SIN ESTADO DE DERECHO ¿QUÉ ES LA JUSTICIA EN MÉXICO? TEMAS LEMAS Y DILEMAS
¿QUE ES LA JUSTICIA EN MÉXICO? Patíbulos, calabozos y mazmorras no prosperan más que a la sombra de una fe, de esa necesidad de creer que ha infestado el espíritu para siempre. El diablo palidece junto a quien dispone de una verdad, de su verdad. Somos injustos con los Nerones o los Tiberios: ellos no inventaron el concepto de herético: no fueron sino soñadores degenerados que se divertían con las matanzas. Los verdaderos criminales son los que establecen una ortodoxia sobre el plano religioso o político, los que distinguen entre el fiel y el cismático
La derecha cavernaria que nos gobierna desde hace 23 años, ha tenido el rasgo característico de auspiciar y propiciar un desarrollo incontenible de la criminalidad desde su modalidad del delito del fuero común, que según los datos del propio gobierno: de 1997 a noviembre de 2011 suman 22 El delito es la conducta millones 162 mil 018 dieciocho delitos siendo el de de un individuo que mayor incidencia el de robo común con 8 millones 608 afecta a la sociedad, mil 158. La información en materia de delitos del orden pues va en contra de las federal durante el mismo periodo: 1 millón 625 mil 983 normas protectoras de quebrantamientos, de los cuales los delitos contra la salud fueron 764 mil 868. la paz y seguridad jurídica. Los delitos Las aseveraciones sobre el crecimiento de la implican un daño o delincuencia que hemos hecho de nuevo, señalamos, no ponen en peligro la son una descarga emocional o un “improperio” de vida, la integridad quienes hemos sido lastimados por la política criminal del calderonato, estas afirmaciones coinciden con el corporal o las posesiones estudio elaborado por la Agencia de Evaluación de de los individuos o de la Políticas Públicas ‐México Evalúa – refieren que el sociedad. promedio mensual de delitos durante la administración de Felipe Calderón aumento del 74% respecto al sexenio anterior. Pues mientras que en el sexenio de Ernesto Zedillo, el promedio mensual de delitos del fuero federal ascendió a 6 mil 629 e incrementó a 7 mil 629 en el periodo del presidente Vicente Fox, en lo que lleva el periodo de gobierno de Calderón se llegó a 13 mil 331. Los delitos del fuero común empezaron a aumentar a partir de enero de 2007. Lo más preocupante es que la tendencia no ha podido ser revertida, es decir, estos delitos continúan en ascenso. La tendencia alcista de la incidencia criminal vino acompañada de un aumento de la violencia. Delitos como el homicidio, el secuestro, la extorsión y el robo con violencia han registrado aumentos importantes en los últimos cinco años.
En el meticuloso análisis de “México Evalúa”, disponible en su página de Internet, basado en información publicada por el sistema nacional de seguridad pública en 27 entidades federativas aumentó el promedio mensual de homicidios desde 2007 a la fecha, en 24 aumentó el promedio mensual de víctimas de secuestro en el mismo periodo, mientras que en 19 de las 32 entidades federativas aumentó el delito de extorsión. El estudio concluye que la estrategia de seguridad federal no ha funcionando y es un rotundo fracaso pues en los últimos años, nuestro País ha experimentado un incremento sostenido en los índices delictivos. Para todo efecto práctico, el mandato del usurpador Felipe Calderón ha concluido. Ya es posible calcular saldos en cualquier sector. Para el caso de la justicia y la seguridad, la consistencia Calderón ha sido en verdad sorprendente. Inicia y termina haciendo y diciendo básicamente lo mismo. Su practica es mas un acto de fé inspirada en los dogmas ideológicos de la extrema derecha, tal parece que jamás hubo dudas y si las hubo nunca se mostraron. Calderón decidió usar la fuerza del Estado con el máximo despliegue militar y policial posible, supuestamente contra la violencia de la delincuencia organizada . Desde aquel exceso “simbólico” de la vestimenta militar en Michoacán, a unos días de asumir el cargo, y hasta el día de hoy, el Presidente encarnó la representación de una visión reactiva llevada al extremo, aunado lo anterior a la destrucción de la planta laboral con tácticas policíacas mineros, electricistas y el incesante golpeteo criminal a los sindicatos independientes en clara muestra de su posición de clase, enemiga de la clase trabajadora y sus organizaciones sindicales. En terreno liso y llano, en la aplicación de la justicia tenemos un severo problema, que arranca con los ministerios públicos, los cuales no están preparados para hacer su trabajo además de la corrupción ya que están a la venta del mejor postor. Las investigaciones no llegan correctamente integradas hasta los jueces y eso provoca impunidad en alto grado. Por su parte, los juzgados y tribunales ni siquiera cuentan con los medios materiales para hacer correctamente su labor, esto se debe una vez más a la corrupción y robo del presupuesto ya que para el terreno de la justicia sobre todo en algunas entidades federativas. Aunque cueste creerlo, en pleno siglo XXI los expedientes judiciales todavía se cosen con aguja e hilo. Ya se podrán imaginar la falta de profesionalismo con que se manejan las pruebas y las demás constancias procesales, indispensables para poder emitir una resolución apegada a derecho y si fuese posible hasta justa. En enero de 2012 comenzarán a funcionar los juicios orales en materia mercantil en todo el país. A menos de dos meses para que eso suceda, la gran mayoría de los poderes judiciales no están preparados en lo más básico: el espacio físico para que se lleven a cabo las audiencias.
