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13 de marzo de 2016 Nº 1137 • AÑO XXIV
RELACIÓN DE CRISTO CON EL PADRE
DÍA DEL SEMINARIO O´CONNOR, EL SUFRIMIENTO A LA LUZ DE LA FE
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Semanario de las Iglesias de Granada y Guadix
vozdelPapa
Lo que cambia el corazón es la misericordia de Dios “La misericordia de Dios transforma el corazón del hombre haciéndole experimentar un amor fiel, y lo hace a su vez capaz de misericordia”. Extracto del Mensaje de Cuaresma del Papa Francisco. Es siempre un milagro el que la misericordia divina se irradie en la vida de cada uno de nosotros, impulsándonos a amar al prójimo y animándonos a vivir lo que la tradición de la Iglesia llama las obras de misericordia corporales y espirituales. Ellas nos recuerdan que nuestra fe se traduce en gestos concretos y cotidianos, destinados a ayudar a nuestro prójimo en el cuerpo y en el espíritu, y sobre los que seremos juzgados: nutrirlo, visitarlo, consolarlo y educarlo. Por eso, expresé mi deseo de que “el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. Será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina” (ibíd., 15). (…)
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Ante este amor fuerte como la muerte (cf. Ct 8,6), el pobre más miserable es quien no acepta reconocerse como tal. Cree que es rico, pero en realidad es el más pobre de los pobres. Esto es así porque es esclavo del pecado, que lo empuja a utilizar la riqueza y el poder no para servir a Dios y a los demás, sino parar sofocar dentro de sí la íntima convicción de que tampoco él es más que un pobre mendigo. Y cuanto mayor es el poder y la riqueza
Mensaje de Cuaresma
a su disposición, tanto mayor puede llegar a ser este engañoso ofuscamiento. Llega hasta tal punto que ni siquiera ve al pobre Lázaro, que mendiga a la puerta de su casa (cf. Lc 16,20-21), y que es figura de Cristo que en los pobres mendiga nuestra conversión. Lázaro es la posibilidad de conversión que Dios nos ofrece y que quizá no vemos. Y este ofuscamiento va acompañado de un soberbio delirio de omnipotencia, en el cual resuena siniestramente el demoníaco “seréis como Dios” (Gn 3,5) que es la raíz de todo pecado. Ese delirio también puede asumir formas sociales y políticas, como han mostrado los totalitarismos del siglo XX, y como muestran hoy las ideologías del pensamiento único y de la tecnociencia, que pretenden hacer que Dios sea irrelevante y que el hombre se reduzca a una masa para utilizar. Y actualmente también pueden mostrarlo las estructuras de pecado vinculadas a un modelo falso de desarrollo, basado en la idolatría del dinero, como consecuencia del cual las personas y las sociedades más ricas se vuelven indiferentes al destino de los pobres, a quienes cierran sus puertas, negándose incluso a mirarlos. La Cuaresma de este Año Jubilar, pues, es para todos un tiempo favorable para salir por fin de nuestra alienación existencial gracias a la escucha de la Palabra y a las obras de misericordia. (…) Por tanto, nunca hay que separar las obras corporales de las espirituales. (...)
Editorial
Enviados a reconciliar Enviados a reconciliar es el lema que orienta la presente Campaña del Día del Seminario, en este Año Jubilar de la Misericordia. No aguardamos simplemente la vuelta del pecador, de aquel que se alejó o no estuvo nunca al calor del amor del Padre de la misericordia: somos enviados, debemos salir, buscar para facilitar y provocar el reencuentro. Es el dinamismo que pide el Papa Francisco a su Iglesia: una Iglesia en salida. El Papa nos explica en qué consiste: “La Iglesia en salida es una Iglesia con las puertas abiertas. Salir hacia los demás para llegar a las periferias humanas no implica correr hacia el mundo sin rumbo y sin sentido. Muchas veces es más bien detener el paso, dejar de lado la ansiedad para mirar a los ojos y escuchar, o renunciar a las urgencias para acompañar al que se quedó al costado del camino. A veces es como el padre del hijo pródigo, que se queda con las puertas abiertas para que, cuando regrese, pueda entrar sin dificultad”. Señalan nuestros obispos: “Esta salida misionera no responde a ninguna estrategia ni a ningún sentimiento de superioridad. Sabemos que todos somos pobres hombres y mujeres, ignorantes y pecadores, necesitados de la gracia y de la misericordia de Dios. Hemos recibido el don de la fe que nos ilumina y nos sostiene en la vida, queremos compartir esta alegría, deseamos ofrecer con sencillez a todos la posibilidad de vivir en la paz y en la esperanza que Dios da a los que aceptan sus dones de salvación. La alegría y la gratitud nos mueven a compartir con todos los hermanos, en un amor común, el gozo de la salvación de Dios”.
Dos son las grandes áreas en la que la Iglesia practica la misericordia: la acogida a los pecadores y la presencia afectiva y efectiva junto a los necesitados. La mentalidad contemporánea es sensible a la misericordia para con los desvalidos. Pero, ¿lo es tanto en el ejercicio de la misericordia para con los pecadores? El pecado se ha desdibujado del mapa de intereses de nuestro entorno: se ha diluido el pecado y a veces, incluso, enaltecido al pecador. Para Jesús el pecado es una tragedia que degrada al ser humano al separarlo de Dios y despojarlo de su condición de hijo. Y tiene una repercusión social en toda la comunidad. El pecado deja tras de sí una situación personal y social que degenera la realidad y daña y envilece a la persona pecadora y a sus víctimas. Jesús se revela ante el pecado y quiere erradicarlo. Ante el pecador se inclina, le acoge y perdona. La conversión misionera a la que nos convoca Francisco, como indican nuestros obispos: “Encuentra un contexto muy adecuado en el Año de la Misericordia, convocado por el Papa Francisco. Es el reconocimiento de la misericordia eterna de Dios lo que nos anima en este empeño, y es también nuestra propia misericordia, aprendida y recibida del Señor, la que nos mueve a anunciar a nuestros hermanos el sacramento de la salvación”. De la reflexión teológica de la CEE en el Día del Seminario
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Sumario Directora: Paqui Pallarés García Redacción: Rosa Die Alcolea Pedro Flores Medina Colaboradores: Antonio Gómez Casas (Guadix) José Antonio Vinuesa García Ignacio Fernández González
Edita: ARZOBISPADO DE GRANADA Plaza Alonso Cano, s/n 18001 GRANADA tel.: 958 215 675 e-mail: mcsgranada@planalfa.es www.archidiocesisgranada.es Diseño y maquetación: Secretariado de Medios de Comunicación de la Archidiócesis de Granada
Facebook: Archidiócesis Granada Twiter: @Archigranada
Sumario 02. Voz del Papa “La misericordia divina es más fuerte que el pecado” Misericordia frente a la riqueza y el poder
11. Textos Llamados por la Misericordia En el Día del Seminario 2016
03. Editorial La cruz de Cristo, inicio de una vida nueva
14. A fondo Relación de Cristo con el Padre La misericordia de la Iglesia, del Hijo y del Padre (III)
05. Mirada • Admisión a las Sagradas Órdenes • El número de seminaristas ordenados aumenta de 117 a 150 en 2015 • El Via Crucis de Fran Liszt en la Capilla Real • La Festividad de San José en el presente año • Visita guiada gratuita para conocer el exterior de la Catedral de Granada • Sembradores de Misericordia • Nota de la Comisión Episcopal de Migraciones ante los últimos acontecimientos en Europa
18. Cultura El sufrimiento a la luz de la de Flannery O´Connor o el sufrimiento y la pluma (I)
20. Testimonio Salir al encuentro de todos Francisco Laval
21. Signo y Gracia Tiempo de penitencia La Cuaresma hoy (IV)
• Subisidio para la proclamación de la Pasión • Respeto a los sentimientos religiosos • Agenda
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23. Luz de la Palabra V Domingo de Cuaresma
Mirada
Admisión a las Sagradas Órdenes en la Catedral Con motivo del Día del Seminario, que se celebra en la Iglesia el domingo día 13, con el lema Enviados a reconciliar, el Seminario diocesano San Cecilio de Granada celebrará una Jornada de puertas abiertas y la Admisión a las Sagradas Órdenes y la institución de Ministerios de Acólito y Lector. La iniciativa se ha llevado a cabo en años anteriores también con motivo del Día del Seminario, que tradicionalmente se celebra el domingo posterior a la fiesta de San José, el 19 de marzo, y que este año, por coincidir con la Semana Santa en el Domingo de Ramos, se ha adelantado una semana. ADMISIÓN A LAS SAGRADAS ÓRDENES En Granada, el Día del Seminario, el domingo día 13, se celebrará con la Admisión a las Sagradas Órdenes, de cuatro jóvenes seminaristas, y la institución de los Ministerios de Acólito y Lector de otros tres seminaristas. Tendrá lugar en la Eucaristía que presidirá nuestro Arzobispo, Mons. Javier Martínez, en la S.A.I Catedral a las 12:30 horas.
