Fiesta 1211

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12 de noviembre de 2017 Nº 1211 • AÑO XXVI

LA CRIATURA MÁS BELLA

CARTA PASTORAL EN EL DÍA DE LA IGLESIA DIOCESANA EL HOMBRE ACTUAL ANTE LA IGLESIA

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Semanario de las Iglesias de Granada y Guadix


vozdelPapa

Acción de gracias a Dios, Hijo y Espíritu Santo El Santo Padre comienza una nueva serie de catequesis, centradas en el “corazón” de la Iglesia: la eucaristía. “Para nosotros, cristianos, es fundamental entender bien el valor y el significado de la santa misa para vivir cada vez más plenamente nuestra relación con Dios”, nos dice el Papa Francisco en su primera Audiencia General sobre este tema. No podemos olvidar el gran número de cristianos que, en todo el mundo, a lo largo de dos mil años de historia, han resistido hasta la muerte para defender la eucaristía, ni tampoco a aquellos que, incluso hoy, arriesgan la vida para participar en la misa dominical. En el año 304, durante la persecución de Diocleciano, un grupo de cristianos del norte de África fue sorprendido mientras celebraba la misa en una casa y fue arrestado. El procónsul romano, en el interrogatorio, les preguntó por qué lo habían hecho, sabiendo que estaba absolutamente prohibido. Y ellos contestaron: “Sin el domingo no podemos vivir”, que significaba: Si no podemos celebrar la Eucaristía, no podemos vivir, nuestra vida cristiana moriría. Efectivamente, Jesús dijo a sus discípulos: “Si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros “. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día “(Jn 6,53 a 54).

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La Eucaristía, nuevo ciclo de catequesis

Aquellos cristianos norteafricanos fueron asesinados porque celebraban la eucaristía. Nos dejaron el testimonio de que se puede renunciar a la vida terrena por la eucaristía, porque nos da la vida eterna haciéndonos partícipes de la victoria de Cristo sobre la muerte. Un testimonio que nos interpela y exige una respuesta sobre lo que significa para cada uno de nosotros participar en el sacrificio de la misa y acercarnos a la mesa del Señor. ¿Buscamos ese manantial del que brota “el agua viva “ para la vida eterna?, ¿qué hace de nuestra vida un sacrificio espiritual de alabanza y de acción de gracias y nos hace un solo cuerpo con Cristo? Éste es el sentido más profundo de la santa eucaristía, que significa “acción de gracias”: acción de gracias a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, que nos atrae y nos transforma en su comunión de amor. En las próximas catequesis me gustaría responder a algunas preguntas importantes sobre la eucaristía y la misa, para volver a descubrir, o a descubrir, cómo a través de este misterio de fe resplandezca el amor de Dios. (…) (…) me gustaría redescubrir junto con vosotros la belleza que se esconde en la celebración eucarística, y que, una vez revelada, da pleno sentido a la vida de cada uno de nosotros. Nuestra Señora nos acompañe en este nuevo tramo del camino.


Editorial

Una diócesis es una familia Somos una gran familia CONTIGO es el lema del Día la Iglesia Diocesana que se celebra el domingo 12 de noviembre. El Secretariado para el Sostenimiento de la Iglesia nos invita a colaborar con nuestra parroquia aportando lo que tenemos: cualidades, tiempo o dinero. Somos la familia de los hijos de Dios y como familia todos somos corresponsables de su labor y de su sostenimiento. Con ocasión de esta celebración, nuestro Arzobispo ha escrito una Carta Pastoral, que ofrecemos en este número, en la que habla del Cuerpo de Cristo que es su Iglesia y de la Iglesia como la criatura más bella. Nuestra parroquia, la que tengamos más cercana, quizá la de nuestro barrio, o donde vayamos habitualmente a misa. ¿Qué vemos? Una construcción más o menos reciente, o que puede tener varios siglos, y con un determinado valor artístico. Pero ese lugar, ese edificio, es la casa del Señor y de su Pueblo, que se congrega para celebrar los misterios de la fe y experimentar la fraternidad cristiana. Las piedras de antaño o los ladrillos de hoy son exponentes de una gran cantidad de historias personales y comunitarias.

Allí se han dado y se continúan realizando multitud de acontecimientos de fe, esperanza y caridad que se viven a diario durante todo el año. Se celebra el gozo de las uniones esponsales, las reuniones de las familias cristianas cuando alguno de sus miembros recibe un sacramento. También cuando despiden con esperanza a los seres queridos. Asimismo, son espacios eucarísticos, de oración y encuentro para todos. Igualmente es referencia para tantos jóvenes y adultos que buscan una respuesta al sentido de sus vidas. Pasamos de lo visible a lo invisible porque los edificios, las iglesias, nos descubren el rostro de los que forman parte de ella. Nuestras parroquias deben ser, por eso, lugares de acogida, de creatividad, siempre como una madre de brazos abiertos para recibir a todos y no excluir a nadie. La Iglesia no es una historia pasada, sino un acontecimiento vivo. Vamos a cuidar nuestra parroquia, siendo lo que somos, “piedras vivas del templo de Dios”, unidos a nuestra diócesis. Como dice el Papa Francisco: una diócesis es una familia dentro de la gran familia que es la Iglesia.

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Sumario Directora: Paqui Pallarés García Redacción: María José Aguilar Mateos Colaboradores: Antonio Gómez Casas (Guadix) Ignacio Fernández González

Edita: ARZOBISPADO DE GRANADA Plaza Alonso Cano, s/n 18001 GRANADA tel.: 958 215 675 e-mail: mcsgranada@archidiocesisgranada.es www.archidiocesisgranada.es Facebook: Archidiócesis Granada / Secretariado Mcs Granada Twitter: @Archigranada Diseño y maquetación: Secretariado de Medios de Comunicación de la Archidiócesis de Granada

Sumario 02. Voz del Papa Acción de gracias a Dios, Hijo y Espíritu Santo La Eucaristía, nuevo ciclo de catequesis

11. Textos El hombre actual ante la Iglesia Pablo VI

03. Editorial Una diócesis es una familia

13. A fondo La criatura más bella Carta Pastoral en el Día de la Iglesia Diocesana

05. Mirada • Iglesia diocesana y Jornada de los pobres • Somos una gran familia contigo • Llegan los restos del beato Andrés Molina a Ogíjares en la Jornada de Formación permanente del clero • “Enciende tu compromiso”. V edición de las 24 horas de Manos Unidas • Presentación de “Amigos de San Andrés” • Las reliquias del beato Antonio Torres García ya reposan en una capilla en Caniles • El Obispo de Guadix nombra nuevo Colegio de Consultores • Agenda

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18. Cultura El amor por la belleza y la verdad Anton Chejov, escritor ruso 20. Testimonio “Jesús a todos y todo a Jesús” Beata Rani María Vattalil 21. Signo y gracia Liturgia Eucarística Eucaristía: Elementos y partes 22. Luz de la Palabra “¡Llega el esposo, salid a su encuentro!” XXXII Domingo del Tiempo Ordinario


Mirada

Iglesia diocesana y Jornada de los pobres Los próximos domingos, días 12 y 19 de noviembre, celebramos en la Iglesia particular y universal, respectivamente, el Día de la Iglesia Diocesana y la Jornada mundial de los pobres. El próximo 19 de noviembre celebramos en la Iglesia la Jornada Mundial de los Pobres, que ese día llevamos a cabo por primera vez tras ser instituida por el Papa Francisco al concluir el Año de la Misericordia. Esta Jornada tiene como lema No amemos de palabra sino con obras.

