros llenos sobre los vanos, la disminución en la altura de las habitaciones, especialmente si eran de dos pisos, y la introducción en las estructuras de adobe de un sistema de soleras, llaves, cuñas y diagonales tan bien dispuestas que algunas de ellas ha resistido después a otros movimientos sísmicos […]” (Benavides, 1988: 228). Se explicita aquí la introducción de elementos dúctiles complementarios que mejoran el desempeño de las mamposterías frente a los esfuerzos laterales y, en efecto, es posible encontrar en gran parte de la arquitectura del valle central, dichas “llaves” de madera (Figura 8) que van intercaladas sistemáticamente cada cierto número de hiladas de adobe (generalmente seis). En algunos casos, se encuentran también presentes, tirantes de hierro que conectan muros perpendiculares entre sí (Figura 9). Ambos elementos constructivos, muy recurrentes en otras áreas sísmicas, mejoran las conexiones entre los distintos paramentos, evitando los desplazamientos y –junto a los muros de gran espesorpermiten que la estructura “resista el volcamiento que puede desencadenar un empuje lateral” (Dipasquale, Omar y Mecca, 2014: 256). De entre los numerosos casos analizados en la arquitectura vernácula del Valle Central chileno, aquellos que han presentado un buen comportamiento estructural y se encuentran aún en pie, no obstante los numerosos
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sismos, han sido los que cumplen tanto con las características de diseño antes descritas, como con la presencia de los elementos dúctiles mencionados. Aquellos que, en cambio, han presentado importantes daños o incluso han colapsado, lo deben principalmente a deficiencias en la mantención o a intervenciones erróneas que han tergiversado el modelo original, entre ellas, la muy recurrente supresión de muros transversales para ampliar los espacios.
4 El caso de la cultura sísmica de Valparaíso La arquitectura vernácula de los cerros de Valparaíso constituye un caso ampliamente estudiado por sus valores arquitectónicos y urbanos. Dichos valores no serían posibles si no hubieran existido los adelantos técnicos que posibilitaron la ocupación de los cerros de Valparaíso a mediados del siglo XIX, cuando apareció de manera abundante la madera. Utilizada como lastre de las embarcaciones que llegaban al puerto, ella permitió “mayor liviandad de las fábricas, rapidez en la ejecución, menores costos, mano de obra menos especializada [...] que se aviene de buena forma a las exigencias que la colonización del cerro plantea” (Duarte y Zúñiga, 2007:7), pero, además, posibilitó la creación de estructuras sismorresistentes en base a entramados. No es un hecho desconocido el buen comportamiento frente a esfuerzos horizontales de los entramados de madera, mas en el caso de Valparaíso, lo interesante es que dicho sistema se rellena con un particular bloque de adobe, conocido como “adobillo” que, debido a su eficaz unión a la estructura resistente, genera un conjunto unitario capaz de resistir esfuerzos dinámicos. El “adobillo” es un bloque de tierra y paja, amasado dentro de un molde de madera, que se diferencia por sus dimensiones (60x15x30cm) del adobe chileno común y por poseer en sus extremos dos muescas de 1’x1’ que permiten que allí se introduzca un listón de esas dimensiones, el cual se clava a los pies derechos de madera que lo sujetan (Figura 10). En otras palabras, se trata de un elemento concebido especialmente para estar afianzado por completo a los pies derechos de madera y no correr el riesgo de desconectarse y vaciarse en caso de sismo. Si bien se desconoce el origen exacto del sistema constructivo madera-adobillo, se especula que se origina a mediados del siglo XIX en conjunto con la incorporación de las estructuras de madera antes mencionadas. De lo que sí se tienen certezas es que la técnica se masificó después del gran terremoto de 1906 que destruyó completamente la ciudad y que representa, por tanto, una evolución de las antiguas estructuras de adobe destruidas por sismos precedentes, lo que da cuenta de una cultura sísmica. Cabe destacar que con el último terremoto de Cauquenes (2010), no se registraron grandes daños en el patrimonio residencial de Valparaíso y allí donde se verificaron, éstos fueron producto del mal estado de conservación de los elementos de madera.
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Figura 8 Llaves de madera presente en las viviendas tradicionales de adobe del Valle Central. Fotos: Natalia Jorquera. / Figura 9 Cabezas de tirantes de hierro y madera presente en los muros de adobe de casos que han registrado un buen comportamiento sismorresistente. Fotos: Natalia Jorquera.
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10 Figura 10 Detalle de la técnica tabique-adobillo de Valparaíso, donde la eficaz conexión entre ambos elementos da cuenta de la cultura sísmica. Fotos: Natalia Jorquera.
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5 Reflexiones sobre la importancia de la recuperación de las culturas sísmicas En Chile, después de cada terremoto, el patrimonio arquitectónico resulta seriamente dañado y son muy raras las ocasiones en que se analiza el origen de dichos daños, pues las obras son con frecuencia inmediatamente demolidas. Menos aún se documentan los casos de buen comportamiento, con lo cual se pierde la oportunidad de aprendizaje que significa un terremoto: las estructuras históricas sobrevivientes a la acción sísmica “debieran transformarse en objeto de profundo estudio, pues en ellos pueden encontrarse claves de diseño que inspiren intervenciones sismorresistentes sobre otros inmuebles” (Bahamondez et al., 2011: 52). El estudio y catalogación de las culturas sísmicas locales representa un útil instrumento para generar lineamientos a nivel local que promuevan la correcta intervención del patrimonio arquitectónico, sea éste vernáculo o monumental, rescatando o mejorando aquellas estrategias que han permitido la supervivencia de los edificios históricos en contextos sísmicos y evitando, asimismo, la propagación de intervenciones erróneas que atenten contra la durabilidad y autenticidad del patrimonio. Reconocer dichas estrategias, permitiría identificar los aspectos fuertes y débiles del patrimonio construido y, de tal modo, predecir su comportamiento estructuraldinámico. Fenómenos naturales como los terremotos, en pasado administrados sabiamente por las comunidades locales, se han transformado hoy en desastres debido a la pérdida de las culturas sísmicas, amenazando a la población y al patrimonio arquitectónico; recuperar esos saberes es una tarea fundamental en cualquier zona sísmica del mundo. Las culturas sísmicas requieren, en definitiva, una puesta en valor y un reconocimiento como medidas eficaces de reducción de riesgo sísmico.
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Figura 0 Tipología 2. Parroquia de San Martín de Puzhio. Foto: Sonia Guzhñay.
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Secuencia: En Cuenca, de la casa a la cátedra. Fotos: Javier Durán
Valores formales de la vivienda rural tradicional: La Provincia del Azuay, en Ecuador, como caso de estudio1 Formal values of traditional rural housing: Azuay Province, Ecuador as a case study1 M. Augusta Hermida2, Vicente Mogrovejo
RESUMEN Este trabajo se inmiscuye en el campo del conocimiento científico de los valores formales y tipológicos de una muestra de arquitectura rural tradicional del siglo XX en la provincia del Azuay en el Ecuador que ha permanecido escondida o simplemente ha sido poco conocida y muy rara vez valorada con objetividad. Consideramos que los resultados de la investigación deben servir para recuperar una manera de hacer arquitectura que se está perdiendo. Además, los principios constructivos y de diseño estudiados se pueden emplear en los procesos de enseñanza aprendizaje. La ejecución de estas obras de arquitectura, promovidas por razones de cobijo y protección, manifiestan, en el fondo, una búsqueda permanente de la belleza, de relaciones geométricas y de proporciones matemáticas, que son universales; aunque, quizá, la población de estos sectores no es consciente del enorme aporte que su propia arquitectura puede ofrecer a nivel estético y formal. Palabras clave: Arquitectura vernácula, arquitectura rural, forma, viviendas rurales, viviendas vernáculas. ABSTRACT This article delves into the scientific knowledge of the formal and typological values of a sample of traditional rural architecture from the twentieth century in the province of Azuay, Ecuador, which has remained hidden or has simply been little known and rarely assessed with objectivity. It is believed that the results of this research will serve to regain a way of making architecture that is being lost. In addition, the building and design principles studied can be used in teaching and learning processes. These works of architecture, which were promoted for shelter and protection, ultimately show a constant search for beauty, geometric relationships and mathematical proportions that are universal; although, perhaps the inhabitants of these areas are not aware of the enormous contribution that their own architecture can make at an aesthetic and formal level. Keywords: Vernacular architecture, rural architecture, form, rural housing, vernacular housing.
Artículo recibido el 29 de abril y aceptado el 3 de septiembre de 2014 [1] Este artículo está basado en los resultados de la investigación: Valores formales de la vivienda rural tradicional del siglo XX en la Provincia del Azuay, patrocinada por la Dirección de Investigación de la Universidad de Cuenca, Cuenca, Ecuador, años 2009-2011. [2] Universidad de Cuenca, Cuenca, Ecuador. augusta.hermida@ucuenca.edu.ec
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1 INTRODUCCIÓN Las composiciones artísticas del ser humano a lo largo de la historia y, entre ellas, la arquitectura, han estado regidas por una búsqueda de la belleza, de relaciones geométricas, de proporciones matemáticas, de la esencia de las cosas. “El hombre construye su entorno con la geometría, desde el elemento más pequeño hasta la ciudad. La geometría por tanto es el lenguaje plástico del hombre, la recreación de la naturaleza por medio del intelecto” (Rovira, 1999:142). Pero no es sino hasta el siglo XX cuando los aspectos más universales y abstractos de los fenómenos se empiezan a plasmar en las obras de arte (Piñón, 2006). La arquitectura de calidad del siglo XX busca aquellas relaciones que hacen que el fenómeno sea bello: aquellas soluciones de programa y de detalle que son universales y abstractas. Se entiende por “universal”, lo esencial de la constitución de las cosas, valor cuyo reconocimiento constituye una cualidad específica de la especie humana (Worringer, 1975); y por “forma abstracta”, la esencial constitución interna de un objeto, que hace alusión a la disposición y ordenación general de sus partes. De esta manera, la forma se identifica con el concepto de estructura (Martí, 2005). Así, cada obra tiene su propia legalidad específica, su propia estructura. En la obra abstracta los elementos pierden importancia, mientras cobran protagonismo las relaciones: “El sentido último de la obra reside, entonces, en la forma de esas relaciones, más allá del valor específico de los diversos elementos” (Martí, 2000:8). La arquitectura abstracta es el “resultado del procedimiento abstracto: una actitud mental y una manera de mirar las cosas que adquieren plena conciencia de sí mismas en el ámbito de la cultura moderna. Lo cual no impide que, desde esa perspectiva, también las obras del pasado puedan ser objeto de una mirada abstracta. Eso es, precisamente, lo que nos permite ponerlas en relación con nuestros actuales intereses, lo que nos permite trabajar con ellas y desvelar su presente” (Martí, 2000:9). La universalidad de la forma se hace evidente en lugares alejados geográficamente entre sí, por ejemplo en algunas ciudades de América Latina existen episodios de construcción de forma que se produjeron en distintos momentos de la historia y que tienen cualidades excepcionales que pueden convertirlos en materiales de proyecto para la práctica de la arquitectura en la actualidad. Al igual que en la música o la danza, en la arquitectura de distintas culturas del mundo existen principios universales, construcciones formales que pueden ser identificadas más allá de la época en la que fueron producidas o de la particular cultura o zona geográfica en la que se han desarrollado. El reto del momento es identificarlas y reconocer aquello de universal que en ellas se manifieste (Hermida, 2011). La arquitectura rural de la provincia del Azuay muestra un nivel de abstracción y complejidad producto de relaciones geométricas entre sus elementos. La investigación evidencia lo esencial de estas obras, sus relaciones profundas y sus legalidades propias: aquellas que las vuelvan únicas e irrepetibles y, por lo tanto, arraigadas a su realidad como fenómeno arquitectónico. Esta mirada tiene como fin último preservar esta arquitectura, sabiendo que el saber arquitectónico se inscribe y deposita en las propias obras y proyectos de arquitectura,
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de lo que se trata es de conocer los atributos formales y culturales que le confieren identidad, entendida esta como síntesis del programa, del sistema constructivo y de los criterios estéticos que ofrece la historia, a través de la forma (Piñón, 2006).
a El Emplazamiento, que pretende identificar la relación de la vivienda o los componentes del conjunto con los elementos básicos del entorno: topografía del sitio, clima, vegetación, paisaje circundante, paisaje lejano (visuales).
Este artículo pretende profundizar el conocimiento y la puesta en evidencia, para su posterior difusión, de los valores formales y tipológicos de una muestra de arquitectura rural tradicional del siglo XX, la misma que, siendo parte del patrimonio edificado de la provincia del Azuay, ha permanecido escondida o simplemente ha sido poco conocida y muy rara vez valorada con objetividad. Solamente el conocimiento y difusión del valor de estos bienes culturales puede hacer posible la promoción de su preservación, conservación, consolidación, liberación, restauración y reconstrucción, cuando el caso lo amerite; así como su difusión como ejemplo de arquitectura de calidad a nivel mundial.
b La Configuración del Edificio, cuyo fin es identificar la existencia de orden evidente de su estructura formal, en los campos de la bi y tridimensión, así como en el de la disposición y relación de los elementos consistentes: orden espacial en relación con la planta y el sistema funcional; orden espacial en relación con los componentes volumétricos; orden espacial en relación con los elementos que configuran las diferentes volumetrías; tratamiento de los límites: uso de materiales, textura y color; elementos de fachada (portales y balcones, puertas y ventanas); escaleras (posición y coherencia dentro del conjunto); presencia de mobiliario exterior fijo y construcción formal; generación de espacios exteriores ordenados, en relación armónica con la edificación y el terreno; orden espacial y relaciones entre los componentes de las fachadas.
2 MÉTODOS
c Lo Estético Constructivo, que persigue identificar la forma, intensificada por el sistema tecnológico, en el campo de la materialidad, la textura y el color y su relación con la configuración del edificio: materiales utilizados, textura, color y relaciones; observar la estructura y la relación con el sistema de funciones; la estructura y la relación con la configuración espacial del edificio; la relación de la estructura con: accesos, portales, balcones, puertas y ventanas; constatar si la estructura se muestra como elemento propositivo de la forma; si la estructura modula o no los espacios interiores y exteriores; si modula o no los componentes de la fachada; y, por último, determinar la intensidad de la sección constructiva y la riqueza visual en los elementos del alzado.
El Instituto Nacional de Patrimonio Cultural del Ecuador (INPC) realizó, durante el año 2008, el Registro fichado de 3.475 muestras de arquitectura rural de la provincia del Azuay, las mismas que corresponden a 62 localidades ubicadas en sus cantones. Cada ficha contiene información básica, en la que consta la parroquia en la que se ubica el inmueble, la clave catastral del predio (no en todos los casos), el croquis del emplazamiento, el croquis de las planta en escala, fotografías y el registro de los materiales predominantes utilizados en la construcción. Este inventario, a más de ser un aporte valioso para identificar ejemplos de arquitectura rural, independientemente del valor que tuviere cada uno de ellos, se convierte en un recurso que posibilita iniciar procesos investigativos para poner en valor a cada uno de los ejemplos.
d El Estado de Conservación, pues no todas las muestras tienen un estado de conservación que permita en algún momento su recuperación.
Las unidades arquitectónicas registradas corresponden a edificaciones de usos variados: vivienda rural y urbana, de culto, equipamientos y casas de hacienda. Queda claro que la intención u objetivo primordial de este proyecto de investigación es el de estudiar únicamente los ejemplos de arquitectura de vivienda rural tradicional, por consiguiente, conforme esta premisa, se excluyen todas las edificaciones cuyos usos sean diferentes al previsto. Se ha seleccionado, entonces, únicamente 1.766 unidades. Una primera aproximación visual permitió establecer la inconveniencia de analizar todas las obras, dado su elevado número y en razón de que algunas de ellas no poseían la información requerida completa, o bien, no exhibían un aceptable estado de conservación. Lo anterior obliga a definir un sistema de selección de un número significativo y conveniente de ejemplos en los que se pueda evidenciar con claridad los valores formales de las obras.
La aplicación de la primera ficha de valoración permitió seleccionar 523 unidades. Con la segunda ficha de valoración se obtuvo un total de 195 unidades, las mismas que se encuentran distribuidas en 38 de las 62 localidades estudiadas.Valorar objetivamente los ejemplos de la muestra final exigió diseñar una secuencia sistemática de actividades cuya pertinencia determinó la calidad del análisis y el cumplimiento de los objetivos propuestos. Son destacables aquí las actividades siguientes:
Con este cometido se diseñaron dos fichas de valoración, las mismas que se aplicaron en dos momentos consecutivos. Los componentes de valoración que contienen las fichas, se constituyen en grupos compuestos por varios elementos cualificadores que se presentan a continuación:
3 Construcción de los planos y de las secciones constructivas más representativas de cada vivienda.
1 Determinación de los elementos mínimos requeridos para el análisis, con la consecuente complementación informacional de las fichas originales. 2 Re-dibujos geo-referenciados de la ubicación geográfica y de las plantas arquitectónicas de cada ejemplo componente de la muestra estudiada.
4 Análisis y evidencia teórica de las características relevantes de cada una de las viviendas, con énfasis
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en la identificación de su pertenencia a una tipología; relaciones con el terreno que la aloja y con el entorno; potencialidad para construir el lugar; determinaciones de los sistemas constructivos y su potencialidad para construir laforma; congruencia entre los elementos de la disposición volumétrica y la construcción de la fachada; sistemas de relaciones geométricas en la trama espacial de la fachada principal; determinación de la fuerza visual y el orden contenido en la disposición de las escaleras; determinación de formas tectónicas y estereotómicas; la fuerza geométrica de las barandillas, etc. 5 Diseño y concreción de las fichas por cada vivienda. 6 Diseño de catálogos por tipologías y sus sistemas de variantes. 7 Diseño de catálogos de relaciones espaciales existentes en la construcción de los sistemas de orden que se evidencian en las fachadas. 8 Diseño del catálogo de los sistemas ejemplares de las barandillas, en atención a que estos elementos son los únicos de evidente valor artesanal que potencian los rasgos de la forma en la arquitectura rural tradicional.
como ventanas, puertas, barandillas, entre otros. La mayoría de las viviendas de esta tipología tienen dos niveles. El portal, por lo regular, está ubicado estratégicamente para aprovechar el soleamiento. Se observa un trabajo artesanal de alta calidad en la resolución de las barandillas. El volumen resultante es liviano y en este se distinguen las distintas “capas” con las que se construye la forma. Al observar las muestras destaca la ubicación de la barandilla, en ocasiones centrada en el plano de fachada, pero en la mayoría de casos desplazada, generando con ello nuevos equilibrios. Cabe mencionar la variedad de soluciones constructivas, sobre todo en la manera como se relaciona la viga con el pavimento del portal en la segunda planta. Un elemento que otorga vitalidad visual a la fachada es la posición de la escalera, generalmente ubicada en el exterior. Las cubiertas son mayoritariamente de teja artesanal y se resuelven a dos, tres o cuatro aguas. Cuando la vivienda se emplaza en un terreno en pendiente se observan soluciones con muros de piedra y pilotes. Soluciones que van desde la construcción de una plataforma que nivela la base de la casa, hasta la elevación de la vivienda, por encima del nivel del suelo. (Figura 1)
3 RESULTADOS Al igual que cualquier otra actividad creadora, la arquitectura siempre será el resultado de la constante y continua familiarización con ciertas estrategias, indistintamente de que el ejercicio continuado para producirla sea realizado por académicos o personas cuya formación esté determinada por la práctica empírica. Los actores, y más todavía los que son responsables por las obras de arquitectura tradicional, aprenden en la experiencia, por la influencia de los precedentes, y se destacan en la experticia que marca la obra nueva. Con estas premisas presentamos las tipologías identificadas y las reflexiones suscitadas. 3.1 Tipología 1. Fachada principal con portal En esta tipología se observa una estructura de muro portante y columnas y vigas de madera vistas en las crujías interiores. En ocasiones se reemplaza el muro portante lateral por la misma estructura de madera vista. La planta es rectangular y siempre se encuentra un espacio de “portal” en la planta baja y alta. Dentro de esta tipología hemos distinguido 3 casos: a) Viviendas de una planta; b) Viviendas de dos o más plantas; c) Viviendas que dan solución a la pendiente. La tipología 1 corresponde a las viviendas cuya fachada principal es vacía, es decir, tiene “portales” de transición entre el exterior y el interior. En esta tipología se distingue fácilmente el ritmo generado por los elementos estructurales, que por lo general se encuentran modulados. Destaca con claridad el número de crujías y las relaciones existentes entre los distintos elementos
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Figura 1 Tipología 1. a) Viviendas de una planta. b) Viviendas de dos o más plantas. c) Viviendas en pendiente.