Día del Seminario en Granada
Los seminaristas a los que Mons. Javier Martínez concederá la Admisión a las Sagradas Órdenes son: Alejandro Anguís y David Salcedo, del Seminario diocesano San Cecilio; y César López y Klemens Proszowski, del Seminario Misionero Redemptoris Mater. Respecto a los Ministerios de Acólito y Lector, serán instituidos Javier Peña y Luis Palomino, del Seminario San Cecilio, y Esteban Torres, del Redemptoris Mater. Las colectas en las Eucaristías del domingo y la víspera, el sábado por la tarde, van destinadas a la formación de los seminaristas. Por otra parte, el sábado día 12 se celebra una Jornada de puertas abiertas en el Seminario Mayor. Esta Jornada comienza a las 10:30 horas con la acogida y desde allí se dirigirán hacia la Colegiata de los Santos Justo y Pastor, para participar en la adoración de la cruz con la Pastoral Juvenil. Tras la adoración de la cruz y comida, a las 15 horas, habrá actividades y testimonios.
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Mirada El número de seminaristas ordenados aumenta de 117 a 150 en 2015 Nota de prensa de la Conferencia Episcopal Española con motivo del Día del Seminario. Las ordenaciones sacerdotales, que son el fruto del Seminario, han crecido de los 117 nuevos sacerdotes del 2014, a los 150 ordenados en 2015. En España, hay 1.203 seminaristas menores, en edades adolescentes, y 1.300 seminaristas mayores que durante el curso 2015-2016 estudian filosofía y teología. El curso pasado eran 1.142 y 1.357 respectivamente. Este incremento de ordenaciones ayuda a entender la disminución de los seminaristas mayores en este curso. En el curso 2015-2016 hay un total de 1.300 seminaristas mayores. En este curso se aprecia el aumento del número de ordenaciones: las nuevas entradas al Seminario mayor en el curso 2015-2016 han sido de 270 y de ordenados 150. Este curso se han ordenado 33 más que en el curso anterior. En 2014 los ordenados fueron 117; en 2013, 131; 130 en 2012 y 122 en 2011. El total de en 2014-2015 fue de 1.357, cifra que consolidó el aumento de aspirantes al sacerdocio por cuarto año consecutivo. En el curso 2012-2013 (1.307 seminaristas) 2011-2012 (1.278 seminaristas). En el curso 2015-2016 han ingresado en los seminarios mayores españoles 270 nuevos seminaristas. En los seminarios menores las entradas nuevas han sido de 370. En 2014-2015 fueron 262 las entradas en el El Via Crucis de Franz Liszt en la Capilla Real El próximo 18 de marzo, a las 20 horas, el Coro de Cámara de la Capilla Real interpretará parte del Via Crucis de Franz Liszt dentro del recorrido de las estaciones de este tradicional ejercicio de piedad. La obra de Liszt irá acompañando la meditación del camino de la cruz vivido mediante textos bíblicos, breves comentarios y oraciones. Resulta un acto religioso donde la belleza y la espiritualidad de la música del compositor húngaro ayuda a vivir con profundo sentimiento y espíritu de fe, unidos a Jesús, el misterio de su pasión. Menos conocida que su obra profana, Franz Liszt dejó valiosas obras religiosas, entre ellas el Via crucis, imponente obra de órgano o piano, solistas y coro.
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seminario menor. El total de estudiantes en los seminarios menores en 2015-2016 es de 1203. “Enviados a reconciliar” Estos datos se hacen públicos coincidiendo con la celebración del Día del Seminario, el 19 de marzo. La Comisión Episcopal de Seminarios y Universidades ha editado los materiales para celebrar el Día del Semanario que, en el Año de la Misericordia, lleva por lema Enviados a reconciliar. El Día del Seminario se celebra el día de san José, 19 de marzo, y en las diócesis en las que no se celebra esta festividad, el domingo más cercano. En esta ocasión, la celebración se adelanta al 13 de marzo para que no coincida con el Domingo de Ramos, que es el domingo más próximo. El Día del Seminario se viene celebrando desde el año 1935 con un mismo objetivo: suscitar vocaciones sacerdotales mediante la sensibilización, dirigida a toda la sociedad, y en particular a las comunidades cristianas.
Mirada La Festividad de San José en el presente año La vocación de san José le hizo participar íntimamente en el misterio de Cristo. Fue llamado por Dios para “tomar consigo a María su esposa” que estaba encinta “del que fue engendrado en ella por el Espíritu Santo” (Mt 1, 20). De este modo, Jesús “llamado Cristo”, nace de la esposa de José en la descendencia mesiánica de David (Mt 1, 16) (cf Catecismo de la Iglesia Católica, 437).
En conformidad con lo cual, por lo que se refiere a nuestra Diócesis de Guadix, dispongo: 1. Mantener el día de San José como fiesta de precepto con la obligación de participar en la Santa Misa. 2. Dispensar del obligado descanso laboral a los fieles que se vean precisados a desarrollar su trabajo habitual en ese día.