Los días 12 y 19, respectivamente Con motivo del Día de la Iglesia Diocesana, nuestro Arzobispo ha escrito una Carta Pastoral, que ofrecemos íntegra en nuestra sección de A Fondo, titulada La criatura más bella, en la que habla de esta celebración como “un motivo dichoso de reflexión sobre la naturaleza de nuestro ‘ser Iglesia’ en este momento de la historia”. Para profundizar en el significado de Iglesia diocesana, Mons. Martínez retoma “la imagen del cuerpo, que San Pablo usa en varias ocasiones como imagen de la Iglesia”. IGLESIA DIOCESANA

Por ello, y para dar más significado a esta Jornada y evitar coincidencias, la Conferencia Episcopal Española ha modificado su Calendario de Jornadas y Colectas en España, adelantando la Jornada de la Iglesia Diocesana, cuya celebración estaba prevista para el 19 de noviembre. Esta Jornada del Día de la Iglesia Diocesana se celebrará este domingo día 12, con el lema Somos una gran familia contigo, y cuya colecta en la Eucaristía tendrá ese fin. En la Archidiócesis de Granada, en comunión con toda la Iglesia de España y Universal, celebraremos ambas Jornadas.

El Día de la Iglesia Diocesana, que celebraremos el día 12 en Granada junto al resto de Iglesias particulares en España, promovida desde la Conferencia Episcopal Española, tiene como lema Somos una gran familia CONTIGO. El Secretariado para el Sostenimiento de la Iglesia, de la CEE, invita a los fieles y personas de buena voluntad a colaborar con la parroquia aportando lo que tenemos: cualidades, tiempo o dinero. “Somos la familia de los hijos de Dios y como familia todos somos corresponsables de su labor y de su sostenimiento”, señala este Secretariado.

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Mirada Somos una gran familia contigo

algo propio, en primera persona, como una realidad de la que yo formo parte. Así como en una familia todos somos necesarios, y cada uno aporta sus dones por pequeños que sean, para una convivencia sana y rica, también en la Iglesia todos somos necesarios y estamos llamados a aportar los talentos que el Señor nos ha regalado para servicio de los demás y enriquecimiento de la comunidad. Si la Iglesia es una gran familia, este hecho se ve con más claridad en cada una de las comunidades parroquiales, y en la misma Diócesis. No somos comunidades aisladas que puedan vivir sin la riqueza del encuentro con los demás.

Carta Pastoral de Mons. Ginés García, Obispo de Guadix, en el Día de la Iglesia Diocesana. Queridos diocesanos: Todos tenemos sueños, y los sueños pueden ser buenos y hasta necesarios si no nos alejan de la realidad. Si los sueños, además, son la expresión de algo real, de la vida misma, entonces soñar es el signo de esperanza que nos lanza a una realidad mejor y posible. Digo todo esto porque sueño cada día con una Iglesia, también con una iglesia diocesana, que sea trasparencia de lo que Dios quiere y espera de ella. Una Iglesia que sea más familia que oficina, más hogar que lugar de reuniones. Que la Iglesia es una gran familia lo atestigua el hecho de que Dios es nuestro Padre, el Padre de todos, por lo que, en consecuencia, nosotros somos hermanos. La Iglesia es la familia de los hijos de Dios, de aquellos que hemos nacido a una nueva vida por el bautismo y cada día vivimos esta experiencia, que es reto al mismo tiempo, de ser hijos y hermanos. Por eso, no sería bueno ni justo mirar a la Iglesia desde fuera, sintiéndola en tercera persona –la Iglesia dice, la Iglesia hace, piensa…-; esta mirada lejana y falta de compromiso es una tentación que nos lleva a distorsionar la verdadera naturaleza e imagen de la Iglesia. La Iglesia también eres tú, somos un nosotros. Hemos de hablar y sentir, por tanto, la Iglesia como

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Por eso os decía al comienzo de esta carta que sueño con una Iglesia que sabe abrirse y compartir lo que es y lo que tiene con los demás. Esta apertura debe realizarse entre nosotros, pero también con los que se acercan tocando a nuestras puertas, e incluso, saliendo nosotros para llegar a los que nunca han venido ni tienen intención de venir. Como veis la tarea es grande, pero también apasionante, y nuestro testimonio ha de ser el de una fe firme asentada en el Señor, una esperanza alegre y un caridad imaginativa y diligente, vivida en comunión, con la convicción de que todos somos necesarios, también tú. Somos una gran familia contigo.

Formamos parte de una Diócesis, Guadix, que ha recorrido un largo camino en la historia, por el que damos gracias, que vive un presente apasionante que no queremos que se nos escape sin anunciar el Evangelio, y miramos al futuro, que esperamos mejor para nuestra tierra y nuestra gente, con la esperanza puesta en Dios. Por eso, los retos pastorales que tenemos, y son muchos, los acogemos como una gracia. Encomiendo a esta Iglesia que camina en Guadix a la protección maternal de la Virgen Madre, que ella no deje nunca de mostrarnos el fruto bendito de su vientre, Jesús. Con mi afecto y bendición. + Ginés, Obispo de Guadix


