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EDICIÓN ESPECIAL 21 de junio de 2015 Nº 1106 • AÑO XXIII
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Semanario de las Iglesias de Granada y Guadix
vozdelPapa
Es Dios quien hace crecer su Reino Hace una semana, el Papa hablaba de las dos parábolas del Evangelio: la de la semilla que germina y crece sola, y la del grano de mostaza (cf. Mc 4, 26–34). “A través de estas imágenes tomadas del mundo rural, Jesús presenta la eficacia de la Palabra de Dios y las exigencias de su Reino, mostrando las razones de nuestra esperanza y de nuestro compromiso en la historia”. En la primera parábola la atención se centra en el hecho que la semilla, echada en la tierra, se arraiga y desarrolla por sí misma, independientemente de que el campesino duerma o vele. Él confía en el poder interior de la semilla misma y en la fertilidad del terreno. En el lenguaje evangélico, la semilla es símbolo de la Palabra de Dios, cuya fecundidad recuerda esta parábola. Como la humilde semilla se desarrolla en la tierra, así la Palabra actúa con el poder de Dios en el corazón de quien la escucha. Dios ha confiado su Palabra a nuestra tierra, es decir, a cada uno de nosotros, con nuestra concreta humanidad. Podemos tener confianza, porque la Palabra de Dios es palabra creadora, destinada a convertirse en “el grano maduro en la espiga” (v. 28). Esta Palabra si es acogida, da ciertamente sus frutos, porque Dios mismo la hace germinar y madurar a través de caminos que no siempre podemos verificar y de un modo que no conocemos (cf. v. 27). Todo esto nos hace comprender que es siempre Dios, es siempre
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Parábolas Dios quien hace crecer su Reino —por esto rezamos mucho “venga a nosotros tu Reino”—, es Él quien lo hace crecer, el hombre es su humilde colaborador, que contempla y se regocija por la acción creadora divina y espera con paciencia sus frutos. La Palabra de Dios hace crecer, da vida. (…) La segunda parábola utiliza la imagen del grano de mostaza. Aun siendo la más pequeña de todas las semillas, está llena de vida y crece hasta hacerse “más alta que las demás hortalizas” (Mc 4, 32). Y así es el reino de Dios: una realidad humanamente pequeña y aparentemente irrelevante. Para entrar a formar parte de él es necesario ser pobres en el corazón; no confiar en las propias capacidades, sino en el poder del amor de Dios (…). Cuando vivimos así, a través de nosotros irrumpe la fuerza de Cristo y transforma lo que es pequeño y modesto en una realidad que fermenta toda la masa del mundo y de la historia. (…) La victoria del Señor es segura: su amor hará brotar y hará crecer cada semilla de bien presente en la tierra. Esto nos abre a la confianza y a la esperanza, a pesar de los dramas, las injusticias y los sufrimientos que encontramos. La semilla del bien y de la paz germina y se desarrolla, porque el amor misericordioso de Dios hace que madure. (…)
Editorial
Para tomar conciencia de los dones de Dios El pasado jueves la Santa Sede presentaba la nueva Encíclica del Papa Francisco, titulada Laudato si, sobre el cuidado de la casa común. Y con un número especial, dedicamos nuestras páginas a este documento sobre cuestiones de medio ambiente, ecología y humanidad. La tierra es un don de Dios; es nuestra casa, donde habitamos. Este regalo, donado gratuitamente para nosotros, desde el inicio de los tiempos, lo hemos ido deteriorando, generación tras generación, y de forma especialmente aguda con el desarrollo de nuevas técnicas y medios para su explotación. En el olvido de este don de Dios, el hombre ha eximido también su responsabilidad para la custodia, cuidado y cultivo de la “casa común”, como denomina a la creación el Papa Francisco en su Encíclica Laudato si. El hombre ha olvidado ser agradecido con Dios por el hábitat recibido y ha prescindido de su responsabilidad ante la naturaleza. En su nueva Encíclica el Santo Padre nos ayuda a tomar conciencia del don de la creación, de la naturaleza y del propio don de la vida.
La nueva encíclica nos abre un horizonte para tomar conciencia del regalo que es la naturaleza, “la casa común”, donde todos los seres humanos habitamos; y es que la naturaleza nos abre y acerca al misterio de Dios, y por extensión nos ayuda a tomar conciencia del regalo que es nuestra vida. En este número especial ofrecemos un resumen de la Encíclica, como apoyo para una primera lectura y para ayudarnos a tener una visión de conjunto y detectar las líneas de fondo. Y sin duda, además de este resumen, recomendamos la lectura de la Encíclica. Junto a este resumen de la encíclica, incluimos otros contenidos de interés referidos a este asunto, como un texto sobre la santidad de la vida y la economía de explotación o las mentiras que sobre la agricultura se han divulgado en cuestiones como la productividad o el “libre mercado”.
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Sumario Directora: Paqui Pallarés García Redacción: Rosa Die Alcolea Pedro Flores Medina Delegado en Guadix: Antonio Gómez Casas
Edita: ARZOBISPADO DE GRANADA Plaza Alonso Cano, s/n 18001 GRANADA tel.: 958 215 675 e-mail: mcsgranada@planalfa.es www.archidiocesisgranada.es Diseño y maquetación: Secretariado de Medios de Comunicación de la Archidiócesis de Granada
Sumario 02. Voz del Papa Es Dios quien hace crecer su Reino Parábolas
13. Textos La santidad de la vida y la economía de “explotación” Norman Wirzba
03. Editorial Para tomar conciencia de los dones de Dios
05. Mirada • Restauración de las cubiertas de la iglesia de Íllora
15. A fondo Un testigo de la unidad de Benedicto y Francisco Laudato si
• Apunta a tus hijos a la clase de religión católica • “Dales fuerza y esperanza, consuelo ante su dolor” • “La visita que no tocó el tiembre”, a beneficio de Manos Unidas Guadix
26. Cultura Sobre el “libre mercado” y la productividad Falacias acerca de la agricultura (II)
• Obra de teatro en beneficio de Cáritas Parroquial de Húescar • “Filosofía Religiosa Rusa y el Postsecularismo” • El Arzobispo bendice el nuevo ropero de Cáritas Diocesana • Reunión en Úbeda de los Tribunales de la Provincia Eclesiástica de Granada • Agenda
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30. Luz de la Palabra “¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?” XII Domingo del Tiempo Ordinario
Mirada
Restauración de las cubiertas de la iglesia de Íllora El acuerdo de colaboración ha sido posible gracias a la ilusión y decidido apoyo de la Plataforma pro Restauración de la Iglesia de Íllora. El Arzobispado de Granada, a través de la parroquia de Íllora, y el Ayuntamiento de Íllora han firmado un Convenio de colaboración para la restauración de las cubiertas laterales de la iglesia de la Encarnación de este pueblo granadino. Con este Convenio se culmina un proceso de reuniones e intenso trabajo iniciado hace más de un año entre la Plataforma pro Restauración de la Iglesia de Íllora, la Diputación Provincial de Granada y el Arzobispado de Granada. El Convenio ha sido posible gracias a la ilusión y el decidido apoyo de la Plataforma pro Restauración de la Iglesia de Íllora, quien, en nombre propio y con el apoyo de más de 600 vecinos, solicitó el 2 de agos-
Convenio de colaboración
to de 2014 la tramitación del expediente al ayuntamiento de la localidad, que ha permitido alcanzar este Convenio y la subvención otorgada para acometer la restauración de las cubiertas laterales del templo, que es el monumento más importante del municipio. Dada la catalogación de Bien de Interés Cultural (BIC) del edificio, las obras se ejecutarán en breve tras los permisos oportunos, siguiendo el proyecto aprobado por Resolución de la Delegación Provincial de Cultura de la Junta de Andalucía el 22 de marzo de 2006. “Agradecemos enormemente a todas estas organizaciones y al resto de interesados su trabajo en pro de la restauración del monumento más importante de nuestro municipio y también a todo el pueblo de Íllora, quien con su constancia, esfuerzo y tesón están consiguiendo poco a poco cumplir con nuestro único objetivo”, explicó la Plataforma pro Restauración de la Iglesia de Íllora.
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Mirada Apunta a tus hijos a la clase de religión católica Carta pastoral del Obispo de Guadix, Mons. Ginés García. Cada año por estas fechas, los padres ejercen el derecho de elegir en los colegios públicos la clase de religión para sus hijos. Es un derecho amparado por el universal de la libertad religiosa, y por el propio nuestro. Querer una enseñanza que dote a sus hijos de formación en lo tocante a la religión es tan legítimo como darles lo necesario, o datarlos de los medios más apropiados para su crecimiento y maduración como hombres y mujeres. Pero es necesario reconocer, que como tantas otras cosas importantes en la vida, hemos hecho un problema de este derecho a recibir en la escuela una enseñanza religiosa. Pues yo me niego a verlo como un problema y no como una oportunidad. Hay problemas, claro que sí; pero la enseñanza de la religión no puede ser un problema. Hablamos, por tanto, de oportunidades y posibilidades. Los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos; las demás instancias, tanto públicas como privadas, tienen sólo un papel subsidiario para proteger y ayudar a los principales educadores. Los padres tienen que encontrar en la escuela un medio que les ayude a educar a sus hijos en los valores y creencias que ellos tienen.
