FRAGMENTO: Resistencia indígena a lo largo de la historia Las sublevaciones indígenas que se suceden a lo largo de la colonia, en la etapa independentista e incluso en la república temprana, como se verá con algún detalle más adelante, tienen como objetivo central la recuperación de las tierras ancestrales y la restitución de las antiguas formas de vida indígena. Con un carácter distinto, tales sublevaciones también se observan a lo largo del siglo veinte, ya con los estados latinoamericanos modernos. a) La lucha por la restitución de las tierras ancestrales durante la colonia Uno de los principales motivos de las rebeliones en la etapa colonial es la lucha por la restitución de sus tierras y por la recuperación de sus antiguas formas de vida. Estas luchas se constituyen en una búsqueda constante por la restitución de su propia mentalidad y cosmovisión, grave y constantemente vulneradas en el sistema social colonial. Muchas de las tierras indígenas colectivas se perdieron bajo el sistema de la forma de posesión de las tierras, que sustentó el acaparamiento de tierras en manos de los blancos y criollos; pero también de algunas élites indígenas que mediatizaban el funcionamiento de las comunidades con el aparato administrativo colonial. En la medida en que los procesos de acumulación colonial se sustentaron en el acceso y control de la mano de obra servil en torno a la encomienda, el obraje, la mina, la hacienda e incluso el pueblo, el facilitar el acceso de los indígenas a las tierras comunales aseguraba la reproducción de esa misma mano de obra prácticamente gratuita. Este mecanismo, en realidad, garantizaba la subsistencia de las relaciones sociales desiguales. b) Luchas indígenas por la identidad y el autogobierno Las luchas y la resistencia indígenas no siempre fueron motivadas exclusivamente por la recuperación de las tierras colectivas. Más allá de la recuperación de las tierras, pero incluyendo el control de las mismas, lo
verdaderamente importante resultaba ser la restitución de la propia identidad indígena.
• La guerra de los mayas y los yaquis La lucha de los mayas de Yucatán y la de los yaquis de Sonora, quienes cansados de la expoliación constante por parte de los ladinos, decidieron sublevarse por la restitución de sus tierras y de sus derechos. La lucha de los mayas se llamó la “guerra de las castas”. La participación indígena en el proceso de la independencia fue muy importante. Asimismo, la revolución mexicana de 1910 tuvo en Emiliano Zapata uno de los principales líderes de clara expresión agraria – indígena, cuya bandera de lucha ha sido retomada por los indígenas chiapanecos en 1994. • La resistencia en Centroamérica En Guatemala se dieron una serie de rebeliones importantes como la dirigida por Atanasio Tzul, conocida también como la Insurrección de Totonicapán en 1820. Ya en la República, una alianza ladino-criolla intenta crear el Estado de los Altos, en una región donde el 90% son indígenas. Esto fracasa por la oposición indígena. Luego de negociaciones y alianzas se establece la “República de Indígenas” en 1939, misma que también es truncada por el poder central de Guatemala, dominado por los herederos criollos. En El Salvador, en 1833 se da la rebelión de los Nonualcos, dirigida por el Cacique Anastasio Aquino, contra el recrudecimiento de la condición de los indígenas a raíz de la ley contra la vagancia, además contra las deudas y usurpación de tierras. También destaca la participación de los indígenas cojutepeques en la gestación de la “revolución Menendista” en 1883, aunque en el proceso quedaron excluidos y no pudieron recuperar sus ejidos recientemente expropiados. No obstante, la insurrección indígena-popular de 1932, dirigido por los caciques Feliciano Ama, Francisco Sánchez y otros, en Izalco, Nahuizalco, Guayúa (Sonsonate, occidente del país) será la más importante y traumática, debido al aniquilamiento de más de 30,000 indígenas y campesinos, que inauguró un largo período represivo que tuvo su fin a principios de los años 90. Desde entonces, el indígena se invisibiliza como estrategia de sobrevivencia y desaparece de la historia reciente de El Salvador. El proceso de apertura del sistema político logrado por los Acuerdos de Paz en 1992, permitió un afloramiento de la sociedad civil y con ellos los indígenas comienzan a abrirse paso.
En Kuna Yala, en 1925 tiene lugar la “revolución Tule”, liderada por el cacique Nele Kantule contra los abusos y la imposición del nuevo régimen panameño. Esta revolución permitió años más tarde la creación de la Comarca de Kuna Yala, además de la legitimación de una de las experiencias más ilustrativas de autonomía en un régimen republicano. Son conocidos los levantamientos liderados el Cacique Lempira en Honduras y Diriangén en Nicaragua a principios de la colonia; por Pablo Presbere, cacique Bribri de Costa Rica (1710), la lucha garífuna desde 1763 contra los ingleses y su resistencia en el Caribe centroamericano hasta el presente. El pueblo miskito estableció una política de alianzas para conservar lo que se llamó el “Reino Miskito” en el Caribe de Honduras y Nicaragua, que fue protectorado inglés hasta 1860.
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