A partir de ahí, la persona y la vida de San José tienen en la historia de nuestra salvación una importancia que ha sido reconocida siempre por la sagrada liturgia y las leyes canónicas al proponer su fiesta como día de precepto (cf canon 1246). Tradicionalmente el pueblo cristiano ha secundado esta norma dando un significativo realce familiar y social a la fiesta del 19 de marzo.
3. Pedir a los párrocos y rectores de iglesias que ordenen los horarios de los servicios religiosos de modo que todos encuentren la mayor facilidad para participar en la Santa Misa; y que, con la debida antelación, comuniquen a los fieles el contenido de este documento y los horarios de misas.
En el presente año de 2016, este día ha sido declarado laborable por la autoridad civil de Andalucía.
4. El Día del Seminario se celebrará los días 13 y 19 de marzo y se ruega tengan presente la colecta que se ha de hacer en las Misas de los dos días y que redundará a favor de nuestro Seminario.
Ante la necesidad de fijar claramente el tratamiento que dicha fiesta debe tener por parte de la comunidad católica, los Obispos de la Provincia Eclesiástica de Granada hemos acordado mantener en las Diócesis respectivas el carácter festivo de este día.
En Guadix, a ocho de marzo de dos mil dieciséis. + Ginés García, Obispo de Guadix Por mandato de S. E. R. Manuel Millán Arjona Canciller-Secretario
Visita guiada gratuita para conocer el exterior de la Catedral de Granada El sábado día 19 a las 11 horas, organizada por la Delegación Diocesana para el Patrimonio Cultural. El próximo 19 de marzo, a las 11 horas, la Delegación Diocesana para el Patrimonio Cultural del Arzobispado de Granada, dentro de su programa de actividades para el presente curso, organiza una visita guiada al exterior de nuestra Catedral, deteniéndonos especialmente en la contemplación de la girola, portadas y torre. La visita partirá desde la puerta del Ecce Homo (Pasaje Diego de Siloé) para finalizar en la fachada principal. La visita será guiada por D. Manuel García Luque, Licenciado en Historia del Arte, investigador y autor de numerosos artículos publicados en las más prestigiosas revistas de esta especialidad, que actualmente
está finalizando la redacción de su tesis doctoral. Es asiduo colaborador en este programa de visitas guiadas. La visita guiada es libre y gratuita. No se precisa inscripción previa. Se ruega a todos puntualidad.
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Mirada Sembradores de misericordia Nuestro Arzobispo clausuró el pasado día 5 la semana de cultos en honor al Santísimo Cristo de la Misericordia en la iglesia de San José, que del 1 al 5 ha sido templo jubilar en este Año Extraordinario convocado por el Papa. Mons. Javier Martínez animó a los hermanos de la Cofradía del Santísimo Cristo de la Misericordia (conocida como Hermandad del Silencio) a ser “sembradores de misericordia”. “Sed sembradores de un gesto de misericordia grande, de un gesto de reconciliación a alguien que pueda tener necesidad de ello”, señaló Mons. Martínez en la Eucaristía celebrada el pasado día 5 con la que se clausuró el Quinario que durante la semana pasado celebró la Cofradía del Santísimo Cristo de la Misericordia. En virtud de estos cultos, que se celebraron del 1 al 5 de marzo, la iglesia de San José fue templo jubilar de la Misericordia. El Evangelio de ese día en la Eucaristía era la parábola del hijo pródigo, una de las parábolas de referencia en este Año de la Misericordia, que celebramos con el lema Misericordiosos como el Padre y cuya enseñanza “está resumida en la imagen del Santísimo Cristo de la Misericordia”: la vuelta del hijo que, habiéndose marchado y gastado toda la herencia, regresa a los brazos del padre, arrepentido y necesitado de perdón y amor; y el padre lo acoge con amor y alegría porque el hijo perdido ha regresado. Y es que “no es sólo que el padre sale al encuentro de su hijo; es que ha entregado su Hijo para que derramara su sangre por nuestros pecados. Y Él ha pagado ya los de todos. Los de todos es de todos, los de todo el mundo”, afirmó nuestro Arzobispo. Ante el Cristo de la Misericordia, Mons. Martínez explicaba a los cofrades que, precisamente, “un mundo sin misericordia es un mundo terriblemente inhumano”, porque frente a la dialéctica del perdón está la de la venganza. “Un mundo sin misericordia es un mundo que se destruye a sí mismo”, subrayó. “Sólo podemos proclamar la misericordia como un milagro de Dios, una gracia de Dios, no como una cosa que somos capaces de hacer nosotros solos, por nosotros mismos”. TODOS NECESITAMOS LA MISERICORDIA “Todos necesitamos de la misericordia de Dios. El Evangelio es la Buena Noticia de que Dios es –como
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dice el título del libro del Papa- el nombre de Dios es misericordia. El nombre de Dios es amor. Pero en este mundo nuestro, la forma más exquisita del amor es el perdón; en nuestra realidad de seres humanos frágiles, de seres que aun llenos de buena voluntad hacia las personas que tenemos cerca, las más cercanas, aun con todo el buen deseo del mundo, no basta. Hace falta perdonar. Sólo con la experiencia de que Dios, que es Amor, nos perdona, nos abraza, no nos rechaza a pesar de nuestras miserias y de nuestras mediocridades y de nuestros defectos; sólo cuando uno tiene esa experiencia brota de verdad la alegría en la liturgia cristiana”, afirmó Mons. Martínez. QUINARIO Desde el 1 al 5 de marzo la iglesia de San José, en el barrio del Albaicín, acogió los cultos en honor al Santísimo Cristo de la Misericordia, y por ello en esos días fue templo jubilar en este Año Santo Extraordinario convocado por el Papa. Durante esos días, los hermanos cofrades, con el Hermano Mayor y Junta de gobierno, y fieles en general que se sumaron celebraron los cultos con el rezo del Santo Rosario, el ejercicio del Quinario y, posteriormente, la Santa Misa que cada día ha oficiado un sacerdote diocesano, y clausurado por Mons. Javier Martínez. En el ejercicio del Quinario se recordó a los hermanos fallecidos de la cofradía y al sacerdote diocesano D. Enrique León, fallecido recientemente y muy cercano a la vida cofrade granadina. Asimismo, se rezó la oración para ganar el Santo Jubileo y, tras la Santa Misa, se rezó la Oración de consagración de los hermanos ante el Santísimo Cristo de la Misericordia.
