Semanario Orientacion (31 may 2015)

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S • E • M • A • N • A • R • I • O Año LXIII Nº 5862

ÓRGANO OFICIOSO DEL ARZOBISPADO DE SAN SALVADOR. 31 de mayo de 2015

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“Romero no es símbolo de división, sino de paz, de concordia, de fraternidad” – Pág. 6 –

Su Eminencia Cardenal Angelo Amato, delegado pontificio para la Beatificación de Mons. Oscar Arnulfo Romero, presidió ceremonia y la Santa Eucaristía

Quienes tengan a Monseñor Romero como amigo en la fe, quienes lo invoquen como protector e intercesor, quienes admiren su figura, encuentren en él fuerza y ánimo para construir el Reino de Dios, para comprometerse por un orden social más equitativo y digno.

Romero es nuestro, pero es también de todos, porque para todos él es el profeta del amor de Dios y del prójimo y el custodio de la recta conciencia de la persona humana. Beato Oscar Romero, ruega por nosotros.

Su Santidad Papa Francisco

Su Eminencia Cardenal Angelo Amato


IGLESIA LOCAL

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Agradecimientos por la Beatificación de Mons. Oscar Arnulfo Romero Galdámez Habiendo vivido la magna celebración de la Beatificación de nuestro amadísimo Monseñor Oscar Arnulfo Romero Galdámez, a nombre de la Conferencia Episcopal de El Salvador, a nombre de la Arquidiócesis de San Salvador, a nombre de cada uno de los señores Obispos de la Provincia Eclesiástica y de todos nuestros sacerdotes, expreso nuestro más cordial agradecimiento a Su Santidad el Papa Francisco por concedernos tan inmensa gracia, por su gran afecto paternal y su cercanía para con nosotros. Agradecemos también a Su Eminencia Reverendísima, Cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas

de los Santos, por haber tenido la gran bondad de Beatificar a Monseñor Romero en nombre de Su Santidad el Papa, en nuestro país; al Excelentísimo Mons. Vincenzo Paglia, Prefecto de la Pontificia Comisión para la Familia y Postulador de la Causa de Canonización de Monseñor Romero; a todos los señores Cardenales, Arzobispos, Obispos, Sacerdotes, Religiosos y Religiosas, que vinieron a nuestro país para solemnizar la Beatificación de Monseñor Romero; a las autoridades gubernamentales y estatales de nuestro país, como a todas las representaciones de países hermanos que con su presencia dieron tanta relevancia a la celebración; a

todos los fieles laicos de otros países y de El Salvador, que con tanto amor y fe participaron de la magna celebración; a todos los líderes y miembros de otras religiones que tuvieron la bondad de acompañarnos en la Beatificación; y a todos los voluntarios y demás colaboradores en las distintas comisiones y subcomisiones que con tanto amor prepararon todo, de la mejor manera posible para la celebración de la Beatificación de nuestro amado Monseñor Oscar Romero. Elevamos a Dios nuestra ferviente oración, implorando por intercesión del Beato Romero, la bendición para todos. Muy afectuosamente,

Mons. José Luis Escobar Alas, Arzobispo Metropolitano de San Salvador Presidente de la Conferencia Episcopal de El Salvador

“Romero vio y oyó el sufrimiento de su pueblo” − Carta de Su Santidad el Papa Francisco con ocasión de la Beatificación de Monseñor Oscar Arnulfo Romero −

Lettera del Santo Padre Excmo. Mons. José Luis Escobar Alas Arzobispo de San Salvador Presidente de la Conferencia Episcopal de El Salvador. Querido Hermano: La beatificación de monseñor Oscar Arnulfo Romero Galdámez, que fue Pastor de esa querida Arquidiócesis, es motivo de gran alegría para los salvadoreños y para cuantos gozamos con el ejemplo de los mejores hijos de la Iglesia. Monseñor Romero, que construyó la paz con la fuerza del amor, dio testimonio de la fe con su vida entregada hasta el extremo. El Señor nunca abandona a su pueblo en las dificultades, y se muestra siempre solícito con sus necesidades. Él ve la opresión, oye los gritos de dolor de sus hijos, y acude en su ayuda para librarlos de la opresión y llevarlos a una nueva tierra, fértil y espaciosa, que «mana leche y miel» (cf. Ex 3, 7-8). Igual que un día eligió a Moisés para que, en su nombre, guiara a su pueblo, sigue suscitando pastores según su corazón, que apacienten con ciencia y prudencia su rebaño (cf. Jer 3, 15). En ese hermoso país centroamericano, bañado por el Océano Pacífico, el Señor concedió a su Iglesia un Obispo celoso que, amando a Dios y sirviendo a los hermanos, se convirtió en imagen de Cristo Buen Pastor. En tiempos de difícil convivencia, Monseñor Romero supo guiar, defender y proteger a su rebaño, permaneciendo fiel al Evangelio y en comunión con toda la Iglesia. Su ministerio se distinguió por una particular atención a los más pobres y marginados. Y en el momento de su muerte, mientras celebraba el Santo Sacrificio del amor y de la reconciliación, recibió la gracia de identificarse plenamente con Aquel que dio la vida por sus ovejas. En este día de fiesta para la Nación salvadoreña, y también para los países hermanos latinoamericanos, damos gracias a Dios porque concedió al Obispo mártir la capacidad de ver y oír el sufrimiento de su pueblo, y fue moldeando su corazón para que, en su nombre, lo orientara e iluminara, hasta hacer de su obrar un ejercicio pleno de caridad cristiana.

La voz del nuevo Beato sigue resonando hoy para recordarnos que la Iglesia, con vocación de hermanos entorno a su Señor, es familia de Dios, en la que no puede haber ninguna división. La fe en Jesucristo, cuando se entiende bien y se asume hasta sus últimas consecuencias, genera comunidades artífices de paz y de solidaridad. A esto es a lo que está llamada hoy la Iglesia en El Salvador, en América y en el mundo entero: a ser rica en misericordia, a conver tirse en levadur a de reconci liación para la socieda d. Monseñor Romero nos invita a la cordura y a la reflexión, al respeto a la vida y a la concordia. Es necesario renunciar a «la violencia de la espada, la del odio», y vivir «la violencia del amor, la que dejo a Cristo clavado en una cruz, la que se hace cada uno para vencer sus egoísmos y para que no haya desigualdades tan crueles entre nosotros». Él supo ver y experimentó en su propia carne «el egoísmo que se esconde en quienes no quieren ceder de lo suyo para que alcance a los demás». Y, con corazón de padre, se preocupó de «las mayorías pobres», pidiendo a los poderosos que convirtiesen «las armas en hoces para el trabajo». Quienes tengan a Monseñor Romero como amigo en la fe, quienes lo invoquen como protector e intercesor, quienes admiren su figura, encuentren en él fuerza y ánimo para construir el Reino de Dios, para comprometerse por un orden social más equitativo y digno. Es momento favorable para una verdadera y propia reconciliación nacional ante los desafíos que hoy se afrontan. El Papa participa de sus esperanzas, se une a sus oraciones para que florezca la semilla del martirio y se afiancen por los verdaderos senderos a los hijos e hijas de esa Nación, que se precia de llevar el nombre del divino Salvador del mundo. Querido hermano, te pido, por favor, que reces y hagas rezar por mí, a la vez que imparto la Bendición Apostólica a todos los que se unen de diversas maneras a la celebración del nuevo Beato. Fraternamente.


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Su Eminencia Cardenal Angelo Amato, delegado pontificio para la ceremonia Beatificación, se dirige al público asistente durante evento organizado por el Ministerio de Relaciones Exteriores

En vísperas de la Beatificación de Monseñor Oscar Arnulfo Romero Galdámez, el 22 de mayo se realizó, en el Salón de Honor del Ministerio de Relaciones Exteriores, un evento que incluyó tres diferentes presentaciones que exaltaban la figura del ahora Beato Romero: - La presentación de los sellos postales dedicados a la Beatificación. - El lanzamiento del concurso nacional “Yo hablo, yo escribo y yo dibujo a nuestro Beato Monseñor Romero”. - La presentación en nuestro país del libro “Oscar Romero, la biografía”, del investigador Roberto Morozzo Della Rocca. Los ministros de Relaciones Exteriores, Gobernación y Desarrollo Territorial, y de Educación, junto a la Directora General de Correos fueron los encargados de la presentación de los sellos postales y del concurso de oratoria, poesía, ensayo y dibujo, mientras que el libro de Morozzo Della Rocca fue comentado por el Pbro. José María Tojeira. La mesa de honor contó con la participación de Su Eminencia Cardenal Angelo Amato, delegado pontificio de Su Santidad para la Beatifi cación de Monseñor Romero, quien expresó que los sellos postales “anuncian implícitamente los valores humanos y cristianos por los cuales nuestro mártir dio la vida, son valores que hacen de Mons. Romero

Medios de prensa locales entrevistan a Roberto Morozzo (izq.) y Mons. Jesús Delgado al final de evento

DIRECTORIO

Según el boletín filatélico, las imágenes de los sellos han sido escogidas bajo el denominador común de las manos de Monseñor Romero, “con la esperanza de que al tocarlas, susciten en quienes las adquieran, los mismos sentimientos de misericordia”

y de todo el pueblo salvadoreño, embajadores de un mensaje de paz y de justicia social para toda la familia humana”. En relación al concurso de oratoria, poesía, ensayo y dibujo, Su Eminencia manifestó su reconocimiento “a los inspiradores y organizadores del concurso escolar dedicado a nuestro futuro Beato Mártir”, como también a los participantes del mismo.