3.2 Tipología 2. Fachada principal que combina el portal con los volúmenes cerrados. En esta tipología se tiene una estructura que combina el muro portante y la madera vista. Se observa gran variedad en la manera en la que se combina el portal con el volumen cerrado. En un primer caso la planta es en L y combina el portal con un volumen cerrado tanto en planta baja como en alta, formándose un cuerpo cerrado lateral y un cuerpo abierto opuesto. En los otros casos, en la fachada principal, se combinan vacío y lleno de diversas maneras. Luego de la observación se han encontrado cinco casos: a) Combinación de portal con volumen cerrado, similar en las dos plantas; b) Combinación de portal con volúmenes cerrados; c) Combinación de portal en una de las plantas y volumen cerrado en la otra; d) Combinación de portal con volúmenes cerrados manteniendo la simetría; e) Casos especiales que dan solución a la pendiente. Esta tipología permite una resolución dinámica en planta. Los planos se desplazan, generando contrastes y profundidad. La materialidad se destaca en el volumen lleno, por el uso del adobe o el bahareque, a diferencia del vacío o portal, en donde se percibe claramente una retícula de madera. La composición de la fachada principal presenta distintas relaciones entre los planos que la configuran. La combinación de los materiales antes mencionados, no impide una lectura global del conjunto, sino por el contrario, enfatiza los ritmos y módulos de la fachada. (Figura 2)
A través de las imágenes, resaltamos, en cada una de las tipologías, las relaciones entre emplazamiento, programa y construcción, que intensifican la forma. Primero reconocemos las relaciones que establecen los elementos estructurales: muros portantes (planos) con estructuras vistas de madera (líneas); luego se marcan las “capas” o profundidades de los elementos de fachada, generados por los elementos estructurales y espaciales, como portales, ventanas o balcones. En seguida, identificamos las relaciones entre vanos y estructura, y entre vanos y llenos: en algunos casos, estrictamente simétricos y en otros, asimétricos o neo-plásticos. A continuación, observamos la relación que establece la grada o plano inclinado con los restantes elementos de la fachada. Para finalizar buscamos cualquier desplazamiento entre volúmenes o relación particular entre elementos. Cabe insistir en que estos gráficos constituyen sólo una pista de lo que en realidad sucede en la construcción de la forma en cada vivienda. (Figura 3 y 4) 3.3 Sobre el sentido primario La vivienda rural está constituida por un conjunto de edificaciones y espacios utilizados por la familia en su vida cotidiana, en los cuales se puede identificar valores multidimensionales, que van desde lo económico y lo social hasta lo estético cultural. Es una respuesta natural, inmediata y directa, a las necesidades y posibilidades de los usuarios, tanto en los aspectos funcionales, determinados por su forma de vida ligada a la tierra, su historia y
Figura 2 Tipología 2. a) Viviendas con portal y volumen cerrado similar en las dos plantas. b) Viviendas con portal y volumen cerrado diferente en cada planta. c) Viviendas con portal en una planta y volumen cerrado en la otra. d) Viviendas simétricas con portal y volumen cerrado.
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Figura 3 Estudio de relaciones formales de las fachadas de las viviendas de la Tipología 1.
Figura 4 Estudio de relaciones formales de las fachadas de las Viviendas de la Tipología 2.
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Figura 5 Tipología 2. Parroquia de San Martín de Puzhio. Foto: Sonia Guzhñay.
su cultura; así como a las manifestaciones de lo plástico, considerando los condicionamientos naturales definidos por la geografía, el clima, el contexto material y la infraestructura que muchas veces es escasa, primaria o inexistente. Se constituye como una obra definitiva que casi siempre será utilizada por sus autores y luego por sus descendientes, lo cual hace posible que se despoje de las soluciones contingentes y la provisionalidad; por ello, es el resultado de la suma de esfuerzos colectivos que desembocan en una suma de relaciones positivas insustituibles entre la obra y su autor (Figura 5). 3.4 La configuración material El uso de recursos mínimos y la cercanía o proximidad respecto de los lugares en donde se encuentra la materia prima para la construcción, influye en la vivienda tradicional y la convierte en una arquitectura preindustrial, despojada de registros tecnológicos. Por eso es posible encontrar lenguajes expresivos de fácil lectura, cercanos y conocidos. La economía de medios, como
un recurso natural del proceso constructivo, ejerce un efecto positivo en la arquitectura tradicional, en vista de que se la despoja de todo aquello que no es estrictamente necesario. Como consecuencia de la modestia de los materiales empleados, esta arquitectura rara vez pretende modificar radicalmente el medio en el cual se emplaza. Arcilla, piedra y madera son los tres materiales generalizados en sus sistemas constructivos. La arcilla en sus variadas presentaciones: el adobe en el sistema estructural y los paramentos; el ladrillo, sin cocer o cocido, en el sistema estructural, los paramentos y, en forma de baldosas, en pisos; en forma de tejas para cubiertas; como rellenos para el sistema de bahareque o revestimientos de superficies. La piedra, generalmente unida con mortero de arcilla, formando muros para cimentación, sobre-cimientos protectores, zócalos, muros divisores entre habitaciones, basas para columnas y diversos tipos de piso. La madera como elemento de la estructura en columnas, vigas y soleras, subestructuras para paramentos en el sistemade bahareque, paneles divisores de ambientes, paneles en fachada, escaleras, barandillas, puertas, ventanas, pisos y en estructuras de cubierta (Figura 6).
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3.5 La legalidad de la estructura espacial El espacio se constituye como un conjunto de estructuras sistemáticas. La organización espacial que construye la planta arquitectónica, utiliza formas geométricas simples, contenidas en figuras generalmente derivadas de la asociación o suma de módulos cuadrados y rectangulares. Las figuras generadas como resultado del proceso asociativo, no son de mayor complejidad, configuran perfiles rectangulares o en L, C, T y H (Figuras 7 y 8). En la estructuración de la espacialidad tridimensional existen componentes formales repetitivos, casi insoslayablemente presentes en todos los casos, que generan una estructura dicotómica, compuesta, por una parte, con volúmenes simples de límites ortogonales, dispuestos como formas concretas en las que se encuentran las habitaciones, o como formas virtuales, vacías, con límites tratados siempre con la misma ortogonalidad, que son usadas como espacios de relación entre el exterior y el interior. Se puede evidenciar la persistencia de volúmenes de planos inclinados, derivados, en muchos casos, de formas piramidales, los cuales han sido utilizados como remate de las edificaciones y cuya fundamental intención tiene que ver con la configuración de cubiertas. En estas soluciones compositivas donde se combinan volúmenes ortogonales con formas piramidales, intervienen, junto al factor climático de una zona con períodos de lluvia abundante y persistente, el factor de la tradición y la herencia cultural relativamente reciente. La composición muestra proposiciones espaciales claras, de predominio de los valores volumétricos por sobre los valores contenidos en los detalles, que surgen solo de la propia construcción; y, generalmente, las maneras de articular o relacionar los elementos o componentes volumétricos entre sí, permiten una percepción de sobriedad que se potencia con el correcto uso de los materiales. Además de que se puede observar el predominio de los valores arquitectónicos contenidos en la volumetría determinante, es evidente que dichos valores se configuran también en la significación espacial, las que principalmente se encuentran en elementos tales como: los patios, los portales, los balcones, las escaleras exteriores y el mobiliario constituido por bancos, asientos o poyos que se integran a la obra como un hecho natural y son el resultado de una permanente necesidad de encontrar soluciones para el espacio en su también persistente manera de proyectarse hacia el exterior y construir con él una relación indisoluble.
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1 Teja artesanal / 2 Par de madera 12x12cm / 3 Techo de madera 10x10cm / 4 Tira de madera 10x7cm / 5 Solera de madera 30x30cm / 6 Capitel de madera 11x18cm / 7 Columna de madera 19x20 cm / 8 Pasamano de madera 8x4cm / 9 Tiras cruzadas para balaustres / 10 Viga de madera 18x15 cm / 11 Soporte de pasamano 20x20 cm / 12 Tiras de madera 5x4 cm / 13 Muro de adobe e=50 cm / 14 Cimiento
4 CONCLUSIONES Entendemos a la arquitectura tradicional local, y concretamente a la vivienda rural, como el resultado de una actividad espontánea, continua y sostenida, que evidencia una necesidad de enraizamiento en la tierra, en los personajes anónimos que la producen y que son dueños de una herencia y una experiencia común, y que, asimismo, muestra un sentido y una sensibilidad especiales en el manejo de los problemas prácticos.
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Figura 6 Tipología 1. Parroquia de Quingeo. Estructura de madera y cerramientos de tierra.
Figura 7 TipologĂa 1. Parroquia de Gualaceo. Planta rectangular.
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Figura 8 Tipología 2. Parroquia San Martín de Puzhio. Planta en forma de H.
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Dichos problemas se evidencian, tanto en la manera de entender los espacios, como en el uso de las técnicas y los procesos constructivos que los materializan y que derivan, finalmente, en un predominio del sentido utilitario. Las tradiciones del medio están ligadas al uso del material y su aplicación en las técnicas constructivas, organización espacial y soluciones plásticas; los sistemas constructivos son sencillos y repetitivos y únicamente en esa repetición y encadenamiento de soluciones simples radica la complejidad que a veces puede hallarse en algunos ejemplos. En esta arquitectura, la ornamentación por sí misma no existe, sino que se manifiesta a través de las relaciones que se generan en la propia construcción. Solamente por la presencia de fuertes intervenciones -influenciadas por los sistemas de construcción de las áreas urbanas, especialmente de la ciudad de Cuenca-, se podrá encontrar elementos de obra en metal y cemento, cuyo uso se presume y percibe como extraño o ajeno, y casi siempre se concretiza en elementos añadidos a las formas originales que determinan los sistemas básicos de construcción empleados originariamente.
BIBLIOGRAFÍA HERMIDA, Augusta. El detalle como intensificación de la forma: El Illinois Institute of Technology de Mies van der Rohe. Tesis doctoral publicada en TDR, Universidad Politécnica de Catalunya, 2011. Consultado 20 de octubre de 2012. Disponible en: HYPERLINK “http:// hdl.handle.net/10803/96156”http://hdl.handle.net/10803/96156 MARTÍ, Carlos. Abstracción en arquitectura: una definición. Revista DPA, 2000, nº16, pp.6-9. MARTÍ, Carlos. La cimbra y el arco. Barcelona: Fundación Caja de Arquitectos, 2005. PIÑÓN, Helio. Teoría del Proyecto. Barcelona: Ediciones UPC, 2006. ROVIRA, Teresa. Problemas de Forma: Schöenberg y Le Corbusier. Barcelona: Ediciones UPC, 1999. WORRINGER, Wilhelm. Abstracción y Naturaleza. México: Fondo de Cultura Económica, 1975.
A partir de esta investigación podemos afirmar que la ejecución de estas obras de arquitectura, promovidas por razones de cobijo y protección, manifiestan, en el fondo, una búsqueda permanente de la belleza: de relaciones geométricas y de proporciones matemáticas, que son universales y que han sido conseguidas mediante prácticas formales y estéticas realizadas de manera cotidiana y, habitualmente, sin un proceso de reflexión previa. En la determinación y elección de la geometría básica, siempre se advierte la ausencia de recursos académicos que llamen a la fantasía; más bien existe un absoluto apego a los recursos provistos por el sentido común y la necesidad de ahorrar medios. Lamentablemente, durante el desarrollo del proyecto, se constató que algunas viviendas que formaban parte de la muestra seleccionada habían sido derrocadas. De acuerdo a los archivos fotográficos, las viviendas destruidas poseían un gran valor formal, con volúmenes conformados con llenos y vacíos, desplazamientos que generaban riqueza visual, además de un excelente trabajo artesanal tanto en el sistema constructivo como en la carpintería. Estos datos deberían constituir un llamado de atención a las autoridades frente a la pérdida de nuestro patrimonio edificado. En el transcurso de la investigación, además, se hallaron varios ejemplos de vivienda rural transformada ya sea por el deterioro del estado original o por nuevas necesidades espaciales de quienes las habitan. La transformación en la vivienda rural tradicional es uno de los motivos de la pérdida de valores formales innatos y, por lo general, con el paso del tiempo, provoca la pérdida total de la obra original.
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Figura 0 Barrio Las Peñas. Guayaquil, Ecuador. Foto Florencio Compte.
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Secuencia: Un día en mi vida académica de la facultad de arquitectura. Fotos: Yelitza Naranjo Ramos.
Arquitectura vernácula de la zona baja de la cuenca hidrográfica del Guayas: Viviendas urbanas y rurales. Vernacular architecture in the lower Guayas River Basin: Urban and rural housing. Claudia María Peralta González1
RESUMEN Este estudio trata de explicar el origen y características más relevantes de la vivienda vernácula de la zona baja de la cuenca del río Guayas. La mayoría de las edificaciones existentes se construyeron con mano de obra artesanal a fines del siglo XIX y principios del XX, cuando se vivía el auge cacaotero cuyo impacto económico permitió introducir mejoras y cambios en la arquitectura que se venía desarrollando desde la época colonial, los cuales luego constituirían aquello que se conoce como la arquitectura tradicional en madera de la costa ecuatoriana. Algunas edificaciones aún siguen en pie, tanto en el área urbana como rural, pese a la indiferencia que ha habido hacia este tipo de arquitectura, cuyo aporte sigue sin reconocerse totalmente cuando se habla del patrimonio construido del Ecuador. Palabras clave: Tipologías, madera, patrimonio arquitectónico, viviendas vernáculas, identidad arquitectónica. ABSTRACT This study attempts to explain the origin and most relevant characteristics of vernacular housing in the lower Guayas River Basin. Most of the existing buildings were built by craftsman in the late nineteenth and early twentieth centuries, during the cocoa boom whose economic impact made it possible to introduce architectural improvements and changes that had been in development since colonial times and which soon became known as the traditional wooden architecture of the Ecuadorian coast. Some of these buildings are still standing in both urban and rural areas, in spite of the indifference towards this type of architecture, whose contribution is still not fully recognized as part of Ecuador´s built heritage. Keywords: Typology, wood, architectural heritage, vernacular housing, architectural identity
Artículo recibido el 30 de junio y aceptado el 25 de septiembre de 2014 [1] Facultad de Arquitectura y Diseño, Universidad Católica de Santiago de Guayaquil. claudia.peralta@cu.ucsg.edu.ec
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INTRODUCCIÓN Se ha denominado zona baja de la cuenca hidrográfica del Río Guayas a la zona del litoral ecuatoriano que es irrigada por los afluentes de este importante río que desemboca en el golfo de Guayaquil. Esta área tiene la particularidad de exhibir una vegetación abundante de bosques centenarios, que desde la época colonial fueron aprovechados para la construcción de embarcaciones consideradas en su momento de la más alta calidad, tanto por la excelencia de la madera como por sus características constructivas, y cuya mano de obra era conocida como carpintería de ribera. Por los constantes incendios que destruyeron las ciudades de la costa y ante la alta demanda de reconstrucción de edificios, años más tarde, estos carpinteros se dedicarán a la construcción de edificaciones en donde aplicaron el conocimiento y manejo del material desarrollado en la construcción naval (Laviana Cuetos, 2002). A finales del siglo XIX, en plena etapa republicana, el Ecuador se convirtió en uno de los principales exportadores mundiales del cacao, lo que le permitió alcanzar, por primera vez en esta época, bonanza y estabilidad económica, así como también, establecer intercambios con países europeos y Estados Unidos de Norteamérica. Dichos intercambios repercutieron no solo en lo comercial, sino en muchos aspectos como lo cotidiano, cultural y, por supuesto, en la arquitectura de la costa ecuatoriana.
Estas transformaciones se evidencian, más que nada, en las características arquitectónicas formales de las edificaciones, donde se incorporan elementos de la arquitectura clásica pero, esta vez, trabajados en madera, quincha2, zinc o latón. Mientras, en lo constructivo y funcional se mantuvo la tipología heredada de los tiempos de la colonia y el trabajo de los carpinteros de ribera, por lo que se puede hablar de una arquitectura particular, reflejo de esta región y época que hoy se es conocida como la arquitectura tradicional de madera de la zona baja de la cuenca del Guayas, de la cual aún sobreviven ejemplos tanto en el área rural como urbana, pese a que no existe una política de protección específica por parte de las instituciones gubernamentales a este tipo de construcción.
MÉTODO A partir de la observación de antiguas fotografías, dibujos y de edificaciones en pie que todavía mantienen sus cualidades originales, se ha podido establecer y determinar las características tipológicas de las viviendas urbanas y rurales del área de estudio, y confirmar que la arquitectura rural y urbana comparten aspectos formales, constructivos y bioclimáticos; mientras que sus diferencias más marcadas se aprecian en el ámbito de lo funcional.
[2] Durante la colonia se trajo la quincha a Guayaquil, técnica constructiva que se usó en Perú desde épocas precolombinas. Consistía en la elaboración de un mortero de arcilla, estiércol, paja y agua que se colocaba sobre una superficie de caña guadua picada que se instalaba entre las columnas.
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Figura 1 Casas de Guayaquil reconstruidas en el Parque Histórico Guayaquil. Foto de Florencio Compte.
Para poder realizar el estudio de las edificaciones que fueron analizadas, se partió del concepto y acepción de series tipológicas propuesto por Giulio Carlo Argan, determinando el tipo al eliminar “los caracteres específicos de cada edificio en particular y conservando todos y solamente los elementos que aparecen en todas la unidades de la serie” (Argan, 1979:34). Asimismo, se establecieron niveles de tipología arquitectónicas según tres grandes categorías: enteras configuraciones de edificios; grandes elementos constructivos; y elementos decorativos. Es válido identificar las tipologías arquitectónicas a partir de la concepción denominada “arquitectura de composición” o de lo planteado por Quatrémere de Quincy, quien indicaba que un “tipo es una idea general de la forma del edificio, y permite cualquier posibilidad de variación” (Argan, 1979, p. 29). De este modo, el análisis tipológico debe comenzar por la comparación de una serie de edificios que guarden relación entre sí, ya sea por su uso, por la pertenencia a un período histórico determinado o cualquier otra categoría que les confiera coherencia. El universo de estudio comprende las construcciones que se realizaron en el área de la parte baja de la cuenca hidrográfica del Río Guayas en el periodo de fines del siglo XIX y principios del siglo XX, etapa que coincide con el auge cacaotero cuya bonanza económica se reflejó en las construcciones que se hicieron en el área. Dentro de tal área se han seleccionado las edificaciones para ser estudiadas y proceder a su interpretación tipológica.
RESULTADO Características generales La edificación es un prisma rectangular que está conformado por la planta baja y entre una o dos plantas superiores rematadas con una cubierta de varias pendientes inclinadas. De plantas, preferentemente, rectangulares y simétricas, es importante resaltar que las edificaciones de esta etapa republicana replicaban la tipología de las viviendas coloniales impuesta por los españoles, en las cuales se produjo un sincretismo entre la distribución espacial, que cubría las necesidades y modo de vida de los conquistadores y el sistema constructivo nativo, que hacía uso de la madera y caña guadua (Lee, Compte y Peralta, 1989). Estos materiales eran los ideales para la construcción en los terrenos de la zona baja de la cuenca del Guayas, que se caracterizan por su poca capacidad portante y su propensión a inundaciones. Esta área de estudio, además de la humedad extrema, soporta elevadas temperaturas y se encuentra en una zona de elevada intensidad sísmica por lo que la construcción de madera resultó idónea (Figura 1). Lo funcional Hay una gran diferencia entre la vivienda urbana y rural, ya que la primera constituye una construcción medianera que cuenta con la presencia del patio interior, generalmente de ubicación central y rodeado de galerías,
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Figura 2 Planta alta de vivienda urbana. Foto Libro Patrimonio arquitectónico y urbano de Guayaquil. 1 Cocina / 2 Comedor / 3 Dormitorio / 4 Galería / 5 Sala / 6 Dormitorio / 7 Aire y luz / 8 Hall.
cuya presencia es clave porque se convierte en un elemento estructurador y organizador del edificio. La vivienda rural, en cambio, por encontrarse totalmente aislada de construcciones y en medio de un gran terreno, prescindió del patio ya que sus espacios tenían una relación directa con el exterior a través de ventanas y galerías. La distribución espacial en estas edificaciones presentaba hacia la parte frontal el salón y los dormitorios principales, asegurándose así la mejor vista a la calle que, en ciertos casos, quedaba separada de la casa por medio de una galería frontal de transición entre el exterior y el interior. Dicha galería podía ser amoblada o, en su defecto, se colgaban allí las infaltables y cómodas hamacas que eran usadas para la tradicional y arraigada siesta. La vivienda urbana era una construcción que tenía de dos a tres pisos, donde la planta baja podía presentar locales destinados para el comercio o ambientes diseñados para bodegaje y servicios del dueño de casa. En la costa ecuatoriana, el uso del soportal se extendió en todas las edificaciones como un elemento que permitía la circulación con una protección del sol y la lluvia, que son intensos en la zona ecuatorial (Hassaurek, 1997). La planta alta era el lugar de residencia y se llegaba a ésta por una escalera que partía del zaguán o del patio (Figura 2).
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El patio era el espacio de vinculación con todos los niveles de la edificación, era, a su vez, un área pública que se relacionaba a través del zaguán con el exterior. Generalmente, las puertas de la calle permanecían abiertas permitiendo el libre acceso hasta el patio. Ahí o en las galerías perimetrales se ubicaba la escalera que, en un punto, tenía una puerta para restringir el acceso a la planta alta, donde se desarrollaba la vivienda (Gutiérrez, 1992). Este nivel, desde el cual se podía acceder a los otros ambientes de la edificación, también tenía amplias galerías de una esmerada decoración, pues se las consideraba parte del área social. Es importante señalar que la circulación horizontal de esta vivienda estaba definida por estas galerías que son espacios de transición entre lo totalmente abierto del patio y el interior de la vivienda. Pero una de las características que se dio, tanto en la arquitectura rural como urbana, fue la relación y continuidad entre los espacios interiores que estaban interconectados entre sí, creando una circulación interior más íntima. Por otro lado, el aspecto funcional en la vivienda rural se desarrollaba en dos plantas bien diferenciadas. En la planta baja se realizaba la función de tipo comercial; aquí siempre se ubicaban las oficinas para la venta del cacao o productos agrícolas que se producían en la zona y también estaban las bodegas donde almacenaban
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Figura 3 Planta baja de vivienda rural. Archivo Claudia Peralta. / 1 Bodega / 2 Bodega / 3 Sala / 4 Capilla o confesionario / 5 Bodega / 6 Corredor.
los excedentes (Figura 3). Casi siempre eran ambientes con ingreso directo desde el exterior, muy sencillos, con la ventilación y la iluminación proporcionadas por las grandes puertas, ventanas altas o vanos con rejas (Peralta, 2011). A la planta alta, que era donde se desarrollaban las actividades familiares, se llegaba por una escalera que partía del zaguán y llegaba al hall superior, el que inmediatamente se relacionaba con el salón principal de la vivienda. Era normal que todos estos espacios estuviesen comunicados entre sí y, por el contrario, excepcional que esto no sucediera. Lo formal Las fachadas de estas edificaciones estaban divididas con módulos que se repetían tantas veces como la extensión de la vivienda y cada uno de los pisos estaba delimitado por molduras o cornisas que resaltaban el principio y fin de cada nivel a lo largo de la fachada (Figura 4). Es importante indicar que la preocupación por la calidad formal en la fachada principal era evidente también en el interior de las edificaciones, sobre todo en los ambientes principales y, más que nada, en aquellos que eran considerados como los espacios sociales, es decir,
los salones, comedores, galerías, zaguanes y accesos. En los salones principales, era característico ver artísticas pinturas murales en las paredes y cielos rasos, con diversos motivos como flores, paisajes e incluso con temas relacionados con la actividades de la familia dueña de casa y en ciertos casos con las iniciales de los apellidos de la familia insertadas en los diseños realizados (Figuras 5 y 6). En términos de ornamentación, lo más usado fueron los tallados en la madera a manera de capiteles clásicos o jarrones, enrejados en hierro forjado, calados, repujados, molduras, claves pinjantes, etc. para cuya confección, venían artesanos de todas partes del país dedicados a estas labores, quienes hasta el día de hoy dejan ver su maestría y habilidad. Al ser viviendas ubicadas en un clima tropical, buscaban la manera de mantenerlas permanentemente frescas, por lo que tenían amplias galerías y grandes ventanales que permitían la iluminación y ventilación de los ambientes. Para cerrar esos ventanales, los elementos más usados fueron las tradicionales chazas o celosías, que permitían la ventilación al interior de la edificación aún estando cerradas. Estos edificios se remataban generalmente con cubiertas de grandes aleros y se pintaban con una combinación
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Figura 4 Hacienda Isla de Bejucal, Ecuador. Foto Claudia Peralta. / Figura 5 Salón principal de la Casa Lavayen o la “Casa Verde”. Parque Histórico Guayaquil. Foto Florencio Compte./ Figura 6 Cielo Raso Casa Dr. Julián Coronel. Parque Histórico Guayaquil. Foto Florencio Compte.
