QUE ES LA JUSTICIA EN MEXICO

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SIN
ESTADO
DE
DERECHO
 ¿QUÉ
ES
LA
JUSTICIA
EN
MÉXICO?
 TEMAS
LEMAS
Y
DILEMAS


¿QUE
ES
LA
JUSTICIA
EN
MÉXICO?

 Patíbulos, calabozos y mazmorras no prosperan más que a la sombra de una fe, de esa necesidad de creer que ha infestado el espíritu para siempre. El diablo palidece junto a quien dispone de una verdad, de su verdad. Somos injustos con los Nerones o los Tiberios: ellos no inventaron el concepto de herético: no fueron sino soñadores degenerados que se divertían con las matanzas. Los verdaderos criminales son los que establecen una ortodoxia sobre el plano religioso o político, los que distinguen entre el fiel y el cismático

La
derecha
cavernaria
que
nos
gobierna
desde
hace
23
años,
ha
tenido
el
rasgo
característico
 de
auspiciar
y
propiciar
un
desarrollo
incontenible
de
la
criminalidad
desde
su
modalidad
del
 delito
 del
 fuero
 común,
 que
 según
 los
 datos
 del
 propio
 gobierno:
 de
 1997
 a
 noviembre
 de
 2011
 suman
 22
 El delito es la conducta millones
 162
 mil
 018
 dieciocho
 delitos
 siendo
 el
 de
 de un individuo que mayor
 incidencia
 el
 de
 robo
 común
 con
 8
 millones
 608
 afecta a la sociedad, mil
158.
La
información
en
materia
de
delitos
del
orden
 pues va en contra de las federal
durante
el
mismo
periodo:
1
millón
625
mil
983
 normas protectoras de quebrantamientos,
 de
 los
 cuales
 los
 delitos
 contra
 la
 salud
fueron
764
mil
868.
 la paz y seguridad jurídica. Los delitos Las
 aseveraciones
 sobre
 el
 crecimiento
 de
 la
 implican un daño o delincuencia
 que
 hemos
 hecho
 de
 nuevo,
 señalamos,
 no
 ponen en peligro la son
 una
 descarga
 emocional
 o
 un
 “improperio”
 de
 vida, la integridad quienes
 hemos
 sido
 lastimados
 por
 la
 política
 criminal
 del
 calderonato,
 estas
 afirmaciones
 coinciden
 con
 el
 corporal o las posesiones estudio
 elaborado
 por
 la
 Agencia
 de
 Evaluación
 de
 de los individuos o de la Políticas
 Públicas
 ‐México
 Evalúa
 –
 refieren
 que
 el
 sociedad. promedio
 mensual
 de
 delitos
 durante
 la
 administración
 de
 Felipe
 Calderón
 aumento
 del
 74%
 respecto
 al
 sexenio
 anterior.
 Pues
 mientras
 que
 en
 el
 sexenio
de
Ernesto
Zedillo,
el
promedio
mensual
de
delitos
del
fuero
federal
ascendió
a
6
mil
 629
 e
 incrementó
 a
 7
 mil
 629
 en
 el
 periodo
 del
 presidente
 Vicente
 Fox,
 en
 lo
 que
 lleva
 el
 periodo
de
gobierno
de
Calderón
se
llegó
a
13
mil
331.
 Los
 delitos
 del
 fuero
 común
 empezaron
 a
 aumentar
 a
 partir
 de
 enero
 de
 2007.
 Lo
 más
 preocupante
 es
 que
 la
 tendencia
 no
 ha
 podido
 ser
 revertida,
 es
 decir,
 estos
 delitos
 continúan
 en
ascenso.
La
tendencia
alcista
de
la
incidencia
 criminal
vino
acompañada
de
un
aumento
de
la
 violencia.
 Delitos
 como
 el
 homicidio,
 el
 secuestro,
 la
 extorsión
 y
 el
 robo
 con
 violencia
 han
 registrado
 aumentos
 importantes
 en
 los
 últimos
cinco
años.