Oración para pedir favores por la intercesión de MONSEÑOR ROMERO Oh Dios Padre Misericordioso: que por mediación de Jesucristo y la intercesión de la Virgen María, Reina de la Paz; y la acción del Espíritu Santo concediste al Beato Oscar Romero la gracia de ser un Pastor ejemplar al servicio de la Iglesia; y en ella preferencialmente a los pobres y los necesitados. Haz Señor, yo sepa también vivir conforme al Evangelio de tu Hijo y dígnate glorificar a tu Beato Oscar Romero y concédeme, por tu intercesión el favor que te pido… Así sea. (Si recibe el favor solicitado, repórtelo por escrito a la Oficina de Canonización de Monseñor Romero en el Arzobispado de San Salvador)

STER

ORACIÓN DE

Tres presentaciones para honrar al Beato Mons. Romero

E

para tiempos de violencia

Oh Dios, que dominas todo, oye el clamor de los desesperados: Líbranos del poder de los malvados y líbrame a mí del miedo. Amén. (Ester 14,19)

El Pbro. José María Tojeira, Director de la Pastoral Social de la Universidad Católica “José Simeón Cañas” (UCA) opinó que el libro de Roberto Morozzo refleja muy bien la fidelidad al Magisterio de la Iglesia y la enorme sensibilidad humana de Mons. Romero, quien “se fija, dialoga, está presente entre su pueblo, como dice hoy el papa Francisco, un pastor con olor a oveja”. De igual manera, Mons. Jesús Delgado, en representación del señor Arzobispo de San Salvador, expresó su agradecimiento con los organizadores e invitó a que todos, en especial los jóvenes, se empapen “de la presencia de Mons. Romero, porque sigue presente con nosotros, vivo y caminando hacia el puerto de la concordia, de la unión, de la fraternidad y de la paz”. Entre los distinguidos asistentes, se encontraban Mons. Vincenzo Paglia, postulador de la causa, Roberto Morozzo Della Rocca, escritor del libro “Oscar Romero, la biografía”, y el señor Gaspar Romero, hermano del nuevo Beato, además de gran cantidad de religiosos y religiosas, funcionarios, personalidades y público en general.

Mons. Jesús Delgado DIRECTOR

Roger Herrera EDITOR EN JEFE

Dios Padre nuestro, que, con admirable providencia gobiernas el mundo, atiende nuestros ruegos por la Patria, para que la sabiduría de sus autoridades y la honestidad de sus ciudadanos robustezcan la concordia y la justicia, y podamos vivir en paz y progreso constante. Por Jesucristo nuestro Señor.

Efraín Caravantes DISEÑO GRÁFICO

Amén.

Roger Herrera DISEÑO DE PORTADA


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VOZ DEL PAPA

“Decidió estar en medio de su pueblo (...) incluso a costa de su vida” Durante el Regina Coeli en la Plaza de San Pedro, el Papa recordó a Mons. Oscar Romero, el arzobispo salvadoreño asesinado en 1980 y que fue beatificado el sábado 23. “Mons. Oscar Romero, Arzobispo de San Salvador, asesinado por odio a la fe mientras estaba celebrando la Eucaristía. Este pastor generoso, siguiendo el ejemplo de Jesús, decidió estar en medio de su pueblo, especialmente de los pobres y los oprimidos, incluso a costa de

su vida”, destacó el Papa Francisco. También reflexionó sobre el Evangelio de la fiesta de Pentecostés y destacó que la Iglesia es universal como también lo es su mensaje. “La Iglesia no nace aislada, nace universal, una, católica. Con una identidad precisa, pero abierta a todos”, señaló el Santo Padre. Que la Iglesia sea universal significa que abre sus puertas a todas las personas, tanto pecadores como santos. (Cf. Romereports.com 24 may. 2015)

Papa pide “respeto de la creación” y no abusar de ella

El Papa Francisco pidió el 24 de marzo “respeto” para la creación por ser una exigencia de la fe cristiana y dijo en su Homilía de la festividad de Pentecostés que hay que cultivar “el jardín” en el que vive la humanidad. “El Espíritu Santo que Cristo ha mandado junto al Padre, y el Espíritu Creador que ha dado vida a cada cosa, son uno y el mismo. Por eso, el respeto de la creación es una exigencia de nuestra fe”, afirmó el Papa en la Basílica de San Pedro. “El ‘jardín’ en el cual vivimos no se nos ha confiado para que abusemos de él, sino para

que lo cultivemos y lo custodiemos con respeto”, agregó Su Santidad. Las palabras del Pontífice se conocen mientras se está a la espera de la que será su primera encíclica, la cual versará sobre el medio ambiente y su protección.

El Papa ha develado que esa encíclica se publicará en junio. En enero aseguró que “lo importante es que salga un poco de tiempo antes de (la Cumbre del clima en) París”, que se celebrará del 30 de noviembre al 11 de diciembre próximos. (Cf. Larazon.es 24 mayo 2015)

Riqueza no compartida genera corrupción CIUDAD DEL VATICANO. El Papa Francisco dijo el 25 de mayo que las riquezas deben servir para “el bien común” y precisó que una abundancia de bienes vivida de modo egoísta es “triste, quita esperanza” y es el origen de “todo tipo de corrupción, grande o pequeña”. El Papa denunció esta actitud, que explica la infelicidad de nuestro mundo, su injusticia y maldad, en la Homilía de la Misa en la casa de Santa Marta. “Aferrados a la riqueza, listos para corromper, para aumentarla y protegerla. Corruptos, cerrados, que encuentran el paraíso solo en la riqueza, al final pierden ellos mismos y se alejan definitivamente de Dios. Ricos pero estériles, incapaces de administrar el propio dinero para el bien de todos”, sostuvo. El aferrarse a las riquezas, explicó Bergoglio, “es el inicio de todo tipo de corrupción, en todas partes: corrupción personal, corrupción en los negocios, también la pequeña corrupción comercial, de los que quitan 50 gramos al peso justo, corrupción política, corrupción en la educación. ¿Por qué? Porque los que viven aferrados al propio poder, a las propias riquezas, se creen en el paraíso. Son cerrados, no dejan horizonte, no tienen esperanza. Al final tendrán que dejar todo”. (Cf. Ansalatina.com 25 mayo 2015)

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EN EL MUNDO

Papa enviará misioneros “¡Basta muertos! Se debe llegar lo antes posible a absolver pecados graves a un acuerdo” pide el Card. Salazar Gómez El Papa enviará misioneros a todo el mundo con capacidad de absolver los pecados más graves como una de las principales novedades del próximo Año Santo, según explica en entrevista con Efe su principal organizador, el Arzobispo Rino Fisichella. El 13 de marzo Francisco anunciaba por sorpresa la celebración de un Año Santo extraordinario, que comenzará el próximo 8 de diciembre y que concluirá el 20 de noviembre de 2016, bajo uno de los temas claves de su magisterio: la misericordia. En la bula en la que se convocaba este Jubileo, Francisco dejó escrito las principales características que deberá tener, y entre ellas destacan dos novedades, la apertura de puertas santas en cada ciudad y el envío de los “misioneros de la Misericordia”. “El Papa Francisco, desde siempre, ha querido destacar que el Jubileo extraordinario podrá ser vivido en Roma, pero también en las diferentes diócesis”, explicó Fisichella, también presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización. Una de las novedades del Jubileo será la de los Misioneros de la Misericordia: “sacerdotes que serán enviados personalmente por el Papa Francisco” y también podrán ser enviados por los obispos de cada diócesis, cuya misión principal será “predicar y confesar”. Y puntualizó cómo “a ellos, de hecho, el Papa Francisco concederá la autoridad de absolver también los pecados reservados a la sede apostólica”. (Cf. Larazon.es 23 may. 2015)