Mirada Llegan los restos del beato Andrés Molina a Ogíjares en la Jornada de Formación Permanente del clero de los mártires del siglo XX en Almería, que expuso una semblanza del beato en la que contextualizó su vida y vivencia sacerdotal hasta que recibiera el martirio el 16 de septiembre de 1936. Esta descripción de la vida de Andrés Molina, también contó con varios testimonios de familiares del mártir, que compartieron emocionados con todos los presentes, sus vivencias de infancia y juventud con el beato. El clero diocesano celebró el lunes, día 6, una jornada de Formación Permanente de puertas abiertas a la feligresía de Ogíjares que recibió, en el marco de la solemnidad de los Mártires del siglo XX, los restos del beato ogijareño Andrés Muñoz. Acompañados por nuestro Arzobispo, Mons. Javier Martínez, fueron cientos los familiares y amigos que se desplazaron hasta la parroquia de Ntra. Sra. de la Cabeza para expresar su alegría por la reciente beatificación del mártir. La parroquia de Ntra. Sra. de la Cabeza en Ogíjares acogió el pasado lunes la Formación permanente del clero diocesano de puertas abiertas, en esta ocasión para la feligresía del pueblo, que en el marco de la solemnidad de los Mártires del siglo XX, acogió los restos del mártir ogijareño Andrés Muñoz Molina, recientemente beatificado en Almería. Con la presencia de nuestro Arzobispo, Mons. Javier Martínez, la jornada comenzó con la llegada de los retos del beato al templo que fueron recibidos con alegría y devoción por el pueblo devoto de la localidad entre los que se encontraban numerosos familiares y amigos del mártir, así como las autoridades municipales. Ya con la presencia de las reliquias de Andrés Molina en el altar, la jornada de Formación del clero dio comienzo conjuntamente también a la feligresía laica, con la ponencia del sacerdote granadino D. José Carlos Isla, titulada: Si amas la vida y temes la muerte, este mismo temor es un constante invierno, inspirada en los sermones de san Agustín, seguido por D. Manuel Reyes, delegado episcopal para la beatificación

MISA Y COLOCACIÓN DE LOS RESTOS La Misa conmemorativa por la llegada de los restos del beato Molina Muñoz a su localidad natal estuvo presidida por nuestro Arzobispo, Mons. Javier Martínez, que junto al clero diocesano y todos los presentes, alabó en su homilía este testimonio de santidad en nuestra iglesia diocesana: “La santidad de Andrés Molina está reconocida, disfrutadlo, veneradlo, orad, suplicadle que interceda por vosotros, tenerlo todo lo cerca que podáis, nosotros presbiterios tenemos muchos motivos para apoyarnos en los mártires y poder ser testimonios del triunfo de la gracia de dios sobre todas las miserias humanas”, afirmó. Los familiares de Andrés Molina Muñoz participaron también activamente en la Misa con la entrega de las ofrendas visiblemente emocionados y agradecidos a la Iglesia por el reconocimiento de santidad de este familiar que fecundará para siempre la vida de la comunidad parroquial. La jornada fue clausurada con la veneración de los restos del beato por parte del clero diocesano y de la feligresía laica presente y su posterior colocación en un altar preparado para la ocasión, en el lateral de la parroquia, en el que desde ahora la iglesia local podrá venerar al beato y mártir ogijareño. María José Aguilar

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Mirada “Enciende tu compromiso”. V edición de las 24 horas de Manos Unidas

tos forzados… A través del sencillo gesto de “hacer click”, un gesto que realizamos cientos de veces cada día, cualquiera, desde cualquier punto del planeta, podrá ir iluminando, durante las dos semanas de duración de la Campaña, uno o varios de esos 58 países; al mismo tiempo que conocerá el número de personas a las que Manos Unidas ha apoyado en cada uno de ellos, de forma directa, en 2016. Una vez “encendida” la luz de compromiso en el país elegido, y para hacer crecer ese halo de solidaridad en todo el planeta, podrá “multiplicar su efecto” compartiendo el gesto en redes sociales, realizando un donativo de apoyo a la labor de Manos Unidas o informándose de cómo participar en Enciende la llama. VELAS COMPROMETIDAS El 24 de noviembre, último día de esta edición, será también la fecha para la actividad que pone fin a cada edición de las 24 horas: Enciende la Llama.

Del 10 al 24 de noviembre, Manos Unidas vuelve a poner en marcha la acción 24 horas, una Campaña de sensibilización creada por la ONGD en 2013 que ofrece la posibilidad de mejorar el mundo en el que vivimos. QManos Unidas “ilumina” cada año la vida de millones de personas en los países del Sur, a través de los más de 600 proyectos de desarrollo que apoya en 58 países. Y cada año, desde 2013, crea también un “canal virtual” para que esa luz de desarrollo viaje de Norte a Sur: la campaña 24 horas. En su quinta edición, del 10 al 24 de noviembre de 2017, y bajo el lema “Enciende tu compromiso”, cualquier persona podrá llevar su luz, una luz simbólica de solidaridad, a aquellas zonas del mundo que aún siguen estando ensombrecidas por situaciones de pobreza, hambre, conflictos armados, desplazamien-

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Ese día, cientos de personas en todo el mundo crearán un halo de solidaridad con la luz que desprendan las fotografías con velas encendidas que podrán enviar con antelación, por correo electrónico a enciendelallama@manosunidas. org, o subir directamente ese día a la página las 24 horas en Facebook. Un signo más de compromiso y hermanamiento con todas las personas y pueblos. Participación en www.manosunidas.org/24horas, Facebook en 24horasmanosunidas, Twitter en @24hManosUnidas, Instagram 24horasmanosunidas y Hashtag #EnciedeTuCompromiso Las formas de realizar una donación a las 24 Horas y, por tanto, a la labor de Manos Unidas es en la web de la iniciativa o remitiendo un SMS solidario, enviando MANOSUNIDAS al 28014, con el que se donará su importe íntegramente a la organización (1,2 euros).


Mirada Presentación de “Amigos de San Andrés”

del Arzobispado (Plaza Alonso Cano. Edificio Curia Metropolitana), se presenta Amigos de San Andrés, constituida por un grupo de voluntarios encargados, junto con el Arzobispado, de promover iniciativas y actividades con las que obtener fondos para acometer sucesivas fases de restauración de la iglesia de San Andrés Apóstol de Granada. La presentación tendrá lugar el día 15, a las 20 horas, y estará a cargo de distintos miembros de esta nueva iniciativa.

Se trata de un grupo de voluntarios que, junto con el Arzobispado de Granada, se encargará de promover actividades para ayudar a financiar la restauración de la iglesia del mismo nombre en calle Elvira.

La primera fase de la restauración contó, junto con el Arzobispado, con el impulso, implicación activa y firme apoyo de la Hermandad de la Borriquilla, que tiene en este templo su sede. Una implicación decidida que le valió el Premio Amigos de San Nicolás a la Conservación del Patrimonio Cristiano en su edición de este año.

El próximo miércoles día 15 se presentará en Granada una nueva iniciativa para contribuir a mejorar y ayudar en la conservación de nuestro patrimonio cristiano. Ese día, en el Centro Cultural Nuevo Inicio

Ahora, con Amigos de San Andrés continuarán las distintas fases de rehabilitación que requiere San Andrés Apóstol para que recupere su vida pastoral y parroquial en el centro de Granada.