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Figura 7 Hacienda Santo Tomás (demolida), Vinces, Ecuador. Foto Claudia Peralta. / Figura 8 Ecuador. Foto Claudia Peralta.
de colores brillantes que resaltaban los detalles de las fachadas. También se empleaban las técnicas del “marmoleado” que con pintura trataban de imitar el veteado característico de este material, trabajado con tal esmero que a la distancia, no se podía determinar qué material era y muchas veces se llegaba a pensar que en realidad se había usado piedra o mármol. Lo constructivo Las maderas de la antigua provincia de Guayaquil3 eran muy variadas en cuanto a dureza, textura, peso, etc. los carpinteros de ribera llegaron a conocer a cada una de ellas y emplearlas en las distintas etapas y elementos de construcción, desarrollando lo que se conoce como la tipología constructiva de la arquitectura de madera. La destreza de estos carpinteros navales o de ribera fue ampliamente comentada por los cronistas tanto de la colonia como los de la época republicana, especialmente en relación a la facilidad que tenían para construir lo mismo una embarcación como una edificación, usando las mismas técnicas constructivas (Figuras 7 y 8). Esta influencia es evidente incluso en los nombres que se dan a ciertas partes o ensambles de la edificación, los cuales son tomados del lenguaje naval: así se habla de los estantes (columnas), varengas (vigas), crucetas (tirantes), por mencionar algunos (Laviana Cuetos, 2002). Por la alta calidad de la madera obtenida de los bosques ancestrales de la zona, las piezas estructurales eran logradas de un solo elemento. Por ejemplo, en estas
Hacienda La Reforma, Vinces,
edificaciones es posible encontrar vigas que son realizadas con una sola pieza de madera que cubre una luz de hasta seis metros y con una sección de 0.20 a 0.30 m. En los casos en que el elemento no podía ser cubierto con un solo madero, se hacía uso de los ensambles que permitían dar continuidad estructural. Los más usados eran el rayo de júpiter, cola de milano, caja y espiga, etc. (Nurnberg, Estrada y Holm, 1982). En las edificaciones de las familias adineradas y con mayores recursos, la estructura y los ensambles eran habitualmente cubiertos con forros de madera y no eran visibles, con lo cual se cuidaba el aspecto formal, estético y el acabado. Las maderas más usadas en la construcción de los elementos estructurales eran el mangle (Ryzophora mangle), guayacán (Tabebuia chrysantha) y el guachapelí (Pseudosamanea guachapele), que eran muy apreciados por su capacidad de soportar la humedad sin sufrir daños, por lo que servían para la construcción de la estructura de los navíos que se fabricaban en los astilleros guayaquileños; el cedro (Cedrela odorata) era utilizado para las paredes, y para los pisos, puertas, ventanas, detalles ornamentales y cielos rasos se empleaban el roble y el laurel (Cordia alliodora) (Alsedo y Herrera, 1986). Como materiales para la confección de las paredes, además de madera, hubo materiales sustitutos que trataron, de alguna manera, de crear mayor resistencia a los incendios, por lo que ganaron popularidad. Estos materiales eran el latón, zinc y la quincha (Lee, Compte y Peralta, 1988), en los cuales también se llegó a trabajar con gran destreza y acabado.
[3] En la colonia se conoció como la antigua provincia de Guayaquil al territorio que abarca actualmente a la región costa, con excepción de la llamada provincia de Esmeraldas, que limita al norte con Colombia.
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Figura 9 Fachadas viviendas. Vinces, Ecuador. Foto Claudia Peralta.
Lo bioclimático La zona de estudio posee un clima tropical cuya temperatura anual oscila entre los 25 a 35 grados Celsius y el promedio de humedad supera el 80%. Estas construcciones hicieron uso de elementos arquitectónicos que ayudan a la ventilación interna de la vivienda. Algunas de las características más notables de la arquitectura de la costa ecuatoriana son las galerías, aleros y soportales, que hacían las veces de colchón térmico, evitando que el impacto directo de los rayos del sol en las paredes de la fachada generara calor al interior. Es preciso señalar que el soportal es un elemento arquitectónico introducido por los españoles en sus construcciones hispanoamericanas, que generalmente se utilizaba solo en las edificaciones que se construían alrededor de la Plaza Mayor. En esta región, no obstante, su uso se extendió más allá de la plaza, justificándose al crear un espacio de circulación apropiado para el
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peatón, que lo protegía del sol y la lluvia y al crear un espacio de transición entre la calle, zona totalmente abierta y con actividad, y el espacio cerrado e íntimo de la vivienda. Sin embargo, debido a la intensidad de nuestro clima, en ocasiones el soportal no era suficiente para proteger las fachadas del calor y era común observar lonas que protegían a la planta baja y que se iban recogiendo o soltando de acuerdo a la hora del día. Al principio, estas lonas eran rechazadas por los dueños de los negocios que se resistían a utilizarlas pues tapaban (en cierto horario) totalmente la planta baja; más adelante, se incorporaron como parte de la publicidad de los negocios al llevar el nombre de éstos en grandes letras, tal como se puede observar en antiguas fotografías de ciudades de la costa. Las fachadas con grandes ventanales permitían la iluminación natural y la ventilación cruzada de los ambien-
tes, haciéndolos muy frescos y agradables, incluso en invierno, a pesar de no tener las ventajas tecnológicas de las que hoy gozamos (Figuras 9 y 10). Además, como era habitual en la época en que se construyeron estas viviendas, la altura entre el cielo raso y piso era considerable, de un promedio de 4,50m o más, lo que ayudaba a la ventilación e iluminación de la vivienda, pues normalmente las paredes interiores tenían vanos en la parte superior que permitían que la circulación de aire recorriera totalmente y sin interrupción la edificación. Esta circulación de aire era, asimismo, facilitada por la ubicación de un patio interior. El patio (Figura 11) como elemento bioclimático regulaba la humedad y el calor. Con una ubicación generalmente central, estaba rodeado por una galería o ventanas que daban hacia él; permitía que las habitaciones del interior recibieran iluminación y ventilación natural. De esta manera, ayudado por otros componentes arquitectónicos que también cumplían una función bioclimática (áticos, buhardillas, galerías, amplios aleros, ventanas con chazas, calados o respiraderos, altura de los pisos, paredes interiores que no llegaban a cerrarse del todo en la parte superior), se producía lo que se conoce como ventilación cruzada y se obtenía una edificación cuyo interior mantenía un microclima agradable. Este microclima también ayudaba a que la humedad no se concentrara y permitía que materiales como la madera no se vieran afectados y deteriorados, y que fueran propensos al ataque de la termita, el comején, xilófagos, etc.
Figura 10 Casa Randich, Balzar de Vinces, Ecuador. Foto Claudia Peralta.
Otro espacio ubicado entre el cielo raso y la cubierta que permitía este microclima interior, era el “altillo”, el cual normalmente era usado como un espacio de bodegaje informal y tenía en la fachada vanos con rejas que dejaban circular el aire, evitando que el calentamiento de la cubierta, generalmente de zinc y teja, se concentrara en él y volviera la casa calurosa. Por último, otra característica de estas edificaciones es que el suelo de la planta baja no reposaba directamente sobre el terreno, sino que se lo elevaba y separaba dejando, por lo menos, un vacío de unos 0,60 a 0,80m a manera de cámara de aire que permitía la ventilación, también en esta parte de la construcción, y eludía la humedad propia del suelo (con un nivel freático muy superficial) con el fin de que no afectara a la madera. Hay que tener presente, además, que esta área de estudio comprende tierras bajas cercanas a los afluentes del Río Guayas cuyo caudal, en la época de lluvias, aumenta considerablemente, inundando los terrenos aledaños, por lo que elevar a las edificaciones evitaba también que el agua invadiera y causara daños en el interior.
Figura 11 Patio Interior Casa Jiménez y Viteri. Samborondón, Ecuador. Foto Florencio Compte.
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Figura 12 Barrio Las Peñas. Guayaquil, Ecuador. Foto Florencio Compte.
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CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA
No existen mayores evidencias de la arquitectura colonial de la región costa, ya que al ser la madera el material principal de construcción y por ser altamente perecedera, las edificaciones sufrieron percances causados por los incendios, ataques de hongos, de xilófagos, o por la humedad, los cuales pudieron provocar incluso la destrucción del inmueble. En los pocos gráficos o descripciones de la época, realizados por los viajeros, se tiene el conocimiento de sus características funcionales, constructivas y sencillez en cuanto a ornamentación.
ALSEDO Y HERRERA, Dionisio. Compendio Histórico de la Provincia de Guayaquil. 1741. Guayaquil:Biblioteca Ecuatoriana, 1986.
Es recién en el siglo XIX, debido a la actividad agroexportadora, el auge cacaotero, el incremento de la población en la costa ecuatoriana y el alto intercambio comercial, que los viajes al exterior aumentaron y surgió la oportunidad a los ecuatorianos de presenciar los cambios arquitectónicos y urbanos que se estaban dando tanto en ciudades europeas como en las norteamericanas. Coincidentemente, el Ecuador empezó a recibir la llegada de extranjeros que vinieron a radicarse en el país lo que, entre otras cosas, permitió que se abrieran las fronteras culturales en todo ámbito y la influencia externa se dejara ver en los aspectos y detalles que se introducen en la construcción de edificaciones. Dichos elementos se constituyen en un lenguaje arquitectónico cuyas características son parte de una identidad que paulatinamente da paso a lo que hoy se conoce como arquitectura tradicional de la costa ecuatoriana.
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Finalmente, hay que resaltar la mano de obra artesanal especializada compuesta por latoneros, quincheros, pintores muralistas, herreros y, sobre todo, maestros carpinteros de ribera y de lo blanco, quienes sin tener un estudio formal en arquitectura, se aproximan con una respuesta arquitectónica que tiene en cuenta los aspectos constructivos, decorativos y bioclimáticos que hicieron que este tipo de edificación funcionara de manera apropiada en esta zona, y cuya calidad y destrezas arquitectónicas, hoy son parte de la historia de la arquitectura de nuestro país, la cual recién empieza a ser estudiada y a recibir el merecido reconocimiento (Figura 12).
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Figura 0 Perspectiva de edificio en esquina. Plazuela de San Juan. Interesante solución de esquina. El edificio, con suma esbeltez, se “asoma” a la plazuela, colaborando en la definición de límite para la calle ascendente y la descendente. En el angosto ochavado se ubica un acceso y un espacio comercial que actualmente aloja un cajero automático. Una pequeña barda contribuye a definir un lugar para la espera momentánea.
Secuencia: Museo Universitario de Arte Contemporaneo, UNAM; Taxco, Guerrero; Santa Eulalia, Mineral de Pozos, Guanajuato; Taxco, Guerrero. Fotos: Alicia Paz González y Eduardo Basurto.
Pequeñas grandes lecciones de diseño desde lo cotidiano: Las esquinas. El caso de Taxco, Guerrero. Little big lessons in day to day design: Corners in Taxco, Guerrero. Alicia Paz González Riquelme, Eduardo Basurto Salazar1
RESUMEN En este artículo se aborda el estudio del binomio esquina – rincón, de las plazuelas y de los edificios en esquina. El interés se centra en ejemplificar la riqueza de soluciones vernáculas y, específicamente, las configuraciones urbanoarquitectónicas de la ciudad de Taxco, México. Para ello, se ofrece una lectura que destaca y expresa, mediante imágenes y bocetos, la manera en que este asentamiento humano ha respondido a un entorno topográfico complejo, logrando una síntesis espacial caracterizada por la homogeneidad en la diversidad. Cuando la arquitectura participa adecuadamente en el reforzamiento de la vida comunitaria que inicial y precariamente ha conformado “sus lugares”, resulta relativamente fácil “descubrir” las vocaciones de los espacios urbanos y, entonces, la respuesta funcional, formal, espacial urbano-arquitectónica se dirige a reforzar la idea de lugar, los lazos comunitarios y consolida sueños e historia. Palabras clave: Arquitectura vernácula, espacio público, esquinas, diseño urbano, tipologías. ABSTRACT This article addresses urban architecture in general and in particular, the spatial relationship between corners, crossroads and small squares know as plazuelas. It exemplifies the wealth of vernacular solutions in, and specifically the urban-architectural configuration of the city of Taxco, Mexico. To this end, by way of images and sketches it highlights and expresses the way in which this human settlement has responded to a complex topographical environment and achieved spatial synthesis characterized by homogeneity in diversity. When architecture strengthens community life, which has precariously arranged “its places,” it is relatively easy to “discover” the vocation of urban spaces. Therefore, the functional, formal, spatial urban-architectural response reinforces the sense of place and community ties, and strengthens dreams and history. Keywords: Vernacular architecture, public space, corners, urban design, typologies.
Artículo recibido el 26 de junio y aceptado el 29 de agosto de 2014 [1] Universidad Autónoma Metropolitana. Unidad Xochimilco. División de Ciencias y Artes para el Diseño. Departamento de Métodos y Sistemas. apgonza@correo.xoc.uam.mx, batobasurto@yahoo.com.mx
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INTRODUCCIÓN El presente artículo forma parte de una investigación en torno al cruce y las esquinas como soluciones urbanoarquitectónicas. Como parte de ello, se revisan algunos ejemplos vernáculos, presentando observaciones realizadas en la ciudad de Taxco, Estado de Guerrero, México. Siendo muy importantes las soluciones espaciales que se desarrollan a partir de un conocimiento especializado, nos interesa en este artículo destacar algunas respuestas que los habitantes consiguen dar al encuentro de arquitectura y entorno urbano, las cuales reflejan no sólo sentido común, sino también una importante cohesión y sensibilidad social y comunitaria, y además les permiten resolver una escala micro-urbana de espacios convocantes, cuya principal cualidad radica en propiciar un sentido de lugar, alimentado por múltiples funciones, tanto de carácter práctico como icónico. Existen en la arquitectura vernácula ejemplos de una espacialidad “intermedia” que busca solucionar necesidades de orden arquitectónico pero que en su respuesta contribuye a enriquecer el espacio urbano inmediato, tejiendo en continuidad el espacio privado con el público. Este artículo reúne diversas soluciones donde se incorporan aportaciones que tienen que ver con aquellas que la comunidad o el habitante han conseguido dar materialmente a este encuentro entre arquitectura y espacio urbano; lecciones de espacialidades microurbanas capaces de brindar espacios intermedios entre lo público y lo privado. La metodología empleada consistió en recorridos libres a pie, guiados por el interés de las secuencias espaciales que se iban presentando en el deambular por las calles centrales de la ciudad. El modo de llegar, ligado a la sorpresa, al azar, marcó en gran medida los descubrimientos de esquinas, rincones y espacios micro-urbanos significativos para esta lectura de espacialidades intermedias. El dibujo, como recurso explicativo, es resultado de la combinación de levantamiento fotográfico y de trazo in situ, trabajado posteriormente bajo el programa SketchBookPro. “Vistas desde el cielo, todas las ciudades son un entramado de calles más o menos irregulares. Pero, tal y como las vemos desde tierra, en el uso y la memoria de los ciudadanos, son secuencias de cruces y esquinas, puntos significativos y símbolos de la variedad y extensión de la ciudad.” (De Solà, 2004:24).
Ciudad y esquinas Para comprender la esquina partimos de la idea del encuentro de dos planos conformando una arista; dicha arista define el modo en que se limita el espacio, tanto interno como externo a ella. Una esquina en la ciudad limita, por ejemplo, el espacio público en el encuentro entre dos o más calles. Ese límite material de la esquina
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tiene como efecto la delimitación del espacio de la calle y del cruce y, como situación permanentemente reiterada por la traza, corresponde quizás a la condición más urbana de la arquitectura. La configuración física de poblados y ciudades a través de la historia ha estado acompañada siempre de la necesidad de distinguir o referenciar los lugares con propósitos diversos, como orientar y jerarquizar ciertos puntos que por distintas razones resultan significativos para la comunidad. La esquina, en este sentido, reúne las condiciones propicias para concentrar en ella las cargas semánticas de las formas urbanas. El que el cruce y la esquina se hayan convertido con el tiempo en un lugar público y que en algunos casos hayan adquirido gran connotación urbana se debe, entre otros factores, a un proceso gradual de participación de la vivienda en la construcción y formalización de la calle con usos y significados diversos, lo que ha permitido hacer de esa “pausa en el camino” un lugar de estar y convivencia, de observación y observacional, de poder y de control, etc.
La esquina como nicho Un paso hacia adelante en el proceso de significar la esquina vendrá dado por el manejo de ligeras horadaciones en la arista, generando nichos y hornacinas para ubicar imágenes en el lugar de mayor visibilidad dentro del espacio urbano. Es en este momento cuando aparece la primera propuesta dual de espacio-ornamento, de esquina-rincón, creando un lugar de significación y dotado de amplia perspectiva y, por ello, privilegiado para el culto y el detenimiento o pausa. Así, comienzan a surgir los lugares en la esquina (torreón, balcón, acceso, rincón, etc.), todos ellos ligados, tanto a las posibilidades constructivas como a los diversos estadios culturales.
La esquina como rincón
La esquina-ingreso y, en términos de uso, la esquina como punto focal, como pausa o como lugar de encuentro social.
La esquina como rincón habitable favorece el dominio visual desde una condición privilegiada. El rincón, generalmente se asocia a situaciones de penumbra, contrastando el cruce como zona expuesta a una mayor iluminación producto de la concentración de vacío urbano. Esta situación, semejante a la condición que se presenta al entrar o salir de una iglesia, propicia que la persona que se encuentra en el rincón pueda visualizar a plenitud aquello que sucede al exterior y, en cambio, a la inversa, supone un desdibujarse de la acción interior. El manejo del par esquina-rincón, explora mayores aberturas en la medida de las posibilidades técnicas y constructivas. Con ello el edificio no sólo se manifiesta formalmente hacia la calle o plaza sino también propicia el uso activo de sus interiores. Aparece entonces una primera unión y diferenciación entre la esquina y el rincón. Si el objeto es leído desde afuera, hablaremos de la esquina. Si el objeto arquitectónico es leído desde adentro hacia afuera, nos referiremos, pues, al rincón. De este modo, “las esquinas/rincones, como significantes materiales privilegiados del espacio público, instituyen complejos entramados espacio-temporales de significación, en los que se plasman los signos de la sociabilidad urbana, el despliegue de lo íntimo en el espacio público y la activación del entorno” (Szklowin, 2010).
La esquina coronada
La esquina ingreso
La esquina coronada corresponde a una acción de tipo ornamental cuyo propósito es el de realzar, uniendo las dos caras de la arista en el sentido vertical, haciendo uso de tratamientos diferenciados de material, adelantando o retrasando los planos o recurriendo al valor de línea como remate superior. Este manejo reconoce de por sí el valor propio de la esquina como el punto de inflexión en donde la condición volumétrica de la arquitectura busca distinguirse con una fuerte voluntad plástica.
Esta exploración espacial abre, históricamente, mayores posibilidades a la construcción de una relación interactiva entre arquitectura y ciudad porque es la que permite producir espacios intermedios en el cruce. Desde el momento en que surge la posibilidad de abrir espacios en la esquina, será posible que la acción de habitar se vuelque por completo al espacio del cruce. Ejemplos de esta naturaleza son advertibles tanto en la arquitectura más modesta como en aquellas de tipo monumental, y
El cruce urbano es un espacio compuesto por dos o más calles que se intersectan y cuyos límites verticales corresponden a las respectivas soluciones murales que se deriven desde el territorio de lo privado (terreno de esquina) y hacia lo público, al modo en que las fachadas se entreguen al espacio de la ciudad. El cruce, a su vez, plantea la posibilidad de acentuar el detenimiento o el traslado; en ello intervienen diversos factores como son: la ubicación de la intersección vial respecto al universo mayor de la ciudad y su traza, las dimensiones del mismo y su materialización arquitectónica. Las posibilidades que históricamente se van creando en torno a las capacidades constructivas, van permitiendo dar continuidad a las dos paredes que se encuentran formando la esquina. En esa búsqueda aparecen múltiples opciones de solución entre las que destacan: La esquina coronada La esquina ochavada o con chaflán La esquina-balcón panorámico La esquina-rincón como espacio
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todos, cual más cual menos, actúan como espacios fuertemente activadores de la vida pública, desde la tiendita miscelánea, al clásico café de inspiración parisina.
