Semanario Orientacion (24 may 2015)

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S • E • M • A • N • A • R • I • O ÓRGANO OFICIOSO DEL ARZOBISPADO DE SAN SALVADOR. 24 de mayo de 2015

Monseñor Oscar Romero es

Beato

Año LXIII Nº 5861


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24 de mayo de 2015

“San Romero de América… San Romero del mundo”

Su Excelencia Monseñor José Luis Escobar,

Arzobispo Metropolitano de San Salvador.

− Gracias por ser parte de esta fiesta planetaria − Mons. Gregorio Rosa, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de San Salvador “Quisiera ser un palillo seco de romero en el olivo”. Estas palabras escritas por Monseñor Oscar Romero aluden a su apellido, que él interpretaba en dos sentidos: “‘romero’ es el nombre de una planta aromática muy frágil; y ‘Romero’ es el peregrino que se dirige a un santuario como el de Santiago de Compostela, en España; el del Señor de Esquipulas o el de la Virgen de la Paz. Esa ramita frágil y olorosa forma parte del escudo episcopal de nuestro primer beato, junto con la palma que simboliza a la Patrona de El Salvador.

Cáritas porque una actitud personal de amor “da sentido a nuestra presencia en el mundo como una continuidad de la presencia del Señor”.

Ayer El Salvador fue testigo de una fiesta planetaria: la Beatificación de Monseñor Romero. Mil trescientos sacerdotes, un centenar de obispos y casi una decena de cardenales encabezaban una multitud “de toda raza, pueblo, lengua y nación que nadie podía contar”. Sí, era una multitud incontable que no sólo estaba apiñada en la plaza del Salvador del Mundo y en sus alrededores, sino que a través de la radio, la televisión, internet y las redes sociales, abarcaba los cinco continentes. Tenía razón el postulador de la Causa de nuestro amado pastor y mártir al declarar en El Paisnal que el cuarto arzobispo de San Salvador no sólo era “San Romero de América” sino “San Romero del mundo”.

He sido testigo excepcional de este camino largo y lleno de obstáculos que comenzó en 1990 cuando Monseñor Arturo Rivera Damas −sería injusto no mencionarlo expresamente− anunció, en el décimo aniversario del martirio de su predecesor, su intención de iniciar el proceso de canonización. Este se abrió formalmente cuatro años después, en 1994, habiendo encomendado a los monseñores Jesús Delgado y Rafael Urrutia la tarea de ser los promotores de dicha causa. Después de la muerte repentina de Monseñor Rivera, ocurrida el 26 de noviembre de 1994, correspondió a su sucesor, Monseñor Fernando Sáenz Lacalle continuar con este esfuerzo. Fue muy emotiva la ceremonia del primero de noviembre de 1996, cuando Monseñor Sáenz cerró oficialmente el proceso diocesano y envió a Roma toda la documentación relacionada con este proceso. Se iniciaba así la fase romana que, como en un interminable viacrucis, trascurría lentamente e incluso, en ciertos momentos, quedaba detenida. “El santo de cuatro papas”, como también le llamó Monseñor Vincenzo Paglia, haciendo alusión a que Romero se entrevistó con el Papa Pablo VI, en 1978, recibiendo de él un apoyo inestimable cuando le dijo: “Comprendo su difícil trabajo. Es un trabajo que puede ser no comprendido, necesita tener mucha paciencia y mucha fortaleza. Ya sé que no todos piensan como usted, es difícil en las circunstancias de su país tener esa unanimidad de pensamiento; sin embargo, proceda con ánimo, con paciencia, con fuerza, con esperanza”; y aludiendo también a Juan Pablo II, a Benedicto XVI y al papa Francisco.

Un símbolo de esta verdad sorprendente y consoladora es la decisión de los representantes de Cáritas de más de ciento cincuenta países que, hace ocho días, en su vigésima asamblea general celebrada en Roma, declaraban al beato Oscar Romero, patrono de dicha confederación. De esta manera se une a los otros dos patronos de Caritas: San Martín de Porres y Madre Teresa de Calcuta. En la nota de prensa del lunes 18 de mayo, que describía la ceremonia de clausura de esta asamblea que reunió a representantes de más de ciento cincuenta países, se lee lo siguiente: “Uno de los momentos de esta Asamblea con mayor carga simbólica y emotiva tuvo lugar cuando los delegados decidieron adoptar a Monseñor Romero, arzobispo de El Salvador asesinado por defender a los pobres, que será beatificado el próximo 23 de marzo, como patrón de Cáritas Internacional”. Yo estaba allí, representando a Cáritas de El Salvador, cuando surgió la idea de este patronato, la cual fue acogida con un aplauso atronador. El papa Francisco, en la Misa inaugural del martes anterior, de la asamblea, había dado el tono al invitarnos a seguir siendo en el mundo de los pobres y los que sufren, “la caricia de Dios”. Su secretario de Estado, cardenal Pietro Parolin, en la ceremonia de clausura, agradeció a todos los que trabajan en

Yo presentía este resultado cuando salí de Roma, el sábado 16. Cuando usted lea estas líneas, la estampa oficial de Monseñor Romero, con su rostro sereno y su mano derecha en actitud de bendición, ya estará colocada en las oficinas de Cáritas de casi todas las naciones de la tierra. Realmente, Romero es un santo de dimensión planetaria, el mártir más conocido y más amado del siglo veinte.

Ayer contemplamos emocionados, y muchos de nosotros con lágrimas en los ojos, el momento solemne en que después de la proclamación de que Monseñor Romero era declarado beato se develó una imagen gigantesca de diez metros de altura. Su fiesta litúrgica será el 24 de marzo, día de su nacimiento para el cielo, el momento en que se disponía a ofrecer el sacrificio del altar.

Edición Especial

El tiempo ha llegado. Gracias a Dios quien ha visto con ojos de misericordia a esta Iglesia y nos ha concedido la gracia de ver a Monseñor Oscar A. Romero en los altares. Gracias también a Su Santidad el Papa Francisco a quien recordamos en esta ceremonia con mucho cariño, afecto y gratitud a través de la persona de su digno representante.

Gracias por estar aquí. Bienvenidos Su Eminencia Cardenal Angelo Amato, Prefecto de la

Congregación para las Causas de los Santos y delegado pontificio de Su Santidad para la Beatificación de Mons. Romero.

Fue Secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, fue profesor de dogmática en la Universidad Pontificia Salesiana y se especializó en Cristología en la Universidad Gregoriana, donde realizó el doctorado. Es políglota (además de italiano habla inglés, francés, griego y español), también autor de varios libros; se le ha comparado con el Cardenal Ratzinger por cómo ha compaginado el trabajo en la Curia con la labor teológica y académica. Su Excelencia Monseñor Vincenzo Paglia, Presidente del Consejo Pontificio para la Familia y Postulador de la Causa de Beatificación de Mons. Romero. Es obispo emérito de la Diócesis de Terni-NarniAmelia en Italia y uno de los fundadores de la Comunidad de San Egidio. Posee una licenciatura en Teología y en Filosofía en la Pontificia Universidad Lateranense, además realizó un máster en Pedagogía en la Universidad de Urbino, Italia. Su Excelencia Monseñor Léon Kalenga Badikebele, Nuncio Apostólico de Su Santidad en El Salvador. Es el décimo quinto embajador de la Santa Sede en El Salvador. Es originario de República Democrática del Congo y posee un doctorado en Derecho Canónico. Ha servido en las representaciones diplomáticas de la Santa Sede en Haití, Guatemala, Zambia, Brasil, Egipto, Zimbabwe y Japón.


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Su Santidad nos remite esta gran herencia que viene de Dios – Carta Apostólica por la Beatificación de Monseñor Oscar A. Romero –

e Litterae Apostolica Nos, ri vota Fratris Nost ar Alas, Iosephi Aloisii Escob is in America, toris vator opolitae Sancti Salva Archiepiscopi Metr in Episcopatu m aliorum Fratrum necnon plurimoru m explentes, tifidelium multorumque chris orum consulto, torum de Causis Sanct de Congregationis a olica tolic ra Apost auctoritate Nost us ut facultatem facim Dei s Servu Venerabilis pus et martyr, episco , EZ, ÁMEZ LFUS ROMERO GALD i, ANSGARIUS ARNO ti, hrist cor Chris pastor secundum um, rum, auper pater paupe evangelizator et i Dei: testis heroicus Regn rnitatis et pacis, Regni iustitiae, frate rum appelletur, Beati nomine in poste m eiusque festu ta mensis Martii, die vicesima quar s est, qua in caelum natus is tis tatut iure statu in locis et modis posit. quotannis celebrari us Sancti. Amen. tus et Filii et Spirit In nomine Patris die XIV mensis Maii, Sanctum Petrum, o quinto decimo, Datum Romae, apud esimo llesim ismill ni bismi apostoli, anno Domi festo s. Matthiae ri tertio. Pontificatus Nost

ORACIÓN POR MONSEÑOR ROMERO Oh Jesús, Pastor Eterno: Tú hiciste de Monseñor Oscar Romero un ejemplo vivo de fe y de caridad, y le concediste la gracia de morir al pie del altar en un acto supremo de amor a Ti. Concédenos, si es tu voluntad, la gracia de su Beatificación. Haz que sigamos su ejemplo de amor a tu Iglesia a tu Palabra y a la Eucaristía; y que te amemos en los más pobres y necesitados. Te lo pedimos por la intercesión de la Virgen María, Reina de la paz.

