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TUMBAS PARLANTES EN EL CEMENTERIO DE BUÑOL
Pepe Medard Ruiz Buñoleroadicto
El o la difunta insta al visitante normalmente a rezar por su alma, aunque también habla de sus sentimientos y de su vida.
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También en este tipo de tumbas suelen dar consejos, aunque más que sobre la muerte son consejos sobre cómo vivir.
Estas tumbas tan parlanchinas están en el rincón que forma la trasera del núcleo de los enterramientos masones y el muro que dividía antiguamente el cementerio civil del católico –parece que las hayan escondido para que no molesten–.
Son dos tumbas únicas en el cementerio y, según mi amiga Marisa, enamorada de los ce- menterios, de los que ha visitado muchos y sobre los que ha escrito en su blog «La muerte os sienta tan bién» –la última entrada sobre el de Buñol, no os la perdáis–, no ha visto ninguna parecida.
¿Raricos los de Buñol?
Una miajica
Aunque los enterramientos se situarían en el suelo –son de 1906 y 1910, que aún se enterraba en el suelo y no en nichos como ahora–, la lápida se situaba en el muro, usándolo como soporte.
¿Y por qué son únicos? Porque son dos cruces cerámicas, parecidas a las celtas; porque en su centro lleva un círculo, aunque simplemente podría ser utilitario para acoger gran parte del epitafio; y porque sus brazos son más anchos en los extremos, quizá por el mismo motivo. El epitafio está grabado con un punzón sobre la arcilla en fresco antes de cocerla y convertirla en cerámica. La cruz está acompañada de tres estrellas, de 10 puntas la de la mujer y de 7 la del niño. Su significado lo estamos investigando.
Lo más curioso de estos epitafios es que son rimados, como una poesía.
Pues, como espero haber despertado vuestra curiosidad, ahí van las transcripciones:
L Pida 1906
Yo vine al mundo llorando Conseguido en alegria Hoy lagrimas m_queria Lamento y tormento causando
Por lo que más sentido mi muerte Haunque a nadie cuadre Es ver a mi padre haflijido . Y sentir llorar mi madre
Hasta luego compañero
Deseo en vuestra omildad
Por mi alma un padrenuestro Que os pido por caridad
. Y no se os olvidara
Que tras de un día otro viene Y aqui todo el mundo tiene Siempre la eternidad
Paquico perez me llamo Dos años y un mes cumpli El dia que falleci En esta cruz leereis
El veintiocho junio del año 1906
Vicente Morán
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L Pida 1910
Un padrenuestro te pido Creo me lo rezaras Y aunque en el mundo estás No eches mi tumba en olvido
Por eso desde la misma
Este mundo es un engaño Como bien claro lo ves, Vive y no pienses morir, Que yo deje de existir en 1910.
Los que esto hacen Y recen
Hal final reciviran Un abrazo cariñoso
De su inolvidable esposo Lo soy
Vicente Morán
Como veis, los dos epitafios vienen firmados por Vicente Morán.
En el caso de María, su esposa, la firma viene acompañada del dibujo de una pluma.
Esta pluma y este apellido me llevaron a pensar en el poeta buñolero que tiene una calle dedicada cerca del Pontazgo, la calle Poeta Morán Badía, así que me dispuse a bucear en el archivo parroquial y en el registro civil.
¿Y cuál fue el resultado? No es el poeta, que se llama Francisco
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Morán Badía, sino su hermano, que al parecer también hacía sus pinitos literarios.
El mismo tipo de lápida, firmada por el mismo autor y la coincidencia de apellidos me llevó a pensar que serían la esposa y un hijo de Vicente Morán Badía. Pues otra vez el registro civil me dio una colleja.
Aunque Agustina y Paquico coinciden en su primer apellido, no son familia. Paquico vivía en la calle Lope de Vega y murió de gastroenteritis, mientras que Agustina vivía en la calle Conde de Aranda y murió de neumonía –si alguien tiene idea de dónde podía situarse esa calle, le agradecería aportara el dato–. Y si no son familia, ¿por qué comparten el mismo tipo de lápida –recordad que son únicas en el cementerio–, con epitafio rimado y firmadas por el mismo autor?
Pues, con los datos que manejamos, ni idea. Quizá fueran vecinos, quizá fueran amigos de los padres de Paquico... Son de esas cosas que se pierden por los recovecos de la historia y a la historia un poco de misterio siempre la hace más atractiva.