Mirada Nota de la Comisión Episcopal de Migraciones ante los últimos acontecimientos en Europa Los Obispos de la Comisión Episcopal de Migraciones ante el acuerdo alcanzado ayer (ndr. 7 de marzo) en Bruselas entre la Unión Europea y Turquía para devolver a este último país a todos los refugiados que últimamente han llegado a Europa desde las costas del Egeo, manifiesta su inmenso dolor ante esta y todas las ultimas tragedias humanitarias que afectan a emigrantes y refugiados. Nos olvidamos que “detrás de estos flujos migratorios, en continuo aumento, está siempre la inhumanidad de un sistema económico injusto en que prevalece el lucro sobre la dignidad de la persona y el bien común; o la violencia y la ruina que genera la guerra, la persecución o el hambre”. Tal y como manifestamos ante la Jornada Mundial de Migraciones del pasado 17 de enero de 2016, queremos unir nuestra voz de pastores de la Iglesia a la de las organizaciones eclesiales que trabajan con inmigrantes y refugiados, que han hecho oír su voz en defensa de los derechos de estas personas desvalidas que reclaman con justicia nuestra solidaridad…”. Celebramos asimismo como también escribíamos entonces que “el trabajo, la reflexión y la toma de posturas en común, que se viene realizando entre las diversas organizaciones eclesiales que trabajan con especial preferencia en el campo socio-caritativo, ha sido un signo elocuente de fraternidad y de comunión eclesial”. Y tal y como los obispos señalábamos en el citado mensaje, “mantener un discurso común contribuirá más eficazmente a haceros oír, a sensibilizar a nuestra comunidades en la defensa de los derechos de refugiados e inmigrantes y a avanzar en el cultivo de la cultura de la acogida e integración de estos hermanos”.
Y en este mismo sentido desearíamos para toda Europa proyectos como los que alabó el Santo Padre en el ángelus del pasado 5 de marzo: “Como signo concreto de compromiso por la paz y la vida quisiera citar y expresar admiración por la iniciativa de los pasillos humanitarios para los refugiados, iniciada recientemente en Italia. Este proyecto piloto, que une la solidaridad y la seguridad, consiente ayudar a personas que huyen de la guerra y de la violencia, como los cientos de refugiados ya trasladados en Italia, entre los cuales niños enfermos, personas discapacitadas, viudas de guerra con hijos y ancianos. Me alegro también porque esta iniciativa es ecuménica, siendo sostenida por la Comunidad de San Egidio, Federaciones de las Iglesias Evangélicas Italianas, Iglesias Valdenses y Metodistas”. Los obispos de la Comisión Episcopal de Migraciones Madrid, 8 de marzo de 2016
Subsidio para la proclamación de la Pasión el Viernes Santo Publicado por Libros Litúrgicos, Servicio de Publicaciones de la CEE. El sello editorial Libros Litúrgicos, del Servicio de Publicaciones de la Conferencia Episcopal Española, ha publicado un subsidio para la proclamación de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo con los textos de la nueva edición de los Leccionarios de la Misa. Se trata de un recurso que podrá utilizarse para esta Semana Santa 2016 destinado a las parroquias y que facilita la lectura del evangelio tanto del Domingo de Ramos como del Viernes Santo, tradicionalmente leídos por el sacerdote celebrante y dos fieles. De esta manera, se leen las tres voces que aparecen en dicho Evangelio: la de Jesús (sacerdote), la de los apóstoles (fiel) y la del pueblo (fiel).
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Mirada Respeto a los sentimientos religiosos de los ciudadanos Comunicado de los representantes religiosos ante la ofensa a los sentimientos religiosos en un acto celebrado en Barcelona.
entre conciudadanos de toda convicción, ejerciendo plenamente su derecho a la libertad de expresión sin herir los sentimientos de los demás.
La entrega de premios Ciudad de Barcelona de este año, con una pretendida finalidad poética, ofreció a los asistentes una recitación que, más allá de la provocación y el mal gusto, incurre en ofensas gratuitas a los sentimientos religiosos de diversas comunidades de creyentes de nuestro país. Este es un triste episodio más, que se une a otros también ofensivos para los creyentes, y que reclaman nuestra denuncia pública.
Los representantes religiosos debemos transmitir un mensaje de respeto a todos los creyentes de toda confesión, y de rechazo a las ofensas públicas contra los sentimientos religiosos de nuestros convecinos, para una convivencia respetuosa y hermanada entre todos.
Debemos tener en cuenta que los sentimientos religiosos en nuestro país gozan de protección, a la par que se garantiza la libertad de expresión con el límite constitucional del respeto a los demás derechos y libertades, como es la libertad religiosa.
Riay Tatary, Presidente de la Comisión Islámica de España Mariano Blázquez, Secretario Ejecutivo de la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España
Las diversas comunidades religiosas de nuestro país trabajamos por la convivencia armoniosa y productiva
Issac Querub, Presidente de la Federación de Comunidades Judías de España
José María Gil Tamayo, Secretario General de la Conferencia Episcopal Española
AGENDA • Charlas cuaresmales en Guadix. Del lunes 14 al jueves 17 de marzo se va a celebrar en la Catedral de Guadix un Ciclo de Conferencias Cuaresmales, impartido por el obispo accitano, Mons. Ginés García. Cada día, previa a la conferencia, se celebrará la Eucaristía, a las 19:30 horas, y después tendrá lugar la exposición del tema, en torno a las 20 horas. Tendrán lugar en el templo de la parroquia del Sagrario, anexo a la Catedral. • Retiro del clero. Como preparación para las celebraciones de Semana Santa y continuando con el tema de la compasión y misericordia, nuevo retiro del clero en Granada el día 14, a las 11:15 horas, en el Seminario Mayor, a cargo del padre Juan Antonio Lamarca CMF, que hablará sobre El Desarraigo y la unión para vivir la compasión de Dios. • Viacrucis viviente en Guadix. La Asociación San José, de Guadix, representará un Viacrucis viviente en el paseo de la Catedral, el día 16, a las 18 horas, con acceso libre. El Viacrucis será presentado a los medios de comunicación por el Obispo de Guadix y la Asociación de San José, en el salón de actos del Obispado el día 14 a las 10 horas.
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• Pastoral Juvenil. Eucaristía en S.A.I Catedral de Granada a las 12:30 horas, con Mons. Javier Martínez, presidida por el cuadro que representa a la Virgen Inmaculada Joven, de sor Isabel Guerra, que ha estado disponible durante esta semana en la adoración de la cruz con la Pastoral Juvenil. • Nívar. Vía Crucis viviente en Nívar el domingo día 13, a las 17:30 horas, desde la parroquia del pueblo, organizada por la parroquia de Atarfe. • Perpetuo Socorro. Las Últimas Siete Palabras de Cristo en la cruz, celebración de música, imagen y poesía en el santuario Perpetuo Socorro, con el Coro Divino Maestro, el día 17, a las 20:30 horas, con el lema La Pasión que no termina. • San José. En la Festividad de San José, Esposo de la Virgen María, el día 19 es día precepto, para asistir a la Santa Misa. Están dispensados del día de precepto quienes se ven obligados a trabajar. La Eucaristía de la tarde ese día 19 corresponde a la víspera del domingo, Domingo de Ramos.