Igualmente, ya debería estar en marcha la gran reforma de la justicia penal, aprobada en 2008 y que apenas una decena de entidades federativas han ido implementando, las condiciones mínimas. Desde la Presidencia de la República “solamente” se tardaron tres años en redactar la iniciativa de Código Federal de Procedimientos Penales, que es la primera de las varias normas que se deben renovar en profundidad para hacer que la reforma camine a nivel federal. Hoy la iniciativa está a consideración de la Cámara de Diputados, que tampoco ha demostrado tener mucha prisa en aprobarla, por ello será una patraña más del calderonato. La lentitud del gobierno en la confección del Código Federal de Procedimientos Penales demuestra que, lejos del discurso oficial, nunca ha existido una estrategia integral de combate a la delincuencia. Nadie puede creer que un país sea eficiente contra los delincuentes si no cuenta con juzgados y tribunales que dicten sentencias y determinen las sanciones correspondientes, que haya un sistema que permita desmantelar a “las empresas”, que prestan su infraestructura para la delincuencia organizada, sea bien esta para el narcotráfico, el tráfico de indocumentados, la trata de blancas, la prostitución infantil o cualquiera que sea la actividad delictiva y la parte ausente, de mayor importancia es la que debería de hacerse cargo de golpear la parte económica de los delincuentes no únicamente a lo referente ala “llamado lavado de dinero”, sino a todos los recursos que se ubiquen y que sirvan para transportar, administrar, encubrir, en una palabra la cooperación con los delincuentes. Basandonos en lo ya comentado, lo que nos presentan en las pantallas de las dos televisoras, cuando muestran la detención de un delincuente de medio pelo, significa que toda la cadena anteriormente descrita esta intacta y que lo que procede para los hampones es nombrar un nuevo jefe. Sin la destrucción de la logística, esa pieza maestra intocada por el sistema penal afirmamos no existe el verdadero combate a la delincuencia y lo que hay no funciona, el Estado continuara actuando como cómplice y se perpetuara soltando a las personas que detienen como sospechosos, o bien tendrá que ejecutarlas al estilo de Arturo Beltrán Leyva o Nacho Coronel, para que no sigan delinquiendo o “para que no hablen sobre las redes de protección en el sistema policiaco, penal y político. Es probable que se hayan producido ambos supuestos en los años recientes. El reciente informe de Human Rights Watch documenta los abusos por parte de las fuerzas armadas y policiales, como lo ha venido refiriendo también la Comisión Nacional de los Derechos Humanos a través de decenas de recomendaciones. Ello indica que existe una profunda y arraigada corrupción. La visión de calderón, su discurso machacón, que plantea que México debe ser atractivo para las inversiones extranjeras, para que nos visiten los turistas y para que nuestras familias crezcan seguras, resulta mentiroso y a estas alturas nauseabundo, ya que el a destruido el Estado de derecho, hoy simplemente no existe. Afirmamos que un Estado de derecho sólido, es el que en la cotidianeidad existe, el que se palpa en la vida diaria de los ciudadanos, el que les permitiría elevar sustancialmente la calidad de vida como habitantes de su país, el Estado que es capas de genera empleo en realidad, al dar seguridad jurídica no únicamente e inversionistas sino particularmente a los trabajadores y a sus organizaciones sindicales, permitiendo que al menos cumpliesen con los
