Ekele
Edición 37
Ushuaia, capital de la Provincia de Tierra del Fuego, A. e Is. del A. S. República Argentina
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“El zorro antiguamente era doméstico como el guanaco, la foca, todos los peces y los pájaros, y cantaban al unísono ekelé, ekelé, ekelé.”
Pioneros Fueguinos, Tira 6B, Piso 1º, Dpto C, Barrio Mirador de Los Andes, Tel.54-02901-435954.
14 de Julio
Día de Acción Global contra la Incineración
Ushuaia, Tierra del Fuego, Argentina www.manekenk.org.ar • educacion@manekenk.org.ar
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¿Por qué no a la incineración?
Los altos niveles de basura que genera la población han llevado a un colapso de los sistemas tradicionales de disposición de residuos, como ser los rellenos sanitarios. Ante la falta de espacio para construir nuevos basureros y ante las deficiencias que han presentado muchos rellenos existentes, se promueve quemar la basura como la “solución” al problema. Sin embargo, la incineración de residuos origina nuevos problemas ambientales y sanitarios, desincentiva la minimización de la generación de residuos, y es incompatible con programas de recuperación, reciclaje y compostaje que valoricen los materiales descartados por la población.
Negocio verde La incineración de residuos comenzó en EE.UU. y Europa Occidental en las décadas del ‘50 y el ‘60. La difusión pública de las evidencias científicas vinculadas a los impactos reales y potenciales de esta tecnología despertó la oposición de ciudadanos y organizaciones que comenzaron a movilizarse para evitar su instalación. Estas movilizaciones lograron detener una mayor expansión de este tipo de industrias en América del Norte y Europa. Frente a este obstáculo y favorecida por las normativas existentes, la industria de la incineración vio en América Latina, Europa del Este y Asia atractivos mercados para colocar su producto.
La “solución” se vuelve un problema: emisiones y efectos en la salud y el ambiente La incineración de residuos libera al medio ambiente contaminantes sumamente tóxicos. Las emisiones se dan en forma gaseosa (a través de los gases de chimenea y de emisiones fugitivas), líquida (efluentes de los dispositivos de lavado de gases) y sólida (cenizas y filtros). Las empresas de incineración aseguran un monitoreo continuo de los gases de las chimeneas pero en la práctica el mismo se reduce a unas pocas sustancias. En el caso de las dioxinas, si bien actualmente existen dispositivos para hacer monitoreo continuo, el proceso es tan costoso que solo se realiza en un ínfimo número de países desa-
rrollados. En algunos países se requiere tomar muestras esporádicas de las emisiones y someterlas a análisis altamente costosos para conocer su contenido de dioxinas, pero difícilmente éstas sean muestras representativas sobre el funcionamiento de los incineradores ya que se toman en condiciones de operación óptimas y con preaviso. Por otra parte, muchos países ni siquiera disponen de laboratorios a escala real para medir concentración de dioxinas. Entre los contaminantes tóxicos emitidos por los incineradores se encuentran dioxinas y furanos, metales pesados tales como plomo, cadmio y mercurio, gases de efecto invernadero, gases ácidos y partículas ultra finas.
Dioxinas Dioxinas es el nombre que se da a un grupo de compuestos con estructura química similar. Son compuestos que se producen involuntariamente en los procesos de combustión que involucran el cloro. Este grupo abarca a las dibenzo-p-dioxinas policloradas, furanos, bifenilos policlorados (PCBs), y otros compuestos clorados. Las dioxinas son Compuestos Orgánicos Persistentes (COPs). Son sustancias sumamente tóxicas aún en muy bajas concentraciones, persisten en el medio ambiente por períodos prolongados sin degradarse, se concentran en los tejidos grasos de los organismos vivos, se van acumulando a medida que asciende la cadena alimentaria (proceso llamado biomagnificación), y se transmiten de la madre al bebe durante la gestación o la lactancia. La Agencia de Protección del Medio Ambiente de EE.UU. ha concluido que la fuente más importante de exposición a las dioxinas es la alimentación. Por otra parte, estos compuestos pueden ser fácilmente transportados tanto por agua como por aire, desde la incineradora que le dio origen a puntos muy alejados. Las dioxinas son causantes de una variedad de problemas en la salud, incluyendo malformaciones congénitas, desarrollo anormal del feto, alteraciones en el sistema inmunológico y en el sistema hormonal, desórdenes en el comportamiento, aumento en la incidencia de diabetes, retraso en el desarrollo, y cáncer. La más tóxica de las dioxinas (2,3,7,8-tetraclorodibenzop-dioxina) ha sido clasificada como “cancerígeno humano cierto” por la Agencia Internacional de Investigación
sobre el Cáncer, dependiente de la Organización Mundial de la Salud.