La clase de religión dará la posibilidad a los hijos de conocer los fundamentos de la fe y crecer como hombres y mujeres de bien. Me pregunto, ¿a quién estorba la religión en la escuela? ¿Es un problema ideológico?; en ese caso, ¿por qué no respetar las ideas del otro? ¿Acaso los padres creyentes son menos contribuyentes que los que no los son? No quiero olvidar al colectivo de enseñantes de religión que acompañan a los alumnos con maestría y dedicación. Yo mismo he podido ver en los centro de enseñanza de nuestra diócesis el afecto que alumnos y compañeros tienen a los profesores de religión. Y, gracias a Dios, son muchos los profesores y directivos de centros que respetan esta opción y colaboran lealmente con ella, sin zancadillas. Unas palabras para agradecer, de igual modo, la labor de los centros de enseñanza concertados de inspiración católica, que en nuestra diócesis son cinco, y que realizan un trabajo muy hermoso con centenares de alumnos. Bajo la guía del Evangelio hacen crecer a los niños y jóvenes como personas y como cristianos. Queridos padres, os invito a todos a seguir eligiendo la enseñanza de la religión católica para vuestros hijos, les haréis un gran bien con esta opción. No olvidéis que Dios sí es importante, y que su cercanía nos hace a todos mejores. Sólo por eso, apunta a tu hijo a clase de religión católica. + Ginés, Obispo de Guadix
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Los padres cristianos saben que una educación integral pasa por la formación religiosa de sus hijos, y así lo exigen como ciudadanos dotados de derechos a las instancias públicas. En nuestra diócesis de Guadix, más del 90% de los padres piden la educación religiosa. Sería una negación de la libertad y del derecho privar a los niños y adolescentes de esta educación. La religión en el aula trata sobre Dios y sobre el fenómeno religioso, pero al mismo tiempo introduce al alumno en una cultura marcada por el cristianismo. ¿Cómo se puede explicar el arte o la literatura de occidente sin conocimientos del cristianismo? ¿Cómo entender nuestro medio sin la huella cristiana? Qué importante también el conocimiento de personas que en la historia han sido modelo de vida para muchos, y que hoy son ejemplo también para nosotros. Además, sin olvidar los valores humanos que nacen de la conciencia cristiana: amor, diálogo, tolerancia, compasión, etc.
Mirada “Dales fuerza y esperanza, consuelo ante su dolor”
Auditorio Manuel de Falla el pasado domingo día 14.
Celebrada la Plegaria musical en Granada por la paz, los cristianos perseguidos y por la conversión de los perseguidores, cantada y orada en comunión el pasado día 14 en el Auditorio Manuel de Falla, en una iniciativa promovida por el Coro Santa Cecilia de la S.I Catedral. La imagen reproducida en estos últimos meses de miles de cristianos perseguidos y las brutales escenas de hombres, mujeres y niños asesinados a causa de la fe en los países de Oriente Medio han convulsionado la mayoría de los corazones. En otros casos, esas mismas imágenes se han visto con indiferencia, como de si una “película” se tratara, con ojos anestesiados ante la violencia y justificados por una lejanía territorial y cultural. La realidad, si no se mira con ojos anestesiados, provoca el corazón de la persona, que le hace estar dolorida e intranquila por lo que allí viven miles de personas. Esta realidad y el deseo de hacer algo juntos, en comunión, para recurrir a Aquél que todo lo puede y que vence la muerte –aunque nos arrebaten la muerte, tu gracia vale más que la vida es el testimonio que cada día vemos en estos hermanos en la fe- es el origen de esta Plegaria musical. Se trata de una iniciativa surgida en la Archidiócesis de Granada, promovida por el Coro Santa Cecilia de la S.I Catedral, con su Directora, Veronika Gosch, y uno de sus miembros, Ángel Luis Benito, para orar juntos al Señor por la paz y por los cristianos perseguidos. Tal es así que el público congregado en el Auditorio Manuel de Falla, el pasado día 14, con los miembros de 15 coros distintos, entre ellos
jóvenes de la Schola Pueri Cantores de la Catedral, cantaron juntos una oración por la paz y los cristianos perseguidos compuesta expresamente para este momento. Con una sola voz, en comunión, en oración, dice el texto: “Padrenuestro que nos amas, Padre de misericordia, Padre colmado de amor, mira a tus hijos que sufren perseguidos por su fe, que mueren por Jesucristo y esperan llegar a Él”. Haciendo propias en esta plegaria musical las palabras de San Agustín –”Quien canta, ora dos veces”-, las sopranos del coro, junto al público, elevaron su voz con esta oración, mientras el resto del coro cantaba al mismo tiempo el Ave María. Por su parte, Bárbara Arredondo, soprano solista, elevaba también su voz recogiendo las palabras de Jesús en la Cruz: “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen”. Y es que en el encuentro de oración musical se rezó no sólo por los perseguidos, sino también por los perseguidores, por aquellos que hoy están cargados de odio y violencia en su corazón y en sus ojos, para que el Señor cambie sus corazones y los convierta, porque para Dios nada hay imposible. A lo largo de esta interpretación fue sucediéndose otra oración hablada por la paz y por nuestros hermanos, así como por la conversión de los perseguidores, en distintos idiomas: alemán, armenio, chino, español, francés, griego, inglés, italiano, japonés, rumano, ruso y ucraniano. La oración principal por la paz y los cristianos perseguidos ha sido compuesta por Ángel Luis Benito, con música de Veronika Gosch y orquestación de Ángel López Carreño. Asimismo, en un momen-
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Mirada to determinado se elevaba a Dios la súplica: “Te lo pedimos, Señor, dales fuerza y esperanza, consuelo ante su dolor, y guarda en sus corazones el regalo del perdón. María, Auxiliadora y Reina de la paz, intercede por nosotros”.
pueda seguir rezándose y cantándose con esta finalidad, por la paz y nuestros hermanos perseguidos, en comunión.
La certeza de que Cristo está es lo que lleva a nuestros hermanos cristianos de Oriente a seguir permaneciendo en estas tierras: “No es el momento de huir. Nos quedamos aquí. Pedir por nosotros. Sólo necesitamos saber que pedís por nosotros”, afirmaba hace meses una joven cristiana de Oriente a nuestro Arzobispo, ante el ofreciendo de Mons. Javier Martínez de acogerles en la Archidiócesis para evitar las persecuciones y la muerte a causa de la fe.
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Paqui Pallarés
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La Plegaria musical por la paz y por los cristianos perseguidos concluyó con la bendición final de nuestro Arzobispo, Mons. Javier Martínez, a los asistentes y a nuestros hermanos en la fe. El Secretariado de Medios de Comunicación Social del Arzobispado de Granada ha elaborado un sencillo vídeo para compartir esta oración cantada y que hoy
“La visita que no tocó el timbre”, a beneficio de Manos Unidas Guadix Mira de Amescua estrena una obra de teatro el sábado 27 de junio.
muchas horas de su tiempo libre a la preparación de obras dramáticas de forma totalmente desinteresada.
La obra que se llevará a escena se llama La visita que no tocó el timbre, de Joaquín Calvo Sotelo, cuya representación será en el teatro Mira de Amescua, de Guadix, el sábado 27 de junio, las 21 horas.
En sus 21 años de existencia ha realizado centenares de representaciones, especialmente de “autos sacramentales”, con gran éxito. Pero, sin abandonar este objetivo, también han restado atención a otros géneros teatrales, como es el caso de la obra actual.
Lo que se recoja en taquilla será destinado al proyecto emprendido por Manos Unidas de la Diócesis de Guadix, que consiste en la ampliación de una escuela en Madagascar, para facilitar la enseñanza a cientos de chicos y chicas en una de las zonas más pobres del planeta. Una Compañía granadina Surgió en Granada en 1994 con el propósito principal de recuperar para el público nuestro teatro religioso del Siglo de Oro. Está compuesta por aficionados que dedican
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La compañía granadina en una representación anterior.
Mirada En Guadix han actuado varias veces, representando La Hidalga del Valle, El Pintor de su Deshonra y El Gran Teatro del Mundo, de Calderón de la Barca (esta última el año pasado a beneficio de Manos Unidas), así como Sol de Medianoche, de nuestro ilustre paisano Antonio Mira de Amescua, cuyo nombre escogieron para identificarse y honrar su memoria. La obra Esta obra fue estrenada en Madrid en 1949, con tal éxito que, además de pasearse por toda la geografía española, fue objeto de una película. Los ingredientes que conforman esta comedia pueden resumirse
en tres: unas gotas de humor fino, otras de ternura y algunas también de poesía. Con estos elementos bien ensamblados, el autor consigue una corriente de simpatía entre intérpretes y público que facilitará la introducción del pensamiento moralizador de la obra: la solidaridad humana. Con un argumento bastante original, lo más destacado del caso es que el auténtico y verdadero protagonista no habla ni una sola palabra y apenas lo vemos desde que se presenta por sorpresa en el piso de los hermanos Villanova hasta también su inesperada partida después de llegar. Pero para los dos hermanos, esa corta visita no habrá sido estéril.