(se pide el favor que necesita) Amén.

(Si recibe el favor solicitado, repórtelo por escrito a la Oficina de Canonización de Monseñor Romero en el Arzobispado de San Salvador)

Carta Apostólica Nos,

STER

Atendiendo al deseo de nuestro hermano Arzobispo Metropolitano de San Salvador en América, y de todos sus demás hermanos en el episcopado, para colmar la esperanza de muchísimos fieles cristianos, habiendo hecho la consulta del caso a la Congregación de los Santos, en virtud de nuestra autoridad apostólica

ORACIÓN DE

José Luis Escobar Alas,

E

para tiempos de violencia

Oh Dios, que dominas todo, oye el clamor de los desesperados: Líbranos del poder de los malvados y líbrame a mí del miedo. Amén. (Ester 14,19)

facultamos para que el venerable Siervo de Dios

OSCAR ARNULFO ROMERO GALDÁMEZ, Obispo y mártir, pastor según el corazón de Cristo, evangelizador y padre de los pobres, testigo heróico del Reino de Dios: Reino de justicia, fraternidad y paz, en adelante se le llame BEATO y se celebre su fiesta el día veinticuatro de marzo, en que nació para el cielo, en el lugar y según el modo establecido por el derecho. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Dado en Roma, junto a San Pedro, el día catorce de mayo, fiesta de San Matías, Apóstol, del año dos mil quince, tercero de mi pontificado.

Dios Padre nuestro, que, con admirable providencia gobiernas el mundo, atiende nuestros ruegos por la Patria, para que la sabiduría de sus autoridades y la honestidad de sus ciudadanos robustezcan la concordia y la justicia, y podamos vivir en paz y progreso constante. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

DIRECTORIO

Mons. Jesús Delgado DIRECTOR

Roger Herrera EDITOR EN JEFE

Efraín Caravantes DISEÑO GRÁFICO

Beatificación Mons. Oscar Arnulfo Romero

Roger Herrera DISEÑO DE PORTADA


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¿Fue profeta el Beato Oscar Romero?

Por Mons. Jesús Delgado A.

La pregunta no sale sobrando, porque en la Carta Apostólica que el Papa Francisco escribió para reconocer oficialmente Beato a Monseñor Oscar Romero, no lo saluda como Profeta. Aunque, ciertamente piensa que lo fue, cuando le saluda como “Testigo heroico del Reino de Dios, Reino de justicia, fraternidad y paz”. El Documento de Puebla reconoce que “el Presbítero, que es un hombre de Dios, sólo puede ser profeta en la medida en que haya hecho la experiencia del Dios vivo. Sólo esta experiencia lo hará portador de una Palabra poderosa para transformar la vida personal y social de los hombres de acuerdo con el designio del Padre” (P 693). En el número 268 del mismo Documento leemos: “En los últimos diez años comprobamos la intensificación de la función profética. Asumir tal función ha sido labor dura para los pastores. Hemos intentado ser voz de los que no tienen voz y testimoniar la misma predilección del Señor por los pobres y los que sufren”. Por fin, en el número 377 el documento de Puebla afirma que “todos participamos de la función profética de la Iglesia”.

muy delicada y, en esta hora de confusiones e inexactitudes está muy expuesta a ser mal entendida y, peor, practicada por quienes se creen dotados del don de los profetas”. Tras hacer un somero examen de algunos textos proféticos del Antiguo Testamento, centrando su atención en el profeta Amós, escribe: “Los profetas no sólo son enviados a corregir y denunciar. Hoy se nos ha ido formando una psicosis de un profetismo regañón, más policial que los mismos abusos policiacos que se denuncian. Advirtamos que muchas de esas “denuncias proféticas”, hoy tan de moda, no tienen nada de profético y sí tienen mucho de político”. A renglón seguido Monseñor Romero explica que los profetas del Antiguo Testamento se movían dentro de un ambiente religioso centrado en la fe en el Dios único y verdadero. Ellos se movían “en un sistema político teocrático”, y tenían “una visión trascendente, y su misión era esencialmente religiosa, salvífico-sobrenatural, aun cuando

destino de la misión profética de la Iglesia; o se acepta su mensaje para la salvación o se rechaza para perdición. Los mismos hombres de la Iglesia, como el sacerdote de Betel, están expuestos a rechazar la verdadera Palabra de Dios. Cristo previene a sus Doce frente a la tremenda posibilidad: “si un lugar no os recibe ni os escucha…”. San Pablo se alegra con los Efesios porque “habéis escuchado la Verdad, habéis creído”, pues por eso “los marca por Cristo con el Espíritu prometido… mientras llega la redención completa”. Monseñor Romero terminaba su artículo con estas reflexiones: “Por eso, una de las más grandes preocupaciones de la Iglesia actual es la que expresó Pablo VI a los Cardenales el mes pasado: “presentar válidamente la integridad de la doctrina, sin mutación alguna, acomodadiza a los modos caducos, con las formas nuevas del lenguaje al cual, a su vez, no se le imponen otras condiciones que las de la absoluta fidelidad a la Revelación divina y al Magisterio infalible de la Iglesia, así como las del respeto al “sentido de los fieles” y de la edificación de la Caridad”. La Iglesia de San Salvador en servicio profético A su regreso de la Tercera Reunión de los Obispos Latinoamericanos en Puebla, Monseñor Romero escribió su Cuarta Carta Pastoral. En la segunda parte de la misma trata el tema de la Contribución de la Iglesia al proceso de liberación de nuestro pueblo.

Difícil misión de un profeta Antes de llegar a Puebla, Monseñor Romero ya tenía un concepto claro del ser profeta según la revelación divina, y del actuar del profeta según el sentir de la Iglesia.

El 27 de agosto de 1972, Monseñor Romero estuvo en la Antigua Habida cuenta de que el ministerio Guatemala para participar de una profético de la Iglesia es inseparable del sesión de estudio para Obispos. En ministerio sacerdotal y del ministerio el Semanario Orientación (nº 1983), real, en esta Carta Pastoral, Monseñor él dejó escritas algunas reflexiones Las y los salvadoreños han mantenido viva la memoria de Monseñor Romero considera el ministerio profético sobre la verdadera misión profética Romero desde hace treinta y cinco años que ocurrió su magnicidio dentro de la misión integral de la Iglesia de la Iglesia en América Latina. en el mundo, ministerio que presta Reconocía que el encuentro con los obispos corregían abusos temporalistas” En los tiempos específicamente mediante la enseñanza y la de Centro América fue un verdadero soplo modernos todo se ha desacralizado. “Al querer predicación de la Palabra Dios para la liberación de espiritualidad, acotación que se debe a la imitarlos hoy, al pie de la letra, nuestros modernos del pueblo. Desde esta perspectiva, el ministerio participación que tuvo en dicho encuentro el “profetas” invierten los intereses trascendentes profético lo presta la Iglesia desde su propia Cardenal Pironio, que siempre fue para el Beato de la Iglesia para subordinarlos o, lo que es identidad. Oscar Romero una fuente de espiritualidad y de peor, instrumentalizarlos a favor de los intereses En efecto, la Iglesia cumple a cabalidad con la doctrina segura de la Iglesia Católica en apertura temporalistas que para los profetas bíblicos estaban misión que Cristo le ha encomendado cuando la al mundo de hoy. en segundo plano”. realiza desde su propia identidad, es decir, cuando