La esquina como balcón panorámico El balcón panorámico en esquina y elevado, supone una condición privilegiada de dominio visual, congruente con la condición jerárquica de quién lo habita. Por ello, tantas veces ha sido el escenario idóneo para convocar a las multitudes o hacer visible el poder político, económico, social, eclesiástico, etc.
La esquina ochavada o con chaflán Entre las distintas posibilidades de la esquina destacan también todas aquellas exploraciones relacionadas con la geometría de la traza urbana que en ciertos períodos de la historia explorarán el chaflán u ochavo, creando un tercer plano de fachada, buscando una mayor continuidad y una mayor presencia urbana de las edificaciones. Ello contribuirá a la creación de nuevas espacialidades donde las cuatro esquinas que constituyen el cruce, irán generando espacios donde la concentración de significados se multiplicará. La esquina ochavada es un caso muy particular porque a la vez que desmaterializa la arista para convertirse en un plano significativo de fachada, otorga continuidad a la envolvente en distintas direcciones y abre el espacio del cruce, generando un diálogo urbano que puede ser potente si las cuatro esquinas que confluyen al cruce son trabajadas desde su condición contextual (González y Basurto, 2013). La arquitectura de la unión de los dos muros que conforman el ángulo de la no esquina, achaflanada, ochavada o curva, es lo que proporciona a escala urbana una enorme riqueza compositiva, formal y funcional, convirtiendo la no esquina en lugar, expresión contundente de habitabilidad urbana. En este sentido, en lugar de la esquina como quiebre, la tercera fachada proporciona continuidad y, a la vez, ofrece la posibilidad de detenerse, permanecer y, en muchos casos, entrar. En otros, funciona como vestíbulo urbano, lugar exterior cubierto, transición entre el espacio de la vialidad vehicular, la glorieta o la encrucijada, el lugar del paseo peatonal y el interior de la esquina. Es por lo anterior, entre otras cosas, que su compromiso urbano arquitectónico es muy fuerte y corresponde a los puntos de inflexión en la ciudad que relaciona el tejido más o menos homogéneo de los lotes medianeros, con las distintas tipologías de espacios públicos de la ciudad (cruces de calles, encrucijadas, glorietas, plazas, etc.). Cuando los cruces, que determinan en gran medida la forma del terreno, corresponden a lugares de gran movimiento y actividad, impulsan una fuerte actividad comercial y de servicios que va gradualmente aumentando la intensidad de uso, los sonidos, las interacciones sociales.
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La arquitectura generada en Taxco, en sus diversas esquinas y plazuelas, presenta variadas soluciones, insistiendo siempre en la voluntad de congregar, de crear lugares memorables y significativos para los habitantes. En muchas ocasiones, la esquina destaca por su imponente contenido formal pero en otras, por ser un referente de cohesión social producto de su estratégica ubicación en relación con la escala urbana y los distintos sectores que conecta o, en su caso, por ser punto ligado a la identidad colectiva referida a acontecimientos históricos memorables, convirtiéndose en el tiempo, en la arquitectura más urbana y el urbanismo más arquitectónico. Los edificios de esquina ubicados en los cruces y plazuelas de Taxco se distinguen por diferentes razones, entre ellas: Por algún acontecimiento Por sus edificaciones Por sus dimensiones Por sus usos Por su singularidad formal Por ser lugar de encuentro Por su apertura visual Asimismo, la esquina no es sólo un cruce de vialidades vehiculares, sino de habitantes y experiencias; es, además, un espacio urbano síntesis de múltiples actividades y encuentros. Al coincidir traza urbana y arquitectura en condiciones de excepción, la esquina tiene potencialmente la posibilidad de detonar importantes cargas semánticas en el espacio urbano, aprovechando su emplazamiento de privilegio y su relación con el entorno, como en el caso de Taxco, donde las esquinas son espacios de múltiples coincidencias tanto materiales como sociales y sensoriales. A continuación, presentamos algunos lugares de la ciudad de Taxco, en los que puede apreciarse de manera contundente un micro-urbanismo cuidadoso y atento a acondicionar lugares memorables en su habitabilidad y donde la arquitectura ha sabido participar del propósito de hacer ciudad.
El caso de Taxco Taxco es una ciudad minera asentada en una geografía profundamente accidentada de cerros y laderas, ubicada en el Estado de Guerrero, México. Aproximándose por la carretera, la ciudad irrumpe de manera sorpresiva, como una gran postal, conformada por dos cerros revestidos por materia arquitectónica continua. Habiendo llegado a la ciudad, comienza una experiencia espacial caracterizada por su condición topográfica y una arquitectura que se va tejiendo con gran cohesión plástica. En palabras de Spreiregen, “encontramos aquí la relación uno es a uno, siendo la naturaleza […] la componente principal de toda la escena –equilibrando el espectáculo de la ciudad más que actuando como un emplazamiento para ella–“, (1973:86). Taxco, como muchas ciudades de origen minero, se encuentra emplazada en un territorio abrupto, montañoso, cuya orografía
Figura 1 Vista de la ciudad de Taxco.
produce espacios de carácter natural muy variados. La arquitectura y los espacios urbanos han surgido de la mano de la configuración territorial primera, generando espacios suavemente entrelazados (Figura 1). En la ciudad, existe un pequeño centro donde se ubica la plaza principal y la imponente iglesia de Santa Prisca, de envolvente barroca e interiores eclécticos. Al ser una edificación de gran escala, construida con cantera rosa que destaca por su materialidad singular, y al contar con un emplazamiento central en el nivel intermedio, -entre lo más alto y lo más bajo del territorio de la ciudad-, Santa Prisca como hito urbano, se aprecia desde múltiples puntos y a diferentes alturas debido a la topografía variable de la ciudad, lo que permite el encuentro, desencuentro y redescubrimiento constante y desde diversos ángulos de este referente edilicio. Entre la iglesia -edificio de gran escala y presencia icónica-, y el habitante o paseante, se hace siempre presente la ciudad como un intermediario que recorta el paisaje y sus visuales. La ciudad ofrece una fuerte cohesión de tipo urbano arquitectónico, enraizada en su particular topografía y en una peculiar forma de concebir su espacialidad. La constitución de lo privado y lo público construye con riqueza inusitada el espacio intermedio. Las calles conforman una tramade ‘plato roto’ que le otorga unidad y variedad espacial generando diversos lugares para la vida pública, donde las dimensiones, pendientes, formas y direcciones de las mismas, son siempre distintas. Unido a lo anterior, destaca la densidad de la masa edificada que contrasta permanentemente con lo angosto y sinuoso de las calles, que de modo natural, van reconociendo las distintas pendientes de la topografía del lugar (Figura 2).
Figura 2 Perspectiva de la calle Benito Juárez.
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Figuras 3 y 4 Planta y perspectiva de Plazuela donde se ubica el Museo William Spratling. Interior urbano contenido por los límites de la arquitectura y plataformas a diversos niveles, una descendente mirando hacia el horizonte lejano otra ascendente hacia un interior urbano.
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Figuras 5 y 6 Planta y perspectiva Plazuela Los Gallos. Rincón, lugar de estar el cual debido a su escala y la dimensión de sus límites, se percibe como un interior urbano, desde el cual se enmarca un fragmento de cielo. En su recorrido se descubren diversas espacialidades, umbrales que permiten pasar de un interior a un exterior urbano o enmarcar una esquina conformada por un edificio de forma triangular con una fachada de escasos sesenta centímetros en donde la esquina da la vuelta, para subir o bajar. El edificio de esquina que se muestra queda marcadamente definido por su condición de esquina. Espacialmente, destaca, dirige y relaciona.
Las Plazuelas y sus esquinas Las calles, al confluir en una misma cota, van generando plataformas micro-urbanas de formas y dimensiones variables, que abren la perspectiva espacial y cuyos límites responden a los planos y múltiples esquinas que en ella convergen. Estos espacios dan origen a las plazuelas que se van encontrando sorpresivamente a través de los variados recorridos que se entrelazan en estos significativos espacios de la ciudad. Como dice Cullen, “las plazoletas rodeadas de edificios por todos lados o habitaciones al exterior son, probablemente, los más poderosos, los más obvios artificios con que se cuenta para inculcar al hombre ese sentido de posición, de identidad con lo que lo rodea” (1981:29). A diferencia del recorrido por las callejuelas donde la visuales quedan enmarcadas por planos de gran altura y relativamente continuos, las pausas que suponen los cruces y las esquinas dan pie a la creación de micro-lugares
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que reúnen gran cantidad de funciones: actúan como recesos urbanos necesarios para el descanso después de un ascenso pronunciado, permiten la obtención de visuales múltiples y abiertas con respecto a las calles, así como también a elementos del paisaje urbano y natural, actuando como importantes condensadores de la actividad social, recreativa y comercial de los habitantes de Taxco (Figuras 3 y 4). Cuando los espacios de cruce alcanzan dimensiones amplias y contrastantes con respecto a la escala y dimensión de las calles, generalmente angostas, la percepción de las plazuelas se relaciona con la idea de interior porque, al ser tan estrechas las calles que a ella confluyen, domina en ellas la configuración del límite vertical y estos espacios, ubicados al interior de la trama urbana, se abren fundamentalmente al cielo. Los espacios intermedios que, en su construcción material se brindan a la ciudad desde la arquitectura, ofrecen al habitante, lugares con múltiples posibilidades de disfrute y apropiación, como son los cruces, las esquinas,
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Figuras 7 y 8 Planta y rincón Plazuela Guerrero. Aprovechando la esquina y la banqueta ligeramente rehundida con respecto a las vialidades, se define el lugar como puesto de periódicos. La escalera y el balconcito en la fachada que sirve de respaldo contribuyen casualmente a dar sombra y a crear una atmósfera particularmente amable de este sitio.
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Figura 9 y 10 Planta y perspectiva de edificio en esquina. Plazuela de San Juan. Interesante solución de esquina. El edificio, con suma esbeltez, se “asoma” a la plazuela, colaborando en la definición de límite para la calle ascendente y la descendente. En el angosto ochavado se ubica un acceso y un espacio comercial que actualmente aloja un cajero automático. Una pequeña barda contribuye a definir un lugar para la espera momentánea.
los rincones y/o placitas, los cuales constituyen espacios habitables de detenimiento, descanso, sombra, reunión, pausa, contemplación y permiten, además, en una ciudad de recorridos en pendiente, el solaz necesario para poder emprender tramos de recorridos más prolongados (Figuras 5 y 6). Las esquinas y rincones son focos visuales que conectan distintas espacialidades dentro de las plazuelas, mismas que se advierten como interiores públicos. A ello colabora el nivel de cierre espacial, la escala doméstica de las aberturas en fachada de la habitación y/o el comercio, el manejo de los escalonamientos necesarios para configurar el piso de la plazuela -cuestión que contribuye a la generación de rincones o lugares para estar, sentarse, detenerse-, el manejo unificado del color y los materiales, así como los elementos de ornato: fuentes, arriates y vegetación en macetas, entre otros. Junto a lo anterior, el tratamiento de las calles y plazuelas todas empedradas, sin banquetas en la mayoría de los casos y
con un diseño particular de piso, contribuye a su caracterización y, en ocasiones, da nombre al lugar, como es el caso de la Plazuela de los gallos (Figuras 7 y 8). El paisaje en las plazuelas se vuelve auto-referencial y en él destaca la unificación del criterio constructivo; aleros, viguerías, celosías, cubiertas a dos aguas, teja y el blanco del macizo del límite, que contrasta con los oscurecidos vanos, diversos en tamaño y forma, y con un acento en la verticalidad. Las plazuelas varían en dimensión de acuerdo al número de calles que al intersectarse les dan origen. Cuando éstas son resultado del encuentro de más de tres calles, los límites que las contienen y definen, presentan un rasgo peculiar: los primeros niveles corresponden a una cinta mural muy compacta donde las calles convergentes actúan como vanos urbanos. Sin embargo, estos lugares, en la medida en que la visión se eleva, asumen nuevos límites: planos, volúmenes y múltiples esquinas que, en distintas direcciones, se van escalonando y retrasando durante el ascenso de la propia topografía (Figuras 9 y 10).
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Figura 11 Edificio en esquina, Plazuela Guerrero. Otra muestra de edificio en esquina que da a plaza. En este caso, el edificio plantea un ángulo más abierto, rasgo que lo hace participar de modo importante en la configuración de los límites de la plaza. La esquina de la esquina, más elevada que el resto del edificio destaca como torre. Como se puede observar en la imagen, es también un foco de reunión y pausa importante para el caminante.
El juego de luz y sombra dramatiza las esquinas y enfatiza su presencia y perspectiva. El cielo se recorta a través de un juego geométrico de fuertes angulaciones. En Taxco existen esquinas de diferente configuración e importancia pero la mayoría se caracteriza por la variedad de opciones de apropiación que oferta al paseante. Por la irregularidad de la topografía, los predios son todos distintos entre sí, lo que se hace más evidente en la configuración de los lotes de esquina de forma poligonal, muchos de los cuales forman ángulos agudos de diferentes grados (Figura 11). Aquellas esquinas que desembocan en espacios pú-
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blicos con cierta jerarquía, generalmente se presentan en su dualidad esquina-rincón. Por un lado, destaca el ángulo que ésta produce mediante los diversos recursos de carácter tipológico y, por otro, se vinculan en su solución a los rincones abiertos a un uso o función de carácter público, mismos que pueden ir desde el uso de oficina, pasando por una función comercial o de servicios, a simplemente un lugar para estar, un mirador o una pausa en el camino. Al manejo de la esquina, que vincula la complejidad de las pendientes de las calles, así como la condición angulada del edificio, se suma el manejo de escalonamien-
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Figuras 12 y 13 Planta y perspectiva. Plazuela Las Gradas. Espacio urbano intermedio, a la vez vestíbulo, lugar para estar, observar y ascender.
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Figuras 14 y 15 Planta y perspectiva Plazuela Ayuntamiento. Esquina–rincón de gran riqueza espacial que reúne variados resultados espaciales, característicos de Taxco. Integración interior-exterior de espacios que dan a plaza. Combinación de terrazas, jardineras, accesos, bancas, vegetación, así como simultaneidad del abajo, en medio y arriba en un mismo espacio.
tos, muretes anchos de protección y, en algunos casos, vegetación y aleros, que propician pequeños lugares de detenimiento. Sin reunir una función específica, el lugar invita a sentarse y contemplar. Pequeños recesos protegidos dan la posibilidad de acceder a un comercio o servicio en planta baja (Figuras 12 y 13). En torno a la esquina, es recurrente la creación de rincones con diseños complejos que reúnen, a distintos niveles de la o las pendientes, soluciones de jardineras, bancas, accesos, balcones, etc., todos los que actúan conjuntamente para generar rincones públicos amables para el paseante. Se trata, definitiva, de la creación de lugares dentro de lugares (Figuras 14 y 15).
El rincón interior privado producido por los planos que hacen esquina tiende a ampliarse hacia el ámbito público a través de sus usos; a veces basta una banca, un vano con la ventana remetida o el espesor de un muro y un cambio de nivel para construir una pausa urbana. Efectivamente, “de los ámbitos de reunión vecinal, la esquina es el más utilizado para la cita y el encuentro […]. Por sus dimensiones constituye la segunda de las escalas tipológicas de asociación urbana, después del área de ingreso a los edificios” (Ladizesky). La esquina, por las condicionantes múltiples que reúne en Taxco, propicia distintos rincones: el lugar para sentarse, el puesto de periódico, la terraza en planta alta, etc.
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Figura 16 Arriates, bancas, lugar de estar, terraza.
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Elementos tipológicos El alero para la sombra, el detalle cuidado de un vano que se abre en esquina para dominar el paisaje y la perspectiva más prolongada, la terraza que avanza sobre el plano de fachada y se “instala en el ámbito de lo público”, el balcón que con un poco de pudor se asoma a la ciudad, las jardineras que sirven de asiento, los arriates que configuran un espacio de estar en la calle, el muro ciego y sombreado que sirve como detenimiento y, con ello, la materialidad de la arquitectura y la ciudad que se va tejiendo en continuidad mediante el manejo de la piedra; pero también los aplanados, la herrería, el color, vanos de proporción mayoritariamente vertical, etc., constituyen los elementos tipológicos que resultan fundamentales para el logro de una gran cohesión y unidad formal, aspectos que en su conjunto materializan la configuración del espacio urbano-arquitectónico de la ciudad de Taxco (Figura 16).
A manera de conclusión Por su reiteración en la trama urbana, los cruces y esquinas corresponden al espacio público más significativo de la ciudad, ligado a los primeros niveles de socialización en el ámbito urbano. Por su escala, pueden dotar a la ciudad contemporánea, tan desprovista de espacios amables para el peatón, de micro lugares que cobijen la vida cotidiana. Los ejemplos presentados en este artículo, generalmente poco estudiados, dan cuenta de la enorme riqueza y variedad de uso que pueden contener estas breves pero importantes pausas urbanas. Como fuente de lectura e interpretación espacial, el caso de Taxco, da cuenta de una especial sensibilidad
del habitante, dirigida a integrar más que a diferenciar las distintas intervenciones espaciales que, en suma, actúan conjuntamente en el propósito de hacer ciudad. La recuperación de la calidad habitable de las ciudades debe partir no solamente de los grandes proyectos, sino de una lectura micro-urbana como labor constante en la práctica arquitectónica, que surja de incorporar las pequeñas lecciones que la ciudad oferta al ojo del arquitecto.
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Figura 0 Tres casas “chorizo” consecutivas en el centro de la ciudad de Tandil. Finalizadas antes de 1920, han sufrido diferentes tipos de transformaciones, las que pueden observarse de izquierda (la más cercana a la originalidad) a derecha. Fuente: Fotografía de la autora.
Secuencia: Transcurso del día laboral entre el estudio, las salidas de campo para analizar el patrimonio modesto local y el ingreso a la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de Mar del Plata. Fotos: Sebastián L. González.
El patrimonio modesto de las ciudades intermedias bonaerenses: Prácticas usuarias y reflexiones hacia la preservación de las casas “chorizo” de Tandil1 The modest heritage of the intermediate cities of Buenos Aires Province: User practices and reflections on the preservation of the “chorizo” houses of Tandil1 Lorena Marina Sánchez2
RESUMEN El presente artículo analiza un tipo de patrimonio modesto de fines del siglo XIX y principios del XX, característico del territorio argentino: las casas “chorizo”. Actualmente reelegidas por los usuarios y el mercado inmobiliario, estas viviendas han dejado una impronta urbana aún legible. Conocer, valorar y proteger estos bienes de acuerdo con las necesidades de sus habitantes, resulta uno de los principales caminos posibles para su preservación. Por ello, la indagación se enfoca en el conocimiento del estado de concientización de los usuarios de estas viviendas en la ciudad intermedia de Tandil, cuyo pasado ha forjado un destacado corpus patrimonial modesto que subsiste dentro de la actual dinámica urbana. Se trabaja desde una concepción de la investigación principalmente cualitativa, con ayuda de datos cuantitativos, centrada en la variable histórica urbana-arquitectónica, la social y sus relaciones. Los resultados generales alcanzados, que hacen hincapié en las modificaciones de las viviendas, han posibilitado reflexiones orientadas hacia su salvaguarda. Palabras clave: Preservación arquitectónica, ciudades intermedias, patrimonio urbano, casas chorizo, vivienda. ABSTRACT This article analyzes a type of modest heritage from the end of the nineteenth and beginning of the twentieth century that is characteristic of Argentina: “chorizo” houses. Nowadays once-again preferred by users and the property market, these dwellings have left an urban mark that is still visible. Knowing, valuing and protecting these properties according to the needs of their inhabitants has become one of the main possible courses of action for their preservation. To this end, research focused on the knowledge of the state of awareness of users of these dwellings in the intermediate city of Tandil, whose past has built up an outstanding corpus of modest heritage that survives within the current dynamic urban city. A primarily qualitative conceptualization of research was adopted, with the help of quantitative data centred on the historic and social urban-architectural variables, and their relationship. The general results obtained, which emphasize the modifications to these dwellings, have made it possible to reflect on their protection. Keywords: Architectural preservation, intermediate cities, urban heritage, “chorizo” houses, housing.
Artículo recibido el 28 de junio y aceptado el 23 de octubre de 2014 [1] Este artículo está basado en los resultados de la investigación: La construcción del territorio y el desarrollo de la ciudad intermedia moderna. Vivienda, sociedad e historia al sur del río Salado de la provincia de Buenos Aires durante la primera mitad del siglo XX, patrocinada por la Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina, años 2011-2014. [2] Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). lorenasanchezarq@yahoo.com.ar
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Figura 1 Ubicación de la ciudad de Tandil en la provincia de Buenos Aires. Fuente: Composición de la autora basada en imagen del Centro de Investigaciones Ambientales de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño (FAUD) de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP).