Las reliquias del beato Antonio Torres García ya reposan en una capilla de la parroquia de Caniles El domingo 5 de noviembre, tuvo lugar la recepción de las reliquias del beato Antonio Torres García, natural de Caniles y beatificado el pasado 25 de marzo en Aguadulce, junto con otros 113 mártires de la Guerra Civil Española. Los restos del Beato fueron trasladados solemnemente desde la casa donde él vivió hasta el templo parroquial para celebrar una Misa de Acción de gracias, que estuvo presidida por el Obispo de Guadix, Mons. Ginés García. Tras la emotiva ceremonia, se procedió a colocar sus reliquias en una de las capillas laterales de la iglesia: la capilla de la Virgen del Perpetuo Socorro. Allí, una lápida indica el nombre y el día del martirio. Sus restos mortales han quedado tras cuadro mariano que preside la capilla. www.semanasantadebaza.com

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Mirada El Obispo de Guadix nombra nuevo Colegio de Consultores rez Fernández, Juan Sáez Medina, Juan José Toral Fernández, José Díaz Guijarro y Emilio J. Fernández Valenzuela.

El Obispo de Guadix. Mons. Ginés García, ha nombrado, el lunes 6 de noviembre, un nuevo Colegio de Consultores. Se trata de uno de los órganos importante de la diócesis, sobre todo cuando hay sede vacante o cuando se deben tomar decisiones trascendentales que puedan comprometer la economía diocesana. ELos presbíteros que han sido nombrados miembros de este nuevo Colegio de Consultores son: José Francisco Serrano Granados, Manuel Millán Arjona, José Antonio Robles Navarro, José Manuel Suá-

Todos ellos han sido nombrados para un periodo de cinco años, con las funciones que le otorga el Código de Derecho Canónico. Como señala el canon 502, entre los miembros del consejo presbiteral, el Obispo nombra libremente algunos sacerdotes, en número no inferior a seis ni superior a doce, que constituyan durante cinco años el Colegio de Consultores. Tiene importantes funciones en sede vacante para el gobierno provisional de la Diócesis, para la elección del administrador diocesano y para ejercer de Consejo Presbiteral en tanto dure la vacante. En sede plena, el Colegio de Consultores debe ser oído en el nombramiento del ecónomo diocesano, así como en su remoción, una vez cumplido el tiempo para el que fue nombrado el ecónomo. Asimismo el Obispo necesita el consentimiento de este Colegio para realizar actos de administración extraordinaria. Antonio Gómez

AGENDA

•Hermandad Maravillas. El día 12, como cada segundo de mes, la Hermandad celebra Solemnes Cultos a sus Sagrados Titulares, a las 11 horas en la parroquia de San Pedro y San Pablo de Granada. Serán aplicados en sufragio por los hermanos difuntos de la Hermandad y predicados por su Consiliario D. José Gabriel Martín Rodríguez. •Pastoral Salud. Presentación del nuevo curso pastoral el día 17 a las 19 horas en el convento de Siervas de María y Ministras de los enfermos (C/ Niños Luchando, 8, junto a la Plaza de la Universidad), a cargo de su Delegado D. José Gabriel Martín Rodríguez. •Virgen de las Angustias, Guadix. Hasta el día 12 se celebra la Septena en la catedral. Ese día la Septena

culmina con la Misa Pontifical, el día 12, a las 12 horas, presidida por Mons. Ginés García, y la procesión por las calles de la ciudad con la imagen de la Virgen. • Encuentro de niños. La Pastoral Infantil convoca a los niños y niñas de la Diócesis a un encuentro, que tendrá lugar el día 24, a las 17:30 horas, en la parroquia de San Miguel Arcángel (C/ Primavera, 27). El periodo de inscripción está abierto. •Concierto. El día 18, en conmemoración del Día Internacional del Patrimonio, tendrá lugar un concierto de órgano en la iglesia de Nuestro Salvador, en el Albaicín, a las 12 horas, a cargo de la organista titular de la Catedral Concepción Fernández Vivas.


Textos

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Textos

El hombre actual ante la Iglesia Pablo VI “Preguntémonos ahora a nosotros mismos: ¿Cuál es nuestra actitud respecto a la Iglesia? Podríamos intentar clasificarnos según ciertas categorías genéricas de fácil identificación”. Palabras de Pablo VI sobre la actitud ante la Iglesia, pronunciadas en la Audiencia General el 25 de julio de 1973. La primera categoría es la de los indiferentes. Hoy se trata de una categoría muy numerosa; podemos incluir en la misma a todos los que no se preocupan del problema religioso, como problema vital, y a todos los que piensan que dicho problema está ya no resuelto, sino disuelto por la preeminencia de la mentalidad científica, por el secularismo que circunscribe la esfera de nuestro interés al reino de la experiencia y al de las relaciones económico-sociales que nos rodean. De esta categoría nos sentimos muy distantes, por su abandono de los valores religiosos, que sabemos ocupan el primer puesto. Y a esta misma categoría queremos estar, al mismo tiempo, pastoralmente muy próximos, como a hermanos errantes en el desierto del misterio que lo ha invadido todo. Otra categoría, hoy de moda, es la de los críticos. Existen dos clases de críticos: la primera la llamamos positiva, y está formada por los críticos orientados hacia la verdad y, en lo concerniente a la Iglesia, hacia la introspección de su verdadera naturaleza, fuera de sus semblanzas exteriores y humanas, hacia su definición inmanente e inextinguible del Cuerpo místico de Cristo. Es ésta una crítica que no oculta nada, sino que nos hace tanto más apasionados y llenos de amor hacia la Iglesia de Cristo, cuando más ésta nos descubre los defectos, las incoherencias, los fallos, los sufrimientos, las necesidades del rostro humano de la misma Iglesia; críticos de esta clase querríamos ser un poco todos los que de la Iglesia nos llamamos fieles, hijos y miembros solidarios (cfr. 2 Cor 13, 8).

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La otra clase de críticos es la negativa, es decir, la animada por un espíritu maligno que, contrariamente al espíritu de caridad, cogitat, malum, gaudet super iniquitate (piensa el mal, se goza de la iniquidad) (cfr. 1 Cor 13, 5-6). Desgraciadamente, hoy se encuentra bastante difundido este espíritu pesimista, que no mira a la Iglesia sino para denunciar sus desviaciones, ya sean verdaderas o falsas, y para sacar de ellas argumento farisaico para alabanza propia y para su condena (cfr. Lc 18, 11-12). Desearíamos invitar a estos críticos tan severos a una mayor serenidad, la serenidad que hace posible el diálogo y que enciende de nuevo el amor en el corazón. Incluyamos, pues, dentro del amor, la tercera, la gran categoría de los que lo quieren aceptar para calificar su propia actitud hacia la Iglesia, en acto de consciente renovación para el Año Santo. Nosotros deseamos que este momento de plenitud de la santa Iglesia sea celebrado bajo la señal del amor, de la misma y para la misma Iglesia. Amar a la Iglesia: ésta debe ser nuestra actitud primera y nueva en esta etapa espiritual e histórica. En su realidad mística y terrena, amaremos a la Iglesia en lo que tiene de misterioso y de divino, y también en lo que tiene de humano y, por ello, de limitado y defectuoso, en su carácter concreto, tal como es, perfecta en el pensamiento de Cristo (Cfr. Ef 5, 27), perfectible en nuestra experiencia y en nuestro deseo, sin incurrir en la distinción entre una Iglesia carismática, imaginada por un idealismo gratuito nuestro, y una Iglesia institucional, de la que nos resistimos a reconocer la identidad, y la necesidad que tienen de nuestra humilde y filial adhesión para reaparecer hermosa como Esposa de Cristo. Amar a la Iglesia, con fervor y entrega regenerados en la certeza de su credibilidad y de nuestra necesidad de ser miembros sanos y operantes de la misma.