“Monseñor Pironio, invitó al Magisterio Episcopal de Centro América a proclamar con sencillez y fervor el mensaje de salvación, porque el único camino de la verdadera liberación es vivir las bienaventuranzas del Evangelio. Si las Bienaventuranzas no tienen fuerza para realizar nuestros necesarios cambios, habría que abandonar el Evangelio como una utopía y decir que Cristo no tuvo capacidad para ofrecer el verdadero fermento de la transformación humana y social.” Después, en julio de 1973, Monseñor Romero escribía en Orientación (nº 2027) sobre la difícil misión de los profetas. “Es una misión

En seguida, Monseñor Romero subraya: “Decíamos que los profetas no sólo son enviados a denunciar, sino sobre todo a anunciar las maravillas del amor y de la bondad del Señor, la voluntad magnánima de salvar a los hombres”. Enseguida, apoyándose en la palabra anunciada por Jesucristo y el testimonio que el mismo Jesús nos dio, Monseñor Romero afirma que “en el Evangelio, Cristo proclama, junto con la necesidad de la ‘misión’ que autoriza al profeta, la necesidad de revestirse de las virtudes evangélicas para dar prestigio y vivencia al mensaje que se predica.”

es ella “ella misma”. Por lo cual su contribución es evangélica y no política, aunque no puede salirse del marco político en que suceden los hechos que ha de iluminar con la Palabra de Dios, y las personas que ha de edificar en la fe. Evangelizar en lo político es hacer claramente vigente “lo que Cristo quiere que sea su Iglesia en este momento histórico del país”, escribe Monseñor Romero en esta Cuarta Carta pastoral. En esto, Monseñor Romero seguía la consigna de San Juan Pablo II, que repetidas veces decía esto: “la Iglesia no necesita politizarse para dar su aporte salvífico al mundo”.

Monseñor Romero consideraba “el trágico

(pasa a la página 5)

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santidad según Monseñor Romero

La santidad de una persona no puede ser medida por nada ni por nadie, porque forma parte del misterio de Dios. Santo o santa es un hombre o una mujer que vive en cercanía con Dios. No obstante, la santidad de una persona se manifiesta en el género de vida que lleva y en el modo de pensar manifestado por la palabra. María es el modelo genuino de santidad. Porque, como decía Monseñor Romero, ser santo “no es sólo ausencia de pecado, sino estar lleno de gracia” (Hom. 8-12-77). “Así vista, la santidad es la belleza a donde la Iglesia quiere promover a todo cristiano” (ibid). “Cristo se encarna en la santidad de María”. (Hom. 1-01-78) “Clavado en la cruz, Cristo defiende la santidad en la historia”. (Hom. 11-12-77) “Pueblo de Dios, la iglesia es reflejo de la santidad infinita de Dios. Por eso, el Concilio Vaticano II nos dice que aprovechemos este tiempo cuaresmal y explotemos esos ricos elementos de la liturgia de estos cuarenta días, sobre todo esos elementos bautismales y penitenciales. Sintámonos, pues, en esa procesión de quienes se preparan para el bautismo, aunque, gracias a Dios, ya estamos bautizados; pero el Sábado Santo vamos a renovar en una nueva liturgia nuestros compromisos bautismales. En la Cuaresma debemos aprovechar para estudiar e incorporarnos más en el cristianismo, al cual entramos por el bautismo”. (Hom. 12-02-78) “En la Iglesia santa y necesitada de purificación, hay también un rico arsenal de santidad” (Hom. 5-11-78). La Iglesia será más auténtica cuando de veras no dependa ni busque el socorro de los poderosos, no haga consistir la evangelización en tener poder sino

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en servir, en ser evangélica y santa, en apoyarse en el pobre, que con su pobreza enriquece, es decir Cristo”. (Hom. 1-07-79) “Cristo va a morir por nosotros, nos pide la colaboración de nuestra santidad personal; que esa redención que nos salvó del pecado original y nos incorporó a su cuerpo místico para ser prolongación de Cristo en el mundo y en la historia, ese Cristo que nos hizo por el bautismo miembros suyos nos está pidiendo, hermanos, comprender nuestra dignidad, nuestra responsabilidad y hacer de nuestra vida un verdadero sacramento de la misericordia, de la gracia, de la verdad, de la justicia de nuestro Dios, un pueblo profético, un pueblo que anuncia las maravillas de Dios y que denuncia la maldad de los hombres”. (Hom. 23-03-78) “El Concilio Vaticano II, hablando del llamamiento universal a la santidad a todos los hombres, dice: «el martirio, en el que el discípulo se asemeja al Maestro que aceptó libremente la muerte por la salvación del mundo, y se conforma a Él en la efusión de su sangre, es estimado por la Iglesia como un don eximio y la suprema prueba de amor. Y si el martirio es un don concedido a pocos, sin embargo, todos deben estar prestos a confesar a Cristo delante de los hombres y a seguirle, por el camino de la cruz, en medio de las persecuciones que nunca faltan a la Iglesia»”. “Qué bello –sigue comentado Monseñor Romero– es el camino de la cruz, es el camino del martirio, es una gracia muy singular. No la concede el Señor a todos, pero todos lo ansiamos. Y todos los que tratamos de seguir al Señor, sabemos que no lo podremos seguir sin un gran amor en el corazón. Amor que esté dispuesto a dar su vida por Él”. (Hom. 11-05-78)

Por Mons. Jesús Delgado Acevedo, Director de Semanario Orientación

¿Fue profeta el Beato Oscar Romero? (viene de la página 4) Actuando desde su propia identidad, corresponde a la Iglesia evangelizar integralmente, sin apartarse de la misión esencial que es la suya, es decir, como lo expresaron los obispos en Puebla: “La evangelización en el presente y en el futuro de América Latina”. Misión que en todo caso debe ser liberadora, sin reduccionismos ni ideologizaciones. Esta evangelización implica (1) una doctrina sólida, (2) denuncia profética, (3) desenmascarar las idolatrías de la sociedad, (4) promover la liberación integral del hombre, (5) urgir cambios estructurales profundos, y (6) acompañar al pueblo en las clases populares y en el sector de las clases dirigentes.

Por lo que toca a la denuncia profética, escribe Monseñor Romero en esta Carta pastoral, “el anuncio de la verdad y del amor y de la santidad del Reino de Dios, la evangelización tiene la misión de denunciar la mentira, la injusticia y todo pecado que destruya los proyectos de Dios. Pero, la finalidad de la denuncia no es negativa sino que tiene un carácter profético, busca la conversión de los que cometen el pecado. Porque, Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva”. “La misma Iglesia no se margina de esta necesidad de denuncia y conversión. La predicamos y la queremos para nosotros mismos como Iglesia, para poder exigirla a nuestra sociedad. Por ello, toca a la Iglesia, para poder exigirla a nuestra sociedad. Por ello, dice Puebla (P. 358), toca a la Iglesia denunciar lo que se opone a la construcción del Reino, aunque esto

Beatificación Mons. Oscar Arnulfo Romero

suponga rupturas necesarias y dolorosas”,”e incluso la persecución” ( P. 1138). “Juan Pablo II nos ha vuelto a recordar esta misión ineludible de la Iglesia, como él mismo lo expresa: ‘este servicio a la verdad como participación del servicio profético de Cristo, que es una obligación de la iglesia, la cual procura cumplirlo en distintos contextos históricos’”. Subrayaba el Papa Juan Pablo II: “Es necesario llamar a la injusticia por su nombre, a la explotación del hombre por el hombre, o a la explotación del hombre por parte del estado, de las instituciones, de los mecanismos de los sistemas económicos y de los regímenes que operan algunas veces sin sensibilidad. Es necesario llamar por su nombre a toda injusticia social, discriminación, violencia infligida al hombre contra su pueblo, contra su espíritu, contra su conciencia y contra sus convicciones” (en L’Osservatore Romano del 22-02-79).