Un acercamiento a los otros patrimonios Patrimonio vernáculo, popular, tradicional, modesto, contextual o no monumental, componen un cuerpo de conceptos que poseen raíces comunes. Amalgaman, en diferente medida, lo construido, lo natural, lo material y lo inmaterial. Desde la ampliación valorativa de los bienes patrimoniales a partir del siglo XX, estos legados ingresaron a debates cada vez más complejos. Los términos mencionados son empleados en alusión a un conjunto de bienes que conforman paisajes típicos y que han sido generados a partir de la labor principalmente no profesional, ligada a técnicas pre y post-industriales. La variedad de palabras expresa la dificultad de nombrar, mediante una única voz, a un patrimonio particularmente significativo. En este abanico, el patrimonio vernáculo ha sido definido, a través de la Carta homónima de 1999, como “la expresión fundamental de la identidad de una comunidad, de sus relaciones con el territorio y, al mismo tiempo, la expresión de la diversidad cultural del mundo”. En este texto se utiliza el término “popular” e incluso “tradicional” como sinónimos. Sin embargo, los senti-
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Figura 2 Paisaje urbano de Tandil a principios del siglo XX y vista actual. Fuente: Postal del Archivo Histórico y Coordinación de Patrimonio Cultural (AHyCPC) del Municipio de Tandil y fotografía de la autora.
dos de estas nociones han adquirido diversos sesgos distintivos; “vernáculo” se asocia a un legado de corte nacional con una impronta más culta, mientras que “popular” se acerca a lo propio de un pueblo (Viñuales, 2007). “Tradicional”, en cambio, corresponde a un adjetivo que cose ambos conceptos, poniendo énfasis en la expresión intergeneracional de cada legado. En lo referido a “modesto”, “contextual” o “no monumental”, estos implican similares sustentos identitarios, pero poseen una mayor inclinación hacia lo urbano. Desde esta comprensión, el término “popular” bien podría ingresar en dicha tríada. En particular, “modesto” es un concepto que se menciona en los documentos patrimoniales directa o indirectamente, aunque sin definiciones específicas. A fines del siglo XX se consolida su sentido como testimonio de la vida histórica de la “masa social” (Waisman, 1992). Así, se entronca con la generación de los nuevos grupos socioeconómicos medios del siglo XX, junto con un mayor uso de técnicas y tecnologías principalmente post-industriales (Sánchez y Cuezzo, 2012). Dentro de este legado con muchas caras, las viviendas constituyen bienes destacados. Conocer, valorar y proteger estos bienes de acuerdo con las necesidades de
sus habitantes, se vislumbra como uno de los principales caminos posibles. Por ello, el presente artículo analiza el pasado presente de una tipología extendida en el territorio argentino fundamentalmente a fines del siglo XIX y principios del siglo XX: las casas “chorizo”. Actualmente reelegidas por los usuarios y el mercado inmobiliario residencial y comercial, estas viviendas constituyen una singular herencia que ha dejado una impronta urbana aún legible. Su preservación no solo implica una economía de recursos habitacionales y económicos frente a su sustitución, sino que la ideación de estrategias a largo plazo se impone desde todas las dimensiones de la sustentabilidad. En este sentido, las ciudades intermedias bonaerenses resultan relevantes ámbitos de análisis debido a las complejidades y oportunidades que presentan (Vapñarsky y Gorojovsky, 1990). Tandil, en particular, se distingue por su intenso pasado político, económico y social junto con su actual dinámica poblacional y turística, donde todavía es posible leer el paisaje conformado por casas “chorizo”. En este enérgico marco al pie de las sierras, conocer las prácticas de los usuarios de este patrimonio modesto posibilita la dilucidación de lineamientos hacia su protección (Figuras 1 y 2).
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Figura 3 Fragmento central analizado y microsector seleccionado. Fuente: Composición de la autora basada en relevamientos in situ y fotografía aérea del progama Google Earth.
El abordaje Los bienes privados que forman el patrimonio modesto requieren de particulares estrategias para su protección, más aún dentro de la vorágine que acontece en las ciudades intermedias. Las responsabilidades estatales son fundamentales junto al rol de los usuarios. En concreto, la concientización usuaria se vislumbra como una de las vías a seguir para alcanzar el objetivo del disfrute intergeneracional de los bienes (Erlij Abramson, 2004; Moreno Cifuentes, 2013). El cambio del paradigma político-cultural de la gestión e intervención patrimonial, acontecido en el siglo XX, implicó no sólo un nuevo marco valorativo, sino también un renovado vigor de las sociedades que generan
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y utilizan los bienes. Ya desde 1987 García Canclini proclamaba el paradigma participacionista donde las demandas y necesidades de los usuarios debían resultar la base reflexiva de las tareas patrimoniales a emprender. La incorporación de los actores, directa y/o indirecta se consolidó como una lógica de protección activa del habitar histórico intrínsecamente ligada al sostén de la preservación. Por ello, el abordaje se centró en el conocimiento del estado de concientización de los usuarios de las casas “chorizo” de Tandil. Se concibió la concientización como un estadío superior a la conciencia, forjada a través de tres pilares básicos: sentir, pensar y hacer. Mientras que la conciencia patrimonial implica la aceptación emocional y racional de los valores patrimoniales, la concientización avanza sobre acciones concretas (esfuerzo, tiempo, dinero) para alcanzar la preservación (Orueta, 1990; Zin-
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Figura 4 Acercamiento al microsector seleccionado y las viviendas de interés de una cuadra. Fuente: Composición de la autora basada en relevamientos in situ y fotografías propias.
goni, 2003). Así, “estar concientizado sobre determinado tema es comprenderlo, es compartir emocionalmente lo que la razón dice y actuar en consecuencia” (Orueta, 1990:21). En este sentido, se trabajó desde una concepción de la investigación principalmente cualitativa, con ayuda de datos cuantitativos, centrada en la variable histórica urbano-arquitectónica y sus relaciones con el ámbito de lo social. El análisis histórico urbano-arquitectónico reveló los procesos que originaron la ciudad, su trazado y su tejido, identificando el tipo y los valores de las casas “chorizo”. El examen de planimetrías, bibliografía y fotografías, junto con la realización de entrevistas a informantes claves, permitió seleccionar los fragmentos urbanos más representativos y elegir las unidades de análisis y observación.
De esta manera, se relevaron parcela a parcela las 90 manzanas del centro urbano delimitado por las cuatro avenidas principales. Se eligió este sector, ya que allí se fundó la ciudad en 1823, mediante la implantación del Fuerte Independencia para impedir el paso de los aborígenes a la región y proteger a las nuevas tierras ganaderas al sur del río Salado. Allí es donde hoy se ubica la plaza central de la ciudad y a partir de la cual se consolidó el núcleo urbano, con un especial desarrollo de casas “chorizo” a principios del siglo XX, aún subsistente. Se identificaron más de 370 casas y, de acuerdo con criterios cuantitativos y cualitativos relacionados con los mayores grados de originalidad -ya que muchas de estas viviendas han sido fuertemente intervenidas y han perdido sus principales rasgos típicos-, se seleccionó un microsector de 9 manzanas con 72 viviendas de interés, de las cuales 33 fueron objeto de estudio en profundidad (Figuras 3 y 4).
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La indagación se complementó con el análisis tanto socioeconómico del fragmento elegido, como del contexto proteccionista municipal, mediante la realización de entrevistas a informantes clave, la pesquisa de normas y de datos censales.
paralelo, proporcionó a algunos propietarios una renta inmobiliaria. De esta forma, la inmigración, el criterio práctico constructivo-funcional y una trama urbana de creciente valor económico, constituyeron factores clave para su progreso.
Desde los conocimientos adquiridos y las selecciones llevadas a cabo, se abordó una encuesta semiestructurada de opinión organizada desde el sentir, el pensar y el hacer. En este artículo se presentan los resultados generales sobre el estado de concientización relevado y se focaliza en lo recogido para el hacer. Este último ítem permite comprender las circunstancias y modificaciones realizadas en las casas “chorizo” y, consecuentemente, posibilita reflexiones para su protección.
El crepúsculo de las casas “chorizo” fue paulatino, con un marcado quiebre hacia mediados del siglo XX debido a las nuevas estructuras familiares, los diferentes requerimientos higienistas y las renovadas tendencias tecnológico-constructivas y arquitectónicas modernas. En términos de Aliata, “la casa chorizo no conforma a las instituciones civiles y al Estado en su lucha por reformar los modos de vida de los sectores populares” (2004:31). Recién a fines de la década de 1970 esta vivienda cobrará un nuevo protagonismo ligado al cambio de la mirada patrimonial y la densidad del parque habitacional tipo “chorizo”. La flexibilidad de la planta y el arraigo en una gran parte de la sociedad, permitió su pervivencia junto con diversos aggiornamientos e hibridaciones.
Las casas “chorizo” y su presencia en Tandil Las casas “chorizo” constituyen uno de los principales legados urbanos dentro del territorio argentino “[…] desde el siglo XVIII hasta las primeras décadas del siglo XX. Se trata de una modalidad de casas de patios, generada a partir de un esquema tripartito: una hilera de habitaciones seguida de una circulación en galería y un espacio abierto. En general, ocupa un lote angosto y alargado, característico de la subdivisión de la tierra en las ciudades argentinas, de allí su denominación de ‘chorizo’” (Aliata, 2004:29)3. En efecto, la palabra “chorizo” deriva de la ristra de embutidos en alusión a la sucesión de cuartos que distingue a esta tipología. Son viviendas que se reconocen por sus fachadas, usualmente apoyadas sobre la línea municipal o presentando retiros4, mientras que en su interior se destaca una seguidilla de habitaciones con una galería exterior y patios (Figura 5). Su relevancia ha producido indagaciones desde múltiples enfoques, mayormente socio-históricos y tecnológico-materiales (Aliata, 2004; De Gregorio, 2006; González Podestá, 2010; Cova, 2012), así como análisis con mayor énfasis en sus adaptaciones actuales (Grementieri, 2000; Livingston y Marinaro, 2011; Cuezzo, 2014). Desde estos avances, se destacan sus más lejanos orígenes españoles, en especial andaluces, sumados al aporte italiano en su consecución y terminaciones. La implantación nacional se enmarcó en las necesidades habitacionales asociadas al incremento poblacional inmigratorio de fines del siglo XIX y principios del XX. El acogimiento de cada familia, por entonces numerosa y extendida, encontró una respuesta posible en esta tipología pre-moderna. Fundamentalmente a través del trabajo de constructores y/u obreros competentes, la flexibilidad de crecimiento de la casa “chorizo” ofreció a los habitantes una opción viable y progresiva para alcanzar la vivienda propia en los pequeños loteos. En
Esta supervivencia se verifica particularmente en los pueblos y las ciudades de Buenos Aires, provincia que ostenta un valioso y multicultural pasado que ha forjado un heterogéneo corpus patrimonial. Dentro del área bonaerense, Tandil presenta una naturaleza mediterránea con arroyos y una particular perspectiva dominada por las sierras. Desde 1823 el paisaje urbano se gestó en el marco de un trazado ortogonal, orientado de acuerdo al Fuerte Independencia y generado para la protección de la región, con un ulterior giro en el territorio circundante. Los registros planimétricos dan cuenta de diferentes transiciones desde la fundación, cuando el entonces pueblo carecía de una traza regular y las primeras construcciones se dispersaban aleatoriamente alrededor del Fuerte. Recién en 1865-66 se delinea el “Plano del pueblo de Tandil y sus chacras”, el primero realizado en forma profesional y oficial. Si bien las condiciones histórico-políticas signaron el comienzo de la ciudad, el marco natural propició el principal atractivo turístico muy tempranamente. La llegada del tren en 1883 potenció las posibilidades laborales y el crecimiento de nuevas actividades. De este modo, con el avance del tiempo y el desarrollo socioeconómico, Tandil resultó una ciudad con una relevante incorporación de extranjeros, entre los que se destacaron los españoles e italianos, exhibiendo decrecimientos y vaivenes inmigratorios a lo largo de su historia. En esta estructura política, económica y social, las sierras se convirtieron en su marca urbana. Desde el bucólico paisaje serrano hasta el auge y la decadencia de las canteras de extracción entre fines del siglo XIX y 1930, se imprimió la vocación turística e industrial de Tandil. En este periodo se desarrollaron los edificios más imponentes alrededor de la plaza central y se desarrollaron diversas formas de tejido urbano, entre las que destacaron las casas “chorizo” (Figuras 5 y 6).
[3] Es relevante destacar que existen tipologías análogas en otros centros latinoamericanos, como las “casas patio” uruguayas (ver Pantaleón et al., 2002). [4] Esto depende de sus características urbanas o suburbanas relacionadas con el periodo de construcción del bien.
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Habitaciones de servicio Patio secundario
Comedor Habitaciones principales Patio principal
Hall
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Figura 5 Síntesis de la planta de una típica casa “chorizo” urbana y fachadas tandilenses asociadas dentro del microsector de análisis (demolidas). Fuente: Dibujo propio y fotografías de las cédulas catastrales de 1938 del AHyCPC del Municipio de Tandil.
Figura 6 Vistas del tejido urbano a principios de siglo XX y en la actualidad, donde se puede observar la presencia de casas “chorizo”. Fuente: Fototeca digital de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional del Centro y fotografías de la autora.
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Es menester mencionar que la estructura parcelaria urbana, amplia en sus orígenes, fue progresivamente subdividida en unidades mínimas hasta alcanzar frentes de 8,66 metros de ancho por fondos que pueden extenderse hasta el cruce total de las manzanas. Para la construcción de las casas “chorizo” en estos loteos, fue sustancial el trabajo de la inmigración italiana que arribó a la ciudad desde principios del siglo XX. Las firmas de constructores y/u obreros competentes que figuran en muchos de los planos explorados, atestiguan esta especial participación. En el centro de la ciudad, aquí analizado, se construyeron las casas “chorizo” de mayor importancia, las cuales manifiestan particulares tratamientos en las fachadas. Así, se destaca en ellas el tradicional estilo italianizante de principios del siglo XX y, en una gran proporción de viviendas, la utilización del art decó, lo que denota el desarrollo más tardío de las viviendas y sus frentes. Este despliegue estilístico también se verifica en la Avenida Colón que avanza hacia el norte de la ciudad y se encuentra con las redes del ferrocarril. De esta forma, Tandil exhibe una permanencia de sus casas “chorizo” que apenas desde el crecimiento turístico y urbano de las últimas décadas ha comenzado a generar mayores hibridaciones y sustituciones tipológicas. El perfil poblacional del sector analizado, envejecido y con un nivel socioeconómico medio/ medio-alto junto con un elevado nivel educacional, constituyó un factor que colaboró con esta persistencia. La presencia de este legado revela un conjunto de valores vigentes: ambientales, en tanto constituyen un paisaje urbano entrelazado con la presencia serrana; histórico-sociales, como testimonio de los diferentes procesos que forjaron su existencia; y arquitectónicos, debido a su particular diseño, donde la planta y la fachada lineal constituyen la principal cuantía. Respecto al contexto patrimonial municipal, la ciudad aún no posee reglamentaciones o códigos preservacionistas referidos a áreas de valor patrimonial, aunque se han afrontado tareas de concientización ciudadana, particularmente orientadas hacia lo monumental, desde el año 2012. De manera que es reciente la inauguración de procesos hacia la preservación de lo heredado.
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Resultados El trabajo desarrollado permitió vislumbrar el incipiente estado de concientización patrimonial usuario, donde el sentir y, en especial, el pensar y el hacer, son merecedores de refuerzos apropiados. En lo referido al sentir, la apropiación de las casas y el fragmento en análisis fue óptima. Puntualmente en relación con el hacer, es relevante indicar que la mención de la fachada continua junto con la diversidad de habitaciones, sobre todo la cocina y los patios, lideraron las elecciones como los lugares más significativos de la casa. En cuanto al pensar, los resultados fueron heterogéneos y exhibieron un conocimiento patrimonial embrionario. En relación con el hacer, si bien se destacó algo de menosprecio por este tipo de legado desde una comprensión negativa de la tipicidad, fue mayoritario el reconocimiento de sus valores histórico-sociales, arquitectónicos y ambientales, a lo cual se sumó cierto interés en la preservación de las viviendas. Así, la apropiación de aspectos propios de la tipología, como la fachada sobre la línea municipal y los patios, junto con un mínimo conocimiento de los valores, aún disociado de la consideración patrimonial modesta, constituyeron una base de conocimiento para comprender el hacer de los usuarios. En las indagaciones específicas sobre las modificaciones realizadas y sus justificaciones, junto con lo observado in situ y la confrontación con los pocos planos y las muchas fotografías existentes en los archivos, se ampliaron horizontes hacia la ideación de lineamientos de preservación. Se verificó una casi totalidad de las viviendas intervenidas, con una especial supervivencia de las fachadas. En relación con las modificaciones, el baño fue la habitación más renovada, en especial su traslado y/o nuevas incorporaciones, instalaciones y modificaciones de pisos. La cocina fue la segunda habitación especialmente reformada a través de ensanches, aperturas de vanos para iluminación y ventilación e incluso mediante la creación de patios contiguos para estos fines, compartiendo con los baños la optimización de instalaciones y pisos. En tercer lugar, se mencionó la subdivisión o unión de habitaciones y la creación de quinchos o terrazas. Finalmente, se hizo hincapié en necesidades puntuales referidas a las instalaciones –en particular, calefacción y electricidad- y en las asociadas a mantenimientos y reparaciones varias -revoques y deterioros usuales-.
En cuanto a las justificaciones de los cambios realizados, la totalidad se basaron en los requerimientos de cada familia, mayormente explicados a través de cuestiones de privacidad, comodidad, confort, higiene y luminosidad. En una gran parte de los casos, la flexibilidad de la casa “chorizo” y su continuidad de cuartos implicó adaptaciones orientadas hacia el alquiler de estudios, consultorios y oficinas en convivencia con la función residencial.
Sobre la función/forma: Incorporar o alterar locales húmedos como cocinas o baños, o bien, refuncionalizar los cuartos, cualquiera sea su destino, requiere de propuestas que posean circulaciones, ventilaciones y luminosidades adecuadas. Debe meditarse la posible incorporación de patios intermedios, la unificación de habitaciones y la creación de definiciones circulatorias que permitan la vivencia lineal de la planta y los beneficios de los patios originales o nuevos.
Desde la perspectiva histórica urbano-arquitectónica y sus relaciones con un enfoque social, es posible entender los cambios realizados y sus justificaciones. La planta típica de más de cien años, con cocinas y baños al fondo, galerías descubiertas como principal comunicación y circulaciones internas mediante los cuartos, componen aspectos que han debido ser intervenidos para la vida actual.
Sobre las tecnologías/materialidades: Es necesario el mantenimiento de lo existente en la medida de lo posible y lo accesible, proponiendo una economía de recursos siempre con la protección patrimonial.
Si bien la flexibilidad de la planta ofrece múltiples posibilidades de adaptaciones, la clave del éxito reside en el modo de realizarlas. En este sentido, los principales problemas resultantes de las modificaciones enunciadas se asociaron, según se verificó, a cuestiones funcionales/formales. Las intervenciones de baños y cocinas acordes a los requerimientos tecnológico-materiales y socio-familiares actuales, no solo implicaron transformaciones en las funcionalidades de las habitaciones primitivas y las aledañas, sino también en las circulaciones. Fue usual el techado de patios y/o galerías para los nuevos usos o bien, para concretar comunicaciones internas y otorgar privacidad a los cuartos. En la mayor parte de estas compactaciones parciales o totales, la luminosidad y la ventilación resultaron particularmente afectadas, salvo en algunos casos en los que se optó por la benéfica inclusión de patios intermedios o por discutibles generaciones de pasillos internos sobre la medianera construida5. Las inevitables renovaciones en las instalaciones y el tratamiento de las materialidades deterioradas, en cambio, no ocasionaron mayores problemas patrimoniales en los casos relevados. Estas dificultades, junto con el desinterés manifestado por participar en actividades de preservación, transparentaron inconvenientes para la correcta vitalidad del espacio construido en comunión con sus valores y la calidad del habitar familiar. El fortalecimiento del interés en sintonía con propuestas que consideren las prácticas realizadas y las apropiadas, se vislumbra como uno de los principales objetivos dentro de la concientizaciónhacer. En este sentido, la divulgación de recomendaciones sobre las mejores intervenciones para conservar los valores de las casas “chorizo”, se presenta como un relevante eje de acción. En términos generales y bajo la aclaración de que cada vivienda requerirá de un estudio particularizado, es necesario considerar:
De esta forma y dentro de un proceso mayor de concientización con recomendaciones específicas asociadas al sentir y al pensar, este tipo de lineamientos sobre el hacer debe ser incoporado como parte de un cuerpo de sugerencias prácticas dirigidas a los usuarios. A través de los medios existentes (desde las nuevas tecnologías de la información y comunicación hasta los medios tradicionales), las habilidades de los usuarios y sus preferencias, resulta necesario difundir proposiciones sobre las intervenciones usuales y las apropiadas para estas casas, las posibles tramitaciones municipales patrimoniales y, en paralelo, generar un archivo de dudas a resolver y publicar periódicamente6 (Figura 7).
Conclusiones Analizar e idear estrategias de concientización patrimonial modesta resulta una tarea difícil. La vivienda, como bien privado, posiciona a los habitantes como los principales encargados de las obras que allí se realizan. En un marco de contención estatal, las intervenciones encuentran un sostén de ayuda para su salvaguarda. Cuando este marco es inexistente, incipiente o débil es preciso insistir en su generación y/o consolidacion y, en paralelo, es urgente centrar el foco en los usuarios. Las ciudades intermedias presentan aceleradas presiones y transformaciones que incrementan los riesgos de pérdida del patrimonio modesto. Explorar el sentir, el pensar y el hacer para fortalecer el triángulo virtuoso de la concientización, con una mirada a largo plazo, es uno de los pasos para comenzar a evitar desapariciones irreparables. A partir de dicha triada, de la que este estudio se ha valido, el hacer ha proporcionado las principales justificaciones y modificaciones de las casas “chorizo” de Tandil
[5] Similares problemas se verifican en la misma tipología dentro de otras ciudades, como se puede observar en las reflexiones alcanzadas desde la práctica profesional en Buenos Aires (Livingston y Marinaro, 2011) y en las investigaciones científicas desarrolladas en San Miguel de Tucumán (Cuezzo, 2014). [6] A modo de ejemplo y de acuerdo a lo investigado en relación a otro tipo de patrimonio modesto, los chalets “estilo Mar del Plata” de la ciudad homónima, se sugiere ver www.chaleterapia.blogspot.com.ar
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Habitaciones de servicio Patio secundario
Comedor Habitaciones principales Patio principal
Hall
Zaguán
Figura 7 Síntesis de las principales modificaciones relevadas dentro de la planta de una típica casa “chorizo” urbana y fachadas tandilenses asociadas dentro del microsector de análisis (existentes). En naranjo se puede observar intervenciones problemáticas (techados de patios y galerías, generación de pasillos sobre la medianera, reubicación o generación de locales húmedos) y en verde, soluciones usualmente apropiadas (incorporación de patios internos, unificación de habitaciones). Fuente: Dibujo y fotografías de la autora.