Textos
Llamados por la Misericordia En el Día del Seminario 2016 En el tiempo cuaresmal, la Iglesia invita a los cristianos a cuidar especialmente el Sacramento de la Penitencia. Cristo perdona nuestros pecados y el ministerio sacerdotal es “ministerio de misericordia”. En el Día del Seminario, que se celebra a las puertas de la Semana Santa, el día 13, con el lema Enviados a reconciliar, y en el marco del Año de la Misericordia, el Obispo de Guadix, Mons. Ginés García, aborda la relación entre el sacerdocio ministerial y la misericordia. Queridos diocesanos: La celebración del Año Santo de la Misericordia nos ofrece el marco para la reflexión que cada año hacemos por estas fechas al celebrar, en la solemnidad de San José, el Día del Seminario. Os invito a pensar en el don que supone para la Iglesia la presencia de los sacerdotes, y la necesidad de contar con un seminario que sea verdadera escuela del Evangelio, donde se formen los hombres que han de servir al pueblo de Dios haciendo presente a Cristo con su vida y ministerio.
Este año quisiera detenerme en la relación que existe entre el sacerdocio ministerial y la misericordia. El sacerdote lo es por la misericordia de Dios y lo es para mostrar a los hombres y al mundo esta misericordia. Dios se fija en hombres como los demás, cargados de debilidades y pecados, y los mira con ojos de misericordia como miró a los primeros apóstoles. No elige a hombres capaces sino que los capacita para actuar en su nombre. Los sacerdotes hemos sido llamados por pura misericordia, estamos convencidos que otros pueden tener, y de hecho tienen, más cualidades que nosotros, pero nos rendimos ante la fuerza del misterio de una elección. No estamos llamados a comprender, sino a vivir confiadamente lo que Dios quiere, y a entregarnos sin reservas a la salvación de los hombres. En nuestras vidas experimentamos cada día el peso de la fragilidad, lo poco que somos para una misión tan extraordinaria. Y es de este sentimiento de donde nace nuestra fuerza. Basta la gracia de Dios para salir al mundo a anunciar el Evangelio. Los sacerdotes, por la oración y la entrega a los demás, tenemos que dejarnos transformar por Dios, dejar que nos cambie el corazón y que nos dé uno misericordioso como el suyo. El sacerdote es testigo y ministro de la misericordia. Nuestro ministerio es ministerio de misericordia. Llamados por Dios a perdonar los pecados en su nombre, los sacerdotes han de tener un corazón capaz
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Textos de acoger y comprender al que se acerca arrepentido al perdón de Dios. No somos los sacerdotes lo que juzgamos, sino los que abrazamos al penitente con los brazos del Dios de la misericordia. Hemos de condenar el pecado y devolver al pecador a la comunión con Dios y con la Iglesia. No nos cansemos de agradecer, queridos hermanos, este magnífico don que Dios nos hace a través del ministerio de los sacerdotes. Y nosotros, sacerdotes, no dejemos de ser cauces de la gracia que perdona y sana en el ejercicio cotidiano del sacramento de la penitencia. Un hombre que experimenta el perdón de Dios ya no puede mirar de la misma manera a los demás. La misericordia para con los hermanos sólo puede brotar de un corazón reconciliado y agradecido. Los sacerdotes están llamados a mostrar la misericordia de Dios mediante la práctica de la caridad. La Iglesia y el mundo necesitan del ministerio de caridad de los sacerdotes. El que preside la comunidad en nombre del Señor ha de acompañarla y animarla a vivir en el amor a los demás, a practicar las obras de misericordia. Pero no se trata de dar sino de darse: “Así, pues, cuando haces una obra de misericordia, si das pan, compadécete de quien está hambriento; si le das de beber, compadécete de quien está sediento; si das un vestido, compadécete del desnudo; si ofreces hos-
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pitalidad, compadécete del peregrino; si visitas a un enfermo, compadécete de él; si das sepultura a un difunto, lamenta que haya muerto; si pacificas a un contencioso, lamenta su afán de litigar” (San Agustín, Sermón 358A). No hace falta insistir en lo necesarios que son para la Iglesia los sacerdotes. Cómo sufren las parroquias que no cuentan con un sacerdote propio, y cómo sufren los cristianos que quisieran tener cerca a los sacerdotes, sobre todo en los momentos más importantes de la existencia humana. Esos sacerdotes que conocemos, y los quisiéramos tener en nuestros pueblos y ciudades, nacen de las familias cristianas y se forman en nuestro seminario. Si no hay familias cristianas que eduquen a sus hijos en la fe y los apoyen y acompañen en su posible vocación, no tendremos buenos sacerdotes; y si no tenemos un seminario que haga crecer en la vida de fe y alumbre la vocación que hay en el corazón de los jóvenes, formándolos para ser verdadera presencia de Cristo en la comunidad, no contaremos con los sacerdotes que a todos nos gustaría tener. Os invito a dar gracias a Dios por el don del sacerdocio en la Iglesia, y en concreto, por cada sacerdote. Por los que tenemos más cerca y por los que no conoce-
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mos. Sólo se valora aquello por lo que se da gracias. Y no dejéis de pedir por vuestros sacerdotes. Pedid que sean fieles a la vocación que han recibido, que sean hombre de Dios y hombres del pueblo; contemplativos y entregados; cercanos a Dios en la oración y cercanos a la gente en sus dificultades. No os canséis de pedir cada día al Dueño de la mies que siga llamando a los jóvenes al sacerdocio, y que los jóvenes sean generosos en la respuesta a esta llamada. Dios espera mucho de los jóvenes, ojalá que ellos descubran que en el cumplimiento de la voluntad de Dios está la verdadera felicidad.
pósito de ser instrumentos de la llamada, moverán el corazón de Dios siempre dispuesto a regalarnos su presencia.
A todos nos gustaría tener muchos sacerdotes, y sobre todo que sean santos. Pues para esto sólo hay un secreto: orar e invitar a los jóvenes a seguir la vocación. Lo demás lo pone el Señor. Estoy convencido que nuestras manos elevadas al cielo y nuestro pro-
Con mi afecto y bendición.
La Virgen María recibió la llamada de Dios a ser su madre y dijo que Sí. También acompañó con su silencio y su ternura el Sí de su Hijo a la voluntad del Padre hasta la muerte. Acompaña ahora el camino de la Iglesia y de cada uno de sus hijos para que el Sí a Dios sea ininterrumpido. Ahora le pedimos: Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos. Madre de la misericordia, ruega por nosotros.