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“Entra en el gozo de tu Señor” (Mt 25, 21) – Mensaje de la Conferencia Episcopal de El Salvador por la Beatificación Monseñor Romero – A nuestros Sacerdotes, religiosas, religiosos, a todos los fieles laicos y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad. 1. El mundo entero tiene sus ojos puestos en El Salvador y vibra de emoción por la inminente Beatificación de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, a quien los Obispos de El Salvador hemos descrito como hombre de Dios, hombre de Iglesia y defensor de los pobres. En los últimos años nuestro país ha sido noticia sobre todo por la violencia homicida que enluta a innumerables hogares al arrebatar tantas vidas, sobre todo de jóvenes. Sin embargo, hoy peregrinamos llenos de júbilo y esperanza, hacia el lugar de la beatificación de Monseñor Romero. Caminamos juntos no solo hijos e hijas de esta tierra sino también hombres y mujeres de los países vecinos e incluso de naciones lejanas. A cada uno y a cada una le saludamos deseándole “la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo”. Vivamos con gratitud este acontecimiento de gracia y preparémonos espiritualmente para ser testigos de la glorificación del pastor que dio la vida por Cristo y por el pueblo. En él se cumple lo que dijo en su última Homilía, al comentar el Evangelio del grano de trigo que cae en tierra: “Si da fruto es porque muere, se deja deshacer en la tierra, y sólo deshaciéndose produce la cosecha”. Por una delicadeza de la Providencia, conservamos sus últimas palabras, así como las dramáticas fotografías que recogen el momento en que Monseñor Romero derramó su sangre mientras se preparaba para ofrecer el sacrificio del altar. Gracias a Dios, todavía viven algunos testigos de su oblación martirial. 2. La muerte de Monseñor Romero conmovió al mundo provocando sentidas muestras de solidaridad. La más significativa fue de San Juan Pablo II, quien se expresó así dos días después del magnicidio de tan amado pastor: “Al conocer con ánimo traspasado de dolor y aflicción, la infausta noticia del sacrílego asesinato de Monseñor Oscar Arnulfo Romero y Galdámez, cuyo servicio sacerdotal a la Iglesia ha quedado sellado con la inmolación de su vida mientras ofrecía la víctima eucarística, no puedo menos de expresar mi más profunda reprobación de pastor universal ante este crimen execrable que, además de flagelar de manera cruel la dignidad de la persona, hiere en los más hondo la conciencia de comunión eclesial y de quienes abrigan sentimientos de fraternidad humana”. Tres años más tarde, el 6 de marzo de 1983, el Santo Padre, después de postrarse en profunda oración ante la tumba del IV Arzobispo de San Salvador, exclamaba: “Reposan dentro de sus muros los restos mortales de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, celoso pastor a quien el amor de Dios y el servicio a los hermanos condujeron hasta la entrega misma de la vida de manera violenta”. 3. Han pasado, desde entonces, treinta y cinco años y no ha sido fácil el camino que dentro de pocos días culminará a los pies del monumento dedicado a Jesucristo, el Salvador del mundo. La mayor dificultad fue la manipulación que se hizo de la figura y de la palabra del futuro

beato. Por eso, en una ocasión, el Papa Juan Pablo II exclamó: “Romero es nuestro, es de la Iglesia, no permitamos que nos lo arrebaten”. Correspondió a su benemérito sucesor, Monseñor Arturo Rivera Damas, la titánica tarea de recuperar la verdadera fisonomía del pastor, profeta y mártir que fue Monseñor Romero. Porque él fue ante todo sacerdote. Un libro que ha hecho mucho bien, lo resume así: “Así tenía que morir: ¡Sacerdote! Porque así vivió Monseñor Oscar Arnulfo Romero”. Allí encontramos fragmentos de sus apuntes personales escritos mientras se preparaba en Roma para la ordenación sacerdotal. Particularmente reveladoras son las palabras que escribió el 4 de abril de 1942: “Mi sábado de gloria. El día que hizo el Señor. Mi ideal se corona entre los aleluyas pascuales. Ya soy sacerdote”. En la larga relación que evoca ese día inolvidable hay también un compromiso: “Oh Jesús, cuando todo esto escribo, tu bondad me ha nublado los ojos. Jesús bueno, amigo fiel, que jamás sea yo el villano que conculque tus delicadezas de amor. Haz que sea éste mi distintivo: una gran locura por ti. Tú eres mi gloria y la recompensa de toda mi vida sacerdotal; tu amor, Jesús, tu amor… y eso me basta. ¡Y la muerte antes que ese amor se entibie!” 4. Damos gracias desde lo más profundo de nuestro corazón, al Papa Francisco, en nombre de este noble pueblo, por haber firmado, el 3 de febrero del presente año, el decreto de martirio “en odio a la fe” de Monseñor Romero. Y damos la bienvenida a su enviado especial, el Señor Cardenal Angelo Amato, a quien corresponderá declarar Beato a nuestro venerable hermano, así como al generoso y perseverante promotor de la causa de canonización, Monseñor Vincenzo Paglia. De la misma manera acogemos con inmensa alegría a los señores cardenales y obispos, lo mismo que a los sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos que nos acompañarán el próximo 23 de mayo.

Monseñor Romero, hombre de Dios

5. Una de las más bellas reflexiones de Monseñor Romero es la que habla de la vida interior: “Vivimos muy afuera de nosotros mismos. Son pocos los hombres que de veras entran dentro de sí y por eso hay tantos problemas… En el corazón de cada hombre hay como una pequeña celda íntima donde Dios baja a platicar a solas con el hombre; y es allí donde el hombre define, decide su propio destino, su propio papel en el mundo. Si cada hombre de los que estamos tan emproblemados en este momento entráramos a esta pequeña celda y, desde allí, escucháramos la voz del Señor que nos habla en nuestra propia conciencia, cuánto podríamos hacer cada uno de nosotros por mejorar el ambiente, la sociedad, la familia en que vivimos” (Homilía del 10 de julio de 1977). De su profunda experiencia de Dios brota también esta descripción de la oración: “La oración es la cumbre del desarrollo del hombre. El hombre no vale por lo que tiene sino por lo que es. Y el hombre es cuando se encara con Dios y comprende qué maravilla ha hecho Dios consigo. Dios ha creado un ser inteligente, capaz de amar, libre” (Homilía del 24 de julio de 1977). 6. Monseñor Romero, hombre de profunda comunión,

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tenía una profunda estima del Papa Pablo VI, a quien visitó en 1978. En su Diario, deja constancia de los sentimientos que embargaban su corazón al evocar esa experiencia inolvidable: “Le expresé mi adhesión inquebrantable al magisterio de la Iglesia. Y que en mis denuncias de la situación violenta del país, siempre llamaba a la conversión” (su Diario, 21 de junio de 1978). El día de su entrevista con el Papa Montini, Monseñor Romero cumplía exactamente ocho años de su ordenación episcopal. Es bueno recordar que en el retiro de preparación para recibir la gracia del episcopado, el futuro Beato tomó como guía la encíclica inaugural del nuevo pontífice Ecclesiam Suam, que es un documento programático. En sus apuntes de ese retiro leemos: “Por María, mi Madre, al Corazón de Jesús, sumo y eterno sacerdote, Pastor y Obispo de nuestras almas. Es mi consagración, sintetizada en esta palabra: ‘Sentir con la Iglesia’. Haré míos los tres caminos de la encíclica Ecclesiam Suam y después de examinar mi realidad personal según los criterios de la gloria de Dios y salud eterna de mi alma”. 7. El hombre de Dios que fue Monseñor Romero, durante el último retiro realizado un mes antes de su martirio, en un clima cargado de tensión porque la muerte rondaba como una fiera hambrienta, de nuevo deja constancia escrita de los sentimientos que anidan en su corazón: “Así concreto mi consagración al Corazón de Jesús, que fue siempre fuente de inspiración y alegría cristiana en mi vida. Así pongo también bajo su providencia amorosa toda mi vida y acepto con fe en él mi muerte, por más difícil que sea. Así también pongo bajo su providencia amorosa toda mi vida y acepto con fe en él mi muerte por más difícil que sea. Ni quiero darle una intención como lo quisiera por la paz de mi país y por el florecimiento de nuestra Iglesia… porque el Corazón de Cristo sabrá darle el destino que quiera”. Las palabras finales tienen un tono de total abandono en el Señor: “Me basta para estar feliz y confiado saber con seguridad que en él está mi vida y mi muerte, que a pesar de mis pecados en él he puesto mi confianza y no quedaré confundido y otros proseguirán con más sabiduría y santidad los trabajos de la Iglesia y de la Patria”.