En
el
meticuloso
análisis
de
“México
Evalúa”,
disponible
en
su
página
de
Internet,
basado
en
 información
 publicada
 por
 el
 sistema
 nacional
 de
 seguridad
 pública
 en
 27
 entidades
 federativas
 aumentó
 el
 promedio
 mensual
 de
 homicidios
 desde
 2007
 a
 la
 fecha,
 en
 24
 aumentó
el
promedio
mensual
de
víctimas
de
secuestro
en
el
mismo
periodo,
mientras
que
en
 19
de
las
32
entidades
federativas
aumentó
el
delito
de
extorsión.

 El
estudio
concluye
que
la
estrategia
de
seguridad
federal
no
ha
funcionando
y
es
un
rotundo
 fracaso
pues
en
los
últimos
años,
nuestro
País
ha
experimentado
un
incremento
sostenido
en
 los
índices
delictivos.

 Para
 todo
 efecto
 práctico,
 el
 mandato
 del
 usurpador
 Felipe
 Calderón
 ha
 concluido.
 Ya
 es
 posible
 calcular
 saldos
 en
 cualquier
 sector.
 Para
 el
 caso
 de
 la
 justicia
 y
 la
 seguridad,
 la
 consistencia
 Calderón
 ha
 sido
 en
verdad
sorprendente.
Inicia
 y
 termina
 haciendo
 y
 diciendo
 básicamente
 lo
 mismo.
 Su
 practica
 es
 mas
 un
 acto
 de
 fé
 inspirada
 en
 los
 dogmas
 ideológicos
 de
 la
 extrema
 derecha,
 tal
 parece
 que
 jamás
 hubo
dudas
y
si
las
hubo
nunca
 se
mostraron.
Calderón
decidió
 usar
la
fuerza
del
Estado
con
el
 máximo
 despliegue
 militar
 y
 policial
 posible,
 supuestamente
 contra
 la
 violencia
 de
 la
 delincuencia
 organizada
 .
 Desde
 aquel
 exceso
 “simbólico”
 de
 la
 vestimenta
 militar
 en
 Michoacán,
 a
 unos
 días
 de
 asumir
 el
 cargo,
 y
 hasta
 el
 día
 de
 hoy,
 el
 Presidente
 encarnó
 la
 representación
 de
 una
 visión
 reactiva
 llevada
 al
 extremo,
 aunado
 lo
 anterior
a
la
destrucción
de
la
planta
laboral
con
tácticas
policíacas
mineros,
electricistas
y
el
 incesante
 golpeteo
 criminal
 a
 los
 sindicatos
 independientes
 en
 clara
 muestra
 de
 su
 posición
 de
clase,
enemiga
de

la
clase
trabajadora
y
sus
organizaciones
sindicales.
 En
terreno
liso
y
llano,
en
la
aplicación
de
la
justicia
tenemos
un
severo
problema,
que
arranca
 con
los
ministerios
públicos,
los
cuales
no
están
preparados
para
hacer
su
trabajo
además
de
 la
 corrupción
 ya
 que
 están
 a
 la
 venta
 del
 mejor
 postor.
 Las
 investigaciones
 no
 llegan
 correctamente
integradas
hasta
los
jueces
y
eso
provoca
impunidad
en
alto
grado.

 Por
 su
 parte,
 los
 juzgados
 y
 tribunales
 ni
 siquiera
 cuentan
 con
 los
 medios
 materiales
 para
 hacer
 correctamente
 su
 labor,
 esto
 se
 debe
 una
 vez
 más
 a
 la
 corrupción
 y
 robo
 del
 presupuesto
ya
que
para
el
terreno
de
la
justicia
sobre
todo
en
algunas
entidades
federativas.
 Aunque
cueste
creerlo,
en
pleno
siglo
XXI
los
expedientes
judiciales
todavía
se
cosen
con
aguja
 e
hilo.
Ya
se
podrán
imaginar
la
falta
de
profesionalismo
con
que
se
manejan
las
pruebas
y
las
 demás
 constancias
 procesales,
 indispensables
 para
 poder
 emitir
 una
 resolución
 apegada
 a
 derecho
y
si
fuese
posible
hasta
justa.
 En
enero
de
2012
comenzarán
a
funcionar
los
juicios
orales
en
materia
mercantil
en
todo
el
 país.
A
menos
de
dos
meses
para
que
eso
suceda,
la
gran
mayoría
de
los
poderes
judiciales
no
 están
preparados
en
lo
más
básico:
el
espacio
físico
para
que
se
lleven
a
cabo
las
audiencias.