Obra de teatro en beneficio de Cáritas Parroquial de Huéscar La asociación Al Agua Santas Benditas, de Huéscar, representó el pasado día 13 la obra de teatro El casamiento, de Javier de Carmen, a beneficio de Cáritas Parroquial de Huéscar. Desde Cáritas Parroquia de Huéscar agradecen el gesto a la asociación Al agua Santas Benditas y al propio Javier de Carmen por haber representado la obra de manera desinteresada. También agradecen la labor de la Hermandad del Santo Sepulcro, que ha favorecido esta iniciativa solidaria, y la colaboración del Ayuntamiento de Huéscar, que ha permitido que se representa en el teatro de la localidad.
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El casamiento es una obra que alterna escenas dialogadas con números musicales. Un vodevil de ambiente y personajes populares, lleno de sentido de humor y de equívocos, que pretende como poco divertir al espectador. Cáritas Parroquial de Huéscar viene realizando una gran labor solidaria, sobre todo en estos tiempos de crisis. Durante el año son muchas las iniciativas y colectas que realizan para recoger alimentos y fondos que les permitan afrontar las situaciones de pobreza que se dan en Huéscar. Y, cada vez más, cuentan con el apoyo y la confianza de los oscenses que colaboran con sus donativos y, en ocasiones, realizando trabajos como voluntarios.
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Mirada “Filosofía Religiosa Rusa y el Postsecularismo”
El profesor en los Institutos “Lumen Gentium” y “Edith Stein” de la Archidiócesis Aaron Riches durante su exposición.
Del 11 al 13 de junio en la Universidad Pontificia Juan Pablo II de Cracovia (Polonia) tuvo lugar el Congreso Anual Internacional Krakow Meetings 2015, organizado por la Facultad de Filosofía de la Universidad Pontificia Juan Pablo II de Cracovia en colaboración con el Instituto de Filosofía Edith Stein (IAP-IFES) y el Centro Internacional para el Estudio del Oriente Cristiano (ICSCO) de la Archidiócesis de Granada, entre otros. El tema de este año fue Filosofía Religiosa Rusa y el Postsecularismo. Tras la famosa conferencia del 2001 de Jürgen Habermas, en la que el filósofo hizo un llamamiento a que la razón ilustrada comenzara a usar la herencia religiosa de la humanidad, aún existente en nuestra sociedad, muchos autores, incluidos Jacques Derrida, Alain Badiou, Slavoj Zizek, Giorgio Agamben y otros, inesperadamente empezaron a interesarse por el Cristianismo. Por otro lado, el movimiento de la Radical Ortodoxy, que está en un fuerte desarrollo (John Milbank, Catherine Pickstock, Graham Word y otros), y los autores como William Cavanaugh o nuestro Arzobispo, Mons. Javier Martínez, intentan responder a esta pregunta desde el punto de vista cristiano. Por lo tanto, los organizadores del Congreso decidieron incluir en esta importante discusión contemporánea a los filósofos religiosos rusos de los siglos XIX y XX, tales como a Vladimir Soloviev, p. Pavel Florensky, p. Serguei Bulgakov, p. Georgy Florovsky o Aleksei Losev, entre otros, que habían formulado una concepción única sobre las relaciones entre la religión y la ciencia, la filosofía, la cultura y la vida social y cuya herencia no sólo no ha perdido su actualidad hoy en día, sino que tiene palabra que decir en esta actual discusión del Occidente.
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En Krakow Meetings 2015 participaron especialistas en filosofía, teología, antropología y cultura de muchos países del mundo, como, por ejemplo, Rusia, Ucrania, Bielorrusia, Polonia, Israel, Holanda, la Gran Bretaña, Italia, los Estados Unidos, España, etc. Las instituciones académicas de nuestra Diócesis fueron representadas por Artur Mrowczynski-Van Allen, Director del Departamento Eslavo del Centro Internacional para el Estudio del Oriente Cristiano (ICSCO) y profesor del Instituto de Filosofía Edith Stein (IAP-IFES), Miembro del Comité Científico del Congreso; por Aaron Riches, profesor del Instituto de Filosofía Edith Stein (IAP-IFES) y del Instituto de Teología Lumen Gentium, que ofreció su ponencia sobre Eleusa: el secularismo, el post-secularismo y la sofiología rusa; y por Olga Tabatadze, profesora del Centro Internacional para el Estudio del Oriente Cristiano (ICSCO), cuya ponencia se centró en La revista Put´ (1925-1941) y la cuestión de la libertad en el contexto de la cultura europea post-secular. Parte imprescindible del Congreso formó el debate El Cristianismo y el conflicto en el que los participantes discutieron el conflicto ruso-ucraniano, tema de mucha actualidad, puesto que la filosofía está llamada a ofrecer una explicación racional también de una experiencia actual, que forma parte del campo de estudio y del quehacer filosófico. Este importante debate fue presidido por los profesores Aaron Riches, Natalia Vaganova (Rusia) y Gennadii Aliaev (Ucrania). Finalmente, Krakow Meetings 2015 terminó con un paseo filosófico y el gran deseo por parte de todos los participantes de volver a encontrarse de nuevo en otras ediciones del Congreso para continuar la conversación sobre la filosofía religiosa rusa y la actualidad.
Mirada El Arzobispo bendice el nuevo ropero de Cáritas Diocesana Mons. Javier Martínez también ha visitado las instalaciones con el equipo directivo de Cáritas Diocesana y los responsables del ropero. Nuestro Arzobispo fue recibido en la sede central de Cáritas Diocesana su Delegado en Granada, D. Alfonso Marín, y su Director, Javier de Benavides, Director, acompañados por otros miembros de Cáritas Diocesana. BENDICIÓN DEL ARZOBISPO Mons. Javier Martínez accedió a las instalaciones del ropero, saludó a los trabajadores y voluntarios, y bendijo el local con unas palabras previas de afecto a la labor que se realiza en el ropero: “El signo de que el Señor está con nosotros es que cuando nos encontramos con un ser humano lo miramos con la misma mirada con la que el Señor nos mira a nosotros, lo amamos con el
mismo amor con el que el Señor nos ama a nosotros, o deseamos amarle con ese amor. No siempre nos sale espontáneo o no siempre somos capaces, pero nuestro deseo y nuestra súplica es que siempre, a cualquier ser humano, esté como esté, le podamos mirar con el mismo amor con el que el Señor le mira a ese ser humano y nos mira a nosotros”, señalo Mons. Martínez. El Arzobispo ha explicado por qué se realiza el rito de la bendición: “El agua bendita no es ningún rito mágico, el agua bendita es hacer memoria de la Pasión y de la Resurrección de Cristo, y del Bautismo por el cual el Señor se ha unido a nosotros”. Después de la bendición, Irene Estévez, la responsable del ropero diocesano de Cáritas, ha explicado al Arzobispo el funcionamiento y las tareas que se realizan y le ha enseñado las instalaciones, acompañada del equipo directo de Cáritas Diocesana y otros miembros.
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Mirada Reunión en Úbeda de los Tribunales de la Provincia Eclesiástica de Granada Desde Granada, asistió el Vicario Judicial de la Diócesis, D. Sebastián Sánchez Maldonado, en un encuentro en el que se emplazó a los participantes a asistir al IX Simposio de Derecho matrimonial y procesal canónico, que se celebrará en septiembre en el Seminario San Cecilio de Granada. El Tribunal Eclesiástico Metropolitano de Granada participó los días 15 y 16 en la reunión que los Tribunales de la Provincia Eclesiástica han celebrado en el municipio jiennense de Úbeda. En la Casa de Espiritualidad de los PP. Carmelitas Descalzos en Úbeda se congregaron los miembros de los Tribunales Eclesiásticos de Almería, Cartagena, Granada, Guadix, Málaga y Jaén. En representación del Tribunal Metropolitano de Granada estuvo el Vicario Judicial, D. Sebastián Sánchez Maldonado. La reunión comenzó con una ponencia a cargo del Vicario Judicial de Jaén, D. Pedro José Martínez Robles, titulada El error que determina la volun-
tad del c. 1099. Posteriormente, el P. Francisco Víctor López Fernández, OCD realizó una visita guiada al Museo de San Juan de la Cruz, en la que todos pudieron conocer las salas, así como las reliquias, obras de arte y enseres expuestos en aquel Museo. En el encuentro los participantes también se ocuparon de asuntos propios de los Tribunales, como el próximo IX Simposio de Derecho matrimonial y procesal canónico, que tendrá lugar los próximos 24 al 26 de septiembre de 2015 en el Seminario Diocesano de Granada, organizado por el Tribunal Eclesiástico Metropolitano de Granada. Los veintidós asistentes a la reunión realizaron una visita guiada a la Basílica Menor de Santa María de los Reales Alcázares y también a la Iglesia del Salvador, de Úbeda. La reunión concluyó con la invitación a asistir al Simposio que en el mes de septiembre se celebrará en nuestra Diócesis de Granada.