Monseñor Romero, hombre de Iglesia 8. Detrás del altar en el que Monseñor Romero será beatificado veremos, en grandes caracteres, su lema episcopal: “Sentir con la Iglesia”. Esta idea aparece desde sus apuntes personales de seminarista romano, donde confiesa claramente su amor inquebrantable a la Iglesia y su devota adhesión al Vicario de Cristo. El futuro Beato dedicó al tema de la Iglesia las cuatro cartas pastorales que escribió durante su ministerio arzobispal. La primera de ellas, publicada en la Pascua de 1977, es de tipo programático y lleva el sugestivo título “La Iglesia de la Pascua”. Siguen luego, “La Iglesia, cuerpo de Cristo en la historia”, en la que Monseñor Romero se defiende de las acusaciones calumniosas formuladas contra él y contra su magisterio; “La Iglesia y las organizaciones político-populares”,


24 de mayo de 2015 que también lleva la firma de Monseñor Arturo Rivera Damas y examina en profundidad la relación entre fe y política; finalmente, la carta pastoral “Misión de la Iglesia en medio de la crisis del país” es la presentación del Documento de Puebla a la Iglesia particular de San Salvador. 9. Merece especial atención el mensaje de “La Iglesia de la Pascua”, que comienza rindiendo homenaje a su predecesor Monseñor Luis Chávez y González, quien gobernó la Arquidiócesis de San Salvador por cerca de cuarenta años. En la parte central, Monseñor Romero explica ampliamente que la Iglesia existe para anunciar y hacer presente el misterio de la Pascua. Y así llega a su propuesta de Iglesia, es decir, a la formulación de la Iglesia que él desea construir en San Salvador, en total sintonía con la doctrina del Concilio Vaticano II tal como fue interpretado por los documentos de Medellín. La cita es del documento del episcopado latinoamericano dedicado al tema Juventud: “Una Iglesia auténticamente pobre, misionera y pascual, desligada de todo poder temporal y audazmente comprometida en la liberación de todo el hombre y de todos los hombres” (Juventud, n. 15). Llama la atención el exquisito cuidado de nuestro amado hermano en dejar claro que su concepto de liberación tiene profundas raíces bíblicas y está tomado de la exhortación postsinodal Evangelii Nuntiandi, del Papa Pablo VI, documento cuyo estudio recomienda vivamente a la comunidad arquidiocesana. Cuando la Congregación para la Doctrina de la Fe examinó la doctrina de Monseñor Romero, comprobó que era totalmente ortodoxa y que no fue contaminada por ninguna ideología. Tomemos, por ejemplo, una de sus célebres homilías, en la que explica en qué consiste la liberación que nos trajo Jesucristo: “La Iglesia no puede ser sorda ni muda ante el clamor de millones de hombres que gritan liberación, oprimidos por mil esclavitudes. Pero les dice cuál es la verdadera libertad que debe buscarse: la que Cristo inauguró en esta tierra al resucitar y romper las cadenas del pecado, de la muerte y del infierno. Ser como Cristo, libres del pecado, es ser verdaderamente libres con la verdadera liberación” (Homilía del 27 de marzo de 1978).

Monseñor Romero, servidor de los pobres 10. Llegamos al aspecto más conocido y más valorado del ministerio de Monseñor Romero: su amor a los pobres y su total entrega a la promoción y a la defensa de su dignidad como personas y como hijos e hijas de Dios. Por este servicio generoso y arriesgado se le llamó “Voz de los que no tienen voz”, tarea que él asumió con plena conciencia de los riesgos que implicaba: “Queremos ser la voz de los que no tienen voz para gritar contra tanto atropello contra los derechos humanos; que se haga justicia; que no se queden tantos crímenes manchando a la patria” (Homilía del 28 de agosto de 1977). Es obvio que para Monseñor Romero la palabra “pobre” no tenía una connotación ideológica sino profundamente evangélica. Por eso insistía en que también el pobre necesitaba convertirse: “La Iglesia se acerca al pecador pobre para decirle: conviértete, promuévete, no te adormezcas. Tienes que comprender tu propia dignidad” (Homilía del 11 de septiembre de 1977). 11. La llamada a la conversión también está dirigida a la Iglesia misma, que debe convertirse en la Iglesia de los pobres: “Esta es la verdadera pobreza de la Iglesia…

7 Pobreza que hace consistir su fuerza en su propia debilidad, en su propio pecado. Pero apoyada en la misericordia de Cristo, en el poder del Señor. Esta Iglesia que no quiere hacer consistir su fortaleza en el apoyo de los poderosos o de la política, sino que se desprende con nobleza para caminar únicamente cogida de los brazos del crucificado, que es su verdadera fortaleza” (Homilía del 9 de julio de 1878). Monseñor Romero hizo suya la opción preferencial por los pobres que los obispos latinoamericanos proclamaron en Puebla, en 1979: “Dios quiere salvar a los ricos también. Pero precisamente porque los quiere salvar, les dice que no se pueden salvar mientras no se conviertan al Cristo que vive precisamente entre los pobres. Y entonces el mensaje de Puebla dice que en esto consiste ser pobre: ‘Aceptar y asumir la causa de los pobres como si estuvieran aceptando su propia causa, la causa misma de Cristo’” (Homilía del 1 de julio de 1979). 12. El pensamiento de Monseñor Romero alcanza las más altas cumbres cuando comenta el documento de Medellín sobre la pobreza como pecado, como espiritualidad y como compromiso. Sin saberlo está en plena sintonía con lo que nos enseña el Papa Francisco, quien sueña con “una Iglesia pobre y para los pobres”. Meditemos las palabras proféticas de nuestro hermano en el episcopado: “Los pobres han marcado… el verdadero caminar de la Iglesia. Una Iglesia que no se une a los pobres para denunciar, desde los pobres, las injusticias que con ellos se cometen, no es la verdadera Iglesia de Jesucristo” (Homilía del 17 de febrero de 1980). Esta denuncia conlleva la persecución. Así lo afirma Monseñor Romero pocas semanas antes de su muerte martirial: “La Iglesia sufre el destino de los pobres: la persecución. Se gloría nuestra Iglesia de haber mezclado su sangre de sacerdotes, de catequistas y de comunidades, con las masacres del pueblo, y haber llevado la marca de la persecución. Precisamente porque estorba se la calumnia y no se quiere escuchar en ella la voz que reclama contra la injusticia” (Homilía del 17 de febrero de 1980). 13. Finalmente, la pobreza es una espiritualidad y un compromiso: “La pobreza es, pues, una espiritualidad, es una actitud del cristiano, es una disponibilidad del alma abierta a Dios. Por eso decía Puebla que los pobres son una esperanza para América Latina, porque son los más disponibles para recibir los dones de Dios (…) Este es el compromiso de ser cristiano: seguir a Cristo en su encarnación. Y si Cristo es Dios majestuoso que se hace hombre humilde hasta la muerte de los esclavos en una cruz y vive con los pobres, así debe ser nuestra fe cristiana. El cristiano que no quiere vivir ese compromiso de solidaridad con el pobre, no es digno de llamarse cristiano” (Homilía del 17 de febrero de 1980).

Monseñor Romero, testigo de la fe hasta el derramamiento de su sangre 14. Cuando los obispos de El Salvador decidimos dedicar un trienio de preparación al centenario del nacimiento de Monseñor Romero, aún no sabíamos que el Papa Francisco firmaría el decreto del martirio “en odio a la fe”. El Dios providente, en su infinita misericordia, había decidido que su testigo fiel alcanzara la gloria de los altares durante el pontificado del primer Papa latinoamericano. Al ver al nuevo Vicario de Cristo y al escucharle cuando habla del pastor “con olor a ovejas”, del