El Arzobispo de Bogotá, el Cardenal Rubén Salazar Gómez, hablando con la prensa local ha reiterado que la guerra hay que acabarla, es decir, que tienen que lograr cuando antes un acuerdo entre Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). El Cardenal ha dicho expresamente: “¡Basta! ¡Ni un muerto más! Yo creo que eso es un campanazo de alerta para que los negociadores tomen conciencia de que no pueden seguir indefinidamente resolviendo las pequeñas o enormes diferencias que tengan en la mesa de diálogo de La Habana. ¡Hay que llegar cuanto antes al fin del conflicto para que no haya ni un muerto más!”. Las delegaciones del gobierno colombiano y las FARC el lunes 25 de mayo han reanudado las

conversaciones de paz en La Habana, después de varios días de tensión. De hecho, el 22 de mayo, los guerrilleros habían tomado la decisión de suspender el alto el fuego en vigor desde diciembre de 2014, después de que 26 de sus combatientes murieron en una ofensiva del ejército colombiano. Otros cinco guerrilleros han muerto en una incursión este fin de semana. Según los datos recogidos por la Agencia Fides un miembro de la delegación de las FARC, Pablo Catatumbo, ha declarado: “Sin duda, los acontecimientos de la semana pasada son un paso atrás en los progresos realizados hasta ahora en la mesa de negociaciones. Este camino es equivocado, y es evidente que la paz no se logrará con un incremento de la violencia del conflicto”. (Cf. Fides.org 26 may. 2015)

No al odio, hacer política con integridad moral En la Catedral de Buenos Aires y en la Basílica de Lujan, se celebró el 25 de mayo, según la tradición, el Te Deum con motivo de la Fiesta nacional por el aniversario de la Revolución de Mayo. Presidió el rito el Arzobispo de la Ciudad de Buenos Aires, el Card. Mario Aurelio Poli, y el Arzobispo de Mercedes y Lujan, Su Exc. Mons. Agustín Roberto Radrizzani, S.D.B., en presencia de las más altas autoridades del Estado. El mensaje lanzado por los dos Arzobispos

ha tenido un único tema: dejarse a la espalda las divisiones, la lucha y los odios, rechazar la idea de “adversario y de enemigo”. El Card. Poli, sucesor en el cargo del Arzobispo Jorge Bergoglio, ha pedido a los candidatos a la presidencia, que estaban presentes, entre ellos Mauricio Macri, “que se pongan la patria al hombro” y que traten de ejercer el arte de la política “con integridad moral y olvidando el propio interés, y luchando con prudencia contra la injusticia y la opresión”. (Cf. Fides.org 26 may. 2015)


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ditorial

{ Gracias

en nombre de la Iglesia {

“En nombre de la Iglesia en El Salvador expreso nuestro inmenso agradecimiento a Su Santidad el Papa Francisco por darnos hoy un Beato en la persona de nuestro tan amado Oscar Romero.” Con estas sentidas palabras, el Arzobispo de San Salvador, Monseñor José Luis Escobar Alas dio inicio al agradecimiento, que pronunció en el contexto de la Eucaristía que ya de por sí, es el mejor agradecimiento que podemos dar a Dios, que es siempre el primero. Al referirse a los seres humanos a quienes debemos agradecer algo o mucho por el éxito del proceso de Beatificación de Monseñor Romero, el Arzobispo se refirió en primer lugar al Papa Francisco. “Agradecemos al Papa su inmensa bondad, su gran afecto, su cercanía de padre y buen pastor; gracias por sus oraciones, gracias por su exquisito Magisterio y por su gran ejemplo de Santidad”. Enseguida, el Señor Arzobispo, tras haber agradecido a cada uno de los colaboradores del proceso de Beatificación, igual que a quienes se desvivieron para que le ceremonia de la Misa de Beatificación saliera como salió, tan hermosa y digna del Beato, el Arzobispo dijo: “Nos da mucha satisfacción palpar el afecto a nuestro Beato y Mártir Mons. Romero.” Pensaba el Arzobispo sobre todo a la gente salvadoreña y a los que nos visitaron. Luego añadió: “Gracias a los señores de la prensa, gracias a todos”. Enseguida pasó a formular este voto: “deseamos que la alegría de este acontecimiento se conserve en todas las personas de buena voluntad en el mundo entero, que la palabra y el testimonio de Mons. Romero vivan en el corazón de los hombres de nuestro tiempo”.

Pasó luego el Arzobispo a expresar el más hondo deseo de su corazón. “Desde hoy le tendremos en todos los altares y en el altar de nuestro corazón. Amémoslo profundamente para aprender cada vez más de su Doctrina e imitar su valiosa experiencia como hombre de Dios, amante de la Iglesia y servidor de los pobres”. No podía faltar el reto que nos plantea la muerte martirial del Beato Romero. El Señor Arzobispo lo expresó con estas palabras: “Hoy invocamos al Beato Oscar Romero con fe y esperanza, implorando su intercesión para que Dios nos conceda la gracia de poder construir una sociedad nueva en la justicia, la verdad, la dignidad y la equidad, en la que haya pan para todos, estudio para todos y trabajo digno para todos, en la que desaparezca por completo la injusticia, el desprecio y la marginación del hermano porque es pobre, el odio y todo tipo de violencia; una sociedad reconciliada y en paz en la que verdaderamente nos amenos todos, porque todos somos hermanos. Éste fue el ideal que tanto anheló nuestro amadísimo Beato y Mártir Oscar Romero”. Terminamos nuestro editorial con estas palabras sacadas del Mensaje de los Obispos: “Vamos a venerar a este hombre de Dios como Beato. Que su testimonio nos estimule para vivir coherentemente nuestro compromiso bautismal. Que su palabra ilumine nuestro caminar cristiano. Y que su intercesión abra caminos a la reconciliación entre nosotros, y nos ayude a vencer todas las formas de violencia, para construir el Reino de la vida, de la justicia, de la verdad, del amor y de la paz”.

Por Mons. Jesús Delgado Acevedo, Director de Semanario Orientación

tioziggi@hotmail.com • Sigfrido Munés

Una semana antes de su martirio, lo profetizó el Beato Oscar Arnulfo Romero Del 25 al 28 de febrero de 1980 guiaba Monseñor sus últimos Ejercicios Espirituales en los Planes de Renderos. Estas son palabras proféticas que él pronunció en aquella ocasión: “Mi disposición debe ser dar mi vida por Dios, cualquiera que sea el fin de mi vida. Él asistió a los mártires y si es necesario lo sentiré muy cerca al entregarle mi último suspiro… Pero más valioso que el momento de morir es entregarle toda la vida y vivir para Él y mi misión… Y acepto con fe en Él mi muerte por más difícil que sea, ni quiero darle una intención como la quisiera por

la paz de mi país y por el florecimiento de nuestra Iglesia, porque el corazón de Cristo sabrá darle el destino que quiera… Me basta, para estar feliz y confi ado, saber que en Él está mi vida y mi muerte. Y a pesar de mis pecados, en Él he puesto mi confianza y no quedaré confundido… Y otros proseguirán con más sabiduría y santidad los trabajos de la Iglesia y de la Patria”.

Profundamente místico y espiritual –sacerdote auténtico– Monseñor aparece en su palabra por encima de los materialismos de la época y de sus minúsculos intereses. En Dios confiamos.