Igualmente,
ya
debería
estar
en
marcha
la
gran
reforma
de
la
justicia
penal,
aprobada
en
2008
 y
 que
 apenas
 una
 decena
 de
 entidades
 federativas
 han
 ido
 implementando,
 las
 condiciones
 mínimas.
Desde
la
Presidencia
de
la
República
“solamente”
se
tardaron
tres
años
en
redactar
 la
 iniciativa
 de
 Código
 Federal
 de
 Procedimientos
 Penales,
 que
 es
 la
 primera
 de
 las
 varias
 normas
 que
 se
 deben
 renovar
 en
 profundidad
 para
 hacer
 que
 la
 reforma
 camine
 a
 nivel
 federal.
 Hoy
 la
 iniciativa
 está
 a
 consideración
 de
 la
 Cámara
 de
 Diputados,
 que
 tampoco
 ha
 demostrado
tener
mucha
prisa
en
aprobarla,
por
ello
será
una
patraña
más
del
calderonato.

 La
 lentitud
 del
 gobierno
 en
 la
 confección
 del
 Código
 Federal
 de
 Procedimientos
 Penales
 demuestra
que,
lejos
del
discurso
oficial,
nunca
ha
existido
una
estrategia
integral
de
combate
 a
 la
 delincuencia.
 Nadie
 puede
 creer
 que
 un
 país
 sea
 eficiente
 contra
 los
 delincuentes
 si
 no
 cuenta
 con
 juzgados
 y
 tribunales
 que
 dicten
 sentencias
 y
 determinen
 las
 sanciones
 correspondientes,
 que
 haya
 un
 sistema
 que
 permita
 desmantelar
 a
 “las
 empresas”,
 que
 prestan
su
infraestructura
para
la
delincuencia
organizada,
sea
bien
esta
para
el
narcotráfico,
 el
tráfico
de
indocumentados,
la
trata
de
blancas,
la
prostitución
infantil
o
cualquiera
que
sea
 la
 actividad
 delictiva
 y
 la
 parte
 ausente,
 de
 mayor
 importancia
 es
 la
 que
 debería
 de
 hacerse
 cargo
 de
 golpear
 la
 parte
 económica
 de
 los
 delincuentes
 no
 únicamente
 a
 lo
 referente
 ala
 “llamado
 lavado
 de
 dinero”,
 sino
 a
 todos
 los
 recursos
 que
 se
 ubiquen
 y
 que
 sirvan
 para
 transportar,
administrar,
encubrir,
en
una
palabra
la
cooperación
con
los
delincuentes.

 Basandonos
en
lo
ya
comentado,
lo
que
nos
presentan
en
las
 pantallas
 de
 las
 dos
 televisoras,
 cuando
 muestran
 la
 detención
 de
 un
 delincuente
 de
 medio
 pelo,
 significa
 que
 toda
 la
 cadena
 anteriormente
 descrita
 esta
 intacta
 y
 que
 lo
 que
 procede
 para
 los
 hampones
 es
 nombrar
 un
 nuevo
 jefe.
 Sin
la
destrucción
de
la
logística,
esa
pieza
maestra
intocada

