Del Yunque a la traición Edgar González Ruiz La derecha católica tiene como principal objetivo destruir el estado laico y restablecer la influencia del clero en la sociedad y en el gobierno. Esa fuerza existe en todos los países de América Latina, donde ha sido una excepción el laicismo tal como lo conocemos en México, implantado con las leyes de Reforma y fortalecido con la Constitución de 1917. Siempre ha actuado en alianza con sectores empresariales y con la jerarquía católica, que es internacional y tiene su sede en El Vaticano. Desde 1917, e incluso antes, se formaron grupos públicos y secretos, nacionales y transnacionales, que se opusieron a la separación entre la Iglesia y el Estado, consagrada en la Constitución. Algunos cambiaron de nombre, y aparecieron nuevos membretes, pero los personajes que los manejaban y los objetivos que buscaban eran los mismos. El catálogo de esos grupos incluye a nombres como Los Caballeros de Colón, la Unión Nacional de Padres de Familia, Ancifem, Provida, Dhiac, Legionarios de Cristo, etc. También se desarrollaron grupos de choque y de infiltración que actuaban secretamente, como fue el Yunque, creado en 1954, y que cobró notoriedad por revelaciones de sus exmiembros, que se dieron a conocer en vísperas de que Fox llegara al poder. Aún así, de manera hipócrita la dirigencia panista negó una y otra vez que existieran esos grupos, o que la ultraderecha tuviera influencia en ese partido. Una vez evidenciada la acción del Yunque y la filiación ultraderechista de muchos políticos panistas, usaron ese membrete para desacreditar a sus adversarios en sus constantes pugnas internas, donde con sobradas razones, unos a otros se acusan de “ultraderechistas” . Pero la denuncia pública contra ese grupo fue muy valiosa, porque la gente cobró conciencia de la peligrosidad de la extrema derecha católica y de su estrategia de infiltración a largo plazo, tendiente a destruir las libertades en aras de los dogmas. Una versión muy plausible sobre el nombre de ese grupo apela a la idea, difundida por el franquismo, modelo de la ultraderecha católica para América Latina, de que para triunfar había que ser como Franco, primero Yunque, dejándose golpear con tal de infiltrarse en el pode,r y luego ser martillo para golpear a los “enemigos de la fe”. Desde el 2000, el Yunque se convirtió en martillo, y ya controla las dependencias clave de la política interior, manejando así la seguridad nacional (desde que