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“Romero no es símbolo de división, sino de paz, de concordia, de fraternidad” – Homilía de Su Eminencia CardenalAngeloAmato, SDB. Beatificación de Mons. OscarArnulfo Romero. Plaza Salvador del Mundo. 23 de mayo de 2015 – 1. La beatificación de Monseñor Romero, obispo y mártir, es una fiesta de gozo y de fraternidad. Es un don del Espíritu Santo para la Iglesia y para la noble nación salvadoreña. Hablando de su oficio de obispo, San Agustín decía: «El Evangelio me asusta. Nadie más que yo querría una existencia segura y tranquila. Nada más dulce que escrutar el tesoro divino. En cambio, predicar, amonestar, corregir, edificar, entregarse a todos es un gran peso, una grave responsabilidad, una dura tarea».1 Son palabras de un obispo santo, doctor de la Iglesia. En efecto, para Agustín, hecho obispo, la razón de su vida se vuelve la pasión por sus fieles y sus sacerdotes. Y él pide al Señor que le dé la fuerza de amarle hasta el heroísmo, «o con el martirio o con el afecto».2

El delegado pontificio para la Beatificación de Mons. Romero, Cardenal Angelo Amato, comparte su homilía con el pueblo de Dios

Estas palabras y estos sentimientos habría podido expresar con la misma intensidad y sinceridad el arzobispo Romero, el cual amó a sus fieles y a sus sacerdotes con el afecto y con el martirio, dando la vida como ofrenda de reconciliación y de paz. Es cuanto afirma en la Carta Apostólica de beatificación el Papa Francisco: «Oscar Arnulfo Romero y Galdámez, obispo y mártir, pastor según el corazón de Cristo, evangelizador y padre de los pobres, testigo heroico del Reino de Dios, Reino de justicia, de fraternidad y de paz». 2. Las lecturas bíblicas de hoy dan el significado del martirio de Romero. La palabra de Dios nos recuerda, de hecho, que después de la trágica muerte las almas de los justos están en las manos de Dios y ningún tormento les tocará. Ahora ellos están en la paz y en el día del juicio resplandecerán como luces en la estepa, gobernarán naciones y tendrán poder sobre los pueblos (Sab 3, 1-9 passim).

Durante la ceremonia, señores Cardenales y Obispos invitados escuchan con atención las palabras del Su Eminencia Cardenal Amato

El mártir Romero es por tanto luz de las naciones y sal de la tierra. Si sus perseguidores han desaparecido en la sombra del olvido y de la muerte, la memoria de Romero en cambio continúa estando viva y dando consuelo a todos los pobres y los marginados de la tierra. El Señor ha hecho grandes cosas por los justos, que con razón pueden repetir con el apóstol Pablo, uno de los primeros mártires de la Iglesia: «¿Quién nos separará del amor de Cristo? Quizá la tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada» (Rm 8, 35). Nada, ni la muerte, ni la vida, ni ángeles ni principados, ni presente ni futuro, ni ninguna otra criatura separó a Romero de Cristo y de su Evangelio de amor, de justicia, de fraternidad, de misericordia, de perdón. Son conmovedoras las palabras que Jesús pronunció antes de su pasión, cuando encomendó

Desde la plaza Salvador del Mundo, más de mil sacerdotes locales e internacionales concelebraron la Eucaristía junto a los Cardenales y Obispos

al Padre a sus discípulos: «Padre santo, guárdales en tu nombre [...]. Cuando estaba con ellos, yo les guardaba en tu nombre [...] y los he conservado, y ninguno de ellos se ha perdido, excepto el hijo de la perdición [...]. Yo les he dado tu palabra y el mundo les ha odiado, porque no son del mundo, como yo no soy del mundo. No pido que les saques del mundo, sino que les guardes del Maligno» (Jn 17, 11-15). Es la oración cotidiana que Romero hacía durante los últimos años atormentados de su vida, hasta el fatídico 24 (veinticuatro) de marzo de 1980 (mil novecientos ochenta), cuando una bala traidora lo hirió de muerte durante la celebración eucarística. Su sangre se mezcló con la sangre redentora de Cristo. 3. ¿Quién era Romero? ¿Cómo se preparó al martirio? Digamos ante todo que Romero era un sacerdote bueno y un obispo sabio. Pero sobre todo era un hombre virtuoso. Amaba a Jesús, lo adoraba en la Eucaristía, amaba a la Iglesia, veneraba a la Santísima Virgen María, amaba a su pueblo. El martirio no fue una improvisación, sino que tuvo una larga preparación. Romero, de hecho, era, como Abrahán, un hombre de fe profunda y de esperanza inquebrantable. Joven seminarista en Roma, poco antes de la ordenación sacerdotal, escribía en sus apuntes: «Este año haré mi gran entrega a Dios! Dios mío, ayúdame, prepárame. Tú eres todo, yo soy nada y, sin embargo, tu amor quiere que yo sea mucho. Coraggio! (en italiano). Con tu todo y con mi nada haremos mucho».3 Un cambio en su vida de pastor manso y casi tímido fue el asesinato del Padre Rutilio Grande, sacerdote jesuita salvadoreño, que había dejado la enseñanza universitaria para ser párroco de los campesinos, oprimidos y marginados. Fue éste el evento que tocó el corazón del arzobispo Romero, quien lloró a su sacerdote como podía hacerlo una madre con su propio hijo. Se dirigió rápidamente a Aguilares para la misa de sufragio, pasando la noche llorando, velando y rezando por las tres víctimas inocentes, por el Padre Rutilio y los dos campesinos que lo acompañaban. Los campesinos estaban ahora huérfanos de su padre bueno. Romero quiso tomar su puesto. En su homilía el arzobispo dijo: «La liberación que el Padre Grande predicaba se inspira en la fe, una fe que nos habla de la vida eterna, una fe que ahora él con su rostro dirigido al cielo, acompañado por los dos campesinos, muestra en su totalidad, en su perfección; la liberación que termina en la felicidad en Dios, la liberación que surge del arrepentimiento del pecado, la liberación que se funda en Cristo, la única fuerza salvadora».4

1 AGOSTINO, Terret me evangelium, Serm. 339,4, passim. 2 AGOSTINO, Serm. 296,4-5. Cf. GIANCARLO PANI, «Il Vangelo mi spaventa». Il buon vescovo secondo sant’Agostino, in «La Civiltà Cattolica», 166 (2015) II p. 117-130. 3 Positio, p. 494. 4 Ib. p. 158.


31 de mayo de 2015 (viene de la página 7) Desde aquel día su lenguaje se volvió más explícito en el defender al pueblo oprimido y a los sacerdotes perseguidos, sin preocuparle las amenazas que cotidianamente recibía. Monseñor Romero habló de un don del Espíritu Santo, que le concedió una especial fortaleza pastoral, casi en contraste con su temperamento prudente y comedido: «Consideré un deber –dijo él– colocarme decididamente en defensa de mi Iglesia y al lado de mi pueblo tan oprimido y despreciado».5 Sor Luz Isabel, religiosa carmelita, presente en la misa durante la cual Romero fue asesinado, testifica que a quien le invitaba a estar atento a las palabras, el arzobispo respondía: «Dios me guía y Él me inspira lo que digo. Me sorprendo a veces que en mis homilías dominicales muchas cosas que no deseo decir las digo, movido por el impulso de Dios».6 4. Y sus palabras no eran una provocación al odio y a la venganza, sino una valiente exhortación de un padre a sus hijos divididos, que eran invitados al amor, al perdón y a la concordia. Contemplando la belleza de la naturaleza y del esplendor del paisaje salvadoreño, el arzobispo solía decir que el cielo debe iniciar aquí en la tierra.7 Miraba a su querida patria tan atormentada con la esperanza en el corazón. Soñaba que un día sobre las ruinas del mal habría brillado la gloria de Dios y su amor. Su opción por los pobres no era ideológica sino evangélica. Su caridad se extendía también a los perseguidores a los que predicaba la conversión al bien y a los que aseguraba el perdón, no ostante todo. Estaba acostumbrado a ser misericordioso. La generosidad en el dar a quien pedía era –según los testigos– magnánima, total, abundante. A quien pedía, daba. Alguna vez decía que si le devolvieran el dinero que había distribuido, se hubiera vuelto millonario.8 La caridad pastoral le infundía una fortaleza extraordinaria. Un día a un sacerdote le contó que estaba continuamente amenazado de muerte y que en los diarios nacionales había críticas cotidianas contra él. Pero con una sonrisa continuó: «Esto no me desanima, al contrario me siento más valiente porque son éstos los riesgos del pastor, tengo que ir adelante, no guardo rencor a nadie».9 5. Romero es otra estrella luminosísima que se enciende en el firmamento espiritual americano. Él pertenece a la santidad de la Iglesia americana. Gracias a Dios son muchos los santos de este maravilloso continente. El Papa Francisco, recientemente, recordaba a algunos. Además de Fray Junípero Serra, que será canonizado el 23 (veintitrés) de septiembre próximo en Washington D. C., el Santo Padre listaba a tantos otros santos y santas que se han distinguido con distintos carismas: « - Contemplativas como Rosa de Lima, Mariana de Quito y Teresita de los Andes;