 por
 el
 sistema
 penal
 afirmamos
 no
 existe
 el
 verdadero
 combate
 a
 la
 delincuencia
 y
 lo
 que
 hay
 no
 funciona,
 el
 Estado
continuara
actuando
como
cómplice
y
se
perpetuara
 soltando
a
las
personas
que
detienen
como
sospechosos,
o
bien
tendrá
que
ejecutarlas
al
estilo
 de
 Arturo
 Beltrán
 Leyva
 o
 Nacho
 Coronel,
 para
 que
 no
 sigan
 delinquiendo
 o
 “para
 que
 no
 hablen
 sobre
 las
 redes
 de
 protección
 en
 el
 sistema
 policiaco,
 penal
 y
 político.
 Es
 probable
 que
 se
 hayan
 producido
 ambos
 supuestos
 en
 los
 años
 recientes.
 El
 reciente
 informe
 de
 Human
 Rights
 Watch
 documenta
 los
 abusos
 por
 parte
 de
 las
 fuerzas
 armadas
 y
 policiales,
 como
 lo
 ha
 venido
 refiriendo
 también
 la
 Comisión
 Nacional
 de
 los
 Derechos
 Humanos
 a
 través
 de
decenas
de
recomendaciones.
Ello
indica
que
existe
 una
profunda
y
arraigada
corrupción.
 La
visión
de
calderón,
su
discurso
machacón,
que
plantea
que
México
debe
ser
atractivo
para
 las
 inversiones
 extranjeras,
 para
 que
 nos
 visiten
 los
 turistas
 y
 para
 que
 nuestras
 familias
 crezcan
 seguras,
 resulta
 mentiroso
 y
 a
 estas
 alturas
 nauseabundo,
 ya
 que
 el
 a
 destruido
 el
 Estado
de
derecho,
hoy
simplemente
no
existe.
 Afirmamos
 que
 un
 Estado
 de
 derecho
 sólido,
 es
 el
 que
 en
 la
 cotidianeidad
 existe,
 el
 que
 se
 palpa
 en
 la
 vida
 diaria
 de
 los
 ciudadanos,
 el
 que
 les
 permitiría
 elevar
 sustancialmente
 la
 calidad
 de
 vida
 como
 habitantes
 de
 su
 país,
 el
 Estado
 que
 es
 capas
 de
 genera
 empleo
 en
 realidad,
al
dar
seguridad
jurídica
no
únicamente
e
inversionistas
sino
particularmente
a
los
 trabajadores
y
a
sus
organizaciones
sindicales,
permitiendo
que
al
menos
cumpliesen
con
los


lineamientos
 mínimos
 del
 capitalismo
 para
 que
 “florezca
 el
 comercio”.
 La
 opacidad
 en
 la
 administración
 pública
 del
 calderonato,
 es
 sinónimo
 de
 corrupción
 y
 ha
 sido
 mayúscula,
 ya
 que
no
se
alienta
la
rendición
de
cuentas
y
el
buen
desempeño
de
las
autoridades,
etcétera.
Ya
 nadie
 puede
 dudar
 que,
 sin
 Estado
 de
 derecho,
 el
 futuro
 de
 México
 estará
 marcado
 por
 el
 retroceso
económico,
la
falta
de
seguridad
jurídica
para
los
ciudadanos,
en
sus
pertenencias,
y
 sobre
 todo
 en
 sus
 vidas
 y
 no
 como
 pretenden
 solamente
 dar
 esa
 seguridad,
 a
 sus
 amos,
 los
 patrones
 ya
 sean
 los
 nativos
 o
 los
 extranjeros,
 para
 hacer
 frente
 a
 una
 delincuencia
 descontrolada.
Es
eso
lo
que
deseamos
millones
de
mexicanos
para
nosotros
y
para
nuestros
 hijos.
 Por
eso
es
que
el
tema
del
Estado
de
derecho,
con
todas
sus
complejidades
y
aristas,
debería
 formar
parte
esencial
de
la
agenda
pública
en
el
contexto
de
la
elección
del
2012.
Debemos
ser
 muy
exigentes
con
los
candidatos,
así
como
con
quienes
se
van
a
presentar
ante
nosotros
para
 ser
legisladores
federales
y
locales.
Debemos
preguntarles
qué
van
a
hacer
para
construir
un
 Estado
 de
 derecho
 en
 el
 país
 y
 cómo
 van
 a
 hacerlo.
 Hay
 que
 rechazar
 los
 discursos
 vacíos
 y
 estar
atentos
para
apoyar
a
las
mejores
propuestas:
las
que
sean
viables
y
estén
apoyadas
por
 planes
 concretos
 para
 ser
 realizadas.
 En
 el
 tema
 del
 Estado
 de
 derecho
 nos
 jugamos
 buena
 parte
del
futuro
del
país.
Hay
que
ponerle
la
mayor
atención
que
sea
posible.