Participantes en la reunión de los Tribunales de la Provincia Eclesiástica de Granada.
AGENDA • Federación. Eucaristía de acción de gracias y clausura del curso cofrade con la Real Federación de Hermandades y Cofradías de Semana Santa en Granada. El día 22 a las 20:30 horas en la S.I Catedral, presidida por Mons. Javier Martínez. • Documentales. Proyección de los documentales Walking next to the wall y Nasarah sobre cristianos de Oriente, los días 22 y 23 de junio, respectivamente, a las 20 horas, en el Centro Cultural del Arzobispado (Edificio Curia Metropolitana). Entrada gratuita. El martes 23 la proyección contará con la presentación por parte de su autor, el periodista Fernando de Haro. • Concierto solidario. A beneficio de Proyecto Hombre Granada, en el marco del Festival Internacional de Música y Danza, se celebra un concierto solidario de poesía de Santa Teresa y música, el día 28 a las 21 horas en el salón de actos de la antigua capilla del Colegio Máximo de Cartuja, actual Facultad de Comunicación y Documentación de la UGR.
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Textos
La santidad de la vida y la economía de “explotación”
Norman Wirzba
Evidentemente, “el sentido de la santidad de la vida” no es compatible con una economía explotadora. No es posible que tengamos conciencia de que la vida es sagrada y que al mismo tiempo estemos tan contentos viviendo de unas prácticas económicas que a diario destruyen la vida y merman su posibilidad. Y muchas organizaciones cristianas, si no la mayoría, parecen hoy en día estar perfectamente a gusto con la economía militar-industrial y su destrucción “científica” de la vida. Sin duda, si queremos permanecer libres y permanecer fieles a nuestra herencia religiosa, tenemos que mantener una clara separación entre la iglesia y el estado. Pero si queremos conservar algún sentido o coherencia o significado en nuestras vidas, no podemos tolerar la actual desconexión total entre la religión y la economía. Por “economía” no me refiero a la carrera universitaria que lleva ese nombre, y que es el estudio de cómo hacer dinero, sino más bien a los caminos para hacer y cuidar una casa humana, un hogar, y los caminos para situar y mantener esa casa humana dentro de la casa de la naturaleza. Desinteresarse de la economía es desinteresarse de la práctica de la religión; es desinteresarse de la cultura y de lo que distingue a lo humano. Probablemente la cuestión más urgente con la que se enfrentan las personas que quieren dar su adhesión a la
Biblia es ésta: ¿Qué tipo de economía se correspondería con la santidad de la vida? ¿Cuál sería la economía, cuáles serían las prácticas y las restricciones de “un modo de atender a las necesidades de la vida que fuese adecuado” para los cristianos? No creo que hoy la cristiandad institucional tenga una idea clara sobre ello. (**Nota) Creo que su idea de una economía cristiana es sin más la de la economía industrial, que es una economía firmemente fundada en los siete pecados capitales y en el quebrantamiento de todos y cada uno de los Diez Mandamientos. Evidentemente, si el cristianismo quiere sobrevivir como algo más que un respetuoso servidor y alentador de las iniquidades que resultan lucrativas, entonces los cristianos, aparte de cuáles sean sus organizaciones, van a tener que interesarse por la economía, es decir, por la naturaleza y por el trabajo. Van a tener que dar respuestas viables a quienes dicen que no es posible vivir sin esta economía que nos está destruyendo a nosotros y al mundo, y ven la destrucción de la creación como la única forma posible de vida.
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Textos La santidad de la vida se oscurece también en la conciencia de los cristianos actuales por la idea de que el único lugar sagrado es la iglesia como edificio. Puede que esta idea sea más dada por supuesta que enseñada explícitamente; sin embargo, es verdad que a los cristianos se les anima desde la infancia a pensar en el edificio de la iglesia como “casa de Dios”, y a la mayoría les costaría un terrible esfuerzo y una enorme vergüenza considerar sus casas, o sus granjas o sus tiendas o sus fábricas, como lugares sagrados. Es comprensible que a los americanos de hoy les resulte difícil considerar sus viviendas o sus lugares de trabajo como lugares sagrados, porque la mayoría de ellos son lugares de profanación, profundamente implicados en la destrucción de la creación. La idea de la santidad exclusiva de los edificios de las iglesias, desde luego, es decididamente incompatible con la idea, que también se enseña en las iglesias, de que Dios está presente en todas partes para oír nuestras plegarias. Es incompatible con la Sagrada Escritura. La idea de que un artefacto de fabricación humana pueda contener a Dios fue expresamente rechazada por Salomón en su oración de la dedicación del Templo: “Si los cielos y los cielos de los cielos no pueden contenerte, ¡cuánto menos este templo que yo te he erigido!” (1 R 8, 27). Y estas palabras de Salomón las recordaba mil años después San Pablo, predicando en Atenas: “El Dios que hizo el mundo y todo lo que contiene, siendo como es Señor de cielo y tierra, no habita en templos construidos por manos humanas... Pues en él vivimos, nos movemos y existimos, como han dicho algunos de vosotros (Hech 17, 24 y 28).
La idolatría se reduce siempre a la adoración de algo “hecho con manos humanas”, de algo que se halla limitado dentro de los términos del trabajo y de la comprensión humanos. Por eso Salomón y San Pablo insistían en la inmensidad y en la trascendencia de Dios, liberándolo, como si dijéramos, de nuestras ideas acerca de Él. No se le puede cercar, ponerle bajo control humano, como a una criatura doméstica; es el ser más incontrolable que existe. La presencia de Su espíritu en nosotros es nuestra condición indómita, nuestra unión con lo indómito de la creación. Por eso es por lo que resulta tan peligroso someter las cosas de la naturaleza a propósitos humanos, y por lo que frecuentemente eso nos da como resultado el mal, la división y la profanación. Por eso es por lo que los poetas de nuestra tradición le han atribuido a la naturaleza tantas veces el papel, no sólo de madre o abuela, sino también el del maestro y el del juez más grande que hay sobre la tierra, una figura misteriosa y de gran poder. Los requisitos que el propio Jesús establece para su iglesia no tienen nada que ver con albañilería ni con carpintería, sino con personas; su iglesia está “donde están dos o tres reunidos en mi nombre” (Mt 18, 20). ** Nota: Se podrían fácilmente citar aquí algunos textos de la Doctrina Social de la Iglesia Católica que van en la dirección de lo que aquí señala Wendell Berry, pero hay que reconocer que, en esto como en otros muchos aspectos de la Doctrina Social de la Iglesia, ésta se queda en gran medida en los textos magisteriales, mientras que la vida de la inmensa mayoría de las comunidades cristianas concretas está totalmente colonizada por las categorías de la cultura de la Ilustración y por sus liturgias y sus prácticas económicas y políticas. En cuanto a los textos mismos, además de la Encíclica del Papa Francisco, cf. especialmente el Capítulo X del Compendio de la Doctrina Social de la iglesia, Librería Editrice Vaticana, 2005, 252-271, donde se halla una síntesis de las enseñanzas anteriores de la Iglesia en este punto; cf. también San Juan Pablo II, Mensaje a la XXIII Jornada mundial de la Paz, 1990, que lleva como título: Pace con Dio Creatore, pace con tutto il creato.
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aFondo
Un testigo de la unidad de Benedicto y Francisco La publicación el jueves 18 de la encíclica Laudato Si constituye un testimonio de continuidad entre el Papa Francisco y su predecesor el Papa Benedicto XVI. A diferencia de lo escrito por algunos medios de comunicación intentando enfrentar y oponer a Francisco y Benedicto, la publicación de la segunda encíclica del Papa Francisco testimonia la profunda unidad de fe y espíritu que une a los dos últimos Papas. De hecho, el mundo vio las imágenes de dicha unidad entre el Papa entrante y el saliente en las fotos que se publicaron de su reunión en Castel Gandolfo donde, solo unos días después de la elección del Papa Francisco, éste fue a saludar y rezar con el Papa emérito. Más aún, el testimonio público de esta unidad se vio claramente con la publicación de la primera encíclica
Laudato si
del Papa Francisco —Lumen Fidei (LF)—un documento magisterial que fue casi enteramente legado a él por el Papa Benedicto: “Estas consideraciones sobre la fe... pretenden sumarse a lo que el Papa Benedicto XVI ha escrito en las Cartas encíclicas sobre la caridad y la esperanza. Él ya había completado prácticamente una primera redacción de esta Carta encíclica sobre la fe. Se lo agradezco de corazón y, en la fraternidad de Cristo, asumo su precioso trabajo, añadiendo al texto algunas aportaciones” (LF, 7). Que Francisco recibiera la encíclica de Benedicto y la publicara como propia deja claro el profundo sentido de unidad con su predecesor. Esta unidad fundamental está presente tanto en Laudato Si como en la urgencia compartida por ambos Papas de abordar la cuestión de la ecología y la obligación cristiana de cuidar la creación.