Beatificación Mons. Oscar Arnulfo Romero

pastor que va “delante, en medio y detrás del rebaño”, de la Iglesia que se arriesga para ir a las periferias geográficas y existenciales, del cristiano que ve y que toca en los pobres y los que sufren “la carne de Cristo”, nos parece que está describiendo a nuestro amado pastor y mártir. El camino ha sido largo y poblado de obstáculos. Un camino que comenzó cuando Monseñor Arturo Rivera Damas anunció su intención de introducir la causa de canonización de su venerado predecesor en 1990, aunque ésta se inició formalmente en 1994, culminando la fase diocesana del proceso en la Solemnidad de todos los Santos de 1996. Vino luego la fase romana, que tuvo momentos que vale la pena recordar: en 1997 recibimos de Roma el decreto por medio del cual se aceptaba como válido el proceso diocesano. En 2004 se devuelve la documentación a la Sagrada Congregación para las Causas de los Santos y queda a la espera de un dictamen definitivo. El 21 de abril de 2013 el postulador de la causa anuncia en Roma que la causa ha sido desbloqueada. Y el 3 de febrero del presente año el mundo estalla de alegría cuando conoce la noticia de que el Papa Francisco firmó el decreto en que se establece que Monseñor Oscar Arnulfo Romero Galdámez fue asesinado “por odio a la fe”. 15. ¿Qué significa morir “por odio a la fe” cuando los asesinos no son paganos sino hombres bautizados en la Iglesia Católica? El debate ha sido intenso y por momentos, apasionado. Poco a poco se ha recuperado la serenidad y se han visto las cosas en su verdadera realidad. En efecto, quienes asesinaron a Monseñor Romero rechazaron las enseñanzas del Evangelio y del Concilio Vaticano II, que ponen en el centro la dignidad de la persona humana y la opción por los pobres, la lucha por la justicia y la defensa de los derechos humanos. Esta es condición indispensable para hacer anunciar y hacer presente entre nosotros el Reino de Dios. Monseñor Romero fue asesinado por amar a los pobres a ejemplo de su Maestro, Jesús de Nazaret. A ellos prestó su voz de profeta y por ellos entregó su vida, renunciando a la cómoda solución de abandonar el rebaño y huir como hacen los mercenarios. Monseñor Romero encarna el perfil del pastor que encontramos en la exhortación postsinodal del Sínodo de los Obispos dedicado al Obispo como servidor del Evangelio para la esperanza del Mundo: “La labor del Obispo debe caracterizarse, pues, por la valentía, que es fruto de la acción del Espíritu… El obispo es defensor de los derechos del hombre, creado a imagen y semejanza de Dios. Predica la doctrina moral de la Iglesia, defiende el derecho a la vida desde la concepción hasta su término natural; predica la doctrina social de la Iglesia, fundada en el Evangelio, y asume la defensa de los débiles, haciéndose la voz de quien no tiene voz para hacer valer sus derechos” (n. 67). Este es el hombre de Dios que a partir del 23 de mayo vamos a venerar como Beato. Que su testimonio nos estimule para vivir coherentemente nuestro compromiso bautismal. Que su palabra ilumine nuestro caminar cristiano. Y que su intercesión abra caminos a la reconciliación entre nosotros y nos ayude a vencer todas las formas de violencia para que se establezca entre nosotros el Reino de la vida, de la justicia, de la verdad, del amor y de la paz. Implorando la bendición de Dios para todos, por intercesión de nuestro Beato Monseñor Oscar Romero, les reiteramos nuestro saludo en el Señor. Dado en San Salvador, en la Sede de la Conferencia Episcopal de El Salvador, el 21 de mayo de 2015.


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Entrevista

“Él mostró, de un modo actualizado, lo que sería el camino de Cristo”

– Entrevista con el Pbro. José María Tojeria. Ex Rector de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA). 6 de mayo de 2015 – - ¿Cuál fue la relación de Monseñor Romero con la congregación jesuita? R/ Creo que Monseñor Romero tuvo una relación larga con la Compañía de Jesús. Larga porque nosotros estábamos en el Seminario, larga porque él en Roma estudió con nosotros y larga después porque cuando lo nombraron secretario de la Conferencia Episcopal, todavía antes de ser Obispo, comenzó a vivir en el Seminario, que en aquel entonces lo llevábamos nosotros, entonces, la relación fue realmente larga. Además desarrolló una gran amistad con algunos de los jesuitas: primero, con Rutilio Grande; después, ya de Arzobispo, una relación yo creo de confianza y de cercanía con algunos de los jesuitas que todavía viven. - Personalmente usted ¿pudo conocer a Monseñor Romero? R/ Toda la referencia de Monseñor Romero ha sido por segundos, es decir, gente que estuvo muy cerca de él, gente que le quiere, laicos como Pepe Simán, sacerdotes como Monseñor Urioste, talvez el más importante, pero también jesuitas como el padre Estrada, que estaba en el Senado Sacerdotal, el padre Jon Sobrino y otros que han hablado mucho de él y que lo conocieron también profundamente.

Francisco vivió crisis muy fuertes dentro de la Argentina, sabe los problemas de las guerras sucias, sabe los problemas del hambre, a veces, y de las crisis económicas fuertes y entiende muy bien que una palabra profética, una palabra evangélica, puede despertar enemistades y puede despertar incluso persecución. En ese sentido alguien que ha tenido esta misma experiencia de vivir en países con graves problemas, con graves crisis políticas, económicas y sociales, le es mucho más fácil acercarse a la figura de Monseñor Romero y verlo tremendamente valioso. En ese sentido creo que la presencia del papa Francisco ha acelerado muy positivamente el reconocimiento de la santidad de Monseñor Romero y espero yo que siga avanzando en ese sentido. La Arquidiócesis ha abierto ya el proceso de Beatificación, también como mártir, del padre Rutilio Grande y yo creo que también ahí el peso lo pone el papa Francisco, que quiere mostrar, digamos, ejemplaridad desde el martirio de ciertas personas y ha visto aquí en la Iglesia de El Salvador una fuente martirial, llamémoslo, muy importante.

- En los años de obispado de Monseñor Romero, ¿usted se encontraba en qué lugar? R/ Yo estaba en Honduras y me acababa de nacionalizar hondureño, no habían relaciones diplomáticas entre El Salvador y Honduras, entonces no podía viajar aquí a El Salvador. - ¿Qué se decía de Monseñor Romero en Honduras en esa época? R/ Pues las noticias que tenía yo eran un poco lejanas, inicialmente. Cuando lo pusieron allá llegó la bola que era el candidato de la derecha, decían así, verdad, y después, empezó ya él con sus pronunciamientos, con sus homilías, con sus posiciones ante la situación difícil de El Salvador y realmente, pues, empezamos a verlo como un profeta y como una persona realmente que estaba anunciando el Evangelio en situaciones de crisis y con una fuerza personal muy grande. - Siempre hablando de la congregación jesuita ¿Considera usted que la llegada del papa Francisco ha ayudado para la pronta Beatificación de Monseñor Romero? R/ Creo que la presencia de un latinoamericano, porque el papa Francisco es latinoamericano, en esa labor, en el Ministerio Petrino, como le gusta decir a él, influyó decisivamente porque la santidad de Romero es una santidad en situaciones de crisis, y las situaciones de crisis desde fuera de América Latina a veces no se entienden bien. Y creo que no se entendía bien la situación de crisis salvadoreña ni plenamente la posición de Monseñor Romero en medio de la crisis. En cambio para un latinoamericano parece mucho más fácil; el papa

que es el día 24 de marzo, es el día del derecho de las víctimas al acceso a la verdad y además, pone la página web de las Naciones Unidas, que es un día que se debe dedicar también al cultivo de los valores que vivió Monseñor Romero. Entonces, es un hombre ya con un carácter universal y corresponde ya a lo que se llama santidad, lo que pasa es que en los procesos se sigue una temporalidad y unos pasos concretos que yo espero que, con el papa Francisco, o con cualquier otro Papa, se den con bastante rapidez. - ¿Podemos interpretar la Beatificación de Monseñor Romero como una luz de esperanza para el pueblo salvadoreño que sufre, citando estas palabras de Ignacio Ellacuría, cuando dijo: “era un enviado de Dios para salvar a su pueblo”? R/ Pues creo que sí, Monseñor Romero en primer lugar yo creo que nos anima a todos y el hecho de que lo beatifiquen es un impulso para ver su ejemplaridad y seguir su camino. Él mostró de un modo actualizado lo que sería el camino de Cristo, siempre, bueno, con las limitaciones que tenemos los humanos, pero de un modo extraordinariamente lúcido. Entonces, el hecho del reconocimiento de Roma y de la Iglesia Católica unidos a todos estos reconocimientos, algunos de ellos previos como los de la iglesia Anglicana, que tiene su imagen ya en la Catedral de Westminster, o el reconocimiento de las Naciones Unidas, yo creo que el reconocimiento de la Iglesia Católica le da una fuerza especial y, en ese sentido, un ánimo y una esperanza grande para todos los que buscamos un país más pacífico, menos violento, con mayor justicia social, con mejor entendimiento entre las personas, con más diálogo, con objetivos más humanos, más racionales y más cristianos. En ese sentido yo sí creo que la Beatificación es un momento muy importante para el país. - A continuación les presentamos un audio del padre jesuita Francisco Javier Ibisate (Q.D.D.G.), para que posteriormente tengamos el comentario del padre Tojeira.

- Ahora, en el siguiente paso ¿será que también influye el hecho de que el papa Francisco sea latinoamericano para llegar más pronto a la Canonización? R/ La Canonización es un paso, en el caso de Monseñor Romero bastante obvio porque esta separación entre Beatos y Santos es una clasificación que se da a partir del siglo XVIII en la Iglesia para racionalizar un poco el culto. Se daba el título de Beatos a aquellos que tenían un culto local y el título de Santo al que ya se le podía dar culto universal. En el caso de Romero se sigue el esquema de Beato y posteriormente Santo, pero se sigue sabiendo que ya Monseñor Romero es una persona de una dimensión universal. Es el único Santo de la Iglesia Católica que tiene un día motivado por su vida y por su muerte, verdad,

Edición Especial

Padre Ibisate: “La verdad es que canonizar a Monseñor Romero sería decir: oiga usted y usted –con nombres concretos y ciertas debilidades adentro y fuera de la Iglesia– pues que realmente se habían equivocado”. R/ El padre Ibisate le tenía un gran cariño a Monseñor Romero y por supuesto él estaba convencido de que era un santo, un mártir, y en un momento que le preguntan, creo que eres tú el que le hace alguna de las preguntas, sobre las dimensiones y las repercusiones, él menciona que aquellos que se oponían a Monseñor Romero cuando se le beatifique, pues, se verá que estaban equivocados, porque efectivamente habían personas que decían que era un político o que creían que era una persona que le gustaba revolver las cosas y enfrentar a unos con otros.