 BALANCE
Y
PERSPECTIVA
DEL
PROBLEMA

 El
 pasado
 16
 de
 noviembre
 
 de
 2011,
 el
 columnista
 Luis
 Linares
 Zapata,
 de
 el
 Periódico
 la
 Jornada,
nos
ofrece
un
análisis
que
nos
parece
debe
ser
difundido
ya
que
es
coincidente
con
lo
 que
hemos
externado
en
diversos
programas
de
Temas
Lemas
y
Dilemas

o
si
se
quiere
ver
de
 otra
forma
somos
coincidentes
con
lo
que
el
manifiesta.
Por
ello
decidimos
incluirlo

en
este
 programa
claro
con
su
permiso
en
ausencia
pero
seguros
de
que
estará
de
acuerdo
en
que
le
 transcribamos

 “La
 derecha
 mexicana
 ha
 tenido
 suficiente
 tiempo
 para
enredar
sus
tentáculos
 en
todas
las
instituciones
de
 la
 República.
 Cobijada
 en
 el
 modelo
 económico
 neoliberal,
 se
 encaramó
 sobre
 todo
 el
 ámbito
 productivo
 y
 social.
 Ha
 gozado
 de
 cuantos
 privilegios
ha
requerido
para
formar
el
denso
entramado
que
hoy
asfixia
al
país.
Bien
puede
 decirse
 que,
 bajo
 su
 égida,
 no
 hay
 institución
 que
 sea
 ajena
 a
 sus
 designios.
 Los
 últimos
 30
 años
de
gobiernos
afines
le
han
sido
suficientes
para
enraizarse
hasta
en
parte
sustantiva
de
 la
 cultura
 nacional.
 Hoy
 domina
 por
 completo
 a
 los
 tres
 Poderes
 de
 la
 Unión.
 Todas
 las
 gubernaturas,
 con
 excepción
 del
 Distrito
 Federal,
 son
 cotos
 distinguidos
 de
 su
 pastoreo.
 Los
 tres
partidos
mayores
y
la
pedacería
restante
también
han
caído
bajo
su
tutela,
con
pequeñas
 excepciones
a
esta
regla.
Las
fuerzas
armadas,
al
menos
sus
cuerpos
de
mando,
le
son
afines.
 Las
 iglesias,
 en
 especial
 la
 católica,
 le
 responden
 hasta
 con
 gratitud
 ante
 cada
 solicitud
 de
 apoyo
y
benevolencia.
 Mostrar
sorpresa,
desilusión
o
alarma
por
la
conducta
institucional
pervertida
en
sus
fines
y
 propósitos
equivale
a
desviar
la
mirada
con
precaria
inocencia.
La
misma
Suprema
Corte
de
 Justicia
(SCJN)
rara
vez
hace
coincidir
sus
dictámenes
de
arbitro
supremo
con
las
expectativas