Metales pesados Los metales pesados presentes en los materiales que ingresan al incinerador no se destruyen en el proceso de incineración, sino que son liberados íntegramente a través de sus efluentes. Entre los metales pesados emitidos al medio ambiente durante el proceso de incineración se encuentran el cadmio, plomo, mercurio, titanio, cromo, manganeso, hierro, bario, cobre, zinc, estroncio y estaño. Los metales pesados generan una serie de daños a la salud de los seres vivos, incluyendo disfunciones neurológicas, alteraciones en el sistema inmunológico, malformaciones congénitas, problemas en los riñones y los pulmones.
Mercurio La incineración de residuos es una importante fuente de emisión de mercurio al medio ambiente. El mercurio es bioacumulativo, y produce daños en el organismo a dosis muy bajas. Ataca el sistema nervioso central, puede dañar los riñones y los pulmones, y puede atravesar la placenta y la barrera hematoencefálica.
Partículas ultra finas Entre las partículas que la incineración libera a la atmósfera se encuentran las partículas ultra finas, que por su ínfimo tamaño no son capturadas por los equipos de control de la contaminación. Son por ende liberadas a la atmósfera, donde pueden permanecer por períodos prolongados, e ingresan fácilmente al organismo ya que tampoco son filtradas por los mecanismos naturales del cuerpo. Estas partículas transportan metales pesados, dioxinas y compuestos similares. Algunos metales pesados, al ser liberados en forma de partículas ultra finas, adquieren mayor potencial de daño ambiental y sanitario que el que tenían en la masa original de residuos. Las partículas ultra finas han sido relacionadas con una variedad de problemas en la salud, incluyendo asma, problemas en el funcionamiento de los pulmones y problemas cardíacos.
Otros contaminantes La incineración de residuos tam-
bién contribuye en las emisiones de gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono. También emite gases ácidos, como óxidos de azufre y dióxido de nitrógeno, entre otros. Estos gases son precursores de la lluvia ácida y tienen una variedad de efectos en la salud, provocando especialmente problemas respiratorios. Además de las dioxinas y furanos, los incineradores emiten otros COPs tales como los bifenilos policlorados, bencenos clorados y naftalenos policlorados, y otros compuestos como los hidrocarburos aromáticos policíclicos (PAH) ycompuestos orgánicos volátiles (VOC). Todas estas sustancias son altamente tóxicas, y causantes de una variedad de problemas a la salud. Estos son sólo algunos de los compuestos que han sido identificados en las emisiones de los incineradores. Sin embargo, quedan muchos más por identificar, y por definir qué impactos tienen sobre el medio ambiente y la salud de la población. Control de la contaminación: Misión imposible. Además de provocar la emisión al ambiente de compuestos peligrosos, la tecnología de la incineración no destruye jamás el 100% de los residuos. Parte de ellos son emitidos al ambiente intactos. Además, algunos de los residuos que ingresan a un incinerador son muy volátiles y se escapan a la atmósfera durante su almacenamiento, transporte y manejo rutinario. El transporte de los residuos peligrosos desde las industrias a los incineradores incrementa las probabilidades de accidentes durante su traslado. Un accidente en un camión que transporta desechos peligrosos podría tener consecuencias sumamente graves. Las empresas de incineración aseguran un monitoreo continuo de los gases de las chimeneas pero omiten decir que las dioxinas no pueden ser monitoreadas continuamente. Apenas se puede -y de manera esporádica- tomar muestras de las emisiones y someterlas a análisis altamente costosos para conocer su contenido de dioxinas. Por otra parte, muchos países ni siquiera disponen de laboratorios a escala real para medir concentración de dioxinas. Aún así, tampoco se ejerce control sobre el destino de las contaminantes cenizas que se generan por la incineración de los residuos. n Fuente: http://noalaincineracion.org/por-que-no/
Basura Cero para Calentamiento Cero
Los gobiernos deberían adoptar a Basura Cero como estrategia para combatir el cambio climático Los fondos de mitigación que se utilicen en el sector desechos deberían apoyar proyectos de Basura Cero. Los proyectos de incineración, enterramiento y otros que atenten contra el objetivo Basura Cero no deberían poder ser elegibles para obtener fondos de mitigación, créditos compensatorios y otras formas de financiamiento y subsidio relacionadas con el clima. Las prácticas de manejo de desechos contribuyen de manera significativa al cambio climático, aunque su potencial generalmente se subestime. La disposición de residuos contribuye al cambio climático directamente por la emisión de gases de efecto invernadero como dióxido de carbono (CO2) y óxido nitroso (N2O) por parte de los incineradores, y metano (CH4) por parte de los rellenos o vertederos. La disposición de residuos también influye sobre el cambio climático de forma indirecta, al privar a la economía de materiales reutilizados, reciclados y compostados, y al disparar en consecuencia un incremento de la extracción de materias primas y del uso de procesos que requieren un alto consumo energético. Una alternativa sana para el clima, conocida como Basura Cero, reduce drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero al aumentar la eficiencia en el manejo de materiales. Esto disminuye la necesidad de extraer, procesar y transportar materias primas, y evita al mismo tiempo las emisiones derivadas de los métodos de tratamiento y disposición (incineración, enterramiento en rellenos, basurales, botaderos y quemas a cielo abierto). Sin embargo, la industria del manejo de residuos continúa promoviendo tecnologías de disposición en lugar de invertir en Basura Cero. Actualmente está intentando maquillar de verde sus tecnologías para sacar provecho de los subsidios disponibles para tecnologías “benignas para el clima”, y en consecuencia está acelerando el cambio climático y al mismo tiempo privando de financiamiento a las tecnologías verdaderamente benignas para el clima.