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y, por ende, ha acercado lineamientos generales para optimizar las acciones. Las sugerencias para realizar transformaciones en la función/forma y las tecnologías/ materialidades con miras a un sano habitar familiar, necesitan ser divulgadas en asociación con las recomendaciones que se requieran para, desde la perspectiva planteada en este artículo, fortalecer el sentir y el pensar. La tutela debe consistir en prolongar aquellas condiciones mínimas que definen a la tipología y son adaptables a las nuevas necesidades desde un accionar concientizado: la hilera de habitaciones, la idea de galería, el espacio abierto-patio, la diagramación de la fachada y las materialidades y tecnologías que les son propias. Evitar el techado de patios y galerías, repensar la generación de pasillos sobre la medianera, meditar la reubicación o generación de locales húmedos y apostar a creativas incorporaciones de patios internos, junto con la unificación de habitaciones, resultan propuestas que deberán ser profundizadas a la luz de cada vivienda, pero que postulan lineamientos apropiados de acuerdo a lo relevado en Tandil. Comprender y conocer los valores de cada tipo de patrimonio modesto en cada ciudad, de la mano de los requerimientos familiares, constituye una tarea sustancial para operar sobre los bienes. No se trata de museificar las casas, sino de dinamizarlas y dotarlas de nueva vida sin perder sus valores originarios, aquellos por los que tácita o explícitamente, atrajeron a los usuarios. El conocimiento preservacionista del habitante resulta, así, una herramienta imprescindible para un amparo sostenible de los otros patrimonios.
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Figura 0 Vista de conjunto Est. Cerro Guido
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Secuencia: Recorrido del estudio a la huerta en un día común de trabajo. Fotos: Carolina Pezo.
BASES PARA UNA INTERPRETACIÓN TIPOLÓGICA DE LA VIVIENDA RURAL INTRODUCIDA EN LA PATAGONIA SUROCCIDENTAL DESDE EL FENÓMENO DE SUS ADAPTACIONES AL CLIMA FOUNDATION FOR A TYPOLOGICAL INTERPRETATION OF THE RURAL HOUSING INTRODUCED IN SOUTHWESTERN PATAGONIA BASED ON THE PHENOMENON OF ITS ADAPTATIONS TO CLIMATE Juan Pablo Fernández Goycoolea1
RESUMEN Se postula que durante ciertas etapas del desarrollo rural de la Patagonia suroccidental ocurrió un proceso de mixtura y adaptación de tradiciones culturales y constructivas diversas, que dio como resultado una arquitectura introducida pero adaptada al territorio, la que se concreta, particularmente, a través de las relaciones entre los recintos que conforman la vivienda y los que definen su vinculación con el contexto climático. Entre estos últimos, destaca la importancia de los elementos perimetrales, dado su potencial de adaptación al clima local. Se reconoce, asimismo, determinadas organizaciones espaciales que ayudaron a la constitución de una identidad arquitectónica en el contexto de estudio, y se enfatiza en los procesos adaptativos que se desarrollaron en virtud de la condición rural de las viviendas analizadas para relacionarse con el ambiente en su dimensión climática. Se sostiene, finalmente, que esta interpretación permite complementar la valorización del patrimonio arquitectónico, en función de los hábitos de uso relacionados con la condición térmica de las viviendas, antes que por la sola catalogación estética o figurativa. Palabras clave: Arquitectura rural, tipologías, adaptaciones, vivienda, patrimonio. ABSTRACT It is posited that during certain stages of rural development in southwestern Patagonia there occurred a process of mixing and adaptation of different cultural and building traditions. This resulted in an architecture that was introduced, but adapted to the territory, which materializes itself particularly through the relationships between the enclosures that make up housing and those that define its connection with the climatic context. Among these, the importance of perimeter elements stands out given their potential for adaptation to local weather. Also, certain spatial organizations that helped in the creation of an architectural identity in the context of the study are recognized. Emphasis is placed on the adaptive processes that were developed to relate to the climatic dimension of the environment due to the rural location of the housing analyzed. Finally, it is maintained that this interpretation makes it possible to complement appreciation of architectural heritage, depending on usage patterns related to the thermal condition of housing, rather than only by aesthetic or figurative cataloging. Keywords: Rural architecture, typologies, adaptations, housing, heritage.
Artículo recibido el 29 de junio y aceptado el 23 de octubre de 2014 [1] Universidad de Valparaíso, Valparaíso, Chile. juan.fernandez@postgrado.uv.cl
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Figura 1 Años, procedencia y zonificación de primeros asentamientos en la Patagonia sur (elaboración propia en base a Martinic, 1985).
Introducción Del territorio y su clima Al referirnos a la Patagonia suroccidental como contexto de estudio, hablaremos principalmente del territorio ubicado al sur de campos de hielo y al oeste de la ciudad de Punta Arenas. De este modo, es posible entender el territorio estudiado como el origen de lo que hoy constituye la provincia de Última esperanza en la Patagonia chilena, en función del alcance del proceso de colonización que ocurre desde el año 1892 (Martinic, 1985). Sin embargo, dadas las dinámicas de asentamiento temprano de la Patagonia en general, los procesos de ocupación del contexto rural no fueron propiamente locales sino siempre dependientes de la economía de las ciudades establecidas en el territorio. En este caso, se llevaron a cabo bajo la fuerte influencia de Punta Arenas (Figuras 1 y 2). En cuanto a la situación macro-climática, la mayor parte del territorio de la Patagonia suroccidental presenta zonas de influencia oceánica, de gran humedad y niveles extremadamente altos de precipitación anual. Tales características corresponden a los tipos climáticos “templado frío con gran humedad” y “tundra isotérmico”, los que abarcan conjuntamente más de la mitad del territorio de la actual Región de Magallanes. Del otro extremo, en la Patagonia nororiental, predomina el clima de “estepa fría”, que da lugar a la vegetación y geografía característica de las pampas o desiertos fríos ventosos (Laboratorio de Climatología-Universidad de Magallanes, 2014).
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Figura 2 Ubicación de las principales estancias y poblados del territorio chileno de la Patagonia sur (elaboración propia en base a Benavides et al., 1999).
Justo entre estas dos grandes áreas climáticas existe una franja donde el clima, a pesar de su rigurosidad, no se comporta de modo tan extremo. Esta zona climática es la denominada “transandina con degeneración esteparia” y es en ella donde habita la mayor parte de la población del territorio, incluyendo a Punta Arenas, Puerto Natales, Puerto Williams y Cerro Castillo. El promedio de temperaturas en el mes más frío fluctúa aquí entre los 3°C y los -1°C, mientras que la amplitud térmica crece a medida que la distancia al mar es mayor. Las precipitaciones oscilan entre los 500 y 1000 mm/año (ídem) y el viento puede registrar velocidades máximas sobre los 100km/h, en múltiples ocasiones cada año (Figuras 3 y 4).
Figura 3 Zonas climáticas del territorio patagónico sur (elaboración propia en base a datos del laboratorio de Clima de climatología de la Universidad de Magallanes). Clima de estepa frío Clima hielo por efecto de altura trasandino con degeneración esteparia Clima templado frío con gran humedad Clima de tundra isotérmico.
Puerto Natales 16 12 8 4 0 º
La violenta ruptura cultural que significó el desplazamiento de los pueblos originarios impidió un desarrollo progresivo y gradual de una arquitectura de características netamente vernáculas. Por ese camino, se habrían
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Torres del Paine 11
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Del entorno construido en la ruralidad de la Patagonia Suroccidental Desde los albores de su colonización, el territorio estuvo marcado por la multiculturalidad y por la nula presencia de expresiones vernáculas de vivienda permanente. Si bien las culturas nativas implementaron eficientes sistemas de cobijo ante la adversidad del clima local (Baeriswyl et al. 1991), su desarrollo tecnológico y social nómade no permitió la emergencia de asentamientos inmuebles. Esto, sumado a la violenta dinámica de colonización, llevó a una completa discontinuidad entre las tradiciones constructivas propiamente vernáculas y las introducidas. Como señala L. Lolich:
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Figura 4 Climatogramas de principales localidades del territorio de estudio. (Fuente: Dirección Meteorológica de Precipitación Temperatura. Chile, 2014)
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capitalizado las experiencias […] llegando a propuestas más apropiadas, especialmente en tecnologías basadas en el aprovechamiento de materiales naturales de cada zona, en la elección de los asentamientos y una natural protección climática, (Lolich, 2003:62).
suroccidental con las variables ambientales climáticas?, y en tal caso, ¿emerge la identidad arquitectónica antes señalada como respuesta adaptativa a las condiciones ambientales?
Se plantea así que la identidad, en su componente arquitectónico, estaría inicialmente determinada no por una larga tradición ligada al territorio sino por el modo de habitar que los colonos dieron a sus viviendas y por la forma en que se adecuaron los conocimientos constructivos tradicionales al nuevo contexto. Esto ocurre a través de la mixtura y adaptación de las culturas colonizadoras, definiéndose las bases de una identidad fuertemente arraigada al territorio y fundada en un patrimonio tangible e intangible (Garcés, 2009). De este modo, es posible aventurarse a decir que la identidad arquitectónica local no se corresponde directamente con las tradiciones europeas o chilotas introducidas, como tampoco con las devastadas culturas autóctonas.
De lo tipológico
Por su rigurosidad, el clima es un aspecto que debiese ser considerado cardinal en la toma de decisiones sobre el diseño y emplazamiento de recintos habitables en el contexto patagónico. Sin embargo, dado lo abrupto del ingreso de la colonización en el territorio, las nuevas tecnologías constructivas fueron introducidas sin existir ningún tipo de estudio ni consideración climática, expresiva ni geográfica en su implantación. En ese sentido, Benavides explica: “La imperiosa necesidad en el área magallánica de proteger las faenas […], así como al personal que las realiza en un medio climático muy exigente prácticamente a lo largo de todo el año, no se tradujo siempre en una elección cuidadosa del lugar más adecuado para el emplazamiento en el contexto de la estancia, de su núcleo fabril y habitacional. […] El tema no parece haber sido motivo de informes técnicos sometidos a consideración de un directorio, sino más bien entregado a la responsabilidad de quien operaba el lugar”. (Benavides et al., 1999:57) Quedando en evidencia la aleatoriedad de emplazamiento de los nuevas ocupaciones, el mismo autor concluye que “es difícil precisar en qué medida el lugar de asentamiento y la disposición de los edificios que conforman uno de estos cascos reflejan una preocupación por las condiciones ambientales” (ídem). Sin embargo, cabe preguntarse en este punto qué sucede en la escala de la arquitectura: ¿existió una relación entre la arquitectura desarrollada en la ruralidad de la Patagonia
A la fecha son numerosos los estudios que han “catalogado”, bajo distintos puntos de vista, los modelos de vivienda introducidos a la Patagonia que fueron perfeccionados o adaptados durante el primer siglo de colonización del territorio (Martinic, 1984; Baeriswyl, 2003; Mirelman, Lolich y Fernández, 2005; Garcés et al., 2005; Covacevich, 2011). Se ha llegado a cierto consenso sobre la naturaleza formal y constructiva de estas tipologías, no obstante, se ha atribuido su carácter patrimonial principalmente a los aspectos figurativos u ornamentales. Al referirnos aquí a tipología, haremos referencia al orden “según el cual una serie de elementos, gobernados por unas precisas relaciones, adquieren una determinada estructura” (Martí Arís, 1993:32). Este marco conceptual se ha elaborado según la teoría de Carlos Martí, quien, en su estudio Las variaciones de la identidad (1993), propone una conceptualización para el análisis tipológico basada en el carácter relacional, temporal y evolutivo de los tipos arquitectónicos, y en la que distingue el tipo (abstracto, organizacional) del nivel formal (espacial) y el figurativo (material). De acuerdo a esta conceptualización es posible realizar tres niveles de lectura en un análisis tipológico de arquitectura (Tabla 1), que varían desde lo material a lo abstracto. Allí, el tipo se sintetiza en la organización o patrón de relaciones entre los elementos formales constituyentes. Esto implica que una determinada tipología, si bien puede dar cuenta de la identidad arquitectónica de un territorio, no puede ser entendida como propia de un territorio o cultura particular. Entender la experiencia térmica como una parte fundamental del habitar (Heschong, 1979) permite dar por supuesto que, en un ambiente donde el clima juega un papel tan preponderante, los rasgos adaptativos de la arquitectura posibilitan caracterizar su identidad a partir de los hábitos de uso. Por ello es que este artículo plantea un análisis basado en la organización espacial, que resalte las relaciones entre los elementos tipológicos y el ambiente en su dimensión climática.
Nivel intangible Abstracto
TIPO Estructura organizativa
Patrones y relaciones entre elementos
Nivel intermedio Espacial
forma Adaptación del tipo al contexto
Conjunto definido de elementos y dimensiones
Nivel tangible Físico
figura Materialización de la forma
Materiales, texturas, ornamentos, etc...
Tabla 1 Niveles del análisis tipológico. (Elaboración propia en base a Martí Arís, 1993)
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Métodos La investigación aquí expuesta se estructuró a partir de tres procesos: (1) La revisión de antecedentes históricos sobre la evolución de la vivienda rural de la Patagonia Suroccidental, en base a visitas a terreno, revisión de bibliografía y contraposición de posturas de los autores estudiados; (2) la posterior identificación de los elementos tipológicos y organizacionales resultantes de los procesos adaptativos; y (3) la interpretación analítica de las tipologías de vivienda originadas por dichos procesos. Para llevar a cabo lo anterior, se consultó bibliografía de primera y segunda fuente, la cual se contrapuso con observaciones de terreno y conversaciones sostenidas con habitantes de viviendas rurales de interés patrimonial en Cerro Castillo, Cerro Guido y Puerto Bories. A partir de este trabajo de campo, fue posible observar el discurso asociado a las dinámicas de permanencia y la percepción térmica respecto a los recintos de las viviendas. Para tal efecto, se recurrió a una escala de incrementos cualitativos, o de énfasis, en la percepción del calor (Serra, 1995).
Periodos del desarrollo adaptativo de las tipologías de vivienda rural introducidas en la Patagonia suroccidental Primer periodo Aunque ya en el año 1584 habían ocurrido dos frustrados y trágicos intentos españoles de ocupación del territorio, en las ciudades Nombre de Jesús y Rey Don Felipe, consideramos aquí como primer periodo de desarrollo el asentamiento temprano efectuado en la colonia chilena, es decir, desde la fundación de Fuerte Bulnes en 1843 hasta antes de la llegada de inmigrantes europeos en la década de 1870, fecha en que el gobierno otorga facilidades para estos fines. Fuerte Bulnes se construyó utilizando técnicas de “blocao” (sistema de masa en base a rollizos) y, en menor medida, de champas con estructura de sustentación de madera (Baeriswyl et al., 1991). En general, se trató de construcciones pequeñas de no más de 20 m² en plantas rectangulares sin subdivisiones internas. Posteriormente, con el traslado de la colonia a Punta Arenas en 1848 y el arribo de nuevos colonos, se importaron técnicas constructivas propias del sur de Chile, dejando de lado la concepción militar y fortificada de los diseños previos. Si bien en este periodo no puede aseverarse aún que las viviendas contemplen alguna relación adaptativa al clima, ya se perfilan dos elementos tipológicos introducidos que influyen en esta relación: (1) los entretechos de altura considerable y (2) la separación del entablado de piso del suelo, que más tarde se manifestaría como zócalos vacíos de piedra o ladrillo. Caracteriza a este periodo la materialización de soluciones arquitectónicas sobrias y modestas, dada la escasez local de recursos y materiales.
Segundo periodo La segunda etapa se corresponde con la aparición de viviendas clasificadas comúnmente como “Estilos Pionero y Patagónico” (Martinic, 1984; Baeriswyl, 2003). En efecto, se alude a estos estilos para referirse a desarrollos posteriores de la vivienda colonial, que manteniendo similares dimensiones, adquieren complejidades técnicas, formales y de distribución interna, tales como “paredes de madera tinglada, con tablazón cepillada y ornada con sencilla moldura terminal en la parte inferior; techumbre a dos aguas, ventanas de guillotina, lucarnas o mansardas y motivos de adorno recortados para las tapas de los aleros y frentes de la techumbre o para sobreponer dinteles en puertas y ventanas” (Martinic, 1984). De acuerdo a Martinic (1984), el “Estilo Pionero” surge gradualmente y perdura hasta las primeras décadas del siglo XX, siendo su apogeo y mayor implementación en la década de 1890. Alternadamente, en estos años comienza a aparecer el denominado “Estilo Patagónico”, que fundamentalmente consiste en una nueva ampliación de tamaño, complejidad y elementos del estilo anterior. Se generan así suertes de híbridos de diferentes tradiciones arquitectónicas, como clara respuesta al carácter multicultural de la población que habitaba la región en dicha época. Por otra parte, Mirko Covacevich en su libro sobre Porvenir (2011) aplica una mirada renovada a estos conceptos, reconociendo las mismas cualidades pero desgranando la categorización estilística en cinco tipologías formales. Las tres primeras coinciden con la caracterización que Baeriswyl (2003) realiza de la vivienda colonial y de su transformación hacia el “estilo pionero”; y las dos restantes se refieren a estructuras más complejas (Tabla 2). Caracteriza a este periodo la materialización de una arquitectura diseñada y ornamentada, producto de la mixtura local de tradiciones e influencias, así como también la introducción de materiales importados. Tercer periodo Se inicia alrededor de la cuarta y quinta década del siglo XX, cuando ocurren cambios vinculados a las tendencias que el movimiento moderno originó a nivel arquitectónico global (Baeriswyl, 2003; Covacevich, 2011). Aparece, inicialmente en los centros urbanos, un mayor número de intervenciones de mampostería, visibles, por ejemplo, en las viviendas de estilo art-deco con motivos marítimos. Luego se dio paso a asentamientos enteros diseñados al alero de estas nuevas tendencias. Tal es el caso de Cerro Sombrero en 1958, que surge a raíz del incipiente desarrollo de la industria petrolífera en Tierra del Fuego (Domínguez, 2011). Ocurre, en este momento, un quiebre de la corta tradición constructiva regional, a partir del cual quedan progresivamente de lado las viviendas de “estilo Pionero y Patagónico” y, con ello, los saberes que su construcción abarcaba. Se reemplaza el modelo de arquitectura “informal” o tradicional que operó hasta ese entonces, por uno con mayor protagonismo del diseñador, en desmedro de la actividad de maestros mayores y carpinteros que con anterioridad habían operado como jefes de
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Clasificación tipológica de Covacevich (2011)
Elemental
Expandida
Clasificación estilística de Martinic (1984) y Baeriswyl (2003)
Estilo colonial
Estilo pionero
Períodos de desarrollo señalados
Primer período
Sintética
Compuesta
Estilo patagónico
Armónica Estilo patagónico chalet
Segundo período
Tabla 2 Relación entre clasificaciones y periodos de desarrollo señalados en este estudio. Se entiende que las transiciones temporales entre los periodos de implementación de cada clasificación son graduales y traslapados; sin embargo, se presentan aquí de modo secuencial a fin de facilitar la lectura. (Elaboración propia en base a las tipologías y diagramaciones propuestas por Covacevich, 2011)
obra. Durante este periodo, la tradición que se alcanzó a formar durante casi un siglo de desarrollo, en la construcción rural de influencias industriales caracterizada por el uso de madera y chapa metálica, se abandona de forma gradual al integrar nuevos y cada vez más variados elementos externos al repertorio constructivo local. Caracteriza a esta etapa la materialización de una arquitectura cuidadosamente diseñada, producto de la introducción de nuevas influencias estilísticas.
Caracteriza a este periodo la total diversificación de diseños arquitectónicos, lo cual es posible gracias a la apertura comercial y mayor conectividad del territorio. Existe, asimismo, una tendencia a la imitación historicista, principalmente, a la arquitectura correspondiente a la época de expansión de las estancias (segundo periodo) (Figura 5).
Cuarto periodo Al acercarnos al panorama contemporáneo, hay que indicar que se vuelve sumamente difícil, por no decir imposible, intentar describir tradiciones o relaciones de adaptación entre las nuevas formas de constituir vivienda en los actuales contextos. Desde fines del siglo XX se produce una nueva pluralización de las tendencias. Se introducen influencias estilísticas y constructivas no siempre comprobadas frente al ambiente local, ni culturalmente arraigadas a la identidad de la zona. Además, surge el historicismo “posmodernista”. El contexto rural de la Patagonia fue, en general, desde su colonización un territorio de explotación industrial: pastoril o de explotación minera. En la misma línea, a partir de las últimas décadas del siglo pasado, ocurre un nuevo fenómeno de cambio económico: el desarrollo y explosivo crecimiento de la industria del turismo. Ello repercute en la forma de construir viviendas, pasando estas a estar cada vez más enfocadas en las demandas del habitante temporal. Prueba de esta situación es el descontrolado crecimiento en el sector de Río Serrano o de los alrededores de Puerto Natales, motivado por la rentabilidad privada y la producción económica. En contraste, los pocos poblados que mantienen su vocación productiva pastoril, como Cerro Guido o Cerro Castillo, presentan otros modelos de desarrollo, los que, sin embargo, se hallan ahora restringidos por asuntos económicos y burocráticos propios de mecanismos gubernamentales.
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Figura 5 Arriba: Vivienda pareada habitada por empleados en Cerro Castillo. Abajo: Vivienda contemporánea de intenciones historicistas en Cerro Guido. Ambas en la provincia de última esperanza (fotografías propias).
Observación En suma, se advierte que a medida que la conectividad y auge de recursos en el territorio fueron incrementando, el desarrollo de la arquitectura de viviendas rurales fue diversificándose y complejizándose. No obstante, es posible plantear hipotéticamente que esta diversificación no se produjo siempre en función de un mayor grado de adaptación ambiental de las dinámicas de uso o la identidad arquitectónica, sino que, la mayor parte de las veces, se efectuó con objetivos simplemente estéticos o perceptuales (tales como la preferencia por una vivienda “de material” por sobre la vivienda tradicional de madera), en desmedro de la adaptación al clima y el ambiente.