populares.
Es
cotidiana
su
incidencia
en
responder
tanto
a
los
intereses
del
poder
como
con
 sus
 posturas
 ideológicas
 y
 menos,
 mucho
 menos,
 con
 la
 ciudadanía
 que
 busca
 justicia
 y
 orientación.
 El
 accionar
 del
 Banco
 de
 México
 es
 un
 agente
 señero
 de
 la
 derecha
 más
 acuartelada.
Por
eso
cuidan
con
 esmero
el
déficit
público
y
todo
 lo
 demás
 queda
 subordinado
 a
 él.
 Cómo
 se
 podría
 explicar
 el
 consciente
deterioro
de
PEMEX
 si
 no
 es
 para
 trasladar
 el
 negocio
 petrolero
 a
 las
 trasnacionales,
 socios
 mayores
 de
 la
 plutocracia
 local.
 La
 reciente
votación,
en
congresos
 estatales
 y
 la
 SCJN,
 sobre
 el
 momento
 de
 la
 concepción
 como
 determinante
 de
 la
 persona
 concuerda,
 a
 pie
 juntillas,
con
las
posturas
de
una
Iglesia
anclada
en
el
Medioevo.
Cómo
entender
la
pretensión
 de
Televisa
de
promover
un
candidato
desde
hace
seis
años,
imponerlo
a
los
priístas,
y
aspirar
 a
situarlo
en
la
silla
presidencial,
sin
que
haya
un
solo
reclamo
del
IFE
o
del
TEPJF.
Menos
se
 entienden
 los
 privilegios
 fiscales
 para
 el
 capital
 y
 las
 empresas
 mayores
 que
 las
 llevan
 a
 no
 pagar
impuestos.
 La
manera
tan
sui
géneris
en
que
se
ha
deformado
el
diseño
de
pesos,
grupos
y
contrapesos
ha
 terminado
por
desvirtuar
la
ansiada
democracia.
Esta
aspiración,
que
lleva
ya
más
de
un
siglo
 persiguiéndose
 con
 ahínco,
 hoy
 padece
 varios
 estigmas
 que
 la
 atan
 de
 manera
 férrea.
 El
 principal
 quizá
 sea
 el
 haber
 desviado
 la
 esencia
 de
 su
 propósito:
 servir
 al
 desarrollo
 y
 bienestar
 del
 ciudadano.
 En
 México
 no
 son
 los
 individuos
 los
 que
 deciden
 sus
 destinos.
 Tampoco
los
que
gozan
de
lo
que
han
creado.
Un
grupúsculo
de
plutócratas
allá,
bien
arriba
en
 las
 alturas,
 ha
 formado
 un
 cónclave
 oligárquico
 que
 succiona
 casi
 toda
 la
 riqueza
 y
 las
 oportunidades
 sin
 que
 haya
 el
 justo
 reparto
 ansiado.
 Este
 padecimiento,
 es
 cierto,
 no
 es
 privativo
 de
 los
 mexicanos.
 Casi
 todos
 los
 pueblos
 de
 la
 Tierra
 han
 levantado
 estructuras
 parecidas
 y
 aún
 peores.
 Pero
 ello
 no
 es
 consuelo
 y,
 menos
 aún,
 destino
 obligado
 su
 prolongación.
 Se
 pueden
 escoger
 rutas
 alternas,
 tal
 como
 en
 otros
 países
están
ensayando
en
pos
de
su
liberación.
 
 Encontrar
 los
 resquicios
 que
 permitan
 iniciar
 el
 desmantelamiento
 de
 tan
 feroz
 y
 bien
 arraigada
 estructura
 de
 sometimiento
 no
 es
 empresa
 simple,
 tampoco
 instantánea,
 menos
 fácil.
 Requiere,
 en
 primer
 término,
 del
 empuje
 decidido
 de
 buena
 parte
 del
pueblo,
la
mayoritaria.
Esa
porción
que
ha
hecho
consciente
tal
necesidad.
De
ahí
que
su
 movilización
 sea
 inherente
 al
 proceso
 regenerador.
 Pero
 es
 indispensable
 que
 se
 actúe
 organizadamente,
 desde
 mero
 abajo.
 La
 fuerza
 transformadora
 no
 podrá
 devenir
 desde
 las
 cúspides;
actuaría
contra
sus
acariciados
intereses.
Introducir
balances
en
pos
de
un
reparto
 equitativo
 del
 poder,
 la
 riqueza
 y
 las
 oportunidades
 es
 el
 núcleo
 de
 atracción,
 el
 impulso
 indispensable
 para
 la
 reconstrucción.
 Las
 palancas
 para
 la
 acción
 son
 varias.
 Ganar
 el
 poder
 central
de
la
República
es
el
primer
escalón,
pero
la
tarea
posterior
es
de
largo
aliento,
penosa,
 plagada
 de
 peligros
 y
 retos
 por
 enfrentar
 con
 entereza
 y
 fidelidad
 a
 la
 causa.
 Conservar
 el


espíritu
 constructivo
 y
 de
 servicio
 hacia
 los
 demás
 es
 el
 deber
 de
 aquellos
 sobre
 quienes
 recaiga
la
orientación
y
el
liderazgo
del
movimiento.
 