lineamientos mínimos del capitalismo para que “florezca el comercio”. La opacidad en la administración pública del calderonato, es sinónimo de corrupción y ha sido mayúscula, ya que no se alienta la rendición de cuentas y el buen desempeño de las autoridades, etcétera. Ya nadie puede dudar que, sin Estado de derecho, el futuro de México estará marcado por el retroceso económico, la falta de seguridad jurídica para los ciudadanos, en sus pertenencias, y sobre todo en sus vidas y no como pretenden solamente dar esa seguridad, a sus amos, los patrones ya sean los nativos o los extranjeros, para hacer frente a una delincuencia descontrolada. Es eso lo que deseamos millones de mexicanos para nosotros y para nuestros hijos. Por eso es que el tema del Estado de derecho, con todas sus complejidades y aristas, debería formar parte esencial de la agenda pública en el contexto de la elección del 2012. Debemos ser muy exigentes con los candidatos, así como con quienes se van a presentar ante nosotros para ser legisladores federales y locales. Debemos preguntarles qué van a hacer para construir un Estado de derecho en el país y cómo van a hacerlo. Hay que rechazar los discursos vacíos y estar atentos para apoyar a las mejores propuestas: las que sean viables y estén apoyadas por planes concretos para ser realizadas. En el tema del Estado de derecho nos jugamos buena parte del futuro del país. Hay que ponerle la mayor atención que sea posible. BALANCE Y PERSPECTIVA DEL PROBLEMA El pasado 16 de noviembre de 2011, el columnista Luis Linares Zapata, de el Periódico la Jornada, nos ofrece un análisis que nos parece debe ser difundido ya que es coincidente con lo que hemos externado en diversos programas de Temas Lemas y Dilemas o si se quiere ver de otra forma somos coincidentes con lo que el manifiesta. Por ello decidimos incluirlo en este programa claro con su permiso en ausencia pero seguros de que estará de acuerdo en que le transcribamos “La derecha mexicana ha tenido suficiente tiempo para enredar sus tentáculos en todas las instituciones de la República. Cobijada en el modelo económico neoliberal, se encaramó sobre todo el ámbito productivo y social. Ha gozado de cuantos privilegios ha requerido para formar el denso entramado que hoy asfixia al país. Bien puede decirse que, bajo su égida, no hay institución que sea ajena a sus designios. Los últimos 30 años de gobiernos afines le han sido suficientes para enraizarse hasta en parte sustantiva de la cultura nacional. Hoy domina por completo a los tres Poderes de la Unión. Todas las gubernaturas, con excepción del Distrito Federal, son cotos distinguidos de su pastoreo. Los tres partidos mayores y la pedacería restante también han caído bajo su tutela, con pequeñas excepciones a esta regla. Las fuerzas armadas, al menos sus cuerpos de mando, le son afines. Las iglesias, en especial la católica, le responden hasta con gratitud ante cada solicitud de apoyo y benevolencia. Mostrar sorpresa, desilusión o alarma por la conducta institucional pervertida en sus fines y propósitos equivale a desviar la mirada con precaria inocencia. La misma Suprema Corte de Justicia (SCJN) rara vez hace coincidir sus dictámenes de arbitro supremo con las expectativas
populares. Es cotidiana su incidencia en responder tanto a los intereses del poder como con sus posturas ideológicas y menos, mucho menos, con la ciudadanía que busca justicia y orientación. El accionar del Banco de México es un agente señero de la derecha más acuartelada. Por eso cuidan con esmero el déficit público y todo lo demás queda subordinado a él. Cómo se podría explicar el consciente deterioro de PEMEX si no es para trasladar el negocio petrolero a las trasnacionales, socios mayores de la plutocracia local. La reciente votación, en congresos estatales y la SCJN, sobre el momento de la concepción como determinante de la persona concuerda, a pie juntillas, con las posturas de una Iglesia anclada en el Medioevo. Cómo entender la pretensión de Televisa de promover un candidato desde hace seis años, imponerlo a los priístas, y aspirar a situarlo en la silla presidencial, sin que haya un solo reclamo del IFE o del TEPJF. Menos se entienden los privilegios fiscales para el capital y las empresas mayores que las llevan a no pagar impuestos. La manera tan sui géneris en que se ha deformado el diseño de pesos, grupos y contrapesos ha terminado por desvirtuar la ansiada democracia. Esta aspiración, que lleva ya más de un siglo persiguiéndose con ahínco, hoy padece varios estigmas que la atan de manera férrea. El principal quizá sea el haber desviado la esencia de su propósito: servir al desarrollo y bienestar del ciudadano. En México no son los individuos los que deciden sus destinos. Tampoco los que gozan de lo que