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aFondo En primer lugar: no es el caso que la preocupación por el medio ambiente sitúe de alguna manera al Papa Francisco en desacuerdo con Benedicto. Muy al contrario, en su preocupación por los problemas del medio ambiente Francisco está siguiendo el camino abierto por Benedicto XVI, quien fue extraoficialmente apodado como el “Papa de la Ecología” por haber firmado un acuerdo que convertía a la Ciudad del Vaticano en el primer estado europeo con emisión neutra de carbono (CO2). Como resultado de dicha iniciativa “ecológica” de Benedicto, dos mil paneles fotovoltaicos fueron instalados en lo alto del tejado del Aula Pablo VI o Sala Nervi, uno de los edificios principales del Vaticano, permitiendo a la Santa Sede reducir sus emisiones de dióxido de carbono en torno a las 225 toneladas al año—y ahorrando de esa forma el equivalente a 80 toneladas de gasóleo anualmente. El proyecto consiguió el European Solar Prize de 2008. Estos paneles solares fueron complementados con otras actuaciones, entre las cuales podemos destacar un proyecto de reforestación financiado por el Vaticano en una isla pelada en el río Tisa. En 2007, dicha extensión de 15 hectáreas de tierra fue de hecho rebautizada como el “Bosque Climático Vaticano” y, en teoría, está pensada para absorber tanto CO2 como el que produce la Ciudad del Vaticano. Todas estas actuaciones fueron llevadas a cabo gracias a la insistencia del Papa Benedicto XVI a que la comunidad internacional comience a respetar y fomentar una “cultura ecológica”. A la luz de todo esto, la encíclica Laudato Si expresa y difunde todavía más la propuesta de la Iglesia con respecto a la ecología, el medio ambiente y la creación. La novedad de la encíclica consiste en iluminar, desde la fe y la enseñanza de la Iglesia, la cuestión ecológica. Por eso, la publicación de Laudato Si sitúa al Papa Francisco como nuestro segundo “Papa de la Ecología”. Aaron Riches Archidiócesis de Granada Publicado en el Blog Ciudad de Dios y de los hombres www.arzobispodegranada.es/blog
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aFondo La tierra, nuestra casa común
La tierra es un don de Dios; es nuestra casa, donde habitamos. Este regalo, donado gratuitamente para nosotros, desde el inicio de los tiempos, lo hemos ido deteriorando, generación tras generación, y de forma especialmente aguda con el desarrollo de nuevas técnicas y medios para su explotación. En el olvido de este don de Dios, el hombre ha eximido también su responsabilidad para la custodia, cuidado y cultivo de la “casa común”, como denomina a la creación el Papa Francisco en su Encíclica Laudato si. El hombre ha olvidado ser agradecido con Dios por el hábitat recibido y ha prescindido de su responsabilidad ante la naturaleza. En su nueva Encíclica el Santo Padre nos ayuda a tomar conciencia del don de la creación, de la naturaleza y del propio don de la vida. Ofrecemos un resumen de la Encíclica, como apoyo para una primera lectura y para ayudarnos a tener una visión de conjunto y detectar las líneas de fondo. Además de este resumen, recomendamos la lectura de la Encíclica Laudato si. “¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a los niños que están creciendo?” (n. 160). Esta pregunta está en el centro de Laudato si, la esperada Encíclica del Papa Francisco sobre el cuidado de la casa común. Y continúa: ¡Esta pregunta no afecta sólo al ambiente de manera aislada, porque no se puede plantear la cuestión de modo fragmentario”, y nos conduce a interrogarnos sobre el sentido de la existencia y el valor de la vida social: “¿Para qué pasamos por este mundo?, ¿para qué vinimos a esta
vida?, ¿para qué trabajamos y luchamos?, ¿para qué nos necesita esta tierra?”: si no nos planteamos estas preguntas de fondo -dice el Pontífice– “no creo que nuestras preocupaciones ecológicas puedan obtener resultados importantes”. La Encíclica toma su nombre de la invocación de san Francisco, Laudato si, mi Signore, que en el Cántico de las creaturas recuerda que la tierra, nuestra casa común, “es también como una hermana con la que compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos” (1). Nosotros mismos “somos tierra (cfr Gn 2,7). Nuestro propio cuerpo está formado por elementos del planeta, su aire nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura” (2). Pero ahora esta tierra maltratada y saqueada clama (2) y sus gemidos se unen a los de todos los abandonados del mundo. El Papa Francisco nos invita a escucharlos, llamando a todos y cada uno –individuos, familias, colectivos locales, nacionales y comunidad internacional– a una “conversión ecológica”, según expresión de San Juan Pablo II, es decir, a “cambiar de ruta” asumiendo la urgencia y la hermosura del desafío que se nos presenta ante el “cuidado de la casa común”. Al mismo tiempo, el papa Francisco reconoce que “se advierte una creciente sensibilidad con respecto al ambiente y al cuidado de la naturaleza, y crece una sincera y dolorosa preocupación por lo que está ocurriendo con nuestro planeta” (19), permitiendo una mirada de esperanza que atraviesa toda la Encíclica y envía a todos un mensaje claro y esperanzado: “La humanidad tiene aún la capacidad
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aFondo de colaborar para construir nuestra casa común” (13); “el ser humano es todavía capaz de intervenir positivamente” (58); “no todo está perdido, porque los seres humanos, capaces de degradarse hasta el extremo, pueden también superarse, volver a elegir el bien y regenerarse” (205). El Papa Francisco se dirige, claro está, a los fieles católicos, retomando las palabras de San Juan Pablo II: “Los cristianos, en particular, descubren que su cometido dentro de la creación, así como sus deberes con la naturaleza y el Creador, forman parte de su fe” (64), pero se propone “especialmente entrar en diálogo con todos sobre nuestra casa común” (3): el diálogo aparece en todo el texto, y en el capítulo 5 se vuelve instrumento para afrontar y resolver los problemas. Desde el principio el papa Francisco recuerda que también “otras Iglesias y Comunidades cristianas –como también otras religiones– han desarrollado una profunda preocupación y una valiosa reflexión” sobre el tema de la ecología (7). Más aún, asume explícitamente su contribución a partir de la del “querido Patriarca Ecuménico Bartolomé” (7), ampliamente citado en los nn. 8-9. En varios momentos, además, el Pontífice agradece a los protagonistas de este esfuerzo –tanto individuos como asociaciones o instituciones–, reconociendo que “la reflexión de innumerables científicos, filósofos, teólogos y organizaciones sociales [ha] enriquecido el pensamiento de la Iglesia sobre estas cuestiones” (7) e invita a todos a reconocer “la riqueza que las religiones pueden ofrecer para una ecología integral y para el desarrollo pleno del género humano” (62). Recorrido de la Encíclica El recorrido de la Encíclica está trazado en el n. 15 y se desarrolla en seis capítulos. A partir de la escucha de la situación a partir de los mejores conocimientos científicos
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disponibles hoy (cap. 1), recurre a la luz de la Biblia y la tradición judeo-cristiana (cap. 2), detectando las raíces del problema (cap. 3) en la tecnocracia y el excesivo repliegue autorreferencial del ser humano. La propuesta de la Encíclica (cap. 4) es la de una “ecología integral, que incorpore claramente las dimensiones humanas y sociales” (137), inseparablemente vinculadas con la situación ambiental. En esta perspectiva, el Papa Francisco propone (cap. 5) emprender un diálogo honesto a todos los niveles de la vida social, que facilite procesos de decisión transparentes. Y recuerda (cap. 6) que ningún proyecto puede ser eficaz si no está animado por una conciencia formada y responsable, sugiriendo principios para crecer en esta dirección a nivel educativo, espiritual, eclesial, político y teológico. El texto termina con dos oraciones, una que se ofrece para ser compartida con todos los que creen en “un Dios creador omnipotente” (246), y la otra propuesta a quienes profesan la fe en Jesucristo, rimada con el estribillo Laudato si, que abre y cierra la Encíclica. El texto está atravesado por algunos ejes temáticos, vistos desde variadas perspectivas, que le dan una fuerte coherencia interna: “La íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta, la convicción de que en el mundo todo está conectado, la crítica al nuevo paradigma y a las formas de poder que derivan de la tecnología, la invitación a buscar otros modos de entender la economía y el progreso, el valor propio de cada criatura, el sentido humano de la ecología, la necesidad de debates sinceros y honestos, la grave responsabilidad de la política internacional y local, la cultura del descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida”. (16).