El maquillaje verde de la disposición de desechos Utilicen o no el nombre de Basura Cero, la mayoría de los científicos y funcionarios han aceptado que los dis-
tintos elementos de un plan de Basura Cero son la mejor forma de manejar los desechos, especialmente en vista del problema del cambio climático. El IPCC, la Unión Europea y otros indican claramente que la separación en origen y el reciclaje son las mejores opciones de manejo de desechos. Por ejemplo, el exhaustivo análisis que realizó la Unión Europea sobre el tema establece: “En resumen, el estudio encuentra que la separación en origen de los distintos componentes de los RSU [re-
siduos sólidos urbanos], seguido de reciclaje o compostaje o digestión anaeróbica de los putrescibles brinda el menor flujo neto de gases de efecto invernadero bajo una línea de base con las condiciones asumidas.” Lamentablemente, las industrias incineradora y de rellenos no están interesadas en la metodología de Basura Cero. Por el contrario, están tratando de continuar con sus negocios a pesar de la creciente preocupación que existe en relación al cambio climático. Cierta-
mente, en un intento particularmente descarado por maquillarse de verde, tratan de sacar provecho de los diversos subsidios que existen para proyectos benignos para el clima sosteniendo que la disposición de residuos produce menos emisiones de GEI que otros métodos. Por desgracia, las autoridades que manejan los fondos públicos, en lugar de invertir en programas benignos para el clima, ceden con demasiada frecuencia. Hasta mayo de 2008, 83 de los 90 proyectos financiados a través del Mecanismo de Desarrollo Limpio para mejorar las prácticas de manejo de desechos constituían proyectos de rellenos con captación de gases, y otros cinco incluían incineradores – las dos peores alternativas. Solo tres incluían compostaje. Estos proyectos de disposición no solo interfieren materialmente con los programas de Basura Cero, sino que también privan a las alternativas benignas para el clima del financiamiento que necesitan. Lo peor de todo es que los rellenos y los incineradores garantizan un aumento constante en las emisiones de GEI por las próximas décadas: derivadas tanto de las mismas plantas, como de la destrucción de preciados recursos materiales. Los gobiernos deberían comprometerse con Basura Cero y tomarla como una estrategia importante para combatir el cambio climático. Las tecnologías de disposición de desechos – incluyendo a los incineradores y los rellenos o vertederos – son soluciones falsas y no deberían desviar la financiación pública, que debe ir a las soluciones genuinas. El cambio climático no será detenido por las mismas tecnologías sucias que lo crearon en primera instancia. n Fuente: http://no-burn.org/ article.php?id=567
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La incineración de residuos hospitalarios daña la salud
Mas vale prevenir que curar El funcionamiento de incineradores de residuos hospitalarios para su tratamiento ha logrado que nunca haya sido más apropiado el popular dicho de que “el remedio es peor que la enfermedad”, debido a las tóxicas emisiones que provienen aún de los que emplean la “más moderna tecnología”. Muchas de las emisiones de las chimeneas de los incineradores son sustancias persistentes y bioacumulativas como las dioxinas, responsables -según creciente evidencia científica- de problemas en el sistema inmunológico, malformaciones congénitas, alteraciones del sistema endocrino y cáncer. Esta información y la existencia de alternativas menos dañinas ha generado una importante oposición ciudadana en numerosos países así como la toma de nuevas decisiones políticas dificultando la instalación de más plantas de incineración. Es así que las empresas europeas y norteamericanas que venden incineradores han ampliado sus mercados hacia los países en desarrollo donde aún la legislación es más permisiva, los controles ambientales escasos, y donde existe una demanda creciente de “inversiones ambientales”. A menudo, las empresas de incineración dicen a los funcionarios que toman estas decisiones que harán un monitoreo continuo de los gases de la chimenea. Lo que omiten decir es que las dioxinas no pueden ser monitoreadas continuamente y que los gases que -en el mejor de los casos- ellos monitorearán no brindan información real sobre las cantidades de dioxinas que están siendo emitidas. Frecuentemente, las empresas también prometen no superar los niveles máximos permitidos de emisión de dioxinas. Más allá de las promesas de las empresas, la autoridad de control tiene la obligación de cuidar el medio ambiente y la salud, y comprobar y controlar que las emisiones no superen las permitidas. Aunque esto es imposible de hacer continuamente, supone tomar muestras de las emisiones y someterlas a análisis de costos altísimos y que requieren de instrumental que no suele estar presente o adecuadamente mantenido en los municipios donde se instalan estas plantas. Ignorar esta información y aprobar la instalación de un incinerador de residuos hospitalarios es una demostración de que a priori no existe voluntad de ejercer ningún control sobre esas plantas, y que se confiará en la palabra de las empresas, lo que deja al medio ambiente y a