aFondo

La criatura más bella Carta Pastoral en el Día de la Iglesia Diocesana Somos una gran familia CONTIGO es el lema del Día la Iglesia Diocesana que celebramos el día 12. La gran familia de los hijos de Dios es la Iglesia, “la criatura más bella”. Carta pastoral de nuestro Arzobispo en el Día de la Iglesia Diocesana. Muy querida Iglesia del Señor que peregrina en Granada, Queridos religiosos y consagrados, sacerdotes, fieles cristianos laicos, La celebración del día de la Iglesia diocesana, el próximo domingo día 12 de noviembre, es siempre un motivo dichoso de reflexión sobre la naturaleza de nuestro “ser Iglesia” en este momento de la historia. Es también un motivo de fiesta para nuestras comunidades que peregrinan unidas a la llamada de Cristo

nuestro pastor. El misterio de la Iglesia, esto es, el misterio de la redención de Cristo, se hace presente en su integridad, como recuerda el Concilio, en la Iglesia particular o diocesana, esto es en cada diócesis, donde la sucesión apostólica constituye la garantía de la contemporaneidad de Cristo en su acción sacramental y en la comunión de todos, esa comunión que es esencial a la misión que hemos recibido del Señor: anunciar la alegría del Evangelio a todos los hombres. La unidad en la fe y en la caridad son parte esencial de ese “evangelio”, de esa “buena noticia” que el mundo necesita, aunque no sea consciente de ello. Y tal vez de manera especial en nuestro mundo de hoy, desgarrado por un deterioro muy profundo de lo humano, y por unas fuerzas, por unos poderes, que favorecen la dispersión y la fragmentación de lo humano en todas sus dimensiones.

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aFondo Aquí nos es útil retomar la imagen del cuerpo, que San Pablo usa en varias ocasiones como imagen de la Iglesia (Rom 12, 4-8; 1 Cor 12, 12-30; Ef 1, 22-23; 5, 23 Col 1, 18. 22-24; etc). Y esa imagen tiene en la vida de la Iglesia aplicaciones diversas, todas igualmente ricas en verdad y en gusto, porque la verdad nunca es fría y abstracta, sino un atractivo lugar de sosiego para el caminante, esto es, para nuestros corazones “inquietos”. La primera de esas aplicaciones, bella y llena de poder sanador, es que el cuerpo es siempre el acceso a la persona, a ese misterio insondable y único que es cada persona, precisamente por ser imagen y semejanza de Dios. El cuerpo es el medio insuperable de la comunicación entre las personas humanas. Nunca podemos prescindir de él, ni siquiera en nuestro pensamiento (que también está hecho de palabras, y por lo tanto, de cosas escritas o habladas). Por otra parte, sin la persona que lo vivifica y lo anima, que lo hace literalmente “amable”, esto es, digno de amor, el cuerpo es nada más que un cadáver. Aplicado a la Iglesia, este aspecto de la imagen del cuerpo significa, sencillamente, que la Iglesia es para el mundo el medio y el instrumento del encuentro con Cristo. Eso implica también que la Iglesia no es nada sin Cristo, pues es Cristo quien nos da la vida en ella y por ella, y es Cristo quien se une a nosotros y “vivifica nuestros cuerpos mortales” en ella y por ella. ¡Qué alegría saber que somos miembros del cuerpo de Cristo! Que, como decía también San Pablo, “vivo yo, pero no yo, es Cristo quien vive en mí” (Gal 2, 20). Y eso significa también que toda la misión y la razón de ser de la Iglesia, cuerpo de Cristo, es que en ella —en nosotros— los hombres y las mujeres de nuestro tiempo puedan encontrar a Cristo. Eso es lo que se quiere decir cuando se dice que la Iglesia entera es en Cristo como un sacramento, esto es, como un signo de la redención de Cristo ya realizada, como una señal que invita y llama, que atrae hacia Cristo. Atrae porque es el cuerpo de Cristo y en la medida en que es y vive como cuerpo de Cristo. Otro aspecto de la imagen del cuerpo pertinente aquí —y que los textos de San Pablo subrayan con mucha

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fuerza—, es la unidad de los diferentes miembros del cuerpo. Este es un aspecto que subraya especialmente el capítulo 12 de la Primera Carta a los Corintios. Los miembros del cuerpo son muchos, y no son todos iguales, pero todos viven a una, todos responden a una, todos actúan a una para bien del cuerpo. A la alegría de ser en la Iglesia miembros de Cristo, se une la alegría de ser “miembros los unos de los otros” (Rom 12, 5). Y cada miembro se alegra del bien de los demás. No quiere el ojo que todo el cuerpo sea ojos, ni las uñas que todo el cuerpo sea uñas. Cada miembro, y así cada comunidad cristiana, cada carisma, se alegra de que existan otros miembros, otros carismas, en el pueblo de Dios, y dese sobre todo el bien del cuerpo. En este caso, el bien del cuerpo es que la unidad del cuerpo ponga de manifiesto la unidad y el amor de las personas en el único Dios (“Padre, que todos sean uno… como tú en mí y yo en ti… para que el mundo crea que tú me has enviado (Jn 17, 21). Cada uno en su esplendor es reflejo del creador, a la vez que un don inapreciable para el otro. Cada uno contribuye, “en la comunión del Espíritu Santo”, con sus dones únicos y hasta con sus límites, a la belleza del cuerpo, al ser del cuerpo en su plenitud, que en el caso de la Iglesia, aplicando la imagen, significa que nuestra unidad ha de transparentar, ha de dejar ver, ha de dar a conocer el amor infinito de Dios a los hombres, al mundo, revelado, entregado en Cristo.