aFondo “Lo que le está pasando a nuestra casa”. Capítulo I
El capítulo asume los descubrimientos científicos más recientes en materia ambiental como manera de escuchar el clamor de la creación, para “convertir en sufrimiento personal lo que le pasa al mundo, y así reconocer cuál es la contribución que cada uno puede aportar” (19). Se acometen así “varios aspectos de la actual crisis ecológica” (15). EI cambio climático: Si “el clima es un bien común, de todos y para todos” (23), el impacto más grave de su alteración recae en los más pobres, pero muchos de los que “tienen más recursos y poder económico o político parecen concentrarse sobre todo en enmascarar los problemas o en ocultar los síntomas” (26): “La falta de reacciones ante estos dramas de nuestros hermanos y hermanas es un signo de la pérdida de aquel sentido de responsabilidad por nuestros semejantes sobre el cual se funda toda sociedad civil” (25). La cuestión del agua: El Papa afirma sin ambages que «el acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos”. Privar a los pobres del acceso al agua significa “negarles el derecho a la vida radicado en su dignidad inalienable” (30). La pérdida de la biodiversidad: “Cada año desaparecen miles de especies vegetales y animales que ya no
podremos conocer, que nuestros hijos ya no podrán ver, perdidas para siempre” (33). No son sólo eventuales “recursos” explotables, sino que tienen un valor en sí mismos. En esta perspectiva “son loables y a veces admirables los esfuerzos de científicos y técnicos que tratan de aportar soluciones a los problemas creados por el ser humano”, pero esa intervención humana, cuando se pone al servicio de las finanzas y el consumismo, “hace que la tierra en que vivimos se vuelva menos rica y bella, cada vez más limitada y gris” (34). La deuda ecológica: en el marco de una ética de las relaciones internacionales, la Encíclica indica que existe “una auténtica deuda ecológica” (51), sobre todo del Norte en relación con el Sur del mundo. Frente al cambio climático hay “responsabilidades diversificadas” (52), y son mayores las de los países desarrollados. Conociendo las profundas divergencias que existen respecto a estas problemáticas, el Papa Francisco se muestra profundamente impresionado por la “debilidad de las reacciones” frente a los dramas de tantas personas y poblaciones. Aunque no faltan ejemplos positivos (58), señala “un cierto adormecimiento y una alegre irresponsabilidad” (59). Faltan una cultura adecuada (53) y la disposición a cambiar de estilo de vida, producción y consumo (59), a la vez que urge “crear un sistema normativo que [...] asegure la protección de los ecosistemas” (53).
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aFondo El Evangelio de la creación. Capítulo II Para afrontar la problemática ilustrada en el capítulo anterior, el Papa Francisco relee los relatos de la Biblia, ofrece una visión general que proviene de la tradición judeo-cristiana y articula la “tremenda responsabilidad” (90) del ser humano respecto a la creación, el lazo íntimo que existe entre todas las creaturas, y el hecho de que “el ambiente es un bien colectivo, patrimonio de toda la humanidad y responsabilidad de todos” (95). En la Biblia, “el Dios que libera y salva es el mismo que creó el universo”, y “en Él se conjugan el cariño y el vigor” (73). El relato de la creación es central para reflexionar sobre la relación entre el ser humano y las demás criaturas, y sobre cómo el pecado rompe el equilibrio de toda la creación en su conjunto. “Estas narraciones sugieren que la existencia humana se basa en tres relaciones fundamentales estrechamente conectadas: la relación con Dios, con el prójimo y con
la tierra. Según la Biblia, las tres relaciones vitales se han roto, no sólo externamente, sino también dentro de nosotros. Esta ruptura es el pecado” (66). Por ello, aunque “si es verdad que algunas veces los cristianos hemos interpretado incorrectamente las Escrituras, hoy debemos rechazar con fuerza que, del hecho de ser creados a imagen de Dios y del mandato de dominar la tierra, se deduzca un dominio absoluto sobre las demás criaturas” (67). Al ser humano le corresponde “’labrar y cuidar’ el jardín del mundo (cf. Gn 2,15)” (67), sabiendo que “el fin último de las demás criaturas no somos nosotros. Pero todas avanzan, junto con nosotros y a través de nosotros, hacia el término común, que es Dios” (83). Que el ser humano no sea patrón del universo “no significa igualar a todos los seres vivos y quitarle al ser humano ese valor peculiar” que lo caracteriza ni “tampoco supone una divinización de la tierra que nos privaría del llamado a colaborar con ella y a proteger su fragilidad” (90). En esta perspectiva “todo ensañamiento con cualquier criatura ‘es contrario a la dignidad humana’” (92), pero “no puede ser real un sentimiento de íntima unión con los demás seres de la naturaleza si al mismo tiempo en el corazón no hay ternura, compasión y preocupación por los seres humanos” (91). Es necesaria la conciencia de una comunión universal: “creados por el mismo Padre, todos los seres del universo estamos unidos por lazos invisibles y conformamos una especie de familia universal, [...] que nos mueve a un respeto sagrado, cariñoso y humilde” (89). Concluye el capítulo con el corazón de la revelación cristiana: el “Jesús terreno” con su “relación tan concreta y amable con las cosas” está “resucitado y glorioso, presente en toda la creación con su señorío universal” (100).
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aFondo La raíz humana de la crisis ecológica. Capítulo III Este capítulo presenta un análisis de la situación actual “de manera que no miremos sólo los síntomas, sino también las causas más profundas” (15), en un diálogo con la filosofía y las ciencias humanas. Un primer fundamento del capítulo son las reflexiones sobre la tecnología: se le reconoce con gratitud su contribución al mejoramiento de las condiciones de vida (102-103), aunque también da “a quienes tienen el conocimiento, y sobre todo el poder económico para utilizarlo, un dominio impresionante sobre el conjunto de la humanidad y del mundo entero” (104). Son justamente las lógicas de dominio tecnocrático las que llevan a destruir la naturaleza y a explotar a las personas y las poblaciones más débiles. “El paradigma tecnocrático también tiende a ejercer su dominio sobre la economía y la política” (109), impidiendo reconocer que “el mercado por sí mismo no garantiza el desarrollo humano integral y la inclusión social” (109). En la raíz de todo ello puede diagnosticarse en la época moderna un exceso de antropocentrismo (116): el ser humano ya no reconoce su posición justa respecto al mundo, y asume una postura autorreferencial, centrada exclusivamente en sí mismo y su poder. De ello deriva una lógica “usa y tira” que justifica todo tipo de descarte, sea éste humano o ambiental, que trata al otro y a la naturaleza como un simple objeto y conduce a una infinidad de formas de dominio. Es la lógica que conduce a la explotación infantil, el abandono de los ancianos, a reducir a otros a la esclavitud, a sobrevalorar las capacidades del mercado para autorregularse, a practicar la trata de seres humanos, el comercio de pieles de animales en vías de extinción, y de “diamantes ensangrentados”. Es la misma lógica de muchas mafias, de los traficantes de órganos, del narcotráfico y del descarte de niños que no responde al deseo de sus padres (123). Desde esta perspectiva, la Encíclica afronta dos problemas cruciales para el mundo de hoy. En primer lugar, el trabajo: “En cualquier planteo sobre una
ecología integral, que no excluya al ser humano, es indispensable incorporar el valor del trabajo” (124), pues “Dejar de invertir en las personas para obtener un mayor rédito inmediato es muy mal negocio para la sociedad” (128). En segundo lugar, los límites del progreso científico, con clara referencia a los Objetivos Generales del Milenio (132-136), que son “una cuestión ambiental de carácter complejo” (135). Si bien “en algunas regiones su utilización ha provocado un crecimiento económico que ayudó a resolver problemas, hay dificultades importantes que no deben ser relativizadas” (134), por ejemplo “una concentración de tierras productivas en manos de pocos” (134). El Papa Francisco piensa en particular en los pequeños productores y en los trabajadores del campo, en la biodiversidad, en la red de ecosistemas. Es por ello necesario asegurar “una discusión científica y social que sea responsable y amplia, capaz de considerar toda la información disponible y de llamar a las cosas por su nombre”, a partir de “líneas de investigación libre e interdisciplinaria” (135).
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aFondo Una ecología integral. Capítulo IV El núcleo de la propuesta de la Encíclica es una ecología integral como nuevo paradigma de justicia, una ecología que “incorpore el lugar peculiar del ser humano en este mundo y sus relaciones con la realidad que lo rodea” (15). De hecho no podemos “entender la naturaleza como algo separado de nosotros o como un mero marco de nuestra vida” (139). Esto vale para todo lo que vivimos en distintos campos: en la economía y en la política, en las distintas culturas, en especial las más amenazadas, e incluso en todo momento de nuestra vida cotidiana.
“donde hay tantas inequidades y cada vez son más las personas descartables, privadas de derechos humanos básicos”, esforzarse por el bien común significa hacer opciones solidarias sobre la base de una “opción preferencial por los más pobres” (158). Este es el mejor modo de dejar un mundo sostenible a las próximas generaciones, no con las palabras, sino por medio de un compromiso de atención hacia los pobres de hoy como había subrayado Benedicto XVI: “Además de la leal solidaridad intergeneracional, se ha de reiterar la urgente necesidad moral de una renovada solidaridad intrageneracional” (162).
La perspectiva integral incorpora también una ecología de las instituciones. “Si todo está relacionado, también la salud de las instituciones de una sociedad tiene consecuencias en el ambiente y en la calidad de vida humana: ‘Cualquier menoscabo de la solidaridad y del civismo produce daños ambientales’” (142).