(pasa a la página 9)


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“Él mostró, de un modo actualizado, lo que sería el camino de Cristo” (viene de la página 8) Para nosotros siempre ha sido una persona profundamente arraigada en el Evangelio y, en ese sentido, el padre Ibisate decía bueno, a la hora de la Beatificación se verá que hay gente que lo juzgó mal, que estaba equivocada y ojalá lo reconozcan por supuesto, los que estén vivos en este momento. - ¿Qué significa hoy en día beatificar a Monseñor Romero? R/ Es reconocer un camino y un modo de promover la relación entre las personas desde el Evangelio, es reconocer el amor de una persona por el pueblo sencillo, el pueblo pobre, es reconocer la radicalidad evangélica de este hombre, de este Obispo, que supo, defendiendo los derechos de los más pobres, dar su vida. En ese sentido es un significado muy motivador para todos y todas. - Ahora, con la Beatificación de Monseñor Romero, ¿considera usted que supone devolver la dignidad a las víctimas de injusticia en El Salvador y en América Latina? R/ Ese es un proceso largo, las víctimas efectivamente necesitan que se les devuelva su

dignidad, no son basura de la historia que se tira al basurero. Las víctimas son personas humadas, son personas dignas. A mí me gusta recordar a los niños del Mozote, las personas más inocentes que murieron simplemente porque estaban ahí con sus papás, que eran buena gente, que confiaban en que a los inocentes no se les matan, que seguían ahí porque amaban la tierra, porque querían producir alimentos y vivir de los alimentos y ayudar a otros a tener alimentos, es decir, gente con una bondad tremenda y sin embargo que los destrozan. Esas víctimas deberían ser héroes de la patria, deberían ser personas recordadas continuamente, niños que se les cortó cuando estaban todavía en capullo más que en flor, estaban iniciando la vida y uno dice “se les mató por buenos”. Que si fueran hijos de gente mala, que previera, que estuviera estudiando a ver si aquí vienen, vamos a ver cómo matamos, a ver cómo nos matan y tal… pues probablemente hubieran escapado, pero eran gente buena que tenían confianza en el país, en sus instituciones, en la realidad en la que vivían y las matan sin más razón que una teoría bastante absurda, que es la teoría esta de tierra arrasada que trata de quitarle el agua al pez, como dicen algunos técnicos de lucha anti insurgente. Entonces, uno dice, a estas personas hay que devolverle la dignidad. En Romero se da un inicio, cuando la Iglesia dice, bueno, el que defendió a estas personas, el que amó hasta dar la vida por los demás, ése es

el santo, el que debemos venerar. Bueno, ése, se nos abre el camino hacia la recuperación y la devolución de la dignidad de las víctimas. No solamente él recupera esa dignidad de víctima santa sino que con él todos aquellos a los que él defendió. Es decir, nos motiva a nosotros a buscar modos de devolver la dignidad a las personas. - De hecho, con Monseñor Romero, con la Beatificación, muchas personas me han dicho: “la Beatificación me da esperanza de que a mi familiar, a mi hijo, a mi primo o a mi nieto se le haga justicia. En Monseñor Romero encontramos esa dignidad que mi familiar necesita”… R/ Es una reacción muy lógica porque Monseñor Romero simbolizó la esperanza de este pueblo salvadoreño, la esperanza en la justicia, la esperanza en la paz, la esperanza en la conversión de los corazones, en el saber compartir, en el buscar juntos justicia para todos, y entonces cuando se le beatifica, se le declara modelo de camino, modelo para la vida cristiana, pues evidentemente la gente dice: “aquí hay un modelo que nos impulsa a todos a vivir esos mismos valores que él vivió”, valores de solidaridad, valores de justicia, valores en defensa de la víctima y entonces aquellas personas que han sufrido victimización, que les han matado parientes, etcétera, ven en Romero un camino para recuperar la dignidad de sus víctimas.

*Agradecemos a Radio San José (930 A.M.) por compartir este material con nuestros lectores

5- Santo Tras la Beatificación se debe comprobar un milagro obrado por su intercesión que lleva al candidato a la santidad

El cuarto Arzobispo de San Salvador, Mons. Oscar Arnulfo Romero, fue asesinado sacrílegamente por “odio a la fe el 24 de marzo de 1980”, en palabras de la Congregación para las Causas de los Santos. Su beatificación fue p p p Francisco. aprobada por el p papa

1994

4- Beato

En marzo se abrió el proceso de beatificación.

Conocido como:

“Obispo mártir” y

“La voz de los sin voz”

Nacimiento

Edición gráfica: Téc. Luis A. Chávez

15 de agosto de 1917 Ciudad Barrios, San Miguel, El Salvador.

Los beatos pueden recibir culto público. Si es reconocido su martirio, el Papa procede a su Beatificación

3- Venerable

Creó una oficina de derechos humanos en el Arzobispado de San Salvador

Camino a la santidad

Expediente es revisado por historiadores, teólogos y Cardenales para la designación de “venerable”. En el caso de los mártires no necesitan este reconocimiento, sino que su proceso comienza directamente con la propuesta de su Beatificación

1- Postulante

2- Siervo de Dios

Comienza cuando se da a conocer la intención de elevar a una persona a la santidad, y se recaban datos biográficos y testimonios.

Informe sobre vida y virtudes del candidato desde Roma. Se nombra un impulsor de la Causa. Para el caso due Mons. Vincenzo Paglia

Su Carrera 1937 Ingresó al Seminario Mayor San José de la Montaña, en San Salvador

1942 Ordenado sacerdote en Roma el 4 de abril

Beatificación Mons. Oscar Arnulfo Romero

1970 Ordenado obispo el 21 de junio

1977 Nombrado Arzobispo de San Salvador el 23 de febrero


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Monseñor Romero Hombre de Dios

io 2015

n Tema 10. Ju

– Material para el Primer año del Trienio sobre Monseñor Romero – La Iglesia en El Salvador se prepara para celebrar el Centenario del natalicio de Monseñor Romero, dando a conocer la figura de nuestro tan amado pastor dedicándole un trienio con la siguiente temática: • Primer año: Monseñor Romero, hombre de Dios • Segundo Año: Monseñor Romero, Obispo y hombre de Iglesia • Tercer año: Monseñor Romero, servidor de los pobres

MONSEÑOR ROMERO Y SU ENCUENTRO CON LA PALABRA

1. MOTIVACIÓN. Bienvenidos hermanos y hermanas, nos alegramos estar reunidos para conocer la persona y el misterio de la vida consagrada de Monseñor Romero al servicio de su pueblo. 2. ORACIÓN DE INICIO. Dios Padre, Dios Hijo Redentor y Espíritu Santo Consolador, modelo de comunidad y de amor, nos reunimos como hijos tuyos para glorificarte y bendecirte por el testimonio de la vida de Monseñor Romero; permítenos, te rogamos, conocerlo en profundidad y seguir su ejemplo de cristiano y pastor de nuestro pueblo a quien amó y sirvió hasta las últimas consecuencias de su vida. Amén. 3. CANTO MOTIVACIONAL.

MONSEÑOR ROMERO ENCUENTRO CON LA PALABRA

4. TEMA:

Y SU

Texto Bíblico: Salmo 119 (118), 80-88. Si queremos comprender a Monseñor Romero como hombre de Dios, como hombre de oración,

podemos acercarnos a su corazón a través de sus Homilías. Y en los breves escritos de sus Retiros Espirituales podremos descubrir ese “pozo secreto” donde su corazón bebía con profunda humildad el agua de la Sabiduría que “salta hasta la vida eterna” que Jesús ofreció a la Samaritana. Cada Homilía era fruto de ese encuentro de la Palabra de Dios en su oración y en la realidad de la gente. Hombre de Dios, hombre de oración, nunca separó su diálogo con el Padre del anuncio gozoso del Evangelio y la denuncia dolorosa y firme de todo lo que no iba de acuerdo con ese Evangelio. 5. PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR a. ¿Cómo descubres tú al hombre de Dios? b. ¿Qué tan importante es para tu vida la Palabra de Dios? c. ¿Cómo vives esta relación de Palabra y Vida? d. ¿En tu oración está siempre presente la realidad de la gente y del país? e. ¿Has sabido descubrir para tu propia vida dónde se encuentra tu “pozo secreto”? Entonemos un canto para terminar.