aFondo La belleza de la diversidad de carismas reside en que cada miembro enriquece a la unidad de la Iglesia sin menoscabo de sí mismo, sino que su luz particular irradia mayor luminosidad a través de la comunicación de la gracia de la que todos participan y de la que a la vez se benefician. Por último, la imagen preferida, tanto en el Nuevo Testamento como en el Concilio Vaticano II, de la Iglesia como cuerpo de Cristo, nos recuerda también que la unidad a la que Cristo y el Espíritu Santo de Dios nos introducen en y por la Iglesia es una unidad que trasciende otras “unidades” menores; el “nosotros” en el que somos introducidos es un nosotros nuevo, la pertenencia en la que somos acogidos es una pertenencia nueva, y esa pertenencia es la más grande,

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aFondo Pero esa ciudad ya existe incoativamente en esta tierra, y ya formamos parte de ella quienes formamos el cuerpo de Cristo, quienes formamos la Iglesia, quienes nos alimentamos del Cuerpo del Señor en la Eucaristía. Cristo, el Cordero degollado, digno de desvelar la entraña y de abrir los sellos de la historia, ha “comprado con su sangre, para Dios, hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación”, y ha hecho “de ellos para nuestro Dios, un reino de sacerdotes, y reinan sobre la tierra” (Apo 5, 9-10). Ése es el Cuerpo de Cristo. Esa es la humanidad nueva.

la más liberadora, la definitiva, una pertenencia que trasciende todas las otras pertenencias temporales, provisionales, por más bellas y buenas que sean. Esa unidad trasciende, como ya recordaba Jesús en su enseñanza (Mt 10, 37/Lc 14, 26), la pertenencia de la familia temporal, de nuestra familia humana y carnal, porque por Cristo y en Cristo somos introducidos en la familia de Dios, somos hechos “hijos en el Hijo”, “herederos de Dios y coherederos de Cristo” (Rom 8, 15-17). Quien tiene esa unidad trasciende también todas las pertenencias de nación y de patria, como nos recuerda ya la primera mañana de la manifestación de la Iglesia en el relato de Pentecostés. Somos un nuevo “pueblo, hecho de todos los pueblos”, como les gustaba recordar a los cristianos de los primeros siglos. Y no tenemos aquí patria o nación permanente, sino que en todas somos forasteros, y cualquier sitio en que vivamos nos sirve de patria (Carta a Diogneto). Y eso porque nuestra verdadera patria, el hogar al que de verdad pertenecemos, es el cielo, donde Dios será “todo en todas las cosas” (1 Cor 15, 28). Ese hogar, es patria, es Dios mismo, el “Dios que es amor” (1 Jn 4, 16). Y mientras tanto, conviene que vivamos como describe la Carta a los Hebreos que vivían los hombres de fe, “como extraños y forasteros sobre la tierra”. Y añade: “los que tal dicen van en busca de una patria (…) no aquella de la que habían salido”, sino que “aspiran a una mejor, a la celestial. Por eso Dios no se avergüenza de ellos, de ser llamado Dios suyo, pues les tiene preparada una ciudad…” (Heb 11, 13-16). Esa ciudad es la Jerusalén del cielo, la esposa del Cordero (Apo 21, 9-27).

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La novedad de ese pueblo que es la Iglesia —que es la vida de Cristo en ella— genera una pertenencia que hace saltar, quitándoles su condición de pertenencias definitivas, determinantes, todas las otras pertenencias y distinciones que son meramente obra del hombre, o que, por más justificadas y nobles que sean, han sido convertidas en divisiones, en separaciones, en motivos de odio y de resentimiento por obra del pecado. De nuevo, podemos decirlo con palabras de San Pablo: “Todos los bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo: ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer; ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gal 3, 27-29). San Pablo dice esto varias veces, con palabras ligeramente distintas, porque sabe lo arraigada que está en el hombre la tendencia a dividirnos, a separarnos, a poner fronteras y levantar muros. “Despojaos del hombre viejo con sus obras, y revestíos del hombre nuevo, que se va renovando (…) según la imagen de su Creador, donde ya no hay griego ni judío, circuncisión e incircuncisión; bárbaro, escita, esclavo, libre, sino que Cristo es todo y en todos” (Col 3, 9-11).


aFondo

Recuperar la conciencia de Iglesia como Cuerpo de Cristo, volver a meditar estos pasajes de la Palabra de Dios nos es particularmente necesario en estos momentos de la vida de la Iglesia y de la historia del mundo, y también de España. Estos pasajes nos ayudan de cara a las fracturas que se abren entre nosotros, y nos ayudan de cara a un mundo —el mundo del capitalismo global—, en el que en cualquier ciudad vivimos personas, hombres y mujeres, de muchos pueblos, de muchas pertenencias nacionales, lingüísticas, raciales, culturales y religiosas. Quiera concedernos el Señor que, como Iglesia de Granada, vivamos desde aquí, desde la mirada y desde el corazón de Cristo, y desde ahí juzguemos el presente, y desde ahí podamos construir el futuro como hijos de Dios. Volvemos al Concilio Vaticano II. En uno de sus textos claves, en uno de sus textos fundamentales, el Concilio afirmaba que “Cristo es la luz de las naciones”. Y que la Iglesia es la prolongación en la historia de Cristo y de la obra de Cristo. “La iglesia es en Cristo como un sacramento o señal de la vocación del hombre a la íntima unión con Dios y a la unidad de todo el género

humano” (Constitución Lumen Gentium, 1). Misterio, sacramento: en el lenguaje cristiano son palabras que indican una realidad creada, corporal, material, temporal, en la que se hace presente lo eterno, lo definitivo, lo perdurable. La Iglesia, cuerpo de Cristo, templo del Espíritu Santo, es el regalo más grande que Dios nos ha hecho; es la criatura más bella de la creación de Dios, porque Dios mismo habita en ella. Esta es nuestra fe, es cierto. ¡Pero cuánto camino no tendremos que hacer, cuánto camino no nos falta por hacer para recuperarla, para ofrecérsela al mundo —para no vivirla en primer lugar nosotros mismos— rebajada, adulterada! Os deseo a todos un feliz domingo en esta celebración del Día de la Iglesia Diocesana.

+ Francisco Javier Martínez Fernández Arzobispo de Granada

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Cultura

El amor por la belleza y la verdad Anton Chejov, escritor ruso “Chejov era un hombre con dudas de fe, aunque al mismo tiempo estaba convencido de la necesidad que los rusos tenían de creer, y no precisamente en esa religión secular, difundida por intelectuales como Tolstoi y Turgueniev, que hacía del campesino una especie de santo...”. Coleccionaba iconos y tenía un crucifijo en la cabecera de su dormitorio en la casa que se había comprado en Yalta. Le gustaban las lecturas sobre los monasterios de Rusia y las vidas de los santos. Se emocionaba con el sonido de las campanas y acudía a la iglesia para deleitarse con la liturgia ortodoxa, quizás en recuerdo de los días en que cantaba con sus hermanos en esas ceremonias, estimulado por un padre que amaba la música y entonaba himnos en su propia casa, pero que nunca se planteó que esto fuera incompatible con imponer la autoridad sobre sus hijos y subordinados a fuerza de golpes...

