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Gabriela Egurrola Molinas

GABRIELA EGURROLA MOLINAS

Plata

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La obra está motivada por la riqueza de nuestro lenguaje, por el juego de palabras al que ello da lugar y a las diferentes maneras en que podemos leer o interpretar algo. Abordo la situación económica de las personas que subsisten del trabajo independiente del llamado “rebusque” e integran un alto porcentaje de la población colombiana. Estas personas dependen de la labor diaria para obtener los ingresos que les permiten suplir sus necesidades básicas: alimentación, arriendo, servicios y, si acaso, salud.

El desencadenamiento de la pandemia por el covid-19 supuso la aparición de restricciones establecidas por el gobierno. Dentro de estas, se limitó la libre circulación, la cual afectó la economía de los trabajadores informales. Durante esta temporada, se hicieron aún más evidentes las falencias de las políticas económicas que han regido nuestro país. No hay capacidad de ahorro y el que no trabaja, no come; triste realidad de los sectores más deprimidos de la sociedad.

Así las cosas, al no poder realizar el trabajo diario, ni poder obtener recursos y, por ello, no lograr acceder a la canasta básica, este sector se vio en la necesidad de salir a laborar en medio de la pandemia. De este modo, se destacan los recorridos de los vendedores de verduras en sus carretas que gritaban sus característicos pregones, parte de la cotidianidad del caribe. ¡PLÁTANO, PLÁTANO!

Esto lo planteo en una pegatina urbana (como urbanos son los recorridos de los carretilleros), instalada en una solitaria calle de Valledupar. Está pintada a mano e imita una moneda con una efigie en su centro que evocan a los próceres y personajes importantes de la historia, quienes en este caso son emblema de la mala situación. La moneda se bordea con la frase “Plátano hay. Plata no hay” y su valor equivale a cero, con lo que reflejo la precariedad económica de gran parte de la población colombiana.

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