han creado. Un grupúsculo de plutócratas allá, bien arriba en las alturas, ha formado un cónclave oligárquico que succiona casi toda la riqueza y las oportunidades sin que haya el justo reparto ansiado. Este padecimiento, es cierto, no es privativo de los mexicanos. Casi todos los pueblos de la Tierra han levantado estructuras parecidas y aún peores. Pero ello no es consuelo y, menos aún, destino obligado su prolongación. Se pueden escoger rutas alternas, tal como en otros países están ensayando en pos de su liberación. Encontrar los resquicios que permitan iniciar el desmantelamiento de tan feroz y bien arraigada estructura de sometimiento no es empresa simple, tampoco instantánea, menos fácil. Requiere, en primer término, del empuje decidido de buena parte del pueblo, la mayoritaria. Esa porción que ha hecho consciente tal necesidad. De ahí que su movilización sea inherente al proceso regenerador. Pero es indispensable que se actúe organizadamente, desde mero abajo. La fuerza transformadora no podrá devenir desde las cúspides; actuaría contra sus acariciados intereses. Introducir balances en pos de un reparto equitativo del poder, la riqueza y las oportunidades es el núcleo de atracción, el impulso indispensable para la reconstrucción. Las palancas para la acción son varias. Ganar el poder central de la República es el primer escalón, pero la tarea posterior es de largo aliento, penosa, plagada de peligros y retos por enfrentar con entereza y fidelidad a la causa. Conservar el
espíritu constructivo y de servicio hacia los demás es el deber de aquellos sobre quienes recaiga la orientación y el liderazgo del movimiento. Bajo el rigor
de la derecha, en Iberoamérica, México ha quedado aislado de las corrientes que han comenzado la ruta emancipadora moderna. Brasil, Argentina, Venezuela, Ecuador, Bolivia están encontrando sus propios caminos y medios. Colombia, Centroamérica o Chile no pueden ser los aliados que alleguen alternativas y apoyos para canalizar las propias fuerzas, que son vastas. La subordinación de las élites políticas, económicas, religiosas, militares al norte exige, ya, un replanteamiento equitativo y que apunte al desarrollo mutuo. El próximo año presentará la ocasión que andan buscando las fuerzas progresistas para iniciar el recorrido. Lo consiguieron a medias en el pasado (1988 y 2006). Para esta ocasión tienen la madurez suficiente para visualizar, con claridad, los cómos y con qué ensayar el despegue. Los tiempos son de reclamo, de cambios, aunque se pretenda la continuidad a toda costa. En Europa y Estados Unidos se ha desatado una efervescencia popular (los excluidos, los indignados, el 99%, se llaman a sí mismos) que está cuestionando las bases mismas del modelo capitalista, guiado por una rala élite financiera, autoritaria y sin límites en su codicia. Son impulsos populares similares a los que pululan por México desde hace ya varios años. Descontento que no ha salido en forma organizada y masiva, pero que, sin duda, se extiende por todos los confines del país”. Si bien podemos pensar que todo esta perdido, que la contrarrevolución de la derecha cavernaria de los últimos 30 años , ha sido incontenible hasta la fecha, no podemos rendirnos ya que somos mayoría, lo que requerimos es vernos los que somos iguales sin odios ni ventajas carroñeras, hacer a un lado a quienes nos estorban y trazar un camino de verdadera unidad proletaria, que este orientada fundamentalmente el la identificación del enemigo y esta es muy clara, los enemigos están el cuerpo de élite de los millonarios sátrapas que se han enriquecido históricamente conos bienes de la nación y el escarnio económico y social al pueblo trabajador, el aplastamiento y casi destrucción de una clase media ilustrada que se ha venido forjando desde el siglo XIX y que ha perdido el rumbo totalmente en este principio del siglo XXI. Esta élite tiene el control de los gobiernos de ultraderecha como lo es el de Felipe Calderón, quien no gobierna con la constitución Política de 1917, sino con “las tablas decálogo de su fe” que rescatan desde el siglo XIX y que han logrado imponer a sangre y fuego en la nación mexicana.