+ Ginés, Obispo de Guadix 3 de marzo de 2016
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Relación de Cristo con el Padre La misericordia de la Iglesia, del Hijo y del Padre (y III) Tercera y última entrega de la sesión formativa de Mons. Javier Martínez en la Escuela de Evangelizadores de la Misericordia, celebrada a finales de enero en el diocesano Colegio Virgen de Gracia, dedicada a la misericordia de la Iglesia, del Hijo y del Padre. En anteriores números, Mons. Martínez habló de la relación de nuestra persona con la Iglesia y la relación de la Iglesia con Cristo. Nuestra relación con la Iglesia: somos miembros de la Iglesia y eso significa amar antes. Amar más el bien del cuerpo que mis intereses; mi bien, que no es distinto del bien del cuerpo. ¿Relación de la Iglesia con Cristo? Primero, es un quién: es la Esposa a la que Cristo se une de tal manera que la hace su propio cuerpo. Y por lo tanto, el lugar a través del cual Cristo hoy puede ser accesible a los hombres. Cuando San Juan decía en la primera Carta suya “lo que
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nuestros ojos han visto, lo que nuestros oídos han oído, lo que nuestras manos han tocado acerca del Verbo de la vida, porque la Vida, que estaba en Dios, se ha manifestado”, ¿lo podemos seguir diciendo nosotros? ¿Dónde pueden sentirse los hombres tocados por Cristo, dónde pueden ver a Cristo, dónde pueden oír a Cristo? Nosotros somos hoy la humanidad de Cristo. Y esa humanidad no se hace presente en la Iglesia sobre todo; a la Iglesia ya vienen los que saben a lo que vienen. ¿Dónde tienen los hombres que encontrarse con Cristo?: en la calle, en el supermercado, en el metro… Es en el mundo donde los hombres tienen que percibir que tenemos una mirada distinta. ¿Cuál es la relación de Cristo con Dios? En la Trinidad todo es común, excepto la identidad de las personas en la relación; todo es común, excepto la iden-
aFondo tidad que distingue la relación de las personas. Pero el Padre que es Amor se da por entero. Nosotros nos damos a trocitos y, además, nos damos poco a poco y en el tiempo, necesitamos tiempo y espacio para darnos, porque somos pequeños, pobres, y nunca nos damos del todo. Si nos pudiéramos dar del todo, la otra persona sería nosotros y nosotros la otra persona sin disolvernos, es decir, sin dependencias afectivas, por ejemplo. Somos más nosotros mismos cuanto más nos damos. Dios se da por entero. Dios da toda su vida y Él es plenamente Dios porque la da. Y por lo tanto, su Hijo tiene la misma vida que el Padre, sólo que la del Hijo es recibida, la del Padre es dada. Ya es el amor humano un misterio y nosotros no tenemos otra forma de asomarnos al amor divino mas que a través del amor humano. Y el amor humano ya es misterioso. Pensad esto: el Padre da toda la vida y el Hijo recibe toda la vida. Y hay una relación entre el Hijo y el Padre, que es la unidad de la obediencia. El Hijo se hace obediente al designio de amor del Padre. Por eso, el que se encarna es el Hijo. Y el Espíritu Santo es como el retorno, es el amor con el que el Padre ama al Hijo, y el retorno del amor del Hijo al Padre. ¿Qué hace Jesús? Él se encarna y nos entrega su Espíritu. Al entregarnos su Espíritu nos hace hijos
como Él para poder tener esa misma relación del Hijo con el Padre. Se hizo obediente hasta la muerte y una muerte en la cruz. Pero no es la obediencia la que manda. Es decir, si entendemos que el Padre le ha dado toda su vida al Hijo y el Padre es amor, el Hijo recoge toda esa vida que es amor y es la obediencia del que ama. No hay nada más libre que el amor y no hay nada, al mismo tiempo, más esclavo que el amor. Un amor verdadero no me separa de nadie, me hace ser más yo mismo, más plenamente yo mismo. Cuando un amor es como “mi tesoro” no es un amor, es una posesividad, que empequeñece al que ama y empequeñece al amado. El amor crea. El amor hace ser. El amor es creador y crea. Las empresas siempre fabrican menos, o dicen que fabrican menos, de lo que pueden vender. En cambio, la Creación es un derroche. Dios es un derrochador. Todo lo ha creado en una sobreabundancia, limitada, porque el mundo es limitado, pero ilimitada para nuestra pequeñez.
“Somos más nosotros mismos cuanto más nos damos. Dios se da por entero”
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La Trinidad (1577-80). El Greco.
La relación del Padre y del Hijo es de unidad. El Padre y yo somos uno, dijo Jesús en el Evangelio. Es una unidad que en el Hijo es obediencia, pero es la obediencia del amor, que es la obediencia más libre del mundo. No porque el Padre le haga al Hijo esclavo. De la misma manera, cuando la Virgen dice “he aquí la esclava del Señor”, ¿pierde la Virgen personalidad por hacerse esclava del Señor? La habría perdido si no lo hubiera dicho.
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La obediencia de Cristo al Padre le hace ser, en la carne, el único nombre bajo el Cielo por el que podemos ser salvos, porque por la obediencia de Cristo hemos conocido el amor infinito de Dios; en la obediencia de Cristo, en el don de Cristo de su propia vida: “Nadie me quita la vida. Yo la doy porque quiero”, dice Él. En ese don que Él hace de su propia vida a nosotros Dios se revela como abismo sin fondo de amor. Por lo tanto, la obediencia de Cristo le hace el
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Señor del Universo, le hace el Señor de nuestras vidas. Nos ha conquistado, por derecho de conquista. Porque nosotros tenemos necesidad de amor y no hay amor en la Historia al que podamos apoyarnos como el de Cristo, que es corporalmente el amor infinito de Dios. Es decir, en la humanidad de Cristo el amor y la misericordia infinita de Dios, que se entrega por amor a nosotros. “Si el grano de trigo no muere, no da fruto”. Es una glosa de tres palabras, como cuando dice “el que quiera salvar su vida la pierde; el que la entrega, la gana”. Está explicando quién es Él y cuál es nuestra vocación. El Padre le da la vida al Hijo, entera. El Hijo asume nuestra condición humana, se encarna y nos entrega su espíritu en la cruz. Se da a Sí mismo, da su vida por la nuestra, por la de cada uno de nosotros. Cristo se da para que yo viva, se encarna. Y Cristo se queda, entrega su espíritu a la Iglesia y, al final, estamos nosotros. ¿Qué hay en nosotros, a través de Cristo, del Espíritu Santo que Él entregue a su Iglesia?: el amor infinito de Dios. ¿Qué es lo que la Iglesia tiene que hacer al mundo?: comunicarle ese amor, pero no en forma de discurso, sino en forma de caricia, afecto, de interés por la persona humana, que luego dará fruto o no dará fruto. Lo único importante, lo único que la Iglesia tiene que ofrecer al mundo es esto: es el amor infinito del Padre, que ha llegado hasta nosotros por esta
“Lo único que la Iglesia tiene que ofrecer al mundo es esto: el amor infinito del Padre” Historia. De ahí la pregunta “¿quién eres tú?”. Soy cristiano, soy alguien a quien Cristo le ha dado su vida, y mi historia es ésta. Y es una historia bella de la que no tenemos que avergonzarnos nunca. ¿Qué es lo que la Iglesia tiene que ofrecer al mundo? Su propio Ser, porque su propio Ser es el cuerpo de Cristo, que es el Hijo de Dios que ama al mundo como el Padre. “Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su propio Hijo. Y no ha venido el Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él”. ¿Cómo?: con su amor infinito, en la carne de Cristo, en la carne que recibió de María Virgen, como nosotros hemos recibido a Cristo en la Iglesia, en nuestra Madre la Iglesia, que nos ha dado la vida. ¿Cuál es la vida que nos ha dado?: la vida de hijos de Dios, la vida que Cristo ha entregado a su Iglesia y que la ha recibido del Padre. + Javier Martínez Arzobispo de Granada 29 de enero de 2016
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Cultura
El sufrimiento a la luz de la fe Y sin embargo, como una exigencia de nuestra naturaleza, no podemos dejar de cuestionarnos acerca de su sentido. Y mientras no lo encontramos, el sufrimiento se agudiza y puede terminar de destruirnos. Pero también hay quienes, en medio del dolor, han sido capaces de vislumbrar una luz y a partir de eso han mantenido viva la esperanza. Más aún, hay quienes no contentos con afrontar sus terribles noches oscuras, han sabido sacar fuerza de la fragilidad y se han constituido como verdaderos maestros en “la ciencia del sufrir”. Su testimonio y su palabra, pueden, acompañar, consolar e iluminar las noches oscuras de otros hombres.