7 - Pastores que emanaban el perfume de Cristo y el olor a oveja, como Toribio de Mogrovejo, François de Laval, Rafael Guízar Valencia; - Humildes trabajadores en la Viña del Señor, como Juan Diego y Kateri Tekakwhita; - Servidores de los necesitados y de los marginados, como Pedro Claver, Martín de Porres, Damián de Molokai, Alberto Hurtado y Rose Philippine Duchesne; - Fundadoras de comunidades consagradas al servicio de Dios y de los más pobres, como Francesca Cabrini, Elisabeth Ann Seaton e Catalina Drexel; - Misioneros incansables, como Fray Francisco Solano, José de Anchieta, Alonso de Barzana, María Antonia de Paz y Figueroa, José Gabriel del Rosario Brochero;

Ofertorio. el eminentísimo señor Cardenal recibe las ofrendas presentadas: Fotografía y una réplica de la Mitra del nuevo beato, flores, canasta básica, pan y vino

- Mártires como Roque González, Miguel Pro y Oscar Arnulfo Romero; y tantos otros santos y mártires, que no elenco ahora, pero que interceden delante del Señor por sus hermanos y hermanas que son todavía peregrinos en aquellas tierras. Ha habido santidad en América! Tanta santidad sembrada».10 El Beato Oscar Romero pertenece a este impetuoso viento de santidad que sopla sobre el continente americano, tierra de amor y fidelidad a la buena noticia del Evangelio. 6. La beatificación de Monseñor Romero sea entonces una fiesta de gozo, de paz, de fraternidad, de acogida, de perdón. Todos tenemos necesidad de estos dones del Espíritu Santo, que hacen de nuestra existencia terrena una verdadera anticipación del gozo del paraíso. Coraggio, decía en italiano Monseñor Romero. Ánimo! Su martirio sea una bendición para El Salvador, para las familias, para los jóvenes, para los pequeños, para los pobres, pero también para los ricos, en fin para todos los que buscan serenidad, gozo y felicidad. Romero no es símbolo de división, sino de paz, de concordia, de fraternidad. Llevemos su mensaje en nuestros corazones y en nuestras casas y demos gracias al Señor por este Siervo suyo fiel, que ha dado a la Iglesia su santidad y a la humanidad su bondad y su mansedumbre.

Las reliquias de Mons. Oscar A. Romero (der.) fueron presentadas durante la ceremonia, luego de develar la imagen del Beato

En 1983 (mil novecientos ochenta y tres) San Juan Pablo II (segundo) ante la tumba de Romero gritó: Romero es nuestro. Es verdad, Romero pertenece a la Iglesia, pero enriquece también a la humanidad, por él soñada con un corazón bueno, con pensamientos de respeto y de concordia, con acciones de acogida y de ayuda recíproca. Romero es nuestro, pero es también de todos, porque para todos él es el profeta del amor de Dios y del prójimo y el custodio de la recta conciencia de la persona humana. Beato Oscar Romero, ruega por nosotros.

5 Ib. p. 178. 6 Ib. p. 495. 7 Ib. p. 500. 8 Ib. p. 505. 9 Ib. p. 513. 10 Homilía del 2 de mayo de 2015 durante la misa celebrada en el Pontificio Colegio Norteamericano.

Su Excelencia Mons. Vincenzo Paglia, postulador de la Causa de Mons. Romero (der.), participó de la Eucaristía que presidió Su Eminencia Cardenal Amato


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31 de mayo de 2015

Arzobispado de San Salvador Orientaciones sobre los milagros con ocasión de la Beatificación de Monseñor Oscar Romero Debiendo ser instruido en nuestra Arquidiócesis un proceso informativo sobre un milagro que, por intercesión del Beato Oscar Romero, Obispo y Mártir, haya obtenido un fiel cristiano, hago del conocimiento de todos cuanto sigue: La Iglesia desde los primeros tiempos de su existencia exigió siempre, antes de permitir el culto a un Siervo de Dios, que por su intercesión se hubiera obrado hechos de naturaleza milagrosa. Según la legislación eclesiástica actual, para la Beatificación basta un milagro realizado después de la muerte del Siervo de Dios y comprobado por un proceso. Se requiere otro milagro realizado después de la Beatificación para obtener la Canonización. En el caso del Beato Oscar Romero, el martirio constituye el milagro requerido para la Beatificación, como un don que Dios concede a pocos de sus hijos, para que, a semejanza de su Señor quien murió cruentamente por la salvación de todos, en un acto sublime de amor motivado por su fe, dé la vida como un acto sublime de amor ante quien le infringe la muerte por odio a la fe. Por tanto, para su Canonización se requiere de otro milagro realizado después de la Beatificación. ¿Qué es un milagro? No es fácil dar una definición de milagro que recoja todos sus aspectos. Adoptamos la siguiente definición, común entre los teólogos modernos: “un hecho religioso insólito, que supone una intervención especial y gratuita de Dios y es a la vez un signo o manifestación de un mensaje de Dios al hombre y una llamada a la conversión”. Pero nos interesa aquí el aspecto ontológico del mismo, es decir, el fenómeno como hecho extraordinario que supera las leyes de la naturaleza, y el modo de probar este hecho a través de un proceso. Los teólogos, siguiendo la doctrina de Santo Tomás, suelen distinguir tres clases de hechos milagrosos: a) El que supera las fuerzas de la naturaleza “quoad substantiam”, en el sentido de que la naturaleza no puede realizar tal hecho, por ejemplo, que dos cuerpos coexistan simultáneamente en el mismo lugar, o que un cuerpo sea glorificado; b) El que supera las fuerzas de la naturaleza no por el hecho en sí, sino por el sujeto en que se realiza: por ejemplo, la resurrección de un muerto, o el crecimiento de una pierna u otro miembro que había sido amputado. La naturaleza es capaz de generar la vida, pero no en un muerto y es capaz de hacer crecer un miembro, pero no si este ha sido amputado; c) Finalmente, el hecho que supera las fuerzas de la naturaleza “quoad modum”, por ejemplo, la curación instantánea de una grave enfermedad, sin haber hecho uso de medicina alguna o de otras curas; la desaparición de una atrofia grave; o el hecho de que se cicatrice una herida instantáneamente. La naturaleza puede corregir la atrofia de un miembro o cicatrizar una herida, pero no lo hace nunca instantáneamente. Esto nos muestra que hay que centrar la investigación solamente en los fenómenos extraordinarios de orden físico. Entre ellos los fenómenos más comunes suelen referirse a curaciones prodigiosas después de la invocación a un Siervo de Dios o a un Beato. Investigación previa Antes de iniciar formalmente un proceso sobre una presunta curación milagrosa, hay que realizar una serie de investigaciones. a) Ante todo hay que pedir a la persona curada o a los padres, si se trata de un niño, una relación escrita, lo más minuciosa y detallada posible, sobre los siguientes datos: síntomas de la enfermedad; diagnóstico y pronóstico de los médicos; eventuales curas; desarrollo de la enfermedad; a quién se encomendó el enfermo; si la curación fue instantánea; controles médicos después de la curación;

b) Si en dicha relación se encuentran elementos suficientes para pensar que se trata de un milagro, hay que empezar a recoger todos los documentos posibles relativos al caso. Si la persona curada estuvo hospitalizada en alguna clínica u hospital, hay que pedir el historial clínico de dichos centros y los certificados de los diversos exámenes radiológicos, de laboratorio, etc. No basta un extracto de dicho historial, donde además del diagnóstico y del pronóstico, se detalla día a día el curso de la enfermedad y las medicinas usadas. Recuérdese que por razón del secreto profesional, tiene derecho a exigir la documentación médica sólo el enfermo, o los padres, si se trata de un menor de edad. Todas las clínicas y hospitales de casi todas las naciones tienen obligación de conservar la documentación médica (historial clínico, radiografías, biopsias, etc.) durante 10 años, pasados los cuales se suele proceder, por razón de espacio, a la destrucción de la misma; c) Obtenida la relación y toda la documentación que se refiere al caso, conviene consultar a un especialista en la enfermedad de que se trata, para que diga si existe alguna explicación natural según la ciencia. En la práctica se envía esta documentación al postulador en Roma, el cual tiene los medios para consultar a algunos médicos que forman parte de la Consulta de la Congregación. Así, él indicará si vale la pena o no instruir el proceso. Un perito de Roma ayudará a redactar los interrogatorios del caso. Solicitud del postulador En el caso de que el hecho extraordinario atribuido al Siervo de Dios o al Beato, realizadas las investigaciones previas y consultado algún médico competente, presente las características de un posible milagro, el postulador dirigirá una solicitud a la autoridad competente, adjuntando a ella: 1) un informe detallado del caso; 2) la declaración escrita del presunto agraciado; 3) una lista de testigos, entre los que no pueden faltar los médicos que trataron al enfermo, y los familiares del mismo; 4) toda la documentación recogida hasta el momento; 5) el dictamen de un perito si existe. La experiencia enseña que de cien casos señalados como milagros, muy pocos pueden ser tenidos como tales, porque se trataba de un caso explicable según las leyes de la naturaleza. Con estas breves y claras orientaciones, hacemos un llamado a todos aquellos que consideren que han recibido un favor por la intercesión del Beato Óscar Romero a que se acerquen a nuestra Oficina de Canonización en el Arzobispado de San Salvador, para que sea debidamente acreditado para su estudio. (Tomado de: Romualdo Rodrigo, “Manual para instruir los Procesos de Canonización”, Pontificia Universidad de Salamanca, 1988). Pedimos al Señor que todo sea para su gloria y para el bien de todos los que lo aman. Dado en San Salvador a los veintiséis días del mes de mayo del año dos mil quince.