la salud pública absolutamente desprotegidos. La evidencia de los efectos negativos de la incineración de residuos hospitalarios ha conducido a la revalorización y el empleo de alternativas para la gestión y el tratamiento de los residuos generados en hospitales y centros de salud. La existencia de alternativas a la incineración y el hecho de que los sectores vinculados con la protección y el cuidado de la salud no deberían ser responsables de la creación de nuevos problemas sanitarios generadas por los incineradores, hace imprescindible el establecimiento inmediato de una moratoria en la instalación de nuevos incine-
radores de residuos hospitalarios. Asimismo, deben establecerse los plazos de reemplazo de los incineradores existentes por soluciones alternativas. En estos procesos, será irreemplazable la participación de la comunidad teniendo en cuenta de que se trata, nada menos, que de razones de salud pública. n FUENTE: La incineración de residuos hospitalarios daña la salud. MAS VALE PREVENIR QUE CURAR. Informe preparado por Verónica Odriozola, Responsable de la Campaña de Tóxicos de Greenpeace Argentina.
Hornos Pirolíticos: ¿son la solución?
Alternativas al tratamiento de los residuos médicos y peligrosos La incineración, como otras tecnologías para el tratamiento de residuos médicos, deja un producto que debe ser enterrado. Es por eso que la incineración no es considerada una tecnología de disposición final, sino solo una tecnología para tratamiento. La disposición final debe ser siempre en un enterramiento. Las tecnologías de esterilización dejan residuos mucho menos peligrosos. Los objetos cortantes, sin embargo, requieren un manejo especial, especialmente controlado para los que manipulan los residuos. El problema esencial de la incineración, desde el punto de vista del riesgo para la salud humana, es que convierte un problema potencial, físico y biológico en uno real, químico. Se utiliza una tecnología desmedida que, con el pretexto de la destrucción de patógenos, destruye también los materiales. Las siguientes tecnologías operan por esterilización, y reducen el riesgo de infección o contaminación biológica con una mínima emisión. AUTOCLAVE: Es la alternativa tecnológica más popular. Un autoclave es similar a una olla a presión de alta tecnología; la alta temperatura y presión destruyen los organismos patógenos. Están disponibles en una variedad de medidas, desde los “de mesa” hasta aquellos del tamaño de una habitación. Muchas clínicas y hospitales los utilizan para esterilizar los insumos e instrumentos antes de usarlos, por lo que es una tecnología ya familiar. Es importante evitar usar el autoclave para los elementos que contengan mercurio para evitar que éste contamine el agua de desagüe. Los autoclaves se fabrican en muchos países y son mucho menos caros que los incineradores. MICROONDAS: Utiliza energía radiante para calentar los residuos o el agua contenidos en el horno. Como el autoclave, mata los agentes infecciosos por calor y presión. A veces se combina el tratamiento por microondas con un triturador para reducir el volumen de los residuos. Son generalmente más caros que los autoclaves pero más baratos que los incineradores. DESINFECCIÓN QUÍMICA: La desinfección química mata los organismos patógenos a través del uso de agentes químicos como el hipoclorito de sodio. No es tan efectivo para la eliminación de patógenos como otras tecnologías más avanzadas, y puede entrañar un riesgo para el personal porque requiere la manipulación de los residuos. Sin embargo, puede ser una opción de tratamiento apropiado para clínicas rurales con reducida producción de residuos, especialmente donde no hay provisión de energía eléctrica. Es un tratamiento muy barato. n
Quienes hacemos Ekelé Fernández, Nancy / Ekelé : suplemento Ambiental / Nancy Fernández; Susana Sosa. - 1a ed. - Ushuaia : Manekenk, 2012. / Part-work (fascículo). ISBN 978-987-27600-0-7 / 1. Educación Ambiental. I. Sosa, Susana II. Título. / CDD 577