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Estos detalles no convierten necesariamente a alguien en una persona religiosa, pues el amor por la belleza no siempre es paralelo a la búsqueda de la verdad, más exigente que la mera delectación. Pero si Anton Pavlovic Chejov, nacido el 29 de enero de 1860, no hubiera buscado algo más con estas aficiones, éstas se hubieran agotado en sí mismas. En los últimos años de su vida, el escritor comentaba que había perdido la fe, le incomodaban las inquietudes metafísicas de un Tolstoi y no quería encontrar a Dios en Dostoyevski, y, sin embargo, era el mismo que ponía en boca de Masha, una de las protagonistas de Las tres hermanas, esta reflexión: “Me parece que un hombre debe tener fe o buscarla. De otro modo, su vida está vacía, completamente vacía”. Chejov era un hombre con dudas de fe, aunque al mismo tiempo estaba convencido de la necesidad que los rusos tenían de creer, y no precisamente en esa re-


Cultura

ligión secular, difundida por intelectuales como Tolstoi y Turgueniev, que hacía del campesino una especie de santo. Al hombre no se le debe juzgar por lo que es, sino por sus obras. El campesino descrito por Chejov ayunaba y se abstenía de carne en la Cuaresma, pero no enseñaba oraciones a los niños; se emocionaba al oír las Escrituras, aunque era incapaz de leerlas. El campesino idealizado sólo existía en los libros, donde se olvidaba que podía ser bruto e ignorante, o algo mucho peor: ser capaz de la misma bajeza y crueldad que sus amos. No deja de ser una tremenda paradoja que los campesinos se convirtieran, décadas después, en las principales víctimas de un régimen, cuyas ansias de ingeniería social enlazaban con aquellas teorías librescas del siglo XIX. Irene Nemirovsky, que describió el lado más humano del escritor, afirmó que la obra de Chejov no enseña nada, que no tiene pretensiones morales, como las de otros literatos rusos. También lo afirman aquellos que consideran sus historias como anodinas e insípidas, lo que confirmaría que el propio escritor llegara a decir que podía convertir a un cenicero en protagonista de un cuento. Otros le tachan de autor pesimista y sombrío, mas eso no encaja con la jovialidad y amabilidad, no exentas de melancolía, que testimonian muchos de sus contemporáneos. Pero Chejov nos enseña que sus personajes no son arquetipos, sino seres humanos reales, necesitados de misericordia y de compasión, unas emociones de raigambre cristiana, y que nada tienen que ver ni con sentimentalismos estériles, ni con coartadas para mesianismos políticos. Basta con

leer uno de sus relatos, El estudiante, para descubrir a un Chejov que busca a la vez la belleza y la verdad. Un estudiante de teología, Iván Velilopolski, sale de la aldea, en la que vive con sus padres, para ir de caza. Es Viernes Santo y hace mucho frío. A su regreso, al anochecer, la tristeza cae sobre Iván en forma de pobreza, hambre, oscuridad y un cierto sentimiento de opresión. Podrá calentar sus manos en la hoguera de la granja de Vasilisa y Lukeria, dos viudas que son madre e hija. El estudiante les habla de otra hoguera encendida diecinueve siglos atrás: la del patio del sumo sacerdote Caifás, junto a la que se calentaban guardias, criados y un Pedro que negó tres veces conocer a Jesús. Vasilisa se echa a llorar de emoción e Iván comprenderá después que ese llanto no se debe a su relato, “sino porque Pedro le resultaba cercano a ella y porque se interesaba en todo su ser en lo que había ocurrido en el alma de Pedro”. Cuando divisa su aldea, Iván rebosa de una súbita alegría, de una misteriosa felicidad. Su espíritu se ha transformado al pensar que “la verdad y la belleza que habían orientado la vida humana en el Huerto de los Olivos y en el palacio del sumo sacerdote, habían continuado sin interrupción hasta el tiempo presente”. En pocas palabras, no es difícil intuir que la alegría del estudiante se relaciona con la proximidad de la Pascua, que tanto emociona a los cristianos ortodoxos.

Antonio R. Rubio Plo Publicado en Alfa y Omega, nº 674

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Testimonio

“Jesús a todos y todo a Jesús” La mañana del 25 de febrero de 1995, Sor Rani María Vattalil, religiosa de las hermanas Congregación de las Hermanas Franciscanas Clarisas, mientras viajaba en el autobús que de Udainagar la llevaba a Indore, fue asesinada por un sicario con cincuenta y cuatro puñaladas. Murió repitiendo muchas veces el Nombre de Jesús. Su martirio deseado por aquellos que la odiaban debido a su acción caritativa y evangélica hacia los pobres, viene solemnemente reconocido por la Iglesia que la proclama Beata. El rito, presidido por su Eminencia Cardenal Angelo Amato, Representante del Santo Padre, tuvo lugar el pasado 4 de noviembre en Indore (India). Sor Rani Maria nació en Kerala (India), en 1954 en una familia católica de rito siro-malabárico. En 1972 ingresó en la Congregación de las Hermanas Franciscanas Clarisas. Trabajó como misionera de la India septentrional, en el ámbito de diversas diócesis, en los poblados más recónditos. Prefirió a las personas que vivían oprimidas y marginadas. Su intención era mitigar los sufrimientos, consolar los corazones, traer la paz, formar las conciencias, promover la justicia, defender la verdad. Su espiritualidad franciscana, profundamente cristocéntrica, se expresaba con el lema “Jesús a todos y todo a Jesús”.

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Beata Rani María Vattalil En 1992 fue enviada a Udainagar, en la diócesis de Indore. Aquí sor Rani María, promovió la creación de cooperativas de ahorro, para préstamos de dinero sin intereses, provocando con esto, el odio de los usureros que en este modo no podían más vejar a los pobres. Las amenazas de las que fue objeto no la intimidaron, pero la hicieron más generosa en la donación de sí misma: “Tengo la fuerte convicción de haber sido elegida para los pobres y los oprimidos. Estoy feliz de trabajar para ellos, porque también ellos son hijos de Dios, nuestros hermanos y hermanas”. La hostilidad contra sor Rani, y contra su manera de actuar por el Reino de Dios, se agudizó en los últimos momentos después que pudo sacar de la cárcel a algunos católicos que habían caído víctimas de una trampa. Sus enemigos decidieron por lo tanto librarse de ella y decretaron su muerte. Miles de personas, aún no católicas, se acercaron para rendirle homenaje al cuerpo durante el funeral que fue celebrado el 27 de febrero de 1995. El martirio de sor Rani María tuvo como evangélico epílogo el perdón del asesino de parte de los familiares y de la Congregación de las Franciscanas Clarisas, como prolongación de las muchas obras de misericordia obradas en vida por la Sierva de Dios. El Proceso Diocesano super martyrio se llevó a cabo en la diócesis de Indore en los años del 2005 al 2007. El 23 de marzo de 2017, el Papa Francisco autorizó la promulgación del Decreto de reconocimiento del martirio.