Por su mandato:

Mons. José Luis Escobar Alas Arzobispo de San Salvador

Mons. Rafael Edgardo Urrutia Director de la Oficina para la Canonización de Monseñor Romero


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31 de mayo de 2015 Carta Pastoral de la Conferencia Episcopal de El Salvador

Beato Monseñor Oscar Romero, Pastor y Mártir – Primera entrega –

Introducción A nuestros amados sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles laicos. “que la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con todos ustedes”. 1. Queremos ser pastores solidarios con nuestro pueblo. Un pueblo que, a pesar de las muchas y prolongadas tribulaciones, no pierde la esperanza. Un nuevo amanecer se levanta desde el oriente para todo El Salvador. Un hermano nuestro en el Episcopado, Monseñor Oscar Arnulfo Romero, siguiendo las huellas de Jesús, ha revalidado con la Palabra de Dios vivida, predicada y testimoniada hasta el martirio, la solidaridad de Cristo Crucificado con la humanidad. Hemos recibido, hermanos, una buena noticia: el papa Francisco ha declarado Beato a Monseñor Oscar Arnulfo Romero Galdámez. 2. En la Carta Apostólica que nos trajo esta buena noticia, el Papa saluda a Monseñor Romero como modelo de Obispo y mártir, Pastor según el Corazón de Cristo, Evangelizador, Padre de los pobres y Testigo heroico del Reino de Dios. Como señala el decreto firmado por el Papa Francisco el tres de febrero del presente año, Monseñor Romero fue asesinado por odio a la fe. Nadie odia la fe cuando la fe es un mero conjunto de verdades enunciadas por escrito o rezadas rutinariamente. Pero, cuando la fe se vuelve amor de compromiso y entrega a Cristo por la causa del Evangelio para salvar al mundo del pecado, entonces suscita resquemores y odios. Romero no fue un simple maestro de la fe, sino un pastor con olor a ovejas; un pastor que dio su vida por sus ovejas conscientemente, como lo escribe en sus apuntes espirituales del último retiro: “Así comento mi consagración al Corazón de Jesús, que fue siempre fuente de inspiración y alegría cristiana en mi vida. Así también pongo bajo su providencia amorosa toda mi vida y acepto con fe en él mi muerte, por más difícil que sea. Ni quiero darle una intención como lo quisiera, por la paz de mi país y por el florecimiento de nuestra Iglesia porque el Corazón de Cristo sabrá darle el destino que quiera. Me basta para estar feliz y confiado saber con seguridad que en él está mi vida y mi muerte, que, a pesar de mis pecados, en él he puesto mi confianza y no quedaré confundido; y otros proseguirán con más sabiduría y santidad los trabajos de la Iglesia y de la Patria” (Ejercicios Espirituales, febrero de 1980). En este texto sobrecogedor, escrito por quien en el mismo cuaderno habla de que el Nuncio de Costa Rica le avisó de peligro de muerte “para esta semana”, podemos asomarnos al alma de Monseñor Romero, quien fue ante todo sacerdote, como lo muestra claramente la obra escrita por Monseñor Delgado “Así tenía que morir: ¡Sacerdote! Porque así vivió Mons. Oscar A. Romero” (Ediciones de la arquidiócesis de San Salvador, 2010). Este libro, que recomendamos vivamente, se inspira sobre todo en los apuntes espirituales del nuevo beato y

en su diario de estudiante en Roma entre los años 1937 y 1943. 3. En la espiritualidad de Monseñor Romero destaca su profunda devoción al Sagrado Corazón de Jesús y su amor filial a María, especialmente bajo la advocación de Reina de la Paz. Pastor según el Corazón de Cristo, desde su juventud, el Beato Romero aprendió a amar al Corazón de Jesús con un amor oblativo y de reparación. En sus apuntes espirituales de juventud repite varias veces que prefiere mil veces antes morir que ser tibio. Él quiso en efecto, que toda su vida fuera una entrega total a Jesucristo enfocada en su lema episcopal “sentir con la Iglesia”, lema que hemos recordado en el proceso de preparación a su beatificación y que hemos destacado en la decoración del magnífico templete en el que tendrá lugar la inolvidable ceremonia del sábado 23 de mayo. 4. El Beato Oscar Romero fue formado en la escuela espiritual de los Padres Jesuitas, según la antigua tradición eclesiástica emanada del Concilio de Trento. De aquí aprendió la verticalidad de la fe, que busca ante todo la comunión con Dios en la oración y en la contemplación. Llegado el Concilio Vaticano II, sin dejar de ser hombre de Dios, aprendió a adentrarse en las realidades y valores de este mundo, para caminar con el hombre y despertar en él la esperanza de un mundo mejor y construir “la civilización del amor” proclamada por el Papa Pablo VI, a quien Monseñor Romero guardó siempre una estima y amor ejemplares. Prueba de ello es que para el retiro de preparación a su ordenación episcopal, en 1970, tomó como guía la encíclica inaugural del Papa Montini “Ecclesiam Suam”, que es un texto programático en el que se invita a toda la Iglesia a examinarse a sí misma viéndose en el espejo de Jesucristo, a renovarse y a entrar en diálogo con el mundo para comunicarle la salvación que nos trajo nuestro Divino Salvador. 5. Padre de los pobres, nuestro amado hermano sació con la Palabra de Dios el hambre de Dios de sus hermanos y hermanas confiados a su cuidado pastoral, pero sobre todo a quienes, como señala el Papa Francisco, se encuentran en las periferias geográficas y existenciales de nuestro mundo. De esta forma de ser pastor surgió espontáneamente una pastoral inspirada en la opción preferencial por los pobres, tal como la enseña Jesucristo en el evangelio y tal como la proclamó el Papa Juan xx III al decir que la “Iglesia quiere ser la Iglesia de todos, pero sobre todo la Iglesia de los pobres”. Esta visión, propuesta en los documentos del Concilio Vaticano Segundo, inspira las directrices que emanan de los documentos pastorales de la Iglesia en América Latina, especialmente los de Medellín y de Puebla, documentos en los que los Obispos del Continente de la esperanza aplican a la realidad de América Latina y el Caribe las enseñanzas conciliares. 6. Monseñor Romero fue maestro consumado que supo transformar el odio del hombre en el amor de Cristo. Sus homilías tenían como principal inspiración la Palabra de Dios. En junio de l977,

durante su primer año de servicio pastoral al frente de la arquidiócesis de San Salvador, dijo: “Seremos firmes en defender nuestros derechos, pero con un gran amor en el corazón, porque al defender así, con amor, estamos buscando la conversión de los pecadores. ¡Esa es la venganza del cristiano!” (Homilía del 19 de junio de l977). 7. Al mismo tiempo, sus homilías nos dejaron ver la fuente de donde la Palabra predicada por él sacaba su fuerza de conversión, es decir, su fidelidad a Cristo, su amor al hombre y su infatigable adhesión a la Iglesia. La fuerza de la Palabra de Dios salida de los labios del Beato Romero, era, según leemos en Isaías: “Como la lluvia y la nieve caen del cielo, y sólo vuelven allí después de haber empapado la tierra, de haberla hecho germinar así será la palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía” (Is 5, 10-11). Al infatigable sembrador de la palabra, se aplican también a él las palabras de Jesús: “Lo sembrado en tierra buena se parece a aquellos que oyen el mensaje, lo acogen y dan fruto: unos treinta, otros sesenta y otros ciento” (Mc 4, 20). Esta palabra predicada fue acompañada del signo más grande que puede dar un pastor, cuando entregó la vida derramando su sangre como Jesús.