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Flannery O’Connor o el sufrimiento y la pluma (I) Uno de estos maestros es sin duda la escritora americana Flannery O’Connor (1925-1964). Su familia se trasladó de Savannah (Georgia) a Milledgeville cuando ella tenía trece años por una enfermedad que sufría su padre que le costaría la vida dos años después. Este primer contacto con la muerte, lleva a O’Connor a comprender cómo nuestros planes se pueden ver truncados de inmediato sin que nadie haya pedido permiso previamente para ello. O’Connor y su madre permanecerán ya en Milledgeville, donde continúa sus estudios de secundaria y de grado. Dada su vocación literaria, la escritora consiguió una beca para los estudios de postgrado en Iowa, donde comenzó a escribir sus primeros relatos. Pero a los veinticinco años, la diagnostican la misma enfermedad que le había costado la vida a su padre -lupus eritematoso-.
Cultura
O’Connor con el paso de los años dirá cómo aquella enfermedad que podía haber sido el final de su vida, fue un nuevo principio. Con una dura disciplina de trabajo continuó con su vocación. Publicaría dos novelas -Wise Blood (1952) y The Violent Bear It Away (1960)- y treinta y dos relatos; nos ha llegado una fructífera recopilación de las cartas -The Habit Of Being (1979)- que escribió durante su vida a familiares, amigos y personas que se dirigían a ella pidiéndola consejo; y conferencias impartidas por la autora recopiladas en el libro Mystery And Manners (1969). Todo ello nos da muestra del espíritu de buscadora empedernida que la caracteriza. Parece que el hombre de hoy pretende huir del dolor, del sufrimiento, de la muerte, del mal... Sin embargo, descubre la imposibilidad de hacerlo, pese a que la técnica y la ciencia no dejan de investigar para mejorar la calidad de vida del individuo. Y surge entonces la decepción, la confusión y el vacío ante la propia existencia. O’Connor frente a la enfermedad intentó buscar respuestas, fundamentó sus respuestas en una serie de pilares: un profundo conocimiento del ser humano, su propia experiencia y su visión cristiana de las cosas. Ello le permitió encontrar cierta luz al misterio del dolor y descubrir que sólo lo Absoluto podría tomar sobre sus espaldas tanto nuestros sufrimientos individuales como los sufrimientos universales de toda la humanidad, y transformar todo ese dolor en vehículo para que su gracia pudiera ser acogida por la naturaleza caída del hombre. Así, Flannery O’Connor se dio cuenta de que el sufrimiento presente en la existencia ofrece al hombre la oportunidad de cultivar la compasión y la misericordia y quizás también levantar ese velo de inmanencia que cubre nuestra época y le impide acercarse a la plenitud para la que fue creado.
De tradición y formación católica, interpreta el sufrimiento dentro del marco de su fe. De acuerdo con ella, admite que el gran escándalo de este mundo no es la existencia del sufrimiento, sino que Dios -a pesar del horror de este mundo y de la debilidad del hombre- decidió encarnarse en Cristo para superar las leyes del dolor, del sufrimiento y de la muerte, y sustituirlas por el mensaje de la redención. Esta fe, tan presente en la figura de O’Connor, se manifiesta en todos sus escritos. Pero no pretende moralizar a los lectores, sino mostrarles la realidad en la que viven y que basta abrir con honestidad la mirada para descubrir la necesidad de un Dios trascendente que dé sentido a la existencia. Esta mirada “desde arriba”, le permite relativizar todo aquello que parece insuperable en el día a día, pues ese Dios propone un sentido a todo lo que acontece. Susana Miró Publicado en www.elsentidobuscaalhombre.com
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Testimonio
Salir al encuentro de todos El beato Juan XXIII, al proclamar el Decreto de la Heroicidad de las Virtudes del Siervo de Dios Francisco Montmorency-Laval, el 28 de febrero de 1960, decía que aspiraba a algo grande, pero en el sentido evangélico, no en la perspectiva humana y familiar; las nuevas tierras abiertas a la evangelización le atraían, las misiones le seducían. Esta es la razón por la que marcha a Quebec el 16 de junio de 1659. Después de un trabajo intenso como misionero, es nombrado obispo de la nueva diócesis de Quebec, recientemente creada en el año 1674, convirtiéndose así en el primer obispo de Canadá. Incansable, recorría su diócesis en canoa y con raquetas cuando había nieve. Prestaba una atención especial a los indios. Organizaba el ministerio entre los blancos, y la misión entre los indios, cuyos derechos defendió con energía en diferentes circunstancias, incluso resistiendo y oponiéndose lealmente a la autoridad civil, y fue firme defensor de los derechos de la Sede Apostólica. Su vida y trabajo es reflejo de la entrega generosa de los misioneros que, dóciles al Espíritu Santo, tienen la valentía de vivir el Evangelio para salir al encuentro de todos en los cruces de caminos del mundo e invitarles a entrar en la casa del Padre. Gracias a ellos la Iglesia está en permanente dinamismo misionero, “porque si la Iglesia se detiene y se cierra, se enferma, puede corromperse, ya sea con los pecados, ya
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Francisco Laval
sea con la falsa ciencia separada de Dios, que es el secularismo mundano”, en palabras del Papa Francisco. Los misioneros, al reconocerse mirados y amados por Dios, acogen su gracia pero no la guardan para sí. Como San Pablo, se hacen todo para todos; saben vivir en la pobreza y en la abundancia, en la saciedad y en el hambre; todo lo pueden en Aquel que les da la fuerza (cf. Flp 4, 12-13). Con esta fuerza de Dios son enviados a la misión, confiando en el Señor que llama y en la Iglesia que acompaña. Así es la vida de un misionero y de una misionera, para terminar después lejos de su casa, de su patria; muchas veces muertos, asesinados. La semilla del Evangelio esparcida por Francisco de Laval ha dado un fruto abundante en la evangelización de los pueblos, con muchas y abundantes vocaciones misioneras. El mundo se llenó de misioneros canadienses. Ante esta realidad el Papa Francisco exhorta al Pueblo de Dios para que no ceda ante la tentación de la infidelidad y de la cobardía. “Pidamos al Señor que Quebec vuelva a este camino de fecundidad, para dar al mundo muchos misioneros. Que la semilla sembrada por él y los que le siguieron crezca y dé frutos de nuevos hombres y mujeres intrépidos, clarividentes, con el corazón abierto a la llamada del Señor. Ojalá Quebec vuelva a ser la fuente de misioneros audaces y santos” (12 de octubre de 2014)
SignoyGracia
Tiempo de penitencia La Cuaresma se vive como un período penitencial caracterizado por ciertas prácticas (oración, limosna, ayuno), que son las “armas de la penitencia cristiana”, que preparan y purifican a los fieles para la celebración Pascual. Así aparece expresado en la oración de bendición de la ceniza del Miércoles de Ceniza: “…que fieles a las prácticas cuaresmales, puedan llegar, con el corazón limpio, a la celebración del misterio pascual de tu Hijo”. La lectura del Evangelio del primer domingo de Cuaresma nos presenta a Jesucristo en el desierto, que después de 40 días ayunando, experimenta la prueba de la tentación. La Iglesia quiere revivir en este tiempo la experiencia de Cristo en el desierto, teniendo en cuenta también los ejemplos del Antiguo Testamento: - El ejemplo de Moisés que estuvo 40 días en la cumbre del Sinaí en ayuno cuando Dios le entregó los mandamientos (Ex 34, 27-28; 24, 18; Dt 9, 18). - El ejemplo de Elías que estuvo 40 días caminando por el desierto hasta el monte Horeb con la fuerza del alimento que Dios le dio (1 Re 19, 3-8). - Y el ejemplo del pueblo de Israel que estuvo caminando 40 años por el desierto hacia la tierra prometida (Dt 8, 2-4; 29, 4-5).