La ecología integral implica también la vida cotidiana, a la cual la Encíclica dedica una especial atención, en particular en el ambiente urbano. El ser humano tiene una enorme capacidad de adaptación y “es admirable la creatividad y la generosidad de personas y grupos que son capaces de revertir los límites del ambiente, [...] aprendiendo a orientar su vida en medio del desorden y la precariedad” (148). Sin embargo, un desarrollo auténtico presupone un mejoramiento integral en la calidad de la vida humana: espacios públicos, vivienda, transportes, etc. (150-154).
Con muchos ejemplos concretos el Papa Francisco ilustra su pensamiento: hay un vínculo entre los asuntos ambientales y cuestiones sociales humanas, y ese vínculo no puede romperse. Así pues, “el análisis de los problemas ambientales es inseparable del análisis de los contextos humanos, familiares, laborales, urbanos, y de la relación de cada persona consigo misma” (141), porque “no hay dos crisis separadas, una ambiental y la otra social, sino una única y compleja crisis socio-ambiental” (139). Esta ecología ambiental “es inseparable de la noción de bien común” (156), que debe comprenderse de manera concreta: en el contexto de hoy en el que
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También “nuestro propio cuerpo nos sitúa en una relación directa con el ambiente y con los demás seres vivientes. La aceptación del propio cuerpo como don de Dios es necesaria para acoger y aceptar el mundo entero como regalo del Padre y casa común; mientras una lógica de dominio sobre el propio cuerpo se transforma en una lógica a veces sutil de dominio” (155).
aFondo Algunas líneas orientativas y de acción. Capítulo V Sobre esta base el Papa Francisco no teme formular un juicio severo sobre las dinámicas internacionales recientes: “Las Cumbres mundiales sobre el ambiente de los últimos años no respondieron a las expectativas porque, por falta de decisión política, no alcanzaron acuerdos ambientales globales realmente significativos y eficaces” (166). Y se pregunta: “¿Para qué se quiere preservar hoy un poder que será recordado por su incapacidad de intervenir cuando era urgente y necesario hacerlo? (57). Son necesarios, como los Pontífices han repetido muchas veces a partir de la Pacem in terris, formas e instrumentos eficaces de gobernanza global” (175): “necesitamos un acuerdo sobre los regímenes de gobernanza global para toda la gama de los llamados ‘bienes comunes globales’” (174), dado que “’la protección ambiental no puede asegurarse sólo en base al cálculo financiero de costos y beneficios. El ambiente es uno de esos bienes que los mecanismos del mercado no son capaces de defender o de promover adecuadamente’” (190, que cita las palabras del Compendio de la doctrina social de la Iglesia). Este capítulo afronta la pregunta sobre qué podemos y debemos hacer. Los análisis no bastan: se requieren propuestas “de diálogo y de acción que involucren tanto a cada uno de nosotros como a la política internacional” (15) y “que nos ayuden a salir de la espiral de autodestrucción en la que nos estamos sumergiendo” (163). Para el Papa Francisco es imprescindible que la construcción de caminos concretos no se afronte de manera ideológica, superficial o reduccionista. Para ello es indispensable el diálogo, término presente en el título de cada sección de este capítulo: “Hay discusiones sobre cuestiones relacionadas con el ambiente, donde es difícil alcanzar consensos. [...] la Iglesia no pretende definir las cuestiones científicas ni sustituir a la política, pero [yo] invito a un debate honesto y transparente, para que las necesidades particulares o las ideologías no afecten al bien común” (188).
Igualmente en este capítulo, el Papa Francisco insiste sobre el desarrollo de procesos de decisión honestos y transparentes, para poder “discernir” las políticas e iniciativas empresariales que conducen a un “auténtico desarrollo integral” (185). En particular, el estudio del impacto ambiental de un nuevo proyecto “requiere procesos políticos transparentes y sujetos al diálogo, mientras la corrupción, que esconde el verdadero impacto ambiental de un proyecto a cambio de favores, suele llevar a acuerdos espurios que evitan informar y debatir ampliamente” (182). La llamada a los que detentan encargos políticos es particularmente incisiva, para que eviten “la lógica eficientista e inmediatista” (181) que hoy predomina. Pero “si se atreve a hacerlo, volverá a reconocer la dignidad que Dios le ha dado como humano y dejará tras su paso por esta historia un testimonio de generosa responsabilidad” (181).
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aFondo Educación y espiritualidad ecológica. Capítulo VI El capítulo final va al núcleo de la conversión ecológica a la que nos invita la Encíclica. La raíz de la crisis cultural es profunda y no es fácil rediseñar hábitos y comportamientos. La educación y la formación siguen siendo desafíos básicos: “Todo cambio necesita motivaciones y un camino educativo” (15). Deben involucrarse los ambientes educativos, ante todo “la escuela, la familia, los medios de comunicación, la catequesis” (213). El punto de partida es “apostar por otro estilo de vida” (203-208), que abra la posibilidad de “ejercer una sana presión sobre quienes detentan el poder político, económico y social” (206). Es lo que sucede cuando las opciones de los consumidores logran “modificar el comportamiento de las empresas, forzándolas a considerar el impacto ambiental y los patrones de producción” (206). No se puede minusvalorar la importancia de cursos de educación ambiental capaces de cambiar los gestos y hábitos cotidianos, desde la reducción en el consumo de agua a la separación de residuos o el “apagar las luces innecesarias” (211). “Una ecología integral también está hecha de simples gestos cotidianos donde rompemos la lógica de la violencia, del aprovechamiento, del egoísmo” (230). Todo ello será más sencillo si parte de una mirada contemplativa que viene de la fe. “Para el creyente, el mundo no se contempla desde afuera, sino desde adentro, reconociendo los lazos con los que el Padre nos ha unido a todos los
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seres. Además, haciendo crecer las capacidades peculiares que Dios le ha dado, la conversión ecológica lleva al creyente a desarrollar su creatividad y su entusiasmo” (220). Vuelve la línea propuesta en la Evangelii Gaudium: “La sobriedad, que se vive con libertad y conciencia, es liberadora” (223), así como “la felicidad requiere saber limitar algunas necesidades que nos atontan, quedando así disponibles para las múltiples posibilidades que ofrece la vida” (223). De este modo, se hace posible “sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo, que vale la pena ser buenos y honestos” (229). Los santos nos acompañan en este camino. San Francisco, mencionado muchas veces, es el “ejemplo por excelencia del cuidado por lo que es débil y de una ecología integral, vivida con alegría” (10). Pero la Encíclica recuerda también a san Benito, santa Teresa de Lisieux y al beato Charles de Foucauld. Después de la Laudato si’, el examen de conciencia –instrumento que la Iglesia ha aconsejado para orientar la propia vida a la luz de la relación con el Señor– deberá incluir una nueva dimensión, considerando no sólo cómo se vive la comunión con Dios, con los otros y con uno mismo, sino también con todas las creaturas y la naturaleza. LEER ENCÍCLICA COMPLETA
aFondo Oraciones por nuestra tierra y con la Creación La Encíclica concluye con una Oración interreligiosa por nuestra tierra y una Oración cristiana con la creación, que ofrecemos. Oración por nuestra tierra Dios omnipotente, que estás presente en todo el universo y en la más pequeña de tus criaturas, Tú, que rodeas con tu ternura todo lo que existe, derrama en nosotros la fuerza de tu amor para que cuidemos la vida y la belleza. Inúndanos de paz, para que vivamos como hermanos y hermanas sin dañar a nadie.
Oración cristiana con la Creación Te alabamos, Padre, con todas tus criaturas, que salieron de tu mano poderosa. Son tuyas, y están llenas de tu presencia y de tu ternura. Alabado seas. Hijo de Dios, Jesús, por ti fueron creadas todas las cosas. Te formaste en el seno materno de María, te hiciste parte de esta tierra, y miraste este mundo con ojos humanos. Hoy estás vivo en cada criatura con tu gloria de resucitado. Alabado seas.
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Dios de los pobres, ayúdanos a rescatar a los abandonados y olvidados de esta tierra que tanto valen a tus ojos. Sana nuestras vidas, para que seamos protectores del mundo y no depredadores, para que sembremos hermosura y no contaminación y destrucción. Toca los corazones de los que buscan sólo beneficios a costa de los pobres y de la tierra.
Enséñanos a descubrir el valor de cada cosa, a contemplar admirados, a reconocer que estamos profundamente unidos con todas las criaturas en nuestro camino hacia tu luz infinita. Gracias porque estás con nosotro todos los días. Aliéntanos, por favor, en nuestra lucha por la justicia, el amor y la paz.
Espíritu Santo, que con tu luz orientas este mundo hacia el amor del Padre y acompañas el gemido de la creación, tú vives también en nuestros corazones para impulsarnos al bien. Alabado seas.
Dios de amor, muéstranos nuestro lugar en este mundo como instrumentos de tu cariño por todos los seres de esta tierra, porque ninguno de ellos está olvidado ante ti. Ilumina a los dueños del poder y del dinero para que se guarden del pecado de la indiferencia, amen el bien común, promuevan a los débiles, y cuiden este mundo que habitamos. Los pobres y la tierra están clamando: Señor, tómanos a nosotros con tu poder y tu luz, para proteger toda vida, para preparar un futuro mejor, para que venga tu Reino de justicia, de paz, de amor y de hermosura. Alabado seas. Amén.