SignoyGracia

Liturgia Eucarística

En la última Cena, Cristo instituyó el sacrificio y convite pascual, por medio del cual el sacrificio de la cruz se hace continuamente presente en la Iglesia. Cristo, en efecto, tomó en sus manos el pan y el cáliz, dio gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo: “Tomad, comed, bebed; esto es mi Cuerpo; éste es el cáliz de mi Sangre. Haced esto en conmemoración mía”. De ahí que la Iglesia haya ordenado toda la celebración de la liturgia eucarística según estas mismas partes que corresponden a las palabras y gestos de Cristo. En la preparación de las ofrendas, se llevan al altar el pan y el vino con el agua; es decir, los mismos elementos que Cristo tomó en sus manos. En la Plegaria eucarística, se dan gracias a Dios por toda la obra de la salvación y las ofrendas se convierten en el Cuerpo y Sangre de Cristo. Por la fracción del pan y por la Comunión, los fieles, aun siendo muchos, reciben de un solo pan el Cuerpo y de un solo cáliz la Sangre del Señor, del mismo modo que los Apóstoles lo recibieron de manos del mismo Cristo. PREPARACIÓN DE LOS DONES

Eucaristía: Elementos y partes

Originariamente, este rito fue algo tan simple como colocar en silencio sobre el altar el pan y el vino que se convertirían en el Cuerpo y Sangre de Cristo. En primer lugar, se prepara el altar o mesa del Señor, que es el centro de toda la liturgia eucarística, y colocando sobre él, el corporal, el purificador, el misal y el cáliz. Se traen a continuación las ofrendas: es de alabar que el pan y el vino lo presenten los mismos fieles. El sacerdote o el diácono los recibirá en un lugar oportuno para llevarlo al altar. Aunque los fieles no traigan pan y vino de su propiedad, con este destino litúrgico, como se hacía antiguamente, el rito de presentarlos conserva su sentido y significado espiritual. También se puede aportar dinero u otras donaciones para los pobres o para la iglesia, que los fieles mismos pueden presentar o que pueden ser recolectados en la iglesia, y que se colocarán en el sitio oportuno, fuera de la mesa eucarística. Acompaña a esta procesión en que se llevan las ofrendas el canto del ofertorio que se alarga por lo menos hasta que los dones han sido depositados sobre el altar.

Ignacio Fernández González Sacerdote Diócesis Granada

Al comienzo de la liturgia eucarística, se llevan al altar los dones que se convertirán en el Cuerpo y Sangre de Cristo.

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luzdelaPalabra

“¡Llega el esposo, salid a su encuentro!” Sabiduría 6, 12-16 Salmo 62 1 Tesalonicenses 4, 13-18 Mateo 25, 1-13

“Entonces se parecerá el reino de los cielos a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes. Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A

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XXXII Domingo del Tiempo Ordinario medianoche se oyó una voz: ¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!. Entonces se despertaron todas aquellas vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas. Pero las prudentes contestaron: Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis. Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo: Señor, señor, ábrenos. Pero él respondió: En verdad os digo que no os conozco. Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora”.


luzdelaPalabra

EL SEÑOR NOS LLAMA AL COMPROMISO Y A REVITALIZAR NUESTRA FE Las lecturas de este domingo son una fuerte llamada a la esperanza. Sin embargo, esa esperanza la hemos de vivir desde la responsabilidad y la vigilancia, pues Dios no duerme y está viniendo a nuestro encuentro, sin avisar ni el día ni la hora de su llegada. El evangelio de san Mateo, nos presenta la parábola de las 10 jóvenes que van a la boda. Con esta parábola el Señor nos está llamando a la responsabilidad. Hay cristianos que piensan que pueden vivir su fe al margen de la Iglesia y de los sacramentos. No participan de la Eucaristía, no celebran el sacramento de la confesión. No tienen un encuentro real con Cristo a través de los sacramentos; no viven según los valores de Dios. Por ello el Señor nos dice que si somos cristianos hemos de ser responsables al vivir nuestra fe. Y la verdad es que esta llamada a la responsabilidad no es fácil hacerla en un mundo como el nuestro. Vivimos desencantados de tantas y tantas promesas que no se han cumplido. Y mientras tanto nuestra fe se debilita poco a poco. Hay personas que ya no saben lo que es pecado. Algunos piensan que no tienen pecado porque no han hecho mal a nadie o no han matado. Y no nos damos cuenta de los tres grandes pecados capitales de nuestro tiempo que todos cometemos: la insolidaridad, la

intolerancia y la falta de compromiso tanto a nivel social como en la Iglesia. Hay hambre en el mundo porque somos insolidarios; hay guerras porque somos intolerantes en las ideas; no hay un verdadero desarrollo sustentable porque no nos comprometemos con nada ni con nadie. El Señor nos llama hoy al compromiso, a revitalizar nuestra fe, a redescubrir el sentido de la vida que quizás habíamos perdido, a responsabilizarnos todos de nuestra Iglesia. Nuestra fe nos habla de que tenemos que estar preparados para el encuentro con el Señor porque no sabemos ni el día ni la hora, pero el Señor viene ya a nuestro encuentro aquí y ahora, invitándonos a mantener viva nuestra fe, a seguir en pie ante las dificultades, a comprometernos en la lucha por un mundo mejor, cada uno desde su lugar, con sus muchas o pocas posibilidades, pero con el corazón puesto en ese día feliz en que descansaremos en los brazos del Señor. Que el Señor nos encuentre a todos vigilantes y preparados para entrar con Él en su Reino. Ignacio Fernández González Sacerdote Diócesis Granada

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laPuntada Reflexiones para náufragos

Ayúdanos, Padre, para que la principal preocupación de tu Iglesia no sea la ortodoxia de la doctrina, ni el peligro del ateísmo, ni la desobediencia a la autoridad; sino que su única intención sea construir la comunión entre los hombres. Que aprenda a encarnarse en las dificultades cotidianas y tenga la valentía de amar, como amó Cristo, al hermano que tiene hambre y sed, al que es rechazado y el último de todos. Que nos enseñe a no llamar “despreciable” a ningún ser humano, para que no seamos un obstáculo al milagro de la fraternidad, donde quiera que el Espíritu la realice. Arturo Paoli Sacerdote y misionero católico Perteneció a la Congregación de los Pequeños Hermanos de Jesús


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