Edición Especial

6. ORACIÓN FINAL Para terminar el tema les invito a rezar la oración para pedir favores por la intercesión del beato OSCAR A. ROMERO: ¡Oh Dios Padre Misericordioso: que por mediación de Jesucristo y la intercesión de la Virgen María, Reina de la Paz; y la acción del Espíritu Santo concediste al Beato Oscar Romero la gracia de ser un Pastor ejemplar al servicio de la Iglesia; y en ella preferencialmente a los pobres y los necesitados. Haz Señor, yo sepa también vivir conforme al Evangelio de tu Hijo y dígnate glorificar a tu Beato Oscar Romero y concédeme, por tu intercesión el favor que te pido… Así sea.

(Si recibe el favor solicitado, repórtelo por escrito a la Oficina de Canonización de Monseñor Romero en el Arzobispado de San Salvador)


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Obispo Romero, Beato mártir, un verdadero hombre de Iglesia 1. La Arquidiócesis del Divino Salvador. Bautismo y Purificación La Iglesia arquidiocesna en tiempos de Monseñor Romero estuvo «marcada con las señales dolorosas y gloriosas del martirio y de la persecución precisamente por su fidelidad de ser el Cuerpo de Cristo en nuestra historia». Este fue su bautismo de fuego y sangre. La Iglesia tiene que vivir y testimoniar la fidelidad en medio del martirio. Ante las acusaciones que se le hicieron a Monseñor Romero, él respondió que la Iglesia predica el amor y este amor es gratuito, eficaz, pero hace ver la existencia de una violencia institucionalizada; El interés de la Iglesia es defender los derechos fundamentales de las personas. En medio de la persecución y el martirio, la Iglesia vivió momentos extraordinarios de unidad y solidaridad. Así lo entendió Mons. Romero.

-Renovación. La Iglesia es exigencia de santidad y está necesitada siempre de conversión. Seré antes de actuar. He examinado las muchas cosas que en mí piden penitencia, precaución, reforma” (8 de junio de 1970). Este lema significa tres cosas a Monseñor Romero: a) Ser uno con la Iglesia a través de la oración; b) Amar y servir a los pobres; y c) Ser fiel a las enseñanzas de la Iglesia. Pensó que la Iglesia debe ser una Iglesia humilde y simple. En 1978, él dijo: “Queridos hermanos y hermanas, esta es la gloria de la Iglesia: someterse a la kénosis de Cristo. Debido a esto, hay que ser humildes y pobres. Una noble iglesia que depende de los poderes terrenales, que es autosuficiente y llena de orgullo, no es la iglesia de la kénosis de St. Paul”.

Por Luis Coto, Pbro. y Dr.

características de la Iglesia, decía Monseñor Romero: «Si uno vive en un cristianismo que es muy bueno, pero que no encaja con nuestro tiempo, que no denuncia las injusticias, que no proclama el Reino de Dios con valentía, que no rechaza el pecado de los hombres, que consiente, por estar bien con ciertas clases, los pecados de esas clases, no está cumpliendo su deber, está pecando, está traicionando su misión. Si no sufre la persecución, y si sólo busca los privilegios y el apoyo de la tierra, «Esa Iglesia ¡Tenga miedo! No es la verdadera Iglesia de Jesucristo». - Con un fuerte ardor apostólico

Retomando las motivaciones de la Evangelii Nuntiandi decía: La «Iglesia existe principalmente para la evangelización de todos los pueblos; es una institución formada por hombres con formas y estructuras determinadas, pero todo eso se organiza solamente al servicio de una realidad mucho más El fortalecimiento de las fundamental: el ejercicio de su tarea Comunidades Eclesiales de Base. evangelizadora». Y con una fuerte Para Mons. Romero éstas son fermento solidaridad eclesial. La Iglesia es de renovación en la vida eclesial reunida comunión y participación. en torno a la Palabra de Dios y a la Eucaristía, para celebrar la vida, la muerte Conclusión y la resurrección de Jesús. E invitándoles Creyó siempre en el Dios de lo nuevo, a «mantener esa identidad y esa misión atendiendo siempre a lo perenne, a lo en toda su pureza y autonomía para que eterno, con unas capacidades para saber no se confunda con otras organizaciones comprender las circunstancias y a los ni mucho menos se deje manipular por hombres de su tiempo. El Dios que en ella». Si bien al principio de misión el devenir de la historia, infunde una como Arzobispo todo parecía ir bien dinámica siempre novedosa, sobre todo en cuanto a la unidad, poco tiempo en el encuentro con el hombre. Descubre después la mayoría de los obispos eran desde el amor de Dios, a las otras contrarios a la pastoral arquidiocesana personas, como hijos de Dios. «Mons. y la polarización se hace sentir. Esta Romero fue un Obispo hecho Pueblo», situación es motivo de escándalo y es poniéndose de ese manera en el camino aprovechada por los sectores opuestos de Jesús, el Gran Profeta e Hijo de Dios, a la pastoral arquidiocesana. Entre los viviendo la primacía de la predicación de Obispos, al no impulsar una pastoral la Palabra, penetrando profundamente en más en consonancia con la renovación la vida, en el alma de los salvadoreños. de la Iglesia, les resultaba más fácil ser Dentro de su magisterio episcopal jueces de una pastoral que artesanos de siempre quiso ser el amigo y el pastor. una Iglesia-Signo. Sabía muy bien que no todos aceptaban 2. El Obispo Romero sus ideas. Reflejo de esto es el llamado Cuando fue ordenado Obispo, escogió Mons. Romero saluda al Papa Pablo VI, autor de la Exhortación permanente que hace en sus homilías como lema: “Sentir con la Iglesia”. Apostólica Evangelii Nuntiandi de los domingos a aquellos que lo Él escribió lo siguiente acerca de este insultan, tergiversan sus sermones o lema: “Es mi consagración sintetizada que siembran la confusión en la vida 3. La construccion de la Comunidad Viva. en esta palabra: SENTIR CON LA IGLESIA: Haré ¿Cómo presentaba a esta Iglesia? eclesial. En sus homilías fue extremamente duro míos los tres caminos de la Iglesia según la encíclica en sus denuncias, no sólo hacia los poderosos, sino - Unida desde la misión y la persecución ECLESIAM SUAM y después de examinar mi realidad Decía Monseñor Romero: «El servicio al también hacia aquellos que de una u otra manera personal según los criterios de la gloria de Dios y Evangelio y la persecución han tenido como abusaban de su autoridad o posición. Denunció con salud eterna de mi alma. fruto precioso la unidad de la Arquidiócesis, de fuerza los abusos de las organizaciones populares, -Tomar conciencia de sí. Y lo desarrollaba en una forma desconocida hasta ahora. Con alegría llamándoles a la Conversión. cuatro aspectos: a) Conocer cada día más a la hemos podido constatar que muchas barreras han Por eso creo que Monseñor Romero fue un Iglesia y mi puesto y mi deber para con ella; b) desaparecido. Nunca como ahora se ha dado la profeta y mártir de la justicia, testigo fiel y Fidelidad al Magisterio. Su doctrina es mi criterio; unidad de los Pastores, con Religiosos, Religiosas consecuente con el Evangelio y el Magisterio de c) Estar al día en documentos, noticias de la y Laicos... Esta unidad y esta solidaridad es para la Iglesia. Esperando ahora que su Beatificación Santa Sede y de la Iglesia Universal; y d) Meditar mí un signo muy claro de que hemos elegido el nos haga asumir nuestra propia responsabilidad camino correcto». asiduamente mis responsabilidades episcopales. como Iglesia y que la herencia que se ha puesto en - Santa en medio de la persecución Me hablarán de ello las circunstancias, las críticas, nuestras manos, al final podamos cumplirle a Dios El 21 de agosto de 1977, hablando de las como Monseñor Romero le cumplió. el diálogo…

Beatificación Mons. Oscar Arnulfo Romero


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24 de mayo de 2015

Preparado por:

Mons. Jesús Delgado

María es el modelo genuino de santidad. Porque, como decía Monseñor Romero, ser santo “no es sólo ausencia de pecado, sino estar lleno de gracia” (Hom. 8-12-77). – Pág. 5 –


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