 Bajo
 el
 rigor

de
 la
 derecha,
 en
 Iberoamérica,
 México
 ha
 quedado
 aislado
 de
 las
 corrientes
 que
 han
 comenzado
 la
 ruta
 emancipadora
 moderna.
 Brasil,
 Argentina,
 Venezuela,
 Ecuador,
 Bolivia
 están
 encontrando
 sus
 propios
 caminos
 y
 medios.
 Colombia,
Centroamérica
o
Chile
no
pueden
ser
los
aliados
 que
 alleguen
 alternativas
 y
 apoyos
 para
 canalizar
 las
 propias
 fuerzas,
 que
 son
 vastas.
 La
 subordinación
 de
 las
 élites
políticas,
económicas,
religiosas,
militares
al
norte
exige,
 ya,
un
replanteamiento
equitativo
y
que
apunte
al
desarrollo
 mutuo.
 El
 próximo
 año
 presentará
 la
 ocasión
 que
 andan
 buscando
 las
 fuerzas
 progresistas
 para
 iniciar
 el
 recorrido.
 Lo
 consiguieron
 a
 medias
 en
 el
 pasado
 (1988
 y
 2006).
 Para
 esta
 ocasión
 tienen
 la
 madurez
 suficiente
 para
 visualizar,
 con
 claridad,
 los
 cómos
y
con
qué
ensayar
el
despegue.
 Los
tiempos
son
de
reclamo,
de
cambios,
aunque
se
pretenda
la
continuidad
a
toda
costa.
En
 Europa
 y
 Estados
 Unidos
 se
 ha
 desatado
 una
 efervescencia
 popular
 (los
 excluidos,
 los
 indignados,
 el
 99%,
 se
 llaman
 a
 sí
 mismos)
 que
 está
 cuestionando
 las
 bases
 mismas
 del
 modelo
capitalista,
guiado
por
una
rala
élite
financiera,
autoritaria
y
sin
límites
en
su
codicia.
 Son
 impulsos
 populares
 similares
 a
 los
 que
 pululan
 por
 México
 desde
 hace
 ya
 varios
 años.
 Descontento
que
no
ha
salido
en
forma
organizada
y
masiva,
pero
que,
sin
duda,
se
extiende
 por
todos
los
confines
del
país”.
 Si
 bien
 podemos
 pensar
 que
 todo
 esta
 perdido,
 que
 la
 contrarrevolución
 de
 la
 derecha
 cavernaria
 de
 los
 últimos
 30
 años
,
ha
sido
incontenible
hasta
la
fecha,
 no
 podemos
 rendirnos
 ya
 que
 somos
 mayoría,
lo
que
requerimos
es
vernos
los
 que
 somos
 iguales
 sin
 
 odios
 ni
 ventajas
 carroñeras,
 hacer
 a
 un
 lado
 a
 quienes
 nos
 estorban
 y
 trazar
 un
 camino
 de
 verdadera
 unidad
 proletaria,
 que
 este
 orientada
 fundamentalmente
 el
 la
 identificación
 del
 enemigo
 y
 esta
 es
 muy
 clara,
 los
 enemigos
 están
 el
 cuerpo
 de
 élite
 de
 los
 millonarios
 sátrapas
 que
 se
 han
 enriquecido
 históricamente
 conos
 bienes
 de
 la
 nación
 y
 el
 escarnio
económico
y
social
al
pueblo
trabajador,

el
aplastamiento
y
casi
destrucción
de
una
 clase
media
ilustrada
que
se
ha
venido
forjando
desde
el
siglo
XIX
y
que
ha
perdido
el
rumbo
 totalmente
 en
 este
 principio
 del
 siglo
 XXI.
 Esta
 élite
 tiene
 el
 control
 de
 los
 gobiernos
 de
 ultraderecha
como
lo
es
el
de
Felipe
Calderón,
quien
no
gobierna
con
la
constitución
Política
 de
 1917,
 sino
 con
 “las
 tablas
 decálogo
 de
 su
 fe”
 que
 rescatan
 desde
 el
 siglo
 XIX
 y
 que
 han
 logrado
imponer
a
sangre
y
fuego
en
la
nación
mexicana.


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