Señor Uno y Trino, comunidad preciosa de amor infinito, enséñanos a contemplarte en la belleza del universo, donde todo nos habla de ti. Despierta nuestra alabanza y nuestra gratitud por cada ser que has creado. Danos la gracia de sentirnos íntimamente unidos con todo lo que existe.
Cultura
Sobre el “libre mercado” y la productividad
Falacias acerca de la agricultura (II)
Tomado de Wendell Berry (Home Economics), les acercamos dos falsedades más sobre la agricultura: que el “libre mercado” puede proteger la agricultura y que la productividad es un criterio suficiente de producción. “Libre mercado” El “libre mercado” -el juego sin freno de las fuerzas económicas- es malo para la agricultura, porque no es capaz de darle su valor a los productos agrícolas, pero no puede darle un valor a las fuentes de esos productos en el suelo, en el ecosistema, en la granja, en la familia o en la comunidad de agricultores. Quienes miran la agricultura desde el punto de vista del “libre mercado”, en efecto, no entienden la relación del producto con su origen. Creen que la relación es puramente mecánica porque piensan que la agricultura es o puede ser una industria. Y el “libre mercado” es absolutamente incapaz de proponer algo distinto a eso.
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El “libre mercado” valora la producción a costa de todo lo demás, y este énfasis exclusivo en la producción, en la agricultura, provoca inevitablemente un exceso de producción. En la agricultura, tanto los precios altos como los precios bajos causan exceso de producción, y sin embargo, el exceso de producción conduce sólo a precios bajos. Quizás podría entonces decirse que, en el “libre mercado”, la productividad agrícola no tiene relación directa ni estable con el valor. En este estado de cosas, la agricultura produce en exceso, y el excedente se usa como arma contra el agricultor que lo produce en orden a rebajar los precios, bien al servicio de “una política alimentaria barata” para el consumo interno o para hacer que nuestros productos alimenticios sean competitivos en el comercio mundial.
Cultura En una época en que la inversión urbana en la agricultura (esto es, en “la industria agropecuaria” o agribusiness) estimula una productividad más alta que lo que el mercado de la economía urbana puede asumir, entonces la economía rural sólo se puede proteger controlando la producción. Las reservas deberían ajustarse a las necesidades previstas, y esas necesidades deberían incluir siempre excedentes para usar en caso de pérdida de las cosechas. Un tal ajuste sólo puede ser aproximado, por supuesto, pero dado que se trata de una productividad anual, pueden hacerse correcciones anuales. De este modo, las fuentes de producción pueden protegerse impidiendo unos excedentes fuera de control y unos consecuentes valores bajos de mercado que destruyen a la vez la tierra y a las personas. El “libre mercado” es el Darwinismo económico, con una modificación fundamental. Mientras que los biólogos darwinistas han reconocido siempre la violencia del principio competitivo, los políticos darwinistas han sido incapaces de resistir a la tentación de sugerir que en el “libre mercado” se benefician tanto el predador como la presa. Cuando sucede una ruina económica, según esta manera de ver las cosas, sucede sólo como resultado de la justicia económica. Y así David Stockman podía decir que el estado del funcionamiento de una “economía dinámica”, que compensa sus pérdidas con “un auge masivo de nuevos trabajos y nuevas inversiones… que tienen lugar en otro sitio, en la industria informática”. Que estos fracasos y estos éxitos no les estén sucediendo a las mismas personas, ni siquiera a los mismos grupos de personas, eso es una percepción que está más allá del alcance de las categorías de Mr. Stockman. En su modo de razonar, se ve enseguida que la pobreza de los pobres se justifica con la riqueza de los ricos. La idea del “libre mercado” es el resultado de un deseo perezoso (si no malvado) de fundar la economía humana en la ley de la naturaleza. El problema con él es que los hombres no pertenecen a la naturaleza de la misma manera en que pertenecen los zorros y los conejos. Los seres humanos viven artificialmente, mediante el artificio y el arte, mediante la obra humana, y la economía tiene en último término que responder a este rasgo específicamente humano. Unas fuerzas económicas desenfrenadas dañan tanto a la naturaleza como a la cultura humana. Hay, propongo, dos leyes de una economía humana, muy distintas de las leyes que rigen el “libre mercado”, que de hecho son antinaturales e inhumanas:
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Cultura
1. El dinero tiene que no mentir acerca del valor de las cosas. No tiene que dar una imagen falsa, ni por inflación ni por la usura, del valor del trabajo necesario o de los bienes necesarios. Esos valores no tienen que estar sometidos, mediante maniobras de los mercados o de los bancos, a manipulaciones monetarias. 2. Tiene que haber un equilibrio decente entre lo que la gente gana y lo que paga, y esto sólo puede hacerse controlando la producción. Cuando los agricultores tienen que vender en un mercado deprimido y luego comprar en uno sometido a la inflación, eso es la muerte para los agricultores, la muerte para la agricultura, la muerte para las comunidades agrarias, la muerte para el suelo, y (por decirlo en términos urbanos) la muerte para la comida. Productividad En muchos sentidos, la forma más popular de tratar los problemas de la agricultura en América ha consistido en ensalzarla. Durante décadas hemos estado deambulando en medio de un diluvio de estadísticas de producción que llovían a mares del gobierno, de las universidades y de las empresas “agropecuarias”. Ninguna fanfarronada de político estaría del todo completa sin un cumplido dirigido al “agricultor americano”, del que se dice que él solo está dando de comer a setenta y cinco o a cien o sabe Dios a cuántas personas. La agricultura americana es fantásticamente productiva, y a estas alturas todos deberíamos saberlo. Que la agricultura americana es también increíblemente costosa es algo menos sabido, pero igualmente innegable, aún cuando los costes todavía no han
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entrado en la contabilidad oficial. Los costes se producen en la pérdida del suelo, en la pérdida de las granjas y de los agricultores, en la contaminación del suelo y del agua, en la contaminación de los alimentos, en el deterioro de las pequeñas ciudades y de las comunidades rurales, y en la vulnerabilidad cada vez mayor de todo el sistema de oferta alimentaria. Las estadísticas de productividad por sí solas no pueden mostrar estos costes. Estamos llegando, sin embargo, a un “tocar fondo” que no aparece en nuestros libros. Desde un punto de vista agrícola, frugalidad es una palabra mejor que productividad. Es una palabra mejor, porque implica una contabilidad que tiene en cuenta más factores. Una persona frugal es sin duda una persona productiva, pero la frugalidad también implica una adecuada consideración a los medios de producción. Ser frugal es cuidar de las cosas; es prosperar, es decir, es estar sano siendo parte de la salud. No se puede ser frugal en solitario; uno sólo puede ser frugal en la medida en que su tierra, sus cosechas, sus animales, su lugar y su comunidad van bien.
Cultura El gran fallo de esa contabilidad selectiva la que llamamos “la economía” es que no conduce a la frugalidad; día tras día, estamos representando la trama de una paradoja homicida: una “economía” que conduce a la extravagancia. Nuestra gran culpa como pueblo es que no cuidamos de las cosas. Nuestra economía es de tal manera que decimos que “no podemos permitirnos el lujo” de cuidar de las cosas: la mano de obra es cara, el tiempo es caro, el dinero es caro, pero los materiales –la materia de la creación– son tan baratos que no podemos permitirnos el lujo de cuidarlos. El martillo de demolición es el instrumento paradigmático de nuestro modo de actuar con los materiales.
No “podemos permitirnos el lujo” de talar un bosque de forma selectiva, de extraer un mineral sin destruir la topografía, ni de cultivar sin producir una catastrófica erosión del suelo. Una economía orientada a la producción puede realmente vivir de este modo, pero sólo mientras dura la producción. Supongamos que, previendo el fracaso irremediable de este tipo de producción, vemos que tenemos que asignarle un valor de continuidad. Si esto sucediera, entonces nuestro modelo de producción tendría que cambiar; de hecho, ya habría cambiado, porque el criterio de productividad por sí solo no puede permitirnos ver que esa continuidad tiene un valor. El valor de la continuidad sólo es visible para la frugalidad.
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luzdelaPalabra
Jesús en la tormenta en el mar de Galilea. Pieter Bruegel the Elder.
“¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?”
XII Domingo del Tiempo Ordinario
Job 38, 1.8-11 Salmo 106, 23-31 2 Corintios 5, 14-17 Marcos 4, 35-40: Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: “Vamos a la otra orilla”. Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó un fuerte huracán y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un almohadón. Lo despertaron diciendo: “Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?”. Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: “¡Silencio, cállate!”. El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: “¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?”. Se quedaron espantados y se decían unos a otros: “Pero, ¿quién es este? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!”.
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laPuntada Reflexiones para n谩ufragos
Lo primero que captamos del misterio de Dios no suele ser la verdad, sino la belleza. Hans Urs von Balthasar
Te贸logo cat贸lico