Romero Pastor y Mártir. 8. No fueron muchos los años que Monseñor Romero pastoreó la Arquidiócesis de San Salvador, pero fueron suficientes para que Jesús, nuestro Divino Salvador, nos haya mostrado en su testimonio el camino del compromiso con el Evangelio al servicio de todos los hombres y mujeres de este mundo, sin pactar con el mundo. “Como ustedes no son del mundo, sino que los elegí sacándolos del mundo, por eso el mundo los odia. Si a mí me han perseguido, también a ustedes les perseguirán” (Juan 15, 19-20). Días antes de su muerte, el Beato Oscar Romero ya había ofrecido su sangre por aquellos que le quitarían la vida. Ellos querían apartarlo del pastoreo de la Arquidiócesis, pero sólo lograron que se quedara vivo con nosotros para siempre; porque nosotros, los que permanecemos en este mundo seguiremos sus pasos y sembraremos en los surcos pastorales que él abrió. Viviremos su martirio en el cumplimiento exacto y diario de nuestro ser cristiano y de nuestra responsabilidad pastoral. Deseamos vivamente que en él se cumplan las conocidas palabras: “La sangre de mártires es semilla de cristianos”. 9. Ahora que la Iglesia proclama Beato a Monseñor Romero, queremos comprometernos solemnemente a llevar adelante el pastoreo que él inició con audacia (“parresía”) y que selló con su sangre. El Beato Oscar Romero nos motiva a todos los católicos salvadoreños a emprender un nuevo modo de vivir y de dar testimonio de nuestra fe en Cristo. Los pastores en especial encontramos en él un llamado a asumir nuestra responsabilidad evangelizadora con sentido de pastor y entrega de mártir. En esta línea deseamos compartir con ustedes las siguientes reflexiones y orientaciones de esta carta pastoral. (pasa a la página 10)


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Puedes consultar la edición e l e c t r ó n i c a d e Orientación e n

www.arzobispadosansalvador.org (viene de la página 9)

Parte primera El itinerario de la santidad de Monseñor Romero 10. Para conocer el alma de Monseñor Romero tenemos, además de sus cuadernos espirituales, dos instrumentos excepcionales: sus apuntes personales tomados mientras era estudiante de teología en Roma; y su Diario, que recoge los dos últimos años de su ministerio como cuarto arzobispo de San Salvador. Una característica notable de su espiritualidad es su acendrada devoción al Sagrado Corazón de Jesús, que tiene como una característica central el espíritu de oblación. 11. El 1 de enero de 1940, el joven Romero escribía “Este año haré la gran entrega a Dios. Dios mío, ayúdame, prepárame. Tú eres todo, yo soy nada y, sin embargo, tu amor quiere que yo sea mucho. ¡Ánimo! Con tu Todo y con mi nada haremos ese mucho” (Delgado, J. Así tenía de morir. pág. 171) Al calor del amor del Sagrado Corazón nacen también en el Beato los deseos de santidad y martirio. El 2 de febrero de ese mismo año escribía: “Cómo arden los corazones cuando sopla el fuego del amor del Sagrado Corazón. Pide para que sea santo, puro, fuerte, viril; ten una gran confianza con tu Obispo y ámalo” (Ibíd. pág. 173) La mañana del jueves 29 de febrero visitaba las catacumbas de San Calixto. En esta ocasión escribe: “Era una mañana primaveral: el aire puro, el cielo azul. Y aquellos cipreses se elevaban al cielo como suspiros de esperanza hacia lo infinito. Hermosa imagen de la Iglesia. Sus raíces profundas están allí, en tierra de catacumbas, y se ha elevado altiva, vestida de esperanza y de inmortalidad Estuvimos idos en la capilla de Santa Cecilia: larga oración pidiendo fortaleza para todos. Aquellas lamparitas que alumbran la tumba de la mártir nos hablan de la fortaleza de las que pidieron la gracia del martirio” (Ibíd. pág. 176). 12. Jesucristo es la fuente de donde el Beato Romero bebió el amor que guió su vida personal, y la luz que iluminó el camino del servicio pastoral

que prestó a la Iglesia. La “parresía”, la audacia de la fe que le llevó hasta el martirio, el supremo gesto de amor que un hombre o una mujer pueden hacer por Dios y por el pueblo santo. De su devoción a Jesucristo Eucaristía encontramos en Su Diario su profunda afección a la Hora Santa, cada primer día de mes, en la capilla del Hospital La Divina Providencia. Por ejemplo, cuando expresa un comentario muy íntimo: “Volví a predicar después de dos días de reposo de la garganta y me complace haber dedicado a la Hora Santa Eucarística, en la capilla del Hospital de La Divina Providencia, el servicio de mi voz” (Su Diario, 1 de junio de 1978). Esa capilla, en cuyo altar derramó su sangre, fue testigo mudo del profundo espíritu de adoración de Monseñor Romero y de cómo, en momentos particularmente difíciles, él acudía a pedir luces y fortaleza para cumplir su misión de pastor. Lo mismo se pudo ver mientras ejercía su ministerio sacerdotal en la diócesis de San Miguel. 13. Otra característica de su espiritualidad era su tierno amor a la Santísima Virgen María. De eso puede dar fe sobre todo el pueblo migueleño, testigo excepcional de cómo el Padre Romero difundió por todo oriente la devoción a Nuestra Señora de la Paz. Un signo destacado de ese amor mariano fue todo el esfuerzo que realizó hasta que consiguió que el Papa Pablo VI declarara a la Virgen de la Paz, patrona de El Salvador. 14. Una cuarta característica de su espiritualidad era su inconmovible amor a la Iglesia y al Papa. A este propósito leemos en su Diario, comentando su visita a la basílica de San Pedro: “Junto a la tumba del primer papa he orado intensamente por la unidad de la Iglesia, por el Papa, por los obispos y por toda la Iglesia universal, especialmente por nuestra arquidiócesis, encomendándole a San Pedro los intereses de nuestra Iglesia y el éxito de este diálogo con la Santa Sede” (Su Diario, 17 de junio de 1978). Al día siguiente visita la basílica de San Pablo. Estos son los sentimientos que llenan su corazón: “De rodillas junto a la tumba del apóstol de los gentiles, del gran San Pablo, en aquel ambiente

A nuestros lectores

de oración, casi de cielo, he sentido revivir en mi memoria, en mi corazón, en mi amor, todas aquellas emociones de mis tiempos de estudiante, y ya de sacerdote, mis visitas a Roma, siempre han sido mis oraciones ante estas tumbas de los apóstoles, inspiración y fortaleza, sobre todo, esta tarde en que siento que mi visita no es una simple visita de piedad privada, sino que en el cumplimiento de mi visita Ad Limina traigo conmigo todos los intereses, preocupaciones, problemas, esperanzas, proyectos, angustias, de todos mis sacerdotes, comunidades religiosas, parroquias, comunidades de base, es decir, de toda la arquidiócesis que viene conmigo a postrarse, como ayer ante la tumba de San Pedro, hoy, ante la tumba de San Pablo” (Su Diario, 18 de junio de 1978). 15. Es fácil concluir, de todo lo dicho, qué hay en el fondo de su lema episcopal “Sentir con la Iglesia”, que en su espiritualidad también implicaba, como se ha dicho con frecuencia, “sentir con el pueblo”. El Papa Francisco nos ha enseñado que el pastor debe estar atento a la palabra de Dios, pero que al mismo tiempo debe “tener un oído puesto en el pueblo”. Una hermosa síntesis de cómo se conjuga en Monseñor Romero esta doble fidelidad la encontramos cuando explica qué significa para él ser pastor de un pueblo: “Para que vean cuál es mi oficio y cómo lo estoy cumpliendo: estudio la palabra de Dios que se va a leer el domingo; miro a mi alrededor, a mi pueblo; lo ilumino con esta palabra y saco una síntesis para podérsela transmitir; y hacerlo, a este pueblo, luz del mundo, para que se deje guiar por los criterios, no de las idolatrías de la tierra. Y por eso, naturalmente, que los ídolos de la tierra y los idólatras de la tierra, sienten un estorbo en esta palabra y les interesaría mucho que la destituyeran, que la callaran, que la mataran. Sea lo que Dios quiera, pero su palabra “−decía San Pablo− no está amarrada. Habrá profetas, sacerdotes o laicos −ya los hay abundantemente− que van comprendiendo lo que Dios quiere por su palabra y para nuestro pueblo” (Homilía del 20 de agosto de 1978). (continúa semana próxima)

Esperamos sus sugerencias, comentarios o avisos de actividades parroquiales a los números:

2298-6268 o 7737-3760, y su correspondencia a: 1a. Calle Poniente Nº 3412, Col. Escalón, S.S. o bien al correo electrónico:

orientacion@navegante.com.sv


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La Palabra de Dios para cada semana Lecturas: Dt 4, 32-34.39-40; Sal 32, 4-6.9.18-20.22; Rom 8, 14-17; † Mt 28, 16-20 Domingo 31 de mayo de 2015 Preparado por:

Pbro. Patxi Loidi cirsol6@integra.com.sv

Solemnidad de la Santísima Trinidad

Ciclo “B”

Año I impar

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo

Queridos amigos: Hoy es la Fiesta de la Santísima Trinidad. Hemos terminado el Tiempo Pascual. El próximo domingo estamos en el Tiempo Ordinario, que no tiene nada de ordinario, porque es el tiempo del Espíritu Santo y de la Iglesia. El texto de hoy se ha elegido porque nombra al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. No deja de ser llamativo que, cuando se escribió este Evangelio, hacia el año 85, ya se hubiera elaborado la fe en la Trinidad. A veces nos parece un enigma indescifrable, pero es un misterio salvador, como veremos en el comentario. Ojalá les guste y les ayude. Saludos cariñosos en este día entrañable, queridos amigos. ¿Entrañable, cuando mucha gente cree que es un enigma sin sentido? Pues, sí, entrañable. Y de enigma, nada. Vamos a verlo.

de parte del Padre, porque es el Amor del Padre y de Jesús. Es el Espíritu quien nos confirma que somos hijos de Dios Padre, nos da un corazón filial y nos hace exclamar: Abba, como Jesús.

El pasaje es netamente misionero y universalista. Lo han elegido porque nombra al Padre, al Hijo y Espíritu Santo. Hoy, más que la misión, nos interesa este trío que es uno.

Estamos, pues, envueltos en la Trinidad. Podríamos decir –aunque no sea exactamente así–: arriba, el Padre; al lado, Jesús con su Evangelio; y dentro, el Espíritu, aclarándonos en profundidad el Evangelio y haciéndonos hijas e hijos de Abba, hermanos de Jesús.

La Santísima Trinidad es un misterio amoroso y salvador. Lo conocemos por Jesús. El nombraba a Dios con una palabra muy cariñosa: Abba, que era la palabra que usaban los niños pequeños para dirigirse a su padre. Significa papá; y podemos traducirla como papa-mamá, porque Dios es padremadre. Jesús trataba a Dios con gran familiaridad, como si lo estuviera viendo. Se retiraba muchas veces a orar a sitios solitarios. Y oraba como nadie ha orado nunca. Nos enseñó el padrenuestro, que es la oración de los cristianos, aunque algunos no-católicos no la quieran rezar. Nos habló también muchas veces del Espíritu Santo, que lo llenaba y lo conducía en la misión. En su muerte y en su resurrección nos lo entregó,

El mundo está también envuelto en la Trinidad, arropado por Dios Padre, salvado por Jesús y entusiasmado o divinizado por el Espíritu. Y Jesús, en nombre del Padre, nos envía a ese mundo, que ya está siendo trabajado por el Espíritu, para que siga el mismo camino: conocer a Jesús; con Jesús, al Padre; y todo ello por la acción del Espíritu. Por eso podemos gritar: Tened confianza, hermanas y hermanos: confianza en la vida, en la historia humana, en la justicia que llega, en el amor. Porque lo más importante del mundo es que Dios lo ama; y lo más importante de mi vida es que Dios me ama.

Lecturas de la Semana

• Del 1 al 6 de junio de 2015 • Lunes 1: 1 Cor 1, 17-25; Sal 33; † Mt 5, 13-19 (Memoria) Tob 1, 3; 2, 1-8; Sal 111, 1-6; † Mc 12, 1-12 (Misa de feria) Martes 2: Tob 2, 9-14; Sal 111, 1-2.7-9; † Mc 12, 13-17 (Misa de feria) 2 Cor 6, 4-10; Sal 123; † Jn 17, 11-19 (Memoria) Miércoles 3: 2 Mac 7, 1-2.9-14; Sal 123; † Mt 5, 1-12 (Memoria) Tob 3, 1-11.16-17; Sal 24; † Mc 12, 18-27 (Misa de feria) Jueves 4: Tob 6, 10-11; 7, 1.9-17; 8, 4-9; Sal 127; † Mc 12, 28-34 Viernes 5: Hch 26, 19-23; Sal 116; † Jn 10, 11-16 (Memoria) Tob 11, 5-17; Sal 145, 1-2.6-10; † Mc 12, 35-37 (Misa de feria) Sábado 6: Tob 12, 1.5-15.20; Sal: Tob 13; † Mc 12, 38-44 (Misa de feria) Ez 34, 11-16; Sal 22; † Lc 14, 25-33 (Memoria)

Plegaria. Diálogo sobre el círculo amoroso de la Trinidad Mi Hermano ha hablado conmigo — También él está dentro, de la circunferencia del amor. — Pero es nuestro enemigo. — Te he dicho que está dentro. ¿Lo echará fuera tu odio, tu rencor? — Y ¿aquellos otros que asesinan a cristianos y queman las iglesias? — Es ancha la circunferencia de mi Padre. También para ellos hay un lugar dentro. ¿Te atreverás a echarlos fuera de nuestro corazón? — Y ¿los que chupan como sanguijuelas sangre humana* acumulando bienes, que Él creó para todos? ¿No los podemos lanzar fuera del círculo al barranco? — Ya sabes que Abba llora, llora como una madre, si los echáis a los despeñaderos, pues también ellos están dentro. ¿No lo intentaron los de Nazaret conmigo? Recuerda que también los chupones son hijos suyos. — O sea que no hay nada que se pueda hacer, con esa vana excusa de que son de casa. Solo queda aguantar hasta la siega, cuando separen la cizaña y la quemen al fuego. — Mira, la Paloma también llora y quisiera decirte algo… — Estoy queriendo inyectarles el plasma de nuestro hogar. — Vana ilusión: no vais a conseguir nada. Sois demasiado optimistas. Lo dicho: a esperar hasta la siega… — Así es, pero no es todo. ¿No te habrás olvidado del amor? — ¡Lo que faltaba! Encima amarlos. — Sí, y hoy Papá nos manda ir a buscar a las ovejas descarriadas, porque en nuestro círculo caben todas y muchas más… Hasta las ovejas negras, corrompidas en lobos. Pero no nos impide que, además de buscarlas, las denunciemos a la policía. — ¡Hipocresía, hipocresía! — No hermano, no; es amor. Amor al malhechor, para que cambie, y al personal expuesto a sus maldades. — ¡Cuadratura del círculo! — Pero nosotros ¿no somos acaso la cuadratura del círculo amoroso? *Salmo 12


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Con fervor vivimos la Beatificación de Monseñor Oscar Romero

Multitudinaria fue la asistencia del pueblo de Dios a la Beatificación de Mons. Oscar Arnulfo Romero. Más de 300 mil personas no quisieron perderse este momento de gracia que Dios, a través del papa Francisco, nos ha concedido

Imágenes por: Roger Herrera, Josué Silva y Efraín Caravantes

Mons. Delgado fue el encargado de leer en español la Carta Apostólica de Beatificación

La peregrinación desde diversos puntos de la ciudad fue un acto significativo para grandes y chicos

Obispos de la Conferencia Episcopal de El Salvador salen en procesión hacia el Templete, desde la Parroquia San José de la Montaña

Su Eminencia Cardenal Angelo Amato bendice a los feligreses que esperaban con ansias verle o poder saludarle

Personas de diveras latitudes y culturas asistieron a la ceremonia de Beatificación, unidos por el mensaje del ahora Beato

Eucaristía presidida por Su Eminencia Cardenal Angelo Amato fue concelebrada por gran cantidad de Cardenales, Obispos y sacerdotes nacionales e internacionales. La Conferencia Episcopal en pleno estuvo presente, unida por el sentimiento fraterno que suscita el nuevo Beato

Mons. José Luis Escobar Alas agradeció a todos los que hicieron posible llegar a este feliz día

Con devoción asistentes de todo el país partcipan de la ceremonia

Seminaristas, sacerdotes y voluntarios formaron los grupos que impartieron la Comunión a las y los asistentes

A pesar del intenso calor del mediodía, los feligreses pidieron, durante la Comunión, obtener la paz y la unidad en nuestro país por intercesión del Beato Oscar Romero

IGLESIA LOCAL

El sábado 23 de mayo quedará inscrito en la historia de El Salvador y en los corazones de todos los salvadoreños como el día en que nuestro mártir fue elevado a los altares, para que sigamos pidiendo por la unión y la paz en nuestro querido país


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