age nda rte
cómic En la página anterior, Le ciel au dessus du Louvre, por Bernard Yslaire y Jean-Claude Carrière, 2009. Junto a estas líneas, Homenaje a Pablo Picasso en la Colección Telefónica, por Mamen Moreu, 2016.
La invasión de los museos
El Louvre fue pionero en lanzar iniciativas para asociar a los dibujantes a sus fondos pictóricos y revitalizar la mirada moderna sobre el pasado. Ahora, la Fundación Telefónica muestra estos frutos e invita a los españoles a hacer otro tanto Asier Mensuro
Con el cambio de milenio, el Museo del Louvre inició un acercamiento a las nuevas formas de arte del siglo XXI. Fabrice Douar, editor en el departamento de publicaciones, pensó en incorporar el cómic en las actividades de la institución, con la complicidad de Sébastien Gnaedig, director editorial de Futuropolis. Pero para poder incorporar la historieta, necesitaba un nexo de unión entre las colecciones del museo y esta disciplina contemporánea. La solución resultó sencilla.
la figuración histórica, y concibieron la edición de una colección de novelas gráficas cuya trama girase en torno al Louvre y sus colecciones de arte. En 2005 apareció el álbum inaugural, Periode glaciar, de Nicolas de Crécy. Le siguieron Le Sous-sols du Révolu, de Marc-Antonie Mathieu (2006); Aux heures impaires, de Éric Liberge (2008); Le ciel au-dessus du Louvre, de Bernard Yslaire y Jean-Claude Carrière (2009); Rohan au Louvre, de Hirohiko Araki (2010);
Hoy, el llamado noveno arte es el principal campo de trabajo de los artistas franceses que utilizan el dibujo figurativo como medio de expresión. Esta apuesta por la figuración está en sintonía con los principios estéticos presentes en los fondos del museo.
novela gráfica Partiendo de este punto de vista, ambos se preguntaron si desde la figuración contemporánea se podía aportar una mirada interesante en torno a 92
Un Enchantement, de Christian Durieux (2011); La traversée du Louvre, de David Prudhomme (2012); Les Fantômes du Louvre, de Enki Bilal (2012); Le chien qui louche, de Étienne Davodeau (2013); L’art du chevalement, de Loo Hui Phang y Philippe Dupuy (2013); Les gardiens du Louvre, de Jirô Taniguchi (2014), y L’Île Louvre, de Florent Chavouet (2015). La intuición de Douar y Gnaedig resultó acertada, y la mirada del cómic hacia la pintura del primer museo
de Francia se convirtió en un éxito editorial y en una propuesta de vanguardia museográfica que no tardó en ser imitada en todo el mundo. Además de novelas gráficas, el Louvre ha realizado dos exposiciones temporales dedicadas al cómic. La primera, en 2009, Le petit dessein. Le Louvre invite a la bande dessinée. En ella se muestra el proceso de trabajo de los cuatro primeros álbumes de la colección, a partir de los diversos métodos que utilizan los distintos autores. Para esta muestra se encargó una obra a cada uno los cuatro participantes, que dibujaron su propia versión de una de las obras fetiche
del museo, la Gioconda o Mona Lisa (1503-1517) de Leonardo da Vinci. En 2012, el Louvre abrió nuevamente sus salas al cómic para la exposición Fantômes du Louvre, de Enki Bilal, que partía de una visita del autor al museo, donde tomó fotografías de sus piezas más emblemáticas. Tras seleccionar e imprimir 23 de ellas, pintó sobre la imagen 23 fantasmas. Se trata de otros tantos personajes ficticios de épocas diversas, cuyo destino quedó truncado por una muerte prematura que tiene relación con un objeto artístico que hoy se encuentra en el museo. Las figuras de Bilal vagan por las salas como presencias
evanescentes en torno a la pieza a la que se encuentran ligados. Cada imagen se acompaña de un pequeño texto que, a modo de informe policial, narra la triste historia de los personajes. En 2015, el Museo del Louvre realizó una exposición en el Museo de la Universidad Nacional de Educación de Taipei (MoNTUE) titulada L’ouvre 9, donde se muestran los cómics aparecidos en la colección, una muestra que este año viajará a Tokio.
