Noé Robles Hernández, principal testigo en el caso del joven Fernando Martí, ejecutado en 2008 luego de 53 días de cautiverio, estuvo sometido a presión de agentes de la Policía Federal cercanos a Genaro García Luna durante más de dos años, hasta que en 2011 pudo rendir su declaración por escrito y desmontar la estrategia incriminatoria de sus captores. Proceso publica por primera vez su versión y pone en evidencia la que difundieron los funcionarios de la dependencia de García Luna, en particular Luis Cárdenas Palomino.