La Cuaresma hoy (IV) Los temas del desierto, del ayuno y el simbolismo del número 40, confluyen sobre todo en la experiencia de Cristo en el desierto. En el Prefacio del I Domingo de Cuaresma se conecta el origen de la Cuaresma con la experiencia de Jesús en el desierto. Así aparece expresado: “El cual (Cristo), al abstenerse durante cuarenta días de tomar alimento, inauguró la práctica de nuestra penitencia cuaresmal, y al rechazar las tentaciones del enemigo nos enseñó a sofocar la fuerza del pecado; de este modo, celebrando con sinceridad el misterio de esta Pascua, podremos pasar un día a la Pascua que no acaba”. Por eso la Cuaresma es una experiencia espiritual de desierto, un camino que se recorre durante 40 días en el que la comunidad cristiana se siente llevada por Dios al desierto, intentando dejar a un lado todo lo que pueda ser un impedimento para encontrarse con el Señor, incluso el alimento corporal, e intensificando la lucha contra el mal, como hizo Cristo en sus tentaciones. La Cuaresma es un tiempo fuerte de entrenamiento de los cristianos contra las fuerzas del mal como aparece reflejado, por ejemplo, en la oración colecta del Miércoles de Ceniza: “que la austeridad penitencial de estos días nos ayude en el combate cristiano contra las fuerzas del mal”.
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La tentación de Cristo (1854). Ary Scheffer.
La virtud de la penitencia y su práctica son siempre elementos necesarios de la preparación pascual: la práctica externa de la penitencia, tanto de los individuos como de toda la comunidad ha de ser el resultado de la conversión del corazón. Esta práctica, si bien debe acomodarse a las circunstancias y exigencias de nuestro tiempo, sin embargo no puede prescindir del espíritu de la penitencia evangélica, y ha de orientarse también al bien de los hermanos.
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Por eso, en la oración colecta del Viernes después de ceniza pedimos esta gracia: “…que la austeridad exterior que practicamos vaya siempre acompañada por la sinceridad de corazón”. José Antonio Vinuesa García Delegado episcopal de Liturgia (Granada)
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“El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra”
V Domingo de Cuaresma
Isaías 43, 16-21 Salmo 125 Filipenses 3, 8-14 Juan 8, 1-11 Por su parte, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba. Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?”. Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: “El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra”. E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer en medio, que seguía allí delante. Jesús se incorporó y le preguntó: “Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?”. Ella contestó: “Ninguno, Señor”.
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Cristo y la adúltera. Adrea Vicentino.
Comentario al Evangelio Las lecturas de este V domingo de Cuaresma nos hablan de novedad, de dejarnos transformar por el Señor por medio de la conversión y por lo tanto de caminar hacia delante con esperanza. El Evangelio de San Juan nos relata el episodio de la mujer adúltera. Este evangelio nos enseña a no condenar a los demás, porque en el fondo todos somos pecadores y todos merecemos ser condenados por una u otra causa. En nuestra vida está muy metida la actitud de condenar a los demás. Hay personas que todo lo ven negro y encuentran siempre defectos en los demás y por lo tanto terminan despreciando a los demás. Están también aquellos que culpan de todo a los demás: al gobierno, a la economía, a los obispos, sacerdotes, televisión, etc. Todos tienen culpa de lo que me pasa, menos yo, porque yo soy la víctima. Están también los que nunca están contentos con nada, ni con ellos mismos y siempre buscan a quien amargar la vida. ¡Con qué facilidad condenamos a los demás! Aunque todos somos imperfectos, acusando a los demás como fiscales nos creemos inocentes. Nos parece lo más natural echar la culpa a los otros. Todos nos creemos jueces de los demás, cuando eso es competencia exclusiva de Dios. Él es el único que conoce íntegramente a la persona con sus condicionamientos psicológicos y sus limitaciones de la libertad, y por tanto la responsabilidad y culpabilidad de cada uno.
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Jesús nos propone un camino, un camino de verdadera liberación. Primero el perdón, buscar el perdón y la reconciliación con Dios. Él está ahí, siempre dispuesto a acogernos, en Él no encontraremos nunca condena. Pero ¡ojo! no hagamos de Dios un Dios bonachón y tonto, dispuesto a pasar por todo. Jesús nos lo deja claro: Dios no condena al pecador pero sí al pecado. Dios acoge al pecador pero rechaza el pecado, por eso las palabras de Jesús: “Nadie te ha condenado, yo tampoco te condeno, vete y no peques más”. Dios nos puede liberar de la esclavitud del pecado si nos dejamos moldear por Él, si aceptamos su ayuda. En segundo lugar, tenemos que acostumbrarnos a practicar la misericordia, tenemos que esforzarnos en impedir que esos sentimientos de condena y desprecio por los demás que surgen desde nuestro corazón a veces sin quererlo, se conviertan en gestos de auténtica condena y desprecio. Tenemos que cultivar esa misericordia que nos haga comprender las circunstancias del otro, salvar siempre a la persona, solidarizarnos con el pecador. Para así parecernos cada día más a Jesús, para así ser cada día más humanos, hombres y mujeres libres de todo prejuicio y maldad.
Ignacio Fernández González Sacerdote Diócesis de Granada
El Señor de las misericordias dice que los misericordiosos son bienaventurados. Con esto quiere decir que nadie puede obtener misericordia del Señor si a su vez no usa misericordia. En otro lugar se dice: “Sed misericordiosos como el Padre que está en los cielos es misericordioso”. San Cromacio Obispo de la antigua Aquileia, entre los siglos IV y V.
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