Un ejemplo seguido Estas iniciativas han sentado un precedente que ha animado a otros museos a acercarse al mundo del 93
cómic. Así, en 2014, de la mano de Futuropolis, el Museo de Orsay creó su propia colección de cómics, de la que han aparecido dos álbumes. El primero es Moderne Olympia, de Catherine Meurisse (2014). En él, la protagonista del famoso cuadro de Édouard Manet sueña con ser una actriz de cine mudo y lucha para destacar entre sus compañeras, que incluyen a las bailarinas protagonistas de los lienzos de Degas o Toulouse-Lautrec. El segundo es Les variations d’Orsay, de Manuele Fior (2015). En esta novela gráfica se recrean cuadros del museo, con especial atención al impresionismo. Así, se muestra el encuentro entre Ingres y un jovencísimo Degas, o la mítica primera exposición impresionista en el antiguo taller del fotógrafo Nadar, en 1874. En otras ocasiones, algunos museos han encargado una obra de cómic coincidiendo con la programación en sus salas de una exposición concreta. Es el caso del Centro Nacional de Arte y Cultura Georges Pompidou y la gran exposición sobre Salvador Dalí del año 2012, que posteriormente pudo verse en Madrid en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS). En colaboración con la editorial Dupuis en Francia y Astiberri en España, se editó Dalí par Baudouin (2012), una biografía del pintor de Figueras donde el
artista interioriza los iconos pictóricos propios de la obra del pintor catalán hasta hacerlos suyos. Otro caso destacado y pionero en España es Mitos del Pop, de Miguel Ángel Martín (2014), editado por el Museo ThyssenBornemisza con motivo de la exposición homónima en el museo. La protagonista de este cómic es Bitch, una artista del grafiti creada por Martín que acude con un amigo a visitar la exposición. En sus diálogos se percibe la divertida y provocadora visión sobre el arte de este autor de cómic, admirador de Andy Warhol. Así, por ejemplo, al contemplar una serie de bodegones, uno de los personajes de Martín afirma: “Las naturalezas muertas son aburridas incluso en el Pop”. En España, la exposición El arte en el cómic, en el Espacio Fundación Telefónica de Madrid, reflexiona sobre el acercamiento de los museos al mundo de la historieta y se incluyen obras de todos los cómics citados.
Ibáñez (1961-2002). El historietista recrea un día de trabajo en el estudio de la artista en París. Esto le sirve para mostrar a las principales figuras del movimiento cubista de la época y así, de un solo golpe de vista, explica el contexto en el que la obra fue creada.
Picasso y Tàpies
versiones libres Para la ocasión, la Fundación Telefónica ha encargado versiones libres de algunas de las obras maestras de su colección de pintura. Javier Olivares y Santiago García, galardonados con el Premio Nacional de Cómic en 2015, realizan una interpretación del lienzo Constructivo en blanco y negro TBA, de Joaquín Torres García (1933). Olivares dibuja una página de cómic en la que reproduce la composición de la obra pictórica, pero transforma las esquemáticas figuras del pintor uruguayo en figuras expresionistas y pseudocubistas, propios de
De arriba abajo, Joconde, por Marc-Antoine Mathieu, 2009, y Joconde, por Éric Liberge, 2009. Las imágenes proceden de la exposición Le petit dessein. Le Louvre invite a la bande dessinée.
constructivo (1944). Juan Berrio realiza una versión del lienzo Composición cubista, de María Blanchard (h. 1918). En él también se incluye un homenaje al cómic 13 Rue del Percebe, de Francisco
su peculiar estilo gráfico. Por su parte, García se adentra en los principios estéticos del pintor, al hacerles hablar mediante balloons o bocadillos que incluyen textos de su libro Universalismo 94
Junto a ellos, Mamen Moreu crea sus propias versiones de El pintor trabajando, de Pablo Picasso (1964); Esamblaje y graffiti, de Antoni Tàpies (1972), y La alta sociedad, de René Magritte (1965-1966). Tyto Alba nos ofrece su visión de La llamada, de Paul Delvaux (1944), y Vasos, periódico y botella de vino, de Juan Gris (1923). El mismo autor es elegido por Teresa Valero en su homenaje a La cantante (1926). Finalmente, Ana Galván recrea Naturaleza muerta cubista, de María Blanchard (1917), y Morfología psicológica, de Roberto Matta (1938). Todos estos ejemplos, a los que se sumará un cómic sobre El Bosco, dibujado por Max y editado por el Museo del Prado, auguran un brillante porvenir a la relación entre los museos y el cómic. El noveno arte rompe barreras y accede a lugares que hasta ahora le estaban vetados. Entre sus frutos más destacados, un puñado de novelas gráficas inspiradas en la pintura que fascinan por igual a los amantes de ambas disciplinas artísticas y que aportan una novedosa visión desde el presente de la historia del arte.
Datos útiles El arte en el cómic Fundación Telefónica, Madrid Hasta el 15 de mayo https://espacio.fundaciontelefonica. ca.com/agenda/exposiciones