Mecanismos de adaptación En los estudios climáticos de arquitectura se suelen considerar como parámetros básicos la temperatura, la humedad, la radiación y el viento del lugar de emplazamiento de una obra, dado que estos son los que influyen en la sensación higro-térmica de los habitantes (Serra y Corcha, 1995) y son también los que permiten, mediante su control y aprovechamiento, regular la conservación térmica y la reducción de demanda energética de las viviendas. En climas fríos, esto último se puede lograr sustancialmente mediante 3 estrategias de adaptación a las variables climáticas: reducción de las transferencias de calor por conducción (aislación), reducción de las transferencias de calor por convección (control de la ventilación) y reducción de las demandas energéticas de calefacción y calentamiento de agua; las cuales se pueden ver ampliamente apoyadas por estrategias de captación térmica solar pasiva (Morhenne, 2009). En nuestro caso de estudio, como se ha visto en la resumida revisión histórica, sólo durante el primer y el segundo periodo se dan las condiciones para suponer la existencia de un proceso de refinamiento de las tradiciones constructivas y de adaptación de las mismas a las condiciones climáticas del contexto rural. Este proceso de patrimonialización de la arquitectura (Lolich, 2011) se llevó a cabo fundamentalmente a través de dos medios: · Introducción de tradiciones constructivas: Este hecho se produjo a partir de dos situaciones: (a) la de las grandes firmas rurales, que encargaron sus diseños directamente a sus casas matrices en el Reino Unido o en Buenos Aires; y (b) el caso de las estancias menores, que encomendaron los propios a maestros mayores, quienes en la época ejercían en Punta Arenas y alrededores, y que dominaban tradiciones constructivas propias de sus lugares de origen (Benavides et al., 1999). Solo para ejemplificar esta característica, Benavides (ídem) menciona a Antonio Ampuero, procedente de Dalcahue (Chiloé), a quien fueran encargados (entre 1905 y 1930) los diseños de Laguna Blanca, Brazo Norte, Rio Penitente, entre otras estancias; y a Kenneth Cara,
procedente de Escocia, quien diseñó parte de las instalaciones de la sociedad explotadora de Tierra del Fuego entre 1914 y 1940. La presencia y actividad simultáneas de estas dos tradiciones constructivas (como ocurre también con las balcánicas o suizas) en el territorio regional, presupone la posibilidad de un constante intercambio de influencias que alternadamente se fueron reflejando desde Punta Arenas hacia el entorno rural. · Autoconstrucción: La modificación directa por parte de los ocupantes en función reactiva al clima, según necesidades propias, fue una constante en la vivienda rural del periodo. De este tipo de acciones, surgen principalmente elementos perimetrales como verandas, galerías o chifloneras adicionadas a los volúmenes originales. Benavides señala que la vivienda de personal de las estancias es hoy en día difícilmente catalogable, precisamente debido a su tendencia (una de sus pocas características generalizadas) a “las transformaciones del modelo original que se le hacen con el correr del tiempo para adecuarla a las necesidades particulares de sus ocupantes, […;] son entonces agrandadas o subdivididas, se les agregan servicios higiénicos, chifloneras, bay o bow windows, se reemplazan ventanas, se agregan motivos formales y se renuevan los revestimientos exteriores e interiores”. (Benavides et al., 1999:80) Se puede evidenciar, de esta forma, que el desarrollo local de la adaptación de la arquitectura introducida en la Patagonia suroccidental giró tanto en torno al eclecticismo transcultural, como también a la respuesta directa a la rigurosidad del clima. Este desarrollo comienza a manifestarse en rasgos característicos que aparecen repetitivamente en las viviendas del segundo periodo aquí constatado: 1 Elementos formales como cubiertas con una alta pendiente y gran volumen de entretechos, plantas ortogonales, generalmente compactas, y ausencia de aleros pronunciados. También se observan aspectos materiales como los revestimientos de chapa metálica corrugada y la presencia de adornos pintoresquistas (Lolich, 2011) (Figuras 6 y 10). 2 Presencia reiterativa de elementos que tienen funciones específicamente relacionadas con distintas manifestaciones climáticas, como: (a) paravientos y patios para el resguardo del viento; (b) verandas y chifloneras, que ofrecen resguardo frente al viento y las precipitaciones; y (c) galerías y jardines de invierno que generan zonas interiores muchas veces temperadas solarmente (Figura 6). 3 Conformación de una dinámica de uso de los recintos centrada en sus fuentes térmicas y espacios temperados. Según se observó en las dinámicas de habitantes actuales, los espacios de mayor permanencia y reunión coinciden con la presencia de una cocina, estufa o chimenea activa, situadas por lo general en la cocina o en el living de la vivienda. De igual modo, se observó que otros espacios tienen una dinámica de uso dependiente del clima exterior, ya sea por servir de transición hacia éste (chifloneras, verandas) o por tener condiciones térmicas estacionales (galerías vidriadas).
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Figura 6 Vista de la estancia tres pasos, provincia de última esperanza. Es posible una lectura del conjunto arquitectónico en términos de unicidad a nivel formal-figurativo. (Fotografía propia)
Elementos tipológicos y sus relaciones organizativas Luego de analizar las variaciones de la vivienda rural y sus procesos de adaptación, es posible distinguir algunas familias de elementos tipológicos que, con ciertas variaciones en sus manifestaciones, responden potencialmente a todo el conjunto estudiado. Se observan, así, distintas cualidades en los recintos, según las vinculaciones espaciales y térmicas que presentan entre sí, además del modo de permanencia con que son habitados (tránsito, permanencia social, permanencia íntima temporal, permanencia íntima prolongada). Aplicando estos conceptos al análisis de las viviendas, es posible distinguir en ellas tres familias de elementos tipológicos: Centrales: Se trata de espacios que, producto de la contención de las fuentes térmicas (estufas, chimeneas, salamandras, cocinas, etc...), funcionan como recintos principales y articuladores de las demás áreas de la vivienda. Ahora bien, ello no implica, por sí mismo, que su ubicación sea geométricamente central (ver Tabla 4). Este tipo de espacios, tanto por su cualidad térmica como por su espacialidad más generosa, suelen estar relacionados a un habitar social y a permanencias prolongadas. Dentro de este grupo encontramos comúnmente las cocinas, salas de estar y living rooms. Adyacentes: Constituyen espacios que se organizan en torno a los elementos centrales, pero quedan relegados a una menor jerarquía. Estos pueden contener una fuente térmica propia, sin embargo, constituyen principalmente espacios de permanencia íntima, como baños o dormitorios.
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Se podría hablar de estos como ramificaciones terminales del sistema de vinculaciones de la vivienda (ver Figura 13 y Tabla 4). Perimetrales: Son espacios que funcionan como enlaces del sistema de vinculaciones de la vivienda con el ambiente. Con frecuencia, entregan algún nivel de protección frente a las condiciones climáticas, junto con una primera graduación de la privacidad del interior (Figuras 9 y 12). Es en este grupo donde queda mayormente evidenciada la necesidad de adaptación a la condición climática del entorno. Se distinguen aquí las chifloneras, verandas y patios formados por cortavientos o por la volumetría de la construcción. Es posible advertir una centralidad térmica que coincide con los espacios de permanencia colectiva (elementos centrales), a los cuales se vinculan, a su vez, espacios de distribución internos hacia los espacios de permanencia íntima (elementos adyacentes) y a los espacios de relación con el medio externo (elementos perimetrales) (Figura 13). Finalmente, es necesario añadir que existen espacios que, aun cuando no forman parte de las dinámicas del habitar, sí participan de la estructura tipológica de la vivienda. Dentro de esta familia de elementos, que se han denominado neutrales, se encuentran espacios como los pasillos de distribución, el entretecho y el volumen contenido por los zócalos de pisos ventilados, Los cuales sin duda influyen en en el comportamiento térmico de la vivienda. Tanto en el caso de los elementos adyacentes, como de los perimetrales, se observa dos modos de vinculación formal de los recintos en relación al volumen principal de la vivienda: (1) adosamiento, a través del cual el elemento se anexa al volumen principal; y (2) encastramiento, donde el elemento forma parte del volumen principal (Figura 14).
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Figura 7 Vista interior y exterior durante horas de la tarde de la galería vidriada orientada al noreste de la vivienda principal de la estancia Cerro Guido. (Fotografía propia) / Figura 8 Izq: espacio central, sala de estar en vivienda de obreros de la estancia Cerro Guido. Se aprecia una fuente térmica ubicada en el tabique que separa este recinto con el baño (elemento perimetral). Der: vista exterior. (Fotografías propias) / Figura 9 Ejemplo de vivienda de empleados con dos elementos sobre su forma base: adyacente y perimetral. Frigorífico de Puerto Bories. (Fotografía propia) / Figura 10 Vivienda de empleados en la estancia Cerro Guido. Se observa una chiflonera adosada perimetralmente al volumen principal de forma contigua a la cocina. (Fotografía propia) / Figura 11 Vivienda de Punta Carrera (1884), actualmente perteneciente al Instituto de la Patagonia (UMAG). Ya en este periodo se aprecian recintos perimetrales adosados al volumen principal, como esta veranda. (Fotografía propia) / Figura 12 Vivienda administrativa en la estancia Cerro Guido. Se observa una galería adosada perimetralmente al volumen principal. (Fotografía propia)
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14 Figura 13 Diagrama de relaciones entre las distintas familias de elementos y su relación con el clima. (Elaboración propia) / Figura 14 Vinculaciones formales hipotéticas de elementos al volumen principal de la vivienda: adosamiento (naranjo) y encastramiento (verde). (Elaboración propia)
La estructura tipológica de capas térmicas y sus variaciones de complejidad Considerando los elementos ya señalados y las relaciones en la que estos pueden presentarse, surge una forma de leer las viviendas rurales de la Patagonia suroccidental basada en la interpretación tipológica de su estructura térmica y espacial. Esto implica considerar como parte principal del problema la organización de sus relaciones internas y externas con el ambiente, en su dimensión climática. Se constató que, según como se vinculen los elementos constitutivos identificados, se generan distintos niveles de complejidad en la estructura espacial de la vivienda. De este modo, es posible reconocer cuatro niveles potenciales, o tipos, de complejidad progresiva: 1 Estructura elemental: constituida por un espacio único y una sola fuente térmica (un elemento central), como se da en las viviendas coloniales o puestos; 2 Estructura nuclear: compuesta por un elemento central relacionado a una fuente térmica y al cual
se vinculan elementos adyacentes y perimetrales, como ocurre en algunas casas de empleados u obreros; 3 Estructura polinuclear simple: igual a una estructura nuclear pero con mayor presencia fuentes térmicas asociadas a los espacios adyacentes, como se presenta en viviendas de empleados o administrativos; y 4 Estructura polinuclear compuesta: constituida por múltiples fuentes térmicas y múltiples elementos centrales, adyacentes y perimetrales, como solo se observa en algunas viviendas de administrativos. Por consiguiente, se evidencia en la estructura organizacional un centro térmico al cual se van agregando sub-jerárquicamente elementos en capas, que responden en distinta medida a las condiciones climáticas del contexto. Dicha constatación es concordante con lo supuesto a partir de la revisión bibliográfica, pero además confirmada mediante una lectura actual de la lógica interna y reiterativa de las viviendas estudiadas. Es posible, consecuentemente, definir tipologías organizacionales a las cuales responden dichas construcciones rurales, bajo un punto de vista térmico y programático. Sin negar que las clasificaciones estilísticas antes estudiadas correspondan también a variaciones de la materialización de las estructuras organizacionales aquí descritas.
Tipo
Elementos centrales
Fuentes térmicas
Elementos adyacentes
Elementos perimetrales
Elemental
1
1
0
0
Nuclear
1
1
>=1
>=1
Polinuclear
1
>=1
>1
>=1
Polinuclear compuesto
>1
>1
>1
>=1
Tabla 3 Número de elementos y fuentes térmicas en cada variación de la estructura tipológica.
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B
C
D
A Vivienda colectiva en Cerro Castillo. Estructura nuclear: Posee siete dormitorios, un baño común y un espacio libre utilizado como sala de estar o elemento central, en los términos tipológicos que el estudio propone. La distribución está dada por un pasillo central y otro perimetral desde donde se accede a los dormitorios. Toda la construcción cuenta con una sola fuente de calor tipo salamandra, cuya chimenea se encuentra ubicada entre el estar y el baño. No se encontraba habitada durante la visita. B Vivienda pareada en Cerro Castillo. Estructura polinuclear simple: La vivienda original contaba con dos fuentes de calor, a la cual se ha añadido posteriormente una tercera. En cuanto a sus elementos perimetrales, ésta cuenta con dos pequeñas chifloneras, una frontal encastrada de muy pequeñas dimensiones; y otra posterior, también encastrada que cumple a su vez la función de lavadero. El usuario destaca que: el espacio más utilizado es la cocina, rara vez utiliza el comedor; la vivienda se calefacciona a leña día y noche durante todo el año. C Vivienda pareada en Cerro Castillo. Estructura polinuclear compuesta: Si bien la vivienda tiene una fachada principal que cuenta con una pequeña chiflonera adosada, esta no se ocupa y en su lugar se utiliza la entrada que da directamente a la cocina, a la se ha agregado también una chiflonera - bodega adicional. Los usuarios destacan que: la vivienda se calefacciona a leña, generalmente utilizando la chimenea del comedor (anexo a la cocina); la estufa del baño se utiliza sólo en los días más fríos del año; y durante primavera y verano se utiliza el living que da al norte más quela cocina. D Vivienda aislada en Puerto Bories. Estructura polinuclear compuesta: Cuenta con tres dormitorios, una cocina, un baño anexado dentro de un espacio que puede ser entendido como chiflonera, una gran galería encastrada orientada al suroeste, un living, un comedor y un pasillo interior. Respecto a la orientación de los elementos vidriados, resulta curioso que la galería se encuentra orientadaen dirección sur-oeste, recibiendo luz directa sólo durante las últimas horas del día; mientras que el bow window del living se encuentra en dirección sureste.
Tabla 4 Casos visitados y lectura de sus estructuras tipológicas. Primera columna: presencia de los distintos tipos de elementos tipológicos (centrales en rojo, adyacentes en naranjo y perimetrales en amarillo) y las fuentes térmicas (En rojo, las originales y en amarillo, las posteriores). Segunda columna: graduación perceptual de temperatura al interior de la vivienda (según el orden rojonaranjo-verde-azul; de cálido a frío). Tercera columna: fachada. Cuarta columna: representación isométrica. (Elaboración propia).
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Figura 15 Ejemplo de elementos perimetrales orientados al norte para los ángulos de irradiación de verano (naranjo) e invierno (azul) en Punta Arenas. Se observa que con las mismas dimensiones, una veranda (izq.) puede llegar a privar completamente de radiación directa a la vivienda, mientras que una galería (der.) presenta un potencial de captación térmica solar. (Elaboración propia según CNE / PNUD / UTFSM, 2008)
Reflexión final y alcances del análisis
organización espacial en capas térmicas de intensidad de uso.
De la interpretación propuesta, en base al reconocimiento de tres jerarquías de espacios: centrales, adyacentes y perimetrales, se reconoce la importancia de los últimos, por cuanto conforman la manifestación más directa de las interacciones entre la búsqueda de “comodidad” propia del habitar de la vivienda y la innegable adversidad del clima patagónico. Se trata, además, de elementos que reinterpretados cuidadosamente, permitirían adaptar estrategias de captación térmica pasiva, de reducción de pérdidas por convección o de aislación compartimentada a nuevos diseños que recuperen la identidad arquitectónica, en términos de su organización espacial. Sin embargo, se advierte también que, a pesar de su potencial, estos espacios perimetrales no siempre fueron correctamente orientados e, incluso, se incurrió, en este sentido, en situaciones que supusieron una pérdida de eficiencia para la vivienda en cuestión (Figura 15), como ocurrió con las galerías orientadas al sureste en Puerto Bories (Tabla 4).
Surgen de esta investigación, en definitiva, tres caminos de estudio, igualmente importantes y susceptibles de originar una investigación posterior: (1) mensurar térmicamente de forma cuantitativa qué tan efectivas llegan o pueden llegar a ser estas adaptaciones espaciales, a fin de validar su pertinencia y carácter “adaptativo”; (2) entendiendo las potencialidades de resguardo climático de cada manifestación de recinto perimetral (protección de vientos o captación solar, según la orientación de chifloneras y galerías, por ejemplo), analizar exhaustivamente qué tan acertadas o aleatorias fueron en conjunto sus implementaciones en el territorio de la Patagonia en general (según parámetros de orientación, asoleamiento, ganancia solar, etc…) y; (3) analizar en qué medida las organizaciones tipológicas antes señaladas como características de la adaptación ocurrida entre el primer y segundo periodo de desarrollo, son posibles de reconocer o excluir en las viviendas producidas durante el tercer y cuarto periodo.
El levantamiento de antecedentes y el análisis aquí realizado no poseen un objetivo exclusivamente taxonómico o clasificatorio del patrimonio construido, por el contrario, pretenden servir como soporte para la valorización y reformulación de una arquitectura que sin ser originaria del contexto, se arraiga a este enfrentando su rigurosidad climática. Se presenta, asimismo, una organización tipológica que si bien puede no ser exclusiva del territorio, se vuelve propia al constituirse en un proceso de adaptación al ambiental local. Esto abre la posibilidad al tratamiento del análisis tipológico como recurso de análisis y diseño al cual sacar provecho, tanto en términos de la preservación de la identidad local subyacente en las dinámicas del habitar, como del reconocimiento de las cualidades potenciales de su
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AGRADECIMIENTOS El autor desea agradecer la gentil colaboración de la sra. Anahí Cárdenas, alcaldesa de la comuna de Torres del Payne, y de Hugo Ponce, director de obras del mismo municipio, por la ayuda entregada durante las visitas a terreno. También a Pablo Sills, Sandro Maino y Macarena Barrientos, docentes del Departamento de Arquitectura de la UTFSM, por el apoyo brindado durante la realización de la presente investigación.
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Monasterio de santa catalina arequipa, perú
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Arquitectos: Santa Catalina es un complejo arquitectónico mayoritariamente realizado por alarifes y constructores anónimos de la época, siendo muchas de sus edificaciones concebidas bajo los parámetros de la arquitectura vernácula que no es producto de un autor conocido sino de todo un colectivo. Sin embargo, hay que destacar la participación inicial del Maestro Gaspar Báez en la adecuación de las primeras construcciones. Año de proyecto: Santa Catalina no tiene un proyecto que anteceda su construcción, precisamente su riqueza estriba en un crecimiento progresivo sin un ideal final previamente concebido. Año de construcción: Las obras en el monasterio se inician en el año de 1568 y desde esa época hasta el año de 1805 el monasterio vive intensos procesos de construcciones y reconstrucciones , tanto por las ampliaciones como por la renovación edilicia luego de los sistemáticos terremotos. Ubicación: El Monasterio de Santa Catalina se ubica en el centro histórico de la ciudad de Arequipa Perú, en la calle del mismo nombre: Santa Catalina. Superficie: 19.800 m2 Planos: Promociones Turísticas del Sur (planimetría); Gonzalo Ríos Vizcarra , para la tesis doctoral: El orden críptico de las formaciones urbano-arquitectónicas de crecimiento lento. Una aproximación al monasterio de Santa Catalina de Sena de Arequipa desde la complejidad. (perspectiva digital) Texto: Gonzalo Ríos Vizcarra1 Fotografías: Nicolás Sáez (páginas 96-97). Selección de series fotográficas resultado del 2º Workshop Fotografía de Arquitectura y Viceversa realizado en el Seminario ACIR 2014, Arquitectura, Ciudad y Representación de la Universidad Católica de Santa Maria en Arequipa, Perú. Workshop dictado por Nicolás Sáez Arq. Académico y Fotógrafo autoral (páginas 98-99).
1 Arq. Doctor Universidad Pablo de Olavide en Sevilla, España; Máster en Restauración del Patrimonio por la Universidad de Alcalá, Madrid España; Postgrado en Arquitectura y Urbanismo para el desarrollo en el Insituto Superior de Arquitectura “ La Cambre”, Bruselas, Bélgica; Magíster en Artes por la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa; Arquitecto Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa.
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El monasterio de Santa Catalina es el principal monumento edificado de la ciudad de Arequipa, Patrimonio de la humanidad declarada por la UNESCO en el año 2001. La conservación casi intacta de sus estructuras hacen de él un testimonio palpable de las diferentes etapas del período colonial arequipeño, iniciadas en el siglo XVI y culminadas en las primeras décadas del XX. La clausura impuesta a este cenobio permitió mantener casi intactas estas estructuras guardadas tras una gruesa muralla que aisló un microcosmos urbano contenido dentro de la ciudad mayor. A diferencia de los monasterios de clausura de otras épocas, cuya función principal era congregar a un grupo de religiosos deseosos de llevar en su interior una vida mística y aislada del mundo, los monasterios femeninos coloniales buscarán también satisfacer las demandas de una ingente población femenina que tiene dificultades para insertarse dentro de una incipiente sociedad colonial. Es por ello que estos equipamientos tendrán funciones laicas y profanas, que se pueden ver materializadas en este monasterio arequipeño, compuesto por dos zonas bastante diferenciadas: una de claustros, como típico patrón de regulación monástica en todos los confines del cristianismo, y una zona de celdas, las cuales fueron mutando progresivamente hasta convertirse en pequeñas casas donde habitaba la monja de velo negro con todo un séquito de mujeres que vivían bajo la sombra de esta religiosa principal. A partir de la adición de esas pequeñas casas, se conformarán manzanas irregulares interconectadas por estrechas y retorcidas callejuelas, dando como resultado un urbanismo sui géneris y distante de todas las rígidas normas traídas por los españoles. Todo ello generó, en definitiva, uno de los conjuntos urbanoarquitectónicos más interesantes del continente, pleno de riquezas formales y espaciales, muchas de las cuales son el resultado de la colisión de estos órdenes divinos y profanos, que tuvieron que coexistir necesariamente.
PERSPECTIVA DIGITAL
ELEVACIÓN CALLE SANTA CATALINA
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CALLE SANTA CATALINA
Planta
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Figuras Nicolás Sáez
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Figura 1 “La celda”. Claudia Revilla Paz, Milagros Frisancho Enriquez, Luis Delgado Ramos, José, Eduardo Villanueva, Jotshua Portugal Ojeda, Willy Delgado Escalante / Figura 2 “Si levantas un muro, piensa en lo que queda afuera”. Ada Meneses, Dalci Eguiluz, Gianella Tovar / Figura 3 “Habitación modesta, media y acomodada”. Alejandro Márquez / Figura 4 “A través de mi ojos”. Claudia Revilla Paz, Milagros Frisancho Enriquez, Luis Delgado Ramos, Jose, Eduardo Villanueva, Jotshua Portugal Ojeda, Willy Delgado Escalante.
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Figura 5 “Cenobita”. Vivian Paredes Rodriguez, Ana Paula Reategui R. / Figura 6 “Afuera”. Ray Talavera, Rodrigo Paniagua / Figura 7 Única fotografía histórica que se tiene registro publicada por la revista “Caretas” en el año de 1968. El monasterio vivió una celosa clausura hasta el año de 1970 en que se abre al público. Fuente: Gonzalo Ríos Vizcarra. / Figura 8 “Ciudad Proyectada”. Omar Urday. / Figura 9 “Espiar la Arquitectura”. Vanessa Huanqui.
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INSTRUCCIONES PARA PUBLICAR ASPECTOS GENERALES POLÍTICA EDITORIAL Arquitecturas del Sur es una revista del Departamento de Diseño y Teoría de la Arquitectura de la Universidad del Bío-Bío creada en 1983 que publica artículos derivados de investigación que den cuenta de una contribución concreta al campo del conocimiento de la arquitectura latinoamericana. Los artículos deben ser presentados en español, ser originales e inéditos, y no estar postulados para publicación simultáneamente en otras revistas u órganos editoriales. La revista posee una periodicidad semestral y se publica los primeros 15 días de los meses de junio y diciembre. Los trabajos se presentarán en español. El envío de manuscritos presupone, por parte de los autores, el conocimiento y cumplimiento de estas condiciones así como del resto de las normas editoriales descritas en este documento. La revista posee una convocatoria abierta que define las líneas temáticas de los próximos números anunciadas a través de la propia y revista y su página web. La revista elabora además en cada número una ficha técnica que presenta una obra de arquitectura patrimonial latinoamericana a través de un trabajo visual de registro fotográfico y planimétrico dirigido por su equipo editorial. SISTEMA DE ARBITRAJE Y SELECCIÓN DE ARTÍCULOS Los artículos deben enviarse por correo electrónico en formato PDF a hascui@ubiobio.cl sin ninguna referencia a la identidad del autor o autores dentro del texto, incluyendo las figuras con su respectiva fuente. La filiación institucional, grado académico, y correos electrónicos del autor o autores, con nombres y apellidos completos deberán enviarse en un archivo independiente. Los trabajos recibidos son objeto de una evaluación preliminar por parte del Comité Editorial que podrá rechazarlos si considera que no se ajustan a la temática definida en la convocatoria. Una vez establecida la pertinencia de los artículos, éstos son sometidos a un arbitraje anónimo por medio del sistema doble ciego1 conformado por investigadores especialistas del área externos a la entidad editora para una evaluación definitiva que plantea tres categorías: PUBLICARSE (cambios voluntarios), PUBLICARSE CONDICIONADO A (cambios obligatorios) NO PUBLICARSE (rechazado). Los autores deberán considerar las observaciones de los evaluadores y del Comité Editorial de la Revista que pueden solicitar correcciones, tanto formales como de contenido. En este caso, los autores deberán enviar una versión corregida y un breve texto justificando cada corrección incorporada u omitida ambos en formato Word. El visto bueno definitivo será comunicado vía correo electrónico por el editor. En caso que los autores omitan las indicaciones realizadas en la evaluación sin una justificación adecuada, el artículo será rechazado. Los artículos rechazados podrán ser reenviados a partir de la próxima convocatoria. DERECHOS DE AUTOR Los autores cederán a Arquitecturas del Sur los derechos de comunicación pública de su manuscrito para su difusión a través de Intranet, y cualquier portal que escoja el editor, para consulta en línea de su contenido y su extracto, para su impresión en papel y/o para su descarga y archivo, todo ello en los términos y condiciones que consten en la web donde se halle alojada la obra. Por otro lado, Arquitecturas del Sur autoriza a los autores de los trabajos publicados en la revista a que ofrezcan en sus webs personales o en cualquier repositorio de acceso abierto una copia de esos trabajos una vez publicados. Junto con esa copia ha de incluirse siempre una mención específica de Arquitecturas del Sur, citando el año y el número de la revista en que fue publicado el artículo y añadiendo, además, el enlace a la web de Arquitecturas del Sur.
INSTRUCCIONES PARA EL TEXTO 1. TÍTULO Debe ser conciso e informativo, considerando que con frecuencia es empleado para índices de materias e incluir una traducción
al inglés inmediatamente debajo de la versión en español. Los subtítulos se deben incluir tras el título, separados por dos puntos y espacio (: ) 2. RESUMEN O ABSTRACT El resumen debe estar escrito en español e inglés, no debe superar las 150 palabras, y sintetizar los objetivos del trabajo, la metodología empleada y las conclusiones más importantes, poniendo énfasis en las aportaciones originales. Debe incluir 5 palabras clave que deberán ser escogidas de acuerdo a la Tabla de Materias para Arquitectura definida por la Red de Bibliotecas de Arquitectura de Buenos Aires Vitruvius. Disponible en http://www.arquitecturasdelsur.cl 3. TEXTO Se utilizará un estilo claro y correcto poniendo especial atención en la ortografía y la puntuación. Los artículos deben estar escritos en castellano con letra Arial Nº 8 a espacio sencillo y no superar las 4.000 palabras. Deben estructurarse según las siguientes secciones: Introducción, métodos, resultados, conclusiones y referencias bibliográficas. Además del texto sólo existirán tablas y figuras con sus respectivas fuentes. Una vez aprobado el artículo, deberán ser enviadas en archivos independientes en formato JPG o TIFF y tener una resolución mínima de 300 dpi. La calidad y tamaño de estas imágenes deberá permitir su adecuada reproducción. 4. NORMAS GRÁFICAS Arquitecturas del Sur se caracteriza por la inclusión de imágenes de calidad esencialmente fotográficas para apoyar visualmente el contenido de cada artículo. Este cuidado nos ayuda a garantizar una identidad visual como fórmula en la representación del conocimiento y la investigación en torno a la Arquitectura. Todas las imágenes deberán entregarse en un archivo independiente del texto Word según las siguientes indicaciones: 4.1 FIGURAS Las fotografías, planos, mapas, gráficos e ilustraciones se denominarán figuras. Se enumerarán correlativamente con cifras arábicas al interior del texto en el lugar que les corresponda aludiendo a ellas. Ejemplo (Figura 2). Se deberán entregar un mínimo de 5 figuras. Deberán tener un mínimo de 1200 pixeles en su lado mayor (Por ejemplo una imagen de 1200 pixeles corresponde a una impresión de 10 cm en la revista). Al menos una imagen deberá tener un mínimo de 2500 pixeles en su lado mayor (Figura 0 de presentación de cada artículo). Los planos deberán entregarse en formato editable DWG. Cada archivo digital deberá nombrarse según su número (Figura Nº). Las imágenes que no cumplan con dichos requerimientos no serán incluidas en la diagramación. 4.2 TABLAS Las Tablas estadísticas y cuadro de datos se denominarán tablas. Se enumerarán correlativamente con cifras arábicas al interior del texto en el lugar que les corresponda aludiendo a ellos. Ejemplo (Tabla 2). Serán entregado en formato editable original (Word, Photoshop, Excel, Power Point, Indesing, ilustrador, dwg). Cada archivo digital deberá nombrarse según su número (Tabla Nº) 4.3 PIE DE IMAGEN Cada pie de imagen deberá estar escrito en el mismo archivo Word del artículo y deberá estar ubicado según el correlato definido por el autor. Su contenido será: Figura o Tabla Nº: Contenido y fuente. Todas las imágenes deberán estar referenciadas dentro del artículo. 5. CITAS Y REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Las citas y referencias bibliográficas se basan en la norma ISO 690 que se resume a continuación.
1 Por medio de éste se garantiza el anonimato tanto del autor como del evaluador, identidades que sólo son conocidas por el Editor de la revista.
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5.1 CITAS La totalidad de las referencias bibliográficas debe corresponder a obras efectivamente citadas en el texto según la siguiente estructura: a. Para citar al autor de una publicación: (Araneda, 2011). b. Para especificar una página concreta: (Alder, 2007:61). c. Para mencionar más de una obra publicada en el mismo año por el mismo autor se incluye una letra minúscula junto al año: (Bermúdez 2009a; 2009b). d. Si se quiere incluir las páginas concretas de obras publicadas en el mismo año: (Bermúdez, 2011a: 369; 2011b: 25). e. Si se quiere citar dos publicaciones del mismo autor en diferentes años: (Lefebvre, 1991; 2008). f. Si el nombre del autor ya aparece en la frase, se incluye sólo la fecha de la obra: “Prandi (1995) dice que en Brasil…”. g. Cuando se quiere citar a dos o tres autores de una publicación se incluye todos los nombres: (García, González y Zalazar, 2006). h. Si la publicación pertenece a más de tres autores: (Varela et al., 1993). i. Si se quiere citar a distintos autores en diferentes años: (Bourdin, 2003; Agnew, 2005; Jain, 2006). j. Cuando se cita por primera vez a un autor corporativo o institucional debe incluirse el nombre completo de la institución (Instituto Nacional de Estadística, 2009). En las siguientes citas pueden aparecer las siglas: (INE, 2009). k. Si se quiere mencionar a dos autores con el mismo apellido debe indicarse la primera inicial de su nombre: (D. Baeriswyl, 2003; S. Baeriswyl, 2008). l. Si se quiere especificar tablas: (Lolich, 2012, tabla 1). m. En una cita en el texto cuya entrada en las referencias es el título, se mencionan las tres primeras palabras del título, seguido por puntos suspensivos y el año de publicación, separados por una coma: (Structure and genetic…, 2005). n. Las citas directas breves deben ir entre comillas en el cuerpo del texto. Si son extensas (cuatro líneas o más), en renglón aparte, con margen adentrado y sin comillas. o. Si se quiere omitir una parte del texto citado, dicha elipsis se expresa con puntos suspensivos entre corchetes […], respetando la puntuación de la obra. De igual modo, si se quiere intercalar en el texto citado una palabra o idea propias, debe indicarse dentro de corchetes. p. Si se cita exactamente la misma referencia (obra y página) de manera inmediata en el texto, se debe indicar (ídem). Si se cita, de manera inmediata, otra página de la obra recién citada, se indica (ibídem, 245). 5.2 NOTAS Las notas serán las imprescindibles y se situarán al final de cada página. En ellas se puede aludir a la bibliografía en forma abreviada: autor, año y número de página. 5.3 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Las referencias deberán aparecer completas al final del artículo, ordenadas alfabéticamente y, para cada autor, en orden cronológico, de la obra más antigua a la más reciente. Si el autor es una entidad, se indicará el nombre de la misma, tal y como aparece en la fuente. En caso de “autor desconocido” se comienza la referencia directamente por el título. Si la obra no posee fecha de publicación conocida se indica “sin fecha”. A LIBROS Y MONOGRAFÍAS: APELLIDO(S), Nombre. Título del libro. Nº de edición. Lugar de edición: editorial, año de edición. MORALES, José Ricardo. Arquitectónica: Sobre la idea y el sentido de la arquitectura. 2ª ed. Santiago: Editorial Universitaria, 1999. B CAPÍTULOS DE LIBROS Y MONOGRAFÍAS: APELLIDO(S), Nombre. Título del capítulo. En: Responsabilidad de la
obra completa. Título de la obra. Edición. Lugar de edición: editorial, año de edición, páginas. PÉREZ, Fernando. Christian De Groote: Entre el rigor y la poética. En: MUÑOZ, María Dolores (coord.), Premios Nacionales de Arquitectura Chile. Concepción: Ediciones Universidad del Bío-Bío, 2000, pp.182187. C ARTÍCULOS DE PUBLICACIONES EN SERIE: APELLIDO(S), Nombre. Título del artículo. Título de la revista. Año, volumen y/o número del fascículo en que está incluido el artículo, primera y última páginas del artículo. ALDER, Caroline. Agua y experiencia espiritual. Revista AS Arquitecturas del Sur, 2007, nº 33, pp. 58-67. D
PONENCIAS Y DOCUMENTOS DE CONGRESOS:
D.1 Publicadas en actas: APELLIDO(S), Nombre. Título. En: APELLIDO(S), Nombre. Título de la obra completa. Nº de edición. Lugar: editorial, año de publicación. CODINA BONILLA, Lluís. Parámetros e indicadores de calidad para la evaluación de recursos digitales. En: VII Jornadas Españolas de Documentación (Bilbao, 19-21 de octubre de 2000): la gestión del conocimiento: retos y soluciones de los profesionales de la información. Bilbao: Universidad del País Vasco, 2000, pp. 135-144. D.2 Documentos no publicados presentados en Congresos: APELLIDO(S), Nombre. Título del documento. Documento presentado en Nombre completo del congreso, asamblea o conferencia con iniciales en mayúscula, lugar, fecha del evento. HORTTMAN, L. y GOLDBERG, H. Cybernetic and the post modern movement: a dialogue. Ponencia presentada en el Segundo Congreso Mundial de Tratamiento en Familia, Dublín, Irlanda, 14-18 de julio 1999. E. TESIS Y TRABAJOS FIN DE ESTUDIOS NO PUBLICADOS: APELLIDOS, Nombre. Título. Clase de tesis. Institución académica en la que se presenta, lugar, año. MAHIQUES, Myriam. Morfología urbana y diseño fractal. Tesis doctoral inédita, Universidad de Buenos Aires, 2012. F. TEXTO ELECTRÓNICO: APELLIDO(S), Nombre. Título del artículo. Título de la revista [en línea]. Año, volumen y/o número en que está incluido el artículo, primera y última páginas del artículo. [Fecha de consulta: día mes año]. Disponibilidad (DOI si lo tiene). DÍAZ-NOCI, Javier. Medios de comunicación en Internet: algunas tendencias. El profesional de la información [en línea]. 2010, noviembre-diciembre, vol. 19, n°6, pp. 561-567. [Consultado 13 septiembre 2012]. DOI: 10.3145/epi.2010.nov.01 G. SITIOS WEB: Autor. Título [en línea] [Fecha de consulta: día mes año]. Disponibilidad y acceso. Biblioteca de la Universidad de Alicante [en línea]. [Consultado 8 septiembre 2010] Disponible en: http://biblioteca.ua.es/ H. TESIS EN LÍNEA: APELLIDOS, Nombre. Título [en línea]. Clase de tesis. Institución académica en la que se presenta, lugar, año. [Fecha de consulta: día mes año]. Disponibilidad y acceso. REQUENA SÁEZ, María del Corpus. Rafael Altamira, crítico
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literario [en línea]. Tesis doctoral. Universidad de Alicante, 2002. [Consultado 10 septiembre 2012] Disponible en: http://hdl.handle. net/10045/10119 I. INFORMES: APELLIDO(s), Nombre. Título del informe. Lugar de publicación: editorial, año. INSTITUTO PARA LA DIVERSIFICACIÓN Y AHORRO DE LA ENERGÍA. Eficiencia energética y energías renovables: marzo 2004. Madrid: IDEA, 2004. J. PLANOS: TÍTULO del plano, autor(es) (institución o persona), número de edición (excepto la primera). Datos matemáticos (escala, proyecciones, etc.). Lugar de publicación: editor, año de publicación. Número de planos, dimensión, color (cuando lo tiene). COMUNA Ñuñoa y La Reina: nudo y Sector Río: levantamiento planimétrico desde Puente Rodríguez Ordoñez hasta puente la Capella, Ministerio de Obras Públicas de Chile, Dirección de Planeamiento y Urbanismo, Departamento de Estudios de Transporte Urbano. Escala 1:1.000. Santiago, Chile: MOPT, 1969. 1 plano, 1,3 x 0,2 cm. K. ENTREVISTAS Y COMUNICACIONES PERSONALES Las comunicaciones personales se incluyen solamente como notas al pie de página. En el texto: “...sin duda la situación de la pequeña empresa, entre ellas las empresas familiares, atraviesan tiempos difíciles. Estoy casi segura que en los próximos meses la situación se va a poner más complicada.”2 Al pie de página: 2 GRANADOS HERNÁNDEZ, Manuel. Situación de las empresas familiares en Pocora de Guácimo [entrevista]. Entrevista realizada por: Aída Fonseca. 10 marzo 2008. Comunicación personal. L. Otros registros audiovisuales (VIDEOS, DVD, CD-ROM) Título, indicación del tipo de material entre paréntesis cuadrados [ ]. Autor principal (productor, director, etc.). Número de la edición (excepto la primera). Lugar de publicación: Editorial o casa productora, año (duración). APLICACIÓN de la tecnología del hormigón al vacío [videograbación]. Santiago, Chile: Cámara Chilena de la Construcción, 1999 (62 min.).
CONTACTO:
Hernán Ascuí Fernández - Editor Teléfono: (56-41) 3111409 - hascui@ubiobio.cl
SITIO WEB:
http://www.arquitecturasdelsur.cl
Números 2015: N° 47 ARQUITECTURA VERNÁCULA (junio 2015) N° 48 ARQUITECTURA Y ARTE (DICIEMBRE 2015) Próxima convocatoria: Arquitectura y Arte. Fecha de cierre: 25 de mayo de 2015.
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Revista Arquitecturas del Sur agradece la destacada colaboración de los académicos que participaron como revisores en el proceso de evaluación de pares externos del año 2014 para los artículos recibidos en la convocatoria de los números 45 y 46.
Aldo Hidalgo Hermosilla. Universidad de Santiago, Santiago, Chile. Alejandro Novacovsky. Universidad Nacional Mar del Plata, Mar del Plata, Argentina. Andrés Mazzini. Universidad de la República, Montevideo, Uruguay. Anibal Parodi. Universidad de la República, Montevideo, Uruguay. Antonio Sahady Villanueva. Universidad de Chile, Santiago, Chile. Beatriz Santos. Universidad Federal de Rio de Janeiro, Brasil. Berenice Aguilar Prieto. Universidad Autónoma del Estado de México, México. Carlos Alberto Odio Soto. Universidad de Oriente, Santiago de Cuba, Cuba. Carlos Freddy Miranda Zuleta. Universidad Católica del Norte, Antofagasta, Chile. Carlos Pantaleón. Universidad de la República, Montevideo, Uruguay. Eduardo Pineda Paz. Universidad del Zulia, Venezuela. Flora Morcate. Universidad de Oriente, Santiago de Cuba, Cuba. Germán Hidalgo. Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, Chile. Graciela María Viñuales. Centro de Documentación de Arquitectura Latinoamericana CEDODAL, Buenos Aires, Argentina. Gustavo Rocha Peixoto. Universidad Federal de Rio de Janeiro, Brasil. Horacio Goyeneche. Universidad Nacional de Mar del Plata, Mar del Plata, Argentina. Ignacio Mendiola Germán. Universidad Autónoma del Estado de México, México. Isabel Arteaga. Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia. Iván Burgos. Universidad del Zulia, Venezuela. Iván San Martín. Universidad Nacional Autónoma de México, Ciudad de México, México. Jacqueline Laroche. Universidad del Zulia, Venezuela. Jaime Gómez. Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia. Javier suárez. Universidad del Zulia, Venezuela. Jorge Insulza. Universidad de Chile, Santiago, Chile. Jorge Ramírez. Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia. José Gómez. INCIHUSA, CONICET, CCT Mendoza, Argentina. Juan Pablo Aschner. Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia. Laura Fernández. Universidad de la República, Montevideo, Uruguay. Leonel Pérez. Universidad de Concepción, Concepción, Chile. Lorenzo Berg . Universidad de Chile, Santiago, Chile. Luis Fernando Guerrero Baca. Universidad Autónoma Metropolitana, México. Luis María Calvo. Universidad Nacional del Litoral (FADU-UNL), Santa Fé Argentina. Mar Loren. Universidad de Sevilla, Sevilla, España. María Cristina Valerdi. Universidad Autónoma de Puebla, Puebla, México. María Eliana del Pino. Universidad Tecnológica Metropolitana, Santiago, Chile. María Leonor Mesa Cordero. Universidad de Boyacá, Tunja, Colombia. MarÍa Victoria Zardoya. Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría, Cujae, La Habana, Cuba. Nery González. Universidad de la República, Montevideo, Uruguay. Pablo Mastropasqua. Universidad Nacional Mar del Plata, Argentina. Patricia Morgado. Universidad Estatal de Carolina del Norte, Estados Unidos de América. Patricio H. Duarte Gutiérrez. Universidad de Chile, Santiago, Chile. Paz Núñez Martí. Universidad de Alcalá, Madrid, España. Renata Baesso. Pontifícia Universidade Católica de Campinas, Sao Paulo, Brasil. Rodrigo Vidal. Universidad de Santiago, Santiago, Chile. Sergio Alfaro Malatesta. Universidad Católica del Norte, Antofagasta, Chile. Silvia Cirvini. INCIHUSA, CONICET, CCT Mendoza, Argentina. vera luz. Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Pontificia Universidad Católica de Campinas, Brasil.
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El Doctorado en Arquitectura y Urbanismo de la Universidad del Bío-Bío (Concepción, Chile) es un programa de formación avanzada destinado a arquitectos, diseñadores e ingenieros afines, para promover el desarrollo productivo en las líneas de Gestión Urbana, Hábitat Sustentable, Enseñanza de Proyectos y Construcción en Madera. El doctorado está basado en la capacidad e infraestructura de la U.Bío-Bío, que cuenta con académicos especialistas, laboratorios y centros tecnológicos, publicaciones, proyectos de innovación y desarrollo, colaboración internacional, carreras profesionales acreditadas y programas de Magíster en estas áreas. Más información en www